Herederos Del Jaguar Y La Anaconda
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
HEREDEROS DEL JAGUAR Y LA ANACONDA NINA S. DE FRIEDEMANN Y JAIME AROCHA antropología HEREDEROS DEL JAGUAR Y LA ANACONDA NINA S. DE FRIEDEMANN Y JAIME AROCHA antropología Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia Sánchez de Friedemann, Nina, 1935-1998, autor Arocha Rodríguez, Jaime, 1945-, autor Herederos del jaguar y la anaconda / Nina S. de Friedemann y Jaime Arocha ; presentación, Carlos Guillermo Páramo Bonilla. – Bogotá : Ministerio de Cultura : Biblioteca Nacional de Colombia, 2016. 1 recurso en línea : archivo de texto PDF (560 páginas). – (Biblioteca Básica de Cultura Colombiana. Antropología / Biblioteca Nacional de Colombia) Incluye glosario e índice onomástico. -- Referencias bibliográficas al final de cada ensayo. ISBN 978-958-8959-52-8 1. Etnología – Historia – Colombia 2. Antropología – Historia - Colombia 3. Culturas indígenas - Colombia 4. Indígenas de Colombia - Vida social y costumbres 5. Libro digital I. Páramo Bonilla, Carlos Guillermo, autor de introducción II. Título III. Serie CDD: 305.8009861 ed. 23 CO-BoBN– a994091 Mariana Garcés Córdoba MINISTRA DE CULTURA Zulia Mena García VICEMINISTRA DE CULTURA Enzo Rafael Ariza Ayala SECRETARIO GENERAL Consuelo Gaitán DIRECTORA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL Javier Beltrán José Antonio Carbonell COORDINADOR GENERAL Mario Jursich Julio Paredes Jesús Goyeneche COMITÉ EDITORIAL ASISTENTE EDITORIAL Y DE INVESTIGACIÓN Taller de Edición • Rocca® REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE TEXTOS, DISEÑO EDITORIAL Y DIAGRAMACIÓN eLibros CONVERSIÓN DIGITAL PixelClub S. A. S. ADAPTACIÓN DIGITAL HTML Adán Farías CONCEPTO Y DISEÑO GRÁFICO Con el apoyo de: BibloAmigos ISBN: 978-958-8959-52-8 Bogotá D. C., diciembre de 2016 © Jaime Arocha Rodríguez © 1989, Carlos Valencia Editores © 2016, De esta edición: Ministerio de Cultura – Biblioteca Nacional de Colombia © Presentación: Carlos Guillermo Páramo Bonilla Material digital de acceso y descarga gratuitos con fines didácticos y culturales, principalmente dirigido a los usuarios de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia. Esta publicación no puede ser reproducida, total o parcialmente con ánimo de lucro, en ninguna forma ni por ningún medio, sin la autorización expresa para ello. índice §§Presentación 7 §§Prefacio a la edición de 1984 19 §§Prólogo a la edición de 1982 29 §§1. Del jaguar y la anaconda 37 §§2. Guahibos, maestros de la supervivencia 123 §§3. Amazónicos, gente de ceniza, anaconda y trueno 171 §§4. Sibundoyes e ingas, sabios en medicina y botánica 229 §§5. Cauca indio, guerreros y adalides de paz 287 §§6. Emberaes, escultores de espíritus 345 §§7. Kunas, parlamentarios y poetas 389 §§8. Koguis, guardianes del mundo 431 §§9. Guajiros, amos de la arrogancia y del cacto 473 §§Bibliotecas (clave de siglas) 533 §§Glosario 535 §§Índice onomástico 547 § Presentación Este es un libro muy de su tiempo. Todo libro es de su tiempo, claro está, pero algunos libros encapsulan mejor, o de manera más inmediata, el espíritu de la época que los escribe, y este es uno de ellos. En 1982, año de su primera edición —suntuosa, a gran formato, con buenas fotografías—, mientras se echaba a andar una nueva campaña electoral que llevaría a la pre- sidencia a Belisario Betancur, mientras tímidamente se empezaba a hablar de que el poder del narcotráfico se había tomado la economía y la política con sus «dineros calien- tes»; mientras se cocinaba a fuego lento la idea de un decisivo proceso de paz con las guerrillas en pie de lucha y se hablaba de la reciente emergencia del primer grupo paramilitar de derecha en el Magdalena Medio, Nina S. de Friedemann y Jaime Arocha, con 47 y 37 años respectiva- mente, producían este texto con visos de urgencia. El afán lo expresaba muy bien Orlando Fals Borda en el prólogo: «¿Se terminan los indios? A esta pregunta, que se vie- nen planteando desde hace casi quinientos años personas 7 Presentación interesadas en que así ocurra, los autores de la presente obra contestan con un rotundo ¡no! Ni los indios, ni lo indio». No era una pregunta forzada o gratuita esa a la que alu- día Fals Borda. El fin de la Colombia indígena era entonces una sombría posibilidad, no porque los pueblos indios por fin empezaran a dar visos de someterse resignados a la voluntad del mundo blanco —a su política, a su régimen de tierras, a sus unívocos principios utilitarios, que llama- ban “mejora” a todo usufructo del territorio indígena o la tumba indiscriminada de monte— sino todo lo contra- rio, porque entonces el movimiento indígena sonaba con todo, se organizaba, se movilizaba e incluso en algunos lugares se armaba. La réplica oficial y paraestatal se hacía sentir con una represión violenta a rajatabla, encarcelando a los dirigentes, masacrando y desplazando a enclaves ente- ros, propiciando el asesinato selectivo de quienes juzgaba como sus más peligrosos adalides. La Colombia terra- teniente, que era esencialmente la Colombia de los tres poderes, también se hacía sentir en consecuencia, tanto como para hacer posible preguntarse si, a la vuelta de un par de décadas, todavía iban a quedar indios. Que la res- puesta era un sí rotundo, lo sustentaba Herederos del jaguar y la anaconda. El objetivo fundamental de este texto era claro: mos- trar que los pueblos indígenas en Colombia no iban a desaparecer porque, aparte de su extraordinaria diversidad, demostraban ser maestros de la adaptación, de saber cam- biar para seguir siendo los mismos. Lo cual era tanto como decir algo que entonces no era de común recibo, y era que 8 Presentación tenían historia, en el sentido de que no eran los mismos aborígenes precolombinos que habitaban los escaparates del Museo del Oro o los libros de colegio, primitivos con- gelados en el tiempo, sino que estaban vivos, que tenían conocimientos del todo específicos e importantes, y formas complejas de arte, de filosofía, de tecnología y de manejo del entorno. Y era también la reivindicación del oficio de antro- pólogo; daba a entender sin ambages que esta no era por necesidad una carrera de hippies, guerrilleros o mariguane- ros, y que antes bien, estos estereotipos eran al indigenista lo que ser bruto, malicioso y resabiado eran al indio. Verda- deramente, esta era una obra sobre la labor de antropólogos, tanto como sobre las culturas indígenas. Las unas permi- tían develar la labor de los otros, y viceversa. Otras versiones pudieran haber dicho entonces, como podrían seguir diciéndolo ahora, que en ese sentido este libro pecaba de un doble buensalvajismo: de indios buenos acompañados por buenos antropólogos. Pero este no era un libro para antropólogos; en eso está su mayor mérito. Herederos del jaguar y la anaconda era un libro pensado para la difusión amplia, justo para aquellos que por igual podían recelar de indios y antropólogos; buscaba con- vencerlos con una argumentación elegante y actualizada, y con un recurso expositivo interesante y bien pensado desde el punto de vista comunicativo. A cada una de las ocho regiones culturales, tratadas en sendos capítulos, les acentuaba un atributo especial: a los guahibos su capaci- dad de adaptación —eso mismo que hoy en día se estila 9 Presentación llamar «resiliencia»—, a los amazónicos la complejidad de su cosmología, a los habitantes del Sibundoy su conoci- miento médico y botánico, a los grupos del suroccidente su organización política, a los embera su arte curativo y a los kuna su poesía. A los kogi el pensamiento de sus mamus, a los guajiros su altivez y pragmatismo. Propiedades que en cualquier caso arrojaban luces sobre el resto del mundo espiritual y material de cada una de estas sociedades, siem- pre atravesadas por la violencia blanca. Al final de cada capítulo, una generosa bibliografía y —cosa notable— una nutrida filmografía señalaban títulos de profundización al lector interesado. A pesar de no ser un texto ortodoxo de etnología —o sea, de la presentación y comparación de los distintos gru- pos étnicos—, Herederos descollaba y aún descuella por ser de los pocos manuales etnológicos producidos a lo largo de más de medio siglo de antropología disciplinar en Colombia. En su totalidad, estos manuales no alcanza- ron a la decena, y aunque hay algunos que en su momento fueron espléndidos, hasta la fecha este libro es, sin duda, el más redondo en su planteamiento, el que tiene más carác- ter y vuelo escritural. De hecho, para vergüenza de nuestra antropología, no contamos con un solo manual de etnología colom- biana actualizado desde hace más de veinte años. Luego Friedemann y Arocha producirían un bello libro que le hacía complemento, De sol a sol: génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia, de 1986. Pero ya desde hace mucho tiempo, lo deseable sería que contáramos con 10 Presentación un texto etnológico que reuniera en un solo volumen, y con análoga idiosincrasia autoral, a los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos, tanto en sus características propias como en sus innumerables préstamos, entrecru- ces y convivencias, amén de sus inevitables conflictos. Lamentablemente, este tándem nunca pudo acometer una tercera obra con esta perspectiva sintética; no estaba en el espíritu de esos tiempos y Nina de Friedemann falleció intempestivamente en 1998. De ambos trabajos quedó, en cualquier caso, una inequívoca lección. Hasta el presente, nuestras ciencias sociales y humanas son de una enorme arrogancia, pues inculcan la idea, de generación a gene- ración, de que en ellas se escribe fundamentalmente para ser leídos por los pares, por otros académicos. Cualquier intento de escribir para un público amplio despierta des- confianza en nuestras facultades, en el sentido de que exuda un tufo de liviandad y laxo rigor. De seguro, esta inveterada postura ha incidido de manera determinante en el pro- gresivo y preocupante distanciamiento de las disciplinas sociales de la gente que no las estudia, que no conoce de qué tratan y, por ende, que no tiene por qué saber el motivo por el que son importantes.