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LA NECRÓPOLIS MEDIEVAL DE VALCARLOS EN ()

Por MANUEL MARTIN-BUENO Y AMADO LÓPEZ ARMISÉN*

Hace varios años, concretamente en 1974, se producía un hallaz­ go fortuito en el curso de trabajos de remoción de tierras en la lo­ calidad oscense de Tamarite de Litera. El descubrimiento se comuni­ ca a D. Amado López Armisén, quien tras una valoración inicial y lim­ pieza ponía la noticia en manos de Manuel Martín-Bueno, de la Uni­ versidad de , para su posible recuperación. La noticia inicial hablaba de «restos de huesos y lajas de piedra», lo que hacía presu­ mir una necrópolis medieval.

Localización y circunstancias del hallazgo El lugar está en las proximidades de Tamarite de Litera en la par­ tida denominada «Valcarlos». Las circunstancias, como en tantas otras ocasiones, habían sido la realización de trabajos de explanación de terrenos con ingenios mecánicos para crear una superficie útil en la que albergar la Sociedad de Tiro local. El lugar de los trabajos se hallaba al amparo de un montículo cuya ladera se rebajó en parte constituido en su totalidad, por terrenos yesosos con una débil cobertura vegetal. A una escasa profundidad, pero difícilmente determinable por el trabajo de las máquinas, en un nivel de yesos, se produjo el hallazgo consistente en lajas de arenisca formando rectángulos, enterramien­ tos, y conteniendo huesos que en buena parte fueron dispersados de inmediato antes de poder recuperarlos. No obstante el descubrimiento se puso en conocimiento del Ayun­ tamiento quien a su vez lo hizo a D. Amado López, profesor del Ins­ tituto Politécnico de E. M. San Vicente de Paúl, que atendió a la ac­ tuación inmediata para valorar el conjunto, notificándolo luego a la Universidad.

* El profesor López Armisén fue advertido del hallazgo y a él se debe la limpieza de los restos aparecidos y la intervención para la detención de los trabajos y nuestra puesta en conocimiento. A M. Martín-Bueno la planimetría y la redacción de estas líneas que se dan a la imprenta previa lectura de ambos.

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Se procedió a la pronta limpieza de las tumbas aparecidas a la par que a la recogida de los restos óseos desperdigados y tras la ins­ pección inicial se paralizaron las obras, requiriéndose la presencia de especialistas, hasta saber de la importancia y extensión de la necró­ polis.

Recogida de datos y recuperación

En el mes de junio, días después del descubrimiento, un equipo formado por M. Martín-Bueno, G. Moreno y P. de Diego procedía al estudio del conjunto. Se prospectó detenidamente la zona completa, pero en el lugar de la necrópolis hallada, poco cabía hacer. El con­ junto, media docena de enterramientos de lajas que luego detallamos, aparecía ya desprovisto de los niveles superiores, que no se habían conservado ni en los alrededores, y de toda evidencia que pudiera dar­ nos siquiera una aproximación estratigráfica u otra referencia, ya que la superficie afectada por la explanación había sido grande y los en­ terramientos habían aparecido presumiblemente al terminar de nive­ lar la zona central. Además el trabajo de limpieza realizado, previo a nuestra llega­ da, había terminado de liberar a las tumbas de su contenido y tam­ bién de la tierra exterior, aunque no apareció ningún tipo de mate­ rial según referencias, con lo que el aporte de datos era nulo. Trazamos la planimetría general de la zona y se efectuaron varias catas de sondeo para comprobar la magnitud del conjunto. Dichos sondeos, en buena parte infructuosos, demostraron que la necrópolis era pequeña y que lo que teníamos ante los ojos era un reducido con­ junto de los característicos enterramientos medievales de lajas con la pobreza que los acompaña. Es de reconocer que los trabajos, realizados dentro de la más ab­ soluta urgencia y premura, fueron sufragados por el Ayuntamiento que en la persona de su entonces alcalde D. Antonio Castro Estradas facilitó todo aquello que se precisó. La pertinente y preceptiva auto­ rización se obtuvo, tras su comunicación, de la entonces Comisaría General de Excavaciones1.

(1) Dado lo urgente de su recuperación se informó y obtuvo verbalmente permiso para actuar en la recuperación de lo salvable. Posteriormente llegaría la confirmación escrita de la entonces citada Comisaría General de Excavaciones de la Dirección General de Bellas Artes del MEC. Es de notar que sin la intervención del mencionado alcalde posiblemente se hubieran perdido los restos. Igualmente son de agradecer las facilidades ofrecidas por la Sociedad de Tiro al permitir inmediatamente la actuación.

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Excavación y descripción de los enterramientos Se trazó la planimetría general por el sistema de coordenadas car­ tesianas que nos permitiese, si venía al caso, situar, no sólo los pro­ pios enterramientos, sino también todos aquellos materiales aislados que pudiesen aparecer en los espacios intermedios. Trazada la cua­ drícula y situadas en ella las tumbas se procedió a efectuar varias ca­ tas que no dieron resultados notables a excepción del descubrimien­ to de un nuevo enterramiento incompleto y de algunos restos, pie­ dras y cascote, que podían pertenecer posiblemente a alguna suerte de edificación posterior de la que no se evidenciaron más restos, po­ siblemente desaparecidos con los ingenios mecánicos2. Alguna de las catas facilitaron bolsadas de cenizas y carbones sin otros restos quizás debidas a hogueras practicadas con posterioridad a los enterramientos ya que aparecían sobre ellas en una zona sin ter­ minar de explanar3. El número de enterramientos aparecidos era de seis, de ellos cua­ tro completos, mientras que de los restantes dos sólo quedaban tra­ zas. Su tamaño era desigual y su orientación, no coincidente entre ellos guardaba sensiblemente la dirección E. W. usual en el mundo medieval cristiano4. El tipo de enterramientos era simple y corriente formado por tér­ mino medio por ocho lajas de arenisca, seis para los costados y otras dos menores para cabecera y pies, siendo algo mayor la de la cabe­ cera dando por lo tanto cierta forma antropomorfa. Los cuerpos de­ bieron ser depositados con un simple sudario sin caja, ya que no apa­ recieron clavos ni restos de madera, y desprovistos de todo ajuar como es frecuente en los tiempos medios. Los restos aparecieron de­ sordenados en algún caso, sin duda por penetración de animales en los mismos. Algún enterramiento contenía restos de más de un in­ dividuo5.

(2) No es fácil determinar la identidad de aquellos restos que por otra parte tras la pros­ pección detallada de las tierars movidas, no eran importantes. Quizás se tratase de alguna pequeña edificación, posiblemente posterior y sin relación con el conjunto tumbal. (3) No aparecieron ni huesos, ni restos cerámicos o de otro tipo que permitiesen una identificación siquiera aproximada de aquellas bolsadas, o si los hubo desaparecieron con los movimientos de tierras efectuados. (4) Como se aprecia en el plano general, y es frecuente en este tipo de necrópolis, las diferencias de orientación, son apreciables aunque no obedezcan a causas premeditadas. Sim­ plemente a impericia de los que las practicaron. (5) Antes de la intervención de los firmantes de estas líneas se personaron en el lugar del hallazgo curioso que desperdigaron algunos de los restos que luego no se recuperaron. No obstante la falta de buena parte de ellos y el mal estado de algunos es sin duda atribuible a la calidad del suelo y a la acción de algunos animales.

PSANA.—45-46 225 Manuel Martín-Bueno y Amado López Armisén

Descripción Núm. 1. Enterramiento de lajas formado por un número indetermi­ nado de ellas. Apareció totalmente arrasado por las máqui­ nas y desplazado de su lugar. Fue el que denunció el con­ junto. Los restos óseos se perdieron en su mayoría. Núm. 2. Enterramiento de lajas infantil, probablemente para un niño de seis a diez años. Formado por lajas de yeso, faltando la cabecera. Total seis lajas, dos por cada uno de los lados y una para cabecera y pies, desaparecida la de la cabecera. Contenía restos óseos dispersos. Carecía de tapa. Dimensio- siones: 130 cm. de longitud por 45 cm. de anchura. Núm. 3. Enterramiento de lajas muy pequeño correspondiente a un niño de corta edad. Compuesto por seis lajas de yeso tam­ bién, faltando la de los pies. Restos óseos dispersos. Caren­ cia de tapa. Dimensiones: 125 cm. de longitud, por 40 cm. de anchura. Núm. 4. Gran enterramiento, de lajas de arenisca marrón oscura. Se trata del enterramiento de un adulto. Excavado a mayor profundidad y colocadas las lajas cuidadosamente, con al­ gunas piedras de calce para mantenerlas fijas. Apareció el tape completo formado por lajas de arenisca muy fragmen­ tadas posiblemente por la acción de las máquinas sobre el terreno. Formado por ocho lajas de piedra, tres a cada lado y una en cabecera y pies. El tape formado por cuatro lajas. Contenía restos de al menos dos individuos adultos. Dimen- mensiones: 200 cm. de longitud por 55 cm en la cabecera de anchura y 48 cm. en los pies6. Núm. 5. Enterramiento de lajas a nivel similar a los núms. 2 y 3. También de lajas de arenisca similares a la núm. 4. Forma­ da por ocho lajas, tres a cada lado más la de cabecera y pies. En uno de los costados tiene otra laja exterior menor para sujetar el conjunto. Es el mayor enterramiento del con­ junto. Contenía restos de un adulto. Dimensiones: 220 cm. de longitud por 90 cm. en la cabecera y 70 cm. en los pies, de anchura. Núm. 6. Enterramiento de lajas de arenisca muy destruida. Sólo apa­ reció in situ la de la cabecera. Algunos restos óseos de su contenido aparecieron dispersos por los trabajos con má­ quinas. Su anchura en la cabecera, única dimensión recupe- (6) Es el único enterramiento completo recuperado en los trabajos de excavación.

226 PSANA. —45-46 La necrópolis medieval de Valcarlos en Tamarite de Litera (Huesca) rada, de 58 cm. Se trataba de un adulto joven a juzgar por las proporciones generales de las dimensiones.

Tipología Los enterramientos descritos pertenecen a un grupo general muy homogéneo y abundante en todo el mundo medieval, como son los enterramientos de lajas. Nacen derivados de los de tegulae romanos sustituidas aquellas por las lajas, en diversos materiales, predominan­ do la arenisca y subsidiariamente el yeso, por su fácil trabajo7. En nuestro parco conjunto en el que solamente pudimos acceder a una tumba intacta, la núm. 4, hay dos tipos de enterramientos si atendemos al material en que se confeccionan, los núms. 2 y 3 que están confec­ cionados con placas de yeso, y practicados a menos profundidad que los restantes, y los demás con lajas de arenisca. No hay diferencias estructurales que nos permitan simplemente por la utilización de uno u otro material atribuirlos a épocas o momentos distintos, aunque la menor profundidad de los infantiles con respecto a los otros parece indicar se practicaron luego. Además la utilización de lajas menos cuidadas y de yeso cuando en la zona abunda la arenisca puede indu­ cir a una data posterior, aunque elementos o circunstancias que se nos escapan, como pudiera ser una mayor premura quizás, fuesen determi­ nantes en su momento para elegir el yeso, siempre más abundante y rápido de talla que ellos. Tipológicamente se inscriben en el grupo que suele fecharse hacia los siglos XIIIal XIII si bien los pertenecientes a este último siglo, y al menos para las necrópolis cuidadas, suelen ser de lajas menores y de menor grosor8. Los que presentamos deben corresponder al siglo XII o a lo sumo a los últimos años del siglo XI como luego veremos. Los elementos comparativos ahora más frecuentes los tenemos en la mis­ ma región aragonesa o en todo el Valle del Ebro y Meseta, y para ello baste ver los trabajos de A. del Castillo, M. Riu, A. , M. A. Gol- vano y los nuestros en Chiprana o en localidades riojanas9.

(7) Para una evolución de los tipos de enterramientos medievales es interesante el trabajo de Sylvain GAGNIERE, Les sépultures a inhumation du III au XIII siècle de nôtre ère dans la basse vallée du Rhône. Cahiers Rhodaniens XII, Bordighera, 1965. (8) Un ejemplo de ello lo tenemos en M. MARTÍN-BUENO, La necrópolis medieval y las estelas indígenas de Hormilleja (Logroño). Noticiario Arqueológico Hispánico, Prehistoria 4, 1975, págs. 355-375, . (9) A. del CASTILLO, Cronología de las tumbas llamadas olerdolanas, XI. CAN. Zaragoza, 1970. Excavaciones altomedievales en las provincias de , Logroño y . Exc. Arq. Esp. 74. Madrid, 1972. M. Riu, Excavaciones en el poblado medieval de Caulers. Exc. Arq. Esp. 88, Madrid, 1975. M. A. GOLVANO, Tumbas excavadas en roca en San Frutos del Duratón. Studia Silensia, III. Silos, 1976. E. LOYOLA, Necrópolis altomedievales en el alto Ebro, Coll. Intern. Aren. Medieval. Palermo, 1976. A. BIELSA, Arqueología altomedieval en Aragón, id. id. Palermo, 1976. M. MARTÍN-BUENO, además de los citados anteriormente: Novedades de arqueología medie­ val riojana, Miscelánea Arq. Riojana. Logroño, 1973. Nuevos núcleos romano-imperiales en el Ebro Medio, Pyrenae XII, , 1976. La necrópolis medieval de Dehesa de Baños (Chi­ prana, Zaragoza). Homenaje Lacarra, Zaragoza, 1977, T. I.

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Conclusiones y cronología Suelen ser casi siempre pobres las conclusiones que desde el pris­ ma de la arqueología ofrecen los tiempos medios, sobre todo en ma­ teria de necrópolis. No obstante los trabajos de los autores antes ci­ tados y otros más van tejiendo la urdimbre de lo que ya es una reali­ dad de la arqueología medieval. Hoy al menos ya sabemos a grandes rasgos la sucesión de los distintos tipos de enterramientos merced a grandes conjuntos que expresan claramente esa sucesión, sucediendo éstos de lajas que presentamos a los tipos generales antropomorfos excavados en la roca y apareciendo luego cuando los enterramientos de lajas en cista se generalizan, los sarcófagos exentos, si bien su ma­ yor precio hará que se sigan utilizando sistemáticamente los más «po­ pulares» de lajas durante la totalidad de los siglos XI, XII y XIII al menos10. Volviendo al conjunto de Tamarite de Litera y dejando la aproxi­ mación tipológica que nos indica una fecha en torno a fines del si­ glo XI ο mejor el XII por su confección cuidada con grandes lajas, de­ jando para un poco más tarde, tipológicamente hablando, los enterra­ mientos infantiles, hemos de adentrarnos en otros campos documenta­ les que nos faciliten algún otro elemento de precisión cronológica. Los enterramientos de Tamarite pertenecen sin duda a gentes cris­ tianas, tanto por su tipología como por su orientación tradicional E. W. Ahora bien pensando en las vicisitudes históricas de la zona en los tiempos que nos ocupan vemos que quizás convenga mejor la fecha del siglo XII que la de fines del XI. Tamarite, localidad con pasado ibero-romano como muestran las evidencias de los numerosos restos en la propia localidad y alrede­ dores, tiene una vida intensa en la Edad Media11. En poder del Islam será recuperada momentáneamente, aunque no quede indicado en las crónicas, en la empresa de Sancho Ramírez para la toma de en el año 1064, conquista aragonesa con inter­ vención del condado de Urgell. Aún suponiendo que Tamarite caiga en manos aragonesas tras este avance, lo efímero de los resultados, ya que Barbastro caerá tras sólo nueve meses de ocupación en manos del rey de Zaragoza al-Muqtádir ibn Hud el 17 de abril de 1065 y sólo

(10) Muy útil para el conocimiento de la arqueología medieval en la que los enterramientos son un capítulo dilatado es el recién editado en castellano Manual de Arqueología Medieval de DE BOUARD y Riu. Barcelona, 1977. (11) Escasa es la bibliografía arqueológica de Tamarite y su comarca, aunque los nuevos trabajos que irradian del Museo oscense hacen pensar en un cambio en el panorama futuro. De entre los trabajos anteriores, y casi en el terreno de lo anecdótico, tenemos el de Bernardo de CAMELLO, Hallazgos prehistóricos de Tamarite (Huesca), en el T. LIV de la Sociedad Espa­ ñola de Excursiones, en el que en unas pocas páginas presentaba las «antigüedades» de .

228 PSANA.—45-46 La necrópolis medieval de Valcarlos en Tamarite de Litera (Huesca) años más tarde volverá, ya definitivamente a manos cristianas, con el rey Pedro I12. Tomando pues como dato la ocupación de Tamarite habrá que re­ ferirse a ella para pensar en estos enterramientos que tan frecuente­ mente van marcando la línea de repoblación de los territorios recon­ quistados. Por ello y siempre ante la no disponibilidad de elementos cronológicos precisos creemos más seguro atribuir esta pequeña ne­ crópolis a la primera mitad del siglo XII. Respecto al carácter de la misma, poco podemos precisar. No se trata de individuos enterrados tras un choque militar dada la presen­ cia de niños con los adultos, más cabe pensar en un pequeño conjun­ to familiar quizás, como encontramos con frecuencia en el mundo medieval. La pobreza de los restos, unido a la imposibilidad de actuar sobre ellos intactos poco ayudan, pero al menos debemos apreciar el valor testimonial y el dato concreto a la par que agradecer el que el hallaz­ go fuese notificado y no se perdiera como en tantas otras ocasiones.

(12) Amén de los investigadores tradicionales sobre el medievo aragonés como José María LACARRA, puede consultarse la reciente monografía sobre El Rey Sancho Ramírez de D. J. BUESA CONDE. Zaragoza, 1978.

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