A~o II MÉXICO, JUNIO DE 1899 NÚM. 6 REVISTA MODERNA ARTE Y CIENCIA.

DE "LOS OREPUSOULOS DEL JAROIN."

A JOSE JUAN TABLADA (DE MEXICO).

TENTACIÓN

Calló por fin el mar y asi fu é el caso: En un largo suspiro violeta Se extenuaba de amor la tarde quieta Con la ducal decrepitud del raso;

Dios callaba también: una secreta Inquietud expresábase en tu paso; La palidez dorada del Ocaso Recogia tu lánguida s~lueta.

El campo, en cuyo trebolar maduro La siembra palpitó como una esposa, Contemplaba con éxtasis impuro

Tu media negra: y una silenciosa Golonddna, rayaba el cielo rosa Como un pequeño pensamiento obscuru.

PARADI~íACA

Cabe una rama en flor busqué tu arrimo; La dorada serpiente de mis males Circuló por tus púdicos cendales Con la invasora suavidad de un mimo.

Sutil vapor alzábase del limo Sulfurando las tintas otoñales Del Poniente, y brillaba en los parrales La transparencia ustoria del racimo.

Sintiendo que al azul nos impelia Algo de Dios, tu boca con la mia. Se unieron en la tarde luminosa,

Bajo el caduco sátiro de yeso, y como de una cinta milagrosa Ascendi suspendido de tu beso.

EL ASTRO PROPICIO

Al reIidirse tu intacta adolescencia, Emergió. con ingenuo desaliño, Tu delicado cuello, del corpiño Anchamente floreado. En la opulencia

Del salón solitario, mi cariño Te brindaba su equivoca indulgencia, Sintiendo muy cercana la presencia De un duende azul de picaresco guiño. 162 REVISTA MODERNA.

Como ancha cinta de cambiante faya, Tendía su color sobre la playa La Tarde. Disolvía tus sonrojos

En especiosas mieles mi sofisma, y desde el cielo fraternal, la misma Estrella se miraba en nuestl'OS ojos,

CONJUNCIÓN

Sahumáronte los pétalos de acacia Que para adorno de tu frente arranco, y tu nervioso zapatito blanco Llenó toda la tarde con su gracia.

Abrióse con erótica eficacia Tu enagua de surah, y el viejo banco Sintió gemir sobre tu activo flanco El vigor de mi torva aristocracia.

Una resurrección de primaveras Llenó la tar'de gris; y en tus ojeras Que avivó la caricia fatigada,

Ví dibujarse en curvatura fina, Las.alas de una leve golondrina Suspensa en la ilusión de tu mirada.

VENUS VICTA

Pidiéndome la muerte, tus collares Desprendiste con trágica alegria, y en su pompa fluvial la pedrería Se ensangrentó de púrpuras solares.

Sobre tus bizantinos alamares Gusté infinitamente tu agonía, A la hora en que el crépusculo surgía Como un vago jardín sobre los mares.

Cincelada por mi estro, fuiste bloque Sepulcral, en tu lecho de difunta; y cuando por tu seno entró el estoque

Con la ágil sutileza de un alegro, Brotó un clavel bajo su fina punta En tu jubón de terciopelo negro.

EN COLOR EXÓTICO

Con tu pantalla oval de enea rara, Tus largos alfileres y tus flores, Parecias dorada de primores, Una ambigua musmé del Yoshivara.

Heria en los musgosos surtidores Su cristalina, ter.la de agua clara, Yel tilo que a mis ojos te ocultara Gemia' con eglógicos rumores.

Tal como una bandera derrotada Se ajó la tarde, hundiéndose en la nada; A la sombra del tálamo enemigo

Se apagó en tu collat: la última gema, y sobre el broche de tu liga crema Crucifiqué mi corazón mendigo. REVISTA MODERNA. 163

EL ÉXTASIS

Dormía la arboleda; las ventanas Llenábanse de luz como pupilas; Las sendas grises se tornaban lilas; Cuajábase la luz en densas granas;

La estrella que conoce por hermanas, Desde el cielo, á tus lágrimas tranquilas, Brotó evocando al son de las esquilas Un mistico Belén de horas cristianas.

Mientras en las espumas del torrente Deshojaba tu amor sus primaveras De muselina, relevó el ambiente

La armoniosa amplitud de tus caderas, y una vaca mugió sonoramente Allá por las sonámbulas praderas ... . .

DELECTACIÓN .roROSA

La tarde, con ligera pincelada Que iluminó la paz de nuestro asilo, Apuntó en su matiz crisoberilo Una sutil decoración morada.

Surgió enorme la luna en la enramada; Las hojas agravaban su sigilo. y una araña, en la punta de su hilo, Tejia sobre el astro, hipnotizada.

Poblóse de murciélagos el combo Cielo, á manera de chinesco biombo; Tus rodillas exangües sobre el plinto

Manifestaban la delicia inertl', y á nuestros pies un do de jacinto Corda sin rumor hacia la muerte.

OCEÁNIDA

El mar, lleno de urgencias masculinas, Gemia alrededor de tu éintura, y como un brazo colosal, la obscura Ribera te amparaba. En 'tus retinas, y en tus cabellos, y en tu astral blancura, Rieló con decadencias opalinas Esa luz de las tardes mortecinas Que en el agua pacifica perdura;

Palpitando á los ritmos de tu seno, Hinchóse en una ola el mar sereno, Para hundirte en sus vértigos felinos.

Su voz te dijo. una caricia vaga, y al penetrar entre tus muslos finos La onda se aguzó como una daga.

LA ALCOBA SOLITARIA

El diván dormitaba, la sortija Brillaba junto á la oxidada aguja, y un antiguo silencio de Cartuja Bostezaba en la lúgubre J:endija. 164 REVISTA MODERNA.

Sentía el violin flotar, prolija Su animula espectral, que se dibuja Llena de edad, como pequeña bruja Sutilmente ahorcada en la clavija.

No quedaba de ti más que una gota De sangre virginal, sobre la rota Almohada. El espejo opalescente

Estaba ciego. Y en el fino vaso, Como un corsé de inviolable loaso, Se abría una magnolia dulcemente.

LAS MANOS ENTREGADAS

El insinuante almizcle de las bramas Se esparcia en el viento, y la oportuna Selva, estaba olorosa como una Mujer. De los extraños panoramas

Surgiste en tu cendal de gasa bruna, Encajes negros y argentinas lamas, Con tus brazos desnudos que las ramas Lamian al pasar, ebrias de .luna.

La noche se mezcló con tus cabellos; Tus ojos anegarónse en destellos De sacro amor; la brisa de las lomas

Te envolvió en el frescor de los lejanos Manantiales y todas las aromas De mi jardln, sintetizó en tus manos.

HOLOCAUSTO

Llenábanse de noche las montañas y á la vera del bosque aparecia La estridente carreta que volvia De un viaje espectral por las campañas.

Cantaba el viento en las sonoras cañas, y asumiendo la astral melancolía, Las horas prolongaban ·su agonia Paso á paso, á través de tus pestañas.

La sombra pecadora, á cuyo intenso Influjo arde tu amor como el incienso, Cuando bajo mi pecho te desplomas,-

Miró desde los álamos ligeros, En mi alma un extravio de corderos y en tu seno un degüello de palomas.

LEOPOLDO LUGONES. REVISTA MODERNA. 165

EN EL PALUO. -BEN LI.JURF.

DlSOURSO P¡ONU NOIADO POR EL 110. D. JUSTO SIERRA, EN HONOR DE D. KIILIO CA~TBLAR.

SEÑOR PRESIDENTE: espontáneamente de su cerebro, la imigen, ese idio­ SEÑORAS: ma universal, ese medio de realizar el milagro del don de lenguas. Para llama¡' poeta á Emilio Caste­ SEÑORES: lar, no pensamos solamente en su extraordinal"Ía En la siempre e¡'guida Escuela de Jurisprudencia, imaginación, sobre ella posee otra facultad subli­ sólo capaz de inclinar la frente ó abatir su insignia me: el sentimiento. La sinceridad de las conviccio­ ante el Civismo ó el Genio, es tradicional la admi­ nes da á su expresión una ternura incomparable, ración entusiasta por Castelar. un cariño por todo lo bello y lo bueno, que arranca Hace cabales 30 años, un estudiante de Derecho las lágrimas.• decia en un articulo sobre el tribuno español (.Re­ y el estudiante de Derecho concluía su artículo nacimiento,' Agosto de 69): cón estas palabras: . Quiera el cielo conservar para cOastelar es un gran poeta; nuóca en la tribuna honra de España y bien del género humano, al jo­ española se ha levantado tan alto la palpitante elo­ ven tl"Íbuno sobre cuya inspirada frente ha deposi­ cuencia de la imaginación y de la figura: no sólo tado el ángel de la democracia sus mejores coro­ da vida á sus ideas con su palabra maravillosa, si­ nas; quiera el cielo conservarle para orgullo de las no que les da una vida que se desborda en pompa letras castellanas y. para el triunfo de la idea mo­ de estilo y en inagotable riqueza de color y de bl'Í­ derna que, emancipada de las cadenas de la tiranía Ho. Esa elocuencia que llamaríamos panorámica, es y de los errores de sus padres, ha sabido colocar el género de nuestro siglo. En la época presente la sobre todas las soberanías, sobre la 'soberanía del existencia de una nación se mezcla sin cesar con rey y sobre la soberanía del pueblo, la única que la de las demás, y el auditorio del Genio está en viene de Dios: la soberanía del hombre.> todas partes. Ha habido momentos en que las na­ ciones civilizadas han ocupado en espíritu las ga­ * lerias de las Cortes Constituye.ntes de Madrid: es * * que hablaba Castelar. y le era preciso recorrerlo Este era el diapasón de nuestro entusiasmo antes todo, abrazarlo todo, reflejar toda su época en sus' de que naciera la generación que ha visto morir á magnificas improvisaciones; todo mezclado, y sin Castelar. y el entusiasmo de los que entonces te­ embargo, no la confusión, sino la fusión. La nece­ níamos veinte años, venía de lejos ya; conocíamos sidad de hablar á aquel auditorio que el orador no sus novelas, poemas líricos y sentimentales en pro­ vela, pero que sabia que le escuchaba, hacia brotar sa, en que los personajes no viven como seres de ]66 REVISTA MODERl'\A. hueso y de carne, sino como átomos divinos que hondo, ingenUo, inmutable por la tierra de la patria, piensan y que sufren, que chocan y se atraen den· formada con el polvo sagrado de los padres y en­ tro de un infinito: el alma del autor. Nos encanta­ vuelta en áurea atmósfera compuesta de orgullo y ban esas novelas, facticias y musicales á un tiempo, sufrimiento y gloria; el mismo l1ombr!:', en fin, que porque nos revelaban, en medio de grupos doloro· canta sus primeras estrofas tribunicias á la resu­ sos de hombres y mujeres irreales, una realidad rrección de Italia y estudia en su cátedra de pro­ palpitante y viva: el corazón de Castelar. Para no­ fesor la sorprendente amalgama del alma helénica velador, faltaba al supremo artista de la frase, una y el sentimiento cristiano en las fuentes divinas de sola condición: conocer el amor. Eso se nota hasta nuestra civilización es el que cuarenta afíos más en su prodigioso estudio, ¿estudio? diremos canto á tarde y casi al expirar, hacia del bronce de la lf'y L01'd Byron. El amor como Byron lo conoció, el un pedestal inconmovible á la libertad de España, amor de la tierra, pegado al suelo, que se alimenta para que así pudiera desafiar el embate de todas de apetitos, de tdstezas, de tormentas y tormentos, las reacciones y de todas las apostaslas. Para que inmenso á veces, porque tiene el abismo abajo, que el astro de este !irico sin par de la e.locuencia poli­ vuela, pero siempre para quemarse las alas, ese tica, hubiera podido crepuscular y envejecer, ha­ que resume en un minuto todos los dolores y los bría sido necesario que hubiese vivido un siglo más. deleites de la vida, nuestro Emilio no lo couoció; lo pensó, lo adivinó, pero no lo sintió. E n su lugar co­ * locó frases estupendas en que parece que hasta el * * aspecto matedal de las palabras es un sortileg io y Cuando la Íncoherente y vacilante tiranía de Isa­ gae, aun en los que no entienden el idioma del ora­ bel n, cerró la clase de profesor de historia en la rlor, producen un deleite flsico. Y es que este hom­ Universidad, como quien apaga un faro hacia el bre que imaginó maravillas de vocablos, diapreados cual se orientaba y subía en columnas profu~dá' S con la tela de hadas de la fantasla, cuando tra­ la juventud democrática de España; cuando lo sen­ taba de las mujel'es, nunca tuvo un gdto de amor tenció á muerte de garrote vil como si intentase dar sexual, de esos que vienen de las entrañas y de un Cristo á las ideas nuevas, ya Emilio era nuestro, los que .parte una cadena eléctrica que junta los era americano, era mexicano: ya su voz apostólica corazones de generación en generación. Entró con había resollado, bendiciendo la independencia de el espidtu virgen de amor pl;ofano, en el amor di­ la'Am érica espaiíola, ya su voz profética había vino de la libertad y la justicia; su imaginación lo anunciado á Maximiliano el cadalso de Iturbide, y habia abrevado en todas las voluptuosidades, y lo aquella profecia, como neg"~ p"ocelaria, seguia la hizo artista; su temperamento lo habia vestido con estela triunfal de la N ovara eu su viaje á los mares el alba inmaculada de todas las castidades, y lo hi­ mexicanos; después penetró más en nuestros anales zo sacerdote, y fué el sacerdote del derecho humano. y, junto con nosotros, reconoció en Juárez, no una excepción en la clase indígena salvada por España, ** * sino un tipo, una proyección del granito primitivo en plena civilización para dar mayor consistencia Eso vislumbrábamos sin darnos cuenta de ello en á nuestra historia, y subió con nosotros · á su altar sus novelas; pero en sus discursos, ¡cómo vivia aquel cívico y en él depositó, con. nuestras pálidas coro­ hombre, cómo hacia vivir, cómo hacia sentir! Tan­ nas retóricas, sus cláusulas magnilocuentes, águi­ to, tanto, que, si me es permitido decirlo asl, se per­ las inmensas que se cernían sobre dos mundos. cibia su voz al través de sus frases, delgada y cds­ ¡Oh! cómo lo aplaudimos, cómo lo seguimos pal­ talina en los primeros periodos y luego rotunda y pitantes de emoción, criando, después de la Revolu­ llena, pero infinitamente flexible y polifónica, como ción de 68, las aclamaciones, más que los votos po­ un carrillón de campanas de oro. La fatiga que á pulares, lo subieron á los escaños de las Cortes veces se resiente al fin de sus discursos ó de sus es­ constituyentes. AllI, frente al General Topete, el Cl'itos (todo es uno) proviene del placer fisiológico mexicano autor de la revolución antiborbónica; que causa la manera con que el gran poeta espon­ frente á ese otro mexicano que adquirió en nuestra táneamente encadena' las imágenes y liga los voca­ historia derecho de ciudadanía, penetrando en ella blos; á fuerza de seF~' intenso y repetido produce armado de punta en blanco, como un paladin de la una especie de insensibilidad precursora de la hip­ mesnada del Cid y saludando con la espada de la nosis; aquella ánfora de elocuencia no podia ver­ Intervención la bandera de la República que Za­ terse en nuestra mente y en nuestros nervios, sin ragoza tremolaba, he nombrado al General Prim; colmarlos; se experimenta la necesidad de procurar frente al regente Serrano, frente al demosteniano intervalos al deleite de apurar ese néctar, hecho, Rios Rosas, y sobre todo, frente á todos los elemen­ como el vino andaluz, de rayos liquidos de sol y tos antirevolucionarios que . pretendían coagular esencia de flores de oriente trasplantadas á los .cár­ definitivamente el alma española en el éxtasis de menes españoles. la contemplación de su leyenda católica y~bsolu­ y tal como fué en sus primeros discursos, tal fué ti sta, frente á un mundo que llenaba todos los re­ en los últimos; la misma espontaneidad, la misma cuerdos del pueblo que circundaba al orador, freno matinalidad de imaginación, el mismo brlo juvenil te á un siniestro muro negro, hecho con montañas de sentimientos, la misma fe pura en el ideal, la por bloques y que se elevaba hasta los astros, ¡CÓ• misma pasión por lo bueno, la misma mirada lan­ mo luchó, cómo asaltó, cómo-abolló su armadura y . zada al cielo luminoso del porvenir, por encima de melló su espada y ensangrentó sus manos; pero los horizontes negros de la historia, el mismo apego cuánto escombro cayó á sus pies, cuánto aire puro REVISTA MODERNA. 167

penetró por la brecha, y, aunque rota y destrozada reflejó, sobre todo, las esperanzas, las , los la bandera, cuán gárrula y sonante flotó en el nue­ pensamientos y los dolores de los hombres. Aquella vo ambiente de libertad y de reforma! elocuencia vivia de la muerte, porque vivia de la " Luchó por la libertad individual, por la abolición historia; ¿pero es la muerte la historia? ¡Oh! no, los de la esclavitud, por la autonomia completa de Cu­ muertos resucitan perennemente en nuestras almas ba y Puerto Rico, por la separación de la Iglesia y y uno de los más grandes pensadores de nuestro el Estado, por la República siempre, siempre por la siglo, lo ha dicho: en cada momento de la vida de democracia y poco obtuvo; pero en esa época bre­ la humanidad, viven más los muertos que los vivos. ga por sus ideales ¡cómo hizo circular el oxígeno en el interior de los organismos viejos, cómo los oxidó, cómo preparó su transformación inevitable! ** ,.. y de veras, que sólo quienes no lo hayan leido ó Castelar vino un dia á nosotro~, se sentó en nues­ lo hayan olvidado, pueden decir que en aquellas tra comunión literaria, tomó un escabel en la redac­ maravillas de arte, no habia más que forma, menti­ ción del periódico más popular de la prensa mexi­ ra; negar el rayo de luz" en el deshecho ramillete cana; entonces comenzó esa fulgurante serie de pá­ de los colores espectrales; decÍ!' que el iris no de­ ginas en que el orador hablaba con la pluma, ya nuncia al sol, eso es negar que en los discursos de " que no con la len~ua, y en que, á un tiempo poeta Castelar no existe la razón superior del pensador !idco, pitia inspirada, sibila anunciadora, pastor de y del politico; en ese hiJo de oro va enhebrado el pueblos, fascinador de hombres, evocador de siglos, collar de diamantes y de perlas que desgranó per­ informador de ideales y hombre de Estado y de go­ petuamente sobre el mármol de la tribuna. bierno á fuerza de pasión santa por la IibCl1tad, nos enseñó á todos, nos encantó á todos, nos desesperó y nos sedujo; nuestras almas segulan como maripo­ sas la luz de aquella antorcha .. ... Yace hoy por ¿Un orador parlamentario? Sólo por momentus. los suelos humeante y extinta. ¿Quién la recogerá? ¿Un tribuno? Sólo en sus al'l'ebatos de ira ó de pie­ De los cursores que se transmiten la antorchll. de la dad. ¿Un frase'ador académico? Sólo en sus perio­ vida ¿dónde está el que ha de recoger la que la dos serenos, cuando colgaba su escudo de las su " muerte hizo caer de manos del tribuno español? nantes palmas y se sentaba á reposar sobre la gra­ ¿Quién ha recogido la lira de Rugo, que un dia dijo ma entre el olifante y durandal. ¿Qué era, pues? á Castelar en una de sus epístolas apocalípticas: Era el orador, el ulaJor puro; el orador por exce­ sois, Emilio, el pdmer orador del mundo? lencia; jamás, creo yo, se ha revelado ni en el Pnyx, Sí, aquel hombre que hacia de sus discursos la ni en el Forum, ni en Westminster, ni el Palais perpetua interpretación del Universo, era el orador Bourbon, ni en el Luxemburgo, ni en el Capitolio, absoluto; Gladstone lo llamaba en su auxilio para ni en Berlin, Viena, Buda-Pesth ó Roma, un poder defender la libertad de Irlanda; Depretis y Crispi semejante; un poder semejante de transmutación en lo miraban como un colaborador en la obra de la música oral de la historia entera, de la filosofía, de unidad de Italia; un dia, en la Sorbona francesa, la la ciencia y del arte. Jamás la tribuna politica ha juventud universitaria, conducida bacia él por el sido convertida en urna de mármol más vasta y más inolvidable Julio Simón y por nuesti'o maestro Er­ artística á un tiempo; ella es la fuente de donde flu­ nesto Lavisse, lo oyó, lo aclamó, lo rodeó ebria de ye un rio de elocuencia y emoción ilimitado que juvenil entusiasmo, y al compás de la Marsellesa ha reflejado todos los cielos desde el que hace del lo declaró un gran orador francés. La sorprenden­ Ecuador una inmensa argolla de oro y de fuego, te pompa oriental con que vestia sus conceptos, hasta el que enciende sobre la corona de cristal del ofuscaba al principio y se imponia al fin; nosotros, Polo el nimbo de las auroras boreales; todos los los hijos de los paises del calor y del sol, saboreá­ paisajes, el desierto rojo, el Mediterráneo de zafiro bamos el deleite que ese estilo producía, con lenta vivo, los campos tostados de la patria, las praderas ftuición, y los hombres de las comarcas frias aca­ esmaltadas de trigales y viñedos de los paises ricos, baban por comprenderlo y aclamarlo con el entu­ y las selvas americanas y los negros pinares del siasmo con que saludaban las hordas hiperbóreas, Norte, y las inmensidades del Atiántico y el Pacifi­ el insolado suelo de Italia, desde las gélidas crestas co que el genio de Colón y Magallanes engastaron de 1"os Alpes. como esmeraldas en la corona de España, rota hoy en fragmentos de oro -sobre la tumba de Castelar. SI, todo lo reflejó ese río cósmico, las obras de los hombres desde la Esfinge de Gizeh hasta la Venus Y enmedio de su prodigiosa é inagotable labor, de Milo, en cuyos pechos divinos se nutren los ado­ lo sorprendió la realización obscura, confusa, noc­ radores de la forma y de la idea; desde las vírge• turna de uno de sus grandes ideales: la República nes de Murillo vestidas con las místicas alburas de española. Llegó un momento en que todo estaba los lirios y con los siete cielos de la teologla con­ perdido; la mano negra del absolutismo carlista densados en el azul del aéreo manto, á los pies el arrancaba á España jirones de las provincias del arco ascendente de la luna y en torno el estreme­ Norte; el anarquismo cantonalista la desgarraba en cimiento musical de todas las alas del empireo, has­ las comarcas andaluzas; la asamblea parecía enlo­ ta la augusta"estatua de la libertad, cuya sombra, quecida de incertidumbre y de miedo; el clero pre­ como la de un gnomón de bronce, se proyecta len­ paraba los supremos anatemas y el ejército las de­ tamente en la bahia imperial de Nueva Yorli. Pero serciones supremas; la sociedad, como si faltara 168 REVISTA MODERNA. bajo ~us pies el suelo firme, se agrietaba, se desmo­ ...... '" ranaba, se hundla; la voz agonizante de España to­ Pocos años después, ceñido con la tiara del pon­ mó la forma de un grito inmenso de dolór y de an° tificado \iteral'Ío del mundo oe hahla española, re-o gustia en la lira de Núñez de Arce ...... bosando vida é inquebrantable fe en los destinos de .. . . Entonces Castelar subió al poder. la democracia, seguro de haber conquistado la po­ No vaciló, ni se arredró, ni tembló; arrojó á los pularidad eterna á costa de la popularidad de un pies de las turbas como una aureola de latón dora­ dia, divorciado sin reticencias de las revoluciones, do, su popularidad de orador; aplazó la realización resuelto á pedir la lenta realización de sus ideales de sus ideales, de sus sueños; sacrificó otros rápi­ á la educación, al voto de sus conciudadanos libres, damente: la República federal era la forma del des­ Castelar celebró un tratado de paz definitivo con la membramiento; á un lado, fUeI'a del barco, al mar monarquia constitucional en cambio del sufragio y para siempre: el ejército popular era el gobierno universal. El jacobinismo de ambos mundos se lo desarmado contra el desorden y en plena lucha ci­ tuvo á mal; el jlJ.cobinismo es la infalible ciencia de vil, y el ejército permanente era la necesidad su­ no gobernar bien en los tiempos normales: Castelar .prema; 10 armó, le hizo levantar la frente y con él lo desdeñó y siguió su camino. Hizo bien: su poli­ contuvo al carlismo en el Norte é hizo fuego sobre tica era la de un hombre que conocia el medio que el cantonalismo .. . . ¡Oh! ¡qué gran apóstata! le J¡an pretendia transformar con su acción y tenia en dicho. ¡Oh! ¡qué gran patriota! dirá la historia. Para cuenta las condiciones históricas del pueblo espa­ ser un hombre de Estado de primera fuerza, ese ñol; otra cosa habrla sido insensata. Pudo decÍl'se poeta, ese soñador, ese fantaseador perpetuo, no de Castela.r, de este último fecundo periodo de su necesitó más que su amor á España. Ahora bien, vida: asi se juega; como cuando fué jefe del poder, este amor era infinito; para salvarla, ya lo dijimos, pudo decirsele, repitiendo la fórmula del maestro sacrificó sus ideales, hizo bien, ¡cómo no hemos de eminente de nuestra politica nacional: asi se go­ sacrificar á la patria nuestros ensueños, si debemos bierna. sacrificarle nuestra vida! Y la salvó; cuanto hizo, Su voz de tribuno calló poco á poco: su fecundi­ bien hecho estuvo; cuanta transacción se creyó obli­ dad asombrosa tomó el camino del discurso acadé· gado á celebrar para identificar la R('pública con la mico, del periódico y del libro. Su estilo más y más patria, fué honrada y fué heroicampnte buena. nutrido por la razón, adquirió la consistencia de La nave marchó obediente al timonel; pero la in­ uno de esos tisú s inverosimiles de que decia Mad. sensata tripulación se resistió; enc! espóse la Asam­ de Sevigné: <01'0 sobre oro, rebordado de oro, reor­ blea . ... Un soldado dijo al gran tribuno: pasad lado de oro, y, por encima un oro crespo rebrocha­ sobre ella, he aqui mi espada; Castelar rehusó; no do de más oro mezclado á cie. to oro . . . . que com­ quiso hacer de las tablas de la ley las gradas del pone la tela más divina que se haya jamás imagi­ solio .. .. nado .• Mientras la dictadura militar hacia encabritarse y este modo suntuoso de escribir, era en él tan á España con sus espuelas de hieno, Castelar se vió personal, tan encarnado en su pensamiento yen su desconocido, befado, ultrajado. Aquel pueblo de­ sensibilidad, que se transparentaba hasta en sus mente, respondiendo al grito de los que sólo saben conversaciones, hasta en su más intima y familiar l'emover sus pasiones malas, echó lodo y piedras correspondencia; un fraternal amigo mio, que fué sobre la tribuna, en donde el genio de España, per­ quizás el último amigo de Castelar, guarda en un sonificado en un hombre de bien, descollaba excel­ centenar de cartas que he leido, las pruebas de este so .... .Él vió huir su popularidad, desdeñoso, sere­ poder incalculable de convertir toda expresión en no, admirable . ... música y todo razonamiento en sinfoilia. Entonces sus amigos de aqul quisimos tributarle un homenaje. . . . El estudien te de jurisprudencia, poeta incorrecto é incorregible, con cinco años más encima, se atrevió á traducir su admiración asl: Desconcertado por el carácter cada vez más so­ ciali~ta, es decir, más hostil á la libertad, que toma­ A ve, sublime decidor, adoro ba la democracia europea, pálido de horror ante la tu verbo, mundo que en las almas creas visión del dia de las iras de los trabajadores, que y donde en igneos tropos las ideas amenazaban á la civilización humana con un nau­ vuelan, alritwo de tu voz de oro. fl'agio en el Mar Rojo, buscó en torno suyo, al posi­ ble mediador santo en la batalla sin tregua del Las razas y los pueblos te hacen coro, porvenir, yvió alzarse en el silencio del Vaticano y las magnetizadas asambleas una figura trémula y blanca, era la luna de Cristo, conmueven con sus férvidas marcas era el pacificador supremo! Habló con León XIII, el bronce de tu trlpode sonorO. y sintió avivarse su nunca extinguida creencia re­ ligiosa, y sin prescindir de uno solo de los articulos ¡Ah! te odia ya la demagogia obscura, de su credo politico, dejó doblar las mieses rubias porque al derecho salvas de la escoria, de sus ideas, por un soplo sobrenatural de misticis­ de tu tl'ibuna en la inviolada altura. mo y de fe. En Castelar, la devoción de la justicia, la necesidad infinita de creer en la realidad de la No logrará descoronar tu gloria; justicia, afirmaron en su conciencia su fe infantil de la calunmia la saliva impura en Dios y en la eternidad del espíritu; lo que en si te unge rey ante Dios y ante la Historia. tenia del alma de su madre, que es el alma de todos REVISTA MODERNA. ]69 los hombres de sentimiento, lo hizo mantenerse En el profundo mal' humano que hoy se agita y siempre bajo la inmensa sombra de la Cruz; y su encrespa al soplo precursor de las tormentas próxi­ maravilloso temperamento artístico, dió por relica­ ma~. ha caido este gran muerto con una bala al pi!.'. rio gótico á todas estas divinas aSl>iraciones y año­ la humillación de su patria. y al caer ha hecho un ranzas suyas, la religión que había inspirado á los gran remolino de himnos, de elogios, de palabra~ ; . .. debeladores de Granada, á los vencedores de Le­ de e~puma . En los ch'culos concéntricos que en las panto, á los redentores de los indios, á los autores olas se dilatan, flotan fragmentos de una corona de de las vírgenes murillescas y de las catedrales oji­ encino, de laur e le~. de áureas palmas .. . . Llevadas vas y de las liras de Fray Luis y de los cánticos de pOI' las ráfagas del hn"ll cán, huyen por el esp:lcio Palestl'ina. Y además. el catolicismo es español en jirones de celajes pálidus .... . segmentos lumino­ bu'ená parte; casi todo el bronce que decora ese edi­ sos: son vapores de ensueños, restos de un nimbo ficio estupendo que se llama la Iglesia Católica, está de luz. de una fe apagada y muerta .. " Todo d!.' s­ compuesto de alma española dorado al fuego de las aparecerá . . . . hogueras de la Inquisición. Los comicios y las asambleas españolas no serán ya un foco de comunicación magnética con el mun­ * do y flotará perdido en lo infinito el extremo del ca­ * * ble eléctrico que unía el espíritu de las multitudes y así, sano y noble y bueno, desplegaba aquel ibéricas con el ideal de la federa ción. de los pue­ genio verbal sin semejante sus alas estelares, . . . . blos. Confiado en la libertad, confiado en la patria . . . . . De cuando en cuando, de uno y otro lado del se sentía feliz . . . .. De repente vino la noche, la de­ Atlántico, nos inclinaremos sobre e ~ ma :' p:\ "n olr el rrota, el desastre, la leyenda heroica y caballeres­ eco de las campanas de 01'0 que repican bajo las ca de España echada á pique en las aguas de Cuba olas, como en la ciudad de Is de las leyendas bre­ por los cañones monstruosos de una democracia tonas. que ha trasmutado -el derecho en fuerza, y el oro en ¡Y Castelar habrá muerto para siempre! .... ¡Oh! fierro .. . . y herido con la herida de España, se sin· no; si algún epitafio merece esta tumba, es el voca­ tió morÍl· .. " blo por excelencia de la esperanza: inmortalidad. Este es de los mue;·tos que resucitan: no quedará '" como una medalla artística sepultada en los cimien­ * * tos de la regeneración futura, sino que ascenderá Ha muerto. Ha bajado del reino de la palabra, redivivo al ara de la gratitud de su patria. Para eso que era el suyo, al reino del silencio, que es el de basta que cada una de las almas, y 'son millones, en Dios. Los ecos de su voz soberana, las ondas sono­ que hizo germinar una simiente de bondad y de be­ ras que la llevaron vibrante y magnifica á todos los lleza, pongan su átomo de admiración y gratitud en ámbitos de la civilización, decrecerán pronto . . . .. un mismo cáliz eucarístico, y Castelar volverá á la callarán al fin. Los clamoreos de la apoteosis, las historia, y su ataúd flotará en el océano del porve­ músicas del triunfo civico, el gran sollozo de la pa­ nir como una arca de salud, como un símbolo de tda, mater dolorosa que se abraza hoy al féretro alianza de los grupos hispánicos de ambos mundos; que desciende á la perpetua sombra, enmudece¡:á será el Santo-Graal en que bullirá la sangre heroi· pronto, ha enmudecido ya . .. .. Un solemne apaci­ ca de que nacimos; en .que vivirán eternamente los guamiento descenderá como la mortaja postrera so­ dos amores supremos que componen la religión la­ bre este hombre de labor y de gloria .... tina: el amor del Derecho y el amor del Ideal.

ISRAEL.

Israel! Israel! ¿Cuándo de tu divina Faz á la sangre pura reemplazará el diamante?­ ¿Cuándo el viento del río hará que el harpa cante, ' Entre el concurso eterno de la brisa argentina? ¿Cuándo será la cabellera que se inclina Agitada por un viento perseverante?- ¿Cuándo el brazo de luz dará á Judio Errante El vaso en que se abreve del agua cristalina? I:;raeI! Israel! Eso será en la hora En que cante á los cielos la alondra pecadora Y en el profundo abismo se enternezca el grande ojo y cuando levantados el santo y el aristo, Ponga su blanca mano nuestro príncipe Cl'isto, Ponga su blanca mano sobre el infierno rojo. RUBÉN DARÍO. 170 REVISTA MODERNA.

~ C ABEZA DE=ESTUDIO .- -GIACOMELLI.

CANCION DE TRISTAN.

(FRAG~dENTO).

y preguntas qué anhelo .... y me dices qué ansio y no ves que mi marcha que orientó la desgracia - Es á cada momento más sangrienta y más lacia? y no vez que me muero de tristeza y de frío? .. . .

Cual los reyes difuntos en las piedras tombales Descansaban inertes nuestros dos corazones y en tus labios resurgen las antiguas canciones! y en tu Seno reviven los perfumes nupciales! / REVISTA MODERNA. 171

Pero cómo podremos regresal' al pasado? .. . . Vuelve atrás la mirada .... ¿Dónde están nuestras huellas? Ya la nieve ha caído y el sendero ha borrado! Ya la sombra en los cielos apagó las est¡'ellas!

Qué irrisorias tus ansias! qué imposible tu empeño! Dices frases ardientes y tu boca está yerta .... Crees vivir y te mueve la mentirl!. de un sueño .... Y me invitan tus brazos al amor ¡y estás muerta!

Los polvos os laúdes tañe en vano tu plectro . ". Qué irritante es al cabo la lujuria y qué fatua! ¿Cómo quiere tu orgullo si yo soy un espectro Oprimirme entre el mármol de tus brazos de estatua?

•• • •••••••••••••••• oo •• • ••• ••• ••••••••• ••••• ••• • ••• • • •••• La campana del aloa ya preludia sus sones, Isabela, es en vano que tus quejas exhales! Deja ya que descansen nuestros dos corazones Cual los reyes difuntos en las piedras tombales!

.JOSÉ JUAN TABL.\DA.

México.-1899.

DURA LEY.

«Escribe la. verdad el que muestra el bien que hacen los hombres. es de­ cir, lo que ha.cen de acuerdo con la. voluntad divina., y el mal que causan. es decir, lo que ejecutan en contra de la voluntad de Dios. La verdad-he aquí el camino.• -ToLSTOI . . En un rincón del mundo, en un barrio de la ciu­ Beatl'iz se marchitaba antes de que su alma se dad, en donde la vida tiene tan crueles justicias, abriera á la vida de la juventud. Por los resquicios conocí á una muchacha llamada Beatriz, que pare­ de su choza colábanse, en tiempo de frío, las ráfa­ cla una princesita vestida de andrajos, tan bella era gas ateridas; en tiempo de lluvia los vahos de la con sus ojos de cielo invernal, su nariz de virgen humedad; en las mañanas la gritería aguda de los siciliana, 'su boca ligeramente contralda por una pilluelos y la ronca vociferación de las mujeres; en sonrisa festiva, su frente ancha coronada de rizos las noches fragmentos de letanías y bostezos de can­ tl'igueños, y su cuerpo esbelto, ágil, travieso. Pa­ sancio, rasgueos tristes de vihuela y cantos de amor recía una niña rica abandonada, no una pobre. Sus en sordina .... Su alimento era escaso: el olor de pies largos, de aristocrático empeine, estaban he­ las cocinas, al medio día, cuando el maíz se dora chos para calzar la media de seda suave y la bota y esponja en los comales y la carne chonea sus ju­ de piel fina, no para pisar, desnudos, los Iodos del gos en las parrillas, en los labios de la princesita se barrio y los cascajos de la vecindad.-Cómo esa apagaba la sonrisa festiva. Su cama era dura: bajo mujer de facciones de ídolo, greñuda, sucia, qt1-e el destramado sarape, su sueño era interrumpido muele maíz en su metate, pudo ser el molde de la por la querella ebria de los padres ó por algún mur­ niña delicada? Cómo ese hombre de cráneo estl'e­ ciélago chillón de alas ásperas que arañaba las pa­ cho, de toscos puños, de ceño agresivo, que lamisca redes .... Pero apenas dormida,-¡oh divina inocen­ su comida y gruñe palabradas, pudo crear á la ni­ cia!-la Fantasla rica en galas y espléndida en do­ ña adorable? Entre las gentes del,'pueblo sorpren­ nes, obsequiaba á la niña con juguetes de porc~!ana den á veces estas formas puras, estos seres ideales y novios de dulce. de ojos azules y exquisitos talles, productos casi En el barrio nadie la quería. Las muchachas cas­ siempre de odiosas mezclas de sangre, destinados carrientas la codeaban provocativamente, y los mu­ á la corrupción y al dolor. chachos maldadosos, jug-ando pizpiri¡-aña, la per- 172 REVISTA MODERNA. seguian con bromas groseras y chistes obscenos. sonaban como golpes de mazo. Pero todo esto se Cómo la habian de querer si sus ojazos de cielo borraba en su cerebro al ver á Beatriz. Era suya, eran tan diáfanos y.sus pestañas chinas tan sedo · tan suya como si fuera su hija; la poseia, la domi' sas! No era · de ellos, de los pobres; era una extra· naba; y cuando la infeliz no podia obedecer á ór­ viada del mundo rico, tenia otra sangre, otro cutis, denes contradictorias -« siéntate! levántate!,. -la otra alma. El timbre de su voz no cuadraba con la mano sacrílega .. . . La madre también! con la va­ burda sosería, su ('nerpo no se prestaba á las acti· nidad adolorida de la hembra que ha recibido un tudes insolentes, sus 111 '\nos no cumplian bien los mimo y un desprecio, había empezado su venganza oficios viles. Era limpia, remilgada, coqueta: mirá­ degradando á un noble y la concluía corrompiendo base en un pedazo de espejo· y con un peine roto se á una inocente! aliñaba la cabellera. Adoraba hasta la mania, los La aristocrática niña se volvió huraña, con nadie objetos brillantes, las cuentas de color, los azulejos, hablaba, vivla escondida. Un abatimiento infinito las bal'atijas vidriadas ... . El odio popular la desig· la dominaba. No volvió á verse en el pedazo de es­ naba con la palabra infame: La Rota. Este odio es pejo; no volvió á pasar el peine roto ent¡'e los bu­ fisiológico, brota de los poros del cuerpo, de una cles trigueños de su cabellera, no volvió á recogel' manera irresistible: se inicia en las miradas oblicuas objetos de colores, no volvió á sonreÍl' con la sonri­ de suspicacia y estalla rn las agresiones brutales de sa de miel de su boca .... El soplo primaveral de revancha. El hombre del pueblo tiene un instinto la Juventud no la hizo Bol' . . .. No tuvo estremeci­ afinadisimo por la herencia, especie de olfato ani­ mientos, ni anhelos, ni ensueños. Así era el mundo? mal, que le hace sentir y conocer al enemigo, amo tan duro? tan sombrio? no habl'ia en otra parte, allá implacable si es fuerte y presa segura si es débil. lejos, detrás de una cortína ó de una enramada, al­ Es cobardemente sumiso con el amo, y por lo mis­ go bueno, alg o santo, una caricia, un beso, una mo terriblemente soberbio con la presa. Lame la oración? . . . . La voz humana sólo sabe injuriar? no mano ó la muerde.-Beatriz era demasiado pura, ha aprendido una sola palabra de caridad ó de demasiado bella, vástago de otra raza, de la raza amor? no hay una Virgen que protege á las niñas maldita; y la repulsión que empezara con los rega­ desvalidas? no hay un Dios que ampara á los cora­ ños enconados del padre y las zurribandas feroces zones enfermos? . . , PPoro Beatriz no pensaba en PoI de la madre, se continuaba en la vecindad con el dolor, lo sentía, no pensaba en la felicidad, la adi­ a po lo, -el pellizco, la maldad terca y punzantc. vinaba. La felicidad está allí: en aquel grupo de El padre! estaba seguro de 8erlo? Al contrario, niños rubios que corren detrás de un aro ó de un c~taba cierto de no serlo, la sangre se lo d.ecía. De globo rojo, ent¡'e flores y rayos de sol. Y Beatriz otro modo, por qué si iba hacia él esa niña tan so­ lloraba .. .. licita sentla que su mano, en vez de abrirse suave­ El tiempo no fué muy cruel con ella: pronto la mente para la caricia, se cerraba colérica para el mató. La lucha habia concluido. Los terribles ven­ golpe? por qué esas miradas azules capaces de en­ cedores, el hombre de toscos puños y la mujer su­ cender fanales en el alma, le obscurecian la vida? cia y greñuda, mudos, prontos al asalto, en una por qué no besó nunca esa boca, dulce como la miel vereda del gran camino, espian otra presa social, de una frambuesa? Hombre rudo, primitivo, sin más para corrGlmperla Ó matarla. ciencia y sin más moralidad que su instinto, de un y el verdadero padre de Beatriz? Supo que tenia solo salto, en un solo instante, sin raciocinios y sin una hija? dudas, habia llegado á la convicción: Beatdz no era Si: aquel es, aquel joven elegante que en un tea­ su hija, era la hija. de un rico. Ah! la ve nganza es­ tro clava sus gemelos en una señorita, que en un perada! el legado de sus abuelos! .. .. El marido sen­ salón la galantea, que pronto ]a hará su esposa. tía herir las seculares rencillas, mirando de soslayo {rsu mujer, que bajaba los ojos, recelosa. En otras Cuando en un teatro ó en un salón observo esos circunstancias la infidelidad .... pst! eso qué! .... el grupos de jóvenes frívolos, sin una sola idea, sin hombre se habria encogido de espaldas. Pero la mu­ un sólo amor, pienso en la princesita vestida de jer le habia faltado con U!l enemigo, con un rico! andrajos, con sus ojos de cielo invernal y su nariz Un bofetón más, una victoria nueva! Y con los arre­ de ·. irgen siciliana, y exclamo co~o el divino evan­ batos de un humillado que se venga, sus injurias gelista: ¡Raza de viboras! . , . .

JESÚS URUETA. REVISTA MODERNA. 173

ESTUIO.-J. RUELAS.

LAS MEMOIUAS DE UN POB~E DIABLO.

'Después del trabajo, cuando el sol caia lenta­ en mi mudo y entristecido corazón: no las eccon­ mente sobre nosotros como el telón de teatro sobre traba. oun drama malo é inútil, Calixto tenía de continuo Mi terror crecía por momentos: terror que me sa­ ; conversaciones ó más bien soliloquios violentos, cudia cual sacude la ráfaga la débil espiga de tl'i­ inacabados é interrumpidos por terribles silencios. go. ¿Ti'ae el arte estas torturas, estos dolores, este Yo lo observaba en tanto que él hablaba. No era el infierno? .. _ Me lo ,l'epl'esentaba en mis ensueños mismo Calixto que yo había conocido; el gentil y como un consolador, como el infinito é ideal paraí• suave Calixto, de fisonomía agraciada y fina, de so donde el hombre no encuentra sino la dicha. ojos penetrantes y expresivos; el Calixto que tantas ¿Debería vivir yo también sobresaltado de conti­ veces alivió mi aflicción atrayéndome hacia él co­ nuo, con el rostro contraido por el sufrimiento y la mo á un asilo de paz, de alegría y de tranquila vistOa convulsa por donde pasaba el relámpago de fuerza. ¡De paz' y de alegría!...... Ah! pobre Ca­ la locura? Este pensamiento me daba frío en loS lixto! huesos ... . No habría querido estar alli . . .. desea­ Lo vuelvo á ver y esta visión que desde hace tan­ ba irme, irme á otra parte . .. . lejos, muy lejos .... tos años no me deja un solo instante, me hace siem- , Cada vez que vela á oCalixto presa de sus delirios pre mal. El esfuerzo que le costaba encontrar las sentla deseos de huir, de irme á un pals donde no palabras y pronunciarlas le cubria el rostro de du­ encontrase sino rostros humanos, sin pensamientos, ros pliegues, de contracciones dolorosas, asemeján­ sin reflejos, como las olas muertas de un lago; pe­ dolo á un anciano ú á un loco. Su mirada me pro­ ro me sentía retenido por no sé qué misterioso y ducía espanto y me hacia recordar las figuras alu­ hOl'l'ible placer . .. . cinadas de sus lienzos y los cielos tormentosos de En el taller la acrecentada penumbra me parecía sus paisajes. Y, ¿osaré decirlo? No le daba sino cada minuto más trágica: los objetos se amplifica­ aprobaciones tímidas, y banales consoláciones que ban siniestramente exagerándose hasta la il'l'eali­ más bien lo hacían exasperar. Sin duda esperaba dad de la pesadilla; alrededor de mi las figuras un gesto, una comprensión muda, una palabra de pintadas se animaban con una vida terrificante, me aliento ...... ¿Qué hacer? Una discusión técnica dirigían sus miradas sobrenaturales y se mofaban habria dirigido á su esplritu hacia reflexiones me­ con sangrienta burla, los caballetes me representa­ nos personales, hacia,hechos más amplios; pero era ban atroces cl'Ucífixiones ...... Sobrecogido de te­ preciso poseer algunos conocimientos y yo no tenía mor gritaba: ningunos: era incapaz de razonar las impresiones -Calixto! ¡Calixto! Vámonos de aqul . ... te )0 que expcdmentaba delante de la extraña novedad ruego. de sus obras. No cOlloda ninguna de las palabras En la calle me calmaba un poco, y Calixto tam­ que acarician y consuelan. En vano las buscaba bién. Su desaliento tomaba una forma menos soro' 174 REVISTA MODERNA. bria. Una esperanza, la esperanza en el trabajo lera, como el amor, como la desesperación. La prue­ del dia siguiente, iluminaba su corazón; y yo veia ba está en que si pintas el mismo paisaje en un dia con júbilo despejarse su fisonomia, borrarse los de alegria ó eu un dia de tristeza, harás dos paisa­ pliegues de su piel y las contracciones de su ros­ jes diversos, que no se parecerán en nada. La na­ tro. El ruido de la calle, el movimiento de la gen­ turaleza! ... . Juzgo que la naturaleza es admirable te, el brillo de las tiendas arrojaban los fantasmas en esto:-escúchame bien-en que no existe. Ella de mi cerebro. Calixto me tomaba del brazo y ca­ no es sino una combinación tonta y multiforme del minando me decia: estado de tu espiritu; una emoción cambiante de tu -La pintura? ... .. No te imaginas, muchacho, alma .. . . Un árbol! ¿Qué es un á.rbol? ¿qué signifi­ cuán dificil é imposible es . . .. Si; muchas veces he ca un árbol? . .. Los naturalistas me hacen reir: pensado que podria ser cosa de burla, como lo es ellos no saben lo que es \a natura!eza: piensan que para la mayor parte . ... Qué se yo! En fin! . . . Hay un árbol es un árbol y el mismo árbol .. . Qué ton- dos cosas .en la·pintura: dar el carácter á lo que se tos! Un árbol, son treinta mil cosas ... . Un animal pinta . . " el dibujo, si quieres: esto no es nada; y la algunas veces .. . . algunas veces una iglesia ... al­ observación; y el ingenio ... . Ah! 'el ingenio!. .. . gunas veces un instrumento de música .. . . lo que Por ejemplo .... Supongamos que estás en un jar- yo sé . .. . todo lo que ves, todo lo que sientes, todo din .... Si. ... En este jardín hay flores,.. grupos de lo que comprendes ... . Te digo todo esto muy mal, flores de diferentes colores que al parecer se ex- pero te digo la verdad. cluyen. Bueno .. . . Teóricamente imaginas que es- y me sacudia el brazo rudamente cual si fuera to es inarmónico . .. .. y bien! Nada de esto .... En una l'ama, repitiendo: la naturaleza todo está bien colocado . . . , La natu­ -Esto es evidente . . .. veamos . . . . esto salta á la raleza se burla de las teorias y te voy á explicar vista. por qué . . . . La naturaleza, ó si quieres mejor, la Estas palabras incoherentes y contradictorias no luz, hace una operación. ' ¿Cómo diré? Quimica? me inspil:aban confianza. Ellas se disipaban de pri­ Quimica no . . . , en fin, no importa . .. . Sólo que la sa, y yo no retenia sino un ruido discorde cpmo el naturaleza, sin que esto sea sensible á la vista, jun­ sonido del cuerno que se pierde á través de los ru­ ta por invisibles justaposiciones los diversos gra­ mores .de la ciudad. dos de un tono al otro .. .. Esta invisible transición Llégabamos, él confundido por sus palabras, yo es la que debe buscar el pintol' para llegar á una aturdido de oirlas, á la pensión donde acostumbrá· armonia aproximativa. El no puede hacerlo sino di­ bamos comer en la tarde: una pensión modesta y vidiendo el tono . . . . Si, pero . ... En Bouguereau triste, frecuentada por los empleadillos de los mi­ encontrarás lo que te digo. nisterios y algunas vecinitas sin familia. Calixto Bruscamente se interrumpia y me daba un co­ habia. escogido esta posada para dazo. y evi.taba cuanto podia las charlas literarias; los ca­ -¿Qué te.¡ias? ¿por qué querias irte? ¿estás en­ fes artisticos .. . . ~ra una especie de reposo intelec­ fermo? tual. . .. una tregua á las preocupaciones de la ca­ Le confesaba los terrOl'es de mi espiritu y las ex­ beza y del estómago; y se entretenia con los comen­ trañas visiones del taller. sales hablando de política, de cocina, . -El arte, chiquillo . .. . El arte es esto. -Cabezas de ternera-me dijo el primer dia-pe­ Visiones . .. . Has encontrado, ni más ui menos, el ro trágicas .. .. Tú verás .... No encuentro nada carácter de las cosas del taller. Un caballete como más terrible que un burgués grueso y calvo ... , To­ una cruz, como un patibulo . ... Ah! el movimiento, da la ferocidad humana está alli, muchacho. Esto esto es, el carácter . . . . Has dado á este objeto que me conforma un poco; me da mejor opinión de mi no es nada, que no tiene una existencia real, la for­ mismo. ma de los terrores de tu espiritu . ... Bravo! Estás Permaneciamos en la pensión casi dos horas. Ca­ en camino .. . . Mañana quizás lo verás de otro mo­ Iixto se reia de los equivocos del burgués y picaba do . . . . como una catedral.... como una flor de . el ojo á la criada cuando pasaba cerca de él. Tenia luz . . .. como un animal simbólico, ó no lo verás . .. ciertas vulgaridades que me apenaba»; pero prefe­ Es preciso meterte en la cabeza esta verdad . . . . Un ria verlo asL paisaje, una figura, un objeto cualquiera no existe -Ah! señor Calixto, decia la doméstica, acabaréis en si, SillO en ti. Te imaginas que hay árboles, lla­ por .. .. nuras, dos, mares, astros? . .. Error, mi buen hom­ Calixto respondia con un gesto á la vez grosero bre . . . . No hay nada de todo esto, exteriormente á y simple:-Es para reir . . '.' Tú sabes que no me lo menos. Todo está en ti. .. . Un paisaje, chiquillo, enamOrO sino de mis pinturas. Es suficiente para es un estado del tono de tu espiritu . .. . como la có- mi tempeI11mcnto.

OCTAVE MIRBEAU. REVISTA MODERNA. 175

ESTUDIO.-CHÁ VEZ.

FERNANDA.

Cuando las hermanas Mante terminaron en el de ellos tengo por varios individuos de mi familia. teatro el baile en que se evocaba la época del Direr -' Mi bisabuela se llamaba Fernanda, y aún conser­ torio, la Sra. Dumieres me dijo: vo un retrato de ella, hecho al pastel por un artis­ -Deseo contarle á usted ahora mismo la historia ta célebre. de mi bisabuela. donoce usted perfectamente ese La buena señora conoció en un baile AM. de Caso imperioso ipstinto de las personas nerviosas, en sen,ll.t, el cual tuvo que emigrar cuando el proceso quienes un hecho anterior despierta en la memoria de los Girondinos, por haber comido varias veces antiguos recuerdos que yacian olvidados en ella. con Vergniaud y madame Roland. Los comprado­ Estos recuerdos se agitan de pronto en los pliegues res de bienes nacionales hablan adquirido todos de nuestras circunvoluciones cerebrales, llaman A sus bienes, dejAndo le poco menQs que en la miseria. la puerta de la célula correspondiente y no liay más Fernanda y Eugenio Cassenat se amaron profun­ remediu que abrigarles. damente y se juraron ser el uno del otro. Sin em­ Por eso evoco en este instante los amores y dis­ bargo, Eugenio pidió A su amada el plazo de un gustos de mi bisabuela, con arreg~o al relato que año para la celebración del matrimonio y partió 17d REVISTA. MODERNA .

. .. ~' . para la guel'l'a, á combatir al lnci o del general Bo­ de su matrimonio. Nadif. la vió nunca de día, pues · naparte, deseoso de regresar á Pads con .las cha- no abandonaba su habitación sino hasta la llegada rreteras de capitán. _ del crepúsculo. Entonces se le veía recorrer los mis­ Transcurrieron algunos meses, durante los cua­ mos sitios por donde solla pasear asida del brazo l ~s los periódicos cantaron las glorias de los héroes de Eugenio. de la República y describieron las derrotas de los N o utilizaba jamás la luz artificial y le repugnaba vencidos. la claridad del dla. Unicamente recibla á sus pa­ Fernanda esperaLa con gran impaciencia el anun­ rientes después de la puesta del sol, y llegó á. ser.\e ciado regreso de su prometido, y una tarde vió ba­ tan familiar la obscuridad, que comia á altas horas jar de una berlina á un hombre qu ~ , en realidad, de la noche en una habitación en que nunca entra­ era Eugenio; pero se negaba á descubrir su rostro, ba ni una lámpara, ni una bujia. cubierto hasta los ojos por un velo negro. - Su hija, mi abuela, que nació á los cinco meses -Fernanda-dijo el recién llegado-no he d!'jado de la muerte de Eugenio Cassenat, fué educada en­ de adorarte ni un solo instante, pero te relevo de tre las tinieblas. La pusieron por nombre Fernandit, tu juramento. Una bomba ha mutilado mi rostro de como á su madr!', y yo la conoc!. Recuerdo perfec­ un modo horrible, y no quiero imponerte el espec­ tamente que se la vela de noche en los intermina­ táculo espantoso de un despreciable y repugnante bles conedores del castillo, andando sin luz y sin monstruo. Sólo espero que la muerte ponga térmi­ romper j amás ninguno de los objetos que á veces no á mi infortunio. llevaba en la mano. Al oir estas palabras, Fernanda se cchó á llorar Su marido, que era militar, murió en Argelia en y exclamó: la toma de Constan tina. Mi padre era su hijo, el cual -¡No he de amarte como héroe menos que como me puso por nombre Fernanda. Crea usted, amigo hombre! ¡Renuncia á tu insensato proyecto y acep­ mio, que temo quedarme ciega, puesto que, de día ta esta mano que por mi juramento te pertenece! en dla, se me va amenguando la vista . . .. y .... ¡Adoro el recuerdo de tu rostro y admiro la gran­ Madame Dumieres no terminó su pensamiento, deza de tu alma! ¿Quién te ha permitido dudar de pero comprendo lo justificado de sus temores. mi palabra? ¿Quién te ha permitido considerarme y tal impresión me habia producido su relato, que como la más vil de las mujel'es? ¡Soy tu esposa y no acerté á decir ni una sola palabra para conso­ te pertenezco en cuerpo y alma! larla. Jamás-decia mi abuela-ha podido presenciar­ La señora Dumieres y yo guardamos silencio por se una escena más tierna y conmovedora. espacio de largo rato. Eugenio insistió en su negativa, y Vernanda cayó enferma de peligro, hasta el punto de que sus pa­ PAUL ADAM. dres se vieron precisados á suplicar al desdichado joven que aceptara el matrimonio para salvar la vida de su amada. Eugenjo, ebrio de amor, cedió al fin, y se celebró JUANA Y BOB. la boda. Los recién casados se fueron á vivir al castillo de Juana y Bob son antiguos amigos. Ella es una las Charcas, cuyos hermosos jardines se extend¡an zagaleja y él un enorme perrazo: Tienen un mundo hasta el cercano río. común, y ambos son rústicos: de aquí la profunda Fernanda alteró su método de vida, haciendo de intimidad en que viven. ¿Desde cuándo se tratan y la noche dia, para que Cassenat no temiera que su conocen? Ninguno de los ~os lo sabe. Tampoco sien­ cara pudiese inspirar horror á su es.posa. ten deseo ni necesidad de saberlo. Tan sólo tienen Sin embargo, un inteligente artista fabricó una idea de que se conocen desde hace mucho tiempo; especie de careta de piel, que corregla las mutila­ desde el principio de todas las cosas, pues ni la una ciones del rostro, y dejaba libres los ojos y la boca, ni el otro se imaginan que el universo haya existido que, por fortuna, se mantenlan en su primitivo es­ antes que ellos. Ven al mundo tan joven, tan senci­ tado. llo y tan cándido como ellos; y para Juana el cen­ tro del mundo es Bob, y para Bob, lo es Juana Durante la noche los amantes se paseaban por el Bob es mucho más grande y más fuerte que Jua­ jardln, sin que á favor de la obscuridad se distin­ na. Cuando de frente le pone las patas sobre los guieran lo ficticio y lo verdadero de la cara. hombros, la sobrepasa con toda la cabeza. Se la tra­ Al rayar el alba se diriglan por distinto sendero garía en dos bocados. Pero siente él que en ella hay al castillo y no volvlan á verse hasta el crepúsculo una alma sutil y que es hechiceramente tierna. Asi, vespertino; pero ocupaban una misma habitación, pues, la ama y la admira. A la vez, Bob es para dividida por un cortinaje, formando dos cuartos se· Juana admirable. Sabe que es fuerte, y como muo parados. De este modo hablaban cuanto querían, jer, venera la fuerza. Observa que él ha ~orprendi· sin que sus ojos se encontrasen jamás. do en la naturaleza secretos que ella ignora, y que Al caoo de diecinueve meses de tan extraña exis­ él encarna el genio misterioso de lo creado. Le mi­ tencia, murió de repente Eugenio Cassenat á con­ ra grande, reposado y amable. Le venera como en secuencia de un aneurisma. los tiempos antiguos veneraban los hombres á los Todo el mundo creyó que una vez terminado el dioses agrestes y velludos. luto, Fernanda reanudarla su antiguo método de ANATOLE FRANCE. vida. Pero no fué así. Durante treinta años siguió el mismo sistema adoptado desde el dia siguiente REVISTA MODERNA. 177

LA NOCHE.- · OLEO O.E JUAN GAMBOA GUZMÁN. 178 REVISTA MODERNA,

LA ESTACION DOI,.OROSA.

Es el fin !lel camino fácil y hermoso: de él parte una agria senda que va á la cumbre de un monte (en ella aguarda la Pesadumbre, para guiar al viajero que sube ansioso).

Desciende alIado un negro río espumoso que arastra mil despojos y po,dredumbre, sin que un rayo tan sólo su fondo alu¡;nbre: (en la mArgen opuésta vive el Reposo).

y al ver cómo el camino se tOl'na estrecho, • apoyando la barba sobre su pecho, el hombi'e se detiene sintiendo frío,

y no sabe; en la duda que allí lé acosa, si ascender per la ingrata senda escabrosa, ó cruzar la: corriente delllegro río : .. , , ,

AURELIO G. CARRASCO,

Tacub:lya, junio de 1899.

DEVIA.JEL

Hidalgo del , Parral (Chib.)-Al Suroeste de Chi· . ¿Qué importa? Alli viven centenal'es de operario~; huahua, muy cerca de la Sierra Madre y A 1,462 ki· , . el propietario, único, es archimilIonario, y cada dll\ lómetros (por f~rrocarrU) de México, se ~ncuentra que un nuevo capricho le obliga á modificar los pla· 'la ciudad minera y eminentemente sucia, que hoy n~s_ de suhaciexlt;la,. cablegrafía desde Londl'es, y me toca visit~l'. hoy sedenumba lo que'A tanto costo se construyó Su topo grana accidentad!!, como la de todas las , hace un mes. .' ciudades flllldac4l5 en minerales, hace aparecerla , - Ninguna , belleza artística guarda esta ciudad; pi.ntoresca. Desde el tren, inaugurado aqllí hace ningúil templo digno de ser visitado detenidamen· cuatro meses, se miraQ los tejados de las- casas y las , tepo.rel que/viaja;' nada,que pueda cautivar á quien chimeneas de las .haciendas de berieficio, dándole ' aquLresi,da, como no sea el. bellísimo cielo noctul'DO un aspecto semejante al de Real del Monte cerca de de la región boreal de la República; nada histórico Pachuca. lampoco, como no !;jea la tumba del General D, Pe' Un 1'10 sucio y que con frecuencia arrastracadá­ dro Meoqui, muerto en un encuentro. con zuavos, " veres de animales; atraviesa esta ciudad; y la pri­ habido en las caHes de Pan'al en 1865, tumba sin mera noche que recoq'o Jos barrios, tócame inirar nombré y sin fecha, que existe en la .Parroquia de en cuartuchos de barreteros, cinco c11erpecitos de la Ciudad. niños que mató la escarlatina., Guarda tambien este lugar el recuerdo de la es· En pocos meses la pobla~ión de Pal'ralha aumen­ tancia del Presidel!te Juárez durante su vía-crucis tado considerablemente, y los constantes denuncio~ "por el Norte; y un m.onumento mezquino en el cam· de pertenencias mineras hacenelilperar que sea muy posanto, bajo el que reposan confundidos los cuer­ pronto un centro de grandes negocios y un Klon: pos de los mexicanos y los zuavos que murieron en dyke para los buscadores de 01'0 y plata; el encuentro de 1865, }.. cinco kilómetros del centro de la ciudad, un al'chimillonario inglés ha levantado en p.ocos me­ Ojo '" * ses, sobre rocas abruptas yen la boca de las niinas, ' una hacienda de beneficio por lexiviación, que ha Si en algo bueno han empleado sus }'iquezas los costado más millones que cuaÍquiera de su género, mineros de aquí, h~ sido, sin dup.a, en·la educación y que aún no da resultado alguno satisfactorio. musical de sus hijas; dos jóvenes hay, que no es Pl·e· REVISTA MO~ERNA. 179 ciso nombrar, para rendirles homenaje digno á sus fugaces y pasajeros placeres de los puertos . : ' . , '. cualidades como pianistas. y por las tardes, en las afueras, cerca de la estación del Ferrocarril del Golfo (que tiene más de fortale­ ,.. ** za medioeval que de estación ferrocarrilera), la bri­ sa cálida, el viento ardoroso de la mar que parece Chusca, extremadamente cómica, fué· la corrida llega hasta las amarillentas faces de las reineras de de' toros que, por abunimiento, me vI obligado á ojos febriles y húmeda p¡"el. presenciar. Con el rojo, el negro y el deslumbrante tinte del Mataba un expendedor de carnes apellidado To­ oro, con los colores de la riqueza, de la muerte y de rerito por sus colegas. Torerito, ·no conforme con la sangre en ebullición, con esas tintas pintarla un lucir su ineptitud, hizo despellejar y destazar en simbolista á la reinera insignia. el redondel las reses muertas que habían de expim­ d¡,rse en ~us casillas al siguiente dla. * Visitas á las fábricas y á las fundiciones; neural'­ * ... gias atrapadas entre la disertación de un ingeniero Seis días bastan al objeto que aquí me trae; asl, fundidor y el estruendo de los encarhonados que pues, terminado el arreglo de los asuntos que hasta descargan minerales, y el ardoroso hálito de los hor" Parral me condujeron, emprendo el largo viaje A nos, de donde sale liquida ·plata. Después, sabo" Monteney, sin más descanso que una cuantas ho­ real' una cerveza helada en la Alameda aromática, ras en Torreón, villa que los ferrocarriles y el yan­ contemplando el tranquilo amor ~e los cisnes y la quismo están transformando 4e dla en dla, sin' con· marcial silueta del Gobernante, que de esta tierra seguir aún desterral·. de ella inmundas hosterías, en ahuyentó la miseria, sin poder todavia lanzar al las que mis compatriotas se han asimilado fácil-o 'fantasma de · la peste .... . contemplando también mente la costumbre yanqui de cobl:at caro; pero no las febriles. _'. _, las cuasi histéricas miradas de las la d~ proporcionar todo ni parte del confort á que mujel'es de selénica piel, de movimientos ágiles y tan aficionados son nuestl·os vecinos del Norte. . sensuales, de labios secos y ardorosos, como la are­ AlIi, en Torreón, en ese poblacho antipático y na, como la arena que rodea a la ciudad y levanta ya.nkófilo, vive desterrado, probablemente sin que el cálido viento de la costa en caliente' torbellino .. . haj'a quien pued¡1 comprender siquiera sus aptitu­ y todo, á la hora sofocante en que la luna roja y des geniales, uno de nuestros altisimos poeta.s: Ma­ brillante como los ladrillos de los pavimentos, se le­ nuel J. Othon. vanta aburrida., sudorosa, sedienta como estas. mu­ Marzo de 1899. jeres indolentes y de histéricas pupilas.

'" *:1< llfonte1·rey.-Sobre el horizonte blanquecino que U na vigilia noc~ul'na, abu1'l'idisima, en una 199ia anuncia ya un dia calurosísimo, destácase aislado · formada pQl' burgueses y artesanós cretinos; vigi" y extl'año el Cerro de la Silla, con su natural arquI­ Ha en la que me parece tan ridi~ula y demodée esta tectura (?) de pesadilla y de monstruoso sueño. Cu­ liturgia, como las mojigangas católicas en los alre­ bre también el horizonte de esta cAlidad ciudad, dedores de México, durante los dlas en que esa re­ abrupta sel'l'anla caprichosa y rara, rara y capri­ ligión conmemora, tlesfigUl'ándola, la excelsa Pre­ chosa cual no podemos tener idea los habitantes del dicación y la vida de Jesús. Valle de México, serranía formada con montañas de pllndientes y faldas inac.!·esibles al parecer...... * Ya la locomotora del Ferrocarril Inte):uacional que aqul me condujo, reposa empolvadá en él in­ En .esta ciudad, un matrÍlIlonio de teutones posee menso patio de la estaciÓnj el tranvla me lleva por el mejor hotel, en donde se elogia ti outrance todo calles anchas, limp[simas, pavimentadas con rojos lo nacionar, después de haber sido estos mismos im­ ladrillos que reverberan cud placas de b~rmellón béciles propietarios en San Antonio Texas de otro bajo el cielo ardientlsimoj y antes de insta!al'me mi­ establecimiento análogo, en el que los viajeros leian ro desfilar edificios de ladrillo rojo ObSCU1'0 y mAl" .Ala entl'ada: eN O se admiten negl'Os ni mexica- mol negro, chimeneas de fundiciones en las 'que nos.- diariamente se fabrican millares de marquetas de plata, y chimeneas de fábricas de cerveza y de fós• ... *... foros, y de .... . qué sé yo cuántas otras ipdus­ Los dlas santos ¡qué ludibrio: en el templo del trias .. . .. Roble, inientras un clérigo ibero, de voz esten tórea, Edgard~ Poe, el divino yanqui que cantó á Ligei~, sermonea' so bre el Lavatorio, la humildad, etc., las se hab1"Ía creldo en alguna ciudad de Sil ingrato reineras de pupilas febriles agitan sus abanicos y pals, si en plena borrachera lo hubiesen tl'asladádo coquetean, lbs peladitos increpan al predicador y á Monterrey . . ... los lechuguinos beben cerveza fda á la salud del EnsueÍi.os fabulosos de dinero, calur~slsima tierra, que predica. actividad febril, terror á la peste, mujeresamari­ llentas, marCadas con el estigma del tisis, pero se­ ductoras y ardientes; ausencia absoluta de misera­ bles y de mendigos; deseoli infinitos de vivir rápida­ Un almuerzo en compañia d~ tl'es intelectuales de mente, de vivir la vida pasajera y fugaz, con los la locl\lidad,con quienes, después de saborear de- i~o ~EVIstA MOlJERNA,

Hciosos espárragos y vino de Rhin delicadisimo, ta, al escucharle hablar de las desgracias de fami­ .plagiando humildemente á los de Goncourt, me ocu­ ia y del suicidio de otros dos Acuña, hel'manos tam- . ne disertar sobre las probabilidades que pueda te­ bién del inmortal coahuilens(', no puede creerse, no, ~er de. verdadera la vida futura. que el autor de eUojas secas- se suicidara por des Después, pasan entre los recuerdos de un comen­ denes de una ingrata; no, Ac'uña se suicidó porque sal, las fig.Ul'as mas ' célebres de gobernantes del trala el estigma formidable de la neurosis, estigma , Estado: D, Ignacio Vidaul'l'i, Dr, D. José Eleuterio que agrav6 con sus aficioncs"lite'r8I'ias y con elabu· Gonzálcz; primer historiador de Nuevo Leó'n, y el so de un excitante, ' , , actual, el General Reyes, que ha hecho de Monte­ Para escar~io p6stumo de~ gran' poeta, esta ciu ~ rr~y la primera ciudad industrial de la República, dad que lo vió nacer, posee un teatl:o ~émpjarido ca- ' Coincidencia curiosa: Gonzal-ez y Reyes son hijos taralco, construido con lAm,iita de zinc. . . d,el Estado de Jalisco. i Ah! al recordal' el doloroso fin de mi poeta nacio­ nal predilecto, al ver en los rostros de.1osque llevan su nombre, el sello de la degEmerescen'c!lI, sello te­ l'I'ible que ostentan tantos y tantos de puestros con­ SaltiLlo.-A tres horas de. Monterrey ...... ¡qué tempol'áIleos, recordé c6mo la fatalidad ha perse­ contraste! Delicioso clima, mujeres bellas, muy guido la memoria del inmortal suicida, aqul: con blancas y muy frias; blancas como témpanos de ese ridiculo armatoste de zinc que: lleva su 110m­ hielo, fdas como .pieles de culebras y bellas como bl'e . ... y allá, en Dolores, donde su's huesos r('po­ estampas religiosas; carencia completa de activida­ san, con aquel monumento ('n el que' la neciá:vani- , des, ~nervamiento comercial, fl'ancmasonel'ia de ri­ dad de sus amigos hace sabel' á todos cuanto!! Jo cachos rutinarios, de caracter agrio, ibéricas y ran­ ven, que ellos pagarollla mez'luina Y fea lápida que· cias costumbres fihancieras, indifel'encia completa oculta sus mortales restos. .. pOI' todo cuanto significa progreso material; calles desiertas, ruinosos edilicios, templos modernos, si~ *'" ;« estilo ni ápice de buen gusto; alrededores delicio­ sos, floridos, frescos, poblados de olorosos arbustos, En la sala de sesioncs del Congreso, el "laJero y chicas muy blancas, como témpanos de hielo; muy puede admirar los val'onUes rasg'os dé. aquella in­ frias, C0l)10 pieles de culebra, y bellas como estam­ clita mujer que se llamó Leona Victoria y que fué pas religiosas. dignisima consorte de D, Andl és Quintana Roo. Elviajero sabrá alli también,' que e!!e retrato to­ ... *... mado directamente d~1 original, es donación hecha al Palacio de Gobierno, por Da Felisa Garcta de~o­ Impresión tristísima y amarga: una visita á la fa­ nal, nieta de la esclarecida matrona. milia del poeta Manuel Acuña, Al mirar la dolorosa faz de un hermano del poe- AI.BERTO LEDUC,

LEOPOLDO LUGONES.

Su canto ... . su canto es un trueno profundo y sonol:o, . un trueno potente la voz de su lira esotél'ica. Es águila y mirlo; cincesa su pico' canoro el vel'so prot~¡co que asombra á la Citara Ibérica,

Poeta, le gritan del Plata las ondas,en coro, las ondas que cantan su obra gigante y homérica; y desde las altas, las altas Motaiías del Oro, señala el cemino á las Iidcas tropas de América.

Audaz engrandece las pompas. sagradas del Rito; el Cosmos, sumiso, le tiende su gran pentagrama y esculpe su diestl'a, magnifica estatua en~granito,

Minerva y Apolo coronan su' testa' de efel¡o, y brilla en las cumbres del Arte su regio oriflama cual llama de un verbo I'obusto simbólico y nuevo,

RAFAEL LOPEZ.

Guanajuato, 1899, REVISTA MODERNAo 181

TOREROS y MANOLASo-RlCHADo

La ESTATUA DE AUGUSTO eOMTE.

A LOS SUSCRITORES MEXICANOSo

Un invitado á contribuir paioa la erección de una méritos, sino OtloOS muy supel"lores aún; pero el ca­ estatua al filósofo -Aúgusto Comte, ha expuesto, en rácter de generalidad dado al plooyecto, excluye ne­ un folleto que circuló recientemente, su inconfor­ casaloiamente la condición de aceptar en todo y aun midad con el expresado proyecto, asi como con 10 en parte el sistema filosófico de Comte, y con mayor asentado por quienes suscribimos la invitación pa­ razón todavia, la 'de profesal' sus sistemas moral y ra México, y los motivos en qué funda su disenti­ polfticoo miento, diciendo que lo hace pOlo deferencia á noso­ ¿Augusto Comte fué realmente un pensador cuya tros, enhoé los cuales hay valoios '3. quienes estima obra constituye un progreso cientifico y filosófico? como personales amigos, con lo que ciertamente Todos los 'que firmamos la circular de invita,ción lo obliga nuestra gratitudo creemos asf, estimandQ que el espiritu humano le El' Invitado, por razones de discreción bien per­ debe el gran beneficio de haber realizado la coor· ceptibles para tojO!!. ha conservado en el folleto un dinación del método cient1lico, mérito bastante pOlO anónimo ri~uroso; al grado de suprimir hasta la si solo para conferir a. Comte un puesto dilftinguido mención del establecimiento tipográfico en que se entre los hombloes que han hecho adelantar la cien­ hizo la impresión; pero ha dejado al mismo tiempo cia: le debe también el eminente servicio de haber traslucir su personalidad, haciéndola indubitableo intentado, lográndolo, segúIÍ muchos, construir una Respetando su incógnito y su resolución de no en- ' síntesis filosófica, moral y politica, general ';f com­ trar en una polémica, á que tal vez pudiera provo­ pleta, destinada á reemplazar los sistemas antiguo~, carlo algún .ferviente admirador del padre de la destruidos por la critica del siglo XVIII, á fin de no filosofla positiva, nos juzgamos, sin embargo, en el dejar á la: humanidad entr.egada al negativismo, sin indeclir¡.able deber de exponer, no al Invitado disi­ creencias afirmativas ó positivas, capaces de ser- dente, ya que elude toda discusión, sino á las per­ virle de guia y norte, ' o sonas que nos honraron aceptando nuestra invita­ Aun los adversarios de Comte 'le han reconocido ción, cuáles son las loazones por las que creemos este mérito; el mismo profesor Huxley, Aquien cita hoñroso paí'a los mexicanos ilustrados y que con el Invitado como uno de los sabios de gran talla más ó menos asiduidad cultivan la ciencia, coope­ que han combatido la doctl"Ína positivista, dice á rar:á la erección del monumento a. Comtl', y lo ha­ ,este respecto: .Las obras de Comte me han hecho remos en muy breves lineaso comprender que se puede organizar la sociedad so­ El proyecto para cuya ejecución han invitado los bloe una base nueva pUl'amente cientificao Siempre positivistas franceses, no sólo a. sus ' correligiona­ se lo reconoceré, agradeciéndole que me haya he­ rios, sino a. los hombres de ilustración y cieqcia de cho comprendel' que ~sta nueva organización es el todas las naciones, consiste en el"Ígir un monumen o único objeto que se debe proéurar alcanzaro'­ to á un pensador eminente que consagró su vida á (Fortnightly Remew, February 1869). la ciencia y cuya obra intelectual constituye un Acerca de estos puntos, que son los capitales eIJ progreso cientifico.y filosóficoo Es verdad que para la. obra de Augusto Comte, nada dice el Invifado, los positivistas, Augusto Comte no só'lo posee ~stos que ni siquiera presume de poder juzgar á Comte 182 REVISTA MODERNA. por si mismo; sino que recurre á la autoridad del vista rigurosamente cientlfico"pudiendo afirmarse Diccionario de Larousse, del jurisconsulto belga -como el Invitado lo r~conoce (p~gi,nª1_5 de su fo­ F. Laui"ent, de George Dumas y de Jules Boís, y lleto )-que cO,ntiene vercil,ldes de s~~ tr~!I, cenden­ reproduciendo algunas de sus apreciacione,s juzga cia, por m~!I que,com9 ,tambié~ .cree el !1witado, á Comte como hombre, como ciudadano y como f~n­ no contiene en sus I1mitelltoda la verdad que ha de dudor de una nueva religión. , Es seguro que aun alcanzar el h01Ilbre. en el terreno en que se coloca el Invitado, mucho Por ello, á pes:arde todos los at:¡.ql,l.e~ que s~ diri­ tendrlan que contestar lós positivistas que admiten jan á Com~e, y 8,obre ,todo, de losql,l.e s:e encaminen toda la elaboración del. filósofo; pero nos()tros, para ~ su persQD;,Llidad prb/a,da y *su obra,. politica y justificar haber aceptado con fundam,ento la invita­ 'religiOSa, que~.a en pie su alt,isima fi.gl,lia,. COJ;DO pen­ ción que nos dirigió la: Junta de Paris, asl como el sador y ~U9sof9. He!p.os teni,do¡ p~es, r37;ón para encargo de transmitirla á nu~~tros compatriotas, no contribll.ir é in-vit.a,r á .conttibuir pa.r;!. la erección necesitamos entrar á ese terreno, y aun podeIl)os de su .ell.tatua., ' suponer fundados todos los cargos que, apoyándo­ se en el Diccionario de Larousse, en Laurent, Du­ mas Y' Bois, hace el Invitado. La figu~a del pellsa- ' dor y d,el filósofQ no pierde por ellos una sola linea ~uedap ~op$-ig!!-a,4.oll I,gs pri ,ncj J>: ~!e~ IA~ivos que de su imponente altura. nos ,detel, ~inaroiJ. ,á acep~r elenc¡lI'gQ de trjlnsmitit· Aristóteles profesó la religión politeista, cuya fal­ á nuestros compatriota's la invitaciÓn de los positi­ sedad es hoy evidente; á Sócrates se le atribuye un vistas f¡'aI!ceses, asi como en el aludido,folleto fue· vicio de los más repugnantes; de Galileo se refieren ron consignados los que el Invitado tuvo para no historias atroces; Francisco Baco fué condenado contribuit· á la realización del proyecto, y con ellQ por el Parlamento inglés, como reo de soborno y damos por cerrado el incidente, proponiéndonos, á otros delitos, y sobre Cristóbal Colón pesa el estig­ nuestra ve~, no entrar colectivamente en polémica ma de haber practicado y defendido la esclavitud alguna á que pudiéramos sel' provocados. de los americanos. No obstante, no reducimos una El monumento será erigido, pasarán los años, y sola pulgada la talla de esos hombres, que nadie entonces, juzgados en definitiva el yaler y mérito vacila,en calificar de.... eminentes y en cuyo honor de Comtf, se sabrá si la verdad estuvo con el Invi- ' han erigido estatu{1s las naciones más cultas. lado ó con nosotros. Podemos conceder más: hay en la obra de Comte México, Junio de 1899,-lIfanuel Fernández LeaL. y aun en la rigurosamente filosófica, qu.e es la que -Porfirio Parra,-Justo Sierra.-Miguel S. Mace­ mayor número de adictos ha conquistado, errores do .-Agustín Aragón.-'Pablo Macedo.-¡Jzequiel que hasta los más fervientes partidarios del filósofo A. Cháve2.--Benito Juárez.-Andrés Aldasoro.­ reconocen como tales; pero ¿esos el'rores son de Miguel E. Schulz.-Andrés Almaraz.-Horacio Ba­ trascendencia é invalidan las conclusiones funda­ rreda. mentales del sistema? En manera alguna: los hasta hOy,comprobados carecen de importancia, especial­ N. B.-:-Ausente del pals el Sr. Lic. D. José Y. Li­ mente si se les compara con la extensión y alcance mantour, que en nuestra compañia I?uscribió la cir­ de la parte bien fundada del sistema; y como el va­ cular de invitaciÓn, excllsado par.ece matlifeS;tar lor de una obra se mide en definitiva por la prepon­ que quienes firmamos esta exposición, lo hac,emos derancia de sus méritos sobre sus defectos, ó á la tan sólo en nuestro propio nomb.r~ y sin atl'Í~uirnos inversá., la de Comte, juzgada así ,debe proclamal'­ representación, ni aun tácita ó presunta, de nuestro se altamente valiosa y merito~'ia, desde el punto de diiltinguido amigo ausente. _ .

AL AMANECER.

Asoma, Filis, soñoli,ento el dia y llueve sin cesaren los cercanos Valladares; al pie de los baiil1.DOS, Mi gi'e.y se escuda de la niebla fria; , Las va'Cas á sus hijos con porfia Llaman de los corrales, en pantanos Convertidos, y , ruedan en los llanos Pardas las nubes y en la selva umbria. Oye . . . se arrast1'an sobre el techo herboso Los tiern'os sauces con extraffo brio Al mecerlos el viento vagoroso, Que, trayendo oleadas de rocio, ~or las rendijas entl'a querelloso: Pl'ende el fogón, amiga, tengo frio. JOAQutN ARC;\DIOPAGAZA. REVISTA MODERl'\A. 183

ALBU1f DEL EXTREMO ORIENTE.

Esto sucedía muchos afios antes de la conquista, al·cnales. Tenía hambre y recogió pistaches. Cami­ cuando la China se gobernaba sola; los hijos del cie­ naba recto ante ella meditando siempre y dirigien­ lo 110 lIevaba:n todávia sobre Ía manga la herradu­ do su marcha hacia el Sol para más de cerca adq­ ra de seda y piel, ni llevaban tampoco en la nuca rado. Bepió agua en un pozo y de nuevo se aletar­ "la larga cola, signos ambos de la servidumbre que gó; al despertar, el astro "bienhechor que dora las el tártaro vencedor impuso á los vencidos en señal cosechas resplandecia en el mismo lugllr siempre. de desprecio y para compararlos con las bestias. -El dia no acaba-se dijo.-¿Que tendré yo pa­ Los chinos eran libres y enrollaban sus cabellos ra adormecerme asl? sobre el cráneo; únicos dueños del arroz y los bam­ y de nuevo caminó, comió y bebió; sentóse y se b)Íes habian inventado ya las cosas útiles y sabias adormeció otra vez. Sin duda dormia muy poco que el resto del mundo debla ignorar todavla du­ porque cada vez que despcrtaba Kong~Tien-Tc rante millares y millares de lunas. Pasado el gl'an vela el Sol en el mismo lugar. calor del mediodla, cuando el sol comenzaba á de­ Quedó maravillada de improviso al distinguir an­ clinar un poco, la mujer salió de la humilde casa. te ella una inmensa llanura verdosa, cubierta de Kong-Tien-Te, la virtud celeste, esposa de Kong­ aguas estancadas; se acercó y pudo ver infinidad Te":Hong' el herrel:o, era todaviaJoven y bella; su ' de cañas delicadas que asomaban sus puntas fuera dueño la amaba por sU: corazón, por su felicidad y de las agu'as, yla joven creyÓ reconocer los arro­ por su razón; para todos er;J. una buena consejera; zales de los que habia oído hablar en las tardes á las madres la mostraban á sus hijas como un mo­ los v·iejos sabios que han viajado mucho y visitado delo de las doce virtudes, y todo el pueblo estima­ paises muy lejanos. ba á la part'ja honesta y pobre que vivia en la he­ Regocijábase de haber podido contemplar cn su rrerla. vida' el pantano sagrado que alimenta á iñnumera­ Kong~Tien-Te se sent1a feHz; pronto hal'Ía nue­ bIes pueblos, sorprendiéndose sólo de encontl'arlo ve meses desde que habia sentido removerse en sus tan cerca de su aldea, y, orgullosa,"pensaba que entrañas ~a promesa de una maternidad largo tiem­ acababa de descubl'Íl' un arrozal desconocido, pre· po esperada; ahora sólo rogaba á los diosos pater­ 'sente de los dioses. nales que su pijo fuese varón. Para mostrar la prueba recogió algunos granos Se detuvo en el .umbral de la puerta baja ir miró que guardó en sus ropas; después comió un poco y hacia el sol para saber si la hora de la súplica ha­ se adormeció; después volvió A caminal' todavJa bia llegado, pero. el sol se, levantaba bastante toda­ para conocer la extensión del arrozal. ' viasobre el borde del horizonte y la mujer quiso El arrozal no acababa; Kong-Tien-Te estaba caminar algún tiempo por los campos par.a meditar alegre y pensaba en la bondad de los dioses, cami­ y penetrar en si misma antes de la oración. nando siempre hacia adelante sin 'que "el arrozal Atravesó el pequeño patio plantado de legum­ concluyera. bres donde vagaban los animales domésticos y sa­ -Es preciso volverme, deci1ase la joven. lió de Tai-uen; antes de alejll.rse se volvió hacia su Volvió á tomar un poco de reposo autes de vol­ pacífica habitación, escuchando con placer el ruido verse para poder de una sola tirada deshacer el ca­ del martillo contl'aei fierro; los gorriones, desde los mino andado, pero allcvantarse observó hacia su tejados, acompañaban el ruido con BUS gritos. Mi­ derecha una linea quc brillaba como nna barra de ró un arbolito que habian plantado la mañana de plata pulida y quiso ver lo que era ant,es de volver­ sus bodas y. que estaba'apenas alto como un niño; se á su casa, puesto que el Sol se hallaba todavia la madre pensó dulcemente en el pequeií ucJo que muy alto en el cielo siempre azul. esperaban, sonrió á la casa y se puso en camino. Avanzó: la linéa de plata se ex·tendJa como un La llanura estaba ante ella, vasta y desnuda, ver­ inmenso espejo y Kong-Tien-Te vió un do tan an-, de por las hojas y amarilla por los tl'igos; en la le­ cho que hubiérase .reldo una llanura; se alejaba janía, bajo el sol, se .extendían los grandes mantos" hacía el fondo del pals, tan lejos como la mirada de arena donde maduraban lospistachesj un silen­ podfa alcanzar; vistas de cerca sus aguas eran cio imponente dormía sobre la" tierra monótona y amarillas. grave que alimenta á los hombres. Kong-Tien~Tc bebió largamente en el hueco de Kong-Tien-Te caminó algún tiempo y encontrán­ su mano el agua del gran do y como se inclinal'a dose cansada se sentó; detrás de ella, lejos ya, dil'­ sobre él, vió su imagen. tinguia los tejados rojos de la aldea abrigados tras -Esta agua, dijo, es milagl'osa porque cn ella " sus ramilletes de bambú; los moscardones zumba­ veo mi imagen con los cabellos blancos .... ban y revoloteaban alrededor de ella que los aleja­ - Pronunc;ió las oraciones que conjuran los sortile- ba con un lento movimiento de mano, hasta que • gios y se paseó sobl'e la ribera siguiendo ia direc­ muy pronto se adormecIó. ción de la onda, sierido.más ancho el do á medida Cuando de"nuevo abrió los ojos no le pareció que que ella descenrlía. En su camino tropezó con gen­ el sol hubiera avanzado en su descenso, y lajoven " tes vcstidns como las de su plteblo á quicnes no co­ ma

- Venerable madre-gritaban. -¿ Quiere vd. atril,· que he caminaclo much,o y siento (llle mi hijo va, á vesar el río? nacer. , ' . Ella pensó: "Qué hay en mi que 'pueda ser vene- 'Usted! engendrar un hijo á vuestra edad, venera­ rable y por qué razón ~ e llaman madre cuando mi ble madre! hijo no ha nacido todavia? -Decid á Kung-te-Long, mi esposo, que venga á No conocia las barcas ni el arte de caminar sobre mi lado. las aguas; aceptó pasar el río dando como retribu­ Habíamos oíJo hablar de un hmTero q ue se lla­ ción el arroz que llevaba en los pliegues de sus mó así y habitaba en otro tiempo bajo nuestro te­ ropas. cho, pero nuestros bisabuelos no lo conociel'on por Caminó á lo largo de la otra ribera desde donde haber muerto desde hace cien años. vió á los pescadores que manejaban Jo s anzuelos y -Decid al Bonzo que venga para iluminarme; yo las redes y cuyos Cormoranes hambrientos acecha· no comprendo ya las cosas. ban á los pescados, se lanzaban trayendo. su pI'esa Mientras que el nuevo dueño de la halJitación co ­ que no habian podido tragar á causa del anillo de rría hacia el colegio de los Bonzos, la nueva dueña hierro que les oprimía el cuello. ayudaba á la dolorida Kong-Tien-Te, quien dió á Más Jejos rozaba con su paso cadencioso, la tie­ luz un hijo. rra amarillenta donde crecen los trigos cosechados El niño tenia un cráneo ancho, anugas sobre la por hombres que viven en las grutas. Comió suce­ frente y cabellos completamente blancos. - sivamente ya el trigo,'ya el pescado, y el día no con­ La madre lo miraba con asombro'y preguntaba cluia aún. á los dioses sobre qué misterios meditaba tan gra­ Creyó volver sobre sus pasos porque los terrenos vemente su recién nacido. innndados se extendian repletos de arroz; pero vió El Bonzo llegó y dijo: unas montañas sálvajes, cubiertas de ro(:as grisá· -lIace cien años, en efecto, que camináis, venera­ ceas que se erizaban con las formas angulosas de da madre, pOl'que indudablemente eran necesarios un papel duro, estrujado con una m:¡llO. cien años á la naturaleza para hacer un sabio y un En su camino vió siempre á las m l ~tnas gentes de filósof,). su pueblo á quienes no reconocía, ~. sit>mpre, tras La madre con timidez se atrevió ;í. acariciar los ca­ un ramillote de bambú, la casucha que se esconde. bellos blancos y largos sobre la severa frente ele su -Es preciso volver á la casa-pensó. hijo. Fué muy grande su gozo al extenderse bajo los El Bonzo añadió: laureles imprevistos cuyasbojas son frescas y v'er­ -Esto que v~is, venerada madre, se ha instruido des y al encontrar al borde' del camino el naranjo con vuestl'a ciencia y alimentado con vuestt'a me­ de sabroso f¡'uto; nunca hasta entonces había con­ ditación, será el Bonzo de los hombres y l\ls ense· templado los árboles que cantan los poemas del ñará la verdad. Sll1', ni las elegantes pagodas cuyos 'techos tienen El niño escuchaba al sacerdote sin responder. los bordes enrollados, ni sus torres cuadradas que . y así vino al mundo Kong-Fou-Tse, U,ustre en­ se levantan en las cercanias de las ciudad~s, ni los tre los pueblos por la sabiduría de su espíl'itu y á grandes cementerios, ni las capitales populosas don­ quien los mismos bárbaros de ojos azules, ~enidos de se venden las ricas telas, ni el mar. de Occidente, celebran bajo el nombre de Confu­ - ,Conozco ya el esfuerzo de los hombres y la dus. bondad de los dioses. lEs preciso volver á la herre­ .ED~IO!o! D HARA UCOURT. ria. Llevaba en la mal~O un bastón, y las gentes res­ petuosamente le ofrecían el the y el arroz. Vió se­ ñores en sus palanquines y juncos de todos colores CREDO .... ! en las puertas. A JOAQUIN D_ C.A.S.A.SUS. Volvió sobre sus pasos muy cansaqa, muy lenta, El genio. lt1. 1ocufJ. ¿qu ié n cleciJe cada vez más cansada, cada vez más lenta, yol­ tan dillcil cuesti6n1 ¡ quién llJa'y nombra viendo á yer' las mismas cosas y meditando sin ce· la Hn ea imperceptible en que coincide la clara lu z COD I!I. nocturna sombra? sar. N1J5h:z DE AROK. Después de las montañas, después del río y los r. pescadores, después de los arrozales y las arenas, volvió á ver su pueblo y la casita bajo un puñado ¡Qué espléndida ovación! Nunca la Escuela de bambú.• Kong- te-Long, mi esposó, debe aguar­ un día tuvo como aqueJo El sabio me pará la comida, pues por lo cansada que estoy dejó c01'l'er de su elocuente labio creo haber tardado mucho .• la Ciencia y Ja Vel'dad á toda vela: Penetró en el tai-nen sin poder comprender co­ Así en términos suyus repetían mo el árbol que había plantado para sus bodas te­ sus discípulos'todos en la arcada nía ya el enorme tronco de los árboles centenarios. monumental del odificio . • Bueno, Pasó el umbral de'su casa y frente al hogar se . hijos míos, adios. ¡Qué bien decían encontró con unos extraños que preparaba los ali­ antaño, sólo .~é que no sé nada! mentos de la noche. La Ciencia es todo hoy. . El mundo lleno -Qué deseáis, venerable,madre? Sentáos, estáid está de su fulgor; y. Dios, señores, en 'vuestra casa. ' se recoge en las ultimas trincheras -No-respondió-quiero acostarme porque creo con su cauda de vates soñadores, REVISTA MODERNA. 185

de esphHus sin método, de errores, . . .. De repente se irguió, ¿qué desengaMs viejos restos de trasgos y quimeras. le esperaban allí? ... . En la pequeña Los secretos,se van. Sólo su rastro mesa de noche conte~pló, con mudo asombra aún los ánimos pequeños y mo rtill estupor, la carta, el pomo; en acumulación de herencia insana; y .10 mismo , lo mismo que el que sueña, y la unidad del átomo hasta el astro, un vaso it medias lleno . . .. ¿Cómo pudo libre ya de temores y de ensueños, toma\' la carta entre ~lIS manos? ¿Cómo? ve y analiza la conciencia humana, i.Y leeda una vez y veinte y ciento? . . . Adios, por otra vez.> En las abiertas ¡Oh, luchador! caiste en tu e~curlo; .galerías los ¡vivas! resonaron pero exhalando pa"oroso grito entre aplausos al sabio esclarecido; que resonó en los términos del viento, y en una onda, por las anchas puertas, arrancado á tu pecho de granito, en la vecina calle se yolcaron, dominando del tráfico el ruido, y qué cruel la carta: . Padre, padre, no dudo de tu ciencia, yo la adore¡ La luz crepuscular ráfagas rojas pero una. voz, la de mi santA mlldrf', lanzaba en el zafir diáfano y puro, me habla de Dios rn clállsuias tIe orO, pira triunfal sus llamas parecían y del jal'din 'cercano entre las hojas Mi corazón heriste, No te acu!lo. la sombra y el color, en claro-obscuro, Me has enseñado tanto, tanto, tanto! sus estambres efímeros tejian, Pero algo Dios se reservó y no puso . á tu alcance: venMr mi desencanto, El maestro marchaba lentamente como la luz occidua. En el ambiente Crece la Ciencia, si; pero la esfel'a sc respiraba un vaho delicioso del eterno y fatal desconocido de vida vegetal. Conciliadora se ensancha y nos invade por doquiera. la actividad.entl'aba en el reposo, ¡Oh, padre! las tinieblas han cr~cido, . hamaca por el tiempo 'preparada . que recoge á su tránsito la Aurora, ¿Cuándo se apague el sol? Cuál el objeto Asi llego feliz á. su morada, de tu Ciencia será, ~i no ascendiste ah'~vesó la puerta; y al criado el esp{rit\l ' huma~hasta el secreto • preguntó en el portal .grave y erguido: que busco yo, desanimado y triste? <¿Ha llegado Anaximenes? Sll oído Acaricíó una ráfaga: . Llegado • . Saber para vivir la yida breve ,Y comenzó á subir por la escalera del misero planeta, que al aliento amplia y hermosa de la altiva casa, del torbellino va, como una le've desdeñosa y solemne cual si fuera arista arrebatada por el viento, supremo dios que la ignorancia arrasa. No estaba en el salón Anaximenes, es pequeño y brutal. Tendió su escala (Anaximenes siempre en su lenguaje) Darwin, Jacob del pensamiento humano, su hijo, hijo único, celaje para ascender asi, plegada el a13, de su existencia azul, nido de bienes. pero siempre hacia Dios, que es el arcano. Dirigióse a.I balcón-que estaba abíerto, y la luz del brillante plenilunio Al oirte decir en el glOI'ioso bañó su frente blanca y espaciosa .. . . tripode de la cátedra: ' p1'eciso y también el balcón halló desierto. es matar el instinto religioso,­ -No está aqui, ' ·dijo, No era el infortunio, mi alma abandonó tu paraiso'- sino la dicha de vivÍl', ansiosa, Perdóname, no sé; para mis años lo que animaba su alma en ese instante: un beso de su hijo era una cosa era mucha la ciencia de los tuyos, que buscaba en las noches anhelante, ¡ah! la Verdad engendra desengaños, Y penetl'ó de nuevo, Vacilante el que ~'ecibes hoy . . . , es de los suyos, del cuarto de Anaxímenes salía Conservo entre tus libros y los mios un tenue resplandor . . .. Ah! ¿qué senUa un libro de oraciones. , " ¿no te enojas? su corazón ahora? El golpe claro Tiene lágl'imas secas .... des,'arfos y uniforme del péndulo le asusta; . de mi madre .... y tu nombre enh'e las hojas, y exclama estremeciéndose:

y parto con el alma recogida ¡Qué extraña entonación la del salterio! como en mi cáliz de piedad, Mañana él escuchaba de ternura herido, .á las plant·as de Dios será ofrecida en un intenso rapto recogido, por mi madre,' tan buena, tan cristiana. y su madre lloraba . . . . ¡qué misterio! Al guardar en la tierra mis despojos El cuad·ro se borró. ¿Qué mira ahora tú me dirás ladios! de pena ciego; y qué rumor distante se levanta? yo vuelvo á Dios los ·suplicantes ojos Hay luz en su memoria, luz de aurora, y te digo al morir: ¡Padre, hasta lurgo!" y su primer amor. revive y canta. El primero y el único. El colegio ;~ amaba más que el templC'; pero puede '" :1< afligir á su madre si no cede ¿Y ·qué pasó después de la caida? . . . á repetir el santo florilegio. Las horas sin instantes de la fiebre y en la iglesia vió, sola y de hinojos, y los dias .y noches sin medida como miel la oración entre la boca, no hay hilo intelectual que los enhcb¡·(' . .. . . la. fe hecha luz en los azules ojos un paréntesis fueron en su vida. y cubierta la frente con la toca. Tomaba la: memoria débil, lenta, Ella le vió también; el sentimiento á perfilar la costa abandonada que la embargó fué rápi,do, los cirios entre una onda obscura· que revierita . bañaron en fulgor la pensativa en las riberas tlel recuerdo, airada. faz que inclinó con dulce m(}vimiento, ¿Era sueño ó delirio? La corriente blanca con la blancura de los lirio!!, le arrastraba en sus olas; á ocasiones sintiéndose al vencer también cautiva. en un remanso:detenido al paso circulaba, escuchando de repenle Era él casi un sabio entre los sabios; a~'es y gl"itos, cantos y oraciones pero al verla tan bella se dilata y viendo el sol muy pálido en Ocaso. su sér en algo nuevo que le aleja If de sus libros un punto, y: que sus labios, siempre tan elocuentes, no desata; ¿Y su razón? ¿Y su razón perdida? ni cuando un día se llegó á la r.eja ' Pal'tió como un corcel, la crin revuelta y trémula de amor como una hoja al viento huracanado de la vida, entre sus manos estrechó la suya, como manojo de centellas suelta, oyó como una música: soy tuya, en medio de la noche enmudecida, mientras el llanto sus pupilas moja, Resonaban sus casos con un seco Le alzó un templo: el hogar; y ella, la santa, ' golpear en sus sienes reciamente, cuando en sus brazos expirÓ, le dijo: y en las tinieblas contestaba el cco no era posible, ,no, ventura tanta. riendo ó sollozando indiferente. Cree siempre en Dios, por Diosj y le bendijo El abismo es así, hórrida fauce dejándole su alma y su belleza, atrae c.omo el imán, mata y alienta; bañ;¡.das en un tinte de tÍ'isteza, '¡ay de la linfa que abandona el cauce enJa gentil figura de su hijo , alentada al furor de la tormcJ.Jl .. ! y llevaba las manos á la frente ¡Qué dolor tan cruel!' La criatura el vieJo pensador con un violEmto qué hermosa, si; pero la vida rota ademán de pesar. ¿En que torrente por la del blanco niño que nacia cayó como una flor despedazada ·nunca pudo olvidar, y la amargura entre la tempestad su pensamiento? destilaba su hiel,'gota por gota, Interrogó á las ·sombras .. .. ¡Nada! ¡nada! en su existencia; y de su amor surgía Mantúyose mirando embebecido el recuerdo, su madre, ella . . .. yen tanto, algo visible en el espacio obscuro Jesús en ei altar resplandecía sólo oí sus ojos, y que de hondo olvido y el áureo coro desgranaba un canto.' brotaba como el sol, muy tiemo y puro .. Aspiraba ansioso la fragancia Mirábase en lo~ ojos del vidente, de flores nuevas, plácidos sonidos á pesar de sus lágrimas risueño, de fiestas alegraban' sus oido~: el creplisculo vago que en la mente el lejano recuerdo de la ·infancia scpara el pensamiento del ensueño. Su madre, de piedad diyino ejemplo, Que separa ó que une, ¿quién podl'ia le acercaba al altar, y de rodillas de esa duda romper el negro broche? escuchaba las pláticas sencillas No es la obscura sombra de la noche, del anciano pastor. Llenaba el templo tampoco es el resplandor dei día. la muchedumbre, á la pala.bra santa comprimiendo el sollozo en la garganta *'" ". de gozo.6 de. do.Ior, qllela. alegría yla.pena se funden en el llanto; y no volvió á la cátedra. Pasaba Jesús, en el altar rcsplandecía las horas invocando á los ausentes y el áUl'eo corO desgranaba un canto. y muchas de rodillas, y lloraba REY"S\l'~ MODERNA.. 187

ocult~~dose lejos de las gentes. Tacubaya, Junio 7, 96. Ansiaba penetrar en el santuario: Sr, D, Jesús E, Valenzuela. pe1'0 solo, muy solo, sIn testigos, y alli contar las cuentas de un ¡'osario , San Pedro de los Pinos. que fué de su mujer. De sus amigos Muy amigo mio: Acabo de leer su .Credo, , . , , > huia como un rtipr~bo. Rumores no envió á Ud. una.felicitación, porque, como mi a, , extraños en .las aulíls circulaban; ningún valor podría tener, Pero si no soy uno -de que estaba I(,>co algunos afirmaban; los próceres de la literatura que pueden, ofrecerle otros, lleno dc pcnas· y dolores. un lauro digno de su obra, si pertenezco á la mul­ titud ávida de verdad, que admira y saluda con Ya nunca por las noches dirigla aplauso lel alma al vidente, al' profeta que anuncia su anteojo de sabio á las estrellas, (Has mejores para la patria y la humanidad, á veces como á un niño hasta c,ela El pasado, matando la inteligen(:ia obj~tiva del lo que en la cuna: le contaban d.e ellas, hombre, sofocó la ciencia, El presente, hiriendo de Olvidaba la Técnica y los nombres muerte la inteligencia subjetiva, aplastó con brutal vulgares de los astros repetla mano la c'onciencia y cegó la fuente de los más no­ en sus horas de éxtasis; I.as huellas bles sentimientos que impulsan al sér humano ¡í..lo de las almas crelalas. Los hombres grande, á lo bello, á lo adorable, El canto de Ud" ya no le recordaban. Su memoria, mi admirado amigo, es á mis ojos luz de aurora sus trabajos, sus triunfos y su gloria, del dia de la verdadera reacción cientlfica .que yo quedaban sólo en la plI.labra escr~~¡¡. . he 'presentido, y con cuyo presentimiento ,pl'ono¡;ti­ de sus libros sublimes, y e,n lahístoJ:la qué á Justo Sierra, hace más de dos afios, gloriosos de la Ciencia, la pálida infinita. . . tl'iunfós. No soy capáz de manejar la critica; pero sé, y po­ Una noche de Agosto, las enantes dria yo sostenerlo, que' si su "Credo, . , , • tiene al­ es,t~~l!ls como]ágri~as de 01'0 gún defecto literario,- cosa de que soy incapaz de caían en el s~no ennegl'ecido juzgar,-como creación cientifica es admirable, co­ del espacio sin limites, treman tes . mo todo producto que el azote de un dolor arranca las frondas en redor garrulo coro al genio. ¡Salud! llevaban en 81 viento hasta s,u ofdo; Su amigo que le estima muchlsimo y él lloraba, llOraba sin consuelo, sus lágrimas la sombra recogía, C, DE OLAGUIBEL y ARISTA, la negra sombra en que también cala el llanto fugitivo de aquel cielo . . ¿Qué miró? ¿Qué escuchó? ¿Qué visión rara vió pasar por sus ojos refulgente? I , México, .Junio!) de 1896. ¿Qué voz le habló? ¿Qué voz? ¿Qué voz amante? S;,, Jesús E, Valenzuela, LJlz interior ilnminó su cai'a, cayó de hinojos, humHló ,la frente Mi muy querido Chucho: y nuevo sér se 'levantÓ radiant¡.e! Al Hegar anoche de Zoquiapan tu'-.e el gusto de ver publicada en .El Unive1'sah 1.a berJIlosf.sima lIT. poesia titulada .Credo,> que vd', híl te~ido la bon­ dad de dedicar~e y que debJmos b~be~ leido jun­ Iba á empezar la c~te, dr~ aquel día, tos nosotros con nuestros amigos, en s.abros. plá- la sala estaba como nunca llena; tica . y por el corredor zumbar sc 01a Habiendo merecido yo la dedicatoria de su poe­ A la incansable, estudiantil colmena. sia, no soy quien con n¡.ás imp,ll'cialidad pudier¡¡. El joven profesor, el sustituto juzgar de sus bellezas. . del maestro inmortal, vió sorprendido La forma es sin dud!lo hermosíl. Ell.a revela al 'I.l'J penetrar por la puerta al pobl'e anci~o; ¡ista de gusto exquisito y al pOeta qlle s,abe sentir.' alli estaba, , ,. temblando, el rostl'o enjuto Sin emba¡'go, querido Chucho, el fondo }),(> me ha y livida I8.t~, .de mllerte herido, dejado cOntento. No es esa,A lIliDiOdo de ver, lol!o$O­ ,puesto de puntas el cabello cano. lQ,Cióll d.el problema que nos persigue y /!.~ll,cea, Apena" saludó con la.mirada, Un sabio profesor que ¡í. tan l!o:v.anzada e!Ia4 ~ien- . bajo la blanca ceja, adormecida; te vacilar y ve caer sus creencias, ~pesa~ 4e los ocupo su sillón; y no su frue cimientos de una sólida ,educación cientifi<;a,no me­ decían-tantas ve~es repetida- rece ser profesor. antaño sólo sé que no sé nada, Los que en nuestra juventud, como el rudo . Si­ su boca sin color, casi sin vida, cambro, hemos quemado lo que adoramos, no po­ pronunció como epigl'afe de clase: demos en nuestra vejez voh·crá adorar 'lo que in­ señores, sé que hay Dios, , , . dijo, y al suelo cendiamos, se d-esplomó llorando .sin consuelo. Hubiera yo preferido, para satisf,accióll' de nucs­ t1'OS ideales ci\mtificos, la ete.rna protesta en J9S la­ JESÚS E, VALENZUELA, bios del eterno réprobo:. que cuando las creencias arraigan fuertemente en lo más intin¡.o de n~estro Sé1' y han sido regadas por el I!-gua. l~sh'al de ~na 188 REVISTA MODERNA.

instrucción metódica, es imposible l1egar á arrim­ gojas de un sé!' que vislumbra algo más que la carlas. Ciencia: Es natural el cambio de creencias en la juventud, que casi siempre es ella puerta de entrada para un . . . , . Padre, padre, mundo nuevo; pero Cl ~ incomprensible en la vejez, no dudo de tu ciencia, yo la adoro; cuando se anhela que la Naturaleza abra sus bra· pero una voz, la de mi san'ta madre, zos para reposar en su He!H) eternamente. me habfa de Dios en cláusulas de oro. ~ Quel'ido Chucho, no tengo ni he tenido nunca ta­ Mi corazón heriste. No te acuso, .naños para critico: me ha perjudicado mi exceso me has enseñado, tanto, tanto, tanto! d~ imaginación; y mucho menos he podido ser poe­ Pdro algo Dios se reservó y no puso ta: me lo ha impedido todo cuanto de positivo ha\' á tu alcance: vencer mi desencanto. ' e.u el fondo de mi carácter, que es más apropiad~ Crece la Ciencia, si, pero la esfera para la lucha por la vida que para las conquistas del eterno y fatal desconocido . d~1 ideal; en consecuencia, ni como critico ni corno se ensancha y nos invade por doquiera. poeta puedo da\' la op 'l1ión justa sobre la obra Oh, padre, las tinieblas han crecido . . . . ! de Ud. Cuando se apague el sol, ¿cuál ei o.bjeto El amigo si puede gozar aqui de sus p!cnos de­ de tu ciencia serA, si no ascendiste reéhos, y como tal, envio mi admiración al poeta y el esplritu humano hasta el secreto un abrazo estl'echo á quien me ha honrado, dcdi­ que busco yo desanimado y triste? cándome una de sus mejores obras. Saber para vivir la vida breve S!l.J'o como siemp1'e, amigo que le quiere. del misero planeta, que al a.liento del torbellino va como una leve JOAQuíN D. CASASUS. arena arrebatada por el viento, es pequeño y brutal. ... Después nos pinta el poeta las' angustias del sao DE "EL TIEMPO." bio profesor á quien sus disclpulos casi deificaban: (PERIÓDICO CLERICAL). y no volvió á la cátedl·a. Pasaba las horas invocando á los ausente~ y muchas de rodillas, y lloraba Junio 21 de 1896. ocultándose lejos de 11l.s gentes. - En el último número de El . }.fundo hemos leído Ansiaba penetrar en el santuario; pero solo, muy solo, sin testigos, una poesia del SI'. D. Jesús E. Valenzuela, intitula­ da Credo. y alli contar las cuentas de un rosario Si sólo mirásemos en el Credo una buena compo­ que fué de su mujer. De sus amigo~ hui a como un l'éprobojl'umores sición 'literaria, aunque no . exenta de defectos, nos extraños en las aulas circulaban, contentariamos con aplaudirla; pero al verla inspi­ rada por un sentimiento nobilisimo y elevado, de­ que estaba loco algunos atil'maban, otros, lleno de penas y dolores. bemos recomendarla á cuantos sientan todavia la­ th' su corazón al influjo de las' grandes ideas y de Mas no era locura, sino verdadera sabiduria, lo los sanos prineipios. que habia cambiado al profesor. He aqui cómo des­ Alza su voz el poeta en· mitad de la deshecha bo­ cribe Valenzuela, al terminar su composición, los rrasca que corremos, en medio de la horrible con· últimos momento.s del anciano: fusión en que todo yace deshonrado y envilecido, y .por·lo mismo los soldados de la prensa tenemos ' Iba á empezal' la cátedra aquel dia., el deber de auxiliade en su generosa empresa, de la sala estaba como nunca llena· hacernos eco de sus consoladoras palabras, de ayu­ y por el corredor .zumbar se ola darle á colocar sobre los altares los santos emble­ á la incansable, estudiantil colmena. mas lanzados de ellos por el orgullo satánico, la El joven pl'ofesor, el sustituto pasión ó la impiedad. . del maestro inmortnl, vió sorprendido , En el Credo aparece la creenéia en Dios cual ori­ penetrar por la puel·ta al pobre anciano, gen verdadero de la sabiduria y de todas las virtu­ allí estaba.. . .. temblando, el rostro enjuto des insignes, de to'Ías las acciones sublimes, de to­ y livida la tez, de muerte hel'ido. • dos los hechos heroicos. puesto de puntas el cabello ·cano. No necesitaremos expresal' si en épocas como la Apenas saludó con la mirada actual es útil, convenieute y o'portuno inculcal' ta­ bajo la blanca ceja. adol'mecida; ies ide'as en la muchcJ u11Iure, prestanc;lo valor á los ocupó su sillón; y no su frase: ardientes, reanimando á los tibios, conmoviendo á decían-tantas veces repetida- los indiferentes. antaño, sólo sé que no sé nada, y si esto se practica por medio de la poesia qlle su boca sin color, casi sin vida ' inflama, que seduce, que cautiva el entendimiento pronunció como aplgrafé de clase: á la par que habla á la razón, considérese el aplau­ Señores . . . . sé que hay Dio~, dijo, y al suelo so que merece quien consagra sus esfuerzos á ob· se desplomó llorando sin consuelo. jetos tan meritorios y tan sagrados. Hoy _que el ateismo y la inmoralidad se;introdu­ Oigamos al autor describir las dudas y las con- cen en todo como asquerosa lepra, viciando y co- REVISTA MODERNA, 189

rrompiendo los más pl'ivilegiados talentos, envile­ to se ensancha nuest1~ a igíiorancia, El obscuro pro­ ciendo y deshonrando las más elevadas inteligen­ blema de nuestro ayer y de nuestro mañana se en­ cias, es motivo de satisfacción y regocijo la publi­ tenebrece más y más á medida que ahondando en cación de esa poesía que no sólo tiene mél'ito lite­ la filosofla positiva, hallamos ' que la e~perltrienta ­ rario, sino que es una elocuente protesta contl'a el ci'ón nada nos dice, como halI¿tn que nada leS diCe mayor Plal de la época, el cielo impenetrable .y mudo, como si fuese impe­ Valen zuela merece, pues, con los laureles del poe­ netrabilidad y mudez de egolsta, los que bu~can ta, la gi'atittld de los hbmbl'es hOlll'adós,de las al­ en la fol la resolución del porvenir y del pasado, mas nobles y de los corl!zones generosos; porque Rlome yo de los que alardeando de ,~pri t (ort, ocul­ indica la senda anchurosa y segura por dO.D.ge debe tan tl'as de sonrisas de incI:édulos, ó de. mue,cas d'e la humanidad caminar, y abre serenos y 'plácidos ~aterialistas, las angustias que los enderezan en el horizontes al e,:¡pll'Ítu y lÍ la razón hü.mana, tan fá­ IcCllO á media noche ó los dolores ' que los torturan cil de extraviar, 'cuando yen desaparece'I;, uno á uno, familia, ami­ gos y protectores. ¿Espiritualismo? ¿:\Illledalismo? ¿Escepticismo? P¡dabras, quime¡'as, son estas que halagan por un momento á los doctrinarios, buenas para dichas en DE \\EL DIARIO DEL HOGAR" cátedra; pero que no confortan si la conciencia em- . (PERIODICO RADICAL), prende ese diario é intel'rumpido monólogo que, en punto á fin y origen, la obsedia desde el instan­ Vel' impreso CUEDO, fué desde el dla en que unos te en que se dé cuenta de las impresiones que á cuantos amigos escuchamos su lectura, deseo afa­ ella le lIe,-an .Ios sentidos, ¡Oh selva obscul'a en que noso, Cómo no, si alIl se aunaban la labor elel poe­ todos tropezamos sin hallal' la luz que nos gule, oh ta y la obra del pensador; cómo no, si venia á rom­ mal' borrascoso I~ n que todos naufragamos!, , , , . per la dolorosa m'onotonlli á que los poetas nos tie­ Luego, los sedimentos de creencia, acumuladó!' nen aeostum l)rados, por el hel'edismo en generacioñes sucesivas, los primeros afios de educación que dt>jaron en el cs­ D~ hecho, salvo El. BEATO CALASANZ y los POE c plritu creencias también que el tiempo no hOl'rll, MAS 'CRUELE:'I, que á pesar de sus defectos illdiscu­ sino que sólo oculta como si quisiera que algún dla tible~, señalan los nuevos I'Umbos que sigue entre nos9#'osel pensamiento; los bardos nacionales po­ reapareciesen, la neurosis acrecida á cada momrll­ co Ile preocupan por informal' en estrofas llenas de to: todG nos impide que hallemos en la Ciencia, ex · .::._v,irilidad las tendencias poéticas de este siglo ago­ clusivamente en la Ciencia, .la salvación' del mal nizante; y de hecho tambiéri, pasma ver cómo do­ que nos pel'sigut'; que mal, hondo é incu\'ablt~, es mingo tras domingo, nuestros poetas llenan las co­ duda~ _ lumnas de los diarios pollticos, y aun las de los se­ El sabio de CREDO"" ese sabi!) que Valellzue(¡l manarios de literatura con erotIsmos decadente!', ' pinta admirablemente, no será un simbolo, no sig­ maños.G5, anodinos ó gastados, ' . ' nificará la humanidad que en el simil de Lutel'o es un ebrio que atraviesa pOI' la 'vida dando tq.mbos · -·· · ~.:No parece sino que nflsOtros somos poco partida­ rios de lo que nos haga pensar; ó que saber nos y cayendo y levantando; pero ¡ay! refleja con tan causa tedio, y meditar, repugnancia, Bien hayan dolorosa exactitud el estado mental de hoy, que se los que de tiempo en tiempo vienen á demostrar impone en el ánimo la necesidad de creer. que el que también en México se sabe sentir hondo, ha­ maestro ilustre no es oh'a' cosa que la personifica­ blar claro y 'pensar alto. Porque los tiempos que ' ción de esta conciencia moderna sometida á la in­ alcanzamos no son ya de cánticos en que se alaben decible tortura de la irresolución, Nadie, cuales­ las gracias de la mujer querida ó de tl'ep.os hacia quiera que sean los quilates de su pensamiento, ha la perjura, cánticos y tl'enos que de no venir vacia" dejado de creer que llegarla á lo Incognoscible pOI' dos en moldes nuevos'-y son tan pocos los que de medio de la Ciencia; y nadie, sabio ó no, ha dejado tanto pueden envanecerse-no hay mujel' que los de encariñarse con ésta ó aquella hipótesis, con és­ aprenda de memoria ni hombl'e que los lea por se­ ta ó aquella cadena. de raciocinio!'!, creye.ndo que al gunda vez; porque nos ~nteresa ya que la Musa se dar un paso más llegarla á posesionarse de la últi­ ponga al servicio de la razón meditada y no de la ma Verdad, Si, lo que el aplaudido profellor dice, que, deliberadamente, se echa ,á campo .travieso todos lo han dicho: P01" entl'e sueños imposibles y fantasias absurdas y , , , , : , '.. . " """ . .. , ." Bueno, tropos· envejectdos, celebramos, los amigos, este hijos mios, adios, ¡Qué bien decfan OREDG, , , , que es faena de hombre p'úgil: Antece­ antaño: sólo sé que no sé nada, sor próximo en aquel ANGELus, grito de Creyente, La Ciencia es todo hoy, El mundo lleno sollozo de. carne abandonada y despertar de ma­ está de su fulgor, y Dios, señores, dre; pero esbozo al fin, nos decla sólo de cuanto se recoge en las últimas trincheras, ruel'a capaz el poeta el dia en que alzándose á las con su cauda de vates soñadores, nebulosidades de la abstracción, nebulosidades vi­

Jib/'e ya de tem~l'es y de ensueños, en sus horas de éxtasis; las huellas ve y ~na[jza la conciencia humana. de las almas, creia\asj los hombres Adíos pOI' otra vez ...... _. .. . )'a no le-recordabanj su memoria, sus trabajos; sus triunfos y su gloria, y Dios queda excluIdo, sea que se le considere quedaban só\oen la -palabra. escrita. Sup'rerilo Dispensador de todo castigo y de toda mer­ de sus libl'os sublimes, y 'en:\a histO\'ia ced; sea' que se le admita Augusto Regulador de de la Ciencia, la pá:lida inñriita. los universos y de los orbes. La Ciencia; en sus múltiples manifestaciones, ha probado que no pue­ de ser j~sto quien por prejuicio sólo busca el bien, que e9 imposible la equidad cuando hay preferidos, Una noche. de Agosto las eri'antes que no hay castigo, por pequeño que se le supon; estrellas como' lágrimas de oro gli., cuando se es la suprema Bondad; ha probado calan en el seno ennegrecido que una fuerza, desconocida, pero patente, fatal, del espacio sin limites; tremantes pero ciega, vibra á través de todos los seres y dll las fl'ondas en redor, gárrulo coro de todas las cosas. ' Si, no hay Dios que premie ni llevaban en el viento hasta su oldo; que ca:stigue, puesto que no habiendo logrado im­ y él lloraba, 'lloraba sin consuelo, pedir el determinismo, Él seria el único responsa­ sus lágrimas la sombra recogla, ble de nuestras maldades, y como implican un ab­ la negra sombra en que también cala surdo la Absoluta Sabiduría y la Absoluta Impre­ el llanto fugitivo de aquel cielo, ~isión, Dios cae del pedestal á que lo subieron la ¿Qné miró? ¿Qué escuchó? ¿Qué visión rara vasta, la infinita teoria: de pueblos que fileron: Si ; vió pasar por sus 'ojos refulgen'te? no existe ese Augusto Regulador, porque de exis­ ¿Que voz le habló? ¿Qué voz? ¿Qué voz amante? tir son inconcebibles el cataclismo que sin objeto, Luz inte¡'ior iluminó su cara, destruye mundos, y el espécimen te¡'atológico, que cayó de hinojos, bumllló la frente, sin objeto viene á la vida. Si, lo único que existe y nuevo sér se levantó radiante, es la Fuerza, pero no la llamemos inteligente, no le demos atributos absurdos. Transcurren los años, y á diario se corrobora el Iba á empez8.l' la cátedra aquel día, principio que dió la Ciencia; pero un dla esta pági­ , la sala estaba como nunca llena, na'de Richet, aquella observación de Williatn Croo­ y por el corredor zumbar, se ola kes, este raciocinio de Gibier, desarticulan cuanto á la incansable estudiantil colmena. se tenia por bien engranl1-do; ó un inmenso atnor El jov~n profesor, el substituto que se abisma dejando en torno inconcebible sole­ del maestro inmortal, vió sorprendido dad, ó un dolor que en minutos tiene duración de penetrar pOl' la puerta al pobre anciano, eternidades, ponen en el alma un inextingible afán alJi. éstaba .... tembl~ndo; el rostro enjuto deconsuero extl'á humano, porque el human'o no y Uvida la tez, de muerte herido, bastada, y entonces se desconcierta lo que antes puesto de puntas el cabeilo cano, se ttivo por bien enlazado" Se duda primero, se Apenas saludó con la mirada llora\después por la fe perdida, y al fin se vueh'c bajo la blanc,a ceja adorm~cida, á' creer. ocupó su sillón; y no su frase: Esté ciclo doloroso fué el del maestr~, Su: hijo, decían-tantas veces repetida- al niorir, no sólo se llevó' un único afecto, un amOr ,antaí'io sólo sé que no sé nada, único, que por su intensidad hacia feliz la vida, se su boca sin colo'l',' casi sin vida, llevó-también la profunda convicción cientifica, y pronunció como' epigrafe de c1ase; lá'ténd'/següddad de que eta la Ciencia la que He­ Señores, ... sé que hay Dios, dijo, y al suelo n'ab'a·todo, se' desplomó llorando sin consuelo,

y no volvió á la cátedra, Pasaba ** :te las horas invocando á los ausentes, y muchas de rodillas, y lloraba Hermoso poéma. este'en que tan bien descrito es­ 9cultándose sieinp¡'e de las gentes, ta el dolor, No hay quejas, no hay deprecaeiónés, Ansiaba penetrar en el santuario; y si11 embargo asistimos á ese inenarrable súll'i­ pero solo, muy solo, sin testig,os, miento que dislocó una conciencia. Pasa el versó y alli contar las cuerdas de un rosario por los oldos con áu¡'eas sonoridades. despertan'do que fué de su mujer. De sus amigos piedad para ese desdichado que en un instante vió huIa como un réprobo, rumores dos del'l'umbamientos: el de su hijo en la sombra, extraños en las aulas circulaban; el de sus prinCipios en la nada, que estaba loco algunos afirmaban, ¿Y la carta? . ¿Esa despedida en que la temura otros, llenos de penas y dolores. Hlial, el respeto al sabió, la memoria de la madre, Ya nunca por las noches dirigIá . muerta, la fe y la desesperanza se confunden hall­ su anteojo de sabio á las estrellas, ta el punto de no saberse qué sentimie_nto predo­ á veces firmemente hasta creía mina? PAgina es que, si significa una gloria pat:,a lo que de niño le contaban de ellas; el autor, significa tambiéii una gloria para nuestro olvid'lba la Técnica y los nombres moderno arte naéional. De misé decir que ignoro vulgares de los astros repetía si antes 'que Vah~nzJlela, otro poeta cristalizó en REVISTA M~)DERNA. 191 tan impecables estrofas cuanto hay de más delica­ "LOS CREPUSCULOS DEL JARDIN." do en el corazón de un hijo. Puesto á alabar, mucho _me temo q¡¡e-me faltaran espacio y tiempo, qlle si plácemes merece el poema , En el lugar de honor de nuestra revista, publica­ por lo exquisitamente trabajado de la labor, pláce­ mos la maravillosa súite de doce sonetos, con cuya mes merece ia idea'tanbien iniciada, tan bien des­ dedicatoria, Leopoldo Lugones, el triunfaute y glo­ envuelta y tan finalizada. rioso poeta argentino, ha honrado á: nuestro com­ Por eso dije al principio que CREDO...... era pañero José Juan Tablada. obra de poeta y de pens~dor. jCuán raras veces se' No necesitamos llamar la atención sobre esa poe­ a,unan y completan ambos, y con qué rapidez viene sla ori'glnal,;,hermosa, sin precedentes en la litera· á las manos el aplauso si se ve que en la obra es­ turaiC'astellana'y latino-americana, y sólo en nom­ plende el astro y subyuga la razón! bre de nUestro camarada tan honrosamente distin­ guido-,:damos las gracias 'al poeta' de. Las Montañas JosÉ P. RIVERA. deIOto.>

FLORES DE H : UM: O~

Para Alberto Leduc.

Los inf01·tunios como neblis de COTVOS picos, al exte~der sus alas negras en mi ja~dfn~ agostaron los 'prados fastuosamente ricos de purpúreas adelfas y lirios de satiO'. Los jarrones, los mármoles cayeron en añicos; lloraba' Filomela sobre el roto clarin, y vi á,las mariposas plegar sus abanicos pintados con policromes colol'es de Nankin: y luego que lá Duda, con las zarpas abiertas, demolia indiferente los idolos .de ayer, cuando las ilusiones mirificas, ya muertas, , borraron en mi clépsidrá las horas de placer. un negro taciturno-el mal-tocó A mis puertas y me alargaba el haschis.del torvo Baudelaire.

RA1'AEL LOPEZ.

LA LLUVIA.

Llueve. Es el jolgorio de las ranas. Las nubes si­ Los árboles no reciben todos la lluvia de la mis­ lenciosas se de~lizan en el cielo, como humaredas ~ ma manera. Los arbustos, como no habituados á 'de incendio. Toda esa gente que clamaba por el ella, quisieran escaparse, y sus hojas palpitan como agua debe estar' contenta. El trigo amenaza tornar­ pajarillos prisioneros. Otros se envuelven en su pro­ se más caro que el pan. Los rlos enflaquecian en pio follaje, como si fllesen mujeres que 'se cubren sus lechos; y la, tierra estaba tan seca, que de sólo la cabeza. con las cabt'zas infladas. verla sesentia sed. . Hay 'algunos á quienes no turba la lluvi!l y se Lluvia, moja, corta el aire, rompe contra las vi­ mantienen rectos, inmóviles. dl'Íel'as tus perlas temblorosas; puedes, hasta el fas­ Un carruaje se aleja silencioso por un camino tidio, caer para bien de los otros; A lo lejos, en aquel Fransversal. Desde acá jurarla que no hay nadie prado, veo cómo refrescas 'á un caballo. ~uspende ,dentro. su colación de yerba. Se mueve lo menos posible. Se dice que ya á llover durante cuarenta dlas. Es N o pie!de una de las gotas que le das. A su lado, poco probable. Yo no creo en un nUevo diluvio'. Ya un buey muge,tan apaciblemente,q~e llega á st'l' no qUedan muchos malvados sobr.e la tierra. dulce su bienestar melancólico. JULE8 RENARD. 192 'REVISTA MODERNA.

DE PA·UL VERfJAINE.

« L'illfl ~ xion des yoís chél'es qui Be 50nt tucs» P. VERLA INF:. Como sueño tenaz surge en mi mente Una mujer que amo y que me adol'a, Que no siendo la misma á cada hora Otra tampoco es ni diferente. Mi corazón para 'ella transparente, No es un problema, á su sabor lo explora; Ella tan sólo puede cuando llora Refrescar los ardores de mi frente. ¿Es morena? . . Tal vez! ¿Rubia? Lo ignoro ... ¿Su nombre? . . Evoca musical, sonoro Los nombres de las muertas preferidas. Por su mirar recuerda la escultura y hay en su voz el tono y la dulzura De las amadas voces extinguidas. RAFAEL DE ALBA.