La Prostitución En La Ciudad De La Habana
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H Q* C+22? I 888 RETURN TO NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE BEFORE LAST DATE SHOWN < / vJi* / ru JT2 3 ? C/ LA PROSTITUCION EN LA CIUDAD D El L.A HABANA. » • Dr. Benjamín de Céspedes i » L-A. PROSTITUCION E2ST ZjjZl. CIUDAD DE 1A HABANA HABANA ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO O’REILLY NÚMERO 9 TELÉFONO NT5m. í> 1888 ‘ i m DEDICATORIA. A mis distinguidos amigos D. Antonio San Miguel y Dr. D. Vidal Maria Soto- longo y Linch, dedica esta obra El Autor. PROLOGO. No hay espectáculo más triste en la historia, que el de los periodos en que las creencias entran en descomposición. La lenta agonía de lo que se ha llamado la civilización cristiana, va acompañada de fenómenos idénticos á los que marcaron tan profun- damente la disolución del mundo greco-romaiio. La corrupción más grosera se extiende como inmensa mancha oleaginosa por todo el cuerpo social, hipó- crita, afeitada, dorada, en las clases que disfrutan del poder y la riqueza, impúdica, naturalmente einica, bestial á veces, en las clases condenadas á la miseria y la ignorancia. El cristianismo que empezó siendo una reacción necesaria contra el sensualismo desbocado del impe- rio, extremó de tal suerte el principio opuesto, que puso en él mismo el gérmen de su propia descompo- sición. Su ascetismo sombrío provocaba las explo- siones de naturalismo grosero que lo han acompaña- do en toda su carrera, y que lo han traído al desen- freno licencioso de sus postrimerías. Los pueblos — VIII — que más especialmente representan la civilización occidental, emulan sin esfuerzo con la Roma de Calígula y Claudio. Un escritor inglés, Mr. Mathew Arnold, trazaba un cuadro doloroso del imperio de la lubricidad en Francia, en los momentos casi en que se descorría el velo que ocultaba las abomina- ciones á que se entrega la aristocracia de la puritana Albion. Lo licencioso de las costumbres en España é Italia lia llegado á ser proverbial. Un escritor francés muy penetrante, Alejandro Dumas, hijo, ha puesto de relieve la singular significación que va adquiriendo la cortesana, la hetaira moderna en las grandes metrópolis de nuestros tiempos. El arte mismo , invocando hipócritamente una teoría de oposición, se ha puesto sin rubor al servicio de los apetitos más sensuales, y los Petronios del siglo xix toman el primer puesto en la literatura europea. Mas así como en medio de los horrores de la corrupción pagana podran descubrirse algunos nú- cleos de reorganización, como el estoicismo y el neoplatonismo; la decadencia cristiana deja entrever en su seno más de un qlemento de salud, que se agrupa en torno de lo que se llama con verdad y con justicia la ciencia moderna. En nuestra época, hastiada de las quimeras de lo sobrenatural, la pesquisa sincera de la verdad se sustituye á los antiguos ideales que ponfan en un mundo trascendente la explicación de lo real, la norma de la vida y el fin de la humanidad. La — IX — ciencia escruta la naturaleza y penetra en su gran laboratorio, haciendo al hombre colaborador inteli- gente de sus ocultas obras; la ciencia estudia al hombre, aislado y en sociedad, lo analiza y descom- pone, y le enseña á conocerse y á regirse. Le da la voz de alerta para que se precava, le muestra la sanción ineludible que las leyes naturales saben imponer á sus transgresores, y al mismo tiempo le enseña como puede fortificarse contra las causas de destrucción, llámense enfermedad, vicio, ó injusti- cia. Enseña al hombre físico (pie hay un conjunto de reglas, que constituyen la higiene, y lo ponen á salvo de terribles dolencias; enseña al hombre social, que hay una higiene superior que se llama la moral, que garantiza á las sociedades contra males más destructores que la peste. El autor de este libro ha querido estudiar uno de los más pavorosos problemas sociales de la hora actual, mas no solamente para acumular datos y preparar conclusiones, sino para proceder científi- camente, es decir, para hacer obra de higienista social. Ha circunscrito el estudio á nuestra patria» porque ha sido el campo de su observación personal, y este es el medio de que los estudios que se enca- minan á reformar, tengan valor práctico. Un solo hecho bien estudiado, lealmente expuesto, importa más á la ciencia que multitud de casos conocidos solo por referencias imperfectas. Ademas es natu- ral que el mal que nos toca de cerca nos interese más y nos mueva primero que el mal distante, aun- que sus proporciones puedan á muchos parecer menores. He dicho puedan parecer, porque el que lea estas tristes páginas se convencerá pronto de qué, si Cuba participa imperfectamente de la cultura europea, en cambio lia recibido sin lasa el virus de su corrup- ción pestilente. A los ojos del lector atónito se des- cubre de súbito una nueva faz de la colonización europea; y penetra en el fondo sombrío de estas sentinas donde la codicia y la concupiscencia hu- manas han amontonado los detritus de las viejas ci- vilizaciones, revueltos y mezclados con los elemen- tos étnicos más disímiles. Allí verá lo que han de- jado las piaras de ganado negro, transportadas del Africa salvaje, los cargamentos de chinos decrépitos en el vicio, arrancados á su hormiguero asiático, y ios cardúmenes de inmigrantes europeos sin familia, desmoralizados por la pobreza v la ignorancia, dis- puestos á vivir como en aduar ó campamento, regi- do todo por el burócrata soberbio y licencioso, hin- chado de desden por la tierra cuyos despojos se re- parte, dispuesto á ser pregonero de su atraso y de su inmoralidad, que él mismo en primer término fomenta, y de que él exclusivamante es responsable. Así la corrupción, que señala con tan terribles earacteres el estado de podredumbre de las socieda- des del Viejo Mundo, toma nueva forma entre no- sotros, sin perder su gravedad, antes bien, aumen- — XI — Jándola, por cuanto, sociahnente , es mas grave encontrar corroído por el cáncer un organismo nue- vo y en vías de crecimiento. No es la voz del doctor Céspedes la primera qué se levanta aquí para señalar esta fuente inmunda, que nace, crece y se dilata á vista de todos, inficionando y contaminando nuestras costumbres, destruyendo el vigor físico de las nuevas generaciones, cerrán- donos las puertas del porvenir. YaelSr. Cabrera dedicó no pocas páginas de su patriótico libro Cuba y sus jueces á denunciar éste, que no es por cierto el menor de nuestros males; y á demostrar cómo se lia convertido en manos de nuestros insaciables bu- rócratas en filón abundante de vergonzosa granje- ria. Pero el doctor Céspedes lia querido estudiarlo más de cerca y por completo. La tarea era dura, mas la lia llevado á cabo con valor. Nos invita por tanto á acercarnos á una mesa de disección, á con- templar al desnudo úlceras cancerosas, á descubrir los tejidos atacados por el virus, y á seguir sus es" tragos por todo el organismo. El que se decida á acompañarlo saldrá lleno de asco y horror. Pero ésta es la disposición de espíritu necesaria para com- prender con cuanta razón lia dicho Channing que los pueblos que dejan podrir al sol las inmundicias no tienen derecho para quejarse de las epidemias que los diezman. Enrique José Varona. Habana 4 de agosto de 1888. A LOS LECTORES. He creído que todas esas graves y escabrosas cuestiones médico-sociales referentes á la Prostitu- ción que hoy absorben poderosamente la actividad de los Gobiernos y de las Academias en países ex- tranjeros, pudieran ser estudiadas, con el mismo espíritu crítico, franco y severamente científico, en la Isla de Cuba. Ignoro si mis lectores serán de la misma opinión. Solicito, sin embargo, como escritor cubano que no lean estas tristes y vergonzosas revelaciones, nuestras honestas mujeres, ni tampoco aquellos pudorosos y delicados temperamentos, escasamente familiarizados con esta clase de lecturas. En cambio aspiro á que mis lectores y la crítica, juzguen mi humilde obra con más indulgencia que severidad y apasionamiento, perdonando siempre las crudezas y el fuerte colorido del inhábil estilista. Si en algunos capítulos el cauterio ha profundiza- do demasiado en nuestras entrañas sociales, si ob- cecado por un ardoroso empeño de reformas en las costumbres de mi patria, lie podido ofender en lo más mínimo cualquier sentimiento público ó priva- do, sentiría que mis lectores y la crítica en general no hicieran la salvedad de mis rectas y patrióticas intenciones enderezadas siempre á ser un oscuro colaborador de la destrucción de todo lo viejo y corrompido que deshonra á mi pais. B. de C. IISI DICE. I>edicítt02*iti. Prólogo. A los lectores. PRIMERA PARTE. PÁGíf. Capitulo I . —Definición de la Prostitución. 1 Capitulo II . —Historia de la Prostitución . 6 — Primitiva 8 — Hebrea 15 — En Grecia 21 — Romana 27 — En España durante la Edad Media 46 — En la Habana 61 Capitulo III . —Causas de la Prostitución . ... 89 i . —El medio social 89 ii. —La Ignorancia . .- 96 m . —La Miseria 100 iv. —La seducción y el abandono . 114 v. —La codicia y el lujo 120 vi. —El concubinato 127 vil . —La provocación á la lujuria y el contagio moral 132 viii . —El servicio doméstico 138 ix . —Los bailes. 140 Capitulo IY . — Topografía y descripción de la prostitución pública . 144 — ... - XVI - I a Demarcación 146 2a y 4 a Demarcación 150 3 a Demarcación 156 5a Demarcación 159 Capitulo V. —La prostitución clandestina. 164 Capitulo VI. —La prostitución en la raza de color 170 Capitulo Vil. —La prostitución de menores. 178 Capitulo VIII. —La prostitución masculina. 190 Capitulo IX. —La prostitución China * 196 Capitulo X.-Los parásitos de la prostitución. 202 SEGUNDA PARTE. Capitulo XI. —El peligro venéreo 210 i .