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Sin Salida El Fracaso En La Protección De La Población Civil En Afganistán

Sin Salida El Fracaso En La Protección De La Población Civil En Afganistán

19 de noviembre de 2010 El fracaso en la protección de la población civil en Afganistán

Informe conjunto para la Cumbre de Jefes de Gobierno de la OTAN, Lisboa, 19-20 de noviembre de 2010, realizado por 29 organizaciones de cooperación que trabajan en Afganistán

Contenido

Siglas…………………………………………………….…………….……….…3 Introducción………….……………………………………………….…………4 ONG firmantes………………………………………….……………………….5 Resumen Ejecutivo………………………………………..………….…………6 Proteger a la población civil……….……………………………….…………10 Rendición de cuentas y compensación………………………….…………...14 Iniciativas de “defensa comunitaria” ..…………….………………………...17 Interacción civil-militar………………….…………………………………….20 Equipos de reconstrucción provincial………..….……………..……………22 Conclusión………………….…………………………………………………..23 Notas………………….…………………………………………….…………...25

Autor: Ashley Jackson, Oxfam Internacional, Afganistán

Foto de la cubierta: Christian Jepsen

2 Siglas

ACBAR Agencia de Coordinación para las ONG afganas ALP Policía Local Afgana ANA Ejército Nacional Afgano ANP Policía Nacional Afgana ANAP Policía Nacional Auxiliar Afgana ANSF Fuerzas Nacionales de Seguridad Afganas (incluyen el Ejército Nacional Afgano, la ANP y otras fuerzas naciona- les de seguridad) AOG Grupos armados de oposición AP3 Programa de Protección Pública Afgano ASOP Programa de Alcance Social Afgano CIA Agencia Central de Inteligencia FMI Fuerzas Militares Internacionales FPG Fuerzas pro-gubernamentales (incluyen la ISAF, la Opera- ción Libertad Duradera, las Fuerzas Especiales, otras agencias gubernamentales y la ANSF) IDLG Directorado Independiente del Gobierno Local ISAF Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad OCHA Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios ONG Organización no gubernamental ONU Naciones Unidas PRT Equipos de reconstrucción provincial UNAMA Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganis- tán UNHCR Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refu- giados

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Introducción

Para la inmensa mayoría de los afganos, la seguridad se está deteriorando muy rápidamente. Como 29 organizaciones de cooperación que trabajamos en Afganistán, estamos profundamente preocupadas acerca del impacto que está teniendo sobre la población civil la intensificación del conflicto. Es probable que la violencia cada vez mayor siga causando víctimas entre la población en 2011, provocando desplazamientos, impidiendo el acceso a los servicios básicos y reduciendo la capacidad de las agencias de llegar donde más las necesitan.

Este informe no pretende abordar todos los aspectos del actual conflicto. Se centra sobre todo en aquéllos que tienen un impacto negativo sobre la población civil, especialmente en el contexto de la transición de la seguridad a la responsabilidad afgana. Aunque este informe se centra sobre todo en las acciones y la estrategia de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF por sus siglas en inglés) y de las Fuerzas Nacionales de Seguridad Afganas (ANSF por sus siglas en inglés), es importante recordar que los grupos armados de oposición (AOG por sus siglas en inglés), más fuertes y con más control del territorio que nunca desde 2001, también tienen la clara obligación de proteger a la población civil bajo el derecho internacional humanitario, y por supuesto según el Islam. Así, este informe hará referencia a las acciones de los AOG y emitirá recomendaciones para ellos cuando aplique.

Cuando los líderes mundiales se reúnan en la cumbre de la OTAN en Lisboa, los instamos con fuerza a que, junto con todas las partes en conflicto, reduzcan al mínimo los daños a la población civil, así como las amenazas e interrupciones de los servicios básicos y de las actividades humanitarias y de desarrollo en todo Afganistán. Además, la ISAF debe hacer mucho más para garantizar que las ANSF, a medida que adquieren una mayor responsabilidad sobre la seguridad, respetan por completo los derechos humanos y las leyes de la guerra.

4 ONG firmantes

Action Aid Afgana Afghan Civil Society Forum (ACSF) Afghan Development Association (ADA) Afghan Independent Human Rights Commission (AIHRC) Afghan Women’s Network (AWN) Afghan Women’s Skills Development Center (AWSDC) Afghanaid Agency for Technical Cooperation and Development (ACTED) Aide Médicale Internationale (AMI) CAFOD Campaign for Innocent Victims in Conflict (CIVIC) Christian Aid Coordination of Afghanistan Relief (CoAR) Coordination of Humanitarian Assistance (CHA) Cooperation for Peace and Unity (CPAU) Cordaid Danish Committee for Aid to Afghan Refugees (DACAAR) Human Rights Research and Advocacy Consortium (HRRAC) Ibn Sina Interchurch Organization for Development Cooperation (ICCO) INTERSOS Norwegian Refugee Council Open Society Foundation Oxfam Peace Direct Saba Media Organization (SMO) Tearfund War Child UK

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Resumen ejecutivo

A pesar de que las fuerzas militares internacionales (FMI) ascendieron el pasado año de 90.000 a 140.000 efectivos, los grupos armados de oposición (AOG por sus siglas en inglés) han seguido expandiendo su presencia hacia el norte, el centro y el este de Afganistán, adquiriendo el control o una influencia significativa en más de la mitad del país. Los ataques iniciados por los AOG han aumentado un 59% entre julio y septiembre, respecto al mismo período del año pasado. 1 Y en 2009 se habían producido un 43% más que en 2008. Los funcionarios del gobierno apenas tienen acceso a un tercio del país, y hay distritos fuera del control del gobierno en casi todas las 34 provincias.

2010 está siendo el año con mayor número de muertes entre la población civil afgana, desde 2001. Según UNAMA Human Rights, durante los primeros seis meses de 2010 perdieron la vida 1.271 civiles - un 21% más que durante el mismo período del año anterior. Aproximadamente 319.000 afganos y afganas siguen desplazados internamente; aproximadamente un tercio de ellos a causa del actual conflicto. La protección social y el acceso a los servicios básicos se están viendo limitados, y la inseguridad que se va extendiendo reduce la capacidad de las agencias de cooperación para llegar a quienes necesitan su asistencia.

Aunque los AOG son responsables de la mayor parte de las víctimas y heridos entre la población civil en Afganistán, las FMI tomaron medidas importantes a lo largo del año pasado para reducir estos daños. A pesar de ello, algunas prácticas como las incursiones y redadas nocturnas, los ataques aéreos y las detenciones arbitrarias han alimentado la percepción de los afganos de que las fuerzas pro-gubernamentales (FPG) son violentas, cometen abusos y están por encima de la ley.

A medida que el conflicto se intensifica, los afganos se ven cada vez más atrapados entre las FPG, que buscan cómo ganarse a la gente, y una insurgencia que en muchas zonas está recurriendo a tácticas cada vez más violentas. La experiencia en Afganistán demuestra que cuando una de las partes en conflicto premia a la población, es probable que la otra parte la convierta en su objetivo. Construir escuelas en zonas altamente inseguras suele ponerlas en el punto de mira de la insurgencia; ambas partes bombardean, minan y ocupan las clínicas de salud, incluso las FPG, que paradójicamente pueden estar participando en la construcción de clínicas en distritos vecinos. En el sur y el este del país, cualquier persona asociada con el gobierno o con las FMI es un objetivo a asesinar. Las estrategias para “proteger a la población” a menudo resultan ser cualquier cosa menos eso.

Existe una fuerte presión exterior en la estrategia militar actual pro- gubernamental para tratar de mostrar resultados rápidos, que son los que esperan los políticos en los países que contribuyen con tropas. Bajo una retórica de inversión a largo plazo y transición gradual de la seguridad hacia la responsabilidad afgana, subyace una dependencia creciente de

6 una variedad de soluciones rápidas cada vez más peligrosas. Entre éstas, se incluye el apoyo a las fuerzas de defensa comunitaria (tales como la Policía Local Afgana, o la ALP en sus siglas en inglés), una proliferación de ayudas dirigidas a ganarse a la gente o la rápida ampliación de las Fuerzas Nacionales de Seguridad Afganas (ANSF por sus siglas en inglés), corriendo el riesgo de priorizar el tamaño sobre la capacidad operativa y la rendición de cuentas; todo lo cual puede tener unas consecuencias desastrosas para la población civil.

El objetivo de la ISAF es reclutar 171.600 efectivos militares y 134.000 efectivos policiales para octubre de 2011, a quienes transferir las responsabilidades policiales y de seguridad. Esto significa incrementar las operaciones conjuntas entre la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF por sus siglas en inglés) y las ANSF, y un mayor número de ocasiones en que las ANSF actuarán por su cuenta. Las autoridades afganas son responsables de asegurar el buen comportamiento de sus fuerzas de seguridad, pero los estados miembros de la OTAN que entrenan, aconsejan, financian y dotan de armamento a esas fuerzas son también responsables, tanto moralmente como desde el punto de vista de la mayoría de la población afgana. Es fundamental establecer salvaguardias que permitan asegurar que las ANSF respetan los derechos de la población civil. Existe un grave riesgo de abusos generalizados, que pueden ir desde robos y extorsiones hasta torturas y asesinatos indiscriminados. Ni el ejército ni la policía afganas disponen de formación suficiente, y los sistemas de mando son débiles; actualmente no hay mecanismos eficaces para investigar y procesar los presuntos abusos cometidos por las ANSF ni para registrar las reclamaciones realizadas por la comunidad; las víctimas y heridos entre la población civil causadas por las ANSF ni siquiera se contabilizan. Las fuerzas de defensa comunitaria apoyadas por las FMI o las milicias locales van a estar aún menos obligadas a rendir cuentas, y pueden incluso contribuirán a incrementar la inseguridad.

La insurgencia sigue creciendo, la violencia se extiende y algunos analistas temen incluso una nueva guerra civil. Sin embargo, esta incapacidad para proteger a la población civil del creciente conflicto, ahora y en los próximos meses, es superable. Se puede y se debe hacer más para reducir al mínimo el daño ocasionado a la población civil, especialmente a medida que la ISAF vaya dejando la responsabilidad de la seguridad en manos del gobierno afgano.

Recomendaciones

Para la ISAF: • Emitir una directiva que establezca los procedimientos para compensar a la población civil que haya sufrido daños en el transcurso de las operaciones militares. Trabajar con el gobierno afgano para investigar los daños a la población civil, de forma eficaz y transparente. • Las denuncias de actos criminales, tanto pasados como actuales, así

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como las violaciones de la ley internacional deben dar lugar a investigaciones, actuaciones judiciales y procedimientos disciplinarios importantes. • En la medida de lo posible, evitar las incursiones nocturnas, y en su lugar recurrir a los mecanismos ordinarios de cumplimiento de la ley. • Suprimir la policía local afgana (ALP por sus siglas en inglés) y otras iniciativas de defensa comunitarias. En su lugar, dedicar más recursos a desarrollar una policía nacional afgana (ANP por sus siglas en inglés) profesional y responsable. • Promover activamente, apoyar y dar seguimiento a las medidas que deben tomar las autoridades afganas para asegurar que las ANSF actúen dentro de la ley, y cercionarse de que el respeto a los derechos humanos sea una parte integral de la formación y asesoría que se da a las ANSF. • Asegurarse de que todos los soldados están familiarizados y reciben formación sobre las directrices civiles-militares para Afganistán, y las cumplen a lo largo de su despliegue.

Para las ANSF: • Fortalecer la capacidad de elaboración de informes y de seguimiento a los incidentes con muertes entre la población civil, las denuncias sobre daños a la población civil y las violaciones de los derechos humanos. • Tomar en cuenta seriamente las denuncias de actos criminales, tanto pasados como presente, así como las violaciones de la ley internacional por parte de las ANSF, dando lugar a investigaciones y medidas disciplinarias importantes.

Para el gobierno afgano: • Establecer una unidad de rastreo de víctimas y heridos entre la población civil, que investigue regularmente las denuncias de daños y que haga públicos esos procesos, así como los hallazgos de sus investigaciones. • Reformar el Código 99 para combatir la corrupción y asegurar una mayor transparencia y consistencia, incluyendo medidas para mejorar el acceso a los fondos por quienes hayan resultado dañados por los AOG. • Además, establecer un procedimiento claro para asegurar que las ANSF se adhieren a, o al menos actúan de forma coherente con, las directrices de compensación de la ISAF existentes. • Acabar con la práctica de la ALP y de otras iniciativas de defensa comunitaria. Si éstas siguen adelante, establecer un mecanismo de seguimiento independiente para las iniciativas de defensa comunitarias. Llevar a cabo una auditoría, cuyos resultados deben hacerse públicos, para determinar el impacto y la situación de las iniciativas de defensa comunitaria anteriores.

8 Para la comunidad internacional: • La ONU, a través de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), debe tratar de establecer inmediatamente relaciones con la ANSF y con la FMI a los niveles adecuados, para asegurar que se ponen en marcha mecanismos de investigación y que son atendidos los incidentes de las violaciones del derecho internacional humanitario. • La ONU, a través de OCHA, debe cumplir su compromiso de llevar a cabo una formación completa y eficaz y un programa de sensibilización sobre las directrices civiles-militares para Afganistán, dirigido a todos los actores relevantes, así como un sistema que dé seguimiento al incumplimiento de estas directrices. • Los países que lideran los equipos de reconstrucción provincial (PRT por sus siglas en inglés) deben establecer y aplicar un plan para la retirada paulatina de la ayuda brindada por los PRT, así como de otras formas de ayuda militar. Esta estrategia de transición tiene que dar prioridad a las organizaciones de la sociedad civil nacionales e internacionales, dotándolas de más financiamiento y apoyo.

Para los AOG: • Reducir al mínimo el daño a la población civil y a sus propiedades en el transcurso de todas las operaciones, dando prioridad a la protección de civiles. En todos los ataques, tomar todas las medidas posibles para distinguir entre población civil y combatientes, evitando el uso desproporcionado de la fuerza. • Tratar de limitar el impacto negativo de las operaciones militares sobre las agencias de cooperación, sobre su personal y sobre sus operaciones. • Asegurarse de que las operaciones no provocan desplazamientos forzosos ni impiden a los desplazados afganos ejercer el derecho a la libertad de movimiento ni otros derechos. • Mejorar los esfuerzos para reconocer, investigar y atender las denuncias sobre daños a la población civil causados por las operaciones de los AOG.

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Proteger a la población civil

El coste humano del conflicto está creciendo rápidamente. Desde 2007, las víctimas entre la población civil han aumentado un 64%, de acuerdo con UNAMA Human Rights.2 En los seis primeros meses de 2010, se contabilizaron 3.268 víctimas civiles– un 31% más que en el mismo período del año anterior. 3 De las cuales, 1.271 murieron, un aumento del 21%. Y en 2009 perdieron la vida un 6% más de mujeres y un 55% más de niños y niñas. 4

Los AOG siguen siendo causando la gran mayoría de las víctimas, y cada vez utilizan tácticas que violan más los principios de distinción y de proporcionalidad. Aunque el Código de Conducta del Emirato Islámico de Afganistán establece que “se debe hacer el máximo esfuerzo para evitar los daños entre la población civil” y que “los Talibanes deben tratar a la población civil según las normas y la moral islámica”, esto parece tener un escaso impacto en el terreno. 5 Actualmente, los dispositivos explosivos improvisados son responsables del 29% de todas las muertes entre la población civil, incluyendo la inmensa mayoría de las muertes de niños y niñas a causa del conflicto. Según se ha informado, en algunos casos los AOG han tratado de advertir a las comunidades sobre la ubicación de tales dispositivos, pero este tipo de medidas suelen ser insuficientes para evitar los daños.

Otra táctica que causa gran preocupación consiste en los asesinatos y ejecuciones de civiles por los AOG, que representan el 14% de todas las muertes entre la población civil. Los asesinatos alcanzaron un promedio récord de 18 por semana en mayo y junio de 2010, lo que según la ONU representa una “campaña sistemática y continua, consistente en situar en el punto de mira a los líderes tribales de más edad, los líderes comunales y otras personas que trabajan para el gobierno o son sospechosas de apoyar al gobierno o a las FMI”. 6 Otras tácticas frecuentes incluyen secuestros, controles ilegales y “cartas nocturnas” con amenazas. 7

En las provincias muy inseguras, donde las FPG llevan a cabo operaciones militares a gran escala, la situación para los afganos es especialmente nefasta. Las víctimas en el hospital de Mirwais, el principal hospital en la ciudad de Kandahar, se duplicaron en 2009. 8 Pero el conflicto también se está propagando rápidamente hacia zonas que antes eran seguras, como las provincias de Takhar y Badakhshan, al norte. La tasa de incidentes violentos se ha duplicado en cuatro de las 12 provincias del norte, y las muertes entre la población civil han aumentado un 136% en 2009.9

El conflicto ha deteriorado gravemente el acceso a la salud, la educación y otros servicios sociales. Los ataques a las escuelas, tales como incendios o cierres forzosos, su uso con fines militares y las amenazas a los estudiantes y al personal están aumentando. El acceso a los cuidados médicos también ha disminuido: las tasas de mortalidad materna, que en la provincia de Helmand triplican el promedio nacional. Y el 53% de las clínicas de salud

10 en el sur del país están cerradas. 10

La violencia también ha provocado el desplazamiento de un gran número de civiles, sobre todo en el sur y el sudeste del país. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó de que actualmente hay 319.000 desplazados internos en Afganistán, incluyendo 121.000 desplazados por el conflicto entre junio de 2009 y septiembre de 2010.11 Aunque es extremadamente difícil calcular el número total de desplazados internos, y probablemente muchos no se contabilizan, sobre todo en las áreas altamente inseguras donde las agencias de cooperación no pueden operar, o en áreas urbanas donde pueden haber recibido refugio por parte de familias que los acogen. Muchos de ellos carecen de acceso a servicios básicos y a medios de vida. Las mujeres desplazadas, sobre todo aquéllas que son cabeza de familia, son especialmente vulnerables debido a la exclusión social que padecen y a la falta de acceso a servicios de protección social en todo Afganistán.

Debido a la inseguridad constante y al temor a la violencia, aproximadamente 3.700 familias permanecen en Helmand, desplazadas de sus comunidades de origen, desde el fin oficial de la Operación Moshtarak a finales de febrero de 2010.12 Las que han regresado a casa se enfrentan a un acceso limitado a los servicios básicos, así como restricciones para el movimiento a causa de la inseguridad, sobre todo por la amplia presencia de minas. La Operación Hamkari en la provincia de Kandahar sigue desplazando a un número creciente de afganos y afganas, sobre todo desde los distritos hacia la ciudad de Kandahar y las áreas que la rodean.

La táctica de ubicar a las tropas cerca de los pueblos suele poner en riesgo a la población civil, y su presencia raramente se ve como una fuente de protección, sino más bien como una causa de inseguridad mayor. En el caso de Kandahar, desde el anuncio de las operaciones de las FPG en la provincia, la violencia y las ejecuciones de civiles por parte de los AOG aumentaron. Tal y como admitía recientemente el alcalde de Kandahar, “cualquiera es un objetivo”. 13

La situación se agrava con el hecho de que las agencias de cooperación también deben hacer frente a un aumento en el número de ataques y amenazas por parte de los AOG, lo que reduce su capacidad de llegar a las comunidades que necesitan asistencia. En 2009, las muertes de personas que trabajaban para organizaciones no gubernamentales (ONG) aumentaron un 47% y los secuestros un 60%, concentrándose sobre todo en el norte del país. 14 A pesar del aumento de la violencia, hay algunas tendencias positivas, aunque contradictorias. En general, los ataques a las ONG han disminuido en los últimos meses, la mayoría de los trabajadores de ONG que habían sido secuestrados han sido liberados vivos, y en algunas zonas del país los AOG muestran una voluntad ligeramente mayor de permitir a las ONG hacer su trabajo.

Aunque el número total de víctimas entre la población civil sigue aumentando, la proporción de éstas que se atribuyen a las FPG ha descendido notablemente durante los últimos dos años. Las FPG actualmente son responsables del 12% de las víctimas entre la población civil en Afganistán, un descenso desde el 39% en 2008. Los esfuerzos de las

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FMI por reducir los daños a la población civil comenzaron en serio en 2008, pero una gran parte de esta reducción se debe a un descenso en el número de ataques aéreos desde que se emitió una nueva directiva en julio de 2009 restringiendo su uso. No obstante, este logro puede revertirse debido a un drástico aumento de los ataques en los últimos meses. Las fuerzas de EEUU lanzaron 2.100 bombas o misiles entre junio y septiembre de 2010 –casi un 50% más que durante el mismo período del año anterior- y los datos de la IFAS muestran cómo las muertes entre la población civil causadas por las FPG aumentaron un 11% en octubre de 2009. 15

Las tácticas de las FPG siguen causando temor, desconfianza y enojo, sobre todo por la impunidad de la que parecen gozar. Tal y como explica una recuesta reciente realizada por la Open Society Foundation sobre la percepción afgana, “los años de muertes entre la población civil, las detenciones arbitrarias y los comportamientos inadecuados por parte de las fuerzas internacionales, así como el hecho de que la conducta de las fuerzas internacionales se juzgue con unos estándares más exigentes que los que se aplican a los insurgentes, han contribuido a que los afganos perciban a las fuerzas internacionales como más violentas de lo que se esperaría, dado el peor historial de los grupos insurgentes”. 16

Aunque las incursiones nocturnas no causan necesariamente el mayor número de muertes, puede decirse que entre todas las tácticas de las FPG son las que despiertan más enfado y del temor. A menudo, la confusión y el fuego cruzado provocan heridos y muertos. La ISAF emitió una directiva táctica en enero de 2009 que restringe de forma más estricta las redadas nocturnas. Sin embargo, estas redadas siguen caracterizándose por abusos, tales como el uso excesivo de la fuerza y los robos o daños a la propiedad. No está claro si la directiva ha provocado un descenso en el número de redadas nocturnas, pero la información disponible sugiere que siguen siendo frecuentes: de acuerdo con los informes de prensa, un destacamento de las Fuerzas Especiales de EEUU realizó 1.000 redadas sólo en 2009, la mayoría de ellas de noche. 17 No es suficiente con decir que las fuerzas afganas deben liderar las redadas, tal y como dictamina la política actual. Aunque las investigaciones muestran que la población civil prefiere que las fuerzas afganas dirijan las operaciones, esto no garantiza que vayan a cometer menos abusos, dados los limitados mecanismos de supervisión de las ANSF.18

Recomendaciones

• Todas las partes en conflicto deben poner más medios para reducir al mínimo los daños a la población civil y a sus propiedades en el transcurso de todas sus operaciones, dando prioridad a la protección de civiles, sobre todo de los grupos vulnerables como las mujeres y los niños. 19 En particular, se deben tomar todas las medidas posibles para distinguir en todos los ataques entre población civil y combatientes, y evitar el uso desproporcionado de la fuerza. • En la medida de lo posible, se deben evitar las incursiones nocturnas y en su lugar recurrir a los mecanismos habituales de

12 cumplimiento de la ley. De realizarse incursiones nocturnas, se debe hacer un esfuerzo mucho mayor para garantizar que la población civil no sufra daños. Las negociaciones con los ancianos de la localidad para custodiar a los sospechosos, o advertir a los habitantes previamente con un altavoz, puede ayudar a reducir la probabilidad de que se produzcan enfrentamientos violentos y muertes entre la población civil. • La inteligencia militar debe someterse a un escrutinio y verificaciones más rigurosos, con fin de evitar confiar en información incorrecta o deliberadamente falsa. • Los mandos de las FMI deben dar pasos adicionales para garantizar que los soldados demuestren una conciencia y un respeto por la cultura afgana, su religión y sus costumbres en el transcurso de todas las operaciones. • Todas las partes en conflicto deben asegurarse también de que sus actividades no afectan negativamente al acceso de las agencias de cooperación, no conducen a desplazamientos forzosos ni impiden el ejercicio de la libertad de movimiento y el derecho de los desplazados afganos de regresar a su casa de una forma digna, voluntaria y progresiva.

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Rendición de cuentas y compensación

En muchos incidentes que ocasionan pérdida de vidas humanas, heridos o daños a manos de las FPG, no existen transparencia ni rendición de cuentas por el daño causado a la población. La mayoría de los afganos y afganas que han resultado heridos, han perdido seres queridos o han visto sus propiedades dañadas o destruidas no ha recibido justificación alguna, autorización legal o información sobre qué unidad militar fue responsable. A sus ojos, los autores de los abusos continúan actuando con impunidad.

La ISAF estableció una unidad de rastreo de víctimas civiles en 2008 para contribuir a abordar este tema, pero no ha registrado con precisión las bajas entre la población civil ni ha garantizado que las tropas de la ISAF se responsabilicen del daño causado. Esto en parte se debe a que no tienen capacidad para realizar investigaciones. La unidad de rastreo tiene su base en la sede de la ISAF en Kabul, y depende de que las fuerzas en el terreno informen sobre los incidentes por su propia iniciativa. Aunque el comandante de la ISAF asumió el mando de las Fuerzas Especiales en marzo de 2010, la información sobre el posible daño ocasionado por éstas sigue siendo extremadamente limitada. Aún más difícil es conseguir información sobre el posible daño ocasionado por las actividades de las que se conocen como “otras agencias gubernamentales”, tales como la Agencia de Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), pero una reciente filtración de documentos militares y otros informes de los medios de comunicación sugieren que el daño es significativo.20 Como resultado, el recuento de víctimas entre la población civil que hace la ISAF representa sólo una fracción de aquéllas registradas por la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos y por UNAMA Human Rights.

El presidente Karzai ha reclamado repetidamente a las tropas internacionales que hagan más esfuerzos para reducir los daños a civiles y proteger a la población afgana del conflicto. Pero “la rendición de cuentas por los abusos cometidos por las ANSF es muy poco frecuente”, según la ONU.21 Las investigaciones del gobierno se realizan ad hoc, y sus averiguaciones no se hacen públicas, de modo que no queda claro si se ha producido algún tipo de seguimiento. No existe ningún organismo permanente en el gobierno afgano que se dedique a investigar las denuncias de daños causados por las ANSF. Así las cosas, no hay estadísticas disponibles acerca de cuántos civiles pueden haber resultado víctimas de las operaciones en las que exclusivamente participan las ANSF.22

Aunque se asuman responsabilidades por el daño causado y se ofrezcan compensaciones adecuadas, existen situaciones en las que simplemente esto no baste. Todas las denuncias de daños se deben investigar, pero hay que juzgar los crímenes y castigar a los culpables. Es fundamental

14 garantizar que haya investigaciones completas y transparentes, pero con demasiada frecuencia las medidas disciplinarias no han sido suficientes, en comparación con el daño ocasionado.23 En los casos donde las investigaciones dictaminen que hay que tomar acciones disciplinarias, los resultados han de compartirse con la población afectada.

Durante el año pasado, la ISAF ha informado que dio pasos importantes para mejorar los mecanismos de compensación por los daños causados en el transcurso de las operaciones militares, pero a menudo éstos siguen siendo insuficientes. En junio de 2010, la OTAN ha emitido una directriz política sobre la provisión de compensaciones a quienes hayan sufrido daños por las operaciones militares. Sin embargo, estas directrices no son vinculantes y no está claro hasta qué punto se han difundido entre los países que contribuyen con tropas, y mucho menos que se hayan puesto en práctica. Algunos países consideran que el procedimiento de verificación y aprobación de las reclamaciones es demasiado complicado y lento, y que la nacionalidad de las tropas implicadas sigue pesando mucho en las posibilidades de recibir compensación por parte de los demandantes y, en caso de recibirla, en la cuantía a obtener.

Aunque en enero de 2009 una directiva de la ISAF estableció los procedimientos para mejorar la rendición de cuentas por las incursiones nocturnas, los hechos sugieren que la directiva no se está cumpliendo del todo en el terreno. Se les pide a las fuerzas que llevan a cabo estos ataques nocturnos que repartan formularios de contacto entre las familias afectadas, para que éstas puedan comprobar la situación de las personas detenidas o presentar reclamaciones por los daños a la propiedad. Sin embargo, a la población civil le resulta imposible darle seguimiento de forma adecuada, ya que en ocasiones la información de contacto resulta incorrecta o ilegible, o bien los afectados simplemente no se sienten seguros acudiendo a las FPG, por miedo a represalias. Como explicaba un agricultor de Kandahar, “Cuando los talibanes se enteran de que fuiste al distrito [para recoger tu compensación], o a la ciudad, vienen a verte y dicen ’¿Qué es esto?’ Entonces cogen el dinero y te golpean.” 24 En tales situaciones, los sistemas de compensación sobre todo deben garantizar que no se cause un daño mayor.

El gobierno afgano reserva un fondo aparte de compensación, supervisado por el Gabinete de la Presidencia, comúnmente conocido como el Fondo Código 99. El Fondo Código 99 entrega 100.000 afganis (2.200 dólares, aproximadamente) a las familias de civiles asesinados y 50.000 afganis (unos 1.000 dólares) a quienes hayan resultado heridos, independientemente de si se considera responsable a las FPG o a los AOG. Sin embargo, la distribución de estos fondos no guarda necesariamente relación con los resultados de las investigaciones, y ha habido acusaciones de corrupción y de falta de equidad.25

Los AOG son responsables de las dos terceras partes de todas las víctimas civiles. Apenas se exigen responsabilidades a los insurgentes que causan daños a la población civil, y muy rara vez éstos procuran ofrecer compensaciones a las personas o familias afectadas. Haciéndose eco de una propuesta realizada cuatro años antes, el Emirato Islámico de Afganistán hizo pública una declaración en agosto de 2010 proponiendo la

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formación de un cuerpo especial conjunto para la investigación de víctimas civiles, compuesto por efectivos del Emirato Islámico de Afganistán, la ONU, la ISAF y miembros de la Organización de la Conferencia Islámica – pero dejando fuera al gobierno y, aparentemente, a otras facciones antigubernamentales.26

Recomendaciones

• El gobierno afgano debe mejorar su capacidad para investigar los incidentes con víctimas entre la población civil y las violaciones de los derechos humanos, mediante el establecimiento de una unidad de rastreo de víctimas. El Gobierno afgano debe investigar regularmente los incidentes con víctimas civiles y hacer pública la instrucción, así como los resultados de sus investigaciones.

• La ISAF debe igualmente establecer un cuerpo especial de investigación paralelo, o revisar en profundidad la unidad de rastreo de víctimas civiles ya existente, para mejorar su capacidad; así como trabajar con el gobierno afgano para investigar de forma eficaz y transparente los incidentes con víctimas entre la población civil.

• Se deben tomar en serio las denuncias de actos delictivos, tanto pasados como actuales, y de violaciones del derecho internacional, cometidas tanto por las FMI como por las ANSF, y estas denuncias deben conducir a investigaciones a fondo, procesos judiciales y disciplinarios. Los resultados deben comunicarse directamente a las personas o comunidades afectadas.

• El Comandante de la ISAF debe emitir inmediatamente una directiva perfilando los procedimientos para ofrecer compensación e indemnizaciones a quienes sufran daños en el curso de operaciones militares. Ésta debe garantizar que los representantes destacados de los países que contribuyen con tropas sean fácilmente accesibles, que se informe de todos los incidentes a la unidad de rastreo de víctimas civiles, que la población conozca plenamente el estado de su reclamación y que se mantengan registros completos de todas las reclamaciones e indemnizaciones, o de cualquier otra asistencia proporcionada.

• Se debe reformar el Código 99 para hacer frente a la corrupción y garantizar la máxima transparencia y coherencia, incluyendo medidas para mejorar el acceso a los fondos por parte de quienes hayan sido víctimas de los AOG. Además, se debe establecer un procedimiento claro para asegurar que las ANSF se adhieran a o al menos actúen de forma coherente con las directrices de las FMI en materia de compensación.

• Se debe ampliar el número de consejeros y asesores internacionales de las ANSF y de las FMI que llevan a cabo operaciones conjuntas con las ANSF, y aumentar los esfuerzos para evitar los abusos de las ANSF contra la población civil.

• Los AOG deben avanzar en su esfuerzo por investigar, reconocer y

16 atender las denuncias de daños a la población civil causados durante sus operaciones.

Iniciativas de “defensa comunitaria”

Se ha intentado desarrollar innumerables iniciativas de defensa comunitaria en Afganistán, pero éstas casi nunca han logrado mejorar la seguridad. En 2006 se constituyó la Policía Nacional Auxiliar Afgana (ANAP, por sus siglas en inglés), bajo los auspicios del Ministerio del Interior y con el apoyo de la ISAF, con el fin de proporcionar protección policial a la población. En la práctica, la ANAP a menudo absorbió milicias ya existentes, sin apenas comprobar previamente los antecedentes de los nuevos reclutas. La ANAP últimamente se ha mostrado incapaz de cumplir con su función de ofrecer protección policial a la población, y ha resultado muy propensa a infiltraciones por parte de los AOG. El programa se canceló en la primavera de 2008; no se dispone de informes acerca de si los miembros de la ANAP consiguieron integrarse en las fuerzas de la policía regular; ni de si las armas, uniformes y equipos facilitados a los 11.271 hombres alistados en la ANAP fueron devueltos en algún momento. 27

A finales de 2008 el Ministerio del Interior, con el apoyo del ejército de EEUU, lanzó el Programa de Protección Pública Afgano (AP3). El AP3 recibió también el apoyo del Directorado Independiente del Gobierno Local (IDLG por sus siglas en inglés), que trató de vincular el programa a los consejos locales creados por el Programa de Acción Social Afgano (ASOP por sus siglas en inglés), también apoyado por el IDLG. El AP3 se puso a prueba en cuatro distritos de la provincia de Wardak a principios de 2009, en contra de las objeciones de algunos líderes comunitarios. 28 La comprobación de antecedentes en los reclutamientos fue casi inexistente, y muchos wardakis expresaron su indignación cuando Ghulam Mohhammed Hotak, un antiguo comandante talibán detenido por las tropas estadounidenses en Bagram hasta 2006, fue nombrado comandante del AP3. La propia milicia de Hotak, compuesta por varios cientos de hombres, se integró posteriormente en el AP3. Aunque el AP3 continúa existiendo en Wardak, grandes zonas de la provincia permanecen bajo el control o la influencia de la insurgencia, y finalmente el AP3 nunca se amplió a otras provincias.

Otras iniciativas de defensa de la población han venido después, como la Fuerza de Protección Pública Afgana, la Iniciativa de Defensa Comunitaria o la Iniciativa de Defensa Local. Pero ninguna ha conseguido cuajar, al igual que su última versión, la Policía Local Afgana (ALP por sus siglas en inglés). La ALP recibe fundamentalmente el apoyo de las Fuerzas Especiales de EEUU, bajo los auspicios del Ministerio del Interior y con la participación del IDLG. Según se ha informado, cada unidad de la ALP está bajo las órdenes del jefe de distrito de la Policía Nacional Afgana (ANP). Cada persona alistada en la ALP recibe aproximadamente tres semanas de instrucción y un salario del Ministerio del Interior. Se supone que se le facilitará armamento, aunque no está claro de qué clase.

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Iniciativas de este tipo suelen resultar en abusos contra la población civil. La profesionalidad y la disciplina de las fuerzas son enormemente cuestionables, teniendo en cuenta su limitada formación y supervisión. Sin una fuerte cadena de mando y de control, existe el peligro de que estas fuerzas abusen de su poder. Dada la prevalencia de abusos contra la población civil a cargo de la ANP, es difícil creer que estos grupos se mantendrían inmunes a estas preocupaciones.29 No está claro si existe un plan independiente de supervisión del impacto de la ALP u otras fuerzas irregulares. Tales medidas son fundamentales para evitar cualquier posible daño, sobre todo a la luz de la ley Leahy de 1997 de EEUU, que prohíbe la ayuda del ejército de EEUU a fuerzas extranjeras sospechosas de cometer, alentar o tolerar atrocidades

La ALP, que el general Petraeus ha descrito recientemente como “guardias de la comunidad equipados con fusiles Kalashnikov”, según se ha informado cubre 68 distritos a lo largo de al menos ocho provincias, o aproximadamente el 17 % del total de distritos de Afganistán. 30 Se trata de un aumento espectacular respecto a los 17 distritos meta establecidos en agosto de 2010. La fuerza se limitaba originalmente a un máximo de 10.000 hombres pero , según se ha informado, este límite se ha modificado desde entonces, incrementándose los temores de que la ALP esté creciendo rápidamente sin mecanismos adecuados de ensayo ni de rendición de cuentas. En palabras de un diplomático preocupado: “el tren ha descarrillado”. 31

Otro asunto que preocupa es la composición étnica o tribal de estos grupos, y el peligro de que a la larga puedan socavar la estabilidad local a largo plazo. Muchas estructuras tradicionales en Afganistán han resultado dañadas, distorsionadas o destruidas por décadas de conflicto e inestabilidad social. Las dinámicas de poder son complejas, y a menudo se entremezclan con los conflictos y rivalidades locales, por lo que cualquier paso para dar poder a ciertos grupos puede minar fácilmente la estabilidad local. Las FMI que han participado en el reclutamiento de estos grupos apenas conocen las tensiones locales o las dinámicas de la comunidad de las zonas meta. Esto quedó patente cuando las fuerzas de EEUU, bajo los auspicios de la Iniciativa de Defensa Local, financiaron con un millón de dólares en concepto de ayuda a la tribu Shinwari, en la provincia de Nangarhara, a cambio de su compromiso de luchar contra los talibanes. Pero pronto estalló una disputa por la tierra entre dos facciones tribales de los Shinwari, en la cual murieron 13 personas. 32 Según se ha informado, desde entonces se ha suspendido el apoyo de la Iniciativa de Defensa Local a los Shinwari.

Debido al alto riesgo de infiltración, cooptación o subversión por parte de las milicias, de los señores de la guerra o de grupos criminales, tales programas podrían también llevar a un incremento de la violencia y de los actos delictivos. También se corre el riesgo de revertir los logros de los largos y costosos (150 millones de dólares) procesos de Desarme, Desmovilización y Reinserción, así como de los procesos de Desintegración de los Grupos Armados Ilegales, impulsando de esta forma el rearme y la proliferación de armas. En este sentido, estos programas van realmente en la dirección contraria de los esfuerzos para constituir unas

18 fuerzas de seguridad nacionales confiables y eficaces, en lugar de complementarlos.

Por otro lado, los hechos sugieren que gran parte de la población afgana se opone a este tipo de iniciativas. Según un informe de la Open Society Foundation, muchos afganos y afganas entrevistados opinaban que el apoyo a las fuerzas de defensa comunitarias provocaría gran inestabilidad, y posiblemente incluso una guerra civil. En palabras de un anciano de una comunidad, “En el pasado, los rusos decidieron armar las milicias. Pero ahora, 30 años más tarde, seguimos sin que devuelvan las armas, y eso sigue alimentando la lucha. Si ustedes hacen lo mismo de nuevo hoy con las arbakai (fuerzas tradicionales de defensa comunitaria) pasará mucho más tiempo hasta que se consiga poner fin a los combates”.33

Pero es importante recordar que las fuerzas de defensa comunitaria no son las únicas fuerzas irregulares apoyadas por EEUU o por otras fuerzas internacionales. Un conocido ejemplo son las fuerzas de asalto de Kandahar (Kandahar Strike Force) a las que, según se ha informado, la CIA y las Fuerzas Especiales de EEUU han proporcionado armas y apoyo. Cuatro presuntos miembros fueron condenados a muerte, y 37 de ellos a elevadas penas de cárcel, en relación con la muerte del jefe de policía de la provincia y del jefe provincial del departamento de investigación criminal. Sin embargo el arresto de un oficial de los EEUU, solicitado por la oficina del fiscal acusado de haber prestado su apoyo al grupo, aún no se ha materializado.

Recomendaciones

• Detener la puesta en marcha de la ALP y de otras iniciativas de defensa comunitaria. En lugar de ello, dedicar más recursos políticos, financieros y técnicos para desarrollar una ANP profesional, capacitada, responsable y operativamente autónoma.

• Si prosperan la ALP u otras iniciativas similares, deberán estar sujetas a una supervisión y mecanismos de rendición de cuentas estrictos. Esto incluye un mecanismo de reclamaciones accesible a la gente, para garantizar que las denuncias por abusos sean atendidas y se les dé seguimiento.

• La ISAF, junto con el gobierno afgano, debe establecer un mecanismo independiente de evaluación o de seguimiento. Además, debe llevar a cabo una auditoría para comprobar el impacto y la situación de las iniciativas anteriores, que contribuya a mejorar las iniciativas actuales. El resultado de esta auditoría debe hacerse público.

• Es necesario adoptar medidas rigurosas para asegurar que todas las unidades de las Fuerzas Especiales y otras agencias gubernamentales, así como cualquier otra milicia irregular apoyada por ellas, operen conforme al derecho internacional y a la legislación afgana, y estén bajo cadenas de mando claras y coherentes.

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Interacción civil-militar

Las agencias de cooperación necesitan ser aceptadas por la población para poder garantizar su seguridad, por lo que es fundamental que sean percibidas por todas las partes en conflicto como independientes e imparciales. Aún así, es necesario establecer mecanismos de diálogo con las partes en conflicto y mecanismos para resolver cualquier diferencia o preocupación que pueda surgir. Teniendo esto en cuenta, se han desarrollado directrices internacionales sobre la coordinación entre los actores civiles y militares, con el fin de proteger el estatus de las agencias humanitarias. En 2008, el Comandante de la ISAF, la Agencia de Coordinación para la Ayuda a Afganistán y la ONU refrendaron las Directrices para la Interacción de actores civiles y militares en Afganistán, específicas para el país.

Las Directrices estipulan que “Mantener una distinción clara entre el papel y la función de las organizaciones humanitarias y del ejército constituye un factor determinante para crear un entorno en el que operar, en el cual las organizaciones humanitarias puedan cumplir sus responsabilidades con eficacia y seguridad“

Por desgracia, esta distinción se hace borrosa, hasta el punto de resultar irreconocible para muchos afganos, incluyendo los AOG. Esto se debe a multitud de factores, entre ellos el comportamiento de algunas ONG, que utilizan empresas privadas de seguridad o que trabajan directamente con las FPG. Aunque también se debe a la actitud de las FPG. Un factor importante ha sido la implicación de las FMI en actividades de ayuda para ganarse a la población. Las Directrices para la Interacción de actores civiles y militares establecen que “sólo bajo circunstancias excepcionales y como último recurso… se pueden desplegar efectivos militares con el objetivo de proporcionar ayuda humanitaria”. En tales circunstancias, la ayuda debe brindarse de acuerdo con los principios de imparcialidad y neutralidad, y la participación de las fuerzas militares sólo estará justificada cuando haya una necesidad imperiosa, definida como tal por los actores civiles, y cuando no exista otra alternativa civil.

Aún así, el empleo de soldados y la presencia de contratistas fuertemente protegidos para poner en marcha los equipos de reconstrucción provincial (PRT por sus siglas en inglés) u otros proyectos de reconstrucción y desarrollo, especialmente aquellos que sirven a los objetivos de la contrainsurgencia, han difuminado la línea divisoria entre las agencias de cooperación y los actores militares. Tales prácticas, que conforman la espina dorsal de las operaciones de la contrainsurgencia en Afganistán, están paradójicamente en directa contradicción con la Nota 3 de la Política sobre los PRT, que establece que “no deben utilizarse con el propósito de obtener réditos políticos, desarrollar relaciones o ganarse a la gente”. 34

Para agravar el problema, las Directrices para la Interacción de actores civiles y militares no se han difundido ampliamente, y algunas tropas

20 incluso desconocen su existencia. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) se ha quedado atrás en su responsabilidad de ofrecer formación sobre las Directrices, así como de dar seguimiento a cualquier incumplimiento. A medida que se acerca el momento de transferir la responsabilidad de la seguridad a las ANSF, y debido a que las ANSF no cumplen las Directrices, será fundamental establecer mecanismos de diálogo con las autoridades afganas al nivel adecuado, para resolver cuantos problemas puedan surgir y para ocuparse de los abusos o conflictos.

Nada puede justificar los ataques contra la población civil o contra las organizaciones civiles, que están prohibidos por el derecho internacional. Pero el hecho de que la distinción entre civiles y militares sea tan difusa hace que aumente la probabilidad de que se produzcan esos ataques. Si no se realizan esfuerzos urgentemente para restablecer la separación entre los actores civiles y militares en Afganistán, se puede ver limitado el alcance operativo de las agencias humanitarias y de desarrollo. Esto tendrá consecuencias directas para la población civil de Afganistán, sobre todo una vez que las FMI se retiren.

Recomendaciones

• Todos los países que contribuyen con tropas, en colaboración con la ISAF y la ONU, deben asegurar que todos los soldados estén familiarizados y hayan recibido formación sobre las Directrices para la Interacción entre actores civiles y militares en Afganistán antes ser destinados, y se atienen a ellas durante todo su destino.

• A la primera oportunidad posible, la ONU, a través de OCHA, debe cumplir su compromiso de realizar para todos los actores una formación completa y eficaz, así como un programa de concienciación acerca de las Directrices.

• Se debe seguir desarrollando el sistema de seguimiento del posible incumplimiento de las Directrices establecidas por OCHA. En consecuencia, hay que establecer un mecanismo eficaz y suficiente para informar y asegurar la adopción de medidas de refuerzo.

• La elaboración y puesta en marcha de una estrategia de retirada de los PRT, tal y como se indica más adelante, es también fundamental para avanzar en preservar la distinción entre los actores civiles y militares.

• La ONU, a través de OCHA, debe procurar inmediatamente establecer relaciones con las ANSF a los niveles apropiados, para garantizar que se establecen mecanismos para ocuparse de incidentes de violaciones del Derecho Humanitario Internacional.

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Equipos de reconstrucción provincial

Las ONG desde hace tiempo han expresado su preocupación de que los proyectos PRT suelen ser inadecuados, estar mal ejecutados y carecer de participación suficiente de la población como para hacerlos sostenibles. Hay poca evidencia de que este enfoque esté generando mayor estabilidad y, en muchos casos en que los proyectos PRT se han llevado a cabo en zonas inseguras en un esfuerzo de ganarse a la gente, han puesto en riesgo a las personas y las comunidades. Un estudio realizado por CARE, el Banco Mundial y el Ministerio de Educación de Afganistán en 2009 concluyó que muchos miembros de las comunidades consideran que las escuelas construidas por PRT en las zonas inseguras sufren un riesgo mayor que otras escuelas de sufrir ataques por parte de los AOG. 35

La mayoría de la población afgana vive en condiciones extremadamente difíciles, y casi siempre aceptará cualquier apoyo que pueda recibir. No obstante, los PRT y otras estructuras que proporcionan ayuda y están dominadas por el personal militar deben cercionarse de que sus acciones no ponen en riesgo a la población civil. A pesar de la evidencia aplastante, los países que lideran los PRT han hecho muy poco por abordar estas preocupaciones.

En general, la calidad y el tipo de trabajo, el impacto y la sostenibilidad de los PRT varían enormemente de una nación líder a otra. Se ha tenido muy poco o ningún éxito en los intentos de coordinar como un todo el trabajo que hacen, y la mayoría de los PRT ni siquiera informan sobre sus actividades al gobierno afgano, bien sea a nivel nacional o provincial. El gasto en PRT asciende a cientos de millones de dólares en provincias como Kandahar y Helmand. Y en la provincia relativamente segura de Bamiyan, el gasto en PRT se calcula que representa más de la mitad del presupuesto de desarrollo para toda la provincia. 36

Puede que sea demasiado tarde para coordinar eficazmente el trabajo de muchos PRT, pero no es demasiado tarde para planificar una retirada responsable de sus actividades de apoyo. Ya que muchos países que lideran PRT es probable que empiecen a retirar pronto sus tropas, se debe desarrollar una estrategia de transición ahora para mitigar cualquier efecto potencialmente adverso.

La retórica de ISAF en torno a la transición de los PRT se ha vuelto un “transformarlos en civiles, nacionalizarlos, afganizarlos”. Sin embargo, no está claro qué significa eso exactamente, ni si todos los países que lideran PRT están de acuerdo con este enfoque tan impreciso. Recientemente se ha hablado de “transferir” los PRT a la ONU o “transformar” los PRT en unidades civiles bajo el control del gobierno afgano, el cual está un tanto perplejo ya que los PRT sólo tienen un mandato interino de seguridad, y nunca pretendieron ser instituciones permanentes.

La ayuda en efectivo, no los PRT, debe ser desmilitarizada. En la mente de la población afgana los PRT se asocian fuertemente con lo militar, la contrainsurgencia y el contraterrorismo, y probablemente seguirá siendo así. Esto afecta gravemente su capacidad de brindar una ayuda eficaz y de

22 apoyar las actividades de desarrollo rural en las cuales participan las comunidades. De acuerdo con su estatus interino, los PRT deben retirarse paulatinamente, al tiempo que aumentan gradualmente y de forma adecuada otras formas de asistencia de tipo civil.

Recomendaciones

• Establecer y poner en marcha un plan para la retirada paulatina de los PRT y otras formas de ayuda militar, permitiendo a las instituciones militares volver a centrarse en la seguridad y en la reforma del sector de la seguridad.

• Los donantes deben tratar de aumentar la capacidad y la financiación de las organizaciones civiles nacionales e internacionales, en lugar de brindar su apoyo a través de los PRT u otras estructuras dominadas por actores militares.

• En línea con esto, los donantes y las ONG internacionales debe trabajar más para aumentar la capacidad de las organizaciones locales de diseñar y poner en marcha proyectos de desarrollo a lo largo del tiempo.

Conclusión

En el período inmediatamente posterior a la intervención internacional en Afganistán en 2001, los objetivos de construcción del Estado se dejaron al margen, tanto en términos de atención política como de recursos internacionales. La consecuente falta de éxito al tratar de desarrollar un gobierno afgano y unas fuerzas de seguridad funcionales y eficaces, sobre todo en las zonas rurales, sin duda contribuyó al deterioro en las condiciones de seguridad, y se han extendido la corrupción y la desconfianza tanto en el gobierno como en las Fuerzas pro- gubernamentales.

Existe un acuerdo cada vez mayor entre los políticos y los responsables de elaborar las políticas en cuanto a que las soluciones militares por sí solas no traerán la paz ni la estabilidad a Afganistán. Incluso, mientras la seguridad sigue deteriorándose, se tiende a hablar cada vez más de una “transición”. Sin embargo, no está claro lo que esto significa exactamente, pues la transición de las responsabilidades de seguridad a las fuerzas afganas se enfrenta a obstáculos enormes.

Los esfuerzos internacionales en serio por crear las fuerzas afganas comenzaron años antes de la intervención militar, en 2007, y los esfuerzos por expandir las ANSF siguen dando prioridad a la cantidad respecto a la calidad. La mayoría de las ANSF, sobre todo la ANP, siguen estando muy mal equipados y son ampliamente consideradas poco eficaces, corruptas o abusivas. El objetivo actual es contar con 171.600 efectivos militares y 134.000 efectivos policiales en octubre de 2011, aunque la ANP sufre una

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tasa de desgaste del 16% y el Ejército Nacional Afgano (ANA por sus siglas en inglés) del 23%. 37 Esto significa que para que la ANP aumente en 14.000 efectivos para llegar a la meta, debe reclutar a 50.000; y para que el ANA crezca en 36.000 soldados, tendrá que reclutar a 83.000. 38 A pesar de las recientes mejoras en cuanto a formación y salarios, sólo el 14% son capaces de leer o escribir hasta un nivel de tercer curso. 39

Dadas las debilidades logísticas, de formación y de liderazgo, hay serias dudas acerca de la capacidad de las ANSF para dirigir operaciones de forma independiente. La ISAF tiene la obligación legal y moral de asegurarse de que sus esfuerzos para ampliar la escala de las ANSF dan prioridad a la rendición de cuentas y la transparencia.

Los objetivos poco realistas han llevado habitualmente a confiar en soluciones rápidas, más que en soluciones a largo plazo. Éstas incluyen, entre otras, una plétora de iniciativas de defensa comunitaria que, tal y como se ha descrito anteriormente, son insostenibles, mal concebidas y podrían finalmente provocar un conflicto mayor, mientras una oleada de ayuda militar se concentra en ganarse a la gente, en lugar de en reducir la pobreza o reconstruir a largo plazo. En última instancia, los actores militares deben ocuparse de brindar seguridad, mientras que los actores civiles deben definir y llevar a cabo políticas que atiendan los enormes retos humanitarios, de la reconstrucción y del desarrollo que hoy enfrenta el país.

Como ONG que trabajamos en Afganistán desde hace más de treinta años, estamos comprometidas a continuar aliviando el sufrimiento y ayudando a la población afgana a superar la pobreza a largo plazo. Pero ello depende enormemente de que se cuente con el espacio y la seguridad para hacerlo, independientemente de qué parte del conflicto controle el territorio. Esta separación no sólo es la opción más segura para la población afgana, sino que a la larga es la única forma sostenible de asegurar la protección de la población civil y su acceso a los servicios básicos, a medida que se acerca la retirada de las tropas.

24 Notas

1 Afghanistan NGO Safety Office (ANSO), “ANSO Quarterly Data Report, Q3,” octubre de 2010, disponible en: http://www.afgnso.org/index_files/Page595.htm . 2 Datos obtenidos de UNAMA Human Rights. 3 UNAMA Human Rights, “Mid-Year Report 2010: Protection of Civilians in Armed Conflict” agosto de 2010, disponible en: http://unama.unmissions.org/Default.aspx?tabid=4529. 4 Ibid. 5 ‘The Islamic Emirate of Afghanistan Rules for Mujahideen’, julio de 2009, pasaje disponible en: http://english.aljazeera.net/news/asia/2009/07/200972775236982270.html . 6 UNAMA Human Rights. Aunque los asesinatos y ejecuciones fueron especialmente elevados durante el verano y en el período previo a las elecciones, existe alguna evidencia de que a partir de entonces comenzaron a descender. 7 Afghan Independent Human Rights Commission, “Civilian Casualties; First Seven Months of 2010” (1 st January – 31 st July), 8 de agosto de 2010, disponible en: http://www.aihrc.org.af/ 2010_eng/Eng_pages/Reports/Thematic /Civilian_Casualities_Jan_Jul31_2010.pdf . 8 “Afghanistan: War Casualties Soar in Kandahar Hospital”, International Committee of the Red Cross, 12 de octubre de 2010, disponible en: http://www.icrc.org/Web/Eng/siteeng0. nsf/html/afghanistan-news-121010 . 9 UNAMA Human Rights. 10 UNAMA Child Protection briefing, septiembre de 2010. 11 “Afghanistan: UNHCR Worries About Growing Number of Conflict IDPs”, IRIN, 3 de noviembre de 2010, disponible en: http://www.irinnews.org/report.aspx?Reportid=90957 . 12 Ibid. 13 Laura King, “Afghan Offensive Fails to Reassure Residents”, LA Times, 5 de octubre de 2010, disponible en: http://www.latimes.com/news/nationworld/world/la-fg-afghan- kandahar-20101005,0,3453950.story . 14 ANSO. 15 Dexter Filkins, “US Uses Attacks to Nudge Taliban Toward a Deal”, NY Times, 14 de octubre de 2010, disponible en: http://www.nytimes.com/2010/10/15/world/asia/15afghan.html ; David S. Cloud, “Afghan Civilian Deaths Caused by Allied Forces Rise”, LA Times, 1 de noviembre de 2010, disponible en: http://articles.latimes.com/2010/nov/01/world/la-fg-afghan-civilians- 20101102 . 16 Erica Gaston y Jonathan Horowitz, “The Trust Deficit: The Impact of Local Perceptions in Afghanistan”, Open Society Institute Policy Brief número 2, 7 de octubre de 2010, disponible en: http://www.soros.org/ initiatives/mena/articles_publications/publications/policy-afghanistan-20101007 . 17 Laura King, “US Night Raid in Afghanistan Elicits Outrage, Satisfaction”, LA Times, 24 de mayo de 2010, disponible en: http://articles.latimes.com/2010/may/24/world/la-fg- afghan-night-raids-20100524 . 18 Afghan Independent Human Rights Commission, “From Hope to Fear: An Afghan Perspective on Operations of Pro-Government Forces in Afghanistan”, 2008, disponible en: http://www.aihrc.org.af/2008_Dec/PDF_Pro_G/Eng_Pro_G.pdf . 19 Concretamente, las FMI deben también trabajar con el gobierno afgano para asegurar que las actividades de las ANSF respeten lo que estipulan las resoluciones 1325 y 1820 del Consejo de Seguridad de la ONU. Entre otras cosas, la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU exhorta a los estados miembros a garantizar que las mujeres participen en los niveles de toma de decisiones para la prevención, la gestión y la resolución de conflictos. La resolución 1820 también apela a la participación de la mujer en la prevención de conflictos y en la resolución de discusiones, y fortalece la protección de la mujer de la violencia sexual. 20 Craig Whitlock y Greg Miller, “US Covert Paramilitary Presence in Afghanistan Much Larger than Thought”, Washington Post, 22 de septiembre de 2010, disponible en: http://www. washingtonpost.com/wp- dyn/content/article/2010/09/22/AR2010092206241.html. 21 UNAMA Human Rights. 22 Aunque que no existe un mecanismo de rastreo que se centre exclusivamente en las reclamaciones por daños causados por las FAS, ni datos desagregados de daños a la población civil en función de las nacionalidades de las fuerzas responsables, la unidad de rastreo de bajas de UNAMA Human Rights y de las ANSF, informa de que las FPG

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causaron daños a la población civil, lo cual incluye con frecuencia a las ANSF. 23 Philip Alston, Informe del Relator Especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Consejo de Seguridad de la ONU, 28 de mayo de 2009. 24 Carlotta Gall, “In Afghan South, US Faces Frustrated Residents,” NY Times, 16 de octubre de 2010, disponible en: http://www.nytimes.com/2010/10/17/world/asia/17afghan.html?_r=1& hp=&pagewanted=all . 25 Erica Gaston y Rebecca Wright, “Losing the People: The Costs and Consequences of Civilian Suffering in Afghanistan,” Campaña por las vícimas inocentes en el conflicto (CIVIC), Octubre de 2008, disponible en: http://www.civicworldwide.org/storage/civic/documents /afghan%20report%20final.pdf . 26 Zabihullah Mujahid, “Statement of Afghan Taliban about Civilian Casualties’ Survey,” 16 de agosto de 2010, disponible en: http://www.nation.com.pk/pakistan-news-newspaper- daily-english-online/International/16-Aug-2010/Statement-of-Afghan-Taliban-about- civilian-casualties-survey . 27 Mathieu Lefèvre, “Local Defense in Afghanistan: A Review of Government-Backed Initiatives,” Afghanistan Analysts Network, mayo de 2010, disponible en: http://aan- afghanistan.com/uploads/20100525MLefevre-LDIpaper.pdf . 28 Ibid. 29 Philip Alston. 30 Los distritos meta de la ALP son: Badghis, Baghlan, Daikundi, Kandahar, Kunar, Kunduz, Paktia y Uruzgan. “Second Batch of Afghan Local Police to be Deployed in 9 Afghan Districts,” Xinhua, 7 de noviembre de 2010, disponible en: http://big5.xinhuanet.com/gate/ big5/news.xinhuanet.com/english2010/world/2010- 11/07/c_13595459.htm; Rajiv Chandrasekaran y Joshua Partlow, “Petraeus Cites Progress in Kandahar,” Washington Post, 23 de octubre de 2010, disponible en: http://www.washingtonpost.com/wp- dyn/content/article/2010/10/22/AR2010102206608.html. 31 Conversación con un funcionario de la Embajada de Gran Bretaña, Kabul, 2 de octubre de 2010. 32 Alissa J. Rubin, “Afghan Rivalries Bedevil a US Plan,” NY Times, 11 de mayo de 2010, disponible en: http://www.nytimes.com/2010/03/12/world/asia/12afghan.html . 33 Erica Gaston y Jonathan Horowitz. 34 PRT Executive Steering Committee, “PRT Policy Note 3: PRT Coordination and Intervention in Humanitarian Assistance,” 22 de febrero de 2007, disponible en: http://www.unamagroups.org/kabulprtworking group . 35 Marit Glad, “Knowledge on Fire: Attacks on Education in Afghanistan, Risks and Measures for Successful Mitigation,” CARE/Ministry of Education/World Bank, Noviembre de 2009, disponible en: http://www.care.ca/ck finder/userfiles/files/Knowledge_on_fire-attacks_ schools.pdf . 36 Conversación con un funcionario del gobierno afgano, 23 de octubre de 2010. 37 Elisabeth Bumiller, ‘US General Cites Ambitious Goals to Train Afghan Forces’, NY Times, 23 de agosto de 2010,disponible en: http://www.nytimes.com/2010/08/24/world/ asia/24military.html . 38 “CJ Chivers, ‘Gains in Afghan Training but Struggles in War’, NY Times, 12 de octubre de 2010, disponible en: http://www.nytimes.com/2010/10/13/world/asia/13kabul.html?page wanted=1&_r=1 . 39 Ibid.

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