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LA BIBLIOTECA N° 7 | Primavera 2008 ÍNDICE 3 Editorial Diálogos 10 • Beatriz Sarlo: “Encuentro más percepción de verdad en la literatura que en la etnografía”. Por María Pia López y Sebastián Scolnik 26 • Juan Molina y Vedia: “La ciudad es la huella”. Por María Pia López y Sebastián Scolnik 40 • Sandro Mezzadra: “Las migraciones van configurando otro espacio latinoameri- cano”. Por Sebastián Scolnik e Ignacio Gago Ensayos y crónicas urbanas 54 • La pampa como el mar. Por Graciela Silvestri 72 • Estampas de la decepción. Por Adrián Cangi 88 • Ficciones de lo habitar. Sobre arquitectura, ciudad y cultura. Por Pablo Sztulwark 102 • El santuario de Cromañón. Por Cecilia Flachsland y Violeta Rosemberg Imágenes en la ciudad 114 • La ciudad y sus otros. Por Eduardo Rinesi 124 • Figura en un mapa de la ciudad. Por Miguel Vitagliano 146 • Barrios pespunteados. Por Guillermo Korn 154 • Historia de dos ciudades y un país. Por Hernán Sassi 162 • La redención por la máquina. Por Pablo Gianera 172 • La Revista de América: caleidoscopio urbano-modernista. Por Margarita Martínez 184 • Buenos Aires como mito peronista. Por H.G. 192 • Colectivo peronista. De los barrios al centro. Por Roberto Baschetti 200 • Grotesco, crisis y obsesiones arltianas. Por Jorge Quiroga Variaciones sobre la ciudad 214 • Cuadrantes de la ciudad de Buenos Aires. Por Horacio González 222 • Soñar un puerto y despertar en un barrio. Notas sobre Puerto Madero. Por María Pia López y Ezequiel Grimson 242 • Tensiones entre los procesos de recualificación cultural urbana y la gestión de la diversidad cultural. Por Mónica Lacarrieu 254 • Clasificaciones espaciales urbanas y política en Buenos Aires. Por Alejandro Grimson 272 • La construcción del escenario público y las políticas urbanas. Por Jaime Sorín Intermezzo 280 • Elogio de la amistad (a Nicolás Casullo). Por Ricardo Forster 286 • Una conversación interrumpida. Por María Pia López y Nicolás Casullo Palabras dadas 292 • Peregrinaciones de Juan Bautista Alberdi. Por Oscar Terán 304 • Subjetividad y política en la sociedad massmediática. Por Nicolás Casullo Siluetas 322 • Salvadora Medina Onrubia. Montajes alrededor de una autora. Por Vanina Escales 336 • Ensayo, crítica y peronismo. A propósito de “Perspectivas de una economía na- cional” de John William Cooke. Por Sebastián Artola 360 • Camila O’Gorman. Entre federales y unitarios. Por Mario Tesler 1 LA BIBLIOTECA N° 7 | Primavera 2008 Tesoros 374 • Múltiples imágenes del progreso. Fotografía y transformaciones del mundo ma- terial a fines del siglo XIX. Por Verónica Tell 402 • La Nación y los combates por la lengua. Por Fernando Alfón Labor bibliotecológica 434 • Perspectivas del control de autoridades en la biblioteca nacional de argentina: pasado, presente y futuro. Por Elsa Barber 448 • ¿Qué piensan los usuarios de las bibliotecas? Por Mercedes Patalano 468 • La Hemeroteca de la Biblioteca Nacional: un breve recorrido por nuestra colec- ción. Por José Luis Boquete Salgado 2 LA BIBLIOTECA N° 7 | Primavera 2008 Editorial Políticas del libro: hacia la bibliografía nacional Suele citarse como elogiable antecedente de la elaboración de una bibliografía nacional, en Argentina, al importante y raro trabajo de Alberto Navarro Viola, los Anuarios bibliográficos, que cu- bren los años de 1880 a 1886. Se trata de una contribución efectiva a un registro completo y razonado de todo lo que en un período dado se ha publicado en el país. Sin duda, es un esfuerzo singular. Este bibliófilo, filólogo, etimólogo y crítico literario de la generación del 80 intentó construir un proyecto bibliográfico que hoy debe volver a considerarse. Los intereses culturales de Navarro Viola explican que su afán de bibliografista apareciera como una verdadera relación entre todas esas dimensiones del conocimiento, desde el estudio de la lengua hasta lo que hoy llamaríamos teoría literaria. La profesora Susana Romanos de Tiratel, en uno de sus trabajos sobre la bibliografía nacional,1 indica que el esfuerzo de Navarro Viola es artesanal. No disentimos con esta calificación, pero nos gustaría señalar los rasgos de actualidad que poseía este valioso experimento. El intento de clasificar toda la producción escrita y publicada de esos años se rige por un rigor estadístico y descriptivo no- table. Pero el autor agrega un comentario preciso y sugerente de muchas piezas bibliográficas. No sólo no abandona el esfuerzo de comentarlas ateniéndose muy estrictamente a su contenido, sino que tampoco se priva de destacar fragmentos o insertar alguna mención orientadora. No hemos hecho más que una rápida consulta de estos volúmenes, pero vale la pena señalar que este estilo bibliográfico tiene todas las características de lo que hoy sería una catalogación producida por medios automatizados que registraran las variadas dimensiones de un libro. Conserva el espíritu de exhaustividad aunque, por supuesto, no se plantea todos los campos en que la bibliotecología contemporánea –hasta llegar al actual sistema RDA– describe sus múltiples tipos de materiales y relaciones. Sin embargo, su descripcionismo riguroso, que sigue el camino clásico de las ciencias catalogadoras, mantiene tan alta tensión con su objeto, que se percibe el propósito inevitable de que a partir de la descripción específica de cada caso, se llegue a una consideración cualitativa sobre todas las consecuencias que produce la existencia de un libro en el conjunto cultural de la época. En este sentido, al trabajo de Navarro Viola hay que ponerlo en conjunción con la contemporánea obra arqueológica de Florentino Ameghino en cuanto a la importancia genealógica de los elementos a ser descriptos, a su vez capaces de formar parte de una totalidad en movimiento (en el caso de Ameghino, como se sabe, de una teoría de la evolución de la materia). En el mencionado trabajo de Susana Romanos se indica también la existencia de otros proyectos de bibliografía nacional, como el del ingeniero Federico Birabén, que con espíritu latinoamericano y no poco de utopismo científico, hacia 1910, formuló el proyecto de trazar el cuadro bibliográfico na- cional que tuvo diversos inconvenientes respecto a su localización física –era postulada, en un primer momento, la Universidad de Buenos Aires– y una década después, no tiene mejor suerte la propuesta de Cisneros Malbrán que, como la anterior, se basaba en criterios internacionales de catalogación y creación de oficinas bibliográficas nacionales, en este caso, situadas en la Universidad Nacional de Córdoba. Otros intentos no menos considerables tuvieron lugar en la década del 40, pero tampoco conocieron un destino próspero. Expresiones muy consistentes del pensamiento bibliotecológico ar- gentino siguen preguntándose hasta hoy por qué no pudo instituirse un nivel institucional adecuado, en una localización adecuada, para realizar la empresa de la bibliografía nacional. Una fácil respuesta, que surge espontáneamente, lleva a postular el mal funcionamiento de las instituciones del depósito 3 LA BIBLIOTECA N° 7 | Primavera 2008 legal. De inmediato, esto suele relacionarse con la inexistencia de una coordinación por parte de la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso y el Archivo General de la Nación, además de las instancias nacionales que atienden el derecho de autor y la Cámara Argentina del Libro, desde 1982 el organismo destinado a registrar el ISBN. Nada de esto deja de ser cierto; las deficiencias son conocidas desde hace décadas y las han seña- lado ilustres bibliotecarias argentinas, como Josefa Sabor, y en conocidos trabajos. Llama la atención, entonces, la persistencia del problema. La vacilación para solucionarlo no tiene que ver con descono- cimiento o inhabilidad, sino con un dilema de orden conceptual. Hay que admitir que no poseemos una definición apropiada de lo que es la bibliografía nacional y los recursos críticos, conceptuales, técnicos y administrativos que reclama. No es consuelo que muchos países estén en situación similar, por más que algunos de ellos, como Brasil, cuenten con la ventaja de que la oficina nacional de depósito legal se halla instalada en la propia Biblioteca Nacional. Volvamos entonces a Navarro Viola. ¿Por qué fue posible la publicación de ese Anuario hace más de un siglo y hoy no se encuentra una efectividad ni una obra similar en un momen- to de abundancia de recursos tecnológicos? Ciertamente, un universo bibliográfico más restringido y la persistencia de la alianza clásica entre artes bibliotecarias e intereses intelectuales de la esfera crítico- cultural, hacían más practicable la tarea hacia finales del siglo XIX. ¿Entonces, se llegaría hoy a la bibliografia nacional, ese antiguo fetiche de la bibliotecología de la era de las naciones, apelando a poderes tecnológicos semejantes a los que nos presentan las expe- riencias de condensación y uso que provocan el i-pod o el mp3? Tenemos la impresión de que es tan fácil llegar a la bibliografía nacional a partir de una actividad clasificatoria a la luz del RDA o el FRBR –sistemas de descripción y relaciones estructurales que llevan el arte bibliotecológico a la altura de la teoría de la información–, como igualmente inadecuado dejar de lado el aspecto que precisamente llamaríamos artesanal, que una acción de esa índole debería tener. En este caso, se trataría de una artesanía bibliotecaria que desde luego debería incluir una oficina con ese nombre, vinculada a los dispositivos legales del depósito legal, para hacerlos viables de un modo más calificado. Una realidad institucional de esta índole debe existir, pues, en el orden de la organización bibliotecaria argentina, y cuya sede debería hallarse en la Biblioteca Nacional, precisa- mente el lugar al que tanto se le demandó esta instancia y que –nos duele este autoreconocimiento– está en mora para realizarla. Sin embargo, al hablar de “artesanía”, no sólo se trata de darle a la bibliografía nacional un funda- mento institucional razonable, de rango y visualización apropiada, sino de reinstaurar a nivel adecua- do los intereses que llamamos crítico-culturales en torno a la realidad, historia y significados del libro. Desde luego, la historia del libro excede la historia de las naciones. Y ese es quizás el plano máximo en que se la excede.