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El vicio de la acedia y el giro estético de Dante

Por Pablo Williams

— I —

l vicio capital de la ace- dia, que atormentó pri- mero a los anacoretas del desierto y luego a los Emonjes conventuales, y afinó des- pués el análisis psicológico de los teólogos escolásticos del occiden- te medieval, fue definido por un lexicógrafo, Cesario de Heister- bach (s. XIII), como la tristeza originada en la confusión de la mente o en el excesivo tedio o en la amargura del ánimo, por la que se extingue el gozo espiritual y por la que la mente, en una especie de precipicio espiritual, se vuelve sobre sí misma. Tomás de Aquino la

1. Cesarius von Heisterbach (Mirac., In memoriam I. IV.27) en el diccionario de Du Héctor Ciocchini Cange. Sobre la Acedia ver: Wenzel,

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 14 consideró pecado mortal por opo- que la voz, de todos los movi- nerse a la caridad, al amor divino. mientos externos, expresa más Porque el efecto propio de la cari- el pensamiento y el afecto inte- dad –nos dice– es el gozo de Dios rior” (Summa Theol. I-II, q. y la acedia es la tristeza del bien 35). espiritual en cuanto es el bien di- Hacia fines de la Edad Media vino. De entre las “hijas de la ace- se producen ciertas mutaciones dia”, o de la tristitia, su sinónimo, de la concepción de la acedia. La registradas ya en las primeras cla- irrupción del mundo laico al pri- sificaciones de los vicios capitales mer plano de la vida social pone (Casiano, Gregorio Magno) re- en su lugar el tema del ocio y la cordaremos algunas que caracte- pereza. Por otro lado, Petrarca rizan a los acidiosos de la Divina descubre, en la extrema subjeti- Comedia: la amargura, la deses- vidad del Secretum, el placer de la peración, la somnolencia, la di- acedia, y la analiza sobre todo co- vagación de la mente (evagatio mo la experiencia negativa del mentis), y dos que se relacionan tiempo. Ya en el siglo XV, el neo- con el lenguaje: el parloteo vacío platonismo de Marsilio Ficino (verbositas) y la pérdida de la pa- habría de descubrir, a través de labra. En relación a lo último, los célebres Problemas, XXX de Tomás de Aquino cita a Gregorio Aristóteles, la energía creadora de de Nisa: “la acedia es una triste- aquella melancolía de la tradición za que priva del lenguaje”, y médica cuyos síntomas negativos comenta... venían a coincidir en buena parte “se dice especialmente que la con los de la acedia medieval. De acedia priva del lenguaje, por- la acedia, dice Edgard Wind, fue destilada la noble melancolía, así S.: The Sin of Sloth “acedia” in como la lujuria se transformó en Medieval Thought and Literature, la noble voluptas humanista. Chapell Hill, 1960 y Elders, L.: “L´acédie, un vice capital mal connu”, en Nova et Vetera, 1994 nº 2. Ver el clásico estudio sobre el tema: 3. pp. 175-184. Sobre la acedia en Klibansky, R., Panofsky, E., Saxl, Dante, ver el artículo accidia de A. F.: Saturno y la Melancolía, Madrid, Ciotti en la Enciclopedia Dantesca, 1991. Roma, 1970, vol. I, p. 26. 3. Wind, E.: Los Misterios Paganos

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En la Divina Comedia se pro- último, el énfasis dantesco en la duce también una modulación mortificación que la acedia produ­ de la acedia, pero en un sentido ce en el lenguaje, se articula con distinto, que solo superficialmen- su conciencia de la poesía como te podríamos llamar laico. Aquí acto lingüístico. este vicio capital participa, como Pero así como Dante, según en cierto modo también la luju- ha señalado Guglielmo Gorni, ria, de ese extraordinario giro es- tiende a una representación dialéc­ tético del pensamiento medieval tica de todas las fases del proceso de acerca de Dios, del mundo y del liberación espiritual, en sí mismo hombre que el Poema realiza. Un y en los demás, y en su poesía no se giro que, en el marco de la meta- da estado de gracia sin medirse la física escolástica, podría expresarse distancia del punto negativo de par­ como si el florentino hubiese or- tida, la comprensión cabal de la denado jerárquicamente los tras­ acedia dantesca implica, a su vez, cendentales del ser, derivando el la iluminación de su opuesto: Bonum y el Verum del Pulchrum. el gozo. El gozo entra también Esta modulación estética en en ese gran giro estético de la Co- la representación de la acedia se media como respuesta positiva manifiesta en tres puntos. Prime- ante la belleza del mundo, como ro, la acedia es presentada como experiencia interior y como ma- relación negativa ante la belleza, nantial de la más alta lengua la armonía y el esplendor del mun­ poética. do creado (pulchritudo, ordo, cla- ritas). Luego, y aquí la nueva di- — II — mensión estética tendría ya un matiz de modernidad, la acedia es representada particularmente n el canto VII del Infierno, en relación a la subjetividad del EDante y Virgilio bajan en las afecto y de la imaginación. Por tinieblas hacia el quinto círculo siguiendo por una hondonada so­ del Renacimiento, Barcelona, 1968, p. 76. La explícita asimilación de litaria el descenso de unas aguas acedia y melancolía está sin embargo atestiguada solo en el siglo 4. Gorni,G.: Il nodo della lingua e il XVII. verbo d´amore, Firenze, 1981, p.13.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 16 oscurísimas que luego, abajo, se espíritus ocultos, sin rostro, sin prolongan hacia un vasto panta- nombre ni palabra. La ironía de no. Es la laguna Estigia, nombre la justicia divina impone su con­ griego que el autor de la Comedia trapasso analógico como sucede ha leído en Servio (ad Aen. VI con los iracundos que prolongan 134) traducido al latín como tris- eternamente sus violencias: la cul- titia. Al llegar al lugar, Dante ve pa, el humo acidioso de la vida una multitud desnuda y cubierta se ha convertido en pena, en el de barro, ocupada en una silen- fango eterno. Como otros con- ciosa, espectral y grotesca batalla denados del infierno –Francesca de unos contra otros. Son los ira- da Rimini, Pier da Medicina, cundos, le explica Virgilio, quien Mastro Adamo–, los sumergidos luego añade: dicen su nostalgia por el paisaje “...y debes creerme también/ que iluminado de la tierra. bajo el agua hay gente que sus- Se ha impuesto hoy entre los pira,/ y hacen burbujear el agua dantistas una interpretación ba- en la superficie/ como te lo di- sada en distinciones de la ética cen tus ojos por donde miren./ aristotélica que, a partir de una

Clavados en el limo dicen ‘Tris- glosa de Bernandino Daniello (si- tes fuimos/ en el aire dulce que glo XVI), ve en estos sumergidos se alegra del sol/ llevando den- no los culpables de la acedia, sino las víctimas de un grado distinto tro un humo acidioso/ ahora  nos entristecemos en el fango de la ira . Se trataría de la ira len- negro. Gargarizan este himno 5. Los comentarios que siguen la en sus gargantas/ pues no pue- interpretación de Daniello son, den decirlo con palabras ínte- entre otros, Torracca, Scherillo, Scartazzini, Porena, Sapegno, gras’ ” (Inf. VII, 117-126). Bosco, Vallone. Marti y Chiavachi- Leonardi prefieren en cambio la Hay un dejo de piedad pri- identificación tradicional que aquí mero, y luego mucho sarcasmo seguimos, y que puede leerse en los en el lenguaje plebeyo, en las ri- comentarios de los hijos de Dante, mas “ásperas y roncas” del discur- en Boccaccio, Ottimo y Buti. El último defensor de la tesis de una so de Virgilio, intérprete de esas acedia de la ira es Gino Casagrande vanas burbujas que producen unos en su artículo “Acidioso fummo” (Studi Danteschi, vol. 77, Firenze,

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 17 ta, rencorosa, amarga, o demasia- medio entre excesos opuestos. Así do paciente frente al mal, opuesta lo comprendió ya Boccaccio en a la ira explosiva de los personajes su comentario a este pasaje. que aparecen luchando en la su- La tristeza acidiosa del Estigio perficie. El humo que los llena dantesco, sin embargo, no está no sería otro que el clásico humo referida directamente al bien di- del fuego de la ira. Esta interpre- vino, o al bien espiritual en ge- tación soslaya por completo la neral, según concebía este vicio representación de los personajes Tomás de Aquino, sino al bien que únicamente confronta su ac- espiritual de la belleza. El vicio tual tristeza con su pasado triste aparece como un rechazo a la be- en un mundo solar. Sólo Natalino lleza del mundo, al aire dulce que Sapegno, en su comentario, vacila se alegra del sol. El lamento vano un instante antes de aceptarla sale como gárgaras de la garganta también: de estos desdichados, pero no es “...esta explicación... deja algu- una consecuencia marginal de la na duda a quien considere el incómoda ubicación en el barro; contrapasso modo en que estos tristes están es otra forma de . El tristitia representados por el poeta, que lamento de la ante el mun- insiste precisamente en su tris- do bello se ha convertido en el teza y no, como se esperaría, en infierno en lamento fragmentado, la condición del ánimo excesi- es una culpa que el arte divino ha vamente remisiva y tórpida” . convertido en elemento de la pena. En verdad, al colocar en el mis­ Con este lenguaje roto inicia mo sitio a iracundos y acidiosos, en la secuencia narrativa de la Co­ Dante aplica la idea, también aris- media lo que podríamos llamar totélica, de la virtud como justo el eje temático del lenguaje, un eje que, en verdad, atraviesa es- 2002, pp. 57-71). Casagrande pacialmente todo el orden cósmi­ sostiene incluso que los sumergidos co y ético del Poema, y desde la son víctimas no de la ira lenta sino de la superabundantia irae. afasia absoluta de Lucifer en el 6. Alighieri, D.: La Divina Commedia, centro del mundo se eleva hasta a cura di N. Sapegno, Milano, el canto de los bienaventurados Napoli, 1957, p. 90.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 18 y de los ángeles en la Rosa del nus en la hora del Oficio; es ora- Empíreo, para culminar luego en ción, pero sobre todo, es exalta- el silencio del rayo divino donde ción jubilosa. El gozo del himno penetra el ojo místico del pere- es un motivo singular de la Divi- grino, ante quien se abre nueva- na Comedia. mente la palabra, el libro de El deleite de quienes cantan Dios. himnos en la narración dantesca suele ser tan intenso como para — III — ocultar con la música la inteligi- bilidad de las palabras. Este fenó- meno que Dante describe con irgilio, en su hermenéutica precisión tiene su corresponden- Vlacunar, ha sido irónico, an- cia visual en el ámbito litúrgico tifrástico. Ha llamado himno al medieval: el aura luminosa que lamento roto de los acidiosos, fi- en los coloridos vitrales o en el jos ahora en el cieno y en el pa- oro de ciertas Palle hacen perder sado. ¿Por qué un himno? al espectador que se acerca la per- El himno es en el mundo clá- cepción nítida de las figuras re- sico una celebración de los dioses. presentadas, rechazándolo así, y En la tradición litúrgica cristiana, atrayéndolo al mismo tiempo con el himno –particularmente el de su fulgor numinoso. De este mo- las horas canónicas– es glorifica- do, cuando Dante peregrino tras- ción divina, consagración de la pone las puertas del , hora presente como espacio de la oye un sonido confuso y cree per- experiencia interior, representa- cibir el himno Te Deum laudamus ción del universo a partir de la cantado en forma polifónica, de posición del sol o del astro de Ve- modo que las palabras se oyen un momento claramente, otro momen- 7. En este eje se inscriben el sufri- miento por hablar de Pier delle to no (Purg. IX,145). El grito hím- Vigne, Ulises y Guido de Montefeltro, la destrucción de la 8. Sobre los himnos del breviario lengua del demonio Pluto, la romano y su dimensión “cósmica” ininteligibilidad del gigante hay dos bellas páginas en: Vachon, Nemrod, las voces del Purgatorio, A.: Le temps et l´espace dans el aura musical del canto de l´oeuvre de Paul Claudel, Paris, , etc. 1965, pp. 240-1.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 19 nico del Gloria in excelsis, que Dante, tras saludar a su descen- cantan las almas del Purgatorio diente celebrando su destino úni- cuando la liberación de Estacio co en lengua latina y en estilo es tal que Dante sólo comprende hímnico, añade cosas, exaltado las palabras de quienes cantan de gozo, que yo no comprendí –di- cerca suyo (Purg. XXI 136-138). ce Dante– tan profundo fue su En el Paraíso Terrestre Dante oye lenguaje (Par. XV, 39). Un len- el himno que cantan los persona- guaje notemos, que no se dirige jes de la procesión alegórica cuan- a nadie, ni siquiera a Dios. Cuan- do el Grifo-Cristo renueva las do luego se distendió el arco de su flores púrpuras del árbol de la jus­ afecto ardiente de modo que sus ticia original: palabras volvieron ser compren- “yo no lo comprendí y aquí no sibles, lo primero que Dante oye “Bendito seas se canta/ el himno que cantó es una frase hímnica: tú, trino y uno/ que has sido tan aquella gente/ ni toleré la me- generoso con mi simiente”, lodía completa” (Purg. XXXII, como 61-63). si hubiese estado cantando un himno sólo para sí La potencia de la música lo en su rapto místico. En todos es- entrega así a un misterioso sueño tos casos el gozo extremo del him- de redención y de transfiguración, no se manifiesta en la transfor- como se sugiere después al des- mación misma de su lenguaje o pertar el peregrino. Luego, en el en la ocultación de este por la Paraíso Celeste, en el cielo de melodía, que en su propio movi- Marte, en la inmensa cruz griega miento extático se libera hacia que forma la galaxia de las cente- significados indefinidos. llas de los mártires de la Fe, se Es en el marco de estas repre- forma con sus voces un himno de sentaciones litúrgico-musicales alta lode, alta alabanza, del que del himno que la antífrasis iróni- Dante percibe dos palabras sola- ca de Virgilio “este himno garga- mente: Resurgi y Vinci. Resucita rizan en su garganta” cobra todo y Vence. La experiencia se repite su sentido. El lamento acidioso en seguida, en un a solo, cuando está atrapado en el pasado del pe- Cacciaguida, el antepasado de cado, en el extrañamiento a la

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 20 regocijante luz del sol, y expresa albedrío. Terminada la explica- la tristitia de un espacio clausu- ción, Dante comienza a sentir rado. El himno, por el contrario, somnolencia. Ya es de noche y la se abre al presente divino, al ciclo luna brilla con intensidad sobre diurno del sol y al júbilo trascen- este espacio vacío en el centro del dente. Con todo, lamento e him- mundo moral de la Comedia. Pe- no comparten una cosa: la tensión ro de pronto aparecen los acidio- hacia el silencio. Se presentan ca- sos a la carrera, que así se purifi- da uno en los extremos opuestos can de la inercia de su vida, de su de una línea del lenguaje marcada poco amor. Dos de ellos al frente por el afecto: el gozo máximo y la de la columna y dos cerrando la tristeza máxima indican los pun­ marcha gritan en la noche ejem- tos donde el silencio empieza. plos de la virtud contraria a la acedia: la solicitud –María que — IV — corre a visitar a su prima Isabel, César luchando veloz contra los pompeyanos– y de acedia casti- n el canto XIX del Purgatorio, gada –los Hebreos que no llegan EDante y Virgilio llegan hacia a Palestina y los compañeros de el anochecer, a la cuarta terraza Eneas que abandonan el viaje de la montaña, lugar central de heroico–. todo el ordenamiento moral del El vicio de estos pecadores ha mundo de ultratumba. Dante sido la acedia tradicional, el re- siente cansado el cuerpo, ve la te- traimiento ante el bien de Dios, rraza desierta, y le pide a su maes­ ante sus fines providenciales (que tro que le diga el pecado que allí cumple a través de Israel y de Ro­ se purga. Se trata de la acedia, ma, de María y de César, de los responde Virgilio, el amor escaso hebreos y los troyanos), aunque a Dios, el bien último del hom- el caso de la solicitud de César y bre, lo que esclarece en seguida el de la inercia de los troyanos con un discurso general sobre el puedan representar la acedia “lai- Amor como origen de todo vicio ca”, la pereza frente a la acción. y de toda virtud, sobre su esencia Sólo uno de estos acidiosos anó- y sobre su relación con el libre nimos habla un momento con

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Dante, una figura conventual, rencia a la escritura mágica de esta el abad de San Zeno en Verona. constelación en la tierra. Cuando este ya desaparece junto “En la hora en que el calor diur- a los otros, pues no pueden dete- no/ ya no puede más entibiar el ner mucho tiempo su carrera, la frío de la luna/ vencido por la somnolencia del cansado peregri- tierra, y a veces por Saturno// no vuelve con fuerza, los pensa- cuando los geomantes a su For- mientos se suceden unos a otros tuna Mayor/ ven en el oriente, evagatio mentis (la ) hasta que por antes del alba/ ascender en un el pensamiento trans- fin, nos dice, sitio que poco tiempo quedará formé en sueño (Purg. XVIII, 145) . oscuro,/ me apareció en sueños Y aquí dentro del sueño comien- una mujer balbuciente/ bizca, za la representación de aquella con los pies torcidos/ las manos forma de acedia que Dante había encogidas, y de color pálido./ Yo mostrado en el canto VII del la miraba...” 10. como vicio ligado nega- tivamente al conocimiento del 9. La geomancia es un arte divinatoria cosmos y al lenguaje. El sujeto que pasó del mundo árabe al acidioso, sin embargo, es ahora occidente latino en los siglos XII y él mismo, Dante personaje, pe- XIII, y se practicó en Italia pasado el Renacimiento. Se obtenía un regrino y poeta. horóscopo marcando al azar unos El sueño acontece bajo el do- puntos en la arena de las playas, al minio de la luna y de Saturno, amanecer, que luego se unían con planetas fríos, pero en la hora de líneas, componiendo 16 figuras (Alegría, Tristeza, Fortuna Mayor, la noche que precede la salida del Fortuna Menor, etc.) asociadas a las sol en Aries, es decir cuando en constelaciones del Zodíaco. el oriente brilla aún Piscis, cuya Passavanti la considera arte diabólica en su Specchio di vera forma asociaban los geomantes a penitenza. la constelación imaginaria Fortu- 10. “Nell´ora che non può ´ l calor na Mayor, una de las figuras que diurno/ intepidar più il freddo della los adivinos dibujaban en la are- luna,/ vinto da terra, e talor da Saturno;// quando i geomanti lor na de las playas hacia el alba. Es Maggior Fortuna/ veggiono in un signo augural positivo la refe- oriente, innanzi a l´alba/ surger per via che poco le sta bruna;/ mi venne in sogno una fémmina balba,/ negli

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La mirada alucinada de Dante el fenómeno del deseo por la ima- personaje dentro del sueño va gen interiorizada, por la phantasia transfigurando este espantajo en (o imaginativa) y por la concen- una bella mujer, cuya lengua en- tración del ánimo sobre ella. En seguida resulta experta, su palabra el sueño alegórico, la mirada de liberada, y la convierte al fin en Dante alegoriza la mirada inte- una sirena cuyo canto mágico se rior12. Pero el deseo incontrolado, expresa en una lánguida música a partir del mismo esquema, se verbal sostenida con anáforas, ali- presenta ahora como productor teraciones y paranomasias: de imágenes falsas. “Yo soy –cantaba– yo soy dulce El lector recuerda aquí a los bolgia Sirena/ que hechizo a los ma- dos personajes de la de los rinos en medio del mar/ tan falsarios en el octavo círculo del Inf llena estoy de placer para el oí- infierno ( . XXX, 128): Mastro do./ Yo desvié a Ulises de su ca- Adamo, falsificador de la mone- mino errabundo/ con mi cantar, da, convertido ahora en un hi- y quien se habitúa conmigo/ drópico monstruoso por la sed rara vez parte, tan del todo lo inextinguible que le producen las sacio” 11. falsas imágenes de los arroyos del Casentino, frecuentados en vida El ojo del deseo transforma lo y que no lo abandonan; y Sinon deforme en belleza, el mal en ima­ el griego, falsificador de la pala- gen del bien, y queda seducido bra, que desea, según el vituperio por el resultado de su propia ac- de su compañero de pena, lamer ción. En el canto precedente (Purg. 12. El sueño alegórico traduce la XVIII), Virgilio había explicado dimensión imaginaria del deseo, manifiesta en laTeología de occhi guercia, e sovra i piè Aristóteles, texto neoplatónico y distorta,/ con le man monche, e di plotiniano muy influyente en el colore scialba./ Io la mirava...”. medioevo: “ostenditur vitia omnia, 11. “Io son,-cantava-io son dolce in qua nostra sponte incidimus, a serena,/ che´marinari in mezzo mar quaedam animi fascinatione dismag/ tanto son di piacere a sentir proficisci”. Está también implícita piena!/ Io volsi Ulisse del suo camin la concepción de la visión por vago/ al canto mio; e qual meco si medio del spiritus visivus, o del ausa,/ rado sen parte; sì tutto rayo visual, según la medicina y la l´appago!”. óptica de la época.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 23 la fuente de Narciso, es decir la penetra su pensamiento; le explica imagen falsa por antonomasia se- que la mujer balbuciente y defor­ gún la interpretación medieval me transformada por la mirada del mito clásico. Ambos falsarios de Dante en una belleza hipnó­ son, según Roger Dragonetti, fi- tica es la antigua bruja que sim- guras de la malizia, del mal que boliza los tres pecados capitales se disimula en la apariencia del de la concupiscencia de los falsos bien ante la misma conciencia bienes expiados en las tres últimas que lo practica, cegándola sobre terrazas del Purgatorio, que falta sus efectos, y que coincide con la recorrer aún: la avaricia, la gula y culpa original adánica, con la ra- la lujuria. Has visto como uno se zón autosuficiente y el amor ex- libera de ella, explica también el cesivo de sí13. Aunque no hay maestro. malizia, por cierto, en el prota­ En esta alegoría, Dante ha rees­ gonista del sueño, sino puro de- crito la escena introductoria de la seo, se repite en su experiencia la Consolación de la Filosofía de estructura de la autofascinación Boecio, donde la personificación de los falsarios. de la Filosofía, una mujer de as- Pero aparece en el sueño de pecto sublime y ojos luminosos, inmediato una mujer santa y so- se presenta en la cárcel ante el au- lícita que reclama dramáticamente tor, quien, dolorido por su catás- la reacción de Virgilio, quien, fi- trofe personal, escribe un poema jos los ojos en la nueva mujer, se elegíaco. La Filosofía arroja fuera acerca a la sirena, abre sus ropas a las musas del lamento a quienes por delante y exhibe un vientre llama sirenas y meretrices de teatro, putrefacto, cuyo hedor despierta y convoca a sus propias musas al durmiente. para rescatar de la mudez y del Dante, reemprende entonces letargo a esta víctima, lo que exi- su camino mirando al suelo en girá, como propedéutica, levantar típica actitud acidiosa. Virgilio su mirada a las perfecciones de la esfera celeste14. Boecio prolonga 13. Dragonetti, R.: “Dante et Narcise ou les faux-monnayeurs de l´image”. 14. Boethius: Consolatio Philosophiae, En Revue des études italiennes, XI, L I Pr. I. Además de Boecio, Dante 1965, p.85-146.. utiliza en su alegoría, según G.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 24 en su alegoría la confrontación ornata, quien interrumpe la ma- platónica de poesía y filosofía, gia de una poesía carnal, donde pero insiste en el carácter plañi- los signos no trascienden u ocultan dero de sus propias musas, como la caducidad, interrumpe el canto en su autorretrato de prisionero falso de una sapientia mundi que deprimido y cabizbajo y en lo que puede atraer a Ulises15. llama su letargia (un estado cer- Y si la Filosofía reconducía a cano al de la melancolía de la an- Boecio hacia la esfera celeste, Vir- tigua medicina humoral). El con- gilio, tras revelar el sentido de la traste no es solo entre poesía y antigua bruja, también invita a filosofía. Es también entre lamen- su alumno a mirar hacia allí: to y conocimiento celebrante del “Bástete lo dicho, sacúdete el pol- cosmos. vo de los pies,/ vuelve los ojos al Este cuestionamiento de la señuelo que hace girar/ el rey poesía, o de un género de poesía, eterno con sus magnas ruedas”. en la Consolatio subyace también en la alegoría dantesca de la mu- La metáfora presenta a las es- jer balbuciente. La mujer balbu- feras celestes como el señuelo que ciente es una figura plurifacética: el halconero hace girar en la pun- designa los deseos mundanos co- ta de una cinta para traer de vuel- mo ha explicado Virgilio, pero el ta al halcón. Virgilio señala ahora énfasis que su retrato pone en su una seducción distinta. El señue­ palabra y en su canto le confieren, 15. Dante, que no conocía la Odisea, sin duda, una dimensión meta- según la cual Ulises escapó al poética. Es Virgilio, poeta ilumi- hechizo de las sirenas, leyó en nado, el instrumento de la mujer Cicerón (De finibus, V, XVIII, 49) que el héroe griego fue tentado por celeste, como lo había sido ya de la seducción del conocimiento. No Beatriz en Inf. II con su parola ignoraba el poeta, sin embargo, la resistencia del héroe confirmada por Toffanin, el relato de la Foetida Servio y por Fulgencio, autores que Aethiopissa, de las populares Vitae conocía bien. La sirena le pudo Patrum (las vidas de los anacoretas haber sido sugerida por Circe, la del desierto, primeros conocedores maga que en la Eneida (L .VII, 10- de la acedia), en el que en una 20) hace resonar sus bosques junto visión se descubre el cuerpo al mar con un canto nocturno bajo corrompido de una mujer de Etiopía las estrellas, y que retuvo a Ulises de apariencias seductoras. un tiempo.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 25 lo es un engaño, pero verdadero, la estrella de la Retórica, el len- es un error no falso (Purg. XV, guaje de Amor. Pero, ¿tenemos 117). André Pézard ha descubier- aquí algún gozo que oponer a to que ese artilugio celeste es aquí aquella tristeza? Sí, un gozo que, el astro de Venus, que danza en para nuestra sorpresa, no es el que su epiciclo acompañando el mo- suscita el cosmos, sino el que na- vimiento de su esfera con un mo- ce del dolor interior: un ángel, de vimiento propio, y que, según voz suave y benigna, una voz que Purg. I, 21, está ahora –durante no es de la tierra y contrasta con el viaje ultraterreno de Dante– la voz balbuciente que hemos oí- exaltado en Piscis (la Fortuna Ma- do, indica a Dante la escalera que yor). Pero Venus, de acuerdo al sube a la terraza siguiente y con Convivio, simboliza por su esplen- las alas abiertas que parecían de dor (claritas) a la Retórica, al arte cisne borra con una simple agita- del lenguaje en que discurre Amor, ción del aire la inscripción del el otro nombre de Venus16. pecado en su frente: tristitia La oprimía a los espí- “Qui lugent- afirmando ser bien- ritus sumergidos en el Estigio; aventurados,/ porque serán sus sombríos eran sus pensamientos almas dueñas del consuelo”. y rotas sus palabras. Ahora, en la experiencia de Purg. XIX tenemos Es la Bienaventuranza evan- la somnolencia, el sueño del de- gélica, expresada en forma bilin- seo, el balbuceo oculto en el canto güe, que Dante hace corresponder mágico de la sirena, la mirada ha- a la acedia: Qui lugent: los que cia la tierra. El rayo frío de Satur- sufren dolor, los no acidiosos a no, que llegaba hasta lo profundo quienes el amor trascendente im- de la laguna Estigia, roza ahora plicó en el luctus, ellos poseerán en la cornisa central del Purgato- el gozo. rio la frente de un durmiente. Pero si allá había una pálida me- — V — moria del sol, aquí brillan las es- feras traslúcidas de los cielos con etengamos la atención en el 16. Pézard, A.: Dans le sillage de planeta Saturno, que presi- Dante, Paris, 1975, p. 37 y ss. D

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 26 de el sueño de Dante. La hora del to17. Esta contradicción entre los sueño, antes del alba, en ese día saberes, a la que se sumaba la cerca del equinoccio de Primave- equivocidad, dentro de la tradi- ra, está marcada por dos elemen- ción mítico-literaria, de un Sa- tos cósmicos. Uno positivo: la turno rey de la Edad de Oro y, a constelación geomántica Fortuna la vez, señor del tiempo destruc- Mayor (Piscis), que precede al sig- tor, fue resuelta por la escolástica no de Aries en el que el sol ha de del siglo XIII (Guillermo de Au- salir. La otra influencia es marca- vernia) con la idea de que el sen- damente negativa: el frío sumado tido benigno o nefasto de la in- de la Tierra, la Luna y Saturno, fluencia dependía del sujeto que el planeta frío y seco. la recibía, quien ejercía su propia La potencia maligna de Satur­ libertad. Inclinant astra, non ne- no, el planeta más lejano de la cessitant. Una solución que Dante Tierra y el más lento, constituía también acepta. una obsesión para la astrología Saturno preside, entonces, es- medieval: los hijos de Saturno, te sueño del peregrino Dante en según los tratados de la época, su aspecto oscuro: de ahí el tor- eran lentos, tristes, quejosos, sen- por, la imaginación, la sensuali- suales, proclives a las visiones, dad, los deseos del soñador, la pobres en su vestir, dobles en su mirada hacia la tierra. Pero esta lenguaje, andaban cabizbajos: un disonancia será resuelta bien ade­ cuadro deplorable que coincidía lante en el Poema, cuando el pe- en buena parte con la fenome­ regrino experimenta en el Paraíso nología de la acedia que la teolo- la cara benéfica del planeta al pe- gía describía, y con las características netrar en su cuerpo celeste. Sa- de la complexión melancólica de turno está ahora presentado en la tradición médica. Por otro la- su “exilio” en Leo, el signo zodia- do, la tradición filosófica neopla- cal opuesto a su “domicilio” ha- tónica desde la antigüedad tardía bitual, y que atenúa su frío: (Macrobio, Jámblico) considera- “Nos hemos elevado al séptimo ba a Saturno como una influencia esplendor/ que bajo el pecho del absolutamente bene­fciosa: Satur- no era el planeta del conocimien- 17. Ver Klibansky, R., Panofsky, E., Saxl, F.: Op. cit., p. 139 y ss.

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León ardiente/ irradia abajo ción agustiniana entre cuerpos ahora mezclado con su fuerza”. humanos y cuerpos celestes: Así habla Beatriz, que ense- “...No creamos [dice San Agus- guida añade: tín] que en estos cuerpos celestes los pensamientos puedan escon- “Fija la mente detrás de tus ojos/ derse como lo hacen en los nues- y haz de ellos espejos a la figura/ tros. Sino que, así como algunos que en este espejo se te hará ma- movimientos del alma aparecen nifiesta” (Purg. XXI, 13-18). en el rostro, sobretodo en los ojos, La mirada de Dante es aquí la no creo que en la transparencia contraparte –como advirtió R. A. y simplicidad de los cuerpos ce- Shoaf– de la mirada narcisista de lestes se escondan todos los mo- los falsarios del Infierno, y –aña- vimientos de su alma” 19. dimos nosotros– de la mirada El cielo, para San Agustín, es narcisista del soñador acidioso del el lugar de la manifestación total Purgatorio18. El ojo no construye de lo interior, y para Dante el lu- ahora sus imágenes con el rayo gar de la comunicación total en- visual del deseo dirigido a la opa- tre sujetos y entre sujetos y obje- cidad engañosamente especular tos. Qué lejos estamos también de la materia, sino que la mirada del ocultamiento de los acidiosos se hace ella misma espejo de un del Estigio, quienes según la glosa espejo que tiene su propia figura dantesca de Cristóforo Landino transparente, o, mejor dicho, tras- (s. XV) no participan su tristeza cendente. Este esquema de las con los demás et tutti e sui atti miradas opuestas, la irreal del de- sono oculti 20. seo proyectado sobre lo opaco y En aquel espejo, entonces, en la que refleja en sí lo real trans- el espacio de la luz interna del parente, traduce en el ámbito de la subjetividad dantesca la oposi- 19. S. Augustinus: De Genesi contra Manichaeos, II, xxi, 32. Ver: 18. Shoaf, R. A.: Dante, Chaucer, and Brague, R.: La Sagesse du Monde, the Currency of the Word, Norman, Paris, 1999, p. 128. Okl., 1983, cap. 4. Los ojos de 20. En La Divina Commedia nella Dante, señala Shoaf, vuelven a figurazione artistica e nel secolare convertirse en espejos antinarcisitas commento a cura di G. Biagi. en Par. XXX, 85. Torino, 1924. T. I, p. 228.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 28 planeta séptimo, una escalera in- yas imágenes falsas correspondían finita sube hasta el Empíreo. Por a la opacidad de Saturno, a su faz ella bajan, girando como pájaros, térrea y fría, mientras que la trans- los espíritus contemplativos en parencia del planeta exige ahora un silencio inusitado en el Paraí- la transparencia del ojo y su ima- so. La primera en acercarse, la luz gen paradisíaca lo conduce hacia de San Pedro Damiano, le habla el fondo de la luz. a Dante acerca de su vida ascéti- ca, dedicada a la sola latria (la — VI — alabanza), y acerca de su gozo en la vida contemplativa (Par. XXI, 117). La segunda esfera luminosa ay un acidioso casi secreto que desciende es la de San Beni- Hen la Comedia o, en todo to. Ante su afectuosa disponibi- caso, un perezoso con los nuevos lidad, Dante se atreve a pedir ver rasgos de la acedia que Dante ha la imagen corporal del santo den- descubierto. En el canto cuarto tro de su luz. San Benito se lo del Purgatorio, Dante describe niega, pero le anuncia la realiza- con énfasis las dificultades de su ción de su deseo en el Empíreo, ascenso en la zona baja de la mon­ el último cielo, ámbito puramen- taña de la purificación. La pen- te intelectual donde incompren- diente es empinadísima, el pere­ siblemente los bienaventurados grino no puede distinguir la cima aparecerán en la Rosa con sus de la montaña, aunque no hay cuerpos resucitados. nubes, por su altura extraordina- Se ha resuelto así la disonan- ria. Al llegar a una especie de cor- cia de Saturno en Purg. XIX: la nisa, lejos todavía de la puerta mirada espejo de lo real trascen- anhelada del Purgatorio, los alpi- dente y la negación momentánea nistas Dante y Virgilio se sientan de la imagen, corresponden ahora a descansar mirando hacia el este. al Saturno contemplativo, a la Dante contempla un espacio subli­ cara luminosa del planeta. Una me: el largo camino hecho desde ascesis de la mirada y un anico- el comienzo, en las orillas de la nismo se convierten en la respues- isla; luego dirige los ojos estupe- ta a la omnipotencia imaginativa facto al sol, al carro de la luz, y del ojo acidioso del soñador, cu- expresa su asombro al verlo ascen­

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 29 der por su derecha, al contrario Es una interrupción imperti- de lo que ocurre en el hemisferio nente y plebeya al noble discurrir norte. Virgilio entonces le ofrece de los poetas. Dante y Virgilio se una breve clase de astronomía, dan vuelta y ven una gran roca a que sirve para mostrar la estruc- su izquierda. Solo eso, la alegoría tura cósmica del mundo del más de un gran peso. Se acercan y ad- allá de la Comedia. Pide al discí- vierten unos espíritus reposando pulo concentrarse en sí mismo, con negligencia en la sombra. imaginar a Jerusalén en las antí- Uno de ellos, seguramente muy podas del Purgatorio, y cómo el cansado, abraza sentado sus ro- camino que no supo recorrer dillas con la cabeza metida entre Faetón en el carro solar va aquí por ellas, mirando al suelo. Dante, un lado y en Sión por el opuesto. burlón, se lo señala a Virgilio Dante, mostrando que ha com- “mira/ ese que se muestra más prendido, agrega lo suyo: Jerusa- negligente/ que si fuese su lén y el Purgatorio, deduce, distan hermana la pereza”.21. lo mismo del Ecuador. Con esta conversación docta, el Purgatorio El personaje apenas levanta adquiere una latitud y una longi- con lentitud los ojos, no la cabe- tud, una posición en la historia za; es mucho esfuerzo, y vuelve a sacra y en el universo. Pero ense- ironizar: guida vuelve el peregrino a lo que “¡Sube tú entonces que eres tan más le preocupa, introduciendo bueno!: Or va tu sù, che se así otro tema: la dimensión ascé- ´valente”. tica del Purgatorio. La cima de la montaña no puede verse ¿cuánto Otra ironía, y en un lenguaje hay que subir? Virgilio lo tran- cortado, monosilábico. El lengua- quiliza: aquí el ascenso puede je de la acedia. Dante reconoce a quitar el aliento, hacia el final se- un amigo, sube todavía un poco rá un andar sin peso. Pero no bien más, y sin aliento llega junto al calla Virgilio se oye una voz iró­ personaje que, levantando la ca- nica, no se sabe de donde: “Qui- beza apenas, insiste en su tono zá tendrás antes necesidad de 21. “...adocchia/ colui che mostra sè sentarte”. più negligente/ che se pigrizia fosse sua serocchia”.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 30 burlón: ¿Has visto bien cómo el sol existir para él en la tierra, podría conduce su carro del lado del hom- acortar la espera. La melancolía bro izquierdo? marca así el fin de las ironías. El espíritu ha ironizado pri- Ahora es Belacqua quien recono- mero acerca del celo de Dante ce su límite propio, aquel ángel por subir la montaña, acerca de con la espada ante la puerta ce- su entusiasmo ascético, le ha mar- rrada. Su culpa, su actitud habi- cado un límite; ahora ironiza so- tual, se ha vuelto el contrapasso de bre la metáfora del carro solar la pena. Es Dios, entonces, quien utilizada en la explicación que ha ironiza, haciendo coincidir la pe- escuchado: la ironía recae tam- na, la espera con la pereza acidiosa bién sobre la lengua poética noble de Belacqua. (las metáforas trascendentes de Siguiendo el comentario bur- Virgilio) y sobre el interés de Dan- lesco de Dante personaje se ha te en el conocimiento cosmoló- visto en Belacqua solo la encar- gico. Un límite para el lenguaje nación de la pereza, vicio que y el saber. Dante sonríe ante sus contrasta evidentemente con el movimientos perezosos y sus pa- tema del esfuerzo del peregrino labras cortas. Pero su réplica bur- Dante en la primera parte de este lona incluye ahora el afecto: canto. La imagen de Belacqua, “Belacqua, ya no siento dolor sin embargo (y la misma rima en occhia por ti,/ pero dime: ¿por qué estás – ), duplican la figura de la aquí sentado? ¿Esperas un guía/ Acedia personificada de un sone- o sólo tu acostumbrada actitud to de Fazio degli Uberti: te ha agarrado de nuevo?”. “Per gran tristizia abraccio le ginocchia/ e´l mento su per esse Tocado acaso por el sentimien- se trastulla”22 . to del amigo, Belacqua cambia de tono y responde: de nada sirve Sí, también Belacqua es un subir, el ángel portero del Purga- acidioso con los rasgos particula- torio no le dará paso hasta que res que el vicio tiene en la Come- haya repetido el tiempo de su vi- dia: vuelto sobre sí mismo es in- da por haber demorado el arre- diferente al conocimiento del pentimiento hasta el final. Sólo 22. Fazio degli Uberti: Rime, ed. Corsi, una oración pura, que parece no XI, 51.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 31 mundo, y desconfía de su cele- que arriba, en la cuarta terraza, bración metafórica. Su lenguaje habrá de correr unos buenos es brevísimo, corte parole. Su fi- años. gura inerte, inclinada a la tierra, La escena termina con un re- se mimetiza con la sombra de la clamo impaciente de Virgilio: inmensa piedra. “Ven, mira que el meridiano El ensimismamiento le impi- celeste ya es tocado por el sol y de reparar en detalles. No se ha la noche cubre ya las costas de percatado de que su amigo Dante Marruecos con su pie”. está vivo. Algo inusitado en esta región, donde todos los espíritus El llamado del guía que no que permanecen fuera de la puer- considera cosa buena la demora ta del Purgatorio manifiestan es- de Dante junto a Belacqua, reto- tupor ante el cuerpo vivo del pe- ma las imágenes sublimes y go- regrino. Patrick Boyde ha señalado zosas del cosmos y las alegorías la relación de esta experiencia con clásicas sobre las que Belacqua el stupore componente de la ver- ironizaba: el sol llega al cenit re- gogna, es decir del pudor, cuali- fulgente, el oscuro pie de la No- dad que caracteriza a laadolescen - che pisa las distantes orillas del zia del alma noble según el Convivio, océano austral. Una imagen po- y considera el asombro constante derosa que une nuevamente el de los espíritus de esta zona ante espacio del Purgatorio con el de el cuerpo de Dante que interrum- la tierra habitada y con todo el pe la luz solar, como el signo de cielo. un estado inicial en el conoci- La función de Belacqua no es miento; esta admiración aludiría solo representar a un acidioso pe- a la idea aristotélica del origen de nitente. Hay en su acedia un cier- la sabiduría en el asombro23. Be- to saber: sólo él, en toda la Co- lacqua no participa de esto, como media, puede hacer observaciones tampoco participa del asombro incómodas al poeta que pretende ante el cosmos24. Sí, adivinamos medirse con el universo. A través de su figura, Dante ha querido 23. Boyde, P.: Dante Philomythes and Philosopher. Man in the Cosmos, corporalidad de Dante; pero se debe Cambridge, 1983. p. 43 y ss. a que su maravilla se concentra en 24. Tampoco el poeta Sordello (Purg. la presencia única del poeta Virgilio, VI) nota en un principio la su coterráneo.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 32 marcar un límite a su propia vo- el punto extremo del gozo y del luntad ascética y a su poesía, no conocimiento. Se abre la cántica ya desde la lejanía del bien y de con la gloria de Aquel que todo la inefabilidad de la belleza divi- mueve (Par, I, 1), gloria que in- na, tópicos centrales en la Come- cluye el ordo del mundo, el reflejo dia, sino desde la debilidad in- de la luz divina en él y el prodi- trínseca de la acción y de la obra gioso canto angélico y humano. humana. Y lo ha logrado con una El viaje paradisíaco a través de la escena cómica, en un cuadro ur- gloria consiste en el traspaso del bano, florentino y doméstico: un cuerpo de Dante con sus sentidos intermezzo en el que la grave pe- de la vista y del oído por los cuer- regrinación se convierte, por un pos traslúcidos de las esferas y de momento, en un paseo. los planetas, que lo colman con el goce de su luz y de su música. — VII — Pero el viaje atraviesa a la vez el lenguaje divino y el humano: las almas luminosas quieren hablar, a acedia se opone al gozo, di- y el peregrino debe responderles, Lce Tomás de Aquino (Summa no para comunicar algo que los Theol. II, II, 35 art, 2 ad.2). Com- bienaventurados ya conocen de prenderemos cabalmente el sen- antemano en el espejo de Dios, tido de la acedia o tristitia en el sino para llevar su deseo hasta el Poema, la relación que tiene con punto más alto que coincide con la ruptura del lenguaje y con la su extinción. Atraviesa, al mismo indiferencia a la belleza del mun- tiempo, las posibilidades y los lími­ do solo al medirla con su antíte- tes de la propia lengua poética. sis, el gozo, y con la articulación Gozo y cosmología (y en for- especial que tiene éste con el len- ma lateral y metafórica el lengua- guaje y la cosmología en el ám- je, el lenguaje leído del cosmos) bito de la luz divina. coinciden en el prólogo del autor Todo el Paraíso donde el gozo a la esfera del Sol, lugar de los es- se hace sempiterno (ove il gioir píritus sapientes. El autor celebra s´insempra, Par. X, 148) se des- allí la perfección del orden cós- pliega como un viaje hacia el su- mico y angélico (tema propuesto mo placer (il sommo piacer), hacia ya en Par. I y II), creación circu-

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 33 lar envuelta por la visión y por el El punto elegido por Dante amor intradivino, e invita a la co- es uno de los equinoccios (el de rrespondiente visión y al amor primavera), donde se cortan el gozoso (vagheggiar) del lector hu- ecuador celeste y la eclíptica, cu- mano. Como Virgilio convocaba ya inclinación, dice, permite la al peregrino del Purgatorio a alzar difusión de las influencias plane- los ojos al señuelo de las esferas tarias en toda la tierra, la variación celestes, ahora convoca Dante a de las estaciones, la variedad de su lector: la naturaleza, el despliegue de to- “Contemplando en su Hijo con das sus potencialidades. Tras des- el Amor/ que uno y otro eterna- cubrir esta maravilla prosigue: mente inspiran/ el primer e ine­ “Quédate ahora, lector, sobre tu fable Valor/ cuanto gira en la asiento,/ pensando en lo que has mente y el espacio/ hizo con tan- probado/ si quieres quedarte to orden, que no puede dejar/ antes feliz que cansado./ Te ofre- de gustarlo aquél que lo con- cí la entrada: luego sírvete por templa./ Levanta pues, lector, ti mismo;/ pues reclama todo conmigo la vista/ hacia las altas mi cuidado/ aquella materia de ruedas, justo a aquella parte/ la que fui hecho copista” (Par., donde los dos movimientos se 22-27)26. cruzan,/ y allí empieza a mirar El autor continúa con su via- con amor el arte/ de aquel ar- je, con su propio libro –copia de tista que dentro de sí lo ama,/ un dictado– que en el atril del tanto que nunca aparta su ojo lector –en la mesa de su festín– de él” (Par., X,1-12)25. queda hábilmente reemplazado 25. “Guardando nel suo Figlio con l’ Amore/ che l’uno e l’ altro etternal- mente spira / lo primo e ineffabile maestro che dentro sé l’ ama,/ tanto Valore/ quanto per mente e per loco che mai da lei l’ occhio non parte”. si gira/ con tant’ ordine fé, ch’ esser 26. “Or ti riman, lettor, sovra l’ tuo ban- non puote/ sanza gustar di lui chi co/ dietro pensando a ciò che si ciò rimira./ Leva dunque lettor, a l’ preliba,/ s’ esser vuoi lieto assai alte rote/ meco la vista, dritto a prima che stanco./ Messo t’ ho quella parte/ dove l’ un moto e innanzi: omai per te ti ciba;/ ché a l´altro si percuote;/ e lí comincia a sé torce tutta la mia cura/ quella vagheggiar ne l’ arte/ di quel materia ond’ io son fatto scriba”.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 34 por las primeras páginas de otro to en el aire toscano, el de la len- libro, el libro del Mundo. gua materna en que escribe el Gozo y cosmología aparecen Poema. luego concertados con el lenguaje Estás cerca de la salvación úl- (en su fuente poética ahora) tras tima, le anuncia Beatriz. Y para la separación fulgurante que sig- igualar su gozo (la igualación es nifica la salida de Dante y Beatriz una ley del Paraíso) con el gozo del cielo contemplativo, silencio- de la multitud triunfante de los so y anicónico de Saturno. Beatriz bienaventurados que está ya des- impulsa a Dante a subir la escala cendiendo como a través de una infinita, y en un instante el pere- cúpula traslúcida hacia esta esfera grino está ya en el cielo de las es- de las estrellas fijas, ella lo incita trellas fijas, dentro de la conste- a mirar el camino recorrido, las lación de Géminis, el signo –nos esferas celestes con sus siete pla- dice el poeta– que presidió su na- netas, incluido Saturno abando- cimiento cuando sentí por vez pri- nado hace un instante. Primer mera el aire toscano y al que reco- objeto de la mirada de Dante es, noce ahora como origen de su entonces, la inmensidad del as- ingegno poético (Par. XXII 124- censo que Beatriz ha conseguido. 154). Prodigiosa imagen: el cuer- Pero la descripción del armonio- po de Dante dentro de una cons- so, inmenso y complejo sistema telación, dentro de la fuente celeste planetario, que incluye una des- de su poesía: sí, Géminis, como deñosa mirada al mínimo globo anota el dantista Silvio Pasquazi, de la Tierra en el lejanísimo cen- es según la astrología una cons- tro, constituye a la par la última telación mercurial, un “signo de celebración cosmológica del Poe- aire”; tiene pues una particular ma desde este puente transparente relación con la voz, con el len- que forman las estrellas fijas entre guaje27. Dante autor invoca ahora dos abismos de luz. El espectácu- a su signo como inspiración para lo sublime, en tanto escritura sus cantos finales, para mostrar el poética, es así el primer don de mundo divino; reconoce su in- Géminis, la manifestación del fluencia en el día de su nacimien- ingegno poético, de la potencia 27. Pasquazi, S.: All´eterno dal tempo, lingüística inscripta en el seno Firenze, 1972, p. 553. mismo de las constelaciones. Y

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 35 de esa contemplación y celebración El peregrino ve la multiplici- cosmológica, como ha querido dad del universo unificada por Beatriz, resulta la igualación ne- Amor: un volume, un libro que cesaria del gozo del peregrino con liga en un sentido la multiplici- el gozo de los bienaventurados. dad del mundo29. La imagen del Demos ahora un salto al cielo fondo de la luz coincidiendo con último, que, fuera del cosmos, el libro que articula el universo del espacio y del tiempo, es el traduce a su modo la conciliación “lugar” de Dios y de la Rosa de dantesca de las dos grandes líneas los bienaventurados. En el Empí­ de la estética medieval que estruc- reo se produce la visión final del turan el : la estética cua- peregrino, quien entra en el rayo litativa de la luz, de la claritas, de de la luz divina; Dante contempla origen neoplatónico, y la estética un primer misterio filosófico: cuantitativa del ordo (proportio, concinnitas, mensura, numerus, “en su profundidad vi que se aequalitas, harmonia) interna/ ligado con amor en un , de tradi- 30 Claritas volumen/ lo que se desencua- ción aristotélica . a la derna por el universo/ sustan- que se sustrajo en vida la sombría cias, accidentes, relaciones,/ co- tristeza de los acidiosos condena- mo reunidos por un soplo dos, en cuyo infierno, comenta unificante, de tal modo/ que lo Benvento da Imola (s. XIV), no que digo es una mera vislum- brilla ni el sol sensible ni el sol 31 Ordo bre./ La forma universal de este divino . que ignora por un nudo/ sé que he visto, pues cuan- 29. “si squaderna, se desencuaderna” do lo digo/ yo siento que gozo significa el dividirse en cuadernillos más intensamente” 28. de cuatro hojas; pero la expresión alude a la vez al número de los elementos materiales del mundo, al 28. “nel suo profondo vidi che s´interna/ número cuatro. legato con amore in un volume/ ciò che per l´universo si squaderna:/ 30. Sobre estas dos líneas estéticas sostanze e accidenti e lor costume/ medievales, que poco antes de Dante quasi conflati insieme, per tal modo/ también San Buenaventura intentó che ciò ch´io dico è un semplice conciliar, ver: Eco, U.: Sviluppo dell’ lume./ La forma universal di questo estetica medievale en Momenti e nodo/ credo ch´io vidi, perchè più di Problemi di Storia dell’Estetica, largo,/ dicendo questo, mi sento Milano, 1959, T. I, pp. 115-229. ch´i´godo”. 31. Texto de Benvenuto en la op. cit. en nota 20, p. 227.

Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 36 tiempo el sombrío descuido de la adscripción del protagonista- Belacqua. Claritas y ordo de las poeta a la escuela del señor del al- esferas que llamaban al Dante tísimo canto en el Limbo (Inf. IV), acidioso al despertar de su sueño la definición del peregrino poeta saturnino. Claritas y ordo de la de su nuevo estilo, como dictado Pulchritudo, de la divina Belleza de Amor: que ahora se descubre. Inesperadamente, dentro del “Yo soy uno que cuando Amor silencio místico en el que Dante me inspira anoto y según el mo- ha entrado, el lenguaje ha reapa- do/ que él dicta dentro de mí, voy recido; no ya como expresión de significando” (Purg. XXIV), las almas, o del peregrino, sino iluminado como signo del cos- ...la definición del autor de su poema sacro/ al que mos en ese fondo de la luz divina. obra como el “ ha puesto mano cielo y tierra” Par. Pero he aquí lo sorprendente: la ( certeza de haber visto este nudo XXV), y luego aquel reconoci- del universo es simplemente cer- miento a Géminis por el don del ingegno tificada por el gozo que Dante . Pero este eje de la meta- autor experimenta al decirlo, o, poética y aquel eje de la represen- lo que es lo mismo, al escribirlo tación del lenguaje coinciden fi- en el Poema. El gozo de la escri- nalmente en esta experiencia del tura poética coincide así con el Empíreo que junta el lenguaje del gozo de la visión místico-filosó- libro del universo y el gozo de su fica que es ella misma un acto de lector devenido autor del lectura. Y la autoridad última del Poema. poeta que escribe se funda en esa “La forma universal de este nu- experiencia. do/ sé que he visto pues cuando A propósito de aquellos aci- lo digo/ yo siento que gozo más diosos del Estigio hablamos de intensamente”. un eje del lenguaje en la estruc- tura de la Comedia. Existe otro Dante no termina de sorpren- eje, el de la metapoética, la legi- dernos: ¿cómo es posible concebir timación del autor, la autofunda- que el exceso del gozo en el habla ción del Poema, cuyos momentos o en la escritura puede certificar más relevantes son: la escena de la visión mística del libro divino?

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Una relectura de las páginas ción por haber dado el lenguaje; iniciales del tratado De Vulgari el hombre, por su parte, goza por Eloquentia puede ayudarnos. Tras realizar el lenguaje –porque éste afirmar que la primera palabra es también un effectus, un logro pronunciada por Adán fue una propio– y en ello coincide con expresión de gozo, el nombre mis- Dios, más precisamente con el mo de Dios, ya que Dios es gozo gozo divino32. El gozo que Dios absoluto, Dante enfrenta la ob- obtiene por su glorificación lin- jeción de que no habría sido ne- güística hecha por el hombre se cesario que el hombre hablara, ya vincula al gozo que los hombres que Dios conoce de antemano obtenemos en nuestros propios nuestro interior secreto. logros lingüísticos. Dios, gozo absoluto, es origen de todo gozo, “Sin embargo [responde Dan- sobreentiende aquí Dante. Se te] (Dios) quiso que este mismo (el hombre) hablara, para ser comprende entonces por qué la gaudium Él glorificado con la manifes- sobreabundancia del en tación de tan singular don, pues la palabra concreta del poeta que Paraíso se lo había dado gratuitamente. escribe el canto final del Y por tanto, se debe considerar puede ser exhibido como el sello que hay en nosotros algo di- que confirma la verdad de la ex- vino por el hecho de que nos periencia mística, el máximo go- regocijamos en la realización zo. Y en el sello de ese gozo, el ordenada de nuestros logros. (Et polo opuesto de la acedia, está ideo divinitus in nobis esse grabado el signo lingüístico del credendum est, quod in actu universo. nostrorum effectuum ordinato letamur)”. Aunque los verbos dicen cosas 32. Cuando Adán explica a Dante la diferentes –gloriari, ser glorifica- desaparición de la lengua originaria en Par. 26, 124-132 muestra la do, implica un lenguaje; laetari, causa de ello hablando también de alegrarse, no necesariamente–, effectus y de gozo (piacere): “che Dante hace coincidir el gloriari nullo effetto mai razionabile,/ per lo piacere uman che rinnovella/ divino y el laetari humano. Dios seguendo il cielo, sempre fu quiere regocijarse en la glorifica- durabile”.

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