13 EL vicio de la acedia Y el giro estÉtico de Dante Por Pablo Williams — I — l vicio capital de la ace- dia, que atormentó pri- mero a los anacoretas del desierto y luego a los Emonjes conventuales, y afinó des- pués el análisis psicológico de los teólogos escolásticos del occiden- te medieval, fue definido por un lexicógrafo, Cesario de Heister- bach (s. XIII), como la tristeza originada en la confusión de la mente o en el excesivo tedio o en la amargura del ánimo, por la que se extingue el gozo espiritual y por la que la mente, en una especie de precipicio espiritual, se vuelve sobre sí misma. Tomás de Aquino la 1. Cesarius von Heisterbach (Mirac., In memoriam I. IV.27) en el diccionario de Du Héctor Ciocchini Cange. Sobre la Acedia ver: Wenzel, Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 14 consideró pecado mortal por opo- que la voz, de todos los movi- nerse a la caridad, al amor divino. mientos externos, expresa más Porque el efecto propio de la cari- el pensamiento y el afecto inte- dad –nos dice– es el gozo de Dios rior” (Summa Theol. I-II, q. y la acedia es la tristeza del bien 35). espiritual en cuanto es el bien di- Hacia fines de la Edad Media vino. De entre las “hijas de la ace- se producen ciertas mutaciones dia”, o de la tristitia, su sinónimo, de la concepción de la acedia. La registradas ya en las primeras cla- irrupción del mundo laico al pri- sificaciones de los vicios capitales mer plano de la vida social pone (Casiano, Gregorio Magno) re- en su lugar el tema del ocio y la cordaremos algunas que caracte- pereza. Por otro lado, Petrarca rizan a los acidiosos de la Divina descubre, en la extrema subjeti- Comedia: la amargura, la deses- vidad del Secretum, el placer de la peración, la somnolencia, la di- acedia, y la analiza sobre todo co- vagación de la mente (evagatio mo la experiencia negativa del mentis), y dos que se relacionan tiempo. Ya en el siglo XV, el neo- con el lenguaje: el parloteo vacío platonismo de Marsilio Ficino (verbositas) y la pérdida de la pa- habría de descubrir, a través de labra. En relación a lo último, los célebres Problemas, XXX de Tomás de Aquino cita a Gregorio Aristóteles, la energía creadora de de Nisa: “la acedia es una triste- aquella melancolía de la tradición za que priva del lenguaje”, y médica cuyos síntomas negativos comenta... venían a coincidir en buena parte “se dice especialmente que la con los de la acedia medieval2. De acedia priva del lenguaje, por- la acedia, dice Edgard Wind, fue destilada la noble melancolía, así S.: The Sin of Sloth “acedia” in como la lujuria se transformó en Medieval Thought and Literature, la noble voluptas humanista3. Chapell Hill, 1960 y Elders, L.: “L´acédie, un vice capital mal connu”, en Nova et Vetera, 1994 nº 2. Ver el clásico estudio sobre el tema: 3. pp. 175-184. Sobre la acedia en Klibansky, R., Panofsky, E., Saxl, Dante, ver el artículo accidia de A. F.: Saturno y la Melancolía, Madrid, Ciotti en la Enciclopedia Dantesca, 1991. Roma, 1970, vol. I, p. 26. 3. Wind, E.: Los Misterios Paganos Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 1 En la Divina Comedia se pro- último, el énfasis dantesco en la duce también una modulación mortificación que la acedia produ- de la acedia, pero en un sentido ce en el lenguaje, se articula con distinto, que solo superficialmen- su conciencia de la poesía como te podríamos llamar laico. Aquí acto lingüístico. este vicio capital participa, como Pero así como Dante, según en cierto modo también la luju- ha señalado Guglielmo Gorni, ria, de ese extraordinario giro es- tiende a una representación dialéc- tético del pensamiento medieval tica de todas las fases del proceso de acerca de Dios, del mundo y del liberación espiritual, en sí mismo hombre que el Poema realiza. Un y en los demás, y en su poesía no se giro que, en el marco de la meta- da estado de gracia sin medirse la física escolástica, podría expresarse distancia del punto negativo de par- como si el florentino hubiese or- tida, la comprensión cabal de la denado jerárquicamente los tras- acedia dantesca implica, a su vez, cendentales del ser, derivando el la iluminación de su opuesto: Bonum y el Verum del Pulchrum. el gozo4. El gozo entra también Esta modulación estética en en ese gran giro estético de la Co- la representación de la acedia se media como respuesta positiva manifiesta en tres puntos. Prime- ante la belleza del mundo, como ro, la acedia es presentada como experiencia interior y como ma- relación negativa ante la belleza, nantial de la más alta lengua la armonía y el esplendor del mun- poética. do creado (pulchritudo, ordo, cla- ritas). Luego, y aquí la nueva di- — II — mensión estética tendría ya un matiz de modernidad, la acedia es representada particularmente n el canto VII del Infierno, en relación a la subjetividad del EDante y Virgilio bajan en las afecto y de la imaginación. Por tinieblas hacia el quinto círculo siguiendo por una hondonada so- del Renacimiento, Barcelona, 1968, p. 76. La explícita asimilación de litaria el descenso de unas aguas acedia y melancolía está sin embargo atestiguada solo en el siglo 4. Gorni,G.: Il nodo della lingua e il XVII. verbo d´amore, Firenze, 1981, p.13. Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 1 oscurísimas que luego, abajo, se espíritus ocultos, sin rostro, sin prolongan hacia un vasto panta- nombre ni palabra. La ironía de no. Es la laguna Estigia, nombre la justicia divina impone su con- griego que el autor de la Comedia trapasso analógico como sucede ha leído en Servio (ad Aen. VI con los iracundos que prolongan 134) traducido al latín como tris- eternamente sus violencias: la cul- titia. Al llegar al lugar, Dante ve pa, el humo acidioso de la vida una multitud desnuda y cubierta se ha convertido en pena, en el de barro, ocupada en una silen- fango eterno. Como otros con- ciosa, espectral y grotesca batalla denados del infierno –Francesca de unos contra otros. Son los ira- da Rimini, Pier da Medicina, cundos, le explica Virgilio, quien Mastro Adamo–, los sumergidos luego añade: dicen su nostalgia por el paisaje “...y debes creerme también/ que iluminado de la tierra. bajo el agua hay gente que sus- Se ha impuesto hoy entre los pira,/ y hacen burbujear el agua dantistas una interpretación ba- en la superficie/ como te lo di- sada en distinciones de la ética cen tus ojos por donde miren./ aristotélica que, a partir de una Clavados en el limo dicen ‘Tris- glosa de Bernandino Daniello (si- tes fuimos/ en el aire dulce que glo XVI), ve en estos sumergidos se alegra del sol/ llevando den- no los culpables de la acedia, sino las víctimas de un grado distinto tro un humo acidioso/ ahora 5 nos entristecemos en el fango de la ira . Se trataría de la ira len- negro. Gargarizan este himno 5. Los comentarios que siguen la en sus gargantas/ pues no pue- interpretación de Daniello son, den decirlo con palabras ínte- entre otros, Torracca, Scherillo, Scartazzini, Porena, Sapegno, gras’ ” (Inf. VII, 7-26). Bosco, Vallone. Marti y Chiavachi- Leonardi prefieren en cambio la Hay un dejo de piedad pri- identificación tradicional que aquí mero, y luego mucho sarcasmo seguimos, y que puede leerse en los en el lenguaje plebeyo, en las ri- comentarios de los hijos de Dante, mas “ásperas y roncas” del discur- en Boccaccio, Ottimo y Buti. El último defensor de la tesis de una so de Virgilio, intérprete de esas acedia de la ira es Gino Casagrande vanas burbujas que producen unos en su artículo “Acidioso fummo” (Studi Danteschi, vol. 77, Firenze, Año 1 Nº 1, 2005, ISSN 1667-1667 [williams, pp. 13-37] 1 ta, rencorosa, amarga, o demasia- medio entre excesos opuestos. Así do paciente frente al mal, opuesta lo comprendió ya Boccaccio en a la ira explosiva de los personajes su comentario a este pasaje. que aparecen luchando en la su- La tristeza acidiosa del Estigio perficie. El humo que los llena dantesco, sin embargo, no está no sería otro que el clásico humo referida directamente al bien di- del fuego de la ira. Esta interpre- vino, o al bien espiritual en ge- tación soslaya por completo la neral, según concebía este vicio representación de los personajes Tomás de Aquino, sino al bien que únicamente confronta su ac- espiritual de la belleza. El vicio tual tristeza con su pasado triste aparece como un rechazo a la be- en un mundo solar. Sólo Natalino lleza del mundo, al aire dulce que Sapegno, en su comentario, vacila se alegra del sol. El lamento vano un instante antes de aceptarla sale como gárgaras de la garganta también: de estos desdichados, pero no es “...esta explicación... deja algu- una consecuencia marginal de la na duda a quien considere el incómoda ubicación en el barro; contrapasso modo en que estos tristes están es otra forma de . El tristitia representados por el poeta, que lamento de la ante el mun- insiste precisamente en su tris- do bello se ha convertido en el teza y no, como se esperaría, en infierno en lamento fragmentado, la condición del ánimo excesi- es una culpa que el arte divino ha vamente remisiva y tórpida” 6. convertido en elemento de la pena. En verdad, al colocar en el mis- Con este lenguaje roto inicia mo sitio a iracundos y acidiosos, en la secuencia narrativa de la Co- Dante aplica la idea, también aris- media lo que podríamos llamar totélica, de la virtud como justo el eje temático del lenguaje, un eje que, en verdad, atraviesa es- 2002, pp.
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