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Trayectorias de dolor y resistencia XXVII Despertar la conciencia y construir la

Trayectoria de vida

“Dios hizo un milagro en mi vida”:

La vida de un músico que encontró en la religión una manera de enfrentar las vicisitudes del conflicto armado interno colombiano

Ida y regreso: entre navíos, música y adicción. Él nace en un pueblo pequeño del departamento del Cesar. Tiene a cuestas casi medio de siglo de vida y pareciera tener fuerza para medio siglo más. Es sonriente y de buen humor, saluda apretando la mano y mirando a los ojos, si su interlocutor es un desconocido se presenta con nombres y apellidos completos, habla con sencillez y seguridad, y no se despide sin decir un "Dios te bendiga".

"Nací en un hogar muy humilde", dice al comenzar su relato. Su padre, un agente viajero que llega al referido departamento para probar suerte en un concesionario de carros, termina por montar una fábrica de jabones y perfumes. Hace un poco más de cuarenta años, este mismo señor arriba al pueblo donde habría de nacer el narrador de esta trayectoria de vida, no obstante, su llegada no fue ni como vendedor de coches ni como empresario de cosméticos, sino como dueño de una fábrica de muebles: "Porque él es polifacético", dice el entrevistado entre risas a propósito de su padre; y es que razón tiene, hoy por hoy su papá, en virtud de ese polifacetismo, es médico homeópata y se ha desempeñado en el pueblo como líder comunitario y gestor cultural.

De esta actividad cultural de su padre reconoce haber adquirido el gusto por la música, como por los espacios propicios para cultivarla: "toco por la gracia de Dios instrumentos de vientos, trompeta, trombón, bombardino, y pertenecí a la banda de música del [pueblo]". No obstante, sin siquiera él mismo advertirlo, además de la inclinación por el folclor y la cultura, ha recibido de su padre también el legado del trabajo comunitario, que se hace evidente en la sostenida lucha que viene efectuando por los derechos de las víctimas y otros sectores marginados, a pesar, incluso, de su propia victimización, como lo veremos más adelante.

Su madre biológica como él la llama, muere en circunstancias confusas cuando él todavía es niño. Con ella su padre tiene tres hijos antes de separarse: él, una hermana que muere con tan solo once años de edad y un hermano que está desaparecido. Su otra madre, que él denomina la madrastra, a la que identifica plenamente con todos los afectos que un hijo puede tener hacia una madre, la conoce a los cuatro años de edad; de la relación de ella con su padre, obtiene cuatro hermanos más: tres hermanas y un hermano de crianza.

Después de pertenecer a la banda musical del pueblo, hace el salto, por allá en 1987, a la banda departamental. Estando allí, "salió un anuncio que necesitaban músicos que fueran suboficiales, y bueno, llamé y me inscribí, y sí, pasé el curso, y me dieron esa oportunidad de ser suboficial [suprimido] en los años de 1989". Una vez ingresa es trasladado a Leticia, Amazonas, donde reside tres años y conoce a la madre de sus tres hijos. Al cabo de estos tres años pide la baja, aconsejado por un Capitán que le advierte sobre su posible despido si sigue en la indisciplina relacionada principalmente con el licor. Tras esta decisión, parte de Leticia junto con su esposa a la ciudad de Bogotá. Allí se dedica a lo que su padre no quería que se dedicara: la música.

[...] porque uno en la vida no aprende… de pronto se deja llevar uno de costumbres y tradiciones y caí en el error de tomar trago, mi papá inclusive él no quería que yo fuera músico, él quería que yo fuera médico, y bueno, a mí me gustó la música… yo después descubrí por qué él no quería que yo fuera músico; claro, porque es que el trago estaba ahí mismo, y los vicios. Entonces, hoy día pues me doy cuenta de eso, de tal manera que pudo más, pudo más… el vicio del trago que la razón.

No obstante, en Bogotá, el asunto de la adicción toca fondo. Allí se dedica en un primer momento a hacer reemplazos en orquestas y grupos musicales y de este modo se relaciona y toca con Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Los Tupamaros, entre otros. Posteriormente, en la misma ciudad y dentro de la actividad musical, se consagra al emprendimiento: "entonces fui empresario, vendía las agrupaciones como papayeras, orquestas, vallenatos, música de tríos… allá hay un lugar que se llama La Playa en Bogotá, que es en Chapinero, eso es en la Caracas con 55, entonces yo ahí más o menos duré unos ocho años ahí en ese sitio trabajando en eso". En medio de este roce social el alcohol y el azar lo van consumiendo. Su esposa no puede soportar más este estilo de vida y se separa de él, situación que lo lleva al borde del Salto de Tequendama en una depresión suicida. Intenta arrojarse al vació en tres ocasiones, pero como él mismo dice, "por la gracia de Dios pues no ocurrió nada". No obstante, la caída vino por otro lado:

Como seguía en lo de la música y pues tocando y tomando, entonces un día un compañero músico me dijo que por qué estaba deprimido, que por qué no me ponía más alegre, entonces me brindó una sustancia blanca, pues no conocía cuando eso, hoy día sé que es perico, perico, cocaína, y yo absorbí eso, de verdad que cuando vine a ver yo estaba en la calle del Cartucho.

Aunque su estancia en esta famosa y triste calle capitalina es de tan solo 25 días, es tiempo suficiente para experimentar, además del perico, el bazuco, la base de coca, el quemaduro, el cochorno, la pipa, “cuanta droga había, menos inyección”. Hundido en tan lamentable situación, encuentra, dentro de la misma calle, a un paisano suyo en la misma condición. Éste, paradójicamente, le motiva para que salga pronto de allí:

¿Oye tú no eres hijo de [nombre del padre], que haces aquí metido? Yo si soy drogadicto, porque yo llevo diecisiete años en este problema, pero para la gloria de Dios me quedan tres tabaquitos, me queda el del desayuno, el del almuerzo y el de la cena” [risas], y entonces me dice: “Pero tú, tú eres hijo de una gran persona que fue [cargo de su padre en el pueblo] un señor consejero, una gran familia, en el nombre de Jesús vete de aquí, no te vayas a quedar aquí que te vas a arruinar, te vas a volver una porquería”; a mí se me salieron las lágrimas cuando él me dijo así.

Como empujado por esas palabras, al otro día sale del Cartucho. Busca ayuda con un antiguo compañero quien lo sustenta por un mes y le ayuda a conseguir los tiquetes para retornar a su pueblo natal. Vuelve a pisar las tierras del Cesar un 4 de mayo de 2001. El recibimiento corre por cuenta de los palos de mango del aeropuerto local: "Miro hacia los lados míos y veo ese poco de palos de mango, vea y si yo no me comí cincuenta mangos [risas], eso fue una cantidad de mangos que me comí, vea pero eso era una hambre vieja, pero era por el vicio".

Evangelio y rehabilitación: la experiencia espiritual como motor de transformación Una vez instalado en el pueblo, su papá, de quien como dijimos, es médico homeópata, es el primero en intervenirlo.

Mi papá es médico homeópata, él sabe mucho de plantas, de lo que es la parte bioenergética... él me ayudó, ¡uf!, yo tenía una gastritis severa, claro, con esa [incomprensible] y cigarrillo y droga, eso fue horrible, entonces mi papá me ayudó en esa parte... a los seis meses ya yo estaba más o menos ya, como se dice, ya repuesto.

A los ocho meses de este primer tratamiento realizado por su padre, el notario del pueblo y su esposa le hablan del Evangelio y "como a los cinco días fui allá a la notaría y le dije que yo me iba a entregar [a Jesucristo]. Entonces comencé a dar mis primeros pasos en el Evangelio… primeramente en la Iglesia, eso fue Cuadrangular, fui cuadrangular unos más o menos tres años".

No obstante, angustiado por no tener dinero para mandar a sus hijos, vuelve a la labor musical de la mano de una agrupación vallenata de bastante renombre en el país. El temor del protagonista de este relato al volver a la música es el temor de volver a recaer en las drogas. Sin embargo, uno de los directores de la agrupación lo tranquiliza diciéndole que él también es cristiano y que en el grupo no se bebe licor ni se fuma. Así, el entrevistado recorre, junto a este conjunto musical, varios municipios del país. Un día se presenta la oportunidad de realizar una gira a Europa. Por falta de visa, él no pude participar de dicha gira por lo que el director de la agrupación decide darle un millón de pesos y recomendarlo a otros colegas para que le den trabajo. Este hecho marca el punto final en la relación con este grupo musical. A partir de allí comienza otra etapa laboral en la que trabaja para los más reconocidos intérpretes de la música vallenata del momento: Diomedes Díaz, Diomedes Dionisio, Luifer Cuello, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, entre otros.

Estando en Maicao, toca con Rafael Santos, y sin saber exactamente cómo, recae en el consumo de perico. Su temor se cumple. Para superar esta nueva crisis tiene que internarse en un centro de rehabilitación, de orientación cristiana, del que dice es el único rehabilitado.

[...] esa fundación hoy no existe, pero fui el único rehabilitado… ahí llegaba gente bien llevada como dice uno y salían gorditos y a la semana se iban cuando estaban bien gorditos y a los quince días venían peor. Entonces yo miraba eso… caramba, yo no me voy de aquí [risas], no me voy’, y bueno, a mí me dijeron que iba a demorar dos años, pero haciendo un resumen, a los nueve meses fui el director de ese centro. Entonces, me recuperé, duré dos meses ahí ayudando en el centro como director y después me fui para una Iglesia.

Una vez rehabilitado comienza a congregarse nuevamente en la Iglesia Cuadrangular, a la que ha pertenecido años anteriores. Sin embargo, al año siguiente de este nuevo recomienzo, es llevado a la cárcel siendo acusado de haber robado tres millones de pesos de una congregación cristiana trinitaria, en la que, según él, es engañado por un supuesto profeta. El entrevistado no da mayores detalles sobre este percance de su vida, solo manifiesta que al cabo del tiempo logra comprobar su inocencia. Permanece recluido solamente dieciocho meses, los cuales, vistos en perspectiva, ha valorado dentro de un propósito divino:

Como a los dos meses de estar allá dentro, la persona que me puso el denuncio fue y me pidió perdón, porque los tres millones los habían encontrado… pero eso no salí de una vez, yo duré dieciocho meses allá, porque usted sabe que cuando uno entra allá, eso, eso son cosas que pasan… yo digo que para mí ¿no?, dando este testimonio aquí a ustedes, no fue eso, fue nuestro señor Jesucristo, porque recibí una revelación… a las cuatro de la mañana vi una luz resplandeciente y hablé unas lenguas que yo jamás las había hablado, y bueno, de todas maneras eso fue algo que sorprendente, en la mañana volvieron, o sea, hacen el devocional, yo me arrodillé y nuevamente eso que me apareció me salió allí… Entonces bueno, yo me arrodillé allí, y de repente se me apareció esa luz resplandeciente, comencé a hablar las nuevas lenguas esas, esas lenguas que no solamente yo sino todavía un grupo de veinticinco, había gente que no era cristiana, habían pentecostales y habían , y todos, casi la mayoría, hablaban esas lenguas. Bueno, yo le dije ‘Señor, no sé qué me quieres decir, pero lo que soy yo cuando salga de aquí, voy a ayunar y voy a orar, porque tú me vas a decir la verdad’, y bueno, a los tres días salí en libertad.

Una vez libre, retorna nuevamente a su municipio natal. Meses después, de paso por Valledupar, visita una sencilla iglesia al sur de esta ciudad en la que confirma, según él, la revelación que había recibido en la cárcel:

[...] era un iglesia pentecostal, yo no sabía; por una sobrina que me dijo que quería entregarse al Evangelio, bueno yo le dije a ella 'hay un iglesia bonita, vamos ahí', yo llegué y me arrodillé, y ese día pues también se me derrama esa misma luz que vi en la cárcel, y descubrí que el Señor era uno y uno es su nombre1, ese día pues, no sé, se me vino esa revelación y descubrí esa doctrina de que la verdadera doctrina es la de Jesucristo.

En esta iglesia no solo se bautiza y se compromete más profundamente con la fe, sino que además, movido por las necesidades que percibe en las personas de su misma congregación, decide emprender un trabajo comunitario de reclamación de derechos. Es aquí donde comienza el viacrucis íntimo y familiar de y los coletazos de un conflicto armado del cual todavía no tiene una explicación.

“Que ellos no estaban jugando”: lucha por los derechos, victimización y desplazamiento Una vez ingresa a la iglesia, las autoridades pastorales de la misma le brindan el Ministerio de la Alabanza, servicio que prestan quienes se encargan de la música dentro de las comunidades cristianas. Sin embargo, al enterarse y tener conciencia de que él es una víctima, por los hechos que describiremos más adelante, y que muchos hermanos de su confraternidad también lo son, el entrevistado decide ampliar sus actividades comunitarias y convertirse en asesor de la Ley 1448, principalmente en lo tocante a la gestión y reclamo de las reparaciones que ésta contempla. Crea además una fundación para ayudar primordialmente a los cristianos que han sido víctimas del conflicto armado interno y participa activamente en procesos de invasión de tierras. Desempeñar este tipo

1 La Iglesia Pentecostal es conocida generalmente en , salvo algunas excepciones, por tener una doctrina unitaria, es decir, creen en Jesús como único Dios y niegan o restan valor a la doctrina de la Trinidad. De ahí que el protagonista de esta Trayectoria de Vida dé mucha más relevancia a este suceso de su vida (pues él es un pentecostal) que a su conversión primera dentro de una iglesia trinitaria como la Cuadrangular. de labores es el acicate para que miembros de las nacientes “Bacrim” justifiquen torturarlo, amenazarlo y desplazarlo.

El protagonista de esta trayectoria de vida padece la violencia del conflicto armado colombiano desde algún tiempo atrás. Si bien, mientras él permanece en Bogotá no tienen mayor relación con los hechos de violencia que a diario se presentan en su pueblo, no obstante recuerda una temporada cuando va a pasar vacaciones con su familia y tiene lugar un enfrentamiento entre guerrilleros y policías que deja bastante atemorizados a todos los habitantes del pueblo. Él lo evoca de la siguiente manera:

[...] allí también operó, si no estoy mal, fue el Frente 49 de las Farc, me parece que fue, si no estoy mal, no me acuerdo si estoy errado, y hubieron conflictos allí… se metieron, creo que se metieron doscientos hombres… eso hubo un combate, un combate tremendo con la Policía, eso hubieron, claro que hubieron más de bajas de parte de la guerrilla y la Policía se [incomprensible] eran diecisiete policías… pero fue algo que nos dejó marcados en el pueblo, esa época fue muy terrible.

Años más tarde, en la incursión paramilitar de finales de los noventa, también es testigo de cómo todo el pueblo es amilanado por las continuas desapariciones:

En el [pueblo] bueno, se vieron muchas cosas, gritos y donde sí veíamos nosotros donde llevaban a las personas, las embarcaban y las… pero uno usted sabe que con el miedo uno tiene que estar tranquilo… ¿era muy recurrente? [Pregunta el entrevistador]: sí, muy recurrente, en el [pueblo] eso fue, eso seguido… ese fue uno de los municipios más afectados por la violencia… más que todo fue paramilitares.

Pero es en el año 2002 cuando vive por primera vez y en carne propia, todo el rigor de la violencia. Estando trabajando en una finca, a modo de arrendatario, hombres al mando de Jorge 402 lo torturan al punto de dejarlo en coma durante tres días.

Unos encapuchados me agarraron en unas fincas… nos embarcaron en un carro y nos llevaron por un sitio más allá del peaje… bueno ahí habíamos tres, eran unos trabajadores y mi persona… esa finca es de un pariente, ya murió él… entonces nos dieron muchos golpes, muchos golpes, y nos iban a matar, ellos no sé qué era lo que había pasado, total que nos estaban golpeando3; de manera que cuando ya nos iban a fumigar, por la gracia de Dios llegó el Ejército… duré casi tres días en coma, a mí me afectaron la columna, bueno, como pueden ver aquí [muestra la cabeza], en la frente todas las señales que tengo, cavado de la barba, todo eso me lo hicieron ellos, estas personas, ellos son paramilitares, ellos creo que estaban bajo el mando de Jorge 40.

Esta situación enmarca su primer desplazamiento hacia Valledupar. Ocho o nueve años después, entre 2010 y 2011, reside en otro lugar, junto con otras ochenta familias de desplazados. Estando allí, mediante una Acción de Tutela frena el desalojo de unos predios que habían han tomado como última medida ante los desoídos reclamos por el derecho a una vivienda digna. En el vaivén de estas actividades, liderando la fundación, asesorando a otros en la naciente Ley

2 Rodrigo Tovar Pupo, alias “el Papa Tovar” o “Jorge 40”, nació el 30 de octubre de 1950 en Valledupar. Es un exjefe paramilitar que fue comandante del Bloque Norte que operaba en los departamentos de Cesar, Magdalena, Guajira, Atlántico y Santander. Es responsable de varias masacres y secuestros en esa región durante doce años. En el marco del proceso de desmovilización de paramilitares en Colombia, realizado bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, Jorge 40 confesó 600 crímenes. Además, la información de su computador personal llevó a destapar unos de los escándalos políticos más sonados de los últimos años, conocido como la “parapolítica”, que puso en evidencia los vínculos entre congresistas de la república con los grupos paramilitares. El 13 de mayo de 2008, sorpresivamente fue extraditado a los Estados Unidos, junto a 13 ex paramilitares más, acusado por narcotráfico. De esta manera, el gobierno interrumpió los procesos de versiones libres rendidas por los paramilitares, que procuraban a las víctimas una forma de conocer la verdad de lo ocurrido, al tiempo que lograba brindar una reparación, así como lo estipulaba la ley de Justicia y Paz. Wikipedia, “Rodrigo Tovar Pupo”, 2016, URL: https://es.wikipedia.org/wiki/Rodrigo_Tovar_Pupo. Consultado: 12/05/2016. 3 Más adelante, el personaje central de esta trayectoria, nos diría lo siguiente al respecto de este hecho: “yo supe por qué, o sea les voy a contar algo, yo supe que esta gente lo que me hicieron fue porque ellos días atrás... días atrás no, o sea, en ese mismo día fue la cosa, ellos mataron a cinco personas por ahí; entonces ellos pensaron que nosotros vimos cuando los mataron, ¿si me entienden?, eso fue lo que nos comentaron” de Víctimas y lidiando con las dificultades que implica asumir el liderazgo, Los Rastrojos hacen su aparición:

Allí surgieron muchas cosas… muchas personas no puedo decir pues directamente, algunos dicen que fueron algunos líderes por egoísmo, por envidia, comenzaron a calumniarnos, a decir cosas, entonces un día me cogieron dos encapuchados con la hija mía y me amenazaron, se hicieron pasar por los Rastrojos, me dijeron que me fuera, me fuera de allí porque si no iba a ser muerto con mi familia.

En este contexto que se produce la desaparición de su hermano:

Ese mismo día [que fue amenazado por Los Rastrojos], casualmente, llegaba un hermano mío de … se hospedó en la casa donde yo estaba… entonces me fui a recoger unas cartas que habían llegado de ayudas humanitarias en otra invasión… esa noche yo me quedé y yo dejé durmiendo mi hermano ahí, y en la mañana llamó mi hermano diciendo… que a él lo estaban matando, que la casa la cogieron a piedra y a palo y que le decían que yo, que él se había robado unos lote… que yo había pedido de a cien mil pesos por familia, por lo de la tutela, donde eso era falso porque allí lo único que yo me acuerdo tanto que fueron dos mil quinientos pesos en esa época, que puso cada familia por una tutela, que una tutela eso cuesta plata y una persona profesional y que se ganó todo eso… eso pues lo hacían allí estando mi hermano, hasta que entraron y lo golpearon… él me dijo, me alcanzó a llamar, yo llamé a la policía desde la otra invasión, la policía llegó y a mi hermano lo sacaron de allá bastante golpeado, vestido de policía. Bueno, yo me lo encontré… y él me dijo que él se iba a ir, que ya no iba ir donde mi papá porque ese problema que había ocurrido, que mejor él se iba… entonces él se fue… a los seis meses el señor [nombre omitido] recibió un panfleto donde decía ‘oye evangélico, oye malparido, tú, ¿tú crees que te vas a salvar?’, creo que si no me acuerdo del panfleto, bueno, decía de que así como devoraron los caimanes a mi hermano que peor iban a hacer conmigo.

A raíz de estos sucesos y de las continuas amenazas, decide mandar su hija a Leticia, Amazonas, con su madre, ayudado por la Gobernación y la Defensoría de Familia que costea los viáticos. Él, por su parte, se desplaza a otro sector de la ciudad, donde al poco tiempo es de nuevo violentado:

[...] eso no sé si fue el 20 octubre del 2012, creo que si no estoy mal de fecha, sabe que de tantas cosas que le ocurren a uno no puede grabar tanto las cosas, pero sí, creo que más o menos fue esa fecha, donde me arrojaron un artefacto de papa bomba que le dicen, eso fue a las cuatro y diez creo, de la mañana… yo siento un olor a pólvora, comencé a toser primero y un olor a pólvora y a azufre, yo prendí el bombillo y cuando veo es la candelita en el suelo, entonces yo tenía unos timbos de agua, cogí una tasita y le eché a la candelita… yo salí y esa ahumarada y los vecinos se levantaron, pero yo me fui porque a esa hora ya estaba el matutino de la Iglesia, me fui y me arrodillé y le di gracias a Dios porque eso no había explotado, porque eso hubiera explotado hubiera sido un desastre allí, hubieran acabado con mi vida. Entonces yo le comenté a los hermanos cuando terminé [el matutino], entonces me dijeron ‘hay hermano pero, pero vamos, vamos allá’, entonces ellos fueron conmigo, cuando llegamos allá estaban los periodistas, estaba la policía, había uno de antiexplosivos, y él me dijo ‘vea usted se salvó de cosa, porque esto hubiera reventado y hubiera acabado con todo aquí’… bueno, allí yo me mudé para otro lado.

Esta situación de continuo desplazamiento, primero del campo a la ciudad y luego dentro de ésta, de barrio en barrio (por lo menos en cinco ocasiones), no solo le cuesta la pérdida del contacto con sus hijos a quienes reparte como puede entre distintos familiares para garantizarles su seguridad, sino también la venida a pique de pequeñas y medianas actividades económicas que por aquel tiempo emprende: veinte hectáreas de cultivo de cacao en la zona rural de su pueblo natal y un pequeño negocio de comidas rápidas. Al respecto de este último dice: “bueno, allí yo me mudé para otro lado, dejé los carros de pizza y eso, al poco tiempo se metieron un personal, una dos personas según oí el comentario, y me dañan los carros, eran dos tipos armados en una moto”.

En vista de estas condiciones y buscando quizá lo que él llama “un aire de paz”, decide emigrar a un municipio cercano, al sur del departamento. No obstante, como le pasa a muchas víctimas en Colombia, sus victimarios no le dan tregua:

Ya tengo prácticamente como unos cinco meses de estar en [nombre del municipio] donde últimamente también hubieron unas amenazas… dos tipos encapuchados allá en una invasión me dijeron que me fuera porque el jefe de ellos sabía quién era mi familia, que yo era de buena familia y que por ese motivo… que éramos de buena familia, que mejor nos fuéramos de allí, entonces, que o si no, no respondían… esta denuncia pues la entablé… como mes y medio, más o menos un mes, se muere una tía mía en Cartagena, entonces yo voy al sepelio de ella, a los nueve días me regreso, yo me metí en el correo, cuando en el correo me aparece una amenaza, donde primero dicen que habían mandado un correo a [nombre de persona omitido] para que me dijera de que ellos le habían mandado unas razones a la tía mía, a la que falleció, le mandaron unas razones para que ella se muriera, o sea, eso fue el fin, y ella murió de un infarto, así, porque de eso murió ella, de un infarto; y que también me habían matado a un primo mío en San Pedro de Urabá… y que así mismo iba a correr yo la misma cosa que ellos, que eso no era un juego, que ellos no estaban jugando”.

Si bien considera la idea de volver a desplazarse, un trabajo social que viene adelantando en el municipio le motiva a quedarse. No obstante, como le dicen los emisarios, “ellos no estaban jugando”:

A las seis y media de la mañana, el día 9 de noviembre [de 2013] una camioneta, negra, Prado, a mí me cogieron tres tipos, o sea dos tipos porque uno el que iba manejando encapuchado, y me metieron, me amordazaron, me pusieron un esparadrapo en la boca y me iban diciendo unas cosas horribles, me pegaron, o sea, me decían que yo no hacía caso, que ya lo que nos habían advertido por Internet... que no hacían caso que entonces que conmigo me iban a quemar vivo, me iban a quemar vivo, me iban a echar gasolina y me iban a quemar vivo; entonces, que para que ellos [otros líderes comunitarios] cogieran escarmiento. Entonces ellos me llevaron... yo sí estaba viendo, o sea ellos me taparon fue la boca pero yo miraba... se metieron ahí por una trochita, entonces allá me amarraron a un palo... a mí me amarraron pero yo, o sea cuando ellos me amarran yo no estaba consciente porque ellos me iban pegando y me dejaron privado, me dejaron inconsciente; pero como al cabo del rato ya yo vuelvo en sí y veo unos unas personas que yo conozco, dos personas... entonces ellos me dijeron, me contaron, ellos me desamarraron, me dijeron ‘éste, manito, nosotros vimos, porque yo venía en una moto del mercado y yo vi cuando te montaron al carro, y yo prudentemente me fui, me fui, me fui, iba siguiendo, iba siguiéndolo, entonces, resulta que nosotros nos escondimos y vimos cuando te estaban… entonces ellos ya se venían, entonces nosotros nos escondimos ahí, ajá, no llamamos a la policía fue porque... y entonces fue cuando te desamarramos, eso fue lo que pasó’.

Tras este incidente se ve obligado otra vez a emigrar. Al momento de realizar la entrevista él ya está en otro municipio, mucho más al sur y mucho más distante de su pueblo natal. Llega ahí, como él dice, de “arrimadito”, gracias a la generosidad de unos parientes y de unos amigos de un amigo suyo. El nuevo pueblo le gusta, parece estar amañado, no obstante, su sueño es irse muy lejos, muy lejos del país.

La protección del Estado es una “payasería” El Estado colombiano le promete tres ayudas anuales, al momento que él interpone las respectivas denuncias por los hechos de violencia sufridos. No obstante, entre 2002 y 2013, el narrador de esta trayectoria de vida solo ha recibido siete ayudas en total, es decir, ni siquiera una por año. En un programa estatal de generación de ingresos le aprueban cinco millones de pesos de los cuales solo recibe uno y medio. Han tratado de sacarlo de las listas de atención por cumplirse más de diez años de su desplazamiento. Sobre su hermano desaparecido no sabe nada. Cada vez que denuncia un hecho de violencia o alguna amenaza, sus victimarios vuelven a aparecer y la protección gubernamental que las autoridades le han brindado al respecto, como si se tratara de un mal chiste, solo ha consistido en un celular y un chaleco antibalas.

Tengo protección del gobierno, aprobada pero en sí no están cumpliendo con esos requisitos, porque me dieron un celular, un chaleco antibalas, que lo tengo, el chaleco, pero eso es una payasería, porque yo fui militar y cómo va andar uno, si uno anda con un chaleco antibalas lógicamente tiene que andar con un escolta o dos escoltas, entonces, no sé ahí en esa parte qué ha pasado.

A esta situación hay que sumarle la dificultad para conseguir empleo, pues una de las consecuencias más sentidas de toda la violencia que ha padecido es la pérdida de algunas facultades para desempeñarse como músico profesional, que le duelen más que las otras afectaciones. El conflicto armado ha dejado secuelas en su cuerpo, que no le permiten desarrollar la actividad que más disfruta hacer, a saber: la de músico, y con ella servir con todo su talento y capacidad en el ministerio de alabanza de su iglesia.

En el ministerio... yo he tenido una quietud, personalmente porque he tenido problemas de salud; problemas de respiración, problemas de, como escuchan, tengo un problema de flema, entonces, he estado quieto allí, o sea he parado... también a raíz de la violencia, como pueden ver aquí mi labio, le voy a mostrar [muestra su boca], ya me miraron, yo no puedo sonar mis instrumentos... esto me ha paralizado la actividad como ministro de alabanza, porque no puedo, no puedo tocar los instrumentos bien, desafino, entonces, no tengo entradas ahorita mismo por ese lado... principalmente porque los instrumentos es con la boca, ese es mi trabajo; entonces mire el daño grande que me ha hecho esta gente, eso es algo tremendo, Dios meta su mano ahí.

Hoy, si bien sueña con la paz, quiere irse del país. Tiene una pareja con la que está “orándole al Señor”, según él, para que las circunstancias vividas no le impidan organizarse. Teme por las repercusiones psicológicas producto de todo lo que padece a raíz del conflicto armado. Espera graduarse de la universidad, sigue adelante con la iglesia y se le nota profundamente agradecido con Dios: “Dios hizo un milagro en mi vida, porque por lo menos yo dejé de fumar, dejé de tomar, bueno, desapareció todo, todo lo que era vicios, todo desapareció, y tengo un gran agradecimiento... hoy día hago alabanzas al Señor, o sea, yo predico a través de canciones”. Al momento de terminar la entrevista nos despide con la siguiente canción:

De mi terruño bello Salí por la violencia De una guerra muy sangrienta Me dieron muchos golpes Mi boca la callaron Ya no sueno la trompeta Y tampoco ni trabajo. El amor de mi familia El calor de mis papás Esto me hace mucha falta Por toda esta mortandad. Que se acaben los abusos Y también la corrupción Y que no haya más violencia Hay que limpiar el corazón.

Cuán hermosos son los pies De los que anuncian la paz En Romanos 10 al 15 Allí tú la encontrarás. El consejo de David Es que te apartes del mal Y que tú sigas el bien Y la paz florecerá

Debemos compartir El verdadero amor Que nos dejó mi Dios Con todo el corazón. La iglesia primitiva Vivían todos unánimes Había mucha unión Qué bueno es el Señor. (Por eso) Esta paz ella me inclina Ella es linda y me fascina Yo quiero seguir la paz Y que no haya más violencia Y que haya transparencia Para construir la paz.

Digamos no a la guerra Y que viva el amor Y que no haya más conflicto Que haya paz es lo mejor. Cuando acabe esta pelea Hay mejor respiración La sonrisa de los niños Y se alegra el corazón. Es mejor sabiduría Que toda arma de guerra Excelente arrepentirse Para que la paz florezca Porque solo un pecador Él destruye mucho bien Jesucristo es la paz Ven y búscalo a él.