Señas Y Señaleros 1 SEÑAS Y SEÑALEROS DE LA SANTA TIERRA AGRONOMIA ANDINA
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Señas y Señaleros 1 SEÑAS Y SEÑALEROS DE LA SANTA TIERRA AGRONOMIA ANDINA Juan van Kessel Porfirio Enríquez Salas Este libro se edita como: Número 4 de la Serie: “Wageningen studies on heterogeneity and relocalization” del Departamento de Sociología Rural de la Universidad de Wageningen, Holanda Con la cooperación de: Universidad de Wageningen, Holanda Social Sciences Universidad Nacional del Altiplano, Puno, Perú Centro de Investigación para el Desarrollo del Altiplano, Puno, Perú COLOFON Título: Señas y señaleros de la Madre Tierra; agronomía andina Autores: Juan van Kessel y Porfirio Enríquez Salas Edición compartida de: Abya Yala, Quito, Ecuador, y IECTA, Iquique, Chile Edición digital: R. Díaz Quezada, Tocopilla, Chile Diseño de la carátula: Abya Yala, Quito Impresión: Abya Yala, Quito ® Nº 124501 del Registro de Propiedad Intelectual, Stgo, Chile © Abya Yala - IECTA ISBN Nº .... 4 van Kessel /Enríquez SEÑAS Y SEÑALEROS DE LA SANTA TIERRA AGRONOMIA ANDINA Juan van Kessel y Porfirio Enríquez Salas Abya - Yala, Quito - Ecuador 2002 IECTA, Iquique - Chile Señas y Señaleros 5 INDICE Presentación 7 Introducción 11 Cap. 1. Urqhurarapampa, donde conversamos en señas 21 Cap. 2. Dos visiones del medio natural andino; marco teórico y metodológico 45 2.1 La visión capitalina-foránea del medio y la visión andina 45 2.2 El fondo mitológico de la agricultura alto-andina: “pachavivencia” 55 2.3 Los rituales de la producción como tecnología simbólica 63 2.4 ¿Cómo entender las señas?: La visión de los investigadores y la visión de los campesinos 72 2.5 De la antropología andina a la sabiduría andina; observaciones metodológicas 92 2.6 Conclusión 100 Cap. 3. La conversación cíclica en señas con los avisadores 105 3.1 Primera temporada: los avisos a largo plazo y la planificación de la campaña agrícola 106 3.2 Segunda temporada: los avisos a corto plazo y la ejecución del plan agrícola 139 3.3 Conclusión 151 Cap. 4. El diálogo del agricultor andino con su medio natural y divino 157 4.1 El diálogo en la chacra: desarrollo con identidad 157 4.2 El lenguaje secreto de los señaleros del más allá 200 4.3 Las tres siembras: las señas del capricho normal 233 4.4 Conclusión 236 Cap. 5. Fotos satelitales contra señas de la Pacha; evaluando la previsión climática andina 239 5.1 Introducción: “El Niño” de 1997-1998 239 5.2 La previsión en la campaña agrícola de 1997-1998 240 5.3 La evaluación de la campaña agrícola de 1997-1998 248 5.4 La nueva generación sobre las señas 250 Cap. 6. El campesino indómito; conclusiones 257 Bibliografía 267 Relación de cuadros, mapas, dibujos y paradigmas 275 Anexos 277 I. Las variaciones en el tiempo y en intensidad de heladas nocturnas y precipitaciones y la reducción espacio-temporal del año agrícola alto-andino 279 II. Canto de los Collas de Nuñoa a la Virgen del Carmen de Paucartambo 280 III. El mito de los tres Chicotillo 285 IV. Producción agropecuaria del departamento de Puno, campaña agrícola 1979-1980 298 V. Señas avisadoras observadas en diferentes comunidades alto-andinas 300 PRESENTACION A primera vista parecerá incomprensible y causará confusión el hecho que un catedrático de ultramar presente un estudio tan latino, tan peruano, o mejor dicho: tan indígena (en el sentido más positivo de la palabra) como es el caso de este libro. Nada pareciera tan distante, tan infinitamente diferente de Urqhurarapampa, que Europa; y Holanda parece estar más lejana todavía, casi en todo sentido. Tengo el privilegio de haber estado algunos años en el Perú: trabajando, viviendo, riendo. Me he asombrado. Me he encolerizado. He querido a la gente, sus palabras, sus planes, sus hazañas. Y muchas veces, precisamente por aquel complejísimo Perú, me he puesto triste: unas veces a solas, otras junto con mis amigos. ¡Pobre país! ¿Por qué estás tan abandonado de Dios? ¿Cómo es posible que después de 400 años de ”civilización y cristianismo” no se produzca en agri- cultura ni siquiera la mitad de lo que se producía entonces? ¿Cómo es posible que el Perú desconozca a sus mejores hijos; gente que el país necesita, ahora más que nunca? ¿Por qué se pisa su verdadera riqueza invocando el ídolo Capital? ¿Por qué están casi olvidados los poemas de mi compadre Ruffo Cárcamo, de Piura? ¿Por qué se pasó de largo la poesía con que la comunidad San Juan de Catacaos modelaba los campos, los pueblos, los canales y las Unidades Comu- nales de Producción? ¿Por qué fue borrada la historia de los Luchadores del 2 de Enero? Habría que hacerse preguntas similares referente a los otros países andinos: Bolivia, Ecuador... Mis años peruanos no son el motivo para escribir esta presentación. Juan van Kessel y Porfirio Enríquez Salas escribieron un libro espléndido y sin parangón.. Un libro cuyo significado alcanza infinitamente más lejos que la comunidad de Urqhurarapampa, comunidad profundamente escondida en la Cordillera de los Andes. Algo sé de la práctica agrícola en la Cordillera, especialmente del cultivo de la papa y la correspondientes mejora de las diferentes razas. He tenido la suerte que hombres y mujeres de la Alta Cordillera me conversaran horas y horas de sus papas y que me permitieran trabajar con ellos en su chacra. Posteriormente escribí unos artículos sobre sus cultivos, pero no soy experto, ni mucho menos. A lo más he sido un aprendiz de los verdaderos expertos, aquellas personas que durante toda su vida trabajan en aquella asombrosa ecología de la Cordillera; que llevan en sí el saber y la experiencia de muchas generaciones y que son los únicos en saber “leer” y entender sus señas. Este saber, esta experiencia, esta capacidad de entender ese mundo impresionante y trabajarlo adecuadamente constituyen, en su conjunto, una riqueza incalculable. Y también un arte, en el sentido clásico de la palabra. Un art de la localité como diría Mendras, un colega francés. Constituye una riqueza inestimable, pero también una riqueza misteriosa y escondida. Una riqueza que muchos no quieren, o no pueden, ver. Es el mérito de Juan van Kessel y Porfirio Enríquez Salas que hayan hecho esta riqueza, sin profanarla, más comprensi- ble, más accesible y más visible. Con esto, elevaron un monumento para los campesinos andinos. Realmente, su libro es aquel monumento. Es un estudio que me colma de profunda admiración y de gran respeto, tal vez también porque creo saber cuál ha sido la inagotable paciencia, cuál la tenaz perseverancia y cuál el afecto por los otros y lo otro, que fueron necesarios para poder hacer este libro. Sin embargo, un monumento recién es lo que pretende ser, cuando se lo considera de hecho como monumento. De ahí que deseo decir algo sobre la relevancia de este estudio. Es que su relevancia alcanza mucho más allá de la Cordillera, del Perú y de los países andinos. En este aspecto podría ser una ventaja el hecho que soy forastero de muy lejos. Soy holandés. Es más, soy frisón, e indígena en mi propia tierra. Frisonia es una de las provincias septentrionales de Holanda. Tenemos nuestro propio idioma (en un principio, cuando iba a la escuela básica donde holandés era el idioma obligatorio, no comprenía nada de lo que decían), tenemos nuestros propios vacunos y caballares, nuestros propios deportes y juegos, nuestra propia cultura y nuestros propios secretos. Los demás nos ven de una manera especial: encuentran que los frisones son porfiados, tercos. Encuentran que somos buenos para el trabajo duro, pero que no disponemos de una excesiva inteligencia. Bueno, ¡ sea lo que sea! Pero de todas maneras somos orgullosos de ser frisones. Muchas veces he tratado de explicarlo, antes en el Perú y en Colombia, y posteriormente en países africanos como Guinea Bissau y Mozambique, y muy recientemente todavía en Chiapas, Méjico. Pero cada vez que yo decía que soy un indiogena di mi tierra, la gente se ríe, una sonrisa algo incómoda. No me creen. Es más: más de una vez sentía cierta aversión. Era como si pensaran: ¡Vamos! Los indígenas están aquí. Son parte de nuestro problema, de nuestro subdesarrollo. No puede ser que existan 10 van Kessel /Enríquez también indígenas al otro lado del océano. La misma incapacidad que hace que muchos no puedan reconocer, ni apre- ciar, ni apoyar el monumento de gran prestancia de la agricultura altoandina, esa misma incapacidad prohibe también a un sinnúmero de gentes reconocer que el mundo esté formado por una miríada de etnias. En todas partes encontramos indígenas.O tal vez debo decir: Solo existen indígenas El problema es que algunos lo niegan no más con respecto a sí mismos, para luego apuntar a algunos otros en un sentido negativo como indígenas. Soy indígena en mi tierra, indígena de Frisonia. Al mismo tiempo soy ho- landés y europeo. Y precisamente por serlo, soy también testigo de la terrible destrucción de nuesto propio art de la localité. En un período de menos de 50 años ha disminuido en extremo la capacidad de entender las señas de nuestros ecosistemas locales y regionales, los sonidos y los movimientos de nuestro mundo. El precio de ello es - así nos damos cuenta ahora - gigantesco. Tenemos que construir nuevamente durabilidad en nuestros sistemas agrarios de Europa, nuevamente calibrar el equilibrio entre naturaleza y sociedad. Pero las piedras necesarias para ello (Conocimiento, Sensibilidad, Respeto, Comprensión y Pa- ciencia) se han perdido en gran parte. Tenemos que amasar el pan con manos que ya no saben sentir, mirar con ojos que ya no ven bien, trabajar con suelos que hemos arruinado y con animales que hemos hecho extremadamente vulne- rables. Estamos buscando coherencias con la ayuda de cerebros entrenados en lo opuesto: en reduccionismo. Estamos desorientados. “Antaño todas las cosas tenían nombre, los campos, los animales, la gente, el agua, las granjas - pero ahora todo es anónimo”, así escribe Hylke Speerstra en una novela reciente so- bre nuestra agricultura frisona.