LA AUTODERMINACIÓN: UNA ZANCADILLA AL DESARROLLO EMPOBRECEDOR

"… El desarrollo, desafortunadamente, tendrá que ser restringido espacialmente, pero puede ser durable para las partes más ricas del mundo..." (Sachs, 1996:23)

Por Julián Gutiérrez Castaño Licenciado en Etnoeducación y Desarrollo Comunitario Voluntario Equipos Cristianos de Acción por la Paz –ECAP- Barrancabermeja, 29 de septiembre de 2008

• Introducción … 1 • Procesos organizativos y territorios que hemos acompañado … 3 • Un modelo de desarrollo para la exclusión … 4 • Paramilitarismo y crecimiento económico … 13 • El … 25 • La autodeterminación: una zancadilla al desarrollo empobrecedor … 36 • Conclusión … 52 • Bibliografía … 53

Introducción

Este artículo fue escrito con el fin de darle un soporte teórico a una serie de presentaciones y conversatorios que realicé en Colombia y Estados Unidos. La metodología que escogí para escribirlo estuvo guiada por un deseo de mantenerme fiel a las presentaciones. Por esa y otras razones descargué las diapositivas utilizadas durante las mismas: le dan soporte a lo que quiero comunicar, ya que se trata de información que tiene poca difusión en los medios de comunicación, sean escritos o visuales; los gráficos hacen el texto más accesible para lectores no académicos y refuerza un poco las creencias populares –justo como las de las personas y comunidades que aparecen en este trabajo- de ‘ver para creer’ y ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Este trabajo no es el resultado de una investigación, mi trabajo en ECAP no es realizar investigaciones y la organización no contempla ese tipo de trabajos en su misión. Mi labor en ECAP es acompañar procesos de autodeterminación de comunidades en el contexto del conflicto social y armado colombiano, con el objetivo de reducir los niveles de violencia. La metodología de trabajo de ECAP Colombia se puede resumir en comprender, acompañar, visibilizar y transformar –no a la comunidad, sino la situación que genera opresiones-. Este artículo se inserta en las dinámicas de comprensión y visibilización del trabajo de ECAP, y responde a un interés personal de darle soporte teórico a mi labor. Las presentaciones y conversatorios son una parte esencial de nuestro trabajo, a mí me gusta pensarlas como una acción de carácter sinérgico, pues a partir de una sola actividad se generan varias acciones: 1) Uno de los componentes metodológicos de nuestro trabajo es la visibilización, por medio de las charlas podemos dar a conocer los procesos organizativos que acompañamos. 2) ECAP es una organización compuesta de voluntarias y voluntarios, las presentaciones se constituyen en un espacio en el que muchas personas interesadas en realizar un voluntariado se pueden conectar con la organización. 3) ECAP realiza varias delegaciones cada año a Colombia, muchos asistentes a las conferencias quedan interesados en conocer personalmente los procesos que acompañamos. Además, las delegaciones se convierten en un escenario para el desarrollo de la solidaridad altermundialista, ya que activistas y organizaciones de otros países se pueden conectar con activistas y procesos colombianos. 4) ECAP es una organización que se sostiene a partir de donaciones, las presentaciones son un escenario en el que se reciben donaciones o se da a conocer esa posibilidad. Muchas de las presentaciones son contratadas por universidades, colegios, organizaciones e iglesias, lo que representa ingresos para la organización. Este artículo es una reflexión sobre la idea predominante de desarrollo, conocida como ‘Perspectiva Fortaleza’, y su relación con el conflicto armado en el contexto colombiano. Esta hipótesis no sólo coloca al modelo de desarrollo como la causa del conflicto armado, sino que muestra como el paramilitarismo y el Plan Colombia -un programa estadounidense diseñado a finales de los 90’s en el contexto de la Guerra contra las Drogas-, entre otros, son una parte constitutiva de la Perspectiva Fortaleza. Finalmente, se habla de los procesos organizativos como procesos de autodeterminación, de resistencia propositiva de otras prácticas de desarrollo.

Procesos organizativos y territorios que hemos acompañado

Las siguientes son las regiones, ciudades y zonas de Colombia donde ECAP ha trabajado:

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Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Mapa Regional de Colombia

1. Región del Magdalena Medio: ECAP Colombia tiene su oficina en Barrancabermeja1, departamento de Santander. En esta región hemos acompañado el proceso de las veredas la Florida y los Ñeques en el corregimiento Ciénaga del Opón, Barrancabermeja. La

1 Barrancabermeja es reconocida como la capital del Magdalena Medio. En Colombia, las regiones no tienen ningún poder administrativo, aunque por razones culturales y geográficas serían una forma muy pertinente de división administrativa del territorio. Federación de Agromineros del Sur de Bolívar –FEDEAGROMISBOL-, la Asamblea Constituyente de Micoahumado, el Proceso Ciudadano por Tiquisio, la Comunidad del Garzal, la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra –ACVC-, el Nordeste Antioqueño –CAHUCOPANA-, el Espacio Humanitario de la India, el Espacio Humanitario del Opón-Carare, la Organización Femenina Popular –OFP-, el 5º. Mandamiento –un grupo de jóvenes antimilitaristas y objetores y objetoras de conciencia-, el Espacio de Trabajadores y Trabajadoras de Derechos Humanos –ETTDDHH- y el Laboratorio de Paz/Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio –PDPMM-. 2. Región de los Montes de María: Programa de Desarrollo y Paz de los Montes de María. 3. Región del Darién Colombiano: Zona Humanitaria del Cacarica/Justicia y Paz. 4. Departamento de Nariño: Cabildo Mayor Awá de Ricaurte –CAMAWARI-, y Unidad del Pueblo Awá –UNIPA-. 5. Departamento de Cauca: Recuperaciones de tierras del pueblo Nasa. 6. Bogotá: Iglesia Menonita, Movimiento de Objetores de Conciencia.

Un modelo de desarrollo para la exclusión

Estados Unidos está construyendo un muro en la frontera con México para impedir la entrada de inmigrantes indocumentados a territorio estadounidense. Este no es el único muro que se está levantando para dividir a los pobres de los ricos2, además existen muros imaginarios que funcionan tan bien como estos muros físicos. Los muros son el símbolo más fuerte de la Perspectiva Fortaleza, según la cual "… el desarrollo, desafortunadamente, tendrá que ser restringido espacialmente, pero puede ser durable para las partes más ricas del mundo…" (Sachs, 1996:23). De esta manera los países ricos del planeta buscarían mantener sus privilegios, excluyendo a las demás naciones de ese sueño llamado desarrollo. Las principales características de la Perspectiva Fortaleza3 son: 1) Ver a los países pobres como naciones condenadas a la dependencia económica y a las cuales se les debe detener en sus ‘peligrosas ambiciones’ de alcanzar los niveles de desarrollo de las del norte; para disuadirlas, los países ricos cuentan con poderosos ejércitos, a los cuales les inyectan cada año grandes cantidades de dinero. 2) Las transnacionales del norte tienen derecho a explotar los recursos naturales y humanos en los países del sur. 3) Desprecio por el tema ambiental, rechazo de acuerdos internacionales para reducir niveles de contaminación e irresponsabilidad frente a las consecuencias de las explotaciones de recursos naturales en naciones pobres. 4) Desconocimiento de las corresponsabilidades del norte con los conflictos sociales y políticos en el sur; en la práctica se dificultan las ayudas para el desarrollo económico. 5) Restricción de la inmigración y rechazo de los refugiados. 6) Se mantienen las medidas proteccionistas al interior de los países ricos, al tiempo que se fomenta la competencia entre los países del sur mediante acuerdos comerciales. Los principios de la Perspectiva Fortaleza son una radiografía del orden mundial que han impuesto las naciones más ricas del planeta. Un orden basado en la exclusión, ya que "… si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran los mismo que los países desarrollados de occidente, ‘harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades’…” (Galeano, 2007:151). Desde esta perspectiva se pueden comprender muchos eventos de la

2 La clasificación y división del mundo entre pobres y ricos es cuestionable, se argumenta que no existen pobres sino empobrecidos. Además, existen pobres en los países ricos, y ricos en los países pobres. Otra división es la de norte y sur, pero a ésta se le acusa de simplista. Otra posibilidad es hablar del mundo desarrollado y el subdesarrollado (en algún lugar en medio de esos dos, caen los países en vías de desarrollo), pero esta clasificación ignora las distinciones culturales y las distintas concepciones de desarrollo. Por último podría hablar del primer y el tercer mundo, mas considero ofensivo asegurar que las tres cuartas partes de los habitantes del planeta tierra (que es un solo mundo), viven en un tercer mundo. En fin, de estas cuatro opciones utilizaré las dos primeras por considerarlas menos ofensivas. 3 La teoría de las Perspectivas del Desarrollo ha sido desarrollada por el ambientalista alemán Wolfgang Sachs en su ensayo La Anatomía Política del Desarrollo Sostenible. La versión que presento en este artículo ha sido adaptada y complementada a partir del contexto colombiano. geopolítica mundial, que en ocasiones se manifiestan como opresiones impuestas por medio de instituciones económicas, sociales y ambientales; y otras veces a través de crudas intervenciones militares. Diplomacia y poder militar son en esencia, dos medios para alcanzar el mismo objetivo: impedir que el orden social y económico mundial se transforme, obligando a los países ricos a reducir su consumo y compartir los recursos del planeta.

Fuente: ECAP. Abril de 2006, Ciénaga del Opón, Barrancabermeja. Derramamiento de petróleo por mal estado de los oleoductos. Hasta hoy, septiembre de 2007, la empresa petrolera no ha respondido de forma integral por los daños causados a los predios rurales de pequeños campesinos.

El análisis efectuado a partir de la Perspectiva Fortaleza se puede aplicar a contextos nacionales y locales. Este modelo de desarrollo no sólo es conveniente para las naciones más ricas del mundo, también para los ricos de los países pobres. "… En cada país latinoamericano hay en realidad dos países, uno en perpetuo idilio financiero con los poderes que determinan el estado del mundo y otro que no deja de sufrir las consecuencias del proceso…” (Galeano, 2005:12). Los ricos de Colombia viven protegidos por muros físicos que impiden a los pobres tener contacto con ellos y sus lujosas viviendas, generalmente residen en condominios o edificios residenciales aislados de la calle por muros, rejas y guardias de seguridad. Mantienen niveles insostenibles de consumo y contaminan mucho más que los pobres, sin asumir responsabilidades por estas prácticas. Aplauden políticas que incrementen los niveles de seguridad -como la actual ‘Seguridad Democrática’-, que privilegian el fortalecimiento de la fuerza pública y garantizan la inviolabilidad y expansión de la propiedad privada. Se benefician de un orden social profundamente excluyente, y no han dudado en utilizar medios ilegales -como el proyecto paramilitar- para garantizarlo y ampliarlo. El discurso del desarrollo que justifica la Perspectiva Fortaleza se sostiene mediante un complejo entramado ideológico-científico, que argumenta su legitimidad y conveniencia mediante conceptos aplicables en los estudios y prácticas sociales, económicas, culturales y ambientales (Escobar, 1999). Dirán que eso es imposible después de leer las principales características de este modelo de desarrollo, pero es que esas características nunca salen en el cartel publicitario con el que nos venden el desarrollo, donde tampoco se anuncia en letra mayúscula el título PERSPECTIVA FORTALEZA o se reseña al fundamentalismo de mercado. Estas características sólo se pueden leer después de hacer un análisis de su discurso y descubrir la manipulación del lenguaje mediante el cual se termina justificando cualquier tipo de acción. Sobre este aspecto me gustaría compartir el texto ‘Allá vamos, otra vez’, realizado por Oren Ginzburg4, quien con palabras sencillas y dibujos rebosantes de creatividad y humor, desenmascara conceptos ligados al desarrollo que cuentan con una amplia aceptación en organizaciones, instituciones y la sociedad en general.

ALLÁ VAMOS, OTRA VEZ

De Oren

4 La totalidad de los gráficos de ‘Allá vamos, otra vez’ han sido utilizados con autorización de Oren Ginzburg. Para ver el texto completo, que además consta de una introducción y conclusión de la organización Survival International, ir a www.hungrymanbooks.com Nuestro objetivo inicial era el mismo que de costumbre:

llevarles Desarrollo Sostenible.

Sin embargo, en este caso concreto, nos encontramos con un desafío inesperado.

a su peculiar modo y manera, Resultó que la vida de esta gente,

ya era sostenible. Así que lo único que realmente podíamos llevarles era…

Desarrollo.

Empezamos por el Desarrollo Comunitario Participativo, pero ellos participaban más bien poco.

Probamos con actividades generadoras de ingresos… pero algunos parecen Tratamos incluso de darles poder… pero su contentarse con menos de un dólar al día. reacción fue más poderosa de lo que esperábamos.

Así que decidimos optar por un Enfoque Interdisciplinar Integrado por Múltiples Accionistas. Desarrollamos innovadoras Colaboraciones con el Sector Privado.

Desarrollamos Competencias Profesionales adaptadas a una economía rotativa.

Desarrollamos estrictas medidas de Y desarrollamos ambiciosas Redes de Protección Social: conservación, para evitar más daños al entorno. para quienes no era capaces de cuidar de sí mismos.

Este proceso nos ha supuesto un reto, en el Estamos deseosos de aplicarlas en otros lugares en un futuro muy que hemos aprendido muchas lecciones cercano. Pero, por ahora, permítannos simplemente decirles:

¡Bienvenidos a la Aldea Global!

‘Allá vamos, otra vez’ está pensado para un contexto muy particular. Para mostrar como la difusión del desarrollo en los pueblos indígenas termina siendo una excusa para robarles sus recursos naturales, explotar su fuerza de trabajo y arrebatarles sus territorios ancestrales. Pero los pueblos indígenas no son las únicas comunidades que sufren las embestidas del desarrollo. En el mundo hay muchos pueblos que por sus características culturales y las resistencias que hacen a la expansión del desarrollo, terminan siendo desplazados, y en muchos casos, desaparecidos. Estos pueblos se han visto especialmente afectados con el impulso que le dio a la homogenización del mundo la creación y práctica del desarrollo desde mediados del siglo XX. En general, este proceso ha sido más dañino para el sur del mundo, para el cual se creó "… un concepto que no ha sido abandonado desde entonces y que reduce la inmensa diversidad del sur del mundo en una sola categoría: los subdesarrollados…" (Sachs, 1996:17). La crisis desatada a partir de la puesta en práctica del desarrollo en Colombia es evidente. En el país hay más de cuatro millones de personas que han sido desplazadas violentamente de sus territorios5. El desplazamiento y el posterior robo del territorio, se pueden dar de manera disimulada y lenta, a través de la intervención social y la cooperación para el desarrollo6, como en el texto; o puede ser de manera frontal y rápida como lo ha hecho el paramilitarismo en Colombia. Estos dos métodos son profundamente violentos, varían en los medios, más no en los fines, además se puede pasar muy fácil de una estrategia a la otra ¿Qué hubiera pasado si este grupo indígena se hubiera organizado para resistir al desarrollo? Seguramente los desarrollistas no hubieran optado por un ‘enfoque interdisciplinar integrado por múltiples accionistas’, sino por alianzas con el ejército, los paramilitares u otro grupo armado.

Paramilitarismo y crecimiento económico

En Colombia, el paramilitarismo es visto como un fenómeno que se explica por la existencia de los grupos subversivos, desligándolo de su aspecto económico. Para lograr este objetivo se recurre a varias herramientas, una de ellas es la manipulación del lenguaje, así las Fuerzas Paramilitares no se reconocen con este nombre, sino que se hacen llamar Autodefensas Unidas de Colombia –AUC-, creando al menos tres imaginarios que niegan la realidad: 1) No se trata de grupos paramilitares venidos de distintas regiones del país, sino de grupos conformados por las propias comunidades para defenderse de las guerrillas. 2) No son grupos armados financiados por terratenientes, ganaderos, agroempresarios, multinacionales, narcotraficantes y el Estado, sino grupos conformados por valientes y desinteresados voluntarios de la comunidad. 3) El paramilitarismo no tiene ninguna relación con la Fuerza Pública, ésta no tiene responsabilidad

5 Codhes Informa (5 de febrero de 2008). Ahora por los desplazados. Bogotá. En http://www.pda- alemania.org/descargas/descar_esp/prensa_codhes.pdf. En el contexto colombiano, las comunidades afrocolombianas, indígenas y campesinas han sido especialmente afectadas por la práctica del desarrollo. Estos pueblos se pueden reconocer como categorías sociales conexas en la medida en que comparten características como vivir en contextos rurales, ser comunidades que históricamente han sido excluidas en el proceso de construcción del estado colombiano, desarrollar elementos culturales que les dan una identidad particular y tener relaciones con la tierra que difícilmente encajan en la economía capitalista. 6 Esta anotación no debe comprenderse como que toda intervención social o cooperación para el desarrollo responden a una intención de robar los recursos de la población intervenida. Cada caso debe ser estudiado según su práctica, el contexto y el discurso al que responde. en la creación, entrenamiento, dotación de armamento, entrega de información y coordinación de acciones con los paramilitares, antes se trata de grupos armados ‘sediciosos’, es decir, que están contra el Estado. El paramilitarismo tiene orígenes remotos y diversos. En Europa, la aparición de ‘grupos de autodefensa de carácter paramilitar’ (Díaz y Quijano, 2004) está profundamente ligada a la expansión de la propiedad privada que trajo el sistema económico capitalista y la incapacidad de la fuerza pública de proteger el creciente número de bienes particulares. El paramilitarismo garantizaba no solamente el respeto de la propiedad privada, sino que actuaba como generador de más propiedad privada al expandir la frontera de la que ya existía.

Fuente: ECAP. Miembros del Ejército colombiano observando el tráfico ilegal de combustibles en el río Opón, Barrancabermeja. Al fondo se ve una canoa conducida por miembros del Cartel de la Gasolina, algunos de ellos son paramilitares armados, otros son simples ‘empleados’.

Establecer la conexión entre paramilitarismo y Fuerza Pública es de suma importancia para explicar la rápida expansión de este fenómeno en Colombia. El cómo se manifiesta el apoyo del Estado a estos grupos varia según el contexto. Por ejemplo, en el Magdalena Medio los paramilitares lograron controlar el robo de gasolina a la Empresa Colombiana de Petróleos – ECOPETROL- a finales de los 90’s. Rápidamente crearon una estructura que organizó este negocio ilegal, conocida como el Cartel de la Gasolina. En este caso, el apoyo de la Fuerza Pública y del Estado fue pasivo, simplemente permitió que el Cartel actuará con impunidad. En el 2002, fecha donde se alcanzaron los más altos rendimientos en el robo de hidrocarburos, el Cartel de la Gasolina le estaba causando a la Refinería de Barrancabermeja, propiedad de la empresa estatal, pérdidas de hasta el 1.3 % de la producción, el equivalente a $9.966’666.666 millones mensuales (US$ 4.983 millones) o $119.600’000.000 millones anuales (US$ 59.800 millones)7. Dinero que aseguraba el sostenimiento de la estructura paramilitar en la región. La gasolina, además de ser un producto de fácil venta, es un insumo para la producción de cocaína, otra de las fuentes de financiación del paramilitarismo en la región. En Colombia hay varios momentos y coyunturas en las que surgen grupos de carácter paramilitar, pero el momento clave es la década de los 80’s, cuando el Cartel de Medellín fundó, con asistencia del Ejército colombiano y el mercenario israelí Yair Klein, el grupo paramilitar Muerte A Secuestradores –MAS- en Puerto Boyacá, región del Magdalena Medio8. Paralelamente, en las ciudades abundaban los grupos de ‘limpieza social’ conocidos como la Mano Negra, que estaban formados por civiles y miembros de la Fuerza Pública. Su objetivo era eliminar las personas que consideraban que afeaban las calles y los barrios, esta categoría incluía delincuentes de poca monta, personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), habitantes de la calle y consumidores de drogas ilegales. Los grupos de ‘limpieza social’ derivaron en bandas de sicarios que se especializaron en prestar servicios al narcotráfico (Salazar, 2002). Los Ganaderos, terratenientes y agroempresarios comenzaban a conformar grupos de seguridad privada en áreas rurales, para protegerse de los secuestros, extorsiones y robos de la guerrilla, repeler las invasiones de campesinos y apropiarse de terrenos que codiciaban. Los narcotraficantes de otras regiones conformaban ejércitos privados para controlar militarmente territorios donde tenían cultivos, y traficaban drogas y armas. Todos estos grupos funcionaban en distintas partes del país, sin tener coordinación, y en la mayoría de los casos, sin conexión. En los 90’s, al tiempo que el M-19 abandonaba las armas y se convertía en el naciente movimiento político Alianza Democrática 19 de abril, y se elaboraba una nueva Constitución Política Nacional, casi todos los grupos paramilitares que operaban en Colombia, tanto en sectores rurales como urbanos, se agrupan en las AUC. Los diálogos adelantados por el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC- en el sur del país, propiciaron la coyuntura histórica en la que se afianzó el paramilitarismo como poder militar con relativa autonomía de la fuerza pública y visión para desarrollar objetivos

7 ECOPETROL. En http://www.ecopetrol.com.co/socios/infinan_cifras.html 8 Revista Semana (28 de agosto de 2007). El año de la verdad. Capturan en Rusia a Yair Klein, el mercenario israelí que inició la instrucción de los paramilitares. En http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=101403 claros, propios de un proyecto político, económico y social. En ese momento las élites nacionales, especialmente aquellas con propiedades e inversiones rurales, y los poderes políticos locales necesitaban un ‘plan B’ para conservar sus privilegios, en el caso de que los acuerdos llegaran a buen término y se empezara un proceso de redistribución de la riqueza y transformación política. Este no fue el primer ataque del paramilitarismo a un proceso de paz entre gobierno y guerrillas. La Unión Patriótica, movimiento político surgido a partir de las negociaciones del gobierno de Belisario Betancourt con las FARC en los 80’s, fue exterminado violentamente en menos de una década por una alianza entre el Estado y el incipiente paramilitarismo. En fin, el fortalecimiento del paramilitarismo en momentos en que el país adelanta negociaciones de paz con las guerrillas o acciones que buscan cambiar el status quo, ha sido una constante que bloquea cualquier cambio social.

Fuente: Díaz y Quijano (2004). Expansión del paramilitarismo en Colombia entre 1985-1991 (amarillo), 1992- 1997 (azul) y 1998-2002 (rojo)

En el proyecto paramilitar se han identificado tres momentos para la región del Magdalena Medio, aunque este análisis puede extenderse a casi todas las regiones de Colombia donde los paramilitares operaron y siguen operando: 1) una etapa de confrontación armada, 2) una etapa de control territorial y 3) una etapa de legitimación (Loininsigh, 2002). El momento de confrontación es el más violento, es cuando los paramilitares entran por primera vez al territorio. Si en la zona existen grupos guerrilleros, se dan enfrentamientos, que indefectiblemente afectarán a la población civil, además abundan las masacres, los desplazamientos forzados, las desapariciones masivas y los asesinatos. En el caso de Barrancabermeja este momento se puede ubicar entre los años 1998 y 2002, y está marcado por ataques indiscriminados a la población civil. En lo económico, la ‘liberación’ de zonas donde antes estaba la guerrilla, favorece procesos de concentración de tierra para la ganadería y los monocultivos, extensión de las redes de servicios públicos y vías de comunicación que benefician principalmente los nuevos ‘latifundios’. En lo social y político, se impone la jerarquía y autoridad paramilitar en la región

Fuente: ECAP. Corregimiento de Olivares, Ríoviejo, Sur de Bolívar. Varias familias se desplazaron después de que un grupo armado desconocido (se especula que era paramilitar o de las FARC) encerrara al profesor de la comunidad en su casa y le prendieran fuego a la vivienda.

En la fase de control territorial cambia de forma, deja de ser una violencia masiva, espectacular y estremecedora, para convertirse en una violencia más específica, puntual y sigilosa. Cesan los enfrentamientos armados y abundan los asesinatos propios del sicariato, las desapariciones individuales y las amenazas. Además se impone un control social que poco a poco sustituye el control armado. Las principales víctimas en este momento son la oposición política, los sindicalistas, los representantes de la academia crítica y los líderes de movimientos sociales; a estas se le suman las tradicionales víctimas de la ‘limpieza social’: habitantes de la calle, prostitutas, personas LGBT, consumidores de drogas ilegales, ladronzuelos y jóvenes rebeldes (manifestaciones tan simples de la libre personalidad como que un joven lleve cabello largo o piercing, o que una muchacha lleve falda corta y escote, son castigadas severamente). La violencia de la ‘limpieza social’ es similar a la que en los 80’s ejecutó la ‘Mano Negra’. Esta violencia nunca se dirige contra sectores pudientes de la sociedad, se lleva a cabo en los barrios y sectores más pobres de la ciudad, por lo que se constituye en una violencia profundamente discriminatoria.

Fuente: Díaz y Quijano (2004). Control social paramilitar en Barrancabermeja. A la izquierda: dos niñas obligadas a barrer las calles como castigo por robar víveres en una tienda barrial. A la derecha: mujer golpeada porque supuestamente había tenido relaciones sexuales con un hombre distinto a su marido.

Adicionalmente, se inicia un proceso de recolonización en el cual el paramilitarismo trae pobladores de zonas que ya controla. La convivencia del paramilitarismo con y suplantación del Estado en la mayoría de sus funciones, les permite continuar con la expansión de la propiedad privada, las vías de comunicación y los servicios públicos, además adquiere capacidad para ofrecer salud, educación y construcción de vivienda. En lo rural, los proyectos agroindustriales, ganaderos y mineros empiezan a generar empleos para los nuevos pobladores. La penetración del paramilitarismo en sectores de la economía y en instituciones estatales como el INCODER – Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural, que durante el primer gobierno Uribe reemplazó al Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, INCORA-, el sector de la salud, las apuestas y las empresas contratistas, le permite entregar terrenos y ofertar empleos. Estas acciones le otorgan al paramilitarismo las condiciones para crear una retaguardia paramilitar entre la población civil favorecida con este proyecto militar, económico y social. Por último se da un momento de legitimación del Proyecto Paramilitar. En esta fase la violencia de las armas es innecesaria, pues ya se ha controlado cualquier conato de rebeldía en el territorio. La oposición política ha sido diezmada, tal cual pasó con la Unión Patriótica y se intentó con el Polo Democrático Alternativo en las elecciones para Presidencia y Congreso en el 2006. El asesinato selectivo de líderes sindicalistas ha debilitado a las organizaciones de trabajadores. Incluso la academia crítica ha sido perseguida y desaparecida en algunas regiones. Las organizaciones sociales han sacrificado los elementos políticos e ideológicos para sobrevivir, los líderes más incómodos han sido eliminados. En los barrios y los sectores pobres es tal el control y el miedo, que incluso una de las prácticas más desesperadas de sobrevivencia, la delincuencia común y su tradicional ‘ratero’, desaparecen, y no precisamente porque las necesidades que antes empujaban a la gente a robar se hayan esfumado.

Este es el momento en el cual los inversionistas aparecen en escena, pues el territorio recibe las mejores garantías como lugar seguro para multiplicar su capital explotando los recursos naturales y humanos de una población desorganizada e intimidada. Este es el caso de las compañías palmiculturas que con la colaboración del Estado están explotando zonas donde previamente se dieron desplazamientos forzados –Chocó, Magdalena Medio, Llanos Orientales, etc.; la extracción de oro por parte de Kedahda S.A., filial de la Anglo Gold Ashanti, en la Serranía de San Lucas, territorios indígenas en el Cauca, Nariño y Risaralda, y territorios afrocolombianos en el Cauca y Chocó. Otras compañías que se han visto beneficiadas, e incluso han reconocido haber financiado el paramilitarismo, son Coca Cola, Nestlé, la Drummond Company en la Guajira y el Cesar, y Chiquita Brands International en el Urabá. Cuando se ha logrado el control territorial y se entra en la fase de legitimación, la existencia de grupos paramilitares deja de tener justificación. El Estado, la Fuerza Pública, previamente fortalecida, y los medios de comunicación empiezan a robustecer el imaginario de que ‘Ahora hay seguridad’, al tiempo que hacen énfasis en que los intereses de la oposición política, movimientos sociales, sindicatos, academia crítica, con sus huelgas, protestas y crítica constante, van en contravía del bien común, la paz, el bienestar y la tranquilidad (Chomsky, 2007). También se muestran indicadores de seguridad como la disminución de asesinatos, de robos, de secuestros, etc. Finalmente, se consolida la propuesta de sociedad y el objetivo general del proyecto paramilitar, el cual puede resumirse en la propuesta de ASOCIPAZ, organización fundada por el paramilitarismo y las elites regionales del Magdalena Medio, que además de generar propuestas regionales de desarrollo, evitó el despeje de una zona del Magdalena Medio y el inicio de un proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y el Ejército de Liberación Nacional –ELN-. “Entre el año 2000 y 2020[... se] deberá implementar un modelo de desarrollo soportado en proyectos estratégicos que harán posible una Región Integral y sin fronteras, integrada a los ejes geoeconómicos transnacionales, participando de manera competitiva en el mercado nacional e internacional, transformando sus ventajas comparativas en competitivas, hacia los cluster industriales especializados principalmente en el sector minero, maderero, las cadenas agroindustriales y las Pymes Solidarias, utilizando tecnologías de punta orientados a las exportaciones y soportados en una adecuada infraestructura física y régimen fiscal que atraigan la relocalización industrial y la inversión extranjera[…] para que los espacios locales o regionales[…] estén en condiciones de movilizar sus capacidades endógenas, generar competitividad y hacerse un lugar en el mercado internacional[…] Todo parece indicar que a países como Colombia les corresponde replantear sus modelos tradicionales de economía y sociedad y optar por otros que hagan énfasis en la competitividad y la revalorización del capital social[…] Es preciso crear nueva agricultura, no por parte directa de las tradicionales agencias del Estado, labriegos impreparados abandonados a su suerte, sino de organizaciones especializadas y con sólida experiencia empresarial, autónomas e independientes[…]No se trata, pues, de hacer de los campesinos propietarios de pedazos inútiles de tierra, sino generarles fuentes de ocupación rentable, empleos bien remunerados y posibilidades reales de participar activamente, en calidad de accionistas o copropietarios, en el capital y el engranaje, agroempresarial moderno…” (Loininsigh, 2002:85-86). Al momento de concluir el proyecto paramilitar surge un gran interrogante, ¿qué hacer con los paramilitares? Se debe iniciar un proceso de desmovilización que garantice al menos dos aspectos: 1) que los paramilitares queden en una buena situación económica al reintegrarse a la sociedad civil, para que 2) no degeneren en actividades ilegales que perjudiquen a los inversionistas, al Gobierno y a la Fuerza Pública. Estas dos condiciones implican un reto para el Gobierno, ya que la sociedad civil, en especial la que está organizada en movimientos sociales, partidos políticos, organizaciones civiles, asociaciones de víctimas, iglesias que realizan trabajo social, etc.; y la comunidad internacional no van a permitir que el Proyecto Paramilitar se ejecute con total impunidad. En este sentido, hay que tener en cuenta que la globalización, además de ser económica, también es una globalización de los valores culturales occidentales, y entre estos se cuenta el discurso de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario (Morin, 2007). Por esta razón, no es de extrañar que aún las potencias mundiales que violan los DDHH y el DIH con la impunidad que les confiere el poder, presionen a gobiernos de países ‘subdesarrollados’ como el colombiano para que respeten estos ‘acuerdos’ internacionales. Adicionalmente, el gobierno tiene que crear más de 30 mil empleos –en el proceso de desmovilización paramilitar se desmovilizaron más de 31 mil personas, y no más de once mil armas- para atender la creciente demanda de empleo. Eso nos deja en el momento actual –septiembre de 2008-. Después de varios intentos fallidos, el Gobierno parece haber claudicado frente a la Corte Suprema de Justicia en su intento de garantizar a los paramilitares la impunidad otorgándoles el status de sediciosos9, este reconocimiento les hubiera permitido rebajas de penas y excarcelación en algunos casos, y eventualmente, hubiera sido una puerta de entrada para la participación en política (Arias y Rojas,

9 Sedición: Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad. Del latín ‘sed’: aparte, sin; e ‘iditio’: acción de ir. Tomado de Gómez Silva, Guido (2001). Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Colegio de México y Fondo de Cultura Económica. México D.F. 2007). Todo indica que la nueva estrategia del Gobierno para garantizar la impunidad del proyecto paramilitar –este concepto incluye un grupo de personas mucho más amplio que los paramilitares en armas que se desmovilizaron, también incluye a los políticos, militares, empresarios y sectores de la sociedad que apoyaron el paramilitarismo- es la extradición.

El Gobierno ha decidido comenzar a extraditar a Estados Unidos a los jefes paramilitares que estaban confesando sus crímenes en momentos en que la política nacional está conmocionada por el escándalo de la ‘parapolítica’, donde 67 congresistas -entre ellos Mario Uribe, primo hermano del Presidente Álvaro Uribe y Carlos García, presidente del Partido de la U, principal partido de Gobierno-, gobernadores y alcaldes, el exdirector del Departamento Administrativo de Seguridad –DAS, el equivalente al FBI, y quien había sido Jefe de la primera campaña presidencial de Álvaro Uribe en la Costa Atlántica-, Diplomáticos, Cónsules y otros funcionarios cercanos al Gobierno, tienen condenas o procesos de investigación por sus alianzas con los paramilitares para refundar la patria a partir de un nuevo contrato social. Las confesiones de los paramilitares abrieron una ventana a través de la cual no solamente se dejan ver los crímenes de lesa humanidad, también se vislumbra la complejidad de la estructura del paramilitarismo con su variante parapolítica, aunque todavía falta escuchar sobre la paraeconomía. La extradición representa un duro golpe a las aspiraciones de verdad, justicia y reparación de las víctimas. En primer lugar, la reclusión de los jefes paramilitares en Estados Unidos implica dificultades para que declaren frente a la justicia colombiana, tanto por la distancia como por la complejidad que implica acceder a reos que ahora son competencia de la justicia estadounidense. En segundo lugar, implica desmotivación para los jefes paramilitares, pues ya no obtendrían beneficios por confesar ante los tribunales colombianos de Justicia y Paz los crímenes de lesa humanidad, sino ante las cortes estadounidenses aquellos crímenes conectados con el narcotráfico. La extradición de los jefes paramilitares favorece principalmente a quienes hacían parte de las estructuras política y económica del proyecto paramilitar, coincidencialmente, sectores afines al Gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Relación tan evidente que un Senador de oposición propuso comenzar a utilizar el término parauribismo en lugar de parapolítica. La sociedad civil ha empujado para que se aplique justicia a los paramilitares, hay sectores solidarios de la comunidad internacional que han logrado influir a sus gobiernos para que condicionen acuerdos comerciales, ayudas económicas y militares, a que se cumpla con los principios de verdad, justicia y reparación en el Proceso de Desmovilización, así como se cesen e investiguen los asesinatos de sindicalistas, políticos, líderes sociales y periodistas. El ejemplo más emblemático de esta situación es la no aprobación del Congreso de Estados Unidos al Tratado de Libre Comercio –TLC- con Colombia. El escenario internacional, más concretamente el estadounidense, se ha convertido necesariamente en un espacio en el que tendrán que moverse los interesados en conocer las dimensiones reales del paramilitarismo, ya que las investigaciones prácticamente han escapado al poder de la justicia colombiana.

Un elemento que se debe tener en cuenta, es que a pesar de la penetración del paramilitarismo y el narcotráfico en todas las estructuras del Estado colombiano, todavía hay instituciones y organismos del Estado que han respetado la legalidad, que están presionando desde adentro del Gobierno para que la fase de legitimación del proyecto paramilitar no se concrete. En ese sentido se destaca la labor de la rama Judicial, que a pesar de los continuos ataques del Legislativo y el Ejecutivo, sigue adelantando las investigaciones de la parapolítica. Cada vez es más urgente que la Corte Penal Internacional intervenga en apoyo de la justicia colombiana, ya que es la misma democracia la que peligra cuando se atenta contra una de los poderes que mantienen su equilibrio. En lo local, el paramilitarismo está viviendo un reacomodamiento de fuerzas y estructuras que niega la tesis estatal según la cual ya no existe paramilitarismo en Colombia. Todo parece indicar que los mandos medios del paramilitarismo no tuvieron una buena participación en el festín de la legitimación, así que para ellos resulta mejor conservar el poder económico, social y militar a través de la acción armada, el control del hurto de gasolina, el narcotráfico, las extorsiones y la intervención en la política local. En ese contexto, las antiguas estructuras del paramilitarismo se resquebrajan por pugnas internas entre mandos medios, mientras los grandes jefes paramilitares ven disminuido su control sobre las bases del paramilitarismo. En Barrancabermeja y el Magdalena Medio, se han visto rencillas en el contexto político, económico y social, que se manifiestan en un crecimiento de la violencia que termina afectando a toda la sociedad. Otra vez están surgiendo los grupos de ‘Limpieza Social’ estilo ‘Mano Negra’, se sigue con las actividades del narcotráfico, el Cartel de la Gasolina y las extorsiones. Todavía se apela al uso de la estrategia paramilitar en zonas donde hay grandes intereses económicos, especialmente en el sur de Bolívar, donde se están desarrollando sendos megaproyectos de palma aceitera y minería. Esta situación que parece habérsele salido de las manos a los jefes paramilitares y el Gobierno, no es más que una consecuencia del tránsito de la fase de control territorial a la fase de legitimación. En ese momento el paramilitarismo tendría que abandonar los negocios ilegales, como el narcotráfico, el robo de gasolina, la extorsión, etc.; y ahondar en los legales, como la ganadería, los monocultivos, la explotación aurífera, las cooperativas de seguridad, etc. (Loininsigh, 2002). Lo que parece haber escapado a la planeación es que no todos tendrían suficiente participación y beneficio en estas actividades económicas, y que dado que las actividades ilegales no iban a dejar de ser rentables porque el paramilitarismo las abandonara, muchos de ellos elegirían esta opción. De cualquier manera, parece que en medio del caos generado por el proceso de desmovilización e ignorando su fracaso, el Gobierno aprovecha la coyuntura actual para atacar las organizaciones sociales existentes. Muchos de los testimonios de los paramilitares desmovilizados han sido utilizados para señalar a las organizaciones sociales de pertenecer a grupos guerrilleros. Como es el caso de Julián Bolívar, excomandante del Bloque Central Bolívar, quien en su ‘versión libre y espontánea’ ante los jueces de Justicia y Paz, aprovechó para leer un ‘informe de inteligencia’ en el que acusaba a organizaciones legítimas de Barrancabermeja y el Magdalena Medio, como el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio –PDPMM-, la Unión Sindical Obrera –USO-, la Organización Femenina Popular –OFP-, el Comité Regional de Derechos Humanos –CREDHOS- y la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra – ACVC-; de estar al servicio del ‘marxismo armado’. La respuesta del Estado fue inmediata, no en la defensa de las organizaciones que durante años han apoyado a las víctimas del conflicto y buscado una solución pacífica a éste, sino en respaldar las declaraciones del jefe paramilitar: la Fiscalía capturó cuatro líderes de la ACVC y emitió orden de captura contra otros 18 integrantes10. Situaciones similares se han venido presentando en otras regiones de Colombia a partir de las declaraciones de jefes paramilitares. El otro elemento que ha utilizado el Gobierno en su guerra contra las organizaciones sociales, ha sido el de la farcpolítica. Un escándalo que el Gobierno ha querido construir con la información encontrada en los computadores de Raúl Reyes, segundo de las FARC, quien murió en un bombardeo unilateral de la Policía colombiana sobre un campamento en suelo ecuatoriano. A la farcpolítica se le ha pretendido darle las dimensiones de la parapolítica, más la analogía resulta absurda cuando se compara el decadente poder político del grupo guerrillero con el del paramilitarismo. De todas maneras, el Gobierno ha comenzado a construir casos judiciales contra líderes de partidos políticos opositores, de organizaciones sociales, campesinas, religiosas, educadores, periodistas, etc. Curiosamente, las mismas personas que el paramilitarismo persiguió y eliminó por la vía armada.

El Plan Colombia

El Plan Colombia comenzó a funcionar en 1999, durante los gobiernos de Andrés Pastrana –Colombia- y Bill Clinton -Estados Unidos-. Este plan se inserta en la ‘Guerra contra las drogas’ que Estados Unidos inició en los 80’s, y que en un principio se había concentrado en Bolivia y Perú.

10 Para más información sobre la persecución contra la ACVC ir a http://prensarural.org/spip/spip.php?rubrique15 El Plan Colombia y la Guerra contra las drogas no se podrían explicar sin abordar la ‘Política del Miedo’ con la que los gobiernos estadounidenses han logrado desviar la atención de la población de este país de los problemas centrales de su sociedad, como el empleo, la salud, la educación, etc.; entre otros aspectos de la vida que han desmejorado en comparación con décadas pasadas. La intimidación y el control de la población se lograron primero con el fantasma comunista, posteriormente, al final de la guerra fría “…se empezó a utilizar a los terroristas internacionales, a los narcotraficantes, a los locos caudillos árabes o a Saddam Hussein, el nuevo Hitler que iba a conquistar el mundo. Han tenido que hacerles aparecer a uno tras otro, asustando a la población, aterrorizándola, de forma que ha acabado muerta de miedo y apoyando cualquier iniciativa del poder..." (Chomsky, 2007:107-108) Existe un bache generacional en el cual el gobierno estadounidense se quedó sin un enemigo de peso, un monstruo que sembrara miedo en la población norteamericana, a principios de los 90’s desapareció la amenaza comunista y sólo hasta el 11 de septiembre de 2001 apareció la amenaza terrorista. La ‘Guerra contra las drogas’ hizo lo que pudo para llenar ese vacío entre los años 80’s y 90’s. Casi todos los estadounidenses nacidos después de 1980 crecieron en este contexto. Sólo imaginemos un que además de haberse dedicado al tráfico de drogas ilegales, se hubiera convertido al Islam, y como si fuera poco, hubiera coqueteado con el comunismo. Entonces, el que alguna vez fue el narcotraficante y delincuente más buscado del mundo, se hubiera convertido en la personificación del diablo. Los Dantes modernos no tendrían que esforzarse mucho para escribir textos que tendrían mucho de comedia y poco de divinos, en los que Pablo Escobar sufriría interminables martirios en el último infierno por narcotraficante, terrorista y revolucionario. Lo anterior puede parecer una pequeña muestra de mi mal sentido del humor, pero mi intención es mostrar los absurdos a los que lleva la ‘política del miedo’ en Estados Unidos y cualquier otro país, además, nótese que los adjetivos que utilicé – narcotraficante, revolucionario y terrorista- son los mismos con los que se califican a las guerrillas colombianas, especialmente a las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia – FARC-. Retomando el Plan Colombia. Nuestro país es el cuarto receptor mundial de programas de ‘ayuda’ del Gobierno estadounidense. Con un promedio sostenido de 500 millones de dólares anuales durante la última década, Colombia sólo es superada por Irak, Israel y Egipto. A nivel latinoamericano, Colombia es el primer receptor de manera indiscutible. Entre los años 1997 y 2007, Colombia recibió cerca de cinco billones de dólares, cifra que supera incluso la suma de la ‘ayuda’ estadounidense recibida por todos los países de América Latina. Estas cifras son un indicativo de la importancia que tiene el Plan Colombia y, en general, el territorio colombiano para los Estados Unidos. La racionalidad y el pragmatismo occidental, al que históricamente han respondido las políticas de la Casa Blanca, no se han dejado ver en el Plan Colombia. Después de años de inversión en la Guerra contra las drogas, sería de esperar que ésta estuviera a punto de ganarse, pero ha sucedido todo lo contrario. La política estadounidense ha apuntado a solucionar el negocio del tráfico de drogas, atacando los cultivos de uso ilícito, no obstante los estudios demuestran que los precios de las drogas han disminuido, lo que implica que hay mayor oferta en las calles. Tomando las tres drogas ilícitas más populares, podemos concluir que la Guerra contra las Drogas ha fracasado. 1) Después de años de combatir y fumigar cultivos de marihuana en territorio mexicano, Estados Unidos se ha convertido en el principal productor de ‘yerba’ en el mundo11. Por supuesto que en territorio estadounidense no se han implementado las dañinas fumigaciones con paraquat, químico fabricado por Monsanto. 2) A pesar de la actual invasión a Afganistán, principal productor de heroína en el mundo, el costo de esta droga ha bajado dramáticamente. En 1981, 10 gramos de heroína costaban US$ 180, hoy en día valen entre US$ 20-30. 3) No obstante el Plan Colombia, los miles de millones de dólares gastados y la debacle ambiental y humana causada por las fumigaciones con glifosato, también fabricado por la Monsanto, el costo de 50 gramos de cocaína se ha reducido de US$ 200 a US$ 40 en los últimos 25 años12. Esta situación nos permite aventurarnos con las siguientes hipótesis: la política de erradicación de los cultivos ilícitos es equivocada, pues mientras exista demanda de drogas ilícitas, va a haber oferta. Una eventual eliminación de la marihuana, la heroína y la cocaína, derivaría en el surgimiento y consumo de drogas sustitutas, pues se acabaría con la oferta, mas no con la demanda. La Guerra Contra las Drogas y el Plan Colombia han sido un fracaso total, tanto en su enfoque como en la práctica. Por último, antes mencionábamos la racionalidad y el pragmatismo con el que la Casa Blanca lleva la política internacional. Entonces, ¿porqué después

11 El Tiempo, 6 de enero de 2007. La marihuana es el cultivo de mayor valor en los Estados Unidos. 12 (2007) Below the radar: U.S. Military programs with Latin America 1997-2007. Center for International Policy, the Latin-American Working Group Education Fund, and The Washington Office in Latin America. Washington. de años de implementar una política fallida insisten en ella, o es que acaso esta política es sólo una excusa para intervenir militar, política y económicamente en países como Colombia, y controlar recursos humanos y naturales fundamentales para la economía estadounidense? En Colombia se han fumigado con glifosato casi un millón de hectáreas desde que comenzó el Plan Colombia, aún así se ha insistido hasta el 2008 con esta práctica. En el año 2000 se fumigaron más de 43 mil hectáreas supuestamente cultivadas con coca, mientras que existían más de 136 mil hectáreas cultivadas. En el 2005, se fumigaron casi 140 mil hectáreas y había un total de 144 mil cultivadas. Es decir que en seis años de práctica y aumento de las fumigaciones, el área cultivada con coca no consiguió reducirse, antes creció casi 10 mil hectáreas.

Mapa de cambios en los cultivos de coca 2002-2003. Este mapa muestra como la erradicación de coca (azul), ya sea producto de las fumigaciones o erradicación manual forzada, es rápidamente reemplazada por un nuevo cultivo (rojo).

Hasta ahora he hablado de cifras, los datos que he dado pueden ayudarnos a conocer cuánto se ha invertido en el Plan Colombia, cuántas hectáreas se han fumigado, cuánto vale un gramo de cocaína en Estados Unidos, etc. Pero nos dicen muy poco sobre las personas. En los Estados Unidos, la Guerra contra las drogas es una política que afecta principalmente a los sectores pobres de la población, entre los cuales hay un porcentaje alto de población negra e inmigrantes latinos. En Colombia, el Plan Colombia fumiga campesinos humildes, cuyo crimen ha sido vivir en un área donde hay cultivos de uso ilícito, o en el peor de los casos, trabajar con la coca, el único producto rentable en apartadas zonas rurales. La Guerra contra las drogas es una política profundamente elitista y racista, tanto en Estados Unidos como en Colombia. Es una estrategia que ataca a los dos eslabones más débiles de la cadena en el negocio del narcotráfico. En Colombia fumiga y desplaza campesinos pobres, mientras que en Estados Unidos encierra en la cárcel a personas asfixiadas por el sistema económico. En mi trabajo con ECAP he tenido la oportunidad de visitar muchas comunidades campesinas que han sido afectadas por las fumigaciones con glifosato. Familias que sobreviven en condiciones económicas supremamente difíciles: no tienen acceso a ningún sistema de salud ni educativo, las vías de acceso son terribles, lo que multiplica los costos de transporte de las personas y los productos, trabajan arduamente en el cultivo de productos que muchas veces no les dejan ganancias, etc. Son estas las principales razones por las que algunas de estas familias comienzan a cultivar coca, para tener ingresos económicos que les permitan satisfacer necesidades tan fundamentales como comer, estudiar, ir al médico y vestirse. Irónicamente, he encontrado que una de las razones por las que los campesinos comienzan a cultivar coca, es porque sus cultivos tradicionales han sido fumigados, y la coca es la única alternativa para sobrevivir sin tener que desplazarse. Los narcotraficantes y los grupos armados, estimulan los cultivos de coca ofreciendo capitales para que los campesinos se vinculen a la producción, así fomentan un negocio que les arroja grandes dividendos. Generalmente, las guerrillas cobran un impuesto de $200.000 por hectárea cultivada con coca, y cuando un campesino erradica voluntariamente, es castigado y obligado a cultivar el doble de lo que erradicó. La Fuerza Pública cobra impuestos por insumos para el procesamiento (cemento, gasolina, cloroformo, acetona, etc.) y una ‘tarifa de aduana’ a los cargamentos de coca encontrados en los retenes. Los paramilitares son los que más participación tienen en el negocio. Ellos cobran un impuesto por kilo vendido, además controlan los cárteles en las ciudades, siendo imposible encontrar la línea imaginaria que divide a los jefes paramilitares de los capos de la mafia. La complicidad existente entre Fuerza Pública y paramilitares facilita este trabajo enormemente, mientras que la persecución a la guerrilla hace casi imposible su participación en las fases de distribución, comercialización y exportación13. Las familias campesinas que viven en zonas donde se cultiva coca para el narcotráfico -no podemos olvidar que para muchas comunidades indígenas, la coca es una planta sagrada. Además, a partir de la hoja de coca se pueden producir galletas, té, bebidas, etc.- están en medio de grupos armados que incentivan el cultivo de coca y castigan a quien lo deje de hacer. A continuación voy a presentar una serie de fotografías sobre los efectos de las fumigaciones con glifosato en la naturaleza, los cultivos y las personas. Las consecuencias de las fumigaciones han sido profundamente documentadas en artículos y estudios, pero han tenido muy poca difusión en los medios de comunicación. El Gobierno aprovecha esta situación para negar rotundamente que el glifosato utilizado en las fumigaciones pueda tener consecuencias negativas sobre la naturaleza y las personas.

Fuente: ECAP. Fumigaciones con glifosato en el Sur de Bolívar. Los cultivos de color verde claro a la derecha, son cultivos de coca. Las fumigaciones aéreas fallaron y cayeron varios metros más arriba, dejando estéril un terreno donde no había coca. La fumigación de terrenos sin cultivos de uso ilícito es común, pues el viento, la distancia y las dificultades del terreno dificultan la fumigación realizada desde avionetas.

13 Mi experiencia sobre estos aspectos se remiten a la región del Magdalena Medio y algunas zonas del departamento de Nariño. Esta situación puede cambiar en zonas donde el control territorial de la guerrilla es más amplio. Fuente: ECAP. Mata de fríjol fumigada con glifosato. Después de ser fumigada, la planta deja de crecer, las hojas y el fríjol se secan, haciéndose inservibles.

Fuente: ECAP. Maíz fumigado con glifosato. El efecto es el mismo que en el fríjol.

Fuente: ECAP. Bocatoma de un acueducto casero fumigada con glifosato. En muchas zonas rurales de Colombia no hay acueducto, así que la gente toma el agua de los caños y ríos, y construye sistemas artesanales de suministro de agua. Las fumigaciones aéreas con glifosato no discriminan los caños, causando graves daños a la naturaleza y la salud de quienes beben agua contaminada.

Fuente: UNIPA. Niños indígenas Awá víctimas de fumigaciones con glifosato. Los efectos por consumo y contacto con glifosato son irritaciones en la piel, gripe, mareo, vomito, pérdida de la conciencia; puede llevar a la muerte a personas muy débiles e infantes. Los Awá son un pueblo binacional, con presencia en los departamentos de Nariño, Putumayo y la vecina República Ecuador.

El Plan Colombia y las fumigaciones con glifosato han generado una grave crisis en la población rural de Colombia. Después que un territorio ha sido fumigado, las familias campesinas tienen tres opciones: 1) Arrancar los cultivos legales e ilegales fumigados, darle tiempo a la tierra hasta que esté lista para ser sembrada y volver a cultivar. Esta opción requiere tener ahorros que permitan a la familia sobrevivir durante un periodo de improductividad, algo de lo que casi no disponen las familias rurales. 2) Aceptar un préstamo para iniciar un cultivo de coca. Esta opción compromete a la familia no sólo a pagar el préstamo, sino a seguir cultivando coca. 3) Desplazarse a otro lugar, uniéndose a los casi cuatro millones de desplazados que tiene Colombia. Esta opción es desesperada, la población desplazada es la gran perdedora en el conflicto armado colombiano.

Las fumigaciones con glifosato son una táctica equivocada en la Guerra contra las drogas, lo único que las explicaría, es que su objetivo no sea acabar con la oferta de drogas ilícitas en Estados Unidos, sino sentar las bases para el control militar de territorios importantes para la explotación de recursos naturales o la ejecución de proyectos económicos. Además de preparar el terreno para las actividades económicas de compañías como Monsanto, que además de fabricar y proveer el glifosato del Plan Colombia, es pionera en el desarrollo de semillas transgénicas que son más resistentes, incluso al glifosato… Su principal defecto radica en que no se pueden autoreproducir, lo que implica que los campesinos deben comprar semillas a la compañía periódicamente14. Uno de los indicios de las intenciones reales del Plan Colombia, es que con su desarrollo Estados Unidos ha fortalecido la intervención militar en Colombia y en la región. En 1999, casi 2.500 militares colombianos fueron entrenados por las Fuerzas Armadas estadounidenses, que en ese mismo año había entrenado casi 11.500 militares en el resto de América Latina. A partir de ese año el número de militares colombianos entrenados por estadounidenses aumenta, alcanzando su número más alto en el 2003, cuando cerca de 13.000 colombianos recibieron entrenamiento. Para el 2005, 6.600 militares de otros países latinoamericanos fueron entrenados por estadounidenses, mientras que Colombia casi duplica ese número, con 10.300 militares entrenados15.

14 Ver ‘Traspié judicial para Monsanto’ en http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3591 15 (2007) Below the radar: U.S. Military programs with Latin America 1997-2007. Center for International Policy, The Latin-American Working Group Education Fund, and The Washington Office in Latin America. Washington. Paralelo con el aumento de militares colombianos entrenados por Estados Unidos, se ha visto un cambio en la tendencia de la venta de armas de Estados Unidos a América Latina. Mientras que en 1996 más del 90% de las armas ‘legales’ se vendían mediante acuerdos directos con los fabricantes. En el 2005, más del 50% de la venta de armas estadounidenses se hacía mediante acuerdos de venta gubernamentales, los cuales superaron los US$ 700 millones. Este cambio se ha logrado gracias a acuerdos como el Plan Colombia, mediante el cual Estados Unidos condiciona la entrega de ‘ayudas económicas’ a la compra de material de guerra estadounidense.

Izquierda. Fuente: Diario del Sur. Tanques de guerra desplegados en medio del casco urbano de Ricaurte, Nariño. Sobre la vía Pasto-Tumaco. Derecha. Fuente: CAMAWARI. Resguardo de Magüi, Ricaurte, Nariño. Escuela indígena Awá bombardeada por la Fuerza Aérea Colombiana –FAC-.

La ‘ayuda’ económica de Estados Unidos a Colombia, canalizada a través del Plan Colombia, viene entonces a fortalecer la Fuerza Pública colombiana y a consolidar intereses estratégicos de Estados Unidos, tanto desde el punto de vista militar como político y económico. La Fuerza Pública de Colombia tiene un largo expediente de prácticas contra la población civil que la hacen objeto de rechazo y demandas de la sociedad civil colombiana, especialmente la población de zonas rurales, y la comunidad internacional. Entre estas acciones podemos destacar los abusos de autoridad, la retención ilegal de civiles, la desaparición forzada, la orquestación de ‘falsos positivos’ -como poner bombas para luego desactivarlas antes de que exploten y reportarlas como un triunfo contra el terrorismo, o incluso detonarlas y acusar a las guerrillas de ser las autoras de dichos atentados; asesinar a campesinos indefensos, vestirlos con camuflado y reportarlos como guerrilleros muertos en combate16-; el desplazamiento forzado de comunidades campesinas, el ataque indiscriminadado a la población civil en medio de combates, la permisividad, colaboración y coordinación de acciones con el paramilitarismo y el narcotráfico. Todas estas acciones son graves violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario. De hecho, la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos ha encontrado culpable al Estado colombiano y la Fuerza Pública de cohonestar, colaborar, participar y hasta ejecutar masacres cometidas contra la población civil. Una constante en el desarrollo de las operaciones militares terrestres que acompañan las fumigaciones aéreas, es la participación de paramilitares. Sospechosamente, después de las fumigaciones y las operaciones militares que se realizaban cuando el paramilitarismo estaba en la etapa de Control Territorial, éste salía fortalecido (Loininsigh, 2002). Todo esto nos hace rechazar los casi 5 mil millones de dólares que Estados Unidos ha invertido en el conflicto armado colombiano entre 1999 y 2007. Al principio mencioné la Perspectiva Fortaleza del desarrollo, aclarando que esta perspectiva tenía aplicaciones de carácter global y local. Los últimos dos capítulos son una muestra de cómo funciona la perspectiva fortaleza en estos dos contextos. El Plan Colombia responde a los intereses de desarrollo estadounidenses, no de Colombia, “… En el año 1999, Bill Richardson, secretario de Energía del gobierno de Bill Clinton, afirmó ante una audiencia que incluía empresas mineras, que los Estados Unidos iban a invertir masivamente en los sectores de minería y energía y con tal fin triplicaría la ayuda militar para garantizar las inversiones…” (Loininsigh, 2002:66). Al interior del país, las elites económicas, en concordancia con los intereses estadounidenses, le han apostado al paramilitarismo como estrategia de desarrollo y seguridad. El Plan Colombia y el Paramilitarismo son dos proyectos que se insertan en la Perspectiva Fortaleza del desarrollo, los dos responden a la misma concepción del mundo. Una concepción donde confluyen discursos y prácticas que han posibilitado la expansión del capitalismo y la cultura occidental sobre otros pueblos con economía y cultura diferente. Así vemos como la actual expansión del desarrollo en el mundo, no es nada más que otra fase de expansión de la cultura occidental, igual que en el pasado utilizó la Conquista de América y el

16 Para más información sobre falsos positivos ver Semana (25 de noviembre de 2006). Verdaderos falsos positivos. En http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=98480. Y Noticias Uno (Octubre 6 de 2007). Informe sobre falsos positivos. En http://video.google.com/videoplay?docid=-7160688538491644069. mundo, la imposición del Cristianismo como única religión y la perpetuación de las colonias, con la excusa de estar realizando una misión civilizadora en pueblos del mundo que habitaban otras tierras, practicaban otras culturas y poseían otras riquezas (Escobar, 1999).

La Autodeterminación: De lo local a lo global

"... Sólo el inclaudicable respeto a la diversidad de los innumerables mundos que habitan en el ancho mundo de América Latina garantiza que esa autonomía no se confine al jardín de las utopías..." (Max-Neef, 1996:94)

La Autodeterminación es un concepto que tradicionalmente ha ido unido a la compleja categoría de pueblo, especialmente al imaginario idealizado que tenemos de los pueblos indígenas. Pero en este caso no queremos quedarnos ahí. La autodeterminación tiene múltiples aplicaciones y formas, que no sólo cobijan a los pueblos indígenas, sino que puede incluir muchas comunidades de carácter rural, e incluso, extenderse a poblaciones urbanas, si logra hacer parte del discurso de la organización comunitaria y los movimientos sociales. Fuente: ECAP. Campesinos de la comunidad de Ñeques y Florida en el corregimiento de Ciénaga del Opón, Barrancabermeja, preparando el terreno para una siembra colectiva de maíz.

Voy a comenzar este recuento de procesos y posibilidades de autodeterminación en Colombia a partir de la organización campesina17. La razón fundamental para iniciar mencionando procesos de carácter rural, se debe a que es en el campo donde se han configurado los procesos de resistencia más sólidos y coherentes al modelo de desarrollo que responde a la Perspectiva Fortaleza. Hay varios elementos que juegan un papel central en la configuración de esta ‘resistencia campesina’ al modelo de desarrollo: 1) El campo tiene la cualidad de ser autosostenible, mientras que la ciudad no. En el campo se pueden conseguir los elementos necesarios para vivir sin tener que acudir a la ciudad, se consiguen muchas clases de alimentos, agua, animales, incluso, materiales para construir infraestructura que hace más confortable la vida. En cambio, la ciudad depende totalmente del campo para abastecerse de los alimentos y las materias primas con la que producen bienes manufacturados. 2) Irónicamente, en la relación ciudad-campo, ha salido perdiendo el campo, "… son las áreas rurales las que más sufren, especialmente en los países del sur… la concentración local de poder se da en las áreas urbanas, allí desembarcan los circuitos internacionales de la economía, la comunicación y el consumo, incluso en algunos barrios aparecen retazos del primer mundo soñado…” (Galeano, 2007:27-28). La brecha existente entre el campo y la ciudad no es nueva, pero se ha ido agravando durante los últimos siglos. Incluso Rousseau la denunció en el Contrato Social hace más de 200 años, “… acordaos de que los

17 Este recuento no pretende ser un ‘estado del arte’ de los procesos de autodeterminación en Colombia, se limita a algunos de los procesos que ECAP ha acompañado. Afortunadamente, hay miles de procesos similares por todo el territorio colombiano. muros de las ciudades no se forman sino con las ruinas de las casas de campo. Por cada palacio que veo edificar en la capital, se me figura ver arruinar una comarca…” (106-107). 3) Debido a que el campo es relegado a un segundo plano por la ciudad, en especial a lo concerniente a la comunicación y su gran alienador, el televisor, el campo se mantiene como un bastión de resistencia cultural frente a la expansión del desarrollo y los valores culturales occidentales, especialmente cuando es habitado por comunidades con particularidades étnicas. 4) Los recursos que provee el campo, los mismos que mencionábamos en el primer punto, le dan a los habitantes de las áreas rurales un sentimiento de orgullo y arraigo, que genera una relación de dependencia y respeto por la tierra y, por lo tanto, una tenaz defensa del territorio.

Fuente: ECAP. Producción y comercialización de maíz en pequeñas fincas campesinas.

Para las poblaciones rurales, y esto incluye los pueblos indígenas, afrocolombianos y mestizos-campesinos, más allá de sus particularidades culturales, la naturaleza es el soporte de la vida, si perece, muere la aldea. Es por esta razón que donde el crecimiento económico ve recursos naturales consumibles, la autodeterminación ve simple y llanamente Naturaleza. Desde esta perspectiva, el ambientalismo no es un complemento del modelo de desarrollo, es una práctica integral en la existencia. Existe algo que se conoce como el ‘Ecologismo de los pobres’ (Escobar, 1999), según el cual, éstos protegen la naturaleza cuando le disputan los recursos naturales al capital porque tienen prácticas menos predadoras, que se derivan de su dependencia y necesidad de conservación de los mismos recursos. Una de las formas en que la población campesina le disputa territorios al capital, es a través del ejercicio de la seguridad y soberanía alimentaria, éste se da cuando la población rural destina una parte de sus cultivos para el autoconsumo, satisfaciendo sus necesidades alimenticias básicas, y destina el resto para la comercialización, consiguiendo los ingresos monetarios para comprar los bienes, casi todos manufacturados, que no puede producir. Esta práctica se opone a la revolución verde y sus monocultivos, que generan concentración de la propiedad agrícola y expulsan mano de obra que se ve obligada a ampliar la frontera agrícola, con las consecuencias ambientales que esto implica, "… El hombre, mientras abre nuevas tierras al cultivo agrícola, va dejando detrás de si un manto de erosión..." (Ángel, 1996:118); o desplazarse a las ciudades. La agricultura intensiva, los monocultivos, alteran los ecosistemas, ya que sólo hay un cultivo. Así las especies que no se benefician con el cultivo desaparecen, al tiempo que aumentan las especies relacionadas con éste, también aumentan las 'plagas' y contra ellas vienen sus predadores y los insecticidas, que además de matarlas o fortalecerlas, contaminan también otras especies, la tierra y los ríos, alterando todo el ecosistema. La población de las áreas rurales que práctica la seguridad y la soberanía alimentaria no sólo se constituye en una resistencia a la expansión del desarrollo, sino en una defensora de la naturaleza. Acción que a largo plazo, beneficiará a toda la humanidad.

Fuente: ECAP. Producción de cacao en pequeña finca campesina.

La defensa del territorio y de otras formas de relacionarse con la naturaleza que proponen las comunidades campesinas, son una alternativa, no sólo para la población rural, sino también para las ciudades. Básicamente, son las comunidades rurales las que están poniendo en práctica el discurso de conservación de la naturaleza que tanto nos gusta a los ‘verdes’ en las ciudades, pero con el cual tenemos un déficit tan grande. Es urgente que la ciudad empiece a solidarizarse con el campo, que empecemos a modificar las relaciones verticales e injustas gracias a las cuales la producción de la ciudad ha sido sobrevalorada en relación con la producción campesina. Debemos plantearnos nuevas posibilidades, buscar la prosperidad en la estabilidad, la autoregulación del consumo. El crecimiento económico, el aumento de indicadores económicos como el Ingreso Per Capita o el Producto Interno Bruto, no necesariamente significan mejoramiento de la calidad de vida. Cada vez crecemos más, más rápido y más lejos, aceleramos más y reducimos el tiempo, nos expandimos para habitar pequeños espacios, consumimos para saturarnos; la pobreza de la riqueza radica en su naturaleza sobredesarrollada.

Fuente: ECAP. Pesca artesanal en el río Opón, región del Magdalena Medio.

Uno de los pasos que debemos dar en la construcción de una sociedad más justa, es el de desestructurar el discurso de la pobreza y el de la tecnología. La crisis de la justicia y el desarrollo proviene de la presión norteña, no de la necesidad sureña. El norte debe limitar y reducir su consumo voraz, reduciendo sus niveles de consumo entre 70% y 40%. Esta disminución es imposible por la vía de la eficiencia tecnológica, se debe combinar eficiencia - usos- y suficiencia -medios-. Igualmente, el sur debe cuestionar las pautas de consumo impuestas por los grupos internacionales de poder económico, que nos llevan a modelos imitativos de consumo que no podemos sostener. Esta ‘colonización’ se sustenta en la exigencia que hacen a los 'países en desarrollo' de seguir modelos políticos, pautas de crecimiento económico, patrones culturales, incorporación de tecnologías, opciones de consumo, relaciones de intercambio desiguales y formas de resolución de los conflictos sociales. En estas condiciones es más conveniente hablar de países del 'antidesarrollo' y ‘países en vías de subdesarrollo’. Debemos meternos en la cabeza conceptos como precio justo, producción orgánica, relaciones horizontales y solidaridad, para comenzar a borrar la brecha que separa al campo de la ciudad. "…El asunto radica en pasar de la explotación de la naturaleza y de los más pobres del mundo, a una integración e interdependencia creativa y orgánica. Se trata de llevar los sectores 'invisibles' a la primera plana de la vida y permitirles que finalmente se manifiesten y 'hagan lo suyo'. Se trata de una redistribución drástica del poder, por medio de la organización comunal horizontal. Se trata de pasar de un gigantismo destructivo a una pequeñez creativa..." (Max-Neef, 1985:63)

Fuente: ECAP. A la izquierda, gallinas criollas en pequeña finca campesina. A la derecha, zaino domesticado, especie de cerdo salvaje que se come el maíz y es muy apetecido para la caza.

Las ideas que he expuesto hablan sobre la visión de desarrollo que proponen las poblaciones rurales a partir de la autodeterminación, esta visión también se conoce como Perspectiva de la Aldea (Sachs, 1996). Esta propuesta puede ser acusada de exceso idealista, más estas ideas son una práctica para muchas comunidades que han descubierto que sólo organizándose podrán realizar una defensa efectiva de su territorio y sus modos de vida. A finales de los 90’s, la Mesa Regional, un movimiento social compuesto por distintas comunidades y organizaciones rurales del Magdalena Medio, proponía una visión del desarrollo totalmente opuesta a la propuesta de la Perspectiva Fortaleza. “… Proponemos construir un modelo de Desarrollo Regional que busca defender la vida y establecer condiciones dignas para la misma; consideramos que un modelo de desarrollo no se mide únicamente por el crecimiento económico, ni por la inserción de la región en mercados regionales, nacionales e internacionales, sino por el nivel de disfrute de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los habitantes de la región…” (Loininsigh, 2002: 83) Al interior de los procesos de organización de comunidades rurales, que constituyen un movimiento campesino de grandes proporciones, los pueblos indígenas han jugado un papel fundamental. El aporte indígena se puede ver en la defensa del territorio y en el discurso a favor de la naturaleza. "… El indigenismo es responsable además de haber sembrado el planteamiento ecologista… y ha ayudado a los líderes rurales a clarificar una visión sobre la tierra y sus recursos que hasta el momento y en el mejor de los casos solo intuían…" (Galeano, 2007:33)

Fuente: ECAP. Recuperaciones de tierras llevadas a cabo por indígenas NASA en el departamento del Cauca.

Las recuperaciones de tierra llevadas a cabo por los indígenas Nasa en el Cauca, así como los esfuerzos de otros pueblos indígenas para legalizar, ampliar y sanear resguardos18, son acciones que buscan defender los derechos humanos y los ‘derechos de la naturaleza’. Cuando los indígenas le arrebatan un territorio a los latifundistas, no sólo están recuperando tierra para ellos habitarla, también le están arrebatando tierra a los monocultivos y la ganadería. "… La práctica cultural utilizada para el establecimiento de cultivos empieza con la tala de bosques para regar

18 Se habla de legalizar un resguardo cuando se obtiene reconocimiento legal de un territorio habitado por un pueblo Indígena. Ampliar implica expandir el territorio legalizado de acuerdo a las necesidades de la comunidad indígena. Sanear es incorporar a un resguardo los terrenos que pertenecen a colonos y están ubicados dentro del resguardo. (sembrar) maíz o fríjol en cantidades de un quintal (equivalente a cuatro Arrobas), para estos cultivos se utiliza la técnica de tumbar el bosque, regar y cosechar el producto y dejar por varios años descansar el terreno mientras se trabaja en otro lugar, así se rotan los terrenos por varias veces, posteriormente se siembra yuca, plátano, caña de azúcar, café, árboles frutales, pasto..." (CAMAWARI, 2002:33). Para los pueblos indígenas, la naturaleza es la Madre Tierra, la diosa de la vida y la muerte, la diosa de la que todo nace y a la que todo vuelve. La Madre Tierra tiene una cualidad excepcional, cuando la muerte toca algún ser vivo, la tierra toma ese ser muerto y lo transforma en otro ser vivo (Burgos-Debray y Menchú, 1984). Para la cultura occidental la naturaleza son recursos naturales en el mejor de los casos, otras clasificaciones más despectivas son la de ‘maleza’, ‘monte’ o ‘tierra desperdiciada’. En inglés se utiliza la palabra wilderness (wilder=salvaje, ness=caracterizado por, exceso), para hablar de un lugar desierto donde habita la soledad, la oscuridad y el desamparo, o de algo que no tiene sentido, que es loco. Cuando el exceso de naturaleza o selva es todo lo contrario, es abundancia, riqueza de fauna y flora. Estas diferencias en el lenguaje con el que nos referimos o comunicamos con la naturaleza, implican una relación totalmente distinta, una relación de explotación hombre-tierra para el caso occidental, y una de humanidad-respeto para el caso indígena.

Fuente: ECAP. A la izquierda, palabras en Awapit comenzadas por el fonema {CH}. A la derecha, territorio Awá en el municipio de Barbacoas, Nariño.

Paralelamente, la defensa del territorio, además de ser una lucha por la Madre Tierra, es una disputa por el derecho a ser, a existir en el mundo “… una defensa del lugar como espacio de prácticas culturales, económicas y ecológicas de alteridad a partir de las cuales se pueden derivar estrategias alternativas de desarrollo y sostenibilidad..." (Escobar. 1999:29). La persistencia por mantener prácticas de alteridad en el mundo, se convierte en una resistencia a la homogenización del mundo a través de la expansión del desarrollo y la economía capitalista. La cultura y todo lo que la acompaña, el mito, la magia, la vitalidad, el humor, la espontaneidad, las formas no modernas de ver el mundo configuran una cultura de la resistencia. (Lorente, 2003) Los siguientes mecanismos de resistencia civil frente al conflicto armado y la explotación económica han sido utilizados por los pueblos indígenas en Colombia, pero bien podrían ser utilizados por comunidades negras y mestizas: La guardia indígena, el desafío a la toma de los pueblos, la jurisdicción indígena, diálogos con los grupos armados, el acompañamiento humanitario, la globalización de la resistencia, la utilización de la lengua nativa, el uso de indumentaria tradicional, la autonomía alimentaria, la utilización de tecnología de comunicaciones, las audiencias públicas y las marchas y concentraciones (Cortés, 2003).

Fuente: ECAP. Los Renacientes, grupo de rap compuesto por jóvenes de la zona humanitaria del Cacarica, la cual retornó a su territorio en el bajo Atrato después de un desplazamiento masivo.

Una dificultad que se le plantea a los procesos organizativos indígenas y campesinos, es la exacerbación de las diferencias étnicas para generar divisiones y roces al interior de la lucha en defensa del territorio y la naturaleza (Polanco, 2003). Las elites poseedoras de grandes extensiones de terreno, no escatiman esfuerzos para reforzar el conflicto histórico a causa de la tierra que las comunidades afrocolombianas y los colonos han tenido con los pueblos indígenas. La esclavitud que sufrieron las comunidades negras en América, el robo de tierra que padecieron los pueblos indígenas por parte de los conquistadores, el establecimiento de latifundios, el arrinconamiento y el desplazamiento de la población rural más pobre a zonas menos codiciadas; han sido sólo algunas de las acciones que convirtieron en elite a los que hoy fomentan los conflictos étnicos entre la población rural empobrecida. Afortunadamente, cada vez es más común encontrar que los indígenas, los afrocolombianos y los campesinos mestizos están desarrollando una conciencia de unidad, se están reconociendo como categorías sociales conexas, están identificando problemáticas comunes que tienen que solucionar de manera colectiva, no individual. En la cuenca pacifica las comunidades afrocolombianas están librando luchas para legitimar y proteger sus territorios colectivos. En ese sentido es admirable el trabajo que están haciendo las Zonas Humanitarias en el bajo Atrato, un territorio del que habían sido desplazadas por el accionar paramilitar y militar por medio de estrategias como la siniestra Operación Génesis, a cargo del General Rito Alejo del Río, quien ha sido reconocido, condecorado y defendido vehementemente por quien fuera su jefe como Gobernador de Antioquia y hoy es Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez19. Las Zonas Humanitarias lograron recuperar la tierra que ya estaba sembrada con palma aceitera20 y en manos de los paramilitares, de paso han conseguido bloquear exitosamente la construcción de la vía panamericana en la selva del Darién, territorio reconocido como patrimonio de la biodiversidad. Nuevamente, encontramos una comunidad rural que al ejercer su derecho al territorio y al desarrollar cultivos para el autoconsumo, protege la naturaleza y los intereses de la humanidad. Uno de los principios de la Autodeterminación, es que los pueblos que quieren ejercerla, pueblos que históricamente han sufrido el embate del colonialismo y la economía extractiva, deben tener el control de sus recursos naturales y humanos. Esta intención es supremamente difícil de hacer realidad si no hay una voluntad política nacional de hacer respetar los recursos naturales del país y un reconocimiento de los países del norte, así como de las multinacionales, de la inequidad con la que tradicionalmente han explotado los recursos naturales y humanos de

19 Cambio (12 de septiembre de 2008). General (r) Rito Alejo del Río fue capturado. En http://www.cambio.com.co/paiscambio/792/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-4501103.html 20 El Proceso de las Comunidades Negras –PCN- ha liderado una campaña para dejar de llamar a la palma africana a la palma aceitera, ya que ésta ni viene de África ni ha sido desarrollada por africanos, antes se trata de un monocultivo que ha sido la causa de múltiples desplazamientos forzados de comunidades afrocolombianas. las regiones más empobrecidas del mundo. La exigencia sería que los países ricos y las multinacionales desocupen las zonas del mundo que no les corresponden. Lamentablemente, en Colombia no hay un ambiente propicio para que los procesos de autodeterminación que hacen énfasis en el control de los recursos naturales por parte de las comunidades, tengan éxito. El Estado colombiano no sólo no apoya estos procesos, sino que los persigue descaradamente con acciones de tipo militar y judicial que tienden a desvertebrar la organización social. En el caso de la Federación de Agromineros del Sur de Bolívar –FEDEAGROMISBOL-, el 19 de septiembre de 2006 fue asesinado Alejandro Uribe21, un líder muy apreciado por la comunidad. Después de asesinarlo cobardemente, miembros del Batallón Nueva Granada lo vistieron de camuflado y lo reportaron como guerrillero dado de baja en combate. Situación que la comunidad denunció como una mentira, pues Alejandro había salido minutos antes de una reunión de la Federación. El Presidente de FEDEAGROMISBOL, Teofilo Acuña, fue detenido bajo acusación de pertenecer a la guerrilla el 26 de abril de 200722. Teofilo salió libre 10 días después, cuando los testigos en su contra reconocieron que habían dado testimonios bajo presión y amenazas de miembros del Batallón Nueva Granada. Lamentablemente, Teofilo tuvo que abandonar la región minera para evitar ser asesinado por el Ejército colombiano.

Fuente: ECAP. A la izquierda, barra de oro obtenida en la Serranía de San Lucas. A la derecha, encuentro de la Mesa de Interlocución Gobierno-Federación de Agromineros del Sur de Bolívar.

21 http://www.cpt.org/cptnet/2006/09/29/colombia-cpters-accompany-mining-region-residents-who-demand-justice- after-assassi 22 http://www.cpt.org/cptnet/2007/04/28/colombia-miners039-federation-president-arrested A pesar de las dificultades mencionadas, FEDEAGROMISBOL sigue adelante con su proceso organizativo con miras a la autodeterminación. La razón por la que ellos se reconocen como agromineros, y no simplemente como mineros, es porque ellos intercalan rotativamente su trabajo como mineros con el de agricultores, de esa manera aseguran la disponibilidad de alimentos, la entrada de dinero para comprar lo que no pueden producir y generan un modelo de trabajo en el que todos los miembros de la comunidad, incluyendo aquellos que llegan a buscar trabajo, tengan una oportunidad para probar suerte con la minería. Este modelo de trabajo es totalmente diferente a la propuesta de la Kedahda S.A., filial de la multinacional Anglo Gold Ashanti, que pretende explotar la minería en varias regiones colombianas, incluyendo la Serranía de San Lucas. Mientras los agromineros buscan oro abriendo socavones en la tierra, tratando de causar el menor daño posible en la montaña, ya que esa misma tierra les da la comida y vivienda; la compañía minera pretender abrir minas a cielo abierto, lo que haría inservible la montaña para otros fines. En el discurso de FEDEAGROMISBOL se destacan los conceptos de integración y solidaridad, principios que para ellos no sólo deben aplicarse a las relaciones entre las personas, sino que deben extenderse a la relación que tienen con la montaña, o la madre tierra de sus hermanos mineros indígenas.

Fuente: ECAP. Jóvenes de la Federación de Agromineros del Sur de Bolívar. Detrás de ellos se alcanza a ver la montaña y uno de los socavones para extraer oro de ella.

Durante los últimos años, los mineros han tratado de abrir un espacio denominado Mesa Interétnica de la Pequeña Minería. En esta mesa confluyen los mineros afrocolombianos del Cauca y Chocó, los mineros indígenas de Risaralda, Cauca y Nariño, y los mineros mestizos de la Serranía de San Lucas. La solidaridad de estas categorías sociales conexas se está imponiendo sobre las divisiones ‘raciales’ con la que tradicionalmente las elites han dividido a la población oprimida. Esta resistencia es desarmada, una resistencia repleta de argumentos a favor de las personas, la justicia social y la naturaleza. Los procesos de autodeterminación que he mencionado hasta ahora responden a contextos rurales, pero eso no quiere decir que no haya procesos de autodeterminación de carácter urbano. Un ejemplo de este trabajo en las ciudades es el proceso que adelanta la Organización Femenina Popular –OFP-, la cual nació en la ciudad de Barrancabermeja en los años 70’s y hoy en día se ha expandido a distintas regiones y ciudades del país, como la costa Atlántica, los departamentos de Tolima y Huila, y la ciudad de Bogotá. Inicialmente, el trabajo de la OFP se centró en la apertura de ‘Comedores Populares’, como alternativa para la crisis alimentaria que sufrían y sufren familias y personas de bajos recursos en la ciudad. Posteriormente, la OFP comenzó a reconocer otros problemas que afectaban a la población y que se relacionaban con el problema del hambre. Una de esas dinámicas es el conflicto armado, por eso comenzó a trabajar esta problemática desde una perspectiva de género. Antes, decíamos que los movimientos rurales le deben al indigenismo el discurso de la protección de la naturaleza. De forma similar, podemos argumentar que los movimientos sociales le deben al feminismo el discurso antiguerrerista. "… Se parte de la hipótesis según la cual mientras la guerra y la paz son masculinos pues son hechos desde la lógica androcéntrica de la política, el derecho y la milicia, el trabajo social para la paz es femenino, porque se articula desde una identidad profesional que se estructura a partir de una lógica de género femenina que fomenta el cuidado, la solidaridad y la comprensión, como fundamento ético de la acción social...” (Lorente, 2003:341). Según Chomsky (2007), desde los años 60’s, con la constitución del movimiento feminista, las mujeres empiezan a hacer más evidente su tendencia a rechazar la guerra y el uso de la violencia para solucionar los conflictos. La posición del movimiento feminista fue asumida por los movimientos sociales en Estados Unidos, tanto así que obligó a los intelectuales de Estado a inventar una teoría que explicara -sería más correcto utilizar el verbo denigrar- de esta postura. Dicha teoría se conoció como el ‘Sindrome de Vietnam’, definido “como las inhibiciones enfermizas respecto al uso de la fuerza militar”. La posición de la OFP frente a la guerra se puede resumir en la consigna “LAS MUJERES NO PARIMOS NI FORJAMOS HIJOS PARA LA GUERRA”, por esa razón han abierto un frente de trabajo que se concentra en mostrarle a la población joven alternativas de vida distintas a la guerra y al involucramiento en alguno de los grupos armados como fuente de empleo.

Fuente: ECAP. Jóvenes encabezando una marcha de la Organización Femenina Popular en la ciudad de Barrancabermeja.

El desafío presente es cómo conectar los movimientos sociales, ya sean de origen rural o citadino, para generar transformaciones que nos lleven a una sociedad donde la justicia social, la libertad, el respeto por la naturaleza y la solución de los conflictos sociales por medio del diálogo sean la norma. La transformación social debe partir de lo local, de la aldea, para extenderse a lo nacional y global. Esto implicaría construir la sociedad de abajo hacia arriba. Una condición para que esto se diera, es la convergencia de muchos procesos locales en un movimiento social o una coalición de varios movimientos, sólo así tendría suficiente poder para plantear cambios que vayan más allá de la comunidad. La gran ventaja de un proceso de este tipo, es que reconocería de entrada la existencia de distintos estilos de desarrollo. Históricamente, se ha impuesto desde arriba un estilo de desarrollo de carácter global adaptado a lo nacional que niega la diferencia. El desarrollo debe conjugar dos factores: ser universal y ser durable. El primer factor se refiere a la justicia social, mientras el segundo atañe a la necesidad de conservar la naturaleza. Cualquier desarrollo que conjugue estos dos factores sería un desarrollo realmente alternativo y sería una resistencia frente al modelo de desarrollo finito y exclusivo. Un factor que está jugando un papel esencial en el proceso de conexión de los movimientos sociales, no sólo en el contexto nacional, también en el contexto global, es el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones. Esta es una paradoja de la globalización, pues al tiempo que tiene tantos elementos susceptibles de crítica, especialmente los relacionados con la imposición de la economía y cultura occidentales, también tiene elementos rescatables, como las nuevas posibilidades de conexión entre los movimientos sociales, o el desarrollo de un consenso sobre unos mínimos de respeto a los derechos humanos y mecanismos para hacerlos cumplir. Los movimientos sociales no sólo han aprovechado las nuevas tecnologías de comunicación para conectarse y formar lo que se conoce como el movimiento altermundialista. También las han utilizado para conectarse con la sociedad civil, especialmente en el campo de la información. Los movimientos sociales se han convertido en productores fiables de información, lo que les ha dado legitimidad y poder. Esta percepción de los movimientos sociales como productores de información veraz, contrasta con la percepción que la población civil tiene de las multinacionales, y en muchos casos de los mismos gobiernos, ya que es común que estos actores difundan información errónea con el fin de crear ambientes propicios para la consecución de sus intereses, lo cual se percibe como una manipulación de la información y una falta de respeto hacia las personas. El problema, especialmente para las multinacionales, es que su existencia depende de sus rendimientos económicos, estos a su vez dependen de los compradores, y estos fácilmente pueden castigar a una empresa que no respete los derechos humanos dejando de adquirir sus productos (Beck, 2007), tal como en la actualidad sucede con el boicot internacional contra la compañía Coca-Cola. La conexión entre los movimientos sociales y las personas, en contextos nacionales y globales, está creando una conciencia de solidaridad global, que va mucho más allá de las fronteras nacionales. "… Hemos visto desarrollarse las múltiples ramificaciones de una ciudadanía terrestre, preludio de la toma de conciencia de una 'Tierra Patria'…” (Morín, 2007:30). Situación que debe conjugarse con el respeto por las identidades culturales-locales y nacionales. En Colombia se han dado varios intentos en el plano regional y nacional para construir redes de movimientos sociales. Recientemente se ha venido impulsando la Coalición de Movimientos Sociales. Este movimiento está conformado por organizaciones como la OFP, el Movimiento Nacional por la Defensa de la Salud y la Seguridad Social, la Organización Nacional Indígena –ONIC-, el Movimiento Afrodescendiente Huellas Africanas, la Coordinadora Nacional Agraria -CNA-, el Movimiento de Cristianos por la Paz con Justicia y Dignidad, el Proceso de las Comunidades Negras –PCN-; cobija regiones y ciudades tan diversas como el Magdalena Medio, el Sur Occidente (Valle, Nariño y Cauca), el Centro (Huila, Tolima, Eje Cafetero), Bogotá, el Nor-Oriente (Santander, Norte de Santander) y Medellín.

Fuente: ECAP. II Encuentro de la Coalición de Movimientos Sociales. Bogota, 29 y 30 de septiembre de 2007.

La Coalición se autodefine como "… un proceso de encuentro y articulación de organizaciones y movimientos sociales, que van construyendo un camino de acción común para transformar la realidad regional y nacional…”. Sus ejes de trabajo giran alrededor de la Seguridad y la Soberanía Alimentaria, la Solución del Conflicto Social y Armado, y el Fortalecimiento de las Organizaciones y los Movimientos Sociales. En la mesa de trabajo en la que participé durante el II Encuentro de la Coalición, llevado a cabo en Bogotá el 29 y 30 de septiembre de 2007, se discutieron temas como la producción orgánica, la reforma agraria, la organización social, la discusión pública acerca del hambre, el retorno de campesinos desplazados, la repoblación del campo, el establecimiento de huertas comunitarias, los comedores populares y la construcción de una relación más justa entre el campo y la ciudad. La Coalición de Movimientos Sociales se inserta en una dinámica global que confluye en el Foro Social, que propende por la construcción de un mundo más justo a través de una globalización solidaria, opuesta a la globalización neoliberal. "… El rasgo más novedoso y sorprendente de estos movimientos es que han ocupado un indudable espacio político sin convertirse en partidos, es decir, han comenzado a hacer política sin plantearse la toma del poder. Luchar por obtener el poder es un juego que no les interesa, en el que, como ya han comprobado, se juegan tanto su integridad como su prestigio... las nuevas organizaciones populares rechazan convertirse en otro partido, no quieren votos sino interlocutores con la sociedad y con otros movimientos, ser el comienzo de nuevas redes políticas... la raíz de la movilización reside en las luchas extraparlamentarias (bloqueos de carreteras, huelgas, ocupaciones de fincas... etc.), la estrategia se cuece en el interior de los movimientos y las acciones de estos indican en algunas ocasiones la dirección por la que moverse a los partidos de izquierdas tradicionales que aún sobreviven..." (Galeano, 2007:30-31). La Coalición busca construir otra ética del poder. Como decía un sabio indígena witoto durante el encuentro de la Coalición, "… formamos un solo tejido, así como nuestros canastos, nuestras mochilas, que tienen muchos colores… aquí no se puede decir que grito indígena, que grito afrocolombiano, que grito de las mujeres, somos un solo grito…". Es por medio de la unidad y la solidaridad, que podremos avanzar en la construcción de otro mundo posible, o mejor, de otros mundos posibles. Resistiendo, como nos invitó Sábato (2000), a un sistema cuya consecuencia más grave es la deshumanización de la humanidad, no sólo manifestada por medio de la violencia con el otro y la otra, también por medio de la indiferencia en que vivimos día a día.

Conclusión

A lo largo de este artículo he buscado compartir mi análisis de la relación entre el desarrollo y el conflicto armado colombiano. Mi reflexión hace énfasis en el tema del desarrollo como discurso y práctica que es origen, esencia y solución del mismo conflicto. Para ello he ahondado en cuatro temas a recordar: la Perspectiva Fortaleza del desarrollo, el paramilitarismo, el Plan Colombia y la autodeterminación. La Perspectiva Fortaleza es el modelo de desarrollo que se ha impuesto en Colombia a través de la violencia, ya sea a través de actores armados o instituciones que se encargan de perpetuar un orden social injusto y excluyente que favorece a un pequeño porcentaje de la población colombiana. Esta idea de desarrollo tiene un impacto más negativo en las comunidades con características y prácticas culturales distantes de las prácticas de la cultura dominante en Colombia -capitalista, cristiana, blanca y patriarcal-, especialmente las prácticas económicas que riñen con los principios del capitalismo. El paramilitarismo y el Plan Colombia se constituyen en dos prácticas afines a la Perspectiva Fortaleza del desarrollo porque ayudan a concentrar la riqueza en pocas manos, en ponerla al servicio de quienes están en la ‘fortaleza’. El paramilitarismo es un proyecto militar, económico y social que busca apropiarse de recursos naturales y humanos que jugaban un papel muy importante en pequeñas economías, para concentrarlos y ponerlos a funcionar en función de unos pocos. El Plan Colombia es supuestamente una estrategia en la guerra contra las drogas, en la práctica, le da a los Estados Unidos una excusa para intervenir militar y económicamente en Colombia, particularmente en zonas con recursos claves para su economía. En mis presentaciones se me ha cuestionado la ausencia del tema de las guerrillas. En mi opinión, las guerrillas colombianas son una respuesta a una situación de exclusión social, pero contrario a su objetivo, que es en esencia construir un orden más justo a partir de una revolución socialista por la vía armada, sólo han logrado darle nuevas excusas a la represión estatal, lo que irónicamente, implica un empeoramiento de la situación de los sectores más pobres de Colombia. Adicionalmente, las guerrillas han utilizado estrategias que afectan directamente a los civiles: utilización de minas antipersona, secuestros, etc. Prefiero esforzarme en presentar iniciativas como los procesos de autodeterminación locales, ya que los interpreto como una alternativa a la Perspectiva Fortaleza y al conflicto armado, pues al tiempo que proponen otras prácticas de desarrollo, no entran en la dinámica de la guerra. Finalmente, este artículo también puede leerse como una reflexión acerca de procesos sociales que ponen en práctica la no violencia y la autodeterminación en contextos supremamente difíciles.

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