Sucedió En Madrid
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SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 85 SUCEDIÓ EN MADRID MURIÓ LA DUQUESA DE ALBA l 23 de julio de 1802 murió la XIII Duquesa de Alba, doña EMaría del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, en su casa de la calle Real del Barquillo, a los 40 años de edad. Fue la varias veces retratada por Goya, la que, según palabras del pintor, «se entró un día por esas puertas» –refiriéndose a las de su estudio– para que le pintase la cara. Su entierro, sin pompa alguna y de secreto, se hizo durante la noche del día 26, en la iglesia del que había sido Noviciado de los jesuitas y que desde la expulsión ocupaban los Clérigos Regulares Misioneros del Salvador del Mundo, en la calle de San Bernardo. De ella había escrito un autor francés: «Uno solo de sus cabe- llos inspira deseos». Muy prontamente viuda, debió de ser una mujer de gran atractivo y un ser de inquieto y curioso ingenio, afi- cionada a las artes y al canto, al teatro y a la danza. Con su muerte se moría aún más el siglo XVIII, cuya última parte ella había dominado, junto con otra bella y atractiva mujer, la con- desa-duquesa de Benavente, la creadora del Parque de «El Capricho», también llamado la Alameda de Osuna. Dos mujeres para mover y conmover a toda una sociedad, desde los majos de Lavapiés o del Barquillo, a los altos salones palaciegos. Dos muje- res a las que llegó a envidiar la propia Reina. Ya quedó dicho en otro lugar: hoy sus restos reposan en un olvi- dado patio de San Andrés, casi a punto de hundirse, en el histórico y evocador Cementerio de la Cofradía Sacramental de San Isidro Labrador, cabe la Ermita del Santo. Realmente, el nicho de la Duquesa viene a quedar a pocos pasos de la milagrosa Fuente del Santo. Todo esto, un Madrid que fue. 85 SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 86 JOSÉ DEL CORRAL EL MONUMENTO A LAS VÍCTIMAS DE LOS FRANCESES unque después tardara mucho tiempo en llevarse a la rea- Alidad, el hecho es que la primera idea para levantar un monumento que perpetuara la memoria de los fusilados por los franceses el 2 de mayo de 1808 fue muy temprana, si bien normal- mente nadie se acuerda de ella porque no pasó del área de las ideas y no llegó a plasmarse en realidad alguna. Fue el 12 de octubre del mismo año de 1808 cuando en el Diario de Avisos se publicó una carta dirigida al general Palafox y firma- da modestamente por «El madrileño W. A.» en la que daba la pri- mera idea que conocemos sobre este Monumento a las Víctimas del Dos de Mayo, y que el autor ya piensa que debe situarse en el Paseo del Prado. Además, ofrece, como primera donación para iniciar una suscripción popular, 20 doblones. Muy pocos días después, la Academia de Bellas Artes de San Fernando no dejó que se olvidara la idea y la recogió, haciéndose eco de ella y aceptando voluntaria y oficialmente la dirección de esta obra, en carta avalada por la firma del Secretario de la Academia, José Luis Munárriz, proponiendo que fuera la propia Academia quien convocara el concurso de proyectos con esta finalidad. Con menos publicidad, había ya antecedentes: don Ángel Monasterio, académico de Bellas Artes, había presentado proyecto al Ayuntamiento, el día 13 de septiembre anterior, en el que figura- ban los planos para realizar su idea sobre el Monumento. En cuanto al madrileño que oculta su nombre tras las iniciales W. A., era nada menos que don Wenceslao Argumosa, abogado y escritor. Volvió todavía sobre su idea primitiva el 26 de abril de 1821, en vista sin duda de que parecía olvidada su iniciativa. Volvió a poner el tema de actualidad, recordándoselo al Alcalde, conde de Clavijo, y entregándole para su ejecución –obras son amores– los 20 doblones que anteriormente había prometido sin que llegaran a encontrar eco. 86 SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 87 SUCEDIÓ EN MADRID Lamentablemente, habrían de pasar muchos años para que se levantara el Monumento que conocemos. LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE LOS OCTOES or donde hoy se alza un conocido mercado madrileño, Plevantado en 1916 y llamado de San Miguel, estuvo la desaparecida iglesia de San Miguel de los Octoes, una de las anti- quísimas iglesias madrileñas que se perdieron. El final de esa iglesia lo puso, el día 28 de noviembre del año 1809, un Real Decreto del rey José Bonaparte ordenando su demo- lición, a la vez que la de dos manzanas de casas contiguas al tem- plo, para abrir en ese espacio una plaza que diera un poco de aire al congestionado centro histórico de Madrid. De esas disposiciones le vino a José el apodo de Rey Plazuelasi13 con el que fue conocido. La plaza, en verdad, no llegó a hacerse nunca, y el terreno que casas e iglesias dejaron libre se ocupó en otras construcciones. El efímero y poco efectivo reinado del rey intruso vino a quedar en poco más que modesta agua de borrajas. 13nVéase también Las casillas frente al Teatro Español, pág. 114 87 SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 88 JOSÉ DEL CORRAL ANTIGÜEDAD DE LOS PARACAÍDAS ucede con frecuencia que se presume de novedad y de Smodernidad simplemente por desconocimiento histórico, y en este asunto de los paracaídas hay un mucho de eso, como vamos a ver; como también veremos que las mujeres hicieron hace muchos años muchas más cosas de las que parece. Fue el día 26 de abril de 1810 cuando, asombrando verdadera- mente a los madrileños y con razón más que sobrada, un paracai- dista se lanzó sobre el Parque del Retiro. El atrevido volador de los aires llegó sano y salvo a tierra, mien- tras todos habían creído que se estrellaría contra el suelo. Pero hubo más aún, pues se encontraron con que quien había «abierto los aires», como se decía en el siglo anterior de las ascensiones aeros- táticas, no era hombre, sino mujer. Se trataba de Elisa Garnerín, mujer valiente y con fe en la cien- cia, que aseguraba que nada podía pasarle confiando su vida a un simple trozo de tela. A bastante altura –no nos precisan las noticias de entonces exactamente cuánta– se lanzó desde un globo –primera valentía, que un globo de aquellos días era todavía algo poco conocido– y tomó tierra, limpiamente, en ese Retiro que ya ha visto tanto y del que siempre podemos descubrir que ha visto algo más de lo que parece. 88 SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 89 SUCEDIÓ EN MADRID EL TRIDENTE DE NEPTUNO l suceso que vamos a recordar está situado entre la gambe- Errada y el robo. El 9 de mayo de 1814, aprovechando la noche, robaron a la estatua de Neptuno que corona su fuente en el Paseo del Prado el bello tridente de bronce dorado que ostentaba el Rey de los Mares desde que naciera en el siglo XVIII la fuente madrileña a él dedicada. El que salió perdiendo fue el Rey del Mar, pues se repuso su tri- dente, sí, pero sólo de hierro dorado, que resultaba más barato. Todavía Neptuno no estaba colocado donde hoy, en el centro de la plaza, sino más al fondo, hacia la Puerta de Atocha y mirando hacia Cibeles, que también le encaraba. La fuente de Neptuno se restauró en 1842, de lo que estaba bien necesitada, ya que a la estatua le faltaban tres dedos y tenía además otros desperfectos. Fue en 1860 cuando se la rodeó de un parterre y el 5 de septiembre de 1897 cuando se la trasladó al lugar actual, donde quedó enteramente dispuesta casi un año después. Todavía en 1982 se hizo otra reforma –que no remodelación, pues no tenía ningún modelo al que referirse–, que consistió en alzar la figura sobre el agua a fin de que tuviera mayor vistosidad. Pero como no vamos a ocuparnos sólo de un simple robo, aña- diremos que, el mismo día que Neptuno perdió su tridente dorado, la Regencia del Reino concedía a Goya un auxilio de 1.500 reales mensuales, más gastos, en tanto estuviera dedicado a pintar para «perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas accio- nes de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa», y así nacieron El dos de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos en la Puerta del Sol y El tres de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío. 89 SUCEDIO 13/2/07 16:00 Página 90 JOSÉ DEL CORRAL RECUERDO DE UNA MATADORA DE TOROS BRAVOS l día 25 de julio de 1814 nació en Ciempozuelos Martina EGarcía, que fue matadora de reses bravas y no se retiró de la profesión hasta el 16 de agosto de 1874, cuando tenía 60 años cumplidos, haciéndolo con una novillada en la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, precisamente cuando se estaba en vísperas del derribo de esta plaza en la que ella había cosechado tantos triunfos. Fue casi un siglo dedicado a la lidia de toros el que cumplió esta Martina, famosísima en su tiempo, que alguno quiere ver retratada en uno de los tapices de Goya, que al parecer fue buen aficionado y tuvo que conocerla. Convendría que alguno tuviera en cuenta estos antecedentes antes de hablar dogmáticamente de «primera vez» y de «nunca se ha visto». Hay que tener mucho cuidado con los «nunca» y con los «jamás», que suelen dar tremendas contrariedades a los que abusan de ellos.