Doce Ventanas Al Tango Jurado Del Concurso Hilda Guerra Luis
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Doce ventanas al tango Jurado del Concurso Hilda Guerra Luis Gregorich Fernando Lavore Ricardo Ostuni Fernando Sánchez Zinny Doce ventanas al tango Premio Edenor A escritores sin libro publicado en el género ensayo 2001 Fundación El Libro Concurso organizado por la fundación el libro en el marco de la 27.ª Exposición Feria Internacional de Buenos Aires El Libro del Autor al Lector ISBN 987-95803-6-2 Corrección: M. I. MÁRMORA C. TRIGUEROS Armado: TALLER DEL SUR Tapa, diseño y montaje: RAÚL GIOVANIELLO Supervisión general: ELISA RANDO © 2001 by Fundación El Libro Hipólito Yrigoyen 1628, 5º Piso, (C1089AAF) Buenos Aires, Argentina Tel. 4374-3288/Fax 4375-0268 Queda hecho el depósito que dispone la ley 11.723 Impreso y hecho en la Argentina. Printed and made in Argentina. prohibida su venta Índice Palabras Preliminares Edenor 9 Introducción Luis Gregorich 13 “Quiénes y cuándo le dieron vida al tango” Jorge Adámoli 17 “Sobre la etimología de la palabra tango” Héctor Ángel Benedetti 37 “Julio De Caro en la evolución del tango” Eduardo Rubén Bernal 57 “La cumparsita trágica. Ensayo sobre el tango y el pesimismo” Diana Lía Braceras 75 “Respirando como un fueye. Ensayo sobre el bandoneón y sus cultores” Ariel Carrizo Pacheco 97 “El rovirao” Juan Bautista Duizeide 113 “Las letras de tango como género discursivo complejo" Daniel Mario Lago 131 “Los revolucionarios” Eduardo Lancellotti 147 “Tango y cine mundial” Pedro Ochoa 157 “Del burdel al salón. Una mirada sobre la evolución sociocoreográfica del tango para entender por qué es baile nuestro” Mónica Andrea Ogando 175 “El Sur en la letra de los Tangos” Lydia Orsi 197 “Diez autores en busca de una costurerita” Juan Raúl Rithner 225 Palabras preliminares Debe existir alguna causa, secreta y profunda seguramente, para que haya sido justamente en estas comarcas donde se produjo ese auténtico fenómeno sociológico del que ha sido, y lo es todavía escenario la República Argentina, país que, desde un principio y durante las distintas épocas de su historia, recibió incondicionalmente a hombres y mujeres procedentes de las más diversas etnias del planeta y logró, casi de manera milagrosa, asimilarlos rápidamente, sin dificultades y con un resultado final innegablemente armonioso. Si existió algún tipo de choques en algún punto del proceso de integración entre criollos y los recién llegados, hasta ahora nadie se animó a afirmar que hubiera sucedido, como una demostración más de la enorme generosidad de ánimo de esta nación, ya que la fusión se cumplió naturalmente y sin interrupciones. Esa gigantesca mezcla de culturas, cuyos ingredientes principales fueron los que dieron en denominarse con ese cariño burlón con el cual los argentinos escondemos la ternura, el “gallego” y el “tano”, fue el que diera nacimiento a nuevas costumbres y formas de ser, que tienen la particularidad de ser absolutamente distintas a las de cualquier otra parte del mundo, parecidas sí, a muchas de las existentes, pero nunca exactamente iguales a ninguna de las mismas, pero también arrojó un fruto que resulta por cierto enormemente valioso si se lo observa desde un punto de vista filosófico: una manera original de interpretar la esencia del ser humano como ente individual y a la vez gregario y, lo que resulta realmente importante, una forma única de vivir esa nueva captación de la realidad. Esta simbiosis realmente extraordinaria (además de dar lugar a esa frase tan trajinada, pero no por ello menos exacta que define a este territorio como a un “crisol de razas”) tendría, tarde o temprano, de manera casi fatalmente obligatoria que evidenciarse por medio de algún fruto de naturaleza cultural. Y no resulta para nada extraordinario que ello haya ocurrido mediante la expresión musical. El tango es, nada más y nada menos que la demostración práctica de la auténtica naturaleza y de las características básicas de esta nueva raza, que como ya se dijo, es totalmente distinta a todas las demás que pueblan el planeta, pero que al mismo tiempo es portadora de la sabiduría de haber aprovechado lo mejor de todas ellas. Eso explica que se haya difundido rápidamente por el mundo y ganado legítimamente su universalidad. Esto no sucede por casualidad sino, simplemente, porque su origen es estrictamente universal. Todo lo comentado no constituye más que el primer paso para introducirse en una temática que contiene miles de recovecos por recorrer. Por eso se propuso precisamente para la edición del año 2001 de este Concurso para Autores Noveles, que los escritores inéditos nos entregaran su visión del tema :“Tango, autores e interpretes”, en la seguridad de que serían numerosos no solo los que se sentirían fascinados ante el desafío, sino también que de ese modo les estaba entregando la posibilidad de descubrir nuevos misterios dentro de ese gran misterio que diera en denominarse tango. Así, un jurado integrado por Hilda Guerra, Luis Gregorich, Fernando Lavore, Ricardo Ostuni y Fernando Sánchez Zinny realizó un análisis entre el más de centenar de ensayos que llegaron de todo el país y del Uruguay seleccionó los que consideró más importantes, que en esta oportunidad pertenecen a los porteños Diana Lía Braceras; Mónica Andrea Ogando; Daniel Mario Lago; Lydia Orsi; Eduardo Rubén Bernal; Eduardo Lancellotti; Jorge Adámoli y Pedro Ochoa; así como los de Ariel Carrizo Pacheco y Héctor Angel Benedetti de Villa Ballester, en la provincia de Buenos Aires; Juan Bautista Duizeide, de Berisso y Juan Raúl Rithner, de General Roca, provincia de Río Negro. El lector encontrará en sus trabajos, un auténtico homenaje a la diversidad de enfoques, en este volumen, titulado “Doce ventanas al tango” (que en rigor de verdad son muchas más) y tendrá ocasión de esta manera de conocer detalles, encontrar sentido a determinados símbolos y, lo que es más importante, consolidar el orgullo que seguramente siente por su música ciudadana por excelencia. Edenor Quiénes y cuándo le dieron vida al tango Jorge Adámoli Dedicado a los intérpretes –músicos, cantantes, bailarines– y a los simples oyentes que contribuyen a mantener la vigencia del tango y de sus creadores. JORGE ADÁMOLI es porteño del Sur, del barrio de Constitución. Nació en 1941 cuando el tango estaba en su apogeo, lo que facilitó una temprana asimilación de sus músicas y letras. Su actividad central es la Ecología. Como tal, es investigador del CONICET y Profesor de Ecología Regional en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Combinando la experiencia profesional con su gusto musical, formó una Base de Datos de 1500 tangos, con 35 archivos diferenciados, para analizar los temas abordados en las letras. Acostumbrado a trabajar con la diversidad biológica, percibió la diversidad temática de las letras de un género donde se habla de los recuerdos, del barrio, de amores soñados (logrados o no), donde diversos instrumentos tienen fuerte presencia, igual que los animales –en particular los caballos–, las carreras, la timba, el alcohol. Es decir, siendo un género que refleja la vida de gentes simples, es natural que todo lo que forma parte de esas vidas, haya sido abordado, como en El Pescante, donde Manzi cuenta con gran belleza una historia tal vez minúscula, pero esencial para el carrerito que la vive. El tango cuenta con figuras descollantes como Manzi, Gardel, Discépolo, Troilo, Cadícamo o Piazzolla, que lo enriquecieron por la enorme cantidad y esencialmente por la gran calidad de su producción. Ningún trabajo que procure identificar a las principales contribuciones podría prescindir de estos y de otros grandes nombres. Por otro lado, muchos tangos fundamentales para la consolidación del género fueron escritos por autores que si bien tuvieron y mantienen gran repercusión popular, exhiben una escasa producción. Tales son los casos de Desde el alma de Rosita Melo, Adiós muchachos de Vedani y Sanders, o El ciruja de Marino y De la Cruz. Para conocer cuál ha sido la contribución de unos y otros, se hizo un análisis de 1500 tangos, en su sentido amplio, es decir, incluyendo a milongas, valses y canciones, pero excluyendo a otros géneros (fox-trots, rumbas, jotas, etc.) aunque hayan sido abordados por intérpretes del fuste de Gardel. Músicos y poetas. La gran repercusión mundial que tuvo el tango en su época dorada, puede explicarse por el hondo contenido de su poesía, por la sensibilidad de su música, por la personalidad de sus intérpretes (orquestas y cantantes), por la sensualidad de su baile, o mejor aún por una “mezcla rara” de todo ello. Esto lo coloca dentro de lo que podría llamarse un género total y en ese sentido, tiene una relación con la ópera, es decir el género total por excelencia. Sin embargo debe destacarse que la importancia relativa de los poetas es muy baja en las óperas, ya que las mismas están indisolublemente ligadas a los nombres de sus músicos. Por el contrario, es muy difícil que los libretistas sean conocidos fuera de los ámbitos especializados, inclusive por muchos admiradores del género. Cuando se habla de Aída, automáticamente se asocia el nombre de Verdi, no el de Ghirlanzoni; al mencionar a La Bohème, se recuerda a Puccini, no a Giacosa e Illisca. En el tango es diferente, porque nunca se podría prescindir de los poetas, salvo –claro está– en los tangos instrumentales. Para poder saber quién es quién en la autoría de los tangos, al menos para saber quiénes contribuyeron con mayor número de temas, se analizaron los archivos, ordenados por las respectivas contribuciones de poetas y músicos. La Tabla 1 muestra que existe una marcada asimetría en la cantidad de temas escritos, mostrando a un reducidísimo núcleo que concentra una gran producción individual, y centenares de nombres que contribuyeron con uno, dos o muy pocos temas (lo cual como será visto, no significa necesariamente desmedro para su calidad).