Los Peirones En Las Comarcas Del Jiloca Y Campo De Daroca LOS PEIRONES EN LAS COMARCAS DEL JILOCA Y CAMPO DE DAROCA Colección El Patrimonio Olvidado, Nº 1
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Los peirones en las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca LOS PEIRONES EN LAS COMARCAS DEL JILOCA Y CAMPO DE DAROCA Colección El Patrimonio Olvidado, nº 1 Edita Centro de Estudios del Jiloca Apartado de Correos, nº 38 Calamocha (Teruel) Coordinación Emilio Benedicto Gimeno Pilar Esteban Guillén Textos Rafael Margalé Herrero Ernesto Utrillas Valero José María Carreras Asensio Ignacio Berbegal Calvo Virgilio Rodrigo Allueva Antonio Gendive Páez José Miguel Simón Domingo Inventario y fotografías de la exposición © Rafael Margalé Herrero Idea Gráfica Ricardo Polo Cutando Ficticios S.S.Taula, S.L. Foto de Portada A. Martín Materiales pedagógicos Emilio Benedicto Gimeno Ignacio Berbegal Calvo Imprime INO Reproducciones, S.A. Políg. Miguel Servet, nave 13 – 50013 Zaragoza Dep. legal: xxxxxxxxxxxxxxxx Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproduccida, almacenada en un sis- tema de recuperación o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, electrónico, mecánico, de fotocopia, de grabación o de otro tipo, sin previa autorización de los res- pectivos autores. Peirón del Padre Selleras.Torrelosnegros Ilustración de Julio Monzón INDICE 7 El Patrimonio Olvidado 9 Los Peirones de las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca Rafael Margalé Herrero 13 Hitos en el espacio. Significado y funciones de los peirones Ernesto Utrillas Valero 17 Los peirones en la documentación histórica José María Carreras Asensio 19 Los peirones de las tierras del Jiloca y Gallocanta Ignacio Calvo Berbegal 21 La restauración de los peirones. Los ejemplos de Cutanda y Valverde Virgilio Rodrigo Allueva 27 El peirón del milenio de Loscos. Monumento a la historia y la memoria Antonio Gendive Páez y José Miguel Simón Domingo 29 Inventario de los peirones de la comarca del Jiloca Rafael Margalé Herrero 79 Inventario de los peirones del Campo de Daroca Rafael Margalé Herrero 105 Índices y Bibliografía 113 Catálogo de la exposición. Selección El Patrimonio Olvidado Hasta hace muy pocos años el interés de los historiadores y estudiosos por el patri- monio se reducía a su faceta artística, a aquellas obras que por su importancia y signifi- cación se apartaban del resto de las manifestaciones humanas y destacaban sobre ellas. Solo importaba la pintura, la escultura y la arquitectura, especialmente si éstas tenían carácter monumental. Ultimamente, a raíz de las recomendaciones de la UNESCO, plasmadas en la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales celebrada en México en 1982, se ha ampliado el concepto de patrimonio. Se empieza a hablar de patrimonio cultural, un nuevo término que integraría todas las huellas dejadas por nuestros antepasados, con especial atención por aquellas que forman parte de nuestra memoria colectiva y de nues- tra identidad cultural. El patrimonio ha pasado de ser un bien material y tangible, una colección de objetos más o menos curiosos, a convertirse en un proceso mental, en una fuerza cultural que da consistencia a una sociedad. Según estas nuevas tendencias, el patrimonio cultural ven- dría a ser "el principio dinámico por el que una comunidad guía el proceso continuo de su propia creación, apoyándose en el pasado, nutriéndose de sus propias virtudes y reci- biendo selectivamente las aportaciones exteriores". La riqueza patrimonial de un pueblo no es sólo el conjunto de manifestaciones artís- ticas más o menos “bellas”. Nuestro patrimonio debería abarcar todos los testimonios humanos que puedan servirnos para autoafirmar la identidad colectiva, hacernos sentir parte de un pasado común y abrir la esperanza a un futuro también común, elaborado día a día por todos los ciudadanos. La Ley 3/1999 del Patrimonio Cultural Aragonés, una de las más progresistas e inno- vadoras que hemos tenido en nuestra tierra, ha recogido esta interpretación global del patrimonio, definiéndolo como "los testimonios fundamentales de la trayectoria histórica de la nacionalidad aragonesa". Este patrimonio cultural es propiedad común de todos los ciudadanos. Identifica en primer lugar a los aragoneses, pero sus elementos forman parte de un ámbito geográfico todavía mayor, al estar influidos por el propio desarrollo de España y de todo el continente europeo. La cultura, aun la de los más pequeños pueblos, es y será siempre universal. Dentro de este Patrimonio Cultural, según el artículo 2 de la citada ley, estarían incluidos todos los testimonios relacionados con "la historia y la cultura de Aragón que presenten interés antropológico, antrópico, histórico, artístico, arquitectónico, mobiliario, arqueológico, paleontológico, etnológico, científico, lingüístico, documental, cinematográ- fico, bibliográfico o técnico". Siguiendo las pautas que marca esta moderna concepción del patrimonio, desde el Centro de Estudios del Jiloca nos hemos embarcado en un nuevo proyecto con el que pre- tendemos divulgar las manifestaciones artísticas del valle del Jiloca que no tienen cabi- da en los modernos manuales de Arte. No queremos limitarnos a la edición de un mono- gráfico más o menos interesante. Los libros formarán parte de un proyecto más amplio en el que se incluirán exposiciones itinerantes que circularán por todos los pueblos de la comarca, pequeños cuadernos didácticos para trabajar en los centros educativos y bre- ves estudios en los que se analizarán las posibilidades de conservación y restauración de nuestro patrimonio. Con esto pretendemos que las nuevas generaciones conozcan, valo- ren y lleguen a querer todas las manifestaciones de la pequeña arquitectura popular que tanto significado tuvieron para nuestros antepasados y que en la actualidad, en el mejor de los casos, permanecen olvidadas. Comenzamos nuestra nueva serie con el tema de los peirones. El ánimo y las suge- rencias que nos ha dado Rafael Margalé, que aporta desinteresadamente la mayor parte del material de este primer inventario-exposición, va a ser fundamental, y de personas agradecidas es reconocérselo. Quizás algunos de nuestros lectores consideren a los pei- rones unos testimonios nimios y poco representativos, pero muy pocos negarán que for- man parte de nuestra cultura y que se encuentran presentes en casi todas las localidades. 7 Desde nuestra asociación ya les habíamos prestado anteriormente cierta atención, publi- cando varios artículos centrados en las localidades de Tornos y Visiedo, y citándolos con- tinuamente en las descripciones locales que cierran nuestra revista Xiloca. Con el actual inventario pretendemos ampliar este interés a todas las localidades integrantes en las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca. Nadie puede negarles su valor estético, aunque sea muy desigual. Ciertos peirones están levantados en piedra de cantería, mostrando una riqueza decorativa que ya envi- diarían otros muchos monumentos. También es cierto que encontraremos otras manifes- taciones mucho más pobres, construidas en barro y mampostería, muy sobrios y sin ador- nos, tan deteriorados por el paso del tiempo que más parecen un montón de piedras suel- tas que el resultado de una acción humana. Nadie podrá tampoco negarles su valor cultural. Los peirones responden a distintas necesidades que desde siempre ha sentido el hombre. Desde la antigüedad, el ser huma- no ha necesitado ordenar y jerarquizar el espacio y esta función la ha desempeñado en Aragón los peirones; por eso, generalmente se colocan a la entrada y salida de las pobla- ciones y en los cruces de los caminos que unían a un núcleo poblacional con sus vecinos, dándoles así una funcionalidad orientativa. Son, también, la huella de una religiosidad popular vivida muy intensamente por nuestros antepasados. Servían para mostrar una especial devoción por los santos o la Virgen y dar las gracias por su protección. También eran el lugar de reunión de los veci- nos que querían bendecir a los animales, obligándoles a dar la vuelta al omnipresente pei- rón de San Antón, o solicitar la intercesión divina para proteger las cosechas. Otras veces se levantan con una simple intención conmemorativa de una gracia concedida o en recuerdo de un suceso acaecido; surgen así los peirones votivos. Los tiempos han cam- biado, y las mentalidades religiosas han evolucionado, pero no podemos ignorar los sen- timientos de nuestros antepasados porque forman parte de nuestra propia personalidad histórica. Tanto por su contenido estético como cultural, este patrimonio olvidado debe ser man- tenido, difundido y transmitido a las generaciones venideras, si puede ser acrecentándo- lo (como han hecho los amigos de Loscos y de Cutanda) con las nuevas aportaciones que pudiera deparar el presente. Pilar Esteban y Emilio Benedicto 8 Los peirones de las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca Rafael Margalé Herrero Llevar consecuentemente a la práctica la recopilación de los peirones no es tarea fácil por lo extenso y desperdigado de su radio de ubicación y, cómo no, por la cantidad de ellos, pese a que se han perdido muchos de estos hitos por abandono de sus mentores -la gran mayoría de ellos eran levantados por las familias más pudientes o alguno de sus individuos por devoción, agradecimiento ante algún favor o simplemente como colaboración al mar- caje de los caminos, sus encrucijadas y pasos necesitados de señalización-, olvido de quie- nes debían restaurarlos -algunos son de propiedad municipal- y derribo por quienes les impedían la menor de sus maniobras laborales o urbanísticas –paso a campos de labor, granjas o naves industriales y las más de las veces la pura especulación. En este recuen- to de torpezas, si nos extendemos a la región aragonesa no