Introduccion
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
INTRODUCCION El presente librito tiene por objeto aclarar algunas verdades fundamentales de nuestra fe católica. Muchas veces, los hermanos separados nos han inquietado, y quizás confundido, con sus ideas contrarias a nuestra fe. Por eso, es importante que la conozcamos para amarla, vivirla y darle gracias a Dios por ella. Somos católicos, pertenecemos a la Iglesia católica y queremos vivir nuestra fe en plenitud y nos sentimos orgullosos de ella. Al ofrecer este pequeño trabajo, deseo dar las gracias a aquellos que me han ayudado a vivir mi fe católica como cristiano, religioso y sacerdote, especialmente a mis padres y maestros y a las religiosas contemplativas, a quienes tanto debo por sus oraciones por mí. Que Dios los bendiga a todos. NOTA: Al citar Cat se refiere al Catecismo de la Iglesia Católica; FC a la exhortación apostólica Familiaris Consortio. Y EV, LE a las encíclicas Evangelium Vitae y Laborem Excercens de Juan Pablo II. LG, AG, DV y GS a los documentos del Vaticano II, Lumen Gentium, Ad Gentes, Dei Verbum, Gaudium et Spes. DIOS ES AMOR Muchos hombres, ante la insatisfacción de la vida, se preguntan, como esperando una respuesta: ¿Por qué vivo y por qué muero? ¿Por qué he nacido aquí y no allí? ¿Por qué soy así y no de otra manera? ¿Habrá valido la pena haber nacido? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Hay algo más después la muerte? ¿Hay una vida eterna feliz o una oscuridad sin límites? Muchos ateos se responden a mismos que nada tiene sentido y todo acaba con la muerte. Sin embargo, Dios existe y DIOS ES AMOR (1 Jn 4,8), nos ha creado por amor y nos sigue amando desde toda la eternidad. Desde siglos y siglos antes de que el mundo existiera, cuando no existía el tiempo..., antes del primer día en los millones de años de edad del Universo, antes de que existiera la noche y de que el sol brillara en el firmamento azul, Dios pensaba en ti y te amaba y soñaba contigo y te acariciaba en su Corazón. Tú no has nacido por casualidad. Dios te esperaba desde la profundidad de la eternidad. Allá, en el silencio de aquella eternidad primera, Dios llenaba con su amor aquel vacío inmenso. Y el Padre engendraba al Hijo y del amor del Padre y del Hijo procedía el Espíritu Santo. Y los TRES vivían con la plenitud de la divinidad. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Los TRES igualmente coeternos, de la misma naturaleza e iguales en poder, amor y dignidad. ¡Un verdadero misterio de amor!. Y su amor infinito decidió proyectarse y crear a los ángeles. Pero muchos de ellos se rebelaron y lo rechazaron y se convirtieron a sí mismos en demonios (Ap 12). Un misterio incomprensible de la bondad y amor de Dios, que respeta su libertad y los ama hasta en el infierno, pues, de otro modo, no podrían ni existir. También decidió crear a los hombres para hacerlos felices con unos dones maravillosos: inmortalidad, impasibilidad (no poder sufrir), integridad (equilibrio interior), ciencia infusa, pero ellos, por instigación del demonio, pecaron y quedaron privados de esos dones. Así comenzó el drama de la humanidad, pues la vida de todo ser humano será, desde entonces, una lucha contra el mal y contra el Maligno (Ef 6). Pero, de nuevo, el amor infinito de Dios se compadeció de la humanidad caída y sin esperanzas, y el Padre envió a su Hijo para dar sentido al dolor, para ser nuestro compañero de camino y darnos paz, alegría y esperanza. Según muchos autores, Jesús hubiera venido de todas maneras, aunque el hombre no hubiera pecado. Porque el AMOR de Dios tenía previsto encarnarse, hacerse compañero de los hombres, hacerse uno de ellos; ya que el amor acerca y asemeja a los que aman. Ahora, Dios te ama a ti tal como eres, sin condiciones. DIOS ES AMOR. Cree en su amor, en su Perdón, en su poder para poder cambiarte. Cree en Dios y podrás dar sentido a tu vida en el AMOR. Precisamente, para ayudarte en tu caminar por el difícil camino de la vida, vino Jesús a la Tierra. Síguelo y serás feliz. JESUS DE NAZARET ¿Quién es Jesús de Nazaret? Hace dos mil años, Jesús dirigió a sus discípulos esta misma pregunta: “Vosotros ¿quién decís que soy yo?” (Mc 8,27). Y la Historia no ha terminado de responderla. Vestía pobremente y los que le rodeaban eran gente sin cultura. No poseía títulos ni riquezas. No tenía armas ni poder alguno. Era joven y ya, desde el principio, era odiado por los poderosos, y un incomprendido hasta para sus propios discípulos. Los violentos lo encontraban manso y débil. Los custodios del orden lo encontraban violento y peligroso. Los cultos lo despreciaban y le temían. Algunos se reían de su locura, pero los pobres lo admiraban, porque los quería. Muchos lo seguían más por sus milagros que por una verdadera conversión del corazón. Había quienes veían en El al Mesías prometido, pero otros, sobre todo los ministros oficiales de la religión, lo consideraban enemigo del pueblo, blasfemo y profanador del sábado y de las leyes de Dios. Unos días antes de su muerte, lo aclamaron como al Mesías pero, en el momento supremo, todos lo abandonaron, hasta sus más íntimos amigos, con excepción de unas pocas mujeres. Y, sin embargo, veinte siglos después, la Historia sigue girando en tomo a este hombre. El tiempo se cuenta a partir de su nacimiento, se siguen escribiendo cada año más de mil volúmenes sobre su persona y doctrina. Su vida ha servido de inspiración a la mitad del arte producido en el mundo y cada año miles de hombres y mujeres de todo el mundo, lo dejan todo, familia, patria, bienes, para seguirle sin condiciones, como aquéllos sus doce primeros discípulos. ¿Quién es, pues, este hombre que, a la vez, dice ser Dios? ¿Quién es Jesús de Nazareth? ¿Quién es El para ti? Jesús no fue un astronauta de un lejano planeta, ni un mago que practicaba artes mágicas, aprendidas en Egipto. Jesús no fue un hombre común y corriente como tú y como yo. El, a la vez que era hombre, era también Dios y con su vida nos ha enseñado a conocer a un Dios bueno, cariñoso y bondadoso, amigo y cercano a los hombres, sus hijos. El nos enseñó con su vida la más grande y hermosa verdad que jamás el mundo entero pudo conocer: DIOS ES AMOR. Dios te ama a ti. Jesús te ama tal y como eres en este momento. No necesitas cambiar para que te ame. Tu eres su hijo y quiere ser tu amigo: “vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,14). Por eso, si nadie te quiere, si todos te rechazan, si eres demasiado anciano o enfermo o feo o ignorante o pobre o pecador, El te ama y te dice: “Hijo mío, tus pecados te son perdonados” (Mc 2,5). “No tengas miedo, porque yo estoy contigo y tú eres a mis ojos de gran precio, de gran estima y yo te amo mucho” (Is 43,43). Y ahora respira profundamente y sonríe: Dios te ama, Jesús te ama, tu vida tiene pleno sentido y Dios espera mucho de ti y cuenta contigo para la gran tarea de la salvación del mundo. Jesús también nos enseñó a perdonar y, aún más, a amar a nuestros enemigos hasta setenta veces siete (siempre). Y tú ¿guardas resentimiento o deseo de venganza en tu corazón? Si quieres que Jesús sea tu Maestro, déjate enseñar por El y sigue su camino. Es la única manera de ser feliz y de hacer felices a los demás en este mundo y en el otro. Tú no puedes ser indiferente ante El. O estás con El o contra El; o sigues a Cristo o a Satanás. ¿Cuál es tu opción vital? ¿Quieres ser cristiano de verdad? Para el que no tiene fe, seguir a Cristo puede parecerle un cuento sin sentido, pero ¿quién puede asegurarle estar en la verdad? Gandhi dijo una vez: “Yo digo a los hindúes que su vida será imperfecta, si no estudian respetuosamente la vida de Jesús”. Pero no basta estudiar su vida, hay que llegar a amarlo con todo el corazón para ser verdaderos cristianos y ser capaces de dar la vida por El, como El la dio por nosotros. Si, como creemos, El era verdaderamente hombre y Dios, podemos creer que el ser hombre es algo mucho más grande de lo que imaginamos y mucho más importante de lo que creemos. Seguir a Jesús no puede ser mera curiosidad, pues en ello está en juego el sentido de nuestra vida y El nos exige respuestas absolutas y sin condiciones. El nos dice: “ Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6). Jesús era hijo de su pueblo, el pueblo judío, y amaba a su pueblo y a sus gentes. Era como nosotros, un hijo de nuestra tierra. Crecía en estatura y edad ante Dios y ante los hombres. Era pobre y tenía que trabajar para ganarse la vida. Acogía a los pecadores con amor y no le importaba “contaminarse” con los leprosos. Era sencillo y le gustaba bendecir, acariciar y abrazar a los niños. Jesús fue un hombre cumplidor de las normas de la religión judía, pero superó muchos prejuicios que la habían desvirtuado. Los judíos creían en un Dios lejano, del que no se podía pronunciar ni el Nombre y El nos presenta a un Dios amigo.