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DRAMATICA

LOS POBRES DE BARCELONA. Drama en seis Cuadros y un Prólogo, original y en gjrosa, de I). Rafael del Cas¬ tillo, estrenado con estrciordiñarlo aplauso la noche del 6 marzo 1865, en~~el Teatro de Romea, en Barcelona.

Al Ateneo Catatan de la clase obrera. ESCENA PRIMERA. Feliz y Enrique.. Fel. Pero hombre, es posible que no puedas consa¬ La favorable acogida que ha merecido la novela que grarme toda la noche? con idéntico título estoy publicando y que está dedicada Enr. Ya te he dicho queme esperan á bordo, y qui¬ también á ese Ateneo , me impulsan á hacer lo mismo zá antes de la madrugada nos demos á la vela. con el Drama. Fel. Cáspita! Qué vida! No poder sosegar un mo¬ Si el Ateneo Catalan lo aceptase se habrán visto mento , y verse precisado á abandonar á los ami-i doblemente satisfechos los deseos de gos y en una noche de boda? Vamos, prefiero m posición á la tuya. Rafael del Castillo. Enr. Ya lo creo; tú llevas por título el Baron'de la Estrella, mientras yo me llamo simplemente Enri¬ que Mendoza; tú tienes un patrimonio legado por tu padre , y yo solo heredé del mió su nombre sin PERSONAJES. tacha, y su espada que jamás empañó la traición ni la cobardía; tú tenias una posición hecha, yo tu¬ Amalia. Tomás. ve que creármela. Ya ves si existe diferencia. Com¬ Clara. Pedro. prende que no me será muy satisfactoria la vida Dolores. Roque. que llevo: pero la necesidad me obliga, y no hay Lucia. Inspector. mas remedio que doblegarse bajo su peso. Antonio. Caballero l.° Fel. Pero hombre, haber pedido una licencia por esta noche. Al cabo de catorce años que no nos ha¬ Enrique. Serenos 1.° y 2.° Feliz. Obreros l.° y 2.° bíamos visto, y cuando va á realizarse uno de los Ricardo. Un criado. acontecimientos mas grandes de mi vida, vas á García. Obreros, Serenos y Caba- abandonarme ? lleros. Enr. Me es muy sensible, pero qué quieres, donde está el deber... La escena es en nuestros dias. Fel. Y el deseo, porque no me negarás que tienes ga¬ nas de cruzar los mares, dirigiéndote á la Isla de Cuba; al menos así me lo significaste la otra noche PROLOGO. cuando nos encontramos en las Delicias. Enr. Tienes razón; deseo llegar á la Habana, porque allí existe una mujer á quien adoro sin esperanza La escena se halla dividida: á la derecha casa rica y á la alguna. izquierda pobre, dejando practicable entre ambas la calle. En Fel. Hombre! Eso es lo peor, y por qué? la habitación rica, puerta al foro que dá á los salones, y una Enr. Porque ella es rica y yo soy pobre. Su madre lateral á la izquierda con reja á la derecha que dá á la calle. solo anhela un título, y ya ves que mi nombre es Muebles de lujo. En la pobre, ventana al foro, puerta á la iz¬ harto modesto. quierda que dá á la calle y dos á la derecha que comunican Fel. Y la chica, te quiere? con el interior: muebles pobres, en el último término un ar¬ Enr. Tal me he creido; mas hace ya siete meses, des¬ mario de cajones. Es de noche. Al levantarse el telón aparecen en la habita¬ de que salí de allá, no he recibido una sola carta ción rica Feliz, vestido de etiqueta y Enrique con el uniforme suya. Tal vez se habrá olvidado. de teniente de navio, ambos están sentados. Fel. Pues olvídala tú también. 2 Los pobres de Barcelona. Enr. Eso es bueno para dicho; pero quién lo hace, si fiando en la herencia de tu tia, y la condesa ha ama de veras? muerto, sin que hayamos podido encontrar un solo Fel. Mira que casualidad; también la mujer con real. A García, ese tonto que nos ha pedido, le quien voy á casarme es habanera. presentemos en el alto círculo catalan , le debemos Enr. Dios te haga muy feliz! mas de quince mil duros y no tenemos otro medio Fel. Phé! no es tan fea, pero es bastante rica. Me fi¬ de salir adelante , que esa boda. La dote de Ama¬ guro que apenas me quiere; pero si he de decirte lia basta para pagar todas las deudas, y para ase¬ verdad, yo tampoco la quiero; eso no quita para que gurarte una posición desahogada, y cuando yo, á vivamos como buenos esposos. fuerza de tantos trabajos he conseguido arreglar Enr. (levantándose.) Vamos veo que tu cabeza es la esa unión, sales tú rechazándola, solo porque tu misma siempre. prometida ha tenido un novio ? Vamos, eres un ne¬ Fel. Genio y figura... pero te marchas ya? cio de capirote. Qué te importa lo que fué? Ya le Enr. (mirando al reloj.) Sí; son las siete y media, y olvidará; lo que á tí te conviene es, casarte, porque dije que á esa hora me esperase el bote en el mue¬ es tu áncora de salvación; y si ella sufre ó no, mal¬ lle y no me gusta que me esperen. dito el cuidado que debe darte. Fel. Conque de nafa sirven mis súplicas? Fel. Y por dónde has sabido que Enrique amaba á Enr. Cuando vuelva á Barcelona , te prometo la pri¬ Amalia! mera visita y... Ríe. Esta noche, hablando en el Casino con un guar¬ Fel. Y venirte á vivir aquí; mi casa es siempre la dia marina , amigo de Enrique, le he preguntado, tuya. sin intención , por la dama que ocupaba el pensa¬ Enr. Gracias, Feliz, gracias. miento de tu amigo, y me ha dicho su nombre. Fel. Me das palabra de visitarme el primero? Fel. Pero, él sabrá que existe en Barcelona? Enr. Te la doy. Ríe. Ni por pienso, ellos creen que sigue en la Isla Fel. Mira que confio... de Cuba. Enr. Vendré. Fel. De veras? Fel. Me alegraré que puedas decirme entonces: «Ya Ríe. Como lo oyes. Vamos, vé á dar una vuelta por soy feliz.» los salones, que se van llenando de gente,mientras Enr. Es muy difícil, * sale tu futura. Fel. Baá , quién sabe ! Fel. A ver si nos sucede lo de la otra noche, todo Enr. Á Dios, amigo mió: sé dichoso en tu nuevo es¬ dispuesto ya y ella... tado. Ríe. Se sintió indispuesta; eso no tiene nada de estra- Fel. Gracias; á Dios, (Abrazándole.) hasta la vuelta. ño; las mujeres siempre tienen ataques de nervios Enr. Tu casa.!. la noche de sus esponsales. Fel. Será la tuya; rae lo has prometido. Fel. Te aseguro que lo que me has dicho, aumenta Enr. Y lo cumpliré. Á Dios. mi repugnancia hácia esa boda; y que si no fuese Fel. Á Dios. (Marcha Enrique por el foro.) por la necesidad... Ríe. A ella es á quien te has de sujetar nada mas;- ESCENA II. anda, anda á los salones, donde quizá echen de menos tu presencia. Feliz por la puerta de la izquierda; después Ricardo. Fel. Voy. Fel. Pobre chico!... Buena vida lleva!... Qué dis¬ Ríe. Yo no tardaré en seguirte; quiero descansar al¬ tinta de la mia! Sin embargo, hoy ya varían las gunos instantes, porque he venido corriendo desde circunstancias; me caso. Es verdad que mi boda el Casino á aquí. ha sido Ricardo quien la ha dispuesto; pero no por Fel. Hasta luego. eso es menos verdad que voy á entrar en el gre¬ Ríe. Anda con Dios. (Vase Feliz por el foro.j mio de los maridos. Quién me lo diria! A mí, que jamás se me ocurrió tal cosa. Ricardo ha dicho que ESCENA III. ese era el único medio de restaurar mi fortuna.... (mirando al foro por donde aparece Ricardo.) Aquí Ricardo, después García. está! Gracias á Dios que te veo! Ríe. Dime, ha estado aquí el marino? Ríe. Eso solo nos faltaba, que ahora no quisiera ca¬ Fel. Quién, Enrique? sarse ! Buena la habíamos hecho! Después de ha¬ Ríe. Sí. ber trabajado tanto!... Hoy no he visto á Tomasa Fel. Acaba de marcharse. si habrá descubierto algo con respecto á esa mu¬ Ríe. Y ha visto á tu futura? chacha?... Porque no tiene duda; la marquesa ha Fel. No. Por qué me haces esa pregunta? ! debido hacer algo por ella. Ríe. Porque acabo de hacer un descubrimiento. i Gar. (saliendo por el foro derecha.) Ricardo, amigo Fel. Cómo? mió, deme V. la enhorabuena. Ríe. Amalia , es la novia que Enrique tenia en la Isla ; Ríe. A dios. García, ya le estaba echando de menos. de Cuba. Gar. No se trata de eso ahora; felicíteme usted con to¬ Fel. Ahora me esplico la causa de la tristeza que ella da la cordialidad de que es susceptible. tiene y... Ricardo, ahora soy yo quien no me caso; Ríe. Por qué? no me agrada una mujer que quiera á un novio Gar. Hombre, porque hay motivo para ello; oh! y mas que al marido. motivos muy grandes. Ríe. Eh! Qué estás diciendo? Pues no te has de Ríe. Esplíquese usted. casar? Gar. Hombre, creo que poco tenga que esplicar; y Fel. Te digo que no. necesario es ser muy torpe, para no compren- Ríe. Ven aquí, y escucha. Hemos derrochado en Ma¬ I derlo. drid toda tu fortuna ; vivimos en Barcelona . don- Ríe. Pues yo lo soy en grado superlativo. Los pobres de Barcelona. 3 Gar. Venga usted acá; vamos á ver; míreme usted malo lo que hago, toda vez, que ahora creo que bien. cobrará sus créditos. Riq. Ya lo hago. Gar. Sí, con la boda. Pero se realizará? Gar. Y qué? No encuentra usted nada de particular Ríe. Hoy definitivamente. Amalia no quiere al barón en mí ? ni este á ella; pero yo quiero que se casen, y con Ríe. (mirándole con atención.) Yo, caigo, serán los bri¬ eso los millones de la esposa pagarán las deudas llantes que lleva en la camisa; buenas aguas, bue¬ del esposo. nas monturas. Gar. Y á usted le permitirán gastar y triunfar como Gar. Qué aguas, ni qué monturas, ni qué niño muer¬ hasta aquí, á costa de Feliz? to? No es eso. Ríe. En cambio , le proporciono su bienestar. Ríe. Entonces, qué es? Gar. YTa, ya; buena pieza está usted ! Pero de veras, Gar. No advierte usted nada sobre mi írente? cree usted que esta noche se verificará la boda? Ríe. Sobre su....? Sí, veo algunas arrugas, consecuen¬ ; Ríe. No lo dude usted; la madre de Amalia está muy cia, no de la vejez, ni de ios quebraderos de cabeza, empeñada; buscaba un título para su hija, y no lo sino de... dejará escapar. Gar. Qué diablos habla usted? No se trata de arru¬ Gar. Dios lo quiera! Vamos á ver si salen los novios, gas , sino de ese sello augusto, santo , noble y... en porque le aseguro que hasta que los vea casados, fin, el sello de la paternidad. no lo creeré. Ríe. Acabára usted de esplicarse? ! Ríe. Vamos donde usted guste. ( Vanse por el foro.) Gar. Eso lo comprende cualquiera. Ríe. Conque es usted padrq? ESCENA IV. Gar. Sí, amigo mió; desde ayer. ■ Ríe. Tardecito ha sido, pero mas vale tarde que nun¬ Clara y Antonio en la casa pobre, saliendo por la ca; reciba usted mi parabién. puerta primera de la derecha. Gar. Ay! Ricardo, si viera usted cuán distinto modo Cla. (Con coquetería.) Conque diga usted , señor mió, de pensar me hace tener ese hijo! está usted contento ? Ríe. Conque es un niño? Ant. Que si lo estoy ? Cómo no había de estarlo, Gar. Eso era natural. Mi esposa me decía algu¬ cuando voy á ser tu marido? nas veces.—«Ya verás como es una chiquilla, ton¬ Cla. Dios sabe si tú también harás lo que hacen to;» pero buen chasco se ha llevado al ver lo con¬ otros hombres después que se casan. trario. Ant. Clara... Ríe. De modo que ahora es usted un hombre comple¬ Cla. Vamos, Antonio, note incomodes. tamente feliz? Ant. Es que ni tú ni yo somos como la generalidad. Gar. Por qué negarlo? Lo soy, me había resignado Ambos éramos huérfanos; tú ahijada de la señora á no tenerlos, mas lo sentía. condesa, y yo suprolejido, trabajaba en una de sus Ríe. (distraído y mirando hácia el fondo.) Lo creo. mejores fábricas, hasta que me llamaron al servi¬ Gar. Qué mira usted hácia los salones? cio; navegué durante ocho años contra la voluntad Ríe. A ver si estaba el barón en ellos. de mi protectora, que quería librarme; pero yo no Gar. Dios quiera que hoy no se interrumpa también acepté; habia hecho mucho bien á mi madre, y no la boda. debía serla mas grabóse. He tenido la suerte de Ríe. Cá! no lo crea usted. dar con buenos gefes, y especialmente con mi te¬ Gar. Cada vez que reflexiono en lo mal que la di¬ niente D. Enrique Mendoza, que era un bravo ma¬ funta condesa se portó con los acreedores de su so¬ rino; mucho sen!irnos ambos separarnos; mas yo brino , que como yo no tenia otra garantía de sus tenia ganas de ver á mi protectora; pero baá, créditos, que su herencia... cuando llegué, ya era tarde; habia muerto, y solo Ríe. Ya, ya; la vieja lo hizo de un modo... te encontré á tí llorando sobre su tumba. Allí mis¬ Gar. Pero dónde ha echado su dinero ?' Ella era mo, pocos dias después, hice juramento de consa¬ rica y... grarme á hacer tu felicidad. Ríe. Hombre, yo he oido algo, porque estoy muy so¬ Cla. Y yo también, Antonio, ya sabes que te lo dije. bre aviso para lo que pueda descubrir. Ant. Te acuerdas, Clara mia, del momento en que nos Gar. (con curiosidad.) Cómo? conocimos ? El sol habia desaparecido en el hori¬ Ríe. Dicen que la con lesa tuvo amoríos con un médi¬ zonte. Entré en el Campo Santo tambaleándome, y co , los cuales, según se asegura, tuvieron por con¬ á la dudosa claridad de las estrellas, te conocí; al secuencia una chiquilla. mirar tus facciones me pareció que mi bienhechora Gar. Sopla! se habia rejuvenecido,.y estaba delante de mí dán¬ Ríe. Esa hija parece que estaba con el padre del mé¬ dome gracias por mi recuerdo. Vamos, desde dico , pues este murió hace tiempo. aquella noche no se borró tu imágen de mi memo¬ Gar. Y qué? Cree usted que le habrá dejado á ella su ria , y cuando entré en la fábrica, me puseá traba¬ capital? jar con un ardor extraordinario; ya se vé, trabaja¬ Ríe. Es lo mas posible, pues he oido, que desde dos ba para tí. años antes de morir, la condesa iba realizando sus Cla. Yo también sabes que soy un poco superticiosa, bienes, y el producto de ellos no se sabe dónde es¬ y aquel encuentro inesperado, con un hombre que tá. He buscado á la muchacha y no la encuentro. habia conocido y respetado, á la que solo desde hoy El abuelo era prendero, pero hace tiempo se retiró 1 sé que era mi madre, me pareció de muy buen de su tráfico, porque no le iba bien, sin que hasta agüero; creí que ella te habia colocado junto á mí, la fecha haya podido encontrar sus huellas; pero y que su deseo era que fuese tu esposa. Mira... (se¬ yo le encontraré , y ya sabe usted que soy capaz... ñalándole un ramo de flores que lleca en la mano.) Gar. De todo lo malo; ya lo sé. Ves estas flores? Parte de ellas son de las que tú Ríe. Usted me adula, á pesar de que debe ser muy dejaste sobre la tumba de mi madre, y parte me 4 Los pobres de Barcelona. las has regalado esta mañana; las he unido, y he Ped. He cumplido con mi deber. formado con ellas este ramo, en que enlazo la afec¬ Ant. Tiene usted algo mas que decirme? ción que á tu protectora profesabas, y la que á mí Ped. No. te une. Ant. {á Clara.) Clara, cuando quieras. Ant. Oh! bendita seas! Cla. Estoy á tu disposición. Cla. (Con coquetería.) Adulador! Ant. Vamos, abuelo? Ant. Eso sí que no; digo que te quiero, porque es Ped. Vamos, hijos mios, y Dios os haga dichosos. (can¬ verdad; -me pareces mas hermosa que todas las se todos por la puerta de la calle, desapareciendo por mujeres que he conocido; tu voz es mas suave que el foro izquierda.) el murmullo de las olas , y hay en tus ojos mas dul¬ zura que en ese cielo que tantas noches he contem¬ plado desde el puente de mi fragata; ó bien á tra¬ ESCENA VI. vés de las ventanas de la fábrica, sin pensar que lle¬ gase un dia en que un ángel como tú, pudiera hacer Amalia y Dolores en la habitación de la derecha, sa¬ zozobrar mi corazón. liendo por la puerta segunda de la derecha. Cla. Gracias, Dios mió!.. Ant. Vamos, vamos á ver si tu abuelo ha terminado, Ama. Ay madre mia! Qué desgraciada voy á ser! porque deseo con impaciencia que llegue el momen¬ Dol. No hables así, Amalia; por qué has de ser des¬ to de que seas mia para siempre. No lo deseas tú graciada? también ? Ama. Porque no amo al barón. Cla. Si te amo, no he de desearlo? Dol. Tú estás obcecada, y no has sabido apreciarle Ant. Hubiera querido darte un trono, pero ya se vé, todavía en lo que vale. Félix es lo que vulgarmente el obrero no tiene ahorros, no tiene mas que brazos se llama un-buen chico ; ha sido un tanto calavera, para trabajar, y corazón para sentir. es verdad; pero qué hombre á su edad y en su po¬ Cla. Yo también soy pobre; pero nos queremos, sición no ha hecho lo que él? Desengáñate, que somos jóvenes, y trabajai'emos el uno para el otro. llegará un dia en que serás feliz á su lado. (mirando á la derecha.) Ya tienes aquí al abuelo. Ama. Imposible ! Dol. Pero Amalia, por Dios, sé razonable. ESCENA V. Ama. Trato de serlo, y por mas esfuerzos que hago no puedo conseguirlo. Dichos y Pedro. Dol. Crees tú que si yo comprendiese que no habías Ped. Estáis ya, hijos mios? de ser feliz, iria á consentir en semejante unión? Ant. Sí señor, y le aseguro que tengo unos deseos de Ama. Pero si yo amo á Enrique mucho mas desde que que lleguen los padrinos!.. sé que voy á perderle. Ped. (mirando el reló.) Y ya son las ocho. Dol. Otra vez Enrique? Recuerda que me prome¬ Cla. A bien que tenemos la iglesia cerca. Mira, sa¬ tiste... bes quién se desposa esta noche también? La seño¬ Ama. Lo que no podré cumplir. Perdóneme usted, rita de ahí enfrente. madre mia, pero en estos momentos supremos, su Ant. La que te dige que era novia de mi teniente Don memoria se presenta con mas fuerza en mi corazón. Enrique? Baá, que mujeres! De todo se olvidan! Dol. Qué podías esperar siendo su esposa? Eso en {En este momento aparecen algunos artesanos y mu¬ primer lugar; en segundo, que por mas que tú di¬ jeres del pueblo en la calle; llegan á la casa de Anto¬ gas, no podías quererle. Y sobretodo, la posición nio y Ilaman á la puerta.) de Enrique era muy inferior á la tuya. Cla. Ya están ahí. (abriendo la puerta á los artesanos Ama. Yo le amaba con toda mi alma; jamás me había que entran en la casa. Antonio les clá la mano.) ocupado en analizar si era su posición análoga á la Ant. Vamos, abuelo? mia. El corazón que ama, na es como la mente que Ped. Un momento. Antonio, escucha. {Antonio y Pedro razona; muchas veces se lo he dicho á usted, y á pe¬ se'retiran á hn cstremo del Teatro , mientras Clara sar de todo, no ha dado crédito á mis palabras. habla con los artesanos.) Mira, hijo, dentro de poco Dol. He creído en mí un deber hacerlo así, porque serás el esposo de Clara; ya sabes quién es; su una madre solo debe pensar en asegurar la fortuna madre no pudo legitimarla porque mi hijo murió de sus hijos. Con Enrique estabas espuesta á mil antes que ella se encontrase completamente inde¬ contingencias que ocurren en la vida, cuando la pendiente. posición no es bastante sólida; con el barón te en¬ Ant. Pero, á qué viene eso ahora? cuentras asegurada para siempre ; como posición no Ped. A decirte una vez mas, que Clara no tiene mas es despreciable; como figura tampoco. Hoy, tal patrimonio que su honra; yo, bien lo sabes, vez , no podrás quererlo, pero mañana que la razón cuanto tenia lo he perdido y... ocupe su lugar, le querrás, y agradecerás á tu Ant. {impaciente. ) Bien, abuelo, bien; la honra de madre lo que ha hecho por tí. Clara es lo que vale mas que el dinero; mas que un Ama. Antes me moriré ! pobre obrero; pero somos jóvenes, y trabajaremos. Dol. No digas tonterías; yo podría faltai’te el dia me¬ No hable usted mas de eso. nos pensado , y es muy distinto dejarte en una po¬ Ped. Reflexiona que un matrimonio sin recursos no sición insostenible, que dejarte en una completa¬ siempre es dichoso. mente asegurada. Ant. Si ambos se quieren lo son; no hay muchos po¬ Ama. Pero y mi corazón? bres que son felices? Dol. Tu corazón sufrirá un momento hoy, para ser Ped. No dirás que te he engañado. Sentiría que lle¬ feliz mañana. {Aparecen en la puerta del fondo Feliz gase un dia, en que te arrepintieras de haberte ca¬ y Ricardo.) sado i Dol. {A Amalia.) Tu esposo ! Enjuga tus lágrimas. Ant. Le juro á usted. que jamás me arrepentiré. Ama. Ay madre mia! Sois inexorable! Los pobres de Barcelona. ESCENA VII. remonia. Pero, calla! Qué sucede? La señorita se ha desmayado... Vienen hácia aquí. Dicha, Feliz y Ricardo que-se detienen un momento á Ant. (á Clara.) Bendita seas! la ¡merta. ESCENA X. Fel. (A Ricardo.) La ves? Llorando siempre. Ríe. Anda, que después se reirá. Dichos, Amalia desmayada en brazos de Feliz ¿¿Ricar¬ Fel. Señoras, cuando gustéis; nos están esperándolos do ; Dolores , García y convidados. convidados. Fel. Pronto, un frasco de esencia, agua. Dol. Al momento, vamos. (Amalia, valor.) Dol. Ya parece que vuelve en sí. Ama. (Por piedad, madre mia!) Gar. (á Ricardo.) Se me figura que la chica le quiere Fel. (á Ricardo.) Ves? Está sufriendo. tanto como á mí. Ríe. Y qué? Ríe. (Pero es baronesa.) Fel. Que se casa á disgusto. Gar. (Porque usted ha querido.) Ríe. Que secase; á tí te hace falta su dinero. (Y á mi Ped. Conque estáis contentos, hijos mios? también) Ant. Creo que me vuelvo loco de alegría. Fel. Pero... Ama. (volviendo en si.) Oh!... Dónde estoy? Ríe. Silencio. Dol. Junto á tu madre , al lado de tu esposo. Dol. Barón, me hará usted el obsequio de dispensar Ama. (Fijando sus ojos asustados en Feliz, se incorpora algunos instantes; esta emoción que siente Amalia y vuelve á caer en brazos de su madre.) Madre es tan natural... mia!.. . qué desgraciada soy! Fel. Yo lo que sentiría, señora, es que Amalia no Gar. (á Ricardo.) (Malo, malo.) fuese feliz... Ríe. (Usted cobrará, y yo seguiré viviendo.) Ríe. Quién piensa en semejante cosa? Ped. (abrazando á Antonio y Clara.) Dios os haga muy Dol. Desde luego creo que usted tratará de hacer felices, hijos mios. feliz á mi hija, y lo será, barón, tengo esa con¬ fianza. Ama. (en voz baja á su madre.) No lo seré nunca. CUADRO PRIMERO. Dol. Vamos, hija mia , tu esposo te espera y... Ama. (haciendo un esfuerzo.) (Veo que son inútiles » mis ruegos ; Dios quiera que usted no se arrepien¬ A la derecha, la fachada de la casa del harón , á la izquierda, ta de esa dicha que dice me ha querido proporcio¬ dejando practicable la calle, la casa de Antonio , con ven¬ tana al fondo; puerta á la izquierda que da á la calle y dos nar.) á la derecha. Dol. (Amalia!) Ama. (con dignidad.) Barón, cuando usted guste. (con desesperación al par que se dirige d la puerta, ESCENA PRIMERA. al lado de su madre.) A Dios para siempre, Enrique. Clara y Antonio. Fel. (á Ricardo.) Voy á vender mi libertad. Ríe. Por dos millones bien se puede vender. (Vanse (Clara está cosiendo y Antonio ((.poyado contra la me¬ por el foro izquierda.) sa en actitud pensativa.) Cla. Dios mió! (contemplando á Antonio.) prestadme ESCENA VIII. fuerzas para sostener su valor.) Antonio, Antonio, no me escuchas? Lucía, saliendo por la primera puerta derecha y apro¬ Ant. Ah!.. hablabas conmigo? ximándose á la del fondo. Cla. Con quién querías que hablase? Por qué estás Luc. Pobre señorita... Poco feliz va á ser con esta tan triste? No comprendes que me haces sufrir? boda! Ya se vé, la señora se ha empeñado... Y Vamos, ven aquí, á mi laclo, junto á tu esposa, y luego el novio es un barón!... En fin casamientos haz que desaparezca de tu frente esa dolorosa tris¬ de dinero, como si con el oro se consiguiera la di¬ teza que tanto daño me hace. cha ! Caramba!. .. y que no pueda yo ver lo que Ant- (aproximándose á Clara.) Ay ! Clara ! por mas pasa por allá dentro! Qué hermosos están los sa¬ esfuerzos que hagas, no podrás conseguir que se lones ! Cuánto lujo!... Pero si yo habia de verme calme mi dolor. tan triste como lo está la señorita, aun cuando me Cla. Ten resignación, Antonio. dieran las minas del Perú, no aceptaría un marido Ant. Resignación!.. Voto á cien truenos! Cómo es á tanta costa. posible tenerla, cuando te veo sufriendo por causa ESCENA IX. mia? Resignación!.. Puede haberla, al ver que desaparecen en pocos meses los reducidos ahorros de Bicha, Clara , Amonio, Pedro, y artesanos en la ra¬ muchos años; cuando veo á mi esposa trabajar dia lle, dirigiéndose A la casa de la izquierda, donde y noche para ganar una miseria; cuando voy á to¬ entran. das partes buscando trabajo, y no lo encuentro; Ant. Gracias, señor Pedro, por haberme dado una cuando me veo despedido de la casa en que habito, mujer como la que tengo. Voto á cien truenos, y no tengo con que darte de comer; cuando veo á no cojo de alegría en el pellejo. Ya eres mi mujer, esas gentes que pasan á nuestro lado en lujosos Clara mia; soy tan feliz que no sé lo que me pasa; trenes y derrochando en espléndidos banquetes in¬ quiero reir, quiero llorar, y no puedo. mensos capitales; cuando con una de sus mínimas Cla. Antonio !... (abrazándole.) partes bastaría para que estuvieses á cubierto dé Ant. Dí, alma mia, eres feliz? la miseria que nos rodea! Oh !. . Rayos y truenos!. . Cla . Si te quiero, no he de serlo? Es posible resignarse á llevar una existencia se¬ Luc. (mirando hácia el salón.) Ya ha concluido la ce¬ mejante? 6 Los pobres de Barcelona. Cla. Antonio!.. ciencia temo se agote, que arrastrado por su deses¬ Ant. Hoy he estado á ver al procurador; le he dicho peración, no descienda á un estremo que... Dios que aguardase unos cuantos dias, pues tu situación mió! Dios mió! no le abandonéis! (desaparece por la era muy delicada; ó que si quería que le pagase puerta izquierda.) mas pronto los alquileres que le debo , que me pro¬ porcionase trabajo, él que podía hacerlo. ESCENA II. Cla. Y qué te ha dicho? Ant. Que mañana necesita, ó el dinero, ó las llaves Ricardo y Tomás. del cuarto. (Tomás sale con un trage destrozado, por la derecha, y se Cla. Dios mió! En qué te hemos ofendido para que detiene ea la esquina que forma la casa de Antonio. Ricardo, nos castigues así? embozado en la capa, sale también por la derecha, mirando con Ant. He ido también al puerto para ver si en algún precaución.) buque encontraba acomodo; pero nada, todas las Tom. (dando un silvido.) Ahora esperemos. Por vida puertas parece que se me han cerrado. del diablo!... los tiempos están malos, y las gen¬ Cla. Y tendrías valor para embarcarte, y abandonar tes honraás se mueren de hambre. Este señorito á tu mujer? llenará mi bolsa de nuevo. Ant. Yo necesito dinero para que tengas casa, y pan Ríe. Creo que he oido la seña de Tomás; llevo tan¬ para que te alimentes, y es preciso que lo encuen¬ tos dias esperándole!.. Si la habrá encontrado. tre de un modo ú otro. Tom. (Aproximándose con precaución á Ricardo.) Se¬ Cla. (soltando rápidamente la labor y cogiendo las ñorito, señorito. manos de Antonio.) Antonio!. . Qué quieres decir? Ríe. Ah! eres tú? Si te oyera mi pobre abuelo!.. Tom. Servidor de usted, D. Ricardo. Ant. Al menos ignora lo que estamos pasando; fué Ríe. Chisfc!.. calla, imbécil! buena su idea de irse á Tarragona, á ver si se me¬ Tom. Es verdad; ya no me acordaba. (Como soy un joraba de sus dolencias, y he encargado á Roque pobre pillo, y él es un pillo señor...) que nada le diga acerca de nuestro estado. Ríe.. Has averiguado algo? Cla. El pobre no lo podría mejorar, y el dolor, Tom. Casi, casi he descubierto ya lo que necesitamos; quizá, apresuraría su muerte. es decir, lo que necesita usted. Ant. Oh!.. su enfermedad primero, y la miadespués Ríe. De veras? nos han arruinado. Tom. Sí señor. Cla. No te desesperes; Dios no abandona jamás á los Ríe. Sabes dónde ha ido á parar la ahijada, ó mejor desgraciados que confian en su bondad. Mira, hoy dicho, la hija de la condesa? llevaré estas camisas, y con el importe de ellas, Tom. Me parece que sí. tendremos para comer dos dias; después, Dios di¬ Ríe. (vivamente.) Dónde está? rá; lo principal es que tú tengas calma; no com¬ Tom. No muy lejos de usted. prendes , que viéndote asi, he de padecer? Ríe. Cómo? Quién es? Ant. Eres un ángel! Tom. Ya ve usted que la noticia... Vamos, si usted CbA. Soy una pobre mujer, que no tiene á nadie en viera los pasos que me ha costado, y las... pues. .. el mundo mas que ásumorido, y que sufre viéndole como en este mundo cada uno se quiere hacer pa¬ sufrir. Vamos, no te desalientes; sal por ahí; busca gar por su trabajo... entre tus conocimientos; visita á tus amigos; dis- Ríe. Pero, acabas de esplicarte? traéte, mientras tu mujer va á la tienda, y prepara Tom. Iba diciendo, que el encontrar á esa moza me la comida. ha costado algún dinero, y como uno no está muy Ant. Toda mi vida es poca para pagarte lo que haces sobrado que digamos_ por mí. Ríe. (sacando algunas monedas y dándoselas. ) Toma, Cla. (con acento de dulce reconvención.) Antonio, no y habla. soy tu esposa? No lo fiarías por mí también? Tom. Gracias, señorito; creo que nosotros hemos naci¬ Ant. Ya ves que no lo hago. do para entendernos. Cla. Vamos, vamos, no hablemos mas de eso. ( Clara R:c. Conque dices que esa mujer?.., recoge su costura, la pone en un pañuelo; se pone Tom. Por las señas que me han dado, está á tres pa¬ otro á la cabeza y se dispone á marchar.) sos de usled. Ant. Voto á cien tempestades! Si cada vez que te mi¬ Ríe. A tres pasos de mí! ro, no puedo menos de reconvenirme por haberte Tom. Justo; porque vive, (bajando la voz) aquí, en hecho tan desgraciada. esta casa, (señalando la de Antonio.) Cla. Pero quién te ha dicho eso? Vaya, vaya, seño¬ Ríe. (vivamente, dando algunos pasos hacia la casa de rito , hágame usted el favor de no decir mas tonte¬ Antonio.) Oh ! quiero verla. rías , y marcharse á la calle á distraerse, y á esperar Tom. (deteniéndole) Vamos , señorito , no sea usted tan mejores dias. vivo de genio: dónde va usted? Ant. Quiero complacerte, Clara; quiero hacerme dig¬ Ríe. Tienes razón ; pero estas seguro?.. no de tí por mi resignación y conformidad. Tom. Según las señas que usted me indica, y las que Cla. (abrazándole.) Y tu mujer, en pago de eso, te á mí me han dado, esa mujer es la misma á quien us¬ dá un abrazo. ted busca. Ant. Bendita seas ! Ríe. Vive con su abuelo? Cla. Ea, voy á echarme el pañuelo, y tú á la calle. Tom. Cá, no señor; está casada con un marinero que Ant. Hasta luego, y Dios quiera que tenga mas acier¬ parece tenia también algo que agradecerá la señora to ahora que antes. y el señor Pedro, que tuvo prendería en la calle de Cla. Confia en Dios, (vaso Antonio por la puerta de la S. Pablo, y puesto en los Encantes, se haya en cale y desaparece por el foro izquierda.) Pobre An¬ Tarragona hace algunos meses, á ver si se pone me¬ tonio! Bien sabe el cielo que no es por mí por quien jor de sus achaques. siento nuestra situación; es por él, por él cuya pa¬ Ríe. Estarán ricos, hé? Los pobres de Barcelona. i ■ Tom. No señor ; están mas pobres que las ratas ; y lo Ama. (á Lucia.) Lucía, entra ahí, y di á esa joven que que es el tal Antonio, tiene un genio... Me alegra¬ vaya mañana á casa. (Lucia se dirige á la casa de ré poderle jugar una que le^escueza. Clara; llama, sale Clara, abre la puerta y ambas per¬ Ríe. Por qué? manecen en la habitación.) Tom. Tenemos cuentas pendientes los dos, y á mí no Ríe. (con ironía.) Sepamos, señora, todo eso que tie¬ me gusta dejar nunca ningún negocio sin arre¬ ne usted que decirme. glarlo. Ríe. Pues qué te ha pasado? ESCENA IV. Tom. Y mirándolo bien, usted tiene la culpa. Ríe. Yo? Dichos y Clara en la habitación de la izquierda. Tom. Cabal; la otra noche estábamos en la Barcelo- Ama. Basta de ironía, caballero; estoy hace muchos neta, en la tienda del Perot.con el porron en lama- meses escuchándole, y dia por dia he ido ateso¬ no , cuando llegó el marinero, y porque le dije al¬ rando en mi corazón una gota de amargura que us¬ guna broma... Vamos, si cuando lo pienso... ted . y solo usted causaba. Mi matrimonio concer¬ Ríe. Pero qué te hizo... tado solo por su mediación, no ha servido mas que Tom. Nada: ya se lo diré yo algún dia. para cubrir las deudas que mi esposo tenia contraí¬ Ríe. Y dices que están pobres? das, y asegurar la posición de usted, que era bas¬ Tom. Mucho; según he oido , hasta los han despedido tante insegura. Desde entonces no encuentro en sus de la casa. labios mas que ironía; ha hecho que mi madre Ríe. (Entonces , qué hizo la condesa de su dinero?) vuelva á América, para dejarme aislada; y Feliz Tom. Señorito, parece que viene gente. no seria tan malo, si usted no le aconsejase. Us¬ Ríe. Y á mí qué me importa? ted, que no contento con acibarar mi vida, ha Tom. Ah! bueno, bueno, eso es otra cosa. querido insultarla y escarnecerla, mostrándose con¬ migo cada dia de un modo que degrada tanto al ESCENA III. hombre, como es infame é indigno en el que se vende por amigo. Ya tiene usted esplicada la cau¬ Dichos, Amalia y Lucia aparecen por la esquina que sa de mi desden hácia usted. El hombre se venga forma la casa del barón. por medio de un duelo del que le ultraja; la mujer Ama. (á Lucia sin reparar en Ricardo hasta que lo indi¬ se venga únicamente con el desprecio. que el diálogo.) Dices que vive ahí enfrente esa jo¬ Ríe. Ha concluido usted? ven? Ama. Y como veo que es inútil que prolonguemos mas. Luc. Sí, señorita ; Clara y su marido viven aquí. en un sitio como este, una conversación harto eno¬ Ríe. (La baronesa!...) josa , me retiro. Tom. (Calle ! La mujer del otro!) Ríe. Un momento. Me alegro que la situación Se ha¬ Ama. Llama y... t ya despejado; con eso usted y yo arrojaremos la Ríe. (aproximándose á Amalia. Tomás permanece reti¬ máscara con que tratábamos de ocultarnos, y vivi¬ rado algunos pasos.) A los pies de usted, baronesa. remos mejor. Ama. Ah!... (Siempre este hombre!) (con frialdad.) Ama. Qué quiere usted decir? A Dios, Ricardo. (continúa aproximándose hádala Ríe. Que la persona que me desprecia, suele casi casa de Antonio.) siempre llegar á encontrarse en una situación en Ríe' (Dónde irá?) Dispénseme usted, baronesa; pero que se arrepiente de su desprecio. parece que mi presencia la es enojosa, y... Ama. (Dios mió!) Ama. (deteniéndose.) Su presencia... Suplico á usted Ríe. Ha comprendido usted , baronesa? me permita. .. (tratando de continuar su camino.) Ama. Le he comprendido, y me ratifico en lo que Ríe. Vengo advirtiendo en la conducta de usted, res¬ dije, (á Lucía que sale de la habitación de Clara.) pecto á mí, algo que me ofende. Sus saludos son Has hecho mi encargo? fríos, sus palabras escasas, y parece que busca to¬ Luc. Sí, señora. das las ocasiones posibles para zaherirme. Ama. Vamos á casa. (Pasa por delante de Ricardo con Ama. Trata usted de sujetarme á un interrogatorio? altivez y sin mirarle, desapareciendo por la derecha Ríe. Yo tengo, señora, mi dignidad también, y me con Lucia.) ofenden sus desprecios. Tom. (La señora se ha despedido á la francesa.) Ama. Vuelvo á suplicarle me deje ir á casa de esas jentes; que necesitan mis socorros, y evíteme usted ESCENA V. que le conteste. Ríe. Esas palabrasescitan mas mi deseo. Cuando á un Clara, Ricardo y Tomás. caballero le falta otro, la sociedad tiene estableci¬ das sus leyes para satisfacer al ofendido; pero cuan¬ Cla. Gracias, Dios mió! Esa buena señora me pro¬ do es una señora el ofensor, entonces la persona porciona trabajo; sí, iré mañana , y puesto que es herida, se quita el sombrero, y respetuosa, pero tan buena, la confesaré mi situación, y ella nos firmemente, la exige le manifieste los motivos que salvará. tuvo para faltarle. Ríe. Oh!... Te juro que llegará un dia en que te ar¬ Ama. Creo que los motivos que tengo, no es á mí á rastrarás á mis pies, y ay! de tí!... cuando llegue quien debe preguntarlos; es á su misma concien¬ ese dia. cia. Cla. Vamos á la tienda en cuatro saltos, y volveré Ríe. Dispénseme usted , baronesa; mi conciencia no en seguida, á fin de arreglar la cena para cuando me acusa de nada absolutamente. venga Antonio. Ama. Veo que es necesario que le hable, y le habla¬ Tom .(aproximándose á Ricardo y con intención.) fuer¬ ré; usted me ha puesto en ese caso. te ha sido la tormenta, señorito. Tom Qué tendrán que hablar los dos? Ríe. Calla, miserable! Los pobres de Barcelona. Íom. (Como le escuece.) Tom. Saliendo.) De dónde conocerá este á Antonio? Ilio (Mirando á la casa de Antonio, cuya puerta se Baá! y á mí, qué me importa? El estaba en Tarra¬ ' abre, apareciendo Clara con un lio en la mano.) Pa¬ gona según creo. Ese, con ser hombre de bien, ha rece'que sale alguno de esa casa. hecho negocio. Yo también lo haré. Cuánto tarda Tom. Es la muchacha que usted busca. D. Ricardo, (reparando en la carta.) Qué es esto? Ríe. Ah!. .. (aproximándose á la casa.) Una carta! Alguno la habrá perdido. Si viniera en Tom. (Qué vá usted á hacer?) en ella una letra ó cosa que lo valga!.. Pero cáa; Cla. (Sale, cierra la puerta, y al volverse se encuentra el tiempo de los tontos pasó, y no se pierden cartas con Ricardo.) Ah!... A quién busca usted, caba¬ así. Veamos lo que dice. ( abre la carta y se pone á llero? . leer.) Diablo! esto es mejor que una letra; sí, está Ríe. Felices, señora. No me diréis si es aquí donde visto que estoy de suerte, (leyendo.) «Queridos hijos, vive un tal Antonio, que ha sido marinero? hoy he confesado, y quizá, cuando recibáis esta, ya Cla. Sí señor ; qué se le ofrecía á usted? habré muerto, (con ironía.) Dios le tenga en la glo¬ Ríe. (mirándola con atención.) (Es ella, ese pareci¬ ria.—Antes de morir quiero revelaros un secreto, do?. ..) Es cierto que ese Antonio quería reengan¬ que según ofrecí á la señora, condesa, no debía re¬ charse otra vez para navegar?. velar hasta un año después de vuestra boda. Lase- Cla. (vivamente.) No señor , no; mi marido no quiere ñora quería tener el convencimiento de que el hom¬ abandonar á su mujer. bre que se casára con su hija, no lo hacia por el Ríe. Me habían dicho... mezquino interés. La condesa había ido vendiendo Cla. Pues le han informado mal; ni él ni yo quere¬ casi todos sus bienes, y su importe lo depositaba en mos semejante cosa. el Banco, á nombre de su hija. Yo tenia el encargo Ríe. En ese caso, no hay que hablar. Buenas noches. de conservar el documento que lo justificase; y en el Cla. Vaya usted con Dios. (observando que Ricardo no armario que hay en casa, en el último cajón de la cesa de mirarla.) Cómo me mira!.. . (Vase por el derecha, encontrareis el talón del Banco. Unen- foro derecha.) cargo me resta que haceros; no os envanezcan Tom. (Este hombre tiene una chispa que ya! Cómo ha esas riquezas; haced buen uso de ellas , y no olvi¬ enredado conversación al momento...) déis que el dinero que se dá á los pobres, es el mas agradable álos ojos de Dios, w Si pues, á pesar de tus ESCENA VI. deseos , buen viejo , este dinero, irá á manos del diablo. Oh! esto es magnífico! Cuántos parnés me Tomas y Ricardo. valdrá esto? Vamos, vamos á buscar á D. Ricardo Ríe. (corriendo hácia Tomás.) No te] has engañado; porque merece la noticia, que vaya á verle cuan¬ es ella! to antes. ( Vase por la izquierda. ) Tom. Vamos, ya ve usted si yo sirvo bien. Ríe. Es la misma cara de la condesa. Y dices que es- tan pobres? ESCENA VIII. Tom. En la miseria. Ríe. Es raro !.. Aquí debe haber algún misterio, y. .. Clara saliendo por la derecha, se aproxima á la puerta Mira, Tomás, espérame aquí, que voy á avisar al de su casa. Abre, penetra en ella, deja sobre una silla barón. la labor que trae, después se deja caer; muestras de Tom. Y qué hago? abatimiento. Ríe. Observar, y nada mas. Tom. Pero... Cla. Nada, Dios mió, nada! Por qué me castigáis con Ríe. Espérame, (vase foro izquierda.) tanta dureza? Bien sabéis que no es por mí por ESCENA Vil. uien lo siento. Qué voy á decirle á Antonio cuan- o venga? (Antonio sale por la izquierda; se aproxi¬ Tomás y después Roque. ma á la puerta de su casa y llama.) Ant. Clara? Tom. Vaya, se vá dejándome con la palabra en la bo¬ Cla. Ahí está. (abre la puerta y entra Antonio.) ca; y qué voy á hacer aquí ahora , esperándole has¬ Ant. (observando el estado de Clara.) Qué tienes? Qué ta Dios sabe cuándo? Pues lo que es eso, me lo ha te sucede? de pagar; ya lo creo; no tiene uno su tiempo para Cla. Ay, esposo mió, qué desgraciada soy ! (abrazán¬ perderlo sin mas ni mas; yo le he oido decir, no dole.) sé á quien, que el tiempo es dinero, y... vamos , el Ant. Qué quieres decir? mió me vale algunos cuartos para que trate de Cla. (señalándole la labor.) Mira. desperdiciarlo. Ant. (desenvolviéndola.) Qué, no había nadie en la (Sale Roque por la izquierda con una cartaen la mano; lle¬ tienda? ga á la puerta de la casa de Antonio y llama. Tomás se oculta Cla. No, yo tengo la culpa de todo; he equivocado la tris de la esquina opuesta observándole.) labor; he echado á perder las camisas, y no han Tom. Calle! Roque, mi antiguo compañero en lafá- querido pagármelas. brica, conoce á esta gente!., (viendo que llama.) Ant. (con desesperación, pero conteniéndose gradual¬ Sí, sí, ya puedes llamar.) mente hasta adquirir tina calma sensible.) Oh!.. Han Roq. Qué diablos! No están; y yo que les tenia que hecho bien; que derecho tenemos para quejarnos?.. dar esta carta de su abuelo.. . Vaya, volveré mas Cálmate, Clara; todos los hombres nos abando¬ tarde, si es que puedo; sijio á la noche, cuando se nan ... y después la sociedad todavía se atreverá á cierre el almacén, (va á guardar la carta en el culparnos por... Vamos, no llores; no me vés... es¬ bolsillo , y se le cae al suelo sin que él lo advierta. toy sereno. Vase por la izquierda.) Cla. Antonio. Los pobres de Barcelona. 9 lantan por aftí; valor, les pediré una limosna. ESCENA IX. Ríe. (al harón.) Lo que te digo; durante el baile dare¬ mos el golpe. Dichos, Tomás que sale por la izquierda y Ricardo por Fel. Pero descender á semejante estremo. .. la derecha, encontrándose en mitad de la escena. Ríe. Es el único medio de salvarte. Vamos á tu casa, Tom. Señorito, señorito, gran noticia. y allí... (Antonio sa’e de entre los arcos y se ade¬ Ríe,. Qué es? lanta hácia ellos.) Qué es esto? Tom. Oiga usted. Ant. Señores, dispénseme ustedes si los interrumpo. Ant. (á Clara.) Es decir que tampoco tenemos que co¬ Fel. Qué quiere usted. mer? Ríe. (á Feliz en voz baja.) Este es el marido de tu Cla. No tengo dinero ni en casa había nada que em¬ prima. .. peñar. Ant. Soy un pobre marinero que se encuentra sin Ríe. ( á Tomás.) Conque dices que en el último cajón trabajo. de la derecha? Fel. Y qué tenemos que ver nosotros con eso? Tom. Sí señor. Ant. Ya lo sé; ustedes no me lo pueden dar; se lo he Ant. Cuánto tiempo hace que no has comido? pedido á los que podían hacerlo y... Cla. No te ocupes de mí. Fel. Vamos, vamos, buen hombre, déjenos usted en Ant. Yo te prometo que hoy comerás! paz. Cla. Antonio, esposo mió! Ant. No he comido desde ayer. Ant. Basta de sufrimiento.) Fel. No llevo suelto, (dando algunos pasos para mar¬ Ríe. (á Tomás.) Esta noche hay que robar esos pa¬ charse.) peles. Ant. (exasperado, mas conteniéndose inmediatamente.) Cla. (á Antonio, viendo que dá algunos pasos hácia la Rayos y truenos! puerta.) Dónde vas? Ríe. Eh!... Ant. (rechazándola.) Déjame. Ant. Nada, señores, nada; yo les suplico que me ha¬ Ríe. Aprovecharemos la confusión del baile que esta gan la caridad de... noche dan en casa del Barón Ríe. (á Feliz rápidamente.) Una ocasión buena para Cla. Dónde vás, Antonio? deshacernos de él; exaspérale un poco, mientras yo Ant. Voy... á buscar dinero? aviso al sereno. Cla. Antonio , por Dios.. (abrazándose á él.) Fel Mas... Ant. (rechazándola.) Déjame en paz. Ríe. No le des un real, vuelvo en seguida. Tom. Parece que abren aquella puerta. Ant. (dirigiéndose á Feliz al ver que Ricardo se aleja por Ríe. Ven. (Se esconden en la esquina que forma la casa la izquierda.) Su amigo de usted no ha querido es- del Barón. Antonio sale apresuradamente de su casa escuchar los lamentos del pobre, pero usted los es¬ y desaparece'por la izquierda. Clara cae de rodillas.) cuchará, señor; no puede usted imaginarse cuánto Cla. Dios mió, tened piedad de nosotros. (Ricardo y me ha costado dar este paso; pero mi mujer desfa¬ Tomás desaparecen por la izquierda.) llece de hambre; yo no lo siento por mí, es por ella que no estaba acostumbrada á la miseria. Fel. (con altanería.) Pero cree usted que he venido aquí para ser confidente de sus desgracias? CUADRO SEGUNDO. Ant. Señor!... Cuando salí de mi casa, estaba dis—. puesto á cometer un crimen... Fel. (dando un paso hácia atrás) Cómo?... El teatro representa á la izquierda los Arcos de los Encan¬ tes; á la derecha la fachada de la Lonja, y el fondo la plaza de Ant. (con amargura.) No tenga usted miedo; los Palacio iluminado por la luna. En los arcos, que se pierden por obreros sufrimos, pero no asesinamos. Me acerco á la izquierda, faroles de trecho en trecho. Al levantarse el te- usted en paz , para suplicarle me dé una limosna. ion, se oyen las once, y el sereno atraviesa por el fondo can¬ Fel. Hay demasiados pobres en Barcelona, y uno no tando la hora. puede socorrer á todos. Antonio sale por los arcos ocultándose. Ant. Señor!... Mi esposa no ha comido. Fel. Y yo tengo obligación?.. ESCENA PRIMERA. Ant. No tengo que darla. Fel. Pues bien, tome usted, canalla, (le dá una moneda Antonio y después el Barón y Ricardo. y se separa de él.) Ant. Señor', Señor, prestadme fuerzas; no tengo va¬ Ant. (mirando la moneda) Canalla!... Y me dá dos lor para pedir una limosna. Hace mucho tiempo cuartos!... Oh!... esto es horrible, (se aproxima á que he salido de mi casa; han pasado muchas gentes Feliz y le coje de un brazo.) Cuando hay ricos tan in¬ por mi lado, y he sido coíoarde al irá tender mi ma¬ fames que insultan de este modo la miseria, los po¬ no hácia ellas. Oh!... si me rehusaran ese pan que bres azotan el rostro de los ricos con la limosna que yo no quiero para mí, sino para ella!... Y, con qué les dan. (le tira la moneda al rostro.) derecho me la pueden rehusar? No he ido yo una Fel. Infame ! porción de veces á pedirles trabajo? Por qué no me Ant. El infame es usted; la limosna no se aprecia pol¬ lo han dado? Si alguno me viese rondando por es¬ la cantidad, sino por la manera de hacerla. Tengo tos sitios, me tomaría por un... Dios mió! este una mujer que muere de hambre; tampoco he pro¬ pensamiento me asusta ; no, no, no puedo perma¬ bado un pedazo de pan hace muchas horas, y creí necer aquí, (dá algunos pasos para marcharse, mas que en mi acento hallaría la verdad suficiente ali¬ de pronto se detiene.) Pero, y Clara? Podrá estar un ciente para que se me creyese, para que su corazón dia mas sin comer? Imposible; he de llevarla dinero, se enterneciese con mis desgracias; pero rayos y v se lo llevaré, (mirando hacia el fondo de los arcos.) truenos! usted debe tener las entrañas mas duras que Parece que viene gente, sí, dos caballeros se ade¬ elcasco de un navio; y yo no sufro mas humillacio- 9 10 Los pobres de Barcelona. nes; mi mujer no come, y la he ofrecido que co¬ tengo? Pues bien, en virtud de él les suplico se rc- mería. f tiren, porque este hombre no es un ladrón. Fel. Qué quiere decir eso? Fel. Pero... Ant. Que con este dinero no puedo llevar de comer á Enr. Si su situación era mala, podrá haber tenido mi esposa. (cogiéndole de un brazo.) malos modos, pero no es criminal; le conozco bien; Fel. Ah... (gritando.) Ladrones!... Ladrones!... ha servido ocho años conmigo, y respondo de él Ant. (anonadado.) Ladrón yo! como si fuera mi hermano. Fel. Ladrones! Ant. Oh !.. mi capitán !.. Ant. Calle usted. (cogiéndole violentamente por un Enr. (á los serenos.) Han oido ustedes? brazo.) Ríe. Es que... Fel. Favor, socorro, á mí. Enr. Caballero, me parece que no había tenido la Ant. (exasperado.) Calle usted! honra de dirigirme á usted. (Aparecen por el foro Ricardo y dos ó tres serenos.) Ser. l.° Si usted responde... Ant. Estoy perdido. Enr. Sí señores; respondo, y vuelvo á suplicarles le dejen en libertad, pues aquí sin duda ha existido al¬ ESCENA II. gún error. (Los serenos, tras algunos momentos de indecisión, se retiran á una indicación hecha por En¬ Dichos, Ricardo y serenos, después Enrique; Antonio rique.) quiere huir por la izquierda , pero aparece un sereno con una pistola en la mano y le hace retroceder. ESCENA III. Ser. Alto. Ant. Oh! Ricardo, Feliz, Antonio y Enrique. Fel. A ese. Enr. (á Antonio.) Pero Antonio, que ha pasado aquí? Ríe. Alto allí, miserable. Ant. Oh!... mi capitán; usted no me cree culpable, Ser. l.° Qué es eso? no es cierto? Fel. Ese hombre trataba de robarme. Fel. Lo es. Ant. Mentira. Enr. Vamos, Barón, sé un poco indulgente con los Ser. l.° Calla, tunante! pobres. Ant. Solo pedia una limosna para socorrer á mi fa¬ Fel. Me ha amenazado. milia; no soy ladrón. Ant: Tenia razón para ello; voto á cien tempestades! Ríe. Llevarlo á la casa de la Ciudad. usted me insultó con su limosna. Ant. Yo! yo ser conducido como un criminal? Impo¬ Fel. Yo no tenia obligación , y.. . sible , señores; en mi conducta no hay nada de in¬ Enr. (á Antonio.) Basta, Antonio; dónde vives? fame. Ant. En la calle Condal. Fel. Digo á usíredes que ese hombre trataba de ro¬ Enr. Bien; ven mañana á verme á la fragata, y entre barme. tanto, tome; no quiero que los que han servido Ant. (con fuerza.) Mentira. conmigo pidan limosna, (le dá un bolsillo.) Ríe. (amenazándole.) Calla, miserable. (á los serenos.) Ant. (con efusión) Mi capitán !.. Amarradle bien. (Los serenos rodean á Antonio, ha¬ Ríe. (A qué diablos habrá venido este hombre ahora? ciendo ademan de quererlo sujetar.) Será necesario que nos deshagamos de él?) Ant. Amarrarme á mí! Vuelvo á repetir que no soy Enr. (á Antonio.) No me des gracias; loque he hecho ladrón; ese hombre miente; ese hombre, con la li¬ es un deber; vete á tu casa, y lleva pan á tu fa¬ mosna que me daba, me insultó, y yo se la arrojé al milia. rostro. Ant. Tiene usted razón, mi capitán; mi pobre mujer Ríe. Este caballero es el barón de Fenestrall, y es in¬ no se ha desayunado desde ayer. capaz de mentir. Enr. Vuela, vuela, y ven á verme mañana. Ser. l.° Vamos, vamos, menos palabras, y venga us¬ Ant. Sí que iré, mi capitán, sí que iré, Dios le premie ted bien á bien con nosotros. por su buen corazón, (vase Antonio foro derecha.) Ant. Nunca; ir con ustedes seria declararme yo mis¬ Fel. Y ahora, dónde piensas ir, Emñque? mo criminal y no lo soy. (Enrique ha venido adelan¬ Enr. A casa del general, á quien ofrecí que iria esta tándose por el foro, envuelto en su gaban de marino, noche un momento. y se ha detenido observando con curiosidad aquella Fel. Te acuerdas la palabra que te exigí la última escena.) vez que nos vimos? R'a. Eso dicen todos. Enr. Tienes razón ; que fuera á tu casa. Ant. Soy inocente; me he visto en la necesidad de pe¬ Fel. Ya veo que la has cumplido. dir una limosna, porque voto á mil bombas! he ido Enr. Te diré; llegué ayer á Barcelona, y no he teni¬ á pedir trabajo y no lo he encontrado; soy un ma • do tiempo para nada. rinero honrado, que he cumplido mis ocho años de Ríe. (con intención.) Y además, como este caballero embarque , sin tener una nota en mi licencia ; soy tampoco sabia que estabas casado... un obrero que prefiere morirse de hambre á robar, Enr. (con sequedad.) Para ir á ver á mis amigos, no y que no he manchado nunca mis labios con una se me ha ocurrido jamás pensar si estaban casados mentira , cual lo hacen esos señores. ó no. Ríe. (amenazándole.) Tunante! Fel. En fin, no quiero ser menos que el general, y Ser. l.° (empujándole.) Vamos pronto. esta noche te espero en casa; tenemos reunión , y te Enr. (abriéndose el gaban y adelantándose al centro del distraerás un poco. grupo.) Poco á poco , señores. Enr. No sé á qué hora saldré de casa del general. Ant. Mi capitán ! (con alegría á Enrique.) Fel. Salgas á la hora que quieras, me diste palabra Fel. Enrique! de que tu primera visita seria para mí, y necesito Enr. (ó los serenos.) Conocen ustedes el grado que que me la cumplas. Los pobres de Barcelona. >. 11 Enr. No te incomodes; iré. había pedido limosna, y ya, ya, buenas cosas les ha Fel. Vivo en la calle Condal; allí verás los carruajes, dicho; él no se muerde la lengua para decir verda¬ y ellos te indicarán cuál es tu casa. des , y si llega la ocasión, larga las andanadas sin Enr Iré. temor á nada de este mundo. Ríe. (á Feliz.) Vive muy prevenido con tu amigo. Cla. Y ellos , qué han dicho? Fel. Por qué? (á Ricardo.) Te espero, (á Enrique.) Ant. Qué han de decir? Allí se han quedado con tan¬ Enr. Descuida. ta boca abierta. Veremos lo que mañana me dice Ríe. (á Feliz.) Ese marino fué amante de Amalia. D. Enrique; de fijo que me colocará en alguna par¬ Fel . Oh !.. te , porque'tiene muy buenas relaciones, y según Enr. (sorprendido.) Qué es eso ? he visto, por los galones que lleva, ha ascendido Fel. Nada , nada, conque hasta luego? ahora. Enr. No faltaré, (se dan la mano y se saludan, y Ricardo Cla. Dios quiera que su venida influya para cambiar y Feliz se marchan por el foro derecha, y Enrique nuestra suerte. por la izquierda.) Ant. Ya lo creo. Conque, vamos, Clara, vamos, ar¬ Ríe. (Me vengaré de esa mujer , y disfrutaré la heren¬ regla esas cosas, y vamos á cenar , que tú debes cia de la condesa.) tener apetito, y yo creo que con la alegría que tengo , me se ha despertado el hambre con mas fuerza. CUADRO TERCERO. Cla. Pobre Antonio. Ant. Qué he de ser pobre , si tengo tu cariño ! La casa de Antonio en la misma disposición que en el cua¬ Cla. Ea , acompáñame á la cocina, y vamos á disponer dro primero; Clara asomada á la ventana del foro. la cena. Ant. Vamos allá, (vanse por la primera puerta de la ESCENA PRIMERA. derecha. ) Clara y después Antonio. ESCENA II. Cla. Las once y media y aun no ha vuelto! Dios mió!.. querréis hacerme mas desgraciada toda¬ Ricardo y Feliz saliendo por la derecha. vía? No, no; vos no consentiréis que mi Antonio Ríe. Lo que te digo es , que es necesario tener resolu¬ cometa un crimen. Oh!. . seria harta crueldad. Me ción , y terminar de una vez este negocio. parece que siento pasos... Sí; se aproximan; será Fel. Pero el estremo á que descendemos , es infame; él?... Me parece que conozco sus pisadas... Ya es¬ rebajarnos por medio de un crimen !. . tán mas cerca. Antonio? (llamando con voz conteni¬ Ríe. Tá!.. tá .. tá !.. Hijo, si con esos escrúpulos te da.) Antonio? vienes ahora , en la vida serás nada. Ant. Yo soy. Fel. Eres un demonio tentador, que me has hecho Cla. (con efusión, alzando los brazos al cielo.) Gra¬ cometer mil infamias , á las cuales no estaba acos¬ cias , Dios mió! tumbrado. Desde que te he conocido, me he vuelto Ant. (saliendo por la izquierda y aproximándose á la otro hombre ; me has hecho penetrar en un mundo puerta de su casa.) Abre , Clara. nuevo, lleno de punzantes sensaciones, de placeres Cla. (abriendo la puerta.) Válgame Dios, hombre; incitantes, de locuras escandalosas, donde tratas cuánto me has hecho esperar! (Antonio entra en la de hacer que ahogue los remordimientos que hie¬ habitación.) ren mi conciencia; remordimientos que solo tií has Ant. Te prometí que traería comida y he querido causado. Antes de conocerte, era un loco disipador, cumplir mi palabra, (la da un pañuelo que trae en un calavera; pero mi corazón nada tenia que re¬ la mano lleno de comestibles.) procharse ; hoy, por el contrario, cuando la mirada Cla. Antonio!.. (rechazando con dulzura el pañuelo.) pura y resplandeciente de Amalia se fija en mí, es- A qué precio has pagado esta cena? perimento una turbación desconocida; me aver¬ Ant. No temas , esposa mia; las manos de tu marido güenzo de mí, y no sé sostener la fuerza de su mi¬ están limpias de todo crimen. rada. Cla. Oh!.", perdóname. Ríe. Perfectamente, barón; has hablado como un li¬ Ant. Iba á pedir una limosna á unos miserables que bro ; es decir, que no recuerdas de mí mas que las se atrevieron á tomarme por un... Voto á mil acciones vituperables; asi es la humanidad ! Comete bombas!... Vergüenza me dá el decirlo; se atrevie¬ el crimen , sea por intención propia, ó por instiga¬ ron á suponer que era un ladrón. ción agena, y después trata de echar las culpas Cla. Diosinio! sobre el amigo. Ant. Pero felizmente pasó por allí mi capitán D. En¬ Fel. No creas que al culparte, trate de eximirme de rique, que llegó ayer al puerto, y me conoció, y la parte que me compete. me salvó de aquellos infames, dándome dinero y Ríe. Entonces?.. exigiéndome que mañana vaya á verle. Fel. Qué quieres? Comprendo que me dirás , nos ha Cla. Gracias, madre mia, gracias; tú no nos aban¬ exigido.la situación proceder como lo hemos hecho: donas nunca. pero ay ! Ricardo ! esa situación nosotros mismos la Ant. Entonces he buscado hasta encontrar una tienda hemos creado. abierta todavía , y ahí tienes, Clara mia ; vas á ce¬ Ríe. Mi opinión es , que en todo hemos procedido co¬ nar como una reina; por vida de cien tempestades! mo debíamos. Vamos áver; cuando yo te conocí, no Mira, te traigo lomo, butifarra, y aceitunas sevi¬ llevabas ya destruidas dos terceras partes de tu ca¬ llanas que te gustan tanto. Eh? Vamos, estoy mas pital? contento que si me hubiera caido la lotería!. . Fel. Sí? Cla. Y tu capitán?... - ♦ Ríe. No te propuse diferentes medios para realzarlo? Ant. Casualmente parece que era amigo de los que yo Fel. Medios que eran indecorosos para mí. 12 Los pobres de Barcelona. Ríe. Quita allá ! Los medios §icmpre son buenos cuan¬ Tom. Aquí estoy, señorito. do se consigue el fin ! Busqué á García , que tenia Ríe. Tenemos que entrar en esa casa. mucho dinero y muchas pretensiones , pero cuyo Tom. Para chorar esos cuartos? origen era un inconveniente para penetrar en el Ríe. Justo. círculo que él quería. Lo llevé á todas partes; le Tom. Bien, señoi’ito; vamos á enseñar á esos pobi’es proporcioné entrada en los salones, en cambio de diablos que nosotros sabemos limpiar los escon¬ lo cual te prestó sendos miles de dui’os... dites. Fel. Que se lian gastado hace mucho tiempo, y que Ríe. Vienes dispuesto? no has pensado nunca en reintegrarle. Tom. Lo estoy siempre; aquí llevo mi buena chaira de Ríe. Quién se ocupa de eso? El deber es de buen to¬ Albacete, que en cwillelando el bulto, se va derecha no ; pagar es una cosa de mal género. á él. Fel. No hables así. Ríe. Creo que no tendremos necesidad. Ríe. Baá! todavía tienes escrúpulos? Como iba di- Tom. Hombre pi'evenido vale por dos. ciéndote; ocupado siempre en proporcionarte un Ríe. (á Feliz.) Vamos, chico. bienestar permanente , te busqué una mujer rica, Fel. (en voz baja á Ricardo.) Por Dios, evítame esa y la encontré. vergüenza. Fel. Sí , rica; pero sin amor hácia mí. Ríe. Mañana la tendi'ás mayor en la cárcel. Ríe. Nosotros necesitábamos dinero, no cariño. Tom. (,á Ricardo.) Ese chavó es novato en el oficio? Fel. Y te parece que podría yo soportar que esa Ríe. Sí. mujer, que lleva mi nombre, lo escarneciese con¬ Tom. Vamos, mosito; páa estos casos de honra, se cediendo su amor á otra persona? quiee solo manos listas y ojos de lince; al avío. Ríe. Y quién te ha dicho eso? Bien pronto, en cuanto Fel. (Qué humillación!...) he visto á ese oficial de marina , te he avisado ; y Ríe. (á Feliz.) Es necesario. esta noche , que se verán en tu casa, si encuentro Fel. (á Ricardo) Pero... algo que justifique mis sospechas, yo seré el prime¬ Ríe. Adelante, (á Tomás dándole las llaves.) Ahí tienes ro en advertirte , porque no puede gustarme que el los ruiseñores. hombre á quien dojr la mano de amigo, se ponga Tom. Vengan acá; á ver? (se aproxima á la puerta de en ridículo. la casa de Antonio y escucha.) Nada se oye. Vamos Fel. Te juro que si advierto alguna cosa... allá? Ríe. Bien ; eso á su tiempo ; ahora á ío que importa; Ríe. Vamos. ese dinero hay que cogerlo. Fel. No puedo. Fel. Mas... Ríe. Elije entre esto, ó la cárcel. Ríe. Cuando venga Tomás, entraremos en esa casa. Fel. Oh!... Fel. Entrar en esa casa!.. Proceder como. .. Tom. Vamos, novato; no se haga usted el dengoso... Ríe. Como ladrones, esa es la palabra ; pero como la¬ Adelante y güen ánimo. (Tomás se acerca á la puerta drones que van á robar lo que es suyo. de la casa de Antonio, introduce la llave en la cerra¬ Fel. Oh !.. nunca. dura y se abre la puerta, saca la navaja y se la pone Ríe. Piensa que tienes dos escrituras de depósito fir¬ en la boca.) Adentro. madas á García, que ya me ha dicho no quiere es¬ Ríe. Ahí está tu fortuna, (entra en la habitación, em¬ perar mas ; que mañana ha quedado el diamantista pujando á Feliz. en llevarte la cuenta del aderezo que regalaste á Tom. Qué diablos!. No se vé nada: Dónde estará el la Borchesi; que tienes muchas deudas y nada para ai’mai’io que dijo Roque? pagarlas. Ríe. Busca tú por un lado y nosotros por otro, (van Fel. Pero envilecernos así. .. tentando por las paredes.) Ríe. La cuestión es tener dinero; además, quién sabe Fel. (No puedo más.) lo que vamos á hacer? Nadie; á Tomás ya lo des¬ Ríe. (deteniéndose.) Me parece que oigo pasos por la pacharemos; después, tú y yo seremos solo, quie¬ calle, (llamando con precaución.) Tomás, Tomás. nes sabremos la verdad. Tom. Qué quiere usted , señorito? Fel. Y si nos sorprendiesen? Ríe. Parece que pasa gente por la calle. Ríe. Cá!.. Mira, (yaca mías llaves) aquí hay unas lla¬ Tom. Ya lo creo; lo que yo abillelo es, que hay luz ves ganzúas que no hacen el ruido mas insignifican¬ por allá dentro, y que no se han acostado todavía te. Ya estarán acostados, y dormirán como gentes estas gentes. que han cenado bien. En dos minutos hemos salido • Roq. (en la calle.) No he podido venir antes; y luego del paso, y mañana somos felices. con la pérdida de la maldita carta.. . A bien que al Fel. No me atrevo. tio Pedro me confió su contenido, y sé de memoria Ríe. Entonces prefieres ir á la cárcel, como reo de lo que decía. Llamaremos á Antonio, que no es co¬ abuso de confianza. Tras de la cárcel esta el pi'esi- sa de decirle delante de su mujer, que el abuelo ha dio, y... muerto, (llamando.) Antonio? Fel. Calla. Tom. Esa es la voz de Roque, del amigo del viejo, que Ríe. Ya ves que en esa alternativa... ha venido de Tarragona. Fel. Esto es horrible! Fel. Vámonos. Ríe. Aquí está Tomás, (aparece Tomás en la esquina llic. (conteniéndole.) Dónde vas? No comprendes que de la calle izquierda.) si saliésemos nos verían? Fel. Qué hacemos entonces? ESCEN A III. Tom. Vaya una pregunta: quearnos aquí; pocas aga¬ llas tiene este mozo. Dichos y Tomás. Roq. Antonio!. .. Tom. (Allí veo dos bultos; si será D. Ricardo?) Aint. (dentro.) Allá voy. Ríe. (con precaución con voz contenida.) Tomás? Ríe. Pronto, qué hacemos. Los pobres de Barcelona. Jf O Tgm. Aquí tropiezo con una puerta; vengan ustedes Ant. {dando algunos pasos, vacilando por el interior de por acá, y pensaremos lo que se lia de hacer. la casa , hace esfuerzos por hablar y no puede, hasta Ríe. A la derecha. que por fin cae al suelo dando con la cabeza contra Fel. Qué vá á ser de nosotros? una silla.) Ríe. Anda, {le empuja hácia la derecha y los tres des¬ Ant. Clara!... Clara... oh!.. . (cae.) aparecen por la segunda puerta; Clara y Antonio con Tom. Buena la ha llevado! un velón en la mano aparecen por la primera.) Ríe. Atémosle los pies, y tapémosle la boca. Tom. Para qué? Al caer se ha hecho otra herida en la ESCENA IV. frente, y ha perdido el sentido. Ríe. Sin embargo , atémosle los pies. No están demás Clara, Antonio , Roque , después Ricardo, Feliz las precauciones. De buena nos hemos librado! y Tomás. {le atan los pies y le ponen un pañuelo en la boca.) Ahora los parnés. Ríe. Vamos, este será el armario. Digiste que en el Ant. Es la voz del amigo Roque, que estaba con el cajón... {se acercan al armario y lo abren.) abuelo en Tarragona; qué podrá ocurrírsele á es¬ Tom. En el último de la derecha. tas horas? Ríe. Este será, {buscando.) Pero aquí no hay na¬ Cla. Tal vez alguna desgracia; quién sabe si el abue¬ da.. . lo. .. Tom. Mire usted bien. Roq. {en la calle.) Antonio, Antonio. .. Ríe. No; nada hay. Ant. Allá voy. (dirigiéndose á la puerta de entrada y Fel. Vámonos pronto de aquí. viendo que está entornada.) Ves la puerta entor¬ Tom. Silencio, chavó-, pues no tiene poca prisa! nada? Sin duda con tu alegría y mi aturdimiento {Antonio dá muestras de volver en sí; alza un poco nos la dejamos abierta; por fortuna nosotros poco la cabeza y se le ve herido en la frente, mirando con tenemos que nos roben. ojos esiraviados aquella escena.) Cla. Tienes razón , soy una aturdida. Ríe. Oh!... tiene doble fondo el cajón , justo; sí, aquí Ant. Roque, Roque, entra. hay una cartera. Roq. (desde la calle.) No puede ser; voy muy deprisa; Tom. Los parnés. sal, tengo que hablarte. Ríe. (abriéndolaprecipitadamente.) Un talón de ochen¬ Cla. Qué capricho! ta mil duros én cuenta corriente del Banco de Bar¬ A.nt. Voy. (sale Antonio y deja la puerta entornada; se celona. .. reúne con Roque y ambos se marchan por la izquier¬ Tom. Vamos?. .. da; Clara se asoma.) Fel. Vámonos. Roq. Vente conmigo, y hablaremos de cosas muy in¬ Ríe. Ya lo creo; nada tenemos que hacer aquí. teresantes; no quiero que las oiga tu mujer; vine Fel. Nos ha costado una muerte. antes, y no estábais. Tom. Vaya una concencia estrecha que tiene el mozo. Ant. Sepamos que pasa; y el abuelo? (desaparecen por el foro.) (Van dirigiéndose hácia la puerta; Antonio no se incorpora Cla. Qué tendrá que hablar con mi marido? Ya se¬ hasta que eslan de espaldas á él. Al llegar a la puerta y al ir llan marchado... á salir, tropiezan Ricardo y Feliz, y dejan caer los embozos, Ríe. (y Tomás aparecen por la 2.a puerta derecha.) Va¬ de sus capas. En el mismo momento un rayo de luna dá en sus rostros, lo cual permite que los vea Antonio, pues por un mo¬ mos, á esta mujer primero; después ponte tras la vimiento simultáneo, ambos se vuelven de lado para embozarse. puerta, y al entrar el marinero... Salen entornando la puerta y desaparecen por la derecha. An¬ Tom. Ya; mi chaira es buena, y le juro que no nos tonio hace esfuerzos para acercarse arrastrando hasta la ven¬ estorbará. tana y mira por ella dónde entran; después se deja caer al sue¬ Ríe. {á Feliz.) Embózate en la capa bien, y ayúdame á lo. En aquel momento dan las doce en el relé , y sale el sereno sujetarla. por el fondo adelantándose por la acera de la casa de Antonio, Cla. Y no viene Antonio!... Oh!... {Ricardo y Feliz cantando la hora. Al escucharlo Antonio . se arrastra basta la se arrojan sobre ella, la tapan la boca con un pañue¬ puerta y la entreabre.) lo y se la llevan por la primera puerta derecha.) Fel. Vamos. Ríe.Aprieta bien, {desaparecen.) Ríe. (al c&er el embozo.) Diablo! Si alguien nos hu¬ Tom. Ahora aquí, (se coloca tras de la puerta.) Buena biese visto!... mano, y buen ojo; yo le aseguro á ese chavó , que Ant. {al verlos.) Ellos! le voy á endiñar una mojaáde amigo; no gastará una Ríe. Ven , Tomás; hemos hecho el gran negocio ! sola palabra. .. {salen Ricardo y Feliz ton unas cuer¬ Ant. {que se ha quitado el pañuelo.) Olí!. .. quiero. . . das el primero.) Está la moza arreglaa? ver... verlos... Ciar... Clara!... no puedo... Ríe. Sí, allí queda bien segura; he encontrado estas Dios mió... dad.. . me... tuerzas... Oh!... en¬ cuerdas, que podrán servirnos perfectamente. tran ahora... enfrente... No... no... nada... Ant. (dentro) Clara , Clara. mas... Tom. Ea. Sereno. Las doce y sereno!... Ríe. Voy á ayudarte, (se coloca bien embozado, con un Ant. {arrastrándose hácia la puerta.) ohL .. d sere¬ puñal en la mano , en el otro lado de la puerta; Feliz no... si... á... la puerta!. .. él.... él me... .me en la 2.a puerta embozado también.) ayu... dará. .. {cayendo junto á la puerta.) No... Ant. {saliendo y llegando á la puerta.) Clara, Clara, puedo... señor... no... puedo!... {cae el telón que alegría. con lentitud.) Tom. (dándole un navajazo.) Toma. Ant. Ali!... Mísera!.. . Ríe. {arrojándose sobre él, y dándole otra puñalada.) Por si acaso. Los pobres de Barcelona. Fel. Anda con Dios. (vase Ricardo por el foro dere¬ cha.) CUADRO CUARTO. Ama. Qué desgraciada soy! Fel. (dejando la capa y el' sombrero en manos de un Sala elegante en casa del Barón. Puerta al fondo que deja ver otros salones iluminados y adornados con elegancia. Puer¬ criado, que desaparece por el foro izquierda , y ade¬ tas laterales. lantándose hácia su esposa.) Buenas noches , Ama¬ lia. ESCENA PRIMERA. Ama. Ah, eres tú? Fel. Cualquiera pensaria que te asustas de mi pre¬ Amalia en Irage de baile, sentada en una butaca-, Lu¬ sencia. cia de pié á su lado. Ama. Me tienes tan poco acostumbrada á ella!.. Ama. Están encendidas todas las luces? Fel. Ola! También reproches? Lie. Sí señora: todo está dispuesto como habéis man¬ Ama. Ya sabes que no acostumbro á reprochar nada dado. de cuanto haces. Ama. Está bien. Fel. Justo; para presentarte con la aureola del mar¬ Luc. Por qué ha consentido la señora en asistir á este tirio ; á fin de que me tengan por un marido disi¬ baile , cuando su salud es tan delicada? pador y calavera. Ama. Hoy me siento mejor; mi cabeza' está menos de¬ Ama. Qué quieres que haga? bilitada. Fel. Eso no se me pregunta á mí, señora; la esposa Luc. Con el calor, las luces y el bullicio, imposible debe saber cuáles son sus deberes, para tratar de es que no os pongáis peor. cumplirlos. Ama. No querrá Dios. Ama. Dios mió!.. Y eres tú quien me habla de cum¬ Luc. En verdad , señora , que no sé en que está pen¬ plir sus deberes? sando el señor barón? Fel. Te atreverías tal vez á censurar los mios? Ama. (con severidad.) Lucía, ya sabes que te he pro¬ Ama. (con una ligera ironía.) No en verdad; tu con¬ hibido que comentes las determinaciones de mi es¬ ducta para conmigo, es la de un esposo tierno y su¬ poso. miso. Luc. Señora! Fel. Basta, señora; tengo negocios... Tengo com¬ Ama. Retírate, y avísame cuando lleguen nuestros promisos , y hoy mismo me hallo preocupado con amigos. una pérdida que he tenido , de bastante considera¬ Luc. Está bien. ción. Ama. Ha* venido mi esposo? Ama. (co?i ironía.) Dónde?. En el teatro del Liceo Luc. No señora. acaso? Ama. Puedes retirarte. Fel. (Lo sabe!) Qué quiere usted decir, señora? Luc. (contemplándola con tristeza desde la puerta pri¬ Ama. Nada; comprendo muy bien tus negocios y te mera de la izquierda.) Pobre señora!. . Qué digna disculpo. es de mejor suerte!... (vase.) Fel. Yo soy quien no comprende el verdadero origen de esa tristeza; de esas lágrimas, y de ese disgusto ESCENA II. que en su rostro está siempre escrito. Cree usted que me sea satisfactorio el verla un dia y otro con Amalia, después Feliz y Ricardo. esa espresion de dolor y de sufrimiento? Qué dirá Ana. Pobre Lucía!... La he reñido, y sin embargo el mundo de mí, al veros tan afligida y resignada? tiene razón. Mi marido se obstina en dar aun otro Esa sociedad, señora, que tan dispuesta está á juz¬ baile, y de nada han servido mis sufrimientos. Mis gar mal, como á pensar bien? No indagará, no in- criados me compadecen, en tanto que él no abriga vestigai'á con ahinco, y descubrirá que en el fondo una palabra de consuelo, ni una mirada de consi¬ de ese corazón, existe un amor grande , profundo, deración para su infeliz esposa, que tanto sufre!.. indestructible,que es un amor criminal, porque no Oh!.. Madre mia! Cuán desgraciada me hiciste!.. va dirigido hácia el esposo... Hay momentos en que creo volverme loca, y me Ama. Barón!.... volveré, sí; no se aparta un instante de mi memo¬ Fel. Basta, señora; repito que yo solo tengo el de¬ ria el recuerdo de Enrique, asi como su imágen no recho de pediros cuenta de esa tristeza, de tan con¬ se borra de mi corazón ; y esto es una ofensa á mi tinuo disgusto. Yo soy quien tiene el derecho para esposo , este es un cariño criminal, y temo que lle¬ mandar que esas lágrimas desaparezcan de vues¬ gue el dia en que le vea, porque no sé si tendré va¬ tras mejillas; que esa tristeza se borre de vuestro lor para sostener su mirada. Ese Ricardo me ater¬ rostro, porque me ofende, porque me deshonra. ra ; él es la causa de mis dolores , y tengo la con¬ Ama. (Que se ha levantado de la butaca conforme ha vicción de que aun no he concluido de sufrir. Dios ido hablando Feliz, se aproxima á el, lo coje de la ma¬ mió!.. Prestadme fuerzas para sonreír esta noche; no, le atrae hácia sí, y con exaltación, que vá cre¬ dadme valor para que encierre en el fondo de mi ciendo durante la escena le dice:) Bien, señor Barón: corazón este pesar que me devora!.. veo que no solo falta usted á la esposa, sino que Ríe. (ó Feliz apareciendo en la puerta del fondo donde insulta á la mujer! Pide usted cuenta de mis lᬠse detienen.) Ahí tienes á tu mujer; guarda en sitio grimas y de mi dolor? Qué ha hecho usted para seguro ese talón, que yo voy á ponerme el frac pa¬ enjugar las unas y mitigar el otro? Al casarse con¬ ra presentarme en los salones. Mírala; como siem¬ migo , no ignoraba usted que mi corazón no le per¬ pre llorando; á fé que se pondrá mas alegre su tenecía^ sin embargo, había en mí virtud sufi¬ semblante, cuando vea á su amigo el marino. ciente para venerar y honrar el nombre del esposo Fel. Calla que mi madre me eligiera; pero usted, que hizo? Ríe. Mucho ojo , y derecho al bulto cuando llegue el Abandonar á su esposa desde el primer momento; caso... Hasta luego. hacerla juguete desús caprichos, insultar su dolor, (

Los pobres de Barcelona. . 15 burlarse de sus lágrimas; destilar dia por dia, y Ama. Desde luego, (saluda á los caballeros, y Amalia hora por hora, una gota de amargura en su pecho, á las señoras, la cual desaparece con ellas por el fo¬ y adormecerse en medio de la embriaguez de una ro derecha. Feliz entra por la puerta primera dere¬ orgía, en los brazos de cortesanas, y prestar alas á cha. Ricardo y García quedan en escena.) sus amigos para que me escarnezcan, como lo ha hecho Ricardo. Y todavía se atreve usted á hablar¬ ESCENA III. me de deberes?.. Yo he llorado,lloro y tengo des¬ garrado mi corazón; pero he respetado su nombre, Ricardo y García. Me veo esposa sin esposo, mujer sin cariño, é hija Ric. Vamos, García, qué tal le parece el golpe de sin madre, y nunca he dicho una palabra. He be¬ vista que ofrecen los salones? bido mis lágrimas una á una , para poder verterlas Gar. A mis ojos bien; pero á mi bolsillo, mal. de nuevo, y jamás me he quejado-.-Quién tiene en¬ Ríe. Hombre! .• tre los dos el derecho de dirigir reproches y de exi¬ Gar. No hay hombre que valga; con lo que aquí se gir cuentas? derrocha en una noche de baile, habría suficiente Fel. Señora!.. para devolverme mi dinero. Ama. Responda usted, caballero; responda usted. No Ríe. Pero venga usted acá; no comprende usted, que hubiera hablado nunca, á no forzarme usted con su rango y el qué dirán , le obligan á hacer gas¬ sus recriminaciones. Qué hay en mi conducta de tos. .. vituperable? A nadie me he quejado, y sin embar¬ Gar. Que yo no hago, y eso que felizmente no tengo go, lie visto que mi esposo llevaba del brazo á otras que pedir á nadie dinero prestado. mujeres, que no eran la suya ; que pagaba cuentas Ríe. Ya ! Pero los nobles! de gastos que su esposa no había hecho ; que reci- Gar. Qué nobles ni que calabazas! Si toda la nobleza bia cartas perfumadas, cuya letra no era la mia; y de España fuese como el barón , renegaría de ella. finalmente , ese esposo que se atreve á pedirme Ríe. Vamos, que en oti’o tiempo no opinaba usted de cuentas de un llanto inofensivo, que se atreve á in¬ ese modo. Bien recuerdo cuando venia usted para sultar á la que lleva su nombre, no ha vacilado en que lo presentase en las casas mas principales. robar, (acción de espanto en Feliz) en robar, porque Gar. Bien caros me hizo usted pagar semejantes fa¬ esa es la palabra , los brillantes de su esposa, para vores ! regalárselos á otra mujer. Por qué inclina usted la Ríe. No negará usted , que eso le hizo dar importan¬ cabeza, si no.es culpable? Yo, á pesar de mi llanto, cia, y que también le ha servido para sus ulterio¬ á pesar de mi tristeza, mi dolor, la levanto muy al¬ res especulaciones. Y sino, recuerde cuán buenos ta , porque mi conciencia está tranquila, y solo los negocios hizo. . culpables son los que se avergüenzan. Gar. Sí, como los de usted. Fel. (con temor, mirando á todas partes.) Amalia!... Ric. Ya cobrará! Amalia! Reflexiona que puede llegar alguno y... Gar. Por supuesto que estoy dispuesto á hacerlo. (Y Ama. {con amarga iro?iia.) Tiene usted razón! Da un no sabes lo pronto que vá á ser.) baile, y su esposa, ó mejor dicho, su maniquí, debe Ríe. Veo con dolor, que no sois tan generoso ni tan presentarse con la sonrisa en los labios, aun cuando desinteresado como en otros tiempos. lleve la muerte en el corazón. Qué diría el mundo Gar. Entonces no tenia mas obligaciones que la de si advirtiese mis lágrimas? Acusaría al buen espo¬ mi esposa; pero hoy, ya es otra cosa. Soy padre, so, al fiel guardador de sus deberes?... No , no te¬ amigo mió, y este deber me obliga á ser afanoso, ma usted; sonreiré , ocultaré mis penas, y las gen¬ y á conservarle un capital al cual tiene derecho. tes que me rodeen, me creerán muy feliz; pero Ríe. (con ironía.) Y luego, preocupado ya en darle esas gentes no ven cuál pasólos dias en mi solitario estado... albergue, sumida en el llanto y en la desespera¬ Gar. No lo diga usted por burla; aun cuando mi hijo ción. No presencian cuando mi esposo me escarne¬ no tiene mas que seis meses, eso no quita para que ce , sus amigos me insultan, y sus queridas me des¬ vaya pensando en su porvenir, y en la carrera que precian. debo darle. Además, ya hace tiempo que os di el Fel. Basta, señora, basta; he sentido el ruido de un dinero, y no os pido sino lo mió. carruaje; pueden subir, y entonces.. . Ríe. Repito que se os.pagará. Ama. (con exaltación creciente.) Entonces la pacien¬ Gar. Eso me venís diciendo hace dos años, y sin em¬ cia también se agota, porque el sufrimiento tiene bargo no veo un céntimo. A pesar de tanta penuria sus límites, y no respondo de mí, el dia en que eso no falta para bailes y francachelas, y para sostener suceda. Tengo destrozada mi alma, y aun cuando esas odaliscas que tanto cuestan. A lo mejor se me sucumba en medio de una lucha que es superior á viene con un mensaje y se me dice: García , esta¬ mis fuerzas, mi postrer gemido será para el esposo mos en un compromiso, sáquenos usted de él; den¬ sin corazón, para el hombre sin fé , que ha causado tro de ocho dias pagaremos. Y García, tonto de mi desventura y robado mi felicidad. nativitate , suelta sus buenos ochentines, sin que (En este momento aparecen en el fondo Ricardo, García, vuelvan á acordarse de devolvérselos. Esto ya pasa varios caballeros y señoras. Feliz los vé y hace un ademan de de castaño oscuro, y tan crítica situación ha de ter¬ irá Amalia, quien por medio de una transición, que solo minar. depende de la actriz , dice.) Ríe. Me parece que en esa descripción, ha omitido Avia. Gracias , esposo mió, gracias; sois muy compla¬ usted algún detalle. ciente y amable. Gar. Cuál ? Gar. (á Ricardo.) Cómo se quieren, eh? Ríe. Que al pedirle dinero, usted se nos escusaba, Ríe. Muchísimo! con lo cual escitaba nuestro deseo, y nos obligaba Fel. (dirigiéndose hacia los recien llegados.) A Dios, se¬ á firmarle unas escrituras, en las cuáles exigía ñores; dispensadme un momento; entre tanto mi un interés de un ochenta por ciento. esposa hará los honores por mí; no es verdad Amalia? Gar. Yo no les buscaba á ustedes; además, de un ja Los pobres de Barcelona. modo ú de otro, necesitaba asegurar mi capital. Ama. Cuánto le debe mi esposo ? Ríe. Pero cuando hay deseos de pagar... Gar. No. . . nada... no es cosa que ahora... Gar. Como si con los deseos comiese yo. Ama. Cuánto le debe? Repito á usted, quiero saberlo. Ríe. Vamos, vamos, García, veo que habéis cambiado Gar. Veinte mil duros. completamente. Ama. (Veinte mil!..) Está bien, caballero-? mañana Gar. Ustedes tienen la culpa. tendrá usted una letra contra mi madre, y quedará Ríe. En fin, mañana lo arreglaremos todo. satisfecha su deuda. Gar. (No seré yo quien aguarde á mañana.) Gar. Es que.. . Ríe. Viene usted hacia el salón? Ama. Mande usted á su dependiente , y que pregunte Gar. No tengo ganas de cumplidos; aquí permanece¬ por mí. ré un rato, y luego me marcharé. Gar. Es el caso... Ríe. Como usted guste. (Parece que los ingleses prin¬ Ama. Dispense usted , necesito estar sola. cipian á impacientarse; estos usureros en no ha¬ Gar. (saludándola y dirigiéndose al foro.) No quiere biendo dinero !..) (vase por el foro derecha.) que la diga... y el caso es, que ya no puedo evitar¬ lo. En fin, asi estará mas seguro, (vase foro dere¬ ESCENA IV. cha. ) Caballeros que pasan ele derecha á izquierda-, García y ESCENA. V. después Amalia. Gar. Habrase visto bribón!.. Harto tiempo he sido Amalia; déspues foro izquierda Enrique y Feliz. juguete de sus engaños; mas yo le juro, que aho¬ ra... (viendo pasar algunos caballeros por el fondo.) Ama. Esto mas?... Dios mió!... Otra nueva humilla¬ Para esos es la fiesta; mañana irán pregonando por ción! ... Mi pobre cabeza desfallece, y siento una todas partes, la magnificencia que desplega el Ba¬ opresión en el pecho!... Creí soportar esta noche rón de la Estrella, y en los periódicos se verán ar¬ de dolores, y á cada momento temo que mis fuer¬ tículos laudatorios sobre tan elegantes reuniones. zas me abandonen. La entrevista con el barón , y Ama. {saliendo por el foro derecha.) Cómo aquí tan la escena que acaba de pasar, me han anonadado. retirado , señor de García? Mañana escribiré á mi madre , y sabrá cuál es mi Gar. (con sequedad.) No ine agradan las reuniones, desgracia. señora. Fel. (á Enrique , con el cual aparece en el foro.) Bien, Ama. Siento que pase usté i tan malos ratos en mi querido Enrique , veo que tienes palabra; permite casa. que te presente á mi esposa. Gar. Diré á usted, señora; cuando se ven diversiones Enr.. Tendré sumo gusto en conocerla. que otros pagan, no me parece que pueda ser pla¬ Fel. (adelantándose hácia Amalia.) Amalia, amiga to de gusto para aquel con cuyo dinero se hacen. mia, tengo la satisfacción de presentarte á mi ami - Ama. (sorprendida.) Caballero, qué quiere usted go Enrique Orantes, antiguo camarada de colegio. decir? Ama. (Que ha reconocido á Enrique, presa de una vio¬ Gar. Eso es; véngase usted haciendo la desenten¬ lenta agitación, se levanta, lemira, y llevándose una dida. mano al pecho , se sostiene con la otra en el canapé Ama. Qué dice este hombre? para no caerse.) Cielos!... El!... Gar. No sé como tienen ustedes valor para siquiera Enr. (retrocediendo.) ( Ella !...) hablarme, tanto usted como su esposo. Fel. (contemplándolos.) (No me habia equivocado!) Ama. Caballero, no me dirá usted... (Ricardo aparece en el fondo por detrás de Feliz, y le Gar. Qué quiere que la diga, cuando demasiado lo habla sin que Enrique lo vea.) sabe ya ? Ustedes están jugando conmigo un dia y Ríe. (Has observado?...) (á Feliz, todo con la ma¬ otro, sin imaginarse siquiera, el que yo tengo otras yor rapidez.) cosas en que emplear mi dinero. De ese modo bien Fel. (Silencio.) pueden vestirse lujosos trajes, ostentar magníficos Ríe. (Déjalos solos un momento, para que tengamos carruajes, y llevar grandes aderezos de brillantes. ocasión de observar.) Ama. Lo que á mí me estraña es, que haya una per¬ Fel. (Se aman !) sona de tan poca educación , que se atreva á fal¬ Ríe. ( Por eso debes tomar venganza.) tar de ese modo á una señora. Qué es lo que pre¬ Fel. (á Enrique con ironía.) Cómo tanta timidez, se¬ tende usted decir con sus palabras ? ñor marino? Pareces una estátua! Gar.' Demasiado lo sabe usted. Enr. Dispensa, amigo mió; es un doloroso recuerdo el Ama. Nada sé, caballero; solo sé que me está usted que ha escitado en mi memoria el semblante de tu faltando , y quien obra así con una señora, no es esposa. ni puede ser caballero. Fel. Algún amor de esos que sentís los hombres de Gar. Quien no es caballero es su marido de usted, mar, según dicen los novelistas? que se atreve á dar reuniones y banquetes, y no Enr. El corazón , para amar, ci'eo que sea igual en me paga lo que me debe. todas las personas. Ama. Que mi esposo le debe á usted, Dios mió! Esta Fel. Qué opinas tú de eso, esposa mia? humillación mas!.. (se sienta en el sofá para no Ama. Que tiene razón este caballero... (Dios mió, caerse.) que suplicio!) Gar. (Parece que le ha hecho efecto.) Señora. .. Fel. Puedes estar satisfecho; mi esposa te dá la razón. Ama. (deteniéndole.) No , no es nada, gracias. Enr. Y yo aprecio en lo que vale el honor que me Gar. Yo siento... dispensa esta señora. Ama. Usted está en su derecho; usted pide lo que es Fel. Oh!... la baronesa es muy amable ! Ya te bus¬ suyo ; yo nada sabia. caremos una mujer, que se le parezca; entonces Gar. Creí... usted dispense, si... bien puedes abandonar tu peligrosa carrera , para Los pobres de Barcelona. 17 dedicarte á saborear los goces de la vida doméstica. mo mujer; la juré un amor eterno, y usted trazó el Enr. Es en vano; yo no me caso jamás! suyo sobre la arena; momentos después de haber¬ Fel. Y por qué ? lo trazado, el viento borraba sus caractéres. Enr. Porque el corazón no ama mas que una vez; si Ama. Enrique , eso no es verdad ! á este amor se le corresponde con el olvido y el Enr. Concentré en usted mi cariño... mi felicidad, desden, no queda mas recurso que ó rebajarse uno mi todo. Volví á la mar, y allí, sobre el furioso por medio de un olvido igual, ó guardar su amor Océano , qué de ilusiones , qué de quimeras se for¬ dentro del pecho, y resignarse á pasar toda una jaba mi imaginación! Eran castillos que edificaba so¬ existencia de dolores y sufrimientos. bre la espuma, que el mas ligero viento los hizo Ama. (Dios mió!...) desaparecer. Soñaba glorias y desperté con desvíos; Ríe. (á Feliz.) (Qué tal?) aguardaba ventura y encontré dolores; confiaba en Fel. (á Enrique) Sabes, amigo mió, que dices las co¬ el cariño, y encuentro el desengaño. A hora bien, se¬ sas con un entusiasmo, y un. .. Ahora me permiti¬ ñora , ya que no puedo borrar de mi alma ese amor rás que te deje por un instante en compañía de que en otro tiempo formó mi dicha, y hoy es mi Amalia ; mis deberes de amo de casa me reclaman martirio, no me hable usted de recuerdos: déjeme por allá dentro, y dentro de breves momentos soy que pase por su lado sin conocerla. (dá un paso ha¬ con vosotros, (al salir.) (Apuremos de una vez la cia el foro para salir.) copa de mis celos.) Ama. (deteniéndolo.) Enrique, Amalia note ha enga¬ (Feliz y Ricardo desaparecen por el foro izquierda, ñado; su corazón es tuyo! Tu me creerás, porque y en breve apapeeen observando por la segunda puerta necesito que me creas. Mira la palidez de mis meji¬ de la derecha , sin ser vistos; Amalia se sienta en la bu¬ llas; mira mi belleza marchita, mira mis párpados taca , y Enrique está enfrente de ella observándola.) enrojecidos por el llanto, y ellos te dirán, que quien tanto sufre , no puede haberse olvidado del jura¬ ESCENA VI. mento que te prestó un dia. Enr. Mas. ... Amalia y Enrique. Ama. Mi madre fué quien hizo esta boda; inútiles fue¬ Ama. No puedo mas!... ron mis ruegos; inútiles mis negativas; creía labrar Enr. (contemplándola.) Qué tiene usted , señora? mi felicidad y solo consiguió mi desesperación. Olvi¬ Ama. Perdón, Enrique, perdón! darme de tí! Si vieses cuánto sufro, Enrique ! El Enr. Perdón !... Y de qué? hombre que mi madre me dio por esposo no obtuvo Ama. No he sido culpable! mi cariño, ni nunca hizo méritos para conseguirlo. Enr. Culpable!... No comprendo lo que me decís, Me he visto sola, abandonada y escarnecida en es¬ señora; tal vez me equivocáis con algún otro ! tas habitaciones, y mis ojos lloraban, el corazón te Ama. Enrique, por piedad, confúndeme con tus re¬ veia, y mis labios solo acertaban á pronunciar tu criminaciones , pero no me deseches de esa ma¬ nombre; bien sé que este nombre y aquel suspiro nera. eran un crimen. Sintiéndome desfallecer , era con¬ Enr. Repito que no entiendo lo que queréis decir. ducida á los bailes y á los saraos, y mi sonrisa era Ama. Dios mió! Ni aun quiere oir mi defensa! Hasle un gemido que se escapaba del corazón; mi alegría tú conocer mi inocencia! la desesperación de un alma destrozada por el do¬ Enr. ( después de contemplarla unos instantes.) Hubo lor, y mi acento un grito de agonía. A cada instan¬ un tiempo , Señora, en que un marino, crédulo y te creia verte aparecer ante mi vista, severo , acu¬ joven aun , miraba desde el puente de su fragata, sador, pidiéndome cuenta de mi juramento, diri- durante las noches del estío , la blanca espuma que iéndome reproches, y maldiciendo mi amor. Y yo formaban las olas , cortadas por la quilla de su ve¬ eseaba verte, porque mi salud se debilitaba por lera nave; y entre las huellas que dejaba tras sí, momentos, y antes de morir quería darte cuenta de veiauna forma flotante é indecisa, de un ser que le mis sufrimientos, y poderte decir : Enrique, mi co¬ sonreía, que parecía decirle dulcemente, yo soy tu razón es tuyo. estrella, soy tu faro ; ven á mí, que soy tu espe¬ Enr. Bendita seas! (cae á sus pies.) ranza !... (Aparecen en el foro izquierda Ricardo y varios caballeros; Ama. (Dios mió!) García en la derecha; y Feliz, que se ha adelantad^ hácia i 1 Enr. Otras veces, el huracán mugía, haciendo crugir proscenio, sin que ambos le vean.). los mástiles; montes de agua se remontaban á las nubes, ó el abismo sin fondo se abria ante ella, ESCENA VIÍ. para sumergirla en su seno. El rayo abrasaba las Dichos, Feliz, Ricardo , García y convidados. jarcias, el relámpago iluminaba aquel cuadro, y á su azulado fulgor contemplaba aquel ser, que me Fel. (á Amalia.) Bien , señora, os espresais con un ca¬ decía :!... sufre , trabaja, espera; y yo sufría un lor y una exaltación que hace poco honor al nom¬ dia y otro, sin quejarme, y veia pasar mi esperan¬ bre que os he dado, y que debeis respetar. za, sin que tan dulce ilusión se realizase. Re¬ Ama. (con exaltación que vá creciendo hasta el final.) cuerda usted, señora, la primera vez que se con¬ Ignoro lo que usted quiere decir? fundieron nuestras miradas, y que latieron nues¬ Fel. (con seguridad.) Dejemos ese asunto para luego, tros corazones ? Mas para qué recordar lo que ha¬ que ahora, con quien me debo entender, es con este bréis olvidado ya? La mujer olvida, cuando el caballero. hombre principia á recordar ! Ríe. (á Garda y caballeros.) Qué tal el marino? Ama. No hables así, Enrique , que me haces mal! Enr. Estoy dispuesto á darle cuantas satisfacciones Enr. El ser que en medio de mis ensueños había vis¬ me pida. to ; la pura imágen que se destacaba en las plácidas Fel. Mi honra.... noches de los trópicos, crei verla realizada en us¬ Enr. (Interrumpiéndole.) Creo, caballero, que esta ted. La hablé como un niño; usted me escuchó co¬ conversación no debemos continuarla aquí. 3 18 Los pobres de Barcelona. {Vá á salir, cogiendo á Feliz del brazo, cuando Gar. (Se espliea el mozo! Ahora falto yo.) Amalia se lanza entre ellos y los atrae de nuevo al Enr. Pero qué estas diciendo? proscenio.) Ant. Que estos hombres han entrado en mi casa; que Ama. Dónde van ustedes? Hablásteis en voz baja, y me han querido asesinar para robarme el pan de oh! ya lo comprendo, se trata de un duelo; no mi esposa, el único patrimonio que tenia, y cu¬ puede ser , no será ! ya existencia ignoraba hasta hace poco tiempo. Me Fel. Silencio, señora! creyeron muerto, á causa del golpe que recibí en la Ama. Yo sola soy la culpable, yo que le amo con todo cabeza al caer; mas con el auxilio del sereno, he corazón ! conseguido ligarme las heridas , y venir aquí para Fel. Esa palabra ha sido su sentencia! escupirles en el rostro, y decirles : Miserables, Ama. [cada vez con mayor delirio.) Sí, le amo; ma¬ dadme mi dinero; lo ois? Quiero que me deis loque tadme , y de ese modo terminareis mi amor! me habéis robado. Fel. (levantando el brazo en actitud amenazadora.) Ama. Robar!... já... já. .. já... já... Silencio? Un Criado, {apareciendo en la puerta asustado.) Señor, Enr. ( cogiéndole de un brazo.) Quien amenaza á una señor , la justicia! mujer es un cobarde!... Todos. Oh!... Ríe. (adelantándose hacia el proscenio, cerrando el Gar. (Ese soy yo!. ..) fondo las damas y caballeros que observan con cu¬ Un Inspector, {apareciendo en el foro.) El Sr. barón riosidad aquella escena.) Qué sucede , señores ?.... de Ballal. Ama. Oh!... su ángel malo! (reparando en la gente que Ant. Este es. {señalando á Feliz.) * hay en el fondo.) (Dios mió !... todos aquí!) Ins. Tenga usted la bondad de darse á prisión. Fel. (á Enrique.) Me dará satisfacción de este nuevo Todos. Oh!... {separándose los caballeros y señoras ultraje. de Feliz.) Ama. No , Enrique, no te batirás !... Ríe. Malo vá esto ! Ríe. Baronesa!... Ant. Lo merece, Sr. Inspector, lo merece. Ama. (con extravio.) Es que yo ni quiero que muera. Ins. Vamos?. .. Fel. {á Enrique.) Salgamos de aquí, caballero. Ama. Robo!. .. Asesinato !. . . preso!.. . já... já... Ama. (cogiéndole á su esposo de un brazo.) No, tú no já... {cae en la butaca; Enrique se acerca á ella; saldrás de aquí. el barón los contempla con cólera, quiere acercarse á Yex. {rechazándola con dureza.) Déjeme usted, se¬ ella , pero Antonio le corta el paso.) ñora. Enr. Desgraciada! (Cae Amalia de rodillas ; Feliz y Enrique dan algunos pa¬ Fel. Oh !.. . sos para salir , cuando en la puerta del foro aparece Antonio, Ant. Atrás, ladrón ! pálido, ensangrentado, que se detiene un momento; mira á to¬ Gar. (Hablarán de mí los periódicos?...) dos los semblantes, hasta que reconoce al Barón. Entonces se adelanta hacia él y lo coge con violencia por el frac; Ricardo Ríe. (mirándolos salir.) (Al menos yo quedo libre.) y el Barón quedan aterrados ; Amalia piesa de mil encontra¬ Ama. Já... já.. . Robo!... preso!... já... ja!... das emociones , vá estraviándose su razón cada vez más ; sus ja!--- __ miradas y sus movimientos van siendo mas febriles; poco á poco va levantándose del suelo.) Enr. Antonio!... CUADRO QUINTO. Ríe. El... Ant. Ladrón!... Dame mi tesoro!... Interior de la casa de Antonio; puerta á la izquierda que Ama. Oh !. . . dá á la calle, la cual ocupa la tercer^, parle del Teatro. Venta¬ Gar. Qué es esto? na al fondo y dos puertas á la derecha. Ríe. Qué habla ese hombre? Ant. Silencio, miserable! (dirigiéndose á los caballeros ESCENA PRIMERA. que murmuran.) No murmuren ustedes, votoá mil bombas! Vengo aquí, porque ese hombre me ha Clara cosiendo; Antonio mirando por la ventana. robado, y ha tratado de asesinarme. Usted , que Ant. Pronto serán las doce, y marcharé al Juzgado usurpa el nombre de caballero, porque no merece á prestar otra nueva declaración. Por vida de!... llevarle, ha penetrado en la casa del pobre para entre declaraciones y tonterías, llevamos pasado quitarle su pan. Miserable! y todavía se atreverá mas de un mes, y hasta ahora no me han devuelto usted á insultar al pobre! Hay mas honradez bajo mi talón; dicen que no le han encontrado! la chaqueta de un artesano, que bajo ese traje tan Cla. Dios sabe dónde lo tendrá escondido el amigo fino y tan lujoso. del barón, á quien no se ha podido cojer. Ama. (con estravio.) Sí, sí... Robar!'... Ant. Y pensar que aquella noche estaba con nosotros Ant. (á Feliz.) No lia oido usted que vengo por mi dentro de la casa! dinero? Dónde está? Cla. No sé cómo no se os ocurrió el cojerle! Iiic.. Ese hombre está loco ! Ant. En medio de la confusión que se armó en el bai¬ Ant. {dando tin paso amenazador hacia Ricardo.) In¬ le, no era posible que en todo se pudiese pensar. fame !... Si no mirase!... Pero no... los obreros Ya ves tú, cuando esa pobre señora abandonó la pobres, pero honrados, ni roban ni asesinan. casa , sin que la viésemos ninguno... Enr. Antonio!. . .. Cla. Y á no ser por mí, que la encontré tendida en la Ant. Mi capitán!.. . Usted en esta casa? Salga usted de calle cuando salí á buscarte, no sé lo que hubiese aquí; bajo este techo, no puede habitar ninguna pasado. persona honrada! Ant. Y cómo sigue ? Ama. Batirse!... cruzar las espadas!... no... já... Cla. Algo mejor está; creo que ya podrá levantarse. já... {Riéndose muy bajo pero con locura. Sus car¬ Ant. De buena se ha escapado! Los primeros dias me cajadas van haciéndose mas sonoras poco á poco.) hizo temer por su locura. Los pobres de Barcelona. í9 Cla. Comoque estaba furiosa! Quien me daba lástima practicamos unos con otros; hoy por tí. mañana era D. Enrique. Con cuánta generosidad se ha por¬ por mí. tado! Ama. Qué corazones! Dios mió ! Qué corazones! Ant. Como buen marino ; eso sí; tiene mi capitán un Cla. Vaya, señorita; puesto que usted se encuentra le¬ corazón.. .. vantada , voy en un momento á llegarme á la tienda Cla. Muy noble y muy franco. Mañana le han dado para entregar esta labor. El señorito D. Enrique no palabra , según ha dicho, de que te colocarán. tardará en llegar, y con eso no estará usted tan Ant. Dios lo quiera; porque aunque el dinero que sola. gastamos es suyo, no me gusta comer de un dinero Ama. (Enrique!..) Es necesario que sus visitas con¬ que no gano legítimamente. cluyan. Cla. Yo también, cuando la señora se levante, iré á Cla. (que ha recogido la labor y se ha puesto un pañue¬ entregar estas camisas, pues en la tienda me dije¬ lo en la cabeza, disponiéndose á marchar.) Conque, ron que las esperaban para hoy sin falta, y no señorita, hasta dentro de un instante. No esté us¬ quiero que por serla primera vez que trabajo para ted triste, caramba! No sabe lo que padezco en ellos , digan que no cumplo mi palabra. verla así! Ant. Pobre Clara mia! Voto al diablo; bien has tra¬ Ama. Hago cuanto puedo por estar alegre, y crea bajado. usted que lo estoy; se respira en esta casa un per¬ Cla. He pasado algunos dias atareada ; pero qué le fume de honradez y felicidad, que encanta. Vamos, hemos de hacer? Hagamos con los demás, lo que no se moleste usted con su enferma. queremos q.ue hagan con nosotros. Te aseguro que Cla. Yo molestarme! Quiere usted callar? Vaya, hasta tanto como detesto á ese barón que quiso asesinar¬ luego. nos, quiero á su esposa , que es bien distinta de él. Ama. Hasta después, (vase Clara por la puerta de la Ant. Toma, si no fuese así, á buen seguro que mi ca¬ calle y foro izquierda„) pitán no la quisiera. Cla. Quién habia de decir que fuese la misma que se ESCENA III. desposó el dia en que nos desposamos? Ant. Y quién nos diria que á dos pasos de nosotros Amalia, después Ricardo. viviese el bribón del sobrino de la señora marque¬ Ama. Pobres gentes! No saben lo que hacer por mí, y sa? (suenan las doce en el reloj de una torre.) Caram¬ sin embargo, mi esposo les habia arrebatarlo su for¬ ba! Las doce ya; vamos, me voy al Juzgado á ver tuna. su felicidad, y atentado también contra su vida! si quiere Dios que de una vez terminemos este Mi esposo!... No sé por qué esta palabra me cuesta asunto. tanto trabajo el pronunciarla ahora, como en otro Cla. Pero hombre , no seas tonto; pide lo prisión de tiempo! Tengo que abandonar esta casa, á fin de ese amigo del barón, de eseD. Ricardo, que dice la evitar las visitas de Enrique. Infeliz, cuanto sufre! señora. Dicen estas gentes que he estado loca: lo que yo no Ant. Toma! Si como con pedirla yo fuera suficiente! puedo comprender es, cómo no me ha muerto el Si no le encuentran, qué quieres tú que hagan? dolor. Cla. Tienes razón... Ríe. (por el foro derecha con una barba postiza, unas Ant. Vaya, hasta luego; Dios quiera que hoy me gafas azules, y embozado perfectamente.) Bueno; despachen pronto, porque te aseguro que me dá un merced á este disfraz, he podido llegar hasta la casa miedo la gente de pluma! donde habita Amalia. Antonio ha salido, y su mu¬ Cla. Si á tí no te han de hacer nada, bastante te jer acabo de verla ahora mismo. Esto quiere dedi¬ puede importar. que esa mujer estará sola, que es lo que yo nece¬ Ant. Sin embargo... Vaya, hasta luego. sito. Su madre ha muerto , y conviene que nos fir¬ Cla. No tardes mucho, Antonio. me una donación. Feliz ya está en salvo, y en mi Ant. Oh, eso el señor juez lo dirá. (vase Antonio por poder tengo los pasaportes; audacia y valor; en¬ la puerta de la calle.) tremos. (se aproxima á la puerta de la casa de An¬ tonio y llama á ella.) ESCENA II. Ama. (sorprendida.) Quién puede llamar? Si será En¬ rique?.. Oh! no debo recibirle. (vuelve á llamar Ri- Clara y Amalia. car do.) Han llamado otra vez.! Veamos quién es (abre la puerta y queda sorprendida al ver á Ricardo Cla. (recogiendo la labor.) Vamos , ya tengo pegados á quien no reconoce hasta que lo indique el diálogo.) los botones. Ahora voy á ver si la señora quiere al¬ go, y en cuatro brincos llevo estas camisas y me ESCENA IV. vuelvo otra'vez á casa, (se levanta , va á dirigirse á la primera puerta de la derecha y Amalia aparece en Amalia, Ricardo. ella.) Cómo , señorita, se ha levantado usted? Ríe. Está Antonio en casa? Ama. Sí, amiga mia; me encontraba con fuerzas y me Ama. No señor. he vestido mas temprano que de ordinario. Ríe. Entonces le esperaré ; tengo que hablarle, (entra Cla. Ahora iba yo á ver si se os ofrecía alguna cosa. en la casa.) Ama. Siempre tan solícita y tan cuidadosa! Cómo po¬ Ama. (mirando con recelo.) (Esta voz. ...) (va á sen¬ dré pagarla tanto como la debo? tarse lo mas lejos posible de Ricardo.) Cla. A mí, señorita?.. Pues qué he hecho para que Ríe. (dirigiéndoseá ella , con acento irónico al princi¬ usted me pague? pio, pero amenazador después.) Cómo se encuentra Ama. Trata usted de escusar su buena acción, y como ía señora baronesa? es de aquellas que son tan raras de practicar en el Ama . (Es él!) (con terror.) mundo, por eso se agradece más. Ríe. Hola! parece que me habéis reconocido? Tanto Cla. Raras, Señorita? Pues nosotros, los pobres, las mejor; eso me ahorra el trabajo de tener que es-. I )

20 Los pobres de Barcelona. plicároslo; ya supondréis, que al venir aquí, no han (En toda esta escena debe notarse la angustia y la inquietud de ser con buen íin mis intenciones ; no es cierto? que sufre Amalia, cuya vista azorada se dirige de cuando en cuando hácia la habitación donde está oculto Ricardo.) Ama. Qué busca usted en esta casa? Ríe. Me parece bastante escusada la pregunta; ven¬ Enr. No puede usted imaginarse la alegría que espe- go en su busca. rimento al verla mejor, ni tampoco cuanto celebro Ama. Para qué ? de que podamos tener una entrevista sin testigos. Ríe. Voy á esplicárselo en pocas palabras, y no du¬ Ama. También yo deseaba tener un momento á solas do de que obtendré su asentimiento para lo que para hablar con usted. deseo. Enr. Conmigo ?... Ama. Si cuenta con mi aprobación , se equivoca. Ama. (No teng;o valor.) Sí, mi situación lo exige. Ríe. No seré yo quien pierda en el asunto; sereis vos. (Enrique está colocado de modo que queda de espal¬ Ama. Yo? das á la imerta donde se ocultó Ricardo.) Ríe. Me esplicaré. El barón, su tierno esposo, se ha Enr. Qué quiere usted decir, Amalia ? fugado de la cárcel, y está oculto en su casa , que Ama. Quería hablarle de mi agradecimiento por cuanto es el sitú> mas seguro, pues la justicia no podrá ima¬ habéis hecho durante mi enfermedad.. . (Ricardo ginarse que esté allí; tiene un pasaporte para el entreabre la puerta y hace un movimiento significa¬ extranjero, que yo le he proporcionado; y como tivo á Amalia, que al verlo, se detiene aterrada.) Ah! buen esposo, desea que su esposa le acompañe. Enr. Qué es eso ? Qué tiene usted? Ama. (Dios mió! Qué pretende este hombre de mí!) Ama. Nada... nada... Estas entrevistas deben termi¬ Ríe. Comprendéis , señora? narse. El mundo , si llega á comprender algún dia Ama. Y si no consiento en volver á mi casa? que usted ha estado en esta casa , en la cual yo he Ríe. En ese caso , comprendo que el dolor que sufri¬ habitado... ría Feliz con su negativa, seria tan intenso, que tra¬ Enr. Amalia , qué quiere usted decir? taría de vengarlo , y de la noche á la mañana D. En¬ Ama. Dios únicamente vé la pureza de nuestras rela¬ rique Orantes desaparecería del número de los ciones; los hombres no la creerán jamás ! vivientes. Enr. Mas por qué?... Ama. Qué dice usted? Ama. Apenas puedo articular palabra; por lo tanto Ríe. (con acento amenazador.) Lo que usted oye ; es¬ debemos evitar. .. toy decidido á todo. Feliz quiere que usted le acom¬ Enr. (haciendo un esfuerzo.) (Me prohíbe que la pañe , y ha de acompañarle. vea!...) Lo comprendo, Amalia ; y en prueba de Ama. Mas. .. que me anticipaba á sus deseos, es que venia á Ríe. La vida de ese marino me responde de su obe¬ despedirme de usted. diencia. Ama. (Adespedirse!) Ama. Es usted un miserable ! Ríe. (Esta escena se prolonga demasiado, y si viene Ríe. No lo niego ; por lo mismo, supuesto que ya sa¬ el otro...) (hace un nuevo movimiento hacia Ama¬ be con quién trata , es necesario que obedezca , pe¬ lia , quien al verlo, hace un esfuerzo supremo y con¬ ro pronto. Me canso de esperar, y ya puede usted tinua diciendo.) disponerse para pasar á su casa. Ama. Vuelve usted al servicio? Ama. (Qué hacer, Diosmio! Morir Enrique!.. No, Enr. Qué quieré usted que haga en Barcelona? Aquí antes sacrificaré mi vida.) Está bien, caballero, se encerraba toda mi dicha, toda mi ventura, la seguiré á mi esposo. cual veo desaparece ; para qué he de permanecer (Se levanta de su asiento y se dispone á entrar por la se¬ aquí? Podría algún dia comprometerla con mi pre¬ gunda puerta de la derecha, cuando aparece por el fondo iz¬ sencia, y deseo evitar este caso. quierda Enrique, que se adelanta hacia la casa de Antonio , y Ama. (No tengo valor para verle partir!) llama á la puerta. Al escucharlo, Amalia hace un movi¬ miento de alegría para dirigirse á ella, mas Ricardo saca un Enr. Usted vivirá mas tranquila, asi como ha vivido puñal y amenazándola, la obliga á detenerse.) durante tantos meses. Ama. Oh ! Ama. Enrique !... (con acento de reconvención.) Ríe. (amenazándola.) Silencio, señora! (Ricardo se Enr. Perdone usted, señora; estoy loco, y no estrañe acerca á ta •puerta, y mira por la cerradura.) por tanto, que pronuncie mi boca algunas frases Ríe. El marino! inconvenientes. Ama. Enrique! Ama. (Partir para siempre!) Ríe. Silencio ! Si le dice usted una palabra, si por el Ríe. (El tiempo urge y es preciso acabar.) (hace otra menor indicio me vende, ay! de él. señal á Amalia.) Ama. Cielos! Ama. (Ese hombre!..) Suplico á usted dejemos una Ríe. Desde allí estaré escuchando; despáchele usted conversación tan penosa para el uno como para el en seguida, que tenemos que marcharnos pronto. otro. Sufro mucho, Enrique! (vuelven á llamar.) Abra usted, que se impacienta; Enr. Me olvidaba de su estado!.. Amalia, perdone pero cuidado con lo que le dice. Desde allí lo obser¬ usted si mis palabras. .. vo todo, (vase primera puerta derecha.) Ama. Que yo le perdone? Ama. Virgen santa, prestadme valor ! (se dirige á la Enr. Debo alejarme para siempre de esta casa, y puerta, la abre y Enrique penetra en la casa.) confieso que no tengo valor para hacerlo. Ama. Hagamos el último esfuerzo. Cuanto mayor sea ESCENA V. nuestro sacrificio, tanto mas meritorio aparecerá á los ojos de Dios. Amalia, Ricardo y Enrique. Enr. Amalia, es usted un ángel! Enr. Es usted, señora? Ama. Solo soy una pobre mujer, que sufre, y pide Ama. Estaba sola, y... al cielo le preste fuerzas para poder soportar sus Enr. Se encuentra usted mejor ? dolores. Ama. Sí. Enr. A Dios, Amalia, seamos dignos el uno del otro; Los pobres de Barcelona. 21 y si algún dia llega á su noticia , que en medio del Esa. Es preciso ver si encontramos un indicio, la mas Océano se ha abierto su movible superficie , para pequeña huella... depositar el cadáver del pobre marino , derrame us¬ Ant. Deje usted, que ya la encontraremos; ay del ba¬ ted una lágrima por su memoria, y ella refrescará rón y su amigo si caen en mis manos! la ardiente y amarga sima que contiene su tumba. Enr. Iluminadnos, Dios mió! Ama. Enrique!... Enr. Amalia!... Ama. (haciendo un esfuerzo.) Váyase usted. CUADRO SESTO. Enr. (idem.) Tiene usted razón. A Dios. (hace un es¬ fuerzo , y presa de un dolor violento desaparece por Sala en casa del Barón; puerta al foro, un balcón á la dere¬ cha, y puerta á la izquierda; muebles de lujo. Al levantarse la puerta de la calle¡ Amalia cae de rodillas', Ricardo el telón, Feliz está mirando con inquietud a todas partes. sale de la habitación, mira por la ventana con pt ecau- cion, y vuelve hacia donde está Amalia.) ESCENA PRIMERA. . Ama. (derodillas.) Hazle feliz, Dios mió! Feliz. Ríe. Pronto, señora, déjese usted de simplezas. Lel. Cuánto tarda Ricardo! Si Amalia no quisiera Ama. (Habia olvidado á este hombre!) seguirle! Si le sorprendieran, todo nuestro plan Ríe. Su casa está á cuatro pasos de aquí, y no necesita caia por tierra. Esta impaciencia me mata! Tener á tomar ropa; luego mandaremos por ella. dos pasos nuestra salvación y no poder lograrla! Ama. (Completemos el sacrificio!) Necesitamos que venga e Los pobres de Barcelona. Kic. (á Feliz.) (No tengas cuidado.) Ama. (después ele un momento de vacilación.) Pues Fel. (ó Ricardo.) (Crees que firmará?) bien , que muera; no firmo. Ríe. (ó Feliz.) ( A la fuerza !) Ríe. A firmar. (amenazándola y arrastrándola hacia el Ama. Qué es lo que he leído ! Una donación de los bie¬ velador.) nes que puedan pertenecerme por fallecimiento de Ama. Dios mió ! Protejedme ! mi madre! Ríe. Sí, sí; llame usted en su auxilio, y veremos quién Iiic. Justo; como vamos á emprender un viage, y la presta socorro. hacen falta fondos, es necesario que nos prepare¬ Al pronunciar Ricardo estas palabras , las puertas del bal¬ mos contra todo evento. Pone usted su firma al pié cón se abren con violencia y Enrique aparece en él. Aterrado de este documento, y queda en libertad para hacer Feliz, vá á dirigirse á la puerta del fondo y por ella aparece de su persona lo que guste; y nosotros, desde los Antonio; se dirige á la derecha donde se presenta Juan.) Estados Unidos, obraremos como mejor nos plazca. Qué le parece á usted esta idea? ESCENA III. Ama. Infame , caballero ! Ríe. Vea usted lo que son las cosas; á mí me parece Dichos, Enrique , Antonio y Juan; después el Inspector sublime. Fei.. En fin , firma usted? Enr. Deteneos, miserables! Ama. No señor. Ama. (corriendo á ponerse delante de él.) Enrique! Ríe. Sí, hombre ; no ha de firmar tu mujer? Sabe que Ríe. (Estamos perdidos!) estamos decididos á todo; su vida, y la de su... Fel. Oh!. .. (se dirige hacia e’ foro. ) amigo el marino, que con tanta ternura la hablaba Ant. Atrás, bandido! hace poco, dependen solamente de que esta firma Fel. Qué quiere decir esto? esté mas ó menos bien puesta. Comprende usted, Ríe. (Huyamos!) (se dirige á la derecha.) señora mia ? Juan. Por aquí no se pasa. Ama. Sois un miserable ! (a Félix.) En cuanto á us¬ Ríe. (Perdimos la partida!) ted caballero, no quiero darle la calificación que Enr. (adelantándose.) El hombre que amenaza á una se merece, porque me avergüenzo de llevar su señora, qué merece?. .. (amenazando.) nombre. Parece imposible haya usted perdido hasta Fel. Caballero!... tal punto la honra , que consienta que me insulten Enr. Va usted á morir.... sus amigos , de la manera que lo hace ese misera¬ Ant. (deteniéndole.) Quieto, capitán; aquí viene el ble ! Y todavía tenia usted valor de pedirme cuen¬ Inspector, y él dará buena cuenta de estos bri¬ tas , y de invocar derechos, cuando de una manera bones. tan indigna falta á sus deberes ? Oh ! esta acción so¬ Fel. (aterrado.) El Inspector!... la cárcel y la infa¬ brepuja á cuantas malas habéis hecho! Es necesa¬ mia ! Oh!...) rio que un hombre sea tan bajo y corrompido, pa¬ Juan. Ya está aquí. ra descender á un estremo semejante! Fel. Antes la muerte ! (desaparece por la puerta de la Fel. Señora! (con cólera.) derecha.) Ama. No me hable usted, no me dirija la palabra, Ant. Que se escapa. (corre hácia la puerta, y c1 llegar porque creo que hasta su alie-pto me emponzoña¬ á ella se oye un tiro.) ría ! Ama. Ah !... (entra el Inspector y municipal / Ríe. Todo eso está muy bien dicho ; pero como nos¬ Juan. (saliendo de la habitación.) Ha pagad .antas otros lo que queremos son obras, y no palabras, debía. he aquí que con toda la finura y urbanidad posible, Ríe. Tonto!... suplicamos á usted se digne firmar ese papel, en Ant. Sr. Inspector, registre usted á ese hombre. la inteligencia, que de no hacerlo, nos veremos en Ins. (á Ricardo.) Dése usted preso. la triste situación de obligarla á que lo firme. Ríe. Con mucho gusto. (Mejor es ir á presidio, que Ama. Es inútil; estoy resuelta á no firmarlo, y ya suicidarse: de presidio puede uno fugarse, y...) pueden inferirme cuanto mal tengan por convenien¬ Juan. (saliendo del cuarto con unos papeles.) Antonio te. Pueden llegar al colmo de su infamia, asesi¬ aquí tienes tu tesoro. nándome ; no es la primera vez que ya lo han in¬ Ama. Ya es usted feliz. tentado, y asi no debe cogerlos de sorpresa la acción. Enr. Y usted libre! Fel. (haciendo un ademan amenazador.) Cuidado, se¬ Ama. Permítame usted que cumpla los últimos debe¬ ñora, con apurar nuestra paciencia! res con mi esposo. ( se arrodiVa.) Ama. Y qué perdería con q$o? Creen ustedes que la vi¬ Ant. (á Enrique.) Ahora ya no se embarcará usted, da es para mí agradable? Usted , señor barón , que mi capitán ? tan desgraciada me ha hecho, cree que sentiría re¬ Enr. Calla, Antonio; deja á ese ángel, que cumpla cibir la muerte de su mano? No; pueden ustedes su misión sobre . asesinarme ; pero imaginarse que he de firmar ese documento , es una demencia. FIN DEL DRAMA. Rio. En ese caso , también condena usted á Enrique. Ama. (Oh!. ..) Fel. Decídase usted pronto, señora. Ama. Hieran ustedes, he aquí mi pecho. Habiendo examinado este drama, no hallo inconveniente Río. El tiempo pasa , y esto es necesario que termine en que su represenlancion sea autorizada.—Madrid .3 de mar¬ de una vez. [cogiéndola de un brazo.) Señora, firme zo de 1865. usted, ó sino... El Censor de teatros: Narciso Serra. Ama. (soltándose y alzando la cabeza co?i altivez.) Atrás, infames!... Fel. O firmas , ó muere ese hombre. PINTO: 1S6I>.—lmp. do G Alharabra, calle d« las Monjas , núm 8v