Obras Poéticas
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OBRAS POÉTICAS DE DON SEGUNDA EDICION CORREGIDA Y ADMENTADA. 5ÏÏ3SSIÎQ®. IMPRESAS POR EL EDITOR, Valle de lo» Rebelde» núm. 2. 1SB®. M IAS MAMMAS ©!OTBIOT)A3 EN ESTE VOLUMEN. Páginas. Prólogo................................................................................ F SBl·iuuu. El porvenir............................................................. 1 A Amira.................................................. 3 A una rosa marchita................................ δ La felicidad .................................. 7 La vuelta del desterrado............................. 10 La risa de la beldad ................. ......................... 13 A mi amada llorando ............................. 15 La despedida........................ ............ 17 A un amigo en mi ausencia................................................. 19 Los recuerdos.................................. ................................................. 20 La soledad. [Traducción do La-Martine}............................ 22 Invocación. [Idem]................ .............. ............... 25 El veterano........... .............................................................. 27 Brindando â las mexicanas el 16 de Septiembre de 1837. 30 A la juventud zacatecana ............... ........................ 31 El soldado de la libertad...................... .................................. .... 33 El sueño del tirano................................ 37 A en sus dia9 .................... ,.,t 4i A la señ rila Doña Maria délos A. Z. G.............. 43 A la señora Marieta Albini............... .............. .. 44 .4 Hidalgo............... ................ 48 Himno patriótico................... 49 —422 Páginas. Poesías escritas en los aniversarios del Sr. D. Francisco rci a *****^VV~. r V V * "Wr*...i...»aa Una memoria,.......................................................................... 53 Brindis en un baile......................... ,.......... 56 Brindando Λ unas señoritas .................................. .. 58 Adela. [Romance]............... ............................................... _ 59 l^ia»táhoa¿. El Torneo [drama en cuatro actos]......................... 75 A ninguna de las tres [comedia en dos actos]..................... 155 Ana Bolena [drama en cinco actos]...... 235 'Herman, ó la vuelta del Cruzado [drama en tres actos].. 325 ^5jtén<lvce· De mi amor A Delia......................................................... ... 399 4 Delia................................................................................... 401 A la misma............... ............................................ ... 402 El sueño ....................................... 403 El porvenir ....................................... 405 El amor en la campaña.........................................4θ6 Mi tristeza.............. ¿........................ ................... .. 409 Súplica A mi amada.................... ..........410 Ea primavera.............................. ..............................................414 El invierno.............................. ....................... ............................ 417 Ea caída del sol..........................................................................418 r&óioeo· La literatura de México ha seguido, como era natu ral, la misma suerte que la literatura española: sus pri meros arranques prometieron mucho mas de lo que iué deepues. En los reinados de los Felipes II, III y IV, se la ve anunciarse brillante y lozana. Cuando las prensas de Europa reproducían á porfia las obras inmortales de Garcilaso, de Herrera, de Luis de Leon y de tantos otros poetas y humanistas distinguidos; cuando en los teatros de Madrid resonaban con aplauso las comedias de Lope, de Calderón y de Moreto; cuando las Universidades de la Madre Patria estaban llenas de teólogos, de juristas y de políglotos, también en México se abrían escuelas pú blicas para enseñar las lenguas sabias y las ciencias: los franciscanos daban á luz gramáticas griegas y hebreas para el uso de nuestros colegios (cosa hoy desconocida); reducían á formas gramaticales los idiomas indígenas, y enseñaban á los antiguos moradores de este suelo las artes útiles. Se crearon en un momento la agricultura, 2 —Vi la minería, la industria y el comercio. Los primeros vi- reyes, hombres letrados y de grandes conocimientos, fa vorecen con empeño los estudios. Se escribe en los claustros la historia antigua de México: algunos de los mismos indígenas se entregan con ardor á esos trabajos: el Dr. Hernandez forma una historia natural de es tas nuevas regiones, y todo anuncia grandes esperanzas para lo venidero. Las bellas letras corresponden â este movimiento. Martin Cortes llora la muerte de su padre, el conquistador, en un bien sentido epitafio, compuesto para colocarlo en su sepulcro. Bernardo Valbuena, na tural de la Mancha, pero educado en México, donde hi zo sus estudios, escribe en ella sus principales obras. Die go Mejía traduce en las costas de Acapulco las Heroi- das de Ovidio, poniéndolas en tercetos castellanos: D. Juan Ruiz de Alarcon enriquece el teatro español con sus bien ideadas y mejor escritas comedias; y Mateo Aleman, autor del Guzman de Alfarache, viene á dar aquí á luz sus últimos escritos. Otros ensayos y otras obras debieron publicarse en aquella época, que se per dieron acaso por la incuria y abandono de los tiempos posteriores. Con la decadencia de la monarquía decayeron las le tras en España, y decayeron también en América. A los trabajos históricos de D. Antonio de Solis, respon dieron las indagaciones del mismo género de D. Carlos de Sigüenza y Góngora; y á sus postreros acentos poéti* eos, los versos de la célebre poetisa Sor Juana Ines de la Cruz; muger insigne y verdaderamente portentosa, que â haber vivido en otra edad y en otro teatro, ha bría llenado el mundo con su fama. Cayó después la poesía en una postración absoluta. Se imprimían en España loe insulsos equívocos del se* —VII— gando Maestro Leon (harto distinto del primero) y se celebraban y aplaudían los estravagantes versos de Bal tasar Gracian, al paso que en México no saban à luz mas que miserables composiciones para celebrar las ju ras de Felipe V y Luis I. Así permanecieron las letras basta los reinados de Gárlos III y Carlos IV, El impulso dado en España por los ilustres escritores de aquella época, se hizo sentir aquí. Melendez restauraba con lustre la poesía caste llana, y las armoniosas vibraciones de su lira eran re petidas por los poetas mexicanos. Llenos están los pe riódicos de aquella época de imitaciones mas ó ménos fe lices de tan precioso modelo. Sin embargo, calcadas casi todas sobre el gusto pastoril, son en lo general mo nótonas, y ofrecen poca variedad y poca animación.— Son tímidas, y casi nunca presentan aquellas imágenes vi vas, aquellas espresiones ardientes, hijas de una fuerte pa sión. Pinturas descoloridas de la aurora, quejas lángui das entre pastores y pastoras, zelos supuestos y tibias declaraciones, es lo que se halla por lo común en la poe sía de aquel tiempo, con algunas escepciones. En este estado apareció el P. Fr. Manuel Navarrete, dotado de una fecunda vena, de una alma sensible, de una melancolía tierna, de una cándida facilidad y de una sencillez de espresion que enagena. Pocos han te nido tantas prendas de poeta como él; y si hubiera poseí do otra educación literaria, disfrutado de mejores mode los, ó vivido en una sociedad mas culta, brillara entre los mas aventajados ingenios de la poesía castellana. El Pa dre Navarrete hará siempre época en el Parnaso nues tro, ya se atienda á la cabdad y mérito de sus versos, ya al tiempo en que floreció, ya al influjo que ha ejercido en su patria. -VIII- La poesía española, llena entónces de canciones y ana creónticas, empezó á cansarse de ellas, y à tratar asun tos mas elevados. Las maravillas de la naturaleza, los combates interiores de una alma que lucha â su solas entre las pasiones y el deber, las bellezas de las nobles artes, eran asuntos en que ejercitaba Melendez su ele vado numen. Este ejemplo halló aquí seguidores: em pezáronse á hacer imitaciones del Metastasio y otros poetas italianos; fueron leídos los inmortales autores fran ceses del siglo de Luis XIV, y se supo que ecsistian en Inglaterra hombres tan grandes como Milton, Pope y Young. La poesía inglesa, llena de fuerza y de origi nalidad, empezó á ser conocida: las traducciones que de ella corrían, aunque lánguidas á veces y difusas, todavía dejaban entrever las preciosas dotes y altas cualidades que las adornaban en su origen. El Young inspiró á nuestro Navarrete su bella entrada al Poema de la Pu rísima Concepcion; y sus sentimentales Ratos tristes, obrallena de afectos y de melancolía, será siempre digna de un lugar distinguido en el Parnaso mexicano. Con mayor caudal de conocimientos, con una lectura mas estensa y un estudio mas prolijo de los antiguos clásicos castellanos, empezó entónces á darse A conocer D. Francisco Manuel Sanchez de Tagle, humanista dis tinguido y poeta elevado, que á no mirar los versos co mo una mera distracción de asuntos mas BÓrios, y á haber dado á esta dulce ocupación mas importancia, habría arrebatado, como decía Heredia, la lira de la mano al divino Herrera, y cantado temas dignos del estro subli me de que se hallaba poseído. La lucha de insurrección puso término á estos precio sos trabajos. Callaron las Musas con el estruendo de las armas, y no se habló mas que de proclamas, manifies- -IX- tos, relaciones de batallas, y noticias, siempre siniestras, de atrocidades y desórdenes, cometidos à