PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES INSTITUTO DE SOCIOLOGÍA

POPULISMO LATINOAMERICANO:

ENSAYO DE SOCIOLOGÍA COMPARDA

Los casos de Argentina y Chile

POR

MARIO EDUARDO POBLETE VÁSQUEZ

Tesis presentada al Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, para optar al Grado de Magíster en Sociología.

Profesor Guía: Eduardo Valenzuela C.

Enero 2006 , Chile ©2006 Mario Eduardo Poblete Vásquez A mi familia, María Paz y mis perros.

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Agradecimientos

En primer término, debo expresar mi reconocimiento al profesor Eduardo Valenzuela por su función como guía y disposición constante en atender mis inquietudes. Gracias a sus comentarios, siempre valiosos, logró clarificar mi observación e interpretación de aquellas aristas más obtusas de mi análisis.

También mi agradecimiento se dirige al profesor Alfredo Rehren, con él pude conocer e incorporar en mi análisis temáticas de la politología y del análisis político específico del caso Latinoamericano. Nuestras conversaciones siempre fueron clarificadoras, además de la notable disposición que tuvo al leer mis primeros borradores referentes al tema del Populismo.

Finalmente, mi especial reconocimiento se lo debo al profesor y amigo Fernando Molina Vallejos, por nuestras conversaciones, sus comentarios y buena disposición a leer mis manuscritos. Dicha contribución fue importantísima tanto para la realización de este trabajo como en mi formación académica y humana.

Esta demás decir que los errores son atribuibles solamente al autor y no se extienden en medida alguna a las personas nombradas en esta página.

Mario Poblete Vásquez.

Santiago, Enero de 2006.

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ÍNDICE DE CONTENIDO

Dedicatoria ...... ii Agradecimientos ...... iii Índice de Contenido ...... iv Índice de Tablas y Esquemas ...... vi Resumen ...... x

INTRODUCCIÓN. PARADIGMAS DEL POPULISMO ...... 1

CAPÍTULO 1. POPULISMO LATINOAMERINCANO EN PERSPECTIVA COMPARADA ...... 7 1.1 Algunas Concepciones sobre el Populismo ...... 8 Di Tella: Elites, Efecto Demostración y Revolución de las Expectativas; Germani: Nacional Populismo, Movilización e Integración; Ianni: Populismo y Estado Latinoamericano; Laclua: El Populismo como Ideología y Articulación Ideológica; Touraine: Políticas Nacional Populares; El Populismo y las políticas macroeconómicas. 1.2 Definición del Populismo Latinoamericano ………...... 27 1.3 Definición Histórica del Populismo Político Latinoamericano ...... 29 Actores Sociales Relevantes; Sistema de Partidos Políticos; El Estado. 1.4 Definición Histórica del Populismo Económico Latinoamericano ...... 35 “Crecimiento hacia adentro”: Industrialización con Sustitución de Importaciones; La Inflación; El Gasto. 1.5 Condicionantes del Populismo Político Latinoamericano ...... 40 Actores Sociales Relevantes; El Sistema de Partidos Políticos Previo; Crisis del Estado Oligárquico. 1.6 Condicionantes del Populismo Económico Latinoamericano ...... 46 El Proletariado Urbano; Capital Extranjero e Industrialización Previa; Crisis del Modelo Económica de Exportación Primaria. 1.7 Ejes Relevantes para el Análisis Comparado del Populismo Latinoamericano ...... 49 1.8 Metodología del Análisis Comparado …………………………………………………… 51

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CAPÍTULO 2. POPULISMO POLÍTICO: ACTORES Y PARTIDOS ...... 55 2.1 La Iglesia Católica y el Populismo Político Latinoamericano ...... 55 Argentina; Chile; Conclusión. 2.2 Movimientos Obreros: Entre el Estado y los Partidos ...... 67 Chile; Argentina; Conclusión. 2.3 Bastiones Oligárquicos y Populismo Latinoamericano ...... 86 Chile; Argentina. 2.4 La Institucionalización del Sistema de Partidos Políticos ...... 91 Primer Criterio de Institucionalización; Chile; Argentina; Conclusión; Segundo Criterio de Institucionalización; Chile; Argentina; Conclusión; Tercer Criterio de Institucionalización; Chile; Argentina; Conclusión.

CAPÍTULO 3. POPULISMO ECONÓMICO ...... 125 3.1. Grado de desarrollo del Proletariado Urbano ...... 125 Argentina, Chile, Conclusión y Niveles Inmigración. 3.2 Grado de desarrollo de la Industria y Existencia de Capital Extranjero en la Economía Nacional ...... 135 Argentina; Chile; Comentarios Finales. 3.3 Del Modelo de Exportaciones Primarias a la búsqueda de la Industrialización con Sustitución de Importaciones ...... 146 Chile; Argentina; Conclusión. 3.4 La Inflación y el Gasto ...... 161

CONCLUSIÓN ...... 170

APÉNDICE: ESTADO POPULISTA Y DIFERENCIACIÓN FUNCIONAL DEL SISTEMA POLÍTICO LATINOAMERICANO ...... 175

BIBLIOGRAFÍA ...... 183

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ÍNDICE DE TABLAS Y ESQUEMAS

Esquema 1.7.1: Variables para la comparación del Populismo Latinoamericano …...... 51

Esquema 1.8.1: Tipos de Métodos Comparados ...... 52

Tabla 1.8.2: Método de Historia Comparada de Casos Contrastantes para Chile y Argentina …...... 54

Tabla 2.1.1: Porcentaje de Votación Demócrata Cristiana en elecciones posteriores al 2º Gob. de Perón.... 60

Tabla 2.1.2: Elección Política y Práctica Religiosa de los Católicos en Santiago de Chile, Agosto de 1964.. 64

Tabla 2.1.3: Elección Política y Práctica Religiosa de los Católicos en Santiago de Chile, año 1970...... 66

Tabla 2.2.1: Porcentaje de Votación en Elecciones del Congreso en Chile: 1937 – 1947 ...... 73

Tabla 2.2.2: Número de miembros de Sindicatos Urbanos en Chile: 1932 – 1973 ...... 74

Tabla 2.2.3: Número de miembros de Sindicatos Industriales (Obreros) en Chile: 1932 – 1970 ...... 76

Tabla 2.2.4: Número de Sindicatos Industriales (Obreros) en Chile: 1932 – 1970 ...... 76

Tabla 2.2.5: Porcentaje de Votación en tres Elecciones del Congreso, durante la década del 60 en Chile... 78

Esquema 2.2.6: El Sindicalismo Argentino: 1890 – 1943 ...... 83

Tabla 2.2.8: Total de Trabajadores Sindicalizados en Argentina: 1936 – 1954 ...... 84

Tabla 2.2.9: Promedio Anual de Movimientos Huelguistas en Argentina y Chile: 1905 – 1939 ...... 86

Tabla 2.3.1: Participación Electoral en Elecciones del Congreso en Chile: 1864 – 1973 ...... 89

Tabla 2.3.2: Participación Electoral en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983 ...... 90

Esquema 2.4.1: Índice de Volatilidad Electoral ...... 92

Tabla 2.4.2: Porcentajes de Votación en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973 ...... 94

Tabla 2.4.3: Volatilidad Electoral (VE) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973 ...... 95

Tabla 2.4.4: Volatilidad Electoral Entre Bloques (VEB) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973. 97

Tabla 2.4.5: VE, VEB y VIB (Volatilidad IntraBloque) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973.... 99

Tabla 2.4.6: Resultados de las Elecciones Presidenciales en Argentina y Resultados en los Colegios Electorales: 1916 – 1983 ...... 100

Tabla 2.4.7: Porcentaje de Votaciones en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983 ...... 101

Tabla 2.4.8: Volatilidad Electoral (VE) en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983 ...... 102

vi

Tabla 2.4.9: Volatilidad Electoral entre Bloques (VEB) en Elec. Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.. 104

Tabla 2.4.10: VE, VEB y VIB (Volatilidad Electoral IntraBloque) en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983 ...... 105

Tabla 2.4.11: Porcentaje de Votación en Elecciones Presidenciales en Chile: 1925 – 1970 ...... 108

Tabla 2.4.12: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y del Congreso de años cercanos en Chile: 1931 – 1973 ...... 109

Tabla 2.4.13: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y de Gobernador de años cercanos en la Provincia de Entre Ríos, Argentina: 1931 – 1973 ...... 112

Tabla 2.4.14: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y de Gobernador de años cercanos en la Provincia de Santiago del Estero, Argentina: 1931 – 1973 ...... 113

Tabla 2.4.15: Gobiernos de Facto y Gobiernos Interrumpidos en Chile y Argentina: 1920 – 1989 ……...... 123

Tabla 3.1.1: Fuerza de Trabajo por sectores (Agricultura, Industria y Minería) en Argentina: 1900 – 1961... 126

Tabla 3.1.2: Índice del Salario Industrial y su Variación Porcentual anual en Argentina: 1939 – 1962...... 127

Tabla 3.1.3: Fuerza de Trabajo por sectores (Agricultura, Industria y Minería) en Chile: 1915 – 1980...... 128

Tabla 3.1.4: Índice del Salario Real (remuneraciones del trabajo) y Variación Porcentual Anual del Salario en Chile: 1920 – 1980 ...... 129

Tabla 3.1.5: Índice del Salario Industrial y su Variación Porcentual en Chile: 1920 – 1980 ...... 130

Tabla 3.1.6: Población Total y extranjera en Argentina, censos de 1869, 1895 y 1914 …………...... 131

Tabla 3.1.7: Población Total y Extranjera en Chile, censos de 1865, 1895 y 1920 …...... 131

Tabla 3.1.8: Población Nacional y Extranjera en la Capital Federal y las Provincias de Buenos Aires y Santa Fe, censos de 1869, 1895 y 1914 ...... 132

Tabla 3.1.9: Profesión y Oficio de los Inmigrantes de Ultramar, Argentina (2ª y 3ª clase): 1904 – 1912...... 133

Tabla 3.1.10: Población Extranjera de algunas Provincias de Chile, censos 1865, 1895 y 1920 ...... 134

Tabla 3.1.11: Población Extranjera según Actividad Económica en Chile: 1930 ...... 134

Tabla 3.2.1: Tasa de Crecimiento de la Industria Argentina: 1875 – 1990 ...... 136

Tabla 3.2.2: Producción Industrial respecto del PIB en Argentina: 1900 – 1990 ...... 136

Tabla 3.2.3: Porcentaje de Producción Industrial por Sectores en Argentina: 1914 – 1994 ...... 137

Tabla 3.2.4: Inversión Extranjera Privada en Argentina: 1900 – 1957 ...... 137

Tabla 3.2.5: Inversión Extranjera como Porcentaje del PIB en Argentina (Prom. anuales): 1900 – 1962 ...... 138

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Tabla 3.2.6: Estimación de las Inversiones de Capital Extranjero en Argentina: 1910 – 1931 ...... 138

Tabla 3.2.7: Crecimiento del Agro, Industria y Minería en Chile: 1915 – 1979 ...... 140

Tabla 3.2.8: Producción Agrícola, Industrial y Minera respecto del PIB en Chile: 1915 – 1979 ...... 140

Tabla 3.2.9: Porcentaje de Producción Industrial por Sectores en Chile: 1914 – 1964 ...... 141

Tabla 3.2.10: Porcentaje de Propiedad Industrial por Origen en Chile: 1914 – 1925 ...... 142

Tabla 3.2.11: Inversión extranjera según países en Chile: 1954 – 1970; 1974 – 1984 ...... 142

Tabla 3.2.12: Cantidad de Inversión Extranjera en Chile: 1954 – 1979 ...... 142

Tabla 3.2.13: Porcentaje de Inversión Internada según Sector Económico en Chile: 1958 – 1970 ...... 143

Tabla 3.2.14: PIB Total y por Habitante en Argentina y Chile: 1875, 1890, 1900, 1915 – 1989 ...... 144

Tabla 3.2.15: PIB Total y Sectorial (Industria) en Argentina y Chile: 1915 – 1979 ...... 145

Tabla 3.3.1: Composición del Valor de las Exportaciones en Chile: 1940 – 1973 ...... 148

Tabla 3.3.2: Porcentaje de Exportaciones como Fracción del Producto en Argentina y Chile: 1875, 1890, 1900, 1915 – 1974 ...... 149

Tabla 3.3.3: Porcentaje de Exportaciones de Materias Primas en Argentina y Chile: 1945 – 1947, 1958 – 1960, 1964 – 1965 ...... 150

Tabla 3.3.4: Composición del Valor de las Importaciones en Chile: 1928 – 1974 ...... 151

Tabla 3.3.5: Balanza de Pagos en Cuenta Corriente en Chile: 1950 – 1977 ...... 152

Tabla 3.3.6: Índices de Precios (Export. e Import.) y Términos del Intercambio en Chile: 1950 – 1977...... 153

Tabla 3.3.7: Ingreso y Gasto Fiscal en Chile: 1965 – 1975 ...... 154

Tabla 3.3.8: Déficit Fiscal en Chile: 1915 – 1974 ...... 155

Tabla 3.3.9: Composición del Valor de las Exportaciones Agrícolas en Argentina: 1939 – 1973 ...... 156

Tabla 3.3.10: Composición de las Importaciones en Argentina (Porcentajes): 1935 – 1963 ...... 157

Tabla 3.3.11: Balanza de Pagos en Cuenta Corriente en Argentina: 1950 – 1977 ...... 158

Tabla 3.3.12: Índices de Precios y Términos del Intercambio en Argentina: 1950 – 1977 ...... 159

Tabla 3.3.13: Ingresos y Gastos del Sector Público en Argentina: 1950 – 1963 ...... 160

Tabla 3.4.1: Tasa de Inflación en períodos de cinco años para Chille y Argentina: 1915 – 1989 ...... 163

Tabla 3.4.2: Tasa de Inflación según períodos de gobierno para Chile: 1915 – 1989 ...... 163

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Tabla 3.4.3: Tasa de Inflación según períodos de gobiernos para Argentina: 1916 – 1989 ...... 164

Tabla 3.4.4: Gasto Fiscal y su Variación Porcentual en Chile: 1940 – 1975 ...... 166

Tabla 3.4.5: Gasto Social y Fiscal como porcentaje del PIB en Chile: 1970 – 1979 ...... 166

Tabla 3.4.6: Gasto Fiscal y su Variación Porcentual en Argentina: 1950 – 1963 ...... 167

Tabla 3.4.7: Gasto Fiscal como Porcentaje del PIB en Argentina: 1940 – 1961 ...... 168

Tabla 4.1: Población Urbana y Rural en Chile: 1952 – 1982 …………………………………………... 173

Tabla 4.2: Población Urbana y Rural en Argentina: 1947 – 1980 …………………………………………... 173

Esquema 5: Modelo del Sistema Político del Estado de Bienestar y del Estado Populista ...... 178

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RESUMEN

La siguiente investigación tiene como objetivo describir y explicar la complejidad del Populismo Latinoamericano. En primer término, se pretende diferenciarlo de fenómenos denominados y clasificados de la misma forma. Una vez logrado esto, se buscará evidenciar la singularidad histórica del Populismo Latinoamericano en base a la institución esencial que lo caracteriza: El Estado. Efectivamente, el Populismo en Latinoamérica se define históricamente en base a un tipo particular de Estado, que se erige de forma tal que desde su posición jerárquica organiza y coordina diferentes ámbitos sociales. Esta noción es lo que se ha definido como Corporativismo Estatal. A su vez, solamente en Latinoamérica el Populismo alcanza, hacia mediados del siglo XX, posiciones estatales. Pero, además del Estado, diferentes ámbitos propios del sistema político, así como del económico, adquieren formas de estructuración históricas que son las que complementan la caracterización del Populismo Latinoamericano. Es de esperar que en el marco de un Estado Populista, que modela la sociedad desde su posición jerárquica, la economía se centre en el gasto, base su estructura en la industruliazación sustitutiva, los actores sociopolíticos se caractericen por su alta heteronomía y los partidos políticos por una pobre institucionalización. Bajo esta definición histórica del Populismo Latinoamericano de mediados del siglo XX, que se extremiza hacia el ideal, se buscará comparar casos contrastantes históricamente, a lo largo de los tres primeros cuartos del siglo XX. Los casos elegidos son específicamente dos: Chile y Argentina. En la comparación se distinguirá entre factores económicos y políticos, como también entre factores que funcionan como condicionantes del Populismo (diversas dimensiones que conspiran para su surgimiento) y aquellos que caracterizan históricamente al fenómeno. Desde estos dos ejes, se pretende abarcar empíricamente el fenómeno desde la perspectiva metodológica del análisis histórico-comparado.

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INTRODUCCIÓN PARADIGMAS DEL POPULISMO

Los fenómenos definidos como populistas en diferentes regiones y épocas es abundante y, a su vez, los intelectuales se han esforzado por clasificar en categorías similares a fenómenos que distan mucho de serlo. Por ejemplo, se ha denominado Populismo a las experiencias rusas (narodniki) y norteamericanas (farmers) de finales del siglo XIX, al igual que al Populismo Latinoamericano de mediados del siglo XX (como Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil o Cárdenas en México). También, posteriormente, ha surgido la denominación de “neopopulismos”, al referirse a fenómenos políticos en algunas naciones latinoamericanas bajo las figuras de Fujimori en Perú, Color de Melo en Brasil o Menem en Argentina, junto con los casos europeos de la década del 90, como son los de Pim Fortuyn en los Países Bajos, Jorg Haider en Austria o Le Pen en Francia, entre otros, que, lejos de ser populistas, son más bien movimientos ultraderechistas con matices xenófobos. Ahora bien, ¿qué directriz central comparten los fenómenos mencionados? Sólo un juicio preliminar argumentaría a favor de una probable similitud. Como el objeto de estudio es lo que se ha denominado Populismo Latinoamericano, corresponde diferenciarlo de aquellos fenómenos anteriores definidos como Populismo. Así pues, existe una diferencia clara de estos fenómenos respecto del Populismo Latinoamericano. Los primeros se presentan solamente como movimientos de presión o protesta (contra el establishment) y sin una existencia macro en la sociedad. Además estos movimientos denominados populistas, generalmente, no tienen un programa político comprensivo y concreto, a diferencia de los fenómenos populistas latinoamericanos. Surgen del sentimiento de amenaza respecto de las consecuencias del progreso y la modernidad:

«Los populistas ven amenazado el bienestar de la “gente simple” (sin definir específicamente este concepto) por las grandes organizaciones y

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 1

corporaciones de la economía y de la política, en fábricas, grandes bancos, agrupaciones industriales y trust, en las burocracias estatales y privadas, los aparatos de partidos, los parlamentos y otros agentes intermedios entre pueblo y gobierno».1

Por ello que los populismos ruso como norteamericano poseen la imagen idílica de rescate del pasado y la tradición:

«[…] el ideal populista es el pequeño asentamiento comunitario o de familia, sea la granja familiar americana, el pequeño rancho o diferentes tipos de cooperativa semejante al mir ruso, al ejido mexicano o a la comuna popular china».2

El populismo norteamericano o “democracia agraria” nace como protesta a las formas de organización política y económica que adquiere el país hacia finales del siglo XIX. Este movimiento exigía el renacimiento de los antiguos ideales democráticos, en el sentido de Jefferson y Jackson. Si bien este movimiento no tenía un plan claro de gobernancia, si perseguía objetivos dispersos como:

«[…] la elección directa de los senadores, las primarias, el sufragio femenino, el “recall”, la posibilidad de destituir a los funcionarios en pleno período de elección, iniciativa y referéndum popular y el impuesto progresivo sobre la renta».3

El partido que buscó dichos objetivos, el “Populist Party”, llegó a ser la tercera fuerza política frente a los Republicanos y Demócratas, sin embargo, una vez que los partidos tradicionales incluyeron dentro de sus programas dichas políticas, el “populismo” empezó a desaparecer.

1 Phule, Hans Jürgen (1987): “Populismo en América Latina”, en Revista de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, volumen IX, pág. 88. 2 Ibíd. pág. 89. 3 Ibíd. pág. 91.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 2

Los populistas rusos o narodniki4 fueron un movimiento de intelectuales que pretendían rescatar los valores campesinos de la sencilla vida agraria y tradicional, en contraposición a las transformaciones provocadas por el capitalismo en Rusia en el último cuarto del siglo XIX. Pero se diferenciaban de los norteamericanos debido a que: «Su figura ideal no era el pequeño productor capitalista, sino el campesino ruso tradicional. No se citaba a Jefferson, sino a Rousseau, Herder y Adam Muller, los padres de la ideología agraria del romanticismo en Europa».5 El Populismo en América Latina dista considerablemente de los fenómenos mencionados. No son levantamientos contra el progreso, sino una forma de progreso y desarrollo con políticas claramente definidas, que involucra a toda la sociedad (gran parte de sus estratos) y no sólo a un sector en función del resentimiento contra el establishment. El Populismo Latinoamericano es también un fenómeno eminentemente urbano y no agrario, como si es el caso de los narodniki y farmers. Con el objeto de comenzar a sistematizar la singularidad del fenómeno del Populismo Latinoamericano se han elegido las dimensiones que utiliza Michael Coniff: urbano, “multiclasista”, electoral expansivo, “popular” y liderado por una figura carismática, sin embargo, aún no le entregan completa claridad analítica al Populismo Latinoamericano. En primer lugar, se trata de un fenómeno ubicado en los grandes centros urbanos, surgiendo como reacción contra el régimen tradicional terrateniente anterior: «Instead it reacted against the forms of governance, social relation, economic organization and culture which came to prevail in the big cities».6 Aún así, el A.P.R.A. (Alianza Popular Revolucionaria Americana) en el Perú ha sido definido como un movimiento político populista de connotación rural, sin embargo, ha basado su apoyo en ciertos sectores urbanos y de estudiantes organizados. El sustrato “rural” surge sólo en su ideología, ya

4 Al respecto de concepto de narodniki (populista) o narodnichestvo (populismo) y su diametral contraposición con la noción del Populismo Latinoamericano de mediados del siglo XX ver: Ulianova, Olga (2003): “Experiencias Populistas en Rusia”, en Revista de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, volumen XXIII, n°1, págs. 159-174. En este artículo además se hace referencia a otros fenómenos más contemporáneos denominados de igual forma como populistas. 5 Ibíd. pág. 93. 6 Conniff, Michael (1982): “Toward a comparative definition of populism”, en Latin American Populism in Comparative Perspective, Michael Conniff Ed., Albuquerque, Univ. of New Mexico Press, pág. 14.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 3

que este movimiento aspira a un “campesinado politizado”, lo que se conoce como el movimiento pro-indígena o indigenismo.7 Por otro lado está el caso mexicano, donde también sucedió que los movimientos rurales de Villa o Zapata, los cuales fueron la fuerza que impulsó la revolución mexicana, no tuvieron participación alguna en el gobierno formado posteriormente. El Populismo a juicio de Conniff es “multiclase”, dicho de otra manera: una alianza entre diferentes grupos o estratos sociales. Esto se entiende en dos sentidos: primero, que es un movimiento de masas “amorfas” y no un movimiento de clases en los que se identifique clase con acción: «Typically the mass included urban workers, the petit bourgeoise, the economically inactive, rural migrants and even such “nonaligned” groups of students, intellectuals and foot soldiers».8 Segundo, no existe una única clase hegemónica en este aglutinamiento.9 El Populismo fue un movimiento principalmente electoral en su etapa más avanzada, produciéndose crecientes ensanchamientos del electorado en gran parte de los países latinoamericanos. A diferencia de otros fenómenos en que los seguidores del líder son individuos que no votan (caudillismo).10 El Populismo se define culturalmente como “popular”. Por ejemplo, en países como México y los Andinos se forma una fuerte apelación hacia la cultura indígena. Según Conniff, el revivir antiguas formas folklóricas del pasado provoca la utilización de comportamientos tradicionales de participación política, produciéndose una apelación directa entre el líder y los seguidores.11 Por ello, las formas populistas de política exceden los canales institucionalizados de participación, y las masas se movilizan en apelación directa al líder. En aquellos casos en que las masas no pueden participar de elecciones políticas, si pueden participar mediante formas heredadas de tiempos de la colonia, llevadas al contexto de la gran ciudad.

7 Al respecto: Ibíd. pág. 13. 8 Ibíd. pág. 14 9 Al respecto: Ibíd. pág. 16. 10 Al respecto: Ibíd. págs. 16-20. 11 Al respecto: Ibíd. págs. 20-21.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 4

Otro de los atributos del Populismo es que requiere la existencia de un líder carismático en la cual basar la dominación y el apoyo de sus seguidores. Este dominio del líder carismático es esencialmente inestable, pero con posibilidades de institucionalizarse. Por otro lado el Populismo puede ser democrático y autoritario, pero si se pone atención al proceso político y no a las formas particulares de expresión carismática, el Populismo es anti-autoritario, debido a que requiere de una expansión electoral para poder legitimarse.12 Claramente estas dimensiones responden sólo a una parte de las características del Populismo, pero en ninguna medida dan cuenta de la particularidad que adquiere el fenómeno en Latinoamérica. Aún el concepto se encuentra en un nivel de generalidad que opaca el análisis. En efecto, las razones porque Conniff aún no logra conocer la particularidad latinoamericana se refieren a que ha centrado la atención en los populismos en sentido amplio, es decir, considerado como populismos tanto a discurso o semántica populista, en otras palabras, ideología populista, con los movimientos políticos populistas y los populismos en cuanto forma de Estado organizador de la sociedad. Una distinción similar a ésta es propuesta por Paul Drake que distingue entre: los movimientos, las políticas y los gobiernos populistas.13 De igual manera Alain Touraine reconoce que los populismos en Latinoamérica pueden clasificarse según las formas que adquieran, en este sentido estos pueden ser: movimientos, partidos o estados populistas.14 Considerando las distinciones anteriores, la singularidad del Populismo Latinoamericano la entrega la noción de Estado. En efecto, sólo en Latinoamérica el Populismo alcanza niveles de gobierno, donde puede llevar a cabo políticas de desarrollo desde el aparato central (Estado) hacia el resto de la Sociedad. Ideología populista es posible de encontrar en todas las formas de Populismo que se han definido a lo largo del mundo; como se presentará más adelante, Laclau expone cómo diversos fenómenos

12 Al respecto: Ibíd. págs. 21-23. 13 Para profundizar sobre la diferencia entre Estado, partidos y movimientos populistas se recomienda revisar: Drake, Paul (1992): “Comentarios al artículo de Robert Kauffman y Bárbara Stallings. El populismo en Perspectiva”, en Macroeconomía del Populismo en la América Latina, Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards Eds., Fondo de Cultura Económica, págs. 47-51. 14 Al respecto: Touraine, Alaine (1978): Actores Sociales y Sistemas Políticos en Latinoamérica, PREALC, Santiago de Chile, págs. 149-159.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 5

políticos pueden ser clasificados como populistas si se atiende a la forma en que se articulan las tradiciones populares a un particular discurso de clase. Por su parte los movimientos y los partidos populistas son posibles de encontrar en gran parte del continente latinoamericano al igual que fuera de él, por lo tanto, ésta tampoco sería la forma históricamente singular en que se desarrolla el Populismo Latinoamericano. Cuando se ingresa la variable Estado al análisis del Populismo, el panorama empírico se acota a los casos latinoamericanos, por lo cual en la medida que las variables presentadas arriba no satisfagan el análisis del Populismo Latinoamericano es necesario redefinir el problema. Además si consideramos que las dimensiones presentadas sólo se refieren a la problemática política del Populismo, se aprecia aún más la extrema parcialidad en que ha sido analizado el asunto. En efecto, una vez que se utiliza como categoría de análisis del Populismo el concepto de Estado (y la particular forma que adquiere en América Latina) se abre la compuerta hacia la dimensión política del Populismo, el modelo económico implementado por los gobiernos populistas, la forma de vincularse con las masas y las consecuencias económicas generalizadas en todo Populismo Latinoamericano.

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CAPITULO 1 POPULISMO LATINOAMERICANO EN PERSPECTIVA COMPARADA

El Populismo lejos de ser un fenómeno de conocimiento y delimitación concensuado ha llevado a elaboraciones analíticas que difieren en mayor o menor medida. A continuación se presentan algunas interpretaciones, para luego definir una concepción tentativa del mismo, adecuada de operacionalizar comparativamente. Las elaboraciones conceptuales en torno al Populismo tienden a diferenciar implícitamente las dimensiones económicas de las políticas. Aunque algunos trabajos relacionan una y otra dimensión, estos tienen como objeto de estudio dimensiones excluyentes la mayor parte de las veces. Por lo tanto, al menos analíticamente, estas dimensiones pueden ser comprendidas como ámbitos distintos en donde el fenómeno del Populismo adquiere distinta forma. Se pueden reconocer las concepciones estructuralistas del Populismo, en los trabajos de Torcuato Di Tella y Gino Germani. Esta perspectiva supone la clásica distinción sociológica entre ‘Comunidad y Sociedad’, centrándose en el Populismo como una etapa intermedia en el paso de un paradigma a otro. Octavio Ianni, también presenta al Populismo históricamente como una etapa intermedia, entre el sistema oligárquico latinoamericano y la sociedad propiamente capitalista y burguesa. En ese sentido Ianni, al igual que Di Tella y Germani, entiende al Populismo como un tránsito social, de una dominación oligárquica de tipo premoderna a una dominación moderna propiamente burguesa. Desde una perspectiva diferente a los autores anteriores, Ernest Laclau analiza el fenómeno del Populismo mediante el análisis ideológico, más adelante se expondrán las distinciones discursivas y arquetípicas en que el Populismo se inserta, sin embargo, en la medida que utiliza distinciones guías extremadamente generalizadas ha tendido a definir como populismos a realidades sociales muy diferentes, lo que lleva crecientemente a desechar categorías de este tipo para definir al Populismo Latinoamericano.

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Alain Touraine posee una interpretación particular del fenómeno, su concepción del Populismo resulta ser una mezcla de varios componentes de tipos políticos, culturales y económicos. Sin embargo, se nota su predilección por analizar el Populismo desde lo que el denomina ‘Políticas Nacional-Populares’, con la ventaja de que al centrar su análisis en las ‘políticas’ y no en los regimenes, ni en la ideología, ni en categorías sociales, facilitaría la operacionalización del fenómeno. Una serie de trabajos desde la economía define singularmente al Populismo. Se observa como central la problemática económica que lleva a la crisis de la balanza de pagos y también políticas derivadas de lo que se ha intentado definir como el modelo ‘macroeconómico populista’. Estos ensayos pretender encontrar una regularidad circular en el Populismo o ‘ciclo populista’, la gran mayoría encuentran el centro del modelo populista en el gasto y despilfarro fiscal, teniendo como consecuencias grandes crisis económicas, hiperinflación, desempleo y pobreza.

1.1 Algunas Concepciones sobre el Populismo

Di Tella: Elites, Efecto Demostración y Revolución de las Expectativas. Torcuato Di Tella sospecha desde un comienzo la dificultad de abordar el tema del Populismo. Gracias a su naturaleza preconceptual y altamente indefinida e indiferenciada, el uso del concepto cae en extrema levedad: «[…] el Populismo tiene también un dejo de improvisación e irresponsabilidad, y no puede considerarse, por su propia naturaleza, ni funcional ni eficiente».15 A pesar de la penumbra inicial que rodea al concepto, el autor de todas formas lo comprende como una categoría de observación social plausible:

«El Populismo puede definirse como un movimiento político que disfruta del respaldo de la masa trabajadora urbana y/o del campesinado, pero que

15 Di Tella, Torcuato (1969): “Populismo y Reforma en América Latina”, en Obstáculos para la Transformación de América Latina, Claudio Véliz Ed., Fondo de Cultura Económica, pág. 51.

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no es resultado del poder organizador de ninguno de los dos sectores. Cuenta también con sectores pertenecientes a las clases trabajadoras, que mantienen una ideología anti-status quo».16

Definición que sin duda no alcanza la complejidad total del fenómeno, sin embargo, entrega características claras para una comprensión inicial. El surgimiento histórico del Populismo en Latinoamérica, a juicio de Di Tella, se relaciona estrechamente con la definición del concepto de ‘efecto demostración’. En este punto se comienza a observar la diferencia ‘Comunidad/Sociedad’ y la comprensión del caso latinoamericano como parte de ese tránsito. Por lo cual el autor se pregunta por qué surge el Populismo en Latinoamérica, que en ese período era un continente empobrecido, por qué no surgió en Europa cuando ésta se encontraba en las mismas etapas de desarrollo. La respuesta propuesta es que: «[…] los países en desarrollo no son sólo pobres en términos absolutos, sino que se encuentran en la periferia de las áreas metropolitanas más ricas, sufren de lo que los economistas llaman efecto demostración».17 La idea tras este planteamiento es que las elites intelectuales de los países en subdesarrollo, al buscar respuestas a sus propias crisis y problemas, inevitablemente miran “hacia el centro” (hacia los focos de atracción del ‘metrópolismo’), llevándolos a imitar sus métodos e historia de desarrollo, efecto que se agudiza cuando se incorporan al mercado mundial. A nivel del resto de los estratos sociales el ‘efecto demostración’ tiene consecuencias similares, principalmente elevando las expectativas del pueblo respecto de lo que pueden obtener en bienestar.

«Los medios de información elevan el nivel de las aspiraciones de su público, especialmente entre las personas instruidas de las ciudades. Esto es lo que ha sido llamado con justicia la revolución de las expectativas en aumento».18

16 Ibíd. pág. 51. 17 Ibíd. pág. 52. 18 Ibíd. p. 52.

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Además, para Di Tella, en América Latina ocurre un fenómeno que es base del Populismo: ‘representación sin imposición’. Consiste básicamente en que:

«[…] los grupos que carecen del suficiente poder de organización o económico demandan una participación tanto en los bienes como en el proceso de decisión de la sociedad; ya no “conocen su lugar”, como hasta hace poco lo conocían los trabajadores europeos. Forman una masa disponible, que da apoyo y que es mayor y con mayores exigencias que cualquiera que Luis Napoleón hubiera podido imaginar».19

Para que emerja el Populismo se debe dar la condición de que existan dos tipos de grupos: los ‘inadaptados’ y ‘masas disponibles’.

«Los inconformes dondequiera que se encuentren, pero principalmente si se encuentran en los países en vías de desarrollo, crearán siempre tensiones políticas o sociales; y más en aquellos países que están actualmente desarrollándose, que en los del período “clásico” de desarrollo europeo. Los grupos inadaptados (cuyo estatus es, en general, superior al promedio), y las masas movilizadas y dispuestas, se complementan. Su situación social es diferente, pero tienen un común odio acrecentado contra el status quo».20

Los elementos necesarios para que se surjan los populismos en Latinoamérica lo constituyen básicamente tres componentes: primero, una elite situada en los niveles medios o medio alto de la estratificación, impregnada de una motivación anti-status quo; segundo, una masa movilizada creada como resultado de la revolución de las expectativas; tercero, una ideología o estado emocional ampliamente difundido para facilitar la comunicación entre dirigentes y seguidores, con el propósito de crear entusiasmo colectivo.

19 Ibíd. p. 53. 20 Ibíd. p. 54.

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Germani: Nacional Populismo, Movilización e Integración. Gino Germani también basa su análisis en la distinción entre Comunidad y Sociedad. Como sería lógico de entender el paso de un lado al otro de la distinción no es automático ni homogéneo. He ahí la primera dificultad en la utilización de dicha distinción para la comprensión social. Sin embargo, en lo que respecta al análisis del Populismo adquiere sentido, siempre y cuando se contraste con un modelo histórico que ya completó la transición a la Sociedad Industrial. El paso se da en los niveles de la acción social correspondientes al tránsito de acciones ‘prescriptivas’ a ‘electivas’, de la ‘institucionalización de lo tradicional’ a la ‘institucionalización del cambio’, y de ‘ámbitos e instituciones crecientemente desdiferenciados’ hacia una ‘creciente diferenciación’ de los mismos, por ‘especialización de los roles’ en estos ámbitos e instituciones.21 Las etapas transicionales de una Sociedad Tradicional a una Sociedad Industrial son pensadas bajo la concepción de ‘asincronía’ que se debe entender como la permanencia simultánea de elementos e instituciones sociales tradicionales con otros modernos. Para Germani esta ‘simbiosis’ entre sociedad tradicional e industrial, que se da en etapas intermedias, adquiere distintas formas. Primero el ya mencionado ‘efecto demostración’ y, segundo, el ‘efecto fusión’ que consiste en que ideologías y actitudes correspondientes a las etapas avanzadas, al ser difundidas y luego interpretadas en un contexto atrasado, como sería el caso latinoamericano, tiende a reforzar y solidificar los rasgos tradicionales.22 Otros conceptos centrales en el análisis de Germani son los de Movilización e Integración. La comprensión de estos conceptos son claves para la teoría sobre el Populismo de este autor. La movilización, a grosso modo, es aquel proceso de deliberación de grupos anteriormente pasivos:

21 Respecto del tránsito que se da a nivel de la acción social se recomienda revisar: Germani, Gino (1971): Política y Sociedad en una época de Transición. De la Sociedad Tradicional a la Sociedad de Masas, Paidós, Buenos Aires, págs. 93-97. 22 Al respecto: Ibíd. Págs. 130-144.

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«[…] corresponde al proceso psicológico a través del cual grupos sumergidos en la “pasividad” correspondiente al patrón normativo tradicional […], adquieren cierta capacidad de comportamiento deliberativo, alcanzan niveles de aspiración distintos por los fijados por ese patrón preexistente y, consiguientemente, en el campo político, llegan a ejercer actividad. Esta obviamente produce participación, intervención en la vida nacional, pero tal intervención puede darse de muy diferentes maneras, desde movimientos de protesta desorganizados hasta explosiones revolucionarias abiertas, desde expresiones religiosas hasta actividad política desarrollada en el seno de los partidos, con el ejercicio del sufragio, etc.».23

Con el quiebre de estos patrones tradicionales, muchos grupos e individuos son liberados de las estructuras sociales prescriptivas y tradicionales, disponiendo de la capacidad de participación política, sin embargo, dicha disponibilidad no se traduce necesariamente en participación política efectiva, y sí esta participación no deviene por canales políticos estructurados se está en presencia de Movilización Primaria. Por su parte la ‘Integración’ se puede definir como la participación que:

«[…] (1) is carried out within institucional channels provided by the ruling political regime (and such intervention is somewath effective, aside from all recognition); (2) is perceived and experienced as legitimate by both the mobilized groups and powerful groups».24

Es pertinente destacar el acento en la actitud de respeto a los canales institucionalizados de participación por parte de los individuos en el caso de la integración, he ahí que la legitimidad no se basa en la norma legal obligada a cumplir, sino:

« […] en ese sentimiento de “legitimidad” que está también englobado, de manera explícita o implícita […] en el cuadro institucional global, es decir, el régimen político por un lado, y por otro, por lo menos ciertos valores básicos que aseguran un mínimo de integración en la estructura social. Está

23 Ibíd. págs. 200-201. 24 Germani, Gino (1978): Authoritarianism, fascism and National Populism, New Brunswick, pág. 107.

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demás decir que se trata de una actitud de legitimidad y no de legitimidad legal».25

La idea central respecto del éxito en el paso de un régimen a otro (entendido como el tránsito pacífico por las diferentes etapas de desarrollo) se debe a la capacidad de los canales institucionalizados para ordenar la participación política, manteniendo las bases del consenso político durante el proceso de movilización de los nuevos grupos. Entonces se produce un aumento de la participación gracias al avance por las etapas de desarrollo social, pero sí dichas estructuras no pueden canalizar las crecientes movilizaciones se está en presencia de una crisis.26 Básicamente este sería el caso del Populismo, es una forma alternativa de participación política que se desprende de la modernización social. Para Germani estos regímenes son resultados de una configuración de factores diferentes a los que se pueden observar en países industrializados en períodos anteriores. El denominado Nacional Populismo rechaza muchos valores de la democracia representativa, como son las libertades civiles, no incorporando a los antiguos estratos marginales de la sociedad. Esta liberación de los patrones tradicionales puede originar una tasa de movilización política que exceda la capacidad de participación legítima. Los canales institucionalizados de participación política que no se formaron en las etapas previas, no existirán o son inadecuados para absorber las nuevas movilizaciones de masas. También la formación del proletariado urbano es muy acelerada y si a esto se le suma una mermada formación de los partidos marxistas o de clases trabajadoras, la opción más real en que podrá desembocar el régimen político es en el Nacional Populismo.27 Para el autor, por lo tanto, la acelerada modernización de ciertos aspectos en Latinoamérica, a diferencia de Europa, explicaría también los procesos de desmovilización (regímenes autoritarios) que se tornan frecuentes en la región. En la perspectiva de Germani se puede apreciar que el Populismo es esencialmente un proceso de desarrollo de crisis, de participación y de mecanismos que canalizan dicha

25 Germani (1971): Política y Sociedad…, pág. 201. 26 Al respecto: Germani (1978): Authoritarianism, fascism…, pág. 108. 27 Al respecto: Ibíd. págs. 102-103.

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participación social. Por tanto el Populismo en Latinoamérica se ha asociado fuertemente al ensanchamiento abrupto de los procesos de participación social en general. Por otro lado, el Populismo corresponde a una de las variables de total participación política entre las cuales también se encuentran la ‘Democracia representativa con total participación’, que corresponde al caso de los países de Europa Occidental principalmente; y el ‘Socialismo autoritario, bajo el dominio de un líder carismático, en un mismo contexto cultural’, que en el caso latinoamericano corresponde a Cuba.28

Ianni: Populismo y Estado Latinoamericano. El trasfondo teórico de este análisis es eminentemente marxista. En efecto, lo que pretende es conocer la reproducción del carácter capitalista de las relaciones de dominación política y apropiación económica, y cómo las nuevas alianzas de clases tienden a oscurecer estas relaciones esenciales. Para Octavio Ianni el Populismo es una fase intermedia en el tipo de dominación oligárquica patrimonial a una dominación propiamente burguesa: «[…] el pacto populista parece un intermezzo, de tipo bonapartista, en la transición de la hegemonía oligárquica a la hegemonía propiamente burguesa, entendida ésta como burguesía de base urbana o industrial».29 Para comprender el surgimiento del Populismo es esencial conocer en qué consiste el Estado Oligárquico y su crisis. Básicamente, en el Estado Oligárquico el gobernante reproducía la imagen del hacendado en dimensiones nacionales, su economía funciona en la forma de los sectores de enclave o segmentos de la economía del país, desfavoreciendo la formación de partidos y sindicatos que no expresen su representación por parte del gobierno.30

28 Al respecto: Ibíd. págs. 98-103. 29 Ianni, Octavio (1984): La formación del Estado Populista en América Latina. Ediciones Era, México, pág. 55. 30 Al respecto: Ibíd. pág. 70-73.

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«En la forma latinoamericana, la oligarquía combina constituciones de inspiración liberal […] con las prácticas y los valores de tipo patrimonial polarizados en torno al cacique, patrón, gamonal, coronel o caudillo. El poder es ejercido por un sistema de caciquismo en el cual la cúspide de la pirámide es ocupada por el gran cacique nacional […] En esa estructura de poder los funcionarios […] se reclutan entre los miembros de partido de gobierno […] aquellos que son solidarios política y económicamente a los gobernantes».31

El sistema oligárquico entra en crisis final debido al colapso del sistema económico mundial, combinado con tensiones sociales y liberando fuerzas políticas, tanto como económicas, que se encontraban bajo control o en segundo plano en la época de la hegemonía de las oligarquías.32 El Estado oligárquico se hace insostenible cuando:

«[…] las nuevas relaciones de clase, surgidas de la urbanización, la migración rural urbana, el desarrollo industrial, el crecimiento del sector servicios, etc., ponen en tela de juicio aquel compromiso, sacando a luz una contradicción profunda. Cuando la estructura de clases se encuentra más desarrollada, contando con sectores medios, de empresarios industriales y obreros, la dominación oligárquica entra en crisis final. En esa ocasión crítica, se hace más agudo el antagonismo entre la sociedad industrial, por una lado, y la economía dependiente, por otro».33

Finalmente, la oligarquía promovió el “desarrollo hacia fuera” que a su vez estimulaba el crecimiento y la diferenciación interna de la sociedad, acelerando la división social del trabajo en torno a actividades urbanas. El desarrollo de las relaciones sociales de producción capitalista, que modifican los rasgos y estructuras de la ciudad, funcionaron luego como base del gobierno populista que albergó todas las pujantes clases sociales. Evidentemente, el desarrollo de la urbanización, que acompañó al proceso de “desarrollo hacia fuera” es clave para comprender el fenómeno del Populismo, sin embargo, como

31 Ibíd. pág. 79. 32 Al respecto: Ibíd. págs. 85-89. 33 Ibíd. pág. 93.

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se expondrá más adelante, la urbanización por sí sola no contribuye al Populismo, ésta debe darse acompañada de diversos factores tanto políticos como económicos. Así pues el Estado Populista se presenta como el centro de poder de fuerzas heterogéneas concertadas para conquistar el gobierno, dicho de otro modo, regímenes que se apoyan en una constelación de fuerzas antagónicas. El Populismo:

«[…] mantiene el carácter policlasista aunque no en todos los niveles del poder. El estado es presentado por las fuerzas que se hallan en el poder como si representase al mismo tiempo, a todas las clases y grupos sociales, pero vistos como “pueblo”, como una colectividad para la cual el nacionalismo desarrollistas pacifica y armoniza los intereses y los ideales. El estado populista es impuesto a la sociedad como si fuera su mejor y único intérprete, sin mediación de los partidos».34

En efecto, esta manera de entender a la sociedad como una colectividad, desdibujando las diferencias sociales, representa la legitimidad en que se basa el régimen populista, siendo ésta una manera de hacer frente a la crisis del Estado Oligárquico y dar solución al surgimiento acelerado de nuevos sectores sociales. En el caso del Estado Populista:

«[…] ocurre que las fuerzas políticas del populismo tienden a conferir al Estado funciones peculiares […] donde una sobrepasa a la otra. Se da preeminencia a la organización sindical vinculada al aparato estatal […] Las organizaciones sindicales no populistas son marginadas e incluso suprimidas. Al mismo tiempo, el gobierno reformula los requisitos funcionales y organizativos del sindicalismo, para mantenerlo dependiente del aparato estatal y limitado a las finalidades de la política populista».35

Este creciente poder del Estado en la modelación de los sindicatos y otros sectores organizados, propios de una sociedad civil, es lo que se ha denominado como Corporativismo. Esto se condice con lo que Ianni denomina ‘Hipertrofia del Aparato

34 Ibíd. pág. 141. 35 Ibíd. pág. 145.

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Estatal’ que ocurre, por ejemplo, en el caso del peronismo en Argentina.36 Según Alfred Stepan este es el caso de un ‘Corporativismo de Inclusión’ en que el Estado comienza a modelar el resto de la sociedad de forma que crea, patrocina y controla organizaciones, en las que se da una creciente incorporación de las masas y de nuevos sectores.37 Dicho de otra manera: «El sindicalismo estatal politiza al proletariado según las directrices y los límites establecidos por el régimen populista».38 El Populismo para Ianni corresponde a una fase del desarrollo de las relaciones de acomodación y antagonismo entre las clases sociales que participan de esta alianza., básicamente porque comprende sectores sociales bastante dispares como son la burguesía y proletariado industriales.39

«En épocas críticas, los elementos burgueses del populismo no admiten continuidad de la política de masas. Es que en esas ocasiones la politización de las masas obreras se desarrolla de modo intenso y generalizado […] Por eso que los sectores burgueses de la política de masas prefieren apoyarse en otros grupos de instrumentos de poder».40

En definitiva el Populismo Latinoamericano está comprometido, para Ianni, con los principios del mercado y del valor de cambio, ya que en situaciones críticas tanto el proletariado como la burguesía tienden a reaglutinarse en sus respectivos sectores y posteriormente a radicalizar sus diferencias. Por otro lado, el Populismo, por ser una etapa transicional envuelve contradicciones y desfases diversos. Este argumento tiene como trasfondo la distinción Sociedad Industrial y Sociedad Tradicional ya presentada, en donde aspectos de una y otra se conciertan bajo la forma de un desfase:

36 Al respecto: Ibíd. pág. 145. 37 Stepan, Alfred (1978): State and Society: Perú in Comparative Perspective, Princeton University Press, págs. 73-80. 38 Ianni (1984): La formación del…, pág. 55. 39 Al respecto: Ibíd. págs. 150-151. 40 Ibíd. pág. 156.

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«Se combinan presente y pasado, el patrón y el empresario […] la industria cultural y la manipulación ideológica por parte de la clase dominante y sus aliados en la clase media se dirigen en ese sentido. […] la propia política de la alianza de clase, que fundamente al populismo, se dirige en esa dirección. Los planos se combinan y se mezclan».41

Laclau: El Populismo como Ideología y Articulación Ideológica. La concepción de Populismo en Laclau se comprende bajo la perspectiva de la ideología y la articulación de ésta en un discurso de clase. Una ideología es tal en cuanto a su forma y no su contenido, y dicha forma ideológica constituye lo que se denomina ‘principio articulatorio específico’. La lucha ideológica únicamente es imposible, para ello es necesario que exista un marco de sentido compartido por todas las fuerzas en lucha.

«Una clase es hegemónica no tanto en cuanto logra imponer una concepción uniforme del mundo al resto de la sociedad, sino en cuanto logra articular diferentes visiones del mundo en forma tal que el antagonismo potencial de las mismas resulte neutralizado».42

La concepción central detrás de Populismo es la de “pueblo”, y es también donde se encuentra la ambigüedad fundamental que rodea al concepto: «[…] pueblo es un concepto que carece de estatus teórico definido; pese a la frecuencia de su uso en el discurso político, su precisión conceptual no va más allá del plano puramente alusivo o metafórico».43 Pero para Laclau, el “pueblo” no es un mero concepto retórico, sino una determinación objetiva. Es uno de los dos polos en la contradicción dominante de toda formación social concreta (discurso de clase). La contradicción ‘pueblo/bloque de poder’ es un antagonismo cuya inteligibilidad no depende de las relaciones de producción, sino del conjunto de las relaciones políticas e ideológicas de dominación constitutivas de una

41 Ibíd. pág. 158. 42 Laclau, Ernest (1986): Política e ideología en la teoría marxista: capitalismo, fascismo, populismo, Siglo XXI Editores, pág. 188. 43 Ibíd. pág. 192.

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formación social determinada. Por ello esta contradicción dominante al nivel de una formación social concreta constituye el campo específico de una lucha de popular- democrática. Y la lucha de clase tiene prioridad sobre la lucha popular-democrática, ya que esta última sólo se da articulada al proyecto propio de clase. Por lo mismo que la ideología popular-democrática pudo ser articulada al liberalismo, puede serlo también al socialismo y a otras ideologías de clases. La “democracia”, para Laclau sólo existe a nivel ideológico bajo la forma de elementos de un discurso, no existiendo un discurso popular-democrático como tal. Por otro lado,

«[…] las “tradiciones populares” constituyen el conjunto de interpelaciones que expresan la contradicción “pueblo / bloque de poder” como distinta de una contradicción de clase. Esto permite explicar dos hechos. En primer término, en tanto las “tradiciones populares” representan la cristalización ideológica de la resistencia a la opresión general, es decir, a la forma misma del Estado, tendrán una perduración mayor que las ideologías de clase y constituirán un marco estructural de referencia más estable que estas últimas. Pero, en segundo término, las tradiciones populares no constituyen discursos coherentes y organizados, sino puramente elementos que existen articulados a discursos de clase».44

Por lo mismo muchas tradiciones populares son evocadas como propias tanto por quienes se ubican en el lado del pueblo o quienes se ubican en el lado del bloque de poder. Ejemplo de ello es Tupac Amaru que es rememorado fuertemente por guerrilleros y por el ejército peruano. Ahora bien,

«[…] lo que transforma a un discurso ideológico en populista es una peculiar forma de articulación de las interpelaciones popular-democráticas al mismo. Nuestra tesis es que el populismo consiste en la presentación de las interpelaciones popular-democráticas como conjunto sistémico- antagónico respecto de la ideología dominante».45

44 Ibíd. págs. 194-195. 45 Ibíd. pág. 201.

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El Populismo comienza en el punto en que los elementos popular-democráticos se presentan como oposición antagónica frente a la ideología del bloque dominante. Nótese que esto no significa que el Populismo sea siempre revolucionario. Por lo que se puede señalar la existencia de dos tipos de Populismo: primero, el Populismo de clase dominante que es cuando el bloque dominante experimenta una crisis profunda a causa de una nueva fracción que intenta imponer su hegemonía y no consigue hacerlo en la estructura existente dentro de dicho bloque de poder. Una de las soluciones puede ser un llamamiento directo a las masas para desarrollar su antagonismo frente al Estado. Segundo, para los sectores dominados, la lucha ideológica consiste en expandir el antagonismo implícito en las interpelaciones democráticas y en articularlo al propio discurso de clase. La lucha de la clase obrera por su hegemonía consiste en lograr el máximo posible de fusión entre ideología popular-democrática e ideología socialista. Para Laclau es posible calificar de populista a Hitler, Mao y Perón, no porque las bases de sus movimientos fueran similares, sino porque en los discursos ideológicos de todos ellos, las interpelaciones populares, aparecen presentadas bajo la forma del antagonismo y no sólo de la simple diferencia. Según lo anterior, lo populista en una ideología es la presencia de interpelaciones popular-democráticas en su antagonismo específico, y el conjunto ideológico (del que el Populismo es sólo un momento) consiste en la articulación de aquel antagonismo de discursos de clase divergentes. Laclau niega que el Populismo sea la estructura necesaria de algún proceso socioeconómico, como planteaba Ianni, y para que surja el Populismo indistintamente se tienen que dar ciertas condiciones particulares. Debe ocurrir una crisis especialmente grave del bloque de poder que lleva a una fracción de éste a intentar establecer su hegemonía a través de la movilización de las masas.

Touraine: Políticas Nacional Populares. La perspectiva de Touraine presenta un balance entre diferentes ámbitos en que el Populismo adquiere forma. En efecto, el Populismo aparece como forma de superar el conflicto de clases, busca el surgimiento económico

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heterónomo y el desarrollo de una ideología nacionalista basada en la idea suprema del pueblo. El Populismo busca superar la exterioridad del poder económico, junto con un tipo de desarrollo que logre la participación e integración de la sociedad ya dualizada por este desarrollo, por lo tanto, rechaza fuertemente las rupturas implicadas en la acumulación capitalista, buscando un control comunitario de los cambios económicos y manteniendo una identidad colectiva a lo largo de estas transformaciones.46 Entonces, se reconocen tres elementos constituyentes del Populismo. Primero, se busca que el progreso en general tenga un carácter nacional, respetando la cultura de cada pueblo en particular. Ello produce una enérgica identificación entre el poder político y el Estado Nación. Segundo, el Populismo tiene un fuerte carácter antielitista o antioligárquico, y también antintelectual, buscando reactivar al pueblo en su esencia y no por su propia iniciativa. Tercero, la noción de pueblo se debe entender como la de una comunidad y no de una clase, ya que el Populismo aparece opuesto a cualquier idea de conflicto social o estructural. Para Touraine el Populismo resulta de una particular combinación entre un tipo de categoría social, una ideología y una forma de Estado, pero no es propiamente ninguna de ellas. Lo que mejor definiría al Populismo sería entonces un tipo de ‘Política Nacional Popular’. Este tipo de política conjuga a su vez tres aspectos principales. La referencia al pueblo como esencia simbólica de la nación que a su vez es amenazada por la dominación externa (principalmente económica) y las consecuencias internas que ello pueda traer, y finalmente, el Estado como el principal y único agente de cambio, de expresión y de defensa de la unidad nacional.47 Touraine cree que la dualización de las conductas políticas por la implementación de las políticas nacional populares sólo se puede plasmar y mantener vigente gracias a la figura constante del líder. En efecto, es él quien logra separar las metas de los medios y los aspectos expresivos de los instrumentales. Además se produce una separación en la

46 Al respecto: Touraine, Alaine (1978): Actores Sociales…, PREALC, Santiago de Chile, pág. 139. 47 Al respecto: Ibíd. págs. 141-142.

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figura del adversario, es decir, la noción de actor deja escapar a la de adversario, éste es el dinero, el poder, las armas, la muerte. También, el Populismo por una parte es “instrumento de legitimación de las fuerzas que dirigen el crecimiento económico”, y por otra es “movimiento de lucha contra la dominación social por el aumento del consumo que tiende a reducir inversiones”. Una vez agotado el período de industrialización con sustitución de importaciones este aspecto se hace cada vez más paradójico. El Populismo finalmente contiene otras dos imágenes contradictorias: «[…] como agente de ampliación del sistema político y como poder absoluto movilizado a favor del imperialismo o en contra de él».48

El Populismo y las políticas macroeconómicas. El período de mayor desarrollo del Populismo como fenómeno social generalizado se remonta, principalmente, al segundo y tercer cuarto del siglo XX. Se aprecia como en los gobiernos de aquel entonces la economía era crecientemente definida desde la política, y el Estado norma la forma “correcta” de la reproducción social. Esta forma de determinación ideal del Estado hacia el resto de la sociedad es lo que bien puede definirse como Corporativismo de Estado. De una u otra manera se puede notar que el devenir económico de Latinoamérica comienza a ser crecientemente definido desde el Estado una vez que el modelo de dominación patrimonialista de la oligarquía terrateniente y primario-exportadora comienza a mutar y entrar en crisis. Con el surgimiento de la cuestión social y la insuficiencia del modelo de la Hacienda como institución organizadora de la sociedad, se desarrolla un nuevo tipo de respuesta a esta fisura social, emergiendo un modelo de Estado que comienza a planificar de manera jerárquica el desarrollo de la economía. Esta planificación estatal se recrea sustantivamente bajo la forma de la Industrialización con Sustitución de Importaciones, que es la concepción del desarrollo social de Latinoamérica desde la perspectiva estatal. Comprende a las regiones ubicadas en la periferia de los grandes centros industriales, en desventaja, creando un fuerte sentido nacionalista y anti-imperialista que domina transversalmente la ideología populista

48 Ibíd. pág. 163.

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latinoamericana, o bien, en sentido positivo, aquella en que se ensalza el valor del “pueblo” rechazando cualquier forma de intervención extranjera. Tal vez, la característica central que se puede apreciar en los estudios sobre la macroeconomía del Populismo es lo que se define como economía del ‘despilfarro’.49 La concepción del despilfarro de las cuentas fiscales se refiere a la comprensión del crecimiento económico durante los gobiernos latinoamericanos de mediados del siglo XX, que consistió básicamente en una redistribución y focalización del gasto –ya sean subsidios y asistencia social– indiscriminadamente en el sector urbano y formal de la economía –lo que corresponde a los sectores de obreros sindicalizados de las nacientes industrias y también la clase media burócrata, junto con el subsidio y proteccionismo hacia la industria nacional. Los sectores informales y el campo permanecían abandonados a su suerte. La manera cómo se pudo mantener el notable crecimiento económico y el creciente gasto público en asistencia social y subsidio industrial fue gracias al auge que tuvieron los precios de los productos agrícolas durante 1945 a 1948.50 Se creía que el desarrollo económico estaba centrado en la industrialización latinoamericana, sin embargo, el sector que sostenía la economía, aún en tiempos de auge del modelo ISI, era la exportación agrícola y de materias primas, al igual que como ocurría durante la época del dominio oligárquico terrateniente. Vásquez-Rial, desde una perspectiva teórica opuesta a los análisis de la macroeconomía del Populismo, presenta una perspectiva similar para el caso argentino:

«[…] de la declaración formal de Independencia política de la Argentina, en 1816, hasta fechas muy recientes, el régimen de propiedad de la tierra se ha conservado invariable; en consecuencia, la producción sólo se ha desarrollado, en el sentido de un incremento, en función de la consolidación de ese estado de cosas, y los procesos pomposamente llamados de “industrialización” únicamente han servido para generar un raquítico aparato de semielaboración de materias primas, acorde con las necesidades

49 Cardoso, Eliana y Helwege, Ann (1992): “El Populismo, el despilfarro y la redistribución”, en Macroeconomía del Populismo en la América Latina, Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards eds., Fondo de Cultura Económica, págs. 58 – 87. 50 Al respecto: Ibíd. pág. 63. Lo que sin duda hace especial referencia al caso argentino.

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de los compradores de las exportaciones. Aunque es posible, y, por razones didácticas, imprescindible a los fines de una exposición racional, señalar etapas de crecimiento, la Argentina que recibió la dictadura en 1976 era, estructuralmente, la misma de 1810 y, por lo tanto, sus cambios políticos obedecían a modificaciones en las relaciones de fuerza en el campo internacional, antes que a verdaderas transformaciones interiores».51

Por otro lado, la forma de mantener la viabilidad de la alianza política “multiclasista” donde se incorporaban capitalistas, clase media y obreros industriales eran las altas tasas de crecimiento económico. Una vez que la recesión se agudiza debido a que el superávit del agro ya no puede mantener la expansión, la oferta monetaria tiende a crecer rápidamente para financiar la industrialización y consecuencia de ello son las altas tasas de inflación. Se quiebran dichas alianzas y la radicalización política crece desmesuradamente. Esta noción de despilfarro es equivalente a lo que en sociología se entiende como economía del ‘gasto’. Lo que legitima a los líderes populistas es, principalmente, su tendencia al gasto o despilfarro (al igual que ocurría en el modelo de la Hacienda colonial) en donde la relación de lealtad entre el líder y sus adherentes se basa en dicho vínculo de reciprocidad.52 La noción del gasto populista como forma legitimadora se torna evidente en la carta enviada por Perón a Ibáñez en 1953:

«Dé al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les ha dado demasiado, déles más. Ya verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo a usted con el fantasma del hundimiento económico. Pero todo eso es mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la comprende».53

En consecuencia, la planificación populista busca crear un vínculo de lealtad por el cual legitimarse, correspondiendo básicamente a la legitimación por el gasto. En lógica

51 Vásquez – Rial, Horacio (1999): La Formación del País de los Argentinos, Grupo Zeta, pág. 19. 52 Al respecto: Cousiño, Carlos y Valenzuela, Eduardo (1994): Politización y Monetarización en América Latina, Cuadernos del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, págs. 115- 120. 53 Extracto de la Carta de Perón a Ibáñez.

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económica esto correspondería a la búsqueda, por parte de los gobiernos populista, de distribuir “indiscriminadamente” el ingreso para estimular la economía mediante el aumento de la demanda, con objeto de que los seguidores puedan aumentar su consumo. Como se mencionó el gasto se centraba, obviamente, en aquellos sectores que tenían la capacidad para devolver (apoyo y legitimidad al régimen), y así cerrar el círculo de reciprocidad, estos son los trabajadores urbanos organizados: la gran base electoral de los gobiernos populistas. Pero, si bien los niveles de consumo de las masas pueden aumentar crecientemente, no es menos cierto que el acento no está puesto en el consumo, sino en la acción de gastar por parte del Estado. Al poner el acento solamente en este aspecto de un seudo proyecto keynesiano de desarrollo económico, el impulso desmedido del gasto (el excesivo incentivo de la demanda interna) junto con la ausencia de políticas de recaudación tributaria colapsan rápidamente la economía.54 Una explicación a este problema dice relación con que no se está en presencia de un desarrollo keynesiano “equilibrado”, sino que se deja entrever la transfiguración de una economía natural, la Hacienda, a niveles del Estado Nación:

«Los límites del populismo son claramente comprensibles si se tiene en consideración la creciente complejidad que caracteriza a las sociedades en las que este fenómeno aparece, hacen inviable tanto una legitimación por la presencia como la manutención de la lógica propia de economías naturales».55

Otra dimensión desde la cual se configura la realidad económica del Populismo es la inflación. La generalizada debacle inflacionaria en la que terminan los regímenes populistas es prácticamente una constante que sigue los patrones del gasto indiscriminado.56 Al poner en perspectiva este aspecto de la economía populista, que en las fases terminales de su ciclo concluye con fuertes tasas de inflación, surge la

54 Dornbush, Rudiger & Edwards, Sebastián (1992): “La Macroeconomía del Populismo”, en Macroeconomía del Populismo en la América Latina, Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards eds., Fondo de Cultura Económica, pág 18. 55 Cousiño y Valenzuela (1990): Politización y Monetarización…, pág. 120. 56 Al respecto: Dornbush y Edwards (1992): “La Macroeconomía del…”, págs. 20-21.

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necesidad de interpretar que la médula de las políticas macroeconómicas de estos gobiernos no tiene sustento económico propiamente tal, es decir, su concepción del dinero no es monetaria, muy por el contrario éste se transforma en el símbolo de legitimación del gobierno en cuanto gasto y despilfarro.57 En la dimensión económica del Populismo se observa que las políticas macroeconómicas de gobiernos populistas se han caracterizado por la despreocupación creciente de las consecuencias que, ha juicio de visiones economicistas, deben ser entendidas bajo la lógica de una irresponsabilidad en el manejo de las cuentas fiscales. Y a su vez la seguidilla de gobiernos en diferente medida económicamente populistas se puede entender como una amnesia histórica respecto de las desastrosas consecuencias.58 Esta regularidad de etapas en que devienen las políticas macroeconómicas de gobiernos populistas tiene su raíz común en un punto de inflexión que es el deterioro de los términos del intercambio. La razón se encuentra en que la exportación nacional se basa casi exclusivamente en productos primarios, ya sea de la actividad extractiva o agropecuaria. En lo que respecta a la dimensión económica del Populismo las fases por las que deviene la macroeconomía de estos países son principalmente cuatro: primero,

«[…] se elevan la producción, los salarios reales y el empleo, y las políticas macroeconómicas tienen gran éxito. Los controles aseguran que la inflación no sea un problema, y las importaciones alivian la escasez. La disminución de los inventarios y la disponibilidad de importaciones […] absorben la expansión de la demanda con escaso efecto en la inflación».59

La segunda etapa se caracteriza por el surgimiento de las primeras contradicciones macroeconómicas debido a la creciente demanda interna de bienes nacionales y escasez de divisas, aumentando la inflación y manteniendo los salarios, con lo que se empeora el déficit presupuestario del Estado. Se puede reconocer una tercera etapa debido al

57 Al respecto: Cousiño y Valenzuela (1990): Politización y Monetarización…, pág. 117. 58 Al respecto: Kaufman, Robert y Stallings, Bárbara (1992): “La Economía Política del Populismo Latinoamericano”, en Macroeconomía del Populismo en la América Latina, Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards eds., Fondo de Cultura Económica, págs. 39-42. 59 Dornbush y Edwards (1992): “La Macroeconomía del…”, pág. 20.

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aumento de la escasez y la inflación, más la acelerada falta de divisas, que producen una fuga del capital. El déficit fiscal crece aún más porque la recaudación, que en sus mejores momentos era débil, se torna imposible debido al deterioro de la economía, junto a ello los subsidios a la industria son cada vez más difíciles de mantener. Se buscará entonces estabilizar la economía mediante la contracción del gasto fiscal, reduciendo los subsidios y produciendo una depreciación real del tipo de cambio, lo que produce una debacle en los salarios reales. Dornbush y Edwards reconocen una cuarta etapa que, sin embargo, queda fuera del propio modelo populista y de sus políticas, aunque desde la perspectiva de la continuidad económica se relaciona fuertemente con sus consecuencias. Esta consiste en un intento de estabilización económica, generalmente llevada a cabo por un gobierno militar. Una vez que la situación tiende a estabilizarse, el deterioro económico de los salarios y la ausencia cada vez mayor de capitales es tan grande que, posiblemente, la situación en este período es peor aún que la que se encontraba el país antes del comienzo del gobierno populista.60

1.2 Definición del Populismo Latinoamericano

Si se observa de manera holística la bibliografía existente respecto del fenómeno del Populismo pueden encontrarse ciertas disparidades en los casos donde adquiere forma histórica en Latinoamérica. En efecto, aquellas visiones que se centran en aspectos propios de la configuración política del Populismo observan casos evidentemente paradigmáticos como la Argentina de Perón o Brasil bajo el gobierno de Getulio Vargas y el Estado Nuovo. Sin embargo, al observar aquella bibliografía que discute los aspectos económicos del Populismo, los casos en que probablemente el fenómeno se ha desenvuelto resultan más difusos y, además, surgen casos que son difícilmente considerados como Populismo en los análisis centrados exclusivamente en lo político. Esto permite hipotetizar sobre el Populismo y sus variadas interpretaciones dependiendo de cual sea el ámbito que se observe. Por lo tanto, el siguiente análisis tiene como

60 Al respecto: Ibíd. pág. 21.

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concepción del Populismo un fenómeno de connotación global en la sociedad, impulsado desde el ápice jerárquico del Estado, adquiriendo diferentes configuraciones en los ámbitos político y económico. El Populismo Latinoamericano es sin duda un fenómeno social sui generis, que se diferencia de aquellas formas de Populismo anteriores en otras regiones del mundo. Como se mencionó los populismos rusos y norteamericano son fenómenos acotados en sectores específicos de dichos países, en el Populismo Latinoamericano la sociedad en su totalidad se ve imbuida por el fenómeno impulsado “desde arriba”. En este sentido el concepto formal de Populismo Latinoamericano versa de la siguiente manera: es un tipo configuración social específica (política, económica y social en general) que adquiere Latinoamérica, principalmente, a mediados del siglo XX. La cual, en cuanto impulsada desde el Estado, adquiere generalización a nivel nacional, es decir, la sociedad nacional en su conjunto padece del influjo y organización estatal. Es también un fenómeno multivalente, ya que puede tener diferentes intensidades en cada ámbito social, es decir, puede ser intensa o laxa desde la perspectiva comparada, como puede estar ausente o presente tanto en uno como en varios ámbitos.61 Dicho sea de paso, podrían observarse casos en que el sistema político no presente indicios de Populismo, pero un sistema económico que si responda a todos o a la gran mayoría de los cánones propios del Populismo. Del mismo modo, el fenómeno puede ocurrir concentrado o disperso temporalmente. El paradigma populista ideal sería aquel que desde el Estado impulse al resto de la sociedad las formas populistas de estructuración y que además encuentre recepción en las masas políticamente movilizadas y económicamente favorecidas, es decir, que le entreguen apoyo político y, principalmente, comprendan y acepten dicha forma de vínculo social que el Populismo implementa.

61 Se refiere a los ámbitos político y económico que serán analizados. Sin embargo, se aventura a suponer que el Populismo define también la configuración de otros ámbitos sociales, desde la posición jerárquica estatal.

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1.3 Definición Histórica del Populismo Político Latinoamericano

Desde la perspectiva expuesta, el Populismo puede adquirir cierta configuración particular según el ámbito de la sociedad que se observe. En lo que respecta a la configuración política del Populismo Latinoamericano, así como también al resto de los modelos políticos occidentales en general (bajo una forma democrática al menos formal) se caracteriza por estar compuesto de tres elementos que definen la estructura del sistema político: Estado, partidos políticos y actores sociopolíticos. Cada uno de estos elementos se configura de forma particular otorgándole la caracterización histórica al ámbito político populista.

Actores sociales relevantes. Este es un concepto que engloba a una serie de grupos sociales relevantes que participan en la arena política. Entre estos actores se pueden encontrar una serie de grupos de presión, propios de lo que comúnmente se entiende por sociedad civil, como los movimientos obreros, sindicatos o gremios. Así también la Iglesia y la oligarquía tradicional son actores importantes de lo que se define como sociedad política. A juicio de Touraine ambos estatus, el social como el político, se mezclan en la realidad de los actores colectivos relevantes para Latinoamérica:

«No existen en América Latina categorías puramente sociales: sí hay una dimensión de clase en todas las categorías sociales importantes, ésta se encuentra siempre mezclada con una definición política. […] corresponde a la combinación de los dos elementos sociales del modelo de desarrollo latinoamericano: fuerte participación cultural en la política urbana y débil dimensión del status de clase. La separación del Estado y la sociedad civil es tan limitada que resulta inadecuada la definición de actores sociales capaces de actuar independientemente de su forma de participación en el sistema de decisiones políticas».62

62 Touraine (1978): Actores Sociales…,. pág. 83.

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Sin embargo, se puede apreciar la existencia de ciertos matices respecto de los actores relevantes, como ya se mencionó, son más propios de un estatus social los gremios o sindicatos,63 así como la sociedad política está mayormente representada por la Iglesia y la oligarquía. El punto es que la forma de participación que adquieren estos grupos es uno de los aspectos que configura históricamente al Populismo Latinoamericano. La Iglesia como institución socio-política carece de influencia dentro de los gobiernos populistas latinoamericanos, se ve eclipsada por el Estado y sus agencias de cooptación. Los movimientos obreros por su parte existen sólo gracias a que el mismo Estado les entrega funcionalidad, y pueden existir sólo aquellos que el Estado reconozca como válidos, siendo sus líderes nada más que funcionarios estatales. Los trabajadores susceptibles de sindicalizarse son sólo aquellos que se encuentran en el sector formal de la economía urbana, más específicamente los ligados a la industria. Los estratos altos (oligarquía terrateniente) son apartados del poder político e incluso, en casos extremos de la tenencia de la tierra, la nueva elite dirigente populista al imponer sus términos, contrarios al conservadurismo, colisiona frontalmente con los sectores anteriormente dirigentes de la oligarquía, mermando su influencia política, generalmente gracias al ensanchamiento del padrón electoral que tiende a favorecer los nuevos liderazgos y partidos políticos que vuelcan su preocupación en la cuestión social. En definitiva, el Populismo Latinoamericano atrofia a los sectores sociopolíticos relevantes, estos pierden rápidamente autonomía o son controlados heterónomamente por los apéndices que tiende el Estado a la sociedad.

Sistema de Partidos Políticos. Los partidos políticos también sufren una gran pérdida de autonomía respecto del Estado. El sistema de partidos políticos de los gobiernos populistas carece casi por completo de fuerza aglutinadora de demandas sociales y tiende fuertemente a perder grados de institucionalización. Un sistema de partidos institucionalizado:

63 Aunque efectivamente, en Latinoamérica son intervenidos heterónomamente por el Estado o los partidos, lo que desecharía la primacía del estatus social a favor del político.

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«[…] sugiere estabilidad en las reglas y en la naturaleza de la competencia entre partidos […], los partidos más importantes deben poseer raíces relativamente estables en la sociedad; de otro modo no estructuran las preferencias políticas en el tiempo y hay una regularidad sólo limitada del modo como vota la gente […], en un sistema de partidos institucionalizado democrático, los principales actores políticos asignan legitimidad al proceso electoral y a los partidos […] en un sistema de partidos institucionalizado importan de verdad los asuntos de partido. Los partidos no están subordinados a líderes ambiciosos; poseen un status independiente y valor propio. El partido se vuelve autónomo de los movimientos u organizaciones que inicialmente pudieron haber creado el partido para fines instrumentales».64

Por tanto, la existencia de un sistema de partidos políticos institucionalizado supone una característica fuertemente contraria a las directrices del Populismo. En efecto, los partidos políticos y su sistema de competencia se truncan fuertemente una vez instaurado un régimen populista, si entendemos: «[…] que los modelos de competencia entre partidos manifiestan una regularidad».65 Para el caso de un sistema de partidos institucionalizado, el Populismo produce inestabilidad en la regularidad del sistema de partidos políticos. Según Mainwaring y Scully la forma para medir la regularidad de los modelos de competencia entre partidos es el índice de Volatilidad Electoral.66 Este índice mide la movilidad del electorado de un partido a otro a lo largo de diversas elecciones. En la medida que se produzca mayor Volatilidad Electoral en un período de tiempo determinado, posiblemente se estaría en presencia de experiencias populistas para los casos latinoamericanos. En la medida que los partidos desarrollen raíces estables al interior de la sociedad, es decir, mientras los partidos construyan ‘lazos fuertes con los ciudadanos y los intereses

64 Mainwaring, Scott y Scully, Thimoty (1995): “La Institucionalización del Sistema de Partidos Políticos en América Latina”, en Revista de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, volumen XVII, págs. 66-68. 65 Ibíd. pág. 70. 66 Al respecto: Pedersen, Morgens (1983): “Changing Patterns of Electoral Volatility in European Party System”, en Western European Party System, Hans Daalder y Peter Mair eds., Beverly Hills, Sage, págs. 29-66.

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organizados’, se podrá calificar a un sistema de partidos como institucionalizado.67 Esto puede ser eficientemente medido mediante las diferencias entre las elecciones presidenciales y del Congreso. Se espera que las elecciones presidenciales sean mucho más personalistas que las elecciones del Congreso, en las cuales se vota principalmente por adhesiones al partido y sus principios. En la medida que se presenten bajas diferencias entre una y otra elección puede calificarse a un sistema de partidos como institucionalizado. Por el contrario, cuando las elecciones presidenciales son fuertemente personalistas será, probablemente, mayor la diferencia de votación de un mismo partido en la elección del Congreso respecto de la presidencial, lo que supone la existencia de liderazgos populistas que alcanzan el poder mediante movimientos políticos instrumentales muchas veces sin intermediación de los partidos más institucionalizados. La institucionalización del sistema de partidos políticos se basa también en la legitimidad concedida tanto por los ciudadanos como por los intereses organizados que aceptan como legítimos a los partidos y al proceso electoral.68 En otras palabras, si los actores políticos colectivos no reconocen como válidos a los partidos políticos ni al proceso electoral, se está en presencia de un sistema de partidos incipiente, característica de un régimen populista y las consecuentes interrupciones democráticas. Otro criterio que define a un sistema de partidos institucionalizado son las organizaciones partidistas, éstas deberán ser relativamente sólidas en aquellos países con sistemas de partidos institucionalizados.69 El Populismo se caracteriza por debilitar las estructuras organizativas de los partidos políticos, principalmente aquellas que se refieren a su autonomía respecto del Estado. Una dimensión que define al Populismo Latinoamericano es, por lo tanto, la debilidad organizativa y baja autonomía de las organizaciones partidistas. Para el Populismo esto es lo que básicamente se define como la identidad entre el Estado y el partido de gobierno70, donde la autonomía y organización del o de los partidos políticos de gobierno está normada por el Estado, y el

67 Al respecto: Mainwaring y Scully (1995): “La Institucionalización del…”, pág. 72. 68 Al respecto: Ibíd. págs. 78-79. 69 Al respecto: Ibíd. págs. 79-81. 70 Al respecto: Ianni (1984): La formación del…, págs. 137-139.

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resto de los partidos opositores son fuertemente reprimidos viendo mermada su capacidad de organización. Mainwaring y Scully definen como ‘sistema de partidos incipiente’ aquellos que poseen bajos grados de institucionalización, dando mayor cabida a liderazgos populistas (primer sustrato hacia la formación del Estado Populista) ya que no tienen la capacidad de estructurar el voto popular y los candidatos apelan directamente a las masas, obviando la intermediación partidista.71

El Estado. El Populismo Latinoamericano se ha caracterizado por un fuerte Corporativismo de Estado, una vez que las nuevas elites asumen el poder. En la medida que no se produzca la tendencia hacia una ‘hipertrofia’ del Estado y no se intervenga de manera vertical la sociedad desde el aparto Estatal, difícilmente puede mantenerse un régimen populista. En este sentido el Corporativismo de Estado se presenta como una característica propia del Populismo. El Corporativismo ha sido interpretado de dos formas: una de ellas se refiere al sistema de gremios o guildas medievales, la segunda concepción se entiende como la organización del resto de la sociedad por parte del Estado. Esta última se refiere al concepto de Corporativismo de Estado, supone un Estado potente en todas o la mayoría de sus dimensiones, a diferencia del corporativismo de gremios, donde las fuerzas entre éstos y el Estado tiende a equipararse. Por su parte resulta natural que se requiera de un Estado fuerte para poder instaurar un régimen Corporativista de Estado, ya que sólo así es posible aspirar a modelar el resto de la sociedad de forma vertical y jerárquica. Lo que se denomina Corporativismo de Estado, Stepan lo ha definido como un ‘grupo particular de políticas y arreglos institucionales’ para estructurar la representación de intereses. Cuando estas políticas y arreglos institucionales predominan, el Estado a menudo caracteriza o intenta crear intereses de grupo, regular su número, además de buscar el monopolio de cuasi- representación a través de prerrogativas especiales, reclamando para sí la correcta

71 Al respecto: Mainwaring y Scully (1995): “La Institucionalización del…”, pág. 89.

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representación de los grupos por una variedad de mecanismos.72 Ahora bien, de la revisión de algunas concepciones de Corporativismo73 se puede apreciar que todos los autores lo conciben como un ‘movimiento relacional’ o de ‘vinculación vertical’ que va desde el Estado al resto de la sociedad. El fuerte carácter normativo del Estado por organizar “correctamente” los diversos ámbitos sociales, lo lleva a crear una serie de lazos o vínculos institucionalizados, legales y burocráticos, asiéndose del control y organización social en sectores estructuralmente coherentes según los principios estatales dominantes del Corporativismo que, en sentido genérico, son principalmente el ‘bien común’ y la ‘subsidiariedad’.74 Sin embargo, surge la imprecisión de entender por Corporativismo tanto a regímenes populistas como militares autoritario-burocráticos o neoconservadores de los años sesentas y setentas (ambos también coordinaron de forma jerárquica y vertical la sociedad). Por lo que autores como Stepan u O’Donnell redefinen el término bajo una nueva distinción. Esta se refiere a la noción de ‘Inclusión/Exclusión’. Si bien todo corporativismo excluye grandes sectores sociales, como también ocurre con ciertos regímenes populistas respecto de la población campesina o los trabajadores urbanos informales, generalmente el Populismo incluye heterónomamente a diversos sectores, con el fin de mantenerlos controlados. A diferencia de lo que ocurre con regímenes militares corporativistas donde: «[…] el corporativismo es el principal mecanismo institucional que lo vincula con el sector popular para garantizar la exclusión política».75

72 Al respecto: Stepan, Alfred (1978): State and Society: Perú in Comparative Perspective, Princeton University Press, pág. 46. 73 Al respecto se recomienda revisar a los siguientes autores: Kaufman, Robert (1977): “Corporatism, Clientelism and Partisan Conflict: A Study of Seven Latin American Countries”; Malloy, James M. (1977): “Authoritarianism and Corporatism in Latin America: The Modal Pattern”; Schwartzman, Simon (1977): “Back to Weber: Corporatism and Patrimonialism in the Seventies”, todos en Authoritarianism and Corporatism, James M. Malloy ed., University of Pittsburg Press. Además de Stepan (1978): State and Society…, Princeton University Press; O’Donnell, Guillermo (1974): Estado y Corporativismo, Centro de Investigaciones y Administración Pública, Instituto Torcuato Di Tella; y el clásico artículo de Phillipe C. Schmitter (1974): “Still the Century of Corporatism”, en The New Corporatism. Social- Political Structures in the Iberian World, F. Pike y T. Stritch eds., International Studies – University of Notre Dame, págs. 85-131. 74 Al respecto: Stepan (1978): State and Society…, págs. 33-36. 75 O’Donnell (1974): Estado y Corporativismo, pág. 35, cursivas del original.

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En palabras de Stepan, el Populismo se relaciona fuertemente con el Corporativismo de Inclusión siendo éste “un lado del mismo fenómeno”:

«In the specific context of Latin America inclusionary corporatism thus is more likely in the early stages of import-substitution industrialization, where modern elites and urban working classes perceive significant room for populist multiclass coalition».76

Desde esta perspectiva, el Populismo Latinoamericano una vez que logra niveles claramente distintivos respecto de otros fenómenos denominados anteriormente populistas en otras regiones del mundo, alcanza altos grados de legitimidad estatal, tal que las nuevas elites dirigentes que promocionan formas de políticas y gobiernos populistas conquistan el Estado. En consecuencia, el problema puede plantearse bajo la concepción del Estado Populista. Esta forma de Estado propia de Latinoamérica se caracteriza por el crecimiento desmedido del aparato estatal, logrando absorber diversas formas organizativas sociales, además de los partidos políticos. Digamos también que el Estado Populista no alcanza niveles similares al Estado Soviético, principalmente ya que no llega a violentar las funciones de otros ámbitos sociales, por ejemplo se conserva una forma de economía capitalista con regulaciones, básicamente a nivel de la política macroeconómica y la inclusión del Estado como otro actor económico: Estado Empresario. Esto se expondrá a continuación.

1.4 Definición Histórica del Populismo Económico Latinoamericano

La caracterización del Populismo Económico pasa necesariamente por comprender el contexto social de Latinoamérica de mediados del siglo XX. Como ya se mencionó existe una fuerte verticalidad respecto del ordenamiento en torno a la política, donde el Estado es el ápice de la sociedad. Desde esta premisa suponemos que todo

76 Stepan (1978): State and Society…, pág. 80.

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desenvolvimiento autónomo de la economía es imposible. Aunque ésta funcione bajo su propia lógica funcional, el Estado es quien propone y realiza formas de ordenamiento económico para las sociedades que gobierna. Si bien el Estado y las políticas macroeconómicas siempre influyen en algún grado en la economía, en el Populismo la influencia del Estado es profunda y altamente categórica pudiéndose definir un prototipo de economía populista (observación política de la economía). El Corporativismo de Inclusión, propio de un gobierno populista, no sólo define los sectores políticos orgánicos que maneja en su propia función, sino también define un modelo económico particular mediante una serie de políticas macroeconómicas. Este conjunto de políticas macroeconómicas sumado a sus efectos es lo que se entenderá como Populismo Económico. De cierta manera el:

«[…] “populismo económico” es un enfoque de la economía que destaca el crecimiento y la redistribución del ingreso y menosprecia los riesgos de la inflación y el financiamiento deficitario, las restricciones externas y la reacción de los agentes económicos ante las políticas agresivas ajenas al mercado».77

En consecuencia, el Populismo Económico reconoce tres dimensiones: el modelo de Industrialización con Sustitución de Importaciones, la Inflación y la Economía del Gasto.

“Crecimiento Hacia Adentro”: Industrialización con Sustitución de Importaciones. Las políticas macroeconómicas del Populismo Latinoamericano se pueden englobar en el modelo de Industrialización con Sustitución de Importaciones (ISI). Vinculado o no, el Populismo se asocia históricamente a la aplicación del modelo ISI:

«[…] políticas populistas orientadas hacia el medio urbano pueden relacionarse directamente con las marcadas divisiones sectoriales surgidas

77 Dornbush y Edwards (1992): “La Macroeconomía del…”, pág. 17.

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en el contexto de la ISI y del sector exportador primario. Aunque no existe relación necesaria entre el populismo y la ISI, y esta última se vio acompañada de políticas macroeconómicas ortodoxas en algunos casos […], en la práctica ha habido de ordinario una conexión. Por una parte, la ISI justificaba intelectualmente las políticas que, llevadas a los extremos, desembocaban en el populismo. Por ejemplo, el acento que se ponía en el mercado interno justificaba grandes incrementos salariales y mayores gastos gubernamentales. Además, los aranceles elevados y los tipos de cambio sobrevaluados, o ambos, pretendían proteger las industrias nuevas».78

El fuerte nacionalismo imperante en las concepciones populistas junto con una observación de las desigualdades en el intercambio económico con las naciones desarrolladas, pone en cuestionamiento la continuación del modelo económico aplicado hasta ese momento, en favor de la ISI. Debido al deterioro de los términos del intercambio es que se observa como única forma de surgimiento económico sustentable el sustituir la importación con la producción industrial interna. A su vez se pretendía estimular la demanda interna mediante el consumo casi exclusivo de manufacturas nacionales junto con el creciente gasto en bienestar urbano del trabajo formal. Elementos que indican la aplicación del modelo ISI, es la elevación de los índices de industrialización nacional, principalmente de empresas estatales o directamente subsidiadas por el Estado. El aumento de subsidios a la industria permite que la producción nacional sea artificialmente más competitiva dentro del país. El estímulo de la demanda interna por parte del Estado, mediante una serie de gastos dirigidos a potenciar el poder adquisitivo de los trabajadores urbanos completaría el ciclo virtuoso que pretendía plasmar el modelo. Sin embargo, las limitantes estructurales de la economía de los países de Latinoamérica hacían bastante difícil el mantenimiento del modelo a lo largo del tiempo: mano de obra bajamente calificada, falta de innovación tecnológica, ausencia de capital para la inversión de producción en maquinaria, profunda debilidad del sistema recaudador fiscal entre otros aspectos. A ello se le agrega la observación empírica de que el modelo ISI no fue aplicado íntegramente, es decir, la

78 Kaufman y Stallings (1992): “La Economía Política…”, págs. 30-31.

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economía finalmente no se sostenía mediante la producción industrial, que era lo que se esperaba, sino que seguía manteniéndose debido a la producción del campo y la exportación de materias primas, que para el período de guerra y posguerra aumentaron su precio haciendo ingresar un gran número de divisas a los países latinoamericanos. Luego de la estabilización política y económica de Europa y Estados Unidos se produjo un creciente deterioro de los términos del intercambio en Latinoamérica, provocando que el precio de los salarios reales tuviese que bajar y los subsidios contraerse para estabilizar la economía e intentar frenar la inflación.

La Inflación. Una segunda dimensión del Populismo Económico, propia de la lógica económica de las políticas populistas es la inflación. Toda política económica populista se caracteriza por el deterioro de los términos del intercambio debido a la insostenibilidad del modelo de ISI, en el contexto internacional de las ventajas comparativas del centro respecto de la periferia (restricciones externas de la economía). Como se mencionó, la estimulación de la economía por el lado de la oferta (subsidios a la industria nacional y protección arancelaria para manufacturas nacionales) buscando satisfacer la creciente demanda interna potenciada por el gasto fiscal del Populismo, sin un sistema de recaudación fiscal eficiente, apoyando todo el intercambio internacional en la producción agropecuaria, conduce a mediano plazo al colapso del sistema y al deterioro de los términos del intercambio, elevando considerablemente la inflación. Comúnmente la producción nacional no lograba satisfacer completamente la demanda interna potenciada por el creciente gasto fiscal, lo que forzaba a seguir importando manufacturas. Pero lo que se exportaba eran productos agrícolas y extractivos que hacía que el intercambio internacional no se realizara mediante productos equivalentes, así la inflación es comprensible con o sin la aplicación del modelo de ISI. Es más, inclusive hacia etapas avanzadas del Populismo fue necesario importar materias primas para proporcionarle insumos a la industria nacional. De todas formas, la inflación aumenta exponencialmente gracias a este modelo híbrido de ISI sostenido subrepticiamente por la exportación agropecuaria o primario-

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exportadora. La relación histórica del Populismo Económico con la ISI provoca la crisis del sistema elevando rápidamente la inflación:

«La política de redistribución del populismo clásico no era sostenible por las mismas razones que llevaron finalmente al fracaso de la ISI. El proteccionismo no elevó la productividad real para crear una base de grandes incrementos de los salarios urbanos. Ni las recaudaciones fiscales crecieron lo suficiente para financiar el subsidio del proceso de industrialización por parte del gobierno. Se sobreestimó la inelasticidad de la oferta en el sector agrícola y de las exportaciones: no pasó mucho tiempo sin que los tipos de cambio sobrevaluados y los controles de los precios provocaran el estancamiento en esos sectores. La alienación del capital extranjero agudizó los problemas. En ausencia de un gran auge de los precios de las exportaciones, el populismo clásico se autodestruyó rápidamente».79

En este sentido el rapidísimo aumento de la inflación, como desarrollo característico que adquieren los modelos económicos populistas de mediados del siglo XX, se torna central para poder definir y explicar el Populismo Económico y su crisis.

El Gasto. Apartándose de la consideración económica de la inflación, se encuentra la interpretación sociológica que se observa básicamente en dos hipótesis:

«En primer lugar que la preocupación de los líderes populistas no es originariamente económica. En segundo lugar, que el dinero no opera de acuerdo a una lógica monetaria, sino social; que se parece más a la moneda primitiva que al dinero capitalista».80

En esta lógica lo que se observa es que se reestablece el vínculo social de la Hacienda en la Ciudad, en la figura del gasto. Por ello que se afirma como central la tendencia de los líderes populista hacia el gasto desmedido como forma de legitimación, donde el dinero

79 Cardos y Helwege (1992): “El Populismo, el despilfarro…”, págs. 62. 80 Cousiño y Valenzuela (1990), Politización y Monetarización…, pág. 117.

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tiene un significado social y no necesariamente monetario, ya no como una duplicación de la escasez, que correspondería propiamente a una economía capitalista. En otras palabras puede ser entendido como una observación política de la comunicación económica. La noción del gasto y la representación de la abundancia en el gasto populista es el factor central de este tipo de comprensión particular de la económica, lo que se ve reflejado indirectamente en la despreocupación e ineficiencia de la recaudación fiscal de los países latinoamericanos. Así los niveles de gasto público en sectores crecientemente incluidos en la lógica social de la economía del gasto son una variable central de la caracterización del Populismo Económico. Incluso desde la lógica propiamente monetaria se ha podido entender el gasto –bajo lo que los economistas definen como despilfarro– una legitimación del gobierno en base al apoyo político brindado por los trabajadores urbanos y la clase media, lo que condujo a políticas crecientemente expansionistas del gasto público sin ser “genuinos programas redistributivos”. Los economistas que analizan el problema de la redistribución en el Populismo81 realizan la distinción entre las políticas de gasto excesivo y los programas para superar la pobreza, lo que supone que la política económica que busca superar la pobreza tendrá siempre en cuenta las restricciones estructurales propias de la economía y conocerá básicamente cuáles son los límites de la expansión, las políticas que no atiendan a esas restricciones estructurales estarán “irresponsablemente” centradas en el gasto excesivo. Este es el core del Populismo Económico: utilizar la economía en función de la legitimación de la posición jerárquica del líder y de esa forma de Estado.

1.5 Condicionantes del Populismo Político Latinoamericano

La lógica del análisis histórico comparado supone la existencia de factores que faciliten u obstaculicen el surgimiento de cierto fenómeno social. En este sentido, se puede afirmar que ciertas variables condicionan el surgimiento del Populismo, tanto en el

81 Al respecto se recomienda revisar en extenso los artículos de: Cardos y Helwege (1992): “El Populismo, el despilfarro…”; Dornbush y Edwards (1992): “La Macroeconomía del…”; Kauffman y Stallings (1992): “La Economía Política…”.

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aspecto político como económico. Dependiendo del comportamiento de dichas variables se puede esperar ausencia o presencia del fenómeno. Para el caso del Populismo Político las variables que condicionan el surgimiento de un régimen populista se pueden dividir en tres (del mismo modo que se ordenaron las dimensiones históricas del Populismo Político): estas son las que corresponden a los actores colectivos relevantes que pueden impedir como facilitar el surgimiento del Populismo, aquellas que dicen relación con los partidos políticos y su grado de institucionalización previo, y finalmente aquellos aspectos relacionados con el Estado.

Actores Relevantes. Dentro de los actores colectivos que influyen en la configuración del Populismo está la Iglesia, esta institución alcanza importantes grados de participación política y además su rol es clave para el surgimiento o freno del Populismo. La hipótesis es que en la medida que la Iglesia mantenga fuerte influencia en la vida política del país, difícilmente podrá surgir el Populismo. Cuando su postura deviene del conservadurismo hacia corrientes más progresistas, que tienen su manifestación política en partidos católicos como la Democracia Cristiana en Chile, es más difícil la aparición del fenómeno. En efecto, debido a que la influencia católica flexibiliza su relación con las masas, capturando con ello el electorado recientemente movilizado por los procesos de ensanchamiento de la participación política, el surgimiento de movimientos y fuerzas políticas de impronta populista pierden probabilidad de surgimiento. A diferencia de lo que ocurre cuando la Iglesia solidifica su postura, volviéndose recalcitrantemente conservadora, y manteniendo su relación decimonónica con la política (asociado fuertemente con el conservadurismo político) las manifestaciones populistas contra el status quo surgirán con más fuerza desafiando crecientemente su influencia política. La Oligarquía Tradicional es considerada otro grupo político relevante como factor que permita u obstaculice la perduración de un gobierno populista. Poseedora de la propiedad de la tierra en sociedades eminentemente agropecuarias concentraban altos grados de poder, manejando generalmente los gobiernos post-independentistas. En este sentido su lucha política se orientaba por el interés de mantener inamovible la propiedad

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de la tierra así como el modelo político de democracia representativa con participación limitada.82 Esta oligarquía defensora del status quo en la medida que logre mantener su hegemonía relativa respecto del surgimiento de líderes de la incipiente clase media urbana, mantendrán al Populismo sólo como una alternativa latente. En efecto, el Populismo es eminentemente contrario al status quo y al Estado Oligárquico. Sólo cuando los nuevos grupos dirigentes –o los mismos grupos conservadores como ocurrió en Argentina con la Ley Saenz Peña– consiguen ensanchar la participación política de grupos históricamente marginados –como la población campesina y florecientes masas urbanas– podrán promover cambios que logren eclipsar el dominio oligárquico, facilitando así el surgimiento del Populismo, que se caracteriza por una débil influencia política de las oligarquías terratenientes. En este punto conviene aclarar un aspecto metodológico, ya que un mismo indicador se utilizará para medir dos dimensiones del fenómeno: la correspondiente a la “oligarquía tradicional” y el “Estado Oligárquico”. El movimiento obrero tiene sus primeros atisbos en Latinoamérica a comienzos del siglo XX. Surge en la medida que se produce un desarrollo económico del país, floreciendo conjuntamente con las ciudades que se transforman en la plataforma exportadora del modelo económico oligárquico de producción primaria y de la incipiente industrialización.83 En la medida que el movimiento obrero nazca subyugado al Estado o pierda su autonomía debido a la cooptación que éste promueva, surge fuertemente la posibilidad de que se instaure un régimen populista. Un movimiento obrero autónomo, unificado y con potente capacidad petitoria puede entrar en diálogo con el Estado así como con el capital, presentando demandas susceptibles de satisfacer. Sin embargo, el movimiento obrero puede ser absorbido por el aparato estatal y sus dirigentes transformarse en funcionarios estatales, desapareciendo toda su fuerza política. En este caso la función del sindicalismo sería aglutinar apoyo en torno al gobierno mediante la forma de “agencias” de cooptación:

82 Al respecto: Germani (1978): Authoritarianism, fascis…, pág. 100. 83 Al respecto: Ianni (1984): La Formación del…, pág. 96.

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«Una de las peculiaridades del Estado Populista es la combinación sui generis de los sistemas de movilización y control de las masas asalariadas urbanas […] con el aparato estatal, específicamente el poder ejecutivo. Diferentemente a lo que ocurre en la democracia representativa […] en el populismo ocurre una combinación singular entre Estado, el partido gubernamental y el sistema sindical».84

La pérdida de autonomía supone a la vez una ‘desdiferenciación de los límites en el espacio público’, en efecto, un movimiento obrero débil o prácticamente inexistente y sujeto a la manipulación estatal facilita una función clave para la instauración de un gobierno populista que supone la desaparición de la supuesta lucha de clases (patrón central desde el que se guían los movimientos obreros anarquistas, comunistas y socialistas) por la existencia de una comunidad homogénea, es decir, se opone a cualquier idea de conflicto social-estructural.85 Esta desdiferenciación ha sido deficientemente denominada como “alianza multiclasista”, dicho de otra forma: base heterogénea de apoyo en torno a gobiernos populistas. Así pues, estos gobiernos tienen la característica de no tener un contrapeso fuerte en lo que se refiere a un movimiento obrero autónomo, con capacidad de emitir demandas o entrar en procesos de negociación, y gracias a una muy débil existencia, son cooptados y absorbidos por el Estado o simplemente suprimidos. La nueva elite urbana. Como se ha podido apreciar, la debacle de la oligarquía tradicional no fue sólo un problema de acomodo estructural a las nuevas condiciones surgidas en la ciudad, sino que estuvo promovida por el surgimiento de una nueva elite dirigente, que corresponden a nuevos sectores medios disconformes. Si bien no se analizará empíricamente esta variable en relación al surgimiento del Populismo, es conveniente al menos caracterizarla como una condición en la definición del Populismo. Efectivamente, Di Tella observa que los nuevos grupos que demandan participación padecen de lo que se denominó revolución de las expectativas, es decir, gracias a que focalizan la atención en el ‘metropolismo’ y sus condiciones de vida, no son capaces de

84 Ibíd. pág. 138. 85 Al respecto: Touraine (1978): Actores Sociales…, págs. 140-143.

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observar sus propias condiciones de surgimiento y desarrollo, intentando la implementación de un modelo de progreso que los acerque a los niveles de vida del “centro”, para lo cual requieren de una masa disponible que corresponde a la creciente cantidad de trabajadores urbanos.86 Esta nueva elite dirigente surge en el marco del ya mencionado ensanchamiento de la participación87, por lo tanto, es de esperar que en la medida que este ensanchamiento hacia nuevos sectores se frene, menor es la posibilidad del surgimiento de una alianza política de base heterogénea de apoyo, porque los nuevos sectores no son incluidos en los procesos de participación electoral que buscan el gobierno. Ahora bien, es pertinente sugerir la siguiente hipótesis: a medida que se produzca el surgimiento de nuevos sectores de clase media disconformes con su situación, es probable que intenten alcanzar el poder instaurando un régimen populista en alianza con aquellos sectores de estratos bajos urbanos, en el marco de un ensanchamiento de la participación política.

El Sistema de Partidos Políticos Previo. Los bajos grados de institucionalización de los partidos políticos no son sólo una dimensión del Populismo, sino que son también su condición, favoreciendo el surgimiento de liderazgos populistas así como la instauración de regímenes populistas. La institucionalización previa se puede observar en:

«[…] la capacidad de los partidos de sobrevivir un largo período de tiempo, ofrece un indicio posible de que han logrado captar las lealtades de más largo plazo de algunos grupos sociales. En consecuencia, si un sistema de partidos se halla relativamente institucionalizado, un número mayor de partidos, probablemente, tengan historias más dilatadas que en aquellos casos en que un sistema de partidos se halla menos institucionalizado».88

En el marco de partidos con lealtades fuertes y duraderas es poco probable que suceda el surgimiento de regímenes populistas. Sin embargo, cuando el sistema de partidos

86 Al respecto: Di Tella (1969): “Populismo y Reforma…”, pág. 53. 87 Al respecto: Germani (1978): Authoritarianism, fascism…, págs. 100-101. 88 Mainwaring y Scully (1995): “La Institucionalización del…”, pág. 77.

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políticos no tiene la capacidad para establecer vínculos con los electores y mantenerlos en el tiempo, se está en un escenario propicio para el Populismo. Si a su vez los índices de volatilidad de los partidos políticos se presentan altos durante la historia del país, así como bajos niveles de legitimidad concedida por los grupos políticos y sociales relevantes, y una históricamente débil organización partidista, se puede esperar, bajo estas de condiciones, el surgimiento del Populismo Político.

Crisis del Estado Oligárquico. Sí observamos el sistema de gobierno anterior al surgimiento de los populismos podemos apreciar como éste comienza a perder legitimidad en el marco de los requerimiento de sectores sociales emergentes. La decadencia del régimen oligárquico se sucede históricamente debido a una combinación de factores que colaboraron a su crisis, por un lado el colapso del sistema económico mundial, combinado con tensiones sociales internas que liberaron fuerzas políticas, tanto como económicas que se encontraban bajo control o en segundo plano en la época de la hegemonía de las oligarquías89, haciéndose insostenible una vez que:

«[…] las nuevas relaciones de clase, surgidas de la urbanización, la migración rural urbana, el desarrollo industrial, el crecimiento del sector servicios, etc., ponen en tela de juicio aquel compromiso, sacando a luz una contradicción profunda. Cuando la estructura de clases se encuentra más desarrollada, contando con sectores medios, de empresarios industriales y obreros, la dominación oligárquica entra en crisis final. En esa ocasión crítica, se hace más agudo el antagonismo entre la sociedad industrial, por una lado, y la economía dependiente, por otro».90

En palabras de Germani esto corresponde propiamente a síntomas del Populismo que se entienden como la movilización de emergentes sectores sociales que exceden los canales institucionalizados de participación y expresión que ofrece la estructura política nacional de la oligarquía.91 Ya sea el aumento de la participación política bajo canales

89 Al respecto: Ianni (1984): La Formación del…, págs. 85-89. 90 Ibíd. pág. 93. 91 Al respecto Germani (1978): Authoritarianism, fascism…, págs. 114.

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estructurados, definido como Integración (por ejemplo: participación en elecciones) o el ensanchamiento de la participación excediendo los canales políticamente institucionalizados de movilización de recursos políticos (como las huelgas, tomas de propiedades privadas, fábricas, predios rurales, desordenes públicos diversos, entre otros) son síntomas de que el sistema de gobierno oligárquico se transforma y a su vez entra en crisis. En la medida que la transformación del sistema político oligárquico se sucede por canales institucionalizados es posible esperar que la instauración de gobiernos populistas sea más dificultosa. Sin embargo, debido a que el sistema político no puede canalizar las fuerzas emergentes y su participación se da mediante canales no institucionalizados y ciertamente de forma abrupta, es posible esperar la instauración de un régimen populista. La combinación de estas dos formas de movilización a su vez potencia la posibilidad de emergencia del Populismo. En esta variable, el análisis se concentrará en el ensanchamiento de la participación política por canales institucionalizados: participación electoral. En la medida que ésta se logre tempranamente, más rápidamente se esperaría la crisis del Estado Oligárquico. Las formas de movilización primaria –o bien participación que excede los canales políticos institucionalizados– se analizará en la dimensión referida a los movimientos obreros.

1.6 Condicionantes del Populismo Económico Latinoamericano

Lo que corresponde a las condicionantes para el surgimiento del Populismo Económico latinoamericano comprende una serie de factores y actores económicos que adquieren valores y comportamientos favorables para su instauración.

El Proletariado Urbano. A medida que se produzca cierto grado de crecimiento del proletariado urbano se torna más probable el surgimiento de un modelo populista debido a la disponibilidad de masas para el desarrollo industrial del modelo de ISI. Principalmente, en aquellos países con mayor desarrollo del proletariado industrial y

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urbano hay también más posibilidades de que se instaure un régimen populista gracias a la disponibilidad del apoyo de las masas hacia los regímenes, y que en caso de no ensancharse los canales legales de participación, pueden movilizarse mediante canales políticos no estructurados. Por otro lado, gracias al desarrollo económico de las ciudades, en cuanto plataformas exportadoras, emergen estos nuevos sectores sociales que son el sustento del proyecto de desarrollo populista, y con la decadencia del campo como centro inobjetable de sostén económico, el modelo oligárquico entra en crisis. «[…] la ciudad que vence a la oligarquía y va a servir de base al populismo ya no es aquella en la que el poder oligárquico había instalado su mando».92 La existencia y desarrollo del proletariado urbano contribuye fuertemente como prerrequisito para las más fluida promoción de políticas macroeconómicas orientadas al modelo de industrialización con sustitución de importaciones, propio del Populismo Económico, ya que proporciona el sostén estructural necesario para llevar a cabo la ISI, además de legitimar la política de gasto social crecientemente expansiva.

Capital Extranjero e Industrialización Previa. La existencia de capital extranjero en las industrias del país, que contribuye a la formación del proletariado, es una fuente sobre la cual se albergan fuertes rechazos nacionalistas debido a que los beneficios económicos de esas industrias no son percibidos por los habitantes nativos del país. En la medida que se produzca un mayor grado de desarrollo industrial mediante la intensificación de inversión extranjera, mayor es la posibilidad de que se instaure un gobierno populista. En efecto, las medidas económicas que se toman una vez que sucede su instauración es nacionalizar todas aquellas industrias relacionadas con sectores claves de la economía del país, como los ferrocarriles, hidrocarburos, empresas extractivas, etcétera. Pero lejos de incentivar el capitalismo nacional, el Estado se transforma en el principal agente económico del país. Si los capitales extranjeros son múltiples en la economía nacional, los sentimientos de rechazo de las clases bajas, y en especial de los nuevos sectores medios, que sienten que

92 Ibíd. pág. 96.

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su situación no es acorde con la posición social que ocupan, lucharán por lograr gobernar y nacionalizar los capitales de las principales industrias, contribuyendo enormemente a la instauración de un Populismo Económico, ya que la nacionalización del capital puede ocuparse como sustento a la industrialización, satisfaciendo la creciente demanda interna estimulada por los altos gastos fiscales de los regímenes populistas. Por lo anterior, el grado de desarrollo industrial previo es importantísimo ya que funciona como base para una implementación más intensiva del modelo de industrialización sustitutiva.

Crisis del Modelo Económico de Exportación Primaria. Sumado a los factores anteriores, la crisis del modelo económico de exportación primaria de los países latinoamericanos es una condición ideal para la instauración de un nuevo modelo económico populista. La recuperación y estabilización económica de los países europeos y Estados Unidos del período de entreguerras provocó que la bonanza entregada por las exportaciones primarias de Latinoamérica comenzara a decaer, causando el deterioro de los términos del intercambió que provocó recesiones en gran parte de la región. Facilitando con ello la profundización intelectual de nuevas políticas macroeconómicas de desarrollo centradas en la industria y la ciudad. A juicio de Kaufman y Stallings lo que se produce es una:

«[…] importante división entre los trabajadores y empresarios de la industria y los servicios, en comparación con la situación existente en el sector exportador de productos primarios, controlado por la oligarquía tradicional. Los antagonismos sectoriales se tornaron particularmente pronunciados después de los años treinta, cuando los choques de la depresión impulsaron a la industrialización con sustitución de importaciones (ISI), iniciada a principios de siglo y allanaron el camino para la formación de nuevas doctrinas desarrollistas influyentes […] que hacía hincapié en las estrategias de desarrollo orientadas hacia adentro».93

93 Kauffman y Stallings (1992): “La Economía Política…”, págs. 28-29.

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En efecto, la oligarquía dueña de la tierra y patrocinadora del modelo de exportación no fue obstáculo importante frente a nuevos actores políticos:

«[…] la capacidad de gran parte de las oligarquías exportadoras para obstruir las reformas agrarias importantes significaba que […] el peso político de los grupos urbanos populares no estaba típicamente contrarrestado por la presencia de una gran clase de agricultores independientes o de pequeñas empresas manufactureras orientadas a la exportación».94

En el contexto de la creciente debilidad de la oligarquía terrateniente y la profundización de la crisis del modelo primario-exportador, sumado al empobrecimiento de crecientes sectores sociales de la incipiente clase media y de trabajadores, se estimula y facilita el surgimiento de doctrinas de desarrollo “hacia adentro” como es la ISI, propia del Populismo Económico Latinoamericano.

1.7 Ejes Relevantes para el Análisis Comparado del Populismo Latinoamericano

Como se puede apreciar se distinguen dos ejes relevantes en torno a las dimensiones propuestas para el análisis comparado del Populismo Latinoamericano. El primer eje en el cual se sustenta la comparación surge gracias a la revisión de los trabajos en torno al Populismo presentados anteriormente. Con ellos se puede distinguir entre las dimensiones propias de un Populismo Político y un Populismo Económico. Si bien los límites de ambas están difusamente establecidos en la sociedad, desde una perspectiva analítica es posible distinguirlas y reordenar las variables a comparar en torno a este primer eje. El segundo eje utilizado, es aquel que distingue los factores que funcionan como ‘condiciones que facilitan u obstaculizan el surgimiento del populismo’ versus aquellos factores que son propios de las ‘características históricas del populismo’ y que definen al

94 Kauffman y Stallings (1992): “La Economía Política…”, págs. 29-30.

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fenómeno. Lo que satisface el análisis histórico comparado ya que indaga en las variables que son interpretadas como factores que contribuyen, pero no determinan95 la instauración del Populismo. Efectivamente las variables históricas que funcionan como ‘condicionantes’ del Populismo no son propiamente interpretadas de forma lineal ni causal, sí en su globalidad pueden contribuir crecientemente a la formación de un régimen populista. Por otro lado, satisfaciendo la necesidad de definir un régimen populista ideal, entregándole contenido histórico y sustantivo al concepto, se presentaron una serie de dimensiones que versan sobre las ‘características del Populismo’, que a su vez son susceptibles de comparar históricamente en torno a los casos seleccionados. Las variables se clasificaron de forma tal que pasaron por el cedazo de estos dos ejes. Por lo que se presentaron en cuatro grupos distintos que comprenden tanto las condicionantes económicas como políticas del Populismo Latinoamericano, así como sus características. Sobre cada dimensión de las ‘condicionantes’ se pudieron elaborar hipótesis que versan sobre la manera cómo pueden sucederse favorablemente para el surgimiento del Populismo. Sin embargo, un análisis comparado de casos no puede basarse solamente en las condicionantes que promueven su surgimiento, ya que probablemente éstas tengan como resultado la instauración de un tipo de régimen que no sea necesariamente populista (equipotencialidad96). Todo lo anterior es posible de afirmar en la medida que las variables condicionantes no funcionan como determinantes del fenómeno. Lo que justifica la serie de premisas sobre la estructura histórica del Populismo en Latinoamérica (eje de las características), para las dimensiones política y económica.

95 En este sentido la relación de las condicionantes con el fenómeno no es causal, sólo son “conspiradoras” en favor del Populismo, y la simple suma de ellas no lo garantiza. Así pues, el razonamiento funciona suponiendo contingencias que no pueden ser manejadas a priori (o no se puede establecer mediante el conocimiento acumulado en los análisis anteriores sobre el Populismo), y que desde luego no pueden ser incluidas bajo categorías generalizadas de análisis social como las acá presentadas, ya que de serlo las categorías perderían su función analítica y se transformarían en meras descripciones históricas de realidades extremadamente específicas a cada país. 96 O en su defecto equifinalidad, es decir, distintas condicionantes pudiendo producir un mismo fenómeno.

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Esquema 1.7.1: Variables para la comparación del Populismo Latinoamericano.97 a

Condicionantes Características Actores Sociales Relevantes d Heteronomía los Actores Sociopolíticos (Iglesia, Obreros, Oligarquía b) Relevantes d

Política Institucionalización del Sistema de Partidos Bajo grado de Institucionalización del Políticos previo d Sistema de Partidos Políticos bajo regímenes populistas d

Crisis del Estado Oligárquico b Estado Populista c Crisis del Modelo Económico de Industrialización con Sustitución de Exportación Primaria d Importaciones d

Grado de Desarrollo de Proletariado Urbano Inflación e Economía

Existencia de Capital Extranjero y Grado de Economía del Gasto e Desarrollo de la Industria en la Economía Nacional a Tanto las dimensiones referidas a las condicionantes como a las características del Populismo en su dimensión Política, serán analizadas conjuntamente, es decir, se analizará su devenir histórico previo y durante el Populismo de: los Actores Sociales Relevantes y del Sistema de Partidos Políticos; b Estas variables serán analizadas históricamente en conjunto bajo la denominación “Bastiones Oligárquicos y Populismo Político” en el Capítulo 2; c Sobre la variable correspondiente al “Estado Populista” se harán referencias en el Apéndice; d Ambas variables serán analizadas históricamente continuadas; e Estas variables se analizarán conjuntamente.

1.8 Metodología del Análisis Comparado

Para abordar el tema de estudio se ha elegido la técnica del análisis comparativo. Ésta tiene dos variantes: la de casos similares y la de casos contrastantes. La distinción formulada por J. S. Mill en el siglo XIX tiene su origen en la elección de los casos, ya que en la medida que los casos sean similares (o contrastantes), gracias a una percepción a priori, existirán un grupo de variables que se clasificarán como esenciales y donde se encontrarán las similitudes (o diferencias) que originan el fenómeno para ambos casos.

97 Se debe tener presente que el esquema de investigación no contempla el análisis de una variable previamente mencionada en la introducción, a la luz de las características del Populismo identificada por M. Conniff, al igual que tocada tangencialmente en algunas de las teorías de los autores revisados en este trabajo, sin embargo, ella si se incluye como variable transversal de importancia tanto política como económica del Populismo y, a su vez, se analizará en la sección correspondiente a la Conclusión de este trabajo.

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«Estos dos diseños son compatibles puesto que su lógica es la misma. Los dos utilizan procesos similares para detectar relaciones causales y controlar factores externos».98

Esquema 1.8.1: Tipos de Métodos Comparados

METODO DE LAS SIMILITUDES METODO DE LA DIFERENCIA

Caso 1 Caso 2 Caso 3 Caso 1 Caso 2 A D G A A

B E H Diferencias B B Similitudes C F Y C C

X X X Similitudes X NO X Diferencias Y Y Y Y NO Y

Claves: X = variable causal; Y = fenómeno a explicar

Ahora bien, es de esperar que la técnica seleccionada para esta investigación es el método comparado por diferencias,99 siendo pertinente que ambos casos, al menos previamente, posean:

«[…] (1) that attention is fixed on phenomena presenting a maximum of contrast, and (2) that this are of broad significance and delineate political areas defined by systemic features. “Contrast”, in this perspective, is not synonymous with trivial difference».100

Así pues, los resguardos previos a la comparación son previstos e incluidos bajo el contexto en que se sitúan estos países. Específicamente, la metodología de comparación por diferencias que se ocupará es la denominada: Historia Comparada de Casos Contrastantes, como la define Skocpol:

98 Caïs, Jordi (1997): Metodología del Análisis Comparativo, Centro de Investigaciones Sociológicas, Cuadernos Metodológicos, pág. 25. 99 Al menos con un mediano conocimiento de la historia chilena y argentina. 100 Dogan, Mattei y Pelassy, Dominique (1984): How to Compare Nations: strategies in comparative politics, Chatham, N. J. Chatham House Pub., pág. 127.

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«Usually such contrasts are developed with the aid of referent to broad themes or orienting questions or ideal-type concepts. Themes and questions may server as frameworks for pointing out difference between or among cases. Ideal types may be used as sensitizing devices – benchmark against which to establish the particular features of each case».101

La historia comparada para casos contrastantes, en la definición mencionada, responde a la elección realizada de los casos para la investigación del Populismo Latinoamericano. La comparación, por lo tanto, se ayuda de un marco teórico en el cual se exponen las características ideales y muestra como funcionan las hipótesis sobre las condicionantes del Populismo Latinoamericano, para luego poder abordar los casos que, al menos preliminarmente, parecen contrastar. Por otra parte, la temporalidad de la comparación se extiende de forma aproximada entre 1930 y 1970, en este período se ubica lo que se ha definido como Populismo Latinoamericano.

Como se presentó, la lógica clásica de la comparación, en general, se centra exclusivamente en las causas que determinan al fenómeno. El esquema 2 muestra ello y pretende aislar las causas que determinan el contraste o la similitud. No obstante, se muestra un fenómeno para los casos comparados, la “Y” en el esquema, que no posee mayor cuestionamiento. Es necesario sortear esta limitante, ya que en la medida que no se investigue sobre las características esenciales del fenómeno, que son las que a su vez lo moldean de forma única e histórica, posiblemente el análisis exclusivo de sus causas tendrá serias limitantes. Es, por lo tanto, indispensable conocer cuál es el grado de diferencia entre uno y otro caso específico, cuáles son a su vez las características en las que difieren y cuáles no, sólo con ello se podrá realizar un exhaustivo análisis comparativo. Finalmente, corresponde presentar el esquema de análisis comparado, que consistirá básicamente en dos partes: primero las ‘condicionantes’, que corresponde a los usos

101 Skocpol, Theda & Somer, Margaret (1997): “The uses of Comparative History in Macrosocial Inquiry”, en Social Revolutions in the Modern World, Theda Skocpol, Cambridge University Press, pág. 75.

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tradicionales de la historia comparada, es decir, la búsqueda de factores que moldean al fenómeno para cada caso particular; segundo, las ‘características’ que definen desenvolvimiento del fenómeno en un caso empírico, el cual si es definido adecuadamente se transforma en complemento necesario del análisis comparado.

Tabla 1.8.2: Método de Historia Comparada de Casos Contrastantes para Chile y Argentina

CASOS CHILE ARGENTINA Condicionantes Actores Relevantes de la Sociedad Políticas Institucionalización del Sistema de Partidos Políticos Crisis del Estado Oligárquico Condicionantes Crisis del Modelo Económico de Exportación Primaria Económicas Grado de Desarrollo de la Industria y Capital Extranjero en la Economía Nacional Grado de Desarrollo del Proletariado Urbano Populismo Heteronomía de los Actores Sociopolíticos Relevantes Político Bajo Grado de Institucionalización del Sistema de Partidos en Regímenes Populistas Estado Populista Populismo Industrialización con Sustitución de Importaciones Económico Inflación Economía del Gasto

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CAPITULO 2 POPULISMO POLÍTICO: ACTORES Y PARTIDOS

Para conocer cómo surge, se construye y desarrolla el Populismo Político en Latinoamérica, en este capítulo se han elegido analizar dos de las tres dimensiones de lo político: los actores relevantes (la Iglesia, el movimiento obrero y la oligarquía terrateniente) y el sistema de partidos políticos.

2.1 La Iglesia Católica y el Populismo Político Latinoamericano

Se parte de la premisa que la Iglesia y su influencia política caracterizan y ayudan a conformar o evitar el Populismo Político. La historia de la Iglesia Católica muestra que condenó su separación del Estado, inclusive hasta finales del siglo XIX: «As late as 1885 Pope Leon XIII in his encyclical, Immortale Dei, denounced separationist theory as being primarily an attack on God and the prerogatives of the Church».102 En Europa el catolicismo se abrió a la manipulación de grupos políticos y se asoció a gobernantes y coronas para mantener su estatus, influencia, poder y legitimación. En Latinoamérica ocurre algo similar, la Iglesia Católica tendió a vincularse con la sociedad política tradicional:

«After separation from the crown, and as a liberal a radical parties began to gain strength in many countries of mid-nineteenth-century Latin America, the church came to depend very much on conservative parties to project its established interests».103

102 Smith, Brian H. (1982): The Church and Politics in Chile. Change to Modern Catholicism, Princeton University Press, pág. 67. 103 Idíd. pág. 68.

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Esta relación entre la jerarquía católica nacional latinoamericana y la corriente más conservadora de la política se mantiene durante todo el siglo XIX e incluso gran parte del siglo XX.

Argentina. Con la publicación de la encíclica Renum Novarum, el papa Leon XIII fundó la Doctrina Social de la Iglesia. Esto trajo inmediata repercusión en Argentina cuando en 1892 un sacerdote alemán, Federico Grote, fundador del catolicismo social argentino, dio origen al C.O.C. (Círculo de Obreros Católicos). Sin embargo, movimientos católicos como éste fueron débiles tanto dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina como en los círculos de obreros, donde dominaban agrupaciones anarquistas o socialistas.104 Sólo recién en 1924 se puso en cuestionamiento la hegemonía de corrientes más conservadoras dentro de la Iglesia. El Congreso de la República tenía las facultades de entregar una terna de candidatos a la Santa Sede para que ésta decidiera quien era electo para el cargo de Arzobispo de Buenos Aires. El preferido del Congreso en ese entonces era Monseñor De Andrea, fuertemente progresista en materias sociales y eclesiales, pero el Vaticano rechazó su postulación. Finalmente, quien es elegido Arzobispo fue Monseñor Copello, un individuo diametralmente opuesto a De Andrea y quien representaba más fielmente la identidad de la Iglesia argentina por esos años. Copello emprendió importantes tareas que llevaban a consolidar la Iglesia en un territorio tan extenso, centrando su trabajo por el crecimiento de la Iglesia, en cuanto número de parroquias, edificios eclesiásticos y monumentales. Sin embargo, no era posible solamente por la subvención estatal:

«Como los recursos de la institución y la ayuda del Estado no alcanzaban para cubrir estos proyectos, no dudó en solicitar la colaboración de las clases altas de Buenos Aires, a las que concedía a cambio el derecho de escoger el nombre de los santos patronos de las nuevas Iglesias».105

104 Al respecto: Caimari, Lila M. (1995): Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina: 1943 – 1955, Ariel Historia, págs. 41-42. 105 Ibíd. pág. 47.

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Esto lleva a que la Iglesia Católica argentina fortaleciera sus lazos con las oligarquías de la capital, las cuales garantizaban la presencia e influencia de ésta en asuntos sociales de relevancia. Para Junio de 1943, con el Golpe Militar que derrocó al presidente Ramón Castillo, las relaciones entre la Iglesia y el Estado se configuran de la forma decimonónica. Es bajo este gobierno que la Iglesia se acerca al Estado; el mecanismo que llevó a la jerarquía a formar un vínculo con el “gobierno militar católico” que se erigía fue el decreto 19.411 aprobado el 31 de Diciembre de 1943, mediante el cual la educación religiosa se convierte en obligatoria para las escuelas públicas argentinas. Así la Iglesia se transforma en un requisito necesario de agrado por parte de las fuerzas políticas que buscaban el poder:

«Dicho decreto ha sido considerado como el símbolo de la consumación de la alianza entre el nacionalismo católico y las Fuerzas Armadas, el punto más alto de influencia sobre el poder político. Esta visión parece justificada cuando constatamos la voluntad abierta del gobierno de congraciarse con la Iglesia y de convertirla en uno de sus pilares. Pero una atención a los móviles de la Iglesia misma obliga a introducir ciertos matices. El famoso decreto de 1943 fue el producto de una iniciativa gubernamental más que de las presiones ejercidas por la Iglesia sobre el gobierno. La respuesta del episcopado al anuncio del decreto fue no obstante muy positiva, y si temían la asociación a un gobierno de facto, los obispos superaron este temor a la hora de recoger los beneficios».106

Mantener buenas relaciones con el Estado fue la clave con que la Iglesia podía lograr un sustento económico que le garantizara la conservación de su institución. En otras palabras, la Iglesia busca conservar su presencia e influencia, sin importar necesariamente qué relaciones establecía con la política. En efecto, si la Iglesia hubiese seguido los caminos marcados por las encíclicas, debió haber buscado la apertura hacia las problemáticas sociales, no centrándose exclusivamente en la manutención y crecimiento institucional.

106 Ibíd. pág. 94.

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Cuando se produjo la normalización democrática en 1946, la Iglesia en su mayoría apoyó a Perón quien representaba una ventaja notable, gracias al fresco recuerdo del gobierno militar pro católico precedente, y del cual Perón era su efectiva continuación, en contraposición al candidato laico de la Unión Democrática con escasas posibilidad de triunfo. Durante gran parte del primer gobierno de Perón las relaciones entre la Iglesia y el Estado vivieron un idilio, ya que el candidato y luego presidente representaba los valores católicos que la Iglesia perseguía. Sin embargo, la afinidad que Perón buscó con la religión católica fue en función de validar su legitimidad frente al resto de sectores sociales. El discurso leído en la Bolsa de Comercio el 25 de Agosto de 1944 marca un inició en las alusiones respecto del catolicismo, permitiéndose citar reiterativamente la obra del Papa León XIII. Se puede afirmar entonces que:

«[…] las alusiones a las encíclicas no parecen haber nacido de un deseo de agradar al mundo católico –aunque esto no era excluyente– sino más bien a auditores que consideraban tranquilizadoras la referencia a la doctrina social de la Iglesia […] No sólo estas referencias lo acercaban a la Iglesia […] sino que le proporcionaban una salida para las críticas a él dirigidas. Las sospechas de reversión social por un lado y de demagogia facistoide por el otro pretendían quedar así neutralizadas».107

Para 1948 comienzan las primeras fricciones entre la Iglesia y el gobierno de Perón. El 10 de Abril de ese año en un discurso en homenaje a monseñor De Carlo, obispo de Resistencia, Perón comienza a diferenciarse fuertemente de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina. El presidente critica de “catolicismo tibio” a la Iglesia por no preocuparse de la cuestión social que su gobierno si comenzaba a atender. Acusaba a la Iglesia de alejarse de los pobres.108 En efecto, la Iglesia hasta ahora se había preocupado de buscar una posición social desde la cual poder influir, que se consolidó como su leiv motiv, desatendiendo crecientemente la cuestión social, y los grupos católicos que

107 Ibíd. pág. 114. 108 Al respecto: Ibíd. págs. 116-118.

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buscaban ocuparse de ella eran despreciados por la jerarquía y carecían de relevancia en los sectores que buscaban ayudar. Es por ello que se puede afirmar que la Iglesia tuvo una actitud principalmente pragmática al buscar un posicionamiento institucional fuerte, aliándose con aquellos grupos que le podían entregar apoyo, financiar su institución y fortalecer su posición, como ocurrió con la oligarquía bonaerense, el gobierno militar de 1943 y su alianza implícita con los primeros años del gobierno de Perón. Desde esta perspectiva la Iglesia mantuvo un fuerte carácter conservador y pragmático al no preocuparse de los problemas que ocasionaba la cuestión social, de los cuales el peronismo se ocupó en parte. Entre 1945 y 1946 el presupuesto estatal para la Iglesia se duplicó109, además a lo largo del gobierno peronista los funcionarios de la Iglesia comenzaron a recibir tanto los beneficios (aguinaldos, aumentos de sueldos) como cambio de estatus, empezando a ser elementos más de burocracia estatal.110 El Estado absorbía a la Iglesia, y la importancia que ésta logró tener durante el gobierno militar del 43 se desploma, perdiendo todo poder frente a la potencia estatal del peronismo. Desde principios de 1950 hasta finales del gobierno de Perón el conflicto entre Iglesia y Estado se había redefinido en términos del “catolicismo justicialista” y el “catolicismo de la Iglesia”. Esto se puede interpretar bajo la clave de una lucha de poder político de ambas instituciones, donde el peronismo se impuso aplastantemente. La potencia del Estado en la captación de los obreros y las capas bajas de la sociedad mediante sus agencias de cooptación, sumado a la falta de consenso que suscitaban dentro de la Iglesia los movimientos políticos católicos111 llevo a que la formación de un Partido Demócrata Cristiano en Argentina ocurriera recién en 1954 (a diferencia de Chile que la Falange ya se fundó en 1937), y cuando la crisis del gobierno de Perón lograba un desenlace. Pero lo que es más importante, este partido tuvo muy poca importancia en lo que a organización de los estratos bajos se refiere.

109 Al respecto ver los valores en: Ibíd. pág. 126. 110 Al respecto: Ibíd. pág. 127. 111 Al respecto: Ibíd. pág. 292.

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Tabla 2.1.1: Porcentaje de Votación Demócrata Cristiana en elecciones posteriores al segundo Gobierno de Perón

Partido 1957 1958 1960 1962 1963 Democracia Cristiana 5 4 4 2 5 Fuente: Snow (1979), pág. 28.

Además de su tardía formación, la Democracia Cristiana Argentina careció de una adhesión significativa y sus votaciones no superaron el 5% posterior a la caída de Perón, que demuestra como el Populismo debilita la influencia de la Iglesia y de los partidos progresistas cristianos que bogan por la Doctrina Social en política (ver Tabla 2.1.1). Por otro lado, también la J.O.C. (Juventud Obrera Católica) que busca una apertura cristiana hacia los obreros en función de la Doctrina Social de la Iglesia, siempre se enfrentó a la jerarquía católica argentina sin lograr muchos resultados:

«El balance que los dirigentes de las JOC hacían en 1954 era innegablemente sombrío: la organización no había estado a la altura de las expectativas de la Iglesia universal. La causa principal de estas dificultades no era atribuida al peronismo, sino al conservadorismo de la Iglesia: este movimiento teóricamente basado en estructuras parroquiales chocaba con la resistencia de la mayoría de los curas de parroquia. Esta queja, dirigida claramente a la jerarquía nacional, era la manifestación de un desacuerdo mas amplio entre las nuevas generaciones de sacerdotes y un episcopado cuyas directivas de apostolado ponían un freno sistemático a las iniciativas de los jóvenes».112

Se puede identificar claramente una diferencia dentro del clero, entre la jerarquía católica con su impronta conservadora y los cuadros católicos laicos y el joven clero. Estos últimos perdieron toda influencia en la jerarquía eclesial y en la sociedad. No obstante, la crisis surge cuando el líder populista comienza a criticar el tipo de catolicismo conservador de la Iglesia frente a la ocupación que el gobierno hacía respecto de la cuestión social. Toda reacción de la Iglesia sería en vano ya que el Estado

112 Ibíd. pág. 300.

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de Perón la había cooptado, al igual que a otros sectores sociales, perdiendo todo tipo de influencia en la sociedad, especialmente entre los estratos bajos.

Chile. En el siglo XIX y en el primer cuarto del siglo XX la Iglesia Católica chilena estuvo fuertemente identificada con el Partido Conservador el cual luchó por las prerrogativas eclesiales en el Congreso. Sin embargo, esta alianza tuvo serias consecuencias en la imagen de la Iglesia, los clérigos se enfrascaron en campañas electorales y en algunos casos el presupuesto eclesial fue usado para apoyar candidaturas conservadoras. Además estas actitudes provocaron divisiones internas entre los obispos y los sacerdotes. Por su parte la Iglesia usó al Partido Conservador para apuntalar su propia influencia en la sociedad.113 Para 1920 el plan de gobierno de Alessandri incluía la separación de la Iglesia y el Estado, uno de los objetivos de los radicales, quienes formaban parte de su coalición. El Vaticano estuvo sin duda dispuesto a aceptar la separación que se produjo en la Constitución de 1925, con el objeto de que se evitaran conflictos como los recientemente ocurridos en otros países católicos. En 1922 el Arzobispo de Santiago Crescente Errázuriz escribió una carta pastoral en que prohibía la intervención de personeros eclesiales de todo tipo dentro de los partidos políticos y en disputas políticas, con ello buscaba lograr una neutralidad política de la Iglesia para preservar la independencia de la institución.114 A pesar de ello, las relaciones entre la Iglesia y los conservadores se redefinen explícita y oficialmente sólo dos años después de la muerte de Errázuriz en 1933. El Obispo Fuenzalida de Concepción, a principio de los años 30, se mostraba partidario de volver a unir Iglesia y Estado, y hacía referencia a la necesidad de la existencia de un partido que representase los intereses católicos. Por otro lado los líderes conservadores se mostraban deseosos de mantener un apoyo católico para sí. Nuevamente se daban las condiciones para revincular Iglesia y conservadurismo. Para Noviembre de 1933, en una reunión anual de Obispos, decidieron anunciar su apoyo

113 Smith (1982): The Church and…, págs. 71-72. 114 Ibíd. págs. 72-76.

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público al Partido Conservador.115 Sin embargo, la Santa Sede arremete contra los apoyos explícitos:

«Upon reception of the Pacelli letter in 1934, the Chilean Bishops once again acquiesced to the clear and definitive instruction from the Vatican. They did not publish their private decision reached in 1933 to urge Catholic support for the Conservative Party. Subsequently they announced guidelines for Catholics in electoral politics which incorporated each of the point outlined in the 1934 communiqué from the Holy See».116

Desde 1935 comienzan a producirse los primeros cambios hacia una variante más progresista dentro de la Iglesia chilena. Un núcleo de líderes progresistas dentro de la jerarquía eclesial comienzan a tener más peso en la Iglesia, los cuales habiéndose preparado en universidades católicas europeas, que ya habían vivido el cambio hacia corrientes reformistas de la Iglesia Católica, trajeron renovación al país. Por ejemplo en 1938, José María Caro, Obispo de La Serena y futuro Arzobispo de Santiago en 1939, mediante una carta pública al Presidente de la República Pedro Aguirre Cerda, ayudó a solidificar la legitimidad del nuevo gobierno despejando dudas sobre el miedo existente respecto del marxismo. No obstante, los avances en materia eclesial que devenían desde sus alianzas con las oligarquías conservadoras hacia un enfoque social cristiano, no tenía aún efecto en las prácticas religiosas que no se disociaban de las tendencias políticas hasta la fecha existentes. En consecuencia, para 1958 las prácticas religiosas de los fieles se correlacionaban con tendencias políticas de derecha. Por lo tanto, de los que regularmente practicaban el culto un 44,1% manifestaban adhesión a la derecha en el Gran Santiago, y los que ocasionalmente lo practicaban en un 36% adherían.117 La generalidad era que los vínculos entre la Iglesia y el conservadurismo se mantuvieran implícitamente, además los movimientos políticos reformistas carecían de efectividad.

115 Al respecto: Ibíd. págs. 78-79. 116 Ibíd. pág. 80. 117 Al respecto: Ibíd. págs. 88-91.

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Los grupos social cristianos en Chile como la J.O.C. (Juventud Obrera Católica) del Obispo Manuel Larraín de Talca, y como la A.S.Ch. (Asociación Sindical Chilena), formada por San Alberto Hurtado, tuvieron muy poco alcance. Muchos de los sectores sociales a los cuales apuntaban continuaban desorganizados o dominados por los marxistas, como fue el caso de los movimientos obreros.118 Además el movimiento político juvenil, crítico de la falta de capacidad para enfrentar el problema de la cuestión social, que se desprendió del conservadurismo, conocido como la Falange Nacional, poseía un fuerte rechazo por parte de la jerarquía católica chilena. La Falange favoreció establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y criticó fuertemente las prácticas autoritarias del Régimen “católico” de Franco. Era de esperar que la Iglesia no aceptara este comportamiento debido a que condenaban fuertemente el marxismo ateo y muchas veces el Vaticano apoyó gobiernos católicos no democráticos. El Cardenal Caro reitera la censura a la Falange por la falta de respeto que ha tenido con el episcopado y las posiciones que mostraba frente a fuerzas políticas no creyentes.119 Un aspecto que manifiesta la pervivencia de las relaciones tradicionales entre la Iglesia y la política del extremo conservador es el financiamiento de los colegios católicos de la Institución. La falta de recursos financieros internacionales para mantener la obra de la Iglesia chilena llevó, nuevamente, a que revivieran los vínculos con la derecha. Los lazos durante la primera mitad de la década del 50 se mantuvieron igual como hace un siglo atrás.120 Sin embargo, a comienzos de los años 60 se produjo una equivalencia entre los principios de la Iglesia que coincidían estrechamente con los del Partido Demócrata Cristiano (P.D.C.). Primero en 1962, mediante dos cartas pastorales, los obispos dejan de manifiesto que los problemas sociopolíticos chilenos merecen bastante atención. Critican fuertemente la baja utilización de la tierra, ausencia de patrones en el campo y falta de asistencia técnica y entrenamiento para los pequeños propietarios. Para ello veían necesaria una Reforma Agraria. Entre otras cosas pedían reformar el sector

118 Al respecto: Ibíd. pág. 96. 119 Al respecto: Ibíd. págs. 97-98. 120 Al respecto: Ibíd. pág. 103.

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administrativo del Estado, el régimen industrial, la distribución del ingreso, etcétera. Además condenaban al marxismo, representado en ese momento por , también criticaron el liberalismo y la ilegitimidad de cualquier tipo de relación entre cristianos y marxistas. Si bien, en términos generales, no fue un apoyo explícito a la Democracia Cristiana y a Edurado Frei Montalva, si ayudó para que dentro de los católicos éste ganara apoyo.121 En definitiva, la síntesis de las directrices de las cartas pastorales coincidían fuertemente con los principios y objetivos de la D.C., lo que llevaba a que se redefiniera un nuevo vínculo entre la Iglesia y la política. El cambio hacia el progresismo social que sufre la jerarquía católica chilena se explica por la renovación de los obispos durante poco más de una década, y la relación que se gesta con los nuevos políticos cristianos:

«Between 1955 and 1964, fourteen of the twenty-eight bishops in the country retired or died and their replacements tended to be social progressives. Seven of the new bishops as young priests had been chaplains of Catholic Action programs. All of them had received their education in the same high schools and university circles which formed the leaders of the Christian Democratic Party in the 1930s and 1940s. Many of the new bishops and leaders of the PDC also had close friendship or family ties».122

Tabla 2.1.2: Elección Política y Práctica Religiosa de los católicos en Santiago de Chile, Agosto 1964.

Candidato / Regularmente Practican Ocasionalmente Practican Partido(s) que el Culto (N=235) el Culto (N=337) lo apoyan % Candidato % Partido % Candidato % Partido Allende (FRAP) 9,8 6,8 18,1 11,3 Durán (Radical) 2,1 6,4 1,8 4,2 Frei (PDC) 74,9 57,9 62,9 50,7 (Cons. – Lib.) 7,7 4,2 Indecisos 13,2 21,2 17,2 29,6 Fuente: Smith (1982), pág. 108.

121 Al respecto: Ibíd. págs. 109-111. 122 Ibíd. pág. 112.

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También en 1964 en el Gran Santiago, a nivel de las preferencias políticas, los católicos que regularmente practicaban el culto y que votarían por Frei alcanzaba al 74,9% y su partido la DC un 57,9%. Entre los que ocasionalmente practicaban el culto, los porcentajes eran 62,9% y 50,7% respectivamente. En la campaña de 1964 el apoyo a Frei surgió muchas veces de forma negativa como miedo al comunismo, por ello los que no practican la religión Católica y Frei era su candidato correspondían al 52,4% y la DC su partido político al 40,7%.123 A esto último hay que sumarle que para 1964 la derecha no presentó candidato político, transmitiendo con ello su apoyo a Frei. Posiblemente ahí también iban incluidos sus votantes católicos (ver Tabla 2.1.2). Como era de esperarse en 1964 existe una alta correlación entre la observancia del catolicismo y el miedo al comunismo. El 74% de los católicos que practican regularmente la religión ven en el comunismo un real peligro y un 62% para quienes practican la confesión ocasionalmente124 así el social-cristianismo se potenció como reacción al temor social de que se instaurara un gobierno comunista. Entre 1960 y 1964 la Iglesia recibió grandes aportes en personal y dinero provenientes de Europa occidental y Norteamérica. El número de religiosas y sacerdotes aumentó en un 65% sumando a unos 34 millones de dólares en ayuda financiera por las organizaciones europeas y norteamericanas manejadas por obispos.125 Ello provocó que la Iglesia dejase de depender económicamente de la oligarquía nacional y abandonara sus vínculos con el conservadurismo, ya que no dependían de su financiamiento. Esto produjo que la orientación eclesial de sus programas cambiara. Si bien la Iglesia se vinculaba fuertemente a los nuevos movimientos reformistas católicos, las inclinaciones demócrata cristianas de los católicos estaban débilmente arraigadas. En 1970, en Santiago, los católicos que regularmente practican el culto y partidarios del PDC son 29,2% y los ocasionalmente practicantes alcanzan el 22,8%, frente a porcentajes que en 1964 superaban el 50%. El apoyo de los católicos no se fue necesariamente hacia los Nacionales (conservadores y liberales) ya que sus porcentajes,

123 Al respecto: Ibíd. pág. 108. 124 Al respecto: Ibíd. pág. 118. 125 Al respecto: Ibíd. págs. 122-123.

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si bien subieron respecto de 1964, tuvieron un aumento marginal. También el apoyo de los católicos subió en más de 10 puntos porcentuales respecto de las preferencias por Allende y poco más de 5 en lo que respecta a las preferencias hacia la Unidad Popular. Donde sí se nota más clara la preferencia de los católicos hacia la derecha es en los candidatos Presidenciales, Jorge Alessandri captura las preferencias superando en más de 10 puntos porcentuales las de Radomiro Tomic, el candidato Demócrata Cristiano, para católicos que regular y ocasionalmente practican el culto (ver Tabla 2.1.3 y comparar con Tabla 2.1.2).

Tabla 2.1.3: Elección Política y Práctica Religiosa de los católicos en Santiago de Chile, año 1970

Candidato / Partido(s) Regularmente Practican Ocasionalmente Practican que lo apoyan el Culto (N=171) el Culto (N=246) % Candidato % Partido % Candidato % Partido Allende (UP) 22,2 17 30,5 21,1 Tomic (PDC) 28,7 29,2 25,2 22,8 Alessandri (Nacionales) 40,4 12,9 35,4 11,4 Indecisos 8,7 40,9 8,9 44.7 Fuente: Smith (1982), pág. 130.

Se puede concluir que lo que potenció el explosivo crecimiento de las preferencias respecto de la DC fue el miedo al comunismo y el apoyo que la derecha le brinda en 1964 al no presentar candidato presidencial. Sin embargo, no se observa necesariamente una vuelta hacia los patrones tradicionales de comportamiento electoral de los católicos ya que la preferencia partidista por la DC sigue siendo superior a la derecha en 1970, observándose definitivamente un alejamiento católico parcial respecto del conservadurismo. Si a ello se le suma la desvinculación de la jerarquía católica con la derecha conservadora se puede apreciar como el movimiento reformista católico sienta bases dentro de la sociedad chilena. Nuevamente, en la medida que en Chile se consagra el surgimiento de movimientos católicos reformistas que culminan en la formación de un Partido Demócrata Cristiano fuerte, las aspiraciones para el surgimiento de liderazgos carismáticos que se vinculen directamente con las masas se torna más dificultoso, debido a que en gran parte han sido capturadas por estas fuerzas políticas.

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Conclusión. Tanto en el caso argentino como en el chileno, la Iglesia estuvo ligada al conservadurismo hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, la diferencia radica en que la Iglesia chilena devino hacia posturas progresistas que tuvieron impacto efectivo en la sociedad conformando organizaciones sindicales y sobre todo partidistas, las cuales se transformaron en el freno del Populismo Político. La Iglesia argentina efectivamente no realizó este cambio, ni tampoco tuvo la oportunidad debido al temprano y fortísimo surgimiento del peronismo. Claramente en Argentina se cumplen las condiciones y características del Populismo Político en su relación con la Iglesia (institución fuertemente conservadora que bajo el Populismo es controlada heterónomamente por el Estado), no así para Chile donde esta dimensión del Populismo Político está ausente y tampoco se suceden condiciones favorables para su surgimiento.

2.2 Movimientos Obreros: Entre el Estado y los Partidos

Entre las condiciones favorables para el surgimiento del Populismo está la falta de organizaciones de trabajadores independientes y con capacidad para emitir demandas, o bien la existencia débil de éstas. A pesar de ello, corrientes populistas robustas pueden llegar a absorber organizaciones preexistentes cooptándolas en función del aparato estatal. En este último caso el Populismo Político las transforma rápidamente en un “ministerio más del Estado”.

Chile. El movimiento obrero en Chile se remonta hacia fines del siglo XIX. Si bien las organizaciones de trabajadores existentes eran del tipo mutualistas, representan un primer vástago de organización laboral. Éstas datan incluso de 1853, como la Sociedad Tipográfica, pero no es sino hasta 1890 en que los diversos movimientos políticos como los comunistas, anarquistas y el Partido Democrático comienzan a organizar sindicatos. A partir de ese momento se crearon una serie de organizaciones que aglutinaban sindicatos o mutuales como son la Federación de Uniones de Protección del Trabajo Sudamericana (1892), Confederación Obrera de Sociedades Unidas (1894) y la

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Confederación Obrera de Chile (1896) que, sin embargo, se disolvieron con la misma rapidez que fueron creadas.126 Llegado el siglo XX la organización sindical emerge nuevamente:

«En 1900, en el Norte, se formó la primera Combinación Mancomunal de Obreros, en Iquique y hasta se creó un Partido Obrero Mancomunal, en la misma ciudad, […] El movimiento mancomunal influyó en la unificación del movimiento sindical, pues en 1902 creo el Congreso Social Obrero, con 192 sociedades y unos 2000 afiliados. Las sociedades de Valparaíso, con el mismo motivo, formaron la Federación General de Obreros. Esta federación cambió luego su nombre a Confederación General de Trabajadores de Chile».127

La central sindical más importante de principios de siglo, F.O.Ch. (Federación de Obreros de Chile), que en un comienzo nace de la iniciativa de elementos conservadores (Gran Federación Obrera de Chile, 1909), en 1917 se perfila bajo dos corrientes políticas importantes, una más democrática y otra revolucionaria, y es finalmente esta última que se impone en el congreso de 1919, comandada por Luis Emilio Recabarren. Es en el período de la década del 10 en que comienza a gestarse la interpenetración del movimiento obrero con movimientos políticos emergentes de la izquierda. Sólo unos años después de su nacimiento el movimiento obrero sufrió su primer duro golpe a manos de Ibáñez:

«[…] fue uno de los primeros presidentes latinoamericanos que enmarcó a las organizaciones laborales en un sistema de sindicalización supervisada por el Estado. Silenció el agravio con represión en nombre del anticomunismo y sus sustitutos gubernamentales para los sindicatos autónomos […] Socavó la tendencia izquierdista en la política laboral, con lo que aplastó abrumadoramente a la FOCh, al PC y a la USRACH. Al hacerlo, dejó ver la fragilidad de las organizaciones de la clase baja. La organización sindical centralizada y paternalista era parte del modelo semi- corporativista del dictador, quien consideraba que los sindicatos debían

126 Al respecto: Alba, Víctor (1964): Historia del Movimiento Obrero en América Latina, Libros Mexicanos Unidos, México, D.F., págs. 375-378. 127 Ibíd. pág. 378.

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servir tanto al Estado como a los trabajadores. La fuerte mano gubernativa alejó a algunos trabajadores, pero otros se sintieron atraídos por las reformas legales, el mayor poder real adquisitivo del ingreso diario, las obras públicas masivas y por el magnetismo de Ibáñez».128

Fuerzas anarcosindicalistas también suscitaron la creación de organizaciones sindicales, aunque sin una fuerza que pudiera romper la hegemonía que adquirió la F.O.Ch. En 1919 se fundó la I.W.W. que posteriormente se denominó Central General de Trabajadores, anarcosindicalista. Como se ha mencionado los movimientos obreros en Chile se caracterizaron por ser promovidos desde los partidos, y quienes primero suscitaron la asociación de mancomunales y cooperativas fueron algunos líderes del Partido Democrático como Malaquías Concha o Emilio Recabarren, como ocurre con la “colonización” de la F.O.Ch. La importancia de este movimiento es que agrupaba de forma centralizada una gran cantidad de sindicatos a lo largo del país, justamente aquella capacidad de la que carecía el Partido Obrero Socialista (P.O.S.), fundado por el mismo Recabarren. Una vez que los activistas del partido lograron penetrar y reorientar la jefatura del F.O.Ch., el P.O.S. comenzó a convertirse, a su vez, en una fuerza política gravitante en la izquierda y en los trabajadores. En 1920, el P.O.S. en su búsqueda de purgar los elementos reformista, de los que Recabarren había huido en el Partido Democrático, aprobó la adopción del nombre de Partido Comunista. La F.O.Ch. siguió el mismo camino y se afilió a una agrupación internacional de sindicatos R.I.L.U. (Red Internacional de Sindicatos de Trabajadores) y sentenció a su vez que no iba a tener más vínculos con los elementos reformistas del Partido Democrático.

«Después de 1922, estas dos organizaciones de la clase obrera, la FOCh y el Partido Comunista de Chile, llegaron casi a no ser distinguibles. Estuvieron tan estrechamente vinculados que, por sugerencia de

128 Drake, Paul (1992): Socialismo y Populismo en Chile, Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, págs. 42-43.

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Recabarren, compartieron desde esa fecha en adelante el mismo periódico oficial».129

Los intentos de unificación sindical posterior a la caída del primer gobierno de Ibáñez se remontan hacia 1934, cuando se formó la C.N.S. (Confederación Nacional de Sindicatos), y dos años más tarde se forma la C.T.Ch. (Confederación de Trabajadores de Chile) que agrupa la Vieja F.O.Ch. y a la C.N.S., dejando fuera a la anarcosindicalista C.G.T.

Por el lado de la vertiente política reformadora, entre el 4 y 16 de Junio de 1932 el coronel de la aviación Marmaduke Grove logra llevar a cabo un experimento socialista que derribó al entonces presidente Montero que, sin embargo, fue rápidamente reprimida por otro golpe militar al mando de Carlos Dávila. Lo que marca un hecho importante es que este paréntesis socialista indica el surgimiento de una nueva fuerza de organización obrera en torno a lo que posteriormente será el Partido Socialista (de tendencia reformista). Para las elecciones del 30 de Octubre de ese mismo año los “grovistas” obtienen el segundo lugar en las urnas, con un 17,7%, lo que representa 60.856 votos de la época. Igual de importante es mencionar que la votación de Grove es transversal:

«Los resultados regionales de 1932 [...] indican que los grovistas no representan simplemente otra protesta de los extremos geográficos del país contra el centro. A diferencia de lo que le ocurrió a Alessandri en 1920 y 1931, y a Salas en 1925, a Grove le fue mejor en el centro Urbano. Su resultado está más en correlación con factores sociales y económicos que con resentimientos regionales históricos».130

En efecto, en comunas industriales (47,3%) como mineras (12,2%) Grove obtiene altas votaciones en 1932, no así en comunas campesinas (4,4%), donde el electorado está

129 Scully, Timothy (1992): Los Partidos de Centro y la Evolución Política Chilena, CIEPLAN - Notre Dame, Santiago de Chile, pág. 108. 130 Drake, Paul (1992): Socialismo y Populismo…, pág. 84.

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cautivo de la oligarquía terrateniente.131 A juicio de Drake, durante la década del 30 en Chile, se comienza a observar que el discurso político migra hacia intensificar las diferencias de clase, lo que solidificaría ideológicamente al naciente movimiento obrero:

«[…] políticos tales como Alessandri, los comunistas y los socialistas instaban a los votantes a pensar en términos de clase y a votar por grupos relacionados con ellos y en contra de los representantes de sus enemigos sociales. Las posiciones sociales influían cada vez más en las decisiones electorales, pero no las determinaban. Las lealtades tradicionales, personales y regionales estaban aún fuertemente arraigadas».132

En efecto, hasta la década del 50 se aprecia como el campo permanece cautivo de los propósitos conservadores (por ejemplo, en la votación de 1941 los conservadores y liberales en comunas rurales alcanzan el 44,1% de la votación).133 La composición histórica del movimiento obrero de izquierda es bastante particular, en efecto convergen dos vertientes: una más popular que busca triunfos electorales dentro del sistema capitalista (lo que Drake denomina “Populismo”) y otra socialista ligada al proyecto del comunismo soviético:

«En su adolescencia política, la clase trabajadora había seguido dos corrientes claras: el populismo –como el que practicaban Alessandri y los demócratas clientelísticos– y el socialismo, representado por Recabarren y el POS. Hacia los años 30 se fusionaron elementos importantes de los dos bandos en los socialistas, los que se constituyeron de ese modo en la fuerza dominante de la política laboral».134

En 1938 las fuerzas de izquierda que representaban crecientemente al movimiento obrero logran llegar al poder gracias al Frente Popular liderado por los radicales. La inclusión temprana de las fuerzas políticas de izquierda en el poder ejecutivo hizo que se

131 Revisar datos en: Ibíd. pág. 85. 132 Ibíd. pág. 85. 133 Los datos electorales fueron obtenidos en: Ibíd. pág. 235. 134 Ibíd. pág. 116.

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“domesticaran” rápidamente por los canales estructurados de participación política, logrando aspirar sólo a metas reformistas. Además se observa un proceso de moderación de la izquierda durante la conformación de la alianza del Frente Popular, que se aceleró aún más luego de la elección, el Partido Socialista y el Partido Comunista lograron llegar al poder sin forzar al quiebre con los partidos tradicionales.135 El P.S. logra especialmente institucionalizarse en la política nacional, a diferencia del P.C. que fue proscrito años más tarde, burocratizándose en tres sentidos:

«(1) la entrada de los socialistas a la burocracia estatal; (2) la influencia de burócratas al partido socialista y; (3) el atrincheramiento de un liderazgo moderado, autoritario, jerárquico y burocratizado en los niveles superiores del partido».136

Lo que da cuenta de la integración del socialismo en la política democrática gracias a la institucionalización del partido y su participación política bajo canales, por lo que el partido deviene en gran medida en una máquina clientelística dedicada a la movilización de masas. Por otro lado, el arraigo de fuerzas obreras, en lo que respecta a su representación partidista, se aprecia en el desplazamiento del electorado hacia la izquierda. De la elección parlamentaria de 1937 a la de 1941 la votación conservadora-liberal cae en 11,3 puntos, la de los radicales sube 2,1 puntos y la izquierda (socialistas y comunistas) suben en sorprendentes 17,2 puntos porcentuales. A casi una década del boom socialista de Grove, la izquierda en Chile consolida su relevancia social y política, alcanzando el 32,5% de las preferencias en las votaciones parlamentarias de 1941 (ver Tabla 2.2.1).

135 Al respecto: Ibíd. pág. 188. 136 Ibíd. pág. 213.

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Tabla 2.2.1: Porcentaje de votación en Elecciones del Congreso en Chile: 1937 – 1947.

Partido 1937 1941 1945 1947* Cons. y Lib. 42,0 30,7 43,7 33,5 Radicales 18,6 20,7 20,0 20,0 Socialistas 11,2 20,7 12,8 8,9 Comunistas 4,1 11.8 10,2 16,5 Fuente: Drake (1992), págs. 233, 249 y 261. *La Votación de 1947 corresponde a elecciones Municipales, el resto son elecciones el Congreso.

A diferencia del comunismo chileno que está arraigado principalmente en zonas mineras alejadas de la ciudad (por ejemplo en Antofagasta los comunistas obtienen más del 40% de la votación para la elección del Congreso de 1941), el socialismo crece en influencia en comunas de la zona central urbana (con más del 20% de los sufragios en Santiago para las elecciones del Congreso de 1937 y 1941), no así en el campo.137 En la votación para el Congreso de 1945 el P.S. sufre una baja en su adhesión, de un 20,7% en la parlamentaria de 1941 a un 12,8%, por su parte el P.C. cae levemente de un 11,8% a un 10,2%. En las votaciones municipales de 1947 el panorama se torna más sombrío para la izquierda socialista, obteniendo un 8,9% (P.S. y P.S. Auténtico), a diferencia de los comunistas que obtienen un 16,5% de las preferencias. En 1947, la más alta votación comunista puede ser interpretada desde la lógica de su focalización, ésta fue una fuerza política que se centró principalmente en los obreros de las industrias mineras alejadas de los centros urbanos, en estos últimos los socialistas tenían gran influencia que fueron perdiendo a medida que políticos del corte de Ibáñez persuaden a las masas urbanas. En 1946, los problemas entre el gobierno y los sindicatos, especialmente los controlados por comunistas comienza a aumentar:

«[…] el gobierno retiró la autorización a dos sindicatos de la CTCh. En un mitin de protesta, la policía disparó y mató a seis manifestantes. Siguió una huelga general que paralizó al país. Los sindicatos dirigidos por los comunistas querían prolongar la huelga general, pero los dirigidos por

137 Al respecto: Ibíd. pág. 233.

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socialistas consideraban que la CTCh no tenía fuerza suficiente para enfrentarse al ejército, opuesto a toda tentativa revolucionaria».138

Finalmente González Videla proscribe al P.C. y deporta a los líderes del mismo, llevando a que la fracción de la C.T.Ch. dominada por socialistas se transforme en hegemónica dentro del sindicalismo. En 1952, el mismo año en que Carlos Ibáñez es elegido democráticamente presidente, se forma la C.U.T. (Central Unitaria de Trabajadores de Chile) de mayoría socialista, minoritariamente conformada por comunistas y social-cristianos, se mostró en un comienzo favorable al gobierno de Ibáñez, sin embargo, surgidos los primeros roces, el presidente intentó formar una Conferderación de Trabajadores Independientes, al estilo peronista, que fracasó tan pronto como fue creada.139

Tabla 2.2.2: Número de miembros de Sindicatos Urbanos en Chile: 1932 – 1973.*

Obreros Obreros Año Sindicalizados Año Sindicalizados 1932 54.801 1961 261.507 1933 75.050 1962 256.041 1938 125.972 1963 266.332 1946 251.774 1964 268.884 1952 282.383 1965 290.535 1953 297.232 1966 340.869 1954 298.049 1967 363.713 1955 303.315 1968 416.289 1956 328.606 1969 426.318 1957 315.290 1970 436.974 1958 305.080 1971 459.118 1959 307.323 1972 495.958 1960 272.141 1973 704.499 Fuente: Scully (1992), pág. 206. * El valor incluye tanto a sindicatos de obreros industriales como empleados (diversos oficios).

Los partidos políticos que representan al movimiento obrero, en general, sufren un impasse durante la década del 50, con la llegada de Ibáñez al poder. Sin embargo, el

138 Alba (1964): El Movimiento Obrero…, pág. 383. 139 Al respecto: Ibíd. págs. 383- 384.

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movimiento obrero medido según el número de trabajadores sindicalizados y las mismas organizaciones sindicales no varían significativamente en número. En efecto, desde 1952 que asume Ibáñez la presidencia, el número de miembros sindicalizados alcanza las 282.383 personas y, para el fin de su mandato en 1958, el número de sindicalizados alcanza sólo 305.080 personas, es decir, durante seis años se sindicalizan poco más de 22.500 trabajadores (ver Tabla 2.2.2). Es de esperarse que bajo un régimen populista los niveles de sindicalización aumenten drásticamente debido a la búsqueda del Estado por controlar a las masas que les retribuyen apoyo mediante la forma de agencias de cooptación estatal. Sin embargo, en Chile la sindicalización no aumentó, y además se mantuvo alejada del control Estatal. La C.U.T. en esos tiempos se encontraba unificada, a pesar de las corrientes diversas que albergaba en su seno. Incluso en años posteriores, bajo el gobierno de Jorge Alessandri, sufre una caída, logrando repuntar recién bajo el gobierno de Frei Montalva. Conviene aclarar que la sindicalización que aumenta durante este gobierno es la sindicalización campesina.140 Por otro lado, en el gobierno de Frei se promulga una ley de sindicatos libres, surgiendo principalmente tres organizaciones paralelas a la C.U.T., sin embargo, hacia 1969 este paralelismo sindical fracasó y la hegemonía de la C.U.T. era indiscutible en el mundo sindical, transformándose en un grupo de presión y diálogo importante para el Estado. El vínculo que se teje entre la C.U.T. y el Estado comienza hacia fines del gobierno de Frei y culmina solidificándose de forma poco habitual en el gobierno de Allende:

«Consecuente con su programa de gobierno, Allende firmó un acuerdo de mutua cooperación con la Central Única de Trabajadores. Esto simbolizaba un paso adelante respecto del reconocimiento efectuado por Frei en 1969 en cuanto a fijar de consuno la política de salarios para 1970. La inclusión de la CUT en el gobierno de la Unidad Popular generó inmediata oposición en el Congreso. El 12 de mayo de 1971 Allende firmó un proyecto de ley en que se le concedía legalidad a la CUT y suministraba los métodos adecuados de financiamiento. Esta incorporación al aparato de planificación del Estado, tal como se entiende, implicaba que en la planificación centralizada de la economía los sindicatos representados tendrían que velar porque en las

140 Al respecto: Scully (1992): Los Partidos de Centro…, pág. 206.

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empresas se desarrollaran los planes de producción fijados».141

El número de sindicalizados finalmente aumenta dramáticamente en 1973, con el gobierno socialista-comunista de Allende que, como se mencionó anteriormente, eran las corrientes partidistas que controlaban la sindicalización. Mediante una vía sui generis, se logró aumentar la sindicalización en Chile ya que quienes tenían estrecha relación con los sindicatos (Partidos Comunista y Socialista) llegaron a la Moneda y potenciaron la sindicalización, y no como comúnmente realizan los gobiernos populistas que merman la sindicalización comunista y anarquista, “re-sindicalizando” a los trabajadores en las propias organizaciones estatales o dominando heteronomamente las ya existentes, que en Chile fue sólo una efímera idea de Carlos Ibáñez del Campo. Además se observa que el movimiento sindical logró un alto grado de cohesión relativo, lo que dista mucho de la endémica atomización del sindicalismo argentino, como se expondrá más adelante.

Tabla 2.2.3: Número de miembros de Sindicatos Tabla 2.2.4: Número de sindicatos Industriales Industriales (Obreros) en Chile: 1932 – 1970. (Obreros) en Chile: 1932 – 1970.

Año Sindicalizados Año Sindicalizados Año Sindicatos Año Sindicatos Industriales Industriales Industriales Industriales 1932 29.442 1952 155.054 1932 168 1952 635 1934 42.617 1954 165.888 1934 266 1954 667 1936 51.185 1956 170.689 1936 275 1956 788 1938 78.989 1958 154.650 1938 333 1958 641 1940 91.940 1960 122.306 1940 629 1960 608

1942 122.688 1962 134.478 1942 602 1962 598

1944 143.860 1964 142.951 1944 596 1964 632 1946 148.276 1966 179.506 1946 591 1966 990 1948 151.633 1968 189.815 1948 607 1968 1.261 1950 147.306 1970 197.651 1950 626 1970 1.440 Fuente: Scully (1992), pág. 213 Fuente: Scully (1992), pág. 213

141 Ulloa, Víctor (2003): El Movimiento Sindical Chileno. Del siglo XX hasta nuestros días, Textos de Capacitación, OIT, CUT, Santiago de Chile, pág. 11.

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En las Tablas anteriores destaca el comportamiento de la sindicalización de obreros bajo un supuesto gobierno populista como el de Ibáñez, ello dice relación con que los sindicalizados, inclusive al final del gobierno (1958) disminuyen respecto de 1952. Por el lado del número de las organizaciones sindicales éstas aumentan levemente, sin observarse ningún cambio significativo (ver Tablas 2.2.3 y 2.2.4). En lo que respecta a los partidos políticos de izquierda, si bien el gobierno de Ibáñez se planteó alejado de éstos en general, una parte del socialismo chileno escindido adhirió al programa de Ibáñez y a la mayoría popular que representó, que incluía las antiguas aspiraciones de la izquierda reformista, como la reforma agraria, nacionalización del cobre, y sindicalización campesina entre otras. Ibáñez se llevó los últimos lastres del socialismo reformista de los años 30 y 40 (socialismo “grovista”), ya que el sector que no adhirió a Ibáñez derivó en la fuerza política socialista que apoyó a Allende, junto con el apoyo soterrado de los comunistas, aún proscritos; y en ese sentido se observa como la izquierda política se aglutina en el denominado Frente del Pueblo, migrando hacia el marxismo y posturas más revolucionarias, probablemente el primer peldaño para la unificación de la Izquierda Chilena. Aunque la aparición de Ibáñez provocó el alejamiento de los sectores reformistas de la izquierda, no obstante ésta siempre compitió bajo los canales políticos institucionalizados de la democracia restringida, manteniendo siempre un alto apoyo electoral (cercano al tercio del electorado) durante al década del 60 y después. Comunistas más socialistas en las parlamentarias de 1961 alcanzan el 22,1% de las votaciones, para la parlamentaria de 1965 se mantienen en un 22.7% y para la de 1969 alcanzan un 28,1%, acercándose al tercio del electorado (ver Tabla 2.2.5). La debilidad del movimiento de Ibáñez se entiende en contraposición a la pervivencia de la izquierda chilena que finalmente es la que representa crecientemente al mundo obrero, urbano y minero principalmente.

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Tabla 2.2.5: Porcentaje de Votación en tres Elecciones del Congreso, durante la década del 60 en Chile.

Partido 1961 1965 1969 Cons. y Lib. 30,4 12,5 20 Radicales 21,4 13,3 13 DC 15,4 42,3 29,8 Comunistas 11,4 12,4 15,9 Socialistas 10,7 10,3 12,2 Fuente: Drake (1992), pág. 286.

Argentina. En el caso argentino la formación de los movimientos sindicales se remonta hacia mediados del siglo XIX, precocidad en Latinoamérica debido a la gran actividad comercial que vivió la Argentina desde períodos muy tempranos. Ya en 1857 se forman las primeras organizaciones de trabajadores, aunque no de carácter sindicalistas, sino más bien mutualistas como fueron la Asociación Tipográfica Bonaerense y también la Sociedad de Zapateros San Crispín. Para 1877 se crea la primera organización sindical, la Unión Tipográfica Bonaerense que en 1878 realizó una huelga por la reducción de salarios que afectaba a sus afiliados.142 Las formaciones sindicales que posteriormente nacieron en Argentina, estuvieron fuertemente influenciadas por corrientes europeas llegadas con los procesos de inmigración padecidos durante finales del siglo XIX y comienzos del XX. La principal, el Anarquismo, propugnaba métodos de acción directa contra el régimen, por lo tanto, su primera forma de presión fue la huelga revolucionaria dirigida tanto contra el capital como contra el poder político, esperando su destrucción. Esta corriente se organizó con la llegada al país del anarquista italiano Enrico Malatesta (1885), quien propulsó la creación de sociedades internacionales (de carpinteros, ebanistas, y anexos) y en 1887 se constituyó la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, que fue la primera organización sindical de su tipo. Esta forma de sindicalismo vio su muerte con las cruentas represiones de 1919 en Buenos Aires (Semana Trágica) y en 1920 en la Patagonia. De esta corriente se desprende la organización sindical más importante de principios de siglo XX que fue la F.O.A (Federación Obrera Argentina,

142 Al respecto: Alba (1964): Historia del Movimiento…, pág. 340.

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1901) que muy pronto se escindirá en movimientos que bogan por el socialismo y el “sindicalismo puro”.143 El ‘Sindicalismo Socialista’ se remonta a la fundación del Club Vorwarts (1882), por parte de alemanes exiliados, el cual será el antecedente del Partido Socialista de Argentina fundado en 1896.

«Esta corriente ideológica se plegó a una postura legalista, siendo influenciada por la prédica de Eduardo Bernstein dirigente del Partido Socialista Alemán, precursor de la socialdemocracia. Sus postulados partían del supuesto de una larga supervivencia de la sociedad capitalista, por lo que tendrían que replantearse las luchas obreras, las que debían tender a la búsqueda de reformas que modificaran las condiciones laborales y que, por un proceso evolutivo gradual, condujeran a la transformación del sistema capitalista».144

Otra corriente ‘puramente sindicalista’, estrictamente de clase trabajadora se ubicaba a medio camino de las dos corrientes anteriores:

«Tomaba los principios marxistas en torno a la lucha de clases y, particularmente del anarquismo la utilización de la acción directa como método táctico que partía de la base de la huelga general revolucionaria, contra el capital y el Estado, lo que posibilitaría el control y dirección de la producción por los propios trabajadores. Pero, atacaban al anarquismo en cuanto a mezclar a la organización gremial con los dogmas ideológicos. Era menos elitista y más pragmática que el socialismo y menos extremista, aunque tan “gremialista” como el anarquismo. Proveniente de una lectura moderada del anarquismo, el “sindicalismo puro” –cuyo rol sería de creciente importancia en el movimiento obrero nacional– adoptó una actitud semilegalista, poco atada a un “dogma ideológico” y desconfiada de los partidos políticos».145

143 Se recomienda revisar: Ibíd. págs. 342-343; y ADEF (s/f): Historia del Movimiento Obrero Argentino, http://www.adef.org.ar, Primera Parte (documento electrónico sin números de página): “Industrialización incipiente y predominio del Sindicalismo Anarquista”. 144 Ibíd. Primera Parte. 145 Ibíd. Primera Parte.

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La U.G.T. (Unión General del Trabajo, 1903) nace de una división al interior de la F.O.A. anarquista, y es una de las principales organizaciones sindicales de una corriente sindicalista fuertemente independiente de los partidos y liberada de anarquismo, denominada acá “sindicalismo puro”. Elementos anarquistas de la F.O.A. pasaron a llamarse F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina, 1904) ya que adhería a una concepción internacional de trabajadores, donde Argentina representaba sólo una región del mundo obrero. En 1909 se formó una nueva central, la C.O.R.A. (Confederación Obrera Regional Argentina) que absorbió fuerzas de la U.G.T. teniendo un fuerte carácter “sindicalista puro”, con elementos minoritarios del sindicalismo socialista. La C.O.R.A. se fusionará con la antigua F.O.R.A. anarquista de 1904, pero hacia 1915 se rompe aquella efímera unión, dejando escapar a unos pocos elementos anarquistas que se organizan en torno a la “F.O.R.A. del V Congreso” (V Congreso en el cual se permitían propagandas de tipo anarquista que para el IX Congreso de 1915 fueron suprimidas). La F.O.R.A. del IX Congreso (sindicalistas puros, sin elementos anarquistas que datan de dicho congreso en 1915) fueron quienes más poder de convocatoria tuvieron hacia la década del 20, y que de 1915 a 1919 se pasó de 51 a 531 sindicatos, y de aproximadamente 10.000 a 200.000 sindicalizados.146 El período que va entre 1920 y 1930 está marcado por auge del gobierno de Yrigoyen quien perteneció a una corriente democrática popular dentro del radicalismo, contrario a las posturas más conservadoras (como las de Alvear) y la propia oligarquía conservadora. Es también una época en la cual se consolido el “sindicalismo puro”. En 1922 se realizó una unificación sindical en la cual quedó fuera la F.O.R.A. anarquista del V Congreso, y surgió la U.S.A. (Unión Sindical Argentina) donde se notó desde un comienzo el claro predominio del “sindicalismo puro” con elementos menores del socialismo y comunismo. En 1926 surgió una nueva central sindical de la unión de elementos descontentos con la gestión de la U.S.A., ésta se denominó C.O.A. (Confederación Obrera Argentina) que también fue una unión entre corrientes propias de un “sindicalismo puro” y socialista, y ya hacia fines de la década del 20, la C.O.A.

146 Al respecto: Alba (1964): Historia del Movimiento…, págs. 347-354.

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aumentó su importancia respecto de la U.S.A. Con el golpe militar de 1930 el sindicalismo se encontraba dividido en la U.S.A., C.O.A., F.O.R.A. (anarquista) y el Comité Nacional de Unidad Sindical Clasista (de tendencia comunista). Es por ello que en 1931 se da origen a la C.G.T. (Confederación General de Trabajadores) mediante la fusión del U.S.A. y la C.O.A. En esta central sindical predominaba una tendencia sindicalista de tipo reformista por sobre el socialismo. El Golpe Militar de 1943 encontró a la CGT nuevamente divida, en la C.G.T. 1, C.G.T. 2 y el desprendimiento de un sector (1937) que se denominó nuevamente U.S.A. La C.G.T. 1 se inscribía en la corriente del denominado sindicalismo puro, pero con matices muchos más pragmáticos en la búsqueda de mejoras laborales. La C.G.T 2 por su parte quedó dominada por el socialismo, apoyado también por ciertos sectores comunistas.147 La tardía influencia del socialismo que recién en 1943 logró controlar una central sindical en el marco de una nueva atomización del sindicalismo argentino es sin duda un hecho que demuestra la fragilidad y fragmentación del movimiento en Argentina. En Argentina la sindicalización no estuvo ligada a los partidos políticos tan fuertemente como en Chile, ésta buscó crecer de forma más autónoma y las fuerzas políticas del socialismo o comunismo no lograron nunca penetrar de manera hegemónica en las estructuras sindicales. Otro aspecto que caracterizó a las centrales sindicales argentinas fue su constante atomización, y no es si no hasta la consolidación de la C.G.T. que se logra cierta unificación del movimiento. Sin embargo, las fracturas al interior continuaron hasta la llegada de Perón a la Casa Rosada. Como se aprecia en el Esquema 4.2.6, la C.G.T. durante la segunda parte de la década del 30 comienza a hegemonizar el mundo sindical. No obstante, el número de sindicalizados no representa un gran arrastre de parte de los sindicatos (y sus respectivas centrales sindicales) en su relación con la población total y a la potencial fuerza de trabajo. En efecto, la densidad de la

147 Al respecto: ADEF (s/f): Historia del Movimiento…, Segunda Parte: “Expansión Industrial y predominio del Sindicalismo Reformista”.

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sindicalización argentina de 1936 es de sólo 10% y, por ejemplo, en 1950 bajo el gobierno de Perón alcanza un sorprendente aumento a 49%.148 El gobierno militar que se instituyó con el golpe de Estado de 1943, y que encontró al movimiento sindical atomizado y a la C.G.T. dividida en dos facciones, intervino las centrales sindicales a su favor. La C.G.T. 1 que fue históricamente independiente de la influencia partidista, pero que hacia la década del cuarenta se tornó pragmática en la búsqueda de mejoras para los obreros, fue la organización adecuada para la intervención de Perón desde el Ministerio del Trabajo. En cambio la C.G.T. 2, de tendencia socialista y también comunista fue reprimida, clausuradas sus instalaciones y disuelta, básicamente por ser contrarias al régimen. La derrota aplastante del movimiento obrero argentino asociado al socialismo, contrasta respecto del caso chileno donde los sindicatos se mantuvieron inmunes a las iniciativas populistas de los años 50. La C.G.T. 1 que adhirió fuertemente al gobierno (a Perón se le llamo el Primer Trabajador Argentino) recibió retribuciones importantes, como donaciones, construcción de infraestructura: de salud, espacios deportivos, etc. Así pues hacia 1944 la C.G.T. se encontraba sometida al gobierno y al Ministerio del Trabajo que presidía Perón.149

148 Sobre los datos presentados se recomienda revisar: Galiani, Sebastián y Gerchunoff, Pablo (2003): “The Labour Market”, en A New Economic History of Argentina, Gerardo della Paolera y Alan M. Taylor eds., Cambridge University Press, pág. 135. 149 Alba (1964): Historia del Movimiento…, págs. 356-357.

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Esquema 2.2.6: El Sindicalismo Argentino: 1890 – 1943.

Claves: F.O.A.: Federación Obrera Argentina; U.G.T.: Unión General de Trabajadores; F.O.R.A.: Federación Obrera Regional Argentina; C.O.R.A.: Confederación Obrera Regional Argentina; U.S.A.: Unión Sindical Argentina; C.O.A.: Confederación Obrera Argentina; C.G.T.: Confederación General de Trabajadores.

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Tabla 2.2.7: Total de Trabajadores Sindicalizados en Argentina: 1936 – 1954.

Año número 1936 369.969 1937 418.902 1939 436.609 1940 472.609 1941 441.412 1946 877.333 1948 1.532.925 1950 1.992.404 1954 2.256.580 Fuente: ADEF (s/f), Segunda Parte, para los años 1936 a 1941; Galiani & Gerchunoff (2003), pág. 135, para los años 1946 a 1954.

La sindicalización creció de forma vertiginosa, especialmente bajo el primer gobierno de Perón: en 1946 era de 877.333 trabajadores y para 1948 la cifra alcanza a 1.532.925 trabajadores. El gobierno de Perón en gran medida basó su legitimidad en el apoyo que los sindicatos le entregaban y en todo lo que el gobierno materialmente les retribuía, lo que se puede entender bajo la lógica de un vínculo de reciprocidad en torno a la figura del gasto. El crecimiento de la sindicalización continuó, pero a una tasa menor: en 1950 la sindicalización bordea los dos millones de trabajadores y para 1954 es de 2.256.580 trabajadores (ver Tabla 2.2.7). Ciertamente en Argentina se torna evidente el intento del Populismo por desintegrar a los sindicatos de orientación socialista o anarquista existentes, provocando su desaparición o debilitamiento considerable, con lo cual un movimiento obrero autónomo es completamente inviable. En su otra variante, el sindicalismo argentino fue favorable en parte a la intervención estatal: en efecto, desde la desintegración de la C.G.T. en la C.G.T. 1, se había pasado de un sindicalismo fuertemente independiente hacia un sindicalismo más pragmático que veía con buenos ojos la intervención estatal en la medida que pudiera favorecer a los sectores que representaba. Desde esta posición estratégica el peronismo hizo crecer fuertemente la sindicalización, para legitimar su gobierno. El aumento dramático de la sindicalización en fenómenos populistas ocurre cuando ésta es tutelada por el Estado, quien le atribuye a cada sindicato su existencia legal, y sólo en

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la medida que se someta a las reglas impuestas desde el ápice jerárquico. Junto con el aumento de la sindicalización en Argentina se sucede el aumento considerable de pérdida de autonomía del movimiento obrero.

Conclusión. Como se ha mencionado, la existencia de movimientos obreros con la suficiente fuerza para impedir la sindicalización asistida por el Estado es una de las formas mediante la cual el Populismo no emergería. Por otro lado, la existencia de participación no institucionalizada se transforma en una condición que facilita el surgimiento de movimientos populistas, además de ser una característica del propio fenómeno. Este tipo de participación política no institucionalizada de los sectores populares y trabajadores son las huelgas. Si bien éstas alcanzan en el Populismo un estatus legal (con el objeto de presionar a los empresarios y proveer al Estado de cierta injerencia sobre la producción de empresas no estatales) no pierden el carácter de participación no institucionalizada, muchas veces provocada por las malas condiciones laborales, en contraposición importante respecto de formas de participación política institucionalizada como son las elecciones. Si bien el Populismo es un fenómeno impulsado desde el ápice jerárquico, se requieren condiciones favorables como es la irrupción de las masas disconformes, las cuales presionan, mediante este tipo participación no institucionalizada, por una elite que las libere de sus condiciones de vida. La disconformidad de los estratos bajos o sectores populares, puede ser observable mediante la recurrencia de huelgas. Esta disconformidad matriz en Argentina es comparativamente superior a la chilena. Como se observa en la Tabla 2.2.8, el promedio de huelgas anuales en Argentina, hasta el año 1924, a lo menos dobla el promedio de Chile, más aún en el período 1910-1914 es 12 veces mayor en Argentina.

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Tabla 2.2.8: Promedio Anual de Movimientos Huelguistas en Argentina y Chile: 1905 – 1949

Años Argentina Chile 1907 - 1909 / 1905 - 1909 162 34 1910 - 1914 132 11 1915 - 1919 164 29 1920 - 1924 116 55 1925 - 1929 / 1925 92 114 1930 - 1934 73 - 1935 - 1939 71 - 1940 - 1944 66 - 1945 – 1949 78 - Fuente: para Chile en Scully (1992), pág. 100; para Argentina en Germani (1978), pág. 178.

En suma, la elevada actividad huelguista en Argentina previa al gobierno de Perón, además de la débil y fragmentada actividad sindical, y desde luego la creación de una C.G.T. 1, en 1943, favorable a la intervención estatal, son condiciones ideales para la instauración del Populismo Político en Argentina. Efectivamente, el Populismo en Argentina, gracias a estas condiciones favorables, funcionó exactamente según las categorías relativas a su relación con el mundo obrero: crecimiento superlativo del sindicalismo al amparo del control heterónomo del Estado.

2.3 Bastiones Oligárquicos y Populismo Latinoamericano

Una forma mediante la cual observar cómo ciertos aspectos del conservadurismo mantienen importancia e influencia política en los países en cuestión, es mediante los niveles de participación electoral. Por ello en el momento en que se abre el sistema electoral hacia una participación masiva, la oligarquía comienza a perder relevancia en la vida política. Por el contrario, en la medida que el sistema electoral no se ensanche, puede suponerse que las fuerzas oligárquicas de la política aún conservan su influencia, principalmente en el congreso, al impedir la promulgación de las leyes necesarias para una movilización electoral masiva. Un requisito necesario para el surgimiento del Populismo Político es un electorado masivo, susceptible de ser movilizado por la

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interpelación de mejoras en las condiciones de vida. Así también, una característica fundamental del Populismo Político es la permanencia de un padrón electoral bajo similares condiciones. No obstante, si el ensanchamiento del electorado se mantiene truncado, los liderazgos populistas no surgirán o lo harán con bastante dificultad al no encontrar el apoyo que proporcionan, principalmente, los estratos bajos que no participan políticamente, en caso de que las condiciones legales impuesta para votar sean restrictivas (alfabetismo, propiedad, edad, género, entre otras) y se obstaculice el libre voto por parte de ciertos sectores que buscan mantener al electorado cautivo (amenazas al momento de votar). Junto con ello se asume que formas de movilización no institucionalizadas como las huelgas, en el marco de una participación electoral masiva lograda paralela o anteriormente (movilización institucionalizada), conforman un complemento propicio para el surgimiento de formas de Populismo Político.

Chile. La apertura del electorado es tardía, incluso si se observa en términos absolutos. Esta apertura recién comienza a principios de 1950, alcanzando un 17% de electores registrados respecto de la población en las elecciones parlamentarias de 1953, lo que equivale a más de 1 millón de votantes. En 1949, cuando se promulga la ley de sufragio femenino, el electorado apenas alcanzaba poco más de 592.000 personas, correspondiente a sólo 9,93% del electorado: número de electores registrados que no superaba al de 1912 correspondiente a 598.000 individuos. Posteriormente comienza a consolidarse el ensanchamiento del sufragio con las leyes de 1958 y 1962 que permitieron aumentar la participación electoral. Las primeras garantizaban secreto de votación, liberando a electores cautivos, y las segundas obligaban estrictamente a la inscripción de votantes en los padrones electorales. Esto se ve reflejado en las elecciones posteriores a cada ley, así en 1962 estaban registrados 1.859.000 electores y en 1965 ya eran 2.912.000 (ver Tabla 2.3.1). En Chile se observa la pervivencia de esquemas conservadores que restringían la participación del electorado, los cuales se mantuvieron reinando toda la primera mitad del siglo XX, inclusive durante toda la década del 50. Esto sin duda explica, entre otras

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cosas, que los procesos de movilización del electorado por el surgimiento de liderazgos populistas se mantuvieran contenidos. Posteriormente a 1949, con la incorporación de la mujer a los sufragios y el consiguiente aumento electoral repentino, se produce un intento de gobierno externo al apoyo de los partidos, el de Carlos Ibáñez del Campo, quien en la medida que apeló a la movilización de los sectores obreros, con carisma y promesas en aspectos sociales, rechazando la vieja política de partidos y acuerdos, pudo surgir tan rápidamente como desapareció. Pero la incorporación de las mujeres a la arena electoral, lejos de ensanchar el electorado hacia corrientes políticas más progresistas, produjo que la derecha tuviera un resurgimiento. En efecto, el sufragio femenino se caracterizó por una fuerte tendencia hacia el voto más conservador,150 que produjo que candidaturas como la de Alessandri Rodríguez pudieran ganar las elecciones presidenciales de 1958. Lo que finalmente ayudó a lograr que surgieran fuerzas políticas reformadoras o marxistas con mucho apoyo, recién en la década del 60, fueron las reformas electorales de 1962. La lentitud en una primera etapa (1925-1950) y la moderada explosión electoral a partir de 1950 llevó a que los nuevos sufragantes convergieran hacia candidaturas e identificaciones políticas con el sistema de partidos establecidos durante finales de los años 20, y por otro lado los partidos más tradicionales tuvieron el suficiente tiempo (aproximadamente treinta años) para poder adecuar sus programas hacia el nuevo electorado que clamaba por una solución a la cuestión social.

150 Posteriormente, el voto femenino siguió caracterizándose por ser eminentemente conservador, al menos hasta la elección de Michel Bachelet en Diciembre del 2005 (primera vuelta) y Enero del 2006 (segunda vuelta), ciertamente las condiciones actuales también han cambiado bastante.

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Tabla 2.3.1: Participación Electoral en Elecciones del Congreso en Chile: 1864 – 1973.

Población nº Votantes % (1) Población nº Votantes % (1) Total Registrados respecto Total Registrados respecto Año (1) (2) de (2) Año (1) (2) de (2) 1864 1.676.200 22.261 1,33% 1918 3.656.774 342.000 9,35% 1873 2.002.600 49.047 2,45% 1921 3.773.955 383.000 10,15% 1876 2.074.800 106.194 5,12% 1924 3.874.008 302.000 7,80% 1879 2.135.500 148.737 6,96% 1925a 3.929.000 302.000 7,69% 1882 2.329.500 146.796 6,30% 1932b 4.495.000 430.000 9,57% 1885 2.495.600 122.583 4,91% 1937 4.842.000 475.000 9,81% 1888 2.601.800 134.119 5,15% 1941c 5.149.000 576.000 11,19% 1891 2.645.408 158.042 5,97% 1945 5.541.000 642.000 11,59% 1894 2.705.433 227.980 8,43% 1949 5.962.000 592.000 9,93% 1897 2.795.220 284.500 10,18% 1953d 6.462.000 1.100.000 17,02% 1900 2.902.368 381.700 13,15% 1957 7.137.000 1.284.000 17,99% 1903 3.037.893 490.017 16,13% 1961 7.858.000 1.859.000 23,66% 1906 3.178.534 536.420 16,88% 1965 8.584.000 2.921.000 34,03% 1909 3.307.493 587.000 17,75% 1969 9.566.000 3.254.000 34,02% 1912 3.423.920 598.000 17,47% 1973 10.200.000 4.510.000 44,22% 1915 3.540.347 185.000 5,23% 1973 10.200.000 4.510.000 44,22% Fuente: Construido en base a Scully (1992) p. 75, 191. a Elecciones Presidenciales y Parlamentarias; b Elecciones Presidenciales y del Congreso; c Elecciones del Congreso y Municipales; d Elecciones del Congreso y Municipales.

Argentina. El Sistema electoral argentino está marcado por una más temprana apertura. La ampliación de un modelo democrático electoral restringido hacia uno con plena participación se sucede de forma mucho más temprana. Con la denominada Ley Saenz Peña de 1912, que comenzó a debatirse en el Congreso ya en 1910, se logró, entre otros aspectos, avances importantísimos para el ensanchamiento del padrón electoral: el voto sería secreto, libre, individual y obligatorio. Esta ley tuvo fuerte repercusión en las diferentes organizaciones partidistas, logrando la modificación de sus cartas orgánicas con el objeto de conformar estrategias coherentes de competencia electoral bajo estas nuevas reglas del juego. Así pues hacia la década del 30, como se observa en la Tabla 2.3.2, en la Argentina podían votar más del 20% de la población (a su vez en Chile ese porcentaje no alcanzaba el 10%). Sin embargo, la apertura plena del sistema electoral argentino no ocurriría sino hasta que se incorporara la mujer al voto.

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En 1947 gracias a intentos que se suceden desde principios de siglo, además de la injerencia que tuvo Juan Domingo y Eva Perón, se promulga la Ley 13.010. En su primer artículo estipula que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”. El artículo 2 hace referencia a las mujeres extranjeras, que obtienen los mismos derechos que los hombres extranjeros, y el artículo 3 se refiere al proceso del trámite legal-electoral que se iguala en el hombre y en la mujer. Si bien el aumento de la participación electoral puede estar referido también a la efervescencia política provocada por la figura de Perón y su esposa, ya sea por fuerte identificación con el líder o por su rechazo, lo cierto es que la Ley del voto femenino contribuyó a que el aumento de la participación electoral en Argentina se incrementará a más del doble en la elección de 1951 respecto de la elección anterior (ver Tabla 2.3.2).

Tabla 2.3.2: Participación Electoral en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.

Población Nº de Votantes % (1) Año Total (1) Registrados (2) respecto (2) 1916 a 7.903.662 1.189.264 15,05 1922 a 7.903.662 1.586.366 20,07 1928 10.642.415 1.807.566 16,98 1931 11.081.426 2.116.552 19,10 1937 12.119.855 2.672.750 22,05 1946 b 15.893.827 3.405.173 21,42 1951 17.517.342 8.633.998 49,29 1958 19.946.536 10.002.327 50,15 1963 21.616.406 11.356.240 52,54 1973 25.198.050 14.256.791 56,58 1973 25.198.050 14.304.040 56,77 1983 29.407.972 17.829.797 60,63 Fuente: Fraga (1989): págs. 10-14, para número de votantes registrados, INDEC Argentina estimaciones de población total y censos. a Censo de 1914; b Censo de 1947.

La temprana aparición de la Ley Saenz Peña provocó que los sectores más conservadores de la sociedad política argentina comenzaran a perder fuerza muy tempranamente, teniendo su última aparición hacia los gobiernos de la Concordancia y

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Conservadores de Justo, Ortiz y Castillo, que gracias al fraude y la abstención radical pudieron llegar a gobernar hacia la década del 30. Luego del Golpe Militar de 1943 la fuerza política conservadora prácticamente desaparece de la arena político-electoral, reordenándose el espectro político principalmente en torno a la figura de Perón, y posteriormente monopolizando las opciones electorales el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. A diferencia de lo que ocurrió en Chile y gracias a la temprana apertura del electorado, los conservadores argentinos no fueron lo suficientemente sagaces en el acomodo a las nuevas reglas del juego, y rápidamente quedaron relegados a intentos esporádicos de participación electoral y a la lógica de los golpes de estado. El electorado femenino que irrumpe a finales de la década del 40 se ligó a movimientos políticos dominantes como el Movimiento Peronista Femenino liderado por Eva Perón, en detrimento del comportamiento esperado de apoyo a opciones más conservadoras, lo que ayudó a que el ensanchamiento electoral fomentara su hundimiento y el fortalecimiento de liderazgos populistas.

2.4 La Institucionalización del Sistema de Partidos Políticos

Como se expuso anteriormente, el grado de institucionalización de un sistema de partidos comprende cuatro dimensiones: (1) regularidad de los modelos de competencia entre partidos políticos, (2) vínculos entre ciudadanos e intereses organizados, (3) legitimidad concedida por los ciudadanos y los intereses organizados a los partidos y al sistema electoral, y (4) tipo de organizaciones partidistas (no será analizada).

Primer Criterio de Institucionalización. La primera dimensión, regularidad de los sistemas de competencia entre partidos políticos, puede ser medida mediante el índice de volatilidad electoral (VE).

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Esquema 2.4.1: Índice de Volatilidad Electoral.

|A1 – A2| + |B1B – B2| + … |n1 – n2| VE = 2

El índice de VE se obtiene mediante la resta entre el porcentaje obtenido por un partido en una elección y el porcentaje obtenido por el mismo partido en la elección siguiente. Por la sumatoria absoluta de las diferencias de cada partido dividida por dos, se obtiene el índice de VE. Así pues en el Esquema 4.4.1, “A1” representa la votación de uno de los partidos políticos del sistema de partidos en una elección y “A2” la votación de ese mismo partido en la elección siguiente. En la medida que el valor del índice VE sea menor, más institucionalizado se encuentra el sistema de partidos políticos. En definitiva la VE puede aumentar debido a una serie de factores como que el electorado migra hacia partidos que los representan y satisfacen la problemática naciente y en desarrollo (clivage), también porque la tasa de participación electoral pudo haberse elevado debido al ensanchamiento de los límites a la participación electoral, o bien a la movilización electoral producida por liderazgos externos al propio sistema de partidos. Otro Índice de Volatilidad Electoral, es el denominado Volatilidad Electoral Entre Bloques (VEB). La VEB sirve como indicador de volatilidad de los sectores ideológicos formados, por ejemplo, gracias al surgimiento de clivage o fisuras sociales diversas. En sistemas multipartidistas, diversos partidos tienden ocupar estos nichos. Finalmente, la agrupación que se de entre los partidos es reflejo de una fisura que ha pasado a ser dominante para el sistema de partidos políticos, lo cual no quiere decir que otras fisuras, anteriormente dominantes, desaparezcan. Las fisuras o clivage, como se mencionó pueden provocar el nacimiento de partidos, la desaparición de otros y desde luego el reordenamiento del sistema de partidos. La fórmula para calcularlo es la misma que se presentó para calcular la VE, sin embargo, las diferencias de porcentajes entre una y otra

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elección se realizan entre los bloques ideológicos en los cuales se agrupan el o los diversos partidos.151

Chile. Si se observa la serie temporal de las votaciones parlamentarias durante el siglo XX, se puede recomponer la evolución del sistema de partidos. La Tabla 2.4.2 muestra los porcentajes de votación parlamentaria entre los años 1912 y 1973. No tiene sentido comparar la volatilidad electoral de Chile, y en general de Latinoamérica, con sus símiles europeos, ya que los cambios sociales ocurren de forma tan acelerada que los sistemas políticos tienden a tener intrínsecamente una volatilidad mayor. Por lo que la comparación es sólo valida, con la intención de ver magnitudes relativas al Populismo Latinoamericano y su tendencia a una baja institucionalización, entre países latinoamericanos. Es de suponer que las Elecciones del Congreso, sobre las cuales se calculan los índices de volatilidad, son las más reacias a centrar la atención en las cualidades carismáticas de los candidatos, sino más bien representan “simpatías” ideológicas o partidistas. En caso de que los índices fueran altos es posible que se explique por crisis de institucionalización del sistema de partidos.

151 Sobre la construcción de los índices de Volatilidad Electoral ver: Reniu, Josep María (2004): “Índices de Volatilidad”, en Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, Dir. Román Reyes, Publicación Electrónica de la Universidad Complutense, Madrid, http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario.

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Tabla 2.4.2: Porcentajes de Votación en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973.

Partido / Sectores 1912 1915 1918 1921 1932 1937 1941 1945 1949 1953 1957 1961 1965 1969 1973 Conservador 21,6 21,5 19,3 19,2 17,2 21,3 17,2 23,6 22,7 14,4 17,6 14,3 5,2 Liberal 54 42,4 46,4 35,4 17,3 20,7 14 20,1 19,3 10,9 15,4 16,1 7,3 Total Derecha (P. Nacional 1965-) 75,6 63,9 65,7 54,6 34,5 42 31,2 43,7 42 25,3 33 30,4 12,5 20 21,3 Falange / PDC 3,4 2,6 3,9 2,9 9,4 15,4 42,3 29,8 29,1 Radical 16,6 21,2 24,7 30,4 18,4 18,7 23 19,9 27,7 15,6 22,1 21,4 13,3 13 3,7 Ibañistas – PAL 8,3 18,9 7,8 Democrático 4,8 7,9 6,5 12,4 13,7 9,4 5,7 5,4 6,8 5,6 5 6,9 Total Centro 21,4 29,1 31,2 42,8 32,1 28,1 32,1 27,9 46,7 43 44,3 43,7 55,6 42,8 32,8 Socialista 6,4 11,2 22,1 12,8 9,4 14,2 10,7 10,7 10,3 12,2 18,7 Comunista 4,2 11,8 10,3 11,4 12,4 15,9 16,2 Total Izquierda 0 0 0 0 6,4 15,4 33,9 23,1 9,4 14,2 10,7 22,1 22,7 28,1 34,9 Otros 3 7 3,1 2,6 26 14,5 2,8 5,3 1,9 17,5 12 3,8 9,2 9,1 11 Fuente: Elaborado en base a Scully (1992): pp. 130, 138, 220 y 221. * Desde 1912 a 1932, según la fuente, las votaciones corresponden a elecciones para Diputados. Desde 1937 a 1973, las elecciones corresponden a parlamentarias propiamente tal. Los porcentajes están calculados en base al total de votos positivos, excluyendo nulos y blancos.

El resultado del cálculo de la VE para Chile se presenta a continuación en la Tabla 2.4.3. Primeramente, se observa que los valores más altos de VE se encuentran en los intervalos de 1921-1932, 1949-1953 y 1961-1965. Los índices de VE más altos respectivamente son 31,4, 31,4 y 33,35. Si se pone atención a la historia política de cada intervalo a los que corresponden dichos índices, se encuentran tres hechos políticamente relevantes. En el intervalo 1921-1932 se distinguen convulsiones políticas y sociales importantes como la crisis de 1925 y el golpe militar que derrocó el sistema parlamentario e instauró posteriormente una nueva constitución, la asunción de un liderazgo lejano a los partidos como el de , también en 1932 está el golpe militar de impronta socialista de Marmaduke Grove, entre otros. En este contexto, las elecciones parlamentarias que delimitan este período poseen gran migración del electorado. Efectivamente, en 1932 más de un cuarto del electorado no se manifiesta adherente a ninguno de los cuatro partidos centrales (Conservador, Liberal, Radical y Democrático), además las votaciones liberal y radical caen notablemente en 1932 respecto de 1921 (ver Tabla 2.4.2). Además hacia final de 1932 nace políticamente el

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socialismo, que surge como respuesta a la cuestión social, agravada en Chile por la depresión económica mundial, pero ya desde principios de siglo que comienzan las huelgas y levantamientos obreros que finalmente contribuyen a la crisis de finales del 20.

Tabla 2.4.3: Volatilidad Electoral (VE) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973.

Partido 1912- 1915- 1918- 1921- 1932- 1937- 1941- 1945- 1949- 1953- 1957- 1961- 1965- 1969- 15 18 21 32 37 41 45 49 53 57 61 65 69 73 Conservador 0,1 2,2 0,1 2 4,1 4,1 6,4 0,9 8,3 3,2 3,3 9,1 Liberal 11,6 4 11 18,1 3,4 6,7 6,1 0,8 8,4 4,5 0,7 8,8 7,5 1,3 Falange / PDC 3,4 0,8 1,3 1 6,5 6 27 12,5 0,7 Radical 4,6 3,5 5,7 12 0,3 4,3 3,1 7,8 12,1 6,5 0,7 8,1 0,3 9,3 Ibañistas (PAL y otros) 8,3 11 11,1 7,8 Democrático 3,1 1,4 5,4 1,3 4,3 3,7 0,3 1,4 1,2 0,6 1,9 6,9 Socialista (varias facciones) 6,4 4,8 11 9,3 3,4 4,8 3,5 0 0,4 1,9 6,5 Comunista 4,2 7,6 1,5 10,3 11 1 3,5 0,3 Otros 4 3,9 0,5 23 11,5 11,7 2,5 3,4 16 5,5 8,2 5,4 0,1 1,9 VE Total 11,7 7,5 11,35 31,4 16,3 26,25 15 18,8 31,4 20,7 19,8 33,35 12,9 10,0

El siguiente período que tiene un alto índice de volatilidad va desde 1949 a 1953, donde se observa la asunción de un liderazgo carismático lejano a los partidos políticos, específicamente el de Carlos Ibáñez del Campo. De todas formas surge un movimiento político (Partido Agrario Laborista) que apoya a Ibáñez y que posee su peak electoral en la elección de 1953 con un 18,9%, pero ese mismo año se aprecia un alto porcentaje de votación fuera de los partidos políticos que alcanza un 17,5% (ver Tabla 2.4.2). Finalmente el movimiento “Ibañista” surgido en 1949 participa de su última elección en 1957. Liderazgos carismáticos como éste, que originan fuerzas políticas de muy corta vida, provocan que el índice de VE se eleve, dañando la institucionalidad del sistema de partidos. La VE obtenida de las elecciones de 1965 a 1961 entrega el más alto valor en esta serie de tiempo, 33,5. En este período se puede observar la irrupción de la Democracia Cristiana en la reconfiguración de panorama político partidista, aumentando notablemente su votación, en desmedro tanto de los radicales como de la derecha. Según

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Scully, durante fines de la década del 50 comienza a gestarse un clivage social, ya no ubicado en los centros industriales o urbanos, sino en el campo. Esta fisura, a diferencia de la cuestión social de principio de siglo, ve surgir un partido que se ocupa de la problemática representando crecientemente al electorado campesino, que logra arrebatarlo del cautiverio en que permanecía por la oligarquía terrateniente y las pautas tradicionales de vinculación social.152

La volatilidad electoral entre bloques (VEB) que muestra el ordenamiento del sistema de partidos políticos en Chile se realiza en base a la reconfiguración final que éste adquiere, posterior a 1932. A grosso modo esto corresponde a la división en tres bloques: izquierda, centro y derecha. Hasta antes de 1932 no existía una fuerza política partidista de izquierda, como hoy la conocemos, aunque el partido que se ubicaba más a la izquierda del espectro político, antes de 1932, era el Partido Democrático. En la derecha están incorporados los conservadores y liberales que desde 1965 hasta 1973 se fusionan y forman el Partido Nacional. En el centro, y donde resulta más complejo realizar una agrupación se encuentran los radicales, que para el siglo XIX se ubicaban al extremo izquierdo del espectro partidista debido al clivage clerical / anticlerical, representando una clara posición laica en ese esquema. El ya mencionado P.D. que nace como facción que se escinde del P.R. que, en su afán de dar respuesta la cuestión social, forman un nuevo partido hacia fines del siglo XIX, son clasificados en el centro político. Los ibañistas y agrariolaboristas, entre otros, son partidos de corta vida con una ideología bastante confusa que mezclan el nacionalismo extremo y la reivindicación de las masas: en el caso de los agrariolaboristas ponen también un énfasis explícito en la problemática rural y durante su existencia ocuparon una posición intermedia de centro-derecha. Finalmente los Demócratas Cristianos, que nacen del Partido Conservador bajo la denominada Falange Nacional y que rescatan la Doctrina Social de la Iglesia como solución a la cuestión social, alcanzan relevancia política recién en la década del 60. En

152 Al respecto: Scully (1992): Los Partidos de Centro…, págs. 161-182.

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la izquierda se agrupan los comunistas y las diferentes facciones de partidos socialitas que nacen a partir de 1932. La agrupación en estos tres bloques, surge de una mixtura entre las ideologías y principios de cada partido y, principalmente, la posición relativa que ocupan en el espectro electoral, teniendo como guía las posiciones que se adquieren posterior a 1932 cuando electoralmente nace una izquierda clásica, existe una derecha bastante consolidada, y un centro político ocupado por partidos de ideología diversa y pragmática que actúan como buscadores de consenso para llegar a gobernar.153

Tabla 2.4.4: Volatilidad Electoral Entre Bloques (VEB) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973

1912- 1915- 1918- 1921- 1932- 1937- 1941- 1945- 1949- 1953- 1957- 1961- 1965- 1969- Bloques 15 18 21 32 37 41 45 49 53 57 61 65 69 73 Derecha 11,7 1,8 11,1 20,1 7,5 10,8 13 1,7 16,7 7,7 2,6 17,9 7,5 1,3 Centro 7,7 2,1 12 10,7 4 4 4,2 19 3,7 1,3 0,6 12 12,8 10 Izquierda 6,4 9 19 10,8 13,7 4,8 3,5 11 0,6 5,4 6,8 Otros 4 3,9 0,5 23 11,5 11,7 2,5 3,4 16 5,5 8,2 5,4 0,1 1,9 VEB 11,7 3,9 11,8 30,1 16 22,75 15,25 18,9 20,6 9 11,2 17,95 12,9 10

La VEB representa los niveles de migración electoral a través de los tres diferentes bloques políticos. El primer valor que destaca es 30,1, en el período que va desde de 1921 a 1932. Se observa que la crisis social de la segunda mitad del 20 hizo perder bastante representatividad a los partidos tradicionales (Conservador, Liberal y Radical) migrando muchos electores hacia candidaturas más independientes (representadas bajo la denominación Otros en las tablas) y en menor medida hacia los nacientes partidos de izquierda. La baja institucionalización de esos años y el reordenamiento definitivo en tres grandes bloques políticos lo entrega el surgimiento de la cuestión social que alcanza su cima a mediados de la década del 20 (ver Tabla 2.4.4). El índice de VEB de 22,75 de 1937 a 1941 se explica entre otras cosas por la migración electoral de una parte considerable del electorado hacia la izquierda que consolida su posición alcanzado votaciones altísimas de poco más de un tercio del electorado, el

153 Al respecto: Ibíd. págs. 124-143.

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bloque de centro sube levemente su votación y la derecha pierde un porcentaje importante de electores (ver Tabla 2.4.2). Entre 1945 y 1949, la VEB alcanza el valor de 18,9. El electorado desaparece del bloque de la izquierda, principalmente por la proscripción del Partido Comunista y las rencillas internas de los socialistas que se atomizan y los lleva a perder votos. El centro capta más electores, gracias al aumento de votación por parte de los radicales y al surgimiento de movimientos y partidos de corrientes nacionalistas de corta vida buscando representación electoral, como los ibañistas y agrariolaboristas. La VEB de 1949 a 1953 es de 20,6, siendo el tercer valor más alto en la serie acá presentada y se explica, principalmente, por la fuga de votantes del bloque de derecha y el consiguiente gran aumento de votación ajena a estos tres bloques. Nuevamente se destacan las votaciones independientes a los bloques políticos. La VEB de 1961 a 1965 es la cuarta más alta alcanzando un valor de 17,95. Se produce un nuevo revés de la derecha que cae a 12,5% de la votación, el bloque de centro sube su votación en más de 10 puntos porcentuales y además hay un modesto aumento de la votación fuera de bloques. La VEB muestra como la institucionalización es un poco más fuerte cuando se observan los bloques políticos. Para el caso de un sistema multipartidista como el chileno, la migración electoral ocurre dentro del bloque y eso no acrecienta el índice de volatilidad transversal. Desde la aparición electoral de la izquierda chilena en 1932 podemos observar que los índices de VEB no superan el valor de 22,37 del período 1937 a 1941, apreciándose una relativa institucionalización del sistema de partidos hasta 1973, salvo con el surgimiento de la D.C., pero su volatilidad se concentra en gran parte dentro del bloque de Centro. Para medir la volatilidad electoral dentro de los bloques, es decir, la migración del electorado de un partido hacia otro dentro del mismo bloque, existe el índice de VIB (Volatilidad Intra Bloque) que se calcula restándole a la VE la VEB, cuyo valor resultante se expresa en términos absolutos.

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Tabla 2.4.5: VE, VEB y VIB (Volatilidad IntraBloques) en Elecciones del Congreso en Chile: 1912 – 1973.

1912- 1915- 1918- 1921- 1932- 1937- 1941- 1945- 1949- 1953- 1957- 1961- 1965- 1969- 1912- Índice 15 18 21 32 37 41 45 49 53 57 61 65 69 73 73 VE 11,7 7,5 11,35 31,4 16,3 26,25 15 18,8 31,4 20,7 19,8 33,35 12,9 10 19,03 VEB 11,7 3,9 11,8 30,1 16 22,75 15,25 18,9 20,6 9 11,2 17,95 12,9 10 15,15 VIB 0 3,6 0,45 1,3 0,3 3,5 0,25 0,1 10,8 11,7 8,6 15,4 0 0 4

La VIB de 1961 a 1965 es de 15,4, el valor más alto de toda la serie (ver Tabla 2.4.5), lo que muestra que la migración electoral de 1961 a 1965, dentro de los bloques, aumentó considerablemente. Si se observan los porcentajes de votación se aprecia que la D.C. sube alrededor de 37 puntos porcentuales, los radicales caen 7 puntos y desaparece el P.D., las facciones ibañistas y el agrariolaborismo.

Argentina. Antes de comenzar a analizar las votaciones y la volatilidad electoral de las elecciones argentinas, es conveniente mencionar algunos aspectos respecto de su proceso electoral, que por lo demás dista en gran medida del chileno. El sistema electoral argentino se caracteriza por un tipo de votación indirecta en elecciones presidenciales, exigiendo la mayoría absoluta para resultar electo. En caso de que esto no ocurra, el Congreso elige entre los dos candidatos con mayor número de sufragios. En Argentina sólo existió votación directa en los años 1951 y 1973 (Marzo y Septiembre), el resto de las elecciones las decidía el Colegio Electoral, que en cuanto a número duplica al de los congresistas (ver Tabla 2.4.6).

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Tabla 2.4.6: Resultados de las Elecciones Presidenciales en Argentina y Resultados en los Colegios Electorales: 1916 – 1983.

Año Ganador % Electores % Votos en % Votos propios el Colegio 1916 Irigoyen 45,59 131 44 152 51 1922 Alvear 57,33 211 63 235 70 1928 Irigoyen 60,24 207 65 245 77 1931 Justo 55,13 233 63 237 64 1937 Ortiz 55,18 245 66 245 66 1946 Perón 52,84 295 81 299 82 1951 Perón 63,40 Votación Directa 1858 Frondizi 49,49 313 68 318 69 1963 Illia 31,90 163 35 270 58 1973 Cámpora 48,53 Votación Directa 1973 Perón 61,86 Votación Directa 1983 Alfonsín 51,73 317 53 336 57 Fuente: Fraga (1989), pág. 10.

Debido a la falta de información referida a votaciones del Congreso, se ha seleccionado la votación de elecciones presidenciales para calcular la VE. Si bien estas elecciones no son un parangón ideal, el hecho de que la mayoría de ellas sea por votación indirecta ayuda a que, en cierta medida, se centre la atención de los votantes en los partidos, o al menos en la dupla de candidatos para presidente y vicepresidente a la vez. Ahora bien, suponiendo que los valores de volatilidad electoral sean similares a los chilenos es posible afirmar que existiría inclusive una mayor institucionalización del sistema de partidos políticos, según el primer criterio.

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Tabla 2.4.7: Porcentaje de Votaciones en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.*

Partido 1916 1922 1928 1931 1937 1946 1951 1958 1963 1973 1973 1983 PDN - P. Conservador 15,26k 3,48k 5,24 30,69 1,54 2,64b PDP 17,23 9,97 0,04 1,54 8,10 14,91c 12,20c 0,01 Frente Único 6,41a 8,52a UDELPA 9,50d Conservadores Conservadores Total Conservadores 32,49 13,45 11,65 39,21 55,18i 1,54 0,04 1,54 20,24 14,91 12,20 0,01 P. Liberal 3,13 2,04 1,96 0,62 0,61 UCR 45,59 57,33 60,24 e 41,07 31,28 31,83f 31,90 21,29 24,42 51,73 UCR Antipersonalista 11,15 5,26 UCR Intransigente 49,49 20,82 UCR UCR otras facciones 3,76 8,04 6,02 10,66 0,13 1,06 Total UCR 49,35 65,37 77,41 15,92 41,20 1,06 31,28 81,32 52,72 21,29 24,42 51,73 PDC 3,47 5,68 0,31

PJ 52,84 63,40 48,53g 61,86g 40,14 Socialistas 8,93 10,76 4,71 2,50 0,73 3,22 7,02 1,94 1,53 1,03 Comunista 0,38 0,95 Al. Pop. Rev. 7,43 Izquierda Izquierda Total Izquierda 8,93 10,76 5,09 0,00 2,50 0,00 1,68 3,22 7,02 9,37 1,53 1,03 Unión Democrática 42,87j

Dem. Progresista-Social 32,82h

Partidos menores 13,21 7,30 3.80 10,09 1,05 1,69 2,59 9,82 14,34 4,89 6,77 Fuente: Fraga, Rosendo (1989): pp. 10 – 14. * Claves: PDN: Partido Demócrata Nacional; PDP: Partido Demócrata Progresista; UDELPA: Unión del Pueblo Argentino; UCR: Unión Cívica Radical; PDC: Partido Demócrata Cristiano; PJ: Partido Justicialista o Peronismo. a La votación agrupada en el Frente Único de 1928 corresponde a una alianza de diversos grupos conservadores, principalmente provinciales luego, en 1931, denominada Lista Única; b Esta votación corresponde específicamente a la sumatoria correspondiente al Partido Conservador y a la Unión Conservadora en 1963; c Las dos votaciones de 1973 del PDP corresponden a los votos obtenidos por la Alianza Popular Federalista la cual estuvo formada por el mismo PDP y otros grupos políticos de la derecha parlamentaria; d La UDELPA surge con objeto de apoyar a la candidatura del P. E. Aramburu, dictador del período de gobierno anterior a la elección de 1963; e En 1931 la UCR se abstuvo de participar en las elecciones por ello no registra votación alguna; f La votación de la UCR de 1958 corresponde la UCR del Pueblo, denominación que adquirió este partido para diferenciarse de la UCR Intransigente que fue apoyada por simpatizantes peronistas mientras el PJ estuvo proscrito, tanto en las elecciones de 1958 como en la 1963; g La votación del PJ en las dos elecciones de 1973 (Marzo y Septiembre) corresponde a la del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) el cual agrupaba, además de los propios peronistas, al MID (Movimiento de Integración y Desarrollo) de Frondizzi facción que se escindió de la UCR Intransigente, junto a otros partidos menores y provinciales; h La alianza Demócrata Progresista-Social agrupa al PDP (partido más bien ligado a los conservadores, grupos del cual deriva este partido) y a los Socialistas; i La Concordancia (o Contubernio denominada peyorativamente por sus adversarios) corresponde a una alianza principalmente conservadora, agrupando también a la UCR Antipersonalista, facción conservadora dentro del radicalismo, y a grupos socialistas independientes con un peso político bastante marginal; j La Unión Democrática se formó para enfrentar al surgimiento de una nueva fuerza política como fue el Peronismo, estuvo formada por la UCR, socialistas, comunistas y por PDP; k Incluye la votación de la Concentración Nacional que obtuvo 2,4% y 3,48% del total de la votación, en 1916 y 1922 respectivamente.

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Los índices más altos de volatilidad electoral comienzan a identificarse en el período que va de 1928 a 1931 (ver Tabla 2.4.8). Éste comprende el golpe militar de 1930 que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen cuando Argentina comienza a padecer los efectos colaterales de la Gran Depresión. La alta volatilidad electoral de 75,57, se explica por la abstención a participar en la elección de 1931 de la U.C.R., lo que produjo que muchos votantes migraran hacia el sector conservador (también integrado por la U.C.R. Antipersonalista) y hacia una alianza sui generis entre socialistas y el P.D.P. (Partido Demócrata Progresista), este último relacionado muy estrechamente con los sectores conservadores de la Argentina.

Tabla 2.4.8: Volatilidad Electoral (VE) en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.*

1916- 1922- 1928- 1931- 1937- 1946- 1951- 1958- 1963- 1973a- 1973b- Partidos 1922 1928 1931 1937 1946 1951 1958 1963 1973a 1973b 1983 PDN, P. Conservador 11,78 1,76 25,45 30,69 1,54 1,54 2,64 2,64 PDP 3,26 9,97 0,04 1,50 6,56 6,81 2,71 12,19 Frente Único 6,41 2,11 8,52 UDELPA 9,50 9,50 P. Liberal 3,13 1,09 0,08 1,96 0,62 0,16 0,78 UCR 11,74 2,91 60,24 41,07 41,07 32,28 0,45 0,07 10,61 3,13 27,31 UCR Antipersonalista 11,15 5,89 5,26 UCR Intransigente 49,49 28,67 20,82 UCR otras facciones 4,28 2,02 4,64 10,53 0,93 1,06 PDC 3,47 2,21 5,68 0,31 PJ 52,84 10,56 63,40 49,53 12,33 21,72 Socialistas 1,83 6,05 4,71 2,57 2,57 0,73 2,49 4,10 5,38 0,41 0,50 P. Comunista 0,38 0,38 0,95 0,95 Al. Pop. Rev. 7,43 7,43 Concordancia 55,18 55,18 Unión Democrática 42,87 42,87 Dem. Progresista-Social 32,82 32,82 Otros Partidos menores 5,91 3,50 14,81 17,56 0,64 0,90 7,23 3,75 8,68 4,89 6,77 VE Total 20,97 22,62 75,57 102,95 98,82 45,47 64,80 28,83 63,93 15,45 34,40 * No fue posible descomponer la votación de cada partido en las alianzas Unión Democrática, Demócrata Progresista-Social y Concordancia, debido a que no se posee la votación detallada de cada partido, ya que los electores votan por la dupla de candidatos presidenciales.

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El siguiente período que va de 1931 a 1937, se produce una extremadamente alta volatilidad electoral (aunque está afectada por el impedimento que los datos proveen al no poder descomponer la alianza de la Concordancia). El índice alcanza a 102,95, estando relacionado con la vuelta a la participación electoral de la U.C.R. que pasa de no tener votación en 1931 a obtener un 41,07% en 1937 (ver Tabla 2.4.7), además de la creación de una nueva alianza conservadora, la Concordancia, junto con la descomposición de la anterior alianza entre Socialistas y P.D.P. (Alianza Demócrata Progresista-Social), este último pasando a formar parte de la Concordancia. Si bien el índice debería ser matizado porque la migración no es realizada necesariamente por votantes, sino por partidos que desechan alianzas electorales y forman nuevas alianzas, no quita mérito que el partido con mayor votación, la U.C.R., haya vuelto a participar de las elecciones, lo cual sin duda afecta enormemente a que la VE sea elevada. El período que va de 1937 a 1946 posee una VE muy elevada de 98,82. En 1943 se derroca al presidente Castillo y comienza a gestarse un nuevo movimiento político liderado por Juan Domingo Perón, quien gana las elecciones de 1946 con un 52,84% (ver Tabla 2.4.7), y los conservadores que en 1937 ganaron con una amplia votación, prácticamente desaparecen de la arena electoral. Estos fuertes cambios electorales sumandos a la formación de una gran alianza electoral que trasciende los extremos políticos, la Unión Democrática, formada por radicales, socialistas, P.D.P. y otros partidos menores (la cual tampoco fue posible descomponer para medir el peso relativo de cada partido político en la elección de 1946) hacen que la VE sea una de las más altas de la historia electoral argentina. Sin duda alguna que un liderazgo político, carismático y populista como el de Perón reorganiza completamente el sistema de partidos políticos y, dicho sea de paso, afecta crecientemente su institucionalización. El período comprendido entre 1951 y 1958 posee una VE relativamente elevada de 64,80. En este período el peronismo es proscrito, con lo cual muchos de sus votantes migran hacia la U.C.R. Intransigente, finalmente eligiendo presidente a Frondizi en 1958. El resto de partidos políticos posee votaciones marginales y la cantidad de votos

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blancos en ese año, debido a que el justicialismo es declarado ilegal, es muy alta (841.400 votos). Entre 1963 y la votación de Marzo de 1973 se produce una VE de 63,93, nuevamente marcada por el peronismo, pero esta vez por su regreso a la participación electoral, haciendo que las votaciones conservadoras, que en 1963 habían repuntado, caigan nuevamente, al igual que la votación radical. De 1973 en adelante, el sistema de partidos políticos en Argentina se estabiliza crecientemente, al menos en cuanto a la VE, ya que finalmente las votaciones conservadoras desaparecen, mientras que la izquierda queda reducida a porcentajes exiguos, resultando en un bipartidismo entre dos grandes bloques de centro: los radicales y peronistas. Respecto de estos últimos resulta pertinente afirmar que se produce la institucionalización de un liderazgo puramente carismático, basado crecientemente en la figura de Perón, lo cual reordena definitivamente el sistema de partidos políticos.

Tabla 2.4.9: Volatilidad Electoral entre Bloques (VEB) en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.

1916- 1922- 1928- 1931- 1937- 1946- 1951- 1958- 1963- 1973- 1973- Bloques 1922 1928 1931 1937 1946 1951 1958 1963 1973 1973 1983 Conservador 19,04 1,80 27,56 18,97 53,64* 1,50 1,50 18,70 5,33 2,71 12,19 Liberal 3,13 1,09 0,08 1,96 0,62 0,01 0,61 UCR 16,02 12,04 61,49 25,28 40,14 30,22 50,04 28,60 31,43 3,13 27,31 PDC 3,47 2,21 5,68 0,31 Peronista 52,84 10,56 63,40 48,53 13,33 21,72 Izquierda 1,83 5,67 5,09 2,50 2,50 1,68 1,54 3,80 2,35 7,84 0,50 Unión Democrática 42,87 42,87 Dem. Progresista-Social 32,82 32,82 Otros Partidos menores 5,91 3,50 6,29 9,04 0,64 0,90 7,23 4,52 9,45 4,89 6,77 VEB Total 22,97 12,05 66,67 45,29 96,32 43,87 63,90 28,92 51,69 15,95 34,40 *El 53,64% del bloque conservador en la votación de 1937 incluye la votación de la UCR antipersonalista y de pequeños grupos del socialismo independiente en la denominada Concordancia.

Como se aprecia en la Tabla 2.4.9, otro índice de volatilidad es la VEB. Esta es también relativamente alta debido a las continuas abstenciones y proscripciones de partidos

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políticos, lo que obliga muchas veces a que los electores migren hacia preferencias que se encuentran en algún partido susceptible de clasificar en otro bloque. En el período que va de 1928 a 1931 se observa una VEB de 66,67 la cual se explica, principalmente, por la abstención de participar en los sufragios de la U.C.R. en 1931. Junto a ello se lleva a cabo una alianza entre Socialistas y P.D.P. la cual no fue clasificada dentro de ningún bloque (provocando que el índice se eleve aún más). Finalmente, se puede mencionar para este período que la votación de los conservadores hacia 1931 aumentó considerablemente, contribuyendo también al aumento de la VEB. El período comprendido entre 1937 y 1946 tiene la VEB más alta de la serie. El surgimiento del peronismo así como también la formación de una alianza multipartidista (y a la vez multi-ideológica) que se forma para enfrentarlo definen el índice más alto de la serie (96,32). El período 1951-1958 está marcado por la proscripción del peronismo migrando electores hacia el bloque de la U.C.R., específicamente la U.C.R. Intransigente, que define la VEB de 63,90. En el período de 1963 a 1973 se sucede la reaparición del peronismo, lo que explica la VEB de 51,69. El bloque U.C.R. pierde electores, al igual que los conservadores. Nuevamente el peronismo esta definiendo los índices de volatilidad.

Tabla 2.4.10: VE, VEB y VIB (Volatilidad Electoral IntraBloque) en Elecciones Presidenciales en Argentina: 1916 – 1983.

1916- 1922- 1928- 1931- 1937- 1946- 1951- 1958- 1963- 1973- 1973- Índice 1922 1928 1931 1937 1946 1951 1958 1963 1973 1973 1983 VE 20,97 22,62 75,57 102,95 98,82 45,47 64,80 28,83 63,93 15,45 34,40 VEB 22,97 12,05 66,67 45,29 96,32 43,87 63,90 28,92 51,69 15,95 34,40 VIB 2,00 10,57 8,90 57,66 2,50 1,60 0,90 0,09 12,24 0,50 0,00

En general la VIB es baja para el caso Argentino. Pero es posible reconocer un período de alta VIB, que va desde 1931 a 1937 con un valor de 57,66. Este valor está distorsionado por la falta de especificidad de las votaciones de cada partido dentro de las alianzas (Demócrata Progresista-Social en el 31 y Concordancia en el 37), sin embargo,

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se aprecia también que hacia 1937 reaparece la U.C.R. y la U.C.R. antipersonalista se contabiliza dentro de la Concordancia (conservadores).

Conclusión. En el caso chileno se aprecia una considerablemente mayor institucionalización del sistema de partidos políticos, destacándose tres hechos que marcan un peak en el índice de volatilidad: la crisis social de 1925 a 1932 junto al surgimiento de la izquierda política contemporánea, el levantamiento del liderazgo populista de Ibáñez en la década del 50 y, finalmente, la fuerte irrupción de la Democracia Cristiana en los años 60. La existencia de Ibáñez sólo marca un paréntesis en el sólido establecimiento del sistema de partidos políticos chilenos, ya que no es más que un intento carismático de hacer política el cual, además, no tiene efectos ulteriores en la conformación del sistema de partidos. Muy distinto es el caso del surgimiento electoral de la izquierda en la década del 20 y de la Democracia Cristiana a finales de los 50, porque estas corrientes políticas responden principalmente al surgimiento de fracturas sociales importantes como es la cuestión social, primero en la minería del norte y la incipiente industrialización y proletarización del trabajo durante el primer cuarto del siglo XX, y luego en el campo hacia mediados de siglo. Argentina posee índices de volatilidad electoral comparativamente mucho mayores que Chile (aunque no hay que olvidar que se construyeron en base a las elecciones presidenciales y no del Congreso como fue para Chile). Los mayores índices de volatilidad están marcados por la ausencia de participación electoral de partidos altamente representativos (U.C.R. y P.J.), ya sea por impedimento legal o por abstención voluntaria, y sobre todo por el surgimiento de un liderazgo carismático como el de Perón que tuvo tal intensidad en el sistema de partidos políticos que logró institucionalizarse y, posterior a 1973, establecer una suerte de bipartidismo junto con la U.C.R. Con su aparición temprana, el peronismo configuró de forma definitiva el sistema de partidos (principios de los 40), logró despojar tanto a la izquierda del poder sindical y su patrocinio de la cuestión social, así como izó la bandera del catolicismo frenando todo intento social-cristiano de hacer política. Tanto el peronismo como el radicalismo

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afectaron fuertemente a la institucionalización del sistema de partidos políticos, aunque con la vuelta de la democracia en 1983 se distingue una relativa institucionalización, al menos hasta la crisis del gobierno de De la Rúa en el 2001.

Segundo Criterio de Institucionalización. Sí los vínculos entre los partidos políticos y la ciudadanía son sólidos, probablemente se encontraran resultados similares entre los diferentes tipos de elecciones, ya sean estas del Congreso, locales o presidenciales. A pesar de ello es posible esperar diferencias debido a lo inevitable que se torna la personalización, o bien la no presentación de candidatos por partidos o coaliciones para las elecciones presidenciales. Sin embargo, en la medida que el sistema de partidos se encuentre más institucionalizado, se postula que deberán encontrarse similitudes entre elecciones presidenciales y del Congreso que sean simultáneas, o lo más cercanas en el tiempo. Por lo tanto, se le restarán a los porcentajes de la votación en elecciones presidenciales, los porcentajes de la votación total del partido que apoyó a dicho candidato presidencial (y/o partidos o coalición política) en la elección del Congreso, que se haya realizado en el mismo año o en años lo más cercanos en el tiempo. Para el caso argentino no se cuenta con resultados de elecciones de diputados, por lo que se contrastarán resultados de partidos políticos obtenidos en elecciones presidenciales con sus respectivos resultados en elecciones locales o de gobernador de provincia. En la medida que los resultados se equiparen entre cada tipo de elección, es posible suponer que los vínculos entre los partidos políticos y la ciudadanía son lo suficientemente sólidos.

Chile. Para el caso chileno, la serie histórica de elecciones presidenciales y del Congreso que se analizará va desde 1925 a 1973. Para poder conocer el grado de congruencia entre las elecciones se debe identificar el partido político desde el cual se eleva el candidato presidencial, o bien los partidos o coalición de partidos que levantan su candidatura, o simplemente puede no ser apoyado por partido alguno.

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En la Tabla 2.4.11, se presenta un cuadro resumen con los candidatos presidenciales y sus respectivos porcentajes de votación, además de los partidos que los apoyaban.

Tabla 2.4.11: Porcentaje de Votación en Elecciones Presidenciales en Chile: 1925 – 1970.

1925 1927 1931 1932 1938 1941 J. Montero (C, P. Aguirre J. A. Ríos (FP E. Figueroa (C, C. Ibañez PR, PD, Frac. A. Alessandri (FP: PR, PD, + Fraccion PL, PR, PD) 71,1 (Indep.) 98 Liberales) 63,8 (PL, PD, PR) 54,6 PS, PC) 50,1 Liberal) 55,7 J. Salas (grupos A. Alessandri izq. Indep. (Fraccion M. Grove G. Ross (C, C. Ibañez (C, USRACH) 28,3 B/N 2 Liberal) 34,6 (PS) 17,7 PL) 49,2 PL) 43,8 M. Hidalgo (Grupos H. Rodríguez C. Ibañez B/N 0,6 Socialistas) 0,8 (C) 13,8 (Indep.) 0,0 B/N 0,5 E. Zañartu E. Lafertte (Fracción (PC) 0,5 Liberal) 13,4 B/N 0,7 E. Lafertte B/N 0,3 (PC) 1,2

B/N 0,3 1946 1952 1958 1964 1970 C. Ibáñez S. Allende G. González (PD,PAL, J. Alessandri (UP: (FP) 40,1 etc.) 47 (C,PL) 31,2 E. Frei (DC) 55,6 PC,PS,PR) 36,6 S. Allende E. Cruz- A. Matte (FRAP: S. Allende J. Alessandri Coke (C) 29,7 (C,PL) 28 PC,PS) 28,5 (FRAP) 38,6 (PN) 34,9 P. E. F. Alessandri Alfonso (PR, J. Durán R. Tomic (PL) 27,2 FN) 20 E. Frei (DC) 20,5 (PR) 4,9 (DC) 27,8 B. Ibañez S. (Fracción Allende (PS, L. Bossay Socialista) 2,5 ‘PC’) 5,4 (PR) 15,4 B/N 0,9 B/N 1,1 A. Zamorano B/N 0,4 B/N 0,3 (Indep. Iz.) 3,3

B/N 1,1 Fuente: Cruz – Coke (1982), págs. 96-112; Claves: C: Partido Conservador; PL: Partido Liberal; PR: Partido Radical; PD: Partido Democrático; PAL: Partido Agrario Laborista; PS: Partido Socialista; PC: Partido Comunista; USRACH: Unión Social Republicana de Asalariados de Chile; FP: Frente Popular; FN: Falange Nacional; FRAP: Frente de Acción Popular; UP: Unidad Popular. No se consideraron grupos políticos o partidos menores respecto del apoyo recibido por los candidatos.

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Tabla 2.4.12: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y del Congreso de años cercanos en Chile: 1931 – 1973.

Candidato – Partidos que lo apoyan % Votación % Votación Partidos (2) Diferencia (1) – (2) Candidato (1) (2a) (2b) (1) – (2a) (1) – (2b) 1931 (Presidencial) 1932 (del Congreso) J. Montero – C,PR,PD,PL 63,8 66,6 -2,8 A. Alessandri – Fracción liberal a 34,6 17,3 17,3 M. Hidalgo – Diversos grupos socialistas 0,8 6,4 -5,6 E. Lafertte – PC 0,5 - 0,5 1932 (Presidencial y del Congreso) A. Alessandri – PL,PD,PR 54,6 49,4 5,2 M. Grove – PS 17,7 6,4 11,3 H. Rodriguez – C 13,8 17,2 -3,4 E. Zañartu – Frac. Liberal b 13,4 17,3 -3,9 E. Lafertte – PC 1,2 - 1,2 1938 (Presidencial) 1937 (del Congreso) P. Aguirre – PR,PD,PS,PC 50,1 43,5 6,6 G. Ross – C, PL 49,2 42 7,2 C. Ibáñez – Indep. 0 0 0 1942 (Presidencial) 1941 (del Congreso) J. A. Ríos – PR,PD,PS,PC, Frac. Liberal 55,7 62,6 -6,9 C. Ibáñez (C, PL) 43,8 31,2 12,6 1946 (Presidencial) 1945, 1949 (del Congreso) 1945 1949 1946-45 1946-49 G. González – FP: PR,PC,PS c 40,1 43 37,1 -2,9 3 E. Cruz-Coke – C,FN 29,7 26,2 26,6 3,5 3,1 F. Alessandri – PL 27,2 20,1 19,3 7,1 7,9 B. Ibáñez – Fracción Socialista d 2,5 12,8 9,4 -10,3 -6,9 1952 (Presidencial) 1949, 1953 (del Congreso) 1949 1953 1952-49 1952-53 C. Ibáñez – Indep., PD,PAL 47 15,1 24,5 31,9 22,5 A. Matte – C,PL 28 42 25,3 -14 2,7 P. E. Alfonso – PR,FN 20 31,6 18,5 -11,6 1,5 S. Allende – PS,‘PC’ e 5,4 9,4 14,2 -4 -8,8 1958 (Presidencial) 1957, 1961 (del Congreso) 1957 1961 1958-57 1958-61 J. Alessandri – C,PL 31,2 33 30,4 -1,8 0,8 S. Allende – FRAP: PS, PC f 28,5 10,7 21,2 17,8 7,3 E. Frei – DC 20,5 9,4 15,4 11,1 5,1 L. Bossay – PR 15,4 22,1 21,4 -6,7 -6 A. Zamorano – Indep. Iz. 3,3 - - 3,3 3,3 1964 (Presidencial) 1961, 1965 (del Congreso) 1961 1965 1964-61 1964-65 E. Frei – DC (más PN) g 55,6 45,8 54,8 9,8 0,8 S. Allende – FRAP: PS,PC 38,6 22,1 22,7 16,5 15,9 J. Durán – PR 4,9 21,4 13,3 -16,5 -8,4 1970 (Presidencial) 1969, 1973 (del Congreso) 1969 1973 1970-69 1970-73 S. Allende – UP: PC,PS,PR 36,6 41,4 38,6 -4,8 -2 J. Alessandri – PN 34,9 20 21,3 14,9 13,6 R. Tomic – DC 27,8 29,8 29,1 -2 -1,3 a La votación de Alessandri se contrasta con toda la votación parlamentaria del Partido Liberal; b La votación de Zañartu se compara respecto de toda la votación Liberal de las parlamentarias de 1932; c PC proscrito para las elecciones parlamentarias de 1949; d la votación de Bernardo Ibáñez se compara con la votación total socialista en las parlamentarias de 1945 y 1949; e PC proscrito para las elecciones parlamentarias de 1949 y 1953; f proscripción del PC durante las elecciones de 1957; g se consideró la votación parlamentaria de la derecha más la de la DC en 1961 y 1965, con el objeto de comparar el apoyo recibido en la elección presidencial de 1964 en que Frei fue apoyado implícitamente, al no presentar la derecha candidato, y explícitamente por el PN.

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Los datos comparados de elecciones presidenciales y del Congreso, desde 1931, muestran que no hay grandes diferencias entre ellas. El Populismo Político, en su aspecto de baja institucionalización del sistema de partidos, se presenta bajo la forma de débiles vínculos con la ciudadanía, pudiendo emerger liderazgos carismáticos nacionales que atraigan al electorado, débilmente arraigados, produciendo grandes diferencias entre elecciones del Congreso y presidenciales. En la Tabla 2.4.12, las diferencias positivas representan que en la comparación de las elecciones presidencial versus la del Congreso, el candidato para presidente obtuvo mayor votación que toda su coalición o partidos que apoyaban su candidatura, en alguna de las más cercanas elecciones del Congreso. Así pues los líderes carismáticos que atraigan fuertemente al electorado prescindiendo de la mediación partidista se observan, en la Tabla 2.4.12, gracias a los más altos valores de la columna sobre “Diferencias”. Los valores negativos por su parte representan el fenómeno contrario. Los valores positivos más altos corresponden a Carlos Ibáñez del Campo para las diferencias entre 1952-1949 y 1952-1953, con un 31,9 y 22,5 + respectivamente. El resto de las diferencias ni siquiera supera el índice de “ /-18” en todo el período que va desde 1931 a 1973.154 Debido a que no se encuentran grandes diferencias entre elecciones, salvo el período de irrupción del “ibañismo” como fenómeno electoral, se puede afirmar que en Chile los vínculos entre los partidos políticos y la ciudadanía son fuertes. Se puede aventurar la debilidad del proyecto de Ibáñez en aspectos como la duración de sus movimientos políticos y los partidos creados para levantar su candidatura, que tuvieron muy corta existencia, prácticamente lo que duró su mandato. Antes de Ibáñez el sistema de partidos políticos estuvo ciertamente institucionalizado, en el aspecto que se refiere a sus vínculos con la ciudadanía, y posteriormente al período de Ibáñez, la institucionalización del sistema de partidos se volvió a fortalecer. El Populismo Político postula una debilidad en la institucionalización del sistema de partidos políticos previo

154 17,3 para Alessandri en la década del 30 y 17,8 para Allende a finales del 50, donde el PC estaba proscrito en esa época y tenía un electorado que no pudo votar por candidatos parlamentarios comunistas, pero si por Allende.

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su surgimiento, y un debilitamiento aún mayor durante y posterior al propio período populista, en vista de lo anterior Chile no es el caso.

Argentina. Se contrastarán los resultados presidenciales con los de gobernador provincial, desglosados según partidos o alianzas políticas. La serie que se analizará comprende los años 1931 a 1983, para dos provincias de Argentina: Entre Ríos y Santiago del Estero. Los casos de estas provincias no responde a un muestro deliberado, sino más bien se adecuan a la disponibilidad de datos encontrados para el sistema electoral argentino. Para el caso de la Provincia de Entre Ríos no se encuentran diferencias muy categóricas salvo en las comparaciones entre 1937-1935 y 1937-1939. En estos períodos se produjeron diferencias de -36,1 y -33,2 respectivamente para las votaciones de los conservadores. Se logran altísimas votaciones de grupos conservadores en el caso de las elecciones de gobernador (alcanzando más del 80% de los votos positivos) superando por mucho la votación presidencial de la Concordancia en esa misma provincia (52,3% de los votos positivos) (ver Tabla 2.4.13). En este caso la popularidad del líder provincial se torna avasalladora respecto de la Ortiz. Luego de ese valor le sigue una diferencia de 13,1 en 1946 en donde peronismo obtuvo más votación en las presidenciales que en las referentes a gobernador de la provincia. La figura de Perón fue gravitante en esta diferencia a favor del carisma provocado por la arremetida de esta nueva fuerza política.

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Tabla 2.4.13: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y de Gobernador de años cercanos en la Provincia de Entre Ríos, Argentina: 1931 – 1973.

Partidos y/o alianzas % Votación % Votación Gobernador (2) Diferencia (1) – (2) Presidencial (1) (2a) (2b) (1) – (2a) (1) – (2b) 1931 (Presidencial y de Gobernador) UCR Antipersonalista 45,9 49,0 -3,1 PDN 35,2 34,3 0,9 Alianza Democrática Social (PDP – PS) 18,8 Otros 16,7 1937 (Presidencial) 1935, 1939 (Gobernador) Concordancia (PDN y UCR 1937 1935 1939 1937-35 1937-39 antipersonalista para elec. de gobernador) 52,3 88,4 85,5 -36,1 -33,2 Otros 47,7 11,6 14,5 36,1 33,2 1946 (Presidencial y de Gobernador) PJ 55,1 42,0 13,1 Unión Democrática 44,9 - UCR - 38,0 Otros - 20,0 -20,0 1951 (Presidencial) 1950, 1951 (Gobernador) 1950 1951 1950-51 1951-51 PJ 63,6 54,0 62,5 9,6 1,1 UCR 32,5 35,0 32,5 -2,5 0 Otros 3,9 11,0 4,5 -7,1 -0,6 1958 (Presidencial y de Gobernador) UCR Intransigente 56,6 50,0 6,6 UCR del Pueblo 37,3 33,0 4,3 Otros 6,1 17,1 -11 1963 (Presidencial) 1962, 1963 (Gobernador) 1962 1963 1963-62 1963-63 UCR del Pueblo 37,7 27,5 28,0 10,2 9,7 UCR Intransigente 31,4 32,2 24,2 -0,8 7,2 Otros 30,9 40,3 46,9 -9,4 -16 1973 Marzo (Presidencial y de Gobernador) FREJULI 46,0 47,4 -1,4 UCR 29,2 27,0 2,2 Otros 24,8 25,6 -0,8 1973 Septiembre (Presidencial y de Gobernador) FREJULI 60,4 63,5 -3,1 UCR 31,1 34,0 -2,9 Otros 8,5 2,5 6,0 1983 (Presidencial y de Gobernador) UCR 52,2 49,39 2,8 PJ 45,7 40,93 4,7 MID 2,1 - 2,1 Fuente: CENM (2003). * Los porcentajes se calcularon sobre el total de votos positivamente emitidos, sin considerarse ni los blancos ni los nulos. Efectivamente, no están consideradas, por ejemplo, las altas votaciones en blanco de los años 1958 (11,9%) y 1963 (27,5%) para la Provincia en votaciones presidenciales, las cuales se explican en gran parte debido a la proscripción del peronismo. Para las votaciones de Gobernador en 1963 se alcanzó también un nivel del 19,4% en votos blancos.

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Tabla 2.4.14: Diferencias entre Votaciones de Elecciones Presidenciales y de Gobernador de años cercanos en la Provincia de Santiago del Estero, Argentina: 1931 – 1973.

Partidos y/o alianzas % Votación % Votación Diferencia Presidencial Gobernador (1) – (2) (1) (2) (2a) (2b) (1) – (2a) (1) – (2b) 1931 (Presidencial y de Gobernador) UCR Unificada 46,2 51,5 -5,3 PDN 31,2 30,7 0,5 Otros 22,6 18,1 4,5 1937 (Presidencial) 1935, 1940 (Gobernador) PDN – Concordancia 1937 1935 1940 1937-35 1937-40 (Concentración Cívica en 1940) 58,3 51,4 55,5 6,9 2,8 UCR (UCR Comité Nacional en 1940) 41,7 32,0 41,0 9,7 0,7 Otros - 16,6 4,0 -16,6 -4,0 1946 (Presidencial y de Gobernador) PJ 52,2 65,4 -13,2 Unión Democrática 33,9 - UCR - 33,4 UCR Santiago del Estero 13,9 - Otros - 1,1 1951 (Presidencial) 1949, 1951 (Gobernador) 1949 1951 1951-49 1951-51 PJ 79,7 63,2 79,0 16,5 0,7 UCR 20,3 33,4 12,4 -13,1 7,9 Otros - 5,1 9,1 -5,1 -9,1 1958 (Presidencial y de Gobernador) UCR Intransigente 43,3 35,5 7,8 UCR del Pueblo 35,6 30,0 5,6 Otros 21,1 34,5 -13,4 1963 (Presidencial) 1962, 1963 (Gobernador) 1962 1963 1963-62 1963-63 UCR del Pueblo 69,4 45,0 24,4 Partido Tres Banderas (pro-peronista) - 35,0 Movimiento Radical Popular - 29,5 Otros 30,6 35,8 55,0 -5,2 -24,4 1973 Marzo (Presidencial y de Gobernador) FREJULI 38,5 35,0 3,5 MID 37,4 33,4 4,0 Otros 24,1 31,4 -7,3 1973 Septiembre (Presidencial y de Gobernador) FREJULI 82,8 63,5 19,3 UCR 17,2 33,4 -16,2 Otros - 3,1 -3,1 1983 (Presidencial y de Gobernador) PJ 48,8 61,2 -12,4 UCR 41,2 38,8 2,4 Partido Tres Banderas 10,0 10,0 Fuente: CENM (2002). * Los porcentajes se calcularon sobre el total de votos positivamente emitidos, sin considerarse ni los blancos ni los nulos. Efectivamente, no están consideradas, por ejemplo, las altas votaciones en blanco de los años 1958 (11,9%) y 1963 (27,5%) para la Provincia en votaciones presidenciales, las cuales se explican en gran parte debido a la proscripción del peronismo. Para las votaciones de Gobernador en 1963 se alcanzó también un nivel del 19,4% en votos blancos.

La Tabla 2.4.14 muestra las diferencias entre las elecciones presidenciales y de gobernador en la Provincia de Santiago del Estero. En 1946, y a diferencia de lo

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ocurrido en Entre Ríos, el peronismo obtuvo mayor votación en la elección de gobernador que en la presidencial. En la elección de Perón en 1951, éste obtuvo una altísima votación respecto de la de gobernador de 1949, en que también ganó el P.J. En las presidenciales de 1963 la U.C.R. obtuvo una votación altísima en la Provincia respecto de la votación obtenida para gobernador: en este caso la figura de Illía, presidente electo, afectó en el desbalance producido entre un tipo de elección y otra en un mismo año, aunque hay que recordar que el peronismo en esos años estaba fuera de la legalidad no pudiendo participar de las elecciones. En Marzo de 1973, en la Provincia de Santiago del Estero, el Peronismo poseía una hegemonía avasalladora sobre todo en las elecciones presidenciales, en las cuales Cámpora tenía una diferencia de 19,3 puntos a favor respecto de la elección del candidato a gobernador del FRE.JU.LI., quien también resultó electo. La U.C.R. y su baja adhesión, en lo que a presidenciales se refiere, se vuelve evidente, ya que el candidato a gobernador por la U.C.R. supera en 16,2 puntos respecto del porcentaje obtenido por el candidato presidencial (ver Tabla 2.4.14).

Conclusión. En lo que respecta a los lazos formados entre la ciudadanía y los partidos políticos, medidos por la equiparidad o desigualdad encontrada entre diferentes tipos de elecciones, para el caso argentino (o al menos para las dos provincias en cuestión) se encuentran similitudes que llevan a conjeturar que dichos lazos poseen una relativa solidez. Las diferencias son incluso más difíciles de encontrar que en el caso chileno. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que el tipo de elección presidencial en Argentina no es de votación directa para presidente en todos los años (sólo en tres elecciones fue así), lo que puede estar forzando a que el electorado centre su atención más en simpatías partidistas que en aspectos carismáticos. En suma, este aspecto de la institucionalización del sistema de partidos políticos, tanto para Argentina como para Chile es un punto fuerte. Las diferencias entre elecciones de diferente tipo, del mismo año o lo más cercanos en el tiempo, no poseen porcentajes muy dispares, lo que lleva a afirmar que la asunción de liderazgos populistas no afectó en gran medida la formación de lazos entre

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la ciudadanía y los partidos políticos, o bien que el liderazgo carismático surge acompañado de una sólida base de apoyo partidista. Esto último es cierto exclusivamente para el caso argentino donde el peronismo devino en uno de los dos principales partidos políticos del país; lo que no se adecua al caso de Ibáñez en Chile.

Tercer Criterio de Institucionalización. Este dice relación con la legitimidad concedida tanto por los ciudadanos como por los intereses organizados a los partidos y al proceso electoral. En la medida que los diferentes actores sociales y políticos no reconocen como legítimo el proceso político en general y al gobierno de turno en particular, estamos en presencia tanto de una condición propicia como también de una característica propia del Populismo Político. Un sistema político que no recibe legitimidad de parte de los ciudadanos es propio de una condición del Populismo (generalmente devienen en gobiernos militares). A su vez, para que el Populismo surja debe caer en deslegitimidad la forma del sistema político precedente. Indicadores de formas políticas que no adquieren legitimidad en los gobernados son las interrupciones militares a los procesos democráticos.

Chile. Durante el siglo XX, hasta 1973, se puede reconocer tan sólo un gran período de desorganización y deslegitimación del sistema político que transcurre desde mediados de la década del 20 hasta 1932, sucediéndose una serie de golpes militares y gobiernos transitorios vagamente legitimados. El 5 de Septiembre de 1924 llega un comité ejecutivo a La Moneda para presentar una serie de peticiones al presidente Alessandri. El efecto inmediato fue una renuncia ministerial y la asunción del General Luis Altamirano en el Ministerio del Interior. El 9 de Septiembre el Presidente había pedido asilo y luego se marcha del país el día 10 por la falta de garantía para gobernar y asume como vicepresidente el General Altamirano. La renuncia que Alessandri había presentado al Senado le fue rechazada, por contrapartida el Senado le otorgó una licencia por seis meses. La Junta de Gobierno de 1924 con que Altamirano gobernó

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desde el día 11 de Septiembre estuvo conformada también por el General Juan Pablo Bennet y el Almirante Francisco Neff. Esta Junta gobernó hasta el 23 de Enero de 1925. Quien derrocó la Junta de Gobierno de 1924 fueron otros militares presididos por el Coronel Carlos Ibáñez del Campo, la nueva Junta de Gobierno de 1925, de carácter cívico–militar fue presidida por Emiliano Bello e integrada por el General Pablo Dartnell y el Almirante Carlos Ward. En ese mes, esta Junta de Militares le pidió a Alessandri que regresara del exilio para que asumiera y reorganizara el gobierno y el régimen político, además de redactar una nueva Constitución. Alessandri regresa en Marzo de 1925, sin embargo, las presiones y problemas sociales y políticos hacen que nuevamente presente su renuncia, asumiendo la vicepresidencia el Ministro del Interior Luis Barros Borgoño en Octubre de 1925. La nueva constitución fue promulgada el 18 de Septiembre de 1925, instauraba un régimen político presidencialista, marcando un antes y un después en el sistema político chileno. Ibáñez reunió a los líderes de los partidos políticos, exceptuando al Comunista, para ponerse de acuerdo sobre un candidato único y de consenso que garantizara estabilidad al período que se iniciaba. El elegido fue Emiliano Figueroa Larraín, resultando electo el 24 de Octubre de 1925, para luego asumir el 23 de Diciembre de ese año. Ibáñez asumió en el Ministerio de Guerra, desde el cual influyó fuertemente. El gobierno no supo responder a los problemas sociales que venían en aumento desde finales del siglo XIX, y la cuestión social finalmente se tornó un problema insoluble. El 9 de Febrero de 1927 renunció el Ministro del Interior de Figueroa, Manuel Rivas, para que luego Ibáñez asumiera ese cargo y de paso su poder en el gobierno creciera. El 7 de Abril de 1927 finalmente renuncia Figueroa y asume la vicepresidencia Carlos Ibáñez del Campo quien llama a elecciones, levantando su candidatura, y sin oposición alguna asume la presidencia el 21 de Junio de 1927. La crisis económica de Chile empeoró durante el Gobierno de Ibáñez, la Gran Depresión afectó gravemente la economía del país, y en medio de fuertes convulsiones políticas y enfrentamientos armados con estudiantes, Ibáñez dimitió el 26 de Julio de 1931. Asumió la presidencia nacional el presidente del Senado Pedro Opaso, quien nombra un gabinete

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presidido por , luego renuncia Opaso y Montero asume el mando de la nación en la vicepresidencia. El 4 de Octubre de 1931 se realizan elecciones y Montero es el candidato de consenso que se “sometió” a todas las peticiones de los más diversos sectores políticos para que presentara su candidatura, y así fue electo. Como el nuevo presidente, nuevamente, no pudo hacer frente a los problemas económicos y sociales de Chile y las fracturas políticas que continuaban enrareciendo el ambiente partidista, se comenzó a realizar una conspiración que terminó con un nuevo Golpe de Estado. El 4 de Junio de 1932 el Gobierno Constitucional fue derrocado por una Junta de Gobierno presidida por el General Arturo Puga e integrada por el periodista y ex- diplomático Carlos Dávila, Eugenio Matte y el Coronel Marmaduque Grove en la cartera de Defensa. El 16 de Junio de 1932 Carlos Dávila promueve un nuevo golpe de Estado a la Junta recientemente constituida, debido a graves diferencias con Grove (Dávila sin duda no tenía ninguna vocación socialista), apoyado por grupos ibañistas y por la Guarnición de Santiago exilia finalmente a Grove y Matte a la Isla de Pascua. La Junta estuvo constituida por Nolasco Cárdenas (del Partido Democrático) y el radical moderado , en ella Carlos Dávila sería el presidente, por 90 días. Un nuevo golpe militar al mando del General Bartolomé Blanche Espejo derrocó al gobierno de Dávila y llamó a elecciones presidenciales para el 30 de Octubre de 1932, junto con las parlamentarias antes fijadas. Finalmente es elegido Arturo Alessandri Palma y la normalidad constitucional se mantendrá hasta 1973. Se contabilizan, en el período que va desde 1924 hasta 1932, cinco intervenciones militares a los gobiernos constituidos, democrática o militarmente, en 1924, 1925, y tres en 1932, además del gobierno dudosamente democrático de Ibáñez en 1927. Salvo este período, la historia política chilena carece de intervenciones militares durante los siguientes cincuenta años hasta el Golpe Militar de 1973. Todos los gobiernos, desde la elección de Alessandri en 1932, terminaron su mandato en los plazos establecidos constitucionalmente, salvo por la muerte de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos siendo presidentes. En el período de 1924 a 1932 se observa, por el contrario, una gran tendencia a que los presidentes no terminen sus períodos de gobierno, Alessandri

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renuncia en 1924, la Junta de Gobierno presidida por Altamirano es derrocada en 1925, Alessandri nuevamente presenta su renuncia en 1925 una vez que volvió al país para reasumir funciones, Emiliano Figueroa renuncia en 1927, Ibáñez que asumió a continuación dimitió en 1931, Montero es derrocado en 1932, la Republica Socialista es derrocada a 12 días de instituirse en 1932 asumiendo Dávila como presidente que fue derrocado 3 meses después en el mismo año (ver Tabla 2.4.15). La legitimidad concedida por los ciudadanos, así como por los intereses organizados, se solidifica una vez que se asume programáticamente, por parte de los partidos, la cuestión social. Sin discutir sobre la eficacia de las políticas promovidas para dar respuesta al problema social, una vez reorganizada la institucionalidad se entra en un gran período de estabilidad política, donde los ciudadanos reconocen como legítimos las formas institucionalizas de expresión política, como son, por ejemplo, los procesos electorales. Los ocho años de desorganización política y social (1924 – 1932) se enmarcan dentro de la lógica de un tránsito de reorganización política en torno al clivage social y no se remite, necesariamente, a una inherente debilidad en la institucionalización del sistema de partidos políticos chilenos.

Argentina. El caso argentino es diametralmente diferente al chileno. En 1920 la corriente política que dominaba la lucha democrática era el radicalismo, desde 1922 el presidente era Marcelo Torcuato de Alvear, perteneciente a una de las alas del dividido radicalismo, la U.C.R. antipersonalista, sector más conservador y que se oponía a la mayoría de las reformas, proponiéndose “liderar una histórica reparación”, en sentido conservador. La otra ala se agrupaba en torno a Hipólito Yrigoyen. Para las elecciones de 1928, el presidente elegido es Yrigoyen (segundo mandato), sin embargo, lejos del triunfo electoral quedó una gran oposición conformada por los radicales antipersonalistas, los conservadores y socialistas que recrudecieron sus críticas hacia el gobierno y a la persona del presidente en torno a su senilidad y la demora en la toma de decisiones importantes. El espacio público se tornó cada vez más violento pudiéndose apreciar varios hechos de sangre en torno a la diferencia entre radicales yrigoyenistas y radicales

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antipersonalistas, finalmente se preparó un golpe de estado a mando del teniente general José Felix Uriburu en 1930, que gobernó hasta 1932, y en el año 1931 se realizaron elecciones.155 El elegido fue Agustín Justo que dejó el ejército para postularse a la presidencia y gobernó hasta 1938. Justo logró elegir como siguiente presidente a uno de sus ministros, Roberto Ortiz, radical antipersonalista, fuertemente ligado a intereses conservadores (al igual que Justo). Finalmente Ortiz renunció en 1942 frente a diversos tipos de presiones políticas (por el escándalo en la compra de tierras, la neutralidad de Argentina en la guerra mundial, entre otras) y problemas familiares y de salud. Quien lo sucedió fue el conservador Ramón Castillo, ministro de Ortiz, que gobernó hasta 1943 cuando fue derrocado por un golpe militar. Finalmente se estima que afectó a su gobierno el instable panorama político que se venía gestando, junto con una serie problemas derivados del gran impacto de la Guerra Mundial en todo el orbe.156 Durante el Gobierno de Pedro Pablo Ramírez, perteneciente al G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) quienes conspiraron la acción golpista contra Castillo, se encontraba el coronel Juan Domingo Perón. Ramírez finalmente deja la presidencia debido a los problemas que tenía al mantener el “neutralismo de simpatías nazis”. El general Edelmiro Farrel asume la presidencia en 1944 y Perón escala en preponderancia en el gobierno militar de inspiración católica. Para las elecciones de 1946 Perón, que se había retirado del ejército, gana por amplia mayoría a sus rivales de la Unión Democrática (radicales, conservadores y socialistas). Con un vertiginoso avance en materia social y un sorprendente aumento en gasto social, Perón es reelegido para un segundo período que se truncará debido al aumento de la radicalización de posiciones políticas, violencia

155 Al respecto del período ver: Luna, Félix: “Los Radicales en el Gobierno”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Vol. 7: “La Argentina del Siglo XX”, Academia Nacional de Historia 1999-2003, págs. 235-264. 156 Al respecto del período ver: Zuleta, Enrique: “Los Gobiernos de la Concordancia”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Vol. 7: “La Argentina del Siglo XX”, Academia Nacional de Historia 1999-2003, págs. 265-297.

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pública y la crisis económica e inflacionaria en que entra Argentina. Un golpe de estado en 1955 termina por exiliar al líder.157 El período que va de 1955 a 1976 en Argentina es excepcionalmente inestable en materia de gobernabilidad. En efecto, la seguidilla de golpes militares, gobiernos militares y gobernantes que no terminan su mandato, por renuncia o porque son depuestos es altísima. La “Revolución Libertadora” que depuso a Perón, fue encabezada en un primer gobierno por Eduardo Lonardi, sin embargo, fue rápidamente depuesto debido a su idea de mantener y controlar fuerzas sociales que había creado Perón, pero sin la presencia de su líder. No obstante, no tenía el apoyo de los militares que participaron de la rebelión (la marina y parte del ejército). Quien lo reemplaza en el poder, el General Pedro Eugenio Aramburu en 1955, sostenía una tesis contraria: “mientras el peronismo no desapareciera había que hacerlo desaparecer”. Para 1958 se vuelve a la democracia y es elegido Arturo Frondizi de la Unión Cívica Radical Intransigente. Desde lo lejos, Perón hizo que sus seguidores se decidieran en apoyar a Frondizi y no a otro candidato. En una primera parte de su gobierno intentó integrar al peronismo, pero en la medida que esa tarea se hizo insoluble decidió convertirse en su freno. Frondizi finalmente es depuesto por los militares que no toleraron más las acciones que los relegaban, pero como estos mismos valoraban, en una medida muy particular, la frágil democracia que se logró con Frondizi, dejaron que José María Guido (presidente del Senado, el primero en la línea de sucesión una vez que el vicepresidente rechazase el cargo) asumiera el gobierno en 1962 hasta 1963 cuando se llamó a elecciones regulares. Arturo Illia, es el vencedor de las elecciones de Julio de 1963, que había llegado al gobierno gracias a la decisión de llamar a elecciones de los “oficiales azules”, que estaban detrás el gobierno de Guido. Sin embargo, el gobierno de Illia tuvo rápidamente problemas, al no encontrar solución al tema del peronismo: ante la pasividad del avance de la izquierda y a la violencia en los espacios públicos, los militares decidieron nuevamente intervenir. El 28 de Junio de 1966 se produjo el golpe

157 Al respecto del período ver: Caimari, Lila M.: “La Era Peronista: 1943-1955”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Vol. 7: “La Argentina del Siglo XX”, Academia Nacional de Historia 1999 – 2003, págs. 299-323.

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de Estado que puso al General Juan Carlos de Onganía en el poder. Se proscribieron los partidos y los sindicatos se enfrentaron directamente con el Estado en huelgas y disturbios diversos. A fines de la década de 1970, el gobierno de Onganía estaba muy debilitado, fuerzas extremistas contrarias al gobierno y a la burocracia sindical comenzaron una serie de asesinatos políticos: Los Montoneros. En 1970 Roberto Marcelo Levingston tomó la presidencia, pero sucumbió rápidamente por no dar una clara respuesta al problema de la transición democrática. En 1971, asume el comandante del Ejército, el General Agustín Lanusse. Frente a la grave crisis política del país, Lanusse creyó sensato frenar a la guerrilla montonera y la F.A.R. (Fuerzas Armadas Revolucionarias) mediante el regreso de Perón, además como forma de garantizar la redemocratización (a pesar, incluso, de que Perón lo mandó a encarcelar por 4 años por un alzamiento en 1951). Perón se negó a condenar a la guerrilla: las consecuencias fueron nefastas, en el tira y afloja entre el presidente y Perón, su regreso al país se hizo más lento y complicado y entre tanto la actividad guerrillera recrudeció. En Noviembre de 1972 Perón regresa a la Argentina y se hace cada vez más presente e importante en el ambiente político y deja a su delfín para las elecciones, Héctor J. Cámpora, quien será el futuro presidente peronista. El 25 de Mayo el presidente elegido asume el poder y el peronismo regresa como un partido democrático. Cámpora renunció rápidamente y Perón, que ya había regresado definitivamente, comienza su campaña, y el 23 de septiembre de 1973 es elegido con el 62% de los votos. El 12 de Octubre asume la presidencia acompañado en la vicepresidencia por su esposa, María Estela Martínez de Perón. Finalmente muere siendo mandatario el 1 de Julio de 1974.158 A la muerte de Perón asume su esposa que se mantiene en la presidencia por tan sólo dos años, hasta 1976, debido a las presiones políticas de diversos sectores incluso del peronismo, del cual ella era parte. Las luchas armadas entre montoneros, E.R.P. (Ejército Revolucionario del Pueblo) y las F.A.R. por un lado, y los militares por otro, llevan a que el 23 de Marzo de 1976 estos últimos se tomen el poder y depongan a la

158 Al respecto del período ver: Amaral, Samuel: “De Perón a Perón: 1955-1973”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Vol. 7: “La Argentina del Siglo XX”, Academia Nacional de Historia 1999-2003, págs. 325-360.

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presidenta. Asume como presidente el General Jorge Rafael Videla, quien realizó una cruenta represión a las guerrillas que declinó en 1978 cuando éstas fueron vencidas. El problema más grande, sin embargo, lo tenía dentro del ejército donde el faccionalismo tornaba tremendamente inestable el problema de la sucesión y las luchas por el poder al interior. Finalmente Videla logró imponer a su delfín el General Roberto Viola, el cual llegó a la presidencia en 1981, pero que al momento de recibir un país con una economía que no despegaba sus perspectivas en el gobierno se hacían muy cortas. El 11 de Diciembre de 1981 Viola es destituido por el General Leopoldo Galtieri, lo que marca el derrumbe de la etapa de relativa apertura que intentaba instaurar Viola hacia los peronistas. El gobierno de Galtieri necesitaba revigorizarse, por lo que levantó una guerra contra Gran Bretaña por las Islas Malvinas, a pesar de las intervenciones que intentó realizar Reagan para persuadir a Galtieri de que desistiera. La derrota terminó por hundir al gobierno de Galtieri que se ve obligado a renunciar y dar paso a un gobierno militar de transición encabezado por el General Reynaldo Bignone en 1982, que culminaría en 1983 con la elección del candidato de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín.159 La inestabilidad política argentina es impresionante, ni gobiernos elegidos democráticamente ni instituidos por la fuerza son capaces de mantener sus mandatos hasta el término de los plazos establecidos constitucionalmente. Sobre todo se observa que desde la caída del Perón en 1955 la inestabilidad de la política, y falta de legitimidad concedida por los actores sociales relevantes de la sociedad, hacia el proceso democrático se tornara extremadamente aguda. Además se puede reconocer un período de enorme inestabilidad posterior al Estado Populista del 50, que va de 1955 hasta 1983, casi 30 años de pura deslegitimidad de las diferentes formas que adquiere el sistema político, ya sean estas democráticas o autoritarias. También la creciente deliberación política de los militares se torna una “costumbre” dentro de las instituciones castrenses y en un grave obstáculo para la democracia.

159 Al respecto del período ver: Floria, Carlos: “Militarización y Violencia”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Vol. 7: “La Argentina del Siglo XX”, Academia Nacional de Historia 1999-2003, págs. 377-400.

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Tabla 2.4.15: Gobiernos de Facto y Gobiernos Interrumpidos en Chile y Argentina: 1920 – 1989.

Columna 1: Columna 2: Columna 3: Col. 4:% Gob. Col. 5: % Gob. Nº Nº de Gob. Nº de Facto Interrumpidos Intervalos de Gobiernos Interrumpidos Total de respecto del respecto del de Facto (depuestos o Gobiernos Total de Gob. Total de Gob. (1) renuncia) (2) (3) (1) / (3) (2) / (3) Chile Argentina Chile Argentina Chile Argentina Chile Argentina Chile Argentina Chile Argentina 1 1920–32 1922–32 5 1 8 1 11 3 45 33 73 33 2 1932 –41 1932–42 0 0 0 1 2 2 0 0 0 50 3 1942–52 1942–51 0 2 0 2 2 4 0 50 0 50 4 1952–64 1951–62 0 2 0 3 2 4 0 50 0 75 5 1964–73 1962–73 0 3 1 4 2 7 0 43 50 57 6 1973–89 1973–83 1 4 0 3 1 6 100 67 0 50

Conclusión. Al observar la Tabla 2.4.15, en Argentina, a diferencia de Chile, se observa una regularidad de gobiernos interrumpidos y de gobiernos militares a partir del golpe de 1943. En efecto, desde el intervalo 3 al 6 en las Columnas 1 y 2, se observa una tendencia de al menos dos interrupciones de gobiernos y dos gobiernos de facto por intervalo respectivamente. Por lo mismo la tasa de gobiernos de facto respecto del total de gobiernos (Columna 4) del intervalo 3 al 6 es de al menos 43%. En Chile en cambio, del intervalo 2 al 5 todos fueron gobiernos democráticos (ver Columna 1 y Columna 4). A diferencia de Chile que en el primer intervalo (1920-1932) presenta una gran inestabilidad tanto por el número de interrupciones a los gobiernos (Columna 2) como por el número de gobiernos de facto (Columna 1), luego no presenta inestabilidad alguna hasta 1973, correspondiente al último intervalo de la Tabla 2.4.15. Más dramático aún es observar la Columna 5 donde en Argentina, a partir de 1932 hasta 1983, se interrumpió más de la mitad de los gobiernos existentes, teniendo su punto de inflexión con un 75% de gobiernos interrumpidos en el intervalo 4 (1951-1962). En Chile no existen interrupciones de gobiernos desde el período que va desde 1932 hasta 1973, y como se mencionó las interrupciones se concentran en el período 1924 - 1932 (correspondiente al intervalo 1 de la Tabla) donde la tasa de interrupción alcanza un altísimo valor del 73%. La explicación de ello, más que referirse a problemas de institucionalización del sistema de partidos políticos, se relacionan con un proceso de acomodación de las fuerzas

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políticas existentes con las que recientemente se incorporaban, en el marco del proceso de crisis de la cuestión social. En este punto es posible afirmar que un sistema de partidos políticos en la medida que no tengan la legitimidad que conceden los actores relevantes de la sociedad, tornará más factible el surgimiento del Populismo, como es el caso argentino. Durante el Estado Populista de Perón este sistema pierde aún más legitimidad, posteriormente las intervenciones militares aumentan y los gobiernos tienen cada vez más dificultades de terminar en el período constitucionalmente establecido. El caso de Argentina así lo confirma, al contrario de lo que se observa en Chile.

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CAPITULO 3 POPULISMO ECONÓMICO

3.1. Grado de desarrollo del Proletariado Urbano

El desarrollo de un contingente de trabajadores u obreros industriales se transforma en la principal base de apoyo político de los movimientos populistas. Por otro lado, lo que favorece a los populismos es que estas masas no estén previamente organizadas en estructuras sociales autónomas, como es el caso de los sindicatos, para que así el Estado pueda atribuirse su organización. La depresión económica mundial de 1929 afectó fuertemente a muchas economías nacionales, especialmente a las latinoamericanas, provocando que las condiciones de vida empeoraran, el desempleo aumentó y los salarios cayeron. Lo que puso en duda el modelo de exportaciones e incentivó el desarrollo industrial y crecimiento hacia adentro. En el contexto anterior, una condición que facilita el surgimiento de formas de Populismo Económico es la existencia de ciertas condiciones económicas estructurales previas: un contingente, relativamente importante, de trabajadores urbanos e industriales.

Argentina. Desde comienzos de siglo se observa un cambio importante en la composición de la fuerza de trabajo. La participación del trabajo en el sector agrícola comienza a desacelerar su crecimiento, aunque la cantidad total de trabajadores crece hasta 1955, lo que se entiende a la luz de un crecimiento más acelerado de otros sectores de la economía. Como se aprecia en la Tabla 3.1.1, la fuerza de trabajo industrial aumenta considerablemente, así también el porcentaje en la fuerza de trabajo total. Por lo que durante el régimen militar de 1943 la fuerza de trabajo industrial, en la que Perón iba a centrar su futuro gobierno y la misma que le retribuiría apoyo, alcanza a más de un millón trescientos mil trabajadores, 23,74% de la fuerza de trabajo total. Este porcentaje respecto del total de la fuerza laboral es similar al 20,11% de principios de siglo, lo que muestra una importancia relativa de larga data del sector industrial en la economía

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argentina. El Populismo Económico a su vez intensifica la actividad industrial lo cual se observa, para este caso, en el creciente aumento de la fuerza de trabajo industrial y el desacelerado crecimiento de la fuerza de trabajo agrícola durante el período peronista y los años posteriores. Otro aspecto a destacar respecto de los trabajadores industriales es la remuneración de su trabajo. Durante los años anteriores al peronismo se observa que la variación porcentual de los salarios es baja, aunque siempre estuvieron en crecimiento. El sorprendente crecimiento que tienen los salarios industriales durante la administración de Perón –tanto en el ministerio del trabajo o como Presidente de la República– se puede observar a la luz de su alta variación porcentual, que es sólo superada en los años 1957 y 1959 posteriormente (ver Tabla 3.1.2).

Tabla 3.1.1: Fuerza de Trabajo por sectores (Agricultura, Industria y Minería) en Argentina: 1900 – 1961*

Años Agricultura Industria Minería Años Agricultura Industria Minería Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % 1900-04 783 39,77 396 20,11 4 0,20 1949 2.011 27,99 1.752 24,38 34 0,47 1905-09 891 36,18 488 19,81 5 0,20 1950 2.005 27,35 1.777 24,24 34 0,46 1910-14 1.051 34,25 633 20,63 7 0,23 1951 1.999 26,79 1.799 24,11 35 0,47 1915-19 1.179 35,91 700 21,32 6 0,18 1952 1.994 26,68 1.822 24,38 40 0,54 1920-24 1.346 35,49 780 20,56 7 0,18 1953 1.965 26,66 1.742 23,63 41 0,56 1925-29 1.539 35,89 890 20,76 10 0,23 1954 1.936 25,87 1.804 24,11 42 0,56 1930-34 1.674 36,12 973 21,00 13 0,28 1955 1.906 25,03 1.902 24,97 44 0,58 1935-39 1.784 35,57 1.111 22,15 18 0,36 1956 1.877 24,21 2.003 25,84 45 0,58 1940-44 1.838 33,32 1.310 23,74 27 0,49 1957 1.848 23,29 2.078 26,18 45 0,57 1945-49 1.829 29,21 1.498 23,93 31 0,50 1958 1.818 22,56 2.147 26,65 47 0,58 1947 2.023 29,51 1.638 23,89 33 0,48 1959 1.789 21,98 2.214 27,20 45 0,55 1948 2.017 28,68 1.714 24,37 34 0,48 1960 1.759 21,69 2.134 26,31 45 0,55 1961 1.734 21,49 2.066 25,61 47 0,58 Fuente: elaborado en base a Díaz (1970), págs. 428-429. *Los valores están expresados en miles de trabajadores.

Este crecimiento, durante el gobierno militar de 1943, hizo que los salarios llegaran a crecer alrededor del 14%, pero especialmente durante gran parte del primer gobierno peronista los salarios llegaron a crecer cerca del 40%, entre 1947 y 1949. Lo anterior es importantísimo para entender el Populismo Económico ya que, como se verá más

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adelante, el aumento salarial es una forma de legitimación vinculante del peronismo respecto del trabajo urbano, en base a la lógica del gasto social y del dinero como símbolo de la abundancia.

Tabla 3.1.2: Índice del Salario Industrial y su Variación Porcentual anual en Argentina: 1939 – 62.*

Año Índice Variación Año Índice Variación 1939 1,700 1951 12,365 25,241 1940 1,680 -1,176 1952 15,433 24,812 1941 1,744 3,810 1953 17,292 12,046 1942 1,840 5,505 1954 19,190 10,976 1943 1,917 4,185 1955 21,319 11,094 1944 2,108 9,963 1956 24,309 14,025 1945 2,415 14,564 1957 37,672 54,971 1946 3,099 28,323 1958 44,746 18,778 1947 4,275 37,948 1959 76,073 70,011 1948 5,981 39,906 1960 100,000 31,453 1949 8,244 37,836 1961 124,539 24,539 1950 9,873 19,760 1962 156,480 25,647 Fuente: elaborado en base a Díaz (1970), pág. 430. *El Valor 100 del Salario Real corresponde a 1960.

Chile. La industria chilena no adquiere mayor importancia relativa en la fuerza de trabajo total, como ocurre en Argentina. Su mayor participación se observa hacia la primera mitad de la década del 50 con aproximadamente 19%, valor que se asemeja al de Argentina a principios del siglo XX. Además la cantidad de trabajadores industriales es de 430.988 personas en el mismo año, cantidad que en Argentina se observa ya a principios de siglo. Pero sin duda, comparativamente, el hecho más categórico es que la fuerza de trabajo industrial chilena tiene menor importancia que la fuerza de trabajo industrial argentina a lo largo de todo el siglo XX. Se puede apreciar que la agricultura siempre agrupó a más trabajo que la industria, lo que definiría a la economía chilena como más tradicional (ver Tabla 3.1.3). Por el lado de la minería, una de las principales fuentes de recursos nacionales, nacieron las organizaciones laborales más importantes de principios de siglo XX, teniendo ésta mayor significancia que en Argentina, ya sea como porcentaje de la fuerza laboral total o como el total de los trabajadores mineros, sin embargo, el que dicho trabajo se

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desarrollase lejano a los grandes centros urbanos no representó una condición favorable para el surgimiento del Populismo, ya que es en los trabajadores urbanos (burocracia estatal, trabajadores asalariados, industriales, etc.) que el populismo centra su actividad.

Tabla 3.1.3: Fuerza de Trabajo por sectores (Agricultura, Industria y Minería) en Chile: 1915 – 80.

Agricultura y Industria Minería Año Pesca Nº % Nº % Nº % 1915 514.335 39,22 216.356 16,50 49.915 3,81 1920 537.188 39,99 190.125 14,15 59.255 4,41 1925 545.404 39,43 203.205 14,69 70.383 5,09 1930 568.295 38,91 221.776 15,18 83.418 5,71 1935 605.954 36,99 260.457 15,90 90.858 5,55 1940 666.377 36,25 315.761 17,18 104.650 5,69 1945 693.315 34,76 366.387 18,37 106.739 5,35 1950 687.964 32,22 412.424 19,31 107.023 5,01 1955 691.719 30,55 431.567 19,08 106.778 4,72 1960 678.098 28,39 431.523 18,07 89.072 3,73 1965 636.816 25,40 432.556 17,25 79.256 3,16 1970 575.520 21,35 452.326 18,46 80.904 3,00 1975 528.973 17,42 465.503 14,18 98.566 3,25 1980 582.283 16,66 496.974 13,28 90.296 2,58 Fuente: J. Braun et als. (2000), págs. 216-222.

El salario no sufrió grandes aumentos, sólo tuvo suaves crecimientos hasta 1971, sin embargo, se aprecian grandes caídas, por ejemplo en 1931 y 1932 el salario disminuyó un 36% y 25% respectivamente, posiblemente debido a la gran depresión de 1929, en el marco de una economía abierta, dependiente y exportadora de materias primas (ver Tabla 3.1.4). Otro aspecto a destacar es que en 1971 se alcanza un nivel de salarios aún más alto que en 1995, pero rápidamente éste cae de forma estrepitosa con un 43% de baja, en la medida en que el país entra en crisis hacia 1973. Ahora bien, si observamos la Tabla 3.1.5, el salario industrial crece a mediados de 1940 respecto de la década anterior en un 7%, lo cual se condice con el impulso industrializador del país durante el gobierno radical de Ríos. Nuevamente aumentan durante la primera parte de la década de 1950 en 12%, sin embargo, hacia el final del

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 128

gobierno de Ibáñez estos caen gravemente. Un aumento notable se da hacia principios del 60 respecto de la parte final de la década del 50, pero este aumento no es realmente significativo ya que vuelve a retomar el nivel que se había alcanzado a principios del 50. A diferencia de Argentina, los niveles de salario industrial chileno son muy oscilantes entre bajas y alzas leves y no se observan aumentos realmente significativos que se hayan mantenido en el tiempo.

Tabla 3.1.4: Índice del Salario Real (remuneraciones del trabajo) y su Variación Porcentual Anual en Chile: 1920 – 1975*

Año Índice Variación Año Índice Variación Año Índice Variación Salario % Salario % Salario % 1930 29,775 2,828 1946 37,438 -11,848 1961 56,058 6,667 1931 18,850 -36,692 1947 37,719 0,751 1962 58,685 4,686 1932 13,968 -25,899 1948 39,323 4,252 1963 53,430 -8,955 1933 16,327 16,889 1949 39,404 0,206 1964 51,678 -3,279 1934 19,335 18,423 1950 42,318 7,395 1965 58,685 13,559 1935 24,024 24,251 1951 42,407 0,210 1966 65,693 11,942 1936 24,220 0,816 1952 49,336 16,339 1967 74,452 13,333 1937 26,705 10,260 1953 40,747 -17,409 1968 75,328 1,177 1938 29,444 10,257 1954 37,629 -7,652 1969 80,583 6,976 1939 32,412 10,080 1955 36,016 -4,287 1970 87,590 8,695 1940 36,014 11,113 1956 43,716 21,379 1971 102,418 16,929 1941 36,463 1,247 1957 48,342 10,582 1972 84,962 -17,044 1942 35,210 -3,436 1958 49,073 1,512 1973 48,175 -43,298 1943 39,872 13,241 1959 49,235 0,330 1974 56,934 18,182 1944 39,885 0,033 1960 52,554 6,741 1975 54,306 -4,616 1945 42,470 6,481 Fuente: J. Braun et als. (2000), págs. 132-135. *El Valor 100 del Salario Real corresponde a 1995.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 129

Tabla 3.1.5: Índice del Salario Industrial y su Variación Porcentual en Chile: 1920 – 1980.

Años Índice Variación Salario % 1914-1916 116,0 1922-1924 111,5 -3,9 1938-1940 102,7 -7,9 1944-1946 109,9 7,0 1951-1953 123,3 12,2 1957 100,0 -18,9 1960-1961 129,8 29,8 Fuente: elaborado en base a Muñoz (1971), pág. 194.

Conclusión y Niveles de Inmigración. Gracias a la evidencia presentada, se observa que las condiciones necesarias para el surgimiento del Populismo Económico son más propicias en Argentina que en Chile. En efecto, existe una gran fuerza laboral en la industria argentina, por ejemplo en 1947 hay aproximadamente 4 veces más trabajadores industriales que en Chile (ver Tablas 3.1.1 y 3.1.3). Por otro lado, los salarios industriales en Argentina crecen a tasas altísimas a partir de 1944 (y anteriormente ya venían en alza), sin observarse ninguna disminución en las dos décadas siguientes, en cambio en Chile el crecimiento es más bien errático alternando bajas fuertes en ciertos períodos, con débiles alzas durante la mitad del siglo XX. Ello muestra que la industria Argentina se erige como un bastión de importancia que no es posible apreciar en Chile, donde patrones propios de una economía tradicional son dominantes.

Ahora bien, si se analizan las razones de la alta disponibilidad de mano de obra en Argentina, es imposible descuidar un aspecto que influye de forma importante en la formación del proletariado urbano, como son las migraciones. En las Tablas 3.1.6 y 3.1.7 se puede apreciar la diferencia altísima en lo que respecta a la población extranjera para ambos países. En Argentina para 1914 la población extranjera bordea el 30% y en Chile, hacia 1920, supera levemente el 3%. En cifras estos valores corresponden a más de dos millones de extranjeros en Argentina, y a poco más de 120 mil extranjeros en Chile. También se observa que para la década de 1860 ambos países poseen una

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 130

cantidad de población similar que no alcanza a los 2 millones de personas, sin embargo, ya en 1895 en Argentina la población total bordea los 4 millones y en Chile solamente existen 2,7 millones de personas. Gran parte de dicha diferencia para el censo de 1895 lo aporta la población extranjera que en Argentina es de más de 1 millón de personas y en Chile tan sólo de 79.056 personas. Este fuerte influjo extranjero ayudó a que la población argentina sufriera un crecimiento demográfico muy rápido, y que además pudiera disponer de gran cantidad de trabajadores para las diferentes labores productivas que se desarrollaban.

Tabla 3.1.6: Población Total y extranjera Tabla 3.1.7: Población Total y Extranjera en en Argentina, censos de 1869, 1895, 1914 Chile, censos de 1865, 1895, 1920

Año Argentinos Extranjeros Total Año Chilenos Extranjeros Total número % número % número % número % 1869 1.531.359 87,84 211.933 12,16 1.743.292 1865 1.795.214 98,68 24.009 1,32 1.819.223 1895 2.950.384 74,60 1.004.527 25,40 3.954.911 1895 2.633.089 97,09 79.056 2,91 2.712.145 1914 5.527.285 70,10 2.357.952 29,90 7.885.237 1920 3.633.363 96,79 120.436 3,21 3.753.799 Fuente: Asdrúbal (1990), pág. 21. Fuente: Asdrúbal (1990), pág. 211.

Los datos de inmigración son también relevantes y muestran la alta entrada de personas a suelo argentino, por ejemplo en 10 años, entre 1904 y 1914, llegaron 2.703.163.160 El destino de las inmigraciones durante el siglo XIX y comienzos del XX se concentró en las provincias del centro y el litoral. En efecto, en la Tabla 3.1.8, se aprecia que para 1914 la Capital Federal poseía más población extranjera que nacional y la provincia de Buenos Aires en general, al igual que la Provincia de Santa Fe, concentraban aproximadamente 35% de extranjeros respectivamente, para ese mismo año. Es importante destacar que en la Capital Federal el porcentaje de hombres extranjeros es casi un 30% (respecto del total de personas), y en general la población masculina supera en casi 70 mil individuos a la femenina, lo que muestra que la población estaba siendo afectada por un proceso inmigratorio –a diferencia de una sociedad con tasas migratorias

160 El valor corresponde a inmigrantes de segunda y tercera clase, obtenido en: Asdrúbal, Hernán Coord. (1990): Inmigración y estadísticas en el cono sur de América: Argentina, Brasil, Chile, Uruguay. OEA, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, págs. 41-42.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 131

normales donde la cantidad de mujeres superaría levemente a la de hombres. Entonces la migración se ofrece como mano de obra disponible para el tipo de trabajo industrial que se gesta en regiones como ésta.

Tabla 3.1.8: Población Nacional y Extranjera en la Capital Federal y las Provincias de Buenos Aires y Santa Fe, según censo de1914.*

Región Argentinos Extranjeros Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Habitantes Capital Número 349.463 403.506 752.969 455.507 332.338 787.845 1.540.814 Federal % 22,68 26,19 48,87 29,56 21,57 51,13 Prov. Bs. Número 693.804 668.430 1.362.234 454.602 249.329 703.931 2.066.165 Aires % 33,58 32,35 65,93 22,00 12,07 34,07 Prov. Número 299.300 284.399 583.699 205.268 110.673 315.941 899.640 Santa Fe % 33,27 31,61 64,88 22,82 12,30 35,12 Fuente: Asdrúbal (1990), págs. 21-23. *Las tres regiones de la tabla representan, en el año 1869, el 77,94% del total de extranjeros; el año 1895 representan el 49,40%; y para el año 1914 representan el 76,66%.

Por otro lado, las principales inmigraciones provienen de italianos y españoles, y durante los primeros 15 años del siglo XX se cuantifica la llegada de 2.816.514 personas, donde un 40% corresponde a italianos y otro 40% a españoles.161 Al observar las profesiones u oficios de los inmigrantes destaca, principalmente, el cambio producido entre las actividades realizadas. En efecto, en 1904 la cantidad de Agricultores llegados es de 35%, y la suma de los porcentajes de Oficiales de Taller o Fábricas más el de Jornaleros y Comercio (oficios propios de los centros urbanos) es de aproximadamente 36%. Este panorama cambia diametralmente hacia 1912 donde el porcentaje de inmigrantes Campesinos cae a 20% y el de Oficiales más Jornaleros y Comerciantes se eleva por sobre el 50% (ver Tabla 3.1.9). Los tipos de oficios de los inmigrantes así como su destino dentro de la Argentina sin duda reafirma la premisa sobre las inmigraciones como factor que ayudó fuertemente a

161 Asdrúbal, Hernán coord. (1990): Inmigración y estadísticas en el cono sur de América: Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, OEA, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, pág. 50.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 132

conformar un contingente de trabajadores urbanos, futura base del proletariado industrial y masa electoral de apoyo al Populismo.

Tabla 3.1.9: Profesión y Oficio de los Inmigrantes de Ultramar, Argentina (2ª y 3ª clase): 1904 – 1912.

Agricultores Comercio Oficiales de Taller Jornaleros Otros Año o Fábricas número % número % número % número % número % 1904 44.730 35,62 7.812 6,22 14.602 11,63 23.457 18,68 34.966 27,84 1905 64.343 36,33 11.741 6,63 20.865 11,78 33.841 19,11 46.327 26,16 1906 90.346 35,78 15.190 6,01 35.361 14,00 44.761 17,72 66.878 26,49 1907 60.770 29,16 14.498 6,96 29.250 14,04 44.840 21,52 59.045 28,33 1908 77.637 30,37 16.406 6,42 30.388 11,89 55.398 21,67 75.791 29,66 1909 69.977 30,28 17.350 7,51 29.916 12,95 42.794 18,52 71.047 30,75 1910 78.882 27,23 15.274 5,27 35.898 12,39 75.967 26,23 83.619 28,87 1911 41.494 18,38 12.629 5,59 28.212 12,50 71.634 31,73 71.803 31,80 1912 65.271 20,18 14.489 4,48 35.532 10,99 113.403 35,07 94.708 29,29 Fuente: Asdrúbal (1990), pág. 50.

En Chile, sin embargo, ocurre una situación muy diferente. En el censo de 1895 se contabiliza la mayor cantidad de extranjeros en zonas nortinas debido, principalmente, a los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico, por ello en la Provincia de Tarapacá el número total de extranjeros alcanza a 32,32% respecto del total de extranjeros en el país. Por otro lado en Atacama, la población extranjera en 1865 alcanzó el 37,58% respecto del total del país. Además se puede esperar mayor cantidad de extranjeros debido a la oferta laboral existente en zonas nortinas gracias a las explotaciones mineras. También las regiones centrales fueron atrayentes para las inmigraciones, así Santiago durante 1920 contaba con el 23,8% del total de extranjeros en Chile y Valparaíso con 12,82% (ver Tabla 3.1.10).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 133

Tabla 3.1.10: Población Extranjera de algunas Provincias de Chile, censos 1865, 1895 y 1920.*

1865 1895 1920 Región Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Nº % Nº % % Nº % Nº % % Nº % Nº % % Tarapacá 16.461 20,82 9.093 11,50 32,32 9.964 8,27 5.458 4,53 12,81 Antof. 4.069 5,15 2.141 2,71 7,86 10.813 13,68 4.909 6,21 19,89 Atacama 6.774 28,21 2.248 9,36 37,58 2.500 3,16 1.419 1,79 4,96 1.262 1,05 629 0,52 1,57 Valpo. 4.663 19,42 1.170 4,87 24,30 7.862 9,94 3.437 4,35 14,29 10.344 8,59 5.101 4,24 12,82 Santiago 1.719 7,16 693 2,89 10,05 7.993 10,11 4.224 5,34 15,45 17.487 14,52 11.181 9,28 23,8 Fuente: Asdrúbal (1990), pág. 212. *Las provincias seleccionadas en la tabla representan, en el año 1865, el 71,92% del total de extranjeros; para el año 1895 representan el 74,88%; y para el año 1914 representan el 70,89%.

Empero en Chile el influjo inmigratorio no produjo un aumento significativo en la disponibilidad de mano de obra para actividades industriales: la gran mayoría de la población extranjera se ubica en el sector Comercio para 1930, mientras la Industria se ubica en el segundo lugar de las actividades con mayor participación de extranjeros, además las cantidades son bajísimas respecto del total de individuos participantes de dichas actividades (2,74% para la Industria y 7,99% para el Comercio), y mucho menos respecto de los extranjeros en Argentina (ver Tabla 3.1.11).

Tabla 3.1.11: Población Extranjera según Actividad Económica en Chile: 1930.

Total Total de Total % de Actividades Patrones Empleados Obreros activos Inactivos Extranjeros Actividad extranjeros Agricultura 3.913 452 2.572 6.937 4.476 11.413 1.758.177 0,65 Minería 408 1.527 3.764 5.699 3.391 9.090 193.722 4,69 Industrias 6.535 2.381 5.004 13.920 8.256 22.176 809.757 2,74 Comercio 16.491 6.800 1.253 24.544 13.005 37.549 469.737 7,99 Navegación 157 611 1.323 2.091 340 2.431 40.449 6,01 Comunic. 461 399 702 1.562 1.315 2.877 171.419 1,68 Otros 4.050 3.511 718 8.279 11.648 19.927 844.184 2,36 Totales 32.015 15.681 15.336 63.032 42.431 105.463 4.287.445 2,46 Fuente: Asdrúbal (1990), pág. 227.

En definitiva, las condiciones más favorables respecto de la existencia de una cantidad de trabajadores urbanos importante que facilitaran el surgimiento del Populismo ocurren,

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 134

indudablemente, en Argentina donde la formación del contingente de trabajadores urbanos fue potenciado fuertemente por las inmigraciones a finales del siglo XIX y comienzos del XX, lo cual fue diametralmente distinto al caso chileno.

3.2 Grado de desarrollo de la Industria y Existencia de Capital Extranjero en la Economía Nacional

Un factor económico importante que contribuye al surgimiento de movimientos populistas y políticas económicas nacionalistas es el capital extranjero. Éste estimula fuertes rechazos por parte de trabajadores en general, y especialmente trabajadores industriales, que ven en ello el origen de las paupérrimas condiciones laborales y de vida. Además los movimientos populistas en su afán reformista y para conquistar a las masas y mantener su apoyo, buscan la promoción de políticas económicas que nacionalicen la industria. Sin el desarrollo en el país de la industria, nacional o de capital extranjero, difícilmente surgirá un modelo económico desarrollista. En efecto, la existencia de una industria relativamente extensa supone la existencia de una fuerza laboral que sirve, políticamente, como apoyo a los proyectos populistas y, económicamente, como base material para la industrialización sustitutiva.

Argentina. La industria argentina comienza su desarrollo ya hacia finales del siglo XIX, aunque muy distinta a la industria característica de una economía desarrollada. Como se puede apreciar a continuación, durante el último cuarto del siglo XIX y comienzos del siglo XX la industria argentina tuvo un gran crecimiento respecto de la mayoría de los períodos siguientes (ver Tablas 3.2.1).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 135

Tabla 3.2.1: Tasa de Crecimiento de la Tabla 3.2.2: Producción Industrial Industria Argentina: 1875 – 1990. respecto del PIB en Argentina: 1900 - 1990

Período % de Período Porcentaje Crecimiento 1900-1909 15,35 1875-1913 7,97 1910-1919 16,54 1913-1920 0,28 1920-1929 18,65 1920-1948 5,36 1930-1939 21,06 1948-1954 0,42 1940-1949 24,22 1954-1974 5,89 1950-1959 24,80 1974-1990 -2,02 1960-1969 28,28 1875-1990 4,66 1970-1979 27,23 Fuente: Barbero & Rochi (2003), pág. 265. 1980-1990 23,60 Fuente: Barbero & Rochi (2003), pág. 266.

A comienzos del siglo XX la producción industrial representaba más del 15% del PIB, porcentaje que aumentará más de 10 puntos porcentuales durante la década del 40 (ver Tabla 3.2.2). Sin embargo, la industria naciente durante el siglo XIX fue considerablemente diferente a la que se desarrollará inmediatamente antes y durante el Populismo de Perón. En efecto, el porcentaje de producción industrial que dominaba en 1914 era principalmente de bienes alimenticios, los cuales comprendían a más de la mitad de la producción industrial argentina. Esta situación hacia 1947 se revierte en cierta medida, ya que dicha producción cae a 34% y los cueros y textiles se elevan sobre el 20%, mientras que la metalurgia y maquinarias alcanzan cerca del 15% y los hidrocarburos poco más del 10% de la producción industrial. La industria argentina se diversifica considerablemente, aunque la elaboración de bienes alimenticios conserva aún gran importancia, lo que se relaciona con la hegemonía que conservará el campo, aún en las etapas más fuertes de sustitución de importaciones. El panorama industrial se transformará definitivamente hacia 1974 cuando la producción de metales y de maquinarias, junto con los hidrocarburos, representan más del 50% de la producción industrial, y la producción de bienes alimenticios es de sólo el 28% de la producción industrial total. Lo anterior debe comprenderse a la luz de las políticas de industrialización que continuaron los gobiernos burocrático-autoritarios de la década del 60 y comienzos del 70 (ver Tabla 3.2.3).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 136

Tabla 3.2.3: Porcentaje de Producción Industrial por Sectores en Argentina: 1914 – 1984.

Sector 1914 1935 1947 1954 1964 1974 1984 Alimentos, bebidas, tabaco 53 41 34 30 30 28 24 Textiles, cueros 11 21 26 23 16 13 13 Madera 535422 2 Imprenta 265444 5 Químicos, combustibles 3 10 11 12 19 20 29 Metalurgia, maquinarias 5 14 14 21 27 33 27 Otros 2155620 0 Fuente: Barbero & Rochi (2003), pág. 273.

Un aspecto de la economía argentina que favorece el surgimiento de los populismos es la propiedad industrial extranjera. Ello provoca que se alberguen sentimientos de rechazo y fuertes nacionalismos respecto de la gravitancia económica de lo extranjero. Se aprecia que la inversión extranjera aumenta considerablemente a partir de la primera parte de la década de 1910, produciéndose luego un aumento sostenido que finaliza, aproximadamente, durante la primera mitad de la década del 30 (ver Tabla 3.2.4).

Tabla 3.2.4: Inversión Extranjera Privada en Argentina: 1900 – 1957.*

1900 1909 1913 1917 1923 1927 1931 1934 1940 1945 1949 1953 1955 1957 Cantidad 1.120 2.176 3.136 3.233 3.089 3.474 3.661 3.485 3.264 2.651 1.255 1.487 1.547 1.743 Fuente: Martorell (1969), pág. 91. *Valores en Millones de dólares (US$) de la época.

Así para comienzos de dicha década la inversión extranjera se duplicó respecto de principios de siglo, siendo los principales inversores capitales británicos y estadounidenses (ver Tabla 3.2.6). También resulta importante destacar como la economía argentina durante el primer quinto del siglo XX era sostenida de forma importante por la inversión extranjera, que en el período que va de 1910 a 1914 representa cerca del 20% del PIB (ver Tabla 3.2.5).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 137

Tabla 3.2.5: Inversión Extranjera como Porcentaje del PIB en Argentina: 1900 – 1962.*

% de Inversión % de Inversión Período Extranjera Período Extranjera 1900 - 1904 11,8 1935 - 1939 2,5 1905 - 1909 18,0 1940 - 1944 1,5 1910 - 1914 20,8 1945 - 1949 0,1 1915 - 1919 3,4 1950 - 1954 0,7 1920 - 1924 3,6 1955 0,3 1925 - 1929 4,8 1956 - 1962 1,3 1930 - 1934 3,2 Fuente: Martorell (1969), pág. 94. * Promedios anuales.

Tabla 3.2.6: Estimación de las Inversiones de Capital Extranjero en Argentina: 1910 – 1931.*

País 1910 1913 1917 1920 1923 1927 1931 Gran Bretaña 65 59 58 58 62 57 51 Estados Unidos 1 1 3 2 6 14 20 Francia 18 15 14 13 13 12 11 Alemania 988898 7 Otros 717171810 9 11 Fuente: elaborado en base a Beveraggi (1954), pág. 61. * Los porcentajes fueron construidos en base a valores que representan sólo estimaciones y no son datos estadísticos fidedignos, según la fuente. Los valores originales corresponden a millones de pesos oro de la época.

Algo similar ocurre con el aumento de industrias extranjeras durante 1900 a 1930:

«[…] a new phenomenon appeared – the arrival of foreign capital, mostly American and insubstancial amounts. From 1921 to 1930, forty-three foreign companies established operations in Argentina as compared with the thirteen that had done so between 1900 and 1920. In particular, they invested in new expanding industries, such as cement, oil, pharmaceuticals, chemicals, metals, home appliances, rubber, and automobile assembly».162

La inversión cae notablemente una vez iniciado el gobierno militar de 1943 y luego el peronismo. La desaceleración de la inversión va sin duda alguna de la mano de la

162 Barbero, María Inés & Rocchi, Fernando (2003): “Industry”, en A New Economic History of Argentina, Gerardo della Paolera y Alan M. Taylor eds., Cambridge University Press, pág. 272.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 138

desconfianza provocada por gobiernos nacionalistas que no garantizan la legalidad de contratos e inversiones realizados por gobiernos anteriores. En efecto, las políticas de nacionalizaciones que datan ya desde 1945 provocaron que la inversión extranjera cayera en más de un 50% entre 1945 y 1949.163 Se estima que en la década del 20 se establece definitivamente el dominio de los capitales extranjeros, que aumentan su participación en la propiedad de las industrias en más de tres veces respecto del período anterior y los montos de inversión extranjera se duplican. Además se observa que la tecnificación y aumento de complejidad en el proceso de producción de las industrias argentinas se debió al influjo de estos capitales extranjeros y no a la iniciativa de capitales nacionales, que se resguardaron en las bondades que entregaba la agricultura, bastión clásico de la oligarquía latinoamericana.

Chile. El desarrollo de la industria chilena es lento durante los primeros cuarenta años del siglo XX. Solamente durante la década del 40 se produce un crecimiento mayor de la actividad industrial, precisamente bajo el Gobierno de Juan Antonio Ríos. Este crecimiento se concentra, principalmente, en 1941 cuando alcanza casi 5%, respecto del año anterior y el crecimiento industrial en toda la década del 40 es de casi 10% (ver Tabla 3.2.7). Si en Argentina la producción industrial de la década de 1910 representaba el 15% del PIB, en Chile representa un poco más del 10%, y sólo en la década del 50 esta actividad se duplica (21,39%). El porcentaje más alto de producción industrial respecto del PIB es alcanzado en la década del 60 con 24,09%. Respecto de otras actividades económicas importantes, la Industrial es la única que aumenta su participación en el PIB, puesto que tanto la Agricultura como la Minería caen considerablemente (ver Tabla 3.2.8), aunque es conveniente aclarar que la minería no considera la actividad industrial que se puede realizar en Chile con las materias primas obtenidas. Por lo mismo, en el Tabla 3.2.9, se

163 Para profundizar el análisis de las iniciativas de nacionalización ver: Martorell, Guillermo (1969): Las Inversiones Extranjeras en la Argentina, Editorial Galerna, págs. 89-95.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 139

observa que para 1964 la industria metalúrgica representa un 21% de la actividad industrial chilena.

Tabla 3.2.7: Crecimiento del Tabla 3.2.8: Producción Agrícola, Industrial y Agro, Industria y Minería en Minera respecto del PIB en Chile: Chile: 1915 – 1979. 1915 – 1979.

Años Agricultura Industria Minería Años Agricultura Industria Minería 1915-1919 -1,76 2,65 -0,44 nº % nº % nº % 1920-1929 -1,39 -2,92 4,30 1915-1919 243.611 12,37 210.884 10,64 533.174 26,56 1930-1939 0,05 1,98 -5,51 1920-1929 273.369 11,73 260.261 11,27 588.580 25,47 1940-1949 -1,69 9,57 -2,63 1930-1939 333.694 13,62 300.150 11,94 524.845 19,88 1950-1959 -0,84 0,67 -8,27 1940-1949 360.623 9,53 679.366 17,81 752.196 18,26 1960-1969 -2,93 2,75 -0,90 1950-1959 454.627 8,35 1.168.716 21,39 659.278 12,37 1970-1973 -1,12 1,32 -0,61 1960-1969 537.818 6,65 1.962.656 24,09 799.559 9,93 1974-1979 1,24 -4,16 1,50 1970-1979 618.874 6,05 2.443.376 23,74 981.215 9,61 Fuente: Elaborado en base a los Fuente: J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y datos de J. Braun, M. Braun, Wagner (2000), págs. 25-33. Briones, Díaz, Lüders y Wagner * La actividad sectorial del PIB está valorada en (2000), págs. 25-33. Millones de Pesos de 1995.

La producción industrial de los años 60 se presenta como una condición favorable para llevar a cabo políticas macroeconómicas populistas, aunque la producción industrial como forma de desarrollo surge con fuerza ya en la década del 40, cuando ésta aumentó en más de 100% respecto de la década anterior (de 300 mil millones a casi 700 mil millones de pesos, Tabla 3.2.8). Sin embargo, la producción industrial sectorial en Chile se mantiene fuertemente ligada a la producción de manufacturas básicas. Si bien los porcentajes de producción de alimentos, bebidas y tabaco son casi idénticos a los de Argentina, en Chile el desarrollo del sector metalúrgico es más lento y donde se desarrolla más la industria es en el sector textil, cuero y caucho (ver Tabla 3.2.9).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 140

Tabla 3.2.9: Porcentaje de Producción Industrial por Sectores en Chile: 1914 – 1964

Sector 1914 1925 1937 1941 1947 1954 1964 Alimentos, Bebidas, Tabaco 57 49 42 36 36 32 31 Textiles, Cuero, Caucho 25 30 33 33 30 31 25 Maderas 8 6 6 10 6 3 3 Imprenta 32455 4 5 Químicos y Minerales no metálicos 446912 10 15 Metalurgia 489612 18 21 Fuente: elaborado en base a Muñoz (1971), págs. 161-162.

El capital y la inversión extranjera es otro factor que puede favorecer el surgimiento de políticas macroeconómicas populistas. En Chile, hacia 1914, la propiedad industrial foránea superaba el 50% del total de industrias, sin embargo, ello no provocó que inmediatamente surgieran políticas macroeconómicas que nacionalizaran efectiva y masivamente la propiedad industrial (ver Tabla 3.2.10). En la Tabla 3.2.12, se observa que la inversión extranjera no tuvo grandes aumentos sino hasta el período que corresponde a la segunda parte del gobierno de Frei Montalva que alcanzó los 262,51 millones de dólares (1969-1970). Lamentable no se manejan datos referidos al período 1971-1973, pero en 1974 la inversión había caído de manera estrepitosa (4,06 millones de dólares),164 lo que puede deberse a una serie de factores que afectaron la “sensibilidad económica” de los inversores, ya sea por la corriente ideológica del gobierno de Allende, los planes y nacionalización efectiva de las grandes industrias en años anteriores, la situación política y económica crítica, entre otros. Es por ello que una vez llegados los militares al poder y aplicado el modelo económico neoliberal las inversiones rápidamente aumentan y en el período 1977-1979 llegan al orden de 761,15 millones de dólares.

164 Zabala, Ricardo (1985): Análisis y descripción de la Inversión Extranjera Directa en Chile: 1954- 1984, borrador preliminar para comentarios, Depto. de Economía U. de Chile, pág. 13.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 141

Tabla 3.2.10: Porcentaje de Propiedad Industrial por Origen en Chile: 1915 – 1925

Año Chilenas Extranjeras Mixtas Corp. y otras 1915 43 48 4 5 1917 45 47 3 5 1919 46 45 3 7 1921 46 44 4 6 1923 45 45 4 7 1925 43 46 4 7 Fuente: elaborado en base a Kirsch (1977), pág. 167; y Kirsch (1973), pág. 262.

Tabla 3.2.11: Inversión extranjera según países en Chile: 1954 – 1970; 1974 – 1984*

País 1954 – 1970 1974 - 1984 Estados Unidos 38,3 43,7 Canadá 23,2 1,4 Entidades Internacionales 24,6 0,6 Japón 2,4 2 España 1,5 8,5 Otros 10 43,8 Fuente: Zabala (1985), págs. 22, 24. * Los porcentajes corresponden a la inversión materializada.

Tabla 3.2.12: Cantidad Inversión Extranjera en Chile: 1954 – 1979*

Período Cantidad 1954-1956 65,55 1957-1959 51,90 1960-1962 69,27 1963-1965 231,36 1966-1968 140,03 1969-1970 262,51 1974-1976 131,13 1977-1979 716,15 Fuente: Zabala (1985), pág. 13. * Los valores corresponden a la sumatoria para cada período de años de la inversión materializada en millones de dólares de 1980.

El país que hegemonizó las inversiones extranjeras en Chile fue Estados Unidos, anterior a 1970 y posterior a 1974 (ver tabla 3.2.11), siendo el sector principalmente beneficiado la minería (ver Tabla 3.2.13). Y como el capital extranjero se concentró en zonas alejadas del centro chileno, ello no motivo el surgimiento de nacionalismos fuertes en

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 142

los grandes centros urbanos, y no es sino hasta la llegada de Allende al poder que el régimen de las nacionalizaciones se intensificó. Lo que ocurrió en las regiones mineras del norte fue el surgimiento de movimientos políticos de izquierda, que más allá de luchar bajo la distinción ideológica de lo nacional / extranjero (propia del nacionalismo populista), comprendieron el problema bajo una distinción más bien de clase (o del Socialismo / Imperialismo). Esto ya desde la época de oro de las salitreras, lo que provocó, entre otras cosas, que el aumento del gasto público centrado en lo urbano, propio del Populismo Económico, no apareciera sino hasta años muy posteriores (finales del 60 y comienzos del 70) respecto del caso argentino (década del 40).

Tabla 3.2.13: Porcentaje de Inversión Internada según Sector Económico en Chile: 1958 – 1970.

Sector % Silvo Agropecuario 0,4 Industria 38,7 Minería 59,9 Servicios y Otros 1 Fuente: Zabala (1985): p. 18.

Comentarios finales. En Argentina se observa que el porcentaje industrial del PIB es mayor que en Chile (ver Tabla 3.2.15), sin embargo, no por muchos puntos porcentuales. Pero al observar los niveles del PIB de cada país se puede apreciar que dichos porcentajes similares, encierran una diferencia abismal en términos comparados (ver Tabla 3.2.14).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 143

Tabla 3.2.14: PIB Total y por Habitante en Argentina y Chile: 1875, 1890, 1900, 1915 – 1989.

Argentina Chile Año PIB PIB por PIB PIB por Total Habitante Total Habitante 1875 3.634 1.761 3.213 1.530 1890 8.978 2.659 5.500 2.075 1900 13.876 2.957 6.964 2.341 1915-1919 28.182 3.365 10.494 2.851 1920-1929 43.218 4.213 12.357 3.032 1930-1939 54.224 4.183 13.359 2.843 1940-1949 75.805 4.927 20.043 3.621 1950-1959 103.881 5.538 28.840 4.276 1960-1969 145.601 6.566 42.867 5.046 1970-1979 220.296 8.510 54.337 5.306 1980-1989 237.505 7.902 69.839 5.798 Fuente: J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 301-304, 309-312. * El valor de PIB total corresponde al promedio de cada período expresado en Millones de Dólares de 1995, de la misma forma para el PIB por Habitante, pero expresados en Dólares de 1995.

Por ejemplo, si se observa el PIB promedio argentino de la década del 40 que es de 75.805 millones de dólares, el PIB promedio chileno es de tan sólo 20.043 millones de dólares, una diferencia de casi 4 veces, que se mantiene durante la serie de tiempo presentada. Así en la década del 70 el PIB promedio argentino es de 220.296 millones de dólares y el chileno es de 54.337 millones de dólares. Desde esta perspectiva, la producción industrial argentina de la década del 40 alcanza a 18.360 millones de dólares y la chilena tan sólo a 3.570 millones de dólares. Además es imposible dejar de notar que la producción industrial argentina en la década del 70 es mayor a todo el PIB de Chile (ver Tabla 3.2.15). Esta diferencia en la actividad industrial de ambos países es importante a la hora de considerar el surgimiento del Populismo Económico. En consecuencia se espera que el surgimiento del Populismo argentino ocurra durante la década del 40 y del 50, ya que su economía durante esos años, y los años anteriores, tenía una gran capacidad industrial, a diferencia de la economía chilena que en tamaño era considerablemente menor. Así pues en Chile el desarrollo industrial más tardío provocó que experiencias populistas en la economía, comparablemente más laxas, se retardaran hacia años posteriores a la mitad del siglo XX. Sólo en el período que

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 144

comienza en 1970 en Chile se alcanza un valor similar al de la actividad industrial Argentina de la década de 1930, que es exactamente el período anterior a la época peronista.

Tabla 3.2.15: PIB Total y Sectorial (Industria) en Argentina y Chile: 1915 – 1979.*

Período Argentina Chile PIB Total Industria PIB Total Industria 1915-1919 28.182 4.661 10.494 1.117 1920-1929 43.218 8.060 12.357 1.393 1930-1939 54.224 11.420 13.359 1.595 1940-1949 75.805 18.360 20.043 3.570 1950-1959 103.881 25.762 28.840 6.169 1960-1969 145.601 41.176 42.867 10.328 1970-1979 220.296 59.987 54.337 12.898 Fuente: elaborado en base a J. Braun et als. (2000), págs. 309-312. * Los valores corresponde al promedio de cada período y están expresados en millones de dólares de 1995.

En Argentina quien monopolizó la inversión extranjera fue Gran Bretaña, símbolo del imperialismo del siglo XIX, y en Chile fue Estados Unidos potencia económica del siglo XX, lo que se adecua tentativamente a lo temprano del surgimiento del Populismo Económico en Argentina y al tardío surgimiento en Chile. Ahora bien, conviene destacar un factor importantísimo como es la urbanización: en Argentina las inversiones extranjeras tuvieron, en general, mayor repercusión, ya que muchas de ellas se centraron en zonas urbanas lo que las hacía más visibles a los rechazos nacionalistas, surgidos principalmente de las grandes ciudades. En cambio en Chile, la inversión extranjera se centró en zonas alejadas de los centros urbanos, y no provocó el surgimiento de Populismo Económico de forma temprana como en Argentina. Por ello las políticas macroeconómicas de corte populistas, como se apreciará posteriormente, se ubicarán a comienzos de 1970. Finalmente conviene subrayar que el rechazo ideológico al capital extranjero se realizó bajo códigos distintos a los del nacionalismo populista.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 145

3.3 Del Modelo de Exportaciones Primarias a la búsqueda de la Industrialización con Sustitución de Importaciones

Se mencionó anteriormente que la crisis del modelo económico de exportación primaria de los países latinoamericanos es una condición ideal para la instauración de un “nuevo” modelo económico populista. Sin embargo, la evidencia muestra que las economías latinoamericanas siguen sosteniendo su economía en base a la exportación de materias primas e incentivan la importación de bienes de capital para sostener la industrialización creciente. Lo que supone una continuidad del modelo económico con transformaciones, y preocupaciones crecientes del Estado, a nivel de la promoción industrial como elemento central para el desarrollo, que es precisamente lo que caracteriza al Populismo en su ámbito económico:

«[…] importa destacar que no se trata en realidad de un trastrocamiento fundamental de la estructura del sistema, sino de un cambio en el mecanismo de crecimiento que, sin embargo, sigue apoyado sobre el sector exportador; en efecto, tanto el proceso de crecimiento hacia fuera como la industrialización por sustitución de importaciones se dan dentro del marco estructural de la economía dependiente primario-exportadora».165

En este sentido, y en el marco de un tipo de economía abierta al intercambio internacional, se reconoce un punto de inflexión que afecta de forma importante la estabilidad de dicho modelo: la crisis económica de 1929; provocando así la intervención estatal y la industrialización planificada, sin desconocer el crecimiento urbano e industrial secundario en torno a la dinámica del proceso de exportación de materias primas:

165 Sunkel, Osvaldo (1970): El Subdesarrollo Latinoamericano y la Teoría del Desarrollo, Siglo XXI Editores, pág. 355.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 146

«Para comprender dicha mecánica es importante destacar que el proceso de sustitución se inicia como consecuencia de la crisis, con la pérdida de dinamismo del modelo de crecimiento hacia fuera. En estas circunstancias, las fuerzas políticas y sociales internas, y las influencias ideológicas y políticas externas, presionan sobre el Estado para que éste procure niveles de ocupación y condiciones de vida más elevados».166

En definitiva la crisis del 29 estimuló que los precios de las exportaciones cayeran, lo cual afectó fuertemente a las económicas exportadoras de materias primas e incentivó los proyectos de sustitución de importaciones. Hacia la década del 40 se produce un auge respecto de la demanda de bienes agrícolas y materias primas en general, por parte de los países en guerra, lo que provocó el ingreso de gran cantidad de divisas a los países primario-exportadores. Sin embargo, la estabilización de los mercados europeos y norteamericano al fin de la guerra provocó que, nuevamente, se deterioraran los términos del intercambio y se intensificaran los proyectos de industrialización con sustitución de importaciones. Así pues, las economías latinoamericanas dejan de importar bienes de consumo e importan bienes de capital e insumos industriales, ambos para abastecer y sostener la producción industrial nacional. Pero la demanda por bienes de capital e insumos industriales tiende a exceder la cantidad de divisas existentes en el país, y por otro lado la producción de bienes de consumo de industrias nacionales es demandada gracias a la expansión del gasto público que tiende a superar los recursos tributarios y los no tributarios del Estado. La continuidad del proceso económico entre el modelo de exportación primaria y la industrialización con sustitución de importaciones es simplemente que la economía sigue basada, aún en tiempo de fuerte sustitución, en la exportación tradicional de productos primarios, y principalmente en la importación de bienes de capital que, a medida que la industria nacional comienza a diversificarse, desatan problemas de financiamiento que empiezan a satisfacerse mediante inversiones extranjeras, créditos y préstamos externos, públicos y privados. En la medida que los países procuran seguir con estas políticas de industrialización aumentan considerablemente sus compromisos

166 Ibíd. pág. 356.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 147

externos y el consecuente problema en la balanza de pagos. Lo cual se debe a que la industrialización nacional requiere de abastecimiento creciente de bienes de capital, y en cierta medida de materias primas, lo que deja a las economías atadas al intercambio comercial internacional, al igual que bajo el modelo primario exportador167, pero con una creciente intervención estatal sobre diversos ámbitos, especialmente los referentes a la macroeconomía.

Chile. Como es de esperar, en el marco de un intercambio económico desigual, el porcentaje de las exportaciones respecto del PIB debió caer, independiente de sí se llevasen a cabo proyectos de sustitución de importaciones, lo cual se debe a que el intercambio se realizaba entre productos diferentes: se venden materias primas y se compran manufacturas.

Tabla 3.3.1: Composición del Valor de las Exportaciones en Chile: 1940 – 1973.*

Años Mineras Agropecuarias Manufactureras nº % nº % nº % 1940-1944 138,6 82,0 20,4 12,0 10,7 6,0 1945-1949 213,9 78,4 37,3 14,0 19,7 7,6 1950-1954 303,3 79,4 42,8 11,3 36,7 9,4 1955-1959 366,5 83,2 35,1 8,1 37,7 8,7 1960-1964 431,9 85,4 30,0 6,0 44,9 8,6 1965-1969 778,6 85,9 24,0 2,7 99,2 11,3 1970-1973 930,3 87,0 27,9 2,6 109,0 10,4 Fuente: elaborado en base a J. Braun et als. (2000), pág. 167. *Millones de dólares de cada año y como porcentaje del total de exportaciones.

El proceso de sustitución de importaciones supone a su vez una ralentización mayor del régimen exportador de materias primas, sin embargo, si se observa la Tabla 3.3.1, en lo que corresponde a la minería, los porcentajes de exportación se mantienen similares desde 1940 hasta 1973. El sector agropecuario en cambio cae a sus niveles más bajos de exportación con 2,04% en 1973, considerándose que en 1946 éstas alcanzaban 17,2%

167 Al respecto: Ibíd. págs. 366-369.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 148

del total de exportaciones.168 Por su parte las manufacturas crecen su nivel de exportación durante la primera parte de la década de 1940, manteniéndose luego en niveles muy similares durante los próximos 30 años.

Tabla 3.3.2: Porcentaje de Exportaciones como Fracción del PIB en Argentina y Chile: 1875, 1890, 1900, 1915-1974.

Año Argentina Chile 1875 18,8 6,8 1890 14,0 10,5 1900 13,5 10,7 1915 - 1924 13,8 11,0 1925 - 1934 12,6 10,1 1935 - 1944 8,2 9,2 1945 - 1954 4,6 6,9 1955 - 1964 3,6 5,4 1965 - 1974 3,4 5,2 Fuente: elaborado en base a J. Braun et als. (2000), págs. 325-328.

El modelo ISI supone el decrecimiento de los niveles de exportación primaria debido a la utilización de las materias primas en el abastecimiento tanto de la población (ciertos bienes agropecuarios básicos) como de las industrias (insumos diversos), lo que traería como consecuencia la disminución de los niveles de exportaciones. En efecto, en la Tabla 3.3.2 se aprecia que los niveles de exportaciones en Chile se reducen a la mitad durante mediados del siglo XX respecto del período de apogeo del modelo exportador (finales del siglo XIX al primer cuarto del siglo XX), principalmente afectados por la pérdida de dinamismo exportador del sector agropecuario. Por su parte la exportación de manufacturas que habían logrado crecer durante los años 50 y 60, en su proporción respecto del total exportado, cae levemente durante los primeros años de la década del 70, en cambio la minería, que representó siempre el 80% de la exportación nacional, alcanza sus niveles más altos en dichos años (ver Tabla 3.3.1). Si bien, la capacidad exportadora de la agricultura diminuyó lo que sostuvo las exportaciones primarias en

168 Valores anuales desglosados de las exportaciones: Braun et als. (2000): Economía Chilena…, pág. 167.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 149

Chile fue la minería, por ello se observa, en la Tabla 3.3.3, el aumento de 13 puntos porcentuales del período 1945-1947 al de 1964-1965.

Tabla 3.3.3: Porcentaje de Exportaciones de Materias Primas en Argentina y Chile: 1945-1965.

Año Argentina Chile 1945-1947 66 72 1958-1960 72 85 1964-1965 73,2a 85 Fuente: Sunkel (1970), pág. 370. aSólo año 1965.

A su vez, se espera que el régimen de importaciones se modifique, en la medida que comienzan a aplicarse políticas macroeconómicas de industrialización sustitutiva. Así las importaciones de bienes de consumo caen y se aumenta la importación de materias primas y bienes de capital. Como se observa en la Tabla 3.3.4, efectivamente en Chile la importación de bienes de consumo cae sostenidamente desde finales de la década del 20, cuando representaba la mitad de las importaciones totales. Las importaciones de bienes de capital alcanzan sólo al 18% y las de materias primas al 32,5% del total de importaciones. El estado de las importaciones varía de acuerdo a la lógica del modelo ISI. Durante la primera mitad de la década del 50 la importación de materias primas ocupa el primer lugar (43,3%) y los bienes de consumo caen considerablemente respecto de finales del 20 (31,32%), a su vez los bienes de capital incrementan su importación a un 25,38% debido a la promoción industrial del país. Hacia la segunda mitad de la década del sesenta el proceso de industrialización sustitutiva se intensifica relativamente y la importación de bienes de capital es el principal ítem de importaciones (35,62%) y los bienes de consumo el menor (30,85%). Y en la primera mitad de la década del 70 la importación de bienes de consumo representa tan sólo 15,70%, los bienes de capital el 21,56% y los bienes intermedios un 62,74% (ver Tabla 3.3.4).

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Tabla 3.3.4: Composición del Valor de las Importaciones en Chile: 1928 – 1974*

Materias Bienes Bienes Años Primas y de de Combustibles Consumo Capital nº % nº % nº % 1928-1929 55,83 32,50 84,21 49,50 31,36 18,00 1930-1934 26,91 43,81 31,01 40,19 14,15 16,00 1935-1939 36,54 43,00 31,93 37,60 16,85 19,40 1940-1944 64,36 49,83 46,86 36,33 17,48 13,85 1945-1949 115,75 47,84 75,42 31,60 52,53 20,56 1950-1954 147,11 43,30 108,38 31,32 86,97 25,38 1955-1959 148,67 35,61 122,72 29,29 147,98 35,10 1960-1964 175,91 29,95 200,76 34,17 211,41 35,89 Bienes Bienes de Bienes de Intermedios Consumo Capital 1960-1964 186,37 31,76 187,20 31,83 214,51 36,41 1965-1969 260,23 33,53 239,66 30,85 277,78 35,62 1970-1974 843,41 62,74 185,66 15,70 278,24 21,56 Fuente: elaborado en base a J. Braun et als. (2000), págs. 170-171. *Millones de dólares de cada año y como porcentaje del total de importaciones.

Ahora bien, para poder cuantificar la magnitud del deterioro económico facilitado por el modelo de industrialización sustitutiva es necesario observar la crisis en la balanza de pagos, específicamente el saldo de cuenta corriente que se compone, en forma genérica, tanto de las exportaciones como las importaciones. El saldo de la cuenta corriente comprende el saldo de la balanza comercial (exportaciones FOB, free on board, menos importaciones CIF, cost, insurance and freight) y del saldo de la cuenta de servicios (exportaciones de servicios menos importaciones de servicios). La lógica del modelo indica que a medida que la ISI se intensifica se producirá el aumento de la importación de bienes de capital y de materias primas, frente a los únicos productos con importante capacidad productiva para ser exportados por países latinoamericanos: ciertos tipos específicos de materias primas. Las consecuencias más directas es que los saldos de cuenta corriente finalmente se empeoran, aún más que bajo la lógica del intercambio desigual entre bienes de consumo de países industrializados y las materias primas de países latinoamericanos. Como muestra la Tabla 3.3.5, en Chile se observa que durante la década del 50 se obtienen saldos negativos en la cuenta corriente, sin embargo, son

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relativamente bajos al ser comparados con la década siguiente, donde ya en 1961 se alcanza un déficit importante de -295,1 millones de dólares de ese año. Pero no es sino hasta la década del 70 cuando el modelo ISI deja sentir sus consecuencias más graves en la balanza de pagos. Si bien a finales de la década del 60 el saldo de la cuenta corriente es positivo, a principio de los años 70 ya comienza nuevamente el déficit, que se agrava de forma creciente hacia el año 1972 cuando alcanza un valor de -473 millones de dólares de ese año. Los altos valores del déficit finalmente se extiende por gran parte de la década del 70.

Tabla 3.3.5: Balanza de Pagos en Cuenta Corriente en Chile: 1951 – 1977.*

Pagos Dona- Exporta- Importa- netos ciones Saldo de Año ciones ciones utilidad netas Cuenta CIF FOB intereses privadas corriente 1951 419,2 396,9 67,5 0,6 -45,8 1953 382,0 398,0 44,3 1,0 -61,3 1955 535,5 432,7 78,3 1,8 22,7 1957 442,4 498,7 53,0 -1,3 -108,0 1959 488,0 471,9 57,9 -9,7 -32,1 1961 521,1 741,3 81,7 -6,8 -295,1 1963 564,0 682,0 90,0 -4,0 -204,0 1965 792,0 716,0 128,0 -10,0 -42,0 1967 995,0 867,0 198,0 -5,0 -65,0 1969 1307,0 1050,0 172,0 -1,0 86,0 1970 1251,0 1152,0 196,0 -2,0 -95,0 1971 1128,0 1214,0 118,0 -3,0 -201,0 1972 979,3 1310,0 147,7 -5,4 -473,0 1973 1434,2 1617,7 109,6 -4,8 -288,3 1975 1747,3 2042,2 284,1 -1,2 -577,8 1977 2530,2 2680,0 359,0 -15,9 -492,9 Fuente: CEPAL (1979), pág. 30. * Millones de dólares de cada año.

En Chile el deterioro de los términos del intercambio se ve agravado más aún con el modelo ISI, en el cual se tiende a disminuir la capacidad exportadora de bienes de primarios e incrementar crecientemente la importación de bienes de capital y algunas materias primas. Hacia finales de la década del 60 los términos del intercambio

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mejoraron debido a que las exportaciones, en 1965, comenzaron a crecer, mientras que el nivel de importación se mantenía relativamente constante, oscilando en un rango estrecho. Así para 1970 se logra un índice relativo muy favorable de los términos del intercambio debido al gran crecimiento del índice de las exportaciones, sin embargo, éstas caen rápidamente y las importaciones se disparan provocando un nuevo deterioro de los términos del intercambio (en 1970 el índice equivalía a 100 y en 1972 este equivale a 72). Finalmente se observa que el deterioro de los términos del intercambio en 1977 alcanza niveles similares a los de la década de 1950 (ver Tabla 3.3.6).

Tabla 3.3.6: Índices de Precios (Exportaciones e Importaciones) y Términos del Intercambio en Chile: 1951 – 1977.*

Exportación Importación Términos Año de de del Bienes Bienes Intercambio 1951 52,2 85,4 61,1 1953 63,5 87,8 72,3 1955 62,4 95,9 65,1 1957 53,8 86,0 62,6 1959 52,2 93,1 56,1 1961 52,2 81,6 64,0 1963 53,8 92,2 58,4 1965 63,1 92,3 68,4 1967 77,8 98,6 78,9 1969 93,3 93,9 99,4 1970 100,0 100,0 100,0 1971 80,1 105,1 78,2 1972 78,5 109,8 72,0 1973 111,3 118,1 83,3 1975 113,2 147,3 58,7 1977 123,4 171,0 57,0 Fuente: CEPAL (1979), pág. 30. * El año 1970 = 100.

Otro factor que compone el modelo ISI es el nivel de gasto fiscal utilizado para estimular la demanda de bienes de consumo, aumentar los subsidios y sostener competitivamente a las empresas públicas, para así activar el desarrollo industrial de la nación. Durante la primera mitad de la década del 50 el país comienza a tener déficit

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fiscales similares a los de principio de siglo (ver Tabla 3.3.8). Sin embargo, no es sino hasta la primera mitad de la década de 1970 en que estos aumentan considerablemente. Pero ello no se debe a que disminuyó el ingreso fiscal, por el contrario y como se observa en la Tabla 3.3.7, éste aumentó, pero el gasto fiscal aumentó de manera mucho mayor. Destacan sobre todo los aumentos del gasto fiscal de los años 1971 y 1972 que superan enormemente los aumentos del ingreso fiscal. Es por ello que bajo el gobierno de Salvador Allende (1970-1973) se identifican políticas de gasto fiscal lo más similares al modelo ISI propio de Populismo Económico. Hacia 1973 se intentó contraer el gasto fiscal en una medida importante, comparado con los dos años anteriores, pero también los ingresos fiscales cayeron levemente y el déficit se mantuvo, y las políticas de estabilización, en el marco de un aumento considerable de la inflación (ver Tabla 3.4.1) fueron infructuosas al momento que la crisis política y económica se hacía irreversible.

Tabla 3.3.7: Ingreso y Gasto Fiscal en Chile: 1965 – 1975*

Año Ingreso Gasto Año Ingreso Gasto Fiscal Fiscal Fiscal Fiscal 1965 1.490.456 1.619.695 1971 2.085.733 2.950.035 1966 1.637.778 1.803.297 1972 2.380.306 3.744.236 1967 1.678.289 1.736.863 1973 2.370.215 3.110.713 1968 1.740.491 1.814.698 1974 2.711.458 3.303.028 1969 1.879.998 1.822.268 1975 2.948.951 2.986.076 1970 1.976.365 2.097.528 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), pág. 79 *Los datos presentados corresponden a millones de pesos de 1995.

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Tabla 3.3.8: Déficit Fiscal (Ingreso Fiscal menos Gasto Fiscal) en Chile: 1915 – 1974.*

Años Millones de Pesos 1995 % del PIB 1900-1904 -170.712 -12.44 1905-1909 -157.448 -9.60 1910-1914 -289.737 -14.68 1915-1919 -36.963 -2,48 1920-1924 102.265 3,95 1925-1929 153.397 5,04 1930-1934 72.747 2,6 1935-1939 319.168 11,26 1940-1944 240.534 7,11 1945-1949 212.920 4,92 1950-1954 -468.862 -10,34 1955-1959 -181.706 -3,34 1960-1964 -1.143.356 -15,87 1965-1969 -369.783 -4,35 1970-1974 -3.621.465 -35,05 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 77-79. *Los datos presentados corresponden a la sumatoria de los años para los intervalos señalados y están calculados en millones de pesos de 1995.

Argentina. Los altos niveles de exportación argentina durante los comienzos del siglo XX caen considerablemente en la década del 30, afectados en gran medida por la Gran Depresión (ver Tabla 3.3.1). Sin embargo, estos niveles caen aún más en la década del 40, es decir, durante la plena aplicación del modelo de industrialización sustitutiva. Ya en la segunda mitad de la década del 50 las exportaciones representan sólo el 3,6% del PIB. A diferencia del caso de Chile, en Argentina se observa mayor apertura exportadora durante comienzos del siglo XX y una aún más drástica caída de ésta hacia la década del 50. En los años 40 la exportación de materias primas en Argentina posee niveles comparativamente bajos respecto Chile, que luego crecen levemente (década del 60) en la medida que el modelo ISI comienza a diluirse y entrar en crisis (ver Tabla 3.3.2). Aunque las exportaciones respecto del PIB cayeron (ver Tabla 3.3.1), los niveles de venta de la agricultura hegemonizaron el intercambio comercial argentino (ver Tabla 3.3.9), inclusive durante los primeros años del gobierno de Perón la agricultura representaba el 81,3% de las exportaciones. A pesar de ser un sector marginado por el Estado aprovechó el gran valor que adquirieron los productos agrícolas durante la

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segunda guerra mundial para sostener la economía, los planes de industrialización y el aumento del gasto público en general.

Tabla 3.3.9: Composición del Valor de las Exportaciones Agrícolas en Argentina: 1939 – 1973*

Año Export. Agrícolas Resto de Export. Total de Export. nº % nº % nº 1939-1942 56,8 76,0 17,9 24,0 74,7 1943-1946 93,5 68,2 43,6 31,8 137,1 1947-1950 195,8 81,3 45,1 18,7 240,9 1951-1955 311,6 76,5 95,7 23,5 407,3 1956-1960 2.282,8 82,8 472,8 17,2 2.755,6 1961-1965 7.322,6 77,2 2.168,2 22,8 9.490,8 1966-1970 19.678,5 65,4 10.426,5 34,6 30.105,0 1971-1973 40.800,8 61,8 25.271,5 38,2 66.072,3 Fuente: Cavallo y Mundlak (1982), págs. 147, 153. * Los valores para las exportaciones están expresados en millones de pesos de cada año.

El modelo ISI, aplicado a partir de los años 40 en Argentina, provocó la caída de la importación de bienes de consumo, pero a diferencia de Chile, durante los mismos años, ya se apreciaban niveles considerablemente menores de importación para dichos bienes. Los niveles de importación de bienes de capital también aumentaron, necesarios para la industrialización sustitutiva, aumentando sobretodo a comienzo de los 60 respecto de finales de los 30. Las materias primas y combustibles que aumentan su importación en el caso del modelo ISI, para proporcionar suministro a la producción industrial, comenzaron a disminuir hacia el 60 respecto de finales del gobierno de Perón, lo que se puede entender bajo la lógica de la falta de poder adquisitivo de las divisas argentinas, en otras palabras debido al deterioro de los términos de intercambio (ver Tabla 3.3.10).

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Tabla 3.3.10: Composición de las Importaciones en Argentina (Porcentajes): 1935 – 1963*

Año Bienes Consumo Bienes Capital Mat. industriales Prod. industriales 1900-1904 22,2 8,7 27,7 41,4 1905-1909 21,1 12,3 26,4 40,2 1910-1914 21,0 11,1 25,9 42,0 1915-1919 22,6 6,1 17,6 53,7 1920-1924 20,2 8,4 20,6 50,8 1925-1929 18,9 11,1 21,0 48,9 1930-1934 14,6 5,2 17,5 62,7 1935-1939 12,3 7,0 17,4 63,3 1940-1944 5,9 1,9 11,6 80,5 1945-1949 6,2 6,3 13,4 74,1 Mat. Primas Bienes Bienes Consumo Bienes Capital Combust. Intermedios 1953-1954 8,3 22,6 37,2 31,9 1955-1959 5,9 22,2 34,4 37,5 1960-1963 4,6 33,5 18,2 43,7 Fuentes: del período 1900 a 1954 corresponde a Barbero & Rochi (2003), pág. 275; y del período 1953 a 1963 corresponde a Díaz (1970), pág. 517.

Se ha mostrado que bajo el modelo ISI se produce el aumento creciente de importación de bienes de capital y materias primas para la industria nacional lo cual provoca saldos negativos de la cuenta corriente de la nación. Sin embargo, debido al auge de los precios de la agricultura provocados por la guerra, no es sino hasta la década del 50 que la macroeconomía del peronismo cae en crisis. Los altos déficit de la cuenta corriente se observan recién a partir de 1951 con -373,4 millones de dólares. Como el modelo de industrialización no fue modificado en la década siguiente los saldos negativos continuaron, en 1961, por ejemplo se obtiene un saldo de -614 millones de dólares. Hacia 1976 el golpe militar intentó cambiar el modelo ISI (hacia una liberalización de los mercados) lo que en parte mejoró el saldo de la cuenta corriente que en 1975 era ya de -1.280,9 millones de dólares, frenando con ello los déficits, aunque agravando otros aspectos de la economía (ver Tabla 3.3.11).

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Tabla 3.3.11: Balanza de Pagos en Cuenta Corriente en Argentina: 1950 – 1977.*

Año Exportaciones Importaciones Pagos netos Donaciones Saldo de Cuenta CIF FOB utilidad intereses netas privadas corriente 1951 1275,3 1603,0 33,0 12,7 -373,4 1953 1208,2 884,2 11,1 11,6 301,3 1955 1079,7 1313,3 21,2 2,7 -257,5 1957 1114,4 1431,2 12,6 2,2 -331,6 1959 1157,7 1134,1 40,3 3,2 -19,9 1961 1156,9 1656,6 101,6 12,7 -614,0 1963 1521,2 1249,5 68,0 0,0 203,7 1965 1636,0 1392,0 53,0 0,0 191,0 1967 1710,0 1381,0 194,0 0,0 135,0 1969 1914,0 1917,0 219,0 1,0 -223,0 1971 2110,0 2238,0 255,0 0,0 -383,0 1973 3722,9 2623,8 394,6 0,0 704,5 1975 3532,0 4390,5 428,5 -6,1 -1280,9 1977 6560,0 4767,0 508,0 -31,9 1316,9 Fuente: CEPAL (1979), pág. 24. * Millones de dólares de cada año.

El deterioro de los términos del intercambio en Argentina se observa claramente empeorado con la aplicación de la industrialización sustitutiva. El auge de los precios agrícolas de la década del 40 comienzan a deteriorarse en gran medida por la profundización del modelo, aunque la estabilización económica de la posguerra también afectó. Hacia la década del 50 se observa un índice muy favorable de los términos del intercambio que comienza a empeorar a medida que avanza la década: por ejemplo en 1951 el índice corresponde a 131,3 y en 1959 el mismo índice es 95,3. Luego, durante la década del 60, el índice mejora levemente, y para 1973 este alcanza un gran nivel (146,2), pero la profundización del modelo ISI es tal que finalmente se requieren aumentos en la importación, frente a una exportación que cae hacia 1977 y nuevamente los términos del intercambio logran valores muy similares a los de 1957 (ver Tabla 3.3.12).

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Tabla 3.3.12: Índices de Precios (de las Exportaciones e Importaciones) y Términos del Intercambio en Argentina: 1950 – 77*

Año Exportación Importación Índice a Año Exportación Importación Índice a 1951 140,2 106,8 131,3 1965 94,2 86,3 109,2 1953 117,0 99,8 117,2 1967 95,4 85,9 111,1 1955 104,0 101,8 102,2 1969 97,2 89,7 108,4 1957 91,9 103,9 88,5 1971 114,0 104,6 109,0 1959 86,4 90,7 95,3 1973 186,3 127,4 146,2 1961 91,0 85,3 106,7 1975 224,3 213,4 105,1 1963 92,9 78,8 117,9 1977 200,9 246,5 81,5 Fuente: CEPAL (1979), pág. 24. * El año 1970 = 100, a Términos del Intercambio.

El déficit financiero del sector público en Argentina se agudiza hacia finales del segundo gobierno de Perón en 1954 y 1955 debido a los intentos de estimular la economía por el lado de la demanda, lo cual se traduce en aumentos crecientes del gasto fiscal (ver Tabla 3.3.13). Uno de los principales sectores deficitarios del fisco son las empresas públicas, las cuales aportan gran parte de este déficit junto con los gastos referidos a la cuenta de capitales; en este sentido dicho déficit se puede interpretar en gran medida por el proceso de industrialización sustitutiva, que tiende a favorecer la industrialización de crecientes sectores de la economía sin ser estos naturalmente competitivos en el contexto internacional. Otros aspectos que provocan este desbalance son el creciente gasto gubernamental y en seguridad social, y aunque estos dos sectores no tengan déficit, si obtiene cada vez menos ahorros hacia 1955, como muestra la Tabla 3.3.13. Hacia finales de la década del 50 y principios del 60 la situación no se revierte y el gasto continúa sosteniéndose sobre todo en el sector de seguridad social, obteniéndose en 1962 déficit similares al de las empresas públicas.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 159

Tabla 3.3.13: Ingresos y Gastos del Sector Público en Argentina: 1950 – 1963*

Sector Público 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 Cuentas Ingresos (1) 117 125 122 127 131 133 156 149 128 120 155 179 143 139 fiscales Gastos (2) 96 96 93 104 121 120 104 97 102 89 100 117 118 102 Ahorro (1)-(2) 21 29 29 23 10 13 52 52 26 31 55 62 25 37 Seguridad Ingresos (1) 35 34 32 38 43 43 44 43 32 27 33 38 28 33 Social Gastos (2) 12 12 13 17 23 28 31 27 29 28 32 41 36 36 Ahorro (1)-(2) 23 22 19 21 20 15 13 16 3 -1 1 -3 -8 -3 Empresas con superávit (1) 14 10 13 11 12 9 18 22 15 24 17 16 13 10 Públicas con déficit (2) 11 14 15 14 16 15 21 26 34 27 18 19 21 17 Ahorro (1)-(2) 3 -4 -2 -3 -4 -6 -3 -4 -19 -3 -1 -3 -8 -7 Ahorro Sector Público 47 47 46 41 26 22 62 64 10 27 55 56 9 27 Gastos en Cta. de Capitales 58 52 45 47 45 39 38 48 77 49 65 72 59 62 Déficit Financiero -11 -5 1 -6 -19 -17 24 16 -67 -22 -10 -16 -50 -35 Fuente: Díaz (1970), pág. 496. * Los valores corresponde a billones de pesos argentinos de 1960.

Conclusión. El Populismo Económico, históricamente asociado a la industrialización sustitutiva, es claramente más intenso en Argentina, concentrando su aparición durante la década del 40 y manteniéndose, relativamente insertado en el modelo económico, hasta el golpe militar de 1976. Esto promovió la fuerte industrialización característica de Argentina, el gasto social, así como agravó problemas macroeconómicos tales como la inflación y el déficit de la balanza de pagos. En Chile, por el contrario, los elementos de la industrialización sustitutiva ocurren de forma fragmentada y mucho menos intensa. Primero el salto industrializador y el cambio en el régimen de importaciones hacia los años 40, lo que provoca luego los problemas de las cuentas fiscales y de cuenta corriente durante la década del 50. Éstos se agravan drásticamente hacia principios de los años 70, cuando recién el gasto social emerge de forma sin precedentes buscando estimular la demanda agregada, sin poseer un régimen recaudador efectivo ni eficiente.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 160

3.4 La Inflación y el Gasto.

En este punto de la investigación resulta clave destacar las nociones sociales de los fenómenos de la Inflación y el Gasto. La inflación, que consiste en el aumento general del nivel de precios, y que refleja la pérdida de valor del dinero, se explica principalmente porque la oferta monetaria crece más que la oferta de bienes y servicios. Cuando esto ocurre, existe una mayor cantidad de dinero a disposición de las personas para un conjunto de bienes y servicios que no ha crecido en la misma proporción. Ello hace que el dinero resulte relativamente más abundante y que, como en el caso de cualquier otra mercancía cuya oferta se amplía, tienda a reducir relativamente su valor, haciendo que se necesite entregar más unidades monetarias para obtener la misma cantidad de bienes. En este sentido la inflación es reflejo del desbalance producido en el dinero en cuanto duplicación de la escasez. En consecuencia, el dinero no cumple la función de asignar recursos escasos debido a que se ha producido una disminución de los bienes transables, en este sentido el dinero representa alguna forma de abundancia. Como se menciona a continuación:

«[…] el dinero opera en la medida que se lleva a cabo una duplicación de la escasez. Exactamente lo contrario ocurre en una situación hiperinflacionaria, donde lo que más bien sucede es que una cantidad excesiva de dinero corre tras una cantidad demasiado pequeña de bienes. El dinero pierde toda su referencia a la economía real y adquiere así una función simbólica de carácter eminentemente social».169

El gasto desmedido, también denominado despilfarro, y uno de los principales factores que facilita las explosiones inflacionarias, se enmarca en estricto rigor no dentro de una economía capitalista, debido a la ausencia notoria de políticas de recaudación fiscal efectiva, sino más bien dentro del marco de una “obligación recíproca” que busca erigir un vínculo social de lealtad entre el líder y sus adherentes. Este tipo de acento en la

169 Cousiño y Valenzuela (1994): Politización y Monetarización…, págs. 118-119.

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economía se refiere propiamente a políticas macroeconómicas casi exclusivamente redistributivas del ingreso, para estimular la demanda, y fortalecer el gasto de los sectores medios y bajos urbanos que apoyan los populismos, y que constituyen lo que se denomina la ‘economía del gasto’. En este contexto la tasa de inflación, por una parte, permite identificar los períodos en que el Populismo Económico se erigió en Latinoamérica. La Tabla 3.4.1, que presenta la tasa de inflación para períodos de cinco años y su correspondiente variación porcentual de cada período respecto del anterior, se pueden identificar altas tasas de inflación a lo largo de la historia económica de cada país, así como las espectaculares tasas de inflación de 4.243,99% de Argentina entre 1985 y 1989, y de 1.294,79% en Chile durante 1970 a 1974. Sin embargo, la variación porcentual de un período X a otro X+1, que indica el grado de crecimiento (o decrecimiento) de la tasa de inflación, es un mejor indicador para observar el inevitable impacto de la macroeconomía populista en la economía nacional, específicamente en los niveles de inflación que se comprenden bajo la lógica del dinero como símbolo de abundancia. Si ponemos la atención en el indicador mencionado se pueden identificar claramente dos períodos, uno para cada país, que se ven profundamente afectados por las políticas macroeconómicas centradas en expandir la demanda agregada.

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 162

Tabla 3.4.1: Tasa de Inflación en períodos de cinco años para Chille y Argentina: 1915 – 1989.*

Años Argentina Chile Inflación variación % Inflación variación % 1915-1919 52,8 34,34 1920-1924 -9,02 -117,1 23,9 -30,4 1925-1929 -6,78 24,8 12,23 -48,8 1930-1934 -20,98 -209,4 27,11 121,7 1935-1939 17,4 220,5 30,57 12,8 1940-1944 11,26 -35,3 80,59 163,6 1945-1949 95,36 746,9 98,29 22,0 1950-1954 107,81 13,1 179,9 83,0 1955-1959 195,92 81,7 204,5 13,7 1960-1964 115,09 -41,3 126,58 -38,1 1965-1969 116,21 1,0 121,95 -3,7 1970-1974 190,61 64,0 1294,79 961,7 1975-1979 1136,77 496,4 702,87 -45,7 1980-1984 1340,81 17,9 107,64 -84,7 1985-1989 4243,99 216,5 99,32 -7,7 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 333-335. * La tasa de inflación corresponde a la sumatoria de cada año para cada período.

Tabla 3.4.2: Tasa de Inflación según períodos de gobierno para Chile: 1915 – 1989.*

Período Chile Inflación variación % José Luis Sanfuentes (1915-1920) 48,9 Arturo Alessandri Palma (1920-1925) 17,0 -65,2 Período 1925-1932 23,0 34,9 Arturo Alessandri Palma (1932-1938) 31,6 37,6 Pedro Aguirre Cerda (1938-1942) 65,4 106,8 Juan Antonio Ríos (1942-1946) 60,6 -7,3 Gabriel González Videla (1946-1952) 112,4 85,5 Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958) 299,2 166,2 Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964) 159,8 -46,6 (1964-1970) 158,1 -1,1 Salvador Allende (1970-1973) 889,5 462,8 Augusto Pinochet, Gobierno Militar (1973-1989) 1279,0 43,8 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 333-335. * La tasa de inflación corresponde la sumatoria de cada año para los períodos presentados

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 163

Tabla 3.4.3: Tasa de Inflación según períodos de gobiernos para Argentina: 1916 – 1989*

Argentina Período de Gobierno Inflación variación % Hipólito Yrigoyen, Primera Presidencia (1916 - 1922) 34,1 - Marcelo Torcuato de Alvear (1922 - 1928) -6,7 -119,5 Hipólito Yrigoyen, Segunda Presidencia (1928 - 1930) 0,0 - José Félix Uriburu, Gobierno Militar (1930-1932) -22,6 - Agustín Justo (1932-1938) 15,0 166,5 Roberto Ortiz - Ramón Castillo (1938 -1943) 15,3 1,5 Pedro P. Ramírez - Edelmiro Farrel, Gobierno Militar (1943 - 1946) 37,8 147,9 Juan Domingo Perón, Primera Período (1946 -1952) 157,5 316,4 Juan Domingo Perón, Segunda Período (1952 -1955) 20,3 -87,1 Eduardo Lonardi - Pedro Aramburu, Gobierno Militar (1955-1958) 69,6 242,3 Arturo Frondizi - José María Guido (1958-1963) 206,8 197,3 Arturo Illía (1963-1966) 86,0 -58,4 Juan C. Onganía - Roberto Levingston - Alejandro Lanusse, Gob. Militar (1966-1973) 219,6 155,3 Héctor Cámpora - Juan D. Perón - M. Estela Martínez (1973-1976) 649,0 195,6 J. Videla – R. Viola – L. Galtieri – R. Bignone, Gob. Militar (1976-1983) 1.225,2 88,8 Raúl Alfonsín (1983 -1989) 4.870,7 297,5 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 333-335. * La tasa de inflación corresponde la sumatoria de cada año para los períodos presentados.

En Argentina en el período 1945–1949 se produce el mayor crecimiento de la inflación, alcanzando un 746,9% de variación respecto del período anterior. En Chile a su vez la mayor variación se produce en el período 1970–1974 con 961,7%. Ahora bien, si se observa la Tabla 3.4.2, que muestra la tasa de inflación de cada gobierno chileno y su respectiva variación porcentual respecto del gobierno anterior, se pueden identificar exactamente los gobiernos que aplicaron políticas macroeconómicas populistas, o que al menos produjeron el explosivo aumento de la inflación en Chile. Así pues, donde se produjo un mayor aumento de la inflación fue en el Gobierno de Salvador Allende entre 1970 y 1973. Lo mismo se puede apreciar en la Tabla 3.4.3 para el caso argentino, y sin novedad se identifica el primer gobierno de Perón (1946 a 1952) como aquel que obtuvo mayores aumentos de la tasa de inflación, por lo tanto, mayor crecimiento en la abundancia de dinero respecto de la cantidad de bienes y servicios existentes en la economía nacional.

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Las más altas tasas de inflación de cada período que no corresponden, necesariamente, ni al gobierno de Perón ni al de Allende se produce debido a la gran cantidad de años considerados en los períodos de gobierno (como por ejemplo el Régimen de Pinochet) o bien a los altos crecimientos sin bajas en las tasas de inflación –pero en ningún caso superiores al aumento producido por el Primer Gobierno de Perón–, que se fueron manteniendo durante bastantes años hasta finalmente lograr hiperinflación (como por ejemplo de 1966 a 1989 en Argentina).

Se ha mencionado que la forma de concretar un vínculo social de tipo presencial, en el marco de experiencias sociales urbanas, es mediante el gasto. Al igual que en el modelo premoderno de la Hacienda (donde el hacendado se legitima respecto de sus peones mediante el gasto y la presencia constante ante ellos), en el contexto de los populismos ocurre algo similar, ya que el líder se validad tanto gracias a las constantes apariciones públicas en congregaciones masivas y ocupando la emergencia de medios de comunicación de masas, así como mediante políticas centradas en el aumento del gasto social.170 En Chile el mayor aumento del gasto fiscal ocurre en 1971 donde varía un 40,64% respecto del año anterior, y 26,92% en 1972. Ambas son variaciones porcentuales ocurridas bajo el Gobierno de Allende, la primera variación es la más alta de los 35 años expuestos en la Tabla 3.4.4, y la segunda variación sólo es superada por la ocurrida en 1943 (aumento del 29%). Ciertamente los notables aumentos en el gasto fiscal situan el desarrollo del Populismo Económico para Chile a comienzos del 70 bajo el Gobierno de la Unidad Popular. El gasto fiscal, específicamente social, también encuentra sus mayores porcentajes respecto del PIB bajo el gobierno de Allende, como en 1972 que alcanza el 13,88% (destacándose los ítems de educación, previsión y salud) y el total del gasto fiscal un 34,97% (ver Tabla 3.4.5). Para el caso Argentino, la Tabla 3.4.6 muestra el crecimiento del gasto fiscal, desglosado en los Gastos Generales del Gobierno y el Gasto en Seguridad Social. Los dos mayores aumentos en la variación porcentual de

170 Cousiño y Valenzuela (1994): Politización y Monetarización…, pág. 114-120.

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Gastos en Seguridad Social se reconocen hacia finales del Segundo Gobierno de Perón, los años 1953 y 1954.

Tabla 3.4.4: Gasto Fiscal y su Variación Porcentual en Chile: 1940 – 1975.

Año Gasto Fiscal Variación Año Gasto Fiscal Variación en Pesos 1995 % en Pesos 1995 % 1940 412.620 1958 1.093.126 6,78 1941 470.006 13,91 1959 1.270.896 16,26 1942 436.067 -7,22 1960 1.297.339 2,08 1943 562.509 29,00 1961 1.343.720 3,58 1944 530.044 -5,77 1962 1.532.977 14,08 1945 581.156 9,64 1963 1.452.120 -5,27 1946 581.781 0,11 1964 1.392.734 -4,09 1947 623.607 7,19 1965 1.619.695 16,30 1948 670.970 7,60 1966 1.803.297 11,34 1949 592.997 -11,62 1967 1.736.863 -3,68 1950 677.556 14,26 1968 1.814.698 4,48 1951 736.068 8,64 1969 1.822.268 0,42 1952 912.653 23,99 1970 2.097.528 15,11 1953 952.259 4,34 1971 2.950.035 40,64 1954 824.504 -13,42 1972 3.744.236 26,92 1955 930.533 12,86 1973 3.110.713 -16,92 1956 915.603 -1,60 1974 3.303.028 6,18 1957 1.023.678 11,80 1975 2.986.076 -9,60 Fuente: elaborado en base a J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), págs. 78-79.

Tabla 3.4.5: Gasto Social y Fiscal como porcentaje del PIB en Chile: 1970 – 1979.

Tipo de Gasto Social 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 Salud 1,62 2,12 2,56 2,57 1,98 1,69 1,36 1,43 1,38 1,21 Asistencia Social 0,26 0,50 0,26 0,49 0,43 1,13 1,52 1,24 1,48 0,87 Vivienda 0,89 1,69 1,53 2,08 1,89 0,88 0,75 0,77 0,53 0,54 Previsión 2,47 4,09 3,95 2,43 2,26 2,68 2,27 2,83 2,76 2,74 Educación 3,79 4,85 5,39 4,14 4,16 3,60 3,51 3,90 3,64 3,53 FNDR a 0,07 0,21 0,19 0,29 0,29 0,29 0,58 0,45 0,41 0,36 Total Gasto Social 9,10 13,46 13,88 12,00 11,01 10,27 9,99 10,62 10,20 9,25 Total Gasto Fiscal 21,09 27,22 34,97 30,76 32,35 33,58 30,03 30,01 29,38 24,75 Gasto Social / Gasto Fiscal 0,43 0,49 0,40 0,39 0,34 0,31 0,33 0,35 0,35 0,37 Fuente: elaborado en base a Haindl, Budinich e Irarrázabal (1989), pág. 35, donde se obtiene el Gasto Social desglosado; y en J. Braun, M. Braun, Briones, Díaz, Lüders y Wagner (2000), pág. 79, se obtiene el total del Gasto Fiscal como porcentaje del PIB. aFondo Nacional de Desarrollo Regional.

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A su vez los dos mayores aumentos en la variación porcentual en Gastos Generales del Gobierno se encuentran en 1954 y 1961 con un 16,35% y 17% respectivamente, indicando que bajo el gobierno de Perón se realizaron los mayores aumentos en gasto de la década del 50. Lamentablemente, en la Tabla 3.4.6, no se cuenta con datos anteriores a 1951, en donde probablemente se podrían apreciar otros aumentos importantes en el Gasto Fiscal, durante el primero gobierno peronista.

Tabla 3.4.6: Gasto Fiscal y su Variación Porcentual en Argentina: 1950 – 1963.*

Gastos Generales del Gastos en Seguridad Gasto Fiscal Año Gobierno Social Total nº % variación % nº % variación % nº variación % 1951 96 88,89 12 11,11 108 1952 93 87,74 -3,13 13 12,26 8,33 106 -1,85 1953 104 85,95 11,83 17 14,05 30,77 121 14,15 1954 121 84,03 16,35 23 15,97 35,29 144 19,01 1955 120 81,08 -0,83 28 18,92 21,74 148 2,78 1956 104 77,04 -13,33 31 22,96 10,71 135 -8,78 1957 97 78,23 -6,73 27 21,77 -12,90 124 -8,15 1958 102 77,86 5,15 29 22,14 7,41 131 5,65 1959 89 76,07 -12,75 28 23,93 -3,45 117 -10,69 1960 100 75,76 12,36 32 24,24 14,29 132 12,82 1961 117 74,05 17,00 41 25,95 28,13 158 19,70 1962 118 76,62 0,85 36 23,38 -12,20 154 -2,53 1963 102 73,91 -13,56 36 26,09 0,00 138 -10,39 Fuente: elaborado en base a Díaz (1970), pág. 496. * Los valores corresponde a billones de pesos argentinos de 1960.

El Gasto Fiscal Total como porcentaje del PIB obtiene también sus índices más altos durante el gobierno de Perón, entre 1950 y 1954. Las Transferencia a Personas, como porcentaje del PIB tiene su valor más alto en 1961 y su segundo valor más alto en 1954. Los porcentajes más altos de subsidios respecto del PIB se encuentran concentrados durante el Gobierno de Perón, en los años 1950, 1954 y 1955. Lamentablemente no se poseen datos anteriores a 1950 referidos a gastos de transferencia a personas, subsidios y pago de intereses de la deuda pública. Por el lado de los Gastos del Gobierno, los más altos porcentajes se concentran durante el primer gobierno de Perón y bajo el Gobierno

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Militar de 1943, ubicándose estos valores en los años 1944, 1945, 1948, 1949 y 1950 (ver Tabla 3.4.7). Estos datos están indicando claramente que el Populismo Económico en Argentina se situó durante los años de emergencia del peronismo (1946-1955). Pero además se distingue cierta tendencia populista económica durante los primeros años del 60, bajo el Gobierno de Arturo Frondizi, en los cuales el gasto fiscal alcanza también altos índices.

Tabla 3.4.7: Gasto Fiscal como Porcentaje del PIB en Argentina: 1940 – 1961

Año Gastos del Transferencias Intereses deuda Subsidios Gasto Fiscal Gobierno a Personas pública Total 1940 10,83 1941 10,08 1942 9,59 1943 10,46 1944 12,00 1945 12,44 1946 11,07 1947 10,96 1948 13,01 1949 12,93 1950 12,38 3,22 0,64 3,22 19,45 1951 9,00 3,00 0,60 3,00 15,60 1952 10,43 2,61 0,61 1,74 15,39 1953 10,00 3,08 0,46 3,08 16,62 1954 10,34 4,14 0,41 4,83 19,72 1955 10,40 4,05 0,40 4,05 18,90 1956 10,09 4,13 0,41 2,29 16,93 1957 8,87 3,55 0,21 2,48 15,11 1958 9,57 4,03 0,15 3,02 16,78 1959 8,49 3,85 0,19 2,65 15,17 1960 8,73 4,06 0,22 2,03 15,05 1961 9,76 4,97 0,24 2,00 16,97 Fuente: elaborado en base a Díaz (1970), págs. 396-399.

En base a la evidencia presentada, en lo que respecta a las dimensiones del gasto y la inflación, el Populismo Económico se desenvuelve, tanto en Argentina como en Chile, durante la décadas del 40 y 50, y durante comienzos del 70 respectivamente. Es en esos períodos que el Populismo Económico se observa bajo el aumento explosivo del gasto

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social y los consecuentes aumentos de los índices de inflación. Sin embargo, si se comparan las magnitudes de los gastos como de los niveles de inflación, el caso Argentino es ciertamente más intenso, además de prolongado.

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CONCLUSION

El Populismo Latinoamericano fue definido como un tipo particular de configuración social, propia de Latinoamérica de gran parte del siglo XX, la cual, en cuanto impulsada desde el Estado al resto de los ámbitos sociales, adquiere generalización a nivel nacional, es decir, el Estado se transforma en el regente de la sociedad y garante de su correcto funcionamiento. La literatura que generalmente analiza el Populismo Latinoamericano, ha dejado fuera de esta categoría al caso chileno, ubicándolo como la excepción a la regla. Evidentemente, el Populismo en su variante política no tuvo las condiciones necesarias para surgir, aunque de ello no puede desprenderse negar que el intento de Ibáñez iba en esa línea. Lo novedoso es más bien que el caso chileno si tuvo una forma de Populismo, relativamente importante, en la variante económica. Ambas variantes, el Populismo de Ibáñez y el Populismo Económico de los años 70 presentan dimensiones, que en otros trabajos no fueron analizadas sistemáticamente, que ubican al caso chileno dentro de las experiencias populistas latinoamericanas, no obstante en el extremo menos intenso.

Entonces, es pertinente realizar la pregunta que indaga en explicar el fenómeno del Populismo Latinoamericano en torno a las condiciones que llevaron a que ambos casos divergieran por caminos distintos. Sin duda alguna, una condición central que ayudó enormemente para el surgimiento del Populismo Latinoamericano (político y más indirectamente de forma económica), fue el ensanchamiento del padrón electoral. Lo cual se asocia con la debacle de la oligarquía o la pérdida de fuerza política de los sectores más conservadores de la sociedad (en modo general: la crisis y desaparición del estado oligárquico). Este ensanchamiento se produjo de forma temprana en Argentina con la Ley Saenzs Peña, transformándose en una condición esencial para el surgimiento del Populismo. Posteriormente las reformas que le entregaron la capacidad de votar a las mujeres, una vez instaurado el Populismo, provocaron un aún más intenso arraigo del fenómeno en Argentina.

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En el aspecto económico, además de la fuerte industrialización previa, que sirve como base para el desarrollo de la ISI, se puede apreciar una mayor riqueza relativa de la Argentina a diferencia de Chile. Efectivamente la segunda guerra mundial hizo que las divisas argentinas aumentaran fuertemente, lo que ayudó a que los gobernantes, específicamente Perón, pudieran gastar intensamente y con ello legitimar el nuevo modelo de Estado. Ciertamente en Chile aquella abundancia no se encontró durante la época de Ibáñez, definitivamente no pudo gastar debido a la escasez de recursos fiscales, de divisas y a los crecientes controles económicos estadounidenses que se plasmaron en la comisión Klein-Sacks durante mediados de la década del 50. No es sino hasta la década del 70 que Chile entra en espirales crecientes de gasto que se ven rápidamente reprimidas por las restricciones de las arcas fiscales y el posterior golpe militar que vuelva a contraer la economía.

Finalmente, surge la necesidad de explicar la intensidad del fenómeno populista en Argentina, respecto del caso chileno, para lo cual es pertinente observar un aspecto clave: “lo urbano”. El fenómeno populista es eminentemente urbano, siendo esta una condición central que puede explicar la recurrencia e intensidad del caso argentino. Se debe dejar claro que las altas concentraciones de personas en las ciudades no son utilizadas en su mayoría en la industria, ciertamente parte importante de la fuerte inmigración extranjera y campo-ciudad se utiliza en sectores terciarios de la economía, como el comercio, los servicios o la burocracia estatal, haciendo que la urbanización en general, y no sólo la industrialización, contribuyan al Populismo, pero una urbanización acompañada con fuerte industrialización potencia aún más el fenómeno. Como se aprecia en las Tablas 4.1 y 4.2, Argentina contaba con mayores tasas de urbanización que Chile, así un 62,49% de la población argentina se ubicaba en centros urbanos para 1947, y en Chile esa población alcanza tan sólo a 60,70% en 1952. Teniendo en consideración que los años de comparación son distintos, esta diferencia no es tan abultada, sin embargo, se torna bastante más notoria cuando se entiende por urbanización a las localidades de más de 2.000 habitantes, que en Chile alcanza sólo a

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58,55%, en cambio en Argentina es de 63,87%, este último porcentaje corresponde a más de 10 millones de habitantes, de los cuales 6 millones se concentran sólo en la Provincia de Buenos Aires171 muy rica en industrialización y fecunda en explosión urbana. Lo cual difiere bastamente del caso chileno, donde la actividad económica es eminentemente extractiva y se ubica alejada de los grandes centros urbanos, con el cobre hacia el desierto en el norte grande (Chiquicamata) y en la sexta región (El Teniente), y el carbón en la octava región (Lota); así la urbanización de Santiago, principal centro de aglomeración urbano de Chile, carece de niveles importantes de industrialización (respecto de Buenos Aires), siendo más bien una urbanización basada económicamente en el sector terciario de la economía. Ya en 1960, Argentina cuenta con tan sólo un cuarto de población rural respecto del total, y Chile lentamente comienza a migrar hacia los centros urbanos, alcanzando un 68,19% de población urbana. A comienzo de los 50 Chile era un país poco urbanizado, más bien rural, a diferencia de Argentina que proporcionalmente respecto del total de su población estaba más fuertemente urbanizado. Es más si comparamos numéricamente la población urbana en 1950, el contraste aumenta exponencialmente, pudiéndose apreciar que sólo la Provincia de Buenos Aires posee mayor cantidad de población urbana que todo Chile. Nuevamente las condicionantes del Populismo se tornan más favorables en el caso argentino. El Populismo requiere de la concentración espacial de la población que ve en la aparición constante del líder (presencial o mediáticamente) y en el creciente gasto en bienestar para el trabajo formal y urbano, la legitimación necesaria.

171 La población urbana de la Provincia de Buenos Aires en 1947 es de 6.030.225 personas, la población que vive en localidades de más de 2.000 habitantes es de 6.166.092 habitantes. Lo que se conoce como el Gran Buenos Aires involucra a la población “aglomerada” que habita en la Capital Federal y en los partidos General San Martín, Lanus, Lomas de Zamora, Morón, San Isidro, 3 de Febrero, Vicente López, Avellaneda, General Sarmiento y Quilmes. Comprende además parte de la población de los partidos de La Matanza, Almirante Brown, Merlo, Moreno, Esteban Echeverría, Tigre, Florencio Varela, Berazategui, San Fernando, Escobar, Pilar, San Vicente, General Rodríguez, Marcos Paz, Cañuelas y La Plata, y concentra a 4.748.723 habitantes en 1947, aproximadamente un tercio de toda la población argentina. Esta proporción poblacional se mantiene así hasta el censo de 1980. Al respecto ver CEPAL (2001): Urbanización y Evolución de la Población Urbana de América Latina: 1950-1990. Boletín demográfico, CEPAL año XXIII, edición especial Mayo 2001, CELADE, división de población, Santiago de Chile, págs. 27 y 33.

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Tabla 4.1: Población Urbana y Rural en Chile: 1952-1982.

Chile 1952 1960 1970 1982 nº % nº % nº % nº % Población Total 5.932.995 7.374.115 8.884.768 11.329.736 Población Urbana Total 3.601.612 60,70 5.028.060 68,19 6.675.137 75,13 9.316.120 82,23 Población Rural Total 2.331.383 39,30 2.346.055 31,81 2.209.631 24,87 2.013.616 17,77 Pobl. localidades de 2000 y más hab. 3.473.598 58,55 4.775.742 64,76 6.378.762 71,79 8.886.459 78,43 Pobl. localidades de menos de 2000 hab. 2.459.397 41,45 2.598.373 35,24 2.506.006 28,21 2.443.277 21,57 Fuente: extraído de CEPAL (2001), pág. 61

Tabla 4.2: Población Urbana y Rural en Argentina: 1947-1980.

Argentina 1947 1960 1970 1980 nº % nº % nº % nº % Población Total 15.893.815 20.013.793 23.364.331 27.949.480 Población Urbana Total 9.932.133 62,49 14.761.041 73,75 18.454.045 78,98 23.192.892 82,98 Población Rural Total 5.961.682 37,51 5.252.752 26,25 4.910.286 21,02 4.756.588 17,02 Pobl. localidades de 2000 y más hab. 10.151.928 63,87 14.858.527 74,24 18.601.401 79,61 23.371.890 83,62 Pobl. localidades de menos de 2000 hab. 5.741.887 36,13 5.155.266 25,76 4.762.930 20,39 4.577.590 16,38 Fuente: extraído de CEPAL (2001), pág. 27

Si bien la urbanización (y con ello la alta disponibilidad de mano de obra para la industria y la creciente demanda de servicios y comercio de una ciudad moderna) como condicionante es importantísima para facilitar el surgimiento del Populismo, si no es potenciada crecientemente con el ensanchamiento temprano del padrón electoral y la relativa superior industrialización previa, difícilmente hubiese surgido en Argentina. Junto a lo anterior, otro factor central es el sistema de partidos políticos. El caso chileno y su fuerte institucionalización son un freno para liderazgos populistas, a pesar de ello surge el liderazgo de Ibáñez que emerge paralelo a Perón, pero que no puede dejar institucionalizado su movimiento político una vez que desaparece. Lo contrario ocurre en Argentina en donde el peronismo termina suprimiendo las fuerzas políticas conservadoras y reconfigurando el sistema de partidos políticos débilmente institucionalizado. Los factores estructurales antes mencionados se conjugan y potencian aún más en la medida que el actuar de los grupos sociopolíticos relevantes se vuelve favorable. Como

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se mencionó tanto la Iglesia (que se congela en las prácticas decimonónicas) como la oligarquía (que pierde crecientemente capacidad de tomar decisiones políticas) son suprimidas en cuanto grupos con relevancia política; y el sindicalismo o movimiento obrero es veloz y fuertemente cooptado por el peronismo, camino que se le facilita aún más por la fuerte e histórica atomización que tuvo en Argentina, no posible de apreciar en Chile. Desde esta lógica Argentina y el peronismo de los 40 y 50 son el paradigma de lo que se ha definido como Populismo Latinoamericano. Chile, sin embargo, a pesar de las malísimas condicionantes previas para el surgimiento del Populismo padece de pálidos intentos que finalmente no fructifican en el ámbito político, y que en el ámbito económico ocurren dispersos y de forma comparativamente laxa respecto del caso argentino.

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APENDICE ESTADO POPULISTA Y DIFERENCIACION FUNCIONAL DEL SISTEMA POLITICO LATINOAMERICANO

Como se mencionó, el Estado Populista se define gracias al tipo de Corporativismo Estatal de Inclusión. En el cual se despliega un movimiento relacional vertical y jerárquico que determina la forma que adquieren diversos ámbitos de lo social. Se ha caracterizado como son cooptados los sindicatos por parte del Estado en el caso del peronismo, los partidos políticos y en general los grupos sociopolíticos relevantes. En el caso del ámbito económico, el peronismo también interviene fuertemente en su forma, regulando la política macroeconómica hacia un fuerte proteccionismo y mediante la nacionalización de las grandes empresas, bajo el modelo de la Industrialización Sustitutiva, lo que no es más que el ensanchamiento del campo de influencia de la política hacia la economía, configurando particularmente la forma de los límites con ésta. Sin embargo, no sólo los partidos, sindicatos, la Iglesia o las empresas son “absorbidos” por el Estado, sino que también instituciones propias de otros ámbitos sociales. Aunque este trabajo se remitió sólo a dimensionar el impacto del Estado Populista en los ámbitos político y económico, también es posible reconocer como se interviene en otros ámbitos sociales, por ejemplo en la educación y lo que se ha definido como Estado Docente, es decir, la organización del sistema educacional desde el ápice jerárquico del Estado, siendo, por tanto, controlada estatalmente e impidiendo, a su vez, la integración regional o local en la conformación del sistema educativo.172 La gran mayoría de los autores afirma que el Populismo es una etapa intermedia entre la conservación de patrones premodernos combinados o desenvueltos bajo condiciones de modernidad. Ese razonamiento corroboraría que la política del Populismo se compone de una diferenciación tridimensional de los subsistemas de la política, los cuales son

172 Al respecto: Mascareño, Aldo (2003): “Teoría de Sistemas en América Latina. Conceptos Fundamentales para la descripción de una diferenciación funcional concéntrica”, en Revista Persona y Sociedad, Vol. XVII, Núm. 2, Agosto, pág. 20.

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también los tres elementos constituyentes de la política moderna: Estado, partidos políticos y sociedad (grupos o actores sociopolíticos relevantes, o bien electores, ciudadanos o “público”), pero configurados de forma particular. Lo que a su vez reafirma la elección de la distinción analítica que se realizó de la política para observar comparadamente el desarrollo del Populismo. En relación con lo anterior, la peculiaridad en Latinoamérica dice relación con que no existe propiamente una sociedad civil, sino más bien una mezcla en la cual predominan patrones políticos de estratificación respecto de factores centrados en la distinción de clase. Lo que se observa, principalmente, bajo la escasa influencia de partidos políticos de izquierda tradicional (comunistas o socialistas), o bien se suceden con confusa ideología y comportamiento errático en la conformación de alianzas, por ejemplo, con sectores conservadores (caso específico de Argentina). Sumado a la existencia de movimientos obreros controlados heterónomamente por fuerzas políticas provenientes de los partidos y, principalmente, del Estado. Esta es una primera particularidad de la estructura política latinoamericana. La segunda singularidad dice relación con el Estado. Ajeno a lo que sucede bajo el modelo Liberal del Estado, en Latinoamérica surge una forma de Estado propia, que reniega la lucha de clases como distinción organizativa central (distinción ocupada también en la caracterización del modelo de Estado Marxista en sociedades capitalistas).173 El modelo Latinoamericano promueve la supresión del conflicto originario de la lucha de clases por parte del Estado, debiendo jugar éste un rol moral central como conciliador. Esta concepción es, por lo demás, la que está en el origen de la formación de grandes alianzas entre estratos o grupos políticos diferentes, que luego dan vida a la formación de los grandes partidos de centro que engloban a diversos sectores sociales, como es el caso del Partido Justicialista en Argentina (que agrupa desde los montoneros hasta facciones liberales). Además en ellos está la base electoral del Populismo y la clave para la formación del Estado Corporativista de Inclusión o Estado Populista Latinoamericano.

173 Para revisar los modelos de Estado que reconoce Stepan (Liberal, Marxista en sociedades capitalistas y Organicista Estatal) ver: Stepan (1978): State and Society…, págs. 7-70.

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Los mismos tres elementos constituyentes del sistema político moderno, sin embargo, van adquiriendo una estructura y lógica de diferenciación interna distinta. Predomina en Latinoamérica una estructura jerárquica con un ápice claramente definido: el Estado; lo que también ha sido definido como ‘diferenciación funcional de tipo concéntrica’174, en la que el centro político y social gira en torno a la figura del Estado. Sin embargo, no debe entenderse que el Populismo Latinoamericano es una configuración estructural de dominación jerárquica propia de la relación entre el rey-súbditos o señor-siervo (diferenciación bidimensional arriba-abajo175), sino más bien corresponde a un tipo diferenciación interna opaca o de límites difusos entre los tres elementos mencionados del ámbito político. Esto se entiende como cooptación o control heterónomo, por parte del Estado, de algunos partidos políticos (al menos uno) junto con un avasallamiento del resto, y de ciertos grupos sociopolíticos relevantes. Esta ha sido la función del Estado Populista Latinoamericano durante gran parte del siglo XX. El establecimiento de una lógica difusa de diferenciación entre los sistemas político y económico queda demostrado en la comparación entre casos realizada en el capitulo 3, y como se ha presentado en este trabajo, las ‘distinciones de contenido perfecto’176 carecen de sentido gracias a la creciente intervención estatal en la regulación de la economía, que además de establecer las reglas del juego (diferenciación difusa entre

174 Al respecto: Mascareño (2003): “Teoría de Sistemas en…”, págs. 16-21. 175 Luhmann, Niklas (1988): Teoría Política en el Estado de Bienestar, Alianza Editorial, pág. 62. 176 Sobre las distinciones de contenido perfecto la siguiente cita de Luhmann es clarificadora: «La forma es forma de una distinción, por tanto de una separación, de una diferencia. Se opera una distinción trazando una marca que separa dos partes, que vuelve imposible el paso de una parte a la otra sin atravesar la marca. La forma es, pues, una línea de frontera que marca una diferencia y obliga a clarificar qué parte se indica cuando se dice que se encuentra en una parte y dónde se debe comenzar si se quiere proceder a nuevas operaciones. Cuando se efectúa una distinción, se indica una parte de la forma, por tanto, es la otra parte de la otra. Ninguna parte es algo en sí misma. Se actualiza sólo por el hecho de que se indica esa parte y no la otra. En este sentido la forma es autorreferencia desarrollada; mas precisamente, es autorreferencia desarrollada en el tiempo. Y en efecto, para atravesar el límite que constituye la forma, siempre se debe partir, respectivamente, de la parte que se indica […]» en Luhmann, Niklas y De Georgi, R. (1993): Teoría de la Sociedad, Universidad de Guadalajara, Universidad Iberonamericana e ITESO, pág. 35. Paradójicamente en el sistema político latinoamericano no se puede indicar con propiedad un lado de la distinción, ya que hay veces que al querer indicar un “sindicato” se puede estar indicando también una parte de un “ministerio del trabajo”, debido a la creciente heteronomía desarrollada bajo este tipo de sociedades estructuradas en torno al Estado. Esto también fue definido como “Hipertrofia Estatal” (Ianni).

Populismo Latinoamericano: Ensayo de Sociología Comparada 177

política y derecho177) se convierte en uno de sus principales competidores bajo la figura del Estado Empresario. Esta creciente interferencia del Estado en diversos ámbitos sociales es interpretada también como un aumento desmedido del tamaño estatal178, que para poder regular heterónomamente necesita de un aumento de departamentos y cargos que lleven a cabo diversos roles que son desconocidos en el marco del modelo del Estado occidental. A continuación se pueden observar los modelos del sistema político del Estado de Bienestar, según Luhmann, y del Estado Populista Latinoamericano, donde ambos sistemas están diferenciados tridimensionalmente, pero no responden a un ordenamiento similar.

Esquema 5: Modelo del Sistema Político del Estado de Bienestar y del Estado Populista

POLÍTICA PARTIDOS POLÍTICOS

ADMINISTRACIÓN ESTADO

PÚBLICO PÚBLICO

Figura 1 Figura 2

El modelo luhmanniano del sistema político democrático reconoce una diferenciación interna de contenido perfecto tridimensional, entre el publico (sociedad civil, electores, actores o grupos sociopolíticos), la política (partidos políticos y parlamento) y la administración (Estado o ejecutivo). Este modelo de sistema político carece de centro y

177 Al respecto: Mascareño, Aldo (2004): “Sociología del Derecho (chileno y latinoamericano)”, en Revista Persona y Sociedad, Vol. XVIII, Núm. 2, págs. 63 – 94. 178 Lo que hace referencia al concepto de “Hipertrofia Estatal” definida por Ianni, al respecto ver página 13, y la referencia al autor en la cita 36.

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la comunicación entre subsistemas es de tipo circular en dos sentidos (Figura 1, Esquema 4):

«El poder político pierde su carácter asimétrico “de arriba abajo” y se reconduce a la forma de una circularidad dinámica: el público influye en la política a través de las elecciones. La política establece límites y prioridades a las decisiones de la Administración […] la Administración se vincula a sí misma y al público por sus decisiones, y este último a su vez puede reaccionar frente a las decisiones a través de las elecciones políticas o mediante otras expresiones de opinión […] Se crea así, en efecto, un sistema sin centro, un sistema con elevada auto-orientación, pero sin orientación central […]».179

La circularidad de la comunicación se crea una vez instaurada la diferenciación tridimensional de contenido perfecto en el contexto del Estado de Bienestar, y a su vez con objeto de manejar la complejidad creciente se produce un movimiento contrario:

«La Administración produce los proyectos para la política y domina en los comités parlamentarios y en instituciones similares. La política sugiere al público, con el auxilio de las organizaciones de partido, lo que debe elegir y por qué. El público ejerce su influencia sobre la administración valiéndose de canales de lo más diverso, desde las organizaciones de interés hasta las quejas en los despachos administrativos».180

El sistema político Latinoamericano del Populismo reconoce igualmente una diferenciación tridimensional de lo político, sin embargo, la relación y el tipo de diferenciación de los componentes (subsistemas) difiere en gran medida del modelo del Estado de Bienestar:

«[…] un orden concéntrico dispone de sistemas funcionales diferenciados. El problema no consiste en la especialización de ellos, pues sus funciones

179 Luhmann (1988): Teoría Política…, pág. 64. 180 Ibíd. págs. 64-65.

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siguen siendo distintas, sino en la capacidad de ciertos sistemas para establecer relaciones verticales y asimétricas, y para producir con esto una estructura definida por esquemas de asociación jerárquicos».181

La primera diferencia es, por lo tanto, la forma en que se establecen relaciones entre los subsistemas de lo político, estas son básicamente jerárquicas y verticales, lo cual es propio del modelo Organicista de Estado propuesto por Stepan. Respecto de la diferenciación sistémica esta se torna difusa en cuanto a la especificación de los límites que distinguen el sistema respecto del entorno y respecto de los subsistemas en el entorno, lo que se clarifica como sigue: «[…] la fuzzy logic no tiene límites predeterminados; están mejor representados por un continuum de cero a uno, en el que existe una transición paulatina entre los dos valores […]».182 En este contexto resulta imposible marcar autónomamente, por parte del sistema y en algunos casos por un observador (autodescripciones183), un lado de la distinción, la que es definida externamente, por una instancia central que en Latinoamérica ha sido adscrita al Estado y puede ser definida desde la lógica de un orden concéntrico, centrado en la política:

«El problema de los órdenes sociales centrados concéntricamente consiste en la intervención de los sistemas periféricos por parte del sistema central interrumpe esta secuencia comunicativa. La comprensión no tiene lugar como posibilidad de una nueva comunicación, pues el sistema intervenido no debe comprender, sino aceptar la intervención impuesta».184

181 Mascareño (2003): “Teoría de Sistemas en…”, pág. 12. 182 Ibíd. pág. 19. 183 Concepto que hace referencia a la forma particular de la observación de segundo orden de la ciencia que se incluye a sí misma dentro de lo observado y que tiene la capacidad de elaborar descripciones de lo observado, es decir, ella misma es susceptible de observarse: «La sociedad moderna […] se observa como observador, se describe como aquel que describe: en un sentido estrictamente lógico, sólo esto es autobservación o autodescripción. Sólo ahora lo «auto» de la observación es el observador, el «auto» de la descripción es quien se describe […]», en Luhmann y De Giorgi (1993): Teoría de…, pág. 444. 184 Ibíd. pág. 24.

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Históricamente la diferenciación funcional tridimensional del sistema político latinoamericano comienza a gestarse durante la consolidación del sistema de partidos políticos definitivo, que representan crecientemente a gran parte de los sectores sociales. En el caso de Chile esto ocurre con el surgimiento y consolidación de una izquierda electoral durante fines de los años 30, con las altas preferencias electorales captadas por los socialistas y por Grove (sin embargo, el sistema de partidos sufre una nueva modificación con el surgimiento de la Democracia Cristiana en los 50 y posteriormente con el gobierno militar). En Argentina en cambio la consolidación del sistema de partidos ocurre paralelo al surgimiento del Populismo durante los años 40 (lo que no quiere decir que, previamente, no haya necesariamente existido un sistema de partidos, al menos incipientemente, y un sistema político laxamente diferenciado), y es gracias al mismo Populismo que se instaura un nuevo sistema de partidos con la incorporación del Partido Justicialista. La consolidación de peronismo no fue fácil, al menos legalmente, ya que fue proscrito en reiteradas oportunidades. Previamente se puede reconocer la diferenciación del Estado en la medida que logra un dominio sobre todo el territorio nacional, ello durante el siglo XIX185 y de grupos sociales relativamente organizados como los sindicatos que surgen ya a finales del XIX y comienzos del XX tanto en Chile como en Argentina. Estos últimos fueron siempre rápidamente cooptados (garantizando su diferenciación difusa) primero por partidos políticos (el caso de Chile) y luego por el Estado (como fueron los tibios intentos de Ibáñez e incluso de Frei y Allende en Chile, y el rotundo éxito que tuvo Perón en Argentina).

185 Aunque sin duda el aspecto de la diferenciación funcional del Estado fue más claro para el caso chileno durante el siglo XIX, evidentemente en Chile no existían caudillismos criollos que se posicionaran como una fuerza político-militar que fuera un contrapeso efectivo a la organización del Estado centralizado, sólo la Guerra de Arauco que finaliza por la década de 1880 (iniciada en el siglo XVI por los españoles durante la colonia) fue el pequeño y único foco que no permitía completamente establecer soberanía territorial. En Argentina, sin embargo, la diferenciación funcional del Estado fue más difícil y tardía debido al fuerte caudillismo durante el siglo XIX, la “era de Rosas” provoca un contrapeso fortísimo contra el Estado central (mucho más que el que podía plantear el pueblo Mapuche en Chile), que vuelve a emerger, de forma transfigurada, en el siglo XX, provocando una gran pérdida de seguridad en el espacio público, en las figuras de los Montoneros, el E.R.P. y la F.A.R. Finalmente sólo bajo el gobierno militar de Videla, con persecuciones militares a los grupos terroristas, se pudo consolidar el dominio efectivo del Estado respecto de la totalidad del territorio nacional.

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Se puede afirmar que la diferenciación tridimensional de tipo difusa del sistema político latinoamericano y propia del Populismo no es afectada por las interrupciones a los procesos democráticos (al menos procesos de “Democracia Formal”). Estas interrupciones autoritarias pueden ser comprendidas como la supresión del sistema de partidos políticos y del Congreso (el subsistema de la política según Luhmann), sin embargo, sólo se suprime su existencia legal, ya que su existencia efectiva continúa vigente debido al fuerte arraigo en las lealtades con los electores, y una vez vueltos a la legalidad reflotan sin mayores cambios, ya sean el o los partidos proscritos o el sistema de partidos en su conjunto. Este es el caso paradigmático del Peronismo en Argentina, o también del sistema de partidos políticos chilenos que resurge luego de un muy largo paréntesis autoritario, incorporando nuevos componentes al código gobierno/oposición luego de la “fisura generativa” provocada por el autoritarismo.186 Las interrupciones a los procesos de democracia formal, con restringida o plena participación, muy recurrentes en la historia política de Argentina, pueden interpretarse de forma más clara si se toma atención a la relación entre el ámbito de lo Político y del Derecho. Es acá como nuevamente se observa que la Política interviene comunicativamente al Derecho, difuminando aún más los supuestos límites que estos tengan en el contexto de Gobiernos Autoritarios.187

186 En relación a la fisura generativa provocada por el gobierno autoritario en Chile ver: Tironi, Eugenio y Agüero, Felipe (1999): “¿Sobrevivirá el Nuevo Paisaje Político Chileno?”, en Revista del Centro de Estudios Públicos, Nº 74. 187 Al respecto ver cita 174.

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