MEMORIA POLÍTICA Nº 11 / 2007 ISSN: 1316-712X

LA CRISIS DE LA NACIÓN - ESTADO EN EUROPA: ENTRE INTEGRACIÓN REGIONAL Y REGIONALISMO

Lieven De Winter Traducción: María Bonnemaison

37 38 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo

LA CRISIS DE LA NACIÓN-ESTADO EN EUROPA: ENTRE INTEGRACIÓN REGIONAL Y REGIONALISMO Presentación del Prof. Dr. Lieven De Winter, en el Primer encuentro Belgo- Venezolano de Ciencia Política. “Crisis y Perspectivas de la Democracia en América Latina” Valencia, 17 de enero de 2007 Traducción: María A. Bonnemaison Resumen En este documento se comparan los indicadores y las formas de inter- pretación de la “crisis de la democracia” entre los países de América Latina y Europa Occidental, tema que abarca básicamente las últimas dos décadas. La comparación será, por un lado, sobre la base del análi- sis de datos acerca de la actitud y la conducta de la elite y la masa (en relación con apego a los valores democráticos, las instituciones, los prin- cipales actores, los procesos y las políticas) y por otro lado, en indicadores más objetivos, como la participación electoral de diversos sectores de la sociedad, la volatilidad electoral, parte la competencia y la fragmenta- ción, la protesta política y la huelga, la calidad de las políticas, la ortodo- xia presupuestaria, etc. a examinar si existe una diferencia signi- ficativa entre las democracias de consenso y las mayoritarias (Lijphart, 1999), y también otros posibles factores determinantes se tendrán en cuenta, tales como la exposición nacional de la economía mundial. Palabras Clave: crisis de la democracia, valores democráticos, partici- pación electoral. Abstract This paper compares indicators and interpretations of the “crisis of democracy” theme, between Latin-American countries and West- European countries, basically covering the last two decades. The comparison will be on the one hand based on analysis of elite and mass attitudinal and behavioral data (regarding attachment to democratic values, institutions, key players, processes and policy outputs), and on the other hand on more objective indicators, like electoral participation of various sectors of society, electoral volatility, party competition and fragmentation, political protest and strike activity, quality of policy outputs, budgetary orthodoxy, etc. We will examine whether there is a

39 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 significant difference between consensus vs. majoritarian democracies (Lijphart, 1999), but also other potential determinants will be taken into account, such as exposure of national to global economy. Key words: crisis of democracy, democratic values, electoral participation. Introducción El tema de esta presentación es “La Crisis de la Nación-Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo”. He escogido esto no sólo porque es uno de los temas sobre los cuales estoy trabajando en la actualidad (Partidos Automomistas en Europa: políticas de identidad y la reactivación de la división territorial, libro editado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales. Bacelona, 2006), sino porque este tema es ciertamente relevante para muchas naciones estados de Europa Occi- dental y porque, hasta donde puedo conocer, podría ser también del interés de América Latina y de Venezuela en particular. Es particular- mente interesante para mi país Bélgica, cuya existencia está siendo cada vez más desafiada por actores políticos étnicos en la rica región flamen- ca que buscan su separación del estado Belga. Yo creo que el doble movimiento de integración regional y regio- nalismo sub-estatal es más proclive de ocurrir en Latinoamérica que en otras regiones del mundo. Pero esta es una hipótesis que, en la discu- sión, invito a explorar, contradecir o complementar. En efecto, la política comparada es la rama de las Ciencia Política cuya esencia metodológica es el aprendizaje mutuo acerca de cada siste- ma político, permitiendo la comprobación de hipótesis, en relación con la compleja relación entre los fenómenos políticos. I. Los orígenes de las Naciones-Estado Europeas: Fenómenos Recien- tes A. Muchas Naciones-Estado Europeas tienen su origen en el S. XIX 1. Definición de Nación-Estado Descripción de su formación y éxito a principios del S. XX En el siglo XX, el fenómeno de la Nación – Estado se hace evidente en el pensamiento político y el imaginario popular, como una forma

40 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo particular del sistema político que ha existido durante siglos como mar- co permanente de la política. 2. Formación y homogeneización de las Naciones-Estado A menudo se tiende a olvidar que la Nación-Estado es para la ma- yoría de los países de Europa Occidental un fenómeno relativamente nuevo. En las relaciones internacionales, los estados nacionales se reco- nocen como actores legítimos a partir del Tratado de Westfalia en 1648, sin embargo, la idea de Nación-Estado, como un territorio estable con poder centralizado, una población con rasgos culturales comunes, una comunidad de individuos con derechos y deberes comunes frente al es- tado, es mucho más reciente. De hecho mientras algunos actuales Estados ya lo eran desde hace varios siglos atrás, la idea de una nación común es mucho más reciente, con la excepción de Inglaterra, España, Portugal, y, por supuesto, Fran- cia. Pero incluso en Francia, en el momento de la Revolución Francesa de 1789, más de la mitad de las personas que vivía en el territorio del “hexágono” hablaban francés; los otros hablaban occitano, provenzal, bretón, vasco, flamenco, o alemán. Sin embargo, menos de un siglo más tarde debido a los intensos programas estatales de homogeneización (la introducción de sistemas jurídicos como el Código Napoleón), el uso exclusivo del francés en la educación, el comercio, la administración, la política y los medios de comunicación, la nación francesa y la Nación- Estado se convirtió en una realidad. Los campesinos se convirtieron en franceses, es decir, ciudadanos franceses. 3. Orígenes Recientes. Ejemplos de Bélgica, Irlanda, etc. Las Naciones-Estado que existen en la actualidad en la mayor par- te de Europa Occidental son mucho más jóvenes. Italia, los cinco países escandinavos, Alemania, Irlanda, Bélgica y Luxemburgo, Grecia, Aus- tria, fueron fundados en el siglo XIX, y en muchos casos, durante la segunda mitad del mismo. La situación en Europa Central y Oriental es aún más dramática, debido a varios factores como el régimen radical y los cambios de fron- teras después de la caída del Imperio Austro-Germano, el declive del Imperio Otomano, el nuevo trazado del mapa de Europa por los sovié- ticos después de La Segunda Guerra Mundial (Polonia), y la caída del muro de Berlín.

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(Yo estuve en un pueblo en el norte de Hungría en el siglo XX, donde sus habitantes cambiaron seis veces de nacionalidad ¡sin haber salido de sus casas!) Si el establecimiento de las fronteras estatales fue, para la mayoría de los Estados Europeos una reciente experiencia, sangrienta y traumática, es posible imaginar que la creación de una comunidad na- cional dentro de esas fronteras cambiantes es aún más difícil. No es sino hasta a finales del Siglo XIX, cuando se logra la administración alemana bajo el liderazgo de los prusianos (Bismark). Cuando los unificadores de Italia finalmente establecieron el Esta- do italiano en 1860, expresaron que la parte fácil - la creación del Estado italiano – había sido culminada; ahora vendría la difícil tarea de crear “italianos”. Es así como los casos tradicionales de España, Inglaterra y Francia considerados como intentos exitosos de creación de Naciones-Estado son las excepciones en lugar de la regla, e incluso esos Naciones-Estado tradicionales se encuentran bajo gran presión, desde la base y desde arri- ba, como veremos. 4. Centro-periferia y homogeneización incompleta La oposición a la homogeneización dirigida por el centro de los nuevos Estados (por lo general, la zona de la capital: París, Londres, Madrid) y algunas periferias es, si seguimos el criterio de Lipset y Rokkan, en la base uno de los cuatro clivajes fundamentales del sistema de parti- dos de Europa Occidental, el llamado clivaje centro-periferia (relaciona- da con el clivaje estado-iglesia, el clivaje urbano-rural y el último, pero no menos importante, el clivaje de clases, que han dado forma al sistema de partidos de Europa Occidental en una forma estable, incluso “conge- lada” hasta los años 1960, y que continúan definiendo las principales dimensiones de las divisiones políticas actuales en el sistema de parti- dos de Europa Occidental. Algunos autores perciben tres distintas oleadas de activación del clivaje centro-periferia. En primer lugar, está la movilización naciona- lista sub-estatal que se desarrolló al mismo tiempo en que los estados lanzaron sus programas de creación nacional. Es así como, comenzando

42 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo la mayoría de ellos en el ambiente romanticista del siglo XIX, nos encon- tramos con la primera expresión de conciencia nacionalista y moviliza- ción. De hecho, en la mayoría de los países o regiones en las que tene- mos actualmente partidos autonomistas fuertes, encontramos fundacio- nes, movimientos sociales y expresiones culturales e intelectuales con identidad específica de la región, que se devuelven al siglo XIX (Escocia y Gales, Cataluña, País Vasco, Córcega, Flandes, etc.). A veces esto se ha desarrollado como complemento de la situación en todo el proceso de construcción nacional; en otros casos, en oposición a este proceso, al igual que en el País Vasco, donde el nacionalismo vasco se vuelca abierta- mente en una lucha anti- española, e incluso racista. Los conflictos en el período entre la Segunda Guerra Mundial y los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, detuvieron artificialmente el desarrollo “natural” estos movimientos nacionalistas estatales. La dictadura Franquista reprimió todas las expresiones de las identidades sub-estatales a favor de la unidad española. Algunos movi- mientos nacionalistas sub-estatales colaboraron con las fuerzas de ocu- pación alemanas o italianas (como los nacionalistas flamencos) y, por lo tanto, fueron reprimidos en el período de posguerra convirtiéndose en marginal en las primeras décadas de la posguerra. No es sino hasta finales de los años 60 y comienzos de los 70, cuan- do vemos un primer renacimiento del nacionalismo sub-estatal, espe- cialmente en Escocia y el País de Gales, Bélgica, algunas regiones fran- cesas, y al final de la década de 1970, también en la etapa post-franquis- ta en España. Estos éxitos más o menos sincronizados han sido con fre- cuencia denominados la segunda ola de movilización regionalista. Finalmente, algunos autores perciben la aparición de una tercera ola en el decenio de 1990, con la expansión del regionalismo en todas las regiones españolas, los efectos de la regionalización en regiones france- sas, la aparición de la “Leghe” en Italia, y el crecimiento del partido independentista flamenco Vlaams Blok. La emancipación del nivel re- gional en el marco institucional y de las políticas de la Unión Europea, (los fondos estructurales y la política de cohesión, la Europa de las Re- giones, del Comité de las Regiones, etc.) también contribuyó a la percep- ción de una nueva oleada de movilización regionalista.

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B. Predominio en el Siglo XX El mayor de los éxitos en la construcción de Naciones-Estado y nacionalismo fueron la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando el líder de millones de trabajadores en la internacional socialista que había jurado nunca tomar las armas unos contra otros con el fin de lu- char en una guerra imperialista sobre territorio, recursos y mercados, entre su burguesía nacional, marchó felizmente al frente de guerra “para enseñar una lección a esos malvados y arrogantes” “tummies”, “frogs”, “boches”, o cualquier otra clase de estereotipo nacional. Los excesos en el número de muertes y heridos, en la destrucción material, en el genocidio y la deportación de pueblos enteros, serán los principales factores desencadenantes para los fundadores de la Unión Europea (No mas guerras al menos en Europa…) Sin embargo, la Nación-Estado ha mostrado también aspectos más positivos. Se convirtió en el marco para la integración de las masas de los trabajadores, los pequeños agricultores, etc., que nunca fueron empoderados en los antiguos regímenes, garantizándoles toda clase de derechos ciudadanos, incluyendo el sufragio. La Nación-Estado también se convirtió en el marco para el desa- rrollo de los partidos políticos, que rápidamente se convertirán en el instrumento de articulación y agregación de las demandas de los ciuda- danos. El nivel internacional o sub-estatal de la movilización y la repre- sentación política se convertirán en asuntos marginales. La política se juega y se decide a nivel estatal, principalmente en las capitales (Tesis de Diamani sobre la “nacionalización de la política electoral”) mediante la competencia electoral entre los partidos de ámbito estatal para ganar poder en las instituciones estatales centrales (parlamento, gobierno, ad- ministración e incluso poder judicial). Además, después de la Segunda Guerra Mundial la Nación-Esta- do se convierte en el marco para los sistemas de seguridad social, que garantizarán a los ciudadanos no sólo los derechos políticos, sino, pro- bablemente lo más importante para ellos, los derechos sociales. Por ejem- plo, las prestaciones de desempleo, la vivienda social, la atención de la salud pública, el transporte público, las pensiones de vejez, la gratuidad de la enseñanza (y por lo tanto la clave para la movilidad social entre

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clases), e incluso de la cultura popular a través de la televisión y las formas de subsidios a la Alta Cultura. Es así como la Nación-Estado se convirtió en la segunda mitad del siglo XX, en el marco de la democracia moderna de masas, así como de la ciudadanía política, social y cultural. En otras palabras, en la medida en que los excesos de la guerra entre los Estados europeos se han evita- do desde 1945, la Nación-Estado parece configurar una historia de éxi- tos en términos del sistema político. II. El Surgimiento de un Estado Supra-Nacional Europeo A. Integración Europea B. ¿Qué tipo de sistema político es la Unión Europea? No existe consenso entre los europeístas acerca de “qué tipo de sistema político es la Unión Europea. Existe un consenso acerca de que no se trata de una Nación-Estado, y tampoco un Estado en el sentido que lo hemos conocido hasta ahora. Aún así, la Unión Europea muestra muchas características tradicionales de un Estado: • Desde el punto de vista institucional, tiene un parlamento elegido di- rectamente, una administración gubernamental doble faz (Consejo Eu- ropeo y Comisión Europea) y un Poder Judicial (el Tribunal Europeo de Justicia). • Cuenta con un cuerpo de leyes básicas (y una constitución que actual- mente se encuentra en un difícil proceso de ratificación) y gran cantidad de legislación secundaria que afectan a todos los sectores de la sociedad en todos los estados miembros. Delors, ex presidente de la Comisión, una vez predijo que con el establecimiento de la Unión Europea, el 80% de las leyes aprobadas por los parlamentos nacionales serían transposiciones de las directrices de la Comisión Europea. • Tiene un conjunto de actores intermediarios (partidos, grupos de pre- sión y movimientos sociales organizados a nivel europeo y con sede en Bruselas) • Un importante número de políticas públicas (outputs) implementadas básicamente por las administraciones nacionales de los Estados miem- bros.

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• Un territorio bien definido, en el cual las leyes son obligatorias. • Un cierto grado de soberanía, que hace a la legislación de la Unión Europea la ley suprema en el territorio europeo. Por lo tanto, argumentar que la Unión Europea no es un Estado, ni siquiera un Estado Federal y sin embargo, es más que una confederación. Se trata de un “Estado Federal en construcción”, que se ha tomado funciones tradicionales básicas de las antiguas Naciones-Es- tado, o decisiones comunes dentro de dichas funciones. Es evidente que las viejas Naciones-Estado en Europa eran dema- siado pequeñas para resolver los grandes problemas del período de pos- guerra: la seguridad y la defensa, la estabilidad monetaria, el desarrollo de un mercado suficientemente grande para el florecimiento de nuevas industrias (automóviles, aviones) y cultivar economías de escala. Inclu- so los grandes estados como Francia y Alemania no pudieron lograr estos objetivos básicos sin la cooperación internacional. Por lo tanto, algunos autores, como Alan Milward, afirman que la integración europea ha “rescatado la Nación-Estado” mediante la ab- sorción de funciones que estas Naciones- Estado no podrían realizar de una forma adecuada en el período de posguerra. Adicionalmente, las funciones tradicionales de las Naciones-Esta- do también son transferidas a otras entidades internacionales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Organización Europea de la Energía Atómica (Euratom), la Organización de las Na- ciones Unidas (ONU), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Interna- cional (FMI), el mercado global y las multinacionales y también socieda- des públicas y privadas (la privatización del transporte público, sumi- nistro de energía y agua, las cárceles, etc...). La Unión Europea no es un Estado Federal (aún), pero es más que una Confederación que asume las funciones básicas de la Nación-Esta- do tradicional. C. Lo que falta a la Unión Europea para convertirse en una gran Na- ción-Europea capaz de desafiar a las grandes Naciones -Estado? 1. El problema de los rasgos europeos Algunos elementos le faltan a la Unión Europea para convertirse en una verdadera Nación-Estado europea, tales como:

46 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo a) Rasgos europeos Distintos entes que realizan investigación comparativa en materia de cultura política, como Eurobarómetro (EB), Estudios de Valores Europeos y Encuesta Social Europea, indican que la identificación de los ciudadanos europeos con la Unión Europea o Europa sigue siendo extremadamente débil. Al parecer sólo hay un escaso senti- miento de ser europeo, mucho más débil que los indicadores de pertenencia nacional y, en los casos en los que éste existe, lo hace la mayoría de las veces como complemento de la identidad nacional, no como una alternativa. La gente todavía se siente mucho más apegada a su nación, región y pueblo (91-87%) que a Europa (66%, EB63, septiembre 2005). Así que la dimensión horizontal de los “ras- gos” (las actitudes de los ciudadanos europeos hacia sus conciuda- dano sentimiento “nosotros”) parece ser bastante débil. b) Apoyo a instituciones de la Unión Europea y valores básicos En cuanto a la dimensión vertical, las actitudes de los ciudadanos con respecto a su régimen político, las instituciones, los valores bá- sicos, etc., una mayoría de los ciudadanos de la Unión Europea (a veces pequeña) que apoya el proceso de integración en la Unión Europea, cree que su país se ha beneficiado de este proceso, consi- dera que la democracia funciona de manera adecuada en el ámbito de la Unión Europea, tienden a confiar en la Unión Europea como un todo y se sienten orgullosos de ser europeos (pero claramente menos que de ser nacionales…). Una mayoría relativa puede parecer pequeña, pero se debe consi- derar que desde la década de 1990, la confianza en las instituciones y los actores principales de los regímenes democráticos occidenta- les ha sufrido un serio declive. Si comparamos la confianza en ins- tituciones similares (Parlamento Europeo frente a los parlamentos nacionales, gobiernos nacionales frente al Consejo de la Unión Eu- ropea, administraciones nacionales frente a la Comisión Europea, los tribunales nacionales frente al Tribunal de Justicia Europeo), encontramos un crecimiento cada vez mayor de la confianza en las instituciones de la Unión Europea, en el fondo, debido a la dismi- nución de la confianza en las instituciones nacionales y sus princi- pales actores.

47 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 c) Carencia de espacio público europeo (Habermas) El espacio público está aún muy sectorizado por país. La opinión pública nacional no interactúa directamente ni entra en debate. Los medios de comunicación franceses realizan fuertes discusiones acer- ca de la política nacional y europea, pero se dirigen sólo al público francés, no a alemán, ni español, o cualquier otro. No hay escena- rio europeo para el debate público acerca de las opciones europeas básicas que enfrenta la gente. d) Los euro-partidos y las elecciones europeas se encuentran en se- gundo orden Las elecciones europeas son generalmente elecciones de segundo orden, afrontadas por los partidos nacionales sobre cuestiones na- cionales. (No sobre cuestiones sobre la Unión Europea en discu- sión). En comparación con los partidos en el ámbito nacional, los principales euro-partidos (Partido de los Socialistas Europeos, el Partido Popular Europeo, los Liberales y Reformistas, y el Grupo de los Verdes, Alianza Europea, son muy débiles desde el punto de vista organizacional, no logran crear cohesión ideológi- ca, no tienen liderazgo, no participan en la selección de candidatos para las elecciones de la Unión Europea, no tienen ninguna afilia- ción directa, y no ejercen casi influencia alguna sobre sus represen- tantes en la Comisión Europea y el Consejo de Europa. Básicamen- te, parecen sólo existir en el Parlamento Europeo, donde los miem- bros del Parlamento Europeo o la de las confederaciones de parti- dos políticos se sientan y frecuentemente votan por un grupo ideo- lógico y no por nacionalidad. III. La erosión desde la base Junto con la conciencia de que la vieja Nación-Estado era demasia- do pequeña para hacer frente a grandes problemas, existe un sentimien- to creciente de que la Nación-Estado es también demasiado grande para hacer frente a los pequeños problemas. “Descentralización” (y “planifi- cación”) se convirtió en el sinónimo de “buen gobierno” en los años 1960 y 1970 en Europa.

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A. La Regionalización a partir de la década de 1970 1. Planificación, descentralización y Estado del bienestar y economías mixtas Cuando la mayoría de los Estados europeos comenzaron a desa- rrollar el Estado del bienestar que aspiraba llevar sus beneficios a todos, vivieran donde vivieran, éstos empezaron a notar a fines de la década de 1950, que todavía había cinturones de pobreza y subdesarrollo socioeconómico geográficamente ubicados. Por lo tanto, muchos Esta- dos decidieron desarrollar programas específicos para el desarrollo de regiones rezagadas, a menudo, a través de la economía de planificación central (programas de desarrollo regional). Además, en varios países, el Estado unitario se fue debilitando ‘des- de abajo’ por el proceso de federalización de inspiración política (Ale- mania, Bélgica, Italia, España, Reino Unido), garantizando la autono- mía a comunidades específicas (España y el Reino Unido), federalismo a todas las regiones (Bélgica) y regionalismo (Francia, Italia). En térmi- nos relativos, el nivel regional ganó importancia como nivel político en relación con el Estado unitario. B. Movilización política regional. Partidos etno-regionales (ERPs) Estas diferentes formas de fortalecimiento del nivel regional estu- vieron acompañadas por la segunda ola de movilización política regio- nalista. Para algunos observadores, esta segunda ola proyectó estas nue- vas reformas hacia la descentralización, mientras que Newman (1994) sostiene que la creación de políticas regionales (por las Naciones-Esta- do), en lugar de la adopción de políticas de centralización desencadenó la ola de partidos etno-regionalistas en los años 1960 y 1970. Al mismo tiempo hubo un renacimiento cultural de los idiomas de las minorías, la literatura, la música y otras expresiones de la identidad regional. 1. Datos de Tronconi a) Tendencias generales El análisis comparativo de los partidos etno-regionales en Europa Occidental indica un aumento del éxito político regionalista en la déca- da de 1960 y 1970 en algunos países (Reino Unido, Bélgica, Francia, y España a fines del decenio de 1970 después de la democratización), mien-

49 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 tras que en varias regiones con partidos regionalistas tradicionalmente hegemónicos, su puntaje se mantuvo relativamente estable. (SVP, StVP, UV, N - IRL). En Cataluña, País Vasco, Flandes, la región de Bruselas, Tirol del Sur, y en Val d’Aosto y en el Norte de Italia, el Sur (de habla sueca) Finlandia, etc. el partido etno -regional se convirtió en el primer partido en sus regiones. Evolución Electoral de los partidos etno-regionalistas: por decenio

1950-1959 1960-1969 1970-1979 1980-1989 1990-2003

FDF 14,3 34,9 14,8 11,9 VB 2,3 14,2 VU 3,4 11,6 15,7 13,8 8,4 RW 6,9 14,3 3,1 SFP 18,8 15,1 12,0 11,9 11,5 UV 50,9 49,8 43,4 47,0 48,8 SVP 60,4 57,5 60,5 58,9 59,3 PSdAz 3,9 1,9 10,8 4,7 LN 0,7 17,9 BNG 2,9 13,1 EA 11,2 8,6 EE 7,1 8,5 HB 15,0 16,5 13,7 PNV 28,5 27,6 26,8 PAR 6,0 10,8 12,1 CiU 16,7 29,2 30,8 ERC 4,5 3,1 5,0 PA 10,9 3,7 3,5 CC 9,6 26,8 PC 2,5 4,4 10,3 6,6 10,4 SNP 0,5 3,7 20,3 12,9 21,3 SDLP 21,4 20,1 22,9 SF 12,2 15,9

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Estos partidos no sólo han tenido éxito en términos de la búsqueda de voto, también en términos de la búsqueda de la oficialidad lo que han realizado muy bien, ya sea a nivel del gobierno regional o nacional, so- bre todo teniendo en cuenta que su número de escaños en el parlamento nacional es con frecuencia muy escaso, debido al pequeño número de puestos asignados a su región en función de su tamaño. Partidos etno-regionalistas en el gobierno: Año de la primera participa- ción

Participación en el gobierno Participación en el gobierno nacional regional FDF 1977 1995 VU 1977 1999 LN 1994 1994 CiU [1996] 1980 PNV [1996] 1980 CC [1996] 1991 SFP 1946 RW 1974 PC [1974] SNP [1976] SVP 1949 UV 1949 PsdAz 1949 ERC 1984 EA 1986 EE 1986 PAR 1987 SDLP 1998 SF 1998 PA 2000 HB [1998] BNG 2005 VB

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En algunos países, la movilización de los partidos étno-regionalis- tas derivó en distintas formas de descentralización (protección de las culturas minoritarias, la regionalización, la autonomía, el federalismo) y, rara vez en separatismo pacífico, separación “terciopelo” de Checo - Eslovaquia, sino más bien casos violentos, como la antigua Yugoslavia. IV. La interrelación entre la erosión desde la cúspide y desde la base: Partidos Ethno-regionales, regionalización y políticas regionales de la Unión Europea El proceso de europeización es particularmente relevante para los partidos etno-regionalistas, tanto como hablar de problemas “propios” relacionados con el clivaje centro - periferia y de la división de las com- petencias político territoriales entre los niveles territoriales de toma de decisiones. La integración europea representa un proceso de centraliza- ción del proceso de toma de decisiones, que se esparce desde de las acti- vidades económicas vinculadas al rearme, hacia otros sectores de la políti- ca económica y monetaria, y, recientemente incluyendo aspectos de po- lítica exterior, la defensa y la seguridad interna. Visto desde la perspec- tiva de un proceso de transferencias de competencias del nivel nacional a un nivel superior, la integración europea constituye una ampliación del “déficit democrático” definido en términos de la distancia entre los que toman las decisiones y los beneficiarios de las políticas públicas. Esto también sucede en el plano regional de la toma de decisiones. Este proceso debería, lógicamente, ampliar la brecha entre las poblaciones regionales y de los beneficiarios de las políticas públicas por una parte y, por la otra, “Bruselas” el nuevo centro de toma de decisiones en rela- ción con las políticas relevantes para la población. a) Limitaciones de la Unión Europea a la movilización de los partidos etno-regionales La propia noción de soberanía política en Europa está siendo redefinida tomando en cuenta el desarrollo político e institucional en la actualidad. Históricamente, los padres fundadores de la integración europea fueron fuertemente anti-nacionalistas, en razón de que el na- cionalismo era considerado como la principal causa de la “Guerra Civil Europea” que se desarrolló de 1933 a 1945, Hobsbawm (1992). La Comunidad Europea del Carbón y el Acero intentó establecer la industria básica necesaria para el re-armamento (francés y alemán) bajo

52 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo control supranacional, en tanto que los recursos nucleares se agruparon en la Organización Europea de la Energía Atómica (Euratom). Como tal, la integración europea contribuyó a disminuir la soberanía del Esta- do nacional en sectores vitales. Por lo tanto, el enemigo tradicional de los nacionalistas periféricos, la Nación-Estado, cambió su naturaleza en el proceso de europeización. En este sentido, la ambición histórica de algunas regiones para con- vertirse en nuevas Naciones-Estado en el sentido clásico siglo XIX pue- de parecer anacrónica. Sin embargo, hay que considerar que el proceso de la integración europea y la ampliación de sus competencias asumien- do funciones tradicionales del Estado, pueden al mismo tiempo debili- tar los clásicos argumentos en contrario, Kleinstaaterei Hobsbawm (1992), y hacer que la búsqueda de la estatalidad sea más viable y atractiva. Desde algunos puntos de vista, el nuevo contexto institucional interna- cional ha sido, por un lado, una respuesta exitosa a la incapacidad de las Naciones-Estado de Europa Occidental para garantizar su seguridad fí- sica y económica permitiendo a las viejas Naciones-Estado sobrevivir y prosperar, Milward (1992), en tanto que, por otro lado, ha reducido los costos económicos y militares de la opción de “la independencia dentro de Europa”. La integración europea y la globalización de la economía cambian la naturaleza de la relación entre los centros y las periferias. En primer lugar, la ampliación de estas disparidades regionales y la ocurrencia de choques asimétricos no puede ya ser contrarrestada por la intervención pública: La política de competencia de la Union Europea prohíbe los subsidios estatales a sectores industriales en crisis concentrados en cier- tas regiones y el uso del déficit en los gastos y la manipulación de las tasas de interés han sido restringidos severamente por criterios conver- gentes de la Unión Monetaria Europea, De Grauwe (2000). A pesar de los esfuerzos en torno a la política de fondos estructurales de la Unión Europea, el presupuesto para la reducción de las d regionales sigue es- tando en promedio por debajo de 2% del producto interno bruto los estados miembros de la Unión Europea. Además, también podría agra- var aún más las disparidades territoriales y ubicar en la periferia a re- giones marginales. Así, no sólo sev pueden ir identificando fácilmente ganadores y perdedores regionales a medida que el proceso ensancha la brecha, sino que también la aparición de nuevos ganadores y nuevos perdedores puede alterar la relación entre los centros y las periferias.

53 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 b) Oportunidades para la movilización regionalista creadas por la Unión Europea El énfasis se coloca generalmente en los efectos positivos de una nueva política regional en el ámbito europeo. Europa ha invertido en políticas regionales que concuerdan con importantes ayudas económicas para las regiones más pobres. Estos pro- gramas han reforzado las regiones como niveles de toma de decisiones, incluso en Estados donde las regiones carecían de las competencias im- portantes. Keating (1998). Las políticas regionales de la Comisión Euro- pea requieren la participación no sólo de los aliados políticos (como los ejecutivos regionales y locales), sino también los grupos de interés para participar en la preparación y ejecución de políticas. Las regiones se ven así obligadas a constituirse como actores competentes para representar sus intereses regionales en Bruselas a través de una multitud de canales de acceso a la toma de decisiones de la Unión Europea (Comisión, Con- sejo, Parlamento, Comité de las Regiones y otras formas de cooperación entre regiones, ciudades, grupos de presión, etc.) Este modelo de toma de decisiones facilita o refuerza las redes políticas entre los actores polí- ticos, socio-económicos, administrativos, en el plano regional, así como en el inter-comunal, trans-regional y trans-fronterizo. La puesta en mar- cha de los principios de la subsidiariedad, que en un principio estaba destinada únicamente a regular la división de competencias entre la Unión Europea y los estados miembros, ha sido aprovechado por el Comité de las Regiones y otras plataformas regionales, para que sea aplicable también a la división de las competencias entre las regiones por una parte, y la Unión Europea así como las Naciones-Estado, por lo otra. Por último, a nivel simbólico, este proceso de toma de decisiones ha proyectado regiones y políticos regionales en la escena europea, pre- sentándolos como importantes participantes en el proceso de la política de la Unión Europea. Ello permite a los políticos regionales ganar crédi- to para atraer subsidios de la Unión Europea, incluso los que han llega- do, en cualquier caso, simplemente gracias a las normas relevantes de elegibilidad, Keating (1998). La integración europea implica una serie de desafíos políticos y constitucionales para las regiones con una amplia gama de facultades legislativas por dos razones: Primera, la Unión Europea menoscaba las

54 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo competencias en ámbitos políticos en manos de las regiones en los Esta- dos federales. Segunda, un nuevo efecto está surgiendo, en el que algu- nos Estados miembros son guardianes de las políticas europeas, provo- cando nuevas dificultades en el nivel nacional entre los centros y las periferias. La integración política europea ha proporcionado el espacio para superar las grandes disparidades de proyectos políticos sobre autono- mía, soberanía y descentralización. Las elecciones europeas (en las cua- les los partidos etno-reginalista funcionan mejor que en las elecciones nacionales) permitieron el establecimiento de una familia de partidos etno-regionalistas europeos alrededor del grupo de políticos de nivel medio que fueron enviados al Parlamento Europeo por esos partidos. Eso conduce al establecimiento de una doctrina ideológica relati- vamente coherente y de programas electorales por la Alianza Libre Eu- ropea que les ha permitido superar las grandes disparidades acerca de la descentralización, la autonomía, la soberanía y la independencia en los proyectos políticos V. Nuevos Desarrollos A. Ampliación a los países No-Rokkanite En los diez nuevos Estados miembros los partidos regionalistas no quedaron bien, y, en ocasiones, ni siquiera competieron (como un parti- do único) en las elecciones europeas. En Eslovaquia el Partido Federa- lista de Hungría compitió como parte del Partido de la Coalición Hún- gara, Magyar Koalíció Pártja (MKP), que es básicamente un partido con- servador cristiano centrado en los húngaros. La MKP obtuvo dos miem- bros del Parlamento Europeo que se incorporaron a la PPE. En Letonia, la parte étnica de Rusia para los Derechos Humanos en una Letonia Unificada (FHRUL) obtuvo un diputado del Parlamento Europeo, y está asociada a la Alianza Libre Europea (ALE) por membresía individual de su eurodiputado. Por lo tanto, los nuevos Estados miembros no se ajustan bien al mundo del clivaje centro – periferia (Rokkan y Urwin, 1982). Aparte de algunos problemas de la protección trans-fronteriza de las minorías (húngaros en territorios de la ex Imperio Austro-Húngaro, las minorías rusas en los Estados bálticos, y los territoriales dispersos) todos los actuales países de Europa Oriental y Central son “naciones

55 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 con un Estado”. Por lo tanto, sólo tres de los ciento doce puestos del Parlamento Europeo asignados a países en desarrollo, pueden ser consi- derados haber sido obtenidos por un partido autonomista, y de éstos sólo uno de ellos se ha sumado a la Alianza Libre Europea (EFA). De esta manera, también el desarrollo debilita seriamente la fuerza relativa de la EFA, con respecto a los demás euro-partidos. B. Las contradicciones del crecimiento Existe una creciente contradicción entre la falta de reconocimiento institucional de grandes regiones, como Cataluña, Escocia, Flandes, etc, y el pleno reconocimiento de pequeños Estados nacionales como los países bálticos, Malta y Chipre. La Asociación Financiera Europea (EFA) argumenta que “si la única garantía de existencia política en el ámbito europeo es la” estatalidad”, la única posibilidad que tienen las naciones sin Estado de ser reconocidas a nivel europeo será convertirse en esta- dos independientes en el marco de la Unión Europea”. En consecuencia, con el fin de evitar estrategias independistas en este sentido, la UE y sus Estados miembros tendrán que incorporar institucionalmente a las re- giones en su marco constitucional. La misma contradicción existe en relación con el pleno reconoci- miento de las lenguas de los nuevos pequeños Estados miembros, y la negativa a reconocer la lengua oficial de grandes regiones, hablado por millones de ciudadanos de la UE (como el catalán). Se espera que las nuevas naciones pequeñas con Estado sean más sensibles a las cuestiones de la supervivencia cultural de las pequeñas comunidades, por ejemplo respecto al uso de las lenguas de las mino- rías como lengua oficial de la Unión Europea y de las políticas de la Unión Europea con respecto a la liberalización de los mercados de la comunicación cultural. También aquí se espera que la Unión Europea tienda hacia el reconocimiento en ese sentido, lo que también propendería a mejorar la situación de estas lenguas minoritarias en su propio estado. C. Reducción de las políticas regionales de la vieja Europa La eliminación gradual de las ayudas estructurales a la mayoría de las regiones en Europa Occidental ciertamente socava esta emancipación de los actores regionales en la toma de decisiones de la Unión Europea.

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D. Globalización y erosión del Estado de Bienestar Nacional antes que el Estado de Bienestar de la Unión Europea E. Multiculturalismo e inmigración VI. Comparaciones con América Latina y Venezuela A. Reacciones contra la homogeneización 1. Derechos de los pueblos indígenas Amazónicos, Andinos, Afro-descendientes Las demandas de autonomía son una combinación del desarrollo cultu- ral, social y de determinadas regiones con alta concentración de pobla- ción indígena. 2. Federalismo Latinoamericano Zulia: Identidad regional en una rica provincia petrolera Bolivia: Región rica de Cochabamba (Capital Santa Cruz) reclama ma- yor autonomía México: Chiappas (región pobre). B. Intentos de integración regional 1. Integración Económica: Mercosur Argentina, Brasil, Uruguay, Para- guay, Venezuela (Asociado), Chile y otros candidatos (Bolivia, Perú) 2. Identidad Latinoamericana: Potencialmente más pronunciada que la identidad Europea. El sentimiento común de ser latinoamericanos es más fuerte que los siglos de oposición. 3. Los Medios de Comunicación: Telesur 4. Política Exterior: Distanciamiento frente a los Estados y la globalización. Elección de presidentes de izquierda y centro izquierda en rechazo al consenso neo- liberal de Washington. Para la izquierda gobernante en Europa (es decir, básicamente los social – demócratas, la mayoría de las veces en coalición con los partidos de centro o centro derecha), la globalización es aceptada fatalísticamente, desencantando a importantes segmentos de su electorado tradicional, que emigran a la extrema izquierda, o, más frecuentemente, a la extre-

57 Lieven De Winter Memoria Política Nº 11 / 2007 ma derecha (ej. el “chovinismo del bienestar” xenófobo presente en el discurso de la mayoría de los nuevos partidos de extrema derecha). 5. Integración más estrecha entre los Estado Bolivarianos Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela VI. Observaciones finales y puntos de discusión. Comparación Las Naciones-Estado Europeas, incluso aquellas de larga historia, se encuentran bajo la presión de la integración de la Unión Europea que produjo gran cantidad de transposiciones de estas directrices dentro de los ordenamientos jurídicos nacionales. Esto varía considerablemente entre los países y nunca ha llegado a la predicción del 80% de Delors. La mayoría de los países, incluidos los de Europa Central y Oriental así como los miembros más antiguos no alcanzarán ese nivel. Aparte de estas cuestiones de naturaleza política, existen otros puntos interesantes de comparación entre el caso venezolano y el belga: • El impacto de la corrupción sobre los recursos oficiales, la conducta de los partidos, los políticos, la politización de los servicios públicos, incen- tivos electorales de los ciudadanos (clientelismo), etc. • La forma cómo el gobierno hace frente al gigantesco déficit presu- puestario, y cómo esto afecta a la información de entre los políticos y la sociedad civil. ¿Cómo gobernar con un estado en quiebra? Bélgica regis- tró la mayor deuda pública de la Unión Europea (140% del Producto Nacional Bruto - PIB - en 1993) y en aquellos años 40% de los ingresos públicos se utilizaban para el pago de los intereses sobre esta deuda. Los criterios de la conversión de Maastricht pusieron en marcha econo- mías europeas lo suficientemente cerca como para lanzar una moneda común, el Euro. Ello requirió disminuir la deuda pública a 60% del PNB. Esta limitación presupuestaria se traduce evidentemente, en una reduc- ción de la legitimidad del sistema político. • La inclusión y la empoderación de los sectores más pobres de la socie- dad: los inmigrantes en Bélgica, las masas de pobres en Venezuela. • Las bondadades y los costos del consenso (los belgas) frente al estilo adversario/ mayoritario. (Chávez) de la política. • El modelo de convivencia entre diversos grupos étnicos: crisol racial,

58 La Crisis de la Nación -Estado en Europa: Entre integración regional y regionalismo multicultural, desarrollo de comunidades segregadas, asimilación a la cultura dominante, discriminación étnica. • El mantenimiento del Estado de Bienestar frente a las tendencias ideo- lógicas europeas de mercado competitivo (en lugar de procurar final- mente la construcción de una Europa social, sobre lo cual existe un gran consenso. • El empoderamiento de la mujer en la sociedad y la economía, así como en los cargos de elección (en Bélgica, desde las elecciones generales de 2003, el 35% de los miembros del parlamento son mujeres, mientras que 1995 era sólo 10%). • La capacidad de la reforma electoral para activar amplios cambios institucionales. Los Padres de la Democracia, Lijphart (1999) sugieren que los sistemas electorales son la principal fuente de la democracia cuan- do corresponde al tipo de consenso mayoritario como el tipo mayorita- rio de Westminster. ¿Cuáles son las lecciones prácticas, en términos de relación de causalidad entre la reforma institucional y electoral y los resultados del sistema electoral de partidos? (Bélgica: 5% dio lugar a la cartelización de los partidos más pequeños con los partidos políticos tradicionales, facilitando el reclamo de liderazgo gubernamental de al- gunos partidos. • El papel de la cultura política como fuente principal de diferenciación entre nuestros dos países. • Riesgos y oportunidades del papel de liderazgo en la integración re- gional. (El papel de Bélgica ha sido pro-activo y positivo desde el princi- pio, y esto probablemente ha producido resultados positivos, como la instalación en Bruselas de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, el Comité de las Regiones, etc., lo cual proporcio- na importantes ingresos a la Región de Bruselas). Cualquier paso hacia la unidad Bolivariana considerará seguramente a Caracas como sede para acoger estos nuevos organismos trans-nacionales. • Inversión de recursos de los países en programas para reducir las des- igualdades pronunciadas entre los diferentes niveles de ingresos y cate- gorías sociales.

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