Escritores Españoles En Los Estados Unidos
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
ESCRITORES ESPAÑOLES EN LOS ESTADOS UNIDOS Gerardo Piña-Rosales ACADEMIA NORTEAMERICANA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (Correspondiente de la Real Academia Española) 3 Título: Escritores españoles en los Estados Unidos © Gerardo Piña-Rosales (ed.) © Academia Norteamericana de la Lengua Española, Nueva York, 2007 www.anle.us ISBN 0-86515-034-6 Impreso en los Estados Unidos – Printed in the United States Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea fotoquímico, electrónico, magnético mecánico, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial 4 I N D I C E Presentación / 7 JOSÉ LUIS S. PONCE DE LEÓN / 15 ODÓN BETANZOS PALACIOS / 29 GONZALO NAVAJAS / 37 MANUEL MANTERO / 53 VÍCTOR FUENTES / 63 ANA MARÍA FAGUNDO / 89 EUGENIO FERNÁNDEZ GRANELL / 111 MANUEL DURÁN / 119 GERARDO PIÑA-ROSALES / 133 HILARIO BARRERO / 169 ROBERTO RUIZ / 181 DIONISIO CAÑAS / 193 CARLOS MELLIZO / 199 TINA ESCAJA / 215 PEDRO FERNÁNDEZ GIMÉNEZ / 223 CARLOS PERELLÓN / 229 SANTIAGO GARCÍA-CASTAÑÓN / 241 ELENA CASTEDO / 255 5 IGNACIO LÓPEZ-CALVO / 265 CARLOS VARO / 275 FERNANDO OPERÉ / 315 CARLOS ROJAS / 323 ALBERTO ACEREDA / 345 JESÚS TORRECILLA / 357 FRANCISCO ALVAREZ-KOKI / 371 JOSÉ FERRATER MORA / 379 MATILDE ALBERT ROBATTO / 419 6 ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA EN LOS ESTADOS UNIDOS (A MODO DE PRESENTACIÓN) os nuevos inquisidores lingüístIcos y literarIos suelen excluir a la literatura española del ámbIto de la llamada LL literatura latina en los Estados Unidos. ¿Será tal vez porque los españoles no hablamos español, lengua neolatina, como lo son también el italiano −más latinos que nadie−, los portugueses, los franceses, etc., etc.? ¿Será tal vez porque los españoles (que yo sepa) no hablamos latín, lengua que, hasta me da vergüenza confesar, estudié, con ahínco y bastante provecho, durante siete largos años, pero que no utilizo ni para rezar...? También es verdad que otros estudiosos de la literatura, desoyendo a esos críticos antiespañoles (por no decir hispanófobos) y latinófilos, han tenido el buen criterIo de considerar la literatura española en los Estados Unidos como parte indesgajable del corpus literarIo hispano, latino (o como se lo quiera llamar), creado a todo lo largo y ancho de la Unión Americana. Numerosísimas y variadas son las aportaciones de los pueblos hispánicos −en todos los campos del saber− a lo que hoy llamamos Estados Unidos de AmérIca. Desde Presencia española en los Estados Unidos, el libro ya clásico de Carlos. M. Fernández Shaw, donde se estudian las contribucIones de España en Norteamérica, hasta los estudios de Thomas Wyer, Alberto Moncada, Fausto Avendaño, Francisco Marcos Marín, sobre la vida de los hispanos en EE.UU., hemos ido constatando cuán verdadero y apropiado es el santo y seña de este país, E Pluribus Unum, pero también cuán frágil, cuán engañoso. El número creciente y la pujanza del hispano en unas tierras que por tradicIón e historia no pueden serle ajenas constituyen un fenómeno innegable de fuerza arrolladora. Esto explica las 7 olas xenófobas, antiinmigratorias, en el país, camuflada a veces tras la pálida máscara de movimientos con suspuestos fines lingüísticos, como el English Only, organización −o más bien secta− formada por una cáfila de torquemadianos hispanófobos que pretenden conseguir la oficialidad del inglés a todo lo largo y ancho de la UnIón. Para ser justos, reconozcamos que también en las ollas de la crítIca hispana cuecen habas (o frijoles). Debo confesar, a este respecto, mi asombro e Indignación cuando, recién aparecido el monumental Biographical Dictionary of Hispanic Literature in the United States, de Nicolás Kanellos, me apresté a consultarlo para cotejar cierta información sobre algunos de los escritores españoles residentes en los Estados Unidos ¡Brillaban por su ausencia! ¿Qué esotérico, qué arcano criterIo −me pregunté intrigado− habrá seguido Kanellos para ningunearnos de esa forma? Leí entonces en sus páginas introductorias que el diccionarIo aspiraba (y traduzco del inglés) a identificar «un corpus de escrItores que están firmemente enraizados en comunidades de considerable presencia hispana en los Estados UnIdos y cuyas obras son publicadas, distrIbuidas y estudiadas en español, inglés, o en ambos Idiomas en los Estados Unidos y Puerto Rico.» «¡Conque los españoles (y más de un escrItor hispanoamerIcano silenciado) no damos la talla suficiente para que, como «Hispanic», se nos otorgue la merced de figurar en el diccionario de marras!», exclamé un tanto mosqueado. Así están las cosas. Convendrán, querIdos lectores, en que intentar ofrecer una panorámica de la literatura española en los Estados Unidos, en estas páginas introductorias, es, a todas luces, una empresa que roza con lo quimérico. Podría elaborar una nómina, con sus comentarios pertinentes, de escritores españoles en Norteamérica, pero este corpus literario es tan vasto, tan complejo, tan variopinto, que la nómina, mucho me temo, habría de reducirse a una aséptica y plúmbea lista de nombres y títulos. Me lImitaré, pues, a trazar los parámetros que delimitan y definen a esa literatura, detenIéndome, a vuelatecla, en los escritores incluidos en esta antología. 8 Consciente de la provisionalidad de la siguiente divIsión y animado tan sólo por el prurito de ir desbrozando gaba en este campo tan feraz como inexplorado, yo dividiría la literatura española escrita en castellano por españoles residentes en los Estados Unidos, en cinco grandes perIodos: el primero de ellos comenzaría con una comedia escrIta, in situ, por Marcos Farfán de los Godos, y representada en los aledaños de El Paso, con ocasión de la toma de posesión del reino de Nuevo México por Juan de Oñate, el 30 de abril de 1598, y concluiría con la fundación de los Estados UnIdos en 1776; el segundo se extendería desde esas fechas hasta la Primera Guerra Mundial; el tercero llegaría hasta la Guerra Civil española y el penoso exilio que esta provocara; el cuarto perIodo podría divIdirse a su vez en dos fases: una, que alcanzaría hasta los años cincuenta, en los que se produjo el llamado «último exilio» (y que yo prefiero llamar emigración intelectual o fuga de cerebros), y la otra, hasta 1977, año de la disolucIón del Gobierno Republicano en el exilio; el quinto y, por ahora, último perIodo llegaría hasta nuestros días. Después de la Guerra Civil española (incivil, internacional) sobrevino en el país un éxodo de grandes y graves consecuencias. Por razones naturales de afinidad cultural y lingüístIca, la mayoría de los escrItores españoles del éxodo y del llanto brujuleó hacia países hispanoamericanos, muy especialmente, México, centro de gravedad espirItual y material del transtierro. Algunos de ellos, tras pasar varios años en tierras hispanoamericanas, acabaron afincándose en los Estados UnIdos. Este es el caso Eugenio F. Granell, José Ferrater Mora, Manuel Durán, Roberto RuIz y Elena Castedo. Eugenio Fernández Granell tuvo la amabilidad de enviarme, para que lo incluyera en esta antología, un cuento inédito, «Viaje de ida y vuelta», que, como todos los suyos, se inserta en los parámetros de un surrealismo muy personal, impregnado de humor y socarronería. No es aún suficientemente conocida la obra de ficción del filósofo José Ferrater Mora. De su libro Mujeres al borde de la leyenda, he elegido el cuento ―Entrevista con Eva‖, donde se 9 conjugan admirablemente la comicidad y la ironía, en una prosa ágil y precisa. Conocidísimo por sus estudios crítIcos, Manuel Durán es, ante todo, poeta. De su última produccIón poétIca, reproduzco algunos de sus ―Poemas gnósticos‖, inquietantes y profundos. De Roberto Ruiz, el autor de esa gran novela que es Paraíso cerrado, cielo abierto, presento en esta ocasión un cuento inédito, ―La profesión‖, de léxico troquelado en escritura serena, a veces desapasionada, en busca ante todo de la depuración de superfluos lastres retóricos, y con una temática de signo social. El cuento de Elena Castedo, ―El verdadero Quijote‖, es una divertida parodia de la vida académica, tan frecuentemente plagada de rencillas y pedanterías. Durante los años 50 y 60, debido a la desastrosa situación económica y pobreza cultural española, se produjo en el país una grave emigración intelectual o fuga de cerebros. Entre los poetas y narradores que abandonaron aquella triste y achabacanada España −además de Germán Bleiberg, Ildefonso- Manuel Gil, Angel González y otros− se encontraban Carlos Rojas, Manuel Mantero, José Luis S. Ponce de León, Odón Betanzos Palacios, Víctor Fuentes, Ana María Fagundo, Pedro Fernández Giménez, Carlos Varo, Matilde Albert Robatto. Carlos Rojas, maestro de la novela hIstórIca −o tal vez mejor, de la recreación histórIca− nos brinda ―Alfonso de Borbón habló con el demonio‖, texto singular en que se contrapuntean con gran pericia la hIstoria y la anécdota novelística. Manuel Mantero es, sin duda, uno de los grandes poetas de posguerra. Basten, como botón de muestra, algunos de sus últimos poemas, ejemplos del difícil equilibrIo entre la voz poética, intimista y asordinada, y un lenguaje salpicado de referencias culturales, desde las mitológicas hastas las históricas. De las dos novelas publIcadas hasta ahora por José Luis S. Ponce de León, La seducción de Hernán Cortés y El Hombre de los Gatos, he seleccIonado el primer capítulo de La seducción…, novela compleja, experimental, de variados recursos 10 lingüísticos