NLR116/117: Alemania Redividida
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NEW LEFT REVIEW 116/117 SEGUNDA ÉPOCA mayo - agosto 2019 ARTÍCULOS Matteo Pucciarelli Salvini en alza 11 Evgeny Morozov ¿Socialismo digital? 35 Jóvenes Pioneros Manifiesto del 4 de mayo 75 Stathis Kouvelakis La insurgencia francesa 81 Christine Buchholz Alemania redividida 91 Simposio del dsa La nueva izquierda estadounidense 125 Emma Fajgenbaum El cine como desasosiego 151 Joseph North Respuesta a Mulhern 177 Mary Mellor Una propuesta ecofeminista 207 CRÍTICA Cédric Durand La sala de mando de la crisis 221 Michael Rustin Brexitannia 235 Jan Breman La sombra del desarrollo 246 Grey Anderson El general 253 WWW.NEWLEFTREVIEW.ES © New Left Review Ltd., 2000 Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0) INSTITUTO tds DEMOCRACIA SUSCRÍBETE Nuevas masas, nuevos medios — 23 christine buchholz ALEMANIA REDIVIDIDA Fuistes una de las fundadoras de Die Linke, eres miembro del Bundestag desde 2009 y representante del partido en el comité de defensa parlamentario, ade- más de desempeñar un papel activo en campañas antirracistas. Nos gustaría hablar contigo sobre la actual coyuntura política en Alemania, la irrupción de la nueva derecha y la situación de la izquierda. Pero antes, ¿podrías contar- nos un poco sobre tu formación, cómo llegaste a unirte a Die Linke? Cumplí dieciocho años en 1989 y mi educación política estuvo fuerte- mente influida por los acontecimientos acaecidos ese año en Alemania y luego por el movimiento contra la Guerra del Golfo de 1991. Vengo de Hamburgo y estudié allí en la universidad. Estuve activa en la política estudiantil desde principios de la década de 1990, especialmente en el trabajo contra la guerra y la solidaridad internacional. Participé en un pequeño grupo socialista llamado Linksruck, que trabajaba en las juven- tudes del spd. A principios de la década de 1990 también se produjo en Alemania el aumento del racismo de extrema derecha y no solo en el Este. Hubo ataques incendiarios contra las casas de inmigrantes turcos en Mölln y Solingen en el Oeste, en las que murieron quemadas algu- nas mujeres. Entre la gente de mi generación se entendía que aquélla era una forma de neonazismo y que teníamos que pronunciarnos frente a ella. Hubo una gran movilización, con vigilias a la luz de las velas. Acudieron incluso mis padres –aquélla era la primera vez que habían estado en una manifestación– para mostrar su solidaridad con los inmi- grantes. Así que participé activamente en luchas antirracistas y en la lucha por proteger la tolerante ley de asilo que la derecha estaba tratando de restringir. new left review 116/117 may ago 2019 107 108 nlr 116/117 La victoria del spd y los Verdes en las elecciones de 1998 fue un momento de grandes esperanzas para nosotros. Fue una conmoción para los izquier- distas de ambos partidos cuando el gobierno roji-verde involucró al país en la guerra de 1999 en Yugoslavia. No recuerdo exactamente cuándo devolví mi carnet al spd, pero comencé a relacionarme con attac, el movimiento antiglobalización y los Foros Sociales Europeos. Luego, en 2003, se produjo el ataque de Schröder contra los derechos laborales y el Estado del bienestar conocido como Agenda 2010, que incluía el paquete de legislación propuesto por el ministro Hartz. Aquello supuso un punto de inflexión; en cierto modo, supuso una liberación para muchos mili- tantes sindicales y del spd, que ahora se apartaron de la influencia de la dirección del partido. Se produjeron enormes manifestaciones de trabaja- dores: primero decenas de miles, luego cien mil manifestantes salieron a las calles en noviembre de 2003 en Berlín y en abril de 2004 medio millón se manifestaron en diferentes ciudades de todo el país. ¿Hasta qué punto fue importante ese movimiento para la formación de Die Linke? Fue crucial. Entre nosotros –había sindicalistas de ig Metall y de ver.di, el sindicato de los empleados administrativos, además de izquierdistas del spd, intelectuales, simpatizantes de attac y militantes de otros movimien- tos– se empezó a hablar de la creación de una nueva formación electoral para presentarla como alternativa al spd. Lanzamos el wasg1 al cabo de un par de meses para participar en las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia de 2005. El pds también participaba en las elecciones2. Era el sucesor del sed, el partido gobernante en la República Democrática Alemana, que había roto con el estalinismo adoptando una agenda refor- mista de izquierda. Ninguno de los dos partidos logró superar el umbral del 5 por 100 de los votos y estaba claro que los dos grupos debían trabajar juntos en lugar de dividir el voto de izquierda. El pds tenía tan solo unos pocos grupos activos en las ciudades de Alemania Occidental, si bien estaba profundamente arraigado en el Este. Comenzamos las conversaciones sobre la redacción de un programa común y sobre diferentes aspectos del trabajo del partido. Yo estaba en el grupo de trabajo para asuntos internacio- nales, así como en el grupo del programa. Cuando Schröder convocó a las elecciones para el Bundestag en 2005 tras perder las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, confecionamos listas electorales conjuntas y obtuvimos cincuenta y cuatro escaños, que representaban el 8,7 por 100 de los votos. 1 wasg: Wahlalternative-Arbeit und soziale Gerechtigkeit [Voto alternativo-Justicia Laboral y Social]. 2 Partido del Socialismo Democrático. buchholz: Alemania 109 Die Linke se fundó formalmente en la conferencia celebrada en Erfurt en junio de 2007. El Programa de Erfurt estableció las líneas rojas del par- tido sobre la formación de coaliciones: no entraríamos en un gobierno que privatizara empresas, eliminara empleos o servicios sociales o par- ticipara en guerras. Esto fue vital, porque ya había surgido un conflicto sobre el papel que desempeñaba el pds en el parlamento regional de Berlín, dado que formaba parte de una coalición de gobierno con el spd que promovía una serie de privatizaciones y medidas de austeridad, muy similares a las impuestas por el gobierno roji-verde contra el que se formó Die Linke. Debido a ello, una sección del wasg de Berlín se negó a fusionarse con el pds local. Mi opinión era que también debíamos unir fuerzas en Berlín, porque era un proyecto nacional, pero estaba firme- mente en contra de que Die Linke participara en el gobierno regional. Esa experiencia hizo que fuera aún más importante tener esa cláusula en el programa que Oskar Lafontaine ayudó crucialmente a redactar en aquel momento. Pero en cualquier caso deberíamos haber efectuado ese debate como partido dotado de una orientación electoral. En el nuevo partido, el peso infraestructural de los antiguos militantes del pds (funcionarios, personal del partido) superaba con creces al de los pertenecien- tes a wasg, ¿no es así? Sí, pero el grupo de trabajo conjunto acordó que los candidatos parlamen- tarios debían ser seleccionados por partes iguales entre los provenientes del pds o de wasg y ello a escala nacional sin importar de dónde vinie- ran o dónde vivieran, lo que ayudó a nivelar las cosas. También tenemos una estructura de liderazgo dual Este-Oeste: primero Lothar Bisky y Oskar Lafontaine como copresidentes, y ahora Katja Kipping y Bernd Riexinger. El hecho de que se reconozca a diversas agrupaciones y plataformas inter- nas dentro del partido da espacio a diferentes corrientes horizontales. El doble sistema electoral alemán ha favorecido a nuestros activistas y sindicalistas en el parlamento. La mitad de los miembros del Bundestag son elegidos como candidatos de «primer voto» en cada circunscripción de los dieciséis estados federales; luego sus filas se completan, de forma proporcional al resultado, con los candidatos del «segundo voto» de las listas regionales de los partidos. Y como Die Linke tiene una fuerte cuota de género, todos los demás escaños (el primero, el tercero, el quinto y así sucesivamente) son ocupados por una mujer. En mi caso, me mudé a Berlín, donde trabajaba como investigadora para el grupo wasg en el 110 nlr 116/117 Bundestag al tiempo que también participaba activamente en el movi- miento contra la guerra, que tradicionalmente ha tenido una base sólida alrededor de Frankfurt, en el estado federal de Hesse. En las elecciones de 2009 fui elegida como candidata por los delegados de Die Linke de Hesse. En esas elecciones, Die Linke obtuvo su mejor resultado hasta el momento, cosechando el 11,9 por 100 de los votos, lo cual supuso la obtención de setenta y seis escaños en aquella ocasión. Así que entré a formar parte del Bundestag. Desde entonces he estado comprometida en tres frentes. El primero es el definido por la política de movimiento consistente inicialmente en las campañas contra la guerra y, ahora, en el movimiento antirracista y antifascista, en particular, en Aufstehen gegen Rassismus [En pie contra el racismo]. En el segundo frente me ocupo del trabajo de partido, construyendo Die Linke y tratando de llevarlo en la dirección correcta. En tercer lugar, participo en la política parlamentaria. Una paradoja de la política alemana durante la era de Merkel fue que los partidos de «izquierda», ampliamente definidos, obtuvieron una mayoría electoral en 2005 y nuevamente en 2013. El voto combinado del spd, Die Linke y los Verdes fue tal que el spd podría haber liderado una coalición roji- roji-verde, inclinando la respuesta de la Eurozona a la crisis en una dirección más igualitaria. Los líderes del spd han preferido en cambio, en repetidas ocasiones (en 2005, 2013, 2017) formar una «gran coalición» con la cdu de Merkel a pesar de que el partido ha sido castigado por ello por el electorado, y su porcentaje de votos ha caído del 34 al 20 por 100. Mientras tanto, la eurozona ha estado sometida a Merkel y Schäuble a la imposición del ratio deuda/pib y la austeridad continental.