new Left review 116/117 segunda época mayo - agosto 2019

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christine buchholz

ALEMANIA REDIVIDIDA

Fuistes una de las fundadoras de Die Linke, eres miembro del desde 2009 y representante del partido en el comité de defensa parlamentario, ade- más de desempeñar un papel activo en campañas antirracistas. Nos gustaría hablar contigo sobre la actual coyuntura política en Alemania, la irrupción de la nueva derecha y la situación de la izquierda. Pero antes, ¿podrías contar- nos un poco sobre tu formación, cómo llegaste a unirte a Die Linke?

Cumplí dieciocho años en 1989 y mi educación política estuvo fuerte- mente influida por los acontecimientos acaecidos ese año en Alemania y luego por el movimiento contra la Guerra del Golfo de 1991. Vengo de Hamburgo y estudié allí en la universidad. Estuve activa en la política estudiantil desde principios de la década de 1990, especialmente en el trabajo contra la guerra y la solidaridad internacional. Participé en un pequeño grupo socialista llamado , que trabajaba en las juven- tudes del spd. A principios de la década de 1990 también se produjo en Alemania el aumento del racismo de extrema derecha y no solo en el Este. Hubo ataques incendiarios contra las casas de inmigrantes turcos en Mölln y Solingen en el Oeste, en las que murieron quemadas algu- nas mujeres. Entre la gente de mi generación se entendía que aquélla era una forma de neonazismo y que teníamos que pronunciarnos frente a ella. Hubo una gran movilización, con vigilias a la luz de las velas. Acudieron incluso mis padres –aquélla era la primera vez que habían estado en una manifestación– para mostrar su solidaridad con los inmi- grantes. Así que participé activamente en luchas antirracistas y en la lucha por proteger la tolerante ley de asilo que la derecha estaba tratando de restringir.

new left review 116/117 may ago 2019 107 108 nlr 116/117 La victoria del spd y los Verdes en las elecciones de 1998 fue un momento de grandes esperanzas para nosotros. Fue una conmoción para los izquier- distas de ambos partidos cuando el gobierno roji-verde involucró al país en la guerra de 1999 en Yugoslavia. No recuerdo exactamente cuándo devolví mi carnet al spd, pero comencé a relacionarme con attac, el movimiento antiglobalización y los Foros Sociales Europeos. Luego, en 2003, se produjo el ataque de Schröder contra los derechos laborales y el Estado del bienestar conocido como Agenda 2010, que incluía el paquete de legislación propuesto por el ministro Hartz. Aquello supuso un punto de inflexión; en cierto modo, supuso una liberación para muchos mili- tantes sindicales y del spd, que ahora se apartaron de la influencia de la dirección del partido. Se produjeron enormes manifestaciones de trabaja- dores: primero decenas de miles, luego cien mil manifestantes salieron a las calles en noviembre de 2003 en Berlín y en abril de 2004 medio millón se manifestaron en diferentes ciudades de todo el país.

¿Hasta qué punto fue importante ese movimiento para la formación de Die Linke?

Fue crucial. Entre nosotros –había sindicalistas de ig Metall y de ver.di, el sindicato de los empleados administrativos, además de izquierdistas del spd, intelectuales, simpatizantes de attac y militantes de otros movimien- tos– se empezó a hablar de la creación de una nueva formación electoral para presentarla como alternativa al spd. Lanzamos el wasg1 al cabo de un par de meses para participar en las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia de 2005. El pds también participaba en las elecciones2. Era el sucesor del sed, el partido gobernante en la República Democrática Alemana, que había roto con el estalinismo adoptando una agenda refor- mista de izquierda. Ninguno de los dos partidos logró superar el umbral del 5 por 100 de los votos y estaba claro que los dos grupos debían trabajar juntos en lugar de dividir el voto de izquierda. El pds tenía tan solo unos pocos grupos activos en las ciudades de Alemania Occidental, si bien estaba profundamente arraigado en el Este. Comenzamos las conversaciones sobre la redacción de un programa común y sobre diferentes aspectos del trabajo del partido. Yo estaba en el grupo de trabajo para asuntos internacio- nales, así como en el grupo del programa. Cuando Schröder convocó a las elecciones para el Bundestag en 2005 tras perder las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, confecionamos listas electorales conjuntas y obtuvimos cincuenta y cuatro escaños, que representaban el 8,7 por 100 de los votos.

1 wasg: Wahlalternative-Arbeit und soziale Gerechtigkeit [Voto alternativo-Justicia Laboral y Social]. 2 Partido del Socialismo Democrático. buchholz: Alemania 109 Die Linke se fundó formalmente en la conferencia celebrada en Erfurt en junio de 2007. El Programa de Erfurt estableció las líneas rojas del par- tido sobre la formación de coaliciones: no entraríamos en un gobierno que privatizara empresas, eliminara empleos o servicios sociales o par- ticipara en guerras. Esto fue vital, porque ya había surgido un conflicto sobre el papel que desempeñaba el pds en el parlamento regional de Berlín, dado que formaba parte de una coalición de gobierno con el spd que promovía una serie de privatizaciones y medidas de austeridad, muy similares a las impuestas por el gobierno roji-verde contra el que se formó Die Linke. Debido a ello, una sección del wasg de Berlín se negó a fusionarse con el pds local. Mi opinión era que también debíamos unir fuerzas en Berlín, porque era un proyecto nacional, pero estaba firme- mente en contra de que Die Linke participara en el gobierno regional. Esa experiencia hizo que fuera aún más importante tener esa cláusula en el programa que ayudó crucialmente a redactar en aquel momento. Pero en cualquier caso deberíamos haber efectuado ese debate como partido dotado de una orientación electoral.

En el nuevo partido, el peso infraestructural de los antiguos militantes del pds (funcionarios, personal del partido) superaba con creces al de los pertenecien- tes a wasg, ¿no es así?

Sí, pero el grupo de trabajo conjunto acordó que los candidatos parlamen- tarios debían ser seleccionados por partes iguales entre los provenientes del pds o de wasg y ello a escala nacional sin importar de dónde vinie- ran o dónde vivieran, lo que ayudó a nivelar las cosas. También tenemos una estructura de liderazgo dual Este-Oeste: primero Lothar Bisky y Oskar Lafontaine como copresidentes, y ahora y . El hecho de que se reconozca a diversas agrupaciones y plataformas inter- nas dentro del partido da espacio a diferentes corrientes horizontales.

El doble sistema electoral alemán ha favorecido a nuestros activistas y sindicalistas en el parlamento. La mitad de los miembros del Bundestag son elegidos como candidatos de «primer voto» en cada circunscripción de los dieciséis estados federales; luego sus filas se completan, de forma proporcional al resultado, con los candidatos del «segundo voto» de las listas regionales de los partidos. Y como Die Linke tiene una fuerte cuota de género, todos los demás escaños (el primero, el tercero, el quinto y así sucesivamente) son ocupados por una mujer. En mi caso, me mudé a Berlín, donde trabajaba como investigadora para el grupo wasg en el 110 nlr 116/117 Bundestag al tiempo que también participaba activamente en el movi- miento contra la guerra, que tradicionalmente ha tenido una base sólida alrededor de Frankfurt, en el estado federal de Hesse. En las elecciones de 2009 fui elegida como candidata por los delegados de Die Linke de Hesse. En esas elecciones, Die Linke obtuvo su mejor resultado hasta el momento, cosechando el 11,9 por 100 de los votos, lo cual supuso la obtención de setenta y seis escaños en aquella ocasión. Así que entré a formar parte del Bundestag. Desde entonces he estado comprometida en tres frentes. El primero es el definido por la política de movimiento consistente inicialmente en las campañas contra la guerra y, ahora, en el movimiento antirracista y antifascista, en particular, en Aufstehen gegen Rassismus [En pie contra el racismo]. En el segundo frente me ocupo del trabajo de partido, construyendo Die Linke y tratando de llevarlo en la dirección correcta. En tercer lugar, participo en la política parlamentaria.

Una paradoja de la política alemana durante la era de Merkel fue que los partidos de «izquierda», ampliamente definidos, obtuvieron una mayoría electoral en 2005 y nuevamente en 2013. El voto combinado del spd, Die Linke y los Verdes fue tal que el spd podría haber liderado una coalición roji- roji-verde, inclinando la respuesta de la Eurozona a la crisis en una dirección más igualitaria. Los líderes del spd han preferido en cambio, en repetidas ocasiones (en 2005, 2013, 2017) formar una «gran coalición» con la cdu de Merkel a pesar de que el partido ha sido castigado por ello por el electorado, y su porcentaje de votos ha caído del 34 al 20 por 100. Mientras tanto, la eurozona ha estado sometida a Merkel y Schäuble a la imposición del ratio deuda/pib y la austeridad continental. ¿Cómo explicas la trayectoria autodestructiva del spd, su compromiso absoluto con una gran coalición con los democristianos y su negativa a considerar una alianza roji-roja o roji-roji-verde?

El spd está tan estrechamente vinculado a las políticas neoliberales y, más aún, a las políticas exteriores neoimperiales, que prefiere marchitarse antes que romper con ellas. Se hundió al 14 por 100 en las encuestas de finales de 2018 y ahora está solo unos puntos por encima de ese porcentaje. Evidentemente, ha habido grandes batallas internas. En 2017 los Jóvenes Socialistas lideraron una campaña «No GroKo» contra el último acuerdo con Merkel, argumentando que era imposible para el spd reinventarse mientras gobernaba como parte de la Große Koalition. Pero los líderes no se atreven a contemplar un nuevo enfoque. En el cuarto gobierno de Merkel, los ministros del spd han tratado de impulsar algunas reformas: el control de la renta, un salario mínimo, restricciones al empleo a tiempo parcial... Pero hay tantas lagunas y exenciones que no han funcionado. buchholz: Alemania 111 Un factor más importante que la ideología neoliberal que los vincula a la cdu podría ser su anticomunismo, profundamente arraigado en el código genético del spd. Este es también un problema importante para la cultura política alemana en su conjunto. ¿Es algo que encuentras también cuando haces campaña en un lugar como Hesse?

Todavía es un factor, aunque según mi experiencia se está haciendo menos relevante sobre el terreno. En Hesse es posible que Die Linke no esté tan bien establecida como los demás partidos, pero todos nos conocen; llevamos en el parlamento más de una década y el partido está conectado con diversas luchas locales: contra la ampliación del aero- puerto de Frankfurt, la privatización de los hospitales, la imposición del ratio deuda/pib, etcétera. Pero para la nueva generación de líderes del spd, como para los Verdes, la retórica de la Guerra Fría importa menos que la expansión del papel neoimperial de Alemania mediante el envío de la Bundeswehr al exterior, como hicieron en la guerra de la otan en Yugoslavia en 1999. No creo que abandonen fácilmente esa posición. El spd y los Verdes han optado por apoyar la política de la clase dominante alemana, convirtiendo a la Bundeswehr en una fuerza intervencionista.

¿Cómo ha cambiado el panorama socioeconómico de Alemania durante este periodo? A veces se piensa que el neoliberalismo ha sido más sigiloso que en otros países europeos.

Los cambios han sido profundos. El primer proceso importante con- sistió en la desindustrialización del Este, que fue, al mismo tiempo, muy provechosa para el capital de Alemania Occidental, que se apropió de los activos rentables al tiempo que eliminaba la competencia. Hay que decir que los sindicatos y la izquierda de Alemania Occidental se esforzaron muy poco para resistir la demolición de los derechos de los trabajadores en la antigua rda. Se mostraron realmente ignoran- tes o escépticos acerca de la clase obrera germano-oriental, que tenía grandes esperanzas en la reunificación, y por supuesto también tenían sus propios problemas, reivindicaciones e intereses. Muchos se vie- ron empujados hacia Kohl y el «país floreciente» que prometió, lo que acabó significando la apropiación por parte de Alemania Occidental y la desindustrialización de los territorios de la antigua rda. La tasa de pobreza es mucho mayor en el Este; los salarios y las pensiones son más bajos. Se puede constatar la antigua frontera en cualquier mapa de la pobreza, el desempleo y demás indicadores sociales. El panorama 112 nlr 116/117 socioeconómico sigue siendo diferente allí. Es importante recordar esto si queremos entender lo que está sucediendo políticamente en el Este, con el surgimiento de la nueva derecha.

El segundo cambio decisivo se produjo con las reformas del mercado laboral puestas en marcha por la Agenda 2010 de Schröder, que divi- dieron a la fuerza de trabajo, creando nuevos estratos de trabajadores precarios y a tiempo parcial, incluso en sectores centrales como la indus- tria automovilística, y produjeron una caída en los salarios reales. La inseguridad dentro del sector profesional también está creciendo. En este momento hay grandes luchas en las universidades, donde los nue- vos profesores sufren la sucesión de contratos anuales. El crecimiento y el aumento de los precios inmobiliarios se ha concentrado en las regio- nes más prósperas (Baviera, Baden-Württemberg, zonas de Berlín), mientras que las antiguas regiones industriales han sido duramente gol- peadas. En la cuenca del Ruhr, los antiguos distritos mineros del carbón, los indicadores sociales son similares a los de las regiones orientales.

¿Se ha visto también la aparición de nuevos ricos?

Hasta cierto punto: tipos como Friedrich Merz, que forma parte de la junta directiva del gigante de las inversiones Black Rock, y que perdió por poco la elección del liderazgo en la cdu en diciembre pasado. Pero tal vez haya menos ostentación que en la época de Schröder, que siempre estaba ansioso por demostrar lo cerca que estaba de la elite empresarial: los Genosse der Bosse [camaradas de los jefes], fumando su puro. Hoy día no quieren que sea tan obvio, pero su proyecto es lo suficientemente claro: los ricos pagan cada vez menos en impuestos, el resto paga cada vez más.

¿Cómo describirías el impacto de la crisis económica en Alemania?

De acuerdo con los criterios estándar, la economía ha funcionado mejor que en la mayoría de los países de la eurozona y, en cierta medida, ha crecido a su costa. Hubo un paquete de recortes en 2011, pero en general la coalición de Merkel no ha tenido que llevar a cabo un ataque con- tra la clase trabajadora, dado que Schröder ya lo había hecho. Pero las políticas neoliberales acumuladas de los últimos veinte años, en particu- lar la privatización del servicio de salud y de las pensiones, han creado una desafección generalizada. En el sector sanitario ha habido una serie de huelgas, no solo por los salarios, sino también para reivindicar la buchholz: Alemania 113 contratación de más personal, porque la situación se está volviendo inso- portable, tanto para los pacientes como para el personal.

Las cosas también se han vuelto mucho más difíciles para las pequeñas empresas. El número de quiebras se ha disparado desde la crisis: de 42.000 durante la década anterior a 2010, a 186.000 desde entonces. Se ha acuñado una nueva expresión: el Wutbürger, la clase media enfure- cida, un estrato pequeñoburgués que rompe con la coalición de Merkel y con los partidos tradicionales. Su cólera se ha fusionado con un dis- curso antiinmigrante preexistente, simbolizado por el texto Deutschland Schafft Sich Ab [Alemania se suprime a sí misma] de Thilo Sarrazin, un panfleto racista que culpa de los problemas del país a los pobres, a los inmigrantes y a los musulmanes. Así que la crisis no solo afectó a la clase trabajadora y a los pobres, sino también a este segmento de la sociedad.

El espectacular ascenso de Alternative für Deutschland ha transformado la escena política en Alemania desde 2013. Con noventa y cuatro escaños en el Bundestag, ahora constituye la oposición oficial al gobierno cdu-spd en el parlamento. Al igual que en el caso de Die Linke, los baluartes electorales de afd se encuentran en las regiones orientales. ¿Ha erosionado esto la base electoral de Die Linke allí?

Un poco, pero en general el apoyo a Die Linke ha aumentado desde 2013: un número creciente de votantes en el Oeste ha compensado con mucho la caída entre los votantes de mayor edad en el Este. Allí, diría yo, el declive del voto para Die Linke está relacionado con el historial del partido en el gobierno regional de Brandeburgo y Turingia. Pero afd ha atraído sobre todo a los votantes de la cdu desilusionados, creando una lenta crisis política del centro-derecha. El apoyo a Die Linke cayó entre cuatro y seis puntos en los Länder orientales en 2017, pero el voto a la cdu se redujo en dieciséis puntos en Sajonia y en diez en Turingia y Mecklenburgo-Pomerania Occidental. El principal impacto de afd ha sido el desplazamiento a la derecha de la cdu y la csu. Horst Seehofer, el líder de la csu, asumió el eslogan de afd: «El islam no es acorde con Alemania» y amenazó con demandar a Merkel ante el Tribunal Constitucional por su política migratoria, exigiendo fronteras más duras y más deportaciones después de la agresión a mujeres en la estación de Colonia en la víspera del Año Nuevo de 2015. Luego comenzó a reivindi- car que el derecho de asilo se restringiera a doscientos mil inmigrantes 114 nlr 116/117 por año. Por débil que sea, el derecho de asilo no permite un límite numérico, pero él lo consiguió. En 2018 Merkel lo nombró ministro del Interior, con la aprobación del spd. Otra señal de los tiempos: el gobierno ha cambiado el nombre de este Ministerio, que ha pasado a denominarse Ministerio de Interior y Patria [Heimat]. La campaña electoral regional de la csu en Baviera en octubre de 2018 fue extrema- damente derechista, utilizando todos los tropos de afd, sin que eso le sirviera de mucho: la csu cayó diez puntos y el voto de derechas pasó a afd, porque es más «real».

Merkel también se ha desplazado a la derecha. La crítica de la csu de que es «demasiado socialdemócrata» siempre ha sido errónea: de hecho, es simplemente una oportunista. En el apogeo de la crisis de los migrantes sirios en 2015, estaba bajo presión para ofrecer una política de puertas abiertas debido al apoyo generalizado a los refugiados y una Willkommenskultur [cultura de la bienvenida] presente, especialmente, en los medios de comunicación. También quería darle a Alemania un aspecto más «acogedor» como país líder de la ue, después de la línea dura que había impuesto a Grecia. Tan pronto como se vio presionada desde la otra parte –desde afd, la csu y la derecha de su propio partido–, cambió de rumbo. Pagó al gobierno autoritario de Erdogan para man- tener a los refugiados lejos de la frontera sureste de Europa. Cerró las fronteras y atacó a los solicitantes de asilo. Ha sido una fuerza impulsora en la ue del modelo Europa Fortaleza. Sin embargo, la cdu permanece profundamente dividida. La oposición interna del partido ha obligado a Merkel a anunciar una fecha de retiro antes de las próximas elecciones generales y la votación para escoger a su sucesora, Annegret Kramp- Karrenbauer, elegida a dedo por ella misma, fue muy escasa para un líder del partido: 52/48. Así que el impacto más disruptivo de afd se ha producido en la derecha.

Cuando surgió afd en 2013, su objeto de interés principal pareció ser la crisis de la eurozona y, en particular, la oposición al rescate de Grecia: el racismo no parecía ser su prioridad en aquel momento. ¿O era solo una cobertura?

El elemento euroescéptico estaba allí desde el principio: un grupo de profesores y economistas partidarios del libre mercado como Bernd Lucke, uno de los primeros líderes del partido. Al mismo tiempo había personas como , anteriormente situado en el ala derecha de la cdu, y , que apostaban por un partido buchholz: Alemania 115 nacional-conservador «respetable», antimusulmán y antiinmigrante, pero diferenciado del espectro neonazi. En la conferencia de afd de 2015 derrotaron a la facción de Lucke por 60/40 y él abandonó el partido. A partir de aquel momento se ha verificado una evolución constante hacia la derecha. Todas las facciones quieren una Alemania étnicamente pura, pero no están de acuerdo en torno a las tácticas. Algunos quieren lograr su objetivo entrando en un gobierno de coalición, siguiendo el modelo austriaco, mientras que otros, como el neonazi Björn Höcke – sobre quien Gauland sostiene su mano protectora–, quieren construir un movimiento callejero.

Gauland, célebremente, describió la efímera política de puertas abiertas de Merkel en el verano de 2015 como «un regalo» para afd. ¿Se ha convertido ahora en un partido de un solo tema, definido únicamente por su postura con- tra la inmigración –y, por lo tanto, repugnante, pero necesariamente limitado en su atractivo–, o ha logrado desarrollar un programa político más amplio?

Se halla en un lugar intermedio entre los dos. afd interviene en diversas cuestiones: tiene algunos representantes articulados, una capa de inte- lectuales, gente en las universidades, nuevas editoriales conectadas con la nueva derecha. Pero no recuerdo ningún debate en el que su línea no estuviera vinculada a demonizar a los inmigrantes, al racismo. A pesar de sus orígenes euroescépticos, su programa ya no pone mucho énfasis en el euro. Su planteamiento principal en las elecciones europeas de 2019 ha girado en torno a la inmigración y la identidad nacional. Su principal candidato Jörg Meuthen considera a Orbán y a Salvini como «socios naturales» de afd. Aparte de esto, no tienen una política exte- rior bien elaborada: algunos de ellos dicen que Alemania es demasiado dependiente de Estados Unidos, otros son partidarios de Trump, y otros incluso lo son de Putin. Piden un presupuesto de defensa más alto, un servicio militar obligatorio y un papel más importante para Alemania en la otan, que en su opinión debería defender las fronteras de Europa. No se oponen a todas las intervenciones militares fuera del área, pero se han manifestado en contra de la operación de la Bundeswehr en Mali, alegando que la lucha contra el terrorismo islamista debería ser más ofensiva, y que la Bundeswehr debería estar defendiendo las fronteras alemanas y europeas contra los refugiados. En lo que respecta a la polí- tica doméstica, están divididos entre los partidarios del libre mercado y la facción de extrema derecha que rodea a Höcke, que desea desarro- llar un «programa social», empezando por las pensiones, por ejemplo, 116 nlr 116/117 para conectar con la gente decepcionada en el Este. Pero también están en contra del impuesto a la riqueza. Tienen una agenda reaccionaria, contraria a los pobres, a las mujeres, y que apoya al movimiento anti- abortista. Pero a este respecto, nuevamente, siempre se remiten a una imagen de derechas de lo que debería ser un alemán.

¿Cómo describirías el carácter social de la base electoral de afd?

Es predominantemente masculino y, como he dicho, más fuerte en el Este. Cuentan con un determinado estrato de apoyo en el sector de la seguridad del Estado: la policía, el ejército, el sistema de justicia. El voto a afd proviene de diferentes estratos sociales; su apoyo ha venido creciendo más rápidamente entre los que tienen niveles más bajos de educación y ocupaciones no cualificadas, pero cuenta con una sustancial minoría de altos ingresos. En términos generacionales, su mayor apoyo proviene de las personas de mediana edad situadas entre los 30 y los 54 años, atrae proporcionalmente a menos pensionistas que la cdu o el spd y a menos personas situadas por debajo de los 30 años que Die Linke, los Verdes o el spd. Ha tratado de echar raíces entre la clase trabajadora cualificada; ha tenido cierto éxito en el sector automovilístico de Baden-Württemberg, reclutando delegados sindicales en Daimler. Höcke intentó unirse a una manifestación del Primero de Mayo en Turingia el año pasado, pero fue expulsado de la marcha. Este año esperaban convocar a diez mil partidarios en las calles de Erfurt el Primero de Mayo; al final, siete mil contramani- festantes marcharon contra solo trescientos seguidores de afd.

En cuanto a Die Linke, has dicho que el historial del partido en los gobiernos regionales había desilusionado a los votantes del Este. Die Linke ha partici- pado en coaliciones de gobierno con el spd en Berlín, Brandeburgo y Turingia. ¿Cuál ha sido el balance general?

En la mayoría de los casos ha sido problemático, en particular en lo que se refiere a la primera coalición en Berlín: el voto alpds disminuyó diez puntos en 2006. La nueva coalición roji-roji-verde en Berlín, creada después de las elecciones de 2016, ha sido más positiva. La situación eco- nómica de la ciudad ha mejorado, por lo que ya no existe el imperativo de aplicar políticas duras. Die Linke también ha establecido relaciones más sólidas con los movimientos sociales de la ciudad, lo que puede ayudar a presionar al spd. Pero las cosas podrían cambiar si la situación económica empeora de nuevo. Los problemas han sido más difíciles de buchholz: Alemania 117 tratar en Brandeburgo y Turingia. En Brandeburgo, donde Die Linke es el socio menor de la coalición, el problema consiste en posponer la eli- minación gradual de la minería del carbón –una parte importante de la economía regional– y en el abandono de los objetivos climáticos. afd ha tratado de posicionarse como el único defensor de los mineros contra la transición hacia la energía renovable. La política nacional de Die Linke apunta a abandonar la industria del carbón, por lo que hay conflicto con el partido regional. En Turingia, Die Linke ha liderado el gobierno regional desde 2014, con Bodo Ramelow como ministro presidente del estado. A pesar de que Ramelow mantiene algunas posiciones dignas de alabanza, como el antirracismo, el gobierno regional ha implementado políticas de austeridad y la alta tasa de pobreza no ha disminuido, aun- que el desempleo es menor. Sería un problema si Die Linke no fuera percibido como un aliado por quienes luchan contra los problemas sociales, por ejemplo, en el servicio de salud. Ha habido deportaciones de inmigrantes de Turingia, aunque esto se decide a nivel nacional.

El balance general de todo eso no es demasiado alentador. La mayoría del partido juzga conveniente participar en los gobiernos bajo ciertas condiciones. Desde el principio, la cuestión de la estrategia de coali- ciones ha sido un punto central de discusión en el seno de Die Linke. Para los «reformistas», el ala derecha del partido, el objetivo principal es la participación en los gobiernos regionales y, en última instancia, en el nacional, como socio menor de una coalición con el spd. Creo, por mi parte, que el objetivo es transformar el equilibrio de fuerzas en el conjunto de la sociedad: para lograr la justicia social y la democracia necesitamos la movilización social y política. El trabajo parlamentario debe apoyarla.

¿Cuál es el equilibrio de fuerzas dentro del grupo parlamentario de Die Linke?

Ha cambiado desde que anunció esta primavera que no volvería a presentarse como candidata al grupo parlamentario. Ella y , que se encuentran en extremos opuestos del espectro ideológico del partido, han sido copresidentes del grupo parlamentario; trabajaron juntos intercambiando concesiones entre sí. Conjuntamente contaban con el apoyo de alrededor de un tercio del grupo parlamen- tario, mientras que otro tercio se alineaba con Katja Kipping y Bernd Riexinger, los copresidentes del propio partido. El resto cae en algún 118 nlr 116/117 punto intermedio. Pero con el anuncio de Wagenknecht, tendremos que esperar hasta ver qué sucede a continuación.

¿Qué me puedes decir de los miembros del partido, cómo analizarías su distri- bución demográfica y geográfica?

Die Linke ahora tiene unos 62.000 miembros. Tradicionalmente, el partido ha sido más fuerte en el Este. En este momento los miembros se reparten aproximadamente por partes iguales en ambas zonas del país, pero esto está cambiando, dado que estamos creciendo en el Oeste, mientras que ha disminuido la afiliación en el Este, en parte porque los miembros más mayores se van muriendo. Los nuevos miembros son mucho más jóvenes; dos tercios de ellos tienen menos de 35 años y en gran parte provienen del Oeste, lo que los está haciendo cada vez más influyentes. Nuestro mayor partido regional ahora es el de Renania del Norte-Westfalia, que cuenta con más de ocho mil miembros. En las elecciones de 2017 obtuvimos un resultado superior a nuestro promedio nacional en las principales ciu- dades occidentales: 12 por 100 en Hamburgo, Frankfurt y Colonia. Sin embargo, la proporción de mujeres sigue siendo mayor en el Este, ya que casi la mitad de los miembros de Die Linke son mujeres aquí frente a un tercio aproximadamente en el Oeste.

¿Cómo describirías la cultura interna y los debates del partido? ¿Cuál es el papel de la Fundación Rosa Luxemburg en esa cultura?

Varía. En algunas áreas tenemos organizaciones de partido muy acti- vas dotadas de una alta capacidad para integrar a los nuevos miembros. En otros lugares, donde las reuniones son aburridas y rutinarias, una persona que se acerque al partido se irá de inmediato. La Fundación Rosa Luxemburg está vinculada a Die Linke y su financiación estatal depende de nuestros resultados electorales, pero se organiza de manera autónoma y no podemos decirles qué deben hacer. Políticamente, diría que la Fundación Rosa Luxemburg refleja ampliamente el espectro de opiniones en Die Linke. Resulta útil también, porque no está atrapada directamente en cuestiones de poder, por lo que puede crear un espacio que nos ayude a debatir temas controvertidos. Patrocina un extenso pro- grama de investigación, con becas, conferencias, eventos, publicaciones, etcétera y administra una red de institutos en el exterior que cuenta con presencia en los cinco continentes. buchholz: Alemania 119 ¿Podrías hablarnos sobre las posiciones en política exterior de Die Linke, comenzando por el papel de Alemania en la crisis de la eurozona?

En primer lugar decir que votamos en contra de todos los «rescates» punitivos, en contra de la política de la Troika de Merkel y Schäuble, que dictaba austeridad y privatizaciones a los países endeudados (Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, España), mientras canalizaba el dinero a los gran- des bancos acreedores. Luego, en el verano de 2015, cuando el gobierno de Syriza estaba a punto de rendirse a las demandas de la Troika a pesar del tremendo rechazo popular en el referéndum griego, recibió una llamada de Alexis Tsipras, pidiendo a Die Linke que votara a favor del acuerdo. Tuvimos un intenso debate en el grupo parlamentario: mi posición era que teníamos que votar en contra del paquete, explicar que no ayudaba a los trabajadores de Grecia y educar a los votantes sobre el papel que jugaba Alemania. Pero fue extraordinario comprobar con qué facilidad se puede presionar a las personas con el argumento de «auto- ridad»: prácticamente la totalidad del grupo parlamentario de Die Linke votó a favor del paquete; solo doce personas se abstuvieron, incluida Sara Wagenknecht, y solo tres de nosotros votamos en contra. Hoy hay con- senso en Die Linke en que aquello fue un error y ahora nos oponemos a la imposición de esos programas de austeridad. En Alemania casi no hay conciencia pública sobre el papel que el gobierno de Merkel ha estado jugando en la Eurozona, ya que ello se halla cubierto con una brillante pátina de europeísmo: Alemania no está siendo nacionalista, está colabo- rando con sus socios europeos. Casi no se entendía por qué la gente en Grecia se manifestaba con carteles contra Merkel.

¿Se ha dividido Die Linke de manera similar sobre otras cuestiones de política exterior?

Cuando se creó Die Linke en 2007 hubo un importante debate sobre la «línea roja» contra el apoyo a las intervenciones militares en el exterior. Los «reformistas» están desafiando ahora abiertamente esa postura. No es un problema importante en este momento, porque no hay posibili- dad de que Die Linke participe en una coalición nacional, pero volverá a surgir en el futuro. En la actualidad estamos unidos en la crítica al gobierno por sus intervenciones militares, que actualmente ascienden a catorce: Afganistán y Mali son las mayores, pero también hay tropas de la Bundeswehr en Siria, Iraq, Líbano, Kosovo, Somalia, Sudán y Sudán del Sur, así como en diversas operaciones policiales y de seguridad en el 120 nlr 116/117 Sahel. Hay cinco mil soldados alemanes en Lituania, como parte de la Fuerza de Intervención Rápida de la otan. En cuanto a Ucrania, dentro de Die Linke hay diferentes posiciones, pero nadie está a favor de las sanciones. En lo que respecta a Siria, la variedad de posiciones en la izquierda internacional también se refleja en nuestro partido.

Sobre la difícil cuestión de Israel-Palestina, diría que la mayoría de nues- tros miembros, como la mayoría de la población, la consideran como un conflicto altamente asimétrico, con violaciones de los derechos humanos por parte de Israel a gran escala. Pero son muchos quienes piensan que, debido a los crímenes de la Alemania nazi, debemos estar incondicio- nalmente del lado de Israel en todo momento. Esta ha sido básicamente la posición del Estado y de los dirigentes alemanes. En mi opinión, la experiencia del fascismo alemán conlleva la obligación de oponerse a todas las formas de opresión: el antisemitismo y cualquier otra ideología racista y excluyente. En concreto, el grupo parlamentario de Die Linke se abstuvo de la reciente declaración del Bundestag sobre el antisemitismo, porque no se centraba en el crecimiento de la extrema derecha, sino en el llamado «antisemitismo de los migrantes», y defendía la penalización de las organizaciones que apoyan el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (bds). Curiosamente, afd apoyó esa moción, aunque tolera a los antisemitas en sus filas. Pero los gobiernos de Die Linke en Turingia y Berlín apoyan la campaña contra el bds y han votado a favor de resolu- ciones similares en los parlamentos regionales. Para Gysi, antiguo líder del grupo, tales políticas están motivadas en parte por el deseo de formar parte del sistema político. Afirma que Die Linke debería deshacerse de la imagen de «niño sucio de la escuela» con el que nadie quiere jugar; con otras palabras, adoptar políticas de consenso.

La parte de Die Linke a la que llamas los «reformistas», ¿qué diferencias tiene realmente con los socialdemócratas? Si se les preguntara por las críticas al spd, ¿qué dirían?

Es cierto: si se hubieran educado en Alemania Occidental, muchos de ellos probablemente estarían en el spd, pero, por supuesto, también cri- tican su política neoliberal. Dirían: el spd ya no es socialdemócrata, pero nosotros sí.

¿Qué pasa con los Verdes: dirías que están a la derecha o a la izquierda del spd hoy día? buchholz: Alemania 121 ¡Buena pregunta! En muchos aspectos están a la derecha del spd, en cuestiones sociales y económicas. Cuando se trata del medio ambiente y de cuestiones como la función de los servicios secretos, están más a la izquierda. Winfried Kretschmann, el ministro-presidente de los Verdes en Baden-Wurtemberg, es una figura muy de derechas; también lo es el alcalde de Tubinga, Boris Palmer, quien repite las ideas de la derecha sobre el exceso de corrección política, que los inmigrantes traen insegu- ridad, etcétera, aunque la posición oficial de su partido es liberal. Existe una contradicción, porque han tenido una gran afluencia de miembros más conservadores, pero también de jóvenes que quieren luchar con- tra Trump, el cambio climático, la extrema derecha, etcétera. Cuando se trata de política exterior, hay poca diferencia entre los Verdes y el spd: en lo que respecta al envío del ejército alemán a diversos países o al con- flicto Israel-Palestina, su línea es más o menos la misma.

Dado que los Verdes aparecen ahora en los sondeos por encima del spd, ¿sería el siguiente paso lógico en la política alemana una GroKo [Große Koalition] de la cdu con los Verdes?

Podría ser. Merkel trató en 2017 de formar una coalición «jamaicana» con los Verdes, la cdu y los Demócratas Libres; los Verdes estaban dis- puestos, pero el fdp se retiró. Hay bastantes personas trabajando por ese resultado dentro del Partido Verde para que sea una posibilidad real. Al mismo tiempo, los Verdes han estado ganando votos de gente que quiere tomar posición contra afd, pero que no quiere votar a favor de las políticas económicas de Die Linke, incluida nuestra oposición a la auste- ridad y la imposición del ratio deuda/pib. En realidad, los Verdes no son tan firmes como nosotros en cuestiones como la ley de asilo: cuando el gobierno de Merkel restringió el derecho de asilo, Die Linke fue el único partido que votó sistemáticamente en contra. Pero se benefician de un estado de ánimo impulsado por las movilizaciones de la izquierda contra el racismo y la extrema derecha. El 20 por 100 de los votos a los Verdes en Hesse en octubre de 2018 no fue un voto de derechas.

Sobre la inmigración, ¿cuáles son las diferentes posiciones dentro de Die Linke? ¿Fue la crisis de 2015 un punto de inflexión?

El partido acordó una posición de fronteras abiertas en su Programa de 2011, aunque hubo una discusión sobre si debería ser de «fronteras abier- tas para las personas necesitadas». Pero ello no constituyó realmente un 122 nlr 116/117 problema hasta 2015, cuando Sahra Wagenknecht impulsó un debate dentro del grupo parlamentario de Die Linke. Ella argumentaba que un millón de refugiados podría estar bien, pero que Alemania no podría acoger a otro millón más. No creo que nadie se diera cuenta en aquel momento de que ése era el comienzo de una seria discusión política, pero a raíz de las elecciones de 2017, Wagenknecht anunció que teníamos un problema: Die Linke tenía que repensar su política de inmigración. De hecho, a pesar de la caída del partido en el Este, Die Linke tuvo un buen resultado en general, con un aumento en la proporción de votos y nues- tro mayor número de escaños en el Bundestag hasta la fecha. Habíamos pedido apoyo para los refugiados al mismo tiempo que exigíamos dere- chos sociales para todos, diciendo que había dinero suficiente para ello. Estábamos llevando esa línea con éxito, especialmente en el Oeste.

Wagenknecht y quienes piensan como ella han presentado un análi- sis simplista de las bases de afd, que es demasiado economicista. Su argumento es que, si bien los cuadros de afd pueden ser racistas, sus votantes no lo son: sus quejas son económicas. Esto no es cierto, porque si nos fijamos en los sondeos de los votantes de afd, su pensamiento es declaradamente racista.

Posiblemente, si se preguntara a esos votantes «¿estás a favor del racismo?», no todos dirían «sí». Hay un gran solapamiento entre el racismo y las actitudes hacia la inmigración, pero no son subjetivamente idénticas, ¿o no estás de acuerdo?

Evidentemente, la pregunta no era «¿Es usted racista?», sino «¿Está usted a favor o en contra de la migración?», y en el contexto del debate eso es lo que los une. Por supuesto, hay grados de racismo, pero el argu- mento de que esas personas son simplemente pobres y engañados por afd es erróneo, porque no se trata tan solo de los pobres o de quienes carecen de perspectivas.

No, por supuesto, eso es cierto en todos estos partidos de derecha. Pero, ¿irías tan lejos como para argumentar que cualquiera que crea que debería haber límites a la inmigración es racista? Porque entonces tendría que decir que Wagenknecht es racista, aunque tenga otras cualidades más positivas.

Está claro que Wagenknecht no es racista, pero la evidencia muestra que los temas decisivos para los votantes de afd eran la inmigración, el islam y la ley y el orden, no los problemas sociales. buchholz: Alemania 123 Así, pues, si te preguntaran en un debates televisivo «¿Significa eso que quien- quiera puede venir a Alemania?», ¿no sería un suicidio electoral contestar: «Sí, ésa es nuestra posición: quienquiera debería poder venir y quedarse aquí»?

En realidad, ésa fue nuestra posición en las elecciones de 2017 y obtu- vimos nuestro segundo mejor resultado, aunque no por la cuestión de las fronteras abiertas. Para ser honestos, después de que Wagenknecht provocara el debate, lo discutimos como un tema general: ¿estamos a favor de la libertad de movimiento y de los derechos de los migrantes, o estamos en contra? Desde finales de 2015 la situación real ha sido el cie- rre de fronteras, para Alemania y más aún para Europa. Por lo tanto, la cuestión no es «¡Abran las fronteras ahora!» como demanda inmediata. Se trata más bien de nuestro enfoque general sobre los derechos de los migrantes. Wagenknecht hablaba de restringir la migración laboral (ella apoya el derecho de asilo, por supuesto), pero cuando le preguntamos «¿Cómo quieres restringirla?», no quiso explicarlo; juega con el argu- mento de que nosotros no queremos permitir que todos entren, sin más. Bernd Riexinger, copresidente de Die Linke, establece por el contrario una fuerte conexión con la política de clase: «Debemos considerar a los refugiados y a los migrantes como compañeros trabajadores y desarro- llar una estrategia para luchar por todos nuestros derechos».

¿Qué ha pasado con Aufstehen, la iniciativa online de Wagenknecht y Lafontaine?

Cuando se lanzó Aufstehen en el verano de 2018, reunieron a unos 170.000 simpatizantes en línea y se dotaron de algunas estructuras regionales. El objetivo era canalizar el descontento popular, presionar a los Verdes, al spd y a Die Linke para que apoyaran un programa social, lo cual era un enfoque bastante reformista desde el punto de vista de Wagenknecht, como si quisieran salvar al spd y a los Verdes. Pero ha habido una serie de problemas. Se publicaron cartas abiertas criticando a los líderes por su opacidad y procedimientos poco democráticos. No pudieron ampliar su influencia en el spd; la figura más destacada que atrajeron, Marco Bülow, ahora ha dejado el spd y se ha dado por vencido en la lucha interna. Los representantes del Partido Verde eran en realidad reliquias del pasado. La mayor afluencia provino probablemente de Die Linke, pero no se puede decir que Aufstehen haya tenido una influencia positiva en nuestro partido, alentándonos a asumir déficits de campaña, por ejemplo. Die Linke ya tiene campañas sobre temas sociales, pero 124 nlr 116/117 en lugar de apoyarlas, Aufstehen argumentó que deberíamos crear algo nuevo, pero eso ha permanecido nebuloso e indefinido. Intentaron orga- nizar manifestaciones en solidaridad con los gilets jaunes, pero en Múnich y otras ciudades solo aparecieron unos pocos cientos de personas. A pesar de ello tuvo una enorme cobertura de prensa, porque a los medios de comunicación alemanes les encanta informar sobre Wagenknecht y Aufstehen para causar dificultades a Die Linke. Su mayor problema fue que no lograron posicionarse como parte de las exitosas protestas masivas contra la derecha. Incluso se distanciaron de la manifestación #indivisible a la que asistieron 240.000 personas en Berlín.

¿Por qué crees que se inscribieron 170.000 personas en Aufstehen al princi- pio? Eso es casi el triple de los miembros de Die Linke.

Ciertamente hay descontento en la sociedad alemana, pero no creo que exista un estado de ánimo que permita una agitación social como la que hemos visto en Francia; es mucho más fácil clicar en Internet para apoyar una iniciativa de una figura política conocida, lo cual ofrece una salida para ese sentimiento de frustración. La fuerza de Aufstehen resi- día en que Wagenknecht podía relacionarse con esas personas; pero en términos de organización, diría que la columna vertebral fue suminis- trada por miembros de Die Linke que apoyan a Aufstehen y que no se trató de una movilización independiente. Y cometieron un gran error al desconectar el antirracismo de la lucha social.

¿Crees que, aun así, su iniciativa estaba dando salida a algún tipo de necesidad?

Sí, por supuesto. Y nosotros sentimos esta necesidad también. Pero mientras Wagenknecht habla de las deficiencias de Die Linke, nosotros en realidad hemos venido creciendo en el Oeste, pero también en Berlín y en algunas ciudades del Este. Jugamos un papel activo en la construc- ción de la solidaridad durante las huelgas hospitalarias y reclutamos a muchos trabajadores y trabajadoras del sector de los cuidados para Die Linke. No existe una ley de hierro que diga que las personas pobres, eno- jadas y descontentas se moverán hacia la derecha. Así que no solo es una diferencia de perspectiva, sino también una comprensión diferente del tipo de partido que queremos tener. ¿Basta con tener figuras destacadas en los programas de entrevistas y en el parlamento, o el trabajo de un movimiento de izquierda es enraizarse en los lugares de trabajo y en los barrios para alentar a la gente a luchar por sus intereses?