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Letras de mujer. y la imaginación nacional andina, siglo XIX

Luis Miguel Glave

Juana Manuela Gorriti (Salta, 1818-Buenos El presidente de , José Ballivián, le Aires, 1892) fue una mujer apasionada y apa­ quita a su bella esposa Juana [Manuela] sionante; innovadora. Tan real como que su vi­ Gorriti y lo degrada al rango de humilde da pareciera de novela. En su biografía se tejen sargento. ¿Sabes querido mago lo que es las nacientes historias nacionales de tres paí• un árabe cornudo?... ¡Es un volcán!: en ese ses: la andina, Bolivia y Perú. Por la corazón de Belzu bulle un volcán reprimi­ literatura de Gorriti descubrimos cómo fue que do que en su profunda amargura encuen­ se creó un universo femenino dentro de las co­ tra alivio amando a sus dos hijas y amando munidades imaginadas de nuestros países y a esos indios quechuas y aimaras tan infe­ cómo, en ellas, se desarrollaron formas de re­ lices y explotados como él. presentar las relaciones de género. A propósito de un personaje, este trabajo aborda la histo­ Ésa es la base de uno de los argumentos de su ria de las representaciones nacionales formati­ novela teatral Guano maldito, con varias edicio­ vas, el lugar de la literatura en ellas y el papel nes populares en su país. El problema es que nun­ del discurso feminista en el nuevo entramado de ca se podrá probar fehacientemente que Belzu relaciones de género. Juana Manuela Gorriti no fuera árabe y, sobre todo, para lo que nos inte­ fue sólo una "mujer de letras": ella escribió la resa, cornudo. Sin embargo, ésa es una "ver­ historia con letras de mujer. dad" narrativa literaria en Bolivia. También lo es, aunque pareciera que el tema no compitiera a ese otro discurso narrativo: el de la historia. Representaciones de un personaje La licencia literaria puede presentar la "indig­ y una época nidad~ cornuda de Belzu como argumento; a fin de cuentas, incluso alguien podría decir que de El escritor boliviano Joaquín Aguirre Lavayén eso se trata, pero sabemos que es algo más. Es declaraba muy suelto y seguro a una pregunta un discurso cotidiano que se ha hecho casi ofi­ del periodista Mario Baptista Gumucio sobre cial en Bolivia. No en vano, a guisa de ejemplo, Manuel Isidoro Belzu, presidente boliviano entre Guano maldito tuvo un relativo éxito para un 1848 y 1855: mercado editorial como el boliviano. El manual de historia boliviana de Humberto Belzu es el árabe cornudo que se traga en V ázquez Machicado, uno de los más difundidos silencio el veneno que le sirve Ballivián [... ] resúmenes de la época, al presentar el periodo

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presidencial de Manuel Isidoro Belzu, "deja pervivencia colectiva y a la continuidad social constancia de estas intimidades, pues por ellas, como sus tareas fundamentales, complementa­ por un drama de amores y celos, se ensangrentó rias al papel militar masculino: imagen del pa­ casi diez años la historia de Bolivia". Menos pel de la mujer en la fundación nacional que suelto de adjetivos que el literato, el historiador aparece en varias obras de pluma femenina. califica a Belzu como un hombre herido por la Por su parte, Lea Fletcher, quien dirige un "deshonra", causa última de las guerras intes­ grupo taller dedicado al estudio de la vida y tinas y las venganzas que se sucedieron desde obra de Juana Manuela Gorriti en Buenos Ai­ 1847. res, señala que la escritura femenina en Argen­ El discurso historiográfico moderno no deja tina ha sufrido la misma pobre valoración por de elevar la supuesta infidelidad [privada] de parte de la crítica que en Perú. Escritoras que la argentina al rango de explicación de la lucha contribuyeron a crear la novela en ese país y [pública] entre Ballivián y Belzu. Así, el propio que pusieron las bases de un discurso femenino, Tulio Halperin Donghi asume que el enfrenta­ vienen siendo sin embargo revalorizadas. La miento "encontró estímulo en la incontrolable propia Juana Manuela Gorriti fue despachada pasión del presidente por la esposa de Belzu"; rápidamente por la primera historia literaria aunque en defensa de la diferencia de este dis­ argentina de Ricardo Rojas con adjetivos duros curso sobre los anteriores, fue el varón el incon­ (como veremos que ocurrió en Perú). Otra es no trolado y no la mujer la inculpada. 1 obstante la receptividad social y cultmr~l de su Como quiera que sea, un asunto privado, in­ figura. Juana Manuel Gorriti es la única mu­ demostrable, cobra el rango de explicación dis­ jer escritora "conocida por prácticamente todos cursiva, en el fondo de la cual la mujer aparece quienes pasaron por la educación escolar" en ese en el génesis nacional boliviano como la misma país. Ella es identificada por su escritura, aun­ víbora tentadora, la "moza y hermosa" de la per­ que no deja de mencionarse el protagonismo de dición masculina con la que se regodeaba la mi­ su familia y sus patriarcas. Para ese imaginario soginia literaria del siglo de oro español y el ba­ nacional, Juana Manuela Gorriti es una escri­ rroco americano. tora argentina y Argentina es también una Mary Louise Pratt escribió un interesante idea que ella contribuyó ruforjar. La primera no­ artículo sobre las escritoras americanas del si­ vela corta argentina es, para esta crítica, nada glo XIX. Ahí decía: menos que la limeñísima La quena, de 1845- 1848.3 Me propongo, a través de una serie de ¿Quién fue Juana Map.uela Gorriti y cómo ejemplos, observar cómo las mujeres inte­ despertó estos encendidos sentimientos dis­ lectuales latinoamericanas, sobre todo en cursivos? ¿Cómo fue quer.·legó a Perú y por qué el siglo XIX, han contemplado el proceso de en ese país alumnos de e cuela, textos univer­ construcción nacional, y cómo se han si­ sitarios y el corpus y la h,storia literarias 1> la tuado (imaginado) a sí mismas con respec­ han recordado, aunque fuera como pérfida trai­ to a éste.2 dora capaz de encender la historia machista de un país? Eso es lo que desde distintas perspectivas han venido haciendo varia(o )s estudiosa(o )s de las mentalidades, las ideas y la historia de gé­ Biografía e historia ' nero en el siglo XIX americano. El caso de Jua­ na Manuela Gorriti es paradigmático en Argen­ Juana Azurduy de Padilla: femenino tina. Mary Louise Pratt analiza, junto a otras, bautizo de fuego la historia de un salteador, en Sueños y realida­ des de Juana Manuela Gorriti. Dice que sus per­ Era sólo una niña cuando en 1822 vio entrar en sonajes femeninos se abocan a la tarea de la su- los salones de su aristocrática casa en Salta a

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Juana Azurduy de Padilla. "El loor a sus haza­ Mart(n Miguel de Güemes: la tierra natal ñas flotaba ante mis ojos como un incienso en y el sello social torno a aquella mujer extraordinaria y formá­ bala una aureola", escribió, recordando ya an­ La pluma de Juana Manuela dejó un espléndi­ ciana, Juana Manuela.4 La mujer transforma­ do repertorio de imágenes, ficciones y testimo­ dora del mundo, la conductora del corcel y de los nios. Como bien han señalado las recientes es­ hombres, pero también la humillada en la his­ tudiosas de su obra en Argentina, se erigió en toria por su intrepidez desafiante, se revelan biógrafa para autentificar su escribir autobio­ como síntesis de su género en el perfil que re­ gráfico; entre personajes y paisajes, un discurso trata de un recuerdo bordado entre la historia americano y nacional se abrió paso en su indes­ y su propia biografia. No es muy claro que la mayable carrera editorial.5 Junto a la mujer infante de cuatro años tuviera en la memoria a popular y libertaria que retrató en su recuerdo la gigante luchadora de La Laguna, en la gue­ de Juana Azurduy, otros iconos marcaron la vi­ rrilla independentista de Bolivia. Es evidente sión del mundo de la escritora. Así retrató tam­ en cambio que la todavía vivaz anciana tenía en bién, con mucha imaginación, al líder salteño su propia identidad un icono formado de la lu­ de la independencia, Martín de Güemes. cha por definir y defender su ser y su género en "Un guerrero alto, esbelto y de admirable la historia nacional americana. apostura. Una magnífica cabellera negra de lar­ Juana Azurduy luchó aliado de su esposo gos bucles y una barba rizada y brillante cua­ Manuel Ascencio Padilla en la turbulenta época draban su hermoso rostro de perfil griego y de de los movimientos patriotas contra el dominio expresión dulce y benigna." Montaba un "fogoso español en el Alto Perú. Los patriotas del sur no caballo negro como el ébano" y, a su lado, pendía podían acabar con la hegemonía española en la una espada que "brillaba a los rayos del sol co­ sierra y ante ella, rebe\des de distintos pueblos mo orgullosa de pertenecer a tan hermoso due­ llevaron adelante luch~s heroicas, desiguales y ño" ("Güemes: recuerdos de la infancia", Salta, tenaces. Juana participó en todas las campañas 1858). "Ídolo de los corazones", "columna de la -su terreno de combate era conocido como el de patria", el general de los gauchos lograba que "los guerrilleros Padilla"~ y, en 1816, muerto humildes campesinos y ganaderos se trocaran su esposo, llevó adelante ella sola los combates, en aguerridos combatientes que profesaban leal­ hasta que tuvo que abandonar el territorio al­ tad absoluta a su mágico conductor. Así retra­ toperuano para refugiarse en la frontera sal­ tó Juana Manuela Gorriti a uno de los mitos del teña, donde Güemes había puesto en jaque a los imaginario regional argentino. Cuando pasó realistas. Allí recibió el título de "Teniente Co­ por Salta, de regreso de Perú, hacia 1880, di­ ronela de la Independencia" y fue reconocida fundió su Güemes, junto con otras plumas reí• -en elevación lírica de la mujer que trota­ vindicativas del héroe. como "ilustre amazona" de la patria. El padre Salta era una activa villa andina que desem­ de Juana Manuela mandaba en Salta -muerto peñaba un papel de bisagra entre los Andes y el Güemes en último aleteo de los realistas­ Plata. Su espacio local era dominado por un pe­ cuando la niña la vio. Luego de la independen­ queño pero sólido grupo de propietarios de tie­ cia definitiva en 1824, regresó la Azurduy a su rras y ganado, comerciantes y vecinos, una clá­ tierra, Chuquisaca; lejos de ser premiada, vi­ sica oligarquía local surgida del comercio pero vió en la pobreza, el ostracismo y la soledad con las misma& expectativas de nobleza y aris­ con que las nacientes repúblicas premiaron a tocracia. La familia de Juana Manuela era una las mujeres que lucharon por crear un orden de las más representativas. Su padre, José Ig­ nuevo. Y así la tuvo en su recuerdo Juana nacio, fue amigo y socio político de Güemes, Manuela cuando escribiera, sutilmente: "algu­ mientras que su hermana Juana María estaba nos caudillos tuvieron envidia de esa gloria casada con el general Manuel de Puch, otro lí• femenina". der regional hermano a su vez de Carmen Puch,

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la esposa de Güemes. Su tío, conocido como el roteos de facciones opuestas a que fuera ente­ canónigo Gorriti, fue uno de los políticos más rrado en la catedral. Sus epígonos han logrado importantes de la fundación republicana argen­ "probar" el lugar donde se produjo su muerte, tina. huyendo de una celada realista, para contrade­ Iniciada la revolución de la Independencia en cir el rumor maledicente de que fue sorprendido el Atlántico en 1810, la consolidación de las Pro­ y herido por un grupo realista cuando se halla­ vincias Unidas del Río de la Plata no podría lo­ ba desprevenido en el lecho de su amante, es­ grarse si no se derrotaba a los españoles de Pe­ cena que por lo demás, así burdamente presen­ rú. En el altiplano altoperuano, los guerrilleros tada, compartieron con distinta suerte Ballivián, de las republiquetas no tenían fuerza para de­ el propio Bolívar y otros caudillos de las guerras rrotar al ejército profesional realista y las fuer­ americanas del siglo XIX. Pero la aristocracia zas rioplatenses no pudieron darles el apoyo local y la historia oficial lo convirtieron en el necesario. Juana Azurduy simboliza esa banca­ gentilhombre, de bella estampa y noble cora­ rrota: no logra consolidar un frente, debe refu­ zón, al que seguían cual querubines de un sue­ giarse en Salta y consigue medallas, homenajes ño nacional cientos de gauchos, tan imaginados y promesas que nunca redundaron en efectivo como los bucles de la magnífica cabellera negra apoyo económico y político. En 1815 se convoca del caudillo que Juana Manuela retratara de a un congreso en Tucumán, donde participan otro de sus supuestos recuerdos bordados de la los poderes locales y el revolucionario de Bue­ imaginería de su clase y de su región. nos Aires, cuando el poder central surgido de 1810 se había desmoronado. Hasta que San Manuel Isidoro Belzu: el inicio del peregrinar, Martín consiguiera liberar Chile y marchar por del amor y la aventura de una nueva la costa sobre Perú, la frontera militar sería América andina Salta. Ya las facciones y bandos habían empe­ zado la continuación de la guerra: de liberadora frente al poder hispano a guerra civil entre gru­ La civilización y la barbarie, la lucha intermi­ pos de poder, caudillos y políticos quienes, más nable, aquí y allá, forjó -entre el drama épico que tenerla, imaginaban una nación. y la parodia humana-, un nuevo panorama na­ En Salta, los poderes locales fueron tolera­ cional en los pueblos andinos. Bolivia nació de dos y el dique defensivo frente a los realistas fue una disidencia, enclavada entre dos hegemo­ financiado por la oligarquía regional. Faccio­ nías, del norte y del sur: Perú rompió con Bolí­ nes internas se formaban entonces y el pueblo, var y la Gran Colombia inició las luchas inter­ los campesinos, ganaderos, arrieros sujetos a los nas entre caudillos y líneas políticas. Sin dejar propietarios, eran movilizados por amos que de mirar su antiguo complemento del altiplano, afianzaban así su hegemonía en la nueva cir­ interviene en las luchas internas paralelas de cunstancia política que esa guerra estaba crean­ Bolivia, mientras que en la inmensa Argentina do. Güemes se impuso a los bandos y logró ser Rosas inicia un largo dominio, bajo el telón de tolerado por militares y políticos del poder cen­ fondo de la lucha entre los unitarios y los fe­ tral y el Congreso tucumano. 6 derales. Facundo Quiroga (el Facundo de Sar­ Resistido el poder de Güemes por otros ha­ miento) entraen Salta a sangre y fuego en 1831. cendados y recelosos políticos, viajeros como La propia familia Gorriti se divide. El guerri­ King lo describieron como un déspota. Años llero Pachi Gorriti, tío de Juana Manuela, se más tarde, Mitre lo ubica como un anárquico cau­ adhiere a los triunfantes federalistas de la Pa­ dillo menor. Su aspecto personal incluso fue di­ tria Nueva, mientras que José Ignacio, el pa­ bujado por el general Paz como una contrafigura dre, el que había logrado la unidad de los pode­ del héroe, gangoso y de mal aspecto. Cuando en res locales salteños, se ve precisado a huir con 1821 muere Forbes, el encargado de negocios los unitarios, hombres de la Patria Vieja, segui­ norteamericanos, cuenta que se produjeron ti- dores de la estela regionalista de Güemes.

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Siguiendo el camino inverso al de Juana almohada árabe: tuvo la dureza de los caminos Azurduy,lajovenJuanaManuelacruzalafron­ fragosos de las sierras con ascensos vertigino­ terahacia Tarija, terrenointermedioydisputa­ sos y pendientes de abismos. do entre la posible Bolivia y la ensangrentada No era un desconocido cuando dio su golpe de Argentina andina. Ahí la aristocrática Gorriti estado en 1848. Su gran capital era su rudeza, conoce a un modesto joven militar, Belzu. Ena­ su valor, su entrega y su ambición. En Tarija, en morados enfrentan los fantasmas de la oposi­ 1833, al inicio de su trajinar por la guerra bajo ción paterna y las diferencias de una fina edu­ el mando del general José Ballivián, conoció a la cación y un rudo aprendizaje, hasta que contraen Gorriti. matrimonio en 1833. ¿Cómo se produjo la atracción de la sutileza ¿Cómo entrar en la trama de la relación de y la elegancia de una formación aristocrática, Juana Manuela y Belzu sin caer en el tópico inclinada a las letras desde pequeña, por ese os­ imaginario de la infidelidad posterior de la es­ curo y a la vez brillante militar que vendió pa­ posa? Es decir, ¿por qué dudar de la trama pri­ juelas, esgrimió las armas y su valor como ar­ vada de un romance triangular y no hacerlo de gumento y no tenía más pergaminos que su la del primer encuentro romántico? mote de árabe? La pareja vivió intensamente Manuel Isidoro Belzu nació en La Paz en su romance. Dos hijas alumbró la escritora. En­ 1808; su padre, Gaspar Belzu, y su madre, de tre 1833 y 1848, vivió los vaivenes de la más humilde condición, Manuela Humeres. Aunque cruda expresión del militarismo americano, la así figura la escritura, el chisme enemigo lo ha­ mitad de la etapa de 1828-1848, cerrada por cía hijo de un "árabe" desconocido que tuvo re­ Belzu, el introductor de las masas en la política, laciones de manera ocasional con su madre. el "tata belzu" de la plebe en que se apoyó para Otros, como un diplomático brasileño, recogie­ sorpresa de la aristocracia. ron la versión de que fue hijo natural de un sa­ Fue entonces cuando se desarrolló la trama cristán de Oruro. Pero por su estampa fisica, su con la que iniciamos este artículo: el encuentro fama trascendió como la del "árabe" Belzu, el de Ballivián y Juana Manuela, los celos de Bel­ "terrible beduino", como lo llamara Victoriano zu, el encono, la guerra y final victoria del líder San Román, incansable fabricante de insultos de los pobres, el "tata belzu", y el general de los escritos desde en los años 1853-1855. aristócratas Ballivián, el experto jugador de ro­ De niño se dedicó a vender fósforos o "pajue­ cambor, el seductor a quien Alcides Arguedas las", por lo que sus seguidores, que así se conta­ (La plebe en acción) acusó de haber "puesto en ron por millares, fueron llamados los "pajue­ problema la fidelidad de todas las mujeres ca­ leros". A los 15 años escapa de San Francisco, sadas". donde había sido puesto para educarse, y se en­ Un distanciamiento entre la pareja se produ­ rola en las tropas de Santa Cruz. Detenido y de­ jo a los pocos años de matrimonio: eran perso­ vuelto a su casa, su hermano quiso hacerlo ofi­ nalidades fuertes y entregadas a sus pasiones cinista, pero el temple aventurero y de armas -el poder y la guerra el uno, la vida y las letras del futuro caudillo militar y presidente bolivia­ la otra. Una fértil e imaginativa historiografia, no, no pudo ser domeñado. 7 en Bolivia y Argentina, ha interpretado los su­ Fue la pluma de la propia Juana Manuela en cesos privados, ora defendiendo la "moralidad" Panoramas de la vida la que retrató el talante de Juana Manuela, ora condenándola. La tinta de las aventuras militares de quien fuera su ha corrido más en la segunda vertiente.8 ¿Exce­ marido, un retrato construido por ella que luego so pasional de los historiadores? ¿Intrascendente ha sido eternizado por el discurso denigrante o inútil debate? ¿Impertinencia? A fin de cuen­ hacia la propia autora, como veremos. Luchó al tas, pudo tratarse de un desliz, de un error, de lado de Santa Cruz a pesar de ser -como su los celos de un "moro". Fue un tema único, irre­ mujer, que sutilmente habló e hizo política-fer­ petible, privado por último, que se recuerda por viente anticrucista. Su ascenso no fue en muelle su impacto en la escena pública y nada más. El

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apasionado triángulo, sin embargo, fue menos Efectivamente, sobre ese episodio tenemos privado que público y la representación que de otra narración: Melgarejo entra en Palacio, Bel­ él se ha hecho en el imaginario popular, más in­ zu pensó que venía a rendirse y abrió los brazos fluyente en lo privado, lo íntimo, que en el olim­ para una reconciliación; Melgarejo le reventó la po público de los héroes de las nacientes repú­ cabeza de un pistoletazo; afuera el pueblo espe­ blicas. raba y salió Melgarejo con el consabido "Belzu Un libro de crónica histórica, "estrictamente ha muerto"... Así lo relata o lo toma José Luis cronológico" pero imaginativo que narra las Lanuza en La novela de Juana Manuela Gorriti. aventuras de los caudillos individualistas de los Textos como éstos o el de Alfonso Crespo10 y inicios republicanos de América es un buen otros han circulado en Bolivia profusamente, ejemplo de la inventiva (entre individual y co­ haciendo de Belzu un héroe popular. El munici­ lectiva) colocada como narración de la realidad. pio revolucionario posterior al año 1950 convo­ Rodríguez Mendoza fue un autor chileno que có a concursos sobre la vida de Belzu. En el dis­ escribió desde fines del siglo XIX, novelista (Ul­ curso "heroizante" que resultó, algunos de los tima esperanza, Santa colonia) que escudriña momentos más llamativos, por lo romántico, la historia para su material literario. La obra provienen del retrato que hizo la propia Juana consta de "libros" sobre: Juan Manuel de Rosas, Manuela Gorriti, la más íntima y firme de las Gaspar Rodríguez de Francia, de Santa Cruz a plumas que contribuyó a "crear" a Belzu. Sin Melgarejo y García Moreno, las cumbres del embargo, cuando el discurso habla de la esposa, caudillismo y la aparente irracionalidad polí• la condena tiene los ribetes ya mencionados. N o tica de una naciente América. En el episodio obstante lo cual, consta que la pareja intentó re­ boliviano, un capítulo trae el suceso del ascenso conciliarse luego de su separación (cuya razón y al poder de Melgarejo (el siguiente caudillo tema queda en el universo pnvado de los acto­ popular boliviano): "Belzu ha muerto.. . ¡Viva res) y que en el momento de la muerte del héroe Melgarejo!" Melgarejo, "melgacho", alcohólico, populista, Juana Manuela fue quien recogió el gordo, mujeriego amante de una chola, Juana cadáver, encabezó un cortejo de mujeres del Sánchez (otra figura femenina de escarnio mas­ pueblo y pronunció un discurso fúnebre -aun­ culino en la imaginación histórica boliviana), a que, por lo bello, podemos pensar que efectiva­ quien "tenía" como orgulloso propietario. En mente estamos ante otra imagen creada entre medio del desconcierto, cuando La Paz estaba los deseos y los remordimientos-. en poder de Belzu --cuyo ascendiente popular había sido irrebatible hasta muy recientemen­ La Mariscala en paralelo: tópicos te-, luego de haberse descalabrado el mando de historia machista de Achá, entonces en el mando nacional, Mel­ garejo logra entrar hasta el Palacio. Dice Ro­ dríguez Mendoza: En 1828, desde el , donde ejercía la Prefec­ tura, el general Agustín Gamarra llevó adelan­ La escena ha sido contada de diversas ma­ te, por encargo presidencial, la primera inva­ neras, como que da para todas las fanta­ sión peruana de Bolivia. Se trataba de consolidar sías, porque es enormemente única; pero las posiciones antibolivarianas, pero, de paso, la lo exacto es que después de derrotado, presencia del ejército peruano fue tenida siem­ Melgarejo entra a Palacio, mata o hace pre como una invasión. Durante varios meses, matar a Belzu y sale en seguida, pasando las tropas peruanas ocuparon el vecino y recien­ sobre el cadáver, a dar fe pública de la te país, e intervinieron en la política interna de defunción. -¿Quién vive ahora?... -pre­ manera abierta y descarada. El mariscal gunta-. ¡Belzu ha muerto!... ¡Viva Mel­ había tenido que dejar el mando, sus fuerzas garejo!9 "colombianas" se habían disgregado, convirtién­ dose en bandoleros, en Bolivia, donde hirieron

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al propio Sucre, y en Salta, donde inclinaban republicana peruana. El vínculo romántico que la balanza a favor de uno u otro bando de las la unió al español Bernardo Escudero, hasta el facciones políticas regionales. N o fue una época fin de sus días, puede ser tenido como "prueba" grata en el recuerdo y en la imaginación nacio­ de infidelidad. Bien visto, sobre el vínculo -por nal de Bolivia, ni Gamarra un héroe. Sin embar­ demás extenso y profundo--no se pueden saber go, ello no explica la figura que una historiografia sino los signos exteriores: lealtad, devoción, ter­ ha construido con su esposa, Francisca Zubiaga, nura, aprecio. Sin embargo, la ternura, el ro­ la Mariscala. Según esta versión, eljefe bolivia­ mance, van en contra de la otra imagen que de no, José María Pérez de Urdininea, sucesor de Francisca Zubiaga se ha hecho: la mujer varo­ Sucre, en lugar de enfrentar la invasión se nil, preocupada por lo público más que por lo confabuló con Gamarra: "cuyo tálamo compar­ privado, capaz de todo por llevar adelante su tía, ya que la esposa de don Agustín, la famosa política maquiavélica. El símil malicioso que le Mariscala, de cuyo histerismo nos dejó páginas hicieron, con la representación de La monja admirables Flora Tristán, por variar de los ofi­ alférez de Pérez Montalván en el teatro limeño, ciales del Estado Mayor de su esposo, no desde­ mereció una censura y un escándalo político. ñaba a los jefes del ejército enemigo".11 Lo cierto es que la Mariscala desafió el ima­ Nuevamente, una mujer que desafía los es­ ginario del papel de la mujer y las relaciones de pacios masculinos, que ingresa abiertamente género. El discurso no lo perdonó pero el castigo en el terreno público, es objeto de sanción mo­ del destierro y la muerte solitaria en la lejanía ral en el discurso. La venalidad de una frase co­ fue peor. No fue ella la única mujer que, en la mo la anterior no ofrece duda, pero podría de­ práctica o en la literatura, cruzó los linderos cirse que el tono es motivado en la afrenta del permitidos y recibió un castigo infame: a fines marido al orgullo nacional. Sin embargo, como de siglo, al cerrar el ciclo que Juana Manuela con Juana Manuela Gorriti, la reacción evidente abriría en Lima, Clorinda Matto fue desterra­ del discurso masculino se inclina por la intriga da, Mercedes Cabello está desquiciada en el de alcoba, en Bolivia o Perú, donde los hombres manicomio, Margarita Práxedes Muñoz se auto­ tienen mayor inseguridad sobre sus "posesio­ exilia en Chile, huyendo de la pobreza y la vio­ nes" femeninas. Intrigas de las que Francisca lencia doméstica. Pero también, curiosamente, Zubiaga nunca estuvo libre. Libelos que la lla­ ellas despertaron admiración, como sucede con maban "adúltera impía"; el viajero francés De Francisca, de quien el historiador republicano Sartigues la ve como "una terrible compañera de Perú, Jorge Basadre, ha escrito: para un esposo honorable"; éstas son algunas muestras del elenco. Incluso, es famoso el su­ el nombre de esta mujer excepcional tiene puesto romance, flirteo o coqueteo de Francisca todavía un redoblar de tambor y sigue con el libertador Bolívar en Cusco, al punto que convocando a los azares de la emoción. Sucre le escribió a éste que Gamarra lo celaba Amenaza la primacía que entre las muje­ ante la confesión de la propia mujer sobre su res del pasado peruano tuvieron la "Perri­ cortejo.12 choli" y Santa Rosa de Lima como símbolos Las circunstancias del matrimonio de Gama­ de los dos extremos de su sexo, el pecado y rra y Francisca son diferentes a las de Belzu y la santidad, lo cortesano y lo divino. Ama­ Juana Manuela. Un curioso acuerdo, fraguada zona redi viva en los Andes, "monja alférez" la ceremonia de enlace, permitió liberar del en­ reencarnada en la primera anarquía repu­ cierro monacal a la joven cusqueña. Sin embargo, blicana, encarna no el amor a Dios o a los no hay testimonio de las circunstancias del en­ hombres sino al poder. cuentro romántico, como tampoco hay eviden­ cias de desacuerdos matrimoniales; más bien, la mujer estuvo con el marido en todas las ac­ ¿Mujeres sumisas?, o por el contrario ¿impías, ciones de los turbulentos años de la iniciación cortesanas, adúlteras? ¿Incapaces de amar?

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Júntese a Juana Manuela Gorriti y su pluma go de una polémica pública por la publicación de que no guardó silencio, a Francisca Zubiaga, lu­ La quena, su primera novela. chando por lo suyo, amando de distintas mane­ Sobre Juana Manuela Gorriti, Oswaldo Hol­ ras, a Manuela Sáenz, luchando por su patria y guín dice: "dama argentina casada con el caudi­ su amor, desterrada como las otras, solitaria y llo boliviano Manuel Isidoro Belzú (sic)", se enterrada en el desierto del olvido. Las mujeres estableció en Lima avanzada la década de 1840- "extraordinarias" parecen conferir un grado 1850 -no da fecha exacta-y dio a conocer tra­ "ordinario" a su voz disonante en el canto mono­ bajos literarios muy pronto.14 La quena (leyen­ corde de la historia oficial de las intrigas. da peruana), fue dedicada a las limeñas: Podríamos seguir en la vida privada de ellas. Si Manuela Sáenz traicionó a su marido, el doc­ Hijas de Lima, a vosotras cuya adorable tor inglés James Thorne; si Flora Tristán se ca­ bondad iguala a vuestra deslumbradora só obligada o por propia voluntad con el "rudo y belleza, y cuya dulce voz y mano cariñosa mediocre" Andrés Chazal; si para escribir su han calmado mis penas y enjugado mis lá­ testimonio y luchar por los derechos de la mujer grimas, cuando, como el héroe de mi leyen­ dejó de lado a Bertera, Chabrier y otros que la da, vine con el corazón lleno de tristeza y "amaron apasionadamente", ésas son otras his­ desaliento a pedir a vuestro país un poco torias a las que no podríamos llegar sin el tes­ de reposo que me era negado en el resto de timonio de páginas como las de Juana Manuela. la tierra, a vosotras consagro este pequeño ensayo literario. 15 Juana Manuela en Lima Por lo anterior podemos suponer que la auto­ ra estuvo en Lima antes de 1848. La obra es una Luego de los sucesos personales y públicos de trágica historia con final dantesco que Ricardo La Paz, que la obligaron a dejar Bolivia y a sus Palma usó luego en "El manchay-puito", una de hijas, el rastro de .Juana Manuela parece llevar­ sus famosas Tradiciones peruanas. Dice Hol­ nos a Arequipa, 1845-1850, donde alguien la guín: "Ganado por los años y la nostalgia, afir­ llama "animadora de la vida cultural de Are­ mó en sus memorias que La quena, obra que quipa", aunque sólo parece deslizar la opinión según él despertó grave polémica acusada de sin evidencia alguna. N o tenemos seguridad de inmoralidad, era 'la más bella novela que se ha la fecha en que se avecina en Lima, pero lo más escrito en la América Latina', después de Ma­ aceptado es que su primera estadía fue entre ría, de Jorge Isaacs." 16 El autor no encuentra en 1850-1863. Alberto Varillas dice: El comercio rastro de tal polémica. Sin embar­ go, Angélica Palma, quien sin duda guardó muy no adquiere sin embargo vigencia dentro puntual los recuerdos de su padre, menciona "la del país durante su primera y larga per­ época en que enconados ataques del elemento manencia en la capital (1850-1863) sino retrógrado a La quena, una de las mejores pro­ cuando, después del asesinato de su espo­ ducciones de la novelista argentina, suscitaron so (1865) se instala en Lima, donde vivirá ardorosas protestas del grupo juvenil"Y Vari­ más de una década y organiza sus conocí• llas consigna la opinión de Palma en La bohe­ das veladas literarias. 13 mia de mi tiempo, sin matizarla, "la más bella novela que se ha escrito en la América Latina" Eso sin embargo no se confirma por el testimo­ después de María de Isaacs; el romance fue con­ nio de Angélica Palma, el estudio palmiano de siderado una pieza "inmoralísima" por los mo­ Oswaldo Holguín y otros documentos. Ya ha­ jigatos (similar redacción que la de Angélica bía publicado en Lima -supuestamente antes Palma). de llegar, según esta cronología-, y se había Luego, en 1852, también en El comercio, Go­ producido un acercamiento a los bohemios, lue- rriti publica "El guante negro", con tema argen-

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tino. Y a entonces es una reconocida escritora en anotó: "Candideces de muchacho/R.P./1902" Lima. En esa época fueron famosas sus tertu­ (Holguín, p. 398). Se publicó, sin los versos, en lias (que no deben confundirse con sus veladas 1866. literarias posteriores; se refieren éstas a la pri­ Palma comentó que desde 1851 la casa de mera época, rewriones de charla y "tertulia", que Juana Manuela era "centro de la juventud lite­ no llegaron a estandarizarse). Juana Manuela raria", "centro de reunión" de los intelectuales era afecta a la música y a las bellas letras; atrajo de la época. Los bohemios la trataban "con la y alentó a muchos ''bohemios", nombre de la ge­ misma llaneza que a un compañero". neración de escritores que fundó el romanticis­ Angélica Palma consigna la anécdota que mo peruano. "confirma la estimación que la dama argentina tuvo por su padre". El bohemio Clemente Al­ Palma fue uno de sus más decididos admi­ thaus se hallaba un día en su sala. radores, primero, y, más tarde, afectísimo amigo y camarada; así, en 1854, mediando aún cierto formalismo entre los dos, le de mejor talante que de costumbre por ser dedicó la "Tradición", "Infernum el hechi­ el único visitante. Entró Palma, y Althaus cero"; y en 1857, cuando su amistad era torció el gesto; el recién llegado también lo mayor, "La venganza de un ánjel" (sic), puso hosco. relatos que acompañó de sentidas frases y -¿Qué tiene usted, Ricardo? -pregun­ versos de ofrecimiento escritos de su puño tó la dueña de casa. y letra en el precioso álbum de la atractiva -Nada señora; un ligero dolor de cabeza. señora.18 -Yo lo curaré -contestó ella sonrien- do; y, después de echar sobre su pañuelo su La dedicatoria de "Infernum" indica que Jua­ aliento cálido, lo aplicó a la frente del jo­ na Manuela solicitó y alentó ésta que fue la pri­ ven, que muy a gusto, se dejaba mimar. mera "Tradición", llamada también romance -Madame ---exclamó Althaus, testigo por Palma. Dice que lo hizo tal vez impresiona­ disgustado de la escena, acentuando la im­ da por su antisantacrucismo y su truculencia, pertinencia de sus frases con el empleo de "pues gustaba de los asuntos macabros". En "La idioma extraño, ce n'est pas une femme venganza... " Palma, que la escribió en y para el comme vous qui doit ces gentillesses envers álbum de Gorriti, hizo la siguiente dedicatoria: un jeunne homme. -Monsieur Althaus -respondió la lite­ A Juana Manuela Gorriti rata- ce n'est pas un enfant comme vous su mejor amigo qui peut{aire des observations a une femme Ricardo Palma. comme moi; prenez mon mouchoir et mou­ Para tu álbum, amiga, chez vous. 19 Pides un cuento Y aquel que en complacerte La hija de Palma sugiere que eso ocurrió en Cifra su intento 1870, pero debió ser hacia los años 50 pues Ahí te lo envía... en 1857 ya Palma trataba de tú a Gorriti. Hol­ Y que tu alma le preste guín piensa que la anécdota habla de la perso­ Su poesía nalidad de la anfitriona, "de su estilo de mujer Lima, octubre 23/857 experimentada en el trato social, desinhibido y hasta algo mundano" que a Palma y otros "sin En el anverso de la dedicatoria una acuarela duda impresionó y cautivó". Cree Holguín que representa a una pareja de palomas en actitud Juana Manuela Gorriti venía de alternar en un amorosa, ilustración propia del álbum y en re­ alto mundo de Argentina y Bolivia, con perso­ lación con el relato. Al final y al margen, Palma najes y que "sabía conducirse con la elegancia y

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altura propias de una dama familiarizada con cribieron para La Revista de Lima [no dice las normas de la urbanidad aristocrática de su que también se expresó encomioso sobre tiempo". Palma lo apreció e incluso!o asimiló (p. La quena en el mismo texto]. Riva Agüero, 193). Sigue a su manera la impresión de Angé­ después de pedir disculpas por su franque­ lica Palma: "dama de treinta y tantos años, mu­ za declara que "como escritora me parece jer al fin y al cabo, no descuidaría el salpimen­ detestable. Son sus obras las tediosas, tar sus charlas y consejos de hermana mayor afectadas y tontas que produjo la escuela con tal cual granito de coquetería" (p. 72). romántica [. .. ] Si algún recuerdo merece Su primera estancia en la capital peruana La quena es porque por la fecha de su pu­ fue entrañable. La historia limeña y la de la li­ blicación (1846) resulta ser una de las pri­ teratura peruana no pueden prescindir de esos meras obras francamente románticas que encuentros culturales, de quienes escribían las se escribieron en el Perú". Los demás his­ primeras imágenes nacionales, en una ciudad toriadores de la lit~ratura peruana la sos- que, gracias a la prosperidad proporcionada por layan.20 1 las crecientes exportaciones, podía abrirse a la modemidad y al republicanismo. En ese mo­ La Revista de Lima (octubre de 1860-junio de mento, esta mujer de vida agitada y apasionada 1863 fue el gran aporte de los románticos. Fun­ fue un faro de congregación y suscitación. dada por José Antonio de Lavalle y José Toribio Luego de su regreso a Bolivia, entre 1863 y Pacheco, fue dirigida por Casimiro Ulloa ( 1859- 1866, cuando muere su marido, retoma a Li­ 1860), Lavalle (1860-1863) y Palma (1863). En ma 1866-1877, época en la que patrocina sus fa­ ella escribe Gorriti y es una de las animadoras mosas "veladas literarias" en 1876. Fue la cum­ de esa publicación. Con ella, también otras mu­ bre limeña de la literatura romántica y de la jeres escribieron en Lima. vida social y bohemia. Permaneció Juana Ma­ Una presencia notable de mujeres escritoras nuela en Lima hasta poco antes del inicio de la aparece con lo que Varillas llama la generación Guerra del Pacífico (1879). Pasó nuevamente de 1837-1851. Antes sólo estaban Flora Tristán, por Arequipa donde en 1877 se publica"A la emi­ polémica y tangencial, la propia Gorriti, Juana nente escritora Juana Manuela Gorriti: home­ Manuela Laso de Eléspuru, que hizo tres obras naje a su paso por Arequipa", colección de poe­ de teatro y "mediocres" poesías; entre los ro­ sías de literatos de esa ciudad. Luego por su mánticos de 1821-1836, las "discretísimas" Rosa natal Salta, hasta su final establecimiento en Mercedes Riglos de Orbegoso-a quien conside­ (1877-1892). raba promotora-y Teresa González de Fanning Sin embargo, de esta presencia notable en el -a quien consideraba como educadora. En otro medio literario limeño, como señalamos, su re­ momento, al hablar de la generación de 1822- gistro ha sido muy pobre en Perú. Un párrafo 1836, figura Rosa Mercedes Riglos de Orbegoso sintetiza la pobre imagen que Juana Manuela (1826-1891) como "dama de sociedad que parti­ Gorriti ha tenido en la historia literaria peruana: cipó de las veladas literarias de la señora Gorriti y que organizó reuniones similares". Escribió En el caso de la Gorriti, los recuerdos lite­ con el seudónimo de "Beatriz" en El Correo del rarios no olvidan ni su relación matrimo­ Perú, El Perú Illustrado y otras publicaciones nial con el general Belzú (sic), luego presi­ de la época. dente de Bolivia, ni sus veladas literarias. En la aludida generación (1837-1851), apa­ Sin embargo pocos se acuerdan de su obra recieron: Mercedes Cabello de Carbonera y Ca­ literaria propiamente dicha: Palma, quien rolina Freyre de Jaimes, de "importancia como la conoció bien, se limita a decir de ella que novelistas"; Lastenia Larriva y Carmen Potts, conformaba el grupo de quienes por aque­ periodistas; una poetisa "fecunda", Felisa Mos­ llos años "manejaban con algún brillo la coso y una ensayista y compositora, Manuela A. pluma del prosador o del poeta" y que es- Márquez.

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Varillas no menciona en su repertorio a Mar­ escribió en diarios, organizó veladas literarias, garita Práxedes Muñoz, nacida en Lima en una práctica que compartió con otras iniciati­ 1848, quien escribió La evolución de Paulina, vas similares en otras latitudes americanas. Su novela que según Francesca Denegri (El abani­ prestigio fue inigualable y la vida limeña de co y la cigarrera, p. 125) intentaba revelar el nuestro personaje puede ocupar muchas pági­ anacronismo de la Iglesia católica en una era de nas. Pero detengámonos en esta segunda par­ "realidades científicas". Margarita se estable­ te, más que en la biografia, en el contexto y los ció en Chile en 1885 "huyendo de la pobreza y de significados de la práctica literaria de Gorriti y un marido violento" y escribió su novela en otras mujeres escritoras en la capital peruana, 1893. En San Marcos obtuvo su grado de psi­ y otras capitales americanas, donde se definía quiatría médica y ejerció como médico en San­ y debatía la construcción de las relaciones de tiago y luego en Añatuya (Argentina), donde fa­ género y el papel de la mujer en la sociedad lleció. cuando las pasiones del inicio republicano ha­ Las cumbres de la escritura femenina fueron bían cedido lugar a otras condiciones de vida, a Mercedes Cabello y Clorinda Matto, las funda­ otras perspectivas, a otras biografías. doras de la novela en el Perú, con tema social, En 1874, en el Club Literario de Lima, ce­ realista y moderno; la una escribió en ambiente náculo intelectual patrocinado por los civilistas urbano ~on polémica y escándalo cuando re­ entonces ya en el poder, Carolina Freyre de J ai­ trató la vida limeña y puso un tinte anticlerical mes se convirtió en la segunda mujer que recibió a su discurso--; la otra, en el campo serrano. La el honor de integrarse a ese selecto y prestigioso más reconocida por la crítica ha sido Clorinda centro de producción ideológica -la primera Matto y la "coronación literaria" de Clorinda fue nada menos que Juana Manuela Gorriti. fue el 28 de febrero de 1877 en las veladas de Ése fue el punto culminante de un proceso que Juana Manuela. Mercedes Cabello era una dis­ los intelectuales románticos y civilistas procla­ cípula de Gorriti con quien tenía una amistad maron: "milagrosa transformación de la mujer literaria y personal muy cercana. El21 de sep­ se ha cumplido" en el Perú (Ricardo Rossel en el tiembre de 1876 se inició también en las vela­ discurso de presentación de Carolina Freyre). das Abelardo Gamarra, "el tunante", otro de los Bien mirada la literatura, y el discurso de la grandes costumbristas peruanos, de manera época en el que se inscribían los éxitos sociales que el vínculo de Juana Manuela con los escri­ de los trabajos de Gorriti y de Freyre, se trata­ tores y su aporte a varias generaciones fue un ba de un mensaje prescriptivo. La mujer debía hecho muy concreto. ser la guardiana del hogar, santuario básico de la sociedad criolla deseada: blanca en lo racial, moderna en lo ideológico-antitradicional, supe­ El "ángel del hogar": discurso ración de lo colonial como sinónimo de estanca­ preceptivo y voz femenina en las miento y ocio--y burguesa en lo social. En 1858, formaciones culturales nacionales el escritor liberal -pero canónigo de oficio-­ Francisco de Paula González Vigil, puso la .cum­ Juana Manuela Gorriti y Carolina Freyre bre del discurso en su Importancia de la educa­ de Jaimes ción del bello sexo. La mujer, por la educación, se integraba a la vida nacional. Pero a la vez, La escritura de Juana Manuela fue un episodio como lo sintetizara en un eterno dicho la propia peruano, de la Lima de mediados de siglo. Llegó Carolina Freyre, el lugar de la mujer era el de casi fugada de su drama boliviano y vivió de la "ángel del hogar": guardiana de lo privado bur­ literatura y la enseñanza de niñas. Mostró ha­ gués, donde el hombre encontraría el remanso cia Perú mucho más aprecio que el que hasta a su lucha en el terreno de lo público. El hogar ahora ahí se le ha dado a su figura. Ella fue una y la familia nuclear eran la piedra angular del animadora de la vida cultural. Dirigió revistas, discurso moral de la burguesía en ascenso.21

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Tal vez el punto donde mejor se notaba la 1879 se representa en Lima su Blanca de Silva, prescripción burguesa criolla respecto al géne­ episodio de la época colonial, drama en cuatro ro femenino era en la lucha por lograr que las actos que luego se publica en La Paz en 1883. mujeres criollas aprendieran a querer criar a La actividad literaria de Carolina de Freyre sus hijos. Como es bien sabido, hasta fines del fue notable. Su amistad con Juana Manuela, siglo pasado, el contratar nodrizas o "amas" que con quien dirigía la revista femenina y cultural incluso amamantaban a los niños, era práctica El Álbum, se rompió bruscamente antes de que común en una ciudad como Lima. Las mujeres Juana Manuela dejara Perú.24 El motivo, con­ negras fueron especialmente requeridas para forme dejan ver las fuentes, habría sido un in­ amas de pecho y nodrizas de los vástagos de las tento poco feliz de Carolina y su esposo, Julio familias criollas y burguesas. Contra esa prác­ Lucas J aimes, que también escribía en Lima tica se alzó un discurso prescriptivo que tuvo con el pseudónimo de "D. Javier de la Brocha su impulso mayor ya a fines del siglo XIX e Gorda" --con un estilo de imitación de Palma, inicios del XX. María Emma Mannarelli ha según Juana Manuela, quien nunca perdonaría señalado cómo la familia no era nuclear; "el dis­ la ofensa- de prohijar una "tradición" de Pal­ curso dominante no ha definido con precisión ma, usando el chisme boliviano de la infidelidad los contornos de la identidad femenina a propó• de Gorriti y la violencia desatada en torno a ella sito de la maternidad".22 Hay sin embargo una entre Ballivián y Belzu. 25 gran mortalidad, infantil y femenina, y la prác­ tica del Estado fue la de dar seguridad a los Distintos escenarios, una misma nacimientos, velando porque la familia fuera el representación sostén de la sociedad imaginada. Pero, así como los escritos -y las prácticas sociales-de estas mujeres podían cumplir con Como en el Perú del intento de modernización un papel funcional para la ideología de clase en de la segunda mitad del XIX, en México el dis­ surgimiento, también fueron un resquicio de curso modernista, asociado a la alborada de la prédica por derechos de la mujer que transgre­ época de Porfirio Díaz, conocida como el "porfi­ dían claramente el papel que se le asignaba en riato", produjo un discurso similar. El mensaje la sociedad, incluso en el moderno proyecto re­ preceptivo de la vida cotidiana para la mujer del publicano burgués. porfiriato la demandaba como guardiana del ho­ Juana Manuela y Carolina Freyre fueron gar, mujer moderna que en su papel de madre amigas y colaboradoras. Carolina Freyre de Jai­ y esposa, trabajadora del hogar, acabara deste­ mes escribió Un amor desgraciado, en , rrando lo tradicional colonial. Paralelamente, en 1868. Dice Basadre de ella: escritora tacneña, el discurso tenía por el contrario un componen­ relacionada con una familia de impresores y de te tradicional: esa guardiana del hogar, trono periodistas de esa ciudad, casó con el intelec­ de la mujer, debía a su vez ser sumisa, obedien­ tual boliviano Julio Lucas Jaimes y fue lama­ te y dependiente del varón, el mismo carácter dre del gran poeta Ricardo Jaimes Freyre.23 Su esencial del discurso colonial. Mientras el dis­ padre fue Andrés Freyre, editor y periodista. curso político comportaba ese mensaje, el discur­ En Tacna, editó en 1869 una obra del político so literario lo completaba. Isabel Prieto de Lan­ boliviano (ministro en Lima en los comienzos de dázuri, en 1882, escribía, como en Lima nuestra la guerra de 1879) Zoilo Flores y la tradición novelista Carolina Freyre, que la mujer debía dice que colaboró en la obra llamada Efemérides ser el "ángel del hogar".26 americanas precedidas de un bosquejo histórico Tanto en México como en Perú, el discurso sobre el descubrimiento y la guerra de la Inde­ era funcional a la ideología dominante que pre­ pendencia de la América española. tendía construir un lugar para el género feme­ En 1878 publica en Tacna Marta de Vellido, nino en la comunidad imaginada para la na­ drama histórico en cuatro actos y en verso. En ción. En México, cuando en Perú dominaba el

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romanticismo, un discurso "de patria" --que 1828, atribuyendo despectivamente su papel vinculaba a lo literario como fundación de una público a sus "amoríos" con quien fuera su es­ imagen nacional-adelantó la figura hogareña poso, el líder Quintana Roo. Mientras que Joa­ de la mujer, conminándola a que criara a los quín Fernández de Lizardi, en su obra La quijo­ niños para el bienestar futuro de la nación. In­ tita y su prima (1818), presenta las dos posibles telectuales fundadores del discurso republica­ mujeres, la quijotita ilustrada, culta, mundana no mexicano, como Lucas Alamán y Joaquín y la prima "Prudenciana", quien como su nom­ Fernández de Lizardi (el Pensador Mexicano), bre indicaba, era prudente y sumisa, una fe­ difundieron la incorporación liberal nacional de menina compañera del Quijote, para quien el la mujer frente a un discurso marginador de la destino deparaba la mejor suerte: la mujer fe­ misma en la vida pública, que circuló luego de lizmente casada, frente al destino desviado y las luchas por la independencia. En un suelto perdido de la ilusa ilustrada que traspasaba la impreso en 1835, de tipo satírico, el autor dice: barrera de la moral. 30 "mujer, motivo de muerte/mujer, medio del pe­ En la literatura, algunas mujeres aparecie­ cado/mujer, mal en lo vedado/mujer, mentira ron como escritoras de forma parecida a las de más fuerte/mujer, monstruo que pervierte/mu­ Lima, como Laura Méndez de Cuenca, autora jer, VIbora fingida/mujer, ponzoña florida/mu­ de una de las pocas novelas escritas por muje­ jer, basilisco airado/ mujer, demonio encarna­ res, y Concepción Lombardo de Miramón, mu­ do/mujer, infierno en la vida"Y jer del general Miramón, quien conspiró para La mujer mexicana siempre mostró una fuer­ defender la vida de su marido y luego escribió za extraordinaria en la lucha pública. La mujer sus memorias como testimonio de su papel den­ "varonil" ha tenido en México un papel impor­ tro de la familia y la historia del México de me­ tantísimo. Jean Franco menciona algunas muje­ diados de siglo. res iconos, mujeres extraordinarias, como lacha­ Otras plumas femeninas son importantes en mula Agustina Gómez Checheb, "la madre de la historia de México, pero más como testimo­ Dios" en la guerra chiapaneca de 1868, y Teresa nio. Madame Calderón de la Barca, cuyo verda­ Urrea en 1889, visionaria y curandera, la "san­ dero nombre era Frances Erskine lnglis, esposa ta de Cabora". Fueron personajes vinculados de un diplomático y noble español, pasó una a movimientos étnicos y de resistencia católica temporadaenMéxicoentre 1839-1841y dejó un a los cambios laicistas.28 También es menciona­ testimonio literario. 3.I Escrito como cartas perso­ ble el desarrollo del icono de la Monja Alférez, nales, es una fina y curiosa muestra de la vida en mujer vestida de varón en la historia fantástica la ciudad. Es muy conocido y poco apreciado por del siglo XVII, que se "mexicanizó" en el discur­ las opiniones acerca de costumbres, higiene, as­ so literario del siglo XIX. 29 Por otra parte, y pecto, etcétera, de los mexicanos. Junto con un tanto más importante para este argumento, la libro fundacional del costumbrismo mexicano, participación pública y en la política de la mujer de Manuel Payno, son las fuentes más conoci­ mexicana está magníficamente representada das de la vida urbana de México a inicios de la en las figuras de "la güera" Rodríguez --contac­ vida republicana. to de Hidalgo en México-y María Leona Vica­ En un estudio de Ana Lau J aiven se muestra rio -pareja del insurgente Andrés Quintana que la educación femenina no era una tarea de Roo-, cuyo símbolo femenino paralelo en Perú interés dentro de los proyectos mexicanos de la sería la heroína María Parado de Bellido. primera época .republicana. Entre otros docu­ El discurso "incorporador" de la intelectua­ mentos, la autora usa el testimonio de madame lidad varonil de la fundación mexicana fue am­ Calderón de la Barca sobre la vida urbana, las biguo sin embargo, ya que desarrolló un dis­ costumbres en el vestir, la presencia de la re­ curso paralelo y más eficaz en lo prescriptivo, ligión en la vida cotidiana, la educación especial contra la participación pública de la mujer. de las damas de la alta sociedad, a quienes es­ Lucas Alamán atacó a María Leona Vicario en taba permitido opinar de política, lo que hacían

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con conocimiento y elocuencia -una de las truir los papeles de género, con todo lo recupe­ primeras obras de pluma femenina que, a pesar rado -que e;; mucho y tiene mucho que decir, de su conservadurismo, transgrede el silencio como lo revelan los trabajos referidos-; queda literario femenino fue la biografía de Concep­ la imagen de un obligatorio repliegue femenino ción Lombardo de Miramón, opinando sobre po­ hacia sus espacios consagrados y hacia las acti­ lítica incluso.32 No hubo, pues, un desafiante tudes estereotipadas de sumisión y abnegación interés por integrar a la mujer a un nuevo pro­ hogareñas. yecto nacional que implicara una nueva educa­ Pero mientras que en México las mujeres ción. Aquí es interesante la opinión de Manuel escritoras eran pocas, en Perú fueron muchas, Payno, el autor insuperable de las costumbres y si en el primer país escribieron por temor a de mediados de siglo en Los bandidos de Río ingresar en un campo público que no era el suyo Frío: dice que "una mujer que no sabe coser y y de alguna manera aceptando inclinarse ante bordar, es como un hombre que no sabe leer ni la prescripción masculina dominante para en­ escribÍr". La mujer podía leer, pero ni mucho trar en el círculo literario, en Perú su discurso ("cuanta novela y papelucho cae en sus manos") tenía un contramensaje feminista, incluso en la ni poco ("que les causa hastío el sólo ver un li­ literatura y desde luego en sus prácticas vita­ bro"), ni algunas cosas a las que los varones sí les; como veremos también ocurrió en Argen­ podían acceder (Lutero, Bocaccio, etcétera): "una tina. mujer no debe jamás exponerse a pervertir su Sin embargo, aunque sólo en el aire frívolo y corazón, a desviar su alma de esas ideas de re­ bohemio que la intelectualidad pretendía darse ligión y piedad que santifican aun a las mujeres a imagen de los aires europeos, un·paralelo me­ perdidas". Las que trasgredían este espacio xicano de las tertulias limeñas llevadas adelan­ eran condenadas: "una mujer que lee indistin­ te por Juana Manuela Gorriti puede establecer­ tamente toda clase de escritos, cae forzosamen­ se con las reuniones en los salones de Fanny de te en el crimen o en el ridículo".33 Testa o N atali de Testa, en el Hotel de Iturbide, La escasa presencia y trascendencia literaria sobre Plateros, donde también funcionaba el de las mujeres en el siglo XIX mexicano se re­ Restaurant Recamier, en la segunda mitad del vela en el libro de compilación Las voces olvida­ siglo XIX mexicano. Reuniones "frívolas" que das:34 escritoras dominadas por un discurso criticaron Manuel Gutiérrez Nájera y que des­ religioso primario, testimonios personales o de cribiera testimonialmente Federico Gamboa, el viaje marcadamente conservadores, alguna cró• autor de Santa. nica. La escritura se desarrolla más con los pe­ Federico Gamboa ( 1864-1939) contribuyó de­ riódicos, ya en la época porfiriana, teniendo su cididamente a la incorporación literaria de la cumbre en Las hijas del Anáhuac (1873) -pu­ mujer en México con su novela Santa (Barcelo­ blicado por una de las más conspicuas escrito­ na, 1903), uno de los más sonados éxitos litera­ ras del siglo llamada Laureana Wright de Klein­ rios (personaje que acabaría por devorar a su hans-, .sucesor del Semanario de las Señoritas inventor y volyerse más real que la realidad Mexicanas (1841) y de La Ilustración, también -José Emilio Pacheco-) que terminó exten­ semanario de las señoritas mexicanas (1869). diéndose en otras formas de comunicación so­ Más información rescatada de papeles suel­ cial como el teatro y el cine. La obra comienza en tos, periódicos -no sólo los destinados a las da­ 1916, después del inicio de la Revolución, y lo­ mas-y otras publicaciones, que abren el pano­ gra un incontenible ascenso. Fue la primera pe­ rama del interés femenino por su espacio y del lícula sonora en México, estrenada en 1932. Al interés prescriptivo por lo femenino, aparece en año siguiente Agustín Lara compone Santa e la compilación paralela del INAH, El álbum de interpreta a uno de sus personajes en una co­ la mujer.35 El panorama de estos escritos, de media musical (el pianista ciego Hipólito) y mujeres y sobre la mujer, no es el de una polé­ desde entonces el éxito de la novela se redobla. mica abierta ni el de una vocación por recons- En 1938la novela tiene su décima edición. Has-

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ta hoy, Santa tiene cuatro versiones cinemato­ Eran los años de 1885-1887, a los 21 de edad, gráficas. "el pajarito", como era conocido el joven bohe­ Federico Gamboa viajó a Buenos Aires en mio de la noche mexicana, firmaba como la Co­ 1891 (¿conoció a Juana Manuela Gorriti?) y es cardiere en el diario opositor de Filomeno Mata, ahí donde debe haber terminado su libro, Im­ que cobijaba las notas artístico-musicales de la presiones y recuerdos, aparecido en 1893. Unos señora Testa, quien además formaba artistas y cuentos realistas, sin ficción, recordando un cantantes en lecciones a domicilio. Experta en México que se iba, escritos a vuelapluma, lige­ su materia, sus notas eran leídas con avidez, ros y autobiográficos, son un antecedente de su además de curiosidad cuando se trataba de las obra más larga, Mi diario, que empezó también descripciones que hacía de las fiestas del gran en Buenos Aires y, en cinco entregas, abarcó mundo, a las que siempre era invitada: "las se­ desde 1892 hasta 1938.Impresiones y recuerdos ñoras se desvivían por saludarla, los caballeros tuvo una redición en 1922 pero desde entonces por servirla y ella, amable, sonriente, ilustrada, permaneció olvidada, hasta su reciente recupe­ vivía contenta". ración de unas páginas que, a juicio de José El salón de Fanny, donde brillaba Rita, quien Emilio Pacheco son "acaso las mejores".36 "causó una pequeña revolución entre los hom­ Uno de los cuentos trata de "Un salón artísti• bres" de México, era frecuentado por artistas, co" (pp. 41-46). Gamboa conocía a Fanny de políticos, literatos y sobre todo "cuánta fisono­ Testa porque se leían, ambos redactores de El mía inteligente, cuánta mujer bonita... " como Diario del Hogar. N atali de Testa había llegado quedara impresionado Gamboa. El punto cul­ a México en una compañía de ópera y "se nos minante en la narración del autor del "cuento quedó para siempre". En la calle San Francisco sin ficción" fue la presencia de Ignacio Altami­ se conocieron una tarde, ella elegante siempre, rano, el maestro admirado, quien hablaba bri­ como la oteó Gamboa muchas veces en el teatro, llante en el salón sobre literatura, política, ga­ acompañada de Rita su hija, "una rubia cana­ lanteos y "de cuando en cuando sacudía su me­ diense como de dieciocho años, alta, bien hecha, lena, su cara de león se animaba, crecido ya con deliciosa". Invitado a las reuniones que realiza­ la propia plática y exclamaba regocijado, con­ ba los lunes de seis a diez en su casa en el hotel tentísimo: 'Soy indio, indio puro, ¡indio por lturbide, en la calle de Plateros, Gamboa comen­ los cuatro costados!'" zó a frecuentarla e inició "una de esas intimida­ Un México que se transformaba en los inicios des que parece que provinieran de los desenga­ del porfiriato, una nueva imagen que nacía, tu­ ños" pasados o por venir, acechando, "detrás de vo en la pluma de Gamboa y en su vida una de cada sonrisa femenina, entre las flores de los sus cumbres. A los años, la distancia y la nostal­ sombreros de paja que guardan y defienden ca­ gia, el salón artístico, las crónicas de Fanny, la becitas que han de sernos idolatradas". Intimi­ bohemia que juntaba los elementos del nuevo dad y galanteo que no debían pasar la barrera mundo nacional, eran retratados en las Impre­ de los temores masculinos deljoven, eran expli­ siones y recuerdos, "un libro habitable, el descen­ cados por Gamboa como: "nos separaban mu­ so a un pasado que sólo consta aquí, la vuelta chos años para que el diablillo de las flechas pu­ imaginaria del hijo pródigo al edén subvertido dieran hacernos una de las suyas, y como no de un México, otro más en la cadena sin fin de podíamos dañarnos nos dimos a querernos, en mutaciones, que ya había desaparecido cuando virtud de la eterna atracción de los sexos, un el autor regresó de Buenos Aires" (José Emilio cariño franco, abundante". Un bohemio joven y Pacheco). En esas páginas no podía faltar el sa­ ávido, una dama conocedora, dueña de las si­ lón literario y artístico, la mirada alta de una tuaciones, socialmente aceptada por ministros mujer, como invitando e intuyendo; la bohemia, extranjeros, periodistas, escritores, músicos. la tertulia, la usina, movida por los pasos de un ¿No pudo haber escrito Palma algo parecido ha­ baile -un bostón, se llamaba- entre jóvenes cía 1870 sobre Juana Manuela Gorriti? que se encontraban, que mecían sus sueños en

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los acordes de valses, donde nacía una imagen haces mal no esperes bien, de Juana Manuela del mundo, una nación. Gorriti, son las obras que llevan el nuevo dis­ curso sobre el indio en el proyecto de Perú ex­ Imaginación nacional y visiones de portado por la oligarquía terrateniente. género en la literatura femenina Poco conocida o difundida, esta obra de Jua­ na Manuela Gorriti trata de una joven y un mu­ En Buenos Aires, como en Lima o México, las re­ chacho que se enamoran sin saber que eran vistas para mujeres proliferaron en las prime­ medio hermanos. La chica era fruto de la viola­ ras décadas republicanas. Una preocupación ción de una india por un militar. Se trata de un por el papel de la mujer en la comunidad nacio­ argumento similar al de aquel que la crítica li­ nal imaginada era evidente entre los escritores teraria peruana ha considerado como primera varones, productores de ideología y de un bal­ obra indigenista, salida de la pluma de la otra buceante discurso dominante nacional. Como cusqueña fundadora de la novela peruana, Clo­ en Lima, en estas publicaciones la pluma feme­ rinda Matto de Turner. La novela de Matto nina era invitada cotidiana. Ahí también el apareció en 1889, en un contexto diferente, do­ mensaje era el de poner a la mujer, con los mis­ minado por un discurso crítico, posromántico, mos términos que Lima y México, como "ángel mientras que la de Gorriti fue publicada en del hogar". Los escritos femeninos demandan el 1861. Cabe recordar que fue justamente Juana respeto por el papel de la mujer en el hogar, al Manuela Gorriti quien patrocinó a la escritora que convertían en lugar seguro contra la tiranía cusqueña en sus primeras lides literarias, en y proclamaban la necesidad de la educación fe­ sus famosas "veladas literarias" llevadas a cabo menina, que no se contradecía con sus otras semanalmente en su propia casa. El cuento de obligaciones hogareñas. Publicaciones como La Gorriti, ha señalado Kristal, "arremete contra aljaba, dedicadas al "bello sexo", se difundían la opresión de los indios por parte de un siste­ tan temprano como en 1830. La maternidad re­ ma feudal corrupto, el mismo que, unos treinta publicana, proclamada desde el discurso hege­ años más tarde, sería blanco de las invectivas mónico en formación, fue usada por las escrito­ de González Prada". ras para defender derechos femeninos, abrir un Francesca Denegri,39 por su lado, en el mejor espacio en la conformación nacional para la mu­ trabajo sobre historia de las mentalidades y de jer, reflexionar sobre sus derechos y desarro­ género que ha aparecido últimamente, ha ubi­ llarse en la educación en donde destacaban de cado la obra de Gorriti con diferentes criterios, manera tal que había más mujeres que hom­ reveladores de otras aristas del discurso indi­ bre~ alfabetos. El discurso maternal burgués genista y feminista que se descubría en ella. Un puede ser leído, en la pluma femenina, como un personaje indio reacciona contra los soldados paso de confrontación, toma de conciencia y lu­ violadores de las mujeres de su raza y se llevan cha de la mujer de la ciudad criolla en el naci­ a los niños indios como sirvientes a las ciuda­ miento de la nación.37 Es lo que ocurrió en Lima des. La violación, opresión directa de los blan­ con las veladas de Juana Manuela Gorriti y cos sobre los indios, de los hombres sobre las con las revistas femeninas, entre las que des­ mujeres, y el desarraigo de la niñez en la ciu­ tacó La .Alborada, dirigida por la propia escri­ dad, aparecen en el discurso. Discurso que era tora salteña. corroborado por la más cruda realidad. En un estudio renovador, Efraín Kristal ha Esa denuncia se hacía parte de una reinter­ señalado que fue en 1860 cuando novelas y pretación indigenista de la historia dentro de cuentos que podemos llamar indigenistas, fue­ los cánones clásicos del romanticismo en la pri­ ron publicados por intelectuales que se agrupa­ mera novela de Gorriti, La quena (1848), aparecí• ban tras el novel sector explotador de los grupos da por entregas en el primer año de su residen­ dominantes. de la sociedad peruana. 38 Sé bueno cia limeña, migrada desde Bolivia, su primera y serás feliz, de Ladislao Graña y, sobre todo, Si estación de exilio luego de la casi infantil salida

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de su Salta (Argentina) natal. En el relato, un feminista, ha sido explicado por Francesca De­ niño nace de la unión de la noble María Ata­ negri de una manera que las vincula con una hualpa y un capitán español. El niño crece con imagen de la etnicidad hasta entonces hege­ su madre en el pueblo indio hasta que su padre mónica. Así, a pesar de que las novelas estaban lo secuestra y lo lleva a Madrid. El relato cruza todavía dominadas por el estilo romántico criti­ tres narraciones: la de la india María, la del cado desde la posición de Manuel González Pra­ mestizo Hemán, el hijo, y el de una esclava ne­ da, los intelectuales líderes de la oposición lite­ gra, Francisca, quien presenta la historia del raria encomiaron el discurso de ambas escrito­ desarraigo de su propia nación. El símil con la ras. Bien vistos los argumentos, los personajes historia de los mestizos originarios, entre los "de color" desempeñaban en esas narraciones cuales Garcilaso de la Vega se abre conio proto­ un papel amenazante, corruptor, eran los y las tipo, es evidente. Pero mientras el Inca Garcilaso portadoras de valores que la ideología de los ex­ abraza la cultura hispana y busca afanosamen­ portadores modemizantes querían des.terrar. te incorporarse a ella, Hemán termina La quena En las novelas de.González y Cabello los ac­ regresando clandestinamente a Perú para reci­ tores centrales de las narraciones, de la élite bir el emblema de último sucesor del imperio criolla, incluso las mujeres, aparecen amenaza­ derrotado. Un tímido rey subterráneo que ame­ dos por miembros de una cultura diferente, naza vindicar la violación originaria. otra, subordinada, popular. El varón oscuro, el Un discurso muy atrevido, dentro del argu­ negro o mulato, aparece dotado de una sexuali­ mento romántico, con una reivindicación india, dad destructiva. El mismo mecanismo cultural desde la visión femenina. Discurso desafiante se encuentra en obras de Juana Manuela Go­ que sin embargo fue ampliamente encomiado. rrriti como El ángel caído. La escritora que Palma --como ya vimos- consideró el relato abrió, desde un discurso femenino, las puertas como "la mejor novela escrita en América desde a una visión más integrada de lo nacional -al María de Jorge Isaacs". introducir la reivindicación cultural del indio, El corolario de este movimiento, que estuvo como en La quena- era también parte de ese lidereado por escritoras, fue un artículo escrito contradictorio entramado de relaciones de cla­ por una autora olvidada, la cusqueña M. Ánge­ se y de género. Los negros aparecían poseídos la Enríquez de Vega -hermana de Trinidad por deseos sexuales destructivos, lo bajo sexual María Enríquez, la primera mujer profesional se hace otro bajo en la fijación racial de la re­ peruana y decidida defensora de ideas sociales presión. La idea de una sociedad diferente y gremialistas-titulado El indio y publicado en excluyente era sutilmente presentada en las la revista de Juana Manuela Gorriti, La Albo­ lecturas que estas mujeres pusieron en boga rada, en 1875. Según E. Kristal, "es una exége­ durante el periodo posterior a la guerra con sis más sistemática y cuidadosa de la cuestión Chile: los otros, los de abajo, usando el binarismo indígena que cualquier artículo escrito por Ma­ cultural de alto/bajo desarrollado por Peter nuel González Prada". Por su parte, La Alborada, Stallybrass y Allon White, eran socialmente pe­ periódico publicado por Gorriti, fue la antesala riféricos, pero simbólicamente centrales en la del discurso que otras mujeres como Mercedes ficción romántica escrita por mujeres y aprecia­ Cabello y Clorinda Matto continuarían. da en los círculos ilustrados de la capital perua­ En 1886, cuando ya Juana Manuela vivía en na. En otro orden de discursos, en México, los Buenos Aires -y escribía nostálgica a sus ami­ modernistas, que llevaban adelante una prédica gos peruanos deseando volver- el Ateneo de crítica de la sociedad, hicieron la misma trans­ Lima premió a dos escritoras como ganadoras codificación de la parte baja del cuerpo, que del concurso internacional de literatura: Mer­ olvidaban o reprimían, con lo bajo social, que se cedes Cabello y Teresa González. El éxito lite­ convertía en preocupación (Jean Franco lo ha rario de estas escritoras, que por entonces lle­ identificado así en Santa, la novela de Federico vaban adelante un discurso de reivindicación Gamboa).

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Final

N ación e imaginación se cruzan en la escritura cual las mujeres de letras dejaron el testimonio y en la práctica de un ser sin duda excepcional. de una búsqueda, íntima a la vez que pública y Biografía e historia se tejen para dar la imagen nacional, en la que pusieron, más que sus obras, de una época. Discurso literario y práctica fe mi­ sus vidas, parte todavía de las nuestras. nista hablan de una sorda lucha cotidiana en la

Notas

1 Tulio Halperin Donghi, Reforma y disolución de los variantes, en Obras completas, vol. IV, pp. 226-232. To­ imperios ibéricos 1750-1850, Madrid, Alianza América, dos los autores siguen sin dudarlo a Paredes, "documen­ 1985,383 p. tado" en una supuesta carta del padre a las hijas, acu­ 2 Mary Louise Pratt, "Las mujeres y el imaginario sando la infidelidad, papel que fuera, según el propio nacional en el siglo XIX", Revista de Critica Literaria autor, destruido por sus receptoras. Latinoamericana, núm. 38, Lima, 1993, pp. 51-62. 9 Emilio Rodríguez Mendoza, La América bárba­ 3 Lea Fletcher, "Patriarchy, Medicine, and Women ra, Santiago de Chile, Biblioteca Ercilla, 1933, pp. 170- Writers in Nineteenth-Century Argentina", en Broce 175. Clark y Wendell Aycock (comps.), The Body and the 10 José Luis Lanuza, "La novela de Juana Manuela Text. Comparative Essays in Literature and Medicine, Gorriti", Buenos Aires, Chabela, 1946 (reproducido en Texas Tech. University Press, Lubbock, Texas, 1990, Alfonso Crespo, Manuel Isidoro Belzu, historia de un pp. 91-101. caudillo, La Paz, Biblioteca Popular Boliviana de Últi• 4 Juana Manuela Gorriti, Obras completas, t. III: ma Hora (Colección Juvenil de Biografias Breves), 1980, Tierra natal, Perfiles históricos y La cocina ecléctica, 53 p. Salta, Argentina, Fundación del Banco del Noroeste, 11 Humberto Vázquez Machicado, Obras completas, 1993. Investigación y cuidado de la edición: Alicia Mar­ vol. III, p. 412. torell. Las citas de Azurduy y Güemes son de Perfiles. 12 Para un elenco de las fuentes y autores que han 5 Juana Manuela Gorriti, Obras completas, tomo 11: tratado la vida de Francisca Zubiaga, véase de Carlos Panoramas de la vida, 211 parte y Misceláneas, Salta, Ar­ Neuhaus Rizo Patrón, Pancha Gamarra, La Mariscala, gentina, Fundación del Banco del Noroeste, 1993, p. Francisco Moncloa (ed.), Lima, 1967, 153 p. 341. Investigación y cuidado de la edición: Alicia Marto­ 13 Seguimos una exposición sistemática y genera­ rell. Panoramas de la vida es de 1876, editada en Bue­ cional hecha por Alberto Varillas Montenegro, La lite­ nos Aires; tenía como subtítulo "Colección de novelas, ratura peruana del siglo XIX, Lima, Pontificia Univer­ fantasías, leyendas y descripciones americanas". Ahí sidad Católica del Perú, 1992, 349 p. viene su retrato de Belzu. Misceláneas también está 14 Oswaldo Holguín Callo, Tiempos de infancia y editada en Buenos Aires, en 1878: "Leyendas, juicios, bohemia. Ricardo Palma (1833-1860), Lima, Pontificia pensamientos, discursos, impresiones de viaje y des­ Universidad Católica del Perú, 1994, pp. 191-913. Es el cripciones americanas". trabajo más documentado sobre la vida y obra de 6 Atilio Comejo, Historia de Güemes, 2' edición, Ricardo Palma, fundador en el siglo XIX de una litera­ Salta, 1971, 366 p. Tulio Halperin Donghi, op.cit. tura peruana y un imaginario nacional perdurable. 15 ·1 Humberto Vázquez Machicado, "Glosas sobre la Tomado de El Comercio, 29.1.1851. La dedicatoria historia económica de Bolivia", en Obras completas, está suscrita en 2.1.1851. Humberto Vázquez Machicado y José Vázquez Machi­ 16 Cita "La bohemia limeña... ", vol. IV, p. 21 y Tradi­ cado, edición de Guillermo Ovando y Alberto V ázquez, ciones peruanas completas, p. 1297. La Paz, Ed. Don Bosco, 1988, vol. IV, pp. 217-225, toma­ 17 AngélicaPalma,RicardoPalma, Ediciones Argen­ do de "Para una psicología del gobiemo de Belzu", La tinas "Cóndor", Buenos Aires, Editorial Tor (Las Gran­ Razón, 9 de marzo de 1947. des Biografias Contemporáneas), 1933, pp. 71-72. 8 La información más importante se contiene en el 18 Biblioteca Nacional del Perú, ms. D-2394. Incluye artículo de Manuel Rigoberto Paredes, "Lo pasional en una estampa coloreada a manera de ilustración que la historia de Bolivia, Ballivián y Belzu", en Kollasuyo muestra a una dama junto a una joven con la leyenda 40, La Paz, 1942, pp. 76 y ss. También Humberto Váz­ "Doña Clara acaricia a AI\jélica [sic]". El álbum está de­ quez Machicado se detiene en esto en "Belzu, la Gorriti teriorado por el agua y el fuego. En el f. 91 Palma es­ y Ballivián. Amor y odio en la historia de Bolivia", en cribió: "Grandísima tontería/de los veintiún años/R.P. Presencia, Literatura y Arte, 14-12-1958; incluido con (rubricado)/1902". Sin embargo, anota Holguín al re-

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descubrirlo, ese mismo año lo publicó en la Revista 26 Carmen Ramos Escandón, "Señoritas porfirianas: Nacional de Buenos Aires, vol. XXXIII, pp. 282-286. mujer e ideología en el México progresista, 1880-1910", 19 Angélica Palma, op. cit., p. 72. La traducción de en C. Ramos E. et al., Presencia y transparencia: la Holguín es: "-Señora, una mujer como usted no debe mujer en la historia de México, México, El Colegio de tener esas gentilezas con un joven. -Señor Althaus, un México, 1987, 189 p. niño como usted no puede hacer observaciones a una 27 Véase al respecto la colección periodística de im­ mujer como yo; tome mi pañuelo y suénese." presos, sueltos y hojas diarias que circularon en México, 20 Alberto Varillas, La literatura... , op. cit.; no es por José María Lafragua (Biblioteca Nacional de Mé­ cierto que todos la soslayen, la mencionan con el mismo xico). tono despectivo. Algunos son absolutamente desinfor­ 28 Jean Franco, Las conspiradoras. La representa­ mados y hasta cómicos; recientemente la situación ha ción de la mujer en México (Versión actualizada), Méxi­ variado; el propio autor no deja de decir de ella cosas co­ co, Fondo de Cultura Económica, 1993, 240 p. mo: "el nombre más importante de esta generación" (p. 29 Luis Miguel Glave, "Cinco mujeres y una historia 139) [la de los nacidos entre 1807-1821, o también: "ani­ extraordinaria", en Maruja Barrig y Narda Enríquez madora de la vida cultural de Lima y Arequipa durante (comps.), Otras pieles. Historia, cultura y género, Lima, las extensas temporadas que pasó en el Perú, aunque 1995. siempre con un previo "la argentina", o "extensas tem­ 30 Jean Franco, Las conspiradoras... , op. cit., p. 118. poradas", llamadas a una vida entre nosotros]. 31 Madame Calderón de la Barca, La vida en México. 21 Para un desarrollo de esta hipótesis y una visión Durante una residencia de dos años en ese país, México, general del discurso de estas escritoras véase Francesca Porrúa, 426 p. La 1ü- edición es de 1994. Denegri, El abanico y la cigarrera. La primera genera­ 32 Ana Lau Jaiven, "Retablo costumbrista: vida coti­ ción de mujeres ilustradas en el Perú, Lima, Instituto de diana y mujeres durante la primera mitad del siglo XIX Estudios Peruanos, 1996, 215 p. mexicano y según viajeros anglosajones", en Regina 22 María Emma Mannarelli, "Las mujeres y sus vi­ Hernández Franyuti (comp.), La ciudad de México en la das", Ideele, núm. 84, Lima, 1996, pp. 37-44. primera mitad del siglo XIX, tomo 11, México, Instituto 23 Jorge Basadre, Bases documentales de la historia Mora, 1994, pp. 365-410. de la República del Perú, Lima, vol. I, p. 423. 33 Manuel Payno, Sobre mujeres, amores y matrimo­ 24 Sobre el pleito entre Juana Manuela Gorriti y Ca­ nios, México, Instituto Nacional de BellasArtes-Premiá, rolina Freyre de Jaimes: ambas eran editoras de El 1984. Álbum, hasta el núm. 16 en que sólo queda al frente Ca­ 34 Ana Rosa Domenella y Nora Pasternac (eds.), Las rolina; el último artículo publicado por Juana Manuela voces olvidadas. Antología crítica de narradoras mexi­ Gorriti en la revista fue en 29-VIII-187 4. En el semana­ canas nacidas en el siglo XIX, México, El Colegio de rio dominical La Broma se juntaron Palma y Julio Lu­ México, 1991, 451 p. cas J aimes con otros satíricos, incluido Manuel Atanasio 35 El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las Fuentes. El semanario salió en 1877 y el 28 de abril de mexicanas, vol. III, Julia Tuñón, "El siglo XIX (1821- 1878 se dejó de publicar; escribieron en un especial 1880)"; vol. IV, Martha Eva Rocha, "El porfiriato y la de 1878, Mercedes Cabello, Manuela Villarán de Plas­ revolución", México, Instituto Nacional de Antropolo­ cencia, Baronesa de Wilson y Carolina Freyre. También gía e Historia, 1991. Juan de Arona (que luego atacaría vilmente a Mercedes 36 Federico Gamboa, Impresiones y recuerdos (1893), Cabello). Jaimes ya firmaba D. Javier de la Brocha Gor­ Memorias mexicanas, México, CNCA, 1994,167 p. Nota da. Juana Manuela Gorriti está fuera de Lima. Carolina preliminar de José Emilio Pacheco. Freyre residía en Sucre en 1887, donde publicó una no­ 37 Francine Masiello, "Ángeles en el hogar argentino. vela corta: El regalo de bodas. El debate femenino sobre la vida doméstica, la educa­ 25 La ofensa acusada por Gorriti ha sido registrada ción y la literatura en el siglo XIX", en Anuario del por los biógrafos de Julio Lucas Jaimes en Bolivia. Véa­ IEHS, vol. IV, Tandil, 1989, pp. 265-291. se las cartas de Juana Manuela a Ricardo Palma (Bi­ 36 Efraín Kristal, Una visión urbana de los Andes. blioteca Nacional, Lima) donde efectivamente manifies­ Génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú 1848- ta su animadversión por Jaimes y su esposa la señora 1930, Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1991, 224 p. Freyre. 39 El abanico y la cigarrera... , op. cit.

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