Revista Iberoamericana. Vol. LXIII, Niums. 178-179, Enero-Junio 1997; 219-229

GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS DE LNDAURA ANZOATEGUI'

POR

FERNANDO UNZUETA The Ohio State University

Las novelas y una multiplicidad de discursos, paralelamente a la labor de instituciones educativas, laborales, religiosas, de costumbres y practical sociales, participan en la producci6n de sujetos sociales, m.s o menos disciplinados. 2 Las novelas cortas de Pablo de Olavide, por ejemplo, representan situaciones y personajes que promueven los ideales de la moral cristiana; con el mismo dejo iluminista, El PeriquilloSarniento de Jose Joaquin Fernndez de Lizardi, adem.s de reformar a un picaro ("decente") y convertirlo en un "hombre de bien", esboza los valores de un incipiente liberalismo burguds. A lo largo del siglo, al mismo tiempo que se asume que todos los individuos deben tener las mismas virtudes y oportunidades, el sujeto "universal" se va diferenciando. En textos cada vez mas nacionalistas, se perfila claramente un sujeto hegemonico, el ciudadano (activo): hombre mayor de edad, letrado y/o propietario, en goce de todos los derechos constitucionales de los que carecen las mujeres y otros sujetos subaltemos (indigenas, esclavos, menores, analfabetos, etc.).3 Asimismo, los sujetos se constituyen en tdrninos de una dicotomia gendrica; es decir, se prescriben distintos (y hasta opuestos, aunque supuestamente complementarios) papeles sociales y culturales basados en las diferencias sexuales. En estas piiginas examino algunos de los matices que la atencion al gdnero (sexual) introduce en la discusibn sobre los sujetos nacionales. Me centro en textos bolivianos de las (timas ddcadas del siglo XIX, donde despuds del desastre de la guerra del Pacifico (1879), siguen aIios de relativatranquilidad politica (ver Klein) y se abre "el periodo chlsico en la literatura patria" (Diez de Medina 228).4 A pesar del caritcter minoritario del surgimiento artistico, se observa una creciente difusion de paginas culturales en periodicos de interds general y de revistas literarias en particular. Las mujeres juegan un papel central

'Presente una primera version de este trabajo en el congreso "Latin American Women Writers- Discourse on/of the Feminine" en Albuquerque, N.M. (febrero, 1996). Agradezco a Marcia Stephenson por su lectura y sugerencias. 2 Beatriz Gonzalez Stephan desarrolla ampliamente la dimension disciplinaria de distintas practicas escriturarias. 3Sobre el sujeto-ciudadano, ver Balibar. 4Fernando Diez de Medina afirma que en estos "veinte altos de oligarquia conservadora", la "estabilidad institucional y el orden hacendario traen consigo la paz social, eldesarrollo de la economla privada, una rica floracion cultural" (228). 220 220FERNANDO UNZUETA

en estas publicaciones; interpeladas desde muy temprano (1840, aproximadamente) en las secciones "femeninas" (de modas, sobre el hogar) y como "lectoras" en general, a partir de 1870 de los escritos de Maria Josefa Mujia, Mercedes Belzu de Dorado, Adela Zamudio, Hercilia Fernandez de Mujia y otras mujeres quienes enriquecen sus pAginas y listas de "colaboradores". En , capital de Ia repiblica hasta 1898 y centro del poder minero-hacendado conservador, sale en 1889 el primer nuimero de El Album. PublicacidnSemanal, Literaria de Modasy de Costumbres,dirigida por Carolina Freyre de Jaimesy dedicada"especialmente a las senoras". En la primera nota editorial Freyre anuncia la "tarea" del semanario: Ia "ilustraci6n" de sus lectores, de la "bella porcion del gdnero humano" en particular. Si este aspecto del prospecto no tiene nada de sorprendente, la dicotomia generica que elabora si merece mayor atencion. Sostiene que mientras el "hombre lucha en anchos y fertiles campos", y s6lo en ocasiones se remonta a "las artes", lamujer, pese aque "ejerceunaaccion mis limitada", debe "buscar en el ancho espacio del progreso lo que le conviene a su cardctery tendencias" (dnfasis mio). La "misi6n" de la mujer, afade, "aunque distinta de la del hombre", tambien es "gloriosa y significativa": ella es "la sacerdotisa del sentimiento, la que enciende el fuego sagrado de Ia fe, de Ia verdad y de la razon, en las generaciones"; su revista, por lo tanto, "vera la luz" para "impulsar estas ideas y avivar estos luminosos sentimientos". Sin dejar de criticar ligeramente las "costumbres y tradiciones que sefalan [el] rumbo" al "pensamiento" de la mujer, Freyre opina que dentro de esos limites, la mision de las que tienen acceso a la palabra es constituirse "como parte integrante y augusta de una sociedad civilizada" (Freyre 1). En sociedades en las que se excluye alas mujeres de los espacios del poder, incluyendo el de la escritura, Freyre aboga por una negociaci6n cultural que les permita asumir "un puesto en el festin del saber humano" (1).' En el proceso, sus argumentos figuran sujetos diferenciados genoricamente, y junto a los de otras escritoras latinoamericanas (y con los discursos dominantes, escritos principalmente por hombres), comparten el mismo tipo de "division del trabajo" basada en el gdnero sexual. Soledad Acosta de Samper, por ejemplo, sefiala que la "mision de la mujer en el mundo" es "suavizar las costumbres, moralizar y cristianizarlas sociedades" (Acosta 381); mientras que "la parte masculina de la sociedad se ocupa de la politica" y "atiende al progreso material", la mision de Ia escritora en Hispanoamorica es, bisicamente, moralizar mediante la creacion de una "nueva literatura .doctrinal. civilizadora, artistica, provechosa para el alma" (388).6

5 Varios de los articulos antologados por Meyer destacan como muchas ensayistas latinoamericanas luchan por encontrar un "espacio" desde el cual escribir, que les permita expresarse y sobreponerse a su tradicional silenciamiento. 6 L dicotomia gen~rica mencionada no tiene que ser universalmente aceptada para constituirse como un "paradigma", generalmente reconocido. En la misma publicaci6n de Freyre, mientras ella aboga por una mayor participacibn social de la mujer "en las tareas intelectuales y artisticas" pero no en el ambito de Ia politica o los negocios, Hercilia Fernandez de Mujia escribe sobre la emancipaci6n femenina en todos los campos (ver Rossells 60-63). El espacio de la escritura, por lo tanto, tampoco esta excento de Ia dicotomia generico-sexual mencionada, algo que queda claro en los tipos de literatura o revistas a los que aluden Freyre y Acosta. GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS 221221

La participaci6n de la mujer en el "espacio" de la escritura no niega las lineas basicas del paradigma generico de la poca, segiun el cual Ia subjetividad masculina se articula en terminos de la accion (social): los hombres son, ante todo, agentes en la vida piblica, que alguna vez se ocupan de actividades "espirituales" o artisticas; en cuanto al amor, lo buscan activamente (y no simplemente lo esperan). En el caso de la subjetividad femenina, por lo contrario, se define en torno a los sentimientos, los valores morales y el espacio del hogar; las mujeres son parte integral de la comunidad, como "sacerdotisa[sJ del sentimiento" (Freyre), centro del Ambito domdstico y foco del deseo erotico masculino, pero con una intervenci6n restringida (e indirecta) en esos "anchos y fdrtiles campos" de la accion social pi'blica. Cuando E lbum (o cualquier otra publicaci6n) se propone "ilustrar" a sus lectores o lectoras, frecuentemente las "ideas" que quiere "impulsar" y los "sentimientos" que trata de "avivar" son abiertamente nacionalistas. En el articulo "6 de agosto", por ejemplo, Freyre celebra Ia fecha de la fiesta patria y, en un gesto tipico de la dpoca, seflala que "engrandecer Ia memoria de sus heroes y martires" es una de las maneras de "amar a la patria" (1). Los mas diversos textos y discursos buscan crear y cultivar esos sentimientos nacionalistas e interpelan a hombres y mujeres para que pertenezcan a una "comunidad imaginada" nacional especifica y se conviertan en sujetos nacionales En las novelas del siglo XIX, por ejemplo, se inserta a los protagonistas dentro de una serie de programas ideologicos, instituciones y organizaciones que en uiltima instancia giran en tomo a un proyecto nacional: el patriotismo y el liberalismo, el anor romantico y las virtudes civicas, la lectura y la escuela, la familia y el ejercito, etc., elementos que conforman los lazos simbolicos y emotivos que relacionan e inscriben a los sujetos nacionales, como tales. En su figuraci6n de lo nacional, Ia cultura letrada (sin ser monolitica) se concibe en tdrminos supuestamente "universales" e inclusivos, pero en realidad articula los valores de la naci6n criolla; los ideales del patriotismo se definen en funcion de las elites, y si bien se invita a los grupos subalternos a participar en la misma comunidad nacional, se los incorpora en una posicion marginal, subordinada. El hecho que los intelectuales "ilustren" al pueblo, dicten lo que son las "buenas costumbres" y decidan que valores se consideran "nacionales", es sintomAtico del cardcter minoritario de la nacion letrada, e ilustrativo de los distintos roles atribuidos a sujetos socialmente diferenciados en textos nacionalistas. Los discursos nacionales latinoamericanos del siglo XIX tambidn articulan diferencias gendricas. Los hombres (de cierta clase social) son los agentes historicos que deciden el destino de Ia patria, y ejercen su poder sobre la famila. Las mujeres son parte de la nacibn desde su sujecion familiar, y generalmente sin participar como agentes en las luchas politicas externas. El nucleo social de la familia, a su vez, funciona como el modelo "natural" de la comunidad nacional, con los mismos ideales de amor y union, y con las mismas jerarquias y divisiones genericas.$ Modesto Omiste expresa algunas de las ideas

Aludo a la expresibn de Benedict Anderson. Al fundamentar la manera de imaginar la nacibn moderna en la imprenta, es evidente que el concepto de nacibn que maneja Anderson es, por lo menos en sus origenes, minoritario. La imprenta (como la lengua einstituciones educativas, etc.) es el vehiculo de un proyecto nacional particular; la "nacibn criolla" se constituye en terminos hegemonicos desde Ia cultura letrada. 8 Doris Sommer elabora este argumento en su estudio sobre el "romance nacional". 222 222FERNANDO UNZUETA prevalentes en torno a las relaciones entre genero, familia y nacion en "La mujer y la patria" (1897):

Ella desde el centro de la familia, en que manda como soberana, sefiala los rumbos de la humanidad y la encamina a su destino [...] despierta las facultades de su espiritu del hombre, desde lacuna, educa los sentimientos de su corazon, dirige sus instintos naturales y le ensefa a conocer y amar a Dios y a la Patria (citado en Rossells 49).

Ademss de moralizar, la mujer debe criar bien a sus hijos, transmitirles los valores de Ia sociedad y formarlos como ciudadanos. No es de extrafiarse, entonces, como bien lo han destacado recientemente Marie Louise Pratt y Francine Masiello, que los sujetos masculinos y femeninos se relacionen de distintas maneras con los discursos nacionales, tanto en terminos de los roles que se les atribuyen, como en sus modalidades de inserci6n discursiva. En otras palabras, los textos patrioticos constituyen sujetos nacionales gendricamente diferenciados, y estos sujetos, hombres y mujeres, frecuenterente asumen distintas posiciones dentro de y en relacion con dichos textos. Dos obras de Lindaura AnzoAtegui de Campero (1846-1898), Hualiparrimachi(de 1894) y Don ManuelAscencio Padilla(escrita hacia 1896), parten del paradigma gendrico dominante descrito, y tambien lo complican. 9 Ambas novelas historicas giran en torno a un momento especifico de las guerras de la independencia de , el de Ia "republiqueta" o guerrilla del sur, liderada por los esposos Manuel Ascencio Padillay JuanaAzurduy, entre 1815 y 1817; Juan Huallparrimachi, el hist6rico-legendario patriota y poeta indigena (o mestizo, seg6n Ia version), fue "adoptado" por Padilla.' 0 La "persona" p6blica de AnzoAtegui, se caracteriza por su marcado nacionalismo "oficialista", alimentado por circunstancias individuales, de clase social e historicas (la guerra y Ia elecci6n de , su esposo, como presidente "reconstructor" de Bolivia, 1880-84)." En la sede de gobierno, organiz6 veladas y conciertos patrioticos, dirigi6 obras de beneficencia, particip6 en poldmicas (serias y humoristicas) en la prensa y llev6 lacorrespondenciaprivadadel presidente, demonstrando ampliamente, segun Urquidi,

9La primera edicion de Don Manuel es de 1876, a pesar de haber recibido un premio en un concurso en 1909 (ver Urquidi, "Anzoategui" 89-90). Una tercera novel a, En el aio 1815. Episodio historico de la independencia (Potosi: Imp. de El Tiempo, 1895), completa una especie de trilogia de novelas historicas; Urquidi reproduce un fragmento de esta obra (105-109). Anzoategui tambidn publica poemas y articulos periodisticos, ademas de otras novelas cortas, cuentos y obras costumbristas. 10La historiografia nacional tiende a mitificar a los esposos Padilla y a Juana Azurduy en particular (ver Urquidi ["Azurduy"], Ramallo, Gantier y Valencia Vega). La figura de Huallparrimachi es aun mss elusiva; Julio Noriega arguye que la atribucion de un grupo de yaravies (escritos en quechua) al patriota asociado con los Padilla en los documentos historicos es, seguramente, una invencibn; Anzoategui lamenta no conocer su poesia (7, nota 1). "Es inevitable el contraste con Ia relacion muchas veces problema1tica de otras escritoras latinoamericanas, como (tambien casada con un presidente boliviano) y (que similarmente publica novelas "nacionales" en los (iltimos afios del siglo). con distintos gobiernos y programas nacionales. GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS 223223 su "ardiente patriotismo" ("Anzoategui" 85-87). Siguiendo esta Linea, una especie de hagiografia secular representa la agonia de la escritora como un caso de "ejemplaridad" legendaria: "la ltima palabra que musitaron sus labios fue: ppatria!" (Trigo Paz 38). Anzoategui, mej or conocida en el ambiente cultural porsu pseudonimo "El Novel". tambien ha sido elogiada por el nacionalismo de su obra literaria. Paredes afirma que "convertida en Primera Damn, dio rienda suelta a su patriotismo con trabajos literarios Ilenos de civismo y amor a la Patria" (Paredes 27). La "preocupacibn esencial" de sus novelas, afirma Trigo Paz, fue "exaltar el temple ej emplar de la muj er patriota" (33),y segiinFinot, Hualiparrimachi es una de las dos "novelas realmente bolivanas" del siglo XIX (189).12 Los poemas civicos que Anzoategui publica durante o poco despuds de la guerra del Pacifico refuerzan la dicotomia generica mencionada anteriormente. En "Bolivia", asume la posici6n de una mujer "que al hijo su deber le inspira, / Y al esposo valor", y cuya gran angustia consiste en tener que "callar" sus sentimientos ante la "tragica agonia" de la patria (Trigo Paz 42).'1 La misi6n principal de la madre y esposa, sobre todo en dpocas de crisis y apesar de ser "hij as del mismo suelo patrio", consiste en"inspirar"virtudes enloshombres o, parafraseando a Freyre, "encender el fuego" del patriotismo en ellos.' 4 En las novelas de Anzoategui, como en otras obras fundacionales, se articulan complejas relaciones entre nacibn y familia; las tramas de amor prefiguran los conflictos hist6ricos, y se utiliza la misma ret6rica sentimental, centrada en la subyugacion, para referirse al amor patrio y al er6tico. El lenguaje religioso, ademas, permea ambos aspectos: tanto la causa nacional como la persona amada son "sagradas". En Hualiparrimachi,el padre de Blanca, un criollo realista, se opone al romance entre Huallparrimachi, el protagonista indigena y "nuevo Inca" que lucha con las fuerzas patriotas, y su hija, tanto por motivos ideol6gicos como raciales (33-35). En un principio, la novela repite el paradigma gendrico dominante: Blanca acepta el encierro y la "ciega obediencia" que le impone el padre. Su ambito vital se reduce a su casa, pero tambidn preserva un significativo espacio sentimental sobre el que mantiene una relativa autonomia: "Hija sumisa, no desobedecerd a mi padre... no sere de Juan pero jamis me ilamard esposa de otro hombre" (37). Como en otras novelas sentimentales, ante una situacion social injusta

12"No hay exageracibn en afirmar que Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre y Hualiparrimachi son las dos 6nicas novelas realmente bolivanas escritas en Bolivia y por autores bolivianos durante el siglo XIX" (Finot 189). Juan de la Rosa (1885) es generalmente reconocida como "la gran novela nacional". Curiosamente, prilcticamente no se ha estudiado la obra de Anzoategui; ademas de algunas frases con encomios (aveces hiperbblicos), como las ya citadas, Guzman incluye un largo fragmento de Hualiparrimachi y comenta brevemente esa novela (97-101). 13Trigo Paz (39-56) reproduce seis poemas de Anzoategui; Urquidi incluye tres de ellos y varios "fragmentos en prosa" ("Anzoategui" 93-97 y 98-112). 14Pratt seflala que incluso este papel genericamente diferenciado es a veces ignorado, negando toda agencia a la mujer: "La supervivencia y la continuidad social siempre han formado parte del trabajo y el deber civico de la mujer. En tiempos de guerra y crisis, son los complementos esenciales del trabajo del soldado-ciudadano. Esta complementaridad entre el papel militar masculino y el papel femenino de supervivencia no ha sido reconocida, como era de esperarse, ni por las ideologias del nacionalismo ni por las teori as de la nacibn-estado" (57). En los documentos del XIX esta "complementaridad" es ampliamente reconocida. 224 224FERNANDO UNZUETA que se quiere criticar, las mujeres aceptan las normas sociales al mismo tiempo que expresan su "resistencia" mediante el control (dentro de lo posible) de sus propios sentimientos.'5 Los hombres, por lo contrario, se desplazan libremente por los caminos, pueblos y ciudades del territorio nacional. Hualiparrimachi, siguiendo un topico de las novelas hist6ricas del XIX, abandona a su enamorada para cumplir con la nacion en las luchas por la independencia. (En el campo realista, el padre tambidn abandona ala hija para tratar de tender una emboscada a los patriotas). En Don Manuel se presenta otra version del tema cuando una enamorada dice: "Guardemos el secreto de nuestro amor, Gonzalo, hasta el dia que probada tu adhesi6n a la patria, podamos revelarlo a la faz de todos los nuestros" (97). Solo los buenos patriotas merecen el premio de un amor, que siempre se puede sacrificar ante las exigencias nacionales, las necesidades de esa "gran familia".' 6 Asimismo, los conflictos familiares repercuten en los historicos. Blanca, por ejemplo, lamenta Ia muerte de su madre, porque a diferencia del padre, no se dejaba Ilevar por "los resentimientos nacidos al calor de las pasiones de partido"; en aparente contradiccion, afirma que la madre "habria mantenido" al padre "en las heroicas filas patriotas" (Hualiparrimachi35-36). A traves de la figura de la madre, ausente en este caso, se define la lealtad con los patriotas como la alianza politica "natural" de la familia, y se critica las "pasiones de partido", sobre todo realistas, que amenazanIa unidad familiar. Cuando existen tensiones familiares a causa de diferencias de "partido" politico, los desenlaces de la trama llevan a la reconciliacion (porque Ia "sangre siempre obliga" (Huallparrimachi 131) y siempre favorecen la causa independentista. En otros aspectos, sin embargo, las novelas de Anzoategui desafian los codigos gendricos establecidos por el discurso nacionalista dominante (es decir, masculino).' 7 Blanca deja su "sumisa e inerte obediencia" para declarar su amor aJuan delante de su padre, desafiando su "voluntad absoluta" (34) y, entiltima instancia, desobedeciendolo (135). Esta expresi6n de independencia resulta inusual en el contexto narrativo del XIX.'8 Asimismo, el simple hecho que este romance "ideal" sea entre un indigena y una criolla (llamada

15 Este t6pico narrativo aparece en varios romances hist6ricos de mediados de siglo, como La quena (1845) de Juana Manuela Gorriti, Soledad (1847) de Bartolomd Mitre, y La novia del hereje (1854) de Vicente Fidel Lopez. La rebeldia de las protagonistas, por ms.s limitada que sea, cuestiona un orden (colonial) retr6grado y deja ver la posibilidad de una sociedad (republicana) msis justa. Es muy probable que el apoyo al nuevo proyecto nacional sea mss importante que la critica al orden patriarcal en estas novelas. 16En un episodio de En el aiio 1815, cuando Padilla es (falsamente) acusado de traici6n, Juana Azurduy le dice: "iMarcha! Te restami cariflo, pero mi estimaci6n s6lo te sera devuelta cuando pruebes tu inculpabilidad" (Urquidi, "Azurduy" 90-91; el episodio, 84-93). 17Ademis de ser conocida como "El Novel" (aunque tambien us6 el pseud6nimo "Tres Estrellas"), Urquidi alude al "alma varonil" (85) de Anzoategui, y Paredes arcade que seguramente influy6 en la reforma a la Constituci~n que present6 el general Campero, en la cual se "consideraba por primera vez la necesidad de igualdad de Derechos Politicos de la Mujer, equiparando el derecho a voto en ambos sexos" (Paredes 28). 18 En Soledad de Mitre, por ejemplo, s6lo Ia "conveniente" muerte de la figura del padre desp6tico permite un matrimonio que simboliza la uni6n nacional, y en La quena de Gorriti, tambidn se recurre a una "sorpresa" (semi-fantflstica) en la trama para que la protagonista pueda escapar del control patemno. GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS 225225

"Blanca"), tambien rompe varios de los esquemas generico-raciales prevalentes. Generalmente, las violaciones al c6digo de las relaciones homogeneas (en terminos socioecon6micos o, sobre todo, raciales) se representan como altemativas equivocadas (y no ejemplares); y cuando suceden, ocurren entre un hombre, como sujeto hegemonico, y una muj er marcada por la otredad.'9 Mas at'n, Hualiparrimachiincluye lahstoria de una cautiva a la inversa: una joven indigena, "victima de los horrores de la guerra", es raptada por criollos realistas (96-100, 109-113). Hualiparrimachi no s6lo es indigena sino tambidn "Inca". Identificado y reconocido como tal, es "sagrado y querido" por su gente (41); tambien se menciona en repetidas ocasiones que puede ser el Inca que Belgrano y otros lideres de la emancipacion americana buscaban para coronar en las Americas. Si en las novelas se denuncia el sufrimiento de la poblaci6n indigena durante las guerras de independencia, y se enaltece la figura de Huallparrimachi como "Inca", salvo alguna excepci6n, no se repara en la significativa participaci6n indigena en las guerrillas; en ese sentido, se minimiza su papel como sujetos (nacionales) hist6ricos, que forjan su destino (y el de la patria) mediante sus acciones. 20 Anzoategui, entonces, alude a Ia incorporaci6n idealizada (en Ia figura de Huallparrimachi) y marginal (como victimas de la guerra) de lo indigena en el proyecto nacional. En las relaciones entre familia y naci6n, algunos de los personajes femeninos de Anzoategui asumen papeles ma's efectivos como agentes que en otras novelas de la dpoca. En Ayes sin nido (1889), por ejemplo, cuando la protagonista interviene en ia vida del pueblo, tratando de cambiar su organizaci6n social, lo hace desde su ambito domdstico, invitando a las "autoridades" a su casa. Como consecuencia de sus esfuerzos transgresores, ellay su familia tienen que parapetarse dentro de su casa, primero, y luego buscar otro hogar en un espacio geogrdfico y cultural diferentes. Por otro lado, adem.s de la conocida trilogia del indigenismo, Matto de Turner produce otra, esta vez de signo positivo: "Dios, patria yfamilia" (145), elementos que recurren en la obra y se constituyen en las bases que deben informar las vidas de los sujetos en un orden nacional "moderno". Como en los poemas civicos de Anzoategui y en el citado prospecto de Freyre, la mision patriotica de Ia mujer consiste en incentivar esos valores en las "generaciones" de los ciudadanos para promover, en las palabras del "Proemio" de Matto, los "progresos nacionales" (52). El cuestionamiento de los papeles gendricos dominantes en las novelas de Anzoaitegui se produce tambidn en otros niveles. En primer lugar, algunos de los principales personajes masculinos, como Huallparrimachi, y los rivales Gonzalo y Abel, manifiestan subjetividades sentimentalizadas; Ia figura "feminizada" del ultimo, ademis, contrasta con la gallardia o

19 En La quena, los lazos del protagonista mestizo con lo indigena son mucho mis abstractos y depurados que en Hualiparrimachi;en la obra de Gorriti, el protagonista olvida su misi6n de reivindicar al pueblo indigena. Una de las pocas excepciones que establecen un romance entre un indigena y una criolla es ElZarco (1888/ 1901); culturalmente, sin embargo, el protagonista de la obra de Ignacio Altamirano es un "mexicano ideal". 20 Sobre la participaci6n indigena claramente mayoritariaen las guerrillas, ver Mitre ("Republiquetas, 1816-1817", Historia 141-210 -el principal intertexto hist6rico de Anzoaitegui), Ramallo y Arze Aguirre. En "El Inca, 1816" (Historia 14-35), Mitre discute y critica el "proyecto de restauraci6n de la antigua monarquia de los Incas, como coronaci6n de la revoluci6n sudamericana, [que] fue promovido por Belgrano y acogido por el Congreso de Tucuman" (3). 226 226FERNANDO UNZUETA

belleza varonil de los primeros. Significativamente, estos jvenes enamorados destacan en sus funciones militares por su valor y patriotismo, a pesar que para dos de ellos, que se yen involucrados en un conflicto casi mudo de celos y "arores desdichados", los sentimientos son lo mss importante: "el fuego de la p6lvora era menos violento y ardiente que el de las pasiones que los agitaba" (Don Manuel 163).21 En los romances historicos, los soldados patriotas tambidn son fervorosos amantes que generalmente tienen que abandonar a la amada y a la familia, para defenderlas y para luchar por la nacion. Hualiparrimachi, sin embargo, contra las f6rmulas novelisticas de la dpoca, agoniza con la decision pero se queda a auxiliar a su desvanecida prometida en vez de pelear con sus compaieros: " sea!, dijo Juan con amarga resoluci6n. Pasar por cobarde o traidor ante los mios, pero tu amor ... ltu amor por recompensa!" (13 5). En claro contraste, y tambien en violacion de todas las convenciones sociales y narrativas, ante una disyuntiva semejante entre patria y familia (o patria y amor), Juana Azurduy cumple con el "triste como imperioso y sagrado" deber de poner a salvo a sus hijos pequefos (Don Manuel 134), abandonar su cuidado, para ir a luchar por la patria, en la batalla en la que muere su esposo. En segundo lugar, y a pesar sus titulos, Juana Azurduy es el personaje central de ambas novelas, su principal sujeto narrativo. En Huallparrimachise mitifica a unjoven indigena, presunto Inca, que nunca deja de obedecer y respetar a Ia guerrillera; ella es Ia madre, hermana o esposa, real o simb6lica, de los personajes principales (hombres o mujeres), y todos estan dispuestos a sacrificarse por ella. Asi como Padilla es el caudillo paternal (Don Manuel 117, 131), Azurduy es la jefa protectora que combina perfectamente sus "tareas femeniles" (133) con las del mas destacado guerrero:

Gonzalo contemplaba mudo de asombro a aquella mujer, terror del enemigo en la batalla, herofna en sinn6mero de combates, joven aun, y esplendidamente bella, rodeada de la adoraci6n de los suyos, cumpliendo con Iamayor naturalidad del mundo la modesta labor de una buena ama de gobierno (85).

Esta descripcion integra varios de los modelos de sujeto que las novelas de Anzoategui hacen confluir en la figura de Azurduy: valiente soldado-patriota, "bella" herofna romitntica y "modesto" angel del hogar, caracteristicas que le permiten vencer en las batallas y hacer los preparativos para ellas, cuidar los heridos y entusiasmar a las tropas en Ia lucha, ser el objeto de amores y celos, asi como Leal madre y esposa. Laprotagonistade Anzoategui, sin dejar de encarnar unaposicion de sujeto "femenino- domdstico", es claramente un sujeto caracterizado por la accion "puiblica"; literalmente, "ama de gobierno" ms~s que ama de casa. En ambas novelas Juana Azurduy representa una figura de autoridad que no permite que se tomen decisiones sobre su persona sin consultar

21En Sab (1841) de Gertrudis G6mez de Avellaneda y Maria(1867) de Jorge Isaacs, los protagonistas son particularmente sentimentales; en Martin Rivas (1862) de Alberto Blest Gana, se refiugian de desengaflos amorosos en la lucha politica; y los sentimentales heroes indigenas de Guatimozin (1846) de G6mez de Avellaneda y Enriquillode Manuel de Galvan (1882), tambidn son valientes guerreros. Si Ia siguiente afirmaci6n de Anthony Guiddens, "Romantic love was essentially feminised love" (43), resulta pertinente, tambidn hay que recordar que en Latinoanierica el amor rom&antico se asocia con el patri6tico. GENERO Y SUJETOS NAcIONALEs: EN TORNO A LAS NOVELAS NISTORICAS 227227 su "voluntad", va a la cabeza de un grupo de "amazonas" en los conflictos belicos y, sobre todo despues de la muerte de Padilla, proporciona liderazgo y cierta unidad entre los distintos jefes guerrilleros, planeando las estrategias militares conjuntas. 22 La futura "coronela" del ejercito libertador, ademas, es un agente destacado en la historia nacional. La importancia de su participaci6n en las guerrillas es ampliamente reconocida, y la historiografia nacional(ista) ha escogido las republiquetas como el momento dave en la formaci6n nacional durante los quince afos de las guerras de independencia. En particular, se atribuye a una carta de Padilla, de diciembre de 1815, Ia primera instancia en que se piensa en una repiblica altoperuana independiente de y (ver Ramallo 145-151). Los ejercitos guerrilleros, a pesar de su carfcter irregular, representan (ideol6gicamente, y no sin cierto anacronismo) una altemativa "nacional" alas tropas "" de los ejercitos auxiliares del sur, o alas "colombianas", de Sucre y Bolivar, que ilegan por el norte. La imaginacion historica de las novelas de AnzoAtegui incorpora, en forma algo "depurada", las conexiones entre los movimientos populares, predominantemente indigenas, con las "republiquetas o montoneras guerrilleras" (Arze Aguirre 199), como parte integral de Ia formaci6n de la nacion criolla. Las novelas Hualiparrimachiy Don Manuel Ascencic Padilla, como los textos hegemonicos (hist6ricos o literarios) de la epoca, al "engrandecer la memoria de sus heroes y mrtires" (Freyre), contribuyen a forjar los mitos fundacionales de la nacion. Las peculiaridades en la representaci6n de sus personajes, sobre todo el de Juana Azurduy, sin embargo, marcan una problematizacion de las dicotomias genericas de esos discursos, sin dejar de participar en el mismo proyecto nacional. Al emplear una perspectiva critica que destaca las distintas posiciones que asumen los sujetos ante los discursos dominantes, se puede examinar de manera mas constructiva la agencia historica de suj etos subalternos, sus distintas respuestas y resistencias en situaciones sociales especificas. En el caso de las mujeres, la figura de Juana Azurduy, en vez de representar un simple "sujeto pasivo" que acepta resignadamente su marginacin o, en el mejor de los casos, su papel como agente moralizador, introduce una subjetividad genericamente matizada y agresivamente portadora de los mitos y valores nacionales. En otras novelas hispanoamericanas del siglo XIX tambidn se producen sujetos con mezclas semejantes en sus atributos genericos: en Martin Rivas, por ejemplo, Leonor actuia mas efectivamente que su padre o su hermano para salvar a Martin, y en Sab encontramos un protagonista totalmente "feminizado". En este sentido, lo ma's notable de las obras de AnzoAtegui es que articulan sujetos nacionales con cierta complejidad generica en el contexto de un discurso abiertamente historico y patribtico, generalmente dominado por la estrecha dicotomia del militarismo masculino y la domesticidad de supervivencia femenina (Pratt 57). Las figuras del patriota-sentimental y de la madre-guerrillera, por lo contrario, contribuyen a la constitucion de sujetos nacionales que desbordan las normas genericas dominates, e implican inserciones particulares y diferenciadas dentro de los discursos nacionales.

22E el breve "perfil" de Gorriti, Juana Azurduy es, me parece, mucho ma1s "femenina" y dependiente de su esposo. 228 228FERNANDO UNZUETA

OBRAS CITADAS

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