Revista Iberoamericana. Vol. LXIII, Niums. 178-179, Enero-Junio 1997; 219-229
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Revista Iberoamericana. Vol. LXIII, Niums. 178-179, Enero-Junio 1997; 219-229 GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS DE LNDAURA ANZOATEGUI' POR FERNANDO UNZUETA The Ohio State University Las novelas y una multiplicidad de discursos, paralelamente a la labor de instituciones educativas, laborales, religiosas, de costumbres y practical sociales, participan en la producci6n de sujetos sociales, m.s o menos disciplinados. 2 Las novelas cortas de Pablo de Olavide, por ejemplo, representan situaciones y personajes que promueven los ideales de la moral cristiana; con el mismo dejo iluminista, El PeriquilloSarniento de Jose Joaquin Fernndez de Lizardi, adem.s de reformar a un picaro ("decente") y convertirlo en un "hombre de bien", esboza los valores de un incipiente liberalismo burguds. A lo largo del siglo, al mismo tiempo que se asume que todos los individuos deben tener las mismas virtudes y oportunidades, el sujeto "universal" se va diferenciando. En textos cada vez mas nacionalistas, se perfila claramente un sujeto hegemonico, el ciudadano (activo): hombre mayor de edad, letrado y/o propietario, en goce de todos los derechos constitucionales de los que carecen las mujeres y otros sujetos subaltemos (indigenas, esclavos, menores, analfabetos, etc.).3 Asimismo, los sujetos se constituyen en tdrninos de una dicotomia gendrica; es decir, se prescriben distintos (y hasta opuestos, aunque supuestamente complementarios) papeles sociales y culturales basados en las diferencias sexuales. En estas piiginas examino algunos de los matices que la atencion al gdnero (sexual) introduce en la discusibn sobre los sujetos nacionales. Me centro en textos bolivianos de las (timas ddcadas del siglo XIX, donde despuds del desastre de la guerra del Pacifico (1879), siguen aIios de relativatranquilidad politica (ver Klein) y se abre "el periodo chlsico en la literatura patria" (Diez de Medina 228).4 A pesar del caritcter minoritario del surgimiento artistico, se observa una creciente difusion de paginas culturales en periodicos de interds general y de revistas literarias en particular. Las mujeres juegan un papel central 'Presente una primera version de este trabajo en el congreso "Latin American Women Writers- Discourse on/of the Feminine" en Albuquerque, N.M. (febrero, 1996). Agradezco a Marcia Stephenson por su lectura y sugerencias. 2 Beatriz Gonzalez Stephan desarrolla ampliamente la dimension disciplinaria de distintas practicas escriturarias. 3Sobre el sujeto-ciudadano, ver Balibar. 4Fernando Diez de Medina afirma que en estos "veinte altos de oligarquia conservadora", la "estabilidad institucional y el orden hacendario traen consigo la paz social, eldesarrollo de la economla privada, una rica floracion cultural" (228). 220 220FERNANDO UNZUETA en estas publicaciones; interpeladas desde muy temprano (1840, aproximadamente) en las secciones "femeninas" (de modas, sobre el hogar) y como "lectoras" en general, a partir de 1870 de los escritos de Maria Josefa Mujia, Mercedes Belzu de Dorado, Adela Zamudio, Hercilia Fernandez de Mujia y otras mujeres quienes enriquecen sus pAginas y listas de "colaboradores". En Sucre, capital de Ia repiblica hasta 1898 y centro del poder minero-hacendado conservador, sale en 1889 el primer nuimero de El Album. PublicacidnSemanal, Literaria de Modasy de Costumbres,dirigida por Carolina Freyre de Jaimesy dedicada"especialmente a las senoras". En la primera nota editorial Freyre anuncia la "tarea" del semanario: Ia "ilustraci6n" de sus lectores, de la "bella porcion del gdnero humano" en particular. Si este aspecto del prospecto no tiene nada de sorprendente, la dicotomia generica que elabora si merece mayor atencion. Sostiene que mientras el "hombre lucha en anchos y fertiles campos", y s6lo en ocasiones se remonta a "las artes", lamujer, pese aque "ejerceunaaccion mis limitada", debe "buscar en el ancho espacio del progreso lo que le conviene a su cardctery tendencias" (dnfasis mio). La "misi6n" de la mujer, afade, "aunque distinta de la del hombre", tambien es "gloriosa y significativa": ella es "la sacerdotisa del sentimiento, la que enciende el fuego sagrado de Ia fe, de Ia verdad y de la razon, en las generaciones"; su revista, por lo tanto, "vera la luz" para "impulsar estas ideas y avivar estos luminosos sentimientos". Sin dejar de criticar ligeramente las "costumbres y tradiciones que sefalan [el] rumbo" al "pensamiento" de la mujer, Freyre opina que dentro de esos limites, la mision de las que tienen acceso a la palabra es constituirse "como parte integrante y augusta de una sociedad civilizada" (Freyre 1). En sociedades en las que se excluye alas mujeres de los espacios del poder, incluyendo el de la escritura, Freyre aboga por una negociaci6n cultural que les permita asumir "un puesto en el festin del saber humano" (1).' En el proceso, sus argumentos figuran sujetos diferenciados genoricamente, y junto a los de otras escritoras latinoamericanas (y con los discursos dominantes, escritos principalmente por hombres), comparten el mismo tipo de "division del trabajo" basada en el gdnero sexual. Soledad Acosta de Samper, por ejemplo, sefiala que la "mision de la mujer en el mundo" es "suavizar las costumbres, moralizar y cristianizarlas sociedades" (Acosta 381); mientras que "la parte masculina de la sociedad se ocupa de la politica" y "atiende al progreso material", la mision de Ia escritora en Hispanoamorica es, bisicamente, moralizar mediante la creacion de una "nueva literatura .doctrinal. civilizadora, artistica, provechosa para el alma" (388).6 5 Varios de los articulos antologados por Meyer destacan como muchas ensayistas latinoamericanas luchan por encontrar un "espacio" desde el cual escribir, que les permita expresarse y sobreponerse a su tradicional silenciamiento. 6 L dicotomia gen~rica mencionada no tiene que ser universalmente aceptada para constituirse como un "paradigma", generalmente reconocido. En la misma publicaci6n de Freyre, mientras ella aboga por una mayor participacibn social de la mujer "en las tareas intelectuales y artisticas" pero no en el ambito de Ia politica o los negocios, Hercilia Fernandez de Mujia escribe sobre la emancipaci6n femenina en todos los campos (ver Rossells 60-63). El espacio de la escritura, por lo tanto, tampoco esta excento de Ia dicotomia generico-sexual mencionada, algo que queda claro en los tipos de literatura o revistas a los que aluden Freyre y Acosta. GENERO Y SUJETOS NACIONALES: EN TORNO A LAS NOVELAS HISTORICAS 221221 La participaci6n de la mujer en el "espacio" de la escritura no niega las lineas basicas del paradigma generico de la poca, segiun el cual Ia subjetividad masculina se articula en terminos de la accion (social): los hombres son, ante todo, agentes en la vida piblica, que alguna vez se ocupan de actividades "espirituales" o artisticas; en cuanto al amor, lo buscan activamente (y no simplemente lo esperan). En el caso de la subjetividad femenina, por lo contrario, se define en torno a los sentimientos, los valores morales y el espacio del hogar; las mujeres son parte integral de la comunidad, como "sacerdotisa[sJ del sentimiento" (Freyre), centro del Ambito domdstico y foco del deseo erotico masculino, pero con una intervenci6n restringida (e indirecta) en esos "anchos y fdrtiles campos" de la accion social pi'blica. Cuando E lbum (o cualquier otra publicaci6n) se propone "ilustrar" a sus lectores o lectoras, frecuentemente las "ideas" que quiere "impulsar" y los "sentimientos" que trata de "avivar" son abiertamente nacionalistas. En el articulo "6 de agosto", por ejemplo, Freyre celebra Ia fecha de la fiesta patria y, en un gesto tipico de la dpoca, seflala que "engrandecer Ia memoria de sus heroes y martires" es una de las maneras de "amar a la patria" (1). Los mas diversos textos y discursos buscan crear y cultivar esos sentimientos nacionalistas e interpelan a hombres y mujeres para que pertenezcan a una "comunidad imaginada" nacional especifica y se conviertan en sujetos nacionales En las novelas del siglo XIX, por ejemplo, se inserta a los protagonistas dentro de una serie de programas ideologicos, instituciones y organizaciones que en uiltima instancia giran en tomo a un proyecto nacional: el patriotismo y el liberalismo, el anor romantico y las virtudes civicas, la lectura y la escuela, la familia y el ejercito, etc., elementos que conforman los lazos simbolicos y emotivos que relacionan e inscriben a los sujetos nacionales, como tales. En su figuraci6n de lo nacional, Ia cultura letrada (sin ser monolitica) se concibe en tdrminos supuestamente "universales" e inclusivos, pero en realidad articula los valores de la naci6n criolla; los ideales del patriotismo se definen en funcion de las elites, y si bien se invita a los grupos subalternos a participar en la misma comunidad nacional, se los incorpora en una posicion marginal, subordinada. El hecho que los intelectuales "ilustren" al pueblo, dicten lo que son las "buenas costumbres" y decidan que valores se consideran "nacionales", es sintomAtico del cardcter minoritario de la nacion letrada, e ilustrativo de los distintos roles atribuidos a sujetos socialmente diferenciados en textos nacionalistas. Los discursos nacionales latinoamericanos del siglo XIX tambidn articulan diferencias gendricas. Los hombres (de cierta clase social) son los agentes historicos que deciden el destino de Ia patria, y ejercen su poder sobre la famila. Las mujeres son parte de la nacibn desde su sujecion familiar, y generalmente sin participar como agentes en las luchas politicas