La Revolución Capitalista En El Perú
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LA REVOLUCION CAPITALISTA EN EL PERU Jaime de Althaus Guarderas Lima, septiembre 2008 INDICE Introducción 6 Capítulo I.- La redistribución económica y territorial de los privilegios 11 1. El mito de la desindustrialización 16 Industria para la minería 21 El cluster metalmecánico de Infantas 22 El cluster informático de Wilson 25 2. El mito del modelo primario exportador 28 Confecciones y Topy Top 31 Diversificación 33 De la madera a los muebles 35 Expórtimo 39 3. El mito de la carencia de impulso endógeno: la recuperación desde adentro 42 4. Redistribución territorial y reducción de la brecha centralista. 44 Capítulo II.- La reducción de la desigualdad y la democratización del capital, el crédito, las telecomunicaciones y el consumo 51 1. El mito del incremento de la desigualdad 51 2. La titulación de la propiedad 57 3. La profundización del sistema bancario y los seguros 62 La revolución del microcrédito 64 El mercado de los seguros 67 4. La revolución de las pensiones 68 Las entidades prestadoras de salud 71 5. La bolsa y los fondos mutuos 72 6. La revolución de las telecomunicaciones 73 7. La expansión eléctrica 77 8. La falla del Estado o el mito del Estado incluyente 78 Capítulo III.- La clase media emergente 83 1. El Megaplaza Norte 84 - 2 - 2. Lima Norte, Este y Sur y la integración desde abajo 87 3. Los empresarios populares de Gamarra 89 4. ¿Desplazamiento de los pequeños negocios? 93 5. Los evangélicos y el espíritu de los emergentes 98 Capítulo IV.- La revolución agroindustrial de la Costa 104 1. El boom de Trujillo, Chavimochic y la industria azucarera 106 Cartavio 109 Casagrande 113 Pomalca 116 2. Ica: la revolución agroexportadora y la agricultura de subsistencia 116 Agrokasa 116 Reducción de la pobreza 123 El dualismo agrario 128 El problema del agua 131 3. ¿De parcelero a empresario? La vía de los cultivos tradicionales 134 3.1 El algodón 134 Los cambios: cadenas productivas y nuevas variedades 137 El Pima en Piura 144 3.2 El maíz amarillo duro 148 3.3 ¿La pequeña agricultura de la costa no es rentable? 149 3.4 Concentración de tierras 152 4. ¿De parcelero a empresario? La vía agroexportadora 154 4.1 La funesta destrucción del capital social 158 4.2 ¿Es posible la articulación de los pequeños? 161 4.3 La acumulación de capital humano 164 4.4 Cultivos anuales: la vía para la pequeña propiedad 165 4.5 El mango, el banano orgánico y el café orgánico en el norte 170 5. Conclusión: trabajadores sin proletarización y pequeña propiedad 174 Capítulo V.- ¿La ley de la Selva? 177 1. Concesiones forestales en la Selva 177 - 3 - 2. Plantaciones forestales 182 3. Las exitosas asociaciones de pequeños cafetaleros orgánicos 186 4. Huancaruna y Altomayo 190 5. El Inca Inchi 191 Capítulo VI.- La reintegración de la Sierra 193 1. La minería moderna 193 2. La sustitución de las importaciones de leche 205 3. Incatops y la ganadería de alpaca 208 4. Exportación de artesanías 212 5. Los cultivos andinos 214 6. Sierra Productiva 218 7. La alcachofa y la sierra 219 8. La papa 222 9. El parque de la papa y los turismos vivencial y místico 226 10. El turismo y la reducción de la pobreza en el Cusco 229 Capítulo VII.- ¿Desnacionalización de la economía? Los empresarios emergentes y el nuevo empresario 231 1. El fin de la economía estamental, el empresariado emergente y el nuevo empresario 232 2. La internacionalización de grupos peruanos 238 3. Renacionalización y acumulación nacional: los fondos de pensiones 254 Capítulo VIII.- El mito del neomercantilismo 258 1. El mito de las exoneraciones al capital 258 2. Más impuesto a la renta 260 3. El caso de Telefónica 264 Capítulo IX.- La vía autoritaria y los bastiones de resistencia del modelo populista 270 1. Acumulación versus redistribución 1990-2007 274 2. El mito de la desprotección laboral 279 3. El síndrome del bien limitado 284 4. ¿Autoritarismo como condición para la reforma? Educación y salud: trincheras del bien limitado 288 - 4 - Conclusión 295 Epílogo 300 Bibliografía 307 Entrevistas 319 Índice de Gráficos 323 Índice de Cuadros 325 Anexos 327 - 5 - Introducción Durante la segunda vuelta del proceso electoral del 2006 se produjo un fenómeno mediático sin precedentes: prácticamente todos los diarios y canales de televisión manifestaron –más o menos explícitamente- su apoyo a Alan García frente a Ollanta Humala. Esa casi unanimidad fue percibida por algunos sectores de izquierda como sospechosa, asfixiante y sublevante. Veían detrás de ella la acción de grupos de poder o, en el mejor de los casos, el miedo instintivo del Perú criollo, dominante y discriminatorio al Perú real, andino, cholo, un miedo que era, en el fondo, el temor a perder posiciones de privilegio en una revolución democrática. Y hubo miedo, sin duda. Pero no a un cambio democrático y justiciero, sino a una involución estatizante y populista que pusiera en marcha nuevamente todos los mecanismos que nos habían llevado al enfrentamiento, a la descapitalización del país y a la larga crisis económica que desembocara en la hiperinflación de fines de los ochenta. Pero más que miedo, era la sensación de impotencia y desesperación de constatar que no habíamos aprendido nada de la historia, que el fantasma de Velasco podía regresar y pasearse como Pedro por su casa. Era la anticipación a un desaliento nacional muy grande. Por eso, incluso sectores de izquierda más modernos se inclinaron también por García en la segunda vuelta, y pudo ganar casi milagrosamente el candidato que más desaprobación y voto negativo había registrado en los dos últimos años en todas las encuestas. Entonces, la pregunta era, más bien, por qué Ollanta Humala convocaba tal rechazo en los sectores que podríamos llamar, algo petulantemente, "modernos", tanto de derecha como de izquierda. No es novedad la enorme brecha con el Perú mayoritario y excluido, que no se siente partícipe ni de la democracia, ni del mercado ni de esta sociedad a la vez ilusoria y racista. Pero para el humalismo eso significaba que había poco de rescatable en el modelo económico y en el sistema político, y lo único que quedaba era, efectivamente, patear el tablero para comenzar de cero, con nuevas reglas. Así se decía en las plazas. Refundar la República, como proponía su plan de gobierno. - 6 - Eso era, exactamente, lo que se rechazaba. De alguna manera el país había comenzado un nuevo camino económico a partir de los noventa que, pese a la recesión 98-01 y a que no incluía a todos por igual, daba nuevamente claras señales de vitalidad y crecimiento. No tenía sentido destruir el lado sano y vigoroso para curar el lado enfermo y exangüe. De lo que se trataba es de hacer crecer el lado dinámico hasta abarcar a todos. Extender el mercado y la democracia. Integrar, no eliminar. Gráfico Nº 1.- BI per cápita (soles constantes de 1994) 6.000 5.500 5.000 4.500 4.000 3.500 3.000 2.500 1950 1952 1954 1956 1958 1960 1962 1964 1966 1968 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 Fuente: BCRP-MEF No sólo eso. Para cualquiera que hubiese seguido la trayectoria económica del país, era claro que una recuperación importante había comenzado a partir de los noventa, luego del retroceso operado desde los setenta. En efecto, el gráfico ilustra claramente cómo el producto per cápita, que venía creciendo de manera sostenida desde 1950 gracias a una política de apertura económica y estabilidad fiscal, empezó un proceso de caída libre a partir de la década del 70 cuando la nueva estrategia de desarrollo basada en la estatización de la economía y la industrialización por sustitución de importaciones no pudo seguir ocultando sus efectos y estalló en inflación y pérdida de reservas. La caída del PBI per cápita se siguió pronunciando durante los ochenta debido al mantenimiento y acentuación de los rasgos - 7 - más nocivos de ese modelo de desarrollo, hasta la implosión final del Estado en medio de la hiperinflación de finales de la década, acompañada, como en una pesadilla sin salida, del avance sin pausa de Sendero Luminoso. En cambio, y en claro contraste, el paso a un modelo económico basado en una mayor libertad y apertura económicas y a la reprivatización de la mayor parte de la economía invirtió rápidamente la curva del producto per cápita devolviéndola a una trayectoria ascendente hasta la actualidad, con la sola y temporal pausa de los años 1998-2001, ocasionada por shocks externos que no fueron bien manejados por el Banco Central, que no fue capaz de soltar parte de las ingentes reservas acumuladas cuando los bancos del exterior cortaron las líneas de crédito provocando el corte de la cadena de pagos en nuestro país. No obstante, ese pequeño interludio, doloroso porque cortó el vuelo ascendente de la economía durante tres años provocando la quiebra de muchas empresas, no logró alterar la notoria velocidad de la subida del PBI per cápita desde los noventa, en contraste con la caída abrupta desde los setenta. Porque superado ese trance la economía se recuperó por sí misma gracias a sus nuevos fundamentos. Por eso, que una opción electoral pretendiera afectar el mecanismo clave de la acumulación –la inversión privada- para retornar a algunos de los conceptos estatizantes de los setenta, luego de la experiencia tan claramente expresada en el gráfico expuesto, reflejaba, como hemos dicho, una severa incapacidad para aprender las lecciones de la historia, lo que echaba una sombra de pesado desaliento sobre las posibilidades del país de construir sobre sus experiencias, e implicaba una involución en los consensos tan duramente conquistados en el país en torno a la democracia y la economía de mercado.