Celso Román

EZEQUIEL URICOECHEA EL NIÑO QUE QUERÍA SABERLO TODO

Ilustraciones Claudia García

COlCIENCIAS ( .P'A...... NAM. fOCANA ) ( .. ANAM . II ICA NA ) COU:IIHCIAS •o , -.o:.n, ... ..

Ol,l'ottldl'I Agulno

O!rc«.ión C'dltonfil y de disci\o, Carlos Nkolás l lemAndcz TresCohutllis Editores l...tdo 11..,.,_ v (oiomon••to

l'<<'Pron,.,Oigliol • l'o1ol,10 Colomb<.lL!ru . l'tnn"tCrtiedlc:i im: Colelcn,cl.uJo lk>d(: 1998 l~ 11l(!mec. UdOn en Peiname,ienna F.dlton.llUdn julk>d~ t 9()8

O 1998 CfflO Rom.in C l 998 Ocr-cc.005f"OWfV,Mbi · Cokkrnclas T rnnsv. 91\ No 133-28 Fruc6251788 E·maU. lní[email protected]'l.govco S.n1ofOdo BogooA.1) e • & 1ttul~r lco O 1998 Panamc.rkana Editorial l.. t .da. O,m,ro $ No. M -67, Tel, 27746 13 - 2379927 Fax!(57 1) 277499 1 2379880 E,maJh panbl'dJt(l'tandinrtJ,1t.nc1 ",-.w .p.lnanwric..\1\tlol'(Uior\..,l.rom.co S.,,n1alOde Bogo,... O C • Coio,,,bia ISBN 958 30 0528 2 Todos los derechos rcscrvddcx Prohlbklu.su reproducción totl'll o p.,.rcial, por cu<\lqulermecho. ~n permiso del Edllor. lm1>resopcn- l'a(l.i)fllCtlc:,Ml:onM!II e Impresos S.A. Collc 65 No. 94•72 Tel. 4302 110 • 4300355, Fox. (57 I} 2743008 Jm1)fCS()en Cosom1.>1r1 Prin1cd in Cdombla

2 CONTENIDO

Pág. 5 CAPÍTULO UNO Un niño a la orilla del Salto del Tequenddma

Pág. 17 Pág. 9 CAPÍTULO TRES CAPÍTULO DOS El guerrero El encuentro de los dioses de Las Mil y un a Nocli es

Pág. 27 Pág. 33 CAPÍTULO CUATRO CAPÍTULO CINCO Un espíritu libre Flushing lnstilute. autodisciplin<> para vislumbrar camino, y libertad religio:x,

3 Pág. 39 CAPÍTULO SEIS Vale University o los templos del conocimiento

Pág. q.5 CA PÍTULO SIETC Pág . 57 Golínga: ..Os esforzaréis CAPÍTULO OCHO por alcanza r la verdad " Veintiséis a,'ios después

Pág. 65 Pág. 69 CAPÍTULO NUEVE CAPÍTULO DIEZ El mundo había camb iado Academia de la Lengua

4 Capítulo uno

(1834- 1840) Un niñ o a la orill a del Salto del . HaciendaCanoas , marzo de L838 "... y lo mágica 110<:llc., lo nocl ,e mil y dos ..... (PltHHF. 0 '&l'J\ONl\1 ')

na alfombra mágica. con dos niños dispuestos a cump lir una misión. vola­ ba por encima del dorado atardecer de la cordillera Orienta l colombiana. Ha­ cia un buen tiempo viajaban desde la le­ jana Persia de Las mi/ y una nocl, es y ya se deslizaban por entre las escasas nubes del cielo que anunciaba el fin del invierno sobrn la sabana de . La inmensa planicie verde poblada de bosques. cultivos y ganados era el corazón ele una joven República llamada Nueva Granada. que hacia apenas veintidós años habla logrado la independencia de España. y su presidente era el general Francisco de Pattld Santander . Los dos viajeros seguían atentos el curso del Funza o Bogotá. el río ~grddo de los . los indigena~ que habitaban el altiplano a la llega· da de los conquistadores europeos . Esa era la selial convenida cuando en el mundo de la fantasía les llamaron y les dieron la orden: liay un niño en peligro al borde del Salto del Teque,,dama. deben salvarlo para que se cumpla el suelio de Miniminiminidau". El río serpenteaba plácído por entre pastizales y pantanos donde ani daban los patos pico-de-oro y adonde cada año llegaban Inmensas ban­ dadas de aves migratorias . En su vuelo dejaron de lado. en el co, tado oriental de la sabana. la pequeña ciudad de Santa Fe de Bogotá , que dormilaba al pie de los cerros de Monserrate y Guadalupe. con sus calle· juelas empedradas. su catedra l y sus techos ele rojas tejas ele bano cocido. Al llegar a las montañas de Soocha. en len·itorio de la Hacienda Ca· noas. buscaron el desaguadero abierto por con su varita de oro cuando el dios castigó a los indígenas con un diluvio que convhtió eJ ¡x,.is en un inmenso k1go. Siguieron atentos. con 1~ mirad" lija. el curso del río. cuando lo descubrieron: -¡A II~ va! -dijo Simbad niño. ¡Se acerci.1 al borde del abismo! - gritó angustiada la pequeña Scheheraza da. Ezequiel Urlcoechca. de apenas cu.itro ai\os de cd..d, se aproximaba peligrosamente al 1rona,· lleno de neb lina de l imponente Salto de l Tequendama. El río Bogotá vertía sus aguas al abismo. y la corriente J)i.lreciadesmenu,.arw en coros blanql1ísimos c1uedaban la impresión de quedarse suspend idos en el aire húmedo. La espuma. que se levantaba con un rugido atronador, se deshacía en millares de gotas diminutas que reflejaban pequei\os arcos iris en el contra luz del atardecer. - ¿Dónde está Ezequielito~ - Preguntaba afanada doña Mariana. la mamá del nilio. revisando las caballerizas de la hacienda Canoas. alboro· tando por los pasillos bordeados de columnatas. atravesando los palios empedrados de la casona. indagando en las numerosas habitaciones y deteniéndose a rc1.aren la capillita colonial donde la miraban impasibles

6 los santos , los ángeles y los apóstoles pintados por los ,naestros Gregorio Vázquez de /\rce y Ceballos, y Gaspor y Ballastir de Figueroa . -¡Ezequiel Francisco de Asls! -gritaba la desesperada mujer. co· rrie11clocomo locd po1· lo~ dhc.:.d~clo,esele los co1'tdles y en Joscan,inos ya húmedos por el rocio del atardecer que anunciaba la noche- . ,.Pero dónde se meterla ese chino? - El llanto le inundaba los ojos c11andnsu esposo logró calmarla diciéndole que todos buscaban al nil'\o. incluso con los perros de cacería y los 1nejores rastreadores. entre ellos el hidio Graciano. el más famoso de la región para esas lides. Retornaron a la casa, donde doña Mariana Rodriguez y Moreno se desgonzó desmayada en un stllón. La noche creciente llenó poco a poco de pe,,umbra el portal ele Ca­ noas. y la, sombras cubrieron la talla en piedra con el escudo de armas otorgado por su majestad don Carlos IV,soberano de Espal'\a. al conquis · t<>asibles desde las pinturas en la penumbra de la ,;;,la de Canoas. a nen.as iluminada por do.s candelabros de plata. El nilio que vagaba por esos caminos llevaba en su sangre una heren· cia de sabios, de conquistadores y de navegantes. guerreros y aventure­ ros. Tal lue su abue lo paterno. el bilbaíno don Juan Antonio Uricoechea. llegado al Nuevo Reino hacia cuarenta y ocho años. en 1790. Cuando estalló la guerra de lndependei,cia el hijo de Juan Antonio, el joven José Maria Uricoechea. tenia apenas quince alios y. después de graduarse en L 7 el Colegio Mayor de Nueslra Señora del Rosario. se puso del lado de los revolucionarios granadinos. A los diecinueve anos, en 1814, ya era capi­ lán de infanlería de las lropas revolucionarias. Dos años más larde com­ batió en la balalla de la Cuchilla del Tambo. donde fue hecho prisionero y condenado a muerte. Sin embargo. la pena caplla l se le cornnutó. y como prisionero fue traído a Bogotá y de allí lo des terraron a Maracaibo. Ganada la independencia, el Libertador Simón Bolívar le nombró ad­ junto al Eslado Mayor de su guardilla y posteriormente fue ascendido al grado de Corone l Efectivo. Seis a,,os después. se casó con la bella clama clono Mariana Rodríguez y Moreno. Establecieron su residencia en la hacienda Canoas. en las proximidades de la impone nte catarata. por donde su hijo más pequefio andaba extraviado. La vida había tejido intrincados y sutiles hilos para que naciera u 11 niño tan especial. que los dioses ele los indígenas, de la natura leza. de la magia. de lil fontasiil y de la ciencia estaban listos para enconlrarse con él, y consagrar lo como tin sabio. La cila para todos era al borde del abismo llamado Salio del Tequendama. abierlo por los dioses. por donde se precipitaba imponente el sagrado rio Funza de los indígenas. La pa labra secreta que los convoc<1ba era un lérm ino achagua: "Míniminiminidau·. ¿_Quésignificaba eso?

8 Capítu lo dos El encuentro de los dioses. Ojalá: "y quíera Díos"

1índío Gracíano. tacitur­ no, seguíaun rastro con la paciencia y la sabi­ duría de sus antepasa ­ dos cazadores. Algo en su mirada y en su sonrisa taimada hacía pensar que guardaba un secre­ to que tenia que ver con los díoses de sus ancestros . Se detuvo por un ins­ tante. como sí se comunicara con las ocultas íuerzas que moldearon el mundo que le tocó vivir,y contempló cómo , por encima de las montañas de oriente. al otro lado de la planicie. una inmensa luna llena tramontaba la cresta de la cordillera. La claridad de plata inundaba el aire írío de la noche incipiente. reíle· jándose en las gotas de rocío -semejantes a petlas de vidrio- que cu­ brían la vegetación. Las pri,neras eslrell<1s dibujadas en el cielo. duran te el comien?.o de la noche. parecieron alejarse con la llegada de la luna. En la penumbra el rumor de la catar.1ta parecía mayor y en el aire flotaban, como joyas. los insectos nocturnos y un intenso aroma de mieles silves· tms hacia mágico aquel lugar de fantasía. El profundo socavón. donde resonaba el rio. empezó a borrarse. lle­ nándose con los jirones de nubes que subían del abismo. En la claridad de plata empezaron a tomar cuerpo extrañas formas. El indio Graciano per clbió un camino hecho de escarcha de luna. que le mostraba con absoluta claridad el rastro del rnño perdido. Algo en la sangre. una sensación sobrecogedoril de enconlrilrse ante la eternidad Silgroda que nutrí~ su raza, le dijo que debía permanecer quieto en ese lugar. pues acababan de abrirse las secretas puertas del cielo par<1que esta noche sucediera un milagro. Desde donde estaba, el indígena podid ver ,,1pequeño, sentado al borde del acantilado. Tal vez, el Francisco de Asís. que le habían puesto como segundo nombre a Ezequiel. era responsable del inmenso amor que toda la vida habría de sentir por la natura leza en todas sus manifestaciones. Era un niño con el corazón abierto a todo aquello que tuviera una secreta magia, como ahora que, a la luz de la luna, sen lado en una gran roca a la orilla de la catarata sagrada de los indígenas. veía las nubes levantándose del fondo de la cárcava tallada durante siglos por las fragorosas aguas. De blanco y plata se dibujaron enol'mes rostros en la niebla. Alli esta­ ba Bachué. la mujer que salió de la laguna de lguaque con un niño que al c,·ecer se casó con ella. t)dra luego juntos poblar la tierra. A su lado se movieron los copos plateados por la luna. y apareció Bochica. el bueno. el anciano de larga barba y cabellera blancas, el enviado de . el dios cre,u.Jo,, qu" ense,iú a ,u pueblo la, "' te:. del hiladu. el lejído. lc1 pintura y la orfebrería del oro . Vestido con una túnica que tenla los colores del arco iris estaba . que viene después de la lluvia, el proteclor de las mujeres que daban a luz y de los enfer,nos victimas de la, fiebres que acechaban en los pantanos pestilentes. También habían llegado Chía. la diosa de la luna con .su vestido de plata. y Xue. el sol. engalanado de oro y Xie. el agua, cubierta con un ,nanto de rocío.

- 10 I Bala1>ceándose.ebrio de de maiz. estaba Fu, cubierto con una l 1 piel de oso. debajo de la cual salia una cola de zorro. Cantaba alegre. como siempre. pues era el dios amigo de los hombres. el que se emborra · choba con ellos en los fiestas y ayudaba a los tejedores y a los artistas. "Chu" le decían al niño y el indio Graciano escuchó esa palabra que en su lengua chibcha significab,1 ..amigo .., y vio cómo le hacían regalos. El pequeño Ezequiel Francisco de Asís Urícoechea y Sornoza sonreía emocionado. se levantó y co,..-iósobre la roca hacia el torbellino de dio· ses indígenas que lo saludaban, y dio un paso hacia el vacío. El indio Graciano. creyó que el niño iba a caer en el abismo. y en un impulso rellejo estiró el brazo con la mano abierta. como si desde la distancia quisiera agarrarlo. pero en ese mismo instante llegó la alfombra n1agica. venida del fondo de Los ,ni/ y una noches y el niño quedó de pie sobre ella, con los bracitos extendidos. en medio de una lluvia de regalos fosforescentes que le daban los dioses. -Llegamos a tiempo -dijo el 1x.,queñoSimbad dándole un abrazo al niño. -Qué niño lravieso y lindo-exclamó Scheherazada acariciándole la cabeza. Cncimd de ellos ílotabdn piedrita, ele colores que brillaban cuando el niño las tocaba. y cada una parecía darle un mensaje secreto. Ellas le contaban una historia ele millones de años. encerrada en su estructura hed1d tle lu,. que c1quellc1nod,., ,obre el salto de l Tequendama se con· íundla con los destellos de los insectos nocturnos Xue. el dios sol. le entregó un tunjito de oro. la dhninut.a figura que representaba un cacique acurrucado, diciimdole que no olvidara nunca su pasado. pues él había sido escogido para buscar la luz en medio de las sombras del liempo. Bachué. la madre ele los chibchas. le envió u,1 pequerio animal acuá· lico que se fue nadando por el aire lleno ele humedad y cuando tocó la mano del nirio se convirtió e11un fósil tli, color oscuro, que viajó en ese Instante por quinientos millones de a,ios . Con una sonrisa en sus labios de nube. la bella Bachué le dijo que le entregaba misterios para que más tarde pudiera descubrirlos. pues él estaba destinado d 11,irdre11 1..,,p ro­ fundidades de las cosas y por eso había sido dolado de una curiosidad insaciable.

11 • ,. f . I ~- • - Fu, el dios alegre siempre por los efectos de la chicha de ,na iz. le extendió una ramita del árbol de la quina y. acariciándo le con ella la cabeza. le dijo que r ya se volverían a encont rar. y que mien tras tanto 1 recordara "que para dormir era buena la cabecera " Chia. la diosa de la luna. y Xie, la bella del agua, le 1 dieron una piedrita de cuarzo y una caricia aper lada de rocío. diciéndole que recordara có,no la roca. el agua y la luz eran en el fondo la misma cosa, y que cuan do se juntaba n, entonces,la vida aparec ía reve­ lando la )lenitud de sus secretos.

12 Capítulo tres El guerrero de Las n,i/ y una noches. El coronel Neira en Sanlalé ele Bogotá

racias a la invención de la máqu h1a de vapor, Europa e11lr6 en In lla mada era industrial. Se mejoraron los transpor- tes, con el tren por tie· rra y los buques por el 1nar, 1novidos por millones de toneladas ele carbón. Los avdnces de lo ciencia pennitie ­ ron disponer en poco tiempo de lo que hasta entonces la natura leza lar· daba años en cons truir. El progreso parecía ilimitado y los mercados del planeta se unían con las rutas de comerc io. La invención del telégrafo por Morse, en 1837, hizo posibles las comun icaciones con mayor celeri­ dad, y el invento de la fotografía penn itió dejar co11signadopara el futuro el milagro de la industrialización. En las ciudades se veía mucha riqueza. pero también n,ucha pobreza entre los miles de obreros que con su tn,baju hdcíd11 µosible ese tles.:1rro­ Jlo, y que no tardarían en agitarse en busca de justicia social. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, en medio de las escarpas de los Andes. acompañado por la magia de cada día en la hacienda Canoas. cuidado en la distancia por la mirada atenta pero impasib le del indio Graciano. crecía Ezequiel, aje,,o a todo aquello que por entonces ag itaba al mundo. - Para la escuela del 1naestro Cuenca - le dijo doña Mariana una niañana de Febrero, levantándolo niás ternprano que d~ co~lw11bre, vi.~­ liéndolo y llevándolo en el carruaje después del desayuno. Por la ventana buscó el niño la ,,eb lína que se levantaba desde

18 zador. uno de esos yinn ,nalíg,,os. espirílus rencorosos de Las mil y una noches. contra los cuales Simbad y Sche herazacla lo habían precovielo. Los recibió con una exlraña meloseria que finalizó tan pronto como cerró la puert

19 t

/

• ,

o ,.Ir¡¿·,-.' '

José Maria Obando en Pasto. El Congreso libernl había clausurado varios conventos en esa ciudad y la población se había sublevado. En 1840. ú.equie l tenía apena:, seis dÍiOS y había pasado de la escuela del viejecito Dámaso Cuenca a la del profesor Eusebio Suescún. En la mañana del 11 de febrero se dispo11idd ir d clase, pero nadie fue como de costumbre, a darle los buenos días y a afanarlo. La casa estaba consternada: los médicos de la lan,ilia y un sacerdote con los santos óleos y los

20 monaguillos con el incienso lueron suliciente explica­ ción para lo que estaba pasando. Le permitieron entrar con sus herma nos en la habitación en penumbra y alli. en el inmenso lecho baldaquinado. como si estu­ viera entre la nieve de las sábanas blanquísimas. vio a doña Mariana mirándolo con los opacos ojos de los que se despiden de la vida. a solas con sus ángeles coloniales. Simbad y Scheherazada lleg¡il'on ¡i ¡icompaña rle en la pena. A llá lejos, en Canoas. lloraba el indio

,. ;t:" • ' 21 Graciano mirando el abismo. en donde rugía el río sagrado de los rnuiscas, y en donde el agua caía a las profundidades co1no las lágrimas de los díoses. Cuatro meses 1nás larde Obando se proclamaba "Supremo directo r de la guerra. genera l en Jefe del ejército restaurado r y protector de la religió,1 del Crucificado ... y declaraba que iba o devolver a Posto su felicí dad y a la Nueva Granada su libertad e integridad, para que renaciera Colombia bajo un sistema federal. que era el grito nacional. El gobierno del presidente José Ignacio de Márquez se encontraba prácticamente si· liado, pues casí todas las provincias que conformaban la nación estaban trastornadas . Márquez dejó encargado del poder al Vicepresidente, y se dirigió di ~ur f)dTd eslLIS hijos ue,pué,, de la cena, comen tando el panfleto titulado El Latigazo que los rebeldes habian lijado en lugares públicos. En él pedían al Presidente encargado que se rindiera a discreción y entregara la ciudad. -Schehera1.ada y Sirnbad me dijeron que seríamos salvados por Hassan Al-Bassrl. el guerrero, protegido de Ali Padre-de-las-Plumas. je­ que de jeques, hijo de la reina Balkis, esposa de Soleimán el Magnifico. ¡Con todos ellos sea la paz de Alá y sus bendiciones! -

22 -Yo ·1ambién vi " los niños en el tapete que flotaba. y lo que dice Ezequiel es cierto - afirmó Filomena Maria de los Dolores, que ya era una linda niña de diez años. con el mismo aspecto elegante de la madre. doña Mariana . -Ya quisiera yo que para estos tiempos tan aciagos la fantasía viniera a darnos una mano -i 1jo el padre en tristec ido por el luto y por todo lo que pasaba en estos dias. Después de abrazar a sus hijos y desear les las bue,1as noches, se fue al lecho so litario y con fundió las luces que llenaban el cielo de la ciudad sitiada, con el recuerdo de su amada Mariana Rodrí­ guez y Moreno . Una inmensa placidez le mundó el cora1.6n y se durmió con una son risa en la boca, como todos esa noche en la amenazada San tafée de Bogotá. Y no era para menos. porque sobre los techos de teja de barro de la capital se regaba una lunada escarcha. esparcida por la alfom bra volado· ra de Simbad y Schcherazada que, desde el lejano pais ele Las mil y una noches. indicaban el cam ino a Hassa n AI-Bassri, el gueJTero que bajo el aspecto del coro nel Juan José Neira venía a salvar la ciudad. A la mañana siguiente la ciudad se conmoc ionó cuando llegó monta · do en un gran caballo del color de los ciervos, seguido de cuatro húsares de corpulenta talla, que empuñaban lanza con banderola roja. la cual tenia por emb lema una ca lavera blanca y dos can illas del mismo colorido. Vestía de negro, con botas altas ele charo l y un pequeño sombrero de paja. Todos le daban por muerto, pero había sobrevivido ele milagro a una emboscada en Palpa . Su ros tro pálido estaba enmarcado por una cabe­ llera negra ya entrecana y por un gran bigote que

23 --- I • -

~,,

• r.. .,• ,~ 'it ..~ . ' t J~~i:~ ,.,~ r " ' ·. ', ., • ~ ... . 'Q :,;·1 ',,,···'··~. • .., ' . -i ••

' /":)· ~' .Jl, 1f{, ~ • r • l';. .. ~ ~ ' ~f!1t! ,11-- ,

24 que para la defensa de la ciudad. Salió de nuevo a la calle y montó. seguido por sus cuatro húsares. Preguntó dónde quedaba la imprenta donde hicieron el panfleto y. sin mediar palabra alguna con el impresor, se metió con su caballazo en el establecimiento. enlazó la prensa y la sacó a rastras como quien saca un novillo rebelde amarrado con un rejo temp lado a la cabeza de la silla, pisoteó los papeles impresos y advirtió que la Santa Fe de Bognlá iba a rc>sistirhasta la muer t<> La gente lo vitoreó y se inició lo que habría de llamarse "la gran semana" . en que la ciudad salió de su letargo y recuperó el entusiasmo para apronta rse a la batalla. Se abrieron fosos. se excavaron trincheras y se levantaron parapetos, y las armas se ubicaron en un lugar fortificado. Día y noche se trabajó sin descanso: "los alarifes colocaban el madera­ men en los atrincheramientos". dejando boquetes para los cañones de los fusiles: los fontaneros desviaron las acequias para formar fosos aire· dedor de la forta leza. a la usanza de los castillos medievales: los comer · dantes de telas obsequiaron géneros para que los sastres y las costureras elaboraran los uniformes de las tropas; los herreros hacían tintinear los yunques martillando hierros al rojo para elaborar largas bayonetas: los esmeriles de piedra chi1Tiaban levantando chispas al afilar las espacias. y el agua de las fraguas sonaba levantando vapor al temp lar los sables.

Todos ITabajaron: los talabarteros elaborando forniluras. los ,nucha­ chos y los mendigos recalzando munición y aprestando los cartuchos. y hasta las mujeres colaboraron en la gran cadena humana que llevó los lusiles y los pertrechos al recin lo amurallado en el corazón de la ciudad. En la mañana del 28 de octubre de 1840. el coronel Neira. al ,nando liúdi, la clutl<1tldis(JU""tv" hacer frente al enemigo. La neblina aún cubría el llamado Callejón de la Culebrera. en la hacienda Buenavisla. entre Funza y Chía. cuando se inició el ataque. Era un duelo entre hermanos, pues los rebeldes estaban coma ndados por el coronel Juan José Reyes Patria y el co1nandante Anton io Samper, ambos beneméritos veteranos de la gue1Tade indepen· ciencia. La carga ordenada por Neira fue formidab le y el enemigo respondió con igual fiereza. Jinete en su caballo cc,vuno, el coronel fue herido en un muslo, pero conllnuó combatiendo con ardor. Samper se precipitó contra el gn ,eso de la lropa y un lan1.a20l o ensar1ó de lado a lado por en

25 medio del pecho. matándolo de inmediato. Las lropas rebeldes. pe,·dido su jefe, cayeron en el desconc ierto y fueron derrolaclas. A su regreso de la campaña del sur. el presidente Márquez y los gene ­ rales Mosquera y Herrán encontraron la ciudad salvada, pero su héroe agonizaba. Tres ,neses más tarde, Neira moría. victima de una gangrena en la pierna herida. Una estela de luz de luna se vio sobre la capital aquella noche, cuando Hassan AI-Bassri retornó a la tierra de Las mil y un a noches. La lanza y la espada quedaron en el Museo Nacional. don­ de aún reposan. Aún con escaramuzas enlre los rebeldes y las lropds Jel gobiernv, el Congreso de la República nombró como nuevo Presidente al genera l Pedro Alcánlara Herrán. Ezequiel ese año empezó a lidia, con las mate- 111(1Ucd:,~11 e l to leyio

26 '

Capítu lo cuatro J Un espíritu libre " para vislumbrar caminos nuevos. Jovencito de quince años desea ver la nieve

sla llerra parece que nunca va a lograr la paz. pe, o ten~n 10~ que vivir en ella". decia don José María Uricoechea tra­ tando de i1>íundir ánimo a los jóve1>es,sobre lodo a Sabas y a e r :) Máximo, que ya lenian la edad para empe,.ar a hacerse cargo de los nsun tos de la casa. especialmente después de la desaparición de doña Mariana. La guerra empezó a ceder después que el presidente Herrán derrotara a los rebe ldes del norte en la ootalla de Ocaña, el 9 de septiembre de 1841. Seis meses n'lás larde logró un pais pacificado que estaba en ruinas. También el corazón eledon José María Uricoochea y Somoza parecía haberse demo­ lido como los sueños de Bolívar dentro ele su alina. Murió un mes antes que el Presidente declarara abierlo el camino para reconsln.iir la patria y procla· ,nara que era necesario "afianzar el reinado ele la paz, y asegurar para sie,n· pre la reconciliación de nuestros hermanos·· "Maldjto mes este febrero", dijo el pequeño Ezequiel, pues nuevamente lo visliero,, de luto para asistir al entierro ele su padre, con10 hacía dos años. cuando, en el mismo mes. habla tenido que asistir al funera l de doña Mariana. su madre. Ahora los cuatro hermanos estaban solos. pero Sabas Maiia era ya un hombre -había tenido que asumirlo po,· la fuerza de las circunstancias y se enc.irgaria de la tutela de los demás. El pais y los ni11osl enian que reponerse del dolor y levantarse todos de los estragos de la guerra, que sólo deíó n.1ina, enfermedad y pobreza. Se abrieron nuevos can1inos. se orgc1nizaronldS universic.lddes, y se permitió el retorno de los jesuitas para que se encargaran de la educación de los jóvenes. La Compañia de Jesús había sido expulsada en 1767 de los reí· 110~l as pampas del río de la Plata, en Argentina . En 1844. retomaron a la capital. El Arzobispo, hermano del nuevo presidente. Tomás Cipria no de Mosquera. los encargó del sen1lnarlo me· nor de la arquidiócesis. bajo la dirección del ¡:>adreIgnacio Gom ila. español famoso por sus conoc imientos de matemáücas y física. Uno de los nuevos alumnos era el jovencito ele trece años Ezequiel U1icoecl1«d,quie n ing,ew a estudiar filosofía. después de haber culn1inado la educación primaria en el colegio de Ulpiano Gonzá lez, filólogo y lingüista. autor de una breve grd111álíC<1Cd>t«lld1 ,a y de co, recciunes del lenguaje bogotano. "Ezequielito es muy inteligente, y llegará lejos en esto del estudio de las lenguas y las mate1náticas", habla dicho el profesor Gonzále1,a Sabascuando le entregó el certificado académico para diligenciar la inscripción al semi­ nario menor. Y tenia razón. porque el primer año el jovencito Uricoochea, que de pronto se reía con alegria de "¡miniminiminidau!". ganó el premio ele matemáticas y en una ausencia del padre Gomila, Ezequiel lo ree,np lazó por cerca de dos meses .en la clase de trigonometría, con alumnos de veinte y veintidós a!'ios.

28 Ya sabia de ·lo que era capaz. Era un espírilu libre. que vlslumbrnb;, caminos nuevos en todas las cosas de la vida. y su mente no paraba de pensar . Allí empezaron sus problemas con el padre Gomila, que no que ría ni perder la a, ,loridad, ni m11chnmenos la forna clPSilbio a l sP.r dP..spre-~ligia­ do por los desplantes mate,náticos de aquel jovencito que, durante un año, había. demostrado su brillantez . Corrid el ~guuUo allo de esludios c.01, el padre Ignacio, cuando el ángel Achagua de "¡miníminiminidau!'' vino a anunciar le que Graciano se mona. Ese día Ezequiel tenía exa,nen de n1atemáticas. pero prefirió irse a Canoas a despedir a su amigo. Sen tía una rabia profunda con la 1nuerte. que se le llevaba cada dos años los seres que amaba. En su caballo alazán , voló por el camino del sur y alcanzó a llegar para ver cómo el indio Graciano cerraba los ojos con la misma placidez con que habia contemplado siempre la vida. Él, que lo había recibido en sus brazos aquella noche en que los dioses le otorgaron los dones ele los tesoros de la naturaleza y la historia. yacía rodeado por todos sus recuerdos. Ezequiel podia ver los dioses de sus anleP<"ISados.también achacados y tristes. mu­ riendo con este indígena que, en otras circunstancias, habría sido un Zipa, gran soberano de los muiscas. Se despidió de su amigo. y luego caminó una vez más por los senderos de la infancia a la orilla del rio. hasta el Salto del Tequendama. Allí se sentó sobre la alfombra de Simbad y Sheherazada. que habían venido a acompa · ñarlo en su pena. Todos esldban en silencio, solamente hab laba el rumor de la catarala, mientras los tres dejaban caer de los ojos un río de lágrimas por el am igo muerto . Ya entrada la tarde , regresó al paso que deseara el caba llo alazán, y entró a Santafé de Bogotá, cuando el cielo estaba lleno de estrellas. Tenia decidido volar 1an allo y tan lejos como sus amigos con la alfo1nbra n)ágica, espec ialmente ahora, cuando le esperaba la rabia del cura Gomila. En efecto , unos días después su hermano Sabas, que hacía las veces ele tutor, fue citado ante el director del Semina rio, porque el joven Uricoechea, al no presentarse a la prueba final, habla perd ido la asignatura y el premio de n1aten1áticas . El joven alegó en su defensa que. al fin y al cabo, ese examen no le servia para n.ida, pues duranle el año había presenlaclo se is. que lodos eran la misn)a cosa y si no, ¿cómo explicaba que en todos hubien, saCdtlo nota de excelencia? Y le dijo al reverendo Gomila que hacía un buen tiem­ po le quena decir cuatro frescas, pues Ezequiel Francisco ele Asís Uricoechea

29 4..... •

• 1} \

' ' ~ '<~ .•\ ,Íf( ...~.... ) .... ·~,,. .,r. -~ ~

30 Rodríguez pod ía ser muy í<)ven. pero lo que era agua en la boca eso si no tema. y que todo había sido una picardía del tal padre para quitarle el premio que él había ganado -d ijo mirando a su hennano Sabas - , "por· que él solito había resue lto los problemas a ciencia y conoc imiento ele toda la clase ... Terininó retirándose antes que el padre Gomila lo expulsara. Años más tarde. en una carta a su amigo Ruíino José Cuervo. le diría que "desde entonces conoc í lo que son los tales frailes y los odio de lodo corazón. Amén··. Sabas apoyó a su hermano y acordaron buscar otro colegio. y así estuvo tres meses. hasta finalizar el año, en el de Lorenzo Maiía Lleras: luego pasó por el San Ba1tolomé deslwnbrando a todos con su enorme inteligencia, de manera que se aburría en las clases y prefería irse a Ca­ noas. en donde aprendía nlás mirando el ,nuncio o bebiéndose la biblioteca heredada de sus padres. Terminó tomando clases par ticulares después de pasar por los cursos primero y segundo de literatura y lilosofia en la Escue· la Genera l del Primer Distrito. Asi le quedaba tiempo para mirar el mundo. enco ntrándose con un Sirnbad y una Scheherazada que como él. empezaba n a cainbiar si.1aspee· to físico, pues ya no eran ni,ios que, sobrevolaban los techos inuncloncloele escarcha ele luz los aleros y asustando a los borrachitos trasnochado res. Ahora, eran adolescen tes que se quedaban so,iando los tres, flotando en la allombra por horas y horas, mientras se preguntaban la razón ele los secre­ tos del universo. El país tan1bién ca,nbiaba debatiéndose en ideas nuevas y transforma · clones formidables. Por ese tiempo, se de linieron los nombres ele ·conser­ vador" y" liberal" para los partidos dominantes. El conservador corno un partido sosegado y reflexivo, poco o nada dispuesto a los cambios; los liberales, por el contrario. esta ban nutricios por las nuevas ideas translormadoras que agitaban a Francia: el 21 de lebrero de 1848, hubo un rnolin con tra el rey Luis Felipe, las graneles rnasas de obreros tenian el fermento de las nuevas Ideas socialistas y comunis tas que. según Carlos Marx, "recorrían Europa corno un íantas,na", llevando la esperanza de Justicia social para los proleta ,ios. En Francia, los sublevados liberales. aliados con los socialistas, derroca­ ron el gobierno y se proclamó la República. Consagra ron una nueva Cons · titución. amparada por los principios de Libertad. Igualdad y Fraternidad. con garan tía de las libertades de reunión, asoc iación, petición, prensa y pensamiento. Los liberales de la Nueva Granada no tardaron en hacer

31 suyas las ideas socialistas renovadoras y se establecieron las primeras so­ ciedades democráticas . Con ellas llegó también a Amé1ica la fe en el poder transfonnador de la ciencia, que pa recía capaz de sintetizar el pensan1ien­ to universal. Tal vez. fue eso lo que más llamó la atención a Ezequiel Uricoechea, quien. ta,nbién por entonces. buscaba una verdad basada en las leyes generales de la natura leza. De Francia llegaban las ,1oticias de nuevos descub1imientos y novedosas explicaciones. surgidas de la mecáni­ ca. la astronomía. la física. la química. la biología y la medicina. Las luces que le dieran los dioses muiscas. en el Salto del Tequendama brillaron en su memoria cuando conoció la colección de minerales de monsieur Michel Levy. uno de los cientilicos franceses que el presidente Mosquera contrató para que enseñaran química en el Colegio del Rosario, a partir de 184 7. La sed de conocimien tos era insaciable y la perspectiva de lo que ofrecía la ciudad provinciana era estrecha para un espíritu de mirada tan amplia. -Aquí ya aprend í todo lo que me podían enseñar los colegios y los p,·ofesores part iculares. Siento que ya sé más que ellos, querido Sabas . deseo aprender más, y para eso debo salir. Me voy a estudiar a Estados Unidos. El Rushing lnstitute de Long lsland. cerca de Nueva York. ,ne pa rece un buen lugar. -Si es tu decisión. te apoyo en todo. Canoas está dando buenos ren­ dimientos. y puedes contar con tu parte . Te deseo la mejor de las suertes, pues sé que la tendrás . -Además, Simbad y Scheherazada le habían dicho que la nieve era bella. y que con la alfombra mágica ese lugar, recorrido por ellos. les había parecido apropiado para él. El 17 de íulio de 1849. el joven Ezequiel Uricoechea. de quince años, estaoo inscrito para la sesión de verano que se habia iniciado el 7 de mayo. Pe,·o se puso al día con w,a sonrisita ele ·'iminiminiminidau'". Cuatro me­ ses después, volaba en la alfombra mágica con sus amigos por entre los bosques de Long lsland 1api?.<1dospor la nieve. Ya tenía en la mente estudiar medicina en la Universidad de Vale; esto del Flushing lnstitute parecía tan fácil, que hasta le quedó tiempo para ·esc ribir una novela de escuelante que causó furor".

32 Capítu lo cinco Flushing lnstitute, autodisciplina y libertad religiosa. Las cosas subsisten a pesar del tiempo

legó larde, porque el viaje hacia Nueva York se hacía a lomo de mula por el camino de Honda, luego en barco de vapor hasta Barran­ quilla y de ahi se en.izaba el Caribe en un buque mayor hasta la metrópoli. Arribó a Norteamérica , al apac ible pueblito de Flushing en Long lsland Sound, como otro de los jóvenes de familias acaudaladas que. r dis o- ner de los recursos económicos suficientes. podian estud iar en el extran­ jm·o. El Flushing lnstitute había sido fundado por el caballero Ezra Fairchild. hacia cuarenta y nueve anos, y tenia su sede en el edificio más imponente de la ciudad: el Saint Ann ·s Ha ll, construido en 1828, con reminiscencias de te,nplo griego. Bajo la dirección de Elias, el hijo del fundador, llegó a ser "la más notable escue la secundaria en América, que atra ía estudian· les no sólo de Long lsland, sino de cada estado de la Unión y de A1nérica Central y del Sur". Su secreto. que fue lo que llamó la atención de Ezequiel, era la amp litud de pensa,niento de estos presbiterianos que, sin descuidar la disciplina y la responsabilidad. crearon una escuela con allnósfera de toleranc ia e indulgencia. Alli le ofrecían estudio ele lenguas. autodisciplina, y libertad religiosa, sin imposición de ningún credo. pues bastante había tenido con la inflexibilidad de l cura Gomila . Seis acres de bosques y prados con ardill>lsrojas rodeaban el edificio ele cuatro pisos de Anne·s Hall, que era mantenido impecable, gracias a los oficios de esclavos negros que sonreían y cantaban permanentemen­ te sus melodías africanas. En el entresue lo ele aque lld ffldCÍLdco 1isl1uc · ción. con un frontis de cuatro enormes columnas dór icas, estaban la co­ cina, los depósitos y el co1nedor, lugares oscuros y húmedos donde pare­ cían habitar desde sie1npre lds cocinera::,1d(,iturna5 y r~ndbc111 Jo::,~CO!:i de las voces y los cubiertos tres veces al dia. En el segundo piso estaban los llamados locutor ios o salones de conferencias, la biblioteca y los apo · se11tos d•d director y su Íd111ilid:en los r.Jospisos supe riores estaban los cuartos individuales de los alumnos, que eran unos ochenta. El cuar1o de Ezi,q11iPI rl;,ba contra la f)

34 hechiceros de su lejana África-. en medio de las risas de Simbad. Sche herazada y el ange lito achagua de ''imin iminiminidau!". Sabas se encargaba de enviarle cumpliclamPnle los giros de 1 25 dóla· res semes trales. suma que para la época era considerable, y con la cual lograba cubrir, además de la ense11anza, el cuarto y la alimen tación. el lavado. la calefacción y la luz. Ezec1uiel tuvo que pagar adema~ un suplP· mento de 10 dólares. porque no llevaba cama, tendidos, toallas y el resto de la dotación comp leta demandada por el Instituto, la cual incluía hasta una Biblia y un paraguas. El 1 7 de julio de 1849. llegaron a inscribirse dos colombianos para la sesión de verano, que habia comenzado el 7 de mayo; es decir, hacia ,nás de dos meses. Eran Ezequiel U1icoechea y Juan Pablo Arrubla, un joven que dos generac iones más tarde vería el mundo con los ojos de María Claudia. el hada Clo Cape leta. que volaba por entre los libros y las flores de un jardín lleno de niños. Los es tudiantes co lomb ianos eran cuatro, pues. además de Uricoec hea y Arn,hla . P.Stahan Teodorico Lozano. de Bogotá, y el cartagenero Lázaro Herrera , quienes muy pron to hicieron gavilla con dos venezolanos y dos mejicanos . y de vez en cuando alborota ban con sus canciones las tranquilas noches de l Flushing. Al princ ipio. el estudio fue pesado, espec ialmente debido a la demora en la inscripción y por eso les fue necesario registrarse en un curso de nueve semanas. a partir del 8 de octubre. cuando el mundo pasó dél traje rojizo del otoño al abrigo blanco de l invierno. mientras navegaban en el conoc imiento con las clases de inglés. historia -que el instituto llamaba cívica-. cultura grecorromana. arihnética . álgebra. geome tría, trigonometría. ciencias naturales. geog rafía. astronomía. quhnica y física. Ezequiel se Inclinó por las matemát icas. las ciencias na turales y los Idiomas. Desde entonces. habla algo con la cultura árabe que le emlicale· saba el corazón: tal vez. porque en sus conversaciones con Simbad y Sche herazada le llegaban las noticias de los sabios. como el humilde 1-Jusayn ibn Abd Allah lbn Sina. el médico conocido como Avicena. quien tradujo a su lengua "el libro del eminente Galeno sobre las sectas médicas para uso de los estudian tes"'. Miraba hacia el cielo, y Simbad el navegante le contaba cómo Al· Kwarismi redactó el Zij ol-Sindhind. o labia de la posición de los planetas según <>Imodelo indio, o cómo los conocimientos celestiales de Ptolomeo.

35 • • ',¡ I 1

,I' '(''! ,,, • f /7 1' 1 1 • )

l ., - ...,, • ..r •I ? • • • $ ~~

. . "" \ ...... • I .. ~ ...• ..•. , • ...... ( '

36 consignados en su libro El Almagesto. fueron verificados en l,i escuela de Maragheh . ciudad de Azerbaián, por el sabio Nasir al-Tusi. Miraba hacia las cosas de este mundo y Scheherazada le lela El libio de los balances del sabio Geber, el mismo Jab ir ibn H<1yyél11, compil,,dor de los principios de la al•quimiya. la química, a partir de los cuatro ele­ mentos de Aristóteles: el fuego, el aire, el agua y la tiena. Aprendió que cuando entre sus naturalezas había equilibrio. las cosas subslsllan a pesar del tiempo, sin ser consumidas por las dos luminarias -e l Sol y la Luna­ " ni enmohecidas por el agua de los estanques. como sucedía con el oro, que la natiiraleza temp ló y purificó en todas sus partes . Eso quena Ezequiel Uricoechea. que alguna vez su pensamienlo vola­ ra y llegara a otros por encima del liempo. ojalá a los niños y los jóvenes, para que soñaran. como decía Shehe razada que soñaban los árabes, pues mientras en Europa los señores medievales se mataban a garrote. en El Cairo. Alejandría. Bagdad. Samarka nda. Córdoba y Sevilla, florecían las refinadas escuelas de los jeques. donde se desarro llaban la medicina, la geomebía y las ciencias del cálculo. Si, enleró de que "álgebra" venia de C/ pequerlo libro de Al·Jabr y wa 1-muqabala, es decir, la reducció n y la compa ración, del sabio Muhammed ibn Musa AI-Kwarizmi. quien redactó, co n sentido prácti ­ co, "'u11aub 1< l conc i::ia~obre el cálculo que las gentes preciS

37 impecab le, el cabello bien pe inado y sus ademanes, la co,npostura y la actitud fueran las de los caballeros británicos. Pasaban luego al almuerLo, y una hora ,nás larde retornaban a clase hasta las cuatro de la larde. cuan· do tenían la posibilidad de ir al pue blilo de Flushing para volver a las seis. "Después de las seis nos llevan a la capilla. por si alguno habla pecado en esas dos horas", decia riéndose Ezequiel a sus am igos latinos cuando uni.l hori.l mós torde lerrninabi.ln de lomo,· el té. herencia ele los gustos del abue lo Fairchild. De siete a nueve de la noche podían jugar, estudiar. o ejercita rse en el gimnasio situado en los predios traseros del Instituto. donde. ol año. muchos de los jóvenes habían embarnecido corno toretes en buen pasto. A las nueve y media de la noche debían estar dormidos. pues apaga · ban el gas de la iluminación, atmque. por lo genera l. muchas lenguas segu ían encendi das has ta más allá de las once. y la de Ezequiel era una de ésas. Hablaba con sus amigos latinos y, cuando ellos se dormían , llegaba a la ventana una alfombra mágica con dos adolescen tes. Shnbad y Scheherazada. que le acompai\aban casi hasta la madrugada. pues desde entonces tenia en el cereb ro el gusanillo del insomnio que tanlo le haría sufrir después. Asi, pasó el verano, el otoño y el invierno de l 49. Con la primavera de l año 50 le llegaban noticias en las ca ,ias de sus hermanos con tándole que el nuevo Presidente era el genera l José Hilarlo López y que con él venía una apertura de ideas y cambios para el país. Cua ndo Ezequiel rec ibió a los dieciséis afios su titulo ele Bachelor oí A, Is d"I Flushil 19 lnslllute. decidió seguli lus pdsus de Avic"' '", y se fue <> la Universidad de Vale a estudiar 1nedicina, en el cercano New Haven. Algo en su corazón le decia que lendr ia mucho que ver con la quina y con Schehen1zadc1.pues soñaba con las dos por el c"m ino.

38 \ Capítulo seis Vale University o los temp los del conocim iento. Una cabeza Llenade proyectos

l CollegiateSchool habia sido fundado en 1701en Sawrool<,Connecticut. y 17 años más tarde ha­ bía sido insta lado en New Haven, como universidad y con el nombre de su gran mecenas de en­ tonces : el Seño r Yale. La escuela de medicina había sido establec ida en 1810, de 1nanera que cuando Ezequiel Uricoechea llegó a inscribir­ se. la !acuitad llevaba 40 años de exis­ tencia. y era una de las 1nejores del continente. Los lecture terms o pe- tíodos de conferencias -c inco o seis di?irias- SP iniciaban rlllt1ahTiente el último jueves del mes de sept iembre y continuaban por cuatro meses. al final de los cuales se llevaban a cabo los exámenes para grados y licen­ ciaturas . Cuando Ezequiel llegó a registrarse al edificio llamado South Shefield Hall. una construcción maciza como un cubo de cuatro pisos. donde funcionaba la Escuela de Medicina, con un pórtico en forma de pequeño templo griego con tres columnas a cada lado de las escalinatas, vio que entre los robles enormes de los prados donde se espan taban las ardillas, alguien le hacía señas. El personaje pasó de un lado a otro ele los mato­ rrales, y Ezequiel le vio el andar apresurado de los ebrios y el ondear de la brillante piel negra de l an teojado oso parainuno , y debajo , como una picara y esponjada pluma, la cola de zorro. Se esco ,idió entre la vegeta ­ ción y la mano con una totuma se asomó ofreciéndole un trago de chicha . - ¡Fu! - Exclan,ó el joven, emocionado, al reconocer al borrachin dios de los muiscas que le par ticipaba de la bebida de maiz recibida en las fiestas de la última cosecha, an tes que la espada y la cruz espa,iolas lo separaran de sus fieles, hacía más de lrascientos aiios . Ezequiel probó un sorbo y el elixir le llenó el corazón de felicidad y la mente de luces . Vio el oro y recordó la silueta del lunjo que en la infancia le regalara Xue. el Señor Sol, y comprendió por qué decia el árabe Geber que el oro era perfecto, y en su alma se prefiguró el rnisterio de sus raíces y se sintió dispuesto a descubrirlo . Entró a la oficina de registro con los ojos brillantes, las 1nejillascalien ­ tes y la sonrisa de Fu, sabiéndose dueño de secretos maravillosos, y listo a pagar sus derechos con el dinero que le habia girado Sabas. A 12,50 dólares por cada curso, pagó en total 73.50 dólares por ese prhner año de estudios. En el bolsillo llevaba las ra,nitas de quina , el árbol que cura las fiebres que matan en los pantanos: era el regalo del dios que desde la infancia le llamaba "chu", en su lengua. Como habia llegado con el titulo de Bachelor of Arts. le esperaban tlln sólo dos térm inos de dieciséis semanas anua les de estudio para obte ­ ner el doctorado después de un examen oral ante un comité de represen ­ tantes de la escuela de Medicina y la Soc iedad Médica de Connecticul. A Ezequiel le interesa ron. particularmente. la biblioteca cincuento mil vo lúmenes- y un Museo de Historia Natural. con grandes colecciones de pájaros. insectos, peces. conchas . caracoles y un rico y bello gabinete de

40 mineralogía y geo logía. Allíestaban los verdaderos secretos. allí brillaban las luces que recíb16 en la lníancla de los dioses 1nuiscas en el Salto de l Tequendama. y esos lugares eran para Ezequiel más interesantes que las conferencias sobre prácticas de clínica en el Hosp ital Municipal. Su gran iníluencia fue el venerable profesor Benjamín Silliman, de selenta y un años, un sabio que domina ba la química. la historia, la mineralogía y IAneo logiA T<>niala mñgia clE"h acer que sus estudiantes amaran la ciencia y no en vano era el cienliíico más destacado e iníluyen­ te de Norteamérica en su líempo. Ezequiel y él se ente ndían por lo para­ lelo de sus vidas: Benjamín había entrado a Vale a los trece Años, " los dieciséis era tutor en derecho, la carrera que había escogido. y a los veintitrés era profesor de química e hislorla natural en su College . Cuan­ do fue a Inglaterra se contactó con los princi¡:>ales científicos de su tiem­ po y se interesó en la geología y la 1nineralogia, materias que enseña ría después. al retornar a Norteamérica y conve rtirse en el colundador de la Escuela de Medicina. El hijo de Sillíman. también de nombre Benjam ín. escr ibió dos libros lilulados Principios básicos de quhni ca y Principios básicos de físi• ca. que fueron lextos en los cuales Ezequiel estudió. La hija de Silliman padre se casó con James Dwight Dana. geó logo. zoólogo y mineralogista que publicó un Sisten1a de 1nineralogia y un Texto de geología. De los Silliman y Dana aprend ió que en el universo ele la ciencia se debe estar permanen temen le activo y, como ellos, sie1npre actuali1.ado, pro­ poniendo, buscando, publicando, como lo hacían ellos en las diversas revistas cien tíficas de su liempo. "Lo que me gusta es que no son mediocres ", decía Simbad que, para en tonces, ya empezaba a tener los anc hos hombros de navegante. la sonr isa llena de sol y los bigotes de aventurero que se preparaba para su primer viaje. La tesis de doctorado de Ezequiel fue sobre la Cinchona. la ramita que el dios muisca Fu le habla pueslo en el bolsillo. Era un trabajo de dieciocho páginas escritas a mano. en inglés. con su elegante caligrafía. " La botánica de la clnchona" era el primer capitulo. donde describía el árbol. menc iona· ba sus características y elogiaba al sabio José Celestino Mulis. En su segun­ do capítulo, "La química de la cinchona", Ezequiel describió los análisis hechos por los químicos, el aislamiento de la cinconina, su alcaloide, y el uso y electos de sus diíerentes sales, en especia l el sulfato de cinconlna .

41 I :h..~yt'~·/°..,·IM• .. ~ 11 p(,,. "f"' /' .. *''7' ~, /,./ &:,/ J,,"'?/, ''l //,, -, ,, /. ... /,.J ','"'7, oL , ...4 . ../,¡t-- ·~ /,, ,.., '·~.. "'·/••..Y,¿; ..¿, .. /...,. N'....,...;-4 _,,,7" ,,. /- -..- ~ --').'.r,ln-..,_/,:,, ,,¿,,..,,t:I'!..,;,...,;,,, ~ .c,1,.p- ..,.i. fi. ,,,c/-1/ /,,7,7, .., ¿ .!(J,. 4 1,-(~ •• 67,-,,,,....,,(¡-7,,<,.. /,u.._'{",k/..i/ ~ .....A-.Q/ ,,,· l',l'-.ef/"'"-'7-_.h"'-- u,'./ /J ,...,,! /r/Z... ,./,(- , k,t ,..... ,,...... , ..,.,/....-,u-4 7 ... ~.n..,~,...,..L...... J...... • 'z·/..,,; ..4- ,~~ 71".·~-~.;...... a ...~· ,,,.,.¿,,._,.,¿ ,,,.~~J~ ...:..v · A,,<. ..,;, ._/.~ .,¿...,., ,6 .... ,./~,.~ ..G:,/ ..,.. ,.. ~ l'I"·'·- ..../J,-- -7'_,¿."'" -;;,,..,· e,,,1;.r"~ .., -~-1...-4,.-w/ h-44.-7. µ::"7>ilZ/-/- "'71'~~., ,,. ...'. .. ~ -'.. t; ./f-Kh~ ~-"/ :!IZ.7_.¿"*(/,:.$., ¿;...,¿,, ' ..,, • •/. .lk.,,, ./. :H.J ,;LJ/,z·· . ..,,(..¿~ ,,,,.--~-4 ,C~'JddA-~'f/'J- ,,._,.u:__.,..... ~~-....., -· -~ ..,... .. _,~~-ub,' ~.. /-..w. .... - •• ..t-/,,....,~ ,.~,~¿~~ ~7~¿6/t4_¿o1 ,.t-r-· .f,,/ p u,,...4,,,,./ -f,: ,..,,.,,-,/..,;,¿""9,..;',./'" ~d,, .. ..,;;tt~ , ,;, ,,¡t., • .;/(,U,O(H,( -~J ,,.. .,_ ;,,, ) A(. -4t-..,¿~,íf'.,,..-7 1°'""' ./~,... .,,¿ 7 "'--b¡:--h.11.Á;¡¡, ,-7 ..;/.;(.:.J, .{._,1/,./..7.;..-.,#...... ,~rr-/.,,,L,- ....-~

l'om r1111iJ Jt1i.. ,k t. U • •k ,l~rn ni,11•,le Ur.cotebt 11. ,:...- do:! r..,.,,,.. c.,.. , c.-..,_,, -... ,. Jd •• 1. 1n.1 -"-"' ... • 1...... IJ,,,1 ,,,. y .... 1 ¡,.,._ .. 42 1::1tercer capitulo. tilulaelo ..La histo,ia de la cinchona ··. se refena a la palabra quinina, la más usada en Europa. cuyo origen. según el sabio viajero Cha,-fes Marie de la Condamine. podía ser el término quina ai. que en idioma quechua designa una especie ele chal o ,nantilla. Cuenta que los indigenas la conocían mucho antes ele la llegada de los europeos y su uso se remontaba a leyendas. como la del indio enfermo que vio un jaguar he ,ido que mascaba la corteza de ese árbol. y se dijo ..Si es buena para él también lo será para mf'. lo imitó y se curó. Otros dicen que los jesuitas seguían el ejemplo de los indígenas de reconocer las plantas mordiéndo les la corteza. y al sentir amarga la cinchona la consideraron medicinal y le descubrieron sus prop iedades curativas. 0 1ro leye11<.lt1teníd rcddción con el indígena enfern,o y sediento que bebió el agua de una fuente donde se había caído una corteza de cinchona, y gracias a ello sanó; aunque ta,nbién estaba la historia ele la virreina del Perú, la condesa de Chinchón. quien en íern1d de íiebr~, se cwó gracias a la quinina tomada por consejo ele un correg idor. Al retornar a Europa llevó una buena cantidad ele la co,teza que su médico. don Juan de la Vega. se encargarla de distribuir en Sevllla. Afirma que por eso la quinil 1d recibe los nombres ele "po lvos de la condesa· ·. o "po lvos ele los jesuitas". La lama de este remedio. que era desconocido en Europa, se extendió rápidamente y su fuente permaneció en el 1nlsterio para los europeos. hasta que Luis X.IV.en l 769. la hizo pública. después de comprar el secreto a un inglés. Pero el árbol productor de la quina se hizo conoce r tan sólo en 1738. cuando La Conda1nme lo describió y L1n11eole dio el nombre de Cin chono officina/is . En el siguiente cap itulo, "Los usos medicinales de la cinchona ", Ezequiel habla de las propiedades tón icas y febrífugas en casos de escarlatina, sarampión. viruela, carbunco y absce­ sos . Menciona que puede ser aplicada en infusión. tínlura. píldoras. ele., o en forma de licor. como la usaba Mutis, pe ro aplicada con prudencia. La tesis se cierra con el capitulo ..Las enfermedades de la cinchona ". donde relata algunos casos de efectos secundarios y alaba las posibilida ­ des ele la químico en el mundo. Flnulizocon lu esperanza puesta en Amé­ rica del Sur ... el hogar de la cinchona ". en donde la enorme riqueza de plantas con poderes curativos podrían "aliviar nuestra condición y espar­ cir ale91ía a nuestro alrededor ". El espíritu de orgu lloso an,er ican ista e,npezaba a cimentarse en Ezequiel. y hacia el final ele su carrera publicó en el New York 1-lerald,

43 el 1 O de abril de 1852, el a1tículo "Las minas de oro de la Nueva Grana · da··, con toda su esperanza puesta en las inmensas riquezas de "ese bello pais" que describía como. si ele verdad, lo hubiera recorr ido por encima coi I Ulld dlfomb rd cndgicd. La patria de ese entonces se abría al mundo: el presidente José Hílario López contrataba una Comisión Corog ráfica para que levantara mapas y describiera las potencia les riquezas ele la Nueva Granada. Ezequiel descri · bia el Chocó co1no "una segunda Californ ia" y mencionaba los yacimien ­ tos iltll' iferos de los ríos Alrato, C;iuca y l;is minas de Antioq11ia. las esme­ raldas de Muzo y los depósitos de cobre en Mon iquirá. "Hora. mis amigos, de desdoblar la alfombra mágica que el camino es Alemania .., elijo Ezequiel después de recibir el grado de doctor en medici­ na de la Universidad de Yate, al aprobar los exálne nes con el jurado que por un mo,nento tuvo que deliberar, pues la edad exig ida para graduarse era ele veintiún años y estaban ante un jovencito de dieciocho que los deslumbró con sus capacidades. El decano. doctor Char les 1-looker, miró al sabio Benjam ín Silliman y él hizo una seña casi impercept ible, como si un colibrí le hubiese rozado la frente y dio la aprobación. Era el guiño que le hacía a Ezequiel para que pud iera viajar a Berlín a entrevistarse con A lejandro von Humbo ldt. a quien Sllli man también conocía. Por entonces, en el corazón del joven Uricoechea tintineaba el tunji to de 01·0 que le diera Xue, el Se11or Sol, y que Scheherazada portaba en su cuello, colgado de un hilo de luz.

44 Capítulo siete Golinga: ··osesforzaréis por alcanzar la verdad". Los secretos de los seres y las cosas

uando Ezequiel llegó a Berlín. después de la lar­ ga travesía por el Atlán­ Lico.desde Nueva York. lo primero que hizo fue dirigirse a la casa de Ale­ xander von Humboldt , siguiendo el mismo camino que en otros tiempos recorrieran Antonio Nariño. Francis­ co ele Paula Santander, Camilo Torres y Pedro Alcántara Herrán. La ciencia <'nionces <'ra también asunto de los que querían ser libres. El joven Uricoochea encontró un viejecito ele ochenta y tres años. per­ fectamente lúcido. que trabajaba en el cuarto lomo de su cosmos. la sinte· sis de sus trabajos. pero amableme111e i11lerru1npió su actividad cuando le dijeron de quién se trataba. El maestro recordaba con claridad la hacienda Canoas con el Salto del Tequendama que ranto le había gustado. Al ver al joven doctor granadino. su corazón experimentó un ramalazo de alegria y su memoria voló cincue11ta años atrás. a las tierras que por entonces Espa­ ña todavia dom inaba. - El tiempo vuela. me pareció ver otra vez a tu abue lo. don Fernando Rodríguez de la Serna. ¡Te pareces tanto o él! dijo Hun1boldl. el cienllfi co más grande de su liempo. en quien Uricoechea volvió a encontrar un espirilu de altos vuelos con el cual compa rtir ideas y sueños. pues él lil1n· bién ero capi)z de ver a Scheheraz.:ido y o Simbod-: A m i edad ya no quedan misterios, pueden enlrar. los amigos de mis amigos son bienveni­ dos -les dijo. cuando los vio flotar en su alfombra 1nágica sobre el íloreci· do jm'

46 cerdos y tres estudiantes ". Ezequiel llegó a ella montando a eoballo: acom­ pañándo lo al lado flotaban en la alfombra Simbad y Schehera1.ada. A ella la brisa fria del linal del otoño le hacia llorar los ojos, y Ezequiel compren­ dió que la vida es como un arbol de 1núltiples ramas y que el destino nos lleva por una de ellas. tal vez. escogida al azar. y que su amada Scheherezada lloraba porque no quería que él lomara este camino. -1Mini1niniminidau! -dijo el joven Uricoechea para que el angelito achagua viniera a espantarles la tristeza y nadie llegara con lágrimas a C'-.ntinga. La universidad había sido fundada en 1737, con el objeto de procurar una fuente de ingresos al Estado territorial mediano de Sajonia y originar un foro del esphilu libre. Se co11vht1ó en un centro de la en.ichción alemana. no sólo por su bien dotada biblioteca. sino por la calidad de los sabios vincu lados a ella, sie1npre a la altura del progreso cientilico del siglo. espe­ cialmente en las ciencias naturales. "Vamos bien, en esta universidad fueron profesores los hermanos Grimm, los colegas rle los c11entos de hadas", rlijo Simhñd. con lento rle llegar como un marino a otro puerto. ··Entonces nos quedamos". aseguró Ezequiel y procedió a la inscripción en la Facultad de Fllosofla. Quedó registrado asl:

Malr. Nr. 449 1 (157). 23 Mai 1852 Ezequiel. Valer: Bogo tá-Nuwa Granada Nuwa Granada: phil. Reisepass

No le pusieron el apellido. y el secretario confund ió el º'Bogotá" del Pasaporte (Reisepass) con el apellido del padre (Valer). y copió mal el nom ­ bre del país: "Nuwa" Granada. " Por lo vlslo, Fu pasó primero por aquí y le dio chicha a este pobre secretario", dijo Scheherazada con una sonrisa indulgente . El 23 de mayo de 1852 . 1:7.eIl e11ía d ieciocho ai\os y todas las ganas del mundo para seguir aprend iendo cosasnuevas. Y la vida, la ma­ gia. el destino, se unieron para que. así como en Vale había encontrado a Silliman. en Go tinga encontrara a Johann Friedrich Ludwig Hausmann. geólogo y minera logista, a Heinrich August Ludwig Wiggers. farmacó logo, y sobre todo a Friedrich Woler, uno de los quím icos más impo1tantes de su siglo, descubridor del aluminio y el sílicio. Otra alma paralela. que coleccio-

47 ..r ·:ba n::;,edas y minerales, y que había sido el prime• J. ro en producir una materia orgán ica, la urea, a partir t "'~ de materias no orgánicas. ·.r, ~ "Alá. que es Grande , los hace y ellos se juntan" , ll' ·~ exclamó sonriente Scheherazada . El alo¡amiento para el seinestre de Invierno de 1852 a 1853 lue un cuarto de trabajo y una alcoba en casa de la FamiliaSchlollhauber. en la Weenderstrasse 57. la calle más distinguida de en tonces en Gollnga. La

,

.. ' .. t.tnw1 I" \fllil 1/XAl\fUi.t.t ,...... ,..,,.. ..._ ..~ ----·--- , ...... , .

_,...... __...... _...... -

48 caSla iglesita gótica del apóstol &.ntia · go, y hacía esquina con el cementerio. -Me gusta -le dijo a sus amigos abriendo la ventana-. tenemos habitación con vista a los ánge les y al más allá- . Un viento helado entró. casi como un mal presag io, y aunque tenia mucho para leer y estu · dlar. el insomn io empezó a molestarlo con mayor frecuencia y en tonces echaba de menos la chicha de Fu, que el dios llamaba "la cabecera ". y que daba tan buen resultado para sonar lomándosela antes ele irse a

..

49 dormir. Tan pronto pasó el semeslre y llegó ki primaverd. lo primero que hizo Ezequiel íue camb iarse ele <:<~sa. Enconlró una habitación lrenle al antiguo laboratorio ele química en la liospilab lrasse. donde hacíd si.asprciclicm, pctrn el llí conti­ nuó viviendo durante los semestres de verano del 53, el invierno de ese año y el verano del 54. Woh ler lo animó y apoyó para hacer análisis y luego pul, llca,· sus procedlmienlos y resullados en la revisla Ano/es de Químico y Farmacia. Los artlcu los fueron "Análisis del hierro meteórico de Toluca y de El Cabo" y ..Sob re la grasa de la Myristica otoba y un nuevo cuerpo: el otob it" . En el p1imero. Ezequiel examinó fragmentos de un trozo de me­ teorito caido en las proxin;,idades de To luca. en Méjico. y las limadu ras de otro hallado en El Cabo. Alrica. y comparó sus resultados con los análisis del mismo Woh ler. hechos al meteorito hallado en Rasgatá. un pueblo al noreste de Bogotá y cuyas n1ueslTasf ueron llevadas a Europa por el natu· ralista Boussingault, en 1823. En el otro articLdo clesc1ibia una grasa que los indigenas obtenían al exp , imir los frutos del á,bol conocido como otoba, y que en1pleaban para combatir las enfermedades ele la piel. Ezequiel hizo una descripc ión de la plan ta. estudió las cualidades íisicas y quhnicas de la grasa y extrajo un aceite, que llamó otobíl y encontró que en su composic ión quím ica el'o esencialmente idéntico al de la nuez moSC<~dacomún. Un dia, revisando enll·e sus papeles. encontró la ramita de cínchona que le habia dejado el dios Fu. y ele inmediato le volvió a la mente su tesis de grado en Vale. y vislumbró la posibilidad de analizar químicamente la quina. Le escribió a Sabas para que le mandara muesl ras ele la variedad bogo tana. clasificada como China bogot ensis. y le elijo que ojalá ("Wa-s.f Allssh": "y quiera Dios") fuera recogida en dislinlas partes. como Chipaque, Suaque. Fusagasugá. o el Aserradero. "hasta una distancia de 16 leguasde Bogotá". y una on7.il del sulfato de quina que producía la casa Manuel Umaña & Co .. de los árbo les de la hacienda Tequendama. O tro vez el loborotorio se llenó con los ese,,cias de lo tierra cnliente. con el ruido de los aguaceros tropicales y la alegria de los anímales del monte. Ezequiel trabajó entonces con el pro fesor ele farmacología He inric h August Ludwig Wigge rs, quien tenia en su colección otras variedades de quina, el único remedio de entonces y desde las épocas ele la colonia, conlra las fiebres palúdicas. El resultado fue el articulo "Acerca de las cortezas de

50 cinchona de Nueva Granada", aparecido en 1854 en la Revisto de Far · macia y T ransocciones. en donde concluía que los contenidos de sulfato ele quinina difieren segun la variedad ele cinchona. y que las de la Nueva Granada son ele exce lente calidad y terminaba escribiendo: "con gran pla­ cer puedo decir. que nues tro país no solamente produce la luente del re· nombrado especi fico. sino también los hombres y las mentes para preser ­ varlo, y para dislrih11ír1na c:.ushPrrnanos del mundo ... Ya a pun to de finalizar su carrera. escribió para la Reuista Americana de Ciencias y Artes. el articulo "Análisis de dos ídolos ele oro de los aborígenes ele la Nueva Granada··, que an leced ió su ··Memoria de las AnU· gl\edades Neogranadinas". Cuando llegó el invierno. E7.equiel se concent,-6 en su tesis de grado: "Sobre el elemento iridio y sus compuestos·, que aprovechó para hablar -otra vez-de las n'lélravillasde la Nuev.i Granada. Era una nueva opo 11u· nielad para subirse a la allombra mágica de sus amigos y volar par la histo· ria de los seres y las cosas. Empezó con la historia del platino. a cuyo descubrimiento se debió el de otros metales. en tre ellos el iridio. Ezequiel hablaba de la platina, era "un metal de color de plata encontrado no1mal· mente en forma de pequeños granos". hallado en el Chocó. entonces parte de la provincia de Quilo, que lue del Perú , hasta que. en 1718. volvió a la Nueva Granada. Entonces. empezó a llover dentro del laboratorio, dentro de la habita· ción de Ezequiel. sobre la ciudad de Golinga y. en pleno invierno alemán la gente sintió el sopor de Condolo. los aguaceros interminab les, el chapaleo de las canoas cargadas co,, racimos de plátano, los ríos hinchados y la selva lluviosa. Del corazón del joven Ulicoechea empezaron a salir las his· torias dc la selva, adonde los espai'ioles llevaron negros del Senegal. para que lavaran las arenas con bateas de palo en pos de las pepitas de platino . Por las ventanas del laboratorio Huían las aguas de Choromandó. el Alrato, erizadas a trechos con las vigías, que eran las barreras fortificadas en los ríos que los europeos habían puesto para controlar el lrálico de oro y de platino. Así lue como en la reconquista , cuatro a,ios después del grito de independencia , las lrop¡,s dPI r<>ydP F.spñi'iñdPcomis..,ron el 1n11yorpPdazo de platino hallado en la Nueva Granada. en el riachue lo Condoto. en el terreno de la fábrica de Jabón de lierra de Ignacio Hurtado. "La llevaron a Espa,,a Junto con la colección de José Celestino Mutis. donde la incorporaron al museo de Madrid en 1822". Y hab ló de olrogran pedazo de plati,,o que su amigo Hu,nbolclt llevó al Museo de Berlín. y dijo

51 52 j, tt'fí .

1)

.. 53 que el planeta Tierra tenia, como una reina. una corona de platina del Pinto -que fue como le llainaron inicialmente cuando llegó a Europa - . y que iba p0r el subsuelo desde el Chocó a Groen landia, y que afloraba en California y en los Ura les. Escribió en su tesis que el capitán Charles S. Cochrane. llamó al platino oro desnaturado, y habló de las investigaciones del natura lista Georges Louís Bulfon , que ap<>nasvish ,mhró In q11ese cleS<'uhrhí~de este n,eta l c>n el siguiente siglo. junto con el iridio y otTos seis. En las últimas catorce páginas Ezequiel desc1ibe la experimentación co11e l iridio. en el laborato · lio ele Wiih ler. que Scheherezada volvió cueva de alquimistas. Ais laron compuestos con ácido fosfórico. con flúor, con bromo y natrio. con sLMuro y con cloro, y se melie,·on en un universo que les permitía ír del pasado al futuro. de n1anera que. a veces, en vez de pedir ácído sulfúrico el alquimis ta se asomaba y les hacia decir ácido vilriólico o espíritu de vitriolo: y a la plata a veces la lla,naban Diana o le dedan Luna, y al ácido muriático espíritu de la sal, y espir itu del vino al alcoho l y azafrán de Marte al óxido de hierro que carcomla las rejas de la universidad. Pero un dia despei1aron, se acabó el semestre. Ezequiel pasó a limpio sus resultados. envió la carta de solicilud a la l lonorable Facultad de Filoso· fía. adjuntó un cunícu lo donde decía que su vida había sido siempre la de est.udiante, y que habla tomado las clases de cálculo diferencial con el pro ­ fesor Stern, física con Weber, mineralogía. geognoso logia. nuclea rologia y los laborator ios de Demostraciones Mineralóg icas con Hausmann y quin1i· ca con Woh ler todo el tiempo, y que expresaba sus "ca lurosos agradecí· m1entos a mis respetados pro fesores a cuya excesiva amabllick,d estaré siempre ob ligado ... Le aceptaron la propuesta. cuYo Doktorvater ("Padre del Doctorado") fue el mismo Woh ler. El decano. Karl Friedrich Chr istian Hoeck tuvo el honor de prese111ar al Ordini An,p lissimo - la Respetabilísima Facultad­ las solicitudes, tesis y currículum vitae de los dos candidatos para el grado de doc tor: los señores Seilarth ele Langensalza (Prusia) y Uricoechea de Bogotá (Nueva Granada). Enseguida aparecían las firmas de los profesores que serian jurados para el examen oral: Gaus. Ewald. Hausmann, Rltter. Sarlorius. Waitz, y Weber. Car l Friedrich Gauss era profesor de matemáticas y de ast ronomia: con Arquímedes y Newton, fu.,. uno de los sabios más fomosos de lo

54 Ezequiel pagó sus derechos de grado y se presentó al exame n el miér­ coles 15 de marzo de 1854. a las tres horas en la casa parl icular del deca · no I loeck. El indio Graciano se hizo presente. vestido con la túnica y los orndmernos de los Zipas muiscas. acompañado ele José Maria y Mariana, los padres del estudiante. y los dioses de los antepasa dos, en lTe ellos Fu. que llegó tambaleándose. insistiendo en que se tomara w 1 traguito de chicha. para que le diera tranquilidad y le aclarara la mente, Shehe rezada le dio un beso y Simbad un abrazo. Cuando salió, casi dos horas más tarde. se le notaba el alivio de haber dejado toda la tensión y de haber deslumbrado con sus conocim ientos al jurado: "Me fue bien". dijo dándole un abrazo a quienes habían venido desde el fondo del tiempo y de la historia para acompa ñarlo. Aceptada su tesis, prestó el juramento , que s.• leia en latín·

JURAMENTO Que los n1ae.stros en Filosofía de la u11iversidC1dGeorg-August han de presentar antes de la procla,nación del doctoran1iento. Antes de que el su,no grado honorífi co En Filosofía os sea conferido _. juraréis: Este grado honorífico No lo obtendréis o tra vez en otro lugar Para deshonrar esta uni versidad. Y, si llegaréis a ser docente , Os esforzaréis por alcanzar la verdad Y si filosofa, ·eis sob re Dios y la relígión No lo haréis sino piadosa y hun1ilde,nente. ¡Así, Dios os ayude!

El candida to ,-espond e

¡Así, Dios ,n e ayude/ {FinnadoJ Ezequiel Uricoechea

"Ojalá Dios lo quiera y le ayude siempre". díjo Schere1.ada . mirando a ese hombre que antes de veinte díos cumpliría vdnte años, y era como un pájaro que extendia sus alas para volar sobre Europa. antes de retornar a América.

- 55 "Les propongo que extendamos la alfombra mágica para que viajemos a Bruselas a ,nirar algunos mapas con Quetelet y Van der Maelen. o vamos a Berlin, a la libreria ele Schneicler, a ver si logramos que me publiquen de una vez mis Me,n orias so br e l as ant igüedades Neog ranadin as ... Pero sus amigos no respond ian, lo miraban co11ojos donde se pintaba una tris­ teza como ele despedida . "¿Qué pasa? ¿No quieren venir, ahora que yo estoy tan contento?". Simbacl 1niraba para otro lado y el ange lito achagua de miniminiminidau estaba serio, sus padres y los dioses muiscas ya se devanecían, en el aire transparente de marzo. Sólo Scheherazada lo miró a los ojos y le dijo la verdad: "Hasta hoy podemos acompa,'iar te. el resto de tu camino lo debes reco,Ter solo. Es la decisión de los dioses que nos enviaron a busca11e cuando eras un nhio extraviado en el Salto del Tequendama. Simbad debe ir a viajar. y yo a contar cuentos para poder sobrevivir. Nos vemos en Al ZPiln11ni". Luego le dio un beso. Ezequiel puso su corazón en esa boca y se con­ venció de que jan)ás poclria amar a otra mujer que no luera "esta hermosa del velo suave, tan suave como el ala de un palomo", aquella de quien las Pléyades que brillan por la noche lomaban ele sus ojos su cla,idad y los astros nocturnos eran los únicos dignos de servir de col.lar a su garganta. Ezequiel quedaba solo en la vida, con un destino al frente, como corres­ ponde a todos los seres humanos. Le pareció exb-año no sentirse triste, pues tenia la !irme convicción de poder abrir muchos senderos. Con una son,isa en la boca se quedó pensando qué lugar podría ser Al Zeitouni.

56 Capítu lo ocho

Veintiséis alios después. Al Zeitouni: Las Puertas de l Cielo

onsieur Uricoechea. le solicitan en el jar­ dín" dijo el vale! del H(tel de Ville, en la ciudad de Beirut, en donde se encontraba alojado el ilustre profesor de lengua árabe de la Universidad Ubre de Bn,­ selas. ele paso hacia el desierto, donde habria de convivir con una de las tri­ bus para perlecclonar su dicción. En junio de 1880. concluidos los dos primeros cursos en la Universidad Ubre, decidió su viaje al Oriente Me- dio, con la idea de relornar en leb ,·ero del año siguienle. Se notaba un poco agolado después de la travesía desde Marsella. en donde se habia embarcado para Alejandría, y luego de hacer un recorrido por los Sanlos Lugares, de manera que en julio ya estaba en su destino final : Beirut. Se levantó de su 1nesa y. al dirigirse hacia el jardín sombreado por las palmeras da lileras y reírescado por las canlarinas íuentes decotadas con mosaicos. pasó frente a un espejo y vio su rostro cruzado pot las lineas del tiempo y su cabello y su barba casi comp lelan,ente blancos. "Las canas y la debílidad de cabe2a anuncian que todo concluye , tocio se gasta y se acaba en este mundo " . pensó, porque desde hada algunos años su cerebro no pocUadormir ni dejar de pensar, y asl lo habla escrito en una de sus muchis imas ca11as a su amigo Rulino José Cuervo: "Creo que una congestión cerebra l constante me líene medio alocado , es decir que se mete una idea y es tal la persislencia de ella - por trivia l y Lonla que sea- que me desvela sin poderlo remediar por n'lás e.,fuer,os que hago. E.,ta máquina ya necesita unto. y creo que el único unto radical es el unlo de la iosa". En el jardín lo esperaban un hombre y una mujer veslidos a la usan,.a del lugar y. en un principio. creyó que se tralaba de dos e111isariosde la tribu con la cual pensaba convivir para mejorar su pronunciación. pero su corazón dio un brinco cuando los teconoció por encima de los años de la separación : - iSchehehere,.ad;i, Si111h;id, mis ;imig<>~del ;,lma, qué alegria volver a verlos! -exclamó al verlos . -V inin10s a que nos cuenles qué ha sido de lu vida -dijo la hermosa mujer tomándo lo de las manos y sonriendo al sentir el cslremec imienlo de amo r de Ezequiel por ella. que habla sobrevivido a los avatares del tirunpo . Se inlernaron en el jardin, perfumado por los naranjos y los lin,oneros cargddOS cJe frutos. y uu dire cJe 111dgi

58 de la Nueva Granada. y que llegarla a lníluir, c1I otro lado del liernpo, lr«s generadones después. a los jóvenes hombres de ciencia, co,no Santiago Mora Canlargo y Franz Fl6rez. quienes escribirían unas Nu evas Me,n o­ rios sobr e los Anti gi.ieclades Ne ogr a nadina s o de la cronología e n l a arqueolo gía colo,nbiona y otro s asunt os . dediec,das "A Ezequiel Uricoechea . por si acaso··. - Al aiio slgulente me ful a estudiar astronomía y meteoro logía durante ocho meses en el observa torio de Bruselas. con L.amberl Adolphe Jacques Quetelel y geogra fía con Phillippe-Marie-Guillaume van der Maelen. en ­ tonces le pensé mucho. Siml.>cld,y me decidí d h<>cerId M

59 •

' estaba seguro de que lodo estaba por hacerse. y si no podía trabajar en Química. ahí estaba el clima, y fue cuando en1pecé a publicar mis observaciones sobre meteoro logía neogranadina. desde el 27 de 1nayo ele 185 7 hasta noviembre de 1$59". Pero no tocio podía ser frustración y tristeza: el 21 de diciemb re de 1858 un grupo de i11telectuales fundó El Mosaico, una miscelánea ele literatura, ciencias y música. Sus socios no tenían obligación alguna. sólo reun irse para l omar el choco late y depa rtir amigablemente. Sin embargo, las reuniones frívolas

d

60 no eran lo que Ezequiel buscuba, ilunque siempre supo departir con el grupo con lanla fineza y amabilidad, que pareciera que en su vida no se hubiera ocupado más que de estos asuntos intrascendentes. Por esa época, conoc ió a los eruditos Rufino José Cuervo y Miguel Anlonio Caro, con quienes manlendria siempre una nutrida correspo ndencia. -Este país ha vivido de guerra en guerra, dijo Ezequiel, y en liemposde la Confederación granadina. el confliclo no lardó en empezar. Los liber~les, coman­ ¡• dados por el general Mosquera, se sublevaron en el

'

61 Cauca contra el gobierno de Mariano Os pina Rocliíguez, a quien derrotaron en 1862. -¿Pero pudiste volver a la química? -p reguntó Simbad. - Bueno. n'lás que todo a la docencia , y de eso queda un libro que se llan1a Elementos de n1ineralogía. yo esti111aba esta obra como la primera que trata en castellano la materia como se debe y da a conocer algo de nuestra América. pe ro desafortunadamente nunca se publicó. Balanceándose en la alfombra voladora. buscaron la so,nbra del sol hrillante dPI me

62 Y no era para menos, porque ahora. con su vida recorrida casi en su totalidad. era consciente de las numerosas ideas que se quedaron como simp le proyecto. como el diccionario biográfico americano. que comp ila­ ria notas sobre neogranadinos ilustres. - Pensamos también en hacer la Bibliografla Hispa ,,oamerica ,,a. el Diccionario Geogr6fico-Hist6rico de la América Espa,iola. Brasil e islas adyacentes. y las obras de Bolívar. que cornprenderian las cartas y otros ,nanuscrilos no publicados del Libertador. -¿ Y qué pasó con lu amor por los mapas? -preguntó emocionado Simbacl el navegante. - Ésa sí la pude hacer en 1860, apareció como Mapoteca colombiana. publicada por el librero y editor londinense Nicolás Trübner. -Emociona­ do. Ezequiel les contó cómo desde 1855. a raíz de su encuentro con Quete let en Bruselas, fue acumulando 1nateriales para la geografía de todo el contl· nente de Colón- . Pronlo hallé que el catálogo crecia más de lo que al principio yo podía figurarme. y me resolví a hacer la publicación. "Yo no pod ia olvidarlos a ustedes, ni olvidar los viajes y los paisajes que ,·Pcorrimos juntos: por eso. rtesde 1860 me ded iqué a viajar por esta tierra lan llena de lesoros. Fueron ocho años de gran actividad, con excursiones científicas por diversas regiones de la patria. entre ellas la Sierra Nevada de Santa Marta. la Guajira y los Llanos Orientales. Viaje al Meta es el libro ­ tan elogiado por Jorge Brisson- lruto de mis observaciones en ese último periplo ". Por esa época. Ezequiel Uricoechea profundizó en el esh.1dio de las antigüedades etnológicas ele los grupos indígenas habitanles de la Nueva Granada. se interesó por las lengüas aborígenes y recogió gra,náticas y catecismos y realizó estudios para la bibliografía colombiana. Reunió una colección de minera les como las que había visto en Vale y en Golinga. que quedó almacenada en los Bajos del Palacio Arzobispal. cuando en 1868 dPcidió salir de Colombia - En 1861. la guerra continuaba y el 18 de julio Mo5quera lomó la capital. y el 20 de septiembre hizo un Pacto de Unión, semejante a una Conslitución y se declararon los Gtaclos Unidos <.leCo lo111bia.Dos "''°" después, en 1863. la guerra, por fin. terminaba y los liberales triunfantes proclamaron la Constitución de Rionegro. Los Estados Soberanos se die­ ron sus propias Constituciones, y empezó el régimen federa l puro y la era de los conflictos y las guerras civiles: más de cuarenta. ¿Asi cómo puede <1van,.arun país?

63 "El 29 de abril del867. el general Tomás Cipriano de Mosquera se declaró dictador, cerró el Congreso, y me nombró, a mi, Ezequiel Uricoechea, Director Nacional ele Instrucción Pública. ¿Se imaginan? Por lin. parecía que yo podía estar dirigiendo la educación y la ciencia ele todo un país, con grandes ideas. Todo se me quedó en palabras, porque el 23 de mayo de 1867 le dieron golpe de estado al dictador Mosquera, lo pusie· ron preso en el batallón Zapado res y asi le impidieron cumplír las reformas necesarias y oportunas. Se posesionó como nuevo jefe del gobien10 el general Santos Acosta. Yo en tonces, bajo un gobierno opuesto a mis ideas. decidí irme. Pensé incluso en Buenos Aires, para ser catedrático ele quími• ca en una universidad Argentina. "En 1868. le eché la bendición -entiendan maldición- a mi tierra y ,ne fui para París, estaba aburrido de las guerras y el desorden. He querido hacer del mundo mi patria y ser natural de todas partes en lengua y cono­ cimientos, reservando a Colombia el corazón -dijo Ezequiel mirando a los ojos a sus am igos del alma, descargando en ellos lo que senLia, y a medida que hablaba, su rostro se iba llenando de luz. como si se quitara anos al quitarse los recuerdos. - iN o te imaginas cuánto le amamos. Ezequiel. y cómo nos habría gustado acompañarte en tantos mome11tosdilíciles!. -d ijo Scheherezada tomándole las ,nanos. El sol había pasado la línea del mediodía y empeza­ ba a buscar el can1ino del atardece r.

64 ... '-ay r

Capítulo nueve

El mundo habia ca1nbiado. Científico vuelto comerciante

n París se dio cue,1ta de • que el mund o estaba transformado. Cuando llegó. Europa era un her· videro de las artes y las ciencias. -E l mundo iba demasiado rápi · do y de pronto tuve la horrible sensa­ ·lón de haberme quedado atrás. ¿Ac.a­ so la rueda de la cual me hab laba 1l umbokll era ésta, mi vida? Dónde estaban ustedes entonces. Simbad y Scheherezada . cuando los necesitaba tanto? Una alondra cantó en el jardín de Beirut anunciando el fin del dia y el comienzo de la noche. Ezequiel lloraba recordando esos duros dias. su sacrilicio de tratar de hacer ciencia en un país siempre conw lsionado con la guerra y la violencia. No aguantó desahogarse como si quisiera apagar las estre llas: "Hice cuanto pude por toda esa canalla ele ingratos: gasté plata y lo que es peor ·,ni tiempo ! para sufrir la más terrible decepc ión. Con la décima parte de l trabajo. allá en Europa, hubiera sido yo un grande hom ­ bre: hoy lo puedo decir ya, con alguna experiencia, y algún conocimien· to ... he hecho muchas cosas en mi vida. pero la rnayor bestialidad ele todas fue irme a meter de cabeza en Bogotá en tiempos de libertad golgótica en que nada se hacía por la instrucción. "En fin. no dejé el pellejo y debo considerarme feliz -d ijo casi por conso larse. Sus amigos lo escuchaban en silencio. que es la mejor mane­ ra de brindar cariño. Quería estar transitor iamente en Paiís -elijo-: no quería estable ­ cer casa, porque esa ciudad no me convenía para la salud ni para el bolsillo, pero la estadía se ,ne volvió permane,,te. - Y es que allí empezó o ocuparse del negocio de las comisiones: empezó con la venta ele las joyas de la 1nadre de Rufino José Cuervo, empresa en la que no le lue muy bien. y en la cual le parec ió que los joyeros se confabulaban para ofrecerle cada vez menos. Luego, Ezequiel. Cuervo y Ven;;,ncio González Manrique establecieron en Bogotá un negoc io de venta de libros que Uricoechea despachaba desde París y los otros dos vendían en Bogotá. "Hice de todo, hasta le trabajé a Cuervo consiguiéndo le los corchos para tapar las bote llas de la ce,veza que producía, empresa que ,ne oca ­ sionó bastantes dificultades. A finales del año 69. quería irme para Ale· manía. pero no pude hacer lo hasta julio de 1870, pues me detenía un pillo que me había robado unos reales, y estaba viendo el ,nodo ele arran· cárse los -siempre la historia de hacer se1vicíos. "Mientras negociaba en joyas, libros y corchos. al tiempo luchaba por la publicación de mi Colección Ungi'ústica Amer icana, que llamé mi co· lecci611de "'n1ínit11inirnit1icle1u",por la palabra acl'lagua que signiÍica risa, cosquillas, lo que divierte. pero ustedes y yo sabemos que se lrala del

66 angelito travieso de mi infancia. Queria suministrar a los investigadores documentos de primera mano para la historia del hombre primilivo, muy útiles en el estudio compa rado de la lengua. Alcancé a editar tres ejem· piares de la colección: uno sobre la lengua chibcha. y otros dos sobre la lengua paéz y la guajira. "Encima de todo. como si la violencia me pisara los talones. 15 de julio estalló la guerra franco-prusiana. París íue sitiada, y solamente se padia salir en globo. Cansado de violencia, abandoné la ciudad y ,ne di,igí a Londres, luego a Rotterdam, Leyden, La Haya, Amstcrda,n, Amberes. y finahnente me instalé en Bruselas, desde octubre de 1870 hasta la primavera de 1872. Esa ciudad se había conve,tido en el refugio de lodos los pról ugos. heridos. derrotados y de cuantas se,ioros pobres hablan podido abandonar París.

"E 11 enero de 1872, híce contactos con el Bibliophile Beige para la publicación de mi Bibliografía Colo,nbiana, que para entonces ya era un catálogo de unos 4. 000 escritos neogranadinos que reuní desde 1859 hasta 1868. Por lin, salió en 1874 en Paris". - ¡Pero has hecho ,nuchas cosas maravillosas. Ezequiel, no tienes por qué sentirle mal, mira que yo ape nas hice siete viajes! -exclamó Simbacl, con su sonrisa ele navegante, que le hacía arrugas en su curtido cara quemada ele sol y de sal. - Has dado lo mejor de li, y tu vida ha sido intensa y plena; cuénta­ nos, ¿cómo es que hablas tan bien nuestra lengua árabe? - preguntó Scheherezada. -Ésa es otra historia, que tiene que ver con ,ni viaje a tierras del Califa de Majiril, que los cristianos llamaron Madrid -di jo Ezequiel con una sonrisa que le alegró el roslTo.

67 ' . ¡' ,

-- • --:-

~ __-~···,...... '.:'...... ,.. ~ ···-··=:..-·- - ..... -··-·---_ ..- ·- -...--

68 Capítu lo diez Academias de la leng ua. Independencia es mi len1a

n los primeros días de junio de 1872. Ezequiel viajó por quinta o sexta vez a Madrid. Iba con el ánimo de permanecer dos meses y se quedó 11. Muy pronto empezó a establecer contacto con el mundo intelectual, y espec ialmente el relacionado con el idioma. De hecho. llevaba una pro­ puesta de alfabeto lonélico de la Len­ gua Castellana, que seria publicado por la Ubrería Cuesta, y tenia 52 páginas. Estaba dedicado a don Mariano J uderías Bende r y lo había escrito en forma ele carta a don J uan Eugenio Hartzembusc h. "El 11 de noviembre de 1872 lui no1nb rado miembro correspondien te de la Rea l Academia Espafiola. gracias a lo propuest::i cursad::, por Euge11io Hartzembusch, Anton io María Sego via y Antonio García Gutiérrez··. Una de las gestiones más importantes que adelantó Ezequiel en Madrid lue la formación de las academ ias americanas. correspo ndientes a la espa· iio la. Gracias a él, la p,imera en establecerse fue la colombiana. Su criterio, como siempre. era de avanzada y de amo r por su tierra: "Las sucursales. pues de América, no creo ni pienso que deben estar uncidas al carro antediluviano: no seño r, libertad e indepen dencia: inde· pendencia sobretodo es mi lema. Éstas debe n trabajar por su cuenta y tanto como les agrade sin aguardar ni recibir órde nes. pero deben estar si en amistosa correspo ndenc ia, unas entre otras y con la españo la; sólo así se consc ,vará la unidad y fa pureza del lcmguaje". En 1873, retornó a París, en donde el negoc io de los libros dec.-..dia, debido a la demora y la insegu ridad en los emba rques. En junio de ese año recibió las Apuntaciones criticas sobr e el l enguaje bogotano, libro al cual Ezequiel dedicó buena parte de su tiempo, y cuyas observaciones fueron tenidas en cuenta por el autor en ediciones poster iores. "En 1874 me instalé en el apartamen to Nº 199 del Faubourg Sai,11 Hono ré, y en es te mismo afio ful elegido miembro correspond iente de la Academia Colombia11ade la Lengua. Por entonces, seguía publicando co­ sas, como el suplemen to de mi Bibliografía Colo,nbia11a , publicada en la Revista Lati11oan1ericana . Desa fo,1:unadamente, la publicación se in· lem.1mpió por extinción de la revista. "A veces, todo volvía a ser tan dificil, pero algo po r dentro me decía que no podía perder la esperanza, y es que no he pod ido, por mas que a veces lo haya deseado en días de revoluciones, dejar de ser americano, pe ro ame ricano en toda fa extensión de la palabra, desde la 1nédula hasta la piel, desde la cuna ... y hasta el sepulcro, que no lo podré evitar, y todo lo que de allá me viene, c~iando es bl,eno, es un bálsamo que mejor no lo tuvo Caglioslro ni íamás imag inó alquimist<>a lguno" . Un ,iño después. Pn 1875, E,.equiel p,.1blicó en la revista parisiense Et Mundo A,11erica110 los artículos sobre Voces del Quijote que faltan en el Diccionario de la A caden,ia Española.

70 ' "- I

'-"lS,-;:,', ••

71 ·y hablando de Quijotes. algo se me prendió, porque ese mismo afio inve11imi fortuna en fondos del Gobierno turco, que de pron lo se vio gravemen te afectado por la quiebra. Mal ele dinero. Yo segula con la espe · ran7.a, en tonces más que nunca . de poder obtener un puesto como ca te· drático en Buenos Aires; pensé, incluso que t:,oclriahasta volver a ser gana· dero. como en losa,iosde Canoas. Me invadía la nostalgia, y como por no perderme en la tristeza, continué trabajando an la colección Lingüística Am eríca na y asistí a unas sesiones da mineralogía microscópica, ustedes saben, como por no olvidar el brillo de las piedritas que me dieron los dioses muiscas en el Salto del Tequendama ". Retornó a sus sitios de estudio y se reencontró con algunos de sus an tiguos n'laestros. Se en trevistó con Wappáus , el maestro de su n,aestro ele geografía en Golinga, en el Congreso Internac iona l de Oencias y Geo­ grafía, en París. del 1° al 11 de agosto de 1875. AllíUr icoechea dió una conferencia sobre Los chibchas de Colombia, publicada en las memorias del evento. • Aqul respondo tu pregunta Scheherezacla: Cuando Cuervo vino por primera vez a Europa, me encon tré con él en Paris, y le mostré una gramá­ tica de árabe vulgar, según el método Ollendorf, de 780 páginas, y le conté que el barón Bischoflshcirn, belgo ilustre, deseoso de amp li;;r el horizonte cultural universitario de Bruselas y propender por un mejor comerc io con el Medio Oriente. determh,ó fundar una cátedra de árabe. No habían aca­ bado de abrir el concurso para llena r esa plaza cuando decidl presen tarme. Viajé a Bélgica, y en el mes de junio ele 1878 recibí el titulo de catedrá tico honorario de la Universidad Ubre de Bruselas. B 24 de octubre inauguré mi cátedra ante un auditorio de 200 personas·. Desde sus primeros días en Bruselas. hasta su última excursión. en 1880. ocupó la casa situada en la Rue de la Concorde , o 41 de la Grosse Tour. como también se la distinguía. Ezequiel no se comentó con la labor docente únicamente. Emprendió la traducción de la gramá tica árabe del alemón C. P. Caspori, que ;:,p¡:irccióese año, traducida de la cuarta edición alen'lana y en parte ree labo rada por Uricoechea. Por ese liempo tenía en ,nente escribir un Mineralogis Arabics Thesaurus. en cuya composición trabajaba desde 1878. "Tambi

72 vocabulario árabe-francés, y mi lista de térm inos de alquimia ... tengo ya unas 60 páginas de texto, como para publicar a mi regreso de este viaje por Oriente. adonde me vine a perfeccionar este idioma ... Seguiré lrabajan do hasta que llegue el trueno grande. aunque " ' la salud no sea buena: el estómago, el insomnio. han • de dar al traste con esta human idad ...... Ezequh:tl íue di::;nai11uyernJo el tono

73 Scherezada le acarició las sienes blancas por el paso de tantos anos. Simbad le tomó de las manos. y deja ron que hablara , que la luz que estaba denlYode él se fuera con sus palabras hacia las estrellas, para que . por fin. salieran tocias las ideas que ya no cabian dentro de ese cerebro que había olvidado el sencíllo placer del sueño. " ...Y n1i corazón no se resigna a lo que me tocó vivir, que podría S()r mucho más , porque Co lomb ia, que está tan lejos, se merece lo mejor ... creo que la falla viene un tanto de los que en América están llamados a hacer el bien, de los que tienen la pluma en la mano. Descuidan el estudio serio y no se dan al trabajo de hacer conocer el resultado de sus investiga­ ciones los que a él se dedican ... ". La alfombra mágica que lo recogiera cuando era un nino volvia a balan­ cearse en la brisa que venía del mar encantado , y por encima de las olas y ele las montañas tapi1.adasde cedros del Líbano, perfumados y sagrados. Ezequiel Uricoechea descansaba, por fin. y sus palabras dejaban un cam i· no de escarchada luna sobre el planeta que de un lado dormía y del otro despertaba : • ...Es tan delicioso aprender y tan cansado a veces y tan bana l escribir lo que uno ya sabe. que se necesita una especie de 1n isió11, una especie de aposto lado para resolverse a perder su tiempo en esc11bir, iimp,imir y co· rregir! "Necesitamos tener conciencia de lo que somos y de lo poco que real· mente vaJemos. pero ese poco es algo. y ese algo se nos niega por todas partes . Para eso necesita,nos hacer una cruzada americana y fundar la unión .. . " ...Yo siempre soñando, soñando en la regeneración de nuestra patria y en la producción de grandes obras.

"Por ahí en febrero volveré, si vuelvo. como le dij« d Rufi110e n mi última carla ... "Hasta que puso ténnino a su felicidad la Arrebatadora de todo goce, la Díslocacloraele toda intimidad, la Separadora de los am igos, la Sepu ltadora, la Invencible. la Inevitable". (Mil y una noches). Era el 21 de julio de 1880, Ezequi

74 -.,..._ .,.,,~ ~ r,,., ~ -· \ -\ ~ ~~J~J~ . . J ~- - _9'!!;-;• "' >'· "" ~ : • ' i t,,ct i

Este /11,ro /10 tenido lo l,ueno fortuna ele /ral,cr siclo impreso en '"'" "' Galery f111la11clésele 115 9rt 11110.<, en los u,1/crc,, de Panamericana f,Om1as e Impr eso~. bojo el cuidado editorial ele/ equf¡,o de trabajo de Tres Cultur<•S Editores. e u el ' mes de agoste> dt! 1998. me.:. vro¡,t clo ~ ~ r . s r>0rc,,,uc tos libros se cjcrcllc11 en las artes del vuelo. !'1 ~ ,~-~ 1 ~ 7,>:,-

75