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Los Petrograbados De Tzintzuntzan, Michoacán: Un Sistema De Comunicación Gráfica

Los Petrograbados De Tzintzuntzan, Michoacán: Un Sistema De Comunicación Gráfica

El Colegio de Michoacán A.C. Centro de Estudios Arqueológicos

Los petrograbados de Tzintzuntzan, Michoacán: un sistema de comunicación gráfica

Tesisique para optar al grado de Maestro en Arqueología presenta .J \ \ A Alejandro Gregorio Olmois Curiel f '•''í i . *■ • • • \ /

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Directora Dra. Agapi Filini Asesores Dr. Hans Roskamp van de Weerdt Mtro. Armando Nicolau Romero La Piedad, Michoacán, 2010 En tus manos lo que motivas^ Agradecimientos

Deseo agradecer en principio al CONACYT por la beca recibida para llevar a cabo cabalmente mis estudios de maestría. Al Colegio de Michoacán A.C. y al Centro de Estudios Arqueológicos, a su atento personal, a sus profesores que apoyan la interdisiplina y la busqueda de nuevos enfoques. Al

Centro INAH, Michoacán ya que todo comenzó con su apoyo en 2007. Por su puesto a Arturo Oliveros ya que gracias a su confianza y ayuda transforme mis inquietudes en el presente proyecto.

Muy especialmente a Agapi Filini, mi atenta directora y amiga en ésta aventura arqueológica, gracias por tu ejemplo, tus apreciaciones teóricas, buenos consejos y ayuda incondicional. A Hans, de quien quedo muy agradecido por sus agudos puntos de vista que siempre mejoraron éste trabajo, así como por la ética que tiene como investigador, digna de imitar. A Armando Nicolau porque a pesar de la distancia creo haber seguido sus pasos en este tentador y pantanoso tema. A Herón Pérez muchas gracias. Fue un honor que me haya asistido en cuestiones especificas de semiotica.

A Tatiana Gómez Mussenth en verdad todo mi reconocimiento y respeto a su excelente tra­ bajo, y el más sincero agradecimiento ya que en lo profesional y en lo personal siempre me acom­ pañó durante todo este proceso académico. Es además quien mejor corrigió y entendió mi trabajo, de nuevo gracias por la retroalimentación en esas largas y a veces extenuantes charlas sobre las mi­ nucias que se requieren para aterrizar un tema tan delicado. A Aida Castilleja y a Karla Katihuska

Villar Morgan por su calidad humana y su respaldo desde los inicios de este largo proceso, y de quienes he recibido los mejores tratos y las mejores oportunidades de aprender al escucharlas. Tam­ bién a Valentina Garcés, Víctor Aguiñaga y Silvana Wursch por su ayuda y disponibilidad tanto en campo como en gabinete. A Marco Hernández y Esteban Sánchez del Centro de computo por su ayu­ da en los mapas y base de datos. Con todo cariño y amor a mis padres Cecilia y Francisco; a herma­ nos Kiko, Claus, Gera, Susa y a mis sobrinos que me apoyan y motivan a seguir mi propio camino, y siempre me esperan con los brazos abiertos y me tratan como si nunca me hubiera ido.

En especial a la comunidad de Tzintzuntzan que siempre me abrieron las puertas de sus casas y de sus parcelas, y es sólo gracias a ello se pudo alcanzar el objetivo. Al Centro Cultural Comunitario y a su Consejo, a la Parroquia de San Francisco, a la Representación de Bienes Comunales y a los cargeros de la Soledad. A Tania Calderón administradora del Centro Cultural Comunitario por abrirme todas las puertas y auxiliarme en el registro. A los fieles custodios del Convento Franciscano Carlos,

Jorge y Maurilio; así como al personal del INAH encargado de la zona arqueologicas "Las Yácatas ", gracias por su ayuda, confianza y compañía .

1 Índice

Agradecim ientos...... 1

Introducción...... 11

Capítulo I

Teoría y método

1.1 Investigaciones previas...... 14 1.2 El estado de la cuestión...... 21

1.3 Las propuestas...... 23 1.3.1 La sem iótica...... 23

1.3.2 Mapas cognitivos...... 28 1.3.3 El análisis iconográfico...... 30

1.3.4 La arqueoastronomía...... 31

1.3.5 Hipótesis y marcadores...... 32

Capítulo II

Manifestaciones gráfico-rupestres en Tzintzuntzan, Michoacán 2.1 El medio ambiente ...... 33

2.2 Sitios y contextos...... 36 2.2.1 Sitio I: Las Yácatas...... 36

2.2.2 Sitio II: El convento...... 43

2.2.3 Sitio III: La cabecera municipal...... 48

2.2.4 Sitio IV: Cerro Yahurato...... 50

2.2.5 Sitio V: Cerro Taréquero...... 53

Capítulo III

Los signos

3.1 Estudio iconográfico...... 56 3.1.1 Descripción de los janam us...... 56

3.1.1.1 Clasificación...... 60

3.1.2 Descripción de los afloramientos rocosos...... 73

3.1.2.1 Clasificación...... 75

2 3.1.3 Cuantificación, relación y articulación...... 83

3.2 Continuidad cultural: los coloniales...... 86 3.2.1 Descripción de los petrograbados coloniales...... 86

3.2.2 Clasificación...... 87

3.2.3 Interpretación...... 91

Capítulo IV

Interpretación: las unidades de análisis 4.1 El pre-diseño: los artesanos de la piedra...... 94 4.1.1 El contexto dinámico...... 94 4.1.2 Arqueología experimental...... 97

4.1.3 Especialización artesanal...... 99

4.2 El análisis milimétrico: los patrones gráficos...... 101 4.2.1 Las constantes en los diseños y bloques...... 101

4.2.2 La armonía de las formas...... 103

4.3 La naturaleza sim bólica...... 105 4.3.1 El agu a...... 105

4.3.2 Los astros...... 107

4.3.3 Los personajes...... 109

4.3.4 Los animales...... 111

4.3.5 Las plantas...... 112

4.4 Grabados para contar...... 114 4.5 El K'uilichi Ch'anakua: un cosmograma mesoamericano...... 116 4.5.1 La evidencia etnográfica...... 117

4.5.2 Ubicación, orientación y contenido...... 119

Capítulo V

El análisis comparativo 5.1 Horizontes culturales: Ubicación, ejecución y diseños...... 126 5.1.1 La tradición grabada "Lerm a"...... 126

5.1.2 Los janamus estilo "Malpaís"...... 128

5.2 Los janamus, la cerámica purépecha y la Relación de Michoacán...... 130

3 5.2.1 La relación entre grupos iconográficos...... 130

5.2.2 Clasificación y análisis comparativo...... 131

5.3. Un código cognitivo regional...... 136 5.3.1 La relación entre los grupos iconográficos...... 136

5.3.2 Clasificación y análisis comparativo...... 138

Capítulo VI

Reflexiones finales...... 140

Apéndices

I) Manual y cédula de registro...... 147

II) Plan comunitario de preservación...... 154

III) Reglas y tiradas...... 160

IV) Galería de imágenes: trabajo de campo y participantes...... 163

Bibliografía ...... 164

Índice de figuras, mapas, tablas y gráficos*

Figuras Figura 1. a.: Fiesta Equata cónsquaro (RM, 13), b.: Detalle, janamus caídos (RM, 232) y c.: Janamu de la yácata 4 con resto de pintura roja o capa de charandana...... 39

Figura 2. a.-c.: Janamus en "Las Yácatas...... 40

Figura 3. Orientación de las yácatas y ubicación significativa de algunos petrograbados in situ ...... 41

Figura 4.a.-c.: Petrograbados en las inmediaciones de la Gran plataform a...... 42

Figura 5.: a. Detalle, Mapa del Lago de Pátzcuaro (Crónica de Beaumont, RM, lámina 17, 178 ), b: Detalle, Mapa del lago de Pátzcuaro (Dibujo de E. Seler, en RM lámina 17, 177), c.: Detalle, primer convento de Santa Ana (Crónica de Beaumont Tomo II, 366), d.: Posible "Conjunto arquitectónico" esgrafiado: claustro alto, , e. "1598" (Cédula IIA-8) y f.: Detalle ,"Lienzo de San Francisco"...... 44

Figura 6. Orden seguido en el registro de los espacios del Sitio II...... 46

'Figuras, mapas y tablas por el autor excepto de las gráficas citadas.

4 Figura 7. a.-c.: Petrograbados re-usados del Sitio II...... 47

Figura 8. a. y b.: Re-uso de petrograbados en el piso y c.: Petrograbados disgregados o exentos...... 47

Figura 9. a.-c.: Petrograbados, cabecera M unicpal...... 48

Figura 10. Cerro Yahuarato...... 51

Figura 11. a.-c.: Petrograbados, Ojo de Agua y Tzocurio-Patambicho...... 52

Figura 12. Cerro Taréqueri...... 53

Figura 13. a.-c.: Re-uso de petrograbados en Ihuatzio y Tzintzuntzita...... 54

Figura 14. a. y b.: Espiral esgrafiada y juego del coyote esgrafiado en la yácata 3 ...... 93

Figura 15. a. y b.: Contexto dinámico, Patambicho y Ojo de Agua...... 96

Figura 16. a-e.: Cadena operativa : Paso 1: Obtención de preforma y boceto del bloque, 2: Desbaste y pulido. 3: Boceto del diseño, desbaste, 4: Detallado y pulimentado de la escultura...... 97

Figura 17. Ejecución de un petrograbado con "Laja contra janamu": 1) Medida y marca del boceto o pre-diseño. 2) Percusión, y 3) resultado. (fotos: Silvana Wursch, 2009)...... 98

Figura 18. a.: Herramienta y huellas de golpe. b.: petrograbado incompleto y c.: janamu y dimen­ sión del posible percutor...... 98

Figura 19. a. y b.: Don José Villeda, b.: Gerardo Torres, y c.: Cacari y Cacacha (RM, 17)...... 101

Figura 20. a.: Distancia de 2.5 cm en el "centro" del "diagrama de 72 puntos" entre cada uno, b.: Espiral concéntrica de 10 x15 cm, y c.: Espiral doble divergente de 5 x 15 cm...... 102

Figura 21. a.: Rectángulo áureo mesoamericano (Martínez del Sobral 2000, 27, fig. II.3) y b.: Mode­ los geométricos (Martínez del Sobral 2000, 36, fig. II15...... 104

Figura 22. a.: Espiral concéntrica, b. Oquedad cuadricular, c.: Motivo faliforme y d.: "Triangulo y espiral"...... 106

Figura 23. Posibles signos: a.: "movimiento", b.:"año" y c.: "sol-antropomorfo"...... 108

Figura 24. a.: Detalle, "brazo y objeto" del "flautista", b.-d.: Antropomorfos...... 109

Figura 25. a.-c.: Motivos zoom orfos...... 111

Figuras 26.a.-d.: Motivos fitomorfos...... 113

Figura 27.a.- c.: Líneas rectas in situ, Cabecera Municipal...... 115

5 Figura 28. a. y b: Fiesta de la Virgen de la Asunción 2007, Angahuan, Michoacán, c.: K'uilichi, escudo de la comunidad de Angahuan y d.: Piedra con símbolos purépechas...... 118

Figura 29. a.: Petrograbado, casa de cultura Urbano Bueno, , b.: 5° Campeonato de juegos autóctonos de destreza mental y c.: "punto invisible"...... 119

Figura 30.a. y b.: Tableros re-usados en el sitio II...... 120

Figura 31. a.-c.: Tres tableros in situ en torno a Las Yácatas...... 120

Figura 32. a.-c.: Tres tableros in situ en torno a Las Yácatas...... 121

Figura 33.a.: Orientación de las yácatas, y b.: Tableros en torno a la Gran Paltaforma...... 122

Figura 34. a.: El Ts'kuri: http://www.zermeno.com/Ojos_de_Dios, 25 de enero de 2010) y b.: calco del cuero de venado de Valente Soto (Escala 1:10 cm) (Imagen: autor y M. Retiz, 2009)...... 124

Figura 35. a. y b.: Tradición grabada "Lerma" en Tarerio y Tzocurio-Patambicho y c.: Espirales con lineas ondulatorias, (Faugère-Kalfon, 1997, 103.6)...... 127

Figura 36. a. y b.: Tradición grabada "Malpaís" de Ihuatzio y Tzintzuntzan, y c.: en comparación con la Figura 25 "círculos concéntricos" (Faugère-Kalfon, 1997, 9.1)...... 128

Figura 37. a.- c.: Digitalización de petrograbados...... 150

Figura 38. a.-c. Motivo solar, Tzintzuntzan...... 154

Figura 39. a.: Anuncio del Gobierno Estatal el INAH y Ayuntamiento, b. y c.: Croquis de los dos sitios arqueológicos ubicados en el municipio...... 155

Figura 40. a.- c.: Artesanías regionales...... 155

Figura 41. a.-c.: Petrograbados en riesgo...... 156

Figura 42. a.-c.: Taller educativo, CECYETM, 2007...... 158

Figura 43. a.: 5° Campeonato de juegos de destreza mental, Ziracuaretiro, Michoacán, 2007 y b.: develación de la placa a la "piedra con el tablero k'uilichi", Tziracuaretiro...... 158

Figura 44. a.-r.: Posibilidades de valor en las tiradas de los palillos...... 162

Figura 45. a.: Trabajo de campo, c. y d.: Asesorías con Tania Calderón y el maestro Nicolás...... 163

Figura 46. a.-b: Trabajo de campo y c.: Los custodios del convento...... 163

Figura 47. a.-c.: Trabajo de campo...... 163

Figura 48. a.-c.: Trabajo de gabinete...... 164

6 Figura 49. a.-c.: Trabajo de campo...... 164

Mapas Mapa 1. La cuenca de Pátzcuaro (mapa: cortesía Efraín Cárdenas García)...... 35

Mapa 2. Distribución de los petrograbados del sitio I (ortofoto: cortesía Hans Roskamp)...... 42

Mapa 3. Cabecera Municipal (ortofoto: cortesía Hans Roskamp)...... 49

Mapa 4. Antiguo asentamiento prehispánico en Tzintzuntzan y los tipos de áreas residenciales (mapa: Pollard 1993, 36)...... 50

Mapa 5. Petrograbados ubicados en Tzocurio-Patambicho (ortofoto: cortesía Hans Roskamp)...... 53

Mapa 6.El territorio tarasco en 1522 (mapa: Pollard 2008, 218)...... 136

Tablas Tabla 1. Ubicación y número de los janamus del sitio I...... 41

Tabla 2. Ubicación y número de petrograbados entorno a la Gran Plataforma...... 43

Tabla 3. Ubicación y número de petrograbados en el sitio II...... 45

Tabla 4. Ubicación y número de petrograbados del sitio III...... 49

Tabla 5. Ubicación y número de petrograbados del sitio IV ...... 51

Tabla 6. Ubicación y número de petrograbados del sitio V ...... 55

Tabla 7. Clasificación de Janamus por categorías, grupos, tipos y variantes...... 61

Tabla 8. Oquedades...... 61

Tabla 9. Series, conjuntos y diagramas de "puntos...... 62

Tabla 10. Líneas...... 62

Tabla 11. Espirales...... 63

Tabla 12: Espiral doble (divergente)...... 65

Tabla 13. Espiral doble (convergente)...... 65

Tabla 14. Círculos...... 66

Tabla 15. Estelimorfos...... 67

7 Tabla 16. Fitomorfos...... 68

Tabla 17. Zoomorfos...... 69

Tabla 18. Antropomorfos...... 70

Tabla 19. Geométricos varios...... 71

Tabla 20. Afloramientos rocosos: categorías, grupos y tipos...... 75

Tabla 21. Oquedades...... 76

Tabla 22. Series de líneas...... 76

Tabla 23. Círculos...... 78

Tabla 24. Espirales...... 78

Tabla 25. Antropomorfos...... 80

Tabla 26. Zoomorfos, estelimorfos y fitomorfos...... 81

Tabla 27. Geométricos varios...... 81

Tabla 28. Esculturas...... 82

Tabla 29. Motivos coloniales: categorías, grupos y tipos...... 87

Tabla 30. Geométricos...... 88

Tabla 31. Fitomorfos...... 89

Tabla 32. Estelimorfos y antropomorfos...... 89

Tabla 33. Cruces...... 90

Tabla 34 Fechas e inscripciones...... 91

Tabla 35. Variedad de contenidos iconográficos en torno a la Gran Plataforma...... 123

Tabla 36. Espirales: janamus, cerámica purépeha: a.: Patojo polícromo (MNAH, Sala de Occidente), b.: Cajete trípode (foto: http://www.famsi.org/spanish/research/wiHiams/index.htm) c.- f: Motivos, cerá­ mica policroma, museo de sitio, "Las Yácatas" ), g.: Olla con vertedera(colección particular, Tzintzunt- zan) h.: Detalle, cerámica policroma (museo de sitio, "Las Yácatas" ), i.: Cajete polícromo con decora­ ción negativa (Castro-Leal, 1986, 119), j.: Detalle, cerámica polícroma, (museo de sitio, "Las Yácatas" ), k.: Olla, rojo sobre anaranjado (Castro-Leal, 1986, 99), Relación de Michoacán: a.: Detalle, asiento (RM, 204), b.: Detalle, calabaza del petamuti (RM, 157)...... 131

8 Tabla 37. Círculos: janamus: a.: tipo D2.3, b.: tipo D1.6, c.: tipo D1.2, d.: tipo D1.3, e.: tipo E17, f.: tipo E20, g.: tipo E14, h.: tipo E16, Cerámica purépecha: a.: Cerámica miniatura (museo de sitio, "Las Yáca- tas" ), b.-d.: cerámica polícroma (http://www.famsi.org/spanish/research/wiHiams), d. y e.: Tiestos, cerámica blanco sobre rojo (colección particular, Tzintzuntzan), f.: Olla con vertedera, blanco sobre rojo (colección particular, Tzintzuntzan) y g.: Detalle de olla polícroma (http://www.famsi.org/spanish/research/wHHams), Relación de Michoacán: a.: Asiento (RM, 204), b.: Asiento con decoración (RM, 225), c. y d.: escudos decorados (RM, 192), e.: Detalle de escudo decora­ do (RM, 153), f.: Detalle, capa del cazonci (RM, 228), g.: capa de Pahuacume (RM, 33)...... 132

Tabla 38. Geométricos varios. Janamus: a.: tipo I11, b.: tipo I24 y c.: tipo I1, Relación de Michoacán: a.: estructura piramidal (RM, 84), b.: detalle, estructura piramidal (RM, 215), c.: Decoración de pórtico (RM, 188), d.: Asiento con decoración (RM, 204) y e.: Asiento del petamuti decorado (RM, 228) ....134

Tabla 39. Janamus: a. I1.13, b.: tipo E21 y c.: tipo G1, Relación de Michoacán: a.: Besote del cazonci (RM, 228), Escudo de Armas: a.: Escudo de la ciudad de Tzintzuntzan siglo XVI (Escudos y árboles gene­ alógicos de México, 168)...... 135

Tabla 40. Oquedades en paralelo: a.: (colección particular), b.: Tarecuato, c.: , d.: Ihuatzio y e.: Pátzcuaro...... 138

Tabla 41. Líneas y espirales: a.: Pátzcuaro ("Yácata del Museo de Artes e Industrias Populares"), b.: Huandacareo, c.: Huandacareo (Museo de Sitio), d.: Pátzcuaro e.: Huandacareo (Museo de Sitio), f.: Tzentzenguaro, g.: , h.: San Felipe de los Alzati, i.: Ihuatzio y j.: Ihuatzio...... 138

Tabla 42. Círculos. a.: Huandacareo, b. y c.: Ihuatzio, d.: Huandacareo, e.: Pátzcuaro, f. y g.: Pátzcuaro (Museo de Artes de Industrias Populares), h.-j.: Janitzio, Pacanda y Xarácuaro (calcos: Tatiana Gómez, 2010)...... 139

Tabla 43. Estelimorfos: a.: Ihuatzio, b. y c.: Tzentzenguaro, d.: Huiramba (colección particular) y e.: Huandacareo...... 139

Tabla 44. Antropomorfos: a.: Pátzcuaro, b.: Jacona (museo Comunitario, c.: Pátzcuaro, d.: Ihuatzio y e.: Huandacareo...... 139

Gráficos

Gráfico 1. Porcentajes de motivos: geométricos y representacionales...... 83

Gráfico 2. Distintos tipos y número de repeticiones...... 84

Abreviaturas CEQ: Centro de Estudios Arqueológicos

CONACYT: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

COLMICH: Colegio de Michoacán

INAH: Instituto Nacional de Antropología e Historia

9 MNAH: Museo Nacional de Antropología e Historia

MGR: Manifestaciones gráfico rupestres

RM: Relación de Ritos y Ceremonias y Población y Gobernación de los Indios de la Provincia de Mi­ choacán

FMJDAT: Federación Mexicana de Juegos y Deportes Autóctonos y Tradicionales

UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México

10 Introducción

El presente trabajo es el resultado de un registro de petrograbados llevado a cabo en Tzintzuntzan entre 2007 y 2010. Deseo aportar con ello al conocimiento e investigación sobre las manifestaciones gráfico rupestres (MGR) en Michoacán y el Occidente de México.

El objetivo para esta investigación es el de tratar de identificar la principal función social del corpus iconográfico de los janamus^, así como la obtención de unidades temáticas o de análisis sobre los petrograbados localizados en éste y otros contextos identificados en el municipio. Considero al respecto que una hipótesis es insuficiente para tratar de explicar todos los contextos de los petro­ grabados identificados en el municipio de Tzintzuntzan, aunque se debe partir de un objetivo clara­ mente definido. Que en este caso será el exhaustivo análisis de los janamus que en algún momento constituyeron la fachada de las principales edificaciones del sitio considerado la "capital del señorío purépecha" a la llegada de los españoles.

Me planteé enseguida la necesidad de focalizar esfuerzos para cumplir con esta meta, aun­ que luego del avance previo llevado a cabo con el catálogo iniciado con INAH fue más sencillo avan­ zar a otros espacios. Pude conseguir no sólo el registro, clasificación y propuesta de interpretación, sino que he llegado a proponer algunas alternativas comunitarias para la conservación de este patri­ monio cultural. El cual se encuentra en constante peligro debido a múltiples factores que hay que evaluar con detenimiento. Es por eso que el registro en sí mismo constituye un avance y rescate de este recurso patrimonial.

Toda la información o los datos que he podido obtener en este tiempo han quedado englo­ bados en los siguientes seis capítulos. Los tres primeros son propiamente de descripción y clasifica­ ción; y será en el cuarto capítulo donde desarrollo hasta cierto punto mi propia propuesta de inter­ pretación12 . Concluyo este material con un análisis comparativo buscando asociaciones regionales.

Presento a continuación el planteamiento básico empezando por los antecedentes de inves­ tigaciones previas sobre el tema, la región y la localidad de estudio. En función de ello identifico el problema de investigación. En seguida abordo el marco teórico-metodológico mediante una amplia discusión sobre las propuestas que consideré para atacar el problema previamente identificado. Es en este apartado donde propongo cómo abordaré los petrograbados desde la semiótica, la arqueo-

1 Con el término janamu me refiero a los bloques de piedra volcánica cortada y pulida, también llamada tezon- tle. 2 Excepto el caso III (o coloniales), cuyo paso tres lo haré enseguida de su clasificación, ya que el método así lo permite.

11 logia cognitiva, la iconografía y la arqueoastronomía. Para tal fin evalúo los trabajos y autores que han llevado a cabo investigaciones en estos sitios y/o sobre estos temas.

Una vez dados estos primeros e indispensables pasos desarrollo la pregunta rectora; la hipó­ tesis y los indicadores o marcadores arqueológicos para este caso.

En Las MGR de Tzintzuntzan, Michoacán presento los datos más significativos de su medio ambiente, su historia y su arqueología. Muestro a detalle los resultados del trabajo de campo y trato las características que distinguen los contextos de los cinco sitios en que fueron registrados petro- grabados: Las Yácatas; el convento, la cabecera, el cerro Yahuarato y el cerro Taréqueri.

El Estudio iconográfico sobre el corpus o base de datos básicamente consiste en una amplia descripción y clasificación (y una propuesta de interpretación). Por un lado abordaré sólo hasta los primeros dos pasos el caso de los janamus y el de afloramientos rocosos. También analizaré en estos tres pasos continuos las imágenes coloniales ya que el contexto sociocultural así lo sugiere. Esta sis­ tematización me permitió contar con una clara tipología gráfica que pone en evidencia de inmediato ciertas unidades de análisis ligadas entre sí.

En Tzintzuntzan se identifican cuatro diferentes contextos en los que se encuentran las MGR:

1) Janamus in situ adosados a las cinco yácatas, 2) Janamus re-usados y piedras exentas prácticamen­ te en todo el municipio (en múltiples espacios siempre en remoción o re-uso), 3) Afloramientos roco­ sos in situ en torno a la Gran Plataforma (así como múltiples ejemplares exentos o disgregados y generalmente removidos o re-usados), 4) Otras concentraciones o afloramiento rocosos así como ejemplares exentos con petrograbados in situ, distintos hasta cierto punto a los de los contextos antes mencionados.

Una vez dados estos primeros pasos bajo los criterios previamente establecidos desarrollo de manera concatenada la pregunta rectora; la hipótesis y los marcadores arqueológicos que propongo para este caso concreto. Estos marcadores arqueológicos fueron divididos metodológicamente en tres: "Signos, medidas y cuentas". Esto es, por un lado analizare a los petrograbados como signos o iconografía, desde sus cualidades de forma y dimensión, así como el posible contenido numérico de algunos de estos elementos. De esta manera los janamus y en general de toda clase de petrograba­ dos, serán estudiado a detalle en sus contextos y en sus cualidades intrínsecas.

En Interpretación: Unidades de análisis propongo a partir de los temas que consideré más re­ levantes, identificar función y posible significado para casos concretos. Primero mediante la ayuda de la etnoarqueología trato de identificar en un contexto dinámico cómo se hace un petrograbado, cómo se genera y cómo se realiza su pre-diseño. Intento identificar en los artesanos actuales de la

12 región las técnicas, los tipos de rocas y las marcas o huellas que quedan en la piedra según la clase y dimensión de herramienta que fue utilizada. También presento los resultados del análisis métrico en bloques y diseños para tratar de identificar el patrón común y las formas armónicas implícitas. Si bien habrá elementos que continuarán impenetrables o incognoscibles en sus significado antes y después de esta investigación, otros como los relacionados con representaciones de la naturaleza (agua, as­ tros, personas, plantas y animales) podrían ser estudiados y evaluados en un siguiente nivel. Otro elemento sobre los que considero alguna hipótesis son las series de líneas, propongo su uso como marcadores espaciales y de orientación asociado a un sistema de cuentas, medidas y signos. También abordo el "diagrama de puntos" más elaborado que además de contar con una clara referencia et­ nográfica, tiene una fuerte presencia en petrograbados en torno a la Gran plataforma, por lo que desarrollo algunas hipótesis sobre sus implicaciones calendáricas y asociaciones rituales.

En el capitulo V el objeto de estudio son las tradiciones qué hay detrás de estas manifesta­ ciones culturales. En principio me propongo evaluar o precisar a qué horizonte (s) cultural (es) perte­ necen los petrograbados registrados en el Municipio. Reviso las técnicas de manufactura, el contexto arqueológico donde fueron localizadas y qué tipo de diseños son característicos. Luego sí podría aso­ ciarlos en la medida de lo posible a una temporalidad y a un grupo cultural determinado. Finalmente realizo un análisis comparativo entre algunos grupos iconográficos que aparecen tanto en janamus, como en la cerámica purépecha y la Relación de Michoacán. Además siguiendo la pista a estos mis­ mos janamus, abro los ojos a la panorámica regional y planteo la existencia de un código cognitivo común o compartido, nuevamente siguiendo el comparativo de algunos grupos iconográficos, ple­ namente identificados en Tzintzuntzan.

Termino mi aportación con algunas reflexiones finales donde retomaré mis preguntas e hipó­ tesis, así como los resultados de los distintos niveles de análisis que se fueron presentando. Evaluaré nuevamente los modelos teórico-metodológicos, mi propio enfoque y los datos en campo para medir su alcance concreto. Dejo abierto el caso a futuras indagaciones, luego de mencionar las apreciacio­ nes que considero pertinentes y por supuesto generándome nuevas preguntas.

13 Capítulo I Teoría y Método

/ 'El comportamiento figurativo es inseparable del lenguaje; emana de la misma aptitud del hombre para refle­ jar la realidad en unos símbolos verbales, gestuales o materializados en figuras," (Leroi-Gourhan, 1990, 17).

1.1 Investigaciones previas

En el Estado de Michoacán son escasos los estudios enfocados al registro, documentación e investi­ gación de las manifestaciones gráfico-rupestres (MGR). Sin embargo, considero que en los últimos diez años ha surgido un renovado interés por conocer y comprender este tipo de expresiones. Pode­ mos citar algunos estudios concretos que han contribuido con diversas metodologías, enfoques e interpretaciones sobre su significado y función. Incluyo para complementar estas investigaciones previas los catálogos sobre iconografía prehispánica identificada en otros medios como sellos, litica, cerámica y orfebrería.

En Michoacán: Jorge Enciso publicó en 1947 el primer y más amplio compendio de imágenes prehispánicas que se conoce en Diseños y motivos del México antiguo. En este compendio contempla entre otros motivos de diferentes áreas de Mesoamérica, siete representaciones prehispánicas de Michoacán aunque el único medio que considera este autor son los sellos. Otra compilación sobre iconografía pero ahora sólo de motivos de Michoacán es la investigación de Annemieke Thijssen rea­ lizada en 1986 con el título Cuaderno de trabajo: Taller de actualización para artesanos, convirtién­ dose en la primera colección de diseños prehispánicos de la entidad. Al igual, analiza e interpreta diseños de "origen pre-tarasco y tarasco" en cerámica; sellos, adornos, malacates y grabados en pie­ dra. Aunque la intención del material era reintroducir motivos prehispánicos entre los artesanos de distinta índole, se ha convertido en un material de consulta y referencia para diversos investigadores.

Entre 1983 y 1987 Brigitte Faugère-Kalfon (1997) llevó a cabo el registro más amplio y sis­ temático que se ha hecho hasta ahora sobre las MGR del centro-norte de Michoacán3. Dentro de su trabajo realizó la clasificación y el análisis del corpus de los diseños, estableciendo dos "tradiciones grabadas" en su región de estudio; llamándolas "Lerma" y "Malpaís". Al igual, estableció dos tradi­ ciones pintadas "Salto" y "Semiárido", así como las sub-tradiciones "Las Pinturas" y "Campos". Clasi-

Setenta pinturas rupestres y 134 petrograbados, relacionados con centros ceremoniales y habitacionales.

14 fica los 390 motivos o "grafismos" en seis grupos: espirales, líneas onduladas, círculos, motivos ge­ ométricos varios, antropomorfos y zoomorfos. Al interior de estos grupos hay hasta cinco variedades por cada uno de ellos.

Para esta investigadora la tradición grabada Lerma se asocia a sitios que datan del clásico tardío (600-900 d.C.) y tiene alcance hasta el posclásico temprano (900-1200 d.C.), mientras que la tradición Malpaís nos remite al posclásico reciente (1200-1500 d.C.). Esta última tradición la relacio­ na precisamente con los petrograbados de Tzintzuntzan: "En Michoacán, esta tradición vuelve a apa­ recer, pero sencillamente a través de grafismos geométricos como espirales radiadas y polígonos, en

Tzintzuntzan (Noguera 1931) y en ciertos grupos de petroglifos en San Antonio Carupo (grupo III)"

(Faugère-Kalfon, 1997, 93). Para Faugère-Kalfon (1997) las diferencias entre diseños "geométricos" y

"figurativos" parecen corresponder a una evolución estilística; siendo los primeros del período clási­ co y los segundos del posclásico. En este sentido, manifiesta que existe cierta complejidad en las relaciones interculturales de la región, porque las diferentes tradiciones comparten lazos temáticos y técnicos, alcanzando una evolución propia (Idem, 95). El artista visual Alejandro Delgado publica en 1999 el estudio Gráfica prehispánica de Micho­ acán. En este trabajo clasifica desde el enfoque de las artes visuales la iconografía de cerámica, lítica y orfebrería. Los elementos fueron divididos por este autor en "antropomórficos"; "diseños decorati­ vos", "fauna", "mitología" y "usos y costumbres".

Otro referente en Michoacán en la investigación de las MGR es el trabajo realizado por Ar­ mando Nicolau en 2002. Su tesis denominada Los petroglifos del Cerro de los . Elementos para la documentación y análisis arqueológico de un sistema de comunicación gráfica rupestre aporta una amplia descripción, inventario temático e interpretación de los petrograbados de este sitio. Pro­ pone además la presencia de un código de comunicación empleado por la población prehispánica durante el clásico medio en la región conocida como "Bajío michoacano" (Nicolau, 2002). En su clasi­ ficación del corpus utiliza el esquema de Faugère-Kalfon, y el sistema grupo-variedad. Con ello esta­ blece diversos grupos como "espirales", "líneas y puntos en sucesión", "trazos diversos", "antropo­ morfos", "representación mitológica", "tipo glifo", "volutas", "mitológicos", "zoomorfos", "fitomor- fos", "pectiniformes" (en forma de peine), "esteliformes", "asociaciones diversas" y "arquitectónico- urbanos". Dentro de su propuesta realiza asociaciones arqueológicas locales y regionales; por lo que para el presente trabajo se destacan dos aspectos relevantes: a) en el Cerro de los Chichimecas fue empleado un sistema gráfico de comunicación rupestre y b) de acuerdo a su posición geográfica y cultural hubo una influencia cognitiva y de relaciones simbólicas regionales entre este sitio y otros

15 grupos mesoamericanos. Nicolau afirma que "de acuerdo a la distribución espacial, simbolismo y estilos de elaboración, los petrograbados son el resultado de un trabajo organizado que tiene la in­ tención de comunicar y retroalimentar a una superestructura ideológica, manifiesta visualmente en un trabajo socialmente definible en los petrograbados" (Idem, 100).

Otro trabajo realizado en la región lacustre de Michoacán, es el desarrollado por Pascual Ti­ noco Quesnel en 2004. Su tesis denominada Petrograbados de Copándaro y Álvaro Obregón, Micho­ acán, incluye un registro de 32 petrograbados de los municipios en mención. También obtuvo otros datos arqueológicos (cerámica y figurillas) que le permitieron plantear una secuencia cronológica relativa y proporcionar una temporalidad y filiación de los sitios. Desarrolla una hipótesis central a partir del registro y clasificación: "Si las islas del Lago de , en este caso la Isla de los Puercos tenía una alta concentración de pe­ trograbados y presencia de ocupación humana es por lo tanto una cabecera política importante durante el preclásico. Por lo que es de suponer que la isla de los Puercos ocupaba una posición geográfica privilegiada por tener áreas de captación de recursos lacustres y terrestres" (Quesnel, 2004, 24).

Este autor propone una clasificación de los diseños en grupos de "líneas alargadas"; "espirales",

"círculos", "antropomorfos", "zoomorfos", "fitomorfos", "astronómicos" y "grecas" (Idem, 44). Des­ taca que el motivo más recurrente en la Isla de los Puercos es la espiral, y propone una ocupación desde el preclásico hasta el preclásico tardío (600-100 d.C.). Cuestiona la relación mítico-simbólica con el agua del lago y la abundancia de espirales, así como el papel que cumplió la Isla de los Puercos con las demás existentes en el lago de Cuitzeo. También propone una interpretación de éstos moti­ vos por su relación hipotética y no muy clara con otros petrograbados en otras partes de Michoacán y otras zonas de Mesoamérica.

En relación a la iconografía colonial en Michoacán; entre 2005 y 2006 Igor Cerda realizó un proyecto apoyado por SECREA-CONACULTA, que resultó en un Inventario de grafitos coloniales en monasterios michoacanos del siglo XVI. Cerda reúne la información iconográfica de esta clase de espacios en los municipios de Tzintzuntzan, Cuitzeo, Ucareo, Charo, Copándaro, Tarímbaro, Zirosto,

Tarecuato y Pátzcuaro. Propone una metodología para la identificación, registro y representación de más de un millar de manifestaciones gráficas y plantea algunas hipótesis e interpretaciones sobre su función y significado en estos espacios: "Los antiguos monasterios mendicantes transmitían su men­ saje religioso, ideológico y de poder, no sólo en la monumentalidad de su arquitectura, sino también en los programas iconológicos que se plasmaron en los muros de estos edificios como medio para una realidad determinada" (Cerda, 2006, 3) Este autor destaca entre otros espacios el convento de

16 Tzintzuntzan y califica de excepcionales estos grafitos por su número, diversidad y calidad en la re- presentatividad de diversos aspectos de la vida cotidiana:

"_es posible encontrar representaciones de vivienda doméstica que son muy parecidas a las que se nos presentan en la Relación de Michoacán; algunas de las figuras antropomorfas son magníficas porque re­ tratan a los personajes más relevantes del pueblo en algún momento del siglo XVII; un fragmento de partitura musical; algunos textos que nos hablan de fechas, y nombres tanto de frailes como de indios; algunos dibujos altamente representativos como por ejemplo^escenas de guerreros indígenas atavia­ dos con sus tocados, ropas y armas, incluso disparando unos contra otros. En fin, que lo que este con­ vento nos ofrece es verdaderamente sorprendente" (Idem, 18-19)

Igor Cerda propuso que para un manejo adecuado de este tipo de información se debían agrupar los grafitos en diez categorías generales. Propone identificar primero si son incisiones, esgrafiados o pinturas y agruparlos en seguida en diez unidades temáticas: "Antropomorfos", "arquitectónicos",

"contadores", "escenas", "fitomorfos", "geométricos", "inscripciones", "otros", "simbólicos" y "zoo- morfos" (Idem, 8-13). Sin duda este trabajo y otro denominado Grafitos coloniales: imágenes sacras y seculares en el exconvento de San Juan Bautista Tiripetío, Michoacán publicado en 2009, son es­ fuerzos pioneros de este investigador que han logrado generar algunas propuestas bastante sólidas en los criterios de registro, descripción, clasificación e interpretación sobre este corpus de imágenes, un punto de encuentro con los "petrograbados coloniales".

En 2007 Amalia Ramírez realizó un compendio, una breve investigación e interpretación so­ bre el posible significado de imágenes prehispánicas y actuales en la entidad con el título Diseño e iconografía de Michoacán, geometrías de la imaginación en el cual participaron varios autores. De este trabajo se generó una clasificación en dos tipos de motivos prehispánicos como "antropomor­ fos", "astros", "geométricos", "signos y símbolos" y "zoomorfos". Las imágenes contemporáneas se dividieron en "antropomorfos"; "astros", "fitomorfos", "geométricos" que incluyen "espirales",

"cuadros" y "rombos", "combinados", "zoomorfos" como peces, aves, venados y "varios".

Para el caso de la región lacustre y específicamente sobre Tzintzuntzan las investigaciones sobre MGR han sido escasas, aunque sin duda muy valiosas. Los primeros trabajos en la materia se iniciaron por parte del arqueólogo Jorge Acosta en 1939. Su publicación fue el primer reporte sobre los petrograbados de la antigua sede del poder tarasco o purépecha4. Hizo un reconocimiento sobre el área arqueológica, e identificó por primera vez la presencia de grabados en afloramientos rocosos cercanos, haciendo énfasis en los janamus de las yácatas:

Prefiero para este trabajo referirme a esta cultura y sus evidencias arqueológicas como purépechas.

17 "Algunas de ellas [piedras] tienen grabados simples motivos en forma de círculos o espirales; a veces los motivos son más complicados^Este dato nos hace suponer que el monumento estuvo decorado con lo­ zas de janamu grabadas, pero al mismo tiempo nos presenta un problema ¿Cómo estaban colocadas las piedras grabadas? No sabemos todavía el espacio que había entre una y otra piedra grabada^En la falda del cerro que baja al pueblo hay algunos peñascos que tienen restos de petroglifos con motivos simples que son completamente diferentes a los janamus" (Acosta, 1939, 88, 90-92).

Acosta plantea las primeras interrogantes y reflexiones sobre el uso y contexto original de estos pe- trograbados. Sin embargo, descarta las similitudes entre los grabados de los janamus de la fachada de las yácatas y los afloramientos rocosos cercanos. Hipótesis que considero invalida pues no hubo un registro ni clasificación formal de una muestra representativa de estas MGR, incluidas las de los afloramientos rocosos para su comparación.

En esta misma región Joseph B. Mountjoy realizó en 1974 un estudio sistemático proponien­ do que los petrograbados de San Blas, e Ixtlan del Rio, y Tzintzuntzan, corresponden a una fecha tardía, y que además tenían similitud con los petrograbados de Tenochtitlán y Tlatelolco

(Mountjoy, 1974, 23). Para este autor la mayoría de "espirales, pozas y escaleras" se relacionaban con un horizonte cultural que abarcaba el Clásico y el Postclásico en el Occidente de México. Las re­ presentaciones de estos tres signos dice, se relacionan básicamente con el mito de Quetzalcóatl, la agricultura, el agua y el sol: "Muchos petroglifos del oeste de México pueden demostrar difusamente el concepto de Quetzalcóatl relacionado con los granos y el agua, y posiblemente en Nayarit y se hayan relacionado con el fuego y el viaje del peyote^ El dios sol, Curicaveri, se muestra como un

águila, pero experimenta transformaciones o asume otros aspectos, principalmente como un lobo o una serpiente, y algunas veces como pez" (Idem, 29). Este autor registró un total de 47 petrograba­ dos tanto en las Yácatas como en el Convento.

Este tema en la región es retomado hasta 1991 por Eugenia Fernández Villanueva quien pro­ pone analizar y relacionar los contextos culturales y naturales, incluso hacer analogía etnográfica aunque expone la dificultad por parte de los especialistas en la interpretación de MGR (Fernández-

Villanueva, 1991, 13). Identifica al menos quince municipios en Michoacán donde existe evidencia de ellas; clasificando y comparando los diseños más representativos en cinco grupos: "antropomorfos",

"zoomorfos", "fitomorfos", "geométricos", y "naturalistas". Además, caracteriza o destaca a Tzint­ zuntzan por sus grabados en bloque o janamus con espirales y espirales dobles divergentes (Idem, 23). Reporta petrograbados in situ y otros en re-uso en el ex convento franciscano: "^algunos gra­ bados forman parte del material de construcción utilizado en las yácatas, también encontramos un conjunto al oriente de las Yácatas. En el exconvento de la actual población de Tzintzuntzan, se obser­

18 van varios petrograbados: dos en los muros del patio, y uno en la fachada. Seguramente dichas re­ presentaciones proceden del asentamiento prehispánico" (Idem, 19).

Por su parte Helen Pollard en 1993 contempla en sus indagatorias sobre el "Estado tarasco" sólo los 47 petrograbados registrados hasta ese entonces en las Yácatas, pero distingue al igual que

Fernández-Villanueva y Mountjoy que el diseño más repetido es la espiral, la doble espiral y los

"bulls-eyes" (o círculos con oquedad interna o concéntricos con oquedad interna) y las "líneas de meandros curveadas" (Pollard, 1993). Los relaciona directamente con el período Protohistórico, y los compara con otros petrograbados de Acámbaro y Nayarit señalando que tienen que ver con una larga tradición cultural en las regiones entre los sistemas Lerma y Balsas (Idem, 159). Coincide con

Mountjoy al identificar o asociar estos diseños con la representación del dios sol/fuego, y con rituales de sacrificio (Idem, 160). También piensa que los "Bull-eyes" podrían representar el "ojo" o la "cara del dios solar" y sugiere que el arte tarasco Protohistórico se ve reflejado en parte en sus petrogra­ bados, y que éstos entre otros elementos culturales nos hablan sobre su religión (Idem, 166). Por ello considero que estos grabados debieron jugar un papel muy importante, en el enriquecimiento del sistema mundial mesoamericano: Tzintzuntzan era una ciudad real-ritual, por lo que sus áreas de función política y religiosa fueron deliberadamente planificadas (Wiliams, 2006).

Arturo Oliveros también considera el tema de los petrograbados en la antigua capital del se­

ñorío purépecha en 2004, cuando publicó para el INAH una guía turística denominada Tzintzuntzan,

Michoacán. En esta breve publicación identifica por primera vez la existencia de una base geométrica en todos los diseños de las yácatas, y que en las inmediaciones de este espacio existe gran cantidad de MGR: "Son abundantes los relieves en petrograbados hechos sobre monolitos. Con formas bien simples y por regla general geométricas, son un tema pendiente en conocer en todos sus significa­ dos" (Oliveros, 2004, 3). El mismo autor propone algunas interpretaciones sobre un grupo de cinco piedras al noreste del gran basamento, señala los elementos más recurrentes y la posible represen­ tación de la deidad Tarés Upeme en relación a la espiral doble divergente que haría alusión al huracán o dios Huracán (Ibíd).

Pero es Verónica Hernández en el año 2006 quien realizó el estudio más profundo sobre los janamus de Tzintzuntzan desde una perspectiva interdisciplinaria, pero enfocada desde la historia del arte. En su tesis denominada Los janamus grabados en la arquitectura prehispánica y virreinal de

Tzintzuntzan, Michoacán, identificó y analizó 58 petrograbados. Su trabajo consiste en el registro y una propuesta de interpretación de los janamus ubicados en Las Yácatas y El Convento, pero deja abierta la posibilidad de futuras investigaciones sobre el mismo tema, y sobre el contenido de estos

19 signos. Hace una clasificación de los diseños en "espirales" (15 tipos); "Círculos" (6 tipos), "Líneas onduladas alargadas", "Reticulado", "Geométrico figurativo" (3 tipos) y antropomorfo (2 tipos)

(Hernández, 2006, ver apéndice 2). También asocia elementos arqueológicos tarascos; documentos del siglo XVI, expresiones artísticas, estudios de historia del arte novohispano estableciendo analog­

ías etnográficas.

Creo que su tesis es un esfuerzo único para tratar de clarificar este tema tan interesante y sugerente pero lamentablemente confía demasiado en la interpretación de un sólo diseño que ella denomina "un flautista en Tzintzuntzan"5. Sugiere por ejemplo que este motivo antropomorfo o

"flautista" es una figura característica de los pueblos indígenas del suroeste estadounidense y por ello estudia las influencias de las culturas norteñas en Michoacán y del fenómeno de "toltequización" que experimentó Mesoamérica.

"Un flautista en Tzintzuntzan: la imagen cercana de viajes lejanos, se ocupa del personaje, cuya imagen descubrí en un janamu y es típico de las culturas indígenas del suroeste estadounidense. Sustento su presencia en Tzintzuntzan con nexos históricos que establecieron los purépechas con la cultura chal­ chihuites, del norte de Mesoamérica, y con la cultura hohokam de aquella región^incorporo el motivo del flautista dentro del bagaje de elementos norteños que caracterizaron Mesoamérica durante el pe­ riodo posclásico"(Idem, 11).

No comparto su opinión que los janamus fueron re-usados y colocados "intencionalmente" en el

Convento: "Califico como intencional el reuso en el Convento franciscano de Tzintzuntzan de los ja­ namus grabados que originalmente integraban las yácatas prehispánicas del sitio" (Idem, 83). En relación a ésta cita, creo que la mayoría de estos petrograbados sirvieron como elemental material de construcción, especialmente porque uno de sus lados era plano y liso, lo que sirvió para concretar la fachada de muros, techos y pisos. Cuando se está en el sitio se observa evidente la posición arbi­ traria, la mutilación, además el encalado que estuvo desde un principio en estas edificaciones, que incluso aún permanece en buena parte impedía y aún impide la visibilidad de muchos de ellos.

Actualmente, se continúa trabajando el sitio denominado "Caránguirio" (iniciado en 2007) en

Erongaricuaro por parte del proyecto "Universo y persona: una analogía etnohistórica p'urepecha" a cargo de Roberto Martínez González del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Este investigador en una primera aproximación ha comenzado el análisis e interpretación de los diseños antropomorfos en este sitio constituido al menos por 103 bloques y 482 motivos. Martínez González

"La investigación tuvo como principio el descubrimiento que realicé del flautista, un motivo plasmado en estas lozas, nunca antes referido en algún medio" (Hernández, 2006, 82). Este diseño sin embargo, Joseph Mountjoy ya lo había registrado en 1971 y publicado en 1974 (ver en su clasificación el dibujo N° 83, página 20).

20 ha propuesto una clasificación para estos antropomorfos de acuerdo a sus características formales en dos tipos (a "de palitos" y b "de bulto") y efectúa estudios sobre la orientación de los grabados, así como la relación con el contexto natural y cultural de la zona. También genera algunas posibles analogías con otros sitios, así como con la Relación de Michoacán y otras fuentes coloniales.

Entre 2007 y 2008 tuve la oportunidad con apoyo del Centro INAH, Michoacán, y bajo la co­ ordinación del Dr. Arturo Oliveros Morales de concretar en Tzintzuntzan el registro de 345 cédulas

(127 en "las Yácatas" y 218 en "el Convento"). Posteriormente durante los seis meses de trabajo de campo (comprendidos entre 2009 y 2010) como parte del proyecto de la presente tesis se alcanzó la suma de 1289 cédulas y un total cinco sitios. El presente trabajo es al momento el aporte más amplio en cuanto a registro de petrograbados en este municipio, la región lacustre y Michoacán. También cabe señalar que entre 2008 y 2010 en las islas del Lago de Pátzcuaro, Tatiana

Gómez Mussenth desarrolló de manera paralela a la presente investigación una tesis de maestría en

El Colegio de Michoacán A. C. que consiste en el registro, clasificación e interpretación de sus petro­ grabados. Este trabajo se denomina Análisis contextual para la interpretación de los petrograbados de las islas del lago de Pátzcuaro, y su interés principal es comprender la función social mediante el análisis de los diversos contextos en que se encuentran inmersas estas MGR, así como su relación con el paisaje. El registro tuvo como resultado 113 petrograbados, la mayoría ubicados en Janitzio seguido de Pacanda (Gómez, comunicación personal, 2010). Esta propuesta incluye la clasificación de motivos, el análisis de elementos históricos y arqueológicos de superficie asociados. La autora realizó además analogías etnográficas y comparaciones iconográficas regionales, como por ejemplo con los petrograbados y la cerámica de Tzintzuntzan, por lo que el resultado de su trabajo es ya un referente arqueológico para el estudio de la región.

1.2 El estado de la cuestión

El grupo específico de las MGR dado su hermetismo, variedad y sugerencia, tanto en el registro ar­ queológico como en el estudio e interpretación, ha sido abordado desde múltiples enfoques, méto­ dos y técnicas. Ahora no sólo se investigan por arqueólogos sino desde otros campos del conocimien­ to, por lo que apenas inicia la interacción multidisciplinaria.

Uno de los pasos más delicados e importantes en su estudio es la interpretación. Se han utili­ zado para ello de acuerdo a Francisco Mendiola (1999, 19) heurísticas o caminos en base a la analog­

ía etnográfica; la etnohistoria, la semántica, la simbología, la lingüística, la comunicación como fenó­ meno del lenguaje, la ideología, la arqueoastronomía, la biología, la geografía, la estética y la historia

21 del arte. Para este autor las MGR son una compleja realidad gráfica: "Es unidad de todos los elemen­ tos del conocimiento de esos caminos y de otros más, todos en integración a la cultura y la naturale­ za" (Idem, 20). Hay que explorar entonces estas teorías y metodologías disponibles; ver sus fortalezas y limitaciones en términos de aplicabilidad para el caso del estudio de los petrograbados de Tzint- zuntzan.

Por mi parte durante el registro en campo me surgieron mis primeras grandes dudas, pero también constaté coincidencias, inconsistencias y diferencias metodológicas entre autores. Creo en­ tonces que el problema -de investigación- se encuentra en las múltiples opciones existentes para el estudio e interpretación de las MGR. También es cierto que las exploraciones de estos caminos o heurísticas utilizadas para el caso de las encontradas en Tzintzuntzan han sido breves (o nulas) y po­ siblemente erróneas. Considero que ésta circunstancia es el resultado de recorridos y registros limi­ tados, en contraposición a la abundancia de petrograbados existentes en todo el municipio. También la identificación y clasificación que se han hecho sobre ellos ha sido limitada, ya que al no contar con un corpus más amplio o suficientemente representativo, no puede tenerse una visión más amplia del objeto de estudio. De esto devienen el tipo de interpretaciones que se han vertido sobre su función y significado. La asociación cultural al momento no presenta ningún problema o inconveniente, al pa­ recer nadie niega que "los petrograbados de las yácatas son o los hicieron purépechas o tarascos".

Cierto es que aún no sabemos si ellos hicieron también los encontrados en afloramientos rocosos cercanos, incluso los de otros lugares más alejados de esta zona nuclear.

Ante ésta problemática planteo la pregunta inicial para dirigir la investigación: ¿Cuál es la principal función social de los petrograbados de Tzintzuntzan? En respuesta he supuesto o considero que se constituyen como un sistema de comunicación gráfica. De manera inmediata se vuelven nece­ sarios otros cuestionamientos ¿Qué es y cómo funciona un sistema de comunicación gráfica?; ¿Cuá­ les serían los marcadores o indicadores arqueológicos para reconocer tal sistema en petrograbados?,

¿Existe, estructuración, articulación o codificación entre ellos?, ¿Quién comunica y a quienes se diri­ gen?, ¿Qué papel desempeñó esta clase de sistema de comunicación en la vida social?, ¿Cuáles eran los principales mensajes que deseaban se transmitieran?, ¿Qué significados tuvieron los signos que lo componen?, ¿Ya estaban estas MGR en este espacio al arribo de los purépechas o quiénes ejecuta­ ron, planearon y diseñaron (reprodujeron y/o transformaron) estos signos?, ¿Existe relación entre los signos de los janamus y los de afloramientos rocosos cercanos, y entre éstos y los de otros sitios?6,

6 Esta pregunta surgió en relación a la afirmación de Jorge Acosta (1939) de que no existe relación entre los janamus y los afloramientos rocosos cercanos.

22 ¿Pueden identificarse estos signos en otros medios7, en ésta u otra región?, ¿Estos signos, de acuer­ do a su contexto arqueológico están asociados a una iconografía del poder? y ¿A qué se asocian de acuerdo a su contexto natural?

En mi caso, buscaré alternativas para su análisis en al menos cinco enfoques o caminos, ya que considero que no se contraponen y sí se complementan8. Propongo para su análisis a diferencia de los trabajos anteriores un registro más minucioso en todo el municipio, que incluye cinco sitios y más de un millar de MGR. También una detallada descripción y clasificación de todo el corpus para la identificación de categorías, grupos, tipos y variantes que se convertirán posteriormente en una serie de unidades de análisis para su interpretación. También propongo y trato de justificar el uso de algu­ nas analogías, aunque el eje central de mi propuesta se encuentra en tratar de encontrar la función principal de los janamus de Tzintzuntzan. Que en este caso creo que consiste en la existencia de sig­ nos articulados en un amplio sistema de comunicación gráfica o sistema semiótico, que funcionó en tiempos prehispánicos como estrategia mnemotécnica para la repetición de mensajes claros, me­ diante la representación de ideogramas convencionales.

1.3 Las propuestas 1.3.1 La semiótica

La tipificación de los signos prehispánicos comenzó desde que Paul Kirchhoff (1960, 8 y 9) al describir los elementos o características propiamente mesoamericanos postula que era común la escritura jeroglífica; los signos para señalar números y el valor relativo de éstos según su posición, así como la producción de libros plegados estilo biombo, los anales históricos y los mapas. Entonces los petro- grabados o signos gráficos en Tzintzuntzan podían considerarse, no como "escritura jeroglífica", pero sí al menos como algún tipo de "proto-escritura" o "pre-escritura": ¿Ante qué clase o tipo nos esta­ mos enfrentando?

Para precisar acerca de la evolución en la comunicación debo aclarar primero que existen cuatro fases o etapas en la tipología de los sistemas gráficos: a) la fase de los sistemas nemotécnicos para transcribir información limitada, b) la pictográfica cuando los dibujos más o menos realistas evocan un objeto, una idea o una situación, c) la ideográfica cuando los dibujos se fijan, se estandarizan y se refieren a un equivalente preciso en una o varias lenguas, y d) la fonética que se subdivide en silábica

Como cerámica, sellos y códices, entre otros. Semiótica, análisis iconográfico, arqueología cognitiva, arqueoastronomía, etno-arqueología y fuentes et- nohistóricas.

23 o cuando se usa un signo para cada silaba, y alfabética, cuando existe un elemento gráfico para cada fonema (Raimondo, 1994, 41).

En este sentido, considero que los signos de Tzintzuntzan podrían ser un sistema de comunicación gráfica en una tercera fase, o ideogramas estandarizados que remiten a un equivalente preciso en una o varias lenguas. Estos motivos, diseños, signos o ideogramas son comúnmente llamados en arqueología "lenguaje simbólico" o simplemente "símbolos"9. Por lo que desde luego, letras y pala­ bras, signos, símbolos o ideogramas, así como las imágenes mentales que éstos estimulan, deben estudiarse como sistemas articulados.

Para Giorgio Raimondo (1994) dentro de un sistema de comunicación ideográfica también llama­ da logográfica, el signo representa una palabra, ya que las imágenes evocan ya no una serie de posi­ bilidades mentales, sino una secuencia precisa (Ibid.). Para otros especialistas estas imágenes pre­ hispánicas convencionales llamados comúnmente "ideogramas" (o "logogramas") representan un objeto, un ser o una idea, en suma son un recurso nemotécnico, y no son propiamente escritura, sino variantes de "proto escritura" (Zuluaga, 1973, 2-4, Claiborne y Biggs, 1976, 12, Flores, 1991, 10). Po­ demos sustentar entonces que la comunicación gráfica es ideográfica y nemotécnica, o una estrate­ gia o recurso para ayudar memorizar y aprender conceptos.

Según Patrick Johansson (2005) en la relación palabra/imagen en Mesoamérica, la segunda tenía expresividad propia: "La imagen producía sentido con recursos específicos y si bien se podía leer parcialmente y reducir a palabras, no se petrificaba en un texto verbal determinado. Existía un dis­ curso pictórico, paralelo al discurso oral que tenía expresividad propia" (Idem, 44). Es posible que cada especialista o grupo de especialistas realizara su propia versión de un diseño, digamos más o menos generalizado entre las sociedades del México antiguo: "En tiempos precolombinos la produc­ ción, retención y transmisión del saber se realizaba esencialmente mediante dos medios de expre­ sión y comunicación: la oralidad y la imagen^la pictografía, el simbolismo ideológico y la mediación fonética se conjugaban con el tamaño, el trazo, la posición, los colores, la tensión espacial de las for­ mas sobre el papel o la fibra y su composición, para generar un sentido sensible" (Ibid.). No es des­ cabellado pensar tal vez que éstos signos de Tzintzuntzan, como otros casos en Mesoamérica sean algún tipo de "sistema de comunicación gráfica" o "proto-escritura" que se podía "leer".

"Estas herramientas pueden llamarse "símbolos", y su función es representar al Otro sea por a) semejanza, b) asociación y/o c) convención. La representación de la otredad es muy específica y recuenta simbólicamente un rango de propiedades como los fenómenos naturales (por ej. sol y lluvia), individuos (por ej. insignia como manifestación de membresía a un orden especial), categorías abstractas y eventos (por ejemplo poder y muer­ te), un objeto (por ejemplo piedra y camino), cantidad (por ejemplo números), calidad (benévolo y malévolo) entre otros" (Filini, 2010, 59).

24 Román Piña Chán (2002) comparte también el mismo enfoque y asegura que los signos tienen la capacidad de reproducir conocimientos específicos que deben memorizarse para ser repetidos: "Los pictogramas e ideogramas acompañados de imágenes o figuras reproducen una información especí­ fica, pero hay que memorizar para poder repetir esa información, que se vuelve tradición oral. Los pictogramas o ideogramas son así ayuda nemotécnica" (Idem, 9). Este mismo autor de acuerdo con

Perlm (1917), postula que "la escritura no sólo es un registro visual de la lengua hablada, sino tam­ bién un sistema de signos, un sistema semiótico que representa una información; o sea una expre­ sión gráfica usada con miras a transmitir información por medio de signos que obtienen su significa­ do por una convención establecida" (Ibíd). Por tanto la estrategia nemotécnica para la retención y transmisión de cierto tipo de información, es tal vez el principal uso o el más común de los ideogra­ mas en Mesoamérica.

Es posible entonces que estos signos sean abordados desde un enfoque eminentemente semióti­ co, o para algunos especialistas desde la "semántica de la imagen"10. Para Sanders Peirce (1974, 138) quien realizó una extensa y sistemática división o categorización y clasificación del signo, dice que la lógica sólo es otro nombre de la semiótica pues es "la doctrina formal de los signos". De acuerdo a

Herón Pérez (1995, 118) "Peirce entiende por semiótica la doctrina de la naturaleza esencial y de las variedades fundamentales de toda posible semiosis, que resalta el carácter sociocultural, de los sig­ nos concibiendo la cultura como una semiosis ilimitada en que el objeto de un signo es siempre el signo de otro objeto, y así sucesivamente".

Bajo esta perspectiva semiótica el signo o representamen "está en lugar de algo, su objeto" (Peir­ ce, 1974, 139). También sugiere que pueden ser nombrados símbolos cuando constituyen un tipo general (o legisigno), o cuando se refieren al objeto que denotan en virtud de una ley o asociación de ideas que son causa de su interpretación (Idem, 148-149). Esta ley se da por convención social, igual como los ideogramas estandarizados. Además, este autor refiere que la única manera de comunicar una idea directamente es mediante un ícono, o signo que por virtud de su naturaleza refiere a otra cosa (Ibid.).

Entonces los petrograbados son signos, primero cuando cumplen la función de representar y se­ gundo cuando son compartidos por una comunidad semiótica de hablantes o usuarios de los signos

"Los problemas semánticos de la imagen han sido abordados en la influencia de disciplinas diversas: la se­ miología (Eco, Lotman, Bartes), los estudios cinematográficos (Metz, Aumont, Casetti), la iconología (Panosfky, Hammon, Schapiro), la percepción visual (Arnheim, Gombrich, Gibson), o la antropología visual (Brigard, Tur­ ner, Whittaker)^ la semántica de las imágenes apela al contexto, a los usos, a lo simbólico, y no sólo a las cate­ gorías y taxonomías de tipo estructural o lógico"(Lizarazo, 2007, 9)

25 (Beuchot, 2004, 7). Es aquí donde este tipo de estudio pasa al análisis propio de la filosofía del len­ guaje o específicamente de la semiótica cuya aplicación más común, pero no la única, es la lingüísti­ ca. Este estudio o análisis semiótico se divide en tres partes; semántica, sintaxis y pragmática. La semántica mostrará la relación o sentido entre signos y significados; la sintaxis, la relación de los signos entre sí, y la pragmática, la relación de uso con los signos (Morris, 1958, 36). En tal razón que cualquier símbolo o ideograma puede ser analizado como si fuera un signo lingüístico, y por ende el triángulo semiótico clásico sería una heurística válida. Sus términos o conceptos angulares son el signo (símbolo, vehículo sígnico, expresión o sema); el significante (interpretante, referencia, sentido, intención, designatum, significatum, concepto, connotación, imagen mental, contenido o estado de conciencia) y el significado (objeto, denotatum, denotación, extensión o referente)111 . Aunque no siempre se tendrán los elementos para completar el esquema pueden proponerse analogías bien fundamentadas, por el momento sólo es necesario postular que este camino también es posible co­ mo herramienta de análisis y por su puesto de interpretación.

Ahora bien propiamente en la arqueología su aplicación aún se encuentra en los primeros pasos.

Por ejemplo Carlos Viramontes (1999, 32) habla de este enfoque metodológico recientemente para analizar los petrograbados: "Otros investigadores han explorado el campo de la semiótica y consideran a la pintura rupestre y pe­ trograbados como un proceso comunicativo al interior del cual subyace un sistema de comunicación susceptible de interpretación^este enfoque se apoya en ocasiones en el establecimiento de tipologías y clasificación taxonómica y utiliza como herramientas básicas el análisis descriptivo, la etnohistoria, la et­ nografía y las teorías semióticas de la comunicación y la producción de códigos y signos".

También está la propuesta de Breen Murray (1990) quien habla de éstas MGR como un "Sistema semiótico de mensajes codificados":

"Nuestro análisis supone que en las tradiciones del noreste mexicano el llamado arte rupestre' consti­ tuye un sistema semiótico de mensajes codificados^este concepto contrasta con los modelos lingüísti­ cos o estéticos (escritura' o arte'), usualmente atribuidos a los petrograbados. En cambio la semiótica nos enfoca hacia las imágenes plasmadas dentro de un macrocontexto que abarca el tiempo, el espacio y el uso humano. Abre la posibilidad de comparación cultural con otros sitios de la región, empleando un método comparativo que mide la constancia de las relaciones además del contenido inherente en las imágenes. Nos permite escapar de la trampa etnocéntrica de imponer imágenes modernas sobre graba­ dos antiguos" (Murray, 1990, 50).

Sin duda Murray pone de manifiesto la proyección y lo fértil de un estudio o enfoque semiótico para estudiar los petrograbados. Otros investigadores también han trabajado las manifestaciones gráficas

1 Ver el triángulo de los distintos proyectos semióticos propuesto por Umberto Eco a lo largo de la historia (1976, 24) y que expone desde su origen griego Herón Pérez (2009, 47 y 48).

26 bajo una perspectiva similar, por ejemplo Armando Nicolau (2000) nos propone un "Sistema de co­ municación gráfico-rupestre". Mientras Patricia Bass (1989) en su tesis de doctorado encontró los

Modelos semióticos enfocados al arte rupestre, aplicados a un estudio de caso en el río Pecos, al Oes­ te de Texas. Por su parte Carl Bjork (1999) busca las Relaciones semióticas y sitios con arte rupestre.

Existen otros casos recientes como el de G. Bednarik (2010) quien aborda el Arte rupestre o semiótica en los procesos de cognición para el caso del paleolítico en Australia.

En cuanto al proceso comunicativo verbal, aunque también válido mediante imágenes en este caso prehispánicas, para Jakobson (1986) se necesitaría identificar a un emisor o destinador, a un receptor o destinatario, el medio o mensaje y un código común para decodificarlo. En este sentido

Pérez Martínez (2009) hace un ensayo desde la semiótica de la cultura, proponiendo un desmontaje y análisis o lectura semiótica de las fachadas catedral de Morelia y de la Relación de Michoacán. El autor (2009, 350 y 351) se pregunta en este último caso si es en verdad un relato o una relación, e identifica los elementos básicos que intervienen en el proceso comunicativo en la Relación de Micho­ acán: el Destinador (la comunidad/Fray Gerónimo); el Mensaje (La Relación), el Destinatario (El vi­ rrey), el Referente (Origen, mitología y gobierno p'urepecha), el Contacto ( El traductor y el impreso) y el código (p'urepecha traducido al español).

Ahora bien, en el caso hipotético de las Yácatas en Tzintzuntzan, el emisor puede ser un grupo dominante o un grupo de especialistas, y el receptor la comunidad (semiótica) que visita y conoce los signos. El medio, serían en parte, los petrograbados en las fachadas de las estructuras cívico- religiosas o afloramientos rocosos cercanos12. Aunque este esquema debería precisarse al finalizar la investigación. Finalmente se requerirá encontrar un código para la comprensión de los signos, o sa­ ber el conceso sobre su significado, y que, acompañado de una palabra hacía referencia a una acción o acontecimiento, un objeto o un concepto específico. Entonces, los petrograbados pueden ser con­ siderados en un primer nivel de análisis como signos gráficos dentro de un sistema de comunicación o sistema semiótico. Por lo que será necesario que retome este enfoque teórico desde la disciplina filosófica que estudia el signo en general y todos los signos que formen sistemas.

Otro medio sería la cerámica, los sellos, los estandartes, los escudos, las esculturas, la pintura corporal o el tatuaje, etc.

27 1.3.2 Mapas cognitivos

La arqueología cognitiva además de la semiótica, siendo un enfoque que aborda la interrelación en­ tre la conducta, el pensamiento y el lenguaje, es sin duda otro enfoque u orientación en la compren­ sión del papel que jugaron en la dinámica social las MGR. En este sentido podemos hablar entonces de un "lenguaje simbólico" de los petrograbados o cultura material. Para esta arqueología temática existen códigos compartidos de este lenguaje simbólico, denominados "mapas cognitivos":

"El individuo responde inmediatamente a una percepción o impresiones con sentido e internaliza el ma­ pa, lo cual incluye una memoria del mundo pasado (T-1) y pronostica el mundo del futuro (T+1). Los in­ dividuos quienes viven juntos en una comunidad comparten en algún sentido el mismo punto de vista del mundo. En este sentido uno puede hablar de un mapa cognitivo para el grupo entero" (Renfrew y Bahn, 2000, 386).

De acuerdo a ésta postura si el lenguaje simbólico es fruto del pensamiento y modula al mismo, am­ bos serían controladores -en parte-, de la acción y conducta humana. Por ello para la arqueología cognitiva debemos estudiar cómo fueron usados los símbolos en el contexto social para entender su significado en diversos ámbitos, incluso sería posible alcanzar el significado completo que tuvieron para los diseñadores. En este sentido la representación de símbolos provee la visión de los mapas cognitivos a un individuo o una sociedad para los períodos de pre-escritura (Ibid.).

En los últimos años ha crecido la importancia o necesidad de varios autores de registrar e in­ terpretar los símbolos en arqueología: "se ha puesto un nuevo enfoque sobre los análisis iconográfi­ cos no como un modo de definir estilos del arte en general sino como un vehículo para identificar actividades individuales que reflejan el mapa cognitivo de los habitantes del pasado, denominado como mapa por Renfrew" (Filini, 2010, 57). Según Filini (2010), los motivos y símbolos en general pueden concebirse como manifestaciones de la esfera ideacional de los individuos y las sociedades; y como vehículo de las jerarquías ideológicas y políticas que se reflejan en el estilo de cada grupo so­ cial. La misma autora nos habla de un sistema cultural amplio, y cómo éstos símbolos forman parte integral, y reflejan aspectos de la cognición o ideas de individuos y sociedades: "se trata de un len­ guaje codificado, un metalenguaje (lenguaje semasiográfico) donde los símbolos se rigen por su pro­ pia lógica la cual refleja los hechos y la realidad. Con el fin de entender el significado de un lenguaje simbólico es necesario examinar su aspecto "sintáctico", es decir, la manera en la que se articulan y se estructuran" (Idem, 63).

28 La misma autora, identifica también el uso de estos símbolos, y cómo mediante ellos los individuos objetivan su identidad.También advierte del peligro de la interpretación cuando se hacen análisis iconográficos; "Los ritos mesoamericanos han causado fuertes debates en lo que se refiere al signifi­ cado de los símbolos participantes que se manifiestan en lo que los que lo arqueólogos llaman "mo­ tivos iconográficos". Estos motivos se evidencian en un número de distintas configuraciones, que hace su interpretación más bien dudosa" (Idem, 58).

Por ejemplo, son precisamente estos "motivos iconográficos" con los que se ha propuesto re­ cientemente la existencia de un "sistema notacional" o propiamente un "sistema de escritura" en

Teotihuacan (Langley, 1987). Karl Taube (2001, 58) ha encontrado o propuesto lo que llama glifos calendáricos, de lugar; discurso, nominales, incluso textos que denotan conceptos completos o pala­ bras, y que eran útiles en una ciudad poliglota y con lectores de diversos niveles. Considera este au­ tor incluso, que en los "antiguos sistemas de escritura" en Mesoamérica, tan sólo los números y nombres de los días del calendario podían ser considerados escritura propiamente dicha, y ser leídos por varias lenguas. Aunque la evolución gráfica llegó a tal grado en el caso de Teotihuacan, que en el llamado mensaje gráfico-pictórico no sólo se usan imágenes fácilmente identificables, sino que, de acuerdo a Jorge Angulo (1995); "Al querer expresar ideas o conceptos abstractos no asociados a re­ presentaciones realistas, tuvieron que inventarse ideogramas o símbolos y signos con diseños no convencionales, pero con significados claros y determinados" (Angulo, 1995, 25).

En contraste con este caso u otros en Mesoamérica, ¿ante qué tipo de "motivos iconográficos" o ideogramas nos encontramos en Tzintzuntzan? y ¿Qué otros usos les daban? Con la finalidad de poder interpretar el uso de los símbolos, Renfrew y Bahn (2000, 391) consideran que es factible po­ der evaluar en el registro arqueológico al menos seis usos de los símbolos: 1) Cuando se establecen o usan como marcadores y monumentos simbólicos delimitando territorios (sagrado y secular); 2) Cuando los símbolos son unidades de tiempo, tamaño y peso, ayudando a organizar nuestra relación con el mundo natural, 3) Cuando se relacionan con el mundo futuro como instrumentos de planea- ción o modelos para intentos de acciones, 4) Cuando regulan y organizan las relaciones entre los seres humanos, como insignias de rango, 5) Cuando se usan para representar y conducen a la religión y los cultos, e intentan regular las relaciones del hombre con "el otro mundo", el de lo sobrenatural o lo trascendental, y 6) Cuando por medio de la representación artística se describe el mundo.

29 1.3.3 Análisis iconográfico

El modelo que utilizaré para estudiar o analizar las imágenes es muy minucioso y estricto. Por lo que una descripción formal y una clasificación temática si son claras y ordenadas, pueden llegar a ser suficientes. Aunque la interpretación sobre la función o posible significado será un último paso, y no para todos los elementos del corpus, este se dará sólo dentro de las unidades de análisis que propor­ cionó el estudio iconográfico.

Antes de realizar cualquier tipo de aseveración sobre ésta compilación de imágenes y su posi­ ble contenido u asociación cultural, deseo cumplir en la medida de lo posible con dos de los tres nive­ les que propone Panofsky (1939) con el análisis iconográfico e iconológico. Según este modelo deber­

ía poder desarrollar "a) el inventario: la descripción de los diferentes elementos que contiene un documento, b) la interpretación iconográfica: la identificación de conjuntos de elementos relaciona­ dos es decir, de escenas y temas, imprescindibles y necesario para pasar al tercer nivel, c) la interpre­ tación iconológica: la identificación del objetivo o el sentido del documento" (Roskamp, 2004, 63).

Los dos primeros pasos, o describir, clasificar, no parecen complicarse. Pero la interpretación sobre su objetivo, sentido o función principal, debería introducirme en el contexto histórico, social y cultural en que pudo haberse hecho la obra de arte, o en este caso, los petrograbados. Por la caren­ cia de los contextos antes mencionados el tercer nivel de análisis no es factible. Sin embargo, se pue­ den generar hipótesis fundamentadas para casa caso basadas en algunas analogías etnográficas, etnohistóricas o etnoarqueológicas. Para David Whitley (2005) la inferencia para la mejor hipótesis, es la que se basa en las convergencias metodológicas, ya que este paso es uno de los más importan­ tes en el análisis de las MGR. Es por ello que en este tercer nivel apegado al método científico del que habla Whitley (2005), se debe clarificar la lógica seguida para cualquier inferencia ya que siem­ pre surgen varias posibilidades de hipótesis.

De esta manera la clasificación que se genere sirve en la arqueología para que la tipología creada llegue a convertirse en un marcador arqueológico, de tal manera que tales atributos sirvan para representar lo que se quiere medir (Gándara, 2009, comunicación personal). De allí la importan­ cia de este ejercicio y sus resultados; ya que se generarán categorías, grupos, tipos y variantes bien definidos. Por lo tanto éstas tablas tipológicas de signos o imágenes, si estuviera completa en un estado idóneo, sería el marcador o indicador arqueológico de que estamos ante un completo sistema de comunicación gráfica único para el Occidente de México. Lo único posible que habría que identifi-

30 carse para este sistema serían signos únicos, repeticiones, variaciones y asociaciones comunes bajo cierta codificación13, articulación y estructura, propias de un estilo14. 1.3.4 La arqueoastronomía

La arqueoastronomía se encarga del estudio sobre la relación de los cuerpos celestes, las actividades económicas, la predicción de fenómenos y el poder de ciertas clases sociales con esta clase de cono­ cimientos. Hay varias aplicaciones de caso en Mesoamérica donde se ha interpretado el paisaje, la disposición de la arquitectura ceremonial, incluso los símbolos y los petrograbados, combinando los datos arrojados desde la astronomía posicional con datos históricos, e incluso etnográficos. Por ende se ligan causalmente en la arqueoastronomía dos variables; la orientación de las estructuras y las evidencias arqueológicas en el sitio y en el paisaje.

Para autores como Anthony Aveni (1986) hay al parecer una continuidad e interacción entre la ob­ servación de la naturaleza, la notación, el calendario y la escritura, así como la creación y dominio de clases por medio de conocimientos astronómicos. Esta disciplina considera que una vez que se creó el sistema de medición del tiempo estos principios se aplicaron a la arquitectura, la economía, la religión, la política, reflejando un orden exterior resultado del proceso de sistematización en la medi­ ción de fenómenos astronómicos. Por lo tanto dice: "el aumento en la complejidad social va ligado a una mayor sofisticación en la observación y el desarrollo del calendario, que a su vez se vincula con la elaboración de estructuras simbólicas de la cosmovisión. La sistematización del control del tiempo por parte de las sociedades agrarias, en las cuales el excedente hace necesario medir y planear"

(Idem, 14). Debido a que estas observaciones se registran en inscripciones, estelas y "textos jeroglífi­ cos" el tiempo y el espacio eran coordinados con el paisaje por medio de la orientación de pirámides y sitios ceremoniales: "las fechas más destacadas del curso anual del sol se fijaban mediante un sis­ tema de referencia sobre el horizonte"(Idem 457).

Para Johanna Broda (1996, 434) la observación astronómica, la formalización de una serie de conceptos matemáticos, la invención de la escritura y de un sistema de notación son conocimientos

íntimamente ligados entre sí que además de constituir logros científicos expresan necesidades so­ cioeconómicas y políticas conforme aumente la complejidad social. Para esta investigadora las apor­ taciones más importantes de la arqueoastronomía al conocimiento de Mesoamérica consisten en la

"La codificación es un acuerdo entre los usuarios del signo, que reconocen la relación entre el significante y el significado y respetan el empleo del signo" (Rodríguez González, 2005, 147). 14 "En general la descripción de un estilo se refiere a tres aspectos del arte: elementos formales o motivos, relaciones formales y cualidades (incluyendo cualidad global, a la que podemos llamar "expresión")" (Shapiro, 289, citado en Wiliams, 1992, 36).

31 incorporación del análisis especializado de la astronomía al estudio de los calendarios y de las ins­ cripciones prehispánicas, y el estudio sistemático del principio de la orientación en la arquitectura mesoamericana y en la planeación de las ciudades y centros ceremoniales (Idem, 437). También será necesario entonces considerar la ubicación, orientación, y disposición de los petrograbados en rela­ ción al centro ceremonial y el paisaje, un tema que será necesario abordar, así como señalar cual­ quier patrón que logre identificarse.

1.3.5 Hipótesis y marcadores Tratando de concluir esta exposición de propuestas teórico-metodológicas presento ahora mi propia hipótesis para tratar de responder a la pregunta rectora que guía esta investigación: si los petrogra­ bados de Tzintzuntzan funcionan como un sistema de comunicación gráfica, entonces, posiblemente ordenan, sintetizan y representan el mundo natural y sobrenatural, de acuerdo a un plan político- religioso, propio al desarrollo social de los grupos que los realizaron. Continuaré con este ejercicio hipotético, desarrollando dos supuestos más que considero complementarios: 1) Si los petrograba­ dos fueron hechos por sociedades agrarias, entonces presuponen planeación, diseño, simetría y eje­ cución asociado a un grupo de especialistas, y 2) Si los janamus fueron colocados en la fachada de estructuras cívico-religiosas, entonces, comunicaban un mensaje público y preciso con auxilio de otros elementos relacionados entre sí y su función social estaría dirigida y controlada por un grupo dominante.

Propongo entonces que la función de estos janamus; y tal vez la gran mayoría de este tipo de manifestaciones encontradas en el municipio es la de constituir un sistema de comunicación gráfica.

Hasta cierto punto este sistema puede considerarse similar o paralelo al identificado en otras cultu­ ras en Mesoamérica, pero único en la región de Occidente, por su cantidad, variedad, contenido y contextoLos marcadores o indicadores arqueológicos para identificar en los petrograbados un siste­ ma de comunicación gráfica, se dividen metodológicamente en tres unidades temáticas complemen­ tarias o auxiliares: signos, medidas y cuentas. En el caso de tratar de evidenciar taxonómicamente un sistema de signos, será necesario definir y conformar un grupo principal de diseños en categorías, grupos, tipos y variantes que me proporcionarán una tipología definida. Esta clasificación denotará el sistema o la estructura de los signos que deberá considerar o incluir repeticiones, variaciones y aso­ ciaciones entre elementos semejantes. Para la búsqueda o rastreo de un sistema de medidas se re­ quiere corroborar mediante un registro preciso, la simetría proporcional existente en todos los dise­

ños y la simetría en todos los bloques o janamus. Además debería encontrar una constante o unidad de medida para todos los diseños, incluso para todos los bloques. Si existe un sistema de cuentas,

32 sería posible observar en campo secuencias de veinte puntos o líneas agrupadas o asociadas repi­ tiendo este número, las cuales estarían ligadas posiblemente al sistema vigesimal del calendario solar mesoamericano. También, las secuencias de trece puntos o líneas pueden relacionarse al calendario lunar y las de cincuenta y dos puntos con el gran ciclo o celebración del "fuego nuevo".

Si además hubiera desgaste "entre puntos" en secuencias o diagramas, en la cual los orificios tienden a desaparecer, evidenciarían el posible uso, ya sea como juego o como inducción a las ma­ temáticas como instrumento de cómputo15. Otra función de estos petrograbados puede denotarse cuando se registra una "orientación significativa" o "ubicación estratégica" y cuyo estudio puede abordarse desde la arqueología del paisaje y la arqueoastronomía.

Es viable buscar asociaciones de éstas manifestaciones gráfico-rupestres con su mismo contexto natural lacustre, y en la medida de lo posible proponer relaciones de acuerdo a un horizonte cultural o arqueológico. Por lo tanto es viable proponer alguna analogía etnográfica bien fundamentada y establecer o indagar si se relaciona o cómo se relaciona, éste con otros sistemas de comunicación similares o paralelos en Mesoamérica. Por ende se justifica el planteamiento inicial así como las pro­ puestas y perspectivas por las que me inclino en la búsqueda de alternativas para este problema de investigación. Reitero que son complementarias y no necesariamente se contraponen, por lo que bien definido el alcance de la suma de enfoques, todas las pequeñas aportaciones tomarán relevan­ cia para el objetivo principal.

5 Ver caso etnográfico del ábaco náhuatl registrado la Sierra de Zongolica que presenta Rubén Morante (1994, 423-426) lo cual se relaciona con los elementos cuadripartitas localizados en el "Piso de los Marcadores" cerca­ no a la pirámide del Sol en Teotihuacan.

33 Capítulo II

Manifestaciones gráfico-rupestres en Tzintz

"En tiempo de Ticatame, señor de Cuyacan, pasóse la cabecera a Michuacan, que llevo Zizipandacuare a Curicaueri a Michoacán y todo el tesoro^ y empezaron a escaramuzar en el patio que era muy grande, y fueron después a las casas del cazonci y vieronlas y tornáronse al patio de los cinco cúes grandes... que estaban las entradas de las gradas llenas de sangre de los sacrificios que habían hecho... y como subie­ ron a los cúes... echaron las piedras. Y tomaron ocho mil cativos aquella vez, o diez y seis mil, y ponían miedo grande en los enemigos, y traían todos estos cativos a la ciudad de Michuacan, donde los sacrifi­ caban en los cúés de Curicaveri y Xaratanga, y los otros dioses que tenían allí en la ciudad" (RM, 168 y 197).

2.1 Medio ambiente

No es extraño que ciertos motivos iconográficos como los fitomorfos y zoomorfos sean especies de su propio contexto ambiental. Incluso que exista motivación para la orientación de algunos petro- grabados in situ o en afloramientos rocosos acorde el conocimiento profundo de su entorno, y en función de la observación sistemática de la naturaleza. Para Marcia Castro (1986, 9) los grupos pre­ hispánicos guardaban especial respeto por la naturaleza, y cada parte estaba cargada de vital energía mágica: "al conocer que esas partes eran depósitos de energía, las convirtieron en objetos divinos: montes, peñas, lagunas, fuentes termales, árboles y animales. La lluvia y la sequia quedaban al arbi­ trio de los dioses y así, la naturaleza que rodeaba al hombre, y de la cual dependía para su supervi­ vencia se convertía en su aliada o su enemiga" (Ibid.).

La cuenca de Pátzcuaro se encuentra a dos mil metros sobre el nivel del mar, sus coordenadas son

19, 27' a 19,41' latitud norte y 101, 26' a 101, 53'. Es un sistema endorreico o cerrado, o con poco drenaje hacia el mar; es de origen pluvial y mide 91 mil hectáreas; forma parte de la cordillera neo volcánica y se sitúa entre dos depresiones o fosas tectónicas, por un lado corre hacia el oeste el río

Lerma y al sureste el río Balsas (Argueta et al., 1986, 16). Su profundidad es casi de once metros (en el área norte), la temperatura de la región oscila entre 37 y 5 grados bajo cero, por lo que se conside­ ra el clima templado, sub-húmedo con lluvias en verano y un período de seca de noviembre a mayo

34 (Ibid.). Su hidrodinámica está representada por corrientes de deriva superficial generadas por el viento, oscilaciones superficiales, oleaje, y en menor medida el efecto Coriolis (Chacón, 2000, 44).

Mapa 1. La cuenca de Pátzcuaro También los conos volcánicos son numerosos y representan una gran diversidad por unidad de área, intercalados en valles intermontañosos; ya en sus bordes hay edificios volcánicos de mayor antigüe­ dad constituidos por lavas basálticas y andesiticas ácidas (Barrera, 2000, 13). Edafológicamente la región está compuesta por un mosaico de suelos que va de andosoles, subdivididos en ocrico, húmi­ co y mollico propios de las áreas de gran actividad volcánica; luviosoles con gran cantidad de arcilla, susceptible a la erosión y poco fértil, y suelos de gley o inundados total o parcialmente, contienen un rico material orgánico y es altamente productivo (Argueta et al., 17). La vegetación -ya con algunas especies introducidas- se constituye principalmente por el bosque de pino; encino o de pino-encino, pinabetos y el matorral crasicaule. En el medio acuático se encuentran los lares y chuspatales, el lirio acuático, la paxkurinda y las sumergidas como las potamogetonáceas (Idem, 30).

El municipio de Tzintzuntzan limita al norte con Quiroga, al noroeste con Morelia, al este con Hui- ramba, al sur con Pátzcuaro y al oeste con Erongarícuaro; cubre una superficie de 165.15 km cuadra­ dos y cuenta con una población de 12, 414 habitantes (IMTA, 2004). Las coordenadas de la cabecera municipal es 19 grados, 39' de longitud oeste y el municipio tiene una altitud promedio de 1,998 msnm (Foster, 1945). Los principales afluentes al lago de Pátzcuaro son el arroyo de Tzocurio, Pa- tambicho y Ojo de Agua; así como el río Chapultepec, y los manantiales del Jaguey, Itzio y Chuchuati- ro (Rendón, 2001).

35 Su clima es templado con lluvias en verano y temperaturas de 7.9 a 23.4 grados centígrados; pre­ domina el bosque mixto, aunque existen terrenos cubiertos con bosques de coniferas y áreas con vegetación de praderas o matorral en valles inter montañosos (Poster, 1945, 18). Entre estas espe­ cies -algunas introducidas- se encuentra el pino; el aile, el abeto, el nogal, fresno y sauce, zapote blanco, eucalipto, encino con diversas variedades de pino, madroño (Idem, 19). Entre los arbustos existen los acebuche; bejuco, cabello de ángel, chupire, dormilona, granjero, hiedra, lengua de vaca, ortiga, patol, retama, sauco, tejocote, nurité, tepuza, toloache, tronadora, zarzamora, cazahuate

(Idem 22).

Existe una abundancia de flores silvestres y de ornato que no omitiré debido a su posible represen­ tación en piedra, así como una gran cantidad de herbolaria y árboles frutales, aunque hay que resal­ tar que algunas de ellas han sido introducidas a partir de la conquista española. Entre éstas especies está el alcatraz; alhelí, amapola, anís, anisillo, artemisa, avena, azucena, andán, begonia, belén, bu- gambilia, cabello de ángel, cempoalxóchitl, cinco llagas, crisantemo, dalia, diente de león, estrellita, flor de corpus, flor de mayo, floripondio, fucsia, gardenia, geranio, girasol, gladiolo, hoja elegante, hortensia, jacaranda, laurel, lirio, llamarada, malva, margarita, maravilla, mastuerzo, mirto, narciso, obelisco, panalillo, pata de gallo, perritos, petunia, quiebra de plato, rosa de castilla, rosal, santa

María, sensitiva, siempre viva, tatzingui, tulipán, vara de san José, vastaguillo, verbena común, viole­ ta y zarcillo (Idem).

La fauna del municipio de Tzintzuntzan se caracteriza por animales como el coyote; la ardilla, el armadillo, el conejo, la comadreja, el cacomixtle, el gato montés, la rata de campo, el tejón, el tla- cuache, la tuza, se sabe que existió el venado de cola blanca, la liebre, la zorra, el zorrillo (Ibíd, 23).

Existe aves rapaces como la agachona; la codorniz, el correcaminos, la garza, la güilota, la paloma arroyera, el pato golondrino, el pato triguero, el pato negro, el torcaz, el gavilán, la lechuza, el tordo, el zopilote, el cuervo; y canoras como el cenzontle, la calandria, primavera, gorrión, colibrí, jilguero, mulato y urraca (Idem).

También hay reptiles como la víbora de cascabel; la chirrionera, el alicante y el coralillo. Dentro de la fauna acuática nativas o endémicas se encuentra: el achoque; la rana, el pez blanco (o kurucha urápiti), la acúmara o sardina, la chehua, el choromu, los charales blancos, prietos y pintos (o kueré- po turípiti, chakuami y kuerepo) los tiros omnívoros y herbívoros, y especies introducidas como mo­ jarra, la lobina o la trucha y la carpa (IMNTA, 2004). Otras especies entre las que se cuentan arañas; avispas, caracoles, chapulines, grillos, libélulas, mariposas, lagartijas, ranas, caracoles etc. (IMNTA,

36 2004). Por supuesto la mención de ningún ejemplar está de más, incluso deben faltar nombrar ejem­ plares de toda clase de especies. La importancia de ellas, principalmente animales como vegetales radica en la posibilidad de relacionar algunos de los diseños con elementos de su propio contexto, en este caso natural.

2.2 Sitios y contextos

Para concretar el registro de los petrograbados dividí el municipio de Tzintzuntzan en cinco sitios:

"Las Yácatas", "El Convento", "La Cabecera", el "Cerro Yahuarato" y el "Cerro Taréqueri"). Los con­ textos naturales y culturales son diversos, también el tipo de manifestaciones gráficas, las cuales parecen estar muy relacionadas con su entorno y las actividades que allí se realizaron.

2.2.1 Sitio I: Las yácatas

La Relación de Michoacán (RM) es el documento más importante para conocer la historia de Tzint­ zuntzan y en general a los antiguos purépechas -denominada arqueológicamente como "cultura ta­ rasca"-. Este texto narra cómo Ire-Ticáteme y el linaje de los uacúsechas o "señores águila" llegan a Tzacapu con su dios Curicaveri y crean lazos de parentesco con los habitantes que ya se habían esta­ blecido. Una vez que este grupo migró a Guayameo, hoy Santa Fe de la Laguna, se hace la primera mención de la ya fundada Tzintzuntzan16.

Brevemente se puede decir que luego de cuatro generaciones en este lugar, nuevamente mi­ graron y se dividieron. Los descendientes uacúsehcas Pauácume y Uápani conocieron a un pescador de la isla de Xarácuaro, desposando a su hija. De ésta unión nació Tariácuri quien se convirtió en el unificador del señorío purépecha o tarasco y gobernaría en Pátzcuaro estableciendo tres centros de poder: Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan. A la muerte de Hirepan asentado en Ihuatzio, el control fue tomado por Tzintzuntzan y Tangánxoan I ( ?-1454), quien al parecer "reedifica" una ciudad aban­ donada por orden de la diosa Xaratanga17; luego Tzitzispandácuare (1454-1479) logra que su señorío

6"Según consta en la Relación de Michoacán, Tzintzuntzan fue gobernada antes que los tarascos por "un grupo de gente" que adoraba a la diosa Xaratanga y cuyo señor era Taryaran." (Espejel, 2004) y [etzakutara- kua.colmich.edu.mx consultado el 26 de mayo de 2010]. 17"Aunque la Relación no proporciona una descripción detallada de Mechuacan, sí menciona ciertas caracterís­ ticas arquitectónicas de la ciudad. Por ejemplo, dice que a la entrada de la ciudad había dos altares a los cuales se llevaban los dioses que se traían de las guerras y en donde eran recibidos los esclavos capturados en las mismas^Por otra parte, la diosa Xaratanga le explica con detalle a Tangaxoan cómo era el sitio antes de que se la llevaran a Tariaran o, quizás, qué edificios debía construir para recibirla: estaba el asiento de su templo, la

37 se extienda aun más. Su descendiente Zuangua (1479-1520) sostiene confrontaciones tratando de controlar los límites de su territorio. En última instancia el joven Tzinzincha Tangánxoan II (1510-

1530)18 entrega el territorio a Cristóbal de Olid y muere a manos de Nuño de Guzmán.

Tzintzuntzan o "lugar de colibríes", junto con Tenochtitlán fueron las dos unidades socio- políticas y militares más importantes de Mesoamérica a la llegada de los españoles. Para Helen Po­ llard (1993) es un centro de primer nivel administrativo, residencia de la elite, centro religioso y de mercado. Esta autora fechó una ocupación que va desde el posclásico tardío (del 1300 al 1454 d. C.) a

Protohistórico (del 1454 a 1530 d. C.). En las yácatas identificó materiales y estructuras, así como tres tipos de zonas o áreas de actividad. Afirma que para el Posclásico tardío los lugares centrales fueron

Pátzcuaro, Ihuatzio, Erongarícuaro, Uricho y Tzintzuntzan, teniendo esta última un tamaño de 674 ha y una población de 30,000 personas. Funcionó como "capital del imperio y de la cuenca", fue un sitio ritual-estatal, mercado regional y poseía una producción artesanal básica, ritual y de elite, siendo incluso el espacio o residencia real (Pollard, 2009, 242). Recientemente esta investigadora ha pro­ puesto períodos y fases locales más precisos para la cuenca del lago de Pátzcuaro mediante excava­ ciones: clásico temprano o Loma Alta 2 (100 a.C.-350 d.C.), clásico o Loma Alta 3-Jaracuaro (350-600 d. C.), epiclásico o Lupe-La Joya (600-900/1000 d.C.), posclásico temprano o Urichu temprano

(900/1000-1100 d. C. ), posclásico medio o Urichu tardío (1100-1350 d. C.), posclásico tardío o Tariá- curi (1350-1522 d.C.), conquista o Tzintzuntzan (1522-1540 d. C.), colonial temprano 1 o Pátzcuaro

(1540-1580 d. C.) y colonial temprano 2 o Valladolid (Morelia) (1580-1650 d. C.) (Idem, 243).

La actual área arqueológica se compone de una zona abierta al público delimitada por una malla ciclónica. Dentro de ésta poligonal se encuentra una Gran plataforma (de 250 x 400 mts) y una escalinata principal; el edificio "B" o el palacio, el conjunto habitacional denominado edificio "E" o almacén y la ciudadela. Por supuesto el sitio se distingue por las cinco monumentales yácatas (semi- derruidas) donde se localizó una sub-estructura (entre la 3 y la 4): "Dentro de la yácata 5 se han lle­ gado a contar hasta cinco muros de lajas que para Acosta son muros de contención, pero que proba­ blemente correspondan a etapas constructivas" (citado en Castro Leal 1986, 55). De acuerdo a Olive­ ros (2004, 2) su forma es el resultado de la combinación de dos cuerpos geométricos, el rectángulo y el círculo; y llega a tener hasta diez cuerpos escalonados, paralelos y en talud. El sistema constructivo

casa de las plumas de papagayos, la casa de las plumas de gallina, al norte estaba o estaría el juego de pelota donde daría de comer a los dioses a medio día, y en medio estaba el asiento de los baños llamado Puque hurin- guequa donde se harían sacrificios para los dioses de la mano izquierda llamados Viranbanecha". (Ibid.) [etza- kutarakua.colmich.edu.mx, consultado el 26 de mayo de 2010]. 18Fechas propuestas por Pollard (1993, 14).

38 denota varios cuerpos superpuestos iniciados desde el centro, y cuya última capa aún visible es el revestimiento de janamus con iconografía singular.

Según la Relación de Michoacán en las yácatas se desarrollaron varios acontecimientos cen­ trales, por ejemplo un evento de éstos es la fiesta donde se hacía justicia o Equata cónsquaro (Figura

1). Por este y otros muchos aspectos de los cuales nos habla esta fuente podríamos hablar de un espacio sagrado y de poder tanto social como sobrenatural, y por ende cargado de sentidos. Sin duda los posibles significados de los petrograbados ubicados en las fachadas de las cinco Yácatas deben guardar relación con la identidad de esta ciudad, su religión, sus dioses, su poder político, económico y administrativo. Incluso los motivos que se encuentran en afloramientos rocosos cercanos están ligados a éstas estructuras, o viceversa, ya que al parecer la ciudad creció en los últimos años a la par que se extendía el sistema tributario, desarrollándose con ello una clara expresión material de sus creencias en la arquitectura, esculturas, orfebrería, objetos de arcilla y los petrograbados (Pollard,

1993 ).

A partir de los últimos descubrimientos sabemos que los janamus conformaban la fachada de los principales edificios estuvieron cubiertos de rojo, o tinte producto de la charandana combinado con algún tipo de adherente natural (Oliveros, 2009, comunicación personal). Específicamente sobre estos janamus sabemos por la RM que había un grupo de especialistas encargados de hacer cúes que

"se caían" poco antes de la llegada de los españoles (Fig. 2), incluso había un grupo especializado en trabajar la piedra llamados cacacha (RM, 17-178).

Figura 1. Fiesta Equata cónsquaro (RM13), detalle de janamus caídos (RM,232) y janamu de la yácata 4 con resto de pintura roja o capa de charandana19

9"Siguese la historia como fueron señores el caconci y sus antepasados en esta provincia de Mechuacan. De la justicia general que se hacía^.De los agüeros que tuvo esta gente y sueños, antes de que viniesen los españoles a esta provincia" (RM, 23 y 64).

39 El registro enfocado en los petrograbados de la zona arqueológica y posteriormente en "el convento" para constituir un catálogo comenzó bajo la coordinación de Arturo Oliveros del Centro INAH, Mi­ choacán en 2007-2008. Entre 2009 y 2010 concluí la etapa del registro en estos espacios, al igual que los ubicados en la cabecera municipal o sitio III, y los sitios IV y V (Cerros Yahuarato y Taréqueri). El registro de los petrograbados de esta zona, especialmente los bloques de basalto o piedra volcánica comúnmente llamados janamus indica que no todos estos janamus contienen iconografía, sólo se registraron 143 en el sitio I (574 en el sitio II y 18 en el sitio III 20). Ciento diez fueron encontrados "in situ" en las fachadas de las Yácatas, los demás han sido removidos aunque debieron formar parte de alguna edificación importante.

Figura 2. Janamus en Las Yácatas Estos janamus grabados de acuerdo al sistema constructivo son el último elemento o fachada de las principales edificaciones por lo que eran muy públicos y visibles sus motivos21. Este mismo tipo de bloques de janamu con la presencia de motivos iconográficos vuelve a aparecer en Ihuatzio, pero por desgracia también en re-uso. En los llamados "templo del Sol y de la Luna", y especialmente en "Tres

Marías" aun conservan en sus fachadas estos janamus también pintados de rojo. Debido al trabajo que implica cortar, tallar, pulir y grabar un bloque por los seis lados podrían considerarse como ver­ daderas esculturas. Sin duda estos elementos arquitectónicos formaron parte integral del sitio y eran espacios propicios para inscribir cualquier mensaje que desearán fuera visible, se transmitiera y per­ durara al paso del tiempo. Por ejemplo Murray (1999, 50), considera que este tipo de mensajes a plena vista o petrograbados públicos, debieron ser entendidos por todo el mundo de acuerdo a un código común de significados. Se presenta a continuación la relación o tabla de ubicación de los pri­ meros siete conjuntos del Sitio I. Al menos cuatro de las cinco yácatas contienen 24 "in situ", el con­ junto F todas son o parecen re-usos, y el G, básicamente son bloques re-usados, exentos o disgrega­ dos en el Museo del Sitio.

20Ciento dos de estos bloques han sido clasificados como coloniales. 21"El recubrimiento se colocaba sobre los muros de laja siguiendo la misma inclinación y medidas; este es de piedra volcánica bien cortadas y pulidas, se encuentran frecuentemente esgrafiadas con motivos decorativos las esquinas de los muros exteriores están hechos por piedra xanamu cortada en ángulos rectos"(Castro Leal, 1986, 55).

40 SITIO I Ubicación N° de bloques

A Y á ca ta 1 30

B Y á ca ta 2 25

C Y á ca ta 3 25

D Y á ca ta 4 6

E Y á ca ta 5 24

F Troje y Palacio 3

G Museo del sitio 30

Sitio I

50 -r------0 « SITIO I A B C D E F G TOTAL 143 Tabla 1: Ubicación y número de janamus del sitio I Es probable que en las yácatas, algunos de éstos ejemplares llamados "in situ" no fueran colocados en la posición y el lugar original, por lo que se complica mucho su posible interpretación en este con­ texto. Sin embargo, existen algunos casos en los que la ubicación y el tipo de diseño podrían manifes­ tar que en efecto existe una estructura interna o plan de colocación22. Es también notoria la orienta­ ción de las yácatas y la Gran plataforma: 220° SO-45° NE y 125° SE-315° NO. Por lo que debería estu­ diarse los juegos de luz y sombra que se generan en equinoccios y solsticios, y observar que papel podrían representar algunos de estos grabados.

Figura 3. Orientación de las yácatas y ubicación significativa de algunos petrograbados in situ

2 Algunos en las fachadas del área semicircular de las cinco yácatas apuntan exactamente al Noreste, Norte, Noroeste, Oeste y Suroeste.

41 Los otros cuatro grupos de este sitio I lo conforman los afloramientos rocosos cercanos o inmediatos a la Gran Plataforma. Recientemente algunos en peligro de desaparecer en las inmediaciones fueron resguardados por el INAH; y ahora se localizan al costado noreste de ésta plataforma. Por lo que fue­ ron registrados continuando la lista ya existente del conjunto H.

Figura 4. a.-c. Petrograbados en las inmediaciones de la Gran Plataforma Todas las piedras in situ o removidas en afloramientos rocosos de la zona arqueológica siguen apare­ ciendo o continúan por las faldas del cerro Yahuarato en torno de lo que podríamos llamar el área nuclear de estas MGR.

Mapa 2. Distribución de los petrograbados del sitio I

A continuación se presenta la tabla de ubicación de los 44 ejemplares ubicados en afloramientos rocosos cercanos o inmediatos a la Gran plataforma. 23

23Para el caso del los petrograbados re-usados y en exhibición, así como los de las yácatas, sólo se registró un punto GPS por cada conjunto o basamento.

42 H Grupo al norte de la gran plataforma 9 Grupo este a la gran plataforma, a un costa­ I do de la escalinata 5 J Grupo al este de la gran plataforma 25 K Grupo al sureste de la gran plataforma 5 Total 44 Tabla 2. Ubicación y número de petrograbados entorno a la Gran plataforma

Gracias a las iniciativas de limpieza y mantenimiento se logró despejar de ramas y arbustos (princi­ palmente nopales) una amplia sección y se identificaron 14 petrograbados que se incluyeron en el conjunto J y el K. Por lo que supongo que los trabajos de los últimos dos años, incluso aquellos que vendrán ya sean en las yácatas o cerca de la Gran plataforma podrían develar ejemplares cubiertos, o entre el escombro de los derrumbes.

2.2.2 Sitio II: El convento El sitio II también llamado "el convento" o "Conjunto arquitectónico franciscano", es el espacio con mayor cantidad de janamus en re-uso24. Es además, un lugar muy importante para la historia de Mi­ choacán, y un claro ejemplo de continuidad cultural en la expresión gráfica.

Los primeros franciscanos que entraron a Tzintzuntzan llegaron en 1525 y fundaron el Con­ vento de Santa Ana, y con ello inicia la evangelización (Foster, 1945, 178). Para 1543 un edicto real dividió a la Nueva España en cuatro provincias y obispados, una de las cuales era Michoacán, por lo que a Tzintzuntzan se le concedió en ese año la categoría de "Ciudad de Michoacán" (Hernández,

2006, 48). En 1536 el papa Pablo III erigió el obispado en esta ciudad, siendo el primer Obispo. Pero, al no parecerle proclive la ciudad para su misión designó a Pátzcuaro en 1540 como sede, y trasladó el órgano, la campana y el título real dejando en el descontento y desconsuelo al pueblo de Tzintzuntzan. En 1593 el rey Felipe de España brinda el derecho de autogobernarse e independizarse de Pátzcuaro por lo que entre los siglos VXI y VXII indígenas y mestizos fueron forma­ dos por frailes franciscanos en este convento, el cual siguió funcionando sin interrupción hasta 1780.

Son pocas las versiones antiguas que se tienen sobre el conjunto arquitectónico de esta épo­ ca, por lo que a continuación presento las cinco distintas versiones que he encontrado sobre la re-

4 Por "Conjunto arquitectónico", "Sitio II" o "Convento" como coloquialmente se le dice estaré designando y englobando a toda una serie de edificios que se agrupan en esta área cívico-religiosa (patio de los Olivos, capilla abierta de san Camilo, capilla abierta hospitalaria, templo de San Francisco, templo de la Virgen de la Soledad y ex-convento de San Francisco.).

43 presentación del "conjunto arquitectónico franciscano". Incluyendo el grafito del claustro alto y el

"lienzo de San Francisco" recientemente identificados, pero con una iconografía aún por estudiar.

' M ll|.i .ti III,,. ,|r I',||,.... l'l rá». .Ir Brí... Detalle del Mapa del Lago de Detalle del Mapa del lago de Páztcuaro en la Crónica de Pátrzcuaro (Dibujo de E. Seler). Beaumont.

Detalle, primer convento de Santa Ana(Cronica de Beaumont)

Posible "Conjunto arquitectónico" 1598" (cedula IIA-89) esgrafiado: Claustro alto. Detalle "Lienzo de San Francisco"

Figura 5. a.-e. Representaciones coloniales del Convento y bloque con la fecha de su supuesta culminación.

El arquitecto fray Diego de Pila con mano de obra indígena construyó las primeras edificaciones o capilla de Santa Ana al poniente, en las faldas del cerro Taréqueri cuyo barrio aún conserva el mismo nombre, en el espacio donde era la plataforma del palacio de Tzintzincha Tangánxoan II25 como con­ sidera Pollard (Hernández, 2006, 47). Los religiosos abandonan esta primera edificación en 1533. El convento franciscano donde lo conocemos hoy debió haber quedado terminado en 1598 o 1599, aunque la fecha exacta aún no ha logrado confirmarse26. Cuando los españoles decidieron realizar

5 Cuyos restos arqueológicos son visibles, y de donde los custodios del convento aseguran que vecinos trajeron janamus en épocas recientes para edificaciones diversas. 26"Las fuentes y los estudios ubican su edificación (Iglesia de San francisco) definitiva a finales del siglo XVI, quizá entre los últimos años de la década de 1570 y hasta 1597_años después, hacia 1638 y 1639, fray Alonso de la Rea escribe en sus crónicas que estos edificios fueron sustituidos por completo a fines del siglo XVI, bajo el cuidado de fray Diego de Pila^Manuel Toussaint y George Kubler han indicado que en el convento hay una

44 estas nuevas empresas consideraron viable y rápido utilizar como material de construcción los blo­ ques de la zona arqueológica, por lo que según Verónica Hernández se re-utilizaron "simbólicamen­ te" los petrograbados por los indígenas "albañiles/obreros" (Idem, 11). Sin embargo los muros esta­ ban aplanados o encalados y pintados, y esos diseños que ahora vemos fueron apareciendo hasta que se cayó con el paso del tiempo tales recubrimientos. Además están colocados en evidente des­ orden, quebrados o fracturados, en el piso y boca abajo buscando hacer más anchos algunos muros, y no como se supone "simbólicamente re-usados". Por consiguiente tampoco es viable derivar algún significado a partir de su colocación. Como mencioné las constantes restauraciones y remodelacio­ nes, incluso que muros y espacios completos cuyo encalado han ido despejándose obligaron a crear finalmente hasta 19 conjuntos. Por lo que gracias a estos últimos trabajos se logró la localización de 575 ejemplares en el todos los espacios arquitectónicos.

Sitio II Ubicación N° de bloques Unidades puestas en resguardo en el A almacén (planta baja) 113 B Atrio de los olivos 183 C Portal de peregrinos/Almacén/Aljibe 14 D Huerta 63 E Patio Oeste 18 F Patio del Aljibe 16 G Cocina/Comedor doméstico 4 H Refectorio 5 I Pasillo planta baja/Baños 4 J Claustro 14 K Crujía/Sacristía 12 L Escalera Magna/Azotea 8 M Crujía del 2° Piso 6 N Salón profundo 2° piso 8 Ñ Escaleras/ Pasillo 2° piso 17 O Muro sur del templo de San Francisco 18 Atrio del templo de la Virgen de la Sole- P dad/Capilla abierta 72 Total 575 Tabla 3. Ubicación y número de petrograbados en el sitio II

piedra inscrita con el año de 1596, suponen que entonces se concluyó el edificio". (Hernández, 2006, 48-49). Como fray Diego de Pila viajó de regreso a Europa en 1599, se supone que la culminación de estas obras o re­ construcciones debió ser 1598, ya que como dice Hernández en 1597 se hizo la última petición de indígenas para ejecutarla. Al respecto registré en 2008 un janamu con la fecha 1598, la que considero es la fecha exacta de este acontecimiento, pero como el ejemplar tiene cal el "8" fue confundidó con el "6" por Toussaint y Kubler y con el "7" por Mountjoy (1976, Núm. 102, p. 21).

45 Estos 19 espacios fueron revisados a detalle incluyendo las piedras que componen pisos; jardineras, muros, techos y azotea. Se registraron bloques sueltos o exentos que fueron puestos en resguardo en el Almacén (conjunto A). Incluso se utilizó una escalera con la intención de conseguir un calco y una mejor foto de los petrograbados existentes en los muros más altos, aún así debido a la distancia de algunos fue imposible acceder, por lo que una fotografía ampliada bastó para la respectiva cédula.

El orden de registro o "lectura" de estos espacios se hizo de izquierda a derecha, y primero el muro

Este; luego el Sur, el Oeste y el Norte, o finalmente en algunos casos los ubicados en el piso y jardine­ ras.

ORDEN DE REGISTRO DE LOS ESPACIOS

2° SUR (MURO)

Figura 6. Plano o diagrama para mostrar el orden seguido en el registro de los espacios del Sitio II

Para esta labor se tuvieron que adecuar las técnicas de registro y la división del trabajo en campo, de acuerdo a las características propias de un espacio delicado y en constante re-modelación. Los 575 janamus grabados no es el número definitivo, pues algunos muros con antiguos encalados que se encuentran muy deteriorados en futuras remodelaciones podrían develar más ejemplares.

46 Figura 7. Petrograbados re-usadosdel Sitio II (El convento)

De este total antes mencionado 110 bloques muestran evidencia de continuidad cultural por lo que se clasificaron como "coloniales". Es por demás interesante el re-uso de estos bloques prehispánicos, no ya como simple material de construcción sino para colocar fechas y cruces principalmente. Otro caso es el de los janamus identificados en el piso27. Estos ejemplares han sido colocados en años más reciente, por lo que su rescate parece posible. Otra condición es la del conjunto A (exentos o disgre­ gados), los cuales al menos ahora ya están registrados y bajo resguardo.

Figura 8. Re-uso de petrograbados en el piso y ejemplares disgregados o exentos

Sin duda este espacio conventual y en general todo el conjunto arquitectónico, además de los petro­ grabados guarda uno de los acervos en esgrafiados o grafitos coloniales más significativo del Estado,

7 El conjunto B contiene 97 bloques re-usados en el piso, el D 12, el G 4, y el P 14. Esto da un total de 127, casi la misma cifra de los bloques disgregados o conjunto A. Esto sin contar las lápidas re-usadas en el piso, y sin mencionar que muchos de estos 110 bloques contienen grabados coloniales, donde el más recurrente es la "cruz atrial".

47 incluso de todo el país. Hoy día, los petrograbados, los grafitos y los murales están protegidos y for­ man parte integral del itinerario turístico que ofrece el Centro Cultural Comunitario que coordina el espacio conventual franciscano.

2.2.3 Sitio III: La cabecera

Terminadas las actividades complementarias en el Sitio I y II puse en práctica la estrategia de registro para la cabecera municipal, dividiendo el espacio geográfico en función de los conjuntos que en este caso fueron las calles ya trazadas. De acuerdo a la orientación de las mismas y suponiendo una gran retícula tomé en cuenta primero los caminos norte-sur, luego los caminos este-oeste, que dio un total de 18 conjuntos y 244 bloques.

Figura 9. Petrograbados, Sitio III o cabecera Municpal La lista de registro avanzó por decirlo de alguna manera, recorriendo las calles principales hasta lle­ gar a las veredas que conducen a los primeros afloramientos rocosos con petrograbados en las faldas de los cerros Yahuarato, y en la parte noreste del Taréqueri. Básicamente se registraron afloramien­ tos rocosos en los conjuntos J, K, L y M; siendo éstas las áreas más cercanas en torno a "Las yácatas".

La siguiente tabla muestra los conjuntos del sitio III.

Sitio III Ubicación de conjuntos N° de bloques A Calle Tzitzipandácuare (Arteaga o Victoria) 28 B Calle Tangánxoan I (Aristeo Mercado) 19 C Calle Curáteme (Hidalgo) 6 D Calle Tariácuri (Amargura/Av. Las Yácatas) 20 E Callejón Hirepan (Mezquite/Tacamba/Cantarito) 20 F Calle Hiquínguare/Characu (Zaragoza/Tata Placido/Callejón Ziguangua o El 6 convento)

48 G Calle Zicuirancha o Progreso al Callejón de San Miguel 6 H Calle Ire -Ticáteme u Hospital 5 I Calle Real o Nacional o Lázaro Cárdenas 20 J Callejón Álamo y la Huerta o del Muerto 13 K Huanita (Abasolo -callejón del calvario-camino real 79 L Calle Patzimbo o Callejón del Miedo(o Beso) 24 M Yahuaro/callejón Victoria 26 TOTAL 244 Tabla 4. Ubicación y número de petrograbados del sitio III

Se detectó un área con gran cantidad de petrograbados in situ y removidos en torno a "Las Yácatas" de aproximadamente cuatro kilómetros. Ésta área se encuentra entre los 2,060 y 2,160 MSNM; y los grabados se ubican en mogotes, afloramientos naturales y piedras disgregadas (o removidas en cer­ cas). La mayoría se encuentra subiendo al cerro Yahuarato, en las faldas, así como a las orillas de todos los ríos que cruzan el centro ceremonial (Santo Niño y Granadito), incluso cercanos a pequeños arroyos que se forman sólo en temporal de lluvias.

Mapa 3. Cabecera Municipal (con el registro de los sitios I y II)

49 Algunos de estos ejemplares en la cabecera han proporcionado mayor cantidad de elementos para el análisis del contexto primario, en contraste con el re-uso que predomina en el sitio II, lo que impide comprender otro tipo de asociaciones. El espacio donde se encuentran la mayor cantidad de petro- grabados in situ en afloramientos rocosos en torno a "Las Yácatas", corresponde a la misma área geográfica en donde Pollard identificó arqueológicamente lo que fue la antigua ciudad, así como las cuatro modalidades de asentamientos (Comparar Fig. 16 y 17).

Mapa 4. Antiguo asentamiento prehispánico en Tzintzuntzan y los tipos de áreas residenciales según Pollard (1993, 36).

Estas modalidades en el uso de los espacios son las zonas urbanas; las residenciales de tres tipos de acuerdo al estatus (o bajo, alto y medio), así como de manufactura, áreas públicas primarias y secun­ darias (Pollard, 1993, 33-40). Por tanto ésta coincidencia en la aparición del principal grupo de petro- grabados in situ y ésta división de zonas, invita a una confluencia de elementos para futuras interpre­ taciones sobre su función y significados.

1.2.4 Sitio IV: "Cerro Yahuarato"

El restante espacio del municipio se dividió en dos entidades separadas: Cerro Yahuarato (Fig. 9) y

Taréqueri (Fig. 11). El Sitio IV o Yahuarato (también nombrado Yahuereto) incluye las comunidades con petrograbados en torno a este cerro dividido en dos conjuntos, y donde se localizaron 178 ejem­

50 plares. En este sitio se encuentran también las comunidades de Los Granjeros, Santa Cruz y Las Cue­ vas, aunque no hubo indicios de MGR en ellas.

Figura 10.Cerro Yahuarato Nuevamente al igual que en los sitios anteriores rastreé reportes que conseguía por parte de algunos vecinos en las localidades y la búsqueda se realizó en cercas, afloramientos rocosos y grandes mogo­ tes. La amplitud y dificultad para transitar el terreno cuando se sale del camino o vereda principal complicaron cubrir un área integralmente, al menos por una sola persona. También la limitación en el calendario obligó a realizar breves sondeos en las comunidades, pero siempre llevé el orden de registro siguiendo caminos principales y veredas 28Incluyo la tabla de ubicación y número de ejem­ plares registrados en los dos conjuntos del sitio IV. Lamentablemente muchos ejemplares han des­ aparecido en los últimos años, por lo que sólo consideré para el registro una foto (de archivo), des­ cripción, técnica, medidas y ubicación.

Sitio IV(Yahuarato) Ubicación de conjuntos N° de bloques A Comunidad Ojo de Agua 3 B Comunidad Tzocurio-Patambicho 175 Total 178 Tabla 5. Ubicación y número de petrograbados del sitio IV

8 También se realizó un registro fotográfico del material de superficie y ligado a ciertos conjuntos de petrogra­ bados, así como de pequeñas colecciones particulares.

51 En la comunidad de Ojo de Agua pegada a la Cabecera municipal sólo se localizaron tres petrograba- dos muy relacionados con los que se encontraron en Tzocurio-Patambicho. En este ultimo conjunto definitivamente las espirales y líneas ondulatorias no representacionales constituyen la mayoría. Sólo se identificó un caso de una representación zoomorfa, un ave (Fig. 25). Este ejemplar fue encontrado

"boca abajo" en los terrenos de Don José García, quien ante el evidente saqueo en su comunidad ha resguardado una gran cantidad de ejemplares en su propiedad, que además se encuentra en la zona nuclear de los petrograbados.

Figura 11. Petrograbados de las comunidades de Ojo de Agua y Tzocurio-Patambicho

Considero que no existe otro lugar con tantos petrograbados en torno al lago de Pátzcuaro como

Tzocurio-Patambicho, donde se localizaron 175 piedras. Esta área cubre al menos dos kilómetros cuadrados, y seguro aún quedan muchas evidencias por registrar. Lamentablemente también el área habitacional del pueblo ha ido creciendo en detrimento de las MGR, ya que se utilizan principalmen­ te como material de construcción.

52 Los dos conjuntos que componen el Sitio IV están asociados a fuentes u ojos de agua, por lo que re­ sultaría muy importante realizar asociaciones con los elementos naturales y/o arqueológicos cerca­ nos o inmediatos. Aunque sin duda este lugar tiene ejemplares distintos a los de afloramientos roco­ sos identificados en torno a "Las Yácatas", y similares a otros localizados en torno del cerro Tareque- ri, por lo que hay que evaluar diferencias y coincidencias.

2.2.5 Sitio V: "Cerro Taréqueri"

Taréqueri significa el "gran viento" o el "cerro de los grandes vientos". Por lo que exceptuando el conjunto de Tzocurio-Patambicho, detecté claramente la disminución y/o desaparición de grabados fuera de cierto perímetro en torno a las Yácatas. En el cerro Taréqueri fue sólo en Ihuatzio donde se localizó la mayor cantidad de ejemplares, aunque nuevamente en re-uso. El espacio se dividió en 4 conjuntos con un total de 58 ejemplares.

53 Figura 12. Cerro Taréqueri

En Zipijo, Ucasanastacua, Cucuchucho y Lázaro Cárdenas no identifiqué petrograbados. En Ichupio,

Tarerio y Tzintzuntzita hubo muy pocos en realidad. Tanto en Ichupio como en Tererio (lugar de víbo­ ras) los motivos que predominan son los "espiraloides", similares a los identificados en Ojo de Agua y

Tzocurio-Patambicho. En el caso de la isla Pacanda que formaría parte del municipio, la compañera

Tatiana Gómez localizó 19 ejemplares (2010). Aunque al parecer, sí existiría relación con los motivos y soportes de los sitios registrados en Tzintzuntzan. Esta concordancia no sólo sería con ésta isla sino también con otras como Janitzio y Xarácuaro (Gómez, 2010, comunicación personal).

Figura 13. Re-uso de petrograbados en Ihuatzio y Tzintzuntzita

Una de las dificultades para visualizar los petrograbados es que cuando se remueven rocas para crear cercas es difícil y casi imposible no tanto moverlas, sino ver el diseño o diseños por completo, pues es aleatoria la posición en la que suelen colocarse o amontonarse. Sin dejar de lado otros factores como

54 la erosión natural, los hongos, arbustos, basura o construcciones modernas que obstruyen o devas­ tan los mogotes y afloramientos rocosos.

Procuré por tanto buscar las condiciones idóneas para conseguir un buen calco o reproducción y/o una buena fotografía29. Pero gracias a que prácticamente todos los habitantes me abrieron las puer­ tas, pude acceder a terrenos e inspeccionar detalladamente los afloramientos rocosos y las piedras que componen las cercas privadas. Aunque la premura en el tiempo para concluir estos trabajos, en algunos casos me obligó a tomar la decisión de no hacer un calco o dibujo por cada piedra como di­ cta la cédula. No obstante estos inconvenientes siempre hubo disposición de las autoridades institu­ cionales y civiles, y se me brindó en varias ocasiones apoyo en campo, por lo que sólo gracias a su confianza y ayuda se logró alcanzar el objetivo. A continuación presento la tabla de ubicación y número de ejemplares.

Sitio V (Tarequeri) Ubicación N° de bloques A Comunidad de Ichupio 6 B Comunidad de Tarerio 8 C Comunidad de Ihuatzio 39 D Comunidad Tzintzuntzita 5 Total 58 Tabla 6. Ubicación y número de petrograbados del sitio V

Sin duda aun existen muchos petrograbados sin registro que no logré ubicar en campo, por lo que quedan los conjuntos con el folio "abierto" para futuros hallazgos. Aún podrían otros investigadores encontrar más ejemplares o por desgracia seguirán desapareciendo y/o cambiando de ubicación. Mi esfuerzo consistió en el registro de cinco de sitios -todos con distintas características- que cubren casi toda el área geográfica del municipio. Con este esfuerzo se constituyó una base de datos suficiente para realizar ahora un análisis iconográfico que me lleve a la identificación de unidades temáticas que deberán confirmar la principal función de estos petrograbados.

29Por ejemplo en el caso del conjunto arquitectónico franciscano, son espacios con tan poca o nula iluminación que sin una lámpara los relieves son imperceptibles.

55 Capítulo III

Los signos

"La imagen se imprimía directamente en esferas del cerebro sin que tuviera que ser procesada verbalmente para ser aprehendida: se pensaba también en imágenes" (Johansson, 2005, 44)

3.1 El estudio iconográfico El modelo iconográfico ya mencionado de Panofsky (1939) pero adecuado a los petrograbados pre­ hispánicos puede desarrollarse de la siguiente manera: a) Primero se realiza con la base de datos una descripción del catálogo o inventario de los signos o imágenes, b) Se intenta una interpretación ico­ nográfica o la identificación de conjuntos de elementos relacionados y posibles escenas o temas, en este caso la división en categorías, grupos, tipos y variantes, c) Finalmente se concretaría la interpre­ tación iconològica que consiste en la identificación del objetivo o sentido principal del corpus de sig­ nos o imágenes relacionadas entre sí. Esta última etapa se intentará para casos o temas muy concre­ tos, primero porque no todos los elementos han sido encontrados en contextos primarios, y segundo al no haber el conocimiento a profundidad de qué cultura las realizó, ni cuándo, no podríamos alcan­ zar su significado.

Este ejercicio o análisis de petrograbados prehispánicos con este método se realiza dos veces. En un primer momento se estudian los 736 janamus identificados y sus 830 diseños. Aunque podrían ser más o menos tipos o variantes ya que depende de cómo se decida segmentar la articulación. En seguida se aborda la iconografía de los afloramientos rocosos. Ello con la intención de observar si se relacionan o no, en qué porcentajes aparecen los grupos y tipos qué se generan, y tratar de saber si existe o no articulación entre los elementos identificados. En un apartado distinto pero bajo la misma metodología se presentan los 110 bloques que he clasificado como coloniales (o janamus con graba­ dos posteriores).

3.1.1 Descripción los janamus Parto entonces de una descripción y posterior clasificación una vez concluido el inventario y la identi­ ficación de los elementos o diseños básicos hasta llegar a los más elaborados. Algo significativo para

56 este corpus son los grupos, tipos, variantes y asociaciones comunes porque determinan cómo se ordenan y se articulan entre sí éstos signos.

La descripción y clasificación que propongo obedece a criterios que responden a la geometría a partir de cuatro signos primarios, así como a la clase de representaciones que se presentaron. Trato de apegarme a realizar un análisis cualitativo de imágenes definiendo tipos, basados en un conjunto de condiciones determinadas por atributos. De inmediato se advierte que todo el corpus surge o se genera "geométricamente" a partir de cuatro signos que a su vez conforman cuatro grandes grupos, por lo que los denomino "primarios": el punto, la línea, la espiral y el círculo. Tenemos entonces dos categorías, geométricos y representacionales (o figurativos), divididos en nueve grupos: oquedades, líneas, espirales, círculos y "geométricos varios"; antropomorfos, fitomorfos, estelimorfos y zoomor- fos. Es posible que aparezca en cada grupo de uno hasta veintiocho tipos diferentes. En la mayoría de los casos también se encuentra por cada uno de éstos tipos una "versión" paralela doble, triple, cuá­ druple y/o quíntuple. Incluso los tipos se agrupan o asocian con otros motivos, hasta convertirse algunos en verdaderos polígonos y/o diagramas elaborados.

Oquedades.Dentro de la categoría de los geométricos se encuentra el grupo A que incluye todas las "oquedades"; aunque este término es sinónimo de "pozas", "cúpulas" "pocitos" o "puntos". To­ dos los motivos suelen ubicarse al centro del panel. Los tipos de este grupo de oquedades se dividen en 6: oquedad circular, rectangular, ovalada y las oquedades circulares, rectangulares y cuadriculares en paralelo (A1-A6). Cada tipo va de 4 hasta 87 repeticiones, como es el caso de las oquedades rec­ tangulares en paralelo que son las más recurrentes. También sólo de este tipo (A4), se llegaron a registrar hasta seis variantes.

Series, conjuntos y diagramas. A estos tres tipos de oquedades denominadas "series, conjuntos y diagramas" (A7-A9), decidí describirlas aparte de la oquedad y sus paralelismos, por la forma particu­ lar en la que se agrupan sus elementos. Los tipos en este caso se asocian en series o secuencias rec­ tas de oquedades circulares o "puntos" (5, 13 y 20). Hay sólo dos casos de agrupación de "puntos" (5 y 13). Los "diagramas" (motivos compuestos que van de un lado a otro) son series de "puntos" (15,

25 y 72) estructurados o planificados geométricamente. Estos diagramas que suelen ser principal­ mente cuadriculares (algunos están fracturados o incompletos), pero es solo el caso de 72 (o 76)

"puntos" el que se repite hasta cinco veces, por lo que parece haber sido prediseñado tanto en número como en forma.

Líneas. Otro de los signos básicos, y por ende un grupo (B), es la línea. La cual aparece recta y de manera unitaria "cruzando un bloque". De este tipo (B1) geométricamente simple se encontraron

57 hasta 52 repeticiones, siendo uno de los tipos más recurrentes de todo el corpus. La línea adulatoria

(B2) es un tipo que tiene variantes tanto en paralelo, asociada a otros o agrupándose. Incluso apare­ ce un caso "zigzagueante" o en ángulos obtusos. También las líneas onduladas se asocian entre sí o con otros signos, y la recta en paralelo (B3) forma series o secuencias de 5 (con dos repeticiones) y de

6.

Espirales. La espiral o grupo de las "espirales" (C) es uno de los elementos más diversos de los que se compone este corpus de signos. En principio podemos decir que la espiral básica (C1) aparece

única o temática en el panel o se une, asocia o agrupa entre sí, en paralelo y con otros diseños. Esta espiral se asocia singularmente a series de cinco "puntos" y dos "líneas", y es una de las más repre­ sentativas de todo el grupo con 42 repeticiones y seis variantes. Contamos con el tipo concéntrica

(C2), o con extensión ondulatoria corta ("voluta" o "vírgula") (C3), o extensión recta (C4). Estos tipos también se asocian entre sí o a otros motivos, mas no en paralelo. Se registraron de cuatro hasta once variantes; y también aparece al menos un caso de la espiral triple (C5), la cuádruple (C6) y la quíntuple (C7).

Espiral doble. La espiral doble convergente, y especialmente la divergente que es el signo, motivo, representación o diseño más recurrente en los janamus, debería ser toda una unidad temática por sí misma. Este signo debió tener gran relevancia o arraigo, por su diversidad registrándose al menos veintidós variantes y alcanzando las 87 recurrencias. Aparece la espiral doble divergente única o temática al centro o abarcando todo el panel. Existen variantes donde se articula con series de líneas

(dos veces 5 y una 6) o un círculo con oquedad interna (cinco veces). En otras ocasiones se combina entre sí o con otros signos de manera paralela, triple o cuádruple. El otro tipo y sus variantes es la espiral doble convergente con veintiocho repeticiones y al menos veinte paralelismos. El tipo espiral doble divergente (C8.12 y C8.13) y las variantes convergentes (C9.7 y C9.8), en paralelo, unidas o equidistantes a otros motivos pareciera que conforman o elaboran un nuevo diseño.

Círculos. Un grupo muy importante de este corpus son los "círculos", debido a la cantidad de aso­ ciaciones, tipos, variantes y repeticiones que pudieron registrarse. Único o temático sobre el panel, el diseño más recurrente de este grupo con 47 es el círculo básico (D1). Tiene variantes con motivos internos, en paralelo, agrupado entre sí y a otros diseños del mismo corpus. También en estas mis­ mas condiciones y con 15 repeticiones aparecen los círculos concéntricos. El círculo con oquedad y el concéntrico con oquedad interna, tienen 40 repeticiones. También aparecen en paralelismos (dobles, triples y un caso quíntuple) y asociaciones con otros signos. Es posible que algunas de estas variantes

58 pudieran clasificarse como "estelimorfos", y viceversa. También cabe la posibilidad que asociados entre sí o a otros estén conformando nuevos motivos.

Estelimorfos. Dentro de la categoría de representacionales (o figurativos) se encuentran treinta y nueve diseños relacionados a elementos o eventos estelares. También algunos de estos "estelimor­ fos" (E) son diseños que podrían clasificarse en el grupo tanto de las espirales, como en los fitomor- fos o círculos. Sólo hay un ejemplar que describo lo que creo es un esteli-antropomorfo (E24). Cual­ quiera de estos veintisiete tipos y sus variantes pueden contener 4 (cinco veces); 5 (diez veces), 6 (4 veces), 7 (dos veces), 8 (5 veces), 9 (dos veces), 10, 12, 13 (dos veces), o 20 especies de "puntas" o extensiones equidistantes. También en este grupo existen algunos paralelismos y asociación con otros motivos, aunque en su mayoría aparecen únicos o temáticos en el panel.

Fitomorfos. Dentro de esta misma categoría, se estableció el grupo de los "fitomorfos" (F), el cual se compone de diecisiete ejemplares y quince tipos. En este caso solo dos tipos se repiten. Este gru­ po y algunos de estos ejemplares podrían clasificarse en "estelimorfos", y viceversa. Estos ejemplares pueden tener 4 (diez veces), 5 (dos veces), 6 (tres veces), y 8 (tres veces) "puntas" o extensiones.

Zoomorfos. Aunque el grupo de los "zoomorfos" (G) es muy pequeño, tan sólo con ocho ejempla­ res, no deja de ser una serie muy significativa y sugerente en contenidos representacionales. De acuerdo a mi interpretación iconográfica estaríamos ante, un ave depredadora, un cérvido y un roe­ dor asociado a un círculo con oquedad y ocho líneas internas (G3, similar a D1.2, D1.3, y D1.4) y tres pequeños círculos equidistantes. También podría representarse un reptil, en alto relieve, un insecto y tres moluscos.

Antropomorfos. Los cuarenta motivos "antropomorfos" divididos en cinco tipos conforman otros de los grupos más sugerentes. Estos ejemplares fueron clasificados como "esquemáticos o estiliza­ dos", y van desde la representación de "partes" del cuerpo humano como ojos, nariz y boca o la ca­ beza (diecisiete variantes); o de cuerpo completo (quince variantes). Cinco ejemplares levantan su mano derecha, siete su mano izquierda, y cuatro las dos manos hacia arriba. Ocho de estos mencio­ nados portan una especie de "tocado". Cuatro figuras portan un objeto en la(s) mano(s), y cuatro se asocian a otros diseños. Hay dos paralelismos, pero, los ejemplares que portan algún objeto son sin duda los más descriptivos, pero me resistiré de cualquier interpretación prematura. Solo diré por ahora que uno porta un "objeto alargado con punta" (H2.2), otro un "círculo" (H2.3), un "rectángulo"

(H2.4), y una "punta pequeña" (H2.5).

59 Varios. Es necesidad de casi todos los investigadores el tener que generar un grupo especial para describir y clasificar "lo que resulta complejo para uno mismo", y que suele denominarse "varios" o en mi caso "geométricos varios". Este grupo surge de la imposibilidad o ambigüedad en la que me vi al tratar de colocar y a la vez interpretar estos motivos en cualquiera de los grupos y tipos anterior­ mente mencionados. Se conforma de veintinueve diseños o motivos. Muchos de estos ejemplares están incompletos, por lo que evidentemente no se puede saber sobre ellos casi nada. Otros apare­ cen únicos o temáticos en el panel. Solo el tipo I3, se repite tres veces, incluso aun tengo duda de que este motivo ("A") sea prehispánico, sino una manifestación colonial, aunque esté "in situ" en Las

Yácatas. Sin duda estas apreciaciones, y las de todos los elementos antes descritos podrían variar de ubicación de acuerdo al espectador o quien clasifica, por lo que éstas y las anteriores interpretacio­ nes están abiertas a otras miradas.

3.3.2 Clasificación

A continuación presento el esquema de clasificación para los janamus donde predominan dos cate­ gorías, los "geométricos" y los "representacionales" (o figurativos). El primero con cinco grupos, vein­ ticinco tipos (más 27 tipos en "varios"), y el segundo, con cinco grupos y cincuenta y cinco tipos. En las dos categorías se identificaron variantes y asociaciones o combinaciones.

60 Tabla 7. Los janam us por categoría, grupos, tipos y variantes. Geométricos

Oquedad circular Línea recta

r Oquedad circulares en paralelo Línea ondulatoria

Oquedades ovaladas en parale­ Series de líneas ondulatorias lo Líneas Series de líneas rectas Oquedades rectangulares en paralelo Variantes: Paralelismos asociados Oquedades -«/ a otros diseños Oquedad rectangular

Series de oquedades circulares

Grupos de oquedades circula- Círculo básico

Diagramas de oquedades Círculo con oquedad interna circulares Círculo concéntrico Círculos Círculo concéntrico con oquedad ^ Espiral básica interna

Espiral concéntrica Variantes: Motivos varios al interior, paralelismos y asociado a otros diseños Espiral con extensión recta

Espiral con extensión ondulatoria

Espiral doble divergente < Espiral doble convergente Espirales Espirales dobles en paralelo Veintinueve tipos Espiral triple Varios

Espiral cuádruple

Espiral quintuple

V Variantes: Paralelismos, unidas o asociadas en+re sí y/o o+ros diseños

Representacionales

Estelimorfos (28 tipos)

Fitomorfos (15 tipos)

Zoomorfos (8 tipos)

Biomorfos Antropomorfos (5 tipos)

Variantes: Posición corporal, paralelismos, asocia­ dos a otros diseños

61 Tabla 8. Oquedades

A1 A1.1 A2 A3 A4

A4.1 A4.2 A4.3 A4.4 A5

A5.1 A6 A6.1 A6.2

Tabla 9. Series, conjuntos y diagramas de "puntos"

' . 1 ■ ■ ■ *** í 1 1 ‘ 1 1 4 • * ■ • ll 1 1 ...... 1 í L______J Eéíffl A7 A7.1 A7.2 A8 A8.1

y , ■ " ■ ■ ...... ’ J í ■ ^ , ...... i i ' ' #ATW

A9 A91 A10

62 Tabla 10. Líneas

B1 B1.1 B1.2 B1.3 B1.4

B1.5 B2 B2.1 B2.2 B2.3

B2.4 B2.5 B2.6 B2.7 B3

B3.1

Tabla 11. Espirales

C1 C1.1 C1.2 C1.3 C1.4

63 C1.5 C1.6 C2 C2.1 C2.3

C2.4 C3 C3.1 C3.2 C3.3

C3.4 C3.5 C3.6 C3.7 C3.8

3.9 C3.10 C3.11 C4 C4.1

C4.2 C4.3 C4.4 C5 C6

C7 C7.2 C7.3

64 Tabla 12. Espiral doble (C8- C22: divergente), Tabla 13: espiral doble (C9-C9.15: convergente)

C8 C8.1 C8.2 C8.3 C8.4

C8.5 C8.6 C8.7 C8.8 C8.9

C8.10 C8.11 C8.12 C8.13 C8.14

C8.15 C8.16 C8.17 C8.18 C8.19

C8.20 C8.21 C.22 C9 C9.1

C9.2 C9.3 C9.4 C9.5 C9.6

65 C9.7 C9.8 C9.9 C9.10 C9.11

C9.12 C9.13 C9.14 C9.15

Tabla 14. Círculos

D1 D1.1 D1.2 D1.3 D1.4 o , O a í O O

D1.5 D1.6 D1.7 D1.8 D1.9

D1.10 D1.11 D1.12 D2 D2.1

66 D2.2 D2.3 D2.4 D2.5 D2.6

D2.7 D2.8 D2.9 D3 D3.1

D3.2 D3.3 D3.4 D4 D4.1

D4.2 D4.3 D4.4 D4.5 D4.6

Tabla 15. Estelimorfos

E1 E2 E2.1 E2.2 E3

E3.1 E4 E5 E6 E7

67 1 W i í: ^ - í S i . r - (X: ■ V .“

” J-. E8 E9 E10 E11 E11.1

T : f J ® 1

E11.2 E12 E13 E14 E15

■ Vi ” VW“ HW"

E16 E17 E18 E19 E20

' i

L i - j -■A“ * ' ■ ■ -

E21 E22 E23 E24 E25

l “ ' 1

E27 E28

Tabla 16. Fitomorfos

' S 8 j .V’.™ ^ UW ¡ . _ ^uy F1 F2 F3 F4 F5

68 F6 F7 F8 F9 F10

F11 F12 F13 F14 F15

Tabla 17. Zoomorfos

G1 G2 G3 G4

G5 G6 G7 G8

69 Tabla 18. Antropomorfos

H1 H1.1 H1.2 H1.3 H1.4

H1.5 H1.6 H.7 H1.8 H1.9

H1.10 H1.11 H1.12 H1.13 H1.14

H1.15 H1.16 H2 H2.1 H2.2

70 ■ HH ; f '

H2.3 H2.4 H2.5 H3 H3.1

í —■ m^ff í®e , \ ‘l,“ H'

H3.2 H3.3 H3.4 H3.5 H4

!>í1 " " ^ ‘“ .V.“ . C^vD ------c f i J - :

H4.1 H4.2 H5

Tabla 19. Geométricos varios

I1 I2 I3 I4 I5

71 ZL 3.1.3 Descripción de los afloramientos rocosos

Ahora corresponde presentar la descripción y posterior clasificación de los petrograbados ubicados en los afloramientos rocosos, con la intención de saber si existe o no correspondencias con los blo­ ques de janamu. En este caso la descripción también obedeció a criterios geométricos como al tipo de representación. Se crearon así dos categorías; geométricos, con cuatro grupos y diecisiete tipos; y representacionales con cuatro grupos y al menos nueve tipos.

Oquedades: Uno de los grupos más numerosos en afloramientos naturales son las oquedades, divididas en cinco tipos. La oquedad (J1) o "poza", regularmente es circular, aunque existen algunas ovaladas y una cuadricular. Suelen aparecer solas o asociadas a otros motivos. Las series de oqueda­ des circulares o "puntos" (J2) y las que se encuentran agrupadas (J3) pueden ir de dos a veinte uni­ dades, aunque existen solo algunos conjuntos con más de veinte oquedades en uno o más lados de la roca. Existe un caso de un diagrama cuadricular de treinta y seis "puntos" (J4), y diez de setenta y dos (o 76) (J5), algunos de los cuales tienen "puntos de más". Todos los diagramas de puntos están orientados, ya sea en sus líneas o en sus esquinas, incluso las series continuas de "puntos".

Series de líneas. Las series o secuencias de líneas (K1), es el diseño más recurrente entre los aflo­ ramientos rocosos cercanos al área de Las Yácatas, y se dividió en cuatro tipos. Todas se presentan en series de dos a veinte líneas en paralelo. Unas son digamos básicas (K1), pero en otras ocasiones un par de líneas verticales las acompañan o se unen (K2), formando secuencias con dos o más series de líneas en paralelo. Frecuentemente se encuentran como "escaleras" que ascienden o descienden hasta la cima de la roca, y, el primero o último motivo suele ser una línea más profunda o ancha, una oquedad circular, un círculo, un círculo con oquedad interna, una espiral. Otro par de variantes que denomino "líneas cruzadas" (K3); tienen de una (o "cruz") o siete horizontales por una vertical; y suelen terminar en círculos o elipses. La orientación de todos estos motivos in situ, suele ser E-O, N-S,

NE-SO o SE-NO. Su contenido numérico, así como su constante asociación con otros motivos son uno de los aspectos más relevantes de este grupo.

Círculos: El grupo de los círculos tiene solo dos tipos. Se encuentra el circulo básico (L1) o con oquedad interna (L2). Aparece en paralelo, acompañando en una "escena", o la asociación entre varios motivos en uno en varios lados de una piedra que parecen combinarse o relacionarse.

Espirales. Los diseños espiraloides son un grupo muy diverso y numeroso, y casi en su mayoría se ubican en aéreas geográficas muy concretas. Cerca de las yácatas se encontraron espirales básicas

(M1) con extensiones (M2), concéntricas (M3), dobles convergentes (M4), dobles divergentes (M5) y

73 las líneas ondulantes (M6). Todas se asocian, agrupan o unen entre sí o con otros motivos. En el con­ junto "Tzocurio-Patambicho" donde se encontraron un número considerable de variantes, sobresa­ len las laberínticas u ondulatorias. Contrasta este sitio con la identificación de un sólo ejemplar con la representación de un zoomorfo, pues la enorme mayoría de ellas componen este conjunto.

Antropomorfos. Los afloramientos rocosos contaron con pocas representaciones "antropomor­ fas" que se dividieron en cuatro tipos. El tipo N1 lo componen ejemplares que son "partes" el cuerpo o la cara. El tipo N2 y N1.1 son un par de figuras de cuerpo completo con las manos extendidas, N3 tiene sus manos levantadas, y es el ejemplar más grande de todos los diseños. El N4 aparece de perfil izquierdo, y el N4 pareciera recostado, aunque la piedra no se encontró en su posición original. La mayoría de los motivos antropomorfos se asocian o agrupan entre sí y con otros diseños.

Zoomorfos. El grupo de los "zoomorfos" (Ñ) se compone al momento de un sólo caso; pero el significado de los elementos representados puede ser mayor. En principio aparece como "un ave devorando algo" pero puede compararse con otra ave de los bloques de janamu (G1).

Fitomorfos. Por otro lado los "fitomorfos"(O) son también escasos, solo hay tres tipos. Por lo que la interpretación de algunos podría enviarlos al grupo de los estelimorfos o geométricos varios. En este caso creo se trata de dos flores, tres cetáceas, y al menos diez veces la representación de granos de algún tipo de planta.

Estelimorfos. Este caso es una oquedad ubicada en la cima de la piedra, tiene forma de "media luna", pero cuando se llena de algún líquido, corre por varias "canaletas", orientadas a los puntos cardinales. Se asocia con series de líneas y dos diagramas de puntos.

Varios. El grupo de los geométricos varios también se volvió necesario, pues la forma tan poco común de algunos de los motivos obligó a clasificarlos aparte. Algunos de ellos requieren mayor atención, por su ubicación, asociación con otros motivos y orientación. Este grupo cuenta con nueve tipos.

Esculturas. Finalmente dentro de este tratado descriptivo y de clasificación de signos o motivos prehispánicos, incluí la categoría de "Esculturas" (R), en principio porque se suelen usar los mismos materiales y las mismas técnicas. Estas esculturas de piedra volcánica de la región, representan bási­ camente dos grupos; antropomorfos y zoomorfos. Las dividí en cuatro tipos. En un solo petrograbado se observa como los artesanos prehispánicos, aprovecharon la protuberancia natural de la roca para destacar un "rostro" (R3). Siendo un pueblo de pescadores no es extraño que se haya localizado la

74 representación de tres peces (R1, R1.1 y R1.2) y cuatro felinos (R2-R2.4). También se encontraron tres figuras antropomorfas (R4, R4.1 y R4.2), dos de ellas incompletas.

3.1.4 Clasificación

Tabla 20. Afloramientos rocosos por categorías, grupos y tipos

Geométricos

Oquedad circular

Oquedad rectangular Línea ondulatoria

Oquedades Series de oquedades circulares Series de líneas ondulatorias

Diagramas de oquedades circula­ Líneas “"n Series de líneas rectas res

Círculo básico r Espiral básica Espiral concéntrica Círculo con oquedad Círculos interna Espiral con extensión(es) recta(s) Espirales Espiral con extensión(es) Círculo concéntrico ondulatoria(s) Espiral doble divergente

V Espiral doble convergente Varios ■< Nueve tipos Representacionales

Antropomorfos (4 tipos)

Zoomorfos (1 tipo)

Biomorfos Fitomorfos (3tipos)

Estelimorfos (1 tipo)

75 Tabla 21. Oquedades

• • • • • • • • • • * ■V.“ ■'»"i—" J1

J2 J2.1 J3

• 0 * • • • • / • • • • e • « • • iHHí-“ «■ * * • . • * ♦ * * • ' • • • * *• 1

J3.1 J3.2 J3.3 J3.4

' ' * ■“ m r % ^ p ■!*'* TT ‘ • v - t ; * “ * r + . * + ■ - + . + ' P - ■ ^ % ■■ ■ ^ : ■ ■ 1 ' *' ■ 0 * ■ - . . . . 1 V W///MIII

J3.5 J3.6 J4 J5

Tabla 22. Series de líneas

76 77 Tabla 23. Círculos

L1 L1.1 L1.2

L2 L2.1 L2.2 L2.3

Tabla 24. Espirales

M1 M1.1 M1.2 M1.3 M2

L2.1 M2.2 M2.2 M2.3 M2.4

78 t>s/3 ' 1 _ . ~ .. • *** .^W

M2.5 M3 M3.1 M4 M4.1 1rt.-, ^Jà %\

r'A“

M4.2 M4.3 M5 M5. 1 M5.2 Qy\A^ ’

M5.3 M6 M6.1 M6.2 M6.3 @> I.QP (^V?

1 1 '— a«ra

M6.4 M6.5 M6.6 M6.7 M6.8

79 Tabla 25. Antropomorfos

iVp—^

N1 N1.1 N1.2 N1.3 N1.4

N1.5 N1.6 N1.7 N1.8 N1.9

N2 N3 N4 N5 N6

Tabla 26. Zoomorfos, estelimorfos y fitomorfos

80 V ' 1 t i fcVi^

i

Ñ1 O1 O2 N3 O3.1 lllllllll

• W' SI' ^

O3.2 O3.3 O3.4 O3.5 P1

Tabla 27. Geométricos varios

Q1 Q2 Q3 Q4 Q5

Q6 Q7 Q8 Q9

81 Tabla 28. Esculturas

R1 R1.1 R1.2 R2

R2.1 R2.2 R2.3 R2.4

R3 R4 R4.1 R4.2

2.1.5 Cuantificación, relación y articulación

82 Porcentajes. La siguiente tabla muestra en qué proporción se encuentra cada uno de los principales grupos que conforman los janamus. Destacan en su mayoría y casi en la misma proporción las oque­ dades y las espirales (25 y 27 %), luego las líneas y círculos en 17 y 18 %. Mientras que los represen- tacionales y los "varios" entre 4 y 1 % aparecen con menor grado de representatividad.

Gráfico 1. Porcentajes de motivos: geométricos (oquedades, círculos, líneas, espirales y varios) y representacionales

Los tipos en que se compone el corpus de los janamus de dos categorías los geométricos y los repre­ sentacionales. Los "geométricos" contaron con veinticinco tipos: A1 (oquedad circular); A2 (oqueda­ des circulares en paralelo), A3 (oquedades ovaladas en paralelo), A4 (oquedades rectangulares en paralelo), A5 (oquedad cuadricular en paralelo), A6 (oquedad rectangular), A7 (series de oquedades circulares), A8 (conjunto de oquedades circulares), A9 (diagramas de oquedades circulares), B1 (línea recta), B2 (línea ondulatoria) y B3 (series de líneas rectas en paralelo), C1 (espiral básica), C2 (espiral concéntrica), C3 (espiral con extensión ondulatoria), C4 (espiral con extensión recta), C5 (espiral tri­ ple), C6 (espirales cuádruple), C7 (espiral quíntuple), C8 (espiral doble divergente), y C9 (espiral doble convergente). D1 (círculo básico), D2 (círculo con oquedad interna), D3 (círculo concéntrico) y D4 (círculo concéntrico con oquedad interna). Los "Representacionales" (o figurativos) son el Grupo E o

Estelimorfos (treinta tipos); Grupo F o Fitomorfos (quince tipos), Grupo G o Zoomorfos (ocho tipos),

Grupo H o Antropomorfos (cinco tipos) y Grupo I o Geométricos Varios (veintisiete tipos).

83 Para el caso de los tipos que se encuentran en los afloramientos rocosos tenemos cuatro grupos geométricos: J1 (oquedad circular); J2 (series), J3 (conjuntos), J4 (diagramas), K1 (series de líneas rectas), k2 (series de líneas rectas con verticales), k3 (serie de líneas cruzadas), L1 (círculo básico), L2

(círculo con oquedad interna), M1 (espiral básica), M2 (espiral con extensión ondulatoria), M3 (espi­ ral concéntrica), M4 (espiral doble convergente), M5 (espiral doble divergente) y M6 (línea ondulato­ ria). Entre los representacionales (o figurativos) se identificaron los antropomorfos (cuatro tipos); los zoomorfos (un tipo); los fitomorfos (tres tipos) y los estelimorfos (un tipo). Finalmente tenemos a los

"geométricos varios" con diez tipos.

A continuación presento cuántas recurrencias tuvieron cada uno de estos motivos para los jana- mus. Especialmente los tipos geométricos, que fueron los más representados, y de estos la espiral doble divergente sobresale entre los demás. Aunque en una recurrencia entre las diez y cincuenta veces se encuentran básicamente todos los tipos restantes. Lo que sugiere que los cuatro signos básicos son suficientes para la creación de otros motivos mediante su combinación.

Tipos

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rv LO 00 LO rv rvj ■—■ ■—■ rvj

l Series1

Gráfico 2. Distintos tipos y número de repeticiones

Respecto de la relación entre los Janamus y los afloramientos rocosos cercanos existen tanto coinci­ dencias como diferencias. Concuerdan en todos los grupos los motivos geométricos: oquedades, líneas, espirales y círculos. De los representacionales sólo hay relación para los antropomorfos y zoomorfos, quedando claras las ausencias de relaciones entre los estelimorfos y los fitomorfos. Exis­ ten por tanto dieciséis coincidencias en tipos comunes, suficientes para postular su evidente relación

84 iconográfica. Pero por mucho la variedad o diversidad de motivos "nuevos" o innovadores sólo se encuentran en los janamus. Lo que no quiere decir que son contemporáneos, sólo que sí existe una cierta relación entre ambos corpus.

En el grupo de oquedades hay coincidencia en los tipos A1, A7, A8 y A9 con J1, J2, J3 y J4. En los círculos entre los tipos D1 y D2 con los L1 y L2. En las espirales entre los tipos M1, M2, M3, M4 y M5 con B3, C1, C3, C9 y K1. 1. También hay similitudes entre los antropomorfos como el H1 con el N1 y el

G con el Ñ.1. Dos coincidencias que considero significativas son la espiral doble divergente y el dia­ grama de 72 o 76 puntos.

Un punto importante a resaltar es la articulación de los motivos. Los diseños tanto geométricos como representacionales suelen combinarse o acompañarse en un mismo panel, y podrían formar una "escena" mediante ésta asociación o combinación. Algunas veces una asociación paralela o com­ binación doble, triple, cuádruple o quíntuple "crea otro motivo", y ésta combinación suele repetirse, digamos de manera "temática o central" en el panel.

El orden, estructura en el caso de los janamus se da con la identificación de cuatro signos y grupos geométricos, y dentro de estos cuatro grupos aparecieron claramente al menos los veinticinco tipos básicos. Aparecerán de ellos siempre variantes articuladas, paralelismos y asociaciones entre sí y/o con otros elementos del mismo sistema. Son los geométricos entonces de los que forman todo el sistema, pues con ellos se construyen incluso los representacionales.

Algunos casos concretos pueden arrojar luz sobre la articulación observada en las distintas compo­ siciones. Por ejemplo, la espiral doble divergente la cual tiene una variante donde se asocia a un círculo con oquedad interna, y este motivo combinado se repite al menos cinco veces. También este tipo se combina o asocia con series de líneas rectas de "2", "5" y "6", respectivamente. Otro caso es el de la espiral concéntrica que también se combina con series de líneas rectas de "2", y en series de oquedades de "5". Esta misma "forma de articular signos" se repite en afloramientos rocosos, por ejemplo en las series de líneas rectas, donde se combina al final-inicio de la serie con una oquedad mayor y/o una espiral, etc.

2.3 Continuidad cultural: los coloniales 2.3.1 Descripción de los petrograbados coloniales

85 Deseo concluir este análisis iconográfico abordando la categoría de los denominados "coloniales", aunque en realidad se trata de la continuación de manifestaciones gráficas hasta nuestros días en estos mismos contextos. En Tzintzuntzan la continuidad cultural es evidente o manifiesta casi de in­ mediato al arribo de los evangelizadores. Aun hoy se sigue trabajando la piedra y no sólo la cantera sino el janamu. Es evidente además el uso de motivos similares a los prehispánicos que pueden verse en la iconografía que reproducen los artesanos en medios diversos como barro, madera, piedra, tule, carrizo y chuspata.

Si bien esta investigación es un esfuerzo por comprender las funciones que pudieron cumplir los petrograbados para las sociedades prehispánicas, cuando aparecen algunas manifestaciones co­ loniales (o posteriores) atendí en registrarlas con la finalidad de detectar un cierto grado de continui­ dad cultural. Se establecieron cinco grupos con sus respetivos tipos y variantes.

Geométricos. Este grupo incluye los círculos básicos, con oquedad interna, los concéntricos o con motivos al interior. Uno de ellos es muy elaborado, el círculo con 52 líneas internas. Están otros que podrían describirse como "diagramas de líneas", un par de espirales y al menos cuatro "varios" compuestos de líneas y puntos principalmente.

Fitomorfos. Este grupo en su mayoría son ejemplares re-usados, excepto los que forman aun parte de las fachadas de la capilla abierta de San Camilo y de la Virgen de la Soledad. Existen "ma­ zorcas de maíz", "conchas bautismales" y la "flor de Lis" entre otras representaciones sin identificar.

Parte de ellas se localizó formando un discurso religioso en los muros del conjunto arquitectónico franciscano. Otros se encontraron re-usados, o disgregados, incluso en domicilios particulares de la cabecera municipal.

Estelimorfos. Este último grupo lo componen ejemplares como la "luna", el "sol", un "eclip­ se", una estrella de 5 y otra de 6 puntas. Tres de ellas presentan representación antropomorfa al interior. En la tabla se presenta el único motivo antropomorfo. Estos ejemplares se encontraron co­ mo cantería destinada en los muros del claustro y las capillas abiertas de San Camilo y la Virgen de la

Soledad.

Cruces. Es muy interesante el re-uso de janamus o en cantería con la presentación del motivo de la Cruz. Por ejemplo se logró registrar la cruz esquemática de dos trazos, con esquinas, y con es­ quinas y base o "cruz atrial" (o la representación de la cruz de atrio del pueblo).También se encontra­ ron algunas en afloramientos rocosos, encima o entre petrograbados prehispánicos que decidí in­ cluirlas en este grupo.

86 Fechas e inscripciones. En este grupo doble se encuentran las fechas y las inscripciones iden­ tificadas en janamus. Estas fechas marcan una cronología que va desde 1598 hasta 1916. La fecha

1662, se acompaña de dos espirales con extensión ondulatoria o "volutas". Dos más marcan el día y el mes ("JUNIO 6 1906" y "A. 27 F. 1916"). Dos placas en el puente de "Cal y Canto" mencionan el lapso para la edificación por orden del rey Fernando VI: "REINANDO EL REI N. S. D. FERNANDO VI. 9.

D.G. SE REDIFICO ESTE PUENTE EN LA CIUDAD DE TZINTZUNTZAN"; 4) "SIENDO GOVERNADOR D MI-

GEL JOSEPH EN EL ANO DE 1736 ACOSTA DEL COMUN I SE FINALISO EL 15 DE JUNIO DE 1758 ANOS S.

AL D PI-EARID. PAZCUA. CUACUIAN 15 DE ENERU".

2.3.2 Clasificación de los coloniales En este caso sigo la misma metodología de catalogación que presenta Igor Cerda (2006), especialista en grafitos coloniales de contextos conventuales. Tabla 29. Clasificación de petrograbados coloniales en categorías, grupos y tipos

Geométricos

Geométricos Catorce tipos varios 1.1 a 1.14

Representacionales

Seis tipos Fitomorfos: ^ Estelimorfos:

Cuatro tipos Antropomorfos: ^ tipo Fechas e inscripcio­ nes:

Tabla 30. Geométricos (Grupo 1)

87 1.1 1. 2 1.3 1.4

1.5 1.6 1.7 1.8

1.9 1.10 1.11 1.12

1.13 1.14 1.15 1.16

Tabla 31. Fitomorfos (Grupo 2)

88 2.1 2.2 2.3 2.4 2.5

2.6 2.7 2.8

Tabla 32. Estelimorfos y antropomorfos (Grupos 3 y 4)

3.1 3.2 3.3 3.4 3.5

3.6 4.1

Tabla 33. Cruces (Grupo 5)

89 5.1 f5.2 5.3 5.4 5.5

5.6 5.7 5.8 5.9 5.10

f t

5.11 5.12 5.13 5.14 5.15

5.16 5.17 5.18 5.19 5.20 t 1 Î

5.21 5.22 5.23 5.24 5.25 t

5.26 5.27

Tabla 34. Fechas e inscripciones (Grupos 6 y 7)

90 \ m II ) 1È60

6.1 6.2 6.3 6.4 6.5

7.1 7.2 7.3 7.4

7.5 7.6

2.3.3 Interpretación: las unidades de análisis La presencia y función de grabados coloniales en contextos prehispánicos o de ejemplares prehispá­ nicos con motivos coloniales, es un tema que obliga buscar respuestas. Su presencia es recurrente en los janamus y los afloramientos rocosos pero no es el único soporte donde podemos encontrarlos. A estos ejemplares se suma la abundancia de esgrafiados o grafitos pintados en estuco, madera y can­ tera "rosa" prácticamente en todos los espacios del conjunto arquitectónico franciscano. Se elabora­ ron mediante tres técnicas: por percusión, por incisión y esgrafiado (Cerda, 2006). Cerda (2006) los clasificó en marcadores numéricos; fechas, fitomorfos, simbólicos (cruces), elementos geométricos, inscripciones y juegos. El mismo autor asegura, además, que podrían considerarse como una fuente

91 de información histórica: "En los muros del convento han quedado huellas de nombres y fechas, símbolos religiosos, figuras humanas, animales y plantas, todo ello constituye una serie de informa­ ción que difícilmente se encuentra en documentos escritos, he ahí su relevancia, y en particular, la de los grafitos del convento de franciscano de Tzintzuntzan" (Idem, 18).

Las fechas son importantes por su valor histórico. Como ya se aclaró en el capítulo II la fecha de "1598" localizada en el almacén es muy sugerente, porque parece que fray Diego de Pila viajó de regreso a Europa en 1599 y es posible que la culminación de estas obras o reconstrucciones fuera en verdad en 1598 y no en 1596 y 1597. Cabe resaltar la fecha "1662" porque se acompaña de dos espi­ rales con extensión ondulatoria o "volutas", lo quiere decir que hay continuidad cultural de motivos con significado concreto. Por otro lado, el signo de la cruz con la evangelización fue significativo para los indígenas en Tzintzuntzan por su asociación con Dios: "Llamaban a las cruces Santa María, porque no habían oído la doctrina, y tenían a las cruces por dios, como los que ellos tenían" (RM, 679).

Entonces la Santa Cruz se convirtió en el símbolo del poder religioso y el dominio político, así como la manifestación del triunfo del bien sobre el mal (Sánchez Vázquez, 2002, 177), o como mues­ tra de su "conquista espiritual", sinónimo de "el árbol de la vida": "se erguió en los sitios donde fue­ ron derribados los ídolos en lo alto de los templos^También se colocó en los cerros y caminos, en los centros de poblaciones y aun en las esquinas de las mismas"( Santacruz Vargas, 2002, 192). Aunque algunas pudieron haber servido para marcar mojoneras o delimitaciones entre tierras pues abundan referencias coloniales al respecto (Roskamp, 2010, comunicación personal). Por otro lado la abun­ dancia de cruces "sobre petrograbados" o entre ellos en afloramientos rocosos cercanos a las yáca- tas, lo considero una evidencia de este tipo de acciones sobre éstos espacios: "Además de esto impu­ sieron aquellas gentes desde los principios en la veneración, culto y amor que debían tener a la Santa

Cruz, árbol de la vida, librándonos a todos de la eterna muerte; y así en los cerros más eminentes, en las plazas, en los barrios y en todas las casas les ponían cruces, con que se ahuyentaban los demo­ nios, y el uso de santiguarse con tan divina señal les servía para defenderse de las continuas asechan­ zas del enemigo" (Fr. Isidro Félix Espinosa, 1991, 87). Dicho de otra manera, los franciscanos santi­ guaron los espacios en donde antiguamente adoraban a sus dioses o llevaban a cabo rituales.

Igor Cerda (2006) interpreta a las series de líneas como "contadores numéricos", es decir, que se usaron para contar. Al igual, los cuatro cuadrados con líneas transversales, el mismo autor los clasifica como geométricos pero dadas sus características, se tratan de tableros para el juego del coyote (moskukua), introducido por los españoles y registrado etnográficamente en Tzintzuntzan por

Foster (1945), y por Beals y Carrasco (1964) para la meseta purépecha. Cerda (2006) también identi­

92 fica el diseño esgrafiado en uno de los muros del claustro alto y existen muchas evidencias de este juego en torno al lago de Pátzcuaro. El círculo con 52 líneas internas podría tratarse de algún marca­ dor numérico usado en la época colonial, pero es singular debido al significado que tuvo este número en Mesoamérica para la época prehispánica.

Existen dentro de los geométricos los círculos, que si bien ya no tuvieron el significado que en tiempos prehispánicos, es sugerente su representación. El caso del "círculo con punto", también se encuentra esgrafiado en los muros. Por lo que su relación con otros muchos grafitos de este espacio sugiere que fueron hechos con algún tipo de herramienta de acuerdo a Cerda: "Normalmente el pun­ to en el centro de cada círculo representa el eje de trazo y muestra haber sido hecho con un compás u otro objeto semejante" (Idem, 41). Una vez que descritos, clasificados e interpretados los grabados coloniales, surge la pregunta; ¿Quienes hicieron estos grabados? Es necesario voltear a ver los grafi­ tos en los muros de todo el complejo arquitectónico y observar detenidamente lo que se representa allí, pues hay relación en esta etapa de transición entre ciertos códigos que nos pueden ayudar a la comprensión de ambos horizontes.

Figura 14. Espiral esgrafiada y juego del coyote esgrafiado en la yacata 3

Es por demás interesante el re-uso de estos bloques prehispánicos, no ya como simple material de construcción sino para colocar fechas y cruces principalmente. No sabemos bien que significan los motivos geométricos, tampoco a qué evento(s) histórico(s) significativos corresponden todas las fe­ chas, pero la inclusión de esta información en el presente trabajo servirá para futuras investigaciones interdisciplinarias.

93 Por falta de más elementos sociales, históricos o arqueológicos para lograr la contextualización de todos los motivos iconográficos, no se puede alcanzar el tercer nivel o análisis iconològico, consisten­ te en interpretar el contenido temático, el significado de los motivos, o identificar el objetivo o senti­ do del registro. Lo que sí es viable es la generación de hipótesis para la propuesta de interpretación de al menos cinco unidades temáticas, resultado del análisis iconográfico. Se reconoce que el alcance factible tanto por la riqueza de los temas como por la gran variedad de diseños será de naturaleza introductoria y tentativa, ya que resulta imposible por ahora profundizar en cada uno puesto que cada tipo (107 sólo en los janamus) y cada variante clasificados podría convertirse en una sola unidad de análisis.

Presento entonces las cinco "unidades temáticas": El primero se denomina El pre diseño: ar­ tesanos de la piedra donde mediante el contexto dinámico y la arqueología experimental indago sobre el papel de los especialistas hacedores de los petrograbados. La segunda unidad se conforma por las formas armónicas y las dimensiones implícitas en estos motivos, las cuales evidencian ciertos patrones dignos de estudio. La unidad sobre la naturaleza simbólica investiga la relación de los moti­ vos con ciertos elementos como el agua, los astros, varios personajes, los animales y las plantas entre otros. En las restantes unidades denominadas Grabados para contar y el K'uilichi Ch'anakua: cosmo­ grama, planteo mí propuesta en relación a las series de líneas y diagramas de "puntos".

4.1.1 Contexto dinámico

Consideré como la primera unidad de análisis el pre-diseño en los petrograbados prehispánicos dada la enorme variedad de motivos identificados mediante la clasificación. La intención en este caso es tratar de comprender cómo y quién o quiénes pudieron haber planificado y ejecutado estos graba­ dos. Por ello me propuse identificar con qué técnicas y herramientas puede hacerse un petrograbado

94 y una escultura; por lo que realicé un estudio de caso entre los artesanos que trabajan actualmente la piedra. También cuánto tiempo y qué herramientas se requieren por ejemplo para hacer un blo­ que de seis lados o janamu y algunos motivos.

En 2009 tuve una primera experiencia entrevistando a artesanos sobre este mismo tema en la comunidad de Plazuelas, en Pénjamo, . La información acumulada se dividió en dos líneas de investigación. Una enfocada en las técnicas, manufactura y obtención de recursos para la elabora­ ción de grabados artesanales; y otra orientada hacia la iconografía de los petrograbados localizados en la zona arqueológica de Plazuelas. Llegamos entonces a tres conclusiones muy interesantes: a)

Todos los miembros de la familia participan de alguna manera en el proceso, y no es una actividad de tiempo completo, b) Siempre se establece un pre-diseño o boceto para cualquier obra, y c) Las técni­ cas son similares entre artesanos, pero hay diferencias en la calidad del desbaste de la piedra y algu­ nos han ido evolucionando las herramientas para obtener un mejor resultado de acuerdo a gustos y estilos. Debido a estos resultados consideré en esta ocasión presenciar en Tzintzuntzan la ejecución de una obra en todos sus pasos dentro de un contexto dinámico. Por lo que luego de indagar quiénes eran y dónde trabajan los artesanos más experimentados de la región, en su mayoría me indicaron ir a las comunidades de Ojo de Agua y Patambicho a entrevistar a la familia Villeda, especialmente a

Don José Miguel Villeda y a los hermanos Torres.

Gerardo Torres Parías, hermano de Bernardo fue al primero que contacté. Dice Gerardo que ellos trabajan la piedra volcánica o basalto desde niños: "mi padre nos enseñó desde pequeños, aunque antes se dedicaba a la pesca, pero luego empezó a hacer metates y subía al Yahuarato a una veta a traer una piedra bien dura" (Gerardo Torres, comunicación personal, 2010). Comenta que José Mi­ guel Villeda que vive en la comunidad Ojo de Agua fue muy amigo de su papá, e iniciaron juntos ésta tradición. Ahora son más de diez familias de canteros en todo el municipio, incluso existen revende­ dores. Pero pronto su padre comenzó a labrar no sólo metates sino ídolos o artesanías de janamu para los turistas, imitando los llamados "monos antiguos".

Aunque aprendió a hacer todo tipo de esculturas con su padre a Gerardo lo que más le gusta es hacer "Vírgenes" y "San Franciscos". Sus creaciones o versiones propias son la "mojarra", la "carpa", los "hongos" y las "canoas"; y vende piezas que van desde los 25 hasta los 60 mil pesos. La escultura o utensilio que más piden son los "filtros" de cantera (de 40 x 40 o 30 x30 cm).

Señala que no toda la piedra sirve para el propósito de destilación de agua. Si algo sabemos, dice es "qué piedra es más dura que otra". En este sentido identifica al menos cuatro tipos de "dureza", y en función de ello planifica qué preforma y qué herramientas utilizará de acuerdo al tipo de artesan­

95 ía30: "todo depende, si hay que hacerle muchos detalles, es mejor la mas blandita". Él llama "negra" y

"blanca" a las "canteras" más duras, "rosada o salmón" a la suaves y "gris" a la más maleable de todas. Este material lo consiguen en su totalidad de una veta en Morelia que provee prácticamente a todos los artesanos de Tzintzuntzan. Aunque hay piedra del cerro Yahuarato que llaman "laja", y que asegura sería la más dura de todas; mientras los metates comenta se hacían y aún se hacen con pie­ dra "azul" o "cerrada", un poco más suave. También usan algunos de ellos la piedra más suave y fácil de trabajar de todas: el janamu "chinito". Gracias a su disponibilidad este artesano me permitió re­ gistrar los pasos que realiza para concretar una escultura, en este caso optamos por una pequeña.

Primero de una preforma desprendió de un bloque mayor uno menor31: "se hacen unas cuñas al mero centro, luego otras dos a la mitad de cada lado, depende que tan grande sea la piedra" (Gerar­ do Torres, comunicación personal, 2010). Es muy interesante que el primer paso de cualquier ejecu­ ción siempre sea encontrar "el centro": "luego que dibujo el centro y hago una línea a la mitad, ya me figuro toda la imagen en el bloque y empiezo a desbastar la piedra" (Gerardo Torres, comunica­ ción personal, 2010). El cincel que se usa depende de la dimensión de la preforma.

Figura 15. Contexto dinámico o áreas de actividad común de Patambicho y Ojo de Agua.

Las herramientas que utilizan regularmente son lija, malla y janamu para alizar y pulir superficies. Cinceles de Yi hasta 10 cm para desbastar o rebajar la piedra. Luego se quita el polvo con una escobeta pequeña. Cinta métrica, escuadra, regla para rayar (Ver Fig. 57). 31Es el mismo paso tanto en cantera como en janamu.

96 En seguida, el artesano toma la medida del alto y largo de una figura en este caso rectangular y hace un boceto de ésta desbastando un bloque casi regular. Posteriormente se talla este bloque con fibra metálica y con un pedazo de janamu se pule. Una vez cortada y tallado el bloque (de 15x20 cm) por un lado traza un boceto o pre-diseño con regla y lápiz de la figura antropomorfa a ejecutar.

Figura 16. Cadena operativa: 1: Obtención de preforma y boceto del bloque, 2: Desbaste y pulido. 3: Boceto del diseño, desbaste, 4: Detallado y pulimentado de la escultura.

Finalmente se rebaja dando forma a los contornos de acuerdo a las protuberancias que sean necesa­ rias remover. En este proceso se utiliza un cincel más delgado. Acabada la pieza se pule con una lija muy fina, aunque también puede dejarse otros acabados. Decidimos ejecutar un par de motivos a la escultura, para los cuales se hizo un boceto a lápiz y se remarcó un par de veces las líneas con un cincel muy pequeño volviéndose a pulir la superficie para darlo por terminado.

4.1.2 Arqueología experimental

Como parte complementaria de ésta investigación sobre el pre-diseño decidí realizar la ejecución de un petrograbado (espiral doble divergente) sólo utilizando basaltos de la región de estudio. Pues en un principio Gerardo Torres con sólo treinta golpes hizo una espiral concéntrica 10x10 cm (Fig. 23), pero utilizó una herramienta de acero templado.

Deseando entonces medir el proceso con mayor detenimiento preparé un pequeño ejercicio de gabinete. Este consistió en utilizar un "janamu rojo" como soporte y un "laja de basalto" con una punta natural a manera de percutor. Luego generé un espacio hueco para que no se moviera el so­ porte durante el proceso de desbaste.

97 Figura 17. Ejecución de un diseño de petrograbado con "Laja contra janamu": 1) Medida y marca del boceto o pre-diseño. 2) Percusión, y 3) resultado.

En seguida hice un boceto con gis blanco de 5x10 cm. casi al centro. A partir de entonces comencé a realizar golpes de ida y regreso más o menos uniformes siguiendo la línea banca. El resultado se dio luego de al menos de doscientos golpes. En menos de 5 minutos había una profundidad de al menos medio centímetro, suficiente para que se distinguiera el motivo. Haber tomado fotos a este proceso me permitió observar las huellas que deja el golpe del percutor sobre distintos soportes, tanto entre los artesanos de la piedra en Tzintzuntzan, como en mi propio ejercicio. Ello me ha encaminado a realizar la siguiente afirmación: Hay petrograbados que

"no fueron terminados" o "se intentaron borrar". Pues aun se ven las huellas de los golpes del percu­ tor.

Figura 18. Herramienta y huellas de golpe o desbaste, dos petrograbados circulares posiblemente "no termi­ nados" o que "se intentaron borrar".

98 Otra inferencia que puede hacerse con éstas analogías es que en los grabados coloniales la técnica en algunos casos llega a ser muy pobre o deficiente, a diferencia de la ejecución por los especialistas de los grabados prehispánicos. Por ejemplo, un simple círculo o una cruz no tienen la simetría, frecuen­ cia o ritmo en el careo de la piedra que hace que se vea "chinita" y uniforme la superficie32.

También es obvio que se puede medir la dimensión de la punta del percutor de manera indi­ recta, o sea midiendo la huella que queda en el soporte. Pues en un contexto dinámico de acuerdo a la dimensión del percutor y el ángulo de golpeo se define la huella que queda en la superficie. En relación a las huellas o marcas que dejan los distintos tipos de percutores, es evidente que se requie­ ren tres tipos de ellos en el proceso de manufactura, y la medida de su punta varia de 10 a 1.5 cm.

En resumen el ejercicio indica lo relativamente sencillo que resulta hacer un motivo en jana- mu con una simple laja, mucho más lo debió de haber sido con las herramientas adecuadas. Aunque hacer un bloque, cientos o miles como los hay en la zona arqueológica, el conjunto arquitectónico franciscano, en toda la cabecera municipal y grabar cientos de piedras en afloramientos en torno a este sitio, sí parece haber sido un trabajo de ejecutores de tiempo completo.

4.1.3 Especialización artesanal

Luego de ver y realizar el proceso de trabajo que implica "hacer un petrograbado", una última pre­ gunta que hice a los artesanos fue cómo conciben ellos que se hicieron los petrograbados que hay en su comunidad. También si consideran éste un trabajo o no de especialistas de tiempo completo.

Al respecto el artesano de más experiencia en Tzintzuntzan, José Miguel Villeda Hinojoza, cree que las personas que realizaron los petrograbados debieron haber sido especialistas, más no de tiempo completo, ya que supone realizaban otra clase de actividades. De no ser así dice hubiera mi­ les de ellas por todos lados, y si hay muchas pero no en exceso. Él piensa también que un janamu como los que revisten "Las Yácatas" con las herramientas que él tiene se hace en tres o cuatro horas o día de trabajo. Además recuerda que los ancianos siempre decían que había mucho janamu en el cerro del Zirate y que Las Yácatas las habían hecho con piedra que trajeron de una gran veta que hay en las faldas de ese cerro. Igual que la mayoría de canteros él clasifica éste material hasta en cuatro tipos: "gris", "rojo", "negro" y "azul" (y en todos los tipos varía el nivel de dureza). Por lo que janamu contra janamu, afirma Don Miguel puede hacerse un petrograbado. Caso que también se ha podido comprobar mediante la arqueología experimental.

2 Existen varios ejemplares en bajo relieve donde se observa esta técnica, o por ejemplo en las oquedades en paralelo pueden observarse distintas profundidades alcanzadas, por lo que las huellas o marcas del percutor aún son visibles.

99 Al igual que ellos, Gerardo Torres sugiere al respecto que "la gente de antes" debieron ser expertos en golpear la piedra. Además asegura que para trabajar la "cantera" un cincel debe ser de acero bien templado si no, no sirve. Pero el "janamu azul" sobre los que se hacen la mayoría de los petrograbados en afloramientos rocosos de su comunidad, dijo que sólo se les rebaja un poco la te- cata de la superficie porque es piedra muy dura. Sobre cómo pudieron haber hecho los petrograba­ dos agregó: "creo que para hacer los petroglifos utilizaban una hacha, mi hermano y yo antes veía­ mos esas piedras duras, la herramienta se parecía como ésta, con mango y luego golpeaban mucho pa quitar la tecata, por eso se ve chinita la superficie de los dibujos" (Gerardo Torres, comunicación personal, 2010). Sin duda, el conocimiento sobre el uso adecuado de herramientas, materiales y den­ sidades, nos indican que quienes trabajaron en Tzintzuntzan haciendo petrograbados debieron con­ tar con una amplia experiencia y una calidad de especialistas.

Ahora bien, ¿se podría proponer la existencia en Tzintzuntzan de un grupo de especialistas artesanos de la piedra, que no sólo hacían bloques para revestir edificaciones sino que creaba a todo tipo de esculturas? En este sentido la Relación de Michoacán menciona el oficio de tiempo completo y hereditario de cacari o jefe de "canteros y pedreros (cacacha)". Se habla incluso que existía un

"mayordomo mayor" y tenía unos "mandoncillos", y que había muchos de ellos cuando se escribió

éste documento33. Lo que supondría que en efecto hubo un jefe y un gran grupo de especialistas purépechas de manera similar a otras sociedades mesoamericanas34: "Había un mayordomo mayor diputado sobre todos los oficiales para hacer casas, que eran más de dos mil, otros mil para la renovación de los qúes, que hacían muchas veces. No entendían en

otra cosa mas de hacer casas e qúes, que mandaba el cazonci, y destos hay todavía muchos.

Había otro llamado cacari, diputado mayor sobre todos los canteros y pedreros, mayordomo ma­ yor de este oficio, y ellos tenían otros mandoncillos entre sí. Destos hay todavía muchos, con uno que los tiene en cargo" (176-177 RM).

3 Claudia Espejel (2008, 37) supone que estos canteros se representan en la lámina 2 con una tela, símbolo de su oficio, pues cree que también labraban piedras preciosas. Por mi parte considero que este objeto podría tratarse de un trozo de janamu para pulir. También parece que el personaje podría sostener dos objetos. 34 Sahagún describe así a los especialistas en la Historia General de las cosas de la Nueva España: "El cantero tiene fuerzas, es recio, ligero y diestro en labrar y aderezar cualquier piedra. El buen cantero es buen oficial, entendido, hábil en labrar la piedra, en desbastar, esquinar, y hender con la cuna, hacer arcos, esculpir, labrar la piedra artificiosamente" (Sahagún, 1989, 192 y 193).

100 Figura 19. a. Don José Villeda, b. Gerardo Torres y c. Detalle Cacari y Cocacho" fRM, 173)

Quiero agregar que debido a la necesidad de crear un boceto o pre-diseño en cualquier obra en pie­ dra, y la simetría con la que están hechos y medidos los janamus de las yácatas, supongo unos dise­

ñadores y hacedores de petrograbados con técnicas y conocimiento exclusivo. Ellos también debie­ ron además contar o desarrollar conocimientos sobre la función y el significado de los signos como del entorno natural, pues por ejemplo serían los indicados para la identificación y extracción de cier­ to tipo de vetas según el tipo de material que requirieran.

Para el pre-diseño sería indispensable que ellos estuvieran familiarizados con la geometría, y contar con suficiente fuerza física y destreza para ejecutar técnicas de desbaste y careo. También el conocimiento sobre el uso de distintas herramientas adecuadas para cada parte del proceso de tra­ bajo, pudo ser similar a lo que se observa en un contexto dinámico. Pareciera también que estos especialistas eligieron la posición y las formas naturales de algunas rocas, así como ciertos lados para ejecutar motivos. Lo que hace suponer que eran expertos lectores del paisaje y del contexto natural, lo que reafirma la idea de una planeación.

4.2 Análisis milimétrico 4.2.1 Constantes en bloques y diseños

Ciertas constantes se identificaron en los bloques y los diseños como se desprende del análisis mi­ limétrico. El calco de los petrograbados se realizó con plástico a escala 1:1 y al ser translúcido, sólo tuve que colocar detrás papel milimétrico lo que me permitió medir y observar a precisión la geo­ metría de diseños y bloques. Una de las hipótesis planteadas en un principio se relaciona con la exis­ tencia de un boceto o pre-diseño geométrico y un sistema antropométrico de medidas implícito en

101 los petrograbados. También considero las formas armónicas que estos cánones establecen y su posi­ ble significación en el pensamiento mítico mesoamericano.

El primer dato que saltó a la vista y que considero sumamente sugerentes mostró que existe un límite o constante métrica tanto para todos los bloques como para todos los diseños: Por un lado los bloques {janamus) nunca excederán los 80 cm de largo o alto y los diseños no podrán ser mayores de 40 cm. Podemos encontrar entonces un mismo diseño, por ejemplo la oquedad circular o la espi­ ral básica que miden desde 2.5 cm hasta 40 cm. Esta secuencia de medidas evoluciona de 2.5 en 2.5 cm.

Figura 20. La distancia de 2.5 cm en el "centro" del "diagrama de 72 puntos" entre cada uno, espiral concéntrica de 10 x15 cm y espiral doble divergente de 5 x 15 cm. Resulta evidente por dos motivos que hay detrás de estas medidas un sistema antropométrico. Para el caso de los purépechas la medida promedio registrada es de 1.59 en los hombres y 1.48 cm para las mujeres (Suárez Jiménez, 2009, 70). Monica Suárez (2009) sugiere un canon indígena: "Desde luego no existe un método establecido para este tipo de estudio métrico, aunque el modelo común del estudio de las medidas indígenas empleado por varios autores ha sido la braza" (Idem, 71). Por ejemplo para el caso de los nahuas el sistema de medidas antropométrico que ha sido estudiado por

Ma. Teresa Sepúlveda y Herrera (2003, 12), quien identifica las medidas 1.60 m cennequetzalli, .80 m cocalli y .40 m cemmolícpitl ("La Medida"). Pero no conozco ningún estudio sobre este tema para la cultura purépecha, aunque como dato etnohistórico se encuentra ésta referencia en la RM sobre el uso de un canon de medidas: "Y sacaban cuarenta varas de palo recio que tienen unas puntas, y unas dos brazas en largo, y tenían unos ganchos" (RM, 194). Nuevamente la braza aparece como la cons­ tante35.

5 Que no es otra cosa que la estatura promedio indígena o la longitud de las manos extendidas (circa 1.60 cm) o un brazo extendido del hombro al dedo cordial (circa 80 cm), o del codo al dedo cordial con el brazo extendi­ do (circa 40 a 45 cm.)(Ibid.)

102 Tenemos entonces como inferencia que en Tzintzuntzan se utilizó el "codo" y la "media bra­ za" o "vara" para hacer bloques y diseños. Pues las constantes fueron 40 y 80 cm. Además el diseño o los diseños más pequeños se han llegado a registrar de 2.5 centímetros y la longitud mínima en un bloque es de 10 centímetros. Esto es, existen desdoblamientos (por ejemplo de una cuerda36) a partir de 1.60 y obtenemos así todas las medidas para pre-diseñar cualquier bloque y diseño. Incluso la relación o división entre el largo y el ancho de algunos rectángulos que se forman en ambos casos merece un análisis más profundo, ya que estamos ante la evidencia del uso de la sección áurea. Todo ello supone una "geometría sagrada", esto es, una práctica y un conocimiento especializado en los

"hacedores y diseñadores de petrograbados" de Tzintzuntzan.

4.2.2 La armonía de las formas

Otra observación a partir del análisis con papel milimétrico reveló patrones en dos formas armónicas.

Cualquier diseño se "enmarca" ya sea en un círculo un cuadrado o un rectángulo. Incluso cualquier janamu es o bien un cuadro o bien un rectángulo.

Estas figuras geométricas no son fortuitas y denotan no sólo pre-diseño sino planeación en función de ciertos cánones, a saber, los artesanos sólo desearon crear diseños que tengan como base un círculo un cuadrado o un rectángulo. Entonces estas figuras que podríamos llamar básicas guar­ darían cierto significado para los diseñadores y quienes se comunicaban mediante ellas: "al no contar con escritura fonética, las figuras geométricas fueron cargadas de conceptos, creando así símbolos: estos a su vez se agruparon de tal manera que pudieran ser comprendidos inequívocamente por la personas iniciadas en su interpretación" (Martínez del Sobral, 2000, 247).

Para Margarita Martínez de Sobral (2000) el círculo es la figura donde los puntos se encuen­ tran equidistantes al centro, y de él se derivan tanto el hexágono y el triángulo equilátero. Esta forma geométrica es muy interesante porque en algunos petrograbados, como por ejemplo el marcador solar de Quiringuicharo (Nicolau et al., 2003) a mi parecer, el diseño de mayores dimensiones y el más elaborado por la cantidad y patrón de disposición de todos sus elementos. Este modelo geomé­ trico o "cruz punteada" ampliamente difundida en Mesoamérica, sin hablar de su simbolismo y con­ tenido numerológico, sino sólo por su medida se podría considerar un canon, pues mide exactamen­ te 1.60 cm de diámetro37.

36 "A partir de instrumentos sencillos -como mecates y estacas, que quizá con el tiempo se transformaron en compás- los artistas encontraron una forma rigurosa, consistente y matemática para expresarse" (Idem, 12) 37 De acuerdo al calco 1:1 que llevamos a cabo con la compañera Tatiana Gómez en 2009. Muy cerca de este ejemplar, también calcamos otro "marcador" muy erosionado, cuya dinámetro es de 1.20 cm.

103 Para la misma autora el cuadrado o cuadrilátero de ángulos y lados iguales, fue muy impor­ tante en tiempos prehispánicos, ya que de este se derivan todos los rectángulos básicos. Caso muy particular son cierto tipo rectángulos por la diferencia de sus lados: "Los rectángulos están relacionados con la tierra, ya que los genera un cuadrado. Nos hablan de la tierra en forma dinámica. Puesto que, por definición, un rectángulo es igual a un cuadrado menos una unidad, se tendrá un lado mayor que el otro. Esta diferencia es la que motiva la creación, el movimien- to....los rectángulos tienen un lado mayor que el otro en una unidad de medida. Al faltarle o sobrarle una unidad, al existir una diferencia entre la longitud de sus lados, se pueden trazar sus ejes de creci­ miento armónico y desarrollar una espiral de crecimiento. Esto ocurre con todos los rectángulos, razón por la que estas figuras fueron tan utilizadas por los geómetras mesoamericanos, porque generan espi­ rales de crecimiento, lo que no sucede con el cuadrado, que así considerado es estático^dicho rectán­ gulo genera vida" (Idem, 244).

Sin duda estos cánones forman parte de una estrategia más compleja que va más allá de la elección de la forma más armónica, visualmente hablando. Podemos entonces suponer que en Tzintzuntzan se utilizó un sistema o modelo geométrico que les ayudó a generar todos los motivos.

Modelo geométrico mesoamericano para generar cualquier diseño

Margarita Martínez del Sobral, Geometría mesoamericana, Op. Cit. p. 182, 2000.

Figura 21. Rectángulo áureo mesoamericano y modelos geométricos

Incluso de acuerdo a Martínez del Sobral sabemos que las culturas antiguas en Mesoamérica logra­ ron encontrar y usar el rectángulo conmensurable o estático y el rectángulo inconmensurable o áu­ reo, el cual fue usado preponderantemente en la arquitectura y en los diseños prehispánicos. Hay dos sistemas de esta geometría según esta autora; uno de múltiplos y submúltiplos de una unidad inicial y otro de relaciones en proporción áurea a partir de esa unidad. También parece un hecho que a las formas geométricas se les asociaron conceptos: "Estas diversas constantes de la división armó­ nica del cuadro, son un claro ejemplo de cómo los individuos mesoamericanos, a partir de la obser­ vación de la naturaleza y de una tradición persistente, encontraron en la geometría ciertas formas sofisticadas para representar cualquier concepto" (Idem, 26).

Nuevamente tanto la forma como la dimensión de bloques y diseños guardan relación con algún tipo de geometría que respetaba ciertos cánones: el cuadrado, el círculo y el rectángulo, y el

104 codo, la braza y por ende la vara^^. Muy interesante es notar que éstas medidas y simetría en la for­ mas continúan respetándose en afloramientos rocosos. Por lo que es evidente suponer otra nueva relación entre ambos janamus y los afloramientos rocosos cercanos además de la relación espacial y la iconográfica. Las formas armónicas reflejan también la especialización y el cuidado con que fueron concebidas, planeadas y ejecutadas estas MGR.

4.3 La naturaleza simbólica

Recordamos en principio que el pensamiento mítico en Mesoamérica se expresaba mediante los signos y según Westheim (1957, 38) la relación entre el mito y la realidad es "Decisiva^relación de

índole mágico-mítica -muy remota a veces para el criterio racionalista- que transforma la realidad real en otra realidad imaginaria y hace que el fenómeno natural adopte, en una existencia trascen­ dental, una nueva significación". Entonces de acuerdo a este pensamiento mítico estamos ante una naturaleza simbólica donde los elementos como el agua, el aire, la tierra y el fuego debieron contar con elementos gráficos para su representación. En este mismo sentido habría o debería haber imá­ genes que hicieran parte de esta relación mágico-mítica con los astros, las plantas, los animales y las deidades (con apariencia humana).

4.3.1 El agua

Según Mountjoy (2000, 10) la mayoría de los petrograbados al menos en el Occidente puedan expli­ carse por su referencia a tres conceptos interrelacionados: el sol, el agua y la fertilidad.

Al respecto de los dos últimos conceptos el grupo de las espirales identificado es el más numero­ so y diverso de todo el corpus, y sugiere su vinculación con la representación de elementos simbóli­ cos alusivos a este vital líquido. En lugares como Tzocurio-Patambicho, Ojo de Agua y Tarerio los mo­ tivos de "espirales" o "espiraloides" son la mayoría por lo que su vinculación geográfica con ojos de agua, ríos, arroyos y el mismo lago parece innegable.

Por tanto en este caso donde haya fuentes de agua predominan estos motivos. Por ejemplo exis­ ten dos ejemplares*39 de líneas ondulatorias paralelas y pozas solas o agrupadas con "canaletas" orientadas a puntos cardinales. Ejemplares de esta clase fueron localizados en afloramientos rocosos

8 Aún pescadores de Tzintzuntzan y el lago de Pátzcuaro suelen medir en "varas" la madera que requieren para hacer una canoa. 39 (Ver variantes C9.14 y B2.7)

105 de estos sitios y en torno a Las Yácatas. Podríamos estar ante actividades rituales o actos propiciato­ rios vinculados al "agua" u otros "líquidos sagrados": "nosotros consideramos que su verdadera fun­ ción, uso ritual y religioso relacionado con la lluvia, Tláloc, el Sol y las observaciones astronómicas de los calendarios en el horizonte" (Zimbrón, 2008, 23). Para el mismo autor (2008, 57) las "pocitas ais­ ladas en piedra" pueden ser de tres clases: naturales, talladas por mano indígena y combinación de ambas y asocia su función con "Juegos hidráulicos rituales" o "sistemas hidráulicos en miniatura".

Figura 22. a. Espiral concéntrica, b. oquedad cuadricular con líneas ondulatorias, c. motivo faliforme y d. Triangulo y espiral.

Otro elemento relacionado a la fertilidad es la representación del "falo", ejemplar que aparece al menos en una ocasión y está alineado N-S (fig. 20). La variante C2.4 que se describe simplemente como un "triangulo y una espiral concéntrica" podría consistir en una articulación que denote su significado. Porque si la espiral concéntrica se relaciona principalmente con el "agua" (aunque tam­ bién con el "viento" o "fuego"), el otro elemento triangular puede sugerir un "cerro" y las marcas laterales sus "estribaciones". Esta combinación o articulación intencional de signos alude a algún locativo como "cerro de o del_".

Se encuentra también el caso de la espiral con extensión ondulatoria ("voluta" o "vírgula") en janamus (tipo C3 y sus once variantes) que más que al agua podría hacer alusión a otros elementos:

¿Se puede asociar ésta al "viento", el "fuego", la "voz" o la "palabra" como ocurre en varias partes de

Mesoamérica? Mientras las espirales dobles divergentes ¿podrían interpretarse como "nubes" y/o

"remolinos"?; y las espirales concéntricas o con líneas ondulatorias en general ¿con "agua"? El pro­ blema ahora es que no hay símbolo más universal que la espiral y su simbolismo sería múltiple y por el momento convengo en que opera de acuerdo al contexto donde se encuentre, así como su articu­ lación con los elementos iconográficos que la acompañen.

106 4.3.2 Los astros

En general casi todos los círculos y por su puesto los clasificados como "estelimorfos", incluso los

"fitomorfos" podrían relacionarse o ser la representación sistemática de conceptos o elementos sig­ nificativos del cielo: el sol, la luna, las estrellas y eventos estelares como eclipses o cometas. Para autores como Broda (1996) estos elementos celestes formaban parte de sus principales observacio­ nes ligadas al calendario: "Entre las observaciones ligadas al calendario destacan la determinación exacta del año trópico, "los meses sinódicos de la luna, los ciclos sinódicos del sol y la luna, el ciclo de

Venus y la observación de las pléyades" (Idem, 436). Considero que hay evidencia de una cosmovi- sión y su representación gráfica en al menos diez tipos iconográficos identificados en Tzintzuntzan. Los cuales podrían considerarse como auténticos "cosmogramas"40, cuyo concepto es similar o idén­ tico al de "quincunce" (un centro y sus cuatro puntos equidistantes) el cual ha sido identificado por

Bonifaz Nuño e interpretado como símbolo cosmogónico (Quesada, 2006, 13).

Quesada (2006) asegura en su hipótesis principal que toda la escritura en Mesoamérica está sucinta a cuatro signos básicos. Uno de ellos es el quincunce (o signo cuatro), los otros tres son: El signo Uno (forma horizontal con extremos descendentes), el signo Dos (dos elementos o subunida­ des estrechamente ligadas y equivalentes) y el signo Tres (tres elementos parcialmente idénticos, ya sea lineal, triangular o equidistante) (Quesada 2006, 24-28). La interpretación de acuerdo a Quesada

(Idem, 37 y 38) de estos tres signos pan-mesoamericanos, sería la siguiente: el signo Uno, es la iden­ tidad misma de Tlaloc, el Dos son los dioses creadores, y el Tres la alianza establecida entre estos dioses y el ser humano.

En cuanto al "bull-eyes" que menciona Pollard (1993) descrito como "círculo con oquedad in­ terna" o "concéntrico con oquedad interna"41 se sugiere su relación con el sol o la representaciones de este astro como "la cara del sol"42. Para autores como Mountjoy existen varias formas de repre­ sentarlo siendo la más sencilla el pocito, pero existen otras más elaboradas como los círculos concén­ tricos y los rayos agregados al pocito o hasta el sol como ser humano (Idem, 2000, 10).

40Se entiende por cosmograma un diseño que representa la concepción del cosmos (orden) mediante una serie de puntos de referencia equidistantes a partir de un centro. (ver ejemplos de cosmogramas mesoamericanos en Broda (2000) y Kohler (1982)( p. 240, Figs. 9 y Fig. 6) Ver. tipos D2 y D4. ■ Ver tipo E21.

107 Figura 23. Posibles signos: a. "movimiento", b. "año" y c. "sol-antropomorfo"

También se encuentra en este grupo la representación de lo que creo es el signo "Año"43, o una adopción y/o transformación del mismo (Filini, comunicación personal, 2009). Otro elemento singu­ lar que abordaré más adelante es el que considero como el signo "Movimiento"44, muy similar al que se representa por ejemplo en Teotihuacan y en códices como el Florentino, el Borbónico y el Borgia.

Para María del Carmen Lechuga y Norma Guadalupe Peñaflores (2002), este signo se usó en relación al calendario y como cosmograma durante el período posclásico:

"Como símbolo calendárico y cosmogónico entre los pueblos del centro de Mesoamérica estuvo asocia­ do con la dualidad sol-tierra, pues se consideraba que en aquel tiempo se vivía en el Quinto Sol^.Generalmente se aceptaba que el ollin, como una "X", delimitaba el plano terrestre concebido en forma horizontal, donde las bandas cruzadas corresponderían a la abstracta noción indígena de los cua­ tro rumbos de la tierra y su centro, los cuales no estarían marcando los cuatro puntos cardinales geográ­ ficos, sino los cuatro puntos solsticiales con un centro en el cenit o cruce de ambas líneas"(Idem, 221 y 222). Finalmente el único estelimorfo junto con el signo "Movimiento" en afloramientos rocosos, podría ser la representación de la "luna" o mejor dicho una "media luna"45, elemento que abordaré más a detalle por su vinculación con otra unidad temática.

4.3.3 Los personajes

Si bien los antropomorfos conforman uno de los grupos más sugerentes, es sólo parte de ellos los que realmente podrían contribuir con datos para orientarnos sobre sus posibles significados. Por

Ver tipo I2. ' Ver tipo P7. ' Ver tipo O1.

108 ejemplo los que contienen elementos distintivos como tocados en la cabeza, la posición de las manos hacia arriba o abajo y los que se relacionan entre sí o portan alguna clase de objeto.

Recordemos en este sentido que en la RM el oficio de los individuos se representa con el ob­ jeto al que se relaciona su actividad principal. Esto es, tratan de representar acciones o verbos: "el que tiene tal oficio" o "el que hace tal cosa con tal objeto". Supongo entonces que podríamos tener representados en Tzintzuntzan bajo esta clase de articulación a "la pareja y el círculo"46; "el hombre boca abajo y la espiral triple"47, "el portador de círculo"48, "el portador del rectángulo"49, "el porta­ dor de la punta larga"50 y "el portador de la punta corta"51.

Las asociaciones de estas articulaciones podrían ser múltiples en cada caso. El hombre en posición descendiente tal vez con un sólo pie o los dos juntos y la espiral triple podrían indicar ¿un

"hombre muerto" o "sacrificado"? Por ejemplo podría tratarse de un "cuchillo de sacrificio" de acuerdo a la interpretación de Piña Chan (1992, 108) sobre este signo denominado "remolino" para la cultura zapoteca. Sobre "El hombre del círculo o la esfera" se puede suponer ¿un "escudo" o una

"pelota"?; y "El portador del rectángulo" ¿un "bolso" o una "ofrenda"?, y "el portador de la punta larga" ¿una "lanza" o "bastón de mando"?

Figura 24. El "brazo y objeto" y tres representaciones antropomorfas

Sobre uno de estos ejemplares (H2.5) se ha vertido la hipótesis que representa a un "flautista"

(Hernández, 2006), pero no coincido por lo siguiente: 1) El personaje porta un objeto "ancho arriba y

' Ver variante H3.5. Ver variante H4.2. ' Ver variante H2.3 (Pero como es alto relieve podría tratarse de una "esfera"). ' Ver variante 3.5. ' Ver variante H2.2. Ver variante H2.5.

109 delgado o puntiagudo abajo" (ver fig. 24 y tipo H2.5), y las "flautas" suelen representarse según su forma: de perfil lucen "rectas" o "cónicas". 2) Si las dos manos sujetan la parte delgada donde se introducen los labios, pero no la toca o acerca la boca, entonces el supuesto "flautista" tiene o tendr­

ía su flauta al revés. 3) La interpretación podría ser múltiple: un "pintor" o un "hacedor de petrogra- bados con un cincel", un "sacrificador con una cuchillo de obsidiana, pedernal o hueso", entre otros.

Un único elemento interpretado de este grupo es insuficiente para generar tantas especulaciones como es el caso, propongo se estudie la serie "completa" de antropomorfos, al menos de los jana- mus que suman 38 ejemplares. De esta manera se evalúen las posibles actividades de acuerdo a pa­ trones más generales como la forma, posición corporal, indumentaria, objetos o elementos asocia­ dos.

También están en este grupo de antropomorfos lo que creo son "partes" del rostro como ojos, nariz y/o boca, o variantes que podrían ser "rostros" o "cabezas". Estas podrían tratarse como sucede en otros casos en Mesoamérica de mascaras, espíritus, ancestros o personajes importantes y significativos para su sociedad, incluso deidades. Por ejemplo el tipo H1.13 ubicado en la fachada noroeste de la Yácata 2 tiene una oquedad bajo la boca, lo que me sugiere la posibilidad de que trate de una insignia de identidad o estatus social: un "bezote".

Un antropomorfo sin duda significativo en los afloramientos rocosos ya que no abundan, es el tipo N2 que mira al sur y se ubica en las inmediaciones de la Gran Plataforma, por ser el ejemplar de mayores dimensiones (80 x 45 cm). Hay otro ejemplar (tipo N4) también cercano a esta área cuya posición semi-recostada y mirando al frente remite, como propone Martínez González (2010) a la postura de los Chac Mool. Se relaciona con otros ejemplares que sólo tienen tres dedos en manos y pies, y se asocia o articula con una serie de líneas rectas y una línea ondulatoria. También en aflora­ mientos las "caritas" se asocian a otros muchos motivos, por lo que cada escena podría interpretarse como un caso aparte, aunque existen patrones comunes de articulación en todas ellas.

Finalmente deseo comentar respecto de las esculturas antropomorfas en Tzintzuntzan, que coincido con autores como Eduardo Williams (1992, 97) para el caso de las encontradas en el Occi­ dente de México, ya que las ha interpretado: "como representaciones de ancestros tribales; algunas tenían una fuerza sobrenatural propia, y en algunos casos pudieron haber formado parte de ritos ligados al ciclo agrícola, tal vez como deidades de la fertilidad". En Tzintzuntzan de los doce ejempla­ res identificados al parecer se trata de peces, felinos, antropomorfos y tal vez antropo-zoomorfos.

110 4.3.4 Los animales

Los animales pueden considerarse como elementos significativos dentro de una cosmovisión más amplia y se proponen algunas hipótesis respecto de su significado. El tipo G1 podría ser una especie de ave rapaz, tal vez un "águila". Mientras que el ejemplar zoomorfo ubicado en Patambicho (tipo Ñ

1) es viable que se trate de "un ave que devora un reptil". Esta ave estaría "capturándolo" y "co­ miéndose la cabeza", ahora bien debido que a un costado hay otra "serpiente completa" se estaría reafirmando la idea tanto de ave o águila rapaz como de la presa o reptil.

Como también está el caso de una segunda ave rapaz en un janamu, si en efecto también se tratan de alguna clase de águila no es de extrañar su clara representación ya que este era un animal considerado con un alto grado de simbolismo por varias culturas en Mesoamérica. Podría ser el mis­ mo caso el de los purépechas y el linaje de los uacúsechas o "señores águila", quienes al parecer tu­ vieron en Tzintzuntzan una especie de zoológico donde tenían varias de ellas: "Había uno que era un guarda de las águilas grandes y las pequeñas y otros pájaros, que tena más de ochenta águilas reales y otras pequeñas, en jaulas. Y les daban de comer del común, gallinas. Había otros encargados de dar de comer a sus leones y adives y un tigre y un lobo que tenía" (RM, 180). Para Eduard Seler Uacus- thicáteme sería "águila poderosa o águila progenitora" por lo que José Corona Núñez (1986, 105) basándose tanto a la RM como al Codex Plancarte sugiere que las transformaciones y/o representa­ ciones de Curicaveri además del águila fueron el halcón; el pájaro, el pescado, la ardilla negra (tihui- me), el sol, la luna, la estrella, el aire, las fuentes de agua, el árbol y el cuchillo de sacrificio. Por su parte Isabel Terán considera que esta ave rapaz se relaciona con la divinidad, el poder, el sol, los gue­ rreros y gobernantes: "en la tradición occidental el águila se identifica con la divinidad y con el poder legitimado por ésta. Es así mismo un símbolo solar que se asocia con los guerreros por excelencia, los gobernantes, los conquistadores y los cazadores nómadas" (Terán, 2000, 295).

Figura 25. Motivos zoomorfos

111 Sobre el tipo G3 creo que puede considerarse como toda una "escena" donde participan o se articu­ lan cinco elementos. Esta composición es muy similar a la del Tepari52 , y el animal me parece más un roedor tal vez un "topo" o un conejo (fig. 23). Otras posibles representaciones podrían ser un venado (incompleto), una serpiente, una mariposa (incompleto) y tres caracoles. De acuerdo a Terán los zoomorfos como las águilas, las serpientes y los ratones podrían relacionarse con animales de su propio entorno y ser considerados como elementos mítico-simbólicos (Terán, 2000, 293-294).

Los caracoles posiblemente también sean representaciones del propio entorno, aunque el

"pentagrama con espiral interna" clasificado como estelimorfo es idéntico al caracol cortado -que porta al centro del escudo-, uno de los símbolos que distinguen a Quetzalcoatl (León Portilla, 2002).

Creo que en esculturas la representación de coyotes (R2, R2.3 y R2.4) y peces (R1, R1.1 y

R1.2) podrían asociarse propiamente a la cosmovisión purépecha y las mismas personas al perecer tuvieron relación con los peces: "Hacían arreglos y ofrendas con el no-ambakiti en estas piedras con forma de pescado disque para pescar mucho" (Don Marcos 2009, comunicación personal). Un felino

(R2.1) de este corpus posiblemente sea la representación de un lince rojo, también común en la re­ gión. También en este sentido simbólico los zoomorfos como los antropozoomorfos en el Occidente para Wiliams refieren a la idea del nagual: "Figuras antropo-zoomorfas y representaciones zoomor- fas, que pueden reflejar la idea del nagual como espíritu protector, o de un ancestro tribal que resul­ ta de la unión de un ser humano con un animal (tal vez totémico) en tiempos primordiales" (Ibid.).

4.3.5 Las plantas

Las fitomorfos constituyen un grupo iconográfico que aparece principalmente en los janamus, aun­ que hay un paralelismo en afloramientos rocosos y una sola coincidencia en el tipo I1 y N3. Estas representaciones podrían tratarse de "flores" en su mayoría. Las hay de cuatro, cinco, seis y hasta ocho "pétalos". Aunque reconozco que algunas podrían haberse clasificado como estelimorfos o viceversa.

Ver imagen del Tepari de Cohamiata, Jalisco (Fresán, 2002, 57).

112 El primer caso que consideré dada su repetición y contexto es el "triángulo con línea recta"

¿podría tratarse de un "grano de maíz"? A favor de ello considero que aunque se cuenta una vez en los janamus, se repite al menos quince veces en los afloramientos rocosos y en muchos casos aparece como motivo único o articulándose con las "series de líneas rectas". También podríamos hablar de una singular piedra (IH-9) en la que este signo parece articularse en una "escena" con un juego prehispánico en donde los granos de maíz podían utilizarse como dados o fichas. También con­ sidero que el contexto donde se ubican estos motivos son espacios utilizados por sociedades agrarias donde el grano de maíz era un elemento muy importante para su subsistencia, y posiblemente le guardaban un significativo espacial dentro de su cosmovisión. Otro que clasifico como "fitomorfo" y quizá represente a un "peyote" o tres de ellos, está también relacionado con los motivos del ejem­ plar anteriormente mencionado (tipo O2).

Otros casos singulares son la "flor de cuatro pétalos con oquedad interna" (tipo F9) que se asemeja a las encontradas en el Templo Mayor. El "círculo en torno a cuatro espirales dobles conver­ gentes" (tipos F2 y F3) coinciden con el topónimo interpretado como "Xochimilco" o "Lugar de flo­ res" (Sala azteca, MNA). Guarda similitud además con la representación en el códice matrisense del

"mes de las flores" o Tozoztli; y aparece en la escultura de Xochipilli o en la frente del tocado de la diosa del maíz Chicomecoatl (Sala azteca, MNA). No se ha podido precisar de qué hongo se trata, pero se supone según Álvarez Asomoza (2003) que se trata de un alucinógeno*54 .

Figura 26. Motivos fitomorfos

Ver cuadro comparativo que muestra algunos ejemplares de la Cueva de Dzibichen, Yucatán y el templo de las inscripciones en Tikal, Guatemala (Casado López et al, 1990, 578), pero han sido interpretados como ele­ mentos sexuales femeninos. 54 Álvarez Asomoza (2003, 38-41)

113 El caso de la "flor de cinco pétalos" (F11) es posible que haga alusión a una "flor de tabaco", lo que tampoco sería extraño ya que su uso y comercialización estaba muy arraigado en todo Mesoamérica.

De la misma manera un ejemplar similar está representado en la escultura del dios de las flores

Xochipilli (Sala Azteca, MNAH). Entonces sería viable pensar que los fitomorfos representaran sim­ plemente plantas y principalmente flores de la región o bien conceptos específicos complejos como por ejemplo cosmogramas o quincunces por su "centro y sus cuatro puntos equidistantes".

4.4 Grabados para contar

De acuerdo Paul Kirchhoff (1960, 9) era común entre las sociedades antiguas en Mesoamérica el uso del calendario que constaba de años de 18 meses de 20 días, más 5 días adicionales; combinación de

20 signos y 13 números para formar períodos de 260 días, combinación de los 2 períodos anteriores para formar un ciclo de 52 años y fiestas al final de éstos. Sobre lo que podría ser el sistema de cuen­ tas purépecha la Relación de Michoacán refiere el uso de "otro sistema" diferente o distintito al nahua: "Anticipose Hiuacha^y díjoles: "¿qué venís a decir?, ¿cómo, no venís a hablar de guerra?, Esperad, con­ taremos los días: el día de la caña y el día del agua, y el de la mona y la navaja, que yo Hiuacha no peleo, mas con mantas compro a los esclavos. Acostumbraban los mexicanos contar sus meses e días por unas figuras que tenían pintadas en unos papeles, una caña y agua y una mona y una navaja. Así hay veinte figuras, un perro, un venado, etcétera. Y contando por allí los días, tomaban sus agüeros para pelear y para ver el nacimiento de cada uno. Y esta cuenta parecía que tenía el señor Hiuacha y no los chichime- cas y por eso dice que contarán el día de la caña y del agua, etcétera. Oyendo lo que habló Hiuacha, Tangánxoan no pudo contener y dijo: "quién te dijo que cuentes los días?, Nosotros no peleamos con­ tando los días, mas traemos leña para los cúes y el sacerdote llamado curí y el sacrificador"( RM, Cap. XXIX, 209).

Relacionadas con lo que se puede lllamar "el sistema de cuentas" y precisamente con este calendario se encuentran el diseño de "rayitas", "escaleritas", "peines" o "series de líneas" como prefiero nom­ brarles. En este sentido el registro en Tzintzuntzan ha indicado que existen patrones en el contenido, orientación y disposición en afloramientos rocosos cercanos a la Gran Plataforma en relación preci­ samente a éstos números.

Estas "series" nunca exceden o es su límite las veinte líneas. La extensión de estas secuencias puede ir de 5 a 20 cm de ancho, y de 5 a 80 cm de alto. Tomando en cuenta su contenido numérico, orientación (N-S, E-O, SO-NE y SE-NO), disposición y recurrencia supongo pueden relacionarse con un sistema de numeración vigesimal ampliamente difundido en Mesoamérica. Es obvio que esta clase

114 de conocimientos debió estar relacionada a un grupo de especialistas no sólo que ejecutaba los gra­ bados sino que incluso pudo haber otros que diseñaban, medían y planeaban55: "El aumento en la complejidad social se liga a una mayor sofisticación en la observación y el desa­ rrollo del calendario, que a su vez se vincula con la elaboración de estructuras simbólicas de la cosmovi- sión. Es una sistematización para el control del tiempo por parte de las sociedades agrarias, en las cua­ les el excedente hace necesario medir y planear" (Aveni 1986, 14).

Figura 27. Series de líneas rectas in situ, Cabecera Municipal

El motivo de líneas rectas paralelas aparecen a veces en uno o varios los lados de la roca. Incluso se presentan en parte de arriba o en los "lomos" de ciertos afloramientos, aunque son más recurrentes en los costados. Pueden bien ser una serie de líneas o varias de ellas en paralelo, o con algún motivo u oquedad mayor al "final" -o "inicio"- de la secuencia56.

Estas series de líneas sólo son recurrentes en afloramientos rocosos, aunque existen cinco casos en janamus en los que su vinculación con otros motivos sugiere una cuenta (variantes C3.3,

C8.5 y C8.6). Otra característica de este diseño es que aparece prácticamente en los cinco sitios del municipio; luego entonces su recurrencia lo que me permitió observar ciertos patrones. Por ejemplo cerca de las Yácatas 147 de los 292 ejemplares registrados contienen principalmente series de líneas rectas. También manifiestan cierta codificación o articulación entre sí como con otros signos estable­ ciendo paralelismos y conjuntos significativos. Esta interpretación también debió darse en relación al paisaje, por lo que aún podría hacerse un análisis más profundo.

"El astrologo judiciario o nigromántico, tiene cuenta con los días, meses y años, al cual pertenece el conocer bien los caracteres de este arte^y según parece, los indios que las compusieron sabían ciertamente, se mostra­ ron filósofos naturales, solamente faltaron en el bisiesto"( Sahagún, 1989, 4 ) 56En el caso de la tabla calendárica de los indígenas de Chamula en cada día se representa con una línea, y una marca más gruesa marca el final de la veintena.

115 Es interesante ahora volver a comentar que estas abundantes series de líneas podrían ser cuentas y que además acompañan recurrentemente al "triángulo con línea interna" o el posible

"grano de maíz" (fig. 69). Pues si éstos eran espacios o contextos controlados por sociedades agrarias preocupadas en el control del tiempo no me parece tan desatinada esta posible interpretación u asociación de contextos y contenidos.

4.5 El K'uilichi Ch'anakua en Tzintzuntzan: Cosmograma mesoamericano

Deseo abordar más a fondo el caso de un diseño específico del juego de azar y destreza mental de­ nominado K'uilichi Ch'anakua por la presencia de varios petrograbados en Tzintzuntzan y por la ri­ queza de información histórica y etnográfica sobre su contenido y significado. Los ejemplares que se registraron in situ según su contexto, orientación y contenido podrían haber cumplido funciones distintas como calendáricas, como marcadores del paisaje y la orientación de las Yácatas. Su diseño mismo y una variedad de analogías me sugieren que es además una síntesis conceptual del universo o cosmograma.

Particularmente este diagrama de 72 puntos (o 76 cuando tiene las cuatro "entradas") ya ha sido localizado en Tziracuaretiro, Michoacán, e interpretado como el tablero del K'uilichi Ch'anakua

(Cabrera y Pulido, 2005). Pero ahora debemos considerar nueva información además de los once ya conocidos en Ziracuaretiro y Tarétan como el hallazgo de otros once tableros57 en la región lacustre, uno en Cuitzeo58 y otro en la Sierra del Tigre59 son una prueba arqueológica para suponer que en tiempos prehispánicos existió una arraigada práctica de éste juego en tierras michoacanas.

Otros diseños muy similares o su versión en "cuadritos" (clave TOM-131, Fig. 8, p. 59) se han localizado en el Occidente de México (Mountjoy, 1974). La versión de "puntos" y "cuadritos" han sido identificadas casi en todo Mesoamérica pero se han generalizado con la denominación de pato- llis60, aunque considero que forman parte de un conjunto de juegos con distintas manifestaciones de diseños y versiones regionales. La versión de "cuadritos" se considera el diseño más antiguo de los

57Uno en Pátzcuaro, siete en Lagunillas (Olmos, 2005, 2008 y 2010), dos en Janitzio (Gómez, 2009) y uno en Caranguirio (Maza y San Juan, comunicación personal, 2010) 58 Olmos (2009) 59 Ver imagen horadaciones en forma de cuadrado en los "marcadores solares de China" http://smhag.blogspot.com/2008/02/marcadores-solares-de-china.html 60El patolli y el k'uilichi pueden considerarse distintos en el diseño del tablero (uno "cruz" otro un "cuadrado cruzado"), por el recorrido, el número de casillas (uno 52 y otro 72) y el valor de las tiradas (uno 0; 1, 2, 3 y 4 y el otro 1;2,3,4,5,10,20 y 35).

116 "patollis" y consiste básicamente en un patrón cruciforme adentro de un rectángulo de cuadros se­ mejante a los encontrados en los códices: "Los patollis encontrados en el Occidente de México, y en el área de Mascota y Talpa, son de este mismo tipo, y curiosamente se puede jugarlos utilizando las mismas reglas de un patolli que jugaron los taracos en tiempos históricos" (Mountjoy, 2000, 17).

Presentados estos antecedentes se intentará observar que hay detrás de un caso etnográfico y al mismo tiempo se realizará un análisis de su contenido iconográfico y orientación "significativa".

4.5.1 La evidencia etnográfica

La palabra K'uilichi Ch'anakua suele traducirse como "Juego de los palillos que suenan" (Cabrera y

Pulido, 2005, 144). No obstante Ch'anakua significa juego y el vocablo k'uilichi no significa "palillos que suenan". Pero como los purépechas asocian ésta palabra al valor de la tirada "5", creo que sería más adecuada la traducción como "el juego del cinco".

Valente Soto Bravo, un investigador y promotor del K'uilichi, rescató por tradición oral el di­ seño, las medidas y el conjunto de reglas entre los ancianos de Angahuan y de otras comunidades vecinas. Principalmente en Parhikutini o Caltzontzin y antes de la erupción del volcán en Parangaricu- tiro, donde antes también lo jugaban. Cuando fui a ésta comunidad en 2007 me contó la familia Soto

Rita que después de la conquista el juego fue censurado, porque consideraban los sacerdotes que este tablero había sido obra de un "No ambakiti" (brujo o hechicero), aunque, los mayores continua­ ron practicándolo a escondidas61. Gracias a este sigilo la tradición continuó62 cuando la doctrina se fue relajando en la represión de estas tradiciones. Ahora cada año lo juegan el 15 de agosto en la víspera de la fiesta del Día de la Virgen de la Asunción, dentro de las casas de los cinco cargueros.

Recuerda la familia que no hace mucho se jugaba más frecuentemente: "Antiguamente se jugaba el K'uilichi en el centro de un árbol, y los troncos se colocaban en las esquinas de las calles y jugaban los domingos por la tarde, y cuentan que antes de 1930 había una troje grande en lo que hoy es la Jefatura de Tenencia; allí estaba grabado un tablero en cada una de las esquinas y llega­ ban todos los señores y ataban los animales que iban a apostar afuera" (Aureliano Soto, comunicación personal, 2007).

61En la Relación de Tlaxcala aparece una escena donde están quemando las esteras donde se dibujaba el table­ ro del patolli, ahorcan a un jugador y a otros los castigan. Al pie de la escena se lee la siguiente inscripción: "Disipación de los juegos y tahurerías de los jugadores, y fue justiciado uno dellos porque hacia burla de nues­ tra santa fe, por mandato de Cortés"(Relación de Tlaxcala). Al parecer este tipo de juegos creaba un vicio exa­ cerbado (Tomado de Gallegos Gomorra, 1994, 21). 62 "Nuestros padres y nuestros abuelos eran los que alrededor del fogón de la cocina nos contaban la historia de nuestros pueblos; y a través de ellas nos transmitían conocimientos" (Soto Bravo, documento de circulación interna, Grupo "Kw'anískuyarhani)

117 Angahuan se identifica a tal grado con el juego que ha llegado a formar parte de su identidad cultural y de su cosmovisión por lo que lo consideran y han hecho su emblema o su principal símbolo63. Por este razón para la celebración del inicio del Año Nuevo Purépecha de 1987 grabaron el tablero en la

"pirámide de los símbolos" en representación de su pueblo64.

Figura 28. a. y b. Fiesta de la Virgen de la Asunción 2007, Angahuan, c. escudo de la comunidad y d. K'uilichi en la "piedra de los símbolos purépechas" del año nuevo purépecha

Otro juego de azar y destreza mental autóctono muy similar llamado Tembeni Iumu o Quince se práctica sólo por los hombres mayores en Semana Santa en las comunidades de Cótiro; Zipiajo, San­ tiago Azajo, Karátakua, Comanja, La Constitución, Tiríndaro, Bellas Fuentes, Tarejero, Naranja de

Tapia, Franco Reyes y Cantabria. Recientemente también se registró su práctica entre julio y agosto en islas del lago de Pátzcuaro bajo el nombre de "Palillos"65. También tenemos noticia del "juego del palito" en Araró y Zinapécuro (Omar Tapia, comunicación personal, 2009). El K'uilichi Ch'anakua es entonces un juego que aún se practica en Michoacán con características similares con otros dos. También es uno más de muchos juegos tradicionales autóctonos practicados en todo el país, y guar­ da ciertas similitudes con otros como Los Palillos; el Romayá o Quince66 67, el Bul en el área maya y el

Patolli principalmente en el centro de la República (incluso con un juego llamado la Chunkana en el

área andina6^).

Como parte de la estrategia de preservación de estas tradiciones el 11 de agosto de 2007 en

Ziracuaretiro, Michoacán, se llevaron a cabo talleres de K'uilichi Ch'anakua impartidos por Tariácuri

"Figura base del juego p'urépecha prehispánico K'uilichi se practica en la propia comunidad, la línea exterior presenta limites de las comunidades vecinas, los 52 puntos representan los años que integran el siglo indígena o purépecha, la concepción propia del tiempo, el espacio y los conceptos matemáticos y de cálculo" (Soto Bra­ vo, 1987). 64 (Ponce, 2007). 65 Juego de los palitos en Tecuena, Pacanda, Yunuen y Janizio (Gómez, comunicación personal, 2009). 66 Estos dos últimos son casi idénticos entre ellos, ya que se juegan con cuatro palillos bajo reglas similares y se desarrollan sobre un diagrama cuadricular casi con el mismo diseño e igual número de puntos. 67 El juego de chuncana entro los chimú un tablero de madera que prueba a hipótesis de Erland Nordenskold (Arellano, 2003).

118 Soto y Simón Lázaro, dentro del 5° Campeonato Nacional de Juegos de Destreza Mental. En el marco de este evento se develó además una placa con las reglas y el significado del juego, creándose con ello talleres permanentes en la Casa de la Cultura que resguarda el primer ejemplar rescatado.

EL PUNTO INVISIBLE

El centro: un centímetro "invisible "que da equilibrio geométrico al diseño. Figura 29. a. Piedra exhibida en la casa de cultura Urbano Bueno, Ziracuaretiro, b. 5° Campeonato de juegos autóctonos de destreza mental y c. "punto invisible"

Ahora bien para el caso de Tzintzuntzan registré quince tableros cuyas dimensiones varían entre los

35 y los 80 cm. El centro del diseño resulta altamente interesante. De acuerdo al calco realizado es el centro un único centímetro o un "no-punto", un espacio vacío. Lleva este espacio el nombre de curi patsari o "donde se hace el fuego" (Villar Morgan, comunicación personal, 2008). Sin duda la disposi­ ción o pre-diseño de estos 72 o 76 puntos fue deliberada creando equilibrio y armonía a todo el con­ junto.

Excepto el caso etnográfico de Angahuan y su analogía con otros juegos, sólo se conoce un reporte etnohistórico sobre ésta tradición cultural en la Relación de Michoacán, ya que se menciona que el último cazonci jugaba al patol: "Y partióse (Tzintzincha Tangánxoan II) con sus principales y venía holgando y jugado al patol por el camino y llegó a Mechuacán y los españoles no le hicieron nada mal y díjole el capitán: huelga en tu casa y reposa." (RM, 675)

4.5.2 Ubicación, orientación y contenido

Los primeros cinco ejemplares se identificaron en el conjunto arquitectónico franciscano, cuatro de ellos re-usados en pisos y muros (fig. 30). Uno más completo ubicado en el escalón superior de la base poligonal de la cruz atrial de la Capilla abierta de la Virgen de la Soledad. En este último caso tal vez su ubicación nos indique que pudo servir para que se jugase allí mismo. Incluso dadas las dimensiones y forma de los bloques con que se hizo esta base, posiblemen­ te sea una manifestación colonial y no un re-uso, aunque ésta es sólo una hipótesis. Los demás ejemplares están fragmentados o incompletos y no se puede decir mucho sobre ellos. En este senti­

119 do sobre los que sí podemos conjeturar un poco más son los encontrados in situ en torno a la Gran

Plataforma.

Figura 30 a. y b. Tableros re-usados en el sitio II

Respecto de la orientación de los tableros, en los afloramientos rocosos de las inmediaciones de la

Gran Plataforma se localizaron seis grandes acumulaciones de rocas. En estas concentraciones la roca más alta tiene grabado en la parte superior o cenital este singular cuadrado de "puntos". Tres de ellos tienen los tableros con sus líneas dispuestas N-S y E-O y los otros tres a manea de rombo, con sus esquinas apuntando N-S y E-O (fig. 31 y 32). Ahora podemos considerar las similitudes con la de­ nominadas "cruces punteadas" en Mesoamérica, ya que no todas se tratan de diseños circulares sino también cuadriculares.

Figura 31. a.-c. Tableros en torno a Las Yácatas. Sus líneas guardan orientación N-S

120 Aveni y Hartung (1984) ya habían considerado a estas "cruces punteadas" en Mesoamérica como un fenómeno que aparece en una variedad de contextos, y que presentan además una función multiva­ lente. Postulan su disposición premeditada y su evolución como símbolo en cuanto a su estructura:

"el símbolo se concibió para ser preciso tanto en la cuenta de los agujeros componentes como en el emplazamiento del símbolo en el paisaje. Además, la orientación y/o el esquema de contar condujo a una evolución en la estructura del símbolo" (Aveni y Hartung, 1984, 12).

Consideradas en su conjunto tambien se les puede vincular al mismo tiempo al calendario, los alineamientos celestes, los tableros de juegos y los ritos: "Las difundidas inscripciones petroglífi- cas en cruz no se pueden descartar como meros símbolos. Su origen puede expresarse en una sola hipótesis: es necesario vincularlas al mismo tiempo al calendario, la alineación y la religión" (Aveni,

1890, 263). El mismo autor postula que en el desarrollo de un Estado se puede esperarse la difusión de un simbolismo universal de este tipo. Por lo que si fueron en efecto hechos por los purépechas, podrían tambien ser la manifestacion de la difusión de la ideología estatal con su concomitante simbolismo.

Figura 32. a.- c.: Tableros en torno a Las Yácatas que guardan orientación sus esquinas N-S y E-O.

Especialmente los diseños en forma de cruz o rombo podrían cumplir otras funciones como por ejemplo el de fijar posiciones importantes en el horizonte para el trazo de una ciudad: "_los obser­ vadores teotihuacanos del cielo desarrollaron métodos empíricos para fijar direcciones importantes, a lo largo de los cuales sucedían eventos astronómicos en el horizonte. De esta manera habrían po-

121 dido fácilmente realizar el trazo urbano de ciudades, así como orientar estructuras de acuerdo a principios ideológicos" (Galindo Trejo Et al., 2002, 225).

Figura 33. a. Orientación de Las Yàcatas los tableros en torno a la Gran Paltaforma

Si fueron o no usados para planificar "la ciudad de Tzintzuntzan", lo cierto es que estos patrones con­ firman que este diseño no fue aventurado sino geométricamente planificado y deliberadamente eje­ cutado en el paisaje en múltiples ocasiones. Aunque por la evidencia de esta misma clase de tableros en una área geográfica mucho más amplia, aún quedan muchas asociaciones regionales pendientes.

Sobre su contenido iconográfico tal vez cuatro sean los ejemplares más significativos (IH-9 y

IIIJ23). El primero fue rescatado por el Dr. Arturo Oliveros Morales en 2008 muy cerca a la malla pe- rimetral, y ahora se encuentra dentro al costado noreste de la Gran plataforma.

Este tablero contiene dos espirales al centro, así como una veintena de signos a su derredor.

Entre estos elementos se puede identificar un "signo movimiento" (tal vez dos), tres "peyotes", un antropomorfo y seis "granos de maíz". Las espirales en el centro pueden indicar el entrecruce o cam­ bio de dirección en el movimiento de las fichas, pero ¿qué indica entre otros signos ubicados en tor­ no la aparición del signo movimiento y las "series de líneas o cuentas"?

IH-9 IIIA-10 IIIB-8

122 IJ-5 IMK-66 Detalle (IMK-66) Tabla 35. Variedad de contenidos iconográficos en torno a la Gran Plataforma

Muchas rocas parecen verdaderas "mesas de juego", hay desgaste o erosión "entre puntos" lo que podría denotar su constante uso y también resalta que todas estas rocas fueron elegidas por su ubi­ cación privilegiada para observar el paisaje y por su forma más o menos plana. En este sentido varios de estos ejemplares suelen acompañarse de una oquedad circular posiblemente usada para múlti­ ples funciones, incluso creo la de servir para tirar los palillos -o granos- y poder jugarlo ahí mismo.

También sobre estas pozas dos tableros ubicados al sur de la Gran Plataforma están acompañados por una grande (30 cm) en forma de "media luna", la cual al llenarse de algún líquido primero cubre esta "media luna" que luego se convierte en círculo o "luna llena" para finalmente derramase sobre los tableros y al lado oriente y poniente de la roca hacia otras oquedades.

Una vez que se conoce el caso etnográfico y se contrasta con las evidencias arqueológicas e históricas se vuelve necesario "jugarlo". Sólo entonces se evidencia que no es fortuita la lógica numé­ rica en el valor de las fichas; sus combinaciones, la composición, número y ubicación de los puntos en el diagrama de este tablero. Considero entonces que hay en el K'uilichi Ch'anakua un sistema de cuentas implícito, que no es otra cosa es un método o modelo matemático para contar movimientos

(si es juego), objetos, días, meses y años. Existe una marcada relación con cinco números claves de todo Mesoamérica y sin duda para también los purépechas: 4; 5, 13, 20 y 52 68.

Estos números los vemos por ejemplo en el K'uilichi Ch'ankua con los 4 palillos, 4 fichas y el tablero compuesto por 72 puntos donde se despliega toda la acción. También con 4 puntos se con­ forman las 4 esquinas y el centro del diseño. 20 puntos están adentro y 52 en l periferia. Se necesitan

13 puntos o movimientos para que una ficha llegue a la periferia, y ésta periferia se conforma por 4

68El rojo, blanco, negro y amarillo, así como los números 3, 4, 5 y 20 tienen un simbolismo definitivo o "Ele­ mentos míticos simbólicos" para los purépechas según la Relación de Michoacán (Terán, 2000).

123 secuencias de 13 puntos. También las condiciones geométricas del diseño son muy interesantes ya que se compone de 10 cuadrados de 5 tamaños diferentes. Incluso la puntuación dada o establecida cuando se tiran los palillos generan combinaciones que sólo pueden darnos: 1; 2, 3, 5, 10, 15, 20 y 35.

En el caso de la tirada 5, su nombre es "K'uilichi" por lo que cinco puntos son grabados en la parte alta del tablero para representarlo o nombrarlo. Este es además, el mismo número asociado al Dios del Patolli o "5 flor"69.

Debido a que los petrograbados en afloramientos rocosos muestran las dos clases de orien­ tación antes mencionada, el paso del sol por este centro hace totalmente significativo el espacio. En este pequeño cuadro central del juego hay dos puntos en que los jugadores "se queman"; por lo que creo que el recorrido del sol en el horizonte también está implícito. Hay por tanto asociaciones ar­ queo-astronómicas donde debe profundizarse. Sin duda ahora parece más complejo el mecanismo interno original para las que fue concebido, lo cierto es que el K'uilichi Ch'anakua contiene una carga numérica relevante sobre la concepción del espacio y el cálculo del tiempo. Para Rubén Morante

(1994) estos diseños de círculos o cuadrados divididos en líneas a manera de cruz también podrían ser "ábacos". Aunque también explora la posibilidad de que sean esquemas cósmicos: "Algunos pien­ san que son esquemas cósmicos, algo factible, dada la idea de dividir el cosmos en cuadrantes" (Mo­ rante, 1994, 421). Entonces la estructura o diagrama de este singular tablero constituido por 10 cua­ drados de 5 medidas diferentes, dada su disposición parece un quincunce o cosmograma con 4 pun­ tos cardinales y un centro. Por ello supongo que dada la orientación de algunos casos a manera de rombo, además de contener un sistema de cuentas o calendario, es también un cosmograma o re­ presentación que reflejaría el orden del universo. En esta orientación romboidal el K'uilichi

Ch'anakua puede compararse con el Ts'ikuri ("Ojo de Dios") o cosmograma huichol.

Figura 34: a. Diseño Huichol en estambre del Ts'kuri y b. calco del cuero de venado de Valente Soto Bravo

69 Entre los nahuas el dios del canto, el baile y los juegos era Macuiixuchitl.

124 Entre los ancianos de la comunidad de Angahuan se cuenta que existía otra manera de practicarlo con 4 jugadores, pero al parecer ya nadie recuerda cómo. Hoy sólo lo juegan dos equipos (hasta con cuatro participantes), siempre uno frente a otro. Especulan los herederos y promotores de estos conocimientos; Aureliano, Valente y Tariácuri Soto que la única manera en la cual también se puede desarrollar el juego con 4 competidores es cuando cada uno accede al recorrido por una de las en­ tradas existentes (representadas por "pies"). Esto crearía una dinámica sumamente interesante y compleja ya que tendríamos 16 fichas en 4 direcciones o recorridos distintitos y simultáneos. Esta hipótesis parece contrastarse con la evidencia arqueológica, ya que la mayoría de tableros localiza­ dos contiene 4 oquedades externas más grandes, a manera de "entradas".

A pesar del camino recorrido en este tema aún falta por investigar y descubrir. Pero puedo concluir que además de ser lúdico, el K'uilichi Ch'ánakua contiene una carga matemática o nume- rológica y simbólica dentro de una compleja cosmovisión. Es sin duda un juego ritual prehispánico de carácter adivinatorio, propiciatorio y según las últimas investigaciones sobre su ubicación, orienta­ ción y contenido posee implicaciones arqueo-astronómicas.

Al momento son éstas las principales hipótesis sobre la enorme presencia de motivos, que, si se buscan a detalle similitudes con otros en Mesoamérica se vuelve necesaria una investigación más amplia, sobre su uso, fusión y significado(s). Lo que es un hecho es que todos forman parte de un corpus iconográfico sistematizado donde se vinculan unos con otros y se articulan de tal modo que responden a una codificación planeada y estructurada para comunicar mensajes públicos, claros y específicos.

125 CapítulOV“ Análisis comparativo G) "La imagen no puede decir sin mostrar; toda referencia icònica es también una elabOración plástica" (Lizarazo, Í 2007, 9)

5.1 Horizontes culturales: Contextos, técnicas y diseños 5.1.1 Presencia de la tradición grabada "Lerma"

Por fortuna ya se ha planteado relacionar el contexto, las técnicas de manufactura y el tipo de moti­ vos para asignar un horizonte cultural a los petrograbados del norte de Michoacán. Brigitte Faugere-

Kalfon (1997) realizó esta combinación de marcadores para asignar una cronología e identificó las dos principales tradiciones grabadas: "Lerma" y "Malpaís". También se ha sugerido la presencia de ambas tradiciones en Tzintzuntzan y mi intención es presentar más evidencia sobre ambos casos y así poder asignar por lo tanto un horizonte cultural más o menos concreto a los sitios o contextos con

MGR que fueron registrados.

Esta autora refiere que la tradición grabada "Lerma" se encuentra frecuentemente asociada a gru­ pos de agricultores ubicados en pequeños sitios arquitectónicos del clásico tardío (600-900 d.C.) y posclásico temprano (900-1200 d.C.), ubicados al extremo norte de Michoacán en las cercanías de este río (sólo en el valle del Lerma en su caso de estudio). Su presencia es más amplia y esta autora sugiere sub-tradiciones distintas: por ejemplo se ha identificado no sólo en Zináparo y , sino también en Parácuaro, en Acámbaro, en la región del lago de Pátzcuaro, en el valle del Lerma perte­ neciente a Querétaro y Guanajuato, así como en las riberas del lago de Chapala, en y en Na- yarit (Idem, 92). Es por ello que propone la hipótesis según la cual existe una unidad cultural: "la tra­ dición Lerma de Michoacán sea quizás el reflejo de una influencia y/o de una cierta forma de unidad cultural con el resto del Occidente, que cronológicamente, se situaría entre el 600 y el 1200 de nues­ tra era" (Ibid.).

126 En la iconografía "Lerma" la distinción es que todos los motivos son geométricos, distinguiéndose las espirales no radiadas y líneas ondulatorias asociadas a cúpulas y se realizaron con la técnica del piqueteo o percusión, raspado y muy poco la incisión lineal (Ibid.). Es también característica en esta tradición cultural la combinación de estas técnicas mencionadas. Para el caso de Tzintzuntzan existen varios lugares con estas características donde predominan tanto estas técnicas como los motivos semejantes. Todos los petrograbados de Ojo de Agua, Tzocurio-Patambicho, Ichupio y Tarerio pare­ cen pertenecer a la tradición grabada "Lerma". Al menos doscientos ejemplares del corpus y concre­ tamente estos sitios podrían relacionarse o situarse en el horizonte cultural que aparece a mediados de la época clásica y continúa hasta el postclásico reciente.

Figura 35. Tradición grabada "Lerma" en Tarerio y Tzocurio-Patambicho en comparación con la figura 22 "espirales con lineas ondulatorias", ejemplar 103.6 (Faugére-Kalfon, 1997).

En Tzintzuntzan la tradición "Lerma" se evidencia por la técnica de percusión o piqueteo, aunque se usa también el raspado o ejercicios mixtos. Tomé en cuenta que todos los diseños en estos sitios son geométricos (excepto el caso de un "zoomorfo"). Predominan las espirales (no radiadas), las líneas ondulatorias y por supuesto no hay polígonos ni representacionales o figurativos.

Ahora bien, los afloramientos rocosos cercanos a la Gran Plataforma parecen distintos pues se disminuyen drásticamente en frecuencia las líneas ondulantes y espiraloides y por supuesto en variedad. En estos espacios son similares los motivos a los janamus, al menos en dieciséis casos como mostró el análisis entre ambos grupos iconográficos. Aquí aparecen antropomorfos y predominan las series de líneas rectas, conjuntos y diagramas de "puntos". Aunque es necesario mencionar que en los conjuntos asociados a la tradición "Lerma" existen algunas concentraciones de series de líneas rectas. Pues este elemento se convertirá en el más representado en torno a la Gran Plataforma.

127 5.1.2 Los ja n a m u s estilo "Malpaís"

La tradición grabada "Malpaís" propuesta por Faugere-Kalfon (1997, 93) ha sido identificada en sitios en el área sureña del río Lerma, como en el Cerro de los Chichimecas además del grupo III de San

Antonio Carupo y Tzintzuntzan en Michoacán70, el oeste del lago Chápala en Jalisco y en la costa y en la frontera con Zacatecas y Nayarit. Sugiere esta autora que esta tradición podría datar del posclásico reciente (Ibid.). Esta tradición grabada propuesta para sitios de la región centro norte de Michoacán también está en el lago de Pátzcuaro, donde existen muchos sitios proto-tarascos y/o tarascos (Idem,

99)

Esta iconografía figurativa "Malpaís" es mixta pero predominan los círculos concéntricos; conjun­ tos de líneas rectas y curvas, polígonos y espirales radiadas o con "ramificaciones angulosas laberínti­ cas múltiples" (Idem, 93). Aparecen innovaciones como los "grafismos figurativos" o "naturalistas- geométricos", figuras humanas y animales, así geométricos como círculos y los polígonos se renue­ van (Idem, 98). Predominan las técnicas de piqueteo, raspado, e incisión lineal, que se hacen más frecuentes y más profundas, también se observa cómo preparan la superficie o el soporte por abra­ sión para obtener bloques lizos destinados a las a fachadas de las estructuras arquitectónicas (Idem,

96).

■ ’■SI

Figura 36. Tradición grabada Malpaís en a. Ihuatzio y b. Tzintzuntzan, en comparación con Figura 25, "círculos concéntricos" ejemplar 9.1 (Faugère-Kalfon, 1997) Los 736 janamus o bloques pulimentados de los sitios I (algunos in situ), II y III por su técnica, evolu­ ción y variedad de diseños, podrían situarse en esta tradición como bien ya lo había señalado Faugè­ re-Kalfon (1997, 89-99) y Hernández (2000, 78-81). También en esta tradición se incluyen la mayoría de los ejemplares de Conjunto C del Sitio V (Ihuatzio). En estos casos existe percusión, incisión lineal más frecuente, proliferan los círculos, la espirales radiadas, los polígonos y representacionales o figu­ rativos como los fitomorfos, antropomorfos, zoomorfos y estelimorfos. También se cuidan con deta­ lle las proporciones del bloque y se pule la superficie, y cuando es el caso, colocan uno o más diseños

Tradición también identificada en Tzintzuntzan por Verónica Hernández (2000, 78-81).

128 sobre el panel y se integran a los principales edificios que componen el sitio arqueológico. Como se pudo demostrar recientemente (Oliveros, comunicación personal, 2010) parece que luego debieron pintarse de rojo.

Los afloramientos rocosos cercanos a Las Yácatas al compartir patrones comunes en motivos, con­ texto y técnicas con esta tradición "Malpaís" sugieren una posible relación en un mismo horizonte cultural. Aunque no descarto que algunos petrograbados podrían ser más antiguos, también puede haber cierta continuidad, así como innovación. Entonces al menos hay evidencias de tres tradiciones grabadas u horizontes culturales ligados a Tzintzuntzan: "Lerma" y "Malpaís", y una tradición "colo­ nial" o continuidad cultural. Esta última, en realidad se extiende o continúa hasta nuestros días71.

Con ello se ligan automáticamente unos petrograbados a sociedades anteriores al arribo de los puré- pechas a la región y otros serían contemporáneos. Parece entonces que la última tradición prehispá­ nica está relacionada a una nueva o innovadora presencia u ocupación posclásica en la región. Es tan evidente el cambio que resulta casi inevitable nombrarles janamus "protohistóricos" o "Tariácuri"

(de acuerdo a las fases propuestas por Pollard (1993 y 2010), o simplemente janamus "tarascos" o

"purépechas".

Parece además que las diferencias entre los motivos representacionales y geométricos, es resulta­ do de una evolución estilística, similar al caso de Nayarit y el norte de Jalisco (Mountjoy, 1974): "Los grabados geométricos son más bien clásicos, y los figurativos más bien posclásicos" (Idem, 95) mien­ tras los grabados figurativos "representan la introducción de nuevos motivos en una sabiduría técni­ ca secular". Además, de acuerdo a su distribución los petrograbados están integrados a la cotidianei- dad: "Por su misma presencia en los sitios, parecen integrados a la vida cotidiana de los habitan- tes...la existencia de grabados generalmente más cuidados, en los centros ceremoniales parece indi­ car que se trata de elementos relacionados con el culto" (Idem, 53). Esta es la clave para entender su función social; pues se encuentran en relación a una sabiduría técnica secular y son elementos inte­ grados a la vida cotidiana, pero relacionados a cierto tipo de cultos en centros ceremoniales.

71Según lo muestran tradiciones culturales como el juego del "coyote" y el "gato", e inscribir fechas, entre otras representaciones.

129 5.2 Los Ja n a m u s, la cerámica purépecha y la Relación de Michoacán 5.2.1 Relación entre grupos iconográficos

Una vez que se identificaron los horizontes culturales que coexisten en Tzintzuntzan, es evidente considerar en primera instancia la posible relación entre la iconografía de estos janamus estilo "Mal- país" (denominados "protohistóricos" o "fase Tariácuri" para el área de estudio) y la cerámica puré- pecha. Es sugerente además tratar de identificar alguna similitud entre estos dos grupos iconográfi­ cos y la Relación de Michoacán, el documento escrito en 1542 y que se considera la principal fuente etnohistórica de esta cultura.

Sobre la iconografía purépecha aunque el corpus al menos de la cerámica es muy amplio, para este ejercicio comparativo sólo tomé en cuenta tres grupos de signos: los espirales, los círculos y los geométricos varios. Comparo trece tipos que están plenamente identificados en los janamus con ocho en cerámica y diez en la Relación de Michoacán. Decidí incluir en este comparativo iconográfico el Escudo de Armas de Tzintzuntzan ya que aparecen dos elementos que podrían ser no muy distan­ tes cronológicamente uno de otro. Incluimos entonces a uno estelimorfo y un zoomorfo cuyo estilo de representación es muy similar al de este documento de 1542.

Los tipos cerámicos purépecha son el rojo pulido, y con decoración negativa, el negro pulido, el rojo sobre anaranjado y el policromo con decoración negativa. Los motivos en esta cerámica, igual que los janamus también pueden clasificarse en grupos y tipos, incluso aparecen variantes. Es muy importante mencionar que para Castro-Leal (1986, 76-79) en Michoacán la cerámica de Tzintzuntzan presenta una gran cantidad de diseños y los subtipos Policroma blanca, negra y roja es donde el dibu­ jo decorativo alcanza su más alto nivel de desarrollo en motivos geométricos, "xicalcoliuhquis estili­ zados" y "caracol cortado", zoomorfos, estrellas y animales mitológicos (Idem, 98). Los geométricos en este caso se dividen en círculos; espirales, rombos, líneas y puntos, mientras que en el grupo de los representacionales hay antropomorfos, zoomorfos y posiblemente fitomorfos y estelimorfos. Por su parte la iconografía derivada de la Relación de Michoacán se compone principalmente de círculos; triángulos, espirales y líneas.

Los motivos La espiral doble divergente es uno de los diseños más recurrentes tanto en janamus como en la cerámica. Aparece sola, o en asociación a otros motivos y en paralelo. La espiral concéntrica se pre­ senta como motivo central de la decoración, igual que las espirales dobles en paralelo. Los paralelis­ mos si aparecen en los tres apartados. De la espiral concéntrica no existen diseños en la RM. En se­

130 guida se encuentra la espiral con 13 extensiones, que también aparece en el centro del soporte tanto en los janamus como en la cerámica.

Círculos. Los elementos iconográficos como círculos concéntricos, en paralelo y con extensio­ nes y/o estelimorfos están en los tres elementos a comparar. Aunque es muy común en otros con­ textos, el diseño solar que aparece en la manta o indumentaria real tanto de Pahuacume como del cazonci, se comparan con cuatro tipos estelimorfos en los petrograbados.

Geométricos varios. En este caso incluí un triángulo con línea recta interna, oquedades, ban­ das y triángulos en paralelo, rombos con oquedad interna. Mismos que se comparan con los motivos que aparece en los templos, así como asientos de personajes principales. Finalmente las líneas en paralelo, en un motivo que se clasificó en "varios", pero que guarda cierta similitud con motivos en pórticos de casas y pirámides según la iconografía de la Relación de Michoacán.

Antropomorfos, zoomorfos y estelimorfos. La oquedad debajo de la boca de un motivo se puede aludir al bezote del cazonci. El sol y el águila prehispánicos guardan similitud en la forma de representación con el Escudo de Armas de Tzintzuntzan. En el caso del un detalle de la Relación de

Michoacán con el rostro del cazonci, y se observa el "bezote" que formaba parte de la insignia utili­ zada por un grupo muy exclusivo de individuos.

5.2.2 Clasificación y análisis comparativo

Tabla 36. Espirales Janamus Cerámica purépecha R M

131 Tabla 37. Círculos Janamus Cerámica purépecha R M

^ O G G 1 ¡O O ^^ ^usr—

132 133 Tabla 38. Geométricos varios Janamus Cerámica puré- R M pecha

134 Tabla 39. Antropomorfos, zoomorfos y estelimorfos Janamus Cerámica R M/Escudo de armas de Tzintzuntzan purépecha

135 5.3 Un código cognitivo regional

5.3.1 La relación entre los grupos iconográficos Todo Parece que indicar que durante el período protohistórico Tzintzuntzan pudo generar su propio código cognitivo visual. Esta comunicación gráfica debió ser todo un código cognitivo de alcance re­ gional y tenía que ser compartido al menos en toda su área de influencia cultural, económica y polí­ tica.

Mapa 6. El territorio tarasco en 1522

Como se mostró con antelación que los janamus estilo "Malpaís" sí guardan relación iconográfica con los afloramientos rocosos cercanos. También hay hasta tres tradiciones grabadas u horizontes cultu­ rales con los que podemos asociar los petrograbados identificados en el municipio. También vimos coincidencias arqueológicas con la evidencia etnográfica de los purépechas contemporáneos de la meseta en relación al juego del K'uilichi Ch'anakua. Los janamus, la cerámica policroma -posclásica-, la Relación de Michoacán incluso el Escudo de Armas guardan algunas similitudes iconográficas que aún pueden ampliarse. Ahora bien, si decidimos levantar la mirada a lo que fue antiguo señorío y su

área geográfica de control no parece inviable buscar janamus con iconografía en fachadas de otros sitios dentro de este mismo territorio.

136 En este caso suponiendo que este sistema de signos o comunicación gráfica fuera anterior o contemporáneo a las cuatro últimas sucesores que gobernaron Tzintzuntzan en la época de expan­ sión. Tendríamos o deberíamos tener una misma iconografía en lo que alguna vez fueron las tres cabeceras: Pátzcuaro y Ihuazio, Tzintzuntzan. Si los petrograbados de las antiguas fachadas de estas edificaciones nos pueden evidenciar un código regional común, entonces encontraríamos en un es­ tado idóneo las mismas categorías, grupos, tipos y variantes.

Oquedades en paralelo. El tipo (A4) se caracteriza por dos hundimientos u oquedades parale­ los equidistantes al centro del bloque, las cuales como hemos visto pueden ser ovaladas, rectangula­ res y cuadriculares, aunque también existen variantes. Presento al respecto ejemplares que he podi­ do identificar en Huiramba (Removida); Tarecuato (Re-uso), Huandacareo (In situ), Ihuatzio (Removi­ da) y Pátzcuaro (Re-uso).

Líneas y espirales. En este par de grupos incluí líneas rectas y ondulatorias que atraviesan el bloque; series de líneas rectas, espirales básicas, convergentes, divergentes, concéntricas, y forman­ do paralelismos. En esta ocasión se encontraron coincidencias en Pátzcuaro (uno in situ y re-uso;

Hundacareo (removidas), Ihuatzio (Re-uso), San Felipe de los alzati(In situ) y Morelia (Removida).

Círculos. Los círculos son muy variados aparecen tipos como el círculo básico (D1) y variantes en paralelos, dobles o triples, con líneas rectas al interior o con oquedades internas y divididas por líneas. Hay evidencia de este grupo iconográfico en Huandacareo (In situ y removidos), Ihuatzio (re­ uso), Pátzcuaro (reuso y removidos) y en las islas Pacanda, Janitzio y Xarácuaro (reuso y removidas

(Gómez Mussenth, 2010)).

Estelimorfos. Este grupo que si bien es netamente geométrico, he considerado que forme parte de los representacionales. En general se tratan de círculos con oquedad interna y cuatro, seis y diez extensiones. Hay ejemplares de ellos encontrados en Sevina (Re-uso), Ihuatzio (Re-uso) y Tzent- zenguaro (Re-uso).

Antropomorfos. Hay antropomorfos en alto y bajo relieve, aparece una mano de dimensión real (seguro bajo diseño o escala 1:1), dos con sus manos hacia abajo, y posiblemente uno boca aba­ jo. Se cuentan en este caso se identificaron ejemplares en Pátzcuaro (Re-uso); Ihuatzio (re-uso),

Huandacareo (In situ) y Jacona (removido).

137 5.3.2 Clasificación y análisis comparativo

Tabla 40. Oquedades en paralelo

-i i O

Huiramba Tarecuato Huandacareo Ihuatzio Pátzcuaro

Tabla 41. Líneas y espirales

Pátzcuaro Huandacareo Huandacareo Pátzcuaro Huandacareo

Iv9fo tó

Tzentzenguaro Museo del Estado, San Felipe de los Ihuatzio Ihuatzio Morelia Alzati

138 Tabla 42. Círculos

Huandacareo Ihuatzio Ihuatzio Huandacareo Pátzcuaro

Pátzcuaro Pátzcuaro Isla Pacanda Isla Janitzio Isla Xarácuaro

Tabla 43. Estelimorfos

nA:'-3ií^H|k

p3jHS|Wh|aHDe» Q ■ ¡K^ iKjS8PF*íh ff3*H E Ihuatzio Tzentzenguaro Tzentzenguaro Huiramba Sevina

Tabla 44. Antropomorfos

Pátzcuaro Jacona Pátzcuaro Ihuatzio Huandacareo

139 Capítulo 6 Reflexiones finales

"Perdido será el signo jeroglífico y perdida será la enseñanza que está detrás de él_" (El Libro de los libros de Chilam Balam, 2004, 106)

Las reflexiones giran en torno a los pasos y el enfoque teórico-metodológico que he seguido para obtener y analizar los datos que han sido presentados. También sobre las conclusiones que se des­ prenden de unidades temáticas, las analogías y comparativos considerados, así como sobre el análisis de las cualidades intrínsecas identificadas en los petrograbados de Tzintzuntzan.

En principio considero que la principal función social de los janamus pudo haber sido la de establecer una comunicación gráfica mediante un sistema de signos o mensajes articulados (sistema semiótico). Significando o posiblemente re-significando el espacio donde fueron colocados. Eviden­ temente sí hubo coincidencias en los tipos iconográficos entre los janamus y los afloramientos cerca­ nos. Esta comunicación debió provenir de un grupo de especialistas, al parecer un grupo de iniciados que planearon estos signos, su contenido y disposición original. He postulado que tal vez este grupo se vincula al cacari, jefe de los cacacha o artesanos ejecutores. A su vez este grupo y otros grupos de especialistas estaban dirigidos por un linaje gobernante, en este caso debieron ser los uacúsechas

(Tangáxoan, Tzizipandácuare, Zuangua y Tzintzincha Tangánxoan II). Pero si tal vez los elementos arquitectónicos fueron re-usados por ellos, sería otro el grupo de especialistas y otros gobernantes.

Fuera de estas posibilidades no se podrían hacer muchas especulaciones sobre quién o quiénes de­ seaban comunicar mediante este amplio corpus signos.

Ahora bien este grupo de "hacedores y diseñadores de petrograbados" se dirigían mediante mensajes claros y repetitivos a su propia comunidad (semiótica), así como a cualquiera que visitó

éstos espacios o compartió las mismas convenciones cuando éstas fueron válidas. Aunque los mensa­ jes o información pueden expandirse si se utiliza otros medios o soportes como la cerámica (como fue el caso), los sellos y los lienzos entre otros. También otros centros menores pudieran haber imi­ tado, reproducido y transformado el sistema de signos, como se puede evidenciar mediante el análi­ sis regional comparativo entre grupos iconográficos distintos.

140 Entonces estaría reproduciéndose mediante ellos toda una ideología o pensamiento mítico claramente estructurado y ampliamente difundido. Es ahora más plausible afirmar que los motivos en los janamus y tal vez en los afloramientos rocosos cercanos fueron diseñados y ejecutados dentro de un plan político-religioso para difundir, consensar y compartir ciertos patrones gráficos, los cuales intentan ordenar, describir, sintetizar, incluso predecir el mundo natural y social.

Considero que el sistema de signos o mensajes gráficos abarcan como hemos visto no uno si­ no muchos temas de comunicación entre los que destacan el agua, tal vez el fuego y el viento; el maíz, el peyote, cierta clase de flores y plantas. Astros sumamente significativos como el sol, la luna y posiblemente Venus o algún evento estelar como cometas. Animales como las águilas, las serpientes, los coyotes y los peces; así como cierto tipo de personajes o deidades. Se representan así mismo elementos significativos de la naturaleza pero también con connotaciones calendáricas, y hasta de afiliación étnica. Respecto de los "polígonos" muchos pueden ser en algunos casos cosmogramas y/ o quincunces, y los mensajes que encierran son aún más complejos de interpretar. Al parecer las series de líneas, para las cuales se puede proponer su uso como marcadores espaciales y de orientación podrían estar asociadas a un sistema de cuentas o numeración vigesimal ampliamente difundido en

Mesoamérica.

También relacionando al tema de las cuentas y los cosmogramas aborde como otra unidad el

"diagrama de 72 puntos" o K'uilichi Ch'anakua: juego ritual de azar prehispánico de carácter adivina­ torio, propiciatorio, arqueo-astronómico y calendárico. Es por su diseño mismo un cosmograma me­ soamericano. Se localizaron in situ tres tableros con las líneas o "entradas" de los tableros al N-S y E-

O; y otros tres, a manera de rombo o con sus esquinas N-S y E-O, lo que sugiere cierta planeación y/o coincidencia con la alineación de las yácatas. Según su relación con números específicos como el 4; el

5, el 13, el 20 y el 52 el K'uilichi Ch'anakua contiene una fuerte carga matemática y simbólica. Los elementos iconográficos que generan subunidades temáticas se consideraron como ele­ mentos comunes en un primer nivel interpretativo. No obstante, sobre el significado de estos ele­ mentos sólo se proponen quince unidades temáticas desarrolladas a este primer nivel. Hay, además, desde una primera "lectura" o interpretación otras muchas posibles representaciones logradas todas bajo convención.

Sobre los afloramientos rocosos es muy difícil que puedan identificarse todos los ejemplares aún existentes, mucho menos encontrar todos sus significados. Considero necesario hacer un estudio de paisaje y tener en cuenta la cronología u asociación cultural. Debe incluirse una lectura no sólo de clasificación sino de análisis de conjuntos temáticos cuando se presentan más dos signos (o tipos) en

141 un panel o lado. Pero si es el caso de motivos en varios lados de la piedra o en varias de ellas cerca­ nas podríamos estar ante pequeños grupos temáticos. El problema de la interpretación en aflora­ mientos rocosos, se encuentra en muchos casos en la necesidad de estar allí "entre los petrograba- dos", puesto que el trabajo de gabinete ni el análisis iconográfico son suficientes. Mas son toda una experiencia.

Se detectaron recurrentes patrones en "signos, medidas y cuentas", así como una cierta dis­ posición espacial, alineación u orientación. Por lo tanto los petrograbados de Tzintzuntzan están liga­ dos a y son el resultado de necesidades socioeconómicas, religiosas y política, las cuales se reflejan en el uso y significado de estos signos. Estos patrones son necesarios cuando una comunicación gráfica quiere hacer públicos y reiterativos sus mensajes; por ello su ubicación, constante repetición y similitud en la articulación.

De acuerdo a la semiótica, el principal enfoque teórico que ha regido la tesis, el corpus ico­ nográfico de los janamus constituye un completo sistema semiótico. Además sí fue de utilidad reco­ nocer su división en sintaxis, semántica y pragmática (Morris, 1958) ya que la primera evidenció la articulación y estructura formal entre signos y su combinación u asociación dentro de las mismas categorías, grupos, tipos y variantes. La relación de los signos entre sí o semántica también puso de manifiesto una relación más o menos clara entre algunos signos y significados; o al menos éste senti­ do parece más congruente a manera de hipótesis. Siempre se debe indagar más pues el corpus está abierto ahora a múltiples miradas y a futuras investigaciones y/o descubrimientos arqueológicos.

Bajo este mismo este enfoque posteriores indagatorias mediante la aplicación del triángulo semiótico para los signos que más analogías sólidas ofrezcan podrán probar todas las posibilidades de manera muy clara con este antiguo modelo teórico. Esto debido a que al último paso o interpreta­ ción debe "llegarse" desde la forma más objetiva posible y habiendo cumplido todo el proceso rigu­ rosamente (formulación del corpus, descripción, clasificación y obtención de unidades de análisis).

Pero la realidad es que casi todos los investigadores en el estudio de MGR llegan a la interpretación de múltiples formas o forzando ideas, justificadas o metidas a un cajón sin contenido que llamamos ahora "analogías". Es aquí donde el triángulo semiótico sería la heurística más rigurosa en el uso de analogías previamente justificadas, mostrando con ello todas las posibilidades de interpretación, así como la justificación para optar por una o varias de estas hipótesis o posibilidades de significado (y/o significante).

142 En relación al uso de los signos o pragmática, se puede decir que hay coincidencia con la pro­ puesta de identificación en arqueología de los seis usos de los símbolos según Renfrew y Bahn

(2000), incluso se identificaron más. Primero sí parecen delimitar el territorio como marcadores y monumentos simbólicos. Evidentemente de acuerdo a su contexto arquitectónico estamos frente a una iconografía del poder, y de acuerdo al contexto natural, se presupone una lectura del paisaje y una observación sistemática del entorno. En tanto sistema de comunicación gráfica organizan la rela­ ción con el mundo natural y también sirvieron como instrumentos de planeación, estructurando y mediando las relaciones sociales. Además se identificaron muchos elementos significativos que re­ presentan y describen el mundo, por lo que estos signos debieron regular las relaciones del hombre con lo sobrenatural o lo trascendental. Principalmente la iconografía en los janamus parecen estar constituida sin duda como un mapa cognitivo de uso compartido por grupos de individuos que vivie­ ron en una comunidad (semiótica) y compartieron conceptos ideológicos y prácticas culturales co­ munes. Esta afirmación sería válida a nivel regional por ejemplo para sitios como Ihuatzio, Pátzcuaro y Huandacareo donde se ha podido identificar un cierto grado de similitudes.

Ahora bien este claro marco teórico-metodológico, los distintos contextos y lo variado del corpus iconográfico permiten llegar a estas últimas afirmaciones: Sí existen representaciones pre­ hispánicas de la flora y la fauna de la región; hay colocación intencional en puntos cardinales e inter­ cardinales de janamus grabados en la fachada semicircular de las yácatas, así como una coincidencia en la ubicación de los principales afloramientos rocosos con petrograbados en torno a la Gran Plata­ forma con el asentamiento prehispánico descrito por Pollard (por lo que un futuro análisis sobre el uso o función de estos espacios podría alcanzar interesantes conclusiones). El sitio II es tal vez el es­ pacio con mayor concentración de petrograbados en re-uso de todo del Municipio (575). En muy sugerente la inmensa cantidad de grafitos coloniales en estos espacios, el uso de janamus para "hacer cruces" y los códigos visuales que podrían existir en estas continuidades culturales reciente­ mente estudiadas por arqueólogos especialistas.

El estudio del contexto dinámico sobre cómo se hace un petrograbado y cómo se genera el pre-diseño entre los artesanos actuales de la región generó la posibilidad de analogías viables para postular que detrás de los petrograbados prehispánicos hay todo un grupo de especialistas para su concepción y ejecución. Mientras el análisis milimétrico en bloques y diseños develó el patrón antro­ pométrico y las formas armónicas implícitas. En Tzintzuntzan se utilizó el "codo" y la "vara" para hacer diseños y bloques; cualquier diseño o bloque se basan en un cuadro, un círculo o un rectángu­ lo. Formas armónicas que reflejan intencionalidad en su diseño y ejecución.

143 También se pudo mostrar la evidencia de tres tradiciones grabadas en Tzintzuntzan ligadas a tres horizontes culturales distintos: "Lerma" y "Malpaís", y una tradición que podríamos llamar "co­ lonial". Por un lado por su técnica, contexto y diseños todos los ejemplares encontrados en Ojo de

Agua, Tzocurio-Patambicho, Ichupio y Tarerio concuerdan con la tradición grabada "Lerma" y aproximadamente doscientos ejemplares podrían relacionarse o situarse en el horizonte cultural que iniciaría a mediados de la época clásica y continúa hasta el postclásico reciente.

Mientras los setecientos treinta y seis janamus o bloques pulimentados de los sitios I (algu­ nos in situ), II, III - y la mayoría de los ejemplares de Conjunto C del Sitio V (Ihuatzio)-; también por su técnica, contexto, evolución y variedad de diseños se sitúan en ésta tradición. Por lo que podría lla­ marles janamus Malpaís o fase Tariácuri. Los afloramientos rocosos cercanos a las yácatas al compar­ tir patrones comunes en motivos, contexto y técnicas con esta tradición "Malpaís", sugieren su posi­ ble vinculación a los janamus en un mismo horizonte cultural. Aunque no descarto que algunos pe- trograbados pudieran ser más antiguos, lo que sí es evidente es cierta continuidad e innovación en los motivos.

En un segundo análisis comparativo entre los janamus, la cerámica purépecha y la Relación de Michoacán se identificaron similitudes en ocho tipos geométricos, por lo que parece evidente la continuidad y variedad de medios. Esta búsqueda se detuvo siguiendo la pista a los janamus en una panorámica regional, por lo que se planteó la existencia de un código cognitivo común o compartido, nuevamente a través de un análisis comparativo de seis grupos iconográficos plenamente identifica­ dos en Tzintzuntzan. Por consiguiente los petrograbados de Tzintzuntzan -principalmente los jana­ mus- constituyen un sistema de comunicación gráfica que operaba mediante mensajes codificados ampliamente difundidos que eran comprendidos por una comunidad semiótica o usuaria de los sig­ nos bajo convención social. Deseo agregar al respecto que Berenido Pereau (1996, 32) quien aborda el termino estética y su estudio desde la filosofía, considera que el estilo artístico se conforma de varios elementos cons­ tantes como "la preferencia del tema", "el medio de representación" y "la forma de representación".

Hay entonces en Tzintzuntzan entre los artesanos y los usuarios del sistema de signos una conven­ ción social y un estilo único o de identidad por la preferencia de temas, el medio o los medios (al menos lítica y cerámica), así como por las simetrías utilizadas en la forma de representación. En este sentido de acuerdo a Dorothy Washburn (1999, 547) y los experimentos realizados en antropología de la percepción, existen patrones metafóricos que codifican las relaciones fundamentales de una cultura y demostró los puntos centrales del sistema perceptual humano, las propiedades y caracterís­

144 ticas formales de la simetría, cuyos diseños encierran conceptos. Puedo considerar que las propieda­ des simétricas y las características formales en la iconografía de Tzintzuntzan, no únicamente la de los petrograbados sino en conjunto con la cerámica, serían también un amplio sistema de transmi­ sión de información. En este sistema los factores que conducen a la continuidad o variación cuando la información es transmitida, suceden de diferentes formas. Luego entonces los especialistas de

Tzintzuntzan no "copiaban", sino que de acuerdo a conocimientos previos memorizaron y reprodu­ jeron conceptos a través de imágenes.

Al parecer los purépechas heredaron e innovaron la iconografía de la tradición grabada

"Lerma", pero ¿fueron ellos quienes hicieron todos los grabados en janamus y afloramientos rocosos cercanos? ¿Los artesanos de Tzintzuntzan en el posclásico tardío o fase Tariácuri generaron diseños de identidad propia como los llamados "polígonos"?

Entonces si los janamus presentan iconografía propiamente purépecha esta hubiera reflejado parte de sus mitos, religión o cosmovisión. Aunque antes de alcanzar otros niveles de interpretación había que clarificarse los primeros pasos y las unidades temáticas que se desprenden de una amplia clasificación. Tal vez la amplia difusión de este sistema de comunicación en el marco geográfico así como en otros medios o soportes, son otro reflejo de la necesidad de mostrar pruebas de la legitimi­ dad del status y del poder de la nobleza indígena, tal como siguiere Roskamp (2000, 236) que sucedió en la misma RM que en gran parte nos presenta el discurso y la historia oficial de los uacúsechas.

Además, si los purépechas desarrollaron un Estado expansionista en el Occidente de México poco antes de la llegada de los españoles deberían haber creado y difundido, como otras culturas en Me- soamérica, su código propio de comunicación y articulación de signos.

Ahora la importancia del registro arqueológico enfatiza la necesidad de consensar las mejo­ res estrategias comunitarias para su preservación. Creo en el camino de la responsabilidad comparti­ da entre instituciones, asociaciones y sociedad civil sobre su uso y estudio. Las instituciones y la co­ munidad deben coordinarse con la finalidad de preservar y utilizar de manera racional y sensible este patrimonio tangible.

145 APENDICES

146 Apéndice I El manual de registro I.1 Cédula por piedra

La finalidad de este manual72 es plantear la lógica que he o hemos seguido en el diseño de una cédula común para registrar petrograbados; así como las técnicas concretas que implican o implicaron en nuestras actividades de campo. Abrimos el diálogo sobre los criterios que hemos considerado han sido comunes73, así como puntos críticos.

Independientemente de las preguntas de investigación y las características de los sitios de ca­ da proyecto74, se establecieron veinte puntos centrales en nuestras respectivas cédulas de registro.

Por lo que compartimos información, términos y criterios comunes en una mesa de análisis y en una base de datos digital. Además del formato de cédula para cada piedra, debe anexarse una general para cada sitio75, obteniendo con ella una información más general que puede omitirse en la cedula unitaria.

1. Fecha: Precisar el día, el mes y el año.

2. Hora: Determinar la hora en que se dio inicio al registro de datos en campo. Se puede considerar o planear ejecutar el registro cuando la posición del sol y las sombras, sean determinantes para obser­ var con mejor nitidez los contornos de las figuras. 3. Clave del Estado y Municipio: El Estado de Michoacán tiene la clave "16" de acuerdo a INEGI76.

Mientras la ficha básica de los municipios de Michoacán de este mismo Instituto, señala por ejemplo que Pátzcuaro tiene la clave "066" y Tzintzuntzan "100".

4. Clave del sitio (lugar, zona arqueológica o yacimiento): La sistematización de la información co­ mienza cuando creamos una misma clave consecutiva para cada sitio dentro de cada Municipio, y que forma parte del Estado de Michoacán. Aunque si se prefiere se podrían distinguir el nombre del sitio o abreviado en una, dos o hasta tres sílabas (CARAN para Carangario, JAN para Janitzio, CONVENTO

'^Autores: Lilian Tatiana Gómez Mussenth y Alejandro Gregorio Olmos Curiel (2009) 73 En este sentido señalaremos los términos sinónimos. 74 Tatiana Gómez con el proyecto de petrograbados en las islas del Lago de Pátzcuaro, y el presente proyecto en Tzintzuntzan. ' Que podría o no subdividirse en conjuntos. ' Basada en el Censo 2000.

147 para el complejo arquitectónico ex-convento Franciscano, YACATAS etc.). Estos sitios se pueden ligar a su vez a un número romano consecutivo, o Sitio I, II, III, etc._

5. Clave de la piedra (Unidad, Bloque, Roca): Utilizar un digito para enumerar las piedras con graba­ dos dentro un conjunto determinado (1, 2, 3_).

6. Clave del Conjunto (Grupo): Una vez que se dividan los Conjuntos existentes en un sitio, se utiliza una letra mayúscula para diferenciar los conjuntos (A, B, C_). Cada uno de los cuales iniciará su pro­ pia cuenta consecutiva (A1, A2, A3_, B1, B2, B3_C1, etc.). De esta manera queda "abierta la clave" para futuros hallazgos.

7. Ubicación (localización): Explicitar las referencias elementales para identificar dónde se encuentra la piedra dentro del conjunto en cuestión. 8. Tipo de Roca: Identificar la composición natural de la roca, que en muchos casos es la misma para todo un sitio o varios.

9. Medidas de la piedra (Unidad, Bloque o Roca): Se toma en cuenta el alto, largo (ancho) y espesor

(diámetro).

10. Medidas del diseño/s (motivo/s o grabado/s): Este dato sólo es importante si existe una pregun­ ta de investigación que lo respalde, por ejemplo para observar relaciones no solo en la forma del diseño sino en su proporción.

11. Número de diseños: En la mayoría de los casos, en los bloques cortado y pulidos denominados janamu, sólo aparece un diseño central. Pero en afloramientos rocosos pueden aparecer varios, in­ cluso interconectados. Es por este motivo que es necesario precisar cuántos hay; para luego saber que tipos son y en que variantes aparecen.

12. Clave y Descripción(es) de diseño(s) por lado: Debemos retomar las anteriores claves en una misma que incluya el municipio, el sitio, el bloque y el diseño. Así se podría diferenciar algún diseño entre varios de una misma piedra, como es el caso en afloramientos rocosos. Siguiendo el Sistema

Alfanumèrico se asignan 2 dígitos para el Estado, dos o tres decimales para el municipio, el nombre o una, dos y hasta tres sílabas para del sitio (y se puede asociar a un número romano). Siguiendo este razonamiento asignamos una letra mayúscula para cada conjunto, un número para la piedra en cues­ tión, y, para cada diseño o diseños que contenga agregamos finalmente una letra en minúscula. Estos motivos o diseños se habrán de y siempre de izquierda a derecha, y teniendo en cuenta los distintos lados de la piedra.

Así quedaría la siguiente clave que incluye Estado, Municipio, Sitio, Bloque y Diseño:

16/100/YACATAS/A/1/I

148 • 16: Es el número de Estado en el país que ocupa Michoacán

• 100: Número de Municipio o Tzintzuntzan

• YACATAS (y/o "I"): Clave de Janitzio considerado como todo un Sitio

• A: Conjunto al que fue incluido o pertenece la piedra

• 1: Número de Piedra, que a su vez se subdividirá de acuerdo a los diseños que con­ tenga en Lado I (superior o zenit); Lado II (norte), Lado III (noreste), lado IV (este), la­

do V (sureste) etc. (Primero se toma en cuenta el lado que voltea al cielo y a partir

del norte registramos en el mismo sentido de las manecillas del reloj).

• I: El número romano también servirá para identificar y diferenciar todos los Diseños posibles en un lado(s) o en general en la piedra.

La descripción que implica un segundo paso, se hará en términos técnicos y formales. Si es el caso de diseños que se interconectan se puede describir cómo se comunican los elementos en un lado o en toda la piedra. Es indispensable que antes de cualquier clasificación se haga una descripción formal o de acuerdo a las características geométricas propias de los diseños. Esto exige ya un proceso de sínte­ sis y sistematización de nuestras denominaciones, pues estas no deben hacer referencia a sentidos múltiples sino unívocos. Por ejemplo no se debe describir "escaleritas", sino "Serie de 10 o 13 líneas verticales", o "S" sino "Espiral doble divergente". La descripción que proponemos obedece a criterios de forma geométrica77 y al tipo de repre­ sentación, desde los elementos básicos a los más elaborados, y siempre tomando en cuenta posibles variantes y asociaciones que puedan presentarse. Por ejemplo, a partir de tres categorías: geométri­ cos, representacionales, y aparte los coloniales. Los prehispánicos se dividen en grupos como Oque­ dades, Líneas, Espirales, Círculos y Varios (Geométricos); y fitomorfos, zoomorfos, estelimorfos y an­ tropomorfos (Representacionales). Los Coloniales pueden dividirse en grupos como fechas e inscrip­ ciones, cruces y geométricos varios.

13. Técnica de manufactura: Pueden existir cinco; mediante percusión (o picoteado), incisión (marca de corte o raspado), desgaste (abrasión), acanalado y punzonado. También se considera la técnica mixta, y se tiene que diferenciar si el petrograbado está en alto o bajo relieve.

7 Consideramos que hubo un "pre-diseño" para cada petrograbado. Por ejemplo la elección de la piedra en el paisaje y en el contexto socio-cultural; el lado o lados para colocar grabados, la forma o formas de la piedra y los diseños mismos, su relación entre sí y con otros, su medida, etc.

149 14. Orientación: Se toma la orientación del panel, y si se considera necesario, de algún diseño en particular. Se toma en consideración cualquier posible orientación significativa en el contexto natural y/o arqueológico del paisaje, y hacia los elementos que componen el horizonte.

15. Estado de conservación: Es necesario identificar -de acuerdo a la estación del año en que se reali­ ce el registro- la humedad; los líquenes(hongos), fracturas, daños antrópicos, "otros" grabados (como grafiti). También si fue removido, o si existe un posible peligro de acuerdo a su ubicación o derivado del contexto socio-cultural.

16. Fotografía: Tomar en cuenta la hora del día y la ubicación de los diseños para realizar las mejoras tomas posibles, no sólo de la piedra sino del contexto donde se encuentra ubicada. Es viable tomar varios ángulos, y/o acercamientos. También en algunos casos se puede considerar tomar fotografías luego que ha llovido para observar el efecto del agua en los diseños como "pozas" u "Oquedades circulares".

17. Calco: Se sigue la hendidura en la roca para resaltar el motivo, y se puede o no, marcar el contor­ no del bloque. Deben registrase todos los diseños en su posición original dentro de un lado (panel o cara), por lo que se copiará por "lados". La técnica para el calco 1:1 que hemos realizado consiste sobreponer un plástico translucido, repetir el diseño con un marcador. Después se toma una fotograf­

ía al calco, se trata la imagen en el programa Photoshop CS2, agregándole una escala y obteniendo una imagen a blanco y negro (con la herramienta Tampón y/o Fotocopia) o resultado iconográfico.

V

Figura 37. Proceso de digitalización de petrograbados

18. Registró: Nombre completo de quien(es) realizaron el registro.

150 19. Escala: Tomar en cuenta qué tipo se utilizó para la fotografía en campo, y cuál para el procesos de digitalización del diseño.

20. Comentarios: se puede agregar si es el caso cualquier comentario pertinente sobre el bloque, los grabados y su contexto natural, arqueológico y cultural.

Cédula para los janamus Fecha: Hora: Clave del Estado y Municipio: Clave del sitio: Clave del Bloque: Clave del grupo al que pertenece: Ubicación: Tipo geológico: Procedencia: RemovidQ I In sit^ I Medidas del Bloque: Número de lados con diseños y orientación: Número de grabados: Medidas del diseño (s): altura) longitud, espesor) Clave y descripción del diseño (s): Técnica de manufactura: Estado de conservación: Comentarios: Foto (escala): Calco: Registró:

A.2 Cédula por Sitio De la misma manera que hemos compilado una serie de cédulas por unidad, luego que se han com­ pletado los grupos y por ende los sitios, se vuelve indispensable una información más general. Por tal razón hemos decidido incluir una cedula que sintetice la información de cada Sitio.

1. Fecha: Precisar el día, mes y año.

2. Dependencia: Podría ser INAH/COLMICH/UNAM/ENAH, etc^

3. Tipo de registro: Registro público de Bienes culturales Muebles

4. Nombre del proyecto: por ejemplo "Los petrograbados de Tzintzuntzan como un sistema de co­ municación gráfico".

151 5. Responsable y colaboradores del proyecto: Nombre completo del responsable y quien o quienes hayan colaborado durante el registro en campo.

6. Clave del Estado, Municipio y Sitio: Por ejemplo 16/100/YACATAS

7. Nomenclatura de la Carta INEGI: El mapa INEGI o carta topográfica con las que trabajamos son:

E14A22-CHERÁN y E14A22-PÁTZCUARO.

8. Escala: La escala que utilizamos es de 1:50,000 mts. Por ejemplo, si se planea registrar toda el área, el Lago de Pátzcuaro se puede dividir en 35 segmentos de 50,000 metros cuadrados cada uno.

9. Coordenadas geográficas (latitud y Longitud) y las Coordenadas UTM (este, norte y altitud): Para estos datos debemos contar con un mapa y un GPS.

10. Instrumentos empleados: Precisar la tipo de GPS, también si se utilizó brújula magnética, foto­ grafías, y que tipo de escala, tanto para foto como para los calcos.

11. Número de piedras: Determinar cuántas fueron en total para todo el sitio.

12. N° de conjuntos: Determinar cuántos conjuntos existen dentro del sitio. 13. N° de Diseños (grabados o motivos): Número total de por conjunto, y por todo el sitio.

14. Comentarios sobre el Sitio: Anexar cualquier comentario pertinente que no esté dentro de los apartados anteriores.

15. Croquis del Municipio: Anexar un pequeño croquis del todo el territorio municipal.

16. Croquis del Sitio: Hacer un pequeño croquis para ubicar el Sitio en cuestión, una vez identificado dentro del Municipio.

17. Registró: Nombre de quien o quienes registraron.

18. Informante: Es deseable reconocer la ayuda de las personas en la localización específica de sitios o piedras con grabados.

19. Propietario del Terreno: Si se conoce el nombre, o si éste permitió el acceso también debe dárse­ le el crédito en cualquier investigación.

Esta es la propuesta con la que trabaje, y vacié en una base de datos en Excel. De esta manera ahora cualquier diseño puede tener un número único y citarse específicamente. Como ya mencioné debe comenzarse la cuenta en cada sitio, y por cada grupo, así quedaría abierta la clave para futuros hallazgos, pues es difícil contar con la identificación de la totalidad de los petrograbados en un área determinada.

152 Cédula para sitios

Fecha Dependencia: Tipo de registro: Nombre del proyecto: Responsable y colaboradores del proyecto: Municipio: Cédula del sitio: Nombre y número de Sitio: Nomenclatura de la Carta INEGI: Escala: Coordenadas geográficas (latitud y Longitud): Coordenadas UTM (este, norte y altitud): Instrumentos empleados: Número de bloques: Número de conjuntos: Número de diseños por conjunto: Ubicación de los bloques en el Sitio: Fotos del contexto de cada conjunto: Material Arqueológico asociado: Fotos del Material Arqueológico Asociado: Comentarios sobre el Sitio: Croquis del Municipio: Croquis del Sitio: Registró: Informante: Propietario del Terreno (s):

153 Apéndice II Plan comunitario para la preservación de los petrograbados de Tzintzuntzan

Figura 38. El motivo solar en Tzintzuntzan Índice

B1 Diagnóstico

B1.1) Vocación turístico-cultural......

B1.2) Patrimonio en riesgo...... B2 Estrategias comunitarias para la preservación

B2.1) Ruta de petrograbados...... B2.2) Talleres para niños ......

Diagnóstico

El diagnóstico es el primer paso en este plan comunitario para la preservación de los petrograbados de Tzintzuntzan. Considerados bienes culturales y patrimonio tangible, debe ser una obligación plan­ tear los pros y los contras en torno a este tipo de vestigio arqueológico78. Pues para planear una me­ jor estrategia de preservación hay que conocer primero en qué estado se encuentren los recursos culturales y qué actores sociales participan.

Vocación turístico-cultural. Gracias a un primer Plan para la preservación de los petrograba­ dos en Tzintzuntzan, presentado en 2009 para la clase de Manejo de recursos culturales se identificó la tesis del sitio: "Tzintzuntzan: Antigua capital del señorío purépecha". Ésta frase corta resumía la vocación del lugar o sitio en cuestión, que en este caso es turístico-cultural. El INAH ha protegido,

Enfocándome en los petrograbados denominados por la ley del INAH como Bienes Muebles.

154 investigado y restaurado dos de los cinco principales focos turísticos del municipio; las zonas arque­ ológicas de "las yácatas" e "Ihuatzio". Otro lugar es el "convento", ya este o estos espacios religiosos han sido restaurados por varias instituciones y es coordinado por un Centro Cultural Comunitario. Un cuarto espacio de enorme confluencia es el panteón en la celebración de noche de muertos. El quin­ to por podría ser el embarcadero de Ucazanastacua.

Figura 39. Señalización a. Gobierno Estatal b. INAH y c. Ayuntamiento (Nótese que la Secretaría de Turismo usa casi esta misma "tesis central" para promocionar el sitio), croquis de los dos sitios arqueológicos ubica­ dos en el municipio Los tres tópicos considerados en la evaluación de este municipio fueron la cultura, la economía y el turismo. Ejes rectores de la política cultural, en la que intento incidir para concretar este plan comu­ nitario. Debido a la vocación turística -de todo tipo- hay que tomar en consideración cómo incidiría esta clase de proyectos en los habitantes y en los espacios con MGR. Ante estas condiciones se pue­ de diseñar una estrategia que se adecue al estilo de vida y a los usos y costumbres que prevalecen. La cultura es muy importante para este municipio siendo la última capital "político-económico- religiosa" del señorío purépecha a la llegada de los españoles y nombrada un tiempo "Ciudad de Mi­ choacán". Son como dice Foster los hijos del imperio. En lo que respecta a la economía, sabemos que realizan actividades como la siembra de maíz; fríjol y garbanzo, entre otros. También elaboran y ven­ den bellas artesanías de tule, chuspata, carrizo, madera y cantera. Incluso aún se conservan en algu­ nas comunidades actividades como la pesca y la recolección.

Figura 40. a.-c. artesanías regionales

155 Prevalecen actividades como la talla de madera, los tejidos con fibras vegetales y la cerámica. La pie­ dra ("cantera") se trabaja recientemente, aunque existen antecedentes más antiguos de trabajado­ res de metates. Estas y otras actividades distinguen principalmente a Tzintzuntzan y a sus personas, quienes trabajan y exhiben con orgullo sus artesanías. Se ha conformado un "Centro Cultural Comu­ nitario Tzintzuntzan", y ahora se organizan para gestionar recursos para proyectos culturales para el antiguo convento franciscano. Este lugar ofrece tranquilidad y esparcimiento en un entorno históri­ co, donde además se realizan ya visitas guiadas. Además, son muy concurridos los eventos que se llevan a cabo la noche de muertos y en semana Santa. Recientemente incluso el INAH está realizando eventos culturales y efectos de iluminación la noche de muertos, incluso exhibición del juego huáru- cua o pelota de fuego. Patrimonio en peligro. Existen tres tipos de petrograbados en peligro: los más de cien que fueron re-usados en el piso del conjunto arquitectónico franciscano (Sitio II), los que desaparecen por el crecimiento de la mancha urbana y los que se comercian ilícitamente. En lo que respecta a la inte­ gridad física que prevalece para algunos petrograbados tengo conocimiento de saqueo especializado para su comercialización, vandalismo, re-uso para construcción y/o remodelación de casas habita­ ción. Esto sin tomar en cuenta el daño que produce el proceso natural o diagénesis al paso del tiem­ po. Pongo énfasis en los ejemplares re-usados en el piso dentro de este complejo arquitectónico franciscano, ya que he denunciado que se "desvanecen" pues es una gran cantidad de personas las que transitan ésta área todos los días.

Figura 41. a.- c. Petrograbados en peligro

Lamentablemente muchos petrograbados han desparecido en el transcurso de los últimos tres años en que ha avanzado este catálogo. De ellos sólo quedaron en mi registro foto y algunos casos calco.

156 También sucede que están siendo no sólo vendidos, sino falsificados. Usan bloques de janamu, los graban y los dejan humedecer en la tierra y luego de un tiempo los sacan para venderlos como origi­ nales a incrédulos extranjeros o turistas nacionales. Al respecto la ley federal menciona cuatro artícu­ los: Art. 38. "Para los efectos de la ley de este reglamento, se entiende por reproducción de monu­ mentos arqueológicos, artísticos o históricos con el fin comercial, la réplica obtenida por cualquier procedimiento o mediante dimensiones semejantes al original o en diferente escala". Art. 39. "El permiso para la reproducción de monumentos podrá ser otorgado por el Instituto competente cuan­ do el interesado demuestre fehacientemente que cuenta con la autorización del propietario, posee­ dor o concesionario para que se haga la reproducción y que ha cumplido con lo dispuesto por la Ley

Federal de Derechos de Autor. Asimismo, el interesado manifestará el fin comercial que pretenda dar a la reproducción, el cual no deberá menoscabar su calidad de monumento". También en este senti­ do el Art. 40.- dicta "el permiso señalará el fin comercial aprobado que se dará a la reproducción. El fin comercial sólo podrá variarse mediante la autorización del Instituto competente. Art. 41. "Las reproducciones de monumentos deberán llevar inscrita de manera indeleble la siguiente leyenda:

"reproducción autorizada por el Instituto competente"79.

Espero que pronto se actúe contra de estos depredadores del patrimonio. Si no, se pueden implementar estrategias como la vigilancia y el monitoreo para que no se incurra en estas prácticas nocivas para el patrimonio. Pero si se considera viable creo que es mejor autorizar la duplicación de motivos prehispánicos, pero bajo coordinación del INAH. Como sucede entre los artesanos de la pie­ dra de Plazuelas, Guanajuato. Pues eso ha ayudado a que en lugar de ser los que vendan estos ejem­ plares, ahora los valoran y se han reapropiado de ellos, reproduciendo en artesanías los petrograba- dos de su comunidad.

Estrategias y alternativas para la preservación. Me planteo tres objetivos a largo plazo en torno a la preservación de los petrograbados en Tzintzuntzan. Primero, establecer una petro-ruta dentro de la zona arqueológica Las Yácatas.

Otra es que el resultado de esta investigación de tesis sobre el juego de azar y destreza men­ tal conocido como K'uilichi Ch'anakua, sirva para la didáctica y difusión de este bien cultural. Regre­ sar la iconografía a artesanos de la piedra, madera, etc.; y evitar el saqueo, vandalismo y destrucción espacialmente de los petrograbados que considero en peligro de desaparecer. Para ello debe existir

Ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicas, artísticas e históricas

157 dialogo y una responsabilidad compartida entre instituciones y la propia comunidad, defensora y trasgresora a la vez de su propio patrimonio.

Petroruta. Una de las propuestas que considero prudente mencionar es la de la "petro-ruta". Esto es, como existen cuatro grupos de petrograbados in situ, al pie de la "Gran Plataforma", sería excelente hacer visitas guiadas (Por los custodios o guías turísticos certificados) a esta área. Esta petro-ruta sería un atractivo más a la zona arqueológica, y una oportunidad para hablar a los visitantes sobre la importancia y la necesidad de preservarlos. En mi corta experiencia solo he podido hacer una cam­ paña con los estudiantes del CECYTEM en el 2007. Con ellos caminamos el área de petrograbados ubicada bajo la gran plataforma, además de los ubicados en las fachadas de las yácatas. Se les habló en esta ocasión sobre su registro e investigación así como la responsabilidad compartida para su preservación, y busqué incentivarlos a denunciar cualquier destrucción o saqueo del que tengan no­ ticia.

Figura 42. a.-c. Taller educativo para los alumnos del CECYETM, 2007 No sólo propongo recorridos guiados por el área de petrograbados en afloramientos rocosos dentro de la zona arqueológica. También considero cursos para los profesores y multiplicadores del mensaje de preservación.

Talleres Infantiles. Una de las mejores maneras de hacer del público un aliado es jugando.

Propongo entonces talleres lúdicos para los niños de K'uilichi Ch'anuakua. Por mi parte queda por el momento concluir la investigación y reforzar los argumentos para valorar y defender este patrimo­ nio. Aunque ya existe un caso de rescate exitoso y talleres en Tziracuaretiro, que considero debería imitarse.

158 Figura 43. 5° campeonato de juegos de destreza mental en Ziracuaretiro 2007, Michoacán, Develación de la placa a la "piedra con el tablero "k'uilichi" en Tziracuaretiro.

Espero finalmente que los tableros identificados se preserven y que el juego se reactive en la comu­ nidad de Tzintzuntzan mediante multiplicadores. Considero que una campaña de información educa­ tiva e interactiva hará que las personas de Tzintzuntzan se involucren. Pues es a ellos a quienes se les debe hablar, orientar y proponer.

159 Apéndice III

Reglas y tiradas E.1 El Kuilichi en 5 reglas

1) Se pueden formar equipos de uno a cuatro integrantes, mientras mayor sea el número de

participantes, el juego se hace más complejo y emocionante. También aumenta el interés y la

tensión cuando se apuesta, por lo que aún hoy se ponen en juego bienes materiales. Los tur­

nos para salir se deciden al azar tirando los palillos una vez por turno siempre sobre el espa­

cio del tablero; e inicia el recorrido quien obtenga la puntuación más alta. No vale tomar la

tirada más alta como válida e intentar avanzar, sino que deben hacerse dos tiros por turno, y

siempre camina la ficha más retrasada. Las fichas pueden ser cualquier objeto, se suele usar­ se cuatro granos de maíz; frijoles, flores, piedras, y otros.

2) Las marcas en los palillos condicionan el valor del tiro, por lo que una vez que son lanzados se

pueden dar sólo 16 combinaciones con valor de: 1; 2, 3, 5, 10, 15, 20 y 35. De acuerdo a estas

marcas puede haber cuatro combinaciones para obtener 1; cinco 2, dos 3, y sólo una 5, una

10, una 15, una 20 y una 35. El primero que llegue al área periférica del tablero elige la direc­

ción a seguir (hacia arriba o hacia abajo), y obliga al otro jugador o equipo a desviarse siem­

pre para que puedan encontrarse de frente durante el recorrido.

3) Siempre que se salga "35" se pueden avanzar estas casillas con una sola ficha, o primero "20"

con una y "15" con otra. En ello consiste una estrategia básica del juego, ya que cuando se

obtiene el valor más alto, se puede ubicar y elegir en un conteo mental rápido dónde quedar­

ía la ficha o fichas, atacando o evitando peligro. Cuando una ficha está por finalizar el reco­

rrido, si acaso le sobrarán puntos por contar, éstos se pierden y no puede utilizarlos otra.

4) En el centro del tablero existen dos casillas que habrá que sortear tanto a la entrada como a la salida del recorrido; ya que si se cae en ellas se "quema" la ficha y debe volver a empezar.

Pasando estos obstáculos las fichas pasan al área periférica del tablero, ahora encontrando

tantos obstáculos como fichas enemigas, a las cuales tratará de evitar para que no lo "que­

men" o en todo caso tratar de hacer que sus fichas "quemen" a las contrarias. Si la ficha de

un jugador cae en una casilla ocupada por una o más fichas contrarias las "quema", ésta por

su parte termina el recorrido, mientras la ficha o fichas "quemadas" deben iniciar una vez

más el trayecto, colocándose en el cuadro o centro del juego.

160 5) En las cuatro esquinas existe una casilla adicional que se debe ocupar cuando la ficha pasa

"de regreso", evitando con ello confusiones en la dirección de las fichas. Cada jugador antes

de salir deberá recorrer la totalidad de puntos del tablero constituido por 72 casillas. Pero,

como en la casilla adicional de las esquinas se pasa dos veces, así como por el punto de en­

trada y salida de la periferia haríamos un total de 81 movimientos. Pues aunque se esté por

salir en la última casilla, la ficha aun puede ser "quemada". Finalmente se considera que el

primer jugador que logre "quemar" al contrincante con sus cuatro fichas o completar el tra­

yecto "saliendo por donde entró", gana la partida y en su caso la apuesta80.

E.2 Combinaciones y valor de las tiradas

Se utilizan cuatro colores (amarillo, negro, rojo y blanco) para poder diferenciar las distintas combi­ naciones posibles. Para que "salga" 1 hay cuatro posibilidades; 2 cinco, 3 dos, 5 una, 10 una, 15 una,

20 una y 35 una.

1

2

3 5 10

Información proporcionada por la familia de Valente Soto de la comunidad de Angahuan, Michoacán.

161 15 20 35

Figura 44. Distintas posibilidades de valor en las tiradas de los palillos

162 Apéndice IV Galería de imágenes Trabajo de campo y participantes

Figura 45. a. Maurilio, c. y d. Asesorías con la Lic. Tania Calderón y el maestro Nicolás.

Figura 46. a. y b. Carlos y c. Jorge, custodios del Convento

Figura 47. a. y b. Valentina Garcés, Silvana y c. Rubén

163 Figura 48. a. y b. Trabajo de gabinete Tatiana y Silvana, c. Silvana y el autor

Figura 49. Apoyo en campo de Rafael, Rubén, Francisco, Pedro y Feliciano custodios INAH de la zona arquelógica Las Yácatas.

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