Memorias Del Último Gran Maestre Templario ────────────────────────────────────────────────
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Memorias del último Gran Maestre Templario ──────────────────────────────────────────────── Año del Señor 2211 J.A Fortea 1 Editorial Dos latidos © Copyright José Antonio Fortea Cucurull Título: Memorias del último gran maestre templario Todos los derechos reservados [email protected] Editorial Dos Latidos Benasque, España Publicación en formato electrónico en 2012 Versión 8 de esta obra Primera edición impresa en México, mayo de 2008 ISBN: 978-970-820-048-6 Editorial El Arca American Book Store, S.A. de C.V. Calle 22 de Diciembre Nº 1 Col. Manuel Ávila Camacho, C.P. 53390 Naucalpan, Edo. de México www.fortea.ws 2 Memorias del último Gran Maestre Templario ────────────────────────────── Año del Señor 2211 3 4 Memorias del último Gran Maestre Templario ─────────────── año del Señor de 2211 5 6 Año 2211 Oficiales y soldados se retiraron del lugar dejando otra vez solitarios y silenciosos l Gran Maestre se detuvo en mitad del aquellos húmedos y fríos parajes cada vez más valle. Dirigió su mirada al fondo, hacia cubiertos por la nieve de un invierno que no E la garganta que formaban aquellos había hecho más que comenzar. montes completamente cubiertos de pinos. Las cuatro grandes torres se levantaban a buena Un cuarto de hora después, el grupo de marcha. La construcción de las fortificaciones oficiales y la escolta revisaban y recorrían las defensivas seguía el plan previsto. Aquellas construcciones que habían observado a lo cuatro pesadas y enormes torres rectangulares lejos. Los constructores detenían sus trabajos de cúspides todavía irregulares aparecían en cuanto pasaba frente a ellos el grupo de salpicadas de blanco. Habían llegado las militares que acompañaba al gran maestre. El primeras nevadas. Las torres tenían la altura de anciano iba a paso ligero, haciendo muy pocas un edificio de veinte plantas. Se levantaban observaciones. El mariscal Von Gottenborg inconmovibles dotadas de una inevitable que le seguía los pasos, era uno de los recién sensación de poderío contra un cielo que se llegados de Somalia. Hacía menos de dos horas cubría una y otra vez con nubes grises y que acababa de llegar. Y todavía no sabía qué opacas. En medio de aquel aire frío y húmedo hacían todos esos templarios, casi todas las caían pacíficamente algunos tímidos copos de fuerzas de la Orden, concentradas, nieve. fortificándose, en uno de los más pequeños La ventisca agitó la capa negra que estados de Europa, el Principado de Andorra. cubría las espaldas del anciano gran maestre. ¿Por qué tal concentración de fuerzas de toda Mechones de cabellos plateados de su cabeza la Orden en aquel diminuto punto del mapa? comenzaron a ondear según venían las ráfagas. ¿Por qué la erección de aquella formidable El gran maestre y los cuatro soldados que lo línea defensiva? Se imaginaba que después de acompañaban permanecían de pie, en silencio, la hora de la refección, tendrían una reunión con sus uniformes negro. En medio de aquel para recibir instrucciones y explicaciones. paisaje montañoso parecían marciales estatuas, Tanto él como los cuatro mil efectivos de pero la mente y los ojos del anciano no estaban infantería estaban acostumbrados a obedecer ociosos. Calculaban alturas, estimaban la sin hacer preguntas. Pero esta vez las preguntas conveniencia de la situación de las se agolpaban de un modo casi irrefrenable. Si fortificaciones, ponderaban el tiempo le había sorprendido que se le hiciera venir con necesario para que todo el sistema defensivo cuatro mil hombres, pronto quedó más estuviera acabado. Eran ojos expertos. extrañado al observar el número de efectivos Detrás del grupo, treinta soldados a desplazándose en lo profundo de aquellos caballo escoltaban a prudente distancia a sus valles. Allí debía haber por lo menos cincuenta oficiales. La nevisca arreciaba y agitaba sus mil hombres. ¿Qué estaba sucediendo? ¿A qué capas. Algunos de ellos acababan de llegar de habían venido? En ese lugar no había ninguna África y era la primera vez que guerra. No había nada que defender en una experimentaban aquel frío pirenaico. pequeña nación europea que nunca había -Regresemos –ordenó el gran maestre. agredido a nadie, ni había sido agredida, ni había recibido amenaza alguna. 7 Ya en el interior de las oscuras galerías Tras mirar el cielo gris desde su sillón, del basamento de aquel complejo defensivo, el dirigió sus ojos claros hacia los escarpados Gran Maestre marchó a su habitación. valles que rodeaban los gruesos muros de la -Caballeros, volveremos a vernos a la fortaleza, hacia el paisaje abrupto cubierto de hora de la refección. pinos, donde la nieve se seguiría acumulando Ésa fue su despedida, breve, severa. en los meses siguientes. El invierno sólo Volviéndose enseguida en dirección al largo y acababa de empezar. El gran reloj del pasillo penumbroso pasillo de paredes desnudas que tocó su carillón, la celda tornó a quedar en conducía hacia su dormitorio. Su figura, de silencio. Aquel anciano, cansado, en medio del mediana estatura, ligeramente encorvada, silencio, recordaba cómo él no había querido frágil pero férrea se alejó por aquel tétrico aceptar el nombramiento de Gran Maestre. corredor interno sin ventanas. Al entrar en su Treinta años al frente de aquella orden militar dormitorio con paso cansado, lento, buscó en eran muchos años. Dos veces había pedido en aquella celda monástica el descanso de su el pasado que se le liberase de esa carga. Dos sillón austero, de aire medieval, con dos veces por conductos reservados había enviado grandes cojines de colores exuberantes y ricos al Santo Padre la carta oficial pidiendo que se en borlas. El Gran Maestre apoyó aceptase su dimisión. Treinta años era mucho cansadamente su espalda en el respaldo de tiempo. Pero la Santa Sede no era de la misma cuero, sujeto a la madera con clavos dorados opinión. de cabezas en relieve con forma de rostros. El Todavía recordaba la impresión que le anciano miró la luz blanca del mediodía había causado la llamada telefónica del Nuncio invernal que penetraba por el arco de la de Su Santidad cuando era un sacerdote en ventana. Hacía días que la fatiga –quizá más el Dublín, a esa edad que el común de los desánimo- había sentado sus reales en aquel mortales considera la mitad de la vida. Al día cuerpo y aquel espíritu. Vestía una amplia siguiente, se le comunicó en nunciatura, que él sotana negra cuya gran capucha llevaba echada había sido designado para ocupar el puesto de a causa del frío. Frío ambiente que hacía Gran Maestre de la orden templaria. Hasta perfecto juego con la desnudez de su celda entonces había sido un sacerdote castrense al monástica. Era el Gran Maestre de la Orden y, que muchos de sus colegas consideraban un sin embargo, sus posesiones se reducían a hombre oscuro que seguiría toda la vida en su aquella mesa de madera basta y desnuda, y puesto. Pero desde hacía años, los informes unos pocos libros en un nicho excavado en la que se acumulaban en la Congregación de pared. Sus ojos miraron hacia la cama, un Obispos le señalaban como muy digno colchón sobre el suelo con un gran edredón. De candidato al episcopado. Sus dotes de gobierno pronto se sintió como agobiado. No era la y su prudencia habían quedado de manifiesto austeridad, ni la vejez, era lo que se venía pocas veces pero de modo inequívoco. En los encima. últimos años, había desempeñado en la sombra Buscó un respaldo donde apoyar su encargos muy delicados al servicio de la blanca cabellera, pero aquel sillón antiguo no Secretaría de Estado del Vaticano. lo tenía. Inclinó su largo cuello hacia delante y ¿Por qué yo?, se preguntó miró al suelo con ánimo derrotado. En seguida repetidamente durante los días posteriores a levantó el rostro hacia la luz de la ventana. que se le comunicara la intención de la Santa Sede. 8 -Reverendo –le había explicado el -¿Y los templarios aceptan que un Nuncio sentado en su sillón, con las manos extraño ocupe el más alto puesto de gobierno sobre la barriga tranquila y los dedos entre los de su Orden? botones forrados de negro de aquella sotana -Son religiosos muy observantes, cuya con borde púrpura-, siempre escogemos para obediencia está fuera de duda. Además, la ese cargo hombres ajenos a la Orden. Ya que jerarquía de la Orden tiene su gran capítulo. El sus integrantes son hombres embargados por que una persona venida de fuera, ocupe el nobles ideales, precisan de alguien que grado superior, les evita las luchas por el atempere, que imprima un sello de cordura, de poder. Sus estatutos incluyen la particularidad contención. Si la orden se abandonara a sí de que el puesto más elevado de la pirámide misma, se autodestruiría emprendiendo jerárquica sea ocupado por alguien que hasta empresas que sobrepasarían sus fuerzas y entonces no haya pertenecido a la Orden. Es posibilidades. una sabia medida que les pone a cubierto de la -Pero no sé nada sobre la Orden. Lo ambición. El servilismo, las intrigas, la desconozco todo de ella. adulación para alcanzar la cima, no tienen -Lo aprenderá. Tiene toda la vida por cabida, ya que la cúspide siempre es ocupada delante. Esto es como cuando a uno le envían por alguien de fuera. Créame, los grupos como obispo a una diócesis. Un nuevo prelado cerrados prefieren que los gobierne alguien tampoco sabe nada del rebaño que va a que no pertenezca al círculo endogámico, Un gobernar... al principio. extraño no está atado a nadie. Usted llega sin -Mire... no quiero parecer que pongo tener que agradecer su ascenso a ningún reparos a la designación pontificia, pero nunca miembro de dentro. La llegada de un nuevo he sentido ninguna vocación por ese tipo de Gran Maestre supone, en la práctica, una forma vida templaria.