MITO, RITO, SIMBOLO Lecturas Antropológicas
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MITO, RITO, SIMBOLO Lecturas antropológicas Recopilación: Fernando Botero y Lourdes Endara MITO, RITO, SIMBOLO Lecturas antropológicas Instituto de Antropología Aplicada Quito 2000 Religión Ralph Beals y Harry Hoijer l. Qué es la religión no puede ser moldeado en un arma o instru- mento; una masa de arcilla, aunque tratada de Como hemos señalado en capítulos an- la manera usual, deja de mantener su forma o teriores, las culturas humanas comprenden en no resulta apropiada para elaborar una vasija. todas partes normas de organización social Una batida cuidadosa no levanta ninguna ca- destinadas a regular el trato social de los indi- za, una lluvia o una granizada inesperadas des- viduos. Dentro de una sociedad particular, sus truyen una cosecha en sazón, o un rebaño, a miembros pueden entender el comportamien- pesar de todas las precauciones, se malogra to de la mayoría de la gente e incluso pueden por la enfermedad. A pesar del conocimiento y predecir cómo reaccionará un individuo ante de las técnicas largo tiempo probadas, muchas determinadas situaciones. Análogamente, toda actividades diarias están sujetas al fracaso, no cultura incluye un conjunto de técnicas -su al que procede de una falta de destreza o de co- tecnología- por medio de las cuales sus parti- nocimientos, sino a un fracaso que es inexpli- cipantes producen sus alimentos, vestidos, vi- cable, imprevisible y, por ende, misterioso. vienda, instrumentos y armas. Dentro de esta Como resultado de este tipo de aconte- área de conocimientos, los resultados son, en cimientos, que perturban el curso uniforme de general, predecibles: la madera, adecuadamen- la actividad cotidiana, todas las sociedades que te tratada, puede convertirse en un arco o en conocemos desarrollan ciertas normas de una vivienda; la arcilla, convenientemente ele- comportamiento, destinadas a precaverse, por gida y manipulada, puede moldearse en forma un medio u otro, contra lo inesperado, y a de vasijas de cerámica; la piedra, debidamente controlar mejor las relaciones del hombre con tallada o pulimentada, produce instrumentos, el universo en que vive. Es esta área de la cul- armas y otros artefactos. tura lo que llamaremos religión. Pero también es verdad que los seres Debido a que ningún pueblo ha logra- humanos a veces dejan de comportarse de un do una certidumbre completa ni en las relacio- modo predecible y que las técnicas no siempre nes interpersonales ni en la tecnología, la reli- son dignas de confianza. Una persona de ordi- gión es inevitablemente una parte de toda cul- nario ecuánime cae en un arrebato de cólera tura. Sin duda, las formas de comportamiento inexplicable, una esposa, o un marido fieles, de religioso varían enormemente de una socie- repente abandonan a su consorte, o un indivi- dad a otra; son casi innumerables las diferen- duo al parecer sano, enferma y muere sin nin- cias que hay en la creencia, el ritual y otros as- guna causa evidente. Un arco favorito, hasta pectos de la práctica religiosa. Pero no debe- entonces fuerte, se quiebra; un trozo de piedra, mos engañarnos por estas diferencias y dese- a despecho de una manipulación cuidadosa, char todas las religiones, salvo la nuestra pro- 6 / Fernando Botero y Lourdes Endara (Compiladores) pia, como meros conglomerados de prácticas bra, y en las actividades religiosas como la mágicas y supersticiones. Con nuestro conoci- Danza de la Serpiente de los hopis, destinada a miento de la medicina, quizá parezca extraño atraer la lluvia a una cosecha en crecimiento. que los navajos confíen en curar la tuberculo- Se sigue de lo que hemos dicho que la sis por una complicada ceremonia de nueve religión, al igual que otras normas culturales, días, o que el tratamiento de las enfermedades no debe separarse de la matriz total de la cul- entre los pueblos no ilustrados se busque tan tura. Las normas religiosas de comportamien- frecuentemente en la oración, la danza y el to están, en efecto, inextricablemente combi- canto en lugar de recurrir a un hospital o una nadas con la tecnología y con la organización clínica. El hecho es, por supuesto, que pocos social, y encuentran gran parte de su significa- pueblos no ilustrados comparten nuestros do en esta combinación. Para iluminar este considerables conocimientos médicos; para punto, volvamos por un momento a las activi- ellos, la enfermedad y el dolor, con raras ex- dades hortícolas de los isleños de las Tro- cepciones, sólo pueden ser tratados como briand, un pueblo melanesio que vive al norte acontecimientos inesperados, no controlados del extremo oriental de Nueva Guinea. por los medios ordinarios. Y no se debe olvi- Los trobriandeses, según Malinowski, dar que incluso en nuestra propia sociedad son expertos horticultores, que trabajan con hay muchos que creen sinceramente que la en- ahínco y sistemáticamente para obtener sus fermedad se cura mejor por la oración y la fe cosechas, principalmente de ñames, taros y co- que por los conocimientos médicos. cos. Su tierra es fértil y bien regada, y sus ins- Las normas religiosas de comporta- trumentos, aunque de piedra, concha y made- miento se centran, pues, en las incertidumbres ra, son suficientes para labrar el suelo. Las téc- de la existencia, y son particularmente eviden- nicas nativas de horticultura son ciertamente tes en las épocas de crisis. A veces, estas son las más que adecuadas. Malinowski nos cuenta llamadas crisis de la vida, tales como el naci- que los trobriandeses “producen mucho más miento, la adolescencia, el matrimonio, la en- de lo que realmente necesitan y que la cosecha fermedad y la muerte; algunas o todas estas media anual es quizá doble de la que pueden ocasiones son, en casi todas las sociedades, es- consumir”1. tímulos para rituales y ceremonias. Otras cri- No obstante, sería un error describir la sis afectan a la sociedad en su conjunto, como horticultura de los trobriandeses en términos la escasez de alimentos, p. ej., en un poblado enteramente tecnológicos. Para los nativos, la esquimal. En semejante circunstancia, las fa- horticultura implica un verdadero laberinto milias de la aldea se reunirán y, bajo la direc- de procedimientos técnicos y mágico-religio- ción de un jefe religioso llamado chaman, in- sos, ninguno de los cuales puede separarse del tentarán descubrir por medios mágicos la cau- otro. El mago de los huertos, como lo designa sa de la escasez. Parecidas ceremonias en gru- Malinowski, es un funcionario importante del pos marcan frecuentemente el cambio de las poblado, sólo superado por el jefe del poblado estaciones, en especial cuando, en una comu- y por el hechicero. Cada año ejecuta nidad agrícola, tal cambio trae consigo una al- …una serie de ritos y hechizos sobre el huerto, teración de las actividades. Ejemplo de ello se que corren paralelos con el trabajo y que, de encuentra en los ritos de la siega, en las cere- hecho, inician cada etapa de la labor y cada monias para preparar los campos para la siem- nuevo desarrollo de la vida de las plantas. In- Mito, rito, símbolo / 7 cluso antes que empiece ninguna faena agríco- prensión de la naturaleza y de la variedad de la, el mago tiene que consagrar el sitio con la creencias y prácticas religiosas. ejecución de un gran ceremonial en el que to- man parte todos los hombres de la aldea. Esta 2. El concepto de poder impersonal ceremonia abre oficialmente la temporada de labores, y sólo después que ha sido efectuada Uno de los más interesantes y extendi- los aldeanos comienzan a quitar los rastrojos dos fenómenos religiosos es la creencia en una de sus parcelas. Luego, en una serie de ritos, el fuerza, influencia o poder generalizado e im- mago inaugura sucesivamente todas las varias personal que existe de modo invisible por to- etapas que se siguen unas a otras: el incendio do el universo, y que puede ser poseído, en de los rastrojos, la roza, la siembra, la escarda y mayor o menor grado, por los dioses, los hom- la cosecha. Así mismo, en otra serie de ritos y bres, las fuerzas de la naturaleza (tales como el encantamientos, ayuda mágicamente a las sol, la luna, la lluvia o el trueno) y objetos na- plantas en la germinación, en la floración, en la brotadura de las hojas, en el crecimiento de los turales tales como los lagos, ríos, árboles y pie- tallos, en la formación de las frondosas guir- dras. Es preciso recalcar que esta fuerza o po- naldas de follaje y en la producción de tubér- der es completamente impersonal, de modo culos comestibles2. que nunca está incorporada en cuanto tal en un dios o divinidad suprema. Los dioses pue- Para resumir esta sección, es evidente den poseer cantidades más o menos grandes que la religión abarca todas aquellas normas del poder, pero nunca son encarnaciones del de comportamiento por las que los hombres se poder. esfuerzan en reducir las incertidumbres de la La noción de un poder impersonal es, vida diaria y en compensar las crisis que resul- más bien, una especie de principio explicativo tan de lo inesperado e imprevisible. Mediante usado para dar razón de experiencias que se la religión los hombres intentan dominar, por salen de lo corriente o de acaecimientos que la magia, la oración, el sacrificio y otros nume- no pueden ser explicados de otra manera. Así, rosos artificios rituales el área de su universo el término de los indios algonquinos para in- que no se somete de modo conveniente a su dicar el poder impersonal -manitú- no sólo se tecnología profana. Al obrar así, los hombres aplica a los seres sagrados (dioses o espíritus) presuponen un mundo de seres sobrenatura- y a los practicadores religiosos (sacerdotes y les, relacionados con el hombre e interesados chamanes), sino también a todo lo que es ex- por él, que se denominan variamente espíri- traordinario, asombroso o inexplicablemente tus, demonios, deidades y dioses.