Coahuila Y Texas, Una Historia Compartida De La Federación Mexicana*
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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 Coahuila y Texas, una historia compartida de la Federación mexicana* Manuel González Oropeza Pedro Alfonso López Saucedo Pocas veces se presta atención al hecho de que, entre 1821 y 1823, México tuvo una exten- sión territorial de más de 5 millones de km2, la cual abarcaba desde Alta California, Santa Fe de Nuevo México y Nuevas Filipinas (Texas), hasta la Capitanía General de Guatemala (conformada por Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, el ac- tual estado de Chiapas y la provincia panameña de Chiriquí). En 1823, dicha Capitanía se separó de México y sus integrantes formaron las Provin- cias Unidas del Centro de América, excepto Chiapa, que se distanció de Guatemala y se unió a México como el Estado Libre y Soberano de Chiapas. En el caso de la historia de las tierras septentrionales del entonces recién independizado México —como Alta California, Nuevo México y Texas—, ésta estuvo vinculada a la Nueva España porque de ahí partie- ron las campañas de expedición, evangelización, conquista, pacificación y colonización, o bien porque siempre dependieron de las disposiciones virreinales centralizadoras respec- to a su organización político-administrativa, poblamiento y desarrollo económico. Los vastos territorios del norte, muy lejanos del centro de México, siempre carecieron de la estabilidad que les permitiera crear asentamientos permanentes y numerosos que favore- cieran el desarrollo sostenido de la región, en vista de sus amplísimos recursos naturales. Hubo, por supuesto, varios intentos importantes de integrar el septentrión novohispano a la dinámica económica del Altiplano Central, occidente y costa del Golfo y, en épocas más tardías, en las zonas mineras de Guanajuato, Zacatecas, Nueva Vizcaya (conforma- da por Durango, Chihuahua, Sinaloa y parte de Coahuila), Nueva Extremadura (formada por Coahuila, Texas y parte de Nuevo León) y el Nuevo Reino de León (actualmente, Nuevo León). Sin embargo, por la lejanía ya mencionada, por la constante invasión de las llama- das tribus bárbaras (comanches, apaches, tonkawas, cados, wichitas, cherokees, kickapoos, alabamas, coushattas, shawenees, navajos, pimes, guachichiles, zacatecos y todos aquéllos Actas del Congreso Constituyente de Coahuila y Texas de 1824 a 1827 y Texas de Coahuila CongresoActas del Constituyente * Traducción y comentarios elaborados por John Wheat. 63 DR © 2016. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación http://portal.te.gob.mx/ Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 que han sido denominados chichimecas) y, pese a los denodados esfuerzos de las misiones religiosas y de los presidios militares por lograr la incorporación, ésta fue imposible. No sólo durante los dos primeros siglos del periodo virreinal se hicieron esfuerzos por demostrar la necesidad de colonizar esa región, ya fuera para su aprovechamiento o bien, para vigilar los confines ante las incursiones de ingleses y franceses durante el siglo xvii —y más tarde, a fines del sigloxviii y principios del xix, de estadounidenses,1 pese a los tratados de límites entre ambas partes—. En el último tramo del periodo colonial también se hizo evidente la necesidad de dar mayor impulso a la región y considerar sus propios requerimientos, es decir, concederle mayores libertades en los aspectos económicos y políticos con respecto al resto del virreinato.2 Desde la aplicación de las reformas borbónicas y la inspección del visitador real José de Gálvez en la segunda mitad del siglo xviii, se vislumbraba la necesidad de darle un trato especial a esta región de la Nueva España por las características tan diferentes que presentaba con respecto al resto del territorio. Cuando llegaron las primeras noticias de la situación de la península y la convocatoria para elegir diputados que representaran todas las provincias de la nación española (territorios americanos y asiáticos), los habitantes del septentrión novohispano vieron la oportunidad de formular sus peticiones ante las Cortes que se reunirían en Cádiz para obtener las concesiones que le permitirían a esa parte del territorio crecer como el resto del virreinato. Por primera vez, esta región estaría representada por Juan José de la Garza, canó- nigo de Monterrey, por el Nuevo Reino de León; Manuel María Moreno, eclesiástico, por Sonora; Juan José Güereña, provisor del obispado de Puebla, por Durango y, quizá, el más importante, José Miguel Ramos Arizpe, cura del Real de Borbón, por Coahuila.3 Lo 1 La adquisición de Luisiana por Estados Unidos de América reflejaba su interés por la expansión hacia el oes- te. Al firmar con Francia el tratado que le permitió adquirir más de 2 millones de km2 el 30 de abril de 1803, obtuvo el paso libre a Nueva Orleans, punto vital para el comercio y la comunicación con el resto de las enti- dades estadounidenses. No hay que olvidar que sólo unos años atrás, en 1800, Francia obtuvo de España estas tierras por medio del Tratado de San Ildefonso. La venta de este mismo territorio por parte de los franceses a Estados Unidos constituía un bloqueo a la posible influencia de Gran Bretaña en América. 2 Durante la Colonia, Nuevo León, Coahuila y Texas llegaron a formar una unidad, pero también se desar- ticulaban, en ocasiones, de acuerdo con las disposiciones reales que pretendían ejercer un mejor control de esas tierras. En 1726, Fernando Pérez de Almazán llevó a cabo la separación administrativa de Coahui- la y Texas, estableció la Villa de los Adaes como primera capital de Texas y a Monclova como capital de Coahuila. Durante los primeros años de vida independiente, Coahuila y Texas formaron de nuevo una sola entidad, más tarde, con la independencia y separación de Texas, Coahuila permaneció independiente has- ta que, a mediados del siglo xix, Nuevo León incorporó de nuevo este estado a su territorio y quedaron separados definitivamente por disposición del presidente Benito Juárez en 1864 (González 2012, 143-73; González 2013, 1-33). 3 Cuando José Miguel Ramos Arizpe se incorporó a las Cortes en Cádiz, solicitó nuevos derechos políticos para su tierra natal, entre ellos el establecimiento en Saltillo de una junta superior que llevara el nombre de guber- nativa, compuesta de siete miembros (dos de Coahuila, dos de Nuevo León, dos de Nuevo Santander y uno de Texas), y “que en las capitales de cada una de las cuatro provincias de estableciesen juntas subalternas, in- tegradas por un número de vecinos que oscilaría entre tres y cinco” (Ramos 1812/1994). El 7 de noviembre de 1811, Ramos Arizpe (1812/1994) leyó ante las Cortes el texto que se conoce como Memoria, que el Doctor D. Miguel Ramos Arizpe, Cura de Borbon, y Diputados en las presentes Cortes Generales y Extraordinarias de España por la Provincia de Coahuila… presénta á el Augusto Congreso…, en donde proponía que “en ca- da provincia habría una diputación provincial encargada de la administración”, que sustituiría a las originales juntas provinciales que se hicieron cargo del gobierno local ante la ausencia de la autoridad real en la penín- sula. Es decir, ya apuntaba sus ideas federalistas aun antes de conseguir la independencia. Tras su discusión en las Cortes, se aprobó el proyecto de Constitución, cuyo título VI se refería al gobierno de las provincias y pueblos; fue tan interesante la presentación de su Memoria que fue reimpresa en Guadalajara, en 1813, en la Oficina de José Fruto Romero. En España también se publicó, en forma de cuadernillos, en varios periódicos de la época, como en el El Español (editado en Londres, en 1813). Un año más tarde se editó en Filadelfia, Es- Volumen I Volumen tados Unidos de América, una traducción al inglés. 64 DR © 2016. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación http://portal.te.gob.mx/ Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 que puede apreciarse en las mencionadas peticiones de los habitantes del septentrión novohispano son unas primigenias demandas de libertad, autogobierno y vida democrá- tica para las provincias, es decir, el verdadero establecimiento del federalismo en tierras novohispanas, las cuales fijarían las condiciones para la administración y el control de sus recursos,4 pero sin dejar de pertenecer a la Nueva España. Ramos Arizpe, años más tarde, continuó pugnando por estas mismas ideas, ya inmerso en la construcción de la nación mexicana, tras la obtención de la independencia en 1821. A partir de la Constitución de 1824, Nuevo León se consideró un estado más de la Federación mexicana, en tanto que Coahuila y Texas se unieron y quedaron como una sola entidad; se creó el gentilicio coahuiltejanos5 como una señal inequívoca de la relación entre ambas regiones, la cual sólo duró poco más de una década hasta su separación defi- nitiva y la independencia de Texas de México en 1836, con su posterior anexión a Estados Unidos en 1845. Son precisamente estos antecedentes compartidos los que permitieron a los miem- bros del Congreso Constituyente crear, de manera compartida, la Constitución Política del Estado Libre de