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AÑO xvni. MADHID 14 DE ENERO DE 1900. NUM. 2.

S. A. R. LA INFANTA DOÑA PAZ DE BORBÓN CON SU ESPOSO É HIJOS 14 EL ÁLBUM IBERO-AMERICANO

más razón nuestros lectores no pueden cono­ otras más que se celebran anualmente en Texto: Crónica parisiense, por AntoTiio Ambroa.—5. A. R. la In­ cer cuanto se prepara en su honor, si quieren París, fanta Pona Paz^ por Concepción Gimeno de Flaquer. — />«- curso de Madame BaUazzi.— Yenecia medioeval fconcltisión}, por favorecernos con su visita. Entre ambos palacios extiéndese una her­ Emilio Castelar. — Boceto de cofiumbres españolas: Entrada de los Por eso pensamos hacer una Crónica diaria mosa avenida de 90 metros de ancho. Em­ Beyes Magos en Álcoy, por Joan Manuel Contreras, — Cuen/M treves: Kl regalo de Beyes, por Manuel PeraHfl y Minení.—^ mi de la gigantesca y asombrosa Exposición, pieza en los Campos Elíseos y acaba en los pa'ire, por Juan de Dios Vezt^.—Contrastes, por el Marques de y deseamos que aquellos á quienes no les sea Inválidos, cuya dorada cúpula brilla entre las Tftlmar. —fiú>íí y lattrel (diálogo), por Guillermo Matta.— posible venir aquí sepan todo cuanto en Pa­ neblinas del horizonte. Xoiicias sociales y arUsticas, por Engenio Prat y Gil. — Yarieda- des. — XuestroJi grabados, por la Redacción. rís se hace durante los seis meses que la Es- En la orilla izquierda del Sena levántanse <5 vabad-os; S. A. R. la Infamia Doña Paz de Bortón con su esposo posición estará abierta al público. á medias construidos todos los palacios de F hijos. — Lago en el Castillo de Berg. — Juan de Dios Pesa, popular poeta mexicano.—La vendimia: panneott decorativo destinado al Pala­ Hoy por hoy sólo nos contentamos con laS" Potencias extranjeras, reproduciendo la cio de Agricultura de Francia. — La fiesta de Reyes en un pueblo de saborear el encanto de un paseo en vapor á mayor parte de ellos los más famosos monu­ Italia. — Yista general de Salamanca. lo largo del Sena, desde el Pont-Neuf hasta mentos de la vieja Europa: Italia con sus la isla de los Cisnes, donde la Libertad de sonrientes columnatas, la medioeval Alema­ CRÓNICA PARISIENSE Bartholdi se alza majestuosa iluminando al nia, la hermosa Espa"fia, la gótica Bélgica y mundo; la misma Libertad, pero en minia­ otros muchos pabellones que constituirán se­ tura, que abre la rada de New-York. veras selecciones entre las p'-oducciones ar­ Lo9 dna siglo». — La Exposición de 1900. — Paseos por el Sena.— Vista panorámica. — Congreso ríe Pesquería» El viejo Louvre, dormido sobre sus laure­ tísticas y entre los cuales se reservarán lujo­ marítimas.— Modas. les de gloria, queda tras de nosotros y llega­ sas habitaciones para los distintos monarcas. mos á 1^ nueva estación de Orleans, cuyas Tras esta magnífica decoración veremos la nos separan muy pocos días del arcadas de hierro dibujan sus siluetas entre rup, de París, donde se agruparán todos cuan­ 'Críf^ siglo XX.' la bruma cenicienta de un cielo de invierno. tos placeres tiene la moderna Babilonia: con­ Unos dicen que aún nos falta un A partir del puente de la Concordia, no ciertos, cafés, bailes y teatros. año del siglo xix, otros aseguran que no; tenemos bastantes ojos para ver. Mucho y mucho más podremos admirar pero soase lo que fuere, unos cuantos días ó El Sena será durante la próxiína Exposi­ el año de 1900; pero como tenemos mucho unos cuantos meses nada significan compa­ ción la calle flotante, digámoslo así, la vía tiempo á nuestra disposioión, iremos deta­ rados con la eternidad, y muy eú breve sal­ triuafal de actividad y de alegría. llándolo todo en nuestra Crónica diaria de dremos del siglo del vapor y de la electrici- la Exposición de 1900. • dad para entrar en el siglo de... Dios sabe En 1889, las fachadas posteriores reflejá­ qué. banse en las verdosas aguas del río; pero du­ Aunque poco, nosotros hemos participado rante la próxima Exposición, el Sena servirá Entre los numerosos Congresos que deben de la acción de los sucesos en la última cuar­ de maravilloso espejo á loS pórticos esculpi­ reunirse en París al inaugurarse la Exposi­ ta parte del siglo; hemos compartido los en­ dos, las cúpulas doradas, las columnatas flo­ ción Universal, ocupará lugar preeminente el sueños y las realidades de los más importan­ ridas, las ojivas elegantes y las escaleras de las Pesquerías marítimas, presidido por tes miembros d© la humanidad, hemos trata­ verdaderamente reales. M. Perrier y por otras autoridades compe­ do de penetrar en la inteligencia de los gran­ La Exposición de 1900, como espacio, será tentes. Dicha industria, gracias á los esfuer­ des pensadores, hemos leído los libros de la seis veces mayor que la de 1855; ocupará zos de todos, ha adquirido desde hace algu­ idea, del amor, del sufrimiento y de la vida; 108 hectáreas de terreno, sin contar el anejo nos años una importancia excepcional. Se es­ y ¿qué hemos adelantado? de Vincennes, reservado á los sports y á los tima en 937 millones y medio de francos el Nada, nada, y nada. medios de transporte. - valor del pescado obtenido en Europa, con El doctor Fausto es un ser real represen­ Ninguna de las anteriores Exposiciones excepción de Rusia y América. Por lo que tado en cada individao de la sociedad hu­ tuvo lo que tendrá la próxima: una entrada concierne tan sólo á la Rusia europea, la can­ mana. monumental, situada en pleiio París, en la tidad cogida anualmente se eleva á 98 millo­ Luchar, sufrir y vivir para morir; los si­ plaza de la Concordia. nes de kilogramos. glos pasan como ráfagas de viento, Jos hom­ Los dos elegantes minaretes se alzan ya bres pasan también como fugaces llamaradas entre el cielo nebuloso, y tras ellos la gran de vida; las obras de la humanidad son efí­ cúpula por donde han de desfilar millones de Respecto á las modas, en esta época de meras, y uno tras otro los años van desapa­ extranjeros admirados de tanta y tanta ma­ aguinaldos todas buscan lo económico y lo reciendo, y con ellos nuestros ideales, nues­ ravilla. elefante. * tros ensueños y nuestra vida. * * Claro está que no todas pueden permitirse ¡Pobre humanidad, deleznable y frágil, El antiguo Palacio de la Industria ha ce­ el lujo de tener una pelliza de verdadera ci­ que no puedes triunfar de los embates con dido su puesto á dos magníficos edificios que belina, ó una falda de hreitchicnm, ó encajes que la eternidad te combate! han sido construidos para sobrevivir á la antiguos ó joyas de gran precio. El hombre y sus obras nada valen; todo Exposición. Pero se hacen cosas tan bonitas y tan ba­ pasa para desaparecer perennemente, y sobre ratas, que no es perdonable parecer cursi, Uno de ellos, el más pequeño y más pró­ las ruinas del orgullo y la pretensión del cuando se puede ser elegante. ximo al de la Concordia, está destinado al mundo sólo impera nn Ser Supremo, una arte francés retrospectivo, y una vez termi­ El terciopelo, por ejemplo, lo hay á todos causa eficiente de todo, un Rey de los reyes, nada la Exposición quedará como propiedad precios. Ahora bien; con una falda de ter­ una fuerza vital, un Dios, en suma. del Ayuntamiento, á cambio de lo> 20 millo ciopelo, una pelerina ó una chaqueta seme­ * * * nes de francos que ha dado para el fondo de la jante forrada de seda, resulta una dama muy bien vestida. La Exposición Universal, que se inaugu­ Exposición Universal. Las faldas con pliegues han desaparecido rará muy en breve, será como una ciudad El gran Palacio debe suplir al desapare­ y se hacen muchas túnicas en verdadera po­ dentro de una villa. cido Palacio de la Industria, para servir de lonesa. Muchos parisienses desconocen todos los todo: salones de pintura, concurso hípico, ANTONIO AMBROA. rincones de tan espléndido panorama, y con exposición de automóviles, de agricultura, y Taris II de Enoro de 1900. 8. S. Í{. ík Ii\fai\tk Pá^ áe SoAó^.

ospoNEN regias prerrogativas al laurel apolino los Príncipes de este siglo. ¡Earo contraste con los barones de la Edad Media, que enorgullecíanse de no saber firmar! Líi primera jerarquía en nuestra época es la del talento: la corona del genio vale más que una corona im­ perial. , Escribir en letras de molde, cultivar las bellas vj artes, es en la vida moderna deleité de Princesas. Las Emperatrices de Alemania y Austria escriben y pin­ tan; inspirada acuarelista es la Infanta Eulalia deBorbón. La Reina de Bélgica dirigía há poco tiempo un periódico ti. ^ talado La Jeune filie, contando entre sus colaboradoras á la Prin- . ., cesa Estefanía y á la Archiduquesa Victoria. La augusta Direc­ tora ocultábase tras el seudónimo de Mnie. Eoyer. La Reina de Rumania, conocida con el nombre de Carmen Sylva, es decir, cantora de las selvas, publica libros y estrena comedias. '"'^'' La Reina Victoria escribe sus Memorias; su bella hija la Princesa Luisa envía cuadros á las Exposiciones; la desgraciada Emperatiúz Eugenia también ha escrito el Diario de su vida, que debe de ser muy triste; la Duquesa de Pomar publica en París una revista que se denomina L^Aurore; la Princesa Clementina de Bélgica escribe con el seudónimo de Martlie cVOrey, y la Princesa Rattazzi dirige la Nouvelle Bevue Internationale. —Les rois font des livres, maintenant tant ils sentent lien que le pouvoir est la—exclama Alfred de Vigny. Paz de Borbón, despojada de rancias preocupaciones, firma sus versos con su augusto nombre. Ocupado estuvo una vez el trono de España por una poetisa, la Reina María Josefa Amalia, tercera esposa de Fernando VII; el rico archivo del Palacio Real guarda versos suyos. De gran importancia es la cultura del sexo femenino. El día en que sea ilustrado, se avergonzarán los hombres de ser ignorantes. Safo anatematizaba á las mujeres vulgares exclamando: — No han cogido las rosas de las musas: de ellas no se hablará ni e?j vida ni en muerte. Muchas Princesas pasan por el mundo inadvertidas; á la Infanta Paz precódenla sus cantos harmoniosos. La fisonomía literaria de esta Princesa es completamente femenina; débese á ello el encanto de sus versos. En el pentagrama de la poesía hay notas tiernas y dulces, altas y profundas; el poeta debe entonar la epopeya, la poetisa el idilio. Cante el hombre las guerras, los inventos; la mujer debe cantar las brisas, las nubes, las flores, las estrellas y las aves. Las flores tienen fragancias y los pájaros, acentos que el hombre no percibe; sólo puede describrirlas la mujer; las brisas tienen murmurios y las nubes cela­ jes misteriosos que sólo la poetisa sabe descifrar. El estilo de la Infanta Paz es brillante como mosaico bizantino; tiene la gracia de los arabescos ojivales. Sus perspectivas parecen ilu- rumadas por luz de alborada; sus paisajes por rayos augentinos. El lincamiento de sus construcciones esfúmase entre blancas nubes; los ecos de su lira son arpegios rosinianos. Todo es apacible en la ilustre poetisa; su alma, como la delicada flor del nenúfar, sólo "puede vivir en lagos muy tranquilos. Es su existencia poema de amor, acariciadora melodía. Dulce y femenina como la poetisa Mme. Tastú; poética, sentimental y soñadora como Mme. Valmore, que siempre vivió enamorada de los más puros ideales, fraterniza intelectualmente con la autora de esta estrofa:

Va mon ame au-dessus de lafoule quipasse, Ainai qu'un libre oiseau le haigner dans l'espace, Va voir, el ne reviena qu'apres avoir touché La revé... monheau revé a la Ierre caché. Como ella podría decir: Je ne jamáis rendu une offense Ma pense ful un long amour. La musa de la gallarda Infanta es afectÍYa; es la musa del hogar, de las tranquilas alegrías, de los goces inocentes. Posee la In­ fanta Paz esa percepción estética por la que se distinguieron las Princesas italianas y francesas del Renacimiento. Como Cristina de Suecia, María Teresa de Austria, Catalina de Médicis y las famosas Margaritas del siglo xvi, prefiere el trato de los poetas y artistas al de los magnates indoctos. Complácese eñ asociar su brillante nombre á certámenes y juegos florales; es devota de vvlemencia Isaura. Viviera la gentil Infanta más contenta que bajo regio solio en plena epopeya provenzal, entre troveros y minnesinger, haciendo florecer la gaya ciencia. En el palacio Nr/mplienhurg, situado cerca de Mvmich, hace vida de hogar, consagrando su existencia al amado esposo y á sus hijos. Cual la Beatriz del Dante, hállase siempre d'onesíá vestuta; en torno suyo hay calor de familia; respirase la diáfana atmósfera de los sentimientos, puros. El apasionado esposo bendice el momento en que unió su destino al de la culta Infanta. No le basta á una mujer ser honrada, nece- si a ser agradable; si la mujer no sabe cubrir la prosa de la vida con el dorado polen de la ilusión, con el mágico espejismo del arte, que no queje SI el hombre la desdeña. Sábelo bien la virtuosa Infanta, que convierte su palacio en nido de amor, museo, academia, donde se respira el ambiente del ingenio, porque el Príncipe de Baviera, D. Luis Fernando, es hombre de talento y de ciencia. •Lia mujer ilustrada tiene más ventajas que la vulgar para ser encanto del compañero de su vida. i res mujeres disputáronse el corazón de Luis XIV: Luisa de la Valiere, la Montespan y Mme. de Maintenon. ¿Cuál consiguió hacerle su mando? La más ilustrada. •f odra ser la fuerza vencedora del derecho; pero la inteligencia es vencedora de la fuerza.

CONCEPCIÓN GIMENO DE FLAQUER. 16 EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO

se me retenia; puede decirse que fui española desde aquella memorable fecha. Al sentirme amada, al experimentar los dulces efectos del cariño, mi alma recobró poco á poco la hermosa alegría del vivir. Mis dolores se mitigaban, se fundían al calor de vuestro afecto, y confundí en un mismo amor mis dos patrias. Mi pensamiento no ha ce­ sado de volar después con las alas de vues­ tros propios sueños, y á compás del vuestro ha latido siempre mi corazón. ¡Ay! En aquellas nobles amistades que me confortaron al llegar á España, la muerte ha dejado muchos huecos; ¡y con ojos arrasados en lágrimas estoy mirando en esta mesa los sitios vacíos! Siento que la emoción se apodera de mí al evocar las sombras de los que desaparecieron. Cánovas, Castelar, Jovellar, Pavía, Romero Ortiz, Calderón Collantes, Camacho, Hart- zenbusch, Morphi, Sardoal, Ayala, Moreno Benítez, Miguel de los Santos, Milans del Bosch, Corradi, Alarcón, San Miguel, Esco­ bar — el primer Marqués de Valdeiglesias, á cuyo hijo veo sentado á esta mesa,—sombras queridas que todavía me parece ver en torno mío, diciéndome: «¡No haya hoy tristeza, estamos contigo, te escuchamos; nuestro afecto y nuestra amistad nos sobrevive!...» Aquellos amigos que siempre me fueron fieles, parece que os han legado á vosotros su indulgente simpatía por mí. ¡Adondequiera que vuelvo los ojos esta noche sólo encuentro ingenio, gloria, ciencia, talento elocuencia, acendrado amor á la Pa­ tria, todo lo que constituye la esperanza y la grandeza de un pueblo, todo lo que encierra la verdadera esencia de la vitalidad de una raza! ¡Oh, mi hermosa patria española! ¡Tierra del entusiasmo, tierra sagrada de lo heroico y de lo sublime!... Se te ha calumniado cuando se ha dicho que todo en ti agoniza. ¡Ah! ¡Cuándo aun se dibuja en los labios de tus detractores la sonrisa desdeñosa y compa­ siva con que acogieron tus grandes tristezas, dijérase que sólo para otorgarte un desquite ALEMANIA: LAGO DEL CASTILLO DE BERG surge en el continente africano un pueblo admirable que venga tu afrenta abatiendo el orgullo de tus encubiertos enemigos! ¡Oh, mi patria española! ¡Jamás tu re­ DISCURSO DE MADAME RATTAZZI lores incurables. ¿Y adonde mejor hubiera cuerdo se obscurecerá en mi memoria! ¡Jamás podido encaminar mis pasos que á esta tierra podré separar de ti el pensamiento y el cora­ EN CONTESTACIÓN AL HOMENAJE QUE SB LB TRIBUTÓ clásica de la galantería, del honor, de las he­ zón! Dondequiera que vaya tendré sin cesar EL 6 Dll ENBl'.O EN MADIÍID roicas aventuras; al país del Cid Campeador? delante de mis ojos esas riberas del Manza­ Tenía, además, con España una deuda re­ nares y del Guadalquivir, en los que he pa­ |E siento dominada por una emoción ciente de gratitud: el cordón de María Luisa sado los mejores días de mi juventud. Donde­ profunda al encontrarme entre adornaba mi pecho. quiera que vaya irán conmigo tu poesía, tus vosotros, en el mismo sitio, en el Dos grandes y casi milagrosos consuelos leyendas, tus cantos y los fastos gloriosos mismo lugar en que, hace veinte años, casi me otorgó en seguida España para mi aflic­ de tu historia. día por día, amigos fieles y cariñosos dié- ción: Aquí he amado; aquí he llorado; aquí he ronme la bienvenida al pisar esta tierra ca­ Fué el primero que, visitando vuestro Mu­ sufrido .. ¡Cómo olvidar á España! ¡Cómo balleresca de las leyendas y de los trova­ seo, impregnando mi espíritu de vuestra his­ olvidar tus virtudes, tus sueños, tu carácter, dores. toria, de vuestra poesía, de vuestras costum­ cuando mi mayor orgullo consiste en recor­ Había llegado á España pocos días antes, bres, viviendo, en suma, vuestra propia vida, dar la amistad profunda que me unía á aquel vistiendo negras ropas de duelo, llevando de encontré esa tranquilidad confortante, esa Castelar, atleta de la libertad de los pueblos, la mano un tierno niño de cuatro años. Aca­ difícil reacción que, en vano, hasta entonces, símbolo de tu raza, figura quizá la más baba de perder al gran patricio italiano, al había buscado. grande del siglo que termina! hombre de Estado cuya gloria compartí y Fué el segundo lenitivo á mi pena ver con ¿Me decís que vuelva á España? Pues yo del cual tuve el honor de ser compañera, y admiración agradecida cómo yo, extranjera, os lo prometo. Aunque esté moribunda, vol­ buscaba consuelo para mi alma, dominada desconocida entre vosotros, encontraba en veré el día en que levantéis en Madrid un por el (^esaliento y la tristeza. Me habían España, á los pocos días de llegar, amista­ monumento á la memoria del gran apóstol de aconsejado viajar, cambiar de cielo, de pai­ des, afectos, casi una familia. Se me otorgaba la Humanidad. saje, de clima; es el eterno remedio do los do­ una afectuosa adopción, se me nacionalizaba. Poco tiempo antes de su muerte, Castelar EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO 17 me escribía: «Muero... de la agonía de Es­ con todos los recursos artísticos, y digna por senciar la fiesta, dan á todas aquellas tablas paña.» Pero aquello fué un desaliento pasa­ su magnitud de un gigante; y bajo sombrilla, flotantes el aspecto de movibles florestas. Y jero, y la prueba de que veía brillar la má - muy análoga con la que llevaban los antiguos si tal aspecto tienen las naves de comercio, gica estrella de los días de la resurrección, es Reyes de Babilonia, el viejo Dux, coronado nada oa digo de las góndolas de placer. Son que dejó un testamento político, consignando por el gorro frigio tal como lo arregló Zeno negras; pero su lustre de azabache resalta so­ en él su fe inquebrantable en las fuerzas en el siglo decimotercio, con una verdadera bre la claridad de las aguas. Y llevan, ya una vivas de la Nación. diadema al borde, vestido con la sotana de pareja enamorada que destella pasión de sus MAKÍA LBTIZIA BONAPABTB DE BATTAZZI. brocado toda recamada de oro, llevando en ojos, ya una compañía de jóvenes que ento­ los hombros un rozagante manto imperial con nan harmoniosos cantares, ya un coro de don­ esclavina de armiño. ¿Puede darse otro espec­ cellas más hermosas que las fingidas sirenas, VENECIA MEDIOEVAL táculo que deslumbre de esta suerte la vista? ya una orquesta que producesuavísimos acor­ Luego que ha pasado la procesión por el sitio des, ya una especie de orgia donde los trans­ CUADRO HISTÓRICO donde cada curioso se encuentra, corren á parentes vasos se chocan y los vinos de Chi­ todo correr los satisfechos en demanda de la pre corren, ya grupos de damas cuyas man­ (ConcltisiÓD.) góndola que ha de llevarlos á presenciar las gas de brocado rozan todas con las aguas, y VI nupcias de Venecia con el Adriático. El día cuyas cabelleras, ceñidas de perlas, zafiros y La procesión comienza. Vienen primero de la Ascensión tiene tal solemnidad, que diamantes, descomponen los rayos del sol en los abanderados con ocho banderas bordadas hasta especiales trajes le señalan las ordenan­ innuvnerables chispas, embellecidas y aumen­ de oro, en cuyo centro resaltan las armas y zas de aquellos siglos. La novia que en se­ tadas por la reverberación del día en los cris­ los escudos de Venecia. Tras los oches aban­ mejante festividad se casa, perteneciendo al tales de las aguas. Unid á esto los uniformes derados siguen los heraldos del Dux, vestidos estado noble, debe llevar perlas en las tren­ vistosos de los gondoleros, los colores vivos de abigarrados trajes. En pos de los heraldos zas, al cuello, á las orejas; debe lucir hombre­ del traje de los marinos, el contraste de las los trompeteros, sonando trompetas de plata, ras de oro sembradas de zafiros; debe arras­ túnicas de grana y púrpura con las túnicas tan largas, que necesitan llevar delante pa­ trar larga cola de raso negro, ceñirse elegante de raso y terciopelo negro, las guirnaldas en­ jecillos soportándolas sobre sus hombros. En jubón de raso blanco, y envolverse en argen­ trelazadas por las campesinas y las perlas en­ pos de los trompeteros siguen las servidum­ tado velo de gasa. La jardinera de Chioggia trelazadas por las damas á sus trenzas, el bri­ bres del Senado y délas Embajadas, porfiando arregla su moño con mayor cuidado y le ciñe llo de los ramajes y dibujos de oro y plata en la variedad de sus divisas y acompañadas cordones de colores, después de calzar zapatos sobre las vestes multicolores, los ii-is múlti­ por escogidas orquestas que tocan marciales blancos 3' vestir la saya celeste con franja de ples y cambiantes que forman al impulso de marchas. Después de este grupo tan animado terciopelo. Los remeros eslavos y griegos, las brisas los plumajes, las reverberaciones y pintoresco, los Canónigos de la Basílica, rubios aquéllos y de ojos azules, morenos és­ del sol en los petos y en los cascos y en las Capellanes honoríficos del Dux, vestidos de tos y de escultórica figura, abotonan mejor alabardas de los soldados, así como en la pe­ albas compuestas por las más lujosas blondas, este día su huricliietto al pecho, estrenan bom­ drería por doquier luciente; y decidme luego sobre las que resaltan las capas pluviales, bachos de lino, renuevan las plumas de su si merece ó no Venecia y su escuela de pin­ dignas del Oriente, según los recamados de gorro }• bruñen las armas de su cinto cordo - tura el dictado de Diosa de los colores. Y en oro y las bordaduras de seda y el rocío de bes bordado por vistosa sedería. Las campe­ medio de todo este rico esplendor que des­ perlas. Al terminar el paso de los Canónigos sinas recogen su cabellera con una red de oro; lumhra los ojos, resalta el Bucentauro, do­ vése un Diácono que lleva grande Cruz de sobre la red llevan un sombi'ero de fina paja rado, esculpido, cubierto de tapices, con el oro macizo, elaborada con tanto primor que, todo ornado de plumajes; circundan sus cor­ Dux á su proa, que semeja el dios de las on­ al reflejarse los rayos del sol en sus cálidas sés de botones de plata sobredorada; rodean das. Diriase al ver todo aquel singularísimo aristas y en sus bruñidas superficies, mate­ con cuentas de coral cuello y mangas; y se espectáculo que las antiguas divinidades ma­ rialmente deslumhran y ciegan. En este sitio ciñen una basquina de lana sembrada de ro­ rinas, aquellas encerradas en ios cristales del de la procesión aparece el Patriarca, majes­ setas de seda, y se calzan bien pintorescas mar, blancas como las espumas, palpitantes tuoso, barbado, solemnísimo; con una mitra sandalias. Así es que todo allí luce vivísimos como las ondas, tendidas en el nácar de las propia de les antiguos dioses persas por lo colores y todo tiene el aspecto pintoresco conchas, habitadoras de las grutas de perlas, alta, con una capa que vale materialmente propio de una ciudad sin igual en la tierra, cubiertas con las azuladas túnicas de estelas, un reino por lo rica, con una toga que le da el que parece á cada momento próxima á verse conducidas á través de los líquidos espacios aspecto de grande sacerdote judío por lo sim­ dispersada por los vientos y sumergida por por los juguetones delfines, habían surgido bólica, derramando bendiciones, y sostenido las aguas. de los abismos, tomado otras formas, ceñídose por algunos sacerdotes tan pendientes de su los trajes y los signos cristianos para conti­ nuar, merced á esta transformación, su anti­ voluntad, que los diríais destinados á adorarle VII cual adoran los ángeles á Dios. Un primoroso guo imperio sobre las ondas y sobre los vien­ tos. Así, mientras el cortejo, compuesto de candelabro, concedido por el Papa en premio Imaginaos qué serían en las fiestas de la tan deslumbradores grupos, se ausenta, salu­ de antiguos servicios, abre la marcha de los Ascensión los desposorios del Dux con la mar. dado por la parte de la población que queda verdaderos dignatarios de la Señoría. Al Las torres cantan con sus lenguas de metal. en las ventanas y azoteas, todas cubiertas de candelabro sigue cincelada bandeja, sobre la Los gallardetes ondean por las pirámides, por orientales tapices, ó en los muelles ó islotes cual brilla el Corno, extraño nombre dada á las agujas, por los botareles, por las cúspides todos henchidos de gentes, dos procesiones, la más significativa insignia ducal. Tras el al beso continuo de las brisas. Las ventanas formadas por todos los cleros y todas las Or­ Corno viene la sede de honor, llevada en lucen colgaduras de mil matices orladas con denes religiosas, se dirigen, una por la Pia- hombros por un camarero y semejante en su franjas de plata y oro. Una lluvia de flores zetta á San Marcos, otra por.el muelle de los forma á las sillas enrules de los romanos. A se desprende de todas las alturas, y cubre las Esclavones á San Zacarías, á fin de deposi­ la sede sigue el cojín, una verdadera mara­ lagunas de rosas que embalsaman los aires y tar las reliquias de ambos Santos. Y la mag­ villa de lujo. Luego aparece el gran Canciller flotan sobre los lagos como sobre un rosal nífica procesión marítima se despide de las envuelto en su larga túnica de mangas per - celeste. Las miísicas conciertan con el tañido procesiones terrestres, y toma rumbo hacia didas y ceñido con su clásico birrete. Al de las campanas y con el clamoreo de las mu­ el Lido, donde el mar se besa con la la­ Canciller sigue un pajecillo con el nombre chedumbres. Todas las naves que hay espar­ guna. Y una vez llegada al Lido, el áureo de halotino, ricamente enjaezado, como para cidas por el muelle de los Esclavones se ba­ palacio flotante se detiene, circuido por los señalar la venida del poder supremo. En lancean al viento ó á los remos para unirse cincuenta busones, ó sean góndolas de res­ efecto, ahí tenéis los avvocatorh vestidos de al cortejo. Las velas blancas ó amarillas, las peto y de gala llenas de coros y de orques­ purpura, los senadores vestidos de brocados, banderolas de tan varios tonos, los mástiles tas. Las demás particulares que, siendo de que tienen un lustre incomparable, pero sin ornados de guirnaldas, las tripulacioues ves­ espectadores, aumentan y embellecen el es­ oro, por respeto al Príncipe; los generales con tidas con sus más brillantes trajes, la multi­ pectáculo, se quedan á respetuosa distan­ sus trajes de terciopelo y sus mantos de tisú; tud de gentes adornadas con sus mejores pre­ cia, así como las naves de alto bordo. Todo los portadores de la espada ducal, cincelada seas, que á bordo se aglomera á fin de pre­ 16 EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO

se me retenia; puede decirse que fui española desde aquella memorable fecha. Al sentirme amada, al experimentar los dulces efectos del cariño, mi alma recobró poco á poco la hermosa alegría del vivir. Mis dolores se mitigaban, se fundían al calor de vuestro afecto, y confundí en un mismo amor mis dos patrias. Mi pensamiento no ha ce­ sado de volar después con las alas de vues­ tros propios sueños, y á compás del vuestro ha latido siempre mi corazón. ¡Ay! En aquellas nobles amistades que me confortaron al llegar á España, la muerte ha dejado muchos huecos; ¡y con ojos arrasados en lágrimas estoy mirando en esta mesa los sitios vacíos! Siento que la emoción se apodera de mí al evocar las sombras de los que desaparecieron. Cánovas, Castelar, Jovellar, Pavía, Romero Ortiz, Calderón CoUantes, Camacho, Hart- zenbusch, Morphi, Sardoal, Ayala, Moreno Benítez, Miguel de los Santos, Milans del Bosch, Corradi, Alarcón, San Miguel, Esco­ bar — el primer Marqués de Valdeiglesias, á cuyo hijo veo sentado á esta mesa,—sombras queridas que todavía me parece ver en torno mío, diciéndome: «¡No haya hoy tristeza, estamos contigo, te escuchamos; nuestro afecto y nuestra amistad nos sobrevive!... > Aquellos amigos que siempre me fueron fieles, parece que os han legado á vosotros su indulgente simpatía por mí. ¡Adondequiera que vuelvo los ojos esta noche sólo encuentro ingenio, gloria, ciencia, talento elocuencia, acendrado amor á la Pa­ tria, todo lo que constituye la esperanza y la grandeza de un pueblo, todo lo que encierra la verdadera esencia de la vitalidad de una raza! ¡Oh, mi hermosa patria española! ¡Tierra del entusiasmo, tierra sagrada de lo heroico y de lo sublime!... Se te ha calumniado cuando se ha dicho que todo en ti agoniza. ¡Ah! ¡Cuando aun se dibuja en los labios de tus detractores la sonrisa desdeñosa y compa­ siva con que acogieron tus grandes tristezas, dijérase que sólo para otorgarte un desquite ALEMANIA: LAGO DEL CASTILLO DE BERG surge en el continente africano un pueblo admirable que venga tu afrenta abatiendo el orgullo de tus encubiertos enemigos! ¡Oh, mi patria española! ¡Jamás tu re­ DISCURSO DE MADAME RATTAZZI lores incurables. ¿Y adonde mejor hubiera cuerdo se obscurecerá en mi memoria! ¡Jamás podido encaminar mis pasos que áesta tierra podré separar de ti el pensamiento y el cora­ BN CONTESTACIÓN AL HOMENAJE QUE RE LE TRIBUTÓ clásica de la galantería, del honor, de las he­ zón! Dondequiera que vaya tendré sin cesar EL 6 Dll ENEl'.O EN MADÜID roicas aventuras; al país del Cid Campeador? delante de mis ojos esas riberas del Manza­ Tenía, además, con España una deuda re­ nares y del Guadalquivir, en los que he pa­ E siento dominada por una emoción ciente de gratitud: el cordón de María Luisa sado los mejores días de mi juventud. Donde­ profunda al encontrarme entre adornaba mi pecho. quiera que vaya irán conmigo tu poesía, tus vosotros, en el mismo sitio, en el Dos grandes y casi milagrosos consuelos leyendas, tus cantos y los fastos gloriosos mismo lugar en que, hace veinte años, casi me otorgó en seguida España para mi aflic­ de tu historia. día por día, amigos fieles y cariñosos dié- ción: Aquí he amado; aquí he llorado; aquí he ronme la bienvenida al pisar esta tierra ca­ Fue el primero que, visitando vuestro Mu­ sufrido .. ¡Cómo olvidar á España! ¡Cómo balleresca de las leyendas y de los trova­ seo, impregnando mi espíritu de vuestra his­ olvidar tus virtudes, tus sueños, tu carácter, dores. toria, de vuestra poesía, de vuestras costum­ cuando mi mayor orgullo consiste en recor­ Había llegado á España pocos días antes, bres, viviendo, en suma, vuestra propia vida, dar la amistad profunda que me unía á aquel vistiendo negras ropas de duelo, llevando de encontré esa tranquilidad confortante, esa Castelar, atleta de la libertad de los pueblos, la mano un tierno niño de cuatro años. Aca­ difícil reacción que, en vano, hasta entonces, símbolo de tu raza, figura quizá la más baba de perder al gran patricio italiano, al había buscado. grande del siglo que termina! hombre de Estado cuya gloria compartí y Fué el segundo lenitivo á mi pena ver con ¿Me decís que vuelva á España? Pues yo del cual tuve el honor de ser compañera, y admiración agradecida cómo yo, extranjera, os lo prometo. Aunque esté moribunda, vol­ buscaba consuelo para mi alma, dominada desconocida entre vosotros, encontraba en veré el dia en que levantéis en Madrid un por el (^esaliento y la tristeza. Me habían España, á los pocos días de llegar, amista­ monumento á la memoria del gran apóstol de acoiisejado viajar, cambiar de cielo, de pai­ des, afectos, casi una familia. Se me otorgaba la Humanidad. saje, de clima; es el eterno remedio do los do­ una afectuosa adopción, se me nacionalizaba. Poco tiempo antes de su muerte, Castelar EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO 17 me escribía: «Muero... de la agonía de Es­ con todos los recursos artísticos, y digna por senciar la fiesta, dan á todas aquellas tablas paña.» Pero aquello fué un desaliento pasa­ su magnitud de un gigante; y bajo sombrilla, flotantes el aspecto de movibles florestas. Y jero, y la prueba de que veía brillar la má - muy análoga con la que llevaban los antiguos si tal aspecto tienen las naves de comercio, gica estrella de ios días de la resurrección, es Reyes de Babilonia, el viejo Dux, coronado nada 6s digo de las góndolas de placer. Son que dejó un testamento político, consignando por el gorro frigio tal como lo arregló Zeno negras; pero su lustre de azabache resalta so­ en él su fe inquebrantable en las fuerzas en el siglo decimotercio, con una verdadera bre la claridad de las aguas. Y llevan, ya una vivas de la Nación. diadema al borde, vestido con la sotana de pareja enamorada que destella pasión de sus MARÍA LBTIZIA BONAPAETB DE RATTAZZI. brocado toda recamada de oro, llevando en ojos, ya una compañía de jóvenes que ento­ los hombros un rozagante manto imperial con nan harmoniosos cantares, ya un coro de don­ esclavina de armiño. ¿Puede darse otro espec­ cellas más hermosas que las fingidas sirenas, VENECIA MEDIOEVAL táculo que deslumbre de esta suerte la vista? ya una orquesta que produce suavísimos acor­ Luego que ha pasado la procesión por el sitio des, ya una especie de orgía donde los trans­ CUADRO HISTÓRICO donde cada curioso se encuentra, corren á parentes vasos se chocan y los vinos de Chi­ todo correr los satisfechos en demanda de la pre corren, ya grupos de damas cuyas man­ (Conclusión.) góndola que ha de llevarlos á presenciar las gas de brocado rozan todas con las aguas, y VI nupcias de Venecia con el Adriático. El día cuyas cabelleras, ceñidas de perlas, zafiros y La procesión comienza. Vienen primero de la Ascensión tiene tal solemnidad, que diamantes, descomponen los rayos del sol en los abanderados con ocho banderas bordadas hasta especiales trajes le señalan las ordenan­ innumerables chispas, embellecidas y aumen­ de oro, en cuyo centro resaltan las armas y zas de aquellos siglos. La novia que en se­ tadas por la reverberación del día en los cris­ los escudos de Venecia. Tras los ochos aban­ mejante festividad se casa, perteneciendo al tales de las aguas. Unid á esto los uniformes derados siguen los heraldos del Dux, vestidos estado noble, debe llevar perlas en las tren­ vistosos de los gondoleros, los colores vivos de abigarrados trajes. En pos de los heraldos zas, al cuello, á las orejas; debe lucir hombre­ del traje de los marinos, el contraste de las los trompeteros, sonando trompetas de plata, ras de oro sembradas de zafiros; debe arras­ túnicas de grana y púrpura con las túnicas tan largas, que necesitan llevar delante pa­ trar larga cola de raso negro, ceñirse elegante de raso y terciopelo negro, las guirnaldas en­ jecillos soportándolas sobre sus hombros. En jubón de raso blanco, y envolverse en argen­ trelazadas por las campesinas y las perlas en­ pos de los trompeteros siguen las servidum­ tado velo de gasa. La jardinera de Chioggia trelazadas por las damas á sus trenzas, el bri­ bres del Senado y délas Embajadas, porfiando arregla su moño con mayor cuidado y le ciñe llo de los ramajes y dibujos de oro y plata en la variedad de sus divisas y acompañadas cordones de colores, después de calzar zapatos sobre las vestes multicolores, los iris múlti­ por escogidas orquestas que tocan marciales blancos y vestir la saya celeste con franja de ples y cambiantes que forman al impulso de marchas. Después de este grupo tan animado terciopelo. Los remeros eslavos y griegos, las brisas los plumajes, las reverberaciones y pintoresco, los Canónigos de la Basílica, rubios aquéllos y de ojos azules, morenos és­ del sol en los petos y en los cascos y en las Capellanes honoríficos del Dux, vestidos de tos y de escultórica figura, abotonan mejor alabardas de los soldados, así como en la pe­ albas compuestas por las más lujosas blondas, este día su huriclñetto al pecho, estrenan bom­ drería por doquier luciente; y decidme luego sobre las que resaltan las capas pluviales, bachos de lino, renuevan las plumas de su si merece ó no Venecia y su escuela de pin­ dignas del Oriente, según los recamados de gorro y bruñen las armas de su cinto oordo - tura el dictado de Diosa de los colores. Y en oro y las bordaduras de seda y el rocío de bes bordado por vistosa sedería. Las campe­ medio de todo este rico esplendor que des­ perlas. Al terminar el paso de los Canónigos sinas recogen su cabellei-a con una red de oro; lumhra los ojos, resalta el Bucentauro, do­ vése un Diácono que lleva grande Cruz de sobre la red llevan un sombrero de fina paja rado, esculpido, cubierto de tapices, con el oro macizo, elaborada con tanto primor que, todo ornado de plumajes; circundan sus cor­ Dux á su proa, que semeja el dios de las on­ al reflejarse los rayos del sol en sus cálidas sés de botones de plata sobredorada; rodean das. Diríase al ver todo aquel singularísimo aristas y en sus bruñidas superficies, mate- con cuentas de coral cuello y mangas; y se espectáculo que las antiguas divinidades ma­ nalmente deslumhran y ciegan. En este sitio ciñen una basquina de lana sembrada de ro­ rinas, aquellas encerradas en los cristales del de la procesión aparece el Patriarca, majes­ setas de seda, y se calzan bien pintorescas mar, blancas como las espumas, palpitantes tuoso, barbado, solemnísimo; con una mitra sandalias. Así es que todo allí luce vivísimos como las ondas, tendidas en el nácar de las propia de les antiguos dioses persas por lo colores y todo tiene el aspecto pintoresco conchas, habitadoras de las gratas de perlas, alta, con una capa que vale materialmente propio de una ciudad sin igual en la tierra, cubiertas con las azuladas túnicas de estelas, Un reino por lo rica, con una toga que le da el que parece á cada momento próxima á verse conducidas á través de los líquidos espacios aspecto de grande sacerdote judío por lo sim­ dispersada por los vientos y sumergida por por los juguetones delfines, habían surgido bólica, derramando bendiciones, y sostenido las aguas. de los abismos, tomado otras formas, ceñídose por algunos sacerdotes tan pendientes de su los trajes y los signos cristianos para conti­ voluntad, que los diríais destinados á adorarle nuar, merced á esta transformación, su anti­ VII cual adoran los ángeles á Dios. Un primoroso guo imperio sobre las ondas y sobre los vien­ tos. Así, mientras el cortejo, compuesto de candelabro, concedido por el Papa en premio Imaginaos qué serían en las fiestas de la tan deslumbradores grupos, se ausenta, salu­ de antiguos servicios, abre la marcha de los Ascensión los desposorios del Dux con la mar. dado por la parte de la población que queda verdaderos dignatarios de la Señoría. Al Las torres cantan con sus lenguas de metal. en las ventanas y azoteas, todas cubiertas de candelabro sigue cincelada bandeja, sobre la Los gallardetes ondean por las pirámides, por orientales tapices, ó en los muelles é islotes cual brilla el Corno, extraño nombre dado á las agujas, por los botareles, por las cúspides todos henchidos de gentes, dos procesiones, la más significativa insignia ducal. Tras el al beso continuo de las brisas. Las ventanas formadas por todos los cleros y todas las Ór­ Corno viene la sede de honor, lleVada en lucen colgaduras de mil matioes orladas con denes religiosas, se dirigen, una por la Pia- hombros por un camarero y semejante en su franjas de plata y oro. Una lluvia de flores zetta á San Marcos, otra por.el muelle de los forma á las sillas cumies de los romanos. A se desprende de todas las alturas, y cubre las Esclavones á San Zacarías, á fin de deposi­ la sede sigue el cojín, una verdadera mara­ lagunas de rosas que embalsaman los aires y tar las reliquias de ambos Santos. Y la mag­ villa de lujo. Luego aparece el gran Canciller flotan sobre los lagos como sobre un rosal nífica procesión marítima se despide de las envuelto en su larga túnica de mangas per - celeste. Las músicas conciertan con el tañido procesiones terrestres, y toma rumbo hacia didas y ceñido con su clásico birrete. Al de las campanas y con el clamoreo de las mu­ el Lido, donde el mar se besa con la la­ Canciller sigue un pajecillo con el nombre chedumbres. Todas las naves que hay espar­ guna, Y una vez llegada al Lido, el áureo de halotino, ricamente enjaezado, como para cidas por el muelle de los Esclavones se ba­ palacio flotante se detiene, circuido por los señalar la venida del poder supremo. En lancean al viento ó á los remos para unirse cincuenta busones, ó sean góndolas de res­ efecto, ahí tenéis los avvocatoris vestidos de al cortejo. Las velas blancas ó amarillas, las peto y de gala llenas de coros y de orques­ púrpura, los senadores vestidos de brocados, banderolas de tan varios tonos, los mástiles tas. Las demás particulares que, siendo de que tienen un lustre incomparable, pero sin ornados de guirnaldas, las tripulaciones ves­ espectadores, aumentan y embellecen el es­ oro, por respeto al Príncipe; los generales con tidas con sus más brillantes trajes, la multi­ pectáculo, se quedan á respetuosa distan­ sus trajes de terciopelo y sus mantos de tisú; tud de gentes adornadas con sus mejores pre­ cia, así como las naves de alto bordo. Todo los portadores de la espada ducal, cincelada seas, que á bordo se aglomera á fin de pre­ JUAN DE DIOS PEZA, POPULAR POETA MEXICANO

LA VENDIMIA: PANNEAU DECORATIVO DESTINADO AL PALACIO DE AGRICULTURA DE FRANCIA J H I—( a Q O

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I; 20 EL ALBU.AL IBERO-AMERICANO el mundo se pone de pie y se descubre, repetida sociedad le regala veinte bonos de Las campanas de las iglesias lanzan á los menos los altos dignatarios. El Patriarca ben­ á veinte céntimos cada uno para que los re­ espacios infinitos los quejumbrosos ecos del dice el anillo nupcial, en cuya piedra está parta entre los pobres. Estos van el día de rael&ncóMco Ángelus vespertino; una desco­ grabado el león de San Marcos, y se lo en­ Reyes al Panerot y hacen efectivos los bonos munal descarga de morteretes anuncia la apa­ trega al Dux. Un coadjutor vierte de rico que presentan, llevándose el importe en co­ rición de los tan esperados extranjeros, y vaso áureo agua bendita al mar, y en el cen­ mestibles. muchos centenares de manecitas palmotean tro de los círculos que esta agua forma al Una comisión de concejales, designada por con arrebatador entusiasmo. chocar con la superficie celeste, arroja el Dux el Ayuntamiento, pasa á los establecimien­ ¡Ya están ahí! Las entrañas del famoso su anillo en demostración de eterno dominio. tos benéficos y, acompañada de sus respecti­ barranco han dado á luz una legión de pajes Y, en efecto, Venecia, circuida de sus escua - vos directores ó encargados, explora los de­ y escuderos, blancos y negros, que se dirigen dras como de sus dioses menores, soberana de seos de cada niño ó anciano; se forma lista á la población en vertiginosa carrera, en pos tantas islas griegas, señora del comercio de los regalos que cada cual apetece; se com­ de luminarias fantásticas. Las azoteas y mira­ oriental, puede creerse y llamarse la omnipo­ pran todos, sean los que fueren, y se deposi­ dores quedan ; los balcones parecen tente diosa de todo el Mediterráneo en la cen­ tan en El Panerot en igual forma que lo ramilletes de carne humana; la muchedum­ turia decimoquinta. practican los particulares. bre se estruja en la calle. EMUJO CASTELAR. Desde que tales preparativos dan comien­ Una salva de aplausos saluda con cariño zo, los periódicos de la localidad empiezan á la llegada de la Estrella de Oriente, simboli­ insertar sendos telegramas referentes á la sa­ zada por apuesto jinete de primorosa vesti­ lida de Gaspar, Baltasar y Melchor de sus dura y larga cabellera, el cual sustenta un BílCETO DE COSTUMBRES ESPAÑOLAS respectivos Estados, refiriendo las peripecias asta á la que sirve de remate colosal farolón del viaje y acortando cada vez más la dis­ en forma de estrella de brillantes j múltiples ENTRABA BE LOS REYES «AOÍSS EM AUCT tancia, sin olvidar la descíipción de los re­ colores. Detrás vienen los Reyes, con sus pa­ galos que traen, poblaciones por donde pa­ lafreneros, con sus lucientes armaduras, con hWiOS palabras por vía de introducción, y san, etc. La existencia de la gente menuda su lujoso séquito, al que sigue la impedi­ ''^"' en seguida pasamos al asunto. en tales días, se convierte en una serie de menta de los regalos que conducen eri carros Alcoy es un pueblo especial que no ansiedades y de temores estupendos. Se cuen­ y caballerías de carga. Esclavos de abiga­ tiene semejante en España. Sus costumbres tan entre sí cosas horribles, y se inventan rrado traje, cara y manos de color de azaba­ son buenas, su laboriosidad indescriptible, su cada patraña, que ni los políticos. Los que che llevan á hombros descomunales escaleras: fe es un hecho. Hay allí algo de regionalismo han hecho trastadas recientes, desconfían de á su lado caminan los gentiles pajes que han platónico, como se puede comprobar -por el que los Reyes les traigan nada. Los que de trepar por ellas para dejar en los balcones titulo de uno de sus periódicos: La Patria siempre mn htienos, se preocupan de si los respectivos el ansiado regalo de los Reyes. (Jldca. Ijas fiestas de fSan Jorge, su glorioso señores Beyes adivinarán ó no cuáles son sus Después del majestuoso himno nacional, Patrono, son de lo más original que se co­ juguetes y dulces predilectos. Los hay que ejecutan las bandas preciosos y animados noce, hay que verlas ])ara podérselas ima­ desde luego afirman lo que les van á traer, paso-dobles. La Estrella sigue su rumbo; la ginar: y lo propio sucede con la entraila de y no falta alguno entre los mayorcitos que comitiva regia penetra en la ciudad, y co­ Ion h'cycx. Los niños alcoyauos sienten la pretenda intrigar á los más chicos respecto mienza el reparto. tradición, la ven, 'la palpan con todo su de la procedencia paterna del obsequio, pro­ JUAN MANUEL CONTREBAS. magnífico aparato. La ilusión es completa vocando con semejantes herejías la encanta­ Madrid, Enero de 190X para ellos. Yeamos ahora cómo se prepara y dora indignación del auditorio. realiza el maravilloso suceso. Llega el ansiado día de la entrada. Los pe­ Entre las muchas sociedades recreativas riódicos dan extensas noticias de la proximi­ que Alcoy tiene, hay una titulada El Pane- dad de los egregios viajeros, del acompaña­ CUENl^OS BREVES roí, cuyos individuos tuvieron el heroísmo de miento que traen, del recibimiento que se les acostarse con los coléricos para darles calor ha de hacer y del itinerario que habrán de El regalo de Reyes. con sus propios cuerpos durante la terrible seguir en la distribución de los regalos. Para epidemia que diezmó la ciudad el año 85. mayor solemnidad, el Excmo. Ayuntamiento i,oN Anselmo San Martín era íntimo Aquel procedimiento arrebató á la muerte facilita el concurso de sus heraldos, con asis­ amigo del matrimonio" Gonzálvez. muchas víctimas, no sin tener algunas la tencia del mayor número posible de indivi­ c^^ Aquél apadrinó al único hijo de éstos, asociación de referencia. Este sublime rasgo duos de la guardia municipal. Los ijiás ca­ por cuya razón, aparte de otros presentes de verdadera caridad y amor al prójimo les racterizados festers dan sus trajes, armadu­ que con frecuencia hacia al niño, se encar­ granjeó las simpatías del vecindario, que les ras y cotas, y los particulares todos prestan gaba de colocar en los consabidos zapa-titos concedió el señalado privilegio de sostener sus carruajes y sus más arrogantes corceles. el regalo de «Reyes». el fuego sagrado de la tradicional entrada La cabalgata se organiza en el campo y Las citadas relaciones cordiales parecían de los Magos y el solemne reparto de los se sitúa convenientemente para presentarse adquirir, á cada momento, un eslabón más juguetes, sin que ninguna otra corporación á las puertas de la ciudad á la hora regla­ que añadir á la sólida cadena de sus cortesías tenga derecho á entrometerse en tan simpá­ mentaria. Los pajes, escuderos y demás per­ y mercedes mutuas. tico festival. sonajes de á pie, van á vestirse al interior de Cuando el lector traba conocimiento con Varios días antes de la víspera de Reyes la gigantesca cortadura del llamado Barranc mis héroes, es la víspera de la Epifanía del empieza la preparación del acto con una se­ del sic, majestuoso detalle que atestigua las Señor, dui'ante la noche. Julia, la esposa, está riedad verdaderamente admirable. primitivas conmociones geológicas del globo, inquieta; pasa de una habitación á otra, ha-' Cada familia adquiere, con arreglo á sus bellísimo rompiente que divide en sentido bla con su marido y de vez en cuando se lle­ fuerzas, los juguetes ó dulces predilectos de vertical altísima montaña. Los heraldos, los va el pañuelo á los ojos. A través de ellos sus chicuelos, procurando que éstos no ad­ guardias y las músicas, con sus más relu­ cruzan nubes qlie pueden simbolizar la pena viertan tal maniobra. Luego de embalados cientes uniformes, aguardan la llegada de los ó el remordimiento y que, á veces, parecen convenientemente, se pone á los paquetes la bíblicos personajes á la entrada del puente dibujar el aspecto de la duda. respectiva dirección, consignando con toda de Cristina. La muchedumbre invade las Pero el mundo no debe tenerla sobre la claridad las señas de la calle, número, bal­ aceras; los balcones rebosan, y én azoteas, virtud de aquella mujer. La deficiente condi­ cón y nombre del niño ó niños á quienes terrazas y miradores se ven infinidad de ca- ción humana nos prohibe tener, en materia de se destinan. Hecha esta operación, se deposi­ becitas infantiles que miran en igual direc­ clarividencia, más que una intuición que, si tan los regalos en la conserjería de El Pane- ción. una vez se acierta, ciento se engaña. rot, entregando á la vez una cantidad cual­ Todo está preparado. Las acciones de Julia eran honradas; su quiera, cuyo equivalente se recoge en bonos; Sólo falta (}ue la penumbra crepuscular se conciencia debía serlo también; y, sobre todo, es decir, que si el portador de un paquetito haga más densa y permita el brillo de las ¿quién podría liunianamente dudarlo? ó caja entrega al Panerot cinco pesetas, la hachas de viento. El esposo creyó, pues, que la idea de su EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO 21 inmediato viaje (porque él se vela precisado á emprender uno al día siguiente) era lo que inquietaba á Julia, y procuró consolarla, que­ dando satisfecho en seguida, pues apenas en­ jugadas dos lágrimas que encontraban en aquel caso una justificación, creyó Rodrigo (así se llamaba el esposoJ que había desapa­ recido el drama interno. , Para distraer á Julia, ideó pasear con ella. La noche, como caso excepcional, dada la estación del año, era apacible, prestándose por tanto, á la realización de aquel pro­ yecto. Julia fué á cambiar su vestido, y, contra lo que acostumbraba, empleó mucho tiempo en verificar la transformación. Rodrigo no manifestó estrañeza alguna, aunque sin dejar de sentirla. Pero el rostro de Julia, dechado de belleza, estaba nueva­ mente encendido en la luz de la animación; á Rodrigo le satisfizo extraordinariamente el contemplarlo, y no trató de analizar el fun­ damento en que se apoyara su impresión; con frecuencia es tan fugaz la ventura humana, que el más ligero análisis la pone en peligi-o. El esposo sintió, sugestivamente, aquella felicidad que se leyera en los ojos de Julia, y VISTA GENERAL DE SALAMANCA no viendo nubes en aquellos cielos, olvidó que las nubes se ocultan y desaparecen. La felicidad deslumhra, y por lo mismo, engaña; pero es una mentira en que anhelan rria muy de mañana, le era facilísimo veri­ El viaje se suspendió. Rodrigo puso el pre­ Vivir todos los espíritus. ficar la maniobra sin que el niño se enterase, texto de que se hallaba algo enfermo, y al para lo cual D. Anselmo encontraba.natural­ día siguiente añadió que un telegrama reci­ mente cómplices en los padres de la criatura. bido entonces en la Dirección de Telégrafos, Poco después del paseo, Julia se puso algo Era muy singular el que D. Anselmo no lle­ á donde dijo ir cuando salió á la calle, moti­ indispuesta; pero más tarde la debilidad gase; y como el tiempo apremiaba, Rodrigo vaba aquella determinación. En cuanto á Ju­ aumentó, y con ella un malestar tan inten­ cogió el primer objeto de fantasía que halló lia, la madre de Rodrigo oyó de labios de so, que el pobre Rodrigo creyó necesario lle­ entre los que destinaba á regalos, y fué á éste que se había restablecido algo, y lo cre­ varla á casa de los padres de la joven, que colocarlo en los zapatitos. yó. Mas Rodrigo no había ido á Telégrafos, vivían muy cerca de aquel sitio, á fin de que El caso era que el niño no se viese privado ni á ver á Julia. allí pudiese recibir los primeros auxilios de de aquel placer que á tan poca costa le pro­ Con la seguridad de que ésta se hallaba en la ciencia. porcionaba quien no habría vacilado ante el casa de sus padres, no extrañó á la anciana Asi se verificó, y sólo á costa de grandes mayor sacrificio, con tal de obtener igual que el enamorado esposo no tuviera empeño esfuerzos, transcurrida* dos horas Julia se resultado: ¡es tan cruel privar de la ventura en llevarla entonces al hogar propio, pero sintió algo reanimada. á quien la cifra en un juguete, y, sobre todo, si la prolongada ausencia de San Martín; mas Viéndola en tal situación, y como el viaje tratándose de un hijo!... también para justificarlo inventó algo el se­ indicado era imprescindible, Rodrigo volvió En seguida se dispuso á partir, ya termi­ ñor Gonzálvez. á su casa, con el fin de ultimar .los preparati­ nados los preliminares, y mientras se ponía Pocos días después, Doña Lucía, nombre vos necesarios á su partida. el gabán y se despedía de la anciana madre, de la anciana, leyó, con sorpresa desagrada­ Allí vio á su hijo, que dormía apacible­ el niño, poseído de la mayor impaciencia, ble, el siguiente suelto: mente, y le dejó al cuidado de su abuela, la corrió al balcón, regresando inmediatamen­ «La cuestión personal pendiente entre loa madre de Rodrigo, que vivía con el matri­ te—aun á medio vestir — con el regalo, á la señores Gonzálvez y San Martín ha tenido monio. habitación en que estaba Rodrigo. un efecto por todo extremo deplorable.» Por mucho que quisieron evitarlo, el niño Examinado el objeto con la Bngida sor­ Y á renglón seguido: se despertó. Parecía intranquilo. Apenas vio presa que es natural en tales casos, un inci­ «Examinando unos revólvers los señores a su padre, le preguntó por el regalo de dente dio giro inesperado á la escena. San Martín y Gonzálvez, el primero tuvo la «Reyes». Como uno de los zapatitos parecía estar desgracia de que, disparándosele el arma, le Entonces Rodrigo le prometió que lo ob­ vacío, la criatura, con el afán de investiga­ hiriera gravemente en un costado.» tendría, y fué á ver si los zapatitos estaban ción peculiar á la infancia, trató de escudri­ Su hijo, á quien ella veía triste y pensa­ en el balcón. Con efecto, allí estaban. Y el pa­ ñar el fondo, y al tocarlo para ello notó que tivo, estaba ileso. Pero aquel lance, que no dre quedó satisfecho. se movía. Tiró un poco, y desprendiéndose pudo quedar en la sombra del secreto, ¿no Pocas horas después, cuando sólo los ma­ una plantilla interior, quedó al descubierto podría traerle una grave responsabilidad? drugadores rompían el silencio de las calles, un papel escrito, que sacó el niño, excla­ Ante el posible peligro futuro, la pobre casi desiertas, el niño se levantó tras breve mando con algún asombro: «¡Otro regalo de madre tembló como si se tratase de una evi­ sueño. Rodrigo se entretenía entonces en reyes!» dente desgracia, ya sin remedio. preparar su equipaje, y como esperaba que Lo cogió Rodrigo, y, después de un ligero Disimuló ante su hijo, porque comprendió el encargado de colocar el presente engaño­ examen, algo siniestro, extraño, espantoso, que en la vida de los hombres hay misterios so, lo hiciera también en aquella ocasión, no se dibujó en su semblante. que ahondan más la herida mientras más se se cuidó de tan inocente engaño. Pero media — ¿Qué es?— preguntó el niño. procura desentrañarlos. hora más tarde aún no había llegado Don Y su padre, vuelto á la realidad ante aque­ Gonzálvez también disimulaba; había mo­ Anselmo. lla pregunta, trató de sonreír, y dijo: tivo serio. , Este señor verificaba la «combinación de — Un billete, para que esta noche vayas Sólo se substrajo á la influencia de aquella los reyes» cuando iba, en análoga ocasión, á al teatro con tu abuelita. comedia moral el pobre niño, quien, á pesar visitar á los Gonzálvez, pues como esto ocu- de los esfuerzos que, ya unidos, ya separados, 22 EL ÁLBUM IBEEO-AMEEICANO hacían Rodrigo y su madre, no pudo menos La muerte, compadecida de la adúltera y Quiera el Cielo que el canto que me inspira de notar algo muy extraño desde el incidente de su cómplice, á quienes privó de seguir siempre sus ojos con amor lo vean, del zapatito. La criatura era un espectador torturados por el remordimiento de la esposa y de todos los versos de mi lira que no conocía el argumento del drama ni infiel y del amigo traidor, no alivió al esposo estos los dignos de su nombre sean. tenía bastante' penetración para imaginar y amigo burlado, cuyo dolor hubiera sido JUAN DE DIOS PEz.ik. algo que á él se pareciera, mas sí la suficiente espantoso, á no ser porque lo atenuaban el México. para no confundir aquella situación con la deber y la satisfacción de consagrarse á un normal. idolatrado hijo, actor inconsciente, elegido Y para colmo de su confusión é inquietud, por la fatalidad, en aquel sombrío drama, y venía á desarrollarlas la ausencia de Julia, que sigue ignorando — por fortuna — el te­ CONTRASTES aquella repentina privación de las caricias rrible misterio del día de Reyes.. maternales, que proyectaba siniestros ó in­ MANUEL PERALTA Y MINELLI. formes contornos de sombras en la inteligen­ No lo puedo negar: hermosa eres, cia del pobre niño, quien instintivamente vio con tu esplendor la vista se alboroza: algo más que una enfermedad en el origen pareces, reclinada en tu carroza, del nuevo estado de cosas, inalterable al la diosa del contento y los placeres. transcurso de muchos días. Á MI PADRE Elena no da envidia á las mujeres, Dejemos que su inocencia siga ignorando ni altiva y vana en dominar se goza: — ¡cuántas veces el hombre quisiera igno­ Yo teugo en el hogar un soberano, con falso amor las almas no destroza: rar! — el misterio del día de Reyes, y des­ único á quien venera el alma mía; vive en la soledad, donde tú mueres. cubrámoslo nosotros, ya que por curiosidad es su corona de cabello cano, nos hemos asomado á esta historia. la honra su ley y la virtud BU guía. Tú sirves al deleite, ella al ejemplo: Julia murió en seguida, pues su estado de ella ve flores donde ves abrojos: En lentas horas de miseria j duelo, ánimo y el descuido de una larga enfermedad tú eres luz del festín, ella del templo: lleno de firme y varonil constancia, arraigada en ella dieron rápido fin (dos días guarda la fe con que me habló del Cielo después) al accidente ocurrido la víspera de tú brindas la tormenta, ella la calma: en las horas primeras de mi infancia. Reyes por la noche. Casi al mismo tiempo tú hablas sólo al orgullo y á los ojos: se verificó el desafío entre Gonzálvez y San La amarga proscripción y la tristeza ella cautiva para siempre el alma. Martín, y poco después, á consecuencia del en su alma hicieron incurable herida; EL MARQUÉS DE VALMAB. lance, murió D. Anselmo. es un anciano, y lleva en su cabeza La causa del duelo -faé que el papel encon­ el polvo del camino de la vida. trado en un zapato del niño era una carta Ve del mundo las fieras tempestades, ROSA Y LAUREL firmada por Julia, que decía: de la suerte las horas desgraciadas, y pasa, como Cristo el Tiberiades, «Querido Anselmo: de pie sobre las olas encrespadas. DIÁLOOO «Mañana saldrá mi esposo para hacer un Seca su llanto, calla sus dolores, ROSA. Perenne es tu verdura, «viaje de seis ó siete días. En ellos deseo que y sólo en el dolor los ojos fijos, ¡Y un día apenas mi belleza dura! «nuestro amor rompa las cadenas con que le recoge espinas y derrama flores «aprisionan las crueles obligaciones de la ley sobre la senda que trazó á sus hijos. LAUREL. ¡Mas qué pierdo ó qué gano >; conyugal. con la pompa inmortal de árbol lozano! »Te lo digo para que sepas que, aun es- Me ha dicho: «á quien es bueno, la amargura jamasen llanto las mejillas moja; »tando yo rodeada de la madre de mi esposo ROBA. Corona inmortal eres »y de mis criados, hallaré la manera de que en el mundo la flor de la ventura De poetas y de l^éroes; ¿qué más quieres? »seau frecuentes y reservadas nuestras entre- al más ligero soplo se deshoja. »vistas, valiéndonos de los medios que tene­ »Haz el bien sin temer el sacrificio; LAUREL. ¡Hallar, como la rosa, smos proyectados. el hombre ha de luchar sereno y fuerte, En seno de mujer, tumba amorosa. »Casi me avergüenzo de pensar en los in- y halla quien odia la maldad y el vicio GUILLERMO MATTA. »fames símbolos que contiene este papel; un tálamo de rosas en la muerte. Chile. »porque engañar á un esposo que, como el »mio, es un modelo de bondad, no encuentra »Si eres pobre, confórmate y sé bueno; »absolución en toda la misericordia divina, si eres rico, protege al desgraciado; »ni atenuación en algún juicio humano; pero y lo mismo en tu hogar que en el ajeno, ^OTIGIAS SOCIALES Y ARTÍSTICAS »he caído en el foado de la culpa empujada guarda tu honor para vivir honrado. »por la pasión, y no creo que tú, mi amante, »Ama la libertad, libre es el hombre El banquete celebrado en Fornos en ho­ «añadas á mis inútiles remordimientos la y su juez más severo la conciencia; nor de Madame Rattazzi, ha sido un home­ «crueldad de menospreciarme. tanto como tu honor guarda tu nombre, naje digno de la ilustre escritora. Más de se­ sLo que más me irrita contra mí misma es pues mi nombre y mi honor forman tu herencia. senta comensales la rodearon, entre los que »la infamia de nuestro triunfo, si lo oon- Este código augusto, en mi alma pudo, se hallaban periodistas, literatos, militares y »seguimos; pues sólo vendrá por el engaño desde que le escuché, quedar grabado; políticos. »de un esposo que confía, de un inocente en todas las tormentas fué mi escudo, Entró en el comedor Madame Rattazzi »niño que no sabe qué cosa es el pecado y de de todas las borrascas me ha salvado. apoyada en el brazo de D. Andrés Mellado, »una señora que no cree que se pueda, ni se Mi padre tiene en su mirar sereno notable literato y periodista. Vestía la céle­ «quiera engañar á su hijo. bre escritora rico traje de raso blanco borr reflejo tiel de su conciencia honrada. »En fin, creo que no me despreciarás vién- dado en oro y plata, luciendo algunas de las ¡cuánto consejo cariñoso y bueno »dome tan abatida, porque sólo procuro lo joyas que pertenecieron á su abuela Paulina sorprendo en el fulgor de su mirada! «que creo tu felicidad, y á ella sacrifico hasta Bonaparte, y una ancha pulsera regalo de «mi honor. La nobleza del alma es su nobleza; ' Víctor Hugo con dos versos del poeta in­ >-¿Será cierto que cuando, como de costum- la gloria del deber forma su gloria; mortal, en letras esmaltadas, dedi

Este libro, de cerca de 3oo páginas, lujosamente impreso, se vende á 3 pesetas en la librería de Fernando Fé, Carrera de San Jerónimo, núm. 2, Contiene el retrato de la autora y los siguientes capítulos: La mujer en la antigüedad. 7." ¿Cuál es el sexo débil ? 13. Emancipación é intelectua- 19. La Madre educadora de sus La mujer en la época de las 8.° Feminismo. lismo de la mujer en Italia. hijas. Cruzadas. 9.° El feminismo radical y el fe­ 14. Las nuevas ideas en España. 20. Influencia maternal. Asociación de la mujer al minismo conservador. 15. El feminismo en México y 21. Cultura de la mujer mexi­ Renacimiento. 10. La Religión cristiana y el Sud-América. cana. Facultades artísticas dé la feminismo. 16. Universalidad del feminis­ 22. Especial aptitud de la mujer mujer. 11. El feminismo en América del mo. ara la Medicina, Decantada misión femenina. Norte y en Inglaterra. 17. Ventajas de ilustrar ala mu­ Ea mujer en las ciencias, los Heroísmo de las mujeres de 12. Vitalidad del feminismo en jer. inventos y descubrimientos. raza latina. Francia. 18. Matrimonio de las almas. 24. La mujer regeneradora.

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CHOCOLATES Y CAFÉS GRAN FONDA THOMAS HOTEL ALLTANCE

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