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COMISIÓN PERMANENTE

8.ª SESIÓN (Vespertina)

MIÉRCOLES 22 DE MAYO DE 2002

PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES ,

HENRY PEASE GARCÍA,

XAVIER BARRÓN CEBREROS

Y

LUIS IBERICO NÚÑEZ

SUMARIO

Se pasa lista.— Se abre la sesión.— Se aprueba el acta de la 7.ª Sesión, celebrada el 14 de mayo de 2002.— Luego de la sustentación de los informes en mayoría y minoría de la Subcomisión Investigadora de la Denuncia Constitucional N.° 28 y de las intervenciones de las personas que se hicieron presentes para ejercer el derecho de defensa, se posterga el debate con el objeto de revisar los documentos y las exposiciones correspondientes.— Se levanta la sesión.

—A las 15 horas y 16 minutos, bajo la Presidencia del señor Carlos Ferrero e integrando la Mesa Directiva los señores Henry Pease García y Gálvez, el Relator pasa lista, a la que contestan los señores Barrón Cebreros, Diez Canseco Cisneros, Iberico Núñez, Almerí Veramendi, Alvarado Dodero, Barba

1 Caballero, Calderón Castillo, De la Puente Haya de Besaccia, Estrada Pérez, Mulder Bedoya, Pacheco Villar, Palomino Sulca, Ramos Cuya, Risco Montalván, Salhuana Cavides, Santa María del Águila, Townsend Diez-Canseco, Valdivia Romero y Vargas Gálvez de Benavides (miembros titulares); y Alvarado Hidalgo, Aranda Dextre, Ayaipoma Alvarado, León Flores, Merino de Lama y Valdez Meléndez (miembros suplentes).

Ausente con licencia, el señor Díaz Peralta.

Ausente con aviso, el señor Velarde Arrunátegui.

Ausentes, los señores Alfaro Huerta y Valenzuela Cuéllar.

Asimismo, asisten los señores Alejos Calderón, Chávez Sibina, Pastor Valdivieso, Jaimes Serkovic, Delgado Núñez del Arco, Morales Mansilla y Benítez Rivas.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Buenas tardes, señores congresistas.

Con el quórum reglamentario, se abre la sesión.

Habiéndose repartido a cada uno de los señores congresistas el acta correspondiente a la sesión anterior, se pone ésta en observación.

Si ningún señor congresista formula observaciones, se dará por aprobada.

—Se aprueba, sin observaciones, el acta de la 7.ª Sesión, celebrada el 14 de mayo de 2002.

Se sustentan los informes en mayoría y minoría de la Subcomisión investigadora de la Denuncia Constitucional N.° 28, presentada contra el ex presidente de la República Fujimori; los ex ministros de Estado Alberto Pandolfi Arbulú, Alberto Bustamante Belaunde, Tomás Castilllo Meza, César Saucedo Sánchez, Carlos Bergamino Cruz, Julio Salazar Monroe, Víctor Joy Way Rojas, Jorge Camet Dickmann, Jorge Baca Campodónico, Efraín Canale Novella, Daniel Hokama Tokashiki, Francisco Tudela van Breugel-Douglas, Federico Salas Guevara Shultz y Carlos Boloña Behr; y el ex contralor general de la República Víctor Caso Lay; y se posterga el debate con el objeto de revisar los documentos y las exposiciones correspondientes.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Señores congresistas, el motivo principal de la sesión de hoy es tratar la Denuncia Constitucional N.° 28, para cuyo efecto, conforme las regulaciones establecidas, primero harán uso de la palabra los miembros de la Subcomisión investigadora que tienen el informe en mayoría; luego, el miembro de la Subcomisión investigadora que tiene un informe en minoría; y después, los acusados o sus abogados defensores.

Vamos a suspender la sesión para permitir que ingresen los señores acusados.

—Se suspende la sesión a las 15 horas y 27 minutos.

2 —Ingresan a la Sala de sesiones los señores doctor Eduardo Herrera Velarde, abogado del ex presidente del Consejo de Ministros Alberto Pandolfi Arbulú; el señor Alberto Bustamante Belaunde, ex presidente del Consejo de Ministros y ex ministro de Justicia; el abogado Luis Corvetto Carrera, quien ejerce la defensa de los ex ministros de Defensa Tomás Castillo Meza y Carlos Bergamino Cruz; el señor César Saucedo Sánchez, ex ministro de Defensa, y su abogado, el doctor Renato Salguero Caycho; el doctor César Nakazaki Servigón, abogado del ex ministro de Defensa Julio Rolando Salazar Monroe; el doctor Luis López Pérez, abogado del ex presidente del Consejo de Ministros y ex ministro de Economía y Finanzas Víctor Joy Way Rojas; doctor Jorge Ossio Gargurevich, abogado del ex ministro de Economía y Finanzas Schreiber; el señor Carlos Hermoza Moya, ex ministro de Justicia; el doctor Jorge Prado, abogado del ex ministro del Interior Juan Briones Dávila; el doctor Luis Echeandía Chiappe, abogado de la ex ministra de Industria, Turismo, Integración y Negociaciones Comerciales Internacionales Liliana Canale Novella; y el señor Daniel Hokama Tokashiki, ex ministro de Energía y Minas.

—Se reanuda la sesión a las 15 horas y 31 minutos.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Se reanuda la sesión.

La Comisión Permanente saluda la presencia de los señores ex ministros de Estado y de sus abogados defensores, quienes concurren invitados para ejercer su derecho de defensa.

Hacemos de conocimiento de la ciudadanía y de quienes nos están escuchando que los avisos para que el ex presidente de la República Alberto Fujimori ejerza su derecho de defensa se publicaron oportunamente en su página web y en el diario oficial El Peruano.

Se sugiere que las conclusiones de los informes en mayoría y minoría sean leídas por los propios ponentes. Si no hay inconveniente, y para hacer más diligente el trámite, vamos a dar la palabra primero a quienes firmaron el informe en mayoría, los congresistas Risco Montalván y León Flores.

Sugerimos que no empleen más de 20 minutos, y pedimos que las interrupciones solamente se hagan si hubiera algo urgente que requiriese una aclaración inmediata.

Dicho esto, invitamos a los firmantes del informe en mayoría para que procedan a hacer uso de la palabra.

El señor RISCO MONTALVÁN (UN).— Señor Presidente de la Comisión Permanente, colegas congresistas, como es de pleno conocimiento, la denuncia constitucional que nos convoca fue inicialmente investigada por los congresistas Pedro Morales Mansilla y Marcial Ayaipoma.

A su vez, durante el Gobierno de Transición, por encargo del ex ministro de Economía Javier Silva Ruete, la doctora Beatriz Mejía elaboró un estudio sobre estos decretos de urgencia. El 26 de setiembre de 2001, los congresistas Javier Diez Canseco, Walter Alejos, Máximo Mena Melgarejo, Kuennen Franceza Marabotto y Juan Valdivia,

3 integrantes de la Comisión de Delitos Económicos y Financieros, formularon la denuncia signada con el número 28.

En mi condición de integrante de la Subcomisión encargada de investigar la Denuncia N.° 28, luego de cumplir con el encargo de esta Comisión Permanente, he suscrito, junto con la congresista Rosa León, el informe final en mayoría que obra en poder de ustedes desde hace varios días.

Según la denuncia, los denunciados habrían cometido infracción constitucional y diversos delitos mediante la utilización indiscriminada de dispositivos legales dictados por el Poder Ejecutivo, tales como decretos de urgencia, decretos supremos y otras normas, que adquirieron el carácter de secreto con la expresa orden del ex presidente Fujimori y la participación del ex presidente del Consejo de Ministros, de ex ministros de Estado y del ex contralor general de la República del régimen fujimorista.

Según lo investigado, el ex presidente Fujimori, quien presidió un gobierno autoritario mediante el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992, destruyó el estado de derecho al disolver el Congreso bicameral de la República y el Tribunal de Garantías Constitucionales; y al intervenir al Poder Judicial, al Ministerio Público, a la Contraloría General de la República y a otras instituciones tutelares de la Nación, entre ellas las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

De esa manera se eliminó todo freno y contrapeso al poder omnímodo que ejerció junto a Vladimiro Montesinos; y se resistió, al amparo de las Fuerzas Armadas, mediatizando los mecanismos democráticos e institucionales de control político y fiscalizador.

Esto permitió que el país y el erario nacional cayeran en las manos de Fujimori y Montesinos, quien se ha caracterizado por el dispendio y el usufructo de las arcas fiscales, compuestas, en el caso que nos convoca, de mil 885 millones 675 mil dólares americanos. Repito: mil 885 millones 675 mil dólares americanos.

Dichos recursos provenían, en su mayoría, de la privatización de nuestras empresas públicas y estaban destinados, por la quinta disposición complementaria, transitoria y final de la Ley de Promoción de la Inversión Privada en las Empresas del Estado, Decreto Legislativo N.° 674, a la pacificación del país y a la lucha contra la pobreza, flagelo persistente que se ha acentuado en nuestros días por la falta de recursos disponibles y la injusta distribución del ingreso, que pasa necesariamente por el pago de la frondosa deuda externa.

De mil millones de dólares americanos que se utilizaron irregularmente, 998 millones 580 mil pertenecieron a la privatización.

Nuestro objetivo, durante estos meses de investigación, ha sido fundamentalmente la identificación de indicios probatorios razonables que nos permitan determinar, en base a hechos reales, la individualización de responsabilidades constitucionales y penales de los imputados, a fin de recomendar a esta Comisión Permanente la denuncia o no, según el caso; y posteriormente, si así lo amerita, la acusación

4 constitucional ante el Pleno, el levantamiento de la inmunidad parlamentaria y el correspondiente tratamiento jurisdiccional.

No debo dejar de señalar que hasta 1995, con la anuencia de la mayoría del Congreso de entonces, también se permitió utilizar y transferir recursos de la privatización principalmente hacia el Ministerio de Defensa, con la consecuente consumación de ilícitos penales que deben ser igualmente investigados y que, lamentablemente, están siendo obviados.

Asimismo, es necesario enfatizar que aquellos congresistas, durante el fujimorismo, principalmente en las comisiones de Fiscalización y de Defensa, tuvieron la prerrogativa de derogar o modificar algunos de estos decretos de urgencia llamados regulares (porque se dio cuenta de ellos al Congreso), a la vez que aquellos secretos, que se conocían al colegirse el número de éstos con los regulares. Se hubiera podido, por lo tanto, evitar las ilicitudes y actos de corrupción.

Aunque carecieron de publicidad con el incumplimiento de que se diera cuenta al Congreso, no constituyeron en sí documentos verdaderamente secretos, ya que se ha comprobado que fueron del conocimiento de cientos de funcionarios y operadores del Ministerio de Economía y Finanzas, del Banco de la Nación y del Ministerio de Defensa, quienes efectuaron las operaciones de utilización, efectivización, disponibilidad, transferencia, rendición de cuentas, entre otras operaciones rutinarias y necesarias.

El Ministerio Público ha iniciado las respectivas investigaciones y se hallan comprometidos más de un centenar de funcionarios y operadores que no tienen el derecho de antejuicio. Por ello, no es necesario detenerse en el análisis.

Este marco político-militar edificado sobre la base de una cúpula corrupta, destinada a cometer delitos, predispuso el control del Estado y la atenuación de mecanismos de control político y ciudadano. Contó con el servicio incondicional de altos oficiales e inspectores generales de la Fuerza Aérea del Perú, por lo que muchos de ellos ya han sido denunciados penalmente.

Frente a la dictadura corrupta emergió, desde la orilla opuesta, una conducta ética y moral que se constituiría en opción y respuesta sobria y justa a la nación. Hoy, tanto el oficialismo como la oposición esperan la pronta justicia sin convertir a las comisiones investigadoras en instrumento de venganza ni en entablado de pasiones inferiores, porque si descendiéramos a ese nivel sólo estaríamos volviendo a la dictadura con distintos personajes.

Sin embargo, debemos enfatizar nuestro férreo convencimiento de no retroceder ante todo acto o vestigio de corrupción de Alberto Fujimori, Montesinos y la agrupación constituida para delinquir, así como de algunos altos funcionarios públicos que, sin pertenecer a la agrupación delictiva, son individualmente responsables por sus propios actos.

5 Diversas comisiones se han encargado, en su oportunidad, de determinar que ellos han defraudado al Estado y se han enriquecido a costa del hambre del pueblo, el desempleo y la recesión, cuyos estragos afectan a millones de peruanos.

El presente informe cumple, además, con el requisito legal y reglamentario de efectuar no sólo aproximaciones de carácter jurídico, penal, constitucional, administrativo, histórico y político, sino también con el de establecer consideraciones de hecho y de derecho con las normas de la legislación penal que tipifican los delitos que se imputan a los investigados, como expresamente lo señala el artículo 88.°, inciso g), del Reglamento del Congreso de la República.

Eso es importantísimo para descartar cualquier posibilidad de que se distorsionen el objetivo y la finalidad del antejuicio, que, si bien se denomina político, se basa y ampara fundamentalmente en la técnica jurídica y en la justicia.

No ha sido posible, como hubiésemos querido, emitir un solo informe final que conjugue y exprese consensualmente el análisis de los hechos y las conclusiones. Sin embargo, debo hacer referencia de significativas coincidencias, que, al igual que nuestras discrepancias, saludamos.

Se trata de discrepancias respetables, por cierto, aun cuando no podamos compartirlas, por la propia naturaleza de los hechos y la interpretación jurídica penal.

Ése tal vez sea el secreto de la democracia, que nos distingue de las imposiciones dictatoriales del pasado y del abuso del derecho, que hizo, durante el régimen fujimontesinista, denunciantes a los perseguidores, así como verdugos a los acusados. Muchos llegaron a ser juez y parte en los procesos que vergonzosamente registra la historia.

Reiteramos que nuestro trabajo de análisis de los hechos se efectuó con pleno respeto a la Constitución, al derecho penal, a la justicia, a la equidad frente a la ley y, sobre todo, a la verdad.

Ustedes serán ahora los que sabrán determinar con responsabilidad —que la invocamos— si nuestras conclusiones —que detallaremos a continuación— constituyen elementos suficientes para decidir o no la denuncia y posterior acusación constitucional de los imputados en los que hemos identificado indicio racional de responsabilidad penal.

Aspiramos a satisfacer las expectativas de la nación en su intento por moralizar, con plena autoridad y las reglas del derecho, las instituciones de la sociedad, sin necesidad de recurrir a actitudes que puedan dar lugar a la más mínima señal de persecución política o de arbitrariedades que conlleven a apreciaciones erráticas o distorsiones tanto en lo que se refiere a la tipificación penal, al infractor o a alguna parcialidad, como a tener condescendencia con la corrupción.

En este proceso de búsqueda de indicios razonables, queremos mencionar algunos hechos que necesariamente deberán tomarse en cuenta para comprender en su real

6 magnitud los delitos denunciados y su relación con el comportamiento de los imputados.

Desde enero de 1995 el país vivió el desencadenamiento de un conflicto bélico, con posterioridad a secuenciales escaramuzas y enfrentamientos focalistas que tuvieron como escenario el Cenepa y que hicieron presagiar una guerra exterior. Los resultados todos los conocemos: la firma del tratado de paz, que para algunos constituye un acto irrevisable y de estricto cumplimiento de las partes.

Nuestra capacidad de combate aéreo se ubicó en una situación preocupante y defensiva, hecho que dio justificación a adquisiciones que se tornaron irregulares e ilícitas y permitieron consumar actos delictivos que señalaremos más adelante.

El 2 de agosto de 1995, en los momentos más críticos del conflicto, y felizmente culminadas las acciones militares que conllevaron a las referidas negociaciones diplomáticas, el Gobierno peruano firma un contrato con The Boeing Company para la compra de una aeronave comercial Boeing 737-528, para uso exclusivo del ex presidente Alberto Fujimori, por el valor de 27 millones 400 mil dólares.

La adquisición fue determinada y ordenada directamente por el entonces Presidente de la República y registrada como secreto militar. Para ello se encubre el origen de los recursos que se utilizaron, además de la festinación de todos los trámites y procedimientos legales.

El hecho es innegable e injustificable, ya que se trataba de la adquisición de una aeronave no militar y de uso exclusivamente civil, lo cual no constituía, de ninguna manera, un secreto militar.

Asimismo, con fecha 6 de mayo de 1996, se expide el Decreto de Urgencia N.° 028- 96, que autoriza el uso de fondos de la privatización, por 252 millones 52 mil 420 dólares, para la adquisición de 18 aviones de combate MIG-29, de segundo uso, a la República de Bielorrusia.

Nuestras investigaciones, como vamos a demostrar luego, nos conducirán a sostener que la sola suscripción de los mencionados decretos de urgencia o de otras normas que posteriormente a su suscripción se convirtieron en secretas no necesariamente nos llevan a sostener que los firmantes o refrendantes cometieron delito alguno, al margen de la responsabilidad constitucional por evidente infracción a la Carta Magna.

La serie de delitos que se cometen vendrá luego de la emisión y refrendación de esos dispositivos legales que, como hemos sostenido, fueron convertidos a posteriori en secretos, pues no se publicaron en el diario oficial El Peruano ni se dio cuenta de ellos al Congreso.

Sobre el delito de asociación ilícita para delinquir, el artículo 317.° del Código Penal manifiesta lo siguiente:

7 “El que forma parte de una agrupación de dos o más personas destinadas a cometer delitos, será reprimido, por el solo hecho de ser miembro de la agrupación, con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años.

Cuando la agrupación esté destinada a cometer los delitos de genocidio, contra la seguridad y tranquilidad públicas, contra el Estado y la defensa nacional o contra los Poderes del Estado y el orden constitucional, la pena será no menor de ocho años, de ciento ochenta a trescientos sesenticinco días-multa e inhabilitación conforme al artículo 36.°, incisos 1), 2) y 4).”

A continuación voy a referirme a los denunciados que estarían comprendidos en este delito.

En este orden, los integrantes de esta Subcomisión investigadora, luego de efectuadas las respectivas investigaciones, consideran que existen indicios razonables suficientes para establecer responsabilidades penales, en calidad de probable autor del delito de asociación ilícita para delinquir, a Alberto Fujimori Fujimori, conductor y cabecilla de la organización delictiva —junto a Vladimiro Montesinos, que no goza del derecho de antejuicio—, por haber planificado, dirigido, ejecutado y supervisado —desde el más alto cargo que la nación le confirió para que gobernara con honestidad y honradez— una serie de delitos con el fin de beneficiarse tanto él como los demás integrantes de la asociación.

Su participación queda evidenciada con la suscripción de todos los decretos de urgencia y la orden expresa de que se constituyan inconstitucionalmente en secretos, además de las órdenes expresas para adquisiciones sin licitación pública, negociar precios y productos, designar comisiones evaluadoras, eludir normas de control, desviar fondos públicos, coludirse para defraudar al Estado, apoderarse de recursos de la nación y dispendiar las arcas fiscales.

Asimismo, se han identificado indicios razonables de diverso orden para determinar la existencia de responsabilidad penal por el delito de asociación ilícita para delinquir a los siguientes imputados:

Alberto Pandolfi Arbulú, Presidente del Consejo de Ministros en dos oportunidades.

Si bien es cierto no se ha podido identificar ilícitos fácticos de responsabilidad propia que permitan determinar que perteneció a la asociación ilícita creada para cometer delitos, es pasible de responsabilidad penal debido a que en su calidad de Presidente del Consejo de Ministros no renunció al cargo al conocer la infracción constitucional y los ilícitos penales que cometió el entonces mandatario de la nación, de acuerdo con lo establecido en el segundo párrafo del artículo 128.° de la Constitución Política, que expresamente señala: "Todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el Presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatamente”.

Queda completamente claro que el solo hecho de suscribir un decreto de urgencia que posteriormente, y por orden directa del ex mandatario Fujimori, se convirtió en

8 norma secreta no es causal ni indicio razonable para determinar responsabilidad penal en el caso de asociación ilícita para delinquir, ya que no se han probado la voluntad del imputado ni la permanencia, rol y funciones al interior de la asociación ilícita, ni tampoco se han podido determinar signos exteriores de riqueza. Sin embargo, de acuerdo con lo que establece la Constitución en el artículo reseñado, es claro y pertinente señalar dicha responsabilidad. En cuanto a la refrendación de los dispositivos secretos, se ha procedido a determinar la responsabilidad penal propia como peculado, colusión y malversación.

Tomás Castillo Meza, Ministro de Defensa desde el 10 de enero de 1996 hasta el 17 de julio de 1997.

Si bien es cierto no participó directamente ni sustentó ni supervisó el proceso de adquisición de los aviones de segundo uso de Bielorrusia, se le imputa como integrante de la asociación ilícita por el hecho de haber refrendado decretos de urgencia secretos.

Al respecto, debemos señalar que no es correcto ni jurídicamente aceptable denunciar a alguien por el delito de asociación ilícita para delinquir por el hecho de refrendar un dispositivo, aun cuando éste se haya convertido en secreto.

Sin embargo, nosotros sostenemos que es pasible de responsabilidad penal, debido a que, en su calidad de ministro de Estado, no renunció al cargo al conocer la infracción constitucional y los ilícitos penales que cometió el entonces mandatario de la nación, de acuerdo con lo establecido por el segundo párrafo del artículo 128.° de la Constitución, que expresamente señala: "Todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el Presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatamente”.

Carlos Bergamino Cruz, Ministro de Defensa desde el 15 de abril de 1999 hasta el 25 de noviembre de 2000. Tiene directa participación en calidad de coautor del referido delito al intervenir directamente en la ilícita indemnización a favor del ex asesor Vladimiro Montesinos Torres antes de su fuga. Adicionalmente, participa, junto con los cabecillas de la agrupación, en las ilícitas adquisiciones de helicópteros y maquinarias chinas.

Víctor Joy Way Rojas, quien fuera Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía desde el 5 de enero de 1999 hasta el 8 de octubre de 1999; Ministro de Industria desde el 11 de febrero de 1991 hasta el 24 de abril de 1992, período del golpe del 5 de abril de 1992, y posteriormente en 1993. Él ha ocupado dos veces el cargo de presidente del Congreso de la República y ha sido congresista de extrema confianza de la agrupación política de Alberto Fujimori.

Era una persona muy cercana al ex presidente Fujimori y tuvo participación en la digitación y chantaje de los medios periodísticos que utilizaron para ocultar y acallar las denuncias públicas. Hay una serie de evidencias y videos al respecto, así como

9 signos exteriores de riqueza y millonarias cuentas en bancos extranjeros. Actualmente afronta un proceso penal por enriquecimiento ilícito.

Jorge Camet Dickmann, Ministro de Economía desde el 9 de enero de 1993 hasta el 5 de junio de 1998. Habilitó irregularmente el financiamiento y las transferencias, así como los pagos para la adquisición del avión presidencial, sabiendo que sólo se podía utilizar los recursos de la privatización en la pacificación nacional y la lucha contra la pobreza.

Negoció directamente precios y comisiones representando al cabecilla de la banda y aparentando una supuesta representación del Gobierno peruano. Incluso viajó al exterior para negociar personalmente la adquisición de aviones de combate, a pesar de no ser experto en la materia, en flagrante vulneración de normas de control y de adquisiciones, como él mismo lo ha reconocido. Asimismo, fue partícipe de la dictadura encubierta bajo la careta del CCD.

Jorge Baca Campodónico, Ministro de Economía desde el 5 de junio de 1998 hasta el 5 de enero de 1999. Conoció y participó, por orden del ex presidente Fujimori, en la irregular habilitación de la corrupta contratación de servicio y mantenimiento y compra de repuestos para los aviones MIG-29 y SU-25 adquiridos a Bielorrusia.

Cuenta con signos exteriores de riqueza expresados en centenares de hectáreas de tierras agrícolas, lo que ha sido denunciado por la prensa de investigación y, además, ha sido reconocido por él mismo.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Tiene un minuto para concluir, congresista.

El señor RISCO MONTALVÁN (UN).— Julio Salazar Monroe, ex jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, conducido por la sombra del asesor Vladimiro Montesinos; y Ministro de Defensa desde el 21 de agosto de 1998 hasta el 15 de abril de 1999.

Carlos Hermoza Moya fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia impuesto al inicio de la dictadura por el cabecilla de la agrupación delictiva; y Ministro de Justicia, cargo que desempeñó desde el 10 de enero de 1996 hasta diciembre de 1997. Conocía, en calidad de asesor legal del prófugo Fujimori, las acciones ilícitas que se desarrollaban al interior del Gobierno. Se tiene en cuenta, además, su calidad de abogado y experimentado magistrado de la dictadura.

Alberto Bustamante Bustamante, Ministro de Justicia desde el 13 de octubre de 1999 hasta el 25 de noviembre de 2000. En esta condición, tuvo conocimiento cercano de todas las actividades e irregularidades que se perpetraron durante el pasado régimen, al menos durante el tramo final de su período de alto funcionario y asesor jurídico del ex presidente Fujimori. Además, se agrega todo su propósito con la finalidad de justificar el régimen nefasto.

Efraín Goldenberg, ex presidente del Consejo de Ministros, cargo que asume el 18 de febrero de 1994.

10 En el delito de malversación de fondos (artículo 389.° del Código Penal), las personas comprendidas son Alberto Fujimori Fujimori, Jorge Camet Dickmann, César Saucedo Sánchez, Carlos Bergamino Cruz, Víctor Joy Way Rojas, Jorge Baca Campodónico.

Asimismo, se establece que existen indicios razonables para determinar responsabilidad penal, en calidad de cómplices secundarios, a los siguientes ex funcionarios: Alberto Pandolfi, Efraín Goldenberg, Tomás Castillo y Julio Salazar Monroe.

Permítame, Presidente, un par de minutos para que la colega León pueda terminar la información.

—Asume la Presidencia el señor Henry Pease García.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Lamentablemente, el tiempo ha concluido. Le podría dar el uso de la palabra después.

La señora LEÓN FLORES (PAP).— Presidente, el informe no puede quedar inconcluso, porque falta hablar, por ejemplo, de los delitos de colusión ilegal, peculado, traición a la patria. Entonces, yo pienso que...

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Ocurre que lo que se ha expuesto se puede leer en el informe, y cuando éste se presenta, se hace una síntesis, no una lectura.

De todas maneras, le concederé cinco minutos; y el mismo tiempo le será otorgado al congresista que sustentará el informe en minoría.

Puede hacer uso de la palabra, congresista Rosa León.

La señora LEÓN FLORES (PAP).— Señor Presidente, voy a tratar de resumir lo resumido.

Sobre el delito de colusión, el artículo 384.° del Código Penal señala: “El funcionario o servidor público que, en los contratos, suministros, licitaciones, concurso de precios, subastas o cualquier otra operación semejante en la que intervenga por razón de su cargo o comisión especial defrauda al Estado (...) concertándose con los interesados en los convenios, ajustes, liquidaciones o suministros (...)”.

Colusión es sinónimo de concertación, y la conducta consiste en ponerse de acuerdo subrepticiamente con los interesados en actos no permitidos por la ley. Ahí están, como hechos de mayor envergadura, el proceso de adquisición del avión presidencial, la adquisición de los aviones de segundo uso a Bielorrusia, la adquisición de los aviones nuevos a Rusia y el contrato de servicios de mantenimiento y adquisición de repuestos para los aviones rusos.

Hoy es un hecho cierto que cada una de las compras de los institutos armados estaba digitada por Vladimiro Montesinos, ya sea a través de particulares, que actuaban como sus testaferros; o directamente, a través de funcionarios públicos.

11 En la adquisición de los aviones MIG-29 y SU-25 a la República de Bielorrusia ha quedado evidenciado que el ex presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori digitaba y estaba pendiente de los avances de la negociación y ejecución del contrato con la complicidad de los comandantes generales y del inspector general, que no dio cuenta de las irregularidades a la Contraloría General de la República.

Sin embargo, es necesario precisar que el solo hecho de firmar el dispositivo legal de carácter secreto no configura este delito, por lo que habrá que diferenciar quiénes negociaron directamente la compra y quiénes la facilitaron.

En este sentido, quien estuvo directamente en las negociaciones —hecho evidenciado, por lo demás, en uno de los videos propalados en este Congreso— es el ex ministro César Saucedo Sánchez. De igual forma, existe responsabilidad penal en los ex ministros Jorge Camet, Carlos Bergamino, Víctor Joy Way y Jorge Baca.

En el caso del ex presidente de la República, entrevistados por la Subcomisión han señalado que él fue quien dio las directivas para que este proceso se llevara a cabo del modo descrito en los hechos, al igual que la participación del ex ministro Baca Campodónico.

De igual forma, en la contratación de servicios de mantenimiento y repuestos, es evidente que con esta operación el erario nacional resultó seriamente defraudado.

En consecuencia, existen méritos suficientes para abrir proceso penal contra los ex ministros de Estado. Asimismo, se ha establecido que existen indicios razonables para determinar responsabilidad penal en calidad de cómplices a los siguientes ex funcionarios: Alberto Pandolfi Arbulú, Efraín Goldenberg, Tomás Castillo Meza y Julio Salazar Monroe.

Sobre el delito de peculado, voy a resumir quiénes son los que están implicados en esta denuncia, porque ya no nos da el tiempo. Como autores hemos podido encontrar, según el caso, a Alberto Fujimori Fujimori, César Saucedo Sánchez, Julio Salazar Monroe, Víctor Joy Way Rojas, Jorge Camet Dickmann, Jorge Baca Campodónico, Alberto Pandolfi Arbulú, Tomás Castillo Meza, Carlos Bergamino Cruz y Efraín Goldenberg.

Sobre el delito de supresión, destrucción u ocultamiento de documentos, están implicados los ex ministros de Economía Jorge Camet Dickmann, Efraín Goldenberg, Víctor Joy Way, Jorge Baca Campodónico y el ex presidente del Consejo de Ministros Alberto Pandolfi Arbulú; así como, en calidad de cómplices, los ex ministros Tomás Castillo Meza, César Saucedo Sánchez, Carlos Bergamino Cruz y Julio Salazar Monroe.

En el delito de omisión de denuncia, el artículo 407.° del Código Penal señala que comete delito quien, a pesar de estar obligado, por su profesión u empleo, a comunicar a la autoridad las noticias que tenga acerca de la comisión de algún delito, omite hacerlo. Se ha determinado responsabilidad penal en los ex ministros Juan Briones Dávila, Liliana Canale, Daniel Hokama y Francisco Tudela.

12 Un minuto, por favor, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Tiene el minuto, congresista.

La señora LEÓN FLORES (PAP).— El artículo 332.° de nuestro Código Penal señala que comete delito de traición a la patria el que entrega a un estado extranjero bienes destinados a la defensa nacional o le favorece mediante servicios o socorros que puedan debilitarla.

El tipo penal es sumamente claro y preciso. En ambos casos, tanto en la entrega de bienes como en la prestación de servicios o socorros, debe participar el elemento fundamental estado extranjero, que es a quien deberá entregarse un bien o favorecerse con un servicio o socorro. Luego, esta entrega del bien o este favorecimiento mediante servicio o socorro dará como consecuencia el debilitamiento de nuestra defensa nacional.

Quiere decir que en ambos casos deben integrarse tres elementos básicos para configurar el delito. En el primero, la entrega de un bien, el estado extranjero y el debilitamiento de la defensa nacional. En el segundo, el favorecimiento mediante servicios o socorros, el estado extranjero y el debilitamiento de la defensa nacional.

Nosotros nos hemos ceñido al encargo de la Comisión Permanente para la identificación de indicios razonables que permitan establecer o no la responsabilidad penal por este delito, de acuerdo con la realidad de los hechos y la tipificación que establece el Código Penal.

No se ha podido identificar ni recoger testimonios que señalen que los denunciados hayan favorecido al Ecuador mediante servicios o socorros; ni que, como consecuencia de ello, se haya debilitado nuestra defensa nacional.

Ya no puedo explicar con más detalle, pero esto nos lleva a ceñirnos a que no se han encontrado indicios razonables que permitan establecer responsabilidad penal en este caso.

¿Cuáles son los indicios? El bien entregado a un estado extranjero que ocasione el debilitamiento de la defensa nacional; o el servicio o socorro con el que se favorece a un estado extranjero y se debilita la defensa nacional.

Con imparcialidad y realismo sostenemos, a la luz del artículo 332.° del Código Penal, que no existe responsabilidad penal en este caso.

Salvo mejor parecer, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Tiene la palabra, por 26 minutos, el congresista Walter Alejos, presidente de la Subcomisión informante y autor del informe en minoría.

13 El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Señor Presidente, dado el poco tiempo que se nos está dando, voy a tratar de sintetizar este problema de mucha envergadura que estamos tocando. El tiempo es insuficiente; pero trataremos de hacerlo.

¿Cómo funcionó la mafia de la red de corrupción? Nosotros partimos de la hipótesis de que se organizó un aparato de poder, una organización paraestatal, delictiva y criminal que utilizó la legalidad para delinquir. Además, copó y parasitó las estructuras de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el SIN y otros organismos públicos.

Actuó como una organización estructurada de modo jerárquico. Se estableció una forma de gobierno totalitario y corrupto, y de este modo el sistema jurídico y sus instrumentos se pusieron al servicio de la organización criminal.

¿Cómo funcionó esta red de corrupción? A la cabeza, Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza Ríos, teniendo como brazo político del SIN al Congreso de la República, el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, los medios de comunicación, la SUNAT, la SUNAD, el Sistema Electoral y la Contraloría General de la República.

¿Qué instrumentos utilizaron para hacer uso de estos recursos del Estado? Utilizaron normas legales, leyes del Congreso, decretos de urgencia secretos, decretos supremos.

En el gobierno de Alberto Fujimori, entre los años 1995 y 2000 se dieron siete decretos leyes, 22 decretos de urgencia, 105 decretos supremos y un sinnúmero de resoluciones de los ministerios de Defensa y de Economía, todos con carácter secreto.

¿Cuál fue el artificio legal? El Decreto Legislativo N.° 674, Ley de Promoción de la Inversión Privada en las Empresas del Estado, señala que los recursos de la privatización sólo deberán destinarse al desarrollo de programas orientados a la pacificación nacional y a la erradicación de la pobreza.

El concepto de pacificación nacional se desnaturalizó arbitrariamente y se reemplazó por el de seguridad nacional. Se valieron de ese argumento para utilizar los fondos de la privatización.

En la presente tabla (ver cuadro 1) tenemos los recursos utilizados por esta mafia corrupta. En total son mil 885 millones de dólares, de los cuales 998 millones fueron fondos de la privatización.

Los decretos de urgencia se utilizaron para la compra de aviones y armas de guerra por un total de 865 millones de dólares, como se puede apreciar en esta tabla (ver cuadro 2).

De igual manera, estos decretos de urgencia secretos se utilizaron con otros propósitos que no eran de carácter militar. Por ejemplo, la deuda tributaria de INDUMIL, el overhaul para maquinaria china, la indemnización a Montesinos.

14 También los decretos supremos emitidos entre 1995 y 2000 se utilizaron para la compra de armamentos por un total de 101 millones de dólares (ver cuadros 3 y 4).

Y están los decretos supremos emitidos entre 1995 y 2000 para otros usos (transferencia para las elecciones generales, adquisición de locales para agregadurías militares, equipos para el Hospital Central de la FAP, entre otros) por cantidades de dinero que aparecen en las tablas (ver cuadro 5).

Hubo una falta de supervisión en las compras militares entre los años 1994 y 2000 (ver cuadros 6 y 7). Podemos apreciar que, con dispositivos secretos, se utilizaron recursos para la compra de sables de uso protocolar por un monto de 170 mil dólares, como si los sables hoy día fueran armas de guerra. De igual manera, 390 mil dólares se destinaron a la compra de caballos para los Húsares de Junín. También se adquirieron uniformes, calcetines, ropa interior, pantalones jeans, etcétera, que no tienen precisamente naturaleza militar.

En cuanto a la investigación, hemos entrado básicamente a la compra de 18 aviones MIG-29 a Bielorrusia por un monto de 252 millones de dólares, con el Decreto de Urgencia N.° 032-96; a la compra de 18 aviones Sukhoi 25, de segundo uso, a Bielorrusia, por 150 millones de dólares; el avión Boeing 737, avión presidencial, por 30 millones de dólares; al servicio de mantenimiento, por 30 millones de dólares; y a la compra de tres MIG-29 nuevos, a Rusia, por el monto de 126 millones de dólares, a través del Decreto de Urgencia N.° 032-98 (ver cuadro 8).

Hemos encontrado un conjunto de irregularidades que me limitaré a enumerar: la adquisición no prioritaria ni urgente del avión presidencial; la malversación de fondos del Estado destinados a la lucha contra la pobreza; la transgresión de las normas y competencias —el señor Santiago Fujimori, sin ser funcionario del Estado, participó en la compra del avión presidencial—; la violación de normas de control y supervisión.

En esta parte, señor Presidente, por la gravedad de los temas tocados, pido que pasemos a una sesión reservada. Son temas de defensa nacional que no puedo transmitir en presencia de personas que no están bajo juramento.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— El problema, congresista, es que pasar a sesión reservada significa tener que pedir a los acusados que se retiren, porque ellos no están bajo juramento. Eso traerá problemas no sólo con la justicia sino con la lógica del proceso que se sigue.

Le pido que evalúe su pedido. Dado que son hechos que han transcurrido hace un tiempo, habría que evaluar si hay necesidad de una sesión reservada.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— El problema es que todo aquello que se ha comprado y se ha utilizado con estos recursos afecta nuestra seguridad nacional hoy.

Para el real entendimiento de la problemática de nuestras Fuerzas Armadas, en especial de la Fuerza Aérea, necesitamos hacer un recuento de lo que significó la utilización de los decretos de urgencia secretos, cómo se lucraron a través de ellos y cómo se ha puesto en alto riesgo la seguridad nacional.

15 Por esa razón es que pedía que sea reservada esta parte de la exposición. Pero creo que podemos contar con la presencia de los señores investigados. No habría absolutamente ningún problema, señor Presidente, si usted lo considera así.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— En la lógica de la sesión reservada, según el Reglamento, sólo pueden estar los congresistas de la República y el personal del Congreso juramentado. Los señores han prestado su debido juramento en el momento que han ejercido los cargos.

Como yo no sé qué es lo que usted va a decir, no tengo elementos para poder autorizar eso. Además, sería injusto y creo que violaría la ley si hiciéramos el debate con argumentos que tienen que ver con la acusación sin la presencia de los acusados.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Entonces, señor Presidente, trataré de mantener la reserva correspondiente y, en lo posible, tocaré solamente aspectos que sí se pueden expresar.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Y tenga usted en cuenta la dimensión de la reserva, porque en muchos países está incluso establecido que lo histórico no es secreto. Es decir, aquello que ya no va a influir en nuestras relaciones internacionales no es un problema, porque es un hecho de otro gobierno y de otro momento. Así que evalúe usted bien lo va a expresar.

Prosigue la sesión.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Bueno, señor Presidente, continuamos.

Tenemos aquí la tabla sobre la compra de los aviones MIG-29 y los equipos adquiridos a Bielorrusia (ver cuadros 9 y 10). Fácilmente podemos observar en la relación los misiles R-27, la viga lanzamisil R-27, el misil R-73, etcétera. Todos estos equipos no están calibrados y no podrían utilizarse en una guerra debido a que la compra se hizo con el total desconocimiento de la condición en que se encontraban.

En cuanto al misil antirradar y la viga misil radar, en la compra de los aviones MIG no se pusieron ni el nombre ni las características de este misil.

Lamentablemente, cuando se efectuó la compra...

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Señor congresista, voy a proceder a solicitar que se retiren de la Sala el personal no juramentado del Congreso y las personas que no son materia de la acusación.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Proceda, señor Oficial Mayor.

—Se suspende la sesión pública a las 16 horas y 14 minutos.

—A las 16 horas y 26 minutos, se reanuda la sesión pública.

16 El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Antes de reabrir la sesión pública, quiero señalar que cuando comencé a escuchar la intervención del señor Alejos Calderón entendí que debía considerarse secreto todo lo relacionado con el estado de nuestras armas, porque incluso por revistas especializadas se conoce la compra de armas, pero no se precisa si éstas se encuentran en buen estado o no.

Además de estar ante un caso sin precedentes en el que el Reglamento del Congreso no nos ayuda, estamos ante un informe que ha sido hecho público; por lo tanto, la información es pública.

Estamos ante una situación en la cual, mientras que los funcionarios actuales, parlamentarios o no parlamentarios, podemos ser responsables de actuar dentro de nuestro juramento, no necesariamente la defensa de los acusados debe asumirlo de esa manera, porque tiene el derecho de responder a la acusación que se formula.

Por lo tanto, vuelvo a invocar al presidente de la Comisión informante que si algo es expresamente reservado y no está en documentos, no lo diga. En todo caso, si esto llega al Poder Judicial, se emitirá el informe; si no, no se usará. Pero en el Reglamento no tengo ningún instrumento que me ayude.

El Reglamento del Congreso dice que se pasa a sesión secreta; pero nunca se pone en el caso de un debate de este tipo, en el que hay la obligación de tener la presencia de quien está siendo acusado y de sus defensores.

Le pido al presidente de la Comisión informante que tenga cuidado con lo que diga.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Sí, señor Presidente.

Trataré de enumerar, y en caso existan preguntas, podré absolverlas cuando esta Comisión pueda debatir sin la presencia de ellos.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Es un derecho de los acusados conocer toda la acusación, y también es un derecho pronunciarse sobre ella. Además, no podríamos estar pasando a cada rato a sesión secreta.

Se reabre la sesión.

Continúe, congresista Walter Alejos.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Se han encontrado irregularidades administrativo-económicas, como el registro irregular de la empresa Treves Intora Association Ltd. con la participación de Montesinos, Venero, Peter Jeney; la intervención extemporánea de la Contraloría General de la República; la violación de la Ordenanza FAP 70-2, que viene a ser instrumento de norma legal para la compra de armas y equipos; la ausencia de ofertas de otro tipo de aeronaves; la intervención del Ministro de Economía, el señor Camet, en estas compras; las irregularidades en los nombramientos de comisiones de estudio y evaluación; la empresa Treves Intora no depositó garantías ni acreditó el seguro de transporte; y la documentación fue completamente irregular.

17 Entre las irregularidades técnicas tenemos la aprobación irregular de la comisión especial operativa; la irregular selección de criterios por parte del señor Waldo Richter; el incumplimiento de los diversos criterios por parte de la comisión económica; la firma irregular del contrato; la irregularidad en los plazos de entrega (se entregaron estos aviones después de 20 meses, en forma inexplicable, y no en el tiempo que se había determinado); el corto radio de acción y empleo de los aviones MIG-29 desde los dispositivos de combate; la irregular utilización de los aviones en su función multirrol; las irregularidades en los misiles antirradar.

Estaba yo haciendo una breve exposición en el sentido de que estos misiles no llegaron para ser adaptados a los MIG-29; sin embargo, se gastaron 7 millones 380 mil dólares americanos. Después se quiso cambiar por los X-31, los cuales tampoco podían ser adaptados a los MIG-29, porque éstos eran anteriores al año 1992. Finalmente, se cambia por los X-58, misiles que podían ser adecuados ya no a los aviones MIG-29 sino a los Sukhoi, y felizmente hasta la fecha esta adaptación no ha concluido. Ahí tenemos un grave problema en la situación de defensa. Es decir, fue un material que se compró sin tener en cuenta si se podía o no utilizar en un momento de conflicto.

También podemos señalar, señor Presidente, que la operatividad de las naves fue insuficiente, en la época de tensión, para mejorar la potencia bélica del Perú.

Es falso que se diga que nosotros, al comprar los 18 aviones MIG-29 y los Sukhoi 25, mejorábamos nuestra potencia bélica, porque ésta realmente había sido mellada con aviones que no podían cargar dispositivos de guerra.

Además, con problemas en el suministro de repuestos y accesorios, la compra de los aviones MIG-29 no mejoró nuestra capacidad. Ninguno de los MIG-29 tenía el sistema IFF adecuado para identificar aeronaves FAP.

¿Qué significa esto, señor Presidente? Que si las aeronaves podían salir al combate, no podían identificarse unas con otras ni con los dispositivos de tierra, lo que hubiera podido traer como consecuencia que entre los mismos aviones peruanos se destruyeran, porque no tenían un sistema de comunicación entre ellos. Ésa es una cosa demasiado grave. En esas condiciones, en el conflicto con el Ecuador hubiéramos podido perder.

Hubo, además, sobrevaloración de los costos de instrucción de los pilotos instructores, pilotos y técnicos. Se gastó ingentes cantidades de dinero en la instrucción de los pilotos; sin embargo, no recibieron un mínimo de entrenamiento adecuado. Tampoco teníamos la cantidad de pilotos necesarios para volar los 36 aviones. Eso también es preocupante.

Las máscaras de oxígeno estaban con el tiempo límite de vencimiento, de modo que su utilización hubiera representado un grave riesgo para la vida de los pilotos, porque en el aire, debido a la presión atmosférica, se podían producir fugas.

También queremos señalar, señor Presidente, que hubo una sobrevaloración en los tanques ventrales. Estos aviones MIG, antes de 1992, para poder disparar sus

18 cañones tenían que eyectar el tanque de combustible. Este hecho ahora ha sido superado, indudablemente, con la nueva tecnología.

Asimismo, debemos advertir que la inspección de preventa no contó con la garantía del fabricante, faltan documentos de garantía para la ejecución del contrato, los libros de bitácora estaban incompletos (se nos entregaron las historias en blanco, por lo que no sabemos si esos aviones han tenido accidentes o acciones de combate) y 13 motores RD-33 tuvieron serios problemas en la zona caliente en el año 1998.

Ahora tenemos una gran dificultad, porque de estos motores, como podemos observar en el gráfico (ver cuadro 11), tenemos 17 en el servicio de abastecimiento técnico; cinco en el Grupo N.° 6; y cuatro en Bielorrusia, por diferentes problemas. Esto constituye un riesgo para nuestros aviones en la actualidad.

En el caso de los aviones Sukhoi, debo decir que éstos vinieron con armas como el misil R-70 y la viga lanzamisil.

Podemos ver también que ha habido una sobrevaloración de precios. Se han comprado los pylon portabombas en un número de 144; sin embargo, se compraron solamente ocho pylon portabombas múltiples y con altos costos, lo que significa que la persona que hizo las compras no tenía absoluto conocimiento del sistema de armas que debía comprarse.

Asimismo, los misiles laséricos X-25 y X-29 presentan altos costos, a pesar de ser instrumentos de segundo uso. Ni siquiera eran nuevos.

De igual manera, el servicio de mantenimiento y el entrenamiento, en el caso de los equipos para el Sukhoi 25, estaban sobrevaluados en 2 millones 200 mil dólares, por ser de segundo uso.

Además, el entrenamiento para los pilotos no se completó adecuadamente; se incumplieron los criterios técnicos en las compras de los aviones Sukhoi; se sobrevaloraron los costos de instrucción de los pilotos; y hubo una irregular selección de los recursos técnicos.

Gran parte del armamento fue irregularmente recibido, ya con el tiempo de límite de vida mayor al 50%. Ahora todos esos armamentos están dentro del tiempo límite de vida y no se pueden utilizar o no existe la garantía de su utilización.

Se advierte la falta de entrenamiento y la poca cantidad de pilotos para el Sukhoi 25. Tampoco existieron documentos que garantizaran la ejecución del contrato y faltaba la información de la bitácora.

Podríamos señalar muchos otros aspectos, señor Presidente, pero sólo quiero anotar aquí la situación de los misiles laséricos X-29.

De los 12 misiles, tan sólo cuatro están operativos. Teniendo en cuenta la situación del resto del armamento, se considera una cantidad insuficiente para un conflicto generalizado.

19 De igual manera, los X-29 ya están con tiempo límite de vida vencido. Se les ha prolongado el tiempo límite, hecho inusual que constituye una gran irregularidad.

Los misiles P-60 ya estaban por encima del tiempo límite de vida del 50%, y Bielorrusia se ha quedado con 23 misiles.

De un total de 48 misiles P-60, señor Presidente, sólo 4 en este momento se encuentran operativos.

Asimismo, en Bielorrusia tenemos los misiles desde el número 26 al 48. Hasta la fecha no se nos entregan. Las razones, las desconocemos; y se tendrá que profundizar la investigación sobre el particular.

La contratación del servicio de mantenimiento es un hecho sin precedentes en la FAP. Se ha contratado una empresa llamada Treves Intora para que haga el mantenimiento, a pesar de que tenemos nosotros el personal suficiente.

Los repuestos no se adquirieron en su oportunidad. La adquisición del servicio fue comprometida antes de la firma del contrato. No se invitó a los fabricantes en las licitaciones privadas.

Hubo sobrevaloración de los servicios de mantenimiento para los aviones MIG. Nosotros habíamos comprado tres aviones MIG, y se nos ofreció el mantenimiento por la suma de un millón 260 mil dólares, aproximadamente. Sin embargo, esta red de corrupción hizo un contrato por 20 millones de dólares para hacer el mismo tipo de mantenimiento a través de la firma Treves Intora, que estaba directamente relacionada con la mafia del fujimontesinismo.

Señor Presidente, también quiero expresar que junto a estos tres MIG nuevos que se adquirieron de Rusia se han comprado los misiles R-77 por la suma de 8 millones 40 mil dólares. Sin embargo, estos misiles, hasta la fecha, son inoperativos. ¿Y por qué razón son inoperativos? Porque el banco de pruebas OKA, que fue comprado para la calibración de los misiles por una suma bastante grande, se malogró a las 40 horas de uso. Hasta la fecha se encuentra malogrado y los misiles están totalmente inoperativos.

El Gobierno chileno teme que nosotros podamos activar este tipo de misiles, porque serían elementos muy buenos, de resultar operativos, para definir una contraofensiva chilena.

Hasta la fecha no se ha hecho ninguna operación para dar mantenimiento a este banco de pruebas OKA, y lo podemos mostrar, si es posible, en la pantalla (ver cuadro 12).

También podemos mostrar el misil R-77, cuyas características son importantes para la defensa (ver cuadro 13).

Con respecto a la documentación técnica, el costo ha sido alto. En esta última compra se ha pagado un millón 150 mil dólares. Sin embargo, cuando se compraron

20 los aviones MIG usados a Bielorrusia, sólo se gastaron 60 mil dólares. Hay, entonces, entonces, tremenda diferencia entre los precios de la documentación técnica.

De igual modo, en los costos de instrucción ha habido una sobrevaloración de un millón 582 mil 980 dólares.

De todo lo que se ha podido mencionar, la deducción que sacamos nosotros es que el sistema de armas, los misiles, los equipos de calibración, absolutamente todos, no se encontraban en condiciones operativas.

De haberse producido una guerra con el Ecuador en esos momentos, nosotros no hubiéramos podido enfrentarla con éxito. Hubiéramos perdido, porque los aviones no ofrecían ninguna garantía. Si bien podían volar, llegaron a partir del año 1996 y se encontraban con el tiempo límite de vida. En la actualidad, ni uno solo de esos aviones está operativo. Están fuera del tiempo límite de vida.

Solamente tenemos tres aviones MIG, los tres aviones nuevos, y hasta diciembre de este año, uno más de los aviones comprados por el señor Alberto Fujimori a Bielorrusia, lo que demuestra que la compra realizada a través de los decretos de urgencia secretos fue pésima y puso en riesgo nuestra soberanía nacional. No es cierto, como se pretende decir, que con la compra de estos aviones hayamos mejorado nuestra capacidad técnica y nuestra capacidad de respuesta en casos de un ataque. Realmente hemos estado en una situación bastante grave.

Yo quisiera solamente leer un párrafo de la versión del general Vladimiro López Trigoso acerca de cómo era la situación de las Fuerzas Armadas en esos momentos. Dice: “Pilotear un avión era como subirse a un tronco que vuela, que no sirve para nada. ¿Y para qué volaba? Para tirar una bomba. Que yo sepa, nada servía, nada volaba; es decir, de los 12 famosos Mirage, sólo volaban 2, y eso era mucho. Los demás no servían para nada, y menos para la guerra, porque un avión tiene que tener sensores, radares, sistemas milísticos para combatir en igualdad de condiciones. Por eso es que se han derribado nuestros aviones, porque no sabían quién, cuándo y en qué momento disparaba. Nuestro Ejército estaba tan mal armado como durante la Guerra del Pacífico, y lo único que evitó la derrota total fue la valentía de miles de entusiastas soldados que con su valor y patriotismo supieron vencer la adversidad”.

Señor Presidente, la situación era grave. Sin embargo, el señor Fujimori lo ocultó al pueblo peruano cuando los ecuatorianos invadieron nuestro territorio en el mes de mayo de 1994. Hasta diciembre de ese año no se puso en evidencia que tropas ecuatorianas habían invadido nuestro territorio, y recién en enero de 1995 estalla el conflicto. En esas condiciones, seis aviones de guerra y tres helicópteros nuestros fueron derribados. Nosotros no logramos derribar un solo avión enemigo.

Señor Presidente, con estas fundamentaciones nosotros creemos que hay responsabilidad penal para los señores Alberto Fujimori y los demás ministros.

Voy a pasar a exponer los delitos que hemos tipificado que han puesto en grave riesgo nuestra situación de defensa nacional.

21 El tema de la asociación ilícita para delinquir creo que ya ha sido descrito convenientemente.

Nosotros encontramos responsabilidad por este delito de asociación ilícita para delinquir en los señores Alberto Fujimori Fujimori, Efraín Goldenberg Schreiber, Alberto Pandolfi, Víctor Joy Way, Jorge Camet Dickmann, Jorge Baca Campodónico, Tomás Castillo Meza, César Saucedo Sánchez, Julio Salazar Monroe y Carlos Bergamino Cruz, porque fueron parte de la red de corrupción del gobierno del señor Alberto Fujimori.

Por el delito de malversación de fondos, encontramos responsabilidad en el señor Alberto Fujimori Fujimori, por haber refrendado 22 decretos de urgencia por un monto de mil 263 millones de dólares; en el señor Jorge Camet Dickmann, por haber refrendado 11 decretos de urgencia secretos por mil 98 millones de dólares; en los señores Efraín Goldenberg Schreiber, Alberto Pandolfi Arbulú, Tomás Castillo Meza, Jorge Baca Campodónico, César Saucedo Sánchez, Víctor Dionicio Joy Way Rojas y Carlos Bergamino Cruz.

Por colusión ilegal, en los señores Alberto Fujimori Fujimori, Alberto Pandolfi Arbulú, Tomás Castillo Meza, Jorge Camet Dickmann, César Saucedo Sánchez, Jorge Baca Campodónico, Julio Salazar Monroe, Víctor Joy Way Rojas y Carlos Bergamino Cruz.

Por el delito de peculado, en los señores Alberto Fujimori Fujimori, Alberto Pandolfi Arbulú, Tomás Castillo Meza, César Saucedo Sánchez, Carlos Bergamino Cruz, Julio Salazar Monroe, Víctor Joy Way Rojas, Jorge Camet Dickmann, Jorge Baca Campodónico, Efraín Goldenberg Schreiber.

Por supresión, destrucción y ocultamiento de pruebas, encontramos responsabilidad en los señores Alberto Fujimori Fujimori, Jorge Camet Dickmann, Efraín Goldenberg Schreiber, Alberto Pandolfi Arbulú, Tomás Castillo Meza, César Saucedo Sánchez, Carlos Bergamino Cruz, Julio Salazar Monroe, Víctor Joy Way Rojas y Jorge Baca Campodónico.

Por omisión de denuncia, encontramos responsabilidad penal en los señores Carlos Hermoza Moya, Juan Briones Dávila, Liliana Canale Novella, Daniel Hokama Tokashiki, Francisco Tudela van Breugel-Douglas y Alberto Bustamante Belaunde.

Por el delito de traición a la patria, hemos considerado méritos suficientes, por cuanto parte de estas personas favorecieron y debilitaron nuestra defensa nacional. De acuerdo con el artículo 332.° del Código Penal, encontramos responsabilidad porque ellos eran garantes de la defensa nacional como parte del Sistema de Defensa Nacional y del Consejo de Defensa Nacional.

Además, estos funcionarios decidían sobre la necesidad y la posibilidad de compra e implementación de equipos y armamentos que se requieren para la defensa. Eran las personas responsables de la defensa nacional.

22 El tema del debilitamiento no necesariamente tiene que ser efectivo o fáctico, porque simplemente puede significar poner en riesgo. Por ello, se tipifican actos u omisiones que puedan debilitar nuestra defensa, y ellos actuaron precisamente en esa dirección.

Los aviones, armamentos y equipos que se compraron, el sistema integral de armas, en el contexto del conflicto con el Ecuador, se encontraban en pésima condición operativa y no garantizaban un equilibrio estratégico con el vecino país, lo que constituyó un atentado contra la defensa nacional, porque no podíamos enfrentar en buenas condiciones un conflicto armado.

Estos funcionarios, usando información privilegiada, concertaron con todos los proveedores grandes comisiones en provecho personal y desarmaron a las Fuerzas Armadas en circunstancias de conflicto armado y de peligro inminente de guerra. Mientras perdíamos seis aviones y tres helicópteros y muchos soldados sacrificaban su vida en defensa de nuestra soberanía, malos peruanos se enriquecían ilegalmente y hacían de la guerra un gran negocio lucrativo.

Los servicios de inteligencia, lejos de defender nuestra soberanía y realizar acciones contra el enemigo, se dedicaron a hacer reglaje y chuponeo a los opositores del gobierno de Fujimori. Y más aún, perdimos la guerra con el Ecuador y negociamos Tiwinza, para vergüenza de todos los peruanos.

Por esa razón, encontramos responsables del delito de traición a la patria al señor Alberto Fujimori Fujimori, entonces presidente de la República; al señor Alberto Pandolfi Arbulú, entonces presidente del Consejo de Ministros; al señor Jorge Camet Dickmann, entonces ministro de Economía y Finanzas; y al señor Tomás Castillo Meza, entonces ministro de Defensa.

Con relación a los señores Federico Salas y Carlos Boloña no procede ninguna acusación, pues ya están comprendidos en la Denuncia Constitucional N.° 19, aprobada por este Pleno.

Señor Presidente, le pido dos minutos adicionales para poder concluir.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Los tiene, congresista.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Voy a hablar de las recomendaciones, señor Presidente.

El Congreso de la República debe de evaluar y revisar la normatividad actual referida al carácter secreto de las adquisiciones y gastos militares, en base a los avances jurídicos, para ejercer un mejor control político.

Debe de promover que en el debate de la reforma constitucional se introduzcan modificaciones para el estricto control, por parte del Congreso de la República, sobre las facultades legislativas del Poder Ejecutivo.

Debe de formular la reforma del Sistema Nacional de Control y las leyes orgánicas de cada instituto armado.

23 Debe de promover, junto con el Poder Ejecutivo, un proceso de sinceramiento de nuestros institutos armados, en especial de la Fuerza Aérea, dentro del marco de la transparencia y las normas legales y administrativas, para plantear un repotenciamiento de nuestro sistema de defensa con el fin de garantizar nuestra defensa nacional.

Debe de formar una comisión investigadora de las irregularidades de la adquisición de armamentos y equipos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional desde 1990 al 2000, en base a la información desarrollada.

Es necesario, señor Presidente, revisar y evaluar la legislación penal vigente sobre los delitos contra la administración pública a fin de contar con instrumentos legales que permitan una adecuada evaluación de las responsabilidades y las correspondientes sanciones.

Nuestra posición no sólo es investigar, sino determinar responsabilidades personales e institucionales y mecanismos jurídicos legales para que estos hechos no se vuelvan a repetir en el Perú.

Se recomienda promover una mayor participación ciudadana para un mejor ejercicio de control político y generar una cultura de transparencia en la gestión pública, así como establecer duras sanciones para quienes incurren en actos de corrupción.

Confiamos en que la sabiduría de los legisladores pueda tomar estos hechos denunciados y juzgar lo conveniente por el bien de nuestro país.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Por equidad, le damos dos minutos a la congresista Rosa León.

La señora LEÓN FLORES (PAP).— Presidente, solamente para elevar las siguientes recomendaciones:

Primero, que el Congreso legisle sobre la normatividad referida al carácter secreto de las adquisiciones y gastos militares y al papel de los organismos de control externo e interno, además de la obligación permanente de dar cuenta sobre dichas adquisiciones a la Comisión de Defensa y de Fiscalización y de brindar información oportuna al pedido de los congresistas.

Segundo, que en el debate sobre modificación constitucional se consideren limitaciones expresas respecto de la delegación de facultades legislativas del Congreso en favor del Poder Ejecutivo.

Tercero, que el Congreso promueva, junto con el Poder Ejecutivo, un proceso de sinceramiento real de la capacidad y poder combativo de las Fuerzas Armadas que permita asumir responsabilidades de gestión estatal orientadas a garantizar oportuna y adecuadamente la seguridad y la defensa nacional.

24 Cuarto, que el Congreso conforme una comisión investigadora de las irregularidades en las adquisiciones de armamento de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional realizadas entre 1990 y el 2000, particularmente de aquellas efectuadas con autorización legal a través de decretos de urgencia regulares y otros dispositivos que se emitieron antes de 1995.

Quinto, que, a la luz de las investigaciones realizadas y en base a la identificación de los indicios razonables para la determinación de responsabilidades penales, quede expedito el camino legal de denunciar, por la vía común, al inspector general FAP Miguel Ángel Medina Ramos, ya que el ex inspector general FAP Pablo Carbone Merino ya ha sido denunciado penalmente.

En tal sentido, que la copia del presente informe sea remitido inmediatamente a los titulares del Ministerio Público, del Poder Judicial y de la Procuraduría ad hoc, a fin de coadyuvar al común esfuerzo del Estado peruano para esclarecer las responsabilidades sobre los actos de corrupción, ya que, según el presente informe, se describe inconducta delictiva de funcionarios civiles y militares sin privilegio del antejuicio, principalmente de los inspectores generales...

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Han terminado los dos minutos, congresista Rosa León.

Si usted no ha repartido a la Representación Nacional esa parte de su exposición, le recomiendo que la distribuya, para lo cual le ofrezco sacar las copias correspondientes.

La señora LEÓN FLORES (PAP).— Claro que sí, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Concluidas las exposiciones de la Subcomisión investigadora, se va a ofrecer la palabra a los señores acusados.

El señor Alberto Fujimori Fujimori, ex presidente de la República, no se encuentra presente. ¿Hay algún abogado que lo represente?

No habiéndolo, se ofrece la palabra al señor Alberto Pandolfi Arbulú, ex presidente del Consejo de Ministros; o a su abogado.

Ambas personas pueden ocupar la mesa correspondiente, y les agradeceré que me indiquen cómo van a distribuir los 20 minutos que tienen para su exposición.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, Alberto Pandolfi Arbulú.— Buenas tardes, señor Presidente y señores congresistas.

El doctor Eduardo Herrera, del Estudio Linares, va a ejercer mi defensa y va a utilizar los 20 minutos.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Puede hacer uso de la palabra el doctor Eduardo Herrera Velarde, abogado defensor del ex presidente del Consejo de Ministros Alberto Pandolfi Arbulú.

25 El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Eduardo Herrera Velarde.— Señor Presidente, señores miembros de la Comisión Permanente: Antes de dar inicio a mi exposición quiero solicitar que en el momento de la consulta se vote por separado la situación jurídica de mi patrocinado, habida cuenta que, como voy a acreditar a continuación, se trata de una función completamente aparte de la que les compete a las otras personas denunciadas.

Previamente voy a hablar de la generalidad temporal que compete a mi patrocinado en los hechos denunciados. Ante ello, caben dos aspectos que son medulares.

La compra de los aviones MIG-29 y SU-25 se aprobó en Consejo de Defensa Nacional en febrero de 1996. La firma del acta del protocolo correspondiente —vale decir, la materialización del contrato por la adquisición de estas aeronaves— se llevó a cabo en marzo de 1996. Esto lo digo, señores congresistas, por un solo punto importante: mi patrocinado ingresó como Presidente del Consejo de Ministros en abril de 1996; vale decir que si existió algún hecho que deba ser investigado, mi patrocinado es totalmente ajeno dentro del plano temporal, porque en aquella época no pertenecía a la administración pública.

Un segundo punto es la evaluación técnica de los aviones.

La negociación y la celebración de los contratos fueron realizadas por personajes o personas específicamente determinadas por el presidente Fujimori. En efecto, la evaluación técnica fue realizada por una comisión presidida por el señor Rolando Magni; y la negociación, por un funcionario que ha sido individualizado en la denuncia constitucional.

Estas dos premisas nos permiten colegir que mi patrocinado estuvo totalmente, dentro del plano funcional, fuera de los hechos materia de denuncia constitucional.

Entonces, hasta el momento tenemos dos conclusiones: una generalidad temporal y una generalidad funcional. Dicho esto, me corresponde hablar de la función del Presidente del Consejo de Ministros en el momento del refrendo de normas legales.

El artículo 120.°, concordado con el 123.º de la Carta Fundamental, establece que es función del Presidente del Consejo de Ministros refrendar las normas legales para dar validez al acto presidencial, habida cuenta que, dentro de nuestro régimen constitucional, el Presidente de la República es el responsable. Y este acto de refrendar es un cumplimiento de ley, un mandato constitucional que no puede implicar, bajo la hipótesis que existiese alguna conducta delictiva, una extensión de responsabilidad penal, una solidaridad de responsabilidad penal, como lo voy a acreditar más adelante.

Tengamos en cuenta, señor Presidente, señores congresistas, que en la administración pública impera un principio fundamental: cada unidad responde por la ejecución de su parte pertinente del Presupuesto. Ergo, si tenemos alguna irregularidad — digamos— en el Ministerio de Salud, no se puede hacer extensiva a la Presidencia del Consejo de Ministros, porque el Presidente del Consejo de Ministros, como ya lo he dicho, solamente cumple una función designada por la Carta Fundamental.

26 Dicho esto, merece mi especial pronunciamiento el mérito del Informe Morales.

Con anterioridad a la investigación que concienzudamente ha hecho la Subcomisión investigadora, hubo una comisión del Congreso que trabajó durante ocho meses en el análisis de los decretos de urgencia secretos. Esta comisión, cuyo informe obra ante la Comisión Permanente, estableció varias hipótesis que deben servirnos de guía al momento de evaluar la situación jurídica de mi patrocinado.

La primera hipótesis, señor Presidente, es que las normas legales secretas constituyen una antigua tradición jurídica, una costumbre jurídica de antigua data en nuestra legislación. Se realizan con la sola finalidad de preservar ciertas adquisiciones que deben ser mantenidas en secreto. Incluso el gobierno del doctor Valentín Paniagua ha creído conveniente que estas normas también deben ser secretas y ha emitido una norma legal en ese sentido.

Otro hecho que debo resaltar es que estos mismos hechos han sido objeto de una investigación por el Ministerio Público. Dicha investigación ha durado también ocho meses y ha evacuado un dictamen fiscal que formaliza la denuncia que el día de hoy ha sido objeto del inicio de un proceso penal.

Hoy, señores congresistas, voy a remitirles la copia del auto apertorio del proceso que abre instrucción por estos mismos hechos contra personas totalmente distintas a mi patrocinado, a quien no se vincula ni directa ni indirectamente por estos hechos. Es más, ni siquiera se le nombra como testigo para que acuda en la secuela de proceso penal. Contrariamente a lo que sí se hace con otros funcionarios aforados, cuyos nombres me reservo por una cuestión de ética.

Entonces, existe una investigación judicial que va a servir de guía para el dictamen que vosotros evacuéis el día de hoy. Dejo una copia de esa resolución.

A continuación, paso a exponer separadamente los delitos y las imputaciones concretas dirigidas contra mi patrocinado.

En cuanto al delito de asociación para delinquir, la conclusión del dictamen en mayoría establece un aspecto muy simpático. Refiere que no se han podido determinar los elementos constitutivos del delito, refiere que no ha habido voluntad, refiere que no ha habido ningún elemento de la conducta exigida por el tipo penal para encontrar responsabilidad de mi patrocinado; sin embargo, se reputa responsabilidad al imperio de la Constitución.

¿Qué dice la Constitución al respecto? El artículo 128.° señala:

“Los ministros son individualmente responsables por sus propios actos y por los actos presidenciales que refrendan.

Todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución [...]”.

27 En buena cuenta, este precepto constitucional parece indicar una solidaridad en el campo penal, la cual no existe.

En derecho penal, señor Presidente, señores congresistas, la persona responde por su exclusiva responsabilidad, la responsabilidad es intuito persona; vale decir, que si el Presidente cometió algún hecho punible, éste no puede hacerse extensivo al Presidente del Consejo de Ministros, a los funcionarios que refrendaron la norma legal.

Esto, señores congresistas, es seguridad jurídica, seguridad jurídica que reclamamos hoy, porque más tarde o más adelante esta situación se puede repetir con los sucesivos presidentes del Consejo de Ministros que se den en nuestra historia.

No podemos permitir que por solidaridad se responsabilice a funcionarios que no tienen conocimiento temporal ni funcional de los hechos.

El informe en minoría habla de una responsabilidad objetiva por el solo hecho de refrendar la norma legal. No habla de dolo, que es un elemento indispensable para la conducta; no establece el dominio del hecho que hubiera podido tener mi patrocinado en estas circunstancias.

Sobre la malversación de fondos, ninguno de los dos informes tiene en cuenta un aspecto esencial para el análisis del delito. ¿Cuál es? La relación funcional entre agente y dinero, porque para que haya malversación tiene que haber una relación funcional entre el funcionario o servidor público y el dinero que malversa.

Mi patrocinado, señores congresistas, no tuvo esa relación porque no estuvo en la unidad ejecutora que llevó a cabo esa erogación patrimonial. Mi patrocinado, como ya dije, intervino solamente por imperio de la Constitución y al amparo de los artículos 120.° y 123.° de la misma Carta Fundamental. Eso, señores congresistas, implica un eximente de responsabilidad penal, porque obró por disposición legal.

Sobre el delito de colusión desleal, ninguno de los dos informes tiene en cuenta que mi patrocinado no tuvo ninguna relación con los contratos. Y esa conclusión se contradice abiertamente con la negociación incompatible.

Ambos informes establecen que, en cuanto a la negociación incompatible, concierne que mi patrocinado no tuvo intervención en los contratos. En consecuencia, ¿cómo es posible, lógica y legalmente, hablar de que sí intervino para la colusión desleal y no para la negociación incompatible. Eso implica una contradicción. Eso, si prosperase, implicaría una violación al principio de legalidad.

En cuanto al delito de peculado, ambos informes coinciden en señalar que la conducta de mi patrocinado proviene de una modalidad culposa. Y esto es muy simpático: la culpa es negligencia. Yo me pregunto si una conducta puede ser negligente y consciente a la vez.

Todos los delitos que se imputan a todos los denunciados que están acá son eminentemente dolosos; sin embargo, las conclusiones de los informes refieren que aquí ha habido culpa. Eso quiere decir que se ha actuado negligente y

28 voluntariamente a la vez. Esto es incongruente, por eso es que el informe no tiene respaldo en ese sentido tampoco.

En cuanto a la supresión documental, aunque es de un delito menor, no se ha tenido en cuenta que mi patrocinado no tenía el deber de cuidar las normas legales, por lo que no ha podido ser el autor de este delito.

Y el delito de traición a la patria, que es el más delicado y el que últimamente se está utilizando —espero yo no sea la regla general esta noche— irresponsablemente.

Para que se dé traición a la patria tiene que existir un ánimo de favorecer a una potencia extranjera, tiene que existir una acción positiva de la persona imputada como autor para favorecer a la potencia extranjera. En ese sentido, coincidimos con el informe en mayoría, que exime de responsabilidad a mi patrocinado. Sin embargo, el informe en minoría incurre en un error dogmático, porque habla de deber de garante, habla de que mi patrocinado no observó su deber de garante en ese contexto.

El deber de garante, señores congresistas, solamente es observable en conductas omisivas. Esto quiere decir que en una conducta positiva, en una acción, en un delito por un hacer no puede ser entrometido este delito, porque es totalmente ajeno dentro del plano doctrinal.

La traición a la patria es un delito de acción. El deber de garante —en el cual se sustenta el informe en minoría— va por omisión. No se puede torcer la ley cuando la ley indica algo totalmente claro.

Finalmente, señores congresistas, quiero hacer una exhortación y permitirme la falta de respeto en ese sentido.

La Constitución de 1979 dejaba la potestad al Fiscal de la Nación y al vocal instructor, en su oportunidad, de poder calificar los hechos ante una acusación constitucional. La Carta Magna de hoy no permite esa potestad.

Hoy en día, señores congresistas, ustedes van a ocupar el lugar de un magistrado, puesto que van a calificar conductas. Hoy día, señores magistrados, ustedes tienen la responsabilidad de juzgar responsabilidades —valga la redundancia— de personas que han tenido participación en ciertos hechos. Alejémonos de convicciones y hagamos justicia, porque este hecho y la decisión que se tome hoy día van a trasvasar la historia.

Por esas consideraciones, solicito que, por separado, se excluya a mi patrocinado de todos los cargos contenidos en la denuncia constitucional.

Es todo cuanto tengo que informar, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Ha quedado tiempo disponible. No sé si quiere hacer uso de la palabra el señor Pandolfi Arbulú.

29 El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, Alberto Pandolfi Arbulú.— Señor Presidente, pido autorización para entregarle la copia de la cédula de notificación judicial de la Corte Superior de Justicia de , que mencionó el doctor en su oportunidad. Asimismo, para entregar una ayuda memoria con el fin de que pueda ser distribuida entre los miembros de la Comisión Permanente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Se autoriza la distribución y se le agradece la entrega.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, Alberto Pandolfi Arbulú.— Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Tiene la palabra, por 20 minutos, el señor Alberto Bustamante Belaunde, ex presidente del Consejo de Ministros, o su abogado.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTOS Y EX MINISTRO DE JUSTICIA, Alberto Bustamante Belaunde.— Señor Presidente, solicito su autorización para que se pasen las pocas transparencias que tengo en mis manos.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— En ese caso, le solicito venga más adelante, para que usted pueda hablar al mismo tiempo.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTOS Y EX MINISTRO DE JUSTICIA, Alberto Bustamante Belaunde.— Señor Presidente: Ésta es una copia escaneada de la versión autógrafa del Decreto Supremo N.° 030-2000-EF, que es aquella norma —la única norma— que se me imputa haber refrendado con carácter de secreta.

Ante todo quiero señalar que esta norma no tenía ninguna indicación de que se tratara de una norma secreta. La recibí de Palacio de Gobierno, como puede notarse, con la firma del presidente Fujimori, con la firma del entonces ministro de Energía y Minas, el ingeniero Jorge Chamot, encargado de la cartera de Economía y Finanzas; y abajo está estampada la mía (ver cuadros 14 y 15).

Esta versión autógrafa todavía no contiene la firma del ministro, entonces general del Ejército, Carlos Bergamino Cruz, pero tengo entendido que él firmó la autógrafa final.

Para empezar, ¿qué se puede deducir de lo señalado, señor Presidente? Que el ingeniero Jorge Chamot, que era el ministro de Energía y Minas, que es un caballero, un señor, una persona muy decente, firmó, en lugar del ministro de entonces de Economía y Finanzas, Efraín Goldenberg, que se encontraba de viaje, este decreto supremo. Y es de notar, a efectos de la determinación de cuál es la puntería política que tiene esta acusación, que el ingeniero Jorge Chamot no ha sido siquiera convocado ni por la Comisión Morales Mansilla, que fue el antecedente inmediato de la Comisión Diez Canseco en la formulación de esta acusación constitucional; ni el general Bergamino, que en estos informes en mayoría y en minoría está sindicado como responsable por la firma de decretos de urgencia.

30 Quien habla no suscribió durante su gestión absolutamente ningún decreto de urgencia secreto.

Voy a seguir con mi exposición sin la proyección de transparencias, señor Presidente, si usted me lo permite.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Que se enciendan las luces.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS Y EX MINISTRO DE JUSTICIA, Alberto Bustamante Belaunde.— El decreto supremo que ustedes han estado en condiciones de apreciar se limita a ordenar el establecimiento de un plazo de gracia a efectos de una operación de endeudamiento interno, regida por la Ley N.° 27211.

Esta operación de endeudamiento interno se debió a la adquisición de dos aeronaves y un motor de aeronave, y fue decidida mucho antes de que quien declara fuese designado ministro de Estado.

El otorgamiento de un plazo de gracia de un préstamo contraído por el Ministerio de Defensa con el Banco de la Nación de ninguna manera puede significar, por la misma naturaleza de la operación, lo que fue motivo del origen de la Comisión Morales Mansilla y lo que estuvo en el corazón o en la médula de la denuncia formulada por el congresista Diez Canseco y otros congresistas respecto de la utilización de los recursos de privatización mediante la —valga la redundancia— utilización de normas secretas.

La sola circunstancia de que se haya recurrido a una operación de endeudamiento interno bajo la Ley N.° 27211 desmiente la posibilidad de que los recursos de privatización, en esa operación, hayan sido utilizados a efectos de la adquisición de material bélico, adquisición que, por lo demás, había sido realizada —como repito— con anterioridad a mi condición de ministro.

La Ley N.° 27211, señor Presidente, dispone lo siguiente:

“Artículo 2.°.— Aprobación y Modificación de Operaciones de Endeudamiento

2.1 Las operaciones de Endeudamiento comprendidas en la presente Ley se aprueban mediante Decreto Supremo, con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros, refrendado por el Ministro de Economía y Fianzas y por el Ministro del Sector correspondiente.

2.2 Las modificaciones de las operaciones de Endeudamiento autorizadas en el marco de la presente Ley, así como en el de leyes anteriores, serán aprobadas por Decreto Supremo, con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros, refrendado por el Ministro de Economía y Finanzas y por el Ministro del Sector correspondiente.

(...)”.

31 En otras palabras, en el decreto supremo que les he mostrado no existía, sobre la base del amparo legal de la Ley N.° 27211, absolutamente ninguna obligación de que quien declara firmase o suscribiese ese decreto supremo. No había la obligación de ley que reclaman la Constitución del Estado y la ley del Poder Ejecutivo a efectos de validar un decreto supremo.

Por lo demás, se me imputa haber incurrido en infracción al artículo 51.° de la Constitución Política de 1993, que establece que la Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía; y así sucesivamente.

La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado.

Yo quisiera demostrarles a ustedes la relativización que merece este supuesto apotegma de la publicidad de las normas.

La publicidad de las normas no es un precepto que haya sido masiva o universalmente establecido para comprender a todas las normas. Y me voy a referir concretamente a la Ley N.° 27444, puesta en vigencia por el Congreso anterior, una vez restaurada la democracia. Dice:

“Artículo 16.°.— Eficacia del acto administrativo

16.1 El acto administrativo es eficaz a partir de que la notificación legalmente realizada produce sus efectos, conforme a lo dispuesto en el presente capítulo.

(...)”.

“Artículo 20.°.— Modalidades de notificación

20.1 Las notificaciones serán efectuadas a través de las siguientes modalidades, según este respectivo orden de prelación:

20.1.1 Notificación personal al administrado interesado o afectado por el acto, en su domicilio.

20.1.2 Mediante telegrama, correo certificado, telefax, correo electrónico; o cualquier otro medio que permita comprobar fehacientemente su acuse de recibo y quien lo recibe, siempre que el empleo de cualquiera de estos medios hubiese sido solicitado expresamente por el administrado.

20.1.3 Por publicación en el Diario Oficial (...)”.

¿En qué consiste, señor Presidente, la garantía de que las normas jurídicas sean publicadas?

En que aquellos que sean obligados a su cumplimiento tengan la garantía de haber tenido un conocimiento público y un conocimiento exigible jurídicamente por parte de las normas vigentes.

32 Como lo acabo de demostrar, no tiene sentido ni publicar actos administrativos —que son normas también y que teóricamente incurrirían en el artículo 51.° y los demás artículos citados en esta acusación— ni tampoco aquellas normas que podrían estar incursas dentro del inciso 15) del artículo 118.° de la Constitución Política, que autoriza al Presidente de la República a dictar medidas extraordinarias sin necesidad de refrendación ministerial.

En consecuencia, si no se publicó el Decreto Supremo N.° 0030-2000-EF no fue sino por orden del presidente Fujimori, y respecto de un asunto que, por su propia naturaleza, quien era presidente en ese momento concibió, pensó o determinó que no era conveniente publicar.

En consecuencia, la garantía de la publicidad de las normas que atañe al derecho de las personas de saber a qué ordenamiento jurídico se deben sujetar, qué normas deben cumplir y a cuáles no están obligadas, se ha satisfecho en la medida en que no se trataba de una norma que tuviese que ver o que infringiese al interés general. Era una norma, por su propio carácter, secreta.

También se me imputa el haber infringido el artículo 109.° de la Constitución, que dice: “La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga su vigencia en todo o en parte”.

Obviamente, el artículo 109.° se refiere a la ley en sentido formal, no a la ley en sentido material. Esto quiere decir que se refiere a la ley aprobada y, eventualmente, promulgada por el Congreso o a la ley promulgada por el Presidente de la República, pero de ninguna manera a disposiciones que, teniendo carácter general o carácter particular, no sean leyes en sentido formal.

Me ha sido imputada la infracción al artículo 109.°, que dice: “La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga su vigencia en todo o en parte”.

Creo que ya me he referido a este tema con suficiencia, de manera que no sería importante referirme nuevamente a él.

Y finalmente, se me imputa haber transgredido el artículo 125.° de la Constitución, que dice:

“Son atribuciones del Consejo de Ministros:

(...)

2. Aprobar los decretos legislativos y los decretos de urgencia que dicta el Presidente de la República, así como los proyectos de ley y los decretos y resoluciones que dispone la ley”.

33 Pues bien, como no he refrendado durante mi gestión ningún decreto legislativo secreto ni ningún decreto de urgencia secreto, esta disposición me es absolutamente inaplicable.

El Decreto Supremo N.° 004-2000-PCM aprueba el Reglamento de Organización y Funciones de la Presidencia del Consejo de Ministros, que en su artículo 5.° dice:

“La estructura orgánica de la PCM es la siguiente: a) Alta dirección i) Presidente del Consejo de Ministros ii) Secretario General (debe entenderse Secretario General de la Presidencia del Consejo de Ministros.) iii) Secretario Ejecutivo de Cooperación Técnica Internacional iv) Secretario de Administración v) Gabinete de Asesores b) Órgano de Control i) Oficina de Auditoría Interna c) Órgano de Defensa Judicial: i) Procuraduría Pública d) Órganos de Coordinación Intersectorial y Técnico-Normativos

(...)”.

Quiere decir que dentro de la estructura orgánica de la PCM no está incluido el Secretario General del Consejo de Ministros, cosa que me voy a permitir corroborar con la siguiente lectura:

Decreto Legislativo N.° 560, modificado por el artículo 1.° de la Ley N.° 25863, artículo 5.°, dice:

“Integran el Despacho del Presidente de la República y le dan apoyo y asesoramiento:

1) La Casa Militar;

2) La Secretaría General de la Presidencia de la República;

3) La Secretaría del Consejo de Ministros;

4) La Secretaría de Prensa;

34 5) Asesores especializados; y,

6) La Inspectoría General (...)”.

En el inciso 3), que se refiere a la Secretaría del Consejo de Ministros, queda absolutamente claro que la responsabilidad por el asiento en actas de las decisiones del Consejo de Ministros, de un lado; y la responsabilidad por la publicación de normas, de otro, corresponden exclusivamente a la secretaría del Consejo de Ministros, por lo que el Presidente del Consejo de Ministros carece de responsabilidad alguna respecto de la infracción de esas normas.

Me voy a permitir citar al conocido e importante jurista mexicano Gabino Fraga, quien sostiene que no basta la exigencia de esa colaboración —se refiere a la colaboración entre el jefe de Estado y los secretarios o ministros— para garantizar el orden político, puesto que si el jefe de Estado, con el refrendo del ministro, puede hacer todo, es indispensable completar el sistema mediante la creación de una responsabilidad ministerial. Esta responsabilidad es no una responsabilidad jurídica o de orden civil o penal, sino una responsabilidad política.

Como los señores congresistas deben entender y deben haberlo entendido ya, esa responsabilidad política, en mi caso y en el caso de los ministros cesantes, caducó cuando dejamos de ser ministros, porque la responsabilidad política se hace efectiva de acuerdo con lo que la Constitución Política dice que se debe hacer efectiva; esto es, con la interpelación, la censura y la posterior renuncia necesaria.

Pero no es lo único que dice Fraga. Señala, además: “A primera vista parece que, dada la adopción de un régimen presidencial, el refrendo de los actos del Presidente por sus secretarios no puede tener otro efecto que el de constituir un medio para dar autenticidad a los actos que de aquél emanan, sin que sustancialmente se distinga de otras formalidades certificantes que existen en la actuación administrativa o aun en la vida civil, en la que la intervención notarial viene a tener esos efectos”.

Y luego precisa: “Para considerar dentro de dicho régimen presidencial que el refrendo pueda constituir una limitación material de la voluntad del Presidente, hay dos circunstancias que parecen impedirlo; por una parte, la de que el Presidente no sólo tiene el goce sino también el ejercicio de todas las facultades atribuidas al Poder Ejecutivo; y por otra, la de que el mismo Presidente tiene la más amplia facultad de seleccionar, nombrar y remover libremente a sus secretarios”.

Pero no nos vayamos a la doctrina constitucional o administrativa extranjera, señor Presidente. Veamos lo que dice el muy importante jurista peruano Manuel de la Puente y Lavalle: “El Presidente de la República es irresponsable por sus actos presidenciales que requieren refrendo. Por ello, es necesario que haya un responsable político de todos aquellos actos, para lo cual se ha establecido la necesidad del refrendo ministerial, que hace al respectivo ministro responsable de los actos presidenciales”.

Y añade De la Puente: “El efecto del refrendo del Presidente del Consejo de Ministros, aun cuando sea ministro sin cartera, es certificar la realidad del acto”.

35 El informe del muy distinguido congresista Alejos, a diferencia del informe en mayoría de los congresistas Risco y León, estima que el delito más grave que he cometido es omisión de denuncia. El congresista Alejos ha sido uno de los denunciantes en este caso, y resulta lamentable que ni la Comisión Permanente, al designar la comisión investigadora, ni el propio congresista Alejos se hayan desembarazado de esta situación manifiestamente injusta, porque en el derecho comparado universal —y no desde hace 15 años, señor Presidente, sino desde hace 2 mil— no se puede ser juez y parte, ni simultánea ni sucesivamente, en un mismo caso.

Pero me voy a permitir leer un diálogo que se produjo en este mismo entorno, en la Comisión Permanente del Congreso, en la sesión de fecha 3 de enero del 2002, que yo mismo me he tomado el trabajo de desgrabar.

El señor Valdivia Romero dice: “Pero el congresista Alejos es miembro de la Comisión, es denunciante. No puede ser integrante de la Subcomisión”.

El señor Pease García dice: “Hay que discutirlo en el orden del día para ponerlo en la siguiente como una propuesta. Es que la Comisión ya está formada”.

El señor Valdivia dice: “Señor Presidente, yo quisiera hacer una propuesta, puesto que nosotros hemos aprobado una... (ininteligible) del congresista Alejos con relación a una subcomisión que está acusando a ministros que la propia Comisión investigadora de delitos económicos ha hecho, y forma parte también de la denuncia del congresista Alejos. Entonces, si ésta queda pendiente, podría resultar que no tiene la Comisión que él preside y que ha pedido 30 días de ampliación de plazo”.

La señora Townsend dice: “A no ser que nos aclare el congresista Mulder si él llegó a presidir alguna subcomisión o preside una subcomisión, fuera de presidir la Comisión investigadora sobre el caso de Fujimori. Digamos, con ese antecedente, Alejos de pronto no tendría ningún impedimento”.

El señor Mulder dice: “Si un congresista formula una denuncia constitucional, el mismo congresista no puede encabezar la subcomisión investigadora de su propia denuncia, porque aquí yo estoy viendo que el congresista Alejos Calderón, como suscriptor de la denuncia constitucional, pasaría a una subcomisión que él mismo preside. Entonces, creo que ahí es donde está la incompatibilidad”.

La señora Townsend retruca: “Bueno, en ese caso sería distinto”.

El señor Pease dice: “No hay una norma en el Reglamento que impida eso, pero no debiera ser así. Es posible que en el pasado, por error, se nos haya ocurrido eso”.

Esto es, por supuesto, después de la designación de la Comisión Alejos.

El asunto es que no repitamos, pero no es porque se esté violando el Reglamento, porque no se ocupa de eso el Reglamento.

Y hay una cuestión bastante importante, señor Presidente, que nos han enseñado a los alumnos de Derecho en todos los cursos de Derecho Público respecto de las

36 competencias, las potestades, las facultades y todo aquello que pueden hacer las instituciones públicas. No es que valga ahí, en ese escenario, el principio de que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni impedido de hacer lo que la ley no prohíbe. En el escenario del Derecho Público, las competencias, las atribuciones, las facultades y las funciones deben estar expresamente establecidas para que se puedan ejercer.

Luego habla el señor Pacheco Villar y me da la razón en este tema. Pero me temo que en 55 segundos —salvo que tenga la generosidad, señor Presidente, de darme dos minutos adicionales— no podría terminar esta parte de mi exposición.

El señor PRESIDENTE (Henry Pease García).— Tiene el tiempo que solicita, señor Bustamante Belaunde.

El señor EX PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS Y EX MINISTRO DE JUSTICIA, Alberto Bustamante Belaunde.— Señor Presidente, por otro lado, hay otra grave anomalía procesal atingente al cumplimiento del estado de derecho y del principio del debido proceso, en la circunstancia de que los cinco conformantes de la Comisión Diez Canseco, entre ellos el congresista Alejos, hayan formulado la denuncia que ha dado lugar a la conformación de esta Comisión presidida por el señor Alejos. Y es que hacen la denuncia a título individual, a título de congresistas.

Ésta es una circunstancia, señor Presidente, de la que usted mismo deja constancia en esta reunión a la que me he referido.

Los congresistas firman como comisión o firman como congresistas. Lo que ocurre es que, firmando como congresistas y, a la vez, como integrantes de la comisión tal o cual, evaden, sortean la aplicación del artículo 88.° del Reglamento del Congreso y más bien se acomodan a la aplicación del artículo 89.°. ¿A qué efectos? A efectos de que dos cosas no ocurran:

Primero, que los imputados ejerzan su derecho de defensa. Mientras que el artículo 88.° del Reglamento del Congreso tiene un escenario en el que en la comisión investigadora podemos ejercer nuestro derecho de defensa, en el caso del artículo 89.° no es posible tal ejercicio del derecho de defensa sino hasta que la comisión investigadora se haya reunido.

Y el segundo elemento irregular de esto, señor Presidente, consiste en que de esta manera, en vez de patearse la acusación final al informe final de la comisión a que se refiere el artículo 89.° del Reglamento del Congreso, se adelanta la comisión investigadora y puede hacer acusaciones constitucionales cuando le plazca.

Por supuesto, cuando le plazca significa ‘en virtud de la coyuntura política de que se trate’.

Y me remito a lo que dice el primer párrafo del inciso e.5 del artículo 89.° del mismo Reglamento, que dice de manera expresa: “El Presidente de la Subcomisión Investigadora procederá a citar a los denunciantes, a los denunciados, a los testigos y a los peritos, de ser el caso, para la realización de una audiencia, dentro de los tres

37 días útiles siguientes a la presentación del descargo. La inasistencia del denunciado a la audiencia no será impedimento para continuar con las actuaciones”.

A la audiencia a la que fuimos convocados, señor Presidente, no asistió ninguno de los denunciantes; sin embargo, en ambos informes se hace constar que el 18 de octubre del año 2001 se tomaron las palabras del congresista Diez Canseco, como denunciante inaudita parte; esto es, sin citarnos a nosotros. Esto, escuchado o juzgado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o por cualquier organismo, es algo que falta decididamente al debido proceso.

Muchas gracias, señor Presidente.

—Asume la Presidencia el señor Xavier Barrón Cebreros.

El señor PRESIDENTE (Xavier Barrón Cebreros).— Tiene la palabra el señor Tomás Castillo Meza o su abogado, el doctor Luis Corvetto Cabrera.

Señor Tomás Castillo Meza, ¿de cuántos minutos requiere?

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, Tomás Castillo Meza.— Posiblemente de 15 minutos, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Xavier Barrón Cebreros).— Proceda usted con su intervención.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, Tomás Castillo Meza.— Señor Presidente, señores congresistas: Me ratifico plenamente en todos los alcances y términos de mis descargos presentados por escrito y en su debida oportunidad ante la Subcomisión encargada de investigar la Denuncia N.° 28.

Se me imputa haber cometido una serie de delitos durante mi desempeño como Ministro de Defensa, en un año y seis meses de gestión.

Permítame usted referirme unos minutos a los siguientes hechos.

El que habla se desempeñó como Ministro de Defensa desde el 10 de enero de 1996 hasta el 17 de julio de 1997 y encuentra el proceso de adquisición de los aviones MIG-29 y Sukhoi 25 en plena ejecución. Es decir, ya se encontraba listo el informe de la comisión encargada de estudiar los requerimientos de la Fuerza Aérea con referencia al sistema integral de armas, y las comisiones nombradas por la Fuerza Aérea ya habían viajado a las repúblicas de Rusia, Ucrania y Bielorrusia a verificar el material.

Asimismo, las comisiones nombradas por la Fuerza Aérea y las compañías ofertantes LINCA y Treves Intora ya habían presentado sus ofertas técnico económicas; es decir, esto ofrezco y tanto cuesta. Hasta ese momento, el que habla todavía no subía a la cartera de Defensa.

Ahora bien, se me imputan delitos por haber firmado los decretos de urgencia para la adquisición de los aviones MIG-29 y Sukhoi 25; o, dicho de otro modo, por no

38 haberme opuesto, como titular del sector Defensa, a la emisión de los decretos de urgencia.

Obviamente que los suscribí. Dentro de una coyuntura de conflicto bélico con el Ecuador, lo hice con pleno convencimiento de que se trataba de medidas necesarias para potenciar la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, y particularmente de la Fuerza Aérea, en su calidad de arma disuasiva que precede el esfuerzo de los institutos, a fin de estar en óptimas condiciones de negociar la paz con el vecino país del norte.

Quiero precisar que estos decretos fueron firmados después de que el ex ministro de Economía Jorge Camet, por orden directa del ex presidente Alberto Fujimori, viajara a Bielorrusia para la negociación del precio final en base al informe técnico económico formulado por la Fuerza Aérea.

Entonces, es evidente que el que habla no participó en las negociaciones de ningún tipo para la compra de los referidos aviones.

En la Denuncia Constitucional N.° 28 y en el informe de la Subcomisión investigadora se afirma que participé en las negociaciones, lo cual es totalmente falso. Ello se haya debidamente corroborado por las declaraciones del ex ministro Camet y del general Magni, que lo acompañó. Ellos en ningún momento han manifestado mi participación.

Por otro lado, yo no conozco Bielorrusia, y eso se puede comprobar si verifican mis movimientos migratorios.

Otra cosa es que hoy se sepa que parte de ese dinero haya sido empleado en el pago de supuestas coimas, las que deben ser esclarecidas a fin de establecer las responsabilidades consiguientes.

Por otro lado, quiero ser enfático en lo que he manifestado ante la Comisión Morales y ante la Comisión del señor Alejos. El que habla no recibió ni un centavo de coimas o comisiones —como se les quiera llamar— por la compra de este sistema de armas o de otras adquisiciones que puedan haber realizado las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina o Fuerza Aérea).

Jamás recomendé a un proveedor, conforme lo acredito en los oficios que entregué oportunamente a la Subcomisión.

En el oficio de fecha 26 de abril de 1996, enviado a los comandantes generales del Ejército, de la Marina y de la Fuerza Aérea, manifestaba lo siguiente:

“Asunto: Proveedores que atienden requerimiento de la Fuerza Armada

Sobre el particular, en resguardo de la transparencia del portafolio de Defensa y de la imagen institucional de los Institutos Armados, se considera conveniente manifestar a esa Comandancia General que el despacho respetuoso de las disposiciones que norma todo proceso de adquisición no tiene ni tendrá preferencia, así como no

39 emitirá recomendación alguna para un proveedor específico, situación que debe tenerse en cuenta para no ser sorprendido por personas inescrupulosas que pretendan ser favorecidas tomando el nombre del Ministerio de Defensa”.

Repito: “situación que debe tenerse en cuenta para no ser sorprendido por personas inescrupulosas que pretendan ser favorecidas tomando el nombre del Ministerio de Defensa”.

¿Ustedes creen que si el que habla hubiese estado coludido con los comandantes generales o con cualquiera de los proveedores, hubiese remitido el oficio con el tenor que acabo de leer?

También se me formula una serie de imputaciones sobre la operatividad de los aviones MIG-29 y Sukhoi 25. Al respecto, debo precisar que el que habla no es un técnico en la materia. Ello es innegable. Por esta razón, las decisiones técnico operativas fueron de exclusiva responsabilidad de la Fuerza Aérea, la que nombró las comisiones especializadas para cada caso.

El comandante del Grupo Aéreo N.° 6, el coronel Luis Muller Mayer, a la pregunta “¿podría usted informar cuál ha sido el resultado de la visita realizada a su grupo a la compañía EADS (European Aeronautic Defense and Space), que es especialista en MIG-29, y en qué estado encontraron los aviones de su unidad?”, que le formula la Comisión Morales, responde: “en cuanto al estado técnico de nuestros aviones, manifestaron que presentaban un estado de conservación óptimo —repito: ‘manifestaron que presentaban un estado de conservación óptimo’— muy superior al que pretendían encontrar y completamente distinto de las experiencias con las aeronaves evaluadas en Rumania, que tienen alto grado de corrosión y se encuentran completamente canibalizadas”.

Lo que les acabo de leer, señores congresistas, es una apreciación imparcial que realiza la compañía EADS.

Señores congresistas, se ha llegado al extremo de sostener que dichas aeronaves son chatarra. Aun dentro de la misma Fuerza Aérea existen apreciaciones divergentes por estos asuntos técnicos; por lo tanto, debo creer que hay mezquindad, subjetividad o intereses creados en dichas apreciaciones. En todo caso, lo más justo y razonable hubiera sido escuchar las opiniones de expertos extranjeros en la materia ajenos a los países que presentaron las ofertas técnico económicas.

Y como es de conocimiento general, el ex ministro David Waisman ha manifestado públicamente que dichas aeronaves no son chatarra.

Estos hechos, señores congresistas, conllevan a que exista mucha distorsión en las informaciones, lo cual condiciona, lógicamente, a que los investigadores y analistas lleguen a conclusiones erradas; y, por ende, a la errónea tipificación de delitos que no corresponden de modo alguno.

Se dice también que se ha cometido traición a la patria al haber adquirido MIG-29 y Sukhoi 25; que éstos eran aviones defensivos y de apoyo aerotáctico,

40 respectivamente; que constituyeron una solución parcial para los requerimientos de la Fuerza Aérea; y que no contribuyeron a solucionar el problema estratégico con el Ecuador.

Es necesario recordar que el congresista Marciano Rengifo, actual presidente de la Comisión de Defensa, manifestó, en su intervención ante la Comisión Morales, que en 1989 ó 1990 se hizo un plan de reactivación de las Fuerzas Armadas cuya factura total de requerimiento para repotenciar alcanzaba la suma de 12 mil millones de dólares. Quiere decir que, repartido entre los cuatro institutos, a la Fuerza Aérea le correspondían 4 mil millones de dólares. Entonces, señores, los 402 millones que costaron los aviones cubren, lógicamente, los requerimientos en forma parcial.

Me acusan de traición a la patria por la pregunta que formula la Subcomisión que investiga la Denuncia Constitucional N.° 28 al coronel Jorge Kisic en el sentido de que si la adquisición de los MIG-29 y Sukhoi 25 nos colocó a la vanguardia frente al Ecuador. A lo que responde: “No, porque el aporte de armas del sistema MIG-29 solamente proporciona una importante ventaja en el ámbito defensivo —repito: ‘solamente proporciona una importante ventaja en el ámbito defensivo’—; y la adquisición de las armas Sukhoi 25 incrementó la capacidad ofensiva de la fuerza en el apoyo aerotáctico a la fuerza de superficie terrestre”. Incrementó. Me preguntó, entonces, en qué consistió el supuesto debilitamiento de las Fuerzas Armadas.

Para un mejor entendimiento de los señores congresistas, me permito señalar que la Fuerza Aérea cumple cuatro roles importantes en el combate: superioridad aérea, interceptación, apoyo a las fuerzas terrestres y contra medidas electrónicas.

Superioridad aérea: para ello siempre hemos contado —y ahí están— con los Sukhoi 25, los Mirage 2000, los Mirage 5 y algunos Canberra, que todavía funcionan.

Interceptores: aquellos aviones que están alertas para derribar a cualquier avión enemigo que quiera entrar por la frontera. Para eso se compraron los MIG-21.

Apoyo a la fuerza terrestre: como su mismo nombre lo indica, se refiere al apoyo a las fuerzas que realizan el ataque por tierra.

Y luego tenemos aviones contra medidas electrónicas.

Con la adquisición de estos aviones se cumplieron con dos de estos cuatro roles: la interceptación y el apoyo a la fuerza terrestre.

Por otra parte, el canciller Tudela y el que habla fuimos invitados a exponer ante el Congreso de la República el 14 de marzo de 1996. Se nos respaldó con cuatro mociones de orden del día de las diferentes bancadas del Congreso. En ellas se respaldan las acciones del Estado peruano encaminadas a la defensa de la integridad territorial en el marco de la validez del Protocolo de Río de Janeiro. Repito: en el marco de la validez del Protocolo de Río de Janeiro.

Por esta situación, el canciller Francisco Tudela recalcaba que una acción ofensiva de parte nuestra sería ir en contra del Protocolo de Río de Janeiro.

41 Señores congresistas, si hubiésemos atacado, habríamos pateado el tablero. Del sitio en el que nos encontrábamos, los países garantes (Estados Unidos, Brasil, Chile, Argentina) nos hubieran hecho retroceder. Además, hubieran podido trazar la línea de frontera por donde ellos creían conveniente al quedar fuera de combate el Protocolo de Río de Janeiro.

Para terminar mi exposición, debo manifestar que, encontrándome ya en el retiro, fui convocado por el Presidente de entonces para ocupar la cartera de Defensa, justamente en momentos en que el país enfrentaba una situación de conflicto con el Ecuador.

Debo confesar que me sentí honrado y acepté el reto pensando que era un llamado de la patria y que era mi deber como peruano y como soldado seguir brindando lo mejor de mis esfuerzos y experiencia profesional desde una nueva posición: la política. Lamentablemente, desconocida para mí.

Soy un militar de carrera. Presté servicios en el Ejército durante 40 años en forma ininterrumpida, en casi todas las regiones de nuestra patria, y alcancé las más altas jerarquías. Por ello, a mis oficiales generales, superiores, subalternos, técnicos y suboficiales, empleados y tropa, con quienes tuve el honor de servir a lo largo de estos años —y son testigos de excepción de toda mi trayectoria profesional—, quiero expresarles en esta oportunidad que nunca los defraudé.

Debo manifestar que asumo plenamente la responsabilidad política que recae en mi persona por haber ejercido el cargo de Ministro de Defensa. Pero con la misma honestidad y firmeza debo decir que no me considero culpable de los delitos que se mencionan en los informes, y mucho menos del delito de traición a la patria.

Señores congresistas, al ingresar a la Escuela Militar juré defender a la patria hasta perder la vida. Ahora me siento indignado de que después de 40 años de servicios se me quiera acusar de traición a la patria. No acepto de ninguna manera esa imputación. La rechazo, por ser deshonrosa e incompatible con los valores y principios morales que han inspirado mi intachable conducta a lo largo de mi carrera militar.

Si juré defender a la patria hasta perder la vida, la imputación que se hace por traición a la patria, para un soldado como yo, es pena de muerte. No hay otra sanción, señores congresistas.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Xavier Barrón Cebreros).— Indique, por favor, si su abogado defensor va a hacer uso del tiempo que le resta.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, Tomás Castillo Meza.— Disculpe, señor Presidente, mi abogado defensor va a hacer uso del tiempo que queda.

El señor PRESIDENTE (Xavier Barrón Cebreros).— Proceda usted, por favor, por espacio de tres minutos.

42 El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Luis Corvetto Cabrera.— Señor Presidente, ya que soy defensor tanto del general Castillo como del general Bergamino, pido licencia para que me permitan hacer una defensa en conjunto por un tiempo que no va a llegar a los 25 minutos.

El señor PRESIDENTE (Xavier Barrón Cebreros).— No tenemos inconveniente, con cargo al tiempo que corresponda.

Vamos a fijarlo en 23 minutos, para hacer la misma apreciación que se hizo anteriormente.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Luis Corvetto Cabrera.— Señor Presidente, señoras y señores congresistas: Como defensor y hombre de derecho, creo en la verdad. Uno de los criterios fundamentales que ha tenido esta Subcomisión para formular el informe que conlleva, en caso de ser aprobado —espero que no sea así— , la acusación constitucional es que los denunciados, y mis patrocinados en particular, no habrían cumplido con lo previsto tanto en la Constitución como en las leyes de la República.

Pero como la ley es para todos y es de cumplimiento obligatorio, tengo que hacer presente que la Subcomisión no ha cumplido con el Reglamento, ya que la Resolución Legislativa N.° 014-2000-CR sustituye al artículo 89.° del Reglamento del Congreso de la República en el punto que voy a hacer específico, el inciso e.5.

El inciso e.5 del artículo 89.° se refiere al procedimiento ya una vez que han hecho los descargos los denunciantes en la Subcomisión. Ésta, dentro de un plazo de cinco días —no lo estoy inventando yo—, tiene que convocar no a cada uno de ellos para que en forma individual haga su descargo oral y su alegato, sino tiene que convocar necesaria y obligatoriamente a una audiencia. Esta audiencia, tratándose de delitos, tiene que ser reservada.

Eso lo señala el propio artículo 89.° en el inciso e.5. Y así, sucesivamente, no sólo dice que se va a llamar a una audiencia pública, sino que se detalla al pormenor — aunque sea redundante— el procedimiento para que se pueda llevar a cabo esto.

No se trata de que los denunciados en forma parcial, ante un descargo escrito, vengan simplemente acá como un acto de presencia, cuando todo ya está listo y hecho con la voluntad de ustedes determinada previamente, a hacer, porque así lo señala el artículo respectivo, el descargo oral.

No saltemos con garrocha nada. La ley es para todos. Y ustedes, más que nosotros, tienen que dar el ejemplo, con sus actos, de que cumplen las normas, porque no pueden exigir a otros lo que no cumplen ustedes.

Si alguna subcomisión, por mala interpretación de lo que es una economía procesal, hace este tipo de cosas, todos sabemos —los que somos abogados, sobre todo— que la ilegalidad no es fuente del derecho. Por lo tanto, este procedimiento que ha seguido la Subcomisión investigadora es nulo.

43 ¿Por qué? Porque no ha habido la posibilidad de interrogar a los testigos. No ha habido audiencia. Es una audiencia de parte.

Aquí se está diciendo:

“El Presidente de la Subcomisión Investigadora procederá a citar a los denunciantes, a los denunciados, a los testigos y a los peritos, de ser el caso, para la realización de una audiencia, dentro de los tres días útiles siguientes a la presentación del descargo. La inasistencia del denunciado a la audiencia no será impedimento para continuar las actuaciones.

En el caso que la denuncia provenga del Fiscal de la Nación, éste podrá designar a un fiscal para que intervenga en la audiencia.

[...] La audiencia es reservada —es lo que yo decía—, en los casos en que la investigación verse sobre presuntos delitos, salvo que los denunciados manifiesten su conformidad con la publicidad de la misma [...]

[...] La audiencia se desarrolla de la siguiente forma [...]”.

Y como acá dice, los señores que hoy día denuncian con gran ardor y hablan como peritos y no como legisladores deben exhibir el acta de la audiencia para contradecirme y determinar que ésta se hizo, cosa que no van a poder hacer, porque no se ha realizado. Por lo tanto, se ha cercenado, se ha conculcado un elemental derecho de defensa. Lo hemos dicho muchas veces por escrito; sin embargo, no hemos sido escuchados.

Prueba de ello —ya que a ustedes les gustan tanto las pruebas, como a nosotros— es que no existe un acta que se haya levantando sobre una audiencia realizada, porque ésta no existió. Por lo tanto, no ha habido peritos, y gran parte de lo que hemos escuchado acá era que los peritos tenían que hacer un examen y después un debate.

Se ha permitido que personas que no tienen ningún conocimiento de armamento ni de aviones se expresen sobre cosas que no entienden, pues no están calificadas para ello.

Yo me reafirmo en todo lo que han dicho los señores que me han antecedido en el uso de la palabra, sobre todo el doctor Bustamante, en el sentido de que el señor Alejos ha sido juez y parte. No quiero repetirlo, porque perdería minutos preciosos para poder defender a mis patrocinados.

Esto no es una cosa que ustedes puedan pasar por alto, porque en caso —y esto no es una malacrianza— de no alcanzar justicia, acá se tendrá que recurrir necesariamente a organismos internacionales, y esto no resiste el menor análisis.

Además, todos hemos visto perplejos los bochornosos espectáculos que han protagonizado dos de los miembros de la Subcomisión que se atribuyen recíprocamente actitudes ilícitas y delictivas en el trámite de esta investigación. No ha habido ni claridad ni prudencia ni ecuanimidad para poder investigar.

44 Otro hecho que van ustedes a compulsar para emitir un voto esta noche son dos informes: uno emitido en mayoría; y otro, en minoría. El informe no sólo consta de conclusiones, sino que es un todo.

Quisiera que prestaran atención a lo que voy a leer. Se trata de algo muy grave, y más cuando lo expresan por escrito dos congresistas de la República.

En el caso de que fuera aprobado esto —como suponemos; aunque quisiera equivocarme—, ingresaría al Poder Judicial y, en determinado momento, sería público, como se está haciendo público ahora.

No puedo leer toda la página, porque los voy aburrir. Sólo quiero centrarme en lo siguiente. Lo dicen dos congresistas de la República, y ése es el criterio imparcial que tienen para poder investigar y determinar conductas —entre comillas— de seres humanos que tienen familias, como ustedes como yo y como cualquier otro ciudadano de la República.

En la página 5 del informe final, podemos leer lo siguiente:

“(...) o que no previnieron —refiriéndose al conflicto con el Ecuador— la real magnitud de los hechos acaecidos, o que, inclusive, se habría orquestado —llegan a decir eso— dicho enfrentamiento a fin de justificar futuras adquisiciones y/o de ejecutar un plan de perpetración en el Poder. A pesar de esta interpretación de imprevisión, desde el Gobierno se ingresó en una guerra no declarada y se mantuvo abierto un conflicto armado con el Ecuador hasta el mes de marzo, fecha en la que, unilateralmente, el Gobierno peruano decretó el alto al fuego —lo cual, según ellos, es malo—.

El saldo de este enfrentamiento —esto es lo más grave y vergonzoso— fue la pérdida de cientos de jóvenes cuyas vidas —todos lo lamentamos, y no me refiero a eso— las ofrendaron en defensa de la Patria. A esta pérdida irreparable se aúna la de parte de nuestro territorio no sólo de Tiwinza y que la representación nacional de entonces — que está conformada por varios de los legisladores que conforman el Congreso actualmente— sólo hizo de vergonzante papel de notarios de la entrega que culminó con la firma de un observable Tratado que para algunos se constituye en un acto irrevisable y de estricto cumplimiento de las partes”.

Esto es vergonzoso; y, por lo tanto, es recusable.

Pero siguiendo con la falta de consistencia de este informe —me voy a referir solamente a algunos hechos—, se acusa, en el informe emitido por mayoría, de cinco delitos.

En lo que a mis patrocinados y a los demás se refiere, pero concretamente a mis patrocinados, se dice, con desconocimiento de lo que significan el delito de asociación ilícita y los supuestos que se deben dar para la aplicabilidad de este artículo, que el general Bergamino, al firmar el Decreto de Urgencia N.° 081-2000, ha cometido el delito de asociación ilícita por permitir que se le diera a Montesinos la indemnización de 15 millones de dólares (52 millones 500 mil nuevos soles).

45 Por ese mismo hecho no son acusados tanto el señor Boloña como el señor Salas. Eso es no solamente falta de seriedad, sino que significa una irregularidad imperdonable. Este decreto de urgencia ha sido pasible de una investigación que presidió el señor congresista Alvarado. Con la Denuncia Constitucional N.° 19 se hizo la acusación correspondiente ante la Fiscal de la Nación, de acuerdo a ley, y se ha abierto un proceso, que lleva el N.° 023-2001, contra el general Bergamino y otras personas que no tengo por qué decir sus nombres.

Esto es irregular. La primera interpretación es la literal. Se le pretende sancionar por este delito porque se dice que el general Bergamino dio una indemnización a Montesinos al firmar el Decreto de Urgencia N.° 081-2000. Esto ha sido materia — repito— de una acusación constitucional y, como consecuencia de ello, de una investigación judicial bajo el número que acabo de dar.

En cuanto al general Castillo, el informe dice que es pasible de este delito por todo lo que se hizo con relación a la compra de los MIG y los Sukhoi, porque al no haber renunciado está incurso en lo que dice el artículo 128.°, inciso 2), de la Constitución y es responsable por todos los actos ilícitos del Presidente.

O sea, aquí no se tipifica una conducta, sino que se dice una serie de cosas que no se ajustan a ley. No me voy a seguir refiriendo a ellas porque siento una vergüenza ajena. Además, por la simple lectura todo el mundo se da cuenta de que aquí no hay comisión de ningún delito por parte del general Castillo.

En cuanto a la malversación de fondos, este informe en mayoría sostiene que se ha malversado, que se han desviado los fondos, porque el general Castillo ha destinado los fondos provenientes de la privatización para algo a lo que no debió haberse destinado, como eran cuestiones de defensa nacional.

Por vergüenza ajena, tampoco voy a hacer mayor análisis, porque para destinar a Defensa Nacional un fondo del Estado firma el decreto de urgencia bajo el análisis de las especificaciones técnicas elaboradas por otras personas. Nadie sabe de dónde proviene ese fondo, porque no era Ministro de Economía sino de Defensa. Además, esas personas no han sido denunciadas ante el Poder Judicial, porque lo que han hecho no es delito y, consiguientemente, el que firmó un decreto de urgencia para ello tampoco lo cometió. No resiste el menor análisis.

No me voy a referir a quien tenía el dominio del hecho, no me voy a referir tampoco a la participación objetiva, porque todo ello está en el descargo escrito.

Y en cuanto al delito de colusión ilegal, se dice que el general Bergamino lo ha cometido porque le ha dado carácter secreto a un decreto de urgencia suscrito para que se repararan las maquinarias que sirven para el desarrollo nacional en la reparación y construcción de carreteras.

El delito del general consistiría en darle la clasificación de secreto, pero lo que no saben los señores congresistas, porque no han leído la norma respectiva, es que quien da la clasificación de secreto no es el general Bergamino ni el general Castillo ni cualquier otro general o ex funcionario del Estado aquí presente, sino un decreto

46 supremo que todavía está vigente y al cual se refiere el señor Alejos y pide que sean derogados. Entonces, lo que han hecho es observar la norma.

Otra cosa igualmente grave es que el informe dice que el delito de peculado lo han cometido el general Castillo y el general Bergamino. Lo dice así textualmente: “(...) si bien a la fecha no se ha probado el ingreso de los caudales al patrimonio de todos los funcionarios denunciados, sí está acreditado que, como integrantes de una asociación criminal, actuaron con el conocimiento de que parte del dinero utilizado en las diversas adquisiciones irían a parar en la esfera patrimonial de terceros. Es decir, por lo menos —emplean ese término, señores, y ustedes lo deben haber leído— está acreditado —algo se han ganado, porque dice por lo menos— que los funcionarios denunciados favorecieron el aprovechamiento de terceros”.

No dice en qué ha consistido este aprovechamiento. Tampoco definen los montos ni dicen de qué partida han salido ni quién les ha entregado la comisión, si es el proveedor o ellos mismos, en el camino, han agarrado el dinero. ¿Quién lo ha hecho? Además, ni el general Bergamino ni el general Castillo han intervenido en la negociación, y así consta en el propio informe en mayoría, que dice que efectivamente no se ha acreditado que ellos lo hayan hecho. Eso lo ponen como un peculado culposo.

Haciendo referencia del artículo 430.° del Código Penal, sobre el delito de supresión, destrucción u ocultamiento de documentos, el informe en mayoría dice que tanto el general Castillo como el general Bergamino son cómplices secundarios por la sustracción que se acredita por el hecho cierto de que las autógrafas de las normas legales secretas no son ubicadas en el lugar indicado por ley.

Señor Presidente, ellos eran ministros, no guachimanes; ellos no tenían por qué guardar nada. Por lo tanto, ésta es una imputación que no solamente carece de valor ético sino de valor lógico.

Los decretos de urgencia, como toda norma, se firmaron al amparo de la ley y de la Constitución. Hay un principio universal que dice que lo que es válido para uno es válido para otro; es decir, a igual cosa, igual trato.

Sin embargo, en ambos informes —el suscrito en mayoría y el suscrito en minoría— se dice que se ha cometido delito, porque al darse las normas respectivas para la adquisición de armamento y de otros bienes que estaban catalogados como secretos por la misma norma, éstos no fueron publicados en el diario oficial El Peruano ni se puso en conocimiento del Consejo de Ministros ni se puso en conocimiento del Congreso de la República.

No obstante, todos sabemos —porque todos tenemos memoria, leemos periódicos y vemos televisión— que el Decreto Supremo N.° 048-DE-FAP, de octubre de 2001, que autoriza en simultáneo dar de baja y vender en forma directa los aviones Tucano, fueron firmados por el Ministro de Defensa y el Ministro de la Presidencia y no fueron ni publicados en el diario oficial El Peruano, no se puso en conocimiento del Consejo de Ministros ni se puso en conocimiento del Congreso de la República. Sin embargo,

47 ninguno de los funcionarios que han intervenido en la dación de esta norma han sido acusados por asociación criminal ni han sido acusados por peculado ni han sido acusados por malversación ni han sido acusados por ocultamiento de pruebas ni han sido acusados por colusión ilegal.

A igual cosa, igual trato. Lo que quiere decir que aquí no se han cometido delitos, que lo investigado por la Subcomisión adolece en forma esencial de un vicio de nulidad y que, además, esta investigación no se ha hecho en forma clara, no se ha hecho en forma ecuánime, no se ha hecho en forma imparcial, sino, posiblemente, por apetitos y por cuestiones políticas.

Lo que se va a determinar esta noche es si seres humanos van a ser denunciados, algunos de ellos, por traición a la patria y por delitos eminentemente graves. Son seres humanos que no solamente tienen familias, sino, sobre todo, honor; y no pueden ser maltratados y jaloneados por gente que no ha obrado de acuerdo con la norma que tienen que cumplir ni ha investigado con la prudencia que exigimos como defensores y como ciudadanos.

Gracias.

—Asume la Presidencia el señor Luis Iberico Núñez.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Congresista Alejos, en esta etapa no hay debate.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Señor Presidente, considero importante hacer una aclaración.

De ninguna manera el Congreso de la República, este honorable Congreso, puede aceptar frases burlonas de parte de los señores expositores. Creo que se les está tratando con la debida dignidad del caso, y no acepto que nos traten de ignorantes, como lo ha hecho el señor abogado, porque no nos puede meter en un solo saco.

Si él no conoce nada de armas, ése es su problema; pero nosotros tenemos la autoridad suficiente para decirlo.

En aras del buen trato en este honorable Parlamento, pido que usted corte y oriente cualquier manifestación de esa naturaleza a fin de que las intervenciones se hagan de la manera más ecuánime posible.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— La Mesa Directiva acoge su anotación.

Se sugiere a los señores acusados y a sus abogados defensores que eviten adjetivaciones y apreciaciones que puedan ser consideradas lesivas a la imagen del Congreso de la República y de los propios señores parlamentarios.

48 Le corresponde el uso de la palabra al señor ex ministro de Defensa César Saucedo Sánchez o a su abogado. El tiempo estipulado es de 20 minutos.

General Saucedo, ¿cuántos minutos va a utilizar usted y cuántos su abogado defensor?

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— Señor Presidente, voy a tratar de comprimir mi exposición a aproximadamente 15 minutos. El señor abogado defensor tendría cinco minutos.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Que se tenga en cuenta.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— Si usted fuera tan amable, no sé si me podría conceder dos o tres minutos más.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— En su momento veremos si es necesario concederlos, señor ex ministro.

Tiene usted el uso de la palabra por 15 minutos.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— Señor Presidente del Congreso, señores congresistas de la Comisión Permanente: He escuchado con atención los informes en mayoría y en minoría, en los que se me imputa la supuesta comisión de varios delitos como consecuencia de mi coparticipación al firmar el Decreto de Urgencia N.° 032, que plasmó una decisión de carácter político y gubernativo referente a la defensa nacional.

Estos informes, señores congresistas, si bien parten de algunos hechos ciertos, como la existencia del famoso Decreto de Urgencia N.° 032, carecen de muchos otros que, sin duda, hubieran podido variar sus conclusiones.

Lamentablemente, por tratarse de aspectos relativos a la defensa nacional que siempre han tenido el carácter de secreto, muchos datos y hechos consignados, supongo que de buena fe, son, sin embargo, incompletos, lo que los convierte en medias verdades, premisas carentes de rigor legal y leal que han llevado, por lo menos, en lo que respecta a mi actuación, a conclusiones erradas y falsas.

Por ello, señor Presidente, he decidido presentarme ante ustedes para que puedan juzgar con pruebas que deseo aportar en esta ocasión y el relato personal de las circunstancias y los hechos en que asumí la responsabilidad política de firmar el Decreto de Urgencia N.° 032, de modo que puedan tomar una decisión que signifique, como corresponde a un régimen democrático, de justicia y no de venganza.

Como ya he declarado con anterioridad y he comprobado documentalmente, además de corroborarlo las declaraciones de los señores comprometidos en la presente denuncia, mi participación en la compra de tres aviones MIG nuevos durante mi gestión como Ministro de Defensa se limita al acto de refrendar el Decreto de

49 Urgencia N.° 032, que sirve de marco legal para la ampliación presupuestal del pliego de gastos de la Fuerza Aérea del Perú.

Este decreto de urgencia lo firmé responsablemente, ya que, como Ministro de Defensa y militar, conocía las serias limitaciones de nuestras Fuerzas Armadas luego de la vergonzosa derrota de 1995 en el conflicto con el Ecuador, que revistió la gravedad de haber costado la valiosa vida de nuestros soldados y haber destruido parte de nuestro material bélico, como por ejemplo nueve aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea y el Ejército. Eso nos puso en situación de verdadero peligro y clara desventaja ante Ecuador y afectó peligrosamente nuestra soberanía e integridad territorial.

Señor Presidente, señores congresistas, refrendé el Decreto de Urgencia N.° 032, que autorizaba el marco presupuestal para la compra de los tres MIG-29 nuevos. La decisión de adquirirlos había sido tomada previamente por el ex presidente Fujimori el 12 de junio de 1997, antes de que yo asumiera la cartera de Defensa (18 de julio de 1997), según se desprende de la declaración del Ministro de Economía de ese entonces.

Yo tengo acá la resolución suprema que me nombra Ministro de Defensa el 17 de julio de 1997, y no en junio, que es cuando el ex presidente Fujimori, como manifiesta el ingeniero Camet, dispone la adquisición de estos tres MIG.

Mi decisión se basó en las siguientes consideraciones.

La primera de ellas es que lo hice teniendo en cuenta los informes de los comandantes generales, quienes sostenían que en esos momentos existía una baja capacidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas. Por ejemplo, en 1995, la Fuerza Aérea alcanzaba tan sólo una operatividad entre el 14 y el 18% en comparación con la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas del Ecuador, capacidad combativa que no había revertido, debido, sobre todo, a que el material aéreo de segundo uso adquirido en Bielorrusia, en 1996, no disponía de apoyo logístico, repuestos, armamento, municiones y entrenamiento de técnicos y pilotos de la Fuerza Aérea; y los fabricantes rusos eran los únicos que podían abastecer de estos elementos para suplir estas carencias.

Dispongo acá un oficio en el que el Comandante General del Ejército y Presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas me hace ver la gravísima situación en que nos encontrábamos por tropas infiltradas en nuestro territorio.

Igualmente, tengo acá un oficio en el que el Comandante General de la Fuerza Aérea me hace ver la situación tremendamente difícil por la carencia de repuestos, accesorios, armamento y municiones; y que la Fuerza Aérea no podía afrontar ningún enfrentamiento con el Ecuador durante el primer semestre del año 1998.

Incluso tengo acá, señor Presidente, las conclusiones de un acta del Comando de Operaciones de la Fuerza Aérea firmada por el comandante de materiales mayor general Rolando Magni y el comandante de operaciones mayor general Modenesi. Dice así:

50 “Que el soporte técnico-logístico remanente en los sistemas de armas A y B —o sea, para la primera compra en Bielorrusia, los Sukhoi y los MIG— sólo permitirá el apoyo de mantenimiento programado para la ejecución de operaciones aéreas hasta el 31 de enero del 98, en vista de haberse consumido la mayoría de los repuestos y partes adquiridas durante el programa de entrenamiento de 1997, debiendo efectuarse su pronta reposición de stock.

Que al no contarse con el material y equipo necesarios para realizar el mantenimiento no programado, se prevé una disminución progresiva de la operatividad de aeronaves, lo que afectará significativamente el cumplimiento de las operaciones aéreas de entrenamiento y, fundamentalmente, de las misiones aéreas de combate contempladas en los planes de operaciones vigentes para hacer frente a una contingencia bélica en el frente externo, lo que pone en grave riesgo la seguridad y defensa nacional”.

¿Cómo un Ministro de Defensa no le va a hacer caso a un informe oficial del Comando de Operaciones de la Fuerza Aérea?

Una segunda consideración es que, ante la gravedad de la primera, nos encontrábamos en gran peligro de ver afectada nuestra soberanía e integridad territorial, pudiendo las Fuerzas Armadas del Ecuador invadir nuestro territorio, llegar fácilmente hasta Piura o Chiclayo, imponer condiciones y desconocer el Protocolo de Río de Janeiro.

La tercera es que las dos consideraciones anteriores se complementaban con los constantes y continuos informes que me proporcionó el ministro de Relaciones Exteriores doctor Eduardo Ferrero Costa en reuniones que se llevaron a cabo en las sedes de ambos ministerios durante los meses de mayo, junio, julio y agosto de 1998.

Voy a entregarles copia de un documento remitido a mi despacho por el doctor Eduardo Ferrero Costa y podrán comprobar ustedes la situación difícil y de preguerra que se vivía en estos meses.

Por cuestiones de tiempo, señor Presidente, me voy a limitar solamente a hacerle entrega de este documento que he presentado en todas las comisiones a las que yo he asistido.

Creo que nadie ha citado al doctor Eduardo Ferrero Costa para que verifique si este documento importantísimo es un documento original firmado por él.

¿Cómo podía pensar o suponer que los informes de los comandantes generales y del ministro de Relaciones Exteriores Eduardo Ferrero Costa no eran serios y veraces? ¿Cómo podía haberlos descartado con el riesgo que para la seguridad nacional eso representaba? Por último, ¿cómo podía yo suponer que todos estos miembros del Poder Ejecutivo y miembros de las Fuerzas Armadas podían formar parte de un complot para fines subalternos, producto de una asociación ilícita?

No, señores congresistas, yo firmé el decreto de urgencia basado en la buena fe y en la certeza de que todos estamos actuando al servicio de la patria.

51 Existe un gran número de videos en los que se observa la participación, entre otros, del doctor Eduardo Ferrero Costa en reuniones del Consejo de Defensa Nacional realizadas en Palacio de Gobierno y en el Servicio de Inteligencia Nacional. Se puede verificar la verdad de lo que manifiesto.

Solicito que estos videos sean visualizados por ustedes en sesión pública, para que al momento de votar tengan conocimiento de la real situación de preguerra que se vivió, y podrán darse cuenta de que la compra de los tres MIG rusos nuevos era justificada.

Aquí quería hacer un paréntesis, pero fatalmente no está el señor Presidente, el doctor Carlos Ferrero Costa. Quería mencionarlo, pero como no está presente, voy a obviar eso.

No obstante, le voy a hacer llegar parte de esta exposición, señor Presidente, señor congresista Iberico, para que conozca usted lo que yo iba a decir del doctor Carlos Ferrero.

Deseo señalar algunos ejemplos de premisas falsas o inexactas que, en consecuencia, han llevado a conclusiones erróneas en los informes que se han presentado.

Primero, señores congresistas, tengan una duda razonable sobre las conclusiones en las que se me imputa responsabilidad penal. En consecuencia, debería ser suficiente para que ustedes, en el momento de votar sobre mi culpabilidad o inocencia, otorguen el principio fundamental de justicia de la duda razonable y presunción de inocencia a mi favor, y está contenida en los siguientes documentos.

En la página 93:

“La solicitud de compra. La adquisición de los tres MIG-29 fue aprobada por el propio ex presidente Alberto Fujimori, a petición del comandante general de la FAP Elesván Bello y del ministro de Defensa César Saucedo, quienes le solicitan al entonces ministro de Economía y Finanzas Jorge Camet Dickmann interponga sus buenos oficios ante el ex presidente de la República para convencerlo sobre la necesidad de esta compra. Según las declaraciones del ministro Jorge Camet, esto ocurrió el 12 de junio de 1997 en una reunión realizada en la Comandancia General del Ejército (...)”. Y sostiene que ahí estuvieron presentes el almirante Antonio Ibárcena Amico y Vladimiro Montesinos.

Ésta es una afirmación falsa y sencilla de desbaratar, ya que fui nombrado Ministro de Defensa recién el 17 de julio de 1997 y asumí el cargo al día siguiente, el 18 de julio.

Lo segundo, y más grave, es lo señalado en las páginas 93 y 94 del informe en minoría como justificación fraudulenta de la adquisición.

Es falso e incompleto lo que ahí se señala, y lo más grave es que resulta absolutamente mendaz que, en mi caso, para firmar el Decreto de Urgencia N.° 032, que daba el marco presupuestal para la adquisición de los tres MIG rusos, yo me haya basado en esas notas de información de inteligencia.

52 Lo real y cierto es que yo me basé, como ya lo he manifestado con anterioridad, en los informes de los comandantes generales y del Ministro de Relaciones Exteriores sobre la situación real del conflicto con el Ecuador.

Permítame, señor Presidente, leer los siguientes documentos, que contienen algunas de las más importantes razones que me llevaron a tener el convencimiento de la necesidad de firmar el Decreto de Urgencia N.° 032.

En la página 93 del informe en minoría, entonces, se habla de una justificación fraudulenta de la adquisición y se hace referencia a notas de inteligencia y notas de información que son falsas.

Pero yo tengo en mi poder notas de información —y se las voy a hacer llegar— remitidas por el señor Ministro de Relaciones Exteriores, el doctor Eduardo Ferrero Costa. Son documentos y faxes oficiales, no son fraudulentos.

Estos documentos, que no voy a leer por la premura del tiempo, señor Presidente, conjuntamente con el oficio —que también le voy a hacer alcanzar— del doctor Eduardo Ferrero, fueron consideraciones gravísimas y de suma importancia para mí. Nadie en su sano juicio podrá acusar al embajador peruano en Rusia, el doctor Da Fieno, recientemente fallecido, ni a los funcionarios de la Cancillería, sobre todo al ministro de entonces, el doctor Eduardo Ferrero Costa, de haberse concertado para elaborar informes fraudulentos, como dice este informe en minoría. Ésa es la verdad, y acá tengo yo los faxes remitidos por el embajador del Perú en Moscú.

Como manifiesto, no creo yo que también el doctor Eduardo Ferrero Costa se haya concertado para elaborar informes fraudulentos para justificar la adquisición de los tres aviones MIG nuevos.

Tampoco es cierto lo señalado en la página 184 del informe, ya que, como Ministro de Defensa, no negocié la compra del material bélico para las Fuerzas Armadas, porque no eran mis funciones ni atribuciones. Esto se demuestra con la lectura de algunos párrafos.

El señor Camet, ex ministro de Economía, me envía un documento, el Oficio N.° 003, que también alcancé a las subcomisiones investigadoras. En uno de los párrafos, me dice el ingeniero Camet que el rol de este ministerio es conseguir las mejores condiciones contractuales y financieras por encargo recibido directamente del señor Presidente de la República. Él señala que el pronunciamiento acerca de los aspectos técnicos y razonabilidad de las cotizaciones y rangos estimados de precios es de responsabilidad de la FAP; y que esta distribución de roles no ha sido en ningún momento modificada por el señor Presidente.

Esto confirma que las negociaciones las hacía el Ministro de Economía y no el Ministro de Defensa. Y el Ministro de Economía lo hacía conjuntamente con la Fuerza Aérea, contra todo lo que manifiestan ambos informes.

Una cosa también...

53 El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Su tiempo ha concluido, señor ex ministro. Tiene usted un minuto adicional para que pueda terminar su intervención.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— Y le pido que conceda a mi abogado un pequeño tiempo de intervención adicional.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— En función de eso.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— Solamente un minuto para mí, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Perfecto.

El señor EX MINISTRO DE DEFENSA, César Saucedo Sánchez.— El 21 de agosto de 1998, mediante Resolución Suprema N.° 090, se nombra en comisión especial reservada al inspector general FAP teniente general Miguel Medina Ramos para que viaje a Rusia. Fui el único ministro que envió y dispuso el viaje del inspector general de la Fuerza Aérea para verificar in situ, en Moscú, por 60 días, el cabal cumplimiento del contrato firmado entre la Fuerza Aérea y MAPO y Rosvoorouzhenie, porque el inspector general de la Fuerza Aérea depende funcionalmente del Contralor General de la República y era una función del ministro verificar y controlar.

Fui el único ministro que realizó esa acción, y justamente en el informe en mayoría mencionan la gran responsabilidad que tiene este general.

Soy absolutamente inocente de todos los delitos que se me imputan. Soy un oficial con 40 años de servicio; y, si he cometido una falta, considero que esa falta tiene que ser de carácter netamente político. No he cometido ningún delito con responsabilidad penal.

Muy agradecido, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Tiene el uso de la palabra el abogado del general Saucedo, el doctor Renato Salguero Caycho.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Renato Salguero Caycho.— Señor Presidente de la Comisión Permanente, señores congresistas: Luego de la exposición de los hechos por los que se le pretende imputar la comisión de diversos delitos al ex ministro César Saucedo Sánchez, la defensa debe expresar lo siguiente.

Hemos leído, señores congresistas, de manera reiterada los dos informes, tanto el de mayoría como el expresado en minoría, pero realmente hasta el momento no llegamos a entender cuáles han sido los fundamentos de derecho, los fundamentos jurídicos en los cuales se sustenta dicha imputación.

Ambos informes vienen a ser considerados no solamente por la defensa, sino también por los abogados defensores de los demás denunciados, como una narrativa de hechos, una recopilación de hechos, la transcripción de diversos dispositivos legales,

54 pero se han olvidado de lo más importante, que es la individualización de la responsabilidad penal que supuestamente se le pretende atribuir a cada uno de ellos.

Se habla de manera ligera de asociación ilícita para delinquir. Asimismo, se habla de peculado, malversación de fondos, amén de otros delitos como traición a la patria, que también se han pretendido imputar a mi patrocinado. Pero realmente, desde el punto de vista estrictamente penal, debemos llegar a la conclusión de que cada imputación delictiva debe tener un sustento fáctico. Y en el campo penal, hablamos de la tipicidad. Cada delito tiene sus requisitos legales para ser considerado como tal.

En el caso analizado, cuando el informe en mayoría habla del delito de asociación ilícita que se pretende imputar al ex ministro Saucedo, se ha llegado al extremo de decir que es responsable de este delito por haber aparecido en un video con Vladimiro Montesinos y ser propietario de centenares de hectáreas. Este último hecho es falso, porque mi patrocinado renunció a 20 hectáreas de terrenos eriazos hace 16 meses. Repito, hace 16 meses, y no a centenares de hectáreas.

Pero la defensa se pregunta, ¿qué tendría que ver esto con la asociación ilícita para delinquir, delito contra la paz pública que nada tiene que ver ni con la compra ni con la venta de aviones? Es un delito independiente por su naturaleza; sin embargo, se le considera autor de este hecho.

Se le considera también autor del delito de malversación de fondos sin tenerse en cuenta que César Saucedo, en su condición de Ministro de Defensa, jamás tuvo bajo su administración dinero o bienes del Estado, requisito para la tipificación de este delito. Como repito, jamás tuvo la administración de dinero del Estado.

Con respecto al delito de colusión ilegal, de una simple lectura de la propia denuncia y de los dos informes se llega a establecer que él jamás negoció en su condición de ministro. Los que negociaron y fueron a Rusia, como ya se ha repetido en este recinto, fueron otros ministros.

Se habla de delito de peculado y no se habla de qué monto, supuestamente, se habría apropiado para sí o para otro.

Por último, también se le pretende atribuir la comisión de ocultamiento y destrucción de pruebas; sin embargo, mi patrocinado, en su condición de Ministro de Defensa, no tenía bajo su control dichos documentos.

La defensa llega a la conclusión de que el único cargo por el cual se encuentra hoy día César Saucedo respondiendo ante este Congreso es por el hecho de haber sido ex ministro de Fujimori, y por todos los medios se le trata de implicar en ilícitos penales.

El único hecho, en realidad, que ha cometido mi patrocinado es refrendar un decreto de urgencia que dio un marco presupuestal a la compra de los aviones. Y, dicho sea de paso, éste se acordó antes de que él fuera ministro y se ejecutó cuando él ya no era ministro.

55 El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Tiene dos minutos adicionales para que concluya.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Renato Salguero Caycho.— Muchas gracias, señor Presidente.

Es decir, señor Presidente, mi patrocinado únicamente estuvo de tránsito en el ministerio y firmó el decreto de urgencia. Por ese simple hecho se le pretende atribuir cinco delitos que, a criterio de la defensa, son inexistentes.

Al referirnos al Decreto de Urgencia N.° 038, existen documentos de la Secretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros que señalan que dicho decreto no existe. Eso lo tienen ustedes en la documentación. Sin embargo, también se le pretende atribuir la suscripción de dicho decreto, que no obra en las pruebas actuadas.

Consecuentemente, la defensa considera que este Congreso, haciendo un razonamiento mesurado y obrando desde el punto de vista estrictamente legal, debe absolver de los cargos a César Saucedo Sánchez.

Gracias.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Muchas gracias, señor abogado; muchas gracias, señor ex ministro Saucedo.

Se convoca al ex ministro de Defensa, el general Julio Salazar Monroe, y/o a su abogado César Nakazaki Servigón.

Puede usted hacer uso de la palabra, señor abogado, por espacio de 20 minutos.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor César Nakazaki Servigón.— Señor Presidente, señores miembros de la Comisión Permanente: Habiendo culminado el trabajo de la Subcomisión investigadora, corresponde, en este estado del proceso constitucional de antejuicio, hacer dos análisis: el examen del procedimiento que ha llevado a cabo la Subcomisión investigadora; y el examen del tema de fondo, de sus conclusiones, para ver si existe mérito o no para formular acusación constitucional.

Como han advertido otros colegas que me han antecedido, existe un problema procesal importante.

El proceso constitucional de antejuicio está gobernado, entre otros principios procesales, por dos: el del debido proceso constitucional y el del derecho de defensa.

Una garantía de estos dos principios es el derecho de contradicción; es decir, las pruebas que vaya acumulando la Subcomisión durante la fase investigatoria tienen que poder ser refutadas por las partes, y para poder ser refutadas por las partes, más allá de que haya la buena intención de hacerlo —porque en cuanto a intenciones, debo señalar que ha sido correcta la actuación de los miembros de la Subcomisión—, el momento en el cual se debe realizar la contradicción, de acuerdo con el procedimiento, es en la audiencia de pruebas.

56 La audiencia de pruebas es la etapa de la investigación que hace la Subcomisión. Ahí los denunciados tienen la posibilidad de dos cosas: participar en la actuación de las pruebas y participar en el control de las pruebas.

Para esto, yo convengo sí que no es obligatorio que sea en una sola audiencia, porque si la cantidad de trabajo lo exige, pueden ser dos, tres, cuatro o cinco audiencias. Convengo que incluso es mejor al derecho de defensa, pero en todas esas audiencias hay que crear las condiciones para poder realizar el tema de contradicción.

Eso, a mi modo de ver, no se ha realizado en este trabajo de la Subcomisión investigadora. Al menos, nosotros jamás fuimos notificados para una audiencia de pruebas. Ese tema procesal genera un cuestionamiento serio.

Existen las nulidades procesales en el proceso constitucional de antejuicio, señor Presidente, y eso aparece en el caso de Alberto Kouri, en el que se declaró la nulidad de la fase de investigación por vicios procesales y se volvió a hacer un trabajo investigatorio.

De modo que existe un antecedente, una jurisprudencia —si quieren— del Congreso, de que en los procesos de antejuicio se admite que hay nulidad procesal cuando hay una infracción del procedimiento y ésta se corrige.

Yendo a los temas de fondo, debo tratar brevemente cada uno de los cargos que se atribuyen a mi patrocinado, el general Julio Rolando Salazar Monroe.

Señalo, desde ya, que ha sido excluido de varios de los cargos iniciales, con lo cual se reconoce un trabajo de análisis por las dos posiciones, tanto la del informe en mayoría como la del informe en minoría de la Subcomisión.

Brevemente, quiero empezar por establecer que existe imposibilidad jurídica de acusar constitucionalmente a Julio Salazar Monroe por el cargo de asociación ilícita.

Por el cargo de asociación ilícita, Julio Salazar Monroe viene siendo procesado judicialmente ante el Quinto Juzgado Penal. Igualmente, en el antejuicio que generó la Denuncia Constitucional N.° 39, Subcomisión presidida por el congresista Mulder, también tiene el cargo de asociación ilícita; y en este antejuicio nuevamente tiene el cargo de asociación ilícita. Si podemos proyectar que estos dos antejuicios van a pasar al Poder Judicial, quiere decir que Julio Salazar Monroe, en pocos meses y a la vez, tendrá tres procesos penales por el delito de asociación ilícita. ¿Es eso constitucional? Definitivamente, no.

Y para esto hay que entender en qué consiste el delito de asociación ilícita.

El delito de asociación ilícita, en este caso, consiste en lo siguiente.

Julio Salazar Monroe y otras personas integraron la organización criminal que dirigió Vladimiro Montesinos Torres y que utilizó el Estado para cometer diversos delitos. Ahí termina la imputación de asociación ilícita.

57 Lo que caracteriza al delito de asociación ilícita es su autonomía respecto de los otros delitos que se pueden cometer posteriormente. Tan es así que si nos asociamos ilícitamente y ya no cometemos ningún delito mañana, no interesa, se consumó el delito de asociación ilícita.

El delito de asociación ilícita es totalmente independiente de los delitos que siguen. Yo soy autor de asociación ilícita, y si no participo en el homicidio, sólo me quedo con asociación ilícita. Si luego participo en el homicidio, soy autor o cómplice de homicidio. Si participo en el peculado, soy autor o cómplice de peculado. Pero es distinto al tema de asociación ilícita.

Por ser miembro de la banda, por ser miembro de la mafia sólo me pueden procesar y condenar una vez. Por todos los delitos que cometí como mafioso me pueden condenar; pero por asociación ilícita ya no, porque se viola el non bis in idem, el double jeopardy que establece la quinta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, la prohibición del doble riesgo.

Dice la quinta enmienda que sólo se puede someter una vez a la persona al riesgo de la persecución penal por el mismo hecho, y el mismo hecho de asociación ilícita es ser miembro de la banda, no qué delitos cometió la banda. Es una empresa criminal que cometió muchos delitos, no por cada delito una empresa criminal.

Eso, a mi modo de ver, es inconstitucional, porque viola la prohibición de la doble persecución múltiple que consagran el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto de San José de Costa Rica, la Constitución de 1993 y el Código Penal.

El otro cargo es el de traición a la patria.

Ambas comisiones excluyen a mi patrocinado de esta imputación. Una considera que no hay delito de traición a la patria en general; y otra, que sí hay delito de traición a la patria, pero que mi patrocinado no es autor.

La posición de que mi patrocinado no es autor es correcta. Es correcta desde la lógica de la posición en minoría de la Subcomisión.

Desde hace poco tiempo se está utilizando en el Perú un recurso legal que nunca antes se empleó: los delitos de omisión impropia. Es un mecanismo fantástico para perseguir el delito, muy bueno; pero no tiene desarrollo jurisprudencial y casi muy pocos abogados lo conocen, porque en la universidad no se enseña o no se enseña bien. Asume la responsabilidad un profesor de Parte General, que es el curso donde hay que enseñarlo, de más de 10 años. No se enseña bien el delito de omisión impropia.

Y el delito de omisión impropia tiene ciertas características, ciertas exigencias que aquí no se dan.

Un colega que me ha antecedido en el uso de la palabra ha señalado uno de los primeros problemas, y es éste: el delito de omisión impropia sólo corresponde

58 respecto de delitos de omisión propia. Por ejemplo, cuando hay incumplimiento de la obligación alimentaria, el que omite cumplir con su obligación de alimentos. Ése es un delito de omisión propia.

Como un tipo penal de omisión propia y la cláusula extensiva de punibilidad del artículo 13.° del Código Penal, creo un delito de omisión impropia para reemplazar un delito de comisión donde no existe. Para eso se utiliza el delito de omisión impropia, para llenar un vacío de punibilidad, donde no hay un delito de comisión, yo lo creo —entre comillas— recurriendo a la omisión impropia.

Pero en el caso del tipo penal de traición a la patria no es un delito de omisión, es un delito de comisión. Yo no puedo utilizar la omisión propia para crear un delito de comisión donde ya existe.

Ése es un craso error que debe generar una reflexión por aquella mente jurídica que evidentemente ha asesorado a los miembros de la Subcomisión para construir este tema y ser honesto en decir en qué medida ha leído, conoce o maneja un tema que para la gran mayoría es desconocido, porque nunca se ha usado.

Creo que es la primera vez en el mundo que se va a crear un cargo de traición a la patria por omisión impropia. Pongo en juego todo mi prestigio profesional en que no hay otro antecedente. Entonces, como es el único, creo que genera cierta reflexión y cierto análisis. Por primera vez en la historia de la jurisprudencia peruana vamos a construir un delito de traición a la patria sobre la base de un cargo de omisión impropia. Entonces, debe generar un tipo de análisis.

De otro lado, en el supuesto de que se pudiera utilizar este delito de omisión impropia, ¿quiénes son los únicos autores de omisión impropia? Los garantes. ¿Y quién es el garante? El garante es el que viola el deber objetivo de cuidado. ¿Y cuándo hay deber objetivo de cuidado? Cuando la ley lo señala expresamente, cuando se administra la fuente de peligro o cuando se crea la fuente de peligro. Criterios formales o materiales.

Me quedo concretamente en un tema específico. ¿Por qué hay la omisión impropia en este caso? ¿Dónde está la traición a la patria? La traición a la patria está en haber permitido que se compre, a sabiendas, aviones malogrados que nos iban a generar un estado de indefensión respecto al Ecuador.

La pregunta, ¿quiénes eran los garantes? En primer lugar, aquellos funcionarios militares que debían elegir adecuadamente el armamento y no lo hicieron; en segundo lugar, todas aquellas personas que hubiesen conocido esa situación de peligro que se hubiese generado; y un tercer elemento que es fundamental y que me lleva a sostener que no puede existir este delito: éste es un delito de encuentro.

Así como la bigamia requiere dos, el matrimonio ilícito requiere dos, en el delito de traición a la patria se requiere un conocimiento, una relación con el Estado beligerante, con el enemigo. Los ecuatorianos tenían que conocer que los MIG no servían. Es el que presta ayuda, el que brinda el servicio, el que colabora, el que entrega el bien.

59 Para que exista el delito de traición a la patria, que es un delito de encuentro, tendríamos que demostrar que no sólo se coimeó para comprar un avión malogrado, sino que esto se puso en conocimiento y, en acuerdo con el Ecuador, dijeron: ataquen, porque no tienen aviones. Pero eso no aparece siquiera planteado en la denuncia.

El tercer cargo es el delito de peculado.

Mi cliente está procesado por peculado porque, como Ministro de Defensa, autorizó que el administrador del Ministerio de Defensa haga transferencias ilegales de fondos públicos al SIN a fin de que se los entreguen a Vladimiro Montesinos Torres solamente para darle cuenta al ex presidente Alberto Fujimori.

Ese hecho mi cliente lo confesó, ese hecho ya es materia de otro antejuicio, ese hecho es materia del antejuicio que se sigue por la Denuncia Constitucional N.° 39. Cuando se hizo ver en esa ocasión que ya se estaba procesando a mi cliente por el mismo hecho con dos antejuicios, tal cual aparece en el DIARIO DE LOS DEBATES de la sesión del martes 23 de abril del 2002, el presidente de la Subcomisión, el congresista Mauricio Mulder, en dos oportunidades hizo la referencia de que debía seguirse adelante con los dos antejuicios, porque la Denuncia Constitucional N.° 39 era por haberse apropiado de fondos públicos; y la Denuncia Constitucional N.° 28, por haber dado un decreto de urgencia.

Si ustedes leen los informes, en los dos, hoy en la Denuncia Constitucional N.° 28, se procesa a Julio Rolando Salazar Monroe por peculado no por haber dado un decreto, sino por haber contribuido a la apropiación de dinero. Entonces, por el mismo hecho hay dos antejuicios.

Nuevamente un problema de violación del non bis in idem. No se puede procesar. O va a haber un antejuicio por la Denuncia Constitucional N.° 28 o va haber un antejuicio por la Denuncia Constitucional N.° 39, que, dicho sea de paso, sí debe pasar al Poder Judicial. Sí hay un delito que pagar, pero no se puede pagar dos veces. Una deuda no se puede pagar dos veces; una deuda se paga una sola vez.

Otro cargo es el de malversación de fondos.

En este cargo, la Subcomisión investigadora, en el informe en minoría, excluye a mi cliente; en el informe en mayoría, se le deja. Pero hay un problema, por el mismo hecho no se puede procesar por peculado y malversación.

Malversación de fondos es cuando hay un desvío del dinero a un fin presupuestal distinto, pero siempre dentro del dominio público. El dinero que debía servir para comprar micros para el Congreso lo utilizo para comprar un carro, pero para la Presidencia del Congreso. La desviación del fin presupuestal siempre queda dentro de la esfera de dominio. Cuando yo le doy el dinero a un tercero para que se lo agarre, cuando yo doy el dinero a la banda para que ésta lo utilice, eso ya no es malversación de fondos, eso es peculado.

60 Entonces, tenemos que elegir. Cuando la plata sale del Ministerio de Defensa al SIN, ¿era simplemente un desvío presupuestal, siempre quedaba dentro de la esfera de dominio del Estado; o ya había una apropiación del dinero para entregárselo a Vladimiro Montesinos con el fin de que lo administrara e hiciera lo que quiera? No puede ser peculado y malversación a la vez: es peculado o malversación. Y pese a ser más grave el peculado, reconozco que, evidentemente, de acuerdo con los términos de la imputación, es peculado. No puede ser malversación.

Y por último, procesan a mi cliente por este cargo, por haber expedido un decreto, por haber expedido el Decreto de Urgencia N.° 044-98; es decir, Julio Salazar Monroe es autor de malversación de fondos por haber emitido el Decreto de Urgencia N.° 044-98. Pero, como bien señala el presidente de la Subcomisión, el congresista Alejos Calderón, ese decreto supremo no significó la salida de ningún sol, ese decreto supremo fue una norma general de contratación. Cuando se hacen contratos de seguro, los ministerios deben contratar con la empresa estatal de seguros Popular y Porvenir. Ese decreto supremo era una norma general de contratación y no puede generar peculado, porque no supuso ninguna operación, ninguna salida de dinero.

Otro cargo que existe contra mi cliente es el de ocultamiento de documentos.

Se le atribuye ocultamiento de documentos por no haber comunicado al Congreso la dación del Decreto de Urgencia N.° 044-98. Éste es un delito de omisión, y el autor del delito de omisión, el omitente, es el que tiene el deber legal de actuar y no actúa, quien tiene el deber legal de dar cuenta y no lo hace.

Pregunto, de acuerdo con la ley, ¿quién tiene que dar cuenta al Congreso de un decreto de urgencia? No el ministro que refrenda. Es el Presidente de la República quien, de acuerdo con el artículo 119.° de la Constitución, tiene que dar cuenta al Congreso de los decretos de urgencia. ¿Y quién lo ayuda? El secretario general de la Presidencia de la República, de acuerdo con la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.

El Ministro de Defensa no tiene que dar cuenta de los actos del Presidente de la República. Entonces, ¿cómo le atribuimos un delito de omisión a quien, de acuerdo con la ley, no tiene el deber legal de actuar incumplido?

Y finalmente, señor Presidente, respecto a las infracciones constitucionales, es una lucha que vengo dando en reiteradas oportunidades, pero hasta ahora no logra un consenso.

La defensa del general Julio Salazar Monroe sostiene que no se puede procesar constitucionalmente a un alto funcionario por una infracción a la Constitución mientras no esté previsto en la ley, en forma expresa, en qué consisten las infracciones constitucionales. El proceso constitucional por delitos es perfecto, es legal. El proceso de antejuicio por infracciones constitucionales tiene dos problemas, y así lo señalan Marcial Rubio y Enrique Bernales. Los dos dicen que no se puede procesar y castigar por infracción de la Constitución.

Según Bernales, se viola el principio de legalidad, porque para que un hecho afecte los derechos de una persona, el hecho tiene que estar previamente previsto en la ley

61 como una infracción. Podemos discutir si el principio de legalidad sólo es para el ámbito del derecho penal o rige también para el derecho constitucional. Lo que sostiene la mayoría de autores, y ahí me ubico, es que si se trata de un proceso donde le voy a quitar derechos a la persona, como la inhabilitación, entonces sí debería estar de manera expresa.

Y Marcial Rubio plantea otro problema. Él dice que no puede haber proceso de antejuicio mientras ustedes no determinen cuál es la vía procesal mediante la cual el Poder Judicial podría revisar la corrección de esta resolución, porque el Poder Judicial sólo va a ver lo que ustedes saquen como delito. Pero lo que ustedes saquen como infracción constitucional no llega al Congreso, queda aquí.

¿Y podría haber una sanción contra un ser humano, restringirle derechos, por más institución y autoridad que sea el Congreso, que no pueda ser revisada por el Poder Judicial? No, no existe. El debido proceso determina que toda restricción de derechos tiene que ser o determinada por el juez o revisada por el juez; por eso, el proceso administrativo termina con la acción contencioso-administrativa.

El proceso de antejuicio por infracción constitucional no tiene vía que revisar, por eso es que se sostiene que hay un problema de constitucionalidad y que no se debería usar todavía.

No discuto siquiera si hubo infracciones constitucionales o no; las asumo. Lo que discuto es si existe la vía procesal para discutirlas, para determinarlas, y eso no es montesinista ni le hace daño a nadie; eso es simplemente revisar una norma procesal y determinar si esta norma procesal es adecuada o no.

Señor Presidente, para concluir...

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Se le conceden dos minutos más, doctor César Nakazaki.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor César Nakazaki Servigón.— Se debe considerar, en primer lugar, el tema procesal de la nulidad establecida por no realización de audiencia procesal; y en el caso concreto de que se determine que debe seguir adelante el proceso, se deben considerar estos argumentos para finalmente recoger las posiciones absolutorias de los informes que de ambos lados se han dado.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Tiene la palabra el congresista Juan Valdivia.

El señor VALDIVIA ROMERO (PAP).— Señor Presidente, solicito que se suspenda por breve tiempo la sesión a fin de invitar a los señores congresistas para que participen de la sesión.

62 Es una falta de respeto a los que estamos acá, a los propios señores que han venido a hacer su descargo, que solamente nueve congresistas estemos escuchando la sesión.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Señor congresista, estamos en la etapa de escuchar los descargos. Según el Reglamento —lo sabemos y lo practicamos cada vez que hay sesión de la Comisión Permanente y del Pleno—, si hay alguna duda sobre el quórum, se hace el cómputo en el momento previo a la votación.

Los señores congresistas deciden estar o no estar aquí, escuchar por la radio, ver por televisión. Es responsabilidad de cada uno ver cómo se entera de los hechos.

Entonces, no se puede proceder en este momento a computar el quórum, señor congresista.

El señor VALDIVIA ROMERO (PAP).— No he pedido cómputo de quórum. Le he pedido que suspenda la sesión e invite a los congresistas que se encuentran en sus oficinas a que estén presentes en esta Sala.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Se convoca a los señores congresistas a concurrir a esta Sala.

No podemos suspender la sesión porque muchas personas han venido a hacer sus descargos.

Hecha la convocatoria a los señores parlamentarios, se cita a los doctores Rafael Castillo y Luis López Pérez, abogados defensores del ex presidente del Consejo de Ministros Víctor Joy Way Rojas.

Solamente ha concurrido el doctor López Torres.

Tiene la palabra, hasta por 20 minutos, el señor abogado defensor del señor Víctor Joy Way Rojas, el doctor López Pérez.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Luis López Pérez.— Señor Presidente de la Comisión Permanente, señores congresistas: La defensa del ingeniero Víctor Joy Way Rojas considera oportuno en este acto exponer sus argumentos que, en forma concreta, se orientan sobre dos aspectos claramente definidos: el procedimental y el sustantivo o de fondo.

Frente a una denuncia que se interpone, la primera exigencia que tiene que satisfacerse es que se expongan los fundamentos fácticos o argumentos de hecho; y, asimismo, se establezca la adecuada calificación jurídica.

Pero aun así, se requiere de otro requisito básico y elemental: que se haga una correcta precisión e individualización de los hechos que se atribuyen.

En ese caso específico de la Denuncia Constitucional N.° 28, lo que encontramos con certeza es una descripción conjunta de diversos hechos y, a su vez, una descripción genérica de aquellos involucrados o imputados en tales hechos. Sin embargo, no se

63 cumple con especificar en el tiempo y en el espacio cuáles son los cargos que se atribuyen a cada uno de estos denunciados, tarea que deberían haber cumplido, en su oportunidad, los integrantes de la Subcomisión investigadora.

Creemos que esta tarea, no facilitada por la denuncia, simple y llanamente ha sido recargada y no ha sido cumplida cabalmente.

Respecto al aspecto de procedimiento, encontramos la inobservancia de dos principios elementales.

El primer principio, que ya se advirtió y ya se ha sostenido en este acto, es el de igualdad, que a su vez nos manifiesta que dentro del curso de una investigación que respete el debido procedimiento, quienes integran esta Subcomisión investigadora no pueden de ninguna manera ser a la vez juez y parte; es decir, ser a la vez investigador y denunciante. Eso es inaceptable. Ninguna regla elemental puede permitir que en un estado de derecho se incumplan y se inobserven estos principios, que son elementales garantías para que una investigación esté con arreglo a derecho.

En este caso específico, el señor presidente de la Subcomisión investigadora, en su oportunidad, suscribió como parte denunciante la Denuncia Constitucional N.° 28 del año 2001. En consecuencia, no podía integrar, ni mucho menos presidir, la Subcomisión investigadora. Por lo tanto, se convirtió en juez y parte.

En este acto quiero hablar como ciudadano más que como abogado defensor, como ciudadano que tiene que estar a la expectativa de cómo funciona el Congreso de la República y observar la conducta funcional de sus integrantes, como ciudadano que ve desde fuera la labor parlamentaria. Y realmente me causa sorpresa e indignación que un poder del Estado, que un Congreso de la República esté incumpliendo estas elementales reglas de procedimiento.

La decisión que ustedes tomen en el futuro, si se convalidan estas inobservancias propias de un debido proceso o de un debido procedimiento constitucional, no solamente va a tener una respuesta nacional en el ámbito del foro, sino también una respuesta colectiva y una respuesta internacional, porque si se cierran los canales internos tendremos que recurrir a los canales externos y a los tribunales internacionales, que no van a hacer mayor esfuerzo para constatar que, evidentemente, un Congreso de la República, que tiene que respetar garantías y principios elementales en el proceso constitucional, ha quebrantado reglas y principios que no requieren mayor esfuerzo de prueba. Las cosas están claramente definidas por cuanto hay un denunciante que ha presidido esta Subcomisión Investigadora de la Denuncia Constitucional N.° 28, lo cual, evidentemente, si queremos hablar de juridicidad, es totalmente inaceptable.

No demos muestra en el exterior de que estamos obrando con arbitrariedad, de que estamos obrando con injusticia.

En ese sentido, ahí encontramos ya un vicio de procedimiento que deslegitima toda esta investigación.

64 Otro vicio de procedimiento constitucional es haberse festinado trámites. No olvidemos que el Reglamento del Congreso de la República es ley del Estado. Y el Reglamento del Congreso de la República contiene normas de orden público. Y al contener normas de orden público que establecen reglas de procedimiento, estas normas de orden público son de obligatorio cumplimiento y, por lo tanto, su inobservancia acarrea la nulidad del procedimiento.

¿Y cuál es esa regla de procedimiento que se ha incumplido? Es que, en el curso de este proceso investigatorio, no se notificó ni se actuó la diligencia de actuación de pruebas. La diligencia de actuación de pruebas resulta elemental y está claramente definida en el Reglamento del Congreso de la República; por lo tanto, esa diligencia es una regla de procedimiento de orden público y de obligatorio cumplimiento. Su inobservancia acarrea la nulidad de todo lo actuado, y más aún si una subcomisión investigadora que ha concluido con dos informes, en mayoría y en minoría, en lo que se refiere a mi defendido, pues, le está atribuyendo no solamente infracción constitucional sino la presunta comisión de diversos delitos.

En suma, señor Presidente, señores congresistas, las pruebas están claramente en el proceso investigatorio. La inobservancia de estas garantías de todo procedimiento implica no solamente la vulneración de un principio de igualdad de tratamiento, sino también la vulneración del derecho al debido proceso constitucional. Eso determina nulidad de todo lo actuado, nulidad del procedimiento.

En lo que se refiere al aspecto de fondo, se imputa a mi defendido la comisión del delito de asociación ilícita para delinquir. ¿Cuál es el argumento de hecho que contiene la denuncia constitucional? Haber suscrito dos decretos de urgencia cuando fue ministro de Estado. Concretamente, del 5 de enero de 1999 al 8 de octubre de 1999, cuando fue Ministro de Economía y Finanzas.

En este espacio temporal, mi defendido suscribió dos decretos de urgencia, el Decreto de Urgencia N.° 052-99, que autorizó la asignación de recursos para la compra de armamentos solicitados por el sector Defensa; y el Decreto de Urgencia N.° 060-99, que aprobó una operación de endeudamiento externo.

Una pequeña o breve atingencia sobre lo siguiente. Mi defendido, respecto a los decretos de urgencia y a las consecuencias que pueden haber tenido éstos, ya está siendo sometido a un proceso penal.

La causa abierta con el N.° 018-2001 comprende, dentro de sus fundamentos de hecho, la expedición también de los llamados decretos de urgencia, que en su oportunidad fueron ya investigados por la comisión presidida por el congresista Waisman y llevó a la aprobación de una acusación constitucional en contra de mi defendido, lo que significa que por estos temas él ya está siendo procesado penalmente.

En consecuencia, el Congreso de la República no puede avocarse asuntos pendientes del Poder Judicial. En ese sentido, también reclamo a este poder del Estado, a esta Comisión Permanente, que se tenga mayor cuidado al momento de individualizar las

65 investigaciones, porque vemos que se están aprobando acusaciones constitucionales sobre hechos que ya están sometidos al Poder Judicial, y eso es sumamente grave. Por ello, la exhortación y la recomendación para que haya coordinación y exista uniformidad en lo que se refiere a los temas de investigación.

Respecto de la asociación ilícita para delinquir, como ahora hemos escuchado, y es parte del informe en mayoría y es parte de este informe oral hoy, el refrendo de los decretos de urgencia no constituyen la comisión de delito alguno. Lo que tiene que analizarse son las consecuencias de la aprobación de estos instrumentos normativos.

Estos dos decretos de urgencia firmados por el ingeniero Víctor Joy Way no son sino expresión de la responsabilidad y de su obligación como ministro de Estado. El refrendó estos dos decretos de urgencia y, por lo tanto, hizo ejercicio del cumplimiento de una función pública.

En consecuencia, el haber suscrito estos decretos de urgencia no significa, de ninguna manera, indicio razonable de comisión del delito de asociación ilícita para delinquir, porque si es tomado como un indicio, surge un contraindicio, y el contraindicio que surge es que él suscribió o refrendó estos dos decretos de urgencia por ser ministro de Estado.

Por consiguiente, un indicio es eliminado por otro contraindicio y no hay argumento probatorio. Para que se configure el delito de asociación ilícita para delinquir, no solamente basta la preexistencia de una organización delictiva, sino de que a su vez tienen que existir la pertenencia a esta organización; y, en tercer lugar, la realización, la materialización de errores específicos como partes integrantes de esta asociación delictiva.

Tanto el informe en mayoría como el informe en minoría no señalan en forma concreta y puntual cuáles son esos actos, cuáles son esos comportamientos o qué rol cumplió el ingeniero Víctor Joy Way en lo que se refiere a los eventos materia de investigación. Se limita a decir, por ejemplo, que, respecto al ingeniero Joy Way, un indicio vienen a ser sus signos exteriores de riqueza.

Yo les digo que esos signos exteriores de riqueza no pueden argumentar probatoriamente un cargo de asociación ilícita para delinquir, porque esos signos exteriores de riqueza están siendo materia de investigación en el proceso penal que tiene abierto. Él tiene abierta una causa, entre otros delitos, por enriquecimiento ilícito.

Los signos exteriores de riqueza han sido tomados como indicios de un evento que está siendo sometido a investigación en estos momentos en el Poder Judicial y, por lo tanto, no puede admitirse una duplicidad de cargos respecto a un mismo hecho. Esto en materia penal se llama inobservancia del principio del non bis in idem; es decir, a nadie se le puede juzgar dos o más veces por un mismo hecho. Lo que se considera acá indicio es materia ya de conocimiento del Poder Judicial.

También se le atribuye el delito de malversación de fondos. Consideramos que resulta totalmente incompatible imputar, por un mismo hecho, malversación de fondos y peculado. Se imputa un comportamiento típico, específico, pero no se puede imputar

66 dos comportamientos típicos frente a un mismo hecho. En consecuencia, encontramos falta de seriedad y de arreglo a los presupuestos doctrinarios en ambos informes, tanto en mayoría como en minoría.

Ahora bien, respecto al cargo de malversación de fondos tenemos que afirmar que el ingeniero Víctor Joy Way, como Ministro de Economía y Finanzas, no puede incurrir en este delito si no se trata de fondos que tengan un dominio de aplicación, y ese dominio de aplicación tendría que ser el sector Economía y Finanzas, porque son los fondos que directamente administra. Si al Ministro de Economía y Finanzas le damos un ámbito más amplio, tendría que ser responsable de las malversaciones que se produjeran en Educación, en Energía y Minas, en Industria, en el INDECOPI.

Eso no es posible ni doctrinaria ni dogmáticamente. Solamente se puede malversar fondos cuando el funcionario público tiene en sí el deber de darles una aplicación directa, específica; por lo tanto, tienen que ser fondos directamente bajo su administración. No se puede hablar de una imputación en cadena.

Hoy se habla de imputación objetiva, ¿y la imputación objetiva qué significa? Significa que solamente se puede incurrir en responsabilidad penal respecto a aquellos comportamientos en los que la gente tenga relación directa con el bien jurídico que se va a ofender.

No sé si me podría dar dos minutos más, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Como en todos los casos, tiene dos minutos más, señor abogado.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Luis López Pérez.— En suma, con estos ejemplos sencillos demostramos que no se puede, entre otras razones, imputarle el delito de malversación de fondos.

Lo mismo ocurre con el delito de peculado. Para que exista peculado, tiene que existir, entre la gente y los fondos públicos, una relación funcional específica. Por lo tanto, el Ministro de Economía puede incurrir en peculado respecto a los fondos que también administra directamente, pero no a los fondos que se administran en otros sectores de la administración pública.

En cuanto al delito de sustracción u ocultación de documentos, voy a ser muy concreto, señor Presidente.

Se dice que no existió el sustrato documental de los Decretos de Urgencia Núms. 052- 99 y 060-99. Los invito únicamente a que vean la página 14 de la denuncia que presentaran los miembros de la Comisión investigadora de los delitos económicos.

En esta página 14, dice: “Decretos de Urgencia Núms. 052-99, 060-99”. ¿Existe texto? Sí. ¿Dónde está la supleción documental? Falta de seriedad también al establecer como argumento fáctico de una imputación hechos que no tienen correspondencia con lo que se dice en la propia denuncia.

67 En consecuencia, tampoco se configura el delito de sustracción de documentos.

En resumen, habiendo vicio de nulidad o nulidad de procedimiento, la defensa solicita que se archiven los cargos imputados al ingeniero Víctor Joy Way Rojas.

Muchas gracias, señor Presidente y señores congresistas.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Muchas gracias, señor abogado Luis López Pérez.

El siguiente invitado a hacer sus descargos debería ser el señor Jorge Camet Dickmann. Sin embargo, él se ha comunicado para informar que no vendría por razones de salud. Tampoco está su abogado.

Invitamos al ex ministro de Economía y Finanzas Jorge Baca Campodónico o a su abogado para que hagan uso de la palabra y ejerzan su derecho de defensa.

Tampoco se encuentran presentes.

Invitamos al ex ministro de Economía y Finanzas Efraín Goldenberg Schreiber o a su abogado, el doctor José Ossio Gargurevich.

Doctor Ossio Gargurevich, puede hacer el alegato correspondiente en los 20 minutos que se conceden a cada uno de los acusados.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Jorge Ossio Gargurevich.— Sólo para que conste en actas, mi nombre es Jorge, no José.

Señores miembros de la Comisión Permanente, se ha implicado al señor Goldenberg en acusaciones de la más alta seriedad en el informe que ha emitido la Subcomisión Investigadora de la Denuncia Constitucional N.° 28.

Todos los hechos que se alegan como de responsabilidad de mi representado se relacionan con el refrendo de cinco decretos de urgencia que se emitieron en el primer semestre de 1995, mientras mi cliente desempeñó la función de Presidente del Consejo de Ministros.

Entrando en materia, deseo pedir a la Comisión Permanente que se inhiba de continuar el procedimiento del antejuicio a mi cliente, porque no se presentan las condiciones que establece el artículo 99.° de la Constitución para ese efecto.

Como repito, todas las imputaciones que se hacen a mi cliente no son, como se ha anotado en la denuncia y como indica el informe, por su actuación como Ministro de Economía y Finanzas entre los meses de octubre de 1999 y julio de 2000. Todos los hechos que se alegan en contra de mi representado datan de su actuación como Presidente del Consejo de Ministros, función que ocupó hasta el 28 de julio de 2000.

Como se puede constatar fácilmente, la denuncia que da origen al presente procedimiento data del 26 de setiembre de 2001. En ese sentido, quiero anotar que, como ustedes saben, conforme al artículo 99.° de la Constitución, para el antejuicio

68 se establece un plazo de caducidad de cinco años contados a partir del cese de las funciones que originan el cuestionamiento. En este caso, como ya he dicho, el cuestionamiento tiene que ver exclusivamente con el refrendo por parte del señor Goldenberg de cinco decretos de urgencia, mientras se desempeñó como Presidente del Consejo de Ministros hasta el 28 de julio de 1995.

Ninguna imputación se hace en contra del señor Goldenberg por su actuación como Ministro de Economía y Finanzas entre octubre de 1999 y julio de 2000.

Si los cinco años de la caducidad del antejuicio se computan desde la segunda función pública o se computan desde la función pública realmente cuestionada, eso ya ha sido definido por la Comisión Permanente al emitir pronunciamiento con relación a la Denuncia Constitucional N.° 39, sobre el desvío de fondos al SIN.

Al votarse la conclusión 4) del informe de la subcomisión investigadora que se encargó de ese proceso, se determinó dejar en libertad a los congresistas para formular denuncia constitucional contra el ex ministro Carlos Boloña Behr respecto del período en que se desempeñó como Ministro de Economía y Finanzas al final del último gobierno de Fujimori. Pero en esa misma conclusión 4) se expresaba con absoluta claridad que el antejuicio no procedía respecto al primer período en que el señor Carlos Boloña se desempeñó como Ministro de Economía y Finanzas, entre los años 1991 y 1993, durante el primer gobierno del ex presidente Fujimori.

Continuando con ese criterio, lo que venimos a pedirles es que la Comisión Permanente, inmediatamente, sin más trámite, proceda a inhibirse y declarar el archivamiento del caso en lo que respecta a mi representado, el señor Goldenberg, puesto que ya ha pasado el período de caducidad para que proceda el antejuicio al haber transcurrido cinco años desde que cesó en las funciones públicas cuestionadas, que fueron aquellas que desempeñó como Presidente del Consejo de Ministros hasta el 28 de julio de 2000.

Ciertamente, el señor Goldenberg no tiene ningún temor, al solicitar esta inhibición, de defenderse de los cargos que se le imputan en el informe que es materia de evaluación en este momento, porque esos cargos son absolutamente infundados en lo que a él respecta. Lo que pretendemos, simplemente, es que se cumpla la Constitución y no se encause en un antejuicio a una persona a la cual no le corresponde esa vía procedimental.

Con relación a los temas de fondo, sólo para que conste en actas, vamos a efectuar algunos descargos respecto de las delirantes imputaciones que se efectúan en contra de mi representado, el señor Goldenberg, y que lo vinculan en la comisión de varios delitos de la mayor gravedad.

Como digo, los cargos que se formulan contra el señor Goldenberg tienen que ver con el refrendo por parte de éste de cinco decretos de urgencia, todos los cuales datan del primer semestre de 1995.

Dos de esos decretos de urgencia tienen que ver con transferencias de fondos al Ministerio de Defensa; otro tiene que ver con la aprobación de un mecanismo

69 temporal y excepcional de compras para el Ministerio de Defensa; y los dos decretos de urgencia restantes no tienen mayor relevancia: en un caso se trata de la regularización de una partida superhabitaria en el presupuesto del Ministerio de Defensa; en el otro, de una compensación de deudas por la provisión de gasolina entre PETROPERÚ y el Ministerio de Defensa, operación que triangula el Ministerio de Economía y Finanzas.

Con relación a los decretos de urgencia que menciono, el señor Goldenberg era consciente de los deberes que asumía cuando los suscribió. Esos deberes nacen de la Constitución e implican que un decreto de urgencia, para tener validez, deben estar refrendados por el Presidente del Consejo de Ministros.

El Presidente del Consejo de Ministros, en este caso, desempeñaba también la cartera de Relaciones Exteriores, que nada tenía que ver con ninguno de los despachos involucrados en dichas normas. No se trataba del Ministerio de Economía, que entregaba los fondos; tampoco del Ministerio de Defensa, que ejecutaba el gasto.

Con relación al deber de garante que le asiste al haber suscrito esas normas, el señor Goldenberg era perfectamente consciente de ello, como repito, y todos los requisitos de fondo y de forma para cumplir ese deber de garante fueron cumplidos.

Voy a leer, a continuación, algunos párrafos de un escrito que ya obra en autos y que expresan, a mi entender, de la mejor manera, las ideas que quiero transmitir en este momento con respecto a este tema.

En el recurso que se presentó con fecha 17 de diciembre de 2001, el señor Goldenberg anota lo siguiente:

“La dación de los decretos de urgencia que refrendé estuvo perfectamente justificada dentro de las circunstancias que se vivían en el primer semestre de 1995. No sólo resultaba necesario, sino imperioso, para los mejores intereses de la patria, dotar a las Fuerzas Armadas de los recursos y mecanismos especiales de compra que le permitieran rápidamente recuperar el poderío militar mermado por el conflicto armado del verano de ese año”.

Repito que los decretos de urgencia de los que estamos hablando datan del primer semestre de 1995; vale decir, de la etapa inmediata posterior al cese de fuego de la guerra no declarada con el Ecuador, que se produjo en marzo de 1995.

“Nada garantizaba —agrega el señor Goldenberg— que no se produjera una nueva escalada armada dentro del clima bélico de esos días.

Si retrocediera en el tiempo, considerando las circunstancias que se vivían, volvería a refrendar normas similares a las ahora objetadas, igual que cualquier peruano de buena fe lo hubiera hecho.

Por otro lado, la naturaleza secreta de esas normas resultó imprescindible dentro de las circunstancias presentes en esos momentos. Nadie en su sano juicio hubiera

70 propugnado publicarlas, pues, indudablemente, se hubiera perjudicado altos intereses de la nación.

Vale decir, la lógica de la circunstancias explica absolutamente no sólo la necesidad sino la bondad de los dispositivos que refrendé en esos momentos. Si posteriormente, cuando yo ya no era ministro, se produce alguna irregularidad en la etapa de ejecución de tales normas, ello obviamente no me puede ser imputado en forma alguna.

En cuanto a los temas de forma, debe tenerse claro que no existía otra manera para ejecutar esos actos que no fuera mediante decretos de urgencia, pues las transferencias de fondos y mecanismos excepcionales de compra que supusieron los decretos cuestionados sólo podían aprobarse mediante normas con rango de ley que, dada su urgencia y reserva, no podían tramitarse a nivel del Congreso.

El inciso 19) del artículo 118.° de la Constitución autoriza al Presidente de la República a dictar medidas extraordinarias, mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, en materia económica y financiera, cuando así lo requiera el interés nacional y con cargo de dar cuenta al Congreso.

¿Alguien puede dudar acaso que las circunstancias que se vivían en el primer semestre de 1995 eran efectivamente extraordinarias, y que lo que mejor respondía al interés nacional dentro del clima de posible escalamiento del conflicto armado que existía era justamente priorizar la pronta recuperación de nuestras fuerzas armadas, que es a lo que apuntan esos dispositivos?

En realidad, todos los requisitos de nivel formal que exige la Constitución para la expedición de decretos de urgencia fueron cumplidos en este caso, incluyendo, desde luego, la dación en cuenta al Congreso para su control posterior.

Se puede concluir, de todo lo anterior, entonces, que mi deber de garante vinculado a la expedición de las normas en referencia fue plenamente cumplido por mí dentro de las circunstancias que se vivían en la época y considerando el alcance de mis funciones y responsabilidades en el Gabinete.

Mi deber de garante, empero, no alcanza la etapa de ejecución de un decreto de urgencia como los que refrendé si es que tal etapa de ejecución de la norma es ajena al despacho que ocupa el ministro refrendante, incluyendo al Presidente del Consejo de Ministros, como claramente sucedió en este caso, pues yo ocupaba la cartera de Relaciones Exteriores, que nada tenía que ver con los ministerios que entregaban los recursos o que los gastaban.

Mi intervención en tales decretos fue sólo para cumplir un mandato constitucional y dar validez a un acto del Presidente de la República asumiendo la responsabilidad política correspondiente”.

La sensación que me queda, después de leer estos párrafos, es que, con la lectura de los hechos que efectúa la Subcomisión investigadora, el señor Goldenberg estaba entrampado.

71 Con sinceridad les digo que nadie que se respete y tenga amor por su patria hubiera dejado de hacer lo que hizo el señor Goldenberg.

Estamos hablando de decretos que datan de abril y mayo, probablemente, de 1995. El cese del fuego de la guerra no declarada con el Ecuador data de marzo de 1995.

Conociendo que se ha perdido militarmente la guerra y se debe dotar de recursos a las Fuerzas Armadas, porque podría venir otro conflicto armado con el riesgo de perder la guerra y parte de nuestro territorio, imaginemos a un presidente del Consejo de Ministros que en marzo, mayo o junio de 1995 le dijera ‘no’ al Presidente de la República o al Ministerio de Defensa o a quien lo hubiera solicitado.

Es una trampa, digo, porque con la lectura de los hechos que hace la Subcomisión investigadora se le está demandando al señor Goldenberg que haga una labor de adivino. En abril de 1995, el señor Goldenberg debía haber supuesto que no podía firmar un decreto para darle fondos al Ministerio de Defensa, porque eventualmente, tres o cuatro años más tarde, algún mal peruano los iba a mal utilizar o se los iba a apropiar. Eso no es razonable y demuestra que en el fondo el señor Goldenberg no tiene ninguna responsabilidad en los hechos que se le imputan.

Pero continuemos en este análisis.

Hay otro hecho que se dice por ahí que revelaría la participación de todos los acusados en las diversas imputaciones que se les hacen: no haberse dado cuenta al Congreso, salvo en ocho oportunidades, de 22 decretos de urgencia emitidos durante el gobierno del ex presidente Fujimori. Lo que en teoría sería que no se da cuenta de estos actos para permitir las irregularidades que se presentan posteriormente.

Pues bien, en el caso del señor Goldenberg, se dio cuenta al Congreso de todos los decretos de urgencia que él firmó, de los cinco decretos de urgencia que él firmó.

Y aprovecho acá para levantar una inexactitud que aparece en el informe en mayoría cuando se refiere al delito de ocultamiento de documentos que se imputa al señor Goldenberg.

Esa imputación se basa, según el informe en mayoría, en que el Decreto de Urgencia N.° 028 no habría sido informado al Congreso. En la página 12 de ese mismo informe de la Subcomisión investigadora en minoría se indican los ocho decretos de los que se ha dado cuenta al Congreso, y entre ellos está el Decreto de Urgencia N.° 028.

Más importante aún respecto a su no responsabilidad y a su no participación en ninguno de los hechos que son materia de la imputación —y esto quiero puntualizarlo bien, porque muchos de los que me han antecedido en el uso de la palabra han dicho, seguramente con razón, que no han tenido participación en tal o cual negociación, que no han tenido participación en tal o cual compra— es que el señor Goldenberg acaba sus funciones como Presidente del Consejo de Ministros el 28 de julio de 1995. La compra del avión presidencial, la compra de los MIG usados, la

72 compra de los Sukhoi usados, la compra de los MIG nuevos, el contrato de provisión de repuestos, la reparación, etcétera, tratan de agosto de 1995 para adelante.

Se hacen esfuerzos desesperados en el informe en minoría para pretender implicar alguna relación entre el Decreto de Urgencia N.° 028 y la compra del avión presidencial; pero el propio informe en minoría da hasta tres razones para descartar esto.

Como recuerdan, el Decreto de Urgencia N.° 028 aprueba un mecanismo temporal y excepcional de compra en favor del Ministerio de Defensa. Sin embargo, en la página 24 del informe en minoría se indica que el Decreto de Urgencia N.° 028 tiene que ver con la compra de bienes y servicios para el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas, y a continuación ese informe dice que la compra del avión presidencial no tiene nada que ver con el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas.

También se dice que el Decreto de Urgencia N.° 028 aprueba un mecanismo de compra bajo el sistema de adjudicación directa, que supone la provisión de por lo menos tres cotizaciones. Pero el propio informe en minoría agrega luego que no ha habido tal situación en la compra del avión presidencial, porque lo que ha habido es una compra directa y no una adjudicación directa.

Y tal vez lo más importante es que el propio decreto de urgencia que se dicta cuando ya no era Presidente del Consejo de Ministros el señor Goldenberg, el Decreto de Urgencia N.° 046, que dota de fondos a esa operación, aprueba, según se indica en la página 29 del informe en minoría, un procedimiento de licitación privada para esa compra.

De manera que el Decreto de Urgencia N.° 028-95, que refrenda el señor Goldenberg, nada tiene que ver con la operación de compra del avión presidencial. En consecuencia, nada hay que ate al señor Goldenberg en todos los hechos que son materia de la denuncia, desde la compra del avión presidencial para adelante.

No tenemos miedo —repito— de enfrentar todos estos cargos en el fuero que corresponda. No es ésa la razón por la cual estamos pidiendo la inhibición de la Comisión Permanente en este caso, lo estamos haciendo porque así nace de la Constitución y de la aplicación correcta del artículo 99.° de ésta.

Para finalizar, quisiera hacer algunas reflexiones, a pesar de que no soy penalista, sobre el tratamiento que se hace del tema penal con relación específica al señor Goldenberg.

La verdad de las cosas es que se imputa al señor Goldenberg el delito de asociación ilícita para delinquir —poniéndonos una mano en el pecho— por el simple hecho de haber refrendado cinco decretos de urgencia en el primer semestre de 1995. No hay otro elemento que ate al señor Goldenberg con los hechos que han sido materia de investigación ni con los cuestionamientos que se formulan en el informe investigatorio.

Con relación al delito de malversación de fondos, se dice que el señor Goldenberg tiene responsabilidad en ese delito por haber suscrito el Decreto de Urgencia N.° 020-

73 95. Dicho sea de paso, el Decreto de Urgencia N.° 020-95 fue debidamente aprobado en actas del Consejo de Ministros y fue debidamente informado al Congreso. En ese decreto se transferían fondos de la privatización al Ministerio de Defensa, y ésta es una norma de abril de 1995, en la etapa inmediata posterior al cese del fuego del conflicto con el Ecuador, que ocurrió en marzo de 1995.

Pues bien, la argumentación allí es que el Decreto Legislativo N.° 674 establece que los fondos de la privatización únicamente se pueden destinar a pacificación nacional, y se sostiene que pacificación nacional no tiene nada que ver con guerra externa.

Independientemente de que no compartamos ese argumento, en el informe no se analiza para nada...

Le suplico, Presidente, que me conceda un par de minutos adicionales.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Se le conceden los dos minutos solicitados, doctor Jorge Ossio Gargurevich.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Jorge Ossio Gargurevich.— Independientemente de que no compartamos ese argumento, en el informe no se analiza para nada el hecho de que el Decreto de Urgencia N.° 020-95 tiene fuerza de ley, conforme lo establece la Constitución, de manera que, si hubiera algún conflicto entre el Decreto de Urgencia N.° 020-95 y el Decreto Legislativo N.° 674, por ser el Decreto de Urgencia N.° 020-95 posterior, tal conflicto de normas habría sido superado. Nada se dice respecto de este tema.

Con relación al ocultamiento de documentos, hay una inexactitud, porque se sustenta ese delito en el hecho de que no se habría informado al Congreso acerca del Decreto de Urgencia N.° 028. Y también se dice que el Decreto de Urgencia N.° 039, que refrendó el señor Goldenberg, no fue aprobado en acta del Consejo de Ministros.

Efectivamente, no consta en actas la aprobación, pero eso no constituye delito alguno, como ya ha sido definido al analizar por parte del Congreso el tema de los Tucano.

Con relación al delito de colusión, se acepta que el señor Goldenberg no ha tenido participación en la gestación, negociación o ejecución de ninguno de los hechos que son cuestionados; sin embargo, se le imputa el delito de colusión. Esto es francamente absurdo.

Con relación al delito de peculado, la tesis es que, como no tiene que beneficiarse patrimonialmente el autor, el señor Goldenberg estaría dispuesto a cometer el delito de peculado para que otros roben e ir él a la cárcel. Esto tampoco resiste análisis por la forma como han sucedido los hechos, de acuerdo con lo que he indicado en la presente exposición.

Reitero que el señor Goldenberg no tiene ningún temor de defenderse, en el fuero que sea, de los cargos imputados; sin embargo, lo que el Congreso debe hacer en esta oportunidad es inhibirse del conocimiento del antejuicio con respecto al señor

74 Goldenberg porque no se han cumplido los presupuestos que establece el artículo 99.° para ese efecto.

Gracias.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Se invita al ex ministro de Justicia, el doctor Carlos Hermoza Moya, o a su abogado Jorge Pacheco.

Doctor Hermoza, ¿cuánto tiempo va a tomar de los 20 minutos que se conceda a la defensa?

El señor EX MINISTRO DE JUSTICIA, Carlos Hermoza Moya.— Quince minutos, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Luis Iberico Núñez).— Muy bien.

Que se computen 15 minutos, por favor.

El señor EX MINISTRO DE JUSTICIA, Carlos Hermoza Moya.— Señor Presidente, señores congresistas: Varios colegas que me han antecedido en el uso de la palabra han planteado con bases jurídicas la nulidad de este proceso por vicios insalvables que violan las garantías del debido proceso.

Me sumo a todos los argumentos esgrimidos por mis colegas que así lo han planteado y me permito recordar otro aspecto que abonaría esta tesis y que obligaría a la Comisión Permanente a tomar una decisión en salvaguarda de los derechos de las personas que indebidamente hemos sido comprendidas en estas denuncias. Me refiero específicamente a un hecho que es de público conocimiento.

El 17 de abril, cuando el señor Alejos presenta su informe a la Presidencia de la Comisión Permanente, hace mención de graves discrepancias surgidas con sus compañeros de la Comisión que determinaron, incluso, el apartamiento sorpresivo de dos de ellos. Esa pugna entre miembros de la Comisión, que fue una pugna pública debidamente transmitida por los medios de expresión, determinó —por boca de ellos mismos— una cosa realmente alarmante: que los informes habían sido elaborados por los asesores de la Comisión presidida por el señor Alejos. Esto, evidentemente, crea un sentimiento de inseguridad en quienes nos vemos sometidos en este momento a esta etapa procesal.

Esta situación —lo recuerdo perfectamente, porque fue dicha en el seno del Congreso— motivó que el congresista Estrada recomendara que en el reglamento respectivo se obligara a que los dictámenes sean desarrollados por los propios congresistas integrantes de la Comisión, puesto que ésta era una responsabilidad indelegable.

Si todos estos argumentos no son válidos para declarar la nulidad propuesta por mis colegas que me antecedieron en el uso de la palabra, quisiera referirme a aspectos que le quitan seriedad a los documentos conocidos como informe en mayoría e

75 informe en minoría, en razón de que son argumentos imbuidos de presunciones subjetivas de parte de quienes aparecen como sus firmantes.

Hay algo que es mucho más grave: en algunas conclusiones se llega a tergiversar la verdad de lo actuado en esta Comisión.

Me voy a referir, en primer término, a un aspecto del informe presentado por los congresistas Risco y León. Quiero que observen y tomen nota del subjetivismo de estas conclusiones.

Dice así, a fojas 181 del informe en mayoría:

“Carlos Hermoza Moya

Fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia, impuesto —impuesto— durante el inicio de la dictadura, por el cabecilla de la agrupación delictiva y luego designado como su Ministro de Justicia, que lo desempeñó desde el 10 de enero de 1996 hasta el 17 de julio de 1997. Conocía —ojo, que ésta es una afirmación que tiene que estar sostenida por pruebas y por hechos— (...), las acciones ilícitas que se desarrollaban al interior del gobierno, teniendo en cuenta, además, de su calidad de abogado y experimentado magistrado de la dictadura golpista. Según testimonios del ex ministro de Economía Jorge Camet Dickmann, el jurista Hermoza Moya conocía las acciones del ex mandatario y que inclusive sus propias declaraciones serían contradictorias”.

Esta conclusión, que es todo el cargo que existe contra mi persona para considerarme como miembro integrante de una banda, de una asociación ilícita para delinquir, está sustentada en hechos totalmente falsos.

Pues veamos. Cuando declara el señor Camet sobre el tema no hace tal afirmación, y lamentablemente los asesores, o felizmente los asesores, han puesto dentro del contenido del informe lo que dijo Camet al respecto.

Dice así: el ex ministro Camet Dickmann menciona textualmente: “Bueno, si pasaron o no pasaron, probablemente no pasaron, porque ustedes lo dicen y ustedes habrán revisado las actas; pero eso puede haber sido una decisión del Presidente de la República por ser materia de un secreto de defensa”.

No hay una imputación que corrobore lo que dice el dictamen en mayoría, de tal manera que hay una base falsa.

Pero hay algo más.

Felizmente para nosotros, a fojas 161 del dictamen en minoría, aparecen las declaraciones del señor Kamiya Teruya, quien fue secretario del Consejo de Ministros. Él dice: “Los decretos de urgencia han existido. No han sido vistos en el Consejo de Ministros porque se siguió, como les repito, el procedimiento de hacerlos. Creo que los elaboraba Economía o no sé, de repente Defensa. Los traían ya con todas las firmas del caso y simplemente los numerábamos y los devolvíamos”.

76 Luego, ¿qué dice Quinte Villegas, otro secretario del Consejo de Ministros?: “Dispositivos de esta naturaleza parece que ya los tenían conversados con el ministro ponente y el Presidente. Y ya habían conversado antes y, prácticamente, ya lo traían así, inclusive ya estaban con firmas con todo”.

De tal manera que no hay una sola prueba que sustente la conclusión del dictamen en mayoría. Y así con todo, el dictamen en mayoría, sin decir en qué forma ni cómo ni cuándo pude haberme integrado a ese grupo criminal preparado para cometer delitos...

Cuando me presenté a declarar ante la comisión solamente lo hice ante el señor Alejos y la señora León, porque el señor Risco no estaba presente. Y tan no estaba presente que parece que tampoco nadie ha leído el alegato escrito que presenté cuando fui citado por la Comisión con fecha 5 de octubre de 2001.

En este alegato escrito, en este informe escrito, yo he explicado con minuciosidad cuál fue mi actuación. Y si analizamos el tenor de la propia denuncia presentada por el señor Diez Canseco, el señor Alejos, denunciante y también presidente de la Comisión investigadora de esta misma denuncia que origina este proceso investigatorio, está el cuadro de los decretos de urgencia calificados como indebidos por no haber sido publicados, por no haber sido aprobados por el Consejo de Ministros.

Entre esos decretos de urgencia aparecen ocho que han recibido la aprobación del Consejo de Ministros.

Me refiero específicamente al Decreto de Urgencia N.° 001-96, del Ministerio de Defensa, sobre seguridad nacional, de fecha 17 de enero de 1996. Participé en el Consejo de Ministros, se dio cuenta de ese decreto al Congreso y se publicó. Así aparece en la relación elaborada por la propia Comisión denunciante.

Luego se refieren al Decreto de Urgencia N.° 020-96, del 10 de abril de 1996, y en la propia denuncia aparece, en la relación de ministros, que yo no estuve presente.

Ésos son los dos únicos decretos de urgencia que se dieron durante la época de mi gestión como Ministro de Justicia.

Entonces, no encuentro ninguna explicación lógica que responda a la valoración que se debe hacer de las pruebas para que con toda ligereza en el dictamen en mayoría se determine que he cometido el delito de asociación para delinquir. Esto es agravante, esto es lesivo al honor, a la dignidad.

Parece que los señores congresistas que han elaborado estos dictámenes o que han firmado estos dictámenes no recuerdan lo que dice el artículo 1.° de la Constitución sobre la persona humana y su dignidad como sujetos de protección especial del Estado.

Pero hay algo más. En el informe en minoría, el propio señor Alejos me excluye del delito de asociación ilícita, porque lógicamente no hay ningún elemento probatorio que me pueda ubicar o como firmante de esos decretos de urgencia que no han sido

77 publicados o como alguien que ha intervenido en una u otra forma en la comisión de actos con ilicitud penal.

Sin embargo, me acusa de otro hecho insólito: “no será usted responsable del delito de asociación para delinquir; pero es autor del delito de omisión de denuncia”.

Si hemos probado hasta la saciedad, con declaraciones de personas que han estado presentes, como Kamiya Teruya, como Villegas... Y el señor que fue Ministro de Defensa también refiere lo mismo en el sentido de que la secretaria, la señora Miriam Schenone, lo había presentado con el mismo procedimiento al que se refiere Kamiya Teruya, que ese decreto había sido elaborado sin conocimiento del Consejo de Ministros. No es nada raro.

Entonces, la otra hipótesis de imputarme responsabilidad por omisión de denuncia cae por su propio peso. El Ministro de Justicia, como integrante del Gabinete, nunca conoció la existencia de estos decretos que no fueron aprobados por el Consejo de Ministros.

No obstante, se me dice: “Pero era usted el asesor legal y ha omitido usted un deber de función al no haber denunciado los delitos cometidos”.

Al no saber de la existencia de estos decretos de urgencia secretos por no haber sido puestos en conocimiento del Consejo de Ministros, ¿qué tipo de responsabilidad podría tener?

Yo no tengo dotes de adivino. No soy descendiente de Nostradamus para poder adelantarme en el tiempo y ver los resultados de una gestión. De tal manera que todos los cargos que contienen estos dos dictámenes son total y absolutamente gratuitos.

Me parece, señores congresistas, que los autores de estos dictámenes no han tomado en consideración un aspecto importantísimo de la Constitución referido al juicio constitucional político.

El segundo párrafo del artículo 100.° de la Constitución dice: “En caso de resolución acusatoria de contenido penal...”

—Reasume la Presidencia el señor Carlos Ferrero.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Disculpe, le vamos a dar un tiempo adicional.

El señor EX MINISTRO DE JUSTICIA, Carlos Hermoza Moya.— Por favor, dos minutos para concluir.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Concedidos.

El señor EX MINISTRO DE JUSTICIA, Carlos Hermoza Moya.— “En caso de resolución acusatoria de contenido penal, el Fiscal de la Nación formula denuncia ante la Corte

78 Suprema en el plazo de cinco días. El Vocal Supremo abre la instrucción correspondiente”.

Si la sentencia es absolutoria, el acusado recupera sus derechos políticos.

Pero hay algo mucho más grave que los señores congresistas no han tomado en consideración para elaborar documentos realmente cargados de pruebas, de elementos que justifiquen la existencia de delitos que determinen la existencia real de delitos. Los términos de la denuncia fiscal y del auto apertorio no pueden exceder ni reducir los términos de la acusación del Congreso.

Señores, esto significa que tanto el Fiscal de la Nación como la Corte Suprema se encuentran con las manos atadas para poder advertir si este hecho denunciado encuadra dentro del tipo penal o no, si esto es lícito o no.

De tal manera que si se denuncia todo el catálogo de delitos, ese vocal instructor tendrá que abrir instrucción por todos los delitos denunciados y someter a personas inocentes al triste calvario de soportar un proceso penal, con el riesgo de perder su libertad.

De eso no se han dado cuenta los señores congresistas que acusan con toda ligereza sin considerar aspectos relativos a la dignidad de la persona humana.

Rechazo enérgicamente, señor Presidente y señores congresistas, ser autor de estas infracciones penales e infracciones constitucionales. He sido un fiel cumplidor de mi deber como ministro y como ciudadano.

Lamentablemente, frente a todo esto, la función pública se ha tornado en una función de alto riesgo, de tan alto riesgo como la de los señores miembros del Ejército que rescatan rehenes. Es igual.

Corremos el riesgo de cumplir una función con lealtad, con dedicación y limpieza, y tener que soportar un mandato, tal vez, de prisión.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— No sé si el señor abogado desea intervenir.

Muchas gracias.

—Asume la Presidencia el señor Jorge del Castillo Gálvez.

El señor PRESIDENTE (Jorge del Castillo Gálvez).— Es el turno del señor ex ministro del Interior general de división Juan Briones Dávila, que ha venido con su abogado, el doctor Jorge Prado.

Disponen de 20 minutos para que los distribuyan como mejor estimen conveniente.

Proceda, general Briones Dávila.

79 El señor EX MINISTRO DEL INTERIOR, Juan Briones Dávila.— Señor Presidente y señores congresistas integrantes de esta Comisión Permanente del Congreso de la República: Atendiendo a la citación formulada por su Presidencia, en esta oportunidad en que se debatirá y votará el informe de la Subcomisión Investigadora de la Denuncia Constitucional N.° 28, contra mi persona, por la presunta violación de los artículos 51.°; 109.°; 118.°, inciso 19); 125.°, inciso 2); y 128.° de la Constitución, así como por omisión, rehusamiento o retardo de funcionario público en actos de su oficio, me voy a limitar a ser reincidente en lo que expuse ante la Subcomisión, a la que solicitaba que se me absolviera de la denuncia correspondiente.

La denuncia que pesa contra mi persona se refiere al hecho de haber refrendado los Decretos de Urgencia Núms. 009-95, 020-95, 023-95, 046-95, 001-96 y 020-96.

Sin embargo, debe entenderse que la expedición de los decretos de urgencia se encuentra contemplada en el artículo 118.°, inciso 19), de la Constitución Política del Perú como facultad legislativa del Presidente de la República. Por consiguiente, esta facultad legislativa, por mandato expreso de la Carta Magna, en el artículo 125.°, inciso 2), debe ser refrendada por el Consejo de Ministros.

Los mismos denunciantes sostienen que los decretos de urgencia que se me imputa haber refrendado fueron puestos en conocimiento del Congreso de la República, y que éste los aprobó. Entonces, habría que preguntarse qué responsabilidad se me puede atribuir cuando los cuestionados decretos de urgencia fueron aprobados por el Congreso de la República. Es decir, se cumplió con las formalidades de ley.

Asimismo, señor Presidente, como usted debe saber, con respecto a la publicación de los decretos de urgencia —es otro de los cargos que se me imputa— y al trámite administrativo que se debe seguir, según el artículo 10.° de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, Decreto Legislativo N.° 560, es la Secretaría del Consejo de Ministros quien tiene a su cargo todas las responsabilidades inherentes al proceso documentario del Consejo de Ministros. Por lo tanto, como Ministro del Interior no tenía competencia alguna para su expedición.

Y por último, aparece el mismo tema de la presente denuncia: que los decretos de urgencia que refrendé como Ministro del Interior fueron requeridos por el Ministerio de Defensa y que dicho requerimiento se efectuó en una época de enfrentamiento o probable enfrentamiento bélico con el vecino país del Ecuador. Por ende, ¿habría patriota o peruano alguno que se negara a refrendar disposición alguna que fortaleciera la Defensa Nacional?

Por ello, tenga usted presente que si como Ministro del Interior refrendé dicho decreto de urgencia, fue sólo con el ánimo de cumplir mi función como Ministro del Interior, con sujeción a nuestras normas procesales. Y lo que es más, si en la ejecución del requerimiento presentado por el Ministerio de Defensa habrían aparecido irregularidades de carácter penal, esto, a la luz del Derecho, es un hecho posterior al momento en que refrendé los cuestionados decretos de urgencia, porque al momento de la firma —tenga usted presente y por seguro— se desconocía totalmente que en su ejecución aparecieran actos contrarios a su expedición.

80 Por ende, señor Presidente, en el presente caso no existe la figura de omisión de denuncia, por cuanto al momento de refrendar los decretos de urgencia como Ministro del Interior no tenía, pues, la capacidad de clarividente para prever hechos posteriores a mi intervención.

De aprobarse esta noche esta denuncia constitucional, solicito respetuosamente que se me absuelva de los cargos imputados a mi persona.

Eso es todo, señor Presidente, y agradecería que el tiempo que resta fuera empleado por mi abogado defensor.

El señor PRESIDENTE (Jorge del Castillo Gálvez).— Puede continuar el doctor Prado.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Jorge Prado.— Señor Presidente, señores congresistas: Ya mi defendido, el general Briones, ha explicado brevemente lo que se refiere a su participación en los hechos que se le imputan tanto en el informe en mayoría y como en el informe en minoría.

Pues bien, señores, todos hemos escuchado atentamente cómo ilustres colegas han sostenido algo muy importante, algo que los hombres de Derecho —como lo es usted, señor Presidente— en este momento no podemos aceptar: la violación al debido proceso.

Como hombre de Derecho, considero que una investigación se rige por reglas jurídicas. Esto no solamente lo debe conocer el hombre de Derecho sino toda persona.

Pues bien, ¿y qué es lo que dice la regla jurídica cuando se ha hecho una investigación? Lo que se está haciendo acá es una investigación veraz y, por lo tanto, tiene que respetarse la regla jurídica.

Y hay una regla jurídica que es importante: quien investiga no puede ser juez y parte en un proceso.

En este caso ha sucedido; por lo tanto, no creo que convaliden un acto jurídico nulo, como de puro derecho tiene que declararse, si no es acá, en el Poder Judicial. Porque se desprende, señores congresistas, de la Denuncia Constitucional N.° 28, que el hoy presidente de la Subcomisión, el congresista Alejos Calderón, firma la Denuncia Constitucional N.° 28 y curiosamente aparece como presidente de la Subcomisión investigadora.

Esto, señor, jamás es admitido. Tengan por seguro que si convalidan ustedes este acto procesal, habrá magistrados honestos, valientes, que jamás pasarán por alto esta irregularidad jurídica.

Ilustres colegas que me han antecedido en el uso de la palabra ya han explicado que un proceso tiene dos partes: la formal y la de fondo. Pero sería injusto remitirme al fondo de esta investigación cuando antes de llegar a este momento tendríamos que nosotros aceptar alegremente lo que ha pasado.

81 Ya ilustres colegas no solamente han señalado cuáles son los vicios procesales que se han dado aquí en esta investigación. Existe una serie de irregularidades, y espero que se tenga la valentía, por el bien del país, para declarar nula esta investigación, por cuanto se está violando el debido proceso.

Señores congresistas, hemos escuchado a mi defendido, al general Briones Dávila, que los informes en mayoría y en minoría de la Subcomisión le imputan ilícitos penales previstos y penados en los artículos 407.° y 377.° del Código Penal.

Señores congresistas, yendo al fondo y para redondear lo que ha dicho mi defendido Briones Dávila, la denuncia señala a un escritor, el doctor Frisancho. Los denunciantes o no saben leer la ley o no saben interpretarla o no la han leído bien. ¿Cómo pueden aceptar, y lo que es más, denunciar un hecho sin prueba alguna?

Ahora es conocido de que si se cometió ilícito penal en la firma de esos decretos de urgencia, no fueron al momento de firmar los decretos. No, señor. Eso ha sido en la ejecución, porque hubo coimas, hubo comisiones; porque es innegable que aceptemos, señores congresistas, que no iba haber peruano alguno que no refrendara un decreto de urgencia que es legal, por más que fuera secreto, cuando estábamos en víspera de una guerra con el Ecuador.

Pero lo que sí no se sabía y ahora sí lo sabemos —ahora es fácil decirlo— es que en ese momento nadie iba a adivinar que quienes iban a ejecutar esas compras —por ahí se menciona simplemente un peritaje en cuanto a la compra de los aviones, cuando hay tres o cuatro, pero esto no se menciona— cometerían actos ilícitos.

Ténganlo por seguro, señores congresistas, que el general Briones Dávila, cuando ocupaba la cartera de Ministro del Interior, actuó como peruano, como funcionario que quería cumplir con su función, que era refrendar esos decretos. Y si hubo ahí algunos signos de negligencia o visos o falta en la administración de los documentos —que la tienen que hacer en el Congreso—, eso no era al nivel del ministro, eso lo tenían que hacer los niveles correspondientes.

“Que no se publicó”, “que fue secreto”, eso no es cuestión del ministro. Nadie va a pensar que desde el momento en que se refrendaba ya se sabía lo que iba a suceder. Jamás podemos pensar en esa forma.

En todo caso, me remito al señor Presidente del Congreso, que era miembro del Gobierno en ese entonces. No vamos a pensar que él sabía lo que iba a suceder. No, señor, esto lo sabemos ahora.

Por ello digo que la denuncia que firma el señor presidente de la Subcomisión cuando habla de omisión de denuncia y menciona al doctor Frisancho no la ha leído bien.

Sería absurdo y le estarían haciendo un mal al país si ustedes no declaran nula esta investigación por los vicios procesales. En más de ocho meses, con todo el poder que tiene la Comisión, no existe prueba alguna.

82 Por ello, señores congresistas, invoco a su criterio humano, lógico, jurídico, que al momento de resolver no lo hagan por convicción política sino con el solo fin de hacer el bien al país; y que de puro derecho declaren la nulidad de todo esto, porque no se puede convalidar un acto que ha nacido muerto, que es nulo de puro derecho.

Eso es todo, señor.

El señor PRESIDENTE (Jorge del Castillo Gálvez).— Gracias, señor abogado.

Puede retirarse.

Es el turno de la señora ex ministra Liliana Canale Novella.

Está presente su abogado, el doctor Luis Francisco Echeandía Chiappe.

Doctor Echeandía, puede hacer uso de la palabra por el término correspondiente.

El señor ABOGADO DEFENSOR, doctor Luis Francisco Echeandía Chiappe.— Señor Presidente, señores congresistas: Estamos aquí en una coyuntura en la cual el país vive absorto, sorprendido y escandalizado por una serie de actos ilícitos que todos los días van apareciendo en los medios de comunicación, que todos los días se van descubriendo en el Congreso.

Estamos aquí porque este Congreso ha manifestado y ha hecho pública su voluntad de determinar dónde ha habido estos ilícitos. Está ejerciendo su facultad de moralizar al país y devolver a los peruanos la confianza en sus gobernantes.

Sin embargo, quiero referirme y quiero citar el informe en mayoría cuando dice lo siguiente: “Frente a la dictadura corrupta emerge, desde el otro lado de la orilla política, una conducta ética y moral que se constituye en alternativa y respuesta sobria y justa a la nación, que espera que se haga justicia sin convertir a las comisiones investigadoras en instrumento de venganza ni entablado de pasiones inferiores, porque de ser así sólo estaríamos volviendo y regresando a la dictadura con distintos personajes”.

Señor Presidente, señores congresistas, la situación de la ingeniera Liliana Canale Novella es la de cualquier profesional convocado a participar en un gobierno como ministro de industria por su experiencia profesional en comercio exterior. Ella participó en las reuniones de Consejo de Ministros en las cuales se aprobaron normas que en esos momentos se consideraron necesarias para el país; y no son las normas mismas, como lo dicen ambos informes, las que constituyen un acto delictivo, sino la ejecución de estas normas.

Yo pregunto a la Comisión Permanente, a través de la Presidencia, si la doctora Canale tenía alguna posibilidad de denunciar hechos cuyos indicios la Subcomisión investigadora ha reunido en ocho meses, y ocho meses más les ha tomado a los acusadores formular la denuncia.

83 Si cada ministro de Estado, si cada profesional peruano que asume un cargo en la administración pública tuviera que dedicarse a hacer las investigaciones de la ejecución de todos los actos en los cuales participa como miembro del gobierno, no habría gobierno, tendríamos que dedicarnos a investigar lo que hace el que está al lado de nosotros.

A mí me preocupa que el delito de la ingeniera Canale no sea haber omitido denunciar algo que no conocía sino haber formado parte de un gobierno. Y me preocupa porque cuando acudí a la Subcomisión investigadora a rendir la declaración en representación de ella, se me afirmó que el hecho de haber formado parte del Gobierno era prueba suficiente de que ella tenía que conocer los delitos.

No es posible, señores congresistas, que el hecho de formar parte de un gobierno nos haga cómplices o partícipes de delitos. No es posible que el hecho de, en algún momento, haber asumido una función en el Estado nos haga culpables por delitos que pueden haber cometido otras personas.

Yo invoco a esta Comisión Permanente a que, recogiendo lo expresamente manifestado en el informe en mayoría, se analice con cautela la participación que pudo tener la Ministra de Industria en los años 1995 y 1996 en la ejecución de unos decretos de urgencia del sector Defensa o del sector Interior, de los cuales ella no tenía conocimiento alguno; y que los hechos delictivos derivados de ellos han sido conocidos en función a investigaciones extensas, prolongadas, que han necesitado de la participación de varios miembros del Legislativo, de peritos, de testigos y declaraciones de un gran número de personas para poder determinar la posible existencia de delitos.

Tan relativa o tan poca certeza hay respecto de la responsabilidad de la señora Canale que, después de haber sido acusada por el delito de omisión de denuncia, previsto en el artículo 407.° del Código Penal, quienes suscriben el informe en mayoría varían su criterio una vez realizadas las investigaciones y sostienen que el delito de la señora Canale fue el previsto en el artículo 377.° del Código Penal, que es el delito de omisión, rehusamiento, retardo de funcionario público en actos de oficio. Son actos que no han sido identificados, es una infracción que no ha sido ni siquiera mencionada. Simplemente el informe en mayoría decide que no cometió omisión de denuncia, sino que cometió rehusamiento o retardo de funcionario, no sabemos en qué.

En cuanto al informe en minoría, señor Presidente, la exculpa del delito de omisión de denuncia en casi todos los decretos de urgencia por los cuales se le había acusado, con excepción de uno, del Decreto de Urgencia N.° 020-96, que no fue puesto en conocimiento del Congreso por el Presidente de la República, decreto de urgencia que tiene una particularidad, y es que no fue aprobado como decreto secreto. El Decreto de Urgencia N.° 020-96, que no fue puesto en conocimiento del Congreso, fue aprobado como un decreto de urgencia ordinario por el Consejo de Ministros.

Y en cuanto a la responsabilidad que quepa a los señores que integraron el Consejo de Ministros en esa época respecto de la falta de comunicación al Congreso, habría

84 que evaluar los casos en los que ni siquiera se puso en conocimiento la dación de las normas.

Lo que queda claro en esta investigación, señor Presidente, es que si hubo un grupo que se asoció para delinquir, lo hizo utilizando a otras personas que participaban de la función pública honestamente y con buena voluntad, tanto es así que en unos casos no se les informaba de la dación de normas, y en otros no se les informaba que no se cumplían las formalidades posteriores.

En el caso específico de la ingeniera Canalle, lo que hay que tener en consideración es que no tuvo forma de enterarse de los hechos, no tuvo responsabilidad alguna en la promulgación de las normas.

Finalmente, no se le puede acusar de una omisión de denuncia ni de la aprobación de unas normas que en su momento fueron consideradas como de seguridad nacional, hecho que ha quedado resaltado y ratificado hoy, señor Presidente, cuando se pidió por un momento que se desalojara la Sala porque los temas materia de investigación afectan a la seguridad nacional.

El día de hoy se pidió que se desalojara esta Sala porque los temas a los que se refieren los decretos de urgencia materia de la denuncia afectan a la seguridad nacional. Si el día de hoy estos temas pueden afectar a la seguridad nacional, cuando las normas fueron promulgadas y estábamos en medio de un conflicto bélico era imposible que algún ministro de Estado responsable hiciera pública la promulgación correspondiente.

Siendo tan escasa la imputación que se hace a la ingeniera Canalle, creo que los hechos que he expuesto son suficientes para demostrar su absoluta inocencia y pedirles que la exculpen de cualquier acusación que pueda formular esta Comisión Permanente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Jorge del Castillo Gálvez).— Es el turno del señor ex ministro de Energía y Minas ingeniero Daniel Hokama Tokashiki y de sus asesores legales.

El señor EX MINISTRO DE ENERGÍA Y MINAS, Daniel Hokama Tokashiki.— Buenas noches, señor Presidente y señores congresistas.

En primer lugar, señor Presidente, si usted me lo permite, para beneficio de todos quiero entregar a los miembros de la Comisión Permanente unos documentos que me van a ayudar a recortar el tiempo de mi exposición.

Agradecería, por favor, que los reciba.

El señor PRESIDENTE (Jorge del Castillo Gálvez).— Cómo no.

Recíbase para su distribución.

85 Puede continuar, señor Daniel Hokama.

El señor EX MINISTRO DE ENERGÍA Y MINAS, Daniel Hokama Tokashiki.— Señor Presidente, la Denuncia Constitucional N.° 28, de setiembre del año 2001, me acusa presuntamente por violar, en la parte constitucional, los artículos 51.°, 109.° y 118.°, inciso 19), de la Constitución. El primero de ellos es por no publicar las normas; y el segundo, por no dar cuenta oportunamente al Congreso.

En el período 1995-2000 se emitieron 22 decretos de urgencia secretos, de los cuales seis fueron aprobados en Consejo de Ministros y ocho fueron remitidos al Congreso.

El suscrito, señor Presidente, participó en las sesiones de Consejo de Ministros del 8 de marzo de 1995 y del 20 de abril de 1995. Y quiero subrayar acá que participé en dos consejos de ministros de marzo y abril de 1995, en los cuales se aprobaron los tres primeros decretos secretos de la serie de 22. Me estoy refiriendo a los decretos de urgencia Núms. 009-95, 020-95 y 023-95.

Estos tres decretos de urgencia, tal como consta en la denuncia original de setiembre de 2001 y en los informes en mayoría y en minoría, fueron enviados al Congreso para su control político y constitucional; y tuvieron acuerdo de Consejo de Ministros, tal como consta en las respectivas actas del Consejo.

Es decir, señor Presidente —y aquí hago mi primer descargo—, no entiendo por qué se persiste en denunciarme por haber violado el inciso 19) del artículo 118.° de la Constitución cuando los tres informes (el informe de setiembre del año pasado, el informe en mayoría y el informe en minoría) aceptan que los tres decretos de urgencia que contaron con mi voto aprobatorio fueron enviados al Congreso. Yo quisiera pedir una explicación de por qué se persiste en acusarme de infracción, de haber violado este artículo de la Constitución.

Asimismo, señor Presidente, con respecto a la no publicidad de las normas, la Denuncia Constitucional N.° 28 describe en su texto la situación que se vivía en marzo y abril de 1995, y no es necesario leer la denuncia sino solamente situarse en esos momentos: marzo y abril de 1995.

¿Qué dice la denuncia, señor Presidente? Que los momentos más álgidos del conflicto con el Ecuador suceden entre enero y marzo de 1995; que a pesar de que el alto al fuego se produce a mediados del mes de marzo, la desmovilización de las tropas ecuatorianas recién empieza en octubre y termina en febrero de 1996. Es decir, tuvimos al enemigo dentro del territorio peruano por más de un año.

Asimismo, señor Presidente, la misma denuncia dice que el Ecuador tenía la tecnología electrónica suficiente para derribarnos —como nos derribó— nueve aeronaves peruanas y nosotros no pudimos derribar ninguna.

Entonces, señor Presidente, entre marzo y abril de 1995, cuando yo participo de estos consejos de ministros para aprobar estos tres primeros decretos de urgencia secretos, ¿existía acaso falsa motivación para aprobar estos decretos de urgencia?

86 Ante esta situación, señor Presidente, ¿no era totalmente válido aplicar el inciso 15) del artículo 118.°, que permite al Presidente de la República adoptar las medidas necesarias para proteger al país, la integridad del territorio y la soberanía nacional? ¿Acaso no existen antecedentes de normas secretas expedidas al amparo de conflictos parecidos en gobiernos anteriores como el del señor Belaúnde y el señor Alan García Pérez?

El carácter secreto de estas normas aprobadas en los consejos de ministros en los que participé, en marzo y abril de 1995, eran, pues, totalmente indiscutibles, señor Presidente.

La utilización de normas secretas aún continúa, señor Presidente. Si no, remitámonos al 11 de junio de 2001.

El 11 de junio de 2001, el Congreso del Gobierno de Transición aprueba la Ley N.° 27479, que crea el Servicio de Inteligencia Nacional y señala, en su primera disposición transitoria, que el Reglamento de Organización y Funciones va a ser aprobado mediante un decreto supremo secreto.

Mi pregunta es, ¿por qué la entidad sucesora de este siniestro y tenebroso SIN cuenta hoy con un reglamento de organización y funciones secreto? ¿Cuál es el artículo de la Constitución que sí le permite al Congreso autorizar el uso de una norma secreta?

Y también debo referirme a otro caso más reciente.

En octubre del año pasado, los ministros de Defensa y de la Presidencia de este Gobierno aprueban el Decreto Supremo N.° 048-DE, que no fue publicado en su oportunidad ni tuvo el previo acuerdo del Consejo de Ministros. Ese decreto permitió, en su momento, la venta de los aviones Tucano y posibilitó, en el mismo mes de octubre del año 2001, que se firmaran los contratos de venta y los contratos de reparación y mantenimiento de estas mismas aeronaves.

Señor Presidente, ¿cómo la Subcomisión puede imputarme infracción constitucional por la no publicación de normas secretas si aún hoy esta costumbre continúa? ¿Cómo el Congreso ha podido autorizar una norma secreta para aprobar el Reglamento de Organización y Funciones del SINA?

Los ministros de la Presidencia y de Defensa de este Gobierno refrendan un decreto supremo que no es publicado en su oportunidad, sin contar con la previa aprobación del Consejo de Ministros, y son exonerados de responsabilidad.

Entonces, ¿con qué argumento pretenden acusarme si no refrendé ninguno de los tres decretos de urgencia por los que se me pretende acusar?

Además, estos tres decretos de urgencia sí contaron con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros. Más aún, no permanecieron en el ocultamiento, puesto que fueron enviados al Congreso para el control y la fiscalización constitucional correspondientes.

87 Me voy a referir ahora al informe final en mayoría, señor Presidente.

Para exagerar, el informe final en mayoría no solamente me acusa de haber violado los artículos 51.° y 109.° de la Constitución Política, por la no publicación de la norma; y el inciso 19) del artículo 118.° de la Carta Magna, por no enviar los decretos de urgencia al Congreso —en ambos casos, acusaciones falsas—, sino que además me imputa haber violado los artículos 125.°, inciso 2), y 126.° de la Constitución, pues dice que esos decretos de urgencia de los que yo participé no contaron con el acuerdo del Consejo de Ministros.

Señor Presidente, esto a mí me extraña, porque es un cargo totalmente nuevo.

Está totalmente demostrado en la denuncia constitucional de setiembre del año pasado, en el informe en mayoría y en el informe en minoría que los tres decretos de urgencia que yo aprobé en Consejo de Ministros sí fueron aprobados en Consejo de Ministros. Esta acusación es totalmente gratuita.

Señor Presidente, en lo que respecta al delito de omisión de denuncia, que también incluye la Denuncia Constitucional N.° 28, se dice que omití denunciar hechos delictivos cometidos al amparo de los Decretos de Urgencia Núms. 009, 020 y 023 del año 1995. Ése es el cargo original. Sin prueba e indicio razonable alguno, me imputan este delito. ¿Cómo podía yo conocer en ese momento, en marzo y abril de 1995, de los delitos que están siendo investigados?

Y el informe en minoría, señor Presidente, se refiere a que he omitido denunciar presuntos delitos cometidos al amparo de los Decretos de Urgencia Núms. 032-98 y 038-98, que, como lo demuestran las pruebas, no fue refrendado por mí ni contaron con el acuerdo del Consejo de Ministros.

Por lo tanto, si yo no tenía conocimiento de la existencia de estos decretos de urgencia secretos, ¿qué podía denunciar yo? Este cargo, además, es totalmente novedoso, y mis descargos, tanto orales como escritos, nunca se han referido a eso. Ni los denunciantes ni la Subcomisión investigadora me han hecho requerimiento alguno sobre este tema.

Por lo tanto, considero totalmente injusto que hoy se me impute infracción sobre estos decretos de urgencia Núms. 032-98 y 038-98, porque eso es una flagrante violación de mi derecho de defensa.

¿Cómo explicar esta tremenda inconsistencia que lesiona mi derecho, señor Presidente?

Muy simple. La denuncia original emplazó a los ex ministros Briones, Canale, Tudela y al suscrito por su intervención en la aprobación de los decretos de urgencia secretos expedidos, de los cuales yo solamente participé en tres. Sin embargo, el informe en minoría termina acusando a los ex ministros Briones, Tudela y Canale por omisión de denuncia de actos delictivos cometidos al amparo sólo del Decreto de Urgencia N.° 020-96, que fue el único que, con el acuerdo del Consejo de Ministros, no fue enviado al Congreso.

88 Como quiera que el suscrito no estaba en el Gobierno cuando se aprueba este decreto de urgencia, se ha buscado una razón diferente para hacerme la misma denuncia y se me imputa, en esta ocasión, la omisión de denuncia de delitos cometidos con los decretos de urgencia Núms. 032-98 y 038-98, a pesar de que tanto el informe en mayoría como el informe en minoría dicen que no refrendé ninguno de dichos decretos de urgencia, que nunca fueron sometidos a la aprobación del Consejo de Ministros.

Es decir, se me acusa de un delito por un hecho concreto sin prueba ni indicio alguno; y luego de que hago mi defensa, durante las investigaciones, la Subcomisión concluye exculpándome de dicho delito. Sin embargo, el informe hace un cargo totalmente diferente.

Es como ser juzgado por un determinado delito, defenderme, ser absuelto del cargo y terminar acusado del mismo delito por un hecho totalmente diferente sin que la Subcomisión se haya referido a él durante los más de siete meses que duraron las investigaciones.

Señor Presidente, quiero terminar diciendo que no existe razón alguna para imputarme violación de los artículos 51.° y 109.° de la Constitución Política por la no publicación de los decretos de urgencia que contaron con mi aprobación; que no existe argumento para imputarme violación del inciso 19) del artículo 118.° de la Constitución; y que tampoco existe argumento válido para acusarme por delito de omisión de denuncia tipificado, ya sea por el artículo 407.° ó el artículo 377.° de la Constitución.

Muchas gracias, señor Presidente.

—Reasume la Presidencia el señor Carlos Ferrero.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Señores congresistas, se deja constancia de que, conforme al documento que se ha distribuido, el ex ministro Francisco Tudela ha remitido una nota expresando sus puntos de vista con relación a las acusaciones constitucionales.

Nosotros estimamos que el sentido de las sesiones de la Comisión Permanente para sustentar y discutir las acusaciones constitucionales es que se presente personalmente el acusado para ejercer su defensa; o, en su defecto, que se presente su abogado. Quedará constancia de eso en el expediente.

Además, hay que señalar que el Reglamento del Congreso no prevé este tipo de defensa.

Habiendo escuchado durante casi seis horas tanto la sustentación de los informes como la defensa de los acusados, sugiero que nos tomemos un tiempo para analizar la experiencia y la documentación entregada, de modo que el debate lo podamos iniciar en una próxima sesión para proceder, cuando así sea necesario, a la votación correspondiente.

89 Si no hay inconveniente, podríamos continuar en una próxima sesión.

Tiene la palabra el congresista Mauricio Mulder.

El señor MULDER BEDOYA (PAP).— Señor Presidente, yo iba a sugerir exactamente lo mismo. Pero he pedido el uso de la palabra no para duplicar lo que usted está sugiriendo, sino para hacer una invocación.

En esta sesión ha habido momentos en que hemos estado presentes tres congresistas. Eso no debería volver a ocurrir. Yo sé que el quórum se mide al comienzo y al final, pero no es posible que haya gente que venga a presentar sus descargos y que nadie los escuche, porque no es serio después votar sobre temas que son de fondo y que implican responsabilidades penales y constitucionales.

La invocación es que en la próxima sesión los colegas congresistas tengamos todos — me incluyo— el celo de estar el mayor tiempo posible para poder participar en el debate de una denuncia que es extremadamente complicada y que, además, tiene dictámenes en mayoría y en minoría. Es más, el dictamen en minoría contiene reservas sobre el mismo dictamen y tiene que ver con múltiples personas sobre diversos delitos.

No todos están acusados de los mismos delitos. Algunos son acusados de delitos que posiblemente ya prescribieron. También hay recomendaciones de responsabilidad penal y recomendaciones de responsabilidad política.

Las discusiones van a ser bastante complicadas y difíciles, por lo que esta denuncia merece, de parte nuestra, una dedicación muy especial.

Entonces, me pronuncio en el sentido de aprobar la sugerencia que usted está planteando, pero no quería dejar de expresar esta invocación, en la medida que se trata de una acusación bastante seria y bastante complicada que ha merecido, por parte de los que hemos estado aquí presentes, discusiones, durante toda la tarde, de diversos aspectos que hemos encontrado.

La verdad es que, después de haber escuchado durante seis horas las distintas posiciones, la confusión se mantiene. En consecuencia, es importante que procedamos a una discusión ad hoc y bien elaborada la próxima semana.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Tiene la palabra el congresista Carlos Almerí.

El señor ALMERÍ VERAMENDI (PP).— Presidente, a modo de aclaración, tengo una solicitud.

Hoy se iba a votar la Denuncia Constitucional N.° 52, contra el señor Jorge Camet, que quedara pendiente a solicitud del señor Jorge del Castillo. Veo que no se va a poder votar.

90 Pido que se acuerde ahora y quede constancia de que ese debate y la votación correspondiente se hagan también en la próxima sesión.

Eso es todo.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Es evidente que hemos tenido una asistencia baja hoy. También es verdad que algunos congresistas han seguido el debate, como lo dijo el vicepresidente Iberico, en los monitores que tienen en sus comisiones y en sus despachos. Pero claro que eso no es suficiente ni es lo ideal.

Quiero asegurar, eso sí, que ustedes van a poder recibir la transcripción de este debate antes de la próxima sesión. De modo que todos aquellos que no han estado presentes en la totalidad de la sesión podrán tener el texto expreso y detallado de las intervenciones, particularmente de los señores que han venido a ejercer su defensa.

Tiene la palabra el congresista Walter Alejos.

El señor ALEJOS CALDERÓN (PP).— Sólo deseo hacerle una aclaración al congresista Mauricio Mulder.

No es que yo haya presentado reservas sobre mi propio dictamen. Lo que pasa es que luego del documento original se ha presentado un documento con una mayor precisión, porque ya aparecieron dos dictámenes, uno en mayoría y otro en minoría.

El señor PRESIDENTE (Carlos Ferrero).— Muchas gracias.

Se levanta la sesión.

—A las 20 horas y 56 minutos, se levanta la sesión.

Por la redacción:

FERNANDO CASADO CALDERÓN

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