Manual del Parlamento

109. Naturaleza de la investidura

¿Qué es la investidura? La investidura es a la vez una facultad del parlamento y un acto parlamentario. Como facultad es el reconocimiento de la capacidad y competencia constitucional que tiene el parlamento para participar en el proceso de formar y controlar al gobierno. Como acto es a la vez, el procedimiento, la decisión y el documento a través de los cuales, y en los cuales, queda constancia del trámite y del sentido en el que se ejercita la facultad de investir.

Por la investidura la asamblea compromete su apoyo a un gabinete, a base de la confianza que ella le otorga para que ejecute un programa político durante su mandato. Su fin es fundar el gobierno con la confianza del parlamento. El voto de confianza del Congreso divide a la asamblea en mayoría y oposición. No es un simple acto sin correlación con las medidas que en el futuro se irán implementando y llevando a cabo. Es el endose de confianza por los programas y acciones que se derivarán de la política y medidas expuestas en el parlamento. La expresión de confianza avala la conducción de la política del gobierno, la que no la otorga discrepa de ella.

La investidura es un voto de confianza sobre una gestión ministerial que comienza ¿Cómo es el procedimiento? El procedimiento propiamente dicho se inicia con la comunicación que realiza el Presidente del Consejo de Ministros, solicitando se le indique fecha y hora para su presentación, luego de haber recibido el encargo, de haber sido designado como tal, y de haber juramentado el cargo ante el Presidente de la República. La solicitud es tramitada en el Congreso y, respetando el plazo de 30 días naturales que establece el Artículo 32 del Reglamento, se acuerda su presentación antes del vencimiento de dicho término.

El acto de la investidura propiamente dicho, luego de los actos que con carácter preliminar se indican, el procedimiento de la investidura sigue el curso cuyo gráfico se presenta a continuación, el mismo que comprende seis etapas. La primera es la concurrencia del gabinete dentro del plazo establecido en la Constitución; la segunda es la exposición de la política general del gobierno a cargo del Presidente del Consejo de Ministros; la tercera es el debate plural entre las diversas agrupaciones parlamentarias y los miembros del gabinete; la cuarta es el planteamiento de la cuestión de confianza por el Presidente del Consejo de Ministros; la quinta es la presentación de la moción en la que se establece el otorgamiento o rechazo de la investidura; y la sexta el debate y votación de la moción en la que se propone el acuerdo respecto de la confianza solicitada. La votación establece y resuelve si la investidura se otorga o no.

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Procedimiento de investidura

Debate y Concurrencia votación de del Gabinete la con anza

Exposición Presentación de la de la política moción general

Planteamiento Debate plural de la cuestión de con anza 2

Como se señaló previamente, el gabinete se presenta ante el Congreso dentro de los 30 días naturales de haber asumido sus funciones. Si el Congreso estuviera de receso en el período entre una legislatura ordinaria y otra, la Constitución señala que el Presidente de la República tiene la obligación de convocar a legislatura extraordinaria.

Presente en el Congreso el gabinete, es invitado a pasar al hemiciclo. El presidente del gabinete toma la palabra y expone por el tiempo que fuera necesario la política general del gobierno y las medidas que requiera su gestión. Al concluir su exposición solicita para la política general expuesta la confianza del parlamento. En seguida intervienen los voceros de los grupos parlamentarios para fijar sus respectivas posiciones sobre la política expuesta, y para alcanzar alternativas o cuestionamientos al gabinete.

Concluidas las intervenciones de los voceros, interviene nuevamente el presidente del gabinete o los ministros a los que éste les delegue la posibilidad de hacerlo. Al finalizar las exposiciones, se retira el gabinete. En seguida, lo usual ylo parlamentariamente correcto sería la presentación, lectura, debate y votación sobre la moción correspondiente de otorgamiento de confianza o a su negación. Sin embargo, la tradición se quiebra con el inicio de la vigencia de la Constitución de 1993, porque no más se requiere de un documento parlamentario en que conste la posición y motivación de la confianza parlamentaria, o contrariamente su ausencia.

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La generación de representantes a cargo de la gestión parlamentaria desde 1995, en efecto, obvia los clásicos pasos procesales y suprime la regla general de que la confianza ministerial debe constar en un texto escrito (la moción) en el que se exprese formalmente la posición y razones básicas de quienes la otorgan, o que la omiten o deniegan. En lo sucesivo la práctica ha consistido en votar la cuestión planteada por el gabinete. No se distingue entre la confianza solicitada, y el acto de valoración y merituamiento parlamentario de la solicitud. Se reconoce titularidad suficiente al gabinete para promover la confianza, sin que preceda la confianza previa consideración o motivación que determinan a quienes se la solicita que la presten o declinen el otorgamiento. El proceso se acelera sumaria y súbitamente. En nombre de la prontitud se expide la decisión. Debe presumirse que la confianza se da sin la explicitación de la causa que la genera, que la rehúsa. No es más un acto razonado sino uno conferido a la sola voluntad de quien la pide. Por eso cabe afirmar que la investidura consiste ahora en un proceso decisivo antes que reflexivo.

Es cierto que la Constitución no señala cómo se consulta la confianza inherente a la investidura. Tampoco el Reglamento del Congreso adopta previsión expresa sobre el proceso de debate y consulta. En ausencia de norma el parlamento se rige por hábitos y costumbres consuetudinarias en las que se ha probado exitosamente el trámite de las más delicadas y hasta explosivas cuestiones políticas. Negar el consejo de la práctica que se transmite en las tradiciones parlamentarias, por esta razón, puede tener carácter temerario.

No se trata de exhumar viejas y dudosas rutinas, sino de ponderar la consecuencia del apartamiento de sanas pautas de procesamiento de las cuestiones de magnitud estatal que llegan para decisión de la representación de la nación. La desatención y minimización de métodos probados durante reiterados y sucesivos casos, difíciles, complejos y controversiales, debe explicarse con más razones que el desdén o la súbita urgencia de decidir sin pausa cuestiones pendientes. Negar la experiencia que la historia mantiene en la memoria de los pueblos y las instituciones puede ser más una reacción precipitada o intemperante, o consecuencia del humor maníaco o histérico de un representante, que ejemplo de la conducta de quienes como estadistas debieran lideran los procesos políticos en la república.

Es recomendable el retorno de la práctica regular. La confianza debe documentarse. Es parte del acuerdo o del pacto entre el gobierno y el parlamento. La declaración de confianza parlamentaria es un acto solemne entre dos agentes estatales, el gobierno y la representación nacional. El gobierno recibe el poder de la representación para dirigir el país con su asentimiento. Pero la asertividad parlamentaria con el gabinete se expresa en términos respecto de los cuales el desempeño del gobierno es exigible. La moción incluye los términos de la confianza y respecto de ellos es que luego el gobierno debe rendir cuenta.

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Está pues en la naturaleza de la investidura que la concesión de confianza no es un derecho temer desconocerse, ni un acto rutinario que corresponda mecánicamente procesar al Congreso, sino consecuencia de un proceso de persuasión y de convencimiento. No uno de imposición ni de arrebato. La confianza se conquista y se merece, no se impone, no se expulsa ni se arrancha por ni a quien debe prestarla de buena fe y en base al sustento y a la razón. Es por esa razón que el respeto a la institución parlamentaria se ha canalizado a través de un protocolo con el que se cuida la naturaleza fiduciaria de esta institución. En consecuencia con la calidad del acto político del que trata, ha ocurrido que el procesamiento de la confianza pasa por una sucesión de actos mediante los cuales se elabora y se diseñan las bases de la relación no entre dos cómplices sino entre los quizá dos más importantes actores estatales.

La trivialidad con la que se procesa la investidura, obviando el significado y trascendencia que el parlamento exige en aspectos específicos de la presentación del gabinete que solicita la aprobación de la autoridad políticamente representativa de la sociedad, es un síntoma de la pobreza que los símbolos políticos tienen en un parlamento con hábitos cada vez más pragmáticos. Cuando los procesos se desarrollan con la lógica del consumismo los signos se pierden. Las instituciones del universo político eclipsan en una vida parlamentaria nacional corroída por la pérdida del sentido y la fractura de la identidad representativa. Los representantes no alcanzan a concebir en qué forma la adopción de actitudes mecánicas descuidan, carcomen, corroen y traicionan el cimiento ético y vivencial sobre el que se construye el ejercicio y control del poder político.

Es la moción que motiva la resolución de otorgar o rehusar confianza al gabinete en la que se especifica porqué o sobre la base de qué entendimiento la otorga. La moción fija los términos que debe honrar el gabinete mientras tiene bajo su cargo la conducción de las políticas públicas que se exponen como parte del programa de gobierno que sustentan ante el Congreso. El texto de esa moción fija también la obligación del Congreso para colaborar en el éxito de ese programa, tanto como en el control y escrutinio de su desarrollo. Porque el gobierno se responsabiliza, y el parlamento se compromete, las partes cuentan con un esquema que permite exigir cuentas y descargar faltas. Esa es la finalidad y la utilidad del procedimiento parlamentariamente observado. El olvido del que es objeto durante los más de quince años en que se impuso el modelo ligero de procesamiento de la confianza causa que el parlamento se vea también privado de la fuente según la cual puede demandarse conductas políticas concretas según un patrón objetivo y preestablecido.

Dado que no existe plazo perentorio para que la confianza se otorgue, aunque sí lo hay para que el gabinete concurra al parlamento a solicitarla, no existe

415 Manual del Parlamento impedimento reglamentario ni constitucional para que la investidura quede sin otorgar. Si bien el ejercicio del gabinete mientras dura la indefinición parlamentaria no es una cuestión deseable ni políticamente saludable, no es menos cierto que dada la naturaleza condicional del tipo de investidura que rige en el Perú, el ejercicio puede continuar bajo la condición resolutoria de que si el parlamento se avoca a la confianza suspendida ésta puede concluir en cuanto el parlamento decida resolverla. Lo políticamente inconveniente de una situación semejante es el estado de indefinición política sobre el gobierno, considerando que el gabinete en funciones ni tiene la confianza del Congreso, ni puede decirse que no la tenga. Si es la mayoría la que decide no decidir sobre la confianza, esa decisión no importa el otorgamiento, ni tampoco el rehusamiento.

El efecto generado es indefinible, puesto que aún cuando el gabinete no cuente con la confianza del parlamento, sigue en funciones. La abstención parlamentaria prefiere no resolver la condición a la que la Constitución sujeta el ejercicio de funciones del gobierno, y la indecisión no tiene el poder de disolver el nombramiento válido y bien hecho por uno de los titulares de la designación del gabinete. Y a la vez la abstención, a pesar de generar un efecto permisivo que no alcanza a la claridad y a una expresión positiva e indudable de confianza, no puede generar los efectos del rehusamiento, porque tampoco esa ha sido la declaración aprobada por el Congreso mediante el triunfo mayoritario de los votos en contra.

Es cierto que las condiciones resolutorias son una modalidad sujeta a plazo, pero no menos cierto es que ni la Constitución ni el Reglamento señalan el plazo para la conclusión de la indefinición. El Reglamento sí dice que la cuestión de confianza debe votarse en la misma o en posterior sesión, pero no prevé la situación que se produce cuando por falta de votos suficientes a favor o en contra el parlamento prefiere y opta por abstenerse de pronunciarse.

Por lo tanto se trata de situaciones análogas cuando, por demora en el plazo para consultar la investidura parlamentaria; cuando consultada la investidura el número de abstenciones es superior al número de votos a favor o en contra; o igualmente si el número de abstenciones ocasiona empate con la suma total de votos a favor y en contra (o incluso con el número de votos de la opción entre votos a favor o en contra). En cualquiera de estos supuestos no cabe entender que el Congreso ha resuelto aprobar la investidura, y en consecuencia que la verificación de la condición resolutoria ha generado la disolución de la designación realizada por el Presidente de la República.

Circunstancias como las mencionadas se asemejan a los votos híbridos que solían presentarse durante la vigencia de la Constitución de 1933, cuando la mayoría

416 Los procedimientos de control de la coalición apro-odriísta aprobaba votos de expectativa, que mantenían la incertidumbre respecto del perfeccionamiento del título del gabinete para hacerse cargo y para que sus actos tengan efectos jurídicos plenos. La intolerancia con situaciones de incertidumbre es consecuencia con la mentalidad rígida del pensamiento jurídico. La incertidumbre, en efecto, mella el principio de seguridad jurídica que permite la estabilidad y la gobernabilidad política en el país. Corresponde a la naturaleza de las comunidades políticas que la ambigüedad quede excluida de su espectro.

Para eliminar los riesgos o peligros que repelen al pensamiento jurídico la herramienta socorrida son las presunciones. Ante la inacción o la omisión dentro de un plazo determinado el silencio o indefinición del actor es dotada de un contenido presunto. Puede optarse por un contenido positivo, o por un contenido negativo. La inacción u omisión pueden significar que luego de un plazo determinado en el que no se disuelve el silencio parlamentario equivalen al otorgamiento (silencio positivo), o al rehusamiento (silencio negativo) de la confianza.

El silencio positivo es favorable al gobierno, porque dejar pasar el plazo le favorece en la consolidación de su titularidad a cargo del gabinete. El sentido negativo es contrario al gobierno, que debe agenciarse de los medios persuasivos necesarios para que la confianza se otorgue. El silencio positivo fortalece el poder del gobierno, y el silencio negativo lo debilita. De modo que optar por el silencio positivo acentuaría el carácter presidencial del régimen, en tanto que preferir el silencio negativo acentuaría el carácter parlamentario del mismo.

Puede advertirse que el carácter impropio del voto de investidura, como llama algún autor a esta institución adoptada por la Constitución de 1993, no es una institución anodina, porque del modo en el que ella se aplique y ponga en práctica puede afectarse el tipo de régimen político peruano. No existe obstáculo para que prime una voluntad abstencionista, puesto que el Reglamento del Congreso la reconoce como una facultad a los congresistas. Pero dadas las consecuencias que una situación abstencionista ocasiona en la estabilidad y gobernabilidad política, no menos que respecto de la inseguridad jurídica, es una consecuencia que sería aconsejable que tratara de evitarse.

En caso que puesta al voto la moción con que se otorga la confianza ésta lograra un número de votos en contra mayor que los votos a favor o las abstenciones el resultado constituye una negación de confianza. La no confianza equivale a la crisis del gabinete. Todos los ministros deben renunciar. Para aprobarla tampoco se necesita mayorías calificadas.

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110. Objeto de la confianza y voto de investidura

¿Sobre qué se expresa la confianza del Congreso en la investidura? ¿Se otorga la confianza sobre la política general expuesta, o es, también, un pronunciamiento sobre las personas de quienes integran el gabinete?

Cuando el Presidente de la República escoge y designa al Presidente del Consejo de Ministros, no conoce con precisión qué tipo de política general es viable dirigir en el país. Puede haber presentado al electorado un plan de gobierno durante la campaña electoral. Si así lo hubiera hecho, aquél será la base sobre la cual se diseñarán las políticas sectoriales más importantes y la propia política general del gobierno, no menos que uno de los criterios con los que el Presidente de la República gestionará su staff de ministros y otros altos funcionarios públicos.

Escogido el Presidente del Consejo de Ministros, se llevan a cabo las tratativas entre uno y otro para conformar el resto del gabinete. El Presidente de la República puede sugerir al Presidente del Consejo de Ministros que le proponga algunos nombres, y el Presidente del Consejo de Ministros hará uso de su criterio personal para proponer otros con el fin de conseguir un gabinete confiable. Sin embargo ¿puede el parlamento, debe el parlamento, pronunciarse respecto de los miembros del gabinete que pide confianza?

La Constitución es clara al señalar que la concurrencia del gabinete es para exponer la política del gobierno y las medidas que requiere su gestión. Tanto el primer gabinete como los que lo sucedan, todos, deben marchar al Congreso a conseguir la confianza sobre la política general del gobierno. Y el voto de confianza o el de la falta de ella, son consultados sobre la política general.

Es necesario tener presente, ello no obstante, la naturaleza bicéfala del ejecutivo. Aun cuando es el Presidente de la República quien dirige la política general del gobierno, son los presidentes de los sucesivos consejos de ministros quienes concurren al parlamento para exponer la política general dirigida por el Presidente de la República y para solicitar la confianza del parlamento sobre ella.

No debe pasar desapercibido, en efecto, que es el Presidente de la República quien da unidad a las distintas administraciones. Lo común a todos ellas es que el jefe de gobierno es el Presidente de la República, en cuyo nombre concurren a exponerla.

Sin embargo, y de otro lado, no es menos cierto que el parlamento podría cuestionar y revisar la moralidad o trayectoria democrática de un Ministro, o hasta de los integrantes de todo un gabinete. Se trata de un elemento no sólo indispensable

418 Los procedimientos de control para recibir la confianza del parlamento, sino que, llegado el caso, es esencial que la confianza sea expresada sobre la política general del gobierno tanto como sobre la persona e idoneidad político-moral del Consejo de Ministros.

En suma, incluso, por el contrario, podría ser que la propia política general del gobierno pudiera pasar a un segundo plano, cuando es mucho lo que la identidad de los miembros de un gabinete no despierta la confiabilidad del parlamento. Quienes son escogidos son una señal frente a la cual el parlamento es sensible. Indica, en casos, los énfasis de política que cada ministro puede potencialmente dar al gabinete, según la trayectoria profesional recorrida o la militancia que profese.

Las declaraciones programáticas contenidas en la política general del gobierno, son sólo uno de los aspectos que considerará y sobre el que se pronunciará el parlamento, siendo otro aspecto la calidad personal del equipo que la llevará a cabo. En ningún caso sin embargo la confianza se expresa sobre el jefe de gobierno, el Presidente de la República, que es representado por el gabinete para adquirir o dejar de obtener la confianza parlamentaria.

La identificación del objeto propio de la investidura permite confirmar el carácter conductor o director que le corresponde al parlamento, en materia de las políticas públicas sobre las cuales comparte responsabilidad. Es una consecuencia o efecto del otorgamiento de la investidura que el programa que aprueba tiene respaldo representativo. De este modo se integra el valor eficiencia con el valor representatividad, porque el gobierno autorizado con el aval de la representación popular se hace cargo de la conducción técnica del Estado dentro del Poder Ejecutivo, pero el Congreso no se exime ni está exento de responsabilidad debido al compromiso que asume al confiar en la conducción del gabinete al que concede su confianza.

Por el carácter mancomunado de la cooperación que forma parte del pacto entre ambos órganos del Estado el Congreso resulta co-responsable por la falta de idoneidad e incorrecciones de gobierno que se encuentran en la gestión del gabinete. Esta responsabilidad se salva mediante los actos de control y de seguimiento de la gestión que realiza el parlamento. Si ese control político es débil el parlamento no queda limpio de lo que de cuestionable tenga esa gestión. Cuando existen responsabilidades y éstas no se exigen, la ineficacia del control, y la condonación, o la complacencia omisiva con la falta, agravan la falta. La agravan de manera particular porque, así como quien tiene una función ejecutiva tiene un nivel concreto de responsabilidad, cuando la agencia competente para supervisar la ejecución de quien ha recibido su confianza, cohonesta la falta cometida, causa con su omisión una ofensa más grande aún contra las virtudes que debe practicar

419 Manual del Parlamento y cultivar los agentes de la colectividad en el Estado. Y el vejamen es tanto mayor porque quien debe exigir responsabilidad sabotea la fidelidad de su mandato frente a todo el país al que debe rendir cuenta, en contubernio con quien se presume ha gestionado inadecuadamente las políticas públicas a su cargo.

Pero más allá del ejercicio de la función de control por la que es responsable el Congreso, existe una observación que no debe pasarse por alto en relación con el objeto de la investidura. Si el objeto es el programa político expuesto y el equipo que tiene a su cargo su conducción y ejecución, la cuestión es que, si quien es constitucionalmente jefe de gobierno es políticamente irresponsable ante el Congreso, pero es él mismo quien gobierna de acuerdo al programa que él decide y perfila, pero que el gabinete expone, advierte que su gabinete ministerial recibe un revés en la presentación ante el Congreso, o posteriormente con la denegatoria en una cuestión de confianza, o con la aprobación de una moción de censura que trae como consecuencia la crisis y el derribamiento del gabinete ¿qué sentido tiene que el Congreso rechace el programa de gobierno expuesto, o que el gabinete que suceda al caído en crisis no tenga la potestad de alterarlo o ajustarlo porque no es genuinamente dueño del programa ni por lo tanto es libre de desempeñarse en un contexto en el que no puede sino operar como un ejecutor de las ideas y deseos del Presidente de la República?

La cuestión, cuya respuesta no refuerza la bondad del modelo, evidencia que existe un nivel de ineficiencia en el diseño del régimen político. La improductividad, o cuando menos la debilidad en la eficacia del diseño, consiste en que en el supuesto de que exista mérito para exigir la responsabilidad del gabinete, ésta se exija a quien no corresponde, puesto que el agente activo del control carece de la posibilidad constitucional de exigírsela a la única instancia capaz de alterar el programa cuyo contenido puede definir a su solo arbitrio.

La flagrante imperfección del diseño conduce a plantear la necesidad de su ajuste, de manera que la posición constitucional del Congreso sea capaz de generar los cambios sustantivos que requeriría la exigencia de responsabilidad ministerial. Paralelamente la posición del gabinete debiera contar con una capacidad más potente en el régimen político, de forma que deje de tener el rol de un mero operador de políticas que el sistema reserva al Presidente de la República. En el modelo francés, por ejemplo, la ingeniería constitucional desmarcó al Presidente de la República del nivel operativo, el que se adjudica al Jefe del gabinete ministerial.

Por último, y como consecuencia y parte de la naturaleza de la evaluación de la cuestión de confianza que presenta el gabinete en el acto de investidura que de ella se deduzca, dependa e integre, es indispensable referir el aspecto de la mayoría necesaria para que la confianza se apruebe y la investidura se confiera. A diferencia

420 Los procedimientos de control de lo que ocurre con otros actos en los que el parlamento examina la idoneidad en la conducción de las políticas nacionales o en la corrección de comportamientos constitucionales, ni la Constitución ni el Reglamento del Congreso fijan un número preestablecido para que ésta se considere otorgada.

En ausencia de mayoría definida o explícita por default rige la regla general. Para aprobar el voto de investidura al gabinete se requiere la mayoría simple de votos. Según la regla contenida en el Artículo 52 del Reglamento del Congreso los acuerdos se toman con esa mayoría. Por consiguiente no existe un número exacto de votos, como ocurriría si se señalara el número explícitamente. El número a alcanzar dependerá del quórum de la sesión, el que de existir asegura la validez de la votación. En principio lo claro es que el otorgamiento de confianza no necesita de la mayoría especial exigida para aprobar la censura. La censura es la desconfianza expresada al gabinete por iniciativa del propio parlamento, y para alcanzarla se precisa el voto de la mayoría absoluta de la asamblea. La confianza o falta de confianza se otorgan mediante de voto del parlamento, pero como consecuencia de una iniciativa o solicitud de confianza del gobierno.

En la práctica el voto de investidura ha sido concedido en un gran número de ocasiones con mayorías superiores a la mayoría absoluta del número legal de congresistas, no obstante no existir requerimiento tan alto. El cuadro siguiente muestra la experiencia en el tratamiento de la investidura desde el inicio de la vigencia de la Constitución de 1993.

Investidura del gabinete 1995-2012

Gabinete Votación de la investidura Período constitucional 1995-2000 (120 congresistas) Favor contra Abstenciones Presentes Fecha Premier 22 agosto 1995 Dante Córdova Blanco 86 3 24 113 3 mayo 1996 Alberto Pandolfi Arbulú 64 9 15 88 6 julio 1998 Javier Valle-Riestra G. O 68 32 2 102 4 setiembre 1998 Alberto Pandolfi Arbulú 63 17 1 81 28 enero 1999 Víctor Joy Way Rojas 64 18 7 89 11 noviembre 1999 Alberto Bustamante Belaúnde 57 20 0 77 Período constitucional 2000 (120 congresistas) 24 agosto 2000 Guevara Schultz 69 25 16 110 Período constitucional 2000-2001 (120 congresistas) 11 diciembre 2000 Javier Pérez de Cuéllar 74 0 7 81 Período constitucional 2001-2006 (120 congresistas) 23 agosto 2001 Roberto Dañino Zapata 106 0 1 107

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Gabinete Votación de la investidura Período constitucional 1995-2000 (120 congresistas) Favor contra Abstenciones Presentes 9 agosto 2002 de la Fuente 57 1 20 78 18 julio 2003 Lucero 61 1 17 79 13 enero 2004 Costa 49 6 44 99 25 agosto 2005 Godard 69 6 29 104 Período constitucional 2006-2011 (120 congresistas) 24 agosto 2006 Gálvez 74 18 23 115 6 noviembre 2008 Munaro 58 14 9 81 10 agosto 2009 Javier Velásquez Quesquén 67 13 11 91 5 octubre 2010 José Antonio Chang Escobedo 47 17 4 68 18 abril 2011 Rosario Fernández Figueroa 47 0 28 75 Período constitucional 2011-2016 (130 congresistas) 25 agosto 2011 Salomón Lerner Ghitis 87 0 32 119 5 enero 2012 Óscar Valdés Dancuart 67 0 30 97 Fuente: Departamento de Redacción del Acta del Congreso Elaboración: propia

La relación de votos, en efecto, es constancia que en 14 casos la investidura se ha aprobado con la mayoría absoluta del número legal de miembros del Congreso, y en otros 5 la aprobación se concede con la mayoría absoluta sobre el número de congresistas hábiles que votan en la sesión. Uno solo de los 20 casos de investidura, hasta enero del 2012, se ha aprobado observando la regla mínima que es la mayoría simple: es el caso del voto de investidura a favor del gabinete presidido por Carlos Ferrero Costa el 13 de enero del año 2004,

La mayoría simple se calcula a partir del número de congresistas hábiles y presentes que votan. Cabe en efecto que estando presentes en la sala de sesiones los congresistas opten por no registrar su asistencia, o que habiendo registrado su asistencia prefieran no votar. Para calcular si la investidura se aprueba o no basta que haya quórum y que exista un número de representantes que voten a favor de la investidura que sea superior, así no sea sino por un voto más, que el número de votos en contra o por un voto más que el número de abstenciones.

No se produce la investidura si quienes votan en contra de la cuestión de confianza solicitada son más que los que votan a favor, y que los que votan por la abstención. De modo similar, si quienes se abstienen son más que los que votan a favor, y más que los que votan en contra, la cuestión de confianza no puede considerarse aprobada, pero puede volverse a poner al voto hasta que la indefinición se resuelva.

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