Quiebres En California
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Humboldt State University Digital Commons @ Humboldt State University Fiction and Poetry Humboldt State University Press 2021 Quiebres en California Lilianet Brintrup Hertling Follow this and additional works at: https://digitalcommons.humboldt.edu/fiction Part of the Poetry Commons "En homenaje a los habitantes-viajeros de California" "In Homage to the inhabitants- travelers of California" Quiebres en California Quiebres en California Lilianet Brintrup Hertling Humboldt State University Press publishes high-quality, open-access scholarly, intellectual, and creative works by or in support of our campus community. HSU Press operations and publications support the HSU mission to promote understanding of social, economic, and environmental issues. Lilianet Brintrup Hertling Quiebres en California Humboldt State University Press Quiebres en California Lilianet Brintrup Hertling Front cover photograph: Design Pics, Robert Postma. Forests and Trees of the Redwood Forest in Northern California, August 21, 2019, PicFair. www.picfair.com/pics/09308706-forests-and-trees- of-the-redwood-forest-in-northern-california-the-latin Back cover photograph: Rocky Northern California Coast, May 30, 2010, Picfair. www.picfair.com/ pics/092988-rocky-northern-california-coast Interior photographs: Courtesy of Humboldt State University. www.flickr.com/photos/humboldtstate/ © 2020 Lilianet Brintrup Hertling Humboldt State University Press Humboldt State University Library 1 Harpst Street Arcata, California 95521-8299 [email protected] digitalcommons.humboldt.edu/hsu_press Layout and Design by Laiza Y. Pacheco Typesetting assistance by Aaron Laughlin This book is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License. PRÓLOGO Quiebres en California Prólogo de Gladys Ilarregui Como especialista de las narraciones de viajeros en el siglo XIX- deleitada por las lecturas de Ignacio Domeyko, Gustave Verniory, Maria Graham, Paul Treutler, Bernardo y Rodolfo Philippi Krumwiede- Lilianet Brintrup crea su poemario “Quiebres en California” con un título que anticipa la posmodernidad del milenio y que en sus contextos fragmentarios trabaja para contener un todo poético. Este conjunto lírico hace un trabajo lingüístico profundo al presentar la geografía, las identidades, las etnias, espacios y tiempos de los sitios donde se instala el viajero, el inmigrante, la poeta en el curso de los tres quiebres que componen el trabajo completo. Son lugares de observación constante a la manera de las crónicas y anotaciones del descubrimiento europeo en tierras americanas desde el siglo XVI al siglo XXI. En esas escrituras de archivo se abría un cofre conteniendo la visión de la tierra nueva apretada contra la nostalgia del que estaba lejos de su lugar original y que, lanzado a la aventura de encontrar otros rumbos, hallaba que los objetos tenían sus dobles, analogaba lo recién encontrado con lo viejo. Esa es justamente la historia de nuestra América cuando los primeros europeos llegaron hasta los pliegues arrugados de nuestras orillas para comenzar una caminata interior y exterior de mapas y recuerdos que todavía persisten en el v mundo de los emigrantes de cualquier tierra y hacia cualquier lado en pleno siglo XXI. California y el sur de Chile funcionan como dos espejos contrapuestos que proveen al Visitador de una visión comparativa sobre los habitantes y los árboles, el mar y los pájaros, la tierra lejana, en el siempre presente retrato ecológico californiano a partir de las notas de viaje que el personaje lleva en su mochila junto a las cartas de amor. El Visitador es como todo viajero, un observador y éste es, a su vez, un personaje que construye su mirada territorial a partir de lo que no tiene. Ya lo recuerda el epígrafe que abre el libro: viajar es una separación, la separación con lo que se ama. El quiebre trasmitido poéticamente expresa nociones fantásticas y posibles desde la geografía emocional hasta la geología de los quiebres de la tierra en esa zona del oeste americano. La primera parte del poemario se inicia con viajeros ficticios o históricos reconocidos ya en la imaginación global: Pigaffeta, Robinson Crusoe, Alexander Von Humboldt, Poeppig, Colón, Carrió de la Vandera, personajes que necesitaban como el Visitador, un desplazamiento. Desde el comienzo de esta poética de viaje, queda instalada la certeza de que esa otra parte del sur de Chile es el norte de California y que las dos geografías se imitan y se encuentran, aunque las aguas de Chile no se toquen con los Hollywoods ni las industrias cinematográficas, y aunque no haya un paralelo material entre las dos culturas. La primera parte en prosa es convincentemente poética: vi Cuando el viento pasa por dentro, se ve que alguien afuera se asfixia: su mano en el borde de la ventana, los dedos raspando el vidrio las observaciones entre humanos y animales entran en una complejidad rica en medio de las nubes, de la niebla, como cuando dice: El Visitador aprende que cuando los pájaros, que yacen casi escondidos en las arenas de las playas, no responden a sus gorjeos, es porque sospechan el sigilo del humano, sus preferencias pantanosas, sus articulaciones imperfectas, sus conveniencias ondulantes, su inteligencia peligrosa, su programación del tiempo Karkar funciona como el lugar simbólico que el viajero “ocupado/ armador/ educado en la flor”, también el “insoportable, ridículo, prepotente, redondo, cuadrado” descubre y por el que se siente imantado, como lo reflejan una serie de notas sobre la naturaleza que dan al poemario su persistente riqueza botánica. Es desde Karkar que el viajero necesita “hacer saber al mundo” sobre la impetuosa flora americana del Nuevo Extremo, nótese la forma de denominar el territorio, Chile Santiago de Nuevo Extremo, completando el sentido del viaje vertiginoso que va y vuelve del sur al norte, la poeta reflexiona: Como sé que no tengo la verdad diré algo cercano a la verdad sobre el Gran Visitador que irrumpe vii cantando “I would rather be in California,’ I would rather be in California, I would rather be in este lugar de resistencia’ Brintrup imprime el sello de su inconfundible chilenidad a esa resistencia cuando a través del Visitador viene a mostrar lo que recibió como herencia cultural en conjunción y/o confusión con los elementos conceptuales y consumistas de otra cultura, incluso de más de una cultura como lo muestra el uso de la palabra “Kuchen” que invita a pensar en la herencia alemana, a la que se suman la incorporación de marcas del marketing internacional incrustadas también en la vida económica de Latinoamérica: Traigo, dicen que dijo, la empanada de choclo, un mazapán, una frutilla salvada de la furia de miríadas de tijeretas. Traigo el chocolate toyota, el mazapán nissan, la guinda y la frambuesa aún rojas. Puedo desplegar ante los ojos resplandecientes de los californianos toda la lluvia en conserva y a un hombre que arregla los cables de la luz. Puro jugo, pura crema, un puro Chile de cielo azulado. Puedo presentarle al panadero un rico Kuchen, una vaca pastando al lado de una araucaria indomable. Miríadas de mitsubishis de esos que son buenos por dentro. Viveros a 5000 metros. Es precisamente este juego de identidades y marcas, estas transgresiones de lugares comunes y fijos, lo viii que convierten al texto en un concierto múltiple de espacios y reflexiones, en un riquísimo muestrario de contenidos visuales y afectivos que no pueden separarse uno de otro, como un collage irreductible entre desplazamientos y culturas. El ensayo social multicultural de la vida estadounidense se ve reflejado en la inmigración a California de la que la poeta es parte, en un movimiento oscilante desde la Segunda parte, el Primer Quiebre, donde se sostiene que es difícil explicarse en el inglés puritano y amable y en el Duodécimo Quiebre donde hará referencias a las palabras que no tocan la raza, el color, la política, el sexo o la religión; sin embargo, otra vez en medio de las oscilaciones identitarias y culturales, en el Sexto Quiebre abre la diferencia que la misma poeta ve en su entorno universitario: La indivisible coexistencia de los últimos hippies y los primeros ecólogos futuristas, a esos, los ve todo el mundo. No hay línea divisoria. Un harapiento se sienta en una sala de clases de una universidad y opina lo contrario que el doctor en Ciencias Físicas, mientras tranquilamente un bello animal pasea por el interior de una sala de clases. Yo prefiero imaginar que así me amarán. Yo prefiero, en realidad, imaginar, cómo serán esos lobos marinos de estas aguas no divididas del Océano Pacífico en algún lugar de California. Una pregunta que atraviesa esta segunda parte del poemario es la que aparece tanto en letra regular como en itálica: “¿Me habré movido alguna vez del ix sur?” dando sentido a toda esa fuerza exploratoria entre bosques y estrellas, horas del crepúsculo, elementos urbanos, carteles, basuras, árboles frondosos anotados en la computadora portátil donde se escriben esas palabras aprendidas en otro territorio, entre el capitalismo, el archivo, la ciudad y los rieles del tren, los cafés, los apuros. Una poética de la ecología En este trabajo es indiscutible la presencia dominante de la naturaleza, un tema que los románticos europeos trataron desde Rousseau hasta los trabajos de literatura y poesía de los siglos XVIII y XIX en toda Europa donde la perspectiva de la naturaleza americana llego a ser parte de una pasión no solo literaria sino también artística y científica. Los cronistas recorrían ese nuevo pasaje de