Pdf Bebedizos, Pócimas, Narcóticos Y Otros Venenos En El Siglo De Oro: Vida Y Literatura / Miguel
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Bebedizos, pócimas, narcóticos y otros venenos en el Siglo de Oro: vida y literatura Miguel Zugasti Universidad de Navarra El término veneno procede del latín venenum , en el sentido de ‘droga en general’. Algunos etimologistas sugieren que en el fondo deriva del griego venesmon , que significa ‘instrumento de Venus para procurar el amor’. Dicho instrumento es lo que hoy entendemos como ‘filtro amoroso, pócima, bebedizo o poción’, cuya virtud principal es alterar o avivar el amor. A quien confeccionaba tales brebajes –especie de hechicero según el DRAE– se le llamó venenífico o venéfico (‘el que hace veneno’, voz compuesta de venenum y facere ), pues aunque operaba con venenos se le presupone la intención de procurar satisfacer a su cliente. No por casualidad la voz phármakon se abre también a la curiosa paradoja de significar tanto ‘medicina, remedio curativo, alivio de males’, como ‘veneno’. En la Odisea se cuenta cómo Helena, nacida de Zeus, conocía y usaba ciertas drogas «cuyas mezclas sin fin son mortales las unas, las otras saludables» (IV, 230-231). Ya hemos citado a Venus, diosa del amor, y quizás no esté de más recordar algunos de - rivados de esa voz como son venera (‘concha’) y venéreo (‘perteneciente a Venus’ y ‘enfermedad por trato sexual’), de donde resulta que veneno y venéreo son términos muy relacionados entre sí. Otro étimo curioso es el de la palabra filtro (filtrum en latín), que proviene del griego phíltron , voz que se forma a partir del verbo phíleo , o sea, ‘amor’. Los filtros, pues, surgieron en torno a la esfera del sexo y el amor. Concluiré estas calas etimológicas con una curiosidad más: las voces tósigo y tóxico proceden del griego toxon (‘arco’); así, el toxicon phármacon era el veneno con que se untaba las puntas de las flechas para aumentar su efecto mortífero. 740 Miguel Zugasti 1. El veneno en la tradición histórica y literaria: historias envenenadas 1 ¿Y queréis que le mate con un veneno? Esa es muerte de príncipes y reyes. [Lope de Vega, La gatomaquia , III, vv. 230-231] El uso del veneno está indisolublemente unido a la cultura y la civi - lización del hombre. En textos de la antigua India como el Ayurveda o Libro de la ciencia de la vida , en la sección de farmacología (el Agada - tantra ), se habla de ciertos tóxicos vegetales; asimismo, el tratado médico del Caraka Samhita dedica todo un capítulo (el Cikitsasthana ) al mejor conocimiento de los venenos y sus antídotos 2. En la cultura árabe existe un Libro de los venenos que se atribuye a Gabir Ibn Haiyan (siglos IX- X). Los pueblos aborígenes de todo el mundo conocían el efecto mortí - fero de las flechas untadas con veneno, el famoso curare , voz que penetró en el castellano desde el caribe, aunque en Chile se usa el término coli - guai 3. En el siglo I antes de Cristo, Dioscórides redacta De materia me - dica , texto capital que en el siglo XVI será traducido y ampliado por el doctor Andrés Laguna (Lyon, 1554), de donde surge un largo tratado con este transparente título: Acerca de los venenos mortíferos y de las fieras que arrojan de sí ponzoña . Entre los añadidos del doctor Laguna al prólogo de Dioscórides, destacamos el siguiente comentario: Solían siempre tener antiguamente consigo, ansí los príncipes y grandes señores como los plebeyos y populares, varios gé - neros de ponzoña para matarse con ellos en una necesidad, y por esta vía huir otra muerte más dura 4. 1 Este ensayo es complementario de otro anterior donde exploro algunos ejemplos literarios desde la antigüedad greco-romana hasta la España del medievo y del renaci - miento: ver Miguel Zugasti , «Bebidas, pócimas, filtros y demás venenos en la tradición literaria», en Aguas santas de la creación. Congreso Internacional Bebida y Literatura , ed. Sara Poot Herrera, Mérida (Yucatán), Ayuntamiento-UC Mexicanistas, 2010, vol. I, pp. 223-241. 2 Juan Miguel de Mora y Marja Ludwika Jarocka , Ayurveda. Apuntes para una historia de la ciencia en la India antigua , México, UNAM, 2002, p. 91. 3 Diego de Rosales , Historia general del reino de Chile, Flandes indiano , ed. Ben - jamín Vicuña Mackenna, Valparaíso, Imprenta Mercurio, 1877. Ver en concreto el libro II, cap. 9, p. 239. 4 Dioscórides [Pedacio Dioscórides Anazarbeo], Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos. Traducido de lengua griega en la vulgar castellana […] por Bebedizos, pócimas, narcóticos y otros venenos en el Siglo de Oro 741 Aduce los ejemplos de Calígula, Demóstenes, Demócrito y Aníbal, lista a la que podrían añadirse más nombres como los de Sócrates, Era - sístrato, Diocleciano (así lo afirma Pedro Mexía en su Silva , I, 35), Séneca (al fallarle el veneno recurrió a sajarse brazos y piernas dentro de un baño) y un largo etcétera. Dignos predecesores del Dr. Laguna fueron Arnau de Vilanova y Pietro d’Abano (siglo XIII), con sendos tratados De venenis (en especial este último, cuyo libro De venenis atque eorundem commodis remedii s se publicó muchas veces en los siglos XV-XVII). Otros autores especialistas en el tema fueron Iacobi Grevini, De venenis libro duo (1571); Andrea Bacci, De venenis et antidotis prolegomena (1586); Girolamo Mercuriale, De venenis et morbis venenosis tractatus (1588); Iohannis Aegidii Zamorensis, Liber contra venena et animalia venenosa (Juan Gil de Zamora, Libro contra tósigos y animales venenosos , obra que permaneció manuscrita hasta la reciente edición de 2009); Pedro Delgado, Tractatus de differentiis venenorum et de peste, antidotis, et besarticis contra pestem et alia venena (1631) 5. La muerte por enve - nenamiento estaba tan asentada en la vida diaria (sobre todo en la esfera política), que en el famoso juramento hipocrático los nuevos galenos debían declarar que jamás suministrarían veneno a alguien para provo - carle daño 6. Desde antiguo, la mitología clásica se hizo eco de esta realidad. En la tradición griega destacan los casos de Medea y Circe; a esta última Homero la llama «la rica en venenos» ( Odisea , X, 276). Ambos nombres se repetirán hasta la saciedad con esta misma clave en la literatura occi - dental europea y, por supuesto, en el teatro español del Siglo de Oro. Para el caso de Medea remito a obras como Armelina (Lope de Rueda), El vellocino de oro (Lope de Vega), Los encantos de Medea (Rojas Zorrilla) o Los tres mayores prodigios (Calderón). La maga Circe se identifica de modo sistemático con la Culpa en el auto sacramental de Los encantos el Doctor Andrés Laguna , Salamanca, Matías Gast, 1566. (Interesa sobre todo el libro sexto: Acerca de los venenos mortíferos y de las fieras que arrojan de sí ponzoña . Manejo facsímil de Madrid, Instituto de España, 1968-1969, 2 vols.). La cita en la p. 572. 5 Hay muchos más autores que se podrían citar, cuyo listado sería excesivo y pe - dante. Remito al curioso lector a The Cyclopaedia of Practical Medicine (Londres, vol. IV, 1835), voz «Toxicology» y apéndice «Select Medical Bibliography», donde se aducen docenas de obras al caso. 6 Dos excelentes monografías que recopilan infinidad de nombres y datos al caso son las de Roberto Pelta , El veneno en la historia , Madrid, Espasa Calpe, 2000; y Adela Muñoz Páez , Historia del veneno: de la cicuta al polonio , Barcelona, Debate, 2012. 742 Miguel Zugasti de la Culpa (Calderón), y es personaje central en la comedia mitológica El mayor encanto, amor (1635), también de Calderón. Esta línea mito - lógica ya la habían explorado antes –a tres manos– Mira de Amescua, Montalbán y Calderón en su Polifemo y Circe , donde la malvada Circe intenta envenenar a Ulises con un potente «néctar» (vv. 202 y 218). Ulises estaba prevenido del caso por la diosa Iris, quien le había regalado un ramo de flores con mágicas propiedades: Ulises, Juno te envía este ramo y estas flores, que en encantos y en amores tendrán poder este día. Porque es su virtud tan fuerte que deshace con espanto lo funesto del encanto, lo pálido de la muerte. Toca el más esquivo pecho y el veneno más constante: al uno verás amante, al otro verás deshecho. [Polifemo y Circe , vv. 123-134] 7 Así, antes de tomarse el néctar, Ulises «moja las flores y bebe» (acot. al v. 214), con lo cual además de salvar su vida se gana el amor de Circe 8; amor que al principio él rechaza y luego acepta, hasta que próximos al desenlace la abandone y siga su ruta hacia Ítaca, donde le espera su esposa Penélope. Una digna compañera de Medea y Circe es la maga Falerina 9, que de nuevo Calderón subirá a las tablas dos veces, primero en formato de comedia azarzuelada (h. 1648) y después de auto sacramental (1675), en ambos casos con el invariable título de El jardín de Falerina 10 . Además, 7 Antonio Mira de Amescua , Juan Pérez de Montalbán y Pedro Calderón de la Barca , Polifemo y Circe , ed. Álvaro Ibáñez Chacón y Francisco José Sánchez García, en Teatro completo (de Mira de Amescua ), Granada, Universidad de Granada, 2006, vol. VI, pp. 569-570. 8 Este mismo lance, mutatis mutandis , repite Calderón en El mayor encanto, amor . 9 Aparece en el Orlando enamorado de Boiardo y en su continuación del Orlando furioso de Ariosto . 10 También Lope de Vega escribió otra comedia con título homónimo (citada en la lista de El peregrino en su patria ), pero se ha perdido. Resta todavía otra pieza Bebedizos, pócimas, narcóticos y otros venenos en el Siglo de Oro 743 en la comedia calderoniana se dice que el padre de Falerina fue Merlín, famoso mago que se encarna en otros textos dramáticos como La impe - rial de Otón (Lope) y La casa de los celos (Cervantes) 11 .