Goethe En Freud. Afinidades Electivas
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VA itt UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID ~ LO Facultad de Psicología Departamento de Filosofía GOETHE EN FREUD. AFINIDADES ELECTIVAS UNIVERSIDAD COMPLUTENSE -¿ro-Un 6?- Antonio García de la Hoz Madrid, 1991 Colección Tesis Doctorales. NY 310/91 O Antonio García de la Hoz Edita e imprime la Editorial de la Universidad Conplutense de Madrid. Servicio de Reprogralla. Escuela de Estomatología. Ciudad Universitaria. Madrid, 1991. Ricoh 3700 Depósito Legal: M-42067-1991 5I&t 1 la Tesis Doctoral de O. ~ GARCIA DE LA HOZ GorurE a~ FREUD AFINIDADES ELKTIVAS Titulada Director Dr. O. SISLAQ~XflLAL1AURJIJ. PSICOU~1A fue leída en la Facultad de 24 de la UNIVERSIDAD CObPLU1U4SE DE MADRID, el dfa 91 de de 19 ..... ante el tribunal constituido por los siguientes Profesores: PRESIDEnTE PRJ.~JKP.~.M~AflX~b. voca DR. D. MANI~J 99~fl..fl• ~Qfl~ ~ VOCAL DR. D. EtEH4IO VOCAL . DR. II). CARMELO M94ppfl~Q•~ SECRETARIO AM D. AlEJANDRO AVILA ESPADA X7 habiendo recibido la callflcacldn de ..o?4~O<diEL.~. 41V Madrid. a <«de ‘C¿CLPv de igr/. EL SECRETARIO DEL TRIBUNAL. 1’~~ tNIVflSflJAD aHPWIn~SE DE MAIX1fl3 FACJLTAD DE PSIa1~TA - Departamento de Filosof La GOETHE EN FREUD. AFINIDADES ELECTIVAS por Antonio García de la Hoz Director de la tesis: ilJSTAWIO BAAIAU Doctor en Filología Alemana Páginas INDICE 1 Introducción General. Hi~tesiS de Trabajo. 1 Metodología. 8 Fuentes de documentación . 13 PAREE PRIMERA: COETI’HE FREUD 16 Introducción 17 Menciones 21 Indices 156 PARTE SEGUNDA: GOETHE PARA FREUD 170 Introducción 171 Cap. primero: El Premio Goethe 174 Cap. segundo: El texto Goethe 189 Cap, tercero: El sueño Goethe 197 Cap, cuarto: Goethe en el autoanálisis de Freud 220 Cap. quinto: Goethe en olvidos y chistes’ 261 II Cap, sexto: Fausto 272 Cap. sáptimo: Goethe para Freud 377 PARTE TERCERA: GOETHE Y FREUD: AFINIDADES ELarTIVAS.... 443 Introduccion 444 La penetración psicoanalítica de Goethe 447 a) “Conócete a ti misnc 447 b) Concepción de la locura y la psicoterapia 453 c) La infancia y la dimensión del pasado 459 d) Narcisismo. An,or y enanormniento 465 e> La pulsión 479 E) Compulsión a la repetición ( ‘Wiederho — lunqszwang’ > 491 q) Lo demoníaco 498 h) La grandeza de lo pequeño. Los sueños 504 ¿ Por qué se suicida Wherter ?. .. 512 Los celos, ¿ estudio psicoanalítico goethiano 7... 525 III Otilia, Hlgna,, Macaría. Tres mujeres goethianas. 543 Construcciones en psicoanálisis ¿ verdad o poesía ‘ 566 El autoanálisis de Goethe en Roma 579 EPII.CGO 599 BIBLIOGRAFíA 602 Obras de Freud 603 Obras de Goethe 621 Bibliografía general 631 ~~I@§U§CZCNOSNIRAL. XZflflIZB fi TRAUMa —¿Qué clase de lectores yo deseo? Pues los libres de todo prejuicio. Capaces de olvidarme y olvidarse y vivir so- lamente para el libro. (Goethe. ~Las cuatro estaciones del alio’, dístico 56) A medida que se profundiza en la obra de Freud. se re- vela paulatinamente la función que desempe5a la literatura. la creación poética —Dichtung— en la misma. Es un convencí’- miento que se abre paso poco a poco y que llega a Ser una convicción: La literatura no está ausente en ningún momento de la producción freudiana y llega a ocupar a veces un papel prominente. Puede resultar algo obvio para algunos y una afirmación sorprendente para otros. Cuando se estudia a Freud se suele pasar por alto esta dimensión. Al que suscri- be, Freud le condujo a ella. De hecho puedo confesar que mis estudios de Filología llevaban la intención de un acerca- miento interdisciplinario entre el Psicoanálisis y la lite- ratura, Al principio fueron mi segunda especialidad univer- sitaria; en estos momentos ya no estaría tan seguro de la prioridad de la Psicología. —2— Me propuse confirmar esta hipótesis de partida: La 11— tontura en la obra de Freud. lejos de ser un mero adorno culto o un floreo del texto por su parte, tiene una función de confirmación y validación de sus hallazgos teóricos y clinicosM’. La convicción apriorística de este aserto me empujó a querer corroborarla y mi primera idea fue el estu- dio de Freud y la literatura en general, a partir de la mul- titud de citas que aparecen en sus obras de una infinidad de autores. Pronto me di cuenta que esa tarea me rebasaba. Sin renunciar a llevarla a cabo en un futuro y de manera escalo- nada, había que escoger algo significativo para comenzar. La elección no fue difícil: Goethe. Las razones de la misma son sencillas. Las enumerare. En primer lugar por algo obvio y estadístico. Goethe es el poeta —Dichter— más citado por Freud. Además participa de su misma lengua y medio cultural, lo que, por ejemplo, elimina- ba a otro grande para Freud: Shakespeare, que comparte el liderato con Goethe en cuanto a número de menciones en la obra freudiana. Por último, a Freud se le otorgó en 1930 el “Premio Goethe’. Se concedía anualmente a una personalidad que se haya destacado por su obra y cuya influencia creadora sea digna del homenaje tributado a la memoria de Goethe”. Requisito ineludible era que el premiado pronuncian una conferencia para ilustrar el ‘vínculo íntimo” con el poeta. Como lo veremos en el lugar correspondiente, esa conferencia que escribió para la ocasión es bastante demostrativa del ‘vínculo íntimo”, mas a lo largo de toda mi exposición se comprobará que la conexión es mucho más amplia y multilate- ral, hasta el punto que osaría plantear, que sin Goethe, sin el estudio de Goethe por parte de Freud. el Psicoanálisis sería otro, podría haberse quedado en una técnica es indispensableConviene no olvidan Is lacoltorohora delcomprendergiymnasiu. vienés’freudiano.qoe. si dorio de R. Storha, —3— psicoterapeútica de tantas. Estas razones me parecieron de gran peso específico para la elección. También estaba Schiller. Autor favorito de Freud, no tan citado como Goethe, pero igualmente ilustrativo para el objetivo de confirmación de la hipótesis mencionada arriba. Son los dos grandes alemanes. Eliminando el factor estadís- tico —favorable a Goethe—, hubo una razón más que rae inclinó hacia éste. El campo de identificación que Goethe ofrecía a Freud es vastísimo, mucho más amplio que Schiller. Como sa- bemos, éste fue fundamentalmente hombre de teatro —bastante mejor que el propio Goethe, en ‘ni opinión— y también poeta de gran mérito, y desgraciadamente murió jóven aún, cortando una impresionante trayectoria literaria. Goethe, por el con- trarlo, fue muy longevo (Sí años, casi como el mismo Freud. 83) , y cultivó un politacetismo durante toda su vida, que proporcionaba a Freud un panel humanístico, no sólo litera- río y poético, sino también filosófico, científico e inclu- sive vital y personal. Naturalmente, la proyección del pen- samiento de Goethe a toda la cultura alemana, nos dice que no debemos sorprendernos porque ocurra con Freud lo que es patrimonio de muchos. Es cierto. Pero las afinidades van mucho más allá. Goethe es un precursor del Psicoanálisis y de los más importantes, sino el que más. Si Freud nunca lo ha confirmado directamente, todo ini trabajo lo demuestra. Al Freud positivista y fisicalista de la época le era muy dificil otorgar de manara manifiesta ese papel a Goethe, sobre todo al Goethe—poeta. De una manera indirecta, sí lo hizo. El premio Goethe es significativo. A Freud no le con- cedieron ningún galardón por medico, o psiquiatra, o psicó- logo, no le dieron el Nobel (a pesar de ser nominado) . No: le otorgaron el premio Goethe. Y además Freud confiesa que es un hecho que le deja tremendamente satisfecho, lo acepta de muy buen grado, sin extrañeza, como algo propio. —4— Tampoco me atrevo a afirmar lo que dijo Habermas (1968) bajo la expresión de ‘Automalentendido cientificista’, según el cual, Freud habría reiteradamente caído en un malentendtmiento de sí mismo como autor, que habiendo trata- do de componer una ciencia explicativa, en realidad instauré una disciplina hermenéutico—comprensiva de la naturaleza humana. La visión de Freud como humanista ha proliferado ultimamente, y hoy en día la tendencia a ver en el Psicoana— lisis una hermenéutica cobra cada vez más cuerpo (Ricocur. 1970; Radnitcky, 1973; Schafer, 1976; Steele, 1979; Rycroft. 1985;>. Así se convierte fundamentalmente en ciencia de sen- tido. En esto, ciertamente, se sigue una tradición eminente- mente freudiana: ‘Pongámonos de acuerdo una vez más sobre lo que entendemos por el “sentido” de un proceso psíquico. Con esta palabra nos referimos exclusivamente a la intención a que dicho proceso sirve y a su posición dentro de una serie psíquica. En la mayoría de nuestras investigaciones podemos, por tanto, sustituir el término “sentido’ por los de “Inten- ción” o ‘tendencia”. (Freud, 1916—7: Obras Completas. Bi- blioteca Nueva,pag. 2141) El positivismo reinante en el último cuarto del siglo XIX empapó a Freud por todos sus poros y realmente no pudo nunca librarse de él. Helmholtz y su fisicalismo, Brúcke. el principio de conservación de la energía, que todo se reduzca en última instancia a procesos físico—químicos, etc.. La epistemología cientificista cubría toda su investigación y su ejemplo más notorio es el ‘Proyecto de psicología para neurólogos”, (1895 [19501). A pesar de abandonar en parte ese camino, Freud nunca renunció a la aspiración de que su psicología, el Psicoanálisis, fuera una ciencia natural. De hecho Fritas y Gilí (19761 al revisar ese trabajo de Freud, pudieron llegar a la impresión de que el punto de vista eco- nómico en Psicoanálisis (el más cuantitativo y biológico> no era el fundamental para la metapsicología freudiana y esto, porque cualquier método psicológico profundo (y el —5— Psicoanálisis debe serlo) no es capaz de asegurar nada de procesos neurofisiológicos o biológicos. No quiero avanzar más por este camino pedregoso. £1 hecho de que hoy por hoy, la metapeicología freudiana esté en crisis, quizas tenga que ver con el distinto concepto de ciencia que utilicemos, partiendo de la decimonónica dife— renciacién de Dilthey (1883> entre Geisteswimssenschaftten o Kulturwissenschaften por un lado y Naturwissenschaften por otro.