Tras Las Huellas De La Lengua Primordial De Los Incas: Evidencia Onomástica Puquina1
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Tras las huellas de la lengua primordial de los incas: evidencia onomástica puquina1 Rodolfo Cerrón-Palomino 3RQWL¿FLD8QLYHUVLGDG&DWyOLFDGHO3HU~ [email protected] Resumen No obstante haber sido declarada en 1575 “lengua general” por el virrey Toledo, el puquina no tuvo la suerte de ser documentado como sus congéneres quechua y aimara. Los preceptos gramaticales y léxicos preparados por el padre Alonso de Barzana (o Bárcena) en 1590 nunca han podido localizarse. Para su estudio apenas contamos con un conjunto de textos pastorales editados en 1607 en Nápoles por Jerónimo de Oré. A partir de ellos se han hecho esfuerzos por extraer algunos fragmentos gramaticales de la lengua, así como un reducido léxico de la misma. Modernamente, sin embargo, se han venido abriendo nuevas avenidas de estudio que permiten enriquecer el conocimiento del idioma, siendo las investigaciones onomásticas las más prometedoras. Tales estudios ayudan, 1 Esta es una versión revisada y ampliada de la ponencia que el autor presentó en el Congreso Internacional de Lexicología y Lexicografía organizado por el Departamento de Humanidades de la PUCP (15-17 de agosto de 2013). Un adelanto del trabajo apareció, con serias mutilaciones, en Cerrón-Palomino (2014). Nº 54, año 2016 169 Artículos, notas y documentos además, a comprender mejor el rol que desempeñó la lengua en la génesis y formación del imperio incaico. Palabras clave: puquina, callahuaya, onomástica, toponimia, etimología, UDGLFDOHVVX¿MRVJUXSRVFRQVRQiQWLFRVSUyWHVLV Abstract In spite of having been declared Puquina as a “general language” of Colonial Peru by Viceroy Toledo in 1575, the language didn’t have enough fortune in being documented as it happened with Quechua and Aymara. The grammatical and lexical epitomes prepared by the Jesuit father Alonso de Barzana (or Bárcena) in 1590 have never been located. Thus, in order to approach the language, we barely count on an ensemble of pastoral texts edited in Naples, in 1607, by the )UDQFLVFDQ-HUyQLPRGH2Up%DVHGRQWKHPH൵RUWVKDYHEHHQPDGHLQH[WUDFWLQJ the grammatical fragments as well as the limited lexicon of the language underlying the texts. Recently, however, new avenues of research have been traced contributing to the enrichment of the knowledge of the language, onomastic research being the most promising ones. These studies have the additional advantage in pointing towards a better understanding of the role played by the language in the genesis and formation of the Inca Empire. Keywords: Puquina, Callahuaya, onomastics, toponymy, etymology, roots, VX൶[HVFRQVRQDQWFOXVWHUVSURWKHVLV 170 Revista Andina Rodolfo Cerrón-Palomino: Tras las huellas de la lengua primordial de los incas “Déterminer avec précision à quelle couche de population appartiennent les toponymes, et par conséquent quel est l’apport respectif de chacun des peuples qui ont occupé notre pays, tel est le but de la toponymie”. Rostaing (1980 : 5) 1. Situación lingüística prehispánica De acuerdo con las informaciones proporcionadas por las fuentes coloniales de los siglos XVI y XVII, el panorama lingüístico en torno al llamado “lago de Chucuito”, hoy denominado lago Titicaca, comprendía cuatro lenguas, a saber: (a) la puquina, (b) la uruquilla, (c) la aimara y (d) la quechua. La primera de ellas, GHVFR\XQWDGDJHRJUi¿FDPHQWHSRUHODLPDUDVHKDEODEDDXQODGR\RWURGHO7LWLFDFD OOHJDQGRSRUHORHVWHKDVWDODVFRVWDVGHO3DFt¿FR GHVGHODVDOWXUDVGHO&ROFDHQ Arequipa, hasta por lo menos Iquique por el sur), por el noreste hasta las vertientes orientales de los Andes (Sandia y Carabaya, en el Perú, y el noreste de La Paz, en Bolivia), y por el sur alcanzando hasta Charcas y Potosí.2 La lengua uruquilla, o simplemente uru, era hablada en toda la región de los lagos y sus islas, a lo largo del eje acuático Titicaca-Coipasa, conectado por el Desaguadero y el Lacajahuira. El aimara, responsable de la desintegración del otrora territorio continuo del puquina, era la lengua hegemónica que copaba toda la región altiplánica, como idioma de los señoríos étnicos de la región, desplazando al puquina hasta relegarlo a los WHUULWRULRVH[WUHPRVPHQFLRQDGRV(OTXHFKXDHQ¿QSURFHGHQWHGHO&X]FRHVWD YH]YHKLFXOL]DGRSRUORVLQFDVFRPHQ]DEDDLQFXUVLRQDUHQOD]RQDSRUHOÀDQFR noroeste del lago, desplazando al puquina, y sentando las bases de la repartición territorial que presentan hoy día las dos lenguas nativas vigentes. Los documentos que nos describen la situación esbozada, de manera indirecta, pero bastante precisa, son en este caso la “Tasa de la Visita General” del virrey Toledo (1975 [1582]) y la “Copia de curatos” del antiguo obispado de Charcas (Espinoza Soriano 1982: 187-196), estudiados, entre otros, desde el punto de vista de sus incidencias étnicas 2 Nótese que el espacio delimitado corresponde aproximadamente al proporcionado por el cronista Sarmiento de Gamboa en la segunda mitad del siglo XVI. Dice, en efecto, el mencionado historiador, que “[el territorio colla cubría] desde veinte leguas del Cuzco hasta los Chichas y todos los términos de Arequipa y la costa de la mar hacia Atacama y las montañas sobre los Mojos” (Sarmiento 1965 [1572]: 242 [37]). Adviértase, sin embargo, que por la palabra colla hay que entender, en el pasaje citado, puquina-colla, y no aimara, como se la ha interpretado tradicionalmente. Nº 54, año 2016 171 Artículos, notas y documentos y lingüísticas, por Thérèse Bouysse-Cassagne (1975, 1987: cap. II). Para mayores SUHFLVLRQHVJHRJUi¿FDVDOUHVSHFWRYHU'RPtQJXH])DXUD 2. Trastornos étnico-lingüísticos En general, como era de esperarse, la información documental respecto de los idiomas y de los pueblos que los hablaban no deja de ser por momentos ambigua y confusa, por el mismo hecho de que respondían a intereses predominantemente administrativos y religiosos. Téngase en cuenta, además, que las políticas de conquista tanto incaica como española se caracterizaron por movilizar grupos humanos de un territorio a otro en gran escala, a través del sistema de los mitmas, en el primer caso, y de las reducciones de pueblos y de las mitas mineras, en el segundo. En lo que respecta al área circun-lacustre, por ejemplo, sabemos de la práctica repetida por incas y españoles de extraer violentamente a los moradores GHOODJRSDUDDVHQWDUORVHQWLHUUD¿UPHHQFDOLGDGGHPDQRGHREUDSURYRFDQGR su asimilación tanto étnica como lingüística a los grupos aimaras o quechuas del entorno lacustre (Wachtel 2001 [1990]: II, II, § D). De entonces, y seguramente de PX\DQWHVGDWDQORVSURFHVRVGHWUDQV¿JXUDFLyQpWQLFD\GHVXVWLWXFLyQLGLRPiWLFD por los que pasaron los habitantes del gran “mar interior”. Y así entendemos cómo, cuando documentos como los referidos nos hablan de tributarios “uros”, éstos podían ser, en efecto, hablantes de uruquilla, pero también podían serlo del puquina, del aimara y hasta del quechua. Del mismo modo, una vez asimilados a los grupos GHWLHUUD¿UPHORVXUXTXLOODVSRGtDQVHUFHQVDGRVFRPR³SXTXLQDV´R³DLPDUDV´ Así, pues, los membretes de pertenencia societal manejados en los documentos FRORQLDOHVGHEHQWRPDUVHHQYHUGDGFRPRFDWHJRUtDV¿VFDOHV\WULEXWDULDVDQWHV que como indicadores precisos de membresías étnicas y/o lingüísticas (Bouysse- Cassagne 1991: 491-493). El entrevero étnico e idiomático al que se hizo referencia no es privativo GHORVGRFXPHQWRVGHFDUiFWHU¿VFDO\DGPLQLVWUDWLYRSXHVRWURWDQWRRFXUUHHQ los textos históricos elaborados por los cronistas coloniales y los investigadores posteriores. Como resultado de ello, se ha confundido, en el plano histórico, a los “collas” como aimaras, y, en el plano lingüístico, al uruquilla con el puquina. Gracias a los trabajos etnohistóricos (Julien 1983, Bouysse-Cassagne 1987) y lingüísticos (Ibarra Grasso 1982 [1964], Torero 1972 [1970]) de la segunda mitad GHO VLJOR SDVDGR KR\ SRGHPRV HIHFWXDU ORV GHVOLQGHV GH¿QLWLYRV UHVSHFWLYRV señalando, por un lado, que por “collas” debemos entender a pueblos de habla puquina y no aimara; y, por el otro, que el puquina y el uruquilla constituyen entidades idiomáticas independientes, sin ninguna relación, fuera del hecho de su coexistencia, a lo largo del eje lacustre Titicaca-Coipasa, por más de un milenio (ver, para un resumen del deslinde respectivo, Galdos Rodríguez 2000). 172 Revista Andina Rodolfo Cerrón-Palomino: Tras las huellas de la lengua primordial de los incas Resumiendo, ahora podemos establecer las correlaciones étnico lingüísticas de modo más preciso, señalando que el idioma de los “puquina-collas” era el puquina, el de los señoríos aimaras la lengua aimara, y el de los uros lacustres el uruquilla. El quechua, la última lengua en incursionar en la región, vendría a ser la variedad koiné difundida por los incas en las conquistas expansivas en dirección sureste iniciadas por el inca Pachacutiy (ca. 1450). 3. Lenguas originarias altiplánicas Los estudios de lingüística histórica del área andina convienen en señalar que, de las cuatro lenguas presentadas inicialmente, dos de ellas pueden considerarse nativas de la región: la puquina y la uruquilla, y las otras dos ajenas a ella: la aimara y la quechua. Señalemos, sin embargo, que cuando hablamos de oriundez versus intrusión lo hacemos en términos muy relativos, teniendo en cuenta las limitaciones de información de que adolecemos en cuanto a la procedencia de las lenguas y de los pueblos de la región en tiempos protohistóricos. En tal sentido, los emplazamientos iniciales de los idiomas y de los procesos de difusión, convergencia y desplazamiento en que se vieron involucrados, apenas pueden postularse en calidad de hipótesis valiéndonos mayormente de las evidencias lingüísticas, sin descuidar los aportes de otras