FIDEL MIRÓ SOLANES

Memorias anarquistas de un catalán exiliado

Fernando Cabrera Parra

FIDEL MIRÓ SOLANES

Memorias anarquistas de un catalán exiliado

Fernando Cabrera Parra

Revés Histórico – Pasajes Anarquizantes

Cabrera Parra, Fernando. Fidel Miró Solanes. Memorias anarquistas de un catalán exiliado / Fernando Cabrera Parra.- Puebla, México: Revés Histórico - Pasajes Anarquizantes, 2019.

Este texto sí puede ser reproducido total o parcialmente, por cualquier medio o impresión digital, en forma idéntica, extractada o modificada, en español o en cualquier otro idioma, siempre y cuando sea con fines no lucrativos, se reconozca al autor y se respeten sus derechos morales.

Revés Histórico – Pasajes Anarquizantes Mayo 2019, Puebla, México.

ÍNDICE

Presentación………………………………………………………….………6

Introducción…………………………………………………….……………7

FIDEL MIRÓ SOLANES. MEMORIA Y TESTIMONIO………………...15 Semillas de rebeldía, 1910-1924 “Hacer la América”. Una incierta idea, 1925-1928 Cuba y Jamaica. Dos experiencias caribeñas, 1928-1933

VIDA POLÍTICA E IDEOLÓGICA……………………………………..…41 De la Segunda República a la Guerra Civil Española En busca del anarquismo español, 1933-1936 Fidel Miró y la Guerra Civil Española, 1936-1939

HOMBRE DE EXILIOS……………………………………………………89 Exiliado en Francia, Suiza y Santo Domingo, 1940-1944 Exilio republicano español en México Fidel Miró en México, 1944-1970 Ante el exilio prolongado, 1970-1998

Epílogo: El anarquismo revisionista de Fidel Miró Solanes………………160

Apéndice. Obras de Fidel Miró…………………………………………....182

Fuentes…………………………………………………………………….186

Bibliografía………………………………………………………………...187

A la memoria de Fidel Miró Solanes

PRESENTACIÓN

Escribir la vida sigue siendo una esfera inaccesible y, sin embargo, sigue siempre impulsando el deseo de narrar y de comprender.

François Dosse

Este libro trata sobre la vida de Fidel Miró Solanes, un anarquista catalán exilado en diversos países debido a su participación activa en la Guerra Civil Española. Con el propósito de dar a conocer, comprender y valorar su aportación política e ideológica a través de relatos de diversos acontecimientos en palabras del propio Miró. Cabe destacar que, originalmente, el texto corresponde a mi tema de investigación del posgrado en Historia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Sin embargo, debido a la necesidad de difundir ampliamente tanto los datos biográficos, el pensamiento ácrata y el panorama como exiliado de Fidel Miró, surge la posibilidad de editarlo a través de los proyectos Revés Histórico y Pasajes Anarquizantes. Esperando contribuya a rescatar un poco de la complejidad del movimiento anarquista español, así como integrar a la historiografía del exilio republicano español en México, el aporte de los exiliados catalanes de filiación anarquista, que han sido en general menos estudiados. Por último, y no menos importante, expreso mi agradecimiento a todos aquellos (investigadores, profesores, compañeros, amigos y familiares) que acompañaron el proceso de investigación y edición a través de observaciones y comentarios para que este texto circule hoy libremente.

Fernando Cabrera Parra Mayo del 2019

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INTRODUCCIÓN

Cuentan que al Dante, cuando iba por la calle, la gente lo señalaba diciendo: “He aquí a un hombre que viene del infierno”. A Fidel Miró, ahora, podremos señalarlo diciendo: “He aquí a un hombre que ha logrado salir del limbo”, pues nuestra emigración ya se ha convertido, querámoslo o no, en un limbo político. Miró demuestra que se puede salir de él y volver a la vida activa, la de las ideas.1

Si hay algo que defina el carácter fundamentalmente político del exilio español es que estuvo determinado por diversas coordenadas. En el interior del exilio mismo la división en grupos políticos, que se fraguó durante el Frente Popular y la guerra civil, una vez fuera de España se produjo, además, el enfrentamiento entre dos grandes programas o líneas de actuación políticas, a saber: el legitimismo republicano -que toma forma de la resurrección de un gobierno republicano en el exilio-; y la “solución plebiscitaria”, es decir, el reconocimiento de la muerte efectiva de la II República y la construcción de un sistema alternativo a Franco.2 La política de los exiliados españoles estuvo determinada por la situación internacional; la Segunda Guerra Mundial, el pacto germánico-soviético y posteriormente, el fin de la guerra y la postura de los comunistas frente al mundo. Hechos que no significaron esperanzas para los exiliados, sino la decadencia del apoyo internacional. Cada posición política del exilio republicano (el legitimismo republicano y la solución plebiscitaria) reaccionó de forma diversa ante la influencia de estos factores, mostrando un

1 Víctor Alba, prólogo a Fidel Miró Solanes. ¿Y España cuándo? El fracaso político de una emigración. México: Libro Mex-Editores, 1959, p. 11. 2 Luis de Llera Esteban (coord.). El último exilio español en América Latina. Grandeza y miseria de una formidable aventura. Madrid: MAPFRE, 1996, pp. 121-314.

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ostracismo o utopismo revolucionario respectivamente, pese a la conexión con otros grupos exiliados. Así, el exilio político español fue minado por los acontecimientos europeos. La evolución de la línea política del exilio en América, es punto clave para establecer el papel jugado por cada una de las partes involucradas en la Guerra Civil Española (la oposición exterior, la oposición interior y el régimen mismo),3 así como los motivos de la división de las diversas fuerzas políticas tras la derrota y las reconfiguraciones que cada grupo realizó estando en el exilio (republicanos, socialistas, comunistas, falangistas, monárquicos, masones, nacionalistas, la Junta Central de Acción Republicana Española en México, la Junta Suprema de Unión Nacional, la Junta Española de Liberación entre otras) pero sobre todo, para nuestro interés, el proyecto político de los anarquistas españoles y su presencia histórica en el exilio en México. Sin duda, un aspecto relevante que la historiografía del exilio español ha ignorado, no sólo en México, sino en toda América Latina, es el exilio anarquista y su participación política- ideológica tanto en España como en México y gran parte de América Latina. De ahí la dificultad de encontrar, en los estudios del exilio español que se han venido aludiendo, algún aporte acerca de este grupo exiliado, ya que la mayoría de las investigaciones realizadas se apoyan en una extensa documentación oficial y responden a intereses político- académicos específicos. La visión que se ha elaborado del exilio, cuyo inicio se podría fijar en el año de 1938, ha imposibilitado el reconocimiento de otros exilios como bien podría ser el caso de los anarquistas. La preeminencia de esta visión, particularmente en las esferas de la cultura, fue determinante en la consolidación de la imagen sociocultural que se institucionalizó del exilio: en la serie de libros, monografías, artículos, memorias, entrevistas, etc., escritos por esos intelectuales republicanos, se evidencia el proceso mediante el cual se elaboró e instituyó esta monovisión

3 Ibid., p. 123.

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del exilio español. En tanto que opera como un concepto ideológico el término de “transterrados” ejemplifica adecuadamente este proceso.4 La visión que instituyeron los intelectuales de 1938, particularmente reforzada y consolidada por los refugiados que ingresaron al país a partir de 1939, marginó a todos aquellos grupos políticos que, al no incorporarse de lleno tanto en la cultura oficial mexicana como en la republicana-española, fueron relegados a un segundo plano. Los intereses políticos han sido prácticamente los móviles que han llevado a relegar o ignorar todas aquellas manifestaciones ideológicas que nada tienen que ver con el proyecto político de los republicanos, como bien podría ser el caso de los masones, los cuáqueros, los vascos católicos, los monárquicos, los nacionalistas, los anarquistas y todos aquellos grupos que, aun cuando fueron minorías con respecto al predominio republicano también formaron parte de los llegados a México a raíz del conflicto armado en España.5

Los anarquistas exiliados en México

Una vez en América, los anarquistas se repartieron por todo el continente, siendo México el lugar donde se concentró el mayor número; según las actas de las asambleas que celebró la central anarcosindicalista durante los primeros años, se registran 250 afiliados que la organización libertaria llegó a aglutinar en tierras mexicanas. Cabe recordar que la CNT fue la central laboral más fuerte en la España republicana y, aunque no todos sus miembros eran anarquistas confederados, la mayor parte de ellos compartían la orientación anarquista de la directiva.6

4 Jairo Francisco Castillo Díaz. “La literatura del anarquismo mexicano (1901-1921) y los anarquistas del exilio español del 39 en México”. México: UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2003, pp. 233-234. [Tesis de Doctorado en Letras]. 5 Idem. 6 Véase Ángel Herrerín López. “Políticas de los anarcosindicalistas españoles exiliados en México”. Tzintzun. Revista de estudios históricos. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, núm. 39, enero-junio, 2004.

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Mientras las esferas políticas negaron apoyo a campesinos y obreros hacia una participación directa en los asuntos sociales, el movimiento anarquista en torno a la CNT alentó las sublevaciones revolucionarias populares así como los atentados, las acciones directas y las respuestas espontaneas, con el propósito de vincular a grupos independientes a acciones conjuntas bajo una organización coherente y decisiva. Es justamente en el exilio donde se puede distinguir otra etapa del anarquismo español, el cual se encontró en una transición ideológica obligada. Y más allá, este periodo de transformaciones experimentadas por los anarquistas españoles, se vio reflejado en los diversos lugares donde se encontraban exiliados. Es decir, no sólo se presenció una etapa más del anarquismo español, sino varias fases experimentales del anarquismo tanto en países de Europa como de Latinoamérica. Uno de ellos fue México.7 Una vez finalizada la Guerra Civil Española, los luchadores del bando republicano que se quedaron en España sufrieron la brutal represión desencadenada por el régimen franquista; y los que decidieron abandonar el país, un exilio que, en determinados casos, se alargó durante casi cuarenta años.8 En efecto, los luchadores antifascistas que permanecieron en España tuvieron que hacer frente a una represión extremadamente sanguinaria que significó la muerte de muchos de ellos. Entre los que, tristemente, ocuparon un lugar destacado se encontraban los militantes sindicalistas, tanto socialistas pertenecientes a la Unión General del Trabajo (UGT), como anarcosindicalistas, afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).9

7 México fue destino de muchos ácratas por la afinidad de los sindicatos adscritos a la AIT, e incluso de los Estados Unidos, donde las sociedades libertarias americanas prestaron ayuda económica y profesional a muchos españoles, a los que consiguieron situar incluso en las Naciones Unidas. México recibió a anarquistas como Juan García Oliver (Ministro de Justicia), Aurelio Fernández (presidente de la Junta de Gobernación de Aragón), Ángel Samblancat (novelista), Viñuales (ministro de Educación de Aragón), Ballano Bueno (Ministro del Gobierno de Aragón) y Durán (Alcalde de Gerona). Véase De Llera, op. cit., p. 196. 8 Herrerín, op. cit., p. 141. 9 Ibid., p. 142.

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Cuando algunos abandonaron España, se dirigieron a tres puntos geográficos: Francia, África del norte y a América, siendo en Francia donde se concentró un mayor número de exiliados debido a la cercanía con España ante un posible retorno.10 Sin embargo, su estancia en Francia resultó problemática, ya que la mayoría fueron encerrados en campos de concentración, padeciendo la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi, razón por la cual, muchos comenzaron a buscar ayuda para partir a otros lugares. Cabe mencionar que así como llegaron a México un gran número de refugiados españoles mediante la ayuda gubernamental, hubo quienes también lo hicieron individualmente, con sus propios recursos. Los exiliados confederales llegaron a México desde julio de 1939. Estos libertarios fueron los más perjudicados, ya que les fueron limitadas las plazas para embarcarse con destino a América. Los anarquistas que iban a América fueron objeto de entrevistas a cargo del Servicio de Emigración de Republicanos Españoles, cuestionando su afiliación a la Confederación Nacional del Trabajo durante la guerra y su participación activa como anarcosindicalistas, en contra del gobierno de Negrín. Fue así como el Servicio de Emigración de Republicanos Españoles, con ayuda del gobierno mexicano a través del Comité Técnico de Ayuda a los Españoles en México, limitó la llegada de un mayor número de exiliados anarquistas. Posteriormente, del mismo modo actuó la Junta de Auxilio a Republicanos Españoles, después de 1940, quien facilitó la llegada de más socialistas y republicanos fieles a Indalecio Prieto, y de menos anarquistas y comunistas.11 Dentro de la militancia antifascista española, los anarcosindicalistas experimentaron de diverso modo y con mayor rigor la derrota en la Guerra Civil, tanto por la falta de

10 La mayoría de los exiliados que pertenecían a la CNT, como los de la UGT, permanecieron en Francia. Sin embargo, a diferencia de los teóricos socialistas, la mayor parte de los teóricos anarquistas importantes también se quedaron en Francia. Para ellos, Toulouse siempre fue el centro de actividad mucho más importante que México. Véase Patricia Fagen. Trasterrados y ciudadanos. Los republicanos españoles en México. México: FCE, 1973, p. 127. 11 De un 20% de plazas designadas para anarquistas, la JARE tan sólo ocupó el 5%. Herrerín, op. cit., p. 144.

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ayuda internacional, como por su oposición a cualquier poder o institución que los cobijara, como a los refugiados republicanos. Por ello, la misma Confederación Nacional del Trabajo tuvo que enfrentar problemas internos y externos y una profunda desmoralización. Además de tener que huir de España por haber pérdida de la guerra, tuvieron que afrontar la imposibilidad de una revolución meramente anarquista. Ante tales circunstancias, hubo protestas de los exiliados anarquistas porque en realidad nunca habían confiado en los partidos republicanos ni en otros grupos políticos exiliados. En la práctica, nunca hubo cooperación concreta o prolongada entre los anarquistas y otros grupos, debido a la desconfianza con que la mayor parte de los anarquistas consideró la estructura política organizada de la República en el exilio.12 Por otro lado, la primera organización de la CNT en tierras mexicanas estuvo relacionada con el Consejo General del Movimiento Libertario, formado en París en 1939. Bajo su reconocimiento se organizaron comités en México, el primero de ellos fue dirigido por el anarquista Juan Rueda.13 Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y con la ocupación alemana en Francia, el consejo se disolvió dejando un vacío en la dirección, el cual se resolvió una vez concluida la guerra. En 1941 se constituyó en México la primera organización cenetista, la “Delegación de la Confederación Nacional del Trabajo de España en México”, siendo su primer secretario el anarquista Progreso Alfarache. Esta organización nació con la pretensión de unificar los esfuerzos en el exilio en América, teniendo como puntos específicos: gestionar la representación colectiva en los organismos de ayuda y desde allí a los camaradas, además de actuar cerca de los partidos y organizaciones a fin de intervenir en el proceso político español.14

12 Fagen, op. cit., p. 128. 13 Herrerín, op. cit., p. 145. Cita el “Informe de la Delegación General de la CNT de España en México”. Archivo Fundación Anselmo Lorenzo, Fondo Federación Local de la CNT en Inglaterra. 14 Herrerín, op. cit., p. 145.

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Las resoluciones de la Confederación Nacional del Trabajo de España siempre fueron aceptadas transitoriamente por la mayoría de las delegaciones existentes en el exilio, pero la CNT en Francia, con aproximadamente “treinta mil afiliados”, se reorganizó después de la Segunda Guerra Mundial y acaparó la atención del movimiento libertario en el exilio. Mientras tanto, la Delegación General de la CNT en México, antes de abandonar su papel de órgano coordinador de los libertarios refugiados, promovió el fin de la primera escisión confederal entre sus militantes. Reunificación que tuvo lugar el 18 de agosto de 1945.15 Un mes después, la Delegación en México hizo el traspaso de poderes a la organización en Francia, quedando sólo la subdelegación de la Confederación Nacional del Trabajo. Así se puso fin al corto pero intenso periodo en el que los refugiados cenetistas en México intentaron “ordenar” las relaciones entre los diferente núcleos libertarios desperdigados por el mundo y en el que tuvieron que hacer frente, en pequeña escala, a los mismos problemas a los que la CNT en Europa, con resultados mucho más graves para el futuro del anarcosindicalismo durante su largo exilio.16 Después de 1947, aunque la CNT no volvió a formar parte de ningún gobierno republicano, no significó el fin de su actividad política. En México se intentó un acercamiento con la Unión General del Trabajo, pero el movimiento libertario en México era visto como la oveja negra de todos los movimientos revolucionarios en comparación con Europa. Después de los años sesenta, la Confederación Nacional del Trabajo en México pasó del Ateneo Español al Centro Republicano para llevar a cabo sus reuniones, compartiendo dicho espacio con republicanos y socialistas de la Unión General del Trabajo de México. De esa manera se fue convirtiendo en parte de la estructura republicana establecida en México, aunque siguió manteniendo contacto con los grupos de exilados anarquistas en Toulouse y los clandestinos en España.

15 Ibid., p. 158. 16 Idem.

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La principal facción de la CNT en el exilio en México, aún afirmaba que se trataba de un fenómeno temporal, y con la muerte de Franco, volverían a surgir los ideales anarquistas en España, así como las organizaciones sindicales. Por lo que respecta a los líderes de la Confederación Nacional del Trabajo en el exilio, éstos decidieron mantener su militancia y estar preparados para la revolución cuando Franco muriera. Sin embargo, en 1962, nuevamente se manifestó una escisión entre los anarquistas exiliados. El grupo crítico a la postura tradicional de la Confederación Nacional del Trabajo, del cual formaba parte Fidel Miró Solanes, comenzó a publicar sus denuncias en el periódico Comunidad Ibérica, siendo oficialmente expulsados sus miembros en 1966. Tal fue el ambiente en el que vivió Fidel Miró en México, adonde llegó en 1944, habiendo residido aquí durante más de medio siglo, hasta su muerte acaecida el 29 de junio de 1998.

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FIDEL MIRÓ: MEMORIA Y TESTIMONIO

Creo como el gran pensador anarquista español Ricardo Mella, que “más allá del ideal habrá siempre ideal”, me inclino, ahora, por el esfuerzo continuado, individual y colectivo, en aras de un mañana siempre mejor, salvando contratiempos y adversidades, evitando en lo posible dar marcha atrás en los avances tenazmente arrancados al dolor y la injusticia humana.

Fidel Miró Solanes

Fidel, Antonio, Juan Miró Solanes nació el día 23 de abril de 1910 en el Pla de Cabra, hoy Pla de Santa María. Dicho lugar se ubica al sur de Cataluña, España en la provincia de Tarragona, comarca de Alto Campo. Al hablar de dicha provincia es conveniente señalar que se trata de un puerto a orillas del mar Mediterráneo que encierra una muy antigua historia respecto a su fundación, pero sobre todo, es hablar de una zona con tierras muy fértiles para la vida agrícola y para la producción de cereales, avellanas, almendras, setas, cebada, olivos, vinos, cítricos, entre otros productos. Con el pasar de los siglos, la provincia de Tarragona vivió un proceso de desarrollo en todos los órdenes de la vida social, lo que hizo de ella, una provincia de Cataluña de gran importancia para lo que hoy es España.17

17 Los orígenes de Tarragona se remontan a un pequeño poblado conquistado por los romanos. Ésta provincia fue primero capital de la Hispania Citerior en la época republicana y de la provincia de la Hispania Tarraconensis durante el imperio, cabe mencionar que a partir del siglo V d. c., Tarragona padeció agudamente la invasión de los pueblos germánicos, y en el año 711, experimentó profundas trasformaciones con la inserción de los árabes dando paso a otras invasiones como la de Carlo Magno, la de una razzia de Almanzor en el año 985 y la reconquista del territorio llevada a cabo por Ramón Berenguer III “El Grande” en el año 1116. Durante la transición de la época medieval a la edad moderna, Tarragona vivió una serie de diversos conflictos, ya que desde el siglo XII, bajo un principado eclesiástico, Tarragona llevó a cabo un primer intento de colonización de normandos consolidándose como núcleo meramente urbano a finales del mismo siglo. Sin embargo, paralelo a este crecimiento centralizado, comenzaron a poblarse las zonas periféricas alrededor de los castillos señoriales,

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Fue en los campos de Tarragona, donde Fidel Miró pasó sus primeros catorce años de vida. Sus padres fueron María Solanes Requesens y Luis Miró Prat;18 éste fue un campesino de los rabassaires, alrededor de Valls en el Alt Camp (provincia de Tarragona).19 El pequeño propietario catalán vivía con relativa tranquilidad, pero su vecino, el rabassaire había visto degradarse su condición en el curso de los últimos años. Relativamente favorables en el siglo XIX, estas condiciones se tornaron catastróficas con los estragos de la filoxera y la introducción de plantas nuevas que exigían más cuidado y duraban menos tiempo.20 Por influencia de Cambó y la derecha, en el tribunal de las garantías constitucionales, abrogó la ley

aunque un factor que impidió el mayor progreso de este crecimiento poblacional fue la peste bubónica de mayo a julio de 1348, lo que provocó una gran mortandad, el descenso de población, una crisis severa y un proceso recesivo del núcleo urbano. A partir de la primera mitad del siglo XV, Tarragona experimentó una nueva crisis, ahora de tinte político. Esto se debió a que Tarragona reafirmó su apoyo a la Generalidad de Cataluña en la Guerra Civil Catalana de 1462. Sin embargo, entre el siglo XVI y el siglo XVIII, Tarragona también enfrentó conflictos bélicos de gran importancia como los feroces ataques de los piratas y la guerra de catalanes y franceses en contra de la monarquía hispánica en 1640-1659. Esto provocó que Tarragona fuera destruida tanto por mar y por tierra, entrando en una crisis severa la cual duró hasta que se pudo reconstruir el puerto y el comercio libre con América en el siglo XVIII. Sin embargo, de 1702 a 1714, esta provincia enfrentó la Guerra de Sucesión en contra del sistema de gobierno centralizador y absolutista de Felipe V. A lo largo del siglo XVIII, la provincia de Tarragona vio un ligero crecimiento, el cual se vio truncado por la Guerra de independencia o Guerra del Francés a principios del siglo XIX. Durante dos años, de 1811 a 1813, los franceses ocuparon Tarragona, lo que provocó el crecimiento de una pequeña burguesía comercial que hizo posible la modernización de Tarragona a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, con la llegada del siglo XX, nuevos cambios políticos y sociales exigieron seguir una nueva ruta para el avance de Tarragona. Es así como la proclamación de la Segunda República y la Guerra Civil Española de 1936-1939, marcaron un retroceso para el desarrollo económico y social de Tarragona iniciando un proceso de reconstrucción a finales de los años cincuenta bajo el progreso de la industria petroquímica. 18 Un breve esbozo biográfico acerca de la vida de Fidel Miró Solanes puede consultarse en José María Muriá (coord.). Diccionario de los catalanes en México. Zapopan: El Colegio de Jalisco- Generalitat de Catalunya, 1996, pp. 228-229. 19 El rabassaire era un aparcero de un tipo especial de (rabassa morta: raíz muerta) cuyo arrendamiento terminaba cuando las tres cuartas partes de las plantas estaban muertas. 20 La filoxera fue una enfermedad de los viñedos, de origen americano, introducida en Europa hacia 1863 al importarse plantas de los Estados Unidos. A partir de 1968 destruyó rápidamente los viñedos del sur de Francia; la plaga llegó a España en 1878, pero su difusión fue relativamente lenta. Al final de la crisis, hacia 1930, el mapa del viñedo en España había cambiado mucho.

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votada a favor de los rabassaires por el parlamento catalán en vísperas de la insurrección de 1934.21 Fidel Miró fue el tercero de cuatro hermanos; Luis y Ana, mayores que él, y Juan el menor. Procedía de una familia de campesinos de la provincia de Tarragona, ya que sus padres tenían un pequeño terreno de temporal. Ante ello, bajo sus propias palabras, Fidel Miró recuerda el haber enfrentado una infancia económicamente limitada:

Mis padres eran pequeños propietarios y medieros del campo catalán, así que mi infancia fue como la de cualquier hijo de campesino pobre.22

Es nostálgico el recuerdo de la infancia que Fidel Miró tuvo de los campos de Tarragona, lugar donde se desenvolvió sin superficialidades, por el simple hecho de su origen campesino. Gozó del ambiente natural que le rodeaba y de la libertad sin ninguna restricción, amando esa libertad que sólo un niño es capaz de disfrutar, sin mayores complicaciones. Y pese a que sólo pasó los primeros catorce años de su vida en Pla de Cabra, éstos bastaron para que dibujara la imagen de ciertos recuerdos de la infancia, marcados por instantes familiares. Él mismo refiere su infancia de la siguiente manera:

Disfrutamos de mucha libertad, diría mejor de toda la libertad, sin restricciones de ningún género. El pueblo todo, de unos dos mil habitantes, era nuestro, incluyendo calles, campos y montes cercanos, huertos y campos de cultivo, con sus árboles frutales, pues para nosotros el derecho de propiedad tenía un valor muy relativo. Preferíamos por supuesto la fruta ajena a la propia, amén de que la propia era muy poca salvo higos y cerezas, que se daban por doquier, creciendo en linderos y arroyos, lo que los hacía poco apreciados. Ir a robar fruta tenía, además, el sabor de la aventura, de un cierto riesgo y el valor del fruto prohibido. Nos servía

21 Pierre Broué y Émile Témime E. La revolución y la guerra de España. México: FCE, 1962, t. I, p. 29. 22 Miró, op. cit., p. 15.

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también para contar la hazaña a los amigos y poder vanagloriarnos del hecho, en especial cuando la aventura había ofrecido algún peligro, una buena carrera por lo menos. Nunca éramos atrapados.23

Esto muestra, además de la concepción de la vida campesina infantil que rodeó a Fidel Miró, la imagen de una Tarragona libre, la cual fue bien trazada por él en sus recuerdos, al conectar su niñez con las cualidades naturales de un espacio memorable no sólo para él, sino para otros que han intentado situarse de nuevo en los ambientes que ya vivieron. Fidel Miró no escatimó en hacer hincapié en el aspecto lúdico de un niño, como el recuerda que fue. Robar melocotones ajenos, ser perseguido por los dueños de la fincas, asaltar huertos, saltar muros y alambradas de púas y en general, sentir el peligro, son elementos que Miró tomó en consideración para hacer memoria de que alguna vez fue niño. Al haber sido hijo de un campesino, el medio natural y rudimentario también formó parte esencial de sus recuerdos:

Los juguetes eran escasos, sólo los que podíamos fabricar nosotros mismos: aros de madera o de hierro procedentes de toneles desvencijados; cuerdas para saltar, juego preferido por las niñas; “bolits”, más algunos trompos y canicas, casi siempre heredados por nuestros mayores; naipes viejos e incompletos… Era todo y era suficiente, pues existían multitud de juegos y pasatiempos para los cuales no necesitábamos de ningún instrumento: perseguirnos por las calles jugando a policías y ladrones, a las cuatro esquinas en la plazuela del ayuntamiento, saltos de altura y de distancia, al “cavall fort”, etc… Para entonces, aún no se había inventado, para nuestra fortuna, ni la televisión ni la radio.24

Por otro lado, los recuerdos de la infancia de Fidel Miró nos transportan a una escala de sensaciones, percepciones y justificaciones, que hacen más claras sus intenciones por

23 Ibid., pp. 15-16. 24 Ibid., p. 17.

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recordar las tantas adversidades que un niño puede vivir, pero sobre todo, superar:

En medio de la pobreza, la libertad y la alegría compensaban todas las adversidades: las moscas y los malos olores en verano, el fango y el frio en invierno. Esa libertad que la inmensa mayoría de los hombres no aprenden a valorar nunca suficientemente, los niños la comprenden y la disfrutan a plenitud, aun sin poder definirla.25

Pero un hecho que marcó profundamente la vida de Fidel Miró, a la edad de nueve años fue la muerte de su madre, en 1919, recuerdo que no registra de manera detallada en sus memorias, por el hecho de lo que implica vivir el dolor de una pérdida tan importante para dicha edad.

Semillas de rebeldía, 1910-1924

A principios de los años veinte, la vida de Fidel Miró tomó un giro muy distinto. Dicho giro no sólo se debió a la edad, según recuerda que al rebasar los diez años aparecieron en él lo que reconoció como “semillas de rebeldía”. Esta parte de su vida está marcada por el papel desempeñado por su padre, como campesino rabassaire, y por otros elementos sociales que Cataluña experimentó en ese entonces. Al respecto, Fidel Miró nos dice:

Mi padre se empeñó en que fuera a la escuela hasta cumplir los trece años, lo que por entonces no resultaba muy común. En todo el pueblo, no llegábamos a diez los que gozábamos de tal privilegio y entre los pobres sólo éramos tres los favorecidos. Mi padre, que fue al servicio militar siendo analfabeto, terminó la “mili” con el grado de sargento y aunque de elemental cultura, era uno de los hombres más instruidos del pueblo. Por esta razón ocupó por un buen tiempo la Secretaria de la Sociedad de

25 Ibid., p. 18.

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Pequeños Propietarios y Aparceros. Los terratenientes y muchos que no lo eran, tenían otro sindicato o cooperativa que funcionaba como sociedad anónima de importancia mucho mayor.26

En sus memorias Fidel Miró recordó a su padre como su primer maestro, siendo este quien le enseñó a leer desde los cuatro años de edad, y quien le proporcionó posteriormente la suscripción a la famosa publicación catalana para niños El Patufet, y le fomentó el gusto por la lectura hasta adentrarlo en revistas revolucionarias como Solidaridad Obrera y El Motín. La imagen de su padre caló en lo más íntimo de su memoria, recordando a su progenitor como un elemento influyente en su vida futura. La lucha de su padre como aparcero y mediero fue muy significativa para Fidel Miró, pues se trató de una campaña de reivindicación a fin de que de dos partes de la cosecha fueran para el agricultor y una para el propietario. En pocas palabras, la campaña de los campesinos rabassaires consistió en aumentar su propia producción y reducir la cuota que debían entregar a los propietarios que cultivaban. Los rabassaires tuvieron éxito, aumentando sus cuotas hasta cuatro quintas partes. Fidel Miro nos cuenta:

En aquella lucha mi padre jugo importante papel en el pueblo, y los propietarios tuvieron que ceder, aquellos que no quisieron hacerlo se vieron obligados a comprar a buen precio las mejoras que en sus tierras habían producido los aparceros.27

El padre de Fidel Miró fue también su maestro en formación política, ya que lo influyó de manera notoria, no obstante su corta edad, pues Fidel solía acompañarlo a mítines y conferencias en favor de las reivindicaciones agrarias, aunque sin comprenderlas con claridad. Pero la tan visible injusticia que los ricos y los poderosos cometían contra los desheredados fue

26 Ibid., p. 19. 27 Idem.

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lo que inspiró en él cierto grado de rebeldía consciente. Según sus propios recuerdos:

A principios de los años veinte, los cuatro hombres más famosos en Cataluña eran Ricardo Zamora y José Samitier entre la gente muy joven; y entre los adultos Salvador Seguí, “El Noi de Sucre”,28 y Angel Pestaña. Futbolistas los primeros y sindicalistas los segundos. Era tanta su fama que en 1920 llegaron al pueblo dos maestros nuevos, muy jóvenes ambos, y fueron de inmediato apodados “Noi de Sucre”, uno y Pestaña, el otro. Quiere ello significar que la influencia del anarcosindicalismo se había extendido tanto por toda Cataluña que era difícil encontrar un pueblo o aldea que no tuviera un sindicato o grupo organizado de tal filiación.29

Uno de los maestros de escuela de Fidel Miró, fue un ferviente defensor de la cultura catalana y un filtro para atemperar y encauzar su rebeldía; sin embargo, otros hechos relacionados con el anarcosindicalismo en Cataluña le permitieron desde temprana edad, según él:

Desarrollar un espíritu de protesta, un sentimiento de rebeldía, un deseo ardiente de crecer para poder luchar codo con codo contra todas las miserias e injusticias que existen en .30

Mucho tiempo después, en una entrevista, Fidel Miró aclaró la evolución de su pensamiento inicial hacia el anarquismo del siguiente modo:

Sentía que yo era algo así como un catalanista, en mis simpatías debido a la influencia de mí maestro.31 En mi cabecera tenia los

28 Salvador Seguí, apodado el Noi de Sucre, “el niño del azúcar”, era, como José Negrete, el primer secretario de la CNT. Un militante anarquista formado por Anselmo Lorenzo. Véase Broué y Témime, op. cit., t. I, p.54. 29 Miró, op. cit., p. 18. 30 Ibid., p. 20. 31 El fenómeno catalán se precisó en 1906: “Solidaridad Catalana” electoral entre los partidarios más opuestos (carlistas, federalistas). Primer congreso de la lengua catalana, publicación de la Nacionalitat Catalana de Prat de la Riba, teoría del paso del regionalismo al

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retratos de Maciá, Lenin, Trotsky y el Noi de Sucre (Salvador Seguí). Me deshice de aquellos y me convertí en un anarquista.32

En el año de 1924, Fidel Miró enfrentó la muerte de su padre. Comenzaría de ahí en adelante una nueva etapa en su vida, tan sólo con catorce años, alejado por una inevitable necesidad de los campos de Tarragona, se embarcaría rumbo a América.

“Hacer la América”: una incierta idea, 1925-1928

Diversos fueron los motivos que llevaron a Fidel Miró a abandonar las tierras catalanas a los catorce años de edad. Pero tres fueron las circunstancias más influyentes para que aceptara el reto de esta travesía con destino a Santiago de Cuba. En primer lugar, como ya se ha mencionado, fue la muerte de su padre en 1924; luego, la posibilidad de volverse independiente aunque de manera obligada y, por último, poder “hacer la América”, ese anhelado propósito de ganar mucho dinero y regresar a España como un “auténtico indiano” rico y exitoso. Se embarcó hacia Santiago de Cuba, para encontrarse con su hermano mayor Luis, quien recientemente había llegado a la isla también en busca de éxito económico. Cabe mencionar que la tradicional vinculación del español a Cuba y su emigración ejerció un papel de atracción de mano de obra a la isla, mientras que la existencia de vínculos familiares en Cuba y el grado de parentesco, hicieron de esta emigración uno de los principales

nacionalismo, concluyendo con la exigencia de un Estado en nombre de una burguesía frustrada. Posteriormente, “el catalanismo” se convirtió en el instrumento de otra Cataluña, la de los agricultores modestos, rabassaires, artesanos, empleados, pequeños comerciantes, maestros de escuela, curas de pueblo, intelectuales críticos ante su propio medio -lo que en Francia de la III República se ha llamado Les Noouvelles Couches-, relevo posible de los “notables” de antaño con un ideal (sensibilidad antes que ideología) en el que se encuentran la patria, la democracia, los intereses populares. La liga conservadora, ligada al poder central para defender allí sus intereses de clase, es denunciada entonces como traidora “a la patria” y al “pueblo” catalanes. Véase Pierre Vilar. La guerra civil española. Madrid: Grijalbo Mondadori, 1996, pp. 24-25. 32 Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran, el 14 de diciembre de 1996, para Polémica. Consultar: http://www.katesharpleylibrary.net/mcvfp6.

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movimientos migratorios del primer tercio del siglo XX en España.33 Quienes querían ir a Cuba debían ser reclamados por un familiar o un amigo desde el país para facilitar la entrada. Era necesaria la entrega de una carta de presentación a las autoridades cubanas, la cual se gestionaba por el individuo que estuviese en Cuba, y le daba tramite el Centro Regional al que perteneciese. Esto favoreció a Fidel Miró, por los resultados positivos que su hermano mayor había obtenido a través de mucho esfuerzo, facilitando la estancia de Fidel en la isla y, de manera notable, las experiencias que éste vivió, las cuales desarrollaron su nivel cultural e intelectual. Como era de esperarse, la larga travesía que Fidel realizó rumbo a Santiago de Cuba ocupa en sus memorias un lugar primordial, debido a simpatías y aversiones iniciales hacia muchas cosas a las que él no estaba tan acostumbrado, o que de plano no conocía. Es así como se dio cuenta de que “hacer la América” era muy distinto a lo que ingenuamente imaginaba y mucho menos lo que tanto le habían comentado y presumido. Ante ello, Fidel Miró recuerda la tan agobiante pero estimulante travesía:

Zarpó el “Manuel Arnuz” de la Compañía Transatlántica Española del puerto de Barcelona, en una soleada tarde de mediados de abril de 1925. Cumplí mis quince años durante la travesía. Mientras el navío se iba separando lentamente del muelle permanecí largo rato apoyado en la baranda de estribor. Primero los adioses a media voz; después, a voz en cuello y por fin el inevitable vuelo de pañuelos. Como de costumbre, los que se quedaron en tierra se llevaron el pañuelo a los ojos. Ni por un momento mire lo que hacían los viajeros cerca de mí, no me importaba. Había llegado para mí el momento tan esperado. No experimentaba autentico jubilo pero tampoco tristeza. Sentía una cierta indiferencia, un cierto vacío y en mi fuero interno había algo de temor. En adelante ya no estaría sometido a nadie, podría ser yo mismo y tomar las

33 Consuelo Naranjo Orovio. Cuba vista por el emigrante español, 1900-1959. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987. p. 25.

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decisiones por cuenta propia. Creía en lo sucesivo, mi vida y mi porvenir dependían fundamentalmente de mí. Llegaría a ser lo que yo fuera capaz.34

El viaje de Barcelona a América estuvo rodeado de serias dificultades, porque sólo le alcanzó para boleto de tercera categoría, por la falta de dinero. Pero esto le permitió conocer y relacionarse con ciertas personas, las cuales influenciaron su vida. Una de ellas, y quizá la más importante, cultural e ideológicamente, fue un hombre llamado José, de alrededor de 38 años, quien debido a la experiencia de su edad, compartió su bagaje cultural con Fidel Miró en el viaje a Cuba. Durante la travesía el barco hizo algunas escalas las cuales fueron aprovechas por Miró, quien junto a con José y otro compañero de viaje de su misma edad, llamado José Coll, no perdieron la oportunidad de bajarse del barco para caminar y conocer brevemente algunas calles de la ciudad de Turia, en Valencia, así como la belleza floral de Málaga, el puerto de Cádiz -lleno de mendigos pidiendo algunas monedas-, y las soleadas Palmas de la Gran Canaria. Al llegar a La Habana, no se les permitió bajar a los que viajaban en tercera categoría; siendo hasta la isla de Pinos donde si desembarcaron y tres días después llegarían a Santiago de Cuba, como se verá más adelante. Por casi un mes, tiempo que duró la travesía, mantuvo largas conversaciones con aquel José, quien seriamente cuestionó las intenciones de Fidel Miró de ir a “hacer la América”. Este hombre, después de muchas consideraciones, le advirtió que hacer “hacer la América” no siempre tenía éxito, por ende, no era cosa fácil volverse rico, simple y sencillamente llegando a algún lugar de América. Le recalcó que se tenía que trabajar muy duro, como un verdadero esclavo, doce o más horas diarias, sometidos a una explotación años y años o de lo contrario, muchos inmigrantes españoles eran reportados a su país de origen no como indianos,

34 Miró, op. cit., p. 23.

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sino como verdaderos indigentes, víctimas de la miseria y, por consiguiente, de un rotundo fracaso. Estas palabras quedaron grabadas en su recuerdo, sin olvidar lo que José sinceramente le estaba advirtiendo. Por otro lado, José jugó un papel importante en las lecturas que Fidel Miró comenzó a realizar bajo una perspectiva más seria. José le aconsejaba que la mejor manera de pasar las horas con algún provecho era leyendo, por lo que le ofreció un libro para distraerse durante la travesía. El primer libro que recuerda haber leído por influencia de José, fue una novela en catalán llamada Marc Villari de Bartolomé Soler, la cual disfrutó con gran interés durante tres o cuatro días. Posteriormente, José le ofreció un libro llamado La Catedral de Vicente Blasco Ibáñez. Esta obra tiene como personaje central a un anarquista con escasa salud, quien, a pesar de su ateísmo, se refugia en la catedral de Toledo y termina siendo víctima de sus propios contertulios.35 Miró se entregó de lleno a la lectura de La Catedral durante los largos días de mayo de 1925, José le recomendó otros libros que resultaron ser de gran interés para él, como Fuerza y Materia de Buchner y Las Ruinas de Palmira del conde Volney. Cabe mencionar que estas lecturas le permitieron incrementar sus conocimientos, pero sobre todo, ir tras la búsqueda de los ideales libertarios del hombre. Por ello, siempre tuvo presente las palabras que José constantemente le decía:

Para ser un verdadero idealista de cualquier ideología política y social, hay que leer mucho y pensar más, pero no se trata sólo de leer, hay que asimilar y meditar detenidamente cuanto se lee y se vive… No es cuestión de memorizar aceptando sin mayor reflexión lo que otros han dicho o escrito. De lo contrario nunca se llega a ser uno mismo, a tener criterio propio y formarse un juicio personal sobre hechos, ideas y personas.36

35 Ibid., p. 33. 36 Ibid., pp. 35-36.

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Al final de la travesía, tuvo que despedirse de José y de una chiquilla de nombre Luisa, a la que había conocido durante el viaje. Cabe mencionar que esta joven, aproximadamente de catorce años, ocupó un lugar muy especial en la vida amorosa de Fidel Miró, sin embargo, ella tuvo que bajar en La Habana, despidiéndose de él para siempre. Así recordó el momento:

Había cerrado la noche. Un crepúsculo tropical muy caluroso con el cielo tapizado de estrellas. Las luces de la Habana brillaban al fondo cada vez más vivamente. Había mucho trajín en el barco. Los pasajeros que ya tenían listas sus maletas se desparramaron sobre cubierta, apoyados en la baranda, sin dejar de contemplar las luces de la ciudad. Un par de horas después comenzó el desembarco. José fue de los primeros en descender por la escalerilla. Nos dimos un prolongado abrazo, mientras me decía: “suerte, muchacho, no dejes de escribirme”. Nuestra correspondencia duró algo más de un año.37

A los de tercera categoría cuyo destino no era La Habana, entre ellos Miró, no se les permitió pisar tierra, de manera que fueron llevados a la isla de Pino. Al descender en tal isla fueron ubicados en un pequeño cercado llamado “triscornia”, de no más de medio kilómetro cuadrado. Allí permanecieron por tres días, mientras cargaban y fumigaban el barco, para posteriormente, llegar a Santiago de Cuba. Miró y su amigo Coll desembarcaron alrededor del mediodía, los esperaban sus hermanos mayores, quienes rápidamente les mostraron la ciudad y los llevaron a comprar algo de ropa, para después integrarse al trabajo con el propósito de “hacer la América”. Sin embargo, este interés de Miró por alcanzar el éxito económico en Cuba, se fue disolviendo poco a poco, desde que su amigo José le advirtió de los peligros que implicaba. Por lo que más que perseguir ese sueño ciegamente, se dedicó a trabajar y a aprovechar las pocas oportunidades que el nuevo entorno le brindó, con la ayuda de su hermano, pero, sobre todo,

37 Ibid., p. 38.

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aumentando su bagaje cultural, el que su amigo José le había vislumbrado, y se iría puliendo al transcurrir los años. Al tercer día de su llegada a Santiago de Cuba, Miró y Coll comenzaron a trabajar en el café “La Nubiola”, del cual era socio Luis, su hermano mayor. Allí, Miró fue destinado al departamento de los helados, como ayudante de maestro heladero, y Coll al mostrador de cigarros y tabacos. Además ambos tenían que realizar la limpieza diaria, mañana y tarde, de toda la sala del café y de los mostradores, así como el lavado de todos los recipientes utilizados. Miró, desde un primer momento, se dio cuenta de lo que José le había dicho durante la travesía acerca de las largas jornadas de trabajo:

De seis a nueve de la mañana trabajaba todo el personal. El primer turno se retiraba las nueve de la mañana para volver a entrar a las dos de la tarde hasta las doce de la noche. El segundo grupo tenía el horario de seis a dos de la tarde y se reincorporaban al trabajo de las siete hasta las doce.38

Realmente no había tiempo para realizar otras actividades y menos de esparcimiento, ya que el trabajo absorbía las vidas de los hombres:

Así trabajábamos en Cuba por aquellos años, en unas condiciones que poco se diferenciaban de las de los esclavos negros de un siglo antes, sólo que cada uno conservaba la ilusión de llegar a convertirse un día en “indiano” y volver al pueblo natal a presumir de hombre rico y poderoso.39

Pero no todo fue trabajo para Fidel Miró, ya que debido al apoyo de su hermano mayor, logró tener acceso a la educación, con el propósito de prepararse profesionalmente para cualquier circunstancia. Es así como a los seis meses de su llegada, ingresó a la Academia de Comercio de Santiago de Cuba, a la que asistía un buen número de españoles.

38 Ibid., p. 42. 39 Idem.

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Para poder estudiar, Fidel tuvo la oportunidad de trabajar tres horas menos que los demás, yendo a clases nocturnas, que finalizaban a las nueve de la noche. Empezó estudiando contabilidad y aritmética, pero después decidió tomar clases de caligrafía, mecanografía y gramática por las tardes. Fue así como tomó cuatro horas de clase: dos por la tarde y otras dos por la noche, dormía tan sólo seis horas, ya que se dedicaba arduamente a leer diversos libros acerca de la historia de Cuba, historia universal, ortografía práctica, poemas de José Martí entre muchos más. Continuó asistiendo a la Academia de Comercio, pero ya nada más una hora diaria tomando un curso intensivo de inglés. Seguía leyendo mucho pero sin mayor selección. Él confiesa que en ese tiempo, lo tuvo fascinado Los Miserables y sus protagonistas, Gavroche y Valjean, principalmente.40

Cuba y Jamaica: dos experiencias caribeñas, 1928-1933

Aproximadamente durante tres años Fidel Miró continuó trabajando arduamente en la cafetería “La Nubiola”, mientras seguía asistiendo a la Academia de Comercio. Fue entonces cuando, a mediados de 1928, ocurrieron sucesos de gran relevancia para su vida política, intelectual e ideológica. Tales sucesos los describió él mismo:

[A] mediados de 1928, el General Machado había ya manifestado su decisión de no abandonar el poder al término de su periodo constitucional, por lo que de hecho se había proclamado dictador. Día a día iba en aumento la represión con una tenaz persecución a los líderes políticos de la oposición, la mayoría de ellos estudiantes de la Universidad Nacional. También comenzó a ensañarse con algunos líderes obreros de la Confederación General del Trabajo de Cuba, creada por anarquistas españoles que habían huido de España en las últimas décadas del siglo XIX por la persecución de

40 Ibid., p. 55.

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que eran objeto. Dicha Confederación estuvo dirigida por los comunistas a partir de la Revolución de 1917, pero aún conservaba una considerable influencia anarquista. Algunas revistas de gran circulación como La Semana Cómica y Carteles se enfrentaban con mucha valentía al régimen dictatorial. El principal diario de Santiago de Cuba, el Diario de Cuba, también se había situado frente a Machado, aunque no por mucho tiempo ya que rectificó su orientación ante las amenazas gubernamentales.41

Interesado en esta situación, fue invitado a incorporarse a un pequeño grupo estudiantil en oposición a la dictadura. Así recuerda las emociones que esto le despertó:

Aquella invitación, además de sorpresa, me produjo honda satisfacción por el hecho de que a pesar de ser español hubiesen pensado en mí para integrar un grupo subversivo. Me sentía orgulloso de participar en un movimiento clandestino que luchaba por la libertad, por una causa noble y trascendente.42

Pero más allá de la satisfacción experimentada, Miró poco sospechaba lo que esto le provocaría, pese a ser advertido de las medidas represivas gubernamentales que iban en aumento, debido a la lucha contra el Machadato. Entre otras cuestiones, supo de la existencia de otros grupos subversivos de estudiantes en La Habana, así como de algunos líderes estudiantiles entre los que figuraban Julio Antonio Mella,43 los hermanos Prio Socarrás y otros. Sin embargo, el grupo al cual perteneció, de siete personas se redujo a tres, debido a las pocas actividades que solían realizar, entre ellas, circular octavillas, manifiestos y reproducciones mimeografiadas escritos por ellos mismos. Por la desbandada Miró experimentó una gran decepción, prueba de la inmadurez política e ideológica debido a que todos eran muy jóvenes y sin una preparación formal. Fue en ese

41 Idem. 42 Ibid., p. 56. 43 Para un esbozo biográfico más detallado, véase Julio Antonio Mella. Escritos revolucionarios. México: Siglo XXI Editores, 1978; y Mella. Documentos y artículos. La Habana Cuba: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba, 1975.

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entonces cuando tuvo la oportunidad de conocer a un español que se hacía llamar Modesto Llano, pero cuyo nombre real era Jaime Baella. Este hombre alto y enjuto, de mirada penetrante y de semblante severo y taciturno, así descrito por él mismo,44 entró a laborar al café donde él trabajaba. Entabló una amistad con este hombre, quien en realidad no era un simple camarero, sino un perseguido político:

La mutua simpatía entre Modesto y yo fue creciendo en intensidad y pronto dio paso a una autentica amistad. A través de sus conversaciones advertía que aquel hombre, un tanto nervioso, poseía vasta cultura, lo que despertó en mí una gran admiración. A su vez, él manifestaba en mí una especial simpatía por mí, quizás porque en aquel ambiente de acentuada servidumbre y trabajo extenuante, mi afición a la lectura, a saber cosas, a informarme, constituía una excepción.45

Jaime Baella fue quien incrementó el interés por la lectura de Miró. Lo invitó a leer La Madre, de Máximo Gorky; La Montaña de Eliseo Reclús; Ética, de Pedro Kropotkin y un libro de Rudolf Rocker, el cual le costó trabajo entender. Fue la influencia de este hombre; su cultura, su ideología y su calidez humana, las que lo introdujeron al entendimiento de las ideas libertarias a otro nivel y, al mismo tiempo, a la ocupación en actividades de reflexión política extralaborales. Así lo describe:

Me afilié al sindicato del ramo, me suscribí a distintas publicaciones, como la Protesta de Buenos Aires, Liberación, de México, fundada por Ricardo Flores Magón, La Revista Blanca de Barcelona, Cultura Proletaria de New York y otras. Aumentaron mis horas de lectura aun restándole tiempo al sueño y por si aquella actividad fabril fuese poca, empecé a colaborar en la revista Progreso órgano de nuestro sindicato y en Aurora otra revista que se editaba en La Habana y era portavoz nacional de los sindicatos gastronómicos, Naturalmente, esas primeras

44 Miró, op. cit., p. 57. 45 Ibid., p. 58.

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colaboraciones en la prensa me costaban un gran esfuerzo de meditación y redacción sobre todo en los comienzos.46

Otro personaje de gran importancia para Fidel Miró en esos días fue Esteban Pallarols, hombre de extraordinaria inteligencia, vasta cultura, buen humor y bastante dado a la ironía como aquél lo sugiere. Muy pronto, debido a la afinidad de ideas, Baella, Pallarols y Fidel Miró integraron un pequeño grupo al cual se unieron otros hombres como Alfredo Rodríguez y un negro tabaquero de apellido Serret. Intercambiaban prensa, libros, opiniones sobre acontecimientos nacionales e internacionales y otras actividades más privadas debido a la fuerte represión gubernamental y a la situación de persecución policiaca que sufrían Baella y Pallarols. Miró recuerda la limitada acción de dicho grupo así:

Íntimamente pensaba con frecuencia, que nuestras actividades eran extremadamente efímeras, pobres y en cierta medida me acusaba o acusaba al grupo de cobardía… Sentía una especie de fiebre mística que me hacía ver como una necesidad imperiosa el intervenir con mayor entrega en la lucha contra la tiranía aunque ello supusiera riesgos de consideración. Cavilaba en que las más grandes figuras del movimiento obrero, incluyendo pensadores y teóricos, habían vivido auténticos martirologios sin claudicar jamás, sufriendo en carne propia destierro, cárceles, tortura y muertes violentas… Yo no podía ser menos si es que quería ser fiel al imperativo categórico de mi conciencia revolucionaria. Lejos de temer la persecución policiaca y aun la cárcel mi deber era enfrentarme a lo que consideraba una especie de destino por mi elegido. Pensaba que la cárcel seria, más que mi bautismo de revolucionario, el certificado de auténtica militancia por la liberación humana. Así daría contenido y cometido a mi propia existencia. Sólo así ganaría mi vida en plenitud.47

46 Ibid., p. 60. 47 En dicha confesión, Miró advierte: “Estuve tentado a suprimir el último párrafo de este capítulo, con la idea de no inducir al posible joven lector al camino del martirologio, pero es así como pensaba y sentía a los 18 años. Con el tiempo aprendí que no existe un estereotipo obligado para ser y sentirse revolucionario”. Véase Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 62.

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Una vez dentro del sindicato gastronómico, Miró fue ganando popularidad:

A principios de 1929 se celebraron elecciones en el sindicato gastronómico para renovar la Junta en su totalidad. Se presentaron dos candidaturas. En las listas para ambas figuraba mi nombre. En una se me proponía para secretario general y en la otra para presidente.48

Miró participó activamente en el sindicato, con frecuentes intervenciones en las asambleas y con algunos artículos publicados; en seis meses era un afiliado muy conocido. Esto lo llevó a ocupar el cargo de secretario general y por ende, a realizar actividades tales como incrementar el número de socios, dar mayor continuidad a las publicaciones del sindicato y a asambleas, y poder crear una escuela nocturna gratuita para los afiliados al sindicato y también para los hijos de los mismos. Sin embargo, la crisis de los años treinta se dejó sentir también en Cuba, creando una atmosfera conflictiva para la actividad laboral. Paros y huelgas iban en considerable aumento, por lo que se llevaron a cabo algunas acciones para enfrentarlas. Pero las actividades impulsadas por él provocaron serias controversias dentro del sindicato:

Los que habían perdido las elecciones formaron de inmediato un grupo de franca oposición, el cual al poco tiempo empezó a ganar terreno en las asambleas. Yo era, de manera especial, el blanco de sus críticas y con mucha frecuencia de sus venenosos dardos. Se me acusaba de irreflexivo, intempestivo y falto de experiencia para cubrir con inteligencia y eficacia el cargo para el cual se me había elegido.49

El principal problema que enfrentó se debió a las discrepancias tácticas e ideológicas entre él y sus opositores. Además, padeció el peso amenazante de la Federación Cubana

48 Miró, op. cit., p. 65. 49 Ibid., p. 66.

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del Trabajo, la cual se encontraba subordinada a las directivas gubernamentales. Así recuerda su dimisión como secretario general:

Ante tal situación, y en especial de percatarme de que algunos de mis colaboradores estaban entibiando su actitud ganados por el miedo, pedí a la Junta Directiva que se convocara a una asamblea extraordinaria en un plazo de quince días, para tratar como único tema mi dimisión irrevocable y nombramiento del posible sustituto. Además de presentar la dimisión estaba dispuesto a defender mi actuación y pasar a la vez de acusado a acusador, actitud propia de los años y no de las necesarias prudencias.50

Al llevarse a cabo dicha la asamblea, Miró acusó seriamente a un hombre de apellido Soto, su principal opositor, señalándolo de impostor y ladrón de fondos económicos de un sindicato. Entre gritos y empujones concluyó la asamblea, resultando gravemente lastimados Fidel Miró y Soto, por enfrentarse a cachazos con sus respectivas armas de fuego, sin haber ejecutado detonación alguna. Miro se marchó y nunca regresó a dicho sindicato, tan sólo un año le duró la ilusión del secretariado. Por algún tiempo estuvo deprimido; sin embargo, superó dicha experiencia gracias a lo aprendido.51 Más tarde, nuevamente fue invitado a participar con el mismo grupo estudiantil que antes se había desintegrado, aunque este grupo se había radicalizado y estaba más convencido de combatir activamente a la dictadura. En un principio el grupo continuó con las actividades clandestinas usuales, pero se integraron más estudiantes a dicho propósito. El cambio que experimentó este grupo fue el debate que llevó a cabo, acerca de la posición que debían tomar los

50 Ibid., p. 68. 51 Otro suceso de difícil digestión para Fidel Miró se debió a la elaboración de un manifiesto en apoyo a los trabajadores en huelga contra las dos principales cerveceras de Cuba, “La Polar” y “La Tropical”. Este boicot en contra de las dos cerveceras le fue encomendado por un hábil delegado de la Federación Local de Sindicatos de La Habana; sin embargo, realmente se trató de una campaña pagada por la competencia, La casa “Bacardi”, por lo que resultó contraproducente y cuestionable la participación de Fidel Miró. Véase Miró, Vida intensa y revolucionaria…, pp. 69-70.

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estudiantes de la Escuela Normal y del Politécnico ante las protestas contra la dictadura, que desembocó en la manifestación estudiantil y en la represión de la misma, como lo relata Miró:

Llegó la fecha señalada y los dos grupos principales normalistas y politécnicos, partieron de sus respectivos colegios en vociferante manifestación para encontrarse a eso de las doce del mediodía en la Plaza Aguilera, frente al Colegio Dolores y al café en donde yo trabajaba. Antes del medio día no se registró ninguna concentración de fuerzas policiacas ni militares, ni en la plaza citada ni en las calles contiguas, a pesar de que todo el mundo sabía de la proyectada manifestación y que las autoridades habían negado el correspondiente permiso. Alrededor de las once, empezaron a confluir en la mencionada plaza numerosos grupos de manifestantes, jóvenes principalmente, pero también gente del pueblo. Cuando ya estaba totalmente llena y una joven de apellido Cortina se disponía a dirigir la palabra a la muchedumbre allí reunida, apareció súbitamente la policía montada. Llegaron con sus machetes enarbolados y en escasos minutos cerraron todas las salidas de la plaza. De inmediato comenzaron a partir “leña” a mansalva, descargando los machetes de plano y también con el canto romo. Al poco de producirse el “plan machete”, como le denominan los cubanos, hubo un buen número de contusos y gente con costillas rotas. 52

Después de la represión policiaca, se corrió la voz que se realizaría por la tarde una multitudinaria manifestación, la cual llegaría al Palacio del Gobierno Provincial. Desde el principio se pensó que dicha manifestación sería espontanea, sin embargo, un grupo tomó las riendas y comenzó a marchar hacia el objetivo señalado. Durante el camino se fue sumando mucha gente, por lo que las consignas en contra de la dictadura del General Machado incrementaron considerablemente. La gente comenzó a armarse con ladrillos y varillas, por si había que

52 Ibid., p. 74.

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enfrentarse nuevamente con la policía. Por otro lado, los manifestantes decidieron tumbar los bustos de Aznar, el alcalde de la ciudad; de Barceló, gobernador de la provincia y del dictador Machado. Esto provocó la movilización de la policía y la respectiva dispersión de los manifestantes por todos los rumbos de la ciudad. Él mismo afirma que ese día fue uno de los más intensos que vivió en Santiago de Cuba. Semanas después de tales acontecimientos, llegó a Santiago de Cuba el ministro de Gobernación, Zayas Bazán. Éste fue objeto de un “cordial y bien merecido recibimiento” por parte de algunos manifestantes. Entre la comitiva se encontraba Miró, quien cuenta:

En cuanto empezaran a sonar las primeras campanadas anunciado las diez, una lluvia de huevos y petardos pestilentes habría de caer sobre los comensales en cosa de segundos. Inmediatamente habría de producirse gran tumulto y la gente correría en todas direcciones dando gritos, lo que haría fácil a los participantes en la misión “Bienvenida” perderse entre la muchedumbre. Así se hizo y todo salió como estaba previsto sin que hubiera entre los nosotros ni un solo detenido.53

Pero los días en Santiago de Cuba estaban contados. Su hermano mayor y la gerencia de la empresa donde trabajaba decidieron despedirlo, por lo que le recomendaron salir del país, debido a su postura política-ideológica y a sus actividades subversivas antigubernamentales. Recibió algo más de quinientos dólares, entre lo que tenía ahorrado y lo que la casa y su hermano le brindaron. Fidel Miró describe así su salida de Cuba:

Una semana después me despedí de mis amigos de trabajo antes de que llegaran los dueños. Por unos días me refugie en casa del viejo Serret, el negro tabaquero, pues pensé que sería el sitio más indicado entre los pocos a elegir. Este corto tiempo me fue

53 Ibid., p. 79.

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necesario para poner en orden mi documentación. Me fue fácil conseguir el correspondiente visado para Jamaica, dado que el cónsul británico era padre de un estudiante amigo. Pallarols resolvió mi partida en un barco de carga que salía para Kingston un par de días después. El día de la partida sólo Pallarols fue a despedirme.54

Al día siguiente de haber zarpado, Miró llegó a la bahía de Kingston, una mañana del mes de diciembre de 1929. Fue recibido por un grupo de cuatro o cinco jóvenes, uno de ellos había sido estudiante del Colegio Dolores y lo conocía. Diez días después de su llegada, se enteró de la muerte de uno de sus compañeros, su amigo, Alfredo Rodríguez el “españolito”, de 19 años de edad, asesinado en Santiago de Cuba por la policía:

Unos días más tarde recibí un pequeño recorte del diario de la tarde de Santiago de Cuba, “Las Noticias”, en el que se decía que la policía se había visto poco menos que obligada a confesar, ante el escándalo producido que la muerte de el “españolito” había sido por error. Creyeron que había sido a mí a quien habían “liquidado, por anarquista y agitador peligroso”, añadiendo que yo, sabiendo lo que me jugaba, había salido clandestinamente del país hacia pocos días, para refugiarme en Jamaica. Huelga decir que aquella trágica confusión, que había costado la vida a un íntimo amigo, me produjo una de las mayores penas de mi vida.55

En Kingston, Miró se instaló de manera precaria con dos jóvenes cubanos, quienes semanas antes habían huido de Santiago de Cuba por los mismos motivos que él. Se trataba de Angel Iglesias y un hombre a quien conoció simplemente como “palanca”. Durante los primeros días, Fidel Miró se dedicó a estudiar inglés, mientras le durara el dinero que había traído de Santiago de Cuba; sin embargo, tenía que buscar un trabajo para poder mantenerse. Tuvo que vender camisas, posteriormente

54 Ibid., p. 81. 55 Ibid., p. 82.

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prendas para señoras y, por último, estuvo en posibilidad de comprar una “fabrica” de tostar café, esta “fabrica”:

Ostentaba el pomposo nombre de “Blue Montain” (Montaña Azul). Tenía inclusive su patente de marca pese a que dicha “fabrica” consistía en un par de tambores de petróleo con un eje en el centro; para tostar el café; dos recipientes de madera de un metro de ancho por dos de largo, recubiertos en su interior por hojalata; dos pequeños molinos, uno eléctrico y el otro de mano y unas tres mesas de madera para el empaque.56

En el aspecto político, mantuvo contacto con los llamados cuban boys, jóvenes refugiados en Jamaica, debido a la represión de la dictadura de Machado. Pero no todos eran perseguidos políticos, había también jóvenes de familias acomodadas, quienes habían mandado a sus hijos a estudiar libremente, lejos del peso de la dictadura. Este hecho provocó el surgimiento de dos clases distintas de cuban boys en cuanto a lo económico, político e ideológico. Fidel Miró aclara:

Entre los que constituíamos el grupo de rebeldes, también resultaban relativas las afinidades en cuanto a ideas políticas y sociales, pues la mayoría de los integrantes de nuestra comuna manifestaban abiertamente no tener ningún ideal político-social. Eran simplemente enemigos de la dictadura que se abatía sobre Cuba y partidarios de un régimen liberal-burgués. Todo lo que se apartara de ese mundo político deseado, constituían simples teorías, utopías, quiméricos sueños que no cabía esperar en el inmediato futuro de Cuba.57

Desde luego sobre ello se originaron considerables debates, sin llegar a faltarse al respeto entre los diferentes cuban boys. Había anarquistas, socialistas, comunistas y social-demócratas, que coincidían en la necesidad de propiciar un gobierno revolucionario, en el que hubiera mayoría de jóvenes que hicieran frente a cualquier dictadura e implantar un gobierno de

56 Ibid., p. 87. 57 Ibid., p. 88.

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democracia representativa, para así garantizar la economía, las libertades fundamentales y los derechos humanos. Aproximadamente durante dos años y medio permaneció Miró en Jamaica con relativa tranquilidad. Las noticias sobre Cuba no eran tan frecuentes y cuando llegaban, la mayoría eran desalentadoras. Sólo se trataba de recordar a Cuba con nostalgia, viendo pasar las bellas mañanas, tardes y noches en Kingston:

Ciertamente, Jamaica podía ser considerada colonia modelo del gran Imperio Británico. Tal vez no única en tal sentido, pues existían muchas otras parecidas. Allí nunca pasaba nada digno de mención, nada que fuese noticia obligada para las agencias internacionales. Nada que interrumpiera la tranquila digestión del Reino Unido. Ni grupos subversivos anticolonialistas, ni partidos políticos, ni sindicatos obreros, ni estudiantes revoltosos…58

Durante su estancia en Kingston, nada más se enteró de una alteración del orden, ya que no había gran vida política ni sindical, tan sólo se trataba de una ciudad donde había blancos ricos y muchos más negros pobres. Debido a que la mayoría de los cuban boys creían que la caída de Machado se produciría de un momento a otro, estaban conscientes de que su regreso no sería demasiado tardío, sin embargo, esto no fue así. Machado se aferró al poder llevando a cabo una mayor represión, mientras que los refugiados en Jamaica caían cada vez más en una profunda desesperación, incluido Miró. En Kingston conoció a John Greenwood, hijo de padres ingleses nacido en Costa Rica, con quien entabló una gran amistad a pesar de sus distintos intereses en la vida. Mientras que Miró se consideraba un idealista, Greenwood tenía una filosofía más despreocupada, pero no mediocre. Miró recuerda que fue con Greenwood con quien pasó una de sus mejores navidades en Kingston.59 Sin embargo su situación no mejoró, no contaba con el dinero suficiente para salir de Jamaica, por lo que continuó

58 Ibid., p. 99. 59 Ibid., p. 104.

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dedicándose a tostar café y a involucrarse pasionalmente y con mayor intensidad con diversas mujeres. Entre ellas se encuentra una de origen chino, además de Fanny y Mary.60 Fue hasta que pudo vender la tostadora de café, casi en lo mismo que le costó, cuando decidió volver a España. Pero como su nostalgia por Santiago de Cuba era demasiada, decidió pasar por dicho lugar antes de partir a Europa. Con sus propias palabras describe su estado de ánimo:

Sentía enormes deseos de pasar por Cuba antes de regresar a España. De hecho, por entonces, me consideraba más cubano que español. Además, tenía el presentimiento de que jamás tendría ocasión de volver a Cuba, en especial a Santiago, de la que guardaba tantos recuerdos.61

Miró sintió temor de regresar a la isla con un pasaporte de turista y con la tarjeta de la agencia de viajes. Viajó en un hidroavión pequeño de siete plazas y al llegar a la isla no tuvo problema alguno para ingresar. Se hospedó en una pensión que tenía su amigo Coll, pero él mismo sabía que no podía quedarse por mucho tiempo, debido a la pésima situación política, económica y además represiva que prevalecía en la isla en esos momentos. Al platicarle sobre sus planes con Coll, Miró le aconsejó a su amigo que vendiera todo lo que pudiera para regresar con él a España. Fue así, mediante un gran sacrifico, que Coll decidió abandonar la isla junto con su mujer y con Fidel Miró. Mientras Coll arreglaba su situación económica, Miró buscó a sus antiguos conocidos y amigos, dándose cuenta de que ya nada quedaba para él allí. Estas fueron sus últimas impresiones al partir de Santiago de Cuba:

Un mes después Coll, su mujer y yo, embarcamos en el “Ciudad de Cádiz”, creo que de la misma Transatlántica Española a la que pertenecía el “Manuel Arnuz”, en el que ocho años antes había embarcado para América con ánimo de hacer fortuna. El viaje de

60 Ibid., pp. 94-98. 61 Ibid., p. 109.

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regreso fu muy distinto. Menos emocionante pero más comodidad. Ya no viajaban los pasajeros de tercera como ganado destinado al matadero. Ahora disfrutábamos de cierto confort y buen trato… La travesía duró apenas doce días, con única escala en Cádiz, donde nos gastamos las últimas pesetas que restaban de nuestra magra fortuna. Tras ocho años de “hacer la América” llegamos a Barcelona con un patrimonio común de ocho pesetas. Nuestros familiares nos esperaron en el puerto y a partir de ahí los gastos corrieron por su cuenta.62

Arribó a Barcelona a finales de 1933, después de haber vivido experiencias singulares, que superaron no haber podido “hacer la América”, idea que desde su salida de España, a bordo del “Manuel Arnuz” ya había sido cuestionada. No hay duda, fueron intensas las vivencias tanto en Santiago de Cuba como en Kingston. Sin embargo, su regreso a España marcó mucho más su vida, y propiciaría su legado más importante, como joven idealista, sobre todo anarquista, por su participación en las barricadas catalanas y en otros puestos de gran relevancia, durante la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939.

62 Ibid., p. 111.

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VIDA POLÍTICA E IDEOLÓGICA

Los pequeños y los grandes logros en la historia de la humanidad se debieron principalmente a los vencidos, vencidos en lo personal, y circunstancialmente en el orden ideológico, a su voluntad inquebrantable, a su valerosa abnegación y constante esfuerzo.

Fidel Miró Solanes

Es relevante la existencia de una gran cantidad de bibliografía acerca de la Guerra Civil Española vista desde perspectivas científicas, cuestiones políticas, económicas, culturales y sobre todo, a través de posturas ideológicas. Sin embargo, es conveniente destacar que aún falta tener en cuenta un considerable número de aportes acerca de este proceso debido a la renovación de interpretaciones, variabilidad de archivos, multitud de fuentes y por el interés dirigido hacia las memorias y testimonios de sujetos históricos poco tomados en consideración con relación a los más conocidos a través de celebres biografías.63 En el cumulo de libros de memorias o recuerdos de los protagonistas de la Guerra Civil, hay ahora que contabilizar una importante hornada de autoría de militantes libertarios. Se podrían hacer a estos libros observaciones que corresponden a socialistas -Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto,

63 La biografía se ha dedicado mucho tiempo a transcribir la trayectoria de los hombres más ilustres, y redujo al “hombre común” a un estado pasivo, tributario de las decisiones de los poderosos. La crítica ante ese privilegio acordado a los estratos más altos de la sociedad, provocó una historiografía que reorientó la mirada hacia las masas, hacia las lógicas colectivas. La escuela de los Annales contribuyó en gran medida a esa reevaluación de los mudos de la historia, de aquellos que no dejaron huellas, más que indirectas. Pero, como ya vimos, esa actitud tuvo como resultado un eclipse del género biográfico, que se deslegitimó por motivos a la vez epistemológicos y de intención democrática. Con el “regreso” de lo biográfico, algunos historiadores no abandonaron el deseo de tener acceso a esos anónimos de la historia. De distintas maneras mostraron que se puede superar el obstáculo de las fuentes, para restituir lo que fue su mundo. Véase François Dosse. El arte de la biografía. México: Universidad Iberoamericana, 2000, p. 297.

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Zugazagoitia, Álvarez del Vayo-, comunistas -Dolores Ibarruri, Hernández, “El Campesino”, Cordon, Tagueña, Lister- o republicanos -Azaña, Gordón Ordás, Alcalá Zamora- cuando no fascistas -Ridruejo, Aranguren, Serrano Suñer, Sáinz Rodríguez, Foxar, Franco-Salgado-.64 Cabe mencionar que su valor testimonial se ha visto enturbiado por el tiempo y corregido tanto por autores, lectores e historiadores. De entre los diversos protagonistas, sin duda los que más resaltan son los considerados actores de “primera fila” (de extrema izquierda y de extrema derecha), guiados por intereses personales de carácter político y por el claro objetivo de crear una imagen de sí mismos para las generaciones futuras.65 Pero un sector poco abordado por los investigadores ha sido el de los anarquistas de la Guerra Civil Española, los cuales manifestaron diversos cuestionamientos, en la libre expresión de sus memorias y testimonios.66 Entre los testimonios de estos militantes anarcosindicalistas, por mencionar a algunos de primer orden, destacan las memorias de Juan García Oliver, Cipriano Mera, José Peirats, Juan Prieto, Joan Ferrer, Diego Abad de Santillán, José García Pradas, Eduardo de Guzmán, Jacinto Toryho y otros, no del todo abordados, los cuales prolongaron la escritura de sus recuerdos y su crítica general durante su destierro. Entre ellos se encuentra al anarquista catalán Fidel Miró Solanes. Sin embargo, para una mejor comprensión de los acontecimientos ocurridos a lo largo de la década 1930-1940 en España, es necesario, presentar un contexto general tanto de la

64 Carlos M. Rama. Fascismo y anarquismo en la España contemporánea. Madrid: Bruguera, 1979, p. 209. 65 Bajo la perspectiva de Jacob Burckardt, el acceso a lo universal debe necesariamente pasar por el individuo, ya que su trayectoria concreta está hecha tanto de pruebas como de retos discriminantes en cuanto a su grandeza histórica. Burckardt define la noción de gran hombre como influencia de su época y cree útil su existencia para el bien público: “Los grandes hombres son necesarios a nuestra existencia con el fin de que el movimiento de la historia pueda periódicamente liberarse de las formas de vida puramente exteriores y muertas, así como de la palabrería racionalizadora”. Véase Dosse, op. cit., p. 153. 66 Dentro del anarquismo hay una sólida escuela de autobiografía y memorias. Recordemos, las Memorias de un Revolucionario, de Pedro Kropotkin, y los tres tomos dedicados a su propia vida por Rudolf Rocker. El mérito de las autobiografías de los anarquistas españoles, es haber dado cuenta de una generación revolucionaria y militante.

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Segunda República, como de los momentos más representativos de la Guerra Civil Española, que permitan destacar las acciones revolucionarias que este hombre, hoy tomado en consideración como un protagonista anarquista catalán, llevó a cabo durante tal Guerra. Por un lado, servirá para contrastar las memorias y los testimonios que Fidel Miró (como sujeto microhistórico) nos presenta en sus obras acerca de un panorama macrohistórico como fue la Segunda República y la Guerra Civil Española. Por otro lado, un recorrido por los acontecimientos más generales de esa Guerra Civil, nos ubicará en las coordenadas ideológicas en las que Miró, como militante y teórico anarquista, estuvo políticamente involucrado. Su identidad propiamente política sugiere un desplazamiento de óptica entre él y su contexto ideológico, lo que a la vez permitirá encontrar el carácter de su trayectoria personal.67 Fidel Miró fue un activista ácrata que, en plena juventud, alcanzó una significación propia en el movimiento anarcosindicalista español, desempeñando cargos relevantes en los años que comprendieron la Guerra Civil en España, donde destacó como una identidad singular participe de eventos colectivos,68 y sobre todo, de una historia social como lo es la Guerra Civil Española.

67 Es relevante dejar en claro que el hombre político está atrapado en estrategias de identidad que compromete su propia voluntad, pero, más allá de estas, es tributario de las construcciones de la red de identidad tejida por su circunstancia, y frecuentemente está encerrado en procesos de objetivación que fundamentalmente se le escapan: “En un sentido, el hombre político es un autor en busca de un personaje: se sirve de tipificaciones como las de un militante, parlamentario, es decir, hombre de Estado, que contribuyeron a hacer sus acciones lógica y cronológicamente coherentes, a sus ojos y a los ojos de los otros”. Véase Dosse. El arte de la biografía…, p. 167. 68 La historia de un grupo humano es su memoria colectiva y cumple respecto de él la misma función que la mayoría personal en un individuo: la de darle un sentido de identidad que lo hace ser él mismo y no otro. Sin embargo, comprendemos mal la naturaleza de nuestra memoria personal. Se acostumbra a considerar como un simple depósito de imágenes de la realidad pasada, cuando los científicos han establecido que no se trata de una facultad unitaria sino de “una variedad de procesos psicológicos diversos” y que la producción de un recuerdo es un proceso muy complejo. Véase Josep Fontana. La historia de los hombres. Barcelona: Editorial Crítica, 2001, p. 11.

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De la Segunda República a la Guerra Civil Española

La Segunda República se había instaurado en España en abril de 1931, desplazando pacíficamente a la desacreditada monarquía borbónica de Alfonso XIII. En agosto de 1930, los partidos Republicano, Socialista, los partidos nacionalistas catalanes y los representantes de la Unión General de Trabajadores firmaron el “Pacto de San Sebastián” con el propósito de conformar una acción en común para derrocar a la monarquía. Así, se sublevaron el 14 de diciembre de 1930 en favor de la República sin tener grandes resultados en un principio. Posteriormente, el 12 de abril de 1931 se llevaron a cabo elecciones municipales, resultando triunfantes en la mayoría de las ciudades españolas los republicanos burgueses y los socialistas, por lo que el rey Alfonso XIII tuvo que abandonar el trono y el país. De esta manera, para el 14 de abril de 1931 fue proclamada la Segunda República.69 El advenimiento del nuevo régimen fue un momento de esperanza para una gran parte de los españoles, que creyeron que así se habría de satisfacer sus expectativas de tener un gobierno republicano. De tal manera, campesinos, trabajadores de la ciudad, regionalistas y sectores medios ilustrados se integraron básicamente en diversos partidos de tendencia republicana. Entre los partidos se pueden considerar el Partido Socialista Obrero (PSOE) y su sindicato obrero la Unión General de Trabajadores (UGT) contando con cierta simpatía tácita de los anarquistas y anarcosindicalistas.70 Los españoles celebraron el fin de lo que consideraban una monarquía decadente, apoyada por la jerarquía castrense y eclesiástica, opresora y reaccionaria. Los liberales y socialistas, los líderes sindicales y los intelectuales que asumieron el Gobierno de España en abril de 1931, confiaban en que su

69 La Primera República se había instaurado entre 1873-1874 con la renuncia del rey Amadeo de Saboya. Véase Luigi Longo. Las brigadas internacionales en España. México: Ed. Era, 1977. 70 Dolores Pla Brugat, Els exiliats catalans. Un estudio de la emigración republicana española en México. México: CONACULTA-INAH-Orfeó Catalá de Méxic, 1999, pp. 46-47.

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mandato resultaría mejor y más justo que el de cualquier gobierno anterior.71 El gobierno provisional fue encabezado por las dos posiciones, Niceto Alcalá Zamora, quien contó con tres hombres claves en el Ministerio: Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, todos ellos de ideología socialista, que dieron los primeros pasos hacia la revolución democrática burguesa en territorio español, bajo la coalición republicano- socialista. Pero el nuevo gobierno republicano tuvo que enfrentar serios problemas latentes desde la antigua monarquía, tales como la gran propiedad agraria, los nacionalismos vasco, catalán y gallego, la tensión obrera, la crisis mundial y los inicios de la huida de capitales. El 28 de junio tuvieron lugar las elecciones para designar diputados a las Cortes Constituyentes, las cuales, en su mayoría, fueron ganadas por los republicanos-socialistas, quienes rápidamente trabajaron en la redacción de una Constitución.72 Entre sus objetivos estaba el llevar a cabo una “revolución pacífica” en busca de una democracia moderna, para elevar el nivel de vida económico, social y cultural de la sociedad española. Sin embargo, cinco años después, como resultado de la ingenuidad política y de acontecimientos internacionales, la Segunda República Española se hundió en una guerra civil a causa del levantamiento de Francisco Franco que terminó en la derrota del gobierno legalmente constituido.73

71 Cabe mencionar que el Gobierno de la República estuvo integrado por “políticos” moderados e izquierdistas de la clase media (intelectuales, teóricos, socialistas y autonomistas regionales) fungiendo como primer ministro Manuel Azaña. Patricia W. Fagen. Trasterrados y Ciudadanos. Los republicanos españoles en México. México: FCE, 1973, pp. 10-13. 72 Esta nueva Constitución se hizo vigente el 9 de diciembre de 1931 resaltando puntos como la separación de la Iglesia del Estado, la confiscación de bienes y congregaciones religiosas, la suspensión de la orden de los Jesuitas, la abolición de las prestaciones feudales y la iniciativa de una reforma agraria parcial, la cual se vio limitada y posteriormente frustrada. Cabe mencionar que dichas reformas sociales no se pudieron llevar a cabo en ningún sentido, debido a la tensión vivida entre los grupos antagónicos. Háblese de campesinos, trabajadores de la ciudad, regionalistas, sectores medios ilustrados, diversos partidos de tendencia republicana y monárquica, jerarquía eclesiástica entre otros. 73 Fagen, op. cit., p. 10.

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Durante la Segunda República las diferencias políticas, sociales, regionales y religiosas dificultaron un intento eficaz de nuevo gobierno y provocaron el descontento de todos los sectores de la sociedad española. En la cuestión económica, el gobierno republicano intentó una reforma agraria con el propósito de organizar el número de campesinos sin tierra y beneficiar a los pequeños propietarios ante las grandes haciendas. Pero en 1932, los conflictos agrarios eran más evidentes. En materia educativa, se intentó la construcción de nuevas escuelas donde la educación fuera laica y gratuita, pero por falta de dinero, este programa reformador marchó lentamente. En el aspecto religioso, el nuevo gobierno creó una legislación anticlerical oficial separando la iglesia del Estado y, en el orden militar, se fomentaron cambios en el ejército, la marina y la guardia civil para reformar los establecimientos militares.74 Así, sus principales tareas -reforma agraria, mejora de condiciones de vida laboral urbana, otorgamiento de autonomía a regiones como Cataluña, el País Vasco y Galicia, reforma educativa y disminución del peso de la iglesia y del ejército- se vieron contrastadas y seriamente limitadas. Cabe mencionar que sólo en Cataluña la cuestión educativa y el tema regional gozaron de cierto éxito en determinado momento. En el caso particular de la región de Cataluña, históricamente la burguesía catalana, organizada en la Liga Regional, siempre se sintió incomoda dentro del atrasado régimen social y político peninsular, que le impedía contar con un mercado interno. De tal manera, esta burguesía tuvo la oportunidad de enarbolar un catalanismo, a fin de lograr una alianza para enfrentar al gobierno central, sin embargo, en dicho momento no tuvo suficiente éxito, debido a las diferentes perspectivas del proletariado catalán con relación a sus demandas sociales antiburguesas, el cual forjó organizaciones por separado, como la Confederación Nacional del trabajo (CNT) en 1911. Convirtiéndose así en la principal central anarcosindicalista de

74 Ibid., pp. 14-15.

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Cataluña cuya radicalidad y apoliticismo la llevaron a formar otras organizaciones revolucionarias, como lo fue la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en 1927. En Cataluña, Pierre Vilar (historiador y testigo) expresó lo siguiente:

La concreta originalidad, que la guerra hará célebre, es el mantenimiento, raro en Europa de una poderosa central anarcosindicalista, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Su peso es incontestable. En 1919 contaba en Cataluña con 300.000 afiliados y se le atribuirá un millón y medio durante la República… Una certeza: la CNT puede, con una orden, paralizar Barcelona, y cualquier movilización política en esta ciudad, organizada sin ella o con ella está condenada al fracaso… Y es que el anarquismo catalán tiene su histórica fidelidad a un pasado bakunista, héroes y mártires del proceso de Montjuic (1897), de la Semana Trágica (1909), de la huelga de la electricidad de la Canadiense (1919), victimas del contra-terrorismo policiaco (Seguí, Lairet) ¡Cuantas lecciones militantes! La CNT tiene un proyecto revolucionario y un proyecto de sociedad, pero la revolución debe surgir de la base y construirse sobre comunas y sindicatos… Desde la clandestinidad de los tiempos de Primo de Rivera (1923-1930) los anarquistas puros (grupo “Solidarios”, Federación Anarquista Ibérica, FAI; núcleo más difícil de perfilar) orientan la Confederación. A la cabeza tiene fuertes personalidades (Durruti, García Oliver y los Ascaso).75

Los sectores medios catalanistas difundieron sus derechos creando organizaciones como el grupo Ultranacionalista Estat Catalá formado por Francesc Macià en 1921; Acción Catalana creada por Lluís Nicolau d´Olwer en 1922 y la más importante por ser decisiva durante la República y la guerra civil, Esquerra Republicana de Cataluñya, apoyada por los grupos federales comarcales, el grupo republicano de Lluís Companys y la Unión de campesinos Rabassaires desde 1931.

75 Pierre Vilar. La guerra civil española. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1996, pp. 18-19.

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En lo que respecta a la burguesía catalana, a ésta no le quedó más que seguir pactando con el gobierno central de Madrid, sin embargo, continuó manifestando el sentimiento catalanista como un rasgo singular de identidad fomentando una bandera cultural y educativa y un genuino espíritu de modernidad catalana. Esta bandera fue mejor enarbolada por Esquerra, al ser instaurada la República, mediante un programa social el cual contenía el reconocimiento de Cataluña como región autónoma, la aceptación del catalán como lengua oficial y la elección de la Generalitat como órgano de gobierno catalán con todas las facultades ejecutivas y legislativas. Esto llevó en 1932 a Francesc Macià y a Lluís Companys a ocupar la presidencia de la Generalitat y la presidencia del Parlamento Catalán, respectivamente. Sin embargo, en 1933, las derechas catalanas recuperaron su fuerza amparándose en la Liga Regional (después conocida como Liga Catalana), mediante un programa cada vez más centrista que involucraba casi a toda España. Así se formó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), bajo la dirección de José María Gil Robles con el apoyo del clero, ejército y Falange Española.76 La izquierda se encontraba en crisis durante 1933, los gobiernos republicano-socialistas perdieron el apoyo tanto de campesinos como de trabajadores urbanos, más volcados al anarquismo y a la Unión General de Trabajadores (UGT), encabezada por Miguel Largo Caballero, quien no tuvo más remedio que hacer un llamado a los trabajadores para votar en las nuevas elecciones. En éstas la fuerza de los partidos conservadores fue más decisiva y pusieron al frente del poder al líder del Partido Radical, Alejandro Lerroux, que más que como un fiel conservador, actuó como un verdadero reaccionario. Con Lerroux se consolidó la etapa que se conoce como “bienio

76 Debido al regreso de las derechas a las Cortes, el 14 de junio, Manuel Azaña por designios del presidente Alcalá Zamora, trató de formar un nuevo gabinete de unificación republicana- socialista el cual sólo duró tres cortos meses ya que para el mes de septiembre, Alejandro Lerroux formó un gobierno sin socialistas el cual, en un principio, no fue aceptado por las Cortes por lo que Diego Martínez Barrios encabezó el nuevo gobierno el 9 de octubre hasta que se llevaron a cabo nuevas elecciones presidenciales. Así, el gobierno de Lerroux quedó constituido el 18 de diciembre de 1934, y duró hasta fines de 1935.

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Negro”: dos años durante los cuales se desencadenó la protesta de obreros y campesinos en contra de las brutales represiones gubernamentales. Las dificultades económicas, la depresión internacional, la polarización política, la violencia de las diversas facciones de izquierda y derecha -urbanas y rurales- contrarrestaron las reformas gubernamentales, ocasionando la disminución de la confianza popular hacia el gobierno republicano. Así, desde las elecciones de 1933, las Cortes, representantes de centro- izquierda, perdieron ciertos grupos políticos los cuales se inclinaron más hacia las derechas. La polarización más importante se dio entre las dos asociaciones de trabajadores más significativas: la Confederación Nacional del Trabajo (anarquista) y la Unión General del Trabajo (socialista) y entre los partidos republicanos. Los anarquistas no participaron en el gobierno y siempre criticaron a la República, mientras que los socialistas, algunos intelectuales y otros obreros, optaron por trabajar tanto con el gobierno como por cuenta propia. El gobierno de la República extravió el apoyo de las masas, lo que alentó, en octubre de 1933, a la clase alta a organizarse, teniendo a la Falange como partido fascista español con el propósito de establecer un Estado Unitario en España. De tal manera, en octubre de 1934, los sectores republicanos vivieron sucesos determinantes debido a considerables sublevaciones revolucionarias de militantes socialistas y anarquistas. Durante octubre de 1934 se originó una severa crisis política al integrar Lerroux a tres ministros de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), la cual no tenía ningún rasgo de republicanismo. De tal modo, se desató la rebelión del gobierno de la Generalitat, por lo que Companys declaró el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. También en la región minera de Asturias se llevó a cabo una violenta respuesta con jornadas revolucionarias, pero ambos levantamientos fueron cruelmente reprimidos por el gobierno conservador. Cabe aclarar, que esta represión canalizó una nueva unión entre republicanos democráticos, partidos

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políticos progresistas, sectores de campesinos y obreros y jóvenes radicales. Entre enero y febrero de 1936, todos estos grupos populares se aglutinaron en lo que se conoció como Frente Popular (al modo en que el comunismo internacional lo propuso en dicho momento). Las fuerzas izquierdistas se organizaron con el fin de hacer más sólido su compromiso, por lo que el 15 y 16 de enero de 1936 firmaron un pacto entre jefes socialistas, burgueses republicanos, comunistas, la Esquerra republicana, la Unión republicana, la UGT, el Partido Obrero de Unificación Marxista, el Partido Sindicalista y el Partido Republicano Radical con el propósito de sancionar la alianza con el proletariado, los campesinos, con la pequeña y media burguesía urbana y con los intelectuales progresistas antifascistas para así formar el Frente Popular. Cabe mencionar que las derechas formaron la Falange y el Partido Nacionalista Vasco. Este Frente Popular lo que efectivamente buscó fue la unificación en contra de la creciente fuerza de las derechas, así como del nazismo y del fascismo europeo, ya que en realidad no pudo definir ninguna política social y económica. Fue la más drástica oposición entre las distintas facciones que se habían integrado a la defensa de la República.77 Pese a toda limitación de programa social, el Frente Popular triunfó en febrero de 1936, bajo la dirección de Manuel Azaña (elegido como presidente durante el mes de mayo de 1936), llevando a cabo la política reformista que el primer bienio republicano había intentado instaurar. Sin embargo, los sectores de campesinos y obreros de la ciudad emprendieron acciones directas como la liberación de presos, la colectivización de empresas y la toma de tierras, por lo que el gobierno tuvo que legalizar estas acciones al no poder frenarlas. Nuevamente se polarizó la política en España, por un lado se encontraba la Unión General de Trabajadores (UGT) con Largo

77 La naturaleza del pacto del Frente Popular, se caracteriza en que fue asumido por el Partido Comunista de España, el Partido Republicano y reformistas de izquierda. Y su programa sólo consistió en cuestiones inmediatas como en la amnistía general para las víctimas de los mineros de Asturias y la reinstalación en su trabajo.

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Caballero; la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) con Gil Robles; Renovación Moral con José Calvo Sotelo, y en Cataluña, mientras la burguesía catalana seguía al frente de la Liga, Companys restablecía la Generalitat. Esta polarización de grupos políticos (de republicanos y de conservadores) acrecentó los intereses de cada organización, llevando a España al desastre social a mediados de 1936. Los problemas que enfrentó la República se debieron principalmente a la falta de lealtad de la población, a la tenacidad de una postura liberal y moderada por parte del nuevo gobierno, al problema del nacionalismo regional, al radicalismo popular, a la influencia y oposición de la iglesia, el ejército y la aristocracia. Y pese a la unión de los diversos sectores populares en la defensa de la República en 1936, la separación y el descontento con el gobierno persistieron y aumentaron durante la guerra civil (1936-1939). Durante la guerra civil, los distintos partidos de la República enfrentaron una profunda crisis política y, después de su derrota, padecieron la separación inevitable de sus ideales, incluso durante el largo exilio del que fueron participes. Lo que se conoce como Guerra Civil Española dio inicio con un levantamiento militar en Marruecos, encabezado por el general Franco, el cual fue seguido por revueltas de guarniciones en el resto de la República y por la invasión de España meridional por las tropas rebeldes de Marruecos, el 18 de julio de 1936. Las insurrecciones de los oficiales franquistas ganaron para los rebeldes cerca de un tercio de España, pero en la mayor parte del país los soldados rasos, las autoridades civiles locales y los ciudadanos en general rechazaron el ataque. Donde mejor se logró la defensa republicana fue en lugares en que la organización y la directiva sindicales apoyaron a la autoridad civil establecida y dirigieron la resistencia popular al golpe militar.78 La insurrección militar fue llevada a cabo por el general Francisco Franco con el objetivo de hacer efectivos los derechos

78 Fagen, op. cit., pp. 17-18.

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del ejército, hecho que lo llevó a ser apoyado por los sectores conservadores de España como terratenientes, industriales, la iglesia católica, el Vaticano y la Falange Española. No obstante la República no cayó en unos pocos días, ya que Franco no logró un triunfo inmediato, debido a la resistencia de las milicias populares para defender al gobierno republicano, aunque éstas no estaban sujetas a la autoridad central en Madrid. El mejor ejemplo de ello son los anarquistas de Cataluña, Aragón y Andalucía, los cuales no lucharon por salvaguardar los intereses republicanos, sino por hacer efectiva una verdadera revolución social. Los anarquistas decomisaron tierras particulares y las administraron comunalmente en varias aldeas; las fábricas fueron arrebatadas a sus dueños y dirigidas por comités obreros. Las milicias de la CNT anarquista sólo aceptaban la dirección de sus líderes locales, y no de nadie conectado con las autoridades centrales.79 En el caso de Cataluña, los anarquistas desempeñaron un papel determinante en la derrota de la insurrección, ya que se establecieron dos tipos de frentes: el formal representado por la Generalitat, y el real practicado por el Comité de Milicias Antifascistas (de carácter anarcosindicalista). Fue en septiembre de 1936 cuando las fuerzas anarquistas antifascistas de Cataluña aceptaron colaborar con un gobierno establecido por primera vez, impulsados por el esfuerzo de unificar la lucha en contra del sublevado ejército fascista.80 Además se unieron otras fuerzas como el Partido Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Así, Madrid perdió cierto control sobre la Generalitat de Cataluña, aunque esperaba restablecer su poder como Estado autónomo. Debido a que España se encontraba en el centro de la óptica internacional, la Alemania nazista y la Italia fascista, intentaron tener a este país como aliado para neutralizar ataques exteriores hacia ellos. Otros países, como Francia e Inglaterra, negaron el

79 Ibid., p. 18. 80 Véase Juan Gómez Casas. Los anarquistas en el gobierno, 1936-1939. Barcelona: Editorial Bruguera, 1977.

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apoyo a la República, con el pretexto de respetar la política exterior de no intervención, pese a que alemanes e italianos nacionalistas apoyaban con armas, tropas y más equipo bélico al ejercito sublevado. Así, Francia e Inglaterra, tan sólo adoptaron esa posición por no tener problemas a futuro con alemanes e italianos. Sólo la URSS y México, en sus limitadas posibilidades, brindaron apoyo a la República, además de la Brigadas Internacionales Antifascistas de diferentes nacionalidades;81 aunque la URSS impuso a la República española una política a tono con sus intereses.82 Si bien, los soviéticos trataron de frenar al nazismo y al fascismo, también limitaron las expectativas de la revolución social en España hasta aplastarla por completo. Los comunistas se aliaron a los republicanos y al sector más centrista del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sin embargo, esto fue lo que limitó la marcha revolucionaria de los anarquistas y poumistas más radicales de toda España. Los comunistas se opusieron a la revolución social en España y apoyaron a los sectores burgueses más conservadores del gobierno republicano. De esta manera, los comunistas dominaron la actividad política de las juventudes españolas, ya que la ayuda militar de los soviets representaba la fuerza más dinámica para ganar la guerra en esos instantes. En mayo de 1937, en Barcelona, anarquistas de la Confederación Nacional del trabajo (CNT), militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) y los nacionalistas se opusieron tenazmente a los comunistas y se enfrentaron a las fuerzas de la Generalitat y a miembros del Partido Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). Los anarquistas habían ocupado fábricas e instalaciones y servicios públicos como la telefónica, siendo ellos los que fueron

81 Para más información acerca de estas brigadas cfr. Longo. Las brigadas internacionales. 82 En sí, la Unión Soviética envió pocas unidades organizadas de combate a España, pero mandó una cantidad considerable de material bélico y, por medio del aparato de los partidos comunistas (Comintera), contribuyó a organizar y reclutar las Brigadas Internacionales. También fueron a España varios consejeros rusos que intentaron rearmonizar esfuerzos militares republicanos. Véase Fagen, op. cit., pp. 19-20.

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desarmados, detenidos y arrojados a la lucha clandestina por la Generalitat. Paralelamente, en Madrid, el gobierno del socialista Largo Caballero (procedente de la Unión General de Trabajadores, UGT), fue sustituido por el gobierno socialista moderado de Juan Negrín, quien gozaba de la simpatía de los comunistas españoles y de la ayuda militar soviética. En adelante, la política española se concentró en dos hombres: Juan Negrín como presidente, e Indalecio Prieto como Ministro de Defensa, siendo este quien intentara pactar la paz con Franco, sin consentimiento de Negrín, por lo que lo retiró de su cargo. Después de los hechos de mayo, Negrín redujo atribuciones a los catalanes, provocando impotencia en la sociedad catalana, al grado que ya ni sabían por quién combatir. Cataluña sufrió escases de víveres, continuos bombardeos franquistas y el inevitable avance fascista hasta el centro de la ciudad. Así, en marzo de 1938, el ejército sublevado ocupó el primer pueblo que estaba bajo la jurisdicción de Cataluña; en abril entró a la ciudad de Lérida y a fin de mes llegó hasta el mar dejando a Cataluña aislada de la España Republicana. La caída de Barcelona, 26 de enero de 1939, se aceleró debido a las presiones de los gobiernos inglés, francés y estadounidense, al reconocer al gobierno de Franco. Cataluña, aún en su precaria situación, se unió a la última ofensiva de los republicanos en la batalla del Ebro, la cual se perdió. En enero de 1939, el ejército franquista inició nuevos ataques sobre Cataluña, hasta entonces firme en el río Ebro, pero con el avance de los sublevados comenzó la retirada hacia la frontera francesa. Fue hasta el 10 de febrero cuando Francisco Franco tomó la frontera catalana con Francia. Así, entre el 28 de enero y el 10 de febrero, casi medio millón de personas huyeron a Francia como refugiados. En el centro de Cataluña se había acabado la guerra al mismo tiempo que en Madrid comenzaba el golpe de Estado, durante el mes de marzo. La República se desplomó por completo. Fue así como el coronel Segismundo Casado organizó una junta (Consejo General de Defensa), con miembros no comunistas del

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Frente Popular, el 5 de marzo de 1939. Pero esta junta no consiguió nada de lo que se había propuesto y no tuvo más alternativa que rendirse ante el ejército franquista. Madrid cayó el 18 de marzo de 1939. En abril siguiente, Francisco Franco declaró abiertamente: “La guerra ha terminado”, perfilándose como dictador absoluto. La guerra la perdieron los republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, autonomistas y algunos monárquicos antiautoritarios. Franco afirmó la victoria total, asumió el poder político de España y se dispuso a vengarse de todos sus enemigos. Así, mientras algunos de ellos fueron detenidos, encarcelados, torturados y asesinados, otros se vieron obligados a partir al destierro por largos años de sus vidas, incluso hasta su muerte. Fidel Miró Solanes fue uno de los cientos de hombres que se vieron obligados a vivir en el destierro. Un anarquista catalán que partió al exilio, tras la victoria decisiva del ejército franquista en 1939. Cabe destacar que él, como otros hombres, fueron los protagonistas de la Guerra Civil Española. Su participación constante en los sucesos bélicos de 1936-1939, en Cataluña, son prueba de su actividad revolucionaria y de sus perspectivas como ideólogo anarquista.

En busca del anarquismo español, 1933-1936

Fidel Miró Solanes regresó a Barcelona en 1933, contaba entonces con 23 años, luego de haber residido en Santiago de Cuba y en Kingston, Jamaica, alrededor de ocho años. Después de haber pasado alrededor de cuatro o cinco días en Barcelona, decidió irse a su pueblo con el propósito de pasar allí una semana. Sin embargo, a los pocos días su llegada, su cuñado cayó enfermo. Ante tal circunstancia, la cual duró más de dos meses, tuvo que quedarse en su pueblo para ayudar a José, su hermano menor, a realizar las tareas del campo. Se le encargó el rebaño de las ovejas y el cuidado de los pequeños lotes de tierra, propiedad de la familia, pero no le fue

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del todo bien debido a que constantemente desatendía a los animales. Por ello, solamente se ocupó de la yegua y de otras pequeñas labores del campo, por lo que aprovechó para realizar diversas lecturas mientras las faenas campestres se lo permitían. Como él nos narra:

Me llevaba mis libros y cuando el sol empezaba a calentar demasiado, buscaba la buena sombra de un avellano o una higuera y me pasaba dos o tres horas leyendo, por lo que en más de una ocasión, me dijeron los vecinos en son de burla: “Noi, a tu el llegar et fara perdre I`escriture” (Muchacho, a ti el leer te hará perder el escribir); o bien, con peor intención “que´n portaras pocs de capellans al enterro” (que pocos curas acompañarán tu entierro). Algunos, más complacientes o comprensivos, me preguntaban qué libro leía y gustaban hacerme un poco de compañía para que les explicara de que trataban mis lecturas.83

Durante la estancia en su pueblo, pudo notar que su tierra natal había experimentado muy pocos cambios desde su partida a América. Recordó las calles repletas de niños, sus gritos y sus juegos a toda hora, las mujeres tejiendo y chismeando durante los atardeceres, los viejos con sus tractores y máquinas, cultivando las tierras rentables y los jóvenes asistiendo a los bailes públicos, en busca de diversión y entretenimiento. Al referirse al orden político de 1933, Miró recuerda lo siguiente:

Las inquietudes y la efervescencia política y social (en Barcelona) estaban muy generalizadas, por no decir en pleno apogeo. Con el advenimiento de la Segunda República, los ideales y las pasiones políticas se pusieron, y se mantuvieron por mucho tiempo, al rojo vivo. Se leía y se pensaba mucho más que ahora. A mi pueblo llegaban periódicos y revistas de todas las tendencias. Todos discutían de política y cualquiera se consideraba más o menos definido en tal sentido. O como se dice ahora, comprometido. Había en el pueblo un centro republicano muy concurrido los sábados por la noche y los domingos.84

83 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 112. 84 Ibid., pp. 113-114.

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A propósito de esta efervescencia política y social, recuerda que en el café, propiedad de un vecino, predominaban los cenetistas con algún otro afiliado al Bloque Obrero y Campesino y algunos catalanistas afiliados a la Esquerra Republicana de Catalunya. También se encontraba, por otro lado, la antigua Sociedad Agrícola de San Isidro, de pequeños propietarios y aparceros, con una actitud política muy indefinida, pues si bien en las elecciones municipales solían situarse con el bloque de izquierda y en las generales o en las legislativas votaban por las candidaturas de derecha.85 El pueblo de Fidel Miró vivía, en 1933, ánimos políticos soliviantados y pasiones desbordantes y sectarias. Sin duda, observó una crisis en los valores humanos, falta de ética ciudadana y ausencia de democracia participativa de la época. Los cambios materiales habían sido tan radicales y veloces que, para muchos habitantes la fiebre del confort había sido la enfermedad más agradable del pueblo, lo que significaba todo lo contrario. Aclara que al narrar ciertos aspectos de su pueblo, temió salirse de contexto, aunque decidió hacerlo debido a que lo consideró como un recuerdo vivo de lo que era su pueblo, en su infancia y juventud, además de haber querido patentizar su indignación y protesta.86 Una vez de regreso en Barcelona, adonde se marchó para mantenerse económicamente, trabajó como encargado de una tienda de comestibles apoyado por su hermano mayor, Luis, quien había regresado de Cuba aproximadamente un año antes. Rápidamente se unieron al proyecto su hermano menor, José, y su amigo Coll, pero las cosas comenzaron a tornarse más complicadas de lo que pensaban esos tres jóvenes. Así lo describe Miró:

La tienda exigía muchas horas de trabajo y mucha atención en el orden comercial puesto que en la misma nuestro hermano mayor había invertido todo el capital del que el disponía. Había que ir al

85 Idem. 86 Véase Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 18.

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Borne, mercado central, por lo menos tres veces por semana y a tal fin había que levantarse a más tardar a las cinco. Abríamos a las ocho de la mañana para cerrar a las nueve de la noche, si bien entre las dos y las siete de la tarde sólo uno quedaba de guardia.87

Sin embargo, en sus ratos libres, continuó su labor autodidacta, escribiendo algunos artículos cortos, al respecto cuenta que:

Aprovechaba las horas de asueto para pulir y dar redacción definitiva a los apuntes con pretensiones más o menos filosóficas, de un cuaderno que emborroné en Jamaica con comentarios a lecturas que empecé a publicar en Solidaridad Obrera con el título de “Pinceladas”.88 También dedicaba algún tiempo a la lectura. Fue por entonces que leí Fuerza y Materia, cuyo contenido dio bases científicas a mí ateísmo… También pude leer por ese entonces la monumental obra El Hombre y la Tierra de Eliseo Reclús, una de las obras más importantes del siglo XIX, y que contribuyó bastante a mi formación política espiritual, tanto por su base científica como por su profundo humanismo.89

Al mismo tiempo, se sintió atraído por ciertos grupos que se reunían para discutir asuntos políticos y sociales en Barcelona, pero nunca se atrevió a intervenir, tan sólo se dedicaba a escuchar. No obstante, en una de tantas de esas pláticas, pudo expresar sus perspectivas anarquistas ante algunos adversarios de la Confederación Nacional del trabajo (CNT). Tal hecho, es narrado por él de una manera muy vehemente:

Se manifestaban adversarios de las ideas anarquistas, a las que calificaban de negativas, utópicas y obstruccionistas. No pude contenerme y eché, como suele decirse, “mi cuarto a espadas”. Era tal mi vehemencia, la pasión que ponía en los argumentos, que mis

87 Ibid., pp. 121-122. 88 Escribió bajo el titulo general de “Pincel Ramblings” y después “Movimientos”, utilizando el seudónimo de “Mirlo”. Véase Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran… 89 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 122.

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palabras brotaban con fuerza y fluidez casi arrolladora y creí a mis contertulios superados por mis razonamientos. Eran los tiempos del “imperio” de Badía y Dencás, jefe de policía y de Gobernación de la Generalitat, respectivamente, con sus intocables y agresivas huestes: los famosos “escamots” que se consideraban dueños de Barcelona, a la que pretendían salvar de la influencia de los “murcianos” de la Federación Anarquista Ibérica.90

Como era de esperarse, Miró fue criticado por los enemigos de la Confederación Nacional del trabajo allí presentes. Un hombre lo advirtió de la situación, más allá de entrar en polémica. Ese hombre desconocido le dijo que tuviera cuidado con sus comentarios, que no se dejara llevar por una pasión desbordante, porque las tertulias eran una trampa policiaca y podrían detenerlo por su imprudencia. Después de aquella sorpresiva experiencia, limitó su actuación política escribiendo sólo en su columna “Pinceladas” en la revista Solidaridad Obrera, sin afiliarse a ninguna organización o partido. Como encargado en la tienda de comestibles, tenía contacto con un buen número de clientes, sobre todo mujeres. Por ese motivo. Un día fue abordado por tres de ellas que acostumbraban ir a comprar con cierta regularidad. Una le preguntó:

Oye muchacho, ¿tú eres compañero? Bueno, le conteste, ¿Compañero de qué o de quién? En más de una ocasión te hemos visto leyendo la “Soli”, por lo que pensamos serias anarquista. Efectivamente así es, me considero anarquista. ¿Eres afiliado a la C. N. T. o a las Juventudes Libertarias?91

Miró se mostró interesado, por lo que las tres mujeres lo invitaron a una reunión para presentarle a más compañeros anarquistas. Como era de esperarse, al carecer de contactos directos, aceptó la invitación que estaba esperando con ansias. Cabe destacar que en dicha reunión conoció a importantes

90 Idem. 91 Ibid., p. 124.

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anarquistas, como Diego Abad de Santillán, Pedro Herrera, Manuel Villar, Facundo Roca, Germinal de Sousa y José Majos “Ildefonso”, entre otros. En la primera reunión según recuerda la plática giró en torno a cuestiones generales acerca del pensamiento anarquista; sin embargo, al ver su entusiasmo ideológico, Santillán, Herrera y Roca lo invitaron a integrarse a su grupo anarquista, mejor conocido como Nervio, afiliado a la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Este hecho marcó el rumbo que tomaría Fidel Miró en adelante, respecto a su afiliación a otras organizaciones anarquistas y, pese a que la FAI era ultrarrevolucionaria, el grupo al que perteneció se perfilaba más por una orientación ideológica que revolucionaria. Miró manifiesta lo siguiente:

Yo pensaba que en dichos grupos anarquistas no se hacía otra cosa que conspirar, hablar mal del Gobierno, preparar la revolución social y proyectar el cómo y el cuándo habría de producirse la insurrección. Pero todo se reducía a tomarnos un café y cambiar impresiones sobre los últimos acontecimientos políticos y sociales considerados por nosotros de alguna importancia, nacionales e internacionales, comentar algún artículo recientemente publicado y hablar de libros y autores. También, por supuesto, se hablaba de los conflictos laborales, la represión política y el posible acontecer político social de los meses próximos.92

Un aspecto que transformó la participación revolucionaria de los diversos grupos anarquistas, se debió al triunfo electoral del viejo líder republicano Alejandro Lerroux que era manejado por los grupos más reaccionarios. El cuestionamiento de mayor importancia para los anarquistas giró en torno al abstencionismo, que llevaron a cabo en las últimas elecciones generales. Este problema fue adjudicado a las tácticas de la Federación Anarquista Ibérica y la Confederación Nacional del Trabajo, como órganos más relevantes del movimiento anarquista español, ya que las decisiones, por lógica, eran

92 Ibid., p. 125.

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tomadas por los comités superiores y no por el resto de la militancia ácrata. Pero además de la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica, Fidel Miró afirma que existían los “Grupos de Defensa Confederal”, que eran pequeñas células armadas, las cuales estaban integradas sólo por militantes de muchos años. Por lo que él, en su condición de recién afiliado, era algo así como un soldado raso, al menos por el momento. Debido a que el joven Miró se fue adentrando cada vez más en la organización del grupo Nervio, muy pronto fue invitado a unirse a otro órgano anarquista conocido como las Juventudes Libertarias, las cuales se encontraban en constante crecimiento:

La Juventudes Libertarias tenían por lema principal promocionar la cultura y realizar cuanta propaganda fuesen capaces, a fin de divulgar las ideas libertarias o anarquistas, principalmente entre los jóvenes, y captar nuevos afiliados mediante la propaganda y el ejemplo personal. Su código ético era bastante riguroso: nos estaba poco menos que prohibido fumar, los juegos de azar y tomar licores, exigían en todas las ocasiones un correcto comportamiento, practicar hasta donde fuese posible la solidaridad, sin limitarla a los reductos libertarios. La Principal y constante recomendación consistía en que debíamos dedicar a la lectura el mayor tiempo posible, por cuanto que, como hijos de trabajadores, pocos de nosotros habíamos tenido la oportunidad de hacernos con una amplia cultura, en muchos casos ni siquiera básica, y por consiguiente, como la inmensa mayoría de la militancia libertaria no teníamos otra opción que ser buenos autodidactas, si queríamos ser algo o alguien en la vida y poder servir con alguna eficacia a la causa de la libertad y la redención humana. Tales recomendaciones han sido una constante de la propaganda anarquista.93

Las Juventudes Libertarias estaban organizadas por barriadas y en algunos casos tenían sus propios locales En su defecto se reunían en los ateneos libertarios de barriada o en los sindicatos

93 Ibid., p. 128.

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de la Confederación Nacional del Trabajo. En los periodos de gran represión, solían reunirse en cuartuchos de bares, cuyos propietarios eran considerados más o menos a fines; o en alguna cooperativa. Inclusive durante el “bienio negro” se reunían en un banco de un paseo o una avenida semidesierta.94 En noviembre de 1933 los problemas en España se agudizaron. Las elecciones generales fueron ganadas por las derechas capitaneadas por Gil Robles al frente de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Por ello, los cenetistas tuvieron que plantear nuevas tácticas para enfrentar el triunfo de la burguesía ultraconservadora y de los terratenientes. Había llegado el momento de emprender el camino hacia la revolución social de inmediato, sin embargo, los anarquistas sabían que estaban muy lejos de contar con los medios y las condiciones óptimas para cumplir. Miró afirma que se integró a la Federación Anarquista Ibérica a través del grupo Nervio, después de tres o cuatro meses se incorporó a las Juventudes Locales Libertarias y a los veinticuatro años era uno de los más antiguos y experimentados miembros. Después de tres meses, mediante un pleno regional fue elegido como secretario del Comité Regional a partir de 1934 y hasta los eventos de mayo de 1937.95 Durante 1934, pese a las represiones llevadas a cabo en Cataluña, las Juventudes Libertarias, con Fidel Miró como Secretario General, continuaban con sus actividades frecuentes sólo que con mayor precaución, prudencia y clandestinidad. Cabe mencionar que, en ese mismo año, se llevó a cabo un pleno en la montaña, a pocos kilómetros de Salt, Gerona; y al año siguiente en Barcelona, en un cine de barriada, a puerta cerrada. En el primero se discutió hacer más efectivos los esfuerzos de organización, mientras que en el segundo se planteó si era conveniente o no seguir con la Federación Anarquista Ibérica.

94 Ibid., p. 129. 95 Miró se integró a la FAI al lado de Diego Abad de Santillán, Pedro Herrera, Germinal Sousa y Villar. Véase Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran…

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Afirma que en realidad no existía un vínculo orgánico con la Federación Anarquista Ibérica y que la autonomía de las Juventudes Libertarias era amplia, sin rendir cuentas definitivas a la FAI. Por otro lado, con el objetivo de reafirmar su compromiso personal, las Juventudes Libertarias publicaron un portavoz propio llamado Juventud Anárquica. Tan sólo tres números llegaron a editarse. También, a mediados de 1934, las Juventudes Libertarias publicaron un manifiesto intitulado: Trabajadores: en pie contra la reacción que avanza. Este manifiesto se distribuyó casi por todo Barcelona sin que hubiera detención alguna por parte de los Guardias de Asalto.96 Mientras las organizaciones libertarias seguían funcionando, también lo hacían los ateneos, pero cuando se llevó a cabo una conferencia clandestina en Santa Coloma de Gramanet, a cargo de Manuel Villar, un grupo de policías irrumpieron en el lugar cacheando a los asistentes. Después de una hora, Miró recuerda que llegaron los camiones rojos de dos pisos, para llevarse a los aproximadamente cien asistentes a la Jefatura de Policía en Barcelona.97 Entre cantos revolucionarios como “La Internacional” y “Las Barricadas”, el camión rojo de dos pisos llegó a la Jefatura, para posteriormente, después de dos horas, uno tras otro fueran interrogados por el propio jefe de la policía, de apellido Badía. Cuando le llegó el momento de ser interrogado:

Cuando me tocó el turno, me preguntaron: ¿Cuántas veces has sido detenido? Al responderle que ninguna, Badía me observó con aire contrariado: “Mira, no mientas que te ira peor, pues si nunca has sido detenido, ¿Cómo es que figura en este libro tu nombre?” “No sé, le conteste, pero la verdad es que hasta la fecha nunca antes he sido detenido”. Hizo un gesto a un policía, el que me tomó del brazo para conducirme hasta la calles. Al salir, los dos policías de guardia en el portal principal me saludaron con aire burlón: “salud, compañero”, parodiando el saludo usado por los anarquistas, y así fuimos saliendo uno a uno, menos unos quince compañeros que

96 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 134. 97 Ibid., p. 136.

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por tener antecedentes policiacos quedaron detenidos en calidad de presos gubernativos.98

Aunque no tuvo problemas por su primera detención, seis meses después fue nuevamente detenido por cuestiones más graves, incluso la policía realizó un gran despliegue cercando la manzana donde vivía. Alrededor de las cinco de la tarde de un día de diciembre, él se encontraba trabajando en la tienda de comestibles cuando fue advertido por un compañero del Comité Regional, de apellido Soto, acerca de la movilización policiaca que se estaba llevando a cabo en la casa del mismo. Cerca de las dos de la madrugada, los policías irrumpieron en la tienda de comestibles con el propósito de detener a “Mirlo”: el Secretario General de las Juventudes Libertarias de Cataluña. Ya sabían que ese era el seudónimo de Fidel Miró, por lo que fue conducido a la Jefatura de Policía. Ésta fue su segunda detención, pero los móviles eran distintos a la primera. Así refiere esta nueva experiencia:

Al llegar a la Jefatura me llevaron de inmediato al segundo piso, ante el jefe de la Brigada Social, Éste, rodeado de policías, se dirigió a mí en forma grosera y violenta. “Oye, tú, petimetre, ¿conoces estas carta?”, a la vez que me enseñaba una carpeta con una cuartillas más o menos arrugadas. Le conteste que no. Inmediatamente me abofeteó con fuerza tres o cuatro veces, añadiendo: “¿Secretario de las Juventudes Libertarias y no conoces esta cartas?” Al verle el ademan de abofetearme de nuevo le pedí me permitiera quitarme las gafas. “Sí, será mejor, replicó, antes de que te las aplaste en la cara”. Me las quité y me propinó otras dos bofetadas. Seguidamente ordenó a sus agentes: “Traedme al otro”. Acto seguido sacaron de una habitación contigua, a empellones, a Delso de Miguel (Vicesecretario del Comité Regional), hecho un “ecce homo”, por haberlo golpeado durante horas. Agresivo, me pregunto el jefe: “¿A ese tampoco lo conoces?” Dije que sí. Entonces insistió por un rato en que yo debía confesar ser Mirlo y Secretario de las Juventudes Libertarias. Como siguiera negando,

98 Idem.

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dijo a uno de los policías: “Llévate y haz que cante, aunque sea utilizando la porra”.99

Debido a la falta de pruebas contundentes, la segunda detención no pasó a mayores. Tres días después salió de los calabozos incomunicados. Pero antes de ello, fue obligado a confesar que él era “Mirlo” y que fungía como Secretario de las Juventudes Libertarias. A los tres días de haber estar detenido, fue llevado esposado al Palacio de Gobierno. Allí, el juez, un hombre joven, le dijo que quedaba en completa libertad por no haber causa que mereciera un juicio. Tal fue su sorpresa al ser liberado:

Nunca me pude explicar bien aquel resultado, pues muchos otros, por menos, purgaron meses y hasta años de cárcel. En un principio, cuando fuimos detenidos, pensé que tenía por delante asegurados un par de años de prisión. Creo que el resultado feliz se debió mayormente a que estaban próximas las elecciones generales de febrero de 1936 y que el gobierno de derechas había estimado no conveniente en tales circunstancias continuar la represión contra el movimiento obrero, y en especial contra los anarquistas, por si decidían repetir la abstención. Como se sabe, no fue sí.100

Pese a las constantes presiones políticas y sociales en las que se vio involucrado por su condición como militante anarquista, él nunca perdió las cualidades amorosas que la vida suele brindar. Entre estas experiencias nos narra sus encuentros con diversas mujeres, las cuales aseguró le brindaron momentos esplendidos en su vida. Entre estas, refiere él mismo, destacan Matilde, una mujer casada de unos 25 años de edad, delgada, sensual y sin preocupación alguna; Angelina, una muchacha de 21 años, delgada, tímida y noble; María, de 22 años verdaderamente descomunal, “colosal” y “formidable”; Carmela, una chiquilla preciosa e inocente de 18 años y Concha,

99 Ibid., p. 138. 100 Ibid., p. 141.

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una mujer de 20 años, perteneciente a las Juventudes Libertarias, muy atractiva y practicante del amor libre.101 Así, entre romances, debates ideológicos y luchas cada vez más radicales, Miró se tornó activo participante en los acontecimientos más representativos que sucedieron en Cataluña a partir de 1936.

Fidel Miró y la Guerra Civil Española, 1936-1939

Conforme las memorias y testimonios del mismo Fidel Miró se adentran en su lugar de origen, nos podemos dar cuenta de la cualidad de factores particulares que se integran a la comprensión general de la guerra civil en la que participó. Por ello, es preciso valorar las acciones revolucionarias que Miró llevó a cabo durante la guerra, al pertenecer al grupo anarquista Nervio, a la Federación Anarquista Ibérica (FAI), a las Juventudes Libertarias de Cataluña, a la Confederación Nacional del trabajo (CNT), al Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña, a la Alianza de Agrupaciones Antifascista y al Consejo Nacional de la Infancia Evacuada, entre otros cargos de igual importancia.102 Sobre el conflicto bélico se ha escrito bastante, siendo definido de diferentes maneras por muchos autores. Por ello, al recordar los prolegómenos de la Guerra Civil Española, Miró refiere:

Semanas antes del Congreso de Zaragoza tuvo lugar en el Teatro Olympia de Barcelona, un gran mitin del movimiento libertario de Cataluña, al que asistió enorme concurrencia… En el mismo

101 Ibid., pp. 143-159. 102 Fidel Miró también fue director de la revista Ruta (1936-1937) y redactor de Solidaridad Obrera. Véase Muriá, Diccionario de los catalanes…, pp. 228-229. Algunos artículos de Solidaridad Obrera pertenecen a la sección de Temas Campesinos y son: “Un poco de Historia”, 3-7-1934; “El campo en 1920 y el momento actual”, 15-7-1934; “El pleito empieza ahora”, 22-7- 1934; “Los anarquistas y la ley de contratos de cultivo”, 8-7-1934; “En torno a la ley de Contrataos de Cultivo”, 29-7-1934. Además en la revista Tiempos Nuevos, Barcelona, núm. 9, sep.-oct. de 1937, publicó “La guerra de nuestra revolución. Cumplamos el testamento de Durruti”.

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hicieron uso de la palabra, en este orden, Diego Abad de Santillán, que presidió el acto, yo en representación de las Juventudes Libertarias, Federica Montseny por la Federación Anarquista Ibérica y Juan García Oliver por la Confederación General del Trabajo… El principal objetivo del mitin puede resumirse en una apasionada exaltación del espíritu de lucha contra el fascismo pues se tenía por seguro que la sublevación militar fascista no habría de tardar en producirse.103

Ya en el grupo Nervio se había planteado el peligro de un golpe de estado de corte fascista, por lo que se creyó que el bando republicano, los partidos de izquierda, centrales sindicalistas y el pueblo en general actuarían de inmediato. Sin embargo, nadie se preocupó excesivamente por lo que podía suceder. Posteriormente, al celebrarse el congreso en Zaragoza esta misma advertencia comenzó a tomar cierta forma:

A principios de 1936 la C. N. T. celebró en Zaragoza su Congreso Nacional. El anterior había tenido lugar en mayo de 1931 en Madrid. En el Congreso de Zaragoza se selló la reunificación en las filas del anarcosindicalismo. No puede decirse, ni con mucho, que la reintegración a la C. N. T. oficial constituyera una rendición incondicional de la oposición “trentista”. Más bien, lo que había sucedido era que el número de afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo había disminuido muy considerablemente, casi a la mitad de los afiliados que se contaban antes de la escisión.104

Lo que entonces planteó Miró era que los trabajadores anarcosindicalistas ya no confiaban en la eficiencia de las tácticas revolucionarias, por ende, se necesitaba una revisión de tácticas. Pero a partir del Congreso de Zaragoza no se trazó ningún plan de insurrección, aunque sí se advirtió acerca de un posible levantamiento reaccionario que sería llevado a cabo por la Falange Española. Cabe destacar que esta advertencia ya la había hecho el grupo Nervio un poco antes.

103 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 162. 104 Ibid., p. 161.

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Hasta el anuncio de la sublevación militar en Marruecos en 1936, dirigida por el General Francisco Franco, el gobierno presidido por Casares Quiroga puso énfasis en negar los rumores respecto a esta sublevación. Fidel Miró afirma que si el gobierno hubiera otorgado armas al pueblo, inclusive el mismo día 18, cuando se supo de la asonada militar en Marruecos, podría haber ocurrido otra situación distinta a la tragedia. Pero fue demasiado tarde. Antes de la sublevación militar del 19 de julio de 1936, Fidel Miró a la sazón de Barcelona, nos cuenta las actividades que las Juventudes Libertarias llevarían a cabo:

Para el día 16 de julio, las JJ. LL. de Barcelona teníamos anunciado un gran mitin a celebrar en la plaza de toros La Monumental. Lo veníamos preparando desde hacía algún tiempo, pero a última hora hubo que suspenderlo por el rumor a voces de que la sublevación militar era inminente…105

Debido a la incertidumbre que se vivía, al no contar con armas, Miró y algunos jóvenes más decidieron salir a buscar con qué defenderse, justo a medianoche. Pero las calles de Barcelona se encontraban desiertas. La incertidumbre creció, ante la imposibilidad de hacer frente al levantamiento militar. Se había anunciado que tan sólo algunos miembros del grupo de defensa de la CNT, contaban con armas. Miró y otros miembros de las Juventudes Libertarias tenían que hacer frente al problema:

Antes de amanecer aquel 18 de julio, se nos informó de una llamada telefónica de García Oliver a los distintos sindicatos cenetistas, para comunicar que el presidente de la Generalitat, Luís Companys, se había comprometido a entregar armas a la militancia de la C. N. T. y que para ello debíamos acudir de inmediato y masivamente ante el Palacio de la Generalidad a reclamarlas.106

105 Fidel Miró pertenecía a la directiva del Sindicato Mercantil, un pequeño sindicato más de la CNT. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores del comercio estaban afiliados al Gremio y Entidades de Pequeños Comerciantes e Industriales (GEPC). Véase Ibid., p. 167. 106 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 168.

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Miró y muchos militantes más acudieron a la Plaza de San Jaime, frente al Palacio de Gobierno, y después de haber permanecido por largo tiempo en dicho lugar sin recibir noticias, de repente les comunicaron que debían ir al cuartel de guardias de Asalto de la Barceloneta y que allí les proporcionarían armas. Sin embargo, nuevamente los hicieron esperar en vano ya que sólo les otorgaron fusiles hasta donde alcanzaran. Asevera que dentro del cuartel, los militantes fueron interrogados:

Se formó la fila india e inmediatamente dos guardias situados al comienzo de la misma hacían a cada uno de nosotros la siguiente pregunta: “¿Has hecho el servicio militar?”. A los que respondían afirmativamente les entregaban un fusil para que lo maniobrasen. A los que respondían en forma negativa se les indicaba que permanecieran en un rincón de aquel gran patio para recibir después una pistola. Cuando me tocó el turno, respondí a la repetida pregunta afirmativamente, pero aunque me había fijado cómo manejaban el fusil los que me precedieron, no hice más que tomarlo, e inmediatamente el guardia lo volvió a agarrar diciéndome: “No, tú no sabes manejar este trasto”, y me indicó que fuera con el grupo que esperaba pistolas.107

Justo cuando se estaban repartiendo los primeros fusiles se escuchó un grito anunciando la llegada de los enemigos, por lo que rápidamente todos los militantes salieron del cuartel para hacer frente, sin saber en verdad lo que estaba ocurriendo. Miró cuenta que inmediatamente se levantó una barricada y comenzaron a disparar en contra de algunos soldados, sorprendidos por el recibimiento inesperado. Esta actitud de los militantes duró aproximadamente quince minutos sin ocasionar pérdidas humanas, sin embargo, dejó sorprendidos a los guardias de asalto por la valentía y la determinación decisiva de los anarquistas.

107 Ibid., p. 169.

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Después de la batalla de la Barceloneta, Fidel Miró obtuvo un fusil que un amigo le brindó y enseñó a manejarlo, aunque afirma que cerraba los ojos al disparar.108 Posteriormente, rumbo hacia las Ramblas y al Cuartel de Atarazanas (ocupado por el ejército sublevado), el fuego en las calles se hizo cada vez más incesante entre la población civil y los militares. Fue hasta caer la noche cuando cesaron los disparos, en Atarazanas, las bajas para los libertarios habían sido considerables. En la mañana del 19 de julio de 1936, murió Francisco Ascaso, uno de los hombres más valiosos intelectualmente del grupo Nosotros.109 Miró afirma que Barcelona se encontraba bajo la resistencia antifascista de la CNT, mientras las fuerzas fascistas, acorraladas, sólo estaban concentradas en el cuartel de Atarazanas, en el Hotel Colón en la plaza de Cataluña, alguna que otra iglesia y algunos edificios de la Plaza de la Universidad. A la mañana siguiente, los más destacados militantes cenetistas como García Oliver, Durruti y Ortiz comenzaron a planear las estrategias para continuar con la lucha, hasta tomar el cuartel de Atarazanas. Miró asevera que éstos le aconsejaron que un grupo de las Juventudes Libertarias se acercara al cuartel, por las calles laterales traseras, para lanzar bolas de algodón encendidas con gasolina para incendiar el edificio. García Oliver le dijo:

“Mirlo”, llévate seis u ocho compañeros y con ellos te vas a la calle paralela y a media calle levantaréis una barricada para montar guardia allí, a fin de evitar que cuando se rindan los de Atarazanas puedan escapar por parte alguna. Haremos lo mismo en todas las calles adyacentes de inmediato, mientras, trataremos de asaltar el cuartel.110

Tal como se lo indicó García Oliver, Miró cumplió lo ordenado pero cuando se escucharon fuertes disparos y

108 Idem. 109 Ibid., p. 171. 110 Ibid., p. 173.

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cañonazos por otras zonas, él y su amigo Francisco Rubí, impacientes y aburridos, decidieron dar un pequeño rodeo hasta acercarse al cuartel de Carabineros. Éstos, hasta entonces se habían mantenido neutrales, sin intenciones de participar en la contienda por la ausencia de órdenes de sus jefes. Miró y Rubí se acercaron al cuartel:

Sin esperar más dijimos a los carabineros que en aquella contienda no cabían los neutrales, que se estaba con uno o con otro bando, y que les dábamos cinco minutos para que se decidieran, advirtiéndoles que a pocos metros de allí cincuenta o más hombres armados, entre civiles y guardias de Asalto, esperaban de nosotros una seña para iniciar un asalto en regla a su cuartel. Añadimos que ya casi toda la ciudad se encontraba bajo el control de los antifascistas y que era por tal razón, seguramente que su jefe no hubiese regresado, temeroso de caer prisionero o algo peor.111

Después de unos cuantos minutos de discusión entre los carabineros, persuadidos constantemente por Miró y Rubí, cerca de treinta de ellos, sin remedio alguno, optaron por sumarse al bando republicano. Junto con los carabineros, ambos se dirigieron hacia unos grandes ventanales del cuartel de Atarazanas para disparar al interior. Era sabido que dicho cuartel en cualquier momento seria tomado por los republicanos, así, poco a poco los que permanecían en su interior comenzaron a escapar y a rendirse. Durante la mañana siguiente cayó el cuartel de Atarazanas, simultáneamente, algunos militares y fascistas del Hotel Colón se habían rendido a la guardia civil, pero aún quedaban sublevados dentro del viejo edificio de la Plaza Universidad. Ese mismo día, los militantes libertarios marcharon hacia dicho lugar en busca del asalto decisivo. Cabe mencionar que antes del anochecer, la resistencia fascista había sido derrotada en la vieja Universidad. Miró describe lo que se consideró como un gran triunfo:

111 Ibid., p. 174.

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Al caer la tarde, por indicación de García Oliver, empezamos el regreso a la Ramblas, donde desfilábamos en dos filas. Atarazanas ahora ya en nuestro poder. Al frente de las largas filas, marchaba muy erguido nuestro principal líder: Juan García Oliver. Todos airosos, rebosantes de alegría, lanzando gritos de victoria, mientras mucha gente congregada en las aceras aplaudía a nuestro paso lanzando gritos contra el fascismo y en favor de la revolución social. Había terminado en Barcelona el alzamiento militar y la resistencia fascista.112

La noticia del triunfo antifascista en Barcelona se propagó por toda España, levantando los ánimos del pueblo, pues se consideró que la victoria iba a ser absoluta. Sin embargo, así inició lo que habría de durar 32 meses, la terrible Guerra Civil Española. Terminada la lucha en Barcelona, se decidió darle curso a la revolución social mediante la constitución de un Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, integrado por todas las fuerzas políticas y sociales de izquierda. Para ello, se necesitaba llevar a cabo un verdadero acuerdo entre la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica así como en los principales partidos políticos y el presidente de la Generalitat, Luís Companys, aunque los intereses de la militancia confederal y anarquista nunca habían sido los mismos. El logro más importante y positivo en Cataluña, inmediatamente después del 19 de julio, fue el de las colectivizaciones, donde las formas y servicios fueron adoptadas en el marco de gestión colectiva, en función y supervisión de los trabajadores. Para Miró, y para la mayoría de los catalanes, la revolución había logrado mucho en muy poco tiempo, ya que se colectivizaron tanto la industria como la agricultura, pero lo peor que sucedió, fue el crecimiento de la burocracia en las diversas secretarias creadas.113 Dentro del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, Miró fue asignado a una sección llamada Comarcas, con el

112 Ibid., p. 176. 113 Véase Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran…

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propósito de ponerse en contacto con distintas comarcas catalanas para brindarles una estructura política y social y el quehacer revolucionario.114 El 23 de julio de 1936 se celebró un pleno de Federaciones Locales y Comarcales de Cataluña del movimiento libertario, pero en realidad fue con destacados militantes de Barcelona. En este pleno, se acordó cual debería ser la actitud del Comité de Milicias, así como su orientación revolucionaria, sin embargo, surgieron dos propuestas contrastantes entre sí. La primera, apoyada por García Oliver, fue expuesta por José Xena, de la delegación de Hospitalet, comarca del Bajo Llobregat la cual apostaba “ir a por el todo”. Mientras que la segunda propuesta, radicaba en implantar de inmediato el comunismo libertario. Esta idea fue apoyada por Fidel Miró, Federica Montseny, Diego Abad de Santillán y Mariano R. Vázquez, “Marianet” - entonces secretario de la CNT en Cataluña-. Todos ellos criticaron la actitud definida por García Oliver, debido a que podría suscitarse cierto peligro al tratar de implantar una dictadura al estilo bolchevique, y aunque fuese en nombre de los principios anarquistas, ocasionaría funestas consecuencias y ello vendría a ser la más absoluta negación de la propia ideología, También consideraron el peligro inevitable de verse aislados, dentro y fuera de España, en la lucha contra las fuerzas fascistas que habían triunfado en la mitad del área nacional.115 Ante la incierta y peligrosa propuesta de “ir a por el todo” respaldada por García Oliver, Miró explica los contratiempos de esta decisión:

Tras largo debate se aprobó por la mayoría absoluta la segunda propuesta en moción redactada por el propio Santillán. Por la propuesta de “ir a por el todo” sólo votaron la delegación de Hospitalet y García Oliver en representación del grupo “Nosotros” de la F. A. I. Continuó el debate en torno al Comité de Milicias Antifascistas, pero se resolvió constituirlo en la forma propuesta por el movimiento libertario y no en la que sugería el Gobierno de

114 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 180. 115 Ibid., p. 181.

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la Generalidad y su principal partido, la Esquerra Republicana y algún otro de menor significación, propusimos la fórmula que las organizaciones libertarias estimaban pertinente a fin de poder garantizar la voluntad popular revolucionaria, manifestada en la calle en forma indiscutible. En síntesis, se subrayaba una vez más la decisión inquebrantable de llevar a feliz término una auténtica revolución social a la vez que se combatiría contra las huestes fascistas en todos los frentes y con todos los medios.116

Ya con el cargo en la sección “Comarcas”, comenzó con sus tareas a través de varias delegaciones. El punto esencial del programa que Miró había esbozado fue:

Substituir los viejos ayuntamientos por comités revolucionarios, con el propósito de acabar con todo intento de los grupos reaccionarios y fascistas, acabar con el caciquismo y el dominio clerical. Además, era conveniente una reorganización de las administraciones locales y municipales, la autogestión de las industrias bajo la dirección de los trabajadores sindicalizados organizados y un cambio radical en la explotación de la tierra. La tierra y sus productos pasarían, ahora sí, a pertenecer a quienes la trabajan, y así desaparecerían de una buena vez, los medieros, los aparceros y los arrendatarios en el agro catalán.117

Entre otros propósitos, “Marianet”, encargó a Fidel Miró que reforzara y reorganizara sindicatos, brindar atención a viejos y niños desamparados, incrementar la educación pública, formar colectividades agrarias, divulgar ideales como el voluntarismo y la cooperación etc.118 Junto con ocho personas, se trasladó a la comarca asignada, visitando antes su pueblo natal, Pla de Cabra, lugar donde ya se había establecido un comité revolucionario tres días antes. Posteriormente, tras su paso por diferentes comarcas (Montblanc, Poblet y otros pueblos pequeños), pudo percatarse de nuevas realidades. Si bien su misión sólo duró seis

116 Ibid., pp. 181-182. 117 Idem. 118 Idem.

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días, logró darse cuenta de que en casi todos los pueblos visitados ya estaban establecidos los comités revolucionarios. Después de su corta misión, Miró decidió no volver a ocupar cargo alguno en el Comité de Milicias Antifascistas, ya que prefirió volver a integrarse como Secretario del Comité Regional de las Juventudes Libertarias, y de la dirección de Ruta, su órgano semanal de prensa. Barcelona había cambiado desde el triunfo sobre las fuerzas fascistas, y ello se notaba en los beneficios con los que contaban las secretarías del movimiento libertario. Como Secretario del Comité Regional de las Juventudes Libertarias, se concentró en la tarea de reorganizar a los grupos juveniles, primero en Barcelona y después a lo largo y ancho de la región, con la creación de nuevas barriadas y pueblos. El lema seguía siendo “Cultura y Propaganda”, pero ahora tenían que ampliar el radio de acción a otras tareas y esfuerzos como:

A partir de ese momento, en los locales de nuestras juventudes habría que dedicar unas horas de cada día a complementar la formación cultural de aquellos compañeros jóvenes que más lo necesitaran e intensificar las charlas y conferencias en aras de a una mayor y mejor preparación social e ideológica: habría que multiplicar los esfuerzos hacia una cada vez mayor capacitación de afiliados que en adelante sería a partir de una edad inferior a la de antes requerida y ayudar a las barriadas y pueblos en los que antes no existía organización juvenil libertaria, transfiriéndoles los medios de información y sobre todo, estimular a nuestros jóvenes mayores de 18 años a incorporarse cuanto antes a los frentes de guerra contra el fascismo.119

En efecto, ante los intentos contrarrevolucionarios se buscó preparar a los jóvenes para la lucha frente a frente. De ese modo, las Juventudes Libertarias aportaron un buen número de milicianos jóvenes de espíritu combativo. Entonces se produjo un hecho de gran relevancia para la postura ideológica de las

119 Ibid., p. 188.

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Juventudes Libertas, el 18 de octubre de 1936, cuando se celebró un mitin de carácter acentuadamente internacional. Este se debió a la participación del movimiento libertario español en el gobierno de Largo Caballero -constituido en el mes de septiembre del mismo año-. Dicha participación gubernamental estuvo a cargo de cuatro miembros de la Confederación Nacional del Trabajo (Federica Montseny, ministro de Sanidad; Juan García Oliver, ministro de Justicia; Juan Peiró, ministro de Industria y Juan López, ministro de Comercio). Esto produjo una intensa campaña en contra de tal injerencia en el gobierno, ya que fue considerada como una desviación ideológica del pensamiento anarquista. El mitin celebrado en contra de esa intervención, tuvo como militantes a Francisco Aso, del Comité Regional de Juventudes Libertarias de Cataluña; Fidel Miró como Secretario General de las mismas; Dr. Félix Martí Ibáñez; Jacinto Torhyo, director de Solidaridad Obrera; Agustín Souchy, anarcosindicalista alemán y Secretario General de la AIT (Asociación Internacional de Trabajo); Sebastián Faure, escritor y teórico anarquista francés; Luigi Bertoni, periodista y teórico anarquista italiano y Emma Goldman, escritora de renombre internacional y gran propagandista de las ideas anarquistas.120 Otra participación de las Juventudes Libertarias se dio en el mes de noviembre de 1936, justo cuando los fascistas se encontraban a las puertas de Madrid. Ésta fue de Fidel Miró al ejecutar una campaña relámpago por radio, en oposición a los fascistas y con la finalidad de “mantener alta la moral popular, galvanizar las voluntades y pedir para la defensa de Madrid toda clase de ayudas, desde combatientes voluntarios y dinero hasta picos y azadones”.121 Para lograr los objetivos de esta campaña, Miró y otros oradores convocaron a realizar una serie de actos públicos en diversas regiones, barriadas de Barcelona y ciudades con el propósito de unificar a la población antifascista catalana y ayudar a Madrid en su lucha contra los franquistas. Esta

120 Ibid., p. 189. 121 Ibid., p. 190.

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campaña relámpago, en su momento hizo pensar que obtuvo buenos resultados. Conforme pasaba el tiempo y la resistencia antifascista permanecía férreamente de pie, el 14 de febrero de 1937 se celebró un mitin en la Plaza de Cataluña el cual fue convocado por las Juventudes Libertarias, con el fin de dar a conocer la constitución del Frente de la Juventud Revolucionaria.122 Dentro de este frente se encontraban las JJ. LL., la Juventud Comunista Ibérica (POUM) y las Juventudes del Partido Sindicalista con el objetivo de presentar una nueva táctica de lucha antifascista. Según Miró, las conclusiones de este mitin fueron presentadas al presidente Companys, y, posteriormente, se dieron a conocer en la revista Solidaridad Obrera. Las resoluciones fueron las siguientes:

Primera: Movilización general. Segunda: Todas las armas largas al frente; adoptar todas las medidas necesarias en el terreno económico y bélico para ganar pronto la guerra. Tercera: Reafirmación de la unidad antifascista, pero verdadera. Cuarta: Medidas necesarias para lograr una Aviación, una Marina y un Ejército revolucionario, garantía de la victoria. Quinta: Responsabilidad plena en los mandos de las fuerzas y en la dirección del país. Sexta: Ni un paso más allá en camino contrarrevolucionario. El pueblo anhela que los hechos iniciados el 19 de julio sean encaminados a vencer en la guerra y realizar la revolución social.123

Al iniciar el mes de mayo, el día 4, recibió una llamada desde la oficina del Comité Regional, para informarle que en el centro de la ciudad se estaban llevando a cabo tiroteos, debido al asalto del local que ocupaba La Telefónica. Estos ataques fueron

122 En este mitin participaron Andrés Sabadell (Columna Juventud Comunistas); Jacinto Toryho por la FAI; Grunfel, por las Juventudes Anarquistas de Argentina; Amador Franco, por las Juventudes Libertarias; Vallejo, por la Juventud Sindicalista; W. Solano, Secretario de la Juventud Comunista Ibérica; Dra. Amparo Poch, por las Mujeres Libres; Dr. Félix Martí Ibáñez, por las Juventudes Libertarias y Fidel Miró como Secretario del Comité Regional de las JJ. LL. Presidió el acto Alfredo Martínez, Vicesecretario del Comité Regional de las Juventudes Libertarias. Miró, op. cit., p. 191. 123 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 191.

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realizados por militantes del Partido Comunista y de Estat Catalá contra obreros afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo, quienes tenían ocupado el local desde el alzamiento militar de julio de 1936. Miró, junto con otro compañero se dirigió al centro de la ciudad, pero fueron detenidos por un grupo armado y llevados al cuartel de asalto:

Ya en la puerta nos entregaron a los que montaban guardia, todos armados con pistolas y fusiles diciendo, “Ahí van otros dos de las Juventudes Libertarias”. Con cierta violencia nos tomaron del brazo y nos condujeron al primer piso. En el cuartel, lleno de gente armada, reinaba enorme ajetreo, un ir y venir nervioso y atolondrado. Dos hombres sentados frente a un escritorio nos pidieron la documentación. Mi compañero entregó la suya y al tener que hacerlo yo, les dije que por encontrarme enfermo desde hacía algunos días, la había olvidado en casa. Uno de los burócratas se levantó de inmediato para cachearnos. Luego de quitarnos las pistolas dijo: “Efectivamente, no lleva documentación alguna”. “Bueno, no importa”, dijo el segundo burócrata a la vez que nos preguntaba: “Pero, ¿sois de las JJ. LL., verdad?” y al contestarle afirmativamente añadió: “Pues es suficiente, que los lleven al calabozo”. Antes anotaron nuestros nombres y filiación política. Pensé que no era conveniente darles mi nombre real y les di otro supuesto. Creo que me sonrió la suerte al ocurrírseme dar nombre falso.124

En los calabozos de dicho cuartel, llegaron a reunir aproximadamente 70 militantes de las Juventudes Libertarias. Veinte militantes en cada uno de los cuatro pequeños calabozos. Estuvieron encarcelados por tres días, incomunicados, sin alimento alguno y a punto de ser fusilados, al segundo día de su detención. Todo esto a pesar de que las calles se encontraban en manos de los anarquistas, a punto de asaltar el cuartel. Un hecho curioso fue el que vivió Miró durante el tercer día en prisión, el

124 Ibid., p. 198.

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cual daba por hecho su muerte y su posible entierro, como él mismo narra:

En la mañana del tercer día, muy temprano, un guardia de Asalto nos entregó un ejemplar de “Soli”, el cual llevaba un encabezado a ocho columnas en su primera página, anunciando mi entierro para la tarde de aquel mismo día. Ello se debió al hecho de haber encontrado en la morgue del Hospital Clínico el cadáver de un joven de mediana estatura, vestido con un traje marrón muy parecido al que usaba muy habitualmente. El cadáver tenía la cabeza totalmente destrozada por una bomba y no llevaba en sus ropas ninguna documentación. Por si ello no bastara, una comisión fue a mi casa comprobando que allí se encontraba mi documentación y que el traje marrón faltaba. Puesto que nadie había sabido de mí durante tres días, dieron por seguro que aquel cadáver era mío. Las agencias internacionales de prensa también habían dado la noticia de mi muerte.125

Al conocerse la noticia de su muerte, sintió la obligación de tratar de evitar su entierro, por ello decidió presentarse ante los jefes del cuartel para decirles que él era el verdadero Fidel Miró y así evitar aquel equívoco. Ello le provocaba al mismo tiempo cierto temor, debido al cargo que ocupaba dentro del Comité Regional de la Confederación Nacional del Trabajo, por presiones del propio comité y de los demás órganos libertarios, Pese a todo, logró comunicarse con el Comité Regional de las Juventudes Libertarias y así pudo aclarar lo sucedido acerca de su falsa muerte y su intento de entierro.126 Este hecho benefició a todos los presos debido a que el Secretario Regional en Cataluña de las Juventudes Libertarias se encontraba con vida y compartiendo calabozo con ellos, lo que significaba un boleto para salir de aquel cuartel aún con vida.

125 Ibid., p. 201. 126 Fidel Miró manifiesta que al presentarse ante los jefes del cuartel y después de confirmar que él era el verdadero Fidel Miró, fue presa de exclamaciones como: “¡El secretario de las JJ. LL., de esos mozalbetes irresponsables y asesinos, cargados de bombas de mano, capaces de los peores crímenes, resulta ser un catalán, de la provincia de Tarragona, de la tierra de Ventura y Gassol…! ¡Es inconcebible!” Ibid., p. 202.

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Durante la noche, los prisioneros fueron trasladados a la famosa Cárcel Modelo de Barcelona, donde permanecieron sólo quince días sin mayor contratiempo, debido a que las calles de esta ciudad se habían tranquilizado sin vencedores ni vencidos. A las dos semanas, sólo se ordenó la liberación de Miró, pero éste se negó alegando que eran muchos los detenidos. Así, al día siguiente, pudieron salir todos los detenidos. Al salir de la cárcel, se enteró de la desaparición de dos compañeros de gran inteligencia, cultura y larga militancia, además de contarse entre sus amigos más íntimos y queridos; se trataba de Alfredo Martínez y Tufró Rúa. Los anarquistas predominaban por las calles de Barcelona, la Confederación Nacional del Trabajo aún dominaba la situación apoyada por las fuerzas de la Federación Anarquista Ibérica, los “Amigos de Durruti” y contingentes del Partido Obrero de Unificación Marxista. Sin embargo, tras ser liberado, la situación de Miró se tornó desfavorable como Secretario General de las Juventudes Libertarias de Cataluña, debido a su breve ausencia y a lo acontecido en el grupo incluso antes de la sublevación:

Desde mucho antes de julio del 36 en las JJ. LL., como en el conjunto del movimiento libertario, se manifestaron dos tendencias: la radical o “ultra” y la moderada o “reformista”. Siempre los moderados habíamos constituido mayoría en el seno de nuestras juventudes, y a partir de la insurrección militar esa mayoría moderada era tan absoluta en Cataluña que en los varios plenos comarcales celebrados, los “ultras” no tuvieron más representación en los mismos que dos delegaciones: la de Hospitalet y la de Lérida. A Lérida se había enviado por la C. N. T. a Felipe Alaiz y José Peirats para la edición de una publicación semanal titulada “Acracia” y fue bajo la influencia de Peirats que en esa ciudad se habían reforzado considerablemente las Juventudes Libertarias, hasta entonces casi inexistentes. Las dos delegaciones citadas, con su oposición sistemática y sus acervadas críticas catalogándonos de poco revolucionarios, llegaron a cansarnos a cuanto integrábamos el Comité Regional, y tras repetidos intentos de dimisión, siendo invariablemente ratificados

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por la confianza de cada pleno, decidimos al final renunciar irrevocablemente en el Pleno Regional que debía celebrarse durante la primera quincena de mayo.127

La renuncia se debió principalmente a que estando preso, se celebró el Pleno Regional, algunos integrantes del Comité Regional optaron por dimitir obligadamente más de dos veces. Así, se nombró un nuevo Comité compuesto por “ultras”, pero conservándolo como Secretario General. Pero, al no compaginar Miró con el grupo de los “ultras”, procedió a presentar su renuncia por escrito; sin embargo, Ramón Liarte y Amador Franco le dijeron que no hacía falta y que se podía “largar”. Después de un mes, a fines de junio de 1937, fue visitado por dos delegaciones de las Juventudes Libertarias, una proveniente de Valencia y la otra de Aragón invitándolo a integrarse como nuevo Secretario Nacional a partir de la celebración del Pleno Nacional de Regionales de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). Cabe mencionar que la mayoría de quienes votaron por Fidel Miró, provenían de Madrid, Andalucía, Asturias y el País Vasco.128 Esto obedecía al creciente aumento de los “ultras” en el Comité Regional”. Sin embargo, en un principio, Miró no aceptó debido a que no quería salir de Cataluña, pero al ser requerido por Mariano R. Vázquez (Secretario Nacional de la Confederación Nacional del Trabajo) y Pedro Herrera (miembro del Comité Peninsular de la FAI) fue que, por honor y deber, aceptó ocupar dicho cargo. También aceptó debido a que si se seguía negando, éste iba a ser ocupado por Serafín Aliaga, quien había sido designado para ocupar la vice-secretaria, quien estaba al servicio del Partido Comunista.129 Al tomar posesión del cargo, se topó con una nueva realidad al percatarse de la precaria organización del Comité Nacional, de hecho, este comité no tenía un objetivo directo ni efectivo, debido a la falta de preparación de los delegados de las diversas

127 Ibid., p. 205. 128 Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran… 129 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 210.

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regiones. Por ello tuvo que llamar a tres compañeros de Barcelona, bien preparados para llevar a cabo acciones precisas, como asesorar a los delegados, orientar las relaciones con los comités nacionales de la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica, organizar las secretarías de Prensa y Propaganda, Administración y Tesorería y las relaciones con las Juventudes Libertarias. Esta organización del aparato orgánico-administrativo del Comité Nacional fue criticada por diversos comités regionales, por considerarlo plenamente burocrático. Sin embargo, Miró tuvo sus justificaciones para efectuar dicha organización, hecha por militantes anarquistas y no por burócratas que sólo buscaban permanecer por largo tiempo en el poder. En busca de la efectividad de su cargo, recibió una invitación para asistir a la reunión convocada por la Ejecutiva Nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Esta reunión tenía el propósito de constituir una Alianza Nacional de Juventudes Antifascistas, la cual integraría a las Juventudes de Izquierda Republicana, Unión Republicana, del Partido Sindicalista y de la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE). Como primer presidente de dicha alianza, afirmó que las discusiones se prolongaron, al plantear qué debía ser primero, si “ganar la guerra y dejar para después la revolución social”, o si ambas cosas simultáneamente. Él se inclinaba por esta última orientación. Como era de esperarse, no se llegó a un acuerdo entre las diferentes posturas involucradas; sin embargo, se insistió en no dejar atrás los debates. Tras nuevas discusiones, se acordaron las principales bases de la alianza antifascista:

Compromiso a impulsar y consolidar las conquistas revolucionarias; trabajar conjunta y permanentemente por una firme alianza C. N. T y U. G. T. para ganar la guerra y desarrollar la revolución; las Juventudes firmantes del pacto se pronuncian en el sentido de que todas las organizaciones políticas y sindicales antifascistas estén representadas en la dirección del país en relación a sus fuerzas e influencia, previa la elaboración de un

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programa en común para facilitar el triunfo sobre el fascismo y afianzar la marcha de la revolución.130

Cabe destacar que en aquel momento la unión con las Juventudes Comunistas era una necesidad, pero al hacer el recuento de los daños, esta unión fue criticada severamente por los grupos más radicales, al considerar que los comunistas se aprovecharon de la situación. Miró justificó dicha alianza aclarando que la decisión de unificación del Comité Nacional de las Juventudes Libertarias, fue con el consentimiento de los comités superiores de la Confederación Nacional del Trabajo y de la Federación Anarquista Ibérica debido a intereses políticos. Además, afirma que todo siguió como antes ya que cada grupo actuó de acuerdo a sus orientaciones y órdenes recibidas. Conforme se iban definiendo los intereses políticos, la situación se inclinaba ante los más sobresalientes, entre ellos, Santiago Carrillo de la Comisión Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas, quien le habló de una posible reincorporación de la CNT en el Gobierno. Al llevarse a cabo ésta, Carrillo pretendía fungir como ministro de las Juventudes Socialistas, induciendo a Miró para hacer lo mismo respecto de las Juventudes Libertarias. La reorganización ministerial estaba a punto de concretarse como, a principios de 1938, cuando Miró fue llamado por Mariano R. Vázquez, Secretario Nacional de la CNT, para anunciarle la reunión que tendrían los tres comités nacionales (CNT, FAI y FIJL). El objetivo era discutir la invitación del Gobierno a la CNT para integrarse a la reorganización ministerial, a través de los ministerios de Educación Pública y Sanidad bajo la dirección de un mismo ministro. Al externar su opinión, esto fue lo que aclaró:

130 Este documento fue firmado por el Comité Peninsular de la F. I. J. L., Fidel Miró y Avelino Blanco; por la Comisión Ejecutiva de la J. S. U., Santiago Carrillo; por la Comisión Ejecutiva de la Juventud de Izquierda Republicana, Francisco Valera y Climent; por el Comité Federal de las Juventudes de Unión Republicana, Enrique López, F. Pardo y J. del Río; por el Comité Ejecutivo de la Unión de Estudiantes Hispanos, José Alcalá Zamora. Miró, op. cit., pp. 213-214.

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Cuando me tocó el turno de manifestarme dije ser contrario a que la C. N. T. volviera al Gobierno, por entender que ello en nada habría de beneficiarnos y mucho menos con una tan pobre representación, lo que equivalía a algo muy parecido a una limosna. Aun me atreví a añadir que, en mi opinión, sería mucho mejor que tratáramos de presionar en lo posible al Gobierno en el sentido de buscar, si aún fuese posible, un entendimiento con los franquistas, sin vencedores ni vencidos, a fin de poner término a la gran tragedia que significaba la guerra civil con su secuela enorme de víctimas y sacrificios, particularmente en hambre y sangre, que había alcanzado cuotas demasiado altas y gran desesperación en el pueblo llano de ambas partes. Indiqué también que nuestra reincorporación al Gobierno Central podría no ser bien vista por la mayoría de nuestra militancia.131

Fue criticado por sus declaraciones, especialmente por la delegada de la Federación Anarquista Ibérica, Federica Montseny, quien lo tachó de “jacobino”. Sin embargo, se percató de que dicha reunión sólo había sido para informar acerca de esta reorganización ministerial y no para externar declaraciones públicas en sentido contrario, ya que todo estaba decidido y no había mucho que hacer ante las decisiones de gran peso. Cuando en julio de 1938 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional de las Juventudes Libertarias en Valencia, en el que asistieron alrededor de 400 delegados, representando a más de 250 mil afiliados, se anunció la dimisión del comité integrado por Miró y por consiguientemente la elección de uno nuevo. Como Secretario General del Comité Nacional quedó su compañero y amigo Lorenzo Iñigo, destacado militante de Madrid. Miró entregó al nuevo secretario toda la documentación e inmediatamente regresó a Barcelona, para reintegrarse como Secretario de la Federación Local de Barcelona de las Juventudes Libertarias. Sin embargo, sólo aceptó reintegrarse

131 Ibid., p. 217.

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como simple vocal. No únicamente vivió nuevas experiencias en el orden político-ideológico, sino también en el amor. Tuvo nuevos romances en los que destaca su relación con Lucette (su amor idílico), una joven italiana de 17 años que había conocido en Ginebra, cuando Miró formó parte de la delegación de la FIJL al Primer Congreso Internacional de Juventudes por la Paz y el Desarme. Otra mujer importante para él fue Pepita, quien había sido compañera de su amigo desaparecido Alfredo Martínez. Pepita tenía alrededor de 25 años y era muy reservada; sin embargo, ambos iniciaron una profunda relación como amantes hasta que ella se fue a París, como delegada de las Juventudes Libertarias. A su regreso a Barcelona, Miró conoció a Chabela, una muchacha andaluza que tenía una casa de hospedaje donde él llegó a vivir. Con ella pasó la última noche especial, antes de la inminente entrada de los fascistas a Barcelona. Tras la tensa situación en Barcelona, a mediados de 1938, fue detenido por dos agentes del Servicio Inteligencia Militar (SIM) con el objeto de que prestara el servició militar que era obligatorio. Fue llevado al cuartel de la “cheka” ya que no tenía regularizada su situación. Le preguntaron por qué no se había incorporado al Ejército, a lo que respondió; “por inutilidad física” ya que usaba gafas de dieciocho dioptrías. Miró recuerda la plática con uno de los militares:

“¿Inútil tú y Secretario de las Juventudes Libertarias? No, hombre, tú eres muy útil, ya te encontramos ocupación, no te apures”. Acto seguido me dijo que podíamos marcharnos y que se me concedía una semana de plazo para arreglar mi situación militar. Al día siguiente me trasladé a Tarragona, donde tras la correspondiente revisión médica fui declarado inútil total.132

Días después comenzaron los bombardeos masivos sobre Barcelona por la aviación fascista, como advertencia de una fulminante ofensiva militar en todos los frentes para conseguir

132 Ibid., p. 232.

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que Cataluña se rindiera a las fuerzas franquistas. Ante el pánico generalizado, los comités de barriada se reunieron en la Federación local de JJ. LL. de Barcelona a fin de redactar un manifiesto, el cual fue repartido por diversos lugares, con el propósito de mantener la resistencia de las Juventudes Libertarias en los frentes de lucha. Semanas después de los bombardeos sobre Barcelona, el frente de Aragón fue aplastado por el “generalísimo” Lister, mientras el general Franco se adentraba a tierras catalanas tomando Lérida y Tarragona, para posteriormente, aislar a Cataluña de la zona Centro-Levante al alcanzar el Mediterráneo. Miró recuerda que ante tal amenaza:

El movimiento libertario de Cataluña decidió, a propuesta de Juan García Oliver, ir a la constitución de un Comité Ejecutivo, que estaría formado por cinco delegados de la C. N. T., tres de la F. A. I. y dos de las Juventudes Libertarias. Este tipo de organismo, sin precedentes en el movimiento anarquista, siempre bajo estructuras federalistas, tendría en sus manos la dirección única del conjunto confederal y libertario, con la principal finalidad de dar a las decisiones y actividades una mayor agilidad y firmeza en una conjunción simultanea de esfuerzos. Se creyó que así se evitarían en nuestro movimiento las interferencias logrando una mayor coordinación y efectividad ante cualquier circunstancia grave, sin necesidad de múltiples consultas entre los comités y la base de las Organizaciones.133

Afirma que este Comité Ejecutivo ideado por García Oliver tuvo una corta vida (cerca de cuatro meses), ya que intentó ser una réplica del Comité de Milicias Antifascistas. No se llegaron a tomar en serio ciertas medidas y resoluciones drásticas, tan sólo se trató de vencer el pánico y contener la caída en el caos, ya que no podía dotar a Cataluña de un órgano de dirección casi perfecta. Este episodio antagónico entre Fidel Miró y García Oliver, causó gran revuelo después de terminada la guerra,

133 Ibid., pp. 234-235.

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enfrentado sus diversas justificaciones político-ideológicas durante el exilio. Cuando se disolvió el Comité Ejecutivo, por decisión de Mariano R. Vázquez (Secretario Nacional de la CNT), Miró fue llamado por éste para ocupar la Secretaria del Consejo Nacional de Infancia Evacuada perteneciente al Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad. Su tarea consistía en proporcionar cobijo, alimentación e instrucción a niños sin hogar que se encontraban en la zona de Cataluña. Cabe mencionar que había cuatro secretarías de apoyo bajo la dirección del Departamento de Miró: Abastos, Sanidad, Economía y Exterior, las cuales facilitaron de cierto modo su tarea. Además, un personaje importante para él, al ocupar su nuevo cargo, fue el experimentado militante, teórico y maestro asturiano, Eleuterio Quintanilla, quien lo visitó para intercambiar impresiones.134 La experiencia que vivió como Secretario del Consejo Nacional de Infancia Evacuada -su último puesto antes de salir de Francia al exilio en América-, se resume en sus propias palabras:

La secretaría a mi cargo no estuvo en ningún momento demasiado abrumada por problemas urgentes, pero en más de una ocasión tuve que soportar las exigencias, reprimendas inclusive, del ministro, quien estimaba que no se hacía lo suficiente y que yo tenía el deber imperiosos de recoger de ciudades y pueblos a un número creciente, según él, de niños que seguían vagando abandonados, hambrientos y mal vestidos, dando un pésimo espectáculo para propios y extraños de inenarrable tragedia, lo que no dejaba ser cierto.135

Un par de semanas antes de la entrada de los fascistas a Barcelona, recibió un comunicado del Secretario de la FIJL, Lorenzo Iñigo, invitándolo a ocupar un cargo de delegado en la Alianza de Juventudes Antifascistas, en París. Así, después de

134 Ibid., p. 240. 135 Ibid., p. 241.

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meditarlo y consultarlo con personas allegadas, aceptó debido a la inminente entrada de los fascistas a ciudad condal. A partir de ese momento comenzó el largo calvario de Fidel Miró en el exilio, ya que su actividad en Francia se vio frustrada tanto por las circunstancias ocurridas en España, como por los acontecimientos de orden mundial. Perfilándose inevitablemente como un hombre de exilios.

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HOMBRE DE EXILIOS

Fueron años de incertidumbre y miseria, de nostalgia y tristeza, de vivir de recuerdo con esperanzas de un futuro mejor… El desarraigo del apátrida… Es en el exilio forzado donde mejor se comprende el sentido nostálgico… “el sabor de la tierruca”. Fueron años de inseguridad teniendo que trabajar en cualquier cosa… Ir y venir de un lado para otro, en procura de mejor suerte. Además, con el pensamiento siempre en los compañeros y amigos que quedaron en el camino…, y los que quedaron pudriéndose en las cárceles y presidios del franquismo por muchos años en las más inhumanas condiciones.

Fidel Miró Solanes

“Exilio” o “éxodo” referente a la Guerra Civil Española, suele asociarse con republicanos que ante el avance de las tropas de Franco, fueron abandonando España en los últimos meses de la guerra o bien, a los que lo hicieron sin formar parte de ningún contingente de evacuados, por voluntad propia, incluso durante la posguerra. Pero por tratarse de una guerra civil, cuando el resultado de ésta era indeciso, hubo refugiados de las dos partes, la guerra hizo que muchas personas buscaran una vía de escape.136 Sin embargo, la palabra exilio en este mismo sentido, también responde a una inmensa gama de sentimientos encontrados, los cuales han sido producto de las experiencias y sensibilidades de hombres, mujeres y niños que se vieron forzados a dejar España a causa de la guerra civil, acogiéndose al amparo en diversos países que en un principio les ofrecieron refugio y, posteriormente, la apertura de un amplio espacio de oportunidades para desarrollar un nuevo modo de vida.

136 Luis de Llera Esteban (coord.). El último exilio español en América…, p. 35.

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No cabe duda que los exiliados republicanos de la Guerra Civil Española han sido historiográficamente etiquetados de distintas maneras, a través de diversos conceptos como desterrados, transterrados, expatriados, empatriados, conterrados, etc., que se han aplicado para un mayor acercamiento al tema de estudio. Pero cabe aclarar que este exilio fue muy diversificado y, si en un principio representó, tanto para los que lo vivieron como para los que lo han estudiado, un modo de represión, derrota, escape a la muerte, humillación o incluso un modo de elección para no padecer los estragos de la guerra, posteriormente se volvió algo más, al grado de que dicho exilio se prolongara y se convirtiera en una situación duradera. Bajo estas perspectivas, fueron muchos los móviles (materiales y emocionales), que caracterizaron a los diferentes tipos de exiliados republicanos españoles, los cuales obedecieron a distintos orígenes, culturas e ideales políticos. Y si colectivamente se vieron obligados a dejar su patria, individualmente se rebasó toda noción de generalizaciones, dogmatismos y mitificaciones. Un ejemplo de ello, es el anarquista catalán Fidel Miró Solanes, un hombre de exilios que al terminar la guerra civil en España buscó refugio en Francia, luego en Suiza, Santo Domingo y México, encontrando en este último país la manera de proseguir la vida, donde residió hasta su muerte. Por ello, a 80 años del exilio republicano español, las memorias de estos exilados deben ser tenidas en cuenta, rescatadas del olvido en que se entierra a los ancianos -aunque sean memoriosos- y en los tiempos actuales, digamos que parecen fantasmas lejanos, testigos y actores de una época de rebeldía e indocilidad, de resistencia a la opresión y de la iconoclasia, capaces de protesta y del sacrificio, las gentes de la “revuelta permanente” de las que hablaba Kropotkin, de la “pasión y la convicción bakuniniana” y de la “guerra permanente” de Proudhon. Ya que sin tener en cuenta estos

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caracteres y actitudes, no se entienden las ideas ni los acontecimientos de aquel tiempo.137

Exiliado en Francia, Suiza y Santo Domingo, 1940-1944

El final de la batalla del Ebro, adverso para las tropas republicanas españolas, habría de significar el principio del fin de la Guerra Civil Española y la caída de Cataluña en poder de los ejércitos franquistas: 3 de enero de 1939, Artesa de Segre; 4, Borges Blanques; 14, Tarragona; 26, Barcelona; 5 de febrero, Gerona; 8, Figueras… El 10 de febrero toda la frontera con Francia estaba cubierta por unidades nacionalistas de Franco. Sin embrago, el gobierno francés se resistía a abrir las puertas del país. No se abrieron hasta el día 28 de enero y sólo para los civiles. Y no sería sino hasta el 5 de febrero cuando pudieron entrar los combatientes. Después de más de dos años y medio de guerra, cansados, hambrientos y desilusionados, el destino que les esperaba a los, desde ahora, refugiados, distaba de ser alentador.138 Medio millón de españoles, en números redondos, salieron al exilio al finalizar la contienda. La inmensa mayoría lo hicieron a través de la frontera catalana con Francia, 470 mil,139 y a ellos se sumaron los pocos que lograron huir a través de los puertos de Levante, alrededor de quince mil, que se refugiaron sobre todo en territorios franceses del norte de África.140 Su situación fue muy difícil, tristemente célebres eran los campos de concentración, adonde, en principio, fueron conducidos la mayoría por las autoridades francesas, por eso muchos

137 Rama, Fascismo y anarquismo…, p. 227. 138 Pla Brugat, Els exiliats catalans…, p. 41. 139 Este casi medio millón de personas que entraron a Francia, lo hizo por el departamento de Pirineos Orientales, principalmente por Cerbère, Le Perthus, el collado de Ares y Bourg- Madame. Ibid., p. 60. 140 La última evacuación, al final de la guerra española, se había dado por las costas levantinas y otro fue el destino de los relativamente pocos que fueron suficientemente afortunados para poder subir al barco con dirección a costas norafricanas, a Túnez y Argelia. Pero en general las condiciones de vida de los refugiados españoles en el norte de África fueron aún peores que las de aquellos que estaban en Francia, hecho que se prolongó hasta 1942. Ibid., p. 86.

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volvieron sobre sus pasos. La repatriación también se vio favorecida porque no pocos de los que atravesaron la frontera eran soldados, que habían sido reclutados a última hora y no necesariamente tenían una historia como militantes.141 Desde un principio, la verdadera intención de Francia fue la repatriación de los españoles a su país, la cual se dio en buena medida, pero debido al éxodo masivo de Cataluña la situación se tornó diferente. Para la mayoría de los refugiados, el resentimiento hacia Francia fue en aumento, debido a las pésimas condiciones en que fueron instalados. Las condiciones de vida en los campos de concentración fueron terribles, pero en medio de las adversidades, algunos españoles mostraron pronto su espíritu de resistencia y organización, deseosos de seguir la lucha. Entre estos se encontraba un gran contingente de catalanes, quienes se distribuyeron organizadamente, concentrados en los campos por la geografía francesa.142 El hecho es que Francia no estuvo preparada para recibir una avalancha humana de tal magnitud, pero por tuvo que atender a los refugiados sin ser simpatizantes de ellos en determinado momento. Los refugiados representaron para Francia una carga económica, por lo que pidió ayuda a otros países recibiendo sólo el apoyo de Bélgica y, posteriormente, de Inglaterra y la URSS en la Cruz Roja Internacional. Pero también contó con la ayuda de la estructura del gobierno español a través de los organismos gubernamentales del exilio que se ocuparon de los refugiados: el SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles)

141 Javier Rubio estima la repatriación de principios de agosto de 1939 a fines de diciembre en cerca de cien mil. Mientras que Geneviève Dreyfus-Armand estima entre 1940-1944, aproximadamente 20 mil. Cabe mencionar que ambos concluyen que en 1949, los refugiados españoles en Francia sumaban 125 mil, cifra que muy probablemente constituyó el exilio definitivo en tierras francesas. Véase Dolores Pla Brugat. Pan, trabajo y hogar. El exilio republicano español en América Latina. México: Secretaria de Gobernación-INAH-Centro de Estudios Migratorios, 2007, p. 19. 142 Entre los diversos campos de concentración se encontraban los de Argelés y Saint Cyprien en el Cerbère y Le Perthus; Vallespir y la Cerdeña en Collado de Ares y Bourg-Madame; el campo de Barcarès; le Boulou; Gurs; Septfonds; Agde; Bram y Le Vernet. Los cuales llegaron a albergar aproximadamente en abril de 1939 a 222 mil refugiados, y para junio del mismo año, alrededor de 163 672 refugiados. Cabe destacar que los que pudieron evitar los campos, fueron relativamente pocos: 15 mil de un supuesto total de 350 mil refugiados que estaban al “cuidado de particulares y organizaciones de beneficencia” Véase Pla Brugat, Els exiliats catalans…, pp. 67-85.

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creado por Juan Negrín, y la JARE (Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles) a cargo de Indalecio Prieto; organismos que provocaron serias divisiones entre los exiliados.143 En consecuencia, el número de refugiados internados en los campos de concentración disminuyó de finales de 1939 a mediados de 1940, en Francia metropolitana, y la opción más factible entonces, fue alejarse tanto de España como de Francia y buscar refugio en otros países tales como México, Chile, República Dominicana y la URSS.144 Cuando la guerra en España terminó, Miró trabajaba para el Ministerio de Educación; por lo que una semana antes de la caída de Cataluña pudo huir a Francia con un pasaporte diplomático. Este puede ser considerado el segundo exilio de Fidel Miró -debido a que su primer exilio fue el de Kingston, Jamaica, cuando se vio involucrado en las protestas estudiantiles, en contra del general Machado en Santiago de Cuba-. Dos semanas después de su llegada a París, se integró a una delegación de la Alianza Juvenil Antifascista, la cual nunca llegó a concretar soluciones. Cabe destacar que él afirma que fue esa la única reunión que se llevó a cabo. Posteriormente, fue llamado por Mariano R. Vázquez, para darle la noticia del recién creado Consejo General del Movimiento Libertario, el cual quedó compuesto por diez elementos: cinco de la

143 Entre otros organismos de ayuda se encontraban el Comité de Acogida a los Niños de España (Francia, 1936), la Comisión Internacional para la Ayuda de los Refugiados Infantiles en España (Estados Unidos, Gran Bretaña y Suiza, 1937), el Comité Internacional de Coordinación y de Información para la Ayuda a la España Republicana (1936), el Comité Nacional de Ayuda a España (Gran Bretaña, 1937), la Federación de Organismos de Ayuda a los Republicanos Españoles (México y Argentina, 1937), Campaña de Ayuda a los Refugiados Españoles (Estados Unidos). La Cruz Roja Internacional y la Sociedad de Naciones, además de otro tipo de ayuda por parte de los catalanes radicados en La Habana y Santiago de Cuba, entre otros. Véase Pla Brugat, Els exiliats catalans… 144 Ante el panorama internacional, la situación no era fácil para los refugiados debido a una guerra inminente en Europa, la cual estalló finalmente en septiembre de 1939 al iniciarse la invasión nazi a Polonia. El inicio de la guerra conllevó a una serie de cambios para los refugiados españoles que permanecieron en Francia, que eran la mayoría del exilio. La presión del gobierno francés sobre los refugiados españoles, aumentó considerablemente, reafirmándose con la invasión alemana a Francia. Pero el verdadero temor de los refugiados españoles en Francia, era el de ser enviados a Alemania, y no fueron pocos los que corrieron con esta suerte: cerca de 40 mil exiliados tuvieron un destino cruel en los campos de concentración alemanes.

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Confederación Nacional del Trabajo, cuatro de la Federación Anarquista Ibérica y uno por las Juventudes Libertarias en aquel consejo; ya que la decisión había sido tomada por los altos militantes de la organización que se encontraban en París.145 Relata las cualidades y contratiempos de aquellas reuniones del consejo:

En las cuatro o cinco primeras reuniones del Consejo estuvimos presentes casi siempre los mismos: “Marianet”, Pedro Herrera, Germinal de Souza, Roberto Alfonso, García Oliver, yo y algún otro, cuyo nombre no recuerdo. A ninguna de estas primeras reuniones asistieron Federica Montseny ni Germinal Esgleas, también miembros del Consejo, no sé si por no encontrarse en París o por hallarse ocupados en otras gestiones. Creo recordar que el único tema de la primera reunión fue encontrar la manera de ayudar en lo posible a los miles de compañeros que habían ido a parar a los distintos campos de concentración y tratar de ir sacando de los mismos a los militantes más destacados y a los que más lo precisaran. En posteriores reuniones ya se habló de estrechar contactos con los comités de nuestra organización que habían quedado en la zona de Centro-Levante, con el fin de establecer una comunicación permanente. También, por supuesto, se comentó la marcha de las vicisitudes políticas y militares y la necesidad de ir pensando en la evacuación de los contingentes de militantes nuestros que habían quedado atrapados en dicha zona, ya que el fin de nuestra guerra civil con la derrota republicana era inminente.146

De igual manera, se trató de unificar la lucha antifascista en el exilio, con el propósito de seguir ofreciendo resistencia y estar pendientes de los movimientos del gobierno comunista de Negrín, bajo la dirección de Moscú, entre muchas otras cuestiones. Dentro de las diversas encomiendas asignadas al Consejo, resalta un hecho relevante para la labor de Fidel Miró. Se trató de la entrevista en Ginebra con la Cruz Roja Internacional, con

145 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 245. 146 Ibid., p. 246.

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el fin de gestionar ante distintos gobiernos democráticos europeos, particularmente Francia e Inglaterra, el envío de barcos a las costas del Levante español en el momento preciso, para que pudieran ser evacuados y liberados de una muerte casi segura, los más destacados dirigentes de los diversos partidos políticos y organizaciones sindicales del bando antifascista.147 Esta encomienda fue asignada en primer lugar al Dr. Morata Cantón, afiliado de la Confederación Nacional del Trabajo, asignado por el también cenetista Martín Barrios -sustituto de Azaña-. El Consejo General del Movimiento Libertario Español asignó a Fidel Miró para acompañar a Morata Cantón, debido a que él mantenía ciertos contactos de gran utilidad en Ginebra. Pero esta tarea resultó un fracaso por diferentes cuestiones tanto del Consejo como de la misma Cruz Roja Internacional. Recuerda este fracaso:

Ni se nos volvió a llamar ni recibimos de la Cruz Roja comunicado alguno. Es de todos sabido que el único auxilio que se prestó a la España Republicana, fue el envío de un pequeño barco de la escuadra inglesa que evacuó a un centenar de dirigentes. Después vino la gran tragedia, una de las páginas más infames de nuestra historia: el Puerto de Alicante, Campo de los Almendros, Albatera y demás suplicios a que fueron sometidos los defensores de la República. Todo ello ha sido narrado en múltiples ocasiones, en prensa y libros, por quienes lo vivieron y por prestigiosas y honestas plumas internacionales.148

El fracaso en Ginebra también pude explicarse porque la mayoría de los gobiernos democráticos de Europa reconocerían legítimamente, de un momento a otro, al gobierno de Franco. En Suiza, Miró buscó reunirse con personalidades políticas y letrados de dicho país, quienes habían apoyado a la República, pero en ese mismo momento, en Madrid, se produjo el alzamiento en contra del gobierno de Negrín por parte de diversos sectores democráticos encabezados por Casado. En

147 Idem. 148 Ibid., p. 247.

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todo caso, estos personajes de origen suizo, nada pudieron hacer por la República española, debido a que el triunfo de Franco era ya inminente. El Consejo Nacional de Defensa que repudió al gobierno de Negrín se constituyó en Madrid, a fines de marzo de 1939, y tuvo entre otros destacados miembros a Julián Besteiro del PSOE; Eduardo Val de la CNT; y el coronel Casado, político republicano. El Consejo no fue como afirman los comunistas, un golpe de Estado, ni mucho menos una traición. Fue la lógica reacción de anarquistas, socialistas y republicanos, y del pueblo en general al conocerse las medidas que tomaría Negrín: sustituir al resto de los mandos militares que no le merecían confianza para remplazarlos por otros de filiación comunista, lo que oficialmente o no, sí equivalía a golpe de Estado. El sector republicano estaba harto de la hegemonía despótica de los comunistas, supeditados a los intereses de Moscú y del Partido Comunista; a las órdenes de Stalin.149 De regreso a París, sin ninguna resolución favorable, el doctor Morata se encargó de informar los contratiempos tenidos en Ginebra. Sin embargo, Miró había pedido permiso al Consejo para quedarse en dicho lugar, con el propósito de fomentar las relaciones con los jóvenes libertarios de esa ciudad. Este nuevo intento duró casi tres meses, ya que a poco de haber publicado tres boletines, fue detenido y expulsado de Suiza. Al volver a París, se encontró con una serie de cambios dentro del Consejo, debido principalmente a la muerte del Secretario General, Mariano R. Vázquez, “Marianet”, quien murió ahogado en el río Joarre, en el pueblo de La Ferte Sur Joarre, durante una visita a Rafael Iñigo y Serafín Aliaga. Miró afirma que a la muerte de “Marianet”, el Consejo fue ocupado oficialmente por Germinal Esgleas y Federica Montseny. Debido a su postura crítica ante los hechos que habían ocurrido, no asistió a la reunión del nuevo Consejo. Presentó su renuncia, justificando sus razones en una carta dirigida a Germinal Esgleas:

149 Ibid., pp. 249-250.

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Mis razones fueron en síntesis, que estaba en desacuerdo con que tras lo ocurrido en Madrid, no se hubiese obligado a dimitir a nuestro ministro en el Gobierno de Negrín, Segundo Blanco; también estaba en desacuerdo con que siguiéramos manteniendo una delegación en el S. E. R. E (Servició en el Exilio para Refugiados Españoles) que sostenía el gobierno de Negrín, puesto que por entonces ya se había creado la J. A. R. E. (Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles), con fondos al perecer provenientes del famoso “Vita” y en cuyo organismo la C. N. T. estaba representada por el compañero Juan Peiró.

Miró afirma que el deslindamiento que duró a lo largo de todo el exilio, del republicanismo español en dos bandos irreconciliables, comunistas y criptocomunistas de un lado, socialistas, republicanos y anarquistas del otro, era cosa ya perfectamente definida y dedicada.150 Germinal Esgleas le pidió que rectificara su decisión, pero no aceptó. Posteriormente, decidió regresar a Suiza a pesar de las medidas dictadas por el gobierno de dicho país para no admitir a refugiados españoles. Fue recibido al llegar a Ginebra por su viejo amigo Francisco Rubí, quien lo orientó acerca de la vida y costumbres del lugar (cultura, política, economía, legislación, idioma, etc.). Cabe mencionar el breve rencuentro que tuvo en Ginebra con su antiguo amor idílico, Lucette, el que fue frustrado por la policía aduanera suiza. Debido a sus diversas entradas y salidas de Suiza hacia París, fue detectado por un agente aduanero de la estación de Ginebra a su regreso de Francia. Él destaca su detención:

Me valía de un carnet de alpinista, sin foto, que me había sido proporcionado por un compañero suizo, por cuanto que las autoridades helvéticas me habían negado el correspondiente permiso para prolongar mi residencia. Me sirvió perfectamente aquel cartel, pero un día, a mi regreso de Francia, el agente de aduanas de la estación de Ginebra tuvo la ocurrencia de preguntar

150 Ibid., p. 249.

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qué llevaba en un paquete y a qué había ido a Francia. Al contestarle en mi pésimo francés me pidió la documentación personal y al mostrarle mi carnet de alpinista llamó a un policía que había cerca para indicarle que todo hacía suponer que me servía de documentación falsa.151

Fue llevado ante el jefe de la policía, frente a él no presentó el carnet de alpinista sino su pasaporte, ya que el carnet lo había tirado al ser conducido allí; pero cuando la policía localizó dicho carnet y comprobó que Fidel Miró había presentado documentación falsa, fue conducido a la Jefatura de Policía para ser interrogado y registrado su equipaje. Entre sus pertenencias encontraron cartas y un artículo en preparación sobre política internacional, pero le hicieron más caso a las cartas que al artículo. Pasó la noche en la jefatura, y al día siguiente lo llevaron a la cárcel, donde fue entregado al director quien revisó su documentación, registrándolo como periodista. Después de dos semanas fue sentenciado a cumplir una condena de siete días más de prisión y la consiguiente expulsión del país. El regresó a Francia representaba para Fidel Miró algo terrible, debido a que muy probablemente sería conducido a los campos de concentración; pero logró el apoyo de algunos amigos libertarios de Ginebra, quienes le procuraron un abogado pagado por ellos mismos. Fue así que bajo el pretexto de pagarle sus honorarios al abogado, él tenía que salir por 48 horas para conseguir el dinero. Al tener éxito dicho plan, le fue devuelto el pasaporte con la orden de expulsión, pero ésta fue relativamente alterada por sus amigos suizos. Cuando llegó la hora de partir de Ginebra, fue acompañado por sus amigos libertarios hacia la estación francesa de Grenoble, sin contratiempos, pero los problemas vendrían horas más tarde. Al tomar el tren para París un grupo de cuatro policías le pidió la documentación. Después de una revisión no tan

151 Ibid., p. 255.

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minuciosa, los policías miraron con desagrado su pasaporte, pero éste también les mostró un documento francés, ya caducado, que autorizaba su residencia en Francia. Fue así como le fueron devueltos sus documentos, con la sugerencia de los policías de que en cuanto llegara a Francia, renovara su documentación. Al llegar a París, se hospedó en un viejo y pequeño hotel, en el cual ya se había quedado tiempo atrás. Como ya era conocido, pudo permanecer allí sin la necesidad de registrarse, debido a la situación que estaban viviendo los exiliados españoles en Francia. Posteriormente, comenzó a comunicarse con sus viejos amigos, con el propósito de renovar su documentación, y permanecer en dicho país sin tantos problemas. Fue así como un amigo masón le sugirió ir a Orleans, para resolver lo de su estancia. Cuando llegó a Orleans y al entrevistarse con el prefecto, fue tratado de mala manera. Se le advirtió que sólo contaba con siete días para salir de la ciudad; sin embargo, a los tres días de su entrevista fue buscado por los agentes de la policía para entregarle la orden de presentarse en la demarcación. Miró decidió presentarse a pesar de todo, pero cuál fue su sorpresa que al encontrarse solamente un joven funcionario en la oficina, éste le aconsejó que se marchara cuanto antes de Orleans, de lo contrario sería trasladado a un campo de concentración inmediatamente y que para ello había sido la orden de que se presentara en esa oficina. Se marchó inmediatamente de Orleans hacia París, donde pudo permanecer por alrededor de tres meses en el pequeño hotel, gracias a la comprensión y caridad de sus dueños, a los que recordaría como una pareja de abuelitos de gran corazón,152 ya que lo salvaron de ser atrapado por la policía francesa y enviado a los campos de concentración. Cabe mencionar la compañía de su buena amiga Pepita Iglesias, quien lo visitaba constantemente para compartir las horas muertas.

152 Ibid., p. 260.

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Después de pasar tres meses escondido en París, al ver que la situación de los exiliados cambiaría inmediatamente, decidió partir a América a como diera lugar. Fue así como, junto con Pepita Iglesias, se embarcó de Havre hacia la República Dominicana en busca de una nueva travesía más favorable. No dice cómo llegó a Santo Domingo, pero es probable que lo haya hecho el 11 de enero de 1940 a bordo del barco Cuba junto con otras 547 personas. Aunque fue un destino relevante, por lo numeroso del grupo de refugiados de la guerra civil española, la historia de “los que fueron a Santo Domingo” no ha sido estudiada con la profundidad debida. Ciertamente, la inmigración de españoles refugiados en la Dominicana en 1939, no constituye una historia típica en términos de lo que nos representamos como “exilio español en América”. No fue, por ejemplo, la historia de ningún segmento notable de la cultura de la España peregrina, ni lo fue, por tanto, de dilatados procesos de influjo cultural, pues cuando el dictador Rafael Leónidas Trujillo expulsó los últimos núcleos comunistas en 1945, apenas quedaron allí poco más de cien de los casi 45 mil españoles que llegaron desde 1939.153 El 6 de julio de 1940, llegaron al puerto de la capital dominicana cerca de 600 refugiados a bordo del trasatlántico francés Cuba, merced a los tratos establecidos entre el gobierno dominicano y el Servicio de Emigración de Republicanos Españoles. Pero el gobierno desautorizó el desembarco, por considerar masiva la inmigración española, y cancelando la apertura inmigratoria del régimen dictatorial del corrupto Rafael Leónidas Trujillo. En realidad, existió una gran desorganización entre el Servicio de Emigración de Republicanos Españoles y el gobierno dominicano respecto a los fines que debía tener la llegada de los refugiados españoles. Ya que el interés colonizador del régimen se asumió bajo el doble aspecto de política para el incremento de la producción agrícola y de

153 Pla Brugat, Pan, trabajo y hogar…, p. 129.

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política con objetivos de carácter demográfico, mientras que los recién llegados procedían de profesiones de base urbana. Es conveniente aclarar que en la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo no tuvo afinidad política con los refugiados republicanos españoles, sino ambiciosos planes de desarrollo demográfico y necesidad de mejorar su imagen después de la matanza de trabajadores haitianos, sucedida dos años antes de la llegada de los exiliados. Así, entre noviembre de 1939 y mayo de 1940, poco más de cuatro mil refugiados españoles llegaron a la República Dominicana, sin embargo, esta emigración no tuvo mayor éxito debido a la falta de industria propiamente dicha. A pesar de que se crearon colonias agrarias, faltaron los medios necesarios para su explotación, independientemente de que la mayoría de los emigrados no eran campesinos preparados para el clima tropical.154 La fallida campesinización de los refugiados y el éxodo de éstos hacia las ciudades presionaron de tal modo los espacios urbanos, que pronto el exilio español comenzó a ser considerado como un fenómeno problemático. Cientos de refugiados desocupados se amontonaban en las ciudades, reclamando ayuda de sus organismos para ser evacuados del país.155 Debido a las dificultades y a la carencia de oportunidades para subsistir en la ciudad de Santo Domingo, poco bastó para que Miró se diera cuenta cómo vivían los refugiados españoles allí, y decidió partir hacia El Llano:

El vivir cotidiano de los refugiados españoles en la capital dominicana se me hacía insoportable, dada la frenética competencia entre nosotros buscando ayudas económicas por doquier y sobre todo, tratando de conseguir un visado para cualquier otro país que no estuviera regido por una satrapía criminal como aquella y también un tanto por espíritu de aventura. Decidí procurarme una vida más sosegada, aunque fuese paupérrima y monótona pero que me permitiera contar con el tiempo y la serenidad necesaria para poder reflexionar

154 Véase Pla Brugat, Els exiliats catalans… 155 Pla Brugat, Pan, trabajo y hogar…, p. 134.

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detenidamente en torno a mis convicciones políticas y experiencias vividas. Entendía, también, que había que ubicarse de momento en espera de tiempos más favorables para proyectar una nueva existencia.156

Decidió marcharse a la primera colonia agrícola que se organizó en tierras del general y dictador Rafael Leónidas Trujillo, cerca de la frontera con Haití, separándose para siempre de Pepita Iglesias y de otros compañeros y amigos. Junto con otros españoles, se trasladó a la colonia agrícola en los Llanos de Farfán, dedicándose a la siembra del arroz, maní y maíz, Sin embargo, relata que su experiencia agrícola estuvo acompañada de profundas adversidades, las cuales representaron un rotundo fracaso debido a su condición de campesino improvisado, sin preparación ni orientación alguna ante las presiones burocráticas de funcionarios estatales dominicanos, así como el peso de los Trujillo que se reflejaba en todos los ambientes. Allí, en El Llano, Fidel Miró vivió durante cuatro años, dos y medio cultivando la tierra y el resto como improvisado maestro de secundaria en las matas de Farfán. Posteriormente, con los ingresos que obtuvo sembrando, pudo emigrar a México, a principios de 1944, donde la suerte, al cabo de algunos años, le sería más propicia tras muchas adversidades y penurias.157

Exilio republicano español en México

La guerra comenzó en España como un conflicto civil, en el que grupos políticos leales a la República y deseosos de conservar la forma de gobierno parlamentaria liberal, intentaron sofocar una rebelión iniciada por facciones del ejército, el clero y los sectores conservadores. Al poco tiempo, la guerra se extendió hasta convertirse en un conflicto en el que participaron alemanes, italianos, rusos y contingentes de soldados de casi

156 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 262. 157 Ibid., p. 263.

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todos los países de Europa y América. Así, de 1936 a 1939, España fue vista como campo de batalla internacional y los ejércitos que se enfrentaban en esa “guerra civil” representaban esencialmente las mismas fuerzas ideológicas y políticas que pocos años después combatirían unas contra otras en la Segunda Guerra Mundial.158 Dentro del marco internacional, los gobiernos de Italia y Alemania apoyaron militarmente a las tropas nacionalistas del general Franco. Por ello, líderes europeos no quisieron brindar apoyo a la República, por temor a entrar en conflicto con dichos países. Inicialmente Francia se solidarizó con la República, pero fueron convencidos por los británicos para unirse al comité contra la intervención en España. Así, nueve países europeos firmaron la no intervención, pero cuando Alemania e Italia violaron dicho acuerdo, la Unión Soviética decidió ayudar a la República Española. México, no involucrado en el pacto, comenzó a otorgar armas y material al gobierno de la República a lo largo de todo el conflicto,159 criticando constantemente al Comité de No intervención, integrado por los signatarios del pacto de Londres y denunciando ante la Liga de Naciones, la intervención de Alemania e Italia a favor de los rebeldes nacionalistas.160 De acuerdo con las versiones oficiales del exilio republicano español en México, los gobiernos democráticos de Europa y

158 Fagen, Transterrados y ciudadanos…, p.26. 159 A escasas semanas del levantamiento de Franco, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, ordenó a su Ministro de Guerra enviar a España un cargamento con 20 mil rifles. Muchos otros envíos se sucedieron hasta el fin de la guerra. Cuando la industria armamentista mexicana fue insuficiente para cubrir las necesidades crecientes de la República, Cárdenas instruyó a sus agentes diplomáticos en el exterior para que intermediaran en operaciones de compra de armas realizadas por el gobierno legítimo de España en terceros países Asimismo, los representantes diplomáticos mexicanos asumieron la defensa de la República española ante la Sociedad de Naciones en contra del pacto de no intervención impuesto por Francia y Gran Bretaña. Cuando la República fue derrotada y cientos de miles de refugiados huyeron de España, México recibió en su territorio a tantos como le fue posible, y fue en México, que se negó a reconocer al régimen de Franco, donde se estableció el gobierno de la República en el exilio. Para más detalles véase Mario Ojeda Revah. México y la Guerra Civil Española. Madrid: Turner Publicaciones, 2004, p. 12. 160 Esta denuncia fue protagonizada por representantes mexicanos ante la Liga de las Naciones, Narciso Bassols y, después de 1937, Isidro Fabela. Véase Fagen, Transterrados y ciudadanos…, p. 27.

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América dieron la bienvenida a la pacifica revolución española que en 1931 sustituyó a la arbitraria e ineficaz monarquía por un gobierno republicano liberal. Y cuando la República Española fue atacada desde dentro por el ejército rebelde, y desde fuera, en 1936, por la intervención de Alemania e Italia, tan sólo México y la Unión Soviética estuvieron abiertamente dispuestos a brindarle su apoyo. Con este gesto de solidaridad, el gobierno mexicano encabezado por Lázaro Cárdenas se comprometió en una honda y duradera responsabilidad hacia la España liberal; convirtiéndose en el refugio de los exiliados republicanos.161 La vida en México, durante los seis años del periodo gubernamental del presidente Cárdenas (1934-1940), pasaba por sucesos cruciales, cuyos momentos estelares fueron la expulsión del “jefe máximo” -el expresidente Calles-, la distribución de las haciendas entre los peones de las mismas, la expropiación petrolera y, particularmente, la inmigración masiva de españoles republicanos. Así pues, el régimen se caracterizó en lo demográfico por poblacionista; en lo económico por industrializador, nacionalista y bisectorial; en lo social por agrarista indigenista y obrerista; en la política interior por un presidencialismo puro y patriarcal; en la política exterior por antimperialista proaliado; en lo cultural por la educación socialista, la literatura y el arte populares y la ciencia asumida con profesionalismo y especialización sin precedentes.162

161 Cabe mencionar que el apoyo de Cárdenas a España tiene un significado profundo. No solamente el significado de la solidaridad revolucionaria, que por sí sólo mostraba el grado de intensidad y de sinceridad del sentimiento revolucionario del equipo cardenista, a pesar del empirismo de su política. Expresaba también la sensibilidad de Cárdenas y de su equipo frente a las exigencias profundas de las masas, aun dentro de su concepción paternalista y estatal de la revolución… Expresaba que la Revolución Mexicana, a través del apoyo a España. Buscaba ligarse con la revolución mundial y que Cárdenas buscaba puntos de apoyo mundiales para poder seguir adelante con su política antimperialista. Véase Severo Iglesias. Sindicalismo y Socialismo en México. México: Grijalbo, 1970, pp. 384-385. 162 Para más detalles contextuales en torno a la política cardenista véase Arturo Anguiano. El estado y la política obrera del cardenismo. México: Ediciones Era, 1980; Arnaldo Córdova. La política de masas del cardenismo. México: Ediciones Era, 1974; Adolfo Gilly. El cardenismo. Una utopía mexicana. México: Ediciones Cal y Arena, 1977; así como los volúmenes Historia de la Revolución Mexicana, 1934-1940. México, El Colegio de México, varias ediciones; Tzvi Medin. Ideología y Praxis políticas de Lázaro Cárdenas. México: Siglo XXI Editores, 1977; Jean Meyer. El sinarquismo, el cardenismo y la iglesia, 1937-1947. México: Tusquets, 2003; Armando R. Pareyon Azpeitia. Cárdenas ante el mundo. México: Populibros “La Prensa”, 1977; Raquel Sosa Elizaga. Los códigos ocultos del cardenismo. México: UNAM-Plaza Valdés Editores, 1996.

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Fueron seis años que alteran las estructuras existentes y preparan, en especial por la reforma agraria y la recuperación del petróleo controlado hasta entonces por compañías extranjeras, el crecimiento que habría de sobrevivir. En el periodo de Cárdenas se dan nuevas bases a la economía mexicana: redistribución y reparto de la tierra, política de industrialización tendiente a evitar que las riquezas de México se utilicen por los extranjeros sin provecho para el país y, desde este punto de vista, nacionalización del petróleo en 1938 y creación de la Comisión Federal de Electricidad. Esta política habría de tener como consecuencia la suspensión de las inversiones extranjeras; pero la situación internacional, la armonía con Roosevelt y el comienzo de la Segunda Guerra en 1939 permitieron que México superara estas dificultades. Sin embargo, Cárdenas perseguía abatir el capitalismo, se proponía a abrir campo a su desarrollo sobre bases “más justas” y “más humanas”, eliminar las formas peores de la explotación imperialista, ampliar el mercado interno y las bases de desarrollo de un capitalismo nacional que, en su concepción, preparaba las condiciones para llegar paulatinamente, en un futuro distante, al socialismo. No era pues una idea socialista, sino burguesa.163 El exilio español republicano en México comenzó bastante antes de las batallas finales de la guerra civil y alcanzó su culminación en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial. Primero llegaron unos cuantos centenares de niños, luego un importante grupo de intelectuales españoles y, finalmente, llegaron en masa los españoles republicanos.164 Para México, esos quinientos niños que llegaron eran símbolos vivos del primer compromiso mexicano de cuidar y adoptar a los refugiados españoles. Sin embargo, la invitación mexicana que hicieron Daniel Cosío Villegas, en nombre del presidente Lázaro Cárdenas, el 18 de julio de 1937, a los intelectuales españoles más renombrados para participar en la recién fundada Casa de España (hoy El Colegio de México) de

163 Iglesias, op. cit., p. 358. 164 Fagen, Transterrados y ciudadanos…, p. 29.

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creación mexicana, fue mucho más significativa para el futuro del país. En 1937 México propuso traer a esa élite cultural española, dar medios para trabajar en artes, humanidades, ciencia y otros campos en los que podrían contribuir a la vida intelectual mexicana en las aéreas académicas. Gran labor de invitación la desplegada de Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas y Eduardo Villegas entre otros; y después de la guerra, varias instituciones académicas y técnicas comenzaron a invitar ampliamente a ciertos intelectuales, con fondos del gobierno republicano español o con sus propios recursos.165 A partir de 1939, el gobierno mexicano dirigió su atención a los españoles que habían huido a Francia, los cuales se encontraban en campos de concentración. Esta labor recayó en las manos de Isidro Fabela, representante de la Liga de las Naciones, quien recorrió campos de concentración en Francia, con el objeto de examinar la posibilidad de ayudar a los refugiados españoles más respetables e inteligentes, para traerlos a México y que no fueran extraditados a la España franquista. Los motivos del gobierno mexicano eran prácticos y ventajosos para el desarrollo del país, de tal modo se pudo trasladar a miles de refugiados españoles de Francia a México entre 1939 y 1943 en plena ocupación alemana. Cabe destacar que los que se marcharon a Francia pertenecían a diferentes grupos políticos radicales, por lo que las diferencias regionales, políticas o culturales se vieron seriamente reflejadas en tierras mexicanas. Los dos grupos españoles con mayor influencia eran el de Juan Negrín –último ministro-, ahora a cargo del Servicio de Emigración para Republicanos Españoles, SERE; y, por el otro lado, el del socialista Indalecio Prieto, responsable de la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles, JARE, ambos con sus propios intereses políticos. Cabe señalar que México inclinó la balanza en favor del SERE conformando el Comité Técnico de Ayuda a los Españoles en México, debido a que el SERE a

165 Ibid., pp. 30-31.

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partir de 1939 había seleccionado a algunos grupos privados y privilegiados de refugiados,166 Por su parte, después de 1940, la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles asumió aquella responsabilidad que anteriormente tenía el SERE.167 En general, la actitud del gobierno encabezado por Cárdenas fue bien vista por la mayoría de los mexicanos, no obstante, hubo unos cuantos oponentes -un sector de la prensa mexicana y el grupo católico conservador-, que consideraban a los refugiados como elementos de extrema izquierda, quienes con seguridad se involucrarían en la política mexicana y competirían en la vida económica del país. El gobierno cardenista supo justificar su política ante los opositores, aclarando que se seleccionaría a los exiliados más aptos e inteligentes negándoles toda participación en la política mexicana, esto es, no utilizarían a México como “base de operaciones” políticas; además, no se gastaría en el traslado de la mayoría, pues sólo los intelectuales estarían exentos. Sin embargo, la oposición de algunos mexicanos hacia los exiliados españoles continuó hasta mucho después de que éstos se instalaran en México; hasta ver que no constituyeron gran amenaza, sino que desarrollaron una vida útil y productiva. Aunque la emigración española pudo alcanzar en México el éxito económico e intelectual, políticamente fue menos afortunada, ya que los reducidos grupos políticos no fueron capaces de coordinar esfuerzos para una acción conjunta. Por ello, la historiografía oficial acerca del exilio español tanto en México, como en América Latina, ha logrado revivir tan sólo la calidad e intensidad de la vida intelectual y cultural de dicho exilio, generalizando en mayor grado las características ideológicas de los diversos grupos políticos exiliados, así como sus particularidades en cuanto a su lugar de origen. Para evitar

166 El SERE, entre 1939-1940, organizó cuatro barcos de transporte: el Sinaia en junio de 1939, con 1,599 pasajeros; el Ipanema el 7 de julio, con 994 pasajeros; el Mexique el 27 de julio, con 2091 pasajeros y a Nueva York el De Grasse con 206 pasajeros que posteriormente, por tren, llegaron a México. Fagen, Transterrados y ciudadanos…, p. 39. 167 La JARE se hizo cargo después 1940 de tres barcos: El Cuba (después Saint Dominique), el Quanza y el Serpa Pinto. No hay exactitud de fechas.

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estas generalizaciones, hay que pensar en exilios y no únicamente en exilio. Es preciso señalar que con exilios, no sólo me refiero a los que se llevaron a cabo de manera colectiva (exilio catalán, andaluz, vasco, asturiano o exilio de Castilla la Vieja, etc.) sino también, los que se hicieron presentes de manera individual y que tienen como principal cualidad, la afinidad política e ideológica con el anarquismo. Éstos serían los otros exilios, como bien podríamos clasificarlos, que también forman parte de la tragedia que generó la Guerra Civil Española. Sin embargo, la visión que se ha construido del exilio ha sido tan aplastante que pareciera que sólo existió una emigración republicana. De ahí la dificultad de encontrar dentro de la bibliografía del exilio español algún estudio sobre estos grupos e individuos, ya que todos los señalamientos que se han hecho de esta otra parte de la inmigración, se reducen prácticamente a simples referencias aisladas, que más que ampliar la perspectiva de comprensión, oscurecen la presencia de estos exiliados.168 Un ejemplo de ello puede ser el exilio político-ideológico y productivo del anarquista catalán Fidel Miró Solanes, el cual, yendo de lo particular a lo general, nos brinda un acercamiento más allá de lo que la historiografía oficial en México ha planteado como único exilio. Por ello, las características de Fidel Miró, tanto como catalán, ideólogo anarquista y exiliado en México, representan una sola partícula de miles, que constituyen la identificación de los diferentes tipos de exilios tanto en México, como en América Latina. En este caso, el exilio de los anarquistas. Antes de adentrarnos a la presencia de Fidel Miró en México, es conveniente resaltar algunos elementos que nos acercarán a una comprensión más exacta del entorno en el cual se desarrolló este exiliado. Me refiero a ciertas generalidades de la presencia catalana en México, la cual forma parte medular de la historia

168 Jairo Francisco Castillo Díaz. “La literatura del anarquismo mexicano (1901-1921) y los anarquistas del exilio español del 39 en México”. México: UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2003, pp. 236-237.

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del exilio republicano en nuestro país, debido a su legado en distintos órdenes de la vida social mexicana. Desde el principio, los exiliados avecindados reunidos en la ciudad de México o en provincia desearon hacerse mutua compañía mutua y tener sus formas más habituales de actividad, construyendo sus propias comunidades según sus intereses culturales y políticos. En un principio se reunieron en cafés, colegios y asociaciones como el Centro Vasco y el Orfeó Catalá y otros clubes sociales como el Casino Español, el Club España, la Casa regional Valenciana, Cultura Gallega, la Casa Andalucía y el Centro Montañés.169 Sin embargo, el Centro Vasco y el Orfeó Catalá fueron los más importantes en un primer momento, ya que después se crearon dos organizaciones relevantes en el periodo de la posguerra: Los Amigos de las Españas y el Ateneo Español.170 Como se mencionó antes, el exilio español en México fue muy diversificado, ya que quienes llegaron provenían principalmente de Cataluña, del País Vasco, de Castilla la Vieja, de Asturias, de Galicia y de Andalucía, así como de otras regiones en distintas proporciones y rasgos sociales, culturales y políticos. La presencia significativa de los catalanes en México es muy reciente y dista mucho de parecerse a la de otros pueblos ibéricos, en virtud de que la Corona Española, tal vez porque nunca vio en aquella gente una clara vocación de obedecer sus mandatos, durante mucho tiempo les prohibió el paso a sus colonias de América. No fue sino hasta el siglo XVIII cuando su presencia en la colonización del noroeste de México fue sumamente notoria. La ulterior independencia de México truncó

169 Café París, El Tupinamba, El Papagayo, El Latino, El Café do Brasil, El Campoamor… Colegios como el Instituto Vives en 1939, la Academia Hispano-Mexicana en 1940 y el Colegio Madrid en 1941… Asociaciones como la Junta de Cultura Española, la Unión de Profesores Españoles en el Extranjero, el Centro Leones (de Castilla la Vieja), el Centro Asturiano y el Centro Gallego, entre otros. Véase Fagen, Transterrados y ciudadanos… 170 El primero, mediante su órgano de difusión, Las Españas, buscó redefinir el papel de los exiliados de volver a su país a través de una reconciliación con los dirigentes de España. Mientras que el segundo, con un enfoque más cultural en principio, intentó patrocinar en 1952 la reunión de todas las organizaciones y los partidos políticos en el exilio para dar solución a la problemática de España. Cabe mencionar que ambas asociaciones fracasaron en sus respectivos intentos. Fagen, Transterrados y ciudadanos…

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la presencia de comerciantes catalanes, sólo unos cuantos pudieron mantenerse durante el siglo XIX y una parte del XX, hasta que sobrevino el año de 1939. A partir de entonces, la ciudad de México se convirtió en cierto modo en la capital de la cultura catalana. Artistas e intelectuales catalanes marcharon al exilio para salvar sus vidas y preservar sus expresiones más propias. En México, muchos encontraron el campo más propio de libertad y respeto que les permitió subsistir con dignidad. Si bien el aporte de tales catalanes a muchos aspectos de la vida mexicana ha sido de enorme valor, también puede calificarse como muy alta su contribución a favor de la cultura catalana misma. José María Muriá concibe una prehistoria de la presencia catalana en México iniciada desde finales del siglo XVI hasta inicios del siglo XX, para después dar paso a la etapa del exilio republicano a partir de 1937 y por último, poder hablar de otro principio a partir de 1977.171 Cataluña aportó el mayor contingente al exilio en México, provenientes principalmente de Barcelona, Tarragona y Lérida. La mayoría de ellos eran de origen urbano pertenecientes al sector terciario, sobre todo profesionales, maestros y catedráticos, intelectuales, artistas y comerciantes. Estos catalanes se establecieron tanto en la ciudad de México como en Jalisco, Veracruz, Nuevo León, Puebla, Morelos, Coahuila, Querétaro y Baja California.172 En un principio, el exilio catalán contó con la ayuda de la antigua colonia de catalanes ya establecidos en México; sufrieron al salir de su tierra pero tuvieron la fortuna de ser recibidos por el sentimiento de catalanidad. En muchas ocasiones, el catalanismo estuvo por encima de las diferencias políticas como lo reflejaba el Orfeó Catalá, creado desde 1906 por maestros de obras, intelectuales, artistas, músicos y presidido por Enric Botey. Desde su creación, el Orfeó Catalá funcionó como club social, casino, salón para bailes, veladas literarias, conferencias,

171 Cfr. José Ma. Muriá. Los catalanes, su presencia en México. México: INAH, 2009 (Col. Divulgata, 2), pp. 11-47. 172 Para mayor información véase Muriá, Diccionario de los catalanes…

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excursiones y otras actividades, aunque siempre bajo la prohibición de cualquier actividad política en su interior. Posteriormente, en 1931, vio con agrado el establecimiento de la Segunda República manteniendo buenas relaciones con la Generalitat de Catalunya y, en 1937, recibió a niños españoles refugiados para después dar la bienvenida a los exiliados republicanos catalanes en 1939. Sin embargo, muchos de los recién llegados, debido a su postura política y ante la prohibición de la misma, optaron por crear otros espacios alejados del Orfeó Catalá. Ese fue el caso de los anarquistas. A partir de 1950, algunos radicales, entre ellos los anarquistas, se separaron del Orfeó Catalá y se integraron a otras organizaciones españolas más cercanas a su pensamiento social. Tal es el caso del anarquista Ricardo Mestre, incluso él mismo afirmó que nunca asistió al Orfeó Catalá por considerarlo centro nacionalista y catalanista, cuestión que él rechazó por completo.173 A partir de 1948 se crearon otras asociaciones como la Institutió de Cultura Catalana, la Fundación Ramón Llull, Edicions Catalonía, la Delegació dels Jocs Florals de la Llengua Catalana, el Pen Club Catalá, la Associasión Protectora de I´Enseyanca Catalana, la Agrupació de Periodistes de Catalunya a Méxic, Edicions B. Costa-Amic, el Club del Libre Catalá i la revista Lletres. Desde 1949 funcionaban, además, la Borsa del Metge Catalá, la Agrupació Catalana de Profesionals de I´Ensenyament y una Comissió d´Estudis Económics i Socials. Además de un Centre Catalá en Guadalajara y una Casal Catalá en Puebla y en la ciudad de México.174 No cabe duda con la llegada de los exiliados republicanos en 1939, la presencia catalana adquirió más relevancia. Con su arribo, se produjo un auténtico trasplante cultural y se publicaron en México unas sesenta revistas y boletines y cerca de doscientos libros opúsculos, todos en lengua catalana. Durante dos décadas el movimiento cultural catalán fue floreciente y substituyó al que no podía existir en Catalunya

173 Pla Brugat, Els exiliats catalans…, p. 254. 174 Ibid., p. 315.

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porque la voluntad genocida del general Franco se ensañaba con la lengua y la cultura catalanas. Pero la llegada de los exiliados significó una gran riqueza porque, en México, se establecieron grupos de élite: cuadros de la administración catalana, profesionales de la medicina, el derecho, la ciencia, la economía, el ejército, la política, la literatura, la música, la pintura, las artes gráficas, la industria, el comercio, etc.175 Pero sin duda, el significado más importante de los catalanes en México, se reflejó, en buena medida, en la edición de una serie de publicaciones periódicas que constituyeron la voz de los intelectuales y de la comunidad catalana en el exilio. La vida de estas publicaciones es muy variada y refleja las dificultades de la prensa por sobrevivir en el exilio, tarea que no fue fácil si tenemos en cuenta que la mayor parte de las publicaciones se hacían en catalán desde un país ajeno a su realidad.176 Pensando más que nada en libros, revistas, conferencias, etc., podríamos decir que, en conjunto, resulta ser más importante de lo que mucha gente cree. Se pueden encontrar cerca de un centenar de publicaciones periódicas, aparecidas en México después de 1939, así como más de trescientos libros escritos por catalanes.177 Los exiliados republicanos catalanes encontraron en México un espacio de libertad para desarrollar sus proyectos colectivos. Así, las editoriales, junto con otras empresas culturales como las revistas, fueron “una de las razones del exilio, para que los intelectuales y el público recuperaran el hilo roto por el desmoronamiento de 1939”, una voluntad de subsistencia colectiva, un compromiso político, mesiánico e idealista, de

175 Albert Manent resalta otras obras en catalán acerca de los catalanes en México tales como: de Avel li Artis-Gener, Méxic, una radiografía i un munt de diapositives, 1980; de Miquel Martí Soler L´Orfeó Catalá de Méxic, 1989; de Artur Bladé i Desumvila De l´exili a Méxic, 1993; de Vicenç Riera Llorca Els exiliats catalans a Méxic, 1994 y en edición bilingüe elaborada por El Colegio de Jalisco: De aquí y de allá. Cuentos mexicanos de autores catalanes en el exilio, 1994. Véase Muriá, Diccionario de los catalanes…, pp. 13-14. 176 Robert Surroca i Tallaferro realizó un catálogo sistemático de la prensa catalana en el exilio. Prensa catalana en México (1906-1982). Zapopan: El Colegio de Jalisco-Generalitat de Catalunya, 2000. 177 Muriá, Los catalanes, su presencia en México…, p. 32.

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sensibilidad propia sin dejar de lado su participación en el ambiente intelectual mexicano.178 El libro catalán en el exilio tuvo su razón y sentido bien definidos, conservar y estimular su tradición, pese a la derrota republicana, siendo la conservación de la lengua y escritura catalana el factor decisivo, tanto para recobrar su pasado, alimentar su presente y proyectarse hacia el futuro. En un principio, las editoriales recibieron apoyo tanto de asociaciones como de partidos, sin embargo, la labor más ardua fue de carácter individual, por lo que el editor tuvo que enfrentar serios obstáculos sociales y económicos, para editar con mayor calidad sus libros.179 La mayoría de los editores se enfocaron en los clásicos; sin embargo, hubo quienes se interesaron en autores contemporáneos. En cuanto a los géneros abundaban novelas, cuentos, teatro, historia, biografías, ensayos y textos proselitistas, enfocados a temas esencialmente catalanes. Aun así, las editoriales se perfilaron como protagonistas de una labor de verdadera resistencia cultural, más allá de haber sido negocios prósperos. Algunos editores como Bartomeu Costa-Amic, Avel-lí Artís Balaguer, Ramon Fabregat y Miquel Ferrer entre otros; y editoriales como Costa-Amic, Catalònia, Xaloc, Edicions

178 Teresa Férriz. La edición catalana en México. Zapopan: El Colegio de Jalisco-Generalitat de Cataluñya-Orfeó Catalá de Mèxic, 1998, pp. 16-20. 179 Se habla de dos momentos diferentes de la edición catalana en México: El primero de 1939 a 1947 caracterizado por el aumento más o menos progresivo de libro y folletos publicados. Hay un punto culmínate entre 1946-1947 representado por la imposibilidad de poder derrotar a Franco. Ante ello se aumentó la publicación de los clásicos y panfletos con el propósito de mantener la cultura catalana y reforzar la ética del exilio. Después de los cuarenta, algunos proyectos editoriales desaparecieron debido al desengaño político, a la desunión de los exiliados y a la crisis económica de México. Mientras que en un segundo periodo, de 1948 hasta la muerte de Franco, ligado a los altibajos de la política del exilio, entre 1953-1959, se regularizó la publicación de libros. Sin embargo, decayó el sentido político de estas publicaciones debido a la lenta apertura de la Península Ibérica. A partir de los años cincuenta, muchos escritores mayores regresaron a Cataluña, mientras que los más jóvenes hicieron lo contrario, alternando entre el catalán y el castellano. A partir de 1960, ya no puede hablarse con propiedad de libros del exilio, debido a la relativa tolerancia franquista, al descenso demográfico de exiliados y a la poca actividad política. Las editoriales, ahora en Cataluña, recobraron su popularidad en el interior de alguna manera, mientras, aun en los inicios de los sesenta, había catalanes en México quienes se aferraron a editar libros en México. Para más detalles véase Férriz, La edición catalana…, pp. 35-38.

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Catalanes, de Mèxic, Club del Libre Catala, Addenda: Nómina complementaria de sellos editoriales catalanes, Editorial Minerva, Col-Lecció Lletres, Unión de Catalans Independientes, Quaderns de I´Exili, Mediterrani, Edicions Costa-Brava, Institució de Cultura Catalana, Edicions de la Fundació Sara Llorens de Serra, Patronat dels Jocs Florals de la Lengua Catalana, Horitzons y Nous Horitzons, Et Caetera. Col-lecció en català y muchos otros, fueron de gran importancia debido a que hicieron sentir con gran fuerza la presencia catalana en México.180 No cabe duda que los editores catalanes en México manifestaron una gran vocación cultural y económica al preservar y renovar, de cierta manera, sus raíces a través de la literatura catalana en el exilio, bajo su propia lengua, animando la lucha desde el exterior a pesar de las dificultades económicas y políticas. Sin embargo, hubo también quienes continuaron la labor de la edición, directa o indirectamente, en la industria mexicana de libros, los cuales forjaron el camino para que, posteriormente, dicha industria fuera una realidad prominente.181 Entre estos editores, hubo quienes se preocuparon más por las ganancias económicas, y otros por una vocación de servicio público. El ámbito temático que abordaron fue de gran amplitud, abarcando todos los campos de las ciencias y las artes, bajo la responsiva de hacer trabajos de calidad. Sin embargo, cada profesional del libro, en la medida de sus posibilidades y distintos puestos, contribuyó a la formación de multitud de lectores de habla española, tanto en México como en otros muchos países americanos.182 Algunos de los impulsores de esta labor fueron Joan Grijalbo con Editorial Atlante y Ediciones Grijalbo; Estanislau Ruíz

180 Teresa Férriz Roure elaboró un estudio acerca de los editores y las editoriales creadas por catalanes en México, con el objetivo de acercare a dos aspectos principales. En primer lugar describió la tarea de continuidad catalana realizada fuera de Cataluña bajo un entorno hispanohablante y, en segundo lugar, conocer la continuidad de dichas editoriales a cargo de sus descendientes. Véase Férriz, La edición catalana… 181 Muriá, Los catalanes, su presencia en México…, p. 37. 182 Férriz, La edición catalana…, p. 98.

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Ponseti igualmente con Atlante y después con UTEHA (Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana); Tomàs Espresate Pons y Enrique Naval con la empresa Crédito Editorial y Librería Madero; Jordi y Neus Espresate, Vicente Rojo y José Azorín con Era; Antoni López Llausàs (desde Buenos Aires) y Miquel Marín con editorial Hermes; y Fidel Miró Solanes con México Lee, Libro Mex Editores y Editores Mexicanos Unidos.183 Es en este ámbito donde encontramos a Fidel Miró en México, y con el propósito de conocer su desempeño empresarial lo mismo que su actividad ideológica y su convicción como anarquista, analizamos su labor como editor y publicista.

Fidel Miró en México, 1944-1970

Hablar de Fidel Miró en México, después de haber estado refugiado en Francia, Suiza y Santo Domingo, es referencia obvia a un modo de vida productivo e ideológico; es decir, como editor y publicista y como propagador de ideas a través de sus diversos escritos, los cuales mantuvieron viva la llama crítica del fracaso político del exilio republicano español, y la necesaria revisión internacional de los ideales ácratas. Por ello, es notoria la relevancia de sus memorias y testimonios, plasmados en sus libros y artículos, a lo largo de su vida en México. Fidel Miró Solanes llegó a México en 1944 con 34 años de edad. Había permanecido exiliado alrededor de cuatro años en Santo Domingo, en la colonia agrícola de refugiados españoles, en los llanos de Farfán pertenecientes al feudo del general Rafael Leónidas Trujillo, uno de los peores dictadores de la historia latinoamericana.

183 Para consultar a otros editores, directivos, impresores, grafistas e ilustradores de origen catalán involucrados en la industria editorial mexicana, véase Férriz, La edición catalana…, pp. 110-118.

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Debido a la imposibilidad de hacer vida política en Santo Domingo, aunado a la falta de buenos trabajos, decidió buscar otros horizontes, y se marchó a México, por las oportunidades que sabía que este país brindaba a los exiliados republicanos españoles. Todo un campo de posibilidades para poder activar su pensamiento cultural y político, pero sobre todo, para poder encontrar un sentido a su vida, lejos de lo que había sido la Guerra Civil en España. Al llegar a México como exiliado catalán, contó con la ayuda de algunos viejos amigos de militancia anarquistas como Ricardo Mestre Ventura, compañero de Miró en las Juventudes Libertarias,184 quien inmediatamente le ofreció trabajo como gerente de ventas en la Unión Distribuidora de Ediciones, propiedad del mismo Mestre. Cabe mencionar que esta Unión se encontraba ligada a la Editorial Minerva, la cual representó un gran apoyo para muchas editoriales mexicanas, algunas de ellas relacionadas con el exilio republicano.185 Este apoyo fue de gran relevancia para Miró debido a la solidaridad que los editores catalanes ya establecidos en México, tuvieron hacia muchos otros que recientemente habían llegado al país. No sólo les dieron la oportunidad de trabajar, sino la voluntad de colaborar en la consolidación de un proyecto editorial que presentara a Cataluña como un país con una historia y una cultura propias. Es preciso mencionar que al llegar a México se relacionó con el Orfeó Catalá y con los editores de las revistas en catalán, en algunas de las cuales escribió. Formó parte de la revista Enllà Catalunya por la independencia dels pobles i el socialisme. Revista en catalán editada por personas procedentes del Partido

184 Ricardo Mestre i Ventura (Vilanova i la Geltrú. Garraf, 1906) carpintero y editor. En su tierra natal ingresó al Comité pro-presos de Vilanova y publicó el periódico La Estela. Simultáneamente publicó en Barcelona Terra Lliure, en los talleres de la Solidaridad Obrera y dirigió también la revista Catalunya. Fue uno de los fundadores de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Durante la Guerra Civil Española fue “miliciano de la cultura en la Brigada 133”. En 1939 se exilió en Francia, de donde pasó a México. En este país continuó trabajando en la Editorial América y asociado con Miquel Àngel Marín y Ramon Pla Armengol, promotor de la iniciativa, participó en la fundación de Ediciones Minerva y de la Unión Distribuidora de Ediciones. Muriá, Diccionario de los catalanes…, pp. 224-225. 185 Férriz, La edición catalana…, pp. 86-88.

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Obrero de Unificación Marxista (POUM), de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el Estat Català. Mostraba un marcado nacionalismo catalán, hacía eco de la política del exilio, tanto del gobierno de la República Española como de la Generalitat de Catalunya; llevaba noticias directas de carácter internacional y artículos políticos. El primer número salió en octubre de 1944 y el último en diciembre de 1945; se imprimía en los talleres de la Biblioteca Catalana de Bartomeu Costa- Amic. El grupo editor estaba formado por Josep Robusta, Marcel-lí Perelló, Jordi Arquer, A. Tona Nadalmai, Bartomeu Costa-Amic, Artur F. Costa, Josep Jiménez, Josep Maria Murià, Joan Vila y el mismo Fidel Miró.186 No cabe duda que en el mundo editorial mexicano, la presencia del destierro republicano y dentro de él en forma muy destacada, la de los exiliados de origen catalán, contribuyó significativamente a la articulación de la cultura mexicana contemporánea. El rico ambiente cultural de los cuarenta favoreció la integración rápida de estos profesionales, algunos formados previamente en el importante centro editorial barcelonés, otros todavía aprendices a su llegada quienes, como los Espresate, Miró o Costa-Amic, seguirían difundiendo la obra de muchos autores mexicanos. Todos ellos, junto con otros muchos compatriotas, que se les unieron gracias a las numerosas redes de solidaridad establecidas entre la comunidad catalana, realizaron además una importante labor de resistencia cultural, que se advierte en la perseverancia y voluntad de lucha con que iniciaron las publicaciones de libros en su lengua, cuando en la península los prohibía la censura franquista.187 En 1945, en México, Fidel Miró se casó con Marina Flaquer Ametller,188 hija de catalanes nacida en La Romana, República Dominicana. Con ella se estableció en la ciudad de México, para después, con el trascurrir de los años, formar una familia

186 Surroca, op. cit., pp. 41-42. 187 Férriz, op. cit., p. 12. 188 Fidel Miró y Marina Flaquer se divorciaron en 1977. Ella falleció en 1992.

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integrada por Sonia Isabel, José Luis (que murió a los 6 años) y Maribel Miró Flaquer. Después de ocupar la jefatura de Ventas de la Unión Distribuidora de Ediciones, cuando la suerte le fue más propicia, logró fundar su propio negocio de distribución, “México Lee”, imitando el nombre que Diego Abad de Santillán le había puesto a su editorial, América lee, fundada en Buenos Aires, Argentina. Este negocio tuvo una existencia de aproximadamente doce años. Después tuvo la oportunidad de asociarse con uno de los editores catalanes más importantes en México, Bartomeu Costa- Amic y eventualmente con el mexicano Frank de Andrea con quienes se constituyó Libro Mex Editores S. de R. L., dirigida por él mismo.189 A partir de 1954, el proyecto Libro Mex Editores, arrancó con el propósito de publicar fundamentalmente obras de autores mexicanos, aunque también contribuyó en buena medida a la reflexión histórica sobre la guerra civil y sus antecedentes.190 La impresión se llevó a cabo en los talleres de Costa-Amic, quien recibió a cambio una amplia distribución de sus propios títulos a través de Libro Mex.191 Sin embargo, debido a la presencia personal que adquirieron en el negocio del libro, tanto Costa como Miró, decidieron separarse por considerar que cada uno tenía la fuerza suficiente para lanzarse por cuenta propia. Tras concluir aquel proyecto, Miró fundó Editores Mexicanos Unidos con el objetivo de vender libros a precios bajos y editar títulos esotéricos, los cuales demandaba la gente, además de los clásicos en ediciones populares, manuales científicos y técnicos y temas de historia de México, especialmente de la Revolución Mexicana.

189 Libro Mex Editores se creó con una inversión inicial mínima de 35 mil pesos. 190 Algunos títulos destacados fueron Poetas jóvenes de México, de Jesús Arellano (1955), Mariano Azuela. Mexicanos para la historia, de Víctor Alba (1955), Crónica de una emigración (la de los republicanos de 1939), de Carlos Martínez (1959) e Historia de la II República Española, de Víctor Alba (1960). Lucci, Marcela (2018). «Semblanza de Fidel Miró i Solanes (1910-1998)». En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) - EDI-RED: http://www.cervantesvirtual.com/obra/fidel-miro-i- solanes-el-pla-de-cabra-tarragona- 1910--ciudad-de-mexico-1998-semblanza-889030/ 191 Férriz, op. cit., p. 106.

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El proyecto editorial más destacado que Miró llevó adelante durante su exilio americano fue Editores Mexicanos Unidos que, desde su creación en 1955, se convirtió en una empresa prolífica y ganó un prestigio creciente sobre todo gracias a sus colecciones temáticas Ciencias Sociales, que publicó textos de autores como Carlos Marx, Nicolás Maquiavelo o Benjamín Cano Ruiz; Literatura Universal, que incluyó títulos de Émile Zola, Horacio Quiroga, Máximo Gorki o Ernest Hemingway; Antologías Poéticas, que publicó textos mexicanos y del resto de Latinoamérica; Textos y Diccionarios; Antología del Pensamiento Anarquista, que incluyó trabajos de Miguel Bakunin o Diego Abad de Santillán y Libros de Memorias, en los que destacaron los volúmenes de Lola Iturbe o Matías González. La cuidada impresión se realizaba en diversos talleres de la capital de México, entre los que se contaban Talleres Gráficos Olimpo, Talleres Gráficos IDEAS, Talleres Costa, Talleres de Offset Alfaro Hermanos y la Impresora Lorenzana.192 A la par de tal negocio, Miró siguió imprimiendo obras destinadas a divulgar la presencia catalana en México, sobre todo desde el punto de vista político, planteando nuevas perspectivas del problema nacionalista en la Península Ibérica. Sin embargo, la imposibilidad de hacer llegar esos textos a España hizo estéril cualquier discusión de este tipo.193 En esos años se vio involucrado en una etapa crucial para las editoriales de catalanes en México, debido al regreso a Cataluña de algunos escritores y editores de mayor edad. Sin embargo, buscó suplir tales ausencias con jóvenes adiestrados en las letras y las imprentas, los cuales alternaban el uso del catalán, del castellano y de otras lenguas en territorio mexicano. Así, continuó la labor de la edición catalana, pero ahora desde la industria mexicana de libros. Preocupado por la vocación de servicio público como editor, a pesar de las magras ganancias económicas, formó parte de aquellos impulsores profesionales del libro que contribuyeron a

192 Lucci, Marcela (2018). «Semblanza de Fidel Miró i Solanes (1910-1998)»… 193 Ibid., pp. 106-107.

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la formación de multitud de lectores de habla española, tanto en México como en otros muchos países americanos. Es decir, para él, la labor editorial definió su exilio prolongado como empresario cultural hasta sus últimos días. Miró encontró en México un amplio espacio donde desarrollar ciertas facultades propositivas, después de los amargos tragos de la Guerra Civil Española, adaptándose a una nueva vida lejos de Cataluña, pero conservando su identidad y seguramente reajustando sus prospectivas y valores como anarquista, catalán y sobre todo, como exiliado. Él formalizó una vida en México, formó un negocio, una familia, compartió experiencias concretas con su esposa y, posteriormente, vio nacer y crecer a hijos y nietos. Estas características posiblemente se tornaron contrastantes para él, por un lado la satisfacción familiar y, por el otro, el sentimiento desalentador referente al fracaso político del exilio republicano. Sin embargo, su exilio se adaptó a la vida social y productiva de México. Cabe mencionar que siempre conservó su espíritu anarquista, el cual se concentró en la crítica más aguda no sólo hacia lo que estaba ocurriendo en España, sino en todo el mundo. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la esperanza del regreso para los exiliados españoles se vio prácticamente cancelada. Se abría en la vida de éstos una nueva y larga etapa. El destierro era, de ahora en adelante, una realidad sin final previsible. Había dos opciones, carcomerse de nostalgia o, abandonando la idea de regreso, soltando el pasado, asentarse definitivamente en la nueva tierra desplegando para ello todas las capacidades. Otra más, fue aquella que, sin abandonar el ideal del regreso, los refugiados se vieron atrapados en la nueva tierra, el trabajo, los hijos, y ya, también, los recuerdos “mexicanos”.194 Si bien este panorama se le presentó de manera inevitable, supo sobrellevarlo, gracias a la convicción de sus ideales, los cuales fueron calibrados por él mismo, dependiendo de las

194 Véase Pla Brugat, Els exiliats catalans…, p. 293.

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circunstancias internacionales. Su postura ante la actividad política llevada a cabo durante el exilio republicano, se caracterizó, entre los diversos grupos de exiliados, por ser revisionista y polémica. En el plano político del exilio republicano, Miró desempeñó desde luego un papel relevante, involucrándose en los diversos enfrentamientos que se dieron entre los distintos grupos del exilio, los cuales fueron la base de la profunda división que marcó su derrota. Nos referimos a grupos políticos del exilio como los falangistas, monárquicos, masones, republicanos, socialistas, comunistas, nacionalistas y sobre todo, los anarquistas, grupo al que Miró perteneció.195 Debido a que en América, específicamente en México, se encontraba buena parte de la emigración republicana y fundamentalmente su componente político más representativo, Miró vio en este país la posibilidad de manifestar su postura política como exiliado con más amplitud, así como entrar en contacto con un nuevo modo de vida conservando dignamente su identidad y sus pensamiento en constante evolución. Los anarquistas, como todos los demás grupos del exilio republicano, experimentaron los estragos de la división interna, la diversidad de vertientes políticas, el aislamiento y la desintegración. Ello se produjo desde la guerra civil, sin embargo, durante el exilio se hicieron más visibles estas fisuras ocasionando repercusiones de gran trascendencia. Esto lo podemos considerar a partir de la escisión entre los anarquistas refugiados en Francia, los llegados a América (especialmente a México) y los que se encontraban en el interior de España. Lo que ocasionó la inevitable ruptura del Consejo del Movimiento Libertario en el exilio. Mientras que en París, Federica Montseny y Germinal Esgleas representaban al grupo “ortodoxo” de anarquistas, en España y en América abundaban los del grupo de “colaboracionistas”. Es preciso aclarar que durante los años

195 Para más detalles sobre las características de estos grupos políticos del exilio republicano español, así como para conocer el proyecto político de cada uno, véase “La política fuera de España”. De Llera, op. cit., p. 121-314.

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cuarenta, el anarquismo gozó de gran vitalidad tanto en Francia como en España, lo que los alejó de las expectativas de los anarquistas que se encontraban exiliados en América quienes eran definidos por los “ortodoxos” como simples “colaboracionistas. Como ya se mencionó antes, algunos anarquistas españoles llegaron a México desde julio de 1939, la mayoría procedentes de la Confederación Nacional del Trabajo. Debido a ello, fue como se constituyó en 1941 la Delegación de la Confederación Nacional del Trabajo de España en México, con la pretensión de unificar las fuerzas antifascistas españolas esparcidas por América. Sin embargo, las diferencias entre estos anarquistas exiliados se presentaron a partir de 1942, surgiendo dos grupos antagónicos “posibilistas” y “ortodoxos”. Motivo que de alguna manera explica la caída del movimiento anarquista exiliado en América y el predominio de los anarquistas refugiados en Francia. Tras considerables intentos por unificar las fuerzas antifascistas, a pesar de la división ya definida entre los demás grupos exiliados, los anarquistas refugiados en México vieron caer sus esperanzas más inmediatas. Sin embargo, a lo largo de la década de los años cincuenta, algunos anarquistas exiliados en México intentaron polarizar las corrientes de opinión y los diálogos entre republicanos cenetistas, socialistas y anarcosindicalistas, para aglutinarse en un movimiento de liberación nacional. Miró escribió dos artículos de gran importancia: “Revisión táctica de la CNT”, en 1956; y, en 1958, “Prieto y el entendimiento de la CNT-UGT”, cuya publicación fue censurada tachándolo de “oportunismo político republicano”. Así mismo, junto con Roc Boronot, Artur Costa, Ramón Peypoch y Antony M. Sbert, conceptualizó la posibilidad de un acercamiento entre anarquistas y nacionalistas. Por ello se integró al Proyecto de Bases de Unidad Catalana, llevado a cabo en México, en el mes abril de 1958. Después de dirigir sus críticas por medio de diversos artículos de carácter político, Miró publicó un libro en 1959, el

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cual tituló ¿Y España cuándo? El fracaso político de una emigración.196 Sin duda, un libro auténtico de un luchador incansable que llevó a cabo una comprensión inteligente y tenaz de las dilaciones sistemáticas y de las causas que determinaron la esterilidad política de la emigración republicana española. Pero sobre todo, es un acercamiento a las diversas vocaciones de un exiliado, que buscó encontrar una explicación a la prolongación de su propio exilio. A manera de informe testimonial, criticó lo que él consideraba el vicio más grande del exilio republicano, la carencia política. Por lo que vio la necesidad de romper con el silencio ideológico de la emigración. Hizo una revisión a fondo de conceptos, trazó un panorama de la situación, señaló caminos y fijó objetivos, con el único fin de provocar la reflexión y asignar responsabilidades específicas para que el exilio cumpliera su verdadera misión. Como lo afirmó Víctor Alba en el prólogo de tal libro, “si Fidel Miró pudo mediante sus observaciones salir del limbo, otros pueden salir también. Porque fuera del limbo está España.197 Miró plasmó los sucesos políticos más relevantes, que han caracterizado a la historia de los exiliados republicanos en México, mediante una serie de artículos, manifiestos y programas de orden político. Sin embargo, cada crítica realizada fue encaminada a la elaboración de un posible programa de acción, lo que hace de esta crítica, un sustento tanto teórico, como histórico. Era inevitable que, como la mayoría de los exiliados, concibiera en determinado momento la posibilidad de unión antifascista y sobre todo, la gran ocasión para regresar a España. Sin embargo, poco duraron los deseos de estos exiliados debido a circunstancias adversas como él mismo afirma:

Terminada la Segunda Guerra Mundial con el triunfo de las naciones antifascistas, todos estábamos convencidos de que nuestro regreso era inminente. Era lógico. Estábamos seguros de

196 México: Libro Mex Editores, 1959. 197 Véase prólogo de Víctor Alba a Fidel Miró: Miró. ¿Y España cuándo?..., pp. 7-11.

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que el establecimiento de un gobierno republicano en Madrid habían de ofrecérnoslo las cancillerías de las grandes potencias vencedoras poco menos que en bandeja de plata. No podían ingleses, franceses y americanos, y mucho menos los rusos, faltar a sus promesas y traicionar los principios por lo que sus pueblos habían luchado… Lo que olvidamos lamentablemente era la complejidad de los intereses de los “grandes” y lo relativo que es el concepto de honor.198

Ya antes lo había asegurado Miró, “un gobierno republicano responsable, debía haberse constituido en los años 41 o 42, hasta el 43, cuando Franco estaba entregado de pies y manos a las potencias fascistas. Así, quizá, nuestro gobierno hubiera sido reconocido por muchas naciones democráticas”. 199 Asevera que faltó visión política por parte de los exilados, muy a pesar de la constitución en España de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas en octubre de 1944, en la que participaron cenetistas, socialistas, republicanos y después, comunistas y hasta militares. En México, la mayoría de los refugiados se dieron a la tarea, en 1945, de formar un gobierno que resultó titubeante y dividido, que limitó la posibilidad de otras acciones en el exilio. Según Miró aquel:

Era el momento de olvidar consignas partidistas e intereses de grupos y volcarnos en la lucha contra Franco con todos los recursos y todos los entusiasmos. De no regatear esfuerzos por parte de nadie y menos negar a la Resistencia los medios económicos de que en el extranjero se disponía. Medios que pertenecen, si algo queda, al pueblo español… Era el momento de establecer un sólido puente con los elementos que estaban de vuelta del franquismo, desengañados o temerosos, y, en primerísimo lugar, la hora de vincular estrechamente las fuerzas unidas del exterior con la Alianza Nacional de Fuerzas

198 Miró, ¿Y España cuándo?..., p. 34. 199 Idem.

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Democráticas que operaba ya en España con extraordinaria fuerza.200

En 1946, monárquicos y grupos militares, ya enfrentados al régimen franquista, pidieron la constitución del Frente Nacional Democrático. Esta propuesta fue tomada en consideración por los republicanos, no tanto por los socialistas-ugetistas, por lo que las conversaciones con los monárquicos quedaron rotas. Pero tras nuevas conversaciones y relativos entendimientos entre monárquicos y socialistas, se llevó a cabo el Pacto de San Juan de Luz en 1948, quedando al frente de la lucha el grupo monárquico. Este hecho fue criticado por Fidel Miró de la siguiente manera:

Negocian ahora los monárquicos con un Partido Socialista minado por una fuerte oposición interna que quiere una política de unidad obrero-republicana en primer término, y tiene enfrente a un considerable sector del partido, más o menos manejado por los comunistas, que le disputan públicamente la representación oficial. Detrás de los socialistas, en el campo republicano, no hay nada hilvanado seriamente. Muchas fuerzas en potencia, pero sólo en potencia. Una CNT escindida, los núcleos republicanos atrincherados en su legitimidad, las fuerzas políticas de las regiones autónomas dejadas de lado para no asustar a las derechas monárquicas. Mientras en el interior de España, los falangistas ya no persiguen a los dirigentes cenetistas para llegar a un entendimiento; Franco ha reorganizado el sistema represivo con el asesoramiento y fortalecimiento de los elementos de la Gestapo; las derechas recalcitrantes han recobrado el ánimo, pues cunde la “guerra fría” y el mundo vencedor se ha escindido en dos bloques antagónicos y poderosos. Los monárquicos tienen ya las relaciones y soportes en las cancillerías de las democracias.201

Según él, la situación tanto en España como a nivel internacional, había trabajado a favor de Franco y de las fuerzas

200 Ibid., p. 39. 201 Ibid., p. 63.

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reaccionarias españolas. Afirma que mucho de esto se debió a la falta de visión política, compromiso y responsabilidad de la mayoría de exiliados, por ello, la única alternativa a esas alturas se resumía en unidad y acción bajo los parámetros de un programa bien definido:

Los del interior tienen que enfrentarse a mil dificultades y peligros para organizarse, no les habrá de ser, pues, fácil unirse. Nosotros debemos de facilitarles el camino, proporcionarles el instrumento, que no significa precisamente dictarles órdenes. Luego de construido el puente, poner a su servicio cuanto seamos capaces, volcarnos en su ayuda, en un supremo esfuerzo. ¡Esta es la única salida al “impase” actual!202

Asegura que después de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, pocos intentos de oposición unida llegaron a cristalizarse debido a la política de aislamiento y atomización de las fuerzas republicanas. Fuera de España, en México salió a la palestra el periódico Alianza en marzo de 1953, que fue el portavoz de la oposición socialista y de la Agrupación de la CNT de España en México. Cabe mencionar que las relaciones entre el Partido Socialista y la CNT eran cordiales, aunque en la práctica no existían.203 Estas dos agrupaciones, tan sólo por un año coincidieron en la publicación de Alianza, bajo la dirección de Enrique de Francisco. Sin embargo, durante ese año, despertó el interés de muchos afiliados a ambas agrupaciones. Pero Alianza terminó por desaparecer. Por otro lado, cada semana se realizaban reuniones en el Ateneo Español de México, entre delegados de los partidos políticos y centrales sindicales de la emigración republicana: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Federal, Esquerra Republicana de Catalunya, Gobierno Vasco, Confederación Nacional del Trabajo y Asociación Liberal Española. Otras convocatorias fueron impulsadas por la Unión

202 Ibid., p. 71. 203 Ibid., p. 80.

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Democrática Continental, la cual agrupaba a todos los políticos perseguidos de las distintas dictaduras hispanoamericanas y la Asociación Liberal Española. Todas estas reuniones tenían un claro objetivo: tratar de constituir un nuevo partido y crear, dentro y fuera de España, una coacción tal, que obligara a los partidos políticos a responsabilizarse de sus deberes y repercusiones. No obstante tenían serios inconvenientes para lograr sus propósitos, según lo vislumbró Miró:

1. Los partidos políticos y las organizaciones sindicales, en el exterior, no llegaran a unirse por: espíritu de bandera, divisiones internas, intereses personales, indiferencia política, descredito, divergencias de programas políticos e ideológicos, falta de agilidad orgánica. 2. Falta de atención a la realidad interna por: desconocimiento a la realidad política, económica y social de España, prestar atención especial a la clientela en el exterior, ser nefasta la influencia partidista que se ejerce de afuera hacia a dentro sembrando discordia y desconfianza. 3. La propaganda periodística es contraproducente: se requieren soluciones nacionales y no programas de partidos, recuperar la confianza de los viejos políticos, se busca la justicia, la paz y la libertad pero no revanchas ni caos. 4. No quieren volver a las andadas: es incuestionable la formación de nuevos grupos antifascistas, pero estos deben estar al margen de los partidos.204

Cuando estaba en trámite el ingreso de España a las Naciones Unidas, se llevaron a cabo algunas reuniones entre los representantes de la emigración republicana, redactándose un documento firmado por todos, que nunca llegó a ninguna parte. Por otro lado, a principios de 1953, con motivos de una conferencia sustentada meses antes por el escritor Domenech Guansé en Chile, bajo el título de “Cataluña en el ruedo ibérico”, se organizaron en el Orfeó Català, reuniones en torno a la tesis de Guansé, con el propósito de unir políticamente a

204 Idem.

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todos los catalanes políticamente bajo una sola dirección.205 Miró creyó que había llegado el momento de la unión catalana en el exilio, superando las divisiones, ya que:

Los catalanes en el exilio no nos dejamos aventajar por nadie en cuanto al grupismo y divisiones políticas. Tenemos grupos, partidos y sindicatos de todos los colores y para todos los gustos. Hasta hace poco existían cuatro pretendidas ugetés catalanas: la inspiración de munista, obediente a la disciplina del PSUC; la del grupo de Miquel Ferrer, último secretario de la UGT de Cataluña; la que dirige el “Movimiento Socialista de Cataluña”, y la sección catalana de la Unión General de Trabajadores de España.206

En la asamblea, de los once ponentes nombrados, sólo siete suscribieron el documento que pretendía unir a los catalanes antifascistas de México y de todo el exilio. Sólo habían pasado unos meses y la euforia había desaparecido. De hecho, el movimiento catalán unido, había nacido muerto. Fidel Miró fue uno de los que se resistieron a creer esto, pero era inevitable que la posible unidad catalana se viera frustrada por el acentuado matiz nacionalista, lindante con el separatismo, con el que discrepaban algunos de los catalanes exiliados.207 Ante ello, propuso:

Ir de inmediato a la creación en el exilio de un amplio movimiento, no partido, que agrupe a todos los catalanes de signo liberal, sin necesidad de romper con las particulares disciplinas políticas o sindicales. Para poderse proyectar en el futuro, ese movimiento debería tener principios y propósitos de un contenido social avanzado, que significara una garantía de que serán respetados y definidos los derechos de la clase trabajadora,

205 Este proyecto recibió el nombre de Proyecto de Bases de Unidad Catalana, firmado en México en abril de 1958. Entre los puntos más esenciales destacan: el fortalecimiento del espíritu político catalán, garantizar los derechos de los hombres, reconstruir la economía, estructurar un nuevo Estado plurinacional, mantener la tradición de autonomía municipal, reconocer a los pueblos, regiones y territorios peninsulares o insulares y prever un régimen provisional de administración. Miró. ¿Y España cuándo?..., pp. 218-221. 206 Ibid., p. 101. 207 Ibid., p. 108.

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propiciando una legislación social a nivel de los pueblos más avanzados de Europa. De tener éxito la creación de este movimiento reivindicador, se habrían sentado las bases de un entendimiento cordial y una colaboración activa entre todos los catalanes de espíritu liberal e ideas progresistas.208

En concordancia con dicho proyecto, pretendió realizar una publicación en México que orientara y coordinara la actividad del antifranquismo catalán exiliado en estrecha colaboración con la Resistencia. La revista trataría temas de historia, política, cultura y otras especialidades, con el fin de despertar el propósito de los demás, rebasando temas exclusivos como la conciencia nacional y los derechos de Cataluña como nación, ya que para él, viéndose como desterrado, el concepto de patria había cambiado de sentido de la siguiente manera:

Hemos tenido que conocer el destierro para comprender que no es tan absoluta esa verdad como creíamos. Si existe o no la patria había que preguntarlo en los campos de concentración, donde se vivieron todas las tragedias, morales y físicas, que el hombre es capaz de resentir. Había que sentir el insulto de “extranjero vete” hijo de la ignorancia y xenofobia, lanzado en asambleas sindicales, por los propios hermanos de clase, para comprender que sólo se puede ser plenamente en la tierra propia. Hemos tenido que sentir las ansias de volver sin poder satisfacerlas, más que acosta de la libertad y de la dignidad, las añoranzas del terruño y el dolor por la muerte de los seres queridos, de los “viejos”, sin poderlos acariciar y consolar por última vez: sentirnos envejecer y acercarnos a la muerte, con el triste pensamiento de no volver a las calles y los campos donde jugamos de niños.209

En el destierro, además de haber sido anarcosindicalista, Miró fue ciudadano internacionalista opuesto a un nacionalismo extremo, el cual se alimentaba de himnos bélicos y superestimación por lo nacional, ya que para él:

208 Ibid., pp. 112-113. 209 Ibid., pp. 124-125.

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El nacionalismo debía cimentarse sobre valores positivos e ideales de progreso, en programas que sitúen al hombre en primer plano y en ideales de fraternidad universal, en el respeto a las conquistas de la clase obrera y los adelantos morales culturales y jurídicos de todos los pueblos. Los sentimientos nacionalistas, para que tengan arraigo en las filas proletarias, deberán fundamentarse en principios de libertad y de progreso, nunca en la explotación demagógica de glorias pretéritas y la exageración de los propios valores.210

No cabe duda que para Miró, a finales de los años cincuenta, el propósito seguía siendo “Salvar a España” desde el exilio en México:

Durante algunos años, desde que la mayoría de los exiliados españoles perdimos definitivamente la esperanza de que nuestro gobierno en el exilio fuese algún día verdadero gobierno de España, con el consiguiente restablecimiento de la democracia en nuestro país… He participado en repetidos intentos por encontrar alguna forma de entendimiento entre las fuerzas políticas de nuestra emigración: a fin de que el esfuerzo colectivo en la lucha por liberar a España de la tiranía franco-falangista fuese más inteligente y efectivo; con la intención de posibilitar la máxima aportación de los emigrados; hace resurgir la confianza y el entusiasmo y movilizar todos los recursos, que han sido y son todavía considerables; por un esfuerzo unánime y con un sólo propósito: SALVAR A ESPAÑA. Considero que era éste, y sigue siendo, el ineludible deber de todo pretendido dirigente del antifascismo español en el destierro.211

Lo que también corresponde a una crítica hacia Indalecio Prieto, debido a las declaraciones que éste dio acerca del posible entendimiento entre la Confederación Nacional del Trabajo y la Unión General del Trabajo para establecer una estructura político social. Estas declaraciones se materializaron en un

210 Ibid., p. 126. 211 Ibid., pp. 13-14.

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documento fallido, mejor conocido como Acuerdos de París, enarbolando el Congreso Socialista del Partido Socialista Obrero Español, celebrado en Toulouse, Francia, en agosto de 1958. Ante este acuerdo, Miró se manifestó desde México a través de un artículo enviado a la Confederación Nacional del Trabajo, el cual le fue regresado para que suavizara lo escrito; sin embargo, Miró criticó la actitud de la Confederación y ya no les mandó el artículo.212 Es preciso mencionar que en ese escrito arremetió contra los partidos de izquierda por servir sólo a sus intereses particulares, tratando de capitalizar, en provecho exclusivo, cualquier acontecimiento político olvidándose de su responsabilidad política e histórica.213 Para Miró, las declaraciones de Prieto correspondían solamente a un simple oportunismo político y personalista, ya que en México quienes criticaron con fuerza el acuerdo de París, fueron los mismos socialistas exiliados por considerar que las resoluciones obedecían tan sólo a los designios de un pequeño comité, de un “petit comité”.214 Como es de suponerse, las esperanzas puestas en un posible trabajo de conjunto no llegaron a ningún lado. Miró siempre se mantuvo firme a un posible entendimiento entre los diversos grupos políticos exiliados, por ello, constantemente criticaba todas las barreras (internas y externas) que caracterizaban a los intentos de unidad. Siempre consideró oportuna la autocrítica, cuestión que muchos grupos e individuos no llevaban a cabo con claridad. Sin embargo, tanto socialistas como republicanos, comunistas y los mismos anarquistas, pasaron por las observaciones de Miró, como él

212 Fidel Miró dice al respecto: “Escribí este artículo a mediados de 1958. Lo envié a la revista Siempre y unos días después hablé por teléfono con el director de esa revista, el señor Pagés Llergo, quien me manifestó haberlo entregado al señor Prieto (ya yo le había enviado una copia) y que esperaba sus indicaciones. Pasaron las semanas y el artículo no fue publicado. Últimamente he tenido conocimiento que un artículo de Araquistán enviado a la misma revista, en torno al oro enviado a Moscú, ha corrido la misma suerte. Después envié el artículo a Francia para que fuese publicado en España Libre, donde tampoco apareció porque el Subcomité Nacional de la CNT de España en el exilio no lo consideró prudente”. 213 Miró, ¿Y España cuándo?..., p. 18. 214 Idem.

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mismo pasó por las de ellos. En realidad, esto era lo que siempre pretendió, con el objetivo de llegar a un posible entendimiento político entre los diferentes exiliados, pensando siempre en el futuro de los mismos. Planteaba que para llegar a un posible entendimiento en el exilio, sobre todo entre cenetistas y socialistas, era necesario hablar claro políticamente y con respeto, sin pretensiones hegemónicas y sin complejo alguno. Sin embargo, tanto el Partido Socialista como la Confederación Nacional del Trabajo obedecían a programas diferentes, y cuando hubo necesidad de unirse, lo hicieron conservando sus estructuras de manera ortodoxa. Lo anterior siempre ocasionó rompimientos y divisiones entre los grupos políticos exiliados. A finales de los años cincuenta, sin duda que la preocupación de Miró como exiliado estaba más viva que nunca. A quince años de su llegada, y ya con una profesión seria en México como editor de libros, aún mantenía vigente la idea del regreso a España, no obstante su prosperidad en México:

En los primeros años del exilio fue unánime la creencia de que éste sería corto. En consecuencia; había que dejar intacto el acervo ideológico y los programas políticos para el regreso. Fueron, además, los años durante los cuales la inmensa mayoría tuvo que dedicar el mayor esfuerzo en reorganizar la propia vida y adaptarse a nuevos climas y nuevas actividades profesionales. Años duros de lucha por el diario sostén y poder sobrevivir. Vinieron después los días de euforia, del “inminente regreso”, por haber triunfado en la contienda mundial las potencias democráticas. No era, pues, tampoco, el momento oportuno para sugerencias, ideas y esbozos programáticos, ni para historiar y revisar nuestro reciente pasado nacional y sacar consecuencias, a fin de evitar repetir errores que nos habían costado extraordinariamente caros.215

Posteriormente, como la mayoría de los exiliados republicanos, comenzó a sentir la decepción, la amargura y la

215 Ibid., p. 154.

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baja moral. Pero la aguda reflexión, aunada a las sublimes esperanzas, le permitieron canalizar sus inquietudes así como el esbozo de nuevas ideas y programas acordes a la experiencia vivida y a la situación mundial. Por ello, muy por encima del posible retorno, el destierro se prolongó, cargando con las causas políticas, económicas, sociales y culturales de ello, tanto internas como externas. Sin embargo, para Miró se hicieron más vigentes los esfuerzos por esbozar un programa propositivo para el movimiento sindical no sólo español, sino de posibles miras internacionales. Por otro lado, siguió interesándose por el espíritu nacional, por el idealismo, por la postura política y parte del “utopismo” correspondiente al movimiento libertario español. Estas ideas, amparadas bajo la denominación de una “Tercera España”, fueron reinterpretadas por él como un proyecto anarquista, guiado por un carácter tradicional y orgánico, en busca de la sociedad anhelada, resultado de la federación de municipios, sindicatos y cooperativas. A principios de los años sesenta, la división entre los anarquistas exiliados fue cada vez más profunda, lo que llevó a la inevitable ruptura final entre los denominados “ortodoxos” y “moderados”.216 Con el transcurrir de los años, la Confederación Nacional del Trabajo en México se alejó del Ateneo Español, realizando sus reuniones en el Centro Republicano, compartiendo dicho espacio con republicanos y socialistas de la Unión General del Trabajo de México. De ese modo, un considerable número de cenetistas se fueron convirtiendo en parte de la estructura republicana establecida en México. Sin embargo, éstos seguían manteniendo cierto contacto con los grupos de anarquistas exiliados en Toulouse y los clandestinos en España. El brazo principal de la CNT en el exilio en México, aún afirmaba que su condición era temporal y que, con la muerte de Franco, volverían a surgir los ideales anarquistas en España, así como las organizaciones sindicales. Sin embargo, en 1962, se produjo una escisión entre los anarquistas exiliados que hizo ver

216 Véase “Por un poderoso movimiento sindical” e “Ideas para un posible Programa”. Miró, ¿Y España cuándo?..., pp. 153-192.

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más clara su realidad. El grupo considerado “moderado”, criticó la postura tradicional de la CNT, publicando sus denuncias en Comunidad Ibérica, siendo oficialmente expulsados de la Confederación en el año de 1966. Miró, fundador y director de Comunidad Ibérica, protestó por haber sido expulsado de la asamblea de la Confederación Nacional del Trabajo, acusando a sus oponentes de tener una actitud sectaria antiliberal, de tipo bolchevique.217 Sin embargo, además de Miró también fue expulsado el grupo disidente, por generar controversia dentro del grupo anarquista en cuanto a la relación con los sindicatos organizados por el gobierno español. Debido a su postura “posibilista”, malinterpretada por algunos, Miró y sus simpatizantes fueron censurados por los líderes de la Confederación Nacional del Trabajo, acusados de “negociar con los sindicatos verticales del gobierno español” y por alentar la ayuda hacia ellos. En suma, Miró y sus partidarios insistieron en que la CNT tenía que difundir su mensaje a través de instituciones ya existentes en España, o resignarse a no desempeñar ningún papel. En opinión del grupo disidente, aquellos que insistían en un “purismo” y en una falta de cooperación con sindicatos ajenos, se habían divorciado del pueblo español. Además, al oponerse a toda innovación y a toda modificación de sus estrategias hacia España, estaban condenados a una final desaparición, pues esperaban una revuelta libertaria que nunca llegaría.218 Miró y el grupo disidente trocaron la dedicación anarquista por un programa gradual de cambios, encaminados a una sociedad libertaria donde la revolución violenta y destructiva ya no era posible, sino deseaban trabajar dentro de las condiciones existentes en España y poder avanzar hacia una dirección libertaria. Por ello, consideraban a los “ortodoxos” como tradicionalistas, mientras que los disidentes fueron vistos como “modernistas” y, por ende, alteradores de los principios anarquistas clásicos.

217 Véase Comunidad Ibérica. México, núm. 41, mayo-agosto, 1966. 218 Fagen, Transterrados y ciudadanos…, p. 131, cita una entrevista con Fidel Miró, 9 de agosto de 1996.

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Los libertarios ortodoxos no sólo creían que el anarquismo sobreviviría a pesar de Franco, sino que solamente podría sobrevivir si no alteraba sus ideales.219 Pero en realidad, para finales de los años sesenta, las actividades políticas de los anarquistas exiliados, tanto “ortodoxos” como “moderados”, decayeron rotundamente. Sin embargo, hubo anarquistas que continuaron manifestándose bajo el compromiso social, político y educador. Durante nueve años consecutivos, de noviembre de 1962 a febrero de 1971, Fidel Miró Solanes dirigió y editó en la ciudad de México la revista Comunidad Ibérica, abierta a todos los antifranquistas de fuera y dentro de España.220 Dicha revista albergó una gran cantidad de artículos de diversos personajes importantes, entre los cuales podemos encontrar a Diego Abad de Santillán, José Peirats, Ramón Sender, Marín Civera, Juan Rueda Ortiz, Víctor García, Josep M. Muriá, Juan García Pradas, Víctor Alba, José Ramón Arana, Manuel Díaz-Marta, Joaquín Maurín, Juan García Durán, Jerónimo García, M. Fabra, M González, Bruno Alonso, Rodolfo Llopis, Jesús Prados Arrarte, Ramón Álvarez, Pedro Bargalló, Jacobo Prince, Antonio Bermejo, Angel J. Cappelletti, Jacinto Toryho, Juan Gómez Casas, José C. Valades, Diego Valades, Gastón Leval, Eugenio Relgis, Pedro Herrera, Pedro Garfias entre otros. Comunidad Ibérica era una revista bimestral, publicada en México, que se logró distribuir en España y en algunos otros países de América. Se editaron cincuenta números entre 1962 y 1971 bajo la premisa de no ser un órgano de ningún partido ni organización alguna, sino una publicación independiente que daba cabida a distintas expresiones del pensamiento democrático, liberal y revolucionario con la finalidad de liberar a España y posibilitar un régimen social nuevo, de hondas transformaciones de sus estructuras, donde la libertad individual y la justica social no fueran una promesa vaga o una consigna electorera.221

219 Idem. 220 Cit. por Gregorio Gallego. Prólogo a Fidel Miró, Anarquismo y anarquistas…, p.17. 221 Comunidad Ibérica, México, núm. 1, nov-dic., 1962, p. 33.

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Por otro lado, Comunidad Ibérica no fungió como empresa comercial, sino como el resultado del esfuerzo entusiasta de un grupo de idealistas.222 Apareció por el compromiso de numerosos militantes cenetistas y la cooperación de otros amigos con el propósito de alimentar las mejores preocupaciones de los emigrados.223 Los intereses específicos de Comunidad Ibérica se pueden comprender mejor de la siguiente manera:

Aparece esta revista en momentos de gran tensión internacional. Los dos bloques en pugna someten a prueba sus dispositivos militares sobre las zonas de influencia que la guerra fría ha ido poniendo a su disposición. Oriente y Occidente disputan su predominio, y en el forcejeo van incorporando en sus orbitas, violentamente casi siempre naciones viejas y nuevas… No queremos en esta revista apelar al torpe recurso de la lamentación para defender nuestra causa… Estamos seguros de que los españoles de fuera hemos contraído grave responsabilidad: la de no emplear el tiempo de que se ha dispuesto para establecer un plan capaz de poner en juego las energías propias y del país para luchar por su liberación… Comunidad Ibérica, quiere alentar las preocupaciones de los emigrados, y en lo que pueda, de los del interior, en su afán de ver el problema común en términos de eficacia…224

Es indiscutible la incansable tarea de la revista Comunidad Ibérica, así como la convicción de Miró para llevar a cabo, en compañía de otros exiliados, dicho proyecto editorial, siempre con la preocupación social, política e ideológica que lo caracterizaba. Fueron nueve años los que Comunidad Ibérica lo mantuvo en desvelo, los cuales dan muestra de la tenacidad y resistencia de este exiliado, ya que, además de fundador, director y editor, también escribió diversos artículos como:

222 Ibid., p. 40. 223 Ibid., núm. 2, enero-febrero, 1963. 224 Ibid., núm. 1, noviembre-diciembre, pp. 1-2.

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Múnich y el Cambio incruento, 1962. Panorama económico y supuestos políticos, 1963. En torno a la revolución cubana, 1963. Una política de miseria, 1964. Reajustes y crisis, 1964. Para una política de la abundancia, 1965. Contribución a un posible programa mínimo de la CNT, 1965. Por qué contrarios a las “nacionalizaciones” y al entendimiento con los comunistas, 1965. España, comunidad de pueblos, 1967. En torno a la guerra de Vietnam, 1967. La batalla del oro, 1968. Un mundo convulsionado, 1968. Socialismo en libertad, 1968. López Rodó anuncia el 2do plan de desarrollo, 1968. Autómata o revolucionario, 1969. Actualización del anarquismo, 1969. ¿Reconciliación de Marx y Bakunin?, 1969. Reportaje: Impresiones de un viaje por la España de hoy, 1970. La iglesia en España, 1970. Panorama social de Cataluña, 1971.

Durante casi una década las preocupaciones sociales, políticas, económicas y culturales no sólo de España, sino de otros países de Europa y América, llenaron las páginas de Comunidad Ibérica. Las diversas temáticas abordadas hicieron de esta revista un proyecto de debate elaborado por exiliados, que aun todavía en los años sesenta buscaban una renovación de pensamiento crítico, con el propósito de responder a un sinfín de preguntas. Por ello, Comunidad Ibérica debe abordarse de manera particular y precisa, como una manifestación que a lo largo de esa década, representó la tenacidad de diversos exiliados, preocupados por España tanto como por el crítico panorama internacional que aquejaba al mundo. La revista Comunidad Ibérica alcanzó el medio centenar de entregas; pero se despidió con los números 49 y 50, correspondientes a noviembre-diciembre de 1970, y enero-

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febrero de 1971. Miró y el grupo redactor resaltaron la incansable labor que un gran número de colaboradores llevó a cabo en dicha revista y, como reflexión final, escribieron lo siguiente:

Se nos va un amigo; un confidente de inquietudes renovadas. Este es el último número de Comunidad Ibérica. Una de las razones de la suspensión de la revista es la estrecha malla del correo español que impide, casi en su totalidad, la circulación de nuestro órgano por tierras peninsulares, haciendo sumamente costosa y parcialmente inútil su aparición y envío… Cuesta trabajo pensar que Comunidad Ibérica va a dejar de existir… Comunidad Ibérica pudo cumplir, a través de sus páginas, el raro destino de la ecuanimidad constructiva… Creemos que Comunidad Ibérica en sus nueve años de existencia ha salido airosa en el empeño… Cabe afirmar que la redacción de la revista jamás ha abjurado de sus principios; jamás ha traicionado lo que un día nos envió a las trincheras enfrentándonos a la reacción. Por el contrario se ha encarado al problema español con realismo… Comunidad ibérica por eso se nos muere, se nos ausenta… Más no permaneceremos fuera del concierto diario español. Pensamos seguir como grupo, editar libros sobre problemas del pasado y del presente ibérico, difundir documentos y notas que normen el criterio español. Será la mejor manera de honrar la labor de Comunidad Ibérica. Y hay algo más. Quizás, más adelante, cuando el clima de libertad para España exista, Comunidad Ibérica volverá a aparecer en las tierras que le dieron su razón de existir. Y confirmamos en que, bajo una atmosfera de tolerancia, bajo una atmosfera civilizada, el dialogo fecundo, no el destructivo, presida su manera de ser. Simplemente a la manera de cómo fue.225

225 Comunidad Ibérica. México, núms. 49-50, noviembre-diciembre, 1970 y enero-febrero, 1971, pp. 7-8.

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Ante el exilio prolongado, 1970-1998

Con la década de los años sesenta casi llegando a su fin, y con las secuelas de acontecimientos como lo fue mayo de 1968, era inevitable que Fidel Miró reflexionara acerca del panorama sociopolítico. Por cierto, en 1967 había publicado su segundo libro en el exilio Cataluña, los trabajadores y el problema de las nacionalidades.226 Sus puntos de vista los plasmó en algunos artículos en Comunidad Ibérica,227 para después -en 1969- publicar el libro titulado El anarquismo, los estudiantes y la revolución.228 Así percibió los cambios de ese momento:

Todo parece indicar que en 1968 se inició una etapa de lucha en torno a la consecución de cambios trascendentales. La irrupción de los estudiantes en el escenario político con nuevos métodos de protesta, por así decirlo, una decidida toma de posesión revolucionaria frente a la acentuada inclinación mantenida durante años por consolidar el estatus quo. Señalando objetivos cada vez más precisos, la presión estudiantil ha tomado la iniciativa y actúa como detonante y fuerza de primera línea. La retaguardia de esta fuerza, tan necesaria como positiva, habrán de formarla obreros e intelectuales cada vez en mayor número y decisión, siempre en procura de que la historia defina esta etapa como toma de conciencia ciudadana de la Universidad, o como proceso determinado por minorías de intelectuales unidos al sector estudiantil.229

Miró dedica buena parte del libro a la personalidad y obra de los teóricos del anarquismo de cada época histórica, siguiendo un orden y fin precisos. Su obra es palpitante de experiencia y meditación, pero influenciado claramente por los

226 México: Editores Mexicanos Unidos, 1967. 227 Algunos artículos adaptados a su libro fueron “Un mundo convulsionado”, 1968; “Socialismo en Libertad”, 1968; “Actualización del anarquismo”, 1969; “El anarquismo, los estudiantes y la violencia”, “Índice de un libro, 1969”; “¿Reconciliación entre Marx y Bakunin?”, 1969. 228 México: Editores Mexicanos Unidos, 1969. 229 Miró, El anarquismo…, pp. 196-197.

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acontecimientos de la primavera de mayo de 1968 en Francia y muchos países más.230 Aparte de abordar las principales características de la rebelión juvenil -tales como el uso, la negación y la naturaleza de la violencia, propósitos, razones y límites de la protesta estudiantil, la “rebeldía sin causa”, verdad y mito de la revolución, etc.-, bajo la idea revisionista, elaboró un reportaje histórico sobre el anarquismo, analizando las grandes explosiones populares, sus corrientes y sus hombres más significativos. Además, hizo palpable la polémica que giraba en torno al posible entendimiento ideológico y conciliación entre Marx y Bakunin, para la elaboración de una nueva estructura revolucionaria más eficiente entre los movimientos juveniles. Sin duda alguna, su obra trató de llenar un vacío que desde hace varios años venía creciendo en España, debido al silencio impuesto a la propaganda y sus defensores. Lástima que Miró, no pudo escribir, hablar y actuar en la tierra que correspondía a su ideal. En Cataluña libre. El trabajo que ofreció no es espontaneo, ni improvisado, fue la cosecha de años de meditación, de experiencia como militante, parte del arsenal de recuerdos y documentos, la expresión de su voluntad de potencia cultural que no dejó de enriquecerse con el paso del tiempo. A la vez sus ideas evolucionaron, su criterio se ensanchó. Por ello, su obra es sincera, clara, de ideas concretas, sin sectarismo, es un documento que enriqueció el patrimonio ácrata y un archivo para todos los que deseen documentarse sobre la filosofía anarquista.231 A principios de la década de los sesenta, Fidel Miró, al igual que otros exiliados españoles, pudo regresar libremente a Cataluña; y luego volverá en cuatro o cinco ocasiones más. Aparte, como actividades clandestinas, realizó alrededor de cuatro viajes a Francia -a partir de 1963 en su frontera con Cataluña- antes de la muerte de Franco. Él recuerda esos viajes así:

230 Comunidad Ibérica, México, núm. 46, mayo-junio, 1970, p. 58. 231 Ibid., p. 60.

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En 1958, cuando aún se consideraba en el exilio una especie de deserción visitar a España, solicité visado a la representación del Estado Español en México, el cual me fue denegado, pero concedido tres años después. A partir de entonces hice frecuentes viajes a la Península, aproximadamente uno por año. En cada uno de esos viajes celebré reuniones en Madrid, Valencia y Barcelona con los grupos de compañeros que se mantenían activos, dentro de sus escasas posibilidades de actuación.232

Las estancias más prolongadas fueron en Cataluña, asistiendo a algunas reuniones con relación a la Confederación Nacional del Trabajo. Actividades realizadas en el Comité Regional de Cataluña, 1972-1973; en Madrid, 1974; reunión de delegados metalúrgicos de la CNS, 1975; la asamblea del 29 de febrero de 1976 y el frustrado coloquio en Barcelona, debido al dominio de los “ultras” de la Confederación Nacional del Trabajo radicados en Toulouse, Francia, y que los “reformistas” del interior de España fueron presionados por el sector radical. Elaboró un informe titulado “Panorama Social de Cataluña”, el cual fue expuesto en el Orfeó Catalá de México el 28 de noviembre de 1970. Cabe señalar que en ese ciclo de conferencias, el Dr. Pelair Vilar se hizo cargo del panorama cultural; Ramón Peypoch del panorama económico y Antoni Dot del panorama político.233 Sin embargo, Miró optó por no quedarse en Cataluña por diversas razones:

No fui a España con el ánimo predispuesto para hacer turismo, sino acuciado por la necesidad de llevar a cabo una consulta facultativa relacionada con mi estado de salud, que no viene al caso manifestar. Pero una vez allí, en el entretanto de obligada espera, quise aprovechar mi tiempo libre en cotejar algunas de mis

232 Miró, Anarquismo y anarquistas…, pp. 196-197. 233 Véase “Panorama Social de Cataluña”. Comunidad Ibérica, núms. 49-50, noviembre- diciembre, 1970 y enero-febrero, 1971, pp. 17-32.

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opiniones ideológicas con la realidad visible y tangible de la situación general de la España actual.234

De manera que nos presenta sus impresiones después de haber participado en diversas conferencias acerca de la Confederación Nacional del Trabajo, del anarquismo y la revolución española; además de las conversaciones particulares con compañeros y amigos de gran trascendencia y otros conocidos. Refiere que hizo varios viajes a España encontrándose con viejos allegados como Manuel de Salas, Armando López y Casasús. Antes de la muerte de Franco, participó en una entrevista muy criticada con Martín Villa, Socias Humberto y Juan Ferrer Vilamart.235 Fidel Miró afirmó que España ya no era la misma, por ende, percibió sus propias ideas como un cliché del exilio muy lejos de la realidad social, política y económica de España. Es así como emprendió un análisis acerca de la realidad que dicho país estaba experimentando treinta años después del exilio republicano. Entre las problemáticas que analizó se encontraban el orden económico, la situación del agro, el sector cooperativo, el gobierno actual, la falange, el sindicalismo, las juventudes libertarias y, en general, todo tipo de oposición al régimen franquista. Sin embargo, lo que sacó de aquella visita no fue del todo favorable, como para que decidiera quedarse en una España que él comprendía cada vez menos.236 A lo largo de la década de los años setenta, algunos anarquistas exiliados al sentirse cada vez más alejados de su realidad, tuvieron que renovar su pensamiento y conducta personal bajo un carácter más ético. Fue así como a través de libros, revistas, periódicos y otros medios de información tuvieron la convicción de difundir el ideal anarquista en sus diversas formas.

234 Reportaje: “Impresiones de un viaje por la España de hoy”. Comunidad Ibérica, México, núms. 44-45, enero-febrero y marzo-abril, 1970, p. 33. 235 Véase Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran… 236 Véase “Reportaje: Impresiones de un viaje por la España de hoy”…, pp. 33-44.

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Miró siempre se vio comprometido a realizar esta incansable tarea por lo que, una vez concluida la existencia de Comunidad Ibérica, tuvo que buscar otras maneras de expresión crítica. Fue así como, desde una postura activa, siguió colaborando con el movimiento libertario español, pero también con el mexicano, ya que impulsó la creación del Centro Cultural Libertario “Ricardo Flores Magón”. Además, en esa misma década, participó en la reactivación de la Confederación Nacional del Trabajo en el exilio. Nuevamente se propuso poner el dedo en la llaga de las conflictivas divergencias del Movimiento Libertario en el exilio, específicamente, de las diversas corrientes que sacudieron a la Confederación Nacional del Trabajo a lo largo de los años setenta. El problema no era nuevo, en el análisis y las críticas de Miró, sin embargo, sus observaciones abrieron espacio para un nuevo episodio de incertidumbre interna de la CNT, debido a la divergencia entre los denominados “reformistas” y “ultras”, como lo señaló él mismo:

El problema está planteado entre “reformistas” y “ultras”. Los primeros aspiran a que la CNT se consolide como central sindical fiel a sus tradiciones libertarias, pero abierta a todos los trabajadores y a sus problemas más inmediatos y cotidianos. Los segundos, son los partidarios del “todo o nada” y se inclinan por los planteamientos más radicales de carácter ideológico. Ambas corrientes han estado siempre presentes en la CNT y en algunos periodos han provocado crispaciones ideológicas que han llegado hasta la ruptura.237

La oportunidad de seguir vigente ideológicamente, se vio reflejada en la conjugación de sus críticas plasmadas en un nuevo libro titulado Anarquismo y anarquistas.238 En éste intentó poner al día su pensamiento político-social, a la luz de las experiencias vividas en el movimiento obrero español y del acontecer universal. Él mismo afirma:

237 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 16. 238 México: Editores Mexicanos Unidos, 1979.

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Una causa fundamental de dicha inquietud radica en el hecho de que al poco tiempo de terminar nuestra guerra civil se produjese la Segunda Guerra Mundial, con una larga secuela de horrores llevados a los más insospechados extremos: sacrificios humanos multitudinarios y adversidades colectivas subsiguientes, cuyos responsables principales fueron juzgados en Nuremberg (1945- 1946).239

Reconoce que, al revisar sus propias convicciones, se dio cuenta que sus opiniones discrepaban de aquellas que sostuvo veinte años antes, siendo joven e impulsivo. Por ello, dirigió su crítica hacia la juventud revolucionaria de los años setenta, con el propósito de aclarar los peligros que pueden surgir, a raíz de la extrema manifestación revolucionaria, sin sentir verdaderamente el ideal revolucionario, sino simplemente porque está de moda, por “snobismo”, por “aventurismo” o por “gamberrismo”.240 No obstante, las críticas más directas se enfocaron a la crisis interna de la Confederación Nacional del Trabajo, así como a las tácticas ácratas de ésta. Bajo un reformismo revolucionario, que según Miró consistía en adoptar posiciones de lucha que, con el apoyo popular, condujeran a superar etapas de estancamiento con la menor violencia posible, pero sin descuidar los verdaderos objetivos y metas revolucionarias,241 éste llevó a cabo ciertas observaciones concretas en oposición al “puritanismo anarquista” que dominaba a la Confederación Nacional del Trabajo, el cual, en su opinión, sólo llevaba a un dogmatismo. De allí que esbozará una proyección en distintos niveles para el posible resurgimiento de las poderosas centrales anarcosindicalistas, puesto que:

No había trayectoria sin programa. O es un marchar incierto. Al proponernos una meta es menester trazarnos una ruta, con sus puentes para salvar abismos y sus curvas para alcanzar las cimas.

239 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 29. 240 Ibid., pp. 38-39. 241 Ibid., p. 103.

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En nuestros medios está muy arraigado el concepto de que “programar es hipotecar el porvenir”. Y se tiende a confiar en exceso en la improvisación y la intuición del pueblo. Cuando se sueña en crear un mundo nuevo, es ésta una confianza en extremo peligrosa. Hay que desechar la idea y el temor de ahondar las diferencias al tratar de revisar y renovar tácticas y conceptos. Si queremos entendernos debemos hablar claro, expresar cada uno en alta voz lo que lleva dentro. Y así sabremos, a la vez, si es que llevamos algo.242

La Confederación Nacional del Trabajo, afirmaba Miró, no debía ser una iglesia, ni mucho menos un credo o un dogma, por lo que tenía que cambiar de tácticas y conceptos, desechar el “todo por el todo” a cambio de la lucha constructiva día tras día, abandonar sistemáticamente toda idea de oportunismo político y toda tendencia a la de imposición y a la dictadura. Los “colaboracionistas”, dice Miró:

Queremos colaborar, marchar juntos, con cuantos aspiran sinceramente, de una u otra forma, al perfeccionamiento de la humanidad, a una cada vez mayor conquista de la libertad y de bienestar, con los que tienen como aspiración suprema la libertad y la justicia. Queremos marchar unidos por caminos rectos. Sin odios ni recelos. Sin segundas intenciones. Cada cual con su idiosincrasia y su estandarte. Sin que haya divorcio entre fines y medios. Ayudar y que nos ayuden. Contribuir siempre en la parte que nos corresponde, mayoritarios o minoritarios, y participar con justicia de las conquistas logradas. Siempre por el camino de la libertad y la comprensión. Colaborar de buena ley con todos los hombres de buena fe, teniendo como fundamental premisa el principio de libertad y dignidad del individuo y el derecho del pueblo, de todos los pueblos, a un régimen de bienestar y de justicia social. ¡Somos colaboracionistas!243

242 Ibid., p. 154. 243 Ibid., p. 156.

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Por haber defendido abiertamente la alianza CNT-UGT, en 1934; haber actuado a favor de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas; haber sido partidario de la colaboración gubernamental en 1936, posteriormente, en la década 1950- 1960; haber militado en la fracción “reformista” a todo lo largo del exilio, no haber aprobado la línea de actuación de la Confederación Nacional del Trabajo tras la muerte de Franco y por entrevistarse con antifranquistas como Martín Villa y Socias Humberto (sin concretar cosa alguna), Fidel Miró sintió la pena de sus principales desafueros. Por otro lado, en los años setenta, se hicieron notorias ciertas divergencias de éste con los anarquistas Juan García Oliver y Federica Montseny, las cuales tenían hondas raíces desde 1934:

Mis primeras divergencias con Federica arrancan, si la memoria no me es infiel, a partir de 1934, aproximadamente, o sea poco después de mi regreso a España. Por aquel entonces publique en Solidaridad Obrera algunos artículos a favor de la alianza CNT- UGT, de la que se manifestaba contraria a la Revista Blanca (propiedad de la familia Montseny).244

Sin embargo, las divergencias entre ellos iban más allá desde que Fidel Miró, como secretario general de las Juventudes Libertarias, se pronunció en contra de los nombramientos de ministros, lo que le costó que el Comité Regional de la Confederación Nacional del Trabajo de Cataluña le prohibiera hablar en público durante cuatro meses, ya que Federica Montseny ocupaba el cargo de Ministro de Sanidad. Posteriormente, en 1938, Fidel Miró manifestó su desacuerdo respecto de la conveniencia de la nueva participación cenetista en el Gobierno, por lo que Montseny, como miembro del Comité Peninsular de la FAI y partidaria de la tesis del presidente Juan Negrín, calificó a Miró de “jacobino”.245 Estas divergencias se prolongaron hasta su salida de Cataluña, haciéndose más visibles en la constitución del

244 Ibid., p. 208. 245 Ibid., p. 209.

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Consejo General del Movimiento Libertario en París (25 de febrero de 1939) y, posteriormente, en la creación de los dos organismos para el auxilio económico y posible evacuación a América de los miles de españoles refugiados en Francia: el SERE, donde se ostentaba Federica Montseny, y la JARE bajo la representación de Juan Peiró.246 Más tarde, ya establecido en México el primer Gobierno de la República en el exilio, a la Confederación Nacional del Trabajo se le ofrecieron dos carteras. Por escasa mayoría, los cenetistas en México designaron a Juan García Oliver y Aurelio Fernández para ocupar los dos ministerios; sin embargo, Miró se unió a los opositores de esta decisión. Después de algunos meses, se celebró el Congreso de la CNT exiliada en Francia, bajo el grupo dominante de Federica Montseny, el cual se opuso rotundamente a la participación de la CNT en el Gobierno Republicano del exilio, siendo causa fundamental de la escisión del Movimiento Libertario exiliado.247 Después de varios intentos en pro de la unidad antifranquista, Federica Montseny estuvo en México, sin hacer la más ligera mención en favor de la unidad cenetista, por lo que, según Fidel Miró, no tuvo gran aceptación. Con más claridad, dice al respecto:

De alguna manera la división o escisión estaba estrechamente relacionada con las divergencias ideológicas y tácticas existentes en la CNT desde mucho antes de nuestra guerra civil; era la continuación casi sistemática de la clásica división entre moderados y radicales, posibilistas y maximalistas; la misma división que produjo la escisión treintista y, mucho más antes, las adjetivaciones a priori de reformistas y revisionistas por parte de los “ultras” contra Salvador Seguí, Eleuterio Quintanilla, Ricardo Mella y tantos otros hombres prominentes del pensamiento libertario español. Pese a todo, es opinión muy generalizada que la

246 Ibid., p. 213. 247 Ibid., p. 215.

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escisión no se habría producido de haber sido Federica Montseny designada para ocupar un ministerio en el Gobierno Giral.248

Poco después de la muerte de Franco, Federica Montseny se refirió a Miró como “agente de la CIA”, a lo que respondió este último con una carta abierta contra dicha calumnia, fechada el 27 de junio de 1976.249 Cabe mencionar que no hubo replica alguna por parte de Montseny. Aquí algunos párrafos de la carta de Miró:

Teniendo en cuenta su natural inclinación a la demagogia y la calumnia, no merecería el caso mayor atención si no se adivinase en ello los pretendidos alcances de una incalificable maniobra, orquestada burdamente por periodiquillos, comités y grupitos que se intitulan portavoces de la CNT excluyente y cerrada a toda libertad de pensamiento, con un dogmatismo más cercano al espíritu bunkeriano, que a una tolerancia y aglutinadora organización de sigo libertario. Posiblemente no hubiera sido causa de dirigirle esta carta el sólo hecho de lesionar mi dignidad con su malintencionada afirmación… no se percibiese un calculado empeño en sembrar dudas y desprestigio en torno a un buen número de compañeros que… vienen trabajando desde siempre por la CNT. La contumacia en los insultos y despropósitos, el afán de alimentar un confusionismo disgregador y el obstinado empeño de lanzar un cieno indiscriminadamente contra quienes tienen algo que decir y no se someten dócilmente a un gregarismo beato y a un imperativo de clan absorbente e inapelable, me han obligado a escribirle para pedirle una inmediata rectificación de sus ofensivas acusaciones, tanto las inferidas a mí como las por usted y sus seguidores lanzadas contra otros militantes… Quede bien entendido que la rectificación que le solicito se entiende como declaración explícita de que tales acusaciones, en especial la que se refiere a que soy un agente de la CIA, son artificiosas, gratuitas y sin base alguna.250

248 Idem. 249 Véase Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 220. 250 Miró, Anarquismo y anarquistas… pp. 221-223.

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En lo que respecta a las diferencias entre Juan García Oliver y Fidel Miró, éstas se plasmaron en algunos párrafos del libro de aquel: El eco de los Pasos,251 donde acusa a Fidel Miró de haberse infiltrado en el movimiento libertario catalán como un oportunista más, como alguien que siempre buscó actuar en los puestos de dirección de la Federación Anarquista Ibérica, Confederación Nacional del Trabajo y de las Juventudes Libertarias. A lo que el aludido respondió:

De todos es sabido que milité particularmente en las JJ. LL. y que no ocupé ningún cargo relevante en la CNT. De la FAI fui miembro del Comité Regional de Cataluña, por tres o cuatro meses, durante el “bienio negro” y dimití debido a la escasa actividad de dicho Comité. A la sazón era secretario general de las JJ. LL. de Cataluña.252

No obstante Miró reconoce que Juan García Oliver representaba, para todos los jóvenes libertarios catalanes, un líder por excelencia. Sus ideas sobre “gimnasia revolucionaria”,253 la revolución a plazo fijo, el “ir a por el todo”, eran conceptos que los jóvenes aceptaban sin reservas ya que correspondían a las ilusiones revolucionarias. En el exilio, Fidel Miró recordó lo siguiente:

251 Carlos M. Rama afirma que El Eco de los Pasos, de Juan García Oliver, es la obra de un anciano memorioso extremista, proveniente de un hogar de obreros textiles que se define como anarquista de origen proletario, que espera derrocar al Estado y a la sociedad burguesa, e instaurar el comunismo libertario práctico, de la acción directa y no del todo teórico. García Oliver habla de anarcosindicalismo, del Comité de Milicias, de la CNT, de su participación en el gobierno como Ministro de Justicia y Cultos del Estado Español en el segundo gobierno de Largo Caballero, de los anarcosindicalistas en el exilio en México, de la crítica a los militantes de postura “posibilista” a los cuales tachó de conservadores pequeñoburgueses como Diego Abad de Santillán, Federica Montseny y Fidel Miró. Véase Rama, Fascismo y anarquismo… 252 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 226. 253 La gimnasia revolucionaria en forma permanente era idea principal de García Oliver, por entonces reconocido como líder máximo del movimiento confederal y anarquista de Cataluña. La consigna podría enmarcarse en la vieja teoría científica de que la función hace el órgano y que el órgano desarrollado facilita la función. Había pues, que ensayar la práctica revolucionaria en cualquier ocasión y lugar que se hiciera posible. La teoría que pudiera ser en algunos aspectos inobjetable, especialmente para aprender, probar, ensayar, corregir, según mi punto de vista, resulta contraproducente en el orden revolucionario. Fidel Miró afirma que la “gimnasia revolucionaria” sólo eran ensayos revolucionarios y no una verdadera revolución social. Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 271.

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No siempre coincidimos; en más de una ocasión sostuvimos disímiles, pero nunca, que yo recuerde, nos violentamos o enemistamos. Así fue hasta hace unos cinco años, cuando en Guadalajara, México, donde él reside, tuvimos un amplio cambio de impresiones con él, Santillán, Ramón J. Sender y yo. En torno a la situación de España y a la posible proximidad de nuestro retorno. Ahí si discrepamos abiertamente, pues él seguía pensando en la revolución total, en “ir a por el todo”… y yo en hacer viable una auténtica democracia y tratar de sacar de cada coyuntura el máximo posible en aras a un mañana cada vez mejor. Cerca ya el final de la reunión, García me dijo en tono un tanto molesto y despectivo: “Miró, tu nunca has pasado de ser un demócrata liberal” a lo que yo le conteste: “Y tú, para no pocos compañeros siempre has sido un bolchevique”. Prefiero conservar en mi mente la imagen del García Oliver de mi juventud y no la de un bolchevique egocéntrico y estrafalario, imagen que puede resultar de la lectura de sus memorias.254

Miró afirma que García Oliver escribió su biografía cuando se sentía completamente solo, con un enorme desencanto y hasta un cierto resentimiento, como el mismo García Oliver lo confiesa al final de su libro. Éste se encontraba tremendamente deprimido, perdidas todas las ilusiones, grandes ilusiones revolucionarias que lo habían alentado y apasionado a todo lo largo de su existencia, llena de vicisitudes y adversidades, pero a la vez de éxitos y realizaciones fecundas.255 Por otro lado, sobre el libro de García Oliver, Miró opina: “es justo decir que está muy bien escrito, es a la vez ameno y fluido, pero carece de rigor histórico en muchos casos, y la nostalgia, el resentimiento y la egolatría están siempre presentes. Es, además, fácil deducir que hay mucha imaginación a posteriori”.256 En 1983 Miró decidió escribir sus memorias, las que aparecen en 1989 en su libro autobiográfico Vida intensa y

254 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 227. 255 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 269. 256 Ibid., p. 171.

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revolucionaria. Juventud: amor, sueños y esperanzas.257 Fue una tarea que planeó mucho antes, pero no fue sino hasta que vio un programa de la Televisión Española, dirigido por Jesús Hermida, titulado “Su turno” que se decidió, pues allí se presentaron a seis jóvenes, con una edad promedio de 19 años, quienes dieron, salvo una excepción, muestras de pobreza intelectual y anímica, sin ideales.258 Muchos fueron los factores que influyeron para que Miró escribiera sobre sus experiencias; sin embargo, el motor primordial fue la incertidumbre intelectual que observó en la juventud a lo largo del siglo XX, además del desentendimiento de los jóvenes hacia alguna postura ideológica o política. Por lo que conscientemente,259 dentro del parámetro de sus intereses, lo que pretendió, al legar sus experiencias de juventud, fue no sólo atestiguar su larga trayectoria como ideólogo anarquista, sino poder reanimar de cierta manera lo que él consideraba ser joven.260 Por ello afirma:

No es este un libro de memorias con la pretensión de aportar importantes datos y relatos históricos de hechos trascendentales. No. Esto ya lo han hecho muchos y bien, aunque también demasiados personajes y personajillos con excesivas pretensiones. Escribir historia es mejor dejarlo para los auténticos historiadores y para algún gran timonel o personaje que en un momento dado haya sido factor determinante en el devenir histórico. Es un libro de recuerdos y reflexiones, enmarcados en el contexto histórico en

257 México: Editores Mexicanos Unidos, 1989. 258 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 7. 259 Lowenthal asegura que toda conciencia del pasado se basa en la memoria. A través de la memoria recuperamos la conciencia de los acontecimientos pasados, distinguimos el ayer del hoy y nos aseguramos de que hemos experimentado un pasado. Sin embargo, la gama de significados que normalmente están ligados a la memoria supera y, a veces, oscurece estas relaciones con el pasado. Véase Lowenthal. El pasado es un país extraño. Madrid: Ediciones Akal, 1998, p. 282. 260 Bajo la mirada de François Hartog, la memoria funge como el vehículo de reconocimiento social y como creadora de imágenes. Por lo que el retorno incesante de esas imágenes empuja a mantener viva la memoria ante la inclinación histórica a favor del olvido. El gran juego del presente una vez más, en el punto de mira de Hartog, la memoria se trasfigura como agente de futuro. Una vez más mirar el futuro es mirar lo que guardó el espíritu del progreso. François Hartog. “El testigo y el historiador”. Historia y Grafía. México: Universidad Iberoamericana, núm. 18, 2002, p. 160.

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que transcurrió mi juventud, de los quince a los veintinueve años, esto es, de 1925 y 1939. Primero bajo la dictadura en Cuba del general Machado, luego en Jamaica bajo el coloniaje del Imperio británico y ya en España, durante la Segunda República, de 1933 a 1939.261

Miró reafirma que sus recuerdos son el relato de un idealista en plena Juventud, enrolado en luchas políticas y sociales y bajo el influjo de una máxima emoción, esperanzas e ilusiones. Por consiguiente, dice al respecto:

La juventud es amor a la vida, es generosidad y desprendimiento. Es darse sin medida, con afanes de reciprocidad pero sin cálculos mezquinos, sin egoísmos, olvidando fácilmente el deber y el haber. Juventud es sinónimo de optimismo, ilusión y exaltación; es entusiasmo a flor de piel, afán de aventuras, de correr tras una estrella, de saber cuánto se ignora, de vivir intensamente. Es deseo impulsivo de “vivir a su aire”, sin trabas impuestas que coarten la voluntad, sin prejuicios ni convencionalismos, sin coacciones ni tabúes, sin odios ni rencores, juventud es fraternidad y amor, altruismo y placer, es hacer y dejar hacer.262

Hasta sus últimos momentos, el significado de juventud para Miró representó inquietud e imaginación, las que siempre se han visto amenazadas por la desilusión, los convencionalismos, los prejuicios, el egoísmo y el desvanecimiento de los ideales. En sus propias palabras:

261 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 9. Además de hablar de sus memorias de niño, su viaje a Santiago de Cuba, a Jamaica, Kingston, su regreso a España, su participación en la Guerra Civil Española y parte de su exilio en Francia, Suiza y Santo Domingo, Fidel Miró integró cinco anexos. El primero referente a sus discrepancias con García Oliver; el segundo sobre la obra constructiva en la revolución; el tercero acerca de las causas y objetivos del “pustch” de mayo; el cuarto contiene el editorial de despedida de Comunidad Ibérica titulado “Socialismo en Libertad” y el quinto se refiere a algunas notas biográficas específicamente de Diego Abad de Santillán, Pedro Herrera, Mariano Vázquez “Marianet”, Félix Martí Ibáñez y Esteban Pallarols. 262 Idem.

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La juventud se pierde en la medida que el individuo se va acoplando sin protestas ni resistencias a la sociedad heredada, a los conceptos y normas establecidas, a la injusticia y a los atropellos diarios, con un simple encogimiento de hombros o una exclamación para sus adentros de “así es la vida”. Se pierde si nos abandona el anhelo de ser alguien por nosotros mismos, y nos conformamos con un distintivo cualquiera, con una vestimenta más o menos original, con un bienestar económico personal, un diploma o nombramiento, un poder circunstancial, un protagonismo pasajero.263

Siempre consideró la necesidad de una juventud renovada, partidaria de cambios eficientes e ideales humanistas, fraternos y de justicia, la cual debe estar encaminada a transitar por senderos propositivos y así crear relevantes proyectos a futuro. Bajo estas perspectivas, al presentarnos sus vivencias, nos integra a la intención de contribuir, de alguna manera, a que la juventud tenga una vida intelectual propia, con el ánimo de ser útiles a una constante superación de la humanidad en todos los ámbitos; esto es, como un anarquista consciente, que trabaja por un mundo mejor. A finales de 1980, con 79 años de edad, afirmó que su pensamiento había evolucionado al paso de los años, cambiando y reforzando algunas convicciones que de joven arraigó con gran fuerza:

Ya no creo en las soluciones violentas con las cuales se pueden transformar radicalmente las bases de nuestra sociedad injusta e inhumana. No creo en la revolución violenta como remedio de todos los males. Pienso que es una utopía, y las experiencias históricas me han dado pie para llegar a esta conclusión: la gran revolución francesa del siglo XVIII, la Rusa de 1917, la nuestra de 1936-1939; la China de Mao Tse Tung para no mencionar otras menos conocidas han ejemplarizado que ese no ha sido un paso decisivo para la emancipación humana… Cuando empecé a tener

263 Ibid., p. 10.

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nociones de filosofía y de la evolución del pensamiento, sentí que era uno de los logros más importantes de mi vida A partir de entonces mi existencia ha tenido sentido.264

En la parte final de su libro Vida intensa y revolucionaria, dio gran valor a su acontecer moral, intelectual y social con base en el código moral y ético que rigió su vida diaria, afirmando:

Desde joven decidí estar siempre con los explotados y oprimidos, con aquellos que en toda circunstancia se encuentran en inferioridad de posibilidades para salir de su pésima condición y luchar porque prevalezca en nuestras sociedades el bienestar y la constante superación de la mayoría. Creo que nadie es poseedor de la verdad absoluta y que entre los peores defectos humanos se encuentran el egocentrismo, la soberbia y el dogmatismo intransigente. Estimo que hay que vivir con intensidad, porque la dicha personal consiste principalmente en no dejarnos ganar por el fastidio o el aburrimiento. La felicidad individual es la suma de pequeñas y grandes satisfacciones. En resumen, el individuo con criterio y dignidad será siempre la piedra angular para una constante superación social.265

A pesar de que en 1989 publicó parte de sus memorias de juventud, Miró no plasmó de manera precisa sus años de vida en México. Sus intereses siempre estuvieron enfocados en publicar artículos, ensayos y libros acerca del exilio político, de su prolongación, sus tácticas y del pensamiento anarquista español e internacional, además de otros problemas sociales vivos en el mundo y otras inquietudes literarias. Por ello, fue un portavoz lúdico y dinámico de las ideas libertarias en Iberoamérica que, fiel a su ideología y principios humanistas, trató de dejar un ejemplo inmarcesible a las nuevas generaciones. Cabe mencionar que un año después de publicar sus memorias y testimonios, en 1990, Fidel Miró dejó la dirección de Editores Mexicanos Unidos a la edad de los 80 años,

264 Ibid., p. 265. 265 Ibid., p. 266.

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asumiendo la directriz su hija Sonia Isabel Miró y su yerno Roque Laclau.266 Al año siguiente, Miró emprendió un nuevo viaje literario. Una inquieta travesía a sus ochenta y un años de edad, de un matiz diverso a lo que estaba acostumbrado a escribir, pero conservando ciertas observaciones y experiencias de España, Cuba, Jamaica y la República Dominicana. Publicó un libro de cuentos titulado: La trapecista. Cuentos de amor, humor, tragedia.267 Cabe mencionar que hasta sus últimos momentos de vida, siguió publicando artículos de carácter político-social acerca del panorama internacional. Fidel Miró abordó diversas temáticas en sus cuentos que van desde el amor, la tragedia, el humor, temas sociales, etc., con el propósito de causar emociones y motivos para reír y reflexionar a la vez. Son cuentos escritos en lenguaje llano, sin excesos literarios y con personajes de carne y hueso. Su prosa es escueta, directa, ausente de rodeos y por lo mismo muy humana, un tanto áspera; pero de esa delgada urdimbre surgen relatos vivos, retablos de la comedia humana salpicados de gracia y un sentido especial de humor. A veces unas heridas silenciosas. No hay tiempo para situaciones dulces, románticas, pero el efecto es instantáneo y el lector participa, según sea el tema, de la farsa o de la tragedia. Cada cuento es un suceso vivo y cala a pesar de la apariencia superficial. Sus personajes están tomados de la realidad y se extraen de ellos moralejas que destilan actitudes

266 La empresa editorial EDIMEX sita en la calle González Obregón No. 5 de la ciudad de México, sigue funcionando en la actualidad, a cargo de Sonia, habiendo editado más de dos mil títulos. Su fondo editorial mantiene varias colecciones: ciencias sociales, literatura universal, literatura latinoamericana, antologías poéticas, colección textos y diccionarios, antologías del pensamiento anarquista, colección de libros de memorias… 267 México: Editores Mexicanos Unidos, 1991. Entre los cuentos contenidos en su libro, resaltan títulos como la trapecista, cambalache pasional, borrachito consuetudinario, el milagro de la regadera, amor en la tormenta, la muerte de Enrique Lluch, el fantasma del cementerio, enigmática mujer, la bola de queso, John el héroe negro, la compota, espíritus arrastrando cadenas, el extraño ermitaño, la aldea abandonada, “solovino”, pancho y perico, el tesoro de don Fulgencio, “buchipluma”, la infortunada comadrona, breve idilio, dos burros y un oso, ambos cornudos, dinero fácil, “esas pulgas no brincan en mi petate”, Juanon o el doble crimen, diversión de invierno, sueños de viejos, boicot conyugal, “muertitos” con un garrote, mujeres maltratadas y el hambre.

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honestas frente a la vida; sobre todo, en sus relatos amorosos, se respira la sensualidad mediterránea.268 Asevera que: “así es nuestro existir, yo no lo inventé sino que soy parte de esa invención y vivo inmerso en esa salsa vital. A lo mejor hay algo que pueda hacernos sonreír, en esa soledad existe lo que equivaldría a un destello. En suma, se vive, se ama y se muere sabiendo que el mundo es ancho y ajeno”.269 Debido a su gran satisfacción que le dejó escribir estos cuentos, preparó otra serie que ya no pudo publicar, los cuales llevarían el nombre de Tipos y relatos dominicanos. Refugiados españoles en el feudo de Trujillo. Estos cuentos y relatos reflejan su vida diaria y las impresiones de otros exiliados durante su estancia en la República Dominicana.270 Como ya se mencionó antes, Miró continuó su labor como escritor de asuntos políticos y sociales acerca de la situación mundial de la década de los años noventa, publicando diferentes artículos en revistas como Polémica y Dirección de Crédito. Siendo en esta última donde tenía a su cargo la sección “Panorama Mundial”.271

268 “Fidel Miró y sus relatos en directo”. Revista Dirección de Crédito. México, 1991, sección Los Libros, p. 6. 269 Idem. 270 Entre los relatos, revisados en borrador, resaltan: Blanquito, “Ole, el manquito”, el primer día de labor, el músico poeta, veredas y caminos, Javi cachimbo, Baile en la matas y el teniente Lilí, la vaquita en el arrozar, dos desfiles, una pantera de hombre, el Braván, don Fulgencio el cacique, “cacatas” o tarántulas, Melchor y sus tres mujeres, la escuela normal en las matas, Gudría Pereira, como me hicieron compadre, el “dotorsito”, entrevista con el gobernador, aventuras con cachundo, peluquero supersticioso, tormenta tropical, idilio con Marcela, dos mujeres de carácter y despedida de Santo Domingo. Entre los cuentos se encuentran títulos como: dos indianos, alcalde por real orden, recuerdos y nostalgia, minirevolución, vampiresa a los dieciséis años, el greñas, pequeñas dichas, pobre negro, el cumpleaños de Graciela, lo que puede el amor, el sultán de jicamalandia, paredes transparentes, el viejo anacoreta, el adefesio, nupcias y divorcio o amor estudiantil, la mujer como una guitarra, amor con experiencia, dos prostitutas, demasiado tarde, el alazán, ¡Quina Arpe!, conversando con la nieta, el sainete de las peras, la vaquilla del tío Paco, pobre imbécil, el balón de futbol, los hermanos coraje, una mujer de excepción, torbellino de interés y pasiones, infortunada noche, venturosa noche buena, tremenda tempestad, ¡quiero vivir!, una mujer sensual, el tiro al pichón, chinches y hamacas, reivindicación de la conciencia, amor por partida doble, incertidumbre de un adolescente en Cuba, juventud perdida y la muerte al acecho. 271 Sobresalen los artículos: Europa y la Comunidad Económica Europea, Centro y norte de Europa, U. S.A. y su recesión, Los cambios en Rusia y en China, Comunidad Económica Europea, China, de gato a tigre, África paradigma de caos y tragedia, Hispanoamérica en la encrucijada, la crisis de España, La lógica de la impunidad y la perversidad, Los cambios en Rusia y China,

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Dichos artículos traslucen su constancia para observar lo que estaba ocurriendo no sólo en España, sino en el mundo entero. Su postura, a los 84 años de edad, aún reflejaba sus propósitos más claros de analizar los cambios sociales, políticos, económicos y culturales más bruscos del mundo, así como presentar los agentes principales de dichas transformaciones. El tiempo había transcurrido y los problemas en el mundo eran otros. Fidel Miró se ocupó de llevar a la crítica cuestiones como las intenciones de una unidad europea (de centro norte y sur), tanto política como económica en el mundo capitalista; la preocupación de la crisis norteamericana, la cual afectaba a todo el mundo dependiente de dicha nación; los cambios político sociales en Rusia y China; los incrementos demográficos en toda la tierra y la desproporción de alimentos en el mundo; la pobreza extrema y la belicosidad y la explotación extranjera en todo el continente africano; la deuda externa, el peso del neoliberalismo y el oportunismo revolucionario en toda Hispanoamérica; la crisis económica de España; el dominio militar y dictatorial y la intromisión de los Estados Unidos en Haití; el grito de auxilio de Costa Rica al Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, orientaciones políticas y ayuda económica para evitar la crisis; el peso del armamentismo mundial, la contaminación, la explotación de las materias primas, la explosión demográfica, la conflictividad comercial y la infancia desamparada en todo el mundo y las acciones de la Organización de las Naciones Unidas bajo los intereses norteamericanos etcétera. No cabe duda que las impresiones en los últimos años de su vida, se tornaron en una urgente necesidad de seguir cambiando el rumbo de las cosas. De llevar a cabo una verdadera revolución proletaria y campesina, contener la expansión demográfica, proporcionar créditos a obreros y campesinos, educación, vivienda y comunicaciones y cambiar la administración corrupta. En agosto de 1996 Miró recibió una

Urgente necesidad de cambiar el rumbo, Costa Rica y el neoliberalismo, Nuestro siglo que agoniza, Actualidad funcional de la ONU y Causas principales de la relevancia actual de la ONU.

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invitación de la T. V. española para participar junto con otros compañeros, en la elaboración de un programa conmemorativo de la Revolución Española.272 Dice a propósito de esta invitación:

Recientemente recibí un comunicado de la Televisión Española invitándome a un simposio televisado para el septiembre próximo, pidiéndome especial información sobre mi dirección en Ruta, órgano de la FIJL, mi actuación en Nervio con Santillán y algo más que considere de mayor importancia. Les contesté que no podría ir y les envié doce cuartillas a máquina a doble espacio. También recibí carta de un compañero que forma parte de la nueva redacción y administración de Polémica informándome de sus proyectos y pidiéndome de nuevo una regular colaboración mía.273

Externó que estaba pasando por un momento contrastante, es decir, regido por cierta depresión y pesimismo, y, a la vez, cierto optimismo con relación a la actualidad y perspectivas humanas. De algún modo trató de disimularlo haciendo una vida normal, confesándolo sólo a los amigos íntimos para procurar evitar caer en un estado depresivo constante.274 Cuatro meses después de recibir la invitación a la Televisión Española, a la cual no pudo asistir, visitó por última vez España en diciembre de 1996, siendo entrevistado por Antonio Castell Duran el 14 de ese mes. Cabe aclarar que las preguntas giraron en torno a su vida política-ideológica de manera general.275 Fidel Miró, a sus 86 años de edad, dio testimonio en esa entrevista de sus actividades como militante y secretario de las Juventudes Libertarias, así como de los acontecimientos ocurridos entre 1936-1939 y de su vida en el exilio al término de la guerra civil.

272 En ese mismo año, Fidel Miró aceptó la invitación de la Universidad Nacional Autónoma de México a dar una conferencia sobre “La revolución española en el orden violento y en el constructivo”. Véase Carta de Fidel Miró a Emilio Serna, México, D.F., 9 de agosto de 1996. 273 Carta de Fidel Miró a Emilio Serna… 274 Idem. 275 Entrevista realizada en España por Antonio Castell Duran…

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A su regreso a la ciudad de México, lugar donde siempre residió tras llegar exiliado, Miró continuó leyendo y escribiendo arduamente, sin faltar a su tertulia dominical en el restaurant “El Sorrento”, a la cual acudían antiguos compañeros de lucha y algunos jóvenes anarquistas mexicanos. El 29 de junio de 1998, a la edad de 88 años, fue sorprendido por un infarto el cual acabó con su vida. Fidel Miró pasó sus últimos días a lado de su hija Sonia Isabel Miró y de sus nietos. Después de una vida intensa y revolucionaria, de juventud, amor, sueños y esperanzas, las cenizas de Fidel Miró fueron llevadas por su hija Maribel a Cataluña, quien personalmente las esparció en la campiña de su pueblo en Tarragona. En aquellas tierras que alguna vez pertenecieron a la familia de Fidel Miró, las cuales siempre fueron el grato recuerdo de su infancia.

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EPÍLOGO El anarquismo revisionista de Fidel Miró Solanes

Sólo se es anarquista, según nuestro leal saber y entender, en gracia a tres condiciones fundamentales: cultura, convicción y temperamento.

Fidel Miró Solanes

Como exiliado catalán y como anarquista, Fidel Miró desarrolló una intensa vida ideológica, en función de un anarquismo revisionista y reformador, el cual le permitió formalizar una postura bien definida en el exilio. Sin embargo, esta identidad ácrata ya estaba implícita en sus objetivos revolucionarios, desde antes de la Guerra Civil Española. Es por ello que su pensamiento anarquista experimentó diversos cambios con el transcurrir de los años, pasando de lo “radical” a lo “reformista revolucionario”, debido al lento avance de las tácticas anarquistas ante las presiones del panorama internacional. He aquí la relación de Fidel Miró con el anarquismo. Hablar de anarquismo, es adentrarse a uno de los pensamientos revolucionarios más radicales de la historia de las ideas políticas. Un ideal infinito, una heterodoxia permanente, un fenómeno de reacción antiautoritaria, de autoorganización libertaria; un comportamiento moral (individual y colectivo) difícil de encuadrarlo o someterlo a un marco único encerrado en sí mismo.276 Por estas características, diversas han sido sus

276 El anarquismo, como filosofía social, tiene una larga prehistoria, que puede remontarse a Lao-tse y el taoísmo en China, a los sofistas y los cínicos en Grecia, y que no deja de comprender, durante el Medievo y el Renacimiento, diversas manifestaciones del Cristianismo sectario y heterodoxo. Sin embargo, sus antecedentes inmediatos deben buscarse en los inicios de la revolución industrial y de la era de la burguesía y del capitalismo, esto es, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. En este momento histórico surge precisamente el socialismo utópico, en el cual pueden hallarse, importantes componentes anarquistas, en la medida en que sus metas se identifican con la construcción de una sociedad igualitaria y justa, al margen (ya que no directamente en contra) del Estado. De ese modo, socialistas como Saint-Simon, Owen y Fourier son los que de alguna manera transmiten al anarquismo el presupuesto del

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manifestaciones teóricas y prácticas, así como sus principales exponentes, a través una historia consensualmente tergiversada. Nos referimos a una historia que alberga diversos países como Inglaterra, Francia, Italia, Rusia, Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda, España, Suecia, Dinamarca, Noruega, Estados Unidos y muchas partes de Latinoamérica como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Perú y México. Y, sobre todo, a relevantes personalidades como William Godwin, Max Stirner, Pierre Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin, Piotr Kropotkin, Errico Malatesta, Lev Tolstoi, Rudolf Rocker, Gustav Landauer, Fernand Pelloutier, Pietro Gori, Anselmo Bellegarrigue, Jacques Élisée Reclus, Emma Goldman, Benjamin R. Tucker, Nicola Sacco, Bartolomeo Vanzetti, Charles Malato, Jean Grave, entre muchos otros. Sin embargo, una historia contada con severas limitaciones y, en general, condenada al olvido al ser considerada como un espectro de contradicciones ideológicas emanadas de revolucionarios fracasados. Son estos revolucionarios fracasados las víctimas preferidas de los historiadores, quienes, en su mayoría, sólo se interesan en los triunfos debido a que las frustraciones revolucionarias suelen conceptuarse como callejones sin salida, y los hombres y las ideas que las inspiran raramente se estudian por el interés que en sí puedan tener.277 Esto, inevitablemente, conlleva a la omisión de ciertos acontecimientos de gran relevancia y a profundas acotaciones en las perspectivas de aquellos que escriben la historia.278 antiestatismo. Sólo que en ellos el antiestatismo era simplemente apoliticismo, mientras en los anarquistas se convierte en activo y militante antipoliticismo. Véase Angel J. Cappelletti. La ideología anarquista. Barcelona: Ed. Laia, pp. 69-72. Por otro lado, James Joll habla de una cierta revuelta o convulsión religiosa y social matizada en la acción anarquista. Entre estas se encuentran a Zenón y los estoicos, los heresiarcas gnósticos y los anabaptistas. Configurándose el movimiento anarquista como heredero de utópicos movimientos religiosos milenarios que esperaban un mundo de cambios. Por otro lado, los anarquistas también son considerados como los hijos de la razón, del progreso y la persuasión amistosa, dentro de los límites que la lógica señala. Así, el anarquismo es a un tiempo fe religiosa y filosofía racional y causa misma del choque entre ambas. Véase James Joll. Los anarquistas. Barcelona: Ed. Grijalbo, 1968, p. 9. 277 Ibid., p. 8. 278 Es frecuente entre los historiadores y sociólogos que se ocupan hoy del anarquismo afirmar que éste representa una ideología del pasado. Si con ello se quiere decir simplemente que tal

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Los anarquistas han sufrido, más que cualquier otra minoría, las consecuencias del culto al triunfo profesado por los historiadores: jamás salieron victoriosos de ninguna revolución; sus teorías políticas abundan en diversos juicios y presunciones; las simpatías han quedado siempre invalidadas por la violencia y los terrorismos implacables y demoledores, esgrimidos como bandera por otra escuela o práctica anarquista. Sin embargo, hay que afirmar que el movimiento anarquista es un producto del siglo XIX; resultado del impacto que las máquinas y la industria produjeron en una sociedad fundamentalmente campesina y artesana, así como la impotencia de las revoluciones políticas y las reformas constitucionales para satisfacer las necesidades sociales, económicas y morales.279 Es notoria la importancia doctrinal que vivió el anarquismo durante la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, a principios del XX, la practica revolucionaria cobró gran esplendor a través de acciones espontaneas de carácter popular. Un ejemplo de gran relevancia y quizá el más sobresaliente tanto para la historia de España como para la historia general del anarquismo, corresponde a la acción revolucionaria que se presentó en dicho país en 1936. Cabe mencionar que España cuenta con una gran tradición anarquista, emanada de mediados del siglo XIX, la cual ha dado como herencia hechos y personajes importantes, pero sobre todo, cualidades ideológicas de un anarquismo de fuertes contrastes y severas consecuencias históricas. La Revolución Española alcanzó cierta madurez tanto en la mente de los pensadores libertarios como en la conciencia popular. Y cuando, con el golpe de Franco, la agitación de comienzos de 1936 llevó al estallido de la revolución social, las organizaciones de los trabajadores contaban ya con la estructura,

ideología logró su máxima influencia en el pueblo y en el movimiento obrero a fines del siglo XIX y durante la primera década del XX, nada podemos objetar. Pero si ese juicio implica la idea de que el anarquismo es algo muerto y esencialmente inadecuado al mundo del presente, si pretende que él no puede interpretar ni cambiar la sociedad de hoy, creemos que constituye un notorio error. 279 Ibid., pp. 8-9.

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la experiencia y la conciencia para emprender la tarea de la reconstrucción social.280 En la práctica, España dio esperanzas a los anarquistas, en un ejemplo que confirmó la teoría de la revolución inmediata y global. Nacido en un momento de profundo fermento revolucionario y en un ambiente ideológicamente inspirado por el federalismo proudhoniano de Pi y Margall, el movimiento anarquista ibérico poseía un sentido más exacto de la realidad. No se alejó nunca de la organización y educación revolucionaria de los trabajadores y sus agrupaciones eran más claras y resistentes.281 La corriente tradicional anarquista, la que prosigue la línea bakuninista de la segunda mitad del siglo XIX en España, se caracterizó en este sentido por su radicalismo frente al régimen republicano, a diferencia de los anarquistas que buscaron un acercamiento con el gobierno. Sin embargo, este aspecto habría que insertarlo dentro de la crisis que generó la guerra y con ello el declive del anarquismo español, tanto en el interior de España, como en el inevitable exilio.282 Destierro de los anarquistas que se ha visto relegado por el peso de la interpretación republicana, dejando inconclusa la importancia de los anarquistas en los procesos político e ideológicos de la guerra civil y las respectivas consecuencias (divisiones y pugnas) durante el exilio. Pese a la poca profundidad de los estudios sobre el pensamiento anarquista, esta ideología ha sido, a partir de la década de los sesenta, objeto de renovado interés. Se le han consagrado obras, monografías y antologías pero es dudoso que este esfuerzo sea verdaderamente útil. Resulta difícil trazar los rasgos del anarquismo. Los maestros de dicha corriente muy

280 Daniel Guèrin. El anarquismo. Buenos Aires: Anarres, 2008, pp. 27-29. 281 La revolución en España nace de la resistencia contra una tentativa de levantamiento militar y se traduce en una trasformación de las estructuras, pero no termina con esta labor inicial. Así, la revolución pone a los anarquistas frente a una alternativa de revolución global posible. Por ello, es preciso valorar que el anarquismo español se conformó a partir de una serie de tendencias políticas, lo que lo alejó de ser una tendencia homogénea. Véase Gino Cerrito. “El movimiento anarquista internacional y su estructura actual”. Antología anarquista. México: Ediciones El Caballito, 1980, pp. 14-16. 282 Castillo, “La literatura del anarquismo…,” pp. 238-239.

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rara vez condensaron sus ideas en trabajos sistemáticos. Y cuando intentaron hacerlo, se limitaron a escribir pequeños folletos de propaganda y divulgación que sólo dan una muy incompleta noción del tema. Además, existen varias clases de anarquismo y grandes variaciones en el pensamiento de cada uno de los libertarios más ilustres.283 Ante tal reflexión, no sólo nos topamos con la carencia de comprender en qué consistía el pensamiento de los más ilustres anarquistas, sino de aquellos no tan conocidos. Hombres y mujeres que no han gozado de una reflexión posterior por parte de un sector interesado y que quizá nunca lo hagan, viéndose sumergidos en un completo abismo histórico. Esto podría definirse bajo las características de un grupo importante, sin embargo, poco abordado como son los anarquistas del exilio republicano español de 1939. Quienes, sin duda alguna, tuvieron gran presencia colectiva e individual en España, pero al ser orillados al exilio, el modo de concebir sus actos y su pensamiento revolucionario se vio transformado por circunstancias no controlables. Fuera de España, distribuidos por diversas partes del mundo, estos exiliados buscaron adaptarse a un espacio, a un tiempo y una nueva perspectiva internacional, que no admitiría más su modo de pensar. Desde el exterior de España trataron de mantener contactos y seguir con su lucha de diferentes maneras, sin embargo, la realidad los separó cada vez más del interior, hasta darse cuenta que poco podían hacer desde la lejos. Hubo quienes decidieron regresar y otros que prefirieron vivir fuera de las presiones del franquismo, sin embargo, ambos tienen las cualidades de haber sido parte de una historia que los condenó a sobrevivir en el exilio, alejados de su familia y amigos, de su respectiva tierra, de sus labores, grupos políticos- ideológicos y sobre todo, de sus inmensas esperanzas de llevar hasta el último grado el pensamiento anarquista en España y de reorganizar la vida social, política, económica y cultural de esta, después de la tan anunciada revolución social.

283 Guèrin, op. cit., p. 31.

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Todas estas consideraciones tienen que ver con el caso del exiliado anarquista catalán Fidel Miró Solanes. Un viejo activista ácrata que en plena juventud alcanzó una significación propia en el movimiento anarcosindicalista español y desempeñó cargos tan relevantes como la Secretaria General del Comité Peninsular de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias, fue miembro del Comité Regional de la Federación Anarquista Ibérica de Cataluña y del más alto organismo del Movimiento Libertarios Español, además de tribuno con gran capacidad expresiva y publicista con ideas propias. Después, el triunfo del franquismo le arrojó al exilio como a tantos cientos de miles de españoles, desnudo de bienes materiales, pero rico de ideas y en plena capacidad vital.284 Para una mayor comprensión, podemos conceptualizar el pensamiento anarquista de Fidel Miró en cuatro puntos cardinales, los cuales, a través de sus años de vida, nos permiten vislumbrar la dirección de su evolución política-ideológica desde su juventud hasta sus últimos días. De esa manera, es como podemos esbozar una primera etapa como un joven en busca del ideal; una segunda como militante anarcosindicalista español; una tercera como exiliado anarquista en México y una cuarta como anarquista revisionista e internacionalista. Estas cuatro etapas nos conducirán a la comprensión del pensamiento de un personaje considerado ideólogo del anarquismo, así como a las características de los exiliados anarquistas que arrojó la Guerra Civil Española tras su derrota ante el franquismo. Antes de adentrarse a la primera etapa ideológica de Fidel Miró Solanes, es preciso volver a señalar los rasgos generales que la antecedieron. Fidel Miró procedía de una familia de campesinos de la provincia de Tarragona, por lo que enfrentó una infancia económicamente limitada, pero con la posibilidad de seguir estudiando hasta alrededor de los trece años. Su padre, Luis Miró Prat, un campesino de los rabassaires que ocupó un buen tiempo la Secretaria de la Sociedad de Pequeños Propietarios y Aparceros de Tarragona, fue considerado por el

284 Gregorio Gallego, prólogo a Fidel Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 13.

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mismo Fidel como su primer maestro en todo aspecto de su vida y, particularmente, en el político, ya que, como se mencionó antes, la lucha de su padre como aparcero y mediero fue muy significativa. Posteriormente, Fidel Miró comenzó a ver la realidad de otra manera hasta llegar a adquirir un cierto grado de conciencia a temprana edad. Fue así como, gracias a su padre, fue conociendo algunas publicaciones revolucionarias como Solidaridad Obrera y El Motín, además de acompañar a su padre a algunos mítines. Por otro lado, consideró la importancia de dos hombres con gran influencia en Cataluña en los años veinte, se trata de Salvador Seguí, “El Noi de Sucre” y Ángel Pestaña, ambos sindicalistas, además de uno de sus maestros de escuela, quien siempre se caracterizó por ser un ferviente defensor de la cultura catalana. Sin duda, estos elementos sirvieron a Miró para poder esbozar, a través de sus memorias, los aspectos que justifican su temprana concepción ideológica así como su respectiva evolución de pensamiento, con el correr de los años, considerando que, cuando murió su padre en 1924, se alejó de los campos de Tarragona rumbo a América. Fue durante esta incierta travesía cuando se perfiló como un joven en busca del ideal ansiado, enfrentándose a circunstancias extremas las cuales dejaron profundas huellas para toda su vida. El viaje de Barcelona a Santiago de Cuba, el cual en un principio tuvo el objetivo de “hacer la América”, se convirtió en algo totalmente diferente para Miró antes de llegar a su destino. De manera que sus expectativas comenzaron a girar en torno a otras circunstancias que se presentaron a bordo del barco. Dentro de la primera etapa ideológica, es preciso mencionar al enigmático hombre llamado simplemente José, quien, en 1925, a bordo del barco, influyó para que Fidel Miró realizara algunas lecturas significativas como Marc Villari, La Catedral, Fuerza y Materia y Las Ruinas de Palmira. De igual manera, es conveniente señalar la estancia de Miró en la Academia de Comercio en Santiago de Cuba, así como su participación a mediados de 1928 en las luchas estudiantiles en contra de la

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dictadura de Machado y su relativo acercamiento a la Confederación General del Trabajo de Cuba. Posteriormente, podemos hablar de la participación de Fidel Miró en pequeños grupos estudiantiles de divulgación política y su relación con hombres como Jaime Baella perseguido político quien lo incitó a leer La Madre de Máximo Gorki. De modo similar, destaca su actividad en el Sindicato Gastronómico de Santiago de Cuba, su acercamiento a las revistas ácratas: Protesta de Buenos Aires, Liberación de México, La Revista Blanca de Barcelona, Cultura Proletaria de New York, así como sus colaboraciones en las revistas cubanas Progreso y Aurora. También relevante para Miró fue haber conocido a Esteban Pallarols, su participación en actos estudiantiles subversivos, los cuales le ocasionaron su escape a Kingston, Jamaica, para después, en 1933, regresar a Barcelona y participar luego en la guerra civil. Fidel Miró comenzó a leer textos de anarquistas como Proudhon, Reclus, Kropotkin, Rocker, entre otros, planteando en su pensamiento la duda de lo que significaba ser un verdadero anarquista. Sin embargo, fue hasta su estancia en Santiago de Cuba, cuando se vio involucrado en sucesos de gran importancia, los cuales detonaron los motivos ideológicos de un hombre que comenzaba a perfilarse como un anarquista. Fidel Miró nos dice al respecto:

A medida que iba progresando en las lecturas de El Apoyo Mutuo, A los Jóvenes, y Ética, de Pedro Kropotkin, mi primer teórico, sentía que mi mundo interior se iba transformando, enriqueciendo y fortaleciendo mi sentido del deber para con la sociedad. En resumen, iba tomando cuerpo, en forma más definida, mi ideal humanista; y a la vez que el sentido combativo, no exento de gravedad, un cierto sentimiento trágico, que aseguraba en mi conciencia la confianza y el optimismo en el futuro de la sociedad. Este sentimiento de gravedad, me hacía admirar, quizá en exceso, a todos los seres humanos que habían sufrido o sufrían persecuciones y presidio, muerte inclusive, por desafiar el actual

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orden de las cosas en aras de un ideal en redención. Y una voz de injusticia nacida en lo más hondo de mi conciencia me impulsaba a seguir tan excepcional ejemplo sin medir el peligro… Este cambio en mi mundo interno, al dar sentido y objetividad a mi propia vida (tendría entonces 17 o 18 años), me hacía sentir la satisfacción de que ya no era yo una hoja a merced de cualquier viento de la mundanal existencia, sino un hombre con convicciones, con un mundo propio en mi imaginación y con un código ético elevado, riguroso y bien definido. Y me percataba con recóndita satisfacción, de que entorno a mi persona crecía el respeto, la confianza y hasta una cierta admiración.285

Miró fue aprendiendo que toda persona iniciada en las ideas anarquistas, estaba moralmente obligada a formular un código ético de carácter meramente humanista, con el objetivo de que, como anarquista, venia la voluntad de forzarse constantemente, para mejorar las condiciones de vida material y elevar el pensamiento del conjunto social de la humanidad. Dicho de mejor manera:

Al entregarme por entero a la difusión y defensa de las concepciones humanistas del anarquismo, acepté, sin reserva alguna, que debía procurar convertirme, hasta donde me fuese posible, en una célula sana, dentro, naturalmente, del cuadro de limitaciones que nos impone el cuerpo social en que vivimos, y que no debería transgredir los preceptos fundamentales del código moral voluntariamente elegido… Otra cosa importante que aprendí es que el individuo no es un ser predestinado… Sino que tiene que esforzarse por trazar su propia ruta, señalar, escalonadamente, sus propias metas y no desmayar jamás. No caer nunca en la indiferencia, el cinismo corrosivo e inhumano, y mucho menos en el oportunismo amoral; pues los medios a emplear deben estar siempre en armonía con los fines que se persiguen… Aprendí, que la honestidad consiste en vivir plenamente huyendo como de la peste del tedio y de la indolencia, males propios de hombres

285 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 28.

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acabados, o quienes nunca han sentido la satisfacción moral de abrazar un ideal de superación personal y redención universal.286

Este código moral fue formulado por él ya en la década de los años treinta, reflejando los pilares ideológicos más importantes de su ideal revolucionario. Sin embargo, él mismo reconoce que dicho código se vio plenamente generalizado por diversas circunstancias, todas ellas bajo un carácter más espontaneo que doctrinal. En síntesis, entendió el código así:

1. La lucha de clases, su corolario obligado y la revolución violenta, salvarán a la humanidad con la implantación del socialismo. Tras la revolución vendrá la abundancia, el comunismo económico, la “toma del montón” sin ordenamientos ni limitaciones. 2- Tras el triunfo económico de las barricadas será necesario un breve periodo de justicia revolucionaria: aniquilamiento implacable de las células podridas, no dejar vestigio alguno de la corrupta e injusta sociedad capitalista. 3- Con la ayuda de la técnica y de la ciencia los pueblos, liberados de la explotación y la tiranía capitalista, organizaran en brevísimo plazo la sociedad perfecta, la Arcadia feliz. 4- Todos los poderes y todos los gobiernos “son igualmente detestables”. Las podridas democracias no son mejores que las peores dictaduras, fascistas y comunistas. Tras la revolución, ningún vestigio de gobierno, de poder coercitivo, deberán subsistir. 5- La revolución social es inevitable, la provocaran las contradicciones y crisis capitalistas: el hambre de los pueblos, la desesperación de los explotados y oprimidos, guiados por el sindicalismo revolucionario. La paz universal será posible con el triunfo del socialismo; pero mientras, se evitará la guerra mediante la oposición abierta del proletariado. 6- El sabotaje a la economía capitalista deberá ser constante por parte de todos los trabajadores. Debemos presentar fuertes demandas salariales y disminución de la jornada de labor. Sus conquistas constituirán un paso al frente, un paso más hacia la total emancipación. 7- La fraternidad universal sólo es estorbada por los

286 Ibid., pp. 34-35.

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mezquinos intereses del mundo capitalista y por los sentimientos patriotescos de la sociedad burguesa. El proletariado organizado hará surgir el sentimiento de fraternidad universal. 8- Ningún problema local o nacional, dentro del esquema de la lucha de clases, deberá merecer nuestra atención. La lucha diaria tendrá un valor relativo: entusiasmar a las masas, incitarlas a la lucha, a la práctica diaria de la “gimnasia revolucionaria”. 9- Los anarquistas somos los predestinados para provocar el triunfo más completo de la revolución social. 10- Con el establecimiento del comunismo libertario, la humanidad alcanzará su más elevada etapa de perfección; el hombre se realizará plenamente, sin el menor vestigio de injusticia social.287

Estos puntos esenciales representaron para Fidel Miró los pilares ideológicos de un joven anarquista cuya vida frisaba los veinte años de edad. Un decálogo que, bajo sus consideraciones, fue la máxima expresión de la ortodoxia anarquista. Sin embargo, poco tiempo después se fue preocupando por un carácter más heterodoxo hasta convencerse de que el auténtico anarquista tenía que ser forzosamente de esa manera en su modo filosófico de pensar. En lo que respecta a la segunda etapa ideológica, como militante anarcosindicalista español, es preciso destacar la colaboración de Fidel Miró en la revista Solidaridad Obrera, su participación como miembro del Sindicato Mercantil de la CNT y su afiliación al grupo anarquista Nervió, a la FAI y a las Juventudes Libertarias de Cataluña de las cuales fue secretario regional y tiempo después, nacional con la tarea firme de divulgar ideas, cultura y lecturas libertarias. Posteriormente, en 1936, fue relevante la participación de Miró en Cataluña haciendo frente con las Juventudes Libertarias al ejército sublevado, al lado de dirigentes anarquistas como García Oliver, Durruti y los hermanos Ascaso. De esa manera, tras la derrota del ejército rebelde, se integró al Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña en la sección Comarcas, con

287 Ibid., pp. 35-38.

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la firme convicción de reorganizar las administraciones locales y municipales, así como tratar de autogestionar la industria y colectivizar la agricultura. Como secretario de las Juventudes Libertarias, Miró emprendió la reorganización de la lucha antifascista y la cultura de la lectura en las calles y pueblos a lo largo y ancho de Barcelona. Hizo frente al ataque de la Telefónica llevado a cabo por el Partido Comunista y Estat Català siendo arrestado debido a la importancia de su cargo. Posteriormente, enfrentándose a los militantes anarquistas de postura “radical”, ocupó el cargo de la Secretaria Nacional de las Juventudes Libertarias y presidió la Alianza de Agrupaciones Antifascistas para después, al final de la guerra, hacerse cargo de la Secretara del Consejo Nacional de Infancia Evacuada su último puesto en Cataluña. En París, llegó a ocupar el puesto de delegado en la Alianza de Juventudes Antifascistas en el exilio. Bajo su pensamiento ácrata, siempre concibió la revolución como una obra constructiva tanto en el campo económico, político, social y cultural. Nos dice al respecto:

Ya era hora de que diéramos a la economía toda la importancia que tiene para llevar a feliz término la revolución. Es la columna vertebral de todo el sistema de convivencia social. No sólo necesitamos una economía prospera para triunfar sobre el fascismo, sino que también para el triunfo de la revolución se precisa la transformación más profunda en el orden económico, implantando un nuevo sistema de producción y distribución sobre elementos netamente revolucionarios. “La verdadera revolución ha de hacerse principalmente en el terreno económico”… Las medidas económicas, determinadas por los sindicatos, tendientes a transformar todo el andamiaje de la economía burguesa, creando en su lugar otra economía, cimentada en los principios sociales de igualdad, es la que ha de señalar el verdadero camino a seguir, para plasmar en realidad nuestros ideales redentores.288

288 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 281.

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Para Miró, como para otros anarquistas, la revolución era creación de riqueza y distribución equitativa a toda la población, aumento de bienestar general por el aporte y la estructuración armoniosa y eficaz del esfuerzo común. Obra de justicia, educación y cultura, por ello, tras el inicio de la guerra. Él llegó a afirmar:

No queríamos una trasformación social para seguir en la miseria, sino para disfrutar, todos, a un nivel de vida superior, y ese nivel de vida a que aspirábamos tenía que ser conquistado, no con las armas de guerra, sino con las herramientas de trabajo en las fábricas, en las minas, en la tierra, en las escuelas. La guerra era una fatalidad funesta, una dificultad en el camino, una necesidad impuesta por la defensa de los privilegios en peligro, no un elemento creado de la verdadera revolución.289

Dentro de la tercera etapa ideológica, como exiliado anarquista en México, Fidel Miró destacó entre los exiliados políticos de mayor relevancia, debido a su actividad intensa como crítico del mismo exilio a través diversos escritos, los cuales, muestran la relevancia de su pensamiento como anarquista, así como de su evolución ideológica con el pasar de los años Una vez en México, después de su poca participación política en la República Dominicana, emprendió la tarea de mantenerse vigente política e ideológicamente como exiliado, así como poder reorganizar su vida para sobrevivir lejos de Cataluña, lo cual hizo con grandes esfuerzos a través de la labor editorial. Sin embargo, nunca perdió el hilo conductor de la reflexión y la crítica, así como su postura firme como anarquista “reformador revolucionario”, hasta sus últimos días.290

289 Ibid., p. 284. 290 El “reformismo revolucionario” que planteaba iba más de allá del “reformismo gubernamental”, ya que consistía en poder realizar cambios sin violencia innecesaria, fatalismos materialistas o milagros utópicos. Sino con la voluntad del hombre. La idea del anarcosindicalismo reformista la explica Miró con más detalles en su libro Cataluña, los trabajadores y el problema de las nacionalidades. México: Editores Mexicanos Unidos, 1967.

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Miró fue un anarquista del ala “reformadora” el cual siempre criticó las posturas más radicales y extremas de otros exiliados, tanto republicanos como socialistas, comunistas y los mismos anarquistas. Desde su llegada a México, se dedicó a cuestionar las prácticas políticas de algunos de los más importantes exiliados, como Indalecio Prieto, con el propósito de reanimar las orientaciones ideológicas de cada grupo de éstos y, así, reactivar la discusión acerca de lo que estaba ocurriendo en España, en especial, las tácticas del movimiento libertario las cuales fueron causa fundamental del divisionismo vivido entre los exiliados en Francia, en México y los que se habían quedado en España. Como anarquista, Fidel Miró fue uno de los primeros en criticar el fracaso del exilio republicano, poniendo énfasis en la parálisis política de los diversos grupos exiliados, así como en su oportunismo, egocentrismo, dogmatismo y beneficio personal. De igual manera, enfrentó el divisionismo ideológico y táctico, que afectó a los mismos anarquistas exiliados en México, llevándolos a encarnar pugnas irreparables hasta la desintegración de su movimiento cenetista. Cabe mencionar que siempre estuvo en desacuerdo con ciertas tácticas dogmáticas llevadas a cabo por la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica. Sin embargo, gracias a sus convicciones ideológicas, supo seguir adelante entre tantas adversidades participando en diversos órganos de difusión como Alianza, en conferencias y debates así como en la formulación de programas políticos como las “Bases de Unidad Catalana” con plataforma en el federalismo, el cooperativismo y en el anarcosindicalismo. Para él siempre fue prioridad, formular premisas para la lucha sindical de todos los obreros, no sólo para los afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo o a la Unión General del Trabajo. En 1959 afirmaba:

Soy de los que opinan que es preciso renovarlo todo, sin renegar de nuestra historia ni abandonar lo que es fundamental de nuestro ideario. Hay que renovar la estructura, la mecánica funcional, los

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métodos de acción, de acuerdo con las exigencias de los tiempos presentes, y los programas sobre objetivos inmediatos especialmente. Pienso en una CNT, o mejor, en una central única, con flexibilidad en sus métodos de acción, con tolerancia para las diversas interpretaciones filosóficas y sociales, con la dinámica que emana de un pensamiento vivo en constante evolución, en estrecha cooperación con otros movimientos afines y con todo el pensamiento progresivo, con un elevado concepto de lo humano que le haga preocuparse del hombre en primer término, y con un gran ideal de redención social que no le haga perder de vista las realidades de cada día…291

En síntesis, para finales de los años cincuenta, entre los postulados más importantes que Fidel Miró consideró para la lucha sindical, se encontraban: La creación de anexos a los sindicatos, manejados por los mismos trabajadores fuera del control del Estado, la conformación de cooperativas de producción y consumo, seguros cooperativos, escuelas de arte, universidades obreras, clínicas cooperativas, centros de experimentación agropecuarios, ateneos culturales, institutos de estudios históricos, centros de investigación económica y social, editoriales, bibliotecas, clubs deportivos y un sinnúmero de actividades indispensables para la vida diaria de la clase trabajadora.292 Además de otros puntos esenciales como el derecho de asociación sindical y política, reconocimiento del derecho de huelga, contratos colectivos de trabajo, arbitraje para los conflictos sociales, elaboración y ordenación del derecho del trabajo, seguridad en el empleo y obligatoriedad, salario mínimo garantizado, desaparición del trabajo negro, efectividad de la jornada máxima de ocho horas, unificación nacional de los seguros sociales, política social agraria, absorción obligada del paro estacional, creación de centros de información profesional, organización nacional de la enseñanza técnica, media y del aprendizaje, facilidades económicas de préstamos, plan nacional

291 Miró, ¿Y España cuándo?..., p. 166. 292 Ibid., p. 159.

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de viviendas, leyes de producción y consumo, creación de consejos locales, regionales y nacionales, impuestos progresivos a las utilidades del comercio y la industria, etcétera.293 Miró afirmaba en 1959, que España había llegado a un momento crucial de su vida. Había sonado su hora decisiva de renacer o dejar de ser. La hora del gran esfuerzo como expresión de la voluntad de vivir o deslizarse cada vez más aceleradamente por la pendiente de la decadencia. A lo que como anarquista reformador sugirió:

¡Ahora o nunca! Pensemos en España, en el conglomerado ibérico, por encima de partidos y tendencias, por encima de rivalidades y rencores, por encima de odios y resentimientos, por encima de particulares intereses y de agravios mutuos. Olvidémonos del ayer para pensar en el mañana. Dispongamos a reconquista la libertad para poder ser ciudadanos con plenitud de derechos y vivir con dignidad. O aceptemos la esclavitud como pueblo y preparémonos a morir como nación. ¿Será verdad e irremisible nuestra decadencia?294

Continuando con sus diversas labores, Miró fundó, editó y dirigió durante nueve años (1962-1971) la revista Comunidad Ibérica, la cual, además de dar a conocer diversas perspectivas acerca del exilio, fungió como un órgano de resistencia para la expresión de diferentes exiliados, específicamente los catalanes. Siempre se manifestó en contra de todo dogma, sectarismo y verdades absolutas, colocando el pensamiento del hombre en primer término, en concordancia con otras corrientes del pensamiento libertario. Por ello, a raíz de los sucesos de mayo de 1968, sintió la necesidad de llevar a cabo una revisión de la actualización de las ideas anarquistas en los medios intelectuales y estudiantiles a nivel internacional. Mediante un reportaje histórico del anarquismo, puso en manifiesto los aciertos, fracaso y vicios más relevantes del pensamiento anarquista, con el propósito de que las nuevas

293 Ibid., pp. 169-172. 294 Ibid., p. 199.

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generaciones encauzaran sus acciones bajo firmes ideales, como él mismo recuerda haberlo hecho. Al respecto, el anarquista Diego Abad de Santillán confirmó las intenciones de Fidel Miró:

Algún día ya un poco lejano descubrimos la presencia de Fidel Miró entre los jóvenes de Cataluña y no nos costó ningún esfuerzo de persuasión el que se integrase con nosotros para llevar a cabo una labor de esclarecimiento y de cohesión para la que hacía falta también buena dosis de heroísmo y de espíritu de sacrificio; había en ella euforia, dinamismo juvenil, pasión combativa; era una materia prima magnífica y esperábamos mucho de aquella juventud… Lo que no logramos sino a medias o en una proporción ínfima treinta y tantos años atrás, quiere lograrlo Fidel Miró ahora, en esta escalofriante crisis de transición y de cambio en que vivimos o sobrevivimos. No es fácil coger al toro por los cuernos y lidiar con él, pero Miró avanza audazmente hacia ese objetivo y capta las explosiones de inconformismo, las rebeliones sin meta de la juventud, para cumplir la misión que se le había encomendado allá por 1933, esta vez con un pasado de experiencias de todo género, pero aleccionadores y sugestivas, a condición de mantener los ojos y el espíritu abierto a los vientos de los cuatro puntos cardinales, es decir, a condición de no quedar encerrados en ningún dogma.295

Para Fidel Miró, como para Abad de Santillán, el anarquismo tuvo más vigencia que nunca a partir de 1968, en la filosofía, la sociología y sobre todo, en la juventud inconforme. Por ello, además de realizar un recorrido histórico, particularizó en un análisis más actual. Así, transitando por los antecedentes filosóficos del anarquismo, los precursores, el federalismo proudhoniano, la Asociación Internacional de Trabajadores, los Mártires de Chicago, el máximo esplendor del anarquismo a finales del siglo XIX, el impacto comunista, los inicios del anarcosindicalismo, la influencia de la Revolución Rusa y el

295 Diego Abad de Santillán, prólogo a Fidel Miró, El anarquismo…, pp. 5-6, fechado en Buenos Aires, junio de 1969.

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movimiento anarquista en España, desde sus inicios hasta la guerra civil, Fidel Miró aterrizó su análisis en la idea de un anarquismo convergente entre Marx y Bakunin. Puso en la mesa de discusión a los declarados anarquistas- marxistas, Daniel Cohn-Bendit y Rudi Dutschke, dos de las principales figuras en los sucesos de mayo en Francia, quienes afirmaron que la fuerza de su movimiento radicaba en una espontaneidad libre e incontrolable, en contra del sofocamiento de la burocracia comunista. Por ende, analizó la posible reconciliación entre los ideales de Marx y Bakunin (teoría y práctica) en favor de los grupos ultrarrevolucionarios de la década de los años sesenta. Nos dice al respecto:

De ser posible la convergencia, en mayor o menor grado, de los postulados de Marx y Bakunin, este habría de hallarse en la común aspiración del socialismo en libertad y en la valorización del hombre, que es lo que han venido reclamando tan valerosamente los checoslovacos, en últimas fechas… El hecho checoslovaco significa atreverse a desafiar las iras dogmáticas y los intereses imperialistas (políticos y económicos) de la URSS.296

Miró afirmó que los estudiantes yugoslavos protestaron en contra de la degradación socialista, pidiendo mayor libertad ciudadana, mejora de salarios, restauración de la enseñanza, aceleración de la autogestión, descentralización estatal y administrativa, autodeterminación como nación y la instauración del socialismo en libertad, donde confluyen el anarquismo y marxismo. Así, concibió lo fundamental del anarquismo como la valorización del hombre como principio y fin, la tesis federalista en lo económico, político y administrativo y la descentralización y el voluntarismo. Mientras que del marxismo, retomó la metodología en la organización y administración, la importancia de los factores económicos sin determinismos materialistas y la valorización de las comunas autónomas.

296 Miró, El anarquismo…, p. 165.

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Una verdadera sociabilización de la riqueza con autogestión obrera y campesina y justa recompensa del trabajo, sin embargo,297 no fue del todo fácil comprender que estas dos corrientes de pensamiento pudieran converger, debido a la inestabilidad ideológica de las diversas protestas estudiantiles violentas. Tema que siempre preocupó a Fidel Miró. En torno a la cuarta etapa ideológica de Miró, como anarquista revisionista e internacionalista, vale decir que ésta ya se había vislumbrado con cierta claridad desde los años sesenta al llevar a cabo su reportaje histórico del anarquismo en su escrito: El anarquismo, los estudiantes y la revolución. Sin embargo, fue durante la publicación de su libro Anarquismo y anarquistas, cuando el revisionismo de los ideales ácratas y las perspectivas internacionalistas de la lucha sindical, resaltaron con mayor profundidad. Durante la década de los años setenta se dedicó a analizar la crisis interna por la que pasaba la CNT, así como el anarcosindicalismo español, llegando a enfrentarse severamente a un espectro ya conocido y padecido por él mismo. Las diferencias entre militantes “ortodoxos” y “heterodoxos”, las cuales, siguieron más vigentes que nunca tanto en España como en el exilio. Bajo su perspectiva “heterodoxa”, se propuso analizar las bases fundamentales del anarquismo, tarea que venía realizando tiempo atrás con el claro propósito de concebir el anarquismo como una filosofía humanista, un ideal de libertad y una actitud ante la vida. Y que nadie debía tenerse como anarquista por el sólo hecho de abrogarse la faculta de vociferar en las asambleas e interrumpir e insultar a quienes discrepan de sus puntos de vista.298 Fidel Miró dice al respecto:

Sólo se es anarquista, según nuestro leal saber y entender, en gracia a tres condiciones fundamentales: cultura, convicción y temperamento. El anarquista, pues, ha de saber controlar sus reacciones ante las diversas circunstancias de la vida social,

297 Ibid., pp. 167-172. 298 Miró, Anarquismo y anarquistas…, p. 53.

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adecuando su conducta a las normas éticas de su ideal. Ello implica, en primer lugar, tener plena conciencia de que la libertad y los derechos de un ciudadano terminan donde comienzan los derechos y la libertad de los demás.299

Para Fidel Miró, los anarquistas “puritanos” de la CNT, que se empeñaban en considerar inmutables los principios de la filosofía anarquista, solían elevar a la categoría de principios lo que no era otra cosa que tácticas circunstanciales dogmáticas, las cuales, imposibilitaban al movimiento anarcosindicalista para mantener contacto y establecer convenios circunstanciales con otros grupos y organizaciones con intereses coincidentes. Por ende, criticó a la Confederación Nacional del Trabajo por considerar que estaba manipulada por grupos “ultras”, incluso más que cualquier partido político español. Después de realizar una breve reflexión histórica de la proyección y protagonismo de la Confederación Nacional del Trabajo, concibió los cambios de tácticas que dicha organización debía llevar a cabo:

Nos enorgullece nuestro pasado, pero queremos corregir vicios y errores. Y vivir el presente. Veneramos a nuestros precursores, filósofos e idealistas, pero queremos ser sus dignos continuadores poniendo sus ideas a tono con los tiempos presentes, como ellos hicieron con las suyas. Desarrollo y perfección. Evolución constante. Aprender con la experiencia y el tiempo. Lo contrario es fosilizarse. Es matar la idea. Nada en la vida alcanza jamás el último grado de perfección. Todo aquel que se considera perfecto no pasa de ser un pobre diablo. Una etapa después de la “perfección” se halla la muerte.300

Según Fidel Miró, había que cambiar la función del movimiento obrero pensando en una acción conjunta, estrecha y de efectiva cooperación capaz de ejercer todas las manifestaciones de la vida nacional. Es decir, un poderoso

299 Ibid., p. 54. 300 Ibid., pp. 154-155.

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movimiento obrero sobre base sindical, cooperativa y municipalista, que dispute constantemente al Estado funciones y atribuciones, en resuelta y permanente oposición a las corrientes centralistas y totalitarias.301 Sin embargo, a finales de los años setenta, llegó a las siguientes conclusiones:

En la España actual se dice, por hábito y por inclinación, sin ninguna razón siquiera aparente, por parte de la CNT: No a la unidad sindical; no al pacto socioeconómico; no a la participación en los municipios; no a la constitución; no a la ley antiterrorista; no al esfuerzo radical y de conjunto para la superación de la crisis económica y el paro laboral; no a las autonomías regionales; no al asambleísmo y al consejismo… No, no, no. ¿Cuándo estaremos en condiciones de decir Sí en tales o cuales condiciones?302

Con el afán de servir únicamente a las ideas, sin pretensiones de estar siempre en lo cierto, esbozó una proyecto de carácter anarcosindicalista, no sólo para España, sino adaptable a diversos lugares y situaciones. No cabe duda que para Miró, el inicio de los años ochenta representó la continuación de la lucha por dotar no sólo a España de centrales sindicales de carácter anarquista, renovado por la opinión pública y la intelectualidad de vanguardia, por lo que continuó planteando algunas bases para una posible plataforma sindical. De esta base podemos destacar las reivindicaciones económicas para los trabajadores, la responsabilidad ciudadana de los obreros, la incorporación laboral a un conjunto social, la conservación de la independencia de los sindicatos obreros, los derechos de los trabajadores, la educación sin restricciones, la organización y especialidad del trabajo, servicios de salud para los obreros y los campesinos y la sociabilización de la economía (no en capitalismo de Estado) entre otras.303 Después de una larga trayectoria ideológica, como todo anarquista, Fidel Miró sintió la necesidad de publicar sus

301 Ibid., p. 162. 302 Ibid., p. 235. 303 Ibid., pp. 239-242.

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memorias en 1989, las cuales dedicó a las nuevas generaciones de jóvenes que ansiosamente buscaban creer en algún ideal. Cabe destacar que hasta el último de sus momentos, a pesar de cierta depresión y pesimismo, tuvo clara la labor educativa y cultural del pensamiento anarquista, es decir, el legar las experiencias revolucionarias con el propósito de mejorar mediante nuevas ideas y acciones. En 1996 dijo al respecto:

Desde hace muchos años me autodenomino heterodoxo, pero me considero tan anarquista en lo fundamental, en la concepción ética como en mi juventud, cuando en los mítines con frecuencia me excedía en la demagogia que hoy tanto me repugna.304

En la recta final de su vida, Miró continuó en constante actividad ideológica como escritor en la revista Dirección de Crédito, manteniendo contacto con viejos y nuevos compañeros anarquistas tanto en España como en México. En la recta final de su vida, siguió concibiendo el anarquismo como parte esencial de su estructura anímica, a sus 88 años, reafirmando la convicción de sus ideales:

Creo como el gran pensador anarquista español Ricardo Mella, que “más allá del ideal habrá siempre ideal”, me inclino, ahora, por el esfuerzo continuado, individual y colectivo, en aras de un mañana siempre mejor, salvando contratiempos y adversidades, evitando en lo posible dar marcha atrás en los avances tenazmente arrancados al dolor y la injusticia humana.305

Después de una incansable lucha política y una ardua actividad ideológica, Fidel Miró Solanes murió el 29 de junio de 1998 en la ciudad de México, donde desarrolló su vida en el exilio. Tarragona, su lugar de nacimiento, fue el aposento de su eterno descanso. Su legado histórico como exiliado anarquista vivirá por siempre a pesar de la inevitable muerte.

304 Carta de Fidel Miró a Emilio Serna… 305 Miró, Vida intensa y revolucionaria…, p. 265.

181

APÉNDICE. OBRAS DE FIDEL MIRÓ

Libros

¿Y España cuándo? El fracaso político de una emigración. Pról. De Víctor Alba. México: Libro-Mex Editores, 1959.

Cataluña, los trabajadores y el problema de las nacionalidades. México: Editores Mexicanos Unidos, 1967.

El anarquismo, los estudiantes y la revolución. Pról. De Diego Abad de Santillán. México: Editores Mexicanos Unidos, 1969.

Anarquismo y anarquistas. Pról. De Gregorio Gallegos. México: Editores Mexicanos Unidos, 1979.

Vida intensa y revolucionaria. Juventud: amor, sueños y esperanzas. México: Editores Mexicanos Unidos, 1989.

La Trapecista. Cuentos de amor, humor y tragedia. México: Editores Mexicanos Unidos, 1991.

“Tipos y relatos dominicanos. Refugiados españoles en el feudo de Trujillo” (inédito).

Revistas

Comunidad Ibérica. México, D.F. Aparecieron 50 números, periodicidad bimestral, de 1962 a 1971; se localizaron los siguientes: Núm. 1, noviembre-diciembre, 1962. Núm. 2, enero-febrero, 1963. Núm. 3, marzo-abril, 1963. Núm. 4, mayo- junio, 1963. Núm. 5, julio-agosto, 1963. Núm. 6, septiembre-octubre, 1963. Núm. 13, noviembre-diciembre, 1964. Núm. 14, enero-febrero, 1965. Núm. 15, marzo-abril. 1965. Núm. 16, mayo-junio, 1965. Núm. 17, julio-agosto, 1965. Núm. 18, septiembre-octubre, 1965. Núm. 29, julio-agosto, 1967.

182

Núm. 30, septiembre-octubre, 1967. Núm. 31, noviembre-diciembre, 1967. Núm. 32, enero-febrero, 1968. Núm. 33, marzo-abril, 1968. Núm. 34, mayo-junio, 1968. Núm. 35, julio-agosto, 1968. Núm. 36, septiembre-octubre, 1968. Núm. 37, noviembre-diciembre, 1968. Núm. 38, enero-febrero, 1969. Núm. 39, marzo-abril, 1969. Núm. 40, mayo-junio, 1969. Núm. 41, julio-agosto, 1969. Núm. 42, septiembre- octubre, 1969. Núm. 43, noviembre-diciembre, 1969. Núm. 44, enero-febrero, 1970. Núm. 45, marzo-abril, 1970. Núm. 46, mayo-junio, 1970. Núm. 47, julio-agosto, 1970. Núm. 48, septiembre, octubre, 1970. Núm. 49, noviembre-diciembre, 1970. Núm. 50, enero, febrero, 1971.

Artículos de Fidel Miró publicados en Comunidad Ibérica:

Múnich y el Cambio incruento, 1962. Panorama económico y supuestos políticos, 1963. En torno a la revolución cubana, 1963. Una política de miseria, 1964. Reajustes y crisis, 1964. Para una política de la abundancia, 1965. Els Altres Catalans, 1965. Contribución a un posible programa mínimo de la CNT, 1965. Por qué contrarios a las “nacionalizaciones” y al entendimiento con los comunistas, 1965. España, comunidad de pueblos, 1967. En torno a la guerra de Vietnam, 1967. La batalla del oro, 1968. Memorias de un federalista, 1968. El federalismo español, 1968. Un mundo convulsionado, 1968. Socialismo en libertad, 1968. López Rodó anuncia el 2do plan de desarrollo, 1968. Cartas al pueblo de José María G. Robles y otros, 1968. Cristóbal Colón de Juan Pablo García, 1968.

183

Cartas a las nuevas generaciones de Pedro Albarca, 1968. Autómata o revolucionario, 1969. Actualización del anarquismo, 1969. Los anarquistas de James Joll, 1969. El anarquismo, los estudiantes y la violencia. Índice de un libro, 1969. ¿Reconciliación de Marx y Bakunin?, 1969. Reportaje: Impresiones de un viaje por la España de hoy, 1970. La iglesia en España, 1970. Panorama social de Cataluña, 1971.

Dirección de Crédito. México, D.F.

Tenía la columna “Panorama Mundial”, en ella publicó los siguientes artículos: Europa y la C.E.E. Centro y norte de Europa. U.S.A. y su recesión. Los cambios en Rusia y en China. Comunidad Económica Europea. China, de gato a tigre. Los Libros. Fidel Miró y sus relatos en directo. África paradigma de caos y tragedia. África paradigma de caos y tragedia, 2º y último. Hispanoamérica en la encrucijada. La crisis en España. Haití todavía… La lógica de la impunidad y la perversidad. Urgente necesidad de cambiar el rumbo. Costa Rica y el neoliberalismo. Nuestro siglo que agoniza. Actualidad funcional de la ONU. Actualidad funcional de la ONU. Causas principales de las relaciones actuales.

Solidaridad Obrera. Barcelona.

Tenía su cargo la sección “Temas campesinos”, publicó los siguientes artículos: Un poco de Historia, Barcelona, 3 de julio de 1934. Los anarquistas y la ley de contratos de cultivo, Barcelona, 8 de julio de 1934. El campo en 1920 y el momento actual, Barcelona, 15 de julio de 1943. El pleito empieza ahora, Barcelona, 22 de julio de 1934. En torno a la ley de contratos de cultivo, Barcelona, 29 de julio de 1934.

184

Tiempos Nuevos

“La guerra, episodio de nuestra revolución”. Barcelona, número 9-10 septiembre-octubre de 1937.

Otros escritos Revisión táctica de la CNT, 1954-1956. Sobre la actual situación en España y la CNT, 1957. La solución federalista, 1957. Prieto y el entendimiento de la CNT-UGT, 1958. Asuntos sobre práctica internacional. Federalismo, teoría y práctica.

Películas y documentales Entrevistado para el documental: “Vivir la Utopía”. 1997. Dir. Juan Antonio Gamero. “Tierra y Libertad”. 1995. Dir. Ken Loach. “Federica Montseny. La mujer, la anarquista, la ministra, la refugiada”. 1991. Dir. Pedro Gil Paradela. “¿Por qué perdimos la guerra?”. 1978. Dir. Luis Galindo. Durruti en la revolución española. 1998. Dir. Paco Ríos. Casas Viejas. 1996. Dir. Basilio Martín Patino. Desafectos. Esclavos de Franco en el Pirineo. 2007. Dir. Eguzki Bideoak. Buenaventura Durruti. Anarquista. 1999. Dir. Jean Louis Comolli.

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FUENTES

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Libros escritos por Fidel Miró Solanes (en orden cronológico)

¿Y España cuándo? El fracaso político de una emigración. Pról. De Víctor Alba. México: Libro-Mex Editores, 1959.

Cataluña, los trabajadores y el problema de las nacionalidades. México: Editores Mexicanos Unidos, 1967.

El anarquismo, los estudiantes y la revolución. Pról. De Diego Abad de Santillán. México: Editores Mexicanos Unidos, 1969.

Anarquismo y anarquistas. Pról. De Gregorio Gallegos. México: Editores Mexicanos Unidos, 1979.

Vida intensa y revolucionaria. Juventud: amor, sueños y esperanzas. México: Editores Mexicanos Unidos, 1989.

La Trapecista. Cuentos de amor, humor y tragedia. México: Editores Mexicanos Unidos, 1991.

“Tipos y relatos dominicanos. Refugiados españoles en el feudo de Trujillo” (inédito).

Revistas

Comunidad Ibérica. México, D.F. Dirección de Crédito. México, D.F. Solidaridad Obrera. Barcelona. Tiempos Nuevos. Barcelona.

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