Daniel D. Vidart
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DANIEL D. VIDART EDICIONES DEL BANCO DE GALICIA M ONTEVIDEO 196 1 REGIONALISMO Y UNIVERSALISMO DE LA CULTURA GALLEGA ÓDÉAS DEL AUfrOÉ 1946 — Tomás Berreta. (Estudio sobre el proceso del caudillismo en el Uruguay y del enfrentamiento entre el cam po y la ciudad). Premio Ministerio de Instrucción Pública. 1948 — La Edad de Oro. 1949 __ Esquema de una Sociología Rural Uruguaya. (Trabajo que obtuvo el primer premio en el Concurso orga nizado por el Ministerio de Ganadería y Agricultura entre sus funcionarios técnicos y administrativos). 1950 — Hesiodo, el poeta de la tierra. (Ensayo donde se analizan los elementos sociológicos del poema Los trabajos y los Días). 1955 — La vida rural uruguaya. (Libro premiado en la categoría Ensayos por él Ministerio de Instrucción Pública). 1958 — El caballo y su influencia en América indígena. (Ensayo etnológico sobre la repercusión de las costumbres ecuestres en la cultura del aborigen americano). 1958 — Sociedades marginales de América colonial. (Es tudio sociológico y etnológico sobre los marginales económicos, etnogeográficos y antropológicos de América durante él co loniaje) . 1960 — Sociología Rural. (2 t.). (Tratado publicado por la Editorial Salvat, de Barcelona). 1960 — Las sociedades campesinas del área rioplantese. (Complementación del libro anterior, en el cual se intenta una caracterización del estrato campesino dentro de la sociedad glo bal rioplatense). En prensa — Sociología del tango y otros ensayos río- platenses. DANIEL D. VIDART REGIONALISMO y UNIVERSALISMO DE LA CULTURA GALLEGA 2^2? ■ EDICIONES DEL BANCO DB GALICIA 196 1 A mis hijos Gabriel y Martín Vidart Novo ADVERTENCIA La inmensa mayoría de los libros constituye, en esen cia, un triunfo sobre la ignorancia y él oscurantismo, un re troceso de las fuerzas nocivas; mas la publicación de este li bro, señala una etapa doblemente promisoria, en bien de la difusión de la cultura, puesto que con ella se incorpora una, nueva energía positiva en este campo de acción. El BANCO DE GALICIA, entidad uruguaya, nacida al conjuro de in quietudes guiadas por el propósito de enaltecér lo gallego, y que ha adoptado la Cruz de Santiago como emblema sim bólico, ilumina sus raíces estatutarias, comunes a esta clase de empresas, con una previsión enaltecedora, que propende al fomento y difusión de la cultura española y uruguaya. Son muchos ya los pasos dados en esta senda, por el BANCO DE GALICIA, en su relativamente corta trayecto ria. y se cuentan, entre' sus r&alizaciones más importantes, un concurso literario, y el patrocinio de una exposición de libros y fotos sobre Galicia, además de aportes y contribucio nes al desarrollo de la cultura. Ahora, en un esfuerzo más en aras de ese incremento cultural que le encomendaran sus creadores, procede a otra realización positiva, llevando al lir bro, como primera edición de su sello, una obra del eminente sociólogo uruguayo, Profesor Daniel D. Vidart, obra escogida por la elocuente, pedagogía que sobre el finisterre entraña, además de sus intrínsecos valores intelectuales. Sobre la persona del autor debemos decir que Daniel D. Vidart nace en Paysandú, Uruguay, en 1920. Se ha especializado en el estudio de las Ciencias del Hombre y como escritor, además de los temas concernientes a aquellas —en particular la Etnología, el Folklore y la So ciología— se ha dedicado al ensayo y a la crítica bibliográ fica. Actualmente es Jefe del Departamento de Sociología Rural del Ministerio de Ganadería y Agricultura y dicta los tres cursos de Ciencias Geográficas en Enseñanza Secundaria. 6 — Entre los años 1955 y 1958 fue miembro del Directorio del SOBRE {Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica), en el cual desempeñó la Vicepresidencia. A partir del año 1953 redacta en el diario “El Plata” la Bibliografía de las Ciencias del Hombre. Desde 1959 ejerce la Presidencia de la Asociación Uru guaya de Escritores. En 1961 funda con un grupo de discípu los el Centro de Estudios Arqueológicos y Antropológicos Ame ricanos “Dr. Paúl Rivet”, cuya dirección le ha sido confiada. El tema de la cultura gallega fue abordado en varios dé sus artículos aparecidos en el Suplemento Dominical del dia rio “El Día” y en diversas conferencias en instituciones gallegas. Capítulo I EL PAISAJE GALLEGO Y SU HABITANTE •.- - — - El paisaje, clave cultural En los estudios del siglo pasado y comienzos del presente, inspirados en un ingenuo determinismo geográfico a lo Buc- kle o a lo Taine, toda consideración sobre la cultura de un pueblo iba precedida por una descripción geográfica de la comarca donde el referido pueblo se asentaba. Dicha actitud no era una concesión estética ni obedecía a un desarrollo ló gico. Se le pedía a la geografía nada menos que la razón de la historia; se pretendía explicar el obrar, el sentir y el que rer de los hombres por la influencia de la tierra que los sus tentaba y del clima que los acogía. En tal sentido Reelus lle gó a decir que la geografía era la historia congelada en el espacio y que la historia era la geografía andando en el tiempo. No nos seduce hacer tal tipo de concesiones previas ni nos mueve un secreto afán confirmatorio del determinismo geográfico al iniciar nuestro panorama de la cultura gallega con este capítulo dedicado al paisaje de Galicia. El hombre no es ya, a la altura de nuestra emancipada civilización de Occidente, un espejo físico y mental del solar que lo prohija. Se ha liberado de la ruda dependencia primaria del medio planetario. Entre la naturaleza y su personalidad biológica y psíquica ha interpuesto la muralla cultural de sus obras. Sólo sobre los grupos humanos denominados primitivos, esto es, los prealfabetos, incivilizados o salvajes que preservan en las profundidades de los bosques o en el aislamiento de las estepas la herencia de la prehistoria, la naturaleza gravita con implacable firmeza. Hay, sin embargo, pueblos civilizados que en la actua lidad mantienen una ligazón tácita y amorosa con el paisaje materno. Influye en esta actitud, quizá, un íntimo mecanis mo espiritual antes que un servil acatamiento a los dictados del marco geográfico. La tierra no es en este caso el molde de la cultura sino que la cultura se engrandece y perfeccio na en el diálogo que mantiene con aquella. Tal es lo que sucede en Galicia. El pueblo gallego incor-, pora la tierra a su mundo cultural al tiempo que inserta en 10 — ella los productos milenarios de su cultura. De este modo es un fabricante de paisajes, agrarios en su mayor parte, que mantiene, paralelamente, una actitud geofilial hacia la pre sencia afirmadora y sustantiva de la madre tierra. Pero para ir en busca de los paisajes es necesario an tes tener una visión lo más completa posible de la región donde tales paisajes, humanizados y docentes, se abren a la ancha luz de la historia. Tal empresa nos conduce a la descripción de la natu raleza, del escenario geográfico en su plenitud cósmica. Y una vez logrado esto partiremos tras el hombre gallego y su actividad paisajística. Porque todo paisaje, como la escala de Jacob, se apoya en una firme base terrenal mientras que por sus peldaños suben y bajan los incansables ángeles obre ros del espíritu humano. Situación y clima de Galicia Galicia se halla en el noroeste de España, desafiando al Océano Atlántico con su perfil acuchillado por las rías mien tras recibe en pleno rostro los vientos cargados de nubes y de humedad que vienen desde las salobres soledades del mar. Forma parte de la Iberia húmeda o atlántica, opuesta en tantos aspectos a la Iberia seca que se muere de sed junto a las aguas azules del Mediterráneo y de frío en los meses rigurosos del invierno castellano. En las costas protegidas por las escotaduras de las rías el clima es benigno. No hay inviernos duros ni veranos so focantes. Un suave aliento templado rige la vida costanera. Pero tierra adentro, donde las alturas son mayores y la le janía del mar impide que se disfrute de los beneficios del suave clima occidental, los inviernos son más recios y los estíos más secos. Galicia sostiene, a lo largo de todo el año, un perpetuo coloquio con las nubes. Cuando éstas llegan desde las pra deras del Océano, con sus odres cargados de lluvia, las aguas del cielo repiquetean largamente sobre los tejados, brillan v corren en las calles enlosadas, empapan él pañuelo abierto de los campos, se escurren hacia el transparente venablo do loa ríos, La marca promedial del pluviómetro es, al cabo del año. 1.500 milímetros de agua llovida. En Santiago de Com- postela caen casi 1.700 milímetros, como si el cielo quisiera exaltar con su fina caricia las glorias tradicionales de la ciudad apostólica y estudiosa. Otras veces las nubes son un tenue telón entre la em papada tierra y el cielo lejano y exiliado. En tal sentido Ga licia se inscribe en el grado de nubosidad 6, dentro de una escala que va del 1 al 10. Se asemeja , por lo tanto, al de la Bretaña francesa e Irlanda, hermanas célticas con las que comparte otras muchas similitudes. Bien decía Aristófanes en su comedia homónima que las nubes son las únicas diosas. En Galicia las nubes se han aliado a los hombres para crear un conspicuo vergel, una tierra arropada por la gracia del árbol y la sonrisa del ce real que en ella prosperan. Frecuentemente las aguas aéreas se confabulan con las divinidades de la penumbra para tejer una niebla delicada o espesa, según los casos, que todo lo envuelve con su túnica, que todo lo transfigura con su gris sortilegio. La niebla bo rra los contornos de las cosas, tamiza y esmerila la luz, llena el paisaje de pálidos fantasmas.