Tierra, Indio, Mujer: Pensamiento Social De Gabriela Mistral
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Lorena Figueroa Tierra, indio, mujer: Pensamiento social de Gabriela Mistral 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Lorena Figueroa Tierra, indio, mujer: Pensamiento social de Gabriela Mistral Presentación Maximiliano Salinas Campos El presente trabajo quiere abordar un tema que los chilenos y las chilenas debiéramos haber tenido y querido ya en nuestra memoria colectiva. Se trata de indagar en las claves del pensamiento social de Gabriela Mistral. Un tema no menor para la conciencia de nosotros como pueblo. Gabriela Mistral no fue sólo la adolorida mujer de Desolación. En ella se encuentra un pensamiento social vigoroso y riquísimo para Chile y la América del Sur. Los importantes esfuerzos que día a día se hacen por recopilar sus escritos necesitan al mismo tiempo ser objeto de estudio y de investigación. Y de conocimiento sencillo del mayor número de personas. Especialmente se hace necesario conocer su prosa, que fue «muchas veces su más penetrante poesía», como dijera Pablo Neruda (Confieso que he vivido). En la cátedra de Pensamiento Social de América Latina y Chile que impartimos en la Universidad ARCIS desde 1995, procuramos dar a conocer a Gabriela Mistral en su condición de pensadora original por la justicia y la paz, por América del Sur, sus tierras y sus gentes. Ahora tenemos la alegría y el honor de presentar el trabajo de tres jóvenes tituladas en la Escuela de Periodismo de dicha Universidad con una memoria sobre el tema. Keiko Silva, Lorena Figueroa y Patricia Vargas, grandes amigas y excelentes estudiantes, investigaron con entusiasmo y dedicación constantes para desentrañar los temas con que Gabriela Mistral fue trenzando su pensamiento sobre nuestras sociedades mestizas. Ha sido un privilegio poder acompañarlas en su rico proceso de investigación. Cada una de ellas se especializó en los tres temas que conforman el desarrollo de la obra: la mujer, los indígenas, y la tierra, respectivamente. El conjunto de estos tres temas completan la visión y la pasión que Gabriela tuvo de y por América, la que fue «quizá la más carnal de sus [6] pasiones» (Victoria Ocampo, Gabriela Mistral en sus cartas, en Testimonios. Sexta serie 1957-1962, Buenos Aires 1962, 59). La tierra, los indígenas y las mujeres, son los rostros concretos de esa América idolatrada por la Mistral. Donde volcó su pensamiento desconcertantemente 'carnal' para los filósofos de profesión. «Su visión a veces nos desconcierta, por cierta insistencia en la carnalidad... ¿Hay un tipo de pensar que al mismo espíritu quisiera hacer carne, y lo exprese en imágenes y símiles que lo vuelven cosa de palpación más que de comprensión?», escribió su viejo amigo José Vasconcelos en 1946 (Homenajea Gabriela Mistral, en Revista Iberoamericana X, 20, 224). Tierra, indígenas y mujeres son los temas, también, hoy por hoy pendientes de nuestra modernización coja y tuerta. El Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad decidió divulgar este trabajo, y, conociéndola también la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, patrocinada por el Archivo del Escritor, acordó publicarla en conjunto con LOM Ediciones. La Universidad quiso con esto reconocer el mérito de un trabajo académico en el ámbito de las Ciencias Sociales, y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, darla a conocer fuera de los círculos estrictamente universitarios por considerarlo un verdadero aporte como rescate de patrimonio. El objetivo es que esta obra, fruto de jóvenes que se inician en el trabajo y la investigación cultural, sea leída por cualquier persona interesada en el tema más allá o más acá de los ámbitos de la educación superior. Damos aquí especialmente las gracias a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos por apoyar la edición con este preciso interés de divulgación de un pensamiento vivo y viviente que tanto desconocemos los chilenos y los suramericanos. He dicho varias veces y lo repito con muchísimo gusto que este país debiera llamarse Lucila de lo contrario que se llame Gabriela debería volvérsela a querer a releer a ver a compadecer es una novia abierta al infinito una viuda perpetua una mamá que no se olvida nunca... Nicanor Parra, 1989. [7] La Tierra Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la tierra, y lo mismo si estás alegre. Hijo mío juega con ella... Se oyen cosas maravillosas al tambor indio de la Tierra: se oyen el fuego que sube y baja buscando el cielo y nos sosiega. Rueda y rueda, se oyen los ríos en cascadas que no se cuentan. Se oyen mugir los animales; se oye el hacha comer la selva. Se oyen sonar los telares indios. Se oyen trillar, se oyen fiestas. Donde el indio lo está llamando, el tambor indio le contesta, y tañe cerca y tañe lejos, como el que huye y que regresa... Todo lo toma todo lo carga el lomo santo de la Tierra: lo que camina, lo que duerme, lo que retoza y lo que pena; y lleva vivos y lleva muertos el tambor indio de la Tierra. Cuando muera, no llores hijo: pecho a pecho ponte con ella, y si sujetas los alientos como que todo o nada fueras, tú escucharás subir su brazo y la madre que estaba rota tú la verás volver entera. Gabriela Mistral. [8] En casa de Don Fausto Coto Montero en San Pedro de Montes de Oca. Costa Rica, 1931. [9] Introducción ¿Por qué Gabriela Mistral? ¿Quién no leyó alguna vez los versos de Gabriela Mistral? ¿Cuántas veces no tuvimos que recitar algún poema suyo en un acto escolar? Nadie se escapó de repetir a coro en la sala de clases «piececitos de niño, azulosos de frío» o «yo no quiero que a mi niña me la vayan a hacer reina»... Todos, sin excepción entramos al mundo de Gabriela a través de sus poemas y versos, colmados de infancia, rondas y juegos. Crecimos escuchando que Gabriela Mistral nos legó los mejores poemas y los versos más bellos de nuestro país. Y así se nos fue quedando en la retina la imagen mítica de la madre universal, la maestra rural y abnegada, la magnífica escritora de sonrisa triste y carácter melancólico que no tuvo hijos. Nos quedamos con la idea de la profesora elquina que adoptó a los niños del mundo como si fueran suyos, dejando, por olvido o desconocimiento nuestro, su pensamiento crítico hecho prosa. La misma vitalidad creadora que impulsó a la poetisa, salió a luz también en sus reflexiones acerca del acontecer americano. Nos reencontramos, de este modo, con la pensadora, lúcida y vivaz, pero por sobre todo, sensible a la realidad contemporánea que vivió, describió y enjuició enérgicamente. La historia real de Gabriela Mistral ha estado ceñida a circuitos literarios especializados, que recién en estos momentos comienzan a exponer su trabajo prosístico al alcance masivo. Sin embargo, será una difícil tarea lograr que el redescubrimiento de su trabajo pueda superar las visiones que la sociedad ha dejado predominar. [10] Este libro es una invitación a leer a la Mistral, una ventana que nos aproxima a la otra Gabriela, la mujer, mestiza y campesina que nos brindó una concepción de América que trasciende en el tiempo y las fronteras. Una vez despojados los clichés que la han rodeado, reconocemos lo que ella representa y simboliza para la América hispana: «El amor a la libertad, el ideal de una América organizada a la luz de sus propias necesidades, la salvación de los errores de momento a través de la educación y el intento de conformar el espíritu del continente...» Gabriela modela una concepción de América en la cual, tierra, indio y mujer, resultan ser los ejes que interpretan el pensamiento político-social de la poetisa. En la particularidad de estos tres ámbitos queda reflejada su conciencia sobre la integración de los pueblos y la unicidad del territorio americano. Es necesario revitalizar el legado que Gabriela Mistral quiso transmitir. No sólo para demostrar la vigencia de sus juicios, sino en especial, para asumirla como una pensadora suramericana, que dio cuenta del conflicto de identidad que sufre la región. El compromiso social de Gabriela Mistral A la par de sus escritos en versos, Gabriela Mistral escribía sobre compromiso y equidad social. Ya en su adolescencia cuestionaba la pobreza y la injusticia de los desposeídos, de los cuales también formaba parte. Al buscar el origen de esta preocupación, debemos remontarnos a su niñez, a su entorno elquino, primario y agrícola, que reflejó carencias sociales y políticas en que vivía el sector campesino de América del Sur. Conversaciones con Pedro Aguirre Cerda acerca de la necesidad de una Reforma Agraria -cuando éste aún se desempeñaba como profesor-, dieron origen al libro «El Problema Agrario» que el futuro Presidente de Chile le dedicó en 1929. En el año 1922 Gabriela fue llamada por el ministro de Educación de México, José Vasconcelos, para participar en la reforma educacional y en la fundación y organización de bibliotecas populares. Allí su labor fue la de cooperar en la creación de un nuevo estilo de educación. Sin embargo, México fue también la puerta de entrada al mundo indígena. En ese país se hará más fuerte su lazo con la causa indigenista. [11] Junto a Vasconcelos «reivindicaban lo precolombino, el pasado maya y azteca, la poesía zapoteca; pero también exaltaban al indio actual, los valores de su silencio, el sentido profundo de su recogimiento. Debía traducirse en redescubrimiento de su sensibilidad creadora expresada en la artesanía, el sentido teatral, la música y las danzas». Después de México, su labor diplomática le permitió viajar, conocer y vivenciar otras realidades, tanto del continente americano como de Europa. En sus recorridos, pudo comprobar que el nuevo continente estaba en considerable desventaja con respecto a reivindicaciones y derechos sociales.