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LA CASA EN NAVARRA

Biblioteca CAJA DE AHORROS DE NAVARRA © Caja de Ahorros de Navarra Coordinación, Fernando Pérez Olio Fotografías en bitono, José Esteban Uranga Fotografías en color, José Luis Zúñiga Fotomecánica: Reproducciones LAR. Logroño Impresión: Industrias Gráficas Castuera, S. A. Burlada (Navarra) ISBN: Obra completa 84-500-5257-2. Tomo I 84-500-52564 Depósito Legal: NA 233-1982 JULIO CARO BAROJA

LA CASA EN NAVARRA

Fotografías de José Esteban Uranga

I

CAJA DE AHORROS DE NAVARRA , 1982

PRIMERA PARTE

ADVERTENCIA PRELIMINAR

1) Los orígenes de una colaboración. 2) Propósito y método.

Cuando en la primavera de 1976 la Caja eso -en mi razonamiento- tuve que recono­ de Ahorros de Navarra le propuso al que cer que, si quería preparar un texto que escribe este prólogo que preparara un libro estuviera a la altura de la generosidad de sobre la Casa Navarra en términos generales, quien me ofrecía su colección fotográfica ini­ se le plantearon una serie de cuestiones de gualable, había de buscar ayuda técnica. orden teórico y otras de orden práctico, para llevar adelante una empresa que le tentaba, Necesitaba planos, alzados, medidas. Yo pero que consideraba superior a sus fuerzas, solo no podía lanzarme a una tarea minu­ si pretendía hacer algo más que comentar una ciosa, que requiere, las más de las veces, una serie de fotografías y rapsodiar obras anterio­ colaboración o como se dice ahora, trabajo res. en equipo. Una parte del trabajo -pensaba- la podía Esta colaboración me vino de donde podía realizar él mismo, sobre sus apuntes y expe­ esperarla. Hace años que estaba en contacto riencias y partiendo del material fotográfico con jóvenes arquitectos del Colegio Vasco- que, con generosidad inmensa, puso a su Navarro y con ellos había llevado a cabo disposición José Esteban Uranga, amigo en­ varias excursiones a distintas partes de Nava­ trañable y defensor tenaz del patrimonio ar­ rra y de las tres Provincias Vascongadas, para tístico de su tierra. Muchos saben lo que visitar conjuntos urbanos, palacios y «casas» Uranga ha hecho, durante años y años, como precisamente. De aquellas excursiones arran­ secretario de la «Institución Príncipe de caron varias iniciativas: pero, sobre todo, una Viana». Menos somos los que tenemos idea sólida amistad con tres de los promotores de clara de sus conocimientos profundos en te­ las mismas. Tres arquitectos jóvenes, trabaja­ mas de Historia, Arqueología y sobre todo dores y llenos de inquietudes intelectuales. Arte, pese a lo que ha publicado. Todavía Son los que hoy firman una parte de esta existe una minoría más exigua y privilegiada a obra, que tanto en teoría como en práctica, se la par que es la que se ha beneficiado más de constituyó, desde el principio, por tres cuer­ tales conocimientos: y dentro de ella yo creo pos. Uno formado por la colección de fotos, que he tenido un trato de especial favor. Por hechas por José Esteban Uranga. Otro por

9 los planos, alzados y dibujos que en visitas a a servir de pauta y en casos, también, hacía distintos pueblos, llevadas a cabo en el ve­ del natural con una mano menos técnica que rano de 1976, algo del otoño y después en las de sus compañeros de excursiones, pero 1977, (con una interrupción desastrosa de­ que le servían de referencia personal o testi­ bida a las malísimas condiciones climáticas de monio. la primavera y gran parte del verano de 1978) El libro ha sido de elaboración lenta. Hoy realizaron Miguel Garay, Ignacio Galarraga y día, en una especie de renacer de los estudios J. Ignacio Linazasoro. sobre temas vascos y navarros, resulta difícil La tercera parte es el texto seguido, co­ seguir y enterarse de todo lo que se publica rrido del que ahora escribe, ilustrado con sus en forma monográfica. propios dibujos, que, en casos, le empezaron

II

Pero se ha querido utilizar lo principal. Este no es, pues, un libro de geografía, Más difícil aún es dar ideas que rebasen el tampoco de etnografía estricta, ni de sociolo­ particularismo político imperante. Pero, per­ gía. Este es un libro histórico, en esencia, en sonalmente, siempre me he empeñado, a ve­ el que se procura hacer ver cómo en los ces contra viento y marea, en hacer ver que distintos ámbitos y medios físicos que existen los problemas del país son expresiones con­ en el antiguo Reino de Navarra, en distintas cretas y curiosas de problemas más generales. épocas en las que los hombres tenían capaci­ Es decir, que considero como mal principio dad técnica también distinta y con organiza­ de investigación el de empezar definiendo lo ciones diferentes, se han ido superponiendo que es típico o no («lo vasco», «lo navarro», los caracteres que definen hoy, no sólo a la «lo montañés» o «lo ribero» por ejemplo) arquitectura civil de Navarra, sino también a para de ahí ir estableciendo las categorías. Mi los núcleos donde se halla ésta. principio es observar primero y luego clasifi­ car u ordenar. Nunca partir de definiciones No es, pues, tampoco, un tratado des­ previas, que son las que están produciendo criptivo sobre la Casa Navarra. Es algo con más confusiones y errores en esta época en límites que, hasta cierto punto, ha impuesto que el juego de intereses políticos, no siem­ la investigación de campo, que, de otra parte, pre elevados, quiere hacer de toda investiga­ permite ampliar el horizonte de lo sabido ción una pieza de proceso, para defender o hasta ahora de modo insospechado y descu­ atacar esto o aquello. Semejante uso y abuso briendo cosas que no se conocían. de la Historia, al que en verdad se han pres­ Este no es, así, tampoco, un libro de tado historidadores eminentes, es algo que arquitectura popular como otros excelentes queda fuera de mi interés. que se han publicado hace no mucho. Tengo Parecerá, a veces, en cambio, que mi es­ muchas razones para dejar ahora a un lado las crito tiene demasiadas partes preliminares y definiciones de qué cosa sea lo popular y para digresorias; pero creo que no podría ir ade­ ocuparme de lo que objetivamente existe en lante con mi método, si no las desarrollaba. Navarra, sin hacer demasiadas exclusiones Porque el asunto de cómo resuelve el hom­ previas. Porque, en última instancia, como he bre sus problemas desde el punto de vista de dicho, antes que definir hay que observar y la habitación, se liga con otros mil de tipo dar todas las dimensiones de un problema. económico, con las estructuras sociales, con Por eso este libro parecerá «poco folkló­ lo que le es dado por la naturaleza y lo que le rico». es dado por la política a través de tiempos Al utilizar, precisamente el concepto de muy distintos. «Casa» y de «Casa en», se ha querido hacer

10 énfasis en lo que importan las cuestiones de navarros que trabajan en Pamplona, Iñiguez, clase social y de caracterización jurídica, eco­ Ustárroz y Biurrun. El entusiasmo de estos nómica y aun política, que rebasan la noción en levantar planos y alzados, en dibujar del de lo popular, la cual limita de modo sensible natural, en defender viejas construcciones de el campo de investigación desde el punto de la piqueta interesada de contratistas y espe­ vista sociológico. Porque lo que del estudio culadores de terrenos es admirable. Tan ad­ de la Casa surge en última instancia es algo mirable como su generosidad al franquear su que puede dar fundamento a una Sociología trabajo, bellísimo en ocasiones, como se ve del País o de los países que constituyen la en la espléndida serie de dibujos de Iñiguez, entidad histórica compleja que es Navarra. relativos a pueblos como Isaba, Ochagavía y Roncal. Públicamente quiero agradecer tanta Pero ¿cómo empezar?. A riesgo de pare­ generosidad. cer difuso, he considerado que no se puede Un último y triste deber. Al tiempo de hacer una historia de la casa sin conocer la escribir una parte de estas páginas, en el oto­ historia del espacio que ocupa. Porque la ño de 1978 ha muerto D. Esteban Uranga. La historia del espacio nos da ideas más o menos obra saldrá firmada por él, en lo que es de claras acerca de relaciones entre el contenido él. Pero tanto mis colaboradores como yo nos y el continente. No creo, en efecto, que en lo consideramos obligados a dedicar a su memo­ futuro, se pueda considerar que la unidad ria lo que ha salido de nuestras manos. Que­ «casa» es igual a sí misma siempre, aquí y allí, rríamos que ésta fuera considerada también en esta época o en aquella, y que resulte como un aviso o advertencia grande respecto explicable sin observar de modo atento el a algo que defendió nuestro llorado amigo ámbito en que queda incluida, con rodas sus con denuedo sin igual, cuando fue secretario variedades y diferencias. De éstas hay que de la «Institución Príncipe de Viana», el pa­ tratar, haciendo historia de cosas tales como trimonio artístico e histórico-cultural de Na­ las redes de comunicación, los asentamientos varra. Lo que supone el estado lamentable o de diversa índole y sus características y las de franca ruina y destrucción de la arquitec­ circunstancias sociales en que se constituyen tura civil en muchos pueblos de este País es y varían, temas que se desarrollan en las tres algo de lo que no hay conciencia suficiente ni primeras partes de esta obra, para dedicar las en las autoridades ni en el pueblo. Uranga, sí restantes a una tarea que a muchos parecerá tenía conciencia del desastre, aunque no veía más justa y adaptada al tema y en la que la qué medios podían adaptarse para reme­ colaboración con los arquitectos es también diarlo. Medios siempre hay; pero la cuestión mayor. es quererlos emplear y hacerlo con justeza. Aparte de la referida he de destacar otra Pero éste es otro tema que acaso pueda generosa y desinteresada, como la que más. plantearse mejor de ahora en adelante, a la Me refiero a la de los jóvenes arquitectos vista de lo aquí dicho y estudiado.

11

INTRODUCCION

1) Complejidad del estudio de la casa. 2) Nuestro tema: exploración semántica. 3) Extensión de la investigación propuesta.

En los manuales de antigüedades griegas y deros: sobre ella se acumulan muchas tradi­ romanas primero, en los tratados de Ar­ ciones culturales, muchos intereses sociales, queología correspondientes a distintos pue­ de suerte que es expresión, no sólo del régi­ blos después, solía haber capítulos o seccio­ men económico propio de los que la constru­ nes dedicadas al estudio de la casa o habita­ yeron y habitaron en distintas generaciones, ción en general. Tales secciones, a medida de sino también de situaciones políticas variadas que la investigación se ha hecho más pro­ y sucesivas. Es, por otro lado, un foco de la funda y compleja, han ido escribiéndose con vida religiosa, una expresión del nivel comer­ menos espíritu generalizador y más atención cial o industrial de donde está y cuando se a criterios sociológicos, políticos y económi­ construyó y de su situación frente a enemigos cos de mucha variedad y aun particularidad. del pasado o del presente. Obedece la casa a Hoy no se puede despachar el tema como tantos intereses dominantes en el hombre y a se despachaba hace cien años o aún menos. tantas formas de vida, que cuando se quiere Hoy tampoco podemos imitar a los que co­ caracterizar en términos etnográficos, con menzaron a escribir sobre temas tales como expresiones tales como las ya citadas de «casa «La casa vasca», «La casa montañesa», la vasca», «catalana» o «andaluza» se corre el andaluza o la catalana, ajustándolo todo a riesgo de estilizar ¡as clasificaciones, seleccio­ unas cortas series tipológicas, y a conceptos nando lo que por criterios no siempre claros cuales los de rural o señorial, rústico o urbano. se considera lo más típico. Pero hay cosas visibles que son «típicas» desde un punto de sin precisar o ahondar más, en el tiempo vista plástico. Otras no visibles o manifiestas sobre todo. lo son desde otro u otros. La palabra «casa», F.l estudio de la casa puede considerarse en sí misma, no alude a un concepto único, que da los elementos fundamentales para arquitectónico, sino que tiene significaciones comprender una determinada sociedad en el varias y complejas: más usadas en épocas presente y también en el pasado. Porque, en unas, más usuales otras en tiempos y países muchos casos, la casa no es un elemento diferentes. cambiable y mudable, sino de los más dura­

15 II

El nuestro será el antiguo reino de Nava­ calor. Servio por su parte da una etimología rra: ni más, ni menos. que hace pensar más en una cueva artificial: Mas al hacer uso de una palabra tan vul­ «casa a cavatione dicta» 9. Pero en los textos gar como lo es la de «casa», conviene que latinos medievales antiguos «casa» es, ya, realicemos previamente un pequeño análisis edificio o habitación en general, incluso real semántico, para ver, también, cómo, en cas­ («casa regis») 10: algo equivalente a «domus» tellano, se ha ido cargando de significados, y (así hay «domus Dei» y «casa Dei»). cómo algunos se han perdido o han termi­ «Casa» pasa de modo insensible del latín nado localizándose. En primer lugar, la pala­ al romance hispánico, así como también del bra puede contener varias nociones, en rela­ bajo latín derivan «casar» y «casal». En tex­ ción con el lugar o lugares donde vive el tos de escrituras latinas de Castilla del Norte hombre. del siglo IX, aparece la palabra «kasa», con «Casa» aparece en latín clásico signifi­ k. 11; también «casa» 12. Aparecerá, así cando construcción rústica. Vitruvio atestigua mismo, «casar» 13 en la misma documenta­ esta acepción desde el punto de vista técni­ ción y por fecha similar. co 1. Corominas registra, en el año 938, el La «casa Romuli» a la que alude, estaba primer documento castellano corrido con la cubierta de gálago, según el mismo 2. palabra «casa» 14. Vitruvio establece la existencia de un Desde entonces la encontramos, con el tránsito evolutivo de la «casa», concebida del significado de habitación o mansión, en tex­ modo indicado a lo que clama «domus»: la tos variados. En el sentido más corriente se habitación hecha de ladrillo o piedra, con registra en Gonzalo de Berceo 15, que tam­ cubierta de madera y tejas. En ella se obser­ bién usa «casar» 16. vaban ya principios de simetría y en ella se Pero señalemos, ahora, algunas acepcio­ acumularon también comodidades, según la nes particulares, significativas, en textos me­ experiencia progresiva 3 dievales. Pero sigamos con la «casa primaria». 1.°) «Casa», como población grande o de La «casa piscatoria» de Petronio 4 es una cierta entidad, se usa repetidas veces en el choza de pescadores como es pastoril la de «Poema del Cid», como cuando dice: Virgilio 5. Por su parte, los soldados romanos en sus campañas construían chozas cubiertas «Entrados son a Molina, buena e rica de ramas de árbol, a las que también llama­ casa» w. ban «casae» 6. 2.°) «Familia». En sentido jurídico hay un Parece, sin embargo, que allá a fines del texto de las «Partidas» (partida IV, título II, siglo I de J.C., «casa» era palabra que servía ley V) 18 que ilustra el uso. ya para designar a un edificio rural, no tan rústico como las simples chozas y cabañas También otros histórico-religiosos como vitruvianas ni tan complejo o suntuoso como los del Tostado, tratando de la «casa» de las villas: una morada con algún elemento Noé» 19. exterior agregado para bestias y almacenes 7. 3.°) En relación con esta acepción está la Mucho después, sin embargo, San Isidoro muy conocida de «casa» por «linaje», como en sus etimologías sigue pensando en la acep­ cuando se trata de «la casa e linaje de D. ción primeramente dada. Alvaro de Luna» 20, o de «la casa de Aguí- Al tratar de los edificios rústicos 8 dice en lar» 21. efecto que «casa» es un habitáculo agreste, 4.°) «Casa», como conjunto de servidores hecho de palos, ramas y cañas, en el que los y dependientes, se halla atestiguado también hombres pueden defenderse del frío y del en el poema del Cid 22.

16 5.°) Como patrimonio o hacienda, en el de Diego González» (Albacete), «Casas de Arcipreste de Hita 23. Dejaremos aparte em­ D. Diego» (Cuenca), «Casas de D. Gómez» pleos más simbólicos (albergue espiritual, co­ (Cáceres), «Casas de D. Juan» (Granada), bijo de animales), científicos (casa celeste) o «Casas de D. Juan Pedro» (Murcia), «Casas técnicos muy especiales 24. de D. Pedro» (Badajoz),27, «Casas de Doña En cambio, habrá que recoger ciertos Inés» (Murcia) y otros muchos, como «Casas usos más modernos que se refieren a la cate­ del Conde» (Salamanca), etc. goría de las mansiones. A comienzos de siglo El plural también dignifica cuando se ha­ XVII Covarrubias iniciaba el artículo «casa» bla de «casas del Concejo», «casas consisto­ de su «Tesoro», dando la acepción'viejísima riales» o «casas del ayuntamiento» que no de «habitación rústica, humilde, pobre, sin son muchas o varias, sino una. fundamento y firmeza», para discutir etimo­ logías más o menos problemáticas sobre «Casa», en suma, ejerce un dominio total ella 25. Pero después, dice: «agora en lengua en los dialectos romances peninsulares, castellana se toma casa por la morada y habi­ frente a «domus» que tras aparecer en textos tación, fabricada con firmeza y suntuosidad; y latinos medievales se esfuma 29. las de los hombres ricos, llamamos en plural: Dentro del ámbito dominado por los ára­ las casas del señor fulano, las del duque, o bes la palabra «casa» también tiene uso, de conde, etc.» 25. También da las acepciones de suerte que aparece con la Toponimia reco­ casa como linaje, familia y servidumbre ya gida en textos de diferentes autores. Así ilustradas. La valoración suntuaria, plural, «Caxalex», «El Caxar», etc. 30. No sólo los puede dar razón de topónimos castellanos, mozárabes la conocían sino también los ára­ como los siguientes, que tomo del dicciona­ bes hubieron de usarla, al menos al referirse rio de Madoz; «Casas de D. Antonio» (Cáce- a los topónimos. res), «Casas de D. Benito» (Cuenca), «Casas

III

En el antiguo Reino de Navarra parece Así pues, de acuerdo con estos usos, al que el uso de la palabra casa es, más o menos, tratar de la «casa navarra», o «en Navarra» el mismo que en Castilla, cuando se trata de no vamos a circunscribirnos al estudio de las documentos escritos. Así, por ejemplo, en el construcciones más sencillas o elementales, Fuero de Nájera, dado por Sancho el Mayor, que, por otra parte, son de muy varias clases, confirmado por su hijo García y después por según su uso y función y los lugares donde se Alfonso VI de Castilla, se emplean las pala­ asienten. Hemos de ocuparnos de bastantes bras «casa» y «domus» 31. tipos de edificios y de edificios de distintas En el fuero de Caparroso de 1102, «do­ épocas, construidos con designios diferentes. mos» se repite, pero también se documenta Hemos de tratar, asimismo, de conjuntos ur­ «casa» («casa de muliere qui non habet ma- banos que en este país son de una variedad rito») «sénior de casa», «casero» asimis­ sorprendente, que obedecen a tradiciones mo 32. También en el de Santacara, muy pa­ distintas y que condicionan incluso la forma recido y del mismo año, surge «domos», con de algunos tipos de construcciones familiares. un carácter de recinto que no se debe vio­ Por eso es imposible entrar en el tema sin lar 33 . «Casas» en los pactos con los moros de exponer algunas características históricas del Tudela en 1115: «stent illos moros in lures país que nos va a ocupar. Porque, de lo casas», «casa de moro» 34. «Casas» en el contrario, habría que estar haciendo aclara­ fuero de Tudela de 1 127 35, etc. ciones reiteradas en múltiples casos. No es

17 un exceso el exponer al comienzo de cada es mucho menor de proporciones y no nece­ una de las parres de este libro ciertos hechos sita más que de alguna anotación ligera. generales que hacen comprender mejor lo He de advertir, por último, que como individual. Considero que estos hechos de­ trasfondo de las investigaciones aquí conteni­ ben exponerse a partir de aquel momento de das no puedo dejar de dar los resultados de la Edad Antigua en que aparece claramente obras llevadas a cabo por mí acerca de temas dibujado el grupo étnico que da origen a los históricos y etnográficos navarros, con la navarros actuales y también a su tierra. Por­ «Etnografía histórica de Navarra» en cabe­ que lo que se pueda referir, en casos, a la za 36, obra a la que no sólo habré de refe­ Prehistoria, o lo que tenga necesidad de ilus­ rirme con frecuencia, sino que también ten­ trarse a la luz de los datos de aquel periodo, dré que rectificar o aclarar en alguna ocasión.

NOTAS

1. II, 1, 5. En la bibliografía se indicará la edición p. 229 § 84. Otros ejemplos: 842, «Terrer la casa» (p. usada. 181, § 44); t606, «Valencia, la casa» (p. 232, § 86), 2. De la «casa Romuli» del cerro Capitolino hay 1661 (p. 204, § 69) y 1232 (p. 209, § 75). referencia en Macrobio, 1, 15, 10. También en Séneca 18. «Código de las Siete Partidas», II, en «Los «Contr.», 1, 6. Utiliza la palabra «casa» para aludir a códigos españoles concordados y anotados III (, choza pastoril, Virgilio «Buc.» II, 29. 1848) p. 413: «En puedese facer el matrimonio, por 3. II, 2, 7. aquellos mismos que casan, o por sus parientes, o por 4. «Sat». 115. mensajeros de sus casas, o por otros estraños». 5. «Casarius» y «casaria», como «caseros» en el 19. «El Tostado sobre Eusebio...» (Madrid 1677) sentido campesino, también se documenta. pp. 87, a (parte primera, capítulo XLIV etc. 6. Vegecio, «Mil.», II, 10. 20. «Crónica de D. Alvaro de Luna», ed. J. de M. 7. Empleo de la palabra en Marcial, «Epigr.» VI, Carriazo (Madrid 1940) pp. 7-8 (capítulo 1). 43, 4; XII, 66, 4. Pero también en X, 20, 8, habitacio­ 21. Hernando del Pulgar, «Crónica de los Reyes nes silvestres. Católicos», capítulo CCVX 1 («Crónicas de los Reyes 8. «Etym.», XV, 12, 1. de Castilla» III, B.A.E. LXX. p. 734, b). 9. Festo, ed. Lindsay, 47 (p. 41). 22. 2170, ed. cit. p. 264 (g 107). 10. Du Cange «Glossarium» (ed. , 1733), II, 23. Arcipreste de Hita, «Libro de Buen Amor» col. 371. 719, b. ed. Julio Cejador, I (Madrid, 1913) p. 252: «El 11. «Cartulario de San Millán de la Cogolla», ed. mi algo é mi casa sea en vuestro mandar». Luciano Serrano (Madrid, 1930) p. 6 (n.° 4), 852: 24. Véase el «Diccionario Histórico de la Lengua fundación de San Martín de Pontecerci. Esta obra se Española» II (Madrid, 1936) pp. 803 b., 812 a. citará como «C.S.M.» 25. «Tesoro de la Lengua Castellana o Española» 12. «C.S.M.», p. 7 (n.° 5), 853: fundación de San ed. Martin de Riquer ( 1943) p. 313 b. Martín de Losa. 26. Op. cit. ed. cit. p. 314 a. 13. «C.S.M.», p. 5 (n.° 3); donación a Taranco, 27. «Diccionario geográfico estadístico histórico «casas», en un documento fechado a 11 de noviembre de España y sus posesiones de Ultramar», v. I. (Madrid del año 828, en que Popendio y Nonita donan a San 1847), pp. 43, b-44, b. Martín de Turieno la iglesia de San Pedro de Viñón, 28. Madoz, VI, p. 48, b. «Cartulario de Santo Toribio de Liébana», ed. de Luis 29. «Nostros domos» en donación a Taranco del Sánchez Belda (Madrid, 1948) p. 9 (n.° 5) Otras men­ año 807: «C.S.M.», p. 4 (3). «domus» en la fundación ciones, p. 21 (n.° 7), año 831 • de San Martín de Pontecerci, en 852, idem, id., p. 6 14. «Diccionario crítico etimológico de la lengua (4). Todavía parece algo de más categoría que «casa». castellana» I (Madrid, 1954) p. 713, a. 30. F.J. Simonet, «Glosario de voces ibéricas y 15. «Vida de San Millán», estrofa 391 (B.A.E. latinas usadas entre los mozárabes» (Madrid 1889) p. LVII, p. 76 b. 114. 16. «Milagros de Nuestra Señora», (n.° X) estrofa 31. «Et. in casa de inffancione de Nagera non 340 (ed. cit., p. 111, a). debet ullus pausare...»; «Et in domo de vidue...»; 17. 1550, ed. R. Menéndez Pidal (Madrid, 1913) «Homo de Nagara, si comparat domum. vel domos, iuxta

18 domos suas...», T. Muñoz y Romero, «Colección de 33. Muñoz y Romero, «Colección...», cit. p. 394. fueros municipales y cartas pueblas» (Madrid 1847) pp. 34. Muñoz y Romero, «Colección...», cit. pp. 289-290. 415-416. 32. Muñoz y Romero, «Colección...», cit. pp. 35. Muñoz y Romero, «Colección...», cit. p. 421. 391-392. 36. Tres volúmenes, 1971-1972.

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CAPITULO I

1) Los vascones y su tierra 2) Núcleos urbanos y caminos. 3) La población rural.

Algo después de que los romanos avanza­ aquéllos, expresada de modos diferentes, que ran por el Ebro hasta la altura de la Zaragoza no se han de examinar ahora. actual y de que al norte de los Pirineos Lo que sí interesa es subrayar los hechos tengan ya conocimiento de la parte de las que siguen: 1.°) La tierra ocupada por los Galias que llamaron Aquitania, toparon con «vascones» a comienzos de la Era cristiana se un pueblo que vivía extendido desde el Ebro halla precisada en la «Geografía» de Estra­ mismo (e incluso en algún espacio algo más al bó n 2. sur del río famoso) hasta las alturas pirenaicas y el mar Océano, llamado Cantábrico tam­ 2.° En el siglo II otro geógrafo griego, bién tiempo después. Este pueblo es el de los Ptolomeo, 3, no sólo marca sus límites en «vascones» ’. El núcleo principal de él parece relación con las ocupadas por otros grupos estar constituido por un grupo étnico que étnicos sino que también da los nombres de tenía parientes a los dos lados de los Pirineos dieciséis poblaciones destacadas de ellos4. mismos hacia el Este, y probablemente tam­ (Fig. 1). bién hacia el Oeste. Un grupo, pues, que 3.°) Otros textos nos hacen ver que tierra pertenecía al «stock» más antiguo o autóc­ semejante se hallaba constituida por dos tono que, en líneas generales, podemos decir grandes zonas muy diferenciadas entre sí: una es el de los pueblos ibero-aquitanos, sensi­ caracterizada como «ager», tierra más llana, blemente diferenciados desde el punto de con agricultura de cereales, al Sur 5; otra más vista lingüístico de los indoeuropeos, entre fragosa, que alcanzaba los Pirineos y el los cuales quedan los celtas y celtíberos. Océano y a la que se llama «saltus» o «saltus Puede pensarse que estos «vascones» vasconum». Es decir, el bosque de los vasco­ ocupan el territorio referido desde mucho nes 6. atrás y que tuvieron luchas más o menos Esta caracterización ha de tener un signi­ fuertes y continuas con sus vecinos de origen ficado constante a lo largo de la historia, del céltico venidos posteriormente. Puede tam­ devenir de los pueblos que, de una forma u bién pensarse que en algunos casos llegaron, otra, descienden de los vascones, con el de sobre todo por el Sur, a cierta fusión con los «navarros» como núcleo mayor y signifi-

23 Fig. 1 .-E l territorio de los rascones y los vednos por el Oeste, según Ptolomeo. cativo. Desde el punto de vista histórico, zación orogràfica o hidrográfica. Es claro puede decirse que durante la Antigüedad nos asimismo que el «saltus vasconum» era mu­ resulta siempre más conocido algo de lo ocu­ cho mayor en la Antigüedad que en tiempos rrido en el «ager», que próximamente viene posteriores. Pero, no obstante, hoy quedan a constituir la mitad meridional del territorio vestigios de una zona más meridional de él, navarro actual más algo de lo que queda hoy en que debían darse, sobre todo, especies incluido, al Este, en el antiguo Reino de mediterráneas como la encina, otra oriental y Aragón, que lo que acaece en el «saltus». pirenaica, con especies más bien alpinas (co­ Resulta, así, que es en la mitad Sur de la niferas) y otra boreal o septentrional con Navarra actual, de Pamplona para abajo, especies atlánticas 8. donde se halla la mayor proporción de pobla­ Estas caracterizaciones fisiográficas han ciones conocidas por los textos (más densas e tenido repercusión honda en el devenir his­ importantes cerca del Ebro). Que en conse­ tórico de los «vascones» y sus descendientes. cuencia los vestigios romanos (fig. 2) son Porque, en efecto, en el «ager» en las ribe­ también más densos en aquella mitad y mu­ ras, sobre todo la del Ebro, en la zona medi­ cho más tenues al Norte 7 y que en tercer terránea en fin, hubo un largo proceso de lugar, el estudio de las vías de comunicación romanización que empieza ya en tiempos de es más factible en ella asimismo. la República. Hubo luego episodios de ocu­ Todo esto nos habla de una organización pación por parte de los visigodos. Hubo aun social y económica muy distinta para los dos después un período, no corto, de islamiza- territorios que, hoy, en suma, pueden todavía ción peculiar terminando por una reconquista caracterizarse en líneas generales, aunque no propiamente dicha 9. En el «saltus» la roma­ absolutamente coincidentes, como el territo­ nización se da, aunque en formas muy poco rio de las «Riberas» (o la Ribera haciendo absolutas, equívocas y después es un núcleo una abstracción) el cual correspondería al de resistencia y lucha permanente contra vi­ «ager» y al territorio de los «valles», y en sigodos y francos primero y contra árabes consecuencia también de las montañas, que después. 10. En el «saltus» se conserva así la correspondería al «saltus». Es claro que la lengua vernácula durante siglos y en parte caracterización forestal de una tierra es más hasta hoy y se crean unas modalidades cultu­ susceptible de variaciones que una caracteri­ rales muy características en cada época.

Fig. 2-Vestigios romanos en Navarra. 25 II

Si consideramos todos estos hechos, no de Europa. Y esto se percibe de modo clarí­ dejará de parecer enigmático que, a lo largo simo al estudiar las redes viarias que lo atra­ de los siglos se haya conservado la unidad viesan y el sentido que les dieron los roma­ política del reino de Navarra que, sin duda, nos en un largo período de imperialismo. entronca con la antigua unidad tribual o gen­ tilicia de los «vascones». Este reino fue con­ En efecto, en el momento en que los vertido, al fin, en una provincia más de las de romanos ocupan ya todo el norte de la penín­ tipo medio, dentro de la administración bu­ sula tras las guerras con cántabros y astures, rocrática española. ¡Pero qué complejidad se constituye un gran eje de comunicación tiene! que toma como base el curso del Ebro y que Cualquier viajero, por ignorante que sea, sirve para relacionar el Mediterráneo hispano puede darse cuenta de que no hay unidad con el Cantábrico. La cabeza o punto de arran­ lingüística, ni cultural, ni siquiera racial entre que de este gran eje es «Tarraco», la Tarra­ los navarros del Bidasoa y los de Tudela, por gona actual, ciudad que es la capital romana poner como ejemplos los dos extremos. Se ha de la parte septentrional de la Península. hablado a veces de «Unidad» y «Variedad» Ebro arriba, de sudeste a noroeste, la vía en términos tan equívocos y misteriosos que sube, llegando a la colonia de «Caesarau- lo que se ha sacado en limpio no es nada. gusta» asentada ya muy cerca del límite me­ Existe, sin embargo, la vieja unidad de vín­ ridional de los «vascones». De allí sigue el culo, dada en la Antigüedad, varias veces rota curso del Ebro poco más o menos, pero hay en la Edad Media y reconstituida cuando las un ramal que por el Norte se aparta de él. El diferencias eran más fuertes y cuando a los caso es que de «Caesaraugusta», Zaragoza, procesos de diferenciación étnica provocados hay una comunicación con «Ponpaelo», por la aparición de romanos, visigodos, ára­ Pamplona. Para Estrabon en el texto citado bes y judios, se añade un factor importante esta ciudad, ligada con las empresas de Pom- que es el de la aparición de los grupos étnicos peyo, es como la antesala del mar Océano y llamados, de un modo más o menos equí­ señala que de ella la calzada que empezaba en voco, «francos». Estos son muy importantes a «Tarraco» iba al mar y terminaba cerca del partir de una época; son en su mayor parte promontorio de «Oiasso» en tierra vascona originarios del sur de Francia y viven en lindante con Aquitania, que corresponde, tensión conocida a veces con los elementos poco más o menos, al valle de Oyarzun e indígenas 11. Irún. En la época del geógrafo este eje era especialmente importante a causa de haberse Al plantearnos ahora el estudio de «La dado las guerras cantábrica y aquitana. Pero Casa en Navarra», al pretender hacer una una vez terminadas, la significación de Pam­ historia de sus variedades y caracteres, no hay plona en la red viaria cobra más fuerza, si más remedio que empezar teniendo en cabe, si se considera que es una estación cuenta las vicisitudes y transformaciones importante en la vía de comunicación que «materiales» del país. Porque sin poseer unas une a la Península con Francia, a «Hispania» ideas claras y distintas del «continente» no con las «Galias», y así en documentos como habrá medio de entender el «contenido». La el «Itinerario de Antonino» 12, Pamplona forma de la habitación está relacionada con la queda preferentemente colocada en otra vía, de la localidad y ésta con la de las comunica­ la que iba de Burdeos («Burdigala») gran ciones y conexiones con el mundo exterior o puerto de las Galias, a Astorga («Asturica»), circundante. ciudad principal del Noroeste Ibérico 13. He El país de los «vascones», que en gran aquí, pues, dos ejes que hemos de conside­ parte es un país de resistentes en lo político y rar, siempre, en nuestra investigación: 1.°) el lo cultural a las presiones del exterior, es, por eje mediteráneo. 2.°) El eje atlántico-euro- paradoja también, un país clave en las comu­ peo. A lo largo de la Historia política de nicaciones de la península Ibérica con el resto Navarra serán siempre decisivos; pero no

26 menos importantes resultan si se estudia la 14.°) «Segia», 15.°) «Alavona», 16.°) Historia cultural. «Oeasso oppidum», en el mar. Lo que sabemos de los asentamientos o Bastantes de estas poblaciones subsisten y núcleos urbanos del territorio vascón lo sa­ algunas conservan su viejo nombre, más o bemos en función de las grandes vías o de menos alterado: «Pompaelo» es Pamplona, otras secundarias. «laca» es Jaca, «Calagorina» es Calahorra y «Cascantum» Cascante. Las referencias al La lista más completa es la que nos da mar y al Ebro ajustan el mapa ptolemaico de Ptolomeo en el texto ya citado, que suminis­ la figura I, al de la figura 3, en el que se tra datos a veces equivocados respecto a la­ señalan también las vías de comunicación y titudes y longitudes, que, de todas maneras, sus principales estaciones, según el «Itinera­ se han podido ajustar al terreno y que nos rio de Antonino». Las identificaciones segu­ hace ver que por la parte meridional del ras se señalan de modo distinto a las dudosas. territorio vascón, había una densidad regular Si estos dos mapas se combinan con los de de poblaciones de distinta categoría: algunas los vestigios y yacimientos romanos, vemos importantes, sin embargo 14. siempre que los focos de mayor densidad La nómina de Ptolomeo sacada con pro­ quedan en la parte meridional de la antigua babilidad de viejos itinerarios, nos habla de merindad de Estella, en el triángulo consti­ todos estos asentamientos, 1.°) «Iturissa». tuido por Santacara, Olite, Aibar, en las ori­ 2.°) «Pompaelo». 3.°) «Bituris», 4.°) «An­ llas del Ebro, de Monteagudo al Sur y de aquí delos», 5.°) «Nemanturista», 6.°) «Curno- a Calahorra. Algunas de las rutas se recons­ nium», 7.°) «laca», 8.°) «Graccuris», 9-°) truyen, con cierta dificultad, a través de tex­ «Calagorina», 10.°) «Cascantum», 11.°) «Er- tos oscuros, como el del anónimo de Ra- gavica», 12.°) «Tarraga», 13.°) «Muscaria», venna y también los miliarios 15: algo refleja

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a l A/ o */a Fig. 3 -E l territorio de los vascones: zonas, ciudades y vías de comunicación. 27 asimismo la Toponimia. En última instancia, núcleos urbanos, si se comparan con los ac­ se ha de suponer que los nombres de pobla­ tuales o los de la Edad Moderna. Pero en la ción que nos dan reflejan también, la existen­ Hispania romana una población de dos mil y cia de centros de contratación o de comercio, pico de habitantes era un núcleo de impor­ de mercados de tamaño desigual y también tancia bastante considerable 18. Hay, pues, más o menos especializados. entre los «vascones», un proceso de urbani­ zación conocido y se conocen poblaciones El «forum» como mercado dio durante el que adquieren estabilidad notoria. La organi­ imperio romano, con un determinativo el zación de ellas parece seguir las normas polí­ nombre a muchas poblaciones en Italia y las ticas y jurídicas romanas, y su desenvolvi­ Galias, también en España. En el Pirineo y en miento las vicisitudes del Imperio. Podemos tierra lindante con la vascónica hay un detectar, en efecto, un proceso de crisis en «Forum Ligneum» es decir, un gran mercado los siglos III y IV de J.C., paralelo al que hay de leña 16, y Ptolomeo conservó el nombre en otras partes. de varios mercados gentilicios del noroes­ Podemos suponer que a fines del siglo te 17. IV, las ciudades ibéricas propiamente dichas Desde un punto de vista topográfico hay no eran tan prósperas como las de la Galia que señalar que las poblaciones más impor­ meridional y que en los campos empezó un tantes que se conocen ocupan un lugar pre­ período de inseguridad. Todo esto se trasluce ciso en relación con grandes corrientes flu­ a través de cortos textos y monumentos epi­ viales o están en valles o confluencias de ríos, gráficos 19. Pero éstos nos dan poquísima que parecen han servido, cómo el Ebro, para idea de la vida rural misma, que nos interesa, determinar las vías de comunicación. El Arga, porque en nuestra investigación, de modo el Ega y el Aragón son los más destacables. constante, habremos de referirnos tanto a No hay que pensar, de todas formas, que los núcleos urbanos compactos, como a zonas núcleos de población aludidos fueron grandes rurales y sus asentamientos.

III

Dado lo que sabemos de los núcleos ur­ romance, sino también del céltico o germá­ banos y de la circulación general o de las vías nico. El aplicar ciertos de los principios desa­ de comunicación, no hay por qué suponer rrollados a través de varias generaciones de que la vida de la población rural de los «vas­ estudiosos europeos al mundo vasco o vascó- cones» del siglo I de J.C. al V no pasó por nico, con su idioma peculiar, no es más que cambios sociales y económicos paralelos a los una empresa más posible y que da resultados que experimentaron en otras zonas del Occi­ positivos al parecer 20. dente de Europa, otros pueblos de estirpe Parece demostrable, en efecto, que una distinta, galo-romanos, pirenaicos, etc. Las cantidad regular de nombres de pueblos ac­ huellas de estos cambios, sin embargo, parece tuales, que están sobre todo en la zona de que más que a través de los textos y monu­ valles y montañas, corresponden a nombres mentos arqueológicos se descubren a la luz de antiguas posesiones, a manera de fundos de la Lingüística y de la Topografía. («fundi») y villas («villae»), que llevaban el Un estudio combinado de estas dos disci­ nombre de un posesor o fundador antiguo o plinas es el de la Toponomia, que, en toda primero. En casos, nombres semejantes Europa está dando resultados positivos para puede pensarse que son incluso de origen hacer parte de la historia de antiguas socieda­ latino, como varios que hay en la zona meri­ des rurales, no sólo del mundo románico o dional, del tipo de «Berbinzana» y «Fusti-

28 ñaña». Otros, no muchos, se componen in­ Dentro de las organizaciones gentilicias cluso con la palabra «villa», como Villoría, o del Norte de la Península Ibérica anteriores a «Genevilla» («Uxanavilla» en lo antiguo). la época romana, parece que los cursos flu­ Los hay también que parecen relacionarse viales y las montañas tuvieron una significa­ con los latinos con el sufijo «-anum-», como ción algo distinta a la que se les da poste­ por ejemplo «Cerréncano» o «Guindano». riormente. Porque muchos núcleos o asen­ Pero los que más abundan los que ostentan tamientos humanos estaban en las alturas y un nombre claramente personal (latino o no) con frecuencia los ríos servían de límites. y el sufijo «ain» que he juzgado derivado del Pero es sabido que los romanos hicieron latino «-anum-» también acaso «-inum» en bajar a bastantes grupos de éstos a territorios determinados ejemplos. En nombres como llanos, no sólo con el objeto de establecer «Belascoain» o «Paternáin» el primer ele­ mayor control, sino también con el de mejo­ mento no ofrece lugar a dudas. En otros es rar la producción agrícola 23. Resulta, así, que más difícil de identificar y en algunos los ya a comienzos del Medievo, la noción del grafías medievales nos aproximan a una valle, «vallis» («aran» e «ibar», en vaso), forma primera más interpretable. Así, por tiene un significado decisivo para las socieda­ ejemplo, en el «Fuero general» de Navarra des existentes que se constituyen en otros se da la forma «Marquelayn» en vez de tantos valles, los cuales cobran un sentido «Marcalain», forma que parece acercarnos a permanente desde todos los puntos de vista una pronunciación arcaica de «Marcellus» 21. administrativos que entonces podían darse; El uso, desde la Edad Antigua se ha prolon­ tanto en la administración civil como en la gado hasta la Media. religiosa. Dejando detalles aparte, lo interesante Los valles comprenden así: 1.°) Una serie ahora para nosotros en estos casos es obser­ de núcleos que en los textos, aun tarde, se var el vínculo que existe entre un asenta­ designan con el nombre latino de «villa». En miento rural, con una.persona, lo cual se ajusta vasco, con frecuencia, estos núcleos parecen a principios válidos en otras partes. Puede haber sido designados con la palabra «iri» en sospecharse, también, que hay otros nombres alto navarro. En zonas meridionales y occi­ de pueblos y de términos actuales que refle­ dentales del territorio vascón, parece que se jan una relación parecida, pese a lo popular usó algo la forma más occidental «uri», «uli» que ha sido entre los interpretadores de la y que en el sur debió utilizarse una que sería Toponimia vasca la idea de que casi todos los más bien «urri» 24. nombres son descriptivos y relacionados con 2.°) Otra clase de núcleos parecen haber accidentes de terreno, plantas o elementos sido considerados teniendo en cuenta un naturales. Los nombres de pueblos que ter­ concepto más ambiguo que el de «villa» o minan en «—iz» y en «—oz» se forman muchas «fundus»; el de «vicus». La idea de la exis­ veces como patronímicos que existen en ha­ tencia de «vici» queda implícita en el con­ blas romances medievales. cepto de «vicinitas», que es de gran impor­ Puede pensarse que, en líneas generales, tancia en la Navarra medieval. Es posible que de comienzos de la era cristiana al siglo X de bastantes núcleos de origen distinto al funda­ ella, se fueron creando asentamientos sobre cional, que parecen tener los que llevan un el territorio vascón, compuestos de un pe­ nombre de persona, fueran considerados queño número de casas, una torre o fortifica­ como «vici», lo cual ocurre también en las ción no muy grande, y a partir también de un Galias, etc. 25, y pervive cerca en el país de momento, de un templo cristiano. Sobre la Soule, como se verá en la § IV del capítulo forma de estos asentamientos se dirá algo en IV de esta parte. el capítulo III de esta misma parte 22. 3.°) Asentamientos en los que se realza el Ahora, en términos generales hay que carácter bélico, ofensivo o defensivo, de un decir que pronto también esta población ru­ castillete o torre, que, generalmente, ocupan ral se organizó con arreglo a divisiones de las lugares especiales y distintos. Estos corres­ tierras, atendiendo a principios varios y co­ ponden á lo que es el «castellum» o la «fu­ nocidos asimismo en el occidente de Europa. rris» en latin, «dunon», en celta, y han de­

29 jado huella clara en la toponimia y en el uso elementos económicos básicos. A las notas de («gaztelu», «dorre», «castillo»). carácter jurídico que se registran habrá que Podemos considerar, pues, que hubo una añadir en la mayoría de los casos otras de circunscripción que es el «vallis» o «pagus» carácter religioso. Porque ya Varron se re­ en algunas regiones cercanas que podía tener fiere a unas «Paganicae feriae» es decir, las ciertas autoridades como el «magister» 26, fiestas propias del distrito rural o «pagus», con una porción de «villae» y «vici» de dis­ con un significado agrícola 29. tinta categoría. En todo caso, se puede decir que ya en la La organización se completa teniendo en Edad Antigua y a comienzos de la Edad Me­ cuenta que en algunas partes de Navarra se dia existen los fundamentos de la organiza­ usa la palabra «cendea» para la que he pro­ ción del territorio navarro en la forma que puesto la etimología de «centena». hoy nos es perceptible, tanto en lo que se refiere a las vías de circulación general y La «centena» parece ser en muchos casos algunos de los núcleos urbanos mayores que una división del «pagus» o del «vallis», hecha se hallan en ellas, como en lo tocante a la con arreglo a varios criterios, o a criterios estructura de la población rural. La forma y que cambian2 7 Se tratará más de estos los nombres de algunos de los continentes nos cuando haya que referirse a la noción de es dada entonces. El contenido es menos sus­ «cendea» de modo concreto 28. ceptible de ser identificado o referido a tan En suma, el conjunto esquema (fig. 4) remotos tiempos. Porque a lo largo de las puede dar idea de cómo se constituía la po­ edades siguientes hasta la contemporánea ha blación de las zonas campestres en la época sido objeto de grandes cambios y reformas. del Imperio romano, con el «vallis» o «pa­ De ellas habrá que dar cuenta constante a lo gus» como unidad geográfica, sus divisiones y largo de las páginas de esta obra.

VALLIS , PAGUS. £ CEN7EVAE. ■

© CASTtLLOH , VICOS.

O VULAE , FUtJPl .

$ £ £ Eig. -i.-Esquema de distrito rural romano. NOTAS

1. Textos, A. Schulten, «Las referencias sobre los 16. «It. Ant.» 452; 10 Saavedra, p. cit. p. 78 es el vascones hasta el año 810 después deJ.C.», en «Revista iter XXXIII Roldán op. cit. p. 98. internacional de estudios vascos» (R.I.E.V.), XVIII 17. II, 6, 42, 43, 48 El Foro queda en la topono- (1927) pp. 225-240. J.M. Blázquez, «Los vascos y sus mia de Orense, Saavedra, op. cit., p. 93. vecinos en las fuentes literarias griegas y romanas de la 18. Blas Taracena, «Arte romano» en «Ars His- antigüedad» en «Problemas de la Prehistoria y de la paniae» II (Madrid 1947) pp. 36-37 indica que la Etnografía vasca» (Pamplona 1966) pp. 177-205. Numancia romana tenía 22 hectáreas, Mérida «intra­ 2. III, 4, 10, (161). muros» 49: un rectángulo de 1.400 metros por 350; 3. II, 6, 66 y II, 6, 10. «Tarraco» con 36 hectáreas, llegó a tener 30.000 habi­ 4. La figura 1 da la imagen de Ptolomeo poniendo tantes y «Clunia» le sobrepasó en extensión. Respecto a los vascones en relación con los pueblos de más al a ciudades vasconas dirá, a la p. 38, que Calahorra tenía Oeste. 16 hectáreas con ejes máximos de 500 por 400 metros. 5. Tito Livio, fragmento del libro XCI, 18. 19. Un galo-romano como Ausonio, en la corres­ 6. Plinio «N.H.», IV, (20), 110. Ausonio, «Ep.» pondencia con San Paulino de Ñola, subraya varias 29, 51. veces la inferioridad de las ciudades del norte de His- 7. Blas Taracena y Luis Vázquez de Parga, «Exca­ pania, con respecto a las del Sudoeste de las Galias. vaciones en Navarra», en «Príncipe de Viana» Año Acaso sus referencias a la postración de las ibéricas VII, n.° 24 (Pamplona 1946) pp. 413-469, dan la base, refleja los resultados de crisis sobrevenidas en los siglos ampliable luego, claro es. III y IV. Por ejemplo, «Epist.» 31, 221-227. 8. Salvador Mensua Fernández y Manuela Solans 20. Resumo aqui lo escrito en mi «Etnografía Castro, «El mapa de utilización del suelo de Navarra» histórica de Navarra» I, pp. 64-73 Nuevo desarrollo en en «Geographica» XII (Enero-Diciembre, 1965) pp. la monografía aludida sobre «Los vascones». 9-15. Caro Baroja, «Etnografía histórica» cit. I. (Pam­ 21. «Fuero» ed. Pamplona, 1815 p. 141, b (libro plona, 1971) p. 44 (fig. 6). V, título III, capítulo 9 °). 9. La renovación de la historia política de Navarra 22. Respecto a estos temas de Toponimia, «Etno­ se plasma en la obra de J.M. Lacarra, «Historia política grafía histórica de Navarra» I, pp. 64-73, 124-126. del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su 23. Las referencias a estas bajadas obligatorias se incorporación a Castilla» 3 vols. (Pamplona 1972- hallan en textos tocantes a pueblos varios de la zona 1973). Véase I, pp. 15-105 especialmente. cántabro pirenaica. Con relación a la guerra cántabra 10. Algunas precisiones acerca de la posición res­ (año 19 a. de J.C.) el texto más claro es el de Dion pectiva de visigodos y francos en estas luchas largas Casio, LIV, 11, 6 (Schulten, F.H.A., V, p. 192). Antes, pueden hallarse en Julio Caro Baroja, «San Amando y con relación a los vascones y la fundación de la «Civitas los vascones» en «Sondeos históricos» (San Sebastián Convenarum» un texto de San Isidoro, «Etym.» IX, 2, 1978) pp. 9-37, aparecido primero en «Príncipe de 107 (Schulten, F.H.A., IV, p. 244). Viana» 122-123 (Pamplona 1971) pp. 7-26. 24. Julio Caro Baroja, «Materiales para una histo­ 11. Véase parte II, capítulo II § 4-5. ria de la lengua vasca en su relación con la latina» 12. «Itinerarium Antonini Augusti et Hierosoly- (Salamanca 1945) pp. 183-188. mitanuum ex libris manu scriptis ediderunt G. Parthey 25. Cicerón, «Rep.» I, (II), 3, opone las «urbes et M. Pindar» (Berlin 1847). José Manuel Roldàn Her- magnas atque imperiosas» a «viculis et castellis». Tito vás, «Itineraria romana. Fuentes antiguas para el estu­ Livio, XXI, 33, 11, se refiere a un «castellum» rodeado dio de las vías romanas en la península ibérica» (Ma­ de «viculi» que era como cabeza de una región de la drid, 1975). Fundamental el discurso de ingreso de zona próxima a los Alpes, en la campaña del año 218 Don Eduardo Saavedra en la Academia de la Historia; antes de J.C. conquistado por Aníbal. Allí encontró Madrid, 1862, reimpresión en Madrid 1967 con la también ganados y alimentos, los regía un «princeps». bibliografía posterior (pp. 7-11). Julio de Altadill, «De «Vicus» puede ser también calle: así en Roma, «vicus re geographico-historica. Vías y vestigios romanos en elevatus», «vicus longus» o «Ciprus vicus» antiquísima, Navarra», en «Homenaje a D. Carmelo de Echegaray» según Tito Livio, I, 48, 6. En España, tanto Vich como (San Sebastián, 1928) pp. 465 - 556. Vigo parecen llevar nombre descendiente de «vicus». 13. «It. Ant. 453-456, iter XXXIV». Saavedra «Vicus Ausetanorum» como cabeza de los ausetanos. op. cit. pp. 78-79- 26. Así en la inscripción de Hasparren, Julien 14. Aparte de los trabajos citados véase Julio Caro Sacaze, «Inscriptions antiques des Pyréneés» (Toulouse Baroja, «Etnografía histórica de Navarra», I. pp. 33- 1892) pp. 539 y 548 (n.° 468) C.I.L., XIII, 1, 1, 412. 49. 27. Caro Baroja, «Materiales», pp. 118-126. 15. «Ravennatis anonymi Cosmographia et Gui- 28. Capítulo XI, § 1 de la parte Iv. donis Geographia. Ex libris manu scriptis ediderunt M. 29. «De lingua latina» VI, 26. Pinder et G. Parthey» (Berlín 1860) pp. (IV, 23), 43-44 (IV, 43), 309 (IV, 43), 318 (IV, 45).

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CAPITULO II EL GRAN TRANSITO

1) El renacer del siglo XI. 2) Evolución en el ámbito rural. 3) El castillo real y su significado.

Considerada en términos generales la algún siglo antes de la era en la península, Historia de Navarra desde que empieza la vuelve a iniciarse, en circunstancias políticas Reconquista hasta el momento en que San­ y culturales completamente distintas. Hay cho el Mayor (1004-1035) domina sobre los que admitir que, una vez más, la ciudad o ámbitos más vastos 1 puede decirse que es población concentrada se vuelve a constituir una Historia de campesinos y guerreros con por obra de voluntades superiores, reales en un mínimo de población ciudadana. Sin em­ el caso8. Una vez más, la ciudad supone bargo, sus primeros reyes, como otros cris­ planificación expresada, más o menos simbó­ tianos peninsulares, no son reyes de grupo licamente, por ritos fundacionales y por actos étnico dominante, como los visigodos, los jurídicos. Una vez más, la ciudad se hace sin francos o los lombardos, sino reyes de una tener en cuenta los linajes y magistraturas ciudad: Pamplona, y como tales suscriben los campesinas, lo cual produce enfrentamientos. documentos 2, de suerte parecida a como lo Una vez más, se procura atraer forasteros por hacen los de Oviedo y León 3. procedimientos que rompen los viejos vín­ La ciudad es una ciudad episcopal tam­ culos de linaje u homogénesis para fundar bién, a la que en los documentos eclesiásticos sinoiquismos 9. Una vez más, se establecen se llama «Iruña» con grafías distintas4. Pero en ella niveles sociales de nobles, labradores pasa tiempo hasta que se generaliza la palabra y artesanos. «Navarra» que, en una época no se refiere, ni mucho menos, a toda la extensión así Se lleva a cabo una ordenación o planifi­ llamada luego, de modo parecido, ya que no cación formal, atendiendo al desarrollo eco­ igual, a lo que pasa con Castilla y Cataluña 5. nómico, a razones bélicas y a criterios religio­ Del siglo VIII al X la situación no varía. Pero sos. Los elementos físico-naturales, la exis­ en éste, coincidiendo con un movimiento tencia de fronteras y de horizontes enemigos general en toda Europa 6, se empiezan a dar se tienen en cuenta de modo sistemático. aquí muestras de querer restaurar y extender También las redes de comunicación, y, posi­ los principios de la vida urbana que se había blemente, los mercados, aparte de grandes debilitado de modo considerable en todo el corrientes espirituales: las peregrinaciones 10. norte, conservándose sólo en algunas ciuda­ La estructura urbana de la Navarra actual des episcopales 1. depende de estos impulsos en gran parte, aún Un proceso que hemos visto dibujarse hoy y pese a los cambios de los años últimos.

35 II

Pero, a la par, hay un florecer de la vida al final, la causa de su estrangulación. rural; una ordenación y sistematización de los Los elementos que cuentan en este pro­ usos y costumbres de las antiguas villas y ceso de modelación y remodelación son de fundos, que, sin duda, crecen de población y varia índole. Se ha aludido a grandes co­ que con distintas sucesiones y generaciones rrientes sociales y religiosas que hay que se hacen de una complejidad mayor progresi­ tener en cuenta al estudiar lo relativo a la vamente. En las escrituras conservadas en los vida urbana. Pero tanto al crearse de modo cartularios de los monasterios 11, que marcan bastante conocido los núcleos urbanos, como una concentración progresiva de la propiedad al establecerse los asentamientos rústicos, en manos eclesiásticas, se sigue utilizando el claro es que, en primer lugar, hay que tener antiguo concepto de «villa» 12, que, en un en cuenta ciertos caracteres hidrográficos y momento dado, empieza a cobrar otra signifi­ orográficos del terreno. En Navarra se des­ cación. taca la importancia de las redes fluviales en la Pero la integridad de la «villa» no existe. organización de los asentamientos 14. Sus tierras pueden pertenecer a varios here­ En segundo lugar hay que contar con las deros, a compradores, en parte a monaste­ tradiciones, no sólo sociales, sino también de rios, en parte no. La «villa» tiene así su carácter técnico, en punto a la estructura de territorio tradicional, pero éste no es entera­ las casas, tanto de campesinos como urbanas, mente de una mano, salvo en algunos ca­ que se levantan siguiendo patrones particula­ sos 13. res, pero dentro de unos modelos estilísticos Existe así un sistema de divisiones de y técnicos generales que se dan en otras propiedades y de derechos en iglesias, etc., y partes de Europa occidental. el concepto de divisero se generaliza. Las formas de la casa rústica según regio­ En esta sociedad basada en el principio nes y épocas, también la de la casa urbana, monárquico no se dan instituciones como las han de ser analizadas después de estudiar que en otras partes se dan al calor de la algunos hechos generales. Otro tanto ocurre Reconquista. Es más parecida a las de otras al estudiar la organización de pueblos y al­ partes de la Europa occidental. deas; no sólo de planificaciones de núcleos Pero, en suma, observamos un proceso de mayores. Pero en éstos los problemas teóri­ sistematización de todos los elementos que cos de tipo sociológico y político cobran al­ contribuyen a fijar la existencia de un Estado, cance que no puede entenderse sin recurrir a en el que las comunicaciones con otros serán, criterios generales.

III

En orden a lo que se llama estructura pués sin su significado primitivo y, por lo social hay una serie de edificios especiales, tanto, en estados de conservación muy dis­ tanto en ambientes rústicos como urbanos tintos. Me refiero a los castillos, palacios que corresponden a un orden u organización reales y torres de linaje, muy importantes en de determinadas épocas y que existen des­ el conjunto arquitectónico civil, que se hallan

36 en ruinas con frecuencia, aprovechados para de ellos ordenados por merindades 18. En la usos inferiores otras veces, o con viviendas merindad de Ultrapuertos hay dos impor­ sin ningún carácter bélico o suntuario. tantes. El más septentrional es el de Roca- Tanto desde el punto de vista político y fort 19. Más al Sur el de Saint Jean Pied de social como desde el material, arquitectónico, Port 20. en Navarra nos encontramos con la posibili­ Al Oeste, en la merindad de Montañas, dad de hacer una distinción muy neta, muy en la zona atlántica se señalan los de Orzo- clara, entre los castillos reales, que dependen rroz, que se sitúa entre Vera y Lesaca 21, el de de la administración del Estado, escrupulo­ Oyeregui 22 y el de Maya 23 y más abajo los samente llevada en los comptos desde hora de Aicita 24, Lecumberri 25 y Atáun hoy en bastante remota, y las fortalezas y castillos de Guipúzcoa 26. En la merindad de Sangüesa el linajes particulares. La documentación acerca más septentrional sería el de Valcarlos 27. de la existencia de los primeros es abundante aunque sumaria, porque en gran parte se En valle fronterizo también quedan los de reduce a suscripciones de documentos reales, Isaba28 y Burgui 29 del Roncal. Queda en que se hallan en los cartularios y que hacen Urraul Alto el de «Ongozcerria», de «On- los «dominatores» de los castillos más im­ goz» 30. Siguen el de Leguin 31 e Irulegui 32. portantes como tenentes del rey. Estas sus­ Luego queda Castilnuevo, cerca de Bi- cripciones son muy antiguas, se hallan en güézal 33 y los del extremo oriental, Roca- documentos de la primera dinastía navarra y forte o Sangüesa la Vieja34, Santacara 35 y marcan la existencia de una serie de castillos Cáseda 36 y Peña 37. colocados de modo estratégico dentro del reino y de una clase guerrera dominante con Más abajo Murillo el Fruto 38 y Ujué 39 y privilegios hereditarios, que se perfilan en el al interior Rada40. No hay castillos de éstos transcurso de los tiempos 15. en la cuenca de Pamplona. En la merindad de Las familias han podido desaparecer, los Estella, los castillos también se presentan en castillos también, pero queda la huella de su varias líneas de Norte a Sur y de Este a antiguo significado, en la forma en que se Oeste. Pero son más abundantes en la zona ajusten al terreno no pocos pueblos, que a Sur y en la occidental, como más estratégicas. veces, en tiempos posteriores fueron remo­ Quedan al Oeste, el castillo y las cuevas delados y que incluso son conocidos con de Lana41, descontando el de Estella42; hay otros nombres. También algunos dejan de otra línea más al Sur, constituida por los de estar en dominio de los reyes de Navarra. Marañón 43, Punicastro 44, Lerín 45, Larraga 46 Pero dentro del reino hay todavía pueblos y Miranda47. Estos últimos castillos que es­ que tienen nombre referente al castillo viejo, tán en la merindad se adscriben a veces a la como Carcastillo y topónimos como Castelar, Ribera. Castelsar, Castelugaña, Castillazo o Castillo a La línea del Ebro la dan sin embargo, los secas. de Buradon 48, Toloño 49, Herrera 50, To­ ro 51, Laguardia 52, Asa 53 y Lab raza 54, en En los documentos antiguos la palabra tierra que hoy no es navarra. «castellum» se halla documentada, al lado de «castrum» e incluso «oppidum». Así, por Más al Este Viana 55, Los Arcos 56, Dicas­ ejemplo, en la carta de arras a Doña Estefa­ tillo 57, Mendavia 58, Cárcar 59, Resa 60, San nía, por Don García de Nájera, del año 1040, Adrián 61. aparecen como dominios de magnates los de Más al Este todavía quedan, de Norte a «Petralta» (Peralta), «Arlas» (despoblado Sur, varios castillos importantes, como los de cerca de Peralta también), Falces, «San­ Artajona 61 h,s y Tafalla62, Falces63, Peral­ güesa», con los castros de «Maragnione» ta 64, Funes 65, Azagra 66 y Milagro 67 que se (Marañón) y «Laquian» 16. incluyen en la Ribera aunque quedaban en la En el estudio de J. Zabalo del registro de merindad de Estella en 1366. comptos de 1280, se da un mapa en que Dentro de lo que es la merindad de Tu- aparecen los castillos reales de Navarra, en dela al Este del Aragón y sobre el Ebro se aquella fecha 17 (Figura 5). También la lista hallan los castillos de Cadreita 68, Valtierra 69,

37 Fig. 5 .-Castillos reales en Navarra el año 1280 (según J. Zabalo). Peñaflor 70 y Arguedas 71, más los de la Bar- aparecen las torres consabidas, con cisternas, dena: La Estaca 72 y Sancho Abarca 73. la «vela» cubierta 97. Casas dentro del recinto cubiertas de teja 98. Torres cubiertas con ta­ Al otro lado del Ebro quedan sobre la blas claveteadas". El carácter roquero se línea que marca, los de Araciel74, Mon- percibe en cuentas como los del castillo de real 75, Tudela 76, Fontellas 77 y Cortes 78. Toloño, en el que aparte de haber cisterna y Más al interior los de Corella 79, Cascante 80, «cava», se hace un «palatio todo aderredor Monteagudo 81 y Ablitas 82. A éstos hay que de la peynna» y se deshace otra peña 10°. añadir los de Herrera 83 y Peñarredonda 84, en el Moncayo y los de Puerta Real 85 y En Azagra la tenencia del castillo se asocia Torre del Canto 86 en los Montes del Cierzo. con la de las cuevas 101, lo cual también ocu­ Es decir que hay hasta setenta y un castillos rre en Resa 102 y en Lana, donde la referencia reales, repartidos de modo muy desigual. Las fundamental es a éstas 103, como en otros cuentas referentes a ellos son de varias clases. documentos. La palabra «cova» ha dejado en Hay en primer lugar razón de sueldos de los vasco «koba» y en el dialecto romance alavés que los tenían: el «alcayet». Otras, sobre su «gova». Ya veremos cómo hay una zona me­ estado. Otras relativas a las vituallas, arma­ ridional donde se ha habitado en cuevas. mentos y municiones que se gastan 87. Las cuentas más interesantes desde nuestro punto En «Beaumarches» hay memoria de «es- de vista son las relativas a gastos hechos en tablias et pesebres» que no podían faltar en sus reparaciones, porque, a pesar de su bre­ ninguno 104. Algunos, como el de Viana 105 o vedad, dan idea respecto a la complejidad de Dicastillo 106 son considerados como una estos monumentos, de los que a veces no simple «torr». También dentro de las partes quedan más que ligeros vestigios. Así, por habitadas de los castillos hay chimeneas, ejemplo, una idea del aspecto del castillo de como en el de Estella, que contaba con capi­ Lerín nos da esta cuenta: «Item en el castillo lla dedicada a San Esteban 107. En ocasiones de Lerin, costo fazer el portiello mayor de la el recinto que custodia un gobernador es varvacana de argamasa et de tapia, et cerrar considerado como simple casa «la casa de las menas del castillo enblanquirlas con gesso Valcarlos» 108, o «la casa de Lecumberri» 109. et fazer el andamio sobre la puerta, et dos Por otro lado, los nombres son significativos cobertizos en la torriella devant el portiello y alusivos a posición o carácter: «Peña», et por fazer huna casa de nuevo dentro en el «Peñarredonda», «Peñaflor», «Peralta», castillo XXXIII 11 VII d» 88. Además tenía «Miranda», «Laguardia», «Rocaforte»... Es «aljub» 89. sensible la diferencia entre estos castillos más o menos roqueros y las torres de linaje de Es decir, que aunque sea de una manera que luego se trata; y ahora no se va a hacer muy escueta, podemos imaginarnos una estudio de sus vestigios, que, en parte, ya construcción compleja, compuesta, mucho realizó hace mucho Don Julio de Altadill 11°. más que lo son las torres de linaje. Dentro Lo único que se pretende es destacar su del castillo se encuentran 90 cosas tales como significado urbanístico. Pero este elemento hornos y molinos de mano, arca para la ha­ de la vida ofensivo o defensivo tiene que rina, y los meridionales tenían terrados91. funcionar sobre una base económica a la que Una parte del castillo se consideraba «pala- no puede subvenir sólo lo obtenido en racias, tio» 92. botines de guerra y depredaciones, aunque La complejidad se comprueba en otras haya memoria de que éstos eran frecuentes y cuentas. El castillo de Valtierra tenía varias que cosas tales como los robos mutuos de torres con sus escaleras. La torre mayor tenía ganado en zonas fronterizas estuvieran casi su «gayta» y parece que había asimismo va­ institucionalizados y aunque a veces también rios «palatios» y «algorios» 93. El de Tafalla una torre de linaje no se diferenciaba mucho también constaba de varias torres y una ma­ de una guarida de bandoleros. El tema ha yor 94 y en Laguardia se hace distinción entre dado lugar a investigaciones conocidas. las «viztorres» y la «torr mayor» con sus «teynados» 95. El castillo de Assa tiene capi­ Pero la base segura del sustento cotidiano lla 96. En los castillos de la zona occidental en la primera parte de la Edad Media, la da el

39 pueblo, la antigua villa, el antiguo «vicus» de su organización y funcionamiento se que constituye una unidad tan importante puede trazar examinando única y exclusiva­ que es objeto de la atención constante de los mente el «Fuero General», labor que realiza­ legisladores, de suerte que un cuadro general remos en el capítulo que sigue.

NOTAS

1. J.M. Lacarra, «Historia política del Reino de 13. Referencias, «Fueros...», ed. cit., pp. 25 b Navarra...» I, pp. 181-226. Véase el mapa de la p. 205. (libro II, título IV, capítulo IV). Particiones, p. 30 a-b 2. Sobre los orígenes del reino de Pamplona, La- (libro II, título IV, capítulo XIII). También participa­ carra «Historia política...» cit., I. pp. 47-50. El reino de ción de villanos, p. 32, b (libro II, título IV, capítu­ Pamplona se determina en el siglo IX y al final aumenta lo XVIII). en importancia. 14. Véase el capítulo III de esta parte. 3. Así en la suscripción de la donación y fueros de 15. He aquí, por ejemplo, una de 1065, C.S.M. p. Valpuesta (804) se leerá «regnante Rege Adefonso in 194 (n.° 183) «...sénior Azenari Garceiz, dominator Oveto...», Muñoz y Romero, «Colección de fueros Tobie, confir., sénior domno Marcelle, dominator Ma- municipales...» p. 15, como en los privilegios del Mo­ ranioni, confir., sénior Fortun Lopiz, dominator Puni- nasterio de Santa María de Rezmondo (969) aparece castrum, confir., sénior Fortun Ximenonis, dominator «Regnante Ranimiro in Legione» (op. cit. p. 36). Aún al Almonazterio, confir., sénior Eximino Fortunionis, en 1051 en el fuero de Vizcaya y Durango García VI dominator Meetrie, confir., sénior Fortun Sangiz, do­ será «Regnante in Pampilona, in Alava et in Vizcaya». minator Falcis, confir., sénior Lope Fortuniones, domi­ 4. Se repiten suscripciones como la de «Johannes nator Huarti, confir., sénior Eximino Azenarez, domi­ episcopus in Irunia» (1056), «Cartulario de San Juan de nator Tafalie, confir., sénior Fortun Azenariz, domina­ la Peña» edición A. Ubieto Arteta II (Valencia 1963) p. tor Funis, confir., sénior Fortun Sangiz, dominator Bu- 141 n.° 126. radoni, confir., sénior Enneco Sangiz, dominator St. 5. Julio Caro Baroja, «Observaciones sobre el vas­ Stephani, confir., sénior Sancio Fortuniois, dominator cuence y el Fuero General de Navarra», en «Fontes Nabascuessi, confir., sénior García Sciminonis, domi­ Linguae Vasconum» I (Pamplona 1969) pp. 74-78.Laca­ nator Arias, confir., sénior Fortun Sangiz, dominator rra, «Historia política...», «I, p. 49. Esleves, confir., Sénior Fortun Garceiz, dominator Kel, 6. Véase capítulo III de la parte II. confir., sénior Sancio Garceiz, dominator Abtol, con­ 7. El significado de los obispos en la vida de las fir...» Otras suscripciones menos abundantes a las pp. ciudades dio lugar a controversias. Pero parece que en 227 (n.° 220; 1075), 275 (n.° 272; 1086), 299 (n.° 297: épocas críticas, como el siglo VII en las Galias, cobran 1110), etc. gran influencia. Alfons Dopsch, «Fundamentos econó­ 16. Ildefonso Rodríguez de Lama, «Colección di­ micos y sociales de la cultura europea», traducción de plomática medieval de la Rioja» II (Logroño 1976) p. José Rovira Armengol (México-Buenos Aires 1951) pp. 25 (n.° 3). Hay otra clase de información. Las referen­ 415-416. cias a «castra» y «oppida» se encuentran en textos 8. Véase el capítulo II de la parte III. históricos que van del siglo VIII al XI. Así en la «Vita 9. Utilizo estas dos palabras griegas para aludir, en Karoli Magni Imperatoris» de Eginhard, 9 se lee: primer lugar a la comunidad de origen en el mismo «...Saltuque Pyrenaei superato, ómnibus quae adierat sentido que usa de la voz «homogeneia» Estrabón, oppidis atque castellis in deditionem acceptis...» («Vie XVI, 4, 27 (784). La segunda palabra, más conocida, de Charlemagne» edición Louis Halphen, Paris 1923) alude a la acción de vivir conjuntamente en una ciudad p. 28. En el «Chronicon Albeldense» al tratar de San­ que se funda, entre otras acepciones. cho García se dice: «Item cepit per Cantabriam a 10. La existencia de mercados en confluencias de Nagerense urbe usque ad Tutelam omnia castra. Te- ríos y vías de circulación secundaria parece que puede rram quidem Degensem cum oppidis cunctam posside- señalarse desde muy antiguo. Véase el capítulo III de la vit...» «España Sagrada» XIII (Madrid 1816) p. 466. parte I. 17. F. Javier Zabalo Zabalegui, «El registro de 11. Por ejemplo en los cartularios ya citado de San Comptos de Navarra de 1280» (Pamplona, 1972), Millán y de San Juan de la Peña, a los que habrá que p. 24. añadir otros navarros, como los de Leyre e Irache. 12. «La palabra villa no significa generalmente en 18. Zabalo, «El registro...», pp. 32-35. el primer periodo de la reconquista población con 19. Zabalo, «F.1 registro...», pp. 87 (n.os 869-870) concejo, sino casa de labor, granja o alquería», dice T. «Rocafuert», 105 (n.° 1177), 113 (n.° 2351). Muñoz y Romero, «Colección de fueros municipales...» 20. Zabalo, «El registro...», p. 105 (n.° 1188) 106 p. 131. Ejemplos en Caro Baroja, «Etnografía histórica (n.°s 1192-1193). de Navarra» I, pp. 311-317. 21. Zabalo, «El registro...» pp. 58 (n.° 247), 59

40 (n.° 255), 78 (n.° 656), 100 (n.° 1127) 131 (n.° 1621), castillo de «Artasso». F. Zabalo, «El registro...», pp. 84 148 (n.° 2014). (n.° 815), 86 (n.° 859), 158 (n.° 2242), se asocia al de 22. Zabalo, «El registro...», p. 77 (n.° 652) es Viana. «Orarregui». 56. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.° 846). 23. Zabalo, «El registro...», pp. 103 (n.° 1160- 57. Zabalo, »«El registro...», p. 87 (n.° 862), 158 1167), 173 (n.° 2502), etc.; el Alcayet de Maya». (n.° 2241), «Torr de Dicastillo». 24. Zabalo, «el registro...», p. 77 (n.° 653), «Ay- 58. Zabalo, «El registro...», p. 85 (n.° 818). ceta», Larraun. 59. Zabalo, «El registro...», pp. 125 (n.° 1513), 25. Zabalo, «El registro...», p. 77 (n.° 654). 131 (n.° 1617), mención del «alcayet». 26. Zabalo, «El registro...», p. 83 (n.° 795). 60. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.°s 286-287), 27. Zabalo, «El registro...», p. 139 (n.° 1791): «La 125 (n.° 1523) «cuevas de Resa». Casa de Valcarlos». 61. Zabalo, «El registro...», pp. 59 (n.° 250) 61 28. Zabalo, «El registro...», p. 70 (n.° 468) con (n.° 278), 126 (n.° 1539). obras entonces. 61bB. Zabalo, «El registro...», pp. 62 (n.° 289), 29 Zabalo «El registro...», p. 70 (n.° 469). Tam­ 125 (n.° 1524), 168 (n.° 2432). bién con obras. 62. Zabalo, «El registro...», pp. 60 (n.° 262), 61 30. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 487), 139 (n.° 281), 123 (n.° 1495), 126 (n.° 1541). (n.° 1789). 63; Zabalo, «El registro...», pp. 49 (n.° 78), 61 31. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 486) 139 (n.° 276-288), 122 (n.° 1475), 125 (n.° 1521), 129 (n.° (n.° 1790), Cerca de Urroz. 1585). 32. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 488), 125 64. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.°s 275 y (n.° 1525), 139 (n.° 1793: «Irurlegui», en Lizoain. 280), 126 (n.° 1540). 33. Zabalo, «El registro...», pp. 67 (n.° 413), 69 65. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.° 284), 125 (n.° 452), 71 (n.° 488), 125 (n.° 1525), 139 (n.° 1793). (n.° 1520). 34. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 487), 139 66. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.° 285), 125 (n.° 1789). (n.° 1522), 129 (n.° 1588): «La torr et las cuevas de 35. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 489), 168 Ajagra». (n.° 2429). 67. Zabalo, «El registro...», p. 61 (n.° 274), es 36. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 489), 1.39 «Miraglo». (n.° 1792), 168 (n.° 2430). 68. Zabalo, «El registro...», pp. 60 (n.° 272), 125 37. Zabalo, «El registro...», pp. 95 (n.° 1037), 167 (n.° 1518). (n.° 2407). 69. Zabalo, «El registro...», pp. 57 (n.° 223), 60 38. Zabalo, «El registro...», pp. (n.° 868), (n.° 271). (n.° 2350). «Murieyllfreito», «Murrelyllfreito», de 70. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.° 282), 125 «fractum». (n.° 1516): «Peynaflor». 39. Zabalo, «El registro...», pp. 71 (n.° 487), 139 71. Zabalo, «El registro...», pp. 46 (n.° 20), 60 (n.° 1789). (n.° 270), 125 (n.° 1517). Con éste se asocia el de 40. Zabalo, «El registro...», p. 125 (n.° 1526), 139 Thiebas, idem, id... (n.° 1795). 72. Zabalo, «El registro...», pp. 90 (n.° 942), 92 41. Zabalo, «El registro...», pp. 85 (n.° 819), 86 (n.° 979), «L’estaca», «Lastaqua». (n.° 861), 158 (n.° 2240), cuevas a secas. 73. Zabalo, «El registro...», pp. 90 (n.° 941), 92 42. Zabalo, «El registro...», pp. 84 (n.° 813), 113 (n.° 979). (n.°s 1343-86), 157 (n.° 2221), 161 (n.° 2329). 74. Zabalo, «El registro...», p. 60 (n.° 269). 43. Zabalo, «El registro...», pp. 84 (n.° 816). 75. Zabalo, «F.l registro...», p. 165 (n.° 2382), «la 44. Zabalo, «El registro...», pp. 85 (n.° 817), torr de Monreal». «Ponicastro». 76. Zabalo, «El registro...», pp. 90 (n.°s 929-933 45. Zabalo, «El registro...», pp. 27 (n.°s 279-280), y 945), 92 (n.° 979). 126 (n.° 1538), 131 (1623). 77. Zabalo, «El registro...», p. 90 (n.° 943). 46. Zabalo, « «El registro...», pp. 86 (n.° 857), 78. Zabalo, «El registro...», pp. 60 (n.° 267), 124 158 (n.° 2243). (n.° 1510), 131 (n.° 1612), 168 (n.° 2435). 47. Zabalo, «El registro...», pp. 61 (n.° 277). 79. Zabalo, «El registro», pp. 90 (n.° 944), 124 48. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.° 856). (n.° 1512), 131 (n.° 1614). 49. Zabalo, «El registro...», pp. 84 (n.° 799), 85 80. Zabalo, «El registro...», pp. 165 (n.°s 2378- (n °s 822-837), 86 (n.° 858), 94 (n.° 1016 y 1020), 158 2379 y 2391). (n.° 2239), 162 (n.° 2337). 81. Zabalo, «El registro...», p. 60 (n.° 264): «cas­ 50. Zabalo, «El registro...», p. 85 (n.° 821). Hay tillos de Montagut», en plural. otro en el Moncayo. 82. Zabalo, «El registro...», p. 56 (n.° 208), 60 51. Zabalo, «El registro...», p. 85 (n.°s 838-841). (n.° 268). 52. Zabalo, «El registro», pp. 85-86 (n.°s 842-844 83. Zabalo, «El registro...», pp. 60 (n.° 263) «Fe- y 855). rrera» o «Ferrerra». 53. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.°s 845 y 84. Zabalo, «El registro...», p. 60 (n.° 263). 853). 85. Zabalo, «El registro...», p. 92 (n.° 979): 54. Zabalo, «El registro...», pp. 85-86 (n.°s 820- «Portaregali». 854). 86. Zabalo, «El registro...», p. 92 (n.° 979): «To­ 55. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.° 860) rre de Quonto». «Torr», 158 (n.° 2292). También en esta línea hay un 87. Zabalo, «El registro...», p. 35.

41 88. Zabalo, «El registro...» p. 61 (n.° 219). 100. Zabalo, «El registro...», p. 85 (nos. 822-823- 89- Zabalo, «El registro...» p. 61 (n.° 280). En el 824-836). Es complejo con varias casas (n.° 825). n.° 281 se distingue la «torr» mayor de otras que se 101. Zabalo, «El registro...», p. 61 (n.° 285). recubren entonces. 102. Zabalo, «El registro...», p. 61 (n.°s 286-287) 90. Zabalo, «El registro...» p. 60 n.° 267 en el de ver también p. 125 (n.°s 1522 y 1523). Cortes. 103. Zabalo, «El registro...», pp. 85 (n.° 819), 86 91. Zabalo, «El registro...» p. 60 (n.° 272) castillo (n.° 861), 158 (n.° 2240). de Caparroso. 104. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.° 847). 92. Zabalo, «El registro...» p. 61 (n.° 278). En San 105. Zabalo, «El registro», p. 86 (n.° 860). Adrián se distingue el palatio mayor. 106. Zabalo, «El registro...», p. 87 (n.° 862) 93. Zabalo, «El registro...», p. 60 (n.° 271). Cuentas de los castillos tudelanos a la p. 90 (n.°s 94. Zabalo, «El registro...», p. 61 (n.° 281). 941-945). 95. Zabalo, «El registro...», pp. 85-86 (n.°s 842- 107. Zabalo, «El registro...», p. 114 (n.°s 1380- 843 y 844). 1382). 96. Zabalo, «El registro...», p. 86 (n.° 845). 108. Zabalo, «El registro...», p. 139 (n.° 1791). 97. Zabalo, «El registro...», p. 84 (n.° 816) Mara- 109. Zabalo, «El registro...», p. 148 (n.° 2015). ñón. 110. Un avance en «Navarra» 1, pp. 779-824, de 98. Zabalo, «El registro...» p. 85 (n.° 817) «Puni- «Geografía general del País Vasco-Navarro» (Barce­ castro». lona, s.a.), citado, Altadill. Del mismo, «Castillos me­ 99. Zabalo, «El registro...», p. 85 (n.° 821) He­ rrera. dievales de Navarra» 3 vols. (Zarauz, 1934-1936).

42 CAPITULO III SOBRE LA FORMA DE LA LOCALIDAD

1) Ríos y pueblos: generalidades. 2) La montaña atlántica. 3) El Arga y sus afluentes. 4) Los ríos pirenaicos orientales. 5) Corrientes pequeñas y riberas orientales. 6) La merindad de Estella y sus ríos. 7) Hacia el Sur. 8) Los valles y los cerros.

En el capítulo I, § II se ha visto la impor­ cierto punto también algunas aldeas, fueron tancia que tienen los ríos, los caudales, án­ asentados teniendo en cuenta en primer tér­ gulos y confluencias de corrientes en la forma mino criterios hidrográficos. Tanto en la zona de los asentamientos de poblaciones antiguas. de riberas tales como las del Ebro, el Ega, el En la Edad Media no se modifica el criterio, Arga, el Aragón, sus afluentes y subafluentes, sino que se amplía y con relación a la forma como en relación con corrientes menores, de la localidad de los núcleos más pequeños, como las de los ríos Odrón y Linares y otros sea su origen el que sea, vemos que el río o del Sudoeste de Navarra la posición respecto el arroyo se tuvieron en mucha consideración a un río o arroyo es clara. Pero lo mismo para hacer asentamientos duraderos. ocurre en los valles septentrionales. Para darse cuenta de ello bastará mostrar un mapa Dejamos a un lado ahora los antecedentes general de Navarra de escala común; para y documentos antiguos, que nos pueden ser­ llevar a cabo un estudio morfológico algo más vir algo en la investigación. Empecemos en el concreto, puede servirnos el material reunido estudio de cuestiones que se refieren a la por D. Julio de Altadill en el volumen se­ Edad Media, sobre la que hay documentos gundo de su «Geografía» que contiene mu­ escasos hasta el siglo IX. De entonces en chas mapas sumarios de pueblos y ciudades. adelante los documentos que podemos hallar Conjunto que seguirá siendo un punto de en cartularios van aumentando y más cuando apoyo indispensable para cualquier investiga­ llega un período en que a los de carácter ción futura. religioso o real, se unen los de tipo munici­ pal. Pero antes de referirnos a esta docu­ A reserva de dar luego precisiones sobre mentación conviene hacer algunas reflexiones algunos casos, examinemos este material no sobre la forma de la localidad de las villas, sin decir antes lo que para la Antigüedad y lugares y aldeas de Navarra. Atenderemos en los pueblos mayores conocidos significan las primer término, como al tratar de la Edad confluencias y cursos de los grandes ríos. Los Antigua, de ciertos principios que se obser­ mismos elementos tienen una significación en van con respecto al lugar de los puntos po­ la Edad Media y siguen significándolo des­ pués. Ciudad-puente, villas-puente, aldeas- blados. puente, alzadas con arreglo a cánones o pa­ Los núcleos de población navarros que trones comunes en otras partes de Europa se han tenido un desarrollo mayor, y hasta encuentran en Navarra de Norte a Sur.

45 II

Empezando por el extremo septentrional ción mayor que los que quedan en altura, en la cuenca del Bidasoa nos encontramos algo aparte. Son característicos de Oeste a con el núcleo de Vera, como villa, en un alto Este, Ezcurra mismo, Zubieta = sitio del que dominaba el río primero, luego desarro­ puente 5, Ituren 6 y Elgorriaga 7. En la regata llada paralelamente a éste y con un barrio de de los ríos de Labayen, Urroz, Oiz, Donama- Alzate y otro unido a éste, Illecueta, que ría, pasa lo mismo. tienen relación estrecha con afluentes del Bidasoa 1. Al Este de Santesteban se escalonan en el Bidasoa, de Este a Oeste, Oronoz, Bértiz, De las otras cinco villas, Lesaca se aparta Narvarte8, Oyeregui y Legasa; lo mismo del río eje, en un valle y se forma en la ocurre en el Baztán propiamente dicho, con confluencia de dos corrientes. Arrayoz, Elizondo 9 y Elvetea. En la red flu­ Y Echalar también se aparta del Bidasoa vial quedan asimismo Maya 10 y Errazu al pero se extiende junto a un río afluente 2. Las Nordeste e Irurita11, Lecaroz sobre otro otras dos villas tienen sus respectivas co­ arroyo, etc., La posición de Elizondo consti­ rrientes en hondo. En cambio, remontando el tuido por dos núcleos, desiguales en verdad, Bidasoa hacia el Sur, nos encontramos con pero a los dos lados del río que forma un Sumbilla, que es un típico pueblo-puente con bucle (Guilchaurdi), es característica. dos grupos de casas: uno formando calle, en la actual carretera general de Irún-Pamplona; Más al Norte en un curso que desemboca otro, pasando un hermoso puente de tres en Francia (el del Ugarana) Urdax queda arcos, con varias calles, la iglesia y el fron­ también muy relacionado 12, como también, tón 3. Algo más al Sur, Santesteban se halla el otro, Zugarramurdi 13. en la confluencia de los ríos que vienen de Por otro lado, al Noroeste y en vertiente Oiz y Elgorriaga (el Ezcurra) con el Bidasoa y atlántica hallamos a Araño 14 y Goizueta 15; un puente a corta distancia4. esta villa sobre el Urumea, con un núcleo Siguiendo hacia el Oeste nos encontra­ más pequeño a septentrión, tras un puente. mos con la cuenca del Ezcurra y en ella los Todavía sobre el Leizarán encontramos la pueblos van escalonando el curso en propor­ villa de Leiza en la misma vertiente 16.

III

Pasando la divisoria por Velate llegamos a Otro tanto ocurre en el curso del Basabu- la cuenca del río Mediano que se une al rúa y sus afluentes. En el curso del atlántico Ulzama tras regar Lanz, pueblo-calle que Araxes, más al noroeste, son típicos Atallo, queda al margen 17, Olagüe 18, Etulain y Bu- que queda, como Olagüe, en un flanco 20 y rutain 19, éstos en el valle de Anue. Burutain Arriba que es una aldea con dos núcleos a es una típica aldea-puente y Olagüe se desa­ dos lados de un puente21. Betelu, en el rrolla a lo largo del curso fluvial. El sistema mismo valle de Araiz 22 también se estructura en el valle de Ulzama es más complejo, aun­ en función del río. que hay pueblos típicos de río, como Iraizoz, Lizaso, entre dos corrientes, Latasa y Guel- Los valles del Oeste tienen una población benzu enfrentados. más relacionada aún, si cabe, con el río prin-

46 cipal. Así ocurre en la Burunda y en la Ba­ cibe por el Este y el Oeste, hay bastantes rranca, empezando por Ciordia 23 en el ex­ aldeas con su correspondiente corriente flu­ tremo occidental sobre un bucle y siguiendo vial cerca. Así, en el valle de Olio y en la con Olazagutía24. Posición condicionada, cendea de Olza. Con respecto al curso del también, por la confluencia del Alzania en el Arga en el partido judicial, hay que señalar el Burunda tiene Alsasua, con un puente sobre desarrollo de pueblos de vado y río (a veces cada cauce 25. La cuenca, con la del Araquil, afluente, como los de la cendea de Cizur). marca la línea de una gran vía de circulación Luego la línea que se marca en Ororbia, general, más famosa en la Edad Antigua que señalándose el significado a simple vista allí y en la Media, y presenta desde Ciordia a Urri- en Ibero, en el Araquil cerca de la confluen­ zola, al Este (donde el Araquil cambia de cia con el Arga, y en los pueblos que quedan dirección) a casi todos los pueblos sobre su en los bucles de éste, antes de tomar una curso y a distancias parecidas. franca dirección de norte a sur. Dominándolo Son típicos los asentamientos de Bacai- Echauri 32, Vidaurreta33 y otros, pegadas va­ coa26, Echarri Aranaz 27, Lizarragabengoa, rias aldeas y, más al Sur, Belascoain, en el Arbizu, en la confluencia del Leciza 2S, La- extremo del río Robo con el Arga mismo, cunza, Arruazu 29 Huarte-Araquil 30 e 1 ra­ población-puente típica si las hay 34. Y en la neta 31. cuenca del Robo que va de Este a Oeste las aldeas y pueblos se ajustan de modo sistemá­ Bajando luego del Araquil hacia el Sur, tico a la red fluvial, quedando entre dos antes de desembocar en el Arga, tanto en sus arroyos, o a la orilla de uno, más que absolu­ orillas como en las de los afluentes que re­ tamente separadas.

IV

En el partido de Aoiz, antigua merindad río condiciona no sólo las poblaciones pe­ de Sangüesa, hay una población clara de va­ queñas sino que dicta también la razón de las lles fluviales pirenaicos, que se establece a lo mayores. largo de los cauces de Norte a Sur, empe­ zando en las aldeas del curso superior del Claro es que las poblaciones más pegadas Arga y siguiendo hacia el Este con las del a las cimas tienen un carácter muy autónomo Erro, el Urrobi, el Irati, alguna corriente más desde todos los puntos de vista; pero aún con pequeña, y, por fin, el Salazar y el Esca. Es respecto a las situadas en los orígenes de las curioso advertir cómo al final del afluente en corrientes, éstas marcan la línea de construc­ su confluencia con el río mayor, suele que­ ción en una proporción sensible. dar, por lo general, el núcleo de población Consideramos como núcleos iniciales en también mayor. Así, al final de curso superior cada cauce a Cilveti o Urtasun en la cuenca del Arga y en el punto que recibe unas aguas del Arga (el primero sobre el río de su nom­ del Este se asienta Huarte 35. Así también al bre). Pensemos luego en Erro, Zunzarren o final del Erro, se asienta Urroz. Tras la con­ Lizoain en el río Erro y de Norte a Sur; en fluencia del Urrobi con el Irati como pueblo- Uriz u otros pueblos similares sobre el puente está Aoiz 36 y muy próximo a la con­ Urrobi. En el Irati, Orbaiceta 39 Orbara 40, fluencia del Irati con el Salazar queda Lum- Arive4'. Más al Sur Oroz-Betelu42, etc. bier, en un bucle sobre el segundo 37. Otro tanto ocurre con los cursos más peque­ Por su parte Sangüesa queda un poco al ños que quedan entre el Irati y el Salazar: Sur de la confluencia del Salazar y el Irati, modelos de pueblo fluvial son Izalzu43, con el Aragón 38, de suerte que se ve cómo el Ochagavía 44, Esparza 45, Gallués 46 y alguno

47 más en afluentes. Las villas del valle de Ron­ son Uztárroz 47, Isaba con posición muy de­ cal, todas ellas se escalonan a lo largo del finida en confluencia48, Urzainqui 49 y al fi­ Esca, excepto Vidángoz al Oeste y Garde al nal, Burgui 50. Este; pero también tienen las dos marcado Vidángoz 51 y Garde 52 tienen configura­ carácter fluvial. Las del Esca, de Norte a Sur ción similar.

V

Si de estas tierras altas vamos a las que diga de los pueblos que quedan sobre el quedan al Sur de las confluencias citadas nos Aragón. Yesa 54, Javier 55, Cáseda 56 o Galli- encontraremos primero una zona de valles pienzo 57. Antes Liédena 58, entre Lumbier y regados por corrientes más cortas, pero que Rocaforte, al final del curso del Irati. no por eso dejan de condicionar el régimen Altadill da otros planos interesantes para de la localidad. Así, primero, el valle de el estudio del tema. Así, por ejemplo, los de Aranguren con el río Sadar. Luego Izagaon- Jaurrieta (II. p. 409), Larrasoaña (II. p. 413) doa y Elorz. Señalemos, por ejemplo, la posi­ Navascués (II. p. 434), Villanueva de Aézcoa ción de Monreal 52t>». Incluso en Val de Ai- (II. p. 502). bar se nota el acondicionamiento 53. Nada se

VI

La red hidrográfica de la antigua merin- cuando éste va de Oeste a Este, Marañón 61, dad de Estella, que hoy, en parte, corres­ Cabredo 62, Genevilla 63 son pueblos fluvia­ ponde al partido judicial, es menos tupida. les, aunque con corto caudal. Por el Sur el Ebro salvo en un saliente, marca la frontera con inclinación hacia el Sudeste. Lo mismo pasa en la cuenca superior del Por el Este y de Norte a Sur va la línea con el Linares con Aguilar 64, Azuelo, Espronceda, Arga por linde primero y luego entre éste y etc., más al Sur con Armañanzas 65; Lazagu- el Ega, paralela a él más o menos hasta su rría 66 quedará cerca de su confluencia con el desembocadura. La parte septentrional es Odrón y al final del curso de éste antes de zona de valles con orografía compleja y co­ entrar en el Ebro, Mendavia 67. rrientes fluviales muy aprovechadas para ha­ En el Ega inferior se escalonarán Baigorri, cer asentamientos. Pero al Oeste del Ega, las Lerín 68 y Andosilla 69 de entidad muy dis­ cuencas del Odrón y el Linares también dan tinta. ejemplos de pueblos en que el río es clave. Hacia el Noroeste las Améscoas no dan mu­ Sesma sobre un afluente meridional del cho digno de señalarse 59. Al Nordeste el río Ega denota la misma condición 70. En el Ebro Salado sí condiciona, así como también en tendremos las casas de Lodosa71, Sartagu- dirección norte, el Iranzu. Abárzuza será un da 72, San Adrián, escalonadas 73. Azagra en ejemplo 60. En la cuenca superior del Ega, relación con una acequia 74.

48 Vil

Las relaciones de los poblados en el curso del valle, cerca de un paisaje ya distinto, inferior del Arga, el Cidacos y sus afluentes y Pueyo 86, que marca el comienzo de un sis­ parte del Aragón, se observa, aunque sea con tema de asentamientos más grandes y distan­ casos menos abundantes, en el partido judi­ ciados sobre el Cidacos, con Tafalla como cial de Tafalla que viene a corresponder en ejemplo mayor 87, al que siguen más al Sur mucho a la merindad de Olite. En el Arga de Olite, algo distante, Beire 8a, Pitillas 89, Mu- Norte a Sur, distanciadas, tendremos las vi­ rillo el Cuende90 y Traibuenas91. En el llas de Mendigorría 75 y Larraga 76, con cierta tracto del Aragón, de Este a Oeste, quedan separación, Berbinzana 77, Miranda pueblo- algo distanciados, en altura Murillo el Fru­ puente 78, Falces 79, Peralta 80, Funes 81 y en to 92, Santacara 93 y Caparroso 94. Marcilla fin Milagro 82 cerca de la confluencia con el por último 95. Del partido de Tudela, al Sur Ebro. del Aragón, queda Carcastillo, de estructura Por el centro de la zona corre de Norte al similar 96. Más al Sur pueblos en relación con Sur el Cidacos, que nace en la sierra de Alaiz acequias artificiales, (Cadreita, Valtierra, Ar- y que recoge corrientes de la Valdorba y el guedas, Murillo de las Limas). valle que queda al Norte, que son de consti­ En fin sobre el Ebro, como ciudad puente tución parecida a los de la zona media y por excelencia, Tudela 97. En el flanco occi­ donde las aldeas quedan en relación estrecha dental, en la cuenca del río Alhama, Fitero 98, con arroyos de caudal corto. Leoz en el co- Cintruénigo ", Corella 10°. En la del Queiles, rriedo de Leozarena es un buen ejemplo 83 al Monteagudo y Cascante 101. Otros pueblos comienzo de una regata. paralelos al Ebro hacia el Sudeste son de Al final de la misma, cerca de unas con­ acequia o quedan un poco separados del fluencias Barasoain 84 y Garinoain 85. Al final curso por la vega.

VIII

La orografía nos obliga a distinguir una Hay en las zonas más bajas pueblos sobre Navarra de montaña o de diferentes tipos de el cauce mayor (A). Luego otros diseminados montaña y una Navarra de riberas más que junto a pequeños afluentes (B). Otros aún, de ribera, aunque la del Ebro sea, para algu­ algo más altos, sobre cerros más o menos nos, la ribera por antonomasia. Navarra de regulares (C) y otros todavía en los montes montaña quiere también decir Navarra de que limitan al valle y lo separan de algún valles: una entidad de población que se con­ vecino (D), que suelen ser pueblos de paso, sidera desde muy antiguo en todo el norte de en cuesta. Esta disposición afecta a la forma la península 102 (fig. 6). de los pueblos de una manera sensible, de­ jando aparte el asunto de la importancia de Los valles de la zona media de Navarra, las vías de comunicación entre los valles; es que forman unidades administrativas desde decir, si son de circulación general o más antiguo (y también algunos nórdicos) tienen local. También hay pueblos que quedan for­ una estructura de población que, en síntesis, mando una barrera frente a una sierra (E), y se puede ajustar al esquema adjunto (figs. 7 otros asentados en gargantas y hoyas (F). Las y 8). posibilidades de variación no son muy gran-

49 ’c i n c o V H L AV

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Fig. 6.-V alies y riberas en Navarra.

50 Fig. 7 -Esquema Je valle navarro.

£ F

Fig. 8-Posicióti de los pueblos en valles y cendeas.

51 des, si se piensa en algo que no se ajuste a En segundo lugar, con una posibilidad de este esquema. desarrollo más complejo, los cerros o mese­ Pero con independencia de la existencia tas de planta elíptica, que permiten la fortifi­ de valles, con sus peculiaridades de asenta­ cación con una urbanización más geométrica miento propias, están algunos accidentes (B). En tercer término, los asentamientos so­ orográficos que pueden y de hecho tienen bre una especie de contrafuerte sobre parte mayor significación en algunas riberas y tie­ más llana, al borde de una meseta o altiplani­ rras más llanas u onduladas del Sur y de la cie (C). En cuarto, alturas que vienen a for­ zona media, con horizontes muy lejanos; al­ mar como una península con respecto a lo tos desde los que en determinada dirección más llano (D). se ven puntos de referencia muy distantes de Así ocurre con el caso de Pamplona, con Aragón o Castilla. Lumbier, y con otros pueblos navarros que, Las poblaciones fuertes de Navarra se aunque no estén igualmente documentados levantaron de acuerdo con criterios parecidos como existentes en la Antigüedad, corres­ a los que se siguen en otras partes de la ponden al mismo estilo o concepción. Europa occidental y por lo tanto también el En el Bajo Imperio debieron multipli­ resto de la península, lo cual plantea entre carse y hay que pensar que poblaciones en otros el problema histórico de la conexión de altura sobre un río o en bucle como Cáseda, algunas plantas medievales con concepciones Eslava, Gallipienzo, Isaba, Liédena y Navas- más antiguas. cués, en la merindad de Sangüesa, tienen una En esquema (fig. 9), tenemos ante noso­ gran antigüedad. Otras de la merindad de tros la posibilidad de hallar asentamientos Olite, también. Y en la de Estella, subraya­ sobre cerros más o menos cónicos y exentos remos la significación de Arróniz, Cárcar, que dominen un suelo amplio en todas direc­ Cirauqui y Lerín. ciones (A).

&

Fig. 9-Posición de núcleos mayores.

52 También se les puede asignar ésta a pue- blos-castillo. Incluso hay razones lingüísticas para pensar que sus nombres corresponden a unas palabras ibéricas alusivas a fortificación. Pero un recuento objetivo de los documen­ tos medievales será el que, en suma, nos dé la red defensiva del reino antiguo. Porque de la época anterior, de antes de que la «unidad monte» dé paso a la «unidad valle» 103 (Fig. 10), sabemos muy poco.

Fig. 10.-Unidad « talle» y unidad «monte'’.

NOTAS

1. Plano en Altadill, II, p. 296. 31. Altadill, II, p. 199. En un recodo, al lado de 2. Altadill, II, p. 141. un pequeño afluente. 3. Altadill, II, p. 282. 32. Altadill, II, p. 153. 4. Altadill, II, p. 276. 33. Altadill, II, p. 304; no se marca relación. 5. Altadill, II, p. 320. 34. Altadill, II, p. 267. 6. Altadill, II, p. 200. 35. Altadill, II, p. 397. 7. Altadill, II, p. 155. 36. Altadill, II, plano mayor entre las pp. 328- 8. Altadill, II, p. 123. 329. 9. Altadill, II, p. 81. 37. Altadill, II, p. 428. 10. Altadill, II, p. 241. 38. Altadill, II, p. 469. 11. Altadill, II, p. 107. 39. Altadill, II, p. 442. 12. Altadill, II, p. 292. 40. Altadill, II, p. 443- 13. También desembocando en Francia. Altadill, 41. Altadill, II, p. 346. II, p. 322; no se marca la relación. 42. Altadill, II, p. 445. 14. Altadill, II, p. 34 no marca relación. 43. Altadill, II, p. 407. 15. Altadill, II, p. 174. 44. Altadill, II, p. 437. 16. Altadill, II, p. 231, con dos pequeños cauces. 45. Altadill, II, p. 374. También Areso sobre la regata de su mismo nombre y 46. Altadill, II, p. 386. otra más cercana. 47. Altadill, II, p. 494. 17. Altadill, II, p. 217 48. Altadill, II, p. 402. 18. Altadill, p. 16. 49. Altadill, II, p. 483. 19. Altadill, II, p. 17. También Egozcue en la 50. Altadill, II, p. 352. misma página. 51. Altadill, II, p. 501. 20. Altadill, II, p. 26. 52. Altadill, II, p. 390. 21. Altadill, II, p. 25. 52b“. Altadill, II, p. 433. 22. Altadill, II, p. 131. 53. Altadill, II, p. 334. En una corriente también 23. Altadill, II, p. 136. Lerga p. 415. 24. Altadill, II, p. 253. 54. Altadill, II, p. 504. 25. Altadill, II, p. 4. 55. Altadill, II, p. 412. 26. Altadill, II, p. 61. 56. Altadill, II, p. 354. 27. Altadill, II, p. 149. 57. Altadill, II, p. 383. 28. Altadill, II, p. 49. 58. Altadill, II, p. 416. 29. Altadill, II, p. 57. 59- En él valle de Lana, Galbarra queda como al 30. Altadill, II, p. 186. centro de la corta red fluvial.

53 60. Altadill, II, p. 530. Mañeru (II. p. 621) queda 83. Altadill, 1 p. 723. dividido por un pequeño curso. 84. Altadill, I p. 703, sin marcar relación. 61. Altadill, II, p 623. 85. Altadill, I p. 719, sin marcar relación. 62. Altadill, II, P 565; no marca la relación. 86. Altadill, I p. 716. 63. Altadill, II, p. 582. Luego Murieta (II. p. 637). 87. Altadill, I plano entre las pp. 688-689. 64. Altadill, II, p. 534, sin marcar la relación. 88. Altadill, I p. 706. 65. Altadill, II, p. 550, Torres II., p. 653. 89. Altadill, I p. 759. 66. Altadill, II, p. 606. 90. Altadill, I p. 741. 67. Altadill, II, p. 624, ver también Los Arcos (II, 91. Altadill, I p. 741, no da plano. p. 616). 92. Altadill, I p. 743. 68. Altadill, II, p. 608. 93. Altadill, I p. 765, sin marcar la relación. 69. Altadill, II, p. 547, sin marcar la relación. 94. Altadill, I p. 710. 70. Altadill, II, p. 647. 95. Altadill, I p. 727, sin marcar relación. 71. Altadill, II, P- 613. 96. Altadill, I p. 834. 72. Altadill, II, p. 646. 97. Altadill, I plano entre las pp. 790-791. 73. Altadill, II, p. 644. 98. Altadill, I p. 873. 74. Altadill, II, p. 560. 99. Altadill, I p. 853. 75. Altadill, II, p. 73!. 100 Altadill, , p. 857. 76. Altadill, II, p. 721, sin marcar la relación. 101 Altadill, , p. 843. 77. Altadill,II, p.708. 102 Véase en Caro Baroja, «Etnografía histó 78. Altadill, II, p. 738. rica...», p. 287, fig. 44 la división por valles, que puedt 79. Altadill, II, p. 712. compararse provechosamente con III, p. 142, figura 23 80. Altadill, II, p. 755. riberas con regadíos 81. Altadill, II, p. 714. 103 Véase parte primera, capítulo 1, § 1. 82. Altadill, II, p. 735.

54 CAPITULO IV EL PUEBLO Y SUS ELEMENTOS

1) Elementos básicos en la ordenación de pueblos. a) Sectores de orientación. b) Iglesia. c) Torre de linaje. d) Casas y casales. e) Eras. 0 Ejidos. a) Fuente pública. b) Horno público. c) Molino. d) Puentes. e) Caminos y sendas. f) Arboles y cultivos. 3) Cultivos y explotaciones. 4) La vecindad.

Ya se ha dicho algo acerca de la constitu­ pendencia 3. Con frecuencia veremos hoy ción de los pueblos a la luz de los cartularios que los espacios ocupados por solares de y documentos similares 1. Convendrá indicar casas derruidas y abandonadas es grande aun ahora algo más sobre su estructura física, en pueblos no del todo vacíos. empezando con lo que se observa en la zona e) Las eras, con frecuencia, en la zona media, en que hay aldeas de origen antiguo, media están entre las casas, formando anchu- que, adaptándose a las condiciones del te­ rones que hoy se pueden destinar a otros rreno, se ajustan, sin embargo, a patrones fines. Hacia el Sur, donde la concentración parecidos siempre. Expliquemos esta estruc­ urbana es mayor, las éras están fuera del tura mediante un esquema ideal (Fig. 11). conjunto urbano. a) El pueblo se ordena en relación con los sectores de orientación, considerando en La era en vasco se denomina «larrain» o esencia, el cierzo, viento del Norte o del «larraña» y da lugar a bastante toponimia e Noroeste2, y el bochorno, o mediodía y incluso a nombres de casa. Por ejemplo, «La- Sudeste. rrainagusia» en Goñi 4. b) En unos pueblos la iglesia ocupa lu­ f) Los «isidos» del «Fuero General» co­ gar señalado dentro del núcleo; pero no fal­ rresponden a lo que se llama «exidos» o tan casos en los que la iglesia queda un poco «ejidos» en otros textos, (de «exeo»). Tanto aislada. éstos como los caminos y prados que com­ prendían, debían ser cuidadosamente tenidos c) También más o menos aislada y dis­ y atendidos por los ricos-hombres y goberna­ tinguible se hallará la torre de linaje más dores del rey. El ocuparlos estaba penado. destacada, aunque hay casos de poblaciones, Los infanzones que lo intentaran debían de­ incluso muy cortas, en las que hay o hubo sistir de su propósito y los labradores paga­ varias. rían sesenta sueldos de multa, si querían d) Luego las casas y casales, es decir apropiarse de alguna parte, lo mismo que si espacios con categoría de casa por haberla un vecino pechero pusiese era o sel en su tenido o por otra razón de propiedad o de­ ámbito. Los ganados también debían ser sa­

57 Fig. 11 .-Esquema de pueblo navarro medieval. cados de ellos 5. Pero como en otras partes, La legislación foral establece, en efecto, el «ejido» ha ido siendo mordido por la que las eras («areae») hechas en los ejidos de avaricia particular contra estas leyes, de los pueblos no pueden cercarse; sí, las que se suerte que en él se han elevado construccio­ hallen en heredad propia 7. También dispone nes o se han extendido propiedades particu­ que no se interceptará el viento con faginas lares, a modo de dependencias de las man­ («fachinas»), cabañas, y casetas, ni se cortarán siones. los caminos a ellas conducentes; no se levan­ tarán tampoco paredes a la parte del cierzo ni La piedra que exitía en los ejidos de los del bochorno («buchorno») más cerca de pueblos se podía coger libremente para cuatro codos ni más altas que la mitad de la construir casas; no para vender, como la de estatura de un hombre, ni se hará viña o las «pedreras» o canteras 6. Es decir, que el huerto o vergel («berger»), ni levantará casa carácter comunal se subrayaba por todos los en perjuicio de la era; ni el dueño de una era lados posibles. En casos las «eras» se relacio­ se apropiará de la paja que arrastre el agua o nan con ellos, como cosa comunal también. lleve el viento de la era del vecino 8.

58 II

Un punto de referencia fundamental en la Otro elemento que también se destaca en vida de la aldea es: a) la fuente pública, a la escrituras de diversa índole y que se acomoda que se refieren muchos cantos amorosos po­ a la red hidrográfica, es: c) el molino. En el pulares, como es sabido, tanto en ámbito «Fuero General» hay muchas disposiciones vasco como en ámbito romance, aunque, po­ referentes a su buen funcionamiento, a su siblemente, en tierras del Sur es aún más construcción y a su conservación. No se po­ importante, por lo mismo que el agua es día hacer sin licencia del rey o del señor de la menos abundante. Así nos encontramos tam­ villa 14. Los molinos viejos y arruinados con­ bién en el «Fuero General» indicaciones res­ servaban sus derechos a acequias y presas 15 y pecto al aprovechamiento de aguas. podía ser propiedad de muchos 16. En efecto, el suministro de aguas da lugar También: d) el puente es de particular a legislación, que se ve está pensada en rela­ significación, puente que, como es lógico, ción con las zonas meridionales, escasas en está en relación con la red de: e) caminos ellas. del pueblo. El «Fuero...», señala varias cate­ Una ley precisa que la comprada o adqui­ gorías de caminos que marcan otras tantas rida por un pueblo no podrá pasar por terri­ categorías de puentes: torio de otro, sin consentimiento; en caso, 1.°) Los caminos reales («caminos del especialmente, de que hubiera que construir rey») que en su parte más angosta deben «azut» 9. Nótese el origen de la palabra. tener la anchura necesaria para que pasen tres Otra ley indica que en Navarra hay villas hombres a caballo con los pies extendidos en escasas en aguas, «logares» con «flacas fuen­ los estribos y ensanchando las piernas para tes». En éstos, si algún vecino tiene heredad tocarse uno a otro 17. en la que haya manantial permanente, los 2.°) Caminos públicos, de pueblo a otros vecinos pueden hacer que el dueño pueblo (de «villas faceras») que en lo más ceda el terreno para hacer fuente pública, estrecho serán de seis codos rasos, de suerte dándole a cambio terreno doblado, en igual o que encontrándose enfrentadas dos bestias mejor término o el dinero correspondien­ con su carga puedan pasar sin obstáculo. Es­ te 10. tos caminos deben ser conservados por los Otro elemento en la vida comunal de vecinos, cada uno en su término ,8. algunas partes, sobre todo aquéllas en que 3.°) Sendas vecinales («carreras») con también hay poco combustible, es el: cuatro pies de anchura en lo más estrecho. b) «horno público», que da lugar a una Cuando las tierras se hallen sembradas sólo profesión conocida ya en la antigüedad por­ transitarán por ellas los hombres, no las bes­ que recibe el nombre de «fumaria», siendo tias. Las cuidarán los vecinos, cada cual en su «furnarius» el hornero, un profesional11. parte y pueden ser objeto de compra-ven­ Como es sabido una diosa, «Fornax» pre­ ta 19. sidía la cocción del pan 12. En el país de Soule estaba prescrito que el En la Edad Media navarra el horno tiene camino real («camirean») tenía que tener particular significación. nueve codos, («arrases»), o cuarenta pies; el camino de hierbas o carretil («cami de la Su contrucción se tenía que hacer con garbe»), trece codos para que dos carretas licencia del señor 13 del pueblo. puedan pasar sin rozarse, y el camino pastoril Da lugar a bastantes nombres, dejando para los montes («alchoubide») tenía que te­ aparte las referencias a hornos industriales. ner catorce codos 20; se diferencian de los Pero en los pueblos hasta nuestra época ha simples caminos de campo («camis de las habido muchas casas con su horno propio, campanhas») 21. En Baja Navarra el camino colocado en una fachada lateral. es también de nueve codos 22.

59 El «camino francés», tiene una categoría mente los que se hallan en campos y ejidos especial y las «calonias» o multas que se comunes de los que quedan dentro de pro­ produjeren a su paso son del Rey 23. Com­ piedades 24. También: g): los huertos y «ber- plemento del paisaje del pueblo son: f): los geres» a los que ya se ha visto que alude el árboles, entre los cuales se distinguen clara­ «Fuero general» 25.

III

Ya se ha visto también que en él se Continuemos. El pasto (i) y los bosques señala, para corregirla, la tendencia a hacer (j) son el complemento del paisaje, en el que en los ejidos estos huertos y vergeles parti­ tampoco faltan yermos 30. Este elemento es culares. Y, en suma, se ha de aceptar que variable según las comarcas. En el «fuero» se muchos se han labrado a expensas de las distinguen «cabañas» de invierno y de vera­ tierras comunales más cercanas al pueblo. no 31 de «bacas», de «obeillas» y puercos 32 También dentro de recintos de casas arruina­ que también tienen mucha importancia en el das, lo cual parece que ocurre con periodici­ sistema de pechas. dad irregular, pero siempre. Ya veremos qué expresión tiene todo Las tierras de secano (h) se hallan en ruedo esto en las tierras de habla vasca. Pero advir­ más amplio y hasta cierto punto imprimen tamos ahora que la distinción entre «caba­ carácter al paisaje en que se levanta el pue­ ñas» de invierno y de verano queda reflejada blo, pues le dan, en distintas fechas del año, mucho después en el ámbito montañoso, distinta apariencia, habiendo contrastes sen­ pastoril, y que la palabra bajolatina «capan- sibles a este respecto en pueblos cercanos na» 33 deja alguna huella en la misma topo­ entre sí de cendeas y valles. Los cultivos son nimia vasca 34. los clásicos de la Antigüedad y los cereales Hay pueblos en que la Economía pastoril desempeñan un papel decisivo. En tierras tiene mayor importancia. Pero en los mismos más extensas que las actuales la viña, que da de la zona media pueden observarse cañadas motivo a algunas leyes, porque había propie­ usadas tradicionalmente por los pastores en tarios que las tenían en pueblos de los que no sus traslados. Y el «Fuero...» dedica algunas eran vecinos y tenían que vendimiar cuando leyes al pastoreo en los puertos 35 y a los lo fijaran los de tales pueblos 26: viñas cerra­ das y con portillo o abiertas. Así, las referen­ ganados trashumantes 36. cias del «Fuero» al trigo, al «ordio» y a la Con relación a pastos se observa que se viña, son comunes 27. El «ordeum» u «hor- presta más a ellos la ladera en una parte del deum» parece haber tenido una importancia valle o cendea y que lo que queda de bosque mayor en épocas remotas. En la alta Edad o de vegetación silvestre, arbórea, se halla en Media este cultivo de la avena («oloa» en las alturas y a veces formando límite o tierra vasco) fue más corriente que después, en que comunal con otros pueblos o valles. «El se incrementaron de modo progresivo los de monte de la villa» está determinado en sus la cebada («garagarra») y el trigo («garia»). límites por la tradición 37. Pero está determi­ Los «Amejoramientos» se refieren todavía nado por otros principios el tamaño de los particularmente a la venta de avena 28. Las «bustos», bustalizas o «bustalizias» 38. pechas se cobraban pasada la fiesta de Nues­ «El Fuero...» tiene leyes que claramente tra Señora de Agosto: «Santa María de medio se refieren a determinadas tierras. Se dan Agosto» 29, que es aún hoy la advocación particularidades incluso en el nombre de festiva más popular en Navarra. ciertas pechas39 referencias a usos de la

60 «cuenca» 40, a otras «comarcas» 4\ a la dife­ Pero esto, como siempre, marca la dife­ rencia de las montañas en ciertos aspectos 42. rencia del «ager» con el «saltus». La «villa», Pero en otras ocasiones la diferencia la pues, es una entidad que conserva ciertos marca la ley misma, que puede aludir a países rasgos de la antigua. Lo demuestran las leyes con leña abundante 43 o a sitios en que hasta sobre las villas «faceras», es decir fronte­ el fuego es un problema44. Este carácter ras 47, con sus limitaciones más o menos cla­ comarcal tienen también las leyes referentes ras 48 y sus posibilidades de conflicto. De a riegos y aprovechamientos de aguas que en aquí la importancia de los amojonamientos 49 una proporción máxima han de referirse al y la reglamentación de facerías y aprovecha­ Sur. Así una referente a acequias 45 y otra mientos de pastos en tierras colindantes. sobre hurto de agua de riego 46.

IV

Desde el punto de vista lingüístico la dos o tres villas 59; los vecinos pueden privar existencia de la «villa» da lugar a que se cree de ella a uno que se muestre disconforme 60 el concepto de «villano» que en el «Fuero» y expulsar a los que se vuelvan «gafos», es de Navarra se usa con variaciones de matiz. decir a los leprosos, que se veían obligados a Los villanos son objeto de multitud de leyes pedir de casa en casa, haciendo sonar unas en que se marcan más bien sus deberes que tablas y sin tener contacto con la gente 61. La sus derechos, aún cuando las hay dirigidas a «vicinitas», es decir, las relaciones de vecin­ esto. Se señala la existencia de «villanos sola­ dad sobre las que ya insistió Cicerón 62, son riegos» que pechaban la mitad al rey y la otra complejas y fuertes. mitad a los solariegos 50. Aparece en el «Fuero» el concepto de Había también «villanos de orden», o sea «vecino forano» 63 que luego da materia a de monasterio o iglesia 51 y «villanos encar­ mucha legislación, porque se trata de hidal­ tados» 52 que recibían tierras y que se encar­ gos o infanzones64. La vecindad establece taban con un señor para tener vecindad, aun­ unos vínculos que destruyen hasta cierto que la pecha fuera insuficiente. Equivalente punto los que fija la solidaridad agnática. es el concepto de «coillazo» o «collazo» 53, Porque, cuando hay un vecino enfrentado palabra que parece derivar de «collacteus»: con los demás, no debía ser auxiliado, aunque en su origen, hermano de leche 54, lo cual estuviera en trance de que le mataran los de hace referir el concepto a comunidad de vida fuera. Si enfermase, no debían visitarle sus en período determinado de ella: la niñez. parientes; pero en la iglesia había que reci­ Pero hay otra palabra latina que da lugar a un birle y señalarle un hombre para que le diera concepto repetidísimo en el fuero y que se paz; y asignarle una casa donde tuviera ce­ refiere a una institución de importancia pri­ dazo con que cerner harina y había que darle mordial en la vida del pueblo navarro: la de fuego en la palma de la mano 65. «vecindad» (de «vicinus», es decir habitante No se podía nadie excusar a los deberes de un «vicus») 55 de vecindad, y si por alguna razón el vecinda­ Algunos tratadistas sostuvieron que en el rio tenía que dar madera y había algún vecino «fuero» se indica que la vecindad la puede que se excusaba, se podía cortar ésta de su dar el rey. Pero esto no es cierto 56. El clé­ quiñón 66. La categoría que daba el linaje rigo del pueblo o abad debe tenerla 57. Se hacía, sin embargo, que los derechos vecina­ expresa por una casa o casal de determinados les de los infanzones, en leña y roturas, fue­ caracteres 58 y aun el villano puede tenerla en ran el doble que los de los «labradores» 67 y

61 las heredades en empeño no daban vecin­ rroquia o de vecindad a vecindad, fijada en el dad 68. calendario 74. Conviene ahora recordar ciertas aplica­ La vecindad da, así, una especie de vín­ ciones particulares del principio. Advertimos culos materiales cuyas raíces se hunden en la que en las costumbres del país y vizcondado Antigüedad y que se ajustan a un principio de Soule se usa para aludir a los núcleos de sentado en textos, como uno de Cicerón 75, población los términos de «paroisse», («pa- en que se establece que cuando se trata de rropie»), «tic» y «dégairie», («degaeries») 69. ayudar en la recolección o cosecha hay que Los habitantes de los «vics» se llamaban en dar prioridad al vecino sobre el hermano, fa­ gascón «besiau» o «vedan», lo propio a la miliar o pariente; mas en pleitos y litigios es vecindad «veizalere». Pero el equivalente el pariente el que debe ser atendido con vasco era «saynhoa» o «zaingoa» 70. Por lo preferencia. Pero, por muy material que sea demás, la división de la tierra da a la palabra la base del principio de vecindad, éste se «vic» un sentido más amplio que el de un carga de significados que no lo son. Porque simple lugar. Los fuegos de Soule son 800, da a la posesión de una cosa significación los «vics» son siete: 1.°) «le val dextre», 2.°) profunda y el concepto de «solar», o el de «le val senestre» (en «Soule souveraine»). «solariego» vincula al hombre infanzón o de 3.°) la dégairie de Peiriéde. 4.°) la dégairie linaje a la tierra, tanto como al labrador; el d’Arbaille (las dos en Arbaille). 5.°) la dé­ «solum» latino tiene así muchos derivados en gairie de Laruns. 6.°) la dégairie d’Aroue. relación con el concepto de raigambre, no­ 7.°) la dégairie de Domezain (las tres en la bleza, calidad, etc., hasta «solera» 76. Y el Barhoue)71. El decano se elegía el 1 de suelo civil, el espacio que ocupa la casa tiene mayo. relación con un suelo o espacio sagrado, el de En las leyes de la Baja Navarra se dedican la sepultura. La vecindad da así lugar a un seis artículos a la vecindad, bajo la rúbrica curioso rito funerario. El «Fuero» es muy «De las cualidades de las personas». 1.°) El explícito en lo que se refiere a velatorios de- primer artículo establece que cualquiera que hombres ricos y villanos y emplea unas pala­ adquiera bienes en tierra de otra vecindad bras que indican que la ley sobre este punto («voisinage») no será tenido por vecino, si no está concebida en tierra de habla vasca: estas es reconocido por tal en la vecindad, y no palabras son «echaun» y «chandra». Se usan tendrá los derechos de vecino. para indicar que al velatorio deben asistir los 2.°) Los hijos de vecino lo serán también dueños de las casas de la vecindad. A toque en tanto que habiten la vecindad, pero si se de campaña, en tres veces, los hombres de­ casan y habita otra no serán tenidos por tales ben ir a velar la fosa o poner un sustituto. y perderán sus derechos si no poseen una Esto se refiere, sin duda, a cementerios que casa por sucesión o adquisición. quedaban fuera de las iglesias. 3.°) El forastero que se case con hija de Pero lo curioso en relación con un ve­ vecino será de la vecindad en que case y cino, que deje a potestad de sus parientes el habite; pero si se casa con mujer que no tiene que elijan el lugar de su sepultura es esto: casa, tendrá que hacer las gestiones («so- «...si muere algún vezino, diziendo si pa­ lemnnités») para ser admitido 72. La depen­ rientes me quieren enterrar aquí, bien, e si dencia de las leyes navarras generales parece non lievenme, o quisieran entarzando los pa­ clara. rientes, dizen los vezinos, fagamos la fuessa, En todo caso siempre, si la noción de e veniendo los parientes, dizien queremos linaje se refiere a la categoría social, si la de levar nuestro parient, manda el fuero, que «villano» toca a una situación de inferioridad, quando la abertura es en la fuessa, o el la de vecindad se refiere al territorio. cuerpo devía jazer quel implando trigo, e cubran la lossa, como si el cuerpo joguiesse En las leyes del Labourd se considera que aillí, e faziendo esto, lieven lur parient ailla tierras comunes de la parroquia son equiva­ oquerran». 77. No cabe duda de que éste es lentes a tierras «voisines» o vecinales 73. El un rito de compensación en lo que se refiere aprovechamiento pastoril de tales tierras daba a los deberes que se tienen con el suelo lugar a una trashumancia de parroquia a pa­ vecinal, representado por la sepultura. Ya

62 veremos cómo los ritos funerarios usados aún enumerar los que el rey hace a los navarros en nuestros días establecen un nexo fuerte es el de darles «mercados o fagan lures mer­ entre casa, sepultura e iglesia, como se ex­ cadurías», con hombres competentes como presa en la figura 12 78. alcaldes85. Este texto nos pone ante un mundo algo distinto ya. En él rigen otros La iglesia, asociada alguna vez a las principios: porque, en primer lugar, en el eras79, tiene sus propiedades 80, y es un mercado se celebran los juicios que había en punto de referencia en la vida comunitaria. la comarca 86 y en el mercado se hacían con­ Los tres toques de campana, reglamentarios trataciones entre gentes de tierras lejanas en todo aviso81. entre sí. Sobre todo en los que tenían lugar En la villa hay hombres de linaje hidalgos en las poblaciones del «camino francés» o de o infanzones. Su calidad se conserva por Santiago 87. memoria y testimonio público y las denuncias sobre posibles faltas de hidalguía en antepa­ Los mercados nos ponen, casi automáti­ sados dieron mucho que hacer a lo que pa­ camente, ante la existencia de razas y pueblos rece. Los perjurios a este respecto se penan distintos. Así en el «Fuero» se distinguen de modo severísimo. autoridades tales como «alcalde forano», «al­ calde ruano», o de francos y navarros 88. La memoria del linaje es, pues, esencial En términos de Sociología clásica durk- dadas las prerrogativas y deberes que te­ heimiana podríamos decir que los principios nían 82. Pero, a veces, ni el control del estado de la solidaridad mecánica, fundada en un sobre pueblos y hombres, podía suplir a las sistema de represiones, por identidad de debilidades y deficiencias de la memoria co­ ideales del grupo social, se da en las villas, lectiva. Incluso en casos en que mediaban con su sistema cerrado de linajes, clases y intereses. vecindades y que los principios de la solidari­ En los casos dudosos de herencias anti­ dad orgánica, debida a una mayor división del guas, etc., parece así que el «Fuero» consi­ trabajo social, se comienza a dar (no es que dera sólo tres generaciones: abuelos, padres y se dé plenamente) en donde existe un nivel nietos, y el parentesco entre primos carnales mayor de contratación y de comercio e in­ aunque se haga referencia al linaje o «genoi- dustria, en el sentido básico de la palabra 89. 11a» 83: la «rodilla» que dicen otros textos, Pero para nuestro intento acaso mejor «belauna» en vasco 84. que seguir normas sociológicas demasiado rí­ De una forma u otra suelo y linaje dan la gidas y con un sentido evolutivo demasiado estrecho, será dar algunas informaciones para base a la existencia de las villas antiguas. hacer ver cómo se insertan los casos navarros La vida económica que se desarrolla en en un movimiento medieval de ordenación este ámbito es la rural en esencia, ajustada y nueva de la vida, o cuando menos de racio­ reajustada por influjo de la civilización latina nalizaciones bastante sistemáticas y delibera­ a principios sensiblemente distintos a los de das, que se expresa en la reorganización de la vida anterior en dos puntos fundamentales: vías de circulación general hechas por moti­ una disminución del significado de la solida­ vos diversos y en planificaciones de «villas ridad agnática gentilicia, un aumento del sig­ cerradas», como gráficamente las llama el nificado de la territorialidad y un ingrediente «Fuero...», alguna vez90. religioso cristiano, muy sensible en la vida Nuestro trabajo se perfila, así, debiendo rural y hasta cierto punto absorbente. dedicar un capítulo teórico a la planificación Pero la organización del estado navarro o urbanización medieval en conjunto. Otros requiere progresivamente formas de vida so­ sucesivos a la casa o casal rústico, a la casa cial y económica nuevas, a las que de una urbana y a la torre o castillo de linaje, que manera general, hasta abstracta, se refiere el son las «unidades arquitectónicas» de mayor «Fuero» en repetidas ocasiones. Uno de los entidad que de modo constante encontramos beneficios que se ponen en primer lugar al en nuestros recorridos.

63 Fig. 12.-El pueblo y la vecindad en relación con la iglesia y la sepultura.

NOTAS

1. Véase parte primera, capítulo primero, § 111. 6. «Fueros...», ed. cit., p. 154, a (libro V, título VI, capítulo XXII). Yanguas y Miranda. «Diccionario 2. Textos relativos a Hispania, de Aulo Gelio, II, de los fueros...», pp. 7-8. 22, 28 y Apuleyo, «De mundo» 14. Schulten, F.H.A., 7. «Fueros...» ed. cit., p. 52 (libro III, título 1. III, pp. 185-186, más adelante un texto del «Fuero capítulo II). Yanguas y Miranda, «Diccionario de los General». Sobre la orientación, véase Agatemero tueros...», p. 30. (Schulten, F.H.A., II, pp. 92-93) da otra orientación, 8. «Fueros...», ed. cit., pp. 191, b - 192, b (libro Nordeste. VI, título VIII, capítulo VI). Yanguas y Miranda, «Dic­ 3. De todas formas «casalis» y «casales» o «casa- cionario de los fueros...», pp. 30-31. lia» son palabras que se refieren a propiedades y sus 9. «Fueros...», ed. cit., p. 86, b (libro III, título límites. Du Cange, «Glossarium», II, cois. 374-375. XII, capítulo X). Yanguas y Miranda, «Diccionario de 4. Véase capítulo segundo, de la parte VI. los fueros...», p. 2. 10. «Fueros...», ed. cit. p. 186, a, b (libro VI, 5. «Fueros...», ed. cit., p. 52 b (libro III, título I, titulo V, capítulo I). Yanguas y Miranda. «Diccionario capítulo II). de los fueros...», p. 2.

64 11. Suetonio, «Vitelius», 2. Plinio, «N.H.» Vil 37. «Fueros...», ed. cit. p. 176 a (libro VI, título (42) 135, con referencia a un texto de Cicerón. II. cap. III). 12. Ovidio; «Fasti», II, 525. Lactancio, «Institu- 38. «Fueros...», ed. cit., p. 174 a (libro VI, título tiones», I, 20, 35. I, cap. XVII), 13. «Fueros...», ed. cit., pp. 10a, lia (libro 1, 39. «Fueros...», ed. cit. pp. 74 b-76 b (libro III, título III, capítulo II), Yanguas y Miranda, «Diccionario título VII, cap. IX). de los fueros...», p. 62. 40. «Fueros...», ed. cit. p. 71 a (libro III, título V, 14. «Fueros...», ed. cit., p. 10 b (Libro I, título III, cap. X). capítulo II). 41. «Fueros...», ed. cit. p. 97 a (libro III, título 15. «Fueros...», ed. cit., p. 188, a (libro VI, título XV, cap. XX). VI, capítulo III). 42. «Fueros...», ed. cit. pp. 140 b - 141 a (libro V, 16. «Fueros ...», ed. cit., p. 88, b (libro III, título título III, cap. VII). XII, capítulo XVIII). 43. «Fueros...», ed. cit. pp. 64 b - 65 a (libro III, 17. «Fueros...», ed. cit., p. 185 a-b, 186 a, (libro título IV, cap. VII). VI, título IV, capítulos I y IV), «Diccionario de los 44. «Fueros...», ed. cit. p. 112 b (libro III, título fueros...», p. 7. XIX, cap. VII), Yanguas, «Diccionario de los fue­ 18. «Fueros...», ed. cit. p. 185 b (libro VI, título ros...», p. 39. IV, capítulos II y IV). Yanguas y Miranda, «Diccionario 45. «Fueros...», ed. cit. p. 86 b (libro III, título de los fueros...», capítulo III, p. 7. XII, cap. X). 19. «Fueros...», ed. cit., pp. 185 b - 186 a (libro 46. «Fueros...», ed. cit. p. 154 b (libro V, título VI, título IV). Yanguas y Miranda, «Diccionario de los VI, cap. XXIV). tueros...», p. 7. 47. Se reconstruye una forma latina «faciaria». 20. «Les coustumes generales du pays et vicomté Véase García de Diego, «Diccionario etimológico es­ de Solé» (Burdeos 1661) pp. 80-81. Haristoy, «Le Pays pañol e hispánico», p. 285 b y 754 a (n.° 2628). Basque», II, pp. 446-447 (rúbrica XXXVI, artículo II). 48. «Fueros...», ed. cit. p. 169 a (libro VI, título I, 21. «Les coustumes...», p. 81. Haristoy, op. cit. II. cap. VI). p. 447 (rúbrica XXXVI, artículo tercero). 22. «Coustumes...» ed. Haristoy, op. cit. p. 551 49. «Fueros...», ed. cit. p. 163 a - b (libro V, título (rúrbica XXX, artículo II). X, cap. XX) Yanguas, «Diccionario de los fueros» p. 23. «Fueros...» ed. cit. pp. 185 a-b (libro VI, 86. título IV, capítulo II) Yanguas, «Diccionario de los 50. «Fueros...», ed. cit. p. 57 b (libro III, título Fueros» p. 7. IV, cap. I). 24. Yanguas, «Diccionario de los fueros», pp. 4-5 51. «Fueros...», ed. cit. p. 87 a - b (libro III, título (artículo «árboles»). XII, cap. XIII). 25. El «viridarium» o «viridiarium» es desde an­ 52. «Fueros...», ed. cit. p. 76 a - b (libro III, título tiguo lugar de árboles frutales (de «viridis» verde). 7, cap. VIII). Sobre la palabra vergel y «viridarium», Vicente García 53. «Fuero...», ed. cit. p. 87 a (libro III, título de Diego: «Diccionario etimológico español e hispá­ XII, cap. XIII). nico» (Madrid, S.A.) p. 1052 (n.° 7.203). Es posible 54. J. Corominas, «Diccionario crítico etimológico que al castellano haya pasado por vía navarra, más que de la lengua castellana», I, pp. 861 b - 862 a. catalana. 55. Vicente García de Diego, «Diccionario eti­ mológico español e hispánico» pp. 546 a y 1049 a (n.° 26. «Fueros...», ed. cit. pp. 53 b-54 a (libro III, 7157). título II, capítulo II). Yanguas, «Diccionario de los 56. Véase Yanguas, «Diccionario de los fueros...» fueros...» página 142. p. 137, nota, refiriéndose a la edición que se usa y al 27. «Fueros...», ed. cit. pp. 72 a-b (libro III, título parecer del Dr. Peña. VI, capítulo XVI), 74 b (libro III, título VIII, cap. II). 57. «Fueros...», ed. cit. p. 51 a, (libro III, título I, 28. «Fueros...», ed. cit. p. 209 (cap. XVIII), Yan­ cap. I). guas, «Diccionario de los fueros...» p. 209, a. 58. «Fueros...», ed. cit. p. 114 a (libro III, título 29. «Fueros...», ed. cit. pp. 81 b-82 a (libro III, XX, cap. I). título X, cap. VI). Yanguas, «Diccionario de los fue­ 59- «Fueros...», ed. cit. p. 181 a - 182 b (libro VI, ros...» p. 97. título III, cap. III). 30. «Fueros...» ed. cit. p. 20 b-21 a (libro II, título 60. «Fueros...», ed. cit. p. 164 (libro V, título XI, II, cap. I). cap. II). 31. «Fueros...», ed. cit. p. 146, a-b (libro V, título 61. «Fueros...», ed. cit. p. 165 a - b (libro V, título V capítulo I). XI, cap. V). 32. «Fueros...», ed. cit. p. 148 b-149 a (libro V, 62. «De Offio» II, 64. título V cap. IV y VII), p. 159 b, (Libro V, título X, 63- «Fueros...», ed. cit. p. 53, b (libro III, título cap. V). II, cap. II). 33. Du Cange, «Glossarium» II, col. 214, San 64. «Fueros...», ed. cit. pp. 109 a - 110 a (libro Isidoro, «Etim.» XV, 12, 2. III, título XVII, cap. XVII). 34. Luis Michelena, «Apellidos vascos», 3 a ed. 65. «Fueros...», ed. cit. p. 164 a-b (libro V, título (San Sebastián, 1973) p. 113 (n.° 365). XI, cap. II) Yanguas, «Diccionario de los fueros...», pp. 35. «Fueros...», ed. cit., p. 173 a (libro VI, título 136-137. I, cap. XV). 66. «Fueros...», ed. cit. p. 113 a (libro III, título 36. «Fueros...», ed. cit., p. 169, b (libro VI, título XIX, cap. VIII) Yanguas, «Diccionario de los fue­ I, cap. VII). ros...», pp. 137-138.

65 67. «Fueros...», éd. cit. pp. 175 b - 176 a (libro 81. «Fueros...», ed. cit. p. 51, a (libro III, título I. VI, título II, caps. I-II). capítulo II). 68. «Fueros...», ed. cit. p. 84 b - 85 a (libro III. 82. Véase el artículo «Hidalguía» en el Dicciona­ título XII, cap. IV). rio de los fueros...», de Yanguas, pp. 50-55. 69. «Les coustumes generales du pays et vicomte 83. «Fueros...», ed. cit. pp. 22 a (libro II, título 11. de Sole» p. 4. Haristoy, «Le pays Basque» II, p. 382 t.ipítulo VI), 31 b - 32 a (libro II, título IV, capítulo (Rúbrica I, artículo IV). XV). 70. «Les coustumes...», cit. p. 6. Haristoy op. cit. 84. La palabra «rodilla» la usa Lope García de II, p. 384 (rúbrica II, artículo VI). Salazar, «Las bienandanzas e fortunas» ed. de Angel 71. «Les coustumes...», cit. p. X 10 . Haris­ Rodríguez Herrero, IV (, 1967) p. 73 (libro toy, op. cit. II, p. 388 (rúbrica VI, artículo I). El texto XXI). Julio Caro Baroja, «Linajes y bandos», en «Vas- antiguo da «bal» por «val», «vicxs», «Sola sobiran-, coniana» (Madrid 1957), pp. 23 y 46-47 (nota 15). «L’arbalhe», «Larims» por Laruns, «Domasanh» por 85. «Fueros...», ed. cit. p. 2 a (libro 1, título I, «Domezáin». capítulo III). 72. «Coustumes...» ed. Haristoy, «Le pays Bas­ 86. «Fueros...», ed. cit. p. 37 b (libro II, título V. que», II, p. 554 (rúbrica XXXIV, artículos I-111) capítulo VII). Yanguas, «Diccionario de los fueros...», 73. «Les coustumes generales gardées et obser­ p. 85 nota. vées au País & Baillage de la Bourt, & Ressort d’iceluy- 87. La «roberia feita en camino Francés, al Merca- (Burdeos, 1670), p. 4, Haristoy, «Le pais Basque» II, p dero o al Peregrino», tiene así una pena especial. 453 (rúbrica III, artículo 1). «Fuero...», ed. cit. pp. 146 b - 147 a (libro V, título V, 74. «Les coustumes...», cit. pp. 4-8. Haristoy, op. capítulo II). cit. II, pp. 453-458 (rúbrica III, artículos II-XXXIII). 88. «Fueros...», ed. cit. pp. 21 b -22 a (libro II, 75. «De offio», I, 18 (59). título II, capítulo V), 40 b - 41 a (libro II, título VI, 76. Vicente García de Diego, «Diccionario...», cit. capítulo V). p. 986 (n.° 6219). 89. Recuérdese la exposición famosa de E. Durk- 77. «Fueros...», ed. cit. pp. 120 b - 121 a (libro heim «la división del trabajo social», traducción espa­ III, título XXI, capítulo I). ñola de Carlos G. Posada (Madrid 1928). 78. «Véase parte tercera, capítulo primero. 90. «Fueros...», ed. cit. p. 10 b (libro I, título III, 79. «Fueros...», ed. cit. p. 21 a (libro II, título II, capítulo III). capítulo II). 80. «Fueros...», ed. cit. p. 51 b (libro III. título I, capítulo I).

66 CAPITULO V SOBRE PLANIFICACION DE NUCLEOS URBANOS

1) Tradición en los trazados urbanos; las plantas circulares y elípticas. 2) Las plantas rectangulares. 3) El racionalismo medieval y algunas de sus derivaciones sociales. 4) Paréntesis aclaratorio. 5) El orden social establecido por Dios y el orden urbano. 6) Móviles de la urbanización. 7) Reflexión final.

Se ha visto en los capítulos anteriores Pero de su estructura o forma se puede decir cómo el proceso de urbanización del territo­ poco en particular. Sabemos, sin embargo, rio vascón sufrió grandes interrupciones a que en el Imperio romano de Occidente, en causa de las invasiones de pueblos extraños y época tardía, se levantaron «oppida» y forti­ se alteró de suerte que hasta las ciudades ficaciones urbanas de tres tipos: el rectangu­ episcopales que, en otras partes, heredan y lar, el circular y el elíptico. conservan hasta cierto punto una organiza­ Así por ejemplo, las plantas de ciudades ción urbana, aunque sea muy elemental, ba­ como Rennes y Grenoble eran circulares 3. sada en la antigua, sufren ante todo de la La de Sens (fig. 13) es de tipo elíptico y otras invasión de gentes con fe distinta. En los intermedias, como las de Senlis y Bourges 4, campos, «pagi», valles y circunscripciones pa­ aparte de las cuadrangulares más abundantes recidas hay una continuidad mayor y proba­ y de mayor o menor regularidad 5. blemente, un aumento sensible de asenta­ En un ámbito relacionado con el vascó- mientos desde fines de la Edad Media hasta nico se dan casos de ciudades con planta el mismo siglo XI 1. Hay escrituras del norte cuadrangular muy perfecta al parecer, como de España que nos hablan de la creación de la de Burdeos («Burdingala») (fig. 14), o la de nuevas explotaciones agrícolas en las que un Dax rodeada por un foso («Aquae Tarbelli- hombre o un grupo de hombres acotan un cae») (fig. 15). Más próxima la fortificación término, aportan un número de trabajadores de «Lapurdum», que aparece en el Bajo Im­ y de cabezas de ganado para su explotación y perio, es decir, Bayona o Bayonne presenta aprovechamiento y fundan una iglesia nueva una estructura más irregular (fig. 16). En de raíz. Esto en los siglos VIII, IX y X 2. todo caso, la memoria de las formas parece Esto no es más ni menos que lo que en transmitirse de generación en generación. tiempos anteriores se hacía en relación con villas y fundos. Con respecto a asentamientos En la península podrían acaso buscarse menores que las ciudades y mayores que ejemplos de todos estos tipos. Pero lo que es estas explotaciones hay que pensar que con evidente es que la tradición con respecto a las las luchas cobraron especial significación en plantas se manifiesta incluso en poblaciones zonas determinadas, sobre todo de fricción. con origen en fecha medieval conocida. Las

69 Fig. 13- -Planta de Sens.

70 —1 I0 0 m F/g. 15 .—Planta de Da.x. Fig. I (i.-Planta de Bayona. plantas se hacen siguiendo estos criterios in­ base, perdura mucho. En el siglo XVII se cluso en los períodos románico y gótico, ha­ pensaba que las fortificaciones con «ronde­ biéndolas fechadas, como vamos a ver. Trata­ les» de la época inmediatamente posterior a remos primero de plantas circulares. Ya hace la de la invención de la artillería, suponía un mucho que Don Vicente Lampérez llamó la estadio anterior al del arte de fortificar «a la atención sobre el círculo casi perfecto que en perfección del uso moderno» 8. De todas planos del siglo XIX como el de Coello, , formas la disposición absolutamente circular constituyen las murallas de Madrigal de las no es de las más comunes, aunque sí lo son Altas Torres (fig. 17). Después se ha vuelto a las plantas curvas menos perfectas, que re­ insistir sobre lo particular de esta planta 6. Si cuerdan a las galo-romanas tardías. es cierto que el amurallamiento corresponde Una forma aproximada a la circular tenía, a la época fundacional, al siglo XI, hallaría­ por ejemplo, el contorno de Paredes de Na­ mos aquí un dato importante para establecer va (fig. 18), tal como aparece también en una conexión estilística, planificadora con el la hoja correspondiente a Palencia del Atlas románico. En todo caso, las poblaciones en de Coello (1852), y puede suponerse que al círculo no sólo se hacen en terreno llano, tiempo de la fundación del pueblo sería de como es el de Madrigal, sino también apro­ línea más perfecta. Esta se coloca en tiempos vechando cerros y montículos cónicos. A este de Fernando II de León, hacia 1170. A ella respecto son comparables entre sí bastantes habría que añadir la de Aranda de Duero 9. poblaciones españolas y francesas que llevan En el Noroeste de Europa vuelven a encon­ nombres derivados del de «podium»: bien trarse plantas circulares, a veces mucho más sea «Puy», bien sea «Puig», bien sea desarrolladas ya en la Baja Edad Media y «Pueyo», bien «Puyoo», que, en Francia so­ habría que observar, por último, que en mi­ bre todo, aparecen en compuestos, asociadas niaturas y pinturas también queda reflejada a santuarios y fortalezas significativas (Puy - con frecuencia una concepción circular abs­ la - Garde, Puygaillard, etc.), que invitan a tracta de los muros y de la planta de las una construcción circular 7. ciudades que también se aplicó a veces, de Pero la norma de fortificación de tal clase, modo parcial, en terrenos abruptos. Tal es el o, mejor dicho, tomando la línea curva como caso de Morella. Prescindiendo de averiguar

71 HAKKDKK DR «AV.V

Fig. 17.-Planta de Madrigal de las Altas Torres. Fig. 18.-Planta de Paredes de Ñau

los orígenes de esta población y admitiendo desarrollo que no le podemos dar aquí. Las que en época islámica fue importante, no plantas elípticas pueden estar condicionadas, cabe duda de que su disposición, conocidí­ en parte, por la selección de una altura que sima a través de planos y sobre todo de vistas las determine (también por una isla, como la del siglo XIX, data del período en que estaba de París), un montículo se aprovechó en Vi­ ya en poder de los cristianos; y puede decirse toria, Salvatierra y Laguardia; pero, en oca­ que refleja, perfectamente un orden medie­ siones, no parece forzosa la elección de tales val. El castillo dominándolo todo. Debajo la plantas, si no es por otras razones. Por ejem­ iglesia de Santa María y San Francisco, algo plo, la de establecer una «villa-calle» amura­ más baja y en el extremo opuesto a la se­ llada en un camino o calzada de origen anti­ gunda, la de San Miguel; más baja aún la de guo o en un camino, recientemente hecho, San Juan. Las calles se ajustan al terreno. No que une a varias pueblas de formación o pueden ser absolutamente concéntricas, pero creación reciente, con acuerdo a planificación sí se observa en algunas la tendencia a guar­ muy perfilada. dar este orden 10. El tema se presta a un

72 II

La tradición de la planta rectangular que en teoría arranca del «castrum» romano, lia modelado a bastantes ciudades de tamaños varios, según fuera la importancia del cam­ pamento. Para entenderla hay que contar, en primer término, con las descripciones de tratadistas antiguos. En primer lugar, la de Polibio, objeto de comentarios e interpreta­ ciones gráficas abundantes 11. La otra es la que se halla en el tratado de Hyginio o Higinio «De munitionibus castrorum» 12, muy posterior y con sensibles diferencias en lo que se refiere, sobre todo, al alargamiento de las formas. Otras descripciones son más sumarias, pero posiblemente, tuvieran una in­ fluencia mayor en concepciones medievales. Porque los textos donde están eran más acce­ sibles por entonces. Recordemos algunas. En

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Fig. 20,-Planta de Villarreal.

1233 Jaime I concede la carta puebla de Burriana, reconquistada en el mismo año. En 1235 se determina el término, y, en fin, se hace el «repartiment». Mucho después, en 1562, Martín de Viciana, en la «Tercera parte de la crónica de Valencia», da una imagen de la población, como si se tratara de un recinto circular, amurallado, con tres puentes 13 (Fig. 19). Esta imagen no corres­ ponde del todo al plano real más irregular, que han levantado en nuestros días eruditos del país 14. De todas formas, nos da un ejemplo idealizado de pueblo de planta cir­ cular. Pero en 1274, se desmembra de Bu­ rriana un término, se da la carta-puebla de 'Villarreal y se crea una población mucho más regular que el mismo Viciana da, como si se Fig. 19-Planta de Burriana. tratara de un recinto cuadrangular perfecta-

73 mente amurallado (fig. 20) 15. En época mo­ La comparación será más provechosa si derna se ha levantado un plano que revela pensamos en sus posibles fundamentos inte­ una forma original rectangular, perfecta, pa­ lectuales «técnicos». Porque Vegecio era recida a algunas «bastidas». La concepción de leído en la Edad Media y las reflexiones con Villarreal es distinta en absoluto a la de Bu- que empieza el libro cuarto de su obra y todo rriana. lo que sigue, respecto a fortificaciones, etc., No cabe duda de que «Villarreal» o me­ así como varios capítulos de libros anteriores, jor «Villa Real» (como lo indica su mismo acerca del modo de levantar campamentos, es nombre) queda incluida en un tipo de planifi­ claro que estaba o podía estar en la concien­ cación que se da en el Sudoeste de Francia, cia de los planificadores de aquí, de allá 18, en Inglaterra y en el Norte de España y que más o menos directamente. conocemos bastante bien 16. Habrá que tener en consideración tam­ bién que en el siglo XIV y en Valencia hay No será el único pueblo valenciano que autores que se ocupan de «urbanismo». Re­ se ajustó a él. En la provincia de Castellón, la cordemos el caso de F. Eximenis (nacido capital misma, Nules y Almenara, se ajustan a hacia 1340 y muerto en Perpiñán en 1409) al plan parecido, que se ha comparado al de los que se deben reflexiones curiosas a este res­ pequeños campamentos romanos 17; hechos pecto, como puso de relieve D.J. Puie y al calor de la guerra unos y otros. Cadafalch 19.

En estos y otros casos de fundaciones privados y también con la afluencia de ex­ conocidas es fácil hoy detectar cuál es la idea tranjeros al propio país. Analizaron las for­ cardinal a que obedece la planificación. Con mas de planificación urbana y crearon las frecuencia los mismos testimonios contempo­ utopías. ráneos nos dan una luz clara sobre el asunto. La casuística es rica y hay que prestarle más En la Europa occidental y cristiana, a par­ atención que a algunas opiniones unilaterales tir de un momento dado, se promueve la sobre los orígenes de la ciudad, o de la creación de nuevas ciudades, de acuerdo con urbanización en general. una forma de racionalismo menos complejo y sutil que el antiguo, pero racionalismo al fin. El tema es tan importante que hay que Se plantea ahora una cuestión filosófica, que decir algo más de él, en términos generales. es la de fijar las notas de este racionalismo Los filósofos griegos y los hombres de que informa a un arte tan racional, de por sí, Estado y de leyes romanos subrayaron a lo como lo es la arquitectura y aún más, si se largo de varios siglos, los móviles principales quiere, la urbanística. Ahora tendremos que que habían hecho que los hombres de su partir de unos principios, que parecen indis­ cultura hubieran construido ciudades. Consi­ cutibles, dentro de las sociedades que nos deraron que una voluntad de mejora dentro van a ocupar. El primero será el de la supe­ de ideales de concordia y de trabajo había rioridad de la autoridad espiritual sobre cual­ presidido la fundación y el desarrollo de las quier otra autoridad humana, bien procla­ ciudades más ilustres; que la ciudad suponía mada en la bula «Unam Sanctam», por el para ellos un aumento de fuerza y de riqueza, papa Bonifacio VIII a 14 de noviembre de pero también una división de actividades; una 1302 20, fecha ya tardía, dentro de la época ordenación por clases y estamentos, que da que nos interesa. lugar a la actividad política en formas múlti­ ples. Señalaron la conexión de la organiza­ El otro principio, más metafísico, será el ción ciudadana con la de los cultos públicos y de que la Razón y la Fe, las dos fuentes de

74 conocimiento con que cuentan los cristianos, Se ha visto que, aunque el régimen feudal se hallan unidas por vínculos tales que no o señorial y la servidumbre tenían a los cam­ puede suponerse (como se supuso y admitió pos sumidos en una situación de inercia en en tiempos posteriores) que una podía estar otros ámbitos, el desarrollo técnico alcanzó en conflicto con la otra. No vamos ahora a gran altura en múltiples aspectos y se ha extendernos en examinar los argumentos que observado que las revoluciones económicas se desenvuelven por autores de fechas dis­ más insospechadas se dan aquí y allá. Al lado tintas de modo distinto también, pero con los de la vida caballeresca y poética se desen­ que se llega, siempre, a la misma conclu­ vuelven el comercio y la banca, la industria y sión 21. la técnica, el urbanismo y las grandes concep­ ciones arquitectónicas. Todo ello se somete a El hombre religioso es, por fuerza, racio­ unos principios racionalistas mucho más sis­ nal y el racional, por fuerza, religioso. La temáticos de lo que se ha creído o afirmado cuestión será, para nosotros, entender cómo inmediatamente después, principios que do­ se ejerce la razón en este sistema. Para ello minan en el campo del Derecho también, pueden usarse varias comparaciones y ejem­ aunque sea siempre con aquella superes­ plos. Hoy día, nos encontramos, de continuo, tructura teológica a que se aludió antes, la ante casos muy claros, según los cuales, la cual da razón asimismo de una organización facultad de distinguir lo verdadero de lo falso social, algo codificada e idealizada por los está vinculada a la admisión o repudio de un mismos teólogos y filósofos y no siempre sistema no religioso, pero sí económico, por aceptada por todos. Porque una cosa es la ejemplo. La razón es un conjunto de princi­ razón ordenada en un sentido y otra la acep­ pios que dirigen razonar en un sentido. No tación de las consecuencias que se extraigan en otros. Para los hombres de la Edad Media de tal ordenación. La concepción racionalista estos principios se hallaban en el conoci­ se refleja bien en la forma de interpretar la miento de Dios. Para muchos hombres mo­ sociedad, como un cuerpo humano, que en el dernos se encuentran en el reconocimiento siglo XII da Juan de Salisbury en el «Poly- de unas leyes económicas como únicas válidas craticus» y que luego se utiliza y se amplía. y científicas. El ejercicio de la razón dentro En este cuerpo, la cabeza está represen­ de normas determinadas o predeterminadas tada por el «príncipe», sujeto sólo a Dios, y, produce un tipo u otro de racionalismo, de­ por delegación, por los que lo representan. El jando a un lado aquel racionalismo (conside­ corazón por el «senado», del que parten las rado el racionalismo por antonomasia) que, iniciativas, para bien o para mal. Y las fun­ precisamente, pretendió resolver los proble­ ciones de los ojos, oídos y lengua se realizan mas que interesan a la conciencia humana sin mediante los «jueces» y «gobernadores» de el auxilio de la revelación. Los sistemas filo­ las provincias. Los «soldados» corresponden sóficos medievales puede decirse que son a las manos: y los «administradores» son muy racionalistas, aunque sea de un raciona­ equiparables a estómago e intestinos. Por fin, lismo distinto al posterior o posteriores. los «labradores» equivalen a los pies, sobre Confirmemos: «Philosophus amator Dei los que se sustenta el cuerpo y que, por eso, est» ,2. El orden social está dado por Dios, y, necesitan más atenciones y cuidados; más en consecuencia, se acepta como uno de los protección también. Un cuerpo humano, fundamentos mayores de toda existencia hu­ como una comunidad, debe de guardar equi­ mana. Pero, ¿cuál es este orden social?. librio completo entre todas sus partes, para La Edad Media, según visiones renacen­ conservarse sano 23. tistas y posteriores, incluso románticas, fue Con independencia de la decomposición, en bloque, una época tenebrosa, llena de hay que indicar que la idea de que la sociedad misterios, de tragedias, de supersticiones. Ha es un organismo tiene, sin duda, antecedentes tenido que llegar el interés por los temas de complejos y derivaciones profundas en las historia social y económica a alcanzar un nivel que -a veces- se despoja de los rasgos antro- muy alto para que, sobre todo, su parte final, pomórficos indicados. También aplicaciones la que va del siglo XII al siglo XV, se valore de gran interés desde nuestro punto de vista. con criterios muy distintos a los del Romanti­ He aquí que Marsilio de Padua afirmará: cismo o el Renacimiento. «Civitas est velut animata seu animalis natura 75 quaedam». La razón regula el estado, como la fundamento de las planificaciones urbanas naturaleza regula el organismo 2S. que se llevan a cabo del siglo XI en adelante y que, en los siglos siguientes, hasta el XV Varias veces se han analizado ciertos he­ tienen desarrollos varios. Aquí, en la penín­ chos históricos medievales, a la luz de estos sula Ibérica y concretamente en Navarra el principios y se ha visto con sorpresa que en estudio de tales planificaciones va cobrando una edad en que también se consideraba que cada día más fuerza: pero aún hay mucho por la gente vivía encerrada en sí misma en un hacer. Pero en Navarra mismo vemos, en raro solipsismo, tales principios se aplicaban primer lugar, la aplicación del principio de la en países lejanos entre sí, con la misma ex­ supremacía de lo religioso en la ordenación tensión que -por ejemplo- se observaba en de las rutas jacobeas y en las fundaciones de el desarrollo de los estilos románico y gótico. pueblos y burgos nuevos, con casos tan sig­ El carácter teocrático y espiritualista a la nificativos, como los que se estudiarán de par del pensamiento medieval que hace que Sangüesa, Pamplona, Puente la Reina, Este- la sociedad sea considerada como un todo lia 26 y otros menores; fundaciones que mar­ armónico, hace también que en la práctica can toda una corriente espiritual, un impulso política se arranque de la idea de la armonía hacia la salvación del alma, por medio de de las partes. Aquí está -a mi juicio- el arduas empresas humanas.

IV

En realidad, se ha ido analizando como a Navarra dan la pauta los trabajos de Lacarra a lo largo de dos líneas paralelas. La una em­ que se hace frecuente referencia. pezó a trazarse hace tiempo. La otra comenzó La segunda línea de trabajo, nos la dan los a dibujarse más modernamente. Puede de­ urbanistas que se han fijado en los rasgos cirse que en otras tierras de Europa también materiales de las planificaciones, atendiendo ocurre algo parecido. La primera línea es la a criterios autónomos. A comienzos del siglo que nos dan, en conjunto, los estudios de los XX, cierto arquitecto inglés, autor de un historiadores del Derecho y de las institucio­ libro titulado «Town planning. Past, present nes medievales, que, desde hace mucho em­ and possible», afirmaba en las primeras líneas pezaron a desarrollar el conocimiento de los del prefacio, que sólo en la última mitad del fueros, de las cartas pueblas y otros docu­ siglo XIX había comenzado a ser estudiado mentos similares, en que se fija el modo por de modo sistemático el tema de la planifica­ el que tienen que regirse los pobladores y ción urbana 28. Podría decirse que esto es vecinos de villas o ciudades en estado de verdad sólo en lo que dicho tema tiene de fundación o de constitución, y que, a medida disciplina especializada y, según creo, peli­ que van aumentando, son objeto de legisla­ grosa. Porque hay un evidente peligro en la ción más frondosa, y, al fin, de ordenanzas pretensión de estudiar la planificación de las municipales muy detalladas. Una cantidad ciudades y de los pueblos, atendiendo a un considerable de antiguas historias locales solo criterio de «racionalización», convir­ contenía ya materiales valiosos para profun­ tiendo una razón particular en la única razón dizar en la materia, y a este respecto hay que posible o en la razón suprema. Hoy día, en destacar que, tanto en la publicación de fue­ España, imperan las razones económicas so­ ros y cartas pueblas, como en la redacción del bre otras, al construirse ya que no planearse catálogo de tales historias locales, rindió nuevas barriadas. Junto a ellas se tienen en grandes servicios a los investigadores, hace ya cuenta razones técnicas de tipo material. más de cien años, D. Tomás Muñoz y Rome­ Nunca se soñó con poder emplear recursos ro 27, cuya obra habría que poner al día. En más variados y de efectos potentes en el arte

76 Je construir, de la manera como se usan hoy. lismo económico se consideran intangibles Pero, en todo caso, ni la razón económica, ni para que capitalistas, contratistas e industria­ la razón técnica están dando resultados satis­ les hagan cuanto les convenga, en nombre de factorios, porque se manejan sin tener en la libertad económica. 2.°) Por otro lado, se cuenta otras razones y la falla principal, preci­ aplican unas reglas de construcción que samente, es que no contamos, para aplicarlas, arrancan de ciertas concepciones, pero que con un sitema coherente de ideas generales no las siguen en su espíritu, para construir como era, por ejemplo, el medieval, a que barriadas obreras, viviendas protegidas, etc., antes se hizo referencia. aprovechando el suelo para especular de modo desenfrenado. 3-°) Libertad de acción y Aquí, concretamente, vemos: 1.°) que las gigantismo van protegidos por el poder pú­ formas más exageradas y violentas del libera­ blico. Las consecuencias son las que son.

V

Pero volvamos a las tesis medievales. La Podemos afirmar, sin miedo a cometer sociedad es como un organismo compuesto error, que algunas planificaciones urbanas por partes. En el Universo, Dios es el mo­ medievales, llevadas a cabo por reyes, se narca. Toda la Humanidad queda compren­ hicieron con arreglo a principios generales dida dentro de la gran monarquía y Dios será, parecidos, con independencia de sus resulta­ también, en consecuencia, el monarca de la dos y de las luchas a que dieron lugar. Por­ sociedad, tanto eclesiástica como civil o polí­ que claro es que una cosa es el plan o desig­ tica. De Dios procederá la autoridad de pre­ nio que pudo tener un rey o un magnate, al lados y de reyes. Estos principios se aplican planificar y otra lo que de tal planificación en múltiples actividades. La Teología o el hicieron después gentes: incluso otros reyes y Derecho, la Filosofía o el Arte. Hace ya magnates. Aunque la planificación se hiciera mucho tiempo que se puso de relieve cómo en defensa de tesis e intereses políticos y el Arte iconográfico medieval del siglo XIII militares muy concretos, siempre se quiere corresponde a un sistema calculado de repre­ presentar como un acto gracioso y generoso sentaciones. Es un código simbólico, un de la realeza, en beneficio de toda la sociedad compendio de conocimientos: acaso, más y los historiadores monárquicos, incluso los bien, un espejo o «spéculum», de ellos. Mâle representantes del «Despotismo Ilustrado», demostró en una obra clásica, cómo entre los han sostenido que los fueros, cartas-pueblas y tratados de Vicente de Beauvais y el Arte otros documentos parecidos a los que se ha religioso francés de aquella centuria había hecho referencia, son siempre producto de una fuerte conexión de suerte que las imáge­ otras tantas gracias reales. Habría que recor­ nes góticas reproducidas en los monumentos darles a los que aún siguen esta tesis, sin más, eran un espejo de la Naturaleza, en primer que en la misma Edad Media se dan los término: un espejo también de Instrucción y elementos principales para el desarrollo de la de Moral. En tercer lugar espejo de Historia: idea de la soberanía del pueblo: pero éste es sagrada y profana. La sociedad quedó así re­ otro asunto. Volvamos a las villas o ciudades presentada, en todas sus actividades, en las planificadas y tratemos de casos peninsula­ fachadas de las grandes catedrales e iglesias, res. Contamos hoy con otros estudios sis­ de un modo jerarquizado: con el monarca del temáticos acerca de ellas 30: creo, sin em­ universo, es decir, Dios, en el lugar prefe­ bargo, que aún han de sistematizarse más, rente 29. para calar hondo en la comprensión de las 77 planificaciones. Porque, por mucha atención fronteriza entre antiguos pueblos, su sistema que se preste a las concepciones geométricas, hidrográfico en el que el Tajo es el eje. La en las que se busca la esencia de las mismas población cuenta con murallas, «de ruedo planificaciones, éstas no son más que la ex­ pequeño, pero erizadas y fuertes, con diez y presión plástica del «orden» social, y aún del siete torres albarranas puestas a trechos a «organismo», o si se quiere, del «cuerpo», manera de baluartes muy fuertes». En mayor según la imagen de Juan de Salisbury y de número dice que hay torres y cubos menores, otros filósofos, juristas y teólogos. con su barbacana, «que cerca el muro más A veces, este cuerpo existe, pero no os­ alto por todas partes». Dentro del recinto, a tenta aquellas formas geométricas perfectas la parte del río, habría un alcázar menor: que interesan al urbanista más común, se «Desde este alcázar sale y se continúa otro ajusta a principios dados de regularidad y de muro menos fuerte, que por la mayor parte plan menos expresados plásticamente. Bas­ es de tapiería y con grandes vueltas abraza el tantes poblaciones de nuestro país, hasta los primer muro casi todo, si no es por donde le albores del siglo XX, se han ajustado a unas baña el río Tajo. Con este está pegado otro normas, según las cuales se observa en ellas tercer muro que ciñe un grande arrabal por la un punto, posiblemente el más alto, en el que parte de poniendo con un arroyo, por nom­ se concentra la fuerza o el poder temporal bre La Portiña, que le divide de los demás del mayor, indicada por las ruinas del castillo. pueblo... Este muro se debió edificar aprisa Cuentan también con un núcleo central en el en algún aprieto, pues con ser el más mo­ que está la iglesia más importante, es decir la derno está caido de manera que quedan po­ representación del poder espiritual y en cos rastros de él». Ahora viene lo más im­ torno a ella las viviendas de los caballeros o la portante: «Dentro de este muro habitan los gente más representativa y ejecutiva en casos labradores, dentro del segundo los oficiales, graves. Luego vienen las calles regulares o no mercaderes y la mayor parte de la gente más de artesanos, menestrales y mercaderes: granada; y la plaza y mercado lleno de toda acaso las de éstos más ricas y atendidas. Más suerte de regalos y abundancia. Dentro del en la periferia quedan los barrios o arrabales muro menor y más fuerte, viven los caballe­ de labradores y todavía en estado de aparta­ ros, que son en mayor número y de más miento mayor en casos (aunque en esto hay renta que en otro cualquiera pueblo de su variaciones) las juderías, morerías, barrios de tamaño» 31 (fig. 21). leprosos, etc. Los apartados por ley religiosa, Si consideramos ahora la forma de la vieja puesto que la misma lepra se considera como Vitoria, población cuya planta se empieza a un castigo de la divinidad. forma en tiempos de Sancho el Sabio de Esto se puede ilustrar lo mismo con Navarra y se redondea en el de Alfonso X el ejemplos de poblaciones de mucha antigüe­ Sabio de Castilla (fig. 22, 1, 2 y 3), veremos dad, que han tenido un desarrollo urbano que allí la planificación corresponde a un «no geométrico», no superiormente planifi­ criterio muy geométrico, similar en lo socio­ cado, que de poblaciones sujetas a planifica­ lógico, porque la figura elíptica contiene: 1.°) ción severa, desde que se fundaron hasta En lo alto la calle principal de los nobles, de mucho después. La intención aparece más una iglesia a otra. 2.°) En posiciones más manifiesta en las segundas, que se ajustan bajas y a cada lado, calles comerciales y artesa- durante mucho, en su forma, a un claro crite­ nales. 3-°) En lo bajo la judería y los arrabales rio de causalidad teleológica. Pero en aque­ de labradores etc. 32. Otras poblaciones de las llas que parecen haber experimentado un de­ provincias vascongadas que se fundan del si­ sarrollo más mecánico, cabe observar tam­ glo XII al siglo XIV ofrecen rasgos formales bién como digo el ajuste al «plan social». similares, aunque menos desarrollados y sus Examinemos dos ejemplos, uno de cada nombres dan idea cabal de su origen 33. clase. No voy a insistir sobre un tema que re­ Tomemos como base en primer lugar la petidas veces me ha ocupado y del que en descripción que hizo de Talavera el padre distintos capítulos se dan visiones monográfi­ Mariana. Considera éste, en primer término, cas. Sí, en cambio, me detendré en el examen la apacibilidad de su campiña, su posición de otras planificaciones de este período. Los

78 Fig. 2 1 -Planta de Talai era de la Reina. fueros y «cartas-pueblas» expresan, muchas Este ejercicio mayestático de la voluntad veces, que la fundación se hace por voluntad trajo, a veces consecuencias menos mayestá- real. No se ha de creer que siempre estuvie­ ticas. Pero una cosa es -como va dicho y ron presentes los reyes en el acto fundacio­ repetido- la idea creadora, otra sus resultados nal: pero, en ocasiones, sí dieron a éste un directos. Y en la idea creadora, dentro de un aspecto de creación directa, de la nada, como sistema general, que es el descrito al princi­ verdaderos representantes de Dios. pio, pueden darse intenciones variadas, «realces» de intereses. No cabe duda de que He aquí, por ejemplo, cómo cuenta la desde el siglo XI hay una voluntad insistente crónica de Alfonso X de Castilla, la funda­ de «urbanizar» y que los móviles son varios ción de una «Villa Real» de Alcázar (Alba­ en cada país o en cada época. Son conocidas cete): «E partió de Segovia, é qué a Toledo, é las fundaciones creadas a lo largo del camino dende á la frontera é pasando por un lugar de Santiago en Navarra, en Castilla, etc., y se que dicen el Pozuelo de Don Gil, que era en ha insistido mucho en su significado reli­ término de Alcázar, entre tanto que llegaban gioso, espiritual 34. Esto, dentro de socieda­ las compañas por que había enviado, mandó des que son, en esencia, teocráticas, no es venir gentes de su comarca, é ordenó en cual decir demasiado nuevo. Tampoco será nove­ manera se poblase alli una villa, é mandó que dad insistir en los efectos del poder real. En la dijesen villa-Real é ordenó luego las calles cambio lo parecería en el siglo XIX, conside­ é señaló los lugares por do fuese la cerca. E rar el movimiento de «urbanización» como la fizo facer luego una puerta labrada de piedra, expresión de una voluntad «burguesa» en é esta es la que está en el camino que viene germen 35: y hoy se insistiría en la importan­ de Toledo, é mandó a los del lugar como cia básica de las causas económicas, e incluso ficiesen la cerca» 33. de la lucha de clases.

79 Fig. 22.-Desarrollo del casco urbano de Vitoria de Sancho el Sabio de Navarra a Alfonso X de Castilla.

VI

A mi juicio, la cuestión cardinal para el es privativo de la Edad Media. Esto ocurre en historiador de hoy es detectar en cada caso cualquier época de la historia. Las perfectas cuál es la idea que dicta la creación «ex planificaciones de Alava, por ejemplo, no se nihilo»; y con frecuencia los mismos testimo­ llevaron a cabo sin oposición de mucha parte nios contemporáneos nos dan luces claras. de la población antigua, que al final (1332) Nos ofrecen una casuística rica. Porque no estableció un convenio con la realeza en el que ocultan, claro es, las intenciones religiosas; una de las condiciones era la de que no se pero tampoco ocultan las intenciones estraté­ hicieran más 36. La intención económica se ve gicas, ni las económicas. Lo que como siem­ que prima sobre cualquier otra en las realizadas pre, sí, queda en penumbra, son otros allí y en Guipúzcoa y Vizcaya, con arre­ propósitos menos prestigiosos en relación glo a patrones muy fijos 37. Pero lo mismo con el control o dominio de ciertos sectores puede decirse de las que se llevan a cabo en de la población del reino o del territorio en el Sudoeste de Francia, al calor de las luchas que se realizan las fundaciones. Los filósofos entre príncipes enemigos e incluso, desde el medievales no conocían el sistema de Herá- comienzo, se ve que las fundaciones planifi­ clito y de conocerlo no lo hubieran aceptado; cadas que se llevan a cabo a lo largo del pero en general, las sociedades en que nacie­ camino de Santiago, es decir, en relación con ron en proporción considerable vivían bajo el una gran vía de comunicación general, tienen imperio de aquel sistema, siendo la guerra o también unos designios políticos y económi­ la lucha, el principio constante de toda ac­ cos muy claros, aparte del religioso. Así, re­ ción. El orden ideal espiritualista, la armonía sulta que Alfonso VI de Castilla da fueros, del «organismo», no casa con la realidad más como los de Logroño (1095) y Miranda que de modo muy imperfecto: pero esto no (1099), a dos «ciudades puente» de gran

80 significado desde estos dos puntos de vista y gótica de las planificaciones, que incluso po­ también sabemos que, en general, se ocupó dría relacionarse con los alzados ojivales. La tanto de mejorar las vías de su reino que ventaja que tienen algunas de tales villas, llegó a asegurar la tranquilidad lo mismo a los para el que estudia la cuestión en términos «peregrini» como a los «negotiatores», que históricos, es la de que, hasta hace poco, no circulaban por ellas 38: a los hombres de fe y experimentaron grandes cambios y amplia­ a los hombres de negocio. ciones. Por eso hemos tenido la suerte de La ’teoría’, incluso económica, no falta que algunos beneméritos arquitectos jóvenes casi nunca, en los documentos legislativos del país nos ha levantado plantas minucio­ medievales y municipales o de otro tipo. El sas 44. proemio del privilegio que dio Enrique III a Aunque lo que contienen, casas y edifi­ Vitoria, el 17 de abril de 1399, concedién­ cios públicos, haya cambiado a lo largo de los dole dos ferias francas cada año, se inspira en siglos, el trazado se conserva. La intención de la ley IV, del título VII de la «Partida» V y las fundaciones es clara atendiendo a su posi­ ésta, a su vez, coincidirá con ideas que se ción geográfica. Se escalonan en varios cami­ hallarán en Bartulo, en Baldo, en Santo To­ nos hacia el mar, desde el interior: también más 39. hacia las fronteras. Se amurallan y fortifican, pues, con fines defensivos: pero a la vez para A veces un peculiar criterio económico, controlar los pasos de mercaderes y mercan­ actúa poderoso en el modo de establecer un cías y servir de defensa contra una población monopolio de circulación general, a favor de rural indómita. Se les dan nombres al estilo determinada villa40, e incluso los autores an­ de los que se usan en otras fundaciones de la tiguos sabían que las murallas, o por lo me­ península, Francia, etc.: nombres que, a veces nos, ciertos tipos de éstas, eran tanto fortifi­ se conservan y a veces no. Esto no es tam­ caciones como barreras para controlar la sa­ poco privativo de tierra vascongada. He aquí lida o la entrada de mercancías: «Todos saben que Garibay al tratar del arzobispo de Toledo -dice un autor de la segunda mitad del siglo Don Pedro Tenorio, dice que, entre Talavera XVII refiriéndose a la guerra de Cataluña- y Guadalupe, en la ribera del Tajo, edificó que Barcelona al tiempo de la primera con­ «desde los primeros dotados, y sobre el río moción, y origen de tantas desdichas, se ha- un puente «de fuerte fábrica y altas torres»: y llava cerrada como las mas Poblaciones de por ser tal, concluye, «se llama agora la España antes contra los fraudes de derechos mesma villa, Puente del Arzobispo, casi per­ en las entradas y salidas de los géneros, y diendo el nombre de Villa-Franca, y de la mercaderías, que los pagan, que contra ene­ mesma manera fabricó otras notables co­ migos estraños» 41. sas» 45. Estamos ante una fundación de los últimos años del siglo XIV. Garibay dice que La investigación de los móviles concretos, de 1390. Esta fue época en la que el una vez conocidas las teorías y los esquemas los designios que tuvieron los reyes al hacer de acción generales, ha de producir, sin duda, otras similares en tiempos anteriores se veían no pocas sorpresas. Aun dentro de ámbitos adulterados o deformados, a causa de la de­ muy estrechos y homogéneos al parecer y bilidad de la monarquía misma. También se que tienen unidad de concepto en la cons­ dan durante ella y aun después las fundacio­ trucción e ideas cardinales en apariencia. nes hechas por magnates, como lo era el Pero su relación con caminos parece siempre arzobispo mismo: a veces más raquíticas. Hay fundamental: tal es el caso de bastantes villas que convenir que también han sido menos guipuzcoanas del siglo XIII 42, muy origina­ estudiadas 46. De algunas fundaciones reales les en conjunto; Mondragón, Segura, etc. 43. tardías como Sante Fe, se sabe más, por la Nos hablan éstas, por su fecha y por estar circunstancia en que se hizo 47: pero ésta ya hechas en serie, de una peculiar concepción es otra época.

81 VII

Acabamos de tocar un punto que creo es fortaleza, erigida como garantía del poder de gran importancia, siempre que se trata de real, cae en manos de favoritos de reyes planificaciones, ordenaciones y racionaliza­ débiles o tiene que ser cedida por éstos a ciones de cualquier clase que sean (sobre magnates que les conminan y amenazan con todo las que tienen una expresión o mani­ frecuencia. Los intereses particulares se ex­ festación material), en las que se cuenta, de presan en apropiaciones y usurpaciones, que una manera a veces harto confiado y otras van contra el «plan». Y ahora podemos pre­ «fingida» con el futuro. Indiqué, al principio, guntarnos: ¿No ha pasado algo parecido en el cómo en la Edad Media (y de modo mucho mundo actual, en el que hemos visto que más definido en la Baja Edad Media) hay un concepciones urbanísticas, que partían de un desarrollo peculiar del racionalismo, sobre la racionalismo extremado filosófico y aun uto­ base de determinado orden cósmico, reli­ pista, se han aplicado de formas que poco o gioso. Así, racionalmente, se planifica, se van nada tienen que ver con la primera idea? sacando consecuencias prácticas de experien­ cias y aún más de conocimientos y se pre­ Con todo, un principio de racionalización tende regular la vida de las sociedades futu­ ha de guiarnos siempre; y para arquitectos y ras. Ahora bien, esta voluntad de ordenación artistas en general, las razones plásticas (aún no se ve siempre coronada por los resultados las no geométricas) tienen que seguir siendo apetecidos. La villa edificada para que en ella de primera fuerza, unidas a razones sociales y se viva con franquicias y libertades, es, a la morales. Otra cosa es decidir si han de so­ vuelta de unos años, teatro de luchas san­ meterse a «leyes» ya que no razones econó­ grientas de linajes, en pugna por el dominio micas, a presiones y coacciones de los pode­ o el control de las riquezas de la misma. La rosos del momento.

NOTAS 1. Sobre los elementos del paisaje rural, fijados en (Nueva York - Londres, 1967) p. 372, figs. 365 y 366. los documentos medievales. Caro Baroja, «Etnografía Anteriormente Julio Caro Baroja, «Una teoría de las histórica...» I, pp. 309-336. ciudades viejas», en «Clavileño», n.° 1 (enero-febrero, 2. J.M. Lacarra, «Historia política del reino de 1950), pp. 65-70, reproducido en «Razas, pueblos y Navarra», I, pp. 93-101 sobre fundación de monaste­ linajes», (Madrid, 1957), pp. 167-179 (fig. 36), Madri­ rios y florecimiento de ellos en los valles pirenaicos. gal tenía fuero otorgado por un Don Pedro, obispo de Documentos reseñados por José Goñi Gaztambide, Burgos, que fue confirmado por Alfonso VIII, a 4 de «Catálogo del Archivo Catedral de Pamplona» 1 (Pam­ marzo de 1168. Se publicó por Llórente en las «Noti­ plona, 1965), pp. 1 (n.°s 1-2). cias históricas de las provincias vascongadas». IV (Ma­ 3. Grenier, «Archéologie gallo-romaine», parte drid, 1806-1808), p. 180. primera, (Paris, 1931), p. 413, figs. 116 y 118. 7. Vicente García de Diego, «Diccionario etimo­ 4. Grenier, op. cit., cop. cit, pp. 414-415, figs. lógico español e hispánico», p. 912 (n.° 5120). 119 y 120. 8. Francisco Fabro Bremundan, «Historia de los 5. Grenier, op. cit., cop, cit, pp. 420-429, figs. hechos del Serenísimo Señor Don Ivan de Austria, en 124-132. el Principado de Cataluña. Parte 1» (Zaragoza, 1673) 6. «Arquitectura civil española» II (Madrid, 1922) pp. 138-139, con referencia al castillo de los duques de p. 22 (fig. 7). El plano de Coello en la hoja correspon­ Cardona en Arbeca. diente a Avila (1864) de su «Atlas de España». E.A. 9. Gutkind, op. cit. III, p. 360 (fig. 341). Gutkind en su «International of City develop­ 10. Gutkind, op. cit., pp. 426-427, figs. 420-422 ment», de la cual el tomo tercero se dedica a «Urban da un buen plano de Morella, una vista que dice tomada development in Southern Europe: and », de una miniatura del siglo XV, pero que en realidad

82 está tomada de un grabado de mucho después. También York, Londres, 1971) pp. 220-221, (figs. 132-133), una magnífica foto de conjunto. Un plano esquemático tomo VI de la «Internacional History», cit. útil da Don Elias Tormo, en «Levante (Provincias va­ 17. Gutkind, op. cit. 111, pp. 242-243, figs. 209, lencianas y murcianas)» (Madrid, 1923), p. 27. Otro 210 y 212. No es por puro azar por lo que junta estos plano, con nombres antiguos de las calles en la «Guía planos a los de Echarri-Aranaz o Huarte Araquil (figs. de Morella» del Padre Antonio Begues (Valencia, 208 y 211), que ahora habrá que perfilar más. 1929) entre las pp. 164-165. Otros documentos gráfi­ 18. Menéndez Pelayo, «Bibliografía hispano latina cos referentes a Morella se pueden encontrar en las clásica» VIII (Madrid, 1952) pp. 191-192 cita un códice obras que siguen: Buenaventura de Córdoba, «Vida en portugués del «Livro da guerra», en la biblioteca de miliatar y política de Cabrera» III, (Madrid, 1845) Don Duarte y otro con el n.° 97 del inventario de lámina entre las pp. 114-115 esquemática, vista desde Serojas. Jean de Meung lo tradujo al francés y esta el N.E.; «Memoria histórica de la conducta militar y traducción fue publicada en 1897 por Ulyse Robert en política del teniente general D. Marcelino Oraa» (Ma­ Paris. Puede considerarse que el plano de Briviesca, tan drid, 1851), al final: «Vista de Morella desde la batería reproducido en obras de urbanística, sobre el que da de brecha« litografía de J. Aragón, muy exagerada, pero Coello en la hoja de «Burgos» de su atlas (1868), interesante. Un grabado de Marthez, según dibujo de corresponde a una interpretación muy rígida de la Cabañero, tomado desde punto de vista parecido «de la castramentación romana. Gutkind, op. cit. III, pp. 244 carretera de Aragón» y la vista que se halla en el (fig. 214) 356 (fig. 335). «Panorama español. Crónica contemporánea» IV (Ma­ 19. «Idees teóriques sobre urbanisme en el segle drid, 1845) frente a la p. 82 dependen, sin duda del XV. Un fragment d’Eiximenis», en «Homenatge a A. mismo original. Se hallará una valiosa información so­ Rubio i Lluch» (Barcelona, 1936), pp. 1-10. bre Morella en «Relaciones geográficas, topográficas e 20. H. Denzinger, «Enchiridion symbolorum, de- históricas del reino de Valencia hechas en el siglo finitionum et declarationum de rebus fidei et morum» XVIII a ruego de Don Tomás López», editadas por ed. K. Rahner (Friburgo-Barcelona 1953) pp. 218-220 Vicente Castañeda, como de Alicante - Castellón (Ma­ (núms. 468-469). drid 1919) pp. 258-266, con notas del editor. La obra 21. E. Gilson, «History of Christian Philosophy in principal es «Morella y sus aldeas. Coreografía, Histo­ the Middle Ages» (Nueva York, 1955) pp. 113-115- ria, Tradiciones, Costumbres, Industria, Varones ilus­ 128-130, etc. tres, etc., de esta antigua población y de las que fueron 22. Gilson, op. cit. p. 153, con referencia a Juan sus aldeas por Don José Segura y Barreda», 3 vols. de Salisbury. (Morella, 1868). La importancia de Morella durante la 23. «Polycraticus» V, 1 y ss. hasta 19. Hace ya primera guerra civil popularizó los grabados citados. En mucho que Otto Von Gierke estudió el desarrollo de el «Semanario pintoresco español» V (1840) p. 217 e este símil en Vicente de Beauvais, Nicolás de Cusa, etc. ilustrando un artículo (Morella) poco informativo de 24. Otto Von Gierke, «Das Deutsche Genossens- Juan Guillen Buzarán (p. 218) hay un grabado que se chaftsrecht» III, «Die Staats und Korporationslehre des relaciona más con el reproducido por Gutkind y que, Alterthums und des Mittelalters und ihre Aufnahme in dentro de su tosquedad, es muy representativo. Por lo Deutschland» (Berlin, 1881) pp. 546-548. Véase Julio demás esta silueta es bastante parecida a la de otras Caro Baroja, «Las formas complejas de la vida reli­ muchas poblaciones españolas de distintas regiones. Se giosa» (Madrid, 1978), pp. 293-297. repite en aquel reino. En el libro de Viciana, que luego 25. Véanse los capítulos II-V de la 2.a parte. se menciona, se pueden ver también las representacio­ 26. «Colección de fueros municipales y cartas pue­ nes de la Villa de Onda, con una estructura circular que blas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y en el grabado recuerda a la de Morella (Véase la Navarra; coordinada y anotada...», (Madrid 1847). Sólo reproducción que da Castañeda en las citadas «Relacio­ apareció el tomo 1.°. «Diccionario bibliográfico-histó- nes...» (p. 270) y la de Castellón, como planta cuadran- rico de los antiguos reinos, provincias, ciudades, villas, gular perfecta («Relaciones...», p. 187). iglesias y santuarios de España» (Madrid 1858). 27. H. Iñigo Triggs, «Town planning. Past, Pré­ 11. VI, 27-37 y 41. sent and possible» 2.a ed. (Londres, 1911) p. V. 12. Ed. de L. Lange (Gotinga, 1848). 28. Emile Mâle, «L’art religieux du XIIIe. siècle 13. Las ilustraciones de esta obra son del mayor en France» l.a ed. Paris, 1902, 7.a Paris, 1931. Además interés, incluso como interpretaciones ideales de la red. «L’art religieux du XIIe. siècle en France» (Paris... La «Sociedad Valenciana de Bibliófilos» hizo una edi­ 1922, 3.a ed. Paris 1928). Aún «L’Art religieux de la fin ción en dos tomos en folio de las partes segunda y du Moyen Age en France» (Paris 1908, 4.a ed. Paris, tercera en Valencia, 1881-1884. 1931). 14. Véase P. Ramón de María, «El Repartiment» 29. El librito de L. Torres Balbás, L. Cervera de Burriana y Villarreal (Valencia, 1935), pp. 19-22, Vera, F. Chueca Goitia y P. Vidagor, «Resumen histó­ carta. El grabado de Viciana, a la p. 1. El plano de Don rico del urbanismo en España» (Madrid 1954) recoge Joaquín Peris Fuentes, a la p. 76. bastante información. Más pretensiones tiene la obra de 15. Ramón de María, op. cit. pp. 118-121, carta F,.A. Gutkind, varias veces citada. Grabado de Viciana, p. 117, plano, p. 211. Gutkind, 30. «Historia de España», libro IV, cap. 15, op. cit. pp. 430-431 (figs. 426, 428). Antes p. 244 (fig. «Obras...» I, B.A.E., XXX, p. 105, b-106, a. Hay un 213) el desarrollo más moderno de Villarreal. documento muy curioso acerca de Talavera en el siglo 16. La forma de «bastide» se da en Flint y Rhu- XVI, que es el contenido en las «Relaciones de los dland (Gales). Corresponden al último tercio del siglo pueblos de España ordenadas por Felipe II», que publi­ XIII. Gutkind, «Urban development in Western Eu- caron C. Viñas Mey y R. Paz, en las correspondientes al rope: the Netherlands and Great-Britain», (Nueva reino de Toledo, segunda parte (Madrid, 1963) pp.

83 444-467. El cuestionario se contesta el 1.° de abril de 39. Rafael de Floranes, «Memorias y Privilegios 1576. La descripción de las cercas (§ 32, pp. 451-452) de la M. N. y M. L. Ciudad de Vitoria» obra compilada es detallada, pero no se trata de su significado en en 1775 (Madrid, 1922), pp. 59-60: «Porque a los términos de clases sociales. El artículo de Rafael Monje, reyes e principes pertenesce de noblescer é honrar en «España pintoresca, Talavera de la Reina», en «Sema­ todas las cosas que pudiesen las cibdades e villas de sus nario pintoresco español», XII (1847) pp. 153-158 da regnos; e porque dixieron los sabios antiguos que orde­ una idea del abatimiento que sufría entonces la pobla­ naron los derechos, que las tierras e lugares en que ción, pero no dice nada sustancial sobre el asunto que usan los homes levar sus mercadurías, son por ende más interesa. Tampoco Ponz («Viaje de España» VII, carta ricos é más ahondados é mejor poblados». El texto 1 y 2: ed. Casto María del Rivero, Madrid, 1947, pp. legal «Los códigos españoles concordados y anotados», 594, b - 604, b). D. José María Quadrado «Castilla la III, (Madrid 1848) p. 639 a, con referencia a los autores Nueva» III, (Barcelona 1886) pp. 351-376 da una indicados. pauta histórica más firme y aprovecha el texto de 40. Así, por ejemplo, en el fuero de Miranda se Mariana. Detalles, como siempre minuciosos, en el establece que de Logroño a aquella población no haya artículo del «Diccionario geográfico...» de Pascual Ma- más puentes ni barcas, y que el que de Logroño o doz, XIV (Madrid 1849) pp. 568, b - 574, b. El mapa Nájera o de La Rioja quisiera llevar mercancías a Alava, de Talavera hace pensar en un recinto circular, como había de pasar por Miranda y no por otro lugar. Véase los de las Galias en el Bajo Imperio y otro anterior en la ed. de Muñoz y Romero «Colección...», p. 352. cuadrangular. 41. Francisco Fabro Bremundan, «Historia de los 31. Julio Caro Baroja, «Lina vieja ciudad: Vitoria» hechos del Serenissimo Señor Don Jvan de Austria en en «Vasconiana» (Madrid, 1957) pp. 63 - 101. También el Principado de Cataluña», parte primera, p. 124. «Etnografía histórica de Navarra» I (Pamplona 1971) 42. Véase mi libro citado «Los vascos y la historia pp. 159-161 y figs. 21 y 22. En preparación tengo un a través de Garibay», pp. 21-36. Desarrollaré el asunto estudio amplio sobre «la tierra de Alava» en el que se en el estudio acerca de Alava, al que aludí en la examinan las razones que hubo para el levantamiento nota 31. sistemático de villas dentro de aquella y en otras veci­ nas. 43. Llama la atención, a veces, cómo corresponden 32. En mi libro «Los Vascos» 1.a ed. (San Sebas­ la planta y alzado de una villa de estas con representa­ tián 1949), pp. 21, 51, 109-142, di un esquema general ciones de ciudades o villas en cuadros de pintores acerca de planificaciones y urbanizaciones. De él tomó góticos. Así, por ejemplo, Mondragón (véase fig. 2 del Torres Balbás algunos dibujos para la parte que le libro mió citado en la nota anterior, p. 28 con la corresponde del libro citado en la nota 10. De su libro explicación de la p. 29) tiene un alzado que puede pasaron, sin duda, al de Gutkind, que parece no haber compararse bien con la silueta de la ciudad represen­ tada al fondo de «La Piedad» de Fernando Gallego, conocido este mío. Tampoco otros artículos, más que pintor nacido poco antes de mediar el siglo XV y indirectamente. muerto a comienzos del XVI. En ella se dice que se 33. «Crónica del rey Don Alfonso X», capítulo X, utilizan motivos septentrionales (A. L. Mayer, «Historia en «Crónicas de los reyes de Castilla», I, B.A.E., LXVI, de la pintura española», (Madrid, 1928) p. 136 (fig. p. 9, b. 121). Pero el goticismo es lo imperante. El castillo en 34. La obra de J.M. Lacarra, L. Vázquez de Parga y un extremo y en lo alto, las murallas con sus torres J. Uria Riu, «Las peregrinaciones a Santiago de Com- descendiendo a una parte llana, la iglesia al centro, etc., postela» 3 vols., (Madrid, 1949) es fundamental a este son elementos ordenados de modo paralelo en el cua­ respecto. También varios artículos de Lacarra acerca de dro y en la planta. Es evidente que otras representacio­ poblaciones particulares en Navarra y Aragón que se nes se hacen pensando en ejemplos reales aunque no citan en lugares adecuados. sean copiados directamente. Pero tampoco faltan re­ 35. A. Thierry, «Récits des temps mérovingiens producciones fieles: el San Jorge del Museo de Palma précédés de considerations sur l’histoire de France» 3.a de Mallorca de Pere Nisart tiene al fondo una estu­ ed. I (Paris - 1846) pp. 171-252 (cap. V de las conside­ penda representación de la ciudad y su puerto, que se raciones). Guizot, «Historia de la civilización europea» ve mucho mejor tras la restauración. Compárese la fig. (Madrid 1846) pp. 191-194 (lección 7.a). 64 de la p. 73 de la citada obra de Mayer y la foto 60 de 36. Esta limitación se halla claramente expresada «Pintura gótica mailorquina» (Madrid 1965). en el documento de 1332, a la cláusula XXI, según el 44. Véase los capítulos 1I1-IV de la parte II. texto de F. Carreras Candi, en el tomo «Alava» de la 45. «Compendio historial» II (Amberes, 1570), «Geografía general del País Vasco-Navarro» (Barce­ 1047 (libro XV, capítulo L). En las «Relaciones de los lona, s. a.) p. 219- pueblos de España...» ya citadas, correspondiente al 37. Julio Caro Baroja, «Los vascos y la historia a reino de Toledo (segunda parte), pp. 281-297 hay dos través de Garibay» (San Sebastián, 1972) pp. 17-39. sobre esta villa. Todavía se combina el nombre y la 38. D. Pelayo «Chron. Regum Legionensium» § primera relación se data en «la villa franca de la Puente 12, en «España Sagrada», XIV, p. 473- Los fueros de del Arzobispo» a 7 de abril de 1576 (p. 281). Se da la Logroño y Miranda son de mucha importancia para fecha de 1390 en la segunda relación (p. 285) porque comprender el desenvolvimiento urbano de las provin­ esta es la que da el privilegio rodado de Don Juan I. cias vascongadas. Las dos son «ciudades-puente» ca­ Rafael Monje «España pintoresca. El Puente del Arzo­ racterísticas. Sobre Miranda véase ahora, Elena García - bispo» en «Semanario pintoresco español» XII, (Ma­ Soto de Vallejo y Francisco Cantera, «El Camino de drid, 1847) pp. 89-91, dice que en 1846 el autor vio la Santiago y Miranda de Ebro» (Madrid, 1971). También carta de fundación fechada en Toledo a 8 de mayo de la edición del mismo Cantera del «Fuero de Miranda de 1399 (lo cual comprueba la escrupulosidad documental Ebro» (Madrid, 1945). de Garibay), pero se copia la inscripción del puente, del

84 que se dan las medidas y un grabado en madera, que 47. El texto básico sobre esta fundación es el del indica que se acabó en septiembre de 1488. continuador de Pulgar, «Crónicas de los reyes de Casti­ 46. Entre las «Relaciones...», cit. se encuentra la lla», III, B.A.E. LXX, p. 516, a, al que sigue, aña­ de - Puebla Nueva» (pp. 275-280) de la que a 2 de abril diendo algo por su cuenta, Alfonso de Santa Cruz, de 1576 se dice que se pobló hacía unos ochenta años «Crónica de los Reyes Católicos» edición de J. de M. por el comendador de Santiago Pedro Cervantes. Otras Carriazo I (Sevilla, 1951) pp. 37 - 38 (capítulo II). «Pueblas» de la zona son más antiguas. Puebla de Gutkind, op. cit. III, pp. 244-247 (figs. 219-220). Montalbán, por ejemplo.

85

CAPITULO VI TRADICIONES MATERIALES Y LEGALES RESPECTO A LA CASA

1) Preliminar. 2) La tradición europea de la casa de madera. 3) Normas de construcción. 4) La casa de tradición mediterránea hecha de piedra. 5) Leyes.

Al estudiar los problemas que plantea la misma estructura que en otras circunstancias. casa en general y la casa navarra en particular Lo mismo ocurre con los espacios y re­ nos encontramos con que hay que contar con cintos donde estas clases tan varias de casas una primacía de elementos, no siempre visi­ se encuentran, de suerte que los pueblos bles, de conceptos previos que, si no se pre­ tienen formas distintas, según sean prepon­ cisan, pueden dar lugar a confusión. derantemente pueblos agrícolas y pastoriles, Porque en primer lugar, una casa pen­ pueblos mercantiles o de artesanos, pueblos sada, sobre todo, como unidad de trabajo señoriales o pueblos con un vecindario muy agrícola o pastoril, no es lo mismo que una nutrido y compuesto de estamentos varios. casa pensada como unidad de trabajo artesa- nal o mercantil. Una casa señorial, en que se Conviene, pues, sentar algunos principios desarrollan el lujo y la riqueza, no tiene los de investigación respecto a todo esto. mismos caracteres o rasgos que una casa se­ Y comenzando por la casa rústica o agrí­ ñorial fortificada, con fines de dominio o de cola pastoril, más o menos exenta, más o defensa. Tampoco, cuando las poblaciones menos individualizada, hay . que decir algo aumentan, las casas hechas siguiendo un cri­ respecto a su estructura general, material, en terio de aprovechamiento, para alojar la ma­ ámbitos distintos y con respecto a antece­ yor porción de vecinos posibles, tienen la dentes.

89 II

Sabiendo lo que se ha dicho acerca de los dancia de bosques que hacía que las casas caracteres del «Saltus Vasconum» \ se puede estuvieran generalmente hechas de maderos pensar, sin dar demasiada rienda suelta a la entramados 7. Pero bajemos a latitudes más imaginación, que durante mucho tiempo, en meridionales, a nuestro propio ámbito o cír­ él, las casas y los poblados enteros serían de culo cultural. madera en una tradición de la Europa occi­ dental a la que se refieren los autores anti­ Cuando Vitruvio trazó un esquema histó­ guos y en la que quedan comprendidos no rico evolutivo de los orígenes de la habita­ sólo los pueblos más septentrionales sino ción humana, refiriéndose a los primeros también muchos hispánicos. Pero ya en la tiempos, también tomó ejemplos de lo ob­ arquitectura de madera antigua se debían servado en pueblos considerados bárbaros notar variaciones sensibles. por los romanos. Y no deja de ser curioso Las habitaciones de los belgas, es decir, que indique que, en su tiempo, gentes de la los celtas que ocupaban la parte septentrional Galia propiamente dicha, Hispania, Lusitania de las Galias, eran grandes y construidas de y Aquitania construían sus mansiones con tablazón y mimbres: la cubierta, de espesa ripia de roble y cubierta de paja («scandalis paja. Se ha pensado que su planta sería elíp­ robusteis aut stramentis») 8. A esto se añade tica o circular; pero el término que emplea que, al describir las formas de hacer paredes Estrabón, que es el que suministra los deta­ en las construcciones más antiguas o primiti­ lles dados (siguiendo a Posidonio), podría vas, el mismo Vitruvio indica que: a) unas interpretarse también como si en las casas los eran de maderas verticales y ramas cubiertas belgas emplearon maderas arqueadas o cur­ de lodo («furcis erectis et virgulis interpositis vadas 2. Por otra parte, las plantas rectangula­ luto...); b): otras estaban hechas de barro res son tan conocidas desde la prehistoria colocado entre maderos entramados («lúteas como las curvas 3. Diodoro de Sicilia dirá por glaebas arefacientes... materia eos iugumen- su lado, que los bretones construían sus casas tantes...»); c): la cubierta era de ramaje o de madera y cañas 4 y César indica que las de cañas 9. Estos textos nos dan un criterio de los galos eran, según uso general, como cho­ «arcaísmo» seguido por un romano de la zas y cubiertas de paja 5. Es decir, «stramen- época augústea, criterio que debe deshacerse tis». Tácito da como característico de los hasta cierto punto, dándole más bien signifi­ germanos el que viven en casas aisladas por cado geográfico y ambiental. Porque otras completo, colocadas en lugares del gusto y técnicas de construcción a base de madera, en comodidad de quien las construye: una esencia, como la que describe como caracte­ fuente, un bosquecillo, una campa. Alrede­ rística de Colchos, están condicionadas por dor siempre dejan un ámbito libre. Las casas una superabundancia de la misma 10, mientras se construyen sin uso de argamasas y tejas: que las propias de Frigia se condicionan por con maderas talladas en bruto, sin atender a la falta de bosques 11. ornamentación o belleza. Usan, sin embargo, De la tradición peninsular de construir de ciertas tierras para cubrir superficies6. casas de madera, poco o nada más puede Otros autores más modernos suministran decirse, dado lo perecedero del material. datos similares sobre las habitaciones germá­ Cabe pensar, sin embargo, que algunas este­ nicas, que los arqueólogos han completado las en forma de casa, de tierra celtibérica, nos por medio de excavaciones, rectificando dan idea de cómo serían en líneas generales acaso algo la visión simplista y un poco mo- las formas más usuales. Tales estelas fueron ralizadora de Tácito, porque parece que las estudiadas hace mucho por Julio Martínez casas no estaban exentas de algo que podría Santa-Olalla 12, que las puso en relación con considerarse adorno. las «pedras formosas» portuguesas, lo cual También Herodiano, al narrar la campaña nos indicaría que también se seguían criterios de Maximino en Germania, alude a la abun­ decorativos al construir.

90 Fig. 23.-Casa fuerte danni ¡ana de la columna de Alarco Aurelio.

Con respecto a la técnica cabría, además, a dudas que no se producen en los relieves recordar que en algunos relieves romanos se de casas contiguas, que son a dos aguas. reproducen casas torres de madera de la Puede, imaginarse una construcción como la frontera del Danubio que parecen corres­ de la fig. 24 ,3. Hay otros monumentos simi­ ponder, también, a las descripciones vitruvia- lares en los que cabe hallar otros tipos de nas. Así, por ejemplo, en la columna de construcción de madera, que se alejan de lo Marco Aurelio, hay representaciones de for­ que más familiar puede sernos. tificaciones con empalizadas que son de ma­ dera en su conjunto (fig. 23): otras, con empalizada también, pero hechas de piedra y otras, en fin, de piedra sin empalizada, co­ rrespondientes a lo que se hacía en la línea del Danubio, durante el siglo II de J.C. En las torres de madera la empalizada está formada de troncos horizontales colocados entre los machones principales que cierran el ámbito: pero la torre o casa propiamente dicha lleva maderas puestas verticalmente, como es uso en la arquitectura medieval vascó- nica. El escultor en la fig. 23 quiso represen­ tar, sin duda, una empalizada poligonal y dentro una casa de madera de tres plantas y Fig. 24.-Interpretación de la casa de la columna de Marco dos vertientes, aunque la perspectiva da lugar Aurelio. Ill

El aparejo en la disposición de la madera en otros casos del Norte de la península en en forma verucal se encuentra documentado, que la madera se ha usado con profusión y en formas de iglesias y caseríos, guipuzcoanos luego o simultáneamente otros materiales. y vizcaínos (figs. 25-26), también en algunos navarros del Norte y en casas torres del Recordemos algún caso significativo. A Bidasoa. En cuanto a la planta general y veces puede pensarse que la arquitectura en vertientes de tejado, es conocido que hay madera ha subsistido en algunos pueblos, caseríos muy anchos y con amplios vuelos, porque los mismos estaban constituidos por que recuerdan la arquitectura de zonas alpi­ familias que casi en conjunto se dedicaban a nas, de madera en ocasiones. Resulta también la fabricación de objetos de madera. evidente que estos modelos dan base a la Madoz con relación a Barcena Mayor, construcción mucho más conocida, por lugar del partido judicial de Cabuérniga, ejemplo, de arquitectura de entramados de ayuntamiento de Los Tojos (Santander), dice madera y materias minerales (escorias, pie­ que la industria principal era el trabajo de dras pequeñas o ladrillos) y, todavía, a ciertas madera de la que se hacían distintos artefac­ formas de casas con fachada de piedra de tos, según las épocas: en unas bieldos, palas y sillería. rastrillos: en otras, cubas y barriles, en otras, La relación del estilo en madera con el por fin, carros. Esto se exportaba y a veces lo estilo en piedra o materia mineral se observa cambiaban por trigo 14.

Fig. 25.-Caserío de Orozco (Vizcaya) recientemente destruido.

92 huecos con balcón en el primer piso (o sin balcón). Otras tenían una disposición de fa­ chada más rectangular y con más huecos a lo largo. Algunas presentaban soportales. Los distintos modelos en madera se repetían en piedra (fig. 27). En todo caso, la disposición del tejado con respecto a las fachadas es la que se marca en la misma línea un poco quebrada y ambi­ gua, pero perceptible al fin, entre lo que es específicamente montañés y lo que resulta más típico de la arquitectura rural vasca de Fig. 26.-1 g/esia del castillo E/ejabeitia (Vizcaya). caseríos aislados. Con respecto a las casas de madera habrá Resulta, así, que el pueblo hasta hace que advertir que en un tiempo había villas poco era también, en gran parte, de madera. enteras como Durango que eran de este ma­ Las casas de tipos distintos. Las había que terial, según lo atestigua una anécdota de incluso parecían armarios. Enrique IV de Castilla 15 y en distintas partes Cuando estuve allí -hace ya años- las vi de este libro se verá cómo en Navarra hubo de varios tamaños. Las más pequeñas tenían cantidad considerable de incendios de pue­ una o dos puertas de entrada y un par de blos que eran de madera y memoria también

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Fig. 21 —Casas de madera (arriba) y de piedra (abajo) de Barcena Mayor. Santander.

93 de lugares monasteriales en que todo era del el que ésta se colocaba en bandas horizontales mismo material, como Urdax. No ha de cho­ y este sistema es el que se halla también en car esto, puesto que de tierras mucho más algunas partes de la Europa oriental y meri­ meridionales y menos boscosas sabemos que dional 19. la madera constituía el elemento principal de Las referencias al uso de la madera en los la construcción civil. De Medina del Campo textos forales no dejan de ser interesantes. dirá así Pedro de Medina, que ha sido pueblo Unos se refieren a zonas con escasez de ésta. muy fatigado con grandes incendios y fuegos, Otros a zonas en que hay abundancia. En «porque muchas casas son todas de madera, todo caso hay que pensar que la había en la donde si no hay gran aviso y recaudo está Edad Media en cantidades mucho mayores cierto el peligro; y así se han visto casas que después y que en el Sur, incluso terrenos quemadas con muchas riqueza y mercaderías rasos como lo son las Bardenas, tenían masa en ellas» 16. Esto en pleno siglo XVI. forestal abundante. El derecho a utilizar ma­ La técnica de la arquitectura en madera dera se fija en los fueros de modo repetido. tuvo un desarrollo y mejoramiento en el En el de Laguardia se establece el derecho de período gótico y en los comienzos de la Edad los pobladores a cortar leña para quemar o Moderna, en el Occidente de Europa. Las para hacer casas, allá donde la encontraren en estructuras se hicieron más complejas, se los montes: «ubicumque invenerint montes construyeron edificios mucho más altos y ar­ ligna per cremare aut casas facere accipiant mazones desmontables en las que no entraba sine aliqua ocasione» 20. Esto vuelve a esta­ ningún género de clavazón. A los españoles blecerse en el fuero de Antoñana del mismo de la segunda mitad del XVI les maravillaba Sancho el Sabio (1182), que sigue al de La- el grado de perfeccionamiento a que había guardia: «et in montibus meis et in silvis llegado este modo de construir en los Países accipite maderam ad domos vestras facien- Bajos, como se puede comprobar leyendo la das...» 21. Se repite, casi igual, en el fuero de obra del capitán toledano, de Ocaña. Alonso Bernedo del mismo año 22. Vázquez, que narró de modo muy detallado las guerras que se desarrollaron allí desde La madera hubo de dar hasta cierto punto 1577 a 1590 17 precediendo al relato una una norma o módulo. Establece una ley que descripción minuciosa y viva del país y sus los villanos del valle de Larráun que mudasen habitantes. de domicilio podían llevarse los muebles y la cubierta («el cubierto») de la casa, dejando Ya veremos cómo algunos autores han en el casal (las paredes) un lecho sobre cuatro pensado que el florecer de la arquitectura palos o varas: «una leitera sobre quatro pier- entramada en la parte navarra de las cuencas tegas» 23. del Bidasoa y Urumea, con las mejores ex­ presiones en Lesaca y Goizueta podría de­ Así como en el «saltus» y hasta la zona berse a influencia flamenca 18. media de Navarra hay derecho a pensar que la arquitectura de madera dominó hasta muy Sabiendo lo que se sabe de los antece­ entrada la Edad Media, también se puede dentes medievales no parece necesario recu­ pensar que en el «ager», intensamente roma­ rrir a la hipótesis, aunque sí se puede soste­ nizado, como va dicho, se desarrollaron las ner que el sistema vasco-navarro entra más formas de la arquitectura en piedra y ladrillo, en la tradición occidental del trabajo en ma­ siempre combinadas con la madera, con dera que otros peninsulares. cierta continuidad, en épocas posteriores a la Porque en lo que respecta a la forma de romana y de acuerdo con patrones bastantes utilización de la madera, parece que en zonas simples. Porque la complejidad de los edifi­ más meridionales de la península en donde cios no parece haber sobrevivido a los em­ todavía se ve atestiguada, como ocurre, por bates de la Historia. Excavaciones modernas ejemplo, en la Vera de Plasencia y las tierras y hallazgos hechos en tiempos más remotos, lindantes de la provincia de Salamanca, se nos indican que en el territorio vascón, nava­ han seguido tradiciones distintas a las del rro, hubo villas de tipo clásico romano, gran­ Norte. Aquí, en efecto, en pueblos como des explotaciones agrícolas con mosaicos y Garganta la Olla y otros vecinos, los muros desarrollo considerables de patios y depen­ de madera se hacían con un entramado sobre dencias (fig. 28). La más completa parece ser

94 la villii (siglo IV de J.C.), números 72-79 del ideino.

Fig. 28,-Pamploha romana. 1-2. Hipocausto. ]-4. Via pú­ blica y habitación. la de Liédena rehecha en una ocasión con mosaico de Pamplona, que representa unas más de cien habitaciones 24 y dependencias murallas, así como en otros, las teselas en (fig. 29). En otras, como la de Arróniz, se forma de T parecen representar almenas. La halló primero un gran mosaico, el de las otra representación es parecida. Los tres «Musas», que está en el Museo Arqueológico cuerpos de edificios son más iguales entre sí Nacional, y acaso nos marca otra pista a y el adorno de lo que se puede interpretar seguir 25. Este, en efecto, contiene unas re­ como muro almenado con las T cierra más la presentaciones de edificios, que se han inter­ parte de delante (figs. 31-32-33-34). El pro­ pretado como villas romanas 26 (fig. 30, 1 y blema que plantea este mosaico y otros que 2). Unas de las imágenes parece correspon­ se hallan en la península, de época tardía, es der a un edificio de tres cuerpos. El de la que los dibujos que sirvieron de modelo izquierda con tejado a dos aguas y puerta de parecen ser de origen africano. Ahora bien: entrada, con arco de medio punto. Las rayas Si un modelo de mosaico africano podía lle­ negras que forman una cuadrícula son difíci­ gar a estas latitudes allá por el siglo IV de les de interpretar, porque lo mismo pueden J.C., ¿no podían llegar, paralelamente, otros representar entramados que otro aparejo es­ elementos decorativos y arquitectónicos? La quematizado. El cuerpo del lado derecho es cuestión es que en otros mosaicos, africanos igual, sólo que sin puerta. Al medio queda también, nos encontraremos imágenes de otro cuerpo más ancho, con tejado también a edificios rurales, también torreados, qué nós dos vertientes, pero de mayor desarrollo. A recuerdan otros de la Edad Media... y que, en los lados dos torrecillas, o algo parecido. cambio, las plantas complejísimas de villas Entre los dos cuerpos laterales y el central como la de Liédena, con un desarrollo consi­ que queda al fondo, hay un adorno que po­ derable de las habitaciones serviles, de tipo dría interpretarse como un muro almenado cuartelario, la «villa» señorial rica, etc., no que protegiera un gran patio, porque en el dejan un rastro claro en el país. En todo caso hay que arrancar de la falta de particularismo de los principios arquitec­ tónicos romanos para explicarse muchas tra­ diciones permanentes y también, para reco­ nocer técnicas de construcción combinadas, como pueden ser la de ladrillo y piedra, que se encuentra, por ejemplo, en la Pamplona romana 27, donde también se han conservado enlosados de la vía pública y pequeñas plan­ tas de habitación 28. (Fig. 28). En los fondos de los sarcófagos paleo- cristianos del siglo IV suelen representarse edificios urbanos, casas, en las que se ve que las de planta rectangular, tejado o dos ver­ tientes y fachada hastial en la forma conocida después se debían usar bastante en Italia y otras partes. Estas casas tienen ventanas cua­ dradas o en arcos, según los casos, y escalera de acceso a la puerta principal por el exterior. No parecen que sean modelos muy realistas: pero tampoco puede despreciarse su análisis, dado lo que sabemos de la casa románica y prerrománica del Occidente de Europa. Los esquemas de las figs. 35 y 36 constituyen una interpretación, en lo que cabe, de casas re­ Fig. 30.-1 ¡Representación de una mansión con tres cuerpos del mosaico de las musas. Arróniz. Museo Arqueológico Nacional. presentadas en un sarcófago del siglo IV de 2) Otra representación de edificio con tres cuerpos en el mismo J.C., del Museo Laterano, en Roma, en que mosaico. se representa la fuente milagrosa 29.

96 Figs. 31. 32. 33 y 34-Interpretaciones de los edificios del mosaico de Arróniz.

97 María y San Pedro (figs. 38, 1, 2 y 3). Ilustra con la mayor probabilidad, un concilio. Las miniaturas son del siglo X y como otra que se refiere al segundo concilio hispalense, del año 619, se puede tomar como base para reconstruir lo que eran ciertos edificios de la época en que se hicieron 32. No estamos ni ante la casa «elemental», vitruviana a que se aludió en la Introducción, § II, ni ante la villa complicada, con patios y dependencias, tal como se ve en algunas excavaciones incluso de Navarra 33. Pero no cabe duda de que se trata de modelos con larga vigencia.

Fig. 35.-Interpretación de una casa representada en un sar­ cófago del siglo IV de J.C. Museo Laterano. Roma.

Este es el esquema basilical. Iglesias de una época algo posterior se ajustan a un modelo parecido (fig. 37) 30. También hay modelos de casas en las que la puerta de entrada y los huecos principales quedan a lo largo de una de las alas 31, cosa que luego se da en representaciones medie­ vales conocidas. En el códice Vigiliano de la biblioteca del Escorial, fol. 142, hay, por ejemplo, una mi­ niatura en que se representan, al parecer, las murallas de Toledo y dos basílicas, de Santa

Podemos sostener que se transmiten en épocas posteriores, que tienen una interpre­ tación románica y después otra gótica. Por­ que en una miniatura de las «Cantigas» puede verse la imagen de una casa románica (fig. 38) que recuerda a la mozárabe de la fig. 3 9 34. Por otra parte el palacio románico de Estella, del que luego se dirá algo más, pa­ rece, dentro de su mayor desarrollo, que sigue esta tradición 35 (fig. 40). Con respecto a la tradición gótica véase la introducción a la tercera parte 36. Pasemos a otro asunto. Hay un sistema constructivo que se da en ciertas zonas de Navarra, de modo no estudiado hasta ahora, y que puede considerarse que corresponde a otra tradición también antiquísima, tanto en el mundo mediterráneo, como en zonas co­ Fig. 36,-Otra casa de! mismo sarcófago. lindantes de clima más bien seco y cálido,

98 Fig. 38, 1, 2 y 3 -Casas representadas en el Códice Vi gil i a mí. que es el de la casa con patio interior en sus describir otros sistemas, en que las aguas distintas modalidades. Con relación a ella te­ caen al interior, bien fuera a un patio sin nemos, en primer lugar, una serie de textos columnas, bien fuera a la corintia, con las clásicos. columnas correspondientes 38. El patio «displuviatum», fue objeto de la La palabra «impluvium» está, sin em­ atención de Vitruvio, según es bien sabido 37, bargo, documentada en textos más antiguos, que lo consideraba como la forma más ven­ empezando por uno de Plauto 39. Se hallará tajosa para constituir departamentos de in­ asimismo en Cicerón40, en Varrón41 y en vierno. La palabra «impluvium» no la usa al Tito Livio, al tratar de ciertos prodigios ocu-

Fig. 39 -Casa románica en una miniatura de las « Cantigas » de Alfonso X el Sabio. Fig. 40.~Palacio románico de Este/la. rridos en lugares privados 42: como si dijéra­ Que el claustro monacal esté -por otra mos «el patio de Fulano». Festo señalará que parte- originado en el patio greco-romano 48 el «impluvium», «aqua impluit collecta de es defendible en líneas generales y son abun­ tecto» y también da la palabra «complu- dantes los que siguen el sistema «impluvia- vium» 43. tum», en latitudes muy distintas y correspon­ Se considera que la casa rica de tipo más diendo a estilos tan diferentes como pueden corriente para griegos y romanos contaba con serlo el románico, el gótico, el renacentista o «cava» o «cavaedium» (cubierto) de una clase el barroco y aun el neoclásico 49. También las u otra. También la etrusca y luego la toscana, posadas y los «fiondacs» se ajustan al mismo parecen corresponder al tipo «displuviatum» sistema, en áreas diferentes, de suerte que se (fig. 41, 1, 2, 3 y 4). puede hablar de una constante de tipo fun­ cional y muy desarrollada también por razo­ El mundo mediterráneo posterior ha de­ nes económicas en construcciones como las sarrollado el patio de formas múltiples. «córralas» 50. Acaso se ha simplificado un poco la Geo­ Pero para nosotros es ahora importante grafía de la casa de patio en la península: pero subrayar cómo en los valles medios de Nava­ desde antiguo se ha estudiado la «masía», con rra y sobre todo en los de la antigua merin- su patio con escalera exterior 44, los «corti­ dad de Sangüesa han existido bastantes casas jos» andaluces, con otros tipos de patio en con un verdadero «impluvium», que a veces función de latifundios 45, o las casas de ciu­ incluso podía servir para ilustrar la descrip­ dad de tradición musulmana, en que el patio ción vitruviana, aunque en otras se apareje era también elemento esencial 46. con arreglo a unas formas menos regulares. Con respecto a tiempos posteriores ve­ Los ejemplos más llamativos son los que si­ remos fácilmente que desde las casas ricas guen. En Artieda existe una casa llamada de andaluzas a las pobres 47 había una gran va­ Sancho que hoy queda aislada, sobre una riedad y diferencias de ellos, correspondien­ tierra que también recibe el nombre de tes a muy distintas épocas y estilos. No falta­ «huerta de Sancho». La casa está constituida rán construcciones complejas que cuentan por dos cuerpos con dos entradas. La parte con más de uno y de dos patios destinados a más vieja, que queda a la izquierda de la usos muy distintos entre sí. fachada, es gótica típica de la zona, con arco

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Fig. 41, 1-4-Modelos de casa con patio <«impluvium*> y «displuvium»). de entrada sobre el que va una ventana gemi­ algún caso han tenido un uso semipúblico nada. De tiempo posterior, que puede consi­ (mesones, posadas, etc.) 52. derarse de fines del XVI, hay otra parte Las tradiciones plásticas en lo que se re­ construida con fachada de piedra y arco de me­ fiere a las formas de la casa rural en distintas dio punto que tiene un pequeño «impluvium»51. zonas de Navarra parecen llegar muy encau­ Puede uno plantearse hasta qué punto una zadas desde antiguo en líneas distintas hasta construcción como ésta supone continuidad cierto punto en cada zona. Pero en lo que se popular o una innovación. De todas formas, refiere al estatuto jurídico de la «casa» como el patio interior se da en otras casas de la tal, hay que convenir en que la monarquía zona y a veces se combina con un sistema navarra medieval llevó a cabo una labor de más o menos regular de porches y galerías en compilación con materiales de diversos ori­ el primer alto, como se verá que ocurre en gen y época, lo cual no deja de producir a Artaiz y en Barasoain, en edificios que en veces dificultades de interpretación.

V

Resulta, así, que en relación con las ins­ zonas más que en otras. Porque, por ejem­ tituciones los textos jurídicos medievales nos plo, la casa es la mínima expresión de algo dan una información bastante amplia, no sólo que puede ser considerado «señorío del respecto a la forma material de las casas, sino hombre o de la mujer sobre algo». también a ciertas concepciones que acreditan su significación e importancia y que quedan En el fuero de Jaca - Pamplona se emplea, luego comprobádas en el Folklore o Derecho como equivalente de «amo» o «propietario», consuetudinario y en la lengua, en algunas la expresión, «seynor de les cases» 53, lo cual

101 nos pone también ante el concepto vasco de baile o zalmedina era el encargado de que se «etxekojauna» que corría en la Edad Media colocara la señal o aviso (también en hereda­ como hoy, según revela el vocabulario de des). En casas con dos o tres puertas se ponía Aymeric Picaud 54, y que en términos co­ una primera señal en la mayor. Luego, suce­ rrientes se aplica incluso al casero que es sivamente, en la segunda y en la tercera 58. inquilino, en tanto en cuanto ejerce un En el mismo fuero de Jaca-Pamplona hay otra mando en la casa que habita junto a su mujer, referencia a los hombres de señal «omnes de «etxekoandre». Como es sabido, una variante synnal»), que tenían casas en muchas villas o de esta palabra vasca se utiliza en el «Fuero lugares 59, lo cual parece indicar que la General» con un significado que puede com­ «seynal» establecía censos y otra clase de pararse al de la palabra latina «matrona» 55. obligaciones. Los censos fueron multiplicán­ dose y el «Fuero General» trata de ellos. Su La casa tiene su fuero, como indica el cobranza sobre casas (y heredades) podía ha­ mismo fuero de Jaca-Pamplona, a diferencia cerse embargando en ellas prendas vivas, in­ de la iglesia, el molino o el horno que son cluso echando a tierra las puertas 60. La casa, lugares públicos 56. Es cosa privada y tanto el dentro de su unidad, expresa además una villano como el infanzón, dentro de la suya, caracterización étnica y religiosa, en épocas ejercían derechos parecidos, estableciéndose en que «raza» y «religión» andan fuerte­ en la legislación misma un módulo de casa mente asociadas. La prohibición de morar en villana de carácter dotal que es muy intere­ casa de moro o de judío se establece en leyes sante por lo que indica respecto a las propie­ tanto para infanzones como para villanos y si dades. los primeros querían forzar esta ley tendrían En efecto, según el mismo fuero de Jaca- que entenderse con la justicia61. Pamplona, la villana debía tener de dote una casa cubierta, de doce vigas, una arinzada de Vamos así, estableciendo categorías muy viña, o campo de sembradura, una rueda de sensibles dentro de lo que es casa rural: casas trigo candeal («froment») y de linar, sus joyas y de unas zonas geográficamente consideradas, vestidos propios y un lecho guarnecido con casas de otras, casas que obedecen a una lo mejor de su casa, más dos bestias de ara­ tradición del país con mucha madera y casas da57. Doce vigas parecen darnos una anchura de tierras en que ésta no abunda, casas de de seis metros. En relación con la propiedad se villanos y de infanzones cristianos, de moros, dan en el mismo texto otras disposiciones de judíos... Estas en zonas urbanas; y resulta interesantes de recordar. El poner señal (sey- también que en ellas hay problemas funcio­ nal) en la puerta de una casa era facultad de la nales específicos acerca de los cuales se ha de Justicia cuando alguien reclamaba a otro. El tratar en el capítulo que sigue.

102 NOTAS

1. Véase primera parte, capítulo I. 21. «Diccionario...» del 1802, I. pp. 492-493. 2. IV, 4, 3(197). 22. «Diccionario...», de 1802, I. p. 495. 3. Hay muchas exposiciones de tipo arqueológico. 23. «Fueros...», ed. cit. pp. 74, b - 75, a (libro III, Desde el punto de vista urbanístico Griffith Taylor, título VII, capítulo I). Yanguas y Miranda, «Diccionario «Urban Geography. A study of site, evolution, pattern de los fueros...», p. 119. and classification in villages, towns and cides» (Londres, 24. Taracena y Vázquez de Parga, «Excavaciones 1949) pp. 91-103. Hay plantas rectangulares como las en Navarra» V, pp. 106 (20 de la tirada aparte). Sobre de Lindenthal, circulares como las de Briteiros, etc. todo Taracena, «Excavaciones romanas en Navarra. La villa romana de Liédena», en «Príncipe de Viana» núm. 4. V, 21. 37 (1949) pp. 358-382, 38-39 (1950) pp. 9-39 con 5. «De bell. gall» , V, 43. plano y fotos. 6. «Germ.», 16. 25. Descubierto en 1883. 7. VII, 2, 4. 26. Taracena, «La villa romana de Liédena», loe. 8. II, 1, 4. cit., núms. 38-39, pp. 10-11 y fotos (lámina I, 1-2). 9. II, 1, 3. 10. II, 1, 4. 27. Así en el hipocausto: fig. 28, 1 y 2. 11. II, 1, 5. 28. Figs. 28, .3 y 4. 12. «Monumentos funerarios célticos. As 29. Burckhardt, «Die Zeit Constantins des Gros- dras formosas» e as estelas em forma de casa» en sen» ed. cit. fig. 65. «Homenagem a Martins Sarmentó», pp. 226-235; «Las 30. La representada en el relieve de la entrada de estelas en forma de casa en España», en «Investigación las reliquias en Santa Sofía de Constantinopla, de Tré- y Progreso», VI (octubre 1932) pp. 148-150. veris. Burckhardt, «Die Zeit Constantins des Grossen», 13. Reproducciones muy repetidas. Uso ahora de ed. cit. fig. 159. una buena foto de la edición ilustrada de la famosa obra 31. La misma casa que queda al lado de la iglesia de Jacob Burckhardt, «Die Zeit Constantins des Gros- de Santa Sofía en el relieve de Treveris. sen» (Viena, s.a.) fig. 181. 32. Enrique Bagué, «La Alta Edad Media», (Bar­ 14. Madoz, IV, p. 11, a. celona, 1953) lámina 425 (p. 504 y la explicación a la p. 590). Una reproducción en color, excelente, da J.M. 15. Texto recogido en mi obra, «Los vascos y la Lacarra, «Historia política del reino de Navarra...», 1. historia a través de Garibay», pp. 230-231. lámina entre las pp. 172-173. 16. «Libro de grandezas y cosas memorables de 33. Villas romanas de Arróniz, Liédena, el Soto de España», ed. de Angel González Palencia (Madrid, Ramalete; Taracena y Vázquez de Parga, «Excavaciones 1944) p. 133, b (cap. XC). Está impreso en 1548. en Navarra...» pp. 106-107, 112-120, con la bibliogra­ 17. «En todos estos Países Bajos hay tanta curio­ fía. sidad y policía en sus repúblicas, que procuran siempre 34. Caro Baroja, «Etnografía histórica de Nava­ por el adorno y aumento de sus ciudades, y la mayor rra» II, p. 176, fig. 73. Lampérez, «Arquitectura ci­ parte de las casas dellas son de madera muy bien vil...», I, p. 123, fig. 103. labradas, sin ninguna clavazón, porque todas están asi­ 35. Caro Baroja, «Etnografía histórica...», cit., II. das con tarugos y pueden armarse y desarmarse si se p. 177, fig . 74. ofreciese, como camas de campo, y como están sujetas 36. Parte tercera, capítulo I. a quemarse, son tan curiosos los flamencos que en 37. «De arch...», VI, 3, 2. Es provechoso exami­ todas ellas tienen colgados unos cubos de vaqueta en nar las interpretaciones gráficas del texto, como las que los portales y muchas escaleras que se pueden ingerir se hallan en la traducción española de Miguel de Urrea. unas a otras, con tanto artificio y presteza, que con gran «M. Vitruvio Pollion de Architectura, dividido en diez brevedad, aunque la casa sea muy alta, antes que suba el libros, traducidos de latín en Castellano por Miguel de fuego están sobre ellas, y tan diestros los vecinos en Urrea Architecto, y sacado en su perfetion por Juan ayudarse unos a otros, que de mano en mano, con Gradan impressor vezino de Alcala...» (Alcalá de He­ aquellos cubos de vaqueta llenos de agua los van pa­ nares, 1582), fols. 80r, 80 vro., 81 r, 81 vto. y 82 r. sando y con mucha facilidad matan el fuego; demás (edición facsimilar de la Colección Juan de Herrera, desto tienen asalariados en cada parroquia, á costa de dirigida por Luis Cervera Vera, 4 (Madrid, 1978). los vecinos, un hombre á quien de cada casa se le da un 38. «De arch.», VI, 3. 1. liarte cada semana, que es un poco menos de dos 39. «Amph.» 1108. maravedís; llámanle haniquenne, que quiere decir guar­ 40. «Verr.» 1, 2, 61 (23). dia del fuego... Alonso Vázquez, «Los sucesos de Flan- 41. «Ling. Lat.» V, 161. des y Francia...». «I (Colección de documentos inédi­ 42. XLII1, 13. tos...» LXXII (Madrid, 1879) pp. 45-46. 43. Ed. Lindsay, p. .96 (108). Compárese con San 18. Véase el capítulo VIII, § 2 de la parte III. Isidoro, «Etym» XV, 8, 12. 19- Julio Caro Baroja, «La Serrana de la Vera, o 44. Lampérez, «Arquitectura civil» I, pp. 68-70, un pueblo analizado en conceptos y símbolos inactua- figs. 42-45. les», en «Ritos y mitos equívocos» (Madrid, 1974) pp. 45. Lampérez, op. cit. I, pp. 96-98 (figs. 84, 87). 300-314 especialmente y fig. 7-25. Se pueden recordar más ejemplos: Salvador Rodríguez 20. «Diccionario...» de 1802, I pp. 503, b - Becerra, «Etnografía de la vivienda: El Aljarafe de Sevi­ 504, b. lla». (Sevilla, 1973), pp. 77-96.

10.3 46. Lampérez, op. cit. I, pp. 169-172 (figs. 176- 51. Véase también, parte quinta, capítulo VIII, § 179). 5. 47. «Entró en una casa no de muy buena, sino de 52. Véase, parte séptima, capítulo II. muy mala apariencia, y los dos se quedaron esperando a 53- «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. la puerta. El salió luego y los llamó y ellos entraron y su Lacarra - Martín Duque (Pamplona, 1975), p. 343 guía les mandó esperar en un pequeñuelo patio ladri­ (n.° 70-99). llado, que, de puro limpio y aljimifrado, parecía que 54. «Le guide du pèlerin de Saiant-Jacques de vestía carmín de lo más fino». Cervantes. «Rinconete y Compostelle», ed. Jeanne Vielliard (Maçon. 1963) pp. Cortadillo», ed. de F. Rodríguez Marín (Sevilla, 1905) 28, «domum echea, dominus domus iaona, dominam, pp. 272-273. Esto es el patio de Monipodio que tenía andrea». dos salas bajas y pequeñas junto a él. Monipodio «baja» 55. «echaum» por «etxekojaun» y «echandra», del piso (p. 275). por ejemplo, «Fueros...», ed. cit. p. 120 a (libro III, 48. Más concretamente en el «peristylum». Vitru- título XXI, capítulo I). Yanguas y Miranda, «Dicciona­ vio, «De arch.» VI, III, 7. La referencia a un «amplis- rio de los fueros...», p. 30. simum peristylum», en Cicerón, «Pro domo sua» 116 56. «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. nos pone ante un gran patio porticado en fecha remota. cit. p. 8 (n.° 176-182). 49. También en las construcciones sin pretensión 57. «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. estilística, como las llamadas «córralas». Obsérvese que cit. p. 313, (n.° 35-167). La palabra «doayre» (dote) en Sevilla «corral» es sinónimo de patio. Francisco está relacionada con las vascas «doa», «doai» «doari». Morales Padrón, «La vida en un corral de vecinos» en 58. «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. Sevilla insólita» (Sevilla, 1972) pp. 81-86. El mismo cit. pp. 406-407. autor ha escrito una obra impresionante sobre «los 59- «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. corrales de vecinos de Sevilla» (Sevilla, 1974). cit. p. 8 (núms. 4, 27). 50. Ejemplo típico del siglo XVII (1682) el del 60. «Fueros...» ed. cit., p. 79 a-b (libro III, titulo «Mesón de la Victoria» de Málaga, sobre el que hace IX, capítulo I). Yanguas y Miranda, «Diccionario de los años llamé la atención y que ha sido restaurado. Juan fueros...», p. 11. Temboury Alvarez, «Mesones malagueños» (Málaga, 61 «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona», ed. 1974) pp. 33-47. cit. p. 394 (n.°s 159-160-128).

104 CAPITULO VII LA CASA URBANA Y SUS PROBLEMAS

1) Tamaño reglamentario. 2) Desagües. 3) Voladizos. 4) La casa en relación con la muralla. 5) La muralla desmantelada. 6) La plaza. Apéndice al capítulo VII: más sobre los voladizos.

Desde el momento en que se llevan a dario determinado, en un conjunto de vi­ cabo las concentraciones mayores de tipo ur­ viendas y dependencias de estas también de­ bano y la casa queda incluida como una sim­ terminado. La casa, podemos decir en primer ple parte de un todo orgánico, de significado lugar, es larga de fondo y estrecha de fachada. superior, parece que se plantean de modo En una fecha remota y decisiva, por los automático una porción de problemas en lo años del 1165, el fuero de Laguardia contiene que se refiere a su integración en aquel todo. la cláusula siguiente: «Habeatis per foro XII Y desde el punto de vista material se percibe estados de casas en longo et quatuor en am­ que unos de los problemas más importantes pio» 1. Esto nos da una planta rectangular. son los que tienden a regular su tamaño, su En cuanto al estado lineal hay comúnmente disposición respecto al exterior y los límites dos formas de interpretarlo. El Diccionario que se han de dar a lo que será «espacio de Autoridades dice que vale como la esta­ privado» siempre (el de la casa) y lo que es tura regular de un hombre y que es medida «espacio público»: calles, plazas, murallas, que sirve para medir los pozos, que los iglesias y otros edificios. La casa urbana maestros de obras, albañiles y canteros miden plantea, así, problemas estructurales que son las paredes de cantería por estados que hacen muy parecidos en sociedades y culturas dife­ tantos pies y que distinguen estados comunes rentes y a ellos nos referiremos en este capí­ y estados de tapias reales, que son mayores. tulo. La equivalencia griega sería «hexapoda» 2. Trataremos primero de los relativos al Pero otros textos indican siete pies y aun se desarrollo de la casa en sí. Luego de los que ha llamado estado a la toesa, equivalente a se refieren al desarrollo de los espacios pú­ una braza y dos varas. Trasladando esto a blicos. medidas actuales nos encontramos con que el En relación con la casa urbana hay una pie de Castilla, dividido en doce pulgadas, cuestión que es de excepcional importancia, equivale a veintiocho centímetros poco más o sobre todo con respecto a la de las poblacio­ menos, de suerte que el estado viene a tener nes planificadas. En ellas el espacio debe ser ciento noventa y seis centímetros, o cosa de aprovechado para asignar al recinto un vecin­ dos metros.

107 La dimensión de una casa de ocho metros de fachada y veinticuatro de profundidad no correspondería bien a las de Laguardia según los levantamientos, que dan por lo común dimensiones más pequeñas. Los huecos son dos o tres irregulares (fig. 42) y el portal a veces muy antiguo, se reparte, también, con­ tando con dos huecos (figs. 43 y 44).

Fig. 44.-Portal de la calle del Castillo 17, Laguardia

Con respecto a la altura es evidente que ha variado y aumentado a través de los tiem­ pos y que las casas antiguas suelen tener, por lo general, dos altos y dos huecos de fachada. No queda allí, como se verá luego, ninguna muy remota o próxima al momento funda­ cional, pero sí bastantes que se ajustan a la figura 42 que se repiten en calles de pobla­ ciones medievales navarras y de países lin­ dantes. Algunas son más anchas y con dos pisos. Muy arcaica parece la de la fig. 45, de Segura (Guipúzcoa).

Fig. 42,-Casa de Laguardia, calle Mayor 4.

Fig. 43-Portal de la misma casa .Laguardia. ' Fig. 45 -Casa de Segura (Guipúzcoa).

108 Sobre estas bases podemos especular, in­ pra-venta. De esto se tratará individualmente vestigando, de modo complementario, en do­ al ocuparse de la estructura de las villas crea­ cumentos municipales del medievo, que su­ das por distintos motivos a partir de la época ministran más información, como ocurre en de Sancho el Mayor 3. algunas ordenanzas y en escrituras de com­

II

La contigüidad de las casas, la existencia Cabe pensar que hay una tradición urbana de tejados y vertientes hace que el problema muy antigua en Europa, según la cual las de los desagües de éstos y la ordenación de casas de calle dejaban entre ellas un hueco los goterales sea algo que preocupa mucho a para que resolviera el asunto de los desagües, los legisladores, como se ve en fueros parti­ del modo como hoy se ve en algunos pueblos culares y en el general. Las leyes, sin em­ de la Montaña, con casas con fachada en bargo, han sido interpretadas de modos dis­ hastial y lo que en vasco se llama «arteka». tintos en distintas épocas y comarcas, como En esquema la figura 46,1 nos da esta manera se verá. En el «Fuero General» hay una ley de resolver el problema. En teoría habrá que respecto al «desticillo», o goteras que caen buscar también soluciones como las que da la de una casa sobre otra 4. En tal ley se hace figura 46,2; pero, en realidad, no encuentro referencia a «albuyllón», que es lo mismo más que casos aislados, y de bastantes ejem­ que «albullón», palabra árabe de mucho uso plos de casas unidas entre sí, al menos por el en hablas romances hispánicas: «al ballá’a» 5. lado de la fachada. Sólo los cantones son los En todo caso aquí la palabra está en relación que dan lugar a espacios mayores, que se con el goteral y no con otra clase de con­ pueden ver en algunas funciones medievales, ductos. En el fuero de Jaca-Pamplona hay una como la de Vitoria, las de Arciniega, Mon- ley semejante, y se emplea la palabra «albu- dragón u Ochandiano mejor que en las nava­ yüon comunal de toz les mezins» 6. rras 7 (fígs. 47 y 48).

Fig. 46.-1 «arteka», 2 albullón.

109 47.-Cantón en casa de dos pisos. Arciniega. Fig. 48-Cantón en cusa de un piso. Ocbandiano.

III

Respecto a las de las fundaciones más capítulo, en que se da idea de los problemas antiguas y guerreras había que indicar que económicos y técnicos que se observan en son más estrechas y que en algunos casos se grandes ciudades. Respecto a las formas un dan dimensiones mayores para calles princi­ examen de pinturas medievales o del Rena­ pales o menores para calles más secundarias. cimiento puede servir para tener una primeru La relativa estrechez de las calles plantea idea de su variedad. En las figuras 49 y 50, algún problema. Pero hay que reconocer que esquemas de voladizos que aparecen en ta­ es leve el que en términos generales se da en blas españolas existentes en el Museo del toda concentración urbana antigua. Ya vere­ Prado 9. Estos se pueden comparar con los mos cómo en algunas casas del siglo XVII, de de algunos ejemplos reales ,0. Laguardia y otras poblaciones, se da la ten­ La tendencia al aumento de pisos tam­ dencia al voladizo, elemento de tradición poco parece que en los núcleos urbanos de la muy distinta. En el Sur, incluso hecho de Navarra medieval se pudo dar como en otras ladrillo sobre arcos que se semejan mucho a partes, donde se documenta un aumento en los de algunas construcciones románicas 8. altura que ya se dio también en las grandes En zonas montañosas de la parte occi­ ciudades de la Antigüedad. dental de la zona media en formas que re­ cuerdan a las castellanas y en el Norte con su No podemos pensar aquí en la existencia propia fisonomía. El problema del espacio de casas muy altas y estrechas, como las que aprovechado, a veces, no parece ser el fun­ reproducen en algunos fondos pintores ita­ damental, porque éste es insignificante, sobre lianos del siglo XV. Pondré ahora un simple todo en los edificios hechos del XVII al ejemplo: el del fondo del «Milagro de San XVIII. Por otro lado, el voladizo se da en la Cenobio» de Domenico Veneziano (c. arquitectura rústica y en los pueblos peque­ 1400-1461) en el Fitzwilliam Museum, de ños en que no parece haber sido problema el Cambridge 11. Allí se aprecian casas urbanas de la ley del suelo. Con respecto a lo que agrupadas en manzana con tres (o más pisos) ocurre a lo largo de la Historia urbana en series de cuatro, y cinco ventanas mirador, términos generales, véase el apéndice a este aleros grandes y voladizos (figura 51). Pero el

110 influjo de la arquitectura mediterránea lle­ y donde, después de la puerta gótica que da a gará a Navarra, probablemente, a lo largo del una calle, se ven dos casas con grandes vola­ Ebro y en los núcleos urbanos del Sur en­ dizos en la parte superior ,3 (fig. 52). contraremos desarrollado, sobre todo en el Aunque el dibujo es tosco, parece más Renacimiento, un tipo de casa que en la parte exacto que el enormemente fantaseado gra­ superior, en el piso segundo a tercero, tendrá bado en cobre del «Great Square at Vittoria» ventanas dispuestas en forma de las galerías de David Roberts ,4. Sumiéndolos en la italianas, sin que por fuerza estas casas sean sombra quedan los mismos voladizos en la palacianas o suntuosas 12. «Place de l’église a Vitoria» de Gustave Do­ En punto a voladizos en casas de ciudad ré 15. Otras casas antiguas de la ciudad tienen por el Norte, parece que pocos alcanzaron el voladizos con desarrollo menor, pero intere­ desarrollo que se les da, en varios cuadros, sante, porque se hallan dentro de calles y no dibujos y grabados, a los de la «Plaza Vieja» en una plaza y aparte de eso en edificio usado de Vitoria. Contamos, en primer lugar, con el en el comercio, como el parador de las dili­ cuadro de J. Angel Saenz, que se halla en el gencias, muchas veces reproducido y restau­ Ayuntamiento de la ciudad fechado en 1854, rado no hace mucho 16 (figs. 53-55).

Fig. 49.-V oladizos en cuadros del Museo del Prado (siglo Fig. ’)(>.-()tro voladizo en pintura de Fernando Yañes. XV español).

1 1 1 12 Fig. 53.-El «portalón » o parador de las diligencias de Vitoria, antes de la restauración.

Fig. 54-—"Zaguán del mismo edificio, antes de la restauración.

113 Fig. 5 5 -E l «portalón» de Vitoria.

IV

En la «villa cerrada» medieval, otro factor debe levantarlo cuanto pueda. El infanzón que hay que tener en cuenta es el de la debe dejar un espacio entre su casa y el muro relación de la casa con el muro o muralla, que que permita pasar a un caballero armado o a da forma al conjunto. La función de la mura­ otra carga. Debe ayudar a restaurar muros y lla, como se ha visto en el capítulo anterior, puertas 17. no es únicamente guerrera, sino también El «Fuero General...» recogerá algo muy económica y relacionable con sistemas de parecido. Los hidalgos no tenían obligación caminos. También puede decirse que las mu­ de ayudar a cerrar la villa, con muros, aunque rallas tienen una significación en la vida social podían hacerlo «por amor». Si tuvieran casa interna. pegada a tales muros debían contribuir por En relación con las murallas de la pobla­ razón de buena vecindad, haciendo incluso ciones grandes en el fuero de Jaca-Pamplona cubierta. Mas si no tuvieran voluntad, debían se establecen sensibles diferencias entre el dejar de «plaza» entre casa y muro un espa­ modo de asentar las casas en relación con cio en el que un guerrero a caballo pudiera tales murallas, según la clase social. El villano dar vuelta en derredor 18. que tenga vigas de su casa pegadas al muro En el fuero de Arguedas (1092), hay refe-

114 renda al muro con una distinción interesante siderar que es un estorbo o inconveniente el respecto a delitos de sangre, de suerte que tenerla. Porque aun en el momento de la los que se llevaran a cabo dentro, «de la más entrada en Navarra de las tropas castellanas susana casa ata la más yusana casa» pecharan se consideró una medida punitiva y vejatoria más (500 sueldos) que los realizados «de esta la destrucción de las murallas de las princi­ estanza aiffueras» (250 sueldos) 29. pales poblaciones del reino. Este, como otros La murallas, pues, en ciertas fechas, es hechos relacionados con el urbanismo en algo decisivo en la ordenación de la vida función de la guerra, no fue entonces nove­ social. Sólo en épocas tardías se viene a con­ dad.

V

Las grandes guerras de la Antigüedad lle­ mont. El coronel Villalba aplicó las órdenes vaban como consecuencia corriente, la de la severamente y sólo se resistió en Falces la destrucción de las ciudades de los jefes ven­ marquesa Doña Ana de Velasco. El Cardenal cidos y tanto como la construcción de ciuda­ Cisneros, con singular idea de lo cristiano, des de nueva planta era honorífico para un dijo que no había que preocuparse de la rey o caudillo victorioso el tomar y destruir injusticia de las medidas tomadas, sino de su ciudades. De aquí surge toda una actividad oportunidad 21. técnica que se estudia en tratados científica­ Los historiadores navarros antiguos, co- mente ordenados y que es la de la Poliorcé- moo el Padre Aleson, abominan de la acción tica. Esta actividad tiene expresiones menos castellana y afirman que el coronel Villalba totalitarias en tiempos posteriores: pero lo murió execrado por el pueblo navarro, atri­ que no deja de haber en ellos es memorables buyéndose su muerte a venganza divina. ¿Por destrucciones como las que se dan al tiempo qué? Por algo que, aunque sea inventado, de las invasiones germánicas del siglo V, o tiene interés para nosotros, porque se refiere después, cuando sobreviene la invasión islá­ al valor de las iglesias como fortificaciones. mica del siglo VIII, en que muchos asenta­ «Estando -dice Aleson del coronel Villalba— mientos urbanos se despoblaron, como ya va una mañana cercana al mediodía con otros en dicho. Más tarde, todavía, con motivo de la puerta, que llaman de San Martín, se vol­ guerras entre estados, y bandos dentro de un vió a mirar la torre de la iglesia de San estado, se da el desmantelamiento de plazas, Miguel 22 que era muy alta, y fuerte, y le castillos y torres, como el que ocurrió en la oyeron decir: San Miguel, San Miguel, alto desgraciada guerra de anexión de la corona estás; pero yo te abaxaré». A poco moría el de Navarra a comienzos del XVI. demoledor 23. El desmantelamiento de las plazas y casti­ Algunos pueblos pequeños, con murallas llos de Navarra, por orden del Cardenal Cis- de menor importancia se salvaron de la or­ neros, ha sido narrado varias veces, con crite­ den: «No se passó a dexar yermas todas las rios distintos. A base de buena documenta­ tierras de Navarra y solo para pastos como se ción están escritas las páginas de P. Boisso- havía tratado, llevando todos los pobladores a nade, gran admirador de la energía cardenali­ la Andalucía, y a otras partes remotas. Cosa, cia en lo de destruir 20. que jamás hicieron los bárbaros más inhuma­ Dice que fueron arrasados los muros de nos» 24. Tudela, Tafalla y Olite, y que los castillos de La parte más afectada por la barbarie mi­ Lerín, Lumbier y Mendigorría experimenta­ litar fue la baja de la ribera del Ebro y las del ron la misma suerte, a pesar de las reclama­ Arga, Aragón y Ega. Esto explica que torres y ciones del condestable Don Luis de Beau- castilletes de la zona media y de la Montaña

115 se hayan salvado con cierta abundancia. Sin recintos amurallados como el de Pamplona duda, no se consideraron muy peligrosos. cobran una gran significación y son atendidos Más por otra parte, hay que recordar que la y modificados progresivamente, en vistas a acción del coronel Villalba durante la regen­ otra clase de enfrentamientos 26. cia de Cisneros fue «completada» en años También vale la pena de recordar que aun posteriores, tras la batalla de Noain y los en pleno siglo XIX, en la guerra de la Inde­ ajustes entre Carlos V y Francisco I: sólo las pendencia y las dos civiles, algunas villas que fortalezas de Pamplona, Lumbier y Puente la conservaban sus murallas volvieron a tener Reina y el castillo de Estella quedaban libres significado bélico y que sólo después de 1876 de una decisión expresada en real cédula del la muralla empieza a ser generalmente ras­ 22 de noviembre de 152 1 25. gada, para dar más comodidad a las casas Es interesante advertir, sin embargo, que particulares, de suerte que los recintos que­ cuando se establece la unidad por la corona, dan muy desfigurados 27.

VI

Más antiguo que este interpretar en be­ nificación especial. Entre las biografías atri­ neficio de los particulares la muralla y sus buidas a Lampridio, hay una en la que parece aledaños es el hecho de que se constituyan corresponder a «patio». «Strauit et saxis la- espacios más amplios dentro del trazado ur­ cedaemoniis porphyreticis plateas in pala- bano anterior o reajustándolo, en forma de do...» 33. Patios grandes sin duda como los plazas: un elemento que da razón de algunos peristilos y espacios mayores de las «villae» pueblos navarros como tales, pero que en las descritos por los arquitectos o encontrados villas cerradas se incorpora de modos pareci­ aquí y allá 34. dos a como pasa en otras partes, en que la Ausonio y San Paulino de Ñola usan la casuística es variada. palabra también, varias veces 35. Y así nos Toca ahora tratar de un tema de gran vamos acercando en el tiempo a la época de importancia en la historia de la arquitectura la fragmentación del latín en lenguas que urbana y del urbanismo en general. Para de­ cuentan con descendientes de la palabra, no sarrollarlo será útil empezar haciendo un solo las románicas sino otras que no lo son. poco de historia de la palabra, que, en griego, tiene antecedentes en otras que expresan an­ El salto de la Latinidad a la Baja Latinidad chura, amplitud, y que en latín halla su ante­ y de ella a las lenguas romanas es, al parecer, tan grande como el que hay que dar para cesora clara en «platea». llegar del foro romano a la plaza de fines de «Platea», como calle ancha o ámbito ur­ la Edad Media, o renacentista. Siglos de rura- bano desahogado, se usa ya en latín clásico. lización, siglos de creación de núcleos urba­ Por otra parte en griego, el femenino de nos en recintos estrechos y defensivos. De «platús», es decir, «platéa», también está todas formas el vocablo se usa y su uso documentado para designar algo parecido. expresa, referido a núcleos urbanos, algo Así en la vida de Dion escrita por Plutarco, particular. Pero todavía queda por decir algo hablando de Siracusa28. «Platea» se docu­ desde el punto de vista filológico. Don Vi­ menta en autores como Terencio29. Más cente García de Diego considera que la pala­ tarde en César 30 y sus seguidores 31 y, en bra «plaza» viene de «platea», pero advierte: generación posterior, en Horacio 32. «castellano del francés place o de los dialec­ Habrá que observar, luego, que en la tos». Recuerda el portugués «praga» y el «Historia Augusta» la palabra tiene una sig­ catalán «plassa» 36. Es curioso que se de-

116 fienda este origen, porque puede dar alguna 1.°) Hace distinción entre la plaza interior pista en relación con la historia de las urbani­ y la exterior. zaciones y el desenvolvimiento de las plazas 2.°) Da más antigüedad a la exterior. precisamente. 3.°) La considera lugar de tratos y contra­ En la Edad Media navarra nos encontra­ tos. remos que en núcleos urbanos fundados de 4.°) Subraya la significación pública y ju ­ modo conocido hay espacios que se llaman rídica en la vida de la ciudad ante todo. plazas en la convergencia de algunas calles y Ya veremos cómo los datos referentes a delante de algunas iglesias. Estos espacios se núcleos urbanos navarros apoyan la idea de consagran al comercio como ocurre en Este- que el espacio exterior tenido por plaza es de lia, población de origen plurinuclear como se uso más antiguo que el de un espacio interior verá 37. Tardíamente un espacio grande, en­ aparejado para tal efecto 42. tre núcleos, se puede urbanizar como «plaza Pero de todas formas, a fines de la Edad planificada» o plaza mayor, como ocurre en Media la idea de la plaza pública era familiar, Pamplona 38. mientras que siglos antes el vocablo tiene un En casos, también tardíos, la plaza o pla­ significado que en castellano se ha perdido, zas se hallan previstas en la planificación, pero que se conserva en francés y que da como ocurre en Viana 39. En los pueblos su lugar a otras como, por ejemplo, el de em­ desarrollo es muy variable, pero ya veremos plazamiento. cómo, cuanto más pasa el tiempo, la plaza del En Berceo «plaza», parece que es senci­ pueblo tiende a ser más un espacio público llamente lugar, como en el «Poema del de carácter laico o profano en el que el Cid» 43, es decir «place». Pero en textos ayuntamiento es el edificio fundamental. poéticos posteriores ya vemos que el signifi­ cado de espacio público y comercial está cla­ Aparte se han de considerar las plazas ramente expresado. Usa la palabra el Arci­ exteriores en donde se celebraban las grandes preste de Hita, en el sentido de lugar de ferias del año, o las de algunas pocas villas expansión, cuando dice: que pueden considerarse villas-mercado, «Ay Dios! ¡Cuán fermosa viene doñ’ como Urroz 40. Endrina por la placa!» 44. A este respecto será curioso recordar un También en el mercado: texto de un famoso lexicógrafo de comienzos «el buen callar çien sueldos bien val en del XVII. Covarrubias, que da la etimología toda plaça» 45. exacta de la palabra «plaza», indica, además, Hoy es usual en el vocabulario del Co­ todo lo que sigue: «Del nombre latino «pla­ mercio 46. tea», lugar ancho y espacioso del poblado, Las investigaciones respecto a la plaza y lugar público donde se venden los manteni­ espacio públicos en la Edad Media occidental mientos y se tiene el trato común de los se han enriquecido modernamente, gracias a vezinos y comarcanos. Antiguamente, a las dos coloquios celebrados en la «Casa de Ve­ entradas de las ciudades avia plaças, donde lázquez» en Madrid. El primero dio como concurrían los forasteros a sus negocios y resultado la publicación de un libro47. El tratos, sin darles lugar a que pudiesen entrar segundo, celebrado los días 8 y 9 de mayo de a dar buelta al lugar, por los inconvenientes 1979, fue también de denso contenido. En que se podían seguir; y asi en aquellas plaças, una de las comunicaciones el Profesor J. avia casas de posadas y mesones en que se Gaultier-Dalché, de Niza, señalaba cómo el albergavan. Los jueces tenían sus tribunales desarrollo de las grandes plazas castellanas en las puertas de la ciudad, do estavan estas tiene un ritmo creciente en el siglo XIV, a plaças para hazerles justicia, y de allí quedó causa de un robustecimiento de ciertas es­ llamar plaças los oficios de oydores y minis­ tructuras municipales 48. tros de justicia, y emplacar, que era llamarlos Por otro lado en las «bastides» francesas al tribunal de la placa» 41. medievales planificadas con arreglo a amplios Dejemos a un lado la última parte. El criterios geométricos (a veces el continente texto es interesante por todo lo que sigue: supera en mucho al contenido que se les da),

117 aparecen plazas amplias en los siglos XIII y «plaza» de Florencia por sus enemigos en XIV, que se remodelan mucho después, con 1479 66 pórticos, etc. 49. Otra tradición será la que se observa en núcleos urbanos muy viejos, Hay un cierto paralelismo, como siempre, como Toledo, en donde hay plazas y merca­ entre lo que en una escala pasa en los reinos dos que se remodelan y restructuran en larga de la península y lo que ocurre en los estados historia, desde la época de la reconquista italianos medievales y del Renacimiento. cristiana al siglo XVI 50. Son pues, múltiples, Las plazas públicas son también los luga­ las formas y funciones de las plazas y claro es res donde se hacen públicos los delitos. El que se hallan en relación estrecha con la año 1491 las leyes y pragmáticas dictadas por importancia del núcleo urbano y su origen. los Reyes Católicos en Sevilla, disponían que De todas formas, esta especialización ha po­ el que revolviera el trigo o harina con sus­ dido dejar huellas hasta nuestros días 51 tancias nocivas fuese multado: pero si no tenía con que pagar fuese preso «y si dentro Veamos algunos ejemplos antiguos, en de tercero día no pagase la dicha pena se le que se hace referencia a la especialización. diesen cien acotes, publicamente, por las Las crónicas del siglo XV son pródigas en placas, y mercados acostumbrados de la ciudad, referencias a plazas. En algunos textos es fácil villa o lugar do lo tal aconteciese» 67. Alonso encontrarlas merced a los índices que les han de Santa Cruz de quien se toma el texto, da puesto sus editores. Esto ocurre, por ejem­ noticia de otras disposiciones semejantes. La plo, con la «Crónica del halconero de Juan orden de expulsión de los judíos en forma de II», Pedro Carrillo de Huete, editado por mi carta, se mandó que fuera «apregonada por maestro Don Juan de Mata Carriazo y con la las placas y mercados y lugares acostumbrados refundición de la misma de Don Lope Ba­ de la dicha ciudad 68 e de las principales rrientos. Hallaremos allí52, referencia a la ciudades y villas y lugares de su arcobispado, «plaza de las carnicerías» en Burgos, donde por pregonero, ante escribano público» 69 fue degollado Sancho Fernández en 1430 53; a Más tarde, en 1502, en otras pragmáticas, se la «plaza de la Picota» en Cuenca 54 a la «plaza prohibía publicar libros sin licencia, so pena del Alcázar» de Madrid, teatro de unas juntas en 143 3 55; la «plaza mayor» de Me­ de perdimiento y de que tales libros «fuesen dina del Campo, llamada de «San Antolín», quemados públicamente en la placea de la ciu­ por oposición a plazuelas como la de «San dad, villa o lugar adonde los ubiesen vendido Juan» 56. Otra ««plaza de San Antolín» en o hecho imprimir 70. Al morir Isabel la Cató­ Palencia, donde se pone una carta de empla­ lica se hizo un gran cadalso en la plaza de zamientos en 1430 57. He aquí, ahora, la Medina del Campo71. «plaza de la Feria» de Sevilla, donde estaban Hay ciudades en que la vida de la plaza o las triperas en 1435 58, año de grandes llu­ plazas se conoce más, por razón de su im­ vias. La del «Zocodover», antiguo mercado portancia económica y puede decirse que, a árabe de bestias toledano 59. Por fin, la «Ma­ medida que aumenta la contratación y hay yor» de Valladolid 60, teatro de grandes fies­ mayor variedad de negocios, aumentan las tas en 1428. Con relación a hechos de 1453 plazas. se hace mención de la «plaza del obispo» de Burgos en el «Memorial de diversas hazañas» De Toledo dirá Pedro de Medina que de Mosén Diego de Valera61 y en la misma tiene diecisiete plazas, bien proveídas de obra se indica cómo Don Alvaro de Luna fue «todos mantenimientos y cosas a la vida hu­ degollado en la plaza de Valladolid 62. Gran­ mana necesarias» 72. Pero de Salamanca indi­ des alborotos, grandes acontecimientos son cará que tiene una plaza muy grande, «acon­ los que tienen por escenario las plazas. Así en tece en ella lidiar toros y jugar cañas junta­ Toledo en 14 7 8 63. También desposorios mente, sin impedir el lugar del trato donde reales, como en Trujillo en 1475 64. Los no­ compran y venden, ni a otra cosa alguna» 73. bles tenían como teatro de sus rencillas plazas Al hablar de las ferias de Medina del Campo como la de Valladolid, como en el caso del también señalará Pedro de Medina el movi­ debate de Don Fabrique y Ramir Núñez de miento en tratos y mercaderías en casas, ca­ Guzmán, el año de 148 1 65. No sólo en lles y plazas74. En Valladolid señalará la España. Julián de Médicis es muerto en la existencia de «una plaza grande y hermosa,

118 que se llama la plaza mayor, en medio de la que perder de vista nunca que, antes de que cual están todos los edificios y mercaderes, se constituyeran las grandes plazas renacen­ en mucho número, en cuyo circuito de esta tistas, barrocas o neoclásicas pensadas por un plaza se hallan más de quinientas puertas y maestro como algo total en sí 80, el concepto dos mil ventanas» 75 En otros ámbitos la de plaza primero exterior, luego interior, se plaza es distinta. En Bilbao en la plaza hay un halla en relación con privilegios y concesio­ muelle donde se cargan y descargan las mer­ nes de ferias y mercados. caderías 76 Granada tiene una plaza también Las transformaciones de la sociedad desde famosa, la de Bibarrambla 77. La especialidad el momento en que se da la tendencia a la urbana repercute en el concepto de plaza. «urbanización» 81 hasta que la ciudad o villa medieval llega a sentirse menos plaza fuerte o Si la «plaza» pasa de España a América, fortaleza y más mercado o centro de contra­ los aconteceres de la plaza también. En 1513 tación comercial e industrial, nos quedan re­ las ordenanzas para el tratamiento de los flejadas todavía en los núcleos actuales, pese indios se mandó que «fuesen pregonados por a ensanches, despanzurramientos y destruc­ las plaças, y mercados y otros lugares acos­ ciones, a veces lamentables. Pero en nuestra tumbrados de la dicha isla Española, por ante encuesta nos encontramos, también, con los escribano y testigo» 78. muchos testimonios de la organización nobi­ Desde el punto de vista formal, y material liaria, más o menos fuerte, expresada en una tenemos que hacer muchas distinciones entre serie densa de construcciones no sólo rurales, plaza y plaza. Las formas que podríamos con­ pero sí diseminadas por el campo de modo siderar más pobres, son las de las plazas preferente, y que algunas veces son todavía constituidas por casas de materiales no muy propiedad de linajes antiguos en el país, aun­ sólidos, tales como entramados, con porches que con frecuencia también han dejado de de madera, de las que hay algún ejemplo en ser habitadas por ellos, y en todo caso no Navarra, como el de Urroz-Villa 79, y que se tienen ya la significación que tuvieron cuando repiten por muchas partes de la península. se construyeron y siglos después. Estas son las torres y castillos de los que Encontraremos también plazas con ele­ hay que tratar en los dos capítulos que si­ mentos góticos en casos de construcción mu­ guen, atendiendo, como siempre, a sus fun­ cho más sólida y con planificación más fuerte ciones de un lado y a su estructura material desde el punto de vista formal. Pero no hay de otro.

APENDICE AL CAPITULO VII

El uso de voladizos (más que de balcones) dica que en su época, es decir, bastante está acreditado por varios textos de la época tiempo antes del incendio aludido, de un lado imperial, en relación con los barrios popula­ al otro de una calle los vecinos se podían dar res de Roma. Herodiano, al describir el in­ la mano desde las ventanas84. Y después, cendio de parte de la ciudad el año 238, de Ammiano Marcelino, dice que esta forma de J.C., se refiere a los de madera, a la proxi­ avanzar sobre la vía pública, prohibida en midad de unos edificios en relación con Roma por leyes antiguas, fue combatida por otros y a las casas que en gran parte (por lo Pretextato, prefecto de la ciudad, que se dis­ menos en un tramo) eran también de made­ tinguió por su administración excelente85 ra 82. Los voladizos, se llamaban «maenia- hacia el año 368 de J.C. Se ve, sin embargo, na» en latín o «moeniana» 83. Marcial in­ que el uso no se extinguió.

119 Porque hay una ley en el código de Teo- la arquitectura romana, estaba hasta cierto dosio en que se permiten, con tal de que a punto desenfocada por las descripciones de los lados se dejaran espacios libres de diez y villas suntuosas y también por los modelos de de quince pies 86. Desde el punto de vista Pompeya y Herculano. Porque en Roma, ya arqueológico los voladizos se documentaron antes de la época imperial, existían altas casas primero, a la vista de ciertas casas de Pom- de vecindad («insulae») con pisos o departa­ peya, como la de la llamada «Vía del Balco- mentos («caenacula») elevadas con arreglo a ne» 87. principios distintos y muy parecidos a lo que Pero sabemos que antes ya se hacían en el determina la miserable «ley del suelo» que Mediterráneo oriental, en distintas ciudades, hoy nos es tan familiar. y el problema urbano de restringir a expensas El desenvolvimiento en altura, que luego del interés individual los vuelos que podían se da muy particularmente en la «ciudad gó­ entorpecer la circulación por calles y callejas tica», se dió en la «ciudad antigua», no de personas y bestias (de vehículos también sierído el de Roma el único caso, puesto que en algunos casos), tiene antecedentes muy otras ciudades portuarias, mediterráneas, fue­ viejos en el Mediterráneo clásico. ron también famosas por la altura de sus En Atenas, Hippias impuso una contribu­ edificios. Por ejemplo, Tyro en la misma ción a los propietarios que tenían casas con época romana 90. un piso que sobresalía sobre otro más bajo 88. es decir que en el siglo VI a. de J.C. ya se Mas, por múltiples razones, los problemas daba esta forma de construcción, que luego urbanísticos de la Roma de las «insulae» nos ha durado, como es notorio, hasta nuestros son mejor conocidas que otros. Y por su días en muchos pueblos del mundo helénico. estudio se llega, también, a la consecuencia de que el aprovechamiento en altura pro­ En realidad a lo largo de toda la costa del duce: Mediterráneo de Este a Oeste, y tanto por Africa como por Europa, el uso de los voladi­ 1.°) Empleo de materiales más ligeros, zos ha prevalecido en la edificación urbana como madera, ladrillo, barro. hasta nuestros días, aunque tomando caracte­ 2.°) Ahorro de dinero en las construccio­ res distintos, según épocas, estilos y materia­ nes aunque haya algunas lujosas. les. Las casas de las calles de Bagdad tenían 3.°) Incomodidades y dificultades en ser­ en los siglos IX y X saledizos y miradores vicios de agua, calefacción, atarjeas, etc. que impedían incluso el paso de burros tor­ 4.°) Peligros constantes, por incendio. pes. Estos voladizos producían también reco­ 5.°) Ruidos y molestias causados por la vecos con mala fama y en las calles de Shiraz aglomeración humana. hasta las personas tropezaban con ellos89. Hoy hace falta ser un erudito para poder Cualquiera que haya pasado por una ciudad tener idea de todas estas lacras antiguas, que norteafricana o de Asia occidental ha podido la técnica moderna no ha llegado a superar. ver el significado que tienen en calles a veces estrechísimas. La visión satírica o anecdótica que se ob­ tiene a través de textos como los de Juvenal, Siempre que en un recinto urbano amu­ Marcial y otros, puede convertirse, fácil­ rallado, con una proporción bastante fija de mente, en una visión sistemática, generali­ espacios públicos, tales como templos, mer­ zada y mucho más terrible, desde el punto de cados, teatros, palacios oficiales, etc., y de vista urbanístico, que cualquier ironía de le­ espacios privados, es decir, viviendas de pro­ trado moralista. Casas de tres pisos hay ya en piedad particular, aumenta la población, re­ la Roma de los años 217-218 a. J.C. 91. Cice­ sulta forzoso que los edificios privados, las rón da la imagen de una ciudad suspendida, viviendas, aumenten también en altura y en altura, pero estrechada por las colinas y surjan edificios de más y más pisos, llegando llena de callejuelas 92. La altura de los edifi­ a todo lo que permitan los materiales dispo­ cios aumenta en la época de Augusto 93, que nibles. se ve obligado a dar ordenanzas limitándola a Los arqueólogos han puesto de relieve setenta pies: unos veinte metros 94. Poste­ cómo la idea que se tenía en otros tiempos de riormente se limita más. Nerón hizo nuevas

120 reglamentaciones tras el incendio 95. Las casas IV y que se había alzado a fines del II. altas son, sin embargo, las más comunes 96 entonces, y producen los sarcasmos de Juve- No puede pensarse que en las poblacio­ nal, que dice que Roma está hecha sobre nes más bien pequeñas de la Hispania ro­ palitroques, pues así puede traducirse el mana estos hechos se hayan dado con dema­ verso que dice: «Nos Urbem colimus tenui siada insistencia durante el Imperio. Menos tibicine fultam» 97. aún en épocas medievales de ruralización. En tiempos medievales ya se ha visto que se Miedo constante a los incendios, que lle­ tiende a reglamentar la anchura y la altura de gan al tercer piso 98, incendios que a algunos las casas hechas en las villas planificadas y les hacen temer la inversión en propiedades puede decirse que los problemas que se urbanas frente a las rústicas ". De todas ma­ plantean en la Roma antigua no se plantean neras algunons de los inmuebles más altos más que en las ciudades mayores de Navarra duraron mucho, como la «Ínsula Felicles» en en épocas relativamente recientes: por ejem­ la región nona ,0°, que existía aun en el siglo plo, en el siglo XVIII.

NOTAS

1. «Diccionario...» de 1802, I.p. 506, b. 7. La figura 47 da el esquema de dos casas unidas 2. «Diccionario de la lengua castellana...» 111 (Ma­ de Arcienaga (Alava), con dos pisos, uno voladizo, drid 1732) p. 623, a Antes Covarrubias, «Tesoro...» ed. vistos desde un cantón. Una es de un hueco, la otra de Martín de Riquer, p. 561, b. Yanguas, «Diccionario de dos. La figura 48 es el esquema de otra de Ochandiano antigüedades...» II pp. 710-712 da las medidas lineales (Vizcaya) con voladizo en un alto tan solo y dos huecos en codos de varias clases; parte de la vara: en tierras de de fachada. También de cantón. labor tiene importancia la pertica, que tenía trece pies y 8. Véase parte II, capítulo V § XI (sobre Tudela), medio o sea el doble aproximadamente de un estado. etc. 3. Véase parte segunda, capítulo III. 9- Los esquemas de la pág. 111, están tomados: el 4. «Fuero...» ed. cit. p. 215 «Fueros...» ed. cit. pp. n.° 49, 1.°, del retablo de Don Alvaro de Luna (n.° 161, b - 162, a (libro V, título XI, capítulo XIII). 2.425). 2.°, de un anónimo castellano (n.° 2.516). 3.°, Como siempre hay diferencia en la numeración del de una pintura de Yánez (n.° 2.805) y de otro cuadro título. En la edición más antigua es el X: «Si el destici- de la misma época. La fig. 50, un voladizo en pintura de 11o de la una casa caye en la otra casa de su vecino, el Fernando Yánez (1.507). seinor del desticillo deve fer á la agoa bon logar para 10. Voladizos de ladrillo del Sur el de la pág. 50. passar menos de dayno de los vezinos; e si por aventura 11. Véase «The illustrated London news», 27 de debant fica casa hobiere el aybuyllon comunan de todos febrero 1965, n.° 6552, p. 28. los vezinos por ont corren las aguas de todas las otras 12. Véase, sobre todo, la última parte de esta casas faga ir su agua, e si albuyllon, es embargado, en obra. dreito de su casa al fagalo adobar con sus dineros assi que la agua passe bien». En el índice, p. 214, b, la 13. «Exposición de Estampas de la Provincia de referencia se hace a «albullón» y en el diccionario, Alava y cuadros de rincones vitorianos celebrada en dispuesto por Baráibar de Haro «Fueros...» p. 4, en Vitoria del 28 de abril al 10 de mayo de 1946...» «albullón» se remite a «ay bullón», dándose (p. 4) (Vitoria 1947) p. 62 (n.° 246) con reproducción. como «albañal», almenara, arbellón o conducto para 14. «Exposición...» cit., p. 44 (n.° 44) y reproduc­ despedir las aguas. Yanguas y Miranda «Diccionario de ción. Sacado de «The tourist in Spain, By Thomas los fueros», p. 9 al referirse a la ley emplea la palabra Roscoe. Biscay and the Castiles. Illustrated from dra- «albellón». wings by David Roberts», (Londres 1837) entre los pp. 5. García de Diego, «Diccionario etimológico...» p. 34-35. 582 (n.° 305); Corominas, «Diccionario crítico...» I.p. 15. «Exposición...» cit., p. 44 (n.° 47), 82 a-b; Eguilaz, «Glosario etimológico...» (Granada 16. El dibujo de la figura 53 está hecho antes de la (1886) p. 102. Ejemplos «Diccionario histórico de la restauración, así como el de la fig. 54 del portalón. lengua española» I (Madrid 1933) p. 384, a. 17. «Fueros derivados de Jaca. 2 Pamplona» ed. 6. «Fueros derivados de Jaca, 2 Pamplona», ed. Lacarra, Martín Duque, pp. 363-364 (n.° 97). Lacarra, Martín Duque (Pamplona 1975) pp. 364-365 18. «Fuero...» ed. cit. p. 22 «Fueros...» ed. (n.° 99-203). cit. p. 14, b (libro I, título V, capítulo VI) Yanguas y

121 Miranda «Diccionario de los fueros» p. 38. En la edi­ 53. Halconero, p. 62 (cap. XLV) Refundición p. ción vieja es el título IV. 96 (cap. LI) Aquí «plaça» mayor de las Carnecerías». 19. J. de Yanguas y Miranda, «Diccionario de 54. Halconero, pp. 484 (cap. CCCLII) y 486 (cap. antigüedades I p. 54. Muñoz y Romero, «Colección...» CCCLIII). cit. 331. 55. «Refundición», p. 145 (Cap. LXXXIV). 20. «Histoire de la réunion de la à la 56. Halconero, pp. 397 (cap. CCCVII) 417-418 Castille» (Paris 1893) pp. 464-466. (cap. CCCXVII). 21. En la vida de Agesilao, de Plutarco, 27 se ve 57. Halconero, p. 78 (cap. LXV). cómo éste dijo algo parecido cuando Fébides se apo­ 58. Halconero, p. 190 (cap. CLXXVIII). deró de Cadmea en plena paz. La acción útil para 59. Halconero, p. III, (Cap. C): calle aquí Esparta lo justificaba todo. En contraste hay otras má­ «Refundición...» pp. 124-125 (cap. LXVII): «plaça de ximas y conductas de los considerados «justos» por Çocodoue». antonomasia, como Arístides (34 en la vida escrita por 60. Halconero, pp. 20 (cap. III) 25 (cap. VI) el mismo Plutarco). «Refundición» pp. 59 (cap. XXVIII) 63 (cap. XXIX). 22. De Estella 61. Ed. de J. de M. Carriazo (Madrid 1941) p. 23. «Annales del reyno de Navarra» V, p. 328 b 332. (libro XXXV, capítulo XX, § III, n.° 10). Otra versión 62. Op. cit. p. 337 Compárese con «Crónicas de es la de que murió envenenado. Don Alvaro de Luna» ed. del mismo (Madrid 1940), p. 24. Alesón, p. cit. V, p. 327, b (libro XXXV, 434. capítulo XX, § III, n.° 9). 63. Fernando del Pulgar «Crónica de los Reyes 25. Aleson, p. cit. V. pp. 390, b - 391, a (libro Católicos» ed, J. de M. Carriazo (Madrid 1943), p. 343 XXXVI, capítulo IV, § V, n.° 17-18). (cap. XCVIII). Conquista de Toro, entrada en la plaza 26. Véase el capítulo II., de la parte II. en 1477, I. p. 284 (cap. LXXXII). 27. Véase el capítulo II, de la parte II. 64. Pulgar, op. cit. ed. cit. I. p. 221 (cap. XXX- 28. 46, 2. VII). 29. «Andr.» IV, 5, I. 65. Pulgar, op. cit. I. p. 441-443 (cap. CXXI). 30. «B.c.» I, 27. 66. Pulgar, op. cit. I. pp. 413-414 (cap. CXIV). 31. «B. alex» 2, al final. 67. Alonso de Santa Cruz «Crónica de los Reyes 32. «Epod.». II, 2, 71. Católicos» ed. de J. de M. Carriazo. I. (Sevilla, 1951) p. 33. «Scriptores Historiae Augustae» Lampridio, 50 (cap. V). «Heliogabalus», 24, 6. 68. Toledo. 34. Vitruvio, «De arch.» VI, III, 7. 69. Santa Cruz, op. cit. I. p. 59 (cap. VI). En la p. 35. Ver también San Isidoro, «Etym». XV, 2, 23. 72 (cap. X) mención de la «Plaça del Rey» de Barce­ lona. 36. «Diccionario etimológico...» p. 910, b (n.° 70. Santa Cruz, op. cit. I. p. 289 (cap. LXVIII). 5100). 71. Santa Cruz, op. cit. I. p. 306 (cap. LXXIV). 37. Capítulo III, de la parte II. 72. «Libro de grandezas y cosas memorables de 38. Capítulo II, de la parte II. España» ed. A. González Palencia (Madrid, 1944) p. 39. Capítulo III, de la parte II. 120, b (cap. LXXIX). 40. Capítulo V de la parte V, § 2, XV, 2, 23. 73. Medina, op. cit. p. 132 b (cap. XC). 41. «Tesoro...» ed. M. de Riquer, p. 873 a (fol. 74. Medina, op. cit. p. 133, b (cap. XC). 590 r). 75. Medina, op. cit. 134, b (cap. XCI). 42. Véase capítulo II de la parte II, etc. 76. Medina, op. cit. p. 173, b (cap. CXXIV). 43. «Milagros de Nuestra Señora» estrofa 112, c, 77. Medina, op. cit. p. 191, b (cap. CXL). ed. Solalinde, p. 29. Bernard Vincent y Joaquín Bosque Maurel hi­ 44. Estrofa 653, a : ed. Julio Cejador, I, p. 232. cieron el 8 de mayo de 1979 una comunicación sobre También estrofa 656, a, p. 233. «Les centres de sociabilité à Grenade» y el mismo día 45. Estrofa 569, d: ed. cit. I.P. 207. se leyó a trozos un concienzudo trabajo de los señores 46. De aquí el título de alguna obra básica, como Florencio Zoido Naranjo, Antonio Collantes de Terán, la «Plaza universal de todas ciencias y artes» de Cristó­ Lino Alvarez Reguillo, «Plazas, plaza mayor y espacios bal Suárez de Figueroa, que se publicó en 1615, aunque de sociabilidad en Sevilla». sea recuerdo de la «Piazza universale» de T. Garzoni. 78. Santa Cruz, op. cit. II. p. 291 (cap. LXI). 47. «Forum et Plaza Mayor dans le monde his­ Sobre América en el último coloquio de los panique», París, 1978. citados trató Francisco Solano «La plaza mayor en His- 48. «La place et les structures municipales en pano-América» con intervención del Profesor Erwin Vieille-Castille» pp. 8-9 del texto mecanografiado. Palm, de Heildelberg. 49. Comunicación verbal del Profesor Charles Hi- 79. Véase parte V, capítulo V. gounet de Burdeos, gran especialista en el tema. 80. En Vitoria una famosísima, en Bilbao otra, en 50. Comunicación de Jean Pierre Molénat, «Pla­ San Sebastián dos. De época tardía todas: el más re­ ces et marchés de Tolede au Moyen Age (XIIe - XVIe ciente el de la Plaza de Guipúzcoa de la última ciudad. siècle)». (Véanse en el libro de Carlos Sambricio, «Sil­ 51. Así, en Madrid, son familiares nombres como vestre Pérez, Arquitecto de la Ilustración» (San Sebas­ «Plaza de la Cebada», «Plaza de los Carros», Plaza de la tián, 1975) R. 109, fig- 109 el proyecto para la «Plaza Paja...» Compárese con «Zocodover» = mercado de las Nueva» de Bilbao, 1819, de aquel arquitecto (1767- bestias. 1825) que no es el último que hace proyectos de esta 52. Indice en la refundición (Madrid 1946) pp. suerte, pero sí uno de los últimos en llevarlos a cabo 293, a-b. del modo más sistemático.

122 81. Capítulo V de la parte I. 90. Véase la nota 94. 82. VII, 12, 5-6. 91. Tito Livio XXI, 62, 3. Un buey sube a un tercer 83. Uso en el foro: Vitruvio, V. 1, 2. Festa, s.v. piso. pp. 120-121 ed. Lindsay. San Isidoro, «Etym XV, 92. «De leg. agr.» II (35), 96. 3, 11. 93. Vitruvio, II, 7, 17. 84. I, 86, 1-2. 94. Son muchos los textos que se aducen respecto 85. XXVII, 9, 10 Las leyes tenían que remontarse a esta reglamentación: Estrabón, V, 3, 7 (235) suminis­ bastante. Los textos cronológicamente escalonados, van tra una información importante sobre problemas urba­ de Cicerón, «Acad» II, 22, 70 (proyección de sotnbras). nísticos, que amplía en XVI, 2, 23 (757), al decir que Valerio Máximo, IX, 12, 7. Suetonio «Calígula», 18. las casas de Tyro eran aun más altas que las de Roma. 86. VIII, 10, 11. Además «Cod. Iust.» VIII, 2, 95. Tácito, «Ann.», XV, 43. 20, 10, 11; XLIII, 8, 2, 6; L, 16, 242, I. 96. Marcial, I, 117, 7. 87. Véase ya en TH. H. Dyer, «Pompeia-Its 97. «Sat.», III, 193. History, buildings, and antiquities» (Londres, 1875) pp. 98. «Sat.», III, 199. 473-474. 99. Aulo Gelio, XV, 1, 1-7. 88. Aristóteles, «Oeconom» II, 5. 100. Tertuliano, «Ad. Valent.», 7. L. Homo, «Le- 89- A. Mez, «El Renacimiento del Islam», traduc­ xique de topographie romaine» (Paris, 1900) p. 477: el ción de Salvador Vila (Madrid-Granada, 1936) pp. 461- catálogo es de la época de Constantino. 462.

123

CAPITULO VIII LA TORRE: FUERZA Y LINAJE

1) Disgresión sobre Arquitectura. 2) «Turres et castella». 3) Legislación navarra sobre torres. 4) El linaje y su significado. 5) Blasones. 6) Las primeras familias. 7) Las familias heráldicas.

Cuando comienza uno a estudiar ciertas Podemos, así, aceptar que, según los ca­ cuestiones de arquitectura puede ser conve­ sos, el arquitecto ha obedecido a una gran niente recordar un texto de Nietzsche que se voluntad, a poderes inmensos, a orgullo y halla en «El crepúsculo de los ídolos», en el elocuencia propagandísticas. Podemos pen­ capítulo titulado «Divagaciones inactuales»,§ sar, para justificar que todo esto es verdad, 11 y que dice así, desmembrado en concep­ en una pirámide, un templo griego, un anfi­ tos: 1) «El arquitecto no representa ni un teatro romano, unas termas, una catedral gó­ estado apolíneo, ni un estado dionisiaco; 2) tica, un castillo feudal o un palacio renacen­ en él es la embriaguez de la gran voluntad tista o barroco. Grandes estilos, grandes po­ que tiene el anhelo del Arte, el gran acto de testades. voluntad, la voluntad que desplaza las mon­ tañas; 3) los arquitectos fueron siempre inspi­ Pero ¿el poder va siempre unido a una rados por los hombres más poderosos; 4) el voluntad nietzscheana, llena de belleza vital?. arquitecto ha estado constantemente bajo la ;No puede estar en hombres sórdidos, en sugestión del poder; 5) en el edificio son compañías miserables en sus intenciones, que hechos visibles el orgullo, el triunfo sobre la también «desdeñan agradar» que «no sienten pesadez, la voluntad de poder; 6) la arquitec­ testigos a su alrededor» que «no se curan de tura es una especie de elocuencia del poder, objeciones», rasgos que Nietzsche mismo da por medio de las formas, ora despótica, ora al poder creador del gran estilo?. Poético, convincente y acariciadora; 7) el sentimiento demasiado poético lo que dice el filósofo más elevado del poder y de seguridad en­ solitario. Nosotros somos, hoy, testigos de lo cuentra su expresión en el gran estilo...» 1. que han hecho en nuestros días arquitectos He numerado el conjunto de afirmaciones inspirados por los poderosos del momento: que constituyen el texto para poderlas discu­ ministros, industriales, capitalistas. Formas tir con método. Nietzsche era un gran poeta despóticas del poder han dado nacimiento a y un gran filósofo. Su idea del «poder» mag- infames conjuntos urbanos, a asquerosos nificadora. complejos industriales, a lugares de turismo

127 que aterran. Aquí el poder ha procurado expresarse, lo mismo en la arquitectura de los alcanzar la meta que otro gran filósofo creía castros, en una pobre organización gentilicia que se podía alcanzar: la de dominar a la como la de los antiguos cántabros, que en las Naturaleza. ¡Qué pretensión más horrible, «turres et castella» que encontraron los ro­ enunciada de este modo!. Sin embargo, está manos en otras partes de la península, con en la línea de la aplicación de la «voluntad organización social y constitución política que desplaza las montañas». distinta. El poder matiza, luego, la arquitec­ Pero el poder ahí está como substrato en tura medieval y ésta refleja desde sistemas casi toda forma fuerte de Arquitectura, en señoriales muy elementales a regímenes en toda urbanización planificada u organizada que apunta el feudalismo en formas claras. desde arriba. El poder tiene sus expresiones Nada se diga de los grandes poderes no varias, según las sociedades: pero no deja de discutibles en teoría: el real y el eclesiástico.

II

En Navarra, desde un momento bastante los lusitanos. Estas torres estaban cubiertas remoto, tenemos noticia no sólo de grandes por un aparejo hecho de mortero. Es decir, edificios reales que simbolizan aquel poder que eran de materia mineral en gran parte. nietzscheano, en formas poéticas, románticas En un pasaje conocido Estrabón comenta (pensemos en el castillo de Olite), sino tam­ la obra en que Polibio decía que Tiberio bién expresivos de poderes más limitados: Graco había sometido trescientas ciudades de pero no por eso menos significativos en la los celtíberos y dice que Posidonio sonreiría vida cotidiana de generaciones y generacio­ respecto a esta calificación, no se trataba más nes. Viejas torres que en vasco se llaman que de simples torres 5: los «pyrgoi». Pero «dorreak», viejos castillos que reciben el estas torres defensivas se unían a otro tipo de nombre de «gaztelu»: La noción latina de las actividad al parecer. Hay que pensar, en «turres et castella», como habitáculos comu­ efecto, que incluso en época anterior a la nes la hereda la Edad Media. romana y durante ésta, había en los campos Recordemos ahora algunos textos que nos de distintas partes de la península construc­ hablan de viejas torres de protección. ciones que participaban del carácter de forti­ ficación guerrera y de establecimiento agrí­ Tito Livio en un pasaje conocido dice que cola y ganadero. La inscripción respecto a en Hispania ya en la época del comienzo de que los siervos hastenses habitaran la lla­ la acción romana había muchas torres puestas mada «Turris Lascutana» 6 es la más antigua en altos, mediante las cuales se vigilaba a toda de las romanas: 189 a. de J.C. 1. clase de ladrones, sobre todo piratas en las Junto a las de las torres hay menciones costas 2. En una torre de éstas murió dego­ frecuentes de castros y castillos. En relación llado Cn. Scipión el año 211, en «Ilurci», con sucesos del año 206 a de J.C. se habla de Lorca 3. Es decir, que la «torre» es una cons­ un campamento precipitadamente construido trucción conocida por los iberos. por los cartagineses8. En 195, en relación Con relación a época posterior se con­ con los ilergetas, se alude a sus «castella» 9 y, firma esto. En el libro «De bello Hispa- con respecto a los bergistanos 10, a sus «cas­ niensi» se dice que en España era costumbre tra». El «Vergium castrum» será mencionado de los indígenas colocar en cerros y montes el mismo año 11. Y, al comenzar la conquista torres que servían para defenderse de incur­ de la meseta el año 181, volverán a aparecer siones de los «bárbaros». En Andalucía, de los de los celtíberos 12.

128 Más tarde los de los cántabros y astures 13 hecho en tierra de los vascones meridionales. en textos que dan a entender que se hallaban Es evidente también que la tradición ibé­ en alturas, de donde los romanos les hicieron rica no se perdió en la época romana en que bajar, para quitarles precisamente una fuerza las torres campestres se hubieron de multi­ básica 14. plicar 16. Aparecen, así, en el momento de las Se puede pensar que algunas de estas invasiones germánicas como reducto de la torres en altura con complemento agrícola población indígena, sobre todo en los cam­ ganadero dieron lugar a núcleos de población pos 17. mayor, que propiamente ya se podían consi­ Más tarde vemos aparecer un territorio derar urbanos. en el Norte de España que se llama el territo­ Las ciudades hispánicas, en gran parte, se rio de los castillos por antonomasia: «Caste- hallaban colocadas en alturas, según el autor 11a» 18. Y en Navarra vemos que allá por los «De bello Hispaniensi» 15, lo cual planteaba siglos XI y XII la monarquía se organiza en con frecuencia el problema del agua. No sólo función de la existencia de un numeroso pa­ se ha de pensar que esto ocurría en el Sur, drón de castillos reales, de los que todavía sino también se daba en la zona ibérica y de queda algún resto 19.

III

Pero la torre sigue desempeñando luego Con respecto a torres propiamente dichas un papel decisivo en la Baja Edad Media y las (el «Fuero General» dice «tor») se estableció que hoy nos son conocidas provienen, en casi en un tiempo, que debe corresponder a fecha todos sus elementos visibles, de aquella fase muy vieja, que «ninguna tor non deve ser histórica en que Navarra se vio envuelta en mas alta de quanto un hombre puede alcanzar grandes luchas de bandos y linajes, que, jus­ en alto con lanza de cavadlo, assentandose el tamente, expresaban su poder en la posesión hombre sobre el cavadlo arecho, e el cavadlo de tal clase de edificios, que aparecen, como que sea enseillado, e si mas alto fuere, de en otras partes, envueltos en leyendas y con­ tanto, sin mandamiento del Rey, o del Señor sejas. De ellas luego se dirá algo. Ahora de la villa, farán baxar tanto quanto dicho es estudiemos documentos más fidedignos. de suso, e si con mandamiento de Rey o de Seiñor de la villa ficiese, faga quanto mexor A un momento determinado bastante tar­ pueda, e mas fuert» 22. dío, corresponde las leyes del «Fuero Gene­ ral» sobre fortalezas. En una se establece que Esta altura que se da también en ciertos en villa realenga no se construirán si no es fueros fundacionales a construcciones de con «sabiduría», o con amor del Rey». Tam­ nueva planta23 fue superada en mucho al bién que en villa cerrada el vecino no podrá construirse la mayoría de las torres que hoy levantar casa ni fortaleza con muros, o barba- conocemos como tales. zanas, o con palenc sin permiso del señor de La existencia de palomares en construc­ la villa20. Esta ley fue objeto de algunas ciones más altas que las villanas, como signo restricciones y aclaraciones21. En ella hay de nobleza, da ciertos caracteres a la torre, que advertir que se acepta la aparición de como ocurre en Francia, aun cuando los es­ varias torres en un mismo ámbito urbano y tilos sean distintos. El concepto de «pigeon- que podían tener una valla, que implicaba la nier», con un matiz nobiliario, puede decirse existencia de un recinto a modo de patio, que existe en la Navarra medieval, aunque no cosa de la que conservan vestigios o más que se desarrolle luego como en la Francia del vestigios, algunas torres y casas fortificadas XVI y del XVII, para dar lugar a un tipo aún existentes. pequeño de «cháteau» suntuario, estilo Va-

129 lois o Luis XIII. Así vemos que en el «Fuero vantar por su parte edificios almenados y con General» con relación a estos «palombares» troneras («hedifícamenz en que aya baleste- se establece que las paredes se alzarán a cinco res o denteylz») y el fuero de Pamplona, codos sobre tierra y que por la parte de generalizando en verdad, establecía que no arriba no tendrán más de dos codos de espe­ los podrían hacer contra la voluntad del que sor, y que no «ayan arquias de piedra, ni tuviera el señorío de la villa y castillo anterior muros de suso, e sean en alto atta treinta y que éste podría destruir lo que se alzase cobdos» 24. Ya comentaremos este texto a la contra su voluntad, salvo en casos de que el vista de ejemplares muy característicos de la nuevo constructor demostrara que el por don zona media. u otra conveniencia establecida en tiempo de los antecesores le había dado facultad 27. Esto Pero desde un punto de vista general es se repetirá, poco más o menos, en el «Fuero conveniente recordemos que los viejos trata­ General» 28 como va dicho. distas de agricultura romanos ya hablan de sitios altos, torres y torrecillas, en donde las Torres, almenas, troneras y lugares para palomas solían anidar, distinguiendo dos cla­ aparejar ballestas, barbacanas y palenques son ses de ellas; «agrestes máxime sequantur tu­ otros tantos elementos defensivos u ofensi­ rres» 25. Los latinos de esta época conocían vos que caracterizan la mansión señorial me­ también otro tipo de palomares con nombre dieval, dándole aquel elemento de «fuerza» del que se dijo algo al principio de este griego 26. capítulo. Pero luego hay otros elementos que El «Fuero General» dedica otras leyes a expresan la categoría en otros términos; uno castillos y fortalezas, que, sin duda, en gran de ellos es el palomar. Otros, más raros en parte provienen de fueros anteriores. Por­ verdad, se refieren a ciertos privilegios que que, por ejemplo, lo indicado antes respecto tenían aquellos recintos. He aquí que el al consentimiento que hay que tener para «Fuero General» dice también que los pala­ hacer torre nueva en una villa o lugar con cios de los infanzones podían ser refugio de señor, el fuero de Pamplona, derivado del de reos, que no fueren ladrones manifiestos, Jaca, dicta disposiciones parecidas y acaso traidores probados o presos. Los fiadores po­ algo más detalladas. Dice, en efecto, que en dían sacarles del asilo, sin embargo 29. Nos ámbitos en que ciertos infanzones tenían cas­ encontramos, pues, con uno de los caracteres tillo o fortalezas podía haber otros que tuvie­ de privilegio que tiene el palacio, que es ran casas y heredades. Se planteó así si estos construcción menos frecuente que la simple segundos podrían tener autoridades para le­ torre.

IV

El estudio de la torre navarra plantea así Este es el linaje. El concepto de linaje es una serie de cuestiones previas importantes afín pero distinto en algo al de «gentilitas». respecto a su forma de un lado. De otro, en Marca la razón de ésta, como da la razón de punto a su significado dentro de la sociedad grandes agnaciones. Pero el linaje nobiliario de distintas épocas. En páginas anteriores se que establece la relación más fuerte entre ha tratado de ciertas características morfoló­ padres e hijos, ascendientes y descendientes, gicas y de algunos privilegios que en sí tiene da una primacía al hijo mayor. En vasco la la torre o el palacio en grado mayor. Con­ palabra «leinu» o «leiñu» ha perdido vigor viene decir ahora algo respecto al funda­ en tiempos modernos, por lo mismo que el mento social en que hay que buscar su exis­ concepto de la solidaridad agnática ha ido tencia. perdiendo fuerza del siglo XVI a acá. Es una

130 herencia antigua la de constituir, así, los ár­ los delitos contra personas a las que se acu­ boles genealógicos y la de enorgullecerse de saba de haber cambiado de condición o usa­ lo que refleja el «stemma» de una determi­ ban sin derecho de blasones duran aún en el nada persona: y ya en la época romana hay XVIII. pruebas de lo que hoy llamaríamos Poderosas razones económicas y también vanidades genealógicas en este orden 30. Pero de convivencia con dignidad en otro orden, estas tenían un fundamento fuerte, sólido, en hicieron que hubiera esta clase de cambios; y el valor religioso que se daba a la conserva­ la casa en la Navarra medieval tiene que ción de la memoria de los antepasados reflejar la dignidad o categoría social de su («memoria nominis») y materialmente ha­ dueño de una forma, con signos de cierto blando, a la del fundador de una mansión, de poder militar, y en otros tiempos de otra: con una habitación familiar. signos de riqueza y cierta suntuosidad. En De esta suerte puede ocurrir que en oca­ esto también el modelo antiguo se ha tenido siones, las palabras «casa», «linaje», «fami­ muy en cuenta. lia» vengan a tener significados parecidos y equívocos, como se dice en otro capítulo31. En la Roma republicana, en la Roma de Pero en otros casos vemos que cada palabra Cicerón, la casa («domus») era un signo de la se usa de una manera clara y expresiva de un dignidad de la persona; el dueño de ella no hecho. debía ser honrado por ella, pero sí ella debía honrar al dueño. De aquí que las casas de los «Leinua chuchenago, ligna baño edo blin­ notables tuvieran que tener mayor capacidad daría baño» = «el linaje más derecho que la para recibir muchos huéspedes y diversas cla­ caña o que la cuerda del carpintero» es la ses de gentes, magnificencia sin excesos, expresión que da B. de Sauguis 32 y aquí se etc. 34. Podía quedar, así, memoria del dueño ve el valor que se le da al árbol, al «stemma» antiguo o fundador de la casa, para establecer genealógico que garantiza toda posición. comparación no satisfactoria para el dueño Hay leyes navarras que garantizan la recta del momento «O domus antiqua! heu quam conservación de la idea del linaje y de la dispari dominare domino!». Estos versos dice «memoria nominis». Según el «Fuero Gene­ Cicerón podrían aplicarse a muchas mansiones ral» eran falsarios los que mudaban de nombre de su tiempo 35 ¡Qué diríamos hoy!. Lo que y se decían hijos de quien no eran 33. Estaban, vamos a examinar son cadáveres o sombras pues, sujetos a penas y en términos generales de fuerzas y dignidades.

V

Pero antes de entrar en un análisis y zando a usar en una época de la Europa descripción circunstanciada de las mansiones occidental no anterior al siglo XII y las codi­ señoriales, tenemos que dar algunas ideas ficaciones que luego siguen parecen haber más acerca de los signos de realce que en­ tenido siempre una marca de elaboración contraremos en nuestra investigación de una francesa, como incluso lo indica el vocabula­ manera constante a partir de una fecha, sig­ rio heráldico 36. Toda pretensión de conectar nos que han dado lugar a más de una teoría el uso de armas según se va extendiendo del acerca del espíritu de la gente de esta tierra, siglo XII en adelante con prácticas anteriores que habría que revisar en lo futuro. parece un intento vano, aunque reconozca­ En relación con el poder del linaje expre­ mos que los griegos usaban de emblemas y sado de manera plástica se halla la Heráldica. los romanos de insignias militares a modo Las armas con figuras parecen haberse empe­ incluso de condecoraciones.

131 El que los grupos gentilicios tuvieran vivían muy humildemente 38. también su emblema (un caballo o un árbol Las diferencias de linaje se realzan por por ejemplo) o el que los municipios y los diferencias de fortuna. En lo que se refiere a pueblos lo tuvieran en sus monedas no pa­ Navarra hay muchas razones para pensar que rece ser conectable con los principios de la la Heráldica tiene 39 un desarrollo muy fuerte Heráldica, que es una consecuencia de la con las dinastías de origen francés y cabe sociedad dividida en estamentos y éstos, señalar, al parecer, varios períodos heráldi­ compuestos de linajes de mayor o menor cos, como lo que han establecido genealo- fuerza: desde los reales en grado de paren­ gistas de comienzos de este siglo 40. Aunque tesco cercano a los de gente hidalga pero de en Navarra parezca que el uso del blasón está vida muy pobre y oscura. Porque en el siglo relacionado, primordialmente, con la existen­ XII Aymeric Picaud ya señalaba que entre la cia de linajes nobles que lo transmiten de vida del hombre noble y la del villano había padres a hijos, hay que reconocer que desde muy pocas diferencias en Navarra 37 y en el una fecha, por lo menos, se dan también los XVI el historiador Dávalos Ramírez de la blasones de nobleza colectiva, para valles y Piscina indicaba que había descendientes de aun municipios y que tampoco faltan blaso­ los Reyes de Navarra en grados lejanos que nes relacionados con familias de mercaderes.

VI

Pero ciñámonos a la relación de la Herál­ casa «Itzea» de Vera de Bidasoa, y que era dica con nuestro tema. de Pío Baroja, al folio 0 está reproducido el escudo de Navarra y alrededor de él las El uso del blasón en arquitectura es, en armas de los doce grandes linajes, a saber: principio, sobrio. Parece que sólo en armas, «Almorávides», «Guevaras», «Ayvar», reposteros o mobiliario tuvo expresiones «Baztán», (arriba), «Urroz», «Subiza» (a la muy lujosas, salvo también en sepulcros, izquierda), «Lete», «Rada» (a la derecha), templos y algún edificio mayor. «Vidaurre», «Cascante», «Montagudo», En los mismos castillos y torres no se «Mauleón» (bajo). Siguen luego, de dos en prodiga y en todo caso las armas se repre­ dos, los títulos por este orden (fol. 10): sentan con sobriedad. Del siglo XVI al «Condestable de Navarra», «Marichal de XVIII, cuanto más se desarrolla la arquitec­ Navarra», «Barón de Lussa», «Marqués de tura civil, en casas y palacios, hay un desen­ Falces», «Barón de Agramonte», «Vizconde volvimiento en progresión que llega a una de Echauz». especie de delirio en la época barroca. Después los blasones, mucho más abun­ En el XVI, tomando algunos modelos dantes, de los señores (fol. 11): «Belzunze», anteriores, hay como una codificación o sis­ «Armendáriz», «Guyndulayn», «Gongora», tematización de la Heráldica que puede ser­ «Arbizu», «Alzate» (fol. 13), «Assiain» 41, virnos de orientación en pesquisas de campo «Ureta», «Echayde», «Andueza», «Ago- y esta codificación con respecto a Navarra rreta», «Dona María»,42 (fol. 15), «Zava- nos da una curiosa idea del valor de los leta», «Erasso», «Lizarraga», «Barillas», símbolos como lazos de unión de linajes con «Zozaya», «Ugarra» (fol. 16), «Subizarr», nombre distinto pero de origen común. Ilus­ «Cadreyta», «Mearin» (vizconde), «La Saga», tremos esto con unos ejemplos. «Zala». «Apate» (fol. 17), «Eza» (palacio de), En el índice de los blasones de Navarra «Ursua», «San Julián», «Otazu», «Arbide», que formó el rey de armas de Felipe II, Don «Yxarrieta» (fol. 18), «Mendivil», (palacio), Pedro de Azcarraga, que se conserva en la «Don Carlos Mauleón, señor de Traybuenas

132 y Rada», «Gorrayz», «Redin», «Mossen Ar- de Loyola en Guypuzcoa», «Don Castal», «el nau de Ozta», «El señor de Sarasa, Miguel palacio de Liédena»; (fol. 24), «el palacio de Navarro» (fol. 19), «Mossen Pierres de Pe­ Hormendi en Garriz», «el señor de Lazcano en ralta», «Don Guillaumes Veamontes, señor Guypuzcoa». «el señor de Beraztegui en Guy­ de Monteagudo», «Cristian Moza de Ezpe- puzcoa», «las armas de Aguilar». leta», «Ayanz», «Donjuán Mendoza y Nava­ rra, señor de Lodosa», «Don Gerónymo Pi­ Vemos, pues, cómo de manera un poco neda, señor de Eriete»; (fol. 22) «Vizconde arcaizante se da la imagen de los primeros de Zolina, que es de los Garros», «Ezperun», linajes del país. De un modo arcaizante tam­ «Urruda», «Palacio de Roncesvalles, que fue bién se da cuenta de una serie de leyendas dado a Nuestra Señora», «Novar», «Palacio genealógicas que explican las figuras de de­ de Sarria antiguamente»; (fol. 23), «Arze», terminados balsones, en función de un hecho «Emparan» 43, «Palacio de Yriarte», «el señor memorable de un antepasado.

VII

Pero acaso más interesante que el seguir reflejan, por otra parte, desplazamientos la pista a las figuras en función de las leyen­ desde un punto de origen a otros varios, en das será hacer o iniciar al menos una investi­ distintas partes del reino. gación que nos ponga en estado de graduar la En efecto, abriendo el mismo libro de fuerza, o influencia de ciertos linajes que en blasones de Pedro de Azcarraga aparece, en sus ramificaciones demuestran tener poder primer lugar 44 con esta forma (fig. 56) el del en partes muy distintas del reino, de Norte señor de Otazu. Pero más adelante se asignan Sur, linajes que se ve que se emparentan por al palacio de Yániz 45 y más adelante aún se el símbolo o figura heráldica. No por el ven todos estos blasones que «traen» del nombre. mismo: 1.°) «el Señor de Xauierre que trahe Así como con los fueros se han podido de Yañiz» 46. 2.°) «Oloriz trahe de Yañiz» 47. hacer familias de éstos, con los blasones ca­ bría llevar a cabo un estudio de cierto interés acerca de la filiación de los escudos y su organización, labor en la que claro es, hay que seguir a los genealogistas y heraldistas, pero que, hoy, acaso rebasaría mucho el cua­ dro de interés de éstos. La labor en Navarra podría simplificarse teniendo en cuenta el trabajo ingente que realizó Don José María de Azcona, fotografiando hace más de cin­ cuenta años cantidades considerables de bla­ sones en casas mucho mejor conservadas entonces que ahora. Pero existen otros trabajos más asequi­ bles que permiten dar algunas ideas generales acerca de la utilidad de la empresa en rela­ ción con habitaciones y linajes que las cons­ truyen y personalmente he manejado algún documento al que he hecho ya referencia que Fig. 56.-Blasón de Ydnis o Yáfiiz, que se transmite a doce arroja luz singular sobre filiaciones tales, que apellidos, en su forma simple y a otros compuestos.

133 3.°) «Los Añueses de Sangüesa trahen de Yañiz» 48. 4.°) «Larrayzo que trahe de Ota- zu» 49. 5.°) «el Palacio de Arrifaleta trahe de Yañiz» 50. 6.°) «el palacio de la Roya Ubani trahen de Otazu» 51. 7.°) «el Señor de Otazu Á<" trahe de Yañiz» 52. 8.°) «el Palacio de Ciriza Y '> A trahe de Otazu» 53. 9.°) «el Palacio de Ymar- / Y coayn trahe de Otazu» 54. 10.°) «El Palacio <*=> de Galdiano trahe de Yañiz» 55. Había, además, compuestos como el bla­ són de «Juan Ybañes de Ybero lleba de o . Otazu y Arbizu» 56. También «los Ruyes de Pronceda» 57. Igual a los simples será el de rC X Azpilcueta que «trahe de Yañiz» 58 y seguirá «La Raya, Arrayza, Echauri, Xauier, Oloriz, o Ymarcoayn, Ciriza (repetidos algunos), que O lleban de Otazu y de Yañiz» 59. Este ejemplo nos da una forma de frac­ Fig. 5 7 -Esquema de la transmisión del blasón. cionamiento de linaje a partir de uno pala­ ciano con referencia, también e entronques con otros. La simple contemplación de la figura heráldica nos puede dar el comienzo hallar en los blasones de los que «traen» de una pista para perfilar difusiones. como diría Azcárraga, de aquel linaje. La proyección diacrònica o temporal de lo Una figura que se da bastante en blasones sucedido puede expresarse mediante un sen­ navarros es la de la «puente levadiza» que cillo esquema genealógico. El linaje tiene va­ aparece en el libro de Pedro de Azcárraga en rias ramas y cada rama un nombre distinto, los prolegómenos. También la de la «liza» o pero el símbolo heráldico queda. En relación «estacada». Estas figuras se combinan a veces con la proyección espacial, claro es que cada como en dos cuarteles de las armas del señor linaje con nombre distinto y figura heráldica de Sarasa, Miguel Navarro 64. Pero, en reali­ común tiene su asentamiento propio en un dad, parece que son las armas de Sarasa (fig. principio, aunque luego la movilidad del ape­ 58) 65 de las que «traen» el palacio de «Ez- llido sea grande (fig. 57, 1, 2). quifaburua» 66 y el de «Aluizu» en tierra de Examinemos un caso distinto. El nombre Estella 67. de la paloma en vasco es «uso» en amplias áreas del país. Pero también se da la variante «urzo» en los dialectos orientales de los lados del Pirineo. La forma primera da lugar al nombre propio femenino, muy usado en Na­ varra durante la Edad Media, de «Ussoa», que tiene su pareja romance en «domnam Columbam», así como también hay «don Columb», habiendo también «Polombo» 60. Algunos patronímicos como «Usoiz» o «Uxoiz» 61 o «Uzoriz» 62 pueden relacio­ narse con el mismo nombre. Y personal­ mente creo que también entra en el grupo de derivados el apellido «Usoz» que es, a la vez, un lugar del valle de Arce. Si la forma «Ur- súa» está relacionada con «urzo» o no, se ha puesto en duda; pero, en todo caso, ha dado lugar a que el blasón de aquel linaje tenga p¿g 58.-Blasón de Sarasa, que se transmite a varios apelli- tres palomas negras 63, que luego se pueden dos.

134 Se repite en el blasón del señor de «Ben- tuida en bandos y parcialidades. zalarrea» 68 y en el del palacio de «Verayz el Porque la torre medieval implica también mayor» 69. Otros los traen en un cuartel con constancia la noción de que cerca hay un como Juan de Caparroso en la Población 70 o enemigo en potencia. Cuando el «Fuero...» Joannes de Vidaurreta que «trae de Goñi, trata de los deberes para con el rey señala Sarasa y de Andosilla 71 o «los Verayzes de como dos líneas fundamentales en el hori­ Tudela trahen de Verayz Mayor y de Peral­ zonte enemigo. Una es la del Sur, la del ta» 72. La figura, sobre gules, se repite en los Ebro, otra la del Este, la del Aragón; la palacios de Veraiz 73 y Grocin 74. excepción debía indicar a los compiladores El estudio de la distribución de los sím­ que el Norte en sí no tenía significado mayor bolos por grupos, que nos habla de relaciones en este orden y que las líneas hacia el Oeste de filiación entre linajes con nombre dife­ eran confusas y contradictorias. rente, habla también de una distribución «Daquent Ebro, o daquent Aragón» 76 geográfica de tales linajes que se expanden está lo genuino, aunque más allá del Ebro y de modo irregular sobre todo el territorio del más allá del Aragón hubiera tierra navarra. reino. La figura heráldica nos da la clave de Pero si la obligación de ir a la «huest» se uniones en el espacio y el tiempo y nos sirve precisaba con claridad en las luchas de los para ver una trama de parentescos unilinea- reyes navarros con sus vecinos los castellanos les. Esto nos hace reflexionar acerca de la y aragoneses, los linajes particulares tenían cuestión, que se ha planteado muchas veces unos horizontes enemigos mucho más frag­ por historiadores de la sociedad medieval, de mentarios, irregulares y caprichosos. si las instituciones familiares y de linaje de entonces podrían descender de las institucio­ Las luchas de linaje los condicionaban y nes gentilicias antiguas. Como se sabe, esta las «baraillas» o querellas eran continuas, de tesis se ha defendido últimamente en algunas suerte que el «Fuero...» trata de ellas am­ obras conocidas 75. No es cuestión ahora de pliamente. Nótese que el vasco ha conser­ abordar el tema. Lo único que se ha de vado la primera palabra77. El «Fuero...» señalar es que, en estos casos navarros, el tiene también un capítulo en el que se des­ linaje tiene una movilidad y flexibilidad que cribe al rico home puesto en pie de guerra 78 no tenía, al parecer, en tanta proporción el contra alguien. Todo esto nos habla de una grupo gentilicio antiguo, más vinculado a una situación de hecho, que se aceptaba como tierra y con un sentido de poca variación en algo permanente y hasta si se quiere normal, el nombre. Por otro lado, el linaje, al cambiar como es normal en términos biológicos que de lugar, se encuentra con otros ante los una especie o familia posea un ciclo de ene­ cuales es forzoso adoptar una posición. En migos de carácter inexorable, y que la de­ todo caso, la permanencia del símbolo es de fensa y el ataque sean actividades vitales gran utilidad. Es también un elemento que combinadas con otras relacionadas con el considerado materialmente puede servir para sustento y la reproducción. Vamos a ver hacer una clasificación de las torres y casas ahora qué expresión tienen estos intereses fuertes navarras, en esa especie de tablero de dominantes en la forma de torres y castilletes ajedrez que es la sociedad medieval consti­ o casas fuertes.

135 NOTAS

1. «El crepúsculo de los ídolos», traducción espa­ Dice también que cuando los galos saquearon Roma ñola de J.E. de Muñagorri (Madrid, 1930), pp. 220- fueron destruidas, o se perdieron, las tablas con árboles 221. genealógicos y que luego se falsificaron para adular a 2. XXII, 19, 6 Schulten, F.H.A., III, pp. 64-65, casas y gentes. Esto lo toma de un historiador latino, año 217 antes de J.C. Clodio. Compárese con Tito Livio, VIII, 40, 4 y Cice­ 3. Livio XXV, 36, 13. Schulten, F.H.A., III, pp. rón, «Brutus», 31- 90-91. Año 212 antes de J.C. 31. Sobre esto son fundamentales algunos textos 4. Cap. VIII, 3 Schulten, F.H.A., V, p. 129- de Cicerón. Así en «Pro Ligario» 5 (12). El individuo se 5. Estrabón, III, 4, 13 (163). realza por un conocimiento directo, al que se añade el 6. C.I.L., II, 5.041. del padre, el de la mansión, y el del nombre del linaje. 7. Schulten, F.H.A., III, pp. 201-202. La falta de descendencia podía afectar a algo grave: la 8. Livio, XXXVIII, 16, 7. Schulten, F.H.A., III, pérdida de la

136 55. Fol. 79, 6. El palacio de Undiano sólo la luna, 64. Fol. 18, 6. fol. 102, 6. Ver además fol. 114, 5 «Juan García de 65. Fol. 55, 2. Galdiano» por sentencia. 66. Fol. 55, 3. 56. Fol. 89, 5. También «partido en palo» Pele- 67. Fol. 55, 4. grin de Aynues, mercader, fol. 91, 1. 68. Fol. 56, 1. 57. Fol. 100, 6. 69. Fol. 56, 3. 58. Fol. 109, 6. El palacio de la Raza en negra con 70. Fol. 72, 4. tres flores de lisis sobre y a los lados de la media luna. 71. Fol. 75, 5. 59. Fol. 119, 6. «El Palacio de Burutayn», en azul, 72. Fol. 80. 4. fol. 103, 2. 73. Fol. 81, 3. 60. Michelena, «Apellidos vascos...», p. 161 (n.° 74. Fol. 81, 4. 592). 75. Jacq ues Heers, «Le clan familial an Moyen 61. «C.S.M.» p. 140 (n.° 130) Fortún Uxoiz, se­ Age. Etude sur les structures politiques et sociales des ñor de Viguera en 1049 (op. cit., p. 151, n.° 140). milieux urbains» (Paris, 1974). 62. «C.S.M.», p. 153 (n.° 142). Ver, también, 76. «Fueros...», ed. cit. p. 4, a (libro I, título I, Diez Melcón, «Apellidos castellano-leoneses», p. 166 capítulo IV). (n.° 152). 77. Azkue, «Diccionario...», I, p. 131, b. 63. Pedro de Azcárraga, fol. 17, 2. En cambio el 78. «Fueros...», ed. cit. p. 137, a-b (libro V, título del «palacio de Uxue», fol. 32, 5 en nada alude a II, capítulo IV). palomas.

137

CAPITULO IX LA TORRE, SUS FORMAS Y COMPOSICION

1) La torre estricta. 2) Edificios con dos o más torres. 3) Elementos aislados.

Cuando se piensa en el concepto de torre, Enrique IV de Castilla, Alonso de Palencia, en relación con la zona septentrional de la que se refiere a acontecimientos sobreveni­ península, a causa de lo divulgadas que han dos hacia 1471 en las provincias Vasconga­ sido las imágenes de algunas torres montañe­ das. Dice Alonso de Palencia que allí había sas y vasconavarras se imagina un simple muchas torres de linaje y que estaban rodea­ cubo de piedra con pocos huecos, de una das de empalizadas y otros cuerpos hechos de simplicidad muy grande. Esta imagen corres­ madera. Es decir, que constituían un con­ ponde a un tipo, o mejor dicho, a unos tipos junto más complejo que lo que da a entender de torre que aparecen aquí y allá, sin mayores hoy a lo mejor la torre cúbica de piedra, más aditamentos posteriores, si no son agregados o menos aislada. y dependencias agrícolas de aspecto mucho más moderno. Sin embargo, los textos nos Por otro lado, de la arquitectura en ma­ hablan, como se ha visto 1 de la existencia de dera medieval, hay vestigios que demuestran barbacanas y palenques. Puede suponerse que incluso se utilizó para hacer construccio­ que en casos éstos han sido desmantelados, nes de este tipo. Así nos encontramos al pero en otras ocasiones existen en su forma Norte, en la zona del Bidasoa y sus afluentes, prístina o modificados al perder la vieja sig­ con las torres con superestructura de madera nificación y al cobrar otra más modesta. Por­ de Arráyoz y Donamaría que nos dan un que, salvo en casos en que las torres viejas modelo que hubo de ser muy común en la restauradas se están utilizando como mansio­ Edad Media, por toda la zona septentrional 2. nes señoriales al día, la mayoría no pasan de En torres como la de Otano el modelo se ser y de haber sido desde hace varias genera­ hace pétreo, pero sigue con la estructura ciones puras granjas, a modo de caseríos, de cúbica y el tejado a cuatro aguas. A dos sólo mayor o menor importancia. en la de Urzainqui. Más voluminosa en an­ Para comprender la función antigua de la chura será la de Irurita y a tal modelo parece torre, en un conjunto agrícola y pastoril, será corresponder también lo que queda de la de conveniente -sin embargo- que recordemos Yanci. En las de Areliano, Avínzano y algún un texto del gran cronista del reinado de pueblo aragonés lindante con Navarra, el

141 cubo se halla coronado por almenas, el «denteylz» del fuero de Pamplona 3. En torres conocidas exentas o unidas a otros cuerpos, como las de Arazuri, Gollano, Lesaca y Olcoz lo que destaca en el conjunto más sólido y suntuoso es el sistema de mata­ canes corridos, que parecen corresponden a un estilo ingenieril de momento determina­ do 4 (fig. 59, 1 y 2). En otras, como la de Gorraiz, más moderna sin duda y de carácter menos militar, el sistema se corona por cua­ tro cubos y, en cambio, en Celigueta éstos se hallan a los cuatro ángulos de la base. Fig. 60.-Torres con un cuerpo latera!. Pero he aquí que en una vasta porción de la franja central de Navarra, se da el tipo de La combinación de una torre y una cons­ la torre con un cuerpo rectangular pegado a trucción más baja de planta rectangular se ella con caracteres estilísticos iguales e in­ encuentra en diferentes partes de la penín­ cluso con el acceso principal en ese cuerpo sula. Lampérez ya llamó la atención sobre (fig. 60). ejemplares, como el de la Costana, de Rei- nosa (Santander) 5. Por otra parte, se refirió a fTTUilüLl ill L m * , las masías catalanas, con torres como la de / Vallgorguina 6. Y, en fin, recogió material sobre ejempla­ res más suntuosos y complejos, como Torre Pallaresa7. La determinación de fechas es muy vaga. Pero en Navarra los ejemplares son gótico tardíos. Recordemos ahora, como 3. de más significación, los de Beroiz, Equi- soain, Ezcay, Itoiz y Zunzarren, a los que se Fig. 59.-Torres exentas. puede añadir el más complejo de Artieda8.

II

Con este ejemplo entramos ya en el estu­ Este modelo parece dar lugar a otros góti­ dio de la relación de la torre con espacios cos asimismo, como el de Mendillorri y en complejos, como pasa también con el caso de forma aún más compleja, por constar de tres Guendulain. Otros modelos antiguos nos torres, al de Liberri. Por otra parte, parece plantean, en cambio, la significación o fun­ que se continúa, a través de épocas y formas ción de edificios con un cuerpo central, flan­ estilísticas distintas, en los edificios más o queado por dos torres de planta curva, conti­ menos palacianos y suntuosos que con torres, nuadas por dos alas paralelas que dejan den­ también más o menos desarrolladas y con tro un patio o palenque. Antiguo será el tejados aparejados de manera distinta, vemos ejemplo de Echarren. en bastantes pueblos navarros de Norte a Sur (fig. 61, 1, 2, 3).

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Fig. 61 -Palacios con dos torres.

Recordemos ahora las casas torreadas de desaparecido palacio de Valtierra, la casa ba­ Alio, Azcona, Barasoain, la misma de El Bo­ rroca de Miranda de Araga y los palacios de cal, las de Eguaras, Ochovi, Urra y Zalba, con Muruzábal y Viguria, dejando a un lago los sus torres cuadradas con tejado de piñón a ejemplares de Narvarte, Irurita, Errazu y cuatro aguas y las más rústicas, al parecer, de edificios tales como el ayuntamiento de Imbuluzqueta, Irurozqui, y Zunzarren con Viana. torres a dos vertientes, con la fachada en La ancha fachada rectangular flanqueada hastial en la primera. Un desarrollo distinto por torres se documenta en Navarra desde la de las torres, sobresaliendo de otros cuerpos Baja Edad Media. Arazuri sería el modelo tienen los ejemplares en Rípodas y Salinas de más típico de aquel período, con sus verda­ Oro. deras barbacanas y gran palenque o' patio de Formas de arquitectura civil aristocrática armas, dentro del que se levanta otra gran y de tiempos más cercanos serían las del torre de distinta concepción y mano. Los más famosos historiadores de la ar­ que la fortificación o palacio con dos torres quitectura civil española estudiaron hace ya laterales estaba muy presente en la mente de tiempo las plantas de algunos castillos de miniaturistas y pintores porque la figuran a su estructura sencilla flanqueados por cuatro to­ modo en ocasiones varias. rres circulares 9. Pero no dijeron gran cosa acerca de estos tipos menos ostentosos o Tomemos ahora, como ejemplo, una mi­ lujosos, flanqueados por varios torreones de niatura del «Beato» de la catedral de Gerona planta cuadrangular. en que se representa, según se dice, a unos guerreros defendiendo una fortaleza 10. La Puede sospecharse que el sistema es viejí­ miniatura se halla reproducida en la obra de simo y que, de una manera u otra, ha sido Enrique Bagué, «La Alta Edad Media» (Bar­ conocido, desde la época romana a ésta de la celona, 1953), p. 499 (lámina 418). Si a la Baja Edad Media, en que aparecen los ejem­ miniatura del «Beato» se le quita una exce­ plares navarros. A esto lleva la comparación siva fragilidad o gracilidad de formas con de los ejemplos reales con representaciones. objeto de hacer un análisis del edificio que Hemos de admitir por lo que éstas reflejan, representa, podemos decir que éste (fig. 62)

Fig. 62.-Fortaleza del «Beato» de la catedral de Gerona.

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F/g. 63.-Grandes edificios representados en mosaicos romanos. Arriba con dos torres con tejado. Abajo, con dos torres tejado. se compone de un cuerpo central de piedra castella» que abundaban en los campos desde de cantería (A) con dos laterales (BB). Tie­ época remota en Africa tanto como en His- nen éstos dos puertas estrechas y alargadas, pania se combinan con las construcciones en arco (C, C) y el central otra, grande en agrícolas, en unos países que en el siglo III herradura. Sobre esta planta va un alto que de J.C. eran ricos, abundantes, por lo tanto, en la parte central también tiene tres arcos de en terratenientes y colonos, pero que tenían herradura. Sobre esta planta va un alto que que defenderse de las invasiones de nómadas en la parte central también tiene tres arcos de rapaces 12. Los mosaicos con paisajes y esce­ herradura (E) y a los lados otros dos sobre nas campestres dan idea de una vida mixta, unos saledizos o voladizos (F, F). Los cinco en la que los ricos se dedican también a la huecos grandes con celosías claras y bella­ caza. Aun a fines del siglo V parece que sigue mente dibujadas. Por encima corre otro alto, la vida con un ritmo similar. con dos torres con arcos de herradura tam­ bién (G, G), una de ellas con celosía. Las dos En los mosaicos vemos en primer lugar almenadas (i, i), así como la especie de fron­ grandes edificios rectangulares que, en el tón central (h). La miniatura da, a primera primer piso, ostentan una galería con arcos, vista, una impresión «amoriscada», si no se flanqueados por dos torres, una a cada lado, supiera lo que se sabe de arquitectura mozá­ de tejado a cuatro aguas. rabe. No siempre es fácil poner en perspectiva En todo caso las ilustraciones del «Beato» la imagen del mosaico. Una interpretación de Gerona nos dan la fecha de 975 de J.C. 11. puede dar la imagen de la figura 63, la y Ib Lo curioso es hallar representaciones de edi­ de unos de ellos 13. ficios con estos caracteres mismos (las dos En otro mosaico que se encontró en Car- torres flanqueando un cuerpo largo rectan­ tago, que se halla en Túnez y que representa gular) en obras de siglos atrás, dentro del la finca de un tal «Julius», vemos, también, Imperio romano. dos altas y estrechas torres en los lados; la Los mosaicos africanos son ricos en repre­ parte de la planta baja rectangular de piedra, sentaciones de villas, de casas más modestas y sin huecos, salvo un gran arco de acceso, no también de torres y fortalezas: las «turres et colocado en el centro y en el primer piso una

145 Fig. 64-Finca de «Julius». Mosaico de Cartago.

«loggia» de hasta quince arcos, que darían a gro l6, podría interpretarse del modo que se las habitaciones. da en la figura 65, la y Ib. Pasando a un patio interior o detrás de Representaciones de villas africanas con este edificio habría otros que se representan un pórtico de cinco arcos y dos alas de dos en perspectiva dificultosa: allí había, por lo plantas que lo flanquean se hallan en lámpa­ menos, una cuadra o establo, y un edificio de ras halladas al Sur de Túnez 17. Este cuerpo cúpulas que se interpreta como baño 14. tiene una forma parecida a la letra «pi» griega Véanse las figs. 64, la y Ib. Veamos más (sólo que al revés). Más detrás se ve un ejemplos del mismo origen. cuerpo más alto o con perspectiva lalsa y la Otros mosaicos parecen repetir, en cierto totalidad daría algo como lo representado en modo, el tipo anteriormente descrito: pero la figura 66, 1 y en las plantas a ó b. las torres no están cubiertas de tejado a cua­ Es arriesgado sentar una teoría estable­ tro aguas, sino que parecen estar abiertas a ciendo un nexo entre lo navarro bajo-medie­ terrados y hay una central como se repre­ val, lo mozárabe y lo afro-romano. senta en la fíg. 63 abajo y a la derecha 15. Pero partiendo de la misma consideración Todo esto nos hace pensar en formas de las bases económicas y sociales de la vida mucho más tardías y familiares. en los tres momentos y de que las relaciones Del siglo V hay representaciones, tam­ entre los distintos espacios no son tan infran­ bién africanas, de edificios con aire más queables como algunas de las que existen al fuerte. Así un mosaico con jinete, de Cartago aplicar el principio de «Ferninterpretation», y de hacia el año 500 ya, que está en el podría aceptarse un mínimo de posibilidad de British Museum, y que no se conserva ínte­ relaciones entre edificios y edificios 18.

146 Fig. 65.-Mosaico de Cartago (hacia 500 a. de J.C.). época vándala o bizantina, Museo Británico. Villa torreada con palenque.

Fig. 66-Villa romana en mosaico del Sur de Túnez.

147 Ill

El significado jerárquico de elementos de arcos y ventanas amaineladas, etc. Otros tales como el tejado a cuatro aguas, la torre elementos propios sobre todo de las torres se doble, el blasón es patente en los casos nava­ ajustan asimismo a la variación. Así por rros. ejemplo, las troneras que se ven en torres como la del palacio de Artieda parecen de las Pero junto a estos elementos que, a lo que se consideran propias para arcabuz, con largo de los siglos y a través de estilos muy una abertura circular a cierto nivel, mientras distintos, parecen prevalecer por razones que que las troneras para ballestas suelen tener no son estrictamente técnicas, hay otros que una abertura compuesta de dos triángulos. aislados o en conjuntos van cambiando según Entre el siglo XIV y el XVI cambia, pues, las épocas y necesidades, con arreglo también sensiblemente, el concepto, y unas formas u a estilos. otras nos dan un criterio bastante importante Ya se ha hablado de almenas y matacanes, para fijar fechas.

NOTAS

1. Capítulo II, § III de esta parte. 11. M. Gómez Moreno, «Arte mozárabe» en «Ars 2. Véase parte III, cap. VI, § II. De construccio­ Hispaniae» III (Madrid, 1951) p. 406. nes en madera habla también el referido Alonso de 12. Herodiano, VII, 4, 4. Palencia, «Crónica de Enrique IV» traducción de A. 13. Las muestras más abundantes y asequibles las Paz y Meliá, II (Madrid, 1905) pp. 401-402 (década II, da M. Rostovtzeff, «Historia social y económica del libro IV, capítulo VI). Imperio romano», traducción de Luis López-Balleste- 3. Véase capítulo VIII § III, de esta parte. ros, 2 vols. (Madrid, 1937). 4. La torre vieja de Lesaca parece sin duda más 14. Rostovtzeff, «Historia...», cit. II, lámina antigua que la de Zabaleta y podría agruparse hasta LXXVIII, I y descripción entre las pp. 402, 403. cierto punto con la Torrona de Santillana del Mar, que 15. Rostovtzeff, «Historia...», cit. II, lámina Lampérez considera del siglo XIV. La de Zabaleta sería LXIII: mosaico de una villa de Tabarca. Lo interpreta del siglo XV. Sobre las otras, V. Lampérez «Arquitec­ como un establo, véase explicación entre las pp. 210- tura civil» I, pp. 222, 224 (figs. 215-218). 211. 5. «Arquitectura civil» I, pp. 49-50 (figs. 11-12). 16. Rostovtzeff, «Historia...», cit. II, lámina 6. Op. cit. I. pp. 49-51 (fig. 13). LXXX, 2, explicación entre las pp. 414-415. 7. Op. cit. I, pp. 55-56 (figs. 20-22). 17. Rostovtzeff, «Historia...», cit. II, lámina 8. Véase parte V, cap. VIII. LVIII, 3 y explicaciones entre las pp. 110-111. 9. Lampérez, «Arquitectura civil...» I, pp. 224, fig. 18. En otros tipos de mosaicos los arqueólogos 245 (Monbeltrán), 284, fig. 300 (La Calahorra), 292, establecen comparaciones y hallan similitudes entre los fig. 312 (Jaén). hispanos y los afro-romanos. Blas Taracena, «Arte ro­ 10. Del «Beato» de la catedral de Gerona se ha mano» en «Ars Hispaniae» II (Madrid, 1947) pp. 157, hecho recientmente reproducción facsimilar. 159, etc.

148 SEGUNDA PARTE

CAPITULO I INTRODUCCION

1) Factores en la creación de nuevos núcleos urbanos 2) Causas y efectos 3) La norma diacrónica 4) Elementos destructivos 5) Contra ciertas simplificaciones

Al componer la primera parte de este menos, una excepción, sino todo lo contrario: libro ha habido que realizar dos clases de es un ejemplo de los más ilustrativos (aunque tareas. De un lado, varios capítulos se han modesto) por razones muy distintas, de cómo dedicado a una labor descriptiva, en la que se y por qué se realizan las nuevas fundaciones. considera la historia del país de modo con­ Navarra ha de estudiarse en los siglos de la creto. De otro, también se han consagrado Reconquista primera, es decir hasta el mo­ algunos a dar idea de ciertos hechos y princi­ mento relativamente tardío en que los cris­ pios generales, que contribuyen a la mayor tianos llegan al extremo meridional de su comprensión de lo particular. Acaso se ha término, como un pequeño estado de fron­ dedicado demasiado a esta labor; pero está de tera de la Cristiandad occidental, y, aunque acuerdo con el método que expuso el autor los Pirineos tuvieran un gran significado en en su introducción. su constitución, hay que arrancar de una ver­ El estudio de la Edad Antigua y de los dadera eliminación de ellos para explicarse mu­ primeros siglos de la Media en Navarra nos cho de lo que pasa después. Porque, en da bastantes datos e ideas acerca de las razo­ efecto, la relación del reino de Pamplona y nes de ciertos asentamientos. También sobre luego de Navarra toda con el Sur de Francia, crisis y desapariciones que en gran parte con la antigua Aquitania y otros territorios obedecen a causas generales. A partir de unas más orientales, es permanente. Tanto los fechas los textos históricos nos suministran historiadores de la vida política 2, como los un caudal considerable de noticias acerca de de la Historia del Arte 3, observan en textos la fundación y la remodalación de otros y monumentos, una primera influencia caro- asentamientos: y en este caso también lo lingia. particular se conjuga con lo general. El hom­ Como es de suponer esta influencia es bre racional, técnico, de los siglos XI y XII 1 menor cuanto más se avanza hacia el Sur. Así, se encuentra, otra vez, como el antiguo colo­ en las tierras estrechamente ligadas con Na­ nizador, con la necesidad de crear núcleos varra y en la Navarra que queda largos años urbanos mayores, en gran parte de la Europa bajo dominio musulmán encontramos huellas occidental y Navarra no constituye, ni mucho de la Islamización cultural y artística 4, como

153 también las hay de una vieja y misteriosa grave crisis se produce al morir Enrique I, a tradición hispánica anterior 5. la que sigue mayor dominio francés 10. El Mas como ocurrió en otras partes (y con­ reinado de Juana I no cambia el régimen de tra los que defendían las tesis de que las tutela, ni tampoco los de sus hijos (1305- sociedades campesinas medievales eran «ce­ 1328 11. Cambian las dinastías por matrimo­ rradas» en esencia) se sabe que la comunica­ nios de herederas con príncipes extranjeros: ción general no cesó, para bien o para mal, de Juana II al casar con Felipe de Evreux pro­ los siglos V y VI al X 6. Pero no cabe duda duce otra 12 y aún, al final, las casas de Foix y tampoco de que, desde este siglo en adelante, de Albret ocupan un trono tambaleante 13. hay una remodelación de ésta y que sobre la El influjo político va unido al cultural. vieja red viaria romana se fija, en gran parte, Esto no quiere decir, claro es, que fueran la de las peregrinaciones a Santiago, funda­ aceptados con agrado por todos. La de Nava­ mentales en el devenir cultural de Navarra. rra es una historia dolorosa en conjunto, Por muy hostiles que fueran en principio y aunque a veces se manifieste espléndida. Los aún en pleno siglo XII 7 las relaciones de los reyes antiguos ya llevaron adelante unos pro­ navarros y los peregrinos, el influjo de éstos cesos de agregación peligrosísimos, fundando es perceptible y el territorio aquitano queda, pueblos o burgos enteros con elementos ex­ una vez más, ligado de modo decisivo al traños junto a sitios donde vivía, a su modo, navarro peninsular. Así, pues, tanto durante una población indígena o más antigua, que se la Reconquista como en el proceso de urba­ sintió maltratada por los grandes funcionarios nización posterior 8 como en otros de propa­ adventicios de los reyes más modernos. Esto gación de cultos religiosos, habrá que tener hoy queda borrado para el simple espectador, en cuenta, siempre, la influencia del Sur de aunque el técnico en cuestiones de Arte, Francia e incluso es recomendable estudiar además, puede llegar a detectar influencias los hechos que se dan allí, a la par de los que muy antiguas y conexiones, allá por el siglo se dan acá. XI, con el ámbito catalán e incluso influjo lombardo 14. Estas conexiones las hemos de Si el concepto atribuido a Luis XIV de tener en cuenta para explicar algunas tradi­ que con la entronización de un Borbón en ciones. Y de modo fundamental habrá que España ya no había Pirineos ha sido cierto contar con un eje Jaca-Compostela 15, produ­ alguna vez, ésta coincide con los siglos XI, cido por el movimiento de los peregrinos 16 y XII, XIII, XIV, XV en Navarra, o mejor por una visión de las ventajas económicas dicho, en un sector de la sociedad civil y que produce a los reyes la promoción del religiosa y con la Monarquía en cabeza, gran comercio en sus estados, que hace que puesto que por tres veces las dinastías de en Castilla un descendiente de Sancho el cierta permanencia son francesas. La dinastía Mayor, Alfonso VI, tenga una política muy de Champaña empieza con Teobaldo I a la clara a este respecto, ayudando mucho a fo­ muerte de Sancho el Fuerte, en 1234 9. Una mentar la circulación general 17.

II

Estas reflexiones nos ponen ante proble­ pero éste se le presenta con contornos o mas generales tocantes al comportamiento formas distintas, según las circunstancias del hombre que vive en sociedad y también históricas. Un río, un sistema montañoso, un ante problemas de una índole particular, que llano, cambian de significación para él a lo nos acercan al campo de la especulación bio­ largo de las generaciones. Los hombres ami­ lógica. El hombre, como el animal de cual­ gos y los enemigos se agrupan de modo quier especie, tiene un mundo circundante: distinto, en función de estos elementos natu­

154 rales, que para los animales y plantas parece compleja vida durante siglos. Pero también que tienen un significado siempre igual. Por­ otras fundaciones nuevas del todo marcan que, en suma, si todas las experiencias supo­ aspectos del mismo hecho, de suerte que nen que existe un sujeto que las hace y unos mientras unas adquieren poco desarrollo objetos sobre los cuales son hechos, el estu­ otras vienen a ser cabezas de merindad. Así dio de la situación precisa del sujeto hombre, Sangüesa para el Este 20 y Estella para el con relación a los objetos que le rodean, y así Oeste21. Más al Sur, en tierras tardíamente respecto a otros hombres rebasará el puro reconquistadas, los procesos de urbanización campo de lo biológico, en lo que sea una adoptan rasgos distintos. mera consideración de los órganos sensoria­ Una vez más la «ciudad» ejerce su pre­ les. Las notas que envían los objetos, las sión sobre el campo. Una vez más se opone a cualidades que perciben en ellos, son distin­ los viejos sistemas de linajes en un principio, tos en hombres distintos de sociedades dis­ para absorberlos después. Una vez más per­ tintas. Cambian los horizontes, enemigos, mite el desarrollo de ciertas instituciones ci­ cambian los intereses económicos dominan­ viles y religiosas y de las artes e industrias. tes. Así la «revolución urbana» medieval, en Los reajustes no son fáciles. términos generales, supone, en primer tér­ mino, un establecimiento de nuevas relaciones Los casos también varían, según los tiem­ del hombre con el medio dado, existente. En pos y las circunstancias políticas y económi­ segundo lugar, un proceso de humanización cas. Hay casos de desarrollo grande al lado de distinto, del mismo medio. En consecuencia, otros de anquilosamiento. Así, al llevar a el espacio se organiza de acuerdo con reglas cabo el estudio de varias ciudades viejas, hay nuevas, se seleccionan los lugares significati­ que empezar con análisis en función de las vos por nuevas razones, nuevos intereses. Las razones por que surgieron en total o en parte fundaciones de núcleos nuevos se realizan de su causalidad teleológica y determinar que con arreglo a esquemas o reglas formales, no es lo que queda y lo que no queda de las sólo jurídicas. Estas formas o figuras corres­ causas primitivas cuando se presentan a no­ ponden a un acto de memoria; es decir, de sotros hoy como un conjunto organizado. consideración de otras reglas anteriores, en Esta tarea sirve para explicar la razón de su orden a construir un todo que es esta nueva funcionamiento actual, más fuerte o como relación de los hombres en el espacio circun­ centros de comunicación, mercado, adminis­ dante. Resulta, así, que en el proceso histó­ tración, etc. 22 más débil. rico es más fácil que en el biológico estudiar: Pero después habrá que estudiar otro tipo primero el origen; luego la evolución de cosa tal de hechos, que no corresponden a aquel como un pueblo o villa fundado en un mo­ fin primero, sino que lo rebasan y aun anu­ mento determinado. La morfogénesis, las fases lan, o que cambian la significación del todo y de lo que se está haciendo en un tiempo, se sus partes. Aquí está, en efecto, la judería sin distingue de lo que queda hecho, con un judíos. Aquí el castillo que antaño defendió sistema de funciones más o menos duradero. una frontra, sin que exista tal frontera, y Pronto con frecuencia, las nuevas reglas o medio caído. Aquí la muralla rasgada o el relaciones que se pretenden establecer, el camino de peregrinos sin peregrinos. Aquí proceso de humanización que se plantea, es los nuevos signos de unión y de destrucción objeto de repulsa: se declara una oposición de viejas organizaciones segmentarias: plazas, entre los habitantes de los alrededores y el muros interiores rotos. Surgen, simultánea­ nuevo núcleo urbano o la oposición es larga y mente, nuevos intereses, nuevos estilos. Las más o menos latente. Después hay nuevas poblaciones se someten a estas exigencias, interpretaciones de lo hecho y remodelacio­ incluso a modas de fuerza más tenue. Au­ nes 18. mentan las alturas de las casas, se deshacen Es decir que la cuestión de la mayor o antiguos huertos y espacios libres, se abren menor permanencia de los elementos funda­ tiendas en las fachadas. En las mismas apare­ mentales hay que estudiarla de modo casuís­ cen balcones y huecos protegidos por crista­ tico. les. El ejemplo más característico para ilustrar Cuanta más vida comercial tiene la calle, lo dicho nos lo da Pamplona919, con una la transformación es mayor. La imitación en

155 los gustos hace que, de repente, aparezcan causas múltiples, a veces contradictorias y miradores. Otros elementos también. A un mecánicas: ha sufrido un proceso de trans­ tipo de balcones sustituye otro. Los servicios formación que es tanto mayor cuanto más municipales en fuentes, alcantarillado, alum­ vida económica tiene. Así resulta que obser­ brado, regulación de la circulación, mercados, vando varias fundaciones de la misma época se perfeccionan y los edificios públicos au­ que, en su plan original, son muy parecidas, mentan. También los lugares de expansión. se aprecia que una se desarrolla y aumenta De la vieja ciudad queda bastantes veces el con rapidez, mientras que otra permanece continente y, menos, algo del contenido. como cristalizada en su proporción primitiva. Crece sin una intención única, por obra de

III

Se nos plantea, así, al estudiar las ciuda­ sentan características muy diferenciadas. En des, el mismo o los mismos problemas meto­ efecto, municipios romanos, ciudades episco­ dológicos que cuando estudiamos otros he­ pales, fundaciones medievales en el camino chos antropológicos y etnográficos. También de Santiago, pequeñas «bastidas» y poblacio­ lingüísticos. Si queremos proceder con clari­ nes de frontera, núcleos constituidos por ba­ dad hemos de utilizar con absoluta indepen­ rrios de componente étnico diferente, pue­ dencia dos normas distintas. Puede el soció­ blos dominados en tiempo por los árabes 23, logo o el geógrafo utilizar la norma sincró­ toda esta gama de posibilidades históricas se nica, un eje de simultaneidades, para darnos da en Navarra y toda, en parte, ha quedado idea de cómo es la ciudad hoy, describiendo envuelta en el olvido y la oscuridad, por obra su funcionamiento en toda la complejidad de procesos de integración más modernos y que tenga y señalando nexos funcionales, la de muy distinta naturaleza. relación del todo con sus partes y con el exterior. Pamplona en 1978 o en 1920, es Conviene, pues, ahora, que utilizando una ciudad con determinadas y distintas ca­ siempre la norma diacrònica, reconstruyamos racterísticas. situaciones pasadas en función de «orígenes» documentados históricament (no reconstrui­ Pero cuando se aplica una norma diacrò­ dos por procedimientos puramente discursi­ nica, es decir, una norma histórica, bien claro vos) y desarrollos primeros, que hacen que se ve, en seguida, que unas son las cuestiones incluso las funciones sociales propias del nú­ de orígenes, otras las de desenvolvimiento, cleo urbano actual tengan que ajustarse a lo según edades y coyunturas históricas y otras, que es dado o haya serios conflictos entre lo en fin, las situaciones actuales. Toca ahora que podamos considerar el «interés domi­ realizar un estudio de los orígenes y desen­ nante» del pasado y el «interés dominante» volvimiento, con frecuencia muy distinto, de de hoy. los principales núcleos de población de Na­ varra, que hoy pueden tener rasgos comunes Porque los conflictos de tipo urbanístico en varios, en muchos aspectos, pero que en entre lo antiguo y lo moderno son conocidos lo que se refiere al desenvolvimiento pre­ y graves.

156 IV

Puede decirse que el conflicto entre las sentan: los ecólogos. De una ciencia moderna cosas heredadas del pasado y las creadas o en la que los problemas demográficos cobran introducidas en el presente, donde más se especial relieve, pero que, en lo esencial, es manifiesta es en los problemas de la urbanís­ el estudio de la estructura de las sociedades tica moderna. Porque no sólo se enfrentan humanas en función de los modos como éstas concepciones sociales, económicas y políticas interpretan el medio en que viven, teniendo de dos o más épocas al querer aprovechar e en cuenta los sistemas tecnológicos de que interpretar los espacios urbanos, sino que disponen, se pasa a una posición política, al también entran en pugna concepciones artís­ considerar que los medios tecnológicos ame­ ticas y ahora, en última instancia, científicas. nazan precisamente a la sociedad, porque re­ En efecto, la pugna entre los amantes del basan en efecto a la sociedad misma. pasado y sobre todo de las bellezas creadas en otros tiempos y las gentes que se cuidan Es sabido que desde la primera mitad de poco o nada de aquéllas, es constante en este siglo hay eminentes economistas y filó­ todos los países con Historia. Hay que tirar sofos que han augurado un mal porvenir al murallas, iglesias, conventos, capillas, hacer «hombre técnico» actual y que han llegado a ensanches, etc. en nombre de la utilidad y del decir que la Técnica está, ya, por encima de progreso (no se habla de la especulación). la voluntad del hombre 24. No cabe duda de Esto arranca de épocas no del todo re­ que los movimientos demográficos, tales motas. Frente a la fiebre destructiva están los como la aglomeración de la población en las conservadores, que no por fuerza son los que ciudades, el éxodo rural, el abandono de las en política se llaman así. Casi siempre triunfa artes y oficios, de los sistemas de trabajo el espíritu destructivo. Pero ahora se dibuja antiguo, y con él el de las leyes sucesorias otra pugna que puede tener consecuencias etc. han producido de no muchos años a esta acaso más graves: la de los que siguen cre­ parte unos cambios radicales: y Navarra en el yendo o fingiendo creer, que el «Progreso» caso no es tampoco una excepción de la con mayúscula, está relacionado con el au­ regla, como no lo fue en la Edad Media. mento de construcciones nuevas y demoli­ La cuestión es que ahora nos hallamos ción de lo antiguo y los que ven en esta ante esa crisis y que amenaza con destruir los actividad febril, descompasada de 1960 a esta antiguos conjuntos urbanos en vías de creci­ parte, algo peligroso y en suma antiprogre­ miento, a la par que deshace la vida rural, a sivo. causa del éxodo. Y acaso como testigos de un Claro es que aquí se hace referencia al final de época hemos de trabajar tanto como movimiento ecológico y a los que lo repre­ puros historiadores.

V

El examen de lo ocurrido en el pasado nuestros casos hay que afirmar, en primer nos da, sin embargo, alguna luz respecto a término, que no se pueden estudiar aislados cómo se han hecho las planificaciones más de lo que ocurre en tierras vecinas, e incluso permanentes y ejemplares: con relación a algo distantes, ni es factible explicarlos a la

157 luz de un puro determinismo geográfico, En los siguientes, con respecto a tradiciones considerando el medio como algo muy con­ materiales y legales sobre la casa, tanto ur­ creto y cerrado en sí. bana como rústica y acerca de edificios tales Es continua y prolongada la tendencia a como torres de linaje y sus formas. En cual­ considerar las llamadas leyes naturales mecá­ quier ocasión los hombres tienen un medio nicas como la clave para comprender todo lo de expresión único para ajustar los actos de que pasa en el mundo. No sólo domina el memoria, que es el lenguaje y por eso, tam­ ámbito de las ciencias biológicas, sino que bién, en repetidas ocasiones se ha hecho re­ también ha penetrado en las estrictamente ferencia al valor de determinados nombres y humanas. Parece, así, que el sujeto hombre a la complejidad de sus significados. Ahora no reacciona más que mecánicamente, sin vamos a ver aplicados estos principios, según que tenga demasiada importancia el saber una casuística bastante compleja, en las urba­ cuáles son las leyes de su propio ser: basta nizaciones navarras medievales que se pue­ con la Física (y aun la Química) para hallar la den dividir en diferentes categorías: las rela­ clave de la que todo lo demás son derivacio­ cionadas con la misma capital del reino, en nes. Esto ocurre pese a que hace ya mucho primer término; las que tienen como eje el que filósofos e incluso biólogos repudiaron la camino de Santiago, en segundo lugar; las tesis de que las leyes de la vida humana no que podemos llamar de frontera, en tercero; son sino derivaciones de leyes físico-quími­ en cuarto las que se ajustan a otros princi­ cas, o puramente mecánicas, enunciadas con pios. una claridad aparente que no deja de encu­ brir fuertes debilidades. Hablar así de la «adaptación al medio» y otras cosas por el estilo, sin sondear cuáles son la posibilidades mentales o del espíritu del individuo o de la sociedad que se dice que hace esto, puede conducir a monstruosi­ dades como las que se dan hoy. El medio puede ser inerte hasta que no se da un especial estímulo en el hombre que lo ve, de repente, con ojos muy distintos. Lo mismo si se trata del mar, 25, como si se trata de la tierra, 26. Tampoco es un principio claro el de «la lucha por la vida»... Pero dejando ahora a un lado la discusión general tenemos que aceptar que entre lo que se llama cultura y lo que se llama «natural» hay relaciones que deben ser puestas de relieve y mejor estudiadas. Así, por ejemplo, en lo que se refiere a los «actos de memoria» que parecen condi­ cionar cosas tales como la determinación de rutas animales o humanas, las formas que adoptan las habitaciones y viviendas, la utili­ zación de ciertos elementos con margen de variabilidad en la misma, etc. Los actos de memoria van unidos a los de Fig. 67.-Planta de Bayonne. imitación y difusión, tan analizados por los sociólogos y antropólogos de comienzos del siglo XX. En el capítulo V de la primera parte quedan reflejados muchos de los actos de memoria en relación con la planificación de recintos urbanos en términos generales.

158 E., este; S., sur? O., oeste; N., norte. —1. Plaza del Mercado.—2. Meroado o Casa municipal.—3. Palacio.—4. Calles abiertas o. Iglesia parroquial.—6. Casa llamada del Capitulo.—7. Puertas monumentales.—8. Torres del recinto. Fig. 6 8 -Planta de la «bastide» de Montpazier f Dordo^t/e).

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F/g. 6 9 -Planta de fíeaumont de Lomagne.

159 Fig. 70,-Planta de Vi/leframhe-de- Rouergue. Fig. 71.-Planta de Montaciban.

Así resulta que Pamplona, ciudad ro­ modifican luego y con nombres que se refie­ mana, ciudad episcopal, capital de reino, tie­ ren a su posición y condición, que encontra­ ne un desenvolvimiento parecido al de una mos en la península, incluso en Navarra ciudad galo-romana, acaso más tardía y tam­ misma. Así Beaumont de Lomagne tiene una bién episcopal, que le es vecina: Bayone, planta (fig. 69) del tipo aludido y un nombre Bayonne o «Lapurdum». En la fig. 67 puede que corresponde al de Belmonte (nombre verse el recinto primero con la iglesia (a), el que se da a la puebla de Belmonte de Usúrbil «Bourg Neuf» o «Petite Bayonne» y el re­ en tiempos de Enrique III de Castilla) 29. cinto amurallado en el siglo XII (b) y lo de fundación posterior, hasta que se convierte Mayor desarrollo tendría Villefranche de en ciudadela de frontera, como Pamplona Rouergue, una «Villafranca» francesa, que misma 27. es población puente también (fig. 70) 30. En otros casos las planificaciones medie­ Otra, Montauban lo es asimismo y su nombre vales del Sudoeste de Francia nos hablan de recuerda a los de otros pueblos ibéricos (fig. desarrollos geométricos parecidos a algunos 71) 31. de Navarra: pero a veces mucho más grandes, En todo caso, Monreales, Villarreales, como puede ser, por ejemplo, el dé la «bas- Villafrancas, Puentes de Salvatierras, Miran­ tide» de Montpazier, en la Dardogne, que das Laguardias, etc. etc., son nombres que desde hace mucho se presentó como modelo reflejan concepciones especiales, que se re­ de urbanizaciones de este género (fig. 68) 28. piten en Occidente y que hay que respetar, si No faltan, por último, plantas geométri­ la Historia significa algo en la vida de los cas en su base, pero con ampliaciones que las pueblos.

160 NOTAS

1. Véase el capítulo V, § III de la parte primera. 17. «Negotiatores et peregrini, transeúntes per 2. J. M. Lacarra, «Historia política del reino de Regnum ejus, nihil verebantur; non enim esset ausus Navarra» I. pp. 30-37, y sobre todo pp. 42-50, 52-53. quilibet, quid eis de rebus suis valens etiam obolum 3. J E. Uranga, y F. Iñiguez Almech «Arte medie­ auferre. Ad haec autem, ne nulla témpora vitae ipsius val navarro» I (Pamplona 1971) pp. 77-89. vacarent a bonis operibus studuit facere pontes cui sunt 4. Uranga e Iñiguez, «Arte medieval...», cit. 1. pp. a Lucronio usque ad Sanctum Jacobum», Don Pelayo 103-127. «Chronicon» § 12 «España Sagrada» XIV (Madrid 5. Uranga e Iñiguez, «Arte medieval...», cit. I. pp. 1905) pp. 474-475. 37-60. 18. Tomo ahora algunas citas del texto escrito 6. Es válido lo que, en general, dice Alfonso sobre la conferencia que di en Vitoria el 25 de enero de Dopsch, »Fundamentos económicos y sociales de la 1979. Cultura europea», ed. cit. pp. 457-478. 19. Véase capítulo II de esta parte. 7. La descripción espantosa de Aymeric Picaud 20. Véase capítulo III de esta parte. corresponde a una sociedad rural en que el idioma 21. Véase capítulo III de esta parte. vasco domina por completo; Jeanne Vielliard, «Le guide 22. Julio Caro Baroja, «Una teoría de las ciudades du pélerin de Saint Jacques de Compostelle...» ed. cit. viejas» en «Razas, pueblos, y linajes» (Madrid 1957) pp. 20á33. PP. 167-179. 8. Visión de conjunto de J. M. Lacarra, «Historia 23. Véase el capítulo V de esta parte. política de Navarra», I, PP- 335-351. 24. «Diálogo de «Spiegel» con Martín Heidegger 9. Lacarra, «Historia política...», cit. II, pp. 131- el 23 de septiembre de 1966 en «Revista de Occi­ 198. dente», tercera época, n.° 14 (diciembre, 1976), p. 10 10. Lacarra, «Historia política...», cit. II, pp. 199- en especial. 230. 25. Julio Caro Baroja, «Los vascos y el mar» en 11. Lacarra, «Historia política...», cit. II. pp. 231- «Itxaskaria» (Bilbao, 1978), pp. 73-95 especialmente. 269. 26. El caso del ritmo de la explotación del hierro 12. Lacarra, «Historia política...», cit. III pp. lo indica también de modo suficiente. 13-58. 27. Tomado de V. Dubarat, «Le missel de Ba- 13. Lacarra, «Historia política...», cit. III. pp. 345, yonne de 1543» (Pau-Paris-Toulouse. 1901) p. XIII, 436. que sigue a Duceré y Dufourcet. 14. José Gudiol Ricart y Juan Antonio Gaya 28. La planta de Montpazier la daba como clásica Ñuño, «Arquitectura y escultura románicas», en «Ars A. Giry en el artículo sobre las «bastides» para la Hispaniae» V (Madrid, 1948) p. 117. Más moderna la «Grande Encyclopédie» V, que se incorpora a la com­ obra de Don Luis M.a de Lojendio con introducción de pilación de textos de Ch. V. Langlois, «Historia de la Georges Gaillard, «Navarre romane» (Zodiaque 1967). Edad Media. 395-1270» traducción de Domingo Vaca 15. Gudiol y Gaya Ñuño, op. cit. V, pp. 138-147. (Madrid, 1919) P- 371, de donde se toma la fig. 68. Base fundamental en Don Manuel Gómez Moreno, «El 29. El plano de Beaumont-de-Lomagne en Gut- arte románico en España. Esquema de un libro» (Ma­ kind, «International History of City developmen» «V, drid 1924). La obra fundamental hoy es la citada de Urban development in Western Europe: France and Uranga e Iñiguez, «Arte medieval Navarro», II-III Belgium» (Nueva York, 1970) p. 67. La «bastide» se (Pamplona, 1973). fundó en 1267. Sobre Montpazier, las pp. 68-73. 16. Más adelante se utilizará con frecuencia, la 30. Véase Gutkind, op. cit., pp. 62-64. obra ya citada de Lacarra, Vázquez de Parga y Uría Riu, 31. Véase Gutkind, op. cit., pp. 47-48. «Las peregrinaciones a Santiago de Compostela» 3 vols. (Madrid 1949) y alguna más sobre el asunto.

161

CAPITULO II PAMPLONA: CIUDAD CON CONTINUIDAD

1) Pamplona en los textos clásicos. Su significado en la red viaria y como fortaleza 2) El tránsito de la Edad Antigua a la Media: ciudad episcopal, ciudad ocupada; cabeza de monarquía 3) Iruña 4) El desarrollo urbano a partir del siglo XII 5) Luchas y guerras civiles 6) Nueva ordenación 7) La «Unión» y sus consecuencias 8) Pamplona, como capital de virreinato y plaza mili­ tar de frontera: rasgos materiales que le da esto. 9) Población 10) Calles y casas de vecindad 11) La «Plaza del Castillo» y su uso 12) Otras plazas y plazuelas 13) Paseos 14) Servicios públicos, Comercio 15) Juego de pelota teatros, posadas 16) Casas y palacios señoriales 17) Caracterizaciones

Dentro del conjunto de núcleos urbanos de capital de un reino, de plaza comercial en de Navarra, de los que, desde época más o un punto geográfico clave y su condición menos antigua se considera que tienen cate­ final de plaza militar de frontera. Todos estos goría de ciudad, el que posee una historia elementos han dado lugar a que la bibliogra­ más compleja y que se presta a mayor nú­ fía sobre Pamplona sea muy densa 1. Pero mero de reflexiones, es la capital: Pamplona. aquí se ha de seleccionar la más útil para Porque, en primer término, hay memoria de nuestro intento de realzar los elementos sig­ su existencia continua desde una fecha de la nificativos que consideramos esenciales. Antigüedad. Pasa por grandes crisis, pero no Las primeras noticias que poseemos desaparece, en períodos oscuros de la Edad acerca de Pamplona son escuetas, pero sufi­ Media, en que es ciudad episcopal. Es luego cientes para ver que, en esencia, fue conside­ capital de un reino pequeño que lleva su nom­ rada como una población importante dentro bre: tiene un desarrollo dramático a partir de de un sistema de redes viarias, que, sin duda, una fecha de la Edad Media y, cuando deja de se ajustan y perfilan más y más tras la con­ ser capital independiente, pasa a ser algo que quista del Norte de la península ibérica por tampoco se da en otras ciudades navarras: no los romanos y en ciertas guerras civiles de sólo es cabeza de un virreinato, sino también éstos. Ptolomeo2 coloca a «Pompaelo» fortaleza o ciudadela de frontera de primera (Pompailon) en 15°-43° 45’, tomando, pro­ importancia, de suerte que esto condiciona su bablemente como punto de arranque un iti­ devenir durante varios siglos. En fin, muy nerario en el que más al Norte en territorio recientemente, rompiendo moldes y estruc­ de los vascones quedan también «Iturissa» y turas físicas y políticas, se empieza a convertir en una ciudad industrial. En las páginas que «Oeasso». siguen se procura hacer ver cómo Pamplona Bastante antes Estrabón coloca a los vas­ ha tenido unos caracteres muy diferenciados cones, que habitan cerca del Océano, alrede- con respecto a otras ciudades navarras produ­ d o r de Pamplona y de Oeasso cidos por los mismos rasgos materiales que le (Oiassona) y señala la existencia de impusieron su condición de ciudad episcopal, un camino entre las dos localidades y de

165 Pamplona a Tarragona. En el mismo texto «clásico», sobre el bucle de un río y en alto y hará la reducción del nombre a «Pompeiopo- como centro importante de comunicación: lis» 3 como ciudad de Pompeyo dedicada a él. del Atlántico con el Mediterráneo por la vía Pompeyo, ya se ha dicho también, actuó que iba de Tarragona al valle de Oyarzun y en Hispania o Iberia durante la guerra serto- de la península con las Galias y la Europa riana. Habrá que recordar ahora que estuvo continental, por la que atravesaba el Piri­ guerreando en la Iberia asiática. Tanto en neo 11. Europa como en Asia, se distinguió como Plinio (entre Estrabón y Ptolomeo) se fundador o ampliador de ciudades. Porque si referirá a los «pompelonenses» como pueblo Estrabón dice que «Pompailón» es algo equi­ «estipendiarios» 12, dependientes de Caesa- valente a «Pompeiopolis», en Cilicia, «Soli», raugusta. En textos más tardíos sigue hacién­ en tiempo de Estrabón mismo, se llamaba lo dose mención de la ciudad: «Pompelona» en mismo4, «ciudad de Pompeyo». Este y otros el «Itinerario» de Antonino 13 y expresando datos que suministra el geógrafo permiten su comunicación con las Galias. Sea el que afirmar que unas veces el general pudo ser y sea el origen del nombre de la ciudad, hay otras no ser fundador de la ciudad que recibía que advertir que en epígrafes de inscripcio­ su nombre: pero hay varias que levantó de nes se encuentra repetido. Así en Tarragona planta. Tras su victoria en la Armenia Menor hasta tres. En una lectura es dudosa entre construye una «ciudad de la victoria» = «Ni- «Pompaelonensi» y «Pompaeionensi» 14. En cópolis», que en tiempo de Estrabón mismo otra (y precisamente de un «Pompeius») apa­ estaba bien poblada 5. En cambio, en el caso rece la L 15, así como en la de la flami- de «Eupatoria» lo que hizo fue ampliarla y nica Sempronia Placida16. Cerca de Pam­ rebautizarla con el nombre de «Ciudad plona misma, en Arre, se encontraron tres magna», «Magnopolis». El nombre viejo le grandes inscripciones que también contienen venía a ésta de Mithridates Eupator y cuando el nombre de la ciudad. Una del año 57 de el general romano entró en ella estaba a la J.C., según la lectura viejal se referiría a la mitad de su construcción 6. También amplió «Civitas Pompeionensis», aunque Hübner «Zela» ciudad religiosa en su origen, a la que prefería leer el nombre con L en vez de i 17. añadió mucho territorio y en la que asentó a Otra, de 119, a los «II viris Pompe(lonensi- nuevos habitantes, dentro de las murallas 7. bus)» 18. La última, del año 185, a la «respu- También reorganizó una ciudad llamada «Pha- blica», otra vez 19. El nombre de «Pompai­ zemon» con el nombre de «Neapolis» ciudad lón» parece estar compuesto como otros ibé­ nueva 8. Es decir, que Pamplona puede con­ ricos. Por ejemplo «Bailón», ciudad marítima siderarse, por razones positivas, una ciudad de la Bética 20; «ilon» podría significar algo gemela o hermana de otras de Asia Menor. relacionable con «polis». En todo caso, No poseemos noticias concretas acerca de si «Pompeiopolis» existe en otras latitudes y el su fundación o ampliación se llevó a cabo, pompeyanismo de los vascones parece estar como en otros casos, con elementos indíge­ atestiguado por la frecuencia del nombre en nas, puramente vascónicos, o con gentes de su territorio y otras razones21. distintos orígenes. No hay moneda ibérica que se pueda La estancia de Pompeyo por sus tierras se referir con seguridad a la ciudad, pero es fija en el invierno de 75-74 a. de J.C. 9: posible que la que tiene un epígrafe en que después, pasó a las Galias y al final de la se lee BA-R-S-CU-N-E-S ó BA-S-CU-N-E-S guerra sertoriana parece que a ciertos ele­ tenga que ver con ella en su estado más mentos vascones de las montañas los con­ antiguo 22. gregó en una fortaleza del otro lado del Piri­ La ciudad romana ha sido objeto de ave­ neo, la cual recibió el nombre de ciudad de riguaciones en distintas épocas, y por fin de los «Convenae», según San Isidoro 10. excavaciones sistemáticas, realizadas por «Comminges» es el nombre que desciende Doña María Angeles Mezquíriz de Catalán de éste. En todo caso, la antigua «Pompaelo» que ha escrito un excelente resumen de todo o «Pompailón» está situada de modo muy lo sabido sobre «Pamplona romana» 23.

166 II

Los hallazgos romanos corresponden to­ gulares construidos de piedra sillar con un dos a la Navarrería y parece que lo más aparejo clásico, «opus isodomum» o «isó- antiguo estaría en el montículo en que se domo». 2.°) grandes torres cúbicas almena­ halla la catedral. El trazado debió haber se­ das. 3.°) puerta de entrada por una de las guido el principio clásico de marcar un eje torres, que parece tener un arco con dovelas, Norte Sur y otro Este-Oeste, de suerte que sobre dos ménsulas, de suerte que la puerta el primero podría referirse a la línea de la es más ancha. 4.°) torres abiertas por venta­ calle Curia y el segundo a la de las calles de la nas amaineladas, con arcos de medio punto. Dormitalería y Compañía. Pamplona romana Si el dibujo idealizado se redujera a unas tiene su mayor florecimiento en el siglo II y proporciones posibles, daría una imagen como pasa una crisis al final del III. Después, del la de la figura 74. En el mosaico, sobre los siglo III al IV, hay toscas reconstrucciones. muros isodómicos se ven representados a Hallazgos visigodos atestiguan el paso de és­ modo de grandes letras T. Hay que advertir tos por la ciudad 24. Hay que pensar que fue que son conocidos otros mosaicos que repre­ siempre una ciudad no muy grande, parecida sentan murallas en los que se ven figuras a otras de Hispania o las Galias; asentada iguales sobre los muros, las cuales se conside­ sobre el bucle de un río y con estrecha ran que son almenas 27. Las torres cuadradas relación comercial con las Galias mismas. Del son conocidas, aunque parece que abundan desarrollo urbano de Pamplona desde la crisis más las de planta curva, circulares o semicir­ de fines de la Edad Antigua hasta avanzada la culares, aunque también las hay mixtas. Las Edad Media, se puede decir muy poco. Hay distancias de las torres varía y en general es un raro documento, apócrifo, que está en el más pequeña que el tiro de flecha de que códice de Roda y que lleva el título «De habla Vitruvio 28. laude Pampilone epístola». La epístola se dice Hay que advertir que en el siglo XVII, escrita por el emperador Honorio y dirigida a Fray Prudencio de Sandoval indica que en los las milicias de la ciudad que defendieron los cimientos de una torre cuadrada romana, Pirineos entre 407 y 409. Al final, como «como otras que se ven hoy día en la cerca superpuesto, hay un párrafo que contiene antigua de la ciudad» aparecieron bastantes detalles sobre los muros y torres de la ciudad objetos romanos 29. Aquella continuidad de que tendrían 63 pies de espesor, 84 de altura, la que habló Merimée refiriéndose a la arqui­ 1000 diestras de circuito, jalonados por 67 tectura militar de la Edad Media con respecto torres 25. a la romana30, parece que es posible de Desgraciadamente todo esto es inimagi­ defender, sobre todo en relación con ciertas nable. El texto debe ser mucho más tardío tierras y ciertos edificios que se hacen y que la fecha que se le da y de tradición rehacen en ellas con continuidad. visigótica, hostil a los vascones a los que A finales del siglo VIII sabemos también confunde con los vacceos, como pasa en que Pamplona era una fortaleza de cierta otros. Con todo, la idea de que era una consideración: Carlomagno la desmanteló al población amurallada con sistema defensivo volver de Zaragoza, el año 778 31. «Ad Pom- de cierta importancia, la sugiere también un pelonem, quod fertur nobile castrum-esse monumento de fecha más remota; un mo­ Navarrorum, veniens, id ceperat armis», dice saico descubierto en la calle de la Curia en la biografía versificada y luego: «Ad Pompe- 1857 al parecer26. La representación de mu­ lonem rediens, dejecerat ejus-ad terram mu­ rallas en teselas blancas y negras de este ros, fieret ne forte rebellis» 32. mosaico, nos pone ante un ejemplo de dibujo ideal (fígs. 72-73). Sin embargo, puede de­ No cabe duda que antes, para los árabes, cirse que el autor ha realzado los elementos también fue un punto clave 33, sometido muy más significativos de una muralla real, cons­ al comienzo de la conquista y dejado luego a tituida: 1.°) por unos grandes muros rectan­ jefes nativos.

167 Fig. 72.-Mosaico romano de Pamplona, representando una muralla.

Fig. 73 -Mosaico romano de Pamplona, con más representación de la muralla.

Pamplona era objeto de los ataques de se refieren a hechos de los años 803-804, y Don Rodrigo en el momento de la conquista, en poder indígena38, y en el siglo X hay según algunos textos 34, y después de sopor­ referencia a la «Urbem Pampilonensium» 39. tar el yugo musulmán 35 lo sacude 36. Como en el caso de Oviedo y León, ella da nombre al reino y así, en el siglo IX, las Aparece luego como cabeza de un reino suscripciones de los documentos refiriéndose entre altas montañas y valles profundos, con a los reyes utilizarán las fórmulas de «rex gente pobre en recursos, movediza y de habla Pampilonensium 40, o «rege in Pampilona» 41 vasca. Así la caracteriza Al. Himyari, que, o «in Pampilona» a secas 42. En cambio, los como Estrabón, relaciona a los habitantes de obispos suscriben con frecuencia como obis­ la ciudad con los que vivían más al Norte, pos de «Irunia», «Irunga», «Urunia», que se incluso a la orilla del Atlántico 37. A comien­ considera el nombre vasco de la ciudad 43. zos del siglo VIII Pamplona aparece otra vez Esta variación entre el uso eclesiástico y como plaza amurallada, en textos árabes que el civil no deja de ser curiosa.

168 ) 1 1 1

Fig. 74-Interpretación del mosaico de Pamplona.

Ill

El Padre Moret en los «Annales» de Na­ Alava, de cierta importancia arqueológica. varra da una etimología de la palabra Con respecto a la reducción de «Iruña» a «Iruña», basada en que Pamplona estuvo «Irún» habrá que señalar la existencia de constituida por tres poblaciones. Conjetural­ finos términos llamados «Irunbide», como mente dirá: «y de hay (sic por ahí) quizá le «camino de Pamplona», en Cía, en Sarasate y vino el nombre Vascónico de Iruña, como se Larumbe, en Oláibar y hasta en Uterga. dixera Tres buenas. Aunque otros quieren que «Iruñlarrea», es término de Barañain, cerca la significación sea Población buena, variando de la ciudad, e «Irunbiscar» de Arriasgoiti 4S. en la composición de Iri, que vale pueblo, o Por otra parte, es inexplicable que Moret no Irur, que vale Tres» 44. tuviera en cuenta que el referirse a las «tres poblaciones», no puede haberse hecho más Las dos etimologías parecen falsas. «Irun» que en época posterior a aquella en que o «Iruña» (con el artículo) significa población aparece el nombre vasco en las suscripciones mayor, probablemente. Así en el caso de episcopales aludidas o en otras, porque tales «Irun Uranzu», Irún de Guipúzcoa, donde suscripciones son comunes a comienzos del hubo un puerto en época romana. También siglo XI y sabemos que la fundación de dos en el de «Iruña» despoblado romano de de las poblaciones es posterior.

169 IV

La historia urbana de Pamplona se lleva a San Cernin» es de 112 9 48 y puede sospe­ cabo contando con estos hechos principales. charse que el plan legal fue unido a su plan urbano. Ahora bien, en una forma que no 1) Conservación de un ámbito antiguo, que deja de sorprender, éste corresponde a un es el de la «Navarrería» o la «civitas» por concepto poligonal, exagonal del trazado de antonomasia: concepto al que alude, sin las calles, que, en suma parece obedecer a duda, el vasco «Iruña». una memoria de antecedentes plásticos, a una 2) Fines del siglo XI. Fundación del «Burgo idea determinada de la ciudad. Como es sa­ de San Cernin». bido, Vitruvio tuvo una concepción octogonal 3) Fundación del «Burgo Nuevo» o de San de la ciudad, que, según él, debía ajustarse a la Nicolás, en fecha no precisa, pero pare­ «rosa de los vientos»49. De su texto hay cida. bastantes interpretaciones gráficas 50 y parece 4) 1188. Repoblación de la Navarrería. que influyó de modo considerable en distin­ tos esquemas de la «ciudad ideal» de Filarete, 5) Aparición por fecha similar del pequeño Giorgio Martini, Girolamo Maggi, Pietro «Burgo de San Miguel», de emplaza­ Cataneo Scamozzi y Vasari 51. Pero el es­ miento no bien determinado, pero agre­ quema ideal de la ciudad amurallada en exá­ gado a la Navarrería 46. gono parece haber sido muy aceptado para Antes de proseguir conviene hacer unas hacer sumarias representaciones de ciudades observaciones acerca de estos ámbitos, cuya por escultores y pintores medievales. Así planta ha sido muchas veces reproducida47 aparecen en el «Utrechtpsalter», en el «Co- (figs. 75-76). La carta o fuero del «Burgo de dex Egberti» y en un marfil del siglo XII

Fig. 75 -Esquema de los núcleos urbanos que componen Pamplona, en su base.

170 reproducidos por Gutkind 52. Podemos, 6.°) La población, en fin, se dona a Dios y pues, afirmar sin temor que la concepción del a Santa María: al obispo de la sede. «Burgo...» es románica en una forma muy El Príncipe de Viana dice que estos fran­ característica. cos vinieron de Cahors, expulsados por un El texto de Alfonso el Batallador dispone: rey55. El mismo indica también que este «Burgo de Pamplona» había sido despo­ 1.°) Que se hiciere la población en el blado, donde entonces estaba una basílica de llamo de San Saturnino 53. Sant Cernin, «la cual fue fecha, de antiguos 2.°) Que con los francos no entrase nin­ tiempos, donde el dicho Sant Cernin pre­ gún navarro, clérigo o infanzón. dicó». La conexión con el ámbito tolosano es 3-°) Que celebrasen el mercado en un evidente de todas formas. La planta del llano a la parte de Barañain 54. Burgo de San Nicolás es más o menos rec­ tangular y en esencia está constituida por dos 4.°) Que no se hiciesen casas desde Santa trazados de calles paralelas cruzadas por otra Cecilia a la nueva población («et quod non al centro dejando en un extremo o lado más habeat nulla casa de Sancta Cecilia usque ad corto del rectángulo otra (la Carnicería). Esta ista populatione»). planta se puede comparar con las de algunas 5.°) Que no se hiciesen muros, torres y poblaciones en que hay dos y tres líneas de fortalezas contra ella, en ninguna de las otras calles paralelas y más largas, en el rectángulo, poblaciones («et nullos homines de altera e incluso con algunas «bastidas» inglesas populatione non faciant murum, ñeque tu- posteriores e inspiradas, probablemente en el rrim ñeque fortalezam contra ista popula­ tipo aquitano 56. En Inglaterra se encontrará tione...»).

Fig. 76.-Vista aérea de Pamplona, antes de los últimos ensanches.

171 algún ejemplar muy geométricamente conce­ prosigue en las edades Media y Moderna bido, con una calle eje 57. hasta llegarse en la Contemporánea al apro­ Hacia el lado oriental quedaba fuera del vechamiento máximo en altura. Pero a los muro propio, el «Chapitel» que parece haber procesos constructivos hay que agregar tam­ desempeñado una función importante. La bién otros destructivos de gran importancia. palabra viene de «capitulum», como la caste­ La «Población de San Nicolás» sufrió un llana «cabildo». Pero en Navarra parece ha­ incendio en fecha imprecisa y se reconstruye berse conservado incluso en la Toponimia a partir de 1222. En 1275 se levantan muros vasca. Por tierra de Valcarlos hay una regata nuevos en la «Navarrería» o ciudad vieja, llamada «Chapitel» 58, por la de Vera un que queda destruida en 1277 y que sólo punto denominado «Chapitelacoarria». En el entre 1314-1324 vuelve a reconstruirse. El habla navarra romance se usan «Chapitel» y plano, pues, en que, dejando aparte todo el «Chapitela» con acepciones diversas 59. Pero lado septentrional y el oriental, con casas de dejando ahora a un lado la cuestión del «ca­ canónigos, arcedianato, huertas de cabildo, pitulum» señalemos la existencia de un gran etc., se ve un casco urbano rectangular, apa­ espacio entre los dos burgos. Oigamos al rejado de Norte a Sur, con dos grandes calles Padre Moret: «Desde la muralla de la Nava- centrales, dos laterales y una que las corta rrería, que corría par junto a la Iglesia de casi a la mitad, queda también dentro de la Santa Cecilia, hasta la barbacana del Burgo de serie aquitano pirenaica más conocida. Pero San Saturnino havia un vago grande sin Po­ desde un punto de vista sociológico, es pecu­ blación, lleno de jardines y huertos». El rey liar el hecho de que una capital de reino se Sancho el Sabio revocó la disposición que componga de cuatro núcleos distintos, amu­ prohibía construir en aquella zona que estaba rallados, con diferencias étnicas y de otra en la carta del burgo de San Cernin. Moret clase, que producen rivalidades sin cuento, añade: «Lo que aumentó de Población ahora que se siguen a lo largo de documentación es oy el mayor comercio, y frecuencia de la conservada en los archivos pamploneses, Ciudad, y con la continuación facilitó la desde 1213 a 1423 61. Habrá que observar unión». La carta es de octubre de 1188 60. Es que a los núcleos «navarros» y «francos» hay decir que hay un aumento sensible de la que añadir también una típica judería que densidad de construcción en tiempos aun juega algún papel en las contiendas, vinculada próximos a las fundacionales, que , luego, a la Navarrería 62.

V

Recordemos ahora algo respecto a éstas. el acta de lo acordado suena como cuarta Por los años de 1213 había graves discor­ parte distinta, la del Burgo de San Miguel y dias entre los pobladores de San Saturnino y añade; «aunque comúnmente siempre se in­ la «Población de San Nicolás» y los de las cluye y cuenta en la de San Nicolás, como Navarrería y San Miguel: «siendo propio del oy» 64. vulgo no reputar por República más de lo Las disposiciones son de tipo penal. Lo que ciñe su muralla» según indica el Padre más importante para nosotros es observar Moret: las cuatro poblaciones pretendían te­ que cada población tenía doce jurados y que ner una autonomía total, dando refugio a también tenía su casa de ayuntamiento pro- malhechores de los enemigos y llegaban a pia. luchas sangrientas. Sancho el Fuerte, con el Los efectos de estas leyes no fueron muy Obispo Don Asparago, quiso poner coto a grandes. En 1222 con Don Sancho el Fuerte, los excesos 63. También indica Moret que en pero con otro obispo, Don Remiro, hay un

172 nuevo intento de pacificación que suministra, ción que habían de reconstruirse en 1222 a través del instrumento que lo refleja, varios tendrían un metro y medio de altura por uno datos importantes de tipo urbanístico. Poco de anchura y la parte de madera sería como antes había tenido lugar el incendio de la una lanza en longitud. Es decir, que no se «Población» que se distingue de la Navarre- puede imaginar un gran desarrollo en altura ría, San Miguel y San Saturnino. Los habi­ parecido al que se da después. Pero en los tantes de ésta debían reedificar sus casas, tiempos que nos ocupan la fortificación inte­ pero se disponía que hacia San Saturnino no rior sigue haciéndose, pese a todo. levantaran más que trece codos en alto y uno La crisis mayor sobreviene ya en la se­ en ancho, de piedra y cal, y que sobre esto gunda mitad del siglo XIII. Tiene un indicio levantaran las paredes de tabla, y en no más evidente cuando los vecinos de la Navarrería altura que la de una lanza militar. Tampoco levantan nuevas fortificaciones, «algarradas» debían hacer troneras de ballestas, ni venta­ contra San Nicolás y el Burgo, lo cual se nas, ni albañares o acueductos, ni goterales consideró acto muy grave 67. Estas fortifica­ hacia el foso del burgo; y, en caso de que ciones duraron poco, sin embargo. La guerra pretendieran echar aguas hacia el foso, retira­ civil estalló en 1276 y el ejército francés de sen las casas un codo, de forma que el agua (y Don Felipe entró en liza arrasando la Nava­ sólo de lluvia) cayese en el espacio interme­ rrería, de suerte que, según Moret, quedó dio, no en el foso. Que no levantasen forta­ veinticuatro años yerma y la repoblación leza del lado o contra el muro del burgo y tardó en hacerse cuarenta 68. De todas mane­ que, si había alguna, se demoliera. En cam­ ras hay documentos que indican que ya hacia bio, podían fortificar y alzar cuanto les pare­ 1291 se estipulaba que las rentas de la Nava­ ciese las murallas y torres exteriores 65. rrería se considerarían junto a las de las otras El carácter de fortaleza se mantiene en tres villas al hacer división a medias entre el Pamplona hasta nuestros días. En relación rey de un lado y el obispo y la Iglesia de con las medidas hay disposiciones que se otro69. Y en 1303 volvían a plantearse pro­ aclaran teniendo en cuenta los sistemas vi­ blemas entre las cuatro villas y el cabildo. El gentes. El codo se constituía según Yanguas, documento que trata de esto dice que «solo por las tres cuartas partes de la vara de su era llamada ciudad» la Navarrería, que tenía tiempo. Pero la tabla de Pamplona distingue sus muros y añadía que el Burgo de San cinco codos: 1.°) para medir tierras, ladrillos, Miguel» estaba comprendido en ella con un adobes y tapias. 2.°) para maderaje o fusta. solo muro común muy fuerte 70; pero que 3.°) para telas de oro y seda. 4.°) para paños aún seguía destruido todo y dispersos los de lana. 5.°) para lienzos, sayales, marragas y vecinos se ve por otro documento de 1319 71 coronadas. Los dos primeros interesan aquí. que marca una verdadera voluntad de re­ El primero tiene seis partes de ocho centí­ construcción y que fomenta Don Carlos el metros y medio cada una. El segundo muy Calvo según documento de 13 2 4 72. El do­ poco más (sin llegar a nueve). Es decir que el cumento es revelador de que se trata de una codo tiene cincuenta y un centímetros 66. De nueva urbanización del ámbito con todas es­ esta suerte, las paredes de piedra de la Pobla­ tas disposiciones.

173 VI

1.°) Formación de calles rectas desde la 4) Torredonda 72 » iglesia de San Prudencio, situada en el ca­ 5) Texenderia 29 » mino por el que se llevaba a beber a los 6) Camiceria 26 » caballos, hasta el portal de Galea. 7) Rúa Penta 23 » 2.°) Desde el hospital de San Miguel, 8) Granada 28 » hasta Santa Cecilia. 9) Penitencia 14 » 10) Rúa de Paradis 14 » 3.°) Del portal de la Población a Santa Total 350 fuegos 77 María. 4.°) De la cabeza del Castillo (barrio de Areys) hasta la puerta del Castro, ante la La «Ciudat de la Navarrería» dará: 116 iglesia de San Tirso 73. fuegos de pudientes, más 50 no pudientes; es También parece que se cercó de piedra decir, 166. La suma total da 918 fuegos 78. La otra vez, fijándose un mercado semanal los población es menor que en 1350, en que el sábados en la plaza situada delante de la Burgo tiene 497 fuegos. puerta del castillo del rey, el cual tendría en La Población no se indica, pero la Nava­ la ciudad: 1.°) judería, 2.°) capitolio (chapi­ rrería da hasta 263; casi cien fuegos más 79. tel), 3.°) carnicería, 4.°) baños, 5.°) hornos 74. Habrá que advertir, por otra parte, que las Pero de todas formas, en el libro de fue­ poblaciones de francos han sido diluidas, a gos de 1366, contando ya sólo tres poblacio­ juzgar por los apellidos de los «cabezas de nes, la Navarrería está en inferioridad mani­ fuego», pero, a pesar del proceso de homo- fiesta, respecto a San Cernin y San Nicolás. geneización étnica, la tensión existió durante La población de San Cernin se reparte así: el resto del siglo XIV y el comienzo del XV. 1) Rua mayor de los Cambios 73 fuegos El foso entre la «Población de San Nico­ 2) Rua de la Correyeria 60 » lás» y el «Burgo de San Cernin» existió hasta 3) Peleteria 47 » 75 la época de Carlos III el Noble, que al abolir 4) Texenderia Vieylla 28 » las divisiones mandó cegarlo y en la tierra 5) Cotelleria 38 » correspondiente se formó la llamada Calle 6) Burelleria 80 » Nueva, que en el siglo XVII era la que más 7) Camiceria 36 » frecuentaba la juventud, «para exercicio y 8) Carpenteria 17 » ostentación de la agilidad, y destreza en el 9) Ruas Nuevas del Mercado 49 » útil y honesto juego de la pelota» 80. 10) Camino de Sant Lazdre 16 » La división política sigue hasta 1422 y la 11) Camino de Sancta Gracia 8 » tensión hubo de manifestarse cuando el nieto La población total es de 452 fuegos 76. de Don Carlos III el Noble (el Príncipe de Viana) fue llevado a Navarra, a Pamplona, «La Población de Sant Nicollas» da esto: por su madre Doña Blanca. El rey determinó 1) Rúa Mayor del Chapitel 55 fuegos (1423) terminar con el régimen de las tres 2) Las tiendas 18 » jurisdicciones, y hacer un solo ayuntamiento, 3) Rúa de la Capateria dando el famoso «Privilegio de la Unión» y et Ferreria 59 » suprimiendo todos los fueros anteriores81.

174 VII

Las tres «universidades» serán «una uni- abundan los conventos. Hay hasta cinco hos­ versidat, un cuerpo, et un conceillo» 82 y pitales, varias torres y palacios de señores y tendrán una «casa de la jurería» que quedará linajes, fortificaciones bastante complejas y entre el Burgo y la Navarrería misma 83. Pero un ámbito grande, que es el de «La Canon- las torres y fortificaciones antiguas se deter­ gía» 88. Menos complejidad, pese a su exten­ minó que se conservaran, aunque se prohibió sión, tiene el «Burgo de San Cernin», en que que se levantaran otras, ni privadas ni públi­ destacan, como edificios civiles, la torre del cas, o colectivas de las poblaciones converti­ Rey y la Cámara de Comptos 89 y otro tanto das en barrios 84. Las mugas se arrancaron y ocurre con la «Población de San Nicolás» 90. el blasón será uno 8S. El significado de estas disposiciones hay que considerarlo arran­ Son pocos, sin embargo, los edificios que cando del concepto jurídico de «universitas» corresponden a aquellas épocas, aunque que­ como corporación o comunidad 86, concepto dan vestigios aquí y allá. Uno de los más que ha tenido una utilización notable en tie­ visibles es la fachada del antiguo palacio del rra vasca, donde, en Guipúzcoa por ejemplo, señor de Otazu, luego Cámara de Comptos, se llaman, «universidades» bastantes peque­ en las Tecenderías de San Cernin (lámina en ños centros de población. En el siglo XVIII color). El aparejo y una ventana amainelada el Padre Isla escribirá de un modo satírico en el alto, es lo que caracteriza más a este acerca del uso que en Navarra y concreta­ edificio, al que luego se le abrieron huecos mente en Pamplona se hacía de la palabra en con rejas 91. En la misma calle en un derribo términos jurídicos 87. de 1958 aparecieron otros vestigios góticos, con ventana amainelada, del palacio de Ague- En todo caso la reducción a una de las rre 92. Vestigios de arcos y sótanos con bóve­ distintas universidades viene a coincidir con das góticas se han registrado también en la el comienzo de grandes luchas civiles que misma calle y en la Mayor 93. Estos y algún contribuyen de modo poderoso a la destruc­ otro, como la casa de la plaza de San José, en ción de la monarquía navarra. Pamplona, ca­ la Canonjía 94 y otras derribadas, hacen pen­ pital de un reino, pasará a ser capital de un sar que una gran parte de las calles estaba pequeño virreinato. Y poco después de que constituida por casas parecidas a las que se ocurra este tránsito, con grandes repercusio­ conservan en pueblos menos desarrollados. nes en toda Navarra, empieza a cobrar una Fachadas con un arco gótico de entrada y una nueva fisionomía, que la diferenciará más y ventana amainelada encima, de sólo un alto y más, durante siglos, de las otras ciudades de piedra; fachadas con dos arcos góticos y navarras, cabezas de merindad o simples nú­ tres o cuatro ventanas amaineladas. También cleos de población algo desarrollados. Los fachadas de casas de piedra hasta el primer elementos significativos que ahora se realzan piso, con lo superior de ladrillo 95. Todo esto son específicos de la Edad Moderna y llegan a lo hallaremos en pueblos cercanos, como influir hasta nuestros días. Urroz o Tajonar y en otros de la zona media. Ya la Pamplona medieval es compleja Series de arcos simétricos, en Estella, etc. La desde el punto de vista de los edificios públi­ ciudad tiene su ritmo; los pueblos e incluso cos, civiles y religiosos. En la «Navarrería», las cabezas de merindad, el suyo.

175 VIII

En efecto el cambio que experimenta piso de una casa de varios altos y que sólo Pamplona a partir del momento en que deja algunas mansiones en que residían gentes de de ser capital de un reino independiente y se nobleza o muy ricas dejaban de estar organi­ convierte en ciudad fronteriza de una monar­ zadas en pisos. Cada piso, pues, era un hogar, quía mayor y más compleja, la de los Austria, como ocurría -dice- en muchas ciudades de rival de otra, la de los Valois, es muy sensible Francia. Pero las casas, contra lo que ocurría e influye de modo considerable en su devenir en el país frontero, no tenía «concierge» ni material, urbano. Porque Pamplona, unifi­ «conciergerie» ". Este mismo observador cada, como se ha visto, en el siglo XV, es exacto y un poco prosaico, pero no malévolo, rodeada luego de grandes fortificaciones que dice que la casa de huéspedes donde paró, la estrechan más y más desde el siglo XVI a que describe minuciosamente, estaba en una muy avanzado el XIX. Sea el que sea el valor de las buenas calles de la ciudad, que termi­ de éstas, sea la que sea la capacidad defensiva naban directamente en la «Plaza del Casti­ de su guarnición, Pamplona se convierte en llo»; indica también que midió la anchura una ciudad militar en esencia. Don Pedro de total de la dicha calle que era de diez y ocho Madrazo señalaba en su obra famosa, apare­ pies, de fachada a fachada. Las casas, de seis cida en 1886, que, ceñida por el Arga en dos pisos, con balcones de vuelo considerable: costados, con grandes escarpaduras, estre­ así, los cuartos del piso primero (en donde chada por los otros lados por sus fortificacio­ estaba su alojamiento) resultaban oscuros 10°. nes, la ciudad tenía «prefijada» su extensión, Más adelante insistirá: «Pamplona’s streets de la cual no puede pasar -añade-; de manera are very narrow, her houses many storied. que las nuevas construcciones sólo se realizan Porticoes, covered balconies, wide overhan- a costa de las antiguas; esto hacía que no ging caves are the general rule» 101. Poco sol fuera muy rica en edificios de fecha remota 96 en consecuencia, lo cual era agradable en y que creciera en altura. verano, pero no en invierno. El mismo, aun­ que no establece relación entre la estrechez Por la misma época en que escribía Ma­ de la ciudad y la amplitud de sus fortificacio­ drazo vivía en la capital navarra un niño que nes, describió éstas de modo bastante minu­ de mayor dejó impresión viva del carácter cioso, en unas páginas fechadas a 26 de di­ militar, cerrado, de la misma. En efecto, Pío ciembre de 1876, traducidas en parte del Baroja se ha referido varias veces a sus re­ español 102. No es cuestión de hacer historia cuerdos de chico, entre los cuales está el del de tales fortificaciones, de la ciudadela y de cierre diario de las puertas del recinto fortifi­ su empleo 103. Sí hay que insistir en que la cado 97; esto por los años de 1884. ciudad quedó estrechada durante siglos por Otros testimonios anteriores de extranje­ ellas. También en que su fama como plaza ros no hacen sino confirmar y perfilar tales fuerte prima sobre cualquier otra caracteriza­ impresiones. Pamplona, dirá un viajero inglés ción. Cuando Felipe II estuvo en Pamplona que la visitó en el mes de junio de 1857, por en 1592 iba en el séquito el arquero y nota­ San Juan «is quite a little toy city, its beauty rio Enrique Cock que dejó un relato del is so compact and regular, and lies in so few viaje. En él leemos: «Mandó en lugar conve­ features. No part of it has yet stayed beyond niente Su Magestad hacer en ella un lindí­ the walls, wich are still important as a fortifi- simo castillo nuevo de piedra gruesa con sus cation; consequently the interior, except the bolvartes, fossas y todo lo demás que con­ magnificent Plaza del Castillo, is rather crow- viene a una buena fortaleza, el qual, aunque ded, and the streets narrow» 98. Otros más del todo no está acabado, bien se vee la traça modernos, coincidirán en las apreciaciones y manera que tendrá. Uvo otro castillo viejo generales, aunque no sean tan entusiastas. que ya va quasi assolado y no es de prove­ J.S. Campion que estuvo en Pamplona a fines cho» 104. de 1876, señalaba que, por entonces, lo co­ Rodrigo Méndez Silva en tiempos de Fe­ mún era ya que cada familia viviera en un lipe IV da a Pamplona 5.000 vecinos y se

176 PAMPELUNE V i Ä e Considerali* à Ejpaanét, CapUaU 3e. ta Haut* *A P A U tS ^ ¿Ç/--V ¿ J' r«r<'*4+Ufu*. 6'«^nY>^ Om> Jf <1 .--/WÄSV ^ ^fvQ/ /-\ í ^ > ^ ¡ (^/■■" ‘>y vw t i*U *» P + U »^ s u r / / y 1*^ MyiàïàS^L . . / ;. / . I L S " »>«*» li ,, r*¡iá « a í?W

F/g. 77.-Posición de Pamplona, con respecto al río y la ciudadela. 1719.

177 refiere a las grandes fortificaciones hechas ya de ella y sólo a 31 de octubre de 1813 110 se en parte, a imitación del castillo de Amberes, rindió a las tropas de Wellington, mientras en tiempo de Felipe II 105. Hay viajeros fran­ que el resto de Navarra estaba mediatizada ceses, que, algo después, no las juzgan tan por las guerrillas. importantes, ni creen que las sirva una tropa El abate Miñano que escribió el artículo demasiado fuerte 106. Pero el carácter miliatar sobre Pamplona de su Diccionario Geográ­ de la ciudad se marca más todavía al triunfar fico con bastante cariño, señalaba (1827), que Felipe V. La caracterización como plaza Pamplona no tenía gran extensión, puesto que fuerte en esencia es la misma por esta épo­ de N. a S. no medía más de 960 varas y E. ca 107. a O., 1.633. Y aún añade: «Las fortificacio­ Aparte de descripciones y planos posee­ nes, y singularmente la ciudadela, entre la mos algún cuadro y varios grabados que re­ cual y la población hay una espaciosa espla- flejan el carácter macizo y que daba poco nada, aumentan considerablemente las di­ relieve a la ciudad, de las fortificaciones, vis­ mensiones de ciudad, la cual mirada sin estas tas desde ciertas partes. Es famosa la vista de circunstancias, no pasa su mayor diámetro de Pamplona que pintó el yerno de Velázquez, 820 varas» 111. Los planos de la época y aun Juan Bautista del Mazo, que, con la de Zara­ los posteriores dan fiel idea de ello 112 (fig. goza, estaba en tiempos de Palomino en un 77). pasadizo que de Palacio conducía al convento Aún a comienzos del siglo XX se consi­ de la Encarnación en Madrid 108. Este cuadro dera a Pamplona como plaza militar en esen­ parece ser que es el que estaba en la colec­ cia. Edgar T.A. Wigram escribirá: «It is the ción del Duque de Wellington, en Londres. chief of the northern frontier fortress: but its Pero con las grandes y nuevas fortifica­ bastions date mostly from the day of Vauban, ciones dieciochescas es, más tarde, conside­ and its strenght (from a modern military rada como plaza de primer orden 109. Así stand-point) must depend on the forts wich Napoleón tuvo buen cuidado de apoderarse cap the neighbouring hills» 113.

IX

La población de la ciudad aumenta lenta­ personas y 2.704 vecinos 11S. Los dos datos mente. El dato numérico de Méndez Silva es juntos parecen marcar un ligero aumento de errado. Lo que reduce a vecinos podría ser la la densidad urbana con relación a 1802, en totalidad de los habitantes, pero no parece que se le asignan 1.632 casas útiles, 14.054 seguro. En 1553 un censo arroja para Pam­ habitantes y 2.812 vecinos 119. Después el plona 1.974 vecinos, o fuegos 114 cifra que ritmo de crecimiento, dentro de un recinto multiplicada por cinco daría 9.870 habitantes. no mucho mayor, es sensible. En 1910 se le Otro censo eclesiástico, éste de 1587, le da dan 31.111 habitantes de derecho y 29.472 3.000 vecinos 115, lo que indica gran aumento de hecho 120. Aún no hay ensanches y las con relación a la cifra anterior y pone en murallas no se han roto del todo, en su 15.000 los habitantes; cosa que parece exce­ significado militar. Pero se han vuelto a des­ siva 116, porque viene a ser la misma pobla­ truir edificios y a construir otros nuevos, que ción de mediados del XIX. Madoz, en aún hoy día presentan el sello de la época, de efecto, dice que el casco urbano de Pamplona estilos de fines del XIX y comienzos del XX. tenía 1.970 casas, muchas de las cuales eran Los grandes saltos son muy posteriores. Están modernas y más cómodas que las antiguas 117 en relación con los ensanches. En 1965 la y que la población en 1848 era de 15.715 población es de 124.199 habitantes y en

178 1970 de 129.280. Hoy se va acercando a los no tienen la complejidad que se les dio 200 . 000 . luego. Por su parte Juan José Martinena ha pu­ Varios eruditos pamploneses han dedi­ blicado la descripción que hizo Joaquín Ló­ cado sus desvelos a dar una idea de la situa­ pez, fechada a 20 de junio de 1801, para que ción de Pamplona en diferentes fechas. Así se compusiera el diccionario de la Academia José Joaquín Arazuri nos describe «Pamplona de la Historia de 1802 tantas veces citado y en 1560» 121, ilustrando su texto con el cu­ que se seguirá aprovechando, con conciencia rioso plano que publicó la Caja de Ahorros de dónde provienen los detalles más concre­ de Navarra, que procura dar idea de cómo tos que tiene 123. La renovación dieciochesca era. En él se ven grandes espacios interiores es patente en este y otros textos: pero la dedicados a huertos y casas que no se alzan muralla estrecha. Hay que crecer siempre en más allá de tres altos 122 y las fortificaciones altura.

X

Vamos ahora a analizar los elementos (Campana, Lindachiquía, Mañueta) l24. Las constitutivos de la ciudad vieja, estrechada en casas -añade- son de ladrillo en su mayor su recinto fortificado. En primer lugar dire­ parte, con tres, cuatro, seis y aun siete pi­ mos algo más de calles, plazas y comercio; en sos 125. Bastantes poseen fachada de piedra segundo del caserío y sus tipos. En fin, dedi­ hasta el primer alto y algunas en su totalidad. caremos algunos párrafos a subrayar los cam­ «Se observan en varias portadas mucho tra­ bios que la misma concepción material de la bajo de escultura, pero el gusto no corres­ ciudad ha producido en la vida social y pú­ ponde al gasto que han tenido. Son obras del blica de la misma, en una forma peculiar que tiempo en que el capricho tenía olvidada la se dibuja en textos de muy diversa índole noble sencillez de la arquitectura» 126. que vienen a coincidir. Este párrafo se refiere a los edificios ba­ El diccionario de la Academia de 1802, rrocos. Debía haber, sin embargo, muchas que contiene noticias de fines del siglo XVIII casas concebidas de acuerdo con normas más y de un año antes, indica que, por aquella antiguas. Poco después indica: «Reciente­ época, Pamplona contaba con veintinueve mente se ha establecido el alumbrado, y si calles principales, de siete a doce varas de continúa la costumbre de revocar las fronte­ anchas. Unas tenían nombre alusivo a iglesias ras para quitar la opacidad del color del ladri­ y conventos, puestos bajo la advocación de llo, y si se consigue la reforma de los balcones y un santo (San Agustín, San Antón, San Fran­ aleros de los tejados muy volados, será en cisco, San Gregorio, San Lorenzo, San Nico­ breve Pamplona una de las ciudades más bellas lás); otras referentes a las órdenes (del Car­ de España» 127. Ponz en el tomo se­ men, Descalzos, de la Merced, de la Compa­ gundo del «Viaje fuera de España», indica ñía...); otras a trabajos, oficios y profesiones que Pamplona había mejorado mucho de (Mercaderes, Zapatería, Pellejerías, Tejería, unos años a la fecha 128, y dice «es lástima Calderería, Dormitalería); otras a actividades que (las calles) la ensombrezcan y afeen no públicas (Chapitela, Estafeta, Curia, Ración). poco los grandes aleros de los tejados, el Alguna había, por fin, con nombre alusivo a resalto demasiado de los balcones y las celo­ su tamaño, como la calle Mayor, a su fecha, sías en las ventanas 129. como la Calle Nueva, o a algón carácter Ya se ha visto antes cómo consideran las topográfico (Pozoblanco) o de otra índole calles de Pamplona los autores ingleses del

179 XIX. Otros testimonios confirman su impre­ Plaza del Castillo is an extensive square su­ sión. El autor que se escondió bajo el seudó­ rrounded by good houses having arcades in nimo de «Paco Mas» y que recoge impresio­ front of the ground floors. It is in this plaza nes de 1835 a 1840, dice: «The city is well that the bull-fights take place, a certain por­ built, it is remarkably clean, and there are tion of it being partitioned off on these occa­ several very large and handsome mansions in sions, and seats erected in form of an am­ it belonging to the Navarrese nobility. The phitheatre 13°.

XI

He aquí una visión de la «Plaza del Casti­ La plaza de Pamplona, pues, no es ni llo» que concuerda con otras de autores de la como ésta ni como la hermosa de Salamanca, misma época y nacionalidad. En el capítulo que el mismo Llaguno dice que planificó, por VII de la parte primera a la § 6 se ha dicho los años de 1720, Don Andrés García de algo en términos generales del desenvolvi­ Quiñones, al que define como a uno de los miento de las plazas públicas. El Norte de «arquitectos gerigocistas salmanticenses» 133 España vio cómo hubo un período largo en ni como las neoclásicas de Vitoria y Bilbao. que éstas se multiplicaron. El vasco, así, in­ La «Plaza del Castillo» de Pamplona tiene un corporó la palabra, que da compuestos («Pla- proceso de formación más lento e irregular za-berri», «Plaza zarra») y expresiones como que incluso se percibe al contemplarla. la de «plaza-guizon», hombre que frecuenta Ya se ha visto que en 1592 el archero los lugares públicos, «plaza sari», derecho de Cock dice que el viejo castillo estaba en mercado, «plazari», contador de partidos de ruinas. En el XVII la Plaza del Castillo estaba pelota, etc. 131. definida como tal. En un viaje a España, El hacer de varias universidades una y la escrito por cierto anónimo francés, que se ha necesidad de remodelar el espacio público en identificado con R.A. de Bonnecasse, y pu­ función de este hecho, producen, en fin, en blicado en 1667 134 se dice que «il y a une Pamplona algo que en otras capitales empieza fort grande place ou Ton fait la Feste de a realizarse de modo sistemático en el siglo Taureaux». De entonces hasta mediados del XIV, pero que en los siglos XVI, XVII, XIX el recinto va cambiando de modo sensi­ XVIII y aún entrado el XIX se lleva a cabo ble. contando con un plan arquitectónico general, debido con frecuencia a un famoso maestro. El Padre Flórez, en sus apuntes de viaje La «Plaza Mayor» tiene antecedentes com­ de 1766, indica primero, escuetamente, plejos, según va visto. En Pamplona no se «gran plaza, en que (cortada por medio) co­ llega a construir una como las que dan fama a rren los toros» 135. Poco más adelante, al dar un arquitecto. Por ejemplo, la de Madrid. Se cuenta de lo que se hizo durante las fiestas de sabe que en tiempo de Juan II de Castilla se San Fermín aquel año, dice que por la tarde había formado una «Plaza Mayor» madrileña no sólo se corrieron dos toros, sino que que, al decir de Llaguno, era muy irregular y también hubo concurso de danzantes (danzas «casi toda de madera», como las que en su de «Valencianos», de Navarrete y de tiempo había en Segovia y «otras ciudades Aoiz) 136. El día ocho había toros mañana y antiguas». Felipe III mandó hacer los pro­ tarde, con concurrencia de gente de toda yectos a Juan Gómez de Mora que levantó Navarra y aun de Aragón y Castilla 137. sobre cimientos fortísimos una gran plaza El diccionario de la Academia de 1802 planificada en todo (1617-1619) que ardió-el indica que la Plaza del Castillo era un recinto 16 de agosto de 1790 y fue reconstruida por de unas 160 varas a cada lado, pero no del Don Juan de Villanueva 132. todo regular. Uno de tales lados o frentes lo

180 constituía el monasterio de Carmelitas Des­ que en 1802 139, salvo que, probablemente, a calzos, con una fachada que tenía pórtico, lo largo de la primera mitad del XIX se aunque pequeño, y una huerta con cerca. Los multiplicaron los cafés, de distinta categoría; otros tres lados los formaban edificios con era, según Madoz mismo, el más importante tres y cuatro órdenes de balcones sobre so­ el «de los Suizos», en segundo lugar quedaba portales, edificios de época distinta y sin plan el «Español». Otros dos, en la misma plaza, uniforme. Los días de corrida la plaza se no eran de tanto «mérito». Sobre el café cerraba y éste era casi el único uso festivo de «Español» había un casino, el más importante la misma 138. de los tres que había. Otro era sociedad El artículo de Madoz (1849), que en esta filarmónica 140. Hoy todavía la plaza abunda parte se inspira mucho en el de la Academia, en cafés de mayor o menor amplitud, que indica, sin embargo, que por la época en que durante los períodos de guerra y de revuelta se escribió uno de los lados estaba consti­ han sido centros de efervescencia política, tuido por el nuevo teatro, y que la plaza de como también observaron los viajeros 14’. toros se había empezado a construir en 1843 Ford considera que la «Plaza del Castillo» y estaba «a sus espaldas». Una fuente con la es «one of the finest in Spain» y que todavía estatua de la Beneficencia quedaba el centro. cuando escribe sirve de plaza de toros ,42. Lo demás se da a entender que estaba igual Otro viajero, menos conocido, en una obra

Fig. 78.-Casa de la Plaza del Castillo, 14.

181 publicada en 1851, marcará la mejora del Trollope habitará por la misma época «a caserío y dirá: «Pamplona, the capital of Na­ confortable and clean little inn on the fine varra, seems a flourishing place, buildings are Plaza del Castillo» 144. creating wich would do credit to much larger Parece conveniente ahora decir algo res­ towns, specially the new hall. The streets are pecto a un elemento que es fundamental en not picturesque, but the plaza is hadsome and todas las plazas como ésta, a partir de fechas looks gay, every balcony covered with a aw­ determinadas. Este elemento es el balcón. ning. The Plaza de Abajo is more striking Todos los etimologistas están de acuerdo en with the handsome Ayuntamento at the end. pensar que la palabra es de origen extraño y The market was full of and the groups of que aparece en el habla española bastante peasants were characteristic, but I saw no modernamente. Corominas indica que viene beauty amongst the women» 143. del italiano «balcone», derivado de «baleo» y Los viajeros discrepan en cuestiones es­ que éste, a su vez, viene del longobardo téticas; a unos les parece el ayuntamiento más «balko». El uso italiano se documenta ya en hermoso que las mujeres, a otros las pamplo­ Dante 145. En documentos italianos del siglo nesas les gustan más que el ayuntamiento. XIV en latín, habrá referencia a «domus Pero la «Plaza del Castillo» parece siempre balchionata» 146 (1356). El uso en castellano apreciada. Un inglés llamado T. Adolphus parece empezar muy posteriormente. Coro-

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Fig. 79-Otra casa de la Plaza del Castillo.

182 Fig. 80.-Casa de la Calle de San Antón, 40.

183 minas, siguiendo al parecer al diccionario que Señalemos, por ejemplo, la existencia de empezó a publicar en 1933 la Academia Es­ leyes de la «Nueva Recopilación» acerca de pañola, da como primer texto uno de Gon­ la limitación en orden a pasadizos, saledizos, zalo Fernández de Oviedo (1535) 147; pero voladizos y balcones ,5S. También que en éste se refiere a algo que no era un balcón textos del siglo XVII se hace referencia a exactamente. Los autores dramáticos del siglo obras suntuosas con «balconage» y «balcone­ de Oro, como Lope de Vega 148 y Tirso de ría», como conjunto de balcones 156. Esta Molina 149, sí, ya usan la palabra en el mismo idea de suntuosidad la dan también los versos sentido que nosotros. Y claro es que lo de algunos poetas, como los de Anastasio mismo ocurre en los posteriores 150. Es en Pantaleón de Ribera (1600-1629), que dicen: ellos ya el balcón lugar de citas amorosas, «Ya está Isabel hermosa - de Palacio en los rondas al pie. Covarrubias recoge la voz 151 y balcones» 157. le da origen italiano, mientras que Aldrete llegaba hasta la forma gótica 152. Las formas El balcón construido de modo sistemático poéticas de utilizar la palabra «balcón» o en los edificios que rodean el espacio público «balcones», que son propias también de Cer­ más importante, sirve para presenciar desde vantes 153, de Lope y otros 154, son de origen él las corridas de toros... También los autos italiano, según indica Corominas. Más intere­ de fe 158. No es, pues, por pura casualidad santes que ellas resultan los usos técnicos de por lo que las palabras balcón y palco parecen la palabra. estar unidas en su origen más remoto 159. La

Fig. 81 .-Colegio de San Juan.

184 plaza de toros hecha ya «ex profeso» nos pero que se ven menos, como la de la calle habla de un hecho general a toda España y de San Antón (fig. 80). En edificio de la cuyo desarrollo es muy conocido. En la primera mitad del XVIII, como el Colegio de «Plaza del Castillo» destacan dos casas con San Juan, fundado por el rico comerciante arcos y grandes balcones. Una es la que lleva baztanés del tiempo de Felipe V, Juan Bau­ el número 14, con cuatro pisos, el último con tista de Iturralde, los balcones ya constituyen seis arcos (fig. 78). Otra mucho más sun­ un elemento muy importante (fig. 81). Una tuosa, obra de algún arquitecto notable, se concepción distinta es la de las solanas de los acomoda al mismo principio, pero está la­ viejos edificios pegados a la muralla (fig. 82) brada con riqueza y arte (fig. 79 y lámina en y las de las casas modestas de uno y dos color). En las calles hay otros ejemplos de huecos (fig. 83). casas en que los balcones juegan gran papel,

Fig. 82.-Solana sobre la muralla.

185 Fig. 83.-Casas de vecindad de uno y dos huecos.

186 XII

Aparte de la Plaza del Castillo se señala la 5) «Santo Domingo», donde está el existencia de las que siguen: «peso real». Pequeña e insuficiente ,60. Si la «Plaza del Castillo» es el espacio 1) «Plaza de la fruta», delante del público más importante, donde tenían lugar ayuntamiento barroco; de ochenta varas por las corridas y algunos festejos extraordinarios veintiséis. Mercado de comestibles*en gene­ y si otras plazas y plazuelas tenían un uso ral. Cerca tenía el pósito y la alhóndiga. El mercantil, la confluencia de las calles de Mer­ pósito, con un patio grande que es caderes, Calceteros y Estafeta y el camino de San Lorenzo a la Taconera, debió ser lo que 2) La «Plaza de abajo». correspondía al «Mentidero» de Madrid, 3) «Plazuela del Consejo», frente a los porque en el cementerio había una cruz lla­ tribunales, de sesenta y una varas por veinti­ mada del «Mentidero» que se llevó de aquel siete. sitio con otra. El «Mentidero» como tal existe en poblaciones menores. En tierra 4) «San José»: espacio de noventa varas vasca hay mentideros en los puertos donde de largo por cuarenta de ancho, al medio. los viejos marinos se reunían a fabular 161.

Fig. 84.-Unión de las Calles de Calderería, Blanca de Navarra, Mañuela, Navarrería y Curia.

187 XIII

Las poblaciones amuralladas suelen tener cubrir las camas». Este elemento popular se con frecuencia espacios extramuros donde se hallaba ya cargado entonces de carácter que celebran o celebraban mercados y otros que podríamos definir como «hispánico», puesto servían de paseo habitual a ciertas horas del que Isla hace referencia a los «majos» de día. Las ciudadelas con grandes fortificaciones tales muchachas 165 y da como cosa conocida renacentistas y posteriores, dejaban intramu­ que en las mismas fuentes se cantaron segui­ ros grandes espacios libres que se han solido dillas. Las que pone de su cosecha son delibe­ utilizar también como paseos y lugares de radamente ridiculas 166. .expansión. Hay muchas ciudades francesas donde los paseos del «rempart» son famosos «La Taconera» parece que pierde este y otras en las que sobre el perímetro de las aire tan popular en el siglo XIX. Con la antiguas murallas se hicieron «bulevares» en guerra civil primera la ciudad rodeada por las el siglo XIX. Esto ocurrió incluso cerca de tropas carlistas busca allí su solaz. Esto conti­ Pamplona en San Sebastián y, por otra parte, nuó después 167. en Bayonne aún hay hermoso paseo en la antigua fortificación 162. Si la huella del «Mentidero» parece ha­ berse perdido, hay en Pamplona otro espacio público que conserva hoy un fuerte signifi­ cado en la vida social. El paseo de la «Taco- nera». Parece que este nombre hay que po­ nerlo en relación con la palabra «tacón» y con las acciones de taconear o de taconeo. «La Taconera» queda dentro del recinto amurallado 163 y para los habitantes de la ciudad con casas altas y calles oscuras o estre­ chas, con encrucijadas (figs. 84, 85) era un pulmón, como en parte también lo eran otros trozos de la muralla en donde hasta nuestros días trabajaban sogueros y otros artesanos con sus ruedas utilizando largos espacios a la intemperie y también alguna plazuela (fig. 86). La «Taconera» es mejor o peor descrita por los viajeros a que se ha hecho referen­ cia 164. A mediados del siglo XVIII las fuen­ tes de Santa Cecilia y la «Taconera» eran todavía punto de reunión de las muchachas y mozas de servir que tenían que ir a ellas por agua para sus trabajos, según indica el ma­ ligno Padre Isla, que, por cierto, recoge tam­ bién la palabra «estremar», que aún se usa en Pamplona y otras partes de Navarra para Fig. 85.-Traseras de la Calle del Carmen (Calle de los aludir al «barrer, recoger, limpiar las sillas y Barquilleros).

188 Fig. 86.-Antigua Calle de los Peregrinos: luego de la Compañía. Plazuela cubierta hoy de nuevos edificios. A la derecha San Agustín.

XIV

Pese a la gravedad de las crisis políticas y mejoró muchísimo, porque las fuentes se de las vicisitudes de las guerras, Pamplona ha multiplicaron, el suministró de agua se re­ sido una ciudad con mucha vida desde fines forzó con un acueducto, los alcantarillados se del Antiguo Régimen a comienzos del siglo reconstruyeron, las aceras y empedrados de XIX. En el XVIII experimenta grandes me­ las calles también se regularizaron y en fin se joras urbanas de carácter público. En el XIX organizó un servicio de alumbrado. De todo parece que cambia mucho su aspecto, en ello da cuenta fiel el diccionario de 1802 168. relación con el comercio y ciertas actividades El mismo texto nos hace ver que la ciudad, privadas. Las pequeñas industrias se desarro­ dejando a un lado el aspecto militar, era, en llan, como en otras ciudades del Norte: por esencia, una capital agrícola. Pese a la proxi­ ejemplo, Vitoria. Algunas, sin embargo, tie­ midad de la frontera, el comercio se da como nen una vida efímera. poco desarrollado y la industria es también De 1746 a fines del XVIII, en efecto, es corta 169. conocido que la urbanización de la ciudad Esto quiere decir que las casas del núcleo

189 principal hoy existentes tendrían un aspecto teatro en el siglo XVIII fue objeto de res­ muy distinto al que hoy ofrecen, por falta de tricciones severas, que de todas formas varia­ tiendas con escaparates, anuncios, etc. ron según el mayor o menor rigorismo de los La publicidad se desarrolla en el siglo obispos y otras autoridades eclesiásticas, XIX y anega todo en el XX. Pero habrá que como pasó en otras capitales, incluso las más determinar las fechas exactas del gran cam­ inclinadas al espectáculo 174. En el XIX hay bio. A fines del siglo XIX todavía un viajero bastante variación; sobre todo, después de la inglés que pasó por Pamplona, C. Bogue primera guerra civil. Luffmann, indica que en toda la ciudad no vió También parece haber cambios sensibles un escaparate de tienda y que las mercancías, en lo que se refiere a esto que en 1802 no colocadas en cajas, barriles y grandes reci­ aparece más que con el nombre de mesones. pientes, quedaban sobre el suelo y no se Las guerras y el comercio hacen que se mul­ podían ver más que a través de lonas y per­ tipliquen las casas de huéspedes de tipo bur­ sianas 170. La misma impresión tuvo John gués, de las que hablan algunos viajeros. Las Leycester Adolphus en 1857: «the shops are posadas de aire más campesino, para los al­ not very showy» 171. Aún puede rastrearse la deanos que llegan, siguen existiendo y tam­ existencia de estas tiendas que se abrían al bién las especializadas en arrieros y trajinan­ público en el portal o zaguán de las casas y de tes. La regularización de los servicios de dili­ las que quedan muestras en algunos pueblos. gencias queda muy precisada en documentos También hay documentos que reflejan las que corresponden también a la terminación modificaciones de algunas casas en que se de la primera guerra y a la mejora de las rasgaron los arcos góticos o de medio punto, carreteras que tiene lugar por entonces. como los que se conservan en calles de Este- En el verano de 1857 el Parador de las Ila, Puente la Reina, etc., para hacer escapa­ Diligencias de Pamplona se hallaba en la rates, de arreglo con gustos y estilos va­ Avenida de Carlos III, poblada de árboles a rios 17Z. modo de alameda, que daba por un lado a la En cuanto a lo que en una ciudad puede Plaza del Castillo o de la Constitución 175. existir, también Pamplona presenta alguna Era una parte ancha y apta para la maniobra. particularidad. En 1802 se registran dos jue­ Otras posadas más reducidas había dentro de gos de pelota, un teatro y hasta cuarenta y un las calles y fuera del recinto algunas ventas mesones 173. Las autoridades parecen haber situadas en los sectores de orientación co­ fomentado el juego de pelota. En cambio, el rrespondientes.

XVI

En otro orden existen en la ciudad una lujosas y también en la de algunos edificios serie de edificios particulares y de casas de como fundaciones y conventos. religiosos que reflejan cambios sensibles de tipo económico. Porque hay que insistir en el Antes de decir algo acerca de ellos, hay hecho de que en Pamplona en particular y en que referirse a los que quedan de épocas más Navarra en general, como ocurre en otras antiguas. La arquitectura civil, medieval, de partes, el reinado de Carlos II que en térmi­ una Pamplona muy remota, parece estar re­ nos de Historia política es considerado como presentada únicamente por el ya citado edifi­ desastroso, en términos de Economía parti­ cio que albergó en un tiempo a la «Cámara cular o familiar no lo parece tanto y así, de Comptos» y que tiene una fachada con durante él hay un florecer de familias que ventanas geminadas, muy pequeñas, de estilo repercute en la construcción de mansiones románico 176.

190 La significación del edificio y sus modes­ llevadas a cabo en las fachadas por anuncios y tas proporciones nos hacen imaginarnos escaparates y la acumulación de vehículos, cómo sería la Pamplona del medievo, en la casi nunca se llama la atención al turista sobre que, por otra parte, gran número de casas algunos edificios que, sin embargo, tienen debían ser de madera entramada, en el pri­ interés. Así, por ejemplo, es interesante la mer alto 177. Con relación a las casas góticas casa número 40 de la Calle de la Zapatería ya se ha dicho que hay mayores vestigios de (lámina en color), donde estuvo la oficina de ellas, tanto en la parcelación como en algunos Acción Católica. Se trata de un edificio que elementos internos, porque lo exterior se ha tiene dos grandes arcos a los lados de la modificado mucho. De las antiguas y abun­ planta baja y dos puertas rectangulares al dantes torres, motivo de conflicto entre los medio, los arcos, de piedra tallada con al­ barrios 178, no queda casi nada y en casos van mohadillado en punta de diamante. Encima siendo sustituidas por amplios edificios que corre una moldura. En el primer piso hay cogen lo que antes serían varias parcelas de cuatro huecos con dos balcones casi unidos al los planes originales. centro, de buena forja. Viene luego otra Pero lo que abunda más en las calles de moldura y en el piso segundo otros cuatro gran circulación son casas de tres, de dos y de huecos, con su balcón de un hueco cada uno. un hueco de tres, cuatro y cinco pisos, con Encima gran cornisa de piedra con adorno en balcones, casas que a veces ostentan un es­ forma de dados y encima todavía un tercer cudo nobiliario. alto con cuatro ventanas cuadradas, bajo el alero. Esta casa señorial debe corresponder a A veces también algún detalle estilístico un momento en que la calle de la Zapatería nos da la fecha, nos habla de una moda que, estuvo de moda, porque el número 60 de la por otra parte, cabe también registrar en misma nos encontramos otro gran palacio núcleos urbanos menores del reino, que no urbano del que sabemos algo respecto a las tienen la imposición del recinto amurallado. circunstancias en que se edificó. Se trata de Las familias más linajudas de Navarra ya un edificio que tiene una gran puerta central parecen haber tenido en Pamplona sus torres con adornos labrados lujosamente, dentro del y casas, más o menos desarrolladas, en la gusto barroco. El arco es compuesto de tres época medieval, gótica. Con las guerras y porciones y en la talla lo que más llama la luchas de bandos éstas no parecen haber lle­ atención son las volutas laterales formando gado a tener una gran monumentalidad. Des­ dos juegos a cada lado. A los dos extremos pués, aparte de varios edificios civiles que se de la fachada misma hay dos puertas peque­ hacen y deshacen, la nobleza navarra tiende a ñas como de servicio y encima la consabida construir casas grandes, como aquéllas a las moldura y en el piso primero hay cinco hue­ que alude el diccionario de 1802. Esta ten­ cos, con tres balcones; uno central, para tres dencia debe arrancar del mismo siglo XVI. huecos y dos laterales. En el segundo piso En efecto, a fines del mismo siglo había en cinco huecos y cinco balcones de vuelo y Pamplona casas de gente noble, que ya se encima el alero. En el siglo XIX los dos distinguían en el conjunto urbano. El archero balcones laterales y el central de este piso se Cock dice: «Tiene algunas casas principales, convirtieron en miradores. Esta casa la entre las quales son la del Condestable, el mandó construir Don Juan Navarro, un conde de Lerín y otros mayorazgos y cavalle- hombre de negocios, nacido en Mélida a ros» ,79. Puede afirmarse, sin embargo, que fines del siglo XVII, que hizo fortuna consi­ es en las épocas de Felipe V y Fernando VI, derable con el comercio en Indias, y en em­ en el período barroco, cuando se construyen presas varias, en las provincias del Plata pri­ las más destacables hoy día, que, en origen mero, en Cartagena de Indias después. En eran de familias antiguas o de otras más re­ 1746, soltero y con grandes recursos, obtuvo cientemente enriquecidas. Al Padre Flórez en una ejecutoria de hidalguía de la Corte Ma­ 1766 le llaman la atención como edificios yor de Navarra y por entonces también com­ civiles la Audiencia, la casa o palacio del pró el señorío de Gorraiz, mejoró su casa de Virrey «y muchas casas de señores» 180. Mélida y construyó al parecer ésta. Navarro, Dentro del casco urbano de Pamplona, a como otros hombres de su época, pretendió causa de la estrechez de las calles, las roturas también el asiento en Cortes y esto' dio lugar

191 a averiguaciones y pleitos de los que ha dado dado de Valderro y arranca de los Garro y cuenta Alfonso de Otazu en la obra de la que Echauz 185. Algunos miembros de él fueron saco las noticias anteriores. Navarro murió agromonteses, otros beamonteses y agracia­ sin descendencia directa en 1770 181. dos por Fernando el Católico. Después, los Es lástima que no sepamos el nombre del Ezpeleta siguen ocupando una posición des­ maestro constructor de este palacio, porque tacada en el país, incluso en pleno siglo XIX. en Pamplona hay muestras de que dejó otras Entre ellos destacó el que fue virrey de Santa huellas. La calle de la Zapatería, por otra Fe y antes gobernador de Cuba (1740 ó parte, tiene varias casas, altas y estrechas, con 1741-1823), promotor de bastantes empresas escudos (como los números 45, 47, 49 y 51) culturales. Pero el palacio parece correspon­ y en la calle de San Antón hay alguna más der a época anterior, del pleno barroco. Lo relativamente suntuosa, de un tipo que debe que más llama la atención en él es la porta­ corresponder a fecha algo posterior a la de lada. Las pilastras laterales se hallan flanquea­ Navarro, con alero pompeyano rasgado por das por dos sirenas y tiene grotescos tallados. balcones y aspecto, que recuerda a otras de Sobre el dintel hay unos relieves que aluden Estella, de la segunda mitad del XVIII 182: la a la profesión militar, concretamente a la que lleva el número 40 183 (fig. 80). artillería y encima queda el blasón con un El Palacio del Conde de Guendulain en león andante. El portal tiene una hermosí­ su alineamiento queda en la Calle de la Za­ sima escalera doble y al fondo un patio. patería 53; pero delante tiene un anchurón A los dos lados de la puerta hay dos rejas que constituye la Plazuela del Consejo, de gruesa forja y encima de ellas, como en un donde a un lado hay otra casa grande de seis entresuelo, otros dos balcones de forja. Ter­ huecos, con armas entre los centrales del mina la parte dominada por el pórtico con segundo piso y lateral a la Calle Nueva. El una moldura y encima van cinco balcones de palacio es más severo de líneas que las casas vuelo, con marcos de piedra sobre fondo de descritas o mencionadas, y que otros palacios ladrillo. Encima otra moldura y sobre los próximos (figs. 98, 99 y 100). cinco huecos de los balcones hay cinco ojos En la Calle Mayor se distingue aun hoy el de buey ovales y todavía encima un fuerte de los Condes de Ezpeleta, en frente del cual, alero. Este palacio es hoy colegio y puede por los años de 1834, existía una fonda fa­ corresponder a la época en que hizo su casa mosa: la de José Botero, la «fonda de San Don Juan Navarro o antes (lámina en color). Fermín» como la denominaba un letrero que tenía en un balcón 184. Esta casa es una de las El portal está encarchado, con rosetones y más notables de la ciudad y ya llamó la aten­ dos de las rejas laterales dan al mismo. Con­ ción a Víctor Hugo, como se verá más ade­ trastan con edificio tan suntuoso las casas del lante. El linaje de Ezpeleta es muy impor­ final de la calle; alguna de dos altos y un tante en la corte de Navarra desde la segunda hueco, como la número 83 y otras también mitad del siglo XIV, aunque se conozca ya sólo de un hueco por alto, como la 85, conti­ antes el señorío. Fue agraciado con el vizcon- gua a la nativa del Cardenal Ilundain. En calles contiguas, como la de San Lorenzo, la edificación es más pobre y en la de los Des­ calzos hay menos comercio, casas con los viejos arcos de ladrillo y alguna con residuo de pintura decimonónica (la número 56). En la calle de San Antón, a la salida, al número 72 hay todavía una casa con portal de tipo antiguo y especial de las casas comercia­ les. El zaguán se cierra por una puerta abierta durante todo el día, y está encarchado. A la derecha hay un hueco y la escalera estrecha. A la izquierda la puerta y el cierre de la vieja Edifiáo de la Cámara de Comptas, hoy sede de la tienda. Sobre estos huecos, dentro del mismo Institución Príncipe de Viana. portal dos ventanas ahora cegadas.

193 En la Calle Nueva, como en las otras hay nez) y del rejero y cerrajero que hizo la parte bastantes casas de cuatro y aun cinco altos y de hierro (Salvador de Ribas). También el del un solo hueco por banda. De cuatro, las maestro que diseñó la escalera con su media número 103, 116 y 119. De cinco, las nú­ naranja y linterna: el tudelano José Marzal. El mero 101 y 107 por ejemplo. Esto se da ayuntamiento empezó a usarse el 26 de enero incluso en la calle Mayor, pese a que en ella de 1760 y cerca de dos siglos después entre existen edificios de más lujo de dos, tres y 1950 y 1951 se rehizo por dentro. Las mejo­ hasta cuatro huecos; como, por ejemplo, las ras llegaron también a la Plaza del Castillo. La casas número 31 y 46. Pero el más suntuoso, casa número 7 de ésta es, sin duda, la mejor acaso el más espectacular de toda Pamplona, de todo aquel conjunto y tiene otra fachada a es el palacio de Ezpeleta. la calle Estafeta, número 38 (fig. 80 y lámina en color). Por ella se desenvuelve no en En la parte de la Navarrería, además de cuatro, sino en cinco altos. El bajo es de algún residuo gótico cerca de la catedral, pieára, con una puerta central, de gusto ba­ como el arco de la casa número 7 de la rroco, con frontón partido y dos grandes plazuela de San José (otro en el número 37 volutas laterales que, en algo, recuerdan a las de la calle de la Navarrería) hay casas altas y de la casa de Navarro. El blasón constituido estrechas con sus balcones y escudos. La nú­ por tres fajas, cosa conocida en la heráldica: mero 17 de la calle del Carmen es una casa pero sin indicación de color. El arco escar­ palaciana, con escudo de marqués de tres zano, dos rejas a cada lado y dos huecos que huecos por alto, que no son más que dos. El parecen dar ventilación a un sótano, comple­ escudo, arriba; portón con arco central y dos tan la fachada en la planta baja, toda de puertas laterales con dos comercios. piedra. Sobre ella va un primer piso con En la calle de la Estafeta se señalan los balcón corrido y cinco huecos. Otro segundo, palacios de Goyeneche e Iturbide; seguimos, con balcones con vuelo, uno para cada hueco, pues, con muestra del poder económico de y también cinco. El tercero, con balconcillos ciertas familias por el mismo tiempo, poder sin vuelo y, en lo alto, otras cinco ventanas que también queda reflejado en bastantes rectangulares, más anchas que altas. fundaciones piadosas. Algunas son sólo in­ teresantes como muestras de arquitectura El conocimiento de los nombres de los eclesiástica. Otras entran dentro de lo civil y artistas que participaron en obras semejantes nos dan la fecha de erección útil para nos daría la pista para averiguaciones sobre la saber que el tipo de casa grande con arcadas expansión de formas en la arquitectura civil superiores, de tipo mediterráneo se hacía de una época. Pero es menos que imperfecto. muy comunmente también en tiempos de He aquí, en suma, una ciudad que ha tenido Felipe V. Así, el Seminario de San Juan (fig. su continuidad desde épocas remotas y que 81), cerca del mercado, debido al ministro ha producido el interés de viajeros y turistas. Iturralde. En otro terreno también refleja De modo más o menos sutil escribieron so­ esta prosperidad el que se levante un ayun­ bre ella muchos, como ya lo puso de relieve tamiento nuevo que, para los neoclásicos es José María Iribarren en uno de sus libros 186. una abominación y para los románticos gra­ Repensemos ahora sobre estos testimonios. cioso, mientras que las moles neoclásicas les repugnan (lámina en color). El ayuntamiento antiguo, del tiempo de Carlos III el Noble, se hallaba en estado precario a mitad del XVIII y así se decidió la construcción del actual. En 1755 se levantó según un proyecto de Don José de Zay y Lorda, que era sacer­ dote, natural de Pamplona y que triunfó so­ bre otro arquitecto (Juan Miguel de Goye- neta). El remate se hace con arreglo a un proyecto de Juan Lorenzo Catalán. Hay que reconocer que esta parte, que arranca de 1756, quita cierta armonía al conjunto. Se conocen los nombres del escultor (José Jimé­ Calle Zapatería, 40.

194

XVII

Es considerable el número de libros y apareció como una ciudad con dominio ab­ ensayos, más o menos densos, en que se soluto del ejército y de un clero y un pueblo, pretende perfilar lo que se ha llamado la no sólo burguesía, extremadamente conser­ «Psicología de una ciudad». También hay que vadores. Este caracter de ciudad cuartele­ recordar que bastantes novelistas y poetas ra 188 y diocesana en esencia, estaba heredado han intentado darnos una pintura general y de los siglos anteriores; era un carácter que una caracterización global de la ciudad en que no gustaba a algunos de los que allí vivieron más observaron y sobre todo amaron. antes y sobre el que se hacían comentarios irónicos 189. Pero en el mismo siglo XIX el Un ejemplo memorable de cómo se carácter militar, de ciudadela, hizo que Pam­ puede tomar una ciudad como personaje plona, rodeada de pueblos que en conjunto esencial de un relato novelesco es «Bruges- eran carlistas, fuera un reducto de los isabeli- la-Morte» de Georges Rodenbach l87. nos y de los alfonsinos; del ejército oficial, Acaso haya textos concebidos de modo dirigido desde Madrid, por gobiernos que menos deliberado que den pinturas de ciuda­ incluso se llamaban liberales. La conciencia des con un carácter de mayor realidad 189. carlista era, sin embargo, fuerte en el pue­ Los sociólogos, por su parte, en el estudio blo 190, aunque una gran parte de las familias de las ciudades han seguido métodos varios, linajudas eran isabelinas y alfonsinas, por no menos sintéticos y artísticos, desde luego: el decir liberales. historiador, por último, tiene que reconocer En todo caso, también, dentro del recinto que, utilizando sus métodos propios, la cues­ fortificado se alimentaron unos sentimientos tión de la que podría llamarse «personalidad de españolismo y de patriotismo centralista de la ciudad» es algo que se presenta con que, naturalmente, fue la guarnición la más caracteres variables: variables y explicables en propensa a cultivar. El siglo XIX «españo­ el tiempo, con períodos de vigencia, como lizó» a Pamplona de modo intenso, la hizo todo. una ciudad de carácter muy distinto a otras Hoy día nos encontramos, por ejemplo, del Norte. En poco tiempo, todos los pue­ con que Pamplona ha crecido de modo muy blos de la cuenca dejaron de hablar vasco y se rápido desde después de la guerra, e incluso creó una conciencia muy fuerte de patrio­ de I960. Hace tiempo que rompió su capara­ tismo español. La situación anterior parece zón bélico, que la estrechó del siglo XVI al haber sido algo distinta. comienzo del XX. Tras los primeros ensan­ La ciudad era una fortaleza, en esencia; ches burgueses, vinieron las concentraciones pero la guarnición tenía otro carácter y sus urbanas de tipo obrero, en los campos de jefes podían ser aristócratas extranjeros al alrededores. También la instalación de in­ servicio de la Corona: franceses, irlandeses, dustrias. Automáticamente parte de la pobla­ etc. 191. El comercio con Francia, intenso. El ción ha adoptado unas posturas políticas e contrabando, considerable, y la ciudad vivía, ideológicas distintas a las que caracterizaban a sin duda, sin pensar tanto en el gobierno la de hace medio siglo. En 1936 Pamplona central, como tuvo que pensar en el siglo XIX 192. El peso del clero era considerable siem­ pre 193. Podemos señalar no menos de tres tránsitos en doscientos años. Lo anterior se presenta con rasgos más difíciles de captar. Pero en los siglos XVI y XVII hay textos que reflejan el que una parte de la población tenía la nostalgia de la dinastía vieja, de los reyes expulsados y que la rivalidad de agra- monteses y beamonteses no se hallaba extin­ ♦- Palacio de los Condes de Ezpelela, en la Calle Mayor. guida 194.

197

Dando un paso más hacia atrás nos en­ Encuentra gusto fantástico en el orna­ contramos a la Pamplona dividida social­ mento, en las mezclas de colores, y, contra lo mente, anterior a la «Unión» ya descrita. Es, indicado por sus contemporáneos ingleses, pues, necesario admitir que, aunque en el un «étalage varié et bizarre des boutiques». orden material, urbano, hay elementos de Las encrucijadas y plazuelas producen un ru­ permanencia tales como el trazado de las mor perpetuo y alegre y los balcones están calles, los monumentos y edificios religiosos llenos de mujeres que hablan de uno a otro. y algunos civiles, otros ejercen presiones dis­ Las imágenes religiosas, barrocas e infantiles, tintas en su carácter, pero decisivas, sobre la decoran algunos ángulos de paseos y sopor­ ciudad. Las fortificaciones en este caso la tales 198. modelan y condicionan en los sentidos indi­ Dejemos a un lado los monumentos reli­ cados. Algo igual no se encontrará en toda giosos. En cada rincón callejero Víctor Hugo Navarra. lee nombres como los de «Saturnino ro­ Para reforzar nuestro punto de vista he­ pero», «Fermín sastre», recuerdo de los mos aducido al testimonio de viajeros, más o santos patronos. Los palacios barrocos le en­ menos conocidos. Ahora hemos de recordar tusiasman. Una descripción fastuosa de uno las impresiones de un gran poeta, que estuvo de ellos debe referirse al portalón del palacio en Pamplona, fascinado, durante el mes de de los Ezpeleta 1". Víctor Hugo abomina del agosto de 1843: Víctor Hugo. Apenas lle­ neoclasicismo de Ventura Rodríguez y de la gado, Pamplona le hace revivir los recuerdos fachada de la catedral 201. También del teatro españoles de la infancia. Jamás había estado que, en el momento, cierra ya un lado de la allí; pero todo le parece conocido y concluye: «Plaza del Castillo» a la que no encuentra «Ceci est bien la vraie Espagne» 195. No cabe «rien de remarquable» 201. duda de que Pamplona en verano puede dar Todavía servía como plaza de toros y una impresión muy distinta a la que da en cuando estuvo se hallaba montado en ella el invierno: Víctor Hugo en su visión poética y, anfiteatro para unas corridas201. A pesar de entusiástica, dice más adelante: «Pampelune esto, también había dos o tres diligencias est aujourd’hui la cité navarraise dont la mai­ desenganchadas y un cuerpo de guardia 203. son d’Evreux a fait une ville gothique, dont la En contraste, siempre, la plaza del ayunta­ maison d’Autriche a fait une ville castillane, miento, edificio que gusta al poeta, está llena et dont le soleil fait presque una ville de gente que compra y vende y entre la que d’orient» 196. hay hasta un humilde italiano con su teatro Valoremos la «superposición». No insis­ de marionetas 204. tamos en errores de detalle. Víctor Hugo da Al caer la tarde, cuando pasa el calor, una idea exacta del color, mediterráneo ya, de empiezan a encenderse luces y la ciudad pa­ Pamplona: «Les maisons presque toutes bâ­ rece despertar. En la «Plaza del Castillo» la ties en briques jaunes, les toits obtus en banda militar atruena con sones de «fanfare»; tuiles creuses, la poussiere que est dans l’air, en los balcones se oyen cantos, ruido de les plaines rousses et les montagnes brûlées guitarras y castañuelas. Las campanas repican. qui sont á l’horizon, donnent á Pampelune je Los elementos básicos de la sociedad que nos ne sais quel aspect terreux qui attriste l’oeil son ya conocidos, por descripciones menos au premier abord; mais, comme je vous le ostentosas, hacen su aparición: «La grande disais, dans la ville tout le réjouit» 197. place se couvre de promeneurs; les prêtres et les officiers abordent les femmes en manti­ lles; les causeries se cachent derrière les éventails; sous les arcades les muletiers ta­ quinent les maritornes...» 205. De diez a doce de la noche se hace el silencio 206. Esta vision un poco febril de la ciudad, corresponde, de todas formas, a imágenes que hemos podido tener personas que hemos vivido mucho después, en el momento inme­ Casas al final de la Calle de San Antón. La de! centro diatamente posterior a aquel en que parte de con comercio de portal. las murallas se destruyó y se hicieron los

199 primeros ensanches. Progresivamente, de Lejos, muy lejos, queda la época en que, 1921 a 1950 Pamplona crece hacia el Este, siendo capital de un reino, adquirió una con arreglo a una planificación en cuadrícula forma determinada el casco urbano de la con algunas diagonales y plazas; una, circular. parte antigua. Cerca el momento en que aún De 1947 en adelante se desarrollan los ba­ era plaza de frontera con rasgos muy defini­ rrios periféricos, como la Chantrea. Más dos. Pero, como en tantos otros casos, po­ tarde, Echavacoiz y Burlada. Desde el mo­ demos decir que en nuestra vida ha empe­ mento en que la ciudad ocupa los espacios zado una nueva época para ella y esto quiere militares de la ciudadela y comienza a indus­ decir, en esencia, que los sistemas de presio­ trializarse, puede preverse que su espíritu ha nes sociales, la concepción de la vida urbana de cambiar de modo radical. por lo tanto, serán completamente distintos.

Casa Consistorial. Plaza de! Castillo. 7.

NOTAS

1. Las obras más antiguas están reseñadas por Mu­ plona», en «Príncipe de Viana», XXVI (1965), pp. ñoz Romero, en el «Diccionario...», cit. p. 215, a-b. 107-131. Aparte de las que luego se citan de modo particular, 25. José María Lacarra, «Textos navarros del Có­ conviene tener en cuenta, la descripción de Altadill, I, dice de Roda», en «Estudios de Edad Media de la pp. 930-1006, y las páginas de Don Pedro de Madrazo, Corona de Aragón», I (Zaragoza, 1945) pp. 266, 270. «Navarra y Logroño», II (Barcelona, 1886) pp. .191- 26. Taracena y Vázquez de Parga, «Excavaciones 404. También hay que señalar la existencia de alguna en Navarra», pp. 116-117 de la tirada aparte, pp. 24-25 guía vieja, como la de Fernando de Alvarado, «Guía del del número 24 de «Príncipe de Viana», viajero en Pamplona» (Madrid, 1904). Una bibliografía 27. Albert Grenier, «Archéologie gallo-romaine... completa puede hallarse en la obra de Juan José Marti- Première partie. Généralités. Travaux militaires» (Paris, nena Ruiz, «La Pamplona de los burgos y su evolución 1931) p. 524 (fig. 189: mosaico de Orange) En general urbana. Siglos XII-XVI» (Pamplona, 1974), pp. 29-37. las pp. 519 - 534. De aparición posterior son algunas monografías sobre 28. «De arch.», I, 5, 4. temas particulares. Como obra de geógrafo es digna de 29. «Catálogo de los Obispos que ha tenido la consideración la de Leoncio Urabayen, «Biografía de Santa Iglesia de Pamplona desde el año de ochenta, que Pamplona» (Pamplona, 1952) y ricos en observaciones fue el primero de ella el Santo Mártir Fermín...» (Pam­ los estudios de José Joaquín Arazuri, «Pamplona an­ plona 1614) folio 3r - 4r, Taracena y Vázquez de Parga taño», 2.a ed. (Pamplona, 1967), «El municipio pam­ «Excavaciones en Navarra», p. 23. plonés en tiempos de Felipe II, (Pamplona 1973) y 30- «L’architecture militaire au Moyen Age», en otros que luego se citan. «Etudes sur les Arts du Moyen Age» (Paris 1891) pp. 2. II, 6, 66. En algún códice Pompelona. 219-220. 3. III, 4, 10 (161). Cuando se refiere a la proximi­ 31. «Annales regni Francorum inde ab a. 741 us- dad al mar debió escribir Pompelona que es corrección que ad a. 829» edición de F. Kurze (Hannover, 1895) de Xylander, aceptada por todos los editores posterio­ p. 51: «Superato in regione Wasconum Pyrenei, pri­ res. El texto manuscrito daba Pombailona. Algún error mo Pampelonem Navarrorum oppidum adgresus in también se había deslizado con relación a Oiasona deditionem accepit...» Ver también «España Sagrada» (Oidasouna y Oiasouna). XXXII (Madrid 1878) p. 421. Referencia a las mura­ Pero al final del párrafo es categórico: «Pompelon llas, Eginhard, «De gestis Caroli Magni», 9 («Vie de como Pompeyólis». Aeneo XIV, 71 657 f cita a Estra- Charlemagne» edición Louis Halphen (Paris 1923) pp. bón, pero añade algo que está en III, 4, 11 (162), 28-30) suprime la referencia a la ciudad. referente a la calidad de los jamones. La calzada que unía al Mediterráneo con el Atlántico tendría 1.400 32. «España Sagrada» XXXII, p. 422, Otro texto estadios (260 kilómetros): corta. más a la p. 423. 4. XIV, 3, 1 (664). 33. Francisco Codera, «Estudios críticos de Histo­ 5. XII, 3, 28 (555). ria árabe española» (Zaragoza 1903) pp. 169-184 6. XII, 3, 30 (555). «Pamplona en el siglo VIII»). 7. XI, 8, 4 (512). 34. «Ajbar Machmuá» edición de E. Lafuente Al­ 8. XII, 3, 38 (560). cántara (Madrid, 1867) p. 21 (7 del texto ár 9. Schulten, F.H.A., IV, pp. 217, 221. be). 10. «Etym». IX, 2, 107 (F.H.A., IV, pp. 244- 35. «Abjar Machmuá» p. 38 (28 del texto árabe). 245). «Civitas Convenarum», en varios textos. 36. «Ajbar Machmuá» p. 77 (76 del texto árabe). 11. Puede sospecharse que las referencias de 37. «La péninsule Ibérique au Moyen Age» ed. E. Ptolomeo al mundo vascónico septentrional se toman Lévi-Provençal (Leiden 1938) p. 70 (n.° 53: pp. 55-56 de un itinerario en que Pamplona se comunica con del texto árabe). Oyárzun con Iturissa como punto intermedio, y no del 38. Fernando de la Granja, «La Marca superior en famoso transpirenaico hacia Roncesvalles. la obra de Al-Udri» (Zaragoza, 1966) p. 22 (n.° 23). 12. III (3) 24. 39. «Cronicón Albeldense» adiciones año 905 13- p. 455, 5. El Ravenate 4, 43, p. 311, 13. «España Sagrada» XXXII, p. 428 (Compárese, sin em­ 14. II, 4208. bargo, con el texto de «España Sagrada» XIII (Madrid, 15. II, 4234. 1816) p. 466. 16. II, 4246. 40. «Cartulario de San Juan de la Peña» ed. Anto­ 17. C.L.I., II, 2958. nio Ubieto, I (Valencia 1962) p. 22 (n.° 3) año 828 18. C.I.L. II, 2959. (dudoso). 19. C.I.L., II, 2960. 41. Cartulario..., cit. I, p. 25 (n.° 24), hacia 850. 20. Ptolomeo, II, 4, 3- «Belone» en el «It. 42. Cartulario..., cit. I. pp. 34-35 (n.° 7), 893. Más Anut.», p. 407, 3. en el índice, p. 211. 21. Hecho ya puesto de relieve por Schulten. 43. Cartulario..., cit. II, (Valencia 1963) pp. 141 F.H.A., IV, pp. 217, 221. (n.° 126) año 1056; 150 (n.° 136) 1056; 192 (n.° 154) 22. Véase el capítulo 1 de la I parte. 1060, 195 (n.° 156), 1060. 23- En «Navarra. Temas de cultura popular», n.° 44. «Annales del Reyno de Navarra» II (Pam­ 182 (Pamplona, s.a.). De la misma, «La excavación plona, 1766) p. 536 a (libro XIX, capítulo VIII, §1, n.° estratigráfica de Pompaelo» (Pamplona - 1958). 5) Tres buenas sería «Iru onak» y población buena 24. Documentado también por los textos, María «iri-ona». Angeles Mezquíriz, «Necrópolis visigoda de Pam­ 45. Luís de Eleizalde, «Listas alfabéticas de voces

203 toponomásticas vascas» en R.I.E.V. XXI (1930) p. 199- 70. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 517-518. En AIcoz «Iruinbidea» (p. 198). 71. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 318-319, 46. Martinena Ruiz, «La Pamplona de los bur­ Moret, op. cit. III, p. 555 a (libro XXVII, capítulo I, § gos...» pp. 41-46. II, n.° 7) menos explícito. 47. Lacarra, Vázquez de Parga y Uría, «Las pere­ 72. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 519-521. grinaciones a Santiago de Compostela» III (Madrid 73. Yanguas, «Diccionario...», II, p. 520. Los te­ 1949), lámina III. El mejor es el de Martinena («La rrenos se valoran a dos, cuatro y seis dineros el codo de Navarrería y los burgos de Pamplona, hacia 1360- tierra en largo con sesenta de ancho. 1423») en «La Pamplona de los burgos» entre las pp. 74. Yanguas, «Diccionario...» II, p. 521. 64-65. 75- Se dan juntos los fuegos de la Correyería y la 48. Ya lo transcribió Yanguas y Miranda, «Dic­ Peletería: 107. cionario de antigüedades...» II. pp. 509-512. 76. J. Carrasco Pérez, «La población» pp. 538 a - 49. «De arch. I, VI, 1-12. 543, b (n.°s 196, I-XI) Antes p. 128. 50. Véase por ejemplo, la traducción de Miguel 77. J. Carrasco Pérez, «La población», pp. 543, b - de Urrea, «De architectura» (Alcalá de Henares, 1582) 547 b (n.° 197, I-XI). Antes p. 128-129. fols. 17 r-19r. 78. J. Carrasco Pérez, «La población», pp. 547 b - 51. E.A. Gutkind, «Urban development in Sou­ 549, b (n.° 198). thern Europe: Italy and Greece» tomo IV de «Interna­ 79. J. Carrasco Pérez, «La población», p. 128. tional History of city development» (Nueva York-Lon- 80. Moret, op. cit. III, p. 133, b (libro XX, capí­ dres 1969) p. 54 (fig. 16) pp. 107-125 (figs. 27-35). tulo VII, § III, n.° 10), Martinena Ruiz, «La Pamplona 52. «Urban development» Italy... pp. 86-87 (figs. de los burgos...», p. 332 se refiere a este texto. 19-21). 81. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 539-579 lo 53. «In ¡lio plano de Sancti Saturnini de Iruina...». transcribe íntegro. Martinena Ruiz, «La Pamplona de 54. «Et quod faciatis mercato in illo plano de illa los burgos...» pp. 337-340. José M.a Jimeno Jurío, «En parte de Baragnien». el 550 aniversario. Privilegio de la Unión de Pamplona 55. «Crónica de los Reyes de Navarra» (Pam­ (1423)», n.° 175 de «Temas de cultura popular» (Pam­ plona, 1843) p. 89 (capítulo VIII). plona, s.a.: del 1973). 56. Con cuatro calles largas «Beaumont du Peri- 82. Yanguas, «Diccionario...», II, p. 543 (capítulo gord». Gutkind, «Urban development... France and I del privilegio). Aleson, «Annales del Reyno de Nava­ Belgium» p. 66 (fig. 34). rra» IV (Pamplona 1766) pp. 368, b - 370, a (libro 57. Griffith Taylor, «Urban Geography...» p. 149 XXXI, capítulo VIII, § II, n.°s 4-5) fantasea sobre el (fig. 66: Flint). texto de Moret y su etimología de «Iruña». 58. Altadill, II, p. 498. 83. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 546-547 (ca­ 59. José M.a Iribarren, «Vocabulario navarro» pítulo III). (Pamplona, 1952). p. 168, a: buhardilla, etc. 84. Yanguas, «Diccionario...» II, p. 558 (capítulo 60. Moret «Annales...» II, p. 536, b -537 a (Libro XII). XIX, capítulo VII, § I, n.°s 6-7) Compárese con Marti­ 85. Yanguas, «Diccionario...» II, pp. 561-562 (ca­ nena, «La Pamplona de los burgos...» pp. 44-45, 331- pítulo XV sobre las armas), 565 (capítulo XIX, mugas). 332. 86. «Dig.» I, 8, 6. 61. Martinena Ruiz, «La Pamplona de los bur­ 87. «Triunfo del Amor y de la Lealtad y día gos...» pp. 46-63. Grande de Navarra», § IV, en «Obras escogidas del P. 62. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» pp. 177- José Francisco de Isla», en B.A.E., XV, p. 11, a. Señala 189. la particularidad el «Diccionario de la lengua caste­ 63. Moret, «Annales...», III (Pamplona, 1766) pp. llana» VI (Madrid 1739) p. 393, b. 110, a - 112, b (libro VI, cap. VI, § I, n.° 1-4). El 89- Martinena Ruiz, «La Pamplona de los bur­ documento en el cartulario de Don Teobaldo, Yanguas, gos...» pp. 73-201. «Diccionario...» II, pp. 512-514. 89. Martinena Ruiz, «La Pamplona,...» pp. 203- 64. Moret, op. cit. loe. cit. III, p. 110, b (n.° 2).287. Lo mismo indica a la p. 132, b (libro XX, cap. VII, § 90. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» pp. 289- 111, n.° 8) pero en las capitulaciones de 1222 tiene sólo 327. un representante, mientras que las otras tienen dos. 91. Foto en Martinena Ruiz, «La Pamplona de los 65. Moret, op. cit. III, pp. 132, a - 133, b, capítulo burgos...» lámina 12, entre las pp. 224-225. VII, § III, n.° 8-9. Compárese con Martinena Ruiz, «La 92. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» lámina 14, Pamplona de los burgos...», pp. 48-49. entre las pp. 256-257. 66. Yanguas, «Diccionario...», II, pp. 711-712, da 93. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» Lámina 18, las partes indicadas. a y b, entre las pp. 320-321, y antes lámina 15, entre las 67. Moret, op. cit. III, p. 389, b - 391, b (Libro pp. 272-273. XXIV, capítulo I § V, n.°s 25-28). 94. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» lámina I, 68. Moret, op. cit. III, pp. 407, b - 415, b (libroentre las pp. 48-49. XXIV, capítulo III, § V-VII) y 415, b - 424, b(libro 95. Martinena Ruiz, «La Pamplona...» lámina 8, a XXIV, capítulo III, § I-II). Las cifras en la última (casa huerto de la Dormitalería), 8, b (palacio de Ague- página. La bibliografía posterior sobre esta guerra es rre). muy grande. En síntesis puede verse en las notas al 96. Pedro de Madrazo, «Navarra y Logroño» II, relato que hace Lacarra, «Historia política de Navarra» P- 375. II, pp. 225-230, Sobre todo Martinena Ruiz, «La Pam­ 97. «Juventud, egolatría» (Madrid, 1917) p. 189: plona de los burgos» pp. 29-37, 51-52, 332-333- «Se vivia como en tiempo de guerra y quedaban no se 69. Yanguas, «Diccionario...», II, p. 517. si uno o dos portales abiertos». «Desde la última vuelta

204 del camino. II, Familia, Infancia y Juventud» (Madrid, (Londres, 1939) pp. 229-230. Con todo, en esta obra ya 1944) pp. 122-123. También «Aventuras, inventos y se hace referencia al ensanche, que se dice inspirado en mixtificaciones de Silvestre Paradox» (Madrid, 1901) el de Barcelona. En general, pp. 229-234, con un pp. 56-57. dibujo del Arga y la Catedral entre las pp. 232-233- 98. John Leycester Adolphus, «Letters from Spain Otras descripciones generales hay en que se insiste en in 1856 and 1857» (Londres 1858) p. 322. el carácter militar. «Scenes and adventures in Spain 99. «On foot in Spain. A walk from the Bay of from 1835 to 1840) by Poco Mas» I (Londres, 1845) Biscay to the Mediterranean» 2.a ed. (Londres, 1879) pp. 58-59. p. 86. Esto traía poco aseo de la parte común. 114. Tomás González, «Censo de población...» p. 100. Campion, op. cit. pp. 87-88. La pensión en el 160. caso es de tres pesetas al día (cinco en la casa de 115. Tomás González, «Censo...» cit. p. 304. Hay huéspedes de San Sebastián, p. 89). que advertir que el archero Cock, en la citada «Jornada 101. Campion, op. cit. p. 101. 102. Campion, op. cit. pp. 108-112. de Tarazona» de 1592, p. 66 le da «más de tres mil 103. «Diccionario...» de 1802, II, p. 236, a-b Ma- vecinos». doz, XII, pp. 643, a - 644, a Madrazo, op. cit. II pp. 116. Esta tendencia a asignarle una población ex­ 376-380. Estudios más modernos: Altadill, I, pp. 974- cesiva se da, posteriormente, en escritos que contienen 975. Muy útil el plano entre las pp. 932-933 y la información de origen eclesiástico. El Padre Flórez en reproducción del de M. de Fer en una «Introduction á el «Viaje desde Madrid a Bayona de Francia» de 1766, la fortification» de Paris, 1723; data de 1719 (entre las publicado por el Padre Francisco Méndez, «Noticia de pp. 930-931). La obra fundamental es la de Florencio la vida y escritos del Rndo. P. Mro. Fr. Henrique Idoate, «Las fortificaciones de Pamplona a partir de la Florez» (Madrid, 1780), p. 187, le da cinco mil vecinos. conquista de Navarra» separata de «Príncipe de Viana» 117.Madoz, XII, p. 644, b. n.°s XLIV-XLV (1954) 102 páginas y 25 láminas. Del 118. Madoz, XII, p. 658, a. mismo, un resumen «Los castillos y la ciudadela de 119. «piccionario...» de 1802, II, p. 234, a. En Pamplona», n.° 202 de «Temas de cultura popular» 1785 la obra alemana «Neuere Staatskunde von Spa- (Pamplona, s.a.). nien» I (Berlin Stettin 1785) p. 328, le da 11.000 104. Enrique Cock, «Jornada de Tarazona hecha habitantes. El autor inglés que firma «Poco Más», por Felipe II en 1592» (Madrid, 1879) p. 68. «Scenes and adventures in Spain...» I.p. 59 da 15.000. 105. «Población general de España», (Madrid, Miñano, VI, p. 419 a, le asigna en 1827, 2.892 vecinos 1645) fol. 196, a, b. y 15.000 habitantes, en 1.632 casas. 106. Véase la relación que se cita más adelante de 120. Altadill, I.p. 998, En el diccionario de La- un viajero impresa en 1667. (nota 134). rousse del siglo XIX, XII p. 90, c se le dan 22.500 107. Juan Alvarez de Colmenar, «Les delices de habitantes. l’Espagne et du Portugal» III (Leiden, 1715) pp. 676- 121. n.° 132 de «Temas de cultura popular» 678. (Pamplona, s.a.). 108. J.A. Cean Bermúdez, «Diccionario histórico 122. El plano está dibujado según datos de José de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en Joaquín Arazuri por Juan Cía Cayetano. España» III (Madrid, 1800) p. 101. Luis del Campo 123. «Pamplona en 1800» n.° 309, de «Temas de Jesús, «Visita de Felipe IV a Pamplona (1646). «Un cultura popular» (Pamplona, s.a.). Compárese con el cuadro testimonio», n.° 259 de «Temas de cultura texto que da Don Pedro de Madrazo, «Navarra y popular» (Pamplona, s.a.). El cuadro plantea muchas cuestiones. Parece que hubo otro mayor, del que acaso Logroño» II, pp. 396-403. es fragmento un lienzo de la colección Lázaro Galdiano. 124. «Diccionario...» de 1802, II, p. 231, b. Ma­ «Velázquez y lo velazqueño» (Madrid, 1960) pp. 109- doz, XII, p. 644, b da una lista parecida. 110 (n.°s 127-128). 125. La tendencia a hacer casas altas era antigua 109- En un «Nouveau voyage en Espagne» (Paris, puesto que el archero Cock, «Jornada de Tarazona», de 1805) p. 12 se juzga que las fortificaciones están en 1592, p. 68, dice: «tiene buenas casas y altas y calles buen estado, que la ciudadela podría resistir, incluso razonable anchas». tomada la ciudad y se indica también (p. 13) que era 126. «Diccionario...» de 1802, II, p. 232, b. El prisión de Estado. El autor parece haber sido un escri­ Padre Flórez en su viaje de 1766 («Méndez, «Noti­ tor apellidado Regnault. cias...» cit. p. 188) observará: «Bellas calles en lo ancho 110. «A boy in the peninsular War. The services, y derecho, con casas altas de piedra o ladrillo, pero adventures and experiences of Robert Blakeney» (Lon­ sucio el suelo». dres, 1899) pp. 314-315. Miñano, VI, p. 419, b dice el 127. «Diccionario...» de 1802, II, p. 232, b. 1 de noviembre. 128. El texto se publicó en 1785. 111. Miñano, VI, p. 420, a. 129- Edición de Casto María del Rivero (Madrid, 112. Así el que queda en la hoja de «Navarra» de 1947) p. 1909 (tomo II, carta XII, n.° 15). Don Francisco Coello (1861). 130. «Scenes and adventures in Spain». I, p. 59- 113- «Northern Spain painted and described by Los días de toros los balcones de las casas estaban a la Edgar T. A. Wigram» (Londres, 1906) p. 290. Entre esta disposición del ayuntamiento, que vendía las entradas. y la que sigue una acuarela tomada desde la parte de 131. Azkue, «Diccionario...» II, p. 175, a. entrada en Villava o más al Norte. En las pp. 292-294 132. Eugenio Llaguno y Amirola, «Noticias de los consideraciones sobre el sitio ya aludido. El tópico se arquitectos y arquitectura de España» III (Madrid, repite: «Pamplona itself indeed, with the mass of its 1977) pp. 154-155. fortifications, seems to be guardian for a nation rather 133. Llaguno, op. cit. IV, ed. cit. pp. 99-100. than a town» dice Gertrude Bone, «Days in old Spain» 134. «Voyage d’Espagne, contenant entre plu-

205 sieurs particularitéz de ce Royaume trois discours poli- qual está la Taconera, paseo de arboledas dentro de los tiques». (Colonia, 1667) p. 327 (cap. XXXVII). muros», Méndez, «Noticias...» cit. p. 188. 135. Méndez, «Noticias...» cit. p. 188. 164. «Poco Mas», en «Scenes and adventures in 136. Méndez, «Noticias...», cit. pp. 189-190. Spain...» I. pp. 58-59, se refiere a los árboles, macizos 137. Méndez, «Noticias...» cit., p. 190. de flores e incluso al «Mirador» que queda en un 138. «Diccionario...» de 1802, II, p. 232, a. extremo. Adolphus, «Letters from Spain...» pp. 324- 139. Madoz, XII, p. 644, b. 325. Mención por J.S. Campion, «On foot in Spain». 140. Madoz, XII, p. 653, b. pp. 111 y 113- 141. Véase la nota 190 165. «Triunfo del Amor y de la Lealtad y día 142. «A Hand-book for travellers in Spain», (2.a Grande de Navarra», § VIII, en «Obras escogidas del ed. Londres, 1847) p. 614, a P. José Francisco de Isla», en B.A.E., XV, p. 19, a. 143. G.A. Hoskins, «Spain, as it is», II (Londres, 166. Isla, op. cit., loco cit. p. 18, b. 1851) p. 298. 167. Trasladando Pío Baroja sus recuerdos infan­ 144. «Impression of a wanderer in Italy, Switzer- tiles a aquel período, escribía lo que sigue en «El amor, land, France and Spain» (Londres, 1850) p. 351. el dandynismo y la intriga» (Madrid, 1923) p. 170: «(se 145. «Diccionario crítico etimológico de la lengua refiere al atardecer). En la Taconera había paseo y solía castellana», I, p. 375, b. Vicente García de Diego, tocar la música militar. Se veían muchachas elegantes, «Diccionario etimológico español e hispánico» p. 616, con mantilla, muy coquetas, de ojos negros, jugando a (n.° 695) piensa en paso del provenzal. con el abanico y la mirada, al lado de currutacos que las 146. Du Cange, «Glossarium...» I, col. 950. acompañaban y de militares que arrastraban el sable y 147. «Diccionario histórico de la lengua espa­ lucían el uniforme. Algunos, con bigotes a lo Diego ñola...» II p. 44, b. León y con melenas, se hacían los interesantes y toma­ 148. Citado en el diccionario de 1936. ban actitudes meláncolicas y románticas. Al parecer los 149. «Cigarrales de Toledo», edición de V. Said militares tenían buena fortuna entre las damas de Pam­ Armesto (Madrid, 1913) p. 47, en Toledo. plona». Más datos e informaciones en Javier Baleztena 150. Así Moreto, «En el mayor imposible nadie Abarrategui, «Calles del viejo Pamplona», n.° 97 de pierda la esperanza», jornada II, escena VII, en «Obras «Temas de cultura popular» (Pamplona, s.a.) pp. 6-8 escogidas», «B.A.E.», XXXIX, p. 631, b, c. (Plaza del Castillo) , 22-24 (La Taconera), etc. 151. «Tesoro...» edición Martín de Riquer, p. 168. «Diccionario...» de 1802 II, pp. 232, b - 233, 187, a, b. a. Sobre las ordenanzas de 1741 aprobadas en 1749 y 152. Según el «Diccionario de la lengua caste­ 1772, la p. 234 a-b. Pedro García Merino, «Obras y llana» 1 (Madrid, 1726) p. 535, b. servicios del viejo Pamplona», n.° 62 de «Temas de 153. «Quijote», parte I, capítulo XIII. Al comen­ cultura popular» (Pamplona, s.a.). zar hay referencia a los «balcones del Oriente», Don 169. Sobre el comercio II, pp. 234, b - 235, a. Francisco Rodríguez Marín, en su edición I (Madrid, 170. «A vagabond in Spain» (Londres, 1895) p. 1927) p. 363, recuerda unos versos del Tasso. También 28. Escenas de posada, pp. 27-28. Costo de dos días y otros del «Romancero general». dos noches:-nueve—pesetas-con cincuenta céntimos, p. 154. «Gatomaquia», en «Colección escogida de 29. obras no dramáticas», en «B.A.E», XXXVIII, p. 435, 171. «Letters from Spain...» ed. cit. p. 322. b. También el licenciado Juan de Arjona, en la traduc­ 172. Estos se hallan en el ayuntamiento, pero no ción de «La Tebaida» de Estacio, «Curiosidades biblio­ han sido debidamente estudiados. gráficas», B.A.E., XXXVI, pp. 83, a, 116, b. Góngora usa 173. «Diccionario...» de 1802, II, p. 234, a. la palabra en distintas acepciones. Bernardo Alemany 174. Respecto a los teatros de Pamplona y la Selfa, «Vocabulario de las obras de Don Luis de Góngora legislación dura que hubo, José María Corella, «Teatro y Argote», (Madrid, 1930), p. 129, a. en Pamplona» n.° 116 de «Temas de cultura popular», 155. «Diccionario de la lengua castellana» I (Ma­ (Pamplona, s.a.) y Arazuri, «Viejas rúas...» cit, pp. drid, 1726), p. 535, b, con referencia a «Nueva Reco­ 17-18 (Calle de Comedias). pilación» libro VII, título VII, ley VIII. 175. John Leycester Adolphus, «Letter from Spain 156. Textos en el mismo «Diccionario...» 1726, I, in 1856 and 1857» (Londres, 1858) p. 321. La consi­ p. 535, b. dera como «a semi-barbarous inn» (p. 322). 157. En el mismo «Diccionario...» I, p. 535, b con 176. J. Gudiol Ricart y J.A. Gaya Ñuño, «Arqui­ referencia al romance 12 de la parte II de sus obras. tectura y escultura románicas» en «Ars Hispaniae» V. 158. Véase la relación del «Auto general de fe p. 169. celebrado en Madrid en 30 de junio del año 1680. Con 177. Véase la § III del capítulo VI de la parte asistencia del Rey Carlos II...» (Madrid, 1820) pp. primera. 34-51. 178. Véase la § 5. 159. García de Diego, «Diccionario...» cit. pp. 179. «Jornada de Tarazona...» de 1592, p. 68. La 616 (n.° 895) y antes, pp. 95, b y 406, a. casa del Condestable estaba al número 2 de la calle 160. «Diccionario...» de 1802, II p. 232, a. Mayor y fue en un tiempo palacio episcopal y por los 161. Madoz, XII, p. 657, a. años de 1752-1760 sirvió, provisionalmente de ayun­ 162. En Pamplona es conocida «La vuelta del tamiento. Castillo». José Joaquín Arazuri, «Viejas rúas pamplone­ 180. Méndez, «Noticias...» cit. p. 188. sas», n.° 322 de «Temas de cultura popular», (Pam­ 181. Alfonso de Otazu «Hacendistas navarros en plona, s.a.) pp. 14-16. Indias» (Bilbao, 1970) pp. 121-129. 163. El Padre FIórez, en el viaje de 1766, indica: 182. Véase el capítulo III, § 5, de la parte II. «Castillo o Ciudadela muy fuerte y dilatado, junto al 183. También es curiosa la número 54.

206 184. «Spain revisited by the author of «A year in guerra produjo los mismos resultados. Una visión de Spain» I (Londres 1836) pp. 63-64. En la p. 6o da a la Pamplona en la segunda guerra, cuando el ejército ciudad alrededor de 14.000 habitantes. obedecía al gobierno republicano da John Furley, 185. Yanguas y Miranda, «Diccionario de anti­ «Among the carlists» (Londres, 1876) pp. 95-97. Los güedades» I, pp. 471-494. comerciantes entraban y salían, los carlistas estaban en 186. «Pamplona y los viajeros de otros siglos» Villava y el «Café Suizo» servía de centro de reunión a (Pamplona, 1957). los viajeros que pagaban dobles tasas en un lado y otro. 187. Aparecida en 1892. Compárese con la obra 191. Así en el claustro de la catedral está el mo­ de H. Fierens-Gevaert, «Psychologie d'une ville». Essai numento funerario a J.B. Dumont, Conde de Gages sur Bruges (Paris, 1901). (1682-1753), general belga al servicio de Felipe V, que 188. En la obra ya citada de J.S. Campion, «On obtuvo señaladas victorias en Italia y que coronó su foot in Spain» pp. 86-93 puede leerse la descripción de carrera como virrey de Navarra. Epitafio en Altadill, I, la vida en una casa de huéspedes a fines de 1876, con p. 753- Madoz, XII, p. 647 da más detalles. El monu­ tres militares actuando: uno jaranero, típico de la mento se hizo en tiempo de Carlos III y se debe a época. Por su parte, un francés meridional y algo fan­ Robert Michel. El autor de «Spain revisited» I. p. 69, tástico en ocasiones, Cenac Moncaut, en «L'Espagne anota en 1834: «I learned from muy companion, that inconnue - Voyage dans les Pyrénées de Barcelona a General Saarsfield was the présent viceroy of Navarre». Tolosa» (Paris, 1861) pp. 115-116 nos hablará de la 192. En el citado «Voyage d’Espagne» de 1667, p. Taconera como los «Champs Elysées» de Pamplona, 327 se lee: que el pueblo de Pamplona hacía el comer­ paseo en que las damas ejercerán todos sus recursos, cio con Francia «aussi livrement, que s’il n’y avoit point donde los comerciantes se verán al cerrar sus comer­ de guerre entre les deux Couronnes, nous arrivâmes cios... «la populátion tout entière s’y porte; depuis les sur la fin de la foire, et nous y rencontrâmes encore soldats de la garnison jusqu’aux prêtres fort peu occu­ quantité de Marchans François, qui etaint venues pour pés des nombreuses églises, on se promène, on se leurs payemens». Detalles sobre el contrabando. presse, on se coudoie bruyament, sous les arbres touf­ fus éclairés á la vénitienne...» Esta imagen es la de 193. Este clero en su mayoría durante el siglo nuestra niñez. Compárese, Pío Baroja «Las figuras de XIX fue carlista, aunque hubo excepciones. cera» (Madrid, 1924) p. 170. 194. Lo cual ocurre también en otras poblaciones 189- J.S. Campion «On foot in Spain» p. 113 dice navarras. que en 1876 los pamploneses eran carlistas, pero que 195. Víctor Hugo, «France et Belgique. Alpes et las fortificaciones dieron al ejército alfonsino la posibi­ Pyrénées» (Paris-Nelson, s.a.) p. 479. lidad de dominio. 196. Op. cit. p. 495. 190. «Memorias de Don Joaquín Ignacio Meneos, 197. Op. cit. p. 497. Conde de Guendulain 1799-1882» (Pamplona 1952) 198. Op. cit. p. 497 «Art rocaille et chicorée». pp. 78-145. Especialmente el texto firmado por «Poco 199. Op. cit. p. 499. Mas», «Scenes and adventures in Spain from 1835 to 200. Op. cit. pp. 499-500. 1840» I, pp. 80-81 pinta las casas de las familias más 201. Op. cit. p. 512. El palacio de la Diputación, importantes abiertas a alegres tertulias en las que los según proyecto de Don José Nagusia, entra en el oficiales del ejército isabelino desempeñaban un papel mismo «ciclo». Se hizo de 1843 a 1847. Jaime del importante. Las mujeres más hermosas participaban en Burgo, «Palacio de la Diputación Forai», n.° 15 de ellas de modo decisivo. Pero las relaciones amorosas a «Temas de cultura popular» (Pamplona, s.a.) p. 5. veces terminaban con tragedia, por la muerte del joven Luego se cumplió. oficial enamorado. El escritor termina con estas pala­ 202. Op. cit. pp. 513-514 bras: «Frequently during my sejoum in Spain did I 203. Op. cit. P- 514. revisit Pamplona, and always with pleasure. May its 204. Op. cit. P- 515. inhabitants be in future exempt from the frightful evils 205. Op. cit. P- 516. invariably attendant on a state of civil war!». La segunda 206. Op. cit. P- 517.

207 208 Fig. 93-E l Portal de Francia o del Abrevadero. Fig. 9 4 -Casas de curtidores sobre el Arga, bajo la muralla. Fig. 95.-La Ronda de Barbazán, del Redin al fuerte de Labrit, en el lienzo N. de la muralla. Fig. 96.-San Pedro de Ribas, que ha dado nombre a un barrio. Fig. 97.-Calle de Pellejerías, ahora Jarauta, con San Cernin al fondo.

209 Figs. 98, 99 y 100.-Plaza del Consejo. La última corresponde al palacio del Conde de Guenduláin. Delante, la fuente de Neptuno, obra de Paret.

210 211

CAPITULO III LAS POBLACIONES DEL CAMINO DE SANTIAGO

1) Consideraciones generales 2) Poblaciones del paso pirenaico-aragonés: Jaca, San­ güesa 3) Poblaciones del paso pirenaico-navarro: Saint Jean de Pied de Port 4) Después de Pamplona: Puente la Reina 5) Estella

Los motivos para establecer líneas de cir­ tomatizan el juego, porque a veces hay alian­ culación general pueden ser muy varios. Las zas de cristianos y musulmanes 2. Pero de una grandes vías romanas se hicieron atendiendo u otra forma, es la fe religiosa la que hace a las necesidades administrativas y militares que haya hombres que rompan las fronteras y de un Imperio gigantesco. Cuando éste entra circulen en largos espacios, como lo hacen los en crisis la circulación también sufre que­ monjes de Conques con el propósito de sus­ branto. Pero, aunque las vías se descuiden, traer unas reliquias en Valencia, o el mozá­ siguen desempeñando un gran papel en épo­ rabe de Córdoba que visita los monasteriores cas de inseguridad total, como se ha visto 1. navarros 3. Tienen que pasar siglos para que, otra De todas formas hasta más avanzada la vez, se piense en una regularización de la Edad Media, se puede decir que el particula­ circulación general, que, por otra parte, no rismo domina y que por estas latitudes la vida presenta los mismos caracteres que la anti­ urbana es pobrísima: más en tierra de cristia­ gua. De la organización administrativa del nos, donde queda el núcleo de Pamplona, Imperio romano no queda más que lo que ha que en tierra de musulmanes donde existen conservado la Iglesia, en divisiones de dióce­ poblaciones como Calahorra y Tudela, en sis, archidiócesis, ciudades episcopales, in­ que el Ebro es gran eje político y cultural. cluso en divisiones menores de territorios. Han surgido, tras luchas y dominios varios, Sólo cuando se ensancha el dominio cris­ nuevos estados, pequeños estados primero tiano y sobre todo tras el reinado de Sancho con caudillos y régulos, y luego con reyes en el Mayor 4 que da unos contornos amplios a cabeza. las viejas unidades étnicas, puede pensarse en Una forma de vida particularista, con ho­ nuevos movimientos hacia la creación de re­ rizontes bastante cerrados es la que parece des de circulación general y a la fundación de darse más en la Alta Edad Media: los hori­ nuevos y sólidos núcleos urbanos. Esto, en zontes enemigos están cercanos. En la penín­ principio, movido por un ideal religioso: el sula además de luchas entre pueblos cristia­ de las peregrinaciones. nos, las hay contra un enemigo por razones Hay que observar que cuando empiezan religiosas, que no siempre mecanizan o au­ éstas, cuando gentes de Europa movidas por

215 la fama de Santiago vienen hacia el Sur y vías se van creando éstos, de una manera más franquean los Pirineos, por dos puntos clási­ o menos geométrica y en fechas distintas. Los cos, como en la época romana, se encuentran sucesores de Sancho el Mayor, en Navarra, con un país completamente silvestre y hasta en Aragón y en Castilla, son los que se cierto punto encerrado en sí mismo. El vas- distinguen de modo más destacado en la la­ cón vive a la antigua y su contacto con el bor creadora. Los modelos en los distintos mundo exterior es limitado. El peregrino que reinos son los mismos hasta cierto punto y allá por el siglo XII cruza su territorio no se desde el punto de vista jurídico se copian siente seguro. Tiene miedo y odio al nativo. leyes de Aragón en Navarra, o leyes de Na­ Esto lo refleja bien el famoso escrito de uno varra en Castilla, o viceversa. de ellos que es una verdadera guía de viaje 5. La empresa se complica con el surgir de La lengua es ininteligible, las costumbres las luchas de los descendientes de Sancho el bárbaras. Entre señores y vasallos apenas hay Mayor: navarros y castellanos se enfrentan y diferencias en hábitos y usos. El peregrino no en tierras fronterizas entre los dominios de ve nada bueno en derredor. Todo es rustici­ unos reyes y otros se lleva a cabo una especie dad en el sentido estricto de la palabra: un de jugadas estratégicas, enfrentando pueblos reflejo de la vida en las aldeas del tipo de las nuevos con pueblos nuevos. Estas fundacio­ ya estudiadas en el capítulo primero de la nes fronterizas tienen caracteres especiales primera parte. que hay que estudiar por separado. Tratemos ahora de las que se alinean en la gran vía El impulso creador de núcleos mayores jacobea, con dos entradas principales por el parece el mismo que el que en los siglos XI y Pirineo navarro y aragonés y confluencia en XII se da en otras partes. A lo largo de las Pamplona, la vieja encrucijada 6.

II

El paso que queda al Oriente de las fron­ años 828 y 964 12. En todo caso otros autén­ teras de Navarra es el de Canfranc, es decir ticos aluden al «caminum de Jaca» y al «kas- un «campus francorum» con significado co­ tro que vocatur Iaka» en 1025 y 1020- mercial desde antiguo. Directamente da a 1030 13 respectivamente. Más tarde el Jaca, que comunica con las poblaciones anti­ «campo» o «campo jacetano» 14. Hay, pues, guas de Oloron y Pau, y que en la Antigüe­ una continuidad que no puede compararse, dad se inscribe entre las ciudades vasconas 7. sin embargo, con la de Pamplona. Pero la importancia del paso pirenaico y la posición Jaca, como Pamplona, Calahorra y Cas­ del emplazamiento hacen que Jaca en el siglo cante, parece haber tenido cierta continuidad XI tenga un momento de auge, que se refleja en su vida urbana. Pero, sin embargo, las en muchos hechos jurídicos, económicos y referencias antiguas a ella son escasas y con­ sociológicos generales. Cuando el rey de fusas. El anónimo de Ravena le llama Aragón Sancho Ramírez otorga el fuero fa­ «Pacca», en un trayecto que parece ir hacia moso (1064) expresó la voluntad de estable­ Zaragoza, de Norte a Sur 8. Alguna inscrip­ cer una ciudad, donde antes no había más que ción 9 no acredita existencia de núcleo ma­ una villa: «quod ego volo constituiré civita- yor; otra podría aludir a algún nativo de tem in mea villa, que dicitur Jacca» y, aparte allí 10. Textos posteriores son, también, muy de abolir las leyes malas que tenían antes los parcos. Un autor árabe del siglo IX parece de tal villa y de establecer otras buenas, aludir a sus gentes 11. pretende que esté bien poblada y cerrada por En documentos apócrifos de San Juan de cada cual, según sus posibilidades 15. La fun­ la Peña aparece como sede episcopal en los dación no es, pues, de raíz, como tampoco lo

216 es en casos anteriores y con un desarrollo y recinto amurallado 24. El caso es que Ro­ pequeño 16. Pero parece que da pauta a otras cafort, como fortaleza, tuvo vigencia durante y, como es sabido, el fuero de Jaca sirve de toda la Edad Media y allí siguió viviendo una base a toda una familia de ellos, estudiada población regular que se consideraba la de con singular paciencia y pericia por José Ma­ «Sangüesa la Vieja» 25. Este nombre aparece ría Lacarra. Pese a su importancia desde este con varias grafías desde tiempos remotos. punto de vista, pese también a haber sido capital de un pequeño reino, ciudad episcopal Un documento de 1063-1064 acredita y mercado pirenaico, con bastante fama en un que Sancho de Peñalén dio «illum castellum tiempo 17, Jaca no pudo desarrollar estos ca­ quod dicitur Sanguessa» a Ramiro I de Ara­ racteres iniciales que le acercaban a Pam­ gón, y las villas de Lerda y Undués (On­ plona, en la medida que los desarrolló ésta. dúes) 26. En otros documentos aparece como El estado aragonés se proyectó hacia el Sur y «Sangossa», que parece forma más arcaica 27. otras poblaciones, como Huesca y Zaragoza, Hay otras grafías que acreditan vacilaciones cobran pronto mayor significación dentro de que se repiten en el área: por ejemplo «San- él. Pero la relación del campo de Jaca con guosa» 28 y aun otras. Es nombre enigmático, Navarra es considerable siempre, porque el que, de todas formas, indica ya «romancea- cauce fluvial que lo riega marca un rumbo miento» antiguo, como el de «Rocafort». definido. El caso es que en febrero de 1117 es­ La ruta de los peregrinos tiene que diri­ tando en «Termas» es decir Tiermas, Alfonso girse hacia el Oeste, como también las de los el Batallador dio a los pobladores de San­ almadieros e incluso algunas pastoriles 18. güesa unos términos alrededor de Peña, Ulle Jaca es, así, como un modelo antiguo para los y Aibar para que pudieran pastar los ganados pueblos de origen vascón, que quedan dentro y les confirmó fueros concedidos antes por del reino de Navarra. Sin embargo, desde el Sancho Ramírez29. En febrero de 1122 el punto de vista urbanístico, material, tanto por mismo otorga el fuero, más conocido desde su posición como por otras razones, Jaca no antiguo. Este va destinado a «todos populato- pudo dar una pauta tan importante como la res de Sangossa de illo burgo novo prope illo que dio en lo legal y en el desarrollo del arte ponte iuxta illo nostro palatio...» Otra indica­ monumental, religioso, románico 19. ción topográfica es que el burgo se estaba haciendo «in illa via, quae vadit contra Ulle» Dentro de Navarra, en el camino hacia el y les da términos que iban de la misma, hasta Oeste, la primera población importante, el río 30. Aparte de señalar la existencia de desde este punto de vista, es Sangüesa. términos boscosos («illa silva de Biozal», Desde el siglo XVII hay memoria de que en «illa silva de sancti Salvatoris de Leire» y el el famoso puente del que luego se ha de «monte de Peina»), el documento indica que tratar, había una inscripción romana, llevada el puente ya existía, que el palacio real tam­ allí de Rocaforte 20. Esta inscripción acredita bién se alzaba donde hoy queda y que la vía la existencia de algún núcleo que parece tuvo era un eje principal. Los documentos poste­ continuidad, porque Rocaforte se considera riores de la época del mismo rey parece que que es la antigua Sangüesa. El nombre de tienden a robustecer la vida de los poblado­ Rocaforte o Rocafort, en sí, tan parecido a res «francos» del burgo viejo, para que pue­ otros que abundan en el Este peninsular 21 y dan poblar mejor «aquel plano debajo de en las Galias del tipo de Rochefort, es mixto, aquel castillo», según leyó Moret en un do­ porque la palabra «rocca» se considera céltica cumento que estaba en el archivo municipal y no incorporada al latín hasta el siglo VII 22. de la población 31. Los documentos posterio­ En todo caso acredita la existencia de un res de época de tensiones entre Navarra y viejo castillo en alto, del que en el siglo XVII Aragón realzan varios hechos de significado decía Moret lo que sigue: «Y aún ahora dura urbanístico. 1.°) En 1307 se le concede el en el antiguo (emplazamiento) un pequeño privilegio de peaje del puente, de suerte que pueblo con el nombre de Rocafort, y conserva los viandantes debían pasar por él y no por los vestigios de circunvalación, murada bien otra parte desde el puente de Caparroso al de grande» 23. El diccionario de 1802 dice que Aspurz 32. El paso rival debía ser el de Car- había allí muchas ruinas de edificios a las que castillo. 2.°) Los sangüesinos se consideran se llamaba «finiscasas», con restos del castillo una «universidat», frontera a Aragón, ene-

217 ,

Fig. 101 -Sangüesa, según el mapa topográfico de Navarra a escala 1 : 5.000, hoja 174 (5-6).

218 miga de los aragoneses y con necesidad de Sangüesa es, pues, «población puente» y grandes socorros 33. En 1330 Felipe III, con­ fortaleza de frontera. Estas dos características siderando que era muro inexpugnable para la quedan reflejadas en su planta 35, conocida defensa de Navarra y que había quedado en desde antiguo, a través de planos mejores o gran parte destruida por un diluvio, le conce­ peores, pero más estudiada últimamente 36 dió de nuevo ciertos privilegios 34. (figs. 101, 102, 103).

Fig. 102.-Vista aérea de Sangüesa.

219 calle forma un ángulo en su extremo oriental y va a terminar en la Mayor, con la salida correspondiente. Por el lado del Sur, la Ma­ yor también tiene una calle paralela. Pero ésta última no determina hoy una circunvala­ ción simétrica. En el segundo cantón que la atraviesa, queda interrumpida por una man­ zana mayor. La expansión grande sigue hacia el Sur, con dos calles paralelas más. La más meridional que condiciona una circunvalación y la más interior también cortada por una manzana, en este caso occidental. Este con­ junto forma, de todas maneras, cierta unidad, con la parroquia de Santiago en el extremo opuesto a la iglesia mayor de Santa María. El proceso de construcción de estos monu­ mentos nos habla de cambios y variaciones sobrevenidos a lo largo de los años 39. De la misma forma se debió variar un plan primi­ tivo. Porque todo el barrio de la iglesia de San Salvador, el convento del Carmen y la zona que termina en la puerta de la Tejadera parece como agregado, aunque sea en época vieja y aunque el sistema de murallas da a la ciudad un contorno muy definido. Hay un primer amurallamiento, en efecto. Luego un segundo. La llamada «po­ blación de San Salvador», para la que se creó la iglesia de San Salvador, es ya de la segunda mitad del siglo XIII, constituyéndose las ca­ lles de los caballeros y del Estudio40, con su portal al fin. En esencia este conjunto es el que ha prevalecido hasta nuestros días. Con respecto al casco más viejo señala­ Dentro del conjunto de las poblaciones- remos que en el plano de Sangüesa, fechado puente, Sangüesa tiene un desarrollo en an­ en 1848 que se conserva en la Diputación chura, mayor que el de otras características, Foral41, nos encontramos con esta red de como puede serlo, por ejemplo, Santo Do­ calles: a) Calle de la carretera, exterior por el mingo de la Calzada, fundada en la segunda Norte, b) Calle de San Miguel, con el resto mitad del siglo XI. 37. También, que otras del palacio, c) Calle Mayor, con el ayunta­ navarras de que luego se tratará. Si examina­ miento que da d) a la plaza de la Galería, la mos la hoja 174 del mapa de España del cual termina en San Miguel, e) Calle Nueva, Instituto Geográfico y Catastral, vemos cla­ que viene a terminar por un lado en la calle ramente cómo Sangüesa está pegada al río de Santiago y por otro, hacia el río, se pro­ Aragón en un tracto en que éste va de Norte longa por f) calle que cruza, g) Calle de a Sur y a la orilla oriental, mientras que Rocaforte está en la occidental. No cabe duda tampoco de que el puente condiciona la existencia de un eje que va del Oeste al Este (con cierta inclinación hacia el Sur), consti­ tuido por la calle Mayor. Paralela a ésta hacia el Norte hay otra calle, donde se halla un palacio real, que es de fecha muy antigua. El Real en diciembre de 1131 Alfonso el Bata­ llador lo donó al hospital de San Juan 38. Esta Alero del palacio de Valle Santoro.

220

Mediavilla, que arranca de un anchurón de la antiguas iglesias había plazuelas. Pero no Calle Mayor y termina en una plaza; h) de existía una plaza grande. La del ayuntamiento esta calle arranca otra; i) de la plaza la Calle con éste, que es edificio muy hermoso entre Oscura que termina en la calle del Estudio, los de su género, con soportal abierto a la que arranca de la plaza que deja Santiago a Calle Mayor y a la plaza misma, se hizo sobre parte del palacio real, que se demolió en un lado; k) la paralela a la calle Oscura es la 1570 49. Lo que queda, que está en la citada de los Caballeros, que también termina en la calle de San Miguel, es parecido a los edifi­ calle del Estudio, la cual se prolonga mucho. cios compuestos de un cuerpo central, rec­ Esta Oscura arranca de la 1) Calle de la Pobla­ tangular, de dos plantas, con dos torres late­ ción. Por el río se señala, II) una calle y un rales, de estilo gótico, con sillería hasta los camino de los paseos. Siguiendo el eje que da dinteles de las ventanas de la planta baja y la Calle Mayor hacia el Sudeste, se marca la manipostería en el resto. Luego se tratará de existencia m) de la Plaza del Prado fuera del las casas señoriales más dignas de recorda­ viejo recinto, que da a la carretera de Aragón ción. Hay que indicar ahora que el dicciona­ y otras calles exteriores. Dentro aún la n) rio de 1802 le asignaba 2.390 habitantes en Plaza de Santa Catalina, ñ) y otra calle. Nom­ 235 casas e indica que había 196 arruina­ bres, como los de «Calle Nueva» y «Media- das 50. Miñano, en 1827, le da hasta 3.293 villa» dan ideas gráficas respecto al desarro­ habitantes 51 y Madoz, en 1849 da 2.412 en llo, porque, aparte de lo que se hace a orillas 460 casas 52. Estas casas eran «de mediana del río (de suerte que Sangüesa es una pobla­ construcción» por lo general y se nutrían del ción almadiera hasta mediados de este siglo), agua de pozos propios. El ritmo vital de hay un desarrollo en altos cercanos, con for­ Sangüesa ha sido pausado hasta hace poco. tificación defensiva y algunas viviendas. En 1910 tenía 2.971 habitantes 53 y en la Sangüesa aparece como «Sangüesa» en década del 20 rebasa los 3.000. Con relación 1280, con «baylia» 42 y «almiradía» 43. Se al caserío hay que observar que las crecidas del Aragón, a veces muy grandes, han des­ distingue ya la «población de Sant Andrés» o truido muchas casas periódicamente. Hay «Andreu» 44. Es mansión de paso hacia la memoria de una destrucción acaecida en Francia del mediodía45. En 1350 el nombre 1430, por lo que se le concedió un día de aparece en la forma más arcaizante ya citada mercado cada quince 54. Pero la más terrible de «Sangossa» 46, que no se repite en docu­ de todas fue la de la noche del 24 de sep­ mentos posteriores. tiembre de 1787, muriendo muchas personas El libro de fuegos de 1366 le da una dentro de sus casas. Esto dio lugar a que se población de 466 (2.330 almas) 47. Sería, así, hiciera un proyecto para levantar la ciudad en la quinta población del reino, con bastante sitio más alto. Pero por falta de medios no se diferencia respecto a la inmediata anterior llevó a efecto 55. que tendría 637 y que sería Laguardia48. No se dan en tal libro divisiones por barrios o Esto no quita para que Sangüesa conserve calles, que sí se encuentran en documentos bastantes casas antiguas e incluso elementos posteriores, así como mención de puertas y de la muralla medieval, con su puerta gótica cantones transversales que no guardan sime­ en algún punto 56. De los edificios civiles más tría absoluta. conocidos destaca lo que queda del antiguo palacio de los duques de Granada, en la calle Esto no quiere decir, de todas formas, o Rúa Mayor, 12, cuyas ventanas góticas de que el casco urbano medieval no haya sufrido ornamento magnífico han llamado la atención algunas variaciones sensibles. Delante de las de todos los viajeros; igual que el lamentable estado del edificio en que están, malísimo ya en tiempos de Don Pedro de Madrazo 57. El palacio tiene, en realidad una fachada cons­ tituida por tres partes. La inferior de piedra de sillería en el extremo derecho se abre con una puerta gótica que lleva un escudo senci­ llo en la piedra de clave, como otros muchos de Navarra. Lo demás está rasgado en tiem­ pos modernos por una puerta de entrada Palacio de V «llesantoro, en Sangüesa. estrecha, del siglo pasado o de éste y un

223 portón que da a un taller. Podría pensarse, según otros ejemplos, que antes habría otra puerta gótica o algún juego de ventanas. El primer piso es de ladrillo, que, probable­ mente en su origen estuvo revestido con yeso, como otros edificios de ciudades meri­ dionales. Pero hay dos grandes ventanas adornadas por labor de yesería muy afiligra­ nada, que son las que siempre han llamado más la atención, que se creen de fines del siglo XV. A los lados de éstas y dos extremos opuestos de este cuerpo hay otras dos venta­ nas más pequeñas, pero también de finísima labor. El cuerpo superior lo constituye una galería de arcos de proporciones modestas, bastantes cegados, con un amplio alero en­ cima (figs. 106 y 107). Esta casa señorial que ha pertenecido a los linajes de Añués, Olleta y Cruzat, merecía una restauración cumplida, aunque fuera conservando los aditamentos. Otros edificios góticos más severos y dentro de la tradición de la zona llaman la atención, como, por ejmplo, el hospital, cuya fachada de piedra tiene tres altos, con dos puertas góticas, una conopial con grandes dovelas, y otra más sencilla. Un blasón con tres estrellas queda al centro y por encima de éste a los lados sobre las puertas, dos ventanas gemina­ das conopiales también con esbelta columna conservada. Encima otras más pequeñas y rasgadas, guardando simetría. Al tratar de los rasgos de la casa gótica en general, se volverá a decir algo sobre este edificio. Como excep­ cional puede considerarse el del ayunta­ Fig. 106-Casa Ortiz de Sangüesa, según foto de fines miento y también son ejemplares hasta cierto del siglo XIX. punto insólitos el de la casa de París, que está en la calle Mayor, obra del siglo XVI con fachada de ladrillo, con arquería en la parte superior y alero tallado y la de los Sebastia­ nes, al número 56, gótica 58. De lo barroco destaca, en la calle Media- villa el palacio de Vallesantoro, que pertene­ ció a un virrey 59, con un patio magnífico. Como mansión con patio también hay que contar la de los condes de Guendulain, número 14 de la Rúa Mayor, que data de 1601 60. De todos ellos habrá que volver a tratar cuando nos ocupemos de la zona o comarca en líneas generales. También de los pueblos que no obedecen a una planificación tan sistemática como la de estas poblaciones mayors de camino, entre las cuales Sangüesa Fig. 107.-Casa Ortiz de Sangüesa, según acuarela del siglo presenta rasgos muy individuales e incluso XIX. diferenciados. Pero aquí hay que insistir en

224 que las casas populares se ajustan a un mo­ delo muy extendido (fig. 108) y en ellas se usó el adobe que hasta hace poco se fabricaba con arreglo a patrones tradicionales (fig. 109). Por último, con relación a Sangüesa hay que destacar que tenía, también, un elemento muy característico de poblaciones mediterrá­ neas con fuerte corriente fluvial: por ejem­ plo, Córdoba o Murcia.

En el siglo XVII Rodrigo Méndez Silva se referirá a «una célebre noria, que riega dos leguas de viñas, en cuyo bocal saltan las al­ madías, y maderages, descendiendo río abaxo de los Pirineos» 61. Es clara la referencia a una noria grande de corriente, como las que había también sobre el Ebro en otros pueblos de Navarra. Fig. 108.-Esquema de la fachada de una casa popular de Sangüesa.

III

En 1849 en el artículo correspondiente a nales» 62. Esto quiere decir que la vieja cir­ Sangüesa del dicionario de Don Pascual Ma- culación general había cesado casi por com­ doz, se estampaba lo que sigue: «A Pamplona pleto por esta vía. En cambio la gran entrada hay carretera empezada muchos años ha, que por Valcarlos o San Miguel el Viejo o Ron- se ha concluido recientemente. Los que diri­ cesvalles tenía mucho más movimiento y se gen a Aragón son generalmente (caminos) había usado permanentemente, desde épocas para caballerías y malos para carruages, ha­ remotas. Antes de llegar a Saint-Jean de llándose en buen estado los vecinales que van Pied-de-Port por el Norte había una encru­ a Cáseda, Javier, Peña y demás pueblos veci­ cijada, donde se unían caminos que venían de

225 tres direcciones principales, de Burdeos el por el siglo XII tenía una mala reputación uno, de Vezelay el otro y de Cahors el terce­ que aún duró 67. ro 63. Pero aparte de esto, la ruta que comu­ nicaba a Saint Jean-Pied-de-Port con Ba- Tratemos de esta capital de la «Merindad yonne o Bayona, fue siempre de gran im­ de Ultrapuertos» 68, «Basse-Navarre» «Baja portancia económica para Navarra. Esto ex­ Navarra» o «Benaparroa», que aparece men­ plica que en los mismos pasos del Pirineo cionada en la guía de los peregrinos del siglo navarro hubiera (desde la época romana) una XII, como plaza de malos alcabaleros y que, mansión o estación de importancia estraté­ sin embargo, otros textos de la misma época gica. Sabido es que el reino contaba con toda dan como emplazamiento agradable 69 y do­ una merindad allende de los Pirineos. Una cumentos del siglo XIII acreditan que ya por merindad que viene a demostrar cómo las entonces era lugar transitado por reyes, du­ fronteras físicas de los estados modernos son ques, condes, legados, arzobispos, obispos, tan artificiales en su racionalismo supuesto abades y otros muchos hombres de religión y como cualquier otro arbitrio humano. Porque dignidad; no sólo «per pelegrinatge qui per también por el extremo oriental, Cataluña autres negoeys» 70. Todo su devenir histórico rebasaba y rebasa culturalmente la cordillera. queda resumido en este texto71. En cierto modo, los estados surgidos con el Como en tantos otros casos, sin embargo, Renacimiento tienden a cambiar el signifi­ las primeras referencias que hay al emplaza­ cado de los sistemas orográficos e hidrográfi­ miento son las que nos dan documentos en cos que antes pueden representar algo muy que constan los nombres de los que goberna­ distinto para los que viven en ellos. La fron­ ban el viejo castillo que se hallaba donde está tera franco-española es una consecuencia la ciudadela, rehecho en una fecha del siglo clara de esté cambio de los elementos signifi­ XVII y luego aún vuelto a rehacer por Vau- cativos concebido desde lejos, cambio que ban. El abate Haristoy recogió del texto del también hizo -como se ha visto- que Pam­ padre Moret algunos de los nombres de los plona se convirtiera en una ciudadela o plaza castellanos que aparecen en fechas más re­ de armas ante todo 64. La merindad de Ultra­ motas 72. Así en 1194 Don Rodrigo de Baz- puertos se desgaja de una forma total. En los tán 73. En 1201 aparece como castellano Don siglos XVII y XVIII se refuerza el sistema de Pedro Garcés, de Arróniz, que lo seguía defensa fronteriza que hoy se ha exagerado, siendo en 1206 74. En el siglo XIII se docu­ si cabe. Cuando el Padre Flórez, en 1766, menta ya la villa como tal actuando en mo­ pasó de Pamplona a Saint Jean de Pied de mentos importantes algunas de sus autorida­ Port anotó que en Burguete estaba la ronda des y después sus diputados como Oger de de soldados y guardas «para que no salgan de Harizmendy en 1319, prestando juramento a España gentes sin pasaporte, ni entren o sal­ los reyes en las distintas sucesiones 75. gan géneros prohibidos»; en Roncesvalles Cuando el 10 de mayo de 1329, en Olite, habían más guardas 6S. Felipe de Evreux confirmó a la villa de San Juan de Pie del Puerto el privilegio de que Desde el punto de vista causal, al que se usara el fuero de Bayonne para su gobierno y hizo referencia antes 66 no hay más remedio, justicia, lo hacía porque el original se había sin embargo, que admitir que la Baja Navarra destruido al incendiarse la mayor parte del vivió y funcionó durante siglos como una núcleo urbano. Esta confirmación se halla en pieza fundamental en el reino pirenaico y que el Archivo General de Navarra76, pero ya aún hoy día se pueden percibir las huellas de fue utilizada por Moret77, conocida por aquel funcionamiento. En ella se desarrolla Yanguas 78 y publicada por Brutails 79. Su­ una población de camino, de control fronte­ brayemos el hecho, que se repite en otros rizo, que desempeña papel grande, como va casos, de que las leyes municipales referentes dicho, en la ruta jacobea, pero acaso mayor a una población asentada en un reino o es­ como aduana septentrional del reino y plaza tado determinado pueden ser tomadas o ins­ militar de importancia. Más al Norte ni Osta- piradas en las de municipios que correspon­ bat, ni otros puntos, alcanzan categoría ur­ den a otros. bana similar. La calzada romana coincidía con La capital sigue siendo, ante todo, un el camino «romiu» por esta banda que allá castillo, en el sentido que tienen los viejos

226 castillos del reino medieval. «Sant Johan del jacobea y rumbo al mar, también Saint Jean Pie del Puerto» aparece con frecuencia en el Pied de Port es una plaza de gran significado registro de 1280. A veces simplemente como en la vida económica del reino. El «chapitel» «Sant Johan» 80. Otras en unión con «Sant se arrendaba. En 1360 lo tenía arrendado Johan el Vieyllo» 81. Siempre en relación con Fortunio de Ursua, escudero, con Guillem el castillo 82. También se referirá a la «Chas- Arnaut, de Aramburu, y Carlos II ordenó al teiania» de Sant Johan un libro de «mone- tesorero de Navarra que rebajara 30 libras en dage» de 1350 83. el pago, en razón de los perjuicios que les Por lo demás la Baja Navarra parece go­ ocasionó el que el gobernador del reino zar de una situación muy autónoma. En tiem­ prohibiera el paso de trigo por Roncesva- pos de Teobaldo II «San Johan de Pie del lles 95, y en 1361 a 1 de junio en Avranches Puerto» es también un emplazamiento en el el mismo rey ordenó al tesorero que pagara a que varios señores del país prestan homenaje Miguel de Echaoz, castellano de Mortain, a aquel rey. Así, por ejemplo, el señor de 4.000 escudos del cuño de Juan, sobre las Lucxa (Luxe) Brax Grassia el 5 de octubre de rentas del peaje y «chapitel» de San Juan de 1258, «en la cambra de faga de la casa de la Pie del Puerto, por una deuda que era bas­ piedra» 84. Allí, en 26 de noviembre del tante mayor 96. Otras deudas se pagan por mismo año, el senescal de Navarra, Clement entonces sobre el «chapitel» 97 mismo. La de Launay estableció cofradía entre los hom­ palabra, que se repite en el vocabulario jurí­ bres de Cisa, Baigor, Dihout, Osés y Armen- dico y administrativo navarro, ha dejado dáriz 85. En tiempos dificultosos, a 5 de mayo huella en la Toponimia, incluso en la vasca de 1276, el concejo de la población presta como va dicho. homenaje de fidelidad a la reina Doña Jua­ El peaje de San Juan de Pie de Puerto era na 86 y en 1291 la misma población aparece de importancia suficiente como para que en entre las más representativas del reino en una octubre de 1304 Felipe el Hermoso conce­ petición de carácter económico, moneta­ diera 200 libras de torneses chicos de renta rio 87. Es en una «comunidad de las buenas anual a Ojer de Mauleón, sobre él 98. De villas de Navarra» donde también actúa, a 29 1351 hay unas cuentas del peaje, de García de mayo de 1294, quejándose de que el Arnalt de Ibarróla, peajero, 99 y por aquellos gobernador del reino no respetaba ciertas mismos tiempos se ve que allí se hacían los costumbres de él88. Lo bajo-navarro, que pagos de las gentes de guerra que iban a tiene, como es sabido, sus peculiaridades Francia, o por servicio del rey, a caballo 10°. dialectales 89, no puede dejar de tenerlas en Se comprende que el oficio de cambiador otros aspectos de la vida colectiva y también tuviera allí su importancia 101. También había en relación con las formas de la localidad y un recibidor de las tierras de Ultrapuer­ población. tos 102. Lugar de paso de mercancías más que El castellano de San Juan de Pie de mercado propiamente dicho, la población va Puerto era, a la vez, baile de Ultrapuertos 90. acusando su carácter de fortaleza a lo largo de Tenía la misión de reparar los armamentos, los siglos. ballestas del castillo 91 y algunos otros casti­ llos de la tierra parece que dependían de Un libramiento importante, desde el él 92; pero en ciertos momentos el cargo de punto de vista urbanístico, es la orden fe­ baile se descompone, porque, por ejemplo, chada el 21 de enero de 1355, en Olite, dada en 1361 el castellano era uno y el baile de la por el Infante Don Luis al tesorero del reino, tierra de Mixa otro 93. para que entregara al concejo 620 libras y 28 sueldos que prestó al rey, cantidad que había El rey o su representante daban por es­ de emplearse en la fabricación y cerramiento crito al castellano las órdenes de paso de de la villa 103 que contenía varias propiedades tropas, como cuando el Infante Don Luis en reales. Dentro del caserío había -en efecto- 10 de mayo de 1361 le comunicó que otor­ casas del rey. En 1351 Carlos II dio dos a un gaba carta de seguridad para que pasara el súbdito suyo 104 y en 1355 el mismo conce­ Conde de Armagnac y le indicaba cómo de­ dió a García Arnalt de Ibarróla la remisión de bían alojarse las tropas en los lugares de cinco morlanes de censo perpetuo que tenía tránsito 94. Pero, dada su posición en la ruta el rey sobre otra casa del agraciado, en la rúa

227 de San Miguel 105. También poseía el rey Aquí hay que señalar todavía que la pobla­ unos molinos, en el río Ugarra, que cedió ción de Saint Jean-Pied-de-Port no aumentó durante su vida al señor de Lacarra por servi­ mucho a fines del XVIII con relación a la cios durante el viaje por mar a Norman- época de Flórez, ni tampoco después. día 106. En el fantástico libro de D’Ilarce de Bi- Una cuenta de 9 de noviembre de 1361 dassouet, que no deja de tener alguna noticia hace también referencia al hostal del rey en la curiosa, se da a Saint-Jean-Pied-de-Port villa 107, lo cual nos indica la importancia que 1.200 habitantes y se indica que la parte tenía. Los reyes de Navarra, en efecto, pasa­ construida en la margen izquierda de la Nive, ban con cierta regularidad y frecuencia a se llamaba «Iharce» 116. Lagréze, en una pu­ Francia y su conexión con la corte es cons­ blicación de 1881, le daba 1.972 117. Por la tante. Algunos, por otro lado, hicieron estan­ primavera de 1971 se le dan 1.852 118. Hasta cias en Saint Jean con diversos motivos. Por hace poco, entrado el siglo XX, daba la im­ ejemplo, Carlos II estuvo en la villa por lo presión de un pueblo silencioso, encerrado menos del 24 al 28 de diciembre de 1362, en en su pasado; con un regusto que a los auto­ que se redactan varios documentos. Unos en res franceses les parecía «alejado» 119, y hasta castellano («data en San Johan de Pie del español a algunos;» «aspect déjà espagnol» Puerto...») otros en francés («donné a San dice la vieja guía Joanne 120 por ejemplo. Jouan du Pie des Ports...»; también «S. Hay que aceptar, sin embargo, que las casas, Jouan») 108. Uno de ellos hace referencia a tanto de intramuros, como de extramuros, los gastos de heno hechos desde 19 de di­ fueron adquiriendo más y más elementos de ciembre al 30 en el «hostal del rey» 109. los estilos arquitectónicos vigentes en Fran­ Otro, a los de cebada 11°. Pasa el tiempo y cia, es decir que la expansión de lo francés va hay momentos en que aparece en estado de en línea paralela con la del idioma francés. gran depresión. Un texto del intendente Le Hay casas del siglo XVII y sobre todo de Bret, de 1700, dice que «est une ville tout-a- fines del XVIII y comienzos del XIX que lo fait ruiné et composée seulement d’une rué, acreditan, aunque queden elementos anterio­ qui contient 80 ou 90 maisons» 111. Después res. También en las inscripciones de las por­ parece que vienen años de mayor prosperi­ tadas se nota el uso del francés, a partir de dad, a juzgar por la proporción de casas que una época, como en ésta que dice: existen del XVIII 112, de suerte que al final del reinado de Luis XV puede decirse que se hallaba muy mejorado el caserío. De todas formas el desarrollo no fue JOANNES DIRIBERRY ET LOUISE DUHALDE nunca grande. El Padre Flórez, en su viaje de MAITRE ET MAITRESSE 1766, reduce la población a cien casas. Señala DE LA MAISON DE LANDRESENA la existencia de la muralla, del castillo bien 1722 121 conservado, que en conjunto le parecía del siglo XVII. «La calle mayor -continúa- es muy costanera, de casas bajas, pero todas de piedra. Las mejores están fuera de la muralla, Hay otras varias mansiones con fecha y donde hay dos iglesias, que con las de dentro rasgos estilísticos muy definidos, que reflejan tienen pocos clérigos 113. Flórez concluye, en unas veces cierto estilo más o menos ofical- suma, que los tres barrios forman un buen mente impuesto en edificios públicos france­ pueblo y mucho más con los caseríos del ses o influencia de lo que se ha hecho de contorno. Alaba también la posada «muy modo sucesivo en poblaciones vecinas de buena en quartos, camas, vidrieras y espe­ mayor importancia. Es evidente, por ejem­ cialmente en la limpieza y modo de servir». plo, que hasta aquí llega la de los estilos Señala el predominio del vascuence, pero arquitectónicos de las poblaciones costeras, indica que se va extendiendo el francés 114. con Bayona en cabeza, pero con expresión En otro capítulo será ocasión de decir algo también en San Juan de Luz y otros puertos. respecto a la población diseminada o de los El Padre Flórez, en Bayona, ya distinguía pueblos pequeños de la Baja Navarra115. las casas que estaban en la plaza de «Gra-

228 mon» que constituían «una buena cera de lio que la de la orilla derecha con larga calle casas de piedra, altas, y con buenos balcones en cuesta, que al final se curva hacia el Este, de hierro de poco vuelo hacia fuera» de las quedando la ciudadela dominándola. Este de otras calles, en que no había balcones. conjunto urbano amurallado, puede conside­ «Las ventanas -añade-» tienen contraventa­ rarse que también pertenece a dos épocas. Lo nas de madera, dadas de color de teja. Las más antiguo es lo de la orilla derecha. Lo más paredes son tabiques con maderas a la vista moderno lo de la izquierda, que tiene su en forma de aspa...» 122. Da un dibujo de la recinto propio y la llamada «rué d’Espagne» disposición y, en suma, se puede decir que es como eje. Bastante al Sur de ella queda un la de los entramados labortanos la general y punto que lleva el nombre significativo de también de los que se encuentran en la Baja «Portaleburu», así como en el río, al Sudeste, Navarra, que siguen una línea de desarrollo queda un «Eyheraberri», que se distingue de que se diferencia al fin, sensiblemente de la los antiguos molinos reales. propia de los sistemas de entramado de la Hoy día un centro fundamental de la zona del Bidasoa y la Alta Navarra en gene­ población queda extramuros, a la parte sep­ ral. tentrional. Allí está la «place du Marché», Pero de esto será ocasión de tratar en donde hay varios hoteles y bastantes tiendas, varios capítulos de la tercera parte. a las que da acceso una puerta. Las puertas Desde el punto de vista urbanístico Saint- nos dan, por su nombre, idea de los sectores Jean-de-Pied-de-Port es un pueblo-calle, en de orientación y también de funciones prin­ esencia, y también un pueblo puente (fig. cipales. Así hay una, la más alta, que es la 110). La Nive, que va de Sudeste a Noroeste, «Porte Saint Jacques». Otras serán la «Porte lo divide en dos partes. La de la orilla iz­ de France», la «Porte d’Espagne» y la «Porte quierda queda al Sur y es de menos desarro- du Marché». Las calles han cambiado de nombre. La considerada Mayor por Flórez, «Rué de la citadelle» en los planos moder­ nos, era la «Rué de Sainte Marie» por los años de 1783, como era «Rué Saint Michel» la «Rué d’Espagne»; en cada una de ellas habían un «quartier» 123. He aquí, en suma, un desenvolvimiento urbano bien distinto al de otras poblaciones navarras que arrancan de la existencia de un castillo, sobre un puente y en una vía de importancia. Con respecto al puente, el puente viejo, con su propia puerta sobre la Nive, hay que señalar su relación con la iglesia de «Notre-Dame-Du-Pont», parro­ quial desde 1803. Esta se halla situada de modo parecido a otras del Sudoeste y Sur de Francia; y de aquí los nombres de «Nótre Dame du Cap» o «du Pont» y los nombres de «Cap de pont» y otros parecidos 124. El colocar a la entrada de una población amurallada y planificada la iglesia en relación Fig. 110.-Saint-Jean-Pied-de-Port. con el puente es algo que incluso queda 1. Porte Saint Jacques. 2. Citadelle. reflejado en la heráldica urbana, como se 3. Rue de la Citadelle (Ville Haute). puede ver en el caso del escudo de Bilbao y 4. Porte de France. que en Sangüesa nos da la imagen más clásica 5. Porte du Marché. de la ciudad. Pasemos ahora al estudio de 6. Eglise. 7. Rue d’Espagne. otra población puente de estructura muy dis­ 8. Porte d’Espagne. tinta y con un devenir también diferente al 9. Nive. de Saint-Jean-Pied-de-Port.

229 IV

Pasado el núcleo de Pamplona, con su nombre de una primera calle transversal 133. complejidad determinada también en gran Es posible, también, que la primera «pobla» parte por la vía jacobea, nos encontramos en general estuviera más pegada al puente. distintos pueblos que de modo más o menos Pero la «grande y excelente población» que regular, se alzan cerca de aquélla. Pero nin­ ha de hacerse y de que habla el documento guno tiene la importancia de Puente la Reina, de 1122, hubo de adoptar una forma muy acerca de la cual se ha escrito bastante y en parecida a la actual, que es la de un rectán­ tiempos modernos se han levantado planos gulo muy perfecto, con una «rúa mayor», eje muy superiores a los antiguos y que arrojan y camino de los peregrinos y otras dos para­ mucha luz sobre los criterios de urbanización lelas con alguna irregularidad; una a cada usados 125. lado 134. Si en el conjunto, puede decirse que Como en tantas otras ocasiones, el asen­ la planta ha cambiado poco en ochocientos tamiento se hace sobre otro anterior y ya el años, los elementos arquitectónicos sí se han Padre Moret indicó que aquél era el de un remozado de modo constante, rompiendo los pueblo llamado «Gares». A esto añade que, viejos módulos medievales en bastantes oca­ en su tiempo, este nombre era el que todavía siones. Porque también los edificios de ca­ usaban los que hablaban vasco 126. La cone­ rácter religioso han sido modificados, am­ xión del puente con una reina dio lugar a pliados y rehechos y la población, incluso en conjeturas varias; pero el caso es que, según la época de decadencia de las peregrinaciones el mismo Moret, el nombre suena desde la jacobeas, aumentó de modo considerable, época de Don García Ramírez y en las de convirtiéndose en una villa agrícola de im­ Sancho el Sabio y Sancho el Fuerte, como tal portancia, como lo indican los cambios so­ «Puente de la Reina», «Pontem Reginae». brevenidos del siglo XVI al XVIII. Antes de Moret cree que en principio había una pri­ referirnos a ellos conviene fijar otros hechos. mera población más allá del puente, «acia el El libro de comptos de 1280 da cuenta convento de las Comendadoras de Sancti Spi- del tributo de la «prevostat de la Puent» 135 y ritus, incluyendo el término desamparado del el de 1366 en la villa «de la Puent de la lugar, que llaman Zuburrutia, de que sólo ha Reyna» da 104 fuegos. Si algunos nombres quedado la iglesia de S. Eutropio». Este fue de vecinos expresan extranjería de origen, o anexionado a 1 de abril de 1416 127. Pero simplemente oficio, predominan ya los de vamos a la parte planificada. gente del país 136. Es lógico pensar que la población flotante de peregrinos y mercade­ El documento fechado en Milagro, en res fuera por entonces mucho mayor que junio de 1122, por Alfonso el Batallador, ésta, de unas 520 almas en conjunto. Pero otorgando el fuero de Estella a los poblado­ también hay que pensar que, dentro del re­ res de esta nueva puebla y dándoles unos cinto murado, había huertos y espacios sin terrenos que había desde el puente hasta el construir; dentro incluso de las suertes adju­ prado de Obanos y Murubarren o Muruga- dicadas en principio y que parecen haber sido rren 128, ha sido extractado varias veces por muy regulares. No es posible encontrar por Moret 129 y Yanguas 13°, publicado por Laca- estas latitudes todavía aquellas planificaciones rra 131 y también ilustrado por el mismo. de «bastides» como las del Sudoeste de Fran­ Siguiendo a Moret aclara, en primer lugar, cia, que se extendían en gran superficie y que que la «Puente de Arga», como también se llamaba, existía antes 132. Dejando antece­ a veces no se «cubrían» de construcción 137. dentes aparte, se puede sospechar, sin em­ Parece que, en general, una planificación bargo, que la planta muy regular de la villa, básica hacía que la mayoría de las casas, no se traza en 1122; pero hay que advertir que, sólo de la calle Mayor, sino también las de las acaso, por la entrada de la parte del Hospital otras, permitía que hubiera fachadas de dos del Crucifijo, hubo primero una muralla, más huecos sobre todo: las casas tenían la parte de remetida hacia adentro, como lo indica el abajo de piedra, el piso primero y los altos de

230 ladrillo, de acuerdo con un patrón que se repite en otras partes. Con el tiempo se subieron los pisos y así, en la misma Calle Mayor o en la de Arrieta, hay casas de dos, tres y hasta cuatro. Un ejemplo claro se da en la parte de la calle de Arrieta que da a la plaza. Modelos de casas de tres pisos en la calle Mayor son los de las que llevan el número 70 y los próximos. En lo que queda, pueden considerarse como elementos cons­ tructivos medievales de origen los que se ven en algunos cantones o calles transversales con voladizos en el primero y segundo piso y entramado de madera 138, comparables a los de otras muchas villas antiguas, de Navarra, la Rioja, Castilla y Aragón, pero que carecen del «prestigio estético» que se les da en la tierra vasca más septentrional. Fig. 111 .-Puente la Reina. Esquema genera!. 1. Hospital del Crucifijo. En Puente la Reina hay casas con arcos 2. Portal de Suso. 3. Cerca Vieja. góticos de once dovelas, que recuerdan algo a 4. Rúa Mayor. los de Urroz, como el de la casa número 81 5. Santiago. de la calle Mayor. Como fue villa sin el 6. San Pedro y su portal. 7. Calle de Arrieta (meridional). desarrollo comercial de Pamplona, estos ar­ 8. Calle septentrional. cos y los de medio punto hechos posterior­ 9. Puente y portal de Yuso. mente, a veces con dovelas de piedra en 10. Plaza y Casa del Regadío. fachadas de ladrillo 139, se han conervado sin 11. Mercadil y su portal. ser rasgados para poner escaparates de tien­ das. Llama mucho la atención en la población rreina» aparece en los planos (figs. 111, 112) cómo se han conservado los lotes antiguos, como un asentamiento rectangular en la sobre unidades de treinta metros de profun­ misma confluencia del río Robo con el Arga didad que cortan estrechos cantones. Desde y con una ligera inclinación de Nordeste a que se establecen estos lotes hasta que se Sudoeste. Antes de entrar en el recinto amu­ hace la población compacta y maciza pasan rallado, la urbanización comienza de modo muchos años. De todas formas, puede pen­ muy significativo con el Hospital del Cruci­ sarse que aunque de 1366 a 1802 la pobla­ fijo, que fue antes de los Templarios; el ción quintuplicara, ya en los siglos XVI y hospital data de hacia 1446 l44. Siguen unas XVII debieron existir casas bastante altas; casas alineadas, en forma de arrabal y en fin, unas de agricultores, utilizadas por ellos en su la puerta de las murallas con dos torreones totalidad, otras de pisos (como las de Pam­ cúbicos rasgados con huecos de vivienda tar­ plona), otras de tipo palaciano 14°; siempre díamente 145. Empieza así la «rúa maior po­ dentro de un nivel de modestia. blada de los rumeus» según un documento de 1235 146, en que consta que el rey Teo- En 1802 se le dan 3-428 almas y 416 baldo I tiene unas casas. Muy cerca de la casas con dos parroquias y tres conventos 141 entrada queda un primer cantón trasversal, y en cambio, Altadill marca una regresión en que, como va dicho, alude al cerco viejo. Este 1910, en que no tenía arriba de 2.068 habi­ cantón no termina con puertas laterales en la tantes y cuando había 592 menos que en muralla, sino en un culo de saco. 1888. La totalidad de edificios se calcula, sin Más adelante a la derecha queda la gran embargo, como mayor en 450 14Z. El estan­ iglesia parroquial de Santiago, con una pe­ camiento de la población de comienzos del queña anchura delante; la iglesia ya existía en XIX a comienzos del XX es significativo y 1142 y ha sido estudiada varias veces 147. Un explica esta permanencia urbana, que es su segundo cantón atraviesa después de la iglesia principal belleza. el recinto, y el tercero corresponde a donde Yendo de Este a Oeste 143, «Puentela- está el ensanche de la Plaza Mayor de la que

231 luego se trata. Un cantón hacia el Norte constituido por seis arcos; uno central, dos únicamente, hay también poco antes de la un poco menores a los dos lados de éste y iglesia de Santiago. otros dos menores aún, en los dos extremos, Avanzando más en dirección del puente y en que arriba había dos torreones tam­ del portal que da a éste, que ha sido restau­ bién 1S0. En medio, una torreta desapareci­ rado, observamos que la manzana que queda da 1S1. al Norte sigue siendo un rectángulo bastante La unidad urbana está constituida por la regular. En cambio, la del Sur, que tiene en relación del puente con las murallas, que un extremo a la otra iglesia parroquial, la de tienen una historia bastante bien conocida, San Pedro, presenta cierta irregularidad, de porque hay documentos que se refieren a su suerte que la calle llamada hoy de Arrieta, erección y reparaciones sucesivas, desde forma un ángulo aunque sea muy abierto. 1366, con momentos importantes en 1370, Delante de la iglesia había un tercer portal de 1414, 1419, en la guerra con Castilla, en que entrada; el de San Pedro y en el ángulo fueron conservadas y 1568. En tiempos de opuesto de esta banda se halla el llamado del Felipe IV parece que empiezan a perder su Mercadil; nombre muy significativo. sentido. Los vecinos adosan viviendas a las Esta constitución topográfica determinaba torres, les echan tejado a éstas y en 1630 se la existencia de cinco barrios; 1) de Suso, 2) compusieron con el virrey, para que no se Los Cambios, 3) Juslavenilla, 4) Carnicería. 5) deshiciera lo hecho. Luego hay memoria de La Población o la Navarrería 148. Más una pleitos y reparaciones 152. En los planos, en pequeña judería 149. El puente, en fin, está general, no se distinguen ya los torreones. En

Fig. 112.-Puente la Reina. Vista aérea.

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Fig. 113.-Esquemas de fachadas en el casco urbano de Puente la Reina. el que da Lacarra parecen marcarse hasta o tres huecos; pero hay algunas con cuatro nueve por la parte meridional. Un plano de pisos y una distribución de huecos irregular, comienzos del siglo XIX hace ver, por otro como la n.° 105 con las ARMAS IB LOS lado, que sobre esta fortificación se hizo una SATRUSTEGUI. construcción en serie de cuarenta y tres cua­ Hay también alguna casa pintada al gusto dras o cuartos con una puerta grande y de neoclásico (la n.° 102) y los balcones se han sola planta baja, que dan al paseo del «Cerco multiplicado a partir del tiempo en que apa­ Nuevo» una fisonomía muy particular 153. La recen también en Pamplona o Sangüesa, aun­ villa agrícola triunfa sobre la antigua pobla­ que con menos profusión. ción fortificada en el camino de Santiago. Digamos ahora algo de su evolución interna. Los espacios públicos dentro de la pobla­ ción se reducen a uno que hay delante de la La calle Mayor tiene 110 puertas nume­ iglesia de Santiago, del que ha hecho la histo­ radas en el lado de los pares y 103 en el de ria Mr. Passini en una nota leída en el colo­ los nones; pero el tamaño de las fachadas no quio que tuvo lugar en la casa de Velázquez es siempre el mismo (fig. 113). Sin duda que, en mayo de 1979 15S. Allí estaba en la Edad como ocurrió en otras villas planificadas, se Media un mercado y el «chapitel» 156. Las han llevado a cabo uniones de lotes para tareas municipales se desarrollaban en este construir algunas mansiones mayores; así espacio que se unía al cementerio. Después, ocurre con la casa número 87 que es una de este espacio se dio a la iglesia que se reedi­ las más anchas, con cuatro balcones y una ficó tras la destrucción de 1544. Hoy día bodega abovedada magnífica. Pero lo normal sirve de andén o atrio no descubierto, de la son las casas de dos huecos, habiendo incluso iglesia. algunas de uno 154. Otro espacio a modo de plaza exterior se Los sistemas de arcos en las casas de la halla ante la iglesia de San Pedro. Pero el que calle Mayor son variados. Hay alguna, como llama más la atención es el abierto de la Calle la número 70, en que entre dos de entrada o Mayor a la de Arrieta y no exactamente al acceso hay otro de ventana. En la que sigue centro del rectángulo, sino más hacia el lado son dos de entrada. Otras, como la 84, tienen del puente que constituye una plaza, también un arco grande y otro pequeño. La vida co­ rectangular que ha servico para corridas de mercial, como la de Pamplona antigua, tenía toros y otros festejos y al que da el mayor poca expresión exterior. Aún hay algunas significado urbano el hermosísimo edificio de tiendas de portal, clásicas. Por otro lado, la la «Casa Grande del Regadío», en la última ordenación jerárquica de las calles hace que manzana, el cual, una vez más, nos habla de la la Mayor destaque de modo fuerte sobre las prosperidad de la primera mitad del otras; en punto a la calidad y magnitud de XVIII 157. Este edificio consta de trece arcos algunas casas. de soportal y otros tantos huecos en los Las otras dos calles largas, paralelas a balcones de los pisos primero y segundo, más ésta, eran menos importantes. La de la ban­ ventanas en la misma proporción en el ter­ da septentrional tenía y tiene aún menos cero (lámina en color). En el cubierto hay importancia económica que la meridional. En antiguas tiendas y la construcción es de pie- todo caso los restos de la edificación más antigua quedan en gran parte ocultos por modificaciones que se llevaron a cabo en los siglos XVIII y XIX. En éste y recientemente se han tirado algunas casas abajo y se ha aprovechado el espacio, con mayor o peor gusto. Tampoco faltan espacios dedicados a huertos y corrales que a veces corresponden a casas hundidas, que conservan su puerta. En la calle llamada hoy de Arrieta hay hasta 137 puertas numeradas en el lado de los nones. Las casas, en general, son menos importantes que las de la calle Mayor; de dos Casa de los cubiertos, en restauración.

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dra hasta el comienzo del balconaje. En la esquina del edificio con la calle Mayor hay una piedra con la inscripción siguiente:

AÑO 1731 HIZO MISSION AQUI EL P. CALA TA1UD Y ASISTIERON LOS PUEBLOS IB TRES LEGUAS ALREDEDOR.

El edificio, pues, parece que ya debía estar construido. Otros también correspon­ den a los siglos XVII final y XVIII en su primera mitad. Sorprende en algunos de ellos la propor­ ción magnífica de las escaleras, como la de la casa número 94 de la Calle Mayor, en la que hay, también, un empedrado de guijarros formando combinaciones de círculos muy complicados, dentro de los del tipo (fig. 116). En conjunto, la población da ya una sensa­ Fig. 116.-Esquema de empedrado de portaI en Puente la ción de ambiente mediterráneo, aunque el Reina. vasco se hablara en el valle donde está bien avanzado el siglo XVIII. En ella otros epí­ grafes de cierto interés se hallan en sitios vista urbanístico cabe subrayar también algu­ nos rasgos que en otro tiempo, le dieron una visibles. fisonomía que, en pequeño, recordaba a la de A la entrada del puente hay un lugar con Pamplona. Así, por ejemplo, la división por el letrero: barrios provocó luchas de bandos que obliga­ ron a las autoridades del reino a tomar seve­ AQUI SE (P)ONE ras medidas; esto por 1298 158. Más de un LA LIMOSNA siglo después, en 1412, el rey dio licencia al PARA LOS PRESOS concejo para levantar en la plaza un «pelle- DEL ( ). ric», para que los ladrones fueran expuestos en él, durante el tiempo que estimase la Y en la gran casa de la esquina, sobre el justicia conveniente 159. río, a cierta altura, hay otra inscripción que Es decir, que estamos ante el «pilori» dice: francés, o la picota castellana: dos palabras de EL DIA 1 DE origen distinto al parecer. La forma navarra OCTUBRE 1781 (7) veremos que se repite en otros documentos, LLEGO EL AGUA (D)EL y en relación con pueblos distintos por la ARGA HASTA ESTA misma época. RAYA. De lo que ha quedado poco rastro es de los huertos y palacios reales que existían ya Puente la Reina, en suma, constituye un en tiempos de Carlos II y que mejoró mucho conjunto único en el país. Desde el punto de Carlos III 160.

Casa de la Calle Mayor.

237 V

En el camino famoso la población que mismo, en su edición del fuero, ha dado las sigue, de mucha importancia, es Estella. Hay informaciones y documentos más seguros con que hacer una observación respecto a este que se cuenta para escribirla 166. De acuerdo nombre, en primer lugar. En la toponimia con lo establecido por él, la población se francesa «l’Etoile», «La Belle-Etoile», «Este- constituye del modo siguiente: lie» (departamento de Var), «Esterre» se consideran nombres que reflejan cruces de A) 1090 (hacia). Edificación del castillo y caminos paralelos a «La Croisée», etc. 16’. La población de Lizarra, por francos. «Stella» que da origen al blasón de la ciudad B) Fundación de los barrios de San Ni­ podría interpretarse como indicadora de lo colás y mismo: de un cruce. Entre los nombres de C) El Santo Sepulcro. También por fran­ lugar, peninsulares, hay varios que acaso po­ cos. drían aludir a este concepto mismo 162. Los D) Fundación del barrio de San Miguel. cruces son siempre puntos fundamentales en De francos, asimismo. la vida de relación y Estella, «Stella» en los E) Fundación del barrio y parroquia de documentos medievales primeros, constituye, San Juan por Sancho el Sabio (1187) y San en esencia, un cruce, condicionado por la Salvador del Arenal (1188); aquí, por pri­ existencia de un bucle del Ega, antes de mera vez, se autoriza a que vivan o pueblen tomar la dirección hacia el Sur y después de navarros 167. recibir las aguas del Urederra, con riscos y En menos de cien años se constituyen así alturas cercanos 163. Algo, en suma, distinto a los núcleos principales de la ciudad: las igle­ los paisajes circundantes de las poblaciones sias son puntos esenciales de referencia. Pero ya estudiadas. hay que tener en cuenta, también, que existe: En términos morfológicos, estructurales, F) Una parroquia y barrio de Santia­ la población que conocemos comienza a go 168. existir, al parecer, de una manera bastante G) Un recinto amurallado, dependiente distinta tanto de la que da origen a las otras de dos de las vías jacobeas estudiadas, como a la H) El castillo del rey: en éste y hacia de Pamplona. Estella, en su fundación, es donde está el convento de Santo Domingo anterior a Sangüesa y Puente la Reina, en existía un ámbito en que había una judería unos treinta y dos años, de fines del siglo XI nutrida 169. y, al parecer, se desarrolla con cierta rapidez partiendo de un criterio plurinuclear que se Si hacemos un dibujo sobre lo que cono­ encuentra también en poblaciones castellanas cemos de la Estella anterior a las industriali­ de Castilla la Vieja, que, en principio, du­ zaciones modernas, observaremos lo que si­ rante la Reconquista, parecen ser agregados gue: 1) El castillo y población de Lizarra han de «parroquias», como lo ha puesto de re­ quedado anulados y sólo se conserva como lieve el Profesor J. Gautier Dalché en un vestigio evidente de aquel núcleo primitivo, estudio reciente del que se repartieron copias la iglesia (fig. 117, A). en el coloquio sobre la plaza y su significado, que tuvo lugar en la Casa de Velázquez el 8 2) En cambio, se conservan como nú­ de mayo de 1979 164. Estella no llega a la cleos urbanos conocidos los barrios de San multiplicación de parroquias de Burgos (ca­ Nicolás y el Santo Sepulcro (fig. 117, B, C). torce para 10.000 habitantes), Soria (treinta y cinco para 5.000), Sepúlveda o Avila. Pero el 3) Entre los dos queda la parroquia de principio de ordenación plurinuclear rige San Pedro, o San Pedro de la Rúa, que también allí. yergue su silueta bajo las peñas donde estaba el antiguo castillo y junto al palacio antiguo, La historia de Estella en su época primi­ la plaza de San Martín y el comienzo de la tiva ha sido narrada por J.M. Lacarra 165. El Rúa Mayor (fig. 117, D).

238 4) Tiene también vida el barrio que se segunda guerra civil y del que ya se ha trans­ constituye alrededor de San Miguel (fig. 117, crito su impresión de Puente la Reina, dirá E). que Estella «presents a wonderful conglomé­ 5) La parte más movida de la zona vieja rate of houses pressed together in narrow es la de las fundaciones de Sancho el Sabio, streets, and closely surrounded by almost que en sí, por su silueta recuerdan parte de perpendicular rocks, wich prevent its being otras hechas por el mismo monarca (fig. 117, seen from any side at a distance of more than F. G.). one or two hundred yards» 174. Las plazas Mayor y de Santiago comieron Estella, pues, no puede tener la regulari­ con las edificaciones una parte del Arenal; dad general de trazado de las poblaciones después se levantaron en él los conventos y estudiadas; pero alguno de los barrios indica­ mucho después se hizo el ensanche (fig. 117, dos la tiene, considerado aisladamente (figs. H). 118, 119) 175. Hay un eje general de calle- camino, que puede considerarse el más de­ 6) En cambio, en 1328 se destruyó ya, en terminativo y quedan ciertos elementos de la gran parte, la Judería que quedaba, como parcelación vieja y estructuras de calle que otras muchas, pegada al castillo de los reyes y pueden recordar a las de las poblaciones es­ dentro de sus muros y que era una de las tudiadas; pero, en conjunto, la «morfogéne­ populosas del reino 170. sis» es distinta y la complejidad mayor que se 7) En tiempos de la regencia del Carde­ da en principio, aumenta del siglo XII al nal Cisneros el coronal Villalva estuvo encar­ XIV. gado de la destrucción del castillo y de las En 1366 en Estella se señala la existencia fortificaciones de la ciudad 171. Encima de de un barrio entero «sobre Sant Martin» con San Pedro de la Rúa y de su cementerio, se sesenta y dos fuegos. «La Rúa de las Tien­ señalan, de todas maneras, las «Peñas de los das» con cuarenta y nueve. El «Borc Nuel» castillos de los moros» (fig. 117, J). con cincuenta y cinco. La parroquia de San Miguel con cincuenta fuegos. La «Broteria» 8) De las murallas quedan algunos vesti­ con cinco. La «Baldresería» con seis. El gios por la parte de Santo Domingo, el fa­ «Arenal» con cuatro. La Asteria con diez y moso convento y por el exterior del barrio de nueve. El «Mercado Viejo» con treinta y San Miguel, hacia el antiguo Portal de Pam­ cuatro. El barrio de «Dona Laborq» con plona (fig. 117, I, y parte inferior de E). ocho. La parroquia de «Li^arra» con cuarenta En el siglo XIX todavía Estella pudo ser y nueve. La «Carrera Longa» con cincuenta y considerada fortaleza importante por los car­ siete. El «Mercado Nuevo» con sesenta y listas, durante la primera y la segunda guerra tres. La «Tecendería» con veintisiete. La civil: incluso parece que el castillo más alto se «Carpenteria» con quince. La «Navarriria» había conservado después de la acción de con cuarenta y uno. «El Arenal» con treinta Villalva, como lo atestigua el archero Cock, y uno. Todos éstos pudientes 176. La lista de cuando pasó por allí en la guardia de Felipe los pobres es muy larga, sobre todo en la II 172. También las murallas tras de la des­ parroquia de San Miguel 177. Y a éstos hay trucción volvieron a ser fortificadas. En el que añadir la de los judíos pudientes y los siglo XVII, Rodrigo Méndez Silva la describe que no lo eran 178. Total son 829 fuegos 179, como una ciudad «cuyo medio atraviesan las que vienen a corresponder a unos 4.145 ha­ corrientes de Ega, río apacible, regando su bitantes, que es bastante para aquella época. vistosa alameda, jardines, frutales, y guertas; Es sorprendente observar el poco desa­ sobre el qual tiene quatro hermosos puentes; rrollo que se le da de fines del siglo XIV a ciñenla fuertes muros, con cinco puertas, mediados del XVIII en número de habitan­ buen castillo y magníficos edificios...». Le da tes, porque el Padre Flórez, en 1766 (frente a dos mil vecinos, con mucha nobleza, seis la cifra de más de un siglo antes dada por parroquias, cuatro conventos de frailes, dos Méndez Silva) le asigna sólo 800 vecinos. de monjas y rico hospital 173. Una sensación Señala que lo principal de la ciudad lo cons­ de complejidad dan viajeros del siglo pasado. tituye «una calle muy larga con algunas tra­ Un inglés, John Furley, que estuvo durante la viesas», que hay una buena plaza, donde está

239 ] iss ^ Fig. 117.-Estella, Fig. 118.-Vista aérea de Estella.

242 Fig. 119 -Casco urbano de Estella a mediados del siglo XIX.

la parroquia de San Juan y encima la de San más de cien años, siendo complemento muy Pedro de Lizarra, con Nuestra Señora del útil de él, el artículo correspondiente de Ma- «Puig» más arriba. «En la otra parte del río y doz 181. Algún dato significativo más puede calle principal hay otra parroquia de San Pe­ extraerse del plano muy posterior de don dro de la Rúa, que es la principal y otras tres, Federico Pinto 182, respecto a calles sobre Santa María, San Miguel y el Santo Sepulcro, todo. de una portada muy llena de relieves». Madoz indica que en Estella había 1.100 Dejando aparte la copia de conventos, casas con dos partes a un lado y al otro del nota (como todos) lo deleitoso de las orillas Ega. Pero no establece la proporción, aunque del Ega, con su largo paseo arbolado y «piso indique que es mucho más amplia la parte llano», con alfombra de «hierba». Las dos que queda hacia el Noroeste que la que rocas que dominan la ciudad por un lado queda al Suroeste. Por otro lado, cada una de tuvieron castillos. Al otro lado, la patrona 180. ellas han tenido desarrollo urbano especial, Estella, pues, en la organización de sus partes aunque el resultado fuera la ciudad que toda­ había cambiado poco en siglos. Puede afir­ vía en la época de nuestros padres podía ser marse que aún quedó muy parecida a sí considerada como ejemplo de núcleo mer­ misma durante la primera guerra civil y aun la cantil e industrial típico del Antiguo Régimen segunda, hace poco más de un siglo. y aunque ya hubiera desaparecido parte de lo que daba carácter bélico en la época en que El plano de Estella levantado por Don el reino de Navarra estaba muy amenazado Anselmo Vicuña y publicado en la hoja co­ por la parte de Castilla. Estella, que experi­ rrespondiente a Navarra, del atlas de Coello mentó los efectos de la destrucción de las (1861), nos puede servir de base para hacer­ fortificaciones ordenada por el cardenal Cis- nos idea de lo que era la vieja ciudad hace neros, según va dicho 183, siguió utilizando

243 las salidas abiertas en la muralla por puertas o namente se ha reconstruido uno, que aparece portales, que daban acceso a otros tantos en algún grabado antiguo, el cual comunicaba caminos, más o menos importantes, siendo, la calle de la Rúa, en su comienzo, con la de claro es, el principal el antiguo de Santiago. la Zapatería, que es el llamado de la Cárcel Las puertas principales eran: en el plano de Vicuña. 1) Puerta o portal de Santiago. Quedaba Los nombres de las calles también refle­ cerca del llamado puente de San Juan y del jaban en aquella época actividades distintas. convento de Recoletas. Cerca, también, de la Las que quedaban entre el portal de Pam­ plaza dedicada al santo de los peregrinos, de plona y el de Santiago, arrancando del eje la que salía otro portillo a la meseta del constituido por la Mayor, que iba desde la Belviste. Plaza de Santiago hasta la iglesia de San Mi­ 2) Portal de la Gallarda. Junto a la igle­ guel y luego por la Zapatería (y Espoz y sia del Puy. Mina), hasta el Portal de Pamplona, eran, desde este portal al de Santiago, las de: 3) Siguiendo la calle de Lizarra se mar­ caba un camposanto antiguo y la subida de 1.°) Asteria: es decir el depósito de lan­ San Millán y luego dos salidas pequeñas más. zas, o donde los caballeros las tenían 184. 4) Puerta o Portal de Pamplona. Fuera 2.°) Cantón del Mercado Viejo. se construyó la plaza de toros y en la carre­ 3.°) Chapitel. Como en Pamplona, tera quedaban las lonjas para las lanas. Puente la Reina, etc., donde se medía con las Del otro lado del río se señalan: medidas reales. 5) El Portal o Puerta de San Nicolás. 4.°) Navarrería. Recuérdese que hay Puerta de Logroño, o Portal de Castilla, con otras zonas llamadas así en Pamplona y un arrabal y fuera el portazgo. Puente la Reina. 6) La salida hacia Santo Domingo. 5.°) Del Puy: por conducir al santuario de la patrona de la ciudad. 7) La del camino de Lerín. 7.°) Comercio. Estella no es, sin embargo, una población que vive, como Pamplona, fuertemente mili­ 8.°) Del obispo. tarizada, en función de la ciudadela. Desde el En relación con oficios, dando la vuelta y punto de vista estratégico queda a trasmano. saliendo de la plaza de Santiago hacia la Ma­ Pero esta situación un poco recóndita le da yor o de los Fueros: nuevo significado hasta ser corte de los dos pretendientes: Carlos V y Carlos VII. 9.°) La Calderería. Siguiendo esta línea: Su posición con respecto al Ega, es decir la existencia de núcleos a las dos orillas, ha 10.°) La Estrella 185, que termina en la hecho que, desde tiempo remoto, sus puen­ Navarrería. tes tengan funciones distintas a la que tienen 11.°) La Plaza de San Miguel y el Mer­ el de Puente la Reina y el de Sangüesa, fuera cado Viejo formaban otro núcleo antes de ya del casco urbano. Uno de los de Estella llegar a la Asteria y entre el Hospital y San tiene significado decisivo en la circulación Miguel quedaba la Mota. general. Los otros eran de un significado más limitado. El río constituía, así, un elemento integrante del casco urbano, como no pasa en otra ciudad de esta tierra. Los puentes que a lo largo del siglo XIX han dado la clave de la circulación general han sido el llamado Puente Azucarero o del Azucarero, que pasa el río de la Plaza de la Fruta a la de San Martín, y el de San Juan, al salir del Portal de Santiago, al Norte. Pero antes había más, según se ha visto, y moder­ Palacio Rea! o de los duques de Granada de Ega.

244

En el otro lado del río no había, ni hay la organización general aquel origen plurinu­ tanta complejidad. El eje principal será: clear que le dio la constitución por parro­ 12.°) La Rúa Mayor, que en vez de quias o iglesias quedara vigente de forma abrirse para bocacalles más o menos perpen­ muy definida hasta nuestra época. diculares, es continuada de un lado, El agrupar a los vecinos por parroquias 13-°) por la calle de San Nicolás, hacia dio como resultado la existencia de todas Logroño. Del otro: estas entidades. 14.°) por la calle de Curtidores, y el 1.°) Parroquia de San Bartolomé. Hay camino de Lerín. una cofradía de San Bartolomé de Lizarra que Las actividades de la ciudad quedan, pues, un senescal de Navarra quiso deshacer y que patentes en muchos de los nombres. Pero se dispuso continuara en 1254 186. hay algunas que requieren espacios de cierta 2.°) Parroquia de San Juan. índole: plazas y plazuelas de una complejidad 3.°) Parroquia de San Miguel. Docu­ parecida a las de Pamplona. mentada en 1189 187. El comercio de granos, legumbres y otros 4.°) Parroquia de San Pedro 188. comestibles se realizaba loa jueves y domin­ gos en la Plaza de la Constitución o Mayor Dentro de las poblaciones navarras de la (a). En cambio, durante las ferias, se habili­ vía jacobea, Estella puede ser considerada, taba para compra y venta de ganado la Plaza sin duda alguna, como la más rica en arqui­ de Santiago (b). Todavía se señalaba la Plaza tectura urbana, correspondiente a épocas y de la Fruta (c), como lugar con comercio estilos distintos. Porque, en efecto, aparte de particular, según lo indica su nombre; dedi­ poseer un palacio románico, único en su gé­ cada al comercio de los vegetales. En la Plaza nero, cuenta con un sensible conjunto de Mayor, con casas de tres altos por lo general, casas de estilo gótico, varias, muy importan­ con uno, dos, tres y más huecos y balcones tes del Renacimiento y más aún de los perío­ en casi todos los altos, nos encontramos tam­ dos barroco y neoclásico. Por esta razón Es­ bién con un elemento que se repite en los tella es como un muestrario, mediante el cual ámbitos de este tipo; los soportales o por­ se puede empezar a sistematizar la arquitec­ ches, que no son regulares, es decir trazados tura urbana de la merindad, que fue, durante con arreglo a una planificación sistemática, de mucho una encrucijada cultural de lo vasco, un solo arquitecto, sino que se ajustan a lo gascón y lo ibérico interior. normas generales de proporción con posibili­ En Estella -como es sabido- hay un nú­ dad de variantes. En algún caso, los puntos de mero respetable de templos románicos. Pa­ acceso a la plaza tienen altos arcos de medio rece que se deben a maestros de origen dis­ punto. Otros soportales son de concepción tinto 189. Pero del monumento civil al que se rectilínea. ha hecho referencia, es decir, al palacio de los Estella, en suma, es una ciudad que se Duques de Granada de Ega, se dice que debe modela y remodela en los siglos XVI, XVII, datar de fecha cercana al año 1200 y que XVIII y XIX. De cada época de estas, así puede considerarse, desde el punto de vista como de las anteriores cuenta con edificios estilístico, como de ascendencia tolosana 190. que, a veces, son únicos en Navarra, como Un juego de dos medias columnas flanquean luego se verá. Pero esto no quita para que en la fachada, que tiene una planta baja con cuatro arcos de medio punto, que se abrieron y cerraron al arbitrio en tiempos recientes, con dovelas bordeadas por una moldura. El piso primero tiene otras cuatro ventanas ge­ minadas, mucho más esbeltas y airosas. En el capitel de una de ellas Lacarra lee el nombre del que lo esculpió «Martinus de Logronio», es decir un hombre de la población castellana que queda sobre el Ebro, frente a Navarra, Casa de Calle de La Rúa, n.° 20. Estella. en la vía y que fue fundada sobre anterior

247 asentamiento por Alfonso VI 191 (1092). So­ (1972) 19S. Desde el punto de vista estilístico bre este alto corre un alero de piedra que es un edificio del Renacimiento que Chueca sostienen veintiún canecillos, también de Goitia coloca entre los que acreditan la ex­ piedra; lo que queda encima, otro alto de pansión del arte de los maestros Tudelilla y fuerte piedra de sillería, con un alero también Morlanes 196, maestros famosos en Aragón y pétreo de adorno más sencillo, parece super­ conocidos desde antiguo, vizcaíno el se­ puesto. La fachada lateral, a la derecha del gundo. espectador, no tiene arcadas, sí ventanas ge­ La casa, como tantas otras señoriales, minadas del mismo estilo en el piso segundo. tiene un gran patio interior. Otras posteriores Por el lado izquierdo el palacio está unido a pueden agruparse con los palacios de ladrillo otro edificio mucho más moderno. De todas más meridionales, en la línea de los de Core- formas se ve bien que debió ser un gran 11a y Tudela, y con modelos o prototipos edificio cuadrangular que recuerda de modo acaso zaragozanos. Y como ocurre en San­ evidente a algunas representaciones de man­ güesa o Puente la Reina, los edificios más siones importantes que se hallan en miniatu­ modestos, de calles secundarias o habitadas ras 192. Por otra parte, el capitel que figura la por artesanos son de piedra hasta el final de lucha de Rolando y Ferragut 193 acredita la la primera planta y de ladrillo en el resto, de fuerte influencia franca en la ciudad, que se uno, dos, tres y aun cuatro pisos. No faltan refleja en cultos como el de Rocamador, los que llevan arquería en la parte superior. etc... El interior ha sido vaciado hace poco. Donde el desarrollo de edificios tales ad­ En la misma margen del río puede decirse quiere más espectacularidad, como siempre, que se hallan los monumentos urbanos que la es en la Plaza Mayor. Es decir, en la llamada definen como la parte más rica de Estella en de los Fueros unas veces, de la Constitución este orden. Sin duda, fue en un tiempo la otras, en que se encuentra la parroquia de parte en que había gente más poderosa. La San Juan que también le da nombre y que parcelación no es muy regular y los edificios evidentemente fue objeto de una planifica­ pueden ser anchísimos, aun cuando parece ción. En ella también, como elemento, se que lo que corresponde al período gótico, encuentran los porches o soportales seguidos, con fuerte influencia siempre del Sur de en casas más modestas de un hueco, dos y Francia 194, refleja la existencia de casas más tres y con tres pisos con balcones, destinados estrechas de fachada. a los espectadores de los espectáculos consa­ Hay, así, en la calle de la Rúa casas con bidos 197. Los elementos, pues, llegan a su arcos rebajados de aire gótico con un recua­ hora, con sincronía general. dro (como la número 20). Otras blasonadas También les pasa esta. Así cesó de tener en el arco en la piedra de clave (n.° 28). su uso primitivo la antigua casa del Ayunta­ Alguna originariamente de tres arcos, que miento de la que también hizo una descrip­ puede suponerse que pertenecieron en parte ción Don Pedro de Madrazo, dándola como a ricos mercaderes. Luego, en el Renaci­ de «gusto greco-romano bastardo», con tres miento, llevada a cabo la anexión, la nobleza cuerpos: uno bajo con columnas corintias, los opta por estilos y modos que quedan más otros dos sin imposta que los separe y pilas­ dentro del mundo ibérico, en el sentido es­ tras dóricas. Todo de sillería. Sobre la puerta tricto de la palabra. Es decir, el del valle del de ingreso el escudo con las armas de la Ebro. ciudad. Este edificio también ha sido restau­ En el conjunto de éstos destaca la casa dé rado recientemente. la familia de Fray Diego de Estella (lámina en La época del barroco tuvo aquí, como en color), objeto de una restauración reciente Pamplona y Sangüesa, un esplendor relativo. Varias familias se distinguieron en los nego­ cios de banca y otros, y su prosperidad dio origen a casas bastante suntuosas y aun capri­ chosamente decoradas o concebidas. No co­ nocemos los nombres de los maestros que las construyeron y es una lástima, pero algunos Casa de Fray Diego de Estella. fueron hombres de gran pericia, como los

249 Fig. 123.-Casas de fines del siglo XVIII. Estella. que levantaron algunos palacios de Pamplona en tiempo de Felipe V, de aquellos que gus­ taban a Victor Hugo. En la calle Mayor destacan dos casas ba­ rrocas, las número 41 y la 61. La primera más sobria que la segunda. En tiempos posterio­ res, de Carlos III a Fernando VII, se deja sentir la influencia neoclásica y algunas con­ cepciones llegadas de Italia, tras las excava­ ciones de Pompeya y Herculano (fígs. 123- 124). Entre las mansiones señoriales de la época barroca puede destacarse también el palacio

Fig. 124-Casa de fines del siglo XVIII a comienzos del XIX. Estella. Casa de Ruiz de Alda. 7.

de los Ruiz de Alda (calle J. Ruiz de Alda n.° 7) (lámina en color). Este ha sido dibujado en su planta y disposición por José L. Esteve y J.I. Linazasoro lo considera como un ejemplo acabado de casa palaciega dieciochesca cons­ truida sobre una parcela del período gótico. En él hay que destacar la magnífica escalera con cúpula y linterna 198. En la calle del Comercio n.° 7 hay una casa pintada y después se hacen casas de corte más vulgar, casas de pisos familiares, como las de Pamplona, etc., se multiplican los balcones en algunas calles, y, en suma Estella adquiere el aspecto con que la han conocido escritores y artistas de comienzos de siglo. Había entonces casas solariegas con­ vertidas en talleres de obreros y curtidores y paredes de antiguas casas de hidalgos medio derrumbadas o derrumbadas del todo que servían de cerca a jardines y huertas 199. Un Fig. 127 -Llamador de un tipo muy extendido por tierra de gran lujo en herrajes de puertas, aldabas, etc. Estella. (fig. 126). Muy característica de la zona era En la misma vía hay otras poblaciones una forma de. aldaba como la que se repre­ importantes planificadas más tardíamente. Tal senta en el dibujo de la figura 127. es el caso de Viana. Pero su planificación parece obedecer a otros móviles fundamen­ tales. Es una población de frontera, como otras más antiguas de que se tratará en el capítulo que sigue.

Pig. 126-Herrajes de puerta. Calle Mayor Estella.

Desde el final de la segunda guerra civil hasta bien avanzado el siglo XX, Estella ha parecido una ciudad ensimismada, que vivía más de los recuerdos cercanos que de los antiguos. Un escritor francés que estuvo allí cuando se desarrollaba aquella guerra no va­ ciló en definirla como «la cité sainte, la Mec- que du Carlisme». El odio al Liberalismo era como un fermento general 200. Hoy puede decirse que la vieja ciudad ha entrado en otra fase. Pero de ella no hemos de ocuparnos.

252 NOTAS

1. Capítulo 1, § II de la parte primera. 23. «Annales del reyno de Navarra», II, p. 319, a 2. J. M. Lacarra, «Historia política del reino de (libro XVII, capítulo VIII, § III, n.° 19). Navarra», I, pp. 86-90. 24. «Diccionario...» de 1802, II, p. 275, b. 3. Sobre los primeros, el capítulo VII, de la parte 25. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ V. Sobre San Eulogio, Lacarra, «Historia política...», dades...» III, pp. 274-275. cit. I, pp. 96-99. El viaje empieza el año 848. 26. «Cartulario de San Juan de la Peña», II, p. 220 4. Sancho el Mayor nació hacia el año 992. Co­ (n.° 172). mienza a reinar de niño y murió en 1035. Lacarra, 27. En el fuero de que luego se trata, 1.122. «Historia política...», cit. I, pp. 181-226. 28. R. Menéndez Pidal, «Orígenes del español», 5. «Le guide du pèlerin de Saint-Jacques de Com- 3.a ed. (Madrid, 1950), p. 118 § 23, 4. postelle» edición citada de Jeanne Vieilliard (Maçon 29. «Catálogo del Archivo General» de Navarra, I 1963), pp. 20-33. (Pamplona, 1952) p. 45 (n.° 17). Publicado por J. M. 6. Véase capítulo I, § I de la primera parte y Lacarra, «Notas para la formación de las familias de capítulo II, § I, de esta. fueros navarros en «Anuario de Historia del Derecho 7. Capítulo I, § II de la parte primera. Español» X (1922), pp. 256-257. 8. p. 309. 30. Muñoz y Romero, «Colección de fueros mu­ 9. C.I.L., II, 2.982. nicipales...», pp. 429-430. Este fuero se conserva en 10. C.I.L., II, 3.985, «jaccotanus» (?). copia en el Archivo General de Navaraa («Catálogo...», 11. Ibn al-Faqih, en «Description du Maghreb et cit. I pp. 46-47) (n° 20) y ya lo publicaron Ohienart, de l’Europe au Illem. = IX siècle», textos y traducción Zuaznavar y Yanguas y Miranda. (Véase «Colección de de Hadj-Sadok Mohammed (Argel. 1949), p. 51 (texto fueros y cartas-pueblas de España por la Real Academia francés) el árabe a la p. 50. Ver también la nota 89 de la de la Historia» (Madrid 1852), p. 213. Referencias en p. 113. Otros textos árabes parecen referirse a Jaca y «Las peregrinaciones a Santiago», II, pp. 427-428, éste considera que ya está cerca del mar. parte de Lacarra. 12. «Cartulario de San Juan de la Peña», ed. de A. 31. Moret, «Annales del reyno de Navarra», II, p. Ubieto I (Valencia, 1962, pp. 24 (n.° 3) y 86 (n.° 28). 319, a (libro XVII, capítulo VIII, 8 III, n.° 19), Yan­ 13. «Cartulario...», cit., I, pp. 120 (n.° 41) y 149 guas, «Diccionario de antigüedades...», III, p. 293. (n.° 50). 32. Yanguas. «Diccionario de antigüedades...», 14. «Cartulario...», cit. II (Valencia 1963), pp. 85 III, p. 294, «Catálogo del Archivo General...», cit. I, (n.° 99) año 1049 y 190 (n.° 153), año 1059. También pp. 297-298 (n.° 664). Con varias confirmaciones en «Cartulario de San Millán», p. 229 (n.° 222) año luego. 1075. 33. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ 15. Muñoz y Romero, «Colección de fueros mu­ dades», III, pp. 294-295, Moret, «Annales del reyno de nicipales...», pp. 235-236. Estudios de J. M. Lacarra, L. Navarra», III, p. 517 (libro XXVI, capítulo II, § II, n.° Vázquez de Parga, J. Uría Prin, «Las peregrinaciones a 3-4) estaba también en el archivo de Sangüesa y antes Santiago de Compostela» I, (Madrid, 1948), pp. 466- lo conoció ya Garibay. 497. J. M. Lacarra, «Desarrollo urbano de Jaca en la 34. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ Edad Media», en «Estudios de Edad Media de la Co­ dades», III, p. 295. rona de Aragón» IV (1951), pp. 139-155. Del mismo, 35. Plano sumario en Altadill, II, p. 469. Sobre él «Fueros de Navarra. I. Fueros derivados de Jaca. Este- el de Caro Baroja. «Los vascos», 1.a ed. (San Sebastián, 11a. San Sebastián» (Pamplona, 1969) pp. 17-20. 1949), p. 36 (fig. 21). 16. También en Brañosera, el año 824, en tierra 36. J. Ignacio Linazasoro, «Permanencias y arqui­ fragosísima de caza mayor («Ínter ossibus et venatio- tectura urbana» (Barcelona, 1978) pp. 47-48, 60-62 nes») había una ciudad antigua, posiblemente abando­ (figs. 53-57). nada por motivo que no fue la conquista árabe. Muñoz 37. Lacarra, en la obra en colaboración con Váz­ y Romero, «Colección de fueros municipales...» p. 16. quez de Parga y Uria Rin, «Peregrinaciones a San­ 17. La moneda jaquesa aparece, así, con mucha tiago», II, pp. 162-169, plano a la p. 168. Compárese frecuencia en documentos. Véase, por ejemplo, el ín­ con el de la hoja «Logroño» de don Francisco Coello dice de la «Colección diplomática de Obarra (siglos ( 1851 -. XI-XIII)», ed. de Angel J. Martín Duque (Zaragoza, 38. Santos A. García Larragueta, «El gran priorado 1965), p. 195 a. de Navarra de la orden de San Juan de Jerusalén, siglos 18. Sobre éstas Julio Caro Baroja, «Etnografía XII, XIII», II (Pamplona, 1957), pp. 18-19 (n.° 11). histórica de Navarra» I, pp. 255-276 y III, pp. 378- 39. Abundancia de literatura sobre el tema. Desde 384. las descripciones de Don Pedro de Madrazo, «Navarra 19. La importancia de Jaca se resalta en todas las y Logroño», II, pp. 488-493. Lojendio, «Navarre ro­ obras sobre el románico. mane», pp. 189-196. Uranga e Iñiguez, «Arte medieval 20. C.I.L., II, 2965. navarro», III, pp. 12-29 etc. 21. Madoz, XIII, p. 531 a, b, señala: en Barce­ 40. La Iglesia de San Salvador se levantó contigua lona, en Huesca, en Valencia, en Tarragona (Rocafort a la muralla primera, paralela a la línea de ésta. En las de Queralt). Lérida (Rocadort de Vallbona). Luego, un indicaciones dadas se sigue, en gran parte, a José María Rocaforte en Pontevedra. Jimeno Jurío, «Sangüesa monumental», n.° 75 de 22. Vicente García de Diego, «Diccionario eti­ «Temas de Cultura popular» (Pamplona, s.a.), pp. 3-9. mológico español...», p. 952, a (n.° 5726). Plano sumario a la p. 11.

253 41. Reproducción en el «Catálogo del Archivo Basque pendant la période révolutionnaire», II (Pau, General» XLVII (Pamplona, 1968), láminas. 1895), pp. 177-180, 184-193, 198-203). 42. F. Zabalo, «El registro...», p. 95 (n.° 1.029). 72. Haristoy «Les paroisses...», II, p. 188 y mejor 43. F. Zabalo, «El registro...», p. 95 (n.° 1.030). en la obra del mismo, «Recherches historiques sur le 44. F. Zabalo, «El registro...», p. 95 (n.° 1.033 y Pays Basque», I (Bayonne-Paris, 1883), p. 378. 1.036). 73. «Annales del reyno de Navarra», III, p. 3 a 45. F. Zabalo, «El registro...», p. 167 (núms. (libro XX, capítulo I, § I, n.° 3). 2.406 y 2.440). 74. Moret, «Annales...», cit. III, p. 59 b (libro 46. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 382 XX, capítulo III, § I, n.° 2) y 69 b (libro XX, capítulo (n.° 29). IV, § V, n.° 22), cartas de Sancho el Fuerte de dona­ 47. J. Carrasco Pérez, «La población...», pp. 481- ción al monasterio de Rocamador y de fueros a los 485 (núms. 315-315, 4). labradores de Tafalla respectivamente. 48. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 131. 75. Moret, «Annales...», cit., III, p. 565 b (jura de 49. Jimeno Jurío, «Sangüesa monumental», pp. Felipe el Luengo, al libro XXVII, capítulo II, § III) 29-30. «Catálogo del Archivo General...» I, p. 343 (n.° 784). 50. «Diccionario...» de 1802, II, p. 297, a. 76. «Catálogo...», cit., I, p. 389 (n.° 904). 51. Miñano, VII, p. 483, a. 77. «Annales...», III, p. 615, b. (libro XXIX, cap. 52. Madoz XIII, pp. 734 b, 735 a. II, § II, n.° 10). En la pp. 161, b-162, a (libro XXI, cap. 53. Altadill, II, p. 470. I, § III, n.° 9) dice que Ohienart vió el que había en el 54. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ archivo de la villa. dades...», III, p. 296. 78. «Diccionario de antigüedades...», III, p. 299. 79. «Documents des archives de la Chambre des 55. «Diccionario...», de 1802, II, p. 297 b. Comptes de Navarre (1196-1384)» (Paris 1890), pp. 56. Foto de un arco de la muralla en Altadill, II, p. 36-37. 471. 80. F. Zabalo, «El registro...», pp. 103 (n.° 1.166) 57. Madrazo, «Navarra y Logroño», II, p. 495 y un traslado desde Maya: 104 (n.° 1.170) 105 (n.° lámina antes. Jimeno Jurío, «Sangüesa monumental», 1.193). p. 17. 81. F. Zabalo, «El registro...», pp. 115 (n.° 1.391), 58. Jimeno Jurío, «Sangüesa monumental», pp. 116 (n.° 1.395). 27-28. 82. F. Zabalo, «El registro...», pp. 105 (n.° 1.188), 59. Sobre el Barroco. Véase capítulo III, § 2 de la 106 (n.° 1.192-1.193). parte II. 83. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 406 60. Jimeno Jurío, «Sangüesa monumental», pp. (n.° 293). 17-18. 84. «Catálogo del Archivo General» de Navarra, 61. «Población general de España...» de 1645, fol. I, pp. 162-163 (n.° 325). Otros homenajes, p. 178 (n.° 199, vto. Le da, también, 700 vecinos, divididos en tres 363), 1.266. parroquias y cuatro conventos de frailes. 85. «Catálogo...», cit. I, p. 163 (n.° 327). 62. Madoz, XIII, pp. 734, b - 735, a. 86. «Catálogo...», cit., I, p. 210-211 (n.° 442). 63. Mapa en «Peregrinaciones a Santiago», de La- 87. «Catálogo...», cit., I, p. 256 (n.° 562). Algo carra, II, p. 63. similar en 1.293, p. 260 (n.° 571). 64. Véase el capítulo anterior § 8. 88. «Catálogo...», cit., I, p. 262 (n.° 575). 65. Méndez, «Noticias...,» cit., p. 191. 89. Véase parte III, capítulo IV. 66. Capítulo I, § 1 de esta parte. 90. «Catálogo...», cit. I, p. 286 (n.° 634) en octu­ 67. Lacarra, «Peregrinaciones a Santiago», bre de 1304 Juan de Isarn. pp. 69-73. 91. «Catálogo...», cit. II, pp. 321-322 (n.° 813) el 68. Hablando de las merindades André Favyn 8 de mayo de 1356 Arnalt de Guarro reconoce el «Histoire de Navarre» (París, 1612). pp. 6-7 dirá: «La trabajo de Martín Segura, ballestero, en reparaciones sixiesme est la basse Navarre de costé de France, dicte que luego cobra, p. 331, (n.° 836). par ceux du pays Ultra-puerts, outre les Ports. Car ils 92. «Catálogo...», cit. II, pp. 342-343 (n.° 864) appellent Ports, les lieux par lesquels on peut au travers Rocafort de Arberoa en 1356. des Pyrenees passer de France en Espagne & Nauarre. 93. «Catálogo...», cit. III, p. 417 (n.° 1.057). Comme les ports de Roncevaux, du val de Roncal, de 94. «Catálogo...», cit., III, p. 288 (n.° 738). Beauce, de Benasque, de Salaut & autres». 95. «Catálogo...», cit. III, p. 212 (n.° 844). 69. Jean Vielliard, «Le guide du pèlerin de Saint- 96. «Catálogo...», III. p. 303 (n.° 778). Ver tam­ Jacques de Compostelle», pp. 20-23: «In hac terra, mali bién p. 354 (n.° 906). portageri habentur, scilicet circa Portus Cisereos, villa 97. «Catálogo...», III. p. 349 (n.° 893) 12 de que dicitur Hostavalla et villa Sancti Johannis et Sancti agosto de 1361. Michaelis Pedis Portuum Cisere...» Compárese con la 98. «Catálogo...», cit., I, p. 284 (n.° 630). Con­ referencia que da Lacarra («Peregrinaciones a San­ firmación de Luis Hutin, a 17 de febrero de 1308, p. tiago...» II, p. 73), al texto del Edrisi. 302 (N.° 675). Cambio en 1317, p. 330 (n.° 751) y 70. Texto de los jurados a Clement de Launay en confirmación, poco después, pp. 331-332 (n.° 755). 1278, copiado por Lacarra, «Peregrinaciones a San­ 99. «Catálogo...», cit. II, p. 187 (n.° 462). tiago», II, pp. 73-74. 100. «Catálogo...», cit. II, pp. 221-223 (núms. 71. Reunió un caudal importante de informacio­ 554, 555, 556, 557 y 559) agosto de 1353. Se buscaban nes, entre las cuales se halla el texto citado en la nota acémilas en Roncal y Salazar para los que iban a servir anterior, el abate Haristoy, «Les paroisses du Pays al rey de Francia, pp. 223-223 n.° 561).

254 101. «Catálogo...», cit. II. pp. 337-338 (n.° 851) primitivo, que oy dia retiene de Garés, y con que la en 1356 lo tenía Guasernaut de Ibarrola el joven. llaman los Naturales Vascongados». 102. «Catálogo...», cit. II, pp. 344-345 (n.° 869) 127. Moret, «Investigaciones...», cit. p. 62, según en 1356 Nauzer de Arizmendi. En los tomos sucesivos documento del archivo de Puente la Reina, «Zubiurru- del «Catálogo» hay bastantes documentos sobre peajes. tia» dice Diez, «Puente la Reina (II)», p. 3. Así en III, pp. 155 (n.° 394) 1359; 218 (n.° 560), 1360; 128. «Catálogo del Archivo General...», I, p. 47 327 (n.° 839), 1361; otros se refieren a las localidades (n.° 21). dependientes «San Pelay, Gárriz, Ostavares», por 129. «Annales...», pp. 286-289 (libro XVII, cap. ejemplo, p. 242 (n.° 623) 1361, etc... V, § n.° 3. 13-19). 103. «Catálogo...», cit. II, p. 264 (n.° 264). Re­ 130. «Diccionario de antigüedades...», II, p. 780. cibo del 28 de agosto de 1357, II, p. 411 (n.° 1.042). 131. «Notas para la formación de las familias de 104. «Catálogo...», II, p. 180 (n.° 443). fueros navarros», en «Annuario de Historia del Dere­ 105. «Catálogo...», II, p. 280 (n.° 707). cho Español», X (1933), pp. 257-258. Ver, también 106. «Catálogo...», II, p. 286 (n.° 722). Diez, «Puente la Reina. Arte e Historia», (I) pp. 4-5. 107. «Catálogo...», cit. III, pp. 420-421 (n.° 132. L. Vázquez de Parga, J. M. Lacarra, J. Uría, 1.066). «Peregrinaciones a Santiago», II, pp. 124-129. Las pp. 108. «Catálogo...», cit. IV, pp. 339-342 (n.° 830- 124-125 en especial. 839). 133. Alude a la cerca vieja. 109. «Catálogo...», cit. IV, pp. 345 (n.° 846). 134. J. I. Linazasoro, «Permanencia y arquitectura 110. «Catálogo...», cit., IV, pp. 345 (n.° 845). Ver urbana...», pp. 49-51 (figs. 28-38). Ver también texto también p. 403 (n.° 998). de las pp. 47-48. 111. Citado por Haristoy, «Les paroisses...», II, p. 135. F. Zabalo, «El registro...», p. 109 (n.° 1.252). 187. 136. J. Carrasco Pérez, «La población...», pp. 551, 112. La restauración de la ciudadela por Vauban, b - 552, a (n.° 200). Haristoy, op. cit., II, p. 187. Un plano de 1783 deta­ 137. Ejemplos como los de las figs. 68 y 69. llaba sus partes y dependencias (pp. 187-188). 138. Linazasoro, op. cit., p. 49 (fig. 29). 113. Méndez, «Noticias...», p. 195. 139- Linazasoro, op. cit. p. 49 (fig. 28). 114. Méndez, «Noticia...», cit., p. 196. 140. Linazasoro, op. cit. pp. 152-153, y las figs. 115. Capítulo IV, § 3 de la parte 111. 180-188 de las pp. 153-157. 116. «Histoire des cantabres, ou des premiers 141. «Diccionario...», de 1802, II, p. 264, a. colons de toute l’Europe,...» I (Paris, 1825), pp. 198- 142. «Navarra», II, p. 267. Rodrigo Méndez 199- También dice que está defendida por siete monta­ Silva, «Población general de España», de 1645, fol. 200 ñas. «Doninane» por «Donivane» sin duda. Lo mismo r, le da 500 vecinos en dos parroquias. en la p. 195. 143. Hoja 141 del mapa a escala 1:50.000 del 117. «La Navarre française», I (París, 1881), p. Instituto Geográfico y Catastral. 10 . 144. Lacarra en «Peregrinaciones a Santiago». II, 118. Véase el cuaderno «Pyrénées» de Michelin, p. 126. pp. 162-163, con una carta esquemática, 1638 en «Le 145. Foto en la portada del opúsculo de Diez pays basque français et espagnol» de las guías Hachette «Puente la Reina (II)». Portal de Suso según el mismo (París, 1926) pp. 165-167. Para topografía general la «Puente la Reina. Arte e Historia», p. 6. hoja XII1-46 de la «Carte de France» I: 50.000. 146. Citado por Lacarra, «Peregrinaciones a San­ tiago», II, pp. 125-126. 119. Armand Praviel, «La côte d’Argent. La Côte 147. Desde la época de Madrazo, «Navarra y Lo­ et le Pays Basque. Le Béarn «(Grenoble, 1927), p. 9- groño», II, pp. 540-547. Uranga e Iñiguez, «Arte me­ Pío Baroja hizo utilización de su estancia allí para dieval navarro», II, pp. 21, 208, 212, 250; III, pp. 149, describir a Urbia, que por otra parte recuerda a Ces- 150, 157, 169, 170; V, pp. 241 y 245. Diez, «Puente la tona, en «Zalacain el aventurero» (Barcelona, 1909), Reina. Arte e Historia» (I), pp. 15-21. pp. 5-11. 148. Diez, «Puente la Reina. Arte e Historia» (I), 120. «Pyrénées par Adolphe Joanne» (Paris, p. 6. 1907), p. 71. 149. Diez, en el texto citado en la nota anterior, 121. Ya la copió Paul Lafond, «Le Pays Basque pp. 5-6. Libro de «Privilegios reales» p. 67 (1.315). français et espagnol», (Paris, 1913), p. 59. 150. Diez, «Puente la Reina (2)», pp. 27-29, con 122. Méndez, «Noticias...», cit., p. 197. algo de folklore en torno. 123. Datos sacados de la explicación del plano de 151. El archero Enrique Cock, «Jornada de Tara- 1783, que copia Haristoy, «Les paroisses...», II, pp. zona», p. 64, dice que, «es una villa de las buenas de 187-188. Navarra», le da con exageración siempre, hasta mil 124. Haristoy, «Les paroisses...», II, p. 190, nota vecinos, con cinco parroquias y monasterios aparte. 1. «Zubiburu» en vasco vendría a ser lo mismo. «Tiene aquí una linda puente de que debe tomar nom­ 125. Sobre lo que luego se cita señalemos los dos bre la villa». opúsculos de Alejandro Diez, «Puente la Reina. Arte e 152. Diez, «Puente la Reina (II)», pp. 18-20. Historia», n.° 247 de «Temas de Cultura popular» 153- Reproducido por Linazasoro, p. 156, fig. (Pamplona, s.a.) y «Puente la Reina II), n.° 248 de la 184. Hoy sobre estos añadidos se han hecho casas que misma colección. dan una fisonomía completamente distinta a la que el 126. Moret, «Investigaciones históricas de las an­ Cerco Nuevo tenía aún hace cosa de cuarenta años, la tigüedades del reyno de Navarra» (Pamplona, 1766) p. cual llamaba la atención de los viajeros. Simplificando 60 (libro I, capítulo II, § 77); «Y consuena el nombre un poco, un viajero inglés que estuvo en el campo

255 carlista durante la segunda guerra civil dirá: «This is a núms. 9-10). En Estella se consideraba que había tres curious village, consisting of one long and narrow fortalezas principales: una era la de Bermechel, otra la Street; behind the houses on each side are low buildings de Zaratambor que fueron tomadas de un golpe por el with large gates, where is stored the wine for wich part alcalde de los Donceles, cuando la entrada del Duque of Navarre is noted. On leaving this place, we crossed a de Alba; Luis Correa «Historia de la conquista del high-backed, quaint oíd bridge wich spans the river reino de Navarra por el Duque de Alba» (Pamplona, Arga». John Furley, «Among the Carlists» (Londres, 1843), pp. 168-170. La última se entregó el 31 de 1876), p. 98. octubre de 1512. 154. Linazasoro, op. cit. p. 155 (fig. 183). 172. «Jornada de Tarazona en 1592...», p. 62: 155. «La place de Puente la Reina au Moyen «Tiene un castillo puesto en un collado alto que puede Age». mandar la ciudad». Considera que la población es de 156. Sobre éste trata Diez, «Puente la Reina (II)», dos mil vecinos, cifra que debe estar equivocada, en p. 9. tres parroquias. El rey debió alojarse en el palacio de 157. Véase la documentación gráfica de Linaza­ que luego se tratará. Considera muy buenas las fuentes, soro, op. cit., pp. 156-157, figs. 184-188. Sobre todo anchas calles y dice que es magnífico lugar de mercado: las plantas levantadas en 1972 por Andrés Abásolo. «que no hay en España lugar que sea mejor a mi 158. Según documento extractado por Yanguas y parecer». Miranda, «Diccionario de antigüedades», II, p. 781. 173. «Población general de España...» de 1645, Archivo General, «Catálogo...», cit. I, p. 271 (n.° 596). fol. 197, vot. 198 r. Las cabezas eran Domingo Esteban y Martín Elias. 174. «Among the Carlists» (Londres, 1876), p. 159- También extractado por Yanguas, «Dicciona­ 100. Este paró en la «Fonda de las Diligencias» (p. rio...», cit. II, pp. 781-782. Diez, «Puente la Reina 101). Su habitación daba a la calle Mayor, la principal (II)», p. 11. Extracto del «Libro de los Privilegios», de Estella (p. 110). p. 41. 160. Diez, «Puente la Reina (II)», pp. 24-29. 175. Linazasoro, op. cit. p. 44 (figs. 23-24). 161. A. Grenier, «Archéologie gallo-romaine», 176. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 603- 2.a parte. «L’Archéologie du Sol. I Les routes» (París, 611 (núms. 134, 1 - 134, 17). 1934) p. 257, siguiendo a Longnon. 177. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 610- 162. Madoz VII, pp. 596, a-b y 620, b - 621, a. 611 (núms. 134, 18 - 134, 21). 163. La posición en las hojas 140 y 172 del mapa a 178. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 612- escala 1:50.000 del Instituto Geográfico y Catastral. 613 (núms. 134, 22). 164. «La place et les structures municipales en 179. J. Carrasco Pérez, «La población...», p. 129. Vieille-Castille», p. 1. 180. Méndez, «Noticias...», pp. 199-200. 165. Luis Vázquez de Parga, José María Lacarra y 181. VII (1847), pp. 602, a - 605, a. Juan Uría Riu, «Las Peregrinaciones a Santiago de 182. En Altadill, II, entre las pp. 516-517. Compostela» I (Madrid, 1948), pp. 472-473. 183. Véase también 171. 166. «Fueros de Navarra. I. Fueros derivados de 184. «Dieron la vuelta tomando cada uno la mejor Jaca, 1 Estella-San Sebastián», (Pamplona, 1969). lanza que de la asteria le pareció», Gonzalo de Céspe­ 167. Lacarra, ed. del fuero de Estella, pp. 17-19. des y Meneses, «El español Gerardo», discurso III, El primer documento reseñado en «Catálogo del Ar­ «Novelistas posteriores a Cervantes», en «B.A.E.», chivo General...», cit., I, p. 42 (n.° 42) con las referen­ XVIII, p. 185, b. A veces con h. cias bibliográficas correspondientes. El último también, 185. Recuérdese lo dicho sobre nombres tales a la p. 71 (n.° 88). Los documentos sobre la donación de la nota 161. población de Olgacena por Sancho Ramírez a los de 186. Archivo General, «Catálogo...», cit. I, p. 149 Estella, situada entre San Nicolás y el Santo Sepulcro, (n.° 288). para entrada y salida del castillo y de ganados es de abril 187. «Catálogo...», cit. I. p. 73 (n.° 92), con «bur­ de 1135. «Catálogo...», cit., p. 51 (n.° 30). gueses» en 1237 («Catálogo...» I, p. 123 (n.° 224). 168. Sobre la parroquia de Santiago y sus cofrades 188. Con hospital en 1287, «Catálogo...», cit., I. hay documentación de 1171 en que el obispo de Pam­ p. 242 (n.° 527). plona les donó la iglesia de Santa María del Puy. 189- Estudio detallado de Uranga e Iñiguez en «Catálogo...», cit., I. p. 63 (n.° 63). «Arte medieval navarro» I-II y III. Véase el índice de 169. Como «castillo» en el sentido de un go­ V. p. 356, b. bierno militar aparece en algunas suscripciones y en 190. Buena descripción, con foto, de Madrazo, otras es clara la alusión a la «ciudad» como plaza de «Navarra y Logroño», III, pp. 100-102. Era cárcel del armas. Así en una suscripción de 1121 se lee: «Petro partido entonces, Lampérez, «Arquitectura civil espa­ Tizón tenente Marannon et Stella civitate». «Cartulario ñola» I, pp. 570-571 (lámina 653), señala que del de San Millán», p. 305 (n.° 302). La judería en 1300 interior, que hubo de tener un patio, no queda nada. J. era un recinto que estaba murado, y el que tenía M. Lacarra, «El combate de Roldán y Ferragut y su jurisdicción sobre ella guardaba las llaves. «Catá­ representación gráfica en el siglo XII», en «Annuario logo...», cit., 1, p. 809 (n.° 695). del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólo­ 170. Esta destrucción se debe a la campaña de gos» II (1934) pp. 321-328. Luego en «Peregrinaciones Fray Pedro de Ollogoyen, que a 10 de mayo estaba a Santiago» II, pp. 139-141. J. Gudiol Ricart y J. A. preso: «Catálogo...», cit., I, p. 389 (n.° 905). Yanguas, Gaya Ñuño, «Arquitectura y escultura románicas», en «Diccionario de antigüedades...», II, p. 114. «Ars Hispanie» V. p. 166 (figs. 284-285 de la p. 167). 171. Aleson, «Annales del reyno de Navarra», V, Uranga e Iñiguez, «Arte medieval navarro», III, pp. pp. 327, a - 328, b (libro XXXV, capítulo XX, § III, 158-160.

256 191- Lacarra, «Peregrinaciones a Santiago», II, pp. Español» V (1928), pp. 434-445. 1 150-152. 195. Linazasoro, op. cit. p. 133 (figs. 142-143) da 192. Véase lo dicho en capítulo IX § 2 de la parte el plano de la planta baja y el alzado de la fachada de primera. Yárnoz. 193. Lacarra, «Peregrinaciones a Santiago...», I, 196. «Arquitectura del siglo XVI», en «Ars His- pp. 466-480 hizo el estudio sistemático de la interven­ paniae» XI, p. 295. ción extranjera en la conquista y en la población de la 197. Linazasoro, p. 45, fig. 25. ruta sobre Estella, p. 472. 198. Linazasoro, op. cit. pp. 139-140 (figs. 155-159). 194. Esta parece durar fuerte hasta el siglo XIV 199. Pío Baroja, «Zalacain el Aventurero», (Bar­ en que se redactan los «Establisments» en provenzal. celona 1909), pp. 189-190. Lacarra, «Peregrinaciones a Santiago», I, p. 472. Del 200. L. Louis Lande, « et Navarrais. Sou- mismo, «Ordenanzas municipales de Estella. Siglos venirs d'un voyage dans le Nord de l’Espagne» (París, XIII y XIV», en «Annuario de Historia del Derecho 1878), pp. 25-26.

257 258 Fig. 129.-Palacio de la Encomienda, llamado del Principe de Viana. Fig. 130.-Casa del duque de Granada de Ega. Fig. 131 -Sangüesa. Claustro del Convento de Franciscanos.

259 132.-Casa de Granada. Ventana. 133.-Palacio de Vallesantoro. Patio. 134.-Casa de Granada. Ventana. 135.-Palacio de Vallesantoro. Puerta. 136.-Palacio de Vallesantoro. Fachada. 137.-Palacio de Vallesantoro. Alero. 138.-Palacio de Vallesantoro. Alero.

260 261 262 143 144

139.-Sangüesa. El Hospital. ¡40.-Sangüesa. El Hospital. 141 -Palacio. Ventana. 142.-Palacio. Ventana. 143.-Vista de Santa María. 144-Casa renacentista. 145.-Casa restaurada a! estilo vasco. 145

263 147

W VrM f'

146.-Pa/acio. Restos de ventanas góticas. 147.-Palacio. Restos de ventanas góticas. 148.-Fachada gótica. 149.—Puente ¡a Reina. Calle mayor con la iglesia. I 50,-Ibid. Casa palaciana. I 5 I.-Ibid. Casa con voladizo. 152 -1 bid. Balconajes.

264 265 153 154

153.-Puente la Reina. 154.-Ibid. 15 5.-Ibid. 156.-Ibid. El puente viejo 157.-Ibid. 155 I 58.-Ibid. Corrales exteriores antiguos

266 267 268 269 270 271 / / /

167

167.-Puente la Reina. Casa con cuatro balcones y dos pisos. 168.-Casa de los cubiertos, en ¡a Plaza de Puente la Reina. 169.-Puente la Reina. Vista genera!.

272 168 168.-Casa de las cubiertas, en la plaza de Puente la Reina. 169-Puente la Reina. Vista general.

169

273 274 172

173 275 276 177 178

174.-Arco gótico con blasón. 175.-Arco gótico con blasón. 116-Estella. Plaza de San Martin, antes de la reforma. 177.-Casa de Fray Diego de Estella. antes de l,a restauración. 178.-Casa gótica. 179-Arco gótico de piedra, tardío, reducido con ladrillo. 179

211 278 279 187

188

187.-Casa palaciana. 188.—Puerta de la muralla. 189 -La iglesia de San Miguel sobre el barrio a la izquierda de! Ega. 190.-Casas sobre el Ega.

280 281 282 193

191 -Barrio de S. Miguel. 192.-El puente de peregrinos, reconstruido, une los barrios de S. Miguel y de S. Pedro de la Rúa. 193 -Casas sobre el Ega. A l fondo, Santo Domingo. 194-Puerta en la muralla. Desaparecida. 194

283

CAPITULO IV POBLACIONES DE FRONTERA

1) Criterios diferenciales 2) Laguardia como modelo 3) Viana 4) Núcleos pequeños: Zúñiga, Torralba 5) La «frontera de los malfechores». Echarri-Aranaz y Huarte-Araquil

El estudio de las poblaciones del camino Esto ocurrió con los habitantes de Alava, de Santiago, así como el de las de frontera, Guipúzcoa y Vizcaya. La existencia de fronte­ está mucho más avanzado, sin duda, que el de ras con los estados del rey de Castilla (que no otros núcleos urbanos considerables, del es lo mismo que Castilla) produjo en térmi­ centro y del Sur de Navarra que presentan nos urbanísticos lo que paralelamente pro­ signos claros de planificaciones de distintas dujeron otras fronteras, como las de Aquita- épocas, y ocasionados por varias causas, como nia, que es otro ámbito con grandes proble­ pueden serlo las destrucciones ocurridas en mas de límites 2. guerras civiles, las promociones llevadas a cabo por órdenes monásticas o iniciativas pri­ Resulta, así, que a lo largo de los siglos vadas, etc. XII, XIII y XIV hay como una partida es­ tratégica y que durante ella se crean pobla­ Toca ahora tratar de las poblaciones de ciones más o menos enfrentadas. Por otro frontera, en sentido estricto, sujetas a planifi­ lado, la importancia comercial que se advierte cación. que tienen ciertas rutas, hace que en ellas se El reino de Navarra tuvo pronto dos es­ creen, como en la clásica de Santiago, asen­ tados rivales. Uno fue Aragón, surgido en tamientos con gran significación económica, antiguo territorio vascón. Otro Castilla, con tanto como militar. Si Alfonso VI funda Lo­ historia compleja. En todo caso, las rivalida­ groño en la ruta jacobea en 1095, pegado a la des de las coronas tuvieron al principio, al frontera de Navarra3, funda también Mi­ morir Sancho el Mayor y surgir tres reinos randa en 1099 cara a la tierra de Alava, que, distintos, un carácter fratricida. Como es sa­ en su época, está bajo la corona de un rey bido, navarros, aragoneses y castellanos an­ navarro y lo sigue estando después, durante duvieron luego a la greña repetidas veces y bastante tiempo; dos pueblos puente, con un Navarra se vio estrechada más de una vez: y, monopolio parecido al que tuvo Sangüesa, en al fin, la presión de los reyes de Castilla, relación con la circulación de mercaderes y concretamente de Alfonso VIH, hizo que de mercancías. Porque, aunque incluso Mi­ gente que había vivido unida a los navarros se randa pueda considerarse asentada en ruta separara de ellos 1. jacobea, el sector de orientación que marca

287 es sensiblemente distinto, con otro devenir prospera y acumula ciertas riquezas, los lina­ pronto 4. jes rurales de los alrededores procuran ejer­ cer su influencia sobre ella, dando lugar in­ Las poblaciones que se hacen a lo largo cluso a las luchas de bandos urbanos paralelas del camino de Santiago tienen un significado a las que se dan en el ámbito rural. No faltan religioso, también comercial. Se hallan situa­ casos de torres de linaje metidas intramuros. das no tanto estratégicamente como aten­ Pero es a partir del siglo XVI cuando hay diendo a criterios de circulación general. Pero, procesos de acumulación de parcelas y en ciertos momentos, se piensa en ampliar las cuando sobre varias se levantan casas de ma­ redes comerciales y darles más sólidas es­ yor envergadura, que van haciéndose según tructuras urbanas, y sobre todo, en reforzar los estilos, con elementos renacentistas, ba­ las líneas fronterizas. rrocos y neoclásicos. Este es el final de un Cuando la monarquía navarra se siente proceso de cuatro siglos de existencia. Las estrechada entre Aragón y Castilla y más que plantas antiguas permanecen, como en los nada ante la presión de este último reino, hay otros casos estudiados y a veces con más un proceso importantísimo de urbaniza­ claridad. El devenir es distinto, según los ción, que hoy, en gran parte, se ha de estu­ casos, y hay que insistir en lo dicho antes. diar fuera del ámbito de Navarra: en tierra fronteras de Alava y Guipúzcoa que pasaron Aunque en la Edad Media se hayan apli­ a la corona de Castilla y que no eran específi­ cado, a partir de una época, en tierras occi­ camente navarras. dentales algunos criterios de planificación que pueden considerarse generales, no con­ Estas fundaciones son las que se deben a viene exagerar la idea de homogeneidad. Sancho el Sabio, el último monarca de la Porque, en cada caso, el núcleo que se plani­ dinastía antigua que tuvo la pujanza sufi­ fica y construye corresponde a una intención ciente para restaurar una situación deterio­ concreta y se levanta a escala diferente. Así, rada, y que supo mantenerse hasta la muerte, por ejemplo, no podemos encontrar en el sin menoscabo alguno, lo cual no le pasó a su área que nos ocupa ni en las vecinas de la sucesor 5. península aquel tipo de «bastides» que se Aunque se hayan señalado y estudiado las construyen en Aquitania en los siglos XIII y semejanzas que sus fundaciones tienen con XIV con arreglo a una vasta concepción ur­ las de la ruta jacobea y otras posteriores, no bana, con una cuadrícula multiplicada, aun­ hay más remedio que reconocer que obede­ que sea en área irregular, en que hay grandes cen a una concepción bélica y a un criterio plazas, que se remodelan posteriormente, en estilístico con rasgos particulares. De ellos es el siglo XVII sobre todo, y en las que existen cuestión de tratar en cada caso. Pero de grandes «halles» para los mercados y ferias; modo previo hay que hacer algunas observa­ espacios públicos, completamente «laicos», ciones generales respecto a la concepción que salvo con algunas excepciones 6. guía al crearse estas poblaciones de frontera. Aquí las poblaciones planificadas son Las planificaciones parecen estar hechas siempre más estrechas y parece que, ante con objeto de dar alojamiento a núcleos fa­ todo, se ha tenido en cuenta un criterio de miliares de agricultores y comerciantes de circulación axial, variable también, según la tipo medio o más bien humildes de recursos; fundación se haga en llano y con un fin, como una casa=un fuego, un fuego^una familia. es el caso de Puente la Reina ya estudiado, o Sólo son suntuosas las iglesias, que comien­ en montículos de determinada forma, y con zan a recibir bienes que tiempos atrás mono­ propósitos más bélicos, como es el caso de las polizaban los monasterios. Algunas reciben el poblaciones de que ahora hay que ocuparse y título de «Real», por lo mismo que los reyes que corresponden a una época algo posterior. vuelcan su protección sobre ellas. Los pala­ cios o casas de cierta importancia parecen Sin embargo, las tres que pueden intere­ escasos. Pero hay elementos de fortificación sarnos más, Laguardia, Vitoria y Salvatierra, o castillo de importancia, aunque aparejados parecen reflejar en su aparejo y disposición de modos diferentes. Cuando comienza a un recuerdo de modelos interiores, que in­ verse aquí y allá que la población nueva cluso podrían basarse en núcleos urbanos del

288 Bajo Imperio, como se ha indicado en la § III genuinamente navarra hasta el siglo XV, del capítulo I de la parte primera. conviene que nos ocupemos preferentemente Siendo Laguardia la población que ha sido e^a-

II

Unas palabras primero sobre su origen. El más tarde todavía el rey de Navarra dejó de nombre, como es sabido, se repite en la tener dominio sobre Alava, este pueblo si­ península ibérica, donde hay otra población guió siendo navarro y como tal aparece en la del mismo nombre en Toledo, otra en Pon­ merindad de Estella, con una serie de aldeas tevedra, aparte de Guarda en Beira Alta 7. bajo' su jurisdicción y constituyendo un arci- Fuera de la península tampoco faltarán nom­ prestazgo, dentro del archidiaconato de Ná- bres equivalentes, como «Lagarde» en Fran­ jera y diócesis de Calahorra. Los documentos cia y aún «Guardia» en Italia8. Es decir del siglo XIII hablan de organización seme­ que el nombre es un elemento de tipo inter­ jante. Laguardia en el registro de 1280 apa­ nacional en el mundo de las hablas romances, rece repetidas veces como «Leuguardia». como el de «Miranda» 9. Este punto de mira Con aldeas, como Oyón y Moreda, con vi­ existe, sin duda, antes que el núcleo urbano. ñas 19 y molinos20; un castillo importante En efecto, en el fuero de Marañón, del también21. «Lagoardia» en 1366 da una tiempo de Alfonso I el Batallador, se hace buena suma de vecinos: 227 fuegos22, con referencia a «La Garde» como término ,0. variedad de oficios y cargos y seis fuegos más También aparece en el cartulario de Valba- de hidalgos, lo cual parece poco 23, más vein­ nera en 1052 y 1080 11. Por otra parte en el titrés clérigos: nueve de Santa María y cinco fuero de Logroño, de 1095 se fijan los térmi­ de San Juan, más ocho «non podientes» 24. nos de «Santo Iuliano ad illa villa Ventosa, et También hay dieciocho fuegos de judíos que de Veguera usque ad Maraignon, et usque in en otro tiempo debieron ser más 25. Un do­ Leguarda» 12. cumento de 1350 da la población con las aldeas y especifica la existencia del «quarta- Otro término de jurisdicción civil llegaba ron de Sancta Gracia», el de «Sant Joan» y el de Logroño mismo a «Santo Martino de de «Peralta» 26. Zaharra» 13. En el fuero de Larráun suscribe Como Laguardia ha quedado fuera de las un jefe del castillo: «Martino Enequez La- vías de comunicación mayores, utilizadas en guardiam», pero ya en 1192 14. También apa­ general por los viajeros, no ha sido población rece éste en forma latina más arcaica («Ene- por la que han pasado muchos, de suerte que conis») en el fuero de Larraga de 1193 15. hay pocas referencias a impresiones antiguas. El fuero de Laguardia es de Sancho el Sólo los novelistas de fines del XIX y co­ Sabio 16 y se fecha en 25 de mayo de 1164 17. mienzos del XX comprendieron el valor «li­ Sigue en poco a la conquista que hizo aquel terario» de la vieja ciudad: pero consta que rey de Logroño y de gran parte de la Rioja, uno de los que la toman como escenario no que había estado dominada en otros tiempos estuvo allí 27. por sus antepasados. Esto ocurría en la pri­ Durante la guerra de la Independencia y mavera de 1160 y por el Oeste llegó a Bri- la primera guerra civil vuelve a tener signifi­ viesca 18. Está suscrito por Rodrigo Martínez, cación militar. También en la segunda, lo cual que tenía Laguardia junto con Marañón y dio lugar a alguna información gráfica de tipo Pedrola, además por el Conde Vela de Alava. periodístico, no muy exacta, de todas for­ A pesar de que después hubo un reajuste y mas 28.

289 Para el estudio de Laguardia contamos sición general queda indicada en la figura hoy con la obra de los señores Ignacio Gala- 195. rraga, José Ignacio Linazasoro y Santiago La Calle Mayor o Calle Real de Laguardia Fernández Villa, que sirve de base al plan va, así, de Norte a Sur, desde donde está municipal de la población y que se compuso Santa María que quedaba al Sur del Castillo con los de Elciego y La Puebla de la Barca 29. antiguo, a la iglesia de San Juan y puerta del Consta ésta de una parte dedicada al estudio Mercadal, que, como su nombre lo indica, del conjunto urbano y otra constituida por el tenía un gran significado económico. catálogo de todas las casas del antiguo re­ cinto. Los planos son magníficos, habiendo Corresponden a la planificación primitiva de destacar los que siguen: los trazados de las calles de Páganos (antes Francos), Esquide y el Castellar (hoy Víctor 1) Un plano general a escala 1: Tapia), aunque la de Esquide es menos im­ 1.000 con las curvas de nivel del ce­ portante 31. rro, donde se asienta Laguardia. Se considera que en la zona central de la 2) Dos secciones generales a escala villa persiste el mismo modelo. Pero termina allí la calle Esquide y se forma la de Santa 1: 1.000. Engracia y el núcleo de los cuatro cantones. 3) El plano de distribución de las En el tramo tercero continua el trazado de las plantas bajas, a escala 1: 4.000. Calles, Mayor y Páganos. La Plaza se rasga en 4) El plano de distribución de las el siglo XVI al parecer 32 y la calle de San plantas altas a escala 1: 400. Juan de suso que es continuación de la de 5) El plano de distribución de las Santa Engracia, supone cierta rectificación del bodegas, a escala 1: 400. trazado. 6) El plano de distribución de las En la zona más meridional hay sensibles plantas bajas a escala 1: 200. alteraciones a la parte oriental. La calle Ma­ yor y la Rúa Mayor de Peralta perfilan el 7) El plano de distribución de las trazado. Pero las restantes calles (de Capu­ plantas altas a escala 1: 200. chinos, etc.) lo quiebran. 8) El de distribución de las bodegas Los cantones nunca llegan de un lado al a escala 1: 200. otro del casco, en dirección Este-Oeste. Sólo cuatro cantones atraviesan cuatro manzanas. Linazasoro ha utilizado parte de este ma­ Otros sólo atraviesan dos: Santa Engracia y terial en su libro varias veces citado 30. Calle Nueva, Calle Mayor y Páganos o Pága- La población, aprovechando la forma del no-Berberana. La anchura de las calles prin­ cerro se trazó con un largo eje de Norte a cipales varía de tres a cuatro metros, siendo Sur, que determina su forma, es decir, que la de tres sesenta la más común. La de las hay una larga parte de murallas al Este y otra calles secundarias (Esquide, San Andrés) es al Oeste, apuntándose en los extremos Norte de dos a dos y medio. y Sur. Los trazados de las calles principales se La impresión que da el plano de manzanas establecen con relación a este eje, siendo de de Laguardia es la de que la parte occidental categoría siempre inferior los perpendicula­ de arriba abajo, corresponde a un plano más res. coherente que la parte oriental, en donde las Es interesante insistir en la orientación calles son más irregulares, también los anchu- del conglomerado urbano, que queda fran­ rones. De todas formas, los portales corres­ camente definido en la hoja número 170 del ponden a un plan de comunicación con el mapa de España, a escala 1: 50.000, como exterior señalándose como de mayor impor­ colocada en el cerro elíptico de Norte a Sur, tancia: con leve inclinación al Sudeste, por la iglesia 1) La puerta de San Juan, al Sudeste. de San Juan y con una altura de 635 m. sobre 2) La puerta de las Carnicerías, al Este. el nivel del mar mientras que el Ebro, en línea recta queda a 400 y al Norte la Peña del 3) La puerta de Santa Engracia. Castillo está a 1430 o algo más. Así la dispo­ 4) La puerta de Páganos, al Oeste.

290 Fig. 19 5.-Plano de La guardia. 1. Castillo. 2. Plaza de Armas. 3. Torre abacial. 4. Santa María de los Reyes. 5. Cementerio. 6. Calle del Castellar. 7. Calle de Esquide. 8. Calle Real o Mayor. 9. Calle de Francos o de Páganos. 10. Puerta de Santa Engracia. 11. Casas de los Reyes de Navarra. 12. Calle de Santa Engracia. 13. Puerta Nueva. 14. Plaza del Ayuntamiento (A). 15. Hospital del Pilar. 16. Portal de Páganos. 17. Calle de San Juan. 18. San Juan. 19. Antiguo cementerio. 20. Puerta de San Juan. 21. Puerta del Mercadal. 22. Rúa Mayor de Peralta. 23. Roclo. 24. Crucifijo del Mercadal. 25. Judería. Existe una ordenación cívico militar por y fueron rasgados a partir del momento en cuarterones que son el de Páganos, el de que la población dejó de tener significado Peralta, el de Santa Engracia y el de San militar. Hay parte que ha sido restaurada. Juan 33. Los planos de Laguardia indican, claro es, Lo primero que se destaca en Laguardia unas variaciones en el conjunto de las casas, es la conservación bastante íntegra de la mu­ que obedecen a cambios sobrevenidos en ralla, que marca el continente (fig. 196). Lo épocas varias. segundo, la relación de las dos iglesias, Santa La determinación del ancho de la fachada María y San Juan con el recinto fortificado. y el fondo del edificio que da el fuero funda­ La muralla se ajusta hasta cierto punto a la cional (los doce estadios de fondo y cuatro de forma del cerro y presenta ciertas irregulari­ ancho) 34, se ha de considerar como una di­ dades, que, contemplada de lejos, se disimu­ mensión aproximativa siempre. Pero no deja lan. Hay alguna vista esquemática de la de verse que, aun cuando se hayan tirado misma en la que parece exagerarse la regula­ edificios y se hayan hecho casas más anchas ridad. de fachada, las líneas en anchura son muy constantes. La dimensión en fondo se ajusta En el lado que da a la carretera de Lo­ más a irregularidades de trazado. Pero, en groño hay hasta seis cubos de muralla: uno en suma, se observa lo que sigue: relación con la iglesia de San Juan. En el opuesto, otros seis, más o menos marcados. 1) Las manzanas limitadas por la mu­ Los lienzos de muralla son de factura diversa ralla al Oeste van constituidas por

Fig. 196.-Cubo de la muralla, de Laguardia, al Este.

292 casas en series bastante homogéneas, 5.°) La puerta de la fechada que da a la sin grandes posibilidades de expan­ calle en la planta baja, suele colocarse late­ sión. ralmente y da a una escalera. También hay 2) Las manzanas limitadas por las ca­ una puerta que comunica con otra u otras lles Mayor y de Páganos tienen gran cámaras interiores, a modo de cuadras (figs. amplitud de fondo edificable, que 42, 43 y 44 del capítulo VII de la parte permite una división también axial de primera). la parcelación, de Norte a Sur, dán­ 6.°) En la planta alta, están las habita­ dose a la parcela de la Calle Mayor, ciones y la cocina. mayor profundidad en general. En 7.°) A veces, en el zaguán, hay un tabi­ este sector ha habido agregaciones y que que lo separa de un recinto que origina­ en las fachadas de casas más impor­ riamente era una tienda, con su puerta y un tantes, aprovechamiento de más hue­ mostrador que se cierra con hojas grandes cos. rectangulares, articuladas, o de otro sistema. 3) Las manzanas limitadas por las ca­ 8.°) En el zaguán o en otra parte de la lles Mayor y Esquide, Esquide-calle planta baja, hay una trampa que da a una del Castillo, Mayor y Santa Engracia, escalera que baja a las bodegas, bastante Mayor, San Juan, son de menor pro­ profundas y a un nivel poco más o menos. fundidad, pero conservan doble par­ celación, con eje interior que daba Algunas casas viejas tienen dos plantas, lugar a un patio común o «caño» del tanto las de tejado de una vertiente como las que quedan algunos vestigios. Las de tejado a dos aguas; no falta alguna con tres agregaciones han modificado a veces y una torreta. Pero se puede indicar, además, les esquemas en profundidad. lo que sigue: 4) Las manzanas de las calles perifé­ 1.°) Las casas antiguas tenían la parte ricas y las de la muralla oriental, tie­ baja de piedra sillar o cantería y el alto o los nen, en general, las características de altos de madera y entramados. las periféricas occidentales. Salvo en 2.°) Los altos debían tener en casos vo­ algunos casos de remodelación, pro­ ladizos de los que quedan algún residuo. ducida por el trazado en el siglo XVI, 3-°) Desde el siglo XVI hay un proceso de la Calle de San Andrés. de modificación y aun remodelación que se observa aumenta en los siglos siguientes y Puede decirse, así, que tanto los planos que tiene sus expresiones más espectaculares de las plantas bajas, como las de las altas de en el siglo XVIII. En realidad, puede afir­ Laguardia conservan muchos elementos del marse que el cambio fundamental en el sig­ plan primitivo, que de raíz tuvo que ser nificado de Laguardia como núcleo urbano «románico» y en su ejecución mayor (como sobreviene cuando la anexión de Navarra. lo acreditan las iglesias), gótico; el plan del Pero hay que advertir que antes, durante la período navarro aún, en su mayor parte. guerra de 1461, pasó a la corona de Castilla a La casa más común, ajustada a los princi­ la que se entregó con toda la Sonsierra 35. pios originales, parece haber sido la que tiene Laguardia es una población agrícola y ga­ estas características. nadera, con significado militar durante siglos. 1.°) Por anchura de fachadas puede ha­ Su subsuelo se convierte en una red de cue­ cerse con vigas de siete metros, sin necesidad vas para guardar vino, de un trazado impre­ de columnas u otros soportes intermedios. sionante. Además de viñas hay olivares y 2.°) Puede tener, en los casos menores, huertas. El ganado menudo sale por los por­ un tejado sólo a una vertiente. tales todas las mañanas y extramuros. Donde antes estaban unas casas de los reyes de Na­ 3.°) En los casos mayores, tejado a dos varra, se alzó un parador, como se ve en el vertientes, con bastante longitud cada una. plano de la hoja de Alava, del atlas de Don 4.°) Suele tener dos plantas, más un Francisco de Coello (1848), parador que sub­ poco de desván. sistió hasta nuestros días 36.

293 Después del siglo XIX, Laguardia quedó la de San Juan, donde vivían los soldados de encerrada en sí misma. Para escribir la pri­ la guardia. Otros vivían en el Castillo mera obra de la serie «Memorias de un hom­ Grande, así como los oficiales del regimiento bre de acción» que se titula «El aprendiz de y los nogales del paseo exterior habían sido conspirador» y que fecha en octubre de talados y se había construido un paredón que 1912, Pío Baroja estuvo en Laguardia y en un rodeaba todo el cerro elíptico. capítulo de la novela dedica varias párrafos a describir la población, contrastando sus im­ Al Angelus se cerraban las puertas y los presiones con las que hubiera podido tener centinelas de los baluartes daban sus gritos de un hombre en 1837, que es cuando pone el alerta cada cuarto de hora41. episodio novelesco y cuando Laguardia tenía Laguardia, en suma, es un testimonio de una guarnición liberal, rodeada por un ám­ la vida medieval que ha quedado en pie. bito en que dominaban los carlistas37. Desde el punto de vista de su concepción «Desde el tiempo de la primera guerra civil primera hay que relacionarla con otra funda­ acá, la ciudad de Laguardia apenas ha cam­ ción de Sancho el Sabio de Navarra, acerca biado... La única diferencia que podía encon­ de la que últimamente se ha escrito mucho y trar sería ver la muralla agujereada por ven­ que ha tenido una historia muy distinta. Me tanas, balcones y miradores» 38. Le da la refiero a Vitoria. Vitoria quedó mucho antes forma de un barco con la proa hacia el Norte fuera de la órbita estatal navarra y tuvo un y la popa hacia el Sur y señala la existencia de desarrollo grande a lo largo del siglo XIII, cinco puertas: las de Santa Engracia, Carnece- hasta llegar a ser una ciudad importante por rías, Mercado, San Juan y Páganos, y de tres su población y comercio en los siglos si­ calles principales; la de Santa Engracia, la guientes. Pero la primera planta levantada Mayor y la de Páganos. sobre un cerro también elíptico, con una calle En la guerra se había arreglado el torreón central como eje, dos laterales atravesadas de Sancho Abarca, al que llamaban «Castillo por cantones y dos iglesias en los extremos, Grande»; con sus cinco pisos, dejando una combinadas con la fortificación, es similar a la plaza de armas en forma de herradura. Como de Laguardia, aunque el contenido urbano de atalaya cerca estaba la torre de Santa María. esta zona alta haya sido barrido casi en abso­ Estas y la de San Juan servían de telégrafo de luto. Vitoria tiene fuero que se fecha en señales del ejército para comunicar con Viana 1181 42. y otros pueblos. Es importante subrayar que Vitoria, tanto En la plaza de armas, donde había un como Laguardia, como otra población de cobertizo largo de Este a Oeste, que servía de fundación navarra de la misma época, proba­ depósito de municiones, había un espacio blemente, y que tiene estructura muy pare­ abierto donde en tiempo de paz se celebra­ cida, es decir, Salvatierra, se hallan orientadas ban las corridas de toros 39. A los cubos de la de la misma manera, de Norte a Sur. En muralla, por la parte de Páganos, es decir los relación con Vitoria, véase la hoja número del Oeste, se les llamaba «Los Siete», por su 112 del mapa del Instituto Geográfico y para número 40. Salvatierra la 113; también aquí encontramos Fuera del recinto amurallado no había una iglesia en un extremo, otra en otro, la más que el citado parador, cercano a la puerta calle eje y las dos laterales, con sus salidas de Santa Engracia y un cuartelillo entre ésta y por cantones 43.

294 III

Estas tres pueden ponerse como modelos valle del Ebro. El mismo Moret insistirá so­ de población de frontera, del momento de bre la importancia de sus murallas y torres esplendor del arte románico. Pero cuando «de que duran vestigios», y Yanguas publicó triunfa el estilo gótico, momento en el que el texto de varios documentos que se referían Navarra se siente más estrechada por Castilla, a los esfuerzos de los vecinos en repeler los hacia el lado del Ebro, surge también de ataques de que fueron objeto, desde 1274 a nueva planta, alguna población con signifi­ 14 7 0 46. cado parecido, pero con modificaciones sen­ sibles de plan. Tratemos ahora de Viana. El carácter privilegiado de fortaleza por su condición fronteriza, queda reflejado en Por abril de 1219 y estando en Tudela, muchos documentos administrativos medie­ Sancho el Fuerte otorgó fueros a los pobla­ vales. En 1280 Viana aparece como pobla­ dores de Viana. Tanto Moret como Yanguas ción en que se ajustan treguas con Castilla 47. hicieron un extracto de los mismos fueros 44. Y ya el primero hacía resaltar que, desde el Con castillo importante48 y de fecha punto de vista de la constitución urbana, la posterior hay textos que demuestran que, a puebla no se hizo con gente de fuera, sino pesar de los peligros de su posición era un mediante la fusión y agregación de aldeas que municipio que quedaba incluido entre los había en la tierra: Longar, Tidón, Prezuelas, más importantes del reino. Cuevas, Piedrafita, Soto, Cornava. Resultaba, así, que a causa de este sistema de agrega­ El libro del monedaje de tierra de Estella, ción, quedaron luego, hasta el siglo XVII de 1350, da una imagen de Viana como de mismo, vestigios de sus iglesias y los nombres población con vecindario nutrido, dividido en de los términos rurales eran los de los anti­ calles, plazas y barrios, que son estos: guos pueblos. «Y no pocos años después de la fundación -continúa Moret- duraba en los 1) Rúa Mayor de la Plaza de Sant Pedro instrumentos públicos elegirse y nombrarse con ochenta y un personas; incluido el los jurados de su gobierno, cada cual con el 2) Sector de la Plaza hasta la Puerta de nombre del concejo antiguo que represen­ Estella. taba, y en cuya memoria se elegía». Algún 3) El Algarrada con cuatro pueblo como Bargota, no llegó a despoblarse, pero quedó con la categoría de barrio. «Eli­ 4) «El barrio de Tudon ata la Puerta de gió el rey -sigue Moret- para planta de la San Felices», con veinticinco personas, nueva población un collado de muy igual 5) «El barrio de Cuevas susano y jusano» llanura en la cumbre y con pendiente por la con veinticuatro personas. parte de Oriente, Mediodía y Occidente, 6) «Los barrios del Castillo» de veinti­ desde donde despeja con recreo mucha y cinco personas. muy agradable campiña. Sólo la entrada por Septentrión es llana, aunque embaraza la 7) «El Raval de la Puerta de Estella» con vista por allí una cercana montaña» 4S. Es veintiocho personas. decir, que no estamos ante un pueblo- 8) «El Valeijo de la Puerta de Santa puente, ni ante un núcleo colocado en un Marta» con diecinueve personas. cerro elíptico, rodeado de tierra más baja, 9) «El Var(r)io del Longar Susano», con sino ante asentamiento que, en su longitud va dieciséis personas. de Este a Oeste, con 472 metros de altura 10) «El Var(r)io del Longar Jusano», con sobre el nivel del mar en su centro, un cerro veintitrés personas. próximo al Norte de 505; y tierra al Sur a 420, como se aprecia bien en la hoja número 11) «Perafita» con diez personas. 171, del mapa del Instituto Geográfico y 12) «El Va(r)io de la Cuesta» con dieci­ Catastral. Viana es como un mirador hacia el nueve personas.

295 13) «El varrio de las Campanas» con trece núcleo urbano adquiere una fuerza y consis­ personas. tencia que, en parte, se debe a la riqueza del La suma era 413 fuegos 49. La población término y, en parte, a la situación de frontera en 1366 era menor; de 413 fuegos a 155 50. y en vía importante. Hay una regular población de judíos por Viana, como Laguardia, pierde gran parte entonces: treinta y tres cabezas de pudientes de su significado primitivo, con la anexión de y doce que no lo eran 51. Navarra y la eliminación de las luchas de frontera. Pero a fines del siglo XVI sigue Las aldeas de Viana son «Bargota», dando sensación de prosperidad: «Viana, villa «Aras», «Longar» «Perafita» y «Perezuelas» primera del reyno de Navarra, viniendo de en 1366 52. En 1350 se mencionan «Longar», Castilla, tiene hasta quinientos vezinos, poco «Perezuelas», «Aras», «Guarraynno» y Bar- más o menos, de gente rica, y es título de los gota 53. No como puros despoblados. Re­ primogénitos de los reyes de Navarra. A la sulta, así, que en poco más de un siglo el entrada tiene una hermosa iglesia y un portal

Fig. 197.-Vista aérea de Viana.

296 de linda fábrica, muy diferente que en Casti­ Examinemos ahora la planta y disposición lla, que allí no son tan curiosos; tiene así de la zona principal (fig. 197 bis). Llegando a mismo muy lucido campanario. La comarca es ella por la carretera de Pamplona a Logroño, de mucho pan y de grande abundancia de se ve su entrada más conocida al Norte en vino bueno y barato, que puede la bodega de alto, sobre un sistema de muros de conten­ Viana proveer a todo el reyno de Navarrra ción, que dejan dentro un paseo y una «so­ en tiempo de necesidad, y vale aquí todo más lana». Paralelo a éstos va un alineamiento de barato que en Castilla...» 54. Esto en 1592. casas, montadas sobre la antigua muralla que En 1645, Rodrigo Méndez Silva la pondrá «a se abre por una puerta o portal principal, que vista de Logroño a la otra parte del caudaloso es el de la Concepción. Esta entrada da a una Ebro... con forma de cruz, alta por un lado, calle que de modo gráfico se denomina de tendida lo restante; cerrada de muros, cuatro «Los cuatro cantones» y que *termina en la puertas y fuerte castillo, con gran fertilidad, Plaza de los Fueros o de Santa María, donde de pan, vino, azeyte, hortalizas, legumbres, se alza esta hermosa parroquia. La plaza, por fruta, ganados, caza y pesca. Habitada de 700 el Norte y siguiendo una línea recta con vezinos, nobleza, dividida en dos parroquias, respecto a la calle citada se cerraba por la un convento de frayles franciscanos, y rico «Puerta de San Juan». Veamos, ahora, la hospital, Ciudad desde 1630» 55. distribución del ámbito determinado por este

Fig. 197 bis.-Plano de 'Viana.

1. Portal de la Concepción. 10. Santa María. 2. Calle de Cuatro Cantones. 11. San Pedro. 3. Plaza de los Fueros o Santa María, con ayuntamiento. 12. Calle Tidón. 4. Calle de Santa María. 13. Portal de San Juan. 5. Calle Medio de Santa María. 14. Calle de San Miguel. 6. Calle Abajo de Santa María. 15. Calle Nueva. 7. Calle de San Pedro. 16. Portal de la Trinidad. 8. Calle Medio de San Pedro. 17. Portal de San Miguel. 9. Calle Abajo de San Pedro. 18. Portal de San Felices.

297 eje. Al Este nos encontramos con tres calles bano es el de la «Calle Nueva», paralela a la paralelas: 1) calle Abajo de Santa María. 2) de San Miguel y que arranca del «Portal de Calle Medio de Santa María y 3) Calle de San Juan» haciendo una desviación de Su­ Santa María, pegada a la parroquia. Las dos deste a Nordeste. Al Norte extramuros, más altas terminan en la llamada «Plaza del queda un arrabal, constituido por la iglesia de Coso», de planta cuadrangular, claramente San Francisco, el hospital y su plaza con planificada y que tiene como principal orna­ varias callecitas. Al Este el arrabal de la Tri­ mento el edificio de las escuelas 56. nidad y al Oeste otro sobre la carretera de La «Calle Abajo de Santa María» da a una Aras 59. Como se ve comparando estos datos «Plaza del Castillo», cuyo nombre es sufi­ con los de los censos medievales, Viana tuvo, cientemente significativo. Detrás de Santa desde antiguo, cierta complejidad. En 1802 María, al Este y con comunicación con la el diccionario de la Academia de la Historia «Plaza del Coso», corre una calle en paralela le daba 2.825 habitantes 60 y Madoz le asigna línea con las citadas, que es la de la «Alga­ 2.803, incluyendo Aras y Bargota; 683 veci­ rrada». Esta palabra tiene dos acepciones. nos y 700 casas con tres plazas y diez y ocho Una es la de máquina de guerra usada en la calles 61. En 1900 la población era de 2.876, Edad Media para disparar pelotas o simples poco más que un siglo antes 62 y Gancedo en piedras, como se ve en el «Libro de Alexan- 1933 le daba 2.936 habitantes en 386 casas dre»: dentro de la población murada, señalando la pobreza de las casas de los arrabales 63. El «Fue luego la madera aducha e laurada, mismo da algunas medidas interesantes de El engeno fecho el archa ferrada, tener en cuenta. Las calles «Medio» de Santa El castiello fecho con mucha algarra­ María y San Pedro tienen 246 metros cada da» 57. una, las de «Abajo», 241. La «Calle Nueva», Otra es la de «encierro» o fiesta de toros 204, la de «San Miguel», 131 y la de Tidón similar 58. Parece que la primera acepción es 160. La de la «Algarrada», 132 64. la adecuada. El caso es que esta calle termina Contamos hoy con planos excelentes de en la llamada «Puerta de la Trinidad». Vol­ Viana y también con vistas aéreas que nos viendo ahora a la calle eje de los «Cuatro permiten darnos cuenta más exacta de las cantones», vemos que en dirección Oeste la transformaciones del casco, arrancando de prolongación de la «Calle abajo de Santa aquella concepción que le hacía pensar en María» es la «Calle Abajo de San Pedro» y una cruz a Rodrigo Méndez Silva 6S. En esen­ que, paralelas, siguen la «calle Media de San cia, estamos ante una planificación de tres Pedro» y la «Calle de San Pedro» propia­ calles largas cortadas por una central, que en mente dicha. Al Oeste de ellas queda la el caso es el eje, a diferencia de lo que ocurre iglesia de San Pedro y en ángulo hay un en los casos anteriores. portillo que se abre en un cantón transversal. El hermosísimo ayuntamiento de la ciudad Parece también que en líneas generales queda en la plaza de los Fueros antes citada, los espacios públicos en tiempo bastante an­ frente a la parroquia Santa María y en la tiguo pudieron ser ordenados de un modo manzana constituida por la calle de San Pedro amplio y que las iglesias tienen un desarrollo y otra que va paralela a ésta por el Norte, considerable del siglo XV al XVIII. Como que es la «Calle Tidón», que, por el lado en tantas otras partes la época de Carlos II no opuesto termina en la «Plaza de San Pedro» delante de la iglesia. Esta «Calle Tidón» puede considerarse alineada con la de la «Al­ garrada». Se rompe, próximanente a su mi­ tad, por una plaza y luego hay una «Calle de San Miguel» que termina en la puerta del mismo nombre. Por encima de la plaza de San Pedro también hay, hacia Poniente, otra puerta, la «Puerta de San Felices», que es la quinta del recinto. Un nombre signficativo, 198.-El Ayuntamiento de Viana. en ¡a Plaza de los , para comprender la ampliación del casco ur­ Fueros.

298 queda como una de las más miserables de la Otros edificios de este recinto, es evi­ Historia. El precioso ayuntamiento que está dente que se concibieron con la idea de darle en la plaza (lámina en color), se termina unidad. Así, colocándose al centro de él y de entonces al parecer, y su construcción hay cara a las escuelas, se ve una casa de vecindad que relacionarla con la del edificio que pre­ al lado izquierdo en que aparecen cegados side el Coso, que alberga unas escuelas desde otros siete arcos de estructura parecida, sobre hace mucho. El ayuntamiento tiene soporta­ los que hay una balconada con otros siete, les constituidos por siete arcos y un alto con cegados también y con rasgaduras; tres ven­ otros siete huecos que dan a tres balcones, tanas y dos balcones. Al lado derecho pode­ tres al medio y dos a los lados. La fachada mos contemplar una mansión con cuatro bal­ está coronada por un gran escudo de piedra cones y una galería superior con ocho arcos, barroco y lleva la fecha de 1688. A los dos de ladrillo, de estilo navarro-aragonés típico. lados se levantan dos torres de ladrillo. Para­ Es claro que la plaza se concibió como un lelamente el edificio de la Plaza del Coso espacio público para fiestas, como corridas de tiene nueve arcos en la planta baja, formando toros, y como mercado, dándosele unas pro­ un largo soportal de perfil esbelto, encima porciones muy armoniosas. corre una galería con otros nueve, cerrada En las calles, contra lo que ocurre en hoy con cristales, para hacer habitaciones. Estella e incluso en Puente la Reina, es difícil Pero este cierre es moderno. Hay, en efecto, encontrar vestigios del período gótico. Las fotografías de hace cosa de medio siglo en casas humildes son de ladrillo desde el pri­ que se ve la galería, por lo menos en los siete mer piso; altas, estrechas, reformadas en sus arcos del medio, completamente abierta, con huecos, con tres y cuatro pisos. Los balcones un balcón corrido, como se representa en el se multiplicaron del siglo XIX a acá (fig. dibujo (fig. 199. Ver también fígs. 204 y 208). En la parte superior quedan restos de 20 5 ) 66. viejas galerías o solanas. No faltan, sin em­

Fig. 199 -Edificio de la Plaza del Coso de Viana, en su estado anterior.

300 bargo, mansiones ajustadas a una concepción Más movida en su barroquismo es alguna señorial, con dos arcos de piedra de entrada fachada en la que reja, balcones del piso al centro con dos balcones encima y un ven­ primero y los superiores juegan un papel tanal en medio. Todo ello en piedra sillar que destacado. Tiene ésta sólo dos huecos en llega a lo alto del piso primero y unos huecos banda y es de piedra la parte de la planta baja laterales como de servicio. El segundo piso, y un entresuelo con gran reja forjada y un en ladrillo se abre por dos balcones sin vuelo ventanillo, como los suelen tener algunas ca­ (fig. 210). Gran armonía tiene alguna casa en sas con oficinas o comercios del XVIII. En­ que se ve la mano y la idea de un maestro cima, en parte de ladrillo, van dos airosos que ha estudiado lo que dicen los textos balcones con un blasón en medio y encima renacentistas sobre el modo de dividir los otro piso con tres balcones con poco vuelo. «quadros» o «sellares», con una «cuerda» En esta fachada, como en otras de Viana, el honda 67, para labrar las pilastras laterales y la elemento suntuario principal está constituido decoración de las dos puertas y las dos gran­ por los hierros (fig. 207). En suma, Viana es des ventanas simétricas de las ventanas, en una población que aparece con un pasado medio de las cuales queda el gran blasón próspero y de su carácter militar no quedan enmarcado (fig. 206). Sobre esto, separado huellas tan profundas como en Laguardia. El por una cornisa, queda el piso segundo con antiguo amurallamiento se halla cubierto por dos balcones y unas pilastras estriadas a los casas de dos y tres pisos de varios huecos en dos lados y encima otro cuerpo, el del tercer banda, con galerías altas, balcones e incluso piso, con dos balcones menores y una ven­ miradores. Casas que en alguna ocasión tie­ tana central. Todos estos huecos enmarcados. nen también bodegas.

IV

Una vez más nos encontramos con que el modo paralelo a como pasa en Alava con los «continente» y el «contenido» de una pobla­ pueblos que quedan al Norte del valle de ción planificada tienen entre sí relaciones Campezo. Zúñiga es nombre que corres­ distintas a lo largo de la historia; pero hay ponde a una alteración romance de otro ante­ algo que resulta permanente, que es la des­ rior. Más cerca del vasco antiguo están «Ez- trucción del sentido bélico o militar, defen­ túñiga» y «Estúñiga», que contienen un ele­ sivo, de las poblaciones. En una escala dis­ mento «iztun», «istun» que vale tanto como tinta pasa lo mismo con núcleos mucho más embudo, desfiladero, etc. y que corresponde pequeños, que subsisten asimismo, en anti­ bien a la topografía del emplazamiento 68. guas zonas fronterizas. Vamos a examinar ahora, aunque sea rápidamente, varios que se La historia de Zúñiga es compleja, arran­ concibieron en distinta época y por razones cando del 1 de noviembre de 1278 en que también distintas. Dentro del ámbito occi­ los moradores del lugar de Estúñiga tomaron dental una de las más interesantes es Zúñiga, por señores a los reyes de Navarra, eximién­ que queda pegada al valle hoy alavés de dose del vasallaje que tenían de algún señor Campezo, sobre un pequeño afluente del Ega particular. La recepción en nombre de la y al Sur del valle de Lana. Las alturas que la reina la hizo el gobernador, y en el docu­ separan de éste parecen haber dado lugar a mento se expresan sus fueros 69. una antigua frontera lingüística, de suerte que Posteriormente Zúñiga pasó a ser señorío en el valle de Lana se debió conservar el de hombres poderosos de linaje con el vasco por más tiempo que en Zúñiga, de mismo nombre. Participó en las guerras civi­

301 les y luchó contra el poder de los señores y le asigna 344 habitantes, con menos mujeres en 1484 consiguió volver a la jurisdicción que hombres, y 94 edificios en la villa. Da un real, habiendo sufrido gran destrucción antes plano y describe el casco como un «conjunto de 1460. Parece, pues, que su estructura o de edificación que forma un rectángulo con forma se halla condicionada por tales disputas tres calles longitudinales y tres transversa­ y conflictos civiles. En 1802 se le dan 231 les» 72. En realidad Zúñiga tiene una forma habitantes 70 y Madoz le da sólo 152 con 30 irregular, como se ve en el plano adjunto, vecinos, 50 casas «que forman una plaza y sacado del mapa de Navarra, a escala tres calles» 71. Altadill marca un aumento 1:10.000 de la Diputación Foral 73 (fig. 200). sensible en 1888, 1900 y 1910. En esta fecha Está orientada con un eje Nordeste-Suroeste,

Z^iAiOO

Fig. 200-Plano de Zúñiga.

302 como en un cruce de cuatro caminos que una cofradía de San Juan, con aire militar, llegan a sus puertas. El núcleo no ha tenido pues estaba constituida por arcabuceros, en una evolución paralela a la de las planifica­ torno a la cual se han creado varias leyendas ciones mayores y ha quedado parado en su explicativas: es, sin embargo, una de las varias condición de núcleo agrícola, sin desarrollo que agrupaban a los hombres armados, en comercial, ni de edificios de cierto lujo, etc. forma de milicias locales, de las que quedan Una estructura planificada que nos resul­ distintos restos en el Norte81. tará ya familiar, aunque en escala menor, es la La conexión de ciertos elementos con de Torralba, que forma municipio con Oti- otros en la vida de los pueblos tiene casi ñano. El nombre es de larga tradición ro­ siempre una clara explicación histórica, frente mance, puesto que ya en la Antigüedad clá­ a la oscuridad, poética y romántica a veces, sica nos encontramos con unas «Turres Al- de las explicaciones tradicionales. bae» en la costa del Lacio, indicadas en la ta­ bla de Pemtinger, en la laguna de Caprolace. El nombre se repite una veintena de veces en España74. El pueblo actual parece haber te­ nido un antiguo núcleo despoblado en época remota. Porque, en efecto, el fuero del rey Teobaldo, fechado hacia 1263, indica repobla­ ción, concediéndose a los nuevos pobladores los fueros y costumbres de los francos de la rúa de San Martín de Estella 75. La historia de la villa durante los siglos siguientes es la de una población de frontera. Hay memoria de destrucciones hechas en sus «arrabales» en la guerra con los castellanos y de que se forti­ ficó, según documento de 13 7 9 76. Después siguió el partido del Príncipe de Viana y en un momento el capitán que la gobernaba la entregó al rey de Castilla, contra la voluntad de sus nativos, que se reintegraron a la co­ rona de Navarra, por lo que fueron colmados de mercedes en 1466 por Doña Leonor 77. Pese a ellas, Torralba no aumentó mucho de población, como parece que se pretendía. En 1802 tenía 3 3 6 78 y Madoz le da 357 habi­ tantes, con 73 casas que formarían cuatro calles 79. Luego aumentó hasta 483 en 19 1 0 80. De todas formas, su planta es la de una típica población nueva del siglo XIII o XIV, con una calle eje y cierta tendencia a que el conjunto dé una planta elíptica (fig. 201). Su silueta, desde el Sur, con la sierra al fondo, es airosa (fig. 211). Dentro se percibe un desenvolvimiento urbano mayor que en Zúñiga, pero no llega al de otras villas. To­ rralba, en efecto, queda en un territorio fra­ goso, el del valle de Aguilar, con pueblos bastante cercanos que tampoco se han desa­ rrollado mucho, después de su fase que po­ dríamos definir como «guerrera», de la que conservaron, sin embargo, algunas tradicio­ nes militares de mucho interés folklórico. Así, hasta nuestros días subsistió en Torralba Fig. 201 .-Plano de Torralba.

303 V

Torralba parece que, en su planta, sigue parece haber dejado otras huellas en Nava­ una tradición. Hay otras «pueblas» de fecha rra 86. Dejando a un lado los privilegios con­ posterior que inician una distinta. También se cedidos a los pobladores, se advierte que en trata de pueblas de frontera, pero se hallan 1351 el pueblo estaba construido y el caba­ en un medio distinto. No se asientan en los llero Don Juan de Mauleón recibió el en­ lindes con Alava, sino en los de Guipúzcoa, cargo de levantar su cerca y de fortificarlo 87. al Norte. Tierra fragosa en que predominó Parece, sin embargo, que a pesar de varias una población de pastores que tenían intere­ confirmaciones de privilegios hechas entre la ses parecidos, pero encontrados con los de fecha fundacional y ésta 88, la nueva pobla­ las aldeas navarras de la Burunda y la Ba­ ción se nutría muy lentamente de habitantes rranca. Una vez que, con Alfonso VIII, Gui­ y así otro documento del mismo año, recono­ púzcoa pasa a la corona de aquél y sus suce­ ciendo que la fortaleza de «Cherri» poco sores, a lo largo de los siglos XIII y XIV ésta valdría «si non habéis habitantes et defenso­ frontera es la de los «malhechores» por an­ res deilla», aumenta los privilegios. También tonomasia. Los macizos montañosos de Ara- dispone que la iglesia, que quedaba fuera, se lar, Andía, Urbasa permitían que navarros y hiciese dentro y dedicada a Santa María y que guipuzcoanos anduvieran a la greña y que los se deshicieran todos los pueblos de la tierra robos de ganado estuvieran a la orden del de Aranaz y que nadie viviera fuera de la día. Hace ya muchos años que Don Arturo nueva villa90. Es interesante también otro Campión reunió un material copioso, acerca documento del mismo año en que se comi­ de la delincuencia, según los registros que siona al merino de las montañas, Sancho Ló- reflejan lo que ocurría por aquellas tierras 82. piz de Uriz, para que fuese al término, exa­ Esta situación permitía, también, que per­ minase el prado próximo al puente y los sonas que quedaban fuera de la ley en una demás que hubiese en él y lo distribuyera de monarquía u otra, anduvieran por allí como modo regular, de suerte que cada casa tuviera «banidos» y «encartados» y que a veces se su huerto para plantar árboles, evitando toda hicieran convenios para perseguirlos suscritos parcialidad 91. de una y otra parte. Se conocen, así, tratados de En el mismo año se dispone que se cons­ 1298 y de 1330 concebidos en este sentido 83. truyan 1.°) unos molinos, que puedan defen­ Resulta también, que a comienzos del siglo derse desde el muro fortificado, 2.°) uno o XIII, en el valle de Araquil había un varios hornos públicos, 3.°) una casa de pie­ territorio que se denominaba « Aranaz» «tierra dra, para chapitel cerca de la plaza, 92. Los de Aranaz» o «Araynaz» y en él un lugar de­ vecinos tendrán la obligación de usar moli­ nominado Echarri o Echerri. En 1251 Teo- nos, hornos y chapitel pagando unos dere­ baldo I confirmó a los de Aranaz un fuero de chos al rey: la cuatorcena en los molinos, el Sancho el Fuerte y les donó la iglesia de fornaje en los hornos. No terminó el siglo sin Santa María de Echarri y su torre 84. Pero que este pueblo con su torre sufriera los bastante después, en 1312, a petición de los efectos de la guerra, siendo tomado en 1378 habitantes de esta tierra de «Aranaz», el go­ por las gentes del rey de Castilla 93. bernador del reino, Engarran de Villiers, dis­ La historia de Echarri-Aranaz a lo largo puso que se poblara la «bastida» de Echarri, del siglo XIV nos da elementos suficientes en la «frontera de los malhechores» 85. Apa­ para comprender, en gran proporción, su rece aquí la palabra «bastida» en forma que planta. Esto no quiere decir, sin embargo, para Moret, que ya dio un un amplio extracto que desde entonces a acá no haya experi­ del documento, se trataba de una «casa fuerte mentado grandes transformaciones. En 1802 o torreón de campaña», «cercano a las ma­ se dice que se compone de 177 casas con un drigueras a las que se acogían los malhecho­ molino y 721 habitantes 94 Madoz le asigna res» 86 . La palabra tiene varias acepciones ya 1.015 almas en 140 casas, formando calles 95 en la Edad Media. Pero ésta de torre aislada y Altadill le da en 1910, 1492 con 201 casas

304 contando ventas y bordas 96. Sobre el plano calle. Llama la atención, en segundo término, que da se fijaron hace años los rasgos evi­ cómo queda así dividido el núcleo urbano en dentes de un tipo de planificación 97 que es, dos partes más compactas a los lados de éste: sin duda, distinta a las ya estudiadas. Hoy se una al Oeste, pegada al río, otra al Este 99 pueden estudiar otros mucho mejores, así (fig. 202). como vistas aéreas98. En unos y otras se Las casas, sin duda, han sido objeto de observa una amplitud mucho mayor de los reconstrucciones sucesivas, abundando las de espacios no construidos que en fundaciones piedra de los siglos XVII y XVIII hechas con anteriores. Llama la atención, en primer tér­ arreglo a un módulo; planta baja con puerta mino, el gran rectángulo central que sin tener central, de arco de medio punto adintelado y forma de plaza, tampoco es propiamente una una ventana a cada lado. Sobre ésta, un piso

Fig. 202.-Vista aérea de Echarri-Aranaz.

305 con tres ventanas que corresponden a los lindando con «rúa pública» y un casal. Esta huecos de abajo y algunas veces otro piso tendría derecho a huerta y era de fuera, como segundo de menor porporción, con una ver­ las de los otros vecinos 102. tiente del tejado sobre esta fachada y sin Es decir que el solar era rectangular y huecos entre casa y casa, que forman manza­ bastante pequeño, si se considera que la sexta nas compactas. A veces hay casas de dos parte del codo para medir ladrillos, tapias, huecos tan sólo y en determinados momentos fusta o maderas venía a tener unos ocho se han levantado edificios públicos más am­ centímetros y medio 103. La manera de poblar plios, como la casa municipal. Echarri-Aranaz en este caso es parecida a la que se aplica en nos acerca, acaso, en su concepción a pueblos el de Viana 104. Y Huarte-Araquil tiene vici­ del Sudoeste de Francia, las «bastides» clási­ situdes parecidas a Echarri-Aranaz. Cercado cas. de murallas y torreado, aún quedaba algún En la calle central están las casas mejores, vestigio de la fortificación en tiempos del muchas del XVIII, como se ha dicho, con Padre Moret 105. dos huecos en la planta baja (puerta y ven­ En 1366 se le dan cincuenta y un fuegos tana), dos en el primer piso (con balcones lo que hace unas 255 personas 106. En 1461 separados y corridos) y dos en el segundo fue atacado por los castellanos y Juan II con ventanas anchas y bajas (fig. 212). Pare­ premió la defensa que hicieron de la plaza sus cen, en casos, obedecer a una planificación de habitantes, dándoles varios privilegios 107 y manzanas enteras 10°. en 1487 padeció un incendio a causa del cual El carácter agrícola domina aún, aunque sufrieron mucho las 160 casas de que cons­ se van realizando modificaciones que impone taba, no quedando de la iglesia sino cuatro la mecanización de las explotaciones. paredes 1C8. Este documento indica que las casas estaban muy juntas y la villa bien po­ De forma bastante paralela se puede se­ blada. guir el proceso de formación de Huarte-Ara- quil, al Este del mismo curso fluvial. Parece Después siguió estándolo. En 1802 se le que el territorio donde se asentó la puebla dan 177 casas útiles y diez derruidas 109, con contenía varias aldeas, o «villas» en el sentido 812 personas. Madoz aumenta las casas a antiguo de la palabra, que dependían, en gran 200, dispuestas en tres calles y dos plazuelas, parte, de la iglesia catedral de Pamplona. pero baja la población a 575 almas 110 y Carlos II inició la fundación y el 11 de junio Altadill para 1910 da 204 casas y 819 habi­ de 1359 por un auto otorgado por el obispo tantes 111, pero indica que hay hasta 40 edifi­ de Pamplona, Don Miguel Sánchez de Asiain cios diseminados. Nota su semejanza con y el cabildo catedralicio, en que aprueban y Echarri-Aranaz y da un plano 112. confirman una concordia hecha entre el in­ Ahora hay asequible mejor documenta­ fante Don Luis, lugarteniente del rey y el ción 113. El plano de Huarte-Araquil (fig. chantre de Pamplona, Don Guillen Amaneu, 203) ofrece una estructura más alargada que se ve que se obligó a los pobladores de las el de la villa vecina: el eje mayor, lo consti­ villas y aldeas de «Muztillano», «Arguin- tuye una calle ancha y larga, la «rúa meya­ doayn», «Amurguyn», «Echave», «Aguire- nua» del documento citado, que va en direc­ gui», «Mendicoa», «Epeloa», «Utzegui» o ción Nordeste-Suroeste. «Uztegui», «Blastegui», «Yllordia» y «Gari- zano» a que «entren en la dicha puebla et El flanco occidental de la puebla queda billa de Huart et que desaqui ninguno deyllos sobre el Araquil en uno de sus bucles; y en el no abite ni more en eillos» 101. extremo Norte hay un puente; la calle central tiene una paralela, bastante larga, al Este, En el documento, largo, se hace referen­ siendo la del Oeste más irregular, pero más cia a los bienes y derechos que deben perte­ ancha que ésta. Las tres, al Suroerste, dan a la necer a la iglesia que antes tenía dominio iglesia a la que sigue una plaza. Los cantones sobre los pueblos; entre ellos «finque en no son absolutamente simétricos y aún por el remayngua para fazer casa o abbadia una Este corre una calle mucho más estrecha con plaça en la rúa meyanua de seze cobdos en edificios más pequeños hacia el exterior. ancho et treynta et seys copdos en luengo», Como en Echarri-Aranaz, las casas parecen

306 ser de época relativamente moderna en su Ya veremos cómo otros pueblos vecinos mayoría; muy posteriores al incendio. Las de este valle reflejan, siempre, la gran fuerza casas recuerdan también a las de Echarri y se del XVIII y también influencias en la con­ percibe diferencia en cuanto a su cuido entre cepción de espacios públicos y aprovecha­ las calles laterales y la principal 115. miento de solares de los pueblos. Un típico pueblo-calle, como Arbizu, desarrolla ésta en Es difícil imaginarse cómo sería la cons­ anchura, como las dos villas analizadas. En trucción en tiempos anteriores, en que se Lacunza la calle central en que se halla la hiciera más uso de madera entramada y mate­ pla2a y donde hay una picota antigua, las rial más frágil; pero algunas fotos antiguas casas del tipo de las descritas, de Echarri- reflejan existencia de entramados. Aranaz vuelven a darse 116.

Fig. 205.-Vuta aérea de Huarte-Araquil.

307 En todo caso, una vez más vemos cómo el Pero en esta parte, atendiendo a un criterio origen de un asentamiento, que condiciona de ordenación histórico-cultural, que sirva su estructura material, por el criterio de pla­ también para dar idea de la morfogénesis, hay nificación seguido en un momento dado, va que dedicar un capítulo más a otra de las perdiendo de modos distintos una significa­ grandes poblaciones de Navarra, con un de­ ción primordial y el contenido se sujeta a senvolvimiento histórico muy distinto al de modelaciones y remodelaciones, con arreglo Pamplona, al de las poblaciones del camino a gustos y normas de distintas épocas. de Santiago y al de las situadas en fronteras En otros capítulos habrá que ocuparse de entre estados cristianos. Una población en la planificaciones que obedecen a intereses de que entramos en el mundo mediterráneo y señores particulares, de grandes monasterios, peninsular de tipo «meridional» en gran de otras personalidades o corporaciones. parte.

NOTAS

1. Lacarra, «Historia política del reino de Nava­ crítica de Francisco Cantera, «Fueros de Miranda de rra» 11, p. 99. mapa con las entradas de Alfonso VIII Ebro» (Madrid, 1945). (1199-1200). 5. Sobre el reinado de Sancho el Sabio (1150- 2. Véase el capítulo I de la parte II. 1194) Lacarra, «Historia política de Navarra» II. pp. 3. Estudio de Lacarra, «Peregrinaciones a San­ 37-89. Véase el mapa de la p. 76, con sus dominios. tiago» II. pp. 149-152 con plano en la p. 151. La 6. Véase el texto correspondiente a las figs. 68-71, fundación se hace sobre una «villa» antigua, que apa­ capítulo I de la parte II. rece en un documento de la primera mitad del siglo IX 7. «Guardia» como topónimo, es abundante en del «Cartulario de San Millán» pp. 24-26 (n.° 18): Galicia. Pero también hay «Guardia» en Lérida, «duas villas, id est, Locrunio et Asa». El fuero ha sido Huesca, «La Guardia» en Toledo, en Valladolid, Jaén y publicado muchas veces, desde la época de Landázuri, varios compuestos. Madoz, IX, pp. 49b, 55, a. «Historia civil, eclesiástica, política y legislativa de la 8. Por lo menos tres: en Ariège, Corréze, Alto M.N. y M.L. ciudad de Vitoria» (Madrid, 1780) pp. Garona. «Les nombreux üeux dits La Garde se rap­ 436-4. Llórente, en las «Noticias...» ya citadas, III, pp. portent à d’anciennes tours de garde», Albert Dauzat 463-472 (n.° 81). Pasa luego a J.M. de Zuaznavar, «Les noms de lieux. Origine et évolution» (Paris, 1928) «Ensayo histórico-crítico sobre la legislación de Nava­ p. 222. En tierra de Nápoles Guardia Lombardi, Guar­ rra», parte segunda (San Sebastián, 1827) pp. 197-203- dia Sanframondi. A.C. de Govantes, «Diccionario geográfico-histórico de 9. Dauzat, «Les noms de lieux...» p. 156, agrupa España, por la Real Academia de la Historia. Sección II. «Mirande» con «Mirabean», «Mirabel», «Miramont», Comprende la Rioja o toda la provincia de Logroño y etc. «Miraculum» entra en el grupo. algunos pueblos de la de Burgos» (Madrid, 1846) pp. 10. Muñoz y Romero, «Colección...» p. 498. 250-258 (n.° 5). Poco antes, en Yanguas y Miranda, 11. «Libro becerro del monasterio de Valbanera» «Diccionario de antigüedades...» II. pp. 283-288. Mu­ edición de Manuel Lucas Alvarez (Zaragoza, 1950), pp. ñoz y Romero, «Colección...» pp. 354-355. Referencia 26 n.° 18) «in loco que dicitur Laguardia» 101 (n.° en la «Colección de fueros y cartas pueblas...» de la 125) «en na Guardia». Academia de la Historia, pp. 130. 12. Muñoz y Romero, «Colección...» p. 339. 4. Elena García-Soto de Vallejo y Francisco Can­ 13. Muñoz y Romero, «Colección...» p. 340. tera, «El camino de Santiago y Miranda de Ebro» 14. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ (Madrid, 1971), plano a la p. 30. El fuero en Llórente, dades...» II. p. 181. Llórente, «Noticias...» IV, p. 325 «Noticias...» III, pp. 472-485 (n.° 82). T. González, (n.° 180). «Colección de cédulas, cartas patentes, provisiones, 15. Yanguas y Miranda, «Diccionario...» cit. II. p. reales órdenes y otros documentos concernientes a las 178, Llórente, «Noticias...» IV. p. 329 (n.° 182). provincias Vascongadas copiadas de orden de S.M....» 16. J. de Landázuri, «Los Compendios de la ciu­ V (Madrid, 1830) pp. 50-62 (n.° 15). Muñoz y Ro­ dad y villas de la M.N. y M.L. provincia de Alava» mero, «Colección...» pp. 344-355. Referencia en «Co­ (Vitoria 1928: hay edición de 1798) pp. 121-123 «Dic­ lección de fueros y cartas pueblas...» p. 155; edición cionario...» de 1802, I. pp. 404-407.

308 17. Texto en «Diccionario...» de 1802, I. pp. 502- 39. Baroja, op. cit. p. 67. 507, Llórente, «Noticias...» IV, pp. 174-177

309 58. El «Diccionario de la lengua castellana» I quiere dezir tanto como encartar o destruir, encar­ (Madrid, 1726) p. 202, b la da como acepción de «la tando, o obligando a algunas condiciones, o penas». Corte». Fray Bernardo de Nieva. «Summario manual de infor­ 59- Véase el mapa que da Gancedo, op. cit. entre mación de la Christiana consciencia» (Medina 1556) las pp. 146-147. fol. LXXXV r. («Descomunión XII. Contra los que 60. II, p. 443, a. injuriosamente hieren al Pontífice o le pierden, o le 61. XVI, p. 8, a. destierran, encartándole»). 62. Altadill, II, p. 655. 84. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ 63. Gancedo, «Recuerdos de Viana» p. 147. dades» I. p. 373; «Catálogo...» I. pp. 141-142 (n.° 271) 64. En el plano citado. e Idoate. «Catálogo de los cartularios reales» p. 221 65. Linazasoro, «Permanencias...» pp. 52-53 (figs. (n.° 437). 35-38). Un plano a gran escala han levantado los seño­ 85. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ res Biurrun, Iñiguez y Uztárroz. dades» I. p. 373. «Catálogo» I. p. 319 (n.° 720). Idoate 66. Veáse el artículo Viana de la «Enciclopedia «Catálogo de los cartularios reales» pp. 305-306 (n.° Universal Ilustrada europeo-americana» LXVIII (Bil­ 627). bao, Madrid, Barcelona, 1929) p. 431 ángulo superior 86. «Annales del reyno de Navarra» III, p. 536, a derecho. (libro XXVI, capítulo III, § III, n.° 6). 67. Traducción del «Tercero y quinto libro de 87. Un caserío en Vera. architectura de Sebastian Serlio Boloñes» por Francisco 88. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ de Villalpando (Toledo, 1552), fol. XVIII vto. (libro dades» I. pp. 374-375 «Catálogo...» II. p. 161 (n.° IV). 394). 68. Caro Baroja, «Etnografía histórica de Nava­ 89. Catálogo...» I. pp. 321 (n.° 726), 1313; 324 rra» sobre la planta I, p. 170, fig. 26. Plano más (n.° 735), 1315; 395 (n.° 920), 1330. Idoate, «Catálogo perfecto da Linazasoro, «Permanencias...» p. 54 (fig. de los cartularios reales» pp. 308, (n.° 630), id. (n.° 40: la 39 vista aérea). 631). 69. Moret, «Annales del reyno de Navarra» III p. 90. 430 a-b (libro XXIV, capítulo V, § I n.° 3. Yanguas y Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ Miranda, «Diccionario de antigüedades...» III, pp. 538- dades...» I. p. 375 «Catálogo» II. p. 169 (n.° 415). Ver 540. Idoate, «Catálogo de los cartularios reales» pp. también, p. 162 (n.° 396). 271-272 (n.° 547). 91. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ 70. «Diccionario...» de 1802, II, p. 537, a dades» I. pp. 375-376 (Catálogo» II, p. 173 (n.° 425). 71. Madoz, XVI, p. 679, a 92. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ 72. Altadill, II, pp. 678-679- dades» I. p. 376 «Catálogo» II. p. 173 (n.° 426). 73. Compárese con el pequeño de la hoja 139 del 93. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ general de España del Instituto Geográfico. dades» I. pp. 377 «Catálogo» XI, pp. 262-263 (n.° 74. Madoz, XV, pp. 58-60, a. 660). 75. Referencia ya en Moret, «Annales del reyno 94. «Diccionario...» de 1802, I. p. 231, a. de Navarra» III, p. 278, b (libro XXII, capítulo III, § 95. Madoz, VII, p. 442, b. IV, n.° 10). Extracto en Yanguas, «Diccionarios reales» 96. Altadill, II. p. 151. opp. 242-243 (n.° 486). 97. Caro Baroja, «Los vascos» 1.a ed. (San Sebas­ 76. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ tián, 1949) pp. 28-29 (fig. 12). Del mismo, «Etnografía dades...» III, p. 377. histórica de Navarra» I. p. 171 (fig. 27). 77. Transcrito íntegramente por Yanguas y Mi­ 98. Linazasoro, «Permanencias...» p. 57 (figs. randa, «Diccionario de antigüedades» III, pp. 380-388. 45-46). 78. «Diccionario...» de 1802, II, p. 386, b 99. Véase la hoja 114 del mapa del Instituto Geo­ 79. Madoz, XV, p. 58, b gráfico a escala 1: 50.000. 80. Altadill, II, p. 651. 100. Linazasoro, «Permanencias...» p. 59 (fig- 50). 81. Julio Caro Baroja, «Mascaradas y «alardes» de 101. Documento extractado por Yanguas y Mi­ San Juan», primero en «Revista de Dialectología y randa, «Diccionario de antigüedades», II, pp. 70-71, Tradiciones populares» IV, (1948) pp. 499-517, luego copiado íntegramente por Mariano Arigita, «Colección en «Estudios sobre la vida tradicional española» (Bar­ de documentos inéditos para la Historia de Navarra» celona, 1968) pp. 167-182, especialmente las pp. 171 y (Pamplona, 1900) pp. 367-378 (n.° 265) Idoate «Catá­ 181-182. logo de los cartularios reales» pp. 357-358 (n.° 732). 82. «Euskariana» (quinta serie). «Algo de Historia Hay alguna variación en la grafía de Arigita con res­ (volumen tercero). Mosaico histórico. Gacetilla de pecto a la de Yanguas. Historia de Navarra» (Pamplona, 1915); «Euskariana 102. Arigita, op. cit. I. p. 370. (séptima serie). Algo de Historia (volumen cuarto) Ga­ 103. Yanguas y Miranda, «Diccionario de anti­ cetilla de Historia de Navarra, Mosaico histórico» güedades» II. p. 712. (Pamplona, 1923). 104. Véase la § 3 de este mismo capítulo. 83. Yanguas y Miranda, «Diccionario de antigüe­ 105. «Investigaciones históricas» p. 58 (libro I, dades» II, p. 298 «Catálogo...» I, pp. 269 (n.° 592), capítulo II, § XIII, n.° 74) Además ver también Aleson, 395 (n.° 921). He aquí un curioso texto sobre las dos «Annales del reyno de Navarra» IV, pp. 70-71 (libro palabras: «Bannir es un vocablo gallico, que significa XXX, capítulo V, § V, n.° 24). desterrar de la ciudad a alguno en ausencia, con algunas 106. J. Carrasco Pérez, «La Población...», p. 553 y diversas condiciones, o penas, según que ay diversas (n.° 202). maneras de bannir, que en nuestro romance castellano 107. Yanguas y Miranda, «Diccionario de anti­

310 güedades» II, p. 71-72. Catálogo» XLVIII, pp. 37-38 (fig. 11) Etnografía histórica de Navarra» I, p. 171 (fig. (n.° 75) También p. 52 (n.° 99). 28). 108. Yanguas y Miranda, «Diccionario de anti­ 113. Linazasoro, «Permanencias...» p. 58, fig. 47 güedades», II. p. 72, Catálogo» XLVIII, p. 372 (n.° (vista aérea) 48 (plano del autor). 774) Yanguas pone 1484. 114. Véase la hoja 114 del mapa de España del 109. «Diccionario...» de 1802, I. p. 365, b. Instituto Geográfico y Catastral. 110. Madoz, IX, pp. 254, b - 255, a. 115. Linazasoro, «Permanencias...» p. 59 (figs. 111. Altadill, II, p. 186. 49-51). 112. Caro Baroja, «Los vascos...» ed. cit. p. 29 116. Véase parte cuarta, capítulo XVI.

311 312 313 209

209.-Plaza de los Fueros, en Viana. 210,-Viana. Casa palaciana de piedra. 211 -Torralba del Río. Vista del pueblo. 210 212-Ecbarri-Aranaz. Calle.

314 211

212

315

CAPITULO V TUDELA, CIUDAD-PUENTE

1) Sobre los orígenes de Tudela 2) El nombre 3) Comparaciones 4) Tudela musulmana o muladí 5) Tudela y la Reconquista 6) Barrios y parroquias 7) Mozárabes, Judíos y Moros 8) Comercio 9) Puente y puertas 10) El regadío y los aumentos 11) Modernizaciones

Las ciudades navarras y sobre todo las Al comenzar a ocuparnos de Tudela te­ cabezas de las merindades antiguas se ajustan nemos que hacer algunas referencias al tema a una tipología o morfología muy distinta de su fundación. Dio lugar éste a fantasías, y a veces es más provechoso comparar a cada que produjeron polémicas eruditas y aquel una de ellas con ciudades de tierras género de sátiras o escritos burlescos a que, distintas, de reinos no del todo cercanos que de vez en cuando, se muestran aficionados entre sí. Si la comparación de las «ciudades- los historiadores, para atacar a un rival. Si el puente» del camino de Santiago nos da una canónigo Conchillos en un conocido «Pro­ clave explicativa, hay otras comparaciones pugnáculo...», quiso probar que era funda­ que se pueden llevar a cabo, también en ción de Tubal, lo pagó caro, porque el Padre serie, y que nos iluminan de modo similar. Moret escribió con nervio su «Bodoque» Resulta así que, por ejemplo, Tudela se com­ para ridiculizarlo. La polémica está olvidada 1. prende mejor estudiándola en el grupo de «ciudades-puente» del Ebro que no en fun­ Hoy hemos pasado a creer que la ciudad ción del viejo camino francés o de la calzada es de origen musulmán medieval. Acaso sin que iba de Burdeos a Astorga. razón suficiente. En efecto, los mayores es­ pecialistas en urbanismo medieval y musul­ Porque su devenir está marcado por aquel mán, guiados por el testimonio algo proble­ cauce fluvial que la ha puesto, dentro de mático de un autor del que se conserva una Navarra, en una situación peculiarísima de simple traducción, Al-Razi, seguido por Ya- cruce. Sólo con un examen de cualquier qut, sostienen que Tudela es fundación del plano de la ciudad se da uno cuenta de que jefe muladí Amrus, cumpliendo orden de «tiene que tener» una historia distinta a la de Al-Hakam I, llevada a cabo el año 802 de la Pamplona, Sangüesa o Estella. Porque los era cristiana, 186 de la hégira. Allí instaló planos son a manera de preparaciones histo­ este jefe a su hijo con una guarnición 2. lógicas en que se destacan elementos que necesitan interpretación urgente, a base de Hay que advertir, sin embargo, que conocimientos que, por otro lado, ajustará fuentes árabes más directas, aunque acepten cierta intuición plástica. que Amrus actuó de modo decisivo en la

319 zona, no dan a las disposiciones estratégicas cente Díaz Bravo, impugnó a Moret en cier­ de aquél un carácter tan decisivo en lo que se tas «Memorias históricas de Tudela», que refiere a la fundación. A comienzos del siglo escribía por los años de 1759 7, alegando que IX, allá por los años de 803-804 de la era los intérpretes de Ptolomeo colocaron a cristiana, Amrus va a gobernar, según éstas, «Muscaria» en la «ribera oriental» del Ebro. la zona septentrional de los dominios árabes Hay que advertir que la colocación del curso cordobeses. Atacó a las gentes de Pamplona. del río con respecto al territorio de los vas­ En una segunda incursión sufrió fuerte des­ cones se dibuja con mucha dificultad e ine­ calabro. Acosado por los enemigos «se encas­ xactitud, cuando se trata de plasmar los datos tilló en Tudela»... Después, «al considerar de las tablas en una carta 8. Lo demás que da Amrus lo inexpugnable de su posición y su Díaz Bravo son argumentos farragosos. Las situación dominante... (aquí hay una laguna) tablas no permiten excesivas aproximaciones. los muros que la rodeaban, concentró en el Otros pensaron reducir «Muscaria» a Lodo­ castillo todo lo que poseía, lo reconstruyó y lo sa 9, en lo que tampoco deja de haber difi­ aprovisionó» 3. cultad; y el argumento del nombre ahí queda. Esto dice Al-Udri en un texto importantí­ En Mosquera el año 1258 había todavía simo ahora, según la traducción del gran ara­ población así llamada y se distinguía en ella bista Fernando de la Granja y copiándolo de una parte, «Mosquerola», con castillo 10. En Isa ibu Ahmad ibn Muhammad al-Razi... El el fuero de Tudela se da a entender que se castillo de Tudela, por lo tanto, existía. La caracterizaba por ser zona de huertos y así, es población urbana hay que imaginarla bajo él denominada «Almunia de Mosquera». El y con núcleos más o menos cercanos y prote­ término, aunque disminuido en el siglo gidos por castillos secundarios. XIX 10, subsiste y se señala en los mapas y planos. Por otra parte, «Mosqueda», Mos­ Habrá, pues, que replantear el asunto, no quera» «Mosqueiro» «Mosqueiros», «Mos­ partiendo de leyendas tubalianas, pero sí de queros»,, «Mosqueruela» se repiten en Es­ otras viejas hipótesis de historiadores nava­ paña 12. En la hoja 282 del mapa a escala rros. Hay que volver a analizar 1.°) la rela­ 1:50.000 del Instituto Geográfico, al Sudeste ción de Tudela con «Muscaria» y 2.°) el de Tudela, una acequia señalada es la de origen del mismo nombre de la ciudad. Entre Mosquera que llega al Ebro, cruzando la de las poblaciones que Ftolomeo asigna a los Kionuevo. Fero aparte del regadío de Mos­ vascones, coloca en treceavo lugar, al Sur de quera se señala la «Mejana» del mismo nom­ su territorio, una a la que denomina «Musca­ bre. Hay que señalar que «mosquera» es una ria» (Mouskaria)4. Su editor C. Múller, planta, en dialectos orientales como el mur­ pensó en reducirla a Santacara y a los «caren- ciano 13. Pero en Navarra «mosquera» es un ses*> 5. Mucho antes, el Padre Moret pensó paraje sombrío o arbolado, donde reposa el que debía buscarse en el término tudelano de ganado, cuando hace mayor calor y le moles­ «Mosquera» 6. Un historiador local, Fray Vi­ tan las moscas 14.

II

No parece, pues, que este nombre sea 1.°) Dejando «tubalismos» aparte, Moret vascónico genuino desde el punto de vista sostuvo que lo utilizaron los vascones al lingüístico. Tampoco lo parece el de «Tu­ fortificarse contra los godos y que lla­ dela», acerca de cuyo origen se han hecho maron al castillo que levantaron «Tu­ varias hipótesis. tela», por ser defensa de su frontera.

320 2.°) Díaz Bravo indica que entre las locali­ Sigamos con el nombre. En los primeros dades que eran familiares a Marcial y documentos escritos en latín después de re­ de las que hace memoria en un epi­ conquistada, a que hace referencia Yanguas grama, está ya una llamada «Tutela» 15, en el artículo «Tudela» 19, aparecen las for­ que sería la actual. Cosa que aceptó mas «Tutellam» 20, «Tutela» 21, «Totela» 22. también Don Vicente de la Fuente 16 «Tutela», sin embargo, es la más repetida. En lanzándose a más conjeturas. los romances es «Tudela», a veces «Thude- 3.°) Otra hipótesis moderna es la de que el la» 23, con la «d» en vez de la t 24. hombre nada tiene que ver con la pala­ «Tudela» es topónimo repetido en Es­ bra latina. Es un diminutivo de «Tota», paña. En el Norte se llama así a un arcipres- «Toda» o «Tuta», relacionado con un tazgo de la provincia de Alava, que pertene­ linaje muladí; un epómimo femenino. cía a la diócesis de Santander 25 y a un ayun­ Esto lo defiende con singular erudición tamiento asturiano 26. En Cataluña se regis­ mi maestro Oliver Asín, que con To­ tran dos lugares en Lérida: en los partidos de rres Balbás se constituye mantenedor Cervera y Balaguer. Uno es conocido por radical del origen árabe de la ciudad, Tudela del Segre 27. Pero vinculados a río utilizando otros argumentos, más o están, también, Tudela de Duero, en Valla­ menos sutiles. dolid 28 y la ciudad navarra. En Logroño hay un pueblo llamado Tudelilla29, un diminu­ «Tudela» aparece como ciudad impor­ tivo en relación, sin duda, con la ciudad, que tante, pero en dominio musulmán, en el lla­ también dio nombre al parecer, a la «bastide» mado cronicón de Don Sebastián 17. Se hace de «Tudelle» en el departamento del Gers 30. referencia a ella como población fronteriza En Navarra, cerca de Fitero estaba el castillo en el continuador del Albeldense 18, fortifi­ y pueblo de «Tudegen», «Tudellen», etc. 31. cada también. Para estos tiempos, sin em­ El nombre de «Tudelenea», caserío de bargo, las fuentes arábigas son más impor­ Fuenterrabía, indicará una dependencia per­ tantes que las cristianas. sonal 32.

III

Básicamente «Tutela» es una palabra la­ Pero en tierra también se daba culto a «Tu­ tina, que, como es sabido, se refiere a aquello tela» en formas variadas; y en España las que protege, en formas distintas; materiales o inscripciones latinas arrojan bastante cantidad espirituales. Lo mismo si hay que hablar de de consagraciones como las de «Tutelae» en protección por vallados, que si se trata de Aranz, Valle del Miño 35, Alcalá de Henares proteger contra el frío, que si se piensa en o «Complutum» 36, Ciudad Real 37 y Tarra­ garantías alimenticias, protecciones jurídicas, gona 38. La forma masculina «Deo Tutelae» cívicas y militares, la voz aparece en textos de también se encuentra en Tarragona 39 y en la latinidad más clásica. No chocará así que se Bilbilis, Calatayud, «Tutelae Genius loci» 40 considerara que había también dioses o ge­ y en La Guardia o «Mentesa», «Deo Tute­ nios tutelares y que se les denominara con el lae» «Genio Mentes(anorum» 41. Otras for­ mismo nombre de «Tutela». mas serán las de «Genio Tutelae horreorum» de Zaragoza42, «Tutelae Augustae», Mancha Los navios tenían la imagen del genio Real43, que se repite en Tortosa44 y en tutelar («tutela») en la parte posterior, según relación con unos colonos en Clunia45. Al Silio Itálico33; y éste protegía tanto a la protector particular o «Tutela» de los tarra­ embarcación en sí como a la tripulación 34. conenses hay dedicado otro epígrafe46.

321 También en Tarragona «Pantheo Tutelae» 47. grafes e incluso relieves. Los del Sur de Fran­ Se ve, pues, la importancia del concepto reli­ cia son de interés especial para nosotros 48. gioso tutelar, en relación con núcleos urba­ Creo que no hay razón suficiente, para pen­ nos de mucha entidad, unas veces; otras, sar que los topónimos hispanos han de expli­ menores. En el Occidente de Europa (Galias, carse sin pensar en ella. etc.), esta importancia se confirma por epí­

IV

La aparición de Tutila como una pobla­ un campo fértil en cereales y vergeles; rega­ ción destacada en el mundo musulmán ha díos por lo tanto; 5.°) es frontera y queda a hecho que los arabistas se ocupen bastante de distancia media entre Zaragoza y Pamplona; ella. Es citada en la descripción de Al-Mu- es decir que en los itinerarios cuenta como qaddasi, hecha hacia el año 985 de J.C., por hito en una gran vía de comunicación entre el dos veces y en una como lugar donde había Mediterráneo y el Atlántico y también las martas cibelinas 49. No anda muy exacto en la Galias; 6.°) en su término hay poblaciones idea de su posición respecto a Huesca, como muy antiguas; 7.°) es cabeza de distrito, con tampoco lo están otros geógrafos árabes. El un «vali» o «wali» nombrado por Córdoba Edrisi lo coloca a cincuenta millas de Zarago­ en tiempo de sumisión o con jefes o régulos za 50. Más informaciones da Al-Himyari, que locales muladíes, cuando esta sumisión es la coloca en un bucle del río Queiles, y problemática o no existe. considera que está en tierra feraz tanto en cereales como vergeles. Aunque tiene puer­ Habrá que advertir, para darle a esto todo tas -concluye- no las cierra nunca51. La da el significado que puede tener al intentar también como cabeza de un distrito en el que formarse una idea de su estructura como queda Tarazona. Ibn Abi Zar indica que está ciudad, que los linajes fuertes en el país no en la zona más septentrional de Al-Anda- sólo descienden de cristianos sino que están lus 52, e Ibn Idari se refiere a su mezquita emparentados con los reyes de Pamplona y mayor, al narrar hechos de 1104 53. Siempre que son muladíes que, incluso en el nombre, es destacada en las enumeraciones como una conservan el elemento antiguo, no musul­ de las ciudades importantes de la frontera mán. Así, Musa ibn Musa, el famoso jefe superior 54. ebelde, se llamaba Musa ibu Musa, ibn For- Abderrahman III intentó hacer de ella un un ibn Qasi y su hijo Fortun ibn Musa y él waliato: pero los Banu Qasi, gente del país, estaba casado con una hermana de Iñigo Iñi- siguen el procedimiento parecido al de los no­ guez, «Arista» 58. Otro hijo, «Lubb», parece bles cristianos con sus reyes de aceptar o rom­ ser un «Lupus» o Lope» aliado de García per la lealtad (lo que se llamaba «desnatu­ Iñiguez. Este se apoderó de Tudela e incluso rarse») y dominan de formas varias durante bas­ de Zaragoza 59. Fortunes o Lopes siguen apa­ tante tiempo. Tudela aparece en luchas largas, reciendo en generaciones posteriores60 y como plaza fuerte, desde el año 840, hasta la hasta que desaparece el linaje tiene alianza caída de los Banu Qasi en 929 55. Se distin­ con jefes cristianos61. gue, siempre, su alcázar 56. A la luz de estos La «arabización» del territorio de domi­ textos vemos, 1.°) que Tudela es una pobla­ nio puede decirse que fue relativa; en conse­ ción amurallada con varias puertas57; 2.°) cuencia: intensa en unos aspectos, leve en posee un castillo muy importante; 3 o) tam­ otros, como se puede colegir examinando bién una «mezquita mayor»; 4.°) cuenta con fuentes distintas. 322 V

La toponimia que da el fuero de Tudela el núcleo urbano de la ciudad y se vaya a vivir -por ejemplo- indica que el elemento árabe extramuros: «ad illos barrios de foras» o «vi­ era importante en la tierra recién conquis­ llas de foras». A los que quisieran, también, tada. Pero si nombres como «Alcaret», «Al- les da facultad para irse con sus familias y sus faget», «Alcabet», «Almazera» o «Azut» pa­ bienes muebles (después de haber vendido rece que no dejan lugar a dudas, otros arro­ otros) «per aquam, et per terram». Es decir jan, y en mayoría, elementos romances, in­ que el Ébro en sí era una vía inportante de confundibles también. «Fontellas», «Ester- comunicación, no sólo la calzada. Por mucho, cuel», «Montagut», «Castellón», «Murillo», pues, que se respetara a las autoridades mu­ «Valtierra», «Cabanillas» entran en este nú­ sulmanas, la pérdida del núcleo urbano como mero. Algunos corresponden a antiguas villas tal hubo de producir un achicamiento social («Fustiniana»). Otros presentan fisonomía de evidente de la población islámica 68. Pero la tipo mozárabe: «Catreyta», por «cataracta» memoria de un barrio de los moros en que (hoy «Cadreita») o no romanceada como los cristianos iban adquiriendo propiedades hoy; así «Centroneco» por Cintruénigo. permanece en 1 158 70, y más tarde, en 1178, Nombre viejísimo como el de «Cascan- en que se indica que la Zapatería estaba en tum» 62, saldrá como «Cascant», al lado de él 71. Luego volveremos a tratar de la «More­ «Urzant» y «Murchant», que hoy terminan ría» como tal en la época en que los cristia­ en «e» 63. En este conjunto, el único nombre nos dominaban. Conviene ahora decir algo que podría interpretarse por el vasco es «Ba- acerca de la interpretación religiosa funda­ saon». Otros elementos vienen de un voca­ mental que hay que dar a este traslado ma­ bulario muy antiguo. Así «Monte de Cierzo»: sivo. Porque, en primer término, la mezquita es decir del viento Noroeste, «circius», en mayor se convirtió en iglesia también mayor. griego «kerkías» que al parecer da nombre Los restos de la primera fueron objeto de un también al «Circius mons» 64. estudio de Gómez Moreno 72 en el que des­ taca algunos rasgos misteriosos de varios de Desde el punto de vista étnico-religioso tales restos. Arte árabe con concomitancias hay que observar que en los documentos del con lo mozárabe de Castilla y León y con momento de la conquista se da a entender cosas persas... Relación también con lo cor­ que con los «moros», de origen lejano vivían dobés califal. Quedaron luego artífices que unos muladíes y también «mozárabes» propia­ trabajaban para la iglesia, dando a sus obras mente dichos, según acredita el pacto cono­ un giro «mudéjar»; algunos, muy originales. cido, en que se alude en tercer término a los Es decir, que los restos escasos de la mez­ judíos 65. Tudela es, pues, al tiempo de su quita y los de ciertas partes de la iglesia conquista tardía y cuya fecha ha dado Laca- mayor, que debió empezarse a edificar rra66, una población de composición com­ pronto, ampliando el solar por medio de pleja que se puede comparar a la de Toledo o compras de casas antiguas, nos dan, como el Zaragoza. mismo plano de Tudela, unas pautas históri­ cas, comprobadas por los documentos. Santa Pero con la conquista, es decir, bastante María sucede a la mezquita como en otros después de conquistada Toledo, la composi­ casos. El gran castillo de los moros se trans­ ción se hace más compleja y la ciudad se forma en un castillo cristiano de frontera, no reorganiza del todo empezando por la vida menos significativo que en tiempos anterio­ religiosa, lo cual da lugar a una cantidad de res. Porque Tudela mira tanto a Aragón transacciones que permiten reconstruir algu­ como a Castilla. Hay derecho a pensar que, nos de sus rasgos urbanos, incluso desde el poco a poco, perdió su fisonomía antigua y punto de vista material 67. Primero hay una que fue adquiriendo los caracteres de las expulsión de los moros dominadores de los fortalezas medievales europeas, rehaciéndose barrios o núcleos principales. partes que eran de tierra con cal y canto 73. En el momento en que Alfonso el Bata­ También el recinto amurallado sufre repara­ llador tiene el dominio, da un plazo a la ciones 74. Se marca asimismo el cementerio o población mora para que, en conjunto, deje fosal 75.

323 VI

La determinación de barrios por parro­ A lo que hay que añadir la clerecía: quias se observa enseguida en éstos. En 1161 7) canónigos y clérigos hay referencia a casas situadas en el barrio de de Santa María 17 fuegos San Salvador, dando vistas a la calle de Ca­ 8) clérigos del deanado 23 » lahorra 76. En 1207, a casas en el barrio de 9) clérigos del obispado Santiago 77, y el de Santa María se llama de Tarazona 23 » barrio de Santa María la mayor 78. Otras ve­ 10) prior de San Marcial 1 » ces se hace referencia a la parroquia; de San 11) prior de Santa Cruz 1 » 89 Nicolás, por ejemplo, en 1214, donde estaba el baño del rey 79. Pero parroquia y barrio Aparte de la división étnico-religiosa y siguen teniendo significado equivalente. Ba­ del repartimiento por parroquias, en las que rrio de San Julián, documentado en 12 1 6 80, los vecinos se agrupan también por cofra­ parroquia de San Pedro81; de San Juan, en días 90, encontramos la ordenación de las ca­ 1255, casas junto a la calle de Carnicerías 82; lles por oficios, de suerte que a veces un de San Miguel, en 12 8 0 83; en ésta se distin­ grupo de trabajadores da la nota suficiente gue el barrio de Santa Cristina en 1368 84. para determinar la existencia de un barrio. En Parroquia de San Jorge, en 1457. Un par de 1214 las «Zapaterías viejas» constituyen en años antes hay mención del «hospital del sí, un barrio91. La «Corregería» en 1220 caballico» de San Jorge; que tenía propieda­ aparece con tienda de «corregero» precisa­ des 85. Parroquia de San Salvador86. La Tu- mente 92. Ya se ha visto antes que en 1255 se dela de los siglos XIV y XV parece haber mencionan la calle de las Carnicerías 93 y en heredado mucho de. la de los dos anteriores; 1271 aparece la «calle de don Sendoa» en la pero, por otra parte, se observa también que parroquia de San Jaime 94. Esto ya parece va adquiriendo nuevos caracteres y que la reflejar realce de vecinos, cosa que se repe­ población se hace más homogénea, después tirá a lo largo de los siglos, como en otras de las aportaciones de la época de la con­ poblaciones. Un barrio de los «burruelleros» quista. se menciona en documento medieval, pero sin fecha concreta 95. En general, los oficios que En el censo de población de 1366, apa­ producían molestias señaladas se colocan un rece, en primer lugar, la parroquia de Santa poco aparte, como los barrios de gente no María, con 67 fuegos, más los de los «pegui- bien considerada. En cambio, se da especial llareros» y «pupilos». Luego viene la de San realce a las calles en donde está el comercio Julián con 45 y los mismos «ayudantes». En de mayor importancia y volumen. Más, en la Magdalena hay 80 fuegos, «Sant Per» o una población de «francos» en esencia. Pero San Pedro con 20; en San Miguel sólo 11 y 6 ciertos ámbitos comerciales, como los de fe­ en «Santa María de las Dueynnas». Mucho rias y mercados, tampoco ocupan en princi­ más poblada es la del Salvador con 73 fuegos. pio lugares centrales. «Sant Nicolau» tiene 33 y «Sant Jorge» 35. La Rúa por antonomasia estaba en la pa­ Viene en último término «Sant Jayme» con rroquia de San Jaime, según un documento 96 68. La suma será de 4 3 8 87. y la Calle del Mercado, junto a la muralla 97; calle del Mercadal, en la parroquia de San Pero en otra cuenta la población se cons­ Jorge en 1496 98. tituye así: Todo resulta bastante más complejo, al 1) francos pudientes 465 fuegos parecer, que en las poblaciones del Norte, 2) francos no pudientes 125 incluida la capital. Tudela es una ciudad me­ 3) judíos pudientes 203 diterránea medieval, con muchos rasgos me­ 4) judíos pobres 67 ridionales. La huella de las gentes de «Fran­ 5) moros 79 cia» se nota, sin embargo. La parroquia de 6) hidalgos señalados 15 88 Santa María Magdalena estaba junto al río

324 Merdancho, y había allí una calleja llamada cofradías se nota influjo francés asimismo, de Cauparat ". Otros nombres son muy gas- Por ejemplo, hay una de San Dionis, muy cones hasta avanzada la Edad Media y en las potente al parecer 10°.

VII

Un hecho que se da en Tudela, como se trabajos, se mencionan cosas tales como hor­ da en otras poblaciones conquistadas o re­ nos y baños l06, huertos, casas en las distintas conquistadas poco antes o a la par, es el de partes, tiendas por profesiones, aguas, que la población cristiana antigua, que había etc. 107. vivido bajo mando musulmán, conserva Otro elemento que, sin duda, era también luego, durante bastante tiempo, su personali­ anterior y que le da a Tudela bastante presti­ dad étnico-religiosa. Así en Tudela, como en gio en la vida cultural de Occidente, es el Toledo y otras partes, hay «mozárabes», que judío. La judería de Tudela dio hombres viven en un barrio propio, del que se conser­ distinguidos tanto en la época árabe como en vaba aún memoria en el siglo XVIII. la posterior cristiana. El nombre más cono­ El apellido «Mozarabo» se da en Tudela cido es el de Benjamín de Tudela, muerto en por los años de 1178 y 1179: «María de 1178, autor de un famoso y discutido itinera­ Mozarabo», «Pedro Mozarabo», capellán de rio en el que se refiere a muchos países que Santa María 101. En varias partes los mozára­ visitó aunque haya también noticias de se­ bes tienen ciertas pretensiones aristocráticas gunda mano. La capacidad viajera de los ju­ y es conocida su significación en la vida reli­ díos tudelanos está simbolizada en esta gran giosa, como elemento conservador. Los de figura. Tudela no nos son conocidos desde estos El barrio de los judíos estaba intramuros, puntos de vista. Pero de todas formas la por lo que se dice en un documento de 1135, «mozarabía» es zona a la que se alude en en el que se ve, también, que huertas y escrituras de 1184. Allí entonces, el cabildo construcciones estaban en casos alterna­ de Tudela compró una tienda 102. Como en das 108. La sinagoga se hallaba cerca de una Calahorra y otras partes la mozarabía parece arboleda que fue del médico Jacob Suaib 109. un núcleo comercial de importancia y los La judería parece que siguió fuerte en los mozárabes tratan y contratan con las autori­ siglos siguientes. En 1309, a la vez que el rey dades religiosas de modo frecuente. En 1247 hace una operación paralela con los moros, hay escritura que se refiere a un censo que da a los judíos de Tudela por 265 libras de gravaba unas casas y callejas en el barrio de sanchetes anuales a censo y tributo perpetuos los mozárabes, junto a una tienda que era la Carnicería propia de ellos, la Alcacería, las propiedad del monasterio de la Oliva y cerca tiendas de argenteros, plateros y zapateros, del río que pasa por la puerta de la Alfande- las casas caídas o levantadas, situadas al lado ga 103 y de 1251 otra en que se da a un de las tiendas. También, los logueros y cen­ canónigo casas en la parroquia de Santa María sos de casas que tenían los judíos fuera de los y barrio de los mozárabes 104. Siguen otras muros, las «establías» reales situadas entre la referencias 105. Alcacería y la plaza del Aljub, los censos de Las propiedades reales son cuantiosas y lo las casas situadas intramuros de la judería, que pagan por «loguero» o «loguerio» se con excepción de los graneros reales, donde expresa de modo bastante minucioso por se recogía el trigo y los derechos de corredu­ conceptos, como en cuentas de 1280, en que, ría110. Mucho después, en 1487, vemos que además de verse ajustados ciertos servicios y el cabildo y Juce Albala, judío, hacen una

325 escritura censal de casas situadas en la «Jude­ Ella recibe en 1309 del rey varios bienes que ría», junto a la subida al castillo 111, y en los tenía allí a censo y tributo perpetuo: hornos, momentos críticos para la raza, se observa huertos, casas censadas en la Morería, tiendas que aunque los judíos habían disminuido a y viñas, majuelos y parrales, piezas. En este causa de las guerras civiles y la presión de los documento se destacan como propias de los reinos fronteros, la colonia era todavía im­ moros las tiendas de «Amayares», las de los portante. herreros, zapateros, esparteros, albarderos, El estatuto de los moros parece sensible­ abarqueros, y tejedores: una carnicería pro­ mente inferior al de los judíos. Después de la pia 116. conquista, las comunidades musulmanas de la La tolerancia, como en todas partes, con­ zona son pequeñas. Esto no quiere decir que, cluyó a comienzos del siglo XVI. A 30 de expulsados de la parte mejor de la ciudad y junio de 1516, en Madrid, Carlos I y Doña sin grandes defensores, los musulmanes no Juana concedieron autorización para conver­ hayan vivido como en pueblos cercanos de tir en iglesias las mezquitas de Tudela, Mur- Aragón, bajo la condición de mudéjares, con chante y Murillo 117. El moro mudéjar nava­ sus barrios propios y ejerciendo la agricultura rro, como morisco o moro convertido de o las artes y oficios 112. Los mudéjares nava­ modo involuntario al cristianismo, tiene poca rros no se diferencian tampoco en esto de importancia, pero ha dejado sus huellas ma­ otros. La «Morería» es mencionada en una teriales en la ciudad y sus alrededores. De la donación abundante de Carlos II a Santa época árabe quedaron en la Edad Media pro­ María de Tudela113. Quedan también, en­ piedades que conservaron el nombre. Por tonces (1376) baños. Y tal «Morería» tenía su ejemplo, el término «Torre del Alfaqui», se puerta114, cerca del término de Velilla: los registra en 1247 118: del «Alfaquin», en moros tenían huertos por allí. Pero dentro de 1283. Estaba cerca de la acequia de Bubier- tal barrio también había propiedades de cris­ ca 119. La expresión de Torre como construc­ tianos. En algún caso parece que moros y ción campestre, parece que se usó en toda la cristianos tenían relaciones más estrechas de tierra del Ebro. Un documento de Carlos II lo que se reputa es la regla general 115. con donaciones a Santa María menciona la De todas formas la expresión de la auto­ «torre Moredica de Carracarros» y la torre ridad mayor de los moros, la aljama, aparece del Mercado 120. En Calahorra hay menciones en los documentos medievales de Tudela. parecidas.

VIII

La vida comercial en la Tudela recién debían ser pobrísimas, puesto que se vendían conquistada y posterior, parece haber sido en nueve maravedís y medio 125, cuando bastante movida y, como en otras ciudades otras valen ciento veinte 126. Las transaccio­ con fisonomía similar (la misma Calahorra) es nes pueden referirse a «mitades»: así media el clero el que deja mayor constancia de esta tienda se vende por nueve maravedís lupinos actividad en una porción sensible de docu­ en el año 1168 127. Mas se observa que la mentos de compra, venta, cambio, etc... Las iglesia de Santa María va comprando tiendas «tiendas» aparecen por doquier, aunque no en derredor 128, o en otras partes 129. se especifique de qué en unos documentos. En otros sí es clara la especialidad 121. En La contratación como ciudad fronteriza y estos años de 1136 aparecen así tiendas 122. en una zona mucho más rica que la de los También más tarde, casas con tiendas 123. alrededores, hacia Castilla (Agreda) o hacia Hornos separados de las casas 124 y casas que Aragón (Tarazona), da fisonomía permanente

326 a la ciudad; y en ella, por fin, hay memoria de misma y la plaza del Aliuf 13°; en Córdoba que existió una «alcacería». En 1309, los había una plaza que aun en 1811 se llamaba judíos de la aljama tomaron a tributo perpe­ de la Alcayceria, y, como se sabe, este nom­ tuo ésta y las tiendas de argenteros y zapate­ bre se relaciona con el de «Caesar» (kaisarni- ros y las «establias» del rey ante la alcacería ya)131 por una razón u otra.

IX

Tudela es fortaleza y mercado. Tudela es El puente de Tudela padeció mucho a cabeza de puente, en esencia. En la traduc­ causa de una crecida del Ebro, sobrevenida el ción de Al-Razi, aparte de hacer alabanza de 18 de febrero de 1643, derribando tres tra­ sus términos, por la abundancia de cereales mos con tres ojos 136. Después hubo otras («su pan»), huertas, árboles frutales y otros memorables que provocaron nuevos cambios productos, se alude a «la puente» sobre el en su aparejo. Pero al tiempo de redactarse el Ebro, «a la puerta de la villa», puente bajo diccionario de 1802 aún subsistían tres to­ los arcos de la cual había unas «azenias» rreones, aunque uno arruinado, si bien los famosas 132. Los reyes cristianos se ocuparon arcos eran diez y siete y tenía más de 400 de mejorar o restaurar el puente de modo varas de largo 137. Todo este aspecto bélico periódico. No sólo esto: un puente con tres se ha modificado, aunque el puente siga arcos y tres torres es el escudo genuino de siendo de importancia primordial. Tudela que aparece en sellos medievales del El término Traslapuente es conocido en siglo XIII. En el primero, de 1256 las torres los documentos eclesiásticos (1174, por son de la misma altura. En el segundo, de ejemplo) 13a, en relación con el camino de 1277 parece que la del centro era mayor que Arguedas 139. las dos laterales. Otros, más modernos, aña­ den elementos más o menos fantásticos: ci­ Otro elemento roto en esta ciudad ce­ güeñas en lo alto de las torres, peces en el río rrada como lo eran casi todas en el medievo, (1293), bandera en la torre central (13 54) 133. es el de las murallas con sus respectivas Desde la conquista el puente sufre modifica­ puertas en direcciones distintas. En los do­ ciones y mejoras. En 1271 parece que el cumentos antiguos aparecen cinco principa­ Ebro estaba cambiando algo de curso, de les: suerte que podía preverse que el puente 1) Puerta de «Albazares». quedara en seco. El concejo de Tudela, cons­ 2) Puerta de «Alfandega». tituido por cristianos, judíos y moros, pidió 3) Puerta de Ribotas. ayuda económica al rey Enrique para hacer 4) Puerta de Velilla. una obra de ajuste del cauce, que se calculó 5) Puerta de Zaragoza. en mil libras de sanchetes de coste 134. El puente es el eje de la ciudad, como en tantas El primer nombre es árabe y se conserva otras mayores y menores, y se asocia a un después; hay un barrio de «Altabas» fuera de tipo definido de explotación de la corriente ella al parecer 140. Daba al río Queiles 141. del río, también como en otras partes. Por los Ignoro si puede referirse a la existencia de años de 1344 los molinos del puente, así «bazares» precisamente. En Córdoba había como otros del Queiles, eran del rey, tenían «baisariya» 142 en el siglo X. La puerta de la cinco muelas con sus nombres propios y no «Alfandega» se documenta en 1210 143. molían los días de fiesta 13S. La relación de la Forma arábiga en desuso castellano, pero que gran corriente fluvial con el puente y los ha quedado en portugués, para designar a la molinos se da en otras ciudades medievales, alhóndiga144. La puerta de Ribotas tiene musulmanas y cristianas según va dicho. nombre romance, en cambio 145; junto a ella

327 había una arboleda en 1355. También es quita 148 y fuera había casas 149, arboledas 150 romance el nombre de la puerta de «Velilla», y huertos 1S1. junto a la que había huertas 146. El nombre «Velilla» se repite bastante, como nombre de Otros documentos hacen referencia a una pueblos castellanos, leoneses y aragoneses. puerta cerca de la Brocaria 152, a otra de Algunos con fortaleza antigua conocida 147. Calchetas, en dirección de este término 153, Pienso que se relaciona con velar, de «vigi­ otra denominada «Ferrena» 154. Este nombre lare». La puerta de Zaragoza marca, natural­ parece romance y relacionado con el con­ mente, una dirección. Es la mencionada más cepto de algo hecho de hierro, cosa que antiguamente. Junto a ella había una mez­ ocurre con otros nombres de puertas.

X

El sistema urbano determinado por un escribe «aissarbe». Refleja no arriendo, sino río, un castillo, varios núcleos étnica y reli­ venta de unos particulares a otros, de dicha giosamente diferenciados dentro de recintos agua en cincuenta maravedíes de cruz 163. El con puertas y portillos interiores 155, con aumento de los regadíos da lugar a una com­ otros sistemas defensivos (torres) 156, se plicada red de azarbes mayores y menores. completa en este caso, como en otros de Ya en 1121 en la donación de Alfonso el ciudades del Sur, con un trazado de riegos Batallador hace donación al prior y clérigos artificiales sacados del Ebro y del Queiles. de Santa María de Tudela del lugar de Este sistema ha sido estudiado desde anti­ «Azut», que recibía el nombre de la presa de guo y refleja una gran influencia árabe, como la que se tomaba el agua: «azud» en muchos puede verse en el diccionario dedicado a textos 164; el nombre es también árabe, de Tudela por Don José Yanguas y Miranda 157. «sud» 165 y en el fuero de Tudela aparece en Esto no sólo queda reflejado en el vocabula­ plural, como si en el Ebro hubiera ya varias rio referente a regadíos, sino también en presas de éstas 166. A veces la existencia de nombres de lugar que a veces indican la éstas se combinaba con la de grandes conexión de una persona con la existencia de ruedas hidráulicas, elevadoras del agua. Y en determinada acequia. Así, por ejemplo, en «Azut», precisamente, parece haberlas tenido 1228, aparece en un documento la «cequia un hijo de Carlos III, Godofredo, en 1413, de Avenforón» 158. sobre el Ebro mismo 167: «naoras» las llama. Sería interesante desde el punto de vista Por esta época se hacían grandes obras para de la dialectología estudiar los arabismos y aumentar el regadío de Tudela 168, que luego mozarabismos de los documentos tudelanos, se multiplicaron y perfeccionaron. que denotan particularidades fonéticas, etc. Una proporción considerable de los do­ El sistema de riegos se hace por «azarbes». cumentos del archivo municipal se refieren a Esta palabra, según el Diccionario de Au­ cuentas sobre «el agua de alema» y a orde­ toridades, sólo se usa en Murcia 159 y los nanzas y derechos de «alema». Empiezan con arabistas la relacionan con sarb 160. No sue­ unas ordenanzas sobre riegos de 1538 169 y len documentarla con textos muy viejos siguen documentos acerca de grandes pleitos para el español 161. Pero en los documentos y dificultades con Tarazona 170. También con tudelanos aparece en unas formas particula­ otros pueblos de donde venían las aguas 171: res. El agua del «exarbe» de Tudela fue pleitos seculares que arrancan de la Edad arrendada por el cabildo a su tesorero, por Media y que enconan las relaciones de muni­ sesenta y siete sueldos anuales, en 1316 162. cipios y particulares, como en Valencia, Mur­ En otro documento muy anterior, 1198, se cia, etc.

328 Las «alemas» no son más que una porción que percibía el rey por concepto de alquile­ de agua, «ma» en árabe 172 y, cuando en res agrícolas era sensible, no sólo en relación Tudela no había ya memoria clara de la len­ con la viña 179. La iglesia también cobraba gua arábiga, seguían existiendo alamines que diezmos sobre huertos y el vergel, aparte de regulaban el servicio de aguas de riego 173. las tablas de la carnicería. Los «calonges» son Seguía también el derecho de «almóce- gente importante 180. Así va viéndose en la da» 174. El regadío del río Alhama, o sea de la toponimia local que aparece expresión de las «fuente termal», produce también pleitos y propiedades reales o religiosas como la que diferencias 17S, con Alfaro sobre todo y tam­ refleja el nombre de «la calle Huerta del bién con Corella. Rey» que aparece en 1239 18\ o la de «la Capillueca» en 1240 182. La población se va Desde el siglo XVI también tiene Tudela ensanchando. El «Barrio Nuevo», se docu­ pleitos y diferencias con los encargados de menta en 149 5 183. Mucho antes vamos llevar adelante las obras del canal Imperial de viendo cómo al calor de la vida urbana se Aragón. Empiezan los documentos a probar establecen las órdenes religiosas y se fundan esto en 15 34 176, pero es cuando en el siglo conventos, como el de Santa Clara o los XVIII Don Agustín Badín y Compañía to­ «freires» menores 184, o los de Grantmont, man a su cargo la obra, cuando hay mayores etc. 185, que reciben donativos reales en dificultades al parecer 177. Toda la segunda trigo, vino, etc. En el índice de los docu­ parte de aquel siglo y el comienzo del XIX mentos eclesiásticos, aparecen hasta once están llenos de dificultades con los represen­ monasterios: de los Menores, de los Merce- tantes del canal. Pero este no es nuestro darios, de Penitencia, de San Damián, de San tema. Francisco, de San Marcial, de San Nicasio, de Santa Clara, de Santa Cruz, de Santiago y de Como otros muchos núcleos urbanos del la Selva 186. La concentración es significativa, Ebro, Tudela ha sido, en esencia, una pobla­ y en 1592 el archero Cock a su rápido paso ción agrícola. Así, en el «Diccionario...» de por Tudela dice que hay monasterios de San 1802, generalizando acaso en exceso, se Francisco, Santo Domingo, Carmelitas, afirma que la mayor parte de las 7.295 per­ Agustinos «y por ser tierra grasa» Teatinos, sonas que forman el vecindario se ocupan de además de comendadores de San Anto­ la agricultura 178. En el siglo XIII las rentas nio 187: la abundancia es ostensible.

XI

La documentación eclesiástica medieval 1688 se ve que sobre el Queiles se hace un da idea de la estructura general de la ciudad. arco para la nueva plaza, plaza de toros y La del ayuntamiento contribuye, sobre todo, luego plaza de la Constitución o de los Fue­ a ver qué proceso han tenido ciertas tareas de ros, según las tornas 189 y en 1691 se registra modernización y restauración. Cuando so­ la construcción de un balcón para la casa de la brevino la guerra que dio fin a la indepen­ ciudad en la misma plaza nueva 19°. Estos dencia del reino, Tudela sufrió bastante y en papeles nos fijan la fecha de la creación de la 1518 el concejo pidió a Carlos I que mandase gran plaza que aún hoy es el centro de diver­ reedificar las murallas destruidas por orden siones públicas y que está planificada muy del Duque de Nájera 188. Dejando aparte bien, como se ve en las fotografías aéreas (fig. otros documentos sobre desviación del Ebro 213) y en los planos. Las obras de consolida­ y reformas de los cursos y cauces del Queiles ción del suelo de ésta siguen en 1711 191 y y el río de Mediavilla, construcción de nue­ por entonces y después se rehacen grandes vos molinos, fabricación de batanes, etc., en trozos de murallas, el puente de la puerta de

329 Zaragoza y otros 192. El cauce del río Media- de Santa Bárbara» 194. La impresión de Ponz, villa es regulado 193 y las obras en relación en 1783 no es tan buena. Señala su posición con los tres cauces siguen. El siglo XVIII con respecto al cerro, y añade, «son muy parece haber sido relativamente próspero. malas sus calles y muy inundadas» 195. Otros viajeros posteriores, extranjeros, reciben una Cuando el Padre Flórez pasa en 1766 por impresión de vetustez. «Every thing bears la ciudad, le asigna más población que a the impress of remote antiquity; the bridge, Pamplona; más de cinco mil vecinos, lo cual the city walls, the towers of the churches...», no parece posible (sí, habitantes). Resalta la dice un americano en 18 3 6 196; éste, por otra significación del bello puente con diez y siete parte, señala que «La Mejana» es una isla ojos, la existencia de buenos paseos. Como dividida en jardines pequeños y huertos y es natural se interesa primordialmente por que en ella hay casas de verano de las familias los monumentos religiosos. Desde el punto ricas. de vista topográfico indicará que «está en un Años antes el diccionario de la Academia llano con declive por parte de unas cuestas daba un artículo, en que seguía una des­ que la cercan hacia el Norte» y que la «anti­ cripción que había mandado a Madrid Don gua población estuvo en lo alto, donde hay Juan Antonio Fernández 197. En ella se lee ruinas de un gran castillo y ámbito de pobla­ que «las calles, angostas y poco rectas, ción, en cuya cima hay una torre con ermita tienen casas hechas de ladrillo y de mucha

Fig. 213 -Tudela. Vista aérea. Plaza Mayor y catedral.

330 elevación y que en casi todas hay pozo o las casas de los marqueses de Ugarte y de fuente, y en algunas se conservan vestigios de Iturbieta. También, un teatro construido en los baños que tenían los árabes». Señala la 1833. Aparte de la plaza nueva ya citada (de conservación de las puertas de Albazares, la la Constitución, en el momento) hay otra, la de Zaragoza, que tenía una inscripción árabe del Mercado, hecha sobre el convento de desaparecida cuando se arruinó por una cre­ Mercedarios, en 1842; cuadrada y con arcos cida del Queiles; la de Calahorra, construida, cubiertos, con dos puertas: una a la calle de la según otra inscripción en 1091; la de Gazot, Concarrera y otra a la de la Merced. Aparte la de Velilla y la de Ferreña, que comunicaba quedan la plaza de la Verdura y, en fin, la de con el castillo, y la de Ribotas 198. toros junto al «Paseo nuevo» o cíe invierno y construida según los modelos de la época, Miñano, en 1828 señala un aumento a por una sociedad de accionistas, entre 1841 y 8.150 habitantes con 1.707 vecinos 199 y Ma- 184 2 20°. Como en tantas otras ciudades los doz, después, los rebaja otra vez: 7.323 ha­ efectos de la desamortización se notan en los bitantes y 1.440 vecinos. Pero en el mo­ trazados urbanos. Los rasgos antiguos y los mento en que se escribe su descripción, pu­ modernos se distinguen en el plano de Tu- blicada en 1849, señala que el casco urbano dela que va en la hoja- correspondiente al consta de 1.350 casas de construcción regular mapa de Navarra de Don Francisco Coello y que hay una calle casi recta de 16 o 20 (1861); muy superior a los anteriores201, varas de ancha, que es la de la Herrería, con pero menos detallado que el que hizo Don hileras de árboles, iluminación nocturna, Luis Zapata en 18 7 7 202. bancos y edificios privados que sobresalen;

XII

El que da Altadill es más esquemático en hermosura y su nobleza; en cambio, lo nuevo su dibujo. Su descripción da 1.322 casas, en es de una mezquindad que asombra por su el casco, y señala un aumento de 874 habi­ sentido de economía, por su sordidez trágica tantes en noventa y dos años. La última cifra y completa. Callejeé largo rato por Tudela, al que recoge es de 19 1 0: 9.07 2 203 (fig. 214). amanecer. ¡Qué nombres los de las calles! A comienzo de siglo Tudela conservaba mu­ Calle de la Vida, calle de la Muerte, calle del cho de su aspecto antiguo y nombres de Juicio, ...luego las calles de los oficios: de las calles de mucha carga poética y religiosa. El Chapinerías, de las Herrerías, de los Caldere­ otoño de 1916 Pío Baroja terminaba en su ros... Se iban abriendo las puertas de las casas casa de Vera, una novela, «La ruta del aven­ y saliendo los labradores para sus faenas; turero», en que hay pasajes dedicados a Tu­ luego comenzaron a pasar muchachitas y dela: «A pesar de ser la mayoría de las casas viejas con sus mantillas, camino de la iglesia, de ladrillo, eran hermosas, algunas verdade­ y empezó a tocar una campana» 204. ros palacios con grandes puertas, balcones Comentemos un poco este texto. En se­ espaciados y una galería alta con arcadas en el senta y tantos años Tudela ha cambiado bas­ segundo piso. Empotrados en las paredes tante; y lo primero que ha dejado de tener ostentaban escudos abultados y salientes de aquel sello romántico señalado en él son los piedra blanca y en las ventanas se veían orlas nombres de las calles, hasta cierto grado. Un esculpidas con los primores del Renacimiento nomenclátor de publicación bastante reciente incrustadas en el ladrillo. puede servir, sin embargo, para restituir al­ Recorriendo este pueblo y luego visi­ gunos 205. tando otros, me expliqué que en España la Los palacios o hermosos edificios civiles a gente de inclinaciones estéticas no sea muy que alude Baroja, se conservan en parte. entusiasta del progreso; lo viejo tiene aquí su Señalemos ahora los más conocidos.

331 Fig. 214. - Plano antiguo de Tudela de Gaytán.

1.°) En la calle Magallón está el palacio balcón derecho y el de mujer del balcón del Marqués de San Adrián, que tiene una izquierdo. Los cuatro capiteles compuestos fachada rematada por magnífico alero, atri­ de los lados están sostenidos por unas figuras buido por José Ramón Castro a Esteban a modo de Hermes, pero femeninas, a los Obray, artista que trabajó en la catedral, en el dos lados extremos. La de la izquierda del coro magnífico terminado en 1522 206. Este espectador sostiene una víbora que succiona palacio tiene, además, un patio con columnas el pecho izquierdo. En medio hay otro Her­ toscanas y una escalera con pinturas de mes de figura masculina, barbada, que sos­ asunto religioso (fig. 215). tiene un capitel con cada mano (fig. 216). 2.°) La casa del Almirante, en la calle de Mariano Sainz, n.° 13 (la Rúa por antonoma­ sia). Esta casa es muy conocida por dos bal­ cones de forja con frontones de piedra la­ brada, de época claramente renacentista, como lo demuestran el busto de hombre del 215.-Palacio del marqués de San Adrian.

332

Esta casa, hasta bien entrado el siglo XX Pero el modelo de edificio urbano en tenía los muros de ladrillo cubiertos por ladrillo con varios altos y una galería con pinturas con motivos navales y dos blasones; arcos arriba y alero también bordeado de uno, con la cruz de Malta. Sobre los balcones cornisa de ladrillo formando dibujos, se en­ ventanas, otro juego de huecos (ventanas pe­ cuentra una y otra vez en Tudela y otras queñas) colocadas sin simetría con respecto a poblaciones navarras (figs. 220, 232, 238). los balcones y encima de una doble cornisa, Aquí, a veces, con desarrollo de hasta cinco una galería de arcos y un hermoso alero. pisos. Otras veces sólo con una planta baja de dos huecos, otra principal, también de dos 3.°) Con frisos renacentistas se ve en la huecos, con ventanas o balcones... Otras de misma calle la casa de Ibáñez Luna, próxima a tres pisos y la galería siempre en alto. A San Nicolás. veces, como pasa también en Aragón, con 4.° y 5.°) Las dos casas a que se refiere edificios especiales, el modelo se repite en Madoz, de Huarte e Iturbieta, existen en la piedra (fig. 234). Pero la impresión domi­ calle llamada hoy de Villanueva. El título nante en los autores de dentro y de fuera de segundo lo heredaron los Heredia Spínola y que lo que domina es el ladrillo, nos la dan corresponde a un hombre de negocios bazta- los mismos edificios de carácter religioso, nés del tiempo de Felipe V, apellidado Ariz- como la fachada de la iglesia de San Nicolás, cun. Son casas de grandes patios, sobre todo pesé a su tímpano de piedra embutido en la primera, que, además tiene una escalera ella, que data de mucho antes (fig. 228) 21°. magnífica. Las torres de las iglesias, con inclusión de la de 6.°) Dentro del estilo renacentista se la catedral, de fecha más moderna que otras destaca también el palacio decanal, de Don muchas partes y las de las demás iglesias que Pedro Villalón de Calcena, prelado protegido sobresalen, completan la impresión, desta­ por Julio II en Roma. En la calle del cándose al fondo de calles y callejas (figs. Roso, antes calleja del Deán, se ve la puerta 226, 227, 241 y 242). En algunas hay casas con un blasón encima que parece aludir al con sólida base pétrea de mucha antigüedad. apellido de aquel pontífice (La Rovére), al pie En otras quedan paredes de huertos interio­ dos escudos pequeños con las armas del res como en otros pueblos navarros, que a deán. La decoración indica, según el mismo veces se han aparejado en antiguos solares de Castro, que en la portada trabajó también casas (fig. 243). No faltan callejones estrechí­ Esteban de Obray 207. simos en que las casas de dos y tres pisos, Con respecto a épocas anteriores habrá parecen juntarse por arriba (fig. 235). que advertir que en la misma casa del deán, Y hacia la parte alta, del cerro, las calles donde se alojó Adriano VI y donde pasaron escalonadas, de casas modestas, de un hueco noche algunos reyes, hay elementos que co­ o dos (figs. 222 y 224). En muchas el ladrillo rresponden a tradiciones mudéjares, muy de­ ha estado el descubierto siempre, al parecer; sarrolladas en tierras del Ebro, combinadas pero otras conservan restos de viejos revo­ con elementos góticos, como una hermosa cos, enlucidos o revestimientos de yeso. Estas galería lateral, superior, que queda sobre casas en parte no se hallan habitadas, sirven grandes rejas 208. Los palacios aragoneses del de cuadras o depósitos agrícolas y algunas Renacimiento que dan un tipo que en líneas aún son mansión de agricultores, como en generales se repite en los siglos XVII y tiempos de la descripción de Baroja. Desta­ XVIII fijan un estilo, según se reconoce can algunos portones que dan a corrales y desde hace mucho 209. granjas rejas, combinadas con ventanas y bal­ cones irregulares (figs. 223, 239 y 240). Como tipos urbanos de significación dis­ tinta hay que señalar algunos edificios comer­ ciales de los siglos XVIII y XIX (dejando lo actual y lo de comienzos del XX) y algunas casas de pisos en que se nota una influencia de lo pompeyano en aleros y otros elemen­ tos (fig. 233). 2 Ib.-Balcón del palacio del Almirante. Lo que ha ido desapareciendo más ha sido

335 336 Fig. 218-Tudela. Vista aérea en que se destaca el puente. los saledizos que se denominaban «almoja- se ha modificado mucho. Las antiguas siluetas bas» 211 (fíg. 217). de torres y tejados se han perdido. Lo que Tudela, en fin, por estos y otros muchos Pío Baroja decía en 1916 respecto a algunos rasgos de los que ahora no se puede tratar, es aspectos de «lo moderno» podría también una población de tipo muy «meridional» y glosarse hoy. No es misión que nos esté «mediterráneo», en esencia una capital agrí­ encomendada. Hay que añadir, «afortunada­ cola, una ciudad puente (fig. 218). Su signifi­ mente». El conservadurismo político y cierto cado guerrero desapareció. Otros cobran conservadurismo cultural y estético no van pujanza. siempre unidos y ésta es una de las grandes Pero los negocios de la ganadería y las incoherencias de nuestro tiempo. almadías, su significado también en la circula­ ción general dentro de la península, de Norte a Sur o siguiendo el eje del Ebro, le dan una conexión con las tierras pirenaicas no tan lejanas, de un lado; de otro con la meseta. Hoy es una población que crece de una Fig. 219--Al fondo, palacio de Canals. — forma inimaginable en tiempos pasados. De Fig. 220.-Casas con galería superior. Calle de Mariano T los 9.449 habitantes que tenía en 1900 ha Láinez. pasado a 20.093 en 1975 212. El casco urbano Fig. 221,-Junto a la catedral. A la izquierda el pórtico.

337

NOTAS

1. El «Propugnáculo histórico v jurídico. Muro 14. Iribarren, «Vocabulario navarro» p. 348 a. literario y tutelar; Tudela ilustrada y defendida» del Plinio «N.H.» XII (57) 127 da «muscarium» como licenciado Don Joseph Conchillos. Apareció en Zara­ hoja espesa de ciertas plantas. goza, 1666. «El Bodoque contra el Propugnáculo histó­ 15. «Ep.» IV, 55, 16. A veces se cita con otra rico y jurídico del licenciado Conchillos, por Fabio, numeración. Sylvio y Marcelo» con el pie de Colonia Agripina, por 16. «España Sagrada», XLIX (Madrid, 1865) pp. Severino Clariey, en 1667. El mismo año los «Desagra­ 21, a y 75, b - 76, a. Ver también Miguel D 0I5, vios del Propugnáculo de Tudela contra el trifauce «Hispania y Marcial. Contribución al conocimiento de cerbero, autor del Bodoque» como de Jorge Alceo de la España Antigua» (Barcelona, 1953) pp. 214-216. Torres, Amberes. Muñoz y Romero, «Diccionario...» 17. «España Sagrada» XIII, p. 491 (§ 25): rebe­ pp. 269, b -270, a. Conchillos no era original. Seguía lión de Muza. Es decir, «Crónica de Alfonso III», ed. una tradición que, arrancando de crónicas navarras, pasa Z. García Villada (Madrid 1918). a autores de los siglos XVI y XVII. 18. Al año 882: «Tutelam castrum». España Sa­ 2. Leopoldo Torres Balbás, «Ciudades hispano- grada XIII, p. 457. musulmanas» I. (Madrid, s.a.) p. 58. El texto en apén­ 19. «Diccionario de antigüedades» III, pp. 396- dice a la obra de Gayangos, «Memoria sobre la autenti­ 465-. Al comienzo sobre todo. cidad de la crónica denominada del moro Rasis» en 20. Fuero concedido por Alfonso el Batallador, «Memorias de la Real Academia de la Historia» VIH Muñoz y Romero, «Colección» p. 418. (1852) pp. 44-45 (apéndice). E. Levi-Provençal «La 2 1. Pacto con los moros, Muñoz y Romero, op. description de l’Espagne d’Ahmad al Razi» en «Al-An- cit. p. 415. Fuero p. 418. dalus» XVIII (1953) pp. 51-168. «Yacut's Geographis­ 22. En 1127, Yanguas, op. cit. III, p. 400-401. ches Wörterbuch» I (Leipzig, 1866) p. 853, edición de 23. Yanguas, op. cit. III, pp. 405 (1236) 406 (id.) F. Wünstenfeld. El texto se terminó en 1224, Gamal una forma detrás de otra. Abd Al Karim, «Terminología geográfico-administra- 24. Como en «todo» de «totum», etc. tiva e historia político-cultural de Al-Andalus en el 25. Madoz, XV, p. 178, b. «Mu’yarn al-baldon» de Yaqut (Sevilla, 1972) pp. 23, 26. Madoz, XV, p. 178, b. 58, 88. Más categórico aún que Torres Balbás es Don 27. Madoz, XV, pp. 178, b - 179, a. Jaime Oliver Asín, «Orígenes de Tudela» en «Home­ 28. Madoz, XV, p. 179, a. naje a Don José Esteban Uranga» (Pamplona, 1971) pp. 29. Madoz, XV, p. 179, a. Oliver Asin, op. cit. pp. 495-515, al que sigue Don José Ramón Castro, «Fun­ 510-513 recuerda y explica estos casos de acuerdo con dación, etimología, desarrollo y población de Tudela» su tesis. en «Miscelánea Tudelana» (Tudela, 1972) pp. 15-27. 30. Inspirado en el de Tudela, se trata de una También en «Tudela monumental» I, n.° 223, de «Te­ «bastide». mas de cultura popular» (Pamplona, s.a.) pp. 3-8. 31. Yanguas, «Diccionario...» III, pp. 395-396. 3. Fernando de la Granja, «La Marca Superior en Parece un nombre muy alterado, de tipo mozárabe. la obra de Al-Udri» (Zaragoza, 1966) p. 22 (§ 23). Pienso en un «Tutellianus» como base. 4. II, 6, 66 Con esta posición: 14° 20’ - 42° 25’ 32. Madoz, XV, p. 179, a. 5. En una nota de su edición I, 1, p. 191, b 33. XIV, 410. 6. «Investigaciones...» pp. 50-51 (libro I, § XI). 34. Ovidio, «Triste I, 10, I. No en abstracto, sino 7. Edición de José Ramón Castro (Pamplona concretamente una divinidad: Minerva, Petronio, 105. 1956) pp. 27-31 (memoria IV). 35. C.I.L., II, 2.538. 8. Véase J. Alemany, «Le Geografía de la penín­ 36. C.I.L., II, 3.031. sula ibérica según los textos de los escritores griegos» 37. C.I.L., II, 3.226. en «Revista de archivos, bibliotecas y museos», tercera 38. C.I.L., 11, 4.082 y 4.090. época, año XV, XXIII (1910), lámina VI, entre las pp. 39. C.I.L., II, 4.092. 306-307. 40. C.I.L., II, 3.021. 9- «Diccionario...» de 1802, II, p. 51, a. 41. C.I.L., II, 3.377. 10. «Mosquerolla» en 1121. Francisco Fuentes 42. C.I.L., II, 2.991. Pascual, «Catálogo de los archivos eclesiásticos de Tu­ 43. C.I.L., II, 3.349. dela» (Tudela, 1944) p. I (n.° 2) «Mosquera» se cita en 44. C.I.L., II, 4.056. 1154, p. 7 (n.° 22); incluye un término de «Carraca- 45. C.I.L., II, 2.780. rros» según documentos de 1494, p. 209 (n.° 791). 46. C.I.L., 4.091. S. 6.076 (?) y 6.077. Este nombre, que recuerda al de Cárcar (Carracarre) en 47. C.I.L., II, 4.055. 1091 sale como «Karkaras», p. 1 (n.° 1) al parecer.48. Julien Sacaze, «Inscriptions antiques des 11. Madoz, XI, p. 621, a. Pyrénées» (Toulouse 1892) pp. 171-172 (n.° 88), Saint 12. Madoz, XI, pp. 620, b, 621, a. «Mosquera» Bertrand de Corriminges, 265 (n.° 212), Montmaurin, aparece mucho en tas escrituras tudelanas de los archi­ 347-348 (n.° 290). Boutz, 449-450 (n.° 362) Poubeau. vos eclesiásticos. 49. «Description de l’Occident Musulman au 13. García de Diego, «Diccionario...» p. 871 (n.° IVem. = X siècle» texto y traducción de Charles Pellat 4502, a). (Argel 1950) pp. 41 y 51.

341 50. «Description de l'Afrique et de l’Espagne» de Tudela» en «Príncipe de Viana», año VI, n.° 18 edición y traducción de R.P.A. Dozy y M.J. de Goeje (1945) pp. 9-27, con 23 láminas. (Amsterdam 1969) p- 231 de la traducción, 190 del 73. Varias cuentas de 1280 se refieren al castillo. texto árabe. En una se alude a la construcción de la cocina en los 51. «La péninsule iberique au Moyen-Age...» edi­ «palatios». F. Zabalo, «El registro...» p. 90 (n.° 931). ción y traducción de E. Levi-Provengal (Leiden 1938) Otra de una sala y un palomar (n.° 932); un muro de la pp. 80-81 de la traducción, 64 del texto árabe. sala hecho antes de tierra, se hace de piedra y se usa cal 52. «Rawd Al-Qirtas», traducción de Ambrosio (n.° 933). No faltan las relacionadas con el armamento Huici, II (Valencia 1964), p. 408. (n.° 945). 53. «Al-Bayan al-Mugrib», traducción de Ambro­ 74. En las cuentas de 1280 hay una referente al sio Huici Miranda, (Valencia 1965), p- 106. Fragmentos portal real unida a otras sobre reparación de la torre de nuevos. Otras referencias a la ciudad, pp. 125 y 130 un judío, Don Agach Ebenvenist, F. Zabalo, «El regis­ unidas a varias más. tro...» p. 89 (n.° 926); otra sobre la «torr d’El Canto» 54. «Al-Hulal al-Mawsiyya», traducción de Am­ (n.° 927). brosio Huici Miranda (Tetuán 1952), p. 88. 75. Mención del «fosal» y de la calleja del Pallero 55. Fernando de la Granja, op. cit. pp. 24-43 (§ en 1316. Fuentes, «Catálogo...» p. 130 (n.° 490). 27-82). 76. Fuentes, «Catálogo...» cit. p. 11 (n.° 35); 66 56. Fernando de la Granja, op. cit. p. 33 (§ 53). (n.° 241) 1236. 57. La leyenda de que no se cerraban puede estar 77. Fuentes, «Catálogo...» cit. p. 45 (n.° 159). en relación con el significado básico de su nombre. 78. Fuentes, «Catálogo...» cit. p. 49 (n.° 174) 58. Fernando de la Granja, op. cit. pp. 24-25 1213. (núms. 27-28). 79. Fuentes, «Catálogo...» cit., p. 50 (n.° 181), 59. Fernando de la Granja, op. cit. p. 27 (n.° 34) Barrio de todos modos, p. 51 (n.° 183) el mismo año; años 870-871. Otros hijos tenían nombre árabe; p. 28 pp. 71-72 (n.° 264), 1241, etc. (n.° 37). 80. Fuentes, «Catálogo...» p. 53 (n.° 191). Tam­ 60. Fernando de la Granja, op. cit. pp. 32 (n.° 50), bién p. 54 (n.° 196), 1220; 59-60 (n.° 217), 1228; etc. 36 (n.° 61), 40 (n.° 70). Parte da a la muralla, p. 104 (n.° 390) 1281. 61. Fernando de la Granja, op. cit. p. 42 (VN.° 81. Fuentes, «Catálogo...» p. 75 (n.° 276). En ella 82). viven judíos en 1277, p. 98 (n.° 367). 62. Véase 1 parte, cap. 1, § 2. 82. Fuentes, «Catálogo...» p. 80 (n.° 296). Otra 63. Muñoz y Romero, «Colección...» p. 418. La referencia, p. 82 (n.° 305) 1256. Tiendas, p. 109 (n.° «e» aparece en muchos nombres arabizados antes, que 409) 1285. terminaban en consonantes. 83. Fuentes, «Catálogo...» p. 102 (n.° 384). Con 64. Plinio N.H. V (27) 98. Parte del Taurus. casas de judíos. Séneca, «Quaest nat.» V, 17,5 dice que este viento 84. Fuentes, «Catálogo...» pp. 144-145 (n.° 548). domina mucho en las Galias. 85. Fuentes, «Catálogo...» p. 168 (n.° 634 y 636). 65. Muñoz y Romero, «Colección...» p. 417. 86. Fuentes, «Catálogo...» p. 189 (n.° 714) 1486. Yanguas «Diccionario» III, p. 396. 87. J. Carrasco Pérez, «La población...» pp. 439- 66. 22 de febrero de 1119, al parecer. «La fecha 445, § 127. de la conquista de Tudela» en «Príncipe de Viana», año 88. J. Carrasco Pérez «La población...» pp. 413- VII, n.° 22 (1946) pp. 45-54. 414. 67. La base documental puede ahora seguirse muy 89. J. Carrasco Pérez «La población» p. 417. bien en el citado «Catálogo de los archivos eclesiásticos Compárese con Yanguas «Diccionario de antigüeda­ de Tudela» de Francisco Fuentes con referencia «Ca­ des...» III, p. 426. tálogo» simplemente (Tudela, 1944). Otro instrumento 90. Para el estudio de las cofradías es esencial el de trabajo esencial es el «Catálogo del archivo munici­ «Catálogo de los archivos eclesiásticos de Tudela» ya pal de Tudela», del mismo autor (Tudela, 1947) al que citado, del mismo Fuentes. Véase en la pp. 452, b - se hacen referencias como «Catálogo del archivo muni­ 453, a la larga lista de ellas; son hasta veintiocho. cipal». Bastantes documentos en el «Archivo General 91. Fuentes, «Catálogo...» p. 50 (n.° 180), 1214, de Navarra», «Catálogo...» I, p. 485, índices. También, pero en 1276 se indica que es parroquia de Santa Idoate «Catálogo de los cartularios reales...» pp. 416, María, p. 97 (núms. 363-364). b- 418, a. Resumen Luis M.a Marín Royo, «Tudela 92. Fuentes, «Catálogo...» p. 55 (n.° 198). histórica», n.° 107 de «Temas de cultura popular» 93. En la Carnicería una «tabla» se arrienda por (Pamplona, s.a.). cuarenta sueldos en 1330. Fuentes, «Catálogo...» p. 68. El documento citado, Muñoz y Romero, op. 134 (n.° 508). cit. pp. 415-417 se refiere al «alcudi» o alcalde; a los 94. Fuentes, «Catálogo...» p. 93 (n.° 346). «algalifos» o vicarios y lugartenientes; «alforques», co­ 95. Fuentes, «Catálogo...» p. 287 (n.° 1109). bradores de tributos; «alfaques» o «alfaquies», teólogos 96. Fuentes, «Catálogo...» p. 171 (núms. 647-648) letrados y a instituciones varias. A la ley en general 1470. En la de Santa María, 1510, pp. 236 (n.° 896'' «zuna» o «alguna». 245 (n.° 933), 1519. 69. Fuentes, «Catálogo» cit. pp. 2 (núms. 4-5 97. Fuentes, «Catálogo...» p. 189 (n.° 714), 1486. etc.). 98. Fuentes, «Catálogo...» p. 217 (n.° 822). 70. Fuentes, «Catálogo...» cit. p. 9 (núms. 29). 99. Fuentes, «Catálogo...» p. 97 (n.° 366). 71. «Fuentes...» «Catálogo...» p. 27 (n.° 94). 100. Fuentes, «Catálogo de los archivos eclesiásti­ 72. Manuel Gómez-Moreno. «La Mezquita mayor cos» p. 455, a, índice.

342 101. Fuentes, «Catálogo...» pp. 28 (n.° 95), 30 des por el «loguerio» de tiendas de «anagares», «ferre- (n.° 102). También en el «Catálogo de los archivos ros», «zapateros», «alffagens», «alcorqueros», «argen­ eclesiásticos» pp. 88, 95, 102. teros». F. Zabalo, «El registro...», pp. 88-89 (núms. 102. Fuentes, «Catálogo...» p. 33 (n.° 113). 900-905 y 908). 103. Fuentes, «Catálogo...» p. 75 (n.° 278). 122. Fuentes, «Catálogo...», cit., p. 4 (n.° 11); 104. Fuentes, «Catálogo...» p. 79 (n.° 291). tienda de Doña Orkeia y otra de Ebles Bercero. 105. Fuentes, «Catálogo» p. 103 (n.° 388), 1281. 123. Fuentes, «Catálogo..., cit., p. 8 (n.° 25), año Cuentas de «loguero de casas dentro en la villa de 1156. Venta de unas casas con dos tiendas por 150 cristianos» hay en 1280. F. Zabalo, «El registro...» p. maravedíes lupinos. Otra de 1770., p. 17 (n.° 54). 88 (n.° 887). También del «loguerio de rredura de 124. Fuentes, «Catálogo...», cit. p. 12 (n.° 38), dentro en la villa de los cristianos» (n.° 878) y cuentas año 1162; p. 35 (n.° 120), 1188. por «adobar casas» allí mismo (p. 89,.n.° 923). 125. Fuentes, «Catálogo...», cit. p. 13 (n.° 40), 106. F. Zabalo, «El registro...» p. 88 (núms. 886- año 1163- 887). Son cuatro baños y cinco hornos. También la 126. Fuentes, «Catálogo...», cit. p. 15 (n.° 49), «caldera de la tintura» (n.° 876). Repafaciones p. 89 año 1168. (n.° 920-922). 127. Fuentes, «Catálogo...», cit. p. 16 (n.° 51). 107. F. Zabalo, «El registro...» pp. 88-89 (núms. 128. Fuentes, «Catálogo...», cit. p. 17 (n.° 54), 874-912). 1170; (n.° 56), 1172; pp. 23-24 (n.° 80), 1174; 29 (n.° 108. Fuentes, «Catálogo...» p. 3 (n.° 9). «España 98), 1179. Sagrada» L. p. 395. 129. Fuentes, «Catálogo...», p. 39 (n.° 137), 1196; 109. Fuentes, «Catálogo...» cit. p. 26 (n.° 91) 43 (n.° 153) 1204. Tienda de canónigo, p. 44 (n.° 157) 1177. Hay mención en 1280 de «loguerio de casas 1206. dentro en la iudaria», F. Zabalo, «El registro...» p. 89 130. Idoate, «Catálogo de los cartularios rea­ (n.° 909), así como de la escribanía de los judíos (n.° les...», p. 302 (n.° 620). 910) de pechas de su aljama (n.° 913) y de sus carnice­ 131. J. Corominas, «Diccionario crítico etimoló­ rías en «loguerio» (p. 88, n.° 878). Una cuenta signifi­ gico de la lengua castellana», I, p. 93, b. cativa es la que se refiere a «adobar tiendas de los 132. Idoate, «Catálogo de los cartularios reales», gapateros judíos et casas en el castillo de los judíos», p. pp. 181, (n.° 361), 1237; 185-186 (n.° 370) 1237; 222 89 (n.° 925). (n.° 440), 1252; 40 (n.° 60) 1174. Referencia a molino 110. Yanguas, «Diccionario...» 111, p. 418. del rey, molino en el Ebro, molino del Puente y molino 111. Fuentes, «Catálogo...» p. 192 (n.° 723). En del Queiles. Generales en Oliver Asín, op., cit., p. 501. 1280 se registran algunas cuentas relacionadas con ju­ En 1310 Pedro Caritat y Gracia Martínez, su mujer, díos de Tudela. F. Zabalo, «El registro», pp. 53 (n.° toman a censo una muela del molino del puente sobre el 154), 112 (n.° 1.338) etc. Ebro, por 370 sueldos. Fuentes, «Catálogo...», p. 127 112. Las cuentas de 1280 registran varias refe­

343 141. Fuentes, «Catálogo del Archivo Eclesiás­ 167. Yanguas y Miranda, «Diccionario de anti­ tico...», p. 109 (n.° 412), 1285. güedades...», I, p. 79. 142. E. Lévi-Provençal, «L'Espagne musulmane au 168. «Catálogo...», XXX, pp. 445-446 (n.° 900), Xeme siècle. Institutions et vie sociale» (Paris, 1932), 500-501 (n.° 1.015). pp. 188 y 203, nota 1. 169. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», 143. Fuentes, «Catálogo...», p. 46 (N.° 165). p. 236 (n.° 1.023). Todos los libros XXVI-XXXII, pp. 144. Leopoldo de Eguilaz, «Glosario etimológico 236-277 se refieren a «alemas». de las palabras españolas... de origen oriental» (Gra­ 170. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», nada 1886), p. 156. p. 236 (n.° 1.024) siguen, de 1.623 en adelante. Pero el 145. Fuentes, «Catálogo...», p. 141 (n.° 535). En pleito ya existía en 1318 (p. 238, n.° 1.035), y hay el año 1263 aparece el barrio del mismo nombre, p. copia de un privilegio dado a Tudela en 1251 (p. 238, 522 (n.° 1233). n.° 1.038). 146. Fuentes, «Catálogo...», pp. 78, n.° 287, 171. Cascante, Monteagudo, etc. Fuentes, «Catá­ 1.248; 154, n.° 584, año 1411. Sin embargo, en otros logo del archivo municipal», pp. 243-248 (libro XX- documentos es «Puerta de Vilella»: Idoate, «Catálogo VII). de los cartularios reales», pp. 176, n.° 350; 202, n.° 172. Leopoldo de Eguilaz, «Glosario...», cit., p. 398, o mejor, «Vilieilla». En 1236 y 1244, respectiva­ 151. mente. 173. Bastantes documentos. Fuentes, «Catálogo 147. Madoz, XV, pp. 652, b - 654, b registra del archivo municipal», p. 241 (n.° 1.054) 1648, etc. veinticinco; dos Velillas, p. 655, a. Eguilaz, «Glosario...», cit. p. 90. 148. Fuentes,«Catálogo...», p. 2 (n.°6 ), 1128. 174. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal...», 149. Fuentes, «Catálogo...», p. 111 (n.° 419), p. 278 (n.° 1.235) 1388. Eguilaz, «Glosario...», p. 229. 1287. 175. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal...», 150. Fuentes, «Catálogo...», p. 179 (n.° 675), pp. 280-285 (libro XXXIV) el libro XXXV falta. 1478. Sigue. 151. Fuentes, «Catálogo...», p. 322 (n.° 1233), 176. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», 1233. Idoate, «Catálogo de los cartularios reales», pp. p. 224 (n.° 963) 1534. 27 (n.° 33) cerca el molino de Atolitoli, en 1152, y un 177. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», horno, p. 202 (n.° 398) en 1244. p. 224 (n.° 965) empieza en 1768, sigue en 1772 etc. 152. Idoate, «Catálogo de los cartularios reales», Todo el libro XXI (pp. 224-227). pp. 185-186 (n.° 370). Esta parece abierta poco antes 178. II, p. 390 b. de 1287. 179. Entre los objetos de «loguerio» en 1280 se 153. Idoate, «Catálogo de los cartularios...», p. hallan los huertos y «albolequas», las heredades «insen- 202 (n.° 398). Calchetas y Calcetas: 1244. En ella había sales», el vergel, la «fuent de Iohan Diaz», el agua de un horno, p. 303 (n.° 621): 1309. Valpartuna, la fruta, la leña, la «verga». F. Zabalo, «El 154. Idoate, «Catálogo de los cartularios...», p. registro...», p. 88 (núms. 889-897). Cuentas por la­ 109 (n.° 204), «barrio de Porta Ferrena» en 1216; brarlos p. 89 (núms. 918). parroquia de San Pedro, pp. 178-179 (n.° 355-357), 180. F. Zabalo, «El registro...», p. 91 (n.° 952). 1237. Portal, p. 182 (n.° 363) 1237. 181. Fuentes, «Catálogo...», p. 69 (n.° 254). 155. Mención a casas situadas dentro del muro de 182. Fuentes, «Catálogo...», p. 71 (n.° 261). la Judería en 1309. Idoate, «Catálogo de cartularios 183. Fuentes, «Catálogo...», p. 215 (n.° 816). reales», p. 302 (n.° 620). 184. F. Zabalo, «El registro...», p. 165 (núms. 156. Mención de la torre mayor del castillo en 2374-2.375). 1355. Idoate, «Catálogo de cartularios reales...», p. 355 185. F. Zabalo, «El registro...», pp. 90-91 (núms. (n.° 728). 949-951), 164 (n.° 2.363-2.364), 166 (n.° 2.398). 157. «Diccionario histórico-político de Tudela» 186. Fuentes, «Catálogo...», p. 454, a-b. (Zaragoza, 1823: reimpreso en 1828). 187. «Jornada de Tarazona...», p. 73. 158. Idoate, «Catálogo de los cartularios reales» 188. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», p. 145 (n.° 283). p. 213 (núms. 903-904). Rodrigo Mendez Silva, «Po­ 159. «Diccionario de la lengua castellana» I (Ma­ blación general de España», de 1645, fol. 197 vto., drid, 1726), p. 514, b. indica que está en «fuerte repecho, con murallas y 160. Leopoldo de Eguilaz, «Glosario etimoló­ castillo» y con mil vecinos. Hay que observar que gico...», cit. 319. antes, en 1515, Fernando el Católico había cedido los 161. J. Corominas, «Diccionario crítico...», cit., I. derechos en sentencias criminales de Tudela para la p. 348, a. reparación de tales murallas. Fuentes, «Catálogo del 162. Fuentes, «Catálogo...», p. 130 (n.° 491). archivo...», p. 63 (n.° 213). 163. Fuentes, «Catálogo...», p. ‘40 (n.° 142). 189. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», 164. Fuentes, «Catálogo...», p. 1 (n.° 2), 8 (n.° p. 217 (n.° 923). 24), etc. 190. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», 165. Leopoldo de Eguilaz, «Glosario etimoló­ p. 217 (n.° 925). gico», cit. pp. 326 y 328; J. Corominas, «Diccionario 191. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», crítico...», cit., p. 352, b. Para usos, «Diccionario histó­ p. 218 (n.° 930). rico de la lengua española», I (Madrid, 1933), pp. 1104 192. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal...», a, 1108 a-b. p. 218 (núms. 929, 931, 932), 1712-1713. 166. Muñoz Romero, «Colección de fueros muni­ 193. Fuentes, «Catálogo del archivo municipal», cipales...», p. 419: «azutes et presas». p. 220 (n.° 941) 1772.

344 194. Méndez, «Noticias...», cit. p. 184. s.a.). Del mismo, una «Historia de las calles de Tudela» 195. «Viaje fuera de España», II, carta XII, n.° (Tudela, 1975). 25. «Viaje de España, seguido de los dos tomos del 206. José Ramón Castro, «Tudela monumental», viaje fuera de España», edición de Casto María del II, n.° 227 de «Temas de cultura popular» (Pamplona, Rivero (Madrid, 1947), p. 1.901, b. s.a.), pp. 6-8. 196. «Spain revisited», I (Londres, 1836), p. 102. 207. «Tudela monumental», I, pp. 27-29. 197. Se conserva en la biblioteca de la Real Aca­ 208. Don Federico de Madrazo, «Navarra y Lo­ demia de la Historia. La dependencia se ve en el texto groño», III, p. 371 da el dibujo de la parte superior de copiado por José Ramón Castro, «Tudela monumen­ este edificio, con una torre, derribada en su tiempo. tal», I, p. 10. Véanse también, pp. 370-374 y la foto de la p. 369- 198. «Diccionario...», de 1802, II, p. 390, b. Co­ 209. Vicente Lampérez, «Arquitectura civil espa­ piado por Miñano IX, p. 86 a, b, en 1828. Fuentes, ñola, I. p. 555. «Catálogo...», pp. 50 (n.° 181), 1214; 334 (n.° 1.280), 210. Castro, «Tudela monumental», I. pp. 14-18. 1369; registra la existencia de los baños del Rey, San 211. Caro Baroja, «Etnografía histórica de Nava­ Salvador y Santiago. rra», III, pp. 146-151-427-428. Referencias a J.M. Iri- 199. Miñano, IX, p. 86 a. barren, «Mi visión de Tudela» en «Navarrerías» (Pam­ 200. Madoz, XV, p. 175, a. plona, 1944), pp. 133-136. Del mismo «Estampas tu- 201. Unos de 1848, en «Catálogo...», XLVII, lá­ delanas» (Pamplona, 1971). Como complemento algu­ mina V. nas lecturas más. Luis Gil Gómez, «De la vieja Tudela. 202. «Catálogo...», XLVII, lámina VII. Ver tam­ Paisajes y recuerdos», n.° 140 de «Temas de cultura bién la VIII y la IX. popular» (Pamplona, s.a.) y del mismo, «Variedades 203- Altadill, II, p. 790. El plano entre ésta y la tudelanas», n.° 187 de la misma colección (Pamplona, 791. s.a.) y «Fuentes de Tudela y otras curiosidades», n.° 204. «La ruta del aventurero» (Madrid, 1916), pp. 231. 310-311 (segunda parte, capítulo XIII). 212. «Itinerarios por Navarra», I, Zona media y 205. Jesús Martínez Escalada, «Calles de Tudela», Ribera» (Pamplona, 1978), p. 67. n.° 286 de «Temas de cultura popular», (Pamplona,

345 222

222.-Casas de ladrillo de la parte más antigua. 223.-Casa con base de piedra muy antigua. 224.-Casas en cuesta, hacia el Oeste. 225.-Casas con base de piedra y altos de ladrillo. 2 26 -E ni >'u ajada. 227.-Calle de Caldereros. 224 228.-Tímpano de la iglesia de San Nicolás.

346 347 348 349 350 238 239

234.—Casa con galería, de piedra. 235.-Calle de la parte antigua. 236.-Casa de tipo popular. 231 .-Casa de ladrillo, con dos altos. 238,-Casa con galería superior. 239-Arco de ladrillos. 240.-Casa con gran reja en el bajo. 240

351 241 242

241 y 24l.-Tudela. Catedral. Torre. 243--Calle con huertos interiores. 244-Frente al palacio del Almirante. 245 -Casas reformadas o reconstruidas en el siglo XIX. 353

INDICE

PRIMERA PARTE Páginas

Advertencia preliminar...... 9 Introducción...... 13 1) Complejidad del estudio de la casa ...... 15 2) Nuestro tema: exploración semántica...... 16 3) Extensión de la investigación propuesta...... 17 Capítulo I ...... 21 1) Los vascones y su tierra ...... 23 2) Núcleos urbanos y caminos...... 26 3) La población rural...... 28 Capítulo II. El gran tránsito...... 33 1) El renacer del siglo X I ...... 35 2) Evolución en el ámbito rural...... 36 3) El castillo real y su significado...... 36 Páginas Capítulo III. Sobre la forma de la localidad ...... 43 1) Ríos y pueblos: generalidades...... 45 2) La montaña atlántica...... 46 3) El Arga y sus afluentes...... 46 4) Los ríos pirenaicos y orientales...... 47 5) Corrientes pequeñas y riberas orientales...... 47 6) La merindad de Estella y sus ríos ...... 48 7) Hacia el su r ...... 49 8) Los valles y los cerros...... 49 Capítulo IV. El pueblo y sus elementos...... 55 1) Elementos básicos en la orientación de pueblos...... 57 a) Sectores de orientación...... 57 b) Iglesia...... 57 c) Torre de linaje ...... 57 d) Casas y casales...... 57 e) E ra s...... 57 0 Ejidos...... 57 2) a) Fuente pública...... 59 b) Horno público ...... 59 c) M olino ...... 59 d) Puentes...... 59 e) Caminos y sendas...... 59 f) Arboles y cultivos...... 60 3) Cultivos y explotaciones...... 60 4) La vecindad...... 61 Capítulo V. Sobre planificación de núcleos urbanos...... 67 1) Tradición en los trazados urbanos: las plantas circulares y elípticas...... 69 2) Las plantas rectangulares...... 73 3) El racionalismo medieval y algunas de sus derivaciones sociales...... 74 4) Paréntesis aclaratorio...... 76 5) El orden social establecido por Dios y el orden urbano...... 77 6) Móvil de la urbanización...... 80 7) Reflexión final...... 82 Capítulo VI. Tradiciones materiales y legales respecto a la casa...... 87 1) Prelim inar...... 89 2) La tradición europea en la casa de madera...... 90 3) Normas de construcción...... 92 4) La casa de tradición mediterránea hecha de piedra...... 94 5) L eyes...... 101 Capítulo VII. La casa urbana y sus problemas...... 105 1) Tamaño reglamentario...... 107 2) Desagües...... 109 3) Voladizos...... 110 4) La casa en relación con la muralla...... 114 5) La muralla desmantelada...... 115 6) La plaza...... 116 Páginas Apéndice: Más sobre los voladizos...... 119 Capítulo VIH. La torre: fuerza y linaje...... 125 1) Disgresión sobre Arquitectura y Poder...... 127 2) “Turres et Castella” ...... 128 3) La legislación navarra sobre torres...... 129 4) El linaje y su significado...... 130 5) Blasones...... 131 6) Las primeras familias...... 132 7) Las familias heráldicas...... 133 Capítulo IX. La torre, sus formas y composición...... 139 1 ) La torre estricta ...... 141 2) Edificios con dos o más torres...... 142 3) Elementos aislados...... 148

SEGUNDA PARTE

Capítulo I. Introducción...... 151 1 ) Factores en la creación de nuevos núcleos urbanos...... 153 2) Causas y efectos...... 154 3) La nonna diacrònica...... 156 4) Elementos destructivos...... 157 5) Contra ciertas simplificaciones...... 157 Capítulo II. Pamplona: ciudad de continuidad...... 163 1) Pamplona en los textos clásicos: Su significado en la red viaria y como fortaleza . 165 2) El tránsito de la Edad Antigua a la Media: ciudad episcopal, ciudad ocupada; cabeza de monarquía...... 167 3) Iruña...... 169 4) El desarrollo urbano a partir del siglo XII...... 170 5) Luchas y guerras civiles...... 172 6) Nueva ordenación...... 174 7) La “Unión” y sus consecuencias...... 175 8) Pamplona, como capital de virreinato y plaza militar de frontera: rasgos materiales que le da esto ...... 176 9) Población...... 178 10) Calles y casas de vecindad...... 179 11) La “Plaza del Castillo” y su uso ...... 180 12) Otras plazas y plazuelas...... 187 13) Paseos...... 188 14) Servicios públicos. Comercio...... 189 15) Juego de pelota, teatro, posadas...... 16) Casas y palacios señoriales...... 190 17) Caracterizaciones...... 197 Capítulo III. Las poblaciones del Camino de Santiago...... 213 1) Consideraciones generales...... 215 Páginas

2) Poblaciones del paso pirenaico-aragonés: Jaca, Sangüesa...... 216 3) Poblaciones del paso pirenaico-navarro: Saint Jean de Pied de Port...... 225 4) Después de Pamplona: Puente la Reina...... 230 5) Estclla...... 238 Fotografías...... 258 Capítulo IV. Poblaciones de frontera...... 285 1) Criterios diferenciales...... 287 2) Laguardia como modelo...... 289 3) V ian a...... 295 4) Núcleos pequeños: Zúñiga. Torralba...... 301 5) La “frontera de los malfechores”: Echarri-Aranaz y Huarte-Araquil...... 304 Fotografías...... 312 Capítulo V. Tudela, ciudad-puente...... 317 1) Sobre los orígenes de Tudela...... 319 2) El nom bre...... 320 3) Comparaciones...... 321 4) Tudela musulmana o muladí...... 322 5) Tudela y la reconquista...... 323 6) Barrios y parroquias...... 324 7) Mozárabes, judíos y moros...... 325 8) Comercio...... 326 9) Puente y puertas...... 327 10) El regadío y los aumentos...... 328 11) Modernizaciones...... 329 Fotografías...... 346