Julio Caro Baroja, Etnografía Histórica De Navarra. Indice Y
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Julio Caro Baroja, Etnografía Histórica de Navarra. Índice y Estudio Crítico ROLDÁN JIMENO ARANGUREN A Javier Armendáriz y Susana Irigaray l presente estudio, sugerido en su día por el prof. D. Ángel J. Martín E Duque, constituyó la Memoria del Diploma de Estudios Vascos-Euskal Ikasketen Diploma (Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Navarra), defendida ante el tribunal compuesto por los profs. Ana Mª Echaide, Mª Amor Beguiristáin y Francisco Javier Caspistegui. JULIO CARO BAROJA: EL HOMBRE Y SU TIERRA Hablar de Julio Caro Baroja es hablar de Navarra. Su amor por esta tie- rra fluye a lo largo de las páginas de todos sus estudios. Nacido en Madrid el 13 de noviembre de 1914, pronto se unió al solar familiar. Como apunta Pío Caro, el vínculo de mi hermano Julio con Navarra ha sido muy fuerte desde su infancia. Mi madre era navarra de nacimiento y siempre presumió de ello. Julio, nacido en Madrid, desde niño anhelaba estar en Vera, era una liberación que ha sentido toda su vida, llegar al paraíso de Itzea con sus libros y todo el recuerdo de sus seres queridos1. Gracias a este hecho, Navarra constituye en su obra la re- gión mejor estudiada, a la que se añaden las Vascongadas e Iparralde, con- templado todo como un conjunto y una entidad cultural2. Yo no soy un hombre de «raza pura» y doy gracias a Dios por ello. He vivido en tierra vasca y la amo más que a otras, evidentemente. Pero en tierra vasco-na- 1. Pío CARO BAROJA, La Navarra de mi hermano, Homenaje a Julio Caro Baroja, «Príncipe de Via- na», 206 (1995), p. 557. 2. Este hecho tiene su más claro reflejo y constatación en su clásica obra Los Vascos. Etnología, Bi- blioteca Vascongada de Amigos del País, San Sebastián, 1949 (559 p.), que ha tenido diferentes edi- ciones. [1] 87 ROLDÁN JIMENO ARANGUREN varra, cuando era niño como hoy, podía darme cuenta de que por un concepto u otro no era producto genuino de ella. (...) Cuando pienso ahora en lo que a los vascos les gusta pensar en sí mismos, me doy cuenta –sin embargo– de que el es- fuerzo que hizo mi tío (Pío Baroja) para aproximarse a una realidad más hon- da y fuerte, ha sido esfuerzo vano. Los «vascos profesionales» y «confesionales» si- guen creyendo que ‘Amaya’ o cosas por el estilo encierran el secreto de su ser. Al vasco de cartón-piedra le interesan las novelas de cartón-piedra y los espectáculos del mismo material. Pero acaso le pasa lo mismo al castellano, al catalán o al an- daluz, al español de izquierdas y al de derechas, pétreo y acartonado3. Conocía Navarra no sólo desde la visión de los numerosos legajos de ar- chivos y libros de bibliotecas que manejó, sino también por haber recorrido todos sus recovecos, dibujando allá por donde iba aperos, palacios, casas, pai- sajes, etc. Estos dibujos constituyen hoy una referencia gráfica indiscutible para el estudio de la etnografía navarra. Este navarro de adopción, se ha constituido en referencia obligada del mundo de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Pero como bien indica Pérez Ollo, cualquiera que conozca sus libros y su pensamiento tiene la certeza de que es más aplaudido que respetado y más admirado que leído. Y hay que pre- guntarse si podría ser de otro modo, porque no pertenece a ninguna escuela ni grupo teórico determinado, se ha mantenido al margen de cátedras, escalafones y clanes universitarios, no tiene alumnos ni doctorados «honoris causa», ha traba- jado solo y ha llevado adelante su obra aislado4. Esta afirmación habría que matizarla para el caso navarro. Su labor in- vestigadora en los campos de la historia y etnografía local ha sido amplia- mente reconocida con la concesión de la Medalla de Oro (1984), y el premio Príncipe de Viana de la Cultura (1995) por el Gobierno de Navarra. El 13 de febrero del mismo año se acordó poner su nombre al museo etnológico que se ubicará en el monasterio de Irache. El reconocimiento de su figura va en Navarra parejo al de su obra, como lo demuestra el Homenaje que le brindó la revista Príncipe de Viana con motivo de su fallecimiento. Si Caro Baroja ha alcanzado la categoría de Gran Maestro no ha sido pre- cisamente por regentar una cátedra, rodearse de multitud de discípulos, o practicar una política determinada. Sobre su figura, pensamiento y obra mu- cho se ha hablado pero poco se ha escrito. En la mayoría de sus obras va de- jando retazos de sus teorías, incluso en algunas como Etnografía Histórica de Navarra trascendiendo de un ámbito aparentemente localista, a un interés global. Antonio Carreira ha recogido la extensa obra de Caro Baroja, inclu- yendo las recensiones o reseñas de la misma publicadas en multitud de revis- tas, por lo que constituye un instrumento de consulta ineludible para abor- dar cualquier apartado de nuestro personaje. Según esta catalogación, la obra Carobarojiana comprende más de seiscientos títulos, de los cuales ochenta y dos están dedicados a Navarra5. Otros estudios globales más centrados en el 3. Julio CARO BAROJA, Una vida en tres actos, Homenaje a Julio Caro Baroja, o.c., p. 580. 4. Fernando Pérez Ollo, El ruido del aplauso, ibid., pp. 566-567. 5. A. CARREIRA, Bibliografía de Julio Caro Baroja, como apéndice a la obra de Emilio TEMPRANO y J. CARO BAROJA, Disquisiciones antropológicas, Istmo, Madrid, 1985, pp. 455-492; reproducido en «Revista Internacional de Estudios Vascos», XXXI (1986), pp. 247-291. Esta bibliografía fue actuali- 88 [2] JULIO CARO BAROJA, ETNOGRAFÍA HISTÓRICA DE NAVARRA contenido de su obra están todavía por hacer. Algunos autores han realizado interesantes aportaciones6. Aunque no se refiere al caso navarro, se pueden aplicar a él los puntos re- ferentes al método seguido por Julio Caro Baroja anotados por Joseba Agi- rreazkuenaga7: 1. Definición y precisión del lenguaje, en relación a las categorías y conceptos a utilizar, relativizando su uso. 2. Rastreo de la problemática en la literatura clásica griega y en los filósofos, lo que denota una permanente preocupación por problemas epistemológicos. 3. Posición inconformista de partida. 4. Trabajo de campo, observación directa de los hechos o de la cultura mate- rial, de la literatura o de fuentes de primera mano en los archivos y publicacio- nes coetáneas, lo que le permite obtener un acercamiento al tiempo en sus propios términos. 5. En sus investigaciones huye de las generalizaciones y el espíritu etnográfico se impone al generalista, pues teme caer en el reduccionismo. Para Jesús Azcona, aunque no se halla en su obra una metodología única muy clara o muy elaborada, existe una línea general en sus investigaciones, el trasfondo temporal, como él mismo afirma, y una metodología basada en los ciclos culturales8. Caro Baroja nos dejó hace dos años, pero su obra sigue viva. UNA OBRA CAPITAL Etnografía Histórica de Navarra9 marca un hito en la producción biblio- gráfica de Caro Baroja y en el estudio de la etnografía navarra. Le fue encargada en 1971 por la Caja de Ahorros de Navarra para con- menorar sus Bodas de Oro. La colección se completaba con las obras Arte Medieval Navarro de José Esteban Uranga y Francisco Íñiguez; y la Historia política del Reino de Navarra. Desde sus orígenes hasta su incorporación a Cas- tilla, de José María Lacarra. Tres obras clásicas en la historiografía local. Tal y como respondía en una entrevista, para la realización de esta obra invirtió unos tres años y medio, y recorrió toda Navarra y los archivos y bi- bliotecas de París y Oxford. Trabajó con mucha paciencia, aunque consciente zada para el período 1985-1995 en «Revista Internacional de Estudios Vascos», XL (1995), pp. 471- 484. La bibliografía para Navarra se encuentra en Estudios navarros de Julio Caro Baroja, Homenaje a Julio Caro Baroja, o.c, pp. 569-575. 6. Jorge CAMPOS, Julio Caro Baroja. Entrevistas, «Ínsula», 200-201 (1963), p. 15. Davydd Green- wood, Julio Caro Baroja: sus obras e ideas, «Ethnica», 1 (1971), pp. 77-97; y «Revista Internacional de Estudios Vascos», XXXI (1986), pp. 227-247. J. CARO BAROJA y E. TEMPRANO, Disquisiciones antro- pológicas, o.c. J. ROMA RIU, Julio Caro Baroja y la etnohistoria, en «La antropología cultural en España. Un siglo de antropología», Barcelona, 1986. Jesús AZCONA, Sobre el tiempo. Notas en torno al quehacer antropológico de Julio Caro Baroja, «Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra», 54 (1989), pp. 299-321. Joseba AGIRREAZKUENAGA, La tradición historiográfica vasca: su desarrollo en el marco de las ciencias sociales, «Historia Contemporánea», 7, pp. 257-281. Destaca el homenaje tributado por la RIEV en su núm. XXXI con colaboraciones de diferentes autores, algunos citados anteriormente. 7. J. AGIRREAZKUENAGA, ibid., p. 278. 8. J. AZCONA, o.c., p. 301. 9. Julio CARO BAROJA, Etnografía Histórica de Navarra, Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1971-1972, vol. I, 488 p.; vol. II, 432 p.; vol. III, 486 p. [3] 89 ROLDÁN JIMENO ARANGUREN de que nunca llegaba al final, ya que el trabajo en este tema suministra tal can- tidad de material que me daría casi para cien años10. F. Pérez Ollo, con motivo del libro-homenaje que le brindó a Caro Ba- roja tras su muerte la revista Príncipe de Viana, apuntó que su obra debe ser apreciada en su verdad y no sólo en su verosimilitud, en su peso esencial. Es la hora de leerla con calma, de discutirla y valorarla, más que de aplaudirla porque está de moda, porque irrita a los adversarios de uno o porque es la manera más elegante de no prestarle atención11. Éste es el objeto del presente estudio, reali- zado sin un conocimiento personal de Julio Caro Baroja, lo que nos aleja de inevitables romanticismos hacia un amigo, o de la admirada visión hacia un maestro.