Historia General Del Ejército Ecuatoriano
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
HISTORIA GENERAL DEL EJÉRCITO ECUATORIANO "EL EJÉRCITO ECUATORIANO EN LA REVOLUCIÓN ALFARISTA, SU DESARROLLO Y POSTERIOR DECADENCIA” TOMO 4 CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL EJÉRCITO Tcrn. (sp) Dr. Édison Macías Núñez EL EJÉRCITO ECUATORIANO EN LA REVOLUCIÓN ALFARISTA, SU DESARROLLO Y POSTERIOR DECADENCIA TOMO 4 Tcrn. (sp) Dr. Édison Macías Núñez COLECCIÓN COMPLETA ISBN- 978-9978-92-422-8 TOMO 4 ISBN- 978-9978-92-548-5 Número de Derecho de autor: 028143 Biblioteca del Ejército Ecuatoriano Vol. Nº 21 Levantamiento de texto: S.P. Rosario Villarruel Corrección y revisión de pruebas: Dr. Édison Macías Núñez Diagramación: Subp. José García Pinoargote Fotografías: Sgop. Washington Herrera M. Impresión: Instituto Geográfico Militar Telf: 2220-360 Tiraje:1000 ejemplares Quito - Ecuador, diciembre 2007 EL EJÉRCITO EN LA REVOLUCIÓN DEL GENERAL ELOY ALFARO ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN ALFARISTA El año de 1895 fue clave para la revolución liberal. La coyuntura político-militar le fue radicalmente favorable. Como antecedente, en octubre de 1894, el Japón que se encontraba en guerra con la China, negoció la adquisición del buque de guerra "Esmeralda" de bandera chilena. El gobierno de Chile con la venta de la mencionada nave comprometía la neutralidad proclamada en la guerra de los dos países asiáticos; entonces, para evitar problemas diplomáticos, optó por hacer intervenir al Ecuador en tan discutida negociación, con la pretendida argucia de hacer aparecer ante la opinión pública que el gobierno ecuatoriano era el que vendía el buque "Esmeralda"; consecuente- mente, tendría que llevar de insignia la bandera del Ecuador. Esta operación lesiva a la dignidad de la patria la realizaron los señores Modesto Solórzano, Cónsul del Ecuador en Nueva York y Luis Noguera, Cónsul en Valparaíso, con la anuencia del Gobernador de la provincia del Guayas, Sr. José María Caamaño, quien convenció al presidente Luis Cordero y sus ministros de Estado para que no negaran el favor especial que el Gobierno chileno solicitaba de su similar ecuatoriano. La venta del buque chileno "Esmeralda" y los términos en que fue negociado se convirtieron en vox pópuli en el país y el continente; siendo hábilmente manipulado por los opositores del Gobierno. Pero a este ambiente convulsionado se agregarían otros sucesos que aumentaron la justificada intranquilidad: el 12 de febrero de 1895, Pedro Montero y Enrique Valdés encabezaron un levantamiento arma- do en la ciudad de Milagro. El 18 del mismo mes se produjo otro simi- lar en Daule, resultando del asalto al cuartel varios heridos y muertos. 5 DR. LUIS CORDERO CRESPO (EL PALACIO DE CARONDELET, Dirección Editorial, Jorge Salvador Lara) 6 El 18 de marzo, Julio Andrade y el Dr. Emilio Terán, encabezando un grupo de 50 simpatizantes del liberalismo, salieron de Quito rumbo al sur. Allí aclamaron al general Alfaro, pero las tropas gobiernistas las derrotan en breve combate. Sin embargo, la columna se reorganizó en Ambato y subordinada al coronel Francisco Hipólito Moncayo, con- tinuó la campaña en Guaranda. El Presidente Cordero fue obligado a dimitir. Fue reemplazado por el conservador Dr. Vicente Lucio Salazar. Pero los levantamientos arma- dos, amagos de rebelión y otras acciones que intranquilizaban al país seguían en auge. El coronel Manuel Serrano, el 9 de mayo, en la ciu- dad de Quito, encabeza otro levantamiento armado que no prospera. El general manabita Plutarco Bowen, formado militarmente en América Central, en donde obtuvo su generalato, desembarcó clandes- tinamente en Guayaquil para ponerse al frente de un grupo de voluntarios y pretendió por la fuerza de las armas, tomarse Babahoyo. En uno de los combates resultó herido en el brazo. Asimismo, fue también un país centroamericano que conoció la lucha solidaria de Eloy Alfaro. El 12 de enero de 1895, en atención a los grandes servicios prestados por él a la causa de la democracia en América Latina se le confirió el rango de General de División de Nicaragua, como reconocimiento a sus actividades en la pacificación de Centroamérica. De vuelta al Ecuador, y empeñado en la guerra de 1895, el gobierno nicaragüense reconoció a su Gobierno con fecha 10 de agosto del mismo año. Desde Managua, el presidente Mateus declaraba que "con- gratula al Ecuador por haber puesto al frente de su administración a un hombre de virtudes cívicas tan excelsas como el general Alfaro." (1) A partir del mes de mayo de 1895, Guayaquil vivía una incertidumbre político-militar cada vez más intensa. 7 La oficialidad de las unidades que guarnecían la ciudad tenía temor de que los miembros de tropa se sublevaran en cualquier momento y éstos, igualmente, se resistían salir a las calles por temor de ser victi- mados por elementos civiles contrarios a la clase militar. El 3 de junio llegó a Guayaquil, procedente de Daule, una unidad mi- litar cuyos integrantes fueron ofendidos por la muchedumbre que creía se trataba de alguna tropa en derrota. Aquel recibimiento hostil y agresivo hizo reaccionar a los militares con disparos al aire, pero la respuesta de los elementos civiles fue fulminante: armados de mache- tes y de otras armas rudimentarias se lanzaron contra los soldados, los que se vieron forzados a repeler el ataque. El resultado del enfrenta- miento fue realmente trágico: veinticinco cadáveres quedaron tendidos en las calle de la ciudad, cinco de los cuales eran elementos de la uni- dad militar agredida. Como consecuencia de los sangrientos sucesos se produjo la renuncia del Dr. Rafael Pólit, Gobernador de Guayaquil, y del Comandante General del distrito del Guayas, general Reinaldo Flores. La ciudad había quedado bajo responsabilidad de una Junta de Notables, que tenía entre otras tareas la de organizar el nuevo Gobierno. El 5 de junio, los elementos de tropa incurrieron en un lamentable mal entendido. (Se creyeron abandonados por sus jefes y bajo las órdenes directas de la Junta de Notables), error que los hizo abandonar los cuarteles, dejándolos sin custodia alguna, circunstancia que fue aprovechada por dirigentes liberales que, respaldados por la masa popular, se apropiaron de las instalaciones, armamento menor, caño- nes, munición y otras vituallas de guerra. En ese mismo día los miembros de la Junta de Notables y quince mil ochocientos noventa y cinco ciudadanos adeptos a la revolución, firmaron una acta que convalidaba el movimiento revolucionario y que proclamaba Jefe Supremo al general Eloy Alfaro. Años más tarde, 8 el presidente interino de la República, Clemente Yerovi Indaburu, con fecha 3 de junio de 1966 firmaba el Decreto mediante el cual se decla- raba "Día Cívico de Recordación Nacional, sin descanso obligatorio, al 5 de junio de todos los años, en homenaje a la gesta revolucionaria de 1895." Concluyendo, la revolución se efectiviza por las siguientes causas: - El caos político-militar que vivía la República, hábilmente aguzado por los adversarios del Gobierno, sustentando su acción en la venta de la bandera; - Una mala interpretación de las tropas acantonadas en Guayaquil hizo que dejaran desprotegidas sus unidades, situación que fue aprovechada por los potenciales revolucionarios, respaldados por el ambiente caótico y de incertidumbre que imperaba en la ciudad; - La Junta de Notables "pescó a río revuelto" para dictaminar el acta en mención; - Para que el documento tuviese la apariencia de respaldo popular, se hizo firmar indiscriminadamente a centenares de ciudadanos que no estaban conscientes de las proyecciones que habría de tener el pro- ceso político del país; - La Junta de Notables, sin otro argumento jurídico que no fuese la autoridad omnímoda que se auto otorgaba, desconoció la Constitución de 1833 y al Gobierno presidido por el señor Vicente Lucio Salazar; y, - Designó Jefe Superior Civil y Militar de la provincia del Guayas al Sr. Ignacio Robles, proclamó Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército al general Eloy Alfaro. 9 JEFATURA SUPREMA DEL GENERAL ELOY ALFARO El señor Ignacio Robles hizo conocer telegráficamente al general Alfaro (en aquel entonces en Managua), su designación como Jefe Supremo de la República y la necesidad del inmediato retorno al Ecuador. El "Viejo Luchador" aceptó ejercer tan importante dignidad, por lo que el 19 de junio de 1895, llegó a Guayaquil donde fue reci- bido con desbordante alegría por quienes veían en él la verdadera opción de esperanza para el futuro de la patria. Después del apoteósico desembarco dirigió a los guayaquileños la proclama que sintetizaba su agradecimiento por haberlo traído de lejanas tierras y honrado con el cargo de Jefe Supremo del Ecuador; felicitaba por las jornadas de lucha que alcanzaron el triunfo de la revolución y se comprometía hacerse digno del pueblo que lo llevó al poder. En la noche del 19 de junio, el señor Ignacio Robles, gobernador del Guayas, imponía la banda presidencial al general Eloy Alfaro que había arribado a Guayaquil proveniente de Centro América. Luego de declarar en vigencia la Constitución de 1878 y organizar el Gabinete Ministerial, envió comisiones a Quito y Cuenca con la finalidad de invitar que se reconozca al gobierno revolucionario de Guayaquil. El Clero y el partido conservador se alinearon abiertamente en la oposición, porque según el gremio religioso: "El enemigo es el libe- ralismo y radicalismo en toda su más repugnante desnudez y asque- rosa deformidad." Aquel criterio que del liberalismo tenía el Clero, a través de los sermones de los curas párrocos, logró que el indígena y el campesino inicialmente identificaran al nuevo movimiento político como engendro del demonio, de la maldad, la herejía y el ateísmo; no obstante, los montubios simpatizaban con la revolución de Alfaro. 10 GRAL. ELOY ALFARO (EL PALACIO DE CARONDELET, Dirección Editorial, Jorge Salvador Lara) 11 REINICIO DE LA LUCHA ARMADA El desborde de la violencia en el país era inminente; el advenimiento de la guerra civil constituía un hecho que no admitía discusión; las tropas revolucionarias de Alfaro y las del Gobierno no lograban con- ciliar sus diferencias; el antagonismo de los conservadores y los liberales abría brechas que impedía una saludable y civilizada concertación; es decir, el enfrentamiento armado era cada vez más palpable.