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Directora propietaria, Concepcion Gimeno de Flaquer.

SARA 220 EL ÁLBUM DE LA MUJER

Dirección, HOTEL ITURBIDE, Núm. 74. ¡Cuántas mujeres dotadas de un pudor excesivamen­ te delicado, han muerto victimas de él por no entregar SUMARIO la desnudez de su cuerpo á las miradas de un hombre!

TEXTO:—Aptitud de la mujer para las ciencias, por Concepción Las mujeres deben estudiar las enfermedades de su Gimeno de Flaquer.—El Doloroso Encuentro (conclusión), por José de sexo, para ser útiles á sí mismas. Jesús Cuevas.—La Semana Santa en Sevilla (continuación). Cuadro ter­ cero, por Nicolás Díaz de Benjumea.—Madrid, por Agustín F. Cuenca.— No hay duda que la cirugía, ciencia positiva y mate­ Al Ahuehuete de Atlixco, por Ignacio Perez Salazar.—Carolina Lamb, rial, es repulsiva á la mujer en general, porque exige un por Manuel E. Rincón.—En un abanico, por Juan de D. Peza.— La Com­ pañía de Opera Francesa, por Titania.—Crónica española, por un Ma­ gran valor práctico, un gran pulso y fuerza de insensi­ drileño.—Nuestras ilustraciones, por X.—Teatros.—Anuncios. bilidad ; pero en cambio, la medicina le es simpática. La medicina, como ciencia teórica descansa en la observa­ ción, y nadie puede disputar á la mujer sus eminentes APTITUD DE LA MUJER cualidades observadoras ysu espíritu completamente ana­ PARA LAS CIENCIAS. lítico. La instrucción es la prudencia de los jóvenes, el consuelo de la vejez, la rique­ Las enfermedades nerviosas, sobre todo esas enfer­ za de los pobres y el adorno de los ricos. medades impalpables para las cuales no hay en la farma­ Diógenes. copea remedio consignado, enfermedades que se apode­ Nada más difícil que la misión de la madre. Este sa­ ran únicamente de la mujer, las mujeres podrán curarlas grado ministerio impone á la mujer md deberes, y le porque las conocen. La mujer encuentra en su corazón da el honroso título de educadora de la infancia. mil recursos inesperados y salvadores. Para ser digna de este título, al cual tiene indispu­ Sabido es que la influencia de la palabra del médico tables derechos, necesita poseer la mujer gran caudal obra de una manera consoladora en el enfermo. ¡Y qué de conocimientos. frase más tierna, qué acento más angélico, qué mirada Los niños son curiosos: un niño hace mil preguntas más dulce podrá encontrarse que la de la mujer! y quiere que las satisfaga la madre. Un reputado doctor, visitando los Estados-Unidos, Si la mujer no tiene algunas nociones de las ciencias encontró una profesora de higiene a! frente de un hos­ más comunes, llenará de errores el débil entendimiento picio. del niño Después de haber examinado el hospicio detenida­ De la manera más sencilla puede una madre instruir mente, dijo: á su hijo, sin fatigar su razón naciente. « En ningún pais he visto una distribución tan per­ Cuando el niño mira con asombro un espejo, que fecta. Vastas salas, con un pequeño número de lechos en su ignorancia le parece una cosa fantasmagórica, la anchamente espaciados; nada de cortinas, mucho aire, madre podrá decirle que es un cristal azogado, y le ha­ luz regular, mucho silencio, limpieza extremada; nada blará de las propiedades del azogue; si el niño se acer­ de esos olores nauseabundos que hacen de un hospital un ca al espejo y lo empaña con el aliento, la madre po­ objeto repugnante y frecuentemente una estancia enve­ drá explicarle que nuestros pulmones despiden gas, y nenada. Al llamamiento de la Sra. Hope acudió un es­ le hablará del oxigeno é hidrógeno. Cuando un niño cuadrón de mujeres jóvenes, cuyos vestidos negros y arranca una flor y quiere analizarla, su madre será el gorros blancos les daban aspecto de hermanas de la ca­ mejor botanista; y las explicaciones que hechas por el ridad. Eran las internas del hospicio, las futuras docto­ maestro encontraria áridas ó tal vez ininteligibles, la ma­ ras; asistieron á mi clínica con la mayor atención, y me dre se las hará suaves y amenas. admiraron con la sencillez y claridad de sus explicacio­ Hablar de astronomía al entendimiento de un niño nes cuando me referían el estado del enfermo. — Creo, es difícil, y sin embargo, para una madre será facilísimo; me dijo la directora, que llegaremos á una gran refor­ sus labios destilan golas de esencia y de ternura: no ma. Esas jóvenes han estado dos años en el hospicio de hay asunto que una madre no sepa explicar. la maternidad, y el año próximo pasarán á la clínica de Los niños sienten gran propensión á destruir: si las las mujeres.» madres les hacen conocer el daño que ocasionan al co­ Hoy cuentan los Estados-Unidos en ejercicio quinien­ ger un nido ó matar un pájaro, los niños se harán re­ tos veinticinco médicos del sexo femenino. flexivos y sensibles. Madame Brees ha conseguido en Francia el grado de Una madre está obligada á saber higiene para pre­ doctora, pero ejercerá en Constanlinopla, donde le ha servar á su hijo de mil enfermedades. Sobre todo, si sido ofrecida la plaza de médico del serrallo con cuaren­ la mujer fuera médico, se introduciría el pudor en la me­ ta mil francos anuales. Visita el serrallo y queda libre dicina. de tener mayor clientela. EL ÁLBUM DE LA MUJER 221

El gobierno de Dinamarca ha facultado á las mujeres Faviola, dama romana, fundó los primeros hospitales para que puedan seguir los cursos universitarios, obte­ de Italia. ner grados académicos y diplomas de capacidad. Creemos suficientes estos ilustres nombres citados, En un real decreto fechado en Copenhague se deter­ para demostrar la aptitud de la mujer para las ciencias mina que en adelante las mujeres serán admitidas á ma­ y las artes. tricularse en la universidad de aquella capital como los Todos los que hayan leido la historia recordarán á hombres, sufrirán los mismos exámenes que los estu­ Débora, mujer de Lapidoth, que adquirió por su sabidu­ diantes y tendrán derecho á iguales censuras; sólo que­ ría gran influencia entre sus conciudadanos. Vivia en el dan exceptuadas de los estudios teológicos. monte llamado Efraym, entre las poblaciones de Rama No debemos omitir el testimonio de aprecio que dió y Bethel, y allí sentada bajo una palmerá, dirimía todos á favor de nuestro sexo el célebre pontífice Benedicto los litigios de los israelitas, los cuales acudían siempre XIV, con motivo de haber elegido la Universidad de Bo­ á consultar á la afamada profetisa. Esta mujer era tan lonia á la Sra. Cayetana Agües para una cátedra de ma­ valerosa, que animó á Balac para que reuniera diez mil temáticas. Creyó esta insigne mujer que debia partici­ combatientes, y poniéndose al frente de ellos, tomó po­ párselo á Su Santidad y saber si era de su aprobación, siciones en el monte Tabor. y Su Santidad le respondió: «Con mucho gusto aprue­ Puede decirse que la victoria sobre el general cana­ bo, y me alegro de que se os ponga en estado de lucir neo, el terrible Sisara, fué debida á Débora, que dió ins­ vuestro talento. Os exhorto á que forméis otras compa­ trucciones á los hebreos, con las cuales derrotaron com­ ñeras semejantes, á fin de acreditar que valéis por lo pletamente al ejército de Sisara. ménos tanto como nosotros.» Débora fué consejera de sil pueblo, á causa de hallar­ Este mismo pontífice distinguió muchísimo á Madame se favorecida con el don profètico. Bocage, que miéntras estuvo en Roma escribiendo sus No hay que dudarlo: la mujer se distinguirá siempre, admirables cartas, mereció el honor de ser acompañada porque, cual el hombre, está dotada de inteligencia y frecuentemente por el cardenal Passionei, que contaba corazón. ochenta años de edad. Cuanto más se desarróllenlas facultades intelectuales Numerosa es la pléyade de mujeres que han brillado de la mujer, más ilustrado será el hombre. por su capacidad para las ciencias. No podemos resistir En la antigua Roma, la madre de los Gracos contri­ al imperioso deber que nos impone la vindicación del buyó á formar la grande elocuencia de sus hijos. sexo, y nos es forzoso consignar los nombres de algunas En la antigua Persia, la depositaría de todas las cien­ mujeres ilustres. Han sido asombro de Europa: Oliva cias fué la madre de los Magos. Sabuco, de Nantes, autora de la Nueva filosofía de la No há mucho que publicaban los periódicos el si­ naturaleza del hombre, que brilló en la juventud; Jua­ guiente suelto, que trascribimos : na de Vaz; Pluvia Hortensia de Castro, que llevó su «La hija del opulento banquero Oppenhen recibió afición al estudio hasta el extremo de disfrazarse de hom­ hace pocos dias en París, después de un detenido exá- bre para penetrar libremente en los ateneos; la marquesa men, el diploma de institutriz. Lo mismo sucedió con de Aloma, Elena de Silva, Matilde Vasconcellos. la Srita. Rolhschild. ¡Qué ejemplo para ser imitado! Abella, napolitana, nacida en Salerno, floreció en el Las opulentas Sritas. Oppenhen y de Rolhschild, que siglo XIII; fué célebre por sus conocimientos en medi­ pudieran bien á mansalva permitirse el lujo de la hol­ cina, y dejó un tratado sobre la bilis negra. ganza, no retroceden ante el trabajo que puede adqui­ Agalis, natural de la isla de Corfú, se distinguió por rir una instrucción sólida, en tanto que una infinidad de su ilustración, y según refiere Meursio, dió lecciones de jóvenes, que no cuentan ni con la cienmillonésima par­ retórica y aritmética. te de sus esperanzas, viven en la imprevisión más com­ Agnodice, ateniense, mereció por sus conocimientos pleta de los azares que les pueden sobrevenir.» en medicina que los atenienses revocaran para ella la ley En otros tiempos las damas de elevada clase desde­ que prohibía á las mujeres el ejercicio del arte de curar. ñaban la cultura del espíritu, porque rancias preocupa­ María del Rosario de Zepeda peroró en griego, latín, ciones les hacían considerarla de mal tono; hoy las italiano, inglés, francés y castellano, en un certamen que mujeres de alta jerarquía están poniendo en moda la hubo en Cádiz. instrucción. La moda está levantando actualmente alta­ Hortensia de Castro se distinguió en lógica, metafí­ res á Minerva. ¡Postrémonos ante esos altares! sica y latinidad. La mujer tiene excelentes aptitudes para las artes y Francisca de Nebrija sustituía á su padre en la clase las ciencias: dadle instrucción y brillarán esas aptitudes. de retórica. CONCEPCION GlMENO DE FlAQUER. 222 EL ÁLBUM DE LA MUJER

vador: «Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen.» EL DOLOROSO ENCUENTRO. La monja con quien hablamos cuando fuimos allí á pedir reli­

(ConcZusíon.) quias de Tierra Santa, era una jóven judía, de nacionalidad in­ IV glesa, de hermoso rostro, y cuyo padre era uno de los más fuer­ tes banqueros de Lóndres. También decíase que en su mayor El Señor fué condenado á las diez de la mañana. Cuando parte son hijas de familias ricas, y que el patrimonio que han Pílalos hubo pronunciado su inicua sentencia, trajeron unos renunciado al entrar monjas, sumaria millares de libras ester­ esclavos la Cruz, que desde la noche anterior, ó más bien en linas. la madrugada de ese dia, habia sido labrada. Los brazosde ella Casi al terminar la calle, se ensancha un poco y su piso se aun no estaban alados al mástil, y los esclavos pusieron las pie­ eleva. A la derecha hay algunas casas, y á su izquierda bardas zas en el suelq, en medio de la plaza y junto á los piés de Je­ de manipostería. Para seguir el camino del Calvario, se tuer­ sús. Nuestro Señor se arrodilló y la besó tres veces. ce á la izquierda; á la derecha de allí y no á mucha distancia, Estaba Jesús desnudo, y trajeron la túnica inconsútil que su se encuentra la casa de Simón el Fariseo, donde la Magdale­ Santa Madre le habia tejido. La corona de espinas era grande, na ungió por la primera vez los piés del Señor. y estrecha la abertura de la túnica; para que pudiera vestír­ sela le arrancaron de golpe la corona, y la sangre brotó de VI nuevo de su cabeza y de su frente. También habían traído las En esa calle, al seguirla el Señor en el dia de su Pasión, cruces de los ladrones; pero éstos no cargaron más que los tra­ pasaron episodios terribles, que llenan el alma de pavor y de vesanos de ; sólo el Señor cargó la suya apoyándola en el asombro, y que en los sitios mismos donde se verificaron, el hombro derecho y sosteniéndola con la misma mano. recordarlo eriza los cabellos de terror é inunda el corazón en Veintiocho fariseos se agitaban en la plaza y en las calles ad­ llanto y amargura, que son inexplicables con palabra humana. yacentes, mientras los condenados se ponían en marcha. Una Desde la noche, anterior el Señor no habia tomado alimento, parte de los legionarios se quedó en el palacio y la otra se dis­ no habia dormido un solo instante y habia sido atormentado ponía á marchar hasta el Gólgota. La tristísima procesión desfdó sin cesar con todo género de afrentas y de dolores; en esa mis­ llevando á su frente una parte de los fariseos que estaban á ca­ ma mañana habia sido coronado de espinas y habían desgarra­ ballo; seguían alguaciles, esclavos y gente del pueblo que lle­ do con crueles azotes su cuerpo sacratísimo. «Varón de dolo­ vaban cuerdas, escalas, cuñas y todos los demás instrumentos res,» cubierto de oprobio caminaba agobiado con el peso de la del suplicio. Un joven llevaba colgada sobre el pecho la ins­ cruz, que apénas podía sostener sobre su hombro con la dies­ cripción que habia de ponerse en la cruz, y otro hombre en una tra mano, miéntras con la izquierda levantaba su larga túnica, lanza la corona de espinas. Seguía el Salvador, al que habían que á cada paso le hacia tropezar y tambalear. Los soldados puesto un cinturón con puntas de hierro, del que pendían cua­ que llevaban las cuerdas que pendían de su cintura, tiraban tro cuerdas, que las llevaban dos hombres adelante y dos atrás. en distintas direcciones y apénas podia dar paso Jesús ni sos­ En pos de Jesús, venían los dos ladrones casi desnudos, pues tenerse en pié. sólo traían un escapulario sin mangas y un gorro de paja en A uno y á otro lado de la calle se agitaba la multitud al ver­ la cabeza. Seguían fariseos y gente del pueblo, y cerraban la lo, y los esclavos y gente del pueblo le arrojaban piedras, in­ marcha los legionarios romanos. Una trompeta sonaba al lle­ mundicias y lodo; de las ventanas le lanzaban palos; y hasta gar á cada esquina, y en ellas era proclamada la sentencia. los niños, con una perversidad horripilante, impropia de su La muchedumbre, que no podía seguirlos de cerca, porque edad inocente, á su paso le arrojaban piedras para que trope­ lo impedia la escolta, se amontonaba detrás de ésta ó corría si­ guiendo otras calles para llegar adonde pudiera verlos; mu­ zase y cayese. Era la hora del poder de las tinieblas, y el in­ fierno y los hombres se habían desencadenado contra el Hijo chos se colocaban á uno y otro lado del camino que debía se­ de Dios, que venia á quebrantar el poder del uno y á salvar á guir la triste procesión. los otros del yugo de Satanás. En esa mañana, á intervalos, habia estado granizando. En aquel tiempo habia un hoyo al fin de la calle, que en la V estación de aguas se llenaba de lodo, y habían puesto una piedra grande con el objeto de facilitar el paso. Al llegar Jesús allí, La calle de la Amargura que existe hoy, es la misma que el tropezó en ella y cayó á tierra, con la cruz á su lado. Al verlo Señor anduvo entónces; es tortuosa, estrecha y desigual. Par­ caer, la multitud lanzó gritos horribles, como de dragones in­ tiendo del palacio de Pílalos se dirige de Oriente á Occidente, fernales, y los verdugos, alguaciles y fariseos, llenándolo de con ligera inclinación al Sur. A poco andar se mira un arco injurias, de nuevo colocaron sobre su sacrosanta cabeza la co­ que parece apoyarse en los edificios de una y otra acera y que rona de espinas y lo obligaron á incorporarse á golpes y á em­ se eleva á poca altura. Ese arco se llama del Ecce Homo, porque pellones. Jesús suspiraba y gemía, mirando amorosamente á desde allí, en efecto, pronunciando esas palabras, presentó Pi- sus verdugos. latos á Jesús coronado de espinas y cubierto con un harapo de Esta fué su primera caida. ¡ No es dado expresar con pala­ púrpura. Los cimentos de la columna derecha del arco, se es­ bras, lo que siente el corazón al besar el sitio en que el Se­ conden tras el muro de la iglesia de Señora Santa Ana. ñor cayó 1 Allí está el convento de las hijas de Sion, fundado por el Padre Ratisbona. Las monjas de ese convento son judías con­ VII vertidas, y el objeto principal de su instituto es pedir por la Para comprender cuál fué el camino del Gólgota, debe sa­ conversión de sus hermanos. Todos los dias, en la misa y berse que, aunque todo él constituye la «Via Dolorosa.» ésta se después del prefacio, tres veces claman por la conversión de compone de diferentes calles que están en distintas direcciones los judíos, pronunciando las mismas palabras de nuestro Sal­ y no son de la misma anchura ni extensión. Saliendo del pa­ EL ÁLBUM DE LA MUJER 223

lacio de Pilatos, recorrió nuestro Salvador la calle de la Amar­ La Dolorosa Madre habia salido de la plaza acompañada de gura, llamada también del Ecce Homo; torció á su izquierda Juan y de algunas mujeres. Cuando el ruido del pueblo, el so­ para entrar en la del Parasismo de la Virgen, que no es lar­ nido de la trompeta y el movimiento de la escolta de Pilatos ga ; volvió sobre su derecha para seguir la de la Verónica has­ anunciaron la marcha para el Calvario, no pudo resistir el ta la Puerta Judiciaria; tomó á la izquierda para seguir por el deseo de ver todavía á su Divino Hijo, y pidió á Juan la condu­ lado interior de la muralla basta la puerta del Calvario; salió jese á uno de los sitios por dondeJesus debía de pasar. por ésta, y del lado de afuera siguió caminando á la derecha al Tomaron la calle paralela á la de la Amargura, la misma pié de la muralla, casi hasta la altura de la Puerta Judiciaria; por donde Pilatos habia pasado con su escolta con rumbo á la y de allí, en fin, torció á la izquierda, y ascendiendo, llegó á la puerta del Calvario, y llegaron á la calle llamada hoy del Pa­ cumbre del Gólgota. rasismo de la Virgen, ántes que la triste procesión desembo­ Aunque por razón de Jesucristo, que es verdadero Dios y case por el extremo opuesto de ella. En la corta calle del Pa­ verdadero hombre, todos los pasajes de su Pasión santísima rasismo se señalan hoy: en el fondo, el lugar donde estaba la sean sublimes y adorables, no es contrario á la piedad cristia­ casa del Rico Avariento; á la derecha el que ocupaba la del na, que para cada corazón sean unos pasos de ella más conmove­ pobre Lázaro, y á la izquierda una barda de cal y canto, que mar­ dores que otros, ni que muevan de distinta manera el ánimo de ca probablemente el sitio en que se levantaba el palacio de cada fiel. El episodio déla segunda caída del Señor, la que se ve­ Caifás, no su tribunal que estaba en Sion, sino su habitación rificó en lacorta calle llamada hoy del «Parasismo de la Virgen» privada, rica y suntuosa. por unos, y del «Doloroso Encuentro» por otros, es uno de Cuando la Virgen llegó á este sitio, San Juan obtuvo de un los pasajes de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que más criado compasivo el permiso de ponerse en la puerta del pa­ mueve la devoción y más lágrimas arranca á los peregrinos lacio con María y los que la acompañaban. Se cree que ade­ de todas las naciones del orbe, que siempre se miran recor­ más de Juan y las santas mujeres, la acompañó otro discípulo, riendo la «Via Dolorosa.» probablemente San Pedro. Los árabes y turcos se separan respetuosamente de los que La Madre de Dios estaba pálida y con los ojos llenos de lá­ están rezando el Via Crucis para dejarlos en libertad, y hasta grimas, y enteramente cubierta con una capa parda azulada, los mismos infieles y judíos se alejan para no interrumpirlos. que le habia puesto sin duda, alguna de las santas mujeres cuan­ Se miran allí, rezándolo ó recorriéndolo, á todos los cristia­ do perdió el sentido, al oir la sentencia contra su Divino Hijo. nos, lo mismo católicos, que herejes y cismáticos. Aun á falla de toda revelación y de todo testimonio históri­ IX. co, bastaría la cadena viviente de una tradición no interrum­ Se oia ya el ruido sordo de la multitud como un mugido de pida, para comprobar hasta la evidencia, la autenticidad de los olas alborotadas; se escucharon después el sonido de la trom­ lugares y de los sucesos que se verificaron en ellos. peta y la voz del pregonero que proclamaba la sentencia. El portero abrió entónces la puerta. Cada vez el ruido se hacia VIII. más fuerte y aterrador; entónces la Virgen Santísima oró y le Miéntras Jesús fué azotado, la Virgen Santísima estaba en preguntó á Juan ¿cómo podré soportarlo? y salieron al dintel una especie de éxtasis, sufriendo con un amor y un dolor in­ de la puerta: María se paró y miró: no habia gente por delan­ decibles los tormentos de su Divino Hijo. Estaba sostenida por te, sino atrás y á los lados. María de Helí y María de Cleofas, bañados en lágrimas los ojos, Cuando los que llevaban los instrumentos del suplicio se acer­ y de su boca se exbalaban leves quejidos: estaba vestida con caron, María juntó las manos y se puso á llorar y temblar, y una túnica azul, una capa blanca de lana y un velo blanco ama­ uno de ellos preguntó: ¿Quién es esa mujer que se lamenta? rillento. Las demás amigas de Jesús y de Ella la rodeaban con Otro respondió: «Es la madre del Galileo.» Entónces, seña­ respeto y ternura, y estaban llorando y temblando como si lándola con el dedo, la llenaron de injurias, y el que llevaba los esperaran su sentencia de muerte. Magdalena, bajo su velo, clavos, se los presentó á la Virgen burlándose. María miró á tenia los cabellos en desorden y estaba pálida y abatida de dolor. Jesús que desembocaba entónces la calle, y poniéndose pálida Claudia Proela, mujer de Pilatos, esa pagana compasiva que como un cádaver y con los labios azules, se agarró á la puerta habia sido iluminada por la gracia, le envió á la Santísima Vir­ para no caer. gen una pieza de tela. A las nueve de la mañana que acaba­ Pasaron los fariseos á caballo, luego el jóven, casi niño, que rían de ilagelar á Jesús, limpiándose la sangre que cubría sus llevaba la inscripción, y detrás su Santísimo Hijo Jesús, tem­ ojos vió á su santa Madre. Estaba rodeada de las santas mu­ blando, agobiado bajo el peso de la cruz é inclinada sobre el jeres, que serian como veinte las que entonces la acompañaban; hombro su cabeza coronada de espinas. Al dirigir Jesús una se acercó á la columna en que nuestro Redentor habia sido fla­ mirada de compasión á su Santa Madre, tropezó y cayó por gelado, tan luego como se apartó el pueblo, y Ella y Magdalena segunda vez sobre sus rodillas y sus manos. Al verlo caer la limpiaron la sagrada sangre de Jesús, con los lienzos que Clau­ Madre de Dios, en la fuerza de su dolor no vió soldados ni ver­ dia Proela habia mandado. dugos, sino sólo á su Hijo Sacrosanto, y precipitándose desde Cuando el Señor fué condenado á muerte, la Santísima Vir­ la puerta por entre los soldados que lo maltrataban, cayó de gen estaba en la plaza, y también miéntras la triste comitiva se rodillas á su lado y se abrazó de Él. ¡ Hijo mió 1 ¡ Madre mia! puso en marcha y el Señor anduvo la calle de la Amargura. fueron sus solas palabras. Al oir la sentencia de muerte contra su Hijo y su Dios, la Vir­ Hubo entónces un momento de confusión y desórden. Los gen Santísima cayó sin conocimiento, y la retiraron de allí Juan alguaciles injuriaban á la Madre de Dios. Juan y las santas y las santas mujeres que la rodeaban; pero apenas volvió en mujeres pugnaban por alejarla de allí: un alguacil le dijo : «Si si, tuvieron que conducirla á los sitios donde su Hijo habia su­ lo hubieras aleccionado de otro modo, no estaría en nuestras frido y donde Ella quería ofrecer el sacrificio de sus lágrimas. manos.» Los soldados la echaron para atrás, y María cayó 224 EL ALBUM DE LA MUJER

como muerta en medio de Juan y las santas mujeres que la después de haber leído la «Historia de la Pasión» por el Pa­ rodearon. Dos de los discípulos se la llevaron al fin al inte­ dre Palma, esa obra maestra de ese eminente jesuíta. rior de la casa, y cerraron la puerta. Algunos soldados, sin Corriendo el tiempo, quizás nos olvidemos de Madrid, á pe­ embargo, tuvieron compasión, y entre la multitud que seguía sar de todos los encantos de la raza y de la lengua propias; á la escolta lanzando injurias y maldiciones, se veian aqui y de Lóndres con su Támesis sombrío, el denso humo de sus allá algunas mujeres cubiertas con sus velos, que iban sollo­ industrias, el ruido de sus millones de libras y el confuso ru­ zando y derramando lágrimas. mor de aquel hormiguero humano que ensordece y da pavor; Esta fué la segunda caida de Jesús, y el doloroso encuentro de París vomitando en las noches torrentes de luz y haciendo con su Santa Madre 1 ¡ Gracias, Señor, porque nos concediste crujir en sus amplias avenidas la seda de su lujo espléndido. . . contemplar con estos nuestros ojos el lugar mismo donde se pero nunca nos olvidarémos de la amarillenta Jerusalem con verificaron cosas tan grandes y tan increíbles, de dolor tan in­ sus altas murallas y sus desiertas calles, con su honda tristeza menso y de tan infinito amor! de un Viernes Santo inacabable! ¿Cómo olvidarnos del tristísimo camino que el Señor siguió X con su cruz hasta el Calvario? Para seguir el sendero más rec­ to á una eternidad feliz, aun esperamos tornar á ver, á la luz Todos esos sucesos adorables y sublimes, prendas son todos del cirio que alumbre nuestra agonia y á través de la última lá­ del infinito amor de Dios á los hombres; pero el encuentro do­ grima que brote de nuestros vidriados ojos, el sitio de la hu­ loroso de Jesús con su Santa Madre parece tener el don de milde callejuela regado con la sangre del Hijo y el llanto de conmover de raiz hasta los corazones más depravados y más em­ la Madre, cuando allí se encontraron en aquel tremendo dia! pedernidos; es el pasaje que más lágrimas arranca á los que recorren el camino de la Cruz, que el Redentor siguió en el México, Abril de 1884. José de Jesijs Cuevas. tremendo dia de su Pasión, para salvar á todos los hombres sus hermanos. El cuerpo y alma de Jesucristo al unirseles el Verbo, se LA SEMANA SANTA EN SEVILLA. inundaron de agradecimiento y de amor infinitos, y Dios que­ dó infinitamente complacido con el agradecimiento y el amor (CbjUínuacfon.) de Jesucristo. Los hombres somos amados de Dios, por tanto, CUADRO TERCERO. á través de ese infinito amor. Las más altas inteligencias no al­ Aquel dia, como de costumbre, se habló en la mesa redonda canzarían á comprender el amor con que somos amados los hom­ de las festividades religiosas y del carácter que imprimen á la bres: excede á toda alteza de pensamiento y á toda profundi­ población. dad de razón criada, el amor de Jesucristo á una sola alma. —La Semana Santa,—decia un andaluz,— se siente, se A medida que las almas son más puras, son más amantes y gusta, se huele y se respira en esta capital. Ella constituye una sensibles. El alma de María, libre de toda culpa y en la serie afectiva y entusiasta, cuyo influjo alcanza á viejos, jóve­ cual la gracia rebosaba, con indecible amor amaba á su divino nes, clérigos, seglares, profanos, religiosos, incrédulos y cre­ Hijo. ¡Qué dolor sentiría y con qué amor ofrecería ese dolor yentes. al encontrar á su Hijo en el camino del Calvario! Amándonos —¿Y cree vd.,— preguntó un extranjero,— que existe ver­ á través de su Hijo y por amor á su Dios á un mismo tiempo, dadero espíritu religioso en el fondo de este movimiento ge­ ¿qué no alcanzarán en favor de los mortales sus hermanos y neral? sus hijos, las lágrimas que allí y entonces, derramó Ella en el — Le diré ávd.,— contestó el andaluz,— esa es una cues­ parasismo de su dolor incomparable? Se confunde la inteligen­ tión muy peliaguda A mi parecer no hay espíritu, sino senti­ cia y el corazón se anonada, al querer penetrar en esos inson­ miento religioso, en las razas meridionales, y por esto se han dables abismos de amor! apegado al catolicismo, que llama fuertemente á los sentidos; mientras que las razas del Norte abrazaron la reforma, fría, XI ' severa y sencilla en las manifestaciones del culto externo. Pero ¿No es verdad que es un muy grande beneficio de Dios, preciso es confesar, que para las mujeres, el vulgo y las gen­ el que nos haya concedido el postrarnos y llorar en los luga­ tes de fantasía inquieta, que no pueden concentrarse en medi­ res mismos donde se dignó obrar cosas tan grandes y maravi­ taciones puramente espirituales, nuestra religión ha llegado á llosas? ¡ Ojalá y al reproducir nuestras impresiones y recuer­ un punto de estética culminante, que cautiva la atención y em­ dos, logremos mover á piedad aunque sea un solo corazón, ar­ briaga los sentidos. Es cuestión de temperamento y de raza. rancar en compasión del Divino Hijo y de la Madre Santísima, El asunto fué discutido hasta el punto de ponerse todos de una lágrima siquiera! acuerdo en que si el gobernador de la provincia prohibiese las Hemos descrito lo que hemos visto con nuestros propios sobredichas fiestas, habría una revolución en la ciudad; pero ojos: no estamos seguros, sin embargo, de haber sido exactos que si en vez de procesiones, ofreciese grandes paradas mili­ en todos los detalles, porque, á decir verdad, no medimos dis­ tares, fuegos de artificio, cucañas y corridas de toros gratis, el tancias ni hicimos allí inquisiciones arqueológicas. A Tierra sentimiento religioso cedería el lugar al profano. Santa no fuimos como ilustrados viajeros ni anticuarios erudi­ Aquella tarde no hizo estación ninguna cofradía, y aprove­ tos, sino sólo como humildes cristianos y compungidos pere­ chamos la noche para asistir al teatro, donde se representaba la grinos. Al referir los sucesos históricos, merecemos ser creí­ Pasión y muerte de nuestro Redentor, teniendo especial cui­ dos, porque estrictamente nos hemos ajustado á las narracio­ dado de colocarnos en el sitio más barato, para notar la impre­ nes de la Madre Catalina Emmerich; el libro sobre la Pasión sión que tales escenas causaban en las gentes del pueblo; pues de Nuestro Señor, que más nos ha hecho sentir y llorar, aun claro está que en los palcos, plateas y lunetas, se habla de mo­ EL ÁLBUM DE LA MUJER 225

das mientras azotan á Jesús, 6 de asuntos de amores ó histo­ aparte su inclinación á los devaneos propia de la edad, eran rias escandalosas, mientras le crucifican. Es de advertir que unas verdaderas almas benditas.

estos autos sacramentales no son representados por actores de Nicolás Díaz de Benjumea. primera linea, sino por compañías medianas ó malas, lo cual (Concluirá.) añade algunos grados más á la profanación. El lavatorio de los piés de los apóstoles fué objeto de algu­ nos chistes groseros, y Judas, Geta y los dos sayones que mar­ MADRID.

tirizan á Cristo, estuvieron á punto de ser descalabrados. For­ (VERSION LIBRE DE ALFREDO DE MUSSET.) tuna fué que el actor que representaba al Redentor tenia bue­ nas formas y una fisonomía simpática, y asi se redimió de otro Madrid, princesa de las Españas, Calvario por parte del público. En tus floridas verdes campañas Pero todo esto podía calificarse de preludios. Al dia siguien­ Que el sol que mata sus resplandores te, miércoles, se entraba de lleno en el tema. Una familia de Envuelve en leves, nácares tules, las más antiguas de Sevilla había tenido la amabilidad de con­ Brillan radiantes y encantadores vidarnos para el almuerzo, ofreciéndose, además á llevarnos á Ojos muy negros y ojos azules. las dos solemnidades del dia, que eran el rompimiento del velo Ciudad hermosa de las verbenas, por la mañana y el Miserere de Eslava por la noche, en la ca­ De los romances de amantes penas, tedral. De las tapadas, los galanteos, Antes de sentarnos á la mesa, conviene una breve descrip­ ¡Cuántos piés blancos como jazmines ción de esta familia, de la que hay muchos ejemplares en la Huellan las flores de tus jardines, ciudad, ab uno disce omnes. El jefe habia sido en tiempos un Alzan el polvo de tus paseos! comerciante afortunado, y antes y siempre uno de los prime- Ven en la plaza tus picadores meros contribuyentes á la propagación del género humano, sin Mil rebocillos provocadores, que la reducción de su fortuna fuese bastante á detenerle en Mil blancas manos que palmotean tan asidua tarea, pues si su mujer ó sus amigos le hablaban de Cuando tus toros, embravecidos, este punto, decia, con toda mansedumbre, que Dios lo ordena­ La arena escarban, el lomo arquean, ba asi, y era preciso conformarse con la voluntad divina. Des­ Braman, embisten, y huyen heridos. contando las bajas que en la prole habían hecho las viruelas, Ven los luceros en tus callejas el garrotillo y otras enfermedades, aun le quedaban nueve hi­ Furtivas sombras junto á las rejas, jos, el mayor de los cuales era clérigo, y monja la más crecida Ven embozados tus caballeros, de las hembras. Esto basta para dar á entender la religiosa Ven que de prisa y enamoradas inclinación de aquella tribu. La oscura calle cruzan tapadas En efecto, el padre, por nombre D. Angel Millan, pero á Damas que llevan sus escuderos. quien llamaban el Angélico milano, por prestar dinero al 20 Madrid, asilo de la ventura, por 100, era un católico tan fervoroso, que la mayor parte del Madrid, emporio de la hermosura, dia la pasaba en los templos ó en prácticas devotas. Confesa­ ba y comulgaba diariamente, ayudaba media docena de misas Calado alcázar que maravillas y concurría á los jubileos, novenas y septenarios con una pun­ Con tus palacios y tus jardines, tualidad envidiable. Era, sobre todo, conocido por su devoción Las blancas blondas de las mantillas á Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Y el negro raso de los chapines; Mayor Dolor y Traspaso, imágenes que se veneran en la igle­ Todas tus rubias y tus morenas, sia de San Lorenzo, para fomento de cuyo culto habia gastado Las que caminan de gracia llenas, sumas considerables y siempre tenia abierta su bolsa, consi­ Cimbrando el talle, la cara ufana, guiendo, en cambio, lo que se llama «vara alta» en la sacristía. Juntas no valen lo que un cabello Las funciones de primero de año y del Viérnes Santo corrían De aquellas crenchas que sobre el cuello siempre de su cuenta, y las alhajas que adornaban los pasos Deja caídas mi sevillana. del Señor y de la Virgen eran debidas á su fervoroso despren­ Es una blanca, rubia española, dimiento. Por lo demas, hasta los nombres de los miembros Jóven y viuda, que vive sola. de denotaban su entusiasmo por la fe católica. Su — Calle escondida, vetusta casa, mujer se llamaba Circuncisión; la hija monja, la madre Epifa­ Porton ferrado, dueña que cela.— nía; y las otras cuatro, Angustia, Traspaso, Dolores y Soledad. Si el rey la ha visto y amor le abrasa, Cada una de éstas era camarista de alguna imágen y hermana No fie en el oro de su escarcela. de alguna asociación piadosa, y como no podían vestir de na­ Llame y.... aguarde si asi lo quiere, zarenos y habia en la casa tanta devoción ¡i las cosas de la igle­ Llame cien veces, y desespere: sia de San Lorenzo, la madrugada del Viérnes Santo iban las A todas horas silencio grave, cuatro Millanas descalzas, detrás del paso de María, desde la Calle desierta, puerta cerrada; salida del templo hasta su regreso, con unas caras de compun­ Pero si llego, mi enamorada ción, como si fueran en el duelo de algún pariente allegado, Quita el cerrojo, tuerce la llave; y creyendo á pié juntillas que aquella mortificación lavaba to­ Porque me arrulla cuando me besa, dos los pecados hasta aquella fecha cometidos; que no debían Porque es la blanca rubia princesa ser muchos, por ser ellas de tan buena pasta, que poniendo Que ha coronado mi fantasía, 226 EL ÁLBUM DE LA MUJER EL ÁLBUM DE LA MUJER INGLESA

ALDEANA 228 EL ALBUM DE LA MUJER

Ágil, flexible, siempre nerviosa, ¡Ay! y al morir el último lucero, Demonio y ángel, avispa y rosa, Él te verá llorosa todavía, Donaire y fuego de Andalucía. Esperando al ingrato caballero.

Cae en mis brazos y se estremece, Manuel E. Rincón. Beso sus ojos y desfallece; Con soplo ardiente su pecho late, Rompe violenta los dulces lazos, EN UN ABANICO. Y en las delicias de tal combate Huye y se escapa de entre mis brazos. Preso el céfiro entre galas ¿Qué me hizo dueño de su hermosura? Que labra y domina el arte, ¿Qué me ha valido tanta ventura? Tan sólo para besarte Mi árabe y negra cabalgadura, Suelta sus ligeras alas. Su casco de oro, su estampa real.... Mis alabanzas para Sevilla.... No extrañes que su prisión Mis cumplimientos á su mantilla, Rompa para darte un beso, Y aquella dulce miel con vainilla Si sabe que tienen preso De aquella tarde de Carnaval. Tus gracias un corazón. México, 4 de Abril de 1884. Agustín F. Cuenca. México Juan de D. Peza.

AL AHUEHUETE DE ATLIXCO. LA COMPAÑÍA DE ÓPERA FRANCESA.

SONETO^DEDICADO A MI CARIÑOSO AMIGO. EL INSPIRADO POETA ; La temporada lírica que empezó anoche, será sin duda la JUAN DE O. PEZA. ; más brillante, que hemos tenido aquí desde hace muchos años. Árbol gigante cuya copa erguida > El cuadro de artistas no puede ser mejor; el repertorio es de Se eleva desafiando el firmamento, ; lo más variado y escogido, y la Empresa nos ofrece la agrada- Secular, majestuoso monumento > ble novedad de un gran cuerpo de baile, formado de tres pri- Lleno de sàvia fecundante y vida: : meras bailarinas y de catorce jóvenes y bellas sílfides; así s es que la Compañía puede presentarnos Roberto el Diablo, La Entre tus ramas el zenzontle anida, Africana, Los Hugonotes y otras obras, en las cuales se nece- Clara linfa á tu pié gusta el sediento, í sita un cuerpo de baile como no lo hemos visto nunca en Que de tu base en la oquedad, asiento f México. Encuentra y grata sombra apetecida. Respecto á los cantantes, algunos de ellos son ya conocidos s favorablemente por nuestro público, y nos han dejado recuer- Formando pabellón está tu tronco > dos muy gratos Que el rayo ha dividido, y tu ramaje ¿Quién puede olvidar ála hermosa é inspirada Fouquet, in- Lo agita el aquilón violento y ronco. < terpretando los dramáticos tipos de Valentina y Rachel? ¿ Quién no volverá á oir con placer al elegante barítono Mau- ¡Quiera, hermoso ahuehuete, mi fortuna j gé en Favorita y en ILernani ? ¿Quién no verá con gusto apa- Que á mi fosa dé sombra tu follaje, ; recer á la artística figura de Jourdan en La Judia y en Faus- Pues que en tu valle se meció mi cuna! l to? ¿Y quién no tiene todavía en sus oídos el eco de la inag- México, 1884. Icnacio Perez Salazar. ; nifica voz de Bonhivers?

------«tot»------Los nuevos artistas lian llegado aquí con gran renombre eu- : ropeo; entre ellos se distingue el tenor Lestellier, que es la CAROLINA LAMB. < estrella de la Compañía y que ha sido coronado de laureles por i’ los públicos de Lóndres, de Madrid, de San Petersburgo y de ; otras ciudades de Europa. Sola vas en la calle, y no te asombras, La Villanova, la Jovany, la Valleri, el tenor De Kegliel y el Por más que sea lóbrega y desierta, i barítono Solvé, gozan también de una gran reputación en el Y vas hollando la vereda incierta. ; mundo artístico. Con pié que extrañan mármoles y alfombras. En fin, nunca hemos tenido aquí un cuadro tan completo: Callada, sigilosa entre las sombras j así es que aconsejamos á nuestros lectores aprovechen esta Llegas al fin á la cerrada puerta.... s ocasión para gozar de la audición de Lis mejores obras del gran Si el alma está de tu Faon ya muerta, : repertorio, interpretadas por artistas hors ligue. ¿Por qué le buscas, y por qué le nombras? Oirémos en esta temporada las dos inspiradas óperas de ■ Massenet, Le Roi de Labore y Ileriodade, como también Le Huirá la noche pálida y sombría, ; Songe d’une nuit d’été de Tilomas, y Mireille de Gounod, El canto de la alondra placentero > spartiti que nunca se han ejecutado en México, y nos dicen que Anunciará la luz del nuevo día, la Empresa piensa ofrecernos algunos de aquellos bonitos bal- EL ÁLBUM DE LA MUJER 229

/cisque hacen la delicia del público del teatro de la Gran Opera bines ó nubes de mariposas; en el Real y demas teatros prin­ de Paris. cipales, bailes públicos sazonados con bromas y aventuras; en El abono está brillante ; los palcos tomados por las familias el Circulo de la Unión Mercantil, una brillante fiesta de la cla­ más elegantes de nuestra sociedad, y las damas han prepara­ se media, una variada exposición de lindos rostros, apellidada do lujosas toilettes para lucirlas en ellos. Habrá doble atrac­ el baile de las dotes, porque casi todas las señoritas que lo em­ tivo para los espectadores: gozar del divino arte y poder ad­ bellecían eran hijas de acaudalados comerciantes; en . .. Pero mirar la belleza y elegancia de las concurrentes. hagamos punto y aparte y no nos precipitemos. Los abonados á las lunetas abrigan gran ilusión acerca de # las artistas francesas y anhelan conocerlas. * * Unos han comprado gemelos nuevos para contemplar la her­ El sábado 23, á las cinco de la tarde, Angela mosura plástica de las bailarinas, y otros buscan gemelos opa­ de Medinaceli abría sus espléndidos salones para recibir en cos para poder resistir los rayos cargados con fluido magné­ ellos á una selecta concurrencia y obsequiarla con un baile pre­ tico que se desprenden de los hechiceros ojos de la Fouquet. cedido de dos cuadros vivos, hábilmente ejecutados por aristo­ No se habla de otra cosa más que de la gran Compañía de cráticos actores, en su lindo teatrito. A la hora señalada y en­ ópera francesa, que ha venido aquí á sacarnos del estado le­ tre la general curiosidad, sonaron tres golpes; el salón quedó tárgico en que hemos vivido, ó más bien vegetado, durante las poco ménos que á oscuras; oyóse dulce música lejana ; se alzó últimas semanas. El Teatro Nacional será el punto de reunión el telón y apareció en la escena un cuadro representando el de la mine de la créme de la sociedad mexicana y extranjera: Carnaval de Antaño. Figúrense vds. un lienzo de Goya ani­ allí nos encontrarán!os, ¿no es verdad, amables lectoras? mándose repentinamente con figuras de carne y hueso, y ten­ Lo desea drán vds una idea de este cuadro. A la izquierda, Cármen Titania. Medinaceli, heredera de timbres ilustres, y la hija de Fortuny heredera de glorias artísticas, estaban juntas en actitud de mar­ cha ; la una velando sus gracias con la mantilla blanca é inten­ CRÓNICA ESPAÑOLA.* tando ocultar su sonrisa con el abanico; la otra con los ne­ DESDE MADRID. gros rizos recogidos en la redecilla de seda que caía por su Se halla agonizando el Carnaval, va á espirar el último día espalda. A sus piés breves, que calzaba el raso, servia de al­ de Antruejo, como lo llamaban nuestros antepasados. Ni las fombra la capa de grana tendida con gentil donaire por Eduar­ diez y seis páginas de El Album de la Mujer, ni las siete múl­ do Alba, que parecía recien llegado de un besamanos de Carlos tiples cabezas de la hidra fabulosa, ni los cien ojos de Argos, IV. A la derecha, en otro hermoso grupo, ostentaban sus gra­ ni igual número de manos armadas de otras tantas plumas, bas­ cias las señoritas de Alonso Martínez, de Valdecañas y de Luque. tarían á seguir, reseñar y contener ligeramente, una parte de Servian de marco á la meridonal belleza de las dos primeras, las infinitas diversiones á que Madrid acaba de entregarse en los calados encajes de nacional mantilla blanca, levantados con estos dias. El Antruejo público, las máscaras, mascarones y peineta de concha y prendidos con claveles, y sonreian sus mascaritas en nuestras calles y paseos, pocas en número, in­ hermosos rostros como los de los ángeles que pintó Goya en feriores en gusto y elegancia, pues á medida que la humanidad la gloria de San Antonio de la Florida. Se destacaba, adelan­ se civiliza desaparecen estas bufonadas, no han divertido gran tándose en primer término, la graciosa figura de la señorita cosa á la inmensa concurrencia de á pié, ni á la brillante aris­ de Luque, vistiendo un traje del Imperio y llevando la cabeza tocracia que en enredada madeja de carruajes, desde la basí­ coronada de plumas; rosas de brillantes resplandecían en su lica de Atocha á las puertas del Hipódromo, caracoleaba y se pecho; se recogía con gentileza la ceñida falda de raso, y mi­ extendía como reluciente culebra de gigantescas proporciones. raba al público al través de unos lentes con una actitud de mu­ Pero en los teatros y salones de la /iiq Ufe ¡ qué torbellinos de jer hermosa que ha desesperado á muchos hombres. Entre trajes y atavíos! ¡qué baraúnda de damas y caballeros! ¡qué estos grupos, allá en el fondo, manólas y chisperos jugaban á insinuante roce de rasos y terciopelos! ¡qué deslumbramiento la gallina ciega. Eran las primeras las señoritas de Campo- irresistible de colores, diamantes y rubíes, esmeraldas y topa­ Sagrado, de Santa Marta, de Blanco, y Concha San Luis, que cios, centelleando á los torrentes de luz de mil arañas! Los iba de dama con traje de damasco amarillo y peluca blanca; revisteros no han pegado los ojos en muchas noches, ni han eran los segundos los señores Modet, León Moreno, Travesedo podido quitarse el frac en muchos dias; la aguja y el dedal, las y Riaño. tijeras y los ovillos, no han hallado un punto de reposo; cada El segundo cuadro representaba el Carnaval de Ogaño, ver­ taller de sastre y de modista estaba convertido en complicado dadera orgía de colores vivos y de espléndidas bellezas. ¿Quie­ arsenal de armas y pertrechos galantes con que asaltar las for­ ren vds. verlo? Pues figúrense allá en lo alto, la hermosa ca­ talezas de tantos y tan inexpugnables corazones. beza de Josefina She Saavedra, coronada con el almenado gorro En la imposibilidad de historiar detalladamente tantas fies­ de Arlequinetla, y á su alrededor, agrupadas como flores vi­ tas, pasaré sin detenerme sobre muchas, reseñaré muy ála li­ vas de un precioso ramo, la señorita de Fontanar representan­ gera algunas, y daré sobrios detalles acerca de las más notables, do el estío, con una copa en la mano; Clarita Lengo en traje sin que ello sea decir que notables no hayan sido todas. de incroyable, cubierta la cabeza con puntiagudo sombrero, Se han divertido todas las clases sociales, todos los sexos y ceñido el cuerpo con casaca de terciopelo verde y solapas co­ edades. En el teatro de la comedia, bailes de niños que con lor de rosa; Fuenciscla de Campo -Sagrado, de aldeana rusa; sus variados trajes y vistosos atavíos, parecían coros de queru- Leonor San Luis, animada personificación de la Pierrette de Madrazo; la señorita de Chacón, otra Pierrette no inferior á *Esta crónica resulta un tanto atrasada en su fecha, porque no pudo pu­ blicarse hace ocho dias, á causa de haber consagrado todo nuestro número la primera; Lola Ripalda, de noche estrellada; Lola Berlanga, á la conmemoración de la Semana Santa otra incroyable; Concha San Luis, de bella dama antigua ; la 230 EL ÁLBUM DE LA MUJER

señorita de Goicorretea, de hermosa segadora; y entre estas < vds., sin hipérbole, un cuento de hadas en un palacio maravi- bellezas estaban Fernando San Luis, en traje de Estudiante; < lioso de las Mil y una noches, y podrán formarse una ligera idea Leopoldo Travesedo, de Polichinela; Conde de Guendulain, de í de ese baile. Yo, en la imposibilidad de otra cosa, me conten- Pierrot; Castro, de Conjurado; Conde de Valverde, de Petit j taré con reseñar someramente á grandes rasgos lo más notable, Faust; Francisco Silvela, de Capitán de los tercios de Flandes; > fiando el resto á la experta imaginación de mis lectoras. Luis Pérez del Pulgar, de Pierrot LuisXV, y Mariano Baena, de í Desde las primeras horas de la noche del segundo dia de Caballero de la corte de Enrique IV. El conjunto resultaba de I Antruejo, el palacio de los Duques aparecía espléndidamente una belleza indescriptible, siendo tres veces repetidos este cua- < iluminado, y un inmenso gentío se agolpaba á sus alrededores, dro y el anterior, entre fragorosos aplausos. En seguida los ; A las diez y media empezaban á llegar los coches; ricas alfom- vistosos actores desfilaron ante la familia real, que daba lustre j bras tapizaban el pórtico y los patios; la servidumbre de la á la fiesta, y después.se bailó el rigodón de honor, grave pre- i casa, con la histórica librea verde y oro, se hallaba en forma- facio del animadísimo cotillón. Más de doscientas personas co- j cion al pié de las escaleras. En la galería aguardaba la llegada mieron luego en el grande y marmóreo comedor del palacio de los Reyes una compañía de lanzas del regimiento fijo de Si- de Medinaceli, y ni un sólo punto faltaron los manjares más cilia, vestidos á la usanza del siglo XV11L El traje de esta com- exquisitos en la mesa, ni los vinos más ricos en las copas l pañía es tan elegante como vistoso: casaca blanca con vueltas Apénas habían trascurrido tres horas después de tan bri- í encarnadas, calzón blanco, chupa y medias encarnadas, y cham- llante fiesta, cuando los ecos de otra espléndida y suntuosa, da- s bergo; todos llevaban alabardas antiguas; y el tambor y el pi­ da por los señores de Baner, resonaban en el extremo opuesto í fano las costuras de la casaca guarnecidas con los colores de deMadrid, en la calle Ancha de San Bernardo. Comolosguer- ; la Gasa Real, según la ordenanza de aquella época, reros de la Edad Media, que de pelear no se cansaban, infati- ¿Cómo describir la espléndida morada de los Duques de gables también en las lides del lujo y del amor, asistieron á Fernan-Núñez, maravilla de lujo y de elegancia, de suntuo- esta segunda fiesta todas las damas y caballeros que habían < sidad y de comodidades, que encierra recuerdos históricos co­ asistido á la primera. La misma señora de Baner, que había < nio el arnés del soberano árabe Mohamet, esmaltado de oro y estado en el palacio de la Duquesa de Medinaceli, cambió de de labores exquisitas, tomado por un señor de Fernan-Núñez; traje al llegar á su morada; se puso un elegante vestido blanco í prodigios de arle debidos al pincel de Velazquez, Goya, Ticiano’ con lunares encarnados, y comenzó á recibir á las personas in- s Fortuny, Madrazo y otros? .... ¿Cómo citar los nombres dé vitadas. La decoración había cambiado, el sol se liabia hundí- 1 todos los concurrentes, si seria más fácil y más breve citar los do en el Ocaso para ceder el puesto a la luna y las estrellas. í de los que no concurrieron á tan suntuosa fiesta? A los vestidos altos y un tanto severos de por la tarde, suce- ; Monumental luna azogada reproducía en la espaciosa esca- dieron los brillantes trajes de baile de por la noche, los ya des- lera de mármol la imágen de los que subian. El suizo vestido nudos hombros y torneados brazos, sin inoportunos cendales con la librea bicolor de la casa y empuñando el grueso bastón, los senos, chispeantes de pedrería las cabezas, en todo su es- í era la primera figura que salía al paso. Al dar las doce de la plendor y con todas sus galas la hermosura. Bailóse sin Ínter- ; noche, pasaban de seiscientas las personas que bullían en aque- rnpeion, se cenó opíparamente, y terminó la fiesta con un co- ; líos vastísimos salones. Quien quiera formarse una idea de tillen tan alegre y animado como la juventud que en él tomaba ; aquel hormiguero deslumbrador, cierre los ojos y con los de la Parte * imaginación mire un mare mágnum de trajes de todas las épo- * * I cas y caprichos, de personajes históricos y legendarios, de figu- En la noche del domingo, primer dia de Antruejo, dió otro < ras arrancadas á las obras maestras del arte pictórico, á los baile la Condesa de Berlanga, el cual, no cediendo a los ante- ; dramas, óperas y leyendas más notables; un turbulento océa- riores en brillantez, ofreció una novedad digna de consignarse: > „o de luz y pedrería, de encajes y brocados, de sedas y de ra­ en él bailaron el minuet ocho parejas, vestidas ellas con trajes 1 sos, de batistas y terciopelos, todo girando en confusión como á la Pompadotir, de frac y calzón ellos. Dijérase otro cuadro $ lln inmenso torbellino. de Goya, pintado en España después de un viaje á Francia. í Los Duques de Fernan-Núñez recibían aquel desfile de per- Las señoras antiguas, que por cierto eran bien modernas y lo- : sonajes, con su proverbial cortesanía, dedicando la Duquesa zanas, llamábanse y se llaman todavía la Condesa de Romrée. I una frase laudatoria á cada una de las damas que iban pisando la señora de Moreno y las señoritas de Berlanga, Loque, Ló- í sus salones. pez Borreguero, Fesser y Moreno. La mayoría de las damas ¿ Los Reyes llegaron á las doce y media, acompañados déla acudieron con el pelo empolvado. El cotillón, dirigido por la t Infanta Doña Paz, del Príncipe de Baviera y las damas de la señorita de la casa, fué una preciosidad, terminando á una lio- 1 Reina, Duquesa de Medina de las Torres y condesa de Supe­ ra avanzada de la noche. ; runda. Al pié de la escalera esperábanlos los Duques de Fer- * * í nan-Nuñez, vestido él de Felipe II, con calzas de seda, gre- Pero el baile que ha eclipsado á todos por su deslumbrado- í giiescos y jubón de terciopelo negro con botones de oro, toison ra magnificencia; que dejará recuerdos indelebles en la memo- 1 de la época y rico joyel para sujetar la pluma del sombrero; ria de los que á él asistieron ; que ha sido durante mes y medio < ella de dama de Luis XIV, luciendo un precioso traje azul za- cl objeto de todas las conversaciones, poniendo á considerable ; firo con delantera cubierta de primorosos encajes antiguos tra- altura una vez más la fama universal de la esplendidez espa- < mados de oro; un peto de brillantes rodeaba el escote cuadrado ñola, es el baile de trajes dado el lunes en el vastísimo pala- de la época, y el cuello un collar de las mismas piedras; el cío de los Duques de Fernan-Núñez, una de las familias más < prendido del cabello lo sujetaba la corona ducal, cuajada de nobles y más acaudaladas de nuestra hidalga patria. Describir brillantes, de la que partían plumas de varios colores. El Rey este baile equivale á intentar lo imposible; referirlo con algu- : vestia de Capitán General sin banda y con tres cruces. La Rei­ na minuciosidad seria escribir un grueso volúmen. Imaginen < na lucia un sorprendente traje de dama del siglo XVIII; sobre EL ALBUM DE LA MUJER 231

la falda de raso blanco y rosa, adornada de capullos de esta de seda rosa y capeta de terciopelo del mismo color. Perso­ ñor y de brillantes, caía el manto de color verde musgo, su­ nificaba á Cantatrice la Vizcondesa de la Torre de Luzon, con jeto al hombro por un joyel; rodeaba su cuello un cintillo de falda de raso blanco bordada, sobre la cual caían del cuerpo brillantes sobre terciopelo negro, y el cabello, empolvado, iba largas aldetas de terciopelo rojo, forradas de raso color de ce­ sujeto por broches de brillantes y plumas formando un bouquet, reza; de la cabeza, adornada de plumas y joyas, pendia finísi­ del que salía un spril. Vestía Doña Paz á la usanza del tiempo mo velo de encaje. Daba la mano al Conde de Gomar, que en de Luis XV, falda de color de rosa con delantera de encajes, traje de Pierrot, de raso blanco, y con media careta, repre­ y en su cabeza, empolvada, lucia un gran broche de brillantes sentaba á Giangurgolo. Hacia de Comedia la Condesa de Pe- que sujetaban plumas del color del vestido. El Principe de Ba- ña-Ramiro, y fué un éxito su aparición. Su pareja era el Con­ viera vestía de época de Carlos V, con jubón y gregüescos de de de Crecente, con el negro traje de Dottore. La Bernetta, granate bordados de oro, fieltro con pluma grana y altas botas que iba detrás, Marquesa del Castrillo, lucia falda de raso de gamuza. blanco bordado, con sobrefalda de terciopelo verde reseda; Cuando los Reyes llegaron á la galería, la compañía de ala­ la cabeza cuajada de perlas; en el cuello rica joya del siglo barderos presentó las alabardas y desplegó la bandera con las XVI, siendo su caballero Frutelino, D. Emilio Heredia. Pe- aspas de Borgoña cruzadas, en la que se leia este lema: «La drolina, la Marquesa de Belboeuf, vestía traje de Pierrette, de compañía de Sicilia á su organizador, el Duque de Fernan- raso blanco, bordado de oro, y Pedrolino, el Conde de Bena- Núñez.» Escoltados por ella entraron en el salón los Reyes lúa, blusa y pantalón de raso, igualmente blancos y bordados al són del pifano, que tocaba la marcha real. Hicieron sitio los de oro, con cuello de encaje. Era Arlequina la señora de Sil- alabarderos para el baile, y comenzó el rigodón de honor, bai­ vela, y ostentaba en su precioso traje los colores amarillo, ne­ lado de esta suerte: el Rey con la Duquesa de Fernan-Nú- gro y encarnado, con gorgnera de encaje, y Arlequín, D. José ñez; la Reina con el Principe de Baviera; la Infanta doña Paz Xifré, con el disfraz tradicional y media careta. La señora de con el Duque de Fernán-Núñez, y la señora de Bludorm con Xifré representando á Ballerina, vestía de blanco y oro, reco­ el Marqués de Casa-trujo. gida la falda con un cordon, suelto el cabello y con una pan­ Terminado el rigodón, tomaron asiento frente á la orquesta, dereta en la mano. Formaba pareja con D. Enrique Crooke, y acto continuo abrióse una puerta, y penetraron en el salón, quien, vestido de terciopelo carmesí con calzas grises, repre­ frente á las personas reales, la comparsa de muchachas y la sentaba á Fischielto Traje de Rossina, negro y rojo, adornado de la Comedia del Arte, formando sus principales figuras tipos con medallas de oro, vestía doña Joaquina Osma, y daba la populares inmortalizados por famosos comediantes italianos, ti­ mano á Scaramuzza, D. Andrés de Henestrosa. La Duquesa pos que á maravilla representaban la Infanta Isabel en traje de de San Carlos, Fiamina, parecía una dama de la época del Coralina, consistente en cuerpo de color carmesí y falda gris Directorio, y D. Luis del Pulgar, haciendo de Mezzetino, un con volantes de encaje, y la cabeza adornada con brillantes y caballero del sigloXVII. Cerraban la marcha: Pulcinella, re­ plumas. Daba la mano al Marqués de la Mina, quien, vestido presentada por doña Concepción Heredia, cuyo traje se com­ de Bertramo, llevaba gregüescos y jubón de terciopelo verde os­ ponía de falda de raso amarillo y grana, sobre falda celeste y curo, forrada la larga y puntiaguda capucha de raso amarillo; cuerpo también amarillo y grana, bordado de oro; el clásico en el pecho el murciélago que figura en las armas de Fernan- sombrero de fieltro en la cabeza ; y su caballero Pepe Nappa, Núñez con la corona bordada en oro. Seguía la Infanta doña el Conde de Cumbres-Altas, con traje de Pierrot azul. Eulalia con el gracioso traje de Colombiana, de gro verde mus­ Esta vistosísima comparsa bailó un rigodón más ceremonio­ go y malva, coronada la cabeza con una gorrita de la misma so y adornado que el de nuestros dias. tela; lazos de seda encarnada adornaban traje y gorra. Ser­ La comparsa de muchachas que había penetrado antes en el víale de pareja el Duque de Tamames, con el disfraz de capi­ salón, traía á la memoria recuerdos de Versalles, de las damas tán Spezzaferro, compuesto de coleto amarillo, mangas y cal­ de Watheau, de las fábulas deFlorian y de los pasteles de Lan- zas de color cobrizo, fieltro con dos plumas, roja la una y gris cret, y la componían quince jóvenes solteras con sus parejas, la otra, botas altas, capa gris, recogida y sujeta al hombro cuyos trajes, por falta de espacio y de memoria, no me es po­ por rica joya, y soberbia y lujosa espada. Mme. Stuers, ar­ sible describir. Otro tanto digo del resto de tan extraordina­ rogante fiorinetta, con traje color de malva, siendo de tercio­ ria concurrencia, y aunque todos eran dignos de especialísima pelo carmesí acuchillado de blanco la parte superior del cuer­ mención, por abreviar me ceñiré á citar los trajes de algunas po, y llevando en la cabeza hilos de perlas. Era su caballero damas, para satisfacer en lo posible la natural curiosidad de Pantalone, representado por el Marqués del Castillo. Silvia, mis lectoras. que era la Condesa de Villa - Gonzalo, lucia traje rosa y blan­ Al penetrar en los salones la Duquesa de Osuna, con el dis­ co, con pelo cuajado de brillantes y bordado de plata el delan­ fraz de «Reina de Granada», oyóse en torno de ella un mur­ tero del vestido; manto de gro rosa estilo Pompadour, y en mullo de admiración. Vestía una túnica de raso rosa con ador­ la cabeza grandes plumas color de rosa, sujetas por broches nos de gasa tejida en oro, y encima un caftán de raso azul con de brillantes. La acompañaba el Marqués de Castel-Monca- mangas perdidas y bordadas también del precioso metal; por yo con el vistoso traje de enamorado Leandro, todo de raso delante caía una echarpe de gasa negra cuajada de gruesas per­ blanco con cuchillada de raso gris perla y sombrero de fieltro. las, con inscripciones bordadas en oro, que debían decir: sólo La Duquesa de Alba estaba hecha una hermosa Isabella, ves­ ella es vencedora. El peto era una sólida coraza de preciosas tida de rosa y malva, con cuello de encajes y manto también piedras cuyo vivido centelleo podia apénas resistir la vista. Ro­ malva, artísticamente sujeto por preciosa joya; en la cabeza deaba la hermosa cabeza un original y ligero turbante de gasa, una gorra carmesí con plumas rosa, y sobre ellas magnífica terminado en corona de grandes esmeraldas, y sobre la tersa corona de brillantes. Iba con el Vizconde de Linares, en tra­ frente caía un cintillo de brillantes con perlas de forma ape­ je estilo Enrique II, rosa y negro, gorgnera de encaje, media raltada; del turbante pendían asimismo ocho hilos de hermo- 232 EL ÁLBUM DE LA MUJER

sas perlas, á la oriental, y en el cuello dos collares, uno de magníficas esmeraldas y otro de brillantes perlas; una esme­ ralda de tamaño colosal sujetaba en la cabeza el sprit, signo de la soberanía musulmana. La Vizcondesa de Aliatar vestía con NUESTRAS ILUSTRACIONES. gran propiedad de Emperatriz Josefina, primera esposa de Na­ poleón ; la Marquesa de Villamantilla, de Fátima, rico traje oriental; la Señora de Arco, de Maria Estuardo; la Condesa de Altamira, de Isabel de Inglaterra; la Condesa de Munter, de Valentina de los Hugonotes; la señorita de Vargas, de Ve­ Sara.— Sara! ó Sara se llamaba también Jesclia, como si rano; la Condesa de Toreno, de Invierno; la Marquesa de la se hubiese querido significar con esta palabra que atraía la Laguna, á la oriental, con el cuerpo cubierto de perlas y bri­ atención general por su hermosura. Sara era la esposa de llantes; la Condesa de Casa-Valencia, de Mme. de Poligny; Abraham, descendiente de Sem, que fué el mayor de los hijos la señorita de Despujols, de catalana, con el escudo condal y de Noe. Extraordinaria era la bondad de Sara, tanto que al las barras rojas en el cuerpo, y en la cabeza la barretina; la observar se prolongaba su esterilidad, la cual daba gran pena á Marquesa de Molins, de doña Juana la Loca, del famoso cua­ Abraham, tuvo la generosidad de proponerle se casara con la dro de Pradilla; la Marquesa de Nájera, de Maria Antonieta; esclava Agar, para que no quedase él sin descendencia. Sabi­ y así sucesivamente centenares de trajes, imposibles de citarse. do es que en aquellos tiempos existía la poligamia; el cristia­ Se comprenderá la magnifi­ nismo la destruyó. Abraham cencia de este baile, si digo que tuvo hijos de Agar, y la esclava dama luibo que para trasladar­ se enorgulleció tanto con tal se á él pidió ala autoridad agen­ privilegio, que amargó la exis­ tes, con objeto de evitar un gol­ tencia de Sara con sus malos pe de mano, y que la Guardia tratos. Viendo Dios la resig­ Civil vigilaba las calles del trán­ nación con que soportaba su sito y los alrededores del pa­ desgracia, le concedió un hijo, lacio de los Duques. cuando ya no podia esperarlo La cena fué sorprendente y por hallarse en la vejez. Dicho original: la gran estufa del pa­ hijo se llamó Isaac, que signi­ lacio, inundada de torrentes de fica hijo de gozo, por la gran luz, ofrecia un golpe de vista alegría con que fué recibido. pintoresco; multitud de mesitas y veladores, á propósito para Aldeana inglesa.—Es­ sentarse los concurrentes de ta aldeana es una bella campe­ cuatro en cuatro, blanqueaban sina, fresca como un hoton de como nieve entre una legión de rosa. Ved su fisonomía cándi­ estatuas y un bosque de plan­ da y su talle esbelto. Está ves­ tas tropicales. Anteaquellafan- tida con un traje de la época de tástica decoración, los convi­ Cárlos II de Inglaterra, llama­ dados prorumpieron en un gri­ do merry monarch, época en to unánime de sorpresa. que había gusto y elegancia

LIC. IGNACIO AGUILAR Y MAROCHO.

Los Reyes se retiraron á las cuatro de la madrugada, ha­ hasta en los trajes de los aldeanos. Tal vestido volvió á estar ciéndoles los honores la compañía de guardias del Fijo de Si­ de mod i hace algunos años y fué adoptado por las grandes da­ cilia. El baile volvió á animarse después, y á las cinco comen­ mas. Denomínase el estilo de este traje en Inglaterra, Dolty zaba el cotillón, que duró hasta más tarde del amanecer. Ya Varden. muy entrado el dia, veíanse aún lujosos carruajes que, regre­ Lie. Ignacio Aguilar y Marocho.— Acaba de ba­ sando del palacio de los Duques de Fernan-Núñez, desempe­ jar al sepulcro en la tarde del 28 de Marzo próximo pasado, draban las calles de Madrid. uno de los miembros más distinguidos del partido conservador, En suma, las crónicas aristocráticas de esta corte no con­ el inteligente y honrado periodista Aguilar y Marocho, distin­ signan una fiesta semejante, digna por todos conceptos de la guido redactor de La Voz de México. legendaria esplendidez de los antiguos grandes de España, por El talento de Aguilar tenia algo de la vena cómica de Que- los de ninguna nación nunca igualados. vedo, hallándose dotado de grandes condiciones para la polé­ Y aunque dejo muchas noticias en el tintero, no puedo mé- mica. En susideas políticas fué siempre firme y perseverante, y nos de poner aquí punto final, porque, si es verdad que en por eso le respetaron siempre hasta sus enemigos. Morelia ha boca cerrada no entran moscas, éslo también que en la mia perdido uno de sus más célebres hijos. pueden haber entrado ya algunas docenas. ¡ Qué Dios haya concedido al elegante escritor la gloria ce­ Un madrileño. Madrid, 28 de Febrero de 1881. lestial 1 x

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Rn/ristrado como artículo de segunda clase.