A Un Siglo De La Muerte De Lucio V. Mansilla
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HISTORIA A un siglo de la muerte de Lucio V. Mansilla Miguel Ángel De Marco (*) Lucio V. Mansilla, de cuya muerte en París se cumplieron cien bajo el calificativo de frívolo e irresponsable. Pocos compren- años el 8 de octubre, fue uno de los argentinos más destacados dían que para él era tan natural pasearse por las calles porteñas de su tiempo. Poseía las cualidades necesarias para distinguirse de levita y pantalones de fantasía, como galopar por la pampa en un medio donde el ingenio, el coraje y cierta dosis de auda- con quepis requintado, toscas bombachas de montar y botas cia eran valorados de manera especial, aunque no faltaran quie- de acordeón, para alcanzar las tolderías ranqueles y abrazarse nes lo considerasen estrafalario, altanero y, entre sus camaradas con el cacique Mariano Rosas; sentarse en el parisino Café de de armas, digno de ser despachado de este mundo por un pe- la Paix a la salida de la Ópera, con el objeto de contemplar lotón de fusilamiento. Ello, porque rompía frecuentemente los con aparente displicencia a las elegantes francesas; u observar moldes, por diversión o de manera inconsciente. El calificativo divertido una disputa entre malevos en los suburbios porteños. de “loco lindo” que se le prodigaba tenía distintos significados entre sus contemporáneos, y oscilaba desde la simpatía acom- La expresión criolla “hijo de tigre” se le aplicaba plenamente. Su pañada de un secreto anhelo de emulación, hasta el rechazo padre, el general Lucio Norberto Mansilla, había demostrado (*) Doctor en Historia. Presidente de la Academia Nacional de la Historia. Ciudadano ilustre de Rosario. (1) ELISABETTA PAGLIARULO, 200 años de bibliotecas populares en Argentina. “El desafío permanente de Educar al soberano. En revista “Rosario, su historia y región”, Número 88, agosto de 2010. 54 | Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario a lo largo de su existencia que podía ser un soldado valiente la galería de su casa nicoleña: “-Por supuesto que tú piensas en las batallas de la independencia y en la Vuelta de Obligado; seguir viviendo en este país…”. “-Tatita [contestó], ayer me ha gobernante progresista de la “República de Entre Ríos”; político preguntado usted eso mismo y yo no entiendo”. El guerrero camaleónico en los tiempos de Rivadavia y de su cuñado Juan respondió tajante: “-Mi amigo, cuando uno es sobrino de don Manuel de Rosas; mentor del saber, aptitud de la que se benefi- Juan Manuel de Rosas no lee El Contrato Social, si se ha de ciaron sus propios hijos, en especial Eduarda y Lucio Victorio; quedar en este país; o se va de él, si quiere leerlo con provecho”. cortesano en los modestos salones porteños y en el palacio de las ANDANZAS POR LA INDIA, EGIPTO Y EUROPA Tullerías. En cuanto a su madre, Agustina Ortiz de Rozas, “la mujer más bella de Buenos Aires”, veintiséis años más joven que Hizo caso y aceptó de buen grado el encargo de comprar mer- su esposo y hermana del Restaurador, le transmitió el temple de caderías en un viaje por la India, aunque la operación final- la rama femenina de su familia y el porte de la masculina. mente no se concretó. Como llevaba suficiente dinero, recorrió LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS DE LA VIDA países de Oriente y Europa; y para rematar el conocimiento de civilizaciones remotas y entonces exóticas, se dio un baño de Lucio Victorio Mansilla nació en Buenos Aires el 23 de diciem- paseos y diversiones por Londres y París. bre de 1831. Fue un niño independiente y bastante díscolo. Le costó el aprendizaje acartonado y escaso que brindaba por Volvió a su tierra en los últimos días del gobierno de su tío Juan Manuel, quien pese a la inminencia del avance de las tropas de entonces la ciudad del Plata, por lo que cambió varias veces de Urquiza que se aprestaban a derrocarlo, actuaba con tal par- escuela. En definitiva, fue un autodidacta. Sus padres decidie- simonia que lo recibió luego de una larga espera en la casa de ron que se dedicara al comercio y lo emplearon en la casa de Palermo. El joven ardía de enojo interior a pesar de los pedidos Adolfo Mansilla y Compañía, con el encargo de llevar los li- de paciencia de Manuelita. El gobernador le leyó su largo men- bros de contabilidad. La tarea le pareció monótona. De pronto, saje a la Legislatura mientras lo obligaba a comer, uno tras otro, halló un motivo de absorbente atención: tenía 16 años cuando siete platos de arroz con leche; hecho que dio lugar a uno de sus se enamoró de una joven modista, Pepita, hija de inmigrantes relatos más notables y divertidos. franceses, que trabajaba en una tienda de gorras mientras su madre regenteaba un hotel de la calle San Martín. Poco después de la caída, el general Mansilla, jefe de las fuerzas defensoras de la plaza, que por estar constituidas por inváli- Ambos pensaron, con razón, que para la época su amor sería dos y vigilantes viejos no habían podido contener los desmanes imposible, y planearon fugarse a Montevideo en una barcaza de los dispersos, se embarcó hacia Europa. Lo acompañaron que alquiló Lucio. Pero un amigo descubrió la trama, Pepita sus hijos Lucio Victorio y Lucio Norberto, quien no tardaría fue internada en un convento y Mansilla estuvo en la cárcel en suicidarse frente a tres mil atribuladas personas en la Plaza pública para escarmiento hasta que fue devuelto a su casa. Sus de Mina, en Cádiz. Pudo intentar, como muchos, acercarse al argumentos no ablandaron a doña Agustina, quien no sólo le general vencedor de Caseros, pero prefirió alejarse, teniendo exigió disculpas sino que ordenó que le entregase la ardiente en cuenta que si había sido diputado unitario en tiempos de correspondencia y el retrato de su enamorada. No aceptó y fue Rivadavia, también era cuñado del dictador porteño. “desterrado” a la estancia de su tío Gervasio, en el Rincón de López, próxima a la bahía de Samborombón. Partió al Viejo Continente en el mismo buque en el que viajaba Domingo Faustino Sarmiento, quien se había enemistado con Por una coincidencia, su futuro comandante en jefe durante la el general Urquiza por el restablecimiento del cintillo punzó, guerra del Paraguay, Bartolomé Mitre, cuando era adolescente manteniendo gratas conversaciones con el sanjuanino volcáni- había sido puesto al cuidado de don Gervasio por su padre, co. En cambio, su hijo Lucio Victorio tuvo un violento alter- para que lo adiestrara en las cuestiones rurales; pero aquél lo cado con el boletinero del Ejército Grande, al punto de pedirle devolvió bajo el cargo de que se apeaba de su caballo donde satisfacciones en el campo del honor. veía un árbol con el fin de enfrascarse en la lectura, en vez de aprender a enlazar y bolear. El general Mansilla llevaba, como Prudencio Ortiz de Rozas, su bolsa repleta de dinero, y contaba con el respaldo de una Lucio, inquieto y tal vez aburrido, fue una vez de visita al esta- considerable fortuna. Perseveraría, pues, en su afición por los blecimiento de su tío Prudencio, y allí conoció y se enamoró de convites y por relacionarse con la sociedad de los países que su prima Catalina, con la que se casaría años más tarde. visitara. Tenía la idea de instalarse en París, mientras durase su Regresó a Buenos Aires, pero debió inquietar de nuevo a doña exilio, al que no había querido acompañarlo doña Agustina, Agustina, puesto que lo envió con su padre, para que trabaja- incapaz de afrontar un prolongado viaje y de dejar por largo se en su saladero ubicado en las cercanías de San Nicolás. El tiempo a su amada Buenos Aires. En la capital francesa, la casa general había ofrecido poco antes una heroica resistencia a la del antiguo oficial de San Martín fue centro de una activa vida escuadra anglo-francesa en Obligado y desde las barrancas de social. Frecuentó su casa, entre otras personalidades, una jo- San Lorenzo. ven interesante y graciosa, bellísima para el gusto de la época: Eugenia de Montijo, condesa de Teba, a quien Mansilla había Lucio hijo leía sin cesar los libros de su progenitor. Un día, conocido en la casa del plenipotenciario de Chile, Rosales. La al verlo con El Contrato social de Juan Jacobo Rousseau entre amistad entre el veterano guerrero y la futura emperatriz de los las manos, el veterano soldado le dijo, mientras paseaban por franceses creció vigorosa y entrañable, máxime cuando el ge- Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario | 55 neral, luego de un baile en las Tullerías, presidido por el propio Por entonces, Mansilla ya ostentaba orgulloso su larga barba Napoleón III, le había pronosticado, con entonación hispana: y su melena. El gobernador santafesino Juan Pablo López, al “Mira, chica, si te andas con tiento, el franchute este caerá en verlo por primera vez en la capital de la provincia, aquel mismo el garlito”. De más está decir que a partir de entonces Eugenia año 1856, antes de encomendarle la dirección del periódico redobló su gracia y salero, decidida a conquistar al emperador... oficialistaEl Chaco preguntó admirado: “-¿Quién es aquel pro- feta?”. La hoja tuvo corta vida (de enero a principios de marzo Éste manifestaba admiración y respeto hacia Mansilla. Con- de 1857), y no han llegado ejemplares a nuestros días. templado al llegar con cierta indiferencia por la aristocracia francesa, bastó que el soberano hiciese notar su afecto para que Instalado luego en Paraná, Lucio fue secretario del vicepresi- se le abrieran los salones. A medida que Luis Napoleón acen- dente de la Confederación, Salvador María del Carril, de quien tuaba su deferencia, aumentaban los convites.