CUADERNOS GEOGRÁFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

Núm. 30 (2000) ISSN: 0210-5462

ESTUDIOS SOBRE ANDALUCÍA Y GRANADA

UNIVERSIDAD DE GRANADA 2 0 0 0 CUADERNOS GEOGRÁFICOS Universidad de Granada 30 (2000)

Director Honorario: Dr. D. Joaquín BOSQUE MAUREL

Director: Dr. D. Francisco RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

Secretaria: Dra. Dña. Carmen EGEA JIMÉNEZ

Consejo de Redacción:

Dr. D. Jesús ARIAS ABELLÁN. Universidad de Granada Dr. D. Alfredo BOSI. Universidad Nacional de Tucumán (Argentina) Dr. D. Horacio CAPEL SÁEZ. Universidad de Barcelona Dra. Dña. Amparo FERRER RODRÍGUEZ. Universidad de Granada Dr. D. Rafael HERNÁNDEZ DEL ÁGUILA. Universidad de Granada Dr. D. André HUMBERT. Universidad de Lille (Francia) Dr. D. Jacques HUBSCHMAN. Universidad de Toulouse Le Mirail (Francia) Dr. D. Juan Jesús LARA VALLE. Universidad de Granada Dr. D. Antonio LÓPEZ ONTIVEROS. Universidad de Córdoba Dr. D. José María LOZANO MALDONADO. Universidad de Granada Dr. D. Eduardo MARTÍNEZ DE PISÓN STAMPA. Universidad Autónoma de Madrid Dra. Dña. M.ª Elena MARTÍN-VIVALDI CABALLERO. Universidad de Granada Dra. Dña. M.ª Carmen Ocaña Ocaña. Universidad de Málaga Dr. D. Milton SANTOS. Universidad de Sao Paulo (Brasil) Dr. D. Francisco VILLEGAS MOLINA. Universidad de Granada Dr. D. Florencio ZOIDO NARANJO. Universidad de Sevilla

Nota: Las opiniones vertidas en los trabajos publicados son de la responsabilidad de sus autores. Esta revista somete todos los originales que recibe a una evaluación confidencial por el método de pares ciegos elegidos al azar. CUADERNOS GEOGRÁFICOS NÚM. 30 (2000) ESTUDIOS SOBRE ANDALUCÍA

SUMARIO / SUMARY

Editorial ...... 7

1. Artículos / Articles

BOSQUE MAUREL, Joaquín: En torno a la Geografía en Andalucía ...... 11 About Geography in

GARCÍA MANRIQUE, Eusebio: Los espacios turísticos del litoral andaluz ...... 43 Touristic areas in the andalusian seaboard

OCAÑA OCAÑA, Carmen: El espacio rural andaluz, permanencias y cambios en la crisis abierta a mediados de siglo ...... 77 The andalusian rural space, permanences and changes in the open crisis around the middle of the last century

RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, Francisco: Desarrollo rural en las montañas andaluzas. Un análisis desde la sustenibilidad...... 97 Rural development in the andalusian mountains. An analysis from the sustainability

CASTILLO REQUENA, José Manuel: Evolución de la precipitación anual en las regiones pluviométricas de Andalucía. Observaciones de Geografía comparada sobre recursos hídricos...... 123 Evolution of the annual precipitation in the pluviometric regions of Andalusia. Study of compared Geography of water ressources

CEJUDO GARCÍA, Eugenio: Los desequilibrios territoriales de la política agraria comunitaria ...... 143 Territorial unbalances of the agrarian community policy

MACHADO SANTIAGO, Rafael y KURS, Ott: Andalucía y Estonia: Diferenciación espacio- territorial de dos regiones periféricas en Europa (Introducción histórico- geográfica) ...... 165 Andalusia and Estonia: Space-territory differences between two periferic regions in Europa (historical-geographical introduction)

VILLEGAS MOLINA, Francisco y SÁNCHEZ DEL ÁRBOL, Miguel Ángel: Recursos turísticos y actividades del sector en la Provincia de Granada ...... 193 Touristic resources and activities of the sector in the FERRER RODRÍGUEZ, Amparo, LARA VALLE, Juan Jesús y GÁMEZ NAVARRO, Juan: La política de ordenación del suelo y sus usos en la Provincia de Granada ...... 223 Ground ordination policy and its uses in the province of Granada

FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, Fernando y JIMÉNEZ BAUTISTA, Francisco: Preferencias, conflictos y usos territoriales en la ciudad de Granada ...... 263 Preferences, conflicts and territorial uses in the city of Granada

LÓPEZ ONTIVEROS, Antonio y NARANJO RAMÍREZ, José: Juan Carandell Pericay (1893- 1937) y Sierra Nevada ...... 281 Juan Carandell Pericay (1893-1937) and Sierra Nevada

CÓZAR VALERO, María Enriqueta: Los recursos humanos en un espacio natural protegido: Sierra Nevada ...... 325 Human resources in a protected natural space: Sierra Nevada

JIMÉNEZ OLIVENCIA, Yolanda: De los complejos naturales a los paisajes: el modelo de Sierra Nevada ...... 347 From natural complexes to landscapes: the model of Sierra Nevada

PÍÑAR ÁLVAREZ, Ángeles: Uso público y gestión en el área protegida de Sierra Nevada: Una geografía de desencuentros...... 365 Public use and menagement of the protected space of the Sierra Nevada: A Geography of disenconters

SÁNCHEZ MARTÍNEZ, José Domingo y ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo: Evolución de los planteamientos normativos en la gestión de espacios protegidos: el turismo en el parque natural de Cazorla, Segura y , ¿hacia la sostenibilidad? ... 399 Evolution of the established rules in managgement of protected spaces: tourism in the natural park of Cazorla, Segura and Las Villas. Towards sustainability?

MENOR TORIBIO, José: Reflexiones en torno a los modelos productivistas y postproductivistas en la ...... 415 Reflexions about the productive and postproductive models in the Vega of Granada

2. Crónica / Chronicle

LÓPEZ ONTIVEROS, Antonio y NARANJO RAMÍREZ, José: El nomadismo y la trashumancia en Sierra Nevada, según Juan Carandell y Max Sorre ...... 431 Nomadism and transhumancia in Sierra Nevada, according to Juan Carandell and Max Sorre GÓMEZ ZOTANO, José: El paisaje integrado de las montañas andaluzas. Análisis de la metodología experimentada ...... 445 Integrated landscape of the andalusian mountains. Analysis of the experimented methodology

3. Documentación / Documentation

BOSQUE MAUREL, Joaquín: Apéndices a “En torno a la Geografía de Andalucía” Anexes to “About Andalusian Geography”

Apéndice 1: Tesis doctorales defendidas en las Universidades de Andalucía ...... 471 Anexe 1: Defended Doctoral Thesis in Andalusian Universities

Apéndice 2: Directores de tesis doctorales ...... 481 Anexe 2: Managers in Doctoral Thesis

Apéndice 3: Publicaciones por Universidades (libros y folletos) ...... 483 Anexe 3: Publishements by Universities (books and brochures)

EDITORIAL 7

EDITORIAL

El primer volumen de Cuadernos Geográficos apareció en 1.971 como Anejo al Boletín de la Universidad de Granada y con un nombre algo distinto –Cuadernos de Geografía– que hubo que cambiar a partir del siguiente para no coincidir con otra publicación aparecida poco antes en Valencia. Han transcurrido por consiguiente treinta años desde su inicio, durante los cuales esta revista ha aparecido ininterrumpidamente cada año, a veces con números monográficos y algún extraordinario, habiendo servido básicamente de porta- voz de la geografía andaluza y granadina lo que parece ya motivo de satisfac- ción mas que suficiente. No es tarea fácil editar y mantener dignamente tantos años una revista científica y universitaria. Aunque a lo largo de los años ha sobrevivido en lo fundamental la inspiración inicial de su fundador el profesor Joaquín Bos- que Maurel, los grandes cambios operados en este tiempo en la Universidad y en la Geografía española y andaluza no podían dejar de reflejarse en la trayectoria de la revista. Así los editores y responsables actuales son los Departamentos de Geografía –Geografía Humana y Análisis Geográfico Regional y Geografía Física– vinculados a la Licenciatura de Geografía de la Universidad de Granada y herederos del viejo Departamento de Geogra- fía cuyos albores, como los de la propia revista, conocieron solo unos pocos de los actuales profesores, en aquel viejo palacio de las columnas donde habían estudiado poco antes la licenciatura en Filosofía y Letras (sección de Historia). El devenir ha sido tal que si en un principio todos los profesores se podían integrar en el Consejo de Redacción, poco a poco hubo que reducir esta presencia a unos pocos representantes, a la par que se abría a profesores de reconocido prestigio de otras universidades andaluzas, españolas y extran- jeras lo que es fiel reflejo de la creciente apertura científica de la publicación

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 7-8 8 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ que se aprecia también, y sobre todo, en los originales publicados de fuera de Andalucía cuyo número es ya dominante en los últimos volúmenes editados. Cualquier lector asiduo habrá podido apreciar los diversos y progresivos cambios tendentes a mejorar la calidad bibliométrica y científica de esta revista cuyos responsables en todo momento, y en situaciones internas a veces muy complejas, han desplegado su mejor voluntad y saber. No es tarea atri- buible al Consejo de Redacción evaluar la calidad alcanzada o si se han cumplido los objetivos y expectativas planteadas desde el principio o con posterioridad. Sí agradecer el esfuerzo , incluso el económico, desplegado por los editores, los redactores de antes y de ahora y los colaboradores españoles y extranjeros cuya sola nómina, que recogerá el próximo índice decenal, de- nota la apertura científica e ideológica mantenida desde los orígenes. En todo caso, al cumplirse el treinta aniversario, al ver la luz el trigésimo volumen de la serie ordinaria, el Consejo de Redacción, respaldado como siempre por los Departamentos granadinos de Geografía y auxiliado econó- micamente en esta ocasión por la Excma. Diputación Provincial de Granada, ha considerado conveniente y oportuna la publicación de un volumen espe- cial, monográfico sobre Andalucía y Granada que, sin renunciar a la plurali- dad de opciones científicas, pusiese de particular relieve los escenarios bási- cos de la investigación geográfica de los entes editores. Se abre y se cierra este volumen con dos contribuciones de nuestro fundador y director honorario que ilustran de modo casi exhaustivo el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la geografía universitaria en Andalucía. El núcleo del número lo constitu- yen sin embargo sendos estudios sobre diversos aspectos de la región, medio rural y urbano, turismo, montañas, espacios protegidos, demografía, ordena- ción del territorio, etc. Aunque la invitación ha sido amplia y generosa, las limitaciones físicas y temporales que se exigen a toda revista han impedido colaborar a muchos geógrafos que lo hubieran deseado sobre todo los que están o han estado vinculados a la Universidad de Granada y a Cuadernos Geográficos. Pensando en ellos y también en otros cuyos trabajos y especia- lidades desearíamos incorporar, el Consejo de Redacción proyecta en lo suce- sivo otros números con orientación temática mas definida. Esperamos haber cumplido nuestro objetivo en cantidad y calidad y, con ello, haber dado un paso más en la andadura de nuestra revista en este arranque del nuevo siglo, en el que nuevas generaciones de geógrafos debe- rán tomar el relevo.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 7-8 1. Artículos ñlkasdfjñlaksf EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 11

EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA*

JOAQUÍN BOSQUE MAUREL**

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 11-42].

PALABRAS CLAVE: Historia de la Geografía. España. Andalucía. Enseñanza Universita- ria. Doctorado. Bibliografía. KEY WORDS: History of Geography. . Andalusia. University teaching. Doctorate. Bibliography. MOTS CLEFS: Histoire de la Géographie. Espagne. Andalousie. Enseignement Universitaire. Doctorat. Bibliographie.

RESUMEN

En los últimos treinta años (1970-2000), los estudios geográficos han tenido un conside- rable desarrollo en las Universidades andaluzas. De dos cátedras o departamentos en los años cuarenta se ha pasado a once a finales de siglo, a un total de, al menos 39 doctores investidos desde 1970 y a cerca de 150 profesores y más de 7.500 alumnos en el año 2000. Se ha llegado asimismo a una amplia producción bibliográfica con unos 407 libros y folletos publicados entre 1945 y el año 2000, once revistas científicas editadas sólo en Andalucía y casi 30 reuniones especializadas organizadas por instituciones propias de la Comunidad Autónoma Andaluza.

SUMMARY

During the last thirty years (1970-2000), the geographic studies have had a considerable development in the Andalusian Universities. From only two departments during the forties to eleven in last century, a total amout of 132 Doctors since 1970 and about 150 Teachers and more than 7.500 pupils in the year 2000. At the same time, we have a large range of bibliography with about 407 books and catalogues published between 1945 and the year 2000, eleven scientific magazines edited only in Andalusia and nearly thirty specialised meetings organised by institutions from the Andalucian Autonomic Community.

RÉSUMÉ

Pendant le trente dernières années (1970-2000), les études géographiques ont eu un développement considérable dans les Universités analouses. On est passé de deux chaires ou départments dans les annés quarante à onze à la fin du siècle, avec, au moins, 132 docteurs investis depuis 1970 et près de 150 professeurs et plus de 7500 élèves dans l’année 2000. On a

* La preparación de este artículo ha exigido la solicitud de información a las diferentes Universidades existentes en Andalucía. Aunque esta información fue facilitada, en su mayor parte, por dichas Universidades, en algunos casos no pudo obtenerse información alguna y en otros esta fue insuficiente. Sus consecuencias aparecen a lo largo del texto que se ofrece. N. del A. ** Departamento de Geografía Humana. Universidad Complutense de Madrid.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 12 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL atteint aussi una vaste production bibliographique avec environ 407 livres et brochures publiés entre 1945 et l’an 2000, onze magazines scientifiques seulement en Andalousie et presque trente réunions spécialisées organisées par des institution propres de la Communneauté Autonome Andalouse.

En los últimos treinta años los estudios geográficos han adquirido en toda España un considerable peso. Al menos en el mundo universitario, aunque no tanto en las enseñanzas previas, primarias y secundarias. En ese desarrollo de la Geografía las universidades andaluzas han desempeñado un papel esencial y sólo inferior, hasta cierto punto, al de los centros investigadores y académicos con sede en Madrid y Barcelona. Como en el resto del Estado español, han sido los últimos tres decenios los grandes protagonistas de esta positiva situación, aunque no hay duda que su inicio se encuentra en 1940. No obstante, desde mucho antes del final de la Guerra Civil existió una cierta presencia de los estudios geográficos, favorecidos por la creciente atención por el conocimiento de la realidad española. Una realidad, además, muy atractiva para los geógrafos y naturalistas del resto de Europa.

1. LOS PRECEDENTES

“Opina Locke que la enseñanza debe iniciarse por el estudio de la geografía, cuyo conocimiento debe abordarse desde edades muy tempranas, pues se trata de un «ejercicio de memoria y de los ojos»” (MELCÓN BELTRÁN, J., 1995, 25). Y ello aunque, desde su aparición en la antigua Grecia, la Geografía y/o la Cosmografía hayan sido, con la Cronología, los dos pilares y siervos sobre los que se asienta el estudio de la Historia. Con tal condición estuvo presente entre las disciplinas básicas del saber medieval y así continuó hasta finales del ochocientos, pese a los cambios introducidos a partir del siglo XVII y, sobre todo, en la centuria siguiente en que su asociación con las Ciencias Matemáticas y Naturales, básica en la formación de mili- tares y marinos, añadió nuevos matices (CAPEL SÁEZ, H., 1980 y 1982). Esta situación subsidiaria de la Geografía se mantuvo en la Ley Moyano de septiembre de 1857 que “significó la consolidación de la filosofía educativa liberal” (LUIS GÓMEZ, A., 1985, 51) y continuó hasta muy avanzado el siglo XX. Sin embargo, a través del fuerte influjo de dicha Ley en la ordenación de la enseñanza, en especial de la secundaria –Institutos de Bachillerato y Escuelas de Magisterio y de Comercio entonces nacidos– los estudios geográficos adquirieron una cierta carta de naturaleza mantenida hasta finales de los años setenta de la actual centuria (BOSQUE MAUREL, J., 1956, LUIS GÓMEZ, A., 1985 y MELCÓN BELTRÁN, J. 1992). Así, en tales centros, y no en la Universidad, donde sólo en 1907 se crean las primeras cátedras de Geografía antecedentes de las actuales (ESTÉBANEZ ÁLVAREZ, J., 1982), puede hablarse de una preocupación geográfica, visible en el desarrollo de su enseñanza y, hasta cierto punto, de su investigación. Preocupación y significado limitados hasta finales del siglo XIX, pero ya con indudables peso y valía durante la primera mitad de la siguiente centuria. Peso y valía en los que tuvieron bastante

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 13 influencia en el conjunto de España, primero, la constitución de la Comisión del Mapa Geológico de España (1849) y del Instituto Geográfico y Estadístico (1870), y, tam- bién, de la Real Sociedad Geográfica y de la Institución Libre de la Enseñanza, ambas nacidas en 1876 (VILA VALENTÍ, J., 1989, ORTEGA CANTERO, N., 1992 y RODRÍGUEZ ESTEBAN, J. A., 1996). Y que tuvo una clara repercusión en la exigen- cia muy finisecular de conocer y estudiar la realidad nacional, causa y origen del regeneracionismo, como “forma de penetrar en la identidad nacional y/o regional y, asimismo, de procurar soluciones a los problemas de una nación cuya decadencia política y económica era evidente y que se pretendía superar” (BOSQUE MAUREL, J., 1989, 10). Es bien sabido cómo la generalización de la enseñanza tanto primaria como secun- daria desempeñó –y aún desempeña– un papel esencial en el progreso de las diferentes disciplinas físicas y humanas y, en concreto, de la geografía. En esta última, como base y principio de la difusión de los diferentes saberes y la ampliación del conocimiento de la Vida y de la Naturaleza y, en definitiva, de la formación material y espiritual de los hombres. Así nació una cierta preocupación por una renovación científica de la Geogra- fía ligada a la búsqueda de las medidas y los instrumentos necesarios para favorecer las imprescindibles tareas educativas e informativas. Búsqueda sita sobre todo en la pedago- gía centroeuropea –Rousseau, Pestalozzi, Froebel–, y también presente con algunos matices en España, en figuras como Giner de los Ríos y su Institución Libre de la Enseñanza y Andrés Manjón y sus Escuelas del Ave María. En esta renovación educativa cabe destacar como estrictamente andaluza, al me- nos por su origen, a las Escuelas del Ave María. Su creador, D. Andrés Manjón (1846- 1923), sacerdote y catedrático de la Universidad de Granada, fue el artífice de un conjunto de centros escolares, nacidos de su preocupación por el analfabetismo y la miseria de las clases pobres granadinas y, en especial, de la población gitana del barrio del Sacromonte. Dentro de su “tradicionalismo”, más social que pedagógico, que lo enfrenta con la “modernidad” y el “secularismo” de Gines de los Ríos y su Institución Libre de la Enseñanza, su utilización de la Geografía como punto de partida del conocimiento profundo de la realidad más actual y de una formación humanista alcanzados a través del contacto continuo e inmediato con el medio natural y la vida cotidiana (CAPITÁN DÍAZ, A., 1980). La dispersión desde el Sacromonte de las Escuelas del Ave María por gran parte de Andalucía y España, favoreció un mejor uso del método geográfico manjoniano y el reconocimiento de la utilidad de la Geografía como método pedagógico (PRELLEZO GARCÍA, J. M.,1975, y LUIS GÓMEZ, A., 1985). Por su parte, el influjo de la Institución Libre de la Enseñanza y de la entonces Sociedad Geográfica de Madrid, hoy Real Sociedad Geográfica, dos entidades ligadas a veces por investigadores y docentes presentes por razones personales o institucionales en ambas instituciones, fue importante sobre todo en Madrid pero también, aunque menos, en Andalucía. En gran medida, por haber compartido ambas instituciones los ideales y las preocupaciones del “regeneracionismo” entonces vivo y tan exigente del estudio y el análisis del territorio hispano y de sus problemas. Personalidades como Rafael Torres Campo (1853-1904), Secretario general de la Sociedad Geográfica y

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 14 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL profesor de la Institución, y Joaquín Costa y Martínez (1841-1911), miembro de la Junta directiva de la Geográfica y colaborador destacado de la ILE, lo atestiguan. Lo mismo significa la frecuente presencia de sus nombres en los índices de las revistas portavoces de cada una de ellas. En concreto, fueron numerosos en ambas revistas los artículos obra de diversos autores, docentes, ingenieros, cartógrafos, militares, aparte de Torres Campo y Costa, referidos a los más diversos aspectos del paisaje y de la vida andaluza y, en especial, de Sierra Nevada. Este es el caso, no único, de Eduardo Soler y Pérez, profesor y bibliotecario de la Institución, viajero infatigable, buen conocedor tanto de Guadarrama como de Sierra Nevada, experto montañero y autor de, al menos, Sierra Nevada, las Alpujarras y Guadix (1903) y La Alpujarra y Sierra Nevada (1906), trabajos ambos publicados en el Boletín de la Real Sociedad Geográfica, y recientemente reeditados a partir de una versión en libro también de comienzos de la centuria (SOLER Y PÉREZ, E., 1993). El relativo valor científico de estos “libros de viajes” de Soler y Pérez y otros más o menos contemporáneos también interesados por Andalucía, como los de Richard Ford, Georges Borrow, Charles Davillier y Gustavo Dorée o Edmundo D’Amicis (LÓPEZ ONTIVEROS, A., 1988), estuvo precedido, desde mediados del siglo XVIII, y continuado ya en pleno novecientos, por numerosos relatos y descripciones, a menu- do de extraordinaria resonancia académica y científica, debidos a eruditos y estudio- sos españoles y extranjeros como los que en número de 25 han sido objeto de reciente edición e interesantes introducciones por Manuel Titos Martínez y la Caja General de Ahorros de Granada (Colección Sierra Nevada y la Alpujarra, 1991-1998). Por ejem- plo, Charles Edmond Boissier, Viaje botánico al Sur de España durante el año 1837 (1839-1845), Moritz Willkomm, Las Sierras de Granada (1882), Federico Olóriz Aguilera, Diario de la expedición antropológica a la Alpujarra en 1894 (1995), Hugo Obermaier y Juan Carandell, Los glaciares cuaternarios de Sierra Nevada (1916), Constancio Bernaldo de Quirós, Sierra Nevada (1923), y Paul Voigt, La Alpujarra y Sierra Nevada (1937). Una serie que, en conjunto e individualmente, constituye una de las más ricas muestras del interés geográfico y del trabajo científico debido a uno de los más atractivos, entre otros muchos, espacios de Andalucía. Incluso, en ciertas ocasiones, esta bibliografía estuvo acompañada e inspiró la publicación, fuera de España y escritas en otros idiomas, especialmente alemán y francés, de, unas veces, estudios sobre España o acerca de sus regiones y sus proble- mas en obras de carácter general, y otras, de libros específicamente dedicados a la Península Ibérica. Este es el caso del naturalista e hispanista germano Moritz Willkomm: Die Halbinsel Der Pyrenäen, eine geographisch-statische. Monographie (Leipzig, 1952), y Die Pyrenäische Halbinsel (Praga, 3 vols., 1884-1886). Y no es el único ejemplo: Th. Fischer, Die Iberische Halbinsel, en Kirchhoff, A. Landerkunde von Europa, III,2 (Viena-Praga-Leipzig,1893), A. Penck, Die Pyrenäen Halbinsel (Viena, 1894) y Brunhes, J. (1904), L’irrigation. Ses conditions géographiques, ses môdes et son organisation dans la Peninsule Ibérique et dans l’Afrique du Nord (Paris, 1904). No menos interesada en la “regeneración” de la España finisecular es la obra de reconocimiento y análisis del medio físico peninsular debida a geólogos y naturalistas

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 15 que se plantearon, tanto por razones prácticas, estrictamente mineralógicas y mineras, como científicas y descriptivas, la construcción del “Mapa Geológico de España” y el estudio biogeográfico del territorio nacional. Tras los trabajos de Fausto de Elhuyar con vistas a la revitalización y ordenamiento de la minería a comienzos de siglo, la constitu- ción en 1849 de la “Comisión del Mapa Geológico”, revitalizada en 1873, y su heredero el “Instituto Geológico y Minero”(1910) dará comienzo a una serie de trabajos con vistas a la preparación y redacción del Mapa Geológico de España a escala 1:500.000 y a las 64 hojas a 1:400.000, aparecidos en 1892. Una tarea que coincidirá parcialmente en el tiempo con la ya planteada por Felipe II, y no llegada a buen fin, de dibujar un “Mapa de España” y que, tras varios intentos fallidos, llevará al establecimiento en 1870 del “Instituto Geográfico y Estadístico”. Este, seis años más tarde, publicará la primera hoja del Mapa Topográfico a escala 1:50.000, la correspondiente a Madrid (n.º 559), aunque la totalidad del Mapa solo se ultimará en 1969. En paralelo, irán surgiendo las diferentes Memorias provinciales de la Comisión que, tomando como modelo la Des- cripción física y geológica de la provincia de Madrid (1864) redactada por Casiano de Prado (1797-1866), también afectarán a Andalucía. Con un algún retraso, entre 1873 y 1887, aparecieron en el Boletín de la Comisión los estudios correspondientes a todas las provincias andaluzas, excepto Cádiz, estudios completados más tarde por la Explicación del Mapa Geológico de España (1895-1911), obra de Lucas Mallada (1841-1921). El exhaustivo reconocimiento geológico del territorio permitió alcanzar una información no sólo necesaria sino imprescindible para facilitar el estudio geográfico de España tan preciso desde un punto de vista científico y socioeconómico (BLÁZQUEZ DÍAZ, A., 1992). A todo ello hay que añadir un conjunto de otros muchos estudios geológicos sobre diversas regiones y comarcas andaluzas, y en especial sobre Sierra Morena y las Cordilleras Béticas, obra de geólogos extranjeros y españoles recogidos casi exhaustivamente por L. Solé Sabarís e I. Moreno Cardona (1942). Por su parte, la participación de los naturalistas en el conocimiento de Andalucía se remonta, al menos, al siglo XVIII y tiene en la centuria siguiente una considerable importancia, ya entrevista en la relación de los viajeros en Sierra Nevada. En el setecientos el grupo de especialistas (José Demetrio Rodríguez, Trigueros, Ramos y otros) formado en torno al Jardín Botánico de la Regia Sociedad de Medicina y Ciencias de Sevilla pone “los cimientos de un estudio científico de la flora andaluza” en íntima relación con los grandes botánicos españoles en América, como José Celestino Mutis (1732-1808), y con Mariano de Lagasca, director del Jardín Botánico de Ma- drid. A comienzos del ochocientos, un naturalista integral como Simón de Rojas Clemente sienta las bases de la Geobotánica andaluza y española que acaba de inaugu- rar a nivel mundial Alejandro de Humboldt. Se constituyen entonces, además del grupo sevillano citado, en el que se destacan los hermanos Claudio y Esteban Boutelou, otros círculos de estudiosos centrados en Cádiz, Málaga y Granada, y que facilitarán las búsquedas florísticas de Boissier y Willkomm, y convertirán a Sierra Nevada en el “laboratorio natural de Europa” (LÓPEZ ONTIVEROS, A., 1995). Después, tanto en Sevilla (M. Colmeiro) como en Granada (M. del Amo y Mora), sus Facultades de Farmacia se convertirán en los núcleos más destacados de los estudios biogeográficos andaluces (SANZ HERRÁIZ, C., 1992).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 16 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

Hasta finales del siglo XIX, los estudios geográficos se habían mantenido en el conjunto de España, pese a algunas excepciones muy minoritarias señaladas por Horacio Capel (1982), en un esquema “tradicional y estrictamente descriptivo” (BOSQUE MAUREL, J., 1992), en el que dominaban los geógrafos “aficionados” procedentes de otras disciplinas más o menos próximas, como la Historia, la Cartografía y las Cien- cias Naturales: Fermín Caballero, Carlos Ibáñez de Ibero, Eduardo Saavedra, Joaquín Costa. Incluso lo fueron Giner de los Ríos y el Padre Manjón, tan preocupados por el desarrollo pedagógico de la Geografía finisecular. Sólo en el ámbito de la Sociedad Geográfica de Madrid, luego Real Sociedad Geográfica, dominada por una nómina similar –entre los primeros presidentes de la entidad estuvieron Antonio Cánovas del Castillo, político e historiador, y Eduardo Saavedra y Moragas, ingeniero de caminos, entre otros–, aparecieron los que pudieran considerarse primeros geógrafos en sentido estricto que, pese a su ajena inicial formación, procuraron aproximarse a la Geografía entonces desarrollada en Alemania y Francia. Este fue el caso de Francisco Coello de Portugal (1822-1898), Rafael Torres Campos (1853-1904) y Ricardo Beltrán y Rózpide (1852-1929), fundador, secretario y presidente de la RSG, el primero, y fundadores y secretarios de la misma sociedad los dos últimos, y todos ellos eficaces iniciadores y artífices de una primera comunidad geográfica española. Los tres fueron asiduos asistentes a los primeros Congresos Geo- gráficos Internacionales desde Ámsterdam (1871) hasta Ginebra (1908), los tres fue- ron aceptados y reconocidos por la mayor parte de las Sociedades geográficas euro- peas, y los tres pusieron su máximo empeño en difundir y desarrollar en España los principios básicos y los instrumentos en uso por la Geografía de su tiempo. Una lectura aun somera de las anuales Memorias de Secretaria de la RSG, preparadas entre 1876 y 1910 y sucesivamente por cada uno de ellos, lo prueba (RODRÍGUEZ ESTE- BAN, J. A., 1990-1991 y 1996). En todo caso, es indudable su peso en las reformas del Bachillerato habidas entre 1880 y 1900 que confirmaron y hasta ampliaron el papel de la Geografía en sus Planes de Estudio y, en especial, la intervención de Beltrán y Rózpide en la creación de la Escuela Superior de Magisterio, de la que fue su primer director, y punto de partida de una auténtica cohorte de “normalistas” excelentes geógrafos, como Pedro Chico Rello, Leoncio Urabayen, Isidoro Reverte y Miquel Santaló (MELCÓN BELTRÁN, J.,1989). Y, sin duda, también lo tuvieron en las reformas de los estudios de las Facultades de Filosofía y Letras de 1898 y 1900, punto de partida de la creación en Madrid (1893 y 1907) de una cátedra de Geografía Política y Descriptiva, subsistente con esta denomi- nación hasta los años treinta del siglo XX y que tuvo presencia en otras Universida- des, como Barcelona, Valladolid y Sevilla (BOSQUE MAUREL, J., 1992). Desde 1900, otro colectivo académico muy ligado al ideario “regeneracionista”, el formado por los profesores de Geografía e Historia y Ciencias Naturales de los Institutos de Enseñanza Media, se destacó por su preocupación geográfica y, sobre todo, por su importante contribución científica al conocimiento del medio y la pobla- ción hispanas. En Andalucía tuvieron un considerable protagonismo dos Catedráticos de Ciencias Naturales, el ampurdanés Juan Carandell Pericay (1893-1937), asentado en Cabra y Córdoba entre 1917 y 1937, y el cordobés Rafael Cabanás Pareja y algunos

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 17 profesores de Geografía e Historia, como otro cordobés, Antonio Jaén Morente, y los militares afincados en Granada, Juan y Joaquín Izquierdo Croselles. Pese a su inicial y excelente formación geológica o histórica, todos ellos evolucionaran hacia una in- vestigación geográfica que, con un objetivo casi en exclusiva andaluz, los hace indis- pensables en la bibliografía dedicada a Andalucía. Carandell, sobre todo, se convirtió en referencia obligada para cualquiera de los geógrafos extranjeros de su tiempo interesados por Andalucía y España. Sus colabora- ciones con Hugo Obermaier (Los glaciares cuaternarios de Sierra Nevada, 1916) y Max Sorre (Nomadisme agricole et trashumance dans la Sierra Nevada, 1931) son concluyentes, así como su intervención en las excursiones a Andalucía durante el V Congreso Geológico Internacional (Madrid, 1926). Y la lectura de algunas de sus numerosas obras, unas doscientas, lo confirman: Bosquejo geográfico del Tajo de Ronda (1921), Un típico paisaje cárstico en Andalucía: El Torcal de Antequera (Má- laga) (1923), Sierra Nevada (De Granada a la cumbre del Veleta (1926), Andalucía. Ensayo geográfico (1930) y su obra póstuma, El Bajo Ampurdan. Ensayo geográfico (1942) (LÓPEZ ONTIVEROS, A., 1995 y CARANDELL PERICAY, J., 1994). Algo posterior en el tiempo, Rafael Cabanas cuenta con una producción impor- tante y muy andalucista: por ejemplo, La intensidad de las precipitaciones y su in- fluencia en el paisaje de la Sierra de Córdoba (1946), El Torcal de Antequera. Un típico karst de mesa (1960) y (1967). Otras interesantes personalidades de la geografía andaluza anterior a 1940, son también Antonio Jaén Morente (1879- 1964), profesor de los Institutos de Cuenca, Córdoba y Sevilla, autor de novedosos libros de texto geográficos (Iniciación geográfica. Notas y lecturas, 1953) y, tras su forzado exilio en 1939, profesor de la Universidad de Quito, y los granadinos Juan y Joaquín Izquierdo Croselles, profesores de la Academia General Militar y autores de excelentes manuales para la enseñanza de la Geografía en los círculos militares cuya difusión rebasó ampliamente su objetivo inicial (Nueva Geografía Física, 1945, y Compendio de Geografía Universal, 1948).

2. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE UNA GEOGRAFÍA UNIVERSITARIA (1940-2000)

En la literatura geográfica de los últimos decenios se afirma –y ya es un tópico indiscutido–, que la actual geografía española tuvo su comienzo en los años cuarenta, al término de la Guerra Civil (CAPEL, H., 1976). Un hecho evidente si, al menos, se considera la geografía universitaria. Aunque, no cabe duda, como puede desprenderse de las anteriores páginas, existieron unos claros y muy significativos e importantes precedentes fuera de las limitadas enseñanza e investigaciones afincadas en la Univer- sidad y que, aún muy amortiguados, han tenido una indudable continuidad tras la Guerra Civil. Si esta afirmación es válida, sobre todo, para el conjunto de la comunidad espa- ñola, también lo es para Andalucía. En 1940, la constitución del Instituto de Geografía “Juan Sebastián Elcano” en el seno del Consejo Superior de Investigaciones Científi-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 18 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL cas y la aparición de su revista “Estudios Geográficos” iniciaron una nueva etapa en el devenir de la Geografía española que enseguida se extendió a todo el territorio nacio- nal (BOSQUE MAUREL, J., 1989) incluida Andalucía. Entonces, en las dos únicas universidades andaluzas existentes, las de Granada y Sevilla, sólo estaba dotada una Cátedra de Geografía, apellidada Política y Descriptiva –desde 1922, Geografía– en la Facultad de Filosofía y Letras sevillana, y que desde 1928 hasta 1967, estuvo regentada por el Profesor Dr. Angel Bozal Pérez. No ocurría lo mismo en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada, cuyas obligadas enseñanzas geográficas eran atendidas interinamente por Profesores no geógrafos pertenecientes a otras disciplinas a veces lejanas y dispares. Y, sin embargo, en el plan de estudios de la Sección de Historia de las Facultades de Letras vigente en toda España desde 1934 se cursaban tres asignaturas estrictamen- te geográficas: Geografía general y de España en el 2.º curso de Estudios Comunes, y Geografía general y Geografía de España, en los cursos 3.º y 4.º respectivamente de la Sección de Historia. Tres disciplinas ampliadas hasta cuatro –Geografía descripti- va, cursada en 5.º– con motivo de la reforma debida a la Ley de 23 de julio de 1943 de Ordenación Universitaria y que, además de asentar las bases ideológicas de la Universidad del Régimen nacido en 1939, aumentó de cuatro a cinco los años de estudios en las Facultades de Filosofía y Letras. Una reforma que incluía las discipli- nas geográficas como simples anejos y auxiliares de la tradicional y dominante ense- ñanza de la Historia (LUIS GÓMEZ, A., 1985). Estos cambios se completaron con la conversión, desde la Ley General de Educa- ción de 1970 y de la generalización de los planes de estudios de 1973 , de los cursos 4.º y 5.º de las recién creadas Facultades de Geografía e Historia en una especialidad geográfica, alternativa a otras equivalentes en Historia y Arte. Y atribuirán a la ciencia geográfica unas posibilidades muy positivas de crecimiento y fortalecimiento que permitirán a la larga, junto al gran incremento de la masa estudiantil universitaria de finales de los sesenta, la formación de una importante comunidad geográfica docente (BOSQUE MAUREL, J., 1981 y LÓPEZ ONTIVEROS, A., 1992). Incluso, la intro- ducción, en la década de los sesenta y a nivel estatal, de una política oficial de desarrollo y ordenación económica –“desarrollismo”– favoreció la aparición de una “geografía aplicada” (BOSQUE MAUREL, J., 1992) y unos geógrafos “profesionales liberales” (BENABENT, M. y MATEU, X., 1995-1996). Como contrapartida, el estu- dio de la Geografía va perdiendo su anterior relevancia y significación en las Enseñan- zas Medias, en las que, al fundirse con otras disciplinas más o menos afines, se convierte en “ciencias sociales” (AA. VV., 1989 y CRESPO REDONDO, J. y FERNÁNDEZ DE DIEGO, E., 1992). “Una pérdida que, a la larga, puede llevar a una crisis general de los estudios geográficos y que, en cualquier caso, exigirá –está exigiendo–, profundas transformaciones en sus objetivos y en su ordenación interna” (BOSQUE MAUREL, J., 1989). Las vías abiertas a la Geografía en la Universidad determinaron la creación de nuevas cátedras de la especialidad y su extensión al conjunto de las Universidades españolas. Entre 1941, fecha de la primera convocatoria tras la Guerra Civil a cátedras de Geografía, la de Valencia, cubierta por Luis García Sáinz, y 1980, se incorporaron

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23 nuevos Catedráticos de Geografía, frente a los cinco anteriores a 1936. Además, entre 1958, fecha de su primera oposición, y 1980, se añadieron 56 Profesores Adjun- tos; y la creación en 1966 del Cuerpo de Agregados significó, durante los años setenta, otras 20 plazas docentes, convertidas en breve plazo en cátedras. Así, hacia 1980 el volumen del Profesorado de Geografía ascendía a un total de 109 funcionarios, 23 catedráticos, 20 agregados y 56 Adjuntos en toda España. Todo ello sin tener en cuenta un número considerable de Profesores no numera- rios (PNN) que el espectacular crecimiento del alumnado habido después de 1970 hizo indispensable para el buen fin de la enseñanza. Un volumen tal de PNNs condujo a que, tras la reforma constitucional de 1978, se llegase a toda una serie de medidas origen de la “idoneidad” de 1982 y, en consecuencia, a la “funcionarización” de un número superior al centenar de los PNNs que habían llegado a dominar numéricamen- te la enseñanza universitaria y duplicaron su censo. La Ley de Reforma Universitaria de 1983 (LRU), patrocinadora de una relativa autonomía universitaria que concedía a cada Universidad una gran capacidad de deci- sión respecto al mecanismo de nombramiento del Profesorado, favoreció –y aún favo- rece– el crecimiento de la nómina de los docentes, ralentizado sólo a finales de los años noventa por el descenso y/o estabilidad del alumnado, salvo en los casos de creación de nuevas universidades, frecuente desde 1980. Así, en el año 2000, el volu- men del profesorado existente en toda España de Profesores universitarios de Geogra- fía se aproxima al millar de personas. Y, ello, pese a que la creación de Licenciaturas de Geografía, facilitado por la LRU, no se extiende a todas las Universidades hispanas públicas, hoy 36, sino sólo a 21 de ellas. Un incremento del Profesorado en íntima relación y dependencia con el considera- ble proceso de crecimiento, entre 1960-1980, del alumnado universitario en las Faculta- des de Letras, continente de los estudios geográficos. Mientras que, a finales de los años cincuenta, el número total de este alumnado no llegaba a 10.000 en el conjunto del Estado, en 1965 ascendía a 17.000 y eran ya 42.000 cinco años más tarde. Una tenden- cia que continuó, aceleradamente, en las dos décadas siguientes –unos 80.000 en 1975 y poco más de 100.000 en los ochenta– hasta su relativa estabilización en los años noventa (BOSQUE MAUREL, J., 1989) En todo caso, si hasta 1975, todos los estudiantes de las Facultades de Geogra- fía e Historia se veían obligados a estudiar en los Cursos Comunes la totalidad de las disciplinas geográficas, la aparición de las Secciones de Geografía, independien- tes de Historia desde 1977, y la creación, al amparo de la Ley de Ordenación Universitaria (1983), de una Licenciatura propia en 1990, limitó, hasta cierto punto, el número de los estudiantes de Geografía a los propios, quedando excluidos, en concreto, los de Historia y Arte. Aparte que ya sólo 21 de las Universidades públicas han introducido la titulación geográfica y reducido así el volumen conjunto de sus estudiosos. Es cierto, sin embargo, que la creación de nuevas títulaciones, tanto en las vein- tiuna Universidades con Licenciatura de Geografía como en todas o algunas de las restantes, titulaciones muy distintas según los casos, Humanidades, la más generaliza- da, Ciencias Ambientales, Turismo, Antropología Social y Cultural, Topografía y Carto-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 20 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL grafía, Ciencias del Mar, ha dado entrada, las más veces como asignaturas optativas pero también como obligatorias, a diversos cursos de Geografía y, en consecuencia implica un aumento importante del número de estudiantes de Geografía. Así, en 1993-94, se contabilizaron 913 alumnos matriculados en el primer curso de la Licenciatura de las primeras trece universidades con estudios de Geo- grafía que, en 1994-95, en ya diecisiete Universidades, sumaban 1.363, y en 1995- 96, en dieciocho, 1.643. Como colofón, a fines de los años noventa, en veintiún centros académicos, son en torno a los 4.000 los alumnos matriculados en toda España en el conjunto de los diferentes cursos de la Licenciatura. Cifras estas muy diferentemente distribuidas (1995-96); sólo seis Universidades –Barcelona (246), Complutense de Madrid (191), Autónomas de Barcelona (120) y Madrid, Sevilla y Valencia– rebasan el centenar de estudiantes que inician la Licenciatura, once (Alicante, Baleares, Cantabria, Extremadura, Granada, Girona, La Laguna, Mála- ga, País Vasco, Santiago y Valladolid) oscilan entre 30-100 alumnos, y cuatro (Castilla-La Mancha, León, Lleida y Salamanca) no llegan a ese mínimo de treinta (MÉNDEZ, R., 1995-96). El número de los que terminan cada año la Licenciatura –la primera promoción se produjo en 1996– en el conjunto de España puede estimarse en torno a 1.500. En Andalucía, la existencia de dos únicas Universidades históricas en Sevilla y Granada, limitó el desarrollo de los estudios geográficos y, en definitiva, de su profe- sorado y su alumnado. A la única cátedra existente y ocupada en 1940, en Sevilla, sólo en 1955 se añadió una segunda en Granada, ocupada por Alfredo Floristán Samanes, y una Adjuntía en 1956, por Joaquín Bosque Maurel. Tras el traslado a Zaragoza de Alfredo Floristán, la Cátedra de Granada fue cubierta en 1962 por Angel Cabo Alonso y en 1965 por Joaquín Bosque Maurel. La jubilación de Ángel Bozal (1967) dio acceso a la Cátedra de Sevilla a Juan Benito Arranz, que, con Bosque Maurel, formó hasta comienzos de los años setenta la cúpula de la Geografía andaluza en esas dos instituciones. Una cúpula que comenzó a ampliarse a finales de los sesenta por la creación de los Colegios Universitarios dependientes de Sevilla (Córdoba, Cádiz y Huelva) y Granada (Málaga, Almería y Jaén) y, más tarde, sobre la base de tales Colegios, de las nuevas Universidades de Málaga (1972), Cádiz (1975) y Córdoba (1978), primero, y, ya en los años noventa, de otras en Almería, Cádiz, Jaén y Huelva. Así se incorporarán a las diversas cátedras andaluzas los Profesores José Manuel Ru- bio Recio (1969, Sevilla), Eusebio García Manrique (1971, Granada, y 1976, Má- laga), Francisco Villegas Molina (1976, Granada), Gabriel Cano García (1975, Sevilla), Mª Carmen Ocaña Ocaña (1979, Málaga) y Antonio López Ontiveros (1980, Córdoba). En los años ochenta y noventa, la nómina académica andaluza tuvo un incremen- to considerable, en primer lugar de los Catedráticos, hasta los 18 existentes en el año 2000 y, en paralelo, a los 69 Titulares en esa misma fecha. Y ello sin contar los profesores asociados y ayudantes, también bastante numerosos, al menos en la Univer- sidad de Sevilla, quizás unos 52 en total (Tabla I).

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TABLA I. EVOLUCIÓN DE LOS GEÓGRAFOS UNIVERSITARIOS EN ANDALUCÍA (1941-2000)

Catedráticos Titulares Asociados Total

1941-1950 1 – – 1 1951-1960 2 2 – 4 1961-1970 3 2 – 5 1971-1980 8 5 – 13 1981-1991 13 21 – 34 1991-2000 18 69 52* 139*

*. Estimación. Fuente: Información Universidades. Elaboración propia.

Un número importante, unos 139, aunque distribuido muy desigualmente (Tabla II). Los Departamentos de las dos Universidades históricas, Sevilla y Granada, dos en cada una, cuentan, considerando únicamente el profesorado numerario –4 y 5 catedrá- ticos y 19 y 17 titulares respectivamente– con el 50 por 100 del total docente de los geógrafos de Andalucía. Añadiendo los Profesores Asociados, Sevilla, con un total de 49 docentes, adquiere mayor relieve y se añade, en un tercer lugar, Málaga, con 3, 6 y 6 respectivamente, 15 profesores en total.

TABLA II. DISTRIBUCIÓN DEL PROFESORADO DE GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA (Por Universidades, 2000)

Catedráticos Titulares Asociados Total

Almería 2 7 – 9 Cádiz – 4 5 9 Córdoba 2 5 1 8 Jaén – 5 3 8 Granada 4 19 2 25 Huelva 1 5 4 10 Málaga 3 6 6 15 Sevilla 5 17 27* 49 Sevilla (P.O.) 1 1 4* 6 Total 18 69 52 139

*. + Estimación. Fuente: Información Universidades. Elaboración propia.

Junto a su antigüedad en las actividades docentes e investigadoras, y quizás por ello, esas tres Universidades detentan las tres únicas Licenciaturas de Geografía exis- tentes en la región, y cuentan con un alumnado específico de 1.º y 2.º ciclo importante en el conjunto español, 902 alumnos sobre unos 4.000: 539, Sevilla, 150, Granada y 213, Málaga en el curso 1998-99. Las otras seis Universidades, sin Licenciatura de

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 22 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

TABLA III. ALUMNOS DE GEOGRAFÍA POR ESPECIALIDAD (1996-97 Y 1998-99)

A. S. y C. C. Amb. C. Mar Geogr. Humn. Turismo G y C

Almeria – 271/411 – – 280/306 /335 – Cádiz – – 922/901 – 245/368 /235 – Córdoba – /409 – – 77/187 – – Granada – /737 – 151/150 – – – Huelva – 97/457 – – 119/201 – – Jaén – /74 – – 382/501 – 155/163 Málaga – – – 93/213 – /538 – P.Olavide – /204 – – /143 – – Sevilla 571/413 – – 286/532 – /303 – Total 571/413 368/2.292 922/901 530/895 1.103/1.706 1.411 155/163

A. S. y C: Antropología Social y Cultural. C. Amb.: Ciencias ambientales. C. Mar.: Ciencias del Mar. Geogr.: Licenciatura en Geografía. Humn: Humanidades. Turs.: Turismo. G y C.: Geografía y Cartografía. Fuente: Anuario Estadístico de Andalucía, 1999 y 2000. Elaboración propia.

Geografía, tienen Departamentos de Geografía que atienden la enseñanza de diversas disciplinas geográficas incluidas en otras Titulaciones: Humanidades, en todas ellas (1.706 alumnos), Ciencias Ambientales (Almería, Córdoba, Granada, Huelva, Huelva, Jaén y Pablo de Olavide, 2.292), Turismo (Almería, Cádiz, Málaga y Sevilla, 1.411), Antropología Social y Cultural (Sevilla, 413), Ciencias del Mar (Cádiz, 901) y Geo- grafía y Cartografía (Jaén, 163) (Tabla III). Así, las nueve Universidades públicas andaluzas que dieron estudios en el curso 1998-1999 a un total de 269.233 alumnos y en las que se titularon 32.829 personas, acogieron a un total de 7.861 estudiantes de Geografía, de los cuales sólo 922 en 1996- 97 y 901 en 1998-99 y en únicamente tres Universidades –Granada, Málaga y Sevilla– , siguieron la Licenciatura de Geografía, obteniendo la correspondiente titulación 40 de ellos, 34 en Granada y 6 en Sevilla. Resulta, por consiguiente, que el número mayor de estudiantes matriculados en disciplinas geográficas pertenece a especialidades en las que éstas coinciden con materias más o menos próximas o afines: Ciencias Ambientales, 2.292 estudiantes y 50 graduados, Humanidades, 1.706 y 112, Ciencias del Mar, 901 y 73. Antropología Social y Cultural, 413 y 17, y Geodesia y Cartografía, 163 y 24. En consecuencia, dada la variedad de la oferta, no siempre son las Universidades de mayor abolengo en la enseñanza de la Geografía y en la dispensa de la Licenciatura específica las primeras en número de estudiantes de Geografía (Tabla IV), correspondiendo el primer lugar en alumnos a Cádiz a causa de su monopolio de la enseñanza de las Ciencias del Mar, ocupando un segundo puesto Almería, también sin titulación geográ- fica, pero con especialidades hoy bien acogidas, Ciencias Ambientales y Turismo. El tercero, cuarto y quinto rango les corresponde a las tres instituciones –Sevilla, Granada y Málaga–, que antes iniciaron la enseñanza geográfica y hoy confieren la correspon- diente Licencia, aunque una parte de su alumnado resulta de otras titulaciones: Sevilla, Turismo y Antropología, Granada, Ciencias Ambientales y desde 1999, también Turis- mo, y Málaga, Turismo.

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TABLA IV. ALUMNOS DE GEOGRAFÍA EN LAS UNIVERSIDADES ANDALUZAS

1996-97 1998-99

Almería 551 1.052 Cádiz 1.167 1.504 Córdoba 77 596 Granada 151 887 Huelva 216 658 Jaén 537 738 Málaga 93 751 P. Olavide - 347 Sevilla 857 1.328 Total 3.649 7.861

Fuente: Anuario Estadístico de Andalucía. 1999 y 2000. Elaboración propia.

3. ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN GEOGRÁFICAS EN ANDALUCÍA

No hay duda que el abanico de disciplinas geográficas es suficiente para mante- ner una oferta docente geográfica importante en el conjunto de las Universidades andaluzas. Pero es evidente que esa oferta debe ser acompañada por una investigación amplia y profunda. Y ello, primero, por razones estrictamente académicas, ya que el acontecer inves- tigador es indispensable en la preparación básica y teórica del geógrafo, pero también en la búsqueda y perfeccionamiento de los métodos de investigación y enseñanza de la geografía y en el desarrollo de las imprescindibles herramientas para la observación y el análisis de los hechos que conforman la realidad geográfica. Pero, también, por motivos sociales ya que en la función del geógrafo es necesario no sólo una prepara- ción adecuada de los posibles enseñantes sino casi más aún el conocimiento del contexto físico y humano en el que se inserta la Universidad para poder ofrecer ese conocimiento y sus posibles frutos a la sociedad en la que la comunidad geográfica y sus diversos continentes se integra. Parece conveniente recordar aquí a Lacoste (1977), incluso no aceptándolo sin crítica, y a sus “varias geografías”, la “académica” o de los “profesores”, la por el investigador francés llamada de los “estados mayores”, implicada en el control por los grupos dominantes, militares o no, de la ordenación del territorio, y, por último, la “geografía espectáculo”, tan ligada al último gran movimiento migratorio de la Huma- nidad sobre la Tierra, el “turismo y ocio”: “Nunca se han comprado tantas postales, ni hecho tantas fotos como durante esas vacaciones en las que se recorre guía en mano, Bretaña, España o Afganistán” (LACOSTE, 1977, 31). Y, sin olvido, sobre todo, de una geografía “útil” en el uso consciente y/o incons- ciente del espacio que está imponiendo la creciente y, a veces, destructiva “globalización” con todos sus problemas medio ambientales en la vieja y nueva relación medio físico- hombre. Problemas también existentes, no menos graves y en acelerado impacto

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 24 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL socioeconómico en el “emergente y nuevo espacio racional y abstracto”, nuevo por la imposición globalizadora sobre el medio natural de un nuevo medio técnico-científi- co-informacional. Un “nuevo” espacio en cierta forma abstracto dominio del “Hom- bre/Consumidor” que pretende imponerse –¿destruyéndolo?– al tradicional y más con- creto “espacio regional” y, sobre todo, “local”, al “Lugar” de lo “Cotidiano”, al “Espa- cio del Ciudadano” (M. SANTOS, 1996). En los estudios geográficos, su Tercer Ciclo, el Doctorado, hasta la promulgación, en 1983, de la L. R. U. (Ley Orgánica de Reforma Universitaria) “tenía como único contenido y finalidad la realización de la tesis doctoral” (F. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1995-96). Por ello, el doctorado fue siempre –y en parte lo sigue siendo– el funda- mento de la investigación geográfica universitaria, aparte de su valor como requisito imprescindible en el ingreso de los escalafones docentes universitarios. Con la particularidad de que, desde al menos la Ley Moyano de 1858, la colación del grado de doctor sólo podía realizarse ante el Claustro y los correspondientes tribunales de la Universidad de Madrid, la Central según un apelativo mantenido hasta los años setenta del siglo XX. Y, únicamente a finales de los años sesenta de esta centuria, la presentación y defensa de la tesis doctoral pudo realizarse en el resto de las Universidades públicas españoles pese a que, desde mucho antes, en pleno mono- polio de la Central, todas ellas habían podido ofrecer y matricular los Cursos de Doctorado previos a la presentación de la Tesis. Este fue el caso de todos los profeso- res geógrafos anteriores a 1970, la llamada en 1995 “generación de los cincuenta” por la Asociación de Geógrafos Españoles con motivo del XIV Congreso Nacional de Geografía de Salamanca (RODRÍGUEZ ESTEBAN, J. A., 1995). Sin embargo, la posibilidad de obtener el grado de doctor en otras Universidades no significó un cambio sensible en el desarrollo de los estudios de Tercer Ciclo. Tras la Licenciatura, el doctorando podía presentar y defender su memoria doctoral sin apenas otro requisito que la realización de los citados “cursos monográficos” –tres por lo general– entre los ofertados por la Facultad correspondiente y que en general no tenían mucho que ver con la preparación y desarrollo del tema objeto de la tesis. “En tales condiciones, la normativa existente representaba el marco perfecto para un autodidactismo tan sólo mitigado por la influencia casi carismática de ciertos catedrá- ticos, considerados “maestros” de la disciplina. Es verdad que, en general, como contrapartida requerían antes de ser admitidas a trámite, muchos más años de esfuerzo y maduración”. Desde la L. R. U. (1983) y sobre todo desde el curso 1985-86 en que la Autonomía Universitaria empieza a afirmarse, el cambio ha sido significativo aun- que sigue abierto; los cursos de Doctorado se han generalizado e impuesto como previos a la preparación y presentación de la Tesis y están permitiendo una indudable mejoría en la formación teórica y metodológico/instrumental del doctorando, aunque persiste un cierto nivel de improvisación y alguna incoherencia interna (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F., 1995-96). En ese contexto, los Doctorados en Geografía se iniciaron en España a raíz del final de la Guerra Civil (1940). En los Archivos de la Universidad Central la primera Tesis doctoral en Geografía “stricto sensu” corresponde al curso 1942-1943 y fue dirigida por D. Amando Melón y Ruiz de Gordejuela, catedrático de Geografía de la

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Universidad de Valladolid, siendo el doctorando D. José Manuel Casas Torres, Licen- ciado por la Universidad de Valencia. Con anterioridad, el entonces Catedrático de Geografía de la Central D. Eloy Bullón había dirigido diversas memorias doctorales sobre temas como máximo parageográficos como “La obra política y literaria de Catón el Censor” presentada por Mª Consolación Sanz Pastor Fernández en el curso 1939-40, primero de apertura de la Universidad tras la Guerra. Y no debe olvidarse que, incluso, geógrafos tan prestigiosos y significados como D. Amando Melón y D. Manuel de Terán se habían doctorado con temas históricos bastante ajenos a la inves- tigación geográfica, de acuerdo con una forma de actuar –fue el caso de Paul Vidal de la Blache– muy frecuente en los comienzos de la geografía francesa y alemana a finales del siglo XIX (TERÁN, M. de, 1982). A pesar de tales circunstancias, que dieron lugar a que los primeros profesores de Geografía en las Universidades andaluzas, Alfredo Floristán, Joaquín Bosque Maurel, Angel Cabo Alonso, Juan Benito Arranz, no fueran licenciados por ninguna Universi- dad andaluza y se doctoraran en la de Madrid, el desarrollo creciente de la Geografía en Andalucía, desde los años cincuenta, dio lugar, a partir de 1970, a un temprano y creciente número de doctores procedentes de todas las Universidades andaluzas y ya graduados en ellas. Y que mayoritariamente ocupan actualmente las plazas docentes de las nueve Universidades andaluzas (Tabla IV).

TABLA V.TESIS DOCTORALES POR UNIVERSIDADES. (1970-2000)

Hasta 1970 1971-1980 1981-1990 1991-2000 Total Dir.

Almería – – – 2 2 1 Cádiz – – – 2 2 1 Córdoba – – 4 3 7 2 Granada 1 17 13 18 49 11 Huelva – – – – – – Jaén – – – 1 1 1 Málaga – – 6 9 15 5 Sevilla – 6 22 28 56 12 Total 1 23 45 63 132 33

Dir.: Directores de Tesis. Fuente: Encuesta directa. Elaboración propia.

La Universidad de Granada fue pionera en la presentación y defensa de dichas me- morias doctorales: el día 23 de noviembre de 1970 superó la prueba correspondiente el doctorando Francisco Villegas Molina con una memoria dirigida por el Profesor Joaquín Bosque Maurel sobre El Valle de Lecrín. A partir de este momento, las memorias afluye- ron, primero en Granada, donde, entre 1970 y 1974, se “leyeron” otras cinco tesis presen- tadas por Mª Carmen Ocaña Ocaña (La Vega de Granada, junio 1972), Francisco Ortega Alba (El Sur de Córdoba, septiembre 1973), Victoriano Guarnido Olmedo (La Depresión

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 26 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL de Antequera, 1974), Manuel Sáenz Lorite (El Valle del Andarax y Campo de Níjar, octubre 1974) e Isabel Gutiérrez González, (Geografía urbana de Jaén, noviembre 1974), dirigidas dos de ellas por Eusebio García Manrique y las otras tres por el entonces titular de la cátedra granadina. El 28 de junio de 1974 Sevilla se incorporó a la presentación doctoral con la tesis de Antonio González Dorado dirigida por Juan Benito Arranz y titulada Sevilla, centralidad regional y organización interna de su espacio urbano. Durante los siguientes años de la década, ambas Universidades se mantuvieron en esa misma línea, con 18 tesis presentadas: cinco en Sevilla, conducidas cuatro de ellas por Juan Benito Arranz y la quinta por José Manuel Rubio Recio y trece en Granada, de las cuales una bajo la dirección del Profesor García Manrique que, en 1971, se trasladó a la Universidad de Murcia, otra por Francisco Villegas Molina, y el resto, las otras once, por Bosque Maurel. En la siguiente década (1981-1990), la enseñanza de la Geografía se incorporó a las Facultades de Geografía e Historia de Córdoba y Málaga, iniciándose en ambas el Tercer Ciclo de Geografía, que se mantenía en Granada y Sevilla. En total, en esos diez años las tesis doctorales presentadas fueron 45, de las cuales 22 en Sevilla, 13 en Granada, 6 en Málaga y 4 en Córdoba. Más tarde, hasta el año 2000, y ya con estudios de Geografía, no siempre de Licenciatura, en las actuales nueve Universidades andaluzas, el Doctorado continuó su positiva marcha: 2 tesis doctorales en Almería, 2 en Cádiz, 3 en Córdoba, 18 en Granada, 1 en Jaén, 9 en Málaga y 28 en Sevilla. En total, 63 defendidas en toda Andalucía entre 1991 y 2000, que con las “leídas” en los veinte años anteriores han permitido llegar a la cifra global de 132 doctores andaluces de Geografía (1970-2000). La desigual distribución espacial de esos 129 doctores lo es también si se tiene en cuenta la relación con una determinada dirección grupal y, como a veces se ha hecho (BLOUET, B.W., 1981 y BOSQUE MAUREL, J. 1992), con una “familia” o “escue- la” más o menos normativa, de base teórica o/y personal. En total, el número de Directores de las 132 memorias doctorales habidas entre 1970 y 2000 en Andalucía asciende a 33, aunque seis de ellos (Tabla VI) reúnen más del 65 por 100 y dan lugar a que sólo tres Departamentos de Geografía –Granada, 49, Málaga, 15, y Sevilla, 56– hayan producido más del 90 por 100 de los doctorados. Teniendo en cuenta tanto los contenidos como los espacios estudiados, y de acuer- do con un hecho también presente, como es lógico, en el conjunto de las publicaciones geográficas andaluzas, desde un primer momento ha sido Andalucía el tema objeto de estudio. Unos estudios andaluces que han considerado la Comunidad bien en conjunto y/o acerca de alguna de sus dos grandes unidades regionales (34), o con respecto a alguna de sus provincias (16), comarcas (38) y/o ciudades (20), unas veces como unidad espacial a la manera de los estudios regionales franceses (8), o con referencia específica a un determinado problema, sobre todo agrario (13), o sector de actividad (15). En todos los casos se ha tenido muy en cuenta la relación con las grandes concepciones geográ- ficas y con los problemas respecto al conjunto de España. No obstante, en el último decenio, han aparecido individualizados los estudios conceptuales y/o metodológico- instrumentales (5), así como los referidos a Ibero América (7). Aunque este abanico espacio-temático aparece en todos los centros universitarios, los estudios comarcales predominan en Granada (22), los referidos a toda Andalucía

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TABLA VI. DOCTORES EN GEOGRAFÍA POR DIRECTOR (1970-2000) (con un mínimo de tres tesis defendidas)

Fecha lectura primera tesis Tesis dirigidas

1. Joaquín Bosque Maurel 1970 21 2. Eusebio García Manrique 1972 9 3. Juan Benito Arranz 1974 14 4. Gabriel Cano García 1980 8 5. Francisco Villegas Molina 1980 4 6. José Manuel Rubio Recio 1983 8 7. Antonio López Ontiveros 1983 7 8. Dominga Márquez Fernández 1986 5 9. Francisco Rodríguez Martínez 1988 9 10. Manuel Sáenz Lorite 1989 3 11. Josefina Cruz Villalón 1990 4 12. Mª Carmen Ocaña Ocaña 1990 5 13. Fernando Díaz del Olmo 1992 5 14. Florencio Zoido Naranjo 1996 4 15. Andrés García Lorca 1997 4 16. Aron Cohen Emsalem 1997 3

Fuente: Encuesta e Información directa. Elaboración propia. son más frecuentes en Sevilla (25) y los conceptuales y metodológicos en Málaga (4). Con ello parece confirmarse la importancia inicial, durante los años setenta y anterio- res, de un modelo geográfico propio de la escuela francesa, de estirpe vidaliana, y el paso acelerado hacia una normativa próxima a las tendencias hipotético/deductivas y teórico/metodológicas propias de la “Nueva Geografía” y de las escuelas anglosajonas (CÁPEL SÁENZ, H., 1982), un hecho ya señalado en los análisis referentes a la comunidad geográfica nacional (BOSQUE MAUREL, J., 1989 y 1992, y LÓPEZ ONTIVEROS, A., 1995-1996). Sin embargo, y en último término, en casi todas las Universidades andaluzas sus Terceros Ciclos ofrecen ciertas especificidades relacionadas bien con el ámbito geo- gráfico en que se encuentran, bien con algunas peculiaridades de sus respectivos espacios. A la preocupación generalizada con los paísajes y los problemas propios de sus respectivos territorios, pudieran agregarse otros concretos aspectos: la aridez en Almería, los recursos hídricos en Sevilla, los recursos marítimos en Cádiz, el turismo en Granada, Málaga y Sevilla, los problemas demográficos en Granada y Sevilla, la geografía histórica en Córdoba, y, finalmente, la ordenación del territorio en Granada, Málaga y Sevilla (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F., 1995-1996). Los estudios doctorales fueron el origen y han sido –y son– la base de la investi- gación geográfica en Andalucía, como en el resto de España, así como el fundamento de su positivo actual nivel. Y han sido también –y lo son aún– de su apertura pública ya que, en muchos casos, la edición y difusión de sus trabajos constituye el modo más

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 28 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL común de dar a conocer a la sociedad el desarrollo conceptual y metodológico alcan- zado por la geografía andaluza y, aún más, la precisión y la profundidad con que se ha investigado unos territorios, una temática y unos problemas que tiene mucho que ver con el entorno físico y humano de cada uno de los centros universitarios andaluces. Aparte de que durante el tiempo de realización de las memorias doctorales muchos de los resultados obtenidos han podido ser objeto de publicación parcial en muy distintos medios de comunicación. Entre estos últimos hay que destacar las varias revistas científicas que bien estríctamente geográficas o ligadas a otras especialidades próximas –historia, econo- mía, sociología, antropología–, han ido apareciendo a lo largo de los varios decenios de vida de la Geografía andaluza. Actualmente, existen en total once revistas que recogiendo ante todo los diversos estudios geográficos llevados a cabo en Andalucía, son portavoces unas de Departamentos universitarios, otras voceras de instituciones públicas provinciales y municipales, amén de las que representan a sociedades cultu- rales de muy variada estirpe (Tabla VII).

TABLA VII. REVISTAS CIENTÍFICAS ANDALUZAS

Fecha Lugar Institución de Iniciación de edición editora

1. Gibralfaro. Inst. Estudios 1950 Málaga Diputación Provincial Malagueños 2. Cuadernos Geográficos 1971 Granada Universidad de Granada 3. Axerquía. Revista de 1973 Córdoba Diputación Provincial Estudios Cordobeses 4. Paralelo 37º 1977 Almería Universidad de Almería 5. Baetica 1978 Málaga Universidad de Málaga 6. Revista de Est. Regionales 1978 Málaga Universidades de Andalucía 7. Revista de Est. Andaluces 1983 Sevilla Universidad de Sevilla 8. Cuadernos de Geografía y 1990 Cádiz Universidad de Cádiz Ordenación del Territorio 10. Revista de Humanidades 1992 Jaén Universidad de Jaén 11. Nimbus. Revista de 1998 Almería Universidad de Almería Climatología y Meteorología

Fuente: Información y elaboración propia.

En general, la variedad temática y de los colaboradores de estas once revistas es muy amplia y diversa, aunque el predominio de los geógrafos y de los estudios geo-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 29 gráficos es absoluto, sin que falten artículos afines a otras disciplinas no distantes de un significado espacial o territorial. Un examen aunque superficial de los veintitrés primeros volúmenes aparecidos de una de estas publicaciones, Cuadernos Geográfi- cos, editada desde 1971 en Granada por los Departamentos de Geografía de su Uni- versidad, puede ser muy orientativo. Esas entregas anuales, varias dobles, contienen alrededor de 160 artículos producto del trabajo de 230 estudiosos –son frecuentes los trabajos en colaboración–, en su mayor parte geógrafos de su Universidad (130), muchos de los cuales reiteran su autoría, además de otros 80 geógrafos de diversas Universidades españolas distintas a Granada, especialmente andaluzas, como Sevilla, Málaga, Almería y Jaén, y un número pequeño pero relevante y creciente de colabora- dores foráneos, iberoamericanos y centroeuropeos. Aunque es importante la presencia de artículos referidos a Geografía Física, en torno a una cincuentena, es más importante la dedicación a temas de Geografía Huma- na, que engloban los dos tercios de los artículos publicados, de los cuales 30 de Geografía de la Población, 40 de Geografía Rural, no menos de 20 de Geografía Urbana y otros tantos sobre Ordenación del Territorio. En los primeros diez años fueron muy frecuentes los estudios comarcales, casi siempre anticipo de otras tantas tesis doctorales de índole regional, publicadas más tarde y a menudo como libros, pero tampoco faltan, sobre todo en la última década, los trabajos sobre concepto y método. Un análisis bibliométrico, aun no hecho en el caso de las diversas publicaciones académicas andaluzas, posiblemente recordaría resultados anteriores, parciales y muy superficiales y, por ello, no totalmente fiables (BOSQUE MAUREL, J., 1981 y 1992). No obstante, un trabajo, serio y concienzudo, de un equipo dirigido por María Dolors García Ramón, de la Universidad Autónoma de Barcelona (GARCÍA RAMÓN, Mª D., 1992 a y b), y referido al conjunto de las revistas académicas españolas de Geografía nacidas entre 1940-1988, podría extenderse a las andaluzas. Señala el predominio de los temas de Geografía Humana (55%), pese a su tendencia regresiva, y el creciente peso de los estudios conceptuales y metodológicos (30%). Dominan también, en cada caso, los estudios referidos al entorno inmediato o regional (50/70%), aunque son crecientes los temas sobre cuestiones y problemas nacionales. La nómina de autores locales o regionales es casi exclusiva, sobre todo en algunas revistas, aunque el abani- co de los colaboradores se va ensanchando paulatinamente, en especial con autores y temas extranjeros, sobre todo iberoamericanos. El paulatino paso hacia una bibliografía anglosajona, más preocupada por la innovación metodológica e instrumental, desde una primera fase de predominio fran- cés y de síntesis y naturaleza regional, es evidente también tanto en el conjunto de las revistas nacionales como en las de raíz andaluza. La investigación universitaria, durante sus primeros decenios, tuvo mucho de actividad individualizada y personal. Sin embargo, pronto surgió la posibilidad de coordinar y oficializar sus trabajos. Un papel pionero de gran calidad tuvieron las Informaciones urbanísticas patrocinadas y financiadas por el Ministerio de la Vivien- da en los años cincuenta y dirigidas por D. Manuel de Terán acerca de Madrid, Bilbao, Guipúzcoa y Sevilla (BOSQUE MAUREL, J., 1992). En los años sesenta y con moti-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 30 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL vo de la creación de la Comisaría del Plan de Desarrollo Económico y Social, nació un Plan de Estudios de las Provincias Deprimidas en cuyo seno un geógrafo, José Manuel Casas Torres, se planteó la iniciación de trabajos de información y ordenación de diversos espacios administrativos, sobre todo provinciales, llevados a cabo como memorias doctorales en las Universidades de Madrid y Zaragoza. Este fue el caso, por ejemplo, de las tesis de Rafael Puyol Antolín (Almería) (1964), Julián Alonso Fernández (Guadalajara) y María Asunción Martín Lou (Teruel). En esa línea planificadora y para la Ponencia de Desarrollo Regional del Tercer Plan de Desarrollo dirigió el mismo Profesor Casas una selección de núcleos de población “cabezas de comarca” para el bienio 1972-1973 en la que se incluyó Andalucía (CASAS TORRES, J. M., 1964 y 1968). Pero una mayor relación entre los centros investigadores y los círculos públicos y privados interesados en la información y el conocimiento geográficos se produce con el régimen nacido con la aprobación en 1978 de la Constitución democrática del Estado de las Autonomías. Sin tener en cuenta los posibles contratos con entidades privadas, de difícil contabilización, los diversos Ministerios de Educación y Cultura habidos en los últimos veinte años han mantenido una política de I+D en la que la investigación geográfica ha recibido una importante atención. A su vez desde la crea- ción de la Comunidad Autónoma de Andalucía (1979), la Junta ha desarrollado un importante apoyo a la investigación en general y a la geográfica en particular, acompa- ñada por una fuerte ayuda institucional de las distintas Diputaciones Provinciales y por algunos de los principales Ayuntamientos andaluces, especialmente de las capita- les de provincias aunque también de otras ciudades menores. Esta política no sólo ha dado lugar a numerosos convenios y contratos de inves- tigación con determinados geógrafos, con equipos de científicos que los incluyen o con los mismos Departamentos universitarios, sino que ha facilitado la publicación de muchas de las investigaciones fruto de tales convenios y acuerdos y también de bas- tantes de las Tesis doctórales realizadas en las Universidades andaluzas. Tampoco cabe desdeñar los contratos habidos con entidades privadas, entre las cuales destacan entidades financieras como las Cajas de Ahorros y Rurales, que desde los años sesenta han apoyado y facilitado la investigación universitaria, y sobre todo financiando, con diversos Premios y Ayudas, la edición de numerosas obras resultado de los estudios geográficos de distinta índole producidos en las Universidades andaluzas. Los ejemplos son abundantes, conciernen a la totalidad de las Universidades anda- luces y su exposición pueden validar el origen y los particularidades de estas promocio- nes. En 1999, el Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Sevilla mantenía cuatro Grupos de Investigación: Estudios Geográficos Andaluces, formado por doce miembros del Departamento, y que tenía en marcha pro- yectos de investigación con el Instituto Andaluz de Estadística y con el Ayuntamiento de Sevilla; Ordenación del Litoral y Tecnologías de Información Territorial, constituido por nueve investigadores y con convenios en funcionamiento con la Cámara oficial de Comercio, Industria y Navegación de Sevilla, con la Consejería de Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía, y con la entidad Proyecto DIRÉ; Estructuras y Sistemas Territoriales, del que 16 investigadores tenían a su cargo proyectos de la Fundación

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Sevillana de Electricidad, y, finalmente, Cuaternario y Geomorfología, con siete inves- tigadores de la Universidad de Huelva, y proyectos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y con la Empresa Entorno S. A. Por su parte, los dos Departamentos de Geografía existentes en la Universidad de Granada han desarrollado en los últimos diez años numerosos proyectos de origen diverso. Por un lado, se destacan los establecidos a través del Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad granadina: un Inventario de bienes y servicios para la planificación territorial de la región Andina argentina, a través de un Programa de Cooperación de la Junta de Andalucía, el Instituto de Desarrollo Regional y las Uni- versidades de la región Andina; Estructura y Dinámica de los Paisajes de Europa del Sur, conforme a una Acción Integrada Hispano-Francesa (DGYCIT-CNRS), del Insti- tuto de Desarrollo Regional y la Universidad Le Mirail de Toulouse (Francia); Impac- to socioeconómico y visual de la presa de Otívar, según un convenio entre el IDR y la Confederación Hidrográfica del Sur de España, y Dinámica de los paisajes de monta- ña de Europa del Sur y aplicación a los Pirineos y Sierra Nevada, conforme a un Programa de Cooperación Franco Española del Instituto y la Universidad Le Mirail. Así como otros, financiados también por la DGYCIT, sobre Los regadíos tradiciona- les en Andalucía oriental y Evaluación de las políticas europeas de Desarrollo Rural en Andalucía. En los mismos Departamentos son de destacar los estudios de Impacto ambiental relacionados con la puesta en marcha en Sierra Nevada del Centro de Alto rendimiento Deportivo (CARD) y del Acondicionamiento de las instalaciones exigidas por los Campeonatos del Mundo de SKy de 1996 según convenios entre la Universidad de Granada, la Dirección General de Deportes y la Empresa CETURSA, y la colabo- ración con el Proyecto Lucdeme sobre los procesos de desertificación en la cuenca del río de Adra financiado por ICONA. En la Universidad de Málaga, se destaca, entre otros, el Estudio integral de los recursos agrarios de las Provincias mediterráneas andaluzas, el Análisis y reflexión urbana sobre el casco histórico de la ciudad de Málaga, la asesoría del Plan General de Ordenación Urbana de Málaga y la realización del Gran Atlas de Andalucía, financiados respectivamente por la CAICYT, el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía. La aportación universitaria a la denominada Geografía aplicada o activa (PHLIPPONEAU, M., 1960, GEORGE, P., 1970, y BOSQUE MAUREL, J., 1992) ha favorecido a la larga la aparición de una geografía profesional y, en definitiva, de la reciente aprobación legal de un Colegio Oficial de Geógrafos (1999) que, aparte de un colectivo de profesionales liberales, ha dado lugar a la incorporación a diferentes instituciones públicas– gobiernos comunitarios, diputaciones provinciales y corpora- ciones municipales– de geógrafos especializados en la ordenación del territorio y que, en Andalucía, han alcanzado una notable presencia, origen incluso de una concreta Asociación de Geógrafos Profesionales (BENAVENT, M., y MATEU, X., 1995-1996). La labor investigadora precisa de un constante y amplio intercambio que, junto a la consulta y debate a través de sus diversas publicaciones, puede realizar- se de manera más directa en las diferentes modalidades de reuniones que la comu- nidad científica tiende a organizar en tiempo, lugares y colectivos muy distintos.

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La comunidad geográfica andaluza viene celebrando este tipo de reuniones, al menos, desde el V Coloquio de Geografía acerca de Medio físico, desarrollo re- gional y Geografía celebrado los días 3 al 6 de octubre en Granada como conti- nuación a los otros cuatro que, patrocinados por la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, habían tenido lugar en Zaragoza (1961), Madrid (1963), Salamanca (1965) y, tras un largo intervalo temporal, en Oviedo (1975). Así, en Granada, y bajo el único patronazgo de su Universidad y la ayuda económica de algunas instituciones financieras locales, comenzó una actividad nacional e inter- nacional que tuvo un especial acento en Andalucía (AA.VV., Granada, 1977). Entonces, tras la constitución de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), ya planteada en Oviedo, se inició la larga carrera de Coloquios/Congresos Nacionales de Geografía que ha culminado también en tierras andaluzas, en Málaga, sede del XVI Congreso Nacional de Geógrafos Españoles sobre El Territorio y su imagen (Noviembre de 1999) (AA.VV., Málaga, 1999). Entre ambos, en 1993, desde el 28 de septiembre al 1 de octubre, Sevilla acogió al XIII Congreso Nacional de Geo- grafía, Geografía y Nuevos Procedimientos Territoriales (AA. VV., Sevilla, 1993). De todos estos Congresos, aparte sus sesiones de trabajo, sus meses redondas y sus excusiones, permanecen sobre todo sus correspondientes Actas, publicadas en cada caso con el apoyo de las Universidades que las acogieron y contribuyeron a organizar. Y no debe olvidarse la contribución de muy difícil reseña que los geó- grafos andaluces han hecho a los otro trece Coloquios/Congresos nacionales no celebrados en Andalucía, desde el primero de Zaragoza al último de Santiago de Compostela (1997). Una tarea que no ha terminado aquí. Respondiendo a una preocupación viva e intensa de la comunidad hispana y recogida por la AGE, aunque no sólo por ella, los diversos Grupos de Trabajo patrocinados por la citada Asociación han organizado reuniones científicas que, en numerosas ocasiones, se han producido en diversas poblaciones andaluzas y favorecido la presencia de especialistas llegados de toda España. Las III y VI Reuniones sobre Geografía Industrial han tenido lugar en Sevilla (27-29 de septiembre de 1990) (CARAVACA, I. y JORDÁ, R., 1990) y Granada (10-12 de junio de 1997), las III y VII Jornadas de la Población española, en Torremolinos (Málaga) (11-13 de Junio de 1991) (CARVAJAL GUTIÉRREZ, Málaga, 1991) y La Rábida (21-23 de mayo de 1997), el I Congreso Nacional de Geografía sobre Latinoamérica (17-21 de febrero de 1992) en La Rábida (Huelva) (BAILA Y LUZÓN, Sevilla, 1993), el V Coloquio de Métodos Cuantitativos y Teledetección en Málaga (21-23 de septiembre de 1994), el VII Coloquio de Geo- grafía Rural en Córdoba (22-25 marzo de 1994) (AA.VV., Córdoba, 1994), la I Reunión de Climatología en La Rábida (30 de septiembre al 2 de octubre de 1994) y los III y V Coloquio de Geografía Urbana en Antequera (Málaga) (24-26 de junio de 1996) (DOMÍNGUEZ, R., Málaga, 1999) y Almería (26-28 de octubre de 2000), coincidiendo este último con el VII Coloquio de Geografía del Turismo, Ocio y Recreación. En todos los casos, las Actas publicadas constituyen importantes apor- taciones científicas, en las que, a los geógrafos hispanos, se añaden otros extranje- ros, sobre todo portugueses e iberoamericanos.

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No han faltado, además, reuniones internacionales de gran relieve y resonancia. Entre ellas, cabe destacar la I Conferencia Internacional “Sierra Nevada. Conservación y Desarrollo sostenible” celebrada en Granada entre el 20 y el 22 de marzo de 1996, y cuyas Actas en cinco volúmenes recogen un amplio y valioso conjunto de comunica- ciones entre las que las geográficas son numerosas e importantes. Un lugar relevante tienen también los Coloquios Hispano-franceses en los que la colaboración entre la Casa de Velázquez, dependiente del CNRS y las Universidades de Granada y Sevilla han derivado a frecuentes actividades y publicaciones conjuntas, por ejemplo en Gra- nada y Montpellier, en 1988 y 1993 (OZANAM y RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1989 y ARIAS ABELLÁN y FOURNEAU, 1998). La Geografía andaluza ha participado siempre, pese a que ninguno de ellos tuvo lugar en Andalucía, en los ocho Coloquios Ibéricos habidos desde el primero de Salamanca (1979) al último de Lisboa (1999). A todo ello hay que añadir las otras mucha reuniones de carácter comarcal e incluso local habidas en los últimos veinte años en el espacio andaluz y de las que no es fácil tener una reseña completa (Tabla VIII).

TABLA VIII. REUNIONES CIENTÍFICAS CELEBRADAS EN ANDALUCÍA. (1977-2000)

1. V Coloquio de Geografía. Desarrollo regional y Geografía. Granada, 3-6 octubre 1977. Coord. Joaquín Bosque Maurel. 2. XIII Congreso Nacional de Geografía. Geografía y Nuevos Procedimintos Territoriales. Sevilla, septiembre 1993. Coords. Gabriel Cano García y Josefina Cruz Villalón. 3. XVI Congreso Nacional de Geógrafos Españoles. El Territorio y su imagen. Málaga, no- viembre 1999. Coord. Carmen Ocaña Ocaña. 4. III Reunión de Geografía Industrial. Sevilla, 27-29 septiembre 1990. Coord. Inmaculada Caravaca y Rosa Jordá. 5. VI Jornadas de Geografía Industrial. Granada, septiembre de 1997. Coord. José Mª Lozano Maldonado. 6. III Jornadas de Población. Málaga, Torremolinos (Málaga), 11-13 de junio de 1991. Coord. Mª Carmen Carvajal Gutiérrez. 7. VI Congreso de Población Española. La Rábida, 21-23 mayo 1997. Coord. Jesús Monteagudo y José Mª Feria. 8. I Congreso Nacional de Geografía sobre Latinoamérica. La Rábida, 17-21 febrero 1992. Coord. Manuel Marchena Gómez y José Luis Luzón. 9. V Congreso Nacional de Geografía sobre Latinoamérica. La Rábida, 1999. Coord. Dominga Márquez Fernández. 10. VI Coloquio de Métodos Cuantitativos y Teledetección. Málaga, 21-23 Septiembre 1994. Coord. Eusebio García Manrique. 11. VII Coloquio de Geografía Rural. Córdoba, 1994. Coord. Antonio López Ontiveros. 12. I Reunión de Climatología. La Rábida, 30 septiembre-2 octubre 1994. Coord. María Fernanda Pita. 13. III Coloquio de Geografía Urbana. Antequera, 24-26 Junio 1996. Coord. Rafael Domínguez Rodríguez.

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4. LA PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DE LA GEOGRAFÍA ANDALUZA

Las actividades docentes e investigadoras tienen por lo general una presencia bibliográfica. En el caso andaluz, sin tener en cuenta la contenida en las Revistas científicas publicadas en Andalucía y mucho menos las muchas más de índole nacional o extranjera y tampoco las ponencias y comunicaciones existentes en las Actas de las Reuniones celebradas en territorio andaluz y menos aún fuera de él, la producción en libros y folletos realizada solamente por los geógrafos pertene- cientes a los claustros universitarios andaluces es especialmente numerosa e im- portante.

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La recopilación llevada a cabo (Apéndice III), que no pretende ser exhaustiva aunque lo ha intentado, es una prueba fehaciente. En total, en dicho apéndice se reseñan 407 títulos, de los cuales 28 publicados por el profesorado de la Universidad de Almería, 19, por el de Cádiz, 49, de Córdoba, 79, de Granada, 30, de Huelva, 18, de Jaén, 71, de Málaga, 106, de Sevilla, y sólo 7 la recien llegada Pablo de Olavide, tambien en Sevilla. Una cifra, una bibliografía, que ha sido obtenida, en primer lugar, por conocimiento directo, y que ha tratado de ser corregida y revisada después a través de una información solicitada de los responsables actuales de los Departamentos de Geografía involucrados y que, pese a su buena voluntad, es indudable que contiene omisiones y errores, Por ello, esta cifras en principio deben someterse a revisión y corrección. Esta bibliografía ha sido el resultado de una larga andadura iniciada hacia 1940 y que solo desde los años setenta se ha hecho auténtica y real para la casi totalidad –Granada, Málaga y Sevilla– de las Universidades andaluzas y que únicamente a finales de la centuria ha incorporado a los restantes centros universitarios: a finales de los ochenta a la Universidad de Cádiz, a comienzos de los noventa, a Almería, Huelva y Jaén, y en 1998 el último creado, la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. Como muestra la Tabla IX, hasta 1971, el número de publicaciones se limitó a catorce títulos –uno gaditano, seis granadinos, cuatro malagueños y tres sevilla- nos– que pasaron respectivamente a 45, 148 y 200 en cada uno de los tres decenios siguientes. Parece que este, primero, acelerado progreso y, después, más lento aun- que masivo incremento, esté en íntima relación con el similar crecimiento de los centros universitarios –dos en 1940 y nueve en 2000–, el profesorado– un único catedrático y más de un centenar de profesores en ese mismo periodo– y el colectivo de los alumnos, en torno a doscientos en los años cuarenta y más de siete millares a fines del milenio.

TABLA IX. LIBROS Y FOLLETOS PUBLICADOS POR UNIVERSIDADES (1940 - 2000)

Antes 1971 1971-1980 1981-1890 1991-2000 Total

Almería – 6 13 9 28 Cádiz 1 – 4 14 19 Córdoba – 5 25 19 49 Granada 6 15 31 27 79 Huelva – 1 5 24 30 Jaén – 2 5 11 18 Málaga 4 5 23 39 71 Sevilla 3 11 38 54 106 P. Olavide ––437 Total 14 45 148 200 407

Fuente: Encuesta directa y ficheros propios.

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Asimismo, considerando los espacios estudiados (Tabla X), las escasas publica- ciones anteriores a 1971 son, en buena parte, obra ajena a Andalucía ya que, salvo en algún caso –como el correspondiente a Joaquín Bosque Maurel, afincado en Granada en 1948–, ha sido una obra realizada y editada fuera de la región y con anterioridad a la llegada de sus autores –Eusebio García Manrique (1968) y Juan Benito Arranz (1967)– a las Universidades andaluzas. Como contrapartida, los libros y folletos apa- recidos después de 1971 son mayoritariamente de temática andaluza, aunque no faltan y están en progreso los espacios y problemas ajenos a la región, hoy Comunidad Autónoma de Andalucía. En definitiva, pese al dominio de las publicaciones dedicadas al conjunto de Andalucía (75) y a sus distintas partes –provincias (72), comarcas (85) y lugares, en especial ciudades (86), no faltan los libros y folletos dedicados a España como totali- dad (50) y a diversos países americanos, en concreto hispanoamericanos (15), y a otros espacios varios (24), mediterráneos en especial. Resalta la importancia de los estudios comarcales y locales sobre todo editados por las Universidades de Granada (27 y 8) y Málaga (21 y 15) y aparecidos sobre todo en los primeros decenios del periodo que se considera aunque no faltan en ningún momento: 12, 10 y 6 trabajos comarcales y 6, 5 y 2 acerca de distintos centros urbanos respectivamente en los años setenta, ochenta y noventa (Tabla X).

TABLA X. LIBROS Y FOLLETOS POR ESPACIOS. (1940 - 2000)

Esp. Andal. Prov. Com. Loc. Amér. Otr. Total

Almería 2 4 11 – 7 1 3 28 Cádiz – – 6 9 4 – – 19 Córdoba 3 6 10 8 20 1 1 49 Granada 16 10 11 27 8 1 6 79 Huelva 2 8 8 4 7 1 – 30 Jaén 1 1 6 5 5 – – 18 Málaga 9 13 12 21 15 1 – 71 Sevilla 17 32 6 8 19 10 14 106 P. Olavide – 1 2 3 1 – – 7 Total 50 75 72 85 86 15 24 407

Esp. España. Andal. Andalucía. Com. Comarca. Loc. Local. Amér. América. Otr. Otros. Fuente: Encuesta directa y ficheros propios.

Otro aspecto a considerar es el referente a las materias y sectores en que cabe encasillar a los diferentes apartados en que, desde una óptica tradicional que es la dominante todavía en su conceptualización, se diferencia el conjunto de la ciencia geográfica (Tabla XI). A partir de la clásica división en Geografía física y humana, es esta última la más numéricamente importante con 231 publicaciones en toda Andalu-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 37 cía frente a las 46 dedicadas a los varios capítulos de la Geografía física. El hecho de que en esos 46 títulos de Geografía física predominen los estudios de Climatología, puede depender en especial de que sean las Facultades de Geología y Farmacia, existentes en parte de las Universidades andaluzas, salvo en las más recientes en el tiempo, las que cuenten con cátedras tituladas de Geografía física y/o de Geomorfología o Botánica, y por tanto las que, en teoría, puedan tener más empeño en estos apartados tan propios también de los estudios geográficos. Ello no excluye que sean los Depar- tamentos de Geografía, sobre todo de Granada, Sevilla y Málaga, responsables de algunos de los mejores y más serios estudios de Geomorfología y Biogeografía anda- luces, como también lo son, sobre todo en Almería, Granada y Sevilla, y casi sin competencia, de los problemas climáticos de la región (AA. VV., 1992). Entre las publicaciones de Geografía humana (231), el capítulo más importante es el correspondiente a Geografía rural (99), sin duda por el carácter eminentemente campesino de la Comunidad tanto en un pasado aún próximo –los años de la postgue- rra– como, sin tanto relieve, en la actualidad. Una realidad rural origen, sin duda, de su generalización y dominio en toda la investigación geográfica llevada a cabo en el mundo universitario andaluz, aunque dentro de una cierta regresión y mayor especia- lización sectorial respecto al dominio casi exclusivo de estos estudios y de su mayor importancia estructural en los primeros decenios del periodo considerado. Un hecho que explica también la escasa importancia, en general, de la Industria y los Servicios (37), pese a su reciente y creciente número a partir de los años ochenta y, más aún, noventa. Una situación intermedia y muy similar en número corresponde a los estu- dios de Población y Habitat (51) y Geografía urbana (44), aunque sin la uniformidad de los distintos centros universitarios en el ámbito de los estudios rurales: 20 en Córdoba, 28 en Granada, y 19 en Málaga y en Sevilla. Así, el Departamento de Geografía malagueño, con 14 obras sobre Geografía de la Población y 11 de Geogra- fía urbana ocupa el primer lugar de la lista, seguido por Sevilla (12 y 10), y Granada (8 y 5), que fue pionera en estos trabajos en la región, Hay que añadir los apartados sobre Concepto y Teoría, con sólo 20 publicaciones repartidas con escasa diferencia entre las grandes Universidades de la Comunidad –5, Granada y Sevilla, 4, Córdoba, y 3, Málaga y Almería–; y Metodología, en especial Cartografía (54), cuyo elevado número es fruto de la relevante actividad de Granada (15), Málaga (10) y, finalmente, Córdoba (9) y Sevilla (11), y que, además, se ha concentrado en las dos últimas décadas. Similares características presenta el último capítulo, la Ordenación del Territorio, con 31 publicaciones, de las cuales 20 corres- ponden a Sevilla (AA.VV., 1992) (Tabla XI). A todo ello cabe agregar la importante serie de obras de conjunto referidas a Andalucía y aparecidas, en especial, en los últimos diez años, fruto de la actividad académica e intelectual de los Profesores Joaquín Bosque Maurel y Francisco Villegas Molina (1971), Gabriel Cano García y un amplio abanico de colaboradores de todas las Universidades andaluzas (1991-1992) y Eusebio García Manrique y Carmen Ocaña Ocaña (1984 y 1990). Y no se pueden olvidar las diversas y numerosas colaboraciones existentes en algunas de las grandes y últimas Geografías de España, como las publi- cadas por las Editoriales Planeta (1991) y Gallach (1994). Un sentido similar tienen

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 38 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

TABLA XI. LIBROS Y FOLLETOS POR MATERIAS. (1940-2000)

Teo. G. F. Pob. G.R. G.U. I./S. Met. Pl. Total

Almería 3 11 2 – 4 3 5 – 28 Cádiz – 2 2 2 – 4 1 8 19 Córdoba 4 2 6 20 6 2 9 2 49 Granada 5 7 8 28 5 7 15 4 79 Huelva – 5 9 3 4 4 3 2 30 Jaén – – – 11 4 – 2 1 18 Málaga 3 6 14 19 11 5 10 3 71 Sevilla 5 11 12 19 10 18 11 20 106 P. Olavide 1 – 3 1 1 – – 1 7 Total 20 46 51 99 44 37 54 31 406

Teo.: Teoría y Concepto. G. F.: Geografía física. Pob. Geografia de la Población. G. R.: Geografía Rural. G. U.: Geografía urbana. I./S.: Geografía de la Industria y los Servicios. Met.: Metodología y Cartografía. Pl.: Ordenación del Territorio. Fuente: Encuesta directa y ficheros personales. Elaboración propia. las numerosas obras, editadas en casi todo el territorio andaluz, y que tienen por objeto difundir los valores geográficos provinciales incluidos en muchos casos en publicaciones con un abanico cultural más amplio, al lado de la Historia y el Arte. Por ejemplo, las dedicadas a Granada, Huelva, Jaén y Málaga, y en todos los casos rubri- cadas por alguno/s de los geógrafos de las correspondientes Universidades. Es indudable que las transformaciones sufridas en su evolución por la bibliogra- fía andaluza recuerda mucho las habidas en el conjunto de la Geografía española. El peso que, en su momento, tuvo la geografía francesa, inductiva, regional y posibilista, aún subsistente, ha cedido mucho ante las nuevas corrientes, en parte de origen anglo- sajón, pero no sólo, deductivo/hipotéticas, generalistas, cuantitativas y, por último, sociales y cualitativas (CAPEL SÁENZ, H., 1981 y BOSQUE MAUREL, J. y ORTE- GA ALBA, F., 1996). Una nueva realidad, que sin ser dominante, ni mucho menos, pesa bastante en las bases teórica y conceptual y en la innovación tecnológica e instrumental que se está imponiendo en una geografía cada vez más plural y más y más interesada en la búsqueda de soluciones a los ya viejos –y también nuevos– problemas que afectan al territorio y, sobre todo, a los andaluces, tanto en sus diferen- cias internas como siendo parte integrante de España. La importancia creciente de los laboratorios de SIG, Informática y Teledetección es evidente y significativa. Y sin que ello signifique mantenerse al margen de la dominante globalización y de las, a veces, perversas consecuencias que su creciente influjo implica (MILTON SANTOS, 1996 y 2000). La intervención de la Geografía y de los geógrafos en algunas de las nuevas titulaciones últimamente incorporadas a la Universidad –Cien- cias ambientales, Turismo y Ciencias del Mar, entre otras– muestra no sólo su plura- lismo sino su apertura a la innovación y a las nuevas necesidades sociales y económi-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 11-42 EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA 39 cas. Así como a algunos de los grandes problemas del mundo derivados de la mundialización/globalización –vid. p. e., la participación andaluza en el Homenaje al Profesor José Estébanez publicado en 1999 por la Universidad Complutense de Ma- drid– o a las preocupaciones ambientales andaluzas y nacionales (Valle Buenestado, B., s.a. y Arias Abellán, J. y Fourneau, F., 1999). Y no menos a los problemas que atenazan a la sociedad andaluza, por ejemplo, las relaciones demográficas y económi- cas con Marruecos, la desertización y deterioro de su medio natural y su imprescindi- ble defensa, su todavía importante subdesarrollo, entre otros.

5. A MANERA DE CONCLUSION

En un relativamente corto lapso de tiempo, la Geografía universitaria ha alcanzado en Andalucía, como en España, una importante situación tanto por el volumen de sus alum- nos y el número y nivel de su profesorado como por la calidad de su investigación y de sus publicaciones. Ninguna de las ciencias que pueden considerarse como sus inmediatas rivales han alcanzado un nivel similar. Lo que no implica que, desde otros puntos de vista, su significado en la sociedad no pueda ser mayor, ya que, atendiendo a sus contenidos, a sus objetivos y a sus preocupaciones, la Geografía andaluza no parece haber alcanzado la altura conseguida por esta ciencia en algunas otras regiones españolas y, más aún, fuera del territorio nacional. El mantenimiento y apego a ciertas pautas que, para algunos son tradicionales, puede ser la razón fundamental. Pero, algunas de sus más recientes tenden- cias, y especialmente el desarrollo considerable de las actividades profesionales y/o libera- les parece constituir un paso adelante importante. Su fruto, a largo plazo, puede permitir superar la actual sensación de insatisfacción y de crisis que, en cierta modo, existe en la comunidad geográfica tanto andaluza como española y de la que ya existían claros y más incisivos síntomas no hace muchos años (BOSQUE MAUREL, J.,1992).

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LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ

EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 43-76].

PALABRAS CLAVE: Historia de la Geografía. España. Andalucía. Enseñanza Universita- ria. Doctorado. Bibliografía. KEY WORDS: History of Geography. Spain. Andalusia. University teachinh. Doctorate. Bibliography. MOTS CLEFS: Histoire de la Géographie. Espagne. Andalousie. Enseignement Universitaire. Doctorat. Bibliographie.

RESUMEN

El trabajo abarca el estudio de los espacios turísticos de la costa andaluza. Se intenta presentar la diferente calidad de estos espacios, analizando el medio natural donde están locali- zados, su masificación o aislamiento y la calidad de los alojamientos turísticos y la restauración.

SUMMARY

This essay is about the study of the tourist spaces in the coast of Andalucia. It is attempted to display the different quality of these spaces, analysing the environment where they are located, their overcrowding or their isolation and the tourist accommodation and restoration quelity.

RÉSUMÉ

Le travail s’occupe de l’étude des espaces touristiques de la côte andalouse. On cherche à obtenir une connaissance de le différent poids de ces espaces en faisant une analyse environnementale des lieux où ils sont construits, sa massification o isolement et la qualité des établissements hôteliers et de restauration.

La actividad turística transforma un espacio natural o humano en un espacio singular, concebido para un uso esencialmente de ocio. “Se pretende con ello, la búsqueda de un nuevo equilibrio en el modo de vida con la creación de espacios que permitan, con cierto confort, disfrutar directamente del marco natural, durante un tiempo libre o de vacaciones, en el que se consumen servicios y paisaje”1.

* Departamento de Geografía. Universidad de Málaga. Campus de Teatinos. 1. “Geometría”. N 12. Málaga 1991. Número monográfico de la revista donde los arquitectos Rosa Barba, Damián Quero y Eduardo Leira exponen sus ideas sobre la calidad de los espacios turísticos.

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En un trabajo anterior, “Los espacios del Turismo”2 analizábamos el espacio turístico costero español, su localización a lo largo de la costa y ensayábamos clasifi- carlo de un modo sencillo, en vistas a una mejor comprensión de estos espacios de ocio en su significado en sí y en su impacto sobre los espacios urbanos preexistentes. Los agrupábamos –siguiendo en la terminología, no sus criterios, a Lozato-Giotart–3 en dos tipos de espacios:

a) espacios turísticos compartidos”, también llamados espacios turísticos in- tegrados” si el territorio destinado al ocio coexiste en el espacio, con el núcleo urbano de acogida, y está más o menos integrado con él en su actividad. El esquema sería, núcleo de acogida+espacio turístico contiguo que aprovecha sus servicios. Suele darse cuando la cabecera municipal está en la costa y el espacio dedicado a ocio está contiguo, como expansión del núcleo primitivo. b) enclaves o espacios turísticos autosuficientes, hiperespecializados, que pueden ser cerrados o aislados y abiertos o semi abiertos. Aquí, ambos espacios, el núcleo primitivo y la zona dedicada a ocio, están disociados y además separa- dos en el espacio. Predominan cuando la cabecera municipal está en el interior y el espacio turístico ocupa y transforma una costa vacía, creando una zona de ocio. Naturalmente, en muchas ocasiones necesita personal de servicios que se desplazan del núcleo primitivo o se instalan, por inmigración, en el enclave. Las variantes numerosas que completaban este sencillo esquema ayudaban a comprender la impronta ejercida por el turismo en su espacio circundante, impronta que depende de su masividad o de su calidad por exigir servicios especiales.

Dedicábamos también un pequeño espacio a otra reflexión que es más importante para el desarrollo de este trabajo: el análisis de cómo se habían creado estos espacios y sobre todo, con qué premisas y mentalidad abordaron su ejecución sus diseñadores o promotores. Ellos insistían en la necesidad de construir espacios de calidad, integra- dos en su entorno natural y con poca relación con los espacios urbanos. Defendían que eran espacios particulares, en cuanto que no tienen nada que ver con el concepto de ciudad, ni evolucionan de la misma manera. Se trata de espacios autóctonos, que se crean agregando piezas, no necesariamente contiguas, y que son singulares en su concepción y uso. Por eso “deben tener un planteamiento selectivo, para salvar y dar protagonismo a la naturaleza”4. Prescindimos ahora de que esa singularidad y el hecho de que habiendo sido creados como piezas especiales e independientes entre sí, plan-

2. García Manrique, E. “Los Espacios del Turismo”. Ponencia del XVI Congreso de Geografía 3. Lozato-Giotart, J.P (1990): La Geografía del Turismo: del espacio contemplado al espacio construido. Ed. Masson. Barcelona. 4. “Geometría”. N 12. Málaga 1991.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 45 tean problemas cuando, por su continua expansión, se convierten en una ciudad media que necesita de la conexión de sus elementos y distribución funcional de sus partes (caso de Torremolinos-Benalmádena costa-Arroyo de la Miel o bien Fuengirola-Las Lagunas o el propio Marbella). Pero, dos hechos se deben destacar, el primero es su acomodación y simbiosis con un espacio natural preexistente. Sus diseñadores buscaban un equilibrio entre la urbanización y el espacio libre que permite disfrutar directamente del marco natural. En la perfección con que se consiga y en su organización, se podrá medir en buena parte la calidad del espacio de ocio. En segundo lugar, la calidad de lo construido depende del grupo social al que está destinado y de las apetencias de éste. Es distinto concebir una urbanización donde, dentro de su entorno natural, se sitúe un campo de golf o una marina, destinada a una elite que pueda soportar un gasto importante para disfrutar del ocio y otra, una urbanización que, aunque adaptada a un marco natural de calidad, solo busque una segunda residencia para una clientela de nivel medio sea internacional o de origen local, de los municipios vecinos. La intención del presente trabajo es buscar distintos elementos que nos permitan obtener un juicio de la calidad de los espacios de ocio construidos en las costas andaluzas. Por un lado hay que tener siempre presente que se trata de un turismo de masas, donde predomina un grupo de clase media, el más numeroso, tanto autóctono como internacional y que, junto a él o separado como un gueto, un turismo de elite que busca zonas de ocio de calidad ambiental y de un selecto entorno humano. La localización de este turismo de calidad, nos lo indicarán sus equipamientos, (hoteles de 5-4 estrellas, campos de golf, puertos deportivos, chalets ajardinados). La intención sería lograr localizar, primero el marco natural de cada grupo de urbanizaciones y después los elementos de su diseño y el entorno humano que le acompaña, con la intención de establecer niveles de calidad. En realidad los objetivos de este trabajo son mucho más modestos. Hemos localizado cada espacio de ocio dentro de su medio natural y constatado su mayor o menor importancia, con su número de plazas hoteleras y su calidad según el número de estrellas por las que están clasificados. Conocemos igualmente, las zonas de acampada, su número y calidad. Conociendo la localización de los campos de golf, la red hotelera y segundas residencias de calidad que les acompañan, lo mismo que los puertos deportivos con las construcciones que les rodean, podemos determinar zonas donde calidad urbanística es evidente Sin embargo, al presentar el medio natural hay que tener presente que puede tener una apreciación subjetiva, tanto para los diseñadores como para el visitante. Entran apreciaciones muy diversas, como la preferencia por una zona de vegetación vigorosa o por la diafanidad de la atmósfera en un medio árido, como el del levante almeriense, o una zona aislada de caños, esteros o humedales como los de la costa del occidente onubense o la inmensidad de los arenales de las playas en la costa oriental de Huelva. Por lo demás un espacio de alta aridez puede modificarse con la creación de un medioambiente de calidad con amplias zonas ajardinadas, un oasis en una atmósfera limpia, como Almerimar, en el .

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Pero el mundo hotelero es solo una pequeña parte del turismo costero. Lo princi- pal de la oferta turística andaluza (y lo mismo ocurre en la tarraconense y la valencia- no-alicantina) es de segundas residencias que, en su mayoría, están ocupadas por sus propietarios o son alquiladas sin control oficial (de serlo pasan a denominarse aparta- mentos). Y el primer problema es que desconocemos su número real. Los últimos datos que poseemos provienen del censo de viviendas de 1991 y solo en marzo-abril del 2001 se volverá a repetir el censo. Cuando se observa el ritmo frenético de cons- trucción de los últimos años, se llega a la conclusión de que esos datos son solo testimoniales de hace 10 años. Pero como el ritmo de construcción ha sido diferente en cada zona, es aleatorio dar datos por pura conjetura. Preferimos dar los datos reales de l991 sabiendo que hay que aplicar mentalmente un corrector que puede variar en un 10% en los lugares poco dinámicos y hasta en un 50% en las zonas de gran actividad (por ejemplo, Marbella. Rincón de la Victoria). Al conocimiento solo aproximado de las segundas residencias se agrega el desco- nocimiento de la calidad de muchas de las urbanizaciones. No obstante podemos rastrear algo sobre ellas (ya hemos aludido a las que rodean los campos de golf y puertos deportivos) con unos datos indirectos, pero que solo dan una orientación muy general. En el censo de viviendas de l991 aparece un pequeño número de apartamen- tos (es decir, segundas residencias alquiladas) y su calidad de tres, dos y una llave. Aunque en aquella época apenas había control y casi todos los alquileres eran ilegales, eso datos nos dan –para la época– un indicio de su categoría relacionado con la calidad de las viviendas. Dato muy pobre, que ahora se podría completar. Por ejemplo, actualmente está legalizado en la costa del Sol el alquiler de unas 100.000 plazas, pero no poseemos datos de la calidad del casi medio millón restante y mucho menos del resto de la costa andaluza. En cambio damos una importancia mayor a la calidad de la restauración en cada zona. Es conocido que en los centros turísticos de segundas residencias (y lo mismo en hoteles) se aprovecha la mañana para el baño y la comida es más informal y familiar. Es sobre todo, al final de la tarde, cuando la familia o la pareja sale para cenar o a los centros de diversión. La variedad de categoría de los restaurantes son resultado de una demanda y ofrecen rasgos de las apetencias en gasto o calidad que tienen los grupos que ocupan las urbanizaciones y hoteles cercanos. Una presentación de todo este conjunto, da una impresión, tal vez un poco superficial, de la calidad de ese espacio turístico. Aunque todas esas limitaciones desaconsejarían intentar dar un juicio sobre la calidad de los espacios de ocio andaluces, creemos que intentarlo puede animar a que aparezcan otros modelos mejor estructurados, sobre todo cuando a partir del 2001 se conozcan los datos reales de las segundas residencias, datos que estarán referenciados a cada vivienda y al mapa. Por lo demás, por experiencia del conocimiento de la costa, fuera de determina- das zonas donde la calidad es manifiesta y separada del resto, como un gueto, en la mayor parte de los espacios de ocio hay una mezcla de diversa calidad, como lo son las posibilidades de los grupos que las frecuentan. Por eso más bien observaremos

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 47 tendencias al predominio de un determinado nivel, sin ser exclusivo. Y nada mejor para demostrarlo, la categoría de los establecimientos de restauración y de los hote- les5. En la exposición, localizamos primero los enclaves de ocio o los espacios com- partidos que se suceden a lo largo del espacio natural costero, comenzando por las costas almerienses y granadinas, para saltar a las de Huelva y Cádiz con la finalidad de hablar en último lugar de la Málaga, por su mayor complejidad. Finalmente re- flexionamos sobre el conjunto de datos de toda la costa andaluza.

A. LOCALIZACIÓN Y MARCO NATURAL DE LOS ESPACIOS DEL TURISMO

1. EL ESPACIO TURÍSTICO ALMERIENSE

El espacio turístico costero almeriense pertenece al tipo enclave, con la cabecera municipal en el interior y urbanizaciones turísticas en la costa. Se distribuye en dos grandes zonas, una situada al este de la capital (levante almeriense) y otra al oeste (poniente almeriense). a) Levante almeriense

La localización de los enclaves turísticos está determinada por dos grandes blo- ques montañosos que corren paralelos a la costa y en contacto con ella. Son las sierras Almagrera y Sierra Cabo de Gata, que ocupan gran parte de la costa. Entre ambas alineaciones hay un espacio llano costero donde desembocan los ríos , Antas y Aguas. Sierra Almagrera ocupa el norte de la costa. Entre su límite norte y la comunidad murciana queda solo un pequeño espacio llano donde se localizan los primeros encla- ves turísticos almerienses, pequeños y aislados, pertenecientes al municipio de Pulpí (5.291 hab.), cuya cabecera está en el interior. Lo constituyen dos grupos de urbaniza- ciones al oeste del cerro Castillo que protege su playa de los vientos de levante. Al pie del cerro hay un enclave que lo forman un grupo de urbanizaciones en la zona de Los Terreros. Al oeste, separado del anterior, se localiza la pequeña urbanización Vista Bella dominando la bahía. Entre ambas un camping. En total, solo 7.000 plazas de segundas residencias y 157 plazas hoteleras y pensiones. Entre Almagrera y Cabo de Gata está lo fundamental del espacio turístico del levante almeriense y son enclaves costeros de los municipios de Vera y de Mojácar,

5. Para los datos de la oferta de plazas de segunda residencia damos los de 1991. Para las de hoteles y camping, aunque tenemos los datos de 1999 presentamos los que da el IEA 1997. El motivo es unificar fechas, pues para las plazas de restauración solo poseemos las que da el IEA y corresponden a 1997. Por lo demás este tipo de datos es bastante estable para un plazo de dos o tres años.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 48 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE cuyas cabeceras están en el interior. Fuera de ellos solo hay una pequeña urbaniza- ción, al norte de la desembocadura del Almanzora, Urbanización Valle del Almanzora, al sur de Villaricos. Para asegurar su abastecimiento en agua, en una costa semi desértica, el emplaza- miento de los enclaves costeros de Vera (6.695) se sitúan en ambas orillas de la desembocadura del río Antas. El enclave de la orilla sur entra en contacto, sin solución de continuidad, con la población de Garrucha. Esto hace, a ambos grupos de urbaniza- ciones, un “espacio compartido” con Garrucha, de la cual pueden utilizar sus servi- cios. En total los enclaves costeros de Vera suponían en 1991, 9.000 plazas de segunda residencia, de ellas, 427 de apartamentos oficiales (alquilados), 719 plazas hoteleras y 2.700 de camping, a lo que se pueden agregar las 371 plazas hoteleras-pensiones de Garrucha, unida físicamente a estos enclaves. Después de un espacio costero vacío, se inician los enclaves de Mojácar, al sur de la desembocadura del río Aguas. Tres urbanizaciones están en la propia desembocadu- ra y, a lo largo de la costa, se van distribuyendo pequeños enclaves algunos con su hotel, entre ellos el Parador de Mojácar. También en el pueblo, por su tipismo, se han instalado segundas residencias y hoteles. Entre los enclaves aislados de la costa, hay algunos ocupados totalmente por extranjeros, antiguos guetos, completamente aisla- dos durante quince años y que, sólo a finales de los ochenta, al construirse la carretera costera que lesionaba a algunos de sus chalets, no tuvieron más remedio que entablar conversaciones con el ayuntamiento. Mojácar (4.525 hab.) tenía 12.500 plazas de segunda residencia (de ellas 2.450 de apartamentos alquilados, la mayor parte de 3 llaves, categoría alta), 1.700 plazas hoteleras (predominan las de 4 y 3 estrellas) y 860 de camping. Por su volumen y por la calidad de sus ofertas es el principal núcleo turístico de la costa de levante. Pasado Carboneras se inician las playas desiertas de la Sierra Cabo de Gata, Parque Natural y protegido de la construcción de urbanizaciones, si se exceptúan las Negras (800 plazas) y sobre todo la de S. José (2.000 plazas) ocupada ya antes de su declaración de Parque Natural. La protección del Parque ha dado por resultado que Níjar-Costa apenas tenga presencia turística estable. Hay que llegar a la costa sur del término de Almería, al este de la capital para encontrar dos urbanizaciones importan- tes, la de Retamar, la principal (7.000 plazas de segunda residencia) que sigue el curso de una rambla hacia el interior y la de Costacabana (2.000 plazas) ya cerca de la Cañada de S. Urbano (2.500 plazas) donde se encuentra la Universidad almeriense, junto a la ciudad. Estas urbanizaciones están servidas con vuelos chárter por el aero- puerto de El Alquián, situado junto a ellas. Si nos ceñimos a la costa del Levante almeriense (pero excluimos, las del muni- cipio de la capital), el balance, en cantidad y calidad –si se exceptúa Mojácar– es muy modesto. (Ver cuadro n.º 1) En realidad para lo modesto de la presencia turística, el alto número de plazas de restauración se debe sobre todo a que se incluyen también las de su cabecera munici- pal. Que se trata de eso lo confirma que, la mayor parte, son de un tenedor, propio de una pequeña población. Incluso la oferta de alquiler de segundas residencias (aparta- mentos) es de la calidad menor, de una llave. Da la impresión que los enclaves, son

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CUADRO 1. LEVANTE ALMERIENSE

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hoteleras Municipio Pobl. denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión 1998 (1991) 2* 1* 2.º 2** 1 3*** 2*** 2*** 1***

Garrucha 6.312 ––––203769–15612590 Pulpí 5.291 7.000 72 – – – 846 – 58 40 59 Vera 6.695 9.000 – 427 2.700 172 1.025 608 – – 113 Níjar 15.406 12.000 – 60 3.000 417 1.337 28 38 140 341

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas. más bien las segundas residencias de las poblaciones cercanas. Hemos separado a Mojácar porque por su calidad y cuantía merece compararse con el poniente almeriense. En su costa se encuentran los núcleos de mayor calidad del levante almeriense. b) Poniente almeriense

La Sierra de Gádor entra en contacto con el mar cerca de la capital almeriense y da lugar a una costa de altos acantilados que dificultaron siempre la comunicación del Campo de Dalías con la capital a la que sólo le unía una estrecha carretera, con continuas y peligrosas curvas, incluso cuando, más tarde, se transformó en una redia. Aunque siempre la capital buscó su expansión de segunda residencia en la costa oriental del campo de Dalías, las dificultades de comunicación ralentizaron el proceso. Hay que tener presente que esa carretera de un solo carril en cada dirección y con continuas curvas, bordeando un alto acantilado sobre el mar, era frecuentada día y noche por miles de camiones que transportaban los productos de los invernaderos del Campo de Dalías hacia el este, para enlazar con la red murciana, aunque felizmente para el turismo, ese tráfico camionero apenas existe por el verano, cuando descansan los invernaderos La autovía actual ha solucionado este angustioso problema y ha facilitado que en Aguadulce, al este del Campo, sean ya numerosas las primeras viviendas de la capital almeriense. A pesar de todos los antiguos problemas de circulación, el poniente almeriense es uno de los focos principales del turismo andaluz. Lo confirman sus 12.000 plazas hoteleras, 75.000 plazas de segunda residencia y 5.255 de camping y donde a la cantidad se agrega la calidad. En importancia hotelera sigue a la costa el Sol occiden- tal y lo mismo si consideramos la concentración en un espacio relativamente reducido. Y lo llamativo es que este turismo del Campo de Dalías está situado en la zona de mayor intensidad de cultivo de toda España y con un tipo de cultivo, los invernaderos, que crean, al menos en verano, un paisaje de medioambiente degradado por el polvo y el deterioro de los plásticos que cubren todo el Campo. Coexisten un espacio cubierto de cultivos intensivos de invernaderos y un amplio espacio turístico, aunque disocia-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 50 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE dos, es decir, un medioambiente interior, degradado por los plásticos en verano, con un mediambiente costero de calidad, donde el viento de levante evita la presencia del polvo de los invernaderos durante el verano y deja en la costa una atmósfera diáfana. Para entender estas formas de uso del espacio tan diferentes hay que tener presen- te la formación del medio físico del Campo de Dalías. El Campo es una plataforma de terrenos pliocenos, sedimentados sobre un bloque hundido de la zona sur de la Sierra de Gádor. Sobre esa plataforma nivelada por la erosión se superpusieron, al norte, unos poderosos conos de deyección salidos de la Sierra y cubiertos con una potente costra, que ha habido que romper, pero donde se encuentran los acuíferos. Al sur del Campo, pequeños movimientos tectónicos cuaternarios elevaron su borde costero, de modo que se formó una vaguada o valle central en el Campo de dirección W-E que termina suavemente en el mar (en cuyo contacto se han construido los dos núcleos de población Aguadulce y Roquetas de Mar) mientras que a lo largo del sur del Campo se formó un escarpe de unos 70-80 m de altitud. Los conos de deyección terminan en el valle central. Al pie del escarpe del sur y sureste se formó por acumulación un extenso espacio de arenales, procedente de las corrientes de deriva marina que lentamente fueron encerrando grandes humedales explotados hoy como salinas. La inmensa cantidad de arena acumulada al sur del escarpe y que el viento transportaba por encima de él, creando pequeñas dunas móviles, ofreció una cantera casi inagotable a los cultivos sobre arena del Campo, que poco a poco se convirtieron en invernaderos. Y mientras todo el interior del Campo se cubría de invernaderos (cerca de 20.000 has.), el turismo se extendía en la costa (donde desemboca el valle central) como expansión de los dos núcleos, Aguadulce y Roquetas de Mar. Más tarde ocupó amplios espacios en los arenales del sur, al pie del escarpe. El espacio turístico del Campo pertenece fundamentalmente a dos municipios, el de Roquetas de Mar (40.582 hab.), el más potente, al este, y el del Ejido (50.170 hab.) al sur. Son espacios de ocio de tipo enclave. Almerimar, al sur está a 11 kms. de su cabecera, El Ejido, que situado en medio del Campo, rodeado de invernaderos, vive de espaldas al turismo y Roquetas, que como en todo el levante español estaba a unos dos kms del mar, donde se encontraba su puerto. Por eso en sus comienzos, tanto Aguadulce, como la gran urbanización Roquetas al sur, eran enclaves. Actualmente, por expansión del turismo, la cabecera de Roquetas ha quedado unida totalmente al mar y la urbani- zación costera cercana es un espacio compartido con la cabecera municipal. Es mejor seguir el emplazamiento de los diferentes enclaves para ver la calidad ambiental. Se inicia el espacio turístico, al norte, en Aguadulce, donde la Sierra de Gádor entra en contacto con el mar por un profundo escarpe, lugar que se ha aprove- chado para la construcción del puerto deportivo. Una aureola de pequeños núcleos rodea este enclave de ocio de Aguadulce, como el Parador de Hortichuelas, Campillo del Moro, el Pillòn, separados del núcleo de Aguadulce por cultivos de invernaderos. La rambla de Hortichuelas cierra por el sur el enclave de Aguadulce y se inicia un pequeño espacio, ocupado por invernaderos, que son interrumpidos por un antiguo humedal aprovechado como salinas (S. Rafael).

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Al sur de las salinas que le separan de Aguadulce, el antiguo poblado de Roquetas se ha expansionado hasta el mar y su antiguo puerto se ha convertido en deportivo. Más al sur, la urbanización Buena Vista se continúa en la gran urbani- zación Roquetas, que se amplía hacia el interior, donde se encuentra el campo de golf (el Pueblo y Pueblo Golf Centro) rodeado de segundas residencias de calidad y de plazas hoteleras. Todas estas urbanizaciones son espacios compartidos con la cabecera. La expansión hacia el sur queda cortada nítidamente, por el Parque natural de Entinas-sabinas, que ocupa toda la costa hacia el sur, encerrando pequeños humedales. En el norte del Parque ha quedado englobado otro campo de golf con su urbanización (Golf Playa Serena) y son continuación del Pueblo Golf Centro. Mientras la costa la ocupa el Parque natural, el interior, y bordeando el Parque está ocupado por las extensas Salinas Viejas que terminan en las del Cerrillo. Ya en la costa sur, y formando una estrecha franja entre las salinas y el mar, el Parque Natural pasa a ser paraje natural de Entinas-Sabinas. Siguiendo el espa- cio costero, situado al pie del escarpe sur del campo y al oeste del Paraje natural se encuentra un paisaje de vegetación natural con peligro de encharcamiento (alre- dedor del antiguo faro de Sabinas, hoy separado de la playa por el avance de los arenales) que más al oeste, se convierte en “Las marismas de las Entinas”. Al oeste de ellas, siempre al pie del escarpe (Los Alcores, El Acebuchal) y donde quedan todavía pequeñas lagunas, se ha expansionado el segundo foco turístico del Campo: las urbanizaciones de Almerimar, Guardias Viejas, Paraíso Mar que, además de algunas pequeñas lagunas, encierran dos campos de golf y tienen salida por un puerto deportivo. Dada la gran amplitud del Parque Natural y de las sali- nas, este oasis de Almerimar se encuentra a 13 km. de Roquetas Al oeste de Almerimar y de un camping, todo queda limitado por las Salinas de Guardas Viejas, convertidas hoy en campos regados. Al norte, la plataforma del Campo que queda limitada por el escarpe lo ocupan los invernaderos, en concreto los de la antigua empresa “Tierras de Almería”. En total tres agrandes núcleos Aguadulce-Roquetas-Almerimar separados entre sí por salinas, Parque natural, paraje natural, sabinares sin ocupar, marismas, un medio ambiente de calidad, donde, en el espacio que dejan libre se han extendido las urbani- zaciones y los hoteles. Como fondo, en el interior, las 20.000 has de invernaderos, con su tráfico intensivo en invierno para sacar, fuera del campo, millón y medio de tonela- das de productos hortícolas. Unos datos nos pueden dar una idea más completa de este foco turístico. Le agregamos, como comparación Mojácar, único enclave del levante almeriense seme- jante en calidad, aunque muy inferior en capacidad de acogida. En los tres focos turísticos predominan las plazas hoteleras de cuatro y tres estrellas y aunque en 1991 aparecen pocos apartamentos (alquiler de segundas resi- dencias) para el gran número de plazas que ya entonces tenían (75.000 entre Roquetas y el Ejido) son importantes los de 3 llaves en Mojácar y en el Ejido. En cambio, en restauración sólo en Roquetas hay una modesta presencia de los de tres tenedores. En los tres el predominio de los de 2 y 1 tenedor es absoluto.

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CUADRO 2. PONIENTE ALMERIENSE

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hoteleras Municip. denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 3* 2* 1* 1.ª 2.º 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Mojácar 12.500 2.164 286 – 800 60 – 578 2.768 187 920 120 109 130 225 Roquetas 56.000 – 692 2.822 – 2.125 145 2.028 5.088 2.094 6.646 – – 41 186 El Ejido 16.500 1.028 1.722 – 3.131 – 684 1.328 829 1.920 20 – 54 186

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas.

2. LA COSTA GRANADINA

Altos acantilados, donde la Sierra Almijara termina en el mar, separan la costa malagueña de la granadina. Al este, una estrecha franja costera, entre las sierras béticas y el mar se prolongan por la costa occidental almeriense. Los espacios turísticos se concentran en la costa de Almuñécar y en los bordes del delta del Guadalfeo: al oeste del delta, en Salobreña y, al este en Torrenueva- Carchuna-Calahonda. En el centro costero del delta hay pequeños enclaves cerca del puerto de Motril y del Varadero. Pasado el delta, solo pequeños enclaves se localizan en la franja costera, ya cerca de la costa almeriense. Comenzando por el sector occidental de la costa, los altos acantilados que sepa- ran la provincia de Málaga y Granada entran en contacto con un mar profundo, muy apto para submarinismo, pero donde solo existen pequeñas calas, desiertas por ausen- cia de comunicaciones, pues la carretera bordea la montaña a bastante altura sobre el mar. El espacio turístico se inicia al este del río Jate, en una costa de colinas sobre las cuales se desparraman, en el interior, pequeñas urbanizaciones, muy numerosas - Los Palomos, S. Nicolás, la Gaviota- ya en contacto con la Herradura, junto al mar, el principal enclave turístico costero de Almuñécar. Hacia el este, la punta rocosa de La Mona está toda cubierta de chalets y con puerto deportivo en la cara oriental de dicho cabo. Le sigue, con chalets dispersos, otra zona rocosa El Cotobro para pasar ya a los barrios periféricos de la ciudad de Almuñécar, la principal ciudad turística de esta costa (20.997 hab.), rodeada de segundas residencias que forman un espacio compartido con el núcleo primitivo de la ciudad, que está flanqueado por los dos cursos fluviales del río Verde: al oeste el curso antiguo llamado Río seco y al este el actual, también seco, pues toda su agua se emplea en los cultivos de chirimoyos y aguacates del valle y el abastecimiento de la población, cada vez más numerosa. Los espacios turísticos se continúan con la urbanización costera de La Velilla que está flanqueada por colinas llenas de chalets, que se continúan por el término de Salobreña. Total: 56.000 plazas de segunda residencia, 1.557 plazas hoteleras y 750 plazas de camping.

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Salobreña (10.053 hab.) emplazada sobre la punta rocosa que avanza hacia el delta del Guadalfeo, participa en su sector occidental del estilo disperso de Almuñécar, con sus chalets en el interior con vistas al mar y pequeñas urbanizaciones (Los Almendros, La Caleta) al oeste del mogote rocoso de la cabecera. municipal, que está separado del mar actualmente por los avances del delta. En este sector, ya en el delta, al SE de la población, continúan pequeños enclaves, como Residencial Beach I y Residencial Beach II, Solimar y La Fragata. Total: 16.000 plazas de segunda residencia, 415 hoteleras y 224 de camping. El gran arco que dibuja el delta del Guadalfeo, ya en el término de Motril (50.025 hab.) tiene poca utilización turística por su lejanía y soledad, entre campos de caña de azúcar. Se inicia con el Campo de golf y su urbanización adjunta, le siguen alguna pequeña urbanización (Uteco) o poblados como el Varadero junto al club Náutico y Puerto de Motril en el centro del arco. Al este del delta y apoyado en la zona montañosa que bordea el delta –como ocurría al oeste– se encuentra el principal núcleo turístico del municipio de Motril con la importante Urbanización de Torrenueva. Pasada la punta rocosa que cierra Torrenueva se encuentran los Llanos de Carchuna, inmenso arenal cubierto totalmente de inverna- deros donde, junto al mar está emplazado un camping (Los Cactus) y las pequeñas urbanizaciones La Perla de Andalucía y Residencial Calahonda ya en el extremo oriental de los llanos, en contacto con el mogote costero de Cerro Gordo. Total: 34.000 plazas de segunda residencia, 1.320 hoteleras y 1.700 de camping.

CUADRO 3. COSTA DE GRANADA

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hotelera dencia Apartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 3* 2* 1* 1.ª 2.º 3.º 4** 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Almuñécar 56.000 506 719 278 – 240 510 24 160 3.094 4.245 164 461 85 178 288 280 Salobreña 16.500 – – – 224 – – – 670 1.182 – 251 – 25 – 139 Motril 34-000 – – – 953 765 – – 72 1.627 2.018 182 236 48 419 152 283

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas.

Este reducido espacio costero granadino, con 106.000 plazas de segunda residen- cia en 1991 (hoy tal vez un 30% más) es un poderoso foco turístico, con una presencia hotelera de cierta importancia (3.292 plazas) y una discreta presencia de camping (2.182 plazas). Una mezcla de diferente calidad constituye este conjunto de espacios de ocio, pero las pocas plazas de apartamentos que presentaba el censo de viviendas del 91 daban una proporción significativa de los de tres llaves. Lo mismo ocurre con las plazas de 4 y 3 estrellas que suman 1.294, la mitad del total de la costa. Menos calidad muestran las plazas de restauración, pues las de cuatro y tres tenedores son puramente testimoniales.

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3. LA COSTA ONUBENSE

Damos un salto al extremo occidental de la costa andaluza para hablar en último término de la costa malagueña, el espacio más significativo de nuestro turismo. En la costa de Huelva los espacios de ocio costeros son siempre enclaves, con la cabecera municipal en el interior, excepto en Punta Umbría que se inició como encla- ve de un puerto de pescadores y posteriormente, unido a él en su expansión, forman ambos un espacio compartido, como ocurrió entre Roquetas de Mar y su antiguo puerto. Como particularidad, los enclaves del sector occidental, siempre aislados, están emplazados en un medio natural de esteros, caños y marismas, algo que desapa- rece hacia el este a partir de Punta Umbría, que es donde estos enclaves comienzan a ser espacios masivos compactos, pequeñas ciudades de ocio, en medio de inmensos arenales. Se inician los enclaves al sur de Ayamonte (16.891 hab. en 1998), con la pequeña urbanización Isla Canela, emplazada en la desembocadura del Guadiana, junto al mar libre y aislada al norte por el caño del Pozo. Más al este, y separada de ella, se encuentra la urbanización Isla del Moral frente a la cabecera de Isla Cristina, a las cuales separa la desembocadura del río Carreras, sin que estén unidas directamente por carretera. Los enclaves de Ayamonte son los más aislados de la costa onubense y dan un saldo mediocre de 9.000 plazas de segunda residencia, aunque con una relativa presencia hotelera (1.043 plazas) por la importancia de la cabecera municipal, puesto fronterizo. Hay un predominio de las de 4 estrellas, debidas al Parador Nacional de Ayamonte y sobre todo del hotel Riu Canela, que alimenta el campo de Golf de Isla Canela. La cabecera municipal de Isla Cristina, junto al mar, tiene una pequeña expan- sión turística al sureste, como espacio compartido, pero su importancia turística se encuentra, separada de la cabecera, al este, con las urbanizaciones Las Palmeritas en el interior y sobre todo Urbasur, en la costa, al lado de la Urbanización La Antilla, enclave de Lepe, de modo que se las puede considerar como un solo enclave, pero perteneciente a dos administraciones. Las 11.000 plazas de segunda residencia de Isla Cristina (17.761 hab.), unidas a las 21.000 de Lepe (18.565 hab.) constituyen un espacio de ocio relativamente importante (32.000 plazas) al que hay que agregar las 1.043 plazas hoteleras de Isla Cristina (donde predominan las de 4 estrellas) y 485 de Lepe. Completan este espacio de ocio 859 plazas de camping de Lepe y las 3.740 de Isla Cristina. Un campo de golf entre isla Cristina y la Antilla, el de Islantilla, comple- tan la oferta. Continuando hacia el este, el río Piedras separa los municipios de Lepe y Cartaya (11.809 hab.). Una amplia zona marismeña en la antigua desembocadura del río ha quedado en el interior con el avance de una lengua de arena hacia el este por la deriva costera del mar en dirección oeste-este, algo que ocurre en todas las rías onubenses En la orilla izquierda del río, al este de las marismas, que solo le afectan ligeramente y antes del mar libre, está emplazado el Rompido y más al este las urbanizaciones de Urverosa, Hiconsa, La Golera, Agua del Pino. Y en el límite oriental del municipio, frente al mar libre, la pequeña urbanización La Laguna del Potril, unida a la de El

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Potril, que pertenece ya al municipio de Punta Umbría. Pobre conjunto de 11.000 plazas de segunda residencia, moderada presencia de camping (unas 1.700 plazas) y casi ausencia de plazas hoteleras. El aislamiento por la lejanía de los núcleos de población ha retrasado el desarrollo de estas playas. Con Punta Umbría (11.523 hab.) se inician ya los importantes espacios turís- ticos onubenses. En la ribera sur del río Punta Umbría, separado del Odiel por una zona de marismas e islas, se encontraba un pueblo de pescadores a quien aislaba del mar, al sur, un extenso espacio de dunas móviles. Sobre ellas se inició junto a la playa, la construcción de chalets aislados, apoyados sobre pivotes de cemento, de modo que la arena que avanzaban por el viento hacia el interior, pasase por debajo de las viviendas sin acumularse en su facha sur, donde estaban las puertas y venta- nas. Cuando la visité en 1959 había que andar descalzo sobre estos arenales –no había todavía espacio urbanizado– hasta llegar por el norte al pueblo donde ya existían aceras en sus calles, urbanizadas y separadas de las dunas. El ambiente del pueblo era de dedicación exclusiva a la pesca, algo parecido a la impresión que daba Isla Cristina al oeste. La continua ampliación hacia el norte de este enclave costero, le ha unido al antiguo pueblo de pescadores y hoy forman un espacio compartido. Solo quedan separados de este tejido urbano compacto, la Urbanización Pinos del Mar y el polígo- no industrial, ambos al NW y, ya lejos, en el contacto con el municipio de Cartaya, El Potril. En total 36.000 plazas de segunda residencia (1991), 661 hoteleras y 1.646 de camping. Los enclaves de la costa occidental onubense están cerca de la cabecera munici- pal, pero a medida que se avanza hacia el este, la costa toma dirección sur y las cabeceras están tan distantes del mar que estos enclaves son prácticamente células independientes que tienen que procurarse todos los servicios. (Se reproduce la distan- cia de la cabecera municipal de Calviá, al oeste de la bahía de Palma y de los enclaves costeros de Tenerife y Gran Canaria) Pasada la ría de Huelva, se encuentran los dos enclaves de Mazagón y Matalascañas. Mazagón es un enclave compacto, donde la parte sur, la que está en contacto con la playa –Pinos del Odiel– pertenece al municipio de Palos de la Frontera (7.009 hab.) y la parte norte y este, la más extensa, al de Moguer (13.749 hab.), y lo constituyen una serie de urbanizaciones unidas (Odiel Odiel, Valdemorales, Chico, el Faro, Fuerte Peña, puerto deportivo, desembocadura del Odiel, el Picacho, etc). Es un conjunto modesto de plazas de segunda residencia (20.000), pero hay que tener presente que es un espacio compacto, una pequeña ciudad temporal veraniega. La presencia hotelera es muy modesta, 521 plazas, pero es el núcleo de acampada más importante de la costa andaluza, unas 10.000 plazas de las que 6.000 son de 1.ª categoría. Siguiendo una solitaria costa de dunas, ya en el borde sur del Parque Nacional de Doñana se llega al enclave de Almonte (16.902 hab.), la gran urbanización de Matalascañas, a 30 kms de la cabecera municipal de Almonte y 15 del poblado del Rocío. Es un amplio complejo turístico, una ciudad de ocio importante, con 36.000 plazas de segunda residencia, 5.180 plazas hoteleras, la mayor parte de 3 estrellas y

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Dos pequeños enclaves turísticos en los extremos del litoral andaluz, aislados y lejos de su cabecera municipal. Arriba: En Pulpí, junto a Murcia, el grupo de las urbanizaciones de Los Terreros, protegidos del levante por el cerro del Castillo. Al oeste, la de Bella Vista. En esta zona árida, el problema es encontrar acuífero para la urbanización. Abajo: La urbanización Isla Canela al sur de Ayamonte. Bordeada de caños y esteros, el agua marina penetra con la marea alta.

Golfo de Cádiz OCÉANO ATLÁNTICO

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CUADRO 4. COSTA ONUBENSE

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hotelera denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 3* 2* 1* 1.ª 2.º 4** 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Ayamonte 9.000 510 480 – – – – – 230 2.632 805 88 – 57 – 93 Cartaya 11.500 – – – – 1.680 – – 272 774 – – – 26 – 24 Isla Cristina 11.000 – 579 – 2.100 1.647 – – 621 1.285 685 – 242 61 – 58 Lepe 21.000 – – – – 859 – – 819 1.312 – – 260 38 75 112 Moguer– Palos (Mazagón) 20.000 – – – 6.000 3.900 178 – 1.506 1.964 85 42 126 – 86 182 Punta Umbría 36.000 – 1.082 151 – 1.646 184 300 1.816 2.710 – 342 119 110 58 32 Almonte (Matalas– cañas) 36.500 – – – 4.072 80 – 1.750 3.570 – 4.681 122 43 108 232

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas. rodeándole, 4.000 plazas de camping. A tan enorme distancia de la cabecera munici- pal, por su capacidad de acogida y en una extensa zona de auténtico desierto humano, en el límite oriental de la carretera costera de las dunas de Arenas Gordas, se ha constituido como una ciudad autóctona, fundamentalmente en el verano, que vive de sus propios servicios. Si abarcamos toda la costa, un espacio muy amplio y teniendo en cuenta el aislamiento de todos estos enclaves entre sí y con su cabecera, el conjunto de la oferta turística, es importante: 144.000 plazas de segunda residencia, 8.648 hoteleras y 21.904 de camping, el espacio de acampada más numeroso de Andalucía. No se puede dudar de la importancia que representa ese volumen de oferta. Pero su aislamiento a lo largo de toda la costa, y la dificultad de las comunicaciones hacen disminuir su impacto en el conjunto turístico andaluz. La calidad de la oferta es aceptable. En Ayamonte e Isla Cristina, aunque las plazas hoteleras no son numerosas, la mayor parte pertenecen a la categoría de 4 estrellas. Hay que tener presente el impacto que produce la presencia de dos campos de golf, uno en Isla Canela y el otro entre Isla Cristina y La Antilla, que posiblemente condicionarán la presencia de plazas hoteleras de calidad en Ayamonte e Isla Cristina. Aunque en Punta Umbría y Matalascañas no existen hoteles de 4 estrellas, los de tres son los más abundantes y casi los únicos en Matalascañas con 4.681 plazas, de las 5.180 totales. En la restauración, tanto en Punta Umbría, como en Mazagón y Matalascañas tienen solo una simbólica presencia los de 4 tenedores y la mayoría son de dos y uno. El aislamiento, la amplitud de sus playas y el medio ambiente, convierten estas costas en la zona andaluza de mayor presencia de acampada, predominando los de primera clase en Isla Cristina y Mazagón.

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Punta Umbría. A finales de los cincuenta, solo existía el poblado de pescadores funto al río de Punta Umbría. Al sur, junto al mar, se iba construyendo un pequeño enclave turístico, aislado de la cabecera municipal. Actualmente, unidos, forman un espacio compartido y la actividad turística supera a la pesquera.

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4. LA COSTA GADITANA

Al sur de Matalascañas y hasta la desembocadura del Guadalquivir, se extiende un desierto humano: es la amplia zona costera de Arenas Gordas, zona de dunas, sin vías de comunicación, que limita por el sur al Parque Nacional de Doñana. En la orilla oriental del Guadalquivir se inicia la costa gaditana. La costa occidental de Cádiz es una zona llena de promesas para un turismo costero. Hermosas playas vírgenes esperan la llegada del turismo que, de momento, se ha concentrado en dos ciudades, a ambos lados de las marismas gaditanas: Puerto de Santa María y Chiclana de la Frontera, que consideradas juntas, constituyen otro foco turístico importante en un pequeño espacio de la costa andaluza. El resto de la costa tiene solo una moderada actividad en su sector norte (Sanlúcar de Barrameda, Chipiona, Rota) aunque grandes perspectivas de desarrollo, que ya se han iniciado con los proyectos de la gran urbanización promovida por Hohenlohe en Sanlúcar de Barrameda y la de Costa Ballena en los límites de Chipiona-Rota. En ambos casos, al norte de Puerto de Santa María y no es de extrañar este nuevo impulso de desarro- llo, como una salida al turismo de una Sevilla cercana y de su aeropuerto, comuni- cada por la autopista hasta Jerez. Chipiona fue ya, desde antiguo, un centro de veraneo costero de Sevilla. En cambio, al sur de Chiclana el turismo costero está casi ausente en espera de inversiones y comunicaciones, que tal vez aún tarden años en llegar. En la costa oriental gaditana, el golfo de Algeciras y la costa mediterránea tienen también un desarrollo diferente. Su impronta es muy débil en la zona industrial de la bahía de Algeciras, pero es importante en la costa mediterránea de S. Roque, no tanto en número, cuanto en calidad. Nos encontramos aquí en la puerta de la costa del Sol malagueña, en la desembocadura del Guadiaro. Se inicia el espacio turístico gaditano en Sanlúcar de Barrameda (61.382 hab.). Es un conjunto modesto donde (1991) la oferta de plazas de segunda residencia (16.000) constituyen la expansión de la cabecera municipal y que dada la población de la capital, representan un pobre impacto para ella. A distancia de la cabecera, solo hay alguna presencia de segundas residencias al norte, en la entrada al Guadalquivir, en Bonanza, y sobre todo en pequeños asentamientos difusos al oeste, en La Jara o Castillo del Espíritu Santo. No existen los enclaves compactos de ocio, como es habitual en nuestras costas. Pero cuando se construya la polémica urbanización pro- movida por el ayuntamiento y el inversor Hohenlohe, la importancia turística de este espacio costero dará un salto cuantitativo y cualitativo muy importante. Una modesta presencia hotelera (574 plazas) completa su oferta turística. Más importante, Chipiona (15.989 hab.) ya en mar libre, tiene unas 31.000 plazas de segunda residencia y, como en Sanlúcar, la mayor parte, unas 24.000 plazas en orden difuso, como espacio compartido, alrededor del núcleo primitivo del cual son su expansión turística. La importancia de esta oferta, dada su modesta población de derecho, convierte a Chipiona en una pequeña ciudad turística. El resto de la oferta se distribuye en diseminado, sin formar enclaves de importancia. Las plazas hoteleras alcanzan la cifra de 977. Con el enclave que se está construyendo en el proyecto

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“Costa Ballena”, a caballo de los municipios de Chipiona y Rota, Chipiona será un foco importante, detrás de Puerto de Santa María y Chiclana Rota (24.704 hab.) tiene unas 25.000 plazas de segunda residencia y, como en los dos municipios anteriores (mientras no se termine el enclave de Costa Ballena), la mayor parte de la oferta (22.000 plazas) se localizan en la zona de expansión del núcleo primitivo, con el cual forma un espacio compartido. Como enclaves de modes- ta importancia están La Mata y Las Brevas. Las plazas hoteleras son 842 y 549 de camping. Con el desarrollo de Costa Ballena y el de Sanlúcar esta zona noroeste de Cádiz será un espacio turístico que junto con Puerto de Santa María y Chiclana, superarán al Campo de Dalías en plazas de segundas residencias, aunque no en hote- les. Hay que descender hacia el sur para que, pasadas la base naval y el poblado naval, nos encontremos con un enclave turístico de gran importancia, desarrollado junto a la ciudad de Puerto de Santa María (73.728 hab.) que está emplazada en la orilla derecha del Guadalete, a unos dos kms de distancia de la costa. Sus 52.000 plazas de segunda residencia están distribuidos en dos grandes enclaves, uno a poca distancia del extremo oeste de la ciudad consolidada y lo constituye un conjunto de urbanizaciones yuxtapuestas (Fuenterrabía, El Manantial, Las Redes, El Aguila, Las Arenillas, Las Dunas, El Almendral, Vista Hermosa, el Buzo, ya junto a Puerto Sherry, el puerto deportivo. Rodeado por estas urbanizaciones se encuentra el campo de golf. El otro enclave, Valdelagrana, (15.000 plazas de segunda residencia en 1991) está emplazado en la orilla este del Guadalete, junto a la desembocadura, entre el ferroca- rril que bordea las marismas del Guadalete y la costa. Hay que agregar a este conjun- to, 2.160 plazas hoteleras, la mayor parte de 4 y 3 estrellas y 2.200 plazas de camping, las más numerosas, de primera categoría. Aunque las urbanizaciones del sector oeste, se inician a uno o dos kms del tejido urbano compacto, poco a poco este enclave se va a convertir en espacio compartido, aunque ya, casi lo es por su cercanía a la ciudad y por la utilización de sus servicios. Estamos muy lejos del aislamiento con respecto a sus cabeceras, de Mazagón y Matalascañas. En el borde sur de las Marismas (Parque Natural de la Bahía de Cádiz) que le separan de la isla de San Fernando, está emplazada la ciudad turística de Chiclana de la Frontera (55.494 hab.), con 45.000 plazas de segunda residencia, 2.625 plazas hoteleras (la mayor parte de 4 estrellas) y 1.582 de camping. A diferencia de Puerto de Santa María, aquí predomina el diseminado en chalets de segunda residencia, aunque constituyen agrupaciones laxas (La Fresa, Mayorazgo, el Aguila, Las Mogarizas, Las Galindas) y, ya en la playa, Villa Violeta y sobre todo Barroso- Sancti Petri con 8.500 plazas en 1991 y dos campos de golf, Campano y Novo Sancti Petri. Si observamos en su conjunto esta costa noroccidental de Cádiz, desde Sanlúcar a Chiclana, el volumen total de plazas de segunda residencia alcanza la cifra de 169.000 y las hoteleras, de 7.178. Las plazas de acampada, unas 5.100 plazas. Una acumulación importante actual de oferta y en vías de expansión con los nuevos pro- yectos. Sin duda, será el segundo espacio de ocio de la costa andaluza, aunque lejos todavía de la oferta hotelera del Campo de Dalías y por supuesto, a gran distancia de la Costa del sol.

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Un vacío de urbanizaciones se da en todo el resto de la costa occidental gaditana, en los municipios de Conil, Vejer de la Frontera, Barbate y Tarifa. Hay que tener presente que buena parte de la costa de algunos municipios, pertenece al ministerio de defensa. En 1991 había poca presencia de segundas residencias, pero en esta década se ha dado un proceso de construcciones ilegales que han requerido una atención espe- cial de la Junta. Conil (17.089 hab.) tenía en 1991, 13.0000 plazas de segunda resi- dencia, la mayor parte (8.500) como expansión de la cabecera municipal. Son espacios compartidos. Un enclave importante, la urbanización Cabo Roche acumula casi la cuarta parte de la oferta del municipio (2.500 plazas) y el resto está diseminado. Vejer (12.731 hab.) en el interior, solo tiene 4.500 plazas (de ellas 2.500 en el núcleo) y un enclave, el Palmar, en la estrecha franja que tiene en la costa. En Barbate (21.916 hab.) de las 13.500 plazas de segunda residencia, 8.500 son la expansión de la cabecera, con la cual forman un espacio compartido, de poca impronta sobre la cabecera. El resto se distribuye en dos enclaves, uno al norte, en Los Caños de la Meca (1.500 plazas) y otro del mismo volumen, como expansión de Zahara de los Atunes. En ambas zonas se han multiplicado las construcciones ilegales. Hay que tener presente que el 60% del término pertenece a Defensa o está declarado de protección. Completan la oferta 655 plazas hoteleras y 1.137 de camping. Tarifa (15.118 hab.) tiene 8.000 plazas de segunda residencia, de ellas, 4.500 como expan- sión del núcleo, unas 1.000 en el enclave El Lentiscar y el resto en diseminado. Una repetición de estos emplazamientos de las segundas residencias, como expansión de carácter local de la cabecera municipal, lo encontramos en Algeciras (101.972 hab.) con 24.500 plazas, en La Linea (59.629 hab.) con 13.000 plazas y en Los Barrios (16.083 hab.) con 6.000 plazas, aquí con el enclave de Los Cortijillos. Total, unas 82.000 plazas de segunda residencia, pobre acumulación si se consi- dera la amplitud del espacio. En cambio posee 5.595 plazas hoteleras, importante presencia (ésta localizada en un espacio reducido) en una costa andaluza donde la hostelería es el pariente pobre de las segundas residencias. La oferta más importante es la de Algeciras (2.149 plazas), seguida de Tarifa (1.711) y a mayor distancia La Línea (867), Conil (868), aquí complementada por una oferta de acampada de 3.131 plazas, superada por Tarifa con 4.850 plazas, y a mucha distancia, Barbate con 1.137 y Vejer 819 plazas. En la costa mediterránea de S. Roque (22.322 hab.), nos encontramos con una disposición de las urbanizaciones semejante a la Costa del sol malagueña: ocupación de la costa y penetración en el interior, con urbanizaciones donde no es solo sol y playa sino la elección de vivir en un territorio donde, además de la urbanización, el clima proporciona calidad de vida a lo largo de todo el año. En realidad son solo: 17.000 plazas de segunda residencia, pocas plazas hotele- ras, que están al servicio de los campos de golf y del puerto deportivo, por lo cual predominan las de 4 estrellas. En los restaurantes, predominio de los dos tenedores, aunque hay fuerte presencia de tres y de uno Fuera de unos grupos de segunda residencia junto a la cabecera municipal y en Campamento, las urbanizaciones se inician al norte, en la costa, junto a Manilva y se continúan hacia el sur con Punta de Europa, las Colinas, Patricia, hasta la desemboca-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 63 dura del Guadiaro, donde en su orilla izquierda está emplazado el puerto deportivo. En la orilla derecha del Guadiaro está la gran urbanización de Sotogrande con su campo de golf. y en frente, en la orilla izquierda del río, Torreguadiaro, tan importante como Sotogrande y unida al puerto deportivo. Remontando el río, en el interior, al norte de Sotogrande se encuentra Nuevo Guadiaro, al oeste de cual está enplazado el campo de golf de Valderrama, considerado el mejor de Europa. Nuevamente hacia el norte, siempre en el interior, Pueblo nuevo del Guadiaro y río arriba, Guadiaro, enfrente del cual, en la orilla izquierda, se encuentra S. Enrique del Guadiaro. Lo completa el campo de golf, La Cañada, al oeste de Guadiaro. Nada mejor para definir este complejo de urbanizaciones surgidas a ambos lados del Guadiaro y en la costa, con sus campos de golf, puerto deportivo y hoteles de cuatro estrellas, como el de “la puerta de entrada por el oeste a la costa del Sol malagueña”.

CUADRO 5. COSTA OCCIDENTAL DE CÁDIZ

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hotelera denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 3* 2* 1* 1.ª 2.º 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Sanlúcar de B. 16.000 116 ––––190534106–43621396315 Chipiona 31.000 – – 418 – 800 120 1.033 97 – 273 169 69 190 276 Rota 22.000 – – – 549 – 100 386 318 – 678 46 59 15 44 S. Fernando 9.000 1.560 ––––3505331.136 198 80 45 – – 22 Vejer 4.500 – – – 135 684 102 476 499 – 42 – 11 39 87 Conil 13.000 37 55 40 400 2.731 – 933 286 – 256 134 139 52 287 Barbate 13.500 – – 26 – 1.137 114 1.049 1.113 – 35 85 56 99 380 La Línea 13.500 –––––5582.231 661 – 524 – 77 48 218 Tarifa 8.000 – – 136 – 4.581 – 663 1.368 617 87 341 194 127 345

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas.

CUADRO 6. COSTA ORIENTAL DE CÁDIZ

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hotelera denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 2* 1* 1.ª 2.º 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Algeciras 24.500 - - 450 219 110 3.157 1.674 453 637 85 24 260 690 S. Roque 17.000 - - - 450 285 1.691 980 371 - 148 - 121 261 P. Sta. María 52.000 348 123 1.200 977 298 3.802 2.724 555 1.257 - 47 163 134 Chiclana 45.000 168 - 772 810 515 1.538 521 1.889 131 480 - 70 55

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas.

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5. COSTA MALAGUEÑA a) La costa oriental

Al este de la capital, en la costa oriental, coexisten una utilización agraria inten- siva con los asentamientos turísticos. Aunque el territorio es muy diferente del Campo de Dalías, se da el mismo fenómeno. Mientras que la agricultura casi desapareció en la , aquí persiste con toda su fuerza, en parte porque las malas comunicaciones ralentizaron el desarrollo de las urbanizaciones y porque el primer momento de esa implantación turística poco activa, coincidió en el tiempo con la rápida expansión de los cultivos de invierno de alta productividad y mucha exigencia de mano de obra que se difundía desde el Campo de Dalías. La diferencia estriba en que en esta costa solo existen pequeños epacios llanos, frente a la amplia llanura del Campo. El aeropuerto, construido a principios de los sesenta, se ubicó el oeste de la ciudad y atravesar la capital, antes de la reciente construcción de la Ronda exterior, estaba sujeta a continuos atascos que se repetían a lo largo de la antigua carretera de la costa oriental, estrecha, con un tráfico intenso y donde había que circular a pequeña velocidad en la travesía de la pequeñas y numerosas poblaciones que jalonan la carre- tera. Con la construcción reciente de la autovía de circunvalación se va a iniciar el desarrollo de este sector costero, como ya ha ocurrido con el municipio más próximo a la capital, Rincón de la Victoria. Unos rasgos pueden definir esta costa oriental en su ocupación turística: La poca presencia de hoteles y de camping, lo mismo que de alquiler oficial de segundas residencias (apartamentos). Excepciones a esta generalización son Nerja, en hostelería, con 2.186 plazas y alta presencia de apartamentos (alquiler) en las tres categorías en que se dividen. Excepción a la ausencia de camping la presenta Vélez Málaga con más de 2.300 plazas. Por lo demás dos municipios –Torrox y Algarrobo– apenas tienen oferta turística, mientras que Nerja, Vélez Málaga y Rincón de la Victoria son los focos importantes. Esta menor presencia de hoteles está cambiando por los numerosos proyectos de nueva construcción a lo largo de esta costa. Iniciando la descripción al este, en su contacto con la provincia de Almería, Nerja (15.326 hab.) está emplazada sobre un espacio llano de terrenos pliocenos asomada al mar por un escarpe llamado el “balcón del Mediterráneo”. Las urbaniza- ciones, arrancando de la cabecera municipal se han extendido hacia el norte, al este del río Chillar, sobre los glacis que arrancan de la sierra de Almijara. Es un “espacio compartido” pero donde las urbanizaciones ocupan un espacio muy superior al del núcleo primitivo. Al oeste del río Chillar solo hay pequeños enclaves dispersos sobre los interfluvios, estrechos espacios llanos, restos de los glacis desmantelados por los afluentes del Chillar. La oferta de plazas de segunda residencia superaba en 1991, las 30.000 plazas y 2.186 hoteleras. Por su clima, protegido del levante por los contra- fuertes de la Sierra de Almijara, por su abundancia de agua y su amplia reserva de espacio por urbanizar, está llamado a tener un amplio desarrollo a partir de la termina- ción de la autovía.

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Hacia el oeste, en Torrox (11.691 hab.) y Algarrobo (4.794 hab.) hay una menor presencia de espacio turístico. Situados en el interior, a 120 y 38 m., respectivamente, de altitud, en emplazamientos defensivos y mirando al mar de donde venía el peligro, han abancalado sus laderas y ocupado el llano con cultivos intensivos de invierno, muchos de ellos invernaderos. Solo en un estrecho espacio entre la antigua carretera y el mar se construyeron los enclaves turísticos. Más numerosos en Torrox, porque sobre un antiguo humedal, su propietario construyó para residentes alemanes grandes bloques de segundas residencias, que suman unas 24.000 plazas. Algarrobo tiene una oferta muy inferior (9.500, ubicados en el pequeño delta del río Algarrobo) pues el turismo ha preferido expansionarse en la gran urbanización cercana, en Torre de Mar. Casi sin presencia hotelera y con pocos apartamentos de alquiler, se ha desarrollado en ambos la restauración con numerosas plazas de cuatro y tres tenedores; en Torrox, por la presencia alemana y en Algarrobo, como expansión de Torre de Mar. El municipio de Vélez-Málaga (53.816 hab.) con la cabecera en el interior, em- plazado a 60 m. de altitud donde se inicia el delta de río, tiene 60.000 plazas de segunda residencia en sus enclaves, lo que le convierte en el núcleo más importante de esta costa oriental. Sus enclaves se extienden a lo largo de la costa, en urbanizaciones aisladas, la principal Torre de Mar en el borde oriental del delta, una ciudad de ocio, con 35.000 plazas (1991) y una numerosa población de derecho que ocupaba ese año 3.400 viviendas. Este desarrollo y la cercanía de la gran urbanización de Ribera de Troyamar, le hace aspirar a independizarse del municipio de Vélez. Al oeste del delta, se distribuyen los restantes enclaves del municipio. Se inician con Almayate bajo, dominando el delta y ya más lejos, siempre aisladas, se suceden, entre cultivos, Valle del Niza, Los Arquillos-La Sirena y, al oeste del poblado de Benaljarafe, el conjunto de S.José-Las Adelfas-Viznaga, para terminar en las urbanizaciones yuxtapuestas de El Cañuelo-Puerta de Hierro- Hacienda Conde, ya junto al término de Rincón de la Victoria. En todo este conjunto de urbanizaciones, apena hay plazas hoteleras y solo unas pocas de 2 estrellas. En cambio existen 2.300 plazas de acampada y fuerte presencia de restauración (8.230 plazas) donde los de cuatro y tres tenedores alcanzan la cifra de 2.897 plazas, pero en conjunto, predominan los de 1 tenedor, por la gran cantidad de población de derecho de la ciudad y de turistas de muy variado poder adquisitivo. Rincón de la Victoria (20.629 hab.) fue siempre el espacio contiguo a la capital, donde la burguesía malagueña buscó construir su segunda residencia, en los primeros momentos porque la fama inicial de Torremolinos alejaba de él a las familias de costumbres tradicionales y actualmente, por prestigio y la cercanía a la capital, a partir de la construcción de la autovía, sobre todo del sector oriental malagueño, el de mayor nivel social. Aunque se den las cifras de 37.000 plazas de segunda residencia del censo de 1991, el ritmo de construcción en estos diez años ha sido tal, que la cifra hay que aumentarla en un 50-60%. Un dato significativo es que en 1997 estaban censadas más de 5.000 plazas de restauración, de las cuales las de 5 tenedores eran 2.000. A la población turística, muy estable en sus segundas residencias durante todo el verano y a las que poco a poco, con la autovía, se han convertido en primeras viviendas, se agrega la afluencia cercana de la capital. En cambio, como en Vélez Málaga, apenas

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CUADRO 7. COSTA ORIENTAL DE MÁLAGA

Número de Plazas Turísticas 2.ª Resi- Hotelera denciaApartamentos Camping Restaurantes Hotel Pensión (1991) 3* 2* 1* 1.ª 2.º 4** 3** 2** 1** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1***

Algarrobo – – 60 – – 70 265 320 446 – – – – – Torrox – – 474 – 60 536 156 397 1.759 – – 139 – – – Rincón V. 54 – 50 – – 1.987 250 641 2.162 – 312 42 – – – Vélez Málaga 391 – 143 899 1.436 1.966 931 1.943 3.390 – – 193 67 137 146 Nerja 894 731 1.057 – 146 112 623 1.772 1.963 611 1.003 17 49 273 245

*= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas. hay hoteles, solo 315 plazas de tres estrellas y 42 de dos estrellas. Ante la demanda, se ha iniciado la construcción de varios hoteles Aunque el núcleo principal de segundas residencias se encuentra junto al núcleo primitivo, al que ha absorbido, las urbanizaciones forman un continuo muro urbaniza- do frente al mar a lo largo de toda la costa (menos denso en el extremo oriental del municipio, donde se conservan campos de cultivos) y remontan hacia el interior mon- tañoso. En la imposibilidad de nombrar todas, se pueden citar entre las que desde la costa remontan por el interior, Manila- Serramar y el conjunto Cotomar-La Cea. Los campos de golf de Añoreta y el Candado completan su oferta turística Hemos comentado ya que lo más llamativo en esta costa oriental es la presencia de numerosas plazas de restauración y sobre todo, su calidad, donde abundan los de cuatro tenedores. Se puede agregar que, en hostelería, casi ausente en este sector, las plazas de Nerja con casi exclusivamente de cuatro y tres estrellas. Y aunque por la lejanía en el tiempo y porque apenas se registraban los alquileres de los apartamentos en 1991, es poco representativo el dato, son numerosos los de tres llaves en Nerja. Aunque la calidad está presente ya en Nerja, el desarrollo que se proyecta con la próxima llegada de la autovía, apunta en esta dirección. b) La costa del Sol occidental

La costa occidental malagueña es el principal centro turístico andaluz y uno de los mayores de España. Intentar situarla en su medio físico y detallar los emplazamientos de sus urbanizaciones excede a este trabajo, por la amplitud que necesita su exposición. Por otra parte es la zona más conocida del turismo andaluz. Como se sabe, ha ocupado todo el territorio costero, barriendo los antiguos espacios agrarios. Frente al mar se sucede una muralla de cemento, con la sola excepción de los pequeños rincones donde la montaña, siempre presente, alcanza la orilla del mar y forma acantilados con lo que obliga a las urbanizaciones a ocupar las pequeña rasas que existen, a distintos niveles, sobre los espo- lones que desde las sierras litorales, Mijas, Alpujate y Blanca, avanzan hacia el mar.

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Un hecho debe tenerse en cuenta para comprender el desarrollo de este espacio: Solo en parte es turismo de sol y playa. La suavidad de su clima en invierno y sin calor excesivo en el verano (sobre todo donde no sopla el terral) es un atractivo para un turismo que en buena parte es residencial (extranjero o nacional) durante todo o gran parte del año y que construye sin cesar urbanizaciones en el interior, hasta cotas que pueden alcanzar los 200 m. en Benalmádena, incluso 400 m. en Mijas, 200-250 en Marbella, siempre con piscinas, jardines y vistas al mar. La franja costera sola, no podría tener la vitalidad que demuestra este territorio. No es solo el salto de la pobla- ción de derecho que en 1960 contaba en toda la costa con 50.000 habitantes y ahora se acerca a 300.000, sino el creciente grupo de residentes extranjeros, sin empadronar, y sin contabilizar (pero que en algún municipio, como Mijas, supera a los autóctonos) que han escogido esta costa para vivir. No se puede describir, ni siquiera de un modo general, la organización de este espacio. Mijas tiene unas 150 urbanizaciones, Marbella le supera. Solo se puede hablar de unos rasgos generales. Por su disposición, se pueden distinguir cuatro conjuntos. El primero, el de Torremolinos-Benalmádena, situados al oeste de la bahía de Málaga. Los tres peque- ños núcleos de Torremolinos que en 1950 sumaban, 2.634 hab. han sido absorbidos por la nueva ciudad de ocio, un tejido urbano compacto, si se exceptúan pequeños enclaves al este (La Colina, Los Alamos, el Pinar….) y al oeste (Cerro del Toril, Sotillo Alto, Pinillo). El tejido urbano compacto se prolonga, sin interrupción (solo lo indica un letrero en la carretera) por Benalmádena-Costa y Arroyo de la Miel, otra ciudad de ocio que ha sumergido al núcleo primitivo y sus dos enclaves Arroyo de la Miel y diseminado costero, que tenían 2.076 habitantes en 1950. La bahía queda cerrada por la llegada de la montaña hasta el mar. Eso interrumpe el tejido compacto y se pasa a un predominio de urbanizaciones de todos los tamaños, pero que suelen estar varias yuxtapuestas para aprovechar una rasa y facilitar la dota- ción de infraestructuras. En la costa, como solo queda una estrecha franja que bloquea la expansión de las viviendas, las urbanizaciones que se inician en ella, se expansionan en los rellanos del interior (Torrequebrada, Torremuelle). En el interior, a partir de Arroyo de la Miel (123 m. de altitud) las grandes urbanizaciones se extienden por el norte del término hasta los 200 m (altura del poblado de Benalmádena, 280 m) y sobre todo por el oeste, siempre bordeando la cota de los 200 m y –siguiendo esa cota– se acercan con la montaña al mar, en el límite occidental del municipio, en un conjunto de urbanizaciones que termina en la de Carvajal, que se prolonga, a lo largo la costa por le municipio de Fuengirola. En conjunto, los dos municipios ofertan 112.000 plazas de segunda residencia (en 1991), 28.600 plazas hoteleras y 500 de camping La población de derecho es de 62.555 hab. Constituye el principal oferta hotelera de toda la costa andaluza En la amplia bahía de Fuengirola se ha formado otra ciudad compacta de ocio, Fuengirola-Las Lagunas (que pertenece a Mijas). Se inicia con el gran complejo de urbanizaciones que remota la montaña y se denomina Torreblanca del sol. A partir de él, aparece por un lado la ciudad de ocio costera (Fuengirola-Las Lagunas) que termi- na junto al río de Fuengirola poco antes de que la montaña alcance de nuevo la costa.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 68 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE Hotelera Hotel Pensión Número de Plazas Turísticas de Plazas Número CUADRO 8. COSTA DEL SOL OCCIDENTAL 8. COSTA CUADRO Apartamentos Camping Restaurantes 1999 (1991) 4* 3* 2* 1* 1.ª 2.º 5** 4** 3** 2** 1** 5*** 4*** 3*** 2*** 1*** 2*** 1*** Población 2.ª Resi- de derecho dencia Torremolinos 37.235Benalmádena 65.000 28.479Fuengirola 48.000 – 44.924Mijas 2.044 64.000 2.162Marbella – 240 37.490Estepona 560 98.377 – 56.000 1.676 82.000 – 572 39.138 – – 60.000 255 – 4.943 178 – 243 1.214 65 579 500 185 32 – 551 462 558 1.633 401 – 4.798 2.444 – 5.263 622 133 1.244 – 1.070 701 1.304 1.283 6.808 – 7.396 1.210 4.423 7.672 655 14.896 5.529 4.783 6.664 1.285 – 1.727 – – 4.767 74 1.357 5.450 804 5.411 5.618 – 636 72 11.794 3.583 253 1.107 2.213 212 985 120 182 276 441 4.928 468 589 637 3.801 255 577 371 144 189 202 847 – 252 1.685 – 116 114 20 158 55 Manilva 5.428 15.000 – – 151 121 – 2.100 – – – 1.110 373 – 184 – 50 – – 43 *= Número de llaves; **= Número de Tenedores; ***= Número de Estrellas. Tenedores; **= Número de *= Número de llaves;

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 69

Y como en Benalmádena, otros grupos de urbanizaciones aisladas (todas ya en el término de Mijas) cubren los materiales pliocenos que tapizan la bahía (el plioceno alcanza los 100 m.) sobre alturas que oscilan entre 60-70 m. hasta alcanzar el río, donde rodean el campo de golf situado en el fondo del valle. Mijas pueblo se encuentra a 400 m. de altitud en el contacto con las calizas marmóreas de la Sierra. A ambos lados del pueblo, en esa misma cota se han construi- do varias urbanizaciones aisladas y lo mismo en el descenso del pueblo hasta enlazar con la ciudad de Fuengirola. Desde el río de Fuengirola, hasta el término de Marbella, a lo largo de 15 kms. de costa, se suceden los grandes enclaves costeros de Mijas: donde solo quedan libres algunos retazos de costa por la presencia de la montaña. Son emblemáticas las urbani- zaciones Faro de Calaburras, Cala del Moral, Los Claveles, Oasis, Bungavillas, Oasis, Calahonda, Sitio de Calahonda El grupo Fuengirola-Mijas, tiene 120.000 plazas de segunda residencia (1991) 10.000 plazas hoteleras y 3.158 de camping. Su población de derecho: 77.140 hab. Durante otros 10 kms. de la costa de Marbella, continúan las grandes urbaniza- ciones (Las Chapas, Elviria, Costabella,Pino Mar, Riomar, Los Chopos, Los Monteros, el Real, Incosol ya a la entrada de Marbella. Una aureola de urbanizaciones rodean la ciudad y avanzan hacia el interior montañoso hasta altitudes de 150-200 m,. mientras en la costa, hacia el oeste, continúa su ocupación por urbanizaciones hasta el río Verde, donde en el término de Istán, se encuentra el pantano de la Concepción que provee de agua a la costa. Al oeste, entre el río Verde y el Guadalmina, límite del municipio, el medio físico ha ayudado a una organización singular. Dos ríos, el Guadaiza y el Guadalmina, crearon un amplio espacio llano donde, sobre una zona encharcada por las avenidas del Guadaiza, en 1860 el Marqués del Duero fundó S. Pedro Alcántara y creó una extensión regada de cerca de 1.000 has de caña y remolacha, construyendo pequeños pantanos en el interior. Al este del Guadaiza se alzan, con un escarpe nítido que avanza hasta los 100 m de altitud, en que queda separado de la montaña, los restos de un glacis Villafranquiense, donde se construyó la gran urbanización de Nueva Andalu- cía, cuya prolongación al sur de la carretera es la urbanización y Puerto deportivo Banús. Forman un conjunto de gran calidad, como lo son en general las urbanizacio- nes de Marbella. Al este del glacis, una vaguada, consecuencia del desmantelamiento del glacis está ocupada por campos de golf, mientras que toda la ladera del borde oriental de la vaguada se ha ido colonizando con urbanizaciones, hasta alcanzar la cota de los 150 m. Ya al oeste del glacis se extiende una gran llanada que conserva todavía cultivos (aguacates), en cuyo borde está aislado S. Pedro Alcántara que al sur de la carretera se prolonga hasta el mar en una gran urbanización (Guadaiza, Cortijo Blanco, etc). Al oeste, hasta el límite del término, continúan grandes urbanizaciones aisladas por la costa y el interior hasta Guadalmina Alto y Bajo y su campo de golf que forman el límite físico del municipio, pero no de las urbanizaciones que se prolongan, en el término de Estepona, como continuación de Marbella (Atalaya, Casasola, Monte Biarritz, El Presidente, El Paraíso, Saladillo, etc).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 70 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE

Solamente Marbella tiene 82.000 plazas de segunda residencia (1991), 13.837 hoteleras y 4.077 de acampada. Su población de derecho: 98.000 hab. Desde aquí, hasta la ciudad de Estepona, las urbanizaciones tienen menor densi- dad, pero al oeste de la ciudad continúan las urbanizaciones que penetran en la costa de Manilva y enlazan con las del Guadiaro en San Roque. Estepona tiene 60.000 plazas de segunda residencia (1991), 3.316 hoteleras y 655 de camping. Su población de derecho es 37.557 hab. Insistimos en que las cifras de segunda residencia son de 1991 y que un frenético ritmo de construcción se ha habido en estos últimos años. El cuadro 8 nos habla de la calidad de este espacio turístico. Es el único espacio donde aparecen hoteles de cinco estrellas muy escasos en toda España. Si observamos la oferta de Marbella, las de cinco y cuatro estrellas suman 6.494 de un total de 13.837, pero donde el bloque principal lo componen los de tres estrellas y apenas existen las de dos y una estrella. En Torremolinos que no tiene de 5 estrellas, los de cuatro y tres forman lo fundamental de su oferta. Mijas carece de hoteles de dos y una estrella. Sin ser tan determinante, están presentes por primera vez los restaurantes de cinco y cuatro tenedores. Sería alargar sin motivo, por lo conocido, la reflexión sobre la calidad de gran parte de las urbanizaciones de esta costa con sus chalets ajardinados, sus piscinas, sus campos de tenis y de golf. Respecto a Marbella, se insistía en el verano de 1999 que, aunque se construían numerosas viviendas, no eran capaces de satisfacer la demanda existente de las viviendas de unos 200 millones de pesetas.

B. CONCLUSIÓN

Por último, y a modo de conclusión, presentamos un cuadro donde se reflejan las ofertas en cada una de las variables que hemos presentado a lo largo de esta exposi- ción. No está de más recordar que los datos de segundas residencias están muy dismi- nuidos con respecto a su situación actual. En cada zona costera destacan algunos espacios. Por supuesto son los seis muni- cipios de la Costa del sol occidental, los primeros en todo (menos en camping, aunque aquí destaca como tercero Marbella, que además son de primera clase, como los de Mazagón). Se constata la menor importancia de Mijas en plazas hoteleras, pues su oferta se distribuye en urbanizaciones por su extenso término, sin tener tejido urbano compacto más que en Las Lagunas, la zona donde predomina población de derecho, de nivel modesto, dedicada a servicios. A estos grandes, se acercan –a veces le superan– los cuatro enclaves, de Vélez- Málaga, Roquetas, en la costa almeriense, Almuñécar, en la costa granadina y Matalascañas en la onubense. Los tres primeros superan a Benalmádena en plazas de segunda residencia; Roquetas de Mar va el tercero, después de Marbella, en plazas hoteleras y Matalascañas supera a Mijas y Estepona, aunque son de tres estrellas. Los cuatro tienen una oferta muy grande de plazas de restauración, aunque fuera de Vélez, ningu- no alcanza la calidad de la costa del sol occidental. En cambio en calidad (y número)

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 71 de plazas de restauración hay que agregar a Rincón de la Victoria (además de plazas de segunda residencia) y de lejos, a Nerja. Importancia grande tienen, igualmente, Puerto de Santa María, Chiclana y Punta Umbría, los tres en plazas de segunda residencia; Chiclana y Puerto de Santa María por su hostelería. Puerto de Santa María y Punta Umbría, además, por su restauración, aunque predominan los de dos tenedores,.. Se constata que son las solitarias playas de la costa onubense las que concentran la mayor oferta de plazas de Camping. Mazagón, Matalascañas, Isla Cristina. Punta Umbría y Cartaya tienen 21.904 plazas. Le sigue la costa occidental de Cádiz, con 14.758 plazas, donde destaca Tarifa con 4.581 plazas.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 72 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE CUADRO 9. LUGARES DONDE SE CONCENTRA LA MAYOR OFERTA DE PLAZAS TURÍSTICAS DE PLAZAS OFERTA 9. LUGARES DONDE SE CONCENTRA LA MAYOR CUADRO Segundas ResidenciasSegundas Plazas Hoteleras Plazas de Restauración Plazas de Camping Más de 25.000 plazas Más de 1.000 plazas Más de 3000 plazas Más de 1000 plazas MarbellaTorremolinosFuengirolaEstepona. 64.000 82.000Vélez Málaga Marbella TorremolinosMijas 64.000Roquetas Roquetas de Mar 60.000 60.000Almuñécar 20.355 Benalmádena Fuengirola MarbellaPuerto de Sta. M. 13.837 9.000 Fuengirola Torremolin.Benalmádena 56.000 56.000 50.000Matalascañas 56.000 Matalascañas. 8.245 Estepona. Chiclana 8.127 Benalmádena El EjidoChiclana 48.000 Estepona 27.399V.Rincón de la 14.851 15.550 Nerja Mazagón 46.000 MarbellaPunta Umbría Tarifa. 4.600 Puerto de Sta. M.. Vélez Málaga. 10.804 36.000Torrox 3.316 2.625 Matalascañas 45.000 Mijas AlmuñécarMotril 3.000 Puerto Sta María 2.156 36,000 Algeciras 9.714 RoquetasChipionaV. Rincón de la Mojácar 9.900 Isla Cristina 8.230 4.072 2.186 El Ejido 4.850 4.072 6.824 Matalascañas 35.000 Vélez Málaga 5.040 7.523 Almuñécar 34.000 Roquetas Conil. 2.149 31.000 1.800 3.747 7.261 Motril Punta Umbría Algeciras Ayamonte 1.691 Vera. 2.335 5.400 Nerja 3.130 Puerto de Sta. M. 1.557 5.010 Motril 2.125 2.177 Manilva 3.130 1.043 4.941 1.320 La Línea Pnnta Umbría Mazagón. 2.700 4.470 Motril 1.830 2.100 3.717 Cartaya 3.450 3.641 Mijas Cniclana 1.700 1.640 1.582 1.244 Nerja 30.000 Isla Cristina 1.041 Mojácar. 3.346 Fuengirola 1.214

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 73

GRÁFICO 1. RESTAURACIÓN. NÚMERO DE PLAZAS POR NÚMERO DE TENEDORES

6.000 5.500 5.000 4.500 4.000 3.500 3.000 2.500 2.000 1.500 1.000 500 0 Puerto Sta. M. Roquetas Algeciras Chiclana Cinco Cuatro Tres Dos Uno

GRÁFICO 2. PLAZAS HOTELERAS

14.000 13.000 12.000 11.000 10.000 9.000 8.000 7.000 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 0 Almonte Torremolinos Fuengirola Roquetas de mar Hotel-5 Hotel-4 Hotel-3 Hotel-2 Hotel-1 Pensión

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 74 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE

GRÁFICO 3. RESTAURACIÓN. NÚMERO DE PLAZAS POR NÚMERO DE TENEDORES

5.000 4.500 4.000 3.500 3.000 2.500 2.000 1.500 1.000 500 0 Punta Unbría Palos-Moguer Almonte Almuñécar Cinco Cuatro Tres Dos Uno

GRÁFICO 4. PLAZAS HOTELERAS

2.000

1.750

1.500

1.250

1.000

750

500

250

0 Algeciras Chiclana Ayamonte Puerto Sta. M. Hotel-5 Hotel-4 Hotel-3 Hotel-2 Hotel-1 Pensión

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 LOS ESPACIOS TURÍSTICOS DEL LITORAL ANDALUZ 75

GRÁFICO 5. RESTAURACIÓN. NÚMERO DE PLAZAS POR NÚMERO DE TENEDORES

3.500 3.250 3.000 2.750 2.500 2.250 2.000 1.750 1.500 1.250 1.000 750 500 250 0 Rincón V. Vélez-Málaga Nerja Torrox Cinco Cuatro Tres Dos Uno

GRÁFICO 6. PLAZAS HOTELERAS

2.000

1.750

1.500

1.250

1.000

750

500

250

0 Mojácar Ejido (El) Nerja Tarifa Hotel-5 Hotel-4 Hotel-3 Hotel-2 Hotel-1 Pensión

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 76 EUSEBIO GARCÍA MANRIQUE

GRÁFICO 7. RESTAURACIÓN. NÚMERO DE PLAZAS POR NÚMERO DE TENEDORES

20.000

17.500

15.000

12.500

10.000

7.500

5.000

2.500

0 Sevilla Marbella Benalmadena Torremolinos Cinco Cuatro Tres Dos Uno

GRÁFICO 8. PLAZAS HOTELERAS

6.000 5.500 5.000 4.500 4.000 3.500 3.000 2.500 2.000 1.500 1.000 500 0 Benalmádena Estepona Mijas Marbella Hotel-5 Hotel-4 Hotel-3 Hotel-2 Hotel-1 Pensión

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 43-76 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 77

EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS DE LA CRISIS ABIERTA A MEDIADOS DE SIGLO

CARMEN OCAÑA OCAÑA*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 77-95].

PALABRAS CLAVE: Andalucía, crisis demográfica, sistema tradicional agrario, moderni- zación rural. KEY WORDS: Andalusia, demographic crisis, agrarian traditional sistem, rural modernitation. MOTS CLEFS: Andalousie, demographique cryse, systeme agrarie tradicionel, modernization rurale.

RESUMEN

A propósito del treinta aniversario que conmemora la revista se propone a reflexión la forma en que desde entonces ha evolucionado en Andalucía la crisis del medio rural abierta a mediados de siglo y los cambios operados en las relaciones entre la agricultura y el medio rural.

SUMMARY

With regard to the thirtieth anniversary that the review commemorates, a reflection is proposed both on the way in which, since then, the crisis of the rural space, burst in the middle of the twentieth century has evolved, and on the changes brought about the relatioship between the agriculture and the rural space.

RÉSUMÉ

À propos du trentième anniversaire de la revue, on propose une réflexion sur la manière dont despuis lors a évolué, dans l´Andalousie, la crisis du milieu rural ouvert vers le milieu du sicle et les transformationes qui ont lieu dans les rapports entre l´agriculture et le milieu rural.

La revista Cuadernos Geográficos de la Universidad de Granada coincidió en su aparición con una generación de geógrafos andaluces, la primera de una cierta amplitud, que iniciaron sus investigaciones con la década de los setenta. Una parte muy sustancial de la producción de aquellos e igualmente de los contenidos de la revista, estuvieron orientados a la observación de la sociedad y del medio rural de Andalucía. Estaba en plena vigencia la crisis que había conmovido a la región cuando el país inicia su desa- rrollo industrial, que dio al traste con el sistema tradicional agrario y colapsó con él al medio rural andaluz. La agricultura, que aportaba las bases de este mundo rural en crisis

* Departamento de Geografía. Universidad de Malaga. Campus de Teatinos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 78 CARMEN OCAÑA OCAÑA y el declive de sus poblaciones, la manifestación más fehaciente de la misma, fueron temáticas profusamente analizadas en estudios de escalas y orientación diferente. Un cuarto de siglo después, conmemorando la efeméride de esta publicación, puede ser una oportunidad para volver a tratar cuestiones como la crisis agraria y la crisis demográfica del espacio rural, para plantear cómo se han cerrado o cómo ha evolucionado, las nuevas circunstancias en que se inscriben estos procesos y los cam- bios en las perspectivas con que se van abordando geográficamente las relaciones agricultura y espacio rural.

1. CRISIS DEMOGRÁFICA Y CRISIS SOCIOECONÓMICA

El tercer cuarto del siglo XX estuvo marcado socialmente en Andalucía por el fenómeno de la emigración. Hoy, la región avanza –con sólo algo de ventaja a su favor sobre la media española– hacia el modelo de crisis demográfica de envejecimiento que padecen los países más avanzados, en el que las nuevas pautas de fecundidad nos van introduciendo. Pero puede decirse que en Andalucía, la crisis demográfica por antono- masia, por sus efectos demográficos y por conmoción social, todavía sigue siendo la que originó la emigración entre 1950 y 1975 aproximadamente. Era el reflejo de la profundidad de la crisis socioeconómica, consecuencia de la traumática puesta en contacto de una sociedad de bases agrarias, en una región subdesarro- llada, con la nueva economía industrial, y coincidente en el tiempo con una fase de expansión demográfica –hay que recordar el retraso de la transición demográfica andalu- za– que abocaba a una crítica situación social. Y aunque no fue un fenómeno exclusivo del medio rural, éste fue el que experimentó más duramente las consecuencias. La pérdida se cifró en un saldo neto de emigrantes millonario y como gran parte de estas corrientes emisoras las formaban campesinos y otros obreros del campo, las mayores aportaciones se produjeron a costa de los pueblos y las pequeñas ciudades que organizan la vida del espacio rural. Como resultado, de los cerca de 80 grandes pueblos de más de 10.000 habitantes que se contaban en Andalucía, por 1950, sólo unos cincuenta de ellos se man- tuvieron sobre ese umbral en 1975, y de la treintena de pequeñas ciudades de mediados de siglo, la mitad habían perdido varios miles de habitantes por la misma fecha. Aún mayor fue la incidencia, por lo que a despoblación se refiere, sobre los pequeños asentamientos. La emigración de esta época, por su volumen y por las condiciones de necesidad en que se produjo, fue el exponente más diáfano del atraso socioeconómico andaluz y de las condiciones precarias de vida y de trabajo en que se desenvolvían amplios estratos sociales, sobre todo en el medio rural. Razonablemente, los saldos migratorios se convirtieron en el indicador más usual para medir la decadencia o la crisis de los municipios, las comarcas o las provincias, y se relacionaron profusamente los hechos demográficos y las condiciones de subdesarrollo. Por complejos que sean los móviles que orientan la decisión de emigrar, había pocas incógnitas sobre el carácter de esta emigración, forzada por la necesidad económica. La interrupción de estas grandes corrientes emigratorias, a mitad de los setenta, en plena crisis económica, no deja lugar a dudas del papel que estaba desempeñando como mercado de reserva de trabajadores para otras áreas españolas o europeas más

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 79 desarrolladas. Era fácil advertir en aquel momento que la finalización de la crisis demográfica no era a consecuencia del desarrollo económico interno de Andalucía y en consecuencia que su interrupción no podría interpretarse como un indicador fide- digno de la recuperación económica andaluza. Pero marcó una inflexión en la sensibi- lidad por el tema del subdesarrollo de la región. Al debilitarse la emigración se acentúo el crecimiento urbano y también la población rural pudo parcialmente recom- ponerse y se diluye así, con la recuperación demográfica, la evidencia más ostensible de la crisis social de este medio. En el cuarto de siglo transcurrido desde entonces las condiciones de vida en Andalucía han ido mejorado sustancialmente aunque, como los principales indicadores económicos muestran, no se haya producido una convergencia efectiva con los niveles de renta o bienestar de las regiones más avanzadas. Además, esta evolución positiva de la economía y el bienestar, coincide con la inversión de la movilidad migratoria andaluza, que en los últimos años del siglo viene experimentando un saldo migratorio positivo. A escala regional aquella crisis demográfica parece definitivamente cerrada y a pesar de constituir una región objetivo 1 en la Unión Europea, en general la interpre- tación de la realidad socioeconómica de Andalucía es más optimista, aunque no faltan actitudes más criticas ni problemas que las justifiquen. Pero sea cual sea la sensibili- dad ante la situación socioeconómica andaluza, es difícil ignorar la fuerza de sus desequilibrios o tal como se dice, de manera más moderada, de sus desigualdades territoriales. Y en estas desigualdades, al medio rural o a parte de él, le corresponde la situación más desfavorable. La cuestión es cómo se cierra la crisis demográfica en el medio rural y sobre qué nuevo equilibrio socioeconómico. En primer lugar se advierte que la crisis emigratoria sigue afectando a parte del medio rural. En él no se acota entre fechas tan precisas, como a escala regional, la crisis demográfica ligada a la emigración, aunque nunca como en estos años del tercer cuarto del siglo haya sido tan generalizada. Los estudios de la montaña mediterránea nos habían mostrado el carácter histórico de esta crisis, de modo que podemos com- probar que más de ciento treinta municipios no han recuperado el nivel de poblamiento del siglo XIX. Y tampoco se interrumpe con la década de los setenta, pues la movili- dad rural a favor de las áreas metropolitanas o las litorales andaluzas suplieron el declive de la emigración al exterior de la región. De hecho no son sólo mayoría los municipios rurales que no volvieron a remontar el techo de población que alcanzaron antes de mediado el siglo, sino que son unos doscientos los municipios que han perdido una proporción apreciable de sus efectivos en este periodo de estabilidad que viene desde los setenta. Considerando simplemente estos hechos no puede darse por cerrada la crisis del medio rural. Prueba es que se asiste a un momento de auge en las políticas de desarro- llo rural, sin precedente, y con ellas una nueva generación de estudios sobre el alcance de estas políticas, la evaluación de los recursos endógenos y los factores del desarrollo local. Aunque puede decirse con certeza que no se ha cerrado, es cierto que al paso del tiempo se ha ido manifestando de manera menos genérica, en lo que al territorio se

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 80 CARMEN OCAÑA OCAÑA refiere, e igualmente se hace mucho más difusa en cuanto a sus manifestaciones demográficas o sociales, que en la etapa precedente. Un somero análisis de las trayectorias demográficas seguidas en el último cuarto de siglo, muestra muchos espacios rurales no sólo en crecimiento –cuando ya los crecimientos son tan reducidos– sino con una reserva de juventud que resulta extraor- dinariamente chocante en el mapa rural de España. Otros, sin embargo, siguen sumi- dos en ella, con saldos migratorios más reducidos, pero agravada al paso del tiempo, por el problema cada vez más sensible del envejecimiento. El medio rural presenta una profunda dualidad entre espacios demográficamente en crisis y demográficamente estables1. Tal diferenciación nos apunta la existencia de una problemática socioeconómica poco homogénea, pues la tendencia de la población a ubicarse allí donde su capacidad de reproducción social es más adecuada, es motivo suficiente para intuir bajo estas trayectorias divergentes, la existencia también de diferentes dinamismos económicos. En sus líneas básicas, coinciden tales diferencias con las que igualmente se advierte en los desarrollos urbanos y productivos. La vitalidad que presentan alguno sectores rurales va más allá incluso de su positivo comportamiento demográfico, aletargado por el descenso de la fecundidad que también les alcanza. Se hace palpable en distintos aspectos, como la diversificación e intensificación de las actividades económicas, o en procesos de urbanización muy dinámicos. Las trayectorias seguidas por la mayoría de los municipios litorales, y por tantos otros de los entornos urbanos, son muestra feha- ciente de las nuevas oportunidades de crecimiento, demográfico, urbano y económico, que las últimas décadas han tenido amplios sectores rurales de Andalucía. Para estos asentamientos rurales del litoral andaluz como para tantos otros de las áreas metropolitanas de Sevilla o Granada, pocos elementos de continuidad pueden encontrarse con la crisis demográfica y social que también experimentaron –aunque generalmente por un tiempo y una intensidad más reducida–. La continuidad es toda- vía menor por cuanto en muchos de ellos es difícil reconocer su anterior identidad rural, socialmente renovados por la recepción de inmigrantes –neo rurales en algunos casos– y la diversificación de las actividades, y transformados profundamente por sus recientes desarrollos urbanos. En el resto del espacio rural la modernización socioeconómica es también per- ceptible, aunque en general parece insuficiente si se tiene presente el débil desarrollo de las actividades industriales o la persistencia del paro, que parece indicar que el déficit de empleo rural consecuente a la modernización agraria no termina de paliarse. Pero en no todo él la crisis demográfica está superada. El declive demográfico, asocia- do generalmente a una notable atonía productiva, sigue haciendo presa en los medios rurales más desligados de las capitales y de los ejes que concentran la mayor fuerza

1. Los análisis de la población andaluza son muy abundantes, pero los apuntes que aquí se presentan están extensamente descritos en el libro: OCAÑA, GARCÍA MANRIQUE, NAVARRO RODRÍGUEZ: Andalucía, población y espacio rural. Junta de Andalucía 1998.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 81 económica, que en la región son el litoral y el valle del Guadalquivir, particularmente en el sector medio y bajo del mismo. Y dentro de estas zonas periféricas en el desarro- llo regional, sobre todo en la montaña. La decadencia poblacional en estas zonas es un signo inequívoco de que se profun- diza en la crisis rural abierta tantas décadas atrás, aunque sólo sea porque sigue socavan- do un recurso básico, como es la población. Sin embargo, así y todo, sería erróneo identificar ambas situaciones. La crisis poblacional en la que se desenvuelve más de un centenar de municipios rurales, la mayoría de ellos ya muy debilitados en sus volúmenes demográficos, no traduce indefectiblemente, a pesar de las apariencias, un empeora- miento progresivo de la calidad de vida, o unas situaciones insostenibles y precarias de las rentas familiares. El ascenso del nivel de vida experimentado en la región ha alcan- zado a los medios rurales en una mejora importante de los equipamientos –aunque dentro de ellos siguen concentrandose algunas de las carencias más significativas– y especialmente por la extensión de la cobertura social. Las prestaciones ligadas al PER y pensiones contributivas o no, tienen un efecto compensador de las rentas familiares de gran significación en las zonas más pobres y especialmente más envejecidas. Sorprenden en estos casos, por su anomalía, las bases reales de la economía rural. El análisis de las producciones locales, de su valor añadido, como fuente de conoci- miento de las economías rurales, resulta en ocasiones un ejercicio inútil. Por más que la base de la producción local sea concreta y fácilmente observable –en ocasiones la escasa diversificación productiva facilita mucho esta tarea, como ocurre con la espe- cialización en la pasa en los pobres y pequeños asentamientos de Axarquía alta– y que su producto pueda ser valorado con cierta precisión, la evaluación del mismo no explica ni la estabilidad de los hogares agrarios, ni el mantenimiento de unas activida- des de servicios ligadas al consumo de la población. El cómputo de los ingresos que provienen de prestaciones sociales, tales como las jubilaciones u otras pensiones, se amplifica comparativamente por la exigüidad de las actividades productivas locales. Los ingresos de los hogares agrarios no son tan exiguos como puede desprenderse de las cuentas de explotación de sus fincas, lo que justifica la existencia de actividades de servicios ligadas a un consumo que excede claramente los ingresos por vía de la producción local. Y también, ocasionalmente, bajo el estancamiento demográfico, existen fenóme- nos de modernización y reactivación de las economías locales, tan modestas que escapan a la observación estadística y que sin embargo generan cierto bienestar local. Las múltiples experiencias alentadas por los programas de desarrollo rural, LEADER o PRODER, o los estímulos generados por el programa NOW han dado pie a un amplio abanico de pequeñas empresas y cooperativas, iniciativas muy variadas que abren pequeños pero nuevos horizontes a unas economías marcadas por su estanca- miento y limitación de recursos. Pueden encontrarse ejemplos múltiples de estas experiencias en municipios en declive demográfico en los que además, por anidar la crisis demográfica en una tra- yectoria emigratoria de más de cuarenta años, no se presagia un futuro esperanzador. Las estadísticas básicas de la actividad económica reflejan también la exigüidad de las actividades locales, disminuidas, con mucha frecuencia, por el carácter sumergido de

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 82 CARMEN OCAÑA OCAÑA parte de ella. Sin embargo, un análisis cuidadoso y la observación directa de pequeñas transformaciones ocurridas en los municipios, muestran cambios de gran calado para sus reducidos contingentes poblacionales. La Comarca de los Vélez almeriense, con un decadencia demográfica que se manifiesta en los pocos menos de 12.000 habitantes a que ha quedado reducida una población que fue de 23.000 en 1950 –y que por sus signos actuales aun pueden descender en esta primera década del nuevo siglo–, es un ejemplo de estas pequeñas reactivaciones de desarrollos locales en el marco de una profunda crisis demográfica. Sierra de Yeguas, un pequeño asentamiento del norte de la provincia de Málaga, ofrece también una experiencia interesante de desarrollo local. No obstante, no cabe esperar una reactivación demográfica. Los ejemplos pueden multiplicarse con cientos de experiencias surgidas a la sombra de los distintos progra- mas comunitarios para el desarrollo rural. Parte del espacio rural más profundo puede, como en estos casos, estar experi- mentando procesos de desarrollo difíciles de detectar, máxime cuando la demografía no da indicios de ellos. En términos generales, la recuperación demográfica de pue- blos ya muy mermados es muy difícil. No la apoya ni la persistencia de un permanen- te aunque débil flujo emigratorio en cierto modo estructural –por ejemplo, los jóvenes que acceden a niveles educaciones más altos– ni mucho menos las tasas vitales que en estas poblaciones, en general más envejecidas, no tienen la capacidad de recomposi- ción que tuvieron en épocas de mayor depresión social y económica. Suponer que de estas experiencias se produzca el resurgir poblacional de los espacios tantos años castigados por la emigración y sus consecuencias, puede resultar quizás ilusorio, pero puede esperarse, sin embargo, la remisión de la crisis social y la estabilidad de los mismos. Sin minusvalorar los problemas de estos asentamientos en crisis demográfica, hay una diferencia esencial respecto al pasado que se relaciona con el mayor nivel de vida, el estado de bienestar y las protecciones específicas al medio rural y a las áreas desfavorecidas del mismo. Diferencias que expresan las nuevas condiciones socioeconómicas del país y las que se derivan de la pertenencia, incluso como espa- cios deprimidos, a la comunidad europea. Si el problema demográfico puede inducir a presuponer aún más grave el proble- ma social de las poblaciones de la montaña, cabe advertir otros posibles errores, de sentido contrario. Puede que la costumbre, abonada por la experiencia, de relacionar la agudeza de los saldos emigratorios con los problemas socioeconómicos locales, desvíe la atención de la posible permanencia de la crisis socioeconómica en los otros municipios rurales cuya población es estable y con frecuencia más joven que la media andaluza. Sin embargo, muchos asentamientos de estas características presentan un desajuste más que notable en los mercados de trabajo locales entre oferta y demanda de empleo. El paro alcanza en consecuencia valores elevados. En sí mismo es un síntoma de crisis, a pesar de las otras evidencias como el crecimiento poblacional o la juventud. De los espacios rurales con una dinámica poblacional positiva, los de las zonas litorales o metropolitanos no son los que expresan agudamente este desajuste, pero es muy frecuente en los restantes. Los ejemplos se multiplican en la depresión del Gua-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 83 dalquivir, por ejemplo, en tantos de la campiña de Córdoba. Asentamientos de dimen- siones medias o grandes, que incorporan incluso un alto componente urbano. Pobla- ciones que se han rehecho desde los años setenta de una crisis poblacional, que en ellos fue menos aguda en general que en la montaña, que presentan estructuras demo- gráficas con una proporción elevada para el momento de jóvenes, vitalidad en el desenvolvimiento urbano, y además, unas elevadas, preocupantes habría que admitir, tasas de paro. Esta confusa coincidencia de dinamismos demográficos y urbanos en el medio rural, en conjunción con unos problemas de empleo agudos, es una manifestación peculiar de la dinámica rural andaluza, que parece escapar a la simple dicotomía de espacios en declive y espacios en desarrollo. La diversidad del medio rural andaluz es hoy un tema de investigación lleno de posibilidades, y en su esclarecimiento se ve necesaria una mejor comprensión del funcionamiento de las actividades productivas locales y de los mercados de trabajo. Una tarea que no está exenta de dificultad. La realidad muestra que el paro y, en general, el desajuste en el mercado de trabajo rural, es un tema lleno de escollos. El primero de ellos es poder lograr una medida ajustada del paro y su significado. A su confusión incide sin duda la distorsión que introduce el sostenimiento durante ya más de veinticinco años de las prestaciones, excepcionales en el contexto español, del subsidio agrario. Cabe intuir que la demanda de empleo puede estar distorsionada, al alza, por la expectativa de acceder a las prestaciones del desempleo agrario, y que la oportunidad de disfrutarlo no permita aflorar otras actividades existentes. La distor- sión que supone esta prestación ha sido objeto de muchas valoraciones. Y en la vida cotidiana, la escasez de mano de obra asalariada que denuncian en múltiples ocasiones los empresarios agrarios, o el incremento en algunas comarcas de mano de obra inmigrante para el trabajo del campo, no es acorde a los niveles de paro que el censo refleja. Pero si puede dudarse de la intensidad de este problema, no es dudosa ni su existencia, ni el significado de otra circunstancia a la que va asociada, la fuerte precariedad del trabajo rural. En los municipios rurales se duplica la media regional de empleos eventuales y se caracteriza además, por la importante proporción de los no cualificados. Los volúmenes de población activa en los distintos sectores y los de empleo muestran generalmente en los municipios rurales diferencias importantes, a favor de los primeros. Se puede advertir que la permanencia de la población o su crecimiento no va ligada siempre a un incremento de la actividad y el empleo local, pues en ocasiones se liga únicamente a la posibilidad de acceder al mismo desde el lugar de residencia. El crecimiento de las coronas metropolitanas tiene este punto de partida, aunque progresivamente la irradiación de la ciudad provoca la transformación de los usos del suelo y el establecimiento de nuevas actividades. Pero el alcance mayor de la movilidad de la población permite que gran parte del espacio rural funcione como mercado de reserva, desde la oferta claro está, para el funcionamiento de las ciudades o los ejes más dinámicos, como los turísticos. El boom de la construcción de estos últimos años ha hecho el fenómeno visible en la Costa del Sol, con la movilización cotidiana de trabajadores cordobeses, granadinos o gaditanos, hacia ella.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 84 CARMEN OCAÑA OCAÑA

Progresivamente el marco del municipio se queda más reducido para entender el funcionamiento de sus habitantes. En los análisis geográficos se va imponiendo esta realidad y se indaga en la posible configuración de áreas económicamente cohesionadas. Pero para conocer el medio rural, la disociación entre lugar de trabajo y de residencia es otra grave dificultad a soslayar, por cuanto gran parte de la movilidad rural, preci- samente de las personas más afectadas en su inestabilidad en el empleo, se produce sin destino fijo, oscilante según la temporalidad en el destino e incluso en el tipo de ocupación a desempeñar. Se advierte cuán frecuentemente el equilibrio económico de la sociedad rural se basa en pilares que exceden los recursos y las actividades locales, todavía caracteriza- das por una elevada dependencia agraria. La precariedad de este equilibrio entre la población y la actividad, la persistente dependencia de la demanda externa, parece recordar la misma crisis del pasado. Ciertamente este no es, en absoluto, un fenómeno novedoso para una población rural que se ha desplazado, durante décadas, a otros países de Europa a trabajos temporales (por ejemplo a la vendimia francesa) como todavía, aunque en menor medida, lo sigue haciendo a otras regiones españolas (la campaña hotelera de Baleares, la del esparrago navarro…). Pero lo que quizás sí lo sea, es que predomine la movilidad cotidiana a la estacional, que los centros de atracción sean regionales, y que la calidad de vida del espacio rural y las prestaciones que en él se reciben sean bastante atractivas para que esta movilidad no degenere a la emigración definitiva, como la proximidad de los destinos pudiera hacer esperar. Res- pecto al pasado, esto es una diferencia cualitativa de un interés extraordinario. Como consecuencia gran parte del medio rural ofrece una estimable estabilidad y este es un hecho encomiable. En las perspectivas demográficas de Andalucía se prevé para el horizonte del 2025 unos saldos migratorios dentro de la región prácticamente nulos. Ya en el momento presente asistimos a una fuerte atenuación de la emigración rural e incluso, como es sabido, a unos movimientos desde la ciudad al campo que parecen responder a otro orden de cosas, incipiente todavía, pero que se supone de gran alcance en el futuro, en el marco de la globalización económica, con la sociedad de la información o de las nuevas tecnologías. Una cierta esperanza se desprende para los medios rurales, que tanto han sufrido con la concentración económica del periodo industrial. Ante estas nuevas expectativas de futuro, una ventaja presenta gran parte del medio rural andaluz: haber superado un periodo tan crítico sin un problema grave de despoblamiento.

2. LA AGRICULTURA Y LA TRANSFORMACIÓN DEL MUNDO RURAL

La crisis de la agricultura tradicional estuvo asociada a la crisis del medio rural andaluz. Las condiciones de posguerra prolongaron la agonía del sistema agrario tradicional español, de modo que sería el inicio de la normalización económica, avan- zados los cincuenta, el que marcaría también el momento álgido a partir del cual se produce el derrumbe del sistema tradicional agrario. El tercer cuarto del siglo fue no sólo el periodo de la emigración, sino también el de la liquidación de los fundamentos

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 85 del sistema agrario tradicional. Existió un antes y un después para la sociedad rural y para la agricultura andaluza, y tales cambios tuvieron su reflejo en los análisis geográ- ficos de la agricultura y el espacio rural. La ruptura del modelo tradicional y las dificultades sociales así generadas, parecen el eje dominante en los estudios durante los años que siguen a la crisis demográfica. Las condiciones de supervivencia del sector agrario y las relaciones en la nueva economía rural, parecen ganar atención en la etapa más reciente. a) La agricultura y la crisis de la sociedad rural

En el momento previo a la crisis, lo agrario y lo rural estaban plenamente identi- ficados. Una considerable aportación al conocimiento del medio rural andaluz provino de las tesis regionales realizadas en los años setenta, que analizaron con profundidad la formación de los paisajes agrarios y la evolución de muchas comarcas andaluzas, especialmente de las áreas montañosas de Andalucía Oriental2. Sistemáticamente po- día apreciarse la coherencia en el proceso histórico de ciclos de cultivos y ciclos demográficos, que ponían de manifiesto las relaciones profundas de la población y las bases productivas locales, agrarias casi siempre, salvo contadas y significativas comar- cas de actividad minera. En ocasiones, la incidencia de los ciclos agrarios, de sus grandes éxitos –innovación de cultivos o etapas de brillante exportación– explicaban incluso el despertar demográfico de ciudades de mayor rango y se le relaciona con algunas de sus remodelaciones urbanas o portuarias. Tal era el peso de las agriculturas en las bases económicas del conjunto de la sociedad. Lo agrario y lo rural se identificaba y, aunque tampoco entonces era simple la realidad rural andaluza, tenía una lógica interna y una estructura de elementos y factores más diáfana para los enfoques dominantes en Geografía Rural. La base de la economía rural la aportaba sistemáticamente la agricultura. Cierto que la agricultura era plural. Montañas, campiñas, vegas, dehesas, daban pie para hablar de otras tantas agriculturas andaluzas. Término que se consagró con el conocido trabajo del grupo ERA3. Plural por sus bases ecológicas, también lo era por la sociedad agraria. Cómo ignorar que la alta y baja Andalucía fundaron muchas de sus diferencias en las de sus respectivas formaciones sociales, con su característica diferencia en las estructuras agrarias. La complejidad ecológica y social se manifestaba en un cuadro de comarcas con caracteres bien definidos. En cada una de ellas, una determinada estructura de la

2. No haremos cita expresa de los trabajos a los que se está aludiendo. Esta tarea sería demasiado extensa y reiterativa, en gran medida, con otra colaboración de este número. Pero quisiera destacar globalmente la importante aportación de los estudios comarcales y locales que la Universidad de Granada, como capital universitaria de Andalucía Oriental, dedicó principalmente a este sector de la región y el significado que tuvieron para su conocimiento geográfico. 3. GRUPO ERA. (1980): Las agricultura andaluzas. MAPA. Madrid

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 86 CARMEN OCAÑA OCAÑA explotación agraria y un determinado modelo de sistema de cultivo –generalmente muy relacionado con el potencial ecológico de sus tierras– asentaba las bases de la sociedad agraria. Y en los resultados de la actividad agraria, se asentaban los de la economía rural. Una coherencia entre recursos naturales, actividad agraria y evolución demográfi- ca, daban los grandes trazos de un espacio rural diverso y rico en contrastes, con evoluciones divergentes hasta mediados de siglo. Pero estos análisis mostraban, inde- fectiblemente, que llegados los años sesenta se unifican bajo una dinámica común, la depresión demográfica, que expresaba un hecho de honda significación: la crisis pro- funda del mundo rural. No coincidía, como en otras crisis históricas, con el hundi- miento de un determinado cultivo que cerraba o abría un nuevo ciclo agrario. En algunos casos sí cabía ponerla en relación con especificas crisis de cultivo, pero más genéricamente era la crisis de la sociedad rural tradicional en este contexto andaluz dependiente en el incipiente desarrollo español de la década de los sesenta. Crisis agraria –la de las explotaciones incapaces de modernizarse–, crisis demográ- fica y crisis rural coincidieron plenamente en el tiempo. La extraordinaria fuerza de la crisis demográfica convirtió a este fenómeno en el elemento más señero y expresivo de cuantos procesos acompañaban la decadencia del tercer cuarto del siglo veinte. En orden a esta realidad la atención preferente se orienta a la consideración de la propia crisis demográfica, como manifestación más genuina del derrumbe de la sociedad rural tradi- cional, ante la modernización agraria y el impacto del desarrollo industrial. Ahondando en las causas endógenas que alentaban la gravedad de la misma, se consideraban como factores incidentes aquellos relacionados con la incapacidad del sector agrario para contener el éxodo rural. Siendo determinante el peso de la agricul- tura en las economías rurales, la distribución de la riqueza que se deriva de las formas de apropiación de la tierra o de su forma de tenencia, que se examinaban minuciosa- mente para entender la coherencia del mundo rural, se enfocaban ahora en relación con la crisis poblacional. Se prestaba una atención especial a los acusados desequilibrios de las estructuras agrarias como causa explicativa, en unos casos por la extrema subdivisión de unas explotaciones a todas luces insuficientes e incapaces de moderni- zarse; por las consecuencias de la adaptación de las más extensas a las nuevas condi- ciones de modernidad, con el consecuente aligeramiento de sus demandas de mano de obra. Los cambios de los sistemas de cultivo se juzgaban no sólo con relación a su eficiencia económica, sino también a su repercusión social. Ampliar o restringir el volumen de jornales, era clave en esta apreciación. Se renovó el interés por entender la lógica de las orientaciones seguidas por los agentes agrarios, se multiplicaron los esfuerzos por clasificar o tipificar las explotacio- nes, y los criterios de clasificación fueron perfilándose de acuerdo al nuevo contexto4.

4. De estas preocupaciones, se encuentra un testimonio amplio en los trabajos recogidos dentro de la ponencia dedicada a Andalucía en el II Coloquio de Geografía Agraria de 1983. Las actas se recogen en la siguiente publicación: MAPA (1987). Estructuras y regímenes de tenencia de la tierra en España Serie Estudios.

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Con la modernización agraria decae la diferenciación más tradicional de explotaciones precapitalistas y capitalistas, que daban las claves de las orientaciones de los latifun- dios andaluces y las explotaciones familiares en el contexto del capitalismo arcaico. Se fueron asentando otros parámetros para calificar las formas en que se organiza la actividad dentro del nuevo capitalismo. La dimensión o el volumen de la explotación es uno al que la modernización agraria concede un significado aun mayor a la hora de enfocar las estrategias de las explotaciones, sólo que a media que el capital de explo- tación se incrementa con relación al de la tierra, el carácter de gran o pequeña explo- tación progresivamente tuvo que ser definiendo por el volumen económico y no sólo por la propia superficie. A medida que ganaba terreno la explotación directa, dentro de las grandes y pequeñas propiedades, un segundo parámetro, las relaciones entre el capital y el trabajo fue considerado un criterio básico al modelizar la orientación de las explotaciones. Daba la base de la diferenciación de explotaciones familiares y empresariales, a las que se les presupone comportamientos diferentes, además de ser objeto de distinto tratamiento en la aplicación de algunas medidas de política agraria. Con los años sesenta, la extensión a gran escala del girasol en los secanos o el cereal en el regadío, aligerando la producción y sus costes, frente a las otras experiencias de cultivos hortícolas o de ganadería intensiva, fueron mostrando opciones empresariales diferentes, con cierto grado de independencia respecto a la dimensión de la explota- ción, en la orientación seguida para la obtención de beneficios. Se identificaron bajo denominaciones más o menos desacertadas, como productivistas o rentabilistas. La racionalidad económica de unas y otras no es lo que les diferencia, pero encubre una critica para estas últimas por el menor aprovechamiento de la tierra y por la menor generación de trabajo. Fue común incluso calificar de sociales a determinados culti- vos, aquellos que distribuían parte mayor de su valor final en el factor trabajo. Todo ello signo inequívoco de la dependencia de la sociedad rural del trabajo agrario y de que el proceso que relaciona el descenso de mano de obra con la modernización agraria tuvo momentos de claro desajuste en Andalucía, con un adelanto del encareci- miento y de la sustitución por capital sobre la efectiva carencia de trabajadores. Crisis social agraria y crisis rural estuvieron identificadas y confundidas. Las razones de esta confusión son obvias, la agricultura daba las bases de la economía local en un contexto de subdesarrollo inequívoco. Es el contexto que explica la experiencia de la reforma agraria andaluza de los ochenta, apostando todavía por el incremento del empleo en la actividad agraria, como fundamento del desarrollo social del medio rural. Aunque no es difícil entrever en ella el fondo ideológico de repulsa al latifundismo andaluz y el cierto anacronismo que todo ello supone, la crisis social del medio rural explica esta falta de perspectiva. Crisis social que daría origen a las medidas de subsidiación especiales para el paro agrario de tan difícil valoración –más que en su necesidad en cuanto a sus consecuen- cias– y que han influido positivamente en la estabilidad social del medio rural y negativamente en el oscurecimiento del mercado de trabajo rural. El periodo de aplicación de la ley de reforma, dio pie a un cierto debate geográ- fico sobre las relaciones del desarrollo agrario y el desarrollo rural. Era claro para algunos que el desarrollo rural ya no podría fundarse en fomentar el empleo agrario.

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Cabía advertir que “la modernización agraria en un contexto de subdesarrollo, no provoca por sí misma bienestar social, sino que podía derivar a problemas de paro y tensiones sociales…” pero que no debería inculparse al sector agrario obligado a modernizarse. En definitiva “que el problema del medio rural andaluz no debería enfocarse como una cuestión estrictamente agrícola… por no ser un problema secto- rial sino una cuestión de desarrollo regional”5. El olvido y el abandono de la reforma agraria se produjeron sin eco social alguno. Otros acontecimientos tuvieron una incidencia mucho mayor en la actividad agraria y en la sociedad rural. En primer lugar, mediados los ochenta se había reducido una de las transformaciones estructurales más fuertes asociadas a la modernización agraria: la re- ducción de los activos agrarios a la par, aunque a un ritmo menor, en que se reducía el empleo. La emigración había sacado en muchos casos a tantos jornaleros y pequeños agricultores, que la presión ya no era comparable. Por otra parte, este estrato más desfavorecido de la sociedad rural encontró en las medidas de empleo rural y subsidios agrarios un factor de estabilización social. Tampoco hay que desdeñar el contexto eco- nómico más favorable, pues mediados los ochenta se inaugura una etapa alcista en la economía andaluza que rompe la tendencia de las décadas anteriores. El concepto de desarrollo rural como una perspectiva más amplia que el desarro- llo agrícola, se impuso poco después también en la linea política de la Junta de Andalucía. Bajo directivas europeas se fue abriendo paso en los años noventa, trasla- dando la atención de los agentes sociales y también de los geógrafos hacia las condi- ciones del desarrollo local y las políticas al respecto. El sector agrario comenzó a ser enfocado como un sector productivo más, muy importante pero no responsable del desarrollo rural, y con ello los estudios agrarios progresivamente orientaron su aten- ción a las dificultades de adaptación al sistema industrial, y sus consecuencias –medioambientales, por ejemplo– es decir, a las propias condiciones de supervivencia del sector agrario. b) La agricultura y la nueva sociedad rural

Al observar qué hay de permanencia y cambio en el significado de la agricultura, se aprecia el papel fundamental que el sector mantiene como motor en las actividades rurales que trasciende de este medio para reflejar su importancia en el conjunto de la economía regional. Destaca también, la estabilidad del sistema agrario, el éxito de la modernización en unos casos y la capacidad de resistencia en otros. Tras esta aparente continuidad se encubren cambios muy diversos, sobre todo en la orientación de la

5. La cita está entresacada de un pequeño ensayo que quiso poner de manifiesto la razón de la permanencia de la “cuestión agraria” en fechas tan avanzadas en el tiempo, e igualmente el anacronismo que ello representaba. (OCAÑA C,. (1987): Latifundio, gran explotación y modernización agraria. Una reflexión sobre Andalucía. SPICUM. Málaga)

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 89 actividad agraria, respuestas del sector a las nuevas condiciones en que se desenvuel- ve, particularmente de su inclusión ya a pleno derecho en los primeros noventa en la Unión Europea. Es, por actual, sobradamente conocido hasta qué punto el sector agrario es dependiente en sus orientaciones del marco normativo y de protección que le brinda la PAC y la celeridad con que responde a los dictados de sus políticas de precios. La organización de la actividad agraria no podría entenderse sin considerar este nuevo telón de fondo. Tampoco sin considerar la nueva estructura social del espacio rural. A pasar de las profundas transformaciones habidas en este último cuarto de siglo, muchos de los componentes del sistema agrario permanecen. El espacio agrario ha persistido prácticamente estable, sólo disminuido débilmente por la desaparición de espacios cultivados invadidos por la urbanización o por el abandono de otros debidos a su marginalidad. Los grandes modelos agrarios también se reconocen. Existe un modelo de agricultura campiñesa, como también sigue habiendo un modelo propio del olivar. Como veinte años atrás, cabe hablar de las agriculturas andaluzas en el mismo sentido que sus autores lo hicieron. Y a pesar de la crisis que la modernización generó en algunas agriculturas y en tantas explotaciones, particularmente en los medio menos favorables para la actividad, la agricultura ha mostrado una capacidad de supervivencia extraordinaria. En la estabilidad del sector y en la resistencia de parte del mismo sin duda ha jugado un papel esencial la protección de que disfruta al amparo de la PAC. Valorando los resultados, puede decirse que el sector agrario como conjunto ha pasado la crisis de modernización con un éxito relativo. Éxito por cuanto ha incrementado, más allá de la media, su capacidad productiva, gracias sobre todo a la importante extensión de los regadíos y particularmente a la expansión lograda por los de produc- ción hortícola y de carácter forzado. Tampoco es desdeñable la modernización e inten- sificación de otros sectores tan importantes para la región como ha sido el olivarero, renovado, extendido e intensificado ante las subvenciones comunitarias. Este éxito que se manifiesta en el alza de la producción agrícola no es general a toda la agricul- tura andaluza. Es sabido que no todas las agriculturas andaluzas han soportado con éxito la modernización. Los problemas estructurales –el minifundio especialmente– o ecológicos –aridez e irregularidad pluviométrica o pobreza de suelos– constituyen un conjunto de desventajas comparativas cuya incidencia en la disminución de la competitividad de la actividad agraria no han hecho sino acentuarse. Una ojeada a la provincia almeriense da la amplitud de los contrastes existentes. Allí encontramos un modelo agrícola que, con un alto riesgo empresarial, movilizando gran capital por unidad de superficie y aplicando tecnologías avanzadas produce intensivamente. Y junto a este modelo, las múltiples fórmulas de agriculturas residuales de la montaña, o el casi abandono de los secanos herbáceos semiáridos. Todos ellos conviviendo a poco distancia. El éxito de la modernización no es sólo parcial sino además es un éxito sólo relativo. Como es regla general, el proceso de la modernización ha socavado de tal manera los márgenes del sector agrario que la lucha por las subvenciones en muchos casos es una condición de supervivencia. Grandes capítulos de la producción andalu- za, los herbáceos y el olivar no podrían entenderse al margen de aquellas.

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Como resultado de los cambios ligados a la modernización y de las condiciones generadas con las ayudas comunitarias, la agricultura andaluza a trazos gruesos, pu- diera explicarse estructurada en tres grandes modelos agrarios: el de una agricultura estable y modernizada que cifra su éxito en la racionalización de sus costes y en la sustanciosa ayuda de las subvenciones, que se extiende en las mejores tierras agrarias andaluzas de la depresión del Guadalquivir, sea basándose en cultivos herbáceos, sea sobre la base del cultivo del olivar. Modelo distinto es el de los regadíos hortícolas que tiene su expresión más acabada en los del litoral. Representan el sector más intensivo, más competitivo y menos dependiente de las subvenciones. Y queda en tercer lugar un amplio y heterogéneo conjunto de agriculturas, en la montaña esencialmente, que resiste inestablemente al amparo de diversas ayudas, ahondando su carácter marginal. Con todos los claroscuros que la modernización del sector agrario lleva implíci- tos, la agricultura sigue siendo un capítulo esencial de la economía andaluza. El peso del sector agrario habla fehacientemente de su importancia para Andalucía. En el producto final supone más del 12 % a no demasiada distancia de la industria. Mantie- ne más de un cuarto de millón de empleos. Por otra parte, los resultados de las tablas inputs-ouput de la región, muestra la capacidad de arrastre del sector, lo que amplía el papel que la agricultura sigue jugando en la economía regional. Aun mayor es su peso si se enfoca en la perspectiva global del conjunto agroalimentario. Hay que recordar la importancia de la industria alimentaria que significa un tercio en la poco potente industrialización andaluza, y también que fruto de un insuficiente desarrollo del sector predominan aquellas transformaciones muy ligadas a las materias primas agrarias. En consecuencia, la importancia de la producción agraria se refuerza por sus implicaciones con el proceso de su transformación industrial, como es el caso de vinos y aceite. Por otra parte la modernización de la industria agroalimentaria se ha producido con cam- bios de localización importantes, disminuyendo la dispersión rural característica del pasado, con una apreciable concentración espacial en favor de las áreas urbanas6. En definitiva, la agricultura no es un elemento menor de la economía andaluza, ni dentro ni fuera del espacio rural. Pero, por lo que a éste se refiere, el valor de esta riqueza es extremadamente desigual en el territorio, entre espacios con una elevada pujanza agraria (por ejemplo, el , la Costa Onubense, el litoral de Almería, incluso algunas de las comarcas de especialización olivarera) y el tono bajo de la producción que presenta gran parte del espacio agrario. Basta considerar la composición de la producción final agraria y la limitación espacial de algunos de los principales componentes de la misma. Por ejemplo, el valor de la producción hortícola, que es el 30% del total de la producción agraria y se concentra en un 7,7 % de la superficie. Descontando esta producción, el 40% del valor restante lo concentra el olivar, y aunque bien es cierto que su extensión es considerable, la diversidad de sus rendimientos supone también

6. Veáse al respecto una reciente publicación, realizada por el GRUPO AREA, titulada Globalización e industria agroalimentaria en Andalucía. Ed, Mergablum. Edición y Comunicación, S.L. Sevilla.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 EL ESPACIO RURAL ANDALUZ, PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN LA CRISIS… 91 una concentración de riqueza para las comarcas más productivas. Sin descender a otros matices, la realidad es que si se descuenta las áreas hortícolas e incluso, por la bonanza actual que le presta las actuales subvenciones, las comarcas olivareras, el resto, que es una parte sustancial del espacio agrario, genera por unidad de superficie una renta modesta. Es normal intuir, que la lógica del espacio rural no depende estrictamente de la actividad agraria. En el mismo sentido opera otro aspecto clave ligado a la crisis del sistema tradicional agrario, la disminución de sus activos. La reducción del empleo agrario (un proceso ininterrumpido que lleva del casi millón de ellos en los años cincuenta, a los 600.000 a que se limitan a mediados de los setenta, y a menos de la mitad de esta cifra en la década de los noventa) es realmente un significativo cambio estructural, a pesar de mantener la región niveles de ocupación agraria (entre un 13 o 14%) todavía algo elevada para el estilo de los países avanzados. La disminución de los activos ha sido también una reducción progresiva, a distancia no obstante, del empleo, frenada en su ritmo con la introducción del subsidio agrario y muy dependiente en sus pequeñas oscilaciones de las oportunidades de trabajo fuera del sector. Este cambio estructural ha jugado un papel esencial en la progresiva diferenciación entre los conceptos de sociedad agraria y sociedad rural. Observando la estructura de actividad de los municipios andaluces se aprecia que el volumen de la ocupación sólo es realmente importante allá donde la agricultura es muy intensiva y es origen de una importante riqueza. Pero en general la mecanización y la búsqueda de la rentabilidad han disminuido las exigencias en mano de obra y no pocos aprovechamientos han aligerado su programa de labores. El éxito o la perma- nencia de los sistemas menos intensivos se ha basado en esta potencialidad, y cultivos que no lo han logrado en similar medida, como el olivar, concentran temporalmente sus necesidades, de modo que no repercuten tampoco en un alto nivel de empleo agrícola permanente. Como resultado el volumen de la ocupación es ya restringido y los municipios en donde los ocupados agrícolas son clara mayoría, responden sistemáticamente a dos modelos opuestos: áreas de altas rentas agrarias de agriculturas forzadas, donde la ocupación agraria es sinónima de cierto auge económico o áreas de extraordinaria atonía productiva, donde la preeminencia del empleo agrario denota sólo la carencia de otras ocupaciones, cuya ausencia se traduce indefectiblemente en niveles elevados de paro7. Para el propio sector agrario las repercusiones de la disminución de la ocupación son de índole diversa. Positivas, en general, en cuanto implica de mayor eficiencia e incremento de la productividad. Pero negativas, en otros aspectos, por cuanto el peso de la agricultura en la sociedad rural se debilita profundamente con la disminución de la población implicada en ella. En los municipios andaluces, la debilidad de las rentas

7. Esta afirmación está respaldada por una análisis sobre la ocupación y la actividad en el conjunto de los municipios andaluces, aplicando el método de aglomerados, Se recoge en la publicación: OCAÑA OCAÑA, C. (1994): Actividad y ocupación en Andalucía. “Revista Baetica”. N.º 16, pag. 183-205.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 92 CARMEN OCAÑA OCAÑA y la disminución de los activos evidencian que las bases de la economía rural se van desligando de la actividad agraria. Esta realidad despierta el interés por aspectos del análisis agrario que eran menos significativos en el pasado cuando se abordaba el estudio del espacio rural, como es acotar el papel de la agricultura en la economía rural, aspecto apenas sopesado antes por sobrentenderlo esencial. En la actualidad es un ejercicio obligado para la comprensión del espacio rural y en gran medida también para entender el funcionamiento de la microeconomía agraria, por la forma en que puede incidir en las explotaciones el papel secundario que representan en la economía de sus titulares. La lógica de la actividad agraria parece hoy mucho más compleja y no es sufi- ciente para su comprensión esclarecer la que orienta los grandes sistemas de cultivo, las distintas agriculturas, sino que parece necesario ahondar en las estrategias cada vez más diversas de “los agricultores” que la conducen. Este otro tema, el de los agricul- tores, es uno de los que merecen más atención. Y es que, más que en el pasado, las estrategias empresariales pueden ser extremadamente dispares y posiblemente en esta flexibilidad se esté basando la capacidad de supervivencia de muchas explotaciones y puede que la del sector agrario de algunas comarcas. El esfuerzo de modelizar la orientación de las explotaciones choca con la gran heterogeneidad que la realidad muestra. Las relaciones esperadas como lógicas, por ejemplo entre tamaño, inversión, innovación, orientación productiva etc. se incumplen tan frecuentemente, que las anomalías tienen demasiado interés para no ser tenidas en cuenta. En el momento actual el análisis del empresariado agrario y de su toma de decisiones nos puede hacer sentir la limitación de los conceptos que venimos utilizan- do. Está por una parte la evidencia de la dimensión empresarial como factor de diferenciación y la adaptación a los propios sistemas agrarios que reorientan la empre- sa en líneas diferentes en cuanto a la aplicación de insumos. Pero se sobreponen otros muchos factores, que podría enunciarse como el nivel de profesionalización o compro- miso con la actividad (siguiendo la terminología aplicada en un interesante trabajo sobre el cambio rural en Europa8), para hacer un marco más complejo incluso dentro de una “misma agricultura” o de un mismo segmento de dimensión económica. En la base de esta diversidad parece situarse el papel mismo jugado por la agricultura, y muy en concreto la fracción tan importante de explotaciones que son llevadas a tiempo parcial o que reportan una parte limitada de las rentas de sus titulares. La mayoría de ellas por causa de su propia limitación para constituir la explotación familiar de tiempo completo, pero es evidente que no en todos los casos es debido a la exigüidad o exclusivamente a ella. Pero la realidad es que tal situa- ción genera todo tipo de distorsiones respecto a lo que pudiera entenderse como modelos clásicos bipolares entre la agricultura familiar y la empresarial, la gran o la pequeña explotación.

8. ARKLETON RESEARCH, 1992: “Farm Household Adjustment in Western Europe 1987-1991. Report af the research programme Rural Change in Europe: Farm structures and pluriactivity”.

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El interés por estos temas va mas allá de buscar una disección muy pormenorizada del sector agrario, por ser una clave del entendimiento del medio rural. Con frecuencia da la explicación de que perviva en condiciones harto difíciles la actividad agraria en algunas comarcas, o que múltiples orientaciones productivas convivan en un espacio donde antaño hubo un modelo agrícola homogéneo, en cultivos y en técnicas. Podemos recordar al respecto la dificultad de definir el modelo agrario de la Vega de Granada9, cuyos complejos rasgos se complican mucho más por la inclusión en un espacio metropolitano que acentúa todos los factores de distorsión posible –desde los que se derivan del valor del suelo y de sus expectativas de usos, de la transformación del aldeano en obrero urbano, o de la reorientación de las economías de aquellas familias urbanas cuyas rentas provenía antes de la actividad agraria de esta comarca– . La mera conservación de un patrimonio, la búsqueda de una rentabilidad óptima, la compatibilización con otras tareas, da origen a todo tipo de orientaciones entre las pequeñas y también entre las mayores explotaciones de la comarca. La apariencia puede ser algo más caótica que en el pasado, pero también hay una lógica, sólo que habría que descubrirla a través de las motivaciones que guían este complejo entrama- do de campesinos, de campesinos obreros, de familias urbanas con limitados compro- misos ya con las explotaciones agrarias, de terratenientes que se limitan a conservar el patrimonio o de otros con claro interés en obtenerle un beneficio. Los aspectos negativos para el sector agrario de esta posición secundaria de la explotación en la ocupación de su titular han sido los más ampliamente considerados, particularmente bajo enfoques técnicos. Esta perspectiva negativa del fenómeno hace que con frecuencia se planté como un dilema algo que comúnmente se hace presente en nuestros estudios de espacios agrarios de Andalucía Oriental, la permanencia de la actividad agraria en el marco de cientos de explotaciones técnicamente inviables. Una investigación reciente sobre la Sierra Sur de Jaén calificaba de inviable a su agricultura por desarrollarse en un marco de acentuado minifundio, con predominio de pequeñas explotaciones con reducidos margenes de beneficio10. Una encuesta que realizó la FIAPA en la provincia de Almería mostraba fehacientemente la escasa significación económica que reportaban las explotaciones agrarias para las familias con explotaciones minifundistas en todo el interior provincial, en cualquiera de sus orientaciones productivas11. Otra encuesta que realizamos en el bajo Guadalhorce12,

9. La ausencia de un modelo definido de orientación productiva en la Vega de Granada, queda reflejada en una tesis reciente sobre la comarca (MENOR TORIBIO, J. (2000): La Vega de Granada. Transformaciones agrarias recientes en un espacio periurbano. Universidad de Granada. Granada) frente a la secuencia de ciclos y modelos agrarios que se adoptaba como hilo conductor de la evolución social hasta los años setenta, en una de las tesis regionales de aquella década (OCAÑA OCAÑA, C.; La Vega de Granada. 1974) 10. MAROTO MARTOS, J. C.: Desarrollo Rural en la Sierra Sur (Jaén). Tesis Doctoral. Inédita. Universidad de Granada, 2000. 11. El análisis de dicha encuesta, está contenido en la publicación: OCAÑA, C. (1998): Almería, perspectivas de la sociedad rural. Instituto de Estudios Almerienses. Almería. 12. Los resultados de esta encuesta aparecen analizados en la publicación: OCAÑA OCAÑA, C., LARRUBIA VARGAS, R. (1993) Agricultura y espacio metropolitano. El Bajo . Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, Málaga 1993.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 94 CARMEN OCAÑA OCAÑA nos mostraba cómo en el espacio periurbano de la capital malagueña, la explotación del limonero se estructura en infinidad de explotaciones pequeñas con margenes uni- tarios realmente reducidos. Los ejemplos pueden ampliarse. La agricultura fundada sobre la base de este modelo de explotaciones puede definirse técnicamente como inviable, por lo que supone de aplicación ineficiente de los medios de producción. La calificación de inviable es tajante e invita a sopesar las razones de supervivencia de las así calificadas. Para explicar su permanencia no es precisamente a la resistencia de la agricultura aldeana a la de que debe invocarse. No hay mentalidad aldeana en los cultivadores del bajo Guadalhorce. Con frecuencia la limitación de los márgenes provie- ne precisamente de la aplicación profusa de medios de producción externos. Se compen- sa con ellos a veces hasta el factor de producción que se supondría abundante en un sistema minifundista, el trabajo. No es infrecuente la contradicción, al menos aparente, de explotaciones que no aseguran una UTA y que contratan trabajo asalariado. La intensificación no es siempre la defensa seguida, tal como se pudiera considerar normal en la agricultura familiar. La reducida actividad agraria del interior almeriense se man- tiene optando claramente por el aligeramiento de los costes y la simplificación de tareas. En consecuencia, el valor de la producción es muy reducido, lo que minimiza el signifi- cado de la pequeña explotación agraria. A pesar de todo, no desaparece. Buscábamos en la estabilidad del sistema agrario la del medio rural y encontra- mos en estos casos comentados una realidad inversa. Los agricultores del Guadalhorce son obreros de la construcción y la hostelería que obtienen un beneficio extra en la práctica de la agricultura. Basta que gastos e ingresos tenga un saldo a su favor, para que el modelo sea viable, siendo como es compatible con la otra actividad principal. Jubilaciones, subsidios y trabajos temporales, dan la base de la economía de muchos hogares almerienses. La tierra se mantiene, por sus pequeñas producciones, las ayudas comunitarias que conllevan, y el valor patrimonial que representa. Mas aún, en el caso del minifundio olivarero, que en cualquiera de estos elementos, rendimientos, subven- ciones y valor patrimonial, tiene un valor más elevado. A la vista de estos ejemplos puede concluirse que considerar globalmente cómo se articula la economía de las familias y de los municipios rurales es una forma más adecuada para acercarse al estudio de la resistencia de la agricultura, allí donde, por estructura ecológica o social, adquiere rasgos marginales dentro del sistema. Los recientes nuevos paradigmas del desarrollo rural, con la pluriactivad del hogar como fuente de supervivencia, han venido a reafirmar este otro enfoque. Es fácil valorar el peso del sector agrario en la economía regional y el de sus diferentes componentes, que a pesar de la transformación de la economía andaluza sigue siendo de excepcional importancia, pero hay mucho por hacer para entender las explotaciones agrarias y la diversidad de agricultores. La dimensión sigue siendo un criterio valido, tanto en superficie y más aun en unidades económicas, pero no se puede detraer de estos criterios modelos definitivos de estrategia empresarial, o de ausencia de la misma, hecho que también ocurre, habida cuenta de la creciente parti- cipación de la agricultura a tiempo perdido, o a la permanecía en la actividad agraria de empresarios que ya no lo son y que se vinculan a la actividad solamente por la conveniencia de mantener la tierra.

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El interés por el análisis cualitativo de estos comportamientos, obliga a desplazar la atención del análisis de las fuentes estadísticas, censos y catastros que tantas horas han absorbido de la investigación geográfica, al trabajo de campo. En parte por la impresión de que el proceso que se denominó de “ajuste-reestructuración” se amorti- guó 13 en la década de los ochenta, y también por el envejecimiento del censo agrario, se advierte ahora un menor interés en el análisis de estas cifras y una disminución de los trabajos sobre ellas. En cualquier caso, no se trata de menospreciar el valor esen- cial de analizar estas fuentes y los resultados de tantos trabajos que han reportado el conocimiento básico de la estructura dimensional de la propiedad y la explotación en la región, en sus comarcas y en cientos de sus municipios. De igual modo que tampo- co hay que dar por superados los análisis de las macromagnitudes agrarias, que permi- ten entender la lógica fundamental del sector agrario y de sus grandes componentes. Pero sí cabe remarcar que parte de la supervivencia del sector y de la actividad en el medio rural –particularmente de aquella parte que presentan más problemas como actividad productiva y en espacios donde el desarrollo rural parece más comprometi- do– se funda en un complejo haz de motivaciones, las de los agricultores, con aparien- cia de una racionalidad económica limitada. Y este es un capítulo en el que se debería profundizar. Volviendo a la cuestión inicial, sobre el significado de la agricultura en la nueva sociedad rural, quizás el hecho más diferenciador sea que, bien por la diversificación real de las actividades o bien por la debilidad de la agraria, la agricultura no es el único componente significativo, ni siquiera principal en muchos casos, de la economía de los municipios rurales. No lo es para una gran mayoría de familias, desligadas de la ocupación o la empresa agraria, y con frecuencia tampoco lo es para otras que siguen vinculadas a la actividad. Y es que la diversificación de rentas en el hogar rural, incluso en el hogar agrario, es uno de los hechos que al cabo de este tiempo se advierte como una de las modificaciones más sensibles. Por eso, la agricultura, las rentas que genera, o su distribución, a pesar de ser un tema tan importante dentro de Andalucía, ha perdido la fuerza de ser el factor explicativo, la clave, del desenvolvi- miento rural. Salvo situaciones excepcionales (el campo de Dalías sería una de las más evidentes, pero no el único ejemplo que puede recordarse) la evolución demográ- fica reciente no parece estar vinculada a vaivenes agrícolas, aunque siga siendo la agricultura la actividad productiva local más apreciable. La diferenciación de lo agrario y lo rural no es puro nominalismo en la Andalucía de final de siglo. Los medios rurales se han modelado bajo nuevos procesos (irradia- ción urbana, desarrollos endógenos, movilidad de trabajo…) y con frecuencia el siste- ma agrario parece más dependiente de estos distintos contextos que capaz de reorien- tarlos.

13. BARCELÓ, Luis Vicente (1991): Liberalización, ajuste y reestructuración de la agricultura española. MAPA, Madrid.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 77-95 ñlkasdfjñlaksf DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 97

DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS DESDE LA SOSTENIBILIDAD

FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 97-121].

PALABRAS CLAVE: Montaña, desarrollo rural, agotamiento demográfico, crisis rural, Andalucía. KEY WORDS: Mountain, rural development, demographic depletion, rural crisis, Andalusia. MOTS CLEFS: Montagne, Developpement rurale, epuisement demographique, cryse rurale, Andalousie.

RESUMEN

Este artículo se inicia con una breve caracterización de las montañas andaluzas, atendien- do tanto a sus caracteres ecológicos como humanos. Se analizan a continuación los aspectos más importantes de la crisis de los modos de vida tradicionales de la que se deriva el actual modelo territorial relacionado con el agotamiento demográfico, el desequilibrio funcional, la esclerosis paisajistica y la pérdida de identidad cultural. Se estudian por último las posibilidades de desarrollo rural, derivadas principalmente de la aplicación de políticas europeas, desde la perspectiva de la sostenibilidad.

SUMMARY

This article is begun with a short characterization of the Andalusian mountains,attending so much to its ecological characters as human. They are analyzed below the important aspects of the crisis of the traditional ways of life derived from the current territorial model related to the demographic depletion, the functional imbalance, lanscape’s sclerosis and loss of cultural identity. Finilly it studies the possibilities of rural sustainable development derived mainly from the application from European policies.

RÉSUMÉ

Ce article commence avec l‘essai de caractérisation des montagnes andalouses compte tenu des aspects aussi ecologiques que humaines. On analyse tout de suite la cryse des genres de vie traditionels d’où derive le modèle actuel d‘epuisement demographique, restructuration fonctionnel, désequilibre territoriale et sclérose paysagère. En dernier lieu s‘etùde les politiques européennes de developpement rurale soutenable et leurs effects en rapport avec cette problematique.

* Departamento de Análisis Geográvico Regional. Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada. [email protected]

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 98 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

La montaña, en sus diversas acepciones (sierra, serranía, monte…), no es ninguna rareza en Andalucía (figura 1). Nada más inexacto, sobre todo cuando se trata de temas agrarios, que el viejo tópico que identifica el solar andaluz con la llanura bética. Las tierras llanas, depresiones y planicies de menos de 400 m, representan solo el 45% del territorio regional, lo que si bien supera ligeramente la media española (42%) no deja de sugerir la importancia cuantitativa de las tierras de mayor altitud, potencial- mente más montañosas. También lo son en otros aspectos más cualitativos; sobre todo por su distribución en el territorio y porque sus específicos caracteres ecológicos y humanos acentúan los contrastes con las llanuras interiores y litorales.

FIGURA 1. UNIDADES FÍSICO-AMBIENTALES

Sierra Morena Valle del Guadalquivir 0204060 80 km Subbético Surco Intrabético Penibético Litoral

Ninguna de las provincias andaluzas se sustrae a la montaña que aparece de forma significativa en todas ellas (Cuadro I). Ante todo, enmarcando el valle del Guadalquivir que queda inscrito como un triángulo isósceles entre Sierra Morena y las Béticas, abier- to solo en su base, al Suroeste de la región. Haciéndose después mucho mas patente al Sur y al Este, donde dominan las Cordilleras béticas. Se justifica así que más del 80% de las montañas andaluzas se concentren en las cuatro provincias orientales, la Andalucía alta por antonomasia. No obstante las Béticas afectan también a la mayoría de las provincias occidentales(Cádiz, Córdoba y Sevilla) y Sierra Morena impone su presencia tanto en Jaén, donde alcanza las mayores cotas, como en Córdoba, Sevilla y Huelva. Se trata, por otro lado, en su mayor parte(más del 90% del total) de montañas de mediana altura, entre 1.000 y 2.000 m. La alta montaña (> 2.000) es excepcional (apenas el 1,5%) y salvo en Sierra Nevada (Granada), que reúne el 86% de toda la alta montaña andaluza, se trata de casi siempre de cimas aisladas (Cuadro II).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 99 % 2 %Km 2 %Km 2 %Km 2 CUADRO I. ANDALUCÍA. ZONAS ALTIMÉTRICAS ZONAS ANDALUCÍA. I. CUADRO %Km < 400 m 401-1000 m 1001-2000 m >2000 m superficie Total 2 Km ALMERÍAGRANADAJAÉN 2.696,0MÁLAGA 392,2 30,7ANDALUCÍA 3,1 ORIENTAL 2.542,2 2.493,9 3.452,7CÁDIZ 18,8 8.124,3 34,1 5.685,4 39,3CÓRDOBAHUELVA 19,2 44,9 8.373,8 4.321,5 2.547,9 6.410,5SEVILLA 5.573,1 21.833,5 62,1 6.045,5 59,1 29,0ANDALUCÍA 86,0 8.199,2 40,4 OCCIDENTAL 51,7 11.771,1 47,7 2.560,9 31.954,0 81,3 491,3 81,4 8.114,9 975,3 11.645,7 83,7 18,9 531,7 70,4 1.874,8 6,7 58,9 13,1 0,9 27,6 2.279,4 13.244,6 18,6 4,2 3,4 8.778,0 616,6 16,2 0,0 79,8 60,7 29,2 12.654,8 0,0 100 0,4 0,6 1,4 0,8 0,0 100 142,3 1,2 13.480,4 0,0 42.220,1 7.306,8 0,3 – 0,0 – 100 100 100 – – – – – – 13.767,9 – 7.446,6 – 100 10.074,5 100 45.341,0 14.051,8 100 100 100 ANDALUCÍA 40.078,3 45,7 35.078,1 40,0 12.057,9 13,6 616,6 0,7 87.561,1 100 Fuente: Anuario Estadístico de Andalucía, 1996. Elaboración propia. Anuario Estadístico de Fuente:

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 100 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

CUADRO II: DISTRIBUCIÓN DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS (%)

BAJA MEDIA ALTA

Granada 16,2 50,0 86,2 ANDALUCIA ORIENTAL 62,2 96,8 100,0 ANDALUCIA OCCIDENTAL 37,3 2,9 – TOTAL ANDALUCIA 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elaboración propia.

1. UNAS MONTAÑAS MEDITERRANEAS PLENAS DE CONTRASTES

Los caracteres ecológicos y humanos de los paisajes serranos andaluces son, ante todo, los propios de la montaña mediterránea. Este hecho, la mediterraneidad, merece una consideración atenta sobre todo en lo relativo a los rasgos humanos y agrarios, no solo porque a ellos apunta ahora nuestra atención, sino porque circunscribirse a los caracteres bioclimáticos restringe el concepto y le resta significación geográfica. La adecuada comprensión de la vida rural de las montañas no debe basarse tan sólo en las variantes de las potencialidades ecológicas sino que ha de atender cuidadosamente a la historia de los paisajes y al desarrollo de los modos de vida que definen las condiciones de la adaptación del hombre al medio. La montaña es una constante mediterránea hasta tal punto que, como escribe Deffontaines, el Mediterráneo resulta ser un mar entre montañas antes que un mar entre tierras. El predominio montañoso es bien patente en todos los países ribereños y especialmente en las áreas regionales más próximas al mar como Andalucía. De ahí, en principio, el papel preponderante que la montaña ha tenido, junto a algunas llanuras, en la articulación de las culturas mediterráneas. Resulta casi evidente, por otra parte, que se trata de unas montañas diferentes, con un cierto número de factores más favorables a la ocupación humana que en montañas de latitudes mayores, sin que ello quiera decir que carezcan de los inconve- nientes y limitaciones propios de toda montaña y de algunos específicos. Entre estos factores favorables está sin duda la situación, en una latitud casi subtropical y en las inmediaciones de una masa de agua muy templada, de donde se derivan unas condi- ciones térmicas que permiten entre otras cosas un desarrollo altitudinal específico de la vegetación y de los cultivos. Las actividades agrarias remontan así hasta los 2000 m o más, si las condiciones topográficas y edáficas lo permiten. De donde se deriva, asimismo, el peculiar escalonamiento de los sistemas de aprovechamiento agrario, incluso cuando no existe o escasea la alta montaña. Otro factor favorable, mas decisivo si cabe, es el que estas montañas sean verdade- ros islotes pluviométricos, que concentran la humedad y la redistribuyen a su entorno más o menos inmediato, actuando por tanto como reservorios superficiales y subterrá- neos y, en definitiva, como núcleos hidrográficos. Esto favorece el desarrollo de la vida agraria en las montañas y hace depender de ellas el abastecimiento hídrico de las llanuras periféricas, mucho más condicionadas por esa otra constante mediterránea que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 101 es la sequía estival. Las montañas andaluzas en un medio semiárido, con varios meses asegurados de abrumadora indigencia pluvial, aseguran así el equilibrio vital de llanos y depresiones. Como escribiera P. GEORGE (l985) “al Sur y al Sureste, el paisaje sería el de Libia, si el antepaís marítimo no estuviese revitalizado por el agua acumulada en las montañas”. Las vegas y campiñas andaluzas son obra de los ríos y se mantienen también gracias a las aguas de riego derivadas de los ríos que las sacan de las montañas. Se entiende por tanto que la montaña andaluza no resulte, en principio, tan desfavorable ni tan repulsiva como otras para las actividades agrarias. No obstante, los factores limitantes también están presentes, pero, asimismo, presentan la mayoría de ellos una cierta especificidad. Destaquemos entre ellos los acusados desniveles y las inestables vertientes calcáreas y arcillosas características de un relieve alpino joven como el de las béticas, sin olvidar que en el zócalo mariánico tampoco faltan estos fenómenos al amparo de viejas fracturas y de la erosión diferencial sobre calizas primarias, pizarras, barras cuarcíticas y plutones graníticos. Todo ello favorece una fuerte erosión del suelo, que en las Béticas es de las mayores de la cuenca mediterránea y que acentúa la impresión de relieve discontínuo, de sierras abruptas, encajadas y subdivididas internamente en multitud de afloramientos que parecen “esfumarse a cada paso” (FALLOT, 1942) traduciendo la complejidad estructural. En definitiva, unas condiciones ecológicas sumamente contrastadas tanto en los dominios básicos como dentro de ellos, de donde resulta un espacio muy diferencia- do y parcelado con muy variadas potencialidades agrarias. El Cuadro III pone de mani- fiesto los grandes contrastes en la utilización del suelo que resultan, en principio, de las diferencias de potencial ecológico, aunque no solo de ellas como se verá luego. Llama la atención, ante todo, de nuevo, la considerable extensión de los dominios ecológicos de montaña que reúnen, según esta fuente, el 70% de la superficie productiva de Andalucía, si bien es evidente que una parte de la superficie incorporada para este cálculo debe corresponder al litoral bético en que la montaña cae directamente sobre el mar. Pero más sorprendente aún resulta la extensión cultivada en estos espacios, la mitad exacta del área cultivada de la región, que corresponde casi toda a las Béticas. Se deriva de ello, una radical diferenciación entre estas montañas tradicionalmente de agricultores y Sierra Morena, donde ha predominado históricamente el sistema de la dehesa de mayor voca- ción ganadera y silvícola (RIVERA, 1992). No obstante el aprovechamiento forestal ha tenido y tiene una gran importancia superficial ya que afecta a un tercio de la superficie regional y se concentra lógicamente en estas áreas montañosas.

CUADRO III.I. SUPERFICIE PRODUCTIVA Y CULTIVADA POR CONJUNTOS FISIOGRAFICOS

SUP. PRODUCTIVA (A) SUP. CULTIVADA (B) B/A(%) (HAS.) % (HAS.) %

VALLE GUADALQUIVIR 2.230.000 29,6 1.860.000 50,8 83 C. BETICAS 3.137.000 41,7 1.474.000 40,2 46 SIERRA MORENA 2.150.000 28,6 324.000 8,8 15 TOTAL 7.517.000 100,0 3.658.000 100,0 48

Fuente: Consejería de Agricultura (1996). Elaboración propia.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 102 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

CUADRO III.II DISTRIBUCION DEL ESPACIO RURAL EN ANDALUCIA

000 HAS % SP % ST

SUPERFICIE PRODUCTIVA (SP) 7.517 100,0 86,0 Superficie cultivada 4.162 55,3 48,0 Prados y pastizales 702 9,3 8,0 Forestal 2.658 35,3 30,0 OTRAS SUPERFICIES 1.214 – 14,0 TOTAL (ST) 8.732 – 100,0

Fuente: Junta de Andalucía. I.E.A. Elaboración propia.

2. LA CRISIS DE LOS MODOS DE VIDA TRADICIONALES. DESFASES TEMPORALES Y PERVIVENCIAS

Unas condiciones ecológicas tan diferenciadas, aunque no sean del todo desfavo- rables, son un auténtico reto para la ocupación humana que eventualmente no lo habría afrontado, de no ser por determinados incentivos históricos. La montaña es, en efecto, una variable esencial de la dilatada y compleja historia del mundo mediterrá- neo andaluz. Una historia muy inestable, coherente con una situación de puente y encrucijada entre civilizaciones. Esta inestabilidad no parece, a primera vista, que favorezca la cristalización de unos modos de vida agrarios, sobre todo cuando los equilibrios ecológicos son tan frágiles que cada nuevo terrazgo supone una verdadera conquista, por la sofisticación extrema de las técnicas mediterráneas que se requiere poner en juego –regadío, secano, transhumancia– en medios tan exigentes como estos. Y, sin embargo, las montañas andaluzas consiguieron esta cristalización, aunque no sin numerosos ensayos y hasta fracasos mas o menos generales. No podemos entrar aquí en el análisis de estos modos de vida ni en los factores de su conformación, cuestión, por lo demás, suficientemente tratada ya, desde hace tiempo (BOSQUE, 1968 y 1979; RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1981 y 1989). Lo que sí conviene, en definitiva, dejar claro es que mediante estos modos de vida tradicionales, las montañas andaluzas como la mayoría de las españolas, lograron desarrollar una actividad econó- mica capaz de sustentar una densa población, hasta el punto de constituirse en algunos momentos en verdaderas reservas demográficas y exportadoras de efectivos humanos. El proceso de abandono, aunque tenga significativos precedentes que luego recor- daremos, no se generaliza hasta los años 50 y 60 coincidiendo con la crisis del mundo rural español derivada del proceso de industrialización. Sin embargo, en las áreas montañosas resulta aun más profunda esta quiebra que rompe definitivamente con los equilibrios socioeconómicos que sustentaban los sistemas tradicionales. No se trata ya de una de las tradicionales “expulsiones” de montañeses que eran consustanciales a dichos sistemas, sino de un proceso generalizado que demuestra la incapacidad de las montañas para asimilar un conjunto de cambios rápidos que afectan a la esencia misma de unos sistemas preindustriales, donde la pequeña escala productiva y el autoabastecimiento eran esenciales.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 103

Un problema básico en este sentido pudo ser la acumulación en poco tiempo de hechos de difícil control en una sociedad tan dependiente de la agricultura como era y es la andaluza. En esto reside tal vez, y no en el siempre desfase temporal, la mayor diferencia entre los procesos de abandono de las montañas mediterráneas y centroeuropeas (GABERT, D. y GUICHONET, P., 1965). En efecto, adaptados a las limitaciones del ambiente y relativamente cerrados, los sistemas tradicionales reaccionaban de manera lenta ante las innovaciones o estímulos provenientes del exterior. Si éstos eran escasos o poco dinámicos, la cultura montana acababa por incorporarlos o asimilarlos, lo que no ha sido posible cuando los impactos recibidos desde el exterior han sido múltiples y rápidos. Desde mediados del siglo XX se ha visto, en síntesis, afectado el núcleo mismo del sistema tradicional que era la solidaridad y, en consecuencia, se ha alterado el papel relativo de los espacios rurales y especialmente los de montañas en la econo- mía general Una cascada de procesos encadenados conduce entonces al desmorona- miento de la sociedad tradicional y a la desaparición o la esclerosis de los paisajes. Cuando se analiza la evolución demográfica de las montañas andaluzas en el último siglo y medio, llama la atención, de entrada, el alto nivel poblacional de todas ellas hasta mediados del S. XX. Se podrían diferenciar con matices, que luego indica- remos, dos etapas. Hasta finales del S. XIX (en algunos casos hasta 1930), el creci- miento es generalmente sostenido, aunque tiene las características atribuidas al “ciclo antiguo”, es decir una alta natalidad, correlativa casi siempre con una mortalidad también alta pero que decrece mas rápidamente que aquella. Resulta significativa la “resistencia” mayor de algunas montañas a las últimas grandes epidemias (cólera, tifus, gripe). Todo ello garantiza un crecimiento continuo en la mayoría de los casos que permite, con frecuencia, superar la media española y andaluza. Las crisis montanas de tipo antiguo caracterizadas por “expulsiones” periódicas de los excedentes demo- gráficos que se compensaban rápidamente con el crecimiento vegetativo, no dejan de producirse en la mayoría de los casos acompañando a crisis económicas más o menos generalizadas (minería del plomo y del hierro, filoxera) especialmente entre 1870 y 1920. Las emigraciones de serranos andaluces a América del sur y al Norte de Africa son producto de ello. En todo caso, las salidas son también consecuencia de la alta presión demográfica existente, especialmente en las montañas mas meridionales (entre 40 y 60 h/km2 en las béticas en 1870). Este contexto histórico revela un grado impresionante de adaptación y aprovecha- miento al máximo de los recursos naturales, especialmente en la Andalucía alta, en contraste con el valle bético, donde, a veces el “despilfarro”, producto principalmente de la desequilibrada estructura socioeconómica, era evidente. El censo de 1860 revela que todavía las provincias orientales acumulaban mas población que las occidentales. Es decir exactamente lo contrario que actualmente, lo que traduce el dinamismo de las economías de montaña, máxime teniendo en cuenta que por entonces no había ocurrido aún el auge del litoral surmediterráneo. Como señala García Manrique (1986), esta realidad demográfica era la expresión mas clara de la fuerza que ese contexto histórico alcanzan las pequeñas comunidades rurales, intensamente parceladas, dominadas por un minifundismo exacerbado y conjugado con un enorme esfuerzo humano que aprovecha todas las posibilidades del medio rural tanto en las laderas como en los valles intramontanos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 104 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

A lo largo del S. XX, esta situación va a cambiar de signo, aunque las zonas montañosas continuarán, con altibajos, manteniendo un alto poblamiento, hasta me- diados del siglo, gracias al crecimiento natural que equilibraba las salidas de emigran- tes. Desde entonces, por el contrario, se produce una caída brusca de efectivos que responde al proceso económico antes señalado y las salidas de emigrantes hacia las ciudades y regiones industriales españolas y europeas ya no podrán ser compensadas de la misma forma que antes.

FIGURA 2. DESFASES TEMPORALES DEL MÁXIMO POBLACIONAL

Tardío (1960-1970) Genérico (1940-1960) Temprano (1er tercio S. XX) Anticipado (S. XIX)

La generalidad de las causas explica que los efectos sean similares en todas las montañas andaluzas, aunque no faltan desfases temporales que traducen las particulares circunstancias de la evolución de algunos macizos (figura 2). La ma- yoría de las sierras andaluzas registra así tres cúspides en las curvas evolutivas generalmente centradas en algún momento del S. XIX, en 1930 y, la más común, en 1950 que precede a la crisis rural generalizada. El máximo poblacional en la mayoría de los casos suele corresponder a una de las dos últimas fechas, predomi- nantemente la última, ya que por lo general la etapa autárquica posterior a la guerra civil representó una postrera recuperación de la población adscrita a estas cerradas economías. En las Béticas, sorprende la anticipación de los máximos en algunas áreas internas, como las Alpujarras, donde el crecimiento demográfico al calor de la expansión del viñedo y la minería, determinó una colosal superpoblación, ya a mediados del S. XIX, a la que sucedió una brusca caída de la población de la

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 105 que la mayoría de las comarcas lograron recuperarse, tras una etapa de fuerte emigración. El resto de las comarcas penibéticas tiene un máximo algo posterior, hacia el primer tercio del S. XX, al igual que las comarcas mas occidentales de Sierra Morena. El resto de Sierra Morena, desde Córdoba a Jaén, y las áreas subbéticas y prebéticas retrasan su máximo hasta 1950. Todo lo cual parece indi- car que estas economías montanas del Sur han permanecido activas durante mas tiempo que la mayoría de las montañas españolas, gracias a su crecimiento vegetativo y, en definitiva, al poder autoalimentario de los policultivos tradicionales asocia- dos con la explotación ganadera y forestal.

3. LA SITUACION ACTUAL. AGOTAMIENTO DEMOGRÁFICO, CRÍSIS FUNCIONAL Y DESARROLLO DESIGUAL

En cualquier caso, la situación demográfica que se deriva de los dos últimos censos (1980, 1991) es todo un síntoma de la situación creada tras el éxodo rural de las décadas anteriores. Falta de efectivos, envejecimiento, descenso de la actividad agraria, paro, etc. ponen de manifiesto claramente el agotamiento de la mayoría de las comarcas montañosas, en las que a la emigración ha seguido un decrecimiento natural, perfectamente concretado en los trabajos de CARVAJAL (1976, 1984) y OCAÑA- GARCÍA MANRIQUE-NAVARRO (1998). A la altura del censo de 1991, todas las sierras andaluzas, tanto en el dominio mariánico como en el bético, sin excepción presentaban una dinámica negativa o estancada (figura 3), que llenaba de incertidum- bre cualquier planteamiento de futuro. En efecto, la falta de dinamismo demográfico y el envejecimiento no son mas que indicios de otros desequilibrios de orden social (pérdida de elites, falta de iniciativa, inmovilismo), económico (actividades primarias poco evolucionadas, baja cualificación profesional, decadencia económica, baja renta individual y familiar, etc) y territorial (desequilibrios ambientales). Dicha situación de incertidumbre se agrava aún más si se pone en relación con los contextos adecuados. En primer lugar, con el contexto demográfico andaluz, inclu- so reducido al mundo rural. En efecto, aunque toda Andalucía ha conocido los efectos del éxodo rural, no toda ella los ha padecido de la misma manera ni siquiera todo el medio rural, muy contrastado, como hemos dicho, por los diversos potenciales ecológicos pero también por el diverso grado de urbanización y de diversificación económica. La figura 3 ilustra, de algún modo, la situación demográfica de la montaña, que acumula todos los hechos negativos, por oposición al Valle del Guadalquivir y el litoral, mas urbanizados, mas diversificados económicamente y dotados de actividades agrícolas de vanguardia. La crisis demográfica no es, por tanto, una crisis generalizada en Andalucía, que cuenta con una importante población joven, superior a la media espa- ñola, siendo el empobrecimiento demográfico casi exclusivo de sus montañas y áreas deprimidas orientales. Por tanto, el problema del desarrollo desigual concierne, ante todo, al espacio montano, es decir nada menos que dos tercios del territorio andaluz. Es evidente que hay también diferencias económicas y sociales entre las montañas, pero son

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 106 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

FIGURA 3. DINÁMICA DEMOGRÁFICA (1981-1991)

Negativa Estancada Positiva

FIGURA 4. DINÁMICA DEMOGRÁFICA RECIENTE (1991-1996)

Negativa Estancada Positiva

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 107 de menor calibre que las señaladas. Por ejemplo, en Sierra Morena, el grado de urbanización de algunas cabeceras comarcales, situadas en realidad en zonas lla- nas o de valle, y algunos potenciales endógenos, explican determinados matices en las trayectorias demográficas y en las actividades económicas comarcales, en Jaén, Córdoba, Sevilla o Huelva. Pero en todo caso, el crecimiento vegetativo es insufi- ciente ya para contrarrestar la emigración que continúa, lenta pero imparablemente. La dependencia agraria es también generalizada, lo mismo que las altas tasas de paro y de eventualidad en el trabajo. Otro hecho comprometedor es el bajo nivel de instrucción que se acusa por doquier, en relación con la escasez de jóvenes y el predominio de viejos, pero también con algunas carencias estructurales, sobre todo allí donde el poblamiento está mas atomizado, como en algunos sectores onubenses. Y otro tanto ocurre en las Béticas, donde la dependencia agrícola es más signifi- cativa y los contrastes son muy fuertes entre los sectores internos o penibéticos, donde la ruina de los policultivos tradicionales es casi total, y los sectores subéticos en que, tras una profunda caída, parece renacer la actividad olivarera pero en detrimento de la diversificación. El otro contexto que conviene traer a colación para entender correctamente la cuestión del desarrollo actual y futuro de las áreas montañosas de Andalucía es el de la evolución del propio sector agrario regional, que es una referencia insalvable. El sector agrario, en todas sus facetas, ha sufrido, en efecto, profundos cambios en el último cuarto de siglo, impuestos en buena medida por su creciente articulación hacia el exterior que ha endurecido la competencia por los mercados exigiendo a los productores una eficiencia cada vez mayor. Estos cambios pueden representarse, económicamente, en tres hechos. Primero, en la fuerte pérdida de peso de la agricul- tura en la estructura productiva andaluza, que ha pasado de generar el 13,1% del valor añadido de la economía regional en 1985, al 9,8 en 1995. Sin embargo, la función de Andalucía como proveedora de productos agrarios hacia el exterior se ha reforzado ya que su participación en el valor de la agricultura española ha crecido, en el mismo intervalo temporal del 23 al 28%. Con la particularidad de que, como señala DELGADO CABEZA (1999), ante el estancamiento o regresión de otras actividades hoy resalta mas todavía que antes que el papel asignado al territorio andaluz, en el marco de una economía globalizada, es el de abastecer de productos agrarios a los mercados exteriores. Este hecho no es trivial para nuestro propósito ya que nos indica claramente que las áreas montañosas, con obstáculos insalvables ante la competencia por los mercados, cada vez tendrán mas dificultades de integración en el sistema productivo. Segundo, la creciente polarización productiva que se mani- fiesta en torno a tres tipos de cultivo: frutas-hortalizas, flores y olivar. Hace veinte años la diversificación era mucho mayor, ya que los cereales y los cultivos industria- les, por ejemplo, representaban por sí solos mas de un tercio de la producción final agraria (ahora el 15%). Así los tres cultivos indicados suponen en 1996, mas de las tres cuartas partes (77,6%) del valor de la producción final. En sólo un 11,3 de la superficie cultivada, dedicada a frutas, hortalizas y flores se genera mas de la mitad del valor de la producción, lo que es ilustrativo de la polarización existente. El

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 108 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ olivar, un cultivo de gran transcendencia social y económica en gran parte de la montaña media andaluza, ha tenido una trayectoria irregular en las dos últimas décadas, claramente a la baja hasta 1987 (en que cae del 19,7 al 14% del valor de la Producción Final Agraria) y con un crecimiento espectacular en los últimos años (23,7% de la P.F.A. en 1996). Tercero, el descenso en las tasas de crecimiento del valor añadido agrario, que en los años 91-95 llegaron a ser negativas, se ha visto compensado en los ingresos agrarios por el aumento de las subvenciones, que han pasado del 6,8% del valor añadido de 1986 a un 27,5% en 1995. Esto ha permitido que, a pesar del descenso del valor añadido en este período (un 27,8%), la renta agraria solo haya descendido un 2,7% (DELGADO, 1999, p. 193). Todo ello significa, por otra parte, que hemos asistido desde finales de los 80 y sobre todo desde principios de los 90, al tránsito del productivismo a una agricultura asistida, como casi toda la agricultura española en estos momentos. Es evidente la incidencia de todo ello en la dinámica poblacional reciente y, por añadidura, en los modelos de desarrollo y de ordenación del territorio. A partir del análisis del intercensal 1980-1991 hemos podido comprobar ya que aproximadamente el 80% del territorio andaluz perdía población (figura 3). En el período más reciente 1991-1996, el padrón nos confirma que más de la mitad de la región sigue despoblándose (figura 4). Los cambios observados se refieren, por tanto, a solo una parte del espacio rural de montaña y cabe relacio- narlos, en principio, con varios factores. En primer lugar, con el renacimiento del olivar, espoleado por las subvenciones comunitarias, que se acusa principalmente en las comarcas jienenses (tanto subbéticas como mariánicas), las campiñas altas cordobesas y las subbéticas de Málaga, Cádiz y Sevilla. Otro factor es el creci- miento, levemente positivo, de algunas cabeceras comarcales a caballo entre la montaña y el valle, casos de Andujar (Sierra Morena de Jaén) o Constantina y Cazalla (Sevilla), Antequera (Málaga) o Morón (Sevilla), que a veces se asocian con algunas experiencias de desarrollo endógeno (por ejemplo Ubrique en la Sie- rra de Cádiz), neoruralismo y un cierto cambio en las actividades dominantes, en el mismo sentido apuntado por el censo de 1991, es decir, un marcado retroceso de la agricultura a favor de los servicios, un hecho insólito en las estadísticas, de tan solo diez años antes que no cabe relacionar, en principio, sino con la incapacidad productiva de una población envejecida y el fenómeno de subsidio de paro (figura 5). Los datos conocidos, a este nivel de desagregación municipal, sobre la Renta Familiar disponible, en 1992 (figura 6) son sintéticamente indicativos de la marginación económica de las comarcas de montaña, “el espacio rural profundo”, con ingresos inferiores a la media andaluza que es, junto a la pobreza urbana, responsable del bajo nivel de la renta regional. En cualquier caso los leves cambios observados en la tendencia, a partir del padrón de 1996, habrá que confirmarlos con el próximo censo, ya a principios del S. XXI, que permitirán calibrar también con precisión los efectos de las nuevas acciones del desarrollo rural emprendidos en los 90, que, como vamos a ver, han tenido como escenario principal las áreas de montaña.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 109

FIGURA 5. ACTIVIDAD DOMINANTE (1991)

Agricultura Industria Servicios

FIGURA 6. RENTA FAMILIAR DISPONIBLE P.C. 1992 (por comarcas agrarias)

< 500.000 ptas. De 500 a 800.000 ptas. > 800.000 ptas.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 110 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

4. ¿DESARROLLO RURAL SOSTENIBLE EN LA MONTAÑA ANDALUZA?

Los cambios que hemos observado ya en la orientación productiva de la agricul- tura andaluza, no son mas que un reflejo de la inserción creciente de la misma en los esquemas de la globalización económica, cuyos efectos negativos sobre amplios secto- res del territorio, determinaron también el cambio de orientación de las políticas europeas tanto regionales (reforma de los fondos estructurales, 1988) como agrarias y ambientales (reformas de la PAC desde, 1992, Agenda 2000, Programas Ambientales). Desde el inicio de los 90, en efecto, una serie de acciones e iniciativas nuevas, de política agraria sobre todo, abren en Andalucía, una nueva ilusión o esperanza de desarrollo a escala local o comarcal, amparada en la nueva “filosofía” del desarrollo rural. De acuerdo con la evolución registrada en las ideas y las prácticas (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1998, 1999) parece que no debería confundirse desarrollo rural con cualquier tipo de crecimiento en el medio rural, entre otras razones porque no todo tipo de desarrollo puede atribuirse connotaciones hoy consideradas básicas, como integrado o sostenible que responden a un contexto nuevo “ruralista” bien distinto al productivismo de décadas anteriores. Este enfoque ruralista considera que el desarro- llo rural en zonas de montaña o fuertemente deprimidas, condicionado fuertemente por factores naturales e históricos, no puede basarse ya solo ni principalmente en la agricultura sino en el conjunto de recursos potenciales existentes a escala local cuya movilización puede ir en paralelo al desarrollo de la conciencia ecológica y las nuevas y amplias demandas de naturaleza y ocio de una sociedad urbana avanzada (MULE- RO, 1995). En cualquier caso, parece evidente que todo ello, conjugado con la cre- ciente globalización de mercados y la dependencia externa creciente de la agricultura andaluza, implica no solo un cambio de la estrategia productiva de las áreas rurales sino una reconsideración del papel de la agricultura en todas pero especialmente en algunas de ellas. En este sentido, debería distinguirse, como hace J. CALATRAVA (1995), al menos entre los “sistemas agrarios modernos”, resultantes básicamente del proceso dualista de desarrollo iniciado en los años sesenta, y los “sistemas tradiciona- les” que no pudieron modernizarse ya sea por factores de tipo físico (pendiente, erosión, aridez, etc.) ya sea por factores relacionados con la estructura de las explota- ciones o por ambos a la vez. La cuestión es que en los primeros, aunque sujetos a la continua adaptación y polarización que hemos comentado, descansa el peso y el por- venir de la agricultura, en tanto que en los segundos reside la clave de las desigualda- des y desequilibrios y, en definitiva, del desarrollo rural en sentido restrigido, ya que estas áreas son como hemos visto, las más extensas y problemáticas.

4.1. La evolución de las políticas

De lo dicho puede inferirse que, en rigor, no debería hablarse de desarrollo rural en Andalucía antes de 1988 o 1989, aunque antes hubieran tenido lugar experiencias políticas orientadas, más o menos, hacia el mismo fin. Quizá no sea ocioso recordar,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 111 brevemente, ahora en el plano de las políticas, la singularidad del proceso de moder- nización agraria andaluz que arranca del período de crecimiento industrial de los 60. Conviene insistir, en este sentido, en que tal modernización surge en Andalucía del encarecimiento y no de la escasez de mano de obra (OCAÑA, 1996). Así de un subempleo crónico en el medio rural se pasó a un excedente de población activa agraria que es la fuente principal del éxodo rural andaluz hasta 1975, solo en parte asumido dentro de la propia región por las ciudades. La modernización agraria que desemboca finalmente en la situación descrita en el epígrafe anterior de este trabajo, tuvo como principal efecto, además de un aumento de la producción y la productivi- dad (paralela a la disminución de activos) una caída del empleo agrario, más aguda incluso que el éxodo rural. La recién nacida Comunidad autónoma andaluza se encon- tró, en consecuencia, como problema mas grave del medio rural, el desempleo. La forma de abordarlo, apenas asumidas las competencias agrarias fue, en principio, la Ley de Reforma Agraria de 1984 que, con el problema del empleo delante, apostó anacrónicamente por un productivismo a ultranza, por una intensificación y una mayor producción, aún a costa de la rentabilidad. Es decir, todo lo contrario, que la tendencia de la C.E.E. en esos momentos en los que se habían emprendido ya las negociaciones que culminarían con el ingreso de 1986. No parece apropiado en este trabajo profun- dizar en otras circunstancias en relación con esta Ley cuya base ideológica de reparto pervivía en esas fechas, aunque hoy nos parezca imposible, en la sociedad andaluza (GÓMEZ MORENO, 1993, RAMOS-ROMERO, 1994). En definitiva, tuvo escasos efectos y, menos aún en áreas de montaña, donde los “latifundios de sierra” en manos privadas, especialmente abundantes en Sierra Morena (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1987) quedaron intactos, así como los incorporados tras las transferencias del ICONA al IRYDA que incrementaron el patrimonio público de la Junta de Andalucía, hasta 1989, en unas 150.000 Has. En definitiva, el Plan de Empleo Rural (P.E.R.) concebido como un sistema de protección social excepcional, contribuyó no solo a vaciar de contenido la reforma agraria, paralizada de hecho en 1989, sino que tuvo un efecto inmediato sobre el problema social del paro. De hecho su continuidad en el tiempo, ha sido un factor de estabilidad social en todo el medio rural, manteniendo en las zonas de montaña un buen número de activos nominales. Más interés para las zonas montañosas pudo haber tenido La Ley de Agricultura de Montaña de 1982, una ley conceptualmente más avanzada que propugnaba la inte- gración de rentas y la pluriactividad como salidas a la crítica situación ya conocida. Sin embargo, tardó mucho más de lo conveniente en desarrollarse y tras las delimita- ciones de 1985 y 1987 (Zonas de Agricultura de Montaña o ZAM) fue rebasada por los nuevos contextos políticos, aunque esta ley estatal nunca fue asumida plenamente por la Conserjería de Agricultura. Mediante los criterios combinados de esta ley se consideraron ZAM, el 43% de los municipios andaluces, (327) con una superficie total de 3.301.640 has. (38% de la superficie regional y 17% de las ZAM españolas) cuya estructura socioeconómica es la que refleja el cuadro IV, que es indicativo, una vez más, de la importancia y la peculiaridad de hecho montano andaluz (especialmen- te en lo relativo a superficie labrada, pastizales y empleo)

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Agotado el contexto productivista que encarnaba la reforma agraria, la política agroambiental se orienta, desde principios de los noventa por la via del “ecodesarrollo”, que es la filosofía que inspira el Plan Forestal (1991) que no solo pretendía reforestar una amplia superficie sino crear empleo estable mediante ello y la aplicación de unas ideas sobre el uso múltiple de los espacios forestales, cada más demandados para usos nuevos en relación con el ocio, la recreación y determinadas modalidades turísticas, como la cinegética que había cobrado notable impulso desde la Ley de caza especial- mente en Sierra Morena (LOPEZ ONTIVEROS, 1981; LÓPEZ ONTIVEROS y VA- LLE BUENESTADO (1988); MULERO MENDIGORRI, 1994 y 1995). Esta vía de plan forestal culminó en la Ley 2/92 forestal de Andalucía cuyo objetivo es la gestión integrada y la restauración y repoblación forestal de públicos (2,1 millones de hectáreas, ubicadas, casi totalmente en áreas montañosas, en 60 años, 0,4 millones de nuevas repoblaciones). El desarrollo de esta ley se ha visto comprometido en los años 90 por las catástrofes naturales (sequía), los incendios forestales y, sobre todo, por la falta de medios técnicos y financieros suficientes. De ahí que el viejo senti- miento de “expropiación”, nacido de la política forestal de franquismo, se pueda encontrar vivo todavía en muchos municipios serranos donde crece la contestación por la gestión excesivamente centralizada de sus antiguos montes de propios y comunes.

CUADRO IV. ESTRUCTURAS SOCIOECONÓMICAS DE LAS ZONAS DE MONTAÑA ANDALUZAS Y ESPAÑOLAS.

Trabajadores Comunidades SAU UGM Superficie Prados Total pers. T. Autónomas (miles /has) (miles) labrada (miles/has) empleados Completo*

Andalucía 1.367,5 256 1.069,9 300,6 161.417 39.910 Aragón 479,3 136,6 293,0 186,3 27.069 8.770 Asturias 313,5 295,3 24,2 289,3 60.963 27.795 Baleares 26,6 8,1 26,6 0,4 5.779 784 Canarias 72,0 41,4 56,4 15,6 66.685 17.548 Cantabria 130,2 176,4 4,0 125,3 19.959 9.847 Castilla- La Mancha 760,0 182,7 627,2 123,7 57.258 11.141 Castilla- León 1.391,4 552,5 581,3 810,1 114.139 39.347 Cataluña 317,4 124,4 169,8 147,6 19.956 8.186 Extremadura 184,5 63,9 66,6 117,9 21.531 6.078 Galicia 228,7 264,7 103,2 125,5 99.455 54.437 Madrid 72,0 44,4 14,3 58,1 7.786 1.760 Murcia 81,1 12,7 79,6 1,5 4.974 1.032 Navarra 204,9 84,1 57,3 147,6 12.806 4.498 La Rioja 46,8 34,2 17,2 29,6 5.633 1.841 Valencia 133,2 25,3 103,7 29,5 31.592 7.617 País Vasco 136,5 162,8 40,3 96,2 32.082 9.476 Total Nacional 5.945 2.465,3 3.332,4 2.604,8 749.085 251.067

* Igual o mayor al 50% su tiempo total. Fuente: MAPA, 1987 (modificado).

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Paralelamente y obedeciendo, en principio, a similar concepto, desde 1989 (Ley andaluza de Inventario de espacios naturales 2/89) se declara protegido, mas del 18% del territorio andaluz, la mayor parte mediante la figura de parque natural, creándose un total de 22 parques (en 1999 se añade el número 23 en las sierras granadinas- malagueñas de Tejeda-Almijara-Alhama), con una superficie total de 1,6 millones de hectareas, la mayor parte en áreas montañosas. Esta ley, que desarrolla la estatal del mismo año (ley de Conservación de la flora y la fauna silvestres) podría haber tenido un especial significado para el desarrollo rural que constituye en ella un objetivo mucho más explícito que en la ley forestal. En efecto, la conservación se considera inseparable de una correcta asignación de usos compatibles con el desarrollo rural. No se puede decir que dicho objetivo se haya cumplido. Más bien tras el tiempo transcu- rrido lo que se observa es la pervivencia del viejo conflicto conservación-desarrollo a nivel institucional lo que impide una adecuada gestión y está originando muchas tensiones con los municipios y los empresarios locales. A la escasa dotación económi- ca con que ha contado el desarrollo de la Ley, se añaden otros hechos, igualmente expresivos de la praxis con que se está aplicando. Ante todo, los pilares de la misma eran tres planes, dos más orientados en el plano ambiental y territorial (Plan de Ordenación y Recurso Naturales –PORN– y Plan Rector de Uso y Gestión –PRUG) y un tercero, de enfoque más económico (Plan de Desarrollo integral –PDI). La tardía aprobación de los dos primeros en la mayoría de los parques se vio frenada, además, en su aplicación, por la falta de financiación adecuada y la precaria atención que, como consecuencia de ello, se prestó al uso público que es un factor decisivo en la gestión de cualquier espacio protegido, máxime si como es el caso, hay una tradición de uso que se ha visto limitada muchas veces más allá de lo razonable. Las pocas acciones llevadas a cabo han tenido un carácter excesivamente centralizado, poco planificado y puntual, de modo que casi siempre han sido efectuadas ignorando las demandas locales, lo que es fuente de tensiones y frustraciones diversas. Tal vez el efecto principal de la creación de una tan amplia red de parques haya sido el efecto demostrativo que ha espoleado la demanda de uso de los mismos. Por eso es urgente una planificación urgente del uso público en la que intervengan no solo unas Juntas Rectoras mediatizadas, sino todos los ayuntamientos y agentes locales implicados. De lo contrario no solo no se generará desarrollo rural sostenible sino que los impactos sobre el medio se harán más graves. Por otra parte la no realización hasta el momento de los PDI –ahora denominados de Desarrollo Sostenible– es aún más lamentable y habla mucho de la incapacidad de las gerencias de promoción –apenas desarrolladas– para impulsar la tan necesaria coordinación administrativa siquiera en el nivel autonómico. El no nato PMA (Plan de Medio Ambiente), aprobado inicial- mente en 1995, asumía alguna de estas cuestiones a través de algunos órganos nuevos de coordinación, pero parece haber entrado en vía muerta, con lo que los problemas, de competencias y de descoordinación están a la orden del día. Un ejemplo de ello ha sido la laboriosa gestación del Parque Nacional de Sierra Nevada, que pervive junto al Parque Natural (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ y ARIAS ABELLÁN, 1996). Todo ello pone de manifiesto, por otro lado, la inconveniencia de la paralización del Plan de Desarrollo Rural de Andalucía (1993) tras la elaboración de un excelente

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 114 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ diagnóstico básico que trataba de situar definitivamente el mundo rural andaluz en un contexto ruralista, presidido por las ideas de integración y sostenibilidad, sin perder de vista los niveles del problema rural y las diferentes DAFO comarcales. De todos modos las nuevas circunstancias de las políticas agrarias y ambientales europeas exi- girían una revisión profunda de los objetivos y estrategias formuladas a principios de los 90, apenas iniciada, en 1992, la que se llamó nueva PAC, que ha sufrido notables modificaciones posteriores que culminan en los documentos de la Agenda 2000. En consecuencia, la mayoría de los procesos de desarrollo rural en las montañas andaluzas han surgido y se están desenvolviendo de manera bastante insatisfactoria, aunque el discurso triunfalista de sus promotores y gestores diga lo contrario. La aplicación de medidas estructurales, en primer lugar, de las que apenas se realiza seguimiento alguno en la perspectiva del desarrollo rural, es una prueba de ello, independientemente de los problemas que plantea su aplicación. La indemnización compensatoria de montaña es por otra parte, un ejemplo consu- mado de la inadaptación de algunas políticas europeas al marco estructural de la montaña mediterránea, lo que explica el escaso recurso a las mismas (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, y GARCÍA MARTÍNEZ, 1996). Y otro tanto ocurre con algunas políti- cas agroambientales cuya aplicación resulta casi imposible en ecosistemas tan peculia- res como las dehesas de Sierra Morena (AVILÉS BENÍTEZ, 1995). No obstante, la experiencia de mayor envergadura en lo que se refiere al desarro- llo rural de la montaña andaluza se relaciona con las iniciativas comunitarias, Leader y Proder, especialmente la primera a la que dedicamos una atención especial en el apartado siguiente. Pero, en definitiva, la impresión global es que, a falta de verdadera planificación y, sobre todo de verdadera gestión coordinada del territorio, todo se va reduciendo a intentos puntuales de resistencia frente a la marginación socioeconómica y a los riesgos ambientales derivados del abandono. O bien procesos mas generales y, con frecuencia, orientados por una demanda exterior a lo que responde una parte mas menos grande de la población, propiciando la correspondiente oferta con la ayuda en muchos casos de capital e iniciativas externas. No se trata solo de enjuiciar el grado de autocontrol o expontaneidad de los procesos de desarrollo rural en su fase inicial, sino de considerar que, en algún momento, dichos procesos tendrían que ser asumidos plenamente por la población local tratando de adecuar su naturaleza y dimensiones a las necesidades y objetivos de las comunidades, con las necesarias cautelas institucionales. Esto supone de nuevo la planificación y la gestión participada del espacio, aunque en el marco neoliberal imperante, esto no permita ir mas allá de asegurar la sustentabilidad de los procesos y el bienestar social (CALATRAVA, 1995) Por último, el espacio rural profundo, la montaña andaluza, sigue siendo un subproducto de los grandes planes estratégicos estatales y regionales de Obras Públi- cas e infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, comunicaciones, hidrológico…) que contemplan a las montañas como territorios mostrencos sin apenas necesidades espe- cíficas, salvo las de conservación o defensa del patrimonio natural (ni siquiera todo el patrimonio rural), a pesar de que suministran gratuitamente una serie de recursos a otras áreas y en general a los “urbanitas”. Otras políticas (sanidad, educación, servi- cios asistenciales) se mueven también por criterios similares, de “eficiencia”, con lo que se favorecen los procesos de abandono.

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4.2. Las iniciativas comunitarias y el desarrollo rural sotenible de las montañas andaluzas

Como final vamos a intentar una mayor concreción valorativa de las experiencias de desarrollo rural mas consolidadas en las montañas andaluzas, es decir las derivadas de las Iniciativas Comunitarias, Leader I y II, ya que el Proder, además de tener una vigencia más corta apenas afecta a zonas montanas profundas (figura 7). No se trata de trazar un balance exhaustivo que en lo posible ha sido ya anticipado en algunos casos (por ej. RUIZ AVILÉS y ULECIA, 1995) y que nosotros hemos emprendido con carácter mas general en un proyecto financiado por la CICYT, sino de una aproxi- mación en la línea apuntada de calibrar algo más las acciones realizadas en la perspec- tiva de la sostenibilidad. Para ello nos basaremos en esta ocasión en la experiencia de trabajo en algunas zonas, principalmente béticas, utilizando como apoyo otros trabajos (RIVERA MATEOS, 1993; ACOSTA, 1995; CASA DE VELÁZQUEZ, 1986). A la vista de los datos realizados al cierre del Leader I (cuadros V.I y V.II) destacan varios hechos. Primero, la cuantía de la inversión total, casi quince mil millones, que duplican lo previsto y que, sin duda han roto en gran medida con la frustración en la que estaban sumidas la mayoría de estas comarcas a principios de los noventa. Se ha podido derivar de ello, por tanto, una nueva dinámica de crecimiento económico, aunque no tenga un carácter homogéneo. Al respecto es significativo que solo seis comarcas (o grupos locales) concentren la mayor parte de la inversión y los proyectos, en tanto que otros cuatro apenas reciben el 15% del total, lo que traduce

FIGURA 7. LEADER Y PRODER (1996)

Proder Leader II

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CUADRO V.I. LEADER I: INVERSIONES POR MEDIDAS (1994)

INVERSIÓN (miles de pesetas) MEDIDAS PREVISTA (P) COMPROMETIDA (C) % C/P

1. Apoyo técnico 338.810 370.222 109 2. Formación y empleo 320.840 677.728 211 3. Turismo rural 4.370.730 7.402.613 169 4. Pymes, artesanía y servicios locales 1.122.550 1.624.328 145 5. Valorización y comercialización de productos agrarios 1.459.770 3.894.818 267 6. Otras medidas 77.610 71.376 92 7. Ceder 421.720 461.481 109 TOTAL 8.112.130 14.502.566 179

Fuente: Consejería de Agricultura

CUADRO V.II. LEADER I: INVERSIONES EN ANDALUCÍA POR ÁREAS

COMARCAS INVERSIÓN (miles de pesetas)

SIERRA SUR 2.095.861 LA ALPUJARRA 1.912.011 RIOTINTO 469.528 COMARCA DE LA LOMA 884.344 SERRANÍA DE RONDA 1.671.359 AXARQUÍA INTERIOR 1.332.439 SIERRAS SUBBÉTICAS 2.206.743 SIERRA NORTE 1.528.628 SIERRA DE CÁDIZ 2.370.271

Fuente: Consejería de Agricultura claramente las diferencias entre las zonas relacionadas tanto con su situación previa como con otros factores. Así en la Alpujarra se contaba con un Plan previo de desarro- llo comarcal que había detectado, tanto las principales potencialidades, como agentes de desarrollo y algunos factores de bloqueo (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ y ARIAS ABELLÁN, 1996). Por lo que se refiere a acciones o medidas, el Leader I estuvo dominado en Andalucía, como en casi todas partes, por las inversiones y proyectos turísticos. En otros trabajos, incluidos en la bibliografia, hemos puesto en entredicho

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 117 algunas de las inversiones efectuadas en equipamientos y hostelería, así como el déficit de oferta complementaria, la ausencia de modalidades como el agroturismo y, sobre todo, la extensión del modelo monoactivo con la anulación casi absoluta de la actividad agrícola y ganadera. Por lo que se refiere al Leader II (Cuadros VI.I y VI.II), para el que contamos con menos perspectiva temporal aún, todo parece indicar que se ha intentado reconducir algunos problemas anteriores. Ante todo la experiencia se amplia a 22 grupos con una inversión ceracana los veinte mil millones, más todavía si se tienen en cuenta algunas áreas afectadas por el PRODER. Se nota, por otro lado, una mayor voluntad de diversificación tratando de evitar que un turismo desproporcionado siga suplantando a otras actividades, en especial las agrarias; objetivo plausible, aunque difícil entre otras razones porque la experiencia arrastra inercialmente y por la dudas existentes sobre el efecto que la disminución del turismo puede tener en unas economías tan necesitadas de demanda. De ahí el mayor relieve que han adquirido las medidas de valorización y comercialización agraria, así como las de apoyo a las pequeñas y medianas empresas de los sectores artesanales y servicios. La generalización, por otra parte, de la iniciativa a casi todas las áreas montaño- sas y de depresión rural profunda está contribuyendo a una dinámica más homogénea que se enriquece de la experiencia ya adquirida ante similares problemas sin que por ello se deje de atender a las circunstancias internas de cada comarca. Persisten, sin embargo, inercias funcionales que dificultan la integración de esfuerzos, la coordina- ción administrativa y la incorporación de los pocos jóvenes con voluntad de vincularse permanentemente al porvenir de sus comunidades. En conclusión, no se puede dudar que estas iniciativas han introducido una diná- mica económica nueva en la mayoría de las zonas montañosas. Pero tampoco hay duda que los Leader no fueron concebidos como meros programas de inversiones y, por tanto, no se deberían evaluar en términos de ejecución del presupuesto. Es ya casi obvio que el desarrollo rural no es concebible solo como incremento de la riqueza sino mas bien como crecimiento en calidad de vida lo que exige que la experiencia sea local, endógena e integrada. En este sentido persisten muchas opacidades y tareas pendientes que hacen, junto a otros factores, que se pueda dudar de la sostenibilidad de muchas de las acciones emprendidas sin un mayor esfuerzo para recuperar en lo posible los agrosistemas mediterráneos. Estos definen lo esencial de la identidad cul- tural y son por ello el auténtico nudo gordiano del desarrollo rural integrado, cuya resolución requiere aunar esfuerzos internos, más cooperación institucional y más coordinación administrativa. Insistimos en que resulta nefasta, desde esta perspectiva del desarrollo rural, la pervivencia a nivel institucional del viejo conflicto entre con- servación y desarrollo que se palpa a cada momento en las comunidades rurales donde no se acaba de entender el trasfondo de muchos problemas, de tantas inacciones y retrasos, de tanta descoordinación entre responsables de medio ambiente, agricultura, cultura, obras públicas etc. Clamorosa en este sentido es la fricción constante entre la administración de los parques naturales y los municipios integrados en ellos o colin- dantes que está propiciando la incredulidad absoluta en los principios del uso-conser- vación. Por ello, en general, se advierte que la administración regional, que impulsó el

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 118 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

CUADRO VI.I. LEADER II: INVERSIONES POR MEDIDAS (JUNIO DE 1998).

MEDIDA Presupuesto comprometido (miles de pesetas)

– APOYO TÉCNICO AL DESARROLLO RURAL 896,51 – Formación Profesional y ayudas a la contratación 165,39 – Turismo rural 6.925,17 – Pequeñas empresas, artesanía y servicios 4.755,15 – Valoración y comercialización de la produccción agraria 5.250,49 – Conservación y mejora del medio ambiente y del entorno 1.114,77 TOTAL 19.107,48

Fuente: Consejería de Agricultura

CUADRO VI.II. LEADER II: INVERSIÓN EN ANDALUCÍA (JUNIO 1998) POR PROVINCIAS Y GRUPOS

PROVINCIA GRUPO TOTAL

ALMERÍA LOS VÉLEZ 734.923.997 ALPUJARRAS 656.357.714 TOTAL 1.300.281.711 CÁDIZ ALCORNOCALES 650.344.086 SIERRA DE CÁDIZ 1.443.843.375 TOTAL 2.094.187.461 CÓRDOBA GUADIATO 2000 170.896.097 LOS PEDROCHES 382.674.085 SIERRA MORENA CORDOBESA 1.206.648.167 TOTAL 1.760.218.349 GRANADA PONIENTE GRANADINO 750.718.759 NORESTE DE GRANADA 1.205.160.227 GUADIX 1.153.371.163 TOTAL 3.109.250.149 HUELVA ADRAO 899.564.756 487.780.709 ARACENA Y PICOS DE AROCHE 1.602.281.084 TOTAL 2.989.626.549 JAÉN SIERRA MÁGINA 757.198.757 EL CONDADO 705.074.378 CEDER SIERRA SEGURA 776.128.024 TOTAL 2.238.401.159 MÁLAGA SIERRA DE LAS NIEVES 1.307.512.882 AXARQUÍA 818.153.100 RONDA 920.510.672 TOTAL 3.046.176.654 SEVILLA CORREDOR DE LA PLATA 543.901.708 ECODESARROLLO 719.325.202 ESTEPA SIERRA SUR 1.306.179.249 TOTAL 2.569.406.159 TOTALES 19.107.548.191

Fuente: Consejería de Agricultura.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 DESARROLLO RURAL EN LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. UN ANÁLISIS… 119 proceso al comienzo, no parece seguir desplegando el mismo interés en procurar una mayor y mejor coordinación con los entes locales. Se echa en falta, en consecuencia, una política agraria regional susceptible de entender las comarcas o / y las mancomunidades como entidades capaces de gestionar integradamente su propio territorio, sin interferencias estériles de los niveles adminis- trativos superiores que debieran ser ágiles canales de comunicación en todos los sen- tidos. Se incrementaría así la eficacia y se garantizaría sin duda en mejores condicio- nes la sostenibilidad, al tiempo que se harían más patentes las insuficiencias de las políticas de estructuras y se reconocerían mejor las lagunas de las políticas europeas derivadas del desconocimiento de la especificidad de los agrosistemas montanos me- diterráneos de Andalucía. En definitiva, una nueva política de gestión del territorio, capaz de asumir comprometidamente todo lo que implica la sostenibilidad. Pero, pese a todo, hasta el momento la iniciativa Leader ha servido para mejorar sobre todo la articulación social de las comarcas de montaña y su tejido empresarial y sociocultural. Sin duda se puede y se debe avanzar todavía mucho en estos y otros aspectos pero se ha creado o recreado una importante conciencia comarcal. Ninguna otra política ha avanzado mas en este asspecto esencial y ello permite albergar muchas esperenzas ya que las propias comarcas pueden ya articular muchos intereses y exigir con mayor fuerza que antes el desarrollo de estrategias públicas y privadas coordinadas y proporcionales a su significado socioterritorial. No olvidemos que la dinámica propi- ciada ha servido también para diagnosticar factores de bloqueo o nuevos problemas cuya resolución sobrepasa el marco local o comarcal (carreteras, comunicaciones, abasteci- mientos, servicios comunitarios…) y que podrían exigir un cambio en el planteamiento futuro del desarrollo de algunas áreas por la via de programas integrados de desarrollo (que afectan a varias administraciones) o programas operativos dentro de los planes de desarrollo regional. No obstante tal vez por inercia o por el desconocimiento y la centralización de estos otros procedimientos, tanto los entes municipales como la pobla- ción siguen anclados en la via experimentada y reivindican una nueva reformulación de las iniciativas comunitarias. La cuestión es si con los cambios en marcha dentro de la Unión europea esta via podrá mantenerse y durante cuanto tiempo.

BIBLIOGRAFIA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 97-121 ñlkasdfjñlaksf EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 123

EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS. OBSERVACIONES DE GEOGRAFÍA COMPARADA SOBRE LAS POSIBILIDADES DE REGULACIÓN Y TRASVASE DE RECURSOS HÍDRICOS

JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 123-141].

PALABRAS CLAVE: Guadalquivir, Sur, precipitación anual, variabilidad, agua, Análisis Regional. KEY WORDS: Guadalquivir, South, annual rainfalls, variability, waters balances, Regional Analysis. MOTS CLEFS: Guadalquivir, Sud, précipitation annuelle, variabilité, ressources d’eau, Analyse régionale.

RESUMEN

Andalucía posee dos vertientes hidrográficas con precipitaciones anuales dispares: medias en el Guadalquivir y bajas en la región pluviométrica del Sur. La variabilidad anual, sin embar- go, es tan sobresaliente como generalizada a todo el mediodía ibérico. Existen extremos muy distantes y una alta frecuencia de valores inferiores a la media. Los últimos, en especial, propician la regulación temporal o de cuenca, y la espacial o entre cuencas. Las dificultades que ambas soluciones a los requerimientos de agua encuentran, obligan a la ordenación del consumo mediante una planificación previa de la demanda.

SUMMARY

Andalucía has two hydrographical versants with different annual rainfalls: the Guadalquivir area presents a normal rate, whereas the South pluviometric region a poor one. This annual variability is the most outstanding peculiarity, and at the same time a common characteristic to the South Iberian Peninsula. There exits very far awai extremes and a high frecuency of rainfall rates bellow the average. These rates, in particular, cause not only thre temporary regulation or the basin, but also the spatial or between basins. The difficulties, that both solutions raise to fulfil the water requirements, force to plan the water consumption by means of a previous study of the water necessities.

RÉSUMÉ

L’Andalousie a deux versants hydrographiques avec de différentes précipitations annuelles: moyennes dans la vallée du Gaudalquivir, et faibles dans la région pluviométrique du Sud. Néanmoins la variabilité annuelle est aussi importante que généralisée dans tout le Midi ibérique. Il existe des extrêmes très distants et une haute fréquence de valeurs inférieurs à la moyenne. Ces dernières facilitent spécialment la régulation temporelle ou de bassin et la spatiale ou entre

* Departamento de Geografía. Universidad de Almería. Campus de La Cañada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 124 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA bassins. Les difficultés que le deux solutions trouvent aux besoins d’eau obligent à la réglementation de la consommation à travers une planification préalable à la demande.

1. INTRODUCCIÓN

Dos vertientes, una mediterránea y otra atlántica, componen el territorio andaluz. Tal diversidad no es una originalidad de Andalucía cuya superficie prolonga por el sur la gran divisoria peninsular y participa de las profundas diferencias que marcan uno y otro ambiente marítimo para la producción de precipitación atmosférica y el transcurso posterior del ciclo hidrológico. Esta disimetría, que se comprueba al analizar el comportamiento pluviométrico de los tipos de circulación atmosférica y las características de la precipitación recogida en períodos más o menos prolongados de años (CASTILLO, 1989), apenas trasciende, sin embargo, a la evolución anual, pues la cantidad de lluvia caída en cualquier año sobre uno de los dos ámbitos no determina la del otro; o, dicho de otro modo, la indigencia pluviométrica sobre la Andalucía mediterránea no se correlaciona con la humedad en la Andalucía atlántica, y viceversa. Esto ocurriría si, en la escala anual con la que afronta- mos el análisis, con la que se realiza el ciclo hidrológico y suelen desenvolverse las exigencias de numerosas empresas humanas, persistiera, con la exclusión suficiente, un determinado grupo de tipos de circulación originarios de determinados contrastes espa- ciales en la producción de precipitaciones y, al siguiente año, se frecuentaran los mode- los de circulación responsables de la otra distribución espacial; pero, claro está, la condición de la exclusión es propia del período diario, no del anual. En la España reciente y venidera, estructurada básicamente por una fachada me- diterránea predispuesta a consumir el agua propia y ajena sin más límite que el de la productividad económica particular, y el resto, la España interior y la España atlántica, opuestas por lo general a todo lo que no sea conservación, aunque en algunos casos ello suponga conservar la falta de racionalidad económica, los aspectos anteriores cobran una inusitada importancia, al punto de convertir el clásico mapa pluviométrico nacional de isoyetas (líneas) en un nuevo mapa pluviométrico compuesto por cuencas (áreas), unidades de comparación o, como titulo, de Geografía comparada, y centro de atención del estudio que sigue. Estos hechos geográficos que impregnan de significados sociales el fenómeno de la precipitación y su desenvolvimiento anual, son sólo parte de una compleja realidad, de tal modo que, a la contraposición atlántico / mediterráneo, se suma otra oposición fundamental: el contraste transitivo entre el conjunto meridional que constituye Anda- lucía, y el extremo septentrional del solar ibérico. En este sector de la fachada occidental de Europa se simultanean tipos de circu- lación (y los tipos de tiempo consiguientes) muy distintos, con predilección por la circulación ciclónica de consecuencias humificadoras en el norte y por la circulación anticiclónica de consecuencias aridificantes en el sur, y episodios de circulación anor- mal que invierte los efectos anteriores; todos hacen de la precipitación un fenómeno más raro y variable conforme nos desplazamos por la península hacia el sur; es decir, el agua caída está menos disponible cuanto más nos alejamos del espacio más húme- do; en consecuencia, Andalucía encuentra numerosas dificultades para la regulación

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 125 de cuenca y entre cuencas, tanto por la variabilidad e irregularidad del agua caída, como por la competitividad en las superficies que median hasta llegar a los espacios potencialmente provisores. La existencia de dos ámbitos territoriales del recurso agua en el interior (con pocas salvedades) de la extensa superficie de Andalucía: la Cuenca del Guadalquivir, atlántica, y la Cuenca Sur, mediterránea, crea una situación geopolítica diferente, aunque es una singularidad preocupante; a la instancia de poder y gobierno correspon- diente a la Autonomía se extienden el conflicto aludido de las actitudes contrapuestas y conflictivas de las sociedades de cada ambiente (mediterráneo y atlántico o interior) ante el recurso del agua, y llegan a constituir una especie de réplica de los conflictos nacionales, de forma que se solapan con aquellos por la íntima relación de la convi- vencia autonómica una vez que se hallan agravados con las dificultades generadas por la posición meridional general del territorio. Este artículo pretende ofrecer los resultados comparativos del análisis de la evolu- ción de la precipitación en las dos grandes cuencas andaluzas entre sí, como de ambas unidades con otros conjuntos peninsulares significativos de las diferencias Este / Oeste en los requerimientos sociales de agua, y Norte / Sur en las disponibilidades naturales, globalmente indicativos de los conflictos y de los problemas nacionales por el agua. Cierto que los conflictos por el agua entre las comunidades de distintas cuencas no tienen una sola dimensión, más en ámbitos como el de la Cuenca Sur, diversa y dispar, como dejó bien patente la tesis de MARTÍN VIVALDI (1991). Sin embargo, mi estudio se centra en el análisis comparado de ambos conjuntos con el resto de las regiones pluviométricas de España del Servicio Meteorológico Nacional (1958) modi- ficadas (CASTILLO, 1998). Este análisis, que inicié en la publicación referida, afron- ta una escala peninsular, y supedita, en consecuencia, a dicha dimensión los proble- mas derivados de la misma, verbigracia los conflictos de índole geopolítica por el agua. No es, pues, que considere las disputas entre Comunidades Autónomas más interesantes o importantes que las habidas y por haber entre, por ejemplo, Diputacio- nes, y / o entre Ayuntamientos, simplemente es cuestión de la escala con la que deseo abordar el análisis, lo que sin duda no agota el tema. Al contrario, lo inicia.

2. JUSTIFICACIÓN DE LAS UNIDADES DEL ESTUDIO Y PRECISIONES SOBRE LAS FUENTES

En Andalucía la diversidad hidrográfica de la vertiente mediterránea y atlántica se desagrega territorialmente, por un lado, con la variopinta Cuenca Sur y el reducido espacio árido oriental, ligado básicamente al reciente regadío de Pulpí, adscrito a la Cuenca del Segura desde finales de la década de los años 80 y, por el otro lado, con la Cuenca del Guadalquivir y el otro extremo, el occidental, más extenso y húmedo que el oriental, constituido por el último tramo del Guadiana y de los ríos adyacentes onubenses, superficie convertida hoy en un trozo bajo el nombre de Guadiana III (I.G.N., 1995). Nos hallamos, sin duda, ante una gran diversidad de territorios aunque destacan, por la extensión superficial, los dos conjuntos hidrográficos del Guadalquivir y el de la Cuenca Sur. Su distinta condición, atlántica y mediterránea, sirve a los propósitos comparativos de

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 126 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA lo que sigue, y existen en el Calendario Meteoro-Fenológico y en el Calendario Meteoro- lógico posterior (en adelante C.M.) series de más de 50 años de datos de precipitación para ambas regiones pluviométricas, como para otros términos comparativos peninsulares. No obstante, hay faltas de correspondencia en la denominación “Cuenca” para ambas superficies y sendas delimitaciones, aunque no tan abultadas en el caso del conjunto Guadalquivir y Guadalete, recogido como Cuenca del Guadalquivir, como en el caso de la llamada Cuenca Sur. Esto, que trasluce la artificialidad en la defini- ción de cualquier territorio, ha roto la homogeneidad de la serie de datos, y ha induci- do un problema considerable para su análisis que he tratado de subsanar. Cuando el Servicio Meteorológico Nacional (Secciones de Climatología e Hidrología) delimitó en España peninsular la vertiente mediterránea meridional y la vertiente atlántica meridional (con denominaciones cambiantes) como dos de las ocho regiones pluviométricas, se perseguía examinar la evolución anual del agua caída del cielo sobre espacios que evocaban con bastante aproximación una imagen geográfica: las Vertientes Norte y No- roeste coinciden con la España Atlántica, la Cuenca del Duero es la Submeseta Norte, las cuencas del Tajo y del Guadiana, la Submeseta Sur, la Cuenca del Guadalquivir y Vertien- te Sur Atlántica se aproxima a la Depresión del Guadalquivir, la Vertiente Mediterránea del Sur constituye parte de Las Penibéticas, la Vertiente Mediterránea de Levante y Sureste recuerda el Levante ibérico, la Cuenca del Ebro a la Depresión del Ebro, y el Pirineo Oriental se corresponde con parte de Cataluña (ver el mapa de aquella publicación, C.M. 1958, p. 123). Para su delimitación también contaron, no obstante, criterios de homogenei- dad pluviométrica, pues sus “…valores medios son bastante representativos…” (C.M. 1963, p. 125); se procuró, pues, que, además de regiones geográficas, fuesen regiones homogéneas desde el punto de vista de la precipitación atmosférica. Pero la finalidad aplicada, regional, con la que se concibió esta Estadística Pluviométrica, porque “…el rápido crecimiento de las necesidades de agua para el suministro de las poblaciones, para los riegos y para la industria obliga en todo el mundo a ocuparse de los problemas de la HIDROMETEOROLOGÍA con creciente interés…” (C.M. 1959, p. 125), probablemente originó, primero, la pérdida del peso de los criterios iniciales (pluviométricos), a favor de criterios de otro tipo: hidrográficos y territoriales, principalmente, en la delimitación de las unidades; e, inmediatamente, originó variaciones en las delimitaciones (sobre todo en la España tecnocrática, y en la España de la Autonomías) que, como todas las variaciones de índole espacial, poseen una profunda incumbencia regional; y se ligaron a otras variaciones, las nominativas, pero, en este caso, de escaso sentido geográfico. Importan aquí las variaciones de lo que hoy se denomina Cuenca Sur y Cuenca del Guadalquivir, no sólo porque son el antecedente de las circunstancias territoriales del agua, sino también porque me permiten comentar la homogeneización de la serie de 52 años de datos de precipitación anual que ofrezco y analizo en este estudio. Desde el inicio en 1947 hasta 1962 la Cuenca del Guadalquivir y Vertiente Sur Atlántica se establecía a partir de la cuenca del Guadalquivir y del Guadalete, invariable- mente ligado a ella, y el espacio menor, pero muy rico en agua, constituido por las Cuencas del Odiel y Tinto / Piedras; pero desde 1963 este último conjunto se suma a las Cuencas del Tajo y del Guadiana, sin desagregarse hasta la reciente delimitación del Guadiana III, lo cual, aparte de romper la expresiva denominación de Vertiente Sur Atlán-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 127 tica, varió los datos de la serie y generó una muy difícil homogeneización: los valores totales anuales del período 1958-1962, ambos inclusive, vienen desagregados, por tanto no hay dificultad en restarlos a la Cuenca del Guadalquivir y Guadalete y sumarlos a la Cuenca del Tajo y del Guadiana, pero los datos de esta parte onubense de la vertiente atlántica sur no estaban diferenciados antes de 1958 y, en consecuencia, es necesario hallarlos, lo que he resuelto con una regresión lineal entre los valores anteriores de Odiel y Tinto / Piedras y los de la Cuenca del Guadalquivir y Guadalete (entre ambas “r” = 0,90), después he obtenido los valores esperados en el Odiel y Tinto / Piedras a partir de los valores observados entre 1947 y 1957 en el área bética, y he realizado por último la substracción y la adición antes referida para el período 1958-1962. El otro extremo del mediodía ibérico, entre las salinas de San Juan de los Terre- ros, en Pulpí, hasta las de Mata y Torrevieja, por el litoral, y, tierra adentro, hasta los límites serranos del Campo de Cartagena, queda incluido en la Vertiente Mediterránea Meridional (ver el mapa de las regiones pluviométricas en C.M. 1958, p. 123), pero supongo que desde 1963, como en el caso anterior, cuando se substituyeron las regio- nes pluviométricas iniciales por las cuencas y vertientes del Boletín Mensual Climato- lógico, se incluyó en la cuenca del Segura y, por ende, en la Vertiente Mediterránea de Levante, como se advierte ya fehacientemente en las publicaciones cartográficas de 1968 y de 1971 del S.M.N. e I.N.M. Ni la superficie, ni el volumen total de precipita- ción anual, son de la importancia del caso onubense, pero he procedido a hallar también las precipitaciones totales anuales caídas desde 1947 a 1962, ambos inclusive, sobre este espacio fundamentalmente murciano, para substraerlas de la vertiente medi- terránea del sur y sumarlas a la vertiente mediterránea de levante. Con tal propósito he ponderado la lluvia anual media de ese espacio (a partir del mapa pluviométrico peninsular de HUERTA, 1969) y calculo sus variaciones año a año de 1947 a 1962, ambos inclusive, mediante razones simples con las variaciones anuales de observato- rios representativos y completos entre 1947 y 1962 (7-023: Fte. Álamo, C.H. Segura, y 7-182-B: Murcia C.H. Segura); para obtener volúmenes anuales totales de agua ya corregidos he multiplicado los valores de esta serie (1947-1962) por la superficie; el producto de cada año lo he substraído de la vertiente mediterránea meridional y lo he sumado a la vertiente levantina.

3. LA PRECIPITACIÓN MEDIA ANUAL EN ANDALUCÍA. SIGNIFICACIÓN EN EL CONTEXTO IBÉRICO

La precipitación media anual de la superficie de las dos grandes regiones pluviométricas en el período 1947-1998, ambos inclusive, llega a 600 l/m2 en la Cuenca del Guadalquivir, y a 537 l/m2 en la Cuenca Sur. Ambos conjuntos, en efecto, reciben menos agua del cielo que el promedio peninsular español, con 667 l/m2. Como he comentado en la introducción y demuestro en otros estudios, el agua caída aquí, sobre Andalucía, queda aminorada en conjunto, como es de esperar de la posición meridional en el contexto de las fachadas occidentales de los continentes en latitudes subtropicales del hemisferio norte, donde se produce la transición entre los

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 128 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA climas áridos tropicales y los climas húmedos templados fríos. Según el Atlas Nacio- nal de España (I.G.N., 1995, V.I., p. 10,4-5), para la serie 1940-1985, quedan también uno y otro conjunto andaluz con menos precipitación media que la superficie ibérica española, pues alcanzan respectivamente 590 y 547 mm al año, frente a los 672 mm de conjunto. Refuerza la idea de la diferencia norte / sur los valores del espacio formado por las unidades más septentrionales: Norte y Noroeste y Pirineo Oriental (1103 l/m2). Existe, no obstante, otro contraste oeste / este, ostensible al comparar las regiones andaluzas atlántica y mediterránea, que se acrecienta al oponer el promedio peninsular español atlántico, 726 l/m2, los 566 l/m2 de la vertiente mediterránea. A la disparidad entre el norte y el sur, se suma esta otra disimetría. Conviene resaltarla porque prolon- ga y completa las circunstancias, más generales, de distribución de la lluvia en la península ibérica, y crea en Andalucía profundas diferencias internas. El ámbito del Guadalquivir posee un valor muy parecido al de otras regiones pluviométricas cuya particular localización de conjunto en la superficie peninsular sugiere una unidad central ibérica, integrada por la región del Duero, la del Ebro, la del Tajo y Guadiana, y ésta del Guadalquivir y Guadalete, que constituye, así, su extensión natural hacia el suroeste. El ámbito de la Cuenca Sur, en un sector mediterráneo y meridional de la perife- ria de la anterior unidad, como la región de Levante y Sureste, son ámbitos más secos aún, bien diferenciados por tanto de esa unidad central, al tiempo que opuestos al sector formado por Pirineo Oriental y Norte y Noroeste, de consistencia húmeda, oceánica, y localización, asimismo, periférica, pero occidental y / o septentrional.

CUADRO I. DISTRIBUCIÓN REGIONAL EN ESPAÑA PENINSULAR DE LA LLUVIA MEDIA ANUAL en l/m2 (1947-1998).

Regiones periféricas Regiones de la unidad Regiones periféricas septentrionales central ibérica meridionales y del este

Pirineo Oriental: 722,0 Ebro: 609,5 Norte y NW: 1311,2 Duero: 611,6 Tajo y Guadiana: 600,4 Levante y Sureste: 472,6 Guadalquivir: 600,5 Sur: 537,8

FUENTE: Elab. propia con datos rectificados del C.M. 1958, C.M. 1982 y ss. I.N.M.

Tal representación espacial de las diferencias del agua recogida del cielo por vastas superficies en la España peninsular (cuadro I) se ajusta más a la realidad que aquellas donde se dibuja una gradación progresiva entre el norte y el sureste, como es el caso del mapa publicado en el Atlas Nacional de España (I.G.N., 1995, V.I., p. 10,4-5); entre los límites de las cuatro clases diferenciadas en la representación: 400 mm, 600 mm y 1000 mm, el central (600 mm) parece especialmente inadecuado porque, como he puesto de manifiesto en el cuadro I, es un valor en torno al cual se

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 129 sitúan las precipitaciones medias de un elevado número de unidades, y como indica el GRUPO CHADULE (1980, p. 53) en su Iniciación a los métodos estadísticos en Geografía “…los límites deben representar el aspecto de la distribución (…) si la distribución comporta saltos o discontinuidades es preferible situar en ellas los lími- tes: en efecto, es necesario hacerlas corresponder con los valores de menor frecuen- cia...”; los defectos de esta representación pueden ser fortuitos o intencionados, pero, en cualquiera de los dos casos, sobresalen hechos con un significado concreto en la polémica desatada en torno al recurso del agua en España. Así, el mapa resalta el carácter pluviométrico relativamente húmedo de la Cuenca del Tajo que, con tan sólo 642 mm, se sitúa en la clase entre 600 y 1000 mm, también muestra la proximidad del espacio más seco, la Cuenca del Segura, y el enlace entre ambos por el logrado acueducto del trasvase Tajo / Segura. En otro orden de cosas, pero también en lo que toca a la distribución de la precipitación media anual, Andalucía constituye un territorio muy diverso. Al trazar grandes unidades espaciales, como las regiones pluviométricas homogéneas, surgen, como he mostrado, las diferencias internas; una parte de Andalucía es la prolongación de la meseta y la otra parte es la periferia: un anticipo del sureste, en cuya contigüidad fronteriza la cuenca del Almanzora sobresale por los escasos 315,5 l/m2 que recibe de promedio anual (CASTILLO, 1999). Al entrar en detalles de escala mayor las diferen- cias se exageran, como es de esperar, y el término comparativo del punto más seco de Europa: Cabo de Gata, es uno de los puntos más lluviosos de España: Grazalema. No obstante hay hechos comunes a puntos con volúmenes medios tan dispares; entre ellos interesa destacar el carácter excepcional con que la lluvia se produce, de forma que el número de días de precipitación resulta, en proporción, muy bajo en éstos y en la mayoría de los puntos de la superficie andaluza, sobre todo cuando comparamos con lugares más septentrionales, sean con abundancia o sean con escasez de precipita- ción anual. Este fenómeno básico, se liga a la variabilidad de la evolución de la precipi- tación media anual de una y otra Andalucía, a causa de los trazos básicos de la circula- ción atmosférica regional propia del sur con respecto a la del norte; en ellos no puedo detenerme por el propósito que marqué al inicio, pero sí puedo y debo, sin embargo, pararme a describir algunos parámetros estadísticos indicativos que, a diferencia de la media o de la cantidad, significan la cualidad de la variabilidad sobre ambas superficies andaluzas con respecto a otras superficies hidrográficas peninsulares.

4. LA VARIABILIDAD DE LA PRECIPITACIÓN MEDIA ANUAL Y SU GENERALIZACIÓN EN EL SUR

Si con valores estables hay desemejanzas internas en Andalucía que nos permiten hablar de un espacio hídrico normal y de otro espacio indigente, con matices internos de diversa gravedad, al tratar la evolución encontramos múltiples puntos en común a todo el territorio, particularmente la variabilidad. Los hechos indican una problemáti- ca profunda que ligan este fenómeno con el otro aspecto de la lluvia crucial para la sociedad: la disponibilidad regular de agua, el elemento convertido en recurso que ha

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 130 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA devenido en el fundamento de múltiples actividades transformadoras del paisaje hu- manizado. Durante los 52 años de la serie de cada una de las ocho regiones pluviométricas consideradas se han sobrepasado los 1.000 l/m2, al menos una vez, en cuatro conjun- tos solamente: en las unidades periféricas septentrionales (Cuenca del Norte y No- roeste: 1.860 l/m2 en 1960 y Cuencas del Pirineo Oriental: 1.075 l/m2 en 1996) y en estas dos regiones meridionales: la Cuenca del Guadalquivir, donde las aguas sobre- pasaron en el año 1996 los 1.101,63 mm, y la Cuenca Sur, donde alcanzaron 1.061,76 mm en 1989. Ni en el resto de las regiones pluviométricas (especialmente la de Levante, cuyo máximo, en 1989 también, apenas alcanzó 773 mm), ni en el conjunto peninsular, con el máximo de 969 l/m2 en 1960, hay registros de valores superiores a 1.000 l/m2. Estas precipitaciones extremas en Andalucía prácticamente duplicaron la media de la serie en el caso de la Cuenca Sur (proporción de 1,97 respecto a 1) y quedaron muy cerca del doble en la Cuenca del Guadalquivir (1,84).

CUADRO II. VALORES EXTREMOS DE LA PRECIPITACIÓN MEDIA ANUAL DESDE 1947 A 1998

Máx. l/m2 Año Mín. l/m2 Año Máx./ x Mín./ x

Cca. Guadalquivir 1.102 1996 355 1974 1,84 0,59 Cca. Sur 1.062 1989 299 1954 1,97 0,56 Unidad Central1 912 1960 425 1950 1,51 0,70 Fachada Medit.2 803 1989 343 1981 1,52 0,65 Esp. peninsular 969 1960 495 1981 1,45 0,74

(1= Duero, Ebro, Tajo y Guadiana, Guadalquivir; 2= Sur, Levante, Pirineo Oriental). FUENTE: Elab. propia con datos rectificados del C.M. 1958, C.M. 1982 y ss. I.N.M.

En contrapartida encontramos que los mínimos hallados en 1974 para la Cuenca del Guadalquivir (355 l/m2) y en 1954 para la Cuenca Sur (299 l/m2) sólo supusieron aproximadamente la mitad de la precipitación media de la serie en ambos casos, con unas proporciones de 0,59 y 0,56 respectivamente, que también representan las meno- res de toda las regiones pluviométricas, inclusive Levante y Sureste, donde se localiza el mínimo de precipitación media en valores absolutos de todas las regiones pluviométricas de España con los 282 l/m2 de 1983. Sobre los extremos, que al fin y al cabo son sólo dos valores en cada caso analizado, la desviación estándar y el coeficiente de variación (o proporción de des- viación estándar con respecto a la media) poseen la ventaja de tratar todos los datos de la serie, y ofrecen en consecuencia un indicador más completo de la variabilidad. Al aplicar estos índices a las ocho regiones pluviométricas de España peninsular y a otros conjuntos que se forman con ellas, sobresalen de nuevo ambas superficies meridiona- les, la atlántica y la mediterránea.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 131

CUADRO III. VARIABILIDAD COMPARADA DE LA PRECIPITACIÓN MEDIA (1947-1998)

Media x¯ Desv. st. σ Cte. Var.

Cca. Guadalquivir 600,47 180,45 30,05 Cca. Sur 537,82 165,72 30,81 Unidad Central1 605,26 127,55 21,07 Fachada Medit.2 527,69 116,60 22,10 Esp. peninsular 667,09 119,25 17,88

(1= Duero, Ebro, Tajo y Guadiana, Guadalquivir; 2= Sur, Levante, Pirineo Oriental). FUENTE: Elab. propia con datos rectificados del C.M. 1958, C.M. 1982 y ss. I.N.M.

En efecto, aparte de la Cuenca Sur y de la Cuenca del Guadalquivir, en ningún conjunto ni unidad analizada el coeficiente de variación sobrepasa el 30%. En una cuenca de río como la del Almanzora, en el extremo oriental de la vertiente meridional mediterránea, o Cuenca Sur, puede observarse incluso más del 40% (41,4% en la serie de 1961 a 1990; CASTILLO, 1999), pero, claro está, es un espacio subregional que no tengo en cuenta aquí más que como apunte de la realidad a otra escala de análisis. Entre las regiones pluviométricas con las que trato se aproximan a un umbral tan elevado sólo las contiguas a las dos anteriores: Levante y Sureste, por un lado, y Tajo y Guadiana, por otro; el beneficio de su situación más septentrional, sin embargo, se deja sentir en el descenso de su coeficiente de variación al 25%. El valor inferior de las ocho regiones de España peninsular: 15% aproximadamente, ya se halla en las Cuencas del Norte y Noroeste, como era de esperar; es la mitad, por tanto, que en las regiones del sur. Si a la regularidad relativa de la lluvia en esta superficie de España se suma la abundancia que refleja el promedio anual superior a 1000 l/m2, puede comprenderse la fijación con la que miran hacia el norte los que conducen empresas humanas en el sur.

5. LA EVOLUCIÓN ANUAL DE LA PRECIPITACIÓN EN EL ÚLTIMO MEDIO SIGLO Y EL PROBLEMA DE LA REGULACIÓN INTERNA DE CUENCA

Los datos anteriores adelantan la característica evolución irregular de la precipi- tación anual en Andalucía. Pero conviene detenerse en las figuras I y II donde quedan representadas las evoluciones de 1947 a 1998 (en abcisas) de la precipitación media anual en l/m2 con respecto a la media de la serie completa y con referencia a unidades de desviación estándar (en ordenadas) de una y otra cuenca. Saltan a la vista, en ambas figuras, en el lado de los valores positivos, los máxi- mos desorbitados de unos pocos años, ya comentados, y, en el otro lado, la frecuencia unida a la moderación de los valores negativos. De los 52 años tomados en consideración, más de 30 obtuvieron un valor de precipitación inferior a la media de la serie de cada ámbito: 31 en el Guadalquivir, y 33 en la vertiente mediterránea meridional; como término comparativo sirva la región

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 132 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA

FIGURA I: EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LA CUENCA SUR (1947/1998)

662,8

497,1

331,4

165,7

0 Runs: xi - X media (mm)

-165,7

-331,4 1947 1952 1957 1962 1967 1972 1977 1982 1987 1992 1997 Años: 1947 a 1998

FIGURA II: EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LA CUENCA DEL GUADALQUIVIR (1947/1998) 721,6

541,2

360,8

180,4

0 Runs: xi - X media (mm)

-180,4

-360,8 1947 1952 1957 1962 1967 1972 1977 1982 1987 1992 1997 Años: 1947 a 1998

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 133 pluviométrica más indigente en lluvia de España peninsular, la de Levante y Sureste, donde se observan durante el mismo período (de 1947 a 1998) sólo 27 años secos (si se les puede llamar así a los que no alcanzaron el promedio del espacio considerado). En el otro aspecto, las figuras 1 y 2 evidencian, además, la inexistencia de casos con precipitación menor a la media menos dos desviaciones estándar, frente a los que sí superaron la media más dos desviaciones estándar, e incluso tres, en la Cuenca Sur. Estos rasgos, consubstanciales al ritmo de la precipitación en el sur, no resultan nada extraños a cualquier otra escala de tiempo que adoptemos para su examen: el carácter súbito de la precipitación abundante, y la permanencia frecuentemente pro- longada de la sequía. La regulación en el interior de cada cuenca se desenvuelve, como ponen en evidencia los datos, entre dos exigencias fundamentales e interactivas: por un lado, la necesidad humana de llevarla a cabo para disponer del recurso agua, máxime en la Cuenca Sur, donde el problema de la variabilidad se agrava con el de la frecuente indigencia y la fragmentación que impone el relieve, y, por otro lado, la condición de los requerimientos técnicos en unas circunstancias naturales de diversa índole pero, en general, adversas. Si se quiere resolver la disponibilidad de agua, se precisan unos continentes (presas, inyección en acuíferos, o cualquier otro) demasiado vastos, pues son exagera- dos los volúmenes caídos en determinados años, aparte la multiplicación de las actua- ciones que requieren contrastes pluviométricos y accidentes como los de la superficie considerada. En contrapartida, cuando se realizan obras múltiples y tan costosas, la frecuencia de los años sin apenas lluvias aprovechables genera impaciencia entre los que consideran el agua como un recurso, y su justificación desde este punto de vista del aprovechamiento llega incluso a quedar en entredicho pues estos años poco gene- rosos en precipitación atmosférica dejan inservibles para tales propósitos las actuacio- nes técnicas. Naturalmente llega el momento en que estos vasos se llenan de agua; pero entonces frecuentemente el agua deja de ser un recurso y la utilidad y eficacia de sus continentes se demuestra más por la protección que brindan a la ocupación huma- na del territorio frente a la inundación súbita, que para la provisión del valioso ele- mento durante la época de aridez pasada o venidera. El agua pierde momentáneamente su valor normal y se convierte en una amenaza; la persistencia de la situación de escasez que aguarda hará tornar su cualidad de recurso para la sociedad o, más específicamente, para empresas humanas que trascienden al conjunto de la sociedad, y las presas defensivas volverán a verse como vasos en un lento pero seguro proceso de vaciado.

6. EL CARÁCTER DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL POR REGIONES Y POSIBILIDAD DE INTERCAMBIO

En un territorio como el de España peninsular, donde la lluvia cae con irregulari- dad señalada, no sólo en el tiempo, también en el espacio, cuando las empresas humanas exigentes de agua quedan insatisfechas con la regulación temporal y actua-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 134 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA ciones de interior de cuenca, entonces tienden a abordar la regulación espacial, entre cuencas, mediante los trasvases. Interesa, en consecuencia, un examen comparado de la precipitación anual de la Cuenca del Guadalquivir y de la Cuenca Sur en el contexto territorial nacional en el que se inscriben. Con tal propósito he elaborado la figura III. La figura III representa, pues, casi lo mismo que las anteriores, con la diferencia del análisis comparado entre las regiones pluviométricas establecidas que propicia. Para tal propósito se establecen en ella umbrales generales que definen el carácter de la lluvia de los años de la serie analizada en cada unidad espacial: los valores de precipitación media y desviación estándar de España peninsular, y relega a un segundo plano el dato de la evolución: se ordenan los años de la serie 1947 a 1998 según el total de precipitación en valores absolutos recogido en ambas superficies andaluzas, en vez de seguir el orden de sucesión, con el objeto de observar de forma sencilla y nítida en la sinopsis que forma la figura durante los años de mayor escasez y abundan- cia qué carácter adopta la precipitación en las otras regiones peninsulares. La percepción de la disponibilidad ajena de agua quedaría mediatizada por la disponibilidad propia: a un agricultor de la Cuenca Sur le parecerá mucha el agua caída en el Norte y Noroeste aunque sea un año localmente menos favorecido por la lluvia, como 1949, cuando la precipitación media apenas llegó a 939 mm. Representaría esa imagen, pero completa, una tabla de doble entrada: en un eje los años, y en el otro las regiones pluviométricas, con un símbolo en cada casilla significativo del carácter húmedo o seco de cada caso para el perceptor, pues emplea- ría como umbral entre ambos caracteres la media de la región pluviométrica conside- rada, y se añadirían matices en ambos conjuntos de símbolos mediante los límites que, a partir de la media, indican las unidades de desviación estándar, naturalmente tam- bién de la región pluviométrica donde se formaría la imagen. Como he indicado, tal operación gráfica genera la imagen regional de la precipita- ción en España peninsular a partir del ámbito concreto cuya media y desviación estándar se emplean como límites de clase para el resto. Sin embargo, si se desea mostrar la percepción desde otro ámbito entonces debería llevarse a cabo la misma operación gráfica, pero con otros valores, la media y la desviación estándar de otra serie de datos. Para evitar la duplicidad que resultaría en Andalucía el análisis de las dos regio- nes pluviométricas existentes: la Cuenca del Guadalquivir y la Cuenca Sur, he prefe- rido tomar sólo los valores de España peninsular o, lo que es igual, los valores del conjunto de las regiones pluviométricas porque se obtiene una imagen única y lo bastante representativa de cómo se percibe, ahora con información y criterios de tipo general, la cantidad de agua de otros ámbitos en las regiones menos favorecidas por la atmósfera en la producción de las lluvias. En la tabla de doble entrada de la figura III sobresale casi todos los años una contraposición ya comentada:

• Escasez, en las unidades del espacio ya definido (ver cuadro 1) de la periferia meridional. • Abundancia, en las regiones periféricas septentrionales y, de manera especial Norte y Noroeste, aunque también queda bien señalado Pirineo Oriental.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 135

FIGURA III: CARÁCTER DE LA LLUVIA ANUAL POR REGIONES RESPECTO A LA MEDIA PARTICULAR

Ccas NDTGSLEPT *** AÑO MUY SECO 1954 ** ** *** *** ** *** ** ** *** 1954 (R año < media - 1 σ) 1994 ** *** *** *** *** ** ** 1994 1974 ** *** *** *** ** ** ** 1974 ** AÑO SECO 1981 *** *** *** *** *** *** *** *** *** 1981 1 σ ; σ) (R año < media - /4 y > media - 1 1950 ** *** *** *** ** ** *** *** *** 1950 1998 * ** ** *** ** *** *** *** *** 1998 * AÑO NORMAL/SECO 1953 *** *** ** *** ** ** ** *** 1953 ; 1 σ) (R año < media y > media - /4 1990 *** *** *** *** ** ** ** ** *** 1990 1980 ** *** *** ** ** ** ** *** *** 1980 AÑO NORMAL/HÚMEDO 1993 *********** **1993 ; 1 σ) (R año > media y < media + /4 1949 *** *** ** *** ** ** *** 1949 1973 ** ** *** ** ** ** *** *** *** 1973 AÑO HÚMEDO 1983 * ** ** ** ** *** ** ** ** 1983 (R año > media; y < media + 1/ σ) 1995 ** ** ** ** *** ** ** 1995 4 1992 * ** *** ** ** ** ** 1992 AÑO MUY HÚMEDO 1988 ** * ** ** ** * 1988 1 σ; σ) (R año > media + /4 y < media + 1 1982 *** *** ** ** ** ** 1982 1975 ** ** ** ** ** * ** 1975 AÑO EXTREMADAMENTE HÚMEDO 1986 ** *** ** ** ** ** ** ** 1986 σ; σ) (R año > media + 1 y < media + 2 1991 ** *** *** ** * * ** ** 1991 1964 ** ** ** ** ** ** ** ** ** 1964 AÑO HIPERHÚMEDO 1967 ** ** ** ** * ** ** ** ** 1967 σ) (R año > media + 3 1985 * ** ** * ** ** *** *** ** 1985 1966 * ** ** *** 1966 1984 * * ** ** * 1984 N:Cca. del Norte y Noroeste. 1956 *** 1956 1952 * * ** ** * *** * 1952 D:Cca. del Duero. 1968 * ** ** * ** ** ** * ** 1968 T: Cca. del Tajo y del Guadalquivir. 1957 1957 ** ** ** ** ** ** G:Cca. del Guadalquivir. 1959 *** 1959 1977 ** 1977 S: Cca. del Sur. 1958 ***1958 L: Cca. del Levante y Sureste. 1948 *** * * * *** * ** 1948 1970 ** ** ** * *** *** ** ** 1970 E: Cca. del Ebro. 1978 ** *** * ** 1978 P: Ccas. del Pirineo Oriental. 1965 ** *** 1965 1971 1971 T: Total España Peninsular. 1979 ** * 1979 1951 1951 1972 1972 1961 ** *** 1961 1987 * 1987 1976 ** * 1976 1955 1955 1947 *** 1947 1962 ** ** 1962 1989 *** ** ** 1989 1997 1997 1969 1969 1960 1960 1963 1963 1996 1996

Fuente: Elaboración propia a partir del C.M. 1958, C.M. 1982, y ss. rectificados.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 136 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA

Es patente la frecuencia con la que el agua de las regiones septentrionales podría solucionar la sequía en el sur. Pero no es menos evidente, en primer lugar, el espacio que media entre el norte y la Cuenca Sur: Levante y Sureste. Al tener en cuenta valores absolutos, allí el cielo se muestra, con mayor frecuencia que en el resto de las regiones pluviométricas, menos pródigo en precipitaciones de lo normal. Y, en segundo lugar, respecto a la Cuenca del Guadalquivir, resulta manifiesto el espacio tan vasto donde podría llevarse a efecto la regulación de los contrastes espacia- les durante un número nada despreciable de casos, porque las restantes regiones de la unidad central ibérica se encuentran en circunstancias similares de indigencia relativa. Al relacionar ambas superficies andaluzas, finalmente, puede observarse en la figura III la escasez de casos que cumplen dos condiciones teóricas para un trasva- se: existencia de un año seco en una de las dos regiones pluviométricas andaluzas y, simultáneamente, constitución de un año húmedo en la otra. Sólo 8 de los 52 años representados adoptaron un carácter diferente, y siempre se manifestaron como húmedos en el Guadalquivir y secos en la Cuenca Sur. La regulación espa- cial del agua requiere acuerdos, y estos acuerdos se establecen según convenien- cias de todas las partes. En el supuesto razonable de que los trasvases de agua de una a otra cuenca se realizaran durante los años de carácter húmedo en la región de partida y durante los años secos en la región de llegada, observamos que es una solución al problema de la disponibilidad regular del agua en la Cuenca Sur facti- ble en pocos casos (15,4%). Siguiendo en el terreno de la hipótesis, resultaría a tenor de estos datos la nece- sidad de acudir a cuencas más lejanas, pero esta necesidad es más que una hipótesis planteada en el plano teórico a partir del análisis de datos pluviométricos, y la obser- vación de los conflictos sugiere realizar otra trabla, substancialmente diferente a la de la figura III. A los problemas antes comentados, se suma otro crucial: la consideración parti- cular de un año como húmedo en la región de origen de un trasvase de agua puede, y suele, diferir de la que tienen en la región de llegada, o a la de carácter más general que proporcionan los límites de clase que empleo en la figura III. Es necesario compo- ner una figura donde se substituyan los umbrales establecidos para la generalidad de las regiones (a partir de los datos particulares de una cuenca determinada, o de los datos del conjunto peninsular español) por los umbrales de cada región, es decir, por umbrales distintos entre sí: los que resultan de la serie de valores de cada ámbito. Esto es lo que representa la figura IV. La imagen es totalmente distinta, como era de esperar. Los contrastes espaciales casi imperturbables entre el norte y el sur de la figura III se desvanecen en la figura IV y aparecen múltiples situaciones en los resultados obtenidos que pueden clasificarse en torno a cuatro grandes tipos:

• Años en que el carácter seco se extiende a las regiones septentrionales y meridionales; por ejemplo, 1981, cuando hubo coincidencia incluso en la in- tensidad de la sequedad de los distintos espacios considerados.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 137

FIGURA IV: CARÁCTER DE LA LLUVIA ANUAL POR REGIONES RESPECTO A LA MEDIA DE ESPAÑA PENINSULAR

Ccas NDTGSLEPT **** AÑO EXTREMADAMENTE SECO 1954 *** **** **** **** **** *** * *** 1954 (R año < media - 1 σ) 1994 *** **** **** **** **** *** ** 1994 1974 *** *** **** **** *** ** * ** 1974 *** AÑO MUY SECO 1981 *** *** **** **** **** *** *** *** 1981 (R año < media - 1 σ; y > media - 2 σ) 1950 *** **** **** **** **** *** *** *** 1950 1998 *** *** **** **** **** *** *** *** 1998 ** AÑO SECO 1953 *** *** **** *** **** *** *** 1953 1 σ ; σ) (R año < media - /4 y > media - 1 1990 *** **** **** *** *** *** *** 1990 1980 *** **** *** *** **** *** *** *** 1980 * AÑO NORMAL/SECO 1993 ** *** **** *** *** *** ** 1993 ; 1 σ) (R año < media y > media - /4 1949 *** *** **** ** ** *** ** *** 1949 1973 *** **** *** *** **** *** *** *** 1973 AÑO NORMAL/HÚMEDO 1983 *** *** *** *** **** *** ** ** 1983 (R año > media; y < media + 1/ σ) 1995 ** *** *** **** **** *** ** 1995 4 1992 *** *** *** *** *** ** 1992 AÑO HÚMEDO 1988 ** ** *** *** *** * ** * 1988 (R año > media + 1/ σ; y < media -1 σ) 1982 *** *** *** *** *** ** 1982 4 1975 *** *** *** *** *** * ** 1975 AÑO MUY HÚMEDO 1986 *** *** *** **** *** *** ** ** 1986 (R año > media + 1/ σ; y < media + 1 σ) 1991 *** **** *** *** *** ** ** 1991 4 1964 *** *** *** **** **** ** ** 1964 AÑO EXTREMADAMENTE HÚMEDO 1967 *** *** *** *** **** *** ** ** 1967 σ; σ) (R año > media + 1 y < media + 2 1985 ** *** ** **** **** *** *** ** 1985 1966 ** **** **** * *** 1966 AÑO HIPERHÚMEDO 1984 ** ** *** **** ** 1984 σ) (R año > media + 3 1956 * * ** *** *** ** 1956 1952 ** * ** **** **** ** ** * 1952 1968 ** *** ** *** **** ** ** 1968 N:Cca. del Norte y Noroeste. 1957 *** ** *** ** ** ** ** 1957 1959 ** *** * 1959 D:Cca. del Duero. 1977 ** *** ** 1977 T: Cca. del Tajo y del Guadalquivir. 1958 1958 * ** *** *** ** ** G:Cca. del Guadalquivir. 1948 ** ** ** *** ** **** ** 1948 1970 *** *** ** ** **** ** ** ** 1970 S: Cca. del Sur. 1978 * *** **** ** ** 1978 L: Cca. del Levante y Sureste. 1965 ** * *** *** * 1965 1971 ** ** ** ** 1971 E: Cca. del Ebro. 1979 ** **** 1979 P: Ccas. del Pirineo Oriental. 1951 ** 1951 T: Total España Peninsular. 1972 *** 1972 1961 ** **** * ** 1961 1987 ** *** ** 1987 1976 ** * *** ** 1976 1955 * **** * 1955 1947 ** *** ** ** 1947 1962 ** ** * 1962 1989 *** ** 1989 1997 * 1997 1969 * 1969 1960 ** 1960 1963 *** 1963 1996 ** 1996

Fuente: Elaboración propia a partir del C.M. 1958, C.M. 1982, y ss. rectificados.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 138 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA

• Años en que el carácter húmedo se extiende también a todas las regiones pluviométricas peninsulares; por ejemplo, 1960, aunque hubo alguna falta de coincidencia en su extremosidad. • Años en que el carácter húmedo se observa en las regiones pluviométricas septentrionales y el carácter seco en las meridionales; por ejemplo, 1959. • Años en que el carácter seco se observa en las regiones de la periferia septen- trional, y el carácter contrario en las del Sur y del Guadalquivir; por ejemplo, 1989; o en las regiones de la periferia meridional y del este, como es el caso de 1949.

Entre estos cuatro tipos probablemente se han presentado, en una serie de años más prolongada, todas las transiciones posibles. Incluso, podríamos realizar otra clasi- ficación, atendiendo a otras zonas de provisión de agua para trasvases. Lo cierto es que la realidad es muy compleja y difícil de interpretar por este camino. Con la correlación entre series sí se puede obtener, sin embargo, y de forma sistemática y sintética, unos valores indicativos de la posibilidad de relación hidráuli- ca que existe entre cada una de las regiones pluviométricas homogéneas de Andalucía y las restantes de España peninsular. En el cuadro IV se ofrecen los valores que se han hallado. Para interpretarlos se puede establecer que -1 representa una relación entre las dos series consideradas totalmente complementaria en frecuencia y / o cantidad de agua, es decir, en el caso que nos ocupa, serían dos espacios cuyo ritmo de la precipitación anual, por completo diferente, propiciaría el intercambio de agua. Al contrario, +1 significaría series con simultaneidad en el ritmo de la evolución anual de la precipitación, es decir, casos inadecuados para el intercambio porque los momentos de abundancia y de escasez coinciden en ambos espacios. Por último, podemos convenir que 0 representa una relación de conflictividad potencial al constituir una mezcla idéntica de casos en las dos situaciones anteriores aunque su ocurrencia aleatoria propiciaría un problema de anacronismo cuando la información respecto a las disponibilidades del recurso en la otra región no fuera actual; puede afirmarse, de manera general, que al final de un año seco, o inmediatamente después, es poco apropiado o inoportuno hablar de agua. Los índices de correlación que se han obtenido señalan una proximidad general al caso de la simultaneidad, tanto en la Cuenca Sur como en la Cuenca del Guadalquivir. Esta última, con respecto a la España atlántica, llega al valor máximo de “r” en el cuadro IV, debido en parte a que se incluyen en la vertiente atlántica la propia Cuenca del Guadalquivir y los valores casi iguales de la Cuenca del Tajo y Guadiana, cuyo peso en la operación es proporcional al de su extensión. Por lo demás no hay ningún valor de “r” negativo y casi todos quedan más próximos a +1 (“r” > +0,5). En el caso de la Cuenca Sur existe una correlación con los valores de la parte mediterránea de la península ibérica menor de lo observado en la Cuenca del Guadal- quivir con su correspondiente vertiente ibérica. En general, su falta de correlación positiva trasciende a los casos concretos con una mayor proximidad de “r” = 0, como es el caso del valor de correlación con la Cuenca del Ebro (0,449), y, sobre todo, con Norte y Noroeste (0,173), de modo que, entre los espacios considerados, “r” llega a

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 EVOLUCIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL EN LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS ANDALUZAS 139

CUADRO IV. CORRELACIÓN DE LA PRECIPITACIÓN ANUAL DE LAS REGIONES ANDALUZAS CON LAS REGIONES PLUVIOMÉTRICAS DE ESPAÑA (1947-1988)

Cca del Guadalquivir Cca. Sur

Cca. Norte y Noroeste 0,472 0,173 Cca. del Duero 0,742 0,501 C. del Tajo y Guadiana 0,918 0,754 Cca. del Guadalquivir – 0,841 Cca. Sur 0,841 – Cca. de Levante y SE 0,495 0,635 Cca. del Ebro 0,604 0,449 Cca. del Pirineo Or. 0,506 0,519 España atlántica 0,918 0,725 España mediterránea 0,661 0,796 España peninsular 0,892 0,722

FUENTE: elab. propia con datos rectificados del C.M. 1958, C.M. 1982 y ss. I.N.M. ser menor (+0,082) sólo al operar con las series de las Cuencas Norte y Noroeste y Cuencas de Levante y Sureste.

7. CONCLUSIONES

En Andalucía el agua muestra dos facetas bien diferentes y hasta contradictorias: la natural de la precipitación, y la social de la regulación hidráulica. Una y otra hacen posible la simultaneidad del exceso y la deficiencia. Los 37.865 hm3 de agua que recibe del cielo la Cuenca del Guadalquivir en promedio desde 1947 a 1998, o los 8.993 hm3 que caen sobre la Cuenca Sur, constitu- yen cantidades excesivas porque, con datos del Anuario estadístico de Andalucía. 2000 (I.E.A., 2000), en el espacio del Guadalquivir más Guadalete y Barbate (la región pluviométrica del Guadalquivir que he venido considerando), los recursos su- perficiales regulados alcanzan sólo 2.613 hm3 (6,9% del agua caída en promedio), y en la Cuenca Sur apenas 414 (4,6%). Es evidente que la precipitación total anual excede con creces la que se regula. Más en años especialmente lluviosos cuando se pueden recoger casi 70.000 y 20.000 hm3. Frente al dato anterior, la capacidad de embalse en el primer ámbito supera 8.642 hm3, aproximadamente 3,3 veces los recursos superficiales regulados, y en el otro ámbito supera 1.113 hm3, 2,7 veces sus recursos superficiales regulados. Si considera- mos la capacidad de los vasos, el agua superficial al final regulada resulta, en efecto, muy poca. Más aún durante los años con escasa precipitación que, a pesar de llegar a proporcionar en torno a 20.000 y 5.000 hm3 resulta menguada entonces especialmente la cantidad de agua útil. La cantidad que alcanza la demanda del recurso en uno y otro espacio refuerza la impresión de escasez del agua superficial que se logra regular y hacer disponible al

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 123-141 140 JOSÉ MANUEL CASTILLO REQUENA final. La demanda en la Cuenca del Guadalquivir (3.987 hm3 al año) supone actual- mente el 152,58% de sus recursos superficiales regulados, y en la Cuenca Sur, aunque la demanda es menor en cifras absolutas (1.377 hm3 al año), supone nada menos que el 332,61%. Sin duda alguna Andalucía, en agua, es deficiente. Hay una enorme capacidad de embalse en términos relativos, una elevada deman- da de agua en valores absolutos y unos recursos superficiales finalmente regulados escasos, desde cualquier punto de vista, y además, muy variables según el signo de la precipitación del año. Son pocos, pero ha habido años en que los vasos incluso se han mostrado pequeños para recoger toda el agua caída; en la mayoría de los años, sin embargo, fueron excesivos. A las dificultades que la variabilidad de la precipitación entraña se suma una escasa probabilidad de poder remediar la escasez de agua disponible regularmente mediante trasvases de un espacio andaluz a otro, o hacia cualquiera de los dos desde el exterior, como he puesto de manifiesto en el cuadro IV. No existe toda la certidumbre necesaria sobre los trasvases como mecanismo de elevación de los recursos disponibles, al menos de forma perdurable, y sin embargo suelen tener el efecto de crear un incremento de la demanda, por periodos más o menos prolongados sostenido, y esta es una cifra que ya se halla en Andalucía muy elevada, como dejan patente los datos citados. En realidad, el de la disponibilidad del agua, es un problema de localización planificada. Pero no tanto de localización de embalses, donde la magnitud de la obra y la frecuencia de su utilidad son proporciones inversas que exigen un equilibrio en permanente inestabilidad entre los objetivos de la prevención y de la disponibilidad, sino un problema de localización en determinado subsistema del ciclo hidrológico. Cuanto más se agote la reserva convencional o artificial de agua, cuyo efecto en el ciclo es amortiguar la variabilidad de la precipitación caída localmente, o cuanta más agua se trasvase, cuya consecuencia en el sistema es el incremento de la demanda hasta umbrales con poca probabilidad de ser sostenidos, crecerá proporcionalmente entonces la dependencia de la coyuntura en la recepción local de precipitaciones, es decir, de la irregularidad en el tiempo, con la frecuente producción artificial de se- quías, tan característica del sur peninsular, y en el espacio, con la ocasional genera- ción de conflictos por el agua entre comunidades vecinas. La planificación de la demanda y la regulación consiguiente del consumo de agua debe anticiparse a ambos procesos, el del agotamiento de las reservas y el de la dependencia de los trasvases; debe ordenar las actuaciones hidráulicas en el territorio que le es propio, más que ser presa de ellas.

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LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES DE LA POLÍTICA AGRARIA COMUNITARIA

EUGENIO CEJUDO GARCÍA*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 143-163].

PALABRAS CLAVE: Política agraria comunitaria; política regional; desequilibrios terri- toriales. KEY WORDS: Community agrarian policy; regional policy; territorial unbalances. MOTS CLEFS: Politique agraire communantaire; politique regionale; desequilibres terri- toriales.

RESUMEN

El reparto del ingente despliegue presupuestario de la PAC se ha producido de forma enormemente desigual entre las regiones y los productores de la Unión Europea. Ello tiene que ver con la diferente especialización productiva de las regiones y del dispar apoyo que se presta a las diversas producciones agrarias, primando las continentales frente a las mediterráneas. Las ayudas que recibe el sector deben seguir manteniéndose, bajo nuevos parámetros, al convertirse en una parte esencial de las rentas agrarias de los productores europeos.

SUMMARY

The sharing of the enormons budgetary deployment of the PAC toon place in a greatly unequal way between the regions and the producers of the European Union. It is certainly connected with the different regional productive specialization and the irregular support that is given to agrarian productions, in which the continetal ones prevails on the mediterranean ones. The helps that are given to this sector by the PAC must be supported, but thinking over different parameters, because thay are an essential part of the agrarian incane of the european producers.

RÉSUMÉ

La distribution de l’énorme déploiement budgétaire de la PAC s'est produit d'une manière franchement inégal entre les régions et les producteurs de l'Union Européenne. Cela répond a la différente specialisation productive des régions et aussi au dissemblable appui que l'on donne aux différentes productions agraires, dont les continentales béneficient plus que les méditerranéennes. Les aides que le secteur reçoit de la PAC doivent continuer en se donnant, mais sur des nouveaux paramétres, puisque ces aides sont d'ailleurs une partie essentielle des revenus agraires des producteurs européens.

* Departamento de Geografía Humana. Universidad de Granada. [email protected]

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 144 EUGENIO CEJUDO GARCÍA

1. INTRODUCCIÓN

Desde la creación de la Comunidad Económica Europea el sector agrario ha desempeñado un papel esencial tanto en su conformación como posterior desarrollo. Es un sector en el que sus activos cada día son menores (el 5% de los totales en 1998) así como su aportación al PIB (menos del 3% del total) y en el que existen 8.000.000 de explotaciones con una dimensión media de 16,4 has. repartidas por 140.000.000 has. A pesar de lo reducido de sus actuales cifras macroeconómicas no conviene olvidar que, paralelamente a su progresivo descenso, se ha producido un espectacular crecimiento de la industria agroalimentaria (en España supone actualmente el 20% de la producción industrial) así como de los servicios comerciales del ramo de la alimen- tación. Ello significa que el denominado complejo agroalimentario constituye hoy en día una de las actividades productivas que más pesan en la economía comunitaria y, sobre todo, en la de países como el nuestro. Además, el mundo rural en el que se desarrolla la actividad agraria forma parte constitutiva de la sociedad y de la cultura de Europa por lo que el análisis, desde una perspectiva estrictamente macroeconómica de uno de sus pilares básicos de sustento, como es el agrario, deja al margen demasiadas cosas para que una sociedad se quede tranquila con tales diagnósticos. Si lo único que se plantea una sociedad es el incremento del PIB, sin conectarlo con los costes socioculturales que se van a derivar del abandono de miles de kilómetros cuadrados donde tenía lugar una activa vida social, ganaremos en el número de cosas a nuestra disposición pero la sociedad opulenta así creada no provocará mejoras en el bienestar colectivo, tal y como lo ha entendido la cultura occidental. “No se trata de un banal menosprecio de la corte y alabanza a la aldea, sino de la necesidad de que nos planteemos políticamente, al alcanzar ciertos altos niveles de PIB por habitante, si no es preciso que pensemos en calidad de vida, y si esto es posible que se pueda plantear sin algún tipo de ayuda a los agricultores” (VELARDE FUERTES, J. 1999; 4). Mundo rural, que como construcción social que es, es cambiante y debe ser contextualizado en el marco de unas coordenadas temporales y espaciales; es decir, hay muchas manifestaciones de lo rural cada una de ellas producidas en un tiempo y en un espacio determinado que constituyen el ámbito de su construcción y evaluación. “Más allá de una mera consideración como un entorno físico-cultural, el espacio territorial rural es concebido como un ámbito social que es, al mismo tiempo, sustrato y producto de procesos de acción social conducentes a su construcción y cambio social” (ENTRE- NA DURAN, F. 1998; 19). Los dos procesos de cambio más importantes que han afectado al mundo rural en nuestro pasado más reciente han sido la modernización, entendida como la dinámica de absorción de lo rural dentro de la esfera de influencia socioeconómica, política y cultural de la sociedad urbano-industrial, y la globalización que está suponiendo el cambio de una sociedad que se ha venido desenvolviendo en el ámbito de lo nacional (e incluso supranacional) a otra que lo hace a escala planetaria. Ello está produciendo una nueva división transnacional del trabajo, una reordenación de las relaciones entre el nivel de la producción, el financiero y el control socioeconómico y, sobre todo, una paulatina desterritorialización que se manifiesta en la progresiva pérdida de la capacidad de maniobra de los diferentes Estados (aún más de las regiones) para establecer las directrices que determinan la organización y gestión de su territorio.

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Esta desterritorialización en lo rural se manifiesta tanto en una ruptura entre agricultura y territorio en la medida en que aquélla, en muchos casos, ya no resulta decisiva para configurar la organización y distribución del territorio local específico en el que se desarrolla sino que en ello intervienen otras actividades y criterios como las posibilida- des de comunicación o su carácter urbanizable, como en la separación cada vez más evidente entre agricultura y alimentación ya que los crecientemente industrializados procesos de producción agroalimentaria suelen desarrollarse, hoy más que nunca, al margen del control de los agricultores a medida que tienden a hacerse más complejos y a ser realizados o controlados por grandes corporaciones transnacionales. Para organizar este sector económico se puso en funcionamiento una de las políti- cas comunitarias que más esperanzas, logros y desilusiones ha generado; nos referimos, evidentemente, a la Política Agraria Comunitaria (desde ahora PAC) en la medida en que ha sido, prácticamente hasta la actualidad, la única política realmente comunitaria de la hoy Unión Europea (desde ahora UE) como lo demuestra el hecho de haber llegado a recibir cerca del 80% del presupuesto comunitario y seguir absorbiendo hoy en día casi el 50% del mismo (45.188 millones de euros de créditos de compromiso de los 103.384 presupuestados para 1999. (Comisión de las Comunidades Europeas. 1999)). Dos son los grandes aspectos que nos proponemos abordar aquí. De un lado, que el reparto de este ingente despliegue presupuestario se ha producido de forma enormemen- te desigual sobre el territorio y lo que es más importante, entre los agricultores y ganaderos de la UE. De otro, que éste sigue siendo absolutamente necesario para todos los trabajadores del sector pero especialmente de ciertas regiones de la Comunidad al convertirse las ayudas que reciben en una parte sustancial de sus rentas agrarias.

2. LOS DESEQUILIBRIOS SOCIALES Y ESPACIALES DE LA PAC

2.1. Productos continentales frente a mediterráneos

Es por todos conocido que el colchón de seguridad que les ofrecía a los agricul- tores y ganaderos de la Comunidad un precio y comprador garantizados hizo que las producciones agrarias se incrementasen espectacularmente con el paso de los años. La Producción Final Agraria (PFA) crecía a un ritmo anual acumulativo de casi el 7% durante la década de los sesenta con lo que al final de la misma el autoabastecimiento estaba casi conseguido. El siguiente paso no podía ser otro que el de los excedentes, especialmente en aquellos productos denominados continentales en los que los países fundadores de la CEE estaban especializados. Esta carrera loca por producir encuentra su punto más álgido entre 1985 y 1986 momento en el que el valor de los stocks públicos se había multiplicado por 4,4 respecto a 1980 (de 2.583 millones de Ecus se había pasado a 11.360). La acumulación de excedentes no sólo generaba el incremento de su valor sino que implicaba unas pérdidas potenciales resultantes de la comercialización de estos productos que se cifraban en 6.180 Mecus, según la Comisión, y en 8.500 Mecus, según el Tribunal de Cuentas. Ello significa que a finales de 1986 existía una “bolsa” sumergida de gasto anual del FEOGA que suponía el 40% del mismo.

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Como no podía ser de otra manera, conforme crecía la maquinaría productiva agrícola comunitaria se iba incrementando el volumen de presupuesto que dentro de la CEE se destinaba a la PAC. En 1970 se ejecutaron pagos por un valor de 3.166.500 Ecus pasando en 1980 a 11.606.500, en 1986 a 22.889.300 y en 1998 a 44.458.500. Con este volumen de dinero concedido al FEOGA no es de extrañar que la partida dedicada al gasto agrario dentro de la UE fuera y sigua siendo, con diferencia, la más importante. En efecto, en 1970 suponía casi el 90% del presupuesto comunitario porcentaje que se reduce al 70% en 1980 y al 52% en 1998 (un 50% está previsto que ocupen estos gastos en el presupuesto de 1999)1. Pero lo que hacía aún más insostenible esta situación es que el espectacular despliegue presupuestario no había servido para elevar significativamente la renta de los agricultores y menos aún para igualarla a la de los trabajadores de otros sectores económicos; es más, había incrementado la desigualdad entre trabajadores y explota- ciones dentro del propio sector. En efecto, el documento presentado en febrero de 1991 por la Comisión denominado Evolución y futuro de la PAC. Documento de reflexión (1991) señala la contradicción existente entre la elevación constante del gasto agrario y la escasa mejora de las rentas agrarias. Es más, se reconoce que el 80% del dinero público repartido por la PAC había ido a parar a las arcas del 20% de las explotaciones más productivas e intensivas en capital. Este hecho se explica como consecuencia de una política de precios que premia a aquellos sectores agrarios y a aquellas explotaciones que consiguen mayores volúme- nes de producción y, especialmente, a aquéllas que los consiguen con menores costes. Dicho de otro modo, a las más eficaces desde el punto de vista económico. Dentro de un territorio tan vasto como es el europeo, no es de extrañar que los índice de eficien- cia varíen enormemente de unos países a otros, tal y como lo demuestra el hecho de que el VAB a pm de los países del Norte (Dinamarca, Alemania, Holanda, Francia o el Reino Unido) no sólo supere la media de la Comunidad sino que llegue a ser cinco veces superior, como es el caso de Holanda. Por el contrario, los países del Sur (España, Portugal, Italia y Grecia) presentan unos indicadores muy por debajo de dicha media suponiendo, en el caso de Portugal, sólo la quinta parte de ésta, según datos de Eurostat. Estas diferencias se explican por variables estructurales tales como la baja dimensión de las explotaciones, el elevado grado de parcelación, el bajo nivel

1. De todas estas cifras se podría llegar a la conclusión de que en Europa los gastos en materia agraria resultaban y resultan aún excesivos (más del 50%) dentro del presupuesto comunitario. Nada más alejado de la realidad, téngase en cuenta que en la Comunidad, a diferencia de cualquiera de los Estados que la forman, no se destinan presupuestos a los demás gastos generales de cualquier país (sanidad, educación, defensa, policía, etc.) que siguen siendo financiados por los respectivos gobiernos nacionales. Al faltar aquéllos, es normal que el gasto se concentre en la PAC al haber sido casi la única política realmente comunitaria de la CEE. Si por el contrario relacionamos estos gastos con el PIB comunitario, los destinados al sector agrario suponen en 1.998 el 0,6% o el 1,2% del total de gastos públicos de los Estados miembros. Es más, cuando se relacionan los gastos agrarios con la superficie o con los activos y se comparan con países de nuestro entorno como USA es cuando se observa que los porcentajes son bastante parecidos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES DE LA POLÍTICA AGRARIA COMUNITARIA 147 de inversión tecnológica o el menor grado de profesionalización sin olvidar algunas cuestiones de carácter agroclimático. A ellas se añade otra de primera magnitud como es la dispar especialización productiva de los países, regiones o explotaciones agrarias a lo que se une el distinto nivel de protección y ayuda de la propia PAC. Dicho de otro modo, en Europa ni existe una agricultura europea, ni existe una ganadería europea y menos aún un sector agrario europeo. La realidad del sector es muy diversa y los intereses también lo son así como las repercusiones que dicha diversidad tiene sobre el territorio. Si la especialización y regionalización productiva es un hecho cada día más evidente, no lo es menos el desigual apoyo que la PAC ofrece a las diferentes produc- ciones agrarias, tal y como se puede comprobar en cuadro n.º 1 en el que se ofrecen datos referidos a 1985 y a 1997 (ambos momentos representan la situación anterior y posterior tanto a la ampliación hacia el Sur con la entrada de los países ibéricos como a la reforma de 1992). Existe una clara sobreprotección de los productos continentales frente a los mediterráneos tanto en 1985 como en 1996 y, lo que es todavía más llamativo, ésta se ha incrementado con el paso del tiempo a pesar de la integración de los países ibéricos; bien es verdad que en 1996 ya se había producido la incorporación de Austria, Finlandia y Suecia con un sector agrario, aunque pequeño, típicamente continental. En efecto, la relación existente entre los créditos de compromiso de los dos grupos de productos es de 1/3,2 en 1985 (4.471 Mecus frente a 14.236) y de 1/3,8 en 1996 (7.742 Mecus frente a 29.303)2. Además, esta sobreprotección tiene poco que ver con la importancia que ambos sectores tienen en la PFA comunitaria ya que si bien es cierto que priman los continentales sobre los mediterráneos, no lo es menos que su relación es 1 a 2 y no casi 1 a 4 como ocurre con las ayudas del FEOGA Garantía. Ahora bien, esta forma de medir el desigual apoyo de la PAC a los distintos sectores a través de las transferencias del FEOGA-G, con ser ilustrativa (especial- mente desde el punto de vista político ya que los Estados miembros suelen conceder importancia a su balance financiero con respecto al presupuesto de la Unión) y reveladora de lo que decimos, no da una idea plena ni de la contribución de los productos mediterráneos a la generación de valor añadido ni de las transferencias totales que reciben estos productos derivadas de la PAC. Es para ello necesario utilizar los resultados del sistema SPEL3 que utiliza la Oficina Estadística de la UE y que se publican en Eurostat. Si operamos así, los productos mediterráneos partici- pan en el valor añadido bruto de la Unión-12 en un 35,2% (media del trienio 1994- 1996), porcentaje que alcanza el 48,7 en Portugal, el 50,7 en España, el 52,9 en Italia y el 59,2 en Grecia. Las diferencias, por tanto, entre la importancia de los

2. Hemos de advertir que no se han incluido todos los productos que forman parte de la PFA, descartándose aquéllos cuya adscripción a uno de los dos grupos no era clara (carne de porcino o aviar, por poner algún ejemplo). 3. La filosofía de SPEL consiste en presentar los resultados de los distintos cultivos desagregando las cuentas de los diferentes productos en función de los ingresos, costes y valor añadido con lo que permite calcular la contribución de cada subsector al valor añadido bruto total de la agricultura de la Unión.

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CUADRO N.º 1. DISTRIBUCIÓN DE LAS AYUDAS COMUNITARIAS SEGÚN PRODUCCIONES. (Mecus)

Productos 1985 1996 Créditos Restitu. Ay. compen % PFA Créditos Restitu. Ay. compen % PFA

Herbáceos 3.793,3 1.080,1 1.961,0 13,8 16.998,0 368,0 16.570,0 9,8 Azúcar 1.804,5 1.352,8 11,6 2,5 1.843,0 1.344,0 106,0 2,4 Ac. Oliva 692,2 19,2 667,8 1,3 2.113,0 44,0 2.059,0 1,7 Algodón 212,0 0,0 212,7 0,4 747,0 0,0 747,0 0,6 Frut-hort 1.230,7 74,5 942,8 13,7 1.557,0 97,0 1.076,5 15,7 Vino 921,4 18,9 213,9 4,7 805,0 50,0 160,0 6,4 Tabaco 862,9 32,0 819,0 0,7 1.043,0 4,0 1.026,0 0,3 Arroz 50,1 36,6 13,5 0,3 30,0 28,0 2,0 0,5 Leche 5.933,2 2.028,2 1.891,0 19,2 3.718,0 1.703,0 1.501,0 17,5 C. Vacuno 2.745,8 1.338,6 196,5 14,1 6.744,0 1.794,0 4.264,0 9,8 C. Ovino 502,4 0.0 502,4 1,7 1.447,0 0,0 1.443,0 2,0 Tot. Medit. 4.471,7 181,2 3.372,1 22,8 7.742,0 223,0 6.513,5 27,2 Tot. Conti 14.276,8 5.799,7 4.060,1 49,6 29.303,0 5.209,0 22.441,0 39,5 Tot. Gastos 19.517,2 6.587,7 7.515,6 39.443,0 6.299,0 30.083,1

Fuente: Comisión de la Comunidades Europeas. La situación de la Agricultura en la Comunidad. Bruselas. (Varios años).

productos mediterráneos y las transferencias del FEOGA se incrementan aún más. Es más que razonable afirmar que el balance presupuestario de los productos medi- terráneos, en su conjunto, con respecto a la PAC es desfavorable comparándolo con el de los denominados continentales. Otro aspecto que no conviene olvidar es que no todo el apoyo que reciben los productos mediterráneos va a parar a las arcas de los países del Sur ya que existen otros, como Francia, que también lo recibe y, lo que es más importante, los países del Sur participan también de forma significativa en las transferencias realizadas a pro- ducciones continentales (ver cuadro n.º 2). En el conjunto de los países del Sur las transferencias del FEOGA-G procedentes de los productos mediterráneos supone sólo el 41% mientras que casi el otro 60% son de origen continental, porcentaje que para el caso de nuestro país es sólo del 23%. No parece por tanto justo responsabilizar del desequilibrio financiero desfavorable de los productos mediterráneos con respecto a los continentales sólo a una menor influencia política de los países del Sur dentro de la UE. Éstos son también productores de muchos productos continentales lo que explica, al menos desde un prisma político, que no se haya hecho mayor presión por parte de este grupo de países para reequilibrar el presupuesto hacia las producciones mediterráneas. La otra gran lección que enseñan estos datos es la necesidad de anali- zar las repercusiones de la PAC en el ámbito regional ya que una cosa es la posición que puede tener un país del Sur y otra muy distinta es el impacto de ésta sobre las regiones con especialización mediterránea, en especial de aquéllas que se orientan hacia los productos menos protegidos.

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CUADRO N.º 2. GASTOS DE FEOGA-G EN LOS PAÍSES DEL SUR SEGÚN CULTIVOS. 1.995. (Mecus)

Productos Grecia Italia Portugal España P. Sur UE-12 (%) del Sur

Cereales y Oleag. 386 1.474 237 2.290 4.387 15.018 29,2 Arroz 0 47 1 1 49 50 99,2 Azúcar 7 92 6 70 175 1.831 9,5 A. Oliva 98 477 21 198 793 813 97,6 Algodón 740 0 0 58 797 797 100,0 Frutas-Horta. fr. 279 227 17 362 885 1.181 74,9 Frutas-Horta. tr. 217 219 58 86 579 653 88,7 Vino 31 357 26 216 630 858 73,5 Tabaco 411 332 13 126 882 993 88,8 Lácteos 5 177 54 46 282 4.029 7,0 C. Vacuno 29 138 67 248 482 4.021 12,0 Ovino-Caprino 159 181 52 557 949 1.781 53,3 Porcino Aves-Huevos 1 6 3 11 20 344 5,9 Otros 32 49 44 280 404 921 43,9 P. Mediterráneos 1.783 1.659 136 1.047 4.615 5.395 85,5 Todos productos 2.394 3.774 600 4.546 11.314 33.288 34,0 % Mediterráneos 74,5 44,0 22,7 23,0 40,8 16,0

Fuente: Comisión de las Comunidades Europeas. (1.997a). Estudio de impacto de las concesiones a los países mediterráneos. Bruselas.

2.2. Las desigualdades nacionales y regionales

Si los países que conforman la UE tienen una especialización productiva diferen- te y las ayudas del FEOGA se reparten primando a unos sectores frente a otros, es lógico suponer que habrá países que reciban por parte de dicho organismo para su sector agrario más ayudas que otros, e incluso que éstas sean superiores a las que les corresponderían en función de sus respectivas aportaciones a la PFA comunitaria. El cuadro n.º 3 pone de manifiesto la desigualdad de la que antes hablábamos. Tanto en 1985 como en 1995 los máximos perceptores de transferencias procedentes del FEOGA- G son Francia y Alemania con más del 40% de las mismas entre los dos cuando su aportación a la PFA comunitaria en 1995 era sólo del 36%, seguidas de España (13,27% en 1995), Italia y el Reino Unido (con el 10 y 9% respectivamente en ese mismo año). Los países del Sur recibían en 1985 menos transferencias que lo que significaban sus producciones con respecto a la PFA comunitaria (23,5 frente a 26%), situación que se había corregido en 1995 (32 frente a 33%). Un indicador mucho más global para medir el apoyo total sobre la renta agraria de todas las políticas agrarias se obtiene a través del Equivalente de Subsidio al Productor (ESP). Éste incluye el efecto de las políticas de apoyo a los precios internos (protección en frontera, restituciones, intervenciones) y los desembolsos presupuesta- rios directos (pagos compensatorios). Esta metodología utilizada por la OCDE ha sido

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 150 EUGENIO CEJUDO GARCÍA

CUADRO N.º 3. PRODUCCIÓN FINAL AGRARIA Y CRÉDITOS TRANSFERIDOS POR EL FEOGA-G SEGÚN PAÍSES

1985 1995 Países PFA Transferencias PFA Transferencias Mecus % Mecus % Mecus % Mecus %

Bélgica 5.302 3,36 916 4,62 6.625 3,20 1.622 4,72 Dinamarca 6.659 4,22 834 4,21 6.316 3,05 1.389 4,04 Alemania 26.904 17,05 3.625 18,29 31.411 15,17 5.380 15,65 Grecia 7.842 4,97 1.197 6,04 8.722 4,21 2.439 7,09 España 0 0,00 0 0,00 23.456 11,33 4.562 13,27 Francia 41.062 26,02 4.634 23,38 44.102 21,30 8.377 24,37 Irlanda 3.809 2,41 1.169 5,90 4.285 2,07 1.418 4,12 Italia 33.024 20,92 3.452 17,42 32.374 15,64 3.364 9,79 Luxemburgo 163 0,10 5 0,03 185 0,09 14 0,04 Holanda 13.636 8,64 2.075 10,47 17.012 8,22 1.930 5,61 Austria 0 0,00 0 0,00 4.793 2,31 86 0,25 Portugal 0 0,00 0 0,00 3.352 1,62 706 2,05 Finlandia 0 0,00 0 0,00 3.135 1,51 62 0,18 Suecia 0 0,00 0 0,00 3.337 1,61 75 0,22 Reino Unido 19.429 12,31 1.915 9,66 17.949 8,67 2.954 8,59 Total 157.830 100,00 19.822 100,02 207.054 100,00 34.378 100,00

Fuente: Comisión de la Comunidades Europeas. La situación de la Agricultura en la Comunidad. Bruselas. (Varios años).

ampliada (sólo ofrecía datos de las producciones continentales) y modificada por diversos autores como es el caso de GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE (1998)4 de quien tomamos los datos del cuadro n.º 4. Los productos continentales5 cuenta con un elevado nivel de protección que supera en el caso de los cereales, oleaginosas, azúcar y ovino el 60% del Valor Añadido Bruto a precios de mercado (VAB a p.m) y en el caso de los derivados del vacuno (carne y leche) se sobrepasa dicha magnitud. Por su parte, en los productos mediterráneos sólo el tabaco y el arroz aparecen como muy

4. El autor ha “depurado” este indicador contemplando sólo aquellas transferencias relacionadas en mayor grado con la PAC, como son el apoyo al precio de mercado interno y los pagos directos vinculados a los productos. De este modo, el indicador resultante puede ser observado como un ESP de la PAC. Además los datos están referidos a 1.995, por lo que éstos no reflejan la situación actual derivada de los acuerdos contraídos por la UE con la OMC, pero sí recogen los efectos de la reciente reforma MacSharry. A nuestro entender, esta forma de proceder posee una enorme ventaja en la medida en que refleja con una enorme fidelidad el apoyo proveniente casi exclusivamente de la PAC si bien tiene como inconveniente que no contempla los apoyos aportados por la política estructural (FEOGA-O) ni los del Estado miembro. 5. El citado autor incluye a la carne de ovino, porcino, aves y huevos como productos continentales, hecho en el que discrepamos pero que mantenemos en la medida en que seguimos sus cálculos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES DE LA POLÍTICA AGRARIA COMUNITARIA 151 protegidos al superar el 100% del VAB a p.m; por el contrario, en el resto de los productos varía entre el 10,7% de las frutas y el 33,2% del aceite de oliva. Este nivel de protección no ha variado significativamente en los últimos años con la puesta en marcha de la reforma de 1992, lo que sí lo ha hecho es la forma de hacerlo al orientarse la agricultura europea más al mercado mediante la sustitución del apoyo al precio del mercado interno por el de los pagos directos. La última columna nos demuestra que los productos mediterráneos, salvo el arroz, tienen una menor protec- ción en frontera lo que les hace menos vulnerables a la liberalización comercial que la mayoría de los continentales salvo los cereales y las leguminosas. Con el mismo planteamiento el citado autor analiza la distribución nacional y regional6 de los apoyos procedentes de la PAC a la agricultura de los distintos Estados miembros en términos de ESP7. Los resultados obtenidos (ver cuadro n.º 4) reflejan que tres Estados miembros (Francia, Alemania e Italia) acaparan el 55% del apoyo total, siendo el primero, con diferencia, el país más beneficiado en términos absolutos por las transferencias de la PAC con el 23,8% de las mismas (cifras que son muy parecidas, aunque no idénticas, a las aportadas por el cuadro n.º 3). Del mismo modo, son los países del Norte los que registran mayores transferencias por Unidad de Trabajo Año (UTA) (caso de Bélgica, Dinamarca y Reino Unido al superar los 20.000 Ecus por UTA) mientras en el otro extremo países como Grecia y Portugal no alcan- zan los 5.000. Igualmente, las disparidades son evidentes y favorecen a los países del Norte cuando se relaciona la ayuda en ESP con el VAB a coste de factores, siendo este indicador relativamente bajo en los países del Sur junto con Finlandia y muy elevado en los del Norte superando incluso el 70%; ello significa que son mucho más depen- dientes de la asistencia pública que los del Sur en donde el mercado contribuye a generar un porcentaje mayor de la renta agraria. Se puede afirmar por tanto que los países del Sur se encuentran penalizados con respecto a la mayoría de los países del Norte en el trato otorgado por la PAC. Desde la perspectiva regional, los resultados obtenidos permiten poner de mani- fiesto, tal y como se comprueba en los mapas 1, 2 y 3, que existen importantísimas diferencias de protección entre las distintas regiones y que éstas tienden a favorecer a

6. Los cálculos se basan en una distribución nacional y posteriormente regional del ESP de manera proporcional a los coeficientes de producción nacional de cada subsector de la agricultura aportados por la base de datos SPEL de Eurostat. A partir de los datos de producción nacional que suministra esta base de datos podemos estimar unos coeficientes de ponderación que indican la participación de cada Estado miembros en la producción de cada subsector de la agricultura comunitaria. Para el caso de los análisis regionales se han utilizado los indicadores de producción regional ofrecidos por la base de datos REGIO de Eurostat. 7. Los resultados que el autor ofrece, partiendo de las premisas establecidas en la nota anterior, deben ser interpretados con cierta precaución en la medida en que se parte del supuesto de que las transferencias a los productores de cada región son proporcionales a la participación de sus producciones en la producción total de la UE-15, lo que es discutible en algunos aspectos. Bien es verdad que las transferencias generadas por las distintas OCM (apoyo a los precios internos y pagos directos a la producción) son en gran medida dependientes de los niveles de producción. Además el hecho de que el autor realice sus cálculos sobre una amplia cobertura de productos (el 85% de la PFA comunitaria cuando la OCDE sólo lo hace sobre el 60%) da solidez a su supuesto.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 152 EUGENIO CEJUDO GARCÍA

CUADRO N.º 4. EQUIVALENTE DE SUBSIDIO A LA PRODUCCIÓN (ESP) EN LA UNIÓN EUROPEA. 1995

ESP total VAB a p.m. Apoyo al precio Productos (1)/(2)*100 en Mecus (1) en Mecus (2) como % de ESP Continentales

Trigo 7.745 10.659 72,7 16,0 Maíz 2.532 4.125 61,4 52,3 Otros cereales 6.295 5.570 113,0 30,2 Oleaginosas 2.454 3.472 70,1 0 Azúcar 2.682 3.529 76,0 100,0 Leche 20.052 20.174 90,4 88,0 C. Ovino 3.358 5.355 62,7 32,8 C. Vacuno 18.195 13.643 133,4 79,7 C. Porcino 1.739 4.774 36,4 79,9 Aves y Huevos 1.980 3.690 53,7 76,3 Productos Mediterráneos

Frutas 741 10.673 6,9 55,6 Hortalizas 1.734 11.581 15,0 63,7 A. Oliva 1.217 3.664 33,2 31,4 Vino 1.435 10.408 13,8 43,3 Arroz 496 468 106,0 94,1 Tabaco 993 588 168,9 0 Algodón 797 n.d. Total del grupo (M y C) 74.445 112.373 66,2

Fuente: GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE, J. M. (1.998): Memoria para el Concurso de plaza de Catedrático de Universidad. Mecanografiado.

las regiones del Norte. El ESP por UTA supera los 30.000 Ecus sólo en tres regiones, dos francesas y una alemana (Picardie, Lorraine y Mecklenburg-Vorpommern), si el valor lo reducimos a 24.000 lo sobrepasan Bélgica y Dinamarca junto con cinco regiones alemanas, seis francesas y una holandesa. Por el contrario, las que no llegan a 5.000 son 5 regiones portuguesas, 10 griegas 6 españolas, 3 francesas y 11 italianas. De estos datos y de su plasmación gráfica se deduce con claridad meridiana que la política de ayudas de la PAC no está diseñada para corregir los desequilibrios territo- riales. Pero más importante aún que esto es que los Estados miembros del Sur también presentan contrastes importantes entre sus propias regiones. Si nos fijamos en nuestro país, los valores de protección oscilan entre más del 70% del VAB a c.f que se registra en Asturias, Cantabria y Castilla-León y menos del 25% que se da en La Rioja, C. Valenciana, Murcia y Canarias. Parece más que evidente que la PAC, lejos de ser un mecanismo reequilibrador de las rentas de los trabajadores dentro del sector, se con- vierte claramente en favorecedora de las desigualdades sociales entre las distintas regiones de la UE. Son estos “efectos perversos” del modelo de protección comunita-

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CUADRO N.º 5. DISTRIBUCIÓN NACIONAL DEL ESP DE LA UNIÓN EUROPEA ENTRE SUS ESTADOS MIEMBROS. 1995

ESP como % Países ESP total en Mecus ESP/UTA ESP/Ha. del VAB a c.f.

Portugal 1.039 1.777 212 36 España 6.982 6.416 204 41 Grecia 2.740 4.443 511 35 Italia 10.413 5.982 611 40 Irlanda 2.482 11.184 560 76 Bélgica-Lux. 2.141 24.867 1.434 76 Dinamarca 2.210 26.082 812 54 Holanda 3.861 17.115 1.949 45 Alemania 12.678 17.856 731 66 Francia 17.769 16.799 591 59 Reino Unido 8.122 20.226 493 70 Austria 1.719 11.561 498 47 Finlandia 937 5.022 431 33 Suecia 1.351 15.182 432 76 UE-15 74.445 10.279 514 52

Fuente: Datos calculados por GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE (1.998) para la ESP a partir de los coeficientes de producción nacional suministrados por la base de datos SPEL. Los datos de empleo, superficie y VAB a c.f. tomados del informe sobre La situación de la Agricultura en la Unión Europea. 1997.

rio, que no había previsto ninguna medida para invertir el orden de las cosas, lo que han contribuido a hacer de la PAC “une machine inegalitaire” (BONNAMOUR, J. 1994; 10). Finalmente, nos gustaría señalar que, a pesar del esfuerzo realizado por el citado autor, los mecanismos de distribución interregional de transferencias relacionados con la PAC son más complejos, ya que hasta ahora no se han tenido en cuenta las deriva- das del comercio. En efecto, por un lado, los contribuyentes de un Estado miembro subvencionan a los productores nacionales, así como a otros productores de la UE, mediante subvenciones directas y a la exportación; por otro, los consumidores subven- cionan a los productores nacionales comprando productos agrarios producidos en el interior, pero también lo hacen a los productores de otros Estados miembros a través de las importaciones intracomunitarias de productos agrícolas, transfiriéndose renta de unos Estados miembros a otros de acuerdo con sus diferentes pautas de producción y consumo (transferencia neta procedente del comercio). Teniendo en cuenta estos parámetros la Comisión de la Comunidades Europeas (1997b) encargó a un grupo de expertos externos que realizase un informe sobre los progresos realizados para conse- guir la cohesión económica y social. A la PAC se le dedica un apartado importante dentro de las medidas de la UE (capítulo 4.1. pp. 59-66). El informe señala que las disparidades entre los niveles de renta per cápita de los Estados miembros se han reducido significativamente durante la década 1983-93 (ver

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 154 EUGENIO CEJUDO GARCÍA cuadro n.º 6) debido a que los países de la Cohesión han recuperado terreno al aumen- tar su renta per cápita del 66 al 74% de la media de la Comunidad. Pero si esto ocurría a nivel nacional, en el plano regional la situación era diametralmente diferente ya que las divergencias aumentaron en el interior de todos los Estados miembros al igual que las tasas de paro. Este incremento de las desigualdades interregionales se explica por parte de la Comisión no por la intensidad de la ayuda recibida sino por el hecho de que los Estados miembros más ricos pueden utilizar más dinero público que los más pobres para financiar las nuevas inversiones. De hecho, entre 1989 y 1993 las inver- siones per cápita nacionales en las regiones fue mucho mayor en Alemania Oriental y en el Mezzogiorno italiano que en los países de la Cohesión y en el conjunto de la Unión dos tercios de la cantidad total de ayuda de los Estados miembros a las regiones se gastaron en Alemania e Italia. Otro de los aspectos que se señala en el informe es que la importante canalización de ayudas a los países y regiones más pobres de la

CUADRO N.º 6. DISPARIDADES REGIONALES DE RENTA, PRODUCTIVIDAD Y PARO EN LA UE EN 1983 Y 1993

PIB per cápita PIB por ocupado % de parados UE15=100 UE15=100 sobre los activos

1.983 1.993 1.983 1.993 1.983 1.993 Entre Estados miembros

Mejor 134,8 160,1 124,2 124,3 3,3 2,3 Peor 55,1 63,2 51,3 58,6 17,4 22,3 Mejor/Peor 2,4 2,5 2,4 2,1 5,3 9,7 D. Típica 17,2 12,8 13,5 14,4 3,1 4,6 C. de Gini (0,089) (0,059)

Entre Regiones

Mejor 184,0 189,0 398,0 420,4 1,7 3,2 Peor 39,0 37,0 32,1 36,6 22,5 33,3 Mejor/Peor 5,0 4,5 12,4 11,5 13,2 9,0 10 mejores 154,0 158,0 146,0 156,0 3,8 3,9 10 peores 44,0 48,0 49,4 48,6 19,4 26,4 10 mejores /perores 3,2 3,1 3,0 3,2 5,1 6,8 25 mejores 140,0 142,0 131,3 130,7 4,8 4,6 25 peores 53,0 55,0 63,3 63,1 17,2 22,4 25 mejores /perores 2,5 2,5 2,1 2,1 3,6 4,9 D. Típica 26,8 27,2 18,0 17,6 4,2 6,0 C. de Gini (0,149) (0,153)

Fuente: Comisión de las Comunidades Europeas (1.997b): Primer informe sobre la Cohesión Económica y Social. Bruselas.

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Comunidad no sólo les beneficia a ellos. Según las estimaciones que maneja la Comi- sión alrededor del 30-40% de todos los recursos financieros que van a parar a los Estados miembros más pobres retornan a los más ricos en forma de adquisición de conocimientos o equipos de capital. Una de las políticas que ha influido en esta situación ha sido la PAC. Según el informe, normalmente, los Estados miembros del Norte –especialmente Dinamarca e Irlanda– se benefician más de las transferencias derivadas de las políticas de apoyo a los precios como consecuencia de su especialización productiva mientras que los Estados del Sur –España y Grecia– lo hacen más de las ayudas directas. Francia fue el Estado miembro que más se benefició del comercio con los demás socios comunita- rios, pero recibió aún más en forma de ayudas directas. Por otra parte, las transferen- cias netas fueron negativas en los otros siete países. La reforma de 1992 ha favorecido a los países más pobres, que son además los que tienen más productores agrícolas, al reducirse los precios de los productos que soportan sus consumidores y al estar las ayudas directas financiadas por los contribuyentes y no por los consumidores. Este cambio de política ha hecho que España pase de ser contribuyente neto a beneficiario neto, aunque también se ha beneficiado del comercio. A nivel regional, los cambios no son tan significativos y refuerzan la idea de que la PAC no favorece el reequilibrio territorial. En efecto, de las 23 regiones del Medi- terráneo que registran una clara orientación productiva hacia los productos mediterrá- neos, la mitad de ellas aparecen con una saldo neto de transferencias ligadas a la PAC claramente desfavorable. En términos generales, se afirma en el citado informe de expertos que, normalmente, las regiones que obtienen unos beneficios netos de la PAC son de renta relativamente baja, mientras que las de renta más elevada se encuentran generalmente entre las que salen perdiendo. Se produciría, por tanto, un flujo de renta de las regiones más ricas a las más pobres, lo que se ha visto reforzado con la puesta en marcha de las ayudas directas financiadas por los contribuyentes. En definitiva, la PAC, como bien afirma GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE (1998) está compuesta por una amalgama de instrumentos que comportan distorsiones entre productos. El que una región se vea beneficiada por la PAC depende, en gran medida, del grado de adaptación de su estructura productiva a la de las distorsiones de la PAC. Esto tiene poco que ver con la cohesión económica y social y más bien convierte la distribución de los beneficios de la PAC en una especie de lotería entre agricultores y territorios.

3. LA NECESARIA CONTINUIDAD DE LAS AYUDAS COMUNITARIAS

Uno de los aspectos positivos que se consolida con la reforma es una importante estabilidad de las rentas agrarias gracias a las ayudas directas (en algunos casos superando el 50% de los márgenes brutos de explotación) así como su incremento en los últimos años (con el aumento de liquidez consiguiente) y, en cualquier caso, se constata el carácter diverso de las respuestas, o si se quiere mejor estrategias, adopta- das por parte de los empresarios agrarios ante el cambio de escenario sufrido por la

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PAC, tal y como han señalado en recientes trabajos BARDAJI, I; MORENO, C; RAMOS, E. Y RAMOS, F. 1995; 9-30 y CASTILLO QUERO, M. y MORENO APARICI, C. 1996; 193-229). El papel esencial que están jugando las ayudas directas en el apoyo del sector fue y sigue siendo interpretado como su condena al cobro del subsi- dio. Desde nuestro punto de vista, el libre mercado es incapaz de asegurar el manteni- miento del medio rural y de la actividad agraria como eje vertebrador, máxime cuando es admitido por todos que una parte importante de la agricultura comunitaria (entre ella una gran parte de la española y de la andaluza) está, en general, lejos de ser competitiva en el marco que se avecina y que, por tanto, no podría mantenerse única- mente con los precios que pague el mercado. En nuestro país, la renta agraria se ha duplicado por cada ocupado agrario desde nuestra entrada en la Comunidad Europea al crecer a un ritmo medio interanual acumulativo del 6,8%; tendencia que se ha visto rota en los dos últimos años. Ahora bien, este espectacular crecimiento no se debió a una mayor creación de bienes sino a una fuerte inyección de recursos procedentes del FEOGA (las subvenciones a la ex- plotación han pasado de los 56.000 millones de ptas. de 1986 a los 705.000 de 1998), especialmente a partir de la reforma de 1992, y a una importante reducción de los activos agrarios (en 1986 eran 1.600.000 y en 1998 son 974.000). Dicho de otro modo, mientras nuestra PFA en pesetas constantes ofrece una tendencia claramente decreciente (no ocurre lo mismo en pesetas corrientes), ésta no se traslada a la renta agraria gracias a las subvenciones procedentes del FEOGA. Como bien señala Lamo de Espinosa (1997; 162) “tenemos una agricultura compensada, al variar sustancialmente las condiciones en que España aceptó su adhesión. Estas subvenciones o compensa- ciones son hoy una parte importante de los ingresos agrarios, que deben mantenerse porque se han convertido en un elemento básico de la renta agraria. Hasta tal punto que si desaparecieran hoy las subvenciones la renta agraria experimentaría una reduc- ción sustancial sobre el nivel de 1985, fecha de ingreso de nuestro país en la CE”. Si estos son los datos a nivel nacional, nos interesa sobre manera su diferente repercusión espacial por Comunidades Autónomas. Este interés hasta hace muy poco era imposible de satisfacer ya que no existían estadísticas fiables para poder comparar las subvenciones recibidas por cada CC.AA. y las diferentes macromagnitudes agra- rias a nivel regional. En marzo de 1995, la Subdirección General de Estadística y Análisis Regional del MAPA, emitió un documento titulado Evolución de macromagnitudes agrarias regionales. 1984-1994. Estimación, no habiéndose publi- cado ninguno posterior que permita actualizar los datos referidos a 1994. Nos basare- mos en los datos del citado informe para el año 1994 y los procedentes del Anuario de Estadística Agraria de 1997 para realizar nuestros comentarios. Como puede comprobarse en el cuadro n.º 7, su impacto sobre las diferentes regiones y los distintos sectores agrarios resulta muy desigual, pues sí bien en algunas CC.AA. en 1994 las subvenciones comunitarias han pasado a suponer más del 40% del Valor Añadido Bruto a precios de mercado en las CC.AA. de Aragón (80%), Castilla la Mancha (73%), Castilla y León (52%), Extremadura (51%), Andalucía (43%) y Madrid (42%) mientras que por debajo del 10% se encuentran las de Galicia, Cantabria, Comunidad Valenciana y Canarias. La España compensada es la del inte-

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CUADRO N.º 7. REPARTO DE LAS SUBVENCIONES SEGÚN COMUNIDADES AUTÓNOMAS. 1994

(1) RA (2) Subvenc. (4) VABpm (5) PFA (3) (2/1) (2/5) (2/4) CC.AA. (millones (millones (millones (millones 2/3 Ocupados *100 *100 *100 ptas.) ptas.) ptas.) ptas.)

Andalucía 724.817 234.805 207.900 540.671 32 777.351 30 43 1.129.400 Aragón 131.690 68.162 49.500 85.078 52 228.601 30 80 1.377.000 Asturias 37.861 4.244 42.600 38.836 11 63.882 7 11 99.600 Baleares 20.303 2.455 6.400 21.000 12 38.398 6 12 383.600 Canarias 67.160 2.393 26.400 69.807 4 105.901 2 3 90.600 Cantabria 30.175 2.306 15.600 31.010 8 45.341 5 7 147.800 Castilla-Mancha 279.420 137.854 76.600 188.053 49 342.182 40 73 1.799.700 Castilla-León 346.284 147.617 116.100 281.327 43 519.977 28 52 1.271.500 Cataluña 175.472 33.828 67.700 174.439 19 442.404 8 19 499.700 C. Valenciana 190.950 11.191 89.900 195.266 6 314.656 4 6 124.500 Extremadura 168.266 62.229 50.300 123.296 37 220.055 28 50 1.237.200 Galicia 148.637 14.609 232.200 161.897 10 268.278 5 9 62.900 Madrid 21.054 8.150 14.400 19.236 39 39.682 21 42 566.000 Murcia 115.963 12.614 40.900 110.962 11 196.276 6 11 308.400 Navarra 42.260 12.710 10.900 36.444 30 74.631 17 35 1.166.100 P. Vasco 44.392 7.642 14.700 41.157 17 67.769 11 19 519.900 Rioja 37.926 5.088 9.900 36.006 13 53.735 9 14 513.900 Total 2.582.630 767.897 1.072.000 2.154.485 30 3.799.119 20 36 716.300

Fuente: MAPA. (Subdirección General de Estadística y Análisis Regional): Evolución de macromagnitudes agrarias regionales. 1985-1994.

rior junto con Andalucía. La España periférica, con la excepción de Andalucía, carece prácticamente de subvenciones o éstas son muy limitadas. Y la razón es sencilla: dado que la UE alteró las OCMs de los productos continentales, primero, aplazando las de los mediterráneos, y dado que aquéllos son objeto de producción predominante en el interior –y parcialmente en Andalucía– era lógico que las subvenciones llegaran de forma más abundante a tales zonas de nuestra geografía. Se cuestionen algunos de sus aspectos, lo que difícilmente se puede discutir es que la nueva PAC en lo que tiene de aportadora de subvenciones ha contribuido, sin duda, a paliar los daños que la sequía de los últimos años provocó en los sectores subvencionados, lo que no se puede menospreciar y menos aún olvidar en un país como España, y sobre todo en algunas de sus regiones que se encuentran bajo el dominio del variante clima mediterráneo (la andaluza es un ejemplo claro). Es indis- cutible que el campo se ha hecho más seguro –quizás demasiado– cuando un tercio de la renta del agricultor procede de la subvención. Pero la solución no está en su eliminación sino en un esfuerzo para que ésta se invierta en la mejora y en la moder- nización de las explotaciones y no vaya a la cartilla de ahorro de los agricultores a través de incentivos fiscales fuertes, tal y como propone LAMO DE ESPINOSA (1998; 89), o de cualesquier otra que se pueda articular.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 158 EUGENIO CEJUDO GARCÍA

Es cada vez más evidente que la agricultura moderna no absorbe la población suficiente para asegurar la viabilidad de los núcleos rurales, especialmente de los más deprimidos; una gran parte de la agricultura familiar no es necesaria desde el punto de vista de la producción pero se desea su mantenimiento en el medio rural; el conjunto de la economía de los países que forman la UE no es capaz de absorber la mano de obra que expulsa el sector agrario; los desequilibrios territoriales se van incrementando y, finalmente, las capas medias de la población, básicamente urbana, demandan un aprovechamiento del espacio rural para fines no agrarios lo que conduce a la necesi- dad de remodelar sus usos agrarios. Todos estos procesos internos junto con los que se están produciendo fuera de nuestras fronteras conllevan necesariamente, a nuestro entender, el final de la etapa agro-sectorial que supone la PAC basada en el productivismo agrícola. La cuestión clave a responder ahora desde una perspectiva comunitaria es si la conclusión de esta etapa ha de desembocar en la desaparición de cualquier política supranacional, en su concepción y financiación, a favor de la agricultura y el mundo rural. O si, por el contrario, son posibles nuevos paradigmas que permitan edificar una política sustitutiva de la PAC que se adecue a los cambios que se están produciendo tanto interna como externamente al sector agrario y al mundo rural en el que se desarrolla. A nuestro entender, lejos de aquéllos que defienden que mantener una política en el sector es algo ya superado, planteamiento que por otra parte no resiste un análisis económico mínimamente profundo, “es tiempo ya de nuevas ideas que alimenten un debate sobre el futuro de la PAC” (BOUSSARD, J. M. 1996; 95). Ahora bien, la nueva política para el mundo rural, superando los actuales planteamientos sectoriales, debe ser “regionalizada, de carácter territorial, activa, selectiva e integrada” (SOTTE, F. 1996; 155); debe ir orientada, tal y como señala acertadamente el título del artículo citado, hacia el desarrollo rural integrado. Es necesario integrar la dimensión socio- rural y la dimensión medioambiental a la tradicional dimensión agroproductiva de las políticas públicas. Ello supone asumir tanto que el sector agrario, hoy por hoy, es insustituible dentro de la vida económica de las zonas rurales como que es necesaria la diversificación de sus actividades productivas. En definitiva, es preciso determinar nuevos objetivos para la agricultura en función de las perspectivas de ordenación de los espacios rurales; “hacer de su relación con el territorio el eje central de la política agraria tanto a escala regional como nacional y europea” (HERVIEU, B. 1996; 182). Esta filosofía ruralista que debe imbuir la nueva política agraria y rural comuni- taria debe asumir tanto la necesidad de ayudas para su desarrollo como su adecuación a los distintas realidades rurales de la UE; el mundo rural y la política que a él se destine debe ser entendida como un asunto territorial. Ello implica llevar a cabo políticas diferenciadas para las zonas productivas e intensivas basadas en las leyes del mercado y para las marginales y deprimidas en las que primen otras como son el respeto a las personas, a la equidad y a la justicia. “Si se siguen diseñando la política agraria favoreciendo a las primeras, para las zonas mediterráneas áridas la perspectiva es la marginación social y la degradación medioambiental y las medidas compensatorias será cada vez más escasas, complejas y llenas de contradicciones y efectos perversos” (CASABIANCA, F. de. 1998; 41). Entendemos que las ayudas deben ser establecidas

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES DE LA POLÍTICA AGRARIA COMUNITARIA 159 como complementos a la renta agraria bien por la falta de competitividad de las explotaciones bien por la producción de bienes y servicios; estar desconectadas de la producción lo que no ocurre actualmente y, sobre todo, estar moduladas teniendo en cuenta aspectos tan importantes como su condicionamiento al cumplimiento de ciertas prácticas agrarias durante un tiempo determinado, tener un umbral máximo de ayuda por titular que se incrementaría en función de criterios extraproductivos de carácter social. Sólo de esta manera se podrá conseguir que sean asumidas socialmente y aceptadas dentro de las normas establecidas en el marco de la OMC.

4. CONCLUSIONES

La Política agraria Comunitaria fue, y sigue siendo, la gran apuesta de actuación de la Unión Europea, tal y como lo demuestra el despliegue presupuestario a ella destinada. Ahora bien, dicho alarde no ha cumplido, tal y como se ha reconocido por la propia Comisión, uno de sus objetivos iniciales como era el de igualar el nivel de renta de los trabajadores del sector al de los demás, provocando incluso el incremento de las desigualdades entre las regiones y los productores europeos. Este desequilibrio territorial que la propia PAC ha provocado tiene que ver con el hecho de que su diseño, claramente sectorial, en nada contemplaba las implicaciones territoriales de sus actuaciones. En efecto, desde su origen –aún hoy no se ha modifi- cado– la PAC favorece las producciones continentales frente a las mediterráneas lo que se traduce en un desigual apoyo a las regiones y productores que en ellas se especilaizan. Nuestro análisis ha puesto de manifiesto que los estudios y las valoraciones que sobre los beneficios y perjuicios de la PAC se realizan a nivel nacional enmascaran enormes diferencias entre unas zonas y otras de los distintos países miembros como consecuencia de su dispar especialización productiva. Son, por tanto, necesarios estu- dios que desciendan al ámbito régional –y si es posible a menores niveles– para valorar las repercusiones de dicha política. Finalmente, las ayudas que reciben los trabajadores del sector se han convertido en esenciales para el mantenimiento de la renta agraria, especialmente en ciertas regiones. Es, a nuestro entender, impensable su eliminación aunque si sea necesaria su reorientación.

5. BIBLIOGRAFÍA REFERENCIADA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES DE LA POLÍTICA AGRARIA COMUNITARIA 161

MAPA 1: EQUIVALENTE DE SUBSIDIO AL PRODUCTOR EN Ecus POR UTA

≤ al 50% de la media Comunitaria > al 50% ≤ 90% de la media Comunitaria > al 90% ≤ 110% de la media Comunitaria > al 110% ≤ al 200% de la media Comunitaria > al 200% de la media Comunitaria

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 162 EUGENIO CEJUDO GARCÍA

MAPA 2: EQUIVALENTE DE SUBSIDIO AL PRODUCTOR EN Ecus/Ha. DE SAU

≤ al 50% de la media Comunitaria > al 50% ≤ 90% de la media Comunitaria > al 90% ≤ 110% de la media Comunitaria > al 110% ≤ al 200% de la media Comunitaria > al 200% de la media Comunitaria

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MAPA 3: EQUIVALENTE DE SUBSIDIO AL PRODUCTOR COMO PORCENTAJE DEL VAB A c.f.

≤ al 50% de la media Comunitaria > al 50% ≤ 90% de la media Comunitaria > al 90% ≤ 110% de la media Comunitaria > al 110% ≤ al 200% de la media Comunitaria > al 200% de la media Comunitaria

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 143-163 ñlkasdfjñlaksf ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 165

ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO- TERRITORIAL DE DOS REGIONES PERIFÉRICAS EN EUROPA

RAFAEL MACHADO SANTIAGO* Y OTT KURS**

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 165-191].

PALABRAS CLAVE: Espacio, territorio, área central, área periférica, frontera, desarrollo regional, organización y estructura del espacio, imagen perceptiva. KEY WORDS: Space, territory, central area, peripheral area, frontier, regional development, organisation and structure of space, perceptible image. MOTS CLEFS: Espace, territoire, are centrale, are périphérique, frontière, développement regional, organisation et structure de l'espace, image perceptible.

RESUMEN

El artículo presenta, en principio, un marco conceptual y teórico concreto (sobre todo en relación al desarrollo regional y a la organización y estructuración del espacio) como referentes básicos para mostrar, a través de un proceso histórico-geográfico, cómo Andalucía y Estonia han venido comportándose, no sólo como periferias físicas y/o espacios frontera en el contexto de Europa, si no también como periferias económicas desde el momento en que se perciben territorialmente de forma diferenciada y se estructuran en función del poder político que les domina.

SUMMARY

The article presents a principal conceptual framework to discribe the historical geographical processes in Andalucía and Estonia, especially with regard to the regional development and organisation of space. Both regions have been peripheral in the European context not only in physical sense, but also in economical. The article studies the formation of territorial identity and spatial differences since they started to distinguish between themselves and the other regions of the dominating nations.

RÉSUMÉ

Cet article essaie d'analyser, sur la base des théories du développement régional et de la organisation spatiale, le procès de la différenciation spatiale-territoriale de deux régions économiques périfériques européennes –Andalousie et Estonie– à travers les époques passées jusqu'à aujourd'hui dedans du contexte européen.

* Dpto. Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Universidad de Granada (Andalucía, España). ** Instituto de Geografía. Universidad de Tartu (Estonia).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 166 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

1. MARCO CONCEPTUAL, REFERENTES TEÓRICOS Y OBJETIVOS

En principio, partimos de la diferenciación de los conceptos de espacio y territorio propuesta inicialmente por Raffestein en diferentes artículos: “…es posible imaginar una situación de partida que entenderíamos como espacio, donde todos los elementos del espacio geográfico están presentes, fijos y flujos, pero no se identifican con un sentido hegemónico, organizador u orientador, cuando esto ocurre, se inicia un proceso de territorialización, que convierte al espacio preexistente en territorio mediante la asig- nación de un sentido. El sentido está influido por las ideologías dominantes en una etapa histórica determinada, con relación a un proyecto compartido colectivamente o no, pero hegemónico” (citado por BUSTOS CARA, 1998, p. 71). De esta manera, se concibe el territorio como “un espacio sobre el que a lo largo de un periodo de tiempo mas o menos largo, el poder político, sus instituciones y normas han modelado o al menos han contribuido a modelar en conjunto con otros agentes y otras prácticas, un espacio deter- minado con límites precisos” (MATA OLMO, 1995, p. 85). Partiendo de estos conceptos, también hay que tener en cuenta que en el transcur- so de procesos históricos, en cada espacio y/o territorio, se han venido configurando y consolidando diferentes áreas en su situación geográfica, pudiendo distinguir dos ti- pos: núcleos o áreas centrales, bien originales o contemporáneas (GLASSNER, 1996, p. 104), y áreas periféricas. El núcleo o área central original se define “como el espacio en el cual, o alrede- dor del cual, un estado se origina, y donde su cristalización alienta la integración” (SANGUIN, 1981, p. 66). Como corazón del estado, este núcleo se caracteriza por unos rasgos geográficos que facilitan la defensa del territorio y por una posición nodal en la intersección de ejes principales de comunicaciones. El núcleo central es así el pequeño territorio que forma el espacio original de aquello que posteriormente se convierte en una unidad espacial mayor. Así, la mayoría de los estados nacionales son el resultado de vinculaciones territoriales en torno al núcleo central, extendidas sobre un periodo de crecimiento de varios siglos. Ahora bien, no obstante lo anterior, pueden existir países que se han formado a partir de varios núcleos, como España y Portugal, o países que no han tenido núcleo central originario como, por ejemplo los Países Bajos y Bélgica, que son el resultado de la partición tajante de los españoles, o el caso de Alemania que se ha formado sin ningún núcleo central, y, sobre todo, los países nuevos o de antiguas colonias, en donde en muchos casos el desarrollo del o de los núcleos centrales se halla todavía en curso de realización. En otros casos, podemos encontrar espacios que no poseen un verdadero núcleo central originario, y tienen mas bien un eje o ejes históricos consti- tuidos por uno o varios núcleos centrales: la llanura del Ganges de Nueva Delhi a Calcuta, o bastante más cercano a nosotros, la Depresión o Valle del Guadalquivir en Andalucía (España), eje clave para la conformación de este territorio. Cuando el aspecto histórico del núcleo central es sustituido por una dimensión predominantemente socioeconómica, nos estamos refiriendo al núcleo o área central contemporánea, que es aquel donde se encuentran los principales componentes de la vida social, cultural, económica y política del estado o región. En contrapartida, se

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 167 define como área periférica al espacio subdesarrollado económico, social y en infraestructuras, pudiendo existir áreas periféricas alejadas de las áreas centrales do- minantes y también en el interior de un mismo estado o región, porque han sido marginadas en su proceso de desarrollo. Periferias de este tipo las encontramos en la zona centro de Francia, en las regiones de Lemosin y de Auvernia; o también en el interior de España, donde Madrid es el centro geométrico y capital del país desde 1561, además de político, económico y cultural. Pero al mismo tiempo, cercanos a la capital, encontramos los amplios espacios de Castilla-La Mancha y de Extremadura que cumplen el rol de periferia interior. Otro ejemplo de periferia interior es en Andalucía la provincia de Jaén, debido a lo que se ha denominado “colonialismo interno” (WYN WILLIAMS, 1977), como hemos tenido ocasión de poner de mani- fiesto en dos ocaiones (MACHADO SANTIAGO et al, 1987, y MACHADO SAN- TIAGO, 1998). En bastantes casos, entre ambas áreas –central y periférica– puede existir una zona de transición o frontera, en el sentido geográfico y cultural, pudiendo ser un espacio de contacto, pero también de aislamiento, como en el caso de áreas periféricas limítrofes. En este sentido, en un informe de la Unión Europea presentado en 1990 se sintetiza muy acertadamente la caracterización de los espacios de frontera europeos y los efectos generalmente limitadores del desarrollo en esos espacios, en donde se pone especial énfasis en la ubicación periférica de estas zonas que las ha aislado frecuente- mente de los centros dinámicos (LÓPEZ TRIGAL et al, 1999, pp. 126-127). A este respecto, creemos que es significativo el Mapa 1, en donde se puede observar el área central social, económica y política de Europa, que en la actualidad se sitúa entre el sur de la Península Escandinava y el norte de Italia y España, con un espacio en su interior –eje del Rhin, con cierta prolongación al norte y sur– que constituye el eje vital de Europa; por el contrario, el resto de los espacios –algunos ciertamente en el interior de esa área central, y otros fundamentalmente fuera de ella– se consideran periféricos, es decir de menor desarrollo y dependientes del anterior. Este marco conceptual adquiere gran importancia durante los años cincuenta y sesenta, a través de las diversas teorías económicas que surgen con relación al desarro- llo regional y a la organización y estructuración del espacio. Debemos señalar al respecto, como referentes para nuestro planteamiento, la teoría de los polos de creci- miento o de desarrollo (PERROUX, 1955), que trata de constatar que el desarrollo es desequilibrio, y que el mismo se produce a partir de polos –núcleos de actividades– que generan una serie de desequilibrios económicos que es necesario transformar en un desarrollo ordenado inducido, por un ordenamiento consciente del medio de propa- gación. En otro caso (NORTH, 1955), nos muestra que el crecimiento regional fué determinado, en gran medida, por las posibilidades de explotación de recursos, cuya salida podía ser muy amplia, a escala del espacio americano o a escala mundial. Iguales mecanismos son descritos desde la óptica del desarrollo desigual (MYRDAL, 1957), a través de estudios sobre problemas de desigualdades, de subdesarrollo y desindustrialización; también a través de la teoría de la dependencia, para cuyos par- tidarios la causa del subdesarrollo de algunos estados es la del desarrollo de otros, y la riqueza de estos últimos se alimenta de la riqueza de los primeros. De esta manera se

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 168 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

MAPA 1. ÁREA CENTRAL Y ÁREAS PERIFÉRICAS DE EUROPA CONTEMPORÁNEA

A: Andalucía; E: Estonia

Fuente: Adaptación a partir de JORDAN-BYCHKOV, et al 1999, p. 491. consolida permanentemente una división internacional del trabajo, entre un centro dominante, manufacturero y terciario, y una periferia dominada, exportadora de bienes primarios, agrícolas o mineros (BENKO, 1999). En este último sentido, pero abriendo un debate más amplio, hay que mencionar la formulación de modelos de intercambio desigual y de desarrollo basado en la noción clásica de la división internacional de trabajo entre regiones industriales y regiones productoras de materias primas (FRANK, 1968 y EMMANUELE, 1969). Y desde luego, en esta misma línea cabe mencionar una importante contribución al pensamiento económico marxista y a la interpretación del espacio (AMIN, 1973), al aclarar lo que se vino a denominar la “dimensión polarizante del capitalismo”: el

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 169 sistema económico mundial se descompone en dos polos, un centro desarrollado que se apropia de los recursos de numerosas periferias y donde el subdesarrollo no se debe ni al retraso de los países pobres ni al peso de sus tradiciones, sino a las transferencias permanentes entre el “centro” y las “periferias”. El presente trabajo parte, fundamentalmente, del marco conceptual y de los refe- rentes teóricos expuestos, y constituye una primera aportación de una investigación más amplia que tiene por finalidad el estudio comparativo de Andalucía y Estonia como dos regiones periféricas en el contexto europeo1. Las líneas que siguen tratan de poner de manifiesto, de forma somera, el proceso de configuración y posterior diferenciación territorial de Andalucía y Estonia a lo largo de su historia, la importancia que en determinados momentos tienen algunos núcleos que ejercen de centrales, y cómo también durante el largo tiempo transcurrido, ambos espa- cios, por haber sido “confines” de Europa y en determinados momentos “fronteras”, se comportan sobre todo como áreas periféricas por motivos fundamentalmente parecidos: espacios colonizados, de interés geoestratégico y para la explotación de sus recursos. Ahora bien, desde el momento en que se puede admitir un componente territorial en ellos, las más de las veces son periferias económicas y, por lo tanto, dependientes del poder político-económico que les domina y los estructura en función de sus fines.

2. ANDALUCÍA Y ESTONIA: EVOLUCION ESPACIO-TERRITORIAL EN EL CONTEXTO EUROPEO

Andalucía y Estonia comienzan a percibirse como espacios europeos en momen- tos bien diferentes, según lo atestigua la percepción espacio-temporal (imagen históri- ca a través de sus límites) del denominado “Viejo Continente”.

2.1. Andalucía y Estonia en Europa

Efectivamente, a esta parte del mundo –Europa– se designaba, en un principio, a las costas mediterráneas (JORDAN, 1973, p.13). Para los fenicios (navegantes y co- merciantes de la costa oriental mediterránea) “ereb” o “irib” significaba “el ocaso” (occidente) en contraposición a “açu”, el “otro” (este) “orto o salida del sol”. Este término se desarrolla en la Grecia antigua para terminar denominándose “Europe o Europa”, que en los siglos XII y VII a. C. designaban a Grecia central. El geógrafo Hekataios de Mileto (546-480 a. C.) escribia sobre Europa y Asia como dos partes del mundo, mientras que para el historiador Herodoto de Halikarnassos

1. El proyecto de investigación completo se titula “Andalucía y Estonia: paisajes culturales y desarrollo social de dos regiones europeas periféricas” para un periodo de cuatro años (2000-2004), y lo desarrollan los firmantes de este trabajo, con el apoyo infraestructural y financiero de sus universidades respectivas, Granada (Andalucía, España) y Tartu (Estonia).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 170 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

(485-425 a. C.) sus referentes eran tres partes: Asia, Europa y Libia (Africa). Europa se circunscribía entonces a parte de las costas del mar Negro, las penínsulas de los Balcanes y de Italia, Sicilia, las costas francesas y la península Ibérica. La noción de Europa comienza a tener por primera vez un significado político en los siglos VI y V a. C., durante la época de los reyes persas Dario I y Jerjes I (VARIOS, 1988, pp. 638-639). En el Imperio romano, después del año 380 d., el cristianismo recibe status de creencia estatal, y Europa abarca entonces aquellos espa- cios hasta donde llega su difusión. Así, los límites de Europa entonces llegaban por el norte hasta los ríos Rhin y Danubio, ampliándose en el siglo XI hasta el océano Artico y al este hasta el curso superior del río Volga (JORDAN-BYCHKOV et al, 1999, 230), mientras que por el sur el cristianismo se reduce como fuerza dirigente hasta el norte de la península Ibérica (Mapa 2).

MAPA 2. EUROPA CRISTIANA, AL ANDALUS Y AESTI EN EL SIGLO XI

Fuente: Adaptación a partir de JORDAN-BYCHKOV et al, 1999, p. 230.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 171

Por ello, debido al origen y evolución de la imagen perceptual (límites) de Euro- pa, el espacio denominado Andalucía (la parte meridional del país al-Andalus) co- mienza a formar parte de aquella antes que el de Estonia (la parte septentrional del país de la gente Aesti), si bien la denominación de éste es anterior al de Andalucía. De cualquier forma –y es lo que más nos interesa–, el proceso histórico-geográfico en cuanto a formación espacio-territorial presenta similitudes y diferencias, pero predo- minan las connotaciones de ser espacios y/o territorios periféricos, colonizados y dependientes durante la mayor parte de su devenir histórico.

2.2. Andalucía y Estonia, periferias en y de Europa

Efectivamente, tal proceso presenta diferencias entre ambos países y/o regiones, pero también similitudes en cuanto espacios físicamente periféricos (factor situación) en Euro- pa, colonizados y con un comportamiento de periferias económicas, sobre todo desde que se convierten en dominados y se puede admitir un componente territorial en los mismos.

2.2.1. Andalucía

Andalucía, la Bética para los romanos y Al-Andalus para los musulmanes, la que bajo su denominación actual recubrió bajo una unidad un tanto ficticia realidades muy distintas (DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1980), comienza a comportarse como un espacio colonizado y dependiente desde el momento en que es perceptible su imagen, con una aproximación bastante certera, a los límites territoriales actuales. Una Andalucía que debido a su situa- ción entre mares y continentes, extenso litoral, ricas y amplias tierras y zonas de bosques, además de recursos minerales, configuran un espacio con excelentes posibilidades y bien relacionado con el exterior. Por ello, desde antiguo, Andalucía ha tenido una posición periférica debido a su situación geoestratégica y a su función exportadora de materias primas, agrarias y artesanales, de las que se ha venido beneficiando el centro colonizador, cambiante en el transcurso de la historia, como también mutantes han sido sus límites. Las principales etapas de este proceso histórico-geográfico se resumen de la siguiente manera: Tartessos. Tras el período del Bronce Antiguo y Medio, cuando tiene lugar la cultura de El Argar y de Los Millares en Almería, y hasta el siglo V a C., se desarrolla Tartessos en un espacio que abarcaría aproximadamente el actual territorio andaluz, sur de Portugal (Algarve) y parte de Murcia. El centro de este reino debió situarse en el triángulo Huelva- Sevilla-Cadiz, y tendría como actividad más significativa la minerometalúrgica (plata, oro, cobre), pero también el comercio marítimo, la pesca y la agricultura-ganaderia 2. El valor

2. La gran actividad minera que da florecimiento a Tartessos es el origen, durante los primeros años de la romanización, de la posteriormente donominada “Ruta de la Plata”, eje vertebrador por el oeste peninsular de Norte a Sur.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 172 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS de la situación geográfica de este territorio –en el Bajo Guadalquivir, en el extremo meridional de la Península mediterránea más occidental–, adquiere una especial relevancia explicativa del carácter de periferia física, de “finisterre” en el Mundo conocido de las tierras andaluzas. Crisis de Tartessos (hacia el año 1000 a. C) y la llamada “corriente medite- rránea” (BENDALA GALÁN, 1980): es decir, las sucesivas apariciones de fenicios, griegos, cartagineses y romanos. Por primera vez, una parte del territorio andaluz (algunos espacios del litoral donde se instalan colonias con grandes áreas de influen- cia) va a ser utilizada desde fuera como aprovisionador de recursos, y por su impor- tancia geoestratégica como punto de paso obligado de una vía comercial desde el Mediterráneo hacia el Atlántico. Hacia el año 500 a. C. los cartagineses irrumpieron en el Mediterráneo con una mentalidad más conquistadora que colonizadora. Los púnicos, al controlar militarmen- te el Estrecho de Gibraltar, hicieron inaccesible a los demás pueblos la penetración hacia el Atlántico. Aparece entonces una representación-descripción de la Península Ibérica, sobre todo su parte meridional, en situación marginal, periférica en el mundo entonces conocido –“Ecumene”–, tal como lo han transmitido Estrabon y Herodoto. Bética o provincia Ulterior (para los romanos desde el siglo III a C. y hasta el V d. C). Abarcaría casi todo el territorio actual andaluz, salvo, quizás, una parte del norte de Jaén, Granada y Almería (Mapa 3). La importancia de las divisorias de aguas, o de ríos –como el Guadiana y el Betis, éste principal eje territorial–; centros mineros como Almadén; el límite o frontera orográfica que supone Sierra Morena; la existencia de importantes núcleos poblaciones y las salidas fluviales en el litoral, son elementos que hacen de frontera y explican los límites del espacio andaluz que, desde entonces, toma una connotación territorial. Efectivamente, por primera vez se delimita el espacio “resultado de una percep- ción que establece diferencias. La principal finalidad es la explotación de los recursos, de tal manera que el inicio de Andalucía como territorio conocido, ya indica algo que será constante en ciertas épocas: la colonización” (CANO GARCÍA, 1987, p. 58). Al mismo tiempo, la romanización viene a poner fin a la evolución de la cultura indígena “perdiéndose la existencia de una remota conciencia de la tierra andaluza como un sutil vapor” (CUENCA TORIBIO, 1980, p. 25). Pero la cristianización, como fenóme- no paralelo a aquel –romanización–, penetra en las costas andaluzas a mediados del siglo I, debido a su proximidad con el continente africano, lo que va a marcar secularmente el desarrollo cultural de la península Ibérica. La Bética, que durante el Imperio Romano no alcanzó autonomía política, tuvo una aportación económica, además de cultural y política, muy significativa: agricultu- ra, sobre todo cereales, aceite y vino, y extracción de minerales (oro, plata, cobre, plomo). El territorio se articulaba en numerosos núcleos (importantes, sobre todo la capital, Córdoba, además de Sevilla, Estepa, Cádiz), a través de una red jerárquica de caminos que discurrían, principalmente, por los tres grandes ejes de paso natural: valle Bélico, depresión intrabética y la costa. Hispalis o Bética: para los visigodos tras la caída del Imperio Romano de occi- dente en el 476, va a ser dividida en varias circunscripciones donde adquiriere especial

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 173

MAPA 3. ANDALUCÍA A PRINCIPIOS DE LA ÉPOCA ROMANA. (Siglo III a. C.)

Fuente: Adaptación a partir de CANO GARCÍA, 1987, p. 56.

relevancia, junto al mencionado carácter periférico, la meridionalidad del territorio andaluz, tanto en el contexto europeo como y, sobre todo, en el peninsular. Así, la Bética fue el territorio más tardíamente invadido por los pueblos germánicos proce- dentes del norte, y el que mayor inestabilidad política presentaba, pero también el que en el Mediterráneo seguía siendo de gran interés como paso obligado de las rutas comerciales desde Bizancio a Inglaterra. Al Andalus. Este término se refiere al Atlántico o Atlantida y procedería del helenizado Egipto (VALLVE, 1986), si bien de la expresión árabe “bilad-Al-Andalusia” –país de Andalucía– deriva el nombre actual. La influencia islámica en el territorio andaluz, con mayor o menor intensidad, va a durar casi ocho siglos (desde el 711 al 1492). En principio, al-Andalus fue Emirato dependiente de Damasco, hasta que en el año 756 se constituye como Emirato independiente al de Bagdad, por lo que desde este momento se rige a sí mismo, no dependiente como periferia de centros de deci- sión lejanos. Este papel, que refuerza la construcción estatal andalusí, alcanza máximo esplendor con el Califato independiente de Córdoba (912-1039) con Abderraman III.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 174 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

Los límites entonces superaban los del territorio actual andaluz, pero “se retrotraen por el norte con relación a épocas anteriores, aproximándose a la divisoria de aguas Guadalquivir/Guadiana y, por lo tanto, constituyen un claro precedente de los actua- les” (CANO GARCÍA, 1987, p. 64). El Valle del Guad-al-quivir (río grande) sigue siendo el eje del territorio, y Córdoba el lugar central. Todo el territorio estaba dividi- do en provincias o coras (Mapa 4). En sentido económico, al-Andalus se basaba en la cantidad y la variedad, donde las ciudades jugaban un papel fundamental. La posición geográfica de Andalucía va a ser uno de los factores primordiales que explican el origen, desarrollo y posterior desaparición de la civilización islámica en nuestro territorio: se refuerza su papel de unión entre Africa y Europa, se establecen relaciones comerciales con los cristianos por el norte, con el Magred por el sur, y con el oriente islámico por el este. Al mismo tiempo, los productos naturales y artesanos de al- Andalus eran apetecidos por la Europa feudal, por Africa negra y por el oriente de Asia, de los que era una encrucijada clave, de intercambio (COLLANTES DE TERAN, 1980). A partir del siglo XI se desintegra el Califato de Córdoba en los denominados Reinos de Taifas o Banderias, que recurren a la ayuda de los pueblos del norte de Africa para contener la presión expansiva de los reinos cristianos. Esta división supo- ne el primer fraccionamiento territorial de Andalucía.

MAPA 4. DIVISIÓN DEL TERRITORIO ANDALUZ EN CORAS DURANTE EL CALIFATO DE CÓRDOBA

Fuente:Adaptación a partir de CANO GARCÍA, 1987, p. 65

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Andalucía en Castilla. Una vez que Castilla anexiona el Valle del Guadalquivir –la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 supone el comienzo–, el territorio andaluz sirve de marco a dos mundos contrapuestos: la Andalucía Bética o cristiana y la Anda- lucía Penibética o musulmana, donde se localiza el Reino Nazarí de Granada como territorio independiente, constituyendo las cordilleras Béticas, no solo el estratégico medio físico para la defensa de Granada, sino también los limites fronterizos naturales con la Andalucía castellana. No obstante la diferenciación territorial, “oficial y extraoficialmente se percibía como un conjunto unido llamado Andalucía o más frecuen- temente Andaluzia como heredera de el Andalus” (CANO GARCÍA, 1987, p. 74) La incorporación de una parte de al Andalus a Castilla desde el primer tercio del siglo XIII (unos 55.000 Km2 aprox.), exigió la puesta en funcionamiento de una nueva organización político-administrativa (Mapa 5). Por ello los territorios conquistados se dividen a titulo meramente administrativo en tres reinos con cabeceras en las ciudades de su titularidad: Sevilla, Córdoba y Jaén3.

MAPA 5. DIVISIÓN DEL TERRITORIO ANDALUZ EN REINOS A MEDIADOS DEL SIGLO XIII

Fuente:Adaptación a partir de CANO GARCÍA, 1987, p. 75

3. La superficie de Córdoba y Jaén coincide con la de las respectivas provincias actuales, en cambio la de Sevilla ocupaba una extensión mayor, ya que englobaba las demarcaciones de Sevilla, gran parte de Cádiz y una zona de Badajoz (Burgueño, J. 1996, p.40).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 176 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

El estado o Reino Nazarí se organiza en las Béticas con dos ejes fundamentales: la depresión intrabética con centro en Granada, y la costa. El aprovechamiento dife- rencial de tierras de secano y regadío, amplias zonas ganadero-forestales, artesanía y el valor estratégico-comercial de las costas andaluzas, diversificaban la economía, y fueron factores fundamentales de las altas densidades de población y concentración urbana. En 1492 capitula Granada y termina, tras casi tres siglos, la conquista y ocupación del territorio andaluz por los castellanos. Andalucía de Castilla. Bajo la monarquía absoluta del denominado “antiguo régimen”, Andalucía estará dividida en cuatro reinos sin ningún contenido político: los de Jaén, Córdoba y Sevilla ya existentes, y el nuevo de Granada, sin embargo, sigue perviviendo una percepción territorial unitaria bajo el nombre de Andalucía. Esta división va a perdurar hasta el primer tercio del siglo XIX en que es sustituida por la actual división en ocho provincias. Pero quizás, ahora más que nunca, se va a poner de manifiesto lo que se ha venido a denominar “renta de situación” (BOSQUE MAUREL, 1975) del territorio andaluz, y más en concreto de las costas andaluzas. El descubrimiento de América vino a reforzar esas ventajas geoestratégico-comerciales que se desarrollan sobrema- nera en la época bajomedieval, de tal forma que Andalucía de periferia se convierte en centro geográfico, de una posición “finisterre” de frontera en el Viejo Mundo, al transformarse en una “encrucijada cósmica” del Nuevo Mundo (DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1980), con dos centros económicos de primer orden: Sevilla desde 1503 y Cádiz desde 1717. Andalucía juega el papel de intermediario de los productos procedentes de América –oro y plata en especial– dirigidos hacia la Europa del norte, y sufre la expoliación de los suyos –tanto humanos como económicos–, al ser una importante pieza tributaria dentro de Castilla, lo que explica la oportunidad desaprovechada por Andalucía de ser centro económico del mundo, con las ventajas que conlleva dicha posición (WALLERSTEIN, 1979). Antes al contrario, Andalucía es condenada al es- tancamiento socioeconómico y su relación con Castilla puede definirse como “colo- nial” (DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1979). Andalucía en el Estado Español. Los límites de Andalucía, según la cartogra- fía elaborada desde finales del siglo XVI, son casi iguales a los actuales, también la división en cuatro reinos, tal como hemos mencionado, se mantiene hasta el primer tercio del siglo XIX. Sin embargo hay que mencionar cómo la corona española, y Andalucía como soporte económico de ésta, pasa de centro en el siglo XVI, a semiperiferia en el siglo XVII, dentro del incipiente sistema capitalista mundial (WALLERSTEIN, 1980). Una etapa que numerosos estudiosos denominan de “re- troceso, de decadencia, de crisis, de hierro” (LÓPEZ LARA, 1987, p. 168), debido a que España, pero Andalucía de forma especial, padeció involución agrícola, desindustrialización, falta de inversiones productivas, además de tres grandes olea- das de peste. En el siglo XVIII, la centralización borbónica supone para Andalucía una organi- zación territorial por y para el centro, con drenaje de recursos agrarios, mineros y comerciales. También supone la definitiva desarticulación territorial, pues la nueva

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 177 articulación viaria “rompe las estructuras anteriores adaptadas al medio, para estable- cer relaciones norte-sur; pero no tanto junto a las direcciones este-oeste, sino mas bien a costa de éstas” (CANO GARCÍA, 1987, p. 114). En la época borbónica ya se dieron algunos intentos de reformas territoriales que se van a hacer realidad con la provincialización de 1833 del ministro Javier de Burgos, que actualmente sigue en vigor. Sin embargo, “la renovación del mapa provincial andaluz pasó por vicisitudes comunes al resto de España” (BURGUEÑO, 1996, p. 35). De cualquier manera, la provincializacion –”provincere”: para vencer– es el ins- trumento de política territorial de un estado fuertemente centralizado, por lo que no es extraño su vigencia en todas las Constituciones siguientes a 1833, salvo en las dos repúblicas, debido a la visión estatalizadora económica, política y territorial de la mayoría de los gobiernos existentes desde entonces hasta la actualidad. Fundamentalmente, esta división partía de otros trabajos realizados, sobre todo en 1821 y 1822, donde las principales bases eran el equilibrio de la población, la extensión y las comunicaciones con la capital. De cualquier forma, los límites históri- cos, en el caso de Andalucía, se implantaron entonces –1833– definitivamente, y la división interna del territorio andaluz mantiene los antiguos reinos con sus dimensio- nes casi iguales, e idénticas capitales (Mapa 6). Y es que la Andalucía de los cuatro reinos ya reflejaba dos polos o áreas de influencia claros y antiguos: Granada y Sevilla, y una zona intermedia, Córdoba y Jaén, como centros agrarios, mientras que Cádiz y Málaga responden a tendencias polarizantes en la costa y a la política maríti- ma que se esta imponiendo; por último, Almería y Huelva, espacios periféricos y, en parte marginales, se crean como provincias sin manifiesta vocación como área de influencia. Desde 1981 Andalucía es una de las catorce Comunidades Autónomas en que se organiza el Estado Español a partir de la Constitución democrática de 1978, tras casi cuarenta años de dictadura franquista. El articulo 1.1. del Estatuto de Autonomía cataloga territorialmente a Andalucía dentro del Estado: “Andalucía como expresión de su identidad histórica y en el ejercicio del derecho al autogobierno que la Constitu- ción reconoce a toda nacionalidad, se constituye en Comunidad Autónoma…”. Por ello se dota al territorio andaluz de contenidos políticos de los que hacia siglos care- cía: una Cámara Legislativa (Parlamento), con sede en Sevilla, un poder ejecutivo (Gobierno o Junta de Andalucía), con sede también en Sevilla, y un poder judicial (Tribunal Superior de Justicia), en Granada. Los límites ratifican lo establecido en 1833, es decir, la composición del territorio andaluz en las actuales ocho provincias, cada una con sus respectivos municipios y extensión (Mapa 6). Desde un punto de vista de ordenamiento territorial, la Administración Autonó- mica ha publicado recientemente el documento de “Bases y Estrategias del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía” que, aunque tiene carácter provisional por encontrarse en período de información pública, constituye un proyecto común de Ordenación del Territorio de la Comunidad, y enlaza con una serie de antecedentes, como la definición del sistema de Ciudades de Andalucía de 1986 (ACOSTA BONO et al, 1998).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 178 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

MAPA 6. ANDALUCÍA EN LA DIVISIÓN PROVINCIAL DE 1833

Fuente: Elaboración propia.

De cualquier forma, tradicionalmente a Andalucía se le ha dividido en dos subregiones: Andalucía Baja u occidental (provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz y Córdoba), y Anda- lucía Alta u oriental (provincias de Málaga, Granada, Jaén y Almería). Sin embargo, en base al sistema urbano y funciones polarizantes, podemos establecer en Andalucía tres subregiones (Mapa 7): Andalucía occidental (provincias de Huelva, Sevilla y Córdoba), con un gran centro funcional en Sevilla, capital de la Comunidad Autónoma; Andalucía meridional (provincias de Cádiz y Málaga), con gran centro turístico en Málaga; y Andalucía oriental (provincias de Granada, Jaén y Almería) con la ciudad de Granada como principal centro, debido a sus fuertes funciones culturales, universitarias y turísti- cas (Tabla 1), y dónde en las últimas dos décadas se han producido transformaciones territoriales tan importantes que de ser “un ámbito eminentemente agrario, ha devenido en una aglomeración urbana compleja e interrelacionada, es decir, con un claro sesgo metropolitano en el sentido funcional, que cuenta con casi medio millón de habitantes” (SANCHEZ DEL ARBOL,1999, p. 119).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 179

MAPA 7. DIVISIÓN FUNCIONAL DE ANCALUCÍA

Fuente: Elaboración propia.

Tabla 1. Divisiones funcional-administrativas y centros de Andalucía en 1997/98

Superficie Número Centro Número Provincia, subregión funcional km2 de hab. urbano de hab.

Sevilla 14.055 1.719.446 Sevilla Córdoba 13.769 782.221 Córdoba Huelva 10.134 458.674 Huelva 1. Andalucía occidental 37.958 2.960.341 Cádiz 7.448 1.127.622 Cádiz 143.129 Jerez de la Frontera 181.602 Algeciras 101.972 Málaga 7.309 1.224.959 Málaga 528.079 Marbella 98.377 Vélez-Málaga 53.816 2. Andalucía mediodía 14.757 2.352.581 Granada 12.635 841.829 Granada 245.600 Almería 8.769 493.126 Almería 168.025 Jaén 13.483 666.767 Jaén 107.184 3. Andalucía oriental 34.887 2.001.722

Andalucía total 87.602 7.314.644

Fuente: Andalucía Datos Básicos 1997. IEA. Revisión del Padrón Municipal a 1-1-1998. Datos comparativos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 180 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

2.2.2. Estonia

Estonia, situada entre el lago Peipsi y el mar Báltico, y con más de 1.500 islas o islotes, es el territorio de los estonios, un pueblo de la familia de las lenguas finougricas (finougrio-hungaro y diversas lenguas finesas: hablado actualmente por más de 22 millones de personas en Europa y Asia). Como país báltico más al norte, Estonia en cuanto a su situación esta muy condicionada por este mar, que le ha comunicado en el pasado con sus vecinos y demás naciones de Europa, de la que siempre ha formado parte. Así, hace unos 1.000 años ya existían relaciones directas entre estonios y pue- blos fineses, que fueron interrumpidas durante la expansión de los eslavos del este, por lo que desde entonces las influencias decisivas para su desarrollo provienen sobre todo de sus vecinos del oeste. Debido a su situación (en su mayor parte el confín de Estonia consiste en fronteras marítimas), a su superficie relativamente pequeña y su reducida población, Estonia ha pertenecido durante largas etapas a formaciones estatales próximas más poderosas, que la han ocupado, colonizado y hecho periferia económica. Por ello, en su proceso histórico de diferenciación espacio-territorial distinguimos, de forma resumida, las siguientes etapas: Contactos antiguos entre las costas bálticas y mediterráneas. Para los comer- ciantes mediterráneos las costas boscosas del mar Báltico eran conocidas sobre todo como lugares del ámbar (el electro: mineral mágico en la Grecia antigua), cuyos yacimientos se situaban al sur de Estonia, en las costas de Letonia, Lituania y Prusia, donde vivían los pueblos del grupo lingüístico balto. Entonces “el comercio medite- rráneo llegaba hasta la desembocadura del río Vistula” (KLINGE, 1994, p. 9). La primera referencia histórica a Estonia es del siglo IV a.C., cuando Piteas (Pytheas en griego) de Masilia (hoy Marsella) da una vuelta a Europa del Norte (DESCAMPS, 1971, p. 7) y llega a Thule o Tule (posiblemente la actual isla de Saaremaa; tuli, tule en estonio “el fuego”) (MERI, 1984), en donde contempla el “pulmón marino” (glaciar en formación) (MERI, 1976, pp. 63-68), y asigna esta denominación a comunidades bas- tante o poco confederadas que se regían por un sistema patriarcal. De cualquier forma, el nombre estonio de Estonia –Eesti– es conocido desde hace más de dos mil años. Designaba en principio a los habitantes de la costa oriental del mar Báltico, entre la desembocadura del río Vístula y Golfo de Finlandia (Aestiorum gentes). Tácito menciona a los Aestii en su obra Germanica, como la gente que vivia al este de las tribus germánicas. En el siglo VI tambien Casiodoro mencionaba a Aesti, y en elsiglo IX Einhardo, cronista del imperio de Carlo Magno, escribió sobre Eisti (VAREP, 1960)4. Sin embargo, fueron los Escandinavos los que comenzaron a usar el nombre de Esto, Estones, si bien en el mapamundi del geógrafo árabe Abu-Abd-Allah-

4. Basándose en el nombre de Viru (que es el de una comarca al nordeste de Estonia), en finlandés toda Estonia se denomina Viro. En el sentido histórico-cultural, aunque no en el lingüístico, Estonia se halla al lado de Letonia, su vecina del Sur. Al nombre de Ugandi, una comarca histórica en la Estonia del sur, se debe la designación de Estonia en letonio: Iguanija. El país de los estonios ha sido llamado por otros vecinos Estland (es decir, Estonia), que (igualmente al Eesti, en estonio) proviene del antiguo germánico (Aesti, E(a)stland).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 181

Mahomet El Idrisi de 1154 aparece Estonia con la denominacion de Estland (VAREP, 1995b), que es la asignada en la mayoría de las lenguas germánicas, y Estonia para definir la parte norte de la antigua Aesti. En estos tiempos y hasta el siglo XIII, Estonia es percibida como un espacio habitado por una serie de tribus que, en parte, se diferenciaban unas de otras en pequeños territorios para control de los recursos que explotaban (Mapa 8). Tambien existían algunos núcleos socieconómicos como centros comerciales, tal es el caso de Tallinn (antes Revala) con un carácter maritimo, o Tartu (antes Tarbatu) encrucijada de rutas comerciales en el interior. Diferenciación territorial, fraccionamiento, ocupación y colonización. Cuan- do en el siglo XIII comienza la cristianización de Estonia, este espacio se hallaba fragmentado en 45 parroquias civiles (kihelkond) que a su vez se habian unido en comarcas (maakond), algunas de estas últimas, las de mayor extensión, van a perdurar hasta mediados del siglo XX5. Sin embargo, es a partir de este siglo cuando se produ-

MAPA 8. DIVISIÓN TERRITORIAL DE ESTONIA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIII

5. Con la cristianización las parroquias civiles fueron convertidas en parroquias eclesiásticas (kirikukihelkond), mientras que las comarcas persistieron como unidades administrativas. Sin embargo, con el desarrollo de la población y debido a los intereses de los estados que sucesivamente ejercieron su poder sobre Estonia, las comarcas como unidades político-administrativas cambiaron en numero, así como sus centros administrativos, como también sus confines y nombres respectivos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 182 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS ce la primera diferenciación territorial de Estonia al comenzar a ser ocupada por otros pueblos y/o grupos rivales cercanos: Dinamarca recibia la Estonia del Norte, donde fundaron los castillos de piedra de Tallinn (en el año 1219) y Narva (en el año 1276), mientras que el resto del territorio era ocupado sobre todo por la Orden Teutónica o Germánica, con cuartel general en Prusia que, en 1346 recibia tambien los dominios de Dinamarca. Completaba esta división las tierras asignadas a los obispados de Dopat (Tartu) y de Oesel-Wiek (Läänemaa). De esta manera toda la Livonia antigua (territo- rios entre el Golfo de Livonia, y Lago Peipsi, es decir, la Estonia y Letonia actual practicamente) fue parte del Imperio germánico (KÖBLER, 1995, pp. 348-349). Durante la Edad Media, los comerciantes alemanes que cruzaban las aguas del Mar del Norte y del Báltico, decidieron unirse en una asociación que protegiese sus interes en el comercio. Poco a poco esta asociación, que fue conocida como Hansa o Liga Hanseática, fue ganando poder político y militar, y llegó a reunir hasta 85 ciuda- des independientes que se confederaron. En el territorio de Estonia las ciudades hanseáticas estaban en Tallinn, Tartu, Pärnu y Viljandi (Mapa 9). La Hansa consituyó una gran

MAPA 9. ESTONIA EN LA EDAD MEDIA INTEGRADA EN LA LIGA HANSEATICA

Fuente: Adaptación a partir de KINDER y HILGEMANN, 1996, p. 188.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 183 potencia política, que dominó durante largo tiempo el Báltico, aunque su poder fue decayendo durante la guerra de Livonia (1558-1583) hasta desaparecer. Sin embargo, la presencia de la Hansa fue importante para el desarrollo comercial y cultural de ciudades de todo el Báltico, como las ciudades estonias, sobre todo Tallinn, actual capital. La segunda división del territorio estonio acontece en la segunda mitad del siglo XVI, debido al reparto de tierras litorales y marítimas entre Suecia y Dinamarca, y de tierras meridionales y alrededor del Golfo de Livonia que son ocupadas por Polonia (Mapa 10), si bien a mediados del siglo XVII los dominios de Dinamarca fueron incor- porados a los de Suecia. Esta división en dos partes se va a conservar también durante el período 1721-1917, cuando Estonia se hallaba incorporada al Imperio Ruso, pero siguie- ron conservándose los vinculos con otros paises ribereños del mar Báltico (en estonio Läänemeri, “mar del Oeste”) y con Europa Central. La ciudad portuaria de Tallinn era el centro económico-administrativo para las islas más grandes: Saaremaa (Oesel) y Hiiumaa (Dagoe), y también para la zona continental, sobre todo norte, mientras que la ciudad de Riga (hoy capital de la República de Letonia) era el núcleo central para el area del sur, cuya ciudad más importante entonces en territorio estonio era Tartu.

MAPA 10: TIERRAS DE ESTONIA DIVIDIDAS ENTRE SUECIA, DINAMARCA Y POLONIA A MEDIADOS DEL SIGLO XVI

Fuente: Elaboración propia.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 184 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

En este largo tiempo de ocupación de Estonia por Rusia, también es digno men- cionar otros acontecimientos que tienen repercusión: liberación de campesinos en 1816 en Estonia del norte, y en 1816 en Estonia del sur; fuerte desarrollo del sector agrario, sobre todo ganaderia, y crecimiento urbano; construcción de diversas líneas de ferrocarril, las más importantes: San Petersburgo-Narva-Tallinn-Paldiski (puerto naval al oeste de Tallinn) en 1870, y Tapa-Tartu-Riga en 1876; importación de algodon y desarrollo de industria textil en Tallinn y Narva; y a comienzos del siglo XX, Tallinn importante centro constructivo de industria pesada y naval para el Imperio Ruso. Unidad e independencia territorial. Declarada la independencia del Estado de Estonia el 24 de febrero de 1918, este territorio se desarrolla agrícolamente y median- te la extracción de los esquistos bituminosos del noreste. El poblamiento rural se intensifica, y se constituyen dos sistemas urbanos de forma evidente: el de Tallinn en el litoral, y el de Tartu en el interior (KANT, 1935, pp. 201-268), estando fraccionado el territorio en 11 comarcas de caracter político-administrativo, bastantes de ellas provenientes de épocas anteriores. Al mismo tiempo, los vínculos con las naciones vecinas no sólo se mantuvieron, sino que se estrecharon más aún, y en los años treinta se constituyó la región de Baltoscania, que abarcaba toda Europa del Norte. Anexión y periferia de la Unión Soviética. En 1917 es arrebatado el poder en Rusia por los bolcheviques, éstos fundaron la Unión Soviética y comenzaron a ejercer una política agresiva contra los Estados limítrofes. Asi, en 1940 Estonia es anexionada, al igual que otros paises bálticos y algunos espacios pertenecientes a Finlandia orien- tal, estableciendo la Unión Soviética un severo control sobre la costa oriental del Báltico –que fue cerrado herméticamente–, y convirtiendo a Estonia en un territorio periférico, –por lo tanto, en función de sus fines geoestratégicos y de explotación de recursos–, y también desgajado de sus vínculos históricos con sus pueblos vecinos. Durante el largo período de ocupación soviética (1940-1991), en las comarcas de Tallinn y noreste de Estonia se desarrolla industria básica, algunos centros mineros y de producción de energia, mientras que en la Estonia del sur, con centro en Tartu, las posibilidades de desarrollo fueron significativamente menores, al basarse éste sobre todo en las posibilidades agrarias, limitadas por el medio y dependientes en su organi- zación y producción de la política impuesta por la Unión Soviética. Por ello, el bajo nivel de vida de la población rural alimentaba la emigración del campo a la ciudad, de esta manera la población urbana creció en más de un 70%, sobre todo a partir de 1970, dirigiendose preferentemente hacia Tallinn y alrededores que, además de inmigrantes de comarcas rurales próximas, también recibía obreros industriales y militares con sus familias (MARKSOO, 1992). De cualquier modo, durante la segunda guerra mundial y en la época de anexión que siguió, la población autóctona de Estonia comenzó a disminuir. En los años 1943- 1944, además de suecos, emigraron de Estonia alrededor de 70.000 estonios. El núme- ro de autóctonos cayó drásticamente a consecuencia de deportaciones masivas (casi 40.000 habitantes) entre los años 1941 y 1949. En el período de 1945-1950, 241.000 personas procedentes de Oriente inmigraron a Estonia, llenando rápidamente el vacío producido entre los años 1940-1944. La gente llegaba vía reclutamientos organizados, por una parte, para trabajar sobre todo en empresas de construcción y/o en la industria de esquistos bituminosos, y, por otra parte, venían por propia iniciativa o incitados por

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 185 parientes y conocidos ya asentados. Los primeros inmigrantes provenían de regiones del noroeste de Rusia, pero el área de su procedencia se ensanchaba sucesivamente, comprendiendo zonas aún más alejadas. La segunda oleada de mayor inmigración se produjo en el período 1961-1970, con la llegada de 95.000 personas (KALA, 1992), cuyos grupos más numerosos era, además de rusos, ucranianos, bielorrusos y finlandeses de Ingria (Ingermanlandia). Por su parte, el número de estonios disminuyó hasta límites críticos, sobre todo en Tallinn (en 1989 significaba el 47% de la población total) y otras ciudades grandes, pero también en bastantes villas y poblados. Por su parte, la división administrativa de Estonia entonces se sovietizó por completo, de tal modo que desde 1950 las comarcas y los municipios rurales fueron abolidos, y en su lugar el territorio se fraccionó en 39 distritos rurales (que se dieron en llamar brevemente regiones; en ruso: selsky rayón; en estonio: maarajoon), y los 233 municipios rurales fueron convertidos en 636 territorios de soviets aldeanos, asi llamados6. Nueva independencia territorial: Estonia actual. Desde los años 80 el poder soviético comienza a debilitarse, y Estonia a finales de esa década empieza a restable- cer, levemente, sus vínculos tradiciones con los paises europeos próximos, que se normalizan e intensifican después de la reindependización de la República de Estonia en 1991. Por ello la Estonia actual ha vuelto a formar parte de la unión económico- cultural que significa el triangulo Estocolmo-Helsinki-Tallinn (KURS, 1999a, p. 76), del que sale más beneficiada en cuanto a posibilidades de desarrollo economico- social, el area capital y su comarca (Harjumaa). El eje vital Helsinki-Tallinn (longitud de solo 70 Kms)7 –que se bifurca tanto hacia el norte –formando el triangulo Helsinki-Turku-Tampere–, como hacia el sur –abarcan- do Tallinn, Pärnu y Tartu–, obra con mucha eficacia debido a la cercania étnico-geo- gráfica. Rasgada la cortina de hierro que caia sobre el mar Báltico, se nota un desarrollo acelerado, además del de Tallinn, también en Pärnu, que tiene relaciones estrechas con Riga, capital de Letonia, y de allá más adelante por tierra firme, con Europa Central. Por su parte, Tartu, en el sur e interior, ciudad universitaria (la universidad fue fundada por los suecos en 1632), que ha venido manteniendo desde tiempos pasados numerosos vínculos con Riga, ahora tiende con sus predominantes intereses hacia Fin- landia y Suecia y, posteriormente, de producirse la integración de Letonia en Europa, se realizaría el eje unificador Tartu-Valga (situada en la frontera de Estonia-Letonia)-Riga. La debilidad de Tartu, centro principal de Estonia interior, se debe al subdesarrollo de ocupaciones modernas y a las insatisfactorias condiciones de sus comunicaciones, sobre todo con la capital Tallinn8. Al mismo tiempo, Tartu también tiene intereses comunes con Pskov, el centro regional de Rusia del noroeste, como asimismo Narva (ciudad

6. Para llevar a cabo el proceso de sovietización se constituyeron en 1952 los oblast´s (provincias) de Tallinn, Tartu y Päarnu, que en 1953 fueron, sin embargo, abolidos. Después de repetidos cambios en la división administrativa, desde 1964 en Estonia quedaron 15 distritos rurales. Poco a poco iban agrandándose los territorios de soviets aldeanos, y su numero disminuyó hasta 189 en 1986. 7. Hay proyectos para unir Tallinn y Helsinki mediante un túnel bajo el mar, teniendo como ciudad común a la imaginaria Talsinki. 8. Actualmente se platea la construcción completa de la autopista Tallinn a Tartu como infraestructura vital para el desarrollo de esta segunda ciudad y de su área de influencia.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 186 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS fronteriza al noreste, historico centro comercial e industrial importante en epoca preteritas) y otras ciudades rusificadas en la comarca de Ida-Virumaa, y los habitantes de la zona agraria a lo largo de la costa del lago Peipsi, que están interesados en mantener vínculos con San Petersburgo, importantísimo centro del noroeste de Rusia y mercado tradicional de productos agrícolas de Estonia (KURS, 1999b, pp. 151-158). En 1990 (en el proceso de reindependización de Estonia) se recuperan las comar- cas como división interna del territorio9, constituyendose 15 con valor político-admi- nistrativo y, al igual que durante el anterior período de independencia (1918-1940), las ciudades y los municipios rurales son incluidos en sus respectivas comarcas10. Ahora

MAPA 11: DIVISIÓN FUNCIONAL DE ESTONIA

Fuente: Elaboración propia.

9. El vocablo comarca es caracterizado en estonio con la terminación maa (tierra), ejemplo: comarca de Harju = Harjumaa. 10. Luego de la reindependización de Estonia fue abolida la categoría de villa como entidad administrativa: unas villas recibieron los derechos de ciudad, otras, los de municipio rural. Actualmente en Estonia hay 47 ciudades y 207 municipios rurales.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ANDALUCÍA Y ESTONIA: DIFERENCIACIÓN ESPACIO-TERRITORIAL… 187 bien, debido al hecho de que bastantes municipios rurales tienen un número reducido de habitantes y son económicamente débiles, se plantea una reforma administrativa, a consecuencia de ésta, se producirá una disminución tanto de comarcas como de muni- cipios rurales. En varios casos, una pequeña ciudad y un municipio rural a su alrede- dor formarian asi funcionalmente una sola unidad territorial. De cualquier modo, en estos momentos es evidente que la tradicional división de Estonia en una parte norte y en otra sur esta superada cuando se observa el territorio mediante un sistema polarizante y/o funcional. En este sentido presentamos la siguien- te división (Mapa 11) que contempla seis áreas o subregiones, algunas con núcleos que actúan como centros polarizantes (Tabla 2).

TABLA 2. SUBREGIONES FUNCIONALES, COMARCAS Y CENTROS URBANOS MÁS GRANDES DE ESTONIA EN 1999

Superficie Número Centro Número Comarca, subregión km2 de hab. urbano de hab.

Harjumaa 4.332,9 535.131 Tallinn 452.665 1. Área capital 4.332,9 535.131

Lääne-Virumaa 3.464,6 75.819 Järvamaa 2.622,8 43.144 Raplamaa 2.980,1 40.137 2. Estonia del norte 9.067,5 159.100

Läänemaa 2.383,0 31.850 Hiiumaa 1.023,3 11.798 Saaremaa 2.922,2 40.111 Pärnumaa 4.806,3 100.100 Pärnu 51.357 3. Estonia occidental 11.134,8 183.859

Ida-Virumaa 3.364,1 195.460 Narva 73.831 Kohtla-Järve 51.931 4. Estonia del nordeste 3.364,1 195.460

Viljandimaa 3.589,1 62.336 Viljandi 21.633 Jõgevamaa 2.603,8 41.377 Tartumaa 3.089,4 151.010 Tartu 100.577 5. Estonia interior central 9.282,3 254.723

Põlvamaa 2.164.9 35.610 Võrumaa 2.305,3 43.029 Valgamaa 2.046,5 38.668 Estonia del sur 6.516,7 117.307

Lago de Peipsi 1.529,0

Estonia total 45.227,3 1.445.580

Fuentes: Eesti piirkondlik statistika. Regional Statistics of Estonia 1998 (1999). Tallinn, Statistikaamet; Eesti statistika aastaraamat. Statistical Yearbook of Estonia 1999 (1999). Tallinn, Statistikaamet.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 188 RAFAEL MACHADO SANTIAGO; OTT KURS

– Area capital o comarca de Harjumaa: con centro en Tallinn, y con una extensa zona de influencia, es el área de mayor y más posibilidades de desarrollo económico y social. – Estonia del norte, o área de influencia extensiva de Tallinn (comarcas de Lääne- Virumaa, Jäarvamaa y Raplamaa): zona agroindustrial y conectada con la capital. – Estonia occidental e islas (comarcas de Pärnumaa, Läänemaa, Hiiumaa y Saaremaa): con un cierto desarrollo turístico que se incrementa, y donde Pärnu comienza a tener un significado evidente. – Estonia del noreste (comarca de Ida-Virumaa): área típica fronteriza y en decaden- cia minero-industrial, con Narva y Kohtla-Järve como ciudades más importantes. – Estonia del interior central (comarcas de Jõgevamaa, Viljandimaa y Tartumaa): área con predominio del poblamiento rural, y dedicación agraria, donde Tartu, como ciudad central, no tiene, ni mucho menos, la influencia que Tallinn en el área norte, y Viljandi que actúa como centro de carácter secundario. – Estonia del sur (comarcas de Valgamaa, Põlvamaa y Võrumaa): área eminente- mente agraria, sin duda la menos desarrollada de Estonia.

3. CONCLUSIONES

El proceso metodológico seguido en este artículo, que comienza con la exposi- ción del marco conceptual y/o teórico como referente para sustentar el análisis dife- renciado –en su proceso histórico-geográfico– de Andalucía y Estonia como espacios- territorios periféricos en el contexto europeo, quedaria inconcluso si no sirviese para, en estos momentos, dilucidar aspectos o rasgos comunes y también diferenciales entre ambas regiones. Por ello, de forma sucinta y genérica, destacamos lo siguiente:

– Andalucía y Estonia forma parte de Europa, como unidad geográfico-cultural, en momentos diferenciados históricamente debido a la situación de ambas como periferias físicas con espacios-fronteras en el denominado “Viejo Continente”. – Debido al origen mediterráneo de la mayoría de las civilizaciones dominantes en Europa, la situación de Andalucía en su extremo más meridional ha sido un factor clave para explicar una percepción espacial (imagen) de esta región anterior a la de Estonia en el contexto europeo. – Andalucía, como imagen geográfica a través de la percepción de sus límites próximos a los actuales, se hace visible desde el momento histórico en que comienza a ser territorio diferenciado, y también periférico político y, fudamentalmente, económico de potencias dominantes. Momento histórico anterior al de Estonia. – Como periferias en el contexto europeo, Andalucía y Estonia, en su proceso espacio-temporal, han pasado por vicisitudes diferentes pero bajo un denomi- nador común: el control de su posición geoestratégica y de sus recursos, que ha sido la finalidad primordial que explica su ocupación, colonización y de- pendencia.

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– La diversidad geográfica y la riqueza cultural mayor de Andalucía respecto a Estonia, se debe al factor situación (condicionante de características de base ecológico-humanas) y a su ocupación territorial más duradera y con connota- ciones más diversas y diferentes. – El fraccionamiento territorial de Andalucía y Estonia, presenta la similitud de su permanencia hasta estos tiempos desde el momento en que, como espacios frontera y periféricos, constituyen territorios limítrofes entre otras potencias dominantes en conflicto y, en segundo lugar, por la necesidad de estructuración de ambos territorios para su mejor control. – La actual división territorial de Andalucía y Estonia es de tipo político-admi- nistrativo no funcional, por lo tanto, menos perceptible desde una visión geo- gráfica. Visión que, debido a su proceso espacio-temporal, se presenta en An- dalucía más heterogénea y en mayor desarrollo que en Estonia. – En esta Europa en y de la “globalización” (del capitalismo monopolista sin fronteras), Andalucía y Estonia –tal como se han comportado a la largo de su historia– siguen siendo territorios con espacios fronterizos (por paradójico que pueda parecer y con la problemática actual que conlleva este hecho), y regio- nes periféricas en y de Europa; en la Unión Europea, Andalucía, y a la espera de integrase plenamente, Estonia, con ostensibles diferencias entre ambas en su nivel de desarrollo y bienestar de sus habitantes. Pero este aspecto es el que nos ocupa y el que sera motivo de exposición en un próximo trabajo.

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 165-191 ñlkasdfjñlaksf RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 193

RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA

FRANCISCO VILLEGAS MOLINA Y MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 193-221].

PALABRAS CLAVE: Ámbitos turísticos, Recursos turísticos, Potencialidad turística, Di- námica turística. KEY WORDS: Tourist ambits, Tourist resources, Tourist potentiality, Tourist dynamic. MOTS CLEFS: Domaines touristiques, Resources touristiques, Potencialité touristique, Dynamique touristique.

RESUMEN

El presente trabajo pretende hacer una doble contribución respecto al análisis geográ- fico de la actividad turística granadina: en primer lugar, se valora ésta a tenor de los resultados macroeconómicos y de las magnitudes sobre oferta y demanda, mediante distin- tos indicadores, todo ello precedido de una breve reseña sobre los antecedentes y evolución de esta importante actividad socioeconómica. La segunda parte del artículo se centra en una aproximación a la distribución geográfica de la actividad en la provincia, a partir de la demarcación de ámbitos turísticos, pero introduciendo reflexiones acerca de la posible diversificación de los actualmente consolidados y potenciación de los que, conteniendo recursos de índole cultural, ambiental, paisajística, y/o deportiva, no están siendo aprove- chados para generar economías de escala del sector turístico. A este respecto, se aportan tablas-inventario, de elaboración propia, donde se señalan diversas valoraciones para los espacios significados por su carácter turístico consolidado o que cuentan con estimables posibilidades.

SUMMARY

This paper makes a double contribution to the geographical knowledge of the Granadian tourist activity. After a short geohistorical genetical view, this activity is shown through different indicators and offer- demand macromagnitudes, all preceded bay a short point around the precedents and evolution for this important economic activity. The remaining paper is about the spatial location of the activity in the province of Granada according with functional criteria which yield a expological structure, but introducting personal thought about the possible diversification in the consolidate already and to chance the elements that have resources of cultural class, environment and landscape and/or sporting and don’t been exploiting to generate better kind of economy in the tourist sector. From here, contribute with tables making own, where are pointed different appraises for the spaces characterized by their tourist nature consolidated or maybe with possibilities.

* Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Universidad de Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 194 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

RÉSUMÉ

Cet article veut apporter une double contribution à l’analyse géographique des activités touristiques à Grenade: premièrement, on procède à une évaluation de ces activités à partir des résultats macroéconomiques et des grands chiffres concernant lóffre et le demande, en utilisant différents indicateurs, et partant de quelques informations sur les antécédants et l’évolution de cet important secteur de l’économie provinciale. La seconde partie de l’article est consacrée à une approche de la répartition géographique des activités à l’interieur de la province, à partir de la délimitation de demaines touristiques, et en introduisant des réflexions sur la diversification possible des domaines déjà consolidés, et le renforcement de ceux qui, au contraire, malgré leurs ressources culturelles, d’environnement, de paysage, ou sportives, n’ont toujours pas donné lieu aux économies d’échelle propes au secteur touristique. A ce sujet-là, l’auteurs apporten des tableaux-inventaire, ellaborés par eux-même, où différents appréciations sont proposées concernant les espaces signifiées par l’importance touristique acquise ou susceptible de l’être.

1. INTRODUCCIÓN

La importancia del turismo a escalas internacional y nacional viene avalada por la ingente cantidad de personas y de dinero que mueve, así como por constituir un factor dinamizador de la economía, con una gran capacidad para incidir en el desarrollo regional, crear empleo y actuar como motor de otros sectores económicos. Las cifras de llegadas internacionales y el trasvase de divisas entre distintos países, así como su rápido crecimiento, ponen de manifiesto la gran relevancia econó- mica del turismo: el número de visitantes internacionales se ha multiplicado por más de veinticinco en la segunda mitad del siglo XX, mientras que el trasvase de divisas entre los países emisores y receptores lo hacía por más de doscientas (según datos de la Organización Mundial del Turismo, año 1995, y el Anuario El País 2000). El ritmo evolutivo del turismo internacional de España ha sido todavía más rápi- do, tanto en número de visitantes, como en divisas, multiplicándose por más de cin- cuenta y por unas trescientas veces, respectivamente (a partir de los datos aportados por el Anuario de Estadísticas del Turismo, año 1985, Anuario Estadístico de España, año 1995, y Anuario El País 2000); lo que pone de manifiesto el abaratamiento relativo de España como destino turístico, pues no han ido acompasados los incremen- tos en visitantes y en divisas si se relaciona con el ratio obtenido a nivel mundial A los significativos movimientos de viajeros y divisas de carácter internacional, hay que agregar el turismo nacional, mucho más difícil de calcular, pero que indiscu- tiblemente tiene notable incidencia tanto como mecanismo de trasvase económico interterritorial, como por la presión que ejerce sobre el medio. En efecto, dado que este tipo de turismo implica unos flujos predominantes desde las regiones y provincias desarrolladas hacia las de más bajo nivel de renta, se convierte en un instrumento de trasvase o de redistribución de rentas de las primeras a las segundas. En este caso, Andalucía y Granada, que pertenecen al segundo grupo, se benefician, sin duda, de las corrientes turísticas internacional y nacional, por su carácter de áreas receptoras.

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Pero la repercusión socioeconómica del turismo se relaciona asimismo con su capacidad para crear empleos directos e indirectos, tanto más trascendente, por cuanto que España, Andalucía y Granada soportan elevadas tasas de paro; no obstante, está vertiente ha de ser matizada, teniendo en cuenta que un elevado número de los em- pleos turísticos tienen un acusado carácter estacional. Al mismo tiempo el turismo se ha convertido en un destacado factor de transfor- mación de la realidad geográfica de las zonas receptoras, al modificar el medio natural y social con fuertes impactos e influir en la distribución de la población, contribuyen- do a la concentración en determinadas áreas y a la despoblación de otras, cuando éstas carecen de otros medios de desarrollo. Todo lo anterior justifica plenamente e, incluso, obliga a plantearse una política turística seria y bien meditada, que defina los objetivos a alcanzar y los medios necesarios para ello, con el fin de maximizar los indudables efectos positivos y anular, o al menos atenuar, los efectos negativos, con el fin de conseguir que sea un factor estable para el desarrollo económico sostenido de nuestra provincia. A partir de estas consideraciones, la contribución que pretende hacer el presente trabajo tiene doble signo: en primer lugar se pone de manifiesto la realidad turística de Granada a tenor de los resultados macroeconómicos y de las magnitudes sobre oferta y demanda, mediante distintos indicadores, todo ello precedido de una breve reseña sobre los antecedentes y evolución de esta actividad socioeconómica; la segunda parte del artículo se centra en una aproximación a la distribución espacial de la actividad, a partir de la definición de áreas turísticas provinciales, pero introduciendo reflexiones acerca de la posible diversificación de las actualmente consolidadas y potenciación de las que, conteniendo recursos de índole cultural, ambiental, paisajística, y/o deportiva, no están siendo aprovechadas para generar economías de escala del sector turístico, incluso frecuentemente ni siquiera constituyen rentas locales de carácter estable. A este respecto, sin pretender ser exhaustivos, se aportan tablas-inventario de elaboración propia donde se señalan diversas valoraciones para los ámbitos significa- tivos por su carácter turístico consolidado o su potencialidad. Un trabajo posterior podría completar el listado de lugares y elementos; definir circuitos que integren elementos en función de carácter temático, de las redes de comunicaciones y de los equipamientos existentes; analizar el rango territorial del lugar o zona turística, es decir, su escala de atracción; proponer priorizaciones en las actuaciones a realizar para hacer más atractivos al turismo determinados lugares, etc. Pero en el presente sólo se ha pretendido llamar la atención sobre los recursos puestos en explotación o potencia- les, su carácter y distribución geográfica, a la vez que el nivel de utilización que presentan actualmente.

2. EL TURISMO EN GRANADA

La provincia de Granada disfruta de una gran diversidad y riqueza paisajística, desde las nieves perpetuas de Sierra Nevada hasta los ambientes subtropicales del

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 196 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL litoral mediterráneo, pasando por las variedad de climas templados que disfrutan las depresiones de Granada, Guadix, Baza y Huéscar y, sobre todo, el Valle de Lecrín y La Alpujarra, sin faltar paisajes desérticos o subdesérticos y de malas tierras. La variedad climática, junto al carácter montañoso de la provincia, que son el fundamen- to de la diversidad paisajística, constituyen la gran aportación del medio natural a las ingentes potencialidades turísticas de Granada: turismo de nieve, sol y playa, de bal- neario, ecológico, rural etc., son posibles en la provincia granadina y la mayor parte de ellos son ya una realidad. Pero evidentemente no son sólo los atractivos naturales los que explican el poten- cial turístico, sino que se unen los derivados de la actuación humana a lo largo de la historia y que ha quedado plasmada en Granada capital y muchos otros lugares, donde se conjugan riqueza artística, variedad folclórica y gastronómica, fiestas populares y costumbres, carácter universitario, etc.; valores que se presentan como nuevos atracti- vos turísticos y convierten a la provincia en receptora de visitantes desde muy antiguo, que han ensalzado sus atractivos, casi siempre, y, desde luego, mucho antes de que surgiera el actual turismo de masas. Sin embargo, hay que lamentar el desaprovechamiento de todo este potencial para crear un turismo propio e independiente y, en concreto, el de Granada capital, que es en gran parte subsidiario de la Costa del Sol, originando estancias breves y frecuentemente simples excursiones de un solo día.

2.1. Antecedentes y evolución del turismo en Granada

Cuando se produjo el despegue del moderno turismo de masas en los años cin- cuenta, la provincia de Granada encontraría dificultades para adaptarse a las nuevas condiciones y pronto fue superada por otras provincias andaluzas y españolas, que reunían mejores condiciones para adaptarse a las exigencias del nuevo turismo. El cálculo de los efectos reales de la actividad turística resulta difícil por la deficiencia de los datos disponibles; no existe información sobre la aportación directa del sector a la economía y, mucho menos, de su efecto multiplicador. Por eso, para establecer el valor relativo del sector en nuestra provincia y poder valorar la repercusión del turis- mo granadino en el contexto nacional y regional, vamos a recurrir al papel económico de la rama de “hostelería y similares” en su relación con el valor añadido bruto (a partir de los datos de diversos años aportados por Renta Nacional de España y su distribución Provincial, publicación del BB y BBV). Del análisis de esta variable se puede deducir la mayor tradición turística de Granada con respecto al resto de unidades territoriales recogidas. A principios de los años sesenta, Granada superaba por el peso de su turismo en la economía provincial no sólo a Andalucía Oriental, Andalucía y España, sino incluso a Málaga, que en esa fecha se encontraba en plena emergencia turística. De hecho, muy rápidamente, Mála- ga supera a Granada en el índice utilizado y, a partir de esa fecha, las diferencias entre ambas provincias se fueron haciendo más elevadas. En esa década, el peso de la rama de Hostelería y similares en la economía provincial permanece muy estable, con las

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únicas excepciones del salto positivo de 1962 a 1964 y el negativo de 1964 a 1969; después hay una lenta recuperación, para estabilizarse, a partir de 1977, entre el 6 y el 6,5%. Comparando con otras unidades espaciales, Andalucía Oriental rebasa a Granada en este índice en 1973 y continúa incrementando la diferencia, en tanto que el conjun- to de Andalucía se acerca progresivamente, hasta llegar a igualarse con Granada. En ambos casos se debe al gran peso de Málaga en el turismo de nuestra región y al incremento de la actividad en Almería, que, de valores insignificantes, se ha acercado a Granada; a lo anterior se añade el incremento turístico en Sevilla, Cádiz y Huelva. Con respecto a España, el índice expresa siempre valores superiores en Granada, pero con una diferencia pequeña, que tiende a reducirse a cero; es decir, podemos afirmar que el sector en la economía granadina juega un papel muy similar al que juega en el conjunto nacional. No obstante, teniendo en cuenta que la contribución del turismo a las economías provinciales y regionales no se limita a la producida por las actividades de hostelería y restauración, sino que afecta a otros sectores y subsectores sobre los que incide directa o indirectamente, su trascendencia económica es naturalmente muy superior a la que se puede deducir de los datos anteriores.

2.2. Oferta y demanda turística provincial

En los análisis turísticos ocupa un lugar primordial el tratamiento de la oferta y la demanda como dos facetas complementarias de la misma actividad. La existencia de unos atractivos turísticos es necesaria, pero no suficiente, para canalizar el flujo turís- tico, puesto que han de ser complementados por una serie de equipamientos que hagan posible la estancia agradable y con cierta comodidad de los visitantes y que, en conjunto, constituyen la oferta turística, aunque no se usen exclusivamente con esta finalidad. Por otra parte, la existencia de una oferta no garantiza la actividad turística, e incluso puede constituir un dispendio, si el flujo no es canalizado hacia ella, lo que genera la demanda. La adecuación oferta-demanda es la que determina el grado de aprovechamiento, más o menos óptimo, de los recursos turísticos y está relacionada con otras facetas de la actividad, como la estacionalidad, la capacidad de un determinado espacio y sus recursos turísticos para alcanzar un nivel aceptable de permanencia de los visitantes, la competitividad del producto, la promoción y la imagen turística y los canales de comercialización. Sin embargo, el balance entre oferta y demanda y los resultados en visitantes y beneficios económicos del sector están muy influídos por aspectos complementarios, como los equipamientos, los transportes, el entorno ambiental o las actitudes de em- presas y organismos puestos al servicio del turismo. Lo cierto es que estas variables resultan algo deficientes en el conjunto de la provincia granadina, al menos según se desprende de una encuesta realizada por el Instituto de Estadística de Andalucía sobre coyuntura turística (primer trimestre de 2000) y que la sitúa por debajo de la media

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 198 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL andaluza en casi todos los aspectos (11 de 12) valorados por los turistas, arrojando un resultado especialmente grave respecto al número y calidad de los locales de ocio y diversión, al estado de las playas, a la seguridad ciudadana y a la relación precio- servicio, pues en todos estos casos la valoración es más de dos puntos inferior a la media regional, en una escala de uno a diez, a la vez que resulta una media total de 6,5 puntos para la provincia de Granada frente a los 7,8 obtenidos por el conjunto de Andalucía. Estos resultados deben aconsejar la coordinación de esfuerzos entre los agentes públicos y privados que operan en el sector turístico, incluso la sociedad en general, con objeto de mejorar la calidad, única garantía de pervivencia y expansión de esta actividad económica.

2.2.1. La oferta turística

Aunque en la oferta turística entran muchos elementos que dan servicio al visi- tante, como centros de ocio, comercio especializado, restaurantes, actividades comple- mentarias, etc., la variable más importante y, por lo demás, más usual para valorar el peso de la oferta guarda relación con las plazas de alojamiento, tanto por su cuantía como por su calidad. Dentro de esta variable, hoteles, hostales y campings constituyen la oferta de alojamientos perfectamente controlados por la Administración pública y, por tanto, más exactamente reflejados en las estadísticas oficiales; no obstante, cuando se utilizan series históricas, se pueden encontrar diferentes tratamientos, que obligan a realizar ajustes, que no siempre reflejan exactamente la realidad.

CUADRO 1. EVOLUCIÓN DE LAS PLAZAS EN HOSTELERÍA Y CAMPINGS.

Hoteles y hostales % Campings % Años Plazas % Esp And Plazas % Esp And

1965 7.490 100,0 1,9 16,9 2.777 100,0 2,3 22,7 1970 8.788 117,3 1,6 15,0 3.701 133,3 1,9 21,0 1975 10.438 139,4 1,3 11,3 3.241 116,7 1,4 18,1 1980 11.595 154,8 1,4 11,9 3.146 113,3 1,2 15,9 1985 12.592 168,1 1,5 12,1 3.178 114,4 0,8 7,7 1990 14.426 192,6 1,3 10,7 6.555 236,0 1,1 10,5 1994 19.339 258,2 1,7 13,4 7.236 260,6 1,2 8,3 1999 21.910 292,5 ? 12,7 7.685 276,7 ? 8,8

Fuente: Anuario Estadístico de España y Anuario Estadístico de Andalucía, varios años y elaboración propia. Los datos de 1999 proceden de SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía).

En los años transcurridos entre 1965 y 1999 se observa una evolución en el número de plazas en hoteles y campings bastante similar en el resultado final, que se acerca al triple, aunque con un ritmo muy diferente, pues, mientras el crecimiento en

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 199 las plazas hoteleras es bastante continuo, en cambio el de los campings es bastante irregular, permaneciendo estacionario hasta la segunda mitad de la década de los ochenta, en que tiene una rápida aceleración. En cualquier caso, el incremento de las plazas granadinas es inferior al que tienen las andaluzas, como demuestra el hecho de que la participación de la oferta del primer ámbito respecto al segundo sea significativamente inferior en 1999 a la que tenía en 1965, a pesar de la fuerte recuperación de los campings en la segunda mitad de los ochenta y de la hostelería en los noventa, como consecuencia de la apertura de nuevos hoteles, en su mayor parte al socaire de la organización de los campeonatos de nieve de Sierra Nevada en 1995, aunque finalmente celebrados en 1996 (retraso debido a la intensa sequía del primer año, que implicó la falta de nieve y obligó a trasladar la celebración al segundo). En 1999 Granada es superada en plazas de establecimientos hoteleros por Málaga y Cádiz, mientras que se encuentran muy próximas Sevilla y Almería; a su vez, en campings es superada por Huelva, Cádiz, Málaga y Almería. La situación de Granada muestra un retroceso respecto a mediados de los sesenta, en que sólo estaba por debajo de Málaga, y de los años ochenta, pues a esta provincia se sumaban Huelva y Almería. En cuanto a las categorías hoteleras, destaca la escasez de hoteles de cinco estrellas –pues sólo hay uno y no ubicado en ninguna de las grandes áreas turísticas granadinas–, una proporción aceptable en hoteles de cuatro y tres y excesiva en el resto.

CUADRO 2. PLAZAS HOTELERAS SEGÚN CATEGORÍAS (%). AÑO 1999

Estr. Hot. And Gr Estr. Host. And Gr

5 2,93 0,54 3 0,00 0,00 4 30,33 24,74 2 6,84 10,33 3 35,25 28,53 1 10,86 14,78 2 9,47 13,48 1 4,32 7,59

Fuente: SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía) y elaboración propia.

Comparando con la media andaluza, Granada sólo la supera en las categorías inferiores, es decir, a partir de hoteles de dos estrellas; con ello, se manifiesta la menor calidad de la hostelería granadina y la mayor de la andaluza, debido a la aportación de Málaga, que concentra cerca del sesenta y cinco por ciento de las plazas de cinco estrellas de Andalucía, más de un tercio de las de cuatro y cerca de la mitad de las de tres. Por ello, la política turística granadina debería promocionar una mejora de la calidad del servicio de alojamiento para atraer sectores de demanda de mayor potencial económico. El tamaño medio de los establecimientos granadinos es reducido, si lo cotejamos con España y Andalucía, lo que incrementa los costes y los hace menos apropiados

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 200 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL para la demanda de grupos. También en este caso la política turística debería apoyar el incremento del equipamiento hotelero.

CUADRO 3. TAMAÑO MEDIO DE LOS EST. HOTELEROS POR CATEGORÍAS (PL./EST). 1999

Estr. Hot. And Gr Estr. Host. And Gr

5 317 119 3 – – 4 314 236 2 31 29 3 197 125 1 20 18 25551 13948

Total 75 52

Fuente: SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía) y elaboración propia.

Por su lado, más de dos tercios de las plazas en campings granadinos son de segunda categoría, cerca de la cuarta parte de primera y el resto, menos del diez por ciento, de tercera; con una calidad similar a la media de Andalucía. Como complemento a la oferta de alojamientos descrita, hay que reseñar la exis- tencia de otros (apartamentos y casas de huéspedes), cuyo control es mucho más difícil. Sólo una mínima parte de los apartamentos son ofrecidos oficialmente y, por tanto, controlados por los organismos competentes. Otros muchos son ofertados de manera privada y una parte importante son considerados segundas viviendas y ocupa- dos por sus propietarios con fines de ocio o cedidos eventualmente a terceras perso- nas. En cualquier caso, es muy difícil establecer una cuantificación, ni siquiera aproxi- mada, del volumen real de plazas que pueden representar. Por su lado, las fondas y casas de huéspedes tienen un carácter escasamente turístico y están asociados a las funciones económicas que se desarrollan en los núcleos más importantes de población (hecho que nos fue confirmado en la Delegación en Granada de la Consejería de Industria, Comercio y Turismo, que ha cedido su control a los Ayuntamientos). Una parte del equipamiento complementario, caso de los restaurantes y cafete- rías, refleja su insuficiencia respecto a los alojamientos. El número de este tipo de establecimientos no necesariamente está relacionado con el desarrollo de la actividad turística, puesto que también son utilizados por los residentes, viajantes de comercio, transportistas, etc., por lo que su análisis sólo sería útil a efectos turísticos por media- ción de métodos estimativos, como encuestas entre los establecimientos del subsector. Finalmente, las agencias de viaje, aunque actúan como intermediarios en una gran parte de los flujos turísticos, más que controlar las llegadas de turistas, lo hacen de las salidas, pues ciertamente la mayor parte de los paquetes turísticos, sobre todo de procedencia extranjera se organizan en sus países de origen por medio de los grandes operadores. Aun así, en Granada, en 1996, había 31 licencias y 61 estableci- mientos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 201

2.2.2. La demanda turística

La oferta turística no tendría razón de ser sin la existencia de una demanda adecuada y proporcional. Andalucía ha recibido, en el año 1999, cerca de veinte millones de turistas, procedentes en su mayor parte de la Unión Europea (37,2%), seguidos de los de España sin Andalucía (31,6%), los turistas interprovinciales anda- luces (23,7%) y, con cifras muy alejadas, los del resto del Mundo (7,5%). Granada se sitúa detrás de Málaga y acoge el quince por ciento de los turistas que visitan Andalucía, por delante de Cádiz y Almería. Los turistas que visitan Granada tienen una procedencia distribuida de manera diferente a la que presenta la región. El primer lugar lo ocupan los que provienen del resto de España (36%), a continuación los de otras provincias andaluzas (30,7%), mientras que los de la Unión Europea pasan al tercer lugar (22,5%) y los procedentes del resto del Mundo, aunque ganan en porcentaje (10,8%), siguen ocupando el último lugar.

CUADRO 4. NÚMERO DE TURISTAS SEGÚN PROCEDENCIA. 1999

Procedencia Andalucía Granada

Andalucía 4.564.622 873.403 Resto de España 6.087.520 1.025.299 Unión Europea 7.174.908 640.496 Resto del Mundo 1.444.078 307.590 Total 19.271.128 2.846.788

Fuente: SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía) y elaboración propia.

La estancia media de los turistas en Granada es de 6,3 días, superada ampliamente por Málaga, Almería, Cádiz y Huelva, provincias con predominio del turismo litoral; lo que confirma que la media de la provincia granadina es incrementada por el peso del turismo que aprovecha su franja costera y reducida por la breve permanencia de los visitantes de la capital, en gran parte subsidiarios del turismo de la Costa del Sol. Por otra parte, el turismo granadino responde a un nivel socio-económico inter- medio en relación con Andalucía, ya que el gasto medio diario por turista (6.580 pesetas en 1999) es muy inferior al de Málaga y Cádiz y similar al de Sevilla y Almería. En los años transcurridos entre 1965 y 1999 se observa una evolución en el número de plazas en hoteles y campings bastante similar en el resultado final, que se acerca al triple, aunque con un ritmo muy diferente, pues, mientras el crecimiento en las plazas hoteleras es bastante continuo, en cambio el de los campings es bastante irregular, permaneciendo estacionario hasta la segunda mitad de la década de los ochenta, en que tiene una rápida aceleración. Basándose en la demanda de establecimientos hoteleros (viajeros y pernoctaciones), Granada acoge el 16,4% de los viajeros que utilizan estos alojamientos en Andalucía,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 202 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL por encima del porcentaje que representaban los turistas en general, pero sólo produ- cen el 10,5% del total de pernoctaciones de la región; la media por viajero es muy baja en Granada con dos días, lejos de la que arroja Málaga, Almería, Huelva y Cádiz, dándose además la circunstancia de que en Granada la media de pernoctaciones por extranjero es más baja que la de los españoles, mientras que en todas las provincias turísticas andaluzas ocurre al revés; esto explica que, estando bastante igualados los viajeros españoles y extranjeros, con ligera ventaja para éstos, en cambio los españo- les superan claramente a los extranjeros en cantidad de pernoctaciones.

CUADRO 5. VIAJEROS Y PERNOCTACIONES EN ESTABLECIMIENTOS HOTELEROS. 1999

Procedencia Viajeros Pernoctaciones Pernoctac./Viajero Andalucía Granada Andalucía Granada Andalucía Granada

Españoles 5.764.401 880.128 14.578.802 1.893.289 2,5 2,2 Extranjeros 4.969.716 884.722 18.798.529 1.627.432 3,8 1,8 Total 10.734.117 1.764.850 33.377.331 3.520.721 3,1 2,0

Fuente: SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía) y elaboración propia.

A la vista de lo expuesto, es necesario corregir el carácter de paso del turismo granadino y su dependencia de otras zonas andaluzas y españolas. Este hecho es sobre todo acusado en la capital, que a pesar de ser la cuarta ciudad española en número de viajeros que la visitan, tras Barcelona, Madrid y Sevilla, las estancias raramente supe- ran los dos días y es usual que se trate de simples excursiones para visitar la Alhambra y algún otro monumento significativo. La política turística debería realizar las campa- ñas de promoción necesarias para prolongar la permanencia, dado que la provincia y capital granadinas cuentan con suficientes atractivos para alcanzar este objetivo, por ejemplo, organizando rutas turísticas que incluyan la visita a la capital, Sierra Nevada, litoral, Alpujarra y otros muchos lugares de interés cultural o dotados de importantes bellezas naturales y paisajísticas.

2.2.3. Adecuación oferta-demanda. El grado de ocupación

Uno de los grandes problemas del turismo es la estacionalidad de la demanda que se concentra, según zonas receptoras, en determinadas épocas del año, lo que plantea al sector turístico un problema económico de rentabilidad y un problema social de empleos temporales. Granada tiene una gran complejidad en su turismo, dados sus diversos atractivos, que originan áreas turísticas de estacionalidad contrapuesta: la capital tiene una tem- porada baja principal en invierno y otra secundaria en verano, puesto que su mayor afluencia se produce en primavera y otoño; el litoral tiene su temporada baja principal

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 203 en invierno y secundarias en primavera y otoño; a Sierra Nevada le corresponde la temporada baja en verano, abarcando el final de la primavera y el comienzo del otoño; finalmente, la Alpujarra, cuyo núcleo hotelero principal se encuentra en Lanjarón, recibe su mayor afluencia turística en verano. De ello se deduce que, en cualquier estación del año, se encuentran tres áreas en temporada baja, lo que explica que en todos los meses exista una baja ocupación hotelera.

CUADRO 6. GRADO DE OCUPACIÓN HOTELERA POR MESES. 1999

Meses Granada Andalucía

Enero 35,95 36,03 Febrero 39,46 43,45 Marzo 46,75 50,94 Abril 51,91 57,23 Mayo 55,76 59.19 Junio 47.70 60,54 Julio 46,78 64,36 Agosto 59,49 75,06 Septiembre 58,83 69,01 Octubre 56,10 59,62 Noviembre 40,13 45,99 Diciembre 39,72 38,96 Año 48,10 56,30

Fuente: SIMA’99 (IEA, Junta de Andalucía) y elaboración propia.

Ningún mes alcanza, en la provincia granadina, el sesenta por ciento de ocupa- ción. El máximo nivel corresponde a agosto, septiembre, octubre, mayo y abril, que superan el cincuenta por ciento, coincidiendo con épocas de máxima atracción de la capital y, en algunos meses, también del litoral. La mínima ocupación tiene lugar en los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero, que sólo son punta en Sierra Nevada. El resto presentan valores intermedios, comprendidos entre el cuarenta y cinco y el cincuenta por ciento. En definitiva, la provincia de Granada difiere bastante del conjunto regional, que presenta valores más elevados en todos los meses. La distribución mensual de la ocupación es mucho más regular en Andalucía con el mínimo en enero y el máximo en agosto y una gradación progresiva entre uno y otro mes.

3. LAS ÁREAS TURÍSTICAS. REALIDADES Y POTENCIALIDADES

El turismo granadino se articula en torno a tres zonas, que constituyen el ya tópico triángulo turístico provincial y que se sustenta en Granada capital, Sierra Neva- da y la , que son resultado de la confluencia de factores de atracción

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 204 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL diferentes, que, en el caso de la primera, son sobre todo culturales e históricos y, en el de las dos últimas, se relacionan con el medio natural, especialmente en sus aspectos climáticos y morfológicos. No obstante, a estas tres áreas se pueden agregar La Alpujarra, en especial la denominada “Alta”, y otros muchos lugares de la provincia que ofrecen posibilidades al desarrollo de otras modalidades turísticas, todavía poco promocionadas. Ciertamente, el turismo provincial tiene un desarrollo muy polarizado en el espa- cio y escasamente rentabilizado por el carácter dependiente de otros centros y por la reducida estancia media de los visitantes, como se ha señalado en la primera parte del presente trabajo. Esta es una realidad induscutible y que requiere acciones decididas y bien planificadas por parte de los organismos públicos y de los empresarios del sector, donde a la promoción de la imagen turística y al aumento de la oferta de equipamientos destinados a los visitantes, hay que añadir la coordinación de políticas territoriales que mejoren y potencien las condiciones ambientales, paisajísticas, de infraestructuras, de seguridad, etc., que en definitiva redundan en espacios más apetecibles para su visita y estancia. Ya nadie pone en duda que un problema vital en asuntos de turismo es el de las comunicaciones, que debe resolverse potenciando la actividad del aeropuerto, comple- tando los ejes viarios fundamentales (autovía Bailén-Motril, autovía del 92 y autovía del Mediterráneo) y, aunque parece casi descartado al menos a medio plazo, mejoran- do la calidad y velocidad de los trenes que transitan por la provincia. En otro orden de cosas, es preciso atenuar el problema de la saturación que el litoral, Sierra Nevada y la capital presentan en determinados momentos y que hacen incómodo su disfrute, a la vez que crean una imagen disuasoria. De hecho, la estacionalidad de la actividad turística que afecta a casi todos los destinos granadinos provinciales, con los proble- mas de rentabilidad de las instalaciones y precariedad de los contratos laborales, exige incrementar los esfuerzos para atraer visitantes fuera de las temporadas altas tradicio- nales. En la batería de acciones a emprender también se encuentra la de dedicar especial atención a las nuevas formas de turismo (verde, rural, deportivo, de balnea- rios, de senderos y rutas, etc.), para las que existen evidentes posibilidades en la provincia. Sea como fuere, aunque resulta innegable que la provincia de Granada presenta serias debilidades para convertirse en un destino turístico de primera magnitud, equi- valente o mejor que el propio de la capital, a la vez cuenta con oportunidades brinda- das por sus numerosos recursos valorizables y que complementan a los de sol, playa y nieve. Según estas premisas, pueden detectarse áreas potencialmente turísticas junto a las ya consolidadas en el sector. Con esta finalidad, el presente trabajo pretende una aproximación a los ámbitos turísticos granadinos, identificándolos en forma de inven- tario y calificándolos según una serie de criterios que más adelante se detallan y que siempre giran en torno a su cualidad turística manifiesta o latente. Así, la primera tarea ha consistido en definir los ámbitos según una división y jerarquización que pone de manifiesto la escala del recurso turístico según las defini- ciones que se precisan pertinentemente. Además, en las respectivas tablas del inventa- rio aparecen claramente diferenciados los ítems que afectan a cada nivel jerárquico. Por tanto, los ámbitos definidos son:

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 205

– Áreas turísticas: grandes unidades geográficas provinciales de atracción turísti- ca consolidada, pero cuyos límites son aproximados [símbolo en tablas: ¤]. – Áreas turísticas potenciales: ámbitos del restante espacio provincial que cuentan con recursos turísticos emergentes o que pueden ponerse en valor. [símbolo en tablas: ]. – Zonas: espacios individualizados dentro de un área turística; no obedecen necesariamente a criterios turísticos, sino con frecuencia más genéricos (subregiones o comarcas agrarias, funcionales, naturales, etc.). [ símbolo en tablas: Ο]. – Lugares: dentro de las zonas, y obedeciendo a criterios de atracción turís- tica, se trata de núcleos de población, que incluyen su entorno inmediato, o bien elementos naturales o artificiales individualizables, en todos estos ca- sos de ámbito municipal [ símbolo en tablas: •]; también espacios extensi- vos, como valles, embalses, parajes geomorfológicos, espacios naturales declarados, etc., de destacado atractivo turístico, y que, por su dimensión, tienen carácter supramuncipal [ símbolo en tablas: ♣]. El resto de la “zona”, no fraccionada en “lugares”, se considera en su conjunto [ símbolo en tablas: ♦].

La siguiente labor ha consistido en definir el carácter del recurso turístico según una clasificación elemental. La principal dificultad consiste en la valoración cualitati- va del carácter cultural, ambiental, paisajístico y/o deportivo del lugar o elemento considerado (lógicamente, en ciertos casos el carácter es de dos tipos, de tres o, incluso, de los cuatro). Pero con base en el reconocimiento social del atractivo turísti- co, deducido en unos casos, confirmado documentalmente en otros, el establecimiento de una escala de 1 a 3 permite una aproximación que entendemos suficiente para los fines propuestos. Por tanto, el carácter puede ser:

– Cultural: presencia de elementos y/o aspectos culturales (restos arqueológi- cos, monumentos, sitios históricos, museos, valores gastronómicos, artesanía, etc.) de reconocido interés turístico, evaluándose éste como moderado (en tablas-inventario: C1), importante (C2) o muy importante (C3). – Ambiental: abundancia o presencia cuantitativa y/o cualitativa de elementos y/ o efectos ambientales (climáticos, hídricos, forestales, etc.) de interés turísti- co, evaluándose éste como moderado (en tablas-inventario: A1), importante (A2) o muy importante (A3). – Paisajístico: abundancia o presencia cuantitativa y/o cualitativa de elementos de valor paisajístico y posibilidades de observación (escenarios atractivos, mi- radores, singular conformación física, etc.) de interés turístico, evaluándose éste como moderado (en tablas-inventario: P1), importante (P2) o muy impor- tante (P3). – Deportivo: posibilidades o existencia de prácticas y/o eventos deportivos de cualquier tipo, pero de interés turístico, evaluándose éste como moderado (en tablas-inventario: D1), importante (D2) o muy importante (D3).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 206 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

La segunda tanda de variables consideradas se ha centrado en una serie de atributos que entendemos oportunos y de evaluación factible sin necesidad expresa de trabajo de campo (no previsto para la elaboración del presente trabajo, pero necesario para su posible ampliación y rigurosidad metodológica). La calificación de aspectos como diná- mica, utilización, accesibilidad y equipamiento turístico de los lugares inventariados, que entendemos muy interesantes y apenas considerados en otras publicaciones de la materia, se ha basado, además del conocimiento directo en muchos casos por parte de los autores de este artículo, en la consulta cartográfica y de diversas fuentes estadísticas, de libros y guías turísticos y de, en ciertos casos, contactos con organismos pertinentes. Entendemos suficiente la calificación de 1 a 4 en la valoración de los atributos, según los siguientes criterios (definidos por los autores del presente trabajo):

– Dinámica: situación actual y perspectivas de la actividad turística del lugar considerado, definiéndose como latente (en tablas-inventario: d1), emergente (d2), consolidada (d3) o consolidada y en expansión (d4). – Utilización: afluencia potencial o real de visitantes o usuarios del recurso turístico del lugar considerado, definiéndose como potencial (en tablas-inven- tario: u1), moderada o reducida (u2), masiva temporalmente (u3) o masiva constantemente (u4). – Accesibilidad: posibilidades actuales de acceder al lugar turístico considerado en función de la red viaria, principalmente, aunque en ciertos casos se tengan en cuenta otros medios (ferrocarril, puerto, aeropuerto). No se define, sin embargo, la permeabilidad interna del lugar, pues ésta se considera suficiente en la mayo- ría de los casos. La accesibilidad puede definirse como difícil o incómoda (en tablas-inventario: a1), mediana o aceptable (a2), buena (a3) o excelente (a4). – Equipamiento turístico: nivel dotacional con que cuenta en la actualidad el lugar considerado, que puede ser inexistente o nulo (en tablas-inventario: e1), o bien contar con bar/es, venta/s y/o restaurante/s, es decir, que permite la manutención (e2), o bien lo anterior y además hotel/es, hostal/es, pension/es, campamento/s u otras modalidades de alojamiento (e3), o bien constituye un complejo turístico (e4) por contar con posibilidades de manutención, aloja- miento y servicios de diversa índole (agencias, puntos de información, alquiler de vehículos, atención sanitaria, comercios, salas recreativas, etc.).

En las dos últimas columnas de las tablas del inventario se aportan el número de plazas que muchos lugares ofertan en forma de alojamiento hotelero o bien en cam- ping, para cuya elaboración se ha contado con la información aportada por el Instituto de Estadística de Andalucía en la base de datos SIMA para el año 1999 y por las Guías de Hoteles y de Campings del año 2000 (basadas, pues, en datos igualmente de 1999). No obstante, se tiene conocimiento directo de la apertura de nuevos campings en el presente año, por tanto no reflejados en las fuentes citadas, en cuyo caso se señalan en la tabla (con X). De ninguna manera se pretende con el presente trabajo ofrecer un inventario exhaustivo de los recursos turísticos provinciales ni una valoración estadísticamente

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 207 rigurosa, puesto que tal empeño superaría con mucho el marco y los objetivos de esta publicación. Pero a pesar de las restricciones que impone esta circunstancia, entende- mos que se aporta una información valiosa por inédita en muchos aspectos y original en otros. Puede considerarse sobre todo como modesta aportación a uno de los retos que tiene la provincia de Granada en la búsqueda de alternativas económicas, como la del desarrollo turístico integrado, y a una de las genuinas vertientes de análisis geo- gráfico, pues no cabe duda del interés que tiene el estudio de la localización o distri- bución espacial de la oferta turística, de las perspectivas que ofrecen las áreas conso- lidadas en el sector, de los condicionantes fundamentales de los ámbitos potencial- mente turísticos y, como punto clave, la complementariedad que pueden ofrecer los recursos turísticos, tanto en sí mismos (todas las combinaciones de los valores cultu- rales, ambientales, paisajísticos y deportivos de atracción turística), como respecto a los de otras actividades socio-económicas (gastronomía, agricultura ecológica, comer- cio especializado, centros de ocio, áreas de conservación ambiental, instalación de miradores, etc.), en relación con estancias de turistas. En definitiva, a través de las distintas áreas turísticas de la provincia de Granada, esta segunda parte del artículo describe su situación actual, los elementos que confor- man el atractivo para su visita y estancia, sus posibles debilidades y fortalezas, lo fundamental de la oferta turística con que cuentan y las zonas y lugares destacables, a lo que se añade su correspondiente tabla-inventario con las mencionadas valoraciones en cuanto a carácter, atributos y oferta de plazas de alojamiento de cada uno de los lugares seleccionados.

3.1. El área de Granada

Se trata del área turística más importante, en términos cuantitativos y cualitativos, de la provincia granadina, fundamentado en la proverbial atracción ejercida por la capital, tanto por su emplazamiento como por los elementos que atesora. En efecto, su paisaje y raigambre cultural (el hecho de contar con una tradición histórica como crisol de diversas razas y culturas) han sido motivos seculares para la atracción de visitantes, que han buscado, unas veces, esencias costumbristas de esta parte de Anda- lucía, y otras, las más, el póstumo legado nazarita y renacentista de una riqueza arquitectónica inigualable en el mundo actual. De su pasado esplendor han pervivido esencias culturales y paisajísticas que generan un significativo flujo turístico internacional, claramente definible desde el siglo XIX, siendo habitual que viajeros insignes de toda época hayan quedado vinculados a un turis- mo romántico, literario y culto que encontraría satisfacción en Granada: Alexandre de Laborde, John Ford, Teófilo Gautier, Washington Irving, Chateaubriand, entre otros. Esta excepcional ciudad justifica ese turismo tradicional de calidad, que todavía constituye una de las bases de la corriente turística que recibe, pero que ha sido relegado a un segundo lugar entre las motivaciones que mueven al moderno turismo de masas, mucho más atraído por el buen clima, el sol y las playas, que ha acabado convirtiendo a Granada en una sucursal de la Costa del Sol, que organiza viajes de un solo día para visitar la Alhambra.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 208 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

Sin embargo, son numerosos los atractivos turísticos que reúne la ciudad de Granada: a las reconocidas excelencias arquitectónicas de muchos sitios y edificios (Alhambra y Generalife, Carmen de los Mártires, Palacio de Carlos V, Baños Árabes, Catedral, Capilla Real, San Jerónimo, Monasterio de la Cartuja, Abadía del Sacromonte, diversos palacios y numerosas iglesias, etc.), se añaden los valores urbanísticos de barrios como el Albaicín, el Sacromonte y la Alcaicería, así como la originalidad de una serie de acontecimientos culturales, entre los que destacan la Semana Santa, el Festival Internacional de Música y Danza, el Corpus Christi, etc. Incluso el todavía joven Palacio de Congresos y Exposiciones ha abierto unas perspectivas extraordina- rias para la celebración de eventos artísticos, culturales o científicos, a lo que se suman el Auditorio Falla, el Parque de las Ciencias o el Museo Arqueológico, cada uno con unas posibilidades turísticas diferentes cuantitativa y cualitativamente, pero enraizando todo ello con la tradición cultural y universitaria de Granada. La Alhambra es, sin duda, el monumento más emblemático de Granada y el que mayor número de visitantes atrae, como consecuencia de su fama universal. El núme- ro de visitantes a este conjunto monumental sigue una tónica ascendente, aunque en dientes de sierra, para situarse por encima del millón setecientos mil; los valores más elevados se concentran en la década de los noventa, destacando 1992 al rebasar la cota de los dos millones. El ritmo mensual presenta máximos de primavera y final de verano, con un mínimo relativo a principios de verano y otro muy acusado a finales de otoño e invierno, sin que las variaciones interanuales sean significativas. Tampoco es desdeñable, finalmente, el atractivo paisajístico del área de Granada, en la espectacular interrelación perceptual entre la Vega y los relieves que la envuel- ven y donde destacan su escalonamiento, con yuxtaposición de formas, colores y texturas, y que culmina en las cumbres de Sierra Nevada. Es por todo lo expuesto que pueden identificarse diversas zonas dentro del área de Granada, que orbitan en relación a la médula turística constituida por el casco histórico, pero que suponen elementos complementarios, no siempre de carácter turís- tico consolidado, sino como potencial, máxime si se vincula su promoción a los lugares turísticamente afianzados, o bien, lo que tal vez resulta más viable a medio plazo, si se concentra dicha promoción en el rango comarcal-provincial de consumi- dores turísticos. Estas zonas geográficamente relacionadas con Granada y su entorno inmediato (donde destacan Jesús del Valle, Fuente de la Bicha, Llano de la Perdiz y huertas de la Vega) son numerosas y contrastadas. En el borde nororiental de la Vega de Granada, el frente orográfico constituído por las Sierras de la Yedra, Alfacar y Cogollos y su piedemonte, donde aspectos naturales y núcleos rurales se funden en un paisaje muy atractivo; en el flanco oriental de Granada, el alto valle del río Genil, por su condición de ámbito enclavado funcionalmente respecto a la capital y donde destaca el núcleo de Güéjar-Sierra y los valores ambientales y paisajísticos del valle, las altas cumbres que lo enmarcan y la lámina de agua que representa el embalse de Canales; finalmente, el piedemonte noroccidental de Sierra Nevada (Cono de la Zubia, Loma de los Revites, medio y bajo río Dílar, Vega alta), donde se concentra buena parte de los usos de ocio, merenderismo y restauración del área de Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 209

Todas estas zonas citadas ofrecen atractivos paisajísticos e intervisualización gracias a las morfoestructuras en forma de gran anfiteatro con eje en las colinas de la Alhambra, pero también atesoran otros valores, tanto de índole físico-natural (meso y microclimas estivales, sobre todo nocturnos; agua relativamente abundante, masas forestales, geoformas poderosas...), como cultural, gastronómica y deportiva.

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e H Cp

¤ Área de Granada 10.714 2.324 Ο Granada capital y su entorno 10.546 1.631 • Granada capital (gran diversidad) 323334449.739 950 • Santa Fe (casco antiguo) 2 2243143 • Fuente-Vaqueros (casa-museo Gª Lorca) 1 2222 • Atarfe (termalismo de Alitaje) 1 1233223 • (La Serrata y complejo de la Ermita) 1 1 2 3212 • Pinos Puente (puente visigodo) 1 1 1132 27 • Las Gabias (baptisterio romano) 1 2222 • (campo de golf) 223312 ♣ Embalse de Cubillas y entorno próximo 2213333 500 ♦ Resto de la Zona 2211233414181 Ο Sª Yedra-Alfacar-Cogollos y piedemonte 18 • Alfacar (núcleo y Fuente Grande) 1 1 3312 • (La Alfaguara) 3212322 • Víznar (núcleo y Jardines de Cuzco) 1 1212 • (C. de Recep. del Parque Natural) 1 2232 • Cogollos-Vega (cueva del Agua) 1 11213 18 ♣ Parque Natural de Sierra de Huétor 3212232 ♦ Resto de la Zona 1 2 1212 X Ο Alto valle del río Genil 159 • Güéjar-Sierra (núcleo) 1 2 2 2112 • (Maitena-Charcón-bco. San Juán) 3213312 ♣ Embalse de Canales y entorno próximo 2312213 159 ♣ Embalse de Quéntar y entorno próximo 2212212 ♣ P. Nacional de Sierra Nevada (en la Zona) 13321211 ♦ Resto de la Zona 2112212 Ο Piedemonte Noroccidental de Sª Nevada 150 534 • Monachil (garganta de los Cahorros) 231321 • Dílar (núcleo) 1 2 2212 • Río Dílar y área recreativa de Ermita Vieja 3213312 X ♣ P. Nacional de Sierra Nevada (en Zona) 3323312 ♦ Cono de la Zubia y Vega alta 2212323150534

El significado de los símbolos y cifras se especifica en la parte introductoria de este apartado 3.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 210 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

Al servicio del turismo de la capital se encuentra, por un lado, un importante conjunto hotelero, que se sitúa en ella o en los núcleos de su entorno y que reúne la mitad de las plazas provinciales; por otro, algunos campings, que contienen algo menos de un tercio de las plazas en esta modalidad de alojamiento. La prác- tica totalidad de las plazas se encuentran en la capital, que hasta 1990 era prácti- camente el único núcleo hotelero. Pero actualmente se configura otro conjunto en Albolote y Atarfe, que se benefician de su magnífica situación muy próxima a Granada y en la encrucijada de las principales vías de comunicaciones de la pro- vincia, en concreto, la autovía del 92 y la de Bailén-Motril, aún no terminada. El tercero en importancia se sitúa en Santafé. De los restantes, ninguno llega a las cien plazas. El número de plazas se ha casi duplicado entre 1972 y 1999, aunque el salto más importante se produce en los años noventa, para atender la demanda de alojamientos con motivo del campeonato mundial de esquí alpino celebrado en Sierra Nevada. Por su parte, las plazas en campings se concentran en cinco localidades y, aunque sigue siendo la capital la más importante, hay mayor igualdad entre ellas. Su crecimiento ha sido muy lento entre 1972 y 1999.

3.2. Alta Sierra Nevada

Este área turística está constituida por el extremo noroccidental de Sierra Neva- da, en concreto las vertientes que rodean el pico Veleta, donde se concentra el turismo de nieve, y por el corredor de acceso a la estación de esquí (carretera de Sierra Nevada y entorno vinculado a ella). Ambas realidades físicas y funcionales dan lugar a sendas zonas con sus características específicas y una diferente explota- ción turística, mucho más efectiva en términos económicos la estación de esquí, además de más concentrada espacial y temporalmente, puesto que la zona de corre- dor de acceso atrae un difuso pero casi constante flujo de visitantes, sobre todo para actividades gastronómicas y de disfrute ambiental y paisajístico, con hitos claves en el Balcón de Canales, barranco de las Víboras, el Centro de Visitantes de Sierra Nevada, el paraje de El Purche, la carretera del Hotel del Duque y los numerosos restaurantes y ventas que jalonan este corredor de acceso a la zona de esquí, que pone en contacto Granada capital y el pico Veleta, gracias a la suavidad del relieve a partir de los 1.500 metros altitudinales, que la acredita como la carretera más alta de Europa. Recientemente, y con motivo de los campeonatos mundiales de esquí, ha sido mejorada en los tramos inciales, los tradicionalmente más precarios por su litología y topografía. Pero como se ha aludido, es la estación de esquí y la zona esquiable vinculada la que acapara un mayor desarrollo turístico; no en vano, se ha conformado un verdadero complejo turístico, pues a esta actividad económica se consagra la mayor parte de las infraestructuras, de los equipamientos, incluidos los de alojamiento y restauración, asi como los servicios y actividades ubicados en los altos valles y

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 211 lomas de Monachil y Dílar. Ciertamente, la suavidad de estas vertientes debida a la estructura en mantos de corrimiento y a la blandura de los micasquistos, que son los materiales litológicos predominantes, en contraste con las agrestes formas heredadas del glaciarismo cuaternario; la caracterización de su clima, mediterráneo de alta montaña, que conjuga la abundancia de precipitaciones sólidas con numerosos días de sol y temperaturas agradables, así como la carencia de vegetación arborescente en el espacio esquiable (unas 2.500 hectáreas. de extensión), son todos factores que convierten esta zona montañosa en un área privilegiada para la práctica del esquí, que cuenta con numerosas pistas (36), algunas de gran longitud, y muy diversos niveles de dificultad, estando la zona deportiva equipada con medios de arrastre en las principales pistas (2 telecabinas, 10 telesillas y 7 telesquís) y cañones de nieve artificial. En el extremo oriental de la zona de altas cumbres de Sierra Nevada, en el límite provincial con Almería, otro enclave de atracción turística vinculado al recurso nieve, el Puerto de la Ragua, se conforma como alternativa, o como complemento, a Solynieve, si bien son evidentes las diferencias en dimensiones, accesos, equipamientos, localiza- ción respecto a los flujos principales de movilidad de la provincia y, por último, también muy diferente respecto al ámbito de demanda, pues en este caso su rango es de nivel comarcal y provincial, a diferencia de la estación localizada en Monachil, que es de rango nacional-internacional. Sea como fuere, el turismo de nieve granadino ha tenido un desarrollo creciente que culmina con el campeonato mundial de esquí; pero se enfrenta a los problemas que son comunes a este tipo de centros turísticos: la dependencia de los elementos climáticos que, por ejemplo, obligaron a retrasar un año la celebración de dicho campeonato, en principio previsto para 1995; la acusada estacionalidad de la activi- dad, que entra en conflicto con la necesidad de rentabilizar las instalaciones; la competencia con otras zonas de montaña que ofrecen mejores servicios y poseen una mayor tradición o están mejor situadas en relación con la demanda; la severidad de los impactos que la concentración de las instalaciones producen sobre el medio ambiente, etc. Pero la belleza natural del macizo de Sierra Nevada, declarado Reserva de la Biosfera por el MAB (convergen geoformas singulares y una notable riqueza en flora y fauna, con más de un centenar de endemismos exclusivos), permite no obs- tante la práctica de otras modalidades turísticas, como senderismo, ciclismo de montaña, actividad fotográfica, montañismo, vuelo libre, etc., que propician la pro- longación de la actividad turística a los meses de verano, con lo que su oportuna promoción puede atenuar la estacionalidad turística en este área granadina. Aunque la declaración de Parque Nacional puede condicionar severamente el uso del espacio a los efectos turísticos u otros, puede ser también, sin embargo, un reclamo a nivel suprarregional. De confirmarse un aumento de la demanda, tanto cuantitativa como cualitativamente, las autoridades ambientales habrán de establecer las oportunas medidas que permitan congeniar el disfrute social de este espacio y la conservación de sus elementos frágiles.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 212 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e HtCp

¤ Área funcional-deportiva de Sierra Nevada 2.688 71 Ο Alta Sierra Nevada occidental 2.196 • Monachil (estación de esquí y pistas) 33343342.196 ♣ Parque Nacional (dominio de altas cumbres) 332221 ♦ Resto de la Zona Ο Corredor de acceso a la estación de esquí 492 71 • Güéjar-Sierra (Balcón de Canales) 2313232 • (Centro de Visitantes) 1 2232 • Monachil (paraje de El Purche) 2322323 71 ♦ Resto de la Zona 2312333492

El significado de los símbolos y cifras se especifica en la parte introductoria de este apartado 3.

Para atender las necesidades de alojamiento de los visitantes, la estación cuenta con una importante oferta hotelera que se ha multiplicado por diez en los últimos treinta años, sobre todo en la década de los noventa por el impulso del campeonato mundial. Hay que agregar numerosos apartamentos que, ocupados por sus propietarios o cedidos en alquiler, permiten albergar un elevado número de usuarios. Además se pueden utilizar los alojamientos de la capital, dada la reducida distancia que permite desplazarse por la mañana y regresar por la noche, después de pasar el día practicando deportes. En cambio, las plazas en campings son inexistentes y, aunque se encuentran algunos en los mismos municipios que la estación, no están a su servicio, sino al de otras prácticas deportivas, como el excursionismo o senderismo, o la visita a los monumentos de la capital.

3.3. La Alpujarra Alta

Área coincidente aproximadamente con la vertiente meridional de Sierra Nevada, en el espacio comprendido en torno a los 1.000 y 1.500 metros altitudinales, donde se localizan los abigarrados regadíos altos sobre substrato predominantemente esquistoso. Constituye una impresionante solana que, a pesar de la altitud que alcanza, favorece la benignidad del clima y permite que en ella se sitúen algunos de los pueblos más altos de España (Trevélez y Capileira). Junto a extensos y suaves paños de ladera cubiertos de cultivos mixtos, entre los que se presenta un hábitat disperso constituido por núcleos compactos y cortijos

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 213

ínfimos, los frentes serranos han sido rotos por la erosión de los ríos y torrentes que descienden de las cumbres montañosas y se han encajado profundamente en el relieve, originando un paisaje agreste, quebrado y de gran personalidad y belleza, que se afirma como uno de los grandes atractivos turísticos de la comarca e, incluso, de toda la España meridional. Un paisaje definido como “eco-cultura” de regadío de montaña, con todas las connotaciones ecológicas, antropológicas y estéticas que conlleva. La sucesión y superposición de cuencas visuales, lo contrastado de las fenofases que exhibe la abigarrada vegetación, los numerosos arroyos de aguas cristalinas o el singular poblamiento, así como la presencia de elementos poco representados en el resto de la provincia o de Andalucía (arquitectura popular de origen morisco o bosques de robles melojos, entre otras muchas manifestaciones de distinto signo y naturaleza), generan un mosaico complejo y armonioso de mucho aprecio psico-social. En efecto, la Alpujarra es una perfecta síntesis de naturaleza y cultura humana y su rica historia contribuye a su visión romántica, al haber sido, por su aislamiento físico, un espacio refugio para poblaciones marginadas en los distintos períodos histó- ricos. Especialmente trascendente en la configuración paisajística fue la época moris- ca, entre la conquista cristiana y la sublevación y posterior expulsión de este grupo cultural en el último tercio del siglo XVI. La larga ocupación humana ha enriquecido el paisaje natural mediante su adecuación a las necesidades agrícolas de una economía de subsistencia, abancalando las vertientes para su mejor aprovechamiento y creando un complejo sistema de regadío. A su vez, la benignidad del clima (extensa solana que registra una temperatura media de 12 a 14ºC, menos de treinta días al año de ocurren- cia de heladas, unas 2.800 horas de insolación anual), además de constituir en si mismo un recurso turístico, ha permitido la implantación de un sistema de construc- ción que, aprovechando los materiales que ofrece la naturaleza (lastra y launa), ha dado lugar a viviendas con cubierta en terrado, que se agrupan en núcleos de gran originalidad al tener que adaptarse a las formas del relieve y a la configuración urbana heredada de los musulmanes. El aislamiento estructural del ámbito ha favorecido la conservación de su cultu- ra, costumbres, folklore, gastronomía, artesanía, etc., que se erigen en valores turís- ticos muy importantes. En efecto, la conjunción de atractivos naturales, paisajísticos, históricos, culturales y sociales ha dado lugar al nacimiento de un turismo reciente, muy diferente del propio de las grandes áreas turísticas provinciales, pues nada tiene que ver con el monumental de Granada, el de nieve de Sierra Nevada o el de sol y playa del espacio litoral, pero que, sin duda, ofrece posibilidades para otras formas menos explotadas, como el turismo rural, el de rutas para pasear a pie, a caballo o en bicicleta, el fotográfico, el gastronómico o el cultural de vestigios o de fiestas que reviven los avatares de la vieja historia alpujarreña y que se manifiesta en una afluencia predominantemente de fin de semana y, mayoritariamente, de origen na- cional. No obstante, el turismo de estas comarcas plantea problemas y conflictos, no siempre de fácil solución, como el deseo de muchos alpujarreños de rentabilizar su

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 214 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL tierra, aún a riesgo, a veces consumado, de degradar sus recursos, o la necesidad de fuertes inversiones iniciales con rentabilidad a largo plazo que difícilmente está dis- puesto a asumir el capital privado. Mención especial requiere el problema de las comunicaciones, pues las carreteras, estrechas y con numerosas curvas, resultan incó- modas, peligrosas y de circulación lenta y la mejora de las mismas es difícil, costosa y puede incluso, si no se ejecuta con la necesaria sensibilidad, ser impactante para el paisaje envolvente. En el área turística de la Alpujarra Alta pueden diferenciarse, al menos, dos zonas: la Occidental, coincidente con la cuenca del río Guadalfeo, y la Oriental, inserta en la del río Adra. Además de matices climáticos y paisajísticos, la demanda turística de la primera difiere de la segunda por su mayor afluencia, además de contar con lugares concretos de atracción más numerosos, como se puede apreciar en la tabla-inventario adjunta, y donde destacan Lanjarón, el Valle del Poqueira y Trevélez, si bien el primero con un perfil de uso turístico muy distinto a los demás puesto que forma parte del circuito de balnearios. El descubrimiento de las cualidades medicinales de los manantiales de Lanjarón se produjo en el último tercio del siglo XVIII y, a principios del XIX, el Gobierno creó el Establecimiento Balneario y, años más tarde, declaró de utilidad pública los manantiales. El número de bañistas creció a un ritmo estimable hasta superar en 1960 los siete mil, que marcan un máximo y un punto de inflexión que inicia la disminución en los años sucesivos, hasta situarse por debajo de los cinco mil en 1988; el año siguiente inicia una rápida recuperación y se estabiliza por encima de los diez mal bañistas. Este incremento es debido a un convenio con el INSERSO para potenciar el termalismo social. Los bañistas tradicionalmente proceden de Andalucía y Madrid, aunque es signi- ficativa la presencia de norteafricanos (Marruecos, Argelia y Territorios Españoles), que llegaron a superar un tercio del total en los años cincuenta y, posteriormente, descendieron a cifras que en la actualidad son insignificantes. Tanto bañistas como acompañantes no sólo ocupan las plazas de la industria hotelera, sino que se alojan también es casas particulares que alquilan habitaciones durante la temporada de ba- ños, que se iniciaba en junio y finalizaba en septiembre. A partir del convenio para potenciar el turismo social se ha alargado de marzo a diciembre, corrigiendo en parte se acusado carácter estacional. Al servicio de la actividad turística alto-alpujarreña ha surgido una oferta hote- lera, prácticamente nula en la década de los sesenta con la excepción de Lanjarón, que poco a poco ha crecido y generalizado hasta superar las mil setecientas plazas, aunque sólo dos núcleos –Bubión y Pórtugos– superan las cien. El complejo hotele- ro de Lanjarón, que reúne más del cincuenta por ciento de la oferta, es más antiguo, aunque se encuentra estacionado y tiende a decrecer en los últimos diez años; está ligado a la existencia de manantiales mineromedicinales y al funcionamiento del balneario de su nombre, uno de los más importantes de España. Por su lado, poco importante es la presencia de campings, de implantación reciente y limitados a tres municipios.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 215

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e HtCp

¤ Alpujarra Alta 1.739 770 Ο Alpujarra Alta occidental y central 1.692 530 • Lanjarón (núcleo y balneario) 13213314997 • Poqueira, mancomunidad (núcleos) 12323313319 • La Taha (núcleos) 11213213 53170 • Pórtugos (fte Agria y cascada Chorreón) 2212213101 • Trevélez (núcleo) 11213313 77 ♣ P. Nac. y Nat. de S. Nevada (en Zona) 331221 ♣ Valle y río Mulhacén (“Poqueira”) 331221 ♣ Valle y río Trevélez 3323213 360 ♦ Resto de la Zona 13312213145 Ο Alpujarra Alta oriental 47 240 • Válor (núcleo) 2 2313 15 • Laroles (núcleo) 1 2213 24240 ♣ Puerto de la Ragua 2223313 X ♣ P. Nac. y Nat. de S. Nevada (en Zona) 321111 ♦ Resto de la Zona 11311113 8

El significado de los símbolos y cifras se especifica en la parte introductoria de este apartado 3.

3.4. Costa y área prelitoral

Área conocida turísticamente como “Costa Tropical”, aunque tradicionalmente ha formado parte de la llamada “Costa del Sol”, junto con el litoral malagueño y almeriense, la costa granadina tiene unas peculiaridades específicas respecto a la de las provincias limítrofes y configuran las características y limitaciones de su turismo. Este espacio está conformado por el frente marítimo del imponente conjunto montañoso penibético, en su parte central, donde se sitúa más próximo al mar, con las Sierras Almijara, los Guájares, Lújar y La Contraviesa, que en algunos tramos alcan- zan la línea de costa, imposibilitando la continuidad de las líneas de playa. De esta manera, aparecen pequeñas calas arenosas en los deltas formados en las desemboca- duras de los ríos y barrancos, que alternan con espolones y promontorios rocosos, que dificultan la comunicación entre aquéllas. Sólo en algunos tramos del litoral las playas adquieren un mayor desarrollo: Motril-Salobreña, Almuñécar, La Herradura, Carchuna- Calahonda y Castell de Ferro, permitiendo la ubicación de las instalaciones turísticas. Las condiciones naturales imponen ciertas limitaciones al turismo, entre las que cabe destacar el pequeño desarrollo de las playas, la escasez de arenas finas y la rápida profundización del fondo marino (escalón costero), lo que reduce considerable- mente la zona activa y de reposo de la playa y, por lo tanto, disminuye su capacidad potencial, favoreciendo la saturación. Otro lastre lo constituyen los limitados recursos

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 216 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL hídricos, que son también demandados por una agricultura de gran potencial económi- co, con la que el turismo y otros usos entran también en competencia por la utilización de los suelos disponibles, e incluso por la misma arena, para la implantación de cultivos enarenados. En contrapartida positiva respecto a estos problemas, el carácter montañoso de este litoral le protege y aísla de los vientos fríos del norte y lo convierte en una solana relativamente confinada, con el clima de inviernos más suaves de la Península y veranos bastante calurosos. Las precipitaciones son escasas (unos 400 mm. anuales de media), el sol abundante durante todo el año (más de 3.000 horas) y prácticamente despreciable el riesgo de heladas, que se establece en menos de un día al año en la franja costera y en la Hoya de Motril, mientras que la zona orográfica prelitoral se sitúa en la isolinea de 10 días como máximo. Precisamente este carácter bioclimático mediterráneo cálido y seco del litoral occidental y mediterráneo subárido cálido del sector oriental hacen de esta área la más atractiva para el denominado turismo de masas, claro está, en coincidencia con la presencia del mar. A este respecto, las aguas que bañan el litoral granadino, aún siendo levemente más frías en términos promediados que las del malagueño y almeriense, registran una media térmica de 17-18ºC en junio, 18-19ºC en julio, 24-26ºC en agosto y 26-27ºC en septiembre (según el Servicio de Evaluación de Recursos Naturales de la Consejería de Medio Ambiente a partir de los datos suministrados por el satélite NOAA 11 en 1994), por tanto temperaturas que invitan al baño durante más de la mitad del año, si bien más aún en los meses centrales del verano, donde coinciden fuerte insolación y alta termicidad del aire, únicamente perjudicada bajo el dominio de los ponientes. Por otra parte, las dificultades naturales con que cuenta el litoral granadino, unidas a la falta de decisión política, no han favorecido el establecimiento de una red de comunicaciones que faciliten la penetración hasta este espacio. El puerto de Motril no es de pasajeros, los aeropuertos más próximos (Málaga, Almería y Granada) se encuentran a más de setenta kilómetros y mal comunicados, el ferrocarril a Motril ha sido sólo una utopía y las carreteras llevan un gran retraso con respecto a las áreas litorales próximas, pues la autovía Bailén-Motril se está eternizando en su construc- ción, sin que la carretera actual pueda satisfacer adecuadamente el tráfico que soporta, de forma que en días puntuales el recorrido del trayecto Granada-Motril, de sólo 70 Kms., requiere un tiempo de cuatro o cinco horas; finalmente, la autovía del Medite- rráneo avanza en su construcción muy lentamente desde Almería y desde Málaga, sin que por ninguno de sus extremos haya penetrado en los límites provinciales. Todo lo anterior ha retardado el desarrollo turístico del litoral granadino, que fue superado primero por la Costa del Sol malagueña y, últimamente, por el litoral almeriense, que están ejerciendo desde hace décadas su atracción sobre los propios granadinos del interior, por encontrarse mejor comunicados con ellos. Tampoco la política turística del litoral granadino ha sido apropiada, puesto que se ha basado en la construcción masiva de apartamentos, ahogando en muchos casos las playas y haciéndolas incómodas. En cualquier caso, no se trata de un litoral homogéneo en absoluto, sino que se presentan diversidad de conformaciones geográficas y, a los efectos turísticos, al menos dos zonas perfectamente diferenciables: la Costa Occidental, que abarca des-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 217 de Cerro Gordo en el límite con la provincia de Málaga hasta Calahonda, y la Costa Oriental, que se desarrolla entre esta última población y el límite con la provincia almeriense, siendo mucho más importantes las realidades y potencialidades turísti- cas de la primera zona, donde, como puede apreciarse en la tabla-inventario, se localizan significativos recursos de índole ambiental, paisajística, cultural y deporti- va, todo ello ejemplarizado en el término de Almuñécar, que cuenta con numerosos elementos de interés (Gran Acueducto, Castillo Árabe, Peñón del Santo y Mirador de la Cruz, Cueva de los Siete Gatos, Museo Arqueológico, Jardín Botánico, Parque Ornitológico, etc.). Pero la zona en conjunto contiene otras muchas posibilidades y menos problemas de congestión como los que viene acusando desde hace años el municipio sexitano. En cambio, en este área turística no se ha promocionado suficientemente la in- dustria hotelera, disponiendo apenas de un sexto del total provincial. El principal conjunto hotelero es Almuñécar, seguido por Motril y Salobreña, mientras que los restantes no llegan a las doscientas plazas. La distribución de las plazas de campings es más equitativa, sin que ningún núcleo alcance las mil. Sorprende Almuñécar que ocupaba el primer lugar destacada a comienzos de los setenta y, en 1999, ha quedado relegada al quinto lugar y ha reducido las plazas a una tercera parte.

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e HtCp

¤ Costa y espacio prelitoral 3.966 3.859 Ο Costa Occidental 3.599 2.228 • Almuñécar (núcleo, gran diversidad de elementos) 332333141.407 510 / X • (La Herradura) 2323313436X • (Punta de la Mona y Pto. Marina Este) 2333213 • Salobreña (núcleo) 2 3 3213104 • (Peñón, Salomar, playas) 2223313340X • Motril (núcleo) 2 1 3213368 • (Torrenueva, Carchuna, Calahonda) 2114313449953 • (Poniente: Varadero y campo de golf) 2222213367765 • Vélez-Benaudalla (gargantas y travertinos) 2311113103 • Ítrabo y Molvízar 1 111112 ♣ Valle del río Verde 1221113 25 ♣ Los Guájares 1 1 2 1112 ♦ Resto de la Zona 1 1 1112 Ο Costa Oriental – Contraviesa 367 1.631 • Gualchos (Castell de Ferro) 12223313172941 ♣ Franja litoral de la Contraviesa 2213213183690 ♦ Resto de la Zona 1 1 2 1113 12

El significado de los símbolos y cifras se especifica en la parte introductoria de este apartado 3.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 218 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

3.5. Resto de la provincia: otros espacios con posibilidades turísticas

El resto de la provincia no cuenta con un desarrollo turístico equivalente al de las zonas descritas, aunque existen muy variados atractivos que permitirían potenciar formas emergentes de turismo e insertarse en circuitos que hicieran más duradera la estancia de los visitantes en la provincia. A este respecto, se han delimitado diversos ámbitos tradicionalmente reconocibles y que permiten integrar los más significativos recursos turísticos que contienen. Estas zonas turísticas o potenciales, en número de siete, pero que admitiría tanto mayor como menor desagragación según la escala de observación, son las siguientes: Altiplano y sierras del extremo Norte; Hoyas de Baza y Guadix; Marquesado del Zenete; Montes-Tierra de Loja; Tierra de Alhama-Temple; Valle de Lecrín; y Alpujarra baja y Contraviesa interior. Se pueden señalar genéricamente los atractivos turísticos con que cuenta todo este vasto espacio provincial, si bien muchos de ellos son sólamente potenciales, otros apenas registran más que un incipiente interés y otros más pueden considerarse desti- nos turísticos consolidados, si bien con modestas cifras de utilización y cuya potenciación, en todos los casos, está sujeta a la puesta en marcha de mecanismos de promoción consecuentes con las dificultades propias de la valorización turística de espacios dis- persos, frecuentemente mal comunicados, escasamente equipados y que muy difícil- mente pueden competir con los destinos turísticos consolidados. Sin embargo, se detectan determinados atributos culturales, ambientales, paisajísticos y deportivos, más o menos importantes en cada uno de los ámbitos o zonas demarca- das, que pudieran constituir las bases o recursos de una posible futura integración en los circuitos turísticos. En otro sentido, cabe apuntar que sus posibilidades apuntan hacia los denominados “turismos alternativos”, es decir, diferentes e incluso ajenos al de masas, que naturalmente genera una actividad económica muy superior, salvo casos particulares (circuitos de golf, de congresos, etc.), pero que pueden contribuir a las economías locales, aportando rentas complementarias. Según lo mencionado, estas zonas potencialmente turísticas cuentan con unas condiciones ambientales y paisajísticas bastante apreciadas, bien sea por la abundan- cia de soleamiento y luminosidad, a la vez que escasa cuantía de los días de lluvia, fenómenos muy relevantes en las Hoyas de Guadix y Baza (entre 2.800 y 3.000 horas de insolación anual, atmósfera frecuentemente límpida, menos de 40 días de lluvia), pero también señalables en el resto del Norte provincial; o bien sea por la presencia de paisajes de fuerte contraste y singularidad (“bad-lands”, sierras agrestes, masas fores- tales, agricultura de huerta; láminas de agua...), como ocurre también de modo desta- cado en las zonas anteriormente mencionadas, asi como en el Valle de Lecrín, en la Tierra de Alhama-Temple y, de modo algo más aislado, en las restantes zonas. Final- mente destacar que en muchos lugares se encuentran surgencias de aguas termales y medicinales, explotadas o no en pequeños balnearios. Entre los potenciales deportivos, se pueden señalar las posibilidades que ofrecen casi todos los embalses (pesca deportiva, navegación sin motor), que se distribuyen por la práctica totalidad de los ámbitos demarcados, y que incluso podrían formar parte de circuitos integrales (“ruta de los embalses”). A estas láminas de agua hay que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 219

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e HtCp

Resto de la Provincia Ο Altiplano y sierras del extremo Norte 244 274 • Castril de la Peña (núcleo) 1 2 2213 59124 • Huéscar (núcleo) 2 1123 75 • (laguna de Fuencaliente) 2 2 1211 • Galera (núcleo y Yácim. Arqueológ.) 2 1 2 2222 • Orce (museo y Yacim. Paleontológ.) 2 1 1 1112 ♣ Parque Natural de Sierras de Castril 2321213 150 ♦ Resto de la Zona 11211123110 Ο Hoyas de Baza y Guadix 786 • Zújar (núcleo y baños termales) 12212323 11 • (cumbres del cerro Jabalcón) 11312211 • Baza (casco antiguo) 2 3243291 • Gorafe (campo de dólmenes) 2 2 1111 • Guadix (casco antiguo y cuevas) 3 2 2243173 • Guadix (puente férreo de Belerda) 1 1 1 1 1 • Purullena (cuevas) 2 213243 40 • Graena (balneario) 2 3233187 • La Peza (núcleo y embalse I. Abellán) 12311133 9 ♣ Emb. de Negratín y entorno próximo 2322233 14X ♣ Parque Natural de la Sierra de Baza 12312231 ♣ Bad-lands de Hoyas de Guadix y Baza 311131 ♣ Río Fardes (cursos medio y bajo) 2311122 ♦ Resto de la Zona 1 1 2 1123 61 Ο Marquesado del Zenete 48 • Jeres Marquesado (núcleo y barranco) 2 2 1222 • Alquife (yacimentos y restos mineros) 2 2 1132 • Lacalahorra (núcleo y castillo-palacio) 2 3 1143 48 ♦ Resto de la Zona 1 2 2 1132 Ο Los Montes – Tierra de Loja 992 • Alamedilla (puente férreo) 2 1 1 1 2 • Villanueva T. (Balneario de Alicún) 2213323 84 • Píñar (núcleo, grutas y restos arqueol.) 2 111233 9 • Iznalloz (núcleo) 1 2 1133 97 • Colomera (embalse) 2111111 • Moclín (núcleo) 2 1 2212 • Montefrío (núcleo) 2 2 1113 36 • Montefrío (Peña de los Gitanos) 22212221 • Loja (núcleo) 2 2 2243505 • (Riofrío) 2112243 43 • (complejo La Bobadilla) 1113233119 ♣ Sierra Arana (y cueva del Agua) 2212222 ♣ Sierra de Loja 121112 ♦ Resto de la Zona 1211123 99

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 220 FRANCISCO VILLEGAS MOLINA; MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DEL ÁRBOL

ALOJAM. ÁMBITOS CARÁCTER ATRIBUTOS (plazas en 1999) CAPDd u a e HtCp

Ο Tierra de Alhama-Temple 413 252 • Alhama de Gr. (núcleo y tajos) 2 1 2 3223 61 • (balneario y entorno) 2213323352 • La Malahá (núcleo y salinas) 1 2 1122 ♣ Emb. de los Bermejales y entorno 22223323 252 ♣ Río Cacín 2211122 ♣ Poljé y “boquete” de Zafarraya 2 3 1122 ♣ Sierras de Tejeda y Almijara 2212222 ♦ Resto de la Zona 1 2 1122 Ο Valle de Lecrín 70 • Padul (depresión y laguna-turbera) 11211133 20 • Dúrcal (puente férreo y molinos del río) 1 2 1233 50 • (encajamiento río Dúrcal-Alayos) 121122 • Nigüelas (núcleo y río Torrente) 1 1 2 1132 ♣ Depresión y gran falla Padul-Dúrcal-Nigüelas 1 3 1132 ♣ Emb. de Béznar y entorno próximo 11211122 ♦ Resto de la Zona 1 2 1112 Ο Alpujarra Baja y Contraviesa interior 250 135 • Órgiva (núcleo) 1 1 2 2213143135 • Ugíjar (núcleo) 1 2 2213 58 ♣ Río Guadalfeo medio (valle y núcleos) 1 1 2 2213 49 ♣ Cuerda de La Contraviesa 1 3 1212 ♦ Resto de la Zona 1 1 2 1112

El significado de los símbolos y cifras se especifica en la parte introductoria de este apartado 3.

añadir muchos ríos pesqueros del Norte y Sudoeste de la provincia, que compiten en recursos halieúticos con los más importantes de Sierra Nevada. Por su lado, puede practicarse caza mayor y menor en muchos cotos y reservas repartidos por, sobre todo, las áreas montañosas. Asimismo destacar la viabilidad que presentan muchas geoformas, sobre todo las kársticas, para la práctica de escalada, de espeleología, de vuelo sin motor, etc.; o, en definitiva, las condiciones favorables de buena parte del territorio provincial para la práctica de deportes que se afianzan o expanden progresivamente (senderismo, montañismo, bicicleta, enduro, trial, etc.). No obstante, son tal vez los valores culturales los que destacan en la mayor parte de las zonas. Así, la mayoría de los núcleos de población cuentan con iglesias, fre- cuentemente construidas sobre antiguas mezquitas, o con otras levantadas después de la conquista cristiana y los grandes centros comarcales con alcazaba, plaza mayor porticada, palacios, etc., enclavados en viejos barrios musulmanes. Por otra parte, la orla serrana que bordea por el noroeste la provincia y que fue frontera del Reino musulmán de Granada conserva restos de viejos castillos y, aún después de la Recon-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 RECURSOS TURÍSTICOS Y ACTIVIDAD DEL SECTOR EN LA PROVINCIA DE GRANADA 221 quista, se construyó el castillo de La Calahorra, auténtica joya del Renacimiento. También pueden incluirse como elementos culturales –y paisajísticos–, que de hecho forman ya parte de determinados circuitos turísticos, los extensos barrios de cuevas de diversa tipología constructiva, especialmente importantes en el Norte provincial. En esta categoría de recursos culturales, mencionar los propios de labores artesanas, gastronómicas, costumbristas, etc., repartidas por toda la provincia, aunque con hitos en determinados lugares. A su vez, la consideración de las rutas del Legado Andalusí, que en su mayor parte atraviesan tierras granadinas. El equipamiento en alojamientos hoteleros y campings es reducido y está básica- mente al servicio de otras actividades económicas de carácter comercial o del sector terciario en general. Sólo cinco núcleos superan las cien plazas en hoteles y pensiones, de los que tres son cabeceras comarcales (Loja, Baza y Guadix) y los dos restantes están ligados a la existencia de balnearios de aguas mineromedicinales (Alhama de Granada y Cortes y Graena). Destaca el hotel de La Bobadilla (Loja), único de cinco estrellas en la provincia. En conjunto, el volumen de plazas hoteleras se ha multiplica- do por cinco en los últimos treinta años y ha afectado a la mayoría de los núcleos. Por su lado, Castril, Arenas del Rey, Órgiva y Freila son los únicos términos municipales que disponen de alojamientos en campings de reciente creación y ligados a las belle- zas naturales de su entorno geográfico.

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 193-221 ñlkasdfjñlaksf LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 223

LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA

AMPARO FERRER RODRÍGUEZ*, JUAN JESÚS LARA V ALLE** Y JUAN GÁMEZ NAVARRO***

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 223-261].

PALABRAS CLAVE: Usos del suelo, Planeamiento urbano. KEY WORDS: Land use, Urban planning. MOTS CLEFS: Utilisation du sol, Planification urbaine.

RESUMEN

El objetivo del presente trabajo es analizar el uso del suelo en la provincia de Granada, así como su evolución más reciente, teniendo presente tanto el marco legal como el de la planifica- ción urbanística tanto supramunicipal como municipal. Los cambios de uso se han analizado en las dos categorías básicas de tipos de suelo: urbano y agrario.

SUMMARY

The objective of this paper is to analyze the urban and rural land use in the province of Grenade. It specially studies the most recent changes, including the urban law and the plannification of the city and the region.

RÉSUMÉ

L’objectif du travail présent est d’analyser l’usage du sol dans la province de Grenade, ainsi que son évolution la plus récente, tot cela sans oublier le cadre légal et celui de l’aménagement urbain municipal et supramunicipal (du territoire). Les changements d’usage ont été analysés dans les deux catégories basiques du type de sol: urbain et agricole.

1. MARCO LEGISLATIVO Y PLANIFICACIÓN TERRITORIAL

El uso del suelo está sujeto hoy día a un marco legislativo un tanto complejo que se ha ido desarrollando paulatinamente como resultado de las deficiencias detectadas en el desarrollo del proceso de urbanización y de otros problemas de protección del

* Profesora Titular de Geografía Humana, Universidad de Granada. ** Profesor Titular de Geografía Humana, Universidad de Granada. *** Doctor en Geografía.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 224 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO medio y del patrimonio. La Ley del Suelo de 1956 establecía la obligatoriedad de asignar planeamiento urbanístico a todos los municipios. Pero el hecho es que a mediados de la década de los sesenta ninguno de los municipios granadinos poseía dicho planeamiento, con la excepción de la ciudad de Granada que disponía de un Plan de Ordenación Urbana y Alineaciones que correspondía al año 1951, anterior, por tanto, a la Ley del Suelo y no adaptado a la misma. A la vista de estos resultados se aprobaron en 1966 las Normas Subsidiarias de Planeamiento para el interior de la provincia de Granada que intentaba establecer orden en la tarea urbanística de los municipios. Pero el alcance de dicha norma fue bastante limitado y no fue hasta la década de los ochenta cuando el planeamiento urbanístico empezó a plantearse de forma más extensiva en el ámbito municipal. De modo que a comienzos de los ochen- ta (1981) el 57% de la superficie granadina disponía ya de planeamiento, afectando al 79% de su población y al 45% de sus municipios1. Este desarrollo del planeamiento tiene su explicación en el nuevo marco legal e institucional que se produce durante estas fechas: por una parte se aprobó la Ley del Suelo de 1975 que intentaba frenar la indisciplina urbanística y los precios crecientes e injustificados del suelo apto para el crecimiento de las ciudades2 introduciendo importantes innovaciones que aquí no vamos a entrar analizar. Por otra parte, en 1979 se transfirieron a la Comunidad Autónoma andaluza, como resultado de la nueva configuración del Estado establecida en la Constitución, todas las competencias en materia de urbanismo y se constituyeron los ayuntamientos democráticos, lo que su- puso una reorientación de los órganos gestores del urbanismo que trajo consigo una política de desarrollo, divulgación y aplicación de la Ley del Suelo. De nuevo a finales de los ochenta el incremento del precio del suelo y su repercusión en el precio final de la vivienda constituyó motivo de preocupación para los poderes públicos, de forma que se empezó a considerar la necesidad de que la Administración pudiera intervenir en el planeamiento de una forma más decisiva en la regulación del mercado inmobiliario y se procedió asimismo a la elaboración y aprobación de otra Ley la del 25 de Julio de 1990 sobre Reforma del Régimen Urbanístico y Valoraciones del Suelo (Texto refundido en el RDL 1/1992) que pre- tendía establecer concesiones que frenaran el proceso especulativo que se había desencadenado. Esta ley fue recurrida por distintas CCAA en la medida en que se consideraba que entraba en conflicto con las competencias que sobre esta materia (ordenación del territorio, urbanismo y vivienda) poseen en exclusiva. El 20 de Marzo de 1997 el Tribunal Constitucional estimaba parcialmente los recursos inter- puestos3.

1. Análisis territorial y urbanístico de la provincia de Granada. Documento de síntesis, Diputación Provincial, Área de Cooperación Local, Granada, 1996, p. 63. 2. Planeamiento. Una solución a los conflictos urbanos y territoriales de los municipios de Granada, Diputación Provincial de Granada, Área de Cooperación Local, Granada, 1998, p. 25. 3. BOE, 25 de abril de 1997.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 225

A raíz de esta sentencia la comunidad autónoma andaluza asume de forma directa su papel legislador en materia urbanística con la aprobación de la Ley 1/97 del 18 de Junio por la que se adoptan con carácter urgente y transitorio disposiciones en materia de Régimen de Suelo y Ordenación Urbana, estando en elaboración una nueva ley para la comunidad autónoma. Resultado de este marco legislativo y muy especialmente de la ley de 1975 existen unos instrumentos de planeamiento que se pueden agrupar en dos grandes grupos:

A. Los Planes Territoriales que son concebidos para grandes territorios y que van destinados a dar directrices que recojan los planes urbanísticos y sectoriales. Los previstos en la Ley de 1975 eran el Plan Nacional de Ordenación y los Planes Directores Territoriales de Coordinación que hoy día han sido sustitui- dos, como resultado del cambio legislativo, por las Leyes de Ordenación del Territorio en las distintas comunidades autónomas. En Andalucía se aprueba la Ley 1/94 del 11 de Enero de Ordenación del Territorio de la comunidad autónoma andaluza, que pretende articular el territo- rio tanto internamente como con el exterior y persigue como objetivo prioritario conseguir un desarrollo equilibrado. Dicha ley establece dos instrumentos de ordenación integral el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía y los Planes de Ordenación del Territorio de ámbito subregional y otros instrumentos incluidos como Planes con Incidencia en la Ordenación del Territorio así como actuaciones singulares. Los planes de Ordenación del Territorio no clasifican suelo, si bien el Plan de Ordenación del Territorio es vinculante para los Planes de Ordenación del Territorio de ámbito subregional y para los otros planes, y los subregionales son vinculantes para los Planes con Incidencia en la Ordena- ción del Territorio y para el Planeamiento Urbanístico General. El Plan de Ordenación del Territorio aún no ha sido definitivamente aproba- do, sino que hasta la fecha ha sido refrendado el documento referente a Bases y Estrategias. Por lo que se refiere a los planes de ámbito subregional, sí ha sido aprobado el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración urba- na de Granada4, el cual tiene por objeto establecer los elementos básicos para la organización y estructura del territorio en su ámbito y ser el marco de referencia territorial para el desarrollo y coordinación de las políticas, planes, programas y proyectos de las Administraciones y Entidades públicas y para las actividades de los particulares5. Su ámbito de actuación comprende 32 municipios: Albolote, Alfacar, Alhendín, Armilla, Atarfe, Cájar, Cenes de la Vega, Chauchina, Churriana de la Vega,

4. Decreto 244/99 de 27 de diciembre, BOJA de 28 de marzo de 2000. 5. Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración urbana de Granada, Consejería de Obras Públicas y Transportes, Sevilla, 1999

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 226 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

Cijuela, Cúllar Vega, Dílar, Fuente Vaqueros, Las Gabias, Gójar, Granada, Güevéjar, Huetor Vega, Jun, Láchar, Maracena, Monachil, Ogíjares, Otura, Peligros, Pi- nos Genil, Pinos Puente, Pulianas, Santa Fe, Vegas del Genil, Víznar y La Zubia. Los planes urbanísticos y otras actividades de planificación quedan vin- culados a este Plan y el límite temporal mínimo de vigencia es de doce años, orientando sus contenidos sobre las siguientes bases: (artículo 11).

1. Racionalización del consumo de los recursos ambientales existentes en la aglomeración. 2. La adecuación de la estructura territorial de la aglomeración urbana a sus requerimientos funcionales. 3. La promoción de la ordenación coordinada de los núcleos urbanos integra- dos en la aglomeración. 4. El logro de unos niveles adecuados de prestación de dotaciones y servi- cios a los habitantes de la aglomeración urbana. 5. La potenciación de los recursos productivos territoriales de la aglomera- ción.

Los planes urbanísticos, por tanto, tendrán que ajustarse a lo previsto en el Plan de Ordenación del Territorio de la aglomeración urbana de Granada. En esta misma línea de actuaciones supramunicipales también tendríamos que destacar la elaboración, por parte de la Consejería de Política Territorial de la Junta de Andalucía, de las Directrices Regionales de Ordenación del Litoral que fueron aprobadas en 1990 (Decreto 118/1990 de 17 de Abril) y que tenían como propósito servir de marco de referencia para el desarrollo de las distintas políticas sectoriales y del planeamiento urbanístico que so- bre él se efectúe, para su más adecuada gestión, siendo su objetivo último establecer la máxima compatibilidad entre los distintos usos y aprovecha- mientos de las potencialidades del litoral y la preservación y renovación de sus recursos6. En la provincia granadina se veían afectados por estas Directrices 14 munici- pios, de los cuales nueve se encuentran en la costa (Almuñécar, Salobreña, Motril, Gualchos, Lújar, Rubite, Polopos, Sorvilán y Albuñol) y cinco que no lo están pero que parte de ellos participan de las unidades litorales definidas en el documento. Entre las que se encuentran:

1. Sierras Litorales y Prelitorales (Vertiente litoral de las Sierras de Almijara- Cázulas, Sierras de Jolúcar-Cabo Sacratif, Cerro del Castillo de Castell de Ferro).

6. Exposición de motivos del Decreto 118/1990 de 17 de abril.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 227

2. Sierras Litorales (Cerro Gordo). 3. Acantilados (Punta de la Mona, Cabo Sacratif/Punta del Lance Nuevo, Acantilado de Calahonda a la Ensenada de Zacatín, Punta del Cerrón/ Punta del Tajo. 4. Provincia Nerítica y Plataforma Continental (Cerro Gordo, Punta del Ce- rro Gordo-Punta de la Mona, Salobreña-Mptril) 5. Playas (las Azucenas, La Joya, de Levante del Delta de Albuñol y de Levante del Delta de Huarea).

Sobre el grado de cumplimiento de las mismas, el Defensor del Pueblo de Andalucía emitió a finales del año 1995 un informe que tenía como finalidad evaluar la actuación de los poderes públicos en la defensa del territorio del litoral. En dicho informe se señalaba que existía una generalizada falta de conocimiento de las Directrices Regionales de Ordenación del Litoral que ha traído como consecuencia que no sean tenidas en cuenta por los Ayuntamien- tos “ni exigidas con vigor por las Comisiones de Ordenación del Territorio y Urbanismo”, lo que ha tenido como resultado que las figuras de planeamiento urbanísticos de múltiples municipios hayan sido redactadas al margen de lo previsto en dichas directrices7. Así, por ejemplo, Motril decía que no conocía la existencia de las Directrices, Albuñol que las tendrá en cuenta en un futuro. El de Lújar y el de Rubite también indicaban que las tendrían en cuenta en un futuro cuando se produzca la revisión o aprobación de la figura del planeamiento, Albuñol no contestó a la consulta realizada. Todo ello pone de manifiesto claramente que hasta esta fecha las Directrices habían sido poco respetadas y, por tanto, habían tenido una muy escasa influencia sobre el planeamiento urbanístico. En este momento se está elaborando el Plan de Ordenación del Territorio de la Costa: de carácter subregional –similar al de la aglomeración urbana de Granada–, sería deseable que sus normas mereciesen el respeto que no han tenido las del antes citado.

B. Los Planes Generales de ámbito municipal en los que el suelo debe de ser perfectamente clasificado, ofreciendo la legislación urbanística diversas figu- ras de planeamiento:

1. Los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU). 2. Las Normas Subsidiarias de Planeamiento del tipo a (NNSS-A). 3. Las Normas Subsidiarias de Planeamiento del tipo b (NNSS-B). 4. Los Proyectos de Delimitación del Suelo Urbano (PDSU).

7. Análisis Territorial y urbanístico de la provincia de Granada, Diputación Provincial de Granada, Área de Cooperación Local, 1996 p. 54.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 228 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

Los PGOU son el instrumento básico de ordenación integral de un municipio pudiendo hacer uso de todos los instrumentos que posee la legislación. La realización de un Plan General supone definir un modelo territorial (zonificación y asignación de usos e intensidades, determinación de la red viaria, parques y espacios verdes, espacios protegidos, etc.). En la provincia de Granada el número de municipios que se han acogido a él ascendía a finales de 1997 tan sólo a seis: Almuñécar, Granada capital, Guadix, Motril, Salobreña, La Zubia, cuatro de ellos superan los 20.000 habitantes y dos se encuentran comprendi- dos entre 10 y 20.000 habitantes. Las normas subsidiarias suelen ir más allá de ser una simple normativa. La diferencia fundamental que existe entre las de tipo a y b consiste en que las de tipo “a” clasifican el suelo en urbano y no urbanizable y las de tipo “b” en urbano, apto para urbanizar y no urbanizable, por tanto, las primeras renun- cian a clasificar suelo urbanizable. En la provincia granadina esta es la figura de planeamiento más común en sus municipios, abarcando a un total de 97 municipios (57,8% del total): dos de ellos con más de 20.000 habitantes (Loja y Baza) siete comprendidos entre 10 y 20.000, cuatro entre 5 y 10.000 y el resto por debajo de 5.000. Finalmente, los que disponen de Delimitación de Suelo Urbano son los que tienen un planeamiento más sencillo y es solo válida para municipios con muy pequeña actividad inmobiliaria. En la provincia granadina este tipo de planeamiento se desarrolla en 36 municipios de los cuales 31 poseen menos de 5.000 habitantes, 2 están comprendidos entre 5 y 10.000 (Caniles y Órgiva) y 1 por encima de 10.000 (Huéscar). En total, pues, 135 municipios granadinos disponen de alguna figura de planeamiento y 35 están aún sin planeamiento, de ellos 1 entre 5 y 10.000 habitantes (Albuñol) y el resto con menos de 5.0008. En síntesis, el planeamiento de los municipios granadinos es un planeamiento relativamente joven, pues, como ya se ha señalado, es fundamentalmente a partir de los años ochenta cuando este se desarrolla, teniendo en el 48% de los municipios una antigüedad inferior a los cuatro años (cfr. mapa 1).

La ley de 1975, al igual que la estatal de 1992 y la de la Comunidad Autónoma andaluza de 1997, también establecía como instrumento de ordenación del territorio la redacción de Planes Especiales, en desarrollo de las previsiones contenidas en los Planes Territoriales y sin necesidad de previa aprobación de Plan General, con las finalidades de desarrollo de las infraestructuras básicas, ordenación de conjuntos his- tóricos, artísticos y protección y protección del paisaje, de las vías de comunicación,

8. Queremos expresar aquí nuestro agradecimiento a María del Carmen Mateos y a Pablo García, que siempre han estado dispuestos a proporcionarnos toda la información disponible en el Área de Cooperación Local de la Diputación de Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 229 SIN PLAN PGOU NN.SS. DSU MAPA 1. EL PLANEAMIENTO URBANÍSTICO EN LA PROVINCIA DE GRANADA EN LA PROVINCIA URBANÍSTICO 1. EL PLANEAMIENTO MAPA Fuente: Diputación Provincial de Granada. Fuente: Diputación Provincial

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 230 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO del suelo y subsuelo, del medio urbano, rural o natural, para su conservación y mejora en determinados lugares o cualesquiera otras finalidades análogas. Al mismo tiempo también preveía la formulación y aprobación de planes especia- les en desarrollo de las previsiones contenidas en los Planes Generales de Ordenación y en las Normas Subsidiarias de Planeamiento. Y, finalmente, en ausencia de Plan Territorial, de Plan General o cuando éstos no contuviesen las previsiones detalladas oportunas pueden redactarse también Planes Especiales, haciendo especial referencia a los Planes Especiales de Protección del Paisaje. Acogiéndose a esta normativa las distintas provincias andaluzas iniciaron la redacción de Planes Especiales de Protección del Medio Físico de carácter supramunicipal. En la provincia de Granada estos trabajos comenzaron en 1982 y su objetivo era adoptar las medidas necesarias en el terreno urbanístico con el fin de proteger el medio físico natural. Sus determinaciones son de aplicación directa, con carácter subsidiario en todos aquellos municipios: a) que carezcan de PGOU o NNSS de Planeamiento de ámbito municipal en vigor, aunque cuentan con proyecto de Delimi- tación de Suelo Urbano; b) que, aunque posean planeamiento municipal, éste no contenga las determinaciones oportunas y detalladas para la protección del medio físico; y c) con carácter complementario en los demás municipios, siempre que no suponga modificación de la calificación o clasificación del suelo otorgado por el planeamiento vigente. Y para el futuro cuando se aprueben los nuevos planes tendrán que ajustarse a lo establecido en el Plan Especial de manera que los intereses genera- les queden por encima de los puramente locales y particulares. En la provincia de Granada se establecieron tres grados distintos de protección según los espacios:

– Grado de protección integral que afecta a zonas de excepcionales valores paisajísticos, científicos, culturales... La superficie ocupada por este tipo de protección ascendía en la provincia granadina a 17.730 ha., lo que significa el 1,4% de su superficie. – Grado de protección especial compatible, que afecta a zonas de elevados valo- res naturales, productivos, y/o paisajísticos sujetos en la actualidad a aprove- chamientos productivos o recreativos cuyo mantenimiento es compatible con la preservación de los mismos. Estos territorios representan 448.868 ha., lo que supone el 35,8% de la superficie provincial9. – Grado de protección cautelar, que afecta a aquellos espacios con valores seme- jantes a los espacios protegidos pero que en la actualidad se encuentran some- tidos a una dinámica de usos y ocupaciones de tal complejidad que es necesa- rio demorar el establecimiento de un régimen de protección específica hasta que no se encuentre redactado el planeamiento urbanístico adecuado (zonas

9. Análisis Territorial y Urbanístico…

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 231

esquiables de Sierra Nevada, Vega de Granada y Alpujarra). La superficie catalogada como de protección cautelar asciende a 68.675 ha. (5,5% del total provincial).

En conjunto en el catálogo de espacios y bienes protegidos (espacios litorales, zonas húmedas y áreas serranas y forestales) se incluyen 56 espacios que suponen el 42,7% de la superficie provincial y una superficie de 535.273 ha. En abril de 1987 sólo 39 (23%) municipios contaban con PGOU o NNSS y en diciembre de 1994 había 86 (54%) de los cuales 64 habían sido aprobados con poste- rioridad a 1987 y, por tanto, deberían haberse ajustado al Plan Especial del Medio Físico. Pero ello no supone que se haya respetado siempre, pues como en su momento señaló el estudio realizado por la Diputación Provincial:

– En 31 (48%) ocasiones se han invadido espacios catalogados con nuevas implantaciones urbanas de carácter aislado – En 45 (55%) ocasiones se incluyen determinaciones en el planeamiento que son contrarias a las necesidades de protección establecidas en el Plan Especial.

Además de este Plan Especial de Medio Físico de ámbito provincial existen otros desarrollos legislativos sectoriales que también afectan al planeamiento y que estable- cen restricciones y limitaciones en el uso del suelo, destacando dos aspectos funda- mentales: la protección del patrimonio histórico y la protección del medio ambiente, aspectos ambos que han dado lugar al desarrollo de una legislación específica. En el ámbito de la protección del patrimonio histórico hay que señalar la Ley16/85 de 25 de julio del Patrimonio Histórico Español y el Real Decreto 111/86 de 20 de enero que la desarrolla parcialmente y la Ley 1/91 de 3 de julio del Patrimonio Histórico de Andalucía y Decreto 19/95 de 7 de febrero por el que se aprueba el Reglamento de Protección y Fomento del Patrimonio Histórico de Andalucía. Como resultado de esta legislación aquellos planes territoriales o urbanísticos y programas de carácter sectorial que afecten a bienes inmuebles con inscripción específica en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz o declarados Bienes de Interés Cultural, no podrán ser sometidos a su aprobación definitiva sin previa audición de la Consejería de Cultura. En el campo de la protección ambiental la Ley 4/89 de 27 de marzo de Conserva- ción de los Espacios Naturales y de la Flora y la Fauna Silvestre exige la redacción de Planes de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) y las disposiciones esta- blecidas en los mismos constituyen un límite para cualesquiera instrumento de orde- nación territorial, de modo que prevalecen sobre los ya existentes, debiendo, por tanto, adecuarse a ellos. Del mismo modo, los órganos gestores de los parques elaboran los Planes Rectores de Uso y Gestión (PRUG) que fijan las normas generales de uso y gestión del parque, prevaleciendo sus determinaciones sobre el planeamiento urbanís- tico, y en caso de incompatibilidad con la normativa en vigor se revisará de oficio por los órganos competentes. La Ley 2/89 de 18 de julio aprueba el Inventario de Espacios Naturales de Andalucía y en relación con el planeamiento urbanístico establece como suelo no

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 232 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO urbanizable de protección especial las Reservas Naturales y los Parajes Naturales y en los Parques Naturales la Consejería de Obras Públicas y Transportes debe promover de oficio la adecuación del planeamiento urbanístico a la reglamentación de éstos. Por otra parte, la Ley 7/94 de 18 de mayo de Protección Ambiental de Andalucía (Reglamento de Evaluación de Impacto Ambiental de la Comunidad Autónoma de Andalucía de 12 de diciembre de 1995) establece la obligatoriedad de que el planeamiento general, así como sus revisiones y modificaciones, esté sujeto a procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental, con el fin de poder evitar los efectos que sus actuaciones pudieran producir sobre el medio ambiente, sobre todo en aquello que se refiere a la clasificación de suelo, sistemas generales y suelo no urbanizable. En la provincia granadina han sido declarados cinco Parques Naturales, un Paraje Natural y un Parque Periurbano. Una parte del Parque Natural de Sierra Nevada ha sido declarado recientemente Parque Nacional, comprendiendo éste 86.208 ha., incluyendo 15 municipios de la provincia de Almería y 29 de la de Granada, ubicándose en ella la mayor superficie del mismo: 70.953 ha. En conjunto pues algo más de 200.000 ha. de la provincia han sido consideradas por la ley como Espacios Naturales Protegidos, los cuales en su inmensa mayoría se encuentran dentro de los territorios protegidos por el Plan Especial del Medio Físico, con la excepción de parte del Parque Natural de Alhama y una pequeña zona del Parque Natural de Sierra Nevada (cfr. mapa 2). Por último, habría que señalar las Normas Subsidiarias Municipales de Ámbito Provincial, que, aunque todavía se encuentran en fase de Avance, vendrán a sustituir las redactadas en 1966. Dichas Normas parten “de la necesidad de regulación urbanística de un importante número de pequeños municipios y de la necesidad de afrontar los proble- mas urbanísticos y de protección del suelo no urbanizable en la provincia, particularmen- te en los municipios carentes de planeamiento o con claras deficiencias sobre este tipo de suelo..., creando un marco que coordine y oriente la política urbanística y de protección del suelo no urbanizable, evitando tratamientos desiguales e incluso contradictorios en municipios contiguos en un momento en el que se prevén importantes cambios con la entrada en vigor de la Ley 6/98 de 13 de abril, sobre Régimen del Suelo y Valoracio- nes”10. El ámbito de aplicación de dichas Normas es para todos aquellos municipios que carezcan de PGOU o de NNSS, aunque dispongan de Delimitación de Suelo Urbano. Del análisis precedente se desprenden dos conclusiones: la primera, que el marco legislativo es tan amplio que, en ocasiones, acaso resulta excesivo y disperso; la segunda, que cada vez se intenta acotar más el buen uso de los espacios, tanto en lo que se refiere a los recursos naturales como a los culturales y urbanísticos. Pero lo importante, en el momento presente, es que, una vez dictadas las normas, los proyec- tos y actuaciones se realicen dentro de ellas, de manera que se adopten las medidas oportunas contra todos aquellos que traten de incumplirlas, lo que no siempre ha ocurrido hasta la fecha.

10. Avance de las Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal con Ámbito Provincial, aprobado por resolución de 20 de mayo de 1999.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 233 SIERRA DE BAZA SIERRA PARQUE NATURAL PARQUE SIERRA NEVADA SIERRA SIERRA NEVADA SIERRA PARQUE NATURAL PARQUE PARQUE NATURAL PARQUE PARQUE NATURAL PARQUE SIERRA DE CASTRIL SIERRA MAPA 2. ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE LA PROVINCIA DE GRANADA DE LA PROVINCIA PROTEGIDOS NATURALES 2. ESPACIOS MAPA PARQUE NATURAL PARQUE SIERRA DE HUÉTOR SIERRA MARO-CERRO ACANTILADOS DE PARQUE NATURAL PARQUE PARQUE NATURAL PARQUE ALMIJARA Y TEJEDA Y ALMIJARA SIERRAS DE ALHAMA, SIERRAS DE Fuente: Diputación Provincial de Granada. Fuente: Diputación Provincial

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 234 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

2. LOS CAMBIOS DE USO EN EL SUELO URBANO

2.1. El crecimiento del suelo urbano

La creciente implantación del planeamiento urbanístico en la provincia de Grana- da es una consecuencia directa tanto de un imperativo legal, como se ha señalado anteriormente, como de una necesidad real de intentar racionalizar el continuo creci- miento del suelo urbano que se ha venido produciendo en las últimas décadas. Aun siendo obvia, esta realidad no es conocida, sin embargo, en sus justos térmi- nos. Se han hecho estimaciones fragmentarias para algunas áreas urbanas de la provin- cia11, pero nada de forma global para el conjunto. Para poder llegar a una evaluación de cual ha sido la evolución del suelo urbano en la provincia de Granada vamos a utilizar dos fuentes, dispares en cuanto a sus procedimientos para calcular el suelo urbano y relativamente próximas en la fecha de su realización, pero que son las que disponemos para realizar este intento de aproximación al conocimiento del crecimien- to urbano en los últimos años. Una de estas fuentes es el trabajo desarrollado por la Consejería de Medio Ambiente, publicado como Usos y Coberturas Vegetales del suelo en Andalucía (SINAMBA), donde se hace un inventario, para cada municipio, de la superficie ocupada por las zonas construidas, con indicación de usos fundamen- tales: zonas industriales, zonas verdes, y de su disposición en el espacio; teniendo como fecha de referencia el año 1987 y como fuente de información las imágenes de Satélite del proyecto CORINE. La otra fuente se basa en el estudio ya referido de la Diputación provincial de Granada, cuyos resultados fueron publicados en un trabajo de síntesis (Análisis territorial y urbanístico de la Provincia de Granada), donde la fecha de referencia es 1995 y la base documental la cartografía de planeamiento de cada municipio. Aunque estas fuentes están demasiado próximas en el tiempo –y no abarcan, por tanto, todo el período que sería deseable conocer–, pensamos que son significativas, porque sin duda ha sido en estos últimos años cuando las dinámica de crecimiento se ha hecho más extensible al conjunto de la provincia. Ambos documen- tos, por lo demás, han sido cofeccionados con diferentes escalas, lo cual impide una comparación precisa entre ellos; aunque, eso sí, el detalle con el que ha sido realizado el estudio de la Diputación Provincial ofrece la posibilidad de afinar mejor el análisis. La información que ofrece el SINAMBA es completa en cuanto a las estimaciones de la superficie ocupada por el suelo urbano y su modo de disposición, entre denso y laxo, pero muy fragmentaria en lo que se refiere a una distinción de los diferentes usos.

11. MARTÍN VIVALDI, M. E. y JIMÉNEZ OLIVENCIA, Y. (1995), “Transformaciones del paisaje en el área de influencia de la capital granadina: La Vega de Granada”, Cuadernos Geográficos, 22-23. FERRER RODRÍGUEZ, A y URDIALES VIEDMA, M.ª E. (1995), “Transformaciones socioespaciales en el área suburbana de Granada”, Anales de Geografía de la Universidad, 15. LARA VALLE, J. J. (1996), “Procesos de cambio en la actividad edificatoria en la franja rururbana de Granada”, Cuadernos Geográficos, 26. LARA VALLE, J. J. (1999), “El consumo del uso de suelo urbano en la franja rururbana de Granada: 1960-1990”, en La ciudad: tamaño y crecimiento, AGE, Málaga.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 235

En 1987 la superficie ocupada por el suelo de uso urbano ascendía a 8.449,70 ha. sobre una superficie total provincial de 1.264.300, lo que representaba, pues, el 0,66% de la misma. Un dato poco significativo en términos globales, pero el reparto de este suelo urbano, atendiendo a la división comarcal recogida en el mapa 3, presenta como característica más destacada su desigual distribución, puesto que sólo dos comarcas, la de Granada y la Costa, concentran casi el 60% del suelo urbano; otras dos con cierto peso urbano son las de Baza y Guadix; en tanto que las del Marquesado, las Alpujarras, Alhama y el Valle de Lecrín destacan por su escasa ocupación, ya que entre las cuatro sólo reúnen el 10% del suelo urbano provincial. A mediados de los noventa las estimaciones realizadas arrojan un crecimiento impor- tante del suelo urbano. Éste se ha incrementado en 5.766 ha., esto es, un 68% más del existente en 1987. Las 14.216 ha. de suelo urbano inventariadas representan en la actuali- dad el 1,12% de la superficie provincial, frente al 0,66% de 1987. Si observamos el reparto del suelo urbano entre las diferentes comarcas, el hecho más destacado en 1995 es, sin duda, el creciente peso que adquiere la comarca de Granada, que en sí misma concentra el 48,5% del total; el resto de las comarcas, prácticamente todas pierden participación por- centual, a excepción de las de los Montes, Alpujarras y el Marquesado, que registran ligeros incrementos. Esto no contradice, sin embargo, el que el crecimiento urbano –en valores absolutos– ha sido generalizado en todas las comarcas, siendo especialmente destacable el que se ha producido en las de Granada y los Montes. En cambio, la comarca de la Costa, a pesar de un crecimiento muy importante del suelo urbano en sus núcleos turísti- cos (Motril, Salobreña y Almuñecar), pierde peso relativo por el débil crecimiento del resto de sus municipios o, incluso, por la pérdida de suelo urbano en algunos de ellos (Polopos e Itrabo): hecho éste que no debe atribuirse a la disminución real del mismo, sino más bien a la estimación realizada por la primera de las fuentes.

CUADRO 1. CRECIMIENTO DEL SUELO URBANO (EN HA.) EN LA PROVINCIA DE GRANADA

1987 1995 Diferencia Valores % Valores % Valores Porcentaje Porcentaje Comarcas absolutos absolutos absolutos sobre total sobre total provincial comarcal

Alhama 222,26 2,63 359 2,53 136,74 3,24 61,52 Alpujarras 204,64 2,42 430 3,02 225,36 5,35 110,13 Baza 906,80 10,73 1.386 9,75 479,20 11,37 52,85 Costa 1.265,42 14,98 1.603 11,28 337,58 8,01 26,68 Granada 3.741,00 44,27 6.907 48,59 3.166,00 75,11 84,63 Guadix 657,00 7,78 836 5,88 179,00 4,25 27,25 Loja 522,24 6,18 671 4,72 148,76 3,53 28,49 Marquesado 138,51 1,64 298 2,10 159,49 3,78 115,15 Montes 508,57 6,02 1.251 8,80 742,43 17,61 145,98 Valle de Lecrín 283,26 3,35 475 3,34 191,74 4,55 67,69 Total 8.449,70 100,00 14.216 100,00 5.766,30 100,00 68,24

Fuente: SINAMBA y Documentos de Planeamiento de la Diputación Provincial.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 236 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

MAPA 3. COMARCAS DE LA PROVINCIA DE GRANADA

2. 2. Los usos principales del suelo urbano

El suelo urbano admite diferentes grandes usos. La propia normativa urbanística establece que estos deben de quedar delimitados en los documentos cartográficos de planeamiento; la calificación del suelo urbano, como se conoce a la zonificación que se establece del suelo urbano, obedece al deseo de racionalizar los usos y sus intensidades que se implantan en el suelo urbano. Pero el análisis del suelo urbano en este aspecto importa también por cuanto es un reflejo de la propia estructura económica asentada sobre el territorio. Desde este punto de vista, las fuentes que manejamos nos proporcio- nan una información bastante reveladora de la estructura económica provincial.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 237

Las estimaciones efectuadas en 1987 por SINAMBA son bastante generales y no permiten un análisis pormenorizado. Para la mayoría de los municipios falta informa- ción sobre estos usos principales. No obstante, la información ofrecida refleja una estructura general de usos que no desmiente una información más pormenorizada. El suelo urbano de uso residencial ocupa en la mayoría de las comarcas más del 85%; tan sólo las comarcas de Granada y el Valle de Lecrín rompen esta tónica general. El suelo de uso industrial, con 1.055 ha. inventariadas en 1987, representa el 12% del suelo urbano; pero lo destacado es su localización tan concentrada en las comarcas de Granada, la Costa y Guadix. En la categoría de suelo alterado se incluye una variedad de usos: zonas de extracción minera, vertederos y zonas en construcción, ello explica el que esté presen- te en todas las comarcas y, de manera muy señalada, en la del Marquesado. Finalmen- te, el uso destinado a espacios verdes ocupaba entonces una proporción insignificante: 115 ha., es decir el 1,3% del suelo urbano. Pero lo más destacado es su concentración en dos comarcas: Granada y la Costa y su total ausencia en el resto. Las estimaciones efectuadas sobre los documentos de planeamiento, donde se recoge tanto el uso de suelo consolidado como el previsto, no hace sino confirmar esta estructura general de usos que el SINAMBA adelantaba. La importancia del aumento del suelo de uso residencial evidencia el desarrollo que ha tenido la industria de la construcción en los últimos años. Este tipo de suelo se ha más que duplicado en este corto período de tiempo; pero su característica funda- mental estriba en la fuerte concentración de este crecimiento en la comarca de Grana- da, porque, en efecto de las más de 8.000 ha. de diferencia de suelo residencial entre ambas fechas, más de 6.000, esto es el 75%, corresponden a la Comarca de Granada. Este aumento del suelo residencial tiene su corolario en el aumento del número de viviendas y, en general, en un desarrollo de la industria de la construcción. Como ya

CUADRO 2. DISTRIBUCIÓN DEL USO DEL SUELO URBANO EN (1987 EN HA.)

Comarcas Supf. Munic. T. Su. C. A. T. S. Urbano T. S. Industrial T. S. Alterado T. S. Verde

Alhama 98.490,00 255,77 222,26 86,90 0,00 0,00 33,51 13,10 0,00 0,00 Alpujarras 110.650,00 228,74 204,64 89,46 2,80 1,22 21,30 9,31 0,00 0,00 Baza 349.310,00 8.648,65 806,80 10,48 10,93 0,13 104,26 1,21 0,00 0,00 Costa 73.261,00 145,53 1.265,42 86,35 138,71 9,46 8,19 0,56 53,21 3,63 Granada 136.535,00 5.032,83 3.741,00 74,33 806,81 16,03 423,47 8,41 62,48 1,24 Guadix 139.630,00 727,54 657,00 90,30 55,41 7,62 15,70 2,16 0,00 0,00 Loja 69.400,00 557,88 522,24 93,61 0,00 0,00 35,64 6,39 0,00 0,00 Marquesa 53.380,00 784,03 138,51 17,67 0,00 0,00 645,52 82,33 0,00 0,00 Montes 178.990,00 547,54 508,57 92,88 0,00 0,00 38,97 7,12 0,00 0,00 Valle Lecrín 52.700,00 362,72 283,26 78,09 42,23 11,64 37,23 10,26 0,00 0,00 TOTAL 1.262.346,00 18.611,23 8.449,70 45,40 1.056,89 5,68 1.363,79 7,33 115,69 0,62

T. Su. C. A.: Total Superficie construida y alterada. T. S.: Total Suelo. Fuente: Sinamba.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 238 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO se ha escrito “el sector de la construcción constituye uno de los pilares básicos de la actividad económica de la provincia de Granada. Su peso, dentro del conjunto de la economía ha avanzado progresivamente en las últimas dos décadas hasta doblar su peso en el PIB de la provincia. Además es el único sector que ha aumentado su participación relativa en el conjunto nacional durante el período de los ‘80. Su impul- so proviene de un sector inmobiliario muy activo y un fuerte volumen de obra públi- ca...”12 (cfr. tablas 1 y 2, y mapa 4).

MAPA 4. SUELO URBANO CALIFICADO PREVISTO

12. Análisis territorial y urbanístico…, p. 30.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 239

CUADRO 3. DISTRIBUCIÓN DEL USO DEL SUELO URBANO EN 1995 (EN HA.)

Comarcas Total Urbano Residencial Industrial Terciario

Alhama 394 359 366 92,89 0 0 0 0 Alpujarras 541 430 430 79,48 0 0 111 20,50 Baza 1.552 1.386 1.132 72,94 66 4,25 139 8,96 Costa 2.802 1.603 1.198 42,76 17 0,61 115 4,10 Granada 11.809 6.907 8.897 75,34 1.497 12,7 1.400 11,90 Guadix 966 836 578 59,83 24 2,48 13 1,35 Loja 1.065 671 310 29,11 107 10,00 82 7,70 Marquesado 309 298 282 91,26 16 5,18 0 0 Montes 1.425 1.251 1.156 81,12 89 6,25 0 0 Valle de Lecrín 599 475 271 45,24 16 2,67 0 0 Total 21.462 14.216 14.620 68,12 1.832 8,54 1.860 8,67

Fuente: SINAMBA y Diputación Provincial.

El suelo de uso industrial representa aproximadamente un 8% del suelo total urbano provincial. En cifras absolutas, las 1.832 ha. de suelo industrial que arrojan los documentos de planeamiento suponen 777 ha. más que las inventariadas para 1987 por el SINAMBA (1.055 ha.). Pero ahora, como entonces, lo característico es la fuerte concentración del mismo en la comarca de Granada; concentración que, si nos atene- mos a los datos que manejamos, se habría incrementado, pues, en efecto, si en 1987 el suelo industrial de la comarca de Granada representaba el 76% del total provincial, ahora estaría en torno al 87%. A este desequilibrio en la oferta de suelo industrial se suma, como ha sido reconocido en documentos de las Administración, una escasez del mismo, siendo “Granada la provincia que mantiene los niveles más bajos de la Comu- nidad Autónoma, con diez polígonos y cinco zonas industriales distribuidos en 10 de los 168 municipios”13. El suelo de uso terciario viene a ocupar, según la información derivada de los documentos de planeamiento, una superficie muy similar a la de uso industrial. Pero también, como éste, ofrece una fuerte concentración en la comarca de Granada, pues de las 1.800 ha., 1.400 (77,7%) se ubican aquí, el resto se reparte de manera homo- génea entre las comarcas de Baza, la Costa y Alpujarras. Estas cifras vienen a confirmar el peso que el sector terciario tiene en la economía provincial y, principal- mente en las comarcas citadas. De hecho, a principios de la década de los 90 ya representaba los 2/3 del PIB provincial, destacando los servicios públicos, comercio y hostelería. Otro de los usos importantes a considerar en suelo urbano es el ocupado por los equipamientos públicos. La mayor o menor presencia de este tipo de suelo se valora

13. Análisis territorial y urbanístico…, p. 30.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 240 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO cada vez más por cuanto ha pasado a formar parte como indicador del nivel de calidad de vida y bienestar de la población y como elementos que ayudan a estruc- turar y jerarquizar el territorio. Precisamente, consciente de esta función, las admi- nistraciones públicas, y particularmente los ayuntamientos mediante la planificación urbanística, vienen realizando un esfuerzo importante por subsanar los déficit que se venían arrastrando en esta materia. Los datos de que disponemos para valorarlo son únicamente los que nos ofrecen los documentos de planeamiento. El SINAMBA recogía, para 1987, sólo la superficie ocupada por zonas verdes; éstas ocupaban 115 ha., el 1.1% del suelo urbano, concentrándose únicamente en las comarcas de Gra- nada y la Costa. El Plan de Medio Ambiente de Andalucía (P.M.A.A.) inventariaba solamente 88 ha. de zonas verdes en poblaciones con más de 50.000 hab. en la provincia de Granada, lo que arrojaba un índice de 3,35 m2/hab. y un déficit según el planeamiento de 230 ha.14. Respecto a los otros usos dotacionales, los documentos de planeamiento nos ofrecen un total de 526,41 ha. de suelo dotacional, lo que viene a representar el 3,8% del suelo urbano inventariado. Una vez más, como se ha venido produciendo con los otros usos, lo destacable es la fuerte concentración de la mayor parte de esta superficie en la comarca de Granada que por sí sola concentra más del 52% de la superficie provincial con estos fines. Las dos comarcas que le siguen la de la Costa y Baza con un 11,7% y 8,8%, respectivamente, se sitúan a bastante distancia. Las dos grandes actividades que se reparten más de las 4/5 partes del suelo dotacional son el equipamiento educativo, principalmente el destinado a la enseñanza primaria y el deportivo. La proporción que el suelo de uso dotacional representa en las diferentes comarcas no muestra grandes diferencias, oscilando entre el 2,5% en la comarca de los Montes y el 4,80 en la de Alhama. Pero la auténtica dimensión del estado de satisfación de los servicios públicos se obtiene cuando los relacionamos con el volumen de población que deben servir; los índices obtenidos nos proporcionan una idea más cabal del nivel alcanzado en tanto que los mismos podemos relacionarlos con los estandares establecidos15. De una ma- nera muy general, por no hacer excesivamente prolijo este apartado, ya que los índices a obtener deberían ser mucho más detallados para ser precisos, podemos observar en la tabla 4 como el nivel de satisfacción en los diferentes equipamientos en cada una de las comarcas granadinas se encuentra por debajo de lo que sería deseable16. En el equipamiento educativo seis comarcas no llegan al mínimo aconsejable. Lo mismo ocurre en el deportivo; siendo, no obstante estos dos servicios los mejor dotados. En cambio en el asistencial, sanitario, etc., las carencias com más elocuentes.

14. Plan de Medio Ambiente de Andalucía 1995-2000, Junta de Andalucía, Sevilla, 1995. 15. MANZANO GÓMEZ, J. A. (1994), Metodología de los equipamientos urbanos, CICCP, Madrid. 16. Una información muy completa sobre el nivel de cobertura que prestan los servicios públicos en la provincia de Granada lo proporciona el trabajo de BEAS TORROBA, J. et al. (1996), Infraestructuras y equipamientos en los municipios de la provincia de Granada. Evolución, situación actual y necesidades, Diputación Provincial, Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 241

CUADRO 4. DISTRIBUCIÓN DEL SUELO URBANO DE USO DOTACIONAL (EN HA.)

Comarcas Suelo urbano Total de suelo % % (ha.) dotacional

Alhama 359 17,24 3,27 4,80 Alpujarras 430 15,81 3,00 3,68 Baza 1.283 46,30 8,80 3,61 Costa 1.603 61,72 11,72 3,85 Granada 6.578 275,77 52,39 4,19 Guadix 836 32,11 6,10 3,84 Loja 671 20,15 3,83 3,00 Marquesado 298 9,18 1,74 3,08 Montes 1.251 31,99 6,08 2,56 Valle de Lecrín 475 16,14 3,07 3,40 Total 13.784 526,41 100,00

Fuente: Diputación Provincial (Elaboración propia).

3. LOS CAMBIOS DE USO DEL SUELO AGRARIO

En este apartado pretendemos poner de manifiesto los cambios que se han produ- cido en los usos agrarios del suelo en las dos últimas décadas, tomando como año de referencia 1997 y como año de partida 1984; en ambos casos los datos proceden de los resúmenes anuales que las Cámaras Agrarias Locales envían a la Cámara Agraria Provincial de Granada. Hemos optado por utilizar esta fuente, pese a algunas deficiencias detectadas17, porque es la única que permite realizar un análisis desagregado a nivel comarcal y municipal, así como redefinir las comarcas con criterios propios, como aquí hemos realizado, estableciendo diez comarcas. Pese a las deficiencias detectadas creemos que es una fuente válida para hacer el análisis a nivel comarcal y municipal. Una parte de estos errores hay que achacarlos a la forma de elaboración y cuantificación de los datos, a la falta de personal en las Cámaras y a la escasez de presupuestos, así como a la pérdida de importancia de estas instituciones en los últimos años. Los cambios que se habían producido desde 1950 han sido analizados por los profesores J. Bosque y A. Ferrer18, quienes indican que estos cambios básicamente han

17. Los Resúmenes Municipales de cultivos elaborados por las Cámara Agrarias locales debían ser remitidos a la Cámara Provincial antes del 30 de Julio de cada año. Algunas de las deficiencias que hemos encontrado se refieren a la falta de exactitud de los datos de algunos municipios, en los que no cuadran los resúmenes totales de la distribución general de tierras del término con la suma de los cultivos clasificados por subtipos o variedades que se realiza a continuación, como ocurre en Baza, Colomera, Gor, Huéneja, Ugíjar, Alamedilla, Zújar, Alhama, Itrabo, etc., en el año 1984. Para la consulta de estos datos ha sido inestimable la disposición de D. Rafael Ruiz- Alba Serrano, a quien por ello queremos expresar desde aquí nuestro más sincero y cordial agradecimiento. 18. BOSQUE, J. y FERRER, A. (1999), Granada, la tierra y sus hombres, Universidad de Granada y Caja General de Ahorros de Granada, Granada, pp. 348-354.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 242 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO consistido en una disminución muy significativa de la superficie dedicada a los cereales y a las leguminosas, a la expansión de los cultivos leñosos y a una escasa ampliación e intensificación de la superficie regada. Las causas de estos cambios según los autores mencionados son: “Los cambios habidos en los últimos cuarenta años han alcanzado dimensiones muy considerables. Este hecho, en cualquier caso, no tiene nada de sor- prendente, dado que durante ese mismo periodo han sido muchas y muy notables las transformaciones que ha sufrido la economía española: paso de la autarquía a la libera- lización, crecimiento del sector industrial, intensa terciarización –con una derivación en la intensificación del proceso de urbanización, que ha conducido a un cambio en los hábitos alimenticios de la población–, integración en la Unión Europa, etc.”. Evidentemente todo esto ha incidido, directa o indirectamente, en la reorientación de la producción agraria, y, por ende, en el uso que se hacía y se hace del suelo agrario.

3.1. Análisis provincial

En 1997 la situación se caracteriza por los siguientes rasgos (ver gráfico 1):

– Predominio de las tierras cultivadas que con una extensión de casi 629.000 ha., que representan el 51% de la superficie provincial. – El 22,3% de la superficie provincial estaba ocupada por terrenos forestales, que se extienden por casi 280.000 ha. – Los prados y pastizales ocupan casi 144.000 ha., el 11,5% de la provincia. – Y el 16,1% restantes de la superficie de la provincia estaba distribuida entre usos (erial, espartizal, improductivo, no agrícola, ríos y lagos).

GRÁFICO 1. USOS DEL SUELO EN LA PROVINCIA DE GRANADA, 1997 T. Forestal 22,0%

Otros usos 16,0% Prados y P. 11,0%

T. Cultivadas 51,0%

Fuente: Cámara Agraria Provincial.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 243

Por lo que hace referencia a las tierras cultivadas, las más interesantes desde el punto de vista agrario, presentan en 1997 una distribución caracterizada por el predo- minio, con superficies y porcentajes muy similares, de los cultivos herbáceos y de los leñosos (36% y 37%) y por la presencia de 169.000 ha. de barbechos en el secano primordialmente ( 26,9%) Los cultivos predominantes en este año los reflejamos en el gráfico 2 del cual dedu- cimos que los cultivos más significativos son los leñosos (37%), seguidos de los barbechos (27%) y de los cereales (25%). El resto de cultivos tiene valores inferiores al 4,1%; cultivos industriales (4%), hortalizas, leguminosas y forrajeros (2% cada uno) y tubérculos (1%).

GRÁFICO 2. DISTRIBUCIÓN DE LA SUPERFICIE CULTIVADA EN LA PROVINCIA DE GRANADA (1997)

C. Idustriales 4,0% Leguminosas Hortalizas 2,0% Cereales 2,0% 25,0% C. Forrajeros 2,0% Tuberculos 1,0%

Leñosos Barbechos 37,0% 27,0%

Fuente: Cámara Agraria Provincial.

3.2. Cambios producidos desde 1984

Los cambios que se han producido desde 1984, y que recogemos en los cuadros 5 y 6, podemos sintetizarlos de la siguiente manera:

– Disminución de la superficie cultivada en algo mas de 10.900 ha. que han engrosado el total de terrenos no agrícolas y de terrenos forestales. – Incremento de la superficie forestal (22.600 ha.) en detrimento de algunas tierras marginales de cultivo, debido a las campañas de reforestación promovi- das por la PAC. – Disminución de las tierras de prados y pastizales e incremento de las tierras no cultivadas, dedicadas a usos no agrícolas (infraestructuras, residenciales, urba- nos, servicios, equipamientos...).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 244 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

– Disminución de los cultivos herbáceos, especialmente de los tubérculos, de los cereales, de las leguminosas y de los cultivos industriales, e incremento importante de los cultivos leñosos, en particular del olivar y del almendro, más rentables en la actualidad debido fundamentalmente a las ayudas derivadas de la Nueva PAC. – Y, finalmente, el regadío ha aumentado en 4000 ha., (112.000 ha. en 1997) y además se han mejorado las prácticas de riego tradicional que están siendo sustituidas por otras más eficaces y ahorrativas (goteo, aspersión).

CUADRO 5. CAMBIOS EN LOS USOS DEL SUELO EN GRANADA (1984-97)

Usos 1984 1997 Variación

Tierras cultivadas 639.486 628.580 -1,71 Prados y pastos 166.243 143.723 -13,54 Tierra Forestal 256.243 279.496 +8,83 Otros usos 189.019 201.585 +6,65 Total 1.251.559 1.253.384 +0,15

Fuente: Cámara Agraria Provincial

CUADRO 6. CAMBIOS EN LA SUPERFICIE CULTIVADA EN GRANADA (1984-97)

Cultivos 1984 % 1997 % Variación

Herbáceos 282.079 44,11 229.399 36,50 -18,52 Cereales 206.880 32,35 159.556 25,38 -22,67 – Trigo 34.211 5,35 24.649 3,92 -27,95 – Cebada 150.357 23,51 102.549 16,30 -31,80 – Maíz 6.443 1,01 5.626 0,90 -6,16 – Otros 15.869 2,48 26.732 4,25 68,45 Leguminosas 15.815 2,47 12.960 2,06 -18,05 Tubérculos 5.496 0,86 4.168 0,66 -24,16 Industriales 30.733 4,81 26.156 4,16 -14,57 – Caña 1.662 0,26 1.193 0,19 -28,22 – Girasol 25.128 3,93 22.173 3,52 -11,76 – Tabaco 3.124 0,49 2.313 0,37 -25,96 – Otros 819 0,13 477 0,08 -50,52 Forrajeros 11.071 1,73 10.590 1,68 -4,34 Hortalizas 11.939 1,87 15.712 2,50 31,61 Otros 145 0,02 257 0,04 77,24 Barbechos 171.163 26,77 169.027 26,89 -1,25 Leñosos 186.244 29,12 230.154 36,61 23,58 – Frutales 11.754 1,84 17.507 2,78 48,94 – Almendro 53.236 8,32 67.873 10,78 27,49 – Viñedo 8.452 1,32 6.249 0,99 -26,06 – Olivar 111.525 17,44 137.953 21,93 23,70 – Otros 1.277 0,20 572 0,09 -55,20 Total tierra cultivada 639.486 100,0 628.580 100,0 -1,64

Fuente: Cámara Agraria Provincial

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 245

Aunque el volumen de tierras cultivadas no ha experimentado variación signifi- cativa, se ha producido una leve disminución de la superficie cultivada, debido a que se ha comenzado a abandonar o cambiar de uso el volumen importante de tierras marginales que se puso en explotación en el primer tercio del siglo XX, pero la inmensa mayoría no han llegado a ser totalmente abandonadas, sino que se mantie- nen, pese a las subvenciones de la PAC para reforestar, que a tenor de los resultados han sido consideradas insuficientes por los agricultores, a pesar de las ilusiones iniciales, y, por tanto, no se ha producido un cambio importante en los usos tradicio- nales19. En lo que sí se han producido cambios importantes es en los usos internos de la superficie cultivada, entre los que destacamos los siguientes:

1. Reducción importante de la superficie dedicada a cereales y leguminosas, que junto con la de los barbechos suponían algo más de 393.000 ha. en 1984 (el 61,6% de la superficie cultivada); la reducción ha sido superior a las 50.000, significando en el año 97 el 54,3% de la superficie cultivada. Esta disminución ha afectado fundamentalmente a los tubérculos (24%), a los cereales (22,7%), a las leguminosas (18%); mientras los barbechos han dis- minuido sólo el 1,2%, algo más de 2.000 ha., en consonancia con la reduc- ción de los Índices de Barbecho20 obligatorios para cobrar las ayudas de la PAC que han afectado a varias comarcas granadinas (Baza, Guadix, Marquesado y Montefrío). 2. Incremento significativo de los cultivos leñosos porque en el momento actual son más rentables. Esta expansión se ha producido a costa de las tierras dedi- cadas a cereal, debido a la pérdida de rentabilidad de éstos, pese a las ayudas a la hectárea establecidas por la nueva PAC, y al incremento de la rentabilidad de los cultivos leñosos, especialmente del olivar y del almendro, que también son subvencionados por la PAC. En cifras, la superficie sembrada de cultivos leñosos ha pasado de 186.000 ha. a 230.000 (23,6% de incremento). Esta expansión ha estado protagonizada por el olivar, que ha colonizado 27.000 ha. en trece años, llegando a ocupar 138.000 ha., el 22% de la superficie cultivada de la provincia. En segundo lugar se ha situado el almendro que en 1984 ocupaba 53.200 ha. y en el año 97 se extiende por 65.800 (23,7% de incremento), y en tercer lugar, los frutales de regadío, no tanto por su importancia superficial, que es pequeña, como por su importancia económica (aportan el 11,5% del valor de la produc- ción agrícola). El incremento superficial ha sido, no obstante, el más intenso, el

19. FERRER RODRÍGUEZ, A. (1998), “Las actividades productivas”, en M. TITOS MARTÍNEZ (dir.), Historia económica de Granada, Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Granada, Granada, pp. 132-133. 20. GÁMEZ NAVARRO, J. (1997), “Cambios recientes en la aplicación de la Nueva PAC y sus repercusiones en Andalucía y Granada”, Cuadernos Geográficos, 27, pp. 29-53.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 246 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

48,9%, pasando de 11.700 ha. a 17.500. Por el contrario, el viñedo, es un cultivo que continua retrocediendo, pues ha pasado de 8.400 a 6.200 ha. (-26,1%). En el cuadro 6 hemos sintetizado con mayor detalle las cifras correspondientes a cada uno de los dos años analizados y sometidos a comparación. 3. Intensificación del regadío: la superficie regada granadina no ha aumentado mucho desde los años cincuenta, pues en 1954 se cifraba en 95.200 ha. y en 1997 en casi 112.000 ha., por tanto, tan sólo un incremento de 16.800 ha. en cuarenta y tres años; por el contrario, en el resto de las provincias andaluzas los incrementos de la superficie regada han alcanzado dimensiones muy supe- riores, oscilando desde las 178.000 ha. regadas para la provincia de Sevilla, hasta las 26.000 para la de Málaga, que es la que ha tenido un crecimiento menor después de la provincia de Granada. Este escaso incremento de la superficie regada no supone, en ningún modo, escasa alteración de su distribución interna pues en ella ha tenido lugar una importante expansión de los cultivos hortofrutícolas y, en segundo término, del olivar, al mismo tiempo que se ha producido una reducción de los cereales, de las leguminosas, de los tubérculos y de los cultivos industriales. Pero, sin lugar a dudas, la transformación más trascendente que se ha produci- do en el regadío ha sido el importante proceso de intensificación, tanto en la superficie cultivada al aire libre, como, sobre todo, en aquella que se encuentra bajo plástico, que se extiende por toda la franja costera y que produce varias cosechas al año, llegando a convertirse en uno de los pilares básicos de la agricultura granadina.

3.3. Análisis comarcal

Pretendemos aquí poner de manifiesto el comportamiento que han tenido las diferentes comarcas granadinas en esta evolución. A tal fin hemos agrupado los 168 municipios de la provincia en diez comarcas, a saber: la Costa, el Valle de Lecrín, las Alpujarras, Guadix, el Marquesado, Baza, los Montes, Alhama, Loja y Granada; de ellas, Loja está integrada por seis municipios, y una superficie de 43.574 ha. y, la de mayor número es Granada, integrada por cuarenta municipios, y una superficie total censada de 137.043 ha., aunque la comarca de mayor extensión es la de Baza con 176.410 ha., que está formada por 14 municipios (cfr. mapa 3). Un análisis pormenorizado y comparativo de la evolución de los cultivos co- marca por comarca sería excesivamente minucioso y, sin duda, pesado y demasiado largo para este artículo, por ello haremos un análisis global de la evolución de los tres tipos de usos agrarios más importantes que ya hemos mencionado y, en algún caso particular, realizaremos referencia a algún tipo de cultivo específico cuando así lo requiera la particularidad de alguna comarca. Además compararemos la evolución seguida por las tierras no cultivadas para determinar los cambios producidos en el terreno urbanizado o construido y en las masas forestales. Basamos nuestro análisis en los cuadros 7 y 8.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 247

CUADRO 7. PORCENTAJE DE VARIACIÓN EN LOS CULTIVOS Y EN LA SUPERFICIE TOTAL CULTIVADA CENSADA (1984-1997)

Comarca Herbáceos Barbechos Leñosos Superficie total

Costa -11,23 -25,80 -1,27 -6,67 Valle de Lecrín -69,67 139,60 -3,96 -2,94 Alpujarras -57,20 192,00 -8,68 0,51 Guadix -24,56 13,19 86,50 6,07 Marquesado 11,13 -30,18 25,64 -7,04 Baza -0,46 -16,39 71,95 -0,07 Montes -25,97 -0,64 36,67 -0,49 Alhama -27,98 154,16 12,06 1,62 Loja -27,03 -11,75 30,48 1,94 Granada -25,99 -21,76 21,35 -8,51 Total -18,52 -1,25 23,58 -1,64

Fuente: Cámara Agraria Provincial de Granada.

Como punto de partida comentamos otro de los aspectos controvertidos de la fuente utilizada, y que hace referencia a que se ha censado una superficie algo menor en el año 1997, que en algunas comarcas ha superado el 6% de reducción (La Costa, 6,67%; el Marquesado, 7,04%, y en la comarca de Granada, 8,51% menos de superfi- cie. Además hay otras cuatro comarcas más en la misma situación, si bien el porcen- taje de superficie no censada es bastante inferior, siendo en un caso casi insignificante (Baza). En las comarcas restantes, en cambio, se ha censado un porcentaje de superfi- cie superior a la del año 84, destacando la , donde el incremento supera el 6% En el conjunto de la superficie provincial la disminución fue del 1,64%. Estas diferencias en la superficie censada entre los años analizados no invalida, en modo alguno, las conclusiones, pero en algunos casos podría matizarlos.

3.3.1. La Costa

Pasando ya al análisis comarcal propiamente dicho observamos que la comarca de la Costa es una de las que tiene un volumen de superficie censada inferior a la del año 84, lo que puede repercutir en la disminución que se ha producido en los diferen- tes tipos de cultivos. De hecho, en esta comarca se produce una disminución en los tres grandes tipos de cultivos, más acentuado en los barbechos (-25,8%) y en los cultivos herbáceos (-11,2%), que en los leñosos (-1,3%); siendo ésta comarca, junto con las del Valle de Lecrín y Las Alpujarras, las únicas en las que disminuye este tipo de cultivo, que, en cambio, en el resto se incrementa de forma notable, hecho que es un elemento diferencial de la evolución de los cultivos en los últimos cuarenta años. En los cultivos herbáceos la disminución afecta a los cereales fundamentalmente, que quedan reducidos a una cuarta parte, a los tubérculos, que se quedan en menos de la mitad, a las leguminosas que disminuyen casi un 40%, e incluso a la caña de azúcar,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 248 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO cultivo característico de la vega de la Costa, que ve reducida su superficie en casi un 30%, debido a la ocupación de muchos de estos terrenos para la edificación de urba- nizaciones y hoteles y por otros cultivos. “Por todo ello la caña de azúcar no es hoy un elemento visualmente predominante, y nada indica que su retroceso superficial vaya a ser reversible, sino todo lo contrario”21. Por el contrario, aumenta la superficie dedica- da a los cultivos forrajeros (23,7%), a las hortalizas, que se duplican y a las flores, cuya reducida superficie se ha multiplicado por 5. En los cultivos leñosos, que se reducen poco más de un 1%, se produce una importante reducción en el almendro, en el olivar y el viñedo; por el contrario, se incrementan los frutales (167,9%), y, muy en especial, los frutales tropicales como el chirimoyo, que pasa de 2.220 ha. a 3.839; y el aguacate de 1.313 a 2.146 ha. En definitiva, aumentan los cultivos mas característicos y rentables de la Costa, como el chirimoyo y el aguacate, en detrimento de los de la agricultura mediterránea, y todo ello ha contribuido a generar cambios agrarios en la franja litoral mediterránea, basa- dos en un aprovechamiento especializado de las ventajas climáticas que estos espacios ofrecen frente a otras regiones europeas22. La Costa es una comarca representativa de los cultivos leñosos, que son los predominantes, destacando, pese a la reducción padecida, el almendro, con más de 13.000 ha., seguido del chirimoyo (3.839) y del aguacate (2.146 ha.) y de las horta- lizas con 2.391 ha., la inmensa mayoría en cultivos bajo plástico, localizados en la zona oriental de la costa, mientras que los cultivos tropicales son los característicos de la zona occidental. El problema que afecta a esta zona costera es la falta de agua y la contaminación de los acuíferos por sobreexplotación, así como “la escasez de franja litoral disponible para tanta intensificación de diversos usos en competencia desordenada (agricultura, turismo y desarrollo urbano, grandes infraestructuras), con desarrollos caprichosos tan inadecuados como los del entorno de Granada: creci- mientos urbanos de Motril, Almuñecar y Castell de Ferro; deterioros paisajísticos por la edificación turística densa en toda la franja al oeste de Castell; edificación en acantilados de gran valor naturalístico; destrozos ocasionados por la mejora de la carretera litoraly en la zonas de interior, en la montañas prelitorales, el problema es la erosión, ya que el almendro ha colonizado tierras con pendientes muy fuertes, que son fácilmente erosionables, y que pueden provocar catástrofes como la de La Rábita en 1973”23. El secano sigue siendo predominante en esta comarca, el 62% de las tierras cultiva- das, pese al incremento de los regadíos en 3.000 ha. Se trata de un secano arborescente

21. MACHADO, R. y JIMÉNEZ, F. (1995), “Procesos de transformación del paisaje agrario en el litoral granadino (vega de Motril-Salobreña). Implantación, desarrollo y crisis de la caña de azúcar. Conflictos y tendencias”, Cuadernos Geográficos, 24-25, pp. 123-138. 22. VOTH, A. (1997), “La difusión del cultivo del chirimoyo en la Costa del Sol”, Cuadernos Geográficos, 27, pp. 77-98. 23. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F. (1985), Granada: medio físico y desarrollo, Instituto de Desarrollo Regional/Universidad de Granada, Granada, pp. 223-224.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 249 en el que el almendro es el árbol predominante con 13.400 ha., seguido del viñedo (1.336 ha.) y del olivo (1.274). el barbecho está muy presente, casi 4.000 ha. Los cultivos en regadío son más diversificados pues están presentes casi todos los herbáceos, entre los que destacan las hortalizas (2.547 ha.), los industriales (caña, 1.193 ha.), los tubérculos (537) y las flores (111 ha.). Pero los más abundantes son los leñosos con casi 7.800 ha., de las cuales la inmensa mayoría corresponden a los frutales tropicales: chirimoyo y aguacate con 7.655 ha. Otro aspecto a destacar es el incremento de la superficie forestal en algo más de 3.000 ha. y la disminución de la superficie dedicada a prados y pastizales en más de 1.300 ha.

3.3.2. El Valle de Lecrín

En esta comarca se ha censado una superficie algo menor en 1997, unas 500 ha. El cultivo más representativo, pese a que se ha reducido su superficie, es el olivar, seguido del almendro, con una superficie de 4.379 y 3.668 ha. respectivamente. Los cultivos herbáceos han disminuido casi en un 70%, reducción que ha afecta- do profundamente a la superficie sembrada de cereal (78%), a las leguminosas en un 69% y a los tubérculos en un 72%, sólo las hortalizas han tenido una evolución positiva puesto que aumentaron la superficie en un 26,2%. Lo más llamativo es el incremento espectacular de las tierras de barbecho (139,6%), posiblemente debido a la sequía y a los pagos compensatorios por dejar sin cultivar tierras promovidos por la PAC, y, además, la disminución de los cultivos leñosos, entre los que sólo el viñedo y los frutales tuvieron incrementos superficiales. En este aspecto la evolución se asemeja a la de las comarcas de la Costa, ya analizada, y a la de las Alpujarras, que son las únicas en las que los cultivos leñosos disminuyen, contraviniendo la tendencia general de la provincia. Las tierras de secano abarcan casi las dos terceras parte de la superficie cultivada, quedando el tercio restante de regadío. En ninguna parte de la provincia de Granada tiene tanta importancia relativa el regadío. En total las tierras irrigadas ascienden a a un total de 5.776 ha., alrededor del 35% de toda la superficie cultivada. Los cultivos predominantes en el regadío son el olivar, el cereal y los agrios, y en especial, éstos últimos conceden al Valle una de sus características más originales, ya que en él se halla la mejor y más importante comarca naranjera de toda la provincia, con unas 1.081 ha. y unos 500.000 árboles de muy reciente plantación. El cultivo de los agrios, en opinión de J. Bosque y A. Ferrer “recuerda las “culturas promiscuas” del centro y del sur de Italia. Naranjos y limoneros aparecen diseminados, sin constituir siempre plantación, en medio de un verdadero bosque, muy laxo, de olivos y, en menor propor- ción, de almendros. Esta simbiosis favorece a estos últimos por la protección que reciben de aquellos frente a las heladas y más a menudo contra los impetuosos y fríos vientos que suelen azotar la zona… Pese a su tradicional utilidad, debería limitarse la asociación a los linderos, con lo que se mantendría la protección exigida por los agrios, pero se podría organizar su cultivo de forma más racional e intensiva, lo que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 250 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO aumentaría su rendimiento y calidad”24. Además de los agrios existen otros frutales, aunque con muchísima menos importancia, hay que destacar primeramente los almen- dros y ciertos frutos de hueso, como el cerezo (60 ha.), el melocotonero (43 ha.) y el albaricoquero, que se asocian con cereales, patatas y, sobre todo, olivos, de los que hay más de 35.000 árboles, con una producción de cuatro millones de kilogramos. En el Valle de Lecrín, aunque el espacio más extenso corresponde a los no agrícolas, los cultivos que predominan actualmente (1997) son los de secano –10.830 ha.–, como en toda la España árida. Un secano esencialmente arbustivo y arborescen- te, mientras que los cultivos herbáceos se limitan a 753 ha., los leñosos con 6.051 ha., dominan el paisaje en el que sobre los resecos barbechos (4.026 ha.), resaltan el almendro (3.600) y el olivar (2.238). Respecto a los usos no agrícolas ha disminuido levemente la superficie dedicada a pastos, se ha incrementado muy poco la forestal, y, sobre todo, se ha incrementado la dedicada a otros usos, en particular los usos urbanos.

3.3.3. Las Alpujarras

La superficie censada es ligeramente superior en 1997 (195 ha. más que en el 84) y mantiene las mismas tendencias, a saber: reducción drástica de la superficie sembra- da de cultivos herbáceos (-57%), especialmente significativa es la reducción del trigo y de la cebada (-93% y -96% respectivamente). También afecta la disminución a las leguminosas y a los tubérculos, siendo los cultivos industriales los únicos que incrementan la superficie sembrada, que pasa de 8 a 167 ha.; en cambio, disminuyen los cultivos forrajeros y las hortalizas. El barbecho duplica su superficie, en lo que confluye tanto la sequía como las ayudas compensatorias de la PAC. Lo más llamativo en esta comarca es que que disminuyen los cultivos leñosos un 8,7%, cuando la tendencia general es a incrementarse. La disminución afecta a todos los cultivos leñosos, pero la más fuerte se da en el viñedo. Es evidente que parte de estas superficies han ido a incrementar las tierras de barbecho lo que avala la anterior afirmación. Pese a este retroceso el cultivo más importante continua siendo el almendro, que ocupa 11.200 ha., seguido muy de lejos por los frutales y el olivar, con algo menos de 3.500 ha. cada cultivo. En conjunto los cultivos leñosos ocupan 20.812 ha., dos mil menos que en el año 84, rompiendo la tendencia general de la provincia. Las tierras de regadío, que se han reducido sensiblemente, suponen poco más de un tercio de la superficie cultivada; se trata de un regadío formado por parcelas y huertas de reducidas dimensiones, que tiene su origen en la época medieval, o tal ven en siglos anteriores. La crisis de este regadío tradicional, propio de todas las comarcas

24. BOSQUE, J. y FERRER, A., Op. cit., pp. 120-123.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 251 alpujarreñas, y, en particular de la Alpujarra Alta25, es consecuencia de la mala conser- vación del sistema tradicional de acequias y de la destrucción de una parte del abancalamiento, imprescindible en esta comarcas serranas para poder cultivar en rega- dío. Es un regadío en el que la mayor parte de las tierras permanecen en barbecho y con una gran presencia de cultivos herbáceos, entre los que destacan las hortalizas (1.150 ha.), los tubérculos (578 ha.), las leguminosas (494, cuando en el 84 ocupaban 2.100 ha.) y de los forrajeros (456). El secano es arborescente, destacando como árbol más representativo el almendro, perfectamente adaptado a las laderas de las sierras y al clima, con casi 11.000 ha., el viñedo (2.565) y el olivar (1.518 ha.). También tiene una gran presencia el barbecho en este secano de año y vez. Respecto a los demás usos han disminuido los pastizales (-24,3%), pero se ha incrementado la superficie forestal (26,2%) y la superficie urbanizada (12,1%).

3.3.4. Guadix

En esta comarca se han censado casi 4.000 ha. más en el año 97 (6%). En ella se mantiene la tendencia general que a nivel provincial hemos comprobado: disminución de los cultivos herbáceos (-24,56%), que afecta básicamente a los cereales y, especial- mente, a la cebada y de los tubérculos (-49,5%); pero incremento importante de las leguminosas (274%) y de los cultivos industriales, en particular del girasol (170,6%). También se incrementan los cultivos forrajeros (71%) y las hortalizas (13%). Los cultivos leñosos, por el contrario, tienen, como en el resto de la provincia, un incremento muy fuerte, el más intenso de todas las comarcas (86,5%), incremento que afecta fundamentalmente a los almendros, que pasan de 1.704 ha. a 5.915 (347% de incremento) y al olivar, que pasa de 3.997 a 6.233 ha. (55,9%). El viñedo, en cambio, disminuye en 100 ha. La comarca de Guadix, pese a los cambios constatados, continúa siendo una comarca cerealera26 ya que las tres cuartas partes de las tierras se dedican a cultivos herbáceos y a barbechos (51.723 ha.), el 78,4% de las tierras cultivadas. En el año 97 las tierras de barbechos superan claramente a las sembradas en más de 11.000 ha., en cambio en el año 84 la diferencia era de 1.000. Las posibles explicaciones a este incremento del barbecho debemos buscarlas en el hecho de que corresponden al final del ciclo seco y a las subvenciones de la PAC, que obligan en esta comarca a dejar en barbecho el 47,37% de las tierras dedicadas a cultivos herbáceos, si se quieren cobrar las subvenciones otorgadas al grupo de cultivos COP (cereales, oleaginosas y proteaginosas), más un 5% de retirada obligatoria. Los cultivos leñosos, pese al fuerte incremento, ocupan algo más de 14.000 ha., el 21,6% de la superficie cultivada.

25. GARCÍA MARTÍNEZ, P. (1995), “Aproximación al estado actual de los principales cultivos en la Alpujarra Alta occidental granadina”, Cuadernos Geográficos, 24-25, pp. 73-102. 26. GÁMEZ NAVARRO, J (1995), El espacio geográfico de Guadix: aprovechamientos agrarios, propiedad y explotación, Universidad de Granada y Fundación Caja Granada, Granada, pp. 164-174.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 252 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

La mayor parte de las tierras cultivadas son de secano (80,5%), quedando el regadío reducido a los valles de los ríos y a algunas ramblas, pero el concepto de regadío no se corresponde con el de tierras con agua suficiente y distribuida todo el año, sino que muchas veces se trata de regadíos ocasionales de primavera y otoño, faltando el agua en verano que es el periodo en el que más se necesita el agua para el cultivo de frutales y de hortalizas; de hecho en esta comarca se contabilizan algo más de 1.300 ha. de barbechos en regadío. En estos trece años se ha incrementado en un 25,9%, pasando de 10.200 ha. a 12.900. En el regadío destacan los cultivos leñosos con 5.744 ha. frente a 4.833 de herbáceos; por orden de importancia señalamos el olivar (3.421 ha.), cereales (2.071) y frutales (1.492 ha., de ellas 1.106 de melocotoneros). En cambio, en el secano continúan predominando los herbáceos (15.236 ha.) entre los que destaca la cebada frente a los leñosos (8.540 ha.), entre los que predomina el almendro. En la altiplanicie, el secano coexiste con un matorral degradado que ha venido a sustituir a la antigua masa de pinares y encinares, parcialmente conquistados por la agricultura. En este matorral desempeña un importante papel el esparto que ocupa en la comarca alrededor de 17.000 ha. La superficie forestal se ha incrementado en un 26,7% debido a las subvenciones de la PAC; también se ha incrementando la superficie construida o edificada, especial- mente en el núcleo urbano principal.

3.3.5. El Marquesado

En esta comarca se ha censado en 1997 una superficie inferior (2.257 ha.), lo que puede matizar la disminución de los cultivos que vamos a comentar. Lo más significati- vo es que disminuye el barbecho (-30,2%) y se incrementa la superficie dedicada a cultivos herbáceos y a cultivos leñosos. Entre los primeros los incrementos más intensos se producen en las leguminosas, en los industriales, en los cultivos forrajeros y en las hortalizas; por el contrario disminuyen todos los cereales, excepto el maíz y la avena. Entre los cultivos leñosos, que se incrementan un 25,6%, destacan los frutales, que pese a tener una superficie muy reducida tienen un incremento muy intenso, los almendros (33%) y también el viñedo, que es un cultivo testimonial; el olivar, en cambio, disminuye en 20 ha. También el Marquesado es una comarca cerealera, ya que las tierras dedicadas a cultivos herbáceos y a barbechos suponen el 85% de las cultivadas, pese a la fuerte reducción del barbecho, debido a la disminución de los Indices de Barbecho de esta comarca y también de la retirada obligatoria, junto con el incremento de los cultivos herbáceos, rompiendo la tendencia general de la provincia. Los cultivos leñosos ocu- pan el 15% restante, correspondiendo la mayor superficie a los almendros (2.507 ha.), seguido del olivar con 655 ha. En esta comarca las tierras cultivadas se distribuyen equitativamente entre secano y regadío, pero lo más negativo es que éste no sólo no ha aumentado en estos años sino que ha disminuido en 430 ha.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 253

La superficie forestal se ha incrementado en un 4,8%, los prados en un 3,1% y los demás usos en un 1%, pero destaca la disminución entre éstos últimos de la superficie no agrícola propiamente dicha.

3.3.6. Baza

En esta comarca los cultivos herbáceos tienen una muy leve disminución (-0,46%), de hecho sólo los cereales, excepto el maíz, tienen una reducción más intensa, que afecta más al trigo que a la cebada, que sigue siendo, con casi 50.000 ha. el cultivo más importante, con gran diferencia con respecto al segundo que es la avena, con 20.000. También se incrementa la superficie de leguminosas y de tubérculos; por el contrario disminuyen los cultivos industriales, en particular el girasol, al no tener esta comarca el rendimiento mínimo establecido (1.200 kgs/Ha.) por la normativa comuni- taria para poder obtener subvenciones por su cultivo. Los cultivos forrajeros se man- tienen mientras las hortalizas se incrementan un 55,8% para atender una creciente demanda de estos productos. Los cultivos leñosos han incrementado la superficie en casi 12.000 ha., yendo la mayoría a engrosar la superficie plantada de almendros y frutales, que son los cultivos que más aumentan la superficie ocupada; por el contrario, el olivar disminuye unas 220 ha. Las tierras colonizadas por los leñosos proceden de antiguos barbechos, que disminuyen en 11.560 ha. y de algunas de cereales que cambian su cultivo, totalizando las 11.860 ha. nuevas de cultivos leñosos. Es también una comarca cerealera, con algo más de 80,000 ha., en la que la cebada ocupa la mayor extensión con casi 51.000. Los cultivos herbáceos y los barbe- chos ocupan 148.000 ha., el 83,9% de la superficie cultivada. El resto, 28.344 ha. se dedica a los cultivos leñosos, siendo el más representativo el almendro, con casi 18.000, que es el tercer cultivo representativo de la comarca, tras la cebada y la avena. Las tierras de secano representan el 89% de las tierras cultivadas, quedando el regadío reducido a muy escasas extensiones, que representan el 11% de la superficie cultivada. En los últimos años sólo se han creado 600 nuevas ha. de riego. Las demandas que en esta comarca se hacen en este sentido están claramente justificadas, especialmen- te desde la creación del pantano del Negratín que hizo perder más de 2.000 ha. de riego en la vega de Freila, lo que ha repercutido en la disminución de la superficie cultivada. En las tierras de regadío, la mitad, unas 10.000 ha. se dedican a cultivos herbá- ceos y 5.600 a los leñosos, entre los que sobresale el olivo con 4.653 ha. Los cultivos fundamentales del secano son los herbáceos (79.068 ha.), cereales fundamentalmente, seguidos del almendro con 17.413 ha. y del olivar con casi 4.800. En el secano conviven con los cultivos más de 26.000 ha. de espartizal un matorral degradado que ha venido a sustituir a la antigua masa de pinares y encinares, parcial- mente conquistados por la agricultura. La superficie forestal se ha incrementado en un 8,4% y la no agrícola en un 21,2%, debido a la inundación producida por el pantano del Negratín y al incremento de la superficie construida.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 254 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

3.3.7. Los Montes

En esta comarca se ha censado una superficie inferior (625 ha.). Sigue la tenden- cia provincial; es decir, disminución de los cultivos herbáceos (-26%), en particular los cereales, las leguminosas, los industriales y los tubérculos; sólo incrementan la superficie sembrada las hortalizas y los forrajeros. Las tierras de barbecho se mantie- nen en torno a 18.300 ha., cien menos que en el año 84. Los cultivos leñosos son los que tiene un incremento más significativo (36,7%), entre los que destaca el olivar y, sobre todo, los frutales, que aunque tienen una superficie reducida su incremento ha sido espectacular, de 10 a 1.454 ha. El olivar, con 56.600 ha. es con diferencia el cultivo más característico de la comarca, seguido de la cebada con 19.400 ha. y del girasol con 13.700. Estamos ante una comarca olivarera puesto que este cultivo ocupa el 45% de la superficie cultivada, procedente en gran parte de roturaciones anteriores y de cam- bios de usos del suelo, que en los últimos años ha acentuado la política de subven- ciones comunitaria, incrementándose así la superficie de olivar en 14.000 ha.; tam- bién se ha incrementado la superficie de almendro, de viñedo, y en especial, de frutales. Sin embargo el conjunto de tierras de cultivos herbáceos y de barbechos ocupa el 52,2% de la superficie, lo que indica que el monocultivo olivarero se va imponiendo pero todavía hay una gran presencia del cereal y del cultivo de año y vez, si bien el índice de barbecho obligatorio en esta comarca es del 28,57% de las tierras. La agricultura que es la actividad económica fundamental está dominada por el secano, quedando el regadío reducido a pequeñas vegas localizadas en el valle de los ríos, como el Guadahortuna. El regadío ha pasado de 4.300 ha. a 9.290, suponiendo el 7,4% de las tierras cultivadas, si bien se trata de regadíos con escasez de agua durante gran parte del año. La problemática de la falta de recursos hídricos para la agricultura es una de las más importantes del área, viéndose agravada por el hecho, resaltado por numerosos estu- dios, de que en la zona existen acuíferos con posibilidades de ser explotados27. Los cultivos predominantes en el regadío son los leñosos con 5.023 ha., entre los que sobresale el olivar (3.574 ha.), seguido de los herbáceos (2.990) y los frutales (1.454 ha., de ellas la mayoría de cerezos). En el secano los leñosos predominan con 55.078 ha., de ellas 53.000 de olivar y dos mil de almendros, seguidos de los herbáceos con 44.422 y los barbechos (17.142 ha.). Entre los restantes usos debemos destacar el incremento de los prados y pastizales (8,7%), del heterogéneo grupo de otros usos (3,4%) y de la superficie forestal (0,58%), que ocupa casi 30.000 ha.

27. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F., Op. cit., pp. 162-163.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 255

3.3.8. Alhama

En esta comarca se ha censado un 1,6% más de superficie. Disminuye, también, en esta comarca la superficie sembrada de herbáceos (28%), reducción que afecta a casi todos los cereales, siendo más intensa en la cebada, que pese a ello sigue siendo el cultivo que más ha ocupa, seguido ya muy de cerca por el olivar. Disminuyen los cultivos industriales como el girasol y deja de cultivarse el tabaco, que ya tenía escasa importancia. Las leguminosas y los forrajeros también ven perder parte de su superfi- cie, y sólo las hortalizas, entre los herbáceos, incrementan un 31% la superficie sem- brada. En esta comarca el incremento más importante o cambio de cultivo se da en los barbechos (254%), que pasan de 4.500 ha. a 11.480. Las causas son similares a las que hemos visto en comarcas antes analizadas; es decir el final del ciclo seco, en cambio no hay variación en los índices de barbechos obligatorios, que se mantienen en el 28,57%. También se incrementan los cultivos leñosos en un 12%; siendo los dos más importante el olivar y el almendro, que es el cultivo que más incrementó la superficie. Esta comarca continúa siendo cerealera, ya que sumando las tierras de herbáceos y los barbechos ocupan el 64,5% de la superficie cultivada; el resto lo ocupan los leñosos entre los que sobresale el olivar con 10.200 ha., muy cerca ya de alcanzar la superficie ocupada por la cebada. Aquí el secano es absolutamente predominante, el 94,7% de las tierras cultivadas. Los cultivos más representativos son los herbáceos, entre los que destaca la cebada (10.670 ha.), y los leñosos, entre los que sobresale el olivar con 9.548 ha. En las tierras de regadío los herbáceos son claramente predominantes, los culti- vos fundamentales son las hortalizas (1.776 ha.) y los olivos (655 ha.), seguidos de los cereales con 351. Se ha producido también un incremento de la superficie forestal (8,9%) y de las tierras ocupadas por infraestructuras y construcciones (12,9%); en cambio, han dismi- nuido las dedicadas a prados y pastizales (-13%).

3.3.9. Loja

Los cultivos herbáceos han tenido una pérdida de superficie del 27%, disminu- ción que ha afectado a todos los cultivos, excepto al trigo, que ha aumentado en 700 ha., los tubérculos en doscientas y las hortalizas en casi 1.000 ha. Por el contrario, la superficie de barbecho se ha reducido en casi 1.000 ha. (11,7%). Los cultivos leñosos han tenido un incremento similar al del resto de comarcas, aumentando la superficie sembrada en 6.000 ha., que han sido plantadas en su totali- dad de olivar, que con más de 23.000 ha. es el cultivo más importante de toda la comarca, seguido del trigo con 3.200. La comarca de Loja ha dejado de ser cerealera, aunque todavía quedan dedicadas a herbáceos y barbechos 18.300 ha. (42%), para convertirse en olivarera, cuando trece años atrás todavía el grupo de cultivos herbáceos y barbechos era claramente predominante.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 256 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

El secano es todavía con diferencia el sistema predominante ya que el 86% de las tierras carecen de riego. Los cultivos de secano son así esenciales en la tierra de Loja. Unos cultivos que no se desvían mucho de los existentes en el pasado, incluso más allá de la pasada centuria. En 1.997, el paisaje agrario está dominado por los cultivos arborescentes que cubre una superficie de 25.240 ha., en su mayor parte de olivar (23.956 ha.) y al que completan unas 2.000 hectáreas de almendros, plantas ambas que tiene su máxima representación en el municipio de Loja: 15.534 ha. de olivos y 1.377 de almendros...28. El regadío, pese a su escaso peso espacial, tiene una singular importancia por la calidad de su producción que ha revolucionado el anterior panorama. Si en los años sesenta el trigo y el maíz, con más de 1.700 ha. dominaban el regadío junto con las habas (543 ha.) y la remolacha azucarera (450 ha.), en el regadío actual se ha produ- cido un avance muy importante de algunas hortalizas (patatas, cebollas, ajos) y fruta- les de pepita y hueso que, sobre todo en Huetor-Tájar, tienen una gran importancia relativa y, sobre todo, del espárrago, casi un monocultivo: 550 ha. en 1997 y sólo 76 en 1980. La superficie forestal ha permanecido estable, en cambio han disminuido los pastizales (-26,3%) y se ha incrementado el grupo de otros usos no agrícolas (52,8%).

3.3.10. Granada

En esta comarca se ha censado un un 8,5% menos de superficie cultivada, poco más de 5.300 ha. El cambio mas destacado es la confirmación del olivar como cultivo predominante, que ocupa ya 22.530 ha., con un aumento del 26%, y desbancando a los cultivos herbáceos como los más importantes, ya que éstos han sufrido una fuerte reducción (26%), de la que sólo se ha escapado el girasol por las ayudas que recibe de la Unión Europea y las hortalizas, por su mayor rentabilidad. Ha disminuido la tierra dejada en barbecho (21,7%) en beneficio de los cultivos leñosos que han aumentado la superficie, excepto el viñedo y el almendro, que dismi- nuyen. El olivar ha sido el gran beneficiado, junto con los frutales, de estos cambios en la cultura de la tierra de la comarca granadina. Todavía el grupo de cultivos herbáceos y los barbechos son predominantes, pues ocupan 30.600 ha.; mientras los leñosos, pese a su incremento, se extienden por 26.700 ha. Las tierras de secano ocupan el 55% de las cultivadas. Otro cambio significativo es el que afecta al incremento de la superficie no agrícola, que ha pasado de 7.664 ha. a 11.504, es decir, la ocupada por nuevas urbani- zaciones, infraestructuras, equipamientos e industrias, motivada por la competencia de estos nuevos usos, a la que se suma una profunda crisis del mundo rural, que no puede competir con la rentabilidad inmediata de estos nuevos usos, como han puesto de

28. BOSQUE, J. y FERRER, A., Op. cit., pp. 272-273.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 257 manifiesto en un reciente artículo las profesoras M.a E. Martín-Vivaldi y Y. Jimenéz29. En definitiva, que la dinámica demográfica ha determinado un incremento del espacio construido en los municipios de la periferia de Granada y en la propia capital, provo- cando una drástica reducción del espacio cultivado. Así lo expresa, también, el profesor M. Sáenz Lorite en una reciente publica- ción30: “El crecimiento físico de Granada y de los municipios de su entorno ha provo- cado el cambio de usos de suelo, de agrario a industrial, residencial o de equipamientos, una modificación de usos del que no se ha visto excluida la tierra de regadío... En total los municipios de la comarca han perdido 1.674 ha. de regadío, que sumadas a las de tierras de secano también desaparecidas arrojan un total de 4.688 ha que han pasado a usos no agrícolas... Este consumo del espacio cultivado para usos distintos del agríco- la es una de las manifestaciones de esa reordenación territorial que viene conociendo la Vega de Granada durante las últimas décadas, con la consiguiente ruptura del equilibrio preexistente, ruptura que no sólo es de usos y paisajística…”. Finalmente, la superficie forestal se ha incrementado en un 3%, en cambio ha disminuido la dedicada a prados y pastizales. Las tierras dedicadas a otros usos no agrícolas se han incrementado en un 36,3%, y, entre éstas, han crecido espectacularmente las urbanizadas, que se duplicaron, por las causas antes analizadas.

CUADRO 8. PORCENTAJE DE VARIACION EN LAS TIERRAS NO CULTIVADAS (1984-1997)*

Comarca Prados y pastizales Forestal Otros usos** No agrícola***

Costa -13,03 30,37 3,12 0,48 Valle de Lecrín -0,83 0,20 5,87 8,30 Alpujarras -24,32 26,22 3,89 12,13 Guadix -5,87 26,70 8,50 1,12 Marquesado 3,11 4,84 1,07 -31,10 Baza -15,05 8,38 0,76 21,21 Montes 8,71 0,58 3,44 0,68 Alhama -13,18 8,86 2,58 12,90 Loja -26,28 0,00 52,84 11,19 Granada -6,68 3,02 36,34 50,10 Total -13,54 8,83 6,65 17,21

* Algunas de estas tierras como los prados pueden ser objeto de algún tipo de labor cada cierto tiempo. ** Otros usos incluye: erial, espartizal, improductivo, no agricola y rios y lagos). *** En esta columna sólo incluimos las tierras de uso no agrícola, que básicamente son las construidas o urbanizadas para diferenciar su evolución de los demás usos). Fuente: Cámara Agraria Provincial de Granada

29. MARTIN-VIVALDI, M.ª E. y JIMÉNEZ, Y. (1993-94), “Transformaciones del paisaje en el área de influencia de la capital granadina: la Vega de Granada”, Cuadernos Geográficos, 22-23, pp. 175-193. 30. SÁENZ LORITE, M. (1996), “De la Vega a la aglomeración urbana de Granada. Aproximación geográfica a un espacio en fase de reorganización”, Cuadernos Económicos de Granada, 5, pp. 73-88.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 258 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

CONCLUSIONES

En la actualidad los aprovechamientos agrarios, aunque ocupen una superficie inferior a la del pasado siguen teniendo un fuerte protagonismo. Sobre todo gracias a un viejo regadío en leve progreso espacial desde comienzos de siglo –105.000 ha. hacia 1.900 y 112.000 en 1997–, pero que, muy mejorado técnicamente en sus Vegas interiores de Granada, Guadix, y Baza, y litorales de Albuñol a Motril y Almuñecar, proporciona las más importantes producciones agrícolas de la provincia: plantas in- dustriales, forrajes, frutas y hortalizas, flores. Un conjunto de cosechas que se comple- tan con otras de secano menos trascendentes en valor y mucho menos renovadas, entre las que destacan algunos cereales de invierno en declive, como la cebada y el trigo, los derivados del olivar y la vid y algunos frutos secos como la almendra, en ambos caso en pleno crecimiento, y alguna oleaginosa complementaria, el girasol31. En conjunto las tierras cultivadas representan el 51% de la superficie total. Esta superficie cultivada sigue dedicada a partes iguales a los tradicionales cultivos herbá- ceos (36,5%) y a los cultivos leñosos (36,6%), quedando el 26,9% restante de barbe- chos. El cambio más significativo ha sido el incremento de los cultivos leñosos, pero todavía el cereal y el barbecho, es decir, las tierras de pan llevar, siguen predominando en nuestra provincia. Las tierras de secano dominan claramente el panorama agrario provincial, pese al leve incremento del regadío en poco más de 4.000 ha. De entre los cultivos leñosos destaca el olivar que ha colonizado 138.000 ha., el 21,9% de la superficie cultivada. Su importancia económica es clave en la economía provincial, aporta el 25% del valor de la producción agraria, aunque su rentabilidad actual está muy ligada a las ayudas a la producción de aceite que financia la PAC a través del FEOGA; por todo ello la próxima reforma de la OCM del aceite prevista para el año 2.001 se ha convertido ya en un tema de especial trascendencia e importancia para el sector porque ve peligrar parte de estas ayudas, unas 200 ptas/kg de aceite, si no se incrementa la Cantidad Nacional Garantizada de producción establecida en 1.988 en 760.027 Tm de aceite, muy por debajo de la producción real, puesto que se calculó tomando como base tres años de malas cosechas debidas a la pertinaz sequía, que se verá, además, incrementada en los próximos años porque la superficie olivarera ha crecido sólo en Granada en más de 26.000 ha. y en Andalucía en unas 200.000. El incremento de la superficie forestal (8,8%) es un paso importante, aunque todavía de escasa significación, para remediar el mal realizado en épocas pasadas cuando se desforestó y roturó de manera indiscriminada terrenos con escaso valor productivo, como el paso del tiempo ha puesto de manifiesto. Las expectativas abier- tas por las medidas complementarias definidas por la PAC para ayudar a la reforestación no han tenido la repercusión esperada. Paralelamente se ha incrementado la protección sobre espacios naturales, que con- servan expresivos y acusados rasgos de una vieja naturaleza especialmente vivaz y cuya espontánea belleza les concede un atractivo incomparable y unas posibilidades de vida

31. BOSQUE, J. y FERRER, A., Op. cit., pp. 421-423.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 259 que facilitan y exigen su conservación. La declaración de Parques Naturales, comenzan- do por el de Sierra Nevada, que es Parque Nacional desde enero de 1999, y continuando con los de las sierras de Baza, Castril, Huétor, (unas 217.688 ha.) a las que hay que sumar el más recientemente declarado en las sierras de Almijara y Tejeda, suponen un paso importante para conservar y mejorar estos parajes, que suman más 250.000 ha., una parte importante del territorio granadino. Esta declaración puede ser un importante hito de cara a la explotación turística que a la vez permita la conservación de modos de vida tradicionales, con la implantación de actividades humanas capaces de reabrir un futuro que el abandono de lo agrario parecía prohibir. Y, a la vez, permitiendo unas posibilida- des socioeconómicas que afectan al conjunto de la provincia, y pueden beneficiar al gran centro turístico en que se está convirtiendo la ciudad de Granada. La superficie urbanizada o construida con distintos fines (viviendas, infraestructuras, equipamientos, industrias, turismo, instituciones públicas...) se ha incrementado a ni- vel provincial en un 17,2%, siendo las comarcas más afectadas por este proceso la de Granada (50,1%), la de Baza (21,2) y Las Alpujarras (12,1%). Este uso sólo ha decrecido en la comarca del Marquesado. En la Costa el incremento es muy reducido según se desprende de esta fuente, pero la realidad posiblemente supera estas cifras, ya que es en la Costa, donde “la ocupación urbanística, asimismo, dominante en la costa malacitana y granadina, se ve afectada por los usos turísticos intensivos y/o actividades agrarias que han hecho perder las cubiertas vegetales naturales práctica- mente a todo el litoral mediterráneo e incluso a las sierras litorales desde Fuengirola a Aguadulce”32, y en la aglomeración de Granada donde más ha crecido el espacio construido por las razones más arriba analizadas.

ANEXO DE TABLAS

TABLA 1. EVOLUCIÓN EN EL TOTAL DE VIVIENDAS EN LA PROVINCIA DE GRANADA

Comarcas Total viviendas-1970 Total viviendas-1981 Total viviendas-1991

Alhama 7.967 3,59 7.734 2,73 8.259 2,36 Alpujarras 12.936 5,83 12.230 4,32 14.043 4,02 Baza 19.813 8,94 20.847 7,37 25.946 7,42 Costa 29.254 13,19 43.855 15,51 60.907 17,42 Granada 95.062 42,87 139.022 49,16 170.249 48,68 Guadix 10.322 4,66 12.158 4,30 16.815 4,81 Loja 10.521 4,75 11.587 4,10 13.835 3,96 Marquesado 5.029 2,27 4.995 1,77 5.314 1,52 Montes 21.678 9,78 20.515 7,25 23.096 6,60 Valle de Lecrín 9.069 4,09 9.760 3,45 11.148 3,19 Total 221.721 100,00 282.784 100,00 349.703 100,00

Fuente: INE, Censo de viviendas.

32. JUNTA DE ANDALUCIA (1995), Usos y coberturas del suelo en Andalucía. Seguimiento a través de imágenes de satélite, Consejería de Medio Ambiente, Madrid, p. 38.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 260 AMPARO FERRER RODRÍGUEZ; JUAN JESÚS LARA VALLE; JUAN GÁMEZ NAVARRO

TABLA 2. LA ACTIVIDAD EDIFICATORIA EN LA PROVINCIA DE GRANADA (1990-98)

Años Total viviendas Total viviendas Total proyectos Licencias municipales. iniciadas terminadas visados C.A. Viviendas a construir.

1990 6.515 4.681 – – 1991 6.562 5.918 – – 1992 7.109 6.901 9.716 – 1993 6.447 6.777 7.133 – 1994 6.387 7.461 7.491 4.898 1995 – – 6.406 4.571 1996 – – 6.510 3.223 1997 – – 4.951 4.235 1998 – – 3.104 5.143

Fuente: Cuadernos Económicos de Granada (Elaboración propia)

TABLA 3. TIPOS DE USOS DEL SUELO DOTACIONAL (en %)

Edificación Edificación Comarcas Deportivo Sanitario Asistencial Dotacional Otros usos primaria secundaria

Alhama 1,25 0,12 2,85 0,26 0,10 4,80 95,20 Alpujarras 1,26 0,29 1,94 0,23 0,06 3,68 96,32 Baza 1,37 0,41 1,45 0,21 0,07 3,61 96,39 Costa 1,61 0,14 1,32 0,09 0,11 3,85 96,15 Granada 1,26 0,86 1,60 0,27 0,10 4,19 95,81 Guadix 1,50 0,22 1,89 0,06 0,05 3,84 96,16 Loja 1,44 0,28 1,06 0,03 0,14 3,00 97,00 Marquesado 0,78 0,00 2,13 0,10 0,00 3,08 96,92 Montes 0,78 0,21 1,35 0,05 0,03 2,56 97,44 Valle de Lecrín 0,91 0,22 1,92 0,03 0,16 3,40 96,60

Fuente: Diputación Provincial (Elaboración propia)

TABLA 4. ÍNDICES COMARCALES DE EQUIPAMIENTOS PÚBLICOS

Comarcas Equipamiento Educativo Deportivo Sanitario Asistencial

Alhama 12,18 3,32 6,44 1,00 0,26 Alpujarras 5,67 2,22 2,85 0,29 0,06 Baza 6,58 2,83 2,84 0,17 0,07 Costa 5,41 2,31 2,18 0,16 0,05 Granada 8,56 3,44 4,84 0,09 0,15 Guadix 13,25 4,10 6,90 0,16 0,01 Loja 7,41 2,06 4,82 0,04 0,14 Marquesado 10,75 2,40 7,32 0,27 0,00 Montes 5,91 2,00 3,12 0,16 0,04 Valle de Lecrín 7,48 2,01 4,75 0,09 0,16 Valores aconsejables: m2/hab 2,50 6 a 9 1 a 3 0,50

Fuente: Diputación Provincial (Elaboración propia)

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 LA POLÍTICA DE ORDENACIÓN DEL SUELO Y SUS USOS EN LA PROVINCIA DE GRANADA 261

BIBLIOGRAFÍA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 223-261 ñlkasdfjñlaksf PREFERENCIAS, CONFLICTOS Y USOS TERRITORIALES EN LA CIUDAD DE GRANADA 263

PREFERENCIAS, CONFLICTOS Y USOS TERRITORIALES EN LA CIUDAD DE GRANADA1

FERNANDO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ* Y FRANCISCO JIMÉNEZ BAUTISTA**

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 263-279].

PALABRAS CLAVE: Geografía de la Percepción y el Comportamiento, Segregación espa- cial, Periferia, Conflictos, Necesidades de viviendas, Marginación social. Key words: Geography of Perception and Behaviour, Spatial segregation, Periphery, Conflicts, Housing needs, Social deprivation. MOTS CLEFS: Géographie de la Perception y du Comportement, Ségrégation spatiale, Périphérie, Conflits, Besoins de logement, Marginalité.

RESUMEN

Este artículo se enmarca dentro de una investigación más amplia, referida a la ciudad de Granada y a su entorno metropolitano, sin embargo, y enumera aquí los principales problemas e inconvenientes urbanos de hoy día, muy especialmente para el caso de Granada, en los aspectos de inconvenientes, satisfacciones residenciales, inseguridad ciudadana, zonas preferi- das y repulsivas, espacios peligrosos, y un largo etcétera que nos ayude a comprender el espacio de la ciudad. La metodología utilizada ha sido la entrevista realizada a 1.938 personas de la ciudad que residen en Granada (todos ellos mayores de 18 años), que es una herramienta muy apta para diagnosticar el espacio urbano. La conclusión principal es que las preferencias (perso- nales, vivenciales y subjetivas) de los ciudadanos de la ciudad de Granada se ajustan a lo evidenciado en los estudios similares existentes en las ciudades españolas, aunque la ciudad tiene un alto grado de confortabilidad.

SUMMARY

This article is part of a wider study referring to the city of Granada and surrounding areas. Here we focus on the main present-day urbanistic problems, especially the drawbacks that at present concern Granada: its inconveniences, residential satisfaction. urban insecurity, preferential and dangerous no-go areas, and much more that helps us to understand exactly what life in the city involves. A survey of 1.938 Granada residents over the age of 18 was carried out, which

* Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Almería. ** E. U. de Magisterio “La Inmaculada”–AVE MARÍA, Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada. 1. Estudio de investigación perteneciente al Proyecto Matriz “Esquema Metodológico para la Evaluación Subjetiva y Vivencial de los Espacios de una Aglomeración Urbana: Aplicación a Granada” del Convenio Marco firmado entre la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía y el conjunto de las Universidades Andaluzas, de fecha de 5 de julio de 1995.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 263-279 264 FERNANDO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ; FRANCISCO JIMÉNEZ BAUTISTA was considered to be the most adequate form of pinpointing opinion as regards urban space. The main conclusion is that the personal, residential and subjetive preferences of Granada’s population are in accord with similar studies carried out in other Spanish cities, in spite of the city’s high degree of well-being.

RÉSUMÉ

Cet article s’insère dans un travail de recherche plus vaste concernant la ville de Grenade et son entourage métropolitain. Nous énumérons les principaux problèmes et inconvénients urbains à l’heure actuelle, notamment pour ce qui concerne le cas de la ville de Grenade, et tout en centrant notre attention sur les malaises, les satisfactions résidentielles, l’insécurité citoyenne, les zones préférées et les zones rejetées, les zones dangereuses, etc. Et cela, afin de comprendre profondément l’espace de la ville. Pour ce faire nous avons employé comme moyen méthodologique une entrevue réalisée entre 1.938 adultes résidant à Grenade, car à notre avis l’entrevue constitue un excellent moyen pour diagnostiquer l’espace urbain. Comme conclusion principale, nous signalons le fait que les préférences (personnelles, vécues et subjectives) des citoyens logeant à Grenade sont semblables à celles qui sont mises en évidence dans des études similaires qui concernent d’autres villes espagnoles, même si la ville de Grenade présente un haut degré de confort.

1. INTRODUCCIÓN

Este artículo hace referencia al Proyecto Matriz: Esquema Metodológico para la Evaluación Subjetiva y Vivencial de los Espacios de una Aglomeración Urbana: Apli- cación a Granada (FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F., 1998; MACHADO SANTIAGO, R., JIMÉNEZ BAUTISTA, F., y NIETO CALMAESTRA, J. A. 1998), del que forma parte la investigación denominado la Visión Subjetiva, Vivencial y Fenomenológica de Granada y sus barrios. Los resultados referidos a la Aglomeración Urbana de Grana- da y a la propia ciudad hacen posible percibir el entorno granadino como un todo sistémico que nos va a ayudar a entender mejor cómo se ha concretado dicha realidad. Los resultados valorativos de este estudio piloto van a ampliar el concepto de análisis territorial y espacial urbano, porque son nuevos y capitales de la praxis del espacio. Sus innumerables aportaciones perceptivas y vivenciales, debidamente anali- zadas por el técnico con un fin planificador, que pueden ser utilizadas para la gestión y ordenación urbana por políticos y administraciones, y a otros niveles, por urbanistas y habitantes de la ciudad de Granada. Así pues, este amplio estudio acerca de la percepción, visión subjetiva, vivencial y fenomenológica de la ciudad de Granada y sus barrios se encuadra dentro de unas líneas de investigación y trabajo relativamente novedosas a escala nacional y que científicamente se identifica con la corrientes de pensamiento de la Geografía Psicosocial, complementaria a los tradicionales trabajos cuantitativos, físicos y predominantemen- te técnicos de ordenación urbano-territorial. Desde este marco local, no olvidamos una visión global y de fondo con la que vamos a abordar el fenómeno de las preferencias, problemas y usos territoriales pre-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 263-279 PREFERENCIAS, CONFLICTOS Y USOS TERRITORIALES EN LA CIUDAD DE GRANADA 265 senta la sociedad urbana actual en la que estamos inmersos. De igual forma, nos movemos en un contexto de globalización o mundialización (CASTELLS, M., 1998; VELIZ, P., 1999), de uso del espacio, de procesos de intercambio (a escala global y local), de relaciones entre la ciudad y el campo y, en general, de modalidades de desarrollo de las ciudades, que están condicionando las formas de desarrollo de la propia ciudad y sus habitantes. Hemos observado que desde la década de los ochenta (MOLINA BLAZQUEZ, J., 1981) y, más concretamente, desde la década de los noventa (ROJAS MARCOS, L., 1996), los ciudadanos estamos sufriendo una fuerte transformación e incremento de patologías y un incremento en los problemas dentro de los entornos urbanos que existen en todo el mundo, pero de forma más específica en periferias del mundo desarrollado, como es el caso de Andalucía, y la propia ciudad de Granada, que presenta sus peculiaridades, guetto incluido (AA.VV., 2000) Pensar la ciudad nos obliga a recuperar viejas ideas de geógrafos que plantea- ron en su día una nueva forma de enfrentarse a los temas de la ciudad. Yves LACOSTE nos venía a decir que la Geografía debe contribuir a “saber pensar el espacio” colectivamente para que pudiéramos familiarizarnos “de cada individuo con un repertorio conceptual que permita articular, en función de prácticas, las múltiples representaciones espaciales que conviene diferenciar, sean cuales fueren su configuración y escala, a fin de disponer de un instrumentos de acción y re- flexión. Esta debería ser la razón de ser de la geografía” (LACOSTE, Y., 1997). Otro geógrafo, David HARVEY (1982) nos completa estas ideas y nos introduce en los problemas de las áreas metropolitanas, como áreas de concentración de capital y trabajadores con una gran complejidad, además del problema de la globalidad. Asimismo, no debemos olvidar que este tipo de trabajo: sobre los conflictos, Geografía del delito, marginación social, periferia, nos obliga a una nueva redefinición de la doctrina marxista ahora como materialismo geográfico/histórico (HARVEY, D., 1991). Estos autores que venimos citando nos han obligado a “pensar” la ciudad de forma conceptual; sin embargo, es obligado hacer referencia a autores, que desde hace años planteaban dichos problema desde la propia realidad española (CAPEL, H., 1973); para el caso que nos ocupa en la ciudad de Granada, existe una cons- trucción en su configuración espacial (BOSQUE MAUREL, J., 1962; FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F., 1976), que llega hasta la década de los noventa con la obra muy específica de síntesis que constituye el Atlas social de la ciudad de Granada (BOSQUE MAUREL, J., FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. et alii, 1991). El siglo XX se completa con dos obras más específicas sobre la ciudad de Granada (CON- DE, F., 1999) y su entorno metropolitano (FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. MA- CHADO SANTIAGO, R., JIMÉNEZ BAUTISTA, F. Y NIETO CALMAESTRA, J. A., 2000). Este pensar la ciudad nos obliga a pensar la geografía de forma distinta, es decir, como un análisis de una práctica social en el espacio, o mejor aún, en el territorio, que nos incite a la reflexión y a la acción para conocer y transformar la realidad desde la utopía (JIMÉNEZ BAUTISTA, F., 1995 y JIMÉNEZ BAU- TISTA, F., 2000).

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Asimismo, la ciudad de Granada se desenvuelve hoy dentro de todo un conjunto de políticas territoriales que se van desarrollando y desenvolviendo en la propia ciu- dad con su área metropolitana. Este mirar hacia fuera de la ciudad hace posible que sus habitantes hoy tengan la necesidad de resolver sus problemas, patologías y con- flictos sin que para ello tengan que recurrir a elementos que nos ayuden a entender mejor cómo va a funcionar la ciudad del futuro. Para llegar a esta delimitación, hemos desarrollado una línea de investigación a través de este estudio “perceptivo, vivencial y fenomenológico de la ciudad de Grana- da y sus barrios”, con el objeto de contribuir a construir el espacio de la ciudad de la Alhambra, desde esta nueva vertiente, que nos ayuda a entender mejor la realidad en la que viven los ciudadanos de la ciudad y que es consciente de los auténticos proble- mas que hoy existen dentro de dicha ciudad. Los ciudadanos son conscientes de los problemas sociales y que son evaluados constantemente por el Centro de Investigacio- nes Sociológicas (CIS): es el caso del Estudio n.º 2.221 (Estudio n.º 2.221, Septiem- bre-Octubre de 1996), haciendo la siguiente pregunta (Pregunta 13. De los siguientes problemas sociales, dime, por favor, los cuatro que consideres más importantes para el país). En dicha pregunta, estos problemas más propios y representativos del modo de vida urbano, a nivel general nos tienen que ayudar a considerar hasta que punto los problemas tradicionales: el paro (73,9%), la vivienda (20,7%), los problemas del medio ambiente (21%), etc., comienzan a ser amortiguados y a ser considerados en un segundo plano, ya que va a aparecer toda una serie de problemas sociales cada vez más patentes dentro de los ciudadanos, como son la droga (72%), la violencia y delincuencia (47,3%), la falta de perspectiva de los jóvenes (34%), el racismo (29,1%), el incremento de la pobreza (20,8%) (Estudio CIS, n.º 2.221, 1996). Estos valores a nivel nacional, cuando se presentan en entornos más marginales y periféricos, como es el caso de Andalucía y Granada, se manifiestan de manera más específica y concreta (JIMÉNEZ BAUTISTA, F., 1997a y 1997b).

2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

El objetivo primordial de este artículo es tratar sucintamente tan sólo uno de los apartados temáticos de la investigación global efectuada, concretamente el analizar y definir los usos, preferencias y prioridades territoriales de los habitantes que pueblan el espacio de la ciudad de Granada. Para conseguir esto hemos utilizado un conjunto de preguntas de la amplia base de datos consolidada a partir del trabajo de investigación contratado que nos van a ayudar a entender los comportamientos y percepciones espaciales elementales de la población de la ciudad, como la elección de sus lugares de residencia, de ocio, paseo; consideración y valoración de zonas y áreas repulsivas, atractivas e indiferentes, ha- ciendo una clara distinción, en el primer aspecto, entre lugares elegidos y recomenda- dos claramente para vivir –espacios positivos–, y los que son rechazados –espacios negativos–.

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La metodología está fundamentada en una encuesta realizada a la población de Granada2. Esta metodología empleada para conocer la opinión de los habitantes de la ciudad de Granada respecto a zonas molestas y desagradables, es científicamente válida, ya que la población entrevistada responde a un porcentaje muy significativo y de forma coherente. No debemos olvidar que los entrevistados ven la ciudad como un territorio muy complejo y relacionado poblacionalmente. La metodología ha sido planteada en otros muchos estudios efectuados tanto en el ámbito nacional como internacional, como es el caso de GOULD Y WHITE (1974); BAILLY (1979); ARAGONÉS, J. L. (1985) en Madrid; GONZÁLVEZ PÉREZ, V. et alii (1987) en Alicante; GARCÍA BALLESTEROS, A. y BOSQUE SENDRA, J. (1989) en Segovia; BOSQUE MAUREL, J., FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F., et alii (1991) en Granada; BOIRA, J. (1992) en Valencia; FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. y ASENJO PELEGRINA, R. (1998) en Almería; y, en último lugar, en el Área Metropolitana de Granada (MACHADO SANTIA- GO, R., FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F., JIMÉNEZ BAUTISTA, F. y NIETO CALMAESTRA, J. A. 1998; FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. et alii (2000). Por tanto, el método empleado es válido para conocer los lugares preferidos de paseo, zonas molestas o desagradables, nivel de satisfacción, preferencias y rechazos residenciales de la ciudad de Granada.

3. LOS ESPACIOS CONFLICTIVOS DE GRANADA

3.1. Las zonas urbanas molestas o desagradables

Analizadas las respuestas obtenidas a raíz de preguntar a los ciudadanos granadi- nos, ¿cuales eran a su juicio las zonas, calles, barrios o las partes de la ciudad que les resultaban molestas o desagradables, –por diversas razones y motivos–, para transitar por ellas a cualquier hora del día?, la primera conclusión que se obtiene es que, en líneas generales, Granada es una ciudad que tiene un alto grado de confortabi- lidad y buena consideración en estos aspectos tratados. Tal y como reflejan los datos estadísticos, hay una gran cantidad de barrios y sitios dentro del amplio espacio urbano de la ciudad de Granada que son percibidos por el ciudadano medio como agradables y nada molestos para transitar por ellos a cualquier hora del día.

2. La Ficha Técnica es la siguiente: Ámbito, Granada capital; Universo, población residente mayores de 18 años; Muestra, se han realizado un total de 1.938 entrevistas en Granada capital. Los resultados están acotados con un error muestral máximo de Å 5,25%, para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas) y una distribución poblacional de p=q=50; Muestreo, estratificado y aleatorio, con selección final del entrevistado por cuotas de sexo y edad; Tipología, encuesta domiciliaria, mediante entrevista personal a individuos mayores de 18 años en su propio domicilio; Fecha de trabajo de campo, el trabajo de campo se ha realizado entre 26 de mayo y 11 de julio de 1997; Empresa, GHESA Ingeniería y Tecnología, S.A.

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Por otra parte y de forma complementaria, los sitios y lugares considerados como desagradables y molestos son comparativamente escasos, y los porcentajes con que se evalúan los distintos barrios, calles y zonas que han sido consideradas como molestos, son de bajo peso y poca significación estadística. La zona principalmente mencionada como más desagradable y molesta de la ciudad ha sido la integrada por el afamado y monumental histórico barrio del Albayzín y por el típico barrio del Sacromonte. Así lo han reflejado algo más de la cuarta parte de los granadinos (26% de las respuestas). Con independencia de lo paradójico que nos pueden resultar estas colectivas manifestaciones sobre estos dos barrios, hay otras investigaciones similares que arrojan unos valores muchísimos más elevados, cuando se trata de enjuiciar los barrios y las zonas más rechazadas. El resto de los diez o quince sitios y lugares que también han sido mencionados como desagradables y molestos tienen lógicamente una menor significación. Comparados estos resultados con los obtenidos, en un estudio similar hace unos diez años (BOSQUE MAUREL, J., FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. et alii, 1991), podemos aventurar que, en conjunto, ha descendido la intensidad y significación con que se perciben y se sienten de manera desagradable y/o molestas las diversas partes y zonas urbanas de la ciudad de Granada. En definitiva, hay una mejor y más favora- ble visión y aceptación del conjunto de la ciudad en la actualidad que la que existía hace una década. Por otra parte, también es constatable que la mayoría de aquellos lugares y zonas de la urbe que hace diez años se incluyeron dentro de las consideraciones de molestas y desagradables por los habitantes de entonces, en la actualidad han vuelto a ser mencionadas y enjuiciadas como tales. En conjunto, se han señalado entre diez o quince sitios de la ciudad percibidos claramente como molestos y desagradables, seis son barrios de especial consideración, siete son importantes calles y dos, sitios o lugares más generales (véase, PLANO I). Como los criterios y las causas tenidas en cuenta por los ciudadanos para evaluar estos lugares como molestos o desagradables para transitar a cualquier hora del día, son muy amplios y genéricamente muy varia- dos, tan sólo hay que destacar que cuando se alude a barrios considerados en su conjunto como molestos y desagradables, en el caso de Granada dicha valoración se hace más en función de dos grandes y diferentes factores.

– El primero y más importante es el de la mala imagen que se tiene de ellos, debido fundamentalmente a que, siendo barrios de creciente creación, están mayoritariamente poblados por contingentes humanos pertenecientes a clases socioeconómicamente bajas, con altos niveles de conflictividad y catalogados colectivamente como socialmente marginales y violentos. – El segundo factor que interviene en la apreciación subjetiva de considerar desagradable un barrio es que este es antiguo, esté degradado y posea un entramado urbano y un tejido viario de origen medieval muy intrincado, estre- cho e irregular. – Otro, tercer factor, que también influye en esta clase de valoraciones y de enjuiciamientos subjetivos es el del desconocimiento que sobre ellos se tenga

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PLANO I. ZONAS MOLESTAS O DESAGRADABLES

y la distancia y lejanía media con los que se perciba respecto al lugar de residencia de las personas.

La coincidencia y suposición territorial de los dos primeros factores y, aún más del tercero, en un mismo ámbito espacial, da a ese lugar, el más alto grado de valora- ción negativa. En el caso de Granada, operan tan sólo aisladamente los dos primeros y de forma complementaría el tercero. Así, en el factor primero, y según se aprecia en el PLANO I, se integra todo el conjunto de barrios y polígonos residenciales que conforman el sector norte de la ciudad, formado por un amplio mosaico de actuaciones urbanísticas que fueron plani- ficados hace algún tiempo y posteriormente construidos. Todos estos barrios partici- pan de los requisitos sociales del primer factor pero de nada del segundo. Por el contrario, poseen unas condiciones de diseño urbanístico moderno, con espacios abiertos, bien dimensionados, con un entramado atractivo y sencillo para transitar por él, con muchas zonas verdes jalonadas por edificaciones bajas y bloques exentos. A pesar de que en una primera y objetiva impresión, el transitar y pasear por estos espacios públicos y periféricos pudiera resultar atrayente y satisfactorio, sin embargo, en la práctica no lo es, debido a la existencia en ellos de algunos problemá- ticos enclaves donde específicamente residen clases bajas y grupos marginales como

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 263-279 270 FERNANDO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ; FRANCISCO JIMÉNEZ BAUTISTA es el caso de los mencionados polígonos residenciales de la Cartuja, Almanjáyar y las urbanizaciones adyacentes a ellos de la Casería de Montijo y Nueva Granada. El “rechazo y la exclusión social”, es por tanto lo que más influye en que el ciudadano medio considere estos barrios molestos y desagradables para transitar por ellos, pero no porque real y físicamente ofrezcan esos aspectos. Para el conjunto de los ciudadanos de Granada esta serie de polígonos de residenciales surgidos en la década de los setenta y ochenta en el sector norte de la urbe, a pesar de estar ya en el siglo XXI, totalmente integrados en el “continuum urbano” siguen apreciandose y percibiendose como lejanos, distantes, desconocidos, y con problemas de accesibili- dad al conjunto de la ciudad tradicional. En este caso, incide también la valoración del factor tercero; por tanto, tiene una cierta lógica el hecho de que este sea el sector y las zonas más cuestionadas y rechazadas para el ciudadano medio, aunque, en el caso que estamos tratando, no se corresponda con su realidad física, real y objetiva. El segundo factor opera en la ciudad haciendo que los granadinos, de forma preocupante y justificada, hayan valorado al barrio más emblemático y atractivo de Granada, el Albayzín, como el menos conveniente para transitar por él en cualquier circunstancia y tiempo. Hasta décadas recientes, la consideración era todo lo contrario y era uno de los barrios más valorados y preferidos para este uso. En este sentido, pensamos que a la cuarta parte de los granadinos no les atrae el Albayzín por la localización en las partes altas, algo alejado del centro neurálgico de la ciudad actual, con ciertas dificultades para acceder en coche, y por la existencia de un entramado irregular, estrecho, sinuoso, etc. Todo ello lo está haciendo que, cada vez más, sea un espacio urbano poco frecuentado por las nuevas generaciones de jóvenes. Esto conlle- va a que cada vez sea más frecuente el desconocimiento del barrio del Albayzín, lo que hace que se le valore y se le enjuicie como poco atractivo para transitar por él. En este sentido, tenemos que señalar que un entramado medieval irregular con pendientes, y un trazado viario estrecho, si es conocido medianamente y se tiene un mapa mental claro y básico del barrio, no debe influir en una actitud negativa hacia el mismo. Al contrario, pensamos que una persona puede encontrarse incluso mejor en él, que transitando por calles con trazado ortogonal llano, como ocurre en la ciudad moderna con sus amplías y frías avenidas, congestionadas de tráfico y ruido. Finalmente, en cuanto a las vías, calles o plazas que se mencionan en total siete, no se aprecian la existencia de diversos factores y circunstancias de unas a otras (véase, PLANO I). Todas ellas tienen unos requisitos comunes que se repiten y estos son que por regla general las mencionadas vías encierran verdaderas dificultades físicas por su fisionomía, trazado, intensidad del tráfico rodado, ruidos, etc., como para no poder transitar por ellas, tranquilamente resultando por regla general desagradable el pasear por ellas. Este es el caso de la medieval y céntrica calle Elvira, que con su trazado estrecho e irregular no la hace apetecible. Las concurridas y congestionadas calles del ensanche moderno, como es el cado de Pedro A. de Alarcón y adyacentes, que tienen una consideración negativa debido al desarrollo incontrolado de las activi- dades relacionadas con la “movida” universitaria. El sobrecargado tránsito actúa en el mismo sentido generando el rechazo a las céntricas calles Molinos, Tablas y San Matías, así como las mencionadas en el centro histórico moderno.

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3.2. Lugares preferentes de paseo

Un simple y rutinario examen al entramado urbano de la ciudad de Granada nos lleva a la rápida conclusión de que los lugares y espacios que reúnen condiciones para poder pasear por ellos son pocos, escasos y mal distribuidos. Durante décadas, han sido siempre los mismos lugares los preferidos para pasear por los ciudadanos de Granada. Recientemente, se han incorporado nuevos espacios urbanos en los ensanches modernos, que han sido planificados y diseñados de forma más abierta, con amplias zonas peatonales, superficies ajardinadas, y demás equipamientos para acoger las variadas actividades que hoy día la sociedad moderna demanda, entre las que destacan “el poder pasear” tranquilamente. En Granada, comparativamente con lo que ocurría hace diez años, se han mantenido como principales zonas de paseo las ya tradicionalmente existentes. Otro fundamental cambio surgido en nuestra ciudad es que las preferentes zonas de paseo de la mayoría de la población se localizan dentro de sus mismos barrios, concretamente en las pocas y mejores áreas acondicionadas para ello. Así lo reflejan el 15% de los entrevistados. Los habituales procesos de descentralización funcional y administrativa seguidos por la ciudades españolas han incidido en cambiar las prefe- rencias de la anterior década consistente en “pasear” mayoritariamente por los lugares centrales de la urbe, prefiriendo hacerlo ahora mayoritariamente por sus barrios. No obstante, como veremos más adelante, algunas de las atractivas áreas y zonas centra- les, tradicionalmente muy populares, aún siguen siendo de gran interés para los grana- dinos clásicos, destacando evidentemente lugares como la castizas plazas de Puerta Real, de Bib-Rambla, Nueva y los ejes viales que las comunican: Reyes Católicos, Gran Vía, Acera del Casino, la Carrera, etc. (véase, PLANO II). El segundo lugar de preferencia lo ocupan el atractivo barrio del Albayzín y los románticos jardines y frescos parajes de La Alhambra. En tercer lugar, se inclinan por recorrer tranquilamente los clásicos lugares de paseo de las principales calles del centro funcional, los cuales, en su conjunto aún conservan su atractivo como lugares de paseo para casi el 25% de la población de Granada. Destacan, evidentemente, lugares como la castizas plazas del Centro Histórico de la ciudad baja. Aunque el porcentaje que prefiere los lugares centrales urbanos es muy elevado, en la actualidad es bastante menor que el computado hace diez años atrás. Otros lugares de gran preferencia para el paseo son los modernos parques de los recientes ensanches, con unos diseños mucho más apropiados, unos equipamientos y mobiliarios urbanos más a tono. Este es el caso del preferido y concurrido parque de Federico García Lorca (10,5%), ubicado en la macizada zona sur de la antigua Ronda y el parque del Palacio de Deportes y zonas verdes del Zaidín-Vergeles, perteneciente a la orla Este de la ciudad. Al Oeste, se ha construido el Parque Almunia, que hoy día es el gran pulmón del popular barrio de la Chana. Acabamos citando el reciclado parque lineal de la gran avenida de Joaquina Eguaras en el sector Norte del Polígono de Almanjáyar. Finalmente, en ese movimiento centrífugo de pasear en la moderna y mejor equipada periferia, los granadinos también prefieren las remozadas y revitalizadas riberas urbanas del río Genil y las instalaciones y zonas verdes de los campus universitarios urbanos.

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3.3. Niveles o grado de satisfacción residencial en la actualidad

Algo más del 72% de las familias granadinas expresan que están satisfechas o muy satisfechas viviendo en los barrios dónde están. Este nivel o grado de satisfacción medio también se ha incrementado respecto a lo manifestado hace una década. Psicosocialmente ambas percepciones y valoraciones subjetivas tienen un verdadero valor científico. El que los valores de satisfacción residencial y de otro género normal- mente se “manifiesten” socialmente inflaccionados es normal, dada la tendencia natu- ral que tenemos los seres humanos a no hacer obstentanción pública de nuestras insatisfacciones, frustraciones y fracasos. Y por tanto, inconscientemente tendemos a manifestar nuestra satisfacción algo más exagerada de lo normal para autoconsolarnos, no culpabilizarnos y para dignamente no dar al prójimo una posible mala imagen de nuestra situación real, sobre todo cuando ésta no es todo lo buena que nosotros quisié- ramos. Para paliar en parte este sesgo, se les suele preguntar directamente acerca de su sensación de satisfacción personal, inquiriéndoles cuál es el grado de satisfacción que mayoritariamente tienen sus vecinos. Así, ellos también inconscientemente proyectan y transfieren en los otros su propio y más real grado de satisfacción y conformidad. De no hacerse así, se suelen obtener unos valores excesivamente extrapolados que tienen que aquilatarse y ajustase a la realidad dentro del mismo proceso de la Encues- ta. Nuestros resultados se obtuvieron de manera directa e indirecta, y fueron contras- tados y cruzados para evaluar las normales diferencias. Teniendo en cuenta que sólo un 3% no respondió, la cuarta parte de los granadi- nos dice no encontrarse satisfecha, por las razones que sean viviendo en su barrios. Este porcentajes se sitúa muy por debajo de otros estudios urbanos similares. Granada, en líneas generales, se ajusta al modelo de respuestas ya habitual que tiene una justificación basada en los niveles socioeconómicos existentes, aunque se detectan algunas atípicas disparidades. Así, a modo de lógica hipótesis, los barrios de clases obreras bajas y muy bajas serán los que obtengan unos más altos niveles de insatisfacción, ya residan en las periferias modernas, ya en los centros de viejos y degradados barrios históricos de la ciudad. Este sentimiento de insatisfacción se pro- duce por las razones obvias que ya todos aventuramos. Y por el contrario los barrios y urbanizaciones de clases altas y de condición elitista serán las que darán los índices más altos de satisfacción, según los mismos presupuestos discriminantemente territo- riales esgrimidos anteriormente, situados estos espacialmente en las nuevas áreas cen- trales, y en las actuaciones externas modernas, bien equipadas y de excelente accesi- bilidad. Este hipotético modelo formulado se cumple con bastante aproximación: el que los barrios obreros de los sectores urbanos periféricos del Norte y algunos del Sur dan, con toda clase de razones y motivaciones, los más altos porcentajes de insatisfacción. Son los barrios de viviendas sociales que integran los Polígonos residenciales, de actuación pública, con altos indices de conflictividad, marginalidad y subempleo de los Polígonos de la Cartuja, Almanjáyar, Casería de Montijo, Parque Nueva Granada, etc. Por el Sur, los barrios más antiguos, no promovidos ni planificados por los entes públicos, como El Zaidín, Santa Adela, la Hípica,… también dan elevados indices de

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PLANO II. ZONAS DE PASEO

insatisfacción. La orla Oeste, de los barrios de la Chana, se detecta lo mismo, así como el sector de la periferia Este, donde resaltan los marginales barrios de gran presencia gitana de Haza Grande, Sacromonte y El Fargue. Los barrios que integran el centro antiguo de la ciudad baja y alta, debido a su preocupante grado de degradación, abandono institucional y regresión demográfica, arrojan niveles de insatisfacción muy elevados. De esta negativa valoración, tan sólo se salvan los barrio del Albayzín, Hospital Real, y los renacentistas y barrocos núcleos de Duquesa-Magadalena y San Antón-Figares, todos ellos intensamente re- construidos y modificados los estatus de sus residentes debido a su inmejorable centralidad. Los muchos y variados barrios del ensanche burgués de primeros de siglo y de los años setenta y sobretodo los de clase alta reciente, que se distribuyen en las coronas exteriores y que no son de la periferia ni extrarradio urbano, son los que marcan los niveles más altos de satisfacción. Destacan los barrios de carísimas viviendas unifamiliares como son los de San Francisco, parte del Albayzín, Jardi- nes de Rolando, los Vergeles, etc., y los más centrales ya edificados en bloques, como Recogidas, Alhamar, Alminares, Parque Genil, Constitución, etc. (ver, PLA- NO III).

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PLANO III. NIVEL DE SATISFACCIÓN RESIDENCIAL

3.4. Las preferencias y los rechazos de espacios y zonas residenciales

Indagar desde el punto de vista de la percepción fenomenológica y existencial acerca de los espacios urbanos donde sus ciudadanos se irían o no se irían a vivir, si “idealmente” sus condiciones personales se lo permitieran, significa enfrentarse con modernas útiles concepciones como son la “topofilias”, “topofobias” y las “toponegligencias”. (YI FU TUAN & BUTTIMER, 1976), para el tratamiento del territorio según la valora- ción, el sentimiento y, en definitiva, el uso que las personas hacen de él. A resultas de la tabulación de una serie de preguntas sobre estos importantes temas y comparándolos con los resultados habidos anteriormente, hemos obtenido unos resultados que quedan descritos en los PLANO IV y PLANO V, y llegado a las siguientes conclusiones. Debido al fuerte arraigo mental y a la inercia de las concepciones y valoraciones psicosociales sobre el territorio, el ciudadano medio granadino apenas ha variado su percepciones de topofobia y de topofilia respecto a los diversos barrios y zonas de su ciudad respecto a lo que sentía y concebía hace una década. Tan sólo hay que destacar que ambas han bajado considerablemente en intensidad, sobretodo las de “rechazo”, en algo más de 15%.

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PLANO IV. PREFERENCIAS RESIDENCIALES

El significativo y extensamente poblado sector Norte de la ciudad, con su bien planificado y urbanizado territorio, pero afectado por los “etiquetados” y “proscritos barrios” que lo integran; habitados la mayoría de ellos por clases obreras de nivel social muy bajo, continúan viéndose como zonas repulsivas adonde prácticamente no se iría a vivir nadie. A mayor distancia le siguen, en rechazo, los diferentes y populares grandes barrios obreros de la Chana y el Zaidín. El resto de los variopintos y heterogéneos barrios plantean toponegligencias residenciales, debido al desconocimiento colectivo de sus estados de conservación y demás características. Ya que se debería evidenciar cierto rechazo, por ejemplo, sobre algunos sectores de los degradados y abandonados barrios del centro histórico. En cuanto a las preferencias residenciales, primordial y exclusivamente los ciudadanos granadinos preferimos y/o fantaseamos con poder vivir en las partes “nobles” del idílico barrio del Albayzín. En orden de preferencia le siguen los barrios de “prestigio” de la ciudad baja. Aunque siguen siendo los más deseados los mismos que la década anterior han perdido algún interés social porque han surgido otros nuevos. Los preferidos ahora lógicamente son los más nuevos y mejor edificados.

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PLANO V. RECHAZO RESIDENCIAL

Es de destacar que el Distrito Central, creemos que debido a las buenas actua- ciones de rehabilitación y reequipamiento, sigue teniendo una cada vez un mayor atractivo residencial, algo más que el resto de los barrios del ensanche moderno (Recogidas, Constitución, Alminares), que ya a principios de los noventa suscitaban claras topofilias

4. CONCLUSIONES:

Finalmente consideramos pertinente señalar las siguientes conclusiones:

– Granada es una ciudad con un alto nivel y grado confortabilidad. Los escasos barrios, calles y lugares que han sido mencionados como molestas y desagra- dables son de bajo peso y poca significación estadística. En conjunto, se han señalado seis barrios de especial consideración, siete calles y dos sitios o lugares como claramente molestos y desagradables, los cuales tienen una exígüa significación para el conjunto de la ciudad conformada por treinta y seis ba- rrios, varios cientos de calles e innumerables lugares.

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– La mayoría de los sitios y lugares que hace diez años habían sido ya conside- rados con cierto grado de “desagrabilidad” por las personas de entonces, en la actualidad han vuelto a ser mencionados y valoreados como tales, la mayoría de ellas aunque con menos valoración. – Las zonas más molestas y desagradables para transitar por ellas han estado condionadas por la prevalencia de dos factores: Los elementos morfológicos y fisonómicos urbanos y la consideración e imagen socioeconómica del barrios o lugar. – En primer lugar, paradójicamente, han señalado como molesto y desagradable al prestigioso barrio del Albyazín, debido a su escarpada localización, comple- jo entramado medieval, y a su viario irregular y sinuoso. – Por motivaciones de rechazo socioeconómico, en segundo lugar, han sido se- ñalados los barrios modernos y bien planificados del sector Norte, formados por varios polígonos residenciales con un exagerado carácter de marginalidad social. – Las zonas preferenciales por donde pasean los granadinos han variado en los últimos años. Actualmente, lo hacen mayoritariamente por sus respectivos ba- rrios, antes que por los tradicionales parques y lugares del centro histórico. – En segundo lugar, las principales plazas y más acogedoras calles del centro histórico funcional y administrativos siguen siendo lugares preferentes para el paseo en domingo y días festivos. – En tercer lugar, se observa una ampliación de estos lugares de paseo hacia la periferia de la ciudad. Concretamente hacia los recientes ensanches que po- seen: nuevas instalaciones, mayores espacios de paseo, donde se encuentran los nuevos parques modernos de la periferia urbana, dotados de mejores equipamientos, y mobiliario urbano más a tono a los tiempos que nos depara esta sociedad globalizada del siglo XXI. – Los niveles de satisfacción residencial actuales son muy elevados ya que, de cada diez entrevistados, más de siete nos confirman el positivo grado de con- fortabilidad de la ciudad de Granada. – En los barrios más antiguos y degradados, se manifiestan los niveles más altos de insatisfacción, seguidos por los modernos barrios obreros de la periferia, principalmente los del sector Norte. – Los que manifiestan el mayor grado de satisfacción residencial actual son los variados barrios del ensanche burgués de principio de siglo y los modernos que se ubican en las coronas exteriores de viviendas unifamiliares, seguidos por los barrios centrales de clases altas de edificaciones en bloque como Reco- gidas, Alhamar, Constitución, Alminares, etc.

Estas conclusiones nos animan a plantear dentro de la ciudad de Granada la necesidad de recuperar el carácter activo. Evitar esa pasividad, y recuperar al ciudada- no en la participación de las personas en la vida pública, para plantear y resolver las patologías, los problemas y conflictos sociales que tiene la ciudad, y colocar así al hombre como centro y eje del verdadero valor de la “polis”.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 263-279 278 FERNANDO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ; FRANCISCO JIMÉNEZ BAUTISTA

6. BIBLIOGRAFÍA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 263-279 ñlkasdfjñlaksf JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 281

JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA

ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS* Y JOSÉ NARANJO RAMÍREZ*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 281-324].

PALABRAS CLAVE: Naturalismo, glaciarismo, mantos de corrimiento, erosión, vegeta- ción, deforestación, hábitat, bloques-diagrama, “tours d’horizon”. KEY WORDS: Naturalism, glacierism, erosion, vegetation, deforestation, environment, diagram-blocks, tours d’horizon. MOTS CLEFS: Naturalisme, glaciologie, nappes de charriage, érosion, vegetation, deforestation, habitat, blocs-diagramme, tours d’horizon.

RESUMEN

Juan Carandell Pericay (1893-1937), geólogo y geógrafo ligado a la Institución Libre de Enseñanza, escribió unos trescientos títulos, con una actividad científica e intelectual muy polifacética: geología, geografía física, humana y regional, libros de viaje y excursiones peda- gógicas, semiología gráfica, divulgación científica y otras actividades intelectuales y artísticas. Una parte significativa de dichas obras estuvo dedicada a las Béticas, en general, y a Sierra Nevada en particular. Aspectos considerados por Carandell sobre Sierra Nevada son los relativos a su geología, geomorfología y tectónica, la erosión y sus causas físicas y humanas, la geografía humana –con especial importancia para el tema del hábitat– y otra variada gama de temas entre los que merece mención la faceta de las representaciones del paisaje, en todas las cuales demostró no sólo sus sólidos conocimientos geológicos y geográficos, sino incluso una calidad artística más que apreciable.

SUMMARY

Juan Carandell Pericay (1893-1937), a geologist and geographer attached to the Institu- ción Libre de Enseñanza, wrote some three hundred books, with a very versatil intellectual and scientific activity: geology, physical, political and regional geography, books of travels and pedagogical journeys, graphic semiology, scientific spreading, and other intellectual and artistic activities. A significant part of these works was devoted to the Betica regions, in general, and particularly to Sierra Nevada. Among those aspects of Sierra Nevada taken under consideration by Carandell we find its geology, geomorphology and tectonics; erosion and its physical and human causes; political geography –with special relevance for the question of the environment; and another wide range of topics among which his representations of the landscape stan out, all of them not only a

* Departamento de Geografía. Universidad de Córdoba.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 282 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ valuzble proof of his solid geological and geographic Knowledge but even of his rather substantial artistic qualification.

RÉSUMÉ

Juan Carandell Pericay (1893-1937), géologue et géographe rattaché a l’Institution Libre de l’Enseignement, a ecrit quelque trois cents titres, avec une activité scientifique et intellectuelle a plusierus facettes: géologie, géographie physique, humaine et régionale, livres de voyages et excursions pédagogiques, sémiologie graphique, divulgatione scientifique et autres activités intellectuelles et artistiques. Une part significative de ces oeuvres est dediée aux Betiques, en général, et a la Sierra Nevada en particulier. Les aspects considérés par Carandell sur la Sierra Nevada sont ceux relatifs a sa géologie, géomorphologie et tectonique, l’erosion et ses causes physiques et humaines, la géographie humaine –avec une particulière imprtance pour le thème de l’habitat– et une gamme variée de thèmes parmi lesquels merite d’etre mentionné l’aspect des reptésentations du paysage, dans touts lesquelles il a demontré non seulement ses solides connaissances géologiques et géographiques, mais aussi une qualité artistique plus qu’appréciable.

I. CARANDELL Y SIERRA NEVADA. APROXIMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

La figura y significación del geólogo y geógrafo Juan Carandell –catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cabra, primero, y de Córdo- ba, después– resulta cada vez más y mejor conocida en virtud de los distintos trabajos que, desde fecha relativamente reciente, hemos venido publicando. Como en ellos los rasgos biográficos básicos del autor se encuentran suficientemente esbozados, cree- mos poder omitir aquí esta referencia y remitimos a nuestras publicaciones sobre Carandell, que hasta la fecha son las que siguen:

1.ª 1992. “Don Juan Carandell Pericay (1893-1937), geólogo y geógrafo anda- luz”. Breve estudio con glosa y esquema del discurso de ingreso de Carandell en la Real Academia de Córdoba, titulado “Andalucía. Ensayo geográfico”. Contiene igualmente una semblanza biográfica y rasgos humanos y científi- cos del autor. 2.ª 1993. “Comentarios a ‘La Sierra de Cabra, centro geográfico de Andalucía’, de D. Juan Carandell Pericay”. A propósito del discurso de igual título –que igualmente se glosa y esquematiza–, se comentan los trabajos de Carandell acerca de la Subbética cordobesa, incardinando a aquél en el contexto del XIV Congreso Geológico Internacional, en el que participó muy activamente. 3.ª 1994. “Excursiones y viajes de Juan Carandell Pericay (1893-1937): Su excursión escolar a Córdoba, Sevilla Huelva y Riotinto en 1925”. Además de reproducir el texto de la mencionada excursión, se enumeran y clasifi- can las muchas excursiones del autor y se resaltan la alta consideración que, de acuerdo con el ideario institucionista, le merecen este tipo de actividades.

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4.ª 1995. “Naturalismo y naturalistas en Andalucía: Juan Carandell Pericay (1893- 1937)”. Consideración de Carandell en el contexto del naturalismo andaluz, caracterizando éste y glosando la extensa obra científica y didáctica del autor sobre Andalucía, obra que, por otra parte le erige en el geógrafo andaluz por excelencia del período que se estudia. 5.ª 1997. “Los estudios de Geografía Humana de Juan Carandell Pericay (1893- 1937)”. Análisis del proceso por el que el geólogo y geógrafo físico Carandell se adentra también en la geografía humana, considerando sus aportaciones a esta parte de la geografía, así como los rasgos epistemológicos más reseñables de las mismas. 6.ª 1999. “Juan Carandell Pericay y el paisaje de Córdoba”. Análisis del concep- to y alta significación que para Carandell tenía el paisaje, hasta el punto de referirse reiteradamente a sus “ansias de paisaje” y a la necesidad de crear “un archivo de paisaje”. Se considera igualmente la relación entre paisaje y literatura en nuestro autor, con especial mención a la obra de Juan Valera y Azorín sobre paisajes cordobeses. 7.ª “La obra de Juan Carandell Pericay (1893-1937) sobre Castilla (I). Escritos sobre la Sierra de Guadarrama”; y “La obra de Juan Carandell Pericay (1893- 1937) sobre Castilla (II). Su participación en el proyecto de investigación sobre el glaciarismo cuaternario español y otros escritos”. Castilla fue, en buena parte, el escenario de los primeros trabajos de investigación geológica de Carandell, razón por la que se consideran aquí sus aportaciones sobre este espacio geográfico, coincidentes, por otra parte, con otra faceta no menos interesante: su papel activo en uno de los pioneros proyectos de estudio del glaciarismo cuaternario español. 8.ª “La concepción geográfica de Andalucía y Cataluña en la obra de Juan Carandell Pericay. (1893-1937)”. Cataluña y su Ampurdán natales son para Carandell los modelos respecto a los que compara y valora cualquier otro paisaje, sociedad y cultura. Pero, al mismo tiempo, admira, se sorprende y queda atrapado por la geografía andaluza. Se considera aquí la evolución de la concepción y senti- mientos que ambos espacios geográficos despiertan en Carandell.

Pero en este catálogo de trabajos faltaba la referencia a un tema fundamental en su bibliografía: Sierra Nevada, cordillera que le atrajo desde el punto de vista científi- co y le cautivó desde el punto de vista estético, despertando en él las sensaciones y sentimientos más sublimes. No extrañará, por tanto, que sean variadas las obras de Carandell sobre las Cordilleras Béticas en general, si bien conviene advertir que, por nuestra parte, centraremos nuestra atención en aquellas en que es objeto de atención Sierra Nevada, obviando las que se refieren a las otras zonas del sistema. Ordenadas cronológicamente, las que nos interesan son las que siguen.

1.ª 1916: Los glaciares cuaternarios de Sierra Nevada. (en colaboración con OBERMAIER, H.). 2.ª 1920: La morfología de Sierra Nevada: ensayo de su interpretación tectónica.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 284 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ hacia el E. por el pliegue-falla Veleta- hacia el E. por pliegue-falla rmino, con los Barrancos de Valdecasillas, rmino, con los Barrancos de Mulhacén. Detrás, la depresión del Poqueira, el Valle del Lanjarón y a lo lejos el Mediterráneo. Valle Mulhacén. Detrás, la depresión del Poqueira, el Valdeinfierno, Guarnón y San Juan; la escarpa gigantesca de la Alcazaba y Mulhacén; la falla del Corral del Veleta, prolongada prolongada Veleta, del Corral Alcazaba y Mulhacén; la falla de la Guarnón y San Juan; la escarpa gigantesca Valdeinfierno, Panorama total de la Sierra Nevada: supuesto desde la Loma del Calvario, comprende de lleno la depresión del Genil en primer té comprende de lleno la depresión supuesto desde la Loma del Calvario, Nevada: total de la Sierra Panorama

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3.ª 1923: Sierra Nevada. Obra de C. BERNALDO DE QUIRÓS, que contiene una “Acuarela panorámica de Sierra Nevada desde la Sierra de Cabra, reali- zada por J. Carandell”. 4.ª 1923: El porvenir médico-social de la Sierra Nevada: bosques y sanatorios. 5.ª 1925: Las grandes reservas hidráulicas de la Alpujarra (Sierra Nevada). 6.ª 1925: La Sierra de Cabra, centro geográfico de Andalucía. 7.ª 1926: Sierra Nevada, Montblanc de España. 8.ª 1926: Sierra Nevada (de Granada a la cumbre del Veleta). 9.ª 1930: Andalucía: ensayo geográfico. 10.ª 1931: Formación geológica de los Béticos. 11.ª 1934: De Málaga a Sierra Nevada y retorno a Málaga. Viñetas de un itine rario muy rápido (I a III). 12.ª 1934: Ante dos centenarios que se avecinan: el de Boissier y el de Willkomm. 13.ª 1935: Las condiciones del modelado erosivo en la vertiente mediterránea de la Cordillera Bética. 14.ª 1935: El hábitat en Sierra Nevada. 15.ª 1936: Ligeras adiciones a El hábitat en la Sierra Nevada. 16.ª 1936: La lucha hidrográfica entre las cuencas atlántica y mediterránea a través de la vulnerable divisoria bética en las inmediaciones de Granada.

En relación con esta nómina de obras y como primera aproximación al tema, convenientes nos parecen las siguientes concreciones y aclaraciones:

• Todas están dedicadas específicamente al estudio de Sierra Nevada, a excep- ción de la 6.ª, 9.ª, 10.ª y 13.ª, que tienen un carácter más general, si bien en ellas el sistema nevadense ocupa un lugar fundamental y básico dentro del estudio global. • Por su extensión e importancia destacan la 1.ª, 2.ª y 14.ª, aunque la primera es, en realidad y sobre todo, obra de Obermaier, con quien colabora muy eficaz- mente el joven y entusiasta Carandell. Por su parte, las numeradas como 2.ª y 14.ª son, sin ningún género de dudas, de lo mejor que escribió Carandell, hasta el punto de que, en comparación con ellas, el resto de su producción sobre Sierra Nevada pierde notablemente significación. • El interés de la obra carandelliana se manifiesta en el hecho de que una buena parte de ella haya sido reeditada; es el caso de la 1.ª (con estudio preliminar muy útil de A. GÓMEZ ORTIZ), y de la 2.ª, 5.ª, 7.ª, 8.ª, 10.ª, 11.ª,14.ª y 15.ª, todas reunidas en un volumen y precedidas de un no muy significativo prólogo de F. Mayor Zaragoza. Debemos recordar, por otra parte, que esta obra de Carandell gana en significación al producirse cuando, científica y paisajísticamente, se tiene ya conciencia clara de la importancia de esta cordillera. Como recoge TITOS MARTÍNEZ (1990) en una sólida monografía, desde el siglo XVIII la sierra granadina atrajo a viajeros y eruditos –muchos de ellos extranjeros– que estudian y ensalzan este sistema montañoso desde los más diversos puntos de vista. Sin embargo el interés hispano no llega hasta finales del siglo XIX,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 286 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

momento en que surgen colectivos –ligados o alentados por la Institución Libre de Enseñanza– que promueven el excursionismo, fomentan el turismo en la sierra, etc., todo lo cual enlaza perfectamente con el naturalismo español y cuanto preconiza respecto al entendimiento científico, estético y cultural de la naturaleza. En el contexto del naturalismo andaluz y como un representante preclaro del mismo hay que situar la obra de Carandell (LÓPEZ ONTIVEROS, 1995). • La obra de Carandell sobre Sierra Nevada trata, fundamentalmente, de geolo- gía y geomorfología, aunque toca también aspectos de geografía humana y está llena de consideraciones de carácter paisajístico, todo ello en un estado de ánimo de permanente y continua exaltación estética que, por otra parte, suele ser vehículo para frecuentes remembranzas históricas. • No siendo excesivamente extensa esta obra, son sin embargo innegables dos realidades: la auténtica debilidad de Carandell por Sierra Nevada, hasta el punto de confesar que “ocupa en el alma del autor el lugar más excelso” (1925.a), y el hecho no menos significativo de habérsele considerado como un auténtico especialista en el tema, tal y como lo atestigua el erudito y apasiona- do penibetista Fidel Fernández (FERNÁNDEZ, 1992).

II. GEOLOGÍA Y GEMORFOLOGÍA DE SIERRA NEVADA EN EL CONTEXTO DEL RELIEVE ANDALUZ.

“El Sistema Penibético es la rama superior de una parábola cuyo eje señalan el Estrecho de Gibraltar y la isla de Alborán. Su simétrica constituye el arco Yebálico- rifeño. Es la arruga levantada entre las mesetas Ibérica, Marroquí y Sud-Oranesa –quizá anastomosadas por debajo del Atlántico– y un pilar que mientras desaparece, en parte, bajo las aguas del Mediterráneo occidental, se yergue más hacia el E. para formar el macizo de las islas de Cerdeña y Córcega”. (CARANDELL, 1920).

Es ésta una de las primeras descripciones que Carandell hace de Sierra Nevada. Su carácter claramente fisiográfico, nos da pie para recordar que, de acuerdo con su formación académica, los estudios de geología –junto con los dedicados a excursio- nes, complementarios de aquéllos– ocupan un lugar de privilegio en la más temprana producción carandelliana. Pero también la geomorfología atrae igualmente su aten- ción, con especial predilección por la morfología fluvial, argumento que le sirve para mostrar una extrema sensibilidad al problema de la erosión de las vertientes. Escribe, igualmente, sobre las terrazas cuaternarias, al tiempo que realiza algunas observacio- nes sagaces y poco conocidas sobre geomorfología litoral en la costa de Málaga. Mención especial merecen los preciosos estudios morfológicos generales sobre comarcas andaluzas, en los que el análisis humano o “antropogeográfico” no oscurece las aportaciones respecto a su configuración geológica o geomorfológica. Entre los referidos a las Béticas nos interesa especialmente ahora el dedicado a las Alpujarras, comarca a la que dedica también atención permanente y de la que son muy numerosas

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Núm1. Corte desde Granada hasta el Veleta, pasando por los Peñones de San Franciso, según Drasche.

Núm. 2. Corte transversal de la cuenca del alto Genil.

Núm. 3. Corte transversal desde la Vega granadina hasta el valle de Trevélez.

Núm. 4. Corte longitudinal-sagital de la Sierra Nevada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 288 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ las alusiones. Y junto a estas aportaciones de carácter casi monográfico, crucial es también la contribución de Carandell a la síntesis y ordenación del relieve andaluz, realizada en una época todavía vacilante en la esencial terminología de sus principales unidades y verdaderamente caótica respecto a las desordenadas Cordilleras Béticas. Esta ordenación nos interesa por sí misma, pero sobre todo como instrumento para ver cómo Carandell sitúa y engarza Sierra Nevada en el conjunto de la orografía andaluza. Ello lo hace, por primera vez, en una conferencia (CARANDELL, 1925.b) en la que, después del exordio, considera el panorama que se contempla desde el Picacho de la Virgen de la Sierra de Cabra (Córdoba), realizando un círculo panorámico o “tour d’horizon” y explicando lo que en cada dirección se divisa. Pues bien, en el cuadrante nordeste, tras considerar la Meseta Ibérica, la Campiña cordobesa y otras unidades del relieve andaluz, encuentra Sierra Nevada en el horizonte y, tras una evocación literaria con poemas de Villaespesa y Machado, escribe:

“¿Qué indica su silueta al describir el arco que desde un zócalo de 600 m sobre el mar –las terrazas de Guadix y de Granada– abarca una cuerda de 80 km y culmina hasta los 3.481 m en el Muley Hacén, el pico que recuerda el penúltimo de los reyes moros? ¿Qué nos dice ese trazo continuo, seguro de sí mismo, sin fracasos de línea, sin cortadu- ras aparentes, sin soluciones de continuidad? La Sierra Nevada, núcleo del Sistema Bético, de los Alpes andaluces, está constitui- da por pizarras cristalinas, es decir, metamorfoseadas bajo las presiones orogénicas repetidas por dos veces al final de la era paleozoica y a mediados de la era terciaria; la Sierra Nevada es un formidable domo anticlinal, cuyas proporciones quizá podamos calificarlas de fabulosas, pues acaso no tenga par en el planeta; en su superficie, la glaciación cuaternaria, no habría hecho apenas más que abrir ligeras heridas, cual levísimos rasguños producidos por una lanceta en la epidermis”. (CARANDEL, 1915.b)

La síntesis del relieve andaluz a que aspiró Carandell en esta obra, quedó más completa en su discurso de ingreso en la Real Academia de Córdoba, en el cual realiza mentalmente dos cortes meridianos de la región, uno de Norte a Sur, con punto de vista en las Ermitas de Córdoba, y otro de Sur a Norte, situando al espectador en Sierra Nevada. En el corte Norte-Sur se abordan los grandes elementos del relieve andaluz, se reflexiona sobre las dos andalucías tectónicas (la africana o alpina y la europea o herciniana) y dedica a Sierra Nevada estos párrafos.

“(…) Y ahora sí que podemos contemplar a nuestro sabor la majestuosa Sierra Nevada, que se nos presenta como una cúpula de serenidad de perfiles verdaderamente inaudita, sobre la cual se posa el manto inmaculado de la nieve. (…) Pero hagamos la segunda etapa de nuestro vuelo y lancémonos al espacio en demanda del Pico del Veleta, gemelo del Mulhacén, a los 3.470 m sobre el mar, once menos que la reina de las cumbres españolas, y cualquiera de ambas reputable de Montblanc de España. (…) (…) y cuando lleguemos a la pequeña meseta del Picacho del Veleta (…) la nieve deslumbra los ojos: imponentes tajos señalan las colosales fracturas que el macizo ocultaba a nuestra mirada; aquí y allá unos círculos negros, en los que flotan témpanos

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de hielo verdosos como esmeraldas, señalan otras tantas lagunas que algún día trocarán su inútil quietud en colosal energía eléctrica; lagunas en cuyos espejos todavía parece reflejarse por las noches el espíritu de Muley Hacén, padre de Boabdil. Y ahora he de deciros que si Andalucía resume a toda España porque tiene en su suelo elementos de toda la Península (…), la Sierra Nevada se viste con flores que no solamente resumen las de la Península, sino las de Europa y hasta las del mundo entero (…). Decíamos que el Macizo de Sierra Nevada es una inmensa cúpula y añadimos ahora que está formada por pizarras en que brillan la mica, el anfibol y el granate. Si desde lejos, cuando estábamos en el Picacho de la Sierra de Cabra, la veíamos como níveo pecho, ahora, desde el Veleta, por doquier atisbamos concavidades, en cuyo fondo se albergan lagunas, a más de 2.800 m en general. Estas lagunas y estos circos representan el resultado de la labor de modelación iniciada por esa misma nieve cuando, en los tiempos en que apareció el hombre, el clima más frío y más húmedo que hoy, permitía la congelación, el endurecimiento propio de los glaciares”. (CARANDELL, 1930.a)

Introducido ya el tema de Carandell y Sierra Nevada, corresponde ahora un estudio de mayor detalle de las aportaciones de nuestro autor, para lo cual seguiremos un orden cronológico que, como podremos comprobar, también es significativo temá- tica y epistemológicamente.

II.1. La colaboración en el estudio del glaciarismo cuaternario

Ésta fue –como colaborador de Obermaier (1914-1915) y dentro de un programa más amplio de estudio de la glaciología cuaternaria patrocinado por la Junta para la Ampliación de Estudios– su primera investigación sobre Sierra Nevada. La introducción de GÓMEZ ORTIZ1 a la reedición de esta obra (CARANDELL, 1916.b) nos releva de intentar nosotros el acercamiento a cualquier otra faceta que no sea la de la participación de Carandell. En este aspecto, nuestro autor fue el colaborador permanente de Obermaier en el estudio del glaciarismo, ocupándose conjuntamente de temas como la climatología cuaternaria en España (1915), el glaciarismo en la Sierra de Gredos (1916.a), el glaciarismo cuaternario en la Cordillera Central (1917.a) y los glaciares en la Sierra de Guadarrama (1917.b). Por último, Carandell –en colaboración ahora con Gómez de Llarena– se ocupó igualmente del glaciarismo en los Montes Ibéricos y, como autor único, estudió los glaciares de la Sierra de Béjar (1924.a y 1924.b)2. Centrándonos en Sierra Nevada (1916.b), la excursión para su estudio glaciar –“precipitada e insuficiente”, dicen– se realizó en agosto de 1915. A pesar de que el viaje lo consideraron sólo como un “avance”, necesitándose de otras excursiones para

1. “Hugo Obermaier Grat (1877-1946): su contribución al conocimiento del glaciarismo de las montañas españolas y particularmente de Sierra Nevada”. 2. La producción carandelliana sobre Castilla ha sido objetivo ya de nuestra atención en dos trabajos presentados como colaboración en el Homenaje al Prof. D. J. García Fernández, de próxima publicación.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 290 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ un estudio definitivo, hablando incluso de la “generalidad de nuestro estudio”, la verdad es que su contenido y logros son notables en relación con el resto de las publicaciones sobre el glaciarismo español. Se detectan y describen nueve aparatos glaciares en la vertiente meridional y siete en la occidental y septentrional, de los cuales se consideran su situación geográfica y dirección del derrame, características del circo, formas glaciares generadas, conserva- ción de las morrenas, etc. Con todos estos datos el objetivo es, además de una recapi- tulación sobre el fenómeno glaciológico en conjunto, establecer el límite de nieves perpetuas cuaternarias y actuales. Temas que se abordan para conseguirlo son:

a) Datos de precipitaciones, temperaturas y dirección de los vientos en regiones vecinas a Sierra Nevada. b) Vegetación y cultivos en Sierra Nevada. Sus límites altimétricos. c) Estudio con especial atención del Corral del Veleta, buscando respuesta a la pregunta ¿alberga el Veleta un glaciar –el más meridional de Europa–? La conclusión es descartar su condición de glaciar en la fecha en que lo estudian, cuando no era ya sino una masa de hielo muerta, sin movimiento ni fluctua- ciones. d) Se fija el límite probable de las nieves perpetuas cuaternarias y actuales, con un claro contraste entre las dos vertientes. Tras comparar la situación en Sierra Nevada con la de las demás cordilleras alpinas, donde los glaciares actuales están 1.200 m por encima de la situación que tuvieron en el Cuaternario, resulta que nuestra gran cordillera no llega a penetrar en la región de las nieves perpetuas. Las manchas de nieves que perduran año tras año, en conse- cuencia, no pasan de ser compactos ventisqueros. e) Se consideran y critican las tres ideas o corrientes de opinión clásicas sobre el glaciarismo nevadense: existencia de una morrena frontal en la Alhambra, negación de la existencia real y positiva del glaciarismo cuaternario en Sierra Nevada y, finalmente, la que reduce los límites de la intensidad del fenómeno a las alturas máximas, negando un glaciarismo regional y difuso. f) Respecto al posible poliglaciarismo de Sierra Nevada, se considera que las huellas conservadas pertenecen a la última glaciación, aunque apuntan como probable que estudios más detallados y minuciosos permitiesen identificar glaciaciones anteriores. g) Se rechazan los posibles indicios glaciares en otras regiones levantino-andalu- zas.

Como síntesis de cuanto hemos expuesto, GÓMEZ ORTIZ (”Estudio Preliminar” a 1916.b) hace el siguiente balance de las aportaciones de Obermaier y Carandell:

“Muchas de las observaciones e interpretaciones (…) mantienen aún hoy plena vigencia y continúan siendo puntos de referencia obligados. En tal sentido, debe reseñarse que su estudio constituye la primera interpretación sistemática de la dinámica glaciar nevadense, contemplándose el tema en sus términos precisos.

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Es cierto que algunas de sus conclusiones pueden ser hoy motivo de crítica y revi- sión, por ejemplo, el tema del alcance cubierto por algunos sistemas glaciares, como el del Poqueira, o el trasvase de hielos de la cuenca del Monachil a la del San Juan y Hoya de la Mora (…). También hay que resaltar (…) el rigor que en todo momento preside su discurso (…). Es de admirar la capacidad de interpretación y de relación de los hechos (…). Sin lugar a dudas, la contribución de Obermaier (y Carandell) al conocimiento de los glaciares de Sierra Nevada resultó decisiva, particularmente para el mejor entendi- miento de los procesos geomórficos cuaternarios, pues gracias a él (se sentaron las bases) de la glaciología moderna en la Sierra Nevada”. (GÓMEZ ORTIZ, 1997)

Y en otro trabajo más reciente, resultado de la colaboración entre el mismo GÓMEZ ORTIZ con SALVADOR Y FRANCH (1998), se incide de nuevo en la validez de los estudios de Obermaier y Carandell cuando, con explícita referencia a estos dos autores, se escribe:

“Las referencias al glaciarismo de la Sierra se remontan a mediados del siglo XIX (…), aunque es a partir de los primeros decenios del presente (OBERMAIER & CARANDELL, 1916) cuando las aportaciones a su morfología adquieren mayor rigor y relevancia”.

Por su parte, Obermaier, sin el concurso de Carandell, escribió otras obras sobre glaciarismo en la Península, pero son de carácter menor o tienen carácter sintético. En todo caso, de las aquí reseñadas no cabe duda que Obermaier, investigador avezado y brillante, es el artífice principal, mientras que Carandell, bisoño y ayuno de conoci- mientos glaciológicos, es su auxiliar. Como tal maestro reconoce Carandell a Obermaier en los agradecimientos del estudio sobre los Montes Ibéricos y, por su parte, éste considera como discípulo a Carandell tanto en el prefacio a la obra de Gredos como a propósito del estudio sobre Sierra Nevada, donde escribe:

“Mi colaborador D. Juan Carandell se prestó a acompañarme nuevamente para rea- lizar estas investigaciones glaciológicas comenzadas en los Picos de Europa, prosegui- das en la Cordillera Central y reanudadas en la Penibética últimamente. Bien sabe cuanto aprecio su valioso concurso en el campo y en el laboratorio”.

II.2. Interpretación tectónica de Sierra Nevada. De la autoctonía tradicional a la aloctonía

La formación como geólogo de Carandell fue totalmente clásica y, como él mis- mo reconoce, sus primeras investigaciones se realizan bajo los presupuestos de la autoctonía tradicional, óptica desde la que aborda una de sus obras más representati- vas (CARANDELL, 1920). Se inicia ésta con una descripción fisiográfica en la que identifica la cordillera, la sitúa en su entorno y establece las conexiones con el Siste- ma Ibérico (Sierra de Carche), Sierra Morena (Sierra de Segura, Sierra de Alcaraz y

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Macizo de la Sagra), Sierra de Cazorla (extremo oriental del Sistema Diagonal Bético), fossés u hoyas de Cúllar-Baza y Guadix, etc. Considera igualmente los rasgos hidrográficos e identifica las distintas unidades del sistema: Sierra de Filabres y Sierra Nevada propiamente dicha, así como las sierras que se levantan por el S. y el O. De todo este conjunto –precisa Carandell– será objeto de estudio estrictamente el espacio compren- dido entre el Puerto de la Ragua y la Vega de Granada. En el apartado dedicado al “relieve y la erosión”, empieza por identificar las tres partes de Sierra Nevada: a) zona central, gneísica y micácica, la sierra por excelencia; b) la zona triásica, dolomítica y calcárea, circundando por el O. al núcleo pizarreño; c) la zona terciaria, miocena y arcillosa, que abraza la base occidental de la cordillera sirviéndole de “zócalo”. La consideración de la clara dualidad entre hidrografía de la vertiente atlántica (Genil) y mediterránea (Guadalfeo) le permite describir y explicar, además, los tres tipos de paisaje resultantes. Demostrativo del conocimiento que Carandell tiene de Sierra Nevada es el apar- tado dedicado a la “variedad de aspectos de Sierra Nevada”, cuyo argumento básico – la diferente percepción que se tiene de la cordillera según el punto de vista del observador– sirve para preparar la interpretación tectónica posterior.

“La verdadera Sierra Nevada (…) presenta el pesado relieve de un gigantesco mono- lito de pizarras cristalinas (…). En aquellos lugares en que las profundas y recientes fracturas o los talwegs de los ríos han turbado la monótona fisonomía propia de un anticlinal de radio inmenso, el relieve es de tal manera abrupto que, no ya en España, quizá ni en los Alpes hay ejemplos más patentes. En otros sitios la Sierra Nevada se nos presenta de un modo distinto, como una loma gigantesca en cuya superficie la hidrografía apenas ha tenido tiempo geológico suficien- te para diversificar y animar su relieve uniforme y pesado. A este respecto, ¿quién que desde la vega granadina contemple Sierra Nevada, podrá descubrir en su faz occidental otra belleza que el tumultuoso relieve del paisaje secunda- rio, extraño a ella misma, metamórfica, pizarreña? ¿Quién imaginaría que el perfil suavísimo con que se ofrece a la vista entre el Picacho del Veleta y el Cerro del Caballo, disimula una sucesión de resaltes, a favor de los cuales adquiere el paisaje una plenitud de que la loma carece? ¿Quién sospechará que aquellos picos, de redondeado perfil, con otros que asemejan mogotes imprecisos y esfumados (los Tajos Altos, por ejemplo), se nos presentarán con una bravura inaudita cuando nos dispongamos a remontar la Sierra por otros puntos, o cuando se nos aparezcan, desconocidos, desde las distintas estacio- nes de nuestro itinerario?

Con este punto de partida, Carandell realiza un análisis exhaustivo y minucioso de Sierra Nevada, simulando el ascenso por el talweg del río Monachil o por el curso del Dílar: barrancos, formas glaciares, Peñones de San Francisco, Corral y Picacho del Veleta, desde donde describe los “dos enormes escarpes verticales (…) que son línea frontera de los dos tipos morfológicos que se dan en Sierra Nevada, el vosguiense, propio de montaña media, y el alpino, escarpado y ceñudo”. Continúa la descripción por el cauce alto del Genil y los barrancos que lo alimentan, comparándolos con la

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 293 cuenca del Poqueira, dirigidos de N. a S. y con otras tantas cuchillas divisorias inter- medias. Finaliza la visión desde el Veleta con la perspectiva que, hacia el S., nos ofrecen los “tajos” (de la Virgen, del Nevero, Tajos Altos…) con las huellas de los hielos cuaternarios. La misma Sierra, vista ahora desde el Mulhacén, ostentará igualmente la gala de sus contrastes. Ascendiendo por Ugíjar y cauce del Guadalfeo, la noción de “cerro” o “picacho” se justifica plenamente ante la perspectiva que por el E. ofrecen las culmi- naciones. No se advierte otro relieve que la Loma del Mulhacén, del que apenas destaca el propio pico o la Alcazaba; el relieve es monótono, con lomas de superficie uniforme, sin otra perturbación que algunos barrancos procedentes de las lagunas superiores. Pero todo cambia cuando se alcanza la cumbre del Mulhacén: la suave marcha de las últimas decenas de metros se ve interrumpida inopinadamente por el violento desgaje ante el cual se abre la fosa del Genil, con un paisaje ya plenamente alpino.

“Resumiendo (…), creemos poder sentar, por vía de conclusión a nuestras observa- ciones, que la Sierra Nevada es un block-mountain originalísimo, que presenta una faz convexa desde todos los puntos de observación exteriores a ella, con tipo de montaña media como relieve dominante hasta las alturas máximas, y que sólo por circunstancias tectónicas, asociadas a erosiones intensas, guarda en su interior el relieve alpino, que predomina particularmente en la región septentrional del ingente macizo”.

En cuanto a su interpretación tectónica, tras un recorrido por los más significa- dos autores, Carandell entiende que Sierra Nevada es un anticlinal herciniano-alpino. La abundancia de acantilados y valles disimétricos no traduce gigantescos cataclismos geológicos; lo que ocurre es que las fallas han sido exageradas por la erosión intensa derivada de la proximidad de los niveles de base establecidos en el Plioceno por la comunicación entre Atlántico y Mediterráneo. Con esta base nuestro autor formula una serie de hipótesis:

1.ª Sierra Nevada fue una de las cadenas hercinianas, con el típico rumbo armoricano NO-SE. 2.ª En la Era Secundaria se fragmenta la cordillera y se peniplaniza. La falla del Guadalquivir y otras separaron de la Meseta española y de la marroquí un gran macizo. Al final de la Era Secundaria Sierra Nevada sería un anticlinal desmantelado, dirigido de NO a SE, en el que la erosión habría decapitado la parte superior paleozoica y descubierto tramos más antiguos. 3.ª Las fuerzas alpinas actuaron en dirección SE-NO, perpendicular a la que había arrumbado los pliegues armoricanos. Hubo, pues, una yuxtaposición de fuerzas de edad y dirección distintas. 4.ª El macizo, ante estos empujes oblicuos o transversales, no puede plegarse de nuevo, pero se abomba y adquiere caracteres de un enorme pitón braquianticlinal. Siguiendo los esfuerzos, el anticlinal se alabea (resbalando sus extremos a lo largo de las antiguas direcciones hercinianas). La parte de la Alpujarra tiende

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 294 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

Primera fase. Orogénesis armoricana: dirección de los pliegues arcaicos con algunos tramos paleozoicos de NO a SE.

Segunda fase. Erosión durante la era secundaria y ablación de los tramos paleozoicos superiores; penillanura.

Tercera fase. Orogénesis alpina: alabeamiento de los antiguos pliegues hercinianos y plegamiento de los estratos depositados durante la fase de penillanura de la era secundaria. Formación del gran pliegue-falla entre el Veleta y el Mulhacén, dirigido de O SO a E NE, cuya representación genuina es el Puntal de la Caldera. Este pliegue, que afecta sólo a las capas superiores de las pizarras micáceas, es exclusivamente alpino. Nótese que las alturas máximas corresponde a los alabeamientos: Cerro del Caballo, al S del Veleta; Mojonera, su homólogo, al N del Mulhacén. La Loma de Monachil, al N del Veleta, y la Loma del Mulhacén, al S de éste, son los relieves menos acentuados, correspondientes a porciones suaves del pliegue alabeado.

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a tumbarse hacia el O., en tanto que la porción oriental de la cordillera –Mulhacén, Alcazaba, etc.– se plegaría cayendo hacia el E. El alabeamiento produjo grandes diaclasas verticales y desplazamientos en el plano horizon- tal. Al N. se produce una falla de esta clase en la cuenca alta del Genil y otra al S. que determinará el curso superior del Guadalfeo, separando Sierra Ne- vada de Lújar y Contraviesa. En la parte media del anticlinal surge un plie- gue-falla tumbado hacia el Norte (vestigios son las encrespadas pizarras del Puntal de la Caldera y la gran cortadura entre el Mulhacén y el Veleta). Los restos del anticlinal se reconocen por la simetría de formas que ofrecen el Veleta y el Mulhacén. Contemporánea es también la formación de diques peridotíticos que aparecen a modo de cicatrices de las fallas que la cruzan: Barranco de San Juan, Crestones de Río Seco y otros.

La considerable elevación en bloque experimentada (unos 1.000 m) repercute en el régimen hidrográfico. El Genil aprovechó el desgaje horizontal o falla paralela al pliegue transversal del macizo para ahondar su cauce más que ningún otro, forzando profundos perfiles en los barrancos subordinados, de ahí el aspecto agreste, salvaje y alpino de la parte septentrional de la Sierra. El Poqueira, por su parte, corre a lo largo de una simple línea de máxima pendiente –no por el hilo de una falla–, por lo que ni él ni sus afluentes han disecado tanto la región alpujarreña. El resumen tectónico de Carandell es que la Sierra Nevada

“ha sufrido dos fases diastróficas (herciniana y alpina) separadas por un estadio de penillanura (Era Secundaria). La orogénesis alpina ocasionó la surrección del arrasado anticlinal herciniano, no estrujándolo más, es decir, no plegándolo en sí mismo, sino (…) consiguiendo tan sólo el arqueamiento del eje y el ensanchamiento del anticlinal herciniano, que se transformó así en un domo o braquianticlinal cuyo polo estaría entre el Veleta y el Mulhacén. La ausencia de corrimientos se justifica por estos hechos, que no pudieron dar lugar sino a esfuerzos y tracciones traducidos en fallas horizontales y verticales. Ejemplo de las primeras son las del Alto Genil y la del Guadalfeo. Y de las segundas, la que existe entre el Mulhacén y el Veleta. A lo largo del plano vertical de ésta hundiose parte del domo anticlinal, formándose la fosa o cubeta de recepción del río Genil, único teatro de perturbación tectónica. El resto de la zona central de la Sierra Nevada puede decirse que quedó intacto, todo lo más, nuevamente moldeado bajo las presiones alpinas”.

La erosión se encargaría, según Carandell, de culminar este proceso, modelando definitivamente la cordillera hasta darle la apariencia actual. Nuestro juicio sobre este artículo es que se trata de un trabajo desigual, en el que Carandell puso todo su esfuerzo e ilusión, intentando “echar el resto” para lograr una interpretación realmente definitiva. Como resultado, existen por supuesto logros muy importantes, sobre todo los que se refieren a los aspectos tectónicos y al aparato gráfico aportado, realmente espectacular. Pero todo este esfuerzo y estos logros que-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 296 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ darán oscurecidos por su defensa a ultranza de las interpretaciones fijistas y autoctonistas3, las cuales fueron, no obstante, la base de algunos elogios que le dedica Hernández Pacheco, reacio también a la aceptación de las nuevas teorías:

“Es el resultado de propias observaciones, expuestas con criterio personal, libre de los prejuicios que intoxicaron a no pocos geólogos por el desarrollo exagerado que adquirió, a la terminación de la guerra europea del 14-18, la teoría de los grandes empujes orogénicos y de corrimientos de ingentes paquetes de estratos de la corteza terrestre a distancia, en la horizontal, de muchos kilómetros”. (HERNÁNDEZ PACHECO, 1942).

Pero este posicionamiento fijista de Carandell cambia a raíz del XIV Congreso Geológico Internacional (1926), evento que le supondrá un cambio epistemológico radical. Recuérdese al respecto que es ésta ya la tercera fase (1926-1936) en el cono- cimiento geológico de las Béticas4 (SOLÉ SABARÍS, 1942), marcada por el mencio- nado Congreso, en el que, al decir de Carandell, irrumpen “verdaderas falanges de sabios” para estudiar sobre todo aspectos tectónicos de la cordillera. Significa, por tanto, el sometimiento de la cordillera al análisis de los científicos de primera fila en el mundo. Este cambio en los presupuestos geológicos de Carandell (Véase LÓPEZ ONTIVEROS, 1995) es reconocido en varias de sus obras. Por ejemplo, en un trabajo de divulgación periodística, trata sobre la cuestión y escribe:

“Antes de 1915 (…) las ideas acerca de la Sierra Nevada eran, en el marco de la ciencia geológica, ideas estáticas: Sierra Nevada constituía una inmensa bóveda o cúpula de pizarras micáceas (…). Sobre tan robustos cimientos descansarían las sierras calizas (….). Todas en su sitio, tal que abolladuras o tumefacciones en la corteza terrestre (…). Del año 15 para acá, durante la posguerra, geólogos suizos, alemanes, franceses y holan- deses han hecho de Sierra Nevada una nueva Meca. (…) De entonces para acá nuestra gran cordillera española (…) sería un pliegue inmenso empujado desde Africa hacia la gigantesca escollera de Sierra Morena. Cual masas de ejércitos atacantes, sobre la oleada pizarreña habrían sido lanzadas otras, y otra aún, oleadas calizas”. (CARANDELL, 1934).

En cualquier caso, la obra que mejor recoge el cambio epistemológico del fijismo clásico al movilismo moderno es su artículo “Formación geológica de los Béticos”, en el que escribe:

3. Recuérdese el párrafo ya citado antes: “La ausencia de corrimientos se justifica por estos hechos, que no pudieron dar lugar lino a esfuerzos y tracciones traducidos en fallas horizontales”. 4. La primera (1880-1900) viene como consecuencia del descubrimiento de la cordillera por parte de los geólogos encargados de levantar el mapa geológico de España 1:400.000 y en el qu eintervienen Macpherson, Mallada, Donayre, Cortázar, Turín, Orueta, Gavala, Nickles, Douvillé, Kilian, etc.; la segunda etapa viene marcada por los trabajos de la Comisión de Ciencias de París tras los terremotos en Andalucía de 1884, con los geólogos más importantes de la época (Barrois, Michel Levy, Bergeron, Bertrand, etc.).

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“Y yo, geólogo, confieso que hasta 1926, año del Congreso Geológico Internacional celebrado en Madrid, jamás osé mirar las cordilleras andaluzas genuinas (…) con mira- da audazmente moderna, antes bien, me atuve a lo que era clásico, pero arrinconado ya en los fastos de la ciencia europea. Para mí Sierra Nevada (…) estaba poco menos que ‘in situ’, a pesar de conocer lo poco que en España se había hecho con arreglo a las modernas concepciones movilistas o teoría de los corrimientos”. (CARANDELL, 1931).

Tras este reconocimiento, Carandell expone en la obra de referencia su nueva interpretación de lo que, como los Alpes, cree debe denominarse “Los Béticos”, para cuya comprensión elabora distintos símiles5 que permiten imaginar plásticamente la teoría de Wegener-Argand-Staub, concluyendo que lo único que está “in situ” es la parte más profunda de Sierra Nevada y las Alpujarras hasta el mar, “la zona de las raíces”. Las ideas más representativas de este trabajo son:

• El Veleta y el Mulhacén, sobre una zona profunda autóctona, pertenecen a la primera oleada; avanzaron sobre un farallón fijo, lo desbordaron y rebasaron, llegando hasta más al N. de Granada. Después, de las Alpujarras (y del mar) surge otra oleada; avanza, se alabea, se rompe sobre la anterior, la recubre y avanza hasta el mismo límite que la primera (Sierra de Santa, Fe, Trevenque, Purche, Dornajo…). Por último una tercera oleada, nacida en el litoral grana- dino, avanza arrastrándose sobre la anterior y llega hasta Jaén y Córdoba. • Carandell, distingue –al igual que en los Alpes– tres grandes unidades estruc- turales o escamas. La más antigua es la del Veleta, con los sedimentos pennínicos y la montaña autóctona en profundidad. Sobre ella sigue el recubrimiento de Granada, con terrenos cristalinos, paleozoicos y triásicos por el S. –el núcleo de dicho recubrimiento– y sólo triásico al N. Sobre éste “corrimiento” de Granada, por el S., O. y E., la sierra de las Estancias y la de Málaga, a modo de núcleo cristalino de la zona caliza subbética, junto con esta misma zona subbética constituyen la tercera unidad estructural o escama. • El recubrimiento bético rodea por el O., N. y E. a la unidad de Granada, que a su vez ha desaparecido por la erosión en la cúspide de Sierra Nevada, lo que permite reconocer la unidad bética más profunda, la zona pennínica del Veleta. Sierra Nevada es como una ventana o desgarradura que permite ver lo que había debajo de las oleadas que avanzaron hacia el N. La Sierra Nevada y Filabres es lo que estaba debajo.

El gran paso epistemológico ya estaba dado y, de hecho, en su “Andalucía: Ensayo Geográfico”, el relieve de la región andaluza es contemplado ya desde esta

5. Olas congeladas que pasan unas sobre las otras; un libro sobre el tapete de la mesa se acerca a otro libro más pesado que debe resistir el empuje. El tapete se arrugará; y si sobre el tapete hay cuartillas sueltas, éstas se plegarán, montarán sobre el libro pesado y quieto y hasta avanzarán por encima.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 298 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ A. Estereograma tectónico de la Sierra Nevada; B. Pliegue del Puntal de la Caldera. B. Pliegue A. Estereograma tectónico de la Sierra Nevada;

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óptica, la cual también constituye la base de presentación de los Béticos que precede a la interpretación de una previsible captura de las aguas del Genil por las del Guadalfeo (CARANDELL, 1936.b). Sin embargo, a decir verdad, parece que Carandell no aportó mucho en esta materia (fijismo/movilismo)6, aunque actuó como gran divulgador, fertilizando el naturalismo geográfico andaluz con esta nueva savia, explicitada tam- bién en notas, conferencias y traducciones (LÓPEZ ONTIVEROS, 1995).

III. LA EROSIÓN EN SIERRA NEVADA. ASPECTOS FÍSICOS Y HUMANOS

Aunque la erosión podría ser considerada dentro del capítulo de la geomorfología, la estudiamos aparte dada la preocupación que Carandell demostró por el tema y, sobre todo, porque en Andalucía y en Sierra Nevada la erosión no sólo está ligada a factores físicos sino también, y muy especialmente, a factores humanos. Efectivamente, la ero- sión fue un tema obsesivo de Carandell, que aparece en su bibliografía a veces individualizadamente y, a veces, como parte del mecanismo morfogenético general. Así, en la obra ya reseñada (CARANDELL, 1920) relativa a la interpretación tectónica de Sierra Nevada, básico en su línea argumental es el estudio de los niveles de base de los ríos penibéticos, identificando la dualidad entre los ríos de la vertiente atlántica o del Genil y los de la vertiente mediterránea o del Guadalfeo, conservando esta última el carácter torrencial que le impone su trazado transversal a los ejes costeros. Parece incontestable que la dualidad de comportamientos erosivos influye claramente en los diversos paisajes de la Sierra, quedando perfiladas ya las causas físicas que la propician, causas de las que ofrece también una buena síntesis en su estudio sobre el hábitat (1935.b): litología muy sensible (pizarras, formaciones calcáreas y arcillosas), altitud y pendientes, tectónica reciente, vertientes no totalmente regularizadas, etc. Pero Carandell también tiene trabajos específicamente dedicados a la erosión; en uno de ellos (1935.a) se busca la caracterización del modelado en la vertiente medite- rránea, para lo cual, después de estudiar la climatología, vientos y vegetación, se consideran las características hidrológicas de los cursos fluviales, ríos que, en general, presentan grandes pendientes y un claro sello tropical o subtropical en sus aforos, con fluctuaciones enormes de acuerdo con la secuenciación de las lluvias: “más que ríos son torrentes y más que torrentes ramblas”, dice de ellos Carandell. En estas condicio- nes, el modelado erosivo se desarrolla en cursos muy encajados, con gran pendiente, con las aguas cargadas de guijarros y bloques angulosos que atacan las vertientes y, todo ello, con unos caudales verdaderamente sorprendentes en algunos momentos. Un caso concreto de erosión fluvial se refiere a la previsible captura de las aguas del Genil por el Guadalfeo (CARANDELL, 1936.b). Se basa en la existencia, en el

6. Tan sólo dos notas relativas a la tectónica de la Sierra de Cabra en que, partiendo de la aceptación del movilismo, ofrece una interpretación novedosa e interesante de esta unidad subbética (CARANDELL, 1927 Y 198.b).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 300 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ seno de la gran mancha miocena de la altiplanicie de Granada, de un tentáculo hacia el SE., hacia Órgiva, en las Alpujarras. Los movimientos de descompresión pliocenos determinan una fractura transversal al eje bético que facilita la erosión remontante del Guadalfeo y el ataque a aquella digitación terciaria. Además los datos altimétricos nos muestran dos cuencas hidrográficas con ríos casi de la misma longitud, pero con desniveles muy diferentes; en todos los tramos estudiados hay, como mínimo, un exceso de pendiente del 6 por mil a favor de la cuenca mediterránea. Es de prever, primero, un codo de captación en Gabia la Chica –que capturará las aguas del Dílar– preparatorio de una segunda captura, la del Genil. El Suspiro del Moro aparece como una brecha o portillo muy vulnerable, por donde el Guadalfeo pone sitio al Genil; la proximidad del nivel de base mediterráneo asegura el éxito de una captura que, sólo una racionalización del perfil vertical del Guadalfeo y Padul y la repoblación forestal en Sierra Nevada y Almijara, podrán aplazar. La erosión fluvial –enfocada hacia un posible aprovechamiento económico– es el tema de fondo del estudio comparativo que, sobre estas dos mismas vertientes – concretadas en el Genil y el Poqueira–, realiza Carandell a efectos de la idoneidad para el aprovechamiento hidráulico (CARANDELL, 1925.a), obra sobre la que volve- remos en otro lugar. Y quizá la síntesis más completa del pensamiento de Carandell sobre el tema de la erosión esté en el texto de una conferencia impartida en Málaga7, en la que, además de los factores físicos, hacen acto de presencia también los hechos humanos, apare- ciendo como causas de la erosión en la vertiente mediterránea de la Cordillera Bética las condiciones de los ríos, cuyos perfiles los convierten en “verdaderas sierras líqui- das que fatalmente van hendiendo las superficies montañosas”, y la climatología de la región, “caracterizada por altas temperaturas y lluvias violentas”. A ello deben unírsele actuaciones humanas cuales “las talas iniciadas por los reconquistadores y prosegui- das en la actualidad”, los cultivos de llanura en vertientes de hasta 45 grados, la cabra y la oveja que arrancaron la vegetación arbórea. Y los remedios no pueden ser sólo “potentísimos barrajes o embalses, ni mucho menos construir resistentes diques de contención”, sino que tienen que ir acompañados de la prohibición de tales cultivos y ganados, de la repoblación forestal, de la corrección de torrentes mediante barrajes y plantíos de especies arbóreas. Por otra parte, entre estos mismos factores humanos, Carandell enfatiza el papel que en los procesos erosivos ha jugado la cabra española –y en menor medida la oveja–, como queda de manifiesto en los siguientes textos:

“Completan el cuadro desolado las ovejas y cabras, que acaban la obra destructora del hombre”. (1926.b) “No hemos visto en Inglaterra jamás una cabra, el azote de España”. (Carandell, 1928.a)

7. “La hidrografía torrencial de la provincia de Málaga: urgente necesidad de corregirla” (CARANDELL, s.f.).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 301

“Triste privilegio (en los montes de Málaga) el de las cabras malagueñas ubérrimas”. (CARANDELL, 1930.b.) “(En España) las cabras desfilan furtivamente por caminos, sendas y ¡por donde pueden!, lo mismo en unos sitios que en otros. ¡Oh temibles cabras, desertizadoras de las sierras andaluzas, esterilizadoras de la tierra hispana! Ante ellas fallan todas las premisas”. (Carandell, 1933) “He ahí el enemigo: aquel rebaño de cabras”. (Carandell, 1934)

En este contexto de las causas humanas potenciadoras de la erosión, fue precisa- mente Sierra Nevada donde Carandell más estudió y mejor sistematizó el tema. Sobre dicha actuación del hombre escribe:

“…hemos presenciado una serie de hechos verdaderamente disparatados: a alturas superiores a los dos mil metros aparecen campos de centeno y patatas, labrados por míseras gentes, mientras media provincia de Granada es susceptible de una colonización agrícola racional e intensiva: grandes rebaños de cabras y ovejas castigan cualesquiera rebrotes de antiguos robledales, y hasta las raíces de las matas más insignificantes hemos visto arrancar de cuajo para obtener algunas cargas de materia combustible, a copia (sic) de ímprobos trabajos”. (CARANDELL, 1925.a).

Cultivos en altura, ganadería en general, cabras y ovejas en particular… son algunos de los factores humanos que Carandell detecta y denuncia; y junto a ellos la deforestación es un fenómeno que está en la base de la crudeza de los procesos erosivos nevadenses, haciendo completamente usual la imagen de la montaña que, literalmente, se deshace por efecto de la erosión:

“Las consecuencias de estos fenómenos físico-humanos son desalentadoras. Las talas de los castañares de la región montana acarrean la torrencialización con el abarrancamiento de las laderas de la periferia, con los fenómenos de deslizamiento de grandes masas, como ha ocurrido repetidas veces en las cuencas del Monachil, del Lanjarón y del Poqueira; pero, además, las prácticas agrícolas en la región subalpina, consistentes en el labrado y cavado de las tierras, agravan la enorme facilidad con que se desmenuzan las pizarras, que se reducen a arcillas rápidamente: otro motivo de bad- landización que por las zonas superiores duplica el abarrancamiento que padecen las inferiores. La Sierra Nevada, carente de la firmeza del granito, es un inmenso bloque de pizarra que se transformará en barro con rapidez crono-geológica”. (CARANDELL, 1935.b).

Existen muchos textos más alusivos a la erosión en otras unidades de relieve andaluz, pero nos ceñimos a Sierra Nevada y concluyamos diciendo que Carandell se apasionó con éste como casi con ningún otro tema, lo que le confiere a su obra una dimensión medioambientalista adelantada a su tiempo y no usual en la época. Sus ideas las desarrolló muy geográficamente, con precisión, idoneidad y con independen- cia, participando tanto en la postura de los hidraulistas –Ingenieros de Caminos–

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 302 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ como de los forestales –Ingenieros de Montes– que por entonces protagonizaron una apasionada polémica al respecto (LÓPEZ ONTIVEROS, 1995.b).

IV. EL HÁBITAT EN LA SIERRA NEVADA

Aunque esencialmente geólogo, ya hemos comprobado la sensibilidad de Carandell a los hechos de geografía humana. Pero será en 1925 cuando, decididamente, entronca con los temas humanos en un trabajo (CARANDELL, 1925.c.) que, según HERNÁNDEZ PACHECO (1942), “constituye una interesante y elegante monografía geográfica… (y) en el cual están cumplidamente observados los datos y perfecto el conjunto”. Es éste un momento en la vida de nuestro autor –catedrático en un instituto de provin- cias– en que, imposibilitado de seguir el frenético ritmo de especialización que viven todas las ciencias y, entre ellas, la geología, se va decantando hacia la geomorfología, la geografía física en general y, como no, la geografía humana. Como tantos naturalis- tas, busca en la geografía el marco coherente de localización y explicación de todo tipo de fenómenos que sólo esta ciencia podía ofrecerle; pero además, Carandell,

“…es un espíritu expansivo y tiende a difundirse –por eso es un gran maestro–, tiene un fondo emocional abierto a toda palpitación humana, y con esta personalidad habría de derivar necesariamente (…) al estudio del hombre, de los fenómenos económicos, en una palabra, en sus relaciones con la tierra”. (GIL MUÑIZ, 1930)

Éste es el contexto en que Carandell, en los años treinta, publica cinco conocidos estudios sobre aspectos humanos de la provincia de Córdoba que completará con otros, como el referido a la población de la provincia de Málaga y –el que nos interesa a nosotros ahora– el dedicado al hábitat de Sierra Nevada (CARANDELL, 1935.b). Precisamente en relación con esta producción de geografía humana está otro tema de gran interés: la integración de Carandell en la corriente determinista detectada en el seno de la Junta para Ampliación de Estudios, cuestión estudiada ya en otro lugar (LÓPEZ ONTIVEROS, 1997), por lo que nos limitamos aquí a constatar que esta tendencia “se proyecta con claridad en los estudios geográficos de índole física, (pero) se intenta aplicar asimismo, aunque de forma incipiente, al campo de la geografía humana, como ocurre por ejemplo en algunos de los trabajos de Dantín Cereceda y Carandell” (ORTEGA CANTERO, 1995). Pero el hecho es que, a pesar de lo signifi- cativo que resulta que Carandell mantuviera frecuente correspondencia con W. M. Davis, traduciendo incluso alguna de sus obras, nuestro autor nunca llegó a defender ese determinismo tan contumaz de DANTÍN (1917), según el cual “la presencia del terreno cretáceo o la del carbonífero, v. gr., no sólo gobiernan lo económico (…), sino aún la propia esfera espiritual”, y geología y climatología “reparten y condicionan las sociedades hasta influyendo en los fines de su moral”. Ello no supone negar que Carandell, incluso en su etapa de madurez, resalte la influencia de lo físico respecto a determinados hechos humanos –como el hábitat–, si bien, en honor de la verdad, en sus obras postreras es evidente el intento de sopesar e interpenetrar los factores y

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 303 elementos físicos y humanos; todo ello quedará patente en la que después analizare- mos como su obra cumbre, referida precisamente a Sierra Nevada, donde escribe:

“Como quiera que la habitación es una resultante del relieve y de la altitud, así como del clima y la vegetación y hasta de la herencia de las costumbres humanas (que están, no ciega, sino relativamente controladas por el medio físico), vamos a ojear algunos de estos factores físicos. (…) La climatología es el factor que determina la estructura de los edificios… Pero esta ley no es absoluta. El determinismo geográfico no es un simple juego físico-matemático. El hombre no sigue ciegamente a la naturaleza, sino que a menudo va contra ella, sobre todo cuando en las migraciones lleva consigo, hecho hábito, hecho carne, el peso ances- tral de las generaciones, y hace tabla rasa de las circunstancias del medio ambiente, a veces bien distintas de la patria autóctona primitiva. (…) Resulta, pues, que los pueblos alpujarreños-límite siguen adoptando el tejado-azo- tea, propio de la zona subtropical; es decir, en la zona montana superior, rozando con la subalpina, hay pueblos que reproducen a los situados mil metros más abajo, y que parecen barrios del litoral malagueño y gaditano (…). Falla, pues, el determinismo geográfico una vez más cuando del elemento humano se trata”. (CARANDELL, 1935.b)

Con estas precisiones epistemológicas podemos afrontar ya el comentario de la obra cumbre de geografía humana de Carandell (1935.b), dedicada al hábitat en Sierra Nevada y fruto de su perfecto conocimiento de la Sierra, adquirido desde que la visitó con Obermaier y completado, a partir de 1928, con la finalidad específica de escribir esta obra. Precisamente en la fase de preparación del estudio surge otro tema intere- sante: la relación de Carandell con Max Sorre, relación que el geógrafo francés refleja en uno de sus trabajos (SORRE, 1932), donde escribe:

“Mas tarde, sobre este tema, llamé la atención al Sr. Juan CARANDELL (…). Él ha tenido a bien remitirme unas notas sugestivas. En agosto de 1930 hice con el Sr. Pau VILA una corta encuesta en Güéjar Sierra (vertiente Norte). Mi compañero completó nuestras obser- vaciones con algunas incursiones a la vertiente Sur. La presente nota es, pues, en suma, el fruto de una colaboración entre el Sr. Carandell, el Sr. Vila y yo mismo”.

Por otra parte, conservamos una carta de Sorre8 en la que éste sugiere a Carandell los temas que le parecen significativos para la investigación en Sierra Nevada, mani- festando además “su gran interés en saber qué es lo que subsiste de los fenómenos en otro tiempo señalados por Boissier”. Estos temas son precisamente los que Sorre comenta de forma elemental y algo desordenada en el artículo citado: nomadismo y trashumancia, los “cortijillos” y “hatos” de altura, etc., concluyendo:

8. Su contenido íntegro, junto con la traducción del artículo de M. Sorre, lo incluimos en este mismo número en una crónica o nota (“Nomadismo y trashumancia en Sierra Nevada, según J. CARANDELL y M. SORRE”) que ha sido redactada al efecto.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 304 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

“Entre los Pirineos y el Atlas Medio, Sierra Nevada es claramente la última cadena donde hay un tipo de vida alpina. Seguramente cuando se piensa en la complejidad de las combinaciones del nomadismo agrícola y del nomadismo pasto- ril en el Trentino, en Suiza, en los Alpes del N., los fenómenos que se desarrollan en la cadena bética aparecen como singularmente degradados (…). Uno no encuentra aquí la complejidad, la flexible riqueza de combinaciones propias de los macizos de la zona circunmediterránea. Aquéllos no afectan sino a un número restringido de individuos e incluso su amplitud altitudinal es reducida. Los términos de compara- ción se deben buscar en los macizos fronteros con el Mediterráneo, en los Pirineos Orientales, y sobre todo en los Alpes provenzales (…). Se puede decir a modo de conclusión que los géneros de vida de Sierra Nevada son términos empobrecidos de una rica serie antropogeográfica”.

Con estos antecedentes, cuando Carandell redacta su espléndida aportación y en ella no aparece ni la más mínima alusión (personal o bibliográfica) a su colaboración y relaciones con Sorre, parece lógico entender que nuestro autor se creyó utilizado por aquél, pues sin duda lo que el francés escribió no era sino una reelaboración de las notas y observaciones de Carandell, quien no debió quedar satisfecho con la mera alusión a su colaboración en dicho artículo. Respecto al contenido de la monografía de Carandell, en ella, como no podía ser de otra manera, entre los factores que explican el poblamiento, se analizan, las carac- terísticas del relieve, la erosión y el juego de temperaturas y precipitaciones, para terminar considerando la estratificación de la vegetación y los cultivos –levemente diferenciados entre la solana alpujarreña y la umbría granadina– y recogiendo además lo mejor que habían aportado viajeros y naturalistas. El estudio del hábitat se inicia con el cómputo de los pueblos por sectores (NE, NO, SO y SE) y por segmentos de altitud (400-700 m, 700-1.000 m, 1.000-1.300 m,1.300-1.600 m y más de 1.600 m), considerando en cada caso su altitud y número de habitantes, con lo que se obtiene el porcentaje de pueblos en cada segmento altitudinal y en cada sector. Los resultados muestran 76 pueblos (algunos de ellos dispersos) y 102.316 hab., con un claro contraste entre la vertiente atlántica (23,65% de los pue- blos, 41% de la población y 25 hab./Km2) y las Alpujarras (76,26% de los pueblos, 59% de la población y 39 hab./Km2). La relación con la litología se manifiesta en que la inmensa mayoría de los pueblos están en la orla caliza y sólo 15 sobre las pizarras micáceas, distribución y conclusiones que, a nuestro juicio, pueden resultar engañosas porque pueden ser debidas más a la altura que a la litología, dado que ésta se distribu- ye aquí rígidamente según la primera. Significativo y sugerente es el estudio de los límites altitudinales de los pueblos y su comparación con Pirineos y Alpes. Efecto de la altitud, de la erosión y del relieve a base de profundas entalladuras en la vertiente alpujarreña es que los pueblos ubica- dos en los barrancos (Capileira, Pampaneira, Trevélez) vean sensiblemente disminui- das sus horas de sol, creándose situaciones y condiciones climatológicas (6 horas menos de sol al día) similares a las de Estocolmo.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 305 r la perspectiva. Panorama de la Sierra Nevada desde el S (Alpujarras): depresión del Poqueira. El croquis anterior indica el área comprendida po de la Sierra Nevada Panorama

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 306 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

El capítulo dedicado a la “estructura de los pueblos-límite alpujarreños”, además de considerar la organización de las casas y las técnicas constructivas, analiza el reparto de las dos clases de techumbre (en diedro y horizontal, tejado y azotea) y constata el predominio de la azotea plana en los pueblos altos de la vertiente meridio- nal, a pesar del inconveniente de la persistencia de la nieve, lo que le permite constatar la ausencia de determinismo geográfico aquí. El mejor y más fino análisis corresponde al capítulo dedicado a la habitación humana dispersa en la región subalpina, superando con creces lo que le recetara Sorre. Se estudia el mecanismo de “hatos” y “cortijillos” (con excelentes gráficos), deshabitados en invierno, con vida sedentaria a partir de mayo-junio y con tres estratos de vida hiper-urbana: el inferior, fijo, atento al agro; el medio y superior de carácter nómadas. Se considera el reparto altitudinal de los cortijillos o “chozos” en las dos vertientes, resultando ser más abundantes y llegar hasta mayor altura en la mediterránea. Y consecuencias de esta presencia humana son las talas de castañares, que acarrean torrencialización y abarrancamiento de las laderas, al tiempo que la agricultura facilita la “badlandización” de las pizarras que condena a Sierra Nevada a quedar reducida a barro. Finaliza el trabajo con una mirada sobre el proceso histórico de repoblación del reino de Granada tras la expulsión de los moriscos y, de cara al futuro, prevé que la ausencia de bosques puede marcar el ocaso o estancamiento de la población, recla- mando reforestación, aprovechamientos hidráulicos, renacimiento de manufacturas textiles, etc. para la supervivencia de la zona. Este trabajo recibirá todavía algunas breves adiciones (CARANDELL, 1936.a) que completarán lo relativo a la localización de los cortijillos. Gracias a una fotografía de 1924, se da fe del emplazamiento de éstos, al tiempo que constata la existencia de otra vivienda alpina, la más alta de todas (Laguna de las Yeguas), fuera ya del ecúmene estival, por lo que debió fracasar todo intento de permanencia humana autóctona. Retoma temas como la desolación de la sierra, la ausencia de arbolado y arcillificación de las pizarras, el abarrancamiento, la torrencial erosión remontante, la vegetación espontánea estepario-fría y, en fin, después de reseñar la identidad de caracteres entre la casa alto-alpujarreña y las viviendas indias méjico-estadounidenses, caucásicas, pérsicas y turkestánicas, completa la bibliografía del artículo principal. A nuestro juicio y como hemos dicho antes, la obra que comentamos constituye, de forma indudable, lo mejor de lo que Carandell hizo en geografía humana, obra en la que se hermanan –como en la de Rota– magníficamente la geografía física, la biogeografía y la geografía humana y… (que es) un sabroso fruto de madurez (HERNÁNDEZ PACHECO, 1942).

V. OTRAS APORTACIONES SOBRE SIERRA NEVADA

Además de los grandes temas que acerca de Sierra Nevada abordó Carandell, existen en su bibliografía otros aspectos que, de forma parcial y no sistemática, consi- dera nuestro autor. Un resumen de los mismos podría ser el que sigue.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 307

V.1. La riqueza y variedad florística de Sierra Nevada suele aparecer con cierta frecuencia en Carandell. Después de haber leído, asimilado y admirado la obra botáni- ca de Rojas Clemente, Boissier y Willkomm, Carandell dedica un estudio con cierto detalle al tema de la vegetación y los cultivos, para lo cual, partiendo de las zonas de vegetación establecidas por Willkomm9, detecta un detalladísimo escalonamiento vegetacional, algunos de cuyos detalles son:

• Existe una zona cálida inferior, costera, hasta 250 m, con caña dulce, naranjos y formaciones espontáneas de palmeras. Sobre ella el estrato cálido superior se caracteriza por el olivo y la vid. En función de circunstancias concretas este estrato sube en zonas como Güéjar-Sierra, en Órjiva (Valle del Lanjarón), etc. • La región montana (800-1.650 m) está representada por las formaciones de castaños, cuyos bosques cubrieron antaño Sierra Nevada; por encima queda la región subalpina (1.600-1.900 m) con castaños, nogales, encinas y algunas coníferas. En ambas regiones existen todavía áreas de cultivo, realizando el estudio de casos concretos. Castañares y robledales abundan más en el sector septentrional y escasean en la vertiente alpujarreña. • La formación natural subalpina (cuyos límites altitudinales establece en ambas vertientes) es la pradera, donde hay cultivos de patatas, avena y centeno, los cuales invaden la misma región alpina en la vertiente meridional alcanzando los 3.000 m • La zona de seminieves permanentes (en la divisoria y cabecera de los valles) aparece revestida de praderas algo leñosas (”borreguiles”); muchas de sus plantas son endémicas, con carácter norteafricano y mezcladas con especies alpinas y pirenaicas. En la cumbre crece la manzanilla. (CARANDELL, 1935.b)

Pero la flora y la vegetación, aparte de en estudios como el mencionado, aparece continuamente en Carandell, que se deleita en hablar y escribir de este tema, tal y como queda demostrado en muchos de sus discursos:

“Pero antes os quiero proyectar algunas de las bellas plantas que en aquellas cumbres viven (…). Aparte la famosa manzanilla, que va escaseando ya por efecto de la despiadada persecución de que es objeto (…), ved la Ameria Austral (…), las dos gencianas, a cual más preciosa con sus azuladas flores tubulares; ved los Erodios, los relojitos del Veleta (…); la delicada violeta típica de Sierra Nevada; y hasta un jaramago, la Draba, con ese porte eternamente raquítico de las plantas alpinas; ved un Llantén, una Zaragozana (…), el Plantago Nivalis; ved, en fin, las hermosas Cabezuelas de Ergeron, que salpican, en lucha con los granates de colores más apagados, las laderas de Sierra Nevada a partir de los dos mil quinientos metros, hasta cerca de las cumbres más altas”. (CARANDELL, 1926.a)

9. Zona inferior: 0-800 m; zona montana: 800-1.650 m; zona subalpina: 1.650-2.000 m; zona alpina: 2.000- 2.850 m; zona da las nieves en cumbres y acantilados: 2.850 m. Estos límites varían levemente entre la solana alpujarreña y la umbría granadina, lo que determina diferencias entre las alturas a que llegan los cultivos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 308 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

Y es que Carandell está convencido de que Sierra Nevada sintetiza a España y Europa:

“… si la Península sintetiza en la gea, en la flora y hasta en la fauna al antiguo mundo, hay en ella algo que pudiéramos calificar de estilización de aquella síntesis; y es Andalucía, y de Andalucía la Sierra Nevada, con el magnífico gradiente florístico de los 3.481 m (…); estratificación que tan admirablemente resume el ámbito desde el Ecuador a los Polos”. (CARANDELL, 1935.c) “La Sierra Nevada se viste con flores que, no solamente resumen las de la Península, sino las de España y el mundo entero (…). Sólo os diré que, desde la zona costera, de clima subtropical de Motril, donde se dan cita la caña de azúcar, y la batata, y la chirimoya, y hasta el café (…), hasta las cumbres del Mulhacén y el Veleta (…), en estos 30 kilómetros de distancia y en estos tres kilómetros y medio de altura, se escalonan todas las zonas botánicas del planeta”. (CARANDELL, 1930.a)

V.2. Las reservas hidráulicas de Sierra Nevada, concretadas en las Alpujarras, es tema al que dedicó un artículo (CARANDELL, 1925.a) cuyo argumento es mostrar las posibilidades económicas que ofrecen las aguas que descienden desde las cumbres, todo ello, lógicamente, previa consideración de la geología y geomorfología compara- das de las dos vertientes. La propuesta es la construcción de distintos saltos de agua escalonados y un gran embalse en el talweg del Poqueira, donde cualquier obra hi- dráulica verá triplicada su eficacia respecto a la que se hiciera en el Genil. A este mismo proyecto se referirá más tarde en una conferencia, con la curiosidad de que, al recordar su propio trabajo anterior, lo califica de “mitad fantasía, mitad ciencia”; puesto que el argumento esencial lo repite inalterado, puede pensarse que como fanta- sía se refiere, no tanto al planteamiento científico, como a las escasas posibilidades de ver realizado el proyecto:

“Dicho esto, quiero referirme aquí a algún trabajo publicado hace un año por un inseparable amigo mío, mitad fantasía, mitad ciencia; en él se propugna la creación de un gigantesco embalse en la vertiente de Sierra Nevada que da a la Alpujarra, al medio- día, al Poqueira; embalse que recogería él solo tanta agua como recogen juntos el Genil, el Monachil, el Dílar, el Dúrcal, el Lanjarón; y cuyas obras serían grandemente facilita- das por las especialísimas condiciones topográficas que se dan en las proximidades de Capileira. Voy a proyectaros algunas fotografías de la zona de recepción de aguas, o vaso, de que ese imaginario creador de hulla blanca, de energía industrial y de abonos sintéticos, se alimentaría (CARANDELL, 1926.a).

V.3.- “La necesidad urgentísima de reforestación de la Sierra Nevada” es el título de un epígrafe concreto en una de las obras de Carandell (1925.a) y, además, otra de las constantes obsesivas en su obra. En todos los casos en que se considera la erosión, sus problemas y consecuencias, la repoblación forestal, junto con determina-

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 310 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ das obras públicas –embalses, saltos de agua, etc.– aparecen como soluciones urgentes e indispensables, dado que, con sus propias palabras, las aguas hay que amansarlas por abajo, (embalses), pero hay que gobernarlas desde arriba (repoblación forestal y presas complementarias escalonadas) (CARANDELL, 1930.b). Pero citar todas las referencias relativas a la deforestación en las Béticas y Sierra Nevada sería tanto como reseñar la producción entera de Carandell sobre este sistema montañoso, pues, de una manera u otra, las alusiones son permanentes. Por ello, teniendo presente cuanto ya se dijo en el capítulo dedicado a la erosión, limitémonos aquí a reproducir algunos párrafos interesantes.

“Es imposible dar una idea de cómo es de desolada y triste la Sierra, que por su situación meridional y mediterránea, debiera albergar los bosques más hermosos de España. Le falta a la Sierra Nevada el prestigio que al Guadarrama dan los bosques de coníferas (…). La Sierra Nevada, de deleznable pizarra, está casi totalmente desnuda de vegetación (…). Unicamente la porción alpujarreña contiene algo más de bosque: casta- ños sobre todo y robles (CARANDELL, 1925.a)

En relación con los procesos erosivos, escribe:

“(…) los pueblos llevan en sí el castigo: talaron sus bosques y hoy no tienen ni leña para el largo invierno, ni pastos para sus ganados (…). Esto, arriba; abajo, se traduce en los aludes de tierra de Monachil (…) y de Soportújar, en la Alpujarra (…), que se llevan ladera abajo toda una carretera hermosa y recién construida. Allí, la mano del hombre, en lugar de corregir la naturaleza le enseña el mal camino, agravando con las talas las fatales consecuen- cias de la permeabilidad de la faja calcáreo-arcillosa (…). La repoblación no exigiría grandes dispendios: con prohibir para siempre a rajatabla el pastoreo de ganado cabrío y lanar, estaría hecha: la naturaleza haría lo demás al cabo de diez años (CARANDELL, 1925.a) .

Sus comentarios llegan, a veces, a adquirir tintes de pesimismo y dramatismo extremos. Tal ocurre, por ejemplo, en un escrito mecanografiado que, inserto por el propio autor entre las páginas de uno de sus trabajos sobre el tema, dice:

“Post Scriptum. No ha transcurrido todavía un año cuando esa predicción velada relativa a la falta de bosques se ha hecho sentir en la cuenca del Monachil. ‘Fenómeno geológico. Montañas que andan’, dice la prensa. Y las muchedumbres acuden a ‘presen- ciar’ el espectáculo…; el espectáculo de la pulverización de las montañas españolas, preparatorio de los desbordamientos de los grandes ríos, que así protestan contra la maldad de los hombres. Y luego la emigración, el hambre, y el imperio de una ley. Plantemos bosques. Ellos, como la verdad, nos harán libres (hoja mecanografiada anexa a CARANDELL, 1923).

En relación con las prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas, escribe:

“Llegados al Charcón (…), suaves aromas y fragancias y toda la gama del arco iris nos rodea (…). Después, nada, la mano del hombre taló torpemente los bosques de

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 311

robles: ahora hay míseros campos de centeno y patatas; sarcástica manifestación de nuestra insigne torpeza que abandona las tierras del llano para dehesas de reses bravas o cotos de caza y se lanza a cultivar laderas rapidísimas a dos mil metros de altura”. (CARANDELL, 1926.a)

La relación entre la reforestación y el posible aprovechamiento turístico-recreati- vo de la Sierra es muy claro para Carandell:

“Tiene la Sierra Nevada perspectivas únicas (…). Pero olvidamos un factor que en la naturaleza es inexcusable: es el capital. Y aquí el capital del que no nos acordamos nunca son sencillamente ¡los árboles!. Plantemos pinares, corrijamos esas espantosas torronteras (…); construyamos, sí, sanatorios, pero tengamos en cuenta que el bosque debe ir acompañándolos, ¡si no delante! Resumen: una zona de bosques que cubra, de abajo a arriba, la cuenca de cada uno de aquellos ríos alimentados por los ventisqueros (CARANDELL, 1923).

Incluso la evolución demográfica de los pueblos serranos depende de los bos- ques, por lo que afirma al estudiar la evolución demográfica ascendente de algunas poblaciones:

“La ausencia de bosques puede muy bien marcar, si no el ocaso, por lo menos el estancamiento de esa marcha ascendente” (CARANDELL, 1935.b).

V.4. El aislamiento de Sierra Nevada y el progreso en las comunicaciones, apare- ce con frecuencia en la producción de quien, no en vano, conoce perfectamente los rasgos físicos de la cordillera, sus comunicaciones internas y sus posibilidades de adaptación a carreteras y ferrocarriles. Por ello son continuos los planteamientos res- pecto a nuevas vías de comunicación, así como los elogios de aquellos proyectos que considera lo merecen y, cómo no, las críticas a aquellos otros que considera inadecua- dos. Veamos algunos ejemplos. Después de plantear la posible construcción del gran embalse en las Alpujarras, escribe:

“A nosotros no nos queda por decir ya sino que, en el horizonte del porvenir de Granada –tan grandioso como merece el esfuerzo inaudito y febril de aquella gran ciudad–, la más densa en comunicaciones ferroviarias con su banlieu, apuntan dos nuevas perspectivas: el ferrocarril eléctrico a Motril –obra de cinco años a lo sumo– y el proyectado (tren) estratégico por la costa mediterránea”. (CARANDELL, 1925.a)

El capítulo de las críticas a los trazados de las nuevas vías de comunicación aparece claramente al juzgar el de la nueva carretera abierta hacia las cumbres:

“Mas emprendamos ya la ascensión al Picacho del Veleta. (…) ¡Lástima de kilómetros que hemos perdido sin subir ni tanto así! ¿Por qué no haber seguido el proyectista, sin

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 312 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

vacilaciones, la ruta de los antiguos neveros que luego, al fin, adoptaremos? Economía de accidentes futuros y economía de conservación. Es de confiar en que, pasado algún tiempo y borrada por la perspectiva la fuerza moral que impone el respeto a las jerarquías admi- nistrativas, el mismo ingeniero insigne que ha tenido que ser el ejecutor del proyecto, Juan José Santa Cruz, trazará y construirá el trozo de carretera que, partiendo desde las puertas de Granada, enlace, con entera independencia, en las inmediaciones del Purche con la actual. En una palabra, ‘seguir el camino de los neveros’ y aceptar los designios de la topografía, rubricados desde los tiempos prehistóricos y ratificados durante la ocupación de la Sierra Nevada por todos los pueblos… (CARANDELL, 1934).

V.5. La Sierra Nevada como futuro centro de turismo y salud es otra de las ideas que Carandell lanza en diversas partes de su producción, si bien uno de sus artículos (CARANDELL, 1923) trata monográficamente el tema. Desde la perspectiva de la deforestación, nuestro autor se plantea las enormes posibilidades médicas y de ocio que Sierra Nevada ofrece, para lo cual la repoblación forestal debe ir pareja a cual- quier actuación. Comentado ya el tema de la reforestación, recojamos ahora algún testimonio relativo al posible uso turístico de la montaña:

“La Sierra Nevada constituye potencialmente un enorme foco de turismo (…). Sana- torios para los enfermos, colonias y escuelas de verano para los niños TODOS, ricos y pobres, y grandes refugios y chalets de distintas sociedades (…), de sociedades ciudada- nas, de gremios, de colegios profesionales, ¡hasta de sindicatos! (…) Todo esto puede y debe ser Sierra Nevada (…). Tranvías, carreteras, gran propaganda, consorcio con ferro- carriles, agencias, etc”. (CARANDELL, 1923).

Pero esta teórica apertura de la montaña a todos, no la plantea Carandell sin condiciones; bien al contrario, con un cierto sentido elitista (CARANDELL, 1934), tiene perfectamente claro el daño que los usos y abusos de las masas (”domingueros”) pueden acarrear en la Sierra:

“Los románticos e idealistas siempre propugnando facilidades, democratización ge- nerosa. Y las gentes gregarias que, haciendo uso y abuso de la democracia, desconocen los esfuerzos callados de las generaciones que fueron, y no quieren que se les hable de botánica, ni de geología, ni de paisaje. Deporte ciego, deporte y… ¿recuerda el lector los espectáculos domingueros en Cercedilla y otros lugares madrileños del austero Guadarrama? Pero seamos optimistas y dispongámonos a inmunizarnos contra la rebe- lión de las masas”.

VI. EL PAISAJE DE SIERRA NEVADA: EL VELETA, ATALAYA CÓSMICA DE ANDALUCÍA

Además de todo lo dicho desde el punto de vista científico, fueron rasgos huma- nos e intelectuales de Carandell la sed de saber sin límites y la posesión de una

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 313 vastísima cultura. Su interés llega, no sólo a las disciplinas incluidas en el amplio elenco del naturalismo y, por supuesto, a lo relacionado con la educación, sino igual- mente a la literatura, las artes plásticas, la música, la etnología, la prehistoria, etc. (LÓPEZ ONTIVEROS, 1995). No extraña, por tanto, que sus biógrafos coincidan en resaltar su tendencia artística y humanística; “y es que Carandell, además de pedagogo y hombre de ciencia, fue un artista; por eso en el fondo, su obra, más que una investigación árida y metodizada, es el camino de un artista a la naturaleza” (SOLÉ SABARÍS, 1978). La nítida influencia de la Institución Libre de Enseñanza –como en tantos otros naturalistas– explica que practique una geografía plena de resonancias estéticas, literarias y humanísticas. Lo demuestran determinadas constantes en su obra como las que siguen.

VI.1. “El ansia de paisaje”. En la línea de la Institución Libre de Enseñanza y del propio Giner de los Ríos, Carandell considera que “todo es producto del paisaje” y que “el ideal geográfico es la visión del conjunto plástico, –‘el continente’ lo prime- ro–”. Como geógrafo, mediante el paisaje pretende –siguiendo a W.M. Davis– esta aspiración de todo hombre culto y moderno:

“Un pueblo culto debe conocer su propio país. El quantum de civilización de un pueblo viene representado por el cuidado con que está reconocido su territorio. Conóce- te a ti mismo es un aforismo tan aplicable a una nación como a un hombre”.

En consonancia con ello está la necesidad de realizar un “archivo de paisaje” – otra idea que Carandell lanza en varias de sus obras–, para lo que serían instrumentos básicos los mapas topográficos y las alzas o “tours d’horizon”, además, claro está, de los libros y monografías sobre cada paisaje concreto. En este tema, Carandell, además de sus conocimientos geológicos y geográficos, cuenta con una indudable capacidad para el dibujo, que dejó plasmada en toda su obra de las más diversas maneras. Por lo que a Sierra Nevada se refiere nos interesan dos aspectos: los gráficos que acompañan algunas de sus obras y los “tours d’horizon”. En el primer aspecto, además del conjunto de dibujos y croquis que acompañan su “Morfología de Sierra Nevada”. (1920), especialmente interesantes son los pares de fotos-croquis10 de diversos paisajes de Sierra Nevada, insertos en la Memoria (CARANDELL, 1926.b) preparada para la excursión del XIV Congreso Geológico Internacional. La contemplación conjunta de cada foto y de unos dibujos espléndidos

10. Significativos son los siguientes: 1.ª La S. Nevada desde un avión que vuela sobre Granada a 2.500 m. 2.ª El circo del Dílar desde un avión que vuela sobre el Trevenque a unos 3.500 m. 3.ª La cúpula de S. Nevada desde un avión que vuela sobre el Hotel de Benalúa a 3.150 m. 4.ª La cúpula de S. Nevada desde un avión que vuela sobre el Veleta a unos 4.000 m. 5.ª La cúpula de S. Nevada desde un avión que vuela sobre el Mulhacén a unos 4.000 m.

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La Sierra Nevada desde un avión que vuela sobre Granada a 2.500 m.

Valle anticlinal de Valdeinfierno: en la línea de cumbres, el pliegue-falla. A la derecha, el Cerro de los Machos; en medio, el Juego de Bolas; a la izquierda, el Puntal de la Caldera. Esquema explicativo de la tectónica de este barranco.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y SIERRA NEVADA 315 hace posible tanto la identificación de cada uno de los elementos de relieve como los caracteres geológicos y morfológicos de los mismos, por lo que resultan ser –junto con el texto explicativo del autor– instrumentos de enorme utilidad para la compren- sión del itinerario trazado. Y es que Carandell demostró una habilidad singular para el dibujo de los croquis fisiográficos inspirados en W. M. Davis (VILA, 1938), al tiempo que es el introductor en España del método de interpretación del relieve con bloques diagramas o estesiogramas, “técnica hoy tan generalizada y en la que (…) demuestra, además de su temperamento artístico, su gran visión de tectónico” (SOLÉ SABARÍS, 1978). En lo que se refiere a las “alzas” o “tours d’horizon”, el ansia de paisaje y las indudables facultades para el dibujo de Carandell encuentran perfecta plasmación en este tipo de trabajos, en los que, desde un lugar significativo –vértices geodésicos, v. gr.–, se recoge el paisaje con mirada envolvente, reflejando en una sola imagen lo que el espectador podría observar en las distintas direcciones. La contemplación de uno de estos trabajos le convirtió en un fiel seguidor de los mismos y en un magnífico especialista de esta técnica:

“No se me olvidará jamás la impresión que me produjo ver (…) la formidable vuelta de horizonte, es decir, desarrollo sobre una ancha tira de papel que mide trece metros de largo, en que está maravillosamente representado todo cuanto se divisa desde la cumbre excelsa del Montblanc. Allí, el geodesta francés Hellbronner, con la fotografía, con el dibujo y con la acuarela ha legado para la humanidad el tesoro de los paisajes más sublimes de Europa”. (CARANDELL, 1930.a)

Este tipo de trabajos los aplicó Carandell en diversos estudios –el Guadarrama, Cordillera Central desde el Cerro de San Benito, panorama meridional desde el Pico de Peñalara–, pero a nosotros nos interesan –aquí y ahora– aquéllos que guardan relación con Sierra Nevada, que son los que comentamos a continuación:

• La acuarela “Panorámica de Sierra Nevada desde la Sierra de Cabra” que ilustra el libro de C. BERNALDO DE QUIRÓS (1923) y que acompañada de un preciso y muy explicativo croquis, permite calibrar no sólo la calidad artís- tica de Carandell sino, igualmente, su perfecto conocimiento del terreno y su capacidad de síntesis para recoger en su dibujo todos aquellos rasgos que ilustran el conocimiento geológico y geomorfológico del sistema. No extraña, por tanto, que el propio Bernaldo de Quirós la calificara de “lindísima acuarela que ilustra admirablemente este carácter, mostrando la poderosa bóveda del anticlinal en todo su desarrollo”. • Para la guía de la excursión realizada durante el Congreso Geológico de 1926 pinta de nuevo Carandell una gran acuarela, que titula “Panorama de Andalu- cía tomado desde la Sierra de Cabra” (Carandell, 1926.b), y en la que, “ha- biendo dibujado y pintado todas las siluetas de todas las cortinas montañosas que desde allí la vista alcanza”, Sierra Nevada aparece como gran telón de fondo de todo el relieve andaluz.

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La cúpula de Sierra Nevada desde un avión que vuela sobre el Mulhacén, a 4.000 m.

La cúpula de Sierra Nevada desde un avión que vuela sobre el Mulhacén, a 4.000 m.

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• Y todavía, sin llegar a plasmarla en dibujo, la técnica del “tour d’horizon” la practicó Carandell como recurso expositivo en algunas de sus conferencias, describiendo y glosando ante el público cuanto aparecería a su vista si, con su mirada, hiciera el mismo recorrido circular desde un lugar concreto. Esto es, por ejemplo, lo que hace desde el Veleta, “Atalaya Cósmica” desde donde – decía Bory de Saint Vicent y recuerda Carandell– “se ve Andalucía como si estuviésemos inclinados sobre un mapa de esos antiguos tan expresivos –hoy se vuelve al mismo método– que dibujaban las siluetas de las cordilleras”. Desde este mirador privilegiado, al tiempo que describe todas las unidades de relieve divisadas, introduce multitud de temas colaterales relativos a los hitos en el conocimiento de la Sierra, alusiones literarias e históricas, etc. (CARANDELL, 1926.a). Y también el “tour d’horizon” narrado y no dibujado lo utiliza Carandell como recurso periodístico, sirviendo como extraordinario divulgador de esta visión desde el Veleta, con un panorama que sintetiza toda España y que recuerda al que se divisa desde el Montblanc en los Alpes (CARANDELL, 1934).

Como síntesis, podemos afirmar que fue importantísima la aportación gráfica de Carandell, fundamental en su obra, y que supo, como quizá ningún geógrafo de su tiempo, plasmar gráficamente sus paisajes. Sus acuarelas y algunos de sus estesiogramas traspasan los límites del instrumento geológico y geográfico para adquirir con todo derecho cierta categoría artística. Y en concreto Sierra Nevada fue objeto reiterado de estas habilidades carandellianas.

VI.2. La literatura como fuente de interpretación geográfica. En este sentido Carandell entiende que las descripciones literarias son tanto o más valiosas que las de los mejores geógrafos, razón por la que es frecuente que allegue de la literatura noticias sobre lugares y temas geográficos o ilustre determinados paisajes con la percepción que algunos escritores aportaron. El espíritu artístico de Carandell se refleja también, por tanto, en sus amplios conocimientos literarios, patentes en las citas que, al hilo de sus obras geográficas, va insertando; con frecuencia son citas meramente eruditas, retóricas e informativas, por lo que, en muchos casos, no tienen más valor que el de la información que aportan y el efecto estético; sin embargo, en ocasiones los textos escogidos ayudan también a realzar e ilustrar la descripción paisajística e, incluso, la interpretación geográfica. Éste es el caso, precisamente, de cómo los versos de F. Villaespesa (de su Aben Humeya) contri- buyen a magnificar el paisaje de Sierra Nevada y cómo unas estrofas de A. Macha- do –muy geográficas por cierto– ilustran el fenómeno de la deforestación y ero- sión (CARANDELL, 1925.b). Además de éstos, otros apoyos literarios y artísticos significativos que hemos detectado –ignorando otros muchos incluidos en sus obras sobre Sierra Nevada, pero que no se refieren a esta Cordillera– son los que se recogen en la Tabla N.º 1.

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TABLA 1. REFERENCIA A OBRAS LITERARIAS Y VIAJEROS EN LA PRODUCCIÓN SOBRE SIERRA NEVADA

Panorama Autores o viajeros Obra aludida

Carandell, 1925.b Sierra Nevada Francisco Villaespesa Aben Humeya Sierra Nevada Antonio Machado Sierra Nevada C. Bernaldo de Quirós Sierra Nevada Sierra Nevada Teófilo Gautier Viaje a España Sierra Nevada E. Castelar Sierra Nevada Rojas Clemente Sierra Nevada M. Willkomm Vega de Granada Mauricio Barrés Cuenca del Genil Vicente Espinel Vida de Marcos Obregón Carandell, 1926.a Andalucía desde S. Morena Teófilo Gautier Viaje a España Sierra Nevada Teófilo Gautier Viaje a España Sierra Nevada Edrisi (geógrafo árabe) El Veleta y Sierra Nevada Bory de Saint Vicent El Veleta y Sierra Nevada M. Willkomm El Veleta y Sierra Nevada E. Boissier El Veleta y Sierra Nevada General Ibáñez El Veleta y Sierra Nevada Simón Rojas Clemente La Alpujarra Calderón de la Barca Poema Sierra Nevada y Alpujarra E. Boissier El Mulhacén General Ibáñez y Otros El Mulhacén Coronel Perrier-Capitán Koszutski Arista Mulhacén-Veleta Dr. Bide Lanjarón Simón Rojas Clemente Puesta de Sol en El Veleta Dr. Bide Panorama desde El Veleta M. Willkomm Panorama desde El Veleta E. Boissier La estepa de Guadix Bory de Saint Vicent Granada Luis de Góngora y Argote Carandell, 1930.a Saint Vicent, Boissier, Ibáñez, Panorama desde el Veleta Willkomm, Dr. Bide, Rojas Clemente Sierra Nevada Jacinto Verdaguer La Atlántida Sierra Nevada E. Castelar Mediterráneo desde Alpujarra P. A. Alarcón La Alpujarra Francisco Villaespesa Aben Humeya El Genil Edrisi (geógrafo árabe

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Y otra constante en la producción carandelliana es el recurso a los escritos y las descripciones de los viajeros. Profundo conocedor de la obra de aquéllos, sabe valo- rarla en cuanto supusieron sus aportaciones, aprovechándolas con gran inteligencia y habilidad en el caso de Sierra Nevada. En este contexto las referencias más habituales son las de viajeros naturalistas, aunque no faltan citas a viajeros de otra condición: Boissier, Willkomm, Rojas Clemente, General Ibáñez, Perrier, Bory de Saint Vicent, Dr. Bide, Alarcón, Gautier, Mauricio Barrés, Pierre Loti, etc.

VI.3.- La gran afición a los viajes y a las excursiones. En la línea de la Institu- ción Libre de Enseñanza, Carandell considera el viaje como espléndida fuente de conocimiento, es un firme convencido de la virtualidad formativa y pedagógica de la excursión y tiene una enorme afición a viajar. Pondera no sólo su finalidad pedagógi- ca, sino igualmente su papel como “sano ejercicio del cuerpo, saludable reposo espi- ritual y fértil escuela de patriotismo”. En la excursión carandelliana, por tanto, apare- cen todos los objetivos científicos, pedagógicos, formativos, culturales, etc. que preco- nizaron los naturalistas e institucionistas, y que él predicó con pasión. Pero, además, en Carandell aparecen dos finalidades peculiares: luchar contra el localismo andaluz y promocionar los valores naturales de Andalucía. En consecuencia con todo lo anterior, uno de los aspectos más prolíficos dentro de la obra de Carandell es, precisamente, el relativo a los viajes y excursiones, que pueden clasificarse en cuatro grupos: 1.º Excursiones didácticas; 2.º Excursiones indi- viduales; 3.º Excursiones científicas; 4.º Otros viajes –a Inglaterra, a Saboya y al Delfinado, etc.– (LÓPEZ ONTIVEROS, 1994). Relativas a nuestra cordillera, entre las primeras, sólo encontramos una que, aunque titulada “A través de la Penibética” y publicada en un diario de Málaga (CARANDELL, 1925.d), recorre sólo Antequera, el Torcal, el Tajo de los Gaitanes, etc., pero no toca en realidad Sierra Nevada. Del segundo grupo –excursiones indivi- duales– sí que tenemos la reseña periodística que, en tres entregas, comenta el viaje de Málaga a Sierra Nevada y retorno a la misma ciudad (CARANDELL, 1934). Y, final- mente, Carandell nos ha legado un buen ejemplo de excursión científica (CARANDELL, 1926.b), la que preparó para el XIV Congreso Geológico Internacional, en la cual se plantea tres objetivos: 1.º conocer un macizo herciniano incluido dentro de los plie- gues alpino-béticos; 2.º conocer restos de presencia glaciar; 3.º dar una idea de con- junto de la fisiología y tectónica de la región andaluza. Para lograr estos fines progra- ma un recorrido de Granada al Veleta según el siguiente itinerario: desde Granada, por el curso del Genil, primero, y por la divisoria entre el Genil y Monachil (Camino de los Neveros), después, hasta Los Albergues de San Francisco; desde aquí se organiza la ascensión al Veleta, con visualización de “El Corral” y descenso al circo glaciar del Dílar, con recorrido por el Prado de las Ermitas, Laguna de las Yeguas y otras, y retorno al refugio por el Barranco Cauchiles. A la vuelta se baja hasta El Charcón – con referencia al muy próximo yacimiento de serpentina– desde cuya estación de ferrocarril se regresa a Granada.

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El circo del Dílar, desde un avión que vuela sobre El Trevenque a unos 3.500 m.

La cúpula de Sierra Nevada, desde un avión que vuela sobre el hotel de Benalúa a 3.150 m.

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VII. CONCLUSIONES

En el contexto de la compleja y rica personalidad de Carandell –geólogo, geomorfólogo, geógrafo, naturalista, ansioso de paisaje, lector culto y humanista, admirador de los grandes viajeros, excursionista y viajero…–, encontramos una obra sobre Sierra Nevada que nos parece interesante y sugestiva y cuya comprensión glo- bal, así como el tratamiento y la consideración que Carandell tuvo hacia ella, sólo es posible teniendo en cuenta ese polifacetismo del autor. En la primera de las facetas –la física– , su producción presenta, además, el interés de ofrecer tanto una interpretación acorde con los presupuestos de la autoctonía tradicional como, posteriormente, con las teorías movilistas. Pero incluso en el primer caso, Carandell deja demostrada su categoría indudable de gran tectonicista, con una interpretación coherente en función de los presupuestos clásicos con los que trabajaba. Y en todo momento, su profunda mirada y perspicaz comprensión de los hechos de relieve quedan claramente de manifiesto en la espléndida interpretación con que, a través de sus gráficos y dibujos –acuarelas, croquis fisiográficos, bloques diagramas, tours d’horizon, etc.–, ilustra sus obras y, en ocasiones, la de otros autores. En lo relativo a la geografía humana, Sierra Nevada fue objeto también de algunas de las obras más relevantes de la bibliografía carandelliana, proporcionándonos una visión de las Alpujarras realmente seria, coherente y, en algunos aspectos, insuperable. Y todo ello hay que entenderlo en el contexto de la profunda admiración y veneración que Carandell sintió hacia el paisaje de Sierra Nevada, lo que llevó, como ya se indicó, a confesar que esta cordillera “ocupa en el alma del autor el lugar más excelso”, y a considerar el Veleta como la “Atalaya cósmica de Andalucía”, llegando a equiparar nuestra cordillera en los mismos parámetros que los Alpes y, en consecuen- cia, a definirla como el “Montblanc de España”.

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 281-324 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 325

LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA

M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 325-346].

PALABRAS CLAVE: Demografía Regional, Desequilibrios Demográficos, Despoblación, Envejecimiento, Migraciones, Desarrollo Regional. KEY WORDS: Regional Demography, Demographic Unbalances, Depopulation, Ageing, Migrations, Regional Development. MOTS CLEFS: Démographie Régional, Déséquilivres démographiques, Depopulation, Vieillissement, Migrations, Développement Régional.

RESUMEN

Sierra Nevada, como todas las áreas de montaña españolas y gran parte del territorio interior andaluz, ha experimentado durante el siglo XX un considerable retroceso demográfico. La población con la que llega al umbral del siglo XXI es una cuarta parte más pequeña que la registrada en 1900 y un tercio inferior a la de 1950. Diversos y complejos factores, tanto internos como externos al área de montaña, de carácter más económico que demográfico, fueron los desencadenantes de una fuerte emigración. La gran pérdida de población ha originado cambios trascendentales en la demografía y en la actividad económica de Sierra Nevada. En la actualidad, la población de este espacio protegido se caracteriza por una desequilibrada distribución en el territorio, un escaso crecimiento natural, un acelerado envejecimiento y una actividad mayoritariamente terciaria. La declaración, en Julio de 1989, como espacio natural protegido bajo la figura de Parque Natural, y la más reciente de Parque Nacional, apenas ha modificado la inercia demográfica regresiva de la mayor parte de sus municipios; tan sólo se ha podido apreciar una cierta tenden- cia a la estabilización demográfica de la población total del macizo.

SUMMARY

Sierra Nevada, like all Spanish mountain areas and like a great part of interior territory of Andalucia, has had a considerable demographic backward during the 20tth century. The population at the beginning of the 21st century is a quarter under the one registered in 1900 and one third below that of 1950. Several complex factors, both internal and external to the mountain, being of an economic rather than demographic nature, were at the origin of a great population migration. The great loss of population has provoked important changes in demography and in the economic activity of Sierra Nevada. The population of this protected area is actually characterized by an unbalanced distribution in the territory, a scarce natural growth, accelerated ageing and a dominance of the services sector.

* Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 326 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO

The declaration, in July 1989, of a Protected Natural Area, as a Natural Park, and more recently National Park has hardly altered the regressive demographic inertia affecting of most its communities. Just a certain tendency towards a demographic stabilisation of the total population in de mass can be perceived.

RÉSUMÉ

Le massif de Sierra Nevada, comme toutes les zones montagneuses de l’Espagne mais aussi une grande partie intérieure de l´Andalousie, a eu au cours du XX ème siècle une considérable recule démographique. La population au debout du XXIème siècle est un quart inférieur de celle qu‘a été enregistré en 1900, et un tiers inférieur à celle de 1950. Des différents et complexes facteurs, aussi internes qu‘externes aux zones de montagne, à nature plus économique que démographique, ont déchaîné une forte émigration des populations. La forte baisse de la population a suscité des importants échanges dans la démographie et dans l’activité économique de Sierra Nevada. Aujourd’hui, la population de cette espace protégée est caractérisée par une répartition déséquilibrée dans le territoire, une croissance naturel faible, un vieillissement accéléré et une activité tertiaire majoritaire. La déclaration, en juillet 1989, comme un espace naturel protégé, sous le titre de Parc Naturel, et le plus récent de Parc National, n‘a pas modifié l‘inertie démographique régressive de la plus part des communes; on a seulement pu remarquer une certaine tendance à la stabilisation démographique d‘un ensemble du massif.

INTRODUCCIÓN

Sierra Nevada contaba en 1998 con una población de 86.527 habitantes distribui- da en sesenta y dos municipios que, total o parcialmente, forman parte de este espacio protegido. Treinta y ocho pertenecen a la provincia de Granada, que agrupa al 78,8 por ciento de la población de este macizo, mientras que veinticuatro son de la provincia de Almería y reúnen al 21,2 por ciento restante (Anexo municipal). Los municipios que han tenido los mayores descensos de población durante la presente centuria pertene- cen a esta provincia. Este sector oriental de Sierra Nevada ha reducido su población en un 58 por ciento desde comienzos de siglo, mientras que la evolución demográfica del sector occidental, municipios granadinos, se saldó con una pérdida de tan sólo un 3 por ciento. Ante esta evolución, cabría atribuir a la población almeriense, casi en exclusiva, la regresión demográfica que presenta Sierra Nevada. Sin embargo, también tuvieron una importante participación en ella las poblaciones de su sector granadino, ya que desde mediados de siglo quebraron su tendencia demográfica ascendente, incorporándose de forma masiva al proceso emigratorio desencadenado tras el Plan de Estabilización de 1957 y el “desarrollismo” de la década de los sesenta. A partir de aquellos años y hasta el último censo del siglo XX, la trayectoria demográfica se torna negativa en el conjunto poblacional de esta sierra del Sur de España, así como en los dos sectores que la forman. Fue en estos años cuando se produjo la caída de la curva demográfica de ésta montaña y el inicio de su “crisis demográfica”. La pérdida media anual acumulada, que osciló entre un 0,3 por ciento en

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 327 la década menos regresiva y un 2,1 por ciento en la más regresiva, se saldó en una reducción de casi 50.000 habitantes en este período. Sólo los municipios granadinos de Gójar, Monachil y La Zubia, muy cercanos a la capital provincial, consiguieron mante- ner la población e incluso aumentarla ligeramente en esta segunda mitad del siglo XX.

1. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN. ¿ DE LA REGRESIÓN A LA ESTABILIZACIÓN DEMOGRÁFICA?

El comportamiento diferenciado de la población de Sierra Nevada a lo largo del presente siglo, permite establecer tres etapas en su evolución. La primera etapa se corresponde con los primeros cincuenta años del siglo y puede calificarse de relativa- mente expansiva. En cifras absolutas, se tradujo en una ganancia de 18.905 habitantes alcanzándose el máximo demográfico de la centuria, 132.365 habitantes en 1940. Sin embargo, esta evolución expansiva la protagonizó básicamente la población del sector granadino de la sierra, ya que la población de los municipios almerienses comenzó a disminuir a partir de 1910, año en el que se registró el máximo poblacional del siglo. Este comportamiento divergente tiene su origen, en el caso de Granada, en la reactivación de la minería durante las primeras décadas del siglo y en la práctica de una actividad agraria diversificada, que hacía a este espacio serrano prácticamente autosuficiente (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1981,1992). En el sector almeriense, la temprana pérdida de población hay que relacionarla con las crisis del parral –filoxera y problemas a la exportación–, monocultivo en la mayoría de los municipios, que expulsó a parte de sus habitantes de sus lugares de origen en los albores del siglo XX. Municipios como Canjáyar, Fiñana, Laujar de Andarax o Abla, con los mayores volú- menes de población y que ejercían una cierta función de centralidad comarcal, tam- bién perdieron población en esta primera mitad del siglo (CÓZAR VALERO, 1984). La segunda etapa, que se extiende desde 1950 hasta 1991, fue netamente regresiva. Se perdió el 37,3 por ciento de la población del macizo. La población del sector grana-

CUADRO 1. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE SIERRA NEVADA

Sierra Sierra Total Sierra Sierra Total Nevada Nevada Sierra Nevada Nevada Sierra Años Almería Granada Nevada Años Almería Granada Nevada

1900 43.410 70.334 113.744 1970 28.117 75.894 104.011 1910 44.741 72.169 116.910 1975 25.465 69.585 95.050 1920 43.637 77.161 120.798 1981 22.286 64.952 87.238 1930 43.754 85.462 129.216 1986 21.289 63.358 84.647 1940 43.315 90.050 133.365 1991 19.055 64.171 83.226 1950 39.364 93.285 132.649 1996 18.618 68.784 87.402 1960 36.451 91.885 128.336 1998 18.366 68.161 86.527

Fuente: Censos de Población y Padrones Municipales, varios años. I. N. E. , I. E. A. Elaboración propia.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 328 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO dino se redujo casi en un tercio y la del almeriense en más de la mitad. La incorporación al fenómeno emigratorio de la población de los municipios granadinos, como salida ante la crisis del sistema agrario tradicional de montaña y por las mayores facilidades para emigrar dentro y fuera de España, determinaron que la regresión demográfica fuera muy generalizada en todo el territorio nevadense. Durante esta etapa las mayores pérdidas de población se produjeron en Las Alpujarras, tanto granadinas como almerienses, en el Marquesado del Cenete –Granada– y en los municipios almerienses del valle del río Nacimiento y del valle medio del río Andarax. Muchos de estos municipios redujeron su población a la mitad; tal fue el caso de Fondón, Bayárcal, Fiñana y Beires en Almería, y de Aldeire, Cogollos de Guadix, Cáñar, Capileira y Alpujarra de la Sierrra en Granada. Las mayores pérdidas de población se dieron entre los censos de 1960 y 1970, con un descenso medio de 2.433 habitantes por año. En los siguientes años censales fue perdiendo intensidad dicho descenso, cifrándose en un promedio de 401 habitantes al año en el último período intercensal (1981-1991). Esta desaceleración, que comienza a mediados de los años setenta, fue originada por las fuertes restricciones impuestas a la inmigración extranjera por parte de los países de Europa Occidental, como reacción a la crisis económica que comenzó en 1973, y por la disminución de los flujos migratorios hacia las regiones más industrializadas de nuestro país –sobre todo a Cataluña–, afecta- das igualmente por la crisis económica. Los movimientos migratorios durante estos años fueron básicamente intraprovinciales, teniendo en las capitales de provincia y en el Poniente de Almería los principales destinos (CÓZAR VALERO, 1989). La tercera etapa, que abarca desde 1991 hasta la Revisión del Padrón Municipal de 1998, se caracteriza por una ligera recuperación demográfica. Dicha recuperación se tradujo en un aumento de 3.301 habitantes, lo que supuso un cambio radical en la tendencia demográfica de décadas anteriores y la estabilización de la población nevadense a finales del siglo XX. Esta inversión de la trayectoria demográfica comenzó a manifestarse muy tímida- mente en la segunda mitad de los años ochenta en los municipios más cercanos a la capital de Granada, Gójar, Monachil, La Zubia, Dúrcal y Padul. Al crecimiento de sus poblaciones contribuyeron varios factores de diferente naturaleza, entre los que cabe destacar su transformación en pueblos dormitorio de la capital y la instalación en ellos de nuevas actividades económicas, gracias a una oferta de suelo más barato y a la mejora de las comunicaciones. Estos factores rompieron con el modelo productivo tradicional y convirtieron a estos municipios en focos de atracción de población, procedente de otros lugares de Sierra Nevada y del resto de la provincia de Granada. En la década de los ochenta, los demás municipios serranos, salvo Carataunas y Órgiva, en la provincia de Granada, y Bentarique en Almería, continuaron perdiendo población (Mapa I a). Por el contrario, entre 1991 y 1996 el crecimiento demográfico en Sierra Nevada alcanzó cifras más elevadas y se distribuyó más homogéneamente. El incremento medio anual fue de 835 habitantes, siendo veinte los municipios que aumentaron sus efectivos después de décadas de pérdidas. Otro cambio importante en los inicios de la década de los noventa, fue la reducción en la intensidad de la pérdida de población en los municipios más regresivos de esta zona montañosa (Mapa Ib).

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MAPA Ia. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE DERECHO DE SIERRA NEVADA 1981-1991

7 3 2 10 39 8 9 41 42 1 4 5 6 37 38 40 43 36 35 62 57 11 60 59 44 45 21 56 34 33 23 22 12 46 14 13 53 32 52 49 47 54 48 20 50 31 19 16 61 58 55 29 51 2624 25 30 27 17 15 18 28 Variación Relativa Media Anual >3% 1-3% 0-1% 0/-1% 0 25 km -1/-3% >-3%

MAPA Ib. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE DERECHO DE SIERRA NEVADA 1991-1998

Variación Relativa Media Anual >3% 1-3% 0-1% 0/-1% 0 25 km -1/-3% >-3%

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 330 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO

La incipiente recuperación demográfica a finales del siglo XX, no puede interpretarse como el inicio de la superación de la crisis económica de este espacio serrano, ni como el resultado de un mayor dinamismo en la movilidad natural de su población que, como veremos más adelante, es ya muy reducido. En dicha recuperación intervi- nieron otros factores, tanto internos como externos a la montaña, relacionados con el nuevo freno a la emigración impuesto por la última recesión económica de 1992-1994, el cambio de sentido de los flujos migratorios en algunas poblaciones –en unas como consecuencia de la llegada de inmigrantes y en otras por el retorno de emigrantes–, la generalización de políticas asistenciales y de subvención y, por último, la expansión de actividades vinculadas del turismo rural, impulsadas en gran medida por la inicia- tiva europea Leader I “Alpujarras” y Leader II “Alpujarra y Sierra Nevada”, tras la declaración de gran parte de esta montaña como Parque Natural en 1989. Sin embargo, la inversión de la tendencia demográfica, que permite hablar de una cierta estabilización de la población en Sierra Nevada a finales del siglo XX, podría no estar consolidada. Los últimos datos disponibles, correspondientes a la revisión padronal de 1998, muestran una pérdida de 875 habitantes respecto a la población del Padrón de 1996, lo que significa que en dos años ha disminuido un 1 por ciento. De continuar esta tendencia, estaríamos de nuevo ante otra inflexión en la curva demográfica, pero en este caso de carácter negativo, para el conjunto de la población de Sierra Nevada.

2. UNA DESEQUILIBRADA DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA POBLACIÓN

La importante despoblación que ha sufrido Sierra Nevada desde mediados del presente siglo, queda patente en los bajos efectivos demográficos que presenta en la actualidad y en el reducido tamaño de las poblaciones municipales. Sin embargo, como se ha visto anteriormente, la distribución de las pérdidas de población ha tenido diferente intensidad y ritmo temporal en los dos sectores provinciales y entre los municipios de ambos. Este comportamiento diferencial se ha plasmado en una ocupa- ción de territorio muy desigual. El modelo de distribución que presenta a finales del siglo XX es el resultado, como ya se ha comentado, de factores fundamentalmente económicos y, en menor medida por ser más recientes, de factores demográficos: crecimiento cero y decrecimiento natural. El peso demográfico en Sierra Nevada se localiza en el sector occidental, en donde se censó en 1991 el 78,3 por ciento de la población. La última revisión padronal de 1998 no modifica esta distribución. Este desequilibrio lo ha generado, por una parte, el mayor número de municipios correspondientes a la provincia de Granada, y por otra parte, la concentración del aumento de la población en las últimas tres déca- das en este sector. Aquí se localiza el municipio más poblado, La Zubia que, con 12.407 habitantes empadronados en 1998, es el único que puede calificarse de urbano según los criterios del I.N.E. También se ubican en este sector cinco de los seis municipios que superan los 2000 habitantes (municipios intermedios o semiurbanos), Padul con más de 6000 habitantes, Dúrcal y Órgiva con más de 5000, Monachil con más 4000 habitantes y Lanjarón con más de 3.000 habitantes.

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La suma de las poblaciones de estos seis municipios agrupa al 44,6 por ciento de la población total de Sierra Nevada, mientras que el 55,4 por ciento restante se distri- buye entre cincuenta y seis municipios, en su gran mayoría de carácter rural, es decir con menos de 2000 habitantes. Treinta y nueve de ellos no alcanzan los 1000 habitan- tes y veintitrés tienen una población inferior a 500 habitantes. En el sector almeriense casi todos los municipios son rurales; sólo Fiñana, con algo más de 2000 habitantes, forma parte del grupo de población intermedia o semiurbana de Sierra Nevada. En esta parte del macizo están también los municipios más peque- ños. Concretamente, en el valle medio del río Andarax, los municipios de Beires, Almócita y Alsodux contaban en 1998 con menos de 200 habitantes; con similar volumen de población sólo hay dos municipios en La , Caratáunas y Juviles. La abundancia de municipios de pequeño tamaño en Sierra Nevada supone, sin duda, un fuerte condicionante en su dinámica y estructura demográfica. Este tipo de municipio es el que registra en la actualidad el mayor grado de envejecimiento de la población y, como consecuencia de ello, las menores posibilidades y expectativas para dinamizar su átona economía. Con una densidad media de 20 Hab/Km2, Sierra Nevada se presenta como un espacio poco poblado. En los umbrales del siglo XXI, tras un largo e intenso proceso de vaciado demográfico a lo largo del siglo XX, es la montaña andaluza con menor densidad de población (SÁEZ LORITE, 1992). En las décadas más recientes, Sierra Nevada se ha configurado también como un espacio con una marcada polarización en la ocupación de su territorio. El análisis de la densidad de población a escala munici-

MAPA II. DENSIDAD DE POBLACIÓN EN SIERRA NEVADA. AÑO 1998

>100 Hab/Km2 50-100 Hab/Km2 30-50 Hab/Km2 15-30 Hab/Km2 0 25 km <15 Hab/Km2

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 332 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO pal vuelve a poner de manifiesto la desequilibrada distribución de la población que caracteriza a Sierra Nevada en este final de siglo. Como ilustra el Mapa II, se contra- ponen pequeños espacios densamente poblados, polos demográficos, frente a amplios espacios escasamente poblados, vacíos o semidesiertos demográficos. Más de la mitad de los municipios tienen densidades inferiores a la media del macizo; incluso en veintisiete de éstos la densidad está por debajo de 15 hab/Km2. Las menores densida- des de población las encontramos en las vertientes septentrional y oriental del macizo. Los municipios de Beires, Almócita, Alsodux, Nacimiento, Paterna del Río y Las Tres Villas son los menos poblados del sector almeriense, con densidades entre 2 y 7 hab/ Km2; en tanto que los municipios de Dólar, Ferreira, Lugros y Trevélez lo son en el sector granadino, con valores entre 6 y 9Hab/Km2. Por el contrario, las mayores densidades se localizan en el sector más occidental, en donde cinco municipios tienen densidades superiores a la media de la provincia de Granada –65,9hab/Km2–: Dúrcal, Gójar, Monachil, Padul y La Zubia. Este último municipio con más de 400 hab/Km2 se alza con una de las densidades más elevadas de la provincia. Como se ha apuntado en páginas anteriores, estos municipios se han escapado de formar parte de los semivacíos demográficos gracias a su renta de situa- ción respecto a la capital de Granada. En ellos se han desarrollado, en las últimas décadas, actuaciones urbanísticas y actividades económicas que poco o nada tienen ya que ver con las tradicionales de las zonas rurales de montaña y que han favorecido su conversión en polos de atracción demográfica. En cuanto a la vertiente meridional, la mayoría de los municipios superan la densidad media del macizo pero en ninguno caso se sobrepasan los 50 hab/Km2.

3. CAMBIOS RECIENTES EN LOS COMPONENTES DE LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA

3.1. La movilidad natural de la población de Sierra Nevada

La constante pérdida de población en muchos municipios y las nuevas pautas de comportamiento de la fecundidad, han dado lugar en los últimos lustros a un cambio radical en los componentes del movimiento natural de la población, lo que se ha plasmado en la caída de la tasa de natalidad, el mantenimiento de una elevada tasa de mortalidad y, consecuencia de ambos, un crecimiento natural bajo, nulo e incluso negativo (Cuadro n.º 2). Las características que presentan estos componentes de la dinámica demográfica han derivado, como en el resto del territorio andaluz y español, de la reducción continuada de los grupos de población en edad reproductiva, los más afectados también por la emigración, y de la culminación de la transición demográfica en la década de los ochenta, llevando a esta montaña andaluza una situación de implosión demográfica tanto o más grave que la del resto del espacio montano y de interior de Andalucía (OCAÑA, GARCÍA MANRIQUE, NAVARRO ROGRÍGUEZ, 1998). A lo largo de la década de los ochenta se asiste a una sensible disminución en el número de nacimientos en Sierra Nevada. Durante el quinquenio 1986-90 se

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 333 registraron 4.510 nacimientos, cuatrocientos menos que en el quinquenio anterior. El leve incremento del número de nacimientos, 208, registrados en el primer lustro de los noventa, no ha conseguido paliar la caída de la tasa de natalidad, que continúa bajando al haber aumentado la población total de este espacio en estos años(cuadro N.º 2).

CUADRO 2. MOVIMIENTO NATURAL DE LA POBLACIÓN DE SIERRA NEVADA (Tasas medias anuales por mil)

S.N. Almería S.N. Granada Sierra Nevada

NATALIDAD 1981-1985 11,62 12,96 12,62 1986-1990 10,27 11,46 11,18 1991-1995 8,47 11,56 10,88 MORTALIDAD 1981-1985 9,56 9,42 9,48 1986-1990 12,36 9,66 10,30 1991-1995 11,32 9,40 9,82 CRECIMIENTO NATURAL 1981-1985 2,06 3,51 3,14 1986-1990 -2,09 1,80 0,88 1991-1995 -2,85 2,16 1,06

FUENTE: Movimiento Natural de la Población de España, 1981-1994. Censos de Población 1981 y 1991. Padrones Municipales 1986 y 1996. I.N.E. e I.E.A. Elaboración propia.

El mayor descenso de la tasa de natalidad se produjo en la década de los ochenta: entre la primera y la segunda mitad de dicha década se redujo en un punto y medio. Este descenso situó la tasa media de natalidad de Sierra Nevada dos puntos por debajo de las tasa medias provinciales de Almería y Granada (13,46 y 12,92 por mil respec- tivamente), acercándola al promedio de España (10,18 por mil). En el primer quinque- nio de los años noventa, se aprecia una ralentización en la caída de la tasa de natalidad al bajar sólo tres décimas respecto al quinquenio precedente, situándose aún por encima de la media nacional (10 por mil), la más baja del mundo. Esta tendencia ha continuado hasta el último año con datos disponibles. El total de nacimientos en el conjunto de Sierra Nevada entre 1991 y 1998 disminuyó en 120, lo que permite pensar que el descenso de la tasa de natalidad aún no ha tocado fondo. El número de naci- mientos en los últimos ocho años no ha dejados de bajar en más de la mitad de los municipios; por primera vez, en un municipio, Alsodux, en el sector almeriense, no se registró ningún nacimiento en estos años. Aunque la evolución de la tasa de natalidad en los primeros años de la última década del siglo XX apunta a una ralentización en el descenso para el conjunto de Sierra Nevada, las diferencias entre los sectores almeriense y granadino han continua- do aumentando. Si en la década de los ochenta, la tasa de natalidad del sector almeriense

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 334 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO era un punto más baja que la del sector granadino, en el primer quinquenio de los noventa fue casi dos punto y medio, afianzando con ello la tendencia regresiva en estos años. Un comportamiento contrario ha seguido la tasa de mortalidad entre la pobla- ción nevadense. Como se puede apreciar en el Cuadro n.º2, esta variable vital au- mentó su tasa entre los dos primeros quinquenios estudiados, rebajándola levemente en el último. Ya en la primera mitad de los ochenta presentaba un elevado valor (9,48 por mil) y siguió creciendo en la segunda mitad, llegando a superar en más dos puntos a la tasa media de mortalidad de la provincia de Almería (7,89 por mil) y en casi dos puntos a las tasas medias de Granada y de España (8,43 y 8,65 por mil respectivamente). Aunque los datos correspondientes al período 1991-1995 mues- tran un ligero descenso de la tasa de mortalidad, ésta continúa siendo superior a la media nacional (9 por mil). Como ha ocurrido con la natalidad, la tendencia alcista de la tasa de mortalidad en Sierra Nevada se debe fundamentalmente a la población del sector almeriense (Cuadro N.º 2). En los tres períodos analizados tuvo unas tasas de mortalidad muy elevadas, mientras que la población del sector granadino las tenía más bajas y con unos valores muy homogéneos. La desequilibrada estructura demográfica de las po- blaciones almerienses, derivada de la fuerte emigración durante décadas, así como la caída de la fecundidad en las décadas más recientes, es la responsable de las elevadas tasas brutas de mortalidad, puesto que las cifras absolutas de este acontecimiento vital apenas se han modificado en estos años. La aproximación de los valores de las tasas de natalidad y mortalidad en los últimos lustros, ha alterado notablemente el balance natural de la población nevadense (Cuadro N.º 2). En efecto, el valor de la tasa de crecimiento medio anual en los primeros cinco años de la década de los noventa fue del 1,06 por mil, la tercera parte de la que presentaba hace quince años. A la escasa vitalidad natural de la población de Sierra Nevada ha contribuido notablemente, como ya se ha destacado, la dinámica regresiva de su sector almeriense, que, desde la segunda mitad de la década de los ochenta, presenta un saldo natural negativo. No obstante, el descenso del crecimiento natural afecta a todos los municipios de este espacio protegido; la mejor situación la ostentan aquellas poblaciones en las que el número de nacimientos y defunciones aún no ha convergido; en la mayoría de los municipios, la relación se ha invertido y el número de defunciones supera a los naci- mientos. A principios de los años ochenta, la mitad de los municipios almerienses registraban un decrecimiento natural de sus poblaciones, diez años más tarde, esta situación afectaba a más del ochenta por ciento. En mas de la mitad de los municipios granadinos, la dinámica natural tuvo carácter positivo a comienzos de los ochenta. Sin embargo, en la primera mitad de los noventa, el sesenta por ciento ya tenía decreci- miento natural en sus poblaciones. En la segunda mitad de los años noventa esta dinámica natural regresiva continúa extendiéndose entre las poblaciones de Sierra Nevada. Según las últimas estadísticas disponibles (1998), en treinta y ocho munici- pios el saldo natural fue negativo y en ocho fue cero.

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3.2. La movilidad espacial de la población de Sierra Nevada

A pesar de que son muy pocos los municipios con cierta vitalidad y potencialidad demográfica en Sierra Nevada, éstos han contribuido de forma sustancial a que el crecimiento natural del conjunto montañoso se mantenga con valores todavía positi- vos. Sin embargo, la recuperación demográfica que se produjo en un tercio de los municipios nevadenses entre 1991 y 1996 se debió en gran medida, no tanto a las aportaciones de su crecimiento natural, –negativo en buen número de ellos– como al cambio de signo que experimentaron los movimientos migratorios en la década de los ochenta. Durante la primera mitad de este decenio, el saldo migratorio (crecimiento natural menos crecimiento real) era todavía negativo (2.695 emigrantes). Fue en la segunda mitad cuando el macizo experimenta una inversión en sus flujos migratorios, registrando por primera vez en muchos años un saldo migratorio positivo de 132 inmigrantes. Este cambio en la tendencia migratoria se consolida a comienzos de los años noventa, en que aumenta el saldo migratorio hasta los 4.176 inmigrantes, lo que representó una tasa migratoria media anual del 8,54 por mil para el conjunto poblacional de Sierra Nevada. También en este componente de la dinámica demográfica encontramos enormes diferencias territoriales. Mientras que en el sector granadino la tasa migratoria fue positiva (11,47 por mil), en el sector almeriense fue negativa (-1,83 por mil). Los municipios del sector granadino pasaron de tener un saldo negativo de 1.018 emigran- tes entre 1981-85, a un saldo positivo de 1.727 inmigrantes en los cinco años siguien- tes y de 4.613 entre 1991 y 1995. Por el contrario, en el sector almeriense, los saldos de los tres quinquenios fueron negativos, con 1.677, 1.595 y 437 emigrantes respecti- vamente, y sólo en el quinquenio más reciente se produjo una sensible disminución de dicho saldo. Durante el segundo quinquenio de los años ochenta, la emigración de la pobla- ción continuaba siendo el modelo de movilidad espacial más extendido en la mayoría de los municipios. En estos años, tan sólo en quince municipios, los más cercanos a la capital de Granada y los más turísticos de Las Alpujarras granadinas, hubo inmigra- ción. Sin embargo, los primeros años de la década de los noventa confirman ya un cambio más generalizado en el panorama migratorio. Por primera vez en media centu- ria, en el cuarenta por ciento de los municipios de Sierra Nevada los saldos migratorios fueron positivos y en el resto se redujeron considerablemente los valores negativos de sus saldos. La inmigración en los municipios más dinámicos y el retorno de emigrantes fueron los determinantes del cambio de signo de las migraciones en el conjunto de la población nevadense. Sin embargo, a finales del siglo XX la emigración continúa todavía despoblando a treinta y seis de los sesenta y dos municipios. Las transformaciones recientes que han experimentado los balances naturales y la pervivencia de la emigración en esta montaña, han generado una dinámica demográfi- ca de carácter regresivo en la mayoría de los municipios. Las diferencias que existen en la actualidad entre las dinámicas demográficas están en función, como ilustra el Mapa III, del distinto peso que han adquirido los componentes naturales y migratorios

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MAPA III. DINÁMICA DEMOGRÁFICA DE SIERRA NEVADA 1991-1998

CN+ SM+ Crecimiento CN-/SM+ Demográfico CN0/SM+ CN+/SM- 0 25 km CN-/SM+ Decrecimiento CN-/SM- Demográfico CN0/SM-

en cada una de ellas. El peso de estos componentes en el crecimiento/decrecimiento real de las poblaciones durante el período 1991-1996 ha sido el siguiente: el único municipio que incrementó la población por crecimiento natural fue Órgiva, otros diez municipios aumentaron su población tanto por crecimiento natural como por aportes migratorios, en tanto que en nueve municipios el crecimiento demográfico se debió exclusivamente a la inmigración, ya que todos registraron decrecimiento natural. Entre los que sufrieron pérdidas demográficas, en nueve municipios lo fueron por emigra- ción, pues su crecimiento natural aún era positivo, mientras que en veintiséis descen- dieron población, tanto por saldos migratorios como naturales negativos. Estos últi- mos municipios son los que se encuentran ya en una fase de agotamiento demográfico muy avanzada.

4. CARACTERÍSTICAS ESTRUCTURALES DE LA POBLACIÓN. ENVEJECIMIENTO Y ESCASO NIVEL DE INSTRUCCIÓN

La evolución regresiva de la población de Sierra Nevada desde la década de los cincuenta, imputable tanto a la emigración en las primeras décadas y cómo al decreci- miento natural en los años más recientes, ha alterado la composición por edades de su población y, en menor medida, su distribución por sexos. La pérdida de población adulta-joven, principal componente de la emigración, ha modificado notablemente las estructuras demográficas de estas poblaciones, provocando desde hace unos años que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 337 la característica más notable de la población de Sierra Nevada sea la de su paulatino envejecimiento. A finales del siglo XX, la edad media de la población nevadense era de 39 años, lo que supone una estructura de la población adulta-madura, seis años mayor que las edades medias de las poblaciones provinciales de Granada y Almería. La proporción de población con más de 64 años en el año 1996 era del 17,5 por ciento de la población total de Sierra Nevada, superior al promedio nacional y casi cinco puntos por encima de la proporción del mismo grupo de edad en la población de las provincias de Granada y de Almería. Otra muestra de esta tendencia es el enveje- cimiento de la población vieja. En aquel año, el 37 por ciento de la población de más de 64 años era mayor de 74 años, siendo superior al 40 por ciento en veintidos de sus municipios. La mayor supervivencia de la población vieja ha supuesto también la mayor feminización de las poblaciones en los municipios más envejecidos. El más alto grado de envejecimiento de la población corresponde al sector almeriense del macizo, en donde el 22,2 por ciento de su población contaba con más de 64 años, en tanto que en el sector granadino representaba el 16 por ciento. A este envejecimien- to de la población ha contribuido de forma decisiva, en los años más recientes, el descenso del grupo de población joven (menos de 15 años). Este grupo ha experimen- tado un preocupante retroceso, siendo su valor relativo en 1996 (17,9 por ciento) inferior a las medias provinciales y similar al porcentaje de población con más de 64 años. Con esta proporción, el índice de envejecimiento en Sierra Nevada fue de 98 habitantes mayores de 64 años por cada 100 habitantes de menos de 15 años. En el sector almeriense llegó hasta los 158 por cada 100 jóvenes. Este indicador pone de manifiesto que, de no modificarse la dinámica demográfica y con el aumento de la longevidad entre la población mayor de 65 años, el envejecimiento de la población se intensificará en los próximos años. En la década pasada, el grupo de población joven descendió 8,5 puntos mientras que el grupo de población vieja aumentó 3,5 puntos; sólo permaneció relativamente estable el grupo de población adulta, de 15 a 64 años, trayectoria que no ha variado en los años noventa. Los municipios con poblaciones envejecidas predominan en esta montaña: más del 80 por ciento tienen una estructura envejecida y un 11,3 por ciento muy envejeci- da; el grupo de población vieja significa entre el 20 y el 30 por ciento del total en los primeros y más del 30 por ciento en los segundos, mientras el grupo de población joven no llega a representar el 20 por ciento del total poblacional. Los municipios con estructuras muy envejecidas se localizan mayoritariamente en el valle medio del río Andarax, en el sector más oriental de Sierra Nevada, y en la vertiente Norte del macizo, particularmente en el Marquesado del Zenete, provincia de Granada. Los municipios con poblaciones jóvenes son muy escasos y se han reducido considerable- mente, de veintitrés a seis en los últimos diez años. Estos pocos municipios coinciden con los que tienen los mayores volúmenes de población, una dinámica demográfica más expansiva y una actividad económica que poco o nada tiene que ver con la tradicional de esta montaña. La estructura por edades que presentaba Sierra Nevada en el último padrón del siglo XX se inscribe, por lo tanto, dentro del modelo de pirámide regresiva, con una silueta en “forma de guitarra” (Gráfico 1), abultada todavía en los grupos de población

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PIRÁMIDE DE SIERRA NEVADA 1996

> 85 y mas 80-84 HOMBRES MUJERES 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-09 0-04 54 3 2 1 01234

SIERRA NEVADA GRANADA 1996

> 85 y mas 80-84 HOMBRES MUJERES 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-09 0-04 54 3 2 1 01234 5

SIERRA NEVADA ALMERÍA 1996 > 85 y mas 80-84 HOMBRES MUJERES 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-09 0-04 54 3 2 1 01234 5

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 339 adulta-joven, pero con una clara tendencia a la inversión, población adulta-vieja y una “forma de hongo” en las primeras décadas del siglo XXI. El estrangulamiento de las barras de edad entre 35 y 54 años manifiesta el gran impacto de la crisis económica de la montaña y de la Guerra Civil. Por otro lado, la brusca caída de la fecundidad en los últimos quince años queda reflejada en una estrecha base, mientras que el aumento absoluto y relativo de la población vieja da lugar a una ancha cúspide. Esta representa- ción gráfica muestra perfectamente cómo se está produciendo el envejecimiento de la población nevadense tanto por la cúspide como por la base de la pirámide. Las pirámides de población de los sectores de Granada y Almería presentan siluetas similares al del conjunto de Sierra Nevada, si bien destaca un mayor ensanchamiento de la cúspide y estrechamiento de la base en el almeriense. Las estructuras demográficas de los municipios de Sierra Nevada son mucho más diversas. Las poblaciones expansivas se caracterizan por tener unas pirámides de edad que se ajustan al tipo de población adulta- joven, con un acusado abultamiento en los grupos de edad inferiores a cuarenta años. Por el contrario, las poblaciones de los municipios más regresivos tienen unas estructuras demográficas muy desequilibradas –envejecimiento y feminización por la ausencia o esca- sa relevancia de los grupos en edad productiva y reproductiva– y, por tanto, unas siluetas difíciles de encuadrar en los modelos convencionales de las pirámides de población. En definitiva, son unas poblaciones con fuertes síntomas de agotamiento, lo que sin duda supone una gran hipoteca en las perspectivas de desarrollo endógeno de estos municipios. Otro factor que también supone un serio obstáculo para dinamizar la actividad económica en muchos de los municipios de Sierra Nevada, es el bajo nivel de forma- ción de sus habitantes. Según el último censo, el 53,12 por ciento de la población era analfabeta o no tenía ningún tipo de estudios terminados. Los que tenían completos los estudios de primer y segundo grado suponían el 44,71 por ciento. Sólo el 4,25 por ciento de la población tenía estudios de tercer grado o universitarios. Además, si hasta ahora hemos encontrado marcadas diferencias entre los municipios que forman parte del macizo, en esta variable hay una gran homogeneidad. La falta de oportunidades y las grandes deficiencias en la extensión de la enseñanza obligatoria, en tiempos relati- vamente cercanos, estaban muy generalizadas en este espacio montano. A finales de los años noventa, el nivel de estudios terminados entre la población activa nevadense había mejorado ligeramente. Puede servir como ejemplo el hecho de que dos tercios de los parados que se registraron en las oficinas del INEM entre 1994 y 1999 tenían como formación Graduado Escolar y/o E.G.B. Las diferencias territoria- les sí aumentaron en estos años y en este colectivo, dado que en el sector de Almería más del 80 por ciento de los que buscaban trabajo no habían concluido estudios de ningún nivel; por el contrario en el sector granadino sólo fueron un tercio.

5. LA ACTIVIDAD DE LA POBLACIÓN. DE LA OCUPACIÓN AGRARIA A LA TERCIARIZACIÓN

La crisis del modelo económico de Sierra Nevada, inserta en la crisis del siste- ma rural, que desde los años cincuenta se saldó con el abandono de una parte

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 340 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO importante de su población en edad activa, continúa a finales de siglo y se pone de manifiesto en una baja tasa de actividad en su población (43,44 por cien según el último censo del siglo XX). No obstante, desde 1981 se ha producido una significa- tiva recuperación de dicha tasa, tanto en el conjunto del macizo como en los dos sectores que lo forman. Este incremento no se debe tanto a la reactivación económi- ca de este espacio como a la incorporación al mercado laboral, a lo largo de los años ochenta, de la mujer, cuya presencia “formal” era insignificante a comienzos de la década. La evolución de la tasa de actividad durante el último decenio fue claramente positiva para el conjunto de la población, registrándose un aumento de 7 puntos (del 36,4 al 43,4 por ciento). Sin embargo, aún estaba lejos de las tasas de actividad de las provincias de Granada y de Almería, que en 1991 eran del 49,01 y 51,12 por ciento respectivamente. No obstante, la tendencia mostrada conduce hacia la convergencia con estas tasas, ya que se espera una mayor incorporación de la mujer al mercado laboral, todavía muy pequeña en conjunto de Sierra Nevada. La tasa de actividad también ha tenido un comportamiento diferenciado en los dos sectores de Sierra Nevada, aunque en sentido contrario al que se ha producido en otras variables demográficas. Según este parámetro, fue la población almeriense la que registró un mayor y más temprano incremento de la tasa de actividad. Aquí, la mayor tasa se produjo durante la primera mitad de la década de los ochenta, como consecuencia del incremento de la tasa de actividad femenina, mientras que en el sector granadino fue en la segunda mitad del decenio. El crecimiento espectacular de la tasa de actividad femenina en el conjunto de Sierra Nevada fue uno de los acontecimientos más importantes en la década de los ochenta en materia de actividad de la población, En estos diez años, la tasa se multiplicó por tres, pasando del 8, 9 por ciento del total de mujeres en edad de trabajar hasta el 26,7 por ciento. A pesar del fuerte incremento registrado, este valor era todavía bajo si se compara con los promedios de España, Granada y Almería (34,2, 32,7 y 33 por cien respectivamente). No obstante, su positiva evo- lución fue determinante en el crecimiento de la tasa de actividad general de la población nevadense, puesto que la tasa de actividad masculina experimentó un retroceso de 4,5 puntos en el mismo período. Esta tasa masculina, con un valor del 60,18 por cien en 1991, se situaba cuatro puntos por debajo de la media nacional, seis de la media provincial de Granada y hasta diez de la media de la provincia de Almería. Resulta bastante paradójico que fuera la población del sector almeriense, la de mayor regresión demográfica, la que presentara el mayor aumento de la tasa activi- dad femenina (19 puntos en diez años). Esta aparente contradicción se explica pre- cisamente por la situación de decadencia del mundo rural y la ausencia de alternati- vas en la mayor parte de estos municipios. En ellos, continuaba manteniéndose una elevada ocupación de la población femenina en las actividades agrarias y esta situa- ción lleva aparejada una mayor participación de la mujer en las políticas asistenciales y de subvención, como el P.E.R, los cursos de formación remunerados y los subsi- dios de paro. Es lógico, por tanto, que los municipios con mayores tasas de activi-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 341 dad femenina coincidan con los que más población perdieron: Abrucena, Alboloduy, Nacimiento y Padules registraban tasas de actividad femenina que oscilaban entre el 42 y el 53 por ciento. En ellos, más de la mitad de las mujeres ocupadas lo estaban en la agricultura. Por el contrario, en el sector granadino, a excepción de los municipios de Alpujarra de La Sierra, Lecrín y Nevada, en donde concurren elevadas tasas de actividad feme- nina (35 y 46 por ciento) y alta ocupación de la mujer en la agricultura, los municipios con las tasas femeninas más elevadas (entre 33 y 38 por ciento) coinciden con los de demografía más expansiva: los municipios del Área Metropolitana de Granada y los de mayor oferta turística –La Zubia, Padul, Gójar, Güejar-Sierra y Bubión–, en los que la ocupación de su población activa se centra predominantemente en el sector terciario y, en menor medida, en el secundario (Mapa IVb). Además de una baja tasa de actividad, la población de Sierra Nevada presentaba también un bajo nivel de ocupación (69,82 ocupados por cada cien activos en 1991), después de haber subido seis puntos en cinco años. El aumento de la población ocupada se produjo únicamente en el sector granadino del macizo, que en esos cinco años aumentó su tasa de ocupación en casi nueve puntos y superó la media provin- cial (69,69 por cien). De nuevo hay que señalar que este comportamiento no fue homogéneo en todo el territorio, quedando básicamente circunscrito a los munici- pios más cercanos a la capital y a los más turísticos de las Alpujarras. En el sector nevadense de Almería la tasa de ocupación bajó casi tres puntos en esos años, estableciéndose un diferencial de catorce puntos respecto de la media de su provin- cia (78,57 por cien) y configurándose como una de las zonas más deprimidas no sólo del macizo sino también de la provincia de Almería en este final de siglo. El bajo nivel de ocupación hubiera sido aún más acusado de no haberse producido el notable aumento, en la segunda mitad de los ochenta, de la tasa de ocupación femenina, con un valor superior en más de un punto al promedio de ocupación femenina en Sierra Nevada (26,98 por cien). La baja ocupación de la población nevadense y el aumento de la tasa de activi- dad, configuran un alto y generalizado nivel de paro. En el último Censo, la tercera parte de su población activa estaba parada. La tasa de paro fue especialmente elevada entre los municipios almerienses, sobre todo si se compara con los valores del paro provincial, 21,43 por ciento, el más bajo de Andalucía. El diferencial entre las tasas de paro de la población del conjunto de Sierra Nevada y las correspondientes a sus provincias se ha invertido a finales de los años noventa. El índice de paro registrado en ambas provincias en el año 1998, elaborado sobre la población total, era ya superior al de Sierra Nevada. En ese año, los índices fueron de 7,16 parados por cada 100 habitantes en Granada y 3,63 en Almería frente a 3,18 en Sierra Nevada. Sin duda, el mayor envejecimiento de la población ha contri- buido de forma natural a aminorar las graves situaciones de paro de hace una década. La distribución del paro registrado por sectores económicos, en la que sobresale el correspondiente al sector servicios, confirma también el profundo cambio que se operó en el último período intercensal en la ocupación de la población de Sierra Nevada (Mapas IVa y IVb).

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Cuadro 3. PARO REGISTRADO POR SECTORES DE ACTIVIDAD 1996-1999.

Sectores Económicos S.N. Almería (%) S.N. Granada (%) SIERRA NEVADA (%)

Sector Primario 15,46 2,71 3,70 Sector Secundario 11,19 11,54 11,51 Sector Construcción 18,62 23,83 23,43 Sector Terciario 40,82 46,65 46,20 Sin empleo anterior 13,91 15,27 15,16

Fuente: Instituto Nacional de Empleo, años 1996 a 1999.

Como se puede apreciar al comparar los dos mapas de síntesis, la redistribución de la población ocupada supuso la ruptura con el modelo tradicional de ocupación de la población en este espacio serrano, basado en la agricultura, y derivó en una mayor complejidad ocupacional, tanto sectorial como territorialmente. En sólo una década se ha consolidado la terciarización de este espacio rural. Esta radical transformación le ha hecho perder el carácter de “cordillera de campesinos” que le aplicara el Dr. Bosque a comienzos de la década de los setenta (BOSQUE MAUREL, 1972). La población ocupada en el sector agrario bajó cuarenta puntos en diez años, situándose en el 28,8 por ciento de la ocupación total en el último censo del siglo XX. Esta enorme disminución de la población ocupada en la agricultura fue el resultado del importante trasvase de población al sector servicios, que se cifró en un aumentó de veinticinco puntos en su tasa y alcanzó el 45 por ciento de la población ocupada; también, en menor medida, al sector de la construcción, que agrupó al 15,6 por ciento. El sector industrial apenas ocupaba al 10,8 por ciento. La nueva distribución de la población ocupada se produjo tanto en municipios granadinos como almerienses (Mapas IVa y IVb). No obstante, hay que destacar que en estos últimos la ocupación en la agricultura era todavía muy importante en el año 1991: en diez municipios la agricultura no sólo era el sector predominante sino que ocupaba a más del 50 por ciento de la población. Anque muy disminuida, la relevancia de esta ocupación tradicional en el mundo rural se mantiene aún en la parte almeriense, en donde la mitad de los municipios registraron entre 1996-1999 un paro medio en la agricultura superior al 15 por ciento del total, cuando en los municipios granadinos sólo se llegaba a dicho valor en tres de ellos. Como puede comprobarse en el mapa correspondiente al año 1991, los munici- pios con poblaciones predominantemente agrarias se concentraban en la vertiente meridional (Alpujarras granadina y almeriense y el valle medio del Andarax), mien- tras que la complejidad en la ocupación y el predominio de la ocupación no agraria caracterizaba a la población de la mayoría de los municipios localizados en las ver- tientes occidental y septentrional de Sierra Nevada. En cuanto a la población ocupada en el sector secundario, escasa en el conjunto del macizo, hay que destacar la importancia que tuvo en aquel año en el municipio granadino de Cogollos de Guadix, gracias al peso del subsector de la construcción, con casi el 40 por ciento de la población ocupada. Esta actividad, también ocupaba a

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 343

MAPA IVa. SECTOR DOMINANTE EN LA POBLACIÓN OCUPADA. AÑO 1981

Equilibrio entre Agricultura y Servicios (30%-50%) Equilibrio entre Industria y Servicios (30%-50%) Servicios (>50%) Agricultura (>50%) 0 25 km Equilibrio intersectorial (20%-50%)

MAPA IVb. SECTOR ECONÓMICO DOMINANTE EN LA POBLACIÓN OCUPADA. AÑO 1991

Equilibrio entre Agricultura y Servicios (30%-50%) Equilibrio entre Industria y Servicios (30%-50%) Servicios (>50%) Agricultura (>50%) 0 25 km Equilibrio intersectorial (20%-50%)

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 344 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO más del 20 por ciento de la población en los municipios almerienses de Laujar de Andarax y Bentarique y en los granadinos de Dúrcal, Nigüelas y Padul, donde se localizan las canteras más importantes de Sierra Nevada. Aunque las transformaciones en la distribución sectorial de la población ocupada han sido profundas y rápidas, Sierra Nevada todavía mantenía en 1991 unos niveles elevados de ocupación en la agricultura; en la misma fecha, la tasa de ocupación en el sector agrario de Andalucía fue del 13,38 por cien, y en las provincias de Granada y Almería del 18,57 y 26,51 por ciento respectivamente. Sin duda, a finales de los años noventa, la población ocupada en este sector económico ha de ser bastante inferior. Aunque no se dispone de información directa actualizada a escala municipal que permita confirmar esta afirmación, sí se puede deducir de forma indirecta a través de las demandas de empleo presentadas por la población en paro. Durante el trienio 1997-1999, solamente una media del 2,4 por ciento de los parados de Sierra Nevada solicitaron expresamente una ocupación en la agricultura (3,9 por ciento en el sector almeriense y 2,2 por ciento en el granadino). Las mayores demandas, a excepción de los que solicitaban cualquier ocupación sin cualificación, se centraron en el sector servicios y, en menor proporción, en la construcción e industria.

6. CONSIDERACIONES FINALES

La crisis demográfica que ha padecido Sierra Nevada durante más de cuarenta años, por el éxodo rural que acompañó a la recesión económica de esta montaña y la caída de la fecundidad en los últimos quince años, la ha llevado a converger con el modelo demográfico occidental, caracterizado por un reducido crecimiento natural y el progresivo envejecimiento de la población, y a entrar en la denominada “Segunda trancisión”. Por otra parte, los recientes acontecimientos demográficos y económicos, junto con la pervivencia de la emigración en bastantes municipios, hacen de Sierra Nevada un territorio con unos recursos humanos de escasa vitalidad demográfica y con un acusado desequilibrio en su distribución espacial. En esta área montaña son una mino- ría los municipios con poblaciones expansivas y estructuras demográficas equilibra- das, frente a una inmensa mayoría de municipios regresivos, con poblaciones enveje- cidas o en proceso de envejecimiento imparable. La incipiente recuperación demográfica que se produjo en la primera mitad de la década de los noventa, ni fue homogénea en todo el territorio ni se ha consolidado como tendencia en la segunda mitad del decenio. Dicha recuperación se circunscribió, fundamentalmente, a los municipios granadinos cercanos a la capital, cuya actividad económica hace ya tiempo que no está relacionada con la montaña, a Monachil, donde se encuentra la estación de esquí, y a algunos municipios de la Alpujarra granadina en los que las actividades derivadas del turismo rural se han incrementado considerable- mente tras la creación del Parque Natural de Sierra Nevada y la puesta en marcha de las iniciativas Leader (I), Leader (II). Por otro lado, el bajo nivel de formación de su población, constituye también un importante obstáculo para la consecución de un necesario desarrollo económico, que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 LOS RECURSOS HUMANOS EN UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO: SIERRA NEVADA 345 contribuya a fijar la escasa población de muchos de sus municipios, a frenar los procesos de erosión derivados del constante abandono de cultivos en laderas y a poner en valor de forma armónica sus potencialidades económicas, culturales y naturales. A corto plazo, el futuro demográfico del conjunto de Sierra Nevada, según la tendencia de los últimos lustros, se caracterizará por una intensificación y generaliza- ción del envejecimiento y por la práctica desaparición de la emigración, consecuente con la disminución de las generaciones en edad activa en muchos de sus municipios. Desde el punto de vista territorial, los contrastes demográficos continuaran aumentan- do, ya que la población que crece es la del sector más occidental de Sierra Nevada.

BIBLIOGRAFÍA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 346 M.ª ENRIQUETA CÓZAR VALERO

ANEXO MUNICIPAL. POBLACIÓN DE DERECHO DE LOS MUNICIPIOS DE SIERRA NEVADA 1998

Granada Hab. Granada Hab. Granada Hab.

1. Güejar-Sierra 2.698 14. Alpujarra 26. Soportújar 288

2. Lugros 412 de la Sierra 1.204 27. Carataunas 191

3. Cogollos de Guadix 768 15. Cádiar 1.703 28. Órgiva 5.039

4. J. Marquesado 1.174 16. Juviles 187 29. Cáñar 305

5. Lanteira 669 17. Cástaras 314 30. Lanjarón 3.877

6. Aldeire 789 18. Almegíjar 430 31. Lecrín 2.375

7. Lacalahorra 927 19. Busquístar 349 32. Nigüelas 1.154

8. Ferreira 375 20. Pórtugos 444 33. Dúrcal 5.774

9. Dólar 643 21. Trevélez 793 34. Padul 6.632

10. Huéneja 1.277 22. Capileira 560 35. Dílar 1.511

11. Nevada 1.369 23. Bubión 376 36. Gójar 3.340

12. Válor 1.001 24. Pampaneira 337 37. La Zubia 12.407

13. Bérchules 808 25. La Tahá 830 38. Monachil 4.831

Almería Hab. Almería Hab. Almería Hab.

39. Fiñana 2.607 47. Alhabia 675 55. Almócita 187

40. Abrucena 1.462 48. Terque 430 56. Beires 141

41. Abla 1.516 49. Bentarique 319 57. Ohanes 811

42. Las Tres Villas 630 50. Illar 469 59. Fondón 918

43. Nacimiento 539 51. Instinció 545 60. Laujar de Andarax 1.830

44. Alboloduy 813 52. Rágol 384 60. Paterna del Río 363

45. Sta. Cruz Marchena 219 53. Canjáyar 1.728 61. Alcolea 849

46. Alsodux 106 54. Padules 491 62. Bayárcal 334

Fuente: Revisión del Padrón Municipal de Habitantes a 1 de Enero de 1998. I.E.A.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 325-346 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 347

DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL MODELO DE SIERRA NEVADA

YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 347-363].

PALABRAS CLAVE: Paisaje, Montaña, Sierra Nevada. KEY WORDS: Landscape, Mountain, Sierra Nevada. MOTS CLEFS: Paysage, Montagne, Sierra Nevada.

RESUMEN

En este artículo se parte de la idea de que para conseguir una identificación y tipificación de los paisajes es necesario conjugar el análisis de las bases ambientales del territorio con el del modelo de organización socioeconómica y cultural del mismo. En relación con ello se propone una secuencia metodológica, aplicada al macizo de Sierra Nevada, que parte de los complejos sistémicos o estructuras naturales, estudia después los distintos modelos de organización socioterritorial e identifica finalmente los diferentes tipos paisajísticos por asociación o disociación de sistemas en función del grado de homogeneidad o heterogeneidad que les imprime el manejo humano.

SUMMARY

This article argues that in order to identify precisely and typify landscapes it is a prerequisite to proceed to a combined analysis of both the territory’s environmental bases and its social- economic and cultural models. Our proposed methodological sequence for Sierra Nevada fits these conditions. After identifying the area’s natural structures, we then study its different socio-territorial models. The final result is a categorization of the landscape based on criteria of association and disassociation of the different systems depending on the degrees of homogeneity or heterogeneity imposed by human activity.

RÉSUMÉ

Cet article est basé sur l’idée de qu’il est nécessaire de conjuguer l’analyse de l’environment et le modèle d’organisation socio-économique et culturelle d’un territoire pour aboutir à une identification et classification des paysages. On propose une séquence méthodologique appliquée au massif de Sierra Nevada, qui part des unités systémiques ou structures naturelles pour après étudier les différents modèles d’organisation socio-territoriale, et qui identifie finalement les types des paysages par association ou bien dissociation des systèmes par rapport à l’homogénéité ou hétérogénéité qui provoque l’action humaine.

* Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 348 YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA

INTRODUCCIÓN

Los paisajes de Sierra Nevada constituyen sistemas espaciales complejos configu- rados mediante el concurso de unas bases ambientales propias de la media y alta mon- taña mediterránea, y de unas estructuras locales de carácter económico, social y cultural impuestas sucesivamente por los distintos modelos de ordenación rural del territorio. La montaña y lo rural son pues los dos pilares básicos sobre los que se asienta la estructura del paisaje nevadense. En primer lugar las características climáticas, topográficas y morfodinámicas de este ámbito serrano imponen unas rígidas condiciones a la vida del hombre, circunstancia que ha derivado en el mantenimiento de extensos espacios naturales en donde los elementos abióticos y bióticos resultan ampliamente dominan- tes en el paisaje y las energías básicas que mantienen el funcionamiento del sistema son la energía solar y la gravedad terrestre. En segundo lugar, diversas circunstancias históricas, unidas a la pervivencia hasta época reciente de modelos socioeconómicos de subsistencia, han significado un im- portante grado de ocupación antrópica del territorio y una fuerte presión sobre los recursos que ha afectado particularmente a las áreas medio y basimontanas. En ellas los elementos antrópicos representan el factor fundamental tanto en la constitución como en la morfología y funcionamiento del paisaje, si bien, los elementos del medio biofísico juegan un papel aún considerable, de modo que no se ha producido una total artificialización del medio. De esta forma, se han constituido en el transcurso de los años, unos paisajes rurales de definición básicamente agrícola que traducen fielmente el basamento geomorfológico y muestran una estrecha convivencia entre los elementos agrarios y las distintas comunidades vegetales. Por otra parte el ordenamiento de los usos y actividades ha significado tradicionalmente en las zonas medias y altas un manejo extensivo de tipo forestal y ganadero que permite el sostenimiento de paisajes con un alto grado de naturalidad. Sólo en las últimas décadas la proliferación de actividades ajenas al modelo rural tradicional, impulsadas desde la cercana ciudad de Granada, han supuesto, en cierta medida, la reorientación del modelo socioterritorial por introducción de nuevas fun- ciones relacionadas con el turismo, transformando el paisaje de ciertas áreas del piedemonte y de la alta montaña. No obstante estas últimas transformaciones, si tuviésemos que clasificar los pai- sajes nevadenses de acuerdo con su funcionalidad diríamos que se trata esencialmente de paisajes naturales y rurales con un alto valor intrínseco-ecológico, una importante significación histórico-cultural y una gran calidad estética. Para analizar los paisajes de Sierra Nevada en orden a conseguir una identifica- ción y tipificación de los mismos habremos de considerar en primer lugar las estruc- turas naturales, geosistemas o geocomplejos, y en segundo término los distintos mode- los de organización socioterritorial que son la clave de la ordenación última del espa- cio nevadense y de la constitución de sus paisajes. Así, sobre la base de los distintos complejos naturales, las unidades de paisaje se han obtenido por diversas vías. En primer lugar varios sistemas naturales afectados

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 349 por un mismo modelo socioterritorial pueden coincidir en cuanto al tipo de facies que presentan y a la ordenación de dichas facies en el espacio, de modo que serían fácil- mente asimilables a un único tipo paisajístico. En otros casos un mismo modelo de gestión territorial puede generar tipos paisajísticos particulares para cada uno de los complejos naturales a los que afecte. Por último, un geosistema puede estar afectado por dos modelos distintos de ocupación y generará por ello dos tipos paisajísticos fácilmente individualizables.

1. EL PAPEL DEL MEDIO Y LA CONFIGURACIÓN DE LOS GEOSISTEMAS

Los elementos formadores del paisaje, por lo que al subsistema natural se refiere, resultan claves, particularmente cuando de espacios de montaña se trata. El clima, el relieve, la vegetación o los suelos, funcionando unas veces como factores y otras como elementos, son algunos de los parámetros esenciales a partir de los cuales se constituyen los geosistemas o geocomplejos. Partiendo de los rasgos mayores que impone el macroclima zonal mediterráneo, el relieve, considerado en tanto que altitud y volumen interpuesto, determina una compartimentación en pisos y en fracciones de exposición y orientación diversa, que se traduce finalmente en la existencia de hasta 9 unidades climáticas mediterráneas de altitud. Las unidades naturales a escala inmediatamente inferior vienen definidas por la existencia de varias unidades morfoestructurales y morfodinámicas que implican una combinación diferente de los elementos físicos en el seno de una misma unidad climática. De esta forma se definen un gran número de áreas potenciales en cuanto al tipo de procesos morfo y pedogenéticos posibles y a la explotación biológica teórica que correspondería a cada medio, todo lo cual significa una gran variedad de comporta- mientos morfodinámicos y edafológicos y una gran biodiversidad en Sierra Nevada. Cada una de estas áreas potenciales constituye un geosistema y dentro de éstas las distintas comunidades vegetales con sus formaciones edáficas correspondientes, o bien las diferentes alternativas de ocupación antrópica del suelo, constituirán las dis- tintas geofacies o estados del sistema. En el conjunto del macizo se diferencian hasta 18 geosistemas (Y. Jiménez Olivencia, 1991) cuya configuración y comportamiento dinámico resultan muy diversos (Gráfico 1). En primer lugar podemos señalar la existencia de tres geosistemas de carácter frío. El primero está situado sobre las cumbres occidentales (G.1.) y coincide con los pastizales xéricos del piso crioromediterráneo y con la zona en la que se conocen procesos de periglaciarismo activo y se conservan morfologías heredadas de origen glaciar. Los otros dos (G.2. y G.3.) rodean al anterior y coinciden con la alta montaña supraforestal de los piornales oromediterráneos de carácter silíceo. La diferencia entre ambos estriba en el carácter menos húmedo del geosistema que se alarga hacia el Este, extendiéndose por las cumbres orientales del macizo. En segundo lugar se pueden diferenciar diez geosistemas correspondientes a la montaña media de carácter subhúmedo, seis constituidos sobre materiales silíceos y

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GRÁFICO 1. TIPOS DE GEOSISTEMAS

G. 10 G. 8

G. 14 G. 7 G. 9

G. 15 G. 17

G. 11 G. 3 G. 1 G. 6 G. 5 G. 16 G. 18 G. 2

G. 4 G. 13 G. 12 G. Fríos G. Subhúmedos silíceos G. Subhúmedos calizos G. Pedemontanos subhúmdos G. Pedemontanos xéricos

cuatro sobre calizo-dolomías y filitas. Sobre las laderas micaesquistosas de la solana encontramos los tres primeros (G.4., G.5. y G.6.). En los tres los cultivos de regadío representan un particular modelo de intervención sobre la dinámica natural del medio basada en la regulación hidrológica de las vertientes y en el acondicionamiento de las laderas con fines agrícola, de modo que se han generado auténticos agrosistemas de vertiente. Los cultivos de regadío conviven aquí con algunos encinares autóctonos y masas de coníferas repobladas que suponen una importante participación de lo forestal en la configuración de estos geosistemas. De Oeste a Este los geosistemas 4, 5 y 6, se suceden en una transición progresiva desde medios con ombroclima subhúmedo hasta medios más secos. En la vertiente Norte de la Sierra encontramos otros tres geosistemas constituidos sobre micaesquistos (G.7., G.8. y G.9.), que se disponen también de Oeste a Este acusando un gradual deterioro pluviométrico y una progresiva continentalización. El primero corresponde al tramo silíceo del piso forestal de los ríos Genil, Maitena y Padules. El ambiente es en general más húmedo y destemplado que en los geosistemas alpujarreños. Aquí, la disposición Oeste-Este de las cuencas de drenaje determina la alternancia de geofacies solanas y umbrías que acogen respectivamente matorrales de degradación del encinar y cultivos en regadío coronados por importantes masas fores- tales de encinas y robles melojos. El geosistema 8 ocupa aproximadamente la cuenca del río Alhama. Morfológicamente presenta una tipología similar a la del sistema anterior, caracterizada por la sucesión de interfluvios alomados y barrancos de fuerte pendiente, pero lo más relevante de este geosistema es el protagonismo que adquieren las comunidades maduras del roble- dal supramediterráneo y del encinar supra y mesomediterráneo. Más hacia el Este el

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 351 geosistema 9 se extiende desde el límite del piso supraforestal hasta el contacto de la sierra con los extensos glacis de los llanos del Marquesado del Cenete. Bajo condicio- nes bioclimáticas supra y mesomediterráneas y ombroclima marcadamente más seco, las geofacies de cuercíneas autóctonas resultan aquí residuales, mientras que las más extendidas corresponden a las masas de coníferas repobladas. La orla de materiales alpujárrides que se dispone en el arco occidental y suroccidental de la sierra determina la existencia de otros cuatro geosistemas en la media montaña subhúmeda (G.10., G.11., G.12. y G.13.). Desde el curso del río Aguas Blancas hasta el Calar de Güejar-Sierra el geosistema 10 presenta una morfo- logía a base de lomas redondeadas y cumbres amesetadas y carstificadas en donde la delgadez de los suelos y el carácter permeable de las rocas determinan unas condi- ciones edafoclimáticas muy áridas. En consonancia con ello, la vegetación, muy empobrecida, está constituida por formaciones de matorral serial y pinar de repobla- ción en lugar de por los encinares supra y mesomediterráneos que corresponderían a la clímax potencial del área. En una posición más occidental las formaciones dolomíticas con alto grado de fracturación del área del Trevenque determinan la configuración del geosistema 11 con una topografía muy agreste y una dinámica morfogenética muy activa, en donde el desarrollo de las comunidades vegetales y de los suelos se ven seriamente comprometidos despues de la intensa deforestación a que se han visto sometidos estos terrenos. Por último, también a la montaña media subhúmeda pertenecen los geosistemas que se configuran sobre el piedemonte alpujárride de las vertientes solanas. En los geosistemas 12 y 13 coexisten las cumbres calizas recubiertas de matorral con las laderas filíticas fuertemente incididas por la escorrentía superfi- cial. Se produce así una alternancia entre los matorrales de degradación y escasa cobertura de las cumbres, y las vegas de regadío y secanos leñosos de los pequeños pueblos que se localizan en las áreas más deprimidas. En tercer lugar, en el piedemonte occidental se configuran otros dos geosistemas situados en la zona de contacto entre la sierra y la vega de Granada (G.14. y G.15.). El geosistema 14 coincide con el tramo de materiales neógenos de los ríos Aguas Blan- cas, Genil y Monachil que condicionan una morfología de colinas suaves y angulosas surcadas por abundantes cárcavas. El juego de zonas iluminadas y umbrías, determina la alternancia de una geofacie más degradada en solana frente a otra en donde alternan los restos de encinar con retamas y los cultivos fundamentalmente arbóreos. Por su parte en el geosistema 15 los depósitos conglomeráticos no han generado relieves montañosos sino más bien extensiones llanas suavemente inclinadas o relieves ondula- dos. La existencia de condiciones topográficas tan favorables ha propiciado un intenso aprovechamiento agrícola del suelo, de modo que la vegetación expontánea ha queda- do drásticamente reducida. El cuarto y último grupo de geosistemas presentan un carácter marcadamente más xérico (G.16., G.17. y G.18.). El primero corresponde a las calizas y piedemonte oriental cuya facie más extendida corresponde a unas vertientes fuertemente pronun- ciadas surcadas por profundas gargantas, en donde se desarrollan formaciones mesomediterráneas de romerales y tomillares heliófilos, adaptadas a las condiciones de xericidad ambiental y edáfica que soportan. Sólo las superficies de glacis que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 352 YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA conectan estos relieves con el curso del río Andarax aparecen ocupadas de forma profusa por los cultivos y conforman una geofacie netamente diferenciable. Los otros dos geosistemas pertenecen a la región semiárida del macizo. El geosistema 17 se sitúa en el borde norte-oriental y observa una mayor continentalidad climática. La geofacie más extendida corresponde a relieves de media y baja mon- taña, en sustratos de naturaleza metamórfica, que se caracterizan por el dominio de formaciones de monte bajo. Menor extensión ocupan las superficies de glacis que enlazan la sierra con el curso del río Nacimiento y aparecen profusamente cultivadas. Por último, en el extremo oriental de la sierra se dibuja un geosistema constituido en materiales blandos cuyo elemento más destacado es su carácter semiárido y su gran termicidad. Las formaciones de malas tierras son dominantes y solamente dejan paso a las pequeñas huertas de regadío en los cauces de las principales ramblas.

2. EL SUBSISTEMA SOCIOECONÓMICO

Junto a los geosistemas existen en el territorio otras estruturas locales de carácter económico, social y cultural, que contribuyen de forma definitiva a la construcción de una serie de sistemas espaciales complejos cuya expresión más inmediata son los distintos paisajes alpujarreños. Se trata, en este caso, de un subsistema social que se caracteriza por su condición esencialmente rural, tanto en lo que se refiere al modelo de ocupación del territorio como al sistema de valores imperante, a la colectividad de intereses y a la comunidad cultural. Los modelos de organización del espacio rural montañés, responsables como acabamos de decir de la configuración final del paisaje, tienen su origen en los modos de vida tradicionales que se han sucedido en la montaña y que hoy se encuentran sumidos en una situación de sustitución, todo lo cual explica el abandono de amplios espacios rurales. Junto al abandono, podemos reconocer también algunos intentos de remodelación de viejas funciones, o la introducción de otras diferentes, que responden a una nueva concepción y valoración del espacio rural montañés. La situación actual se caracteriza así, por una fuerte crisis que está acabando con los modos de vida tradicionales y por la difícil búsqueda de alternativas para una población cada vez más escasa y desesperanzada. Todo ello significa, sin duda, que asistimos a una fuerte dinámica de transformación de este espacio geográfico y por tanto de sus paisajes. De cualquier forma, en Sierra Nevada se conservan aún, en lo esencial, las for- mas características de los sistemas tradicionales rudimentarios basados en una organi- zación agropastoril, cuya vocación productiva está estrechamente ligada a la alimenta- ción por imposición del aislamiento a que estas poblaciones se han visto sometidas. Por eso, la valoración y utilización del espacio ha estado siempre en función de la subsistencia y la explotación del medio se ha hecho buscando el máximo rendimiento de cada suelo, aunque sin inducir deterioros injustificables.

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Parece normal pues, que si ligamos las condiciones ecológicas del medio a las distintas estrategias de explotación agraria y de economía rural, obtengamos los diver- sos sistemas de organización del espacio que se expresan de forma inequívoca en los paisajes geográficos. El más complejo de los sistemas de organización del espacio que podemos reco- nocer en la comarca es el que se desarrolla en la Alta Alpujarra sobre las vertientes solanas de Sierra Nevada. A pesar de las duras condiciones impuestas por el frío invernal y por la sequía estival estas tierras tienen una dedicación esencialmente agrícola, ocupando las actividades ganaderas un papel claramente secundario. La or- denación del conjunto de las actividades agropecuarias presenta la singularidad de responder a un escalonamiento altitudinal, cuyo origen se remonta a la Edad Media, y que se organiza de la siguiente forma: En las posiciones más bajas las actividades agrícolas se concentran en las vegas de los pueblos donde se practica el cultivo de regadío sobre pequeñísimas parcelas. Estas se obtienen por un acondicionamiento exhaustivo de las vertientes a base del aterrazamiento de las mismas. En muchas ocasiones los pequeños campos están rodea- dos de setos de árboles forestales o frutales. A este regadío hortícola sucede un secano de cultivos escalonados con la altura que se ve sustituido en la parte superior, hasta los 1600-1800m, por cultivos temporales de primavera-verano situados alrededor de los “cortijillos” de montaña. Por encima de los 2000m dominan ya los pastos de verano o agostaderos que constituían la base de la alimentación de un ganado menor junto con los pastos de la cercana costa. En su conjunto de trata de un sistema de explotación agroganadero que supone la transhumancia del ganado y el traslado temporal de los agricultores hacia los “cortijillos” de la montaña. Por otra parte, el bosque no está ausente dentro de esta estructura ya que las masas forestales constituyen el límite discontinuo entre el área agrícola, per- manente o temporal, y la zona de pastos, siendo objeto del desarrollo de ciertas actividades complementarias. En su conjunto, este modelo de organización socio-económica ha generado en unos casos y respetado en otros los paisajes más conocidos y valorados de toda la Sierra. Por lo que respecta al sector más bajo del valle sinclinal alpujarreño, o Alpujarra Baja, el paisaje responde muy de cerca a un modelo de organización del espacio basado en los aprovechamientos agrícolas del secano leñoso y herbáceo. Las escasas aptitudes de los terrenos para el cultivo del cereal decidieron una importante extensión de la vid en esta zona. Tras una larga etapa de esplendor del viñedo y el posterior advenimiento de la epidemia de la filoxera, la deficiente restauración de las vides, la penetración del almendro y algunas nuevas roturaciones acometidas para el cultivo del cereal contri- buyeron a configurar el mapa actual del terrazgo agrícola del área. Por su parte en el valle del Andarax la base de la economía rural descansa sobre el regadío, cuyos recursos proceden fundamentalmente de los aportes pluvionivales de las cumbres orientales de Sierra Nevada, canalizadas por los afluentes del Andarax.

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También aquí el modelo actual de organización del espacio rural es básicamente una herencia de épocas pasadas, particularmente de mediados del S. XIX, momento duran- te el cual se constituyó una agricultura comercial basada en la exportación de la uva de mesa de Ohanes. Se trata pues de una economía dependiente que ha conocido una serie de períodos de crisis, pero que no ha culminado su ciclo expansivo hasta la década de los 70 en el caso de la uva de mesa. El pilar esencial de la organización socioeconómica es pues el área de regadío, dedicada al parral fundamentalmente y secundariamente a los agrios en las zonas más bajas y térmicas. Cultivos que se practican en el marco de una estructura de la propiedad netamente minifundista. El sistema se completaba con un secano muy pobre y escaso, que ocupa las laderas de la sierra dedicado al olivo y al cereal, y con una cabaña ovina que aprovechaba los pastos de verano tanto en Sierra Nevada como en la Sierra de Gador. En el extremo oriental de Sierra Nevada la explotación de las amplias extensiones de espartizales generaba también importantes beneficios para los municipios del área. Por otra parte las actividades mineras de Gador, que tanta huella han dejado en el paisaje a causa de la intensa deforestación que han provocado, entrarán en una fuerte crisis a finales del siglo XIX y comienzos del XX, obligando a la población a restrigir su actividad a la producción agrícola y fundamentalmente al parral. Por lo que se refiere al sector occidental del macizo, las vegas altas de los ríos Genil, Aguas Blancas y Padules, responden también a un modelo rural de subsistencia en donde los pequeños regadíos y secanos arbóreos alternan con árboles de ribera y algunas masas forestales de pinar y encinas. Se trata de una agricultura pobre de cultivos herbáceos y hortícolas de primavera- verano, complementada por el olivar y los frutales de secano y por la explotación de los chopos y los nogales que se cultivan en las riberas. La vida rural se completa por otra parte con la explotación ganadera de las dehesas altas de estos valles. En la actualidad se puede decir que han adquirido una relativa relevancia toda una serie de actividades relacionadas con el ocio dada la proximidad del área respecto a la ciudad de Granada. Por último, las vertientes septentrionales de la sierra apenas participan de las actividades agroganaderas de los pueblos que se sitúan en el piedemonte. Las activida- des agrícolas, que se llevan a cabo en los llanos aledaños, resultan en la sierra irrele- vantes, limitándose a los cursos de agua de las zonas más bajas. Aquí se practica el cultivo de frutales en regadío, en tanto que los escasísimos campos de secano aparecen ocupados por el almendro y el olivar. En cualquier caso la dedicación mayoritaria de estas tierras es la forestal, en cambio son pocos los aprovechamientos ganaderos, a excepción del sector más occidental donde se ubica la dehesa del Camarate con una tradicional explotación de reses bravas. Es de destacar el mantenimiento, en sus términos esenciales, de estos modelos tradicionales de ocupación del territorio hasta épocas muy recientes, concretamente hasta los años 1950-60. De hecho las nuevas actividades aparecidas en la zona después de esta fecha no han tenido, al menos por el momento, un impacto signifi- cativo en la economía del área, de modo que en el momento presente esta región se caracteriza, no por un nuevo modelo de organización coherente del espacio, sino por

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 355 el sostenimiento de sistemas naturales y sociales totalmente desarticulados y des- equilibrados. El origen de la fuerte crisis en que se hayan inmersos los espacios montañosos andaluces, españoles y podríamos decir mediterráneos en general, hay que buscarlo en la progresiva integración de estas regiones en la economía de mercado. La incapacidad de los modos agrícolas tradicionales para adaptarse a la nueva coyuntura económica convierte a la sierra en un espacio rural de carácter marginal. Esto, unido a la falta de infraestructuras y servicios que ha sufrido siempre la zona, contribuyó a que se desen- cadenase un violento éxodo rural cuya consecuencia inmediata fue la falta de hombres y el empobrecimiento de las formas tradicionales de explotación. La emigración supuso en primer lugar el abandono de las tierras de cultivo tempo- ral, los cortijillos, y de los regadíos más alejados de las poblaciones, pero más tarde se produjo incluso el abandono de las mismas vegas de los pueblos. Este proceso que alcanza al 50 y hasta el 75% del terrazgo agrícola según las zonas, no ha significado, sin embargo, una concentración de la propiedad, ya que como dice Rodríguez Martínez (1989) los campesinos restantes no pueden atender la oferta de tierras dada la situación de descapitalización de los hombres y la imposibilidad de mecanización de las tierras. Este panorama se ve agrabado además por la especulación urbanística que afecta a los terrenos de regadío más próximos a los pueblos. Finalmente en la tierras que aún se cultivan el sistema agrícola tradicional se ha empobrecido extensificándose o espe- cializándose. Toda esta serie de transformaciones que se han acumulado en las últimas décadas han significado el desencadenamiento de una fuerte dinámica de transformación del espacio que afecta tanto a las estructuras naturales como a la configuración de los paisajes. Así los paisajes agrarios están amenazados por el abandono de los campos y por la desarticulación del sistema de regulación hidráulica. A ello se une la irrupción de nuevos elementos de carácter urbano, ligados al desarrollo de las actividades turís- tico-recreativas, cuya polarización excesiva ha significado un notable impacto paisajístico en la zona occidental y suroccidental.

3. TIPOLOGÍA PAISAJÍSTICA

Los paisajes que finalmente se identifican en el conjunto del macizo nevadense pueden quedar agrupados en siete grandes categorías: paisajes naturales de alta mon- taña, naturales de media montaña y naturales semiáridos; paisajes rurales de media montaña, rurales de piedemonte y rurales semiáridos; y paisajes urbanos. Los primeros, situados sobre la cota de los 2000m aproximadamente, se configu- ran bajo condiciones climáticas y geomorfológicas extremas que dificultan tanto las actividades del hombre como el propio desarrollo vegetal y edáfico. En el caso del área de cumbres (G.1) los elementos abióticos son claramente protagonistas en un paisaje majestuoso dominado por las largas cuerdas o aristas glaciares así como por los circos y valles que albergan grandes escarpes rocosos, taludes subsidiarios de aquellos y amplios fondos tapizados por depósitos morrénicos.

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Alta montaña Paisajes naturales Media montaña Semiáridos

Media montaña Paisajes rurales Pedemontanos Semiáridos

Paisajes urbanos

El elemento biótico juega aquí un papel secundario en tanto que la vegetación se limita a un pastizal frío y xérico muy dispersso, que presta un escaso grado de recubri- miento al suelo. Fisonómicamente son pues las geoformas, la cubierta nival y la propia textura y color gris oscuro del suelo los que determinan el aspecto general del paisaje. Tres son las facies que forman parte de este paisaje coincidente con el geosistema 1. La primera corresponde a las altas lomas de líneas pesadas y colores oscuros cuyo aspecto homogéneo sólo se ve matizado, en el detalle, por la presencia de terracillas y guirnaldas de solifluxión periglaciar así como por los suelos enlosados y poligonales de los campos aplanados. La segunda corresponde a los amplios espacios cóncavos generados por los circos cuyas abruptas paredes dan un carácter muy enérgico a este paisaje predominantemente lítico. Por último, en las hondonadas de los circos y valles glaciares se pueden ver pequeñas lagunas y cursos de agua permanentes alrededor de los cuales se desarrollan unos prados azonales de notable originalidad y valor ecológico, los llamados popular- mente borreguiles por su tradicional aprovechamiento ganadero como pastos de vera- no. De hecho su propia ecología se haya estrechamente relacionada con esta circuns- tancia. Su valor perceptual reside en que estos céspedes de color, estacionalmente verde oscuro o amarillento,junto a las láminas y cursos de agua, ofrecen un vivo contraste con el aspecto xérico del espacio circundante. El segundo tipo paisajístico que podríamos clasificar como paisaje natural de alta montaña se identifica con los geosistemas del piornal oromediterráneo (G.2-G.3.). También en este caso la arquitectura geomorfológica del paisaje es muy evidente, en tanto que son perfectamente visibles las líneas menos quebradas del relieve y la mayor suavidad de las pendientes, todo lo cual se traduce en el perfil redondeado de las lomas de micaesquistos y cuarcitas. Por su parte las condiciones bioclimáticas menos severas del piso oromediterráneo permiten el desarrollo de un matorral xerófilo de gran cobertura que posibilita la estabilidad de unos suelos humíferos y profundos. La continuidad de esta formación almohadillada del piornal-enebral contribuye si cabe a

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 357 reforzar aún más la monotonía paisajística impuesta por la sucesión de los altos interfluvios a través de un espacio de inmensas proporciones. El paisaje altonevadense se percibe así como una mezcla de austeridad y grandiosidad que le presta una iden- tidad particular frente al resto de las regiones de la alta montaña alpina. Por debajo de estos niveles altitudinales, ya en el espacio mediomontañés demar- cado por los geosistemas 10 y 11, se puede identificar un segundo tipo de paisajes naturales situados sobre materiales calizo-dolomíticos del alpujárride. En este caso la escasa aptitud de los terrenos para la explotación agrícola ha determinado la ausencia de asentamientos permanentes y una limitación bastante drás- tica de los usos antrópicos del suelo. La energía natural domina en estas zonas de morfogénesis muy activa que interrumpe la progresión de los procesos edáficos y limita la sucesión vegetal, mostrándose en general como medios inestables o frágiles. Podemos decir que las rocas, responsables de esta fuerte dinámica denudativa, son los elementos más destacados del paisaje y por ello las variaciones en su naturaleza constituyen un factor de diferenciación esencial. Dentro de esta categoría podemos encontrar hasta tres tipos paisajísticos distintos. Las formaciones calizo-dolomíticas del Trevenque, muy tectonizadas y fácilmen- te arenizables, han dado lugar a un tipo paisajístico muy notable por su calidad visual, donde el elemento más destacable es la morfología intrincada y abrupta dominada por los relieves caóticos, los desfiladeros y las gargantas fuertemente hendidas en los cauces de los principales cursos de agua, y los arenales provocados por una fuerte denudación sobre las dolomías cristalizadas. Dentro de este tipo paisajístico se obser- van dos facies diferentes. La primera corresponde al área de cumbres cuyas formas agudas, tales como las del Trevenque o los Alayos del Dílar, y la abundancia de tajos y formas escarpadas prestan una fuerte impresión de verticalidad al paisaje contrastan- do con la horizontalidad de las amesetadas lomas del núcleo nevado-filábride. Los elementos biológicos juegan en el conjunto un papel limitado dado que se trata de formaciones muy dispersas, si bien, añaden a la impresión general blanquecina que crean las calizas y dolomías desnudas un moteado discontinuo muy característico. Incluso los espacios ocupados por los pinares y sabinares oromediterráneos acusan el carácter abierto de estos bosques entre cuyos claros se observa un matorral dolomitícola bajo y ralo o bien el propio sustrato arenizado de las kakiritas. Este es uno de los paisajes que desde el punto de vista visual es más valorado, tanto por su calidad estética como por su originalidad dentro del conjunto serrano. Por debajo de este sector las laderas bajas, que constituyen la segunda facie, son ricas en formas de acumulación (taludes y canchales). Aquí alternan sectores más estables con suelos profundos y alto grado de colonización vegetal –de carácter arbus- tivo–, con gleras móviles y desnudas, próximas a los múltiples cauces de la red de torrentes que disecan estas laderas. En el área más septentrional del geosistema 11 y en el geosistema 10, el sustrato, formado mayoritariamente por rocas calizas menos trituradas y más coherentes que las del resto de los mantos alpujárrides, ha generado una morfología menos agreste de lomas redondeadas, con superficies amesetadas, bastante carstificadas y expuestas a la erosión, donde podemos encontrar algunos espacios dolinados. Por su parte las vertien-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 358 YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA tes acusan una fuerte pendiente, adoptan tipologías prácticamente retilíneas y muestran una fuerte rocosidad superficial. Dentro de este paisaje general las condiciones topográficas, consideradas a escala más detallada, y las variaciones litológicas, permiten diferenciar tres facies que se alternan en mosaico, una de mayor desarrollo edáfico y mayor presen- cia vegetal y otra más degradada. La primera se localiza en aquellas áreas en donde los suelos se conservan relativamente continuos y profundos y las formaciones vegetales, de carácter arbustivo –chaparrales, espinales, lastonares, etc.–, prestan un importante grado de recubrimiento al suelo. En el paisaje visual domina entonces el elemento vegetal sobre el lítico y son los colores verde oscuro de las especies perennes y las tonalidades cambiantes de los espinos, las aulagas o las retamas las que determinan el aspecto visual de estos terrenos observados a media distancia. La segunda facie se correponde con aquellos espacios de menor índice de edafización en donde los lapiaces semicubiertos albergan escasamente a formaciones de romeral- tomillar muy abiertas y pastizales. En este caso la impresión paisajística más fuerte es la que se deriva del propio aspecto de los litosoles calcáreos de colores grisáceos sobre los que apenas destaca un tomillar de escaso porte que no presta gran variedad cromática al suelo por su aspecto pardo-plateado. El recubrimiento del suelo es tan escaso que contribuye a potenciar la apariencia desolada de estos terrenos. La tercera facie corresponde a los únicos terrenos colonizados por el hombre que se incardinan dentro de este amplio conjunto cuyos paisajes a escala global hemos califica- do de paisajes naturales. Se trata de laderas de suave pendiente o amplias llanadas como la del Purche cuyos materiales detríticos determinan tanto su propia morfología como la mayor calidad de los suelos y su aprovechamiento agro-ganadero. El paisaje se caracte- riza por su mayor profundidad y por el dominio de las formaciones herbáceas de pastizal surgidas generalmente a partir del abandono de antiguas prácticas agrícolas. El último tipo paisajístico que se puede reconocer dentro de esta amplia zona del “calar” es el que se constituye sobre los ámbitos calizo-dolomíticos del piso oromediterráneo. Frente al paisaje característico que describimos para el piornal silicícola del mismo piso las formas del relieve son aquí más vigorosas y la cubierta vegetal mucho más abierta. La variedad cromática es mayor dado que a los colores verdes de los piornos y las sabinas se une el gris de los tomillos y de las propias rocas, así como el plateado del astrágalo de Sierra Nevada. Al otro extremo del macizo nevadense encontramos el último tipo paisajístico cuyo funcionamiento está ligado esencialmente a las energías naturales. No obstante, no están ausentes algunas actividades agrícolas de extensión limitada que, si bien no modifican en lo esencial la dinámica del geosistema, si tienen una notable transcendencia en el paisaje perceptual. En general en el piedemonte sudoriental de la sierra, coincidiendo aproximada- mente con el geosistema 18, dominan los elementos abióticos sobre los bióticos, de modo que los rasgos fisonómicos del paisaje se relacionan directamente con las rocas y su modelado y no con la vegetación. El carácter deleznable de las distintas formaciones de rocas detríticas unido al régimen semiárido que soporta la zona ha derivado en un modelado típico de malas tierras en donde las numerosas colinas aparecen cortadas por una multitud de peque-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 359

ñas y grandes ramblas arenosas, de modo que se acaba perdiendo la sensación de relieve montañoso. La explotación biológica se limita al desarrollo de un tomillar muy pobre y disperso y la explotación antrópica se refugia en los fondos de las ramblas donde se practica un regadío dominado por cultivos propios de las condiciones bioclimáticas termomediterráneas de la zona. Este paisaje, de aspecto marcadamente subdesértico, que tiene una personalidad global muy definida, está compuesto por dos facies netamente contrastadas. La prime- ra es la facie erosiva correspondiente a las laderas bajas y colinas cubiertas escasa- mente por una estepa mediterránea de alcaparras, esparto, tomillos y esparragueras, en donde los marrones del sustrato imponen una uniformidad cromática sólo matizada por los efectos del claroscuro causados por la luz del atardecer. La segunda facie corresponde al espacio cultivado del parral y el naranjo dispues- to entre las colinas en forma de alargadas y estrechas cintas que constituyen auténticos oasis de color dentro del cuadro general pardo-semiárido. En el barranco de Ohanes el parral, que se asienta sobre bancales rectilíneos de gran salto, ocupa un amplio sector de las laderas bajas y constituye el elemento esencial de uno de los paisajes alpujarreños más originales aunque menos típicos. El segundo gran tipo de paisajes de la montaña nevadense correspondería a los paisajes de tipo rural configurados, bien sobre las vertientes medias, bien sobre el piedemonte serrano. Los paisajes rurales de la media montaña presentan una gran variedad que se explica básicamente en relación con las diversas estrategias de ocupa- ción del suelo y explotación de los recursos y con el importante número de geosistemas que se diferencian en el tramo medio del macizo. El primero de estos paisajes rurales, configurado sobre las laderas silíceas de la solana, es quizá el más conocido y valorado de toda la sierra junto con el de las altas cumbres. Se trata del paisaje altoalpujarreño que se extiende por los geosistemas 4, 5 y 6, sin que se observen discontinuidades paisajísticas netas entre dichos sistemas naturales. En primer lugar podríamos señalar como constantes del paisaje altoalpujarreño la sucesión de grandes lomas, que constituyen amplios interfluvios, y de laderas cónca- vas donde la red fluvial se encaja fuertemente a favor de la relativa blandura de los materiales y donde se asientan los ecocultivos tradicionales. En estas tierras altas y frías del piso supramediterráneo encontramos, junto a los cultivos o por encima de estos, áreas forestales de robles, encinas, pinos y castaños. La extensión superficial y la ordenación en el espacio de las distintas facies que componen el cuadro general están en íntima conexión con el modelo de organización socioterritorial tradicional y con el proceso de descomposición que éste ha sufrido en las últimas décadas. Precedidos o no por un secano de olivar, almendro o calmas, las zonas bajas de los valles están ocupadas por un sistema de bancales escalonados en donde los herbá- ceos de regadío aparecen entremezclados con los frutales cultivados en los linderos o los caducifolios –castaños, álamos, almeces, etc.– semicultivados de los cauces y ribazos. Este sistema se sustenta sobre un modelo hidráulico a base de “careos” –sistema de alimentación de acuíferos subsuperficial– y acequias de tierra que permi- ten la humectación de las laderas y consecuentemente la supervivencia de la vegeta-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 360 YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA ción que tapiza los bordes de las acequias, los ribazos, los linderos y los propios bordes de los caminos. La impresión de verdor y de diversidad de este paisaje, estéticamente muy valo- rado, se matiza aún más durante la etapa otoñal cuando los amarillos y los ocres confieren mayor variedad y contraste a estas vertientes soleadas. Por otra parte los pequeños y numerosos núcleos de población focalizan la atención del observador por su posición estratégica, por el fuerte contraste de color de sus encalados y por la gran calidad estética de estos pequeños conjuntos que se ajustan a una tipología edificatoria muy original. Por encima de los campos regados encontramos una segunda facie correspondien- te a amplias extensiones de eriales. Se trata de campos baldíos dominados por forma- ciones seriales subarbustivas, donde aún resultan perceptibles las huellas de un aterrazamiento laxo de las laderas, recorridos hoy por numerosos surcos y algunas cárcavas. En algunos valles, entre los cultivos actuales y los baldíos, perviven, en situación de semiabandono, campos de secano que proporcionan un carácter mucho más árido al paisaje. En la posición más elevada encontramos diversas facies forestales que correspon- den a áreas cubiertas de forma discontinua por bosquetes de frondosas (castaños, encinas, melojos) y plantaciones de coníferas. Situado en contacto con el anterior y ocupando el sector más bajo de las vertien- tes solanas encontramos un segundo tipo paisajístico que coincide con el ámbito de los materiales alpujárrides y con los geosistemas 12, 13 y 16. La alternancia de rocas calizas con filitas y cuarcitas implica un modelado diferencial que se traduce en una mayor compartimentación del espacio, hecho que se agrava por la elevada densidad de la red de drenaje y los múltiples abarrancamientos que se observan en las laderas de filitas. La dualidad del sustrato y su comportamiento diferencial afecta también al edafoclima, a la vegetación, e incluso, al uso antrópico y consecuentemente al paisaje. Frente a los promontorios calizo-dolomíticos en donde el matorral abierto alterna con los suelos desnudos, las zonas más llanas y deprimidas correspondientes a las filitas y a los depósitos de carácter detrítico, han acogido tradicionalmente a los campos de cultivo. Se trata de zonas regadas conectadas con las de la Alta Alpujarra a través de la red de acequias, si bien en este caso los tipos edáficos y la termicidad del clima han determinado el predominio del olivar frente a la huerta. Los campos de secano son aquí más numerosos y el almendro ha alcanzado un gran protagonismo. Se trata pues de un modelo de organización de carácter intermedio entre el propio de la Alta Alpujarra y el que se desarrolla, ya en los límites del macizo nevadense y en las sierras costeras de la Baja Alpujarra. También en el ámbito de la media montaña se inserta un segundo tipo de paisaje rural, localizado en los valles del Genil, Maitena y Padules, que viene a coincidir con el geosistema 7. El ambiente es aquí más húmedo y fresco lo que determina la mayor extensión de los melojares sobre estas laderas vertientes. Por otra parte la disposición Este-Oeste que adoptan las cuencas de drenaje propician una sucesión de espacios soleados y umbríos que determina la disposición de las dos facies fundamentales que componen el paisaje. Las umbrías acogen a una original facie agro-forestal formada

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 361 por importantes masas arbóreas y arborescentes de robles con fresnos, serbales, arces, etc., que conectan en las zonas de menor altitud con un conjunto de bancales escalo- nados donde dominan los cultivos regados de tipo arbóreo como los castaños, los nogales, los cerezos, etc., de forma que no se interrumpe la sensación de masa boscosa en toda la ladera. La facies iluminada acusa un mayor nivel de degradación, de modo que los pequeños rodales de encinas constituyen una excepción en medio de un extenso pasti- zal-tomillar que recubre escasamente el suelo y cede el protagonismo en el paisaje perceptual a las formas del terreno. Un cuarto tipo de paisaje rural puede reconocerse en las laderas que vierten hacia la depresión de Guadix y el altiplano del Cenete. Estos espacios montañosos, insertos en una comarca rural cuya vocación agraria ha sido satisfecha en las altiplanicies vecinas, presentan una dedicación silvo-pastoril que se traduce en un predominio casi absoluto de las facies forestales en el paisaje. En el sector más occidental encontramos la facie de mayor valor intrínseco por lo que se refiere a su ecología y también de mayor calidad estética. Esta facie se confi- gura en torno al río Alhama y coincide pues con el geosistema 8. Sobre los relieves alomados de micaesquistos y sobre una amplia formación de piedemonte que conecta con los llanos aledaños, la cubierta vegetal de frondosas adquiere un protagonismo evidente. Además, los encinares y chaparrales adoptan una disposición espacial bas- tante continua de modo que contribuyen de forma muy efectiva al acabado del paisaje. Sobre ellos los melojares adehesados del Camarate, que ocupan las facetas de umbría y fondo de valle, representan ecosistemas arbóreos maduros con una alta valoración perceptual que rompen la homogeneidad de la masa boscosa, ya que se impresionan de forma diferente al encinar y también de forma múltiple por la sucesión de las distintas fenofases que recorren anualmente los árboles marcescentes. La segunda facie, coincidente con el geosistema 9, es también básicamente fores- tal. Sobre un sustrato de similares características al de la facie anterior en cuanto a los tipos litológicos y a las geoformas, se desarrollan importantes masas forestales de coníferas de composición normalmente monoespecífica, cuya fisonomía está determi- nada por el carácter homogéneo de esta formación densa, cuya estructura traduce aún la regularidad y artificialidad de su plantación, y por el color verde oscuro de los pinos. En múltipes ocasiones la relativa monotonía que podría presentar el paisaje se rompe por la frecuente irrupción de estrechas franjas de bosques galería, de rodales más o menos extensos de encinar-chaparral o por la existencia de amplios calveros cubiertos de espinales, escobonales o tomillares. Todo ello contribuye a incrementar la diversidad vegetal y la riqueza florística a la vez que proporciona variedad al paisaje, en tanto que los bosques resinosos siempre verdes contrastan intensamente con los álamos, los chopos, los castaños y los espinos que presentan una característica suce- sión estacional de fenofases. En el piedemonte occidental se configuran dos paisajes de definición rural y rururbana. El primero de ellos se caracteriza por el predominio de formas llanas, suavemente inclinadas o relieves ondulados propios del geosistema 15. Junto a la naturaleza calma de las formas lo más destacable desde el punto de vista del paisaje es

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 362 YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA la gran extensión que alcanzan los cultivos de cereal y almendro de secano, así como la gran progresión que han conocido las zonas urbanizadas y las actividades canteriles. Este paisaje pedemontano situado a medio camino entre la montaña y el llano presen- ta un carácter de transición por lo que a sus bases ambientales se refiere, a la vez que el modelo de ordenación de las actividades del hombre tiene un carácter mixto entre lo rural y lo urbano. Tanto en el sector del cono de deyección de la Zubia como en el área de conos de piedemonte del Valle de Lecrín se puede hablar de un espacio rururbano en el que participan facies urbanas de segunda residencia, facies degradadas, resultado de la extrac- ción de áridos, facies agrícolas de secano y algunas zonas de matorral y pinar que prestan un aspecto menos xérico que aquel que resulta dominante en los secanos. En el pequeño tramo de materiales neógenos que recorren los ríos Aguas Blancas, Genil y Monachil antes de entrar a la depresión de Granada se define un paisaje más claramente montañoso y rural, pese a que pueden observarse una gran profusión de elementos antrópicos tales como urbanizaciones, infraestructuras viarias, embalses,etc. Dentro de este paisaje, conformado sobre colinas redondeadas y lomas de perfiles angulosos, que coresponde al geosistema 14, pueden reconocerse dos tipos de facies diferentes. Las facies iluminadas se componen del tramo regado del fondo de los ríos y de las laderas de aspecto desértico que apenas han sido colonizadas por un matorral- tomillar ralo tras el abandono de los cultivos. Las facies umbrías aparecen en general mucho más vegetadas y los cultivos dominantes son aquí de tipo arborescente. Los olivos sobre todo, pero también los almendros y otros frutales alternan con los restos del encinar, los árboles de ribera y algunos pinares de repoblación, de modo que la impresión final responde a la de unas vertientes montañosas semiarboladas. En el conjunto de las vertientes umbrías cabe señalar la presencia de una facies más agreste y menos vegetada cuya constitución se relaciona con las calcarenitas de Canales que destaca por la verticalidad de las formas y por el papel destacado de la litología en el aspecto fisonómico del paisaje. También en el piedemonte, pero en este caso en las estribaciones orientales de la sierra, se configuran dos tipos paisajísticos muy diferentes a los del borde occidental en tanto que se trata de unos paisajes elaborados bajo condiciones ambientales de fuerte xericidad. El primero se identifica con el geosistema 17 y está compuesto por dos facies bien diferenciadas. La primera corresponde al ámbito pedemontano propia- mente dicho y ocupa las superficies de glacis situadas al pie de Abrucena así como el valle aluvial del río Nacimiento. Se trata de superficies inclinadas sobre las que se asientan cultivos arborescentes, especialmente olivar y almendro en régimen de rega- dío, y estrechas llanuras profusamente ocupadas por las pequeñas huertas. La segunda facie ocupa el ámbito de los micaesquistos modelados en estrechas lomas por las ramblas que en gran número recorren estas vertientes de fuerte pendiente. El medio inerte y los procesos morfológicos toman así un gran protagonismo en el paisaje mientras que los elementos bióticos se reducen, en el mejor de los casos, a formaciones de monte bajo con retamares y algunos chaparros, o bien se limitan a un tomillar-pastizal en formación abierta y aspecto ceniciento que deja al descubierto los micaesquistos oscuros y brillantes.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 DE LOS COMPLEJOS NATURALES A LOS PAISAJES: EL CASO DE SIERRA NEVADA 363

El segundo de estos dos tipos semiáridos coincide con el geosistema 16 y se configura sobre las abruptas vertientes calizo-dolomíticas alpujárrides dominadas por el monte bajo y las laderas rocosas. En ausencia de usos actuales con significación paisajística notable, son las propias formas del relieve las que marcan las líneas gene- rales de la fisonomía de este paisaje con aspecto desolado y subdesértico. Además de los paisajes naturales y rurales que resultan ampliamente dominantes en Sierra Nevada y de los que hemos definido como rururbanos en el piedemonte occidental, en el ámbito de la alta montaña se puede identificar un último tipo paisajístico caracterizado por el amplio predominio de los elementos antrópicos sobre los bióticos y abióticos. El conjunto de la estación de esquí y la urbanización Solynieve son el elemento protagonista en el alto Monachil, ya que lejos de integrarse en el ámbito de la alta montaña contrastan fuertemente con el medio por la densidad de elementos construidos y, más aún, por lo impropio de la mayor parte de las tipologías edificatorias.

BIBLIOGRAFÍA

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 347-363 ñlkasdfjñlaksf USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 365

USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDA DE SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA DE DESENCUENTROS

ÁNGELES PIÑAR ÁLVAREZ*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 365-398].

PALABRAS CLAVE: La Alpujarra, Trevélez, Busquístar, Pórtugos, la Taha de Pitres, Granada, Andalucía, España, Sierra Nevada, Reserva de la Biosfera, Parque Natural, Parque Nacional, Participación, Gestión de espacios protegidos, conservación, Desarrollo Rural Sustentable, Montaña Mediterránea. KEY WORDS: La Alpujarra, Trevélez, Busquístar, Pórtugos, la Taha de Pitres, Granada, Andalusia, Spain, Sierra Nevada, Biosphere Reservation, Natural Park, National Park, Participation, Management of Protected Areas, Conservation, Sustainable Development, Mediterranean Mountains. MOTS CLEFS: La Alpujarra, Trevélez, Busquístar, Pórtugos, la Taha de Pitres, Grènade, Andalousie, Espagne, Sierra Nevada, Reservoir de la Biosphère, Parque Naturel, Parque National, Participation, Gestion des Espaces Protégés, Conservation, Développement Soutenible, Montagnes Méditerranéens.

RESUMEN

Desde su declaración como Reserva de la Biosfera (1986), Parque Natural (1989) y Parque Nacional (1999), uno de los espacios protegidos, Sierra Nevada, y una de las regiones integra- das en su espacio en la Provincia de Granada (España), La Alpujarra, se verán sometidos a un estudio socioeconómico y ambiental en cuatro de sus municipios: Trevélez, Busquístar, Pórtugos y La Taha. La opinión sobre problemas medioambientales, uso público y gestión de un espacio protegido por parte de sus agentes socioeconómicos e instituciones públicas y privadas nos presenta una “geografía de desencuentros” preocupante. Una gestión institucional pública decimonónica, donde desarrollar y conservar se plantea de forma ajena a los principales prota- gonistas del medio rural y natural, imposibilitará el desarrollo sustentable en espacios protegi- dos en Andalucía de cara al Siglo XXI.

SUMMARY

Since its declaration as a Biosphere Reservation (1986), as a Naturel Park (1989) and finally as a National Park (1999), the Sierra Nevada, as one of its protected spaces, as well as the Alpujarra region in the province of Granada (Spain), as one of the regions integrated into that space, have been subject to a socioeconomical and environmental study in four of its municipalities: Trevélez, Busquístar, Pórtugos and La Taha. The opinions expressed by the socioeconomic actors and the public and private institutions concerning the environmental problems, about

* Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada. Profesora Visitante.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 366 ÁNGELES PIÑAR ÁLVAREZ public use and mangement of the protected space presents us a preoccuying “geography of dis- enconters”. A nineteenthcentury like style of public management, in which managing, developping and reseving are carried out without regard to the rural and natural region’s main protagonists, will make impossible any kind of sustainable developement of the protected spaces in Andaluxia in the twenty-first century.

RÉSUMÉ

Depuis sa déclaration comme Reservoir de la Biosphère (1986), comme Parque Naturel (1989) et comme Parque National (1999), la Sierra Nevada, un des espaces protégés, et l’Alpujarra dans la province de Grénade (Espagne), une des régions qui conforment cet espace protégé, a eté sujée a une etude socioéconomique et environmentale de cuatre de ces municipalitées: Trevélez, Busquístar, Pórtugos et La Taha. Les opinions exposées par les agents socioéconomiques et par les institutions publiques et privées sur l’usage publique et sur la gestion de l’espace protégè montrent une préoccupante “géographie des des-encontres”. Une gestion publique institutionelle propre du XIXe siècle, dans laquelle la gestion, le developpement det la conservation se réalisent sans aucune participation des principaux protagonistes de la région rurale et naturelle, rendrent impossible un développement soutenible dans les espaces protégés de l’Andalousie face au XXIe siécle.

1. DELIMITACIÓN TEMÁTICA

De cara al siglo XXI, las llamadas zonas desfavorecidas en regiones de montaña suman un 20% del territorio europeo y se caracterizan por las limitaciones de la actividad agrícola frente a la agricultura de vega, por los obstáculos geomorfológicos, por la despoblación progresiva, por un patrimonio insustituible, por la falta de servi- cios e infraestructuras básicas y por las necesidades de fomento de iniciativas socioeconómicas y de gestión de recursos naturales a nivel local. El enfoque integrado en áreas de montaña por parte de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural en la Unión Europea implica dos retos fundamentales: conservación del medio ambiente y fomento socioeconómico mediante la creación de empleo (Santini 1998). Paralela- mente a la política de desarrollo rural, la política medioambiental en áreas de montaña será acompañada por estudios socioeconómicos y medioambientales en numerosas áreas protegidas de la Unión Europea (DIXON 1990; EUROPARC 1997). La joven política medioambiental andaluza nace en 1984 con la creación de la Agencia de Medio Ambiente y surge de la “reestructuración de Consejerías” con una estructura propia de gestión en 1994. La Ley 2/1989 de 18 de Julio por la que se aprueba el Inventario de Espacios Protegidos de Andalucía (JUNTA DE ANDALUCÍA 1995a: 33- 34) permitirá que en una década la Comunidad Andaluza cuente con el actual 18% del territorio regional protegido que suma 91 espacios naturales y suponen 1,5 millones de hectáreas en Andalucía (GRESA 1999). Con el presente artículo se pretende, por lo tanto, realizar un análisis de la política medioambiental en espacios protegidos centrándose en Granada y en el Par-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 367 que Natural Sierra Nevada, que ha cumplido ya una decada desde su creación en 19891. Ante la reciente declaración de Parque Nacional desde 1999 en las altas cum- bres del Parque Natural, será de interés acercarse a la opinión y posibles efectos de la implantación de la figura de protección, Parque Natural, en el desarrollo socioeconómico rural de sus municipios. Partiendo de los valores ambientales del área protegida Sierra Nevada, declarado como “espacio serrano de mayor altitud de la peninsula”, como “reserva de la biosfera”, como “enclave botánico más importante de la península con alto número de endemismos vegetales”, y área protegida con fauna de gran interés (jabalí, la cabra montés y “la ratilla nival”), nos parecen de especial interés los “problemas ambientales” reconocidos por la Consejería de Medio Ambiente2. Estos problemas medioambientales y socioeconómicos, caracteristicos de áreas de alta montaña, son, por una parte, el problema de la “desertización por abandono de tierras de cultivo” y el “sobrepastoreo”, que afectan al sector agropecuario en el área protegida. Por otra parte, el problema de la “presión turística”, si bién no relacionado directamente con “las actividades de esquí y deportes de invierno”, sino con la presión del turismo rural. Asímismo el tema de las infraestructuras, tales como “contami- nación de cauces y desaparición de arroyos de montaña” (Junta de Andalucía 1995a: 105), será asímismo considerado en el contexto socioeconómico de cuatro municipios elegidos sitos en el área protegida desde hace apenas 10 años. Presentar una descripción de las caracteristicas socioeconómicas y ambientales de la microregión elegida compuesta por cuatro municipios no es la finalidad del presente trabajo. Más bién se trata de presentar resultados preliminares de los datos primarios de opinión que tienen los agentes socieoconómicos de los cuatro municipios con respecto a la política mediambiental de la Junta de Andalucía en un espacio protegido que les afecta.

2. DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA Y BASES METODOLÓGICAS

La comarca de la Alpujarra localizada entre las provincias de Granada y Alme- ría3, ha de situarse en un contexto específico de la economía europea y nacional.

1. Indicadores cuantitativos del área protegida son su gran extensión, más de 171 mil hectáreas, en las cuales existe una una poblacion de 86.388 habitantes con 26,5 hab. por kilómetro cuadrado, una tasa de actividad del 44, 9, una tasa de paro del 30,2 y una renta per cápita de 525,109 ptas/año. Los equipamientos de uso público suman 45 instalaciones turísticas. Estos datos sobre el parque Sierra Nevada impactan cuantitativamente frente a los otros parques de la provincia de Granada, Sierra de Baza, Sierra Huetor y Sierra Castril. Los cuatro parques coinciden solamente en la renta per cápita que no llega a las 600.000 ptas/año. (Junta de Andalucía 1995a).Todos los municipios sitos en las áreas protegidas en la provincia de Granada son considerados municipios desfavorecidos, subceptibles de ayudas europeas. 2. Confr. Plan de Medio Ambiente de Andalucía (1995-2000), en el análisis de la situación ambiental de Andalucía se hace una caracterización ambiental de los distintos parques naturales andaluces (Junta de Andalucía 1995a). 3. No entraré en definiciones de lo que es la comarca de la Alpujarra, sino que me centraré en cuatro de sus municipios en la Alta Alpujarra Ocidental. Esta región de las Alpujarras la componen 27 municipios para el Instituto de Estadística de Andalucía (IEA 1999), repartidos en dos provincias Granada y Almería: Benahadux, Alhama de Almeria,

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Todos los municipios, como toda la Comunidad Autónoma Andaluza, son parte de las zonas desfavorecidas (Objetivo 1) en la política regional de la Unión Europea (PIÑAR ÁLVAREZ, 1993). La comarca de la Alpujarra posee una extensión de 2600 Km2 repartidos entre las provincias de Granada y Almería. De las dos provincias que perfilan la comarca alpujarreña me centraré en la provincia de Granada, que está compuesta a su vez por siete comarcas (Poniente, Guadíx y Marquesado, Baza y Antiplano, Granada, Sierra Nevada, Alpujarra y Costa Tropical). De la Alpujarra granadina, con una extensión de 1.390 Km2, he elegido la deno- minada Alta Alpujarra Occidental4, y de ella he seleccionado cuatro municipios de estudio (la Taha, Pórtugos, Busquistar y Trevélez) por el rico abanico de sectores economicos que los caracterizan en el área protegida. Mientras la Taha es considerado municipio agrícola y de servicios. Pórtugos y Busquistar son municipios con carácter agrícola con una producción rentable gracias a la frambuesa. En el caso de Trevélez, encontramos un municipio turístico e industrial, gracias a la curación de jamones (Cfr. mapa). Sin entrar en las macrocifras y focalizando la superficie total protegida en Sierra Nevada, que suma 171.427 hectáreas (100%), a Granada le corresponde el 63,3% de la superficie total, unas 118.780 Has. (Junta de Andalucía 1995a). De la suma de hectá- reas, a los cuatro municipios elegidos en la provincia de Granada y en la Comarca de la Alta Alpujarra Occidental le corresponden 13.293,091 Has, un 7,75% de la superfi- cie total del Parque Natural. Estos cuatro municipos están asimismo integrados en el recientemente creado Parque Nacional Sierra Nevada5, el cual según Ley 3/1999, del 11 de enero se establecerá en las cumbres más altas del Parque Natural. Desde el punto de vista metodológico, he realizado un acercamiento a los datos cuantitativos de caracterización estadística (información secundaria) a fin de conocer los factores socioeconómicos y medioambientales que definen lo local6. Dicha pers-

Láujar de Andarax, Ugijar, Laroles, Válor, Mecina-Bombarón, Bérchules, Juviles, Trevélez, Pórtugos, Busquístar, Pitres, Capileira, Bubión, Pampaneira, Cádiar, Torvizcón, Órgiva, Lanjarón, Dúrcal, Otura, Dílar, Gójar, Zubia (La), Cájar y Huétor Vega. Para el Colectivo Peñabón de maestros de la Alpujarra (1993: 48) el número aumenta y se hace la diferencia entra Alpujarra Alta, la Alpujarra Media y la Alpujarra Costa. Los municipios de la Alpujarra granadina suman 32 municipios y la 15 municipios, incluidos los numerosos núcleos de población repartidos en los municipios. Por lo que refiere a los municipios incluidos por el I.E.A. es evidente que los de Otura, Dílar, Gójar, La Zubia, Cájar y Huétor Vega pertenecen más bien a la Vega de Granada. Dúrcal se incluye en el Valle de Lecrín 4. La Alta Alpujarra Occidental la componen 11 municipios: Lanjarón, Cáñar, Soportújar, Carataunas, Pampaneira, Bubión, Capileira, la Taha, Pórtugos, Busquistar y Trevélez (García Martínez, 1999: 18). 5. En total son 44 los municipios en el área de influencia del Parque Nacional de Sierra Nevada, 15 en Almería y 29 en Granada (Rosua Campos, J. L. & Martín Molero, J.C. 1999). La reciente constitución (17/10/1999) de su Patronato tendrá como objetivo primordial la realización de un Plan Rector de Uso y Gestión y el Plan de Ordenación. La reciente aprobación del Plan Director de la Red de Parques Nacionales (26/11/1999) pretende establecer criterios comunes para el uso público y la conservación gracias a la educación ambiental (Ideal, 27/11/1999, 35). 6. Confr. ESECA (1998); Caja General de Ahorros de Granada (1999) y García Martínez (1999).

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MAPA1. MAPA BASE DE LOS MUNICIPIOS DE LA ALPUJARRA EN LAS PROVINCIAS DE GRANADA Y ALMERÍA

ALPUJARRA ALTA ALPUJARRA MEDIA ALPUJARRA COSTA-CONTRAVIESA ALPUJARRA ALMERIENSE

GRANADA

ALMERÍA

NEVADA OHANES TREVÉLEZ

CAPILEIRA BEIRES

VÁLOR BAYARCAL PATERNA del R. del PATERNA BÉRCHULES

6 7 ALPUJ. de la SIERRA 3 2 3 CÁSTARAS FONDÓN

PÓRTUGOS LAUJAR deANDARAX CÁÑAR UGÍJAR CANJAYAR PACULES

LOBRAS ALMOCITA 1 LA ALCOLEA LANJARÓN TAHÁ 5 CÁDIAR CHARCAL

ÓRGIVA BERJA ALBONDÓNMURTAS TURÓN DALÍAS TORVIZCÓN 1. CARATAUNAS LÚJAR 2. SOPORTÚJAR ALBUÑOL

3. PAMPANEIRA RUITE ADRA 4. BUBIÓN EL EJIDO POLOPOS SORVILÁN 5. ALMEGÍJAR 6. BUSQUÍSTAR 7. JUVILES PROVINCIA

GUALCHOS PROVINCIA DE DE GRANADA ALMERÍA

Fuente: Colectivo Peñabón de maestros de la Alpujarra (1993): De la nieve al mar: Guía Natural de la Alpujarra. Málaga, Ed. Clave.

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CUADRO 1. ESTADÍSTICA DE AREA DE ESPACIOS NATURALES Y TÉRMINOS MUNICIPALES

Municipio en el espacio Area del Espacio Protegido Area del Municipio dentro protegido P. Natural S.N. en el Municipio (en Has.) del espacio Natural (en %)

BUSQUISTAR 1.664,246 93,32 PORTUGOS 1.851,790 88,71 TAHA (LA) 669,707 26,00 TREVELEZ 9.107,328 100,00 Suma 13.293,091

Fuente: Elaboración propia según Junta de Andalucía 1999c. pectiva se ha visto cualitativamente enriquecida con los datos de opinión de los agen- tes socioeconómicos (información primaria)7, a raíz de numerosas estancias repartidas entre mayo y octubre entre los cuatro municipios seleccionados. Base de la presente crónica son las entrevistas abiertas semiestructuradas y la observación participante a fin de conocer la opinión del creador del paisaje y del espacio turistico (comunidades de regantes, ganaderos y pequeñas empresas familiares) y del consumidor del paisaje, de la naturaleza, de la historia y de los servicios en la zona (turistas con o sin estancia) sita en un área protegida8. Parto del supuesto de que la opinión de los creadores (oferta) y consumidores (demanda) del área protegida pueden definir las necesidades de uso público, perfilar la gestión del área en función de las necesidades locales y determinar las prioridades reales para planificar desarrollo socioeconómico y conser- vación a nivel local y a largo plazo. Un estudio de opinión de la oferta y la demanda del área protegida posibilitará, a mi entender, conocer lo que hay que proteger, lo que es necesario mejorar y desarro- llar, lo que es preciso conservar y lo que es imprescindible restaurar. Sin la participación local, los dos retos fundamentales de la Unión Europea en sus políticas de medio ambiente y de desarrollo rural, esto es, conservación del medio ambiente y fomento socioeconómico mediante la creación de empleo (SANTINI 1998), pueden convertirse, en cualquier área protegida, en letra muerta, en puro maquillaje legislativo y, lo que es peor, en un despilfarro de recursos públicos.

7. Para ello las principales fuentes metodológicas y metódicas han sido Kleining (1982, 1991) y Lamnek (1988, 1989). 8. La opinión de las empresas familiares y número de entrevista se abrevia con PYME (Vgr. PYME-1/ II.7 significa empresa familiar entrevistada número 1 y el código de pregunta en la guía de entrevistas); la opinión de los productores agropecuarios se abreviará con PAP y el número de la entrevista (Vgr. PAP-9 significa productor agropecuario entrevistado número 9); la opinión de las instituciones públicas sitas en la zona se resumen con INST( Vgr. INST-1, significa institución número 1). Se añadirá el lugar y el año de la realización de la entrevista.

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3. EL ÁREA PROTEGIDA: LA DEFINICIÓN NO ENCAJA

Según Ley 4/1989 del 27 de marzo de 1989 de conservación de los espacios naturales y de la flora y fauna silvestres, la biodiversidad es el objetivo y fin último de un espacio natural. Para ello, la definición de espacio natural protegido se clasifica en categorías (JUNTA DE ANDALUCÍA 1995a), de las cuales destaco la categoría de Parque Natural:

“Los parques son áreas naturales, poco transformadas por la explotación u ocupa- ción humana que poseen unos valores ecológicos, estéticos, educativos y científicos, cuya conservación merece una atención preferente (...). Con el fin de contribuir al mantenimiento del espacio natural protegido, y compensar socieconómicamente a las poblaciones afectadas, en sus disposiciones reguladores podrán establecerse Areas de Influencia Socioeconómica, con especificación del régimen económico y compensación adecuada al tipo de limitaciones. Estas áreas estarán integradas por el conjunto de los términos municipales donde esté ubicado el Espacio Natural y su Zona Periférica de Protección”.

En dicha definición se quita importancia a la explotación socioeconómica y a la ocupación humana dentro de los términos municipales sitos en el espacio natural:

“Los parques naturales poseen en general un alto potencial ecológico que contrasta con unas estructuras socioeconómicas de bajo dinamismo y un menor desarrollo relati- vo” (JUNTA DE ANDALUCÍA 1995a: 100).

Los representates de las comunidades de regantes entrevistados definen el Parque Natural con otra vision. El mancaje de la tierra, su uso y su explotación agroganadera dentro de las limitaciones geomorfológicas de alta montaña y con limitadas dimensio- nes es lo que posibilita la biodiversidad y conservación:

“Un parque es un sitio que se labra, que se mancaja, que se siembra. Hay que aclarar las plantas, hay que limpiar las bajeras, la maleza, las matas. Eso es el parque y eso es conservar (...)” (PAP-18/VI-1, Pitres 1999).

Para la población, el objetivo de conservación es impracticable sin la explotación agrícola y ganadera. Ninguno de los entrevistados se dedica exclusivamente a la agricul- tura, porque no da “para comer”. La función social de ésta no es, sin embargo, desdeña- ble y se mantiene en las vegas de los municipios. La sierra ha dejado de cultivarse, pero la vega sigue, en parte, cubriendo las necesidades del ganado y de la familia:

“La agricultura siempre ha significado miseria para nosotros. Por ello muchos de nosotros nos tuvimos que ir a Cataluña y a Alemania. (...). Hoy muchos de nosotros hemos comprado las tierras de los que nos explotaron y la mancajamos por entretener- nos. Yo me he criado trabajando la tierra siempre. Toda mi vida ha sido la tierra. Lo que

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tengo es de regadío en la vega de Trevélez. Esto era un vergel de sembrado que estaba la sierra y la vega. Hoy sólo se siembra la vega. Yo ya estoy retirado y sigo sembrando porque lo he mamado de pequeño y me gusta (...) De verdad, la gente que trabaja la tierra lo hace para distraerse y para la casa. Y es que que no da para vivir. La tierra no tiene mucho verano y aquí se cria poca cosecha y si te falla pues te falla todo. Mira son dos cosas, lo primero es que se produce poco por el clima y las condiciones del terreno y segundo que lo que se produce vale poco. Cuando aquí hay cosecha, la hay en todas partes y nadie tira de ella. (...).Si no fuera por la fuente de ingresos del turismo y de los secaderos de jamón, que está toda la juventud colocada, todavía se viviría mal como hace 40 años. Y yo me voy a la finquilla porque lo hice muchos años, fui acequiero 14 años y ya estoy viejo para trabajar en otro sitio. A mi me gusta saber lo que como, mis tomates, mis papas, mis habichuelas, pero cuando me muera, mis hijos seguro que no siguen con la labor. (...).”. (PAP-20/II.1-1; /1-2, Trevélez, 1999)

Aparte de esta importante función social, cabe destacar su función ecológica ya que permite el mantenimiento y la conservación de la red de acequias, de la flora y fauna del parque. Los productores agroganaderos protegen la naturaleza, limpiando las malezas, cortando las matas y gestionando las acequias. Es la única forma que ellos entienden de evitar que la tierra se queme. Los pocos regantes de avanzada edad en su mayoría que quedan en los municipios debería ser una señal de alarma para la administración, que por sí sola será incapaz de frenar “la desertización por abandono de tierras de cultivo”. La administración tiene una función clara para los habitantes, ha de “ayudar a preve- nir” como lo hacen los miembros de las comunidades de regantes y no “prohibir”. Su función de prevención para conservar el parque, no la cumple. La administración se centra en poner “limitaciones” a la actividad de la comunidad de regantes y de los ganaderos:

“Mira, yo no entiendo eso del parque. Yo no he subido al Mulhacén, esos son los que vienen de fuera y los pastores. Mira aquí continuamente se están poniendo limita- ciones de cómo cortar y dónde cortar la broza en la sierra y hasta para limpiar las acequias. Siempre se ha hecho y se ha cuidado que no se quemara nada, pero ahora todo son limitaciones. Sin embargo, lo que le corresponde a las instituciones, la prevención y conservación de lo que hay en el parque ¿qué? Ahí tenemos el río Trevélez que debería estar limpio. Si quieres limpiar la parte de rio por donde está tu casa tienes que pedir permiso. Ahora viene poca agua y el día que diga de caer agua va a ir el pueblo al final del río. Hace 8 o 9 años vino una riada grandísima del río Chico y los jamones de aquel secadero llegaron a Motril. Con la fuerza del agua se rompieron las cámaras, el agua las retorció y segó dos pilares. No vasta con los diques que hay porque los troncos de los árboles y las piedras eran impresionantes. El agua arrastró de todo y ahora han crecido hasta árboles dentro del río y otro día nos va a dar un susto.(...).” (PAP-19/VI-1, Trevélez 1999)

La prevención de fuegos es otra cuestión que preocupa a todos los agentes econó- micos y sociales. Para ellos y ellas, la “sierra” nunca había estado tan descuidada

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 373 como ahora. Ya no sólo el abandono de tierras desde los años cincuenta por los efectos de la miseria y las consecuentes migraciones a Granada, otras grandes ciudades de Cataluña o a Alemania, dada la pobreza que azota a toda la Alpujarra durante la dictadura franquista, también el actual abandono y descoordinación administrativa remata la situación actual en la que se encuentra el campo y, por ende, el área prote- gida Sierra Nevada:

“Primero tuve que irme de Trevélez para sacar a mis cinco hijos adelante y para que estudiaran. Me fui a Granada. La labor se quedó abandonada. Luego, los que regresamos y tenemos un poco de ganado en la finca y un bar para salir adelante, no nos dejan quemar los zarzales de tu finca. ¿Eso es conservar el Parque? Tienes que pedir permiso, pero los labradores saben lo que tienen que hacer. Ningún labrador quiere quemar el monte. Y luego no hay ningún cortafuegos. Si se mete fuego en Busquistar, aquí arde- mos todos o nos asfixiamos con el humo, porque estamos entre montañas. O sea que los ríos y las montañas es lo que más abandonado está por la administración y luego nada más que controles innecesarios a la hora de quemar broza o un árbol seco que quieras cortar en tu propiedad. Y luego que no se señalicen los caminos. Y tanto no cuesta eso y evitaría males mayores. La administración no sabe lo que es prevención, eso sí mucho hablar de parque, como si lo hubieran creado ellos”.(PAP-19/VI-2.(c), Trevélez 1999)

Si bien las funciones de los trabajadores del Parque son la limpieza silvícola y prevención, la extinción de incendios y la repoblación, la falta de recursos para la prevención en el monte público son evidentes para los habitantes:

“No sabemos de qué forma se beneficia el pueblo de la presencia del parque, pues dónde están los recursos desde hace cuatro años para la limpia del monte, por ejemplo, la loma de Jarva, el monte de Pitres, el de Busquistar, el de Pórtugos, la masa forestal de la Pandera y del barranco Peñabón? Sólo se han limpiado cuatro senderos y unas peque- ñas hectáreas desde 1996, que no vengan con el rollo de que nosotros somos el proble- ma para el parque con tanto control en tu propia finca.”( PAP 13/VI-1, Trevélez 1999).

Si no se quita el monte bajo con la ayuda de los habitantes de los pueblos con “regularidad y no a retalazos”, el Parque Natural Sierra Nevada arderá. Invertir en prevenir es más barato que invertir en replantar. Esta es una opinión extendida entre todos los habitantes entrevistados.

“Mira, si no se quita el monte bajo durante los inviernos con la ayuda de los habitantes de los pueblos, de INFOCA y de los forestales, con regularidad y no a retalazos, los montes arderán más tarde o temprano y luego le echarán la culpa a cuatro desgraciados, que normalmente se dice que son ganaderos o agricultores, los que más entienden de monte y de cuidado de la Sierra. Uno más que arde, qué mas le dá a la administración, si luego dicen que van a replantar. No es lo mismo. Nada puede volver a ser lo mismo si quema la Sierra que cuidó mi abuelo, mi padre y yo como pastores, (...).”(PAP 1/VI-2. (c), Pitres 1999).

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En resumidas cuentas: en la Alpujarra, en general, y en estos cuatro munici- pios en particular, la definición de Parque Natural no encaja. Es precisamente la gran transformación del paisaje con la explotación agropecuaria y la ocupación humana la que ha posibilitado la existencia de una gran variedad de ecosistemas, la que ha hecho pervivir la gran variedad de flora y fauna actual. El uso del legado histórico de las acequias gracias a sus comunidades de regantes, ha logrado exaltar las formaciones geomorfológicas que caracterizan a la zona. La arquitectura sin- gular, propia no sólo de la Alpujarra, sino de áreas de montaña mediterranea en general (GODFINGER 1993), y las acequias son los resultados de estructuras socioeconómicas de alto dinamismo con gran desarrollo hasta la década de los cincuenta. Las definiciones no parecen encajar y el problema medioambiental “desertización por abandono de tierras de cultivo” es fomentado por la Consejería de Medio Ambiente poniendo trabas a la comunidad de regantes en los distintos municipios y en las fincas privadas, que en ningún momento son compensadas económicamente dadas las limitaciones. En cuanto al problema medioambiental “sobrepastoreo”, en la actualidad sólo se conoce la cabaña ganadera doméstica, la cual ha disminuido desde el último censo agrícola y ganadero del año 1989. La existente es considerada “absolutamente necesa- ria” para mantener el parque limpio de malezas, por parte de la Oficina Comarcal veterinaria de la Consejería de Agricultura, que lleva los 25 municipios de la Alpujarra granadina:

“Mira, te voy a buscar los datos actualizados sobre el ganado, pero el número de animales es muy inferior a la capacidad de carga de la zona en estos cuatro muninipios y en los 25 municipios de la Alpujarra que llevo, en general. El ganado, y no sólo te lo digo porque vivo de ello, es absolutamente necesario para el parque y su limpieza. Es como si dejaras una casa abandonada, ésta se deteriora poco a poco si no se habita. Además ten en cuenta que casi la mitad del ganado practica la transhumancia unos seis meses a Córdoba y Sevilla. Estos son los ganaderos con más animales. Así la tierra descansa. Eso no pasa en otras regiones.” (INST-2/III-4, Órgiva 1999).

Lo que debería de ser preocupante para el área protegida es “la fauna de gran interés” (jabalí, la cabra montés). Esta se incrementa cada año al no haber depredador superior, no se sabe cuantas existen, pero “son demasiadas” y “arrasan con todo”. Este problema parece tener una solución natural: la enfermedad y muerte de los animales, que se está encargando de reducir el inexistente censo poblacional de montesa y jabalí. El reciente control del número de montesas mediante métodos de estimas poblacionales (GRANADOS TORRES, 1999) que permita caracterizar a los indivi- duos en cantidad y en calidad (machos y hembras jóvenes, machos y hembras adultos, machos y hembras viejos, chotos) llega a la conclusión de que la enfermedad de la sarna afecta al 40% de los enclaves montañosos andaluces con presencia de cabra montesa (GRANADOS TORRES et al. 1999). Mientras se realizan saneamientos y controles del ganado doméstico, los ganaderos y las comunidades de regantes viven las consecuencias de la superpoblación de montesas y jabalíes:

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“Mira, sea como sea lo que plantamos para la familia y para los animales es arrasado por las montesas hambrientas. El dinero nos cuesta, y además no sólo se comen el verdeo para mis animales, también destrozan todas las plantas frutales: los olivos, los almendros y los manzanos y las plantas medicinales como la zahareña y la manzanilla de la Sierra. Y los jabalíes acaban con la raíz de las frambuesas buscando los gusanillos, pregúntale a los de Busquistar y verás. Hay demasiada montesa y demasiado marrano jabalí y ya se nos meten hasta en los bares” (PAP 10/VI-1, Trevélez 1999).

Todos y cada uno de los agentes socioeconómicos coinciden en manifestar el aumento exagerado de cabras montesas y jabalíes; “esos bichos” acaban con la labor en el campo arrasando la cosecha:

“(...) O sea que no nos dejan vender si nuestro ganado (doméstico) sale positivo, no todos sino uno entre ellos, porque dicen que no está en condiciones y luego no se evita que nuestros animales se revuelvan con los marranos (jabalíes) y las montesas. Y es que se revuelven y comen juntas. Además estos bichos sueltos hacen en las fincas que tenemos las labores bicarbonato. En lo alto de la sierra no va a quedar nadie, ni anima- les, ni gente mancajando la tierra, sólo flores y montesas con jabalíes enfermos” (PAP 9/ I.2-4, Trevélez 1999).

Lo peor para los habitantes no es que acaben con lo sembrado, sino que en su mayoría las montesas están ciegas “hasta despeñarse solas” y enfermas de sarna. La enfermedad de “la reina de las montañas”, la cabra montés, está acabando con su monacato en toda Andalucía. La regulación en número y el control del resto gracias a un Plan de Manejo de la cabra montés en Andalucia posibilitan su futura supervivencia (GRANADOS TORRES et al. 1999). Lo más lamentable no es sólo que los animales del área protegida son demasiados y están enfermos por ello, sino que además le pegan la enfermedad al ganado doméstico (cabras, ovejas, vacas) que lleva sus controles regula- res y “a rajatabla” por parte de los veterinarios de Órgiva y Lanjarón. La cabaña gana- dera del parque (montesas y jabalíes), en muy malas condiciones higiénicas y sanitarias, contrasta con la cabaña ganadera doméstica (cabras, ovejas y vacas) con fuertes contro- les sanitarios. La inspección veterinaria comarcal de Orgiva lo confirma:

“Hemos llevado un tema de sarna en la cabra montesas con la delegación de Medio Ambiente. La sanidad de los animales del Parque la lleva Medio Ambiente. Al principio se dijo que las cabras, ovejas y vacas de los ganaderos le pegaban las enfermedades a la cabra montés. Si hablas con un ganadero te dirá que están agobiados con los controles que le hacemos, que su ganado no tiene sarna y son las cabras montesas las enfermas. Si hablas con el personal de medio ambiente te dirá lo contrario. Yo no salgo mucho al campo, pero el otro colega, veterinario de inspección, vive en Pórtugos. El siempre me comenta lo cabreados que están los pastores. Yo he visto cabras montesas enfermas pero ganado doméstico de ovino-caprino con sarna muy poco, muy poco, los controles que llevamos son casi exagerados, pero necesarios. Y los jabalíes sufren de tuberculosis. Hay ahí un conflicto y un problemón que hay que ir solucionando. No se trata de decir

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que el origen del problema es la cabra montés o la vaca, sino que hay un problema real que hay que estudiar y solucionar. Lo que está claro es que el control de la cabra montés no lo lleva la Consejería de Agricultura, lo lleva Medio Ambiente. Eso sí, si se caza un marrano jabalí, antes de consumirlo se hace un análisis de triquina y las visceras se controlan, como cualquier otro animal. Ahora bién en animal vivo, me consta que se estan haciendo capturaderos donde se cogen las montesas y se le suministran medica- mentos para las enfermedades que sufren, pero no sé nada mas. Medio Ambiente no nos informa.” ( INST-2/I-6 (a), Orgiva, 1999)

Esta circunstancia pone de manifiesto la falta de coordinación administrativa que reina en la adminisitración de la Junta de Andalucía. El problema no se queda ahí. El peligro de epidemia es grave y latente para las poblaciones que abastecen sus depósi- tos de agua de las acequias ya que son numerosas las cabras montesas muertas en los ríos y en las acequias. Por lo tanto el tema del “sobrepastoreo” por parte de la cabaña del parque es fundamental estudiarla más de cerca a fin de realizar el esperado Plan de Manejo en coordinación con la Consejería de Agricultura y su inspección veterinaria comarcal.

4. EL ÁREA PROTEGIDA: EQUIPAMIENTO TURÍSTICO VERSUS USO PÚBLICO

Desde una perspectiva institucional y en relación a los cuatro municipios elegidos en el Parque Natural, la Consejería de Medio Ambiente entiende uso público o “uso del entorno para un bién público” o “bién de los visitantes” gracias a una serie de equipamientos ambientales orientados a la Educación Ambiental y la Interpretación de la Naturaleza (SALCEDO BALBUENA, 1999). El uso se entiende como uso recreati- vo. El uso o aprovechamiento agrícola y ganadero se excluyen del uso público y se convierte en uso privado. El equipamiento público para actividades desarrolladas en la naturaleza por los visitantes del espacio protegido (Junta de Andalucía 1999a), se centra en:

– un “centro de visitantes” (Pampaneira) adjudicado y situado en los locales cedidos a la empresa privada Nevadensis S.L para todos los municipios estu- diados; – un “mirador de la Loma de las Palomicas”, ubicado entre los términos munici- pales de Pampaneira-La Taha; – dos áreas recreativas” (el Chorrerón y río Bermejo) en Pórtugos y – un “sendero de la Junta de los Ríos” en Pórtugos.

Con respecto al Parque Nacional para el conjunto de los cuatro municipios, se cita un refugio “en construcción”, el Refugio el Horcajo, en Trevélez. (JUNTA DE ANDALUCÍA 1999b). Con este equipamiento no se cubre la fuerte demanda social en estos municipios y la Alpujarra en base a la interpretación de la naturaleza y al senderismo, de gran

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 377 potencialidad y viabilidad durante todo el año. En los cuatro municipios es fuerte la crítica por parte de los ofertantes y demandantes de la Alpujarra y del área protegida. El senderismo parece estar “en pañales” y las instalaciones son insuficientes para los habitantes, aún cuando dos instituciones privadas a las que se les adjudica dicha actividad –Nevadensis, S. L., en Pampaneira y la Federación Andaluza de Montañismo (FAM), en Granada– sean enormente activas en todo el Parque Natural Sierra Nevada. Desde mi punto de vista, no están claros los criterios de selección de municipios y de proyectos a la hora de levantar equipamientos concretos. en los términos munici- pales elegidos. Los cuatro alcaldes confirman la nula participación de las Corporacio- nes Locales a la hora de decidir cuáles son las necesidades de equipamientos medioambientales de uso público en su pueblo. Los Ayuntamientos, a su vez, no disponen de dotación económica para equipamiento medioambiental local. Los cuatro alcaldes reconocen no tener ni información, ni presupuesto para equipamientos del área protegida Sierra Nevada. Tampoco se consultó su opinión a la hora de realizar las instalaciones actuales. Asímismo, según las entrevistas realizadas, y en términos gene- rales, en la población reina el descontento con respecto a la política medioambiental de equipamientos “para visitantes”. La gestión del espacio natural es entendida por los entrevistados y las entrevista- das como uso y negocio “negocio para unos cuantos”. Sólo los que pueden pagar a empresas privadas (Nevadensis y FAM), mismas a las que se les adjudica tal actividad, pueden disfrutar del área protegida. Uso público es uso para todos y la gestión supone el control por senderos bien señalizados sin tener que pagar a una empresa con “exclu- sivas” por hacerlo:

“Con el parque, hay demasiada cabra, demasiado jabalí, demasiado zorro y no hay control (...). Aquí el senderismo anda en pañales, porque no hay recursos para fomentar- lo y porque predomina la gente que tiene exclusivas. Así del 4 a 5 de agosto la gente de Trevélez sube a Siete Lagunas con la festividad de las nieves y duermen allí. Hacen una misa. Se hace una paella. Tienen que andar pidiendo permisos para subir a su cerro. Luego hay gentes que se dan de ecologistas, y esos se llevan una cuadrilla de 14 o 15 todoterreno y suben hasta arriba hasta el Mulhacén. Son los intocables. (...).” (PYME-1/ VI-7, Trevélez 1999).

En cuanto a los equipamientos de uso público, se toca un tema algo problemático en el municipio de Trevélez, el tema de refugios, “negocio para unos cuantos y ruina para el pueblo”:

La cuestión de los refugios es para dar de comer aparte. El mejor refugio que había en la Sierra, el Felix Méndez, lo tiraron y creo que por intereses económicos. Hicieron otro tipo Pirineos, el refugio del Poqueira. Demasiado grande y pomposo. Con ese dinero se podía haber mejorado el Felix Mendez y hacer otros pequeños, para los senderistas de alta montaña. Se habla de que se quiere hacer otro en el el Horcajo, rio arriba. A ver quién va a ir allí. No sé qué criterios se tienen para decidir la localizacion, pero ese no es el más adecuado. Es absurdo. No hay razones. Eso es como un merende-

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ro, río arriba, ¿quién va a hacerse cargo de eso? Tú pregúntale a los ganaderos y la comunidad de regantes. A ver que te dicen de la idea esa del refugio del Horcajo. Todo se hace sin preguntarle a nadie, sólo porque alguien en la administración tiene intereses económicos. Por eso te digo que el Parque Natural o Nacional es un negocio para unos cuantos y una ruína para el pueblo” (PYME-1/VI-7, Trevélez 1999).

No solo el aficionado montañista que vive en el pueblo y realiza su actividad económica durante todo el año en el término municipal, los ganaderos y comunidad de regantes en Trevélez consideran descabellada no la idea de un refugio, sino la locali- zación del mismo y la forma en la que se suelen tomar las decisiones, ajenas a los intereses del pueblo:

“Ahora he escuchado que se quiere hacer un refugio en el Horcajo, en un sitio que no es terreno del común, sino que es terreno privado. Lo que quieren es aprovecharse unos cuantos que viven de los dineros que dan para el parque a costa de dejarnos aquí con la basura en el río Grande de Trevélez y con las montesas y jabalíes infectados de sarna.” (PAP-23/VI-5, Trevélez 1999).

Los equipamientos públicos son de otro tipo para los habitantes entrevistados, han de ser de utilidad pública para los que vienen de fuera, los visitantes, y para los que viven en el pueblo. Han de ser baratos y han de estar integrados en la mejora y restauración de lo que existe ya. No hay que inventarse nada nuevo, más bién mejorar los deteriorados equipamientos del pueblo, como son los pequeños “puentes” sobre el río Grande de Trevélez y como son los “cortijos” abandonados. Estos cortijos están adaptados al terreno, están conectados por “caminos de herradura” y cubrirían la necesidad de los productores agroganaderos y de los montañistas. Los costes serían inferiores a lo que cuesta hacer un refugio en un lugar “descabellado”. Si se pretende construir un refugio, el lugar adecuado es en la Campiñuela, por su localización, por su simbología para los habitantes de Trevélez y por su valor paisajístico. Las decisio- nes que toma la administración se hacen al margen de las necesidades del pueblo:

“Eso de construir un Refugio en el Horcajo a unos dos mil metros de altura río arriba (Rio Grande de Trevélez) es descabellado y lo sé porque mi cortijo está allí, porque se haría en terreno privado y no comunal, por una parte, y porque la localización es desastrosa para las aguas del río Trevélez y las acequias que surten de agua a la Contraviesa (acequia Cástaras y acequia Nueva), y porque además de mandarnos la basura al pueblo, estaría en terreno movible. Aquí nacen numerosas fuentes de agua. Tú también lo has visto y cuando mejor se ve es en primavera. Esto es una maravilla. El sitio ideal para construir un refugio (...) sería en la Campiñuela, a medio camino entre los Posteros y el Vertedero. (...) Si te digo la verdad, lo que el paraje de el Horcajo necesita es que se mejoren los caminos de herradura y los puentes pequeños que cruzan el río Trevélez, como ese Puente del Aguilucho que no hemos podido cruzar con las bestias. También estaría bien mejorar los cortijos salpicados por el terreno no sólo del

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Horcajo, sino de todo el término municipal de Trevélez y también en otros pueblos, como habrás visto. Yo hablo por Trevélez y lo que acabamos de ver montados a caballo. El coste sería menor que hacer un refugio, mejorar los caminos, los puentes y los cortijos abandonados con ayuda de la caballería del pueblo no cuesta tanto. Los materia- les están en el mismo sitio, están adaptados al terreno del Parque y a la arquitectura tradicional y las piedras y troncos se pueden traer con la caballería de aquí (Trevélez), y apenas si cuesta. Mi cortijo está abierto siempre y duermen siempre montañeros y una vez me encontré en la lata de azúcar en una bolsa de plástico con 3000 ptas. Parece que se van contentos y yo con el dinero repongo algunas cosillas para los próximos”. (PAP- 24/VI-5, Trevélez 1999).

En cuanto a los turistas entrevistados, el descontento con los equipamientos es generalizado. No sólo faltan senderos, los que existen tienen un comienzo pero un desconocido fin:

“Well, in Trevélez it is a problem to find paths, to go on and to feel, to live and to enjoy the landscape from the beginning to the end. I don´t understand why (...)” (turista danesa, TC (E)-3/ 6, Trevélez 1999).

Los que vienen buscando senderos no tienen nada en contra de que se haga de forma controlada a fin de quedarse unos cuantos días para disfrutar de un paisaje distinto al que están acostrumbrados: Las entrevistas realizadas a holandeses, alema- nes y daneses recalcan el elemento de la producción agropecuaria como algo inexis- tente en otras áreas protegidas visitadas y eso es lo fascinante y atrayente del área protegida. Asímismo, si bien existe poca infraestructura de senderos, el estado en el que se encuentra el limitado equipamiento de uso turistico es lamentable para otros:

“(...). Y con lo del parque natural, la declaración está bién para proteger algunas especies endémicas pero sobre todo y lo más importante es que la gente trabaje en el parque cultivandolo y cuidándolo, porque esta tierra es muy fértil y es necesario apoyar a las empresas familiares (...) Y bueno también quería comentarte lo de la Fuente Agria (Area recreativa el Chorreón). Es desolador el estado en el que se encuetra el parador frente a la Fuente Agria. Se hacen acampadas y está todo sucísimo. Es desastroso como están los árboles. Eso no puede ser. Los castaños están tirados y cortados y nadie está encargado de cuidar ese sitio único. Esos grandes castaños hay que protegerlos y los turistas deberían ser más cuidadosos con lo que utilizan y disfrutan” (turista suizo- argentina, TC(E)-1/9, Pórtugos 1999).

En ninguno de los cuatro municipos de Alta Montaña con 13.293,091 ha (JUNTA DE ANDALUCÍA 1999c) y 2.405 habitantes (IEA 1999) existen ni puntos de informa- ción actualizados y útiles para el turista, ni aulas de la naturaleza, ni centros de documentación e investigación donde documentarse para realizar investigaciones loca-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 380 ÁNGELES PIÑAR ÁLVAREZ les en el área protegida9, ni jardines botánicos, ni zonas de acampada libre organizada, ni campings públicos (los dos existentes en Pitres y Trevélez son privados), ni alber- gues juveniles (Junta de Andalucía 1999a, 1999b). A ello se une la falta de caminos señalizados. Esta es la principal demanda de los habitantes y agentes socioeconómicos, tales como las empresas familiares turísticas, así como la mejora de la red viaria, gran demanda de todas las corporaciones locales de la Alpujarra (Ideal 29/9/1999). Dejando aparte el necesitado equipamiento público adaptado a las necesidades locales, veamos de cerca el tema de gestión.

5. EL ÁREA PROTEGIDA: GESTIÓN GLOBAL VERSUS GESTIÓN LOCAL

La gestión del área protegida se define en términos globales para todos los muni- cipios del área protegida, en general, y de la Alta Alpujarra Occidental, en particular. La gestión se entiende como “la toma en cuenta” del conjunto de seres vivos, elemen- tos geológicos y paisajísticos, por “la conservación” desde una perspectiva territorial abierta a los problemas que rodean ese ente territorial y por la “necesidad de integrar la dicotomía de conservación de flora y fauna y desarrollo socioeconómico de la población” sita en los entes territoriales afectados por el área protegida (CORNEJO LÓPEZ 1998: 8). La gestión del espacio protegido Sierra Nevada se recoge en el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Natural Sierra Nevada. El PRUG consiste en avanzadas normas de gestión administrativa, en las que se zonifican los usos y activi- dades, se establecen los instrumentos de gestión y uso de las actividades y las directri- ces para los planes y programas básicos de actuación organizados en programas de uso público (infraestructuras, actividades y servicios), programas de investigación; programas de conservación y programas de aprovechamientos forestal, cinecético- piscícolo. En el texto del PRUG no se pretende defender una “posición conservacionista a ultranza”, sino más bién:

“(...) una actualizada concepción del uso-conservación, que tiene como objetivo primordial compatibilizar hasta donde resulte tecnicamente aceptable un desarrollo re- gional integrado y sostenible con base en los recursos endógenos y en la pluriactividad, un ecodesarrollo en definitiva, que trata de evitar la contraposición irreductible entre conservación y explotación.” (JUNTA DE ANDALUCÍA 1995b: 91).

Desde el punto de vista institucional, el actual Director-Conservador del Parque Natural y Nacional es el responsable de la protección y conservación de los recursos

9. Tan sólo el municipio de la Taha posee una buena biblioteca en Pitres, bien documentada pero inaccesible por el momento ante reformas de la instalaciones. Asímismo, la falta de actualización y de personal para la biblioteca de la Delegación Provincial de Medio Ambiente imposibilita la documentación rápida.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 381 naturales, así como de la gestión del uso público. El órgano colegiado de participación social para llevar a cabo dicha gestión es la Junta Rectora del Parque Natural (BOJA, 9/9/1990). Desde una perspectiva cuantitativa, en la Junta Rectora existe una rica represen- tación social con titulares de instituciones públicas y privadas. Desde el punto de vista municipal, la representación local de los 62 municipios que componen el territorio nevadense, se limita a 30 representantes o alcaldes de los municipios. De los 20 alcaldes que correponden a Granada, los alcaldes de Trevélez y la Taha están represen- tados en la Junta Rectora y los de Busquistar y Pórtugos no lo están. Desde el punto de vista cualitativo, sin embargo, las funciones de esos dos repre- sentantes no están definidas y las de los otros miembros tampoco. Es de especial interés la nula representación de la comunidad de regantes y de los ganaderos en la Junta Rectora. El hecho de que la representación local se centre en la presencia de sólo dos alcaldes del conjunto de la población de cuatro municipios evidencia los criterios politicos y no sociales o técnicos de dicha representación. Las elecciones municipales celebradas el 13 de junio han supuesto un revés político a los distintos candidatos de los partidos políticos, poniendo en entredicho no sólo la funcionalidad de dicha Junta Rectora movida por criterios partidistas, sino una gestión eficaz de recursos para solventar los problemas que afectan a los habitantes de los municipios. Así, la gestión de lo local desde lo local es una asignatura pendiente para la Junta Rectora. La gestión que realiza la Junta Rectora del Parque Natural es desconocida por el conjunto de ganaderos, de las comunidades de regantes y empresas familiares y criticada abiertamente por las instituciones públicas entrevistadas que viven desde cerca la realidad y problemática a nivel local:

“Si no se han fomentado económicamente los pueblos con el Parque Natural, yo no creo que con otra figura jurídica se logre, si las bases, el uso público, la gestión se centraliza ya no sólo en la Junta de Andalucía y las distintas consejerías representadas en la Junta Rectora, sino con la presencia del Ministerio de Medio Ambiente. La cosa está más complicada aún para los pueblos que sobreviven a las instituciones. A toda ellas les falta negociar, encontrar un consenso, colaborar. Todas están más confrontadas entre sí y dentro de ellas mismas. (...) Asímimo me pregunto cual es la cooperación y colaboración real entre los distintos miembros de la Junta Rectora del Parque Natural de las distintas administraciones. Díme tú, cuál es, cómo es, qué mecanismos de diálogo y solución de conflictos, que es normal que existan, y de qué forma se hace participe a la gente de los pueblos en esa gestión. Eso es lo que hay que conocer. Sobre esas bases podemos ver el futuro, pues a partir de septiembre del 99, debe estar constituida la Junta Rectora del Parque Nacional y me temo que con ella y sin ella seguiremos igual (INST- 1/III-14 y 15, Pitres 1999)”.

La falta de criterios que unifiquen el papel de cada una de las instituciones que están presentes en la Junta Rectora no es un elemento a favor de la conservación o del desarrollo socioeconómico de la zona elegida.

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La Junta Rectora cumplirá con su función publica de gestionar los recursos del área protegida si los criterios, obligaciones y derechos para cada uno de los miembros están “claros”. Este no es el caso, según la opinión de un ex-miembro de la Junta Rectora y el ex-alcalde de Lánjarón:

“La colaboración es posible si existen criterios claros para todos los municipios con área protegida en el Parque. Es importante que todos los municipios estén representados en el patronato del parque, pero no sólo los alcaldes, sino personas gestoras o represen- tantes técnico-sociales de la población que no cambien cuando cambie el político de turno, el desarrollo socioeconómico no puede estar solo en manos de los alcaldes con una ideología política concreta. La verdad es que sólo se tienen en cuenta criterios partidistas ‘tantos representantes del PSOE y tantos representantes del PP’ a la hora de dividir la representación ‘social y económica’ de la población en la Junta Rectora. Además que la reparticion de poderes partidistas no frene un patronato representante de los intereses económicos y de conservación que atañen a un parque. Asímismo, es fundamental establecer criterios claros de participación en dicha junta rectora, por ejem- plo, población, distribución sectorial, porcentaje de area protegida en el municipio. Es fundamental establecer responsabilidades por parte de los municipios hacia la población y hacia la delegación de medio ambiente y la delegación frente a los municipios en su conjunto. Tampoco está claro lo que supone la participación del municipio en la Junta Rectora en aportaciones económicas del municipio y de la delegación de medio ambien- te y otras delegaciones como agricultura, cultura y otras en la Junta Rectora para la conservación de recursos y al desarrollo de los pueblos. Tampoco está clara la participa- ción de los sectores sociales en el municipio en la junta del parque. Bueno y ni que decir tiene que no existen formas de coordinación entre los miembros de la Junta Rectora. Entonces, ¿para qué tanta parafernalia?, me preguntarás. Pues para la política y su ciencia, criticada por muchos y entendida por pocos. Lamentablemente son esos pocos los que deciden” (INST-5/IV-15, Laroles-Nevada 1999).

Desde la perspectiva de los agentes socioeconómicos de los municipios del área protegida, la agricultura y ganadería tiene una función económica marginal en Trevélez y la Taha, en Pórtugos y en Busquistar. La función ecológica y social es, sin embargo fundamental. Para los miembros de las comunidades de regantes entrevistados, éstos no consiguen potenciar la función económica de la agricultura y ganadería familiar por si mísmos, dadas las condiciones económicas y geográficas que caracterízan estos municipios de Alta Montaña. La propuesta que hacen los habitantes de Pórtugos y Busquistar especialmente consiste en vender y comercializar sus productos y de mejorar los servicios de gestión y comercialización a la vez, sin entrar en el juego de competir en precios con la producción agroganadera de las zonas llanas o de vega. Para ello, es funda- mental garantizar el agua, controlar el intermediarismo y el subempleo y garantizar ayudas para la transformación local y la comercialización en mercados locales y urbanos. Esto evitaría que el recurso agricultura-ganadería desapareciera, en aras de una sociedad de servicios. Veamos punto por punto cómo creen los entrevistados

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 383 resistir la marginalidad del sector agropecuario no deseada10. Para ellos, una econo- mía basada exclusivamente en el turismo es el suicidio de la agricultura, la ganade- ría y el turismo mismo. Definir uso público como uso que hacen los visitantes (nacionales o extranjeros) del entorno natural y relegar el aprovechamiento agroganadero a uso privado no es la solución a los problemas que tienen los productores agroganaderos en un área protegida, conservada especialmente por ellos y ellas a lo largo de generaciones.

Agua

La falta de agua “usurpada por la acequia real Cástaras” y “mal gestionada” por el municipio de Cástaras (Ideal 16/9/99) está provocando la ruina de una gran mayoría de productores agropecuarios que con la frambuesa han visto una salida económica. Los intentos de plantar nuevos productos y recuperar otros con carácter comercial (mora, kiwi y pistacho) se pueden ver frustados. Las entrevistadas y entrevistados recalcan su vinculo a la tierra y la protección del área gracias al sistema de gestión del recurso hídrico, canalizado a través de la red de de acequias. El sistema altamente sofisticado de reparto y aprovechamiento de aguas es posible gracias a los regantes en las vegas que han mantenido el correcto funcionamiento de las acequias y, por ende, la vida en el resto de la Sierra:

“Para el caso de la vega de Pórtugos, las horas de agua se reparten en tandas. Una tanda es la suma de 14 horas y media que tiene el día para regar. Pórtugos tiene 8 tandas divididas en tres suertes o partes en las que se divide una tanda de 14 horas o 14 horas y media de agua. Cada suerte está en un paraje o fincas anexas entre sí. En total las 8 tandas suman 496 horas de agua para la Vega de Pórtugos. Su aprovechamiento está medido al dedillo. Esta se parte por dos, el agua de día (248 horas), que es el agua de corriente y el agua de noche (248 horas), recogida por las albercas. Así unos campos riegan de corriente (agua de día) y otros campos riegan de la Alberca el Lugar (Agua de noche)” (PAP-15/II.1-6.(a), productor agrícola, Pórtugos 1999).

Pero el agua en ciertos casos “no llega a la vega” para poder gestionarla. Los enormes gastos ante las roturas que sufren por el temporal no pueden ser cubiertos por el reducido número de miembros que componen las comunidades de regantes. Recu- perar una acequia y restaurar acequias, “al igual que se arregla una carretera”, debería ser un tema de interés para la administración.

10. González Roa & Calatrava Requena (1993) hacían un estudio sobre la importancia del turismo rural, como estrategia de resistencia a la marginalidad económica en el Barranco del Poqueira. Las consecuencias del desarrollo monosectorial desenfrenado es fuertemente criticado por los miembros de la comunidad de regantes que no desean el mismo desarrollo.

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Comercialización e intermediación

Asimismo, el tema de la comercialización de la frambuesa es también preocupan- te. Las dos cooperativas que reciben el producto agrícola de los cuatro municipios están sitas en Cádiar y en Pórtugos. Estas aglutinan a un número reducido de produc- tores y tienen especial dificultad en competir en precios con los intermediarios, que tiran el precio del producto “por los suelos”. Si bien los productos agrícolas de Trevélez, Pórtugos y Busquistar, en general, y la frambuesa en particular, con “el agua, el sol y el mancaje de la tierra al pie de la Sierra” pueden competir en sabor y calidad, con cualquier producto de la vega o de los invernaderos, las cuentas no salen:

“Si me preguntas por problemas en la cooperativa. Pues son varios. Por una parte el agua. En Pórtugos se riega con la acequia Real de Busquistar. La frambuesa necesita mucha agua. Es una mata agradecida, una bendición de Dios porque la limpias de fambuesa y al día siguiente está nuevamente rebosante de vida, de ese fruto tan delicioso, que necesita agua, mucha agua. No es como el Nogal o Castaño que aguantan con poca agua y poco cuidado. Y hasta esos se nos están secando, porque este año está muy seco. Muchos de nosotros no va a ganar nada. Mucha frambuesa se va a perder este año y va a ser una ruina (...). También tenemos el problema de la infraestructura como es la falta de tecnología, el sistema por goteo, eso lo sabemos todos en la cooperativa Agropórtugos, pero no se gana lo suficiente para que entre los 15 miembros puedan poner dinero e instalar el sistema por goteo o hacer una buena alberca. En la cooperativa, los ingresos no dan para esos gastos. Luego, pues para sacar dinero hay que meter dinero (inversión) y yo como madre de tres hijos, no me puedo comparar con una familia que ha estado muchos años en el extranjero y han ganado dinero fuera. Mi marido y yo no nos hemos ido. Los emigrantes ven el problema de forma muy distinta, ellos han traido dineros y pueden vivir de otra forma con algún negocio. Mira, nosotros también estamos hartos de trabajar para que unos cuantos de afuera se aprovechen. Nosotros, los de la cooperativa, trabajamos la frambuesa, que si siembra, que si conserva- ción, que si limpias, que si recolección y a la hora de vender, los intermediarios se llevan el dinero. Nosotros nos llevamos una miseria. Y a la hora de declarar a Hacienda con la Cooperativa, nosotros en primera plana. (...).” (PAP-16/III-8, Pórtugos 1999).

El problema para los entrevistados no es la producción misma, sino la comercialización y el intermediarismo feroz que rebaja los precios de venta del pro- ductor agrícola. Sin embargo, los precios de la frambuesa en Granada se cuatriplica, es “injusto para los compradores en Granada y para los que la producen”, ya que el intermediarismo tira para el productor el precio “por los suelos” y lo sube “a las nubes” para el consumidor. A ello se une el problema del “paro sin parados”.

Trabajo y paro

La pluriactividad laboral es una constante en todos y cada uno de los pequeños municipios estudiados. Vivir “con dignidad de la tierra” y otros “trabajillos” es una necesidad.

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“(...) Luego hay gente que cobra el paro y no están en la cooperativa. A esos les da igual si le pagan 50 pesetas menos por el kilo de frambuesas y a nosotros que nos zurzan porque seguro que no soy la primera que lo dice que se cobra el paro pero no hay paro, todo el mundo está trabajando en distintos lugares además del paro para poder sacar la familia adelante, porque del paro tampoco se puede vivir, pero se hace mucho daño a las personas que intenta sacar un pequeño negocio adelante, porque luego te ves de colores para encontrar a alguién para sacar la labor adelante. Eso debería de estar más controla- do y que recibiera el paro quien realmente lo necesitara. (...).” (PAP-16/III-8, Pórtugos 1999).

El tema del subempleo es en sí tema a investigar en relación con el reducido precio del trabajo en la zona. Jornadas de ocho a diez horas diarias en el sector de la restauración por un precio de dos mil a cuatro mil ptas sin contrato laboral y sin ningún otro tipo de prestaciones laborales justifican el cobro del paro y la falta de personal en todos los sectores de la economía, perjudicando al pequeño empresario y al trabajador. El trabajo no falta, sobra:

“La ventaja del paro es que es una ayuda para salir adelante, a quién se lo den. El mismo gobierno debe saber que con 51.000 ptas que se da a los parados, si están con 5 o 6 de familia, el paro no da para comer. Por ello, la gente además trabaja en su trozo de tierra, coge una peonada o trabaja en la construcción. Sacar un sueldo entre unas cosas y otras es lo que se pretende. La desventaja es que a los que vamos de legal con la cooperativa Agropórtugos se nos ve el pelo, porque a esos que trabajan en la frambuesa cobrando el paro, les da igual que los precios sean inferiores, los intermediarios se aprovechan del paro de la gente” (PAP-15/III.5 productor agrícola, Pórtugos 1999).

La pequeña empresa también se ve perjudicada ante la falta de personas que quieran trabajar con los papeles en regla:

“Con eso del paro, si alguien te dice que en Trevélez hay paro, te está mintiendo. Aquí tienes problemas para encontrar a un albañil. A nosotros nos hizo la obra gente de Granada, porque no había forma. Mira los chicos jóvenes no paran. Trabajan casi todos en secaderos de jamón. Las chicas trabajan sobretodo en el ámbito de la hostelería, como pinches, en la cocina, como camareras. Aquí no hay paro, se cobra el paro. Y es de verdad una enfermedad para el pueblo (...) Hace falta más control por parte del ayunta- miento con lo del paro. Te ves de colores para encontrar a alguien que quiera trabajar con un contrato. Yo quiero tener a gente contratada y de confianza y como cobra el paro no quiere contratos que valgan.” (Pyme-1/III.3; VII-7. Trevélez 1999).

El tema del subempleo con jornadas laborales de miseria también es percibido por los pequeños empresarios:

“Ventajas del paro sólo para las familias que lo cobran y que son más de las que las necesitan y desventajas para el resto porque lo pagamos todo y luego la gente cobra por

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otros sitios. Y el paro lo pagamos entre todos. Y aquí no hay nadie parado. Trabajo sobra. Las jornadas que le corresponden para cobrar el paro no las trabajan, las com- pran. Es un problema. Aquí se vive mucho con la picaresca. Y el tema del subempleo es otro tema. Mucha gente trabaja sin contrato y sin nada y le pagan una miseria, esa es otra.” (Pyme-2/III.3, Trevélez 1999)

Precio y calidad

El elemento fundamental que está deteriorando la economía agrícola familiar con productos de alta rentabilidad es el precio del producto ajeno a la calidad real del mismo.

“Otro tema y el fundamental es el precio y la calidad de nuestro producto tan perece- dero. Mira, Angeles, como habrás visto en las semanas que llevas aquí, nuestros productos están deliciosos. En esta zona que tu estás estudiando está todo superdelicioso, todo sabrosisimo y sin tantos fertilizantes y abonos químicos. No compares un tomate de Almería de los invernaderos con los tomates de aquí. Aquí lo que funciona es el agua, el sol y el mancaje diario de la tierra. La calidad de nuestros productos es extraordinaria, pero no se ven bonitos para venderlos. Por ello tenemos que vender esa calidad de otra forma, bien seleccionando el producto y vendiéndolo directamente, bien diversificando el producto mas feo y rico dándole el valor que le corresponde, haciendo mermelada o sidra de manzana. El agua, el sol y el aire son nuestros mejores aliados. Nuestros mayores valores es el sabor y lo bueno que está todo, sabemos lo que tenemos pero no vendemos bién y tampoco nos ayudan para hacerlo. (...).Mira, una cosa tengo muy clara, trabajando nadie se hace rico. Aquí en la zona nunca ha faltado el trabajo, nunca, lo que ha sobrado han sido los tratantes y gentes que se han aprovechado de nuestro trabajo. Lo que hace falta son precios justos y no trabajo. Ese no falta, sobra.” (PAP-16/III-8, Pórtugos, 1999).

Según la entrevistada, los precios justos a un producto de calidad son sólo posi- bles gracias a una comercialización y marketing específicos del espacio rural y prote- gido. La ganadería y agricultura ecológica, “lo de siempre”, y las posibilidades poten- ciales en la zona son extraordinarias (ROSÚA CAMPOS, 1999). Así, la comercialización de los productos agropecuarios de forma adecuada en un área protegida hacia adentro y hacia afuera de la región podría beneficiar el desarrollo socioeconómico local y convertir en marginal la importancia del turismo rural, como un sector más de ingre- sos para los habitantes del lugar. Una situación similar a la agricultura productiva, por sus reducidos precios y sus escasas condiciones de transformación, es vivido por el sector ganadero. Ni las carni- cerías compran y venden el producto o ganado doméstico del parque natural o “de la sierra”, ni existen mataderos locales que permitan la transformación de la materia prima local para su venta a los negocios (restauración, carnicerías) de la zona y fuera del área estudiada. Los ganaderos tienen que vender sus “bichos hartos de estar en la sierra” a los marchantes de Murcia, que pagan un precio de miseria:

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“Aquí vivimos a expensas de unos y de otros, los restaurantes o carniceros del pueblo no quieren comprar la carne, los que vienen de fuera sí. Aquí no pagan la carne como tienen que pagarla, unos bichos hartos de estar en la Sierra, porque aquí no hay hormonas ni leches. Y tanto que se habla de ecología (...) Vienen unos y te ofrecen 6000 ptas por un cordero, viene otro y te ofrece menos. Parece que se apalabran entre ellos, porque siempre estamos lo mismo, ‘a ver quién ofrece menos’. Hace trece años vendí yo los borregos a 7000 ptas, ahora es para que valieran el doble o el triple, y resulta que estoy vendiendo mis animales a 6000 ptas. Más barato que hace trece años. Hace cuatro años los vendimos a 8000 ptas pero ya llevamos años que los compran a 6000 ptas. Si sube el nivel de vida, también deberían subir el precio de los animales, ¿o no? Vamos digo yo (...) y luego el tema del turismo parece ser la solución de todos los males. Yo creo que el tema del turismo debería moverse aquí más. Ahora bién, los pueblos del barranco tienen unas condiciones y la Taha otra, porque eso de que se entienda como abandono de la agricultura, abandono de las acequias, abandono del ganado y todo seco, hasta que arda todo, no debería de ser así. Ahora que habría que saber quien se está aprovechando de eso. Yo no lo sé. (PAP-1/V-7; V-5, Pitres 1999).

La relación comercial intersectorial (ganaderos-carnicerias; ganaderos-restauran- tes; productores agrícolas-restaurantes) es nula a nivel local, aunque la demanda de estos productos de los visitantes en los municipios es creciente. No sólo para las instituciones públicas locales, también para los agentes socioconómicos entrevistados, la gestión pública es una asignatura pendiente a nivel local. La participación de toda la población de cuatro municipios se reduce a la presencia de dos alcaldes en la Junta Rectora que asistirán a dos reuniones anuales, “como mínimo” (JUNTA DE ANDALUCÍA 1998b): el alcalde de la Taha y el alcalde de Trevélez, sin funciones, sin obligaciones y sin presupuesto tienen poco que decir a favor de la conservación y el desarrollo económico de sus pueblos en el área protegida Sierra Nevada. En la práctica y después de diez años de existencia del Parque Natural, y de cara a la reciente creación del Parque Nacional, el futuro del parque no es alentador: un plan o programa de uso público, a revisar año tras año, en función de las necesidades de la región de Alta montaña y los sectores económicos que caracterizan los munici- pios elegidos.

6. EL ÁREA PROTEGIDA: GEOGRAFÍA DE DESENCUENTROS

Un espacio protegido no es primeramente una declaración institucional sino un territorio natural ruralizado en el que pretendemos promover estrategias de desarrollo local sostenible. Para ello, la participación de la población en el municipio del espacio protegido es básica por tres necesidades principales:

• sacar provecho a los conocimientos, competencias, dinámicas y recursos que existen a nivel local;

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• obtener la adhesion y el apoyo de los protagonistas locales a los esfuerzos llevados a cabo con vista a abordar los problemas esenciales investigados y las soluciones posibles; • incentivar la apropiación local de los proyectos a fin que el desarrollo pueda producirse durante el periodo de la puesta en marcha de los mismos y tras su realización con mecanismos de control y evaluación.

Estas tres necesidades se pueden incorporar a la gestión medioambiental y a la planificación del desarrollo socieconómico con proyectos concretos11. Que la partici- pación en el ámbito local simplemente no existe se refleja en la opinión de los afecta- dos por el área protegida, que la consideran un aréa de equipamientos insuficientes y sin mantenimiento, un área pública sancionadora y proteccionista –que no protegida– y caracterizada por la expropiación de uso sin compensación por las limitaciones. “Eso del parque” no puede estar más lejos de la población y de sus agentes socioeconómicos. Hablemos pues de fuertes desencuentros o encontronazos en la geografía de cuatro municipios del Parque Natural.

El parque, una región muy investigada y profundamente desconocida

Desde una visión externa y turística de la Alpujarra, toda la zona es representada como un bloque monolítico. Tras seis meses de estancias interrumpidas entre los cuatro municipios estudiados, mi impresión reafirma la opinión de los habitantes, la profunda Alpujarra es una comarca desconocida. El área protegida Sierra Nevada debe de ser un elemento importante unificador, como lo es la deteriorada arquitectura o su catalogación como región pobre o desfavorecida. Es una falacia hablar de la Alpujarra. Cada pueblo es una Alpujarra distinta y un elemento del parque natural distinto desde la perspectiva socieconómica y medioambiental y desde la perspectiva del habitante que vive dentro del municipio con una geografía fuertemente determinada por los barrancos que sujetan la comarca. La visión histórica y global de región pobre o desfavorecida o “limosnera”, según los parámetros oficiales de cara a la obtención de fondos estructurales europeos es ajena a las gentes que viven y trabajan en los cuatro pueblos:

11. Confr. métodos que incentivan la participación de las poblaciones locales: método ZOPP (Zielorientierte Projektplanung) o „Método de Planificación de Proyectos Orientada a Objetivos“ (Vallespín L. 1993; Universidad de Granada/Manos Unidas 1997), el método PRA (Participatory Rapid/Relaxed Rural Appraisal) o métodos de evaluación rural participatoria en el ámbito de ayuda al desarrollo (Schönhuth & Kievelitz, 1993) y el método DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades), el cual consiste en determinar los puntos débiles y fuertes del territorio, las amenazas y las oportunidades que se presentan en la región analizada, a nivel individual y de forma contrastiva (ETEA 1998). Su preocupación común de cómo implicar a la población en el desarrollo local y en zonas desfavorecidas es también objeto de investigación de la Fundación Europea (EFILWC 1999).

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“El Leader son fondos que nos recuerdan una y otra vez que la Alpujarra significa Objetivo 1 de la Unión Europea, que la Alpujarra es una zona deprimida o desfavorecida económicamente y que necesita de fondos de Europa. Yo entiendo que es todo lo contra- rio, es decir, la Alpujarra es un Parque Natural y Nacional que requieren de recursos para que la gente de la zona dignifique esa figura de parque. El problema es que no existen mecanismos de gestión a nivel local. Es mejor vender la imagen de que somos una región ‘pobre’ o ‘desfavorecida’ para no darnos la mayoría de edad y no considerarnos los principales beneficiarios de los recursos que poseen en mi pueblo, en Pitres y en los otros siete nucleos de la Taha” (INST-1/I-9, Pitres, 1999).

El ser zona Leader recuerda a sus habitantes esa visión negativa del desarrollo y borra la importancia que la figura del parque puede jugar para sus habitantes y la diversidad sectorial agro-ganadero-turística que poseen todavía los cuatro munici- pios.

El parque es mera figura conservacionista

El espacio natural es el lugar concreto, es lo local, el punto de conexión entre lo rural y lo urbano, entre el habitante y el visitante, entre la oferta y la demanda del recurso paisaje-cultura-historia y naturaleza. La implantación de una figura de protección sobre las comunidades debe de considerar su función social y educativa. La declaración implica la información, concientización, disfrute y bienestar de las comunidades locales (ganaderos, comuni- dad de regantes, corporación local, pequeñas y medianas empresas familiares) así como la concientización de las comunidades urbanas (turistas) que visitan el espacio protegido. Para ello, los equipamientos educativos orientados a la Educación Ambien- tal y la Interpretación de la Naturaleza son nulos. La educación ambiental se ha centrado en la realización de campañas a corto plazo de concientización ambiental planeadas desde la administración en Sevilla y Granada y realizadas por una institu- ción privada, la Federación de Espacios Protegidos de Andalucía (FENPA 1999). Para los entrevistados, las actuaciones no poseen criterios claros del sujeto al que va dirigi- do, de la función, de la continuidad y de los objetivos a nivel local y regional. Este parece ser el caso de los dos municipios, Trevélez y la Taha, elegidos para la campaña Ambientalia 5000:

“Aquí no ha venido nadie a informar del Parque, una vez vino el antiguo consejero de medioambiente, Pezzi, ahora Consejero de Educación y Cultura. Aquí en la Tahá y Trevélez estuvo el programa de Ambientalia 5000. Se estuvo haciendo un curso de formación con los monitores de Ambientalia 5000, que son unas personas, de carreras muy diversas, con conocimientos muy distintos, unos estudiantes, otros licenciados, sin demasiada experiencia en temas de formación y menos en educación de adultos. Quizás experiencia un poquito en temas de medio ambiente. (...). Las caracteristicas del progra- ma no están adaptadas a la zona y a los municipios. Se plantea un curso de formación en unas fechas muy malas, en Semana Santa, con lo cual mucha gente está fuera. Se trata

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de un curso de formación y se encuentran con niños y no saben que hacer con ellos. En teoría el programa está orientado a todo el mundo, a personas de la tercera edad, a personas más cultivadas, personas con menos formación, para niños. El programa no se sabe a quién va dirigido en su puesta en práctica. (...).En el caso de Trevélez, no hubo nadie haciendo actividades. En Pitres, hubo dos o tres personas, y después de un mes y medio no habían hecho nada. Las actividades debían ser salidas al campo, pasacalles, charlas...que no se hicieron porque no había grupo, no se había formado grupo, no había un grupo compacto, porque la gente está cansada que se planee todo desde arriba. Cuando vinieron los monitores, además se tiene que elegir a una mascota, como algo característico del pueblo, así se eligen en Trevélez y Pitres un animal no representativo de la zona, el lince ibérico, nos lo entregan en una veleta, un elemento muy significativo de la zona, como tu bién sabes (ironia), donde no existen tejas para veletas (Risas); además se llena el pueblo de banderas, de banderolas azules y se hace saber que existe Ambientalia 5000, nadie sabe para qué, porque el curso ya ha pasado. Se enteran de que hay unas exposiciones que no existen. Esto es, en resumidas cuentas, Ambientalia 5000. He contactado con gentes que han vivido el programa en sus pueblos, como Nigüelas y Capileira y el resultado es exactamente el mismo. (...) Ya te he dicho que demasiada gente vive de nuestro susodicho subdesarrollo, vamos, del cuento.” (INST-1/III-3, Pitres 1999).

El tema de formación de adultos y en escuelas es una asignatura pendiente para los habitantes que no saben nada sobre el parque, sólo conocen las restricciones que les impone la Consejería de Medio Ambiente. En el caso de la comunidad de regantes y ganaderos, “el parque ese” es motivo de preocupación. Los propietarios no saben lo que pasará con su ganado y con las fincas sitas en el parque. La relación de propiedades afectadas no se encuentra ni en los Ayuntamientos. El parque es una expropiación de uso sin recibir nada a cambio. Por no recibir, no reciben ni explicaciones:

“El Parque Natural afecta a todo nuestro pueblo (Trevélez) y el Parque Nacional está por encima de la acequia Cástaras y, lo que es más, afecta a un gran número de nuestra fincas, de nuestras tierras y las que tenemos arrendadas para darle de comer al ganado. Eso del Parque no puede quitarnos las tierras, son nuestras y, sin embargo, nos prohiben todo, nos las quitan sin darnos nada a cambio. Yo entiendo el parque como una prohibi- ción por todas partes, eso es una sanción” (PAP 3/VI-1, Trevélez, 1999).

La prohibición de la pesca de truchas por encima del puente río Grande de Trevélez, la prohibición parcial de la caza y la prohibición de bañarse en la poza bajo el puente del río Grande de Trevélez (BOJA número 66 del 10 de junio de 1999), sin dar explicaciones –salvo las que dan dos guardas, forestal y del río– provocan el malestar general y el descontento:

“Mira se nos prohibe pescar, cazar y ahora hasta bañarse en el río Trevélez, pues nos vamos a tener que ir a bañar a la acequia Cástaras porque piscinas no hay. Mira ¿quíenes

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son los que le hacen daño al parque, nosotros o las distintas administraciones? Nosotros somos los que más interés tienen en cuidar nuestros recursos, nuestro pueblo. Pero si en lugar de seguir teniendo unos controles o cotos de caza, de pesca, y de aguas se nos prohibe todo ya no sé donde vamos a ir a parar pues lo único que consigue la adminis- tración es fomentar los furtivos y el descontento. Además no podemos usar lo nuestro, es como una expropiación y no sabemos que le vamos a dejar a nuestras zagalillas y zagalillos después de lo que nuestras madres y padres consiguieron con tanto esfuerzo, pasando tanta hambre y marchándose al extranjero. Muchos compramos finquillas mar- chándonos al extranjero y ahora la consejeria de ecologistas no nos deja ni respirar. (...) El Parque Natural y Nacional es para nosotros una forma de expropiación de uso de lo que nos pertenece sin recibir nada a cambio. El Parque es una sanción para nosotros y el resto de los habitantes en este pueblo que no vemos beneficios económicos ni ayudas para mejorarlo.”(PAP-4/VI-1, Trevélez 1999).

El aprovechamiento agroganadero gracias al elemento vital, agua, es gestionado por los regantes de las distintas acequias y ellos, mejor que nadie, gestionan el recurso hídrico para bién del área protegida. Solucionar los problemas medioambientales de la “desertización por abandono de tierras de cultivo” y el “sobrepastoreo” requiere un trato más justo con las comunidades de regantes y una planificación de las actividades culturales y turisticas para todo el año para que la presión del turismo rural no acabe con los recursos rurales del alta montaña y del área protegida. Aparte de los declara- dos delitos ecológicos imputados a pastores12, es el uso turistico el que más atentados comete contra el área protegida con la irrupción incontrolada de motocicletas todoterreno y vehículos 4x4 y la práctica de deportes de riesgo (MORÁN, 1999).

El parque es falta de información

La abundante cabaña ganadera de montesas y jabalíes se ha convertido en un peligro para la comunidad de regantes y ganaderos. No se sabe el porqué de “tanto bicho enfermo”. Con respecto al ganado doméstico (vacas, cabras, ovejas), no se sabe tampoco qué propietarios privados, con qué ganado y de qué tipo de ganado se ven afectados con la declaración del Parque Nacional, puesto que los deslindes están por definir:

“Nos falta información a una hora que podamos y no estemos trabajando, mas control de las montesas, en fín lo que te hemos dicho. Y que nuestros pueblos necesitan bichos, que son una ayuda para dar de comer a nuestras familias y protegen al Parque de

12. Aparte del reciente caso del pastor de Capileira, para el cual el fiscal pide dos años de cárcel por recoger manzanilla de la Sierra (Ideal: 28/11/1999, 7) y de la avalancha de apoyos al pastor imputado (Ideal: 7/12/1999, 9), son numerosas las quejas, ajenas a la prensa, de todos y cada uno de los ganaderos o pastores entrevistados en los cuatro municipios, que por tener algo de manzanilla en el cortijo son recriminados por los forestales o los miembros de SEPRONA.

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malezas, brozas y futuros incendios forestales. En el tema de las acequias es algo muy delicado y hay que sentarse con las comunidades de regantes para ver como solucionar problemas. Mira nosotros somos los que cuidamos del Parque merecemos otro trato para no tener que mandar a nuestros hijos e hijas a la ciudad porque aquí no nos dejan vivir (...)” (PAP 7/VII-1, Trevélez 1999).

Si bién los pastores dicen no saber que es “eso del parque”, saben que su ganado le hace un favor a la sierra y la sierra a su ganado. Sin el ganado, los incendios son la consecuencia lógica ante un conservacionismo a ultranza practicado por la Consejería de Medio Ambiente:

“Mira, mujer, la economía de nuestros pueblos no puede vivir sólo del turismo y de los jamones, es un complemento más para nuestras familias. Sin ganadería y sin la comunidad de regantes ésta región dejará de ser lo que es. La situación en la que se encuentra el Barranco del Poqueira es una pena para nosotros, sin ganadería, sin verdeo en los campos. No quisieramos que pasara lo mismo y nos estamos sintiendo obligados a ello. Mis hijos no quieren oir hablar de ganado o de campo. También lo puedo entender.” (PAP 8/VI-1, Trevélez 1999).

Con el tema de infraestructura y concretamente las acequias, monumentos histó- ricos y etnológicos no declarados13, se une a la descoordinación dentro de las adminis- traciones mismas. Mientras la Consejería de Medio Ambiente reconoce que el Parque Natural Sierra Nevada tiene un importante problema medioambiental en la “desapari- ción de arroyos de montaña” (Junta de Andalucía 1995a: 105), la Consejería de Obras Publicas sigue empeñada en llevarse el agua entubada de la fuente del Río Grande de Trevélez14 a través de la acequia Castarás hasta la Contraviesa y hasta Almería. El hecho de que las fuentes de agua y los arroyos de montaña, que alimentan castaños centenarios, se están secando y que las acequias por encima de la Acequia Cástaras y que la Acequia Gorda o Real de Busquistar apenas lleva agua para las comunidades de regantes de Busquistar, Pórtugos, Ferreirola y Atalbeitar, hecho denunciado desde hace cinco años (Ideal 18/10/1994), no parece interesar a la Consejería de Obras Públicas. Retomando el problema de “contaminación de cauces” que padece el área prote- gida Sierra Nevada (Junta de Andalucía, 1995a), el tratamiento de agua potable, de

13. Un ejemplo claro de descoordinación administrativa es el denunciado por el entonces coordinador de la Confederación Ecologista y Pacifista y hoy presidente del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, Francisco Casero. Mientras la Consejería de Agricultura concede ayudas para entubar acequias y evitar fugas, la Ley de Patrimonio recoge la posibilidad de declarar las acequias monumentos históricos y etnológicos, pero la Consejería de Cultura no hace uso de dicha potestad (El País 7/9/1995) La inventarización de la red de acequias es un tema pendiente y fundamental para su salvaguarda. 14. El tema del trasvase excedería el presente trabajo, y la complejidad expresada por los habitantes del lugar es merecedora y exige un tratamiento a parte. Para un acercamiento, cfr. Vandoorne & Pérez (1989).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 USO PÚBLICO Y GESTIÓN EN EL ÁREA PROTEGIDO SIERRA NEVADA: UNA GEOGRAFÍA… 393 aguas residuales y de aguas salinizadas es un tema delicado para los municipios y el área protegida. En ningungo de los municipios existe tratamiento de aguas residuales y de aguas salinizadas y los depósitos de agua potable dejan mucho que desear. Así el depósito de agua en Trevélez se abastece de una acequia y “ni se sabe” lo que entra al depósito:

“El principal problema que tiene mi negocio turistico y todo el pueblo es el riego y el agua potable, por la simple razón que nadie se pone de acuerdo. Con el agua potable es un problema el depósito de agua en el Barrio Alto de Trevélez. Este depósito toma agua directamente del cauce del río. Eso lo primero. Luego cloran el agua, llega a los niveles establecidos y se distribuye. Claro que cuando hay una tormenta y baja del río algo grande pues se atora el depósito y no entra agua. El encargado del depósito, que no sé quién es, si no se da cuenta de que el depósito está atorado pues baja el nivel de agua y nos quedamos sin agua. Aparte, es terrible la calidad del agua, siendo este pueblo cabecera de río y nos viene con tierra apenas pasa el verano. En invierno es cuando peor agua tenemos. No quiero ni pensar lo que viene del río y lo que entra en el depósito por la acequia, ni se sabe (...). Por ahora no se ha muerto nadie, pero las condiciones parecen que están bien, porque lo controla el Servicio Andalúz de Salud, una vez al año. También hay un laboratorio de Almería que analiza el agua mensualmente y que lo paga el Ayuntamiento de Trevélez” (PYME-1/III-30, 1999).

Otro tema aún más delicado es la necesidad de una desalinizadora. El parque natural y los campos regados con el agua salinizada se secan:

“(...).La sal de lavar mis jamones va directamente al río. Esto es un tema que me preocupa, porque ¿dónde tiramos el agua con la sal y la sangraza si no? Y no soy sólo yo sino que son las otras tres carnicerías y todos los negocios de secadero en Trevélez, Capileira, Pórtugos y Juviles. Imagínate que sólo once jamoneros que están en la asocia- ción movieron 500.000 jamones en el 98 y el agua de lavado de cada uno de los jamones va al río y este año apenas ha llovido. Es un problema grave el que provocamos los que tenemos jamones. Es imprescindible tener unos desagües sólo para la sal de los jamones hasta una depuradora de agua que vertiera el agua al río. Luego serían necesarias unas tuberías para los desagües de las casas. Yo sé que en Bayárcal tienen una depuradora comunal y no entiendo el porque no la tienen todos los pueblos pequeños y más en un parque natural.” (PYME-2/II.2-3 (c) (7), Trevélez 1999).

Un estudio del total de sal vertida a los ríos y el impacto medioambiental y socioeconómico a fin de frenar este desarrollo con los afectados y con los propietarios de secaderos de jamón, que también ven problemático dicho desarrollo, sería urgente. Estamos hablando de toneladas de sal, sangraza y productos químicos –que limpian la grasa que cae al suelo durante la sudación del jamón–, que son vertidas por carnicerías y secaderos directamente al río Chico y río Grande de Trevélez, cabeceras fluviales del área protegida. El impacto en la agricultura de los pueblos regados por los ríos y acequias con agua salada, en partícular, y el impacto sobre la flora y fauna, en general,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 365-398 394 ÁNGELES PIÑAR ÁLVAREZ no son desdeñables. Miembros de la Comunidad de regantes de Busquistar y Pórtugos repiten en las entrevistas la necesidad de solucionar este problema sobretodo en Trevélez.

El parque es fuente de epidemias

Como ya vimos, el área protegida está falta de “higiene y de sanidad”. Los ganaderos especialmente se quejan no sólo del número, sino de las consecuencias de “tanto bicho muerto”. Son numerosas las montesas muertas en las acequias en estado de putrefacción, que son retiradas y enterradas por ellos mismos:

“Yo y muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de encontrar montesas muer- tas y podridas en los cortijos abandonados donde se refugia nuestro ganado. Está claro que las enfermedades se las pegan a nuestro ganado harto de andar por la sierra. Tam- bién encontramos con frecuencia cabras muertas en las acequias (acequia gorda, acequia nueva, la acequia del localillo, la acequia de Vacares, la acequia de Bérchules, acequia del cura, la acequia de Carvache), en aguas que serán luego para beber nosotros y nuestros bichos. Un día se va a liar una epidemia que verás. Bueno, tú también las has visto y fotografiado muertas, así que no puedes decir que te engañamos” (PAP 12/VI-1, 1999).

Asimismo, los habitantes de los municipios consideran “ese parque” un lugar falto de personal y de cuidados, donde la prevención, y no la prohibición, deja mucho que desear.

El parque es falta de personal y de control en el pueblo

Para la población, no existe suficiente personal para “tanto terreno”:

“Para mí el parque es una falta de personal exagerada. Con tres guardas forestales y el retén de INFOCA no es suficiente para tanto terreno como tenemos en estos pueblos” (PAP 13/VI-1, Busquistar, 1999).

El tema de formación forestal y medioambiental local según las necesidades locales es un tema futuro pendiente de analisis y evaluación, dado que los miembros trabajadores originarios de los pueblos y conocedores del medio local natural brillan por su ausencia en las instituciones. Sobran conocimientos y falta canalización de los mismos: La “universidad de la vida” no casa con la “universidad de las aulas” y si no sabes leer y escribir, no sabes cuidar del monte:

“El parque lo hemos cuidado la gente del pueblo, los pastores, la gente que ha crecido junto a la sierra. (...). Yo soy pastor y veo todo desde arriba de la Sierra antes que los estudiados de INFOCA. Yo antes no he conocido tantos fuegos como ahora.

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Nunca. Además los campos han estado mancajados, pero eso han sido algunos cortijos, aquí hay más Sierra. El monte siempre ha sido monte en Pitres y ese no ardía antes. Empezó a quemarse cuando empezó el movimiento éste del medio ambiente. (...).” (PAP-1/VI-4, Pitres, 1999).

El potencial humano de los municipios queda totalmente desperdiciado y el rece- lo hacia las personas que vienen de fuera, crea un ambiente poco propicio para la colaboración y negociación de conflictos locales.

7. CONCLUSIÓN: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

He resumido brevemente la grave problemática que afecta al uso y gestión en un área protegida de cuatro de los municipios de la Alta Alpujarra Occidental, de recono- cido nombre internacional. Como hemos visto, hay demasiadas cuentas pendientes en los municipios sitos en el área protegida de alta montaña y es previsible que el área protegida sea pasto de llamas si conservación se sigue entendiendo como sanción y no como prevención y gestión pública como gestión descoordinada entre las distintas instituciones y como creación de instalaciones orientadas a visitantes (nacionales o extranjeros) en lugar de instalaciones de uso y disfrute de los agentes socioeconómicos que viven en los pequeños municipios, en primer lugar, y de los turistas en segundo lugar. Para dar cumplimiento a esa responsabilidad pública de conservar y desarrollar, gestionando los recursos públicos, la elaboración de un Plan de Desarrollo Integral (PDI) de todos los municipios sitos en el Parque Natural así como los Planes de Fomento (PF) sectorial como instrumentos que enmarquen las actuaciones en los municipios del área protegida están pendientes de realización (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ & ARIAS ABELLÁN, 1998: 127). No es atrevido afirmar, que los elementos clave de la planificación rural (JUNTA DE ANDALUCÍA 1996: 33) son perfectamente aplicables a espacios protegidos. Para ello, es fundamental definir el espacio natural tal y como lo establece su PORN y su PRUG de cara al esperado Plan de Desarrollo Integral y Planes de Fomento. Para la protección del espacio rural natural es fundamental su explotación econó- mica desde la perspectiva local, esto es, su uso privado y público agroganadero y turistico y su gestión coordinada entre las distintas administraciones para que la plani- ficación sea realista, integrada, aceptada, flexible, autogenerada y, en definitiva, sus- tentable para las generaciones futuras:

• La planificación futura será realista si se hace referencia al ámbito territorial conocido, de forma integral y de forma local, de todos y cada uno de los municipios sitos en el área protegida Sierra Nevada. • La planificación esperada podrá ser integrada si se envuelve a los distintos municipios en función de criterios y sectores diferenciados y comunes.

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• La planificación podrá ser aceptada, si desaparece la desinformación total y el aumento progresivo de sanciones, especialmente a los miembros de las comu- nidades de regantes, ya sean agricultores, ya sean ganaderos, ya sean propieta- rios de un negocio familiar. • Asímimo la planificación será flexible, si existe una negociación directa con los diferente agentes socioeconómicos públicos y privados afectados por el plan de desarrollo y planificación, pendiente de realización para el área prote- gida desde 1994. • La planificación será autogenerada y económicamente sustentable, con pro- yecto de futuro para las generaciones por venir y consensuado con las distintas entidades públicas y privadas, si los creadores del paisaje, del espacio agro- ganadero y turístico, en definitiva parte fundamental en la conservación y gestión del área protegida desde sus municipios, no está invadida por un des- contento generalizado con las instituciones públicas.

La participación a nivel local en zonas de montaña sitas en áreas protegidas es la principal asignatura pendiente de cara al siglo XXI en todos y cada uno de los muni- cipios que componen el área protegida elegida y en todos y cada uno del 18% del territorio andalúz declarado espacio protegido en el contexto europeo.

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LA EVOLUCIÓN DE LOS PLANTEAMIENTOS NORMATIVOS EN LA GESTIÓN DE ESPACIOS PROTEGIDOS: EL TURISMO EN EL PARQUE NATURAL SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS, ¿HACIA LA SOSTENIBILIDAD?1

JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ* Y EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 399-414].

PALABRAS CLAVE: Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Turismo de naturaleza. Desarrollo sostenible. KEY WORDS: Natural Park Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Natural tourism. Sustainable development. MOTS CLEFS: Parc Naturel Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Tourisme écologique. Développement durable.

RESUMEN

A partir del análisis de los documentos normativos fundamentales para la gestión de este espacio, reflexionamos sobre la posibilidad de que se esté abriendo una nueva etapa del turismo ligada a los principios del desarrollo sostenible.

SUMMARY

Taking as a starting point the analysis of the most important legal documents for the management of this Natural Park, we reflect upon the possible opening of a new turistic phase, bound to the principles of sustainable development.

RÉSUMÉ

A partir de l’analyse des documents normatifs fondamentaux concernant la gestion du Parc Naturel, nous nous proposons de réflechir sur la possibilité de l’overture inminente d’une nouvelle étape du tourisme associée aux principes du développement durable.

* Área de Análisis Geográfico Regional. Universidad de Jaén. Paraje Las Lagunillas s/n. 23071 JAEN (España), e-mail: [email protected]; [email protected] 1. El trabajo se beneficia de los medios facilitados por la Universidad de Jaén a través del Proyecto “Paisaje, recursos ecoculturales y turismo sostenible. Propuestas de intervención en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas”, concedido de acuerdo a las bases del Plan de Investigación 2000.

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1. INTRODUCCIÓN

El desarrollo socioeconómico reciente de una buena parte de los municipios que integran el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ha estado ligado, en gran medida aunque no de forma exclusiva, a la labor de fomento impulsada por la Administración pública andaluza a raíz de su declaración como espacio protegido en 1986. Para ello, se pusieron en marcha una serie de planes específicos, acordes con la legislación vigente en aquellos momentos, que han supuesto, entre sus resultados más efectivos, un impulso espectacular de la actividad turística en el interior del espacio protegido así como en su inmediata área de influencia. Junto con otras actividades, tales como la ganadería extensiva, la olivicultura o la extracción de madera, se pensó en el turismo como una de las estrategias más oportunas para compatibilizar la protec- ción ecológica y la mejora de las condiciones socioeconómicas de este territorio marginal y periférico de la montaña jiennense. No en vano, la filosofía inherente a la declaración y gestión de los Parques Naturales consiste en la búsqueda de este doble objetivo a partir del cual cobra todo su sentido, aunque a veces se olvide, la política de conservación. La consolidación de este espacio turístico de trascendencia regional –de hecho, se le considera como uno de los ejemplos más destacados del turismo de interior en Andalucía–, ha significado la implantación de un modelo peculiar de desarrollo en este terreno que no ha estado exento de algunas disfuncionalidades y contradicciones. Es cierto que se ha multiplicado el número de visitantes y que al compás de ello ha crecido de forma espectacular la infraestructura de acogida, con la consiguiente gene- ración de riqueza y multiplicación de las oportunidades de empleo en una zona pro- fundamente depauperada y asolada por el paro obrero; pero no lo es menos que en ese proceso han aparecido conflictos y deficiencias de una cierta notoriedad ambiental y paisajística: fuerte competencia por el uso del territorio entre la fauna salvaje y el hombre, con manifestaciones extremas tan dantescas como la que representa la mor- tandad de cabras monteses detectada en 1988 (GONZÁLEZ CAPITEL, 1990; HERRERA, 1990); empleo masivo de tipologías constructivas que rompen bruscamente con los modelos seculares de arquitectura rural, deficiente calidad de algunos de los servicios prestados o la tremenda concentración de la actividad en el tiempo y el espacio no son sino las más destacadas. Las reflexiones iniciales sobre la inviabilidad a corto plazo de este modelo, reali- zadas desde diferentes perspectivas tanto sociales como científicas, han provocado un replanteamiento reciente de los principios en los que ha venido sustentándose el creci- miento de la actividad turística. Ello ha dado origen a la aparición de novedades de tipo normativo en los dos documentos fundamentales para la gestión del Parque que han entrado en vigor en los últimos días de 1999: el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión. Elaborados ahora, ya que no pudieron realizarse en su momento, al amparo de la actual legislación proteccionista (Ley 4/89 de Conservación de Espacios Naturales y de la Flora y la Fauna Silvestres), ambos instrumentos pueden permitir encauzar el fenómeno turístico por derroteros muy diferentes a los que ha seguido hasta ahora, pues representan una apuesta por los

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 LA EVOLUCIÓN DE LOS PLANTEAMIENTOS NORMATIVOS EN LA GESTIÓN… 401 aspectos cualitativos de la actividad frente a los cuantitativos, imperantes desde el momento de la creación del espacio protegido. Hasta tal punto resulta contradictorio y superado lo programado hace tan sólo una década con respecto a lo que ahora se propugna, que merece la pena recoger la evolución experimentada, pues es sin duda extrapolable a otros territorios en los que se presentan problemáticas y procesos similares. Para ello, nos detendremos también en la exposición de novedades que nos parecen fundamentales para entender las pro- puestas actuales, como son un mejor conocimiento del territorio protegido y, conse- cuentemente, el establecimiento de una zonificación de usos más detallada.

2. LA DECLARACIÓN DEL PARQUE Y LA PUESTA EN MARCHA DE LA SECUENCIA PLANIFICADORA: EL PLAN DE USO Y PROTECCIÓN DE 1989

A comienzos de 1986, mediante Decreto de la Presidencia de la Junta de Andalu- cía (Decreto 10/1986, de 5 de febrero), se declaraba el hasta hace poco denominado Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Sobre una superficie incialmente estimada en 214.000 has. –mediciones recientes más fiables reducen esta extensión hasta las 209.000 has.–, el Parque incluía total o parcialmente 23 términos municipales de la provincia de Jaén (véase el Mapa n.º 1). De esta forma, culminaba un proceso con claros precedentes históricos entre los cuales no podemos dejar de mencionar la declaración del Coto Nacional de Caza de las Sierras de Cazorla y Segura en 1960; la concesión del distintivo de Reserva de la Biosfera por parte de la UNESCO en 1983; o la masiva construcción de adecuaciones recreativas que llevaron a cabo el Patrimonio Forestal del Estado y, muy especialmente, el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza durante la década de los setenta en la enorme masa de montes de propiedad estatal que se dan cita en estos macizos. En definitiva, es en la década de los ochenta cuando culmina un proceso que señala el triunfo de las funciones protectoras y recreativas de este espacio serrano frente a la preponderancia tradicional de la función productiva, asociada a la extracción de maderas y, en general, al aprovechamiento de otros muchos esquilmos forestales. Entre los mandatos contenidos en el Decreto fundacional del Parque Natural se encontraba la necesidad de elaborar un “Plan de Uso y Protección” destinado a esta- blecer las directrices generales del régimen de protección y la regulación de los usos en las diferentes zonas consideradas, de acuerdo con lo estipulado en la Ley de Espacios Naturales Protegidos de 1975. La aprobación de aquel instrumento básico para la planificación de las labores de conservación y fomento socioeconómico en 1989 (Decreto 344/88, de 27 de diciembre), vino precedida de distintos trabajos en los que se analizaban las cuestiones allí tratadas de manera más profunda pero que, sin embargo, no llegaron a formar parte de los contenidos finalmente recogidos en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía. Nos referimos, concretamente, al “Plan Director de Uso y Protección del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas” (EPYPSA, 1988).

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MAPA 1. MUNICIPIOS INCLUIDOS EN EL PARQUE NACIONAL DE LA SIERRA DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS

(Torres Alb.)

(Siles) (Villarrodrigo) (Orcera) (Génave) (Torres de Albanchez)

(Siles) (La Puerta de Segura) (Segura (Benatae) de la Sierra) (Puente de (Orcera) Génave)

(Segura de la Sierra) (Segura (Benatae) (Segura de la Sierra) de la Sierra) (Sorihuela del Guadalimar) (Sorihuela del (Hornos de Segura) Guadalimar) (Villanueva del Arzobispo))

(Iznatoral)

(Hornos Santiago de la Espada (Iznatoral) de Segura) (Villacarrillo) Pontones

Santo Tomé Santiago-Pontones (Segura de la Chilluevar (Segura Sierra) de la Sierra)

La Iruela

Cazorla Peal de Becerro

Quesada (Peal de Becerro)

Huesa

Pinojares Municipios Pozo Alcón Parque Natural

Fuente: Consejería de Medio Ambiente. Delegación Provincial de Jaén.

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Lo curioso del caso es que buena parte de los replanteamientos que se han hecho sobre la actividad turística en la actualidad estaban previstos ya en aquel texto que apenas tuvo repercusión legal. Por ello, conviene que nos detengamos en su exposición detallada, no sea que volvamos a caer de nuevo en errores que ya se han cometido. Cabe decir de entrada que, entre los objetivos iniciales, ligados a una concepción que pretendía coordinar la gestión de recursos con la organización del espacio y la dinamización de la estructura socieconómica, existen numerosas indicaciones relativas al papel que la nueva actividad debería desempeñar. Así, uno de los objetivos de gestión de los recursos afirmaba que “se facilitaría el disfrute público basado en los valores del Parque fomentando el uso turístico y recreativo en armonía con la conser- vación del medio natural” (EPYPSA, 1988,6). En cuanto a la necesidad de reorganizar y vertebrar el espacio, además de pretender consolidar el sistema urbano y la racionalización de las vías de comunicación, se quería también orientar la construc- ción de nueva infraestructura por la senda de la rehabilitación, sobre todo en el caso de las destinadas a soportar la actividad turística y, en todos los casos, tratando de mantener las tipologías arquitectónicas propias del hábitat serrano. Por otra parte, parecía bastante sensato apostar por el turismo rural y de naturaleza porque podría, bien entendido y gestionado, coadyuvar a la consecución de varios de los objetivos previstos conducentes a la dinamización de la estructura socieconómica: revitalizar el tejido social y productivo, fijar población jóven, impulsar la cultura asociativa y em- prendedora, potenciar el protagonismo de los actores locales, etc. Y es que, como se reconocía en el sintético pero acertado análisis territorial presentado en este estudio, estaba bastante claro que la atonía demográfica y el decli- ve de las actividades primarias estaba consolidando un espacio marginal en el que había que actuar de inmediato, si no se quería llegar hasta las últimas consecuencias de los procesos de abandono y sustitución que han conocido las montañas españolas a raíz de la ruptura del modelo tradicional de explotación de los recursos. La alternativa turística se contemplaba, por tanto, como una actividad de enorme potencialidad dinamizadora y transformadora de la realidad territorial pero, precisamente por ello, la fuente de los mayores riesgos si se concebía como monocultivo que no tuviera en cuenta sus posibles impactos ambientales, económicos y culturales. Desde luego, la experiencia recogida de otros espacios rurales reconvertidos de manera rápida a la economía de servicios, caso de comarcas montañosas en donde han proliferado las infraestructuras para los deportes de nieve, era suficientemente conocida como para saber que se debía elegir entre un sector de gran escala y dedicación mayoritaria, con grandes posibilidades para generar un elevado grado de impactos y bajo el control externo; y otro de características radicalmente diferentes en donde el protagonismo lo tuvieran las poblaciones del entorno y los planteamientos incluyeran todos los requi- sitos presupuestos a una actividad que se basa en conceptos como complementariedad de rentas, bajo impacto ambiental, creación de condiciones de ocio diferenciadas de otros modelos turísticos masivos otorgando importancia a cuestiones como la educa- ción ambiental, etc. En definitiva, y por lo que se desprende de lo expuesto en el texto que estamos utilizando de referencia, se pretendía optar por un modelo de desarrollo endógeno y sostenible.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 404 JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ; EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ

MAPA 2. PARQUE NATURAL DE LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS. ZONIFICACIÓN DE USOS 1989

Área de manejo extensivo Área de manejo intensivo Área de reservas Límites del Parque Natural

Fuente: Junta de Andalucía (1989). Citado en Bibliografía.

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Por eso, a la hora de establecer las normas básicas de protección se prohibían taxativamente la construcción de nuevos núcleos residenciales o turísticos en suelo no urbanizable o la construcción de edificios que no respetaran las formas, los materiales o las proporciones volumétricas que definen a la arquitectura tradicional de este entor- no. De la misma forma, se trataba de dirigir el turismo hacia los núcleos urbanos consolidados y, en todo caso, a las denominadas “zonas de manejo intensivo”, es decir, a aquéllos ámbitos de mayor presencia humana y alteración antrópica del paisa- je. Dentro de ellas, además, se señalaron como lugares prioritarios a una serie de ejes que vienen a coincidir, a grandes rasgos, con los valles altos de los ríos Guadalquivir y Segura (véase el Mapa n.º 2). El primero venía siendo utilizado tradicionalmente para fines recreativos desde los años sesenta, hasta el punto de presentar problemas de contaminación bacteriana con riesgo sanitario durante el verano. A pesar de lo cual, y paradójicamente a lo explicado anteriormente, la consideración de esta zona como eje de interés turístico y recreativo significaba la consolidación de las infraestructuras de acogida en el interior del espacio protegido con ligeras precauciones para evitar posibles desmanes: autori- zación para sólo dos zonas de acampada; permiso para remodelar las infraestructuras ya creadas por una sóla vez y sin sobrepasar el 50% del volumen preexistente; apostar por la reconstrucción de cortijadas con fines turísticos utilizando para ello el color blanco en las fachadas y materiales como la piedra, la madera y la teja árabe; o convertir en cámpings las zonas de acampada libre. El tiempo, sin embargo, vendrá a mostrar que esta iniciativa fue una de las más erróneas de cuantas se tomaron durante la etapa de intervención pública en favor del turismo masivo, pues una vez abierta la veda difícilmente se podían contener los deseos de los particulares para llevar las residencias de los turistas hasta el mismo corazón del Parque Natural.

3. UN “FEEDBACK” TARDÍO PERO INTERESANTE: LOS NUEVOS PLANTEAMIENTOS EN EL PLAN DE ORDENACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL PLAN RECTOR DE USO Y GESTIÓN DE 1999

El denominado “eje del Guadalquivir” se conviritió, en la práctica, en el espacio más rápida e intensamente ocupado por la infraestructura de acogida. Cámpings, apar- tamentos y hoteles se concentran, en efecto, en una ligera franja de apenas un centenar de metros de anchura en torno al cauce del Guadalquivir entre el viejo núcleo forestal de Vadillo-Castril y las colas del embalse del Tranco. Se ha conformado así una especie de primer frente de ocupación ribereña que recuerda, en cierta medida, a esquemas locacionales más propios del turismo de sol y playa. Para hacerse idea de los cambios paisajísticos que ha ocasionado esta opción, presentamos la Figura n.º 1. En ella se contempla una visión de Arroyo-Frío, entidad de población del municipio de La Iruela situada en el centro del eje al que nos estamos refiriendo. Pues bien, hasta los años setenta se caracterizó por una escasa y dispersa ocupación humana, a la vez que predominaban las actividades económicas agrarias, como muy bien se aprecia en la fotografía superior. En cambio, desde entonces han proliferado construcciones liga-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 406 JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ; EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ

FIGURA 1.

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MAPA 3. PARQUE NATURAL DE LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS. ZONIFICACIÓN DE USOS 1999

510152025 0 Km

Área de reserva Áreas de interés ecológico-forestal Áreas de recuperación Espacios abiertos de alta montaña Áreas agrícolas

Fuente: Junta de Andalucía (1999). Citado en Bibliografía.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 408 JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ; EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ das a las instalaciones e infraestructuras de ocio, ofreciendo con ello una imagen de abosuluto contraste con el pasado como se refleja en la fotografía de abajo. Por desgracia, el modelo no es exclusivo de esta zona del Parque y, de hecho, una réplica a mucha menor escala se está consolidando en torno al núcleo de Siles, a lo largo de la carretera que comunica esta localidad con la casa forestal de Las Acebeas. Ante esta situación, el P.O.R.N. y el P.R.U.G. suponen una vuelta a los principios que implica reasumir planteamientos más propios del desarrollo local y el turismo sostenible y, por ello, que acepta los errores cometidos durante el primer período de gestión del Parque Natural. Eso sí, ha resultado más fácil reafirmar ciertos principios antes sólo esbozados y ahora más claramente especificados a partir de una valoración ecológica y un diagnós- tico territorial más profundos y, consecuentemente, a tenor de una zonificación más adecuada a un espacio tan extenso y complejo como el que estamos considerando (véase cuadro n.º 1 y Mapa n.º 3). Junto a otras deficiencias y problemáticas, las relativas a la adecuación del sector turístico ocupan, en efecto, buena parte de las preocupaciones de los gestores actuales, tanto en la consideración particular del fenómeno como en relación a las repercusio- nes que tiene sobre aspectos que pueden considerarse conflictivos también desde la perspectiva urbanística. Desde un punto de vista territorial, se hace hincapié en la posibilidad de aprovechar segmentos turísticos en alza y aún insifucientemente apro- vechados por presentar una alta potencialidad, caso del turismo que genéricamente podríamos considerar con preocupaciones ecoculturales. Esta apuesta por introducir aspectos cualitativos tiene repercusiones territoriales porque reconoce que la apuesta cuantitativa y la concentración de la actividad ha sido un elemento desvertebrador. Así, frente al éxito turístico de municipios como Cazorla y La Iruela, que acapa- ran más de las tres cuartas partes de la oferta hotelera, buena parte de la cual se localiza en el “eje del Guadalquivir”, las poblaciones de las Sierras de Segura y Las Villas han sentido intensificados agravios tradicionales y han llegado a pensar que el Parque significaba una nueva versión de la discriminación frente a la Sierra de Cazorla. Se han producido movilizaciones sociales de consideración como culminación a éstos sentimientos, caso de la denominada “toma de Las Villas”, protagonizada anualmente por vecinos de esta Sierra que piensan que ya ha llegado la hora de que las inversiones beneficien a sus pueblos. Está claro que tanto en este caso como en el de los munici- pios segureños, la entrada tardía en el “boom” turístico puede representar su mejor predisposición para experimentar en ellos las nuevas propuestas que se están realizan- do (véase cuadro n.º 2). Desde un punto de vista puramente urbanístico, se han señalado también una serie de deficiencias propias del modelo masivo y concentrado que, aunque evidentes en el espacio más saturado, son igualmente perceptibles en otros lugares con desarro- llos turísticos incipientes o más localizados. Aparte de que las figuras de planeamiento son demasiado antiguas y excesivamente vagas, el mayor problema se sitúa en el ámbito de la disciplina, es decir, en la falta de aplicación de la legislación vigente. El resultado es la aparición de construcciones ilegales y la reconversión sin criterio o autorización de viviendas rurales en edificaciones turísticas. En este caso, los mayores

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CUADRO 1. PROPUESTAS DE ZONIFICACIÓN DE USOS Y ACTIVIDADES. PARQUE NATURAL DE LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS

Plan de Uso y Protección (1989) Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (1999)

1. Areas de reserva: 1. Zonas de protección grado A (áreas de reserva): Espacios de características excepcionales que engloban Constituye el máximo nivel de protección y se los ecosistemas de mayores valores ecológicos, aplica a espacios de características excepciona- paisajísticos y científicos donde se prohibe cualquier les, caso de los lugares donde aparecen los actuación que pueda suponer su modificación o, en endemismos vegetales del Parque. La necesidad general, la degradación de los ecosistemas. La finali- de protección excluye las actividades producti- dad prioritaria es la conservación. vas.

2. Areas de manejo extensivo: 2. Zonas de protección grado B (áreas de interés Conjunto de espacios de gran valor paisajístico y ecológico-forestal): naturalístico escasamente alterados por actuacio- incluye las principales formaciones forestales del nes antrópicas donde la conservación es compati- Parque, constituídas por pinares de alta montaña ble con actividades y aprovechamientos producti- de salgareño que aparecen por encima de los 1.500 vos primarios. metros y por otras masas de pinos procedentes de repoblaciones o expansión natural sobre antiguas áreas de cultivo abandonadas. 3. Areas de manejo intensivo: 3. Zonas de protección grado C (áreas de recupe- Espacios en los que la intervención antrópica ha ración): alterado sus condiciones naturales para el aprove- Predominan aquí las formaciones de carácter ar- chamiento agrícola, ganadero o forestal. También bustivo (atochares, romerales, tomillares, jarales y incluye los Ejes de Interés Turístico (Guadalquivir coscojares), asociadas a la degradación de los y Segura) y los Conjuntos Urbanos de Valor ecosistemas originales a partir de roturaciones, in- Paisajístico (Hornos y Segura de la Sierra). cendios, sobrepastoreo y talas abusivas.

4. Zonas de protección grado D (espacios abiertos): Coincide con los altiplanos localizados en el tér- mino de Santiago-Pontones donde dominan pastizales de alta montaña y es predominante la ganadería extensiva. 5. Zonas de protección grado E (áreas agrícolas): Corresponden con las zonas de cultivo, incluyen- do varios tipos como las huertas tradicionales y otros ámbitos de menor interés cultural y paisajístico (olivar de montaña). Fuente: Junta de Andalucía (1989 y 1999). Citados en bibliografía. problemas se han detectado precisamente en los municipios segureños, con mayor presencia de la propiedad privada y con términos completos incluidos en los límites del Parque Natural. Por todo lo anterior, han surgido nuevos objetivos generales y específicos en la gestión del Parque que suponen la asunción de nuevos planteamientos normativos con respecto al turismo (cuadro n.º 3). Entre los primeros podemos citar hasta dos de ellos con claras repercusiones sobre el sector y con indicaciones, como decimos, surgidas

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 410 JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ; EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ

CUADRO 2. INFRAESTRUCTURA TURÍSTICA EN LOS MUNICIPIOS INTEGRANTES DEL PARQUE NATURAL DE LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS: HOTELES, PENSIONES Y APARTAMENTOS

Municipio Número Número de plazas de instalaciones ofertadas

Localizados en el eje Cazorla 11 449 Cazorla-El Tranco La Iruela 14 665 Santiago-Pontones 6 188 Localizados en otros Arroyo del Ojanco 1 34 municipios del Parque Beas de Segura 1 20 Hornos 3 51 La Puerta de Segura 2 26 Puente Génave 4 99 Segura de la Sierra 2 34 Siles 2 40 Villacarrillo 2 87 Villanueva del Arzobispo 5 149 Santiago-Pontones 2 47 Sorihuela del Guadalimar 1 22 Total 58 1.951

Fuente: Delegación Provincial de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía (1999). de una experiencia no exenta de graves deficiencias. Así, se apuesta por “ordenar y racionalizar las iniciativas de desarrollo turístico, atendiendo a criterios de sustentabilidad e integración tanto ambiental como socioeconómica”. No deja de ser llamativo el peso que han alcanzado, por tanto, estos aspectos, aunque la mayor parte de los objetivos generales se siguen dedicando a cuestiones más puramente conservacionistas. De una forma menos directa, la diversificación de la actividad económica debería significar un menor vuelco sobre el turismo, a menudo contemplado como un bálsamo mágico y universalmente eficaz. En el caso de los objetivos específicos, el protagonismo es, si cabe, mayor, pues todos ellos están dedicados a cuestiones socioeconómicas y, entre los mismos, desta- can los dedicados a controlar los procesos de urbanización ilegal y, sobre todo, a “diversificar las modalidades de uso público en el ámbito del Parque Natural con arreglo a los distintos sectores de la demanda, redistribuyendo la excesiva presión turística concentrada en el corredor del Tranco”. En una misma línea argumental, a la hora de establecer directrices de gestión del uso público, se especifica que “se promoverá su localización preferente en los núcleos urbanos y en las zonas periféricas del Parque, preservando de una presión excesiva las áreas interiores y más frágiles del mismo”. Tampoco debe extrañar que el valle del río Segura, anteriormente declarado eje de interés turístico, al igual que el valle del Río Guadalquivir, pase a ser ahora considerado área de interés paisajístico. El Plan Rector de Uso y Gestión recoge también los nuevos planteamientos de localización para los equipamientos turísticos: distribución más equitativa y menos

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CUADRO 3. OBJETIVOS DEL PARQUE NATURAL SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS SEGÚN EL PLAN DE ORDENACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES (1999)

Objetivos generales:

– Conservar los ecosistemas naturales y sus valores paisajísticos, prestando especial atención a las formaciones de mayor interés ecológico y las especies amenazadas o en peligro. – Promover la recuperación de los bienes que integran el patrimonio histórico y cultural del ámbito territorial del Parque Natural, atendiendo especialmente a la imagen de los núcleos consolidados. – Conservar en buen estado los recursos hídricos. – Proteger los suelos y la cubierta vegetal mediante la adopción de medidas encaminadas al control de los procesos erosivos y de degradación. – Establecer una adecuada ordenación y regulación de los usos del suelo, acorde con las potencialidades de los recursos y de las distintas áreas del Parque Natural. – Promover la restauración de ecosistemas degradados. – Fomentar el conocimiento y disfrute del Parque Natural, en razón de su interés educativo, científico, cultural y recreativo, compatibilizando el desarrollo del uso público con los objetivos de conservación. – Promover y apoyar la investigación científica. – Ordenar y racionalizar las iniciativas de desarrollo turístico, atendiendo a criterios de sustentabilidad e integración tanto ambiental como socioeconómica. – Diversificar, articular y valorizar los recursos y actividades económicas para conseguir un desarrollo endógeno e integrado del Parque Natural. – Crear una imagen de calidad del Parque y de sus productos. – Frenar el proceso de emigración y favorecer el retorno e integración de la población emigrada para conseguir una adecuada articulación de la sociedad rural.

Objetivos específicos

– Controlar los procesos de urbanización ilegal en el suelo no urbanizable del Parque Natural, que suponen una amenaza para la integridad paisajística y de los recursos naturales del espacio protegido. – Racionalizar el uso ganadero, mediante la adopción de medidas de regulación acordes con la capacidad productiva del medio y con los objetivos de protección. – Diversificar las modalidades de uso público en el ámbito del Parque Natural con arreglo a los distintos sectores de la demanda, redistribuyendo la excesiva presión turística concentrada en el corredor del Tranco. – Establecer, de acuerdo a lo previsto en la planificación territorial, las bases para las actuaciones en la infraestructura viaria y el desarrollo de otras infraestructuras básicas en el ámbito del Parque de forma que supongan el menor impacto sobre los recursos y ecosistemas objeto de protección. – Fomentar las actividades productivas tradicionales.

Fuente: Junta de Andalucía (1999). Citado en bibliografía.

impactante, diversificación de los segmentos atendidos en el área saturada y evitar emplazamientos que supongan gran impacto paisajístico. Así, en el caso de los esta- blecimientos hoteleros se permitirán en suelo no urbanizable sólo si se trata de rehabi- litaciones de edificaciones preexistentes y siempre que guarden las características constructivas y empleen los materiales adecuados, sin que sobrepasen dos alturas y con un de plan corrección de vertidos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 412 JOSÉ DOMINGO SÁNCHEZ MARTÍNEZ; EDUARDO ARAQUE JIMÉNEZ

Por último, un aspecto no menos interesante es el que se deriva de la inclusión entre las normas de investigación en este espacio del fomento de estudios dirigidos a un mejor conocimiento de la actividad turística, tanto en lo que se refiere a la oferta existente como a la caracterización de la demanda y a las interferencias del turismo y el uso público con los objetivos de conservación.

4. CONCLUSIÓN: TERRITORIO, PAISAJE, TURISMO, SOSTENIBILIDAD, ¿AUTOGESTIÓN?

Pensamos que se ha inaugurado una nueva fase para el desarrollo turístico en el Parque Natural. Por ello, es momento de llevar a cabo ideas que, aún estando presen- tes desde el inicio de los trabajos de planificación, ahora se reafirman y profundizan, reconociendo con ello la desviación observada con respecto a lo previsto. Pero no se puede dejar pasar la oportunidad para volver a reconocer deficiencias y conflictos en la próxima revisión del P.O.R.N. Nuestra propuesta, en ese sentido, es doble. Por una parte, resultado de proyectos de investigación culminados o en marcha, estamos construyendo una base de recursos turísticos ociosos ligados al territorio y el paisaje, surgidos del manejo secular del medio por parte del hombre en el desenvolvimiento de las actividades primarias (ARAQUE JIMÉNEZ et al., 1997). Toda una serie de conocimientos ecoculturales pueden servir para reorientar el fenómeno, resultando especialmente idóneos municipios como los de la Sierra de Segura donde el modelo masivo y concentrado no ha cuajado y que cuentan, por contra, con experiencias como las impulsadas por la Iniciativa Comunita- ria Leader que encajan en la escala y dirección que nosotros defendemos (ARAQUE JIMÉNEZ et al., 2000). Por otra parte, insistimos en la necesidad de aceptar compromisos que impliquen un cumplimiento efectivo de los documentos de planificación. Es el momento de dibujar un marco general y asumido por los colectivos que están presentes en los órganos de gestión del Parque Natural y las comunidades que aportan sus territorios y paisajes al mismo. No es algo fácil pero sólo ahí puede residir el necesario consenso que haga de este espacio protegido un modelo de participación, compromiso e integra- ción de intereses diferentes pero no contrarios. Pensamos que el turismo, por su trascendencia, podría ser la prueba de credibilidad y madurez que está reclamando este territorio protegido y para ello, apostamos decididamente por la elaboración de una carta local para el turismo sostenible en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Este nuevo “contrato social” permitiría a nuestro entender “globalizar” la estrate- gia turística y reponder a las expectativas de los turistas, cada vez más informados y atraidos por productos de calidad y autenticidad. La sostenibilidad, por otra parte, se entiende en este documento como “cualquier forma de desarrollo, equipamiento o actividad turística que respete y preserve a largo plazo los recursos naturales y socia- les que contribuyan de manera positiva y equitativa al desarrollo económico y a la plenitud de los individuos que viven, trabajan o realizan una estancia en los espacios

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 399-414 LA EVOLUCIÓN DE LOS PLANTEAMIENTOS NORMATIVOS EN LA GESTIÓN… 413 protegidos” (Federación Europarc, 1999). Como se ve, afecta a la totalidad de los implicados y exige una metodología de aplicación que pasa por las siguientes fases: diagnóstico, debate social y búsqueda de consenso en torno a los principios del turis- mo sostenible, establecimiento de una estrategia a medio plazo (cinco años), estable- cimiento de un programa de acciones y evaluación de los resultados. En definitiva, y como hemos apuntado, un marco idóneo para hacer la necesaria transición hacia la sostenibilidad y, por tanto, para hacer posibles las intenciones de los gestores y legis- ladores de este territorio, pero también para satisfacer las expectativas de la población local y de los visitantes. Si esto se intenta y consigue, lo más importante es que se empezará a romper una inercia que implica la imposición administrativa sin contar con las poblaciones locales, transición muy necesaria pues, desde nuestro punto de vista, el mayor conflicto que se presenta en este extenso y poblado Parque Natural no es ya de orden económico, ecológico o territorial. Con ser graves las problemáticas que existen desde estas perspectivas, el reto mayor sigue siendo de orden civil, reside en la opción trufada de paternalismo, cierta dosis de iluminación y un grado de oscurantismo de una cultura política y administrativa que apenas deja lugar a las inciativas y los debates de la gente y, claro está, el rechazo popular hacia lo descono- cido o lo impuesto son con frecuencia el resultado de esta peculiar relación.

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REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA EN LA VEGA DE GRANADA

JOSÉ MENOR TORIBIO*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 415-427].

PALABRAS CLAVE: Productivismo, Postproductivismo, Espacios periurbanos, Vega de Granada. KEY WORDS: Productivist, Postproductivist, Periurban spaces, Vega de Granada. MOTS CLEFS: Productivisme, Postproductivisme, Espaces periurbaines, Vega de Granada.

RESUMEN

Los espacios rurales de las sociedades desarrolladas occidentales están inmersos actual- mente en una serie de complejas transformaciones que están haciendo cambiar su rol tradicional como zonas de producción de alimentos. Toda una gran variedad de nuevas funciones no- productivas demandadas por estas sociedades postindustriales están afectando de diferente ma- nera según las características propias de esos espacios. Y en un espacio periurbano como es el caso de la Vega de Granada, es el fenómeno de la contraurbanización el que está provocando un cambio en los usos del suelo y un cambio en las funciones tradicionales de estas ricas tierras de regadío. En este artículo trataremos de discernir cuáles podrían ser las estrategias a seguir para que este espacio se adecue de una forma más satisfactoria al mundo postproductivista que se divisa en un futuro próximo.

SUMMARY

The rural spaces of the developed occidental societies have been passing a number of complex transformations, one of the most distinguishing of whick is transition of its most important function of production of foods. All a variety of new no-productivist functions demanded for postindustrial societies that they are effecting differentment acording theirs owns caracteristiques. In a periurban space, like the Vega de Granada, it is the phenomena of contraurbanisation which is provoking the transition of the land uses and the transformation of the traditional functions of this rich irrigated lands. In this paper we are tryng to find out what could be the possible strategies of development of this space for its adaptation in the most adecate form to the postproductivist epoc which attends it in the nearest future.

RÉSUMÉ

Les espaces ruraux des société développées occidentales souffrent actuelement une série des transformations complexes qui font changer leur role traditionel des zones de production de

* Departamento de Territorio y Patrimonio Histórico. Universidad de Jaén.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 416 JOSÉ MENOR TORIBIO nourriture. Toute une série des nouvelles fonctions non-productivistes que les sociétés postindustrielles demandent affectent de different maniére selon ses caracteristiques propes de cet espaces. Et dans l’espace périurbaine comme dans le cas de la Vega de Granada, c’est le phénoméne de la contraurbanisation qui a provoqué le changement des usages des sols et une mutation des fonctions tradicionelles de ces terres riches irriguées. Dans cet article nous tentons d’analyser quelles seront les strategies possibles á suivre pour faire cet espace s’adapte d’une façon plus adequate á l’époque postproductiviste qui va y venir en future proche.

1. DEL PRODUCTIVISMO AL POSTPRODUCTIVISMO EN LOS ESPACIOS RURALES

Los espacios rurales europeos están experimentando desde hace varias décadas una serie de transformaciones estructurales sin precedentes, hasta el extremo que parecen estar inmersos en un proceso de constante reestructuración (productiva, fun- cional, social…) cuyo fin no se percibe aún en el horizonte. A principios de la década de los sesenta dichas mutaciones se empezaron a mani- festar con el paso desde un modelo agrario tradicional hacia otro modelo moderno o de “mercado”, a lo que se sumó un proceso de intenso vaciado demográfico de las áreas rurales. Durante una parte de los años setenta y casi todos los ochenta, las mutaciones hay que ubicarlas en el mayor protagonismo de la agricultura a tiempo parcial, a lo que se añadió una cada vez mayor especialización productiva de las explotaciones. Por último, desde finales de los ochenta y sobre todo durante los noventa, parece ser que las “tendencias postproductivistas” en clave de diversificación funcional de las áreas rurales son las mutaciones más significativas (RUBIO TERRADO, 1999). Paralelamente, todo este proceso de reestructuración viene propiciado en gran medida por las políticas agrarias. Hasta la reforma de la PAC de 1992, el objetivo prioritario de estas políticas era la producción de alimentos, buscando con ello una suficiencia en la oferta a los consumidores y la obtención de unas rentas agrarias adecuadas, mediante una política fuertemente orientada a apoyar los ingresos, soste- niendo los precios internos de los productos agrarios y protegiendo las fronteras frente a la competencia exterior. Y para conseguir estos objetivos se le exigió a la agricultura europea que se modernizara, siguiendo el modelo industrial imperante, es decir, me- diante el empleo masivo de bienes de producción (agroquímicos, fitosanitarios, semi- llas selectas, máquinas, piensos compuestos…), intentando así conseguir el máximo rendimiento productivo por unidad de superficie o ganadera… es lo que se ha llegado a denominar modelo productivista del sector agrario. Este modelo que parecía bastante consolidado y eficiente empezó a mostrar los primeros síntomas de crisis a finales de los años ochenta, cuando se sobrepasó el objetivo de la suficiencia alimentaria europea, y empezaron los problemas derivados de la necesidad de exportar los excedentes (encarecimiento de los costes de la PAC a causa de las restituciones a la exportación, conflictos en relación a los acuerdos del GATT …). Así pues, en 1988 se empezaron a dictar las primeras normativas para intentar solucionar este problema, teniendo todas ellas como objetivo común la reduc-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA… 417 ción de la producción y por tanto de los excedentes (retirada de tierras, reforestación, prejubilación, cuotas a la producción). A este nuevo objetivo de la PAC se le añadió la constatación “coyuntural” de otros hechos que vendrían a apoyar estos nuevos cambios en las políticas agrarias. En primer lugar se empiezan a comprobar los graves perjuicios medioambientales que causa el modelo agrario productivista, y en segundo lugar, pero no menos importante, se aprecia igualmente que este modelo ha fomentado una dualización del espacio rural, incrementando las disparidades entre unas zonas rurales integradas (aquellas que están dentro de los circuitos comerciales) y las zonas de montaña o desfavorecidas (incapaces de producir eficazmente para el sistema). Así pues, la reforma de las PAC de 1992 dio entrada a otros nuevos objetivos dentro de su campo de acción, como son la mejora del medioambiente y un mayor equilibrio de los espacios rurales. En torno al primer objetivo mencionado, se dictaron medidas para la protección del medioambiente, del paisaje y de los recursos naturales, y sobre todo se continuó profundizando en las reformas ya iniciadas en 1988, dirigidas a potenciar la disminución y extensificación de la producción. Por otra parte, y ahondando en la misma línea, las ayudas a la “producción” pasaron en buena medida a ser ayudas a la “superficie”, por lo que se desincentiva las producciones intensivas. En este sentido de la reforma de la PAC hacia un modelo postproductivista lógicamente se verán relativamente más favoreci- das las áreas de montaña y desfavorecidas, al ser hasta este momento áreas margina- les/marginadas dentro de este tipo de las políticas agrarias. A partir de ahora a estas áreas se les considerarán esenciales dentro del nuevo modelo del espacio rural euro- peo, asignándoles nuevas funciones hasta ahora desconocidas. Paralelamente otro tipo de iniciativas políticas (Leader, Proder) también ahondan en esta dirección, intentando diversificar la economía de los espacios rurales (turismo, artesanía…) para integrarlos dentro del sistema. Todos estos aspectos se han profundizado aún más con las refor- mas propuestas por la Agenda 2000. Por tanto es clara la tendencia a considerar hoy día a las áreas rurales no como meros espacios de producción de alimentos, sino también se les asigna otras funciones que la sociedad urbana “postmoderna” valora y demanda… un espacio rural con altos valores ambientales, paisajísticos y culturales, en gran medida relacionado con la corriente del desarrollo sostenible imperante en las sociedades desarrolladas. Así pues cada vez se hace más necesario la utilización de un nuevo marco con- ceptual que ayude a interpretar estos cambios de valor y de uso del medio rural. Un nuevo marco conceptual para una nueva realidad rural que recientemente se ha venido a llamar “postproductivista”. No obstante conviene aclarar varias cuestiones en torno a este concepto ambiguo y que aún está por definir. El concepto de ”transición postproductivista”, surgido recientemente en el Reino Unido, recoge una serie de tendencias “post” en el sector agrario europeo, que ven- drían definidas según Bowler (1996) por la desintesificación de la producción, la dispersión de las explotaciones, y la diversificación productiva a nivel de explotación agraria. Por tanto se debe de hacer incapié en que el concepto de este término, en su significado original inglés, representa literalmente una transición entre dos modos de producción distintos del sector agrario, y por tanto con muchas concomitancias con el

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 418 JOSÉ MENOR TORIBIO postfordismo típico de una sociedad postindustrial y postmoderna. Siguiendo en esta dirección cabría preguntarnos si esta etapa de transición no es un mero ajuste “neofordista” o “neoproductivista” en donde se está constatando los beneficios de una producción agraria más flexible conforme a las nuevas leyes del mercado, utilizando menos inputs para abaratar cotes, y con una mayor importancia de la calidad de los productos. Pues bien, este sería el significado original de este término, si bien se ha impor- tado a España de una forma más laxa, ya que la agricultura postproductivista aún no se ha generalizado ni muchísimo menos en nuestro país a pesar de la insistencia de la PAC en ese sentido. En España el término “postproductivista” se ha utilizado más bien para recoger todo un conjunto de recientes cambios acaecidos en el mundo rural español, como la aparición de nuevos tipos de agriculturas, la irrupción de nuevas actividades extraagrarias en el campo, de los nuevos usos del suelo, de los fenómenos de contraurbanización, del impacto ambiental derivado de las actividades agrarias, de la destrucción de los paisajes agrarios tradicionales… en definitiva de la consolidación de una serie de fenómenos “postproductivistas” que están transformando acelerada- mente los espacios rurales españoles. No obstante un hecho sobresale sobre el resto en su contribución a estos cambios. Se refiere lógicamente al proceso de urbanización, o mejor dicho al fenómeno de “contraurbanización” típico de las sociedades desarrolladas postindustriales, que está restando contínuamente tierras agrarias a los espacios periurbanos de las áreas metro- politanas de las grandes y medianas ciudades. Es en estas franjas periurbanas donde se están produciendo las mutaciones más rápidas, intensas y dramáticas del campo, gene- radas por un “posturbanismo” que no encuentra apenas resistencia en su avance, incluso sobre los suelos más fértiles en regadío. Estos nuevos usos y actividades del suelo, como el residencial, industrial, comercial, de transporte o de recreo, están desplazando cada vez más lejos las actividades agrarias, modificando radicalmente la fisonomía de muchos espacios agrarios tradicionales como es el caso de la Vega de Granada.

2. DEL ESPACIO AGRARIO TRADICIONAL AL NUEVO PAISAJE PERIURBANO DE LA VEGA DE GRANADA

2.1. Aproximación a la historia agraria de la Vega

La Vega de Granada ha sido considerada históricamente como una de las comar- cas españolas de mayor riqueza, basada fundamentalmente en las bondades de sus condiciones naturales (suelos fértiles, suave clima y abundante agua) que han permiti- do el desarrollo de una rica agricultura de regadío, en la que la Vega siempre ha sido puntera tanto en innovaciones técnicas como en nuevos cultivos. En la evolución agrícola de la Vega se producía, cada vez que la agricultura entraba en crisis, una renovación de la producción que nuevamente la colocaba en una situación de auge. Los momentos de mayor apogeo de la agricultura de la Vega siempre han coincidido con la introducción de nuevos cultivos de carácter industrial,

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA… 419 imprimiendo de esta manera una fuerte inercia al resto de los sectores económicos de la comarca. Entre estos momentos de mayor esplendor económico de la Vega destacan dos fundamentalmente: el primero, ocurrido desde finales del siglo XVIII hasta prin- cipios del s. XIX, se debió a la generalización de los cultivos del cáñamo y del lino, que eran destinados a la industria textil, fomentada por el Estado para abastecer a la marina española; y el segundo, desde finales del s. XIX hasta el primer tercio del s. XX, tuvo en el cultivo de la remolacha el motor del desarrollo económico de la comarca, cuya producción era adquirida por las numerosas industrias azucareras exis- tentes en la Vega. De tal calibre fueron las transformaciones que se operaron con esos cultivos, que incluso llevó a algunos autores a considerarlas como autenticas “revolu- ciones agrarias” (MARTÍN RODRÍGUEZ, 1982a). Tras la guerra civil, se expandieron algunos cultivos necesarios para la época de posguerra en que se vivía, como fueron la patata y el maíz, y volvieron a reaparecer el lino y el cáñamo en las tierras de la Vega. Surgió, también, un nuevo cultivo industrial, el tabaco, que parecía que podría llegar a ocupar el lugar que había dejado la remola- cha, debido a sus características similares en cuanto a posición en la rotación de cultivos, capacidad de emplear trabajo y efectos multiplicadores, pero su etapa de esplendor fue muy corta, agotándose hacia la mitad de los años cincuenta. Igualmente, también fracasará el intento de crear un nuevo ciclo, basado en esta ocasión en la ganadería vacuna para leche, a la sombra de la Central Lechera implantada en Grana- da en aquellos años. Después de esa época la Vega comienza poco a poco a diluirse entre una gran variedad de cultivos y entre ellos, el apoyo oficial a los cereales, va provocando un aumento progresivo de su extensión. Con esta diversidad, su produc- ción no tenía fuerza en el mercado extracomarcal, añadiéndose una dificultad más para el desenvolvimiento agrícola de la Vega, como era la deficiencia que presentaba su red de comercialización. A la vez, también en esta década de los 70, empieza a surgir toda una serie de actividades que contribuyeron a diversificar los recursos de que disponía la población en la Vega, como son las nuevas actividades industriales y artesanales que, aunque jugaron un papel muy secundario en el desenvolvimiento económico de la Vega, en cualquier caso, ocupaban a un 10% de la población activa. Sin embargo, descontando esa parte de la población activa, tampoco el resto de la población vivía exclusivamente de la agricultura. La crisis agraria y la presión demográfica lanzaron a la población a la búsqueda de otras formas de actividad; búsqueda que se vió favorablemente auxilia- da por la vecindad de la ciudad de Granada, que absorbió a muchos peones agrícolas para otras actividades en los puestos de trabajo que fueron surgiendo en ella por la proliferación de los servicios, la construcción y de algunas industrias. Por otra parte, la misma corriente emigratoria hacia el extranjero, sin carácter definitivo, por una temporada mayor o menor según los casos, llegó a constituir igualmente un alivio a la densidad agrícola (OCAÑA OCAÑA, 1974). En este contexto, Martín Rodríguez (1982a) se preguntaba si estos nuevos ajustes en la Vega, en donde se estaba produciendo un tránsito desde una sociedad agrícola a una sociedad industrial, corresponderían a una “tercera revolución agrícola”. Pero más bien, creemos, parecen ser unos meros ajustes demográficos provocados por la entrada

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 420 JOSÉ MENOR TORIBIO de España en el proceso de industrialización, puesto que, como se verá más adelante, esta “revolución” no sirvió para modernizar la agricultura de la Vega ni para mejorar sus rendimientos, ya que nos seguimos encontrando en los años 70 con una agricultura de explotaciones sin la adecuada dimensión (1,8 has. en regadío y 3 has. en secano), sin una alternativa racional, anclada en cultivos extensivos como los cereales (que ocupaban el 50% de la superficie regada) y el chopo (cultivo de renta, esquilmador y empobrecedor de recursos hídricos), con otros cultivos más rentables pero con graves problemas como el tabaco (sin posibilidad de incrementar su superficie) y los ajos, cebollas y patatas (con problemas de comercialización), y con una ganadería basada, en gran parte, en el bovino de leche que también tenía problemas para dar salida a su producción debido a los problemas de comercialización con se encontraba la Central Lechera. De entre estos problemas, el tremendo minifundismo existente, empezaba a des- puntar como el principal hándicap estructural para hacer rentable la agricultura de la Vega. Mientras las técnicas de cultivo fueron manuales y debido al sistema intensivo de su agricultura, la gran división de la propiedad no actuó en el pasado como una rémora para el desarrollo agrícola de la Vega. Sin embargo, ante la necesidad de aumentar su productividad y en un momento en que el campo necesitaba inversiones importantes, la fragmentación de la propiedad era un elemento que limitaba la capaci- dad de la comarca para una renovación técnica y una nueva orientación de su produc- ción (OCAÑA OCAÑA, 1974).

2.2. El surgimiento de los paisajes periurbanos

El fuerte desarrollo demográfico y urbanístico que experimenta la ciudad de Granada desde la década de los sesenta, al que se le une dos décadas mas tarde el de gran parte de los municipios de su área de influencia más inmediata, está configuran- do un área suburbana o metropolitana que ha transformado el modelo territorial de este espacio de tradicional ocupación agraria (MENOR TORIBIO, 1997). En efecto esta dinámica ha modificado la estructura y la fisonomía del paisaje tradicional de la Vega, pasando de una monofuncionalidad agraria a una multiplicidad de usos de su territorio, de modo que el suelo ha perdido en gran medida su valor como medio de producción, haciéndose más receptivo a nuevas demandas de uso urbano. Este proceso ha supuesto la desaparición de una parte importante de los campos que han sido sustituidos por edificaciones o por infraestructuras viarias, una modificación de usos de la que no se han visto excluidas tampoco las tierras de regadío. Es más, al contrario que en épocas anteriores, el proceso de urbanización se realiza hoy en día de una forma selectiva, generando un espacio urbano discontínuo separado por instersticios de espacios rurales, de modo que frente a la dualidad campo-ciudad de antaño, hoy nos encontramos con nuevas realidades como espacios periurbanos, rururbanos, etc. debido a fenómenos de exurbanización de actividades y funciones que se vienen desplazando desde Granada a los municipios que la circundan (Mapa n.º 1).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA… 421 Escala 1:10.000 1.000 m0 5 10 15 20 25 km MAPA 1. USOS Y APROVECHAMIENTOS EN LA VEGA DE GRANADA EN LA APROVECHAMIENTOS Y 1. USOS MAPA Erial Monte bajo Monte alto Repoblación forestal Ríos Carreteras Ferrocarril Leyenda Urbano Herbáceos regadío Herbáceos secano Olivar Frutales Viñedo Chopos Fuente: Instituto Cartográfico de Andalucía. Mapas topográficos. Año 1991. Andalucía. Mapas topográficos. de Fuente: Instituto Cartográfico

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 422 JOSÉ MENOR TORIBIO

En aquellas zonas que han conocido una acumulación masiva de estos impactos se puede hablar de una auténtica suplantación del paisaje, mientras que en otras la prolife- ración de elementos ajenos al desenvolvimiento tradicional de la vida rural, ha significa- do la conversión en mayor o menor medida, del paisaje rural agrario en un paisaje periurbano (MARTÍN-VIVALDI CABALLERO y JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1995). No obstante, este espectacular crecimiento urbano ha tenido una diferente inci- dencia sobre los terrenos de vega más fértiles. La ciudad de Granada, junto a varios municipios cercanos, como Maracena, Peligros, Albolote y Atarfe por el Norte, y Armilla, Churriana y Ogíjares por el Sur, son los que se muestran como mayores consumidores del espacio agrario, ya que el proceso de invasión de la Vega ha sido aquí más dilatado en el tiempo, y también porque ocupan lugares privilegiados en el interior del regadío mismo. Caso muy diferente es el de los pueblos asentados en el borde de la Vega y concre- tamente en el piedemonte de Sierra Nevada, que han conocido un enorme crecimiento de su espacio construido y sin embargo apenas han consumido suelo de vega. Los pueblos de este sector han optado por ampliarse sobre las laderas, o en algunos casos, sobre los secanos que conectan con los regadíos. En este caso estarían Cenes, Huétor- Vega, Monachil, Cájar, Otura, Alhendín, Las Gabias y en menor medida La Zubia. Por el contrario, desde Santa Fe (municipio éste también con una importante expansión urbanística, y que actúa como cabecera subcomarcal del núcleo central de la Vega) la ocupación urbana del suelo agrícola es ya muy reducida, como sucede en los municipios de Pinos-Puente, Fuente-Vaqueros, Chauchina, Cijuela, Láchar y en menor medida aún en los municipios más alejados de la Vega Baja (, Villanueva de Mesía y Huétor-Tájar) que funcionan de una forma más autónoma. Actualmente, la aglomeración urbana de Granada está reduciendo el espacio de- dicado a las actividades agrarias en un 1% anual, y alrededor de unas 4.000 has. se encuentran clasificadas por el planeamiento municipal como suelo apto para urbani- zar. De esta forma, además del efecto directo, el planeamiento produce un tensionamiento sobre la Vega que le resta capacidad productiva a su agricultura. Este proceso de reducción de los suelos productivos y el deterioro de la Vega en general, perjudica al sistema económico global del ámbito, ya que este sector supone aún el 16,5% del empleo en los municipios de la periferia, pudiendo afectar por tanto a medio-largo plazo a buena parte de los activos agrarios de la Vega, con un volumen de unos 3.500 empleos de dificil reubicación en otros sectores económicos (COPT, 1997). En este sentido, los intentos de proteger la rica llanura aluvial de la Vega contra el avance de las urbanizaciones (Plan de Protección del Medio Físico de la Provincia de Granada, PGOU de Granada, Plan Especial de la Vega del Ayuntamiento de Grana- da, la misma circunvalación de la capital, Ronda Sur, etc.) tienen muchísimos proble- mas de aplicación de hecho, debido a la permisividad de los Ayuntamientos que ven en este fenómeno una buena forma de recaudar impuestos para las arcas municipales, aunque también en muchas ocasiones puede ser fuente de problemas, por la necesidad de instalar nuevas infraestructuras y servicios en lugares a veces excesivamente aleja- dos de los núcleos urbanos.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA… 423

No se está pues en el camino de compatibilizar distintas opciones de uso que aseguren en parte la pervivencia de un paisaje y un espacio productivo de primer orden, sino que más bien se avanza hacia su total desaparición. La situación producida por el tensionamiento urbano en estas tres áreas (Vega Norte, Central y Sur), que suman casi la mitad de la superficie total de la Vega de Granada y sobre las que se asienta el núcleo central de la aglomeración, motiva, además de la pérdida de superfi- cie efectiva dedicada a las actividades agrarias, el abandono de las explotaciones, la falta de modernización de las labores, la falta de mantenimiento de las acequias, la dedicación laboral a tiempo parcial, etc., factores todos ellos que conllevan la dismi- nución de la productividad y por tanto de su capacidad de generación de rentas.

3. UN MODELO PRODUCTIVISTA PARA EL SECTOR AGRARIO

No obstante no puede afirmarse que esta disminución de la superficie cultivada, aunque significativa, sea la causa de la decadencia de las actividades agrícolas de la comarca, que en realidad se relaciona con otros hechos que arrancan de momentos anteriores. En este sentido, la Vega de Granada presenta una serie de problemas estructurales, difíciles de resolver, que pueden impedir el desarrollo de una moderna y competitiva agricultura conforme a la demanda del mercado y de acuerdo a la fertili- dad de sus tierras, suave clima y posibilidades de irrigación que ofrece. Entre estas debilidades del sector agrario en la Vega podemos mencionar: el reducido tamaño de las explotaciones (2 has. de media en los regadíos), la agricultura a tiempo parcial (50% de las explotaciones), el elevado precio de la tierra que impide ampliar la superficie de las explotaciones (entre 3 y 6 mill./ha.), el envejecimiento de los jefes de explotación (el 50% tienen más de 55 años), el escaso espíritu empresarial que hace que se cultive productos de fácil comercialización o cultivos subvencionados y la falta de unos adecuados canales de comercialización (MENOR TORIBIO, 2000). Todos estos factores han hecho que la producción agrícola de la Vega no sea del todo tan intensiva como era de esperar si nos atenemos a la calidad de sus tierras. En la actualidad, casi la mitad de los regadíos de la Vega están ocupados por cultivos extensivos (cereales, forrajeros, choperas, olivar), poco rentables para las pequeñas explotaciones existentes, si bien necesitan escasa mano de obra, por lo que se adaptan bien a un tipo de agricultura a tiempo parcial. No obstante, las ricas tierras de la Vega, como hemos dicho anteriormente, son capaces de generar mucha mayor renta así como más empleo. Por tanto, creemos necesaria una mayor intensificación en la producción de la Vega, evidenciándose ésto por el hecho de que el 50% de las explotaciones de la Vega no obtienen los ingresos necesarios para que una familia pueda vivir exclusivamente de la agricultura, así como que la producción hortofrutícola que sólo ocupa un 19,1% de la superficie cultivada en la Vega genere casi el 50% de los ingresos provenientes de su agricultura (MENOR TORIBIO, 2000). Ello justifica sobradamente la importan- cia de una mayor intensificación de los cultivos de la Vega, que admitan una mayor absorción de mano de obra y que permitiera a muchas de esas explotaciones insufi-

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 424 JOSÉ MENOR TORIBIO cientes subsistir por sí mismas. Paralelamente, igualmente importante para el futuro de la Vega, es la idea de que fortaleciendo la producción agrícola y mejorando la rentabilidad de sus explotaciones, puede ser ésta la única forma de frenar el progresi- vo avance del proceso de urbanización de los suelos rústicos, a falta de una política seria de protección de la Vega. El proceso de reordenación del sector agrario de la Vega requiere, por tanto, la presencia de un cultivo o aprovechamiento que como antaño actúe de eje de la econo- mía agrícola. Pero, incluso alcanzado este supuesto, el siguiente reto ineludible sería la reordenación de la base territorial de las explotaciones, ya que la gran mayoría de éstas alcanzan unas dimensiones que las hacen inviables tanto más cuanto que la dispersión parcelaria hipoteca aún más su reducido tamaño. Una reorganización que con el minifundismo señalado sólo tiene como salida el desarrollo de la agricultura cooperativa que necesita unos requerimientos técnicos y humanos que aún no han calado del todo en los agricultores de la Vega, a pesar de los esfuerzos realizados. En este sentido, solo algunos productos como el espárrago y el tabaco, cuya comercialización se realiza prácticamente en su totalidad a través de entidades asociativas agrarias, están suficientemente organizados para emprender con mayor eficacia una mejora en sus canales de venta. Por tanto, como solución parcial para algunos de los problemas con que se en- cuentra la Vega, creemos que es necesario pensar en la posibilidad de intensificar las producciones agrarias de la Vega. En las que Martín Rodríguez (1982 a) llamó “prime- ra y segunda revolución agrícola de la Vega” se encontró la solución en cultivos que, contando con la estructura minifundista de las explotaciones agrarias, incrementaron la productividad general de las tierras, absorvieron gran cantidad de mano de obra, y constituyeron una poderosa base exportadora en la que apoyar una ulterior capitaliza- ción. Actualmente, incrementar las producciones de los regadíos y mejorar su comercialización, aparecen de nuevo como una solución a los problemas que tiene planteados la Vega. Una actividad agraria compatible con la estructura minifundista de la Vega, capaz de emplear a la fuerza de trabajo disponible, con posibilidad de ensan- char progresivamente el mercado mediante un proceso de especialización e incremen- to de la productividad, y que genere excedentes aptos para la acumulación de capital, parece ser, por el momento, la única salida para restablecer el equilibrio entre campo- ciudad en la Vega de Granada, evitando así que se siga destruyendo un recurso de alto valor productivo.

4. HACIA UN MODELO POSTPRODUCTIVISTA DE LA VEGA

Con todos estos elementos y factores de cambio que hemos señalado, se está produciendo una reorganización de la Vega de Granada, un proceso de readecuación a la situación económica, territorial y funcional que tiene este espacio a finales del siglo XX. En realidad estamos asistiendo a una nueva vertebración del espacio de la Vega, y en la medida que la agricultura es uno de los factores identificadores de este espacio, naturalmente que está en proceso de cambio y efervescencia. Así pues, es evidente que

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 REFLEXIONES EN TORNO A LOS MODELOS PRODUCTIVISTA Y POSTPRODUCTIVISTA… 425 hay una situación de cambio, pero hablar de “crisis”, en el sentido de decadencia y de falta de perspectivas de la agricultura de la Vega, creemos sería incorrecto. Lo que está ocurriendo es que estamos en una sociedad bien distinta de la del siglo XIX, incluso de la de principios de este siglo, ahora estamos en una sociedad postindustrial, en una sociedad de servicios, en la que una actividad como la agricultura, hablando en térmi- nos genéricos, no puede seguir desempeñando el mismo papel de agente o de factor organizador del espacio. Es decir, en la Vega de Granada, no por ineficiencia o por crisis, la agricultura no puede asumir hoy día el papel que tuvo en el s. XVIII o en el s. XIX; lo que no se puede pensar, y así se seguiría un camino que conduciría al fracaso, es que la agricultura pueda desempeñar como antaño un papel de motor del crecimiento demográfico y económico, o un papel desde el punto de vista del mercado de trabajo como ha desempeñado tiempo atrás. De ahí que opinemos que sería erróneo y equívoco inferir que la agricultura de la Vega esté en crisis, porque si bien ésto es discutible (en el sentido de falta de perspectivas), podríamos preguntarnos qué califi- cativos se podría aplicar a las agriculturas de otras áreas como el Marquesado del Zenete o Huéscar, por poner ejemplos de la misma provincia de Granada. No obstante, del hecho de que la situación ahora sea distinta, que la agricultura ya no pueda desempeñar ese protagonismo, no se puede derivar que el futuro de este espacio tenga que ubicarse forzosamente en unos escenarios que se vienen planteando “insistentemente” desde la Reforma de la PAC (extensificación de la producción, abandono de cultivos, agricultores como guardianes del medioambiente, etc.). La ten- dencia reciente a pensar que el futuro de los espacios agrarios pasa por dedicarse a funciones no productivas (turismo rural, artesanía, termalismo, etc.), nos parece apro- piado para unas zonas y no tanto para otras. La diversidad de las situaciones en las diferentes comarcas agrarias son tan dispares que pensar que esas ideas comunitarias son aplicables a la cuasi totalidad del territorio, creemos, sería un error. Y con respec- to al espacio que nos ocupa, la Vega de Granada, un territorio de altísima densidad de población, bien comunicado y de fertilísimas tierras, nos encontramos con una situa- ción en donde la agricultura, sin ser el factor básico como fue antes, tiene que seguir desempeñando un alto protagonismo dentro de las actividades productivas de la Vega, por supuesto con el acompañamiento de otras actividades. Pero es la agricultura, la transformación de esos productos agrarios, la modificación de cierta base territorial de las explotaciones, los que dan la posibilidad de ver con cierta esperanza y expectativas el desarrollo de esta comarca. De todas maneras hay una cuestión que sí quisiéramos hacer remarcar de cara al futuro de la Vega. Nos referimos, lógicamente, a las tensiones que se están generando en el mercado del suelo. Creemos que eliminando ese interrogante, el que se pudiera disponer exactamente de determinados usos de una manera definitiva en esos espacios, va a permitir que algunas inhibiciones a la hora de dar uso a la tierra, sencillamente porque se está esperando la recalificación del suelo, ayudaría a despejar el camino en la superación de determinadas dificultades. Ello debería llevarnos a una defensa seria de la Vega, que pasa por poner freno inmediato a la destrucción de lo que es ya en ciertos sectores un espacio testimonial, si bien no por ello menos valioso, y apostar por un crecimiento urbanístico que no perjudique a estas actividades agrarias, llevando

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 426 JOSÉ MENOR TORIBIO las futuras expansiones a zonas de menor valor e impacto para el paisaje y la econo- mía de la comarca, como son las laderas en cornisa de los pie de monte. Así pues, la conservación de la Vega agrícola en su mayor integridad posible la fundamentariamos en distintas razones, entre las que cabría destacar: la tradición histórica, que la ha convertido en elemento emblemático de la comarca; las repercu- siones sociales del contingente campesino; su potencialidad económica, previa puesta en práctica de alternativas agropecuarias, tecnológicas, comerciales y jurídica acordes con las circunstancias actuales que permitan superar las actuales incógnitas que se ciernen sobre ella, aunque, de todas formas, en la actualidad es una fuente productiva de primera importancia. También se justifica su protección discrecional en su calidad paisajística y finalmente, que no en último lugar, por razones ambientales. Pero, para- lelamente, también se hace necesario romper con el “mito de la Vega”; la protección de la misma no debe entenderse como un baluarte inexpugnable ni como un fósil del pasado modelo socioterritorial, sino que debe ser hecha con realismo, contemplando tanto la protección ambiental como la potenciación agraria para superar su actual situación de incertidumbre. Posiblemente, éste sería el gran reto para los habitantes de la Vega y para las administraciones implicadas en la Vega de Granada... acertar en ese proceso de reorganización. Por todo ello se hace necesario, cada vez más, una mayor coordinación supramunicipal a la hora de planificar y de definir el desarrollo futuro del nuevo modelo territorial que se desea para la Vega de Granada, teniendo en cuenta los aspectos que anteriormente hemos mencionado y otros más que no hemos abordado en este trabajo, pero que igualmente podrían resultar de gran interés para que mejore la calidad de vida de los habitantes de esta comarca, que ha sido siempre y lo sigue siendo, una pieza clave para el desarrollo de la provincia e incluso para el equilibrio regional de Andalucía.

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 415-427 ñlkasdfjñlaksf 2. Crónica ñlkasdfjñlaksf EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN… 431

EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN JUAN CARANDELL Y MAX SORRE

ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS Y JOSÉ NARANJO RAMÍREZ*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 431-443].

En 1932 Max SORRE escribe una nota1 sobre la población y actividades agrarias en Sierra Nevada que nos merece un doble interés; por una parte los fenómenos mismos recogidos y esbozados ofrecen una panorámica sobre la presencia humana en esta cordillera y sus modos de vida en el contexto de la alta montaña europea; por otra, detrás de esta nota nos parece intuir la existencia de un serio conflicto entre el propio Sorre y uno de los autores –Juan Carandell– que, en el texto, son presentados como colaboradores –en este artículo– del geógrafo francés. Ambas realidades cree- mos que merecen un breve –e intentaremos que riguroso– planteamiento, para lo cual empecemos presentando, primero, a los protagonistas de nuestra nota.

1. MAX SORRE: SU ESPACIO EPISTEMOLÓGICO

Recordemos que Max Sorre (1880-1962)2, autor de obras tan significativas como Les Pyrénées mediterranéennes (1913), Les fondements de la Géographie Humaine (1943-52) y Migrations des peuples (1955), dentro del pensamiento geográfico clásico se integra en las coordenadas cognoscitivas delimitadas por la racionalidad evolucionista, remitiendo a una definición del conocimiento geográfico directamente emparentada con la perspectiva de las ciencias naturales. Estos planteamientos –representados en geografía física por la perspectiva davisiana– en geografía humana se traducen en la afirmación de que lo específica y diferencialmente geográfico se refiere, ante todo, al estudio de las relaciones existentes entre los hechos naturales y los hechos humanos. Sorre, por tanto, lleva en Francia a los estudios de paisaje el enfoque ecológico de raíz ratzeliana; son los caracteres del ambiente los que definen las condiciones fundamentales de la constitución del ecúmene, razón por la que la perspectiva ecológica sigue considerándose fundamental. No extraña, por tanto, que se defienda que el conocimiento geográfico debe continuar prioritariamente vinculado al horizonte con- ceptual y metodológico de las ciencias naturales. Pero Sorre –frente a Bruhnes– no quiere restringir el amplio campo de la geogra- fía humana a la ecología entendida en el sentido más estrecho y material del término,

* Departamento de Geografía. Universidad de Córdoba. 1. SORRE, Max (1932): ”Nomadisme agrícole et trashumance dans la Sierra Nevada”. Annales de Géographie, XLI, pp. 301-305. 2. Las líneas que siguen son una apretada síntesis de algunas de las ideas sobre SORRE recogidas en: GÓMEZ MENDOZA, J., MUÑOZ JIMÉNEZ, J. y ORTEGA CANTERO, N. (1994): El pensamiento geográfico. Madrid, Alianza Ed., S.A. CAPEL, H. (1988): Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea. Barcelona, Ed. Barcanova.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 432 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ sino que los aspectos morfológicos del paisaje se van enriqueciendo y se llenan cada vez más de contenido cultural. En este sentido, Sorre afirma que la primera tarea de la geografía humana consiste en el estudio del hombre, considerado como un organismo vivo sometido a condiciones determinadas de existencia y reaccionando a los impulsos recibidos del medio natural.

2. JUAN CARANDELL PERICAY (1893-1937) Y EL HÁBITAT DE SIERRA NEVADA

El otro protagonista de los hechos que pretendemos considerar es J. Carandell, geólogo y geógrafo que, magnífico conocedor de Sierra Nevada desde el punto de vista físico –morfología, tectónica, glaciaciones, hidrografía, erosión, etc…– se siente igualmente atraído por los hechos de geografía humana, observados con mirada atenta y perspicaz en sus abundantes visitas a la cordillera andaluza, planteándose la posibi- lidad de un estudio riguroso sobre los mismos. En este contexto, dada la afinidad epistemológica de ambos y los estudios del geógrafo francés sobre migraciones y sobre los Pirineos, Carandell escribe a M. Sorre –carta que no conservamos– aportán- dole –creemos que con bastante detalle– un boceto de los hechos fundamentales ob- servados y solicitándole, al parecer, consejo acerca de los aspectos que el trabajo que se propone emprender debía integrar. Sorre le contesta por medio de una carta de Agosto de 1928 que, parcialmente, conocemos y que reproducimos después como Anexo I. En ella se deduce que Carandell ha presentado ya a Sorre el esquema fundamental de su trabajo, tal y como se desprende de la minuciosa “receta” que SORRE le propone y de las alusiones a hechos concretos que, como después veremos, tendrán cabida en la producción de ambos autores.

3. CONSECUENCIAS CIENTÍFICAS DE LA RELACIÓN ENTRE CARANDELL Y SORRE

El interés que los hechos presentados por Carandell despiertan en Max Sorre debió ser grande a juzgar por dos circunstancias: primera que el propio Sorre realizara una breve visita a una zona muy limitada de la cordillera, acompañado del geógrafo catalán Pau Vila; y segundo que el francés se decidiera a publicar en una nota su visión sobre el hábitat en Sierra Nevada, nota que, firmada por M. Sorre y publicada en 1932, en el texto se presenta como el resultado de una colaboración entre los mencionados J. Carandell, P. Vila y el propio Sorre. Su contenido completo lo ofrece- mos, debidamente traducido, en el Anexo II. Por su parte, Carandell publica en 1935 un espléndido artículo3, obra de madurez, en el que realiza posiblemente la que es su mejor aportación en el campo de la

3. CARANDELL, J. (1935) : El hábitat en Sierra Nevada. Madrid, Publicaciones de la Sociedad Geográfica Nacional, Serie, B, n.º 48, 55 pp.; y en: Sierra Nevada, Montblanc de España y Otros Escritos. Granada, Caja General de Ahorros de Granada, 1994, pp. 177-246.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN… 433 geografía humana. Las cuestiones relativas a la población, al poblamiento temporal en la zona más elevada de la Sierra, el mecanismo de las migraciones estacionales, la caracterización de la vivienda en los pueblos nevadenses, los usos estratificados del espacio para agricultura y ganadería, etc., todo ello considerado en una estrecha rela- ción con el marco físico –geología, clima, hidrografía, etc.–, son abordados por Carandell con rigor, hasta completar lo que, desde nuestro punto de vista, constituye una esplén- dida monografía, en la cual se supera con mucho lo que le recetara Max Sorre. Por otra parte, de la lectura de este trabajo de Carandell sorprende que, siendo Max Sorre una de las más grandes personalidades de la geografía europea del momen- to, incardinado metodológicamente en un espacio epistemológico muy bien adaptado al propio Carandell (geólogo, geomorfólogo, catedrático de ciencias naturales, que deriva hacia la geografía física, primero, y hacia la geografía humana, después), ha- biendo mantenido mutua correspondencia e, incluso, teniendo escritas de puño y letra las orientaciones directas del geógrafo francés, sin embargo no existe en todo el trabajo una referencia bibliográfica de Sorre, ni tan siquiera una mínima alusión a la correspondencia mantenida con él y a sus indicaciones. Deducimos de ello que, ante la nota publicada por Sorre, Carandell se sintió utilizado al ver sus propias ideas –procedentes del boceto de artículo enviado previa- mente o, quizá, del original antes de publicarse– presentadas bajo la firma del autor francés; descontento, en definitiva, por considerar que la mención de su colaboración –junto con la de P. Vila– no reflejaba con justicia y equidad su aportación, al tiempo que la nota suponía adelantarse al propio Carandell con ideas y aportaciones que, en realidad, le pertenecían. Si tenía razón o no Carandell será nuestro objetivo en las próximas líneas. La única manera de buscar respuesta a esta interrogante es el análisis minucioso de ambos trabajos, a la búsqueda de los espacios comunes o coincidencias que pudie- ran detectarse. Así lo hacemos en el Anexo III, donde seleccionamos una serie de párrafos que pueden ayudar a ver la posible relación entre los textos de ambos auto- res4. Esta relación, además, se refuerza con las tres referencias en las que Sorre remite directamente a Carandell5 y por el hecho de que todas las citas bibliográficas referidas a Sierra Nevada y recogidas en la nota de Sorre6 están contenidas también en el artículo de Carandell, en cuyo bagaje bibliográfico suelen ser bastante habituales.

4. Las referencias a pagínas del mencionado Anexo III se hacen en relación a la edición de Granada (1994). 5. 1.ª ”Existe, dice el Sr. Carandell, una verdadera paradoja entre el hecho de que el hombre haya abandonado vastas extensiones en la estepa, en la región de Guadix y Baza, para buscar desesperadamente su subsistencia en el piso subalpino de Sierra Nevada”. 2.ª ”A los desplazamientos agrícolas y pastoriles se superpone, según el Sr. Carandell, una tercera oleada migratoria, Son, en el corazón del verano, los buscadores de manzanilla que, sobrepasando los rebaños, suben hasta las cumbres.” 3.ª ”Tomando como punto de partida la estadística de las familias introducidas, el Sr. Carandell cree poder establecer que la población de la Alpujarra se había sextuplicado entre 1572 y 1928”. 6. Nos referimos a las obras de E. Boissier, O. Quelle, Obermaier-Carandell, M. Willkomm, Real Cédula expedida en San Lorenzo del Escorial (31 mayo 1572) y M. Núñez de Prado.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 434 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

4. RECAPITULACIÓN Y SÍNTESIS

El carácter del artículo de Carandell, que considera hechos de geografía humana aunque fundamentándolos en el estudio previo de carácter físico –geología, geomorfología, clima, altitudes…– se adaptaba a la perfección a la óptica epistemológica de Sorre, razón por la cual no extraña el interés del geógrafo francés por el tema. Resultado de ese interés fue la reelaboración de esos datos y la redacción de la nota de referencia. A nuestro juicio, después de un detenido recorrido por las aportaciones de ambos autores y a la vista de la repetición de ideas, de frases e, incluso de párrafos, parece bastante evidente el hecho de que el argumento central y la mayor parte de los datos que M. Sorre utiliza proceden del boceto –o del artículo definitivo– que J. Carandell le remitió solicitándole su asesoramiento. Sobre el entramado teórico-argumental de Carandell la aportación específica de Sorre quizá sea, al margen de algún dato concreto obtenido de la encuesta realizada por P. Vila, casi exclusivamente el último apartado, que se refiere a la conexión de estos hechos con el panorama general de la alta montaña mediterránea. En cualquier caso, éste fue un aspecto al que tampoco renunció Carandell, quien, tanto en su artículo principal –el ya citado–, como en una breve adición poste- rior7, establece comparaciones entre los hechos observados en Sierra Nevada y la realidad en los Pirineos y Alpes. En estas circunstancias y apareciendo la publicación firmada por Sorre, la partici- pación de Carandell quedó expresada en los términos de colaboración –bastante ambi- guos– recogidos en el primer párrafo y en tres menciones concretas a determinadas opiniones del geógrafo español. Pero no debe olvidarse que la nota de Sorre suponía “pisarle” bibliográficamente un tema, para lo cual, además, se utilizan las propias observaciones de un ingenuo Carandell. Entendemos, en consecuencia, que esta actitud no debió satisfacer a Carandell que, sintiéndose utilizado y, en cierto modo, engañado, en el artículo definitivo sobre el hábitat de Sierra Nevada publicado, como sabemos ya, en 1935, opta por el silencio absoluto hacia la obra de Sorre, en general, y respecto a la relación personal existente entre ambos, en particular.

7. CARANDELL, J. (1936): Ligeras adiciones a “El hábitat en la Sierra Nevada“. Madrid, Publicaciones de la Sociedad Geográfica Nacional, Serie B, n.º 74, 8 pp.; y en: Sierra Nevada, Montblanc de España y Otros Escritos. Granada, Caja General de Ahorros de Granada, 1994, pp. 247-255 (Prólogo de F. Mayor Zaragoza).

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ANEXO N.º I: CARTA DE MAX SORRE A JUAN CARANDELL

UNIVERSITÉ DE LILLE FACULTÉ DES LETTRES INSTITUT DE GEOGRAPHIE 9, Rue August Angellier

Lille, 7 de Agosto de 1928

Querido señor: Al volver a Lille he reflexionado sobre nuestra conversación relativa a la vivienda temporal en Sierra Nevada. No pienso indicarle un cuestionario en el sentido propio del término. Me permitiré señalarle algunos de los puntos esenciales sobre los que debe versar la encuesta. 1.ª Ojeada general sobre el escalonamiento de los tipos de cultivos en las dos vertientes de Sierra Nevada (cultivos subtropicales con afinidades tropicales del litoral; cultivos medite- rráneos con naranjo; ídem sin naranjo; cultivos de la Europa templada-fría; cultivos preca- rios, parecen los términos esenciales desde el tiempo de Boissier. Yo he podido, incluso, realizar un mapita con sus indicaciones. 2.º Estudio del límite superior de la vivienda permanente en este macizo. Este estudio debe comprender: a) una determinación barométrica; b) un estudio de las condiciones económi- cas (agricultura y ganadería) en la zona que precede el límite; c) un estudio del hábitat (agrupamiento/habitación). 3.ª Si ha lugar, estudio de la ganadería y sistema de trashumancia con las modificaciones recientes. 4.º Estudio particular de la zona superior, zona de estancia de verano y de pastos. a) Lugar de los cultivos, su naturaleza, modo de estercolado, ciclo agrícola. b) Lugar de los pastos c) Reparto, forma y destinatario de los distintos tipos de vivienda temporal. Localización topográfica y altitud exacta de todas las viviendas de la zona superior (cabañas de pastores o casas agrícolas de verano). d) Ocupación de los hombres que las utilizan (pastores o agricultores). Debería hacerse una distinción como la hecha por Boissier entre los hatos utilizados por los pastores y las viviendas temporales situadas más abajo, como entre las alquerías de los ”cortals” de Andorra y los ”orrys” del mismo país. e) Sistema de desplazamientos estacionales entre las aldeas permanentes y las aldeas de verano. 5.º En la medida de lo posible, investigar lo que se pueda sobre las condiciones históricas de la ocupación en la zona superior y en la zona media (textos, fechas de construcciones inscritas en las casas, etc.). Aquí, estas condiciones históricas, especialmente del lado alpujarreño, tienen sin duda importancia. Quizá también la estructura social que interviene. Hay que estudiar la emigración en relación con las condiciones de la propiedad. 6.º Tendencia actual. Algunas de estas cuestiones se superponen, pero esto no supone inconveniente. El último punto es bastante amplio y bastante delicado, pero no es imposible de abordar. Incluso, si fuese dejado de lado, nosotros tendríamos el mayor interés en saber qué es lo que subsiste de los fenómenos en otro tiempo señalados por Boissier. Entre los Pirineos y el gran Atlas marroquí, que nosotros empezamos a conocer, todas las cadenas intermedias carecen…

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 436 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

(La hoja posterior no se ha conservado, continuando después del modo que sigue)

… por las cosas de España, y espero que las relaciones que nosotros hemos iniciado se conti- nuarán. Para mí será bien agradable estar al corriente de sus trabajos. Os ruego, mi querido señor, que creáis en mis sentimientos tan cordialmente afectuosos.

Max Sorre 2, Rue Meurcin, Lille.

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ANEXO N.º II

SORRE, Max (1932): “Nomadisme agrícole et trashumance dans la Sierra Nevada”. Annales de Geographie, XLI, pp. 301-305

(Traducción de: A. LÓPEZ ONTIVEROS y J. NARANJO RAMÍREZ).

Los desplazamientos estacionales de población en la Sierra Nevada fueron señalados por primera vez en 1837 por el botánico Boissier. Este excelente observador, familiarizado con las migraciones agrícolas y ganaderas de los valles suizos, debió quedar sorprendido por la repetición atenuada de estos fenómenos en una latitud ya meridional. Los anotó cuidadosa- mente. Es necesario llegar a 1906, al artículo de O. QUELLE, para encontrar nuevas reseñas sobre la geografía humana de la Sierra1. Las circunstancias me han impedido, hasta 1914, retomar la cuestión. Algo después llamé la atención sobre el tema al Sr. Juan CARANDELL, a quien debemos el estudio de la glaciación del macizo bético, en colaboración con el Sr. Hugo OBERMAIER. Él ha tenido a bien remitirme unas notas sugestivas. En Agosto de 1930, yo he hecho con el Sr. Pau VILA una corta encuesta en Güéjar-Sierra (vertiente Norte). Mi compañe- ro ha completado nuestras observaciones con algunas excursiones en la vertiente Sur. La presente nota es pues, en suma, fruto de una colaboración entre el Sr. J. CARANDELL, el Sr. P. VILA y yo.

LOS HECHOS

Boissier indica como último establecimiento permanente sobre la vertiente Norte el case- río de San Gerónimo, entre el Genil y el Monachil. El último agrupamiento de importancia es de hecho Güéjar-Sierra, escalonado sobre la solana de la Loma del Calar, sobre la ribera derecha del Genil, casi en contacto con las calizas mesozoicas y los esquistos cristalinos. Se puede adoptar la altitud de 1.176 m. Es un pueblo de ladera, de estructura bastante laxa, cuyas casas tienen los tejados a doble vertiente, pero de débil inclinación, y construidos con tejas, como en la Vega. El límite del hábitat permanente está muy próximo a los 1.500 m., un poco más alto que Pitres y Pampaneira. Éstos son también pueblos de ladera en los profundos surcos de erosión de la Sierra. La casa, a pesar de la altitud, se asemeja a la de todos los pueblos alpujarreños. Amplias losas de pizarra recubiertas de una capa de tierra gris forman los tejados planos, por encima de los cuales se circula de una casa a la otra. Se accede a estas terrazas por una escalera interior. La chimenea cónica o prismática es otro elemento importante de la cons- trucción. El enorme peso de la cubierta es soportado por un fuerte armazón de vigas. La deforestación de los pisos superiores supone, por otra parte, un problema casi insoluble para la construcción. Alrededor de Capileira la rotación de cultivos es la siguiente: patatas, trigo y cebada. Se cultiva también el maíz y las judías.

1. E. BOISSIER. Voyage botanique dans le Midi de l’Espagne pendant l’année 1837. París, 1839-1845, 3 vol. In-4.º, avec atlas. Ver, sobre todo, el tomo I, passim. Otto QUELLE. Beiträge zur Kenntnis der spanischen Sierra Nevada (Zeitschrift der Gesellschaft für Erdkunde zu Berlin, 1908, 5 y 6). H. OBERMAIER Y J. CARANDELL. Los glaciares cuaternarios de Sierra Nevada. (Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, serie Geología, n.º 17, Madrid, 1916).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 438 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

Por encima de este piso montano, el poblamiento temporal se desarrolla en el piso subalpino, con los grupos de cortijillos, hatos o tiendas. No rebasa los 2.500 m. –las reseñas altimétricas sería necesario verificarlas–. Los grupos de la Loma del Calvario, sobre la vertiente Norte, dependen de Güéjar-Sierra y alcanzan un poco más de 2.000 m. El límite desciende en las vertientes de la umbría y se eleva con las exposiciones meridionales más favorables. Los caseríos temporales comprenden tres o cuatro hatos en el extremo de un canal de irrigación, sobre una pendiente mitigada, a veces incluso en una situación topográfica verdaderamente extraordinaria. Este último caso es el de los cortijillos de la Loma del Calvario, en el alto Genil, escalonados en función de los surcos a lo largo de los arroyuelos de agua. La subida hacia estas miserables moradas es extremadamente brusca. Existe, dice el Sr. Carandell, una verdadera paradoja entre el hecho de que el hombre haya abandonado vastas extensiones en la estepa, en la región de Guadix y Baza, para buscar desesperadamente su subsistencia en el piso subalpino de Sierra Nevada. Los bosques de castaños que sobrepasaban los límites del hábitat permanente se encuentran reducidos a algunos miserables testigos. Las construcciones, muy groseras, son apenas más altas que la talla de un hombre. Los muros, de piedra bruta, no trabados, soportan un techo plano. La luz no penetra más que por la puerta, a veces por una estrecha lucerna si la casa está compartimentada. Existen algunos anexos y un corral para los animales: corderos, cerdos, bestias de tiro (bueyes, mulas y asnos). Esta arquitectura rudimentaria es la misma en las dos vertientes. Los cultivos consisten en patatas y centeno. Las siembras se hacen a fin de agosto, la recolección a mediados de la estación siguiente2. Hay prados irrigados en las cerca- nías de las pequeñas fuentes. La hierba y la paja recogidas son consumidas en el mismo lugar a lo largo del verano. Si hay algún excedente, el heno seco es bajado a la vivienda permanente. En todo caso supone poco este recurso para el mantenimiento invernal del ganado. A este respecto, no hay complementariedad entre los dos pisos. En general, el cultivador no tiene la propiedad del fundo; está ligado al arrendatario por un contrato de aparcería. Por encima del piso de la vivienda temporal se extiende el piso pastoril (alpino), despro- visto de construcciones especializadas. Las praderas no están regadas y las superficies pastoriles son comunales. El ritmo de las migraciones agrícolas y ganaderas es el siguiente: cuando llega junio, familias enteras, procedentes de los últimos pueblos permanentes, ganan los cortijillos. Condu- cen el ganado de labor. Se abren en primer lugar los silos donde las semillas se han conservado bajo un gran espesor de tierra. El agua procedente de las nieves discurre por las acequias de riego repuestas en funcionamiento. Los rebaños de cabras y de corderos traspasan este piso agrícola y siguen el retroceso de la nieve. Suben hasta los pastos superiores de los circos de las Ermitas, de la Caldera, etc. El descenso se hace para todos en septiembre3. Los rebaños perma- necen en torno a un mes alrededor de los más altos pueblos permanentes para abonar los campos destinados a recibir el maíz. Viven sobre los barbechos; después, en noviembre y diciembre, descienden hacia las llanuras costeras, Rubite, Motril, Solobreña, Guachos. Volverán a subir entre el 25 de abril y el 16 de mayo. Utilizan los caminos para sus desplazamientos: las antiguas veredas no son utilizadas. El Sr. P. Vila observa este hecho en Pitres. A los desplaza-

2. BOISSIER (obra citada) indica que la recolección del centeno se hace en la Hoya del Muerto (600 p.) a fin de agosto, comienzo de septiembre. O. QUELLE da los límites siguientes: para el centeno, 1925 m. en la cuenca del Genil, 2.350 en la del Monachil, 2.500 en el territorio de Lanjarón y Trevélez. 3. Boissier observa dos estaciones de verano. La más elevada es en Agosto-Julio, y los rebaños están amenudo en el límite.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN… 439 mientos agrícolas y pastoriles se superpone, según el Sr. Carandell, una tercera oleada migratoria. Son, en el corazón del verano, los buscadores de manzanilla, los buscadores de plantas medici- nales, que, sobrepasando los rebaños, suben hasta las cumbres.

CONDICIONES LOCALES DE ESTAS MIGRACIONES

Es necesario, para comprender estos fenómenos, situarlos en su marco físico. Sería tam- bién necesario considerar, hasta donde es posible, el desarrollo histórico. Una revisión de los pisos de vegetación de la Sierra Nevada debería emprenderse. Las páginas memorables de Boissier y de WILLKOMM4 dejan la impresión de que la estratificación altitudinal en este macizo montañoso, como en los macizos vecinos, encaja bastante difícilmen- te en los marcos descriptivos que convienen al resto de Europa. La vecindad de Africa se deja sentir. Por lo demás, la extrema degradación de las formaciones leñosas, su desaparición en muchos entornos bajo la influencia del hombre no dejan de ser un obstáculo serio para tal trabajo. Nos limitaremos, pues, a considerar algunos rasgos esenciales. El piso mediterráneo, definido a la vez por su vegetación espontánea y la presencia del olivar, presenta un desarrollo muy desigual sobre las dos vertientes. Del lado de Granada, en la cuenca cálida del Genil, se eleva hasta 1.300 m. en la solana. La riqueza de la vegetación en los alrededores de Güéjar-Sierra es una maravilla para el viajero. Pero incluso en esta cuenca abrigada, el límite del piso mediterráneo es notablemente más bajo sobre la vertiente en la umbría. Del lado de la Alpujarra, aquélla (la vegetación) asciende hasta 1.400 m. (valle de Lecrin). Los autores distinguen, por encima del piso mediterráneo, un piso montano y un piso subalpino. La separación, sin embargo, no es fácil de establecer. Además, algunas especies del sotobosque mediterráneo suben hasta el piso subalpino, como Adenocarpus decorticans, común en el Sudeste de España y en el Norte de Africa. El castaño, junto con el roble tauzin (sic) y el pino silvestre (P. Nevadensis de CHRIST), caracterizan el bosque por encima del límite de la vegetación mediterránea. El tejo parece haber ocupado en los orígenes un espacio mayor en el paisaje forestal, al igual que en los demás macizos béticos. Los bosquecillos de los bordes de los arroyos tienen una composición particu- lar (sauces, alisos, quejigos, robles, fresnos). Parece imposible, en el estado actual de nuestros conocimientos, hablar con precisión del límite superior de la vegetación forestal. El piso llama- do subalpino está ocupado en parte por las praderas. Éstas alcanzan un gran desarrollo en el piso alpino (cerca de Las Yeguas y de Los Vacares), caracterizado por especies típicamente alpinas. La Sierra Nevada posee, finalmente, un piso nival. En la parte superior del piso alpino, las praderas alpinas propiamente dichas ceden su lugar a agrupaciones de plantas leñosas, llamadas borreguiles. La nieve no funde apenas antes de final de junio alrededor de la laguna de las Yeguas. El piso superior no está descongelado más que a partir de finales de julio, y, desde el fin de septiembre, se recubre ya de una capa uniforme. Un fragmento de nieve perpetua subsiste incluso en el ventisquero de Veleta. Se ve que, sobre la vertiente granadina, el último poblado permanente está por debajo del límite del piso mediterráneo, en tanto que sobre la vertiente alpujarreña, los últimos pueblos

4. BOISSIER, op. cit., passim. M. WILLKOMM. Grundzüge der Pflanzenverbreitumg auf der pyrenaischen Halbinsel. Leipzig, 1896, p. 236 y ss.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 440 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ están por encima de este límite. La zona de la vivienda temporal coincide con el piso subalpino de los autores. La relación entre las migraciones pastoriles y agrícolas y las condiciones del medio se deduce fácilmente de esta breve exposición. Sin embargo, si el ritmo de la ganadería trashuman- te se explica de una manera del todo satisfactoria, las migraciones agrícolas, que no tienen más que puntos de contacto muy reducidos con las migraciones pastoriles, que se pueden incluso contemplar como independientes de aquéllas, no aparecen explicadas suficientemente. Es nece- sario recurrir a la evolución del grupo humano para justificar la explotación agrícola de los pisos superiores. Hay una fecha crítica en la historia de estas comarcas, la de 1572, año de la repoblación del reino de Granada después de la expulsión de los Moriscos5. Tomando como punto de partida la estadística de las familias introducidas, el Sr. Carandell cree poder estable- cer que la población de la Alpujarra se había sextuplicado entre 1572 y 1928. El máximo crecimiento corresponde a los pueblos más altos, Capileira y Trevélez. La dificultad de las comunicaciones obstaculiza la emigración, tan activa en las regiones más bajas hacia 1912. En Guéjar-Sierra se nos aseguró que la emigración no existe. Está uno tentado de establecer un informe entre estos datos, de una parte, y la deforestación y las migraciones agrícolas, del otro. Sin embargo, no se puede discernir con exactitud la causa y el efecto. Y, por otra parte, ignoramos si los cultivos precarios del piso subalpino eran practicados antes de 1572. Creo, a pesar de estas dificultades, que el aislamiento topográfico de las comunidades más elevadas de la Sierra, debe tener un lugar en la explicación de los fenómenos migratorios estacionales. Queda claro, pues, el interés del tema, pero está lejos de ser explicado.

LUGAR DE ESTOS HECHOS EN UN MARCO MÁS GENERAL6

Este interés sobrepasa el marco de la geografía regional. La Sierra Nevada es en el entorno del Mediterráneo occidental, el más meridional de los macizos montañosos donde se ha podido describir un género de vida que reposa sobre la combinación de la ganadería trashumante con las migraciones agrícolas. Los cultivos de verano precarios de los Pirineos, con poblamiento temporal, son en este momento, bien conocidos. En Africa, en el Atlas Medio, el Sr. CELERIER ha indicado la posibilidad de una vida agrícola de montaña. “En los altos valles de la montaña donde veranea el ganado, hay frecuentemente algunos terrenos susceptibles de tener cultivos tardíos, pero sobre estas tierras frías no se puede contar regularmente con ellos, ya que al no tener siempre tiempo de madurar, suponen a veces una pérdida de tiempo y de semilla”, por lo que las prácticas agrícolas no aparecen allí más que como una manifestación del todo subordi- nada a un género de vida basado sobre la ganadería trashumante. Seguramente, cuando se piensa en la complejidad de las combinaciones del nomadismo agrícola y del nomadismo ganadero en el Trentin, en Suiza, en los Alpes del Norte, los fenómenos que se desarrollan en la

5. Real Cédula expedida en San Lorenzo del Escorial, 31 de mayo de 1572. Manuel Núñez de Prado. Relación auténtica de la creación de la Renta de Población del Reino de Granada. Granada, 1755. 6. Los trabajos a los que nos referimos en este párrafo son: M. SORRE. Les Pyrénees mediterranéennes. París, 1913, p.446.- Ph. ARBOS. La vie pastorale dans les Alpes Françaises. París, s. d., sobretodo, p. 548 y ss.- H. CAVAILLES. La vie pastorale et agricole dans les Pyrénées des Gares, de L’Ador et des Nestes. Paris , 1931. P. 182. J. Celerier. La transhumance dans Moyen-Atlas (Hesperia, 1927, 53-68).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN… 441 cadena bética parecen singularmente degradados. Lo están también en relación a los de los Pirineos centrales, tal como los describe CAVAILLÉS en el Valle de Baréges. No se encuentra en la cadena bética la complejidad, la flexible riqueza de las combinaciones propias de los macizos de la zona circunmediterránea. No interesan más que a un número restringido de individuos, e incluso su amplitud altitudinal es reducida. Los términos de la comparación deben ser buscados en los macizos ribereños al Mediterráneo, en los Pirineos orientales, y sobre todo en los Alpes provenzales, teniendo en cuenta las diferencias temporales y de lugar. Se puede decir, a manera de conclusión, que los géneros de vida de la Sierra Nevada representan los términos empobre- cidos de una rica serie antropogeográfica.

Max Sorre

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 442 ANTONIO LÓPEZ ONTIVEROS; JOSÉ NARANJO RAMÍREZ

ANEXO N.º III: CORRESPONDENCIA ENTRE LOS TEXTOS DE J. CARANDELL Y M. SORRE

Texto de Juan Carandell Texto de Max Sorre

... anchas lajas de pizarras en varios estratos, y Amplias losas de pizarra recubierta de una capa de sobre el conjunto se esparce una gruesa capa de tierra forman los tejados planos. La chimenea, cónica tierra (…).De la azotea plana (...) surge la chimenea, o prismática, es otro elemento importante... cilíndrica o prismática (p. 221).

¿Cómo se evita que (...)la nieve hunda aquellas El enorme peso de la cubierta es soportado por un (...) techumbres? Pues a fuerza de compartimentajes grueso armazón de vigas. La deforestación (...) y gruesas vigas. El problema (...) lo constituye la supone un problema casi insoluble para la creciente falta de arbolado para las construcciones construcción. y reparaciones (p. 220).

En las Lomas de los Cuartos y del Calvario, en Los grupos (de hatos o cortijillos) de la Loma del término de Güéjar-Sierra, existen minúsculos ”hatos” Calvario, sobre la vertiente Norte, dependen de y (...) cortijillos que alcanzan alturas de hasta Güéjar-Sierra y alcanzan poco más de 2.000 m. 2.100 m. (p. 227).

... estas construcciones se acantonan en zonas Los caseríos temporales comprenden tres o cuatro determinadas (...). En la terminación de las acequias, hatos en el extremo de un canal de irrigación (...) las sangrías practicadas a éstas, alimentan (...) tableros a veces en una situación topográfica verdaderamente de regadío escalonados. Donde hay ”chorreras” extraordinaria. Este (...) es el caso de los (...) de la aparece un breve rosario vertical de cortijillos (...). Loma del Calvario, en el Alto Genil, escalonados La ascensión a los cortijillos septentrionales en función de las arrugas a lo largo de pequeños especialmente los de las Lomas de los Cuartos y el arroyos de agua. La subida a estas miserables Calvario, cortadas abruptamente por el Genil, es moradas es extremadamente brusca. particularmente penosa (p. 231-2).

La casa, cortijillo (...) es una construcción tosca Las construcciones, muy groseras, son apenas más (...). Consiste en un rectángulo de pared (…) de altas que la talla de un hombre. Los muros, de lajas de pizarra, con algún material terroso de trabazón, piedra bruta, no trabados, soportan un techo plano. y con techo plano, a poca más altura que la humana. La luz no penetra más que por la puerta, a veces La única abertura (...) es la puerta. Acaso algún por una estrecha lucerna si la casa está tragaluz si la casa está dividida en compartimentos. compartimentada. Existen algunos anexos y un corral A veces, adosados (...), hay uno o dos cuerpos (...) para los animales: corderos, cerdos, bestias de tiro más, así como el corralillo donde encerrar el ganado (bueyes, mulas y asnos). Esta arquitectura y las bestias de tiro: alguna vaca, o borriquillo o rudimentaria es la misma en las dos vertientes. mulo; algún cerdo (...) Y lo mismo acontece en los (...) de la vertiente norte. (p. 229 y 231).

… cuando llega mayo-junio se inicia el éxodo (…) Cuando llega junio, familias enteras (…) ganan y los hatos y cortijillos desprenden la tenue humareda los cortijillos (…) Se abren, en primer lugar, los de modestísimos hogares. Son abiertos los toscos silos donde las semillas se han conservado bajo un silos en que, bajo un fuerte espesor de tierra, gran espesor de tierra. permaneció guardada la simiente… (p. 226).

Las acequias despiertan del letargo invernal (…). El agua procedente de las nieves discurre por las Mientras las cabras y ovejas pican la retaguardia acequias (…). Los rebaños de cabras y corderos de los ventisqueros en retirada, y suben, suben sin traspasan este piso agrícola y siguen el retroceso

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 EL NOMADISMO Y LA TRASHUMANCIA EN SIERRA NEVADA, SEGÚN… 443

ANEXO N.º III: CORRESPONDENCIA ENTRE LOS TEXTOS DE J. CARANDELL Y M. SORRE (cont.)

Texto de Juan Carandell Texto de Max Sorre cesar hasta los circos de las Ermitas y la Caldera de la nieve. Suben hasta los pastos superiores de (p. 226-227). los circos de las Ermitas, de la Caldera, etc.

El olivo (…) en las soleadas laderas, despeñaderos … y la presencia del olivar presenta un desarrollo más bien, de El Calar, se eleva hasta los 1.300 m. muy desigual sobre las dos vertientes. Del lado de En cambio, la vertiente opuesta del Genil, (…) en Granada, en la cuenca cálida del Genil, se eleva la sombra que produce Sierra Nevada, carece de hasta 1.300 m. en la solana. olivares (p. 191).

Sobre éstos (árboles mediterráneos) descansa la Los autores distinguen, por encima del piso formación de castaños, es decir, la verdadera región mediterráneo, un piso montano y un piso subalpino. montana, a la cual se superpone la subalpina (p. El castaño (…) caracteriza el bosque por encima 192). del límite de la vegetación mediterránea.

Como formación natural están en la región subalpina El piso llamado subalpino está ocupado en parte las praderas (p. 194). por las praderas.

La región de seminieves permanentes se acantona En la parte superior del piso alpino las praderas estrictamente en la divisoria; allí todas las cabeceras alpinas propiamente dichas ceden su lugar a de los valles están revestidas de praderas algo leñosas agrupaciones de plantas leñosas llamadas borreguiles. denominadas ”borreguiles”.

En (…) la Laguna de las Yeguas hay (…) centenares La nieve no funde apenas antes de final de junio de caballos y cabras y desde finales de junio alrededor de la Laguna de las Yeguas. –hasta cuya fecha permanece aquélla cubierta de nieve– … (p. 195).

A mediados de julio es cuando el manto de nieve El piso superior no está descongelado más que a se hace discontinuo. A fines de octubre vuelve ya partir de finales de julio y desde el fin de septiembre la nieve a caer sin fundirse (p. 196). se recubre ya de una capa uniforme.

La explicación (…) es difícil ¿La pluralidad de La dificultad de las comunicaciones obstaculiza la recursos? ¿Acaso más bien las dificultades de las emigración, tan activa en las regiones más bajas. comunicaciones que han contrariado la emigración? (p. 195). (p. 243).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 431-443 ñlkasdfjñlaksf EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 445

EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS DE LA METODOLOGÍA EXPERIMENTADA

JOSÉ GÓMEZ ZOTANO*

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 445-467].

1. INTRODUCCIÓN

En un territorio como el nuestro, Andalucía, en el que un amplio porcentaje de la superficie global se corresponde con cadenas montañosas, el geógrafo debe ser consciente de que este hecho ha condicionado, y aún hoy lo sigue haciendo, el devenir de esta tierra. Por ello, desde este campo científico siempre se ha mostrado interés por el estudio de la montaña desde las más diversas ópticas. Una de estas vías se adentra por los caminos del paisaje integrado como medio de análisis geográfico, resultando de esta compenetración objeto/método, la consolidación de uno de los binomios geográficos (montaña-paisaje) que más interés ha suscitado en las últimas décadas dentro del panorama científico español. Actualmente, esta particular composición no ha caído en desuso, sino más bien todo lo contrario, ya que por una parte asistimos al resurgir de los estudios de paisaje, del cual se han escrito y se están escribiendo numerosas páginas en torno a su renovación concep- tual1, mientras que por la otra, el desplome de la montaña como entidad emblemática del complejo territorial andaluz, conduce a que desde la ciencia geográfica se profundice cada vez más en los problemas de estas áreas tan complejas de nuestra región. Por tanto, nos encontramos ante una concausa configurada por dos conceptos o realidades que se plas- man en el paisaje de montaña, una interrelación que resulta de gran interés tanto por la estructura del planteamiento como por la bondad de los resultados. Consecuentemente, el objetivo del presente artículo se basa en analizar la singla- dura llevada a cabo por los estudios de paisaje integrado en relación a montañas de la Comunidad Autónoma de Andalucía, intentando poner de manifiesto asimismo, las tendencias actuales de la evolución detectada en este tipo de investigaciones.

2. MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO

Para poder comprender el marco metodológico del paisaje integrado, se hace imprescindible partir del conocimiento del encuadre teórico, ya que la elección del

* Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada. 1. Tal es el interés que suscita esta temática, que incluso posee su propia página web en países de larga tradición paisajística como Francia. Una interesante iniciativa que manifiesta las últimas novedades conceptuales y metodológicas en lo que al paisaje se refiere, con aportaciones de los más prestigiosos activistas de este género (http://perso.wanadoo.fr/paysage).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 446 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO mismo supone optar por una determinada epistemología, o lo que es igual, por la doctrina que encauzará los fundamentos y métodos del conocimiento científico. En primer lugar, la tentativa de definición científica del paisaje que a nuestro juicio debemos estudiar, pasa necesariamente por mostrar la complejidad de este fenó- meno, teniendo en cuenta que la variedad de aproximaciones al mismo es, a la vez que enriquecedora, complementaria e indisociable, si se quiere conseguir una perspectiva verdaderamente holística. Toda lectura, interpretación, diagnóstico o representación sobre el paisaje debe ser global. Es por tanto, una definición que incluye una visión anatómica de una realidad física y de una construcción social, tanto fisiológica, como visual o perceptual. A partir de estas consideraciones, se pone de manifiesto que son varias las vías de aproximación al paisaje, caminos correctos, siempre y cuando se sepa de antemano que el fundamento real del paisaje trasciende de las identificaciones concretas que desde las múltiples visiones particulares se han realizado. No obstante, conociendo esta premisa, para responder a las distintas interrogantes y problemáticas planteadas por la teoría, ha de elegirse necesariamente un cuerpo metodológico y un conjunto de técnicas adecuados para solventar dicha coyuntura, es decir hay que decantarse por un método. En concreto, desde la Geografía resulta ineludible adoptar un marco conceptual y metodológico que permita la comprensión de la estructura y dinámica de los espacios territoriales, nuestros ámbitos de estudio. De este modo, uno de los métodos ya consensuados por la ciencia geográfica es el análisis sistémico de los paisajes. Dentro de estas coordenadas generales, en el caso de Andalucia se ha optado de forma mayoritaria por la adaptación del método propuesto por G. Bertrand (1974, 1978). Inicialmente construido como un método inductivo para el estudio de los paisajes vegetales, este considera al paisaje como un sistema abierto con estructura y dinámica propia, una dinámica que le concede una dimensión tempo- ral y evolutiva. Esta dinámica supondrá la averiguación de las tendencias evolutivas que cada paisaje tiene tanto en función de la naturaleza de sus elementos constituyen- tes (medio físico, biológico y social), como de la interacción a que están sometidos entre ellos. Asimismo, el método de Bertrand se define, en gran medida, por incluir como elemento decisivo en la configuración de los sistemas a la acción antrópica, manifiesta en la ocupación pasada y actual del territorio. Es así, que los investigadores que parten de esta línea, consideran a los paisajes como entidades territoriales comple- jas resultantes de las relaciones recíprocas establecidas entre el conjunto de elementos y factores, un axioma inicialmente defendido por los rusos Sochava e Isachenko (1978), y posteriormente acogido en el seno de los postulados ecogeográficos de Tricart y Kilian (1979), en donde se defiende la integración del medio en base a los flujos de energía y de materia que condicionan su dinámica, algo que conecta perfectamente con el enfoque globalizador que defiende Bertrand, como tendremos ocasión de anali- zar, por la adaptación de los mismos en los trabajos aquí expuestos. La dinámica se puede definir como el proceso evolutivo de elementos y estructu- ras hacia una ansiada euritmia, que por otra parte, es de difícil consecución en ámbitos de estudio de montaña mediterránea. De ahí que G. Bertrand, para solventar el proble- ma de la escala temporo-espacial necesaria para incurrir en el estudio de la dinámica, diseñara un sistema taxocorológico constituido sucesivamente por diferentes rangos:

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 447 dominios, regiones, geosistemas, geofacies y geotopos, evidenciando la existencia de combinatorias muy distintas y a diversas escalas, que determinan la estructura y fun- cionamiento de un mosaico de sistemas que se interrelacionan entre si sobre el espa- cio. El rango más utilizado en Geografía es el geosistema, que suele comprender varios kilómetros cuadrados, o incluso cientos. Este fue concebido como un préstamo conceptual otorgado por el geógrafo soviético Sochava en 1963, manifestándose como un modelo teórico que permite aplicar al análisis de los paisajes los postulados holísticos de la Teoría General de Sistemas. Dicha abstracción se torna como la verdadera nervadura ideológica, en cuanto que su mayor conocimiento facilitará el estudio y mejor definición del paisaje como plasmación territorial de la realidad. En congruen- cia, inquirir sobre la comprensión de su funcionamiento es crucial para llegar a un buen conocimiento del sistema socioecológico y su dinámica, aunque Bertrand advier- te que a diferencia del paisaje, el geosistema esta georreferenciado en un sistema socioecológico y orientado al análisis horizontal, es por tanto, que las relaciones recíprocas establecidas han de plasmarse cartográficamente, lo cual, a diferencia de otras disciplinas más cuantitativistas, hace que los geógrafos debamos utilizar un método más cualitativo. Paisaje es, por tanto, la proyección en un espacio concreto del geosistema, enten- diendo este último, como un sistema de relaciones geográficas compuesto por un fenosistema (elementos perceptibles del paisaje) y un criptosistema (factores ocultos que explican los elementos del paisaje) (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, 1981). Sin embargo, como nos recuerda Bolós (1992), pese a los consensos que se van alcanzando, la Ciencia del Paisaje tiene planteado el reto de la metodología, máxime en función de la diversidad de paisajes existentes, y de las diferentes formas de estudiarlos e interpretarlos. De hecho, esta afirmación es extensible a algo aún más crucial en cualquier ciencia, el soporte conceptual, bajo cuya renovación han de elabo- rarse las bases de una reforma de los estudios integrados, a fin de hacer de este árbol ebrancado, un magnífico conductor de las múltiples variantes del análisis visual2. En cuanto a las realizaciones concretas que pueden considerarse como estudios sistémicos del paisaje y que son los que interesan particularmente en este articulo, hay que señalar que tras el largo período en que la Ciencia del Paisaje se encuentra inmersa en la Teoría General de Sistemas, los trabajos muestran una secuencia más o menos equivalente de fases metodológicas. Se puede decir que el método pasa por dos grandes fases ineludibles que conducen, o no, a otras dos a las que no se requiere llegar necesariamente y que están, por lo general, relacionadas con la aplicación práctica sobre el territorio:

• Análisis: Pilar básico del edificio paisajístico en torno al cual han de estudiar- se las características del paisaje para su posterior comprensión. Se eligen los

2. Sin afán de ser reduccionistas, incluimos el paisaje visual, por ser junto al integrado el más utilizado por los geógrafos, pero cabe recordar que en la polisemia del término paisaje subsiste su interés y por tanto posibilidad de juego más allá de esta valoración maniqueísta o dicotómica que se aprecia entre los estudiosos del tema.

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elementos preponderantes en la configuración del paisaje objeto de estudio, ya sean abióticos, bióticos o antrópicos. Analizando la estructura se descubrirán los procesos del sistema. • Diagnosis: Evaluación y categorización de los datos obtenidos en función de las relaciones recíprocas que los convierten en elementos integradores condicionantes de la tipología y funcionamiento del paisaje. La diagnosis des- criptiva clasifica los paisajes por medio de unidades homogéneas en función de sus características, tipología o dinámica. Sin embargo, la diagnosis de po- tencialidad permite determinar la capacidad o aptitud del paisaje frente a deter- minadas actuaciones antrópicas modificadoras del estado presente del mismo. La fase complementaria de corrección de impacto ambiental intentara solucio- nar las anomalías detectadas mediante su propio y vasto aparato metodológico. • Prognosis: Análisis prospectivo sobre la evolución de los geosistemas en fun- ción de las condiciones actuales del sistema y su dinámica a lo largo del tiempo a fin de poder hacer una previsión futura. • Sintéresis: Se plantea una hipotética gestión del paisaje a fin de prever y evitar, si fuera necesario, impactos negativos en el normal funcionamiento de los geosistemas.

La mayor parte de los estudios realizados en Andalucía se han efectuado a través de las dos primeras etapas del método: el análisis y la diagnosis, es decir, el estudio de los elementos y la posterior clasificación del paisaje.

3. LOS ESTUDIOS DE PAISAJE INTEGRADO EN RELACIÓN CON LAS MONTAÑAS ANDALUZAS.

3.1. Primeros precedentes en Andalucía

Las aportaciones que desde la Geografía se han realizado para avanzar en el conocimiento de los espacios montañosos pueden ser consideradas como numerosas, aunque estas se refieran a diversos sectores de los mismos, enmarcados bien en divi- siones comarcales, bien en espacios más amplios que abarcan toda una región o varias de estas simultáneamente. Sin embargo, a pesar de lo que a primera vista pueda parecer, no son tan cuantio- sas las investigaciones publicadas sobre macizos montañosos dentro del territorio andaluz y que se hayan elaborado desde una perspectiva unitaria e integrada, que es el postulado básico de la metodología que estamos analizando en este artículo. De igual manera sucede con la cartografía de estos espacios, escasamente cartografiados, gene- ral y especializadamente a todas las escalas, a menos que se entienda –tal y como suele suceder con la mayor parte de los macizos que se han estudiado– que son únicamente la parte más conocida de los mismos, como ocurre por ejemplo en Sierra Nevada con el entorno inmediato al área de esquí, o en Sierra Bermeja con Los Reales.

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De este modo, mencionar todos los trabajos que aparecen con el título de paisaje dentro del repertorio bibliográfico andaluz no es tarea fácil, si tenemos en cuenta que bajo el prisma de esta polifacética palabra aparecen obras que nada tienen que ver con el concepto integrado de paisaje que aquí tratamos. En este sentido, y sin tener que rendir pleitesía al paisaje integrado, conforme vayamos analizando las aportaciones de los diferentes organismos, destacaremos algunos estudios e investigadores que eviden- cian esta heterogeneidad terminológica y ponen de manifiesto el no menor interés de este tipo de estudios. Por otro lado, los numerosos casos que se abarcan, así como la confluencia y diversidad de sus ideas y enfoques, nos muestran como resultado una visión amplia y enriquecedora del estado de la cuestión, ofrecida de prácticamente todo el territorio andaluz, aunque no por ello menos confusionista, ya que al ser considerados bajo el carácter diagonal de la temática paisajística, muy a menudo la hacen zahorar bajo el yugo de una asonancia semántica, encontrándonos, como ya hemos comentado, obras que poco o nada tienen que ver con el concepto científico de paisaje. Pero, centrándonos en los estudios sistémicos de paisaje con referencia a la mon- taña, y atendiendo a lo que sería una breve sinopsis histórica de lo que este tipo de investigaciones fueron en sus inicios, hay que remontarse a lo que correspondería a un primer conato de estudio paisajístico integrado. Paisajes erosivos en el Sureste espa- ñol. Ensayo de Metodología para el estudio de su cualificación y cuantificación, es una interesante obra realizada por el ICONA al amparo de los objetivos trazados para el Proyecto LUCDEME (Lucha Contra la Desertificación del Mediterráneo), y en la que se incluye a la mayor parte de las provincias andaluzas de Granada y Almería. Con un enfoque que a primera vista es integrador, pretende conocer la dinámica propia de los factores erosivos concurrentes en la destrucción del potencial biológico de la tierra bajo una fenomenología erosiva muy avanzada. La fase inicial consiste en llevar a cabo el establecimiento de un primer nivel de análisis de elementos definitorios del medio (vegetación, pendiente y litofacies), por medio de cartografía automática, que permite obtener una base numérica de datos integrando los distintos factores análogos en la configuración de los paisajes erosivos mediante unidades de afinidad respecto a la cualificación de niveles erosivos del territorio, y desemboca en una cartografía de paisajes erosivos resultante de la explotación de los mapas temáticos. Posteriormente, en una segunda etapa, se pretende la cuantificación de los efectos que estas causas originan, basándose en la calificación y clasificación anterior. En este estudio se pone de manifiesto como la utilización de métodos de mediciones directas, o modelos paramétricos, se hacen cruciales, aunque acudiendo a métodos de informa- ción discreta debido a la gran extensión del ámbito de estudio, que darán informacio- nes puntuales que posteriormente serán territorializadas. El resultado final son una serie de mapas sinópticos, que por medio de una malla geográfica, extienden a todo el territorio la información recogida en las parcelas. Tres años más tarde, en 1985, y siguiendo en el Oriente andaluz, aparecen dos obras que pueden considerarse como los antecedentes más directos de los estudios de paisaje: los Planes Especiales de Protección del Medio Físico y los Recursos Naturales de las provincias de Granada y Almería (PEPMF). Auspiciados por la Consejería de

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Política Territorial de la Junta de Andalucia, y dirigidos por Emiliano Sanz Cañada, será el Dr. Francisco Rodríguez Martínez quien ponga en marcha el ensayo de un análisis sistémico del territorio, en donde se aprecia un proceso de integración de elementos, así como un interés por manejar en un mismo plano los datos físicos y antrópicos del medio, diferenciando grandes unidades ecogeográficas en ambas provincias. Estas dife- rentes delimitaciones están compuestas a su vez por distintas unidades ambientales que mantienen unas mismas características tanto socioterritoriales, como del medio natural. De esta manera, clima, geología, topografía, suelo y vegetación son analizados como parte integrante del medio físico e igualmente se estudia la dinámica del cómputo de dichos elementos. Esto, junto al análisis de los usos del suelo, así como de los impactos que estos generan sobre el medio, posibilitan la determinación de una serie de directri- ces de ordenación, gestión y protección de los recursos naturales provinciales.

3.2. Casa de Velázquez

La labor científica que, en pos del conocimiento de la realidad andaluza, ha realiza- do este organismo en nuestra región, hay que enmarcarla en el contexto de estudio de regiones españolas deprimidas, configurándose en una de las últimas etapas de trabajo del “Equipo de Andalucía”, de marcado carácter pluridisciplinar y en torno a cuatro ámbitos geográficos diferentes (Sierra Morena, Área Metropolitana de Sevilla, Marco de Jerez y Bahía de Cádiz). Los resultados los podemos encontrar en la obra publicada en 1985, Evolución de los paisajes y ordenación del territorio en Andalucía Occidental. Estudio metodológico, en donde el Equipo Hispano-Francés de la Casa de Velázquez, intentará diagnosticar entre otros objetivos, la evolución de los paisajes y del uso del suelo durante el último cuarto del siglo XX en estas regiones. Pero centrándonos en la montaña, vemos como una de las cuatro áreas estudiadas es la Sierra Norte de Sevilla, siendo así que un año más tarde se publicó independien- temente su correspondiente monografía bajo el título de Supervivencia de la Sierra Norte de Sevilla. En este trabajo se tiene la concepción de un paisaje dinámico de base vegetal como primer indicio físico de la depresión socioeconómica que sufre la re- gión. Como producto cartográfico ofrecen un mapa sintético de la evolución de las principales unidades de paisaje resultado de la confección de dos mapas de ocupación del suelo correspondientes a 1956 y 1977, donde se contemplan tres modos de uso del territorio: espacio pastoral, cultivado y forestal. Una aproximación selectiva temática que rehusa metodologicamente ser una monografía sistemática, a fin de, según sus autores, determinar los mecanismos de la marginación, así como poner de manifiesto las potencialidades que puedan frenar este fenómeno. Finalmente, cabe recordar que bajo la coordinación de F. Fourneau, Y. Luginbuhl3 y B. Roux, en 1991 se presentó una interesante síntesis y reinterpretación de este

3. Autor del artículo publicado en 1985 “Les transformations du paysage d’Andalousie occidentale et leurs représentations”, que nos muestra desde un prisma socioeconómico las transformaciones sufridas por esta región andaluza desde los años 30.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 451 extenso programa de investigación con el título de Évolution des paysages et aménagement du territoire en Andalousie Occidentale.

3.3. Universidad de Málaga

En la Universidad de Málaga, al amparo de estudios como los de R. Domínguez Rodríguez sobre la vertiente meridional de la Sierra de Mijas, Los paisajes agrarios en el valle inferior del río Guadalhorce, o el realizado por A. Justicia Segovia, La Axarquía malagueña y la Costa oriental. Dos espacios agrarios contrapuestos4, se establecen las bases para que surja en 1989, el libro de María Luisa Gómez Moreno, La montaña malagueña: Estudio ambiental y evolución de su paisaje. Este magnífi- co estudio se explica dentro de una coyuntura epistemológica que, referente a la montaña, se abre a dos vertientes: la ecológica y la ruralista, siendo de esta manera, que la autora opta sabiamente por la combinación de ambas dimensiones como método de análisis en su investigación de las montañas malagueñas, ya que su objetivo final consiste en evidenciar el proceso de marginación y desorganización del espacio montañés, pasando de una sobreexplotación anterior, a la actual infra- explotación de sus recursos. Sin embargo, lo que en este artículo nos interesa resal- tar es la metodología utilizada para el estudio integrado del medio físico. Será la primera vez que se emplee el método de paisaje integrado de Bertrand para analizar el espacio montano andaluz, obteniendo una detallada clasificación de las unidades medioambientales en que se articula éste como base del análisis de sus paisajes, así como de la evolución de los mismos en función de las condiciones históricas de su aprovechamiento humano. Una concepción holística del área de estudio que intenta una explicación sistémica de los rasgos del paisaje a través de la comprehensión intuitiva, o de exponente fenomenológico de los usos del suelo, mediante diversas taxonomías espaciales (la taxonomía genética de paisajes de Bertrand con algunas limitaciones). Sin embargo, como veníamos diciendo al principio, la autora en su aproximación metodológica, recurre a la aportación de los postulados ecogeográficos de Tricart y Kilian, como matriz conceptual que profundiza en el análisis del factor antrópico como constituyente de los paisajes. Recordemos que la ecogeografía estu- dia como el ser humano se integra en los ecosistemas, difiriendo esta integración a su vez, en función del espacio terrestre, a lo cual, Gómez Moreno añade el tiempo, o lo que según ella denomina como el “conjunto de prácticas sociales y técnicas propias de cada momento histórico”. Desafortunadamente, esta línea de investigación no mantuvo una solución de continuidad, aunque no por ello se dejaron de hacer otros estudios de paisaje en el Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, que ha reorientado sus trabajos paisajísticos por otros campos de exploración, como el experimentado por

4. Procedente de la Tesis doctoral Evolución de las estructuras y el paisaje agrarios en la Axarquía y Montes de Málaga (Málaga, 1984).

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Matías Mérida Rodríguez, quien en su estudio de 1997, El paisaje de la costa oriental de la provincia de Málaga. Tipos y preferencias, optó por un camino metodológico basado en el análisis y clasificación de los paisajes visuales a través de la utilización de técnicas cuantitativas. Posteriormente, en 1999, y bajo la coordinación de Emilio Ferre Bueno y José María Senciales González, aparece Elementos de los paisajes de la provincia de Málaga, una obra estructurada en unidades naturales reflejadas en grandes conjuntos de paisaje de la provincia. En ella se muestran algunos artículos de paisaje vegetal desde el punto de vista tanto bioclimático como sintaxonómico, y otros referentes al origen del paisaje agrícola.

3.4. Las universidades de Granada y Sevilla: Grupos de paisaje integrado en Andalucía

Dentro del panorama científico nacional y regional, pueden singularizarse dos escuelas andaluzas: la de Granada y la de Sevilla. Hemos considerado conveniente reunirlas bajo el mismo epígrafe en tanto que pueden configurarse como escuelas de la Ciencia del Paisaje, ya que un grupo de investigadores conforman un núcleo territorial con una continuada y marcada línea de investigación iniciada por los primeros traba- jos, y seguida por las sucesivas aportaciones que intentan incorporar nuevos plantea- mientos, pero sobre todo, la implementación al método de nuevas técnicas. Ambas instituciones fueron reforzadas tras la incorporación en la década de los 90 de una nueva generación de jóvenes investigadoras universitarias, a las que hay que agradecer el desarrollo científico en nuestro ámbito geográfico e institucional.

3.4.1. Grupo granadino

Aparece como el más numeroso y de más larga tradición, ya que muestra un prolongado y temprano interés por el conocimiento de la montaña. Esta inclinación se remonta al momento en que el profesor Bosque Maurel dirigía el Departamento de Geografía, y se vislumbraba un enfoque indagador centrado en Sierra Nevada y la Alpujarra, que impregnó los excelentes estudios regionales y comarcales de corte clásico que a posteriori se iban a desarrollar. Aunque exentos de los postulados metodológicos del paisaje integrado, estos supusieron las bases para el desarrollo ulterior de los mismos al amparo de la gran información que de los distintos complejos serranos andaluces se obtendrían. Así surgieron tesis doctorales como las realizadas sobre las Sierras Subbéticas o la Serranía de Ronda, cuyos respectivos autores han sido los que con mayor entusias- mo se han dedicado posteriormente al estudio del paisaje y en relación, casi siempre, con la componente montañosa en nuestra región. De hecho, inicialmente, cuando aun se estaba consolidando en España el método sistémico, estos geógrafos, fuertemente influenciados por los postulados ecológicos del americano L. Mc Harg, ya intentaron la aplicación de un novedoso esquema metodológico para la planificación ecológica de Andalucía, método sustentado en la integración del medio físico dentro de los planes de

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 453 ordenación territorial5. Posteriormente, ambos autores continuaron dirigiendo dos líneas de investigación distintas: el Dr. Ortega Alba, Catedrático de Geografía Física, ha traba- jado y trabaja fundamentalmente el paisaje perceptual, como así lo corroboran tanto sus publicaciones, como los numerosos encargos de estudio de impacto visual que ha lleva- do a cabo en Sierra Nevada6. Por otra parte, también ha desarrollado interesantes apor- taciones teóricas sobre el concepto de paisaje, así como propuestas metodológicas para la delimitación de unidades fisicoambientales dotadas de un grado de homogeneidad potencial que las hagan operativas en el campo de la ordenación territorial andaluza. De igual modo, algunas de sus obras versan sobre la montaña y el paisaje, caso de la monografía sobre el Parque Natural de Sierra Nevada, en donde el autor parte del paisaje intrínseco para llegar a definir la realidad percibida7. Por otro lado, se encuentra el Dr. Rodríguez Martínez, Catedrático de Análisis Geográfico Regional, bajo cuya dilatada trayectoria se desarrolla la escuela granadina del paisaje integrado. El continuo quehacer de este geógrafo, tanto en relación a las investigaciones de la montaña, como de la Ciencia del Paisaje, se ha materializado tanto en sus aportaciones propias, como en la labor de dirección ejercida sobre las muchas tesis que referente a la montaña y el paisaje se han sucedido en el panorama de la geografía granadina. Respecto a las primeras, el posicionamiento del autor des- cansa sobre la defensa del paisaje respecto al discurso territorial, argumentando que la necesidad del método paisajístico es clave para la ordenación global del territorio, especialmente en Andalucía, al ser un excelente indicador de los equilibrios internos del sistema y participar a su vez de una triple perspectiva: histórico-evolutiva, actual y prospectiva, algo fundamental, si como nos recuerda, tomamos en consideración la variabilidad de la combinatoria de elementos y factores naturales y humanos8. Respec- to a la dirección de las tesis, hay que destacar las que podríamos denominar como antecesoras de los estudios de paisaje integrado, que se corresponden con las investi- gaciones de Eduardo Araque sobre la Sierra de Segura, o la de Pilar García Martínez, sobre la Alpujarra Occidental9. Culminando esta larga singladura, aparecen las tres

5. ORTEGA ALBA, I. y RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F.: “Un esquema metodológico para la planificación ecológica de Andalucía”. V Coloquio Nacional de Geografía. Para conocer las últimas tendencias de este enfoque metodológico vease la segunda edición del manual The Living Landscape. An Ecological Approach to Landscape Planning. F. Steiner (1999), Mc Graw-Hill. 6. “El modelo paisajístico dominante y su inadecuación a la alta montaña mediterránea. El caso de Sierra Nevada”, “El paisaje perceptual en los estudios de impacto ambiental. Experiencias en carreteras de alta montaña: Sierra Nevada”, “Regeneración del paisaje de la laguna de Las Yeguas. Sierra Nevada”, etc. 7. “Conceptos de paisaje y opciones de intervencion”, “Unidades Fisico-Ambientales de Andalucia. Esquema metodologico” y Parque Natural de Sierra Nevada. 8. Véanse los artículos publicados en Cuadernos Geográficos: “En torno al valor actual del paisaje en Geografía”, “Bases físicas para la ordenación territorial de la Vertiente Sur de Sierra Nevada (Alpujarra Alta)”, “Notas sobre la crisis y las posibilidades de desarrollo de la montaña mediterránea andaluza: el caso de Sierra Nevada”, así como el ya comentado PEPMF de las provincias de Granada y Almeria y “El paisaje en la ordenación del espacio litoral”. 9. Sus títulos respectivos son: La Sierra de Segura: crisis y perspectiva de futuro de la Montaña andaluza, y La transformación del paisaje y la economía rural en la Alta Alpujarra Occidental.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 454 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO tesis doctorales sobre paisaje integrado y montaña que sucesivamente irán consolidan- do esta escuela de pensamiento, hasta el punto de convertirse en referencia obligada de este tipo de estudios en España, como seguidamente analizaremos. La primera de estas tres tesis doctorales ve sus resultados en 1991, con la inves- tigación llevada a cabo por la actualmente profesora de Geografía, la Dra. Yolanda Jiménez Olivencia. Esta investigadora marcará un hito en el análisis paisajístico anda- luz, ya que por primera vez se formaliza el análisis sistémico de los paisajes para la totalidad de un conjunto topográfico de un espacio de montaña en Andalucía, el macizo de Sierra Nevada. Los paisajes de Sierra Nevada. Cartografía de los sistemas naturales de una montaña mediterránea, así se titula la monografía, tiene por objeti- vo experimentar un método geoecológico, a través del cual comprender la estructura del macizo, identificando los distintos sistemas que se configuran en el mismo, y viendo como estos se ordenan en el espacio, hasta conseguir un documento capaz de sentar las bases de la gestión del medio natural de esta montaña surpeninsular10. El planteamiento teórico-metodológico se inserta en los postulados generales de la ecología del paisaje de origen alemán, redefinidos por la escuela de ecogeógrafos franceses del grupo de Toulouse dirigido por G. Bertrand. Situada en este marco de referencia, la obra parte de dos premisas básicas. En primer lugar, la necesidad de entender el territorio como un todo cuyos elementos constituyentes mantienen entre sí unas fuertes interrelaciones. Dichas relaciones se traducen en la configuración de estructuras espaciales diferenciables que funcionan a modo de sistemas abiertos y que, por tanto, presentan una dinámica propia, sin ser independiente por ello, de la natura- leza y dinámica de los sistemas vecinos. La segunda premisa parte de la idea de que los paisajes son el reflejo de la transformación del medio por los numerosos colectivos humanos que han dado for- ma al entorno. De este modo, la ocupación y explotación humana actual y pasada del territorio, constituyen elementos fundamentales en la configuración final de los sistemas. A partir de aquí, la autora procede a la identificación de los elementos más sintomáticos del territorio, estableciendo una jerarquía entre ellos para determinar a que escalas intervienen cada uno en el ordenamiento final del espacio. La secuencia clima, geoformas, usos antrópicos-vegetación, suelos, se trasluce claramente en las escalas a las que se cartografían los distintos temas, así como en el papel que cada elemento juega en la identificación de regiones, geosistemas y geofacies. El método se concreta pues, inicialmente, en el desarrollo extenso de una fase analítica referente a elementos de naturaleza geoecológica y socioeconómica que, al traducirse en realizaciones cartográficas y temáticas, permiten ir identificando discontinuidades territoriales de diverso orden.

10. Ver otros artículos realizados por Jiménez Olivencia “Esquema metodológico para un análisis del paisaje orientado a la planificación de un espacio natural protegido: Sierra Nevada (España)”Cuadernos Geográficos n.º 20-21, p. 29-36, y “De los geosistemas a los paisajes: Sierra Nevada y la Alpujarra”. I Conferencia Internacional de Sierra Nevada, p. 229-241.

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En una segunda fase, y con ayuda de una cuadrícula georreferenciada, así como de la base de datos subsiguiente, se identifican unidades espaciales cuyo potencial ecológico, y cuya explotación biológica y antrópica, definen sistemas abiertos con dinámica propia. La explicación de cada sistema, de su grado de estabilidad o inesta- bilidad y de sus tendencias evolutivas, constituye la diagnosis territorial que ofrece sobre las distintas unidades sistemicas de paisaje identificadas. Por último, el trabajo tuvo la oportunidad de constituir la base sobre la que se elaboró el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Sierra Nevada, siendo así que este análisis y diagnóstico territorial dio lugar a una zonificación del macizo que determina, en última instancia, la planificación de usos y actividades de este espacio protegido. Se evidencia, de este modo, la directa utilidad que los estudios sistémicos del paisaje tienen para la planificación y gestión territorial. Por todo ello, esta obra se convierte instantáneamente en un claro precedente de los estudios, que a modo de epígono, se llevarán a cabo en el mismo equipo de investigación, y bajo la misma dirección. Teniendo en cuenta que las siguientes áreas de estudio, tanto la Sierra de la Contraviesa, como la Sierra de Lújar, forman parte del cordón prelitoral granadino, su continuidad espacial con el ámbito nevadense propicia una similitud en sus comportamientos y problemáticas, siendo la línea teórico-metodológica de la escuela tolosana de G. Bertrand, aunque con modificaciones acaecidas en fun- ción de los objetivos y de los ámbitos territoriales, la que una vez más canalice los estudios llevados a cabo en la Universidad de Granada. Será en 1992 cuando se presente la Tesis Doctoral sobre los paisajes erosivos de la Sierra de la Contraviesa de la Dra. María Teresa Camacho Olmedo, publicada en 1995 bajo el título de Cartografía de los paisajes erosivos de la Sierra de la Contraviesa (Provincias de Granada y Almería). En solución de continuidad con la propuesta teórica-metodológica de la profesora Jiménez Olivencia, y enmarcado en el contexto de las preocupaciones científicas de proyectos de gran envergadura como el LUCDEME (Lucha Contra la Desertificación del Mediterráneo), los cambios más sustanciales de este trabajo vienen definidos por la incorporación de nuevas técnicas. La aplicación de la teledetección es la verdadera aportación de la autora en un intento de conseguir nuevas fuentes de interacción y resultados más rápidos. Otro de los cambios se debe, a que las diferencias objetivas y escalares de los dos ámbitos de estudio propiciaron novedades como la incorporación del análisis de los riesgos erosivos y los estados degradativos. Un análisis cualitativo de la erosión que define su investigación como naturalístico-paisajística. Es una obra que incide profundamente en el análisis de los componentes materiales del paisaje, claro que, estos son analizados sectorialmente, al ser considerados por la autora como componentes desencadenantes esenciales de la erosión, claves para descifrar y caracterizar el comportamiento de las unidades de paisaje ante los procesos erosivos, objetivo último del trabajo. Las variables utilizadas para tal fin son: los usos del suelo, la vegetación, las pendientes, y el sustrato litológico, así como su resultante en el modelado. Tras la recogida y tratamiento de la información, tanto documental como cartográfica, así como de las imágenes de satélite, lo cual constituye la primera fase, en la segunda etapa del método se procede a realizar la cartografía temática, que la autora considera

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 456 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO un fin en sí mismo, ya que excede los objetivos iniciales de la obra. Geomorfología (a escala 1:50.000) y pendientes, así como vegetación y usos del suelo, con especial énfasis en la geoponía (todas a escala 1:25.000, por ser consideradas variables deter- minantes en los procesos erosivos), son la plasmación cartográfica de la cual se valdrá para la elaboración de un primer grado de síntesis correspondiente a las unidades homogéneas, que en este caso pretenden cualificar la erosión, acercándose al estudio de la protección del suelo a través de la vegetación por parámetros de cobertura vegetal y de pendientes. La tercera y última fase parte de las unidades anteriormente delimitadas para determinar la dinámica en relación a la clímax, identificando ámbitos en biostasia y ámbitos en rexistasia, que una vez puesto en relación con el resto de variables paisajísticas, han dado como resultado la identificación de los geosistemas que configurarán los paisajes erosivos y su correspondiente plasmación cartográfica, así como la posibili- dad de jerarquizar las leyendas. De esta manera, se ha conseguido la delimitación y caracterización de los paisajes erosivos a través del método de la superposición. Otro de los logros de esta tesis, ha sido la aseveración de la idoneidad de las imágenes de satélite para los estudios de paisaje, lo cual permite una visión sintética a través de la integración de hechos múltiples, así como su perfecta complementariedad con otras fuentes, pudiéndose hablar de consolidación de la técnica. Una técnica no exenta de dificultades, ya que el común denominador de las áreas de montaña en cuanto a los problemas planteados, tanto en esta obra como en la que seguidamente se expone, se refiere a que en función del relieve varía la respuesta radiométrica, de ahí que se opte por la aplicación de un Modelo Numérico del Terreno (MNT) para conseguir la correc- ción radiométrica capaz de identificar y delimitar los diferentes usos del suelo (así como las imágenes derivadas), una vez eliminada la presencia de sombras, y sobre una pers- pectiva multitemporal que permite el análisis fenológico de los mismos. Por su parte, María José Martos Fernández, en su libro Los paisajes de la Sierra de Lújar (1998), ha marcado una gran escora hacia el plano técnico. La utilización del entrecruzado, tanto del análisis visual, como del tratamiento numérico para la zonificación de las unidades paisajísticas, ha permitido una mayor rapidez a la hora de conseguir respuestas fiables a los problemas territoriales planteados. La autora logra de esta manera uno de sus principales objetivos, afianzar la utilización de la teledetección en el análisis de unidades de paisaje en áreas de montaña11. Por tanto, se podría decir que la metodología utilizada se inscribe en el marco de la geoecología o ecogeografía, siendo así que, según su autora, se trata de “un método clásico de aproximación progresiva por síntesis de las informaciones sectoriales, y, en el campo cartográfico, por recubrimiento y superposición” (Martos Fernández, 1998). Para completar el panorama de los trabajos y actividades que el equipo de Grana- da desarrolla en torno al paisaje, habría que destacar diversas aportaciones de otros

11. Ver artículo publicado en Cuadernos Geográficos n.º 20-21 “Utilización de la teledetección en el análisis de las componentes del paisaje en áreas de montaña: Aplicación a la Sierra de Lújar (provincia de Granada)”.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 457 miembros del mismo. De esta manera, encontramos los trabajos de la Dra. M. Elena Martín-Vivaldi Caballero, quien inició su trayectoria con Paisaje físico y la morfolo- gía del valle del río Monachil (Sierra Nevada), un estudio de distintos aspectos físicos que configuran el paisaje con especial énfasis en la morfología12, y continuó después en colaboración con otros miembros del equipo, con quienes mantiene una línea abierta sobre los paisajes de la provincia de Granada, como así lo demuestran algunas obras analizadas13. Por otra parte, este grupo de trabajo contribuyó de forma decisiva a la celebración en 1993 del Congreso Internacional sobre el Paisaje Mediterráneo, y cuyas aportaciones respaldaron en su momento la aprobación de la Carta del Paisaje Mediterráneo (Carta de Sevilla)14, trabajos que posteriormente se verían reflejados en la publicación El Paisaje Mediterráneo.

3.4.2. Grupo sevillano

Tras analizar las aportaciones básicas del grupo granadino, nos vamos a la Univer- sidad de Sevilla, donde nos encontramos con dos líneas paisajísticas diferenciadas y distintamente dirigidas. Por una parte, Florencio Zoido, Catedrático de Análisis Geográ- fico Regional, que bajo el enfoque de la ordenación territorial, nos muestra como el paisaje, cualidad formal del espacio geográfico, puede ser además objeto de interven- ción pública y regulación normativa. Por otra parte, el Catedrático José Manuel Rubio Recio, dirige otra línea de investigación paisajística inserta dentro del paisaje físico de tendencia biogeográfica, como así lo atestiguan algunas de sus publicaciones al respec- to15, y sobre todo, la dirección de diversas tesis entre las que se encuentran la realizada por Paloma Ibarra Benlloch Naturaleza y hombre en el Sur del : un análisis paisajístico integrado, publicada en 1993, o la más reciente Vegetación y paisaje en la costa atlántica de Andalucía, de Rosalía Bejarano Palma, editada en 1997, y en la que se da una clara prioridad a la componente vegetal. Pero circunscribámonos a las regiones montañosas, para lo cual hemos de anali- zar la primera de las obras por el carácter serrano de su área de estudio, el Sur del Campo de Gibraltar. Esta obra se desarrolla bajo los claros objetivos de delimitar y analizar unidades de paisaje homogéneas, así como descubrir las principales interacciones

12. Tesina de la autora publicada en parte en la revista Cuadernos Geográficos de la Universidad de Granada n.º 10. 13. “Transformaciones del paisaje en el área de influencia de la capital granadina: La vega de Granada”, de M. E. Martín-Vivaldi y Y. Jiménez Olivencia. En torno a la crisis y evolución de los paisajes rurales. “Paisaje y turismo en el litoral de Granada”, de M. E. Martín Vivaldi y E. Cózar Valero. Versa sobre el impacto que ejerce el turismo respecto al paisaje costero. 14. Adoptada por las Regiones de Andalucía, Languedoc-Rousillon y Toscana, en materia de protección del paisaje. 15. Biogeografía. Paisajes vegetales y vida animal (1988), “La noción del paisaje y el paisaje como medio didáctico del quehacer geográfico” (1990).

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 458 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO entre los factores y elementos, con el fin de poder establecer un diagnóstico sobre su dinámica. Una investigación que se caracteriza por diferenciar entre los componentes del paisaje que son elementos del mismo, y los que son factores explicativos. En primer lugar y como primera etapa, analiza los distintos elementos descriptivos del paisaje. Litología, relieve, red de drenaje, suelo y cubierta del suelo, son para la autora los componentes del fenosistema sobre los que se estructura el paisaje a distintas escalas y según la taxonomía de Tricart y Cailleux (1956). De esta manera, dependien- do del peso de cada elemento en la combinación de la información extraída de los diferentes mapas temáticos elaborados a escala 1:25.000, diferencia unidades de pai- saje a una escala correspondiente a los geosistemas de Bertrand, así como unidades ambientales, que registra las facies principales dentro de cada unidad de paisaje, y que podría coincidir con la terminología taxonómica de Bertrand inherente a las geofacies. La cartografía definitiva, tanto de unidades de paisaje, como ambientales, se hará efectiva tras un inventario de campo que verifique las delimitaciones llevadas a cabo. A partir de aquí, comienza la explicación causal entre factores y elementos del paisaje. Tratará de dar explicación a los dos elementos que bajo su criterio tienen más peso en la articulación del paisaje, el relieve y la cubierta del suelo, a través de los factores geológicos en el primer caso, y a partir de los de los factores climáticos y antrópicos o exosomáticos en el segundo. Aquí reside una de las principales diferen- cias conceptuales con los demás autores analizados, ya que Ibarra interpreta el clima como uno de los factores del criptosistema que dan explicación a los elementos del paisaje, una fuente de energía, y no como un elemento más16. Finalmente establece un diagnóstico sobre la dinámica de las unidades de paisaje, primero sectorialmente, analizando el estado de la degradación, y después el de la cubierta vegetal y el de la morfogénesis, terminando con el estudio de la dinámica global de las diferentes unida- des de paisaje.

3.5. Universidades de Córdoba y Jaén

Antes de finalizar este recorrido, hay que destacar la labor inestimable de Anto- nio López Ontiveros dentro de la Universidad de Córdoba, en cuanto al reconocimien- to de los paisajes rurales andaluces se refiere, otorgándoles un valor cultural de inte- gración y de organización del espacio. Por su parte, la incorporación de Luis Cáncer Pomar a la joven Universidad de Jaén, presupone una pronta adhesión de esta institu- ción a los circuitos científicos del paisaje andaluz17.

16. Ver también el artículo “La influencia de los factores ambientales y antrópicos en las unidades de paisaje de las serranías del Sur del Campo de Gibraltar”. 17. Recordemos que Cáncer Pomar ha elaborado varios estudios en los que pone de manifiesto su interés por los paisajes de montaña: Ecogeografía de los paisajes del Alto Gállego, o Bases físicas del estudio paisajístico del borrador del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de los valles pirenaicos occidentales oscenses.

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4. SÍNTESIS

Queda patente que para la realización de las diferentes Tesis se han llevado a cabo distintas formas de instrumentalizar el método paisajístico con el común objetivo de caracterizar y evaluar los paisajes de montaña. Los trabajos aquí expuestos consti- tuyen diversas realizaciones concretas o propuestas de aplicación de un mismo méto- do. Un método equiparable en su estructura a cualquiera de las obras analizadas, aunque dependiendo de las características intrínsecas de cada ámbito de estudio, así como de los propios objetivos de la investigación, encontramos distintas realizaciones en torno a la evaluación sistémica de las áreas de montaña en Andalucía que podrían quedar resumidas como muestra el cuadro 1. En este sentido, el primer punto de referencia en común que encontramos en los estudios analizados, es la inclusión de los macizos montañosos en su conjunto como entidades singulares de estudio, aunque siempre teniendo en cuenta que estas unidades geográficas participan de las diferentes ocupaciones antrópicas que las regiones circun- dantes hacen de ellas. Por tanto, unas demarcaciones que resaltan la identidad topográfica que las diferencia del resto de unidades que las rodean, (a excepción de Ibarra, que toma como limites los términos municipales del Sur del Campo de Gibraltar).

CUADRO 1. CUADRO SÍNTESIS DE LAS TESIS ANALIZADAS

Área de Año de Objetivos Extensión Escala Tecnicas Plasmación Estudio Autor/a Publicación Investigación Territorial Espacial Utilizadas Territorial (Km2)

Sierra Yolanda Análisis Fotoint. PRUG, PORN, Nevada Jiménez 1991 Sistémico 2.212 1:25.000 C. D. Delimitación Olivencia del Paisaje P.N. Sª Nevada

Sur Paloma Análisis Fotoint. Campo de Ibarra 1993 Sistémico 829 1:25.000 C. D. – Gibraltar Benlloch del Paisaje

Sierra M.ª Teresa Análisis Fotoint. de la Camacho 1995 Sistémico 550 1:25.000 C. D. – Contraviesa Olmedo del Paisaje Teledetección Est. Eros.

Sierra María José Análisis Fotoint. de Martos 1998 Sistémico 390 1:25.000 C. D. – Lújar Fernández del Paisaje Teledetección

Fotoint.: Fotointerpretación; C. D.: Cartografía Digital; Est. Eros.: Estados Erosivos. Fuente: Elaboración propia a partir de las obras analizadas.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 460 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO

Las escalas espaciales a 1:25.000, han sido unánimemente elegidas para la elabo- ración de los diferentes mapas temáticos. A razón de la extensión de los distintos macizos montañosos, que como vemos oscilan entre los 2.212 km2 de Sierra Nevada y los 390 Km2 de la Sierra de Lújar, esta escala de trabajo es considerada como la aproximación territorial mas adecuada a la hora de visualizar los aspectos mas sig- nificativos de la organización sistémica de estas serranías, eliminando a su vez, una excesiva e inoperante información de posibles escalas mayores. Respecto a las técnicas utilizadas, la fotointerpretación se muestra como una posibilidad fiable y consolidada de analizar principalmente la vegetación y los dife- rentes usos antrópicos del suelo, es por ello, que representa un instrumento fundamen- tal en este tipo de análisis. De igual modo, la cartografía digital ha sido comúnmente adoptada a la hora de realizar los diversos mapas. Sin embargo, será a partir de 1995 cuando se pongan de manifiesto las ventajas de una técnica en continua expansión; la teledetección supone, como ya hemos reiterado en anteriores ocasiones, la complementariedad espacial y espectral que dinamiza los estudios de paisaje a la hora de detectar las más diversas combinaciones territoriales. Podemos considerar que el objetivo último de estas investigaciones es aportar una base de conocimientos sólida acerca de los grandes elementos que organizan el medio natural, así como sus relaciones dinámicas, estableciéndose una serie de unidades geográficas correspondientes a los distintos sistemas naturales diferenciados. Asimis- mo, son indudables las aportaciones técnicas y metodológicas, aunque más débiles en lo relativo al campo conceptual, un problema que lógicamente ha ido incrementándose, ya que casi todo el esfuerzo teórico-metodológico se ha centrado en adoptar las ideas sobre paisaje de G. Bertrand. Finalmente, partiendo de que el conocimiento de los distintos sistemas naturales existentes en cada uno de los macizos es fundamental para su posterior ordenación territorial, las autoras utilizan en general metodologías abiertas, que proporcionan las bases para alcanzar objetivos más ambiciosos en el futuro (diacrónica y ulteriormente hablando), lo cual hace plantearnos hasta donde puede y debe llegar el papel del geógrafo en la intervención y análisis espacial. En este sentido, tenemos diferentes casos de utilización de los mismos en distintos proyectos institucionales (Sierra Neva- da; PRUG, PORN, Delimitación Parque Natural y Nacional). Por lo cual, cabe indicar que estos estudios no sólo corresponden al interés investigador, sino que además se aplican o pueden aplicarse, a las necesidades reales que la planificación territorial global demanda hoy en día.

5. TRABAJOS EN CURSO Y CONTINUIDAD DE LOS ESTUDIOS DE PAISAJE

Actualmente, en el contexto general de lo que resulta ya una panorámica andalu- za en orden a una creciente preocupación de los geógrafos, así como de otros científi- cos, por los problemas de la conservación y ordenación del medio físico, el estado actual del contexto epistemológico del paisaje esta protagonizado por las detersivas reflexiones en torno a éste por parte de grupos como el de Granada, coincidentes a su

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 461 vez con otras escuelas como las de Toulouse o Besançon18. En esta línea, es en el Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad granadina, y bajo la tripartita dirección de los Drs. Jiménez Olivencia, Martín-Vivaldi Caballero y Rodríguez Martínez, donde el que suscribe esta llevando a cabo una nueva tesis doctoral, utilizándose de nuevo el método sinóptico ya ensayado y consolidado en otras áreas de montaña y con total éxito de resultados, a fin de realizar un análisis geográfico y paisajístico de Sierra Bermeja (provincia de Málaga). Pero veamos más detenidamente las causas que originaron este estudio y el marco metodológico corres- pondiente. El Macizo de Sierra Bermeja, a pesar de jugar un papel fundamental, es un perfecto desconocido, en cuanto a que únicamente se han realizado estudios sectoria- les y puntuales del mismo, siendo importante la ausencia de un enfoque integrado en su investigación. Estudiar un área que jamás ha sido objeto de estudio geográfico implica una ardua, y en ocasiones, decepcionante labor, si no fuera porque es precisa- mente este vacío informativo lo que hace necesario este trabajo, con vistas a no perder un pasado que ha marcado el rumbo de lo que tras este estudio debería esclarecer, en la medida de lo posible, las claves del futuro, una necesidad sentida ante la veracidad de los problemas que sobre esta Sierra se están cebando. Por otra parte, nos hallamos ante la tesitura de una montaña mediterránea con una desorganización potencial de los sistemas naturales debido a la incompatibilidad de las actividades socioeconómicas de la población, tanto en las interacciones con el medio, como entre ellas mismas. Sierra Bermeja presenta una doble funcionalidad, por una parte telón de fondo del litoral, y por la otra, sustento de varias poblaciones del Valle del Genal, que le otorga una complicada situación de frontera, convirtiéndola en un espacio olvidado a la vez que codiciado. Esta coyuntura socioeconómica resulta distinta a la del resto de los estudios, por lo que en este caso no ha sido suficiente la identidad topográfica del macizo como marco de referencia, sino que resulta indispen- sable contemplar la franja litoral, analizando la montaña como telón de fondo de la Costa del Sol Occidental, en cuanto que la composición y dinámica de los elementos y relaciones de la Sierra, están protagonizadas histórica, y actualmente, por la acción antrópica generada en ámbitos más propicios para el desarrollo humano, siendo esta amplia delimitación territorial la que permite entender mejor la interrelación de la montaña con su periferia, a la vez que es uno de los principales retos de la investiga- ción, ya que la dinámica territorial del litoral imprime un ritmo acelerado al proceso evolutivo de toda la región, de modo que los espacios aledaños se ven afectados por las expectativas que sobre ellos se generan desde el exterior. De ahí radica la impor- tancia de evaluar el sentido de la evolución de los paisajes y su aceleración reciente, y consecuentemente, la idoneidad de realizar un estudio evolutivo que permita compren- der el paisaje actual y pronosticar su evolución futura.

18. Véase capítulo referente al marco teórico y metodológico correspondiente a la obra de Martos Fernández (1998), p. 28-37.

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Pero como puede apreciarse en el esquema metodológico (Figura 1), partimos de la consideración del paisaje como expresión de un polisistema configurado por la combinación de los sistemas bióticos, abióticos y antrópicos, aunque para entender mejor estos procesos, se está profundizando en el estudio diacrónico de dos compo- nentes esenciales del paisaje de Sierra Bermeja: la historia geológica y el poblamiento antrópico. Ambos son considerados armazón indiscutible en la configuración del ca- rácter y personalidad de los procesos, y por ende, necesarios para realizar el estudio integrado de los paisajes más recientes, objetivo principal de este trabajo. La historia geológica constituye un análisis explicativo, a escala geológica, que permitirá desci- frar las claves del elemento constituyente más característico de esta montaña, la litología. Por otra parte, el análisis del poblamiento y la población y su configuración a través de la historia desde que el hombre hiciera acto de presencia por estas tierras, se hace imprescindible y justificable con el propósito fundamental de encontrar una síntesis interpretativa y en clave geográfica que nos ofrecerá una visión secuencial de la realidad en la que cada fase histórico-evolutiva se explicaría por la inmediatamente anterior. Con esta perspectiva genética se transcienden los aspectos actuales y forma- les que presenta el actual sistema de poblamiento para buscar las claves, que sin duda, han ido configurándolo con el tiempo. Analizar la génesis del poblamiento en cuanto que agente modificador del paisaje, pilar básico en que descansa cualquier organiza- ción del territorio manifiesta, a su vez, en una serie de líneas espacio-temporales, indicándonos este análisis retrospectivo el papel que ha ido gestando Sierra Bermeja en cada período de la historia (repulsivo-refugio-productivo, etc.), así como las dife- rentes fluctuaciones entre el medio y la presión demográfica de dicho poblamiento. Tanto en función de ese análisis, como del correspondiente al resto de elementos configuradores del paisaje, se procede a la caracterización estructural y dinámica de los paisajes de Sierra Bermeja con relación a los procesos pasados, así como a su actual dependencia espacial respecto al turismo como motor de la economía de la Costa del Sol Occidental, y la relación de esos sistemas con la actividad turística; si se atiende a una organización o desorganización de los sistemas, si hay una dinámica regresiva o progresiva, etc. De esta fase se deriva la necesidad de obtener una cartografía temática y analítica de detalle de todo el macizo, unificando escalas y subsanando las lagunas informativas que hay al respecto, fundamental para el posterior uso de responsables e investigado- res. De esta manera, interesan los parámetros de índole orográfico-hidrológica (como mapa base sustentador del resto de la cartografía), geomorfológica, pedológica, bioclimática, de usos del suelo, así como las afecciones jurídico- administrativas y los sucesivos incendios forestales, analizando diacronicamente estos tres últimos. En este trabajo nos planteamos la importancia de construir una cartografía que exprese la realidad subyacente de los paisajes sin la mera superposición de mapas sectoriales. El método paisajístico debe dar expresión y justificación a estas combina- ciones dentro de un modelo interpretativo concreto de cartografía secuencial. Al tratarse de un estudio espacial comparativo, para la confección de los corres- pondientes mapas de vegetación y usos del suelo, se están utilizando series tempora- les fotogramétricas como fuente de información visual directa y objetiva que cubren

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 463 MAPAS DE MAPAS Y VEGETACIÓN SUELO USOS DEL MAPA BASE ORO- MAPA HIDROLÓGICO MAPA GEOMORFOLÓGICO DE SUELOS MAPA MAPA BIOCLIMÁTICO AFECCIONES DE MAPA JURÍDICO-ADMINISTRATIVAS HISTÓRICO MAPA DE INCENDIOS FIGURA 1. ESQUEMA METODOLÓGICO FIGURA 1. ESQUEMA Fuente: Elaboración propia.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 464 JOSÉ GÓMEZ ZOTANO de forma sistemática toda la Sierra y su entorno (años 1956-1977-1994), así como un documento cartográfico perteneciente a 1881 que discrimina los usos del suelo a escala 1:25.000 e imágenes de satélite que cierran la serie actualizando el último vuelo aéreo para conseguir la etapa del 2001. Igualmente, el trabajo de campo complementa y facilita el análisis de las distintas mutaciones paisajísticas. El análi- sis se está haciendo de forma mixta, es decir, comenzando por 1956 y 1994, en vez de por alguno de los extremos, a fin de ir comparando y resolviendo cuestiones análogas. Consiguientemente, en un trabajo como este, que pretende una compren- sión actual y la posible evolución futura de los paisajes, se hace imprescindible estudiar la problemática ambiental como un proceso continuo, heredado, más que como un estado fijo, por ello va adquiriendo cada vez mayor importancia el estudio de la documentación histórica como fuente de información prenatal, aunque jugando el tiempo en contra de una de las principales fuentes de información, la oral. De ese rescate resulta un fuerte compromiso del científico para con la sociedad, ya que además, son precisamente los antecedentes histórico-temporales, la mejor herra- mienta para discernir sobre los condicionantes antrópicos hallados en el paisaje, y que han surgido a raíz de los distintos comportamientos humanos, máxime en Euro- pa y en las áreas de montaña mediterránea, en donde según Bernáldez (1981), la estructura de los paisajes presenta elementos antropogénicos procedentes de épocas distintas, que se superponen y entremezclan debido a la distinta histéresis de los procesos naturales. Posteriormente, se obtendrá una cartografía de síntesis basada en la plasmación cartográfica de los parámetros que definen la actual dinámica de Sierra Bermeja en función de la base cartográfica anterior y para cada una de las etapas analizadas: a) Caracterización del territorio b) Zonificación del macizo en orden a la diagnosis de potencialidad según la evaluación de capacidad y de vulnerabilidad que presenten los diferentes sistemas para contemplar posibles actividades, y excluir todas aquellas que impliquen una desorganización de los sistemas naturales o interfieran de modo incom- patible en las expresiones socioeconómicas y culturales de la población. Seguidamen- te, esta secuencia espacio-temporal nos permite realizar un mapa de alteraciones 1881- 2001, que posibilitará la visión de las principales causas de alteración sobre el territo- rio, así como las zonas regeneradas, información crucial para futuras intervenciones paisajísticas. Por su parte, los diagramas evolutivos de los distintos geosistemas com- pletan el análisis prospectivo de la fase de pronóstico a fin de profundizar en la evolución futura de los mismos. Finalmente, en función de la información anteriormente obtenida, se lanzará una propuesta de Ordenación de Sierra Bermeja, apuntando las líneas directrices para la conservación, regeneración y mejora del paisaje, protegiendo aquellos elementos que presenten valores ecológicos, estéticos y culturales, y haciendo una propuesta de res- tauración de las zonas degradadas, así como para aumentar el conocimiento de la zona con el fin de detectar su aptitud desde el punto de vista socioeconómico, procurando un desarrollo que aproveche de forma sostenible los recursos endógenos de esta área montañosa y su entorno.

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6. CONCLUSIONES

Una de las pretensiones de este trabajo, ha sido evidenciar que el paisaje integra- do representa uno de los pocos enfoques metodológicos adaptados al tratamiento de cuestiones globales de índole territorial, especialmente para espacios de montaña me- diterránea, caracterizados por múltiples fenómenos naturales, así como histórico-cul- turales, que ponen de manifiesto la fragilidad de unos equilibrios difícilmente detectables sin la utilización de una óptica sistémica. Así lo han puesto de manifiesto los estudios analizados, que han propiciado un avance más que considerable en el conocimiento de la montaña andaluza, utilizando una metodología mejor trabada y más acorde, tanto con los planteamientos epistemológicos de nuestra ciencia, como con las exigencias del medio y del cómputo social a la que se destina. Dichos trabajos han ido evolucionando en sus planteamientos iniciales, así como en el plano técnico, facilitando un mejor encaje de los mismos a la hora ponerlos en práctica para descubrir el funcionamiento interno de los sistemas. Es por ello que se ha abogado en numerosas ocasiones, entre otros por F. Rodríguez (1994), por que únicamente, a través del carácter ontológico del método paisajístico se puede definir el modelo histórico y tendencial del territorio, convirtiéndose automáticamente este método en pieza clave de una política debidamente articulada a fin de posibilitar el adecuado seguimiento y control de los cambios físicos y culturales dentro de unas pautas preestablecidas. Consecuentemente, los estudios integrados del medio con referencia al paisaje, continúan siendo imprescindibles si queremos mantener intactas las esencias de los proyectos sociales y territoriales que siguen realizándose en muchas regiones espa- ñolas. Como hemos podido comprobar, el considerable esfuerzo desplegado en las distintas aportaciones, contribuyen enérgicamente al progreso del conocimiento del territorio andaluz, así como a la consolidación de un método en constante extrusión, un campo inmenso y prometedor configurado en torno al paisaje de montaña, bajo cuyos planteamientos han surgido y seguirán surgiendo en Andalucía y para Andalu- cía, numerosos trabajos geográficos que demuestran el éxito de las distintos grupos de investigación, así como de los diversos enfoques que en este sentido están ope- rando.

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Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 EL PAISAJE INTEGRADO DE LAS MONTAÑAS ANDALUZAS. ANÁLISIS… 467

ORTEGA ALBA, F. y RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F. (1977): “Un esquema metodológico para la planificación ecológica de Andalucía”. V Coloquio de Geografía, p. 169-177. Granada. ORTEGA ALBA, F. (1992): “Paisaje”. Parque Natural de Sierra Nevada. Ed. Rueda, p. 59-87.Alarcón, Madrid. —, (1995): “Unidades Fisico-Ambientales de Andalucía. Esquema metodológico”. (no publicado). —, (1997): “Conceptos de paisaje y opciones de intervención”. Cuadernos Geográficos 26, p. 153-173. Granada. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F. (1979): “En torno al valor actual del paisaje en Geografía”. Cuadernos Geográficos 9, p. 23-42. Universidad de Granada. Granada. —, (1982): “Notas sobre la crisis y las posibilidades de desarrollo de la montaña mediterránea andaluza: el caso de Sierra Nevada”. Cuadernos Geográficos 11, p 267-283. Universidad de Granada. Granada. —, (1985a); (Dirig. por SANZ CAÑADA, E.): Plan Especial de Protección del Medio Físico y los Recursos Naturales de la provincia de Almería. (ejemplar policopiado). Consejería de Política Territorial de la Junta de Andalucía, Sevilla. —, (1985b); (Dirig. por SANZ CAÑADA, E.): Plan Especial de Protección del Medio Físico y los Recursos Naturales de la provincia de Granada. (ejemplar policopiado). Consejería de Política Territorial de la Junta de Andalucía, Sevilla. —, (1994): “El paisaje en la ordenación del espacio litoral”. Seminario sobre el medio ambiente en los usos no económicos del espacio litoral. XV Curso de verano, San Roque. ROUGERIE, G. y BEROUTCHACHVILI, N. (1991): Géosystèmes et paysages. Bilan et méthodes. Armand Colin. Paris. RUBIO RECIO, J. M. (1990): “La noción de paisaje y el paisaje como medio didáctico del quehacer geográfico”. Monografies de l’Equip 3, p. 73-78. SENCIALES GONZÁLEZ, J. M. y FERRE BUENO, E. (Coords.) (1999): Elementos de los Paisajes de la provincia de Málaga. Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga. Málaga. TRICART, J. y CAILLEUX, A. (1956): “Le problème de la classification des faits géomorphologiques”. Ann. Géograph., LXV, p. 162-186. TRICART, J. y KILIAN, J. (1979): L’éco-géographie et l’aménagement du milieu naturel. Ed. Maspero, Paris. VV.AA. (1986): Lectures du paysage. Les Éditions Foucher, Paris. ZOIDO NARANJO, F. (1989): “Paisaje y Ordenación del Territorio”. Seminario sobre el Paisaje, p.135-142.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 445-467 ñlkasdfjñlaksf 3. Documentación ñlkasdfjñlaksf APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 471

APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA”

JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

Aceptado: 7-XI-00. BIBLID [0210-5462 (2000); 30: 471-506].

APÉNDICE I. TESIS DOCTORALES

UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

Andrés García Lorca

1. RIVERA MENÉNDEZ, J. La Política de Colonización en el Campo de Dalias. 1997. 2. RODRÍGUEZ VAQUERO, J. E. El agua y su gestión en la configuración del paisaje. Aspectos históricos y condicionamientos físicos. Bajo Andarax y Campo de Níjar. 2000.

UNIVERSIDAD DE CÁDIZ

Juan Manuel Barragán Muñoz

1. ARCILA GARRIDO, M. Análisis de un área metropolitana litoral: la Bahía de Cádiz. El uso de un SI para la gestión integrada. 2000. 2. MACÍAS BEDOYA, A. La gestión integrada de los humedales mareales: análisis de los instrumentos legales y de planificación desde una perspectiva geográfica. 2000.

UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Joaquín Bosque Maurel

1. VALLE BUENESTADO, B. Geografía agraria de Los Pedroches. 1982.

Antonio López Ontiveros

2. DOMÍNGUEZ BASCÓN, P. Estructuras agrarias y núcleos urbanos en la Campiña de Córdoba. 1988. 3. MARTÍN LÓPEZ, C. Transformación urbana en la ciudad de Córdoba en la segunda mitad del siglo XIX. 1989. 4. NARANJO RAMÍREZ, J. Evolución agraria de dos municipios de señorío cordobeses: Fernán Núñez y Montemayor. 1990.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 472 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

5. MULERO MENDIGORRI, A. Los espacios rurales de ocio: su significado general y análisis en la Sierra Morena cordobesa. 1992. 6. FLORIDO TRUJILLO, G. Habitat rural y gran explotación en la Depresión del Guadalquivir. 1995. 7. OSUNA DUQUE, R. La población cordobesa durante el siglo XX (1900-1991). 1998.

UNIVERSIDAD DE GRANADA

Joaquín Bosque Maurel

1. VILLEGAS MOLINA, F. El Valle de Lecrín. 1970. 2. ORTEGA ALBA, F. El Sur de Córdoba. Estudio de Geografía Agraria. 1973. 3. SÁENZ LORITE, M. El Valle del Andarax y Campo de Níjar. 1974. 4. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, M.ª I. Geografía urbana de Jaén. l974. 5. PEZZI CERETTO, M. C. Morfología kárstica del sector central de la Cordillera Subbética. 1975. 6. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, F. La Serranía de Ronda. Estudio geográfico. 1976. 7. BURGOS MADROÑERO, M. Geografía urbana de Málaga. 1976. 8. LORING MIRO, J. La Campiña de Córdoba. Necesidad de un cambio estructural. 1976. 9. FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. Análisis geográfico-estructural de Granada y sus barrios. 1976. 10. CARVAJAL GUTIÉRREZ, M.ª C. Crecimiento demográfico y población activa en sus relaciones con la emigración granadina. 1977. 11. FERRE BUENO, E. El Valle del Almanzora. Estudio geográfico. 1977. 12. LÓPEZ CANO, D. La población malagueña en el siglo XX. 1977. 13. FERRER RODRÍGUEZ, A. Paisaje y propiedad en la Tierra de Alhama (Granada, siglos XVIII-XX). 1979. 14. CÓZAR VALERO, M.ª E. La emigración exterior de Almería. 1980. 15. LOZANO MALDONADO, J. M.ª. El desarrollo del Campo de Gibraltar. Análisis geográfico de una década decisiva, 1965-1975. 1981. 16. COMPAN VÁZQUEZ, D. La pesca marítima en Andalucía. 1982. 17. ARIAS ABELLÁN, J. Propiedad y uso de la tierra en el Marquesado del Cenete. 1982. 18. COHEN AMSELEM, A. El Marquesado del Zenete. Tierra de Minas. 1984. 19. URDIALES VIEDMA, M.ª E. Cuevas de Andalucía. Evolución, situación y análisis demográfico en la provincia de Granada. 1985. 20. ARROYO LÓPEZ, E. Jaén: un modelo de centralidad político-administrativa en un medio rural. 1988.

Aron Cohen Amsalem

21. DE LOS REYES PEIS, E. La población de Guadix (siglos XVIII y XX). Evolución de la natalidad dentro del proceso de transición demográfica y sus relaciones con aspectos del desarrollo económico y social. 1997.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 473

22. Ramírez Gámiz, F. Transformaciones y comportamientos demográficos diferenciales en dos municipios del interior andaluz. 1998. 23. Rosales Varo, C. Estudio geográfico de una población de esquizofrénicos en el distrito de salud mental Granada-sur. 1998.

Luis Corona Tejada

24. MORCILLO PUGA, J. de D. Análisis de categorías geográficas en la E.G.B. y en las Escuelas de Magisterio. 1991.

Amparo Ferrer Rodríguez

25. Gámez Navarro, J. El espacio geográfico de Guadix: aprovechamientos agrarios, propiedad y explotación. 1995

Andrés García Lorca

26. VICIANA MARTÍNEZ-LAGE, A. La erosión antropica en las acumulaciones sedimentarias del litoral almeriense. 1998. 27. NAVARRO INIESTA, R. Aproximación al estudio de la estructura agraria y sus cambios en el Alto Almanzora. Repercusiones de la PAC y posibilidades de desarrollo rural. 1998.

Eusebio García Manrique

28. OCAÑA OCAÑA, C. La vega de Granada. 1972 29. GUARNIDO OLMEDO, V. La Depresión de Antequera. 1974. 30. CAPEL MOLINA. J. J. Tipos de tiempo en el Valle del Guadalquivir. 1975.

Rafael Machado Santiago y Emilio Arroyo López

31. EGEA JIMÉNEZ, C. Evolución espacio temporal de la población municipal de la provincia de Jaén (1900-1991). 1996.

Francisco Ortega Alba

32. HERNÁNDEZ DEL ÁGUILA, R. El sistema hombre-medio y la crisis ecológica. Aportaciones para un nuevo paradigma científico. 1984.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 474 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

Manuel Carlos Pezzi Ceretto

33. MARTÍN-VIVALDI CABALLERO, M.ª E. Estudio hidrográfico de la Cuenca Sur de España. 1990.

Francisco Rodríguez Martínez

34. ARAQUE JIMÉNEZ, E. La Sierra de Segura: contribución al estudio de la crisis de la montaña andaluza. 1988. 35. GARCÍA MARTÍNEZ, P. La transformación del paisaje y de la economía rural en la montaña mediterránea andaluza: el caso de la Alpujarra Occidental Granadina. 1988. 36. JIMÉNEZ OLIVENCIA, Y. Inventario cartográfico y dinámica de los paisajes de Sierra Nevada. 1990. 37. CAMACHO OLMEDO, M. T. Los paisajes erosivos de la Sierra de la Contraviesa. 1992. 38. MARTOS FERNÁNDEZ, M.ª J. Inventario, estructura y cartografía de los paisajes de la Sierra de Lujar. 1995. 39. MENOR TORIBIO, J. La Vega de Granada. Transformaciones recientes en un paisaje periurbano. 1998. 40. FRONTANA GONZÁLEZ, J. El agua y sus repercusiones territoriales. Ensayo general y aplicaciones a la costa granadina. 1999 41. PANIZA CABRERA, A. Procesos de desertificación en el borde del oasis Norte de Mendoza (Departamento de Lavalle). 1999. 42. REDONDO PUEYO, V. Los abastecimientos y saneamientos en el área urbana de Granada. Situación actual y prognosis de futuro. 1999.

Manuel Sáenz Lorite

43. GARCÍA RUIZ, A. L. La situación actual de la ganadería en la provincia de Granada: composición y distribución, sistemas de explotación y comercialización de productos. 1989. 44. LICERAS RUIZ, A. El cultivo del olivar en la provincia de Granada. Estudio geográfico. 1991. 45. CEJUDO GARCÍA, E. Desarrollo rural en la comarca del Condado (Jaén). 1997.

Francisco Villegas Molina

46. BOSQUE SENDRA, J. Las elecciones del periodo de la Reforma Política (1977-1979) en España y en la provincia de Granada. 1980.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 475

47. MACHADO SANTIAGO, R. La Campiña Baja y el Valle de Andújar. 1986. 48. CASTILLO REQUENA, J. M. La abstracción climática, la red meteorológica y la aproximación geográfica. El clima de Andalucía desde las perspectivas de análisis regional con los tipos de tiempo. 1988. 49. PUERTA MARTÍN, Á. La financiación del turismo en España a través de fondos públicos. 1995.

UNIVERSIDAD DE HUELVA

UNIVERSIDAD DE JAÉN

Eduardo Araque Jiménez

1. SÁNCHEZ MARTÍNEZ, J. D. La política forestal y su incidencia sobre el espacio geográfico provincial. Jaén, 1940-1995. 1996.

UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Eusebio García Manrique

1. DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ, R. Paisajes agrarios del Bajo Guadalhorce. 1983. 2. JUSTICIA SEGOVIA, A. La Axarquía y la Costa oriental malagueña.1983. 3. Gómez Moreno, M.ª L. Paisajes integrados de la montaña malagueña. 1986. 4. LARA VALLE, J. J. Desarrollo y crisis urbana en Almería. 1988. 5. RUBIO DÍAZ, A. Condiciones y forma de crecimiento en la Ciudad de Málaga.1993. 6. BENJAMÍN GALACHO, F. Proceso urbano y ordenación del territorio en el espacio metropolitano de la Costa del Sol malagueña. 1998.

Carmen Ocaña Ocaña

7. ARGENTE DEL CASTILLO SÁNCHEZ, F. J. Melilla: génesis y desarrollo de una ciudad sobre un territorio de soberanía. Del presidio a la ciudad. 1990. 8. PERLES ROSELLÓ, M.ª J. El concepto de fragilidad erosiva: propuesta metodológica para su evaluación. 1995. 9. NAVARRO RODRÍGUEZ, S. La riqueza rústica de la provincia de Málaga a través de la evaluación catastral. 1995. 10. MÉRIDA RODRÍGUEZ, M. Metodología del análisis del paisaje mediante técnica cuantitativa. Aplicación al litoral oriental de la provincia de Málaga. 1995. 11. GALLEGO FONTALVA, C. La génesis de la mirada del trabajo social. 1999.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 476 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

Damián López Cano

12. SANTIAGO RAMOS, A. El espacio industrial andaluz. 1990. 13. ALMEIDA GARCÍA, F. N. El desarrollo económico de la Región Surmediterránea en el contexto de las regiones europeas. 2000.

Emilio Ferre Bueno

14. SENCIALES GONZÁLEZ, M. Redes fluviales. Metodología de análisis. 1999.

Rafael Domínguez Rodríguez

15. LARRUBIA VARGAS, R. Comercialización frutícola en la Vega del Guadalhorce. 1998.

Agustín Justicia Segovia

16. CORTÉS MACÍAS, R. Las medidas de acompañamiento en la reforma de la P.A.C. y su aplicación en Andalucía. 1998.

UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Juan Benito Arranz

1. GONZÁLEZ DORADO, A. Sevilla. Centralidad regional y organización interna de su espacio urbano. 1974. 2. GIL VARÓN, L. Minería y migraciones. Río Tinto 1873-1973. 1975. 3. ZOIDO NARANJO, F. La red urbana polinuclear de la Bahía de Cádiz. 1976. 4. MÁRQUEZ FERNÁNDEZ, D. La geo-economía forestal de Huelva y el dilema de sus eucaliptales. 1976. 5. CRUZ VILLALÓN, J. Dinámica de la estructura agraria de Carmona (Sevilla). 1978. 6. SUÁREZ DE VIVERO, J. L. Consecuencias de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en la estructura territorial del Estado español. 1984. 7. LOMA RUBIO, M. El viñedo en la provincia de Córdoba. Un análisis de su distribución espacial. 1984. 8. GARCÍA OLMEDO, A. Expansión y crisis de la viticultura tradicional. La Baja Andalucía (siglos XV-XIX). 1990. 9. ZAPATA TINAJERO, A. La reconversión del puerto de Sevilla en la primera mitad del siglo XX. De los muelles fluviales a la dársena cerrada. 1992. 10. MONTERO LLÁCER, F. Sector marítimo de Panamá: un modelo de aprovechamiento de la situación geográfica. 1992. 11. MAZA ARRANZ, R. El puerto de Bilbao en el umbral del año 2000. 1992.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 477

12. GARCÍA GONZÁLEZ, E. A. El habitat geográfico a bordo de los buques españoles. 1994. 13. MADRID CALZADA, R. M. Consumo y producción de energía eléctrica en Andalucía (1880-1990). 1996. 14. AGUILERA TIRADO, E. La enfermedad en Andalucía como hecho geográfico: su expresión a través de las Declaraciones Obligatorias. 1997.

Gabriel Cano García

15. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. Los puertos de la Bahía de Cádiz. Entre el determinismo geográfico y el desarrollo de la técnica comercial. 1984. 16. LÓPEZ PÉREZ, F. La propiedad de la tierra en la provincia de Sevilla. 1986. 17. MARCHENA GÓMEZ, M. Territorio y Turismo en Andalucía. 1986. 18. VENTURA FERNÁNDEZ, J. Los servicios educativos en Andalucía: territorio y planificación sectorial. 1996. 19. JURADO ALMONTE, J. M. Medios de comunicación sociales y territorio en Andalucía y en España. 1996. 20. LÓPEZ LARA, E. Territorio y asistencia sanitaria. 1991 ? 21. NAVARRO LUNA, J. Administración y Servicios Públicos en Andalucía. 1997. 22. LOBO MANZANO, L. Los usos del suelo en el área de Sevilla: Dos Hermanas, siglos XVIII-XX. 1998. 23. GARCÍA GÓMEZ, A. La incidencia territorial de los incendios forestales en Andalucía. 1999.

Inmaculada Caravaca Barroso

24. ALMUEDO PALMA, J. Ciudad e Industria: Sevilla 1850-1930. 1994.

Josefina Cruz Villalón

25. DEL MORAL ITUARTE, L. La obra hidráulica en la Cuenca Baja del Guadalquivir. 1990. 26. FERIA TORIBIO, J. M. Los sistemas territoriales de asentamientos en Andalucía. 1991. 27. PRADOS VELASCO, M. J. Teledetección y agricultura.Aplicaciones metodológicas de imágenes espaciales a la agricultura mediterránea de regadío. 1993. 28. SILVA PÉREZ, R. Las políticas ganaderas de la Unión Europea.Aplicación y aplicabilidad en Andalucía. 1994.

Fernando Díaz del Olmo

29. BORJA BARRERA, F. Cuaternario reciente del SW. de Andalucía. Paleogeografía de medios litorales y fluviolitorales de los últimos 30.000 años. 1992.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 478 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

30. BAENA ESCUDERO, R. Evolución geomorfológica del río Guadalquivir. 1996. 31. CÁMARA ARTIGAS, Rafael . República Dominicana: dinámica del medio físico en la región del Caribe: aportación al conocimiento de la tropicalidad insular. 1997. 32. COLÓN DÍAZ, Manuel . Montaña y Karst mediterráneo: especificidad, antropicización y gestión ambiental. 1997. 33. JURADO DOÑA, V. Biogeografía, transformaciones históricas y gestión forestal del Parque Natural de los Alcornocales (Cádiz-Málaga). 1999.

Rosa Jordá Borrell

34. MIRANDA BONILLA, J. La política regional comunitaria y su incidencia en Andalucía. 1998. 35. POSADA SIMEÓN, J. C. Las nuevas tecnologías y el desarrollo en Andalucía. 1998?

Manuel Marchena Gómez

36. FERNÁNDEZ TABALES, A. Neoliberalismo y territorio. Posibilidades de una Nueva Política Regional en América Latina. El caso de la provincia de Mendoza en el actual contexto de la República Argentina. 1998.

Dominga Márquez Fernández

37. MÁRQUEZ DOMÍNGUEZ, J. A. ¿Nueva agricultura?. 1986. 38. REQUENA SÁNCHEZ, M. D. Organización espacial y funcional de las Residencias Secundarias en la provincia de Sevilla. 1987. 39. RODRÍGUEZ, J. El sector agrario andaluz a través de sus empresas: un estudio de Geografía agraria. 1988. 40. SABATÉ DÍAZ, I. Las Haciendas de Olivar en la Campiña de Sevilla. Un estudio de explotaciones. 1989. 41. NATENZON, C. E. Áreas protegidas. Desarrollo Local y Territorio. El Parque Nacional de Baritú. 2000.

Diego de la Rosa Acosta

42. MOREIRA MADUEÑO, J. M. Erosión de los suelos en el Valle Central del río Guadalquivir. 1989.

José Manuel Rubio Recio

43. SUÁREZ JAPÓN, J. M. El habitat rural en la Sierra de Cádiz. 1980. 44. DE LA VEGA BENAYAS, S. El centro urbano de Sevilla: un espacio singular. 1983.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 479

45. ALMOGUERA SALLENT, M.ª P. El área de Sevilla como sistema metropolitano. 1985. 46. CARAVACA BARROSO, I. Industria y territorio en Andalucía. 1986. 47. PITA LÓPEZ, M. F. Riesgos hídricos.Sequías e inundaciones. 1986. 48. OJEDA RIVERA, J. F. La organización del territorio en Doñana y su entorno próximo (Almonte). 1988. 49. OJEDA ZÚJAR, J. F. Aplicaciones de la Teledetección espacial a estudios de la dinámica litoral:Geomorfología y Ordenación del Territorio (Huelva). 1988. 50. BEJARANO PALMA, R. Vegetación y paisaje en la costa atlántica andaluza. 1997.

Juan Luis Suárez de Vivero

51. ESCAÑUELA SILVA, A. La navegación por el Pacífico en los siglos XVI-XVII. 1989. 52. RODRÍGUEZ MATEOS, J. C. Política en materia de cooperación medioambiental y desarrollo sostenible en el Mar Mediterráneo. 2000.

Florencio Zoido Naranjo

53. SORIA MEDINA, E. Estructura general de la población en Andalucía. 1986. 54. MARTÍN GARCÍA, A. Suelo rústico y proceso urbano. 1990. 55. FERNÁNDEZ SALINAS, V. Reforma interior de Sevilla entre 1940-1959. 1991. 56. ROMERO VALIENTE, J. M. Las migraciones exteriores de la República Dominicana. Intercambios migratorios con España. 1996.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 ñlkasdfjñlaksf APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 481

APÉNDICE II DIRECTORES DE TESIS DOCTORALES TESIS DIRIGIDAS

1. Eduardo Araque Jiménez 1996 Jaén 1 2. Juan Manuel Barragan Muñoz 1997 Sevilla 2 3. Juan Benito Arranz 1974 Sevilla 14 4. Joaquín Bosque Maurel 1970 Granada/Córdoba 21 5. Inmaculada Caravaca Barroso 1994 Sevilla 1 6. Gabriel Cano García 1984 Sevilla 9 7. Aron Cohen Emsalem 1997 Granada 3 8. Luis Corona Tejada 1991 Granada 1 9. Josefina Cruz Villalón 1990 Sevilla 4 10. Fernando Díaz del Olmo 1992 Sevilla 5 11. Rafael Domínguez Rodríguez 1998 Málaga 1 12. Emilio Ferre Bueno 1995 Málaga 1 13. Amparo Ferrer Rodríguez 1995 Granada 1 14. Andrés García Lorca 1997 Almería/Granada 4 15. Eusebio García Manrique 1972 Granada/Málaga 9 16. Rosa Jordá Borrell 1998 Sevilla 2 17. Agustín Justicia Segovia 1998 Málaga 1 18. Damiám López Cano 1990 Málaga 2 19. Antonio López Ontiveros 1988 Córdoba 6 20. Rafael Machado Santiago 1996 Málaga 1 21. Manuel Marchena Gómez 1998 Sevilla 1 22. Dominga Márquez Fernández 1986 Sevilla 5 23. Carmen Ocaña Ocaña 1990 Málaga 5 24. Francisco Ortega Alba 1984 Granada 1 25. Manuel Pezzi Ceretto 1990 Granada 1 26. Francisco Rodríguez Martínez 1988 Granada 9 27. Diego de la Rosa Acosta 1989 Sevilla 1 28. José Manuel Rubio Recio 1980 Sevilla 8 29. Manuel Sáenz Lorite 1989 Granada 3 30. José Luis Suárez de Vivero 1989 Sevilla 2 31. Francisco Villegas Molina 1980 Granada 4 32. Florencio Zoido Naranjo 1986 Sevilla 4

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 ñlkasdfjñlaksf APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 483

APÉNDICE III PUBLICACIONES POR UNIVERSIDADES

TOTAL UNIVERSIDADES ANDALUZAS

Libros y folletos (407)

ALMERÍA

Libros y folletos (28)

1. CAÑADAS ALBACETE, S., CAPEL MOLINA, J. J. y otros (1981): Bibliografía sobre naturaleza almeriense. Almería, I. B. Alhadra y Colegio Universitario, 144 pp. 2. CAÑADAS ALBACETE, S., CAPEL MOLINA, J. J. y otros (1983): Itinerarios de la naturaleza almeriense. Zonas húmedas. Col. Ciencias de la Tierra, 11. Almería, Instituto Bachillerato Alhadra, 58 pp. 3. CAPEL MOLINA, J. J. (1977): El clima de la provincia de Almería. Almería, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 127 pp. 4. CAPEL MOLINA, J. J. (1976): Los mecanismos de la precipitación en Almería y la circulación en altura. Almería, Caja Rural, 44 pp. 5. CAPEL MOLINA, J. J. (1981): Los climas de España. Col. Ciencias Geográficas.8. Barcelona, Oikos Tau, 429 pp. 6. CAPEL MOLINA, J. J. (1997): “El Niño” y el sistema climático terrestre. Lima, 154 pp. 7. CAPEL MOLINA, J. J. (2000): Los climas de la Península Ibérica. Barcelona, Oikos-Tau. 8. CASTILLO REQUENA, J. M. (1985): Precipitaciones y tipos de tiempo en las Béticas- (Andalucía Oriental). Madrid, Instituto Nacional de Meteoro- logía. 9. CASTILLO REQUENA, J. M. (1989): El clima de Andalucía. Col. Investigación, 11 y 13. Almería, Instituto Estudios Almerienses, 2 vols., 549 y 266 pp., y apéndice estadístico. 10. CASTILLO REQUENA, J. M. (1991): Reflexiones sobre el tiempo y el clima: La abstracción climática, la realidad meteorológica y la aproximación geográfica. Granada, Universidad y Diputación Provincial de Almería, 263 pp. 11. CASTILLO REQUENA, J. M. y PUIGDEFÁBREGAS, J. (Coords.) (1985): Desertificación y uso del suelo en la Cuenca mediterránea. Seminario, Almería, 28-30 Junio 1993. N.º monográfico Paralelo 37º, 16, 264 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 484 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

13. DÍAZ ÁLVAREZ, J. R. (1981): Estudio del potencial de los suelos agrarios en la provincia de Almería. Madrid. 14. DÍAZ ÁLVAREZ, J. R. y CAPEL MOLINA, J. J. (1980): Geografía de la energía solar en el espacio almeriense. Almería, Diputación Provincial y Caja Rural, 211 pp. 15. DÍAZ ÁLVAREZ, J. R. (1982): Geografía y agricultura. Componentes de los espacios agrarios. Cuadernos de Estudio, Geografía. 4. Madrid, Edit. Cincel, 128 pp. 16. DÍAZ ÁLVAREZ, J. R. (Direc.) (1984): Atlas geográfico provincial comentado de Alme- ría. Patrocinio de la Diputación Provincial. Almería, Editorial Andalucía. 134 pp. 17. DÍAZ ÁLVAREZ, J. R. (1988): Geografía del Turismo, en PUYOL ANTOLIN, R., Geo- grafía de España, 12. Madrid, Edit. Síntesis, 157 pp. 18. ESPEJO MARÍN, C. (1999): Bibliografía sobre Geografía Humana y Económica de la Provincia de Almería. Murcía, 108 pp. 19. FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. (1977): Análisis geográfico-estructural de Granada y sus barrios. Granada, Caja General de Ahorros, 380 pp. y 40 mapas. 20. FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. (1978): La planificación urbana en Granada. Granada, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 95 pp. 21. FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. (1978): Los autobuses. El transporte urbano de Grana- da. Granada, Edit. Aljibe y Universidad de Granada, 50 pp. 22. FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F. y ASENJO PEREGRINA, R. (1998): La visión subjetiva del espacio urbano almeriense. Colección Almería y los Almerienses, 8. Almería, Instituto Estudios Almerienses, 227 pp. y 11 planos. 23. GARCÍA LORCA, A. (1990): El puerto de Almería. Almería, Instituto Estudios Almerienses, 225 pp. 24. GARCÍA LORCA, A. (Direct.) (1999): Atlas Comarcal de Almería. Un Coleccionable de IDEAL (Diario regional de Andalucía). Almería, Sevillana de Electricidad, Caja Rural de Almería e IDEAL, 192 pp. 25. GÓMEZ CRUZ, M. (1992): Atlas histórico-forestal de Andalucía. Siglo XVIII. Monográfica Tierras del Sur, 6. Granada, Publicaciones de la Universidad, 71 pp. 26. GÓMEZ CRUZ, M. (1990): Morfología urbana de Almería en el siglo XVIII. Gra- nada, CEM y CI. 27. PUMARES FERNÁNDEZ, P. (1996): La integración de los Inmigrantes Marroquíes: Familias marroquíes en la Comunidad de Madrid. Barcelona, Fundación La Caixa, 240 pp. 28. VICIANA, A., GALÁN, A. y GARCÍA LORCA, A. (Cords.) (1999): El litoral de Alme- ría. Almería, Instituto de Estudios Almerienses. Actas de las Jornadas sobre…, 247 pp.

CÁDIZ

Libros y folletos (19)

1. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1984): Aprovechamientos de los terrenos inundables de la Bahía de Cádiz. Cádiz, Diputación Provincial, 199 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 485

2. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1987): Los puertos de la Bahía de Cádiz: entre el determinismo geográfico y el desarrollo de la técnica comercial (1961-1982). Estudios socioeconómicos, 2. Cádiz, Diputación Provincial, 630 pp. 3. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1988): La Bahía de Cádiz: un puerto natural hasta el siglo XX. Cádiz, Ayuntamiento de Cádiz, 57 pp. 4. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (Coord.) (1992): Territorio e infraestructuras. Infraestructuras portuarias y su integración territorial. Cádiz, Servicio de Publi- caciones de la UCA. 5. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (Coord.)(1993): Agua, Ciudad y Territorio. Cádiz, Ser- vicio de Publicaciones de la UCA, 293 pp. 6. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1993): El Espacio Litoral. Ordenación, Planificación y Gestión. Barcelona, OIKOS-TAU. 300 pp. 7. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (Coord.) (1993): El medio ambiente en la ordenación del espacio litoral. Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad. 8. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (Coord.) (1994): Usos no económicos en la ordenación del espacio litoral. Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 51 pp. 9. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. y otros (1994): Análisis evolutivo de la infraestructura de abastecimiento de agua del término municipal de Jerez de la Frontera. Cádiz, Ajemsa, 204 pp. 10. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. y otros (1994): Análisis evolutivo de la red de sanea- miento del termino municipal de Jerez de la Frontera. Cádiz, Asemja, 150 pp. 11. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1995): Puerto, ciudad y espacio litoral en la Bahía de Cádiz. Cádiz, Autoridad portuaria del Puerto Bahía de Cádiz, 387 pp. 12. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1995): Medio ambiente en las zonas costeras: ¿quiebra de un modelo productivo? Universidad de Cádiz, 115 pp. 13. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (Coord.) (1995): Atlas de la provincia de Cádiz. Geo- grafía, economía y sociedad. Cádiz, Diputación Provincial, 150 pp. 14. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1996): Estudios para la ordenación, planificación y gestión integradas de las zonas húmedas de la Bahía de Cádiz. Barcelona, Oikos Tau y Universidad de Cádiz, 120 pp. 15. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1997): Medio ambiente y desarrollo en las áreas lito- rales. Guía práctica para la planificación y gestión integradas. Barcelona, Oikos Tau, 160 pp. 16. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. (1999): Agenda 21 Litoral de : Hacia un desarrollo sostenible. Cádiz, Diputación Provincial, 64 pp. 17. BARRAGÁN MUÑOZ, J. M. y CHICA RUIZ, A. (2000): Los instrumentos de planifica- ción física en relación con los espacios naturales de la provincia de Cádiz. Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad. (CDR). 18. GARCÍA GUTIÉRREZ, A. (1895): Medios de fomentar el desarrollo comercial, in- dustrial y marítimo de Cádiz. Edición de J. M. Barragán Muñoz y Juan Torrejón (1995). 19. RUIZ NAVARRO, J. (1987): La Bahía de Cádiz: reconversión y reindustrialización. Cádiz, Diputación Provincial, 189 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 486 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

CÓRDOBA

Libros y folletos (49)

1. AA.VV. (1988): Textos histórico-geográficos de Córdoba. Córdoba, Diputación Provincial. 2. AA.VV. (1994): Miscelánea geográfica. Homenaje al Profesor L. Gil Varón. Córdoba 3. ARJONA CASTRO, A. (1976): Zuheros. Estudio geográfico e histórico de un muni- cipio cordobés. Córdoba, Imp. Católica, 211 pp. 4. BALSA, M. y ORTIGOSA, M. (1990): Itinerario geográfico por las Nuevas Pobla- ciones Carolinas de Córdoba. Córdoba, Diputación Provincial y Cajasur, 5. DOCTOR CABRERA, A. (1991): Los incendios forestales en la provincia de Córdo- ba. Col. Estudios de Geografía, 2. Córdoba, Universidad. 6. DOMÍNGUEZ BACÓN, P. (1990: Agricultura y desarrollo económico desigual en zonas rurales. Puente Genil y Santaella (siglos XVIII-XX). Córdoba, Universi- dad. 7. DOMÍNGUEZ BACÓN, P. (1993): La modernización de la agricultura en la provincia de Córdoba (1880-1935). Córdoba, 271 pp. 8. FLORIDO TRUJILLO, G.(1990): El cortijo andaluz. Su origen, desarrollo y transfor- maciones recientes en la Campiña de Córdoba. Sevilla, Junta de Andalucía. 9. GARCÍA VERDUGO, F. P. (1992): Córdoba. Burguesía y Urbanismo. Producción y Propiedad del Suelo Urbano: El sector de Gran Capitán, 1859-1936. Córdoba, Ayuntamiento. 10. GARCÍA VERDUGO, F. P. y MARTÍN LÓPEZ, C. (1994): Cartografía y fotografía de un siglo de urbanismo en Córdoba, 1851-19589. Córdoba, Ayuntamiento, 299 pp. 11. GIL VARÓN, L. (1981): A migration model for RioTinto: 1877-1887. Córdoba, Edit. Andaluza. 12. GIL VARÓN, L. (1984): Minería y migraciones. Río Tinto 1873-1973. Córdoba, Tipografía Católica, 241 pp. 13. GIL VARÓN, L. (1984): Río Tinto. Papeles socioeconómicos de una gran mina andaluza en régimen colonial. Sevilla, Publicaciones de la Universidad. 14. GRUPO E.R.A. (Estudios Rurales Andaluces) (1980): Las agriculturas andaluzas. Serie Estudios. Madrid, Ministerio de Agricultura, 509. 15. JURADO CARMONA, M.ª I. (1984): Propiedad y explotación agraria en Puente Genil (Córdoba). Córdoba, Diputación Provincial, 239 pp. 16. LÓPEZ ONTIVEROS, A. (1973, 2.ª edic., 1981): Evolución urbana de Córdoba y de los pueblos campiñeses. Estudios Cordobeses, 11. Córdoba, Diputación Provin- cial, 235 pp. 17. LÓPEZ ONTIVEROS, A. (1974): Emigración, propiedad y paisaje agrario en la Campiña de Córdoba. Barcelona, Ariel, 607 pp. 18. LÓPEZ ONTIVEROS. A. (Direc.) (1985): Geografía de la Provincia de Córdoba. Sevilla, Edit. Gever, 1985, 380 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 487

19. LÓPEZ ONTIVEROS, A. (1986): Propiedad y problema de la tierra en Andalucía. Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1986, 185 pp. 20. LÓPEZ ONTIVEROS, A (1990): La imagen geográfica de Córdoba en la literatura viajera de los siglos XVIII y XIX. Córdoba, Universidad, 21. LÓPEZ ONTIVEROS, A. (Introduct.) (1990): Córdoba 1752. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Introducción, A. López Ontiveros. Madrid, Tabapress. 22. LÓPEZ ONTIVEROS, A. (1996): Sierra Morena y las Poblaciones Carolinas: su significado en la literatura viajera de los siglos XVIII y XIX. Serie “Estudios de Geografía”. Universidad de Córdoba, 62 pp. 23. LÓPEZ ONTIVEROS, A., GAGO, A. D. y otros (1998): La Agroindustria Vitivinícola en el Área andina Argentina. Serie “Estudios Geográficos”. Córdoba, Universi- dad, 193 pp. 24. LÓPEZ ONTIVEROS, A., GARCÍA VERDUGO, F. J., REYES LORITE, J. L., y RIVERA MATEOS, M. (1989): Bibliografía y fuentes para el estudio geográfico de la pro- vincia de Córdoba. Córdoba, Diputación. 25. LÓPEZ ONTIVEROS, A. y NARANJO RAMÍREZ, J. (Coord.) (1996): Córdoba. Patrimo- nio de la Humanidad. Una aproximación geográfica. Córdoba, Ayuntamiento, 223 pp. 26. LÓPEZ ONTIVEROS, A. y VALCÁRCEL CASES, (Coord.) (1998): La evaluación y mejora del Tercer Ciclo en la Universidad de Córdoba. Córdoba, Universidad, 261 pp. 27. LÓPEZ ONTIVEROS, A., VALLE BUENESTADO, B. y otros (1989): Caza y explotación cinegética en las provincias de Córdoba y Jaén. Córdoba, IARA, 157 pp. 28. LÓPEZ ONTIVEROS, A. VALLE BUENESTADO, B. y otros (1991): Bibliografía cinegé- tica en España y Andalucía. Sevilla, IARA, 145 pp. 29. LÓPEZ ONTIVEROS, A. y MATA OLMO, R. (1993): Propiedad de la tierra y reforma agraria en Córdoba (1932-1936). Universidad de Córdoba, 227 pp. 30. LÓPEZ ONTIVEROS, A. y otros (1994): Córdoba capital. Córdoba, 222 pp. 31. LÓRING MIRÓ, J. (1981): La Campiña de Córdoba. Necesidad de un cambio estructural. Córdoba, Diputación Provincial, 244 pp. 32. LÓRING MIRÓ, J. (1984): Los sectores agrarios de Andalucía ante la integración de la CEE. Madrid. 33. MARTÍN LÓPEZ, CR. (1990): Córdoba en el siglo XIX. Modernización de una trama histórica. Córdoba, Ayuntamiento, 547 pp. 34. MARTÍN RUIZ, P. (1986): La ordenación del territorio en Andalucía. Cuadernos del IDR, 5. Sevilla, Publicaciones de la Universidad, 163 pp. 35. MATA OLMO, R.(1987): Pequeña y gran propiedad agrarias en la Depresión del Guadalquivir (siglos XVIII-XX). Madrid, Ministerio de Agricultura, 2 Vols., 334 y 447 pp. 36. MULERO MENDIGORRI, A.(1988): Espacios naturales de la provincia de Córdoba. Córdoba, Asociación Amigos de la Malvasía. 37. MULERO MENDIGORRI, A. (1991): La población de los barrios cordobeses. Estruc- tura y distribución recientes. Serie “Estudios Geográficos”. Córdoba, Universi- dad, 190 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 488 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

38. MULERO MENDIGORRI, A. (1995): Espacios rurales de ocio. Significado general y análisis en la Sierra Morena cordobesa. Serie Estudios 89. Madrid, Ministerio de A., P. y A., 565 pp. 39. MULERO MENDIGORRI, A. (1999): Introducción al medio ambiente en España. Barcelona, Ariel, 257 pp. 40. NARANJO RAMÍREZ, J. (1985): La emigración exterior en la provincia de Córdoba. Córdoba, Diputación, 237 pp. 41. NARANJO RAMÍREZ, J. (1991): La propiedad agraria de dos señoríos cordobeses: Fernán Núñez y Montemayor. Córdoba, Universidad, 42. NARANJO RAMÍREZ, J. (1998): Génesis del paisaje agrario olivarero-vinícola en la Campiña de Córdoba. Aguilar y Moriles en el siglo XVIII. Córdoba, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Aguilar, 245 pp. 43. OSUNA LUQUE, R. (1988): La población de Priego de Córdoba (1857-1985). Ayuntamiento de Priego de Córdoba, 260 pp. 44. RAMÍREZ Y DE LAS CASAS-DEZA, H. L. (1986): Corografía histórico estadística de la Provincia y Obispado de Córdoba. Introducción y edición crítica de A. López Ontiveros. Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 2 vols. 45. ROMERO RODRÍGUEZ, J. J. (1988): Cuarenta años de agricultura andaluza: un estudio de casos. Córdoba, Publicaciones E.T.E.A, 328 pp. 46. SÁNCHEZ LÓPEZ, A. (Direct.) (1988): El sector de la confección al Sur de Córdo- ba. Córdoba, Universidad y Ayuntamiento de Priego. 47. VALLE BUENESTADO, B. (1978): Villanueva de Córdoba. Estudio geográfico de un municipio de los Pedroches. Córdoba, Diputación, 453 pp. 48. VALLE BUENESTADO, B. (1985): Los Pedroches. Estudio de geografía agraria. Córdoba, Diputación, 600 pp. 49. VALLE BUENESTADO, B. (Coord.) (s.a.): Geografía y espacios protegidos. Murcia, AGE y Asoc. Espacios Protegidos Andalucía, 406 pp.

GRANADA

Libros y folletos (79)

1. AA.VV. (1978): Medio Físico, Desarrollo Regional y Geografía. Actas del V Coloquio de Geografía. Granada, Facultad de Filosofía y Letras de la Universi- dad de Granada. Sección de Geografía, 623 pp. 2. AA.VV. (1985): Sobre áreas de montaña. X Semana de Estudios Superiores de Urbanismo. Áreas de Montaña. Granada, Diputación Provincial. 3. ARIAS ABELLÁN, J. (1983): La política de concentración parcelaria: un ejemplo andaluz. Publicaciones Instituto Desarrollo Regional, 16. Granada, Universidad, 128 pp. y 6 mapas. 4. ARIAS ABELLÁN, J. (1984): Propiedad y usos de la tierra en el Marquesado del Cenete. Granada, Publicaciones de la Universidad, 439 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 489

5. ARIAS ABELLÁN, J, y FOURNEAU, F. (Coords.) (1999): El paisaje mediterráneo. Le paysage méditerranéen. Il paesaggio mediterraneo. Monográfica Tierras del Sur, 21. Granada, Universidad y Junta de Andalucía, 353 pp. 6. ARIZA RUBIO, M.ª J. (1982): El turismo de invierno en la Estación de Esquí Solynieve (Monachil-Sierra Nevada). Granada, Publicaciones de la Universidad y Diputación Provincial, 152 pp. 7. BOSQUE MAUREL, J. (1947 y 1960): Geografía Económica de España. Barcelona, Teide, 1.ª edic., 131 pp. y 5.ª edic., 455 pp. 8. BOSQUE MAUREL, J. (1950 (1.ª edic) y 1952 (2.ª)): Geografía de América, Grana- da, Edit. Antonio Prieto, 392 y 480 pp. 9. BOSQUE MAUREL, J. (1954): La industrialización de España, Granada, Colegio Oficial de Titulares Mercantiles, 40 pp. 10. BOSQUE MAUREL, J. (1954): Un intento de organización económica europea: la OECE. Granada, Escuela Profesional de Comercio, 24 pp. 11. BOSQUE MAUREL, J., VICENS VIVES, J. y WAGNER, J. (1956 (1.ª edic.) y 1974 (14.ª edic.)): Universo. Geografía General, Barcelona, Teide y Vicens Vives, 459 pp. 12. BOSQUE MAUREL, J. (1962 y 1988): Geografía urbana de Granada. Premio “Luis Vives” 1956. Zaragoza, Dept. Geografía Aplicada Instituto “Juan Sebastián Elcano, 313 pp., láminas y mapas. Edición facsímil de la edición de 1962. Introducción de Horacio Capel. Archivum, 6. Granada, Universidad y Ayuntamiento, XXXV, 313 pp., láminas y mapas. 13. BOSQUE MAUREL, J. (1971): Granada, la tierra y sus hombres. Granada, Publica- ciones de la Universidad, 348 pp. 14. BOSQUE MAUREL, J. y VILLEGAS MOLINA, F. (1971): Factores geográficos en el desarrollo económico de Andalucía. En Estudios socioeconómicos de Andalucía, III, pp. 220-454, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico. 15. BOSQUE MAUREL, J. (Coord.) (1974): Estudios geográficos de Andalucía oriental. Madrid, Instituto Juan Sebastián Elcano y Universidad de Granada, 317 pp. 16. BOSQUE MAUREL, J. (Coord.) (1978): Estructura económica de Andalucía. Jaén, Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Andalucía, 719 pp. 17. BOSQUE MAUREL, J. (1979): Andalucía. Estudios de Geografía agraria. Granada, Aljibe, 198 pp. 18. BOSQUE MAUREL, J. (1992): Geografía y geógrafos en la España contemporánea. Libros de Bolsillo. Granada, Publicaciones de la Universidad, 297 pp. 19. BOSQUE MAUREL, J., FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, F., BOSQUE SENDRA, J., y PÉREZ ALCAI- DE, F. (1991): Atlas social de la ciudad de Granada. Granada, Caja General de Ahorros, 279 pp. y 97 mapas. 20. BOSQUE MAUREL, J. (Coord.), VILLEGAS MOLINA, F., ORTEGA ALBA, F., SÁNCHEZ DEL ÁRBOL, M. A., FERRER RODRÍGUEZ, A., URDIALES VIEDMA, M.ª E. y COMPAN VÁZQUEZ, D. (1991): Andalucía, en BOSQUE MAUREL, J. y VILA VALENTÍ, J. (Directs.), Geo- grafía de España, 8, Andalucía/Canarias. Barcelona, Planeta, pp. 9-409. 21. BOSQUE MAUREL, J. y ORTEGA ALBA, F. (1995): Comentarios de Textos geográfi- cos (Historia y crítica del pensamiento geográfico). Prácticas de geografía hu- mana, 6. Barcelona, Oikos Tau, 179 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 490 JOAQUÍN BOSQUE MAUREL

22. BOSQUE MAUREL, J. y FERRER RODRÍGUEZ, A. (1999): Granada, la tierra y sus hombres. Monográfica Tierras del Sur, 22. Granada, Universidad y Caja General de Ahorros, 669 pp., 50 mapas, 92 gráficos y 96 fotografías en color y apéndices estadísticos. 23. CAMACHO OLMEDO, M.ª T. (1995): Cartografía de los Paisajes erosivos de la Sierra de la Contraviaza (Provincias de Granada y Almería). Monográfica Tierras del Sur, 16. Granada, Universidad y Diputación Provincial, 211 pp. y 40 mapas. 24. CEJUDO GARCÍA, E. (1992): Ocultación superficial y situación de los cultivos en la provincia de Jaén (1879). Jaén, Cámara Comercio e Industria, 200 pp. 25. COHEN AMSALEN. A. (1987): El Marquesado del Zenete: tierra de minas. Grana- da, Diputación Provincial, 525 pp. 26. COHEN AMSALEN, A. FERRER RODRÍGUEZ, A. y SÁENZ LORITE, M. (1992): Gran propiedad y política agraria en la Península Ibérica. Granada, Publicaciones de la Universidad, 27. COMPAN VÁZQUEZ, D. (1989): La pesca, en BOSQUE MAUREL, J. y VILA VALENTÍ, J. (Directs.), Geografía de España, 2 Geografía humana 1. Barcelona, Planeta, pp. 503-589. 28. CÓZAR VALERO, M.ª E. (1984): La emigración exterior de Almería. Granada, Diputación Provincial de Almería y Universidad de Granada, 454 pp. 29. FERRER RODRÍGUEZ, A. (1976): El paisaje agrario de Alhama de Granada en el siglo XVIII. Granada, Caja General de Ahorros, 231 pp. 30. FERRER RODRÍGUEZ, A. (1982): Paisaje y propiedad en la Tierra de Alhama (Grana- da), en los siglos XVIII al XX. Granada, Universidad y Diputación Provincial, 591 pp. 31. FERRER RODRÍGUEZ, A. y SÁENZ LORITE, Ml. (1989): Las actividades agrarias, en BOSQUE MAUREL, J. y VILA VALENTÍ, J. (Directs.), Geografía de España, 2, Geo- grafía humana 1. Barcelona, Planeta, pp. 275-455. 32. FERRER RODRÍGUEZ, A. y GONZÁLEZ ARCAS, A. (1996): Las medidas de tierra en Andalucía según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Madrid, Tabapress, 361 pp. 33. FERRER RODRÍGUEZ, A. y otros (1997): Características sociodemográficas de los municipios andaluces. Sevilla, IEA, 64 pp. 34. FRONTANA GONZÁLEZ, J. (1984): El clima de la Costa del Sol de Granada. Aplica- ciones socio-económicas. Granada, Publicaciones de la Universidad, 234 pp. 35. GÁMEZ NAVARRO, J. (1995): El espacio geográfico de Guadix: aprovechamientos agrarios, propiedad y explotación. Monográfica, 211. Granada, Universidad y Fundación Caja Granada, 375 pp. 36. GARCÍA MARTÍNEZ, P. (1999): La transformación del paisaje y la economía rural en la Alta Alpujarra occidental. Monográfica Tierras del Sur, 23. Granada, Uni- versidad e Instituto Desarrollo Regional, 563 pp. 37. GARCÍA RUIZ, A. L. (1982): La industria en la provincia de Granada. Granada, Universidad y Diputación Provincial, 302 pp. 38. GARCÍA RUIZ, A. L. (1990): Situación actual de la ganadería en la provincia de Granada. Composición y distribución, sistemas de explotación y comercialización de productos. Granada, Publicaciones de la Universidad, 399 pp.

Cuadernos Geográficos, 30 (2000), 471-506 APÉNDICES A “EN TORNO A LA GEOGRAFÍA EN ANDALUCÍA” 491

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HUELVA

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JAÉN

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MÁLAGA

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