ENCUENTRO INTERNACIONAL “POR LOS CAMINOS DEL QHAPAC ÑAN Y NUESTRO PASADO ANCESTRAL”. (Argentina--Ecuador-Colombia-Chile-Perú)

Carrera de Historia de la Universidad Pública de Mesa 5: Área Los caminos del QhapacÑan

Título de ponencia LA PRIMIGENIA CIUDAD DE TIWANAKU Y RUTA DEL QHAPAC ÑAN EN EL MARCO DEL ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y CONCEPCIÓN SIMBÓLICA ESPACIAL ANDINA. Autor: Alfredo Lozano Castro Doctor Arquitecto Domicilio: Calle Oriente OE 4-25 y Venezuela. Quito – Ecuador Teléfonos: 5932 3150849 / 3152704. Celular: 0992278362 E-mail: [email protected] Area de investigación: Ciencias del Hábitat y Concepción cultural del espacio andino

Resumen - Abstract. La antigüedad u origen del proceso civilizatorio andino, y en particular del asiento primigenio de Tiwanaku, ha constituido un problema de mucha controversia, por la prevalencia de una concepción falseada de las fuentes de origen que han permitido soslayar la significación teogónica, cosmogónica y cosmológica de los principios fundantes de las naciones originarias dando lugar a una historia regional que demuestra la triunfante imposición del pensamiento colonizador que ha distorsionado los hechos a partir de enfoques metodológicos parcelarios y aplicación de teorías que nada tienen que ver con las nociones propiamente andinas expresadas en sus corpus mítico – simbólico, tradiciones sobre la destrucción del mundo y sucesión de varias humanidades, eras cósmicas, cataclismos debido al movimiento precesional de la tierra, alineaciones arqueo astronómicas con el ángulo inter solsticial, ordenación territorial y trazado de centros poblados, concepción simbólica del espacio, por citar las más relevantes. Precisamente el cúmulo de evidencias presentes en la ciudad de Tiwanaku, demuestran que fue un centro de conocimientos astronómicos, arquitectónicos, simbólico culturales, espirituales, etc.; amén de las singulares manifestaciones artísticas y técnicas expresadas en la escultura lítica, cerámica, textilería y metalurgía, que inducen a pensar en una organización socio política de un avanzado grado civilizatorio, sin embargo los estudios desde distintos ámbitos y enfoques, que han dado lugar a otras tantas elucubraciones teóricas e interpretaciones de distinta guisa, pocas de ellas registran coincidencias dignas de destacar, y más bien persisten diversas interrogantes: ¿Cuál fue su origen y quienes la edificaron?; ¿Cuál fue el objeto de sus edificaciones?; ¿Existió un Ordenamiento Territorial y concepción cultural del espacio?; ¿A qué responde su simbología?; etc., que todavía esperan respuestas acordes a las formas de ver el mundo, de las naciones originarias. Resulta curioso pensar como un centro de conocimientos que en su época de esplendor logro conjuntar cúmulos de sabiduría en los órdenes perceptivo y racional, en la actualidad, quizás debido a algún evento o cataclismo de la naturaleza difícil de precisar y de la infame acción destructiva humana, a partir de la imposición de una matriz civilizatoria (organización político-administrativa; productiva; socio-cultural; religiosa, espiritual y simbólica; cosmovisión, ciencias y tecnologías), ajena a las naciones originarias, este reducido a un conjunto de ruinas que, en poco o nada se parecen a lo que fueron, y estemos sumidos en un mar de incertitudes y confusión, que dificultan en gran medida la comprensión de su gran legado cultural.

Descriptores o palabras claves. Civilización Andina; Tiwanaku; Ordenación Territorial; Concepción Simbólica del Espacio; Proceso cultural de ocupación y trazado de centros poblados.

Introducción.

Hasta ahora ninguna razón científica ha podido sostener o dirimir la vieja disputa sobre la antigüedad del llamado asiento, centro sagrado, santuario, ciudad o metrópoli, de Tiwanaku, todavía no hay hechos ni pruebas contundentes capaces de inclinar totalmente la balanza en favor de los que proponen una antigüedad prediluvial o aquellos que sostienen una antigüedad modesta (principalmente arqueólogos), aunque estos últimos han sido aceptados como más veraces, tal vez por su adecuación a las diferentes teorías exógenas que han ejercido e impuesto vasallaje cultural e intelectual en tierras americanas. En este contexto, las cuestiones que se han planteado e intentan poner en tela de juicio la remota antigüedad milenaria de Tiwanaku, al no tener en cuenta las versiones de su origen mítico- simbólico, ni el desorden que presentan sus restos cubiertos por sedimentos lacustres que evidencian un evento catastrófico de grandes proporciones, fundamentalmente aluden a que no hay razones suficientes para comprobar los cambios geológicos de la región del altiplano; en materia arqueo astronómica, la posible arbitrariedad en la orientación de las edificaciones con respecto a los solsticios y equinoccios, antes que una acción premeditada; así como, la propuesta de fases culturales anteriores a su emergencia como centro político religioso, para ensamblarlo a un proceso evolutivo de menor data, relativizando la originalidad de su proceso civilizatorio cuyas representaciones iconográficas aparecerían como meras coincidencias en el entorno regional.

La posible arbitrariedad en la orientación astronómica de las edificaciones con respecto a los solsticios y equinoccios, se arguye para refutar el estudio de A. Posnansky, quién a partir del análisis del complejo arquitectónico de Kalasasaya determino que estaba matemáticamente orientado con su frente en un ángulo de 90° con la línea descrita por el sol desde su nacimiento hasta el ocaso en la fecha de los equinoccios. Al medir la distancia y los ángulos entre los dos puntos solsticiales, cuyos ejes coincidían con la dirección de las paredes norte y sur del complejo, se dio cuenta de que la inclinación de la Tierra con respecto al Sol, en la cual se basaban los aspectos astronómicos del Kalasasaya, no se conformaba a los 23° 27’ de nuestra era actual. Descubrió que la inclinación de la eclíptica1, que es el término científico, para la orientación de las líneas de visión astronómicas del Kalasasaya era de 23° 8’ 4’’; los cambios en la inclinación de la eclíptica vienen como consecuencia del casi imperceptible balanceo de la Tierra, como el balanceo de un barco, que hace subir y bajar el horizonte. Este cambio en el ángulo de inclinación de la Tierra con respecto al Sol puede ser de un grado cada 7.000 años.

1No hay que confundir la inclinación de la eclíptica con el fenómeno de la precesión. Este último cambia el fondo estelar (las constelaciones de estrellas) contra el cual el Sol asciende y actúa en un momento determinado, como el del equinoccio de primavera; el cambio, aunque pequeño, supone un grado cada 72 años, y 30° (todo un signo zodiacal, si el zodiaco es de 12 figuras) cada 2.160 años. La abertura del angulo de la oblicuidad de la eclíptica varia muy lentamente de 21° 58’ 36’’ a un máximo de 24° 35’ 58’’ cumpliendo todo el ciclo en un periodo de 25.920 años. Actualmente el valor del angulo es de 23° 35’ 42’’ y desde tiempo inmemorial los valores están en disminución progresiva. De acuerdo con las fórmulas determinadas por los astrónomos de la Conferencia Internacional de Efemérides en París (1911), que tiene en cuenta la posición geográfica y la elevación del lugar, significaba que el descubrimiento realizado en el Kalasasaya2 determinaba que este complejo se había construido aproximadamente hace 10.000-14000 años a.C. Este descubrimiento no ha sido aceptado por la comunidad científica americanista que basándose en otras teorías (M. Uhle. 1892; y otros) sostiene que Tiwanaku fue construida, como máximo 500 años a.C., fecha sobre la cual edifican una moderna cronología que no se compadece con los relatos mítico-simbólicos.

En estas circunstancias, al margen de la moderna cronología, se plantean dos escenarios; primero, si las edificaciones que se encuentran en ruinas fueron construidas antes del cataclismo que tuvo al diluvio como una de sus manifestaciones, producto de la reversión del eje de polaridad fenómeno que ocurre a mitad del ciclo precesional (12.960 años), lo cual podría determinarse a través de métodos arqueo astronómicos para la comprobación del ángulo inter solsticial, como hizo A. Posnansky para el observatorio de Kalasasaya, o si las edificaciones fueron construidas en épocas posteriores al mencionado cataclismo. En este escenario, las edificaciones, luego del cataclismo, al bajar el nivel de las aguas, evidentemente habrían quedado totalmente destruidas, como se muestran actualmente, habiendo la posibilidad que durante el período postdiluvial, algunas edificaciones fueron reconstruidas. Es decir habría una ciudad que se reconstruye luego del diluvio, teniendo el cuidado de incluir dentro de la nueva delimitación de la ciudad las antiquísimas edificaciones, y si tenemos en consideración lo que dicen los relatos míticos, esta ciudad o asiento se configuraría como la morada de Illa Titi Viracocha, la figura celeste inmanente que se erige como el hacedor de la nueva humanidad y por ello se adopta en su trazado la imagen de la constelación del felino, así como el propio nombre que al parecer cambia del antiquísimo Chuquiua, a Taypikala, y luego a Ti(ti)huanacu, en períodos más recientes, aunque todos mantendrían un significado común.

El segundo escenario se configura especulando que no había tal ciudad, y en el supuesto que hubiera existido no quedo rastros de ella, procediéndose conforme se registra en las fuentes míticas a edificar una ciudad “ex novo”, donde se levantarían las edificaciones que ahora vemos en ruinas, que debido a un cataclismo posterior al diluvio fueron destruidas; esta ciudad se construiría en honor a Illa Titi Viracocha y tendría una antigüedad de por lo menos 6000 años antes del Presente, de acuerdo a la cronología bíblica, lo cual, luego podría incluso tener relación con los períodos o eras del jaguar (fechada por los mayas, 3114 años A.C., según interpretaciones de investigadores americanos), de ahí su correspondiente trazado.

La cuestión a dilucidar en estos supuestos es: ¿Cuándo ocurrió el cataclismo que destruyo la ciudad y porque causas?, ¿Este cataclismo aconteció antes o después del diluvio de la tradición judeo-cristiana?; las respuestas a estas grandes incógnitas, alumbrarían muchas cuestiones relativas a su edad y proceso civilizatorio, sin embargo, hay que tener en cuenta que las grandes catástrofes que han ocurrido en el planeta, al parecer, están relacionadas con el cambio de giro del eje de polaridad de la tierra, fenómeno ligado al ciclo precesional, que es una importante pista, incluso para avalar la cronología presentada por el cronista

2 Actualmente la diferencia en la orientación que existe entre las paredes del Kalasasaya y el trayecto del sol en los equinoccios es de 65’ 30’’.Tomando como base las observaciones anotadas anteriormente el avance de la oblicuidad de la eclíptica de 27’22’’ en 4.609 años y el cambio de la posición del sol hacia la pared principal de Tihuanacu del 65’30’’ tendríamos la edad aproximada de Tihuanacu de 10.600 años. indígena F. Guamán Poma, quién, consignaría la sucesión de las 5 generaciones de indios a partir del cataclismo ocasionado por este acontecimiento que ocurre cada 12.960 años. Algunos geólogos, plantean que en la tierra se produjeron grandes catástrofes aproximadamente hacia el décimo o undécimo milenios antes de Cristo que quizás coincide con el fenómeno del cambio de dirección del eje de polaridad de la tierra, cambio de dirección que causo grandes movimientos sísmicos que hicieron que se desbordarán las aguas de la laguna de Chuquiuitu, y provocaron erupciones volcánicas. Precisamente, el estudio reinterpretativo de la Portada de Illa Titi Viracocha, presentaría las evidencias del cambio de dirección a la mitad del ciclo precesional, en su iconografía.

Respecto, a las fases culturales, para ensamblar los complejos arquitectónicos de Tiwanaku a un proceso evolutivo de menor data, destacan las posiciones de los arqueólogos ortodoxos que no aceptan la antigüedad de Tiwanaku antes del 1500 a.C., y por tanto desconocen los datos provenientes de fuentes como la tradición mítico-simbólica y la arqueo astronomía3. Carlos Ponce Sanginés, considerado el pionero de la arqueología científica en Bolivia, quién desde 1960 llevó a cabo excavaciones sistemáticas y tuvo como responsabilidad la restauración del denominado templete hundido, al Este del Kalasasaya, en donde se habían encontrado cierto número de estatuas de piedra en un patio semi subterráneo, rodeado por muros de piedra, donde sobresalen cabezas de piedra clavadas a la manera de las edificaciones de Chavín de Huantar, afirmó que las muestras de materia orgánica encontradas en este lugar daban lecturas de radiocarbono cercanas a 1.580 años a.C; como consecuencia de esto, consideró esta fecha como la del comienzo de la Fase Antigua de Tiwanaku4. En el marco de estos fechados planteo que Tiwanaku tuvo 5 fases de configuración (aunque los indicadores del tiempo son difusos y poco se sabe de las primeras fases), llegando a su esplendor alrededor del año 500 d.C.; también se menciona que al final de la fase II, se construyeron los llamados templos semi subterráneos, y durante la fase III, ocurrió la construcción de los observatorios, plataformas y pirámides.

En suma, la controversia suscitada en el mundo científico e intelectual americanista acerca de los orígenes, antigüedad y correspondiente proceso cultural de Tiwanaku y por supuesto su continuidad civilizatoria en la confederación del Tawantinsuyu, no han despejado, las dudas y las preguntas persisten: ¿Cuál es el origen y edad de Tiwanaku y Por qué se estableció en este lugar?; ¿Qué relación existen entre Tiwanaku y Cusco, es decir con el Tawantinsuyu?; etc., en este sentido, todavía darán mucho que hablar, y nuestra aportación retomando las fuentes míticas primigenias, el ordenamiento territorial, simbólica del espacio, e iconografía, está enfocada a contextualizar el proceso iniciado en la isla de Titikaka, asiento de Tiwanaku, e influencia posterior en la conformación del Tawantinsuyu.

Las excavaciones que se han practicado en distintos lugares de Tiwanaku, cuyo nombre original era: Chucaua o Chuquiua, que tiene cierta analogía con el nombre originario de la laguna Chuquiuitu, u otros centros poblados del altiplano como Chuquito o Chucuito, Chuquiapu, Chuquisaca, etc; luego adopta otros nombres como: Taypicala, la piedra del centro o Wiñay marca, ciudad eterna, entre los más conocidos, revelan que los primeros

3 Durante cada ciclo de 41.000 años la oblicuidad varía entre 22,1° y 24,5° y la secuencia de los angulos pueden calcularse mediante sencillas ecuaciones que han sido expresadas como una curva sobre un gráfico, donde es posible constrastar angulos y datos históricos con fiabiliadad y precisión. Conferencia Internacional de Efemérides. Paris 1911. 4 Descripción sumaria del templete semisubterráneo de Tiwanaku. Instituto Arqueológico Nacional de Bolivia. Informe oficial 1981. habitantes ocupaban un suelo inferior al actual; el espesor de la capa sedimentaria que ha venido acumulándose en siglos es más de 1 metro, comparado este espesor dentro de las condiciones topográficas del lugar con el detritus depositado en otras antiguas ciudades cuya época de destrucción es conocida, resulta que siglo más siglo menos, las ruinas de Tiwanaku cuentan cerca de 4000 años, esto es que se remontaría a las primeras ciudades postdiluvianas, en orden a la cronología bíblica.

En cuanto al ámbito territorial, los estudios arqueológicos se han concentrado alrededor de 50 Has., una reducida extensión territorial, en comparación a su tamaño, y en 6 o 7 edificaciones con lo cual se han realizado generalizaciones sobre su proceso cultural al que atribuyen una edad relativamente contemporánea, salvo las investigaciones de A. Posnansky (1914). Sus autores cautivos de los enfoques lineales del desarrollo cultural y visión positivista de la ciencia, han esclerotizado el avance de los conocimientos del legado cultural y magnitud del proceso civilizatorio andino, mismo que puede ser rastreado a través de su ordenamiento territorial, concepción simbólica del espacio y arquitectura megalítica, como lo atestiguan, el trazado de las ciudades y sus monumentos, la red vial y cabeceras provinciales implementada durante el Tawantinsuyu, que no tienen parangón en el continente, aunque esta obra grandiosa está siendo interpretada de forma parcial, permaneciendo obscura, misteriosa y enigmática que nuestro estudio trata de develar.

La confederación del Tawantinsuyu heredera de la estructuración territorial andina.

Es innegable que antes de la confederación del Tawantinsuyu gobernada por los inkakuna hubieron en la región andina, otras naciones organizadas como Estados que señorearon este territorio, sin embargo dada la estrecha relación entre Tiwanaku y Cusco, como lo testifican las tradiciones mitico-simbólicas, es necesario partir del esclarecimiento de dicha relación que es el fundamento de la continuidad del proceso civilizatorio andino. Al efecto hay suficientes indicios mentales (tradición mitico-simbólica), y materiales o hechos comprobados (vestigios arqueológicos, astronómicos, etnohistóricos, artísticos e iconográficos –cerámica, textiles, metalurgía, estatuaria lítica, etc.-, planificación de centros poblados, tipologías y sistemas constructivos, entre otros), que avalan la continuidad civilizatoria andina y exoneran abundar en este importante tema.

Las tradiciones andinas más antiguas, sobre el origen de sus primeros pobladores y nacio- nes, evidencian la estrecha relación histórico-cultural, que existe entre la isla Titikaka, y los asientos de Tiwanaku y del Cusco; en efecto, los primeros cronistas, de la región del altiplano y de la cultura primigenia de Tiwanaku, registran los acontecimientos que dan cuenta de la génesis de su proceso de configuración, en la que se involucra al resto de regiones; en el caso de la región centro sur, donde surge la ciudad del Cusco, que durante el gobierno de los inkakuna y posterior configuración del Tawantinsuyu, se convertirá en su capital y ciudad principal (sucediendo a Tiwanaku). La indagación del proceso de consolida- ción de las naciones andinas en la confederación del Tawantin suyu, que supuso la estruc- turación sociopolítica, económica, administrativa, y cultural, de un vasto territorio en el que convivieron diversos pueblos y nacionalidades bajo el gobierno común de los Inkakuna, que tienen como centro y sede del gobierno a la ciudad del Cusco, cuyos aspectos más destaca- bles trataremos de reseñar, a continuación.

En primer lugar, la organización política, socio-económica y cultural, comprendía cuatro suyus o regiones principales que se caracterizaban por su geografía, recursos naturales, población y cultura; localizadas en dirección de las cuatro direcciones cardinales, según po- demos colegir de los testimonios citados, eran: a la parte del oriente (sureste-noreste) Anti suyu, por una provincia llamada Anti, que es, desde el Cusco hacia el levante, por lo cual también designan con este nombre a toda aquella gran cordillera de sierra nevada que esta en este lugar, hasta el vasto llano amazónico y confluencia con los caudalosos ríos Ucayali y Marañon; a la parte del poniente (suroeste-noroeste) Cunti suyu, por una provincia peque- ña llamada Cunti, que es, desde el Cusco al sudoeste hasta el mar del Sur; a la parte del norte o septentrión (noreste-noroeste) Chinchay suyu, por una gran provincia llamada Chin- chay, que es, desde el Cusco hacia el poniente y norte; y a la parte del sur o mediodía (sureste-suroeste) Colla suyu, por una grandísima provincia llamada Colla, específicamente el Lago Titikaka y los salares de Atacama que es, desde el Cusco hacia el sureste y sudo- este. (Sarmiento de Gamboa 1988). De manera que nombrar aquellas provincias era lo mismo que decir, al oriente, poniente, norte y sur; y a los cuatro caminos principales que sa- lían desde la ciudad del Cusco con dirección a estas provincias los llamaban de esta mis- ma manera.

En este orden de cosas, la conformación del Tawantin suyu, significó el perfeccionamiento de las técnicas de ordenación territorial andina; en efecto, a partir del respeto y conserva- ción de los antiguos conceptos y patrones organizativos, se implementaron una serie de ac- tuaciones, tanto a escala mayor: planificación de ciudades -capitales provinciales-, o centros ceremoniales y administrativos; como a escala menor: construcción de templos, palacios, aposentos, depósitos, obsevatorios, etc., unificando bajo la misma matriz cultural andina, el desarrollo autónomo de las naciones indígenas. La magnificencia que alcanzaron las ciuda- des y centros poblados, en algunos casos, todavía puede ser admirada en las ruinas exis- tentes por todo el territorio andino; en dichas ruinas, se puede constatar que los planifica- dores indígenas, para establecer un lugar donde fundar los centros poblados, tenían en consideración criterios relacionados, no sólo, con la existencia de recursos naturales: agua, fecundidad de la tierra, y materiales constructivos, sino también, con las condiciones topo- gráficas y sobre todo, la singular posición geo astronómica.

En segundo lugar, existen numerosos testimonios sobre la grandeza de los caminos inkai- cos, sus aposentos, depósitos y postas, donde se constata la admiración de los cronistas quienes manifiestan que son: “lo más soberbio e inigualable que hay en el mundo, y desde que hay memoria de gente no se ha leído de tanta grandeza como tuvieron estos caminos reales que atravesaban a lo largo y ancho del Tawantin suyu, desde la provincia de Quito hasta Chile”. La implementación de la red vial también contemplaba la construcción de una serie de infraestructuras de apoyo, referidas al equipamiento tanto para el descanso, como para el avituallamiento de las personas; algunos relatos cuentan que en los caminos de la sierra y los llanos (costa), de jornada en jornada, apartados 8 o 10, y en parte 15 y 20 le- guas, habían grandes palacios con aposentos muy anchos para el descanso de la gente. También se hace referencia que habían casas de hospedería a 3 y 4leguas. Estos aposen- tos se llamaban Tambos donde los indios en cuya jurisdicción caían, tenían hecha provisión y depósito de todas las cosas que en ellos había menester, (alimentos, vestidos, armas, etc.), y todas las cosas necesarias para proveimiento de su gente; tanto que si en cada uno de estos tambos querían renovar armas o vestidos a veinte o treinta mil hombres en su campo, lo podían hacer sin salir de casa. (Zárate Agustín de. 1947).

La revisión de la gigantesca red vial, y el sistema de asentamientos o centros poblados, per- miten suponer que responden a una premeditada política territorial, implementada con la in- tención de integrar y consolidar, las diversas naciones que configuran el Tawantin suyu; por la información recopilada y los hechos constatados, dicha política de ordenación territorial, está basada principalmente en la interacción simultánea de tres aparatos fundamentales: 1.- Implementación de un sistema general de comunicaciones, que tiene como ejes viarios, los dos caminos reales: Capac y Uru Ñan, conectados mediante una serie de vías transver- sales; esta gran infraestructura viaria está destinada a facilitar el transporte, la movilidad po- blacional, y el flujo de bienes y servicios; así como, el correo y comunicaciones, a través del sistema de postas (chasquis). 2.- Emplazamiento en lugares estratégicos de centros sagrados o complejos culto-religio- sos, acompañados de la construcción de templos, aposentos, depósitos, observatorios, y otras edificaciones que posibilitan la configuración de la "geografía sagrada inkaica". 3.- Estructuración territorial mediante la construcción de capitales provinciales o centros ad- ministrativos, cuyo carácter reflejaba la cosmovisión indígena, representando en el simbolis- mo topológico de la ciudad la cosmología andina, lo cual sirve para dar cohesión y revestir de personalidad a las comunidades indígenas. La implementación de estos tres aparatos fundamentales, posibilitó la conformación de un sistema de establecimientos provinciales, jerarquizados según el cronista indígena Guamán Poma de Ayala, en cinco categorías: a/. Ciudad y Mesón real; b/. Villa y Tambo real; c/. Pueblo y Tambo real; d/. Tambo real; y e/. Tambillo. Los tres primeros son asentamientos de población residente y los dos últimos de prestación de servicios. El mismo cronista indica que cada diez Tambos hay uno de mayor jerarquía, y cada dos o cuatro Tambos, sean estos simples Tambos reales o Pueblo y Tam- bo real, aparecen casas reales; los Tambos mayores coinciden con los centros principales, "Cabezas de Provincia", o con villas y ciudades según su terminología. (Ver, Mapa Nº 1).

Por otra parte, la forma y trazado de las ciudades o “cabezas de provincia” fueron recogidas de la ciudad de Tiwanaku por orden del inka Pachakutik, quien habiendo advertido su magnificencia ordeno a sus planificadores tomar nota de todo ello para replicarlo en el Cusco y otras cabeceras provinciales, tal como se consigna en el relato siguiente: “Llegó Pachacútic a ver los soberbios edificios de Tiaguanaco, de cuya fábrica de piedra labrada quedo muy admirado por no haber visto jamás tal modo de edificios, y mando a los suyos que advirtiesen y notasen aquella manera de edificar, porque quería que las obras que se labrasen en el Cuzco fuesen de aquel género de labor…. Habiendo este rey acrecentado su imperio, con tantas y tan dilatadas provincias, se dio en lo que le quedo de vida a ilustrarlas con edificar en los principales pueblos dellas magnificos templos y palacios y algunos fuertes castillos al modelo de los edificios que había visto en Tiaguanaco, como son los edificios de Vilcas, del Huarco, de Limatambo y la gran fortaleza del Cuzco; en suma, las más suntuosas fábricas que hubo en este reino, cuyas ruinas duran todavía, hay tradición entre los indios que fueron edificadas por el rey Pachacútic”….. (B. Cobo. Pag. 82)

En este orden de cosas, la estructuración territorial andina, mediante la implementación del sistema general de comunicaciones (red de caminos) y una serie de centros poblados dedi- cados al cuidado y mantenimiento de los Tambos, tuvo un eficaz resultado para el control del territorio; la ordenación fue planeada teniendo como base los principales asentamientos de las distintas naciones, que se convirtieron en las cabeceras provinciales dotadas de un centro sagrado o ceremonial, dedicado al culto y la celebración de los rituales festivos, alu- sivos al calendario agrícola y fenómenos estelares. El emplazamiento de las cabeceras pro- vinciales sirvió de base para la configuración territorial, tanto a nivel local, como regional; el modulor de los espacios locales y regionales se dedujo de los conocimientos astronómicos y geométricos, habilitándose sistemas de medidas basados en el uso de las diagonales su- cesivas (método de la cruz cuadrada), que supuso fijar las pautas de diseño que debían respetarse en las trazas de las estructuras comunitarias e incluso complejos arquitectónicos.

Mapa N° 1. Confederación del Tawantinsuyu: red vial y principales centros poblados

En cuanto a la concepción simbólica de las cabeceras provinciales, estas se configuran a través de ejes de orientación astronómica, simulados en los ejes diagonales de orientación terrestre, replanteando la orientación que dibuja en el firmamento el río sagrado o Mayu (La Vía Láctea), visualizada su posición, desde un punto fijo de la tierra con doce horas de diferencia; o también, en determinadas épocas del año con motivo de los solsticios y equi- noccios (Urton, G. 1978). El eje de orientación terrestre, este / oeste que señala la partición de la ciudad en dos mitades: Hanan saya, mitad de arriba y Urin saya, mitad de abajo, evi- dencia claramente que estas divisiones están regidas por los ejes de orientación del río de estrellas, y los movimientos ascendente y descendente del Sol,

El desarrollo geométrico (sistema de diagonales, o cruz cuadrada), y representación simbólica del espacio, se corresponde con los ceques, o rumbos que señalan la ubicación de las wacas o adoratorios, partiendo del núcleo fundamental o centro sagrado de la ciudad, donde están ubicados los templos y edificaciones de carácter religioso; el centro sagrado, esta simbolizado por el tótem de la comunidad, que en este caso representa la figura del pu- ma, el felino andino de larga tradición mitológica, y que a su vez se corresponde con la re- presentación de la constelación de Chuquichinchay: "felino de oro o relampagueante"; dicha analogía que hace alusión al calendario y sistema zodiacal andino, sintetiza la tradición y sabiduría indígena que se remonta al tiempo primigenio de Tiwanaku.

Tiwanaku modelo ordenador de la concepción simbólica espacial andina

En base a los relatos mitológicos, etnohistóricos, acontecimientos astronómicos y estudios arqueológicos se pueden proponer algunos grandes períodos o fases de conformación de Tiwanaku, fases diferentes, superpuestas en sendas capas de ruinas, en rocas y fósiles, hasta la implantación de la actual cuadricula en la parte noroeste de la ciudad que se originó con la fundación de “San Pedro de Tiahuanaco”, a inicios del período colonial. De su fundación mítica, que se hunde en la noche de los tiempos y de lo cual dan testimonio las actuales ruinas, según las pruebas de carbono 14, (aplicado a residuos orgánicos, por lo cual, no puede haber conformidad con los datos que se proponen), realizadas por los arqueólogos, no tendrían más de 2200 años de antigüedad, nada dicen de los milenios anteriores, y todo lo que se deduce de ello: origen, antigüedad, fases, o etapas evolutivas, organización política y cultural, etc.

La remoción del cíngulo climatérico que ha ocurrido varias veces y mudaron las condiciones geográficas y trasformaron la tierra y la vida de los hombres, en una sucesión de cambios geológicos y de evolución humana haciendo imposible cronometrar todo el pasado, son ignoradas. De los primeros habitantes del Ande tan remotos que habitaron en el tiempo de la oscuridad, no se puede decir nada, fueron tal vez siglos o milenios de formas de vida para nosotros desconocida porque no hay memoria, apenas podemos hacer referencia de las posteriores generaciones de antis que reinaron varios milenios, sabían muchas cosas que se han perdido y de lo cual la memoria recuerda que fueron fuertes y duros para el trabajo, vivieron probablemente en la última edad glacial, en la edad oscura o de la Chamak Pacha, más intuidos que conocidos serían los precursores de Tiwanaku y de todas las culturas anteriores a la ciudad sagrada. Señorearon el mundo andino por espacio de milenios, fundaron reinos que desaparecieron con ellos.

Con estos precedentes, nuestra tarea se realiza al margen de las aparentes verdades arqueológicas establecidas, con un enfoque metodológico diferente que apunta a responder a cuestiones o ámbitos inexplorados; en las creencias aborígenes el asiento de Tiwanaku era el centro de la capital del mundo, centro sagrado o santuario cubría alrededor de 6 Km2; el núcleo central de las estructuras monumentales que hoy vemos en ruinas y han prevalecido entre las cenizas de la antigua capital, está rodeado por una extensa zona residencial con considerable densidad poblacional5, al menos durante el gobierno inka, a juzgar por la presencia del Suyuyoc, que respondía a una determinada organización social, compuesta de cuatro gobernantes que tenían bajo su mando cada uno: 10.000 jefes de familias (Santillán Fernando 1563). Existen edificaciones subterráneas que tendrían determinados usos acordes con las costumbres y conocimientos de sus habitantes de manera que podrían encontrar confort climático si existían variaciones significativas de temperatura. Evidentemente, las obras de Tiwanaku, no pudieron surgir de la noche a la mañana; en realidad, muchos grupos gentilicios que se constituían, o se reconstituían, en dicho lugar debieron dejar sus huellas en esos inmensos monolitos, a lo largo de centenas o, quizá, miles de años. Grupos que, con el correr del tiempo, se irían desplazando hacia lugares diferentes, en esta parte del continente, pero con una orientación determinada.

Tiwanaku está localizado en el centro jerárquico del espacio geográfico del altiplano, irradiando su configuración monumental (complejos arquitectónicos), en otros centros poblados o ciudades secundarias situadas alrededor de 10 a 25 Kmts., de distancia. Constituyéndose el núcleo central como una entidad planificada, que espacialmente representa algunas funciones; la zona monumental, cumple funciones de culto ritual según las creencias imperantes y la utilización lúdica, educativa y espiritual del espacio sirve para fortalecer la identidad cultural. Las excavaciones arqueológicas han demostrado que en Kallamarca, aproximadamente a 11 Kms., al sur de Tiwanaku, había un templo menor similar al Kalasasaya; en Chiripa, al noroeste, a orillas del Lago Titikaka, había un centro ceremonial con un templo semi-subterráneo; en Lukurmata (12 Kms., al norte), un asiento de más de 150 Has., de extensión, sobre el cerro Huila Kollo, en el valle de Katari, al otro lado de la serranía de Llocolloco, presenta algunas estelas del estilo de Tiwanaku (igual que en un islote próximo a la orilla), que enfatizan la reproducción del arte de la metropóli andina con todas sus peculiaridades; en Pajchiri (23 Kmts.), de igual manera; en Wankani (28 Kmts., al sur de Lukurmata), había una plataforma como la de Kalasasaya. Otros sitios, como: Ojje, Simillake, y Palermo, presentan recintos semi subterraneos y, estructuras piramidales al lado de cerámica del estilo Tiwanaku. En el extremo oriental del lago Umayo situado en Hatuncolla a una distancia aproximada de 25 Kmts., del Titikaka, se encuentra un promontorio rocalloso en partes abrupto que tiene el nombre de península de Sillustani, lugar donde se hallan las Kalasasayas circulares y famosas chullpas.

Todos estos lugares pueden ser reconfigurados en una red local de asentamientos que responden a algunos puntos de partida; la primera trama de asentamientos se originó a partir de la Isla de Titikaka, asiento de Tiwanaku y el nevado , pues como dice la tradición mítica, el nevado Illampu es la sede de la divinidad principal del altiplano que ocasiona determinados fenómenos atmosféricos; dicha divinidad se habría proyectado sobre la isla de Titikaka luego del diluvio y desde ahí se dirigió al asiento de Tiwanaku, alegoría que guarda una relación astronómica pues a partir del eje Este – Oeste, que irradia desde la

5 Alan Kolata, arqueólogo norteamericano, estima una población de 20.000 a 40.000 personas; y plantea que el surgimiento de la ciudad como centro ceremonial ocurrió entre el año 100 y 300 DC. Fecha esta última, donde había logrado indiscutible superioridad en la región, llegando a dominar un extenso territorio que se extendía desde el altiplano boliviano hasta la costa peruana.

Isla de Titikaka se registra la salidad del sol y de la principal constelación que precede la salida del sol, por el nevado Illampu, durante el equinoccio de septiembre o inicio del período de lluvias. Trazados los ejes del espacio de aplicación de estos fenómenos complementados con el registro de los solsticios, se genera con sus paralelas y perpendicualres una primera red de asentamientos, al coincidir una serie de lugares con estas orientaciones. Una segunda trama de asentamientos que posiblemente se originó en una nueva era cósmica, debido al cambio de la figura celeste que precede la salida del sol en los equinocciones y solsticios, parte del eje Noroeste - Sureste que divide el lago y tiene como sitios claves de referencia, viniendo de norte a sur: Cajamarca, Cusco, Pucara, Tiwanaku, Oruro y Potosí; y una tercera trama que considera la presencia de la ciudad inka ligeramente recostada hacia la parte noroeste de la ciudad, arriba del complejo de Pumapunku, en el cruce los caminos de ingreso en dirección norte – noroeste, posiblemente el lugar donde estaba emplazado el Ushno. El eje de referencia Este - Oeste, que señalaría los equinoccios atraviesa el centro del complejo de Kalasasaya; de este lugar, proyectados hacia el horizonte los ejes direccionales de los solsticios permiten reconstruir con sus respectivas paralelas y perpendiculares, una trama de asentamientos estableciéndose la coincidencia en el trazado de los ejes con algunos hitos geográficos y pueblos actuales. Entre la orientación Este – Oeste del observatorio del Kalasasaya y eje central de la pirámide de Pumapunku, existe una diferencia de 4° a 5°, lo cual apuntaría que este complejo de edificaciones estaba orientado para el registro del movimiento de la luna y posiblemente de los ciclos de saros o eclipses.

De otra parte parece pertinente reconstruir la configuración actual de la trama de asentamientos en la provincia de Ingavi y el municipio de Tiwanaku a partir de los ejes direccionales que registran las salidas del sol en los equinoccios y solsticios; para el efecto, la prolongación del eje equinoccial desde el centro de la pared balconera del Kalasasaya hacia el orto encuentra un punto cercano al nevado (ligeramente hacia la parte norte), denominación traducida como “El desacabezado” que podría referirse a que en alguna época erupcionó y perdió el cráter quedando con la forma que tiene; en el ocaso se registra al cerro Coamani, situado en el Departamento de Puno. En este eje se alinean una serie de pueblos como Desaguadero, Tiwanaku, Laja, Chuquiapu (). Para establecer las diferencias de los trazados antiguos con la época actual se ha tomado como referencia precisamente este eje direccional de las salidas del sol en los equinoccios y solsticios. Ver Fotografías.

Fotografías. Salida y ocaso del Sol equinoccio Septiembre 2013. Fuente: A. Lozano 2013.

De la misma manera si prolongamos los ejes solsticiales hacia su orto y ocaso partiendo de las respectivas paredes del Kalasasaya encontramos hacia el noreste, solsticio de junio, al cerro ; y al noroeste el cerro Khapia; en el eje sureste, solsticio de diciembre cerro Gigante, y al suroeste, el cerro San Francisco de Orcorara. En los ejes diagonales noroeste – sureste, se alinean pueblos como Santa Rosa, Taraco, Yanarico, Tiwanaku; y en el eje noreste – suroeste, teniendo a Chuquiapu como centro se alinean pueblos como , Jesús Machaca y otros. Debemos anotar que el Sol pasa por la latitud de Tiwanaku, irradiando sus rayos de forma perpendicular: el 7 de noviembre y 4 de febrero, esta última fecha está relacionada a la festividad de la virgen de la Calendaria en varios lugares del altiplano. (Ver, Mapa N°2)

Mapa N° 2. Ejes de orientación cuando el sol pasa por la latitud de Tiwanaku

En resumen, en el valle o comarca propiamente de Tiwanaku, a partir de los ejes direccionales a los equinoccios y solsticios se han configurado, en distintas épocas, una serie de asentamientos; los más cercanos en el entorno territorial con un radio aproximado de 25 Kms., tienen directa influencia de Tiwanaku, expresada en los complejos arquitectónicos articulados en montículos y patios hundidos, presencia de cerámica fina, estelas líticas, y presencia de campos elevados o camellones, para las prácticas agrícolas; así, por el norte aparece Qaluyu, al sur Chiripa, al este Titimani y al oeste Sillumocco, Ckackachipata y Huajje, cuya cualificación del espacio los convierte en centros ceremoniales de importancia en su entorno cercano. Posteriormente surgirán otras entidades políticas menores que se mantienen autónomas o semi-autónomas. Otros asientos de origen Tiwanaku están agrupados principalmente hacia la parte Este de la laguna, y su influencia se extendió más allá de Cochabamba, y por el sur hacia los valles del norte de Chile. En cuanto, a la primigenia organización espacial del centro poblado, esta se establece a partir de dos mitades opuestas y complementarias: Alajjsaya (arriba, derecho, masculino), y Manqhasaya (abajo, izquierdo, femenino); la línea imaginaria que divide ambas mitades es el eje horizontal Oeste/Este. La relación entre ambos opuestos está significada como una unidad complementaria, jerárquica y asimétrica, donde, el Taypi, término que hace referencia al lugar del medio o central, donde se reúnen las mitades antagónicas, tiene un rol fundamental: es el lugar donde pueden vivir las diferencias; evoca la concentración de fuerzas y la multiplicidad potencial. En el orden social, el centro representa la totalidad, la unidad, el punto de convergencia; pero, también, reproduce la dualidad y la oposición complementaria; por ello, no pertenece a ninguna saya sino a todos los miembros de la comunidad. Las mitades o saya, a su vez, están segmentadas en comunidades o ayllus, que conforman una identidad particular al interior de la saya. En efecto, Alajjsaya alinea a las comunidades de Kausaya, Khasa Achuta, Chambi, y Achuta; en tanto que Manqhasaya incluye las comunidades de: Waralla, Achaka, Wankollu, y Corpa. A partir del Taypi también se pueden señalar los puntos cardinales determinados por la salida del Sol y su recorrido aparente durante el año, lo que permite definir las cuatro regiones cardinales: Anti suyu (sureste-noreste), Cunti suyu (suroeste-noroeste), Chinchay suyu (noreste – noroeste), y Colla suyu (sureste – suroeste); es en este contexto, donde el nombre de Taypikala, adquiere su verdadera dimensión y significado. (Ver, Gráfico N° 1).

Gráfico N° 1. Esquema de distribución de ayllus originarios en Tiwanaku

En cuanto a los antiguos ayllus originarios que poblaban el valle de Tiwanaku, las fuentes coloniales (Padrón realizado en 1658), hacen referencia a 8 ayllus, a saber: Achaka, Achuta, Aparo, Chambi, Kasa, Kollir, Wankollu, Waraya, que a lo largo de su proyección histórica han sufrido diversas transformaciones administrativas y territoriales que han afectado su integridad territorial, fraccionándose en una serie de estancias, las cuales concentraron dentro de sus límites población forastera, conocida con el nombre genérico de yanakona. La tradicional distribución espacial y política andina enmarcada en la Marka, aglutinaba al parecer un número de 9 ayllus, incluído el Taypi, lugar de encuentro y celebración de todos los ayllus, mismos que estaban distribuidos en dos Sayas: Manqha o Urinsaya y Alajj o Anansaya, que se encontraban divididas por el eje direccional Este - Oeste. De los ocho ayllus originales actualmente se conservan los nombres de 6 de ellos: Chambi (Chambi Chico y Grande), Khasa Achuta, Kausaya, Corpa, Wankollu, Achaka, Waraya, Achuta (Grande); los 2 ayllus antiguos restantes: Aparo y Kollir, han sido sustituidos por los ayllus actuales de Corpa y Kausaya, según hemos podido deducir en orden a su emplazamiento, alrededor del pueblo de Tiwanaku, que venio a ocupar el antiguo Taypi o lugar central de concentración para las actividades festivo rituales; el esquema situacional y de organización espacial están dibujados en el Mapa N° 3.

Mapa N° 3. Ubicación de principales Ayllus originarios en Tiwanaku

Por otra parte, en cuanto a la red de caminos, desde Tiwanaku irradiaban grandes vías que a escala local, coincidían con los ejes de orientación astronómica: noreste-suroeste y noroeste-sureste; en dirección suroeste, sale el camino que conduce hacia ; en dirección sureste, sale el camino que se dirige a Kaluyo y Chuñuchununi, de este camino salen ramales para Wankani y Viacha. En dirección noreste, desde Kasachuta se enderezaba una vía al norte hacia Wankullani; mientras en dirección noroeste sale el camino que se dirige al desembarcadero de Iwawe. Estos caminos a mayor escala conectaban con las cabeceras provinciales e importantes centros de producción agrícola situados tanto en la cordillera andina, los pisos yungueños y en la costa del Pacífico. En los vestigios que se han rastreado sobresalen 11 tramos con una longitud aproximada de 4.030 kilómetros, los más importantes caminos que actualmente incluso han sido reutilizados para el turismo, son: el Choro, Takesi, Yunga Cruz y Pasto Grande que datan de tiempos milenarios. A estos tramos se suman otros que arribaban al valle de Cochabamba, a los valles lejanos de Moquegua, e Ilo en el Perú. Así como, a Arica y a San Pedro de Atacama en Chile. (Ver Mapa N° 4).

Mapa N° 4. Red Vial Inkaika en Collasuyu. Fuente: Red del Khapac Ñan en Bolivia

En el gobierno de los inkakuna como registran los datos de las crónicas tempranas se preciaban de ser descendientes de Illa Titi Viracocha, para ellos, Tiwanaku significaba la cuna de origen y lugar sagrado de gran significación mítico simbólica, lo que, al parecer, fue una de las razones que les llevó a considerar reedificar aquí la capital del gobierno, aunque finalmente optaron por hacerla en el Cusco, teniendo a Tiwanaku como modelo para su planificación y diseño según sus parámetros arquitectónicos y concepción simbólica del espacio (Cieza de León 1549). Sin embargo, la antigua ciudad, conservó su carácter sagrado, e importancia política, quedando como sede de uno de los dos Suyoyoc Apu, principales gobernantes del Tawantinsuyu, después del Inka. Estas autoridades estaban por encima de los cuatro Apukuna, funcionarios residentes en el Cusco, encargados de la administración de cada una de las cuatros regiones o suyu, y los gobernadores denominados Tocricuc (veedor), que tenían debajo de su gobierno los hunus (gobernaciones de 10.000 tributarios), de su distrito, que solían ser tres, cuatro, o más, según la extensión del territorio y por ello se construyeron una serie de edificaciones en orden a su importancia político administrativa, al respecto, B. Cobo manifiesta:

“En cada gobernación había un pueblo principal ennoblecido por los reyes con número de vecinos y suntuosidad de edificios, el cual era cabeza y metrópoli de la provincia y hunus que caían en sus términos. Había en él palacios reales de rica fábrica, fortaleza, templo magnífico del sol, que era como la iglesia metropolitana del distrito; monasterio de mamaconas; los mayores depósitos del partido bien proveidos de vituallas para sustento de los ministros y criados del Inca y de la gente de guerra que por allí pasase; tambo real y gran número de indios de servicio, que por sus mitas enviaban los pueblos comarcanos; sin los muchos mitimaes que allí moraban. Tales eran los pueblos de Quito, La Tacunga, Tumibamba, Cajamarca, Jauja, Pachacama, Chincha y Vilcas, con los demás que había en los cuatro suyus o partidos del reino”. (B. Cobo. Pág. 114. BAE 1965).

En este contexto, la intervención inka, a nivel territorial, debió estar enmarcada en la nueva concepción espacial que se hizo en todo el Tawantinsuyu; la división territorial horizontal, es decir, la bi y cuatripartición del espacio: Hanan Saya (barrio de arriba –derecha-) y Hurinsaya (barrio de abajo –izquierda-), que en este caso coincidía con las antiguas divisiones de Alajjsaya y Manqasaya; y la cuatripartición orientada a señalizar las direcciones cardinales: Antisuyu; Cuntisuyu; Chinchaysuyu (Umasuyu); y Collasuyu (Urqusuyu); así como, la división espacial vertical de los tres mundos: Alaj (Hanan) Pacha, mundo de arriba, Aka (Kay) Pacha, mundo de aquí, ahora; y Manqha (Uku) Pacha, mundo de las profundidades. Gracias a la estratégica ubicación, con el paisaje sagrado de la región, la ciudad adquiere importancia como un axis mundi que conectaba los tres mundos: Alajpacha, donde moran las figuras celestes, el Akapacha, mundo de aquí definido como Taypi, lugar donde se representa la figura estelar o principal constelación del sistema astronómico andino, que no sólo esta dibujado en el trazado de la ciudad, sino que se construyen espejos de agua, en las cimas de las pirámides para atrapar su figura, cuando está en el cenith del lugar, acontecimiento que ocurre en el solsticio de diciembre; y el mankapacha, el mundo de abajo, lugar donde estaría reposando la figura celeste en el anticenith.

En cuanto a la estructura de la ciudad, las grandes plataformas cuidadosamente construidas continuaban en pie, e incluso a la llegada de los españoles pudieron ser descritas por los propios cronistas (siglos XVI y XVII), con lujo de detalles. Al parecer, los complejos residenciales construidos con muros de tapial y adobe donde residía la mayoría de la población habrían sufrido el colapso y desintegración en el pasar de los siglos. En cambio, la arquitectura monumental habría sufrido menos el efecto degradante del tiempo, tanto por los materiales, como por las técnicas usadas en su construcción. Los inkakuna preservan la zona monumental y sus intervenciones estuvieron orientadas en dotarla de la infraestructura necesaria de un centro de primer orden, que debía incorporar aposentos o palacios para la residencia de los gobernantes y equipamientos comunitarios como tambos, depósitos, kanchas y otras edificaciones necesarias, optando por ubicar estas nuevas construcciones cerca de Pumapunku, hecho que es mencionado por el cronista B. Cobo (1965), quien manifiesta al respecto:

“La causa principal de tener los indios la veneración que tenían a este adoratorio, debió ser su gran antigüedad. Adorábanlo los naturales desde tiempo inmemorial antes que fuesen conquistados por los reyes del Cuzco, y lo mismo hicieron los dichos reyes después que fueron señores desta provincia, que tuvieron por templo célebre el sobredicho edificio de Pumapuncu, y lo ilustraron y enriquecieron, acrecentando su ornato y el número de ministros y sacrificios; y edificaron junto a él palacios reales en que dicen nació Manco-Cápac, hijo de Guayna- Capac, cuyas ruinas se ven hoy; y era edificio muy grande y de muchas piezas y apartamientos”. (B. Cobo. Pág. 169. BAE 1965).

En este orden, se incorporó a la estructura de la ciudad, en la parte norte – noroeste, una serie de equipamientos relacionados con la infraestructura del Khapak Ñan, como: tambos, probablemente a la entrada y salida de la ciudad, depósitos, y kanchas para uso de los viandantes, como se demuestran en las edificaciones encontradas en las recientes excavaciones arqueológicas en el sector de Pumapunku que se halla ligeramente inclinado hacia el suroeste, a un kilómetro del área monumental; donde se observaban aún muchas piezas escultóricas en pie o desmoronadas, asociadas a la iconografía de los portales que están en el Kalasasaya; frisos arquitectónicos de impresionante factura, y paramentos con diseños que presentan la cruz andina; también hay referencias a la presencia de un monolito, el cual se hallaba en pie al oeste de los grandes bloques de piedra que componen el frontis de la estructura. Esta estructura muestra como base una plataforma en T, que mide 150 metros de lado, y a pesar de conservar su forma original, habría sufrido modificaciones antes de la llegada de los Inkakuna, como el resto de las plataformas monumentales donde se ha demostrado que algunas de éstas fueron construidas con bloques tallados removidos de otras plataformas preexistentes. (Ver, Plano N° 1).

Las prospecciones arqueológicas (Smith, 2002), han determinado que la intervención Inka abarca un área que cubre alrededor de 1,7 Km2., que se extiende desde Pumapunku hasta las proximidades del pueblo actual, donde se han encontrado estructuras de forma rectangular, de aproximadamente 4 x 10 metros, conteniendo gran cantidad de aríbalos y tinajas, platos, y otras vasijas para almacenamiento, y consumo de alimentos, asociados a restos óseos de camélidos, aves, pescados, y abundante carbón. En los corredores que articulan los cuatro edificios se hallaron depósitos semejantes, cuyos contenidos parecen provenir de la preparación de alimentos. Al este de las mencionadas estructuras se halla una plaza amplia, y la puerta que daba acceso del recinto donde se preparaba la comida a la plaza se encuentra demarcada por una puerta de doble jamba, revelando la entrada a un espacio importante. Finalmente, se evidencia la existencia de una serie de cámaras pequeñas (2 mts.), de particulares características arquitectónicas orientadas hacia el este, construidas en las terrazas de Pumapunku.

Plano N° 1. Posible Asentamiento Inka; ejes de trazado

La organización de las estructuras arquitectónicas (habitaciones, salas, depósitos, terrazas, pasajes, patios), indican zonas de actividades distintas (residencial, servicios, etc.), evidenciando la existencia de un tambo y depósitos que por cierto, están adyacentes al Khapac Ñan, que viniendo desde el sur peruano (Puno, Chucuito, Zepita) por la ribera occidental del lago Titikaka, un ramal pasa por el puente del Desaguadero, Guaqui, Tiwanaku con dirección a Chuquiapu (La Paz), y otro se dirige a Oruro. (Ver, Mapa N° 4). Cieza de León en su recorrido por el altiplano observa que: “El pueblo de Tiaguanaco está asentado en una sábana y llano que la cercan por los lados dos pequeñas sierras, a la orilla de un pequeño río, que cuatro leguas adelante desagua en la laguna de Chucuito, en el camino real que viene de la ciudad del Cuzco a la de Chuquiabo, nueve leguas antes de llegar a ella. Los naturales son Pacages de nación, porque cae en los términos de la provincia deste nombre. La antigualla y ruinas destos soberbios edificios están como doscientos pasos del pueblo al mediodía, en el cual y debajo de un mismo nombre parece haberse comprendido antiguamente los dichos edificios”. (Cieza de León P. 1985).

Está clara la referencia al pueblo o ciudad inka, por la notoria distinción que el cronista hace de las antiguallas o ruinas ubicadas hacia el sur como aproximadamente a 400 metros, lo cual quiere decir que posteriormente los españoles ocupan dicha ciudad; además, es curioso comprobar que el trazado de la ruta del Khapac Ñan, es similar a lo que acontece en la ciudad inka de Tumipampa (hoy Cuenca, ecuatoriales), intervenida igualmente en el gobierno inka, donde el recorrido del camino también pasa por el sitio denominado Pumapunku, lugar donde se encontraba un tambo de la ciudad y además era, como su nombre lo indica, la entrada al centro sagrado de la ciudad representado por la figura de la constelación del felino o puma, exactamente a lo que acontece con Pumapunku en Tiwanaku.

En el gobierno colonial, Tiwanaku fue repartido a los evangelizadores y encomenderos en el marco de la creación del corregimiento y gobernación. Durante el último tercio del siglo XVI, bajo la administración del Virrey Toledo, se implementó una profunda restructuración político – administrativa, territorial, y religiosa, que sentaron las bases de la sociedad colonial: se homogenizó el tributo; se intensifico la extirpación de idolatrías, se reguló el trabajo comunal forzado en las ciudades y minas, mediante el establecimiento de provincias (16) que tenían que enviar regularmente sus mitayos a las minas de Potosí. Luego el nacimiento de San Pedro de Tiwanaku, a principios del siglo XVII, el cura Pedro del Castillo andaba ocupado en construir la iglesia del pueblo (1600 – 1612), para lo cual utilizo como cantera las ruinas de la gran ciudad milenaria. Casi todas las casas del pueblo que surgió a principios de la colonia, fueron construidas con las piedras de las vecinas ruinas: por todas partes se ven estatuas, bancos, utensilios domésticos y esculturas incrustadas en las paredes, un ídolo gigantesco custodiaba la puerta de la cárcel, estos materiales llevan el sello de los artífices del templo y de las edificaciones de la antigua ciudad. El primer encomendero del pueblo fue Juan de Vargas, el cual desenterró grandes y extrañas riquezas, aunque por su codicia luego de los desenterramientos falleció sin causa aparente. (Ver Plano N° 2).

Plano N° 2. Posible Traza del pueblo de fundación española

La invasión y el establecimiento del régimen colonial sobre la antigua ordenación territorial establecida por los inkakuna, desestructuró radicalmente la organización socio-política, económica, ecológica, ideológica, y simbólica del altiplano, en primera instancia al tomar posesión del territorio a través de las encomiendas6, se estableció un régimen impositivo de tributación y explotación de la mano de obra nativa; y en segunda instancia, con la fundación de ciudades y pueblos de indios, se instauro el nuevo orden político administrativo colonial. Los antiguos centros poblados fueron en algunos casos fragmentados y reconfigurados bajo el nuevo orden impuesto por los españoles, del cual emergieron nuevas jurisdicciones político administrativas y territoriales (las reducciones que dieron lugar a los pueblos de indios o markas, en aymara, según el modelo español, pero con administración indígena y con una extensa jurisdicción y organización religiosa parroquial que abarcaba a las

6 El sistema de la encomienda se basaba en que a los españoles que habían participado con bienes y persona en la empresa conquistadora, se les “encomendaba” la evangelización y la protección de los indios de una determinada región, para lo cual se les asignaba la posesión de una jurisdicción territorial, debiendo la población indígena realizar una serie de onerosos servicios (tributación), a beneficio de los nuevos dominadores, tanto civil, como eclesiástico. comunidades del campo circundante; los corregimientos, y las gobernaciones). Las relaciones entre puna y valle reguladas por el principio de complementariedad ecológica se rompieron. Las configuraciones territoriales aymaras, vigentes durante la época incaica, fueron fraccionadas y redistribuidas a los conquistadores, bien por mercedes reales o por decisiones del gobernador Francisco Pizarro, o los cabildos de las nacientes ciudades administradas por la soldadesca que participo en la invasión y conquista.

La organización de los ayllukuna, si bien en los niveles inferiores, no desapareció, sufrió cambios sustanciales, sus integrantes tuvieron que desarrollar varias estrategias de resistencia que les permitieron, no sólo la supervivencia, sino mantener la cohesión de sus estructuras políticas originarias, aunque con procesos de restructuración interna de las comunidades. Al interior de las reducciones, pueblos de indios o markas, se retuvieron las formas de organización socio-espacial en dos mitades: Anansaya y Urinsaya, administradas por su propio gobernador local. Cada mitad, a su vez, se componía de varias unidades locales que conservaron el nombre del ayllu y que eran administradas por sus propias autoridades, los jilaqatas. Si bien, las comunidades siguieron gobernadas por las autoridades tradicionales aymaras, aunque éstas estaban sujetas en gran medida a la determinación de las autoridades españolas. El nivel más alto de la organización coincidía con el pueblo de indios (marka) y su jurisdicción, gobernada por un cacique local nombrado por la corona.

Durante los tres siglos de gobierno colonial y hasta bien entrada la república Tiwanaku se transformó en un triste pueblo del altiplano y convirtió en inagotable cantera sin dueño, que proveía de abundante material pétreo para todo tipo de construcción, que se hacían en los pueblos y haciendas del entorno. Piedras extraordinarias de todos los tamaños y calidades y todas cortadas a escuadra y artísticamente labradas y pulidas, pasaron a formar parte de cimientos, mamposterías, dinteles, y pisos de un sin número de construcciones privadas y públicas. En suma, si bien los eventos de la naturaleza, difícil de predecir, truncaron la prosperidad de Tiwanaku; en tiempos relativamente recientes, manos impías, infames, irreverentes y destructoras de numerosos iconoclastas7 de la santa religión católica, so pretexto de la extirpación de idolatrías, o los fanáticos modernos, del desarrollismo depredador de la naturaleza y las culturas, han profanado con motivos viles la majestad del primigenio centro sagrado, a pesar de ello, aún quedan ciertas pistas y evidencias para la reconstrucción de su trazado.

Trazado simbólico de la ciudad o centro sagrado de Tiwanaku

La metrópoli prehistórica, ciudad o centro sagrado de Tiwanaku, considerada la ciudad más antigua del continente se encuentra a 3846 m.s.n.m., y aproximadamente a 20 km., al sudeste del lago Titikaka, a una altura de 34 metros, de la presente línea costera; si la ciudad fue antiguamente un puerto a orillas del lago, significa que desde esa época ha habido un descenso significativo del nivel de agua, o en su defecto el valle donde se asienta la ciudad ha ascendido de forma espectacular; en cualquier caso las ruinas de las edificaciones demuestran que se han producido grandes y traumáticos cambios físicos producto de catástrofes de grandes proporciones. Este conjunto de ruinas dispersas aún permanecen entre la oscuridad, la ignorancia y la especulación, salvo las versiones de los

7 Iconoclastas, individuos que se oponían al culto de las imágenes, no respetan las tradiciones; sus orígenes se remontan a un movimiento religioso del siglo VIII, promovido por los emperadores bizantinos. primeros cronistas que estuvieron en el lugar y contados estudios dedicados a aspectos como son las matemáticas, la astronomía o los intentos de desciframiento del código iconográfico plasmado en su singular estatuaría lítica. En efecto, una revisión de los estudios realizados hasta la fecha, revela que la ciudad de Tiwanaku, ha sido estudiada bajo un enfoque parcelario y de forma sectorial, es decir, la mayoría de investigadores, principalmente arqueólogos, se han ocupado del lugar donde están los vestigios de edificaciones que no pueden pasar desapercibidas, dejando de lado los extremos Este y Oeste (actual pueblo, cuya iglesia fue construida, al parecer, sobre un antiguo templete semi subterráneo), pues el perímetro de la antigua ciudad comprende una mayor extensión territorial como vamos a demostrar en este apartado.

La extensión del centro sagrado de esta colosal creación de las comunidades andinas primigenias, es aproximadamente 2,8 Km., de largo en sentido Este – Oeste por 1,6 Km., de ancho en sentido Norte – Sur, abarcando alrededor de 420 Has., sin contar con la periferia donde estarían asentadas las zonas administrativas y del común de la población con lo que alcanzaría un área cuadrada de al menos 4 Kmts. La parte más estudiada, comprende apenas el 10% de la superficie total (40 Has.), que corresponde al centro sagrado o zona donde se encuentran los vestigios de los complejos de edificaciones arquitectónicas. El perímetro rectangular de la ciudad que configura la imagen mítica del centro sagrado, al parecer podría haber estado rodeado por un inmenso foso artificial o simplemente terrazas, que restringían su acceso, ya que moverse de afuera hacia adentro era como entrar a un espacio sagrado. A. Posnansky al descubrir las terrazas (muros de contención) que posiblemente configurarían la forma o imagen de la ciudad plantea la posibilidad de que son parte de muelles o diques, por lo tanto, deduce que el nivel del lago llegaba hasta Tiwanaku y por ello elucubra su teoría de que la ciudad en tiempos remotos fue un puerto, lo cual fue impugnado radicalmente, por otros estudiosos de la época.

De otra parte, en orden a los relatos míticos y evidencias arqueológicas la ciudad de Tiwanaku, quizás debido a su propia antigüedad, es distinta a cuantas existen en el mundo, tanto en su organización física y social, como en su concepción cultural (técnica y simbóli- ca), fue el centro primigenio donde se cristalizó la concepción teogónica, cosmogónica y cosmológica andina, es decir, el lugar donde se aplicaron sabiamente, los conocimientos astronómicos relacionados con la aparición de las constelaciones, así como, las técnicas e instrumentos desarrollados para el control de los ciclos estacionales, tanto del sol, luna y principales constelaciones que rigen los acontecimientos estelares que permitieron a los amawtakuna comprender el orden cósmico universal, que rige los fenómenos físicos y su in- terconectividad con los fenómenos naturales y sociales, lo cual se evidencia en la asociación de determinados acontecimientos estelares, con los períodos de labranza agríco- la y las festividades rituales.

Los primeros testimonios escritos sobre Tiwanaku son de los cronistas españoles, particularmente Pedro Cieza de León (Capítulo CV. Del pueblo de Tiaguanaco y de los edificios tan grandes y antiguos que en él se ven. Págs. 264-265-266), quién visito el pueblo hacia 1549 describiendo los grandes e increíbles edificios que pudo observar las pirámides, muros, estatuas, portadas de piedra labradas en bloques de una sola pieza muy grandes, mencionando según las versiones de los nativos del lugar que fueron construidos muchos años antes del gobierno de los inkas y que además estos sirvieron de modelo para que los construyeran en el Cusco a su semejanza

A partir de estos valiosos datos podemos ensayar la reconstrucción del trazado de la ciudad, para lo cual es de gran utilidad, los estudios hechos en el observatorio de Kalasasaya referentes a sus ejes astronómicos direccionados para registrar los movimientos del sol durante el año, es decir los solsticios y equinoccios, sirviendo para reconstruir la trama de asentamientos a nivel local, comarcal y regional, como lo hemos graficado en los apartados correspondientes. En efecto, el eje Este-Oeste y la cosmología jugaron un importante papel en el trazado de la ciudad, precisamente la ubicación del observatorio solar de Kalasasaya en este eje, permitía registrar en el horizonte la salida del sol y de otras figuras celestes, así constatamos que en dirección del eje equinoccial las montañas (Illampu, Ancohuma, Chacaltaya, Wayna Potosi, Mururata, ) de la cordillera de la Paz sirvieron de gnomones para el registro de diversos fenómenos atmosféricos.

En el caso del diseño geométrico de la ciudad a partir del observatorio de Kalasasaya donde irradian los ejes de orientación: Este – Oeste, compartido por los complejos de: Chunchukala, Templete semi-subterráneo y Putuni; y ejes diagonales Noreste-Suroeste y Sureste-Noroeste, se genera una trama cuyos ejes de orientación cardinal configuran la característica división espacial en la que se van articulando los complejos arquitectónicos (observatorios diurnos y nocturnos) cuyas puertas de acceso tienen el frente hacia el Este. En este esquema, las estructuras de las principales edificaciones del culto estelar estaban orientadas hacia los puntos geográficos sagrados como la pirámide conocida como Akapana, para nosotros un observatorio estelar, que posiblemente registraba el paso por el cenith de determinadas figuras estelares; a 2.1 Kmts., en línea recta al sur de la pirámide yace la plataforma denominada Wilapukara punto de acceso a la ciudad algo similar se ha localizado al oriente de la misma; el denominado templete semi subterráneo, para nosotros un observatorio estelar nocturno, al igual que Putuni, mal llamado palacio de los sarcófagos; Khantataita, templo de Venus, Qhirikala, y y Lukaqulli, pirámide de las dimensiones.

En cuanto a la reconstrucción topológica de la imagen de la constelación del felino que en actitud de acecho, tal como se ve en el firmamento, fue trazada en los centros sagrados andinos (Ver, Gráfico N° 2 y Mapa N° 5); en el caso de Tiwanaku, donde al parecer se inauguró este trazado, se puede apreciar que la cabeza se asienta en la actual iglesia del pueblo; el cuerpo comprende los complejos arquitectónicos del Kalasasaya, Putini, Akapana, y templete semisubterráneo; las patas delanteras se desarrollan hasta cerca del complejo de Pumapunku; y las patas traseras y la cola, están en dirección del antiguo camino de La Paz. Su ubicación ha sido posible a partir del recorrido por las calles del actual pueblo y de la elaboración de esquemas de desarrollo orgánico de las dimensiones del puma, tomando como patrón las dimensiones reales del felino y proyectándolo de forma proporcional en el territorio.

Indudablemente hay algunas incógnitas que surgen con relación a la localización del complejo de Pumapunku, literalmente la Puerta del puma (similar al trazado de la ciudad de Tumipampa, en Cuenca Ecuador), aunque creemos servía para el registro de los movimientos de la luna; y la ubicación del río Wakira (Jawira), en la parte superior del trazado, siguiendo la dirección noroeste – sureste, al contrario de lo que sucede en otras ciudades, donde el río discurre en la parte inferior, que por ahora no vamos a discutir, sino indicar que podría ser un indicio de su antigüedad.

Gráfico N° 2. Constelación de Puma Yunta; Chuquichinchay por separado

Mapa N° 5. Reconstrucción topológica de la constelación de Puma Yunta en Tiwanaku En el marco de la reconstrucción del trazado geométrico de la cruz cuadrada, en la antigua ciudad, se ha esbozado un posible diagrama, teniendo como centro la pirámide de Akapana (J.Miranda Luizaga, 1991), colocando ordenamente a su rededor de forma equidistante y 45°, otros monumentos (pirámide de Pumapunku, el panteón, Tunti Lluri, y el templo de Wila Pukara), e incluso las comunidades aledañas, para identificar los límites más alejados de la ciudad, a partir de un primer cuadrado que luego es proyectado generando un cuadrado mayor hasta formar la cruz cuadrada. En nuestro caso, hemos tratado de dibujar la cruz de Tiwanaku conformada por 5 cuadrados, es decir 25 en total, encontrando que coinciden con el primer cuadrado que se origina desde la pirámide de Akapana; esta aplicación del sistema de medición de la cruz andina muestra la continuidad cultural del trazado geométrico.

En cuánto, al sistema proporcional de medidas, empleado en el diseño de la ciudad, por todas partes se puede percibir el conocimiento de los constructores nativos de la medida dorada, y la serie de Fibonacci que derivan de ella. En Tiwanaku se utilizó una unidad de medida que tenía una longitud de 1,62 (1,618metros), que equivale a la Luka. Por ejemplo la pared balconera al Este del observatorio de Kalasasaya, entre pilar y pilar mide 4,8 metros, equivalente a 3 lukas. Además, es curiosa la relacion con el número 48 (4,8 x 10), de las figuras de acolitos o de las 16 figuras radiantes (48/3), y también con los 24 rayos (48/2) que aparecen en cada cabeza radiante de la iconografía de la Portada de Illa Titi Viracocha.

La imagen simbólica del centro sagrado se corresponde con la constelación de Chuquichinchay, el felino resplandeciente, una de las manifestaciones de Illa Titi Viracocha Pachayachachi, que en las referencias mítico simbólicas aparece como el constructor de la ciudad, o que esta fue construida en su memoria, resultando que el diseño y trazado del centro sagrado de la ciudad reflejan fehacientemente esta tradición. Efectivamente los prin- cipios cosmológicos y culturales, están plasmados de forma magistral en el diseño de la ciu- dad y en la arquitectura de sus edificios; dicha imagen se configura, sobre terrazas artificia- les, kanchas y complejos de edificios, (templos o adoratorios; observatorios; palacios, casas, depósitos); al parecer, sus constructores que dominaban el oficio de la cantería, también utilizaron las técnicas de la antigua ciencia de la percepción terrena (Geomancia), por la elección del lugar y sus características especiales, principalmente para la observación estelar y recepción de la energía cósmica, que la sujetaban a sus reglas (astronómicas, matemáticas y geométricas) expresadas bajo la ley cósmica de la analogía: todo lo que ocurre arriba –cielo- se refleja también abajo –tierra- y viceversa. (Ver, Planos N° 3 y N° 4. Trazados de las ciudades de Tiwanaku y Cusco).

El centro sagrado y los monumentos a pesar de su forma orgánica que parte de un plan preconcebido con todas sus particularidades especificadas; en su larga historia, han sufrido transformaciones que se han sucedido en diferentes localidades, ritmos y tiempos, por tanto sus estructuras no han permanecido estáticas; en esto, Tiwanaku se parece a otras ciudades, tanto las modernas como las antiguas, donde ciertos sectores permanecen sin cambiar, mientras que otros se les reciclaba, reaprovechaba, y reconstruía, es decir, ha sido escenario de un proceso constante de modificación y desde esa perspectiva también debe ser analizada la organización espacial y arquitectónica.

Plano N° 3. Trazado de la ciudad de Tiwanaku

Plano N° 4. Trazado de la ciudad de Cusco

La noción que propone A. Posnasky que el sistema constructivo de los monumentos de Tiwanaku equivale a su cronología (creencia que se fundó en la idea de que los monumentos de las épocas más lejanas se construían de piedra arenisca y las de la época posterior de andesita), sugiere que puede haber una vinculación entre el estilo arquitectónico y la cronología, aunque no necesariamente es así, antes se debe llegar a un pleno entendimiento del sistema constructivo y su empleo en diferentes circunstancias y necesidades. Sin embargo, se ha difundido la creencia que en orden a las características de las edificaciones se encuentran dos períodos: uno muy incipiente inferior y otro de un desarrollo superior, al cual pertenece el edificio Kalasasaya; el templete semi subterráneo de diferente factura y forma, que está más hacia el Este, representaría la transición de la primera a la segunda época. En base a la reflexión inicial surge la pregunta: ¿No será que son complementarios?; pues, el primero (templete semi subterráneo) es de tipo lunar – estelar a manera de observatorio, y el otro (Kalasasaya) de carácter diurno para el registro de los movimientos del sol, y si es así, muy probablemente fueron construidos desde un mismo plan preconcebido en un determinado período de tiempo.

Sin embargo, los rasgos estilísticos de las construcciones líticas de Tiwanaku únicos en su género han sido analizados bajo parámetros entre ciertas formas y la cronología, lo que resulta bastante limitado para entender los complejos arquitectónicos donde la diferencia en la mampostería puede relacionarse con diversos aspectos (función, forma, estética), o con las transformaciones culturales, que tienen su corolario en las representaciones arquitectónicas, que varían desde mantener o remodelar tipologías antiguas, hasta un desmantelamiento total a fin de aprovechar de nuevo los materiales de construcción. Igual que sucede en las transformaciones territoriales que involucran a los centros poblados o centros ceremoniales enfocados hasta ahora de forma estática, desconociendo que la dinámica espacial, en el micro (espacio arquitectónico) y macro espacio (urbanística, ordenación territorial), es cambiante a lo largo del tiempo.

En este orden, las transformaciones en la forma y composición de la ciudad o centro sagrado de Tiwanaku, debido al flujo de su actividad cultural, sin duda fue compleja como lo revelan sus monumentos y variedad de complejos arquitectónicos. Vistos a través del tiempo y milenios de su historia, los cambios en el tejido de la forma orgánica deben haber causado serias implicaciones de orden técnico y simbólico. Si bien algunas partes de la forma y composición espacial sorprendentemente permanecen consecuentes y estables a cierto nivel, como es el trazado de la constelación del felino, de clara referencia mítico simbólica, otros aspectos del convivir cultural responden al fluir de los cambios de largo alcance, de los conocimientos alcanzados en las ciencias, la tecnología, los movimientos sociales y gobierno político administrativo.

La cíclica inestabilidad climática registrada por los amawtakuna durante largos períodos de tiempo de paciente observación trasmitida de generación en generación de forma oral o mediante códigos, les llevo a idear representaciones simbólicas e iconográficas para perennizar estos conocimientos y poder trasmitirlos a las nuevas generaciones de manera que puedan prevenir los azotes de la naturaleza. Quizás esta preocupación les condujo a planificar cuidadosamente su principal centro poblado al que le revisten de un carácter sagrado, poniendo los arquitectos todo su ingenio para diseñar estructuras colosales constituidas con materiales imperecederos donde son tallados los códigos de su sabiduría para la posteridad. Los astrónomos establecen la orientación de los observatorios para el registro de las figuras celestes; los artistas cincelan la piedra y transmiten mensajes en bajorrelieves para la humanidad del futuro; los orfebres funden metales preciosos, para recubrir las piedras esculpidas y entonces la ciudad refulge conforme su analogía cósmica, pues su trazado representa la principal constelación que rige estos destinos, iluminando el camino de la humanidad.

La construcción de los complejos arquitectónicos y expresiones artísticas se caracterizan por su monumentalidad; la técnica del tallado de los bloques de piedra es de tal forma que las líneas de su contorno son casi siempre paralelas, así como la forma de sus puertas, ventanas y nichos, teniendo alrededor de la parte superior como ornamento o arquitrabe el signo escalonado: en cuanto a las expresiones artísticas, lo más característico son los monolitos con un nivel muy alto de abstracción, y retratos realistas de la figura humana; la ornamentación simbólica en líneas rígidas cuyos motivos siempre son el puma, cóndor, y pez; así como, el signo escalonado y sus múltiples variantes y significados.

Conclusiones.

De las informaciones que consignan las crónicas referentes al Tawantin suyu, se deduce que los Inkas fueron los artífices de la creación del Estado geopolítico, vigente a la llegada de los españoles, y que según la tradición andina, desde épocas muy remotas se constata la existencia de grandes asentamientos de población, e incluso de configuraciones territoria- les a gran escala como: Tiwanaku, que sería el antecedente para el surgimiento de los cen- tros político religiosos; desde el punto de vista de la concepción cultural del espacio, estos centros son de uso ceremonial, sirviendo para las celebraciones festivo rituales ligadas al calendario agrícola. La construcción de estos complejos arquitectónicos, requerían en pri- mer lugar, una meticulosa planificación, diseño y construcción; y en segundo lugar, la con- centración de abundante mano de obra, todo lo cual sólo es posible a través de una eficaz organización estatal.

En cuanto al Tawantin suyu, hereda los patrones antiguos, adaptándolos y perfeccionándo- los de una forma singular; su forma política, fue la confederación de naciones, cuya imple- mentación obedece a un largo proceso de evolución autárquica y desarrollo comunitario que culmina con la administración Inka, que tenía como sede del gobierno la ciudad del Cusco. El elemento nuclear de la organización social fue el ayllu, definido como una agrupación de familias unidas por vínculos de parentesco, procedencia u origen común, relacionado con una laguna, cerro, o animal totémico, al cual veneraban en una waca o pacarina; la reunión de varios ayllukuna, conformaba la llajta, que se localizaba en la marca, el territorio de pro- piedad o posesión común, donde todos los integrantes de la llajta realizaban sus activida- des agrícolas, ganaderas, artesanales, ritual-festivas, etc., necesarias para la subsistencia y reproducción del grupo social.

Los datos proporcionados por los cronistas, permiten deducir, que la planificación y cons- trucción de la ciudad del Cusco, no sólo fue hecha a imagen de Tiwanaku, (se debe recordar la versión de Cieza de León quien menciono que los Inkas hicieron los edificios grandes del Cuzco por la forma que vieron en Tiwanaku, e incluso pensaron hacer su sede en dicha ciudad); sino que fue ideada para representar a menor escala, la ordenación territorial del Tawantin suyu, la cual comprendía, en total, cinco regiones, contando al Cusco como centro; desde esta ciudad, en dirección, a los puntos cardinales (Anti, Chinchay, Cunti, y Colla su- yu), salían los caminos, que señalizaban las cuatro regiones del reino. A su vez, la configu- ración de dicha ciudad, contenía el núcleo central, donde estaban los principales edificios para uso político religioso; alrededor del centro, separada por andenes y plazas, estaba la zona administrativa y los barrios de la ciudad, ocupados por las principales naciones del Ta- wantinsuyu; finalmente alrededor de estos barrios, separados mediante andenes y terrazas, se localizaban los ayllukuna o barrios del común de la población.

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