La Primigenia Ciudad De Tiwanaku Y Ruta Del Qhapac Ñan En El Marco Del Ordenamiento Territorial Y Concepción Simbólica Espacial Andina
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ENCUENTRO INTERNACIONAL “POR LOS CAMINOS DEL QHAPAC ÑAN Y NUESTRO PASADO ANCESTRAL”. (Argentina-Bolivia-Ecuador-Colombia-Chile-Perú) Carrera de Historia de la Universidad Pública de El Alto Mesa 5: Área Los caminos del QhapacÑan Título de ponencia LA PRIMIGENIA CIUDAD DE TIWANAKU Y RUTA DEL QHAPAC ÑAN EN EL MARCO DEL ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y CONCEPCIÓN SIMBÓLICA ESPACIAL ANDINA. Autor: Alfredo Lozano Castro Doctor Arquitecto Domicilio: Calle Oriente OE 4-25 y Venezuela. Quito – Ecuador Teléfonos: 5932 3150849 / 3152704. Celular: 0992278362 E-mail: [email protected] Area de investigación: Ciencias del Hábitat y Concepción cultural del espacio andino Resumen - Abstract. La antigüedad u origen del proceso civilizatorio andino, y en particular del asiento primigenio de Tiwanaku, ha constituido un problema de mucha controversia, por la prevalencia de una concepción falseada de las fuentes de origen que han permitido soslayar la significación teogónica, cosmogónica y cosmológica de los principios fundantes de las naciones originarias dando lugar a una historia regional que demuestra la triunfante imposición del pensamiento colonizador que ha distorsionado los hechos a partir de enfoques metodológicos parcelarios y aplicación de teorías que nada tienen que ver con las nociones propiamente andinas expresadas en sus corpus mítico – simbólico, tradiciones sobre la destrucción del mundo y sucesión de varias humanidades, eras cósmicas, cataclismos debido al movimiento precesional de la tierra, alineaciones arqueo astronómicas con el ángulo inter solsticial, ordenación territorial y trazado de centros poblados, concepción simbólica del espacio, por citar las más relevantes. Precisamente el cúmulo de evidencias presentes en la ciudad de Tiwanaku, demuestran que fue un centro de conocimientos astronómicos, arquitectónicos, simbólico culturales, espirituales, etc.; amén de las singulares manifestaciones artísticas y técnicas expresadas en la escultura lítica, cerámica, textilería y metalurgía, que inducen a pensar en una organización socio política de un avanzado grado civilizatorio, sin embargo los estudios desde distintos ámbitos y enfoques, que han dado lugar a otras tantas elucubraciones teóricas e interpretaciones de distinta guisa, pocas de ellas registran coincidencias dignas de destacar, y más bien persisten diversas interrogantes: ¿Cuál fue su origen y quienes la edificaron?; ¿Cuál fue el objeto de sus edificaciones?; ¿Existió un Ordenamiento Territorial y concepción cultural del espacio?; ¿A qué responde su simbología?; etc., que todavía esperan respuestas acordes a las formas de ver el mundo, de las naciones originarias. Resulta curioso pensar como un centro de conocimientos que en su época de esplendor logro conjuntar cúmulos de sabiduría en los órdenes perceptivo y racional, en la actualidad, quizás debido a algún evento o cataclismo de la naturaleza difícil de precisar y de la infame acción destructiva humana, a partir de la imposición de una matriz civilizatoria (organización político-administrativa; productiva; socio-cultural; religiosa, espiritual y simbólica; cosmovisión, ciencias y tecnologías), ajena a las naciones originarias, este reducido a un conjunto de ruinas que, en poco o nada se parecen a lo que fueron, y estemos sumidos en un mar de incertitudes y confusión, que dificultan en gran medida la comprensión de su gran legado cultural. Descriptores o palabras claves. Civilización Andina; Tiwanaku; Ordenación Territorial; Concepción Simbólica del Espacio; Proceso cultural de ocupación y trazado de centros poblados. Introducción. Hasta ahora ninguna razón científica ha podido sostener o dirimir la vieja disputa sobre la antigüedad del llamado asiento, centro sagrado, santuario, ciudad o metrópoli, de Tiwanaku, todavía no hay hechos ni pruebas contundentes capaces de inclinar totalmente la balanza en favor de los que proponen una antigüedad prediluvial o aquellos que sostienen una antigüedad modesta (principalmente arqueólogos), aunque estos últimos han sido aceptados como más veraces, tal vez por su adecuación a las diferentes teorías exógenas que han ejercido e impuesto vasallaje cultural e intelectual en tierras americanas. En este contexto, las cuestiones que se han planteado e intentan poner en tela de juicio la remota antigüedad milenaria de Tiwanaku, al no tener en cuenta las versiones de su origen mítico- simbólico, ni el desorden que presentan sus restos cubiertos por sedimentos lacustres que evidencian un evento catastrófico de grandes proporciones, fundamentalmente aluden a que no hay razones suficientes para comprobar los cambios geológicos de la región del altiplano; en materia arqueo astronómica, la posible arbitrariedad en la orientación de las edificaciones con respecto a los solsticios y equinoccios, antes que una acción premeditada; así como, la propuesta de fases culturales anteriores a su emergencia como centro político religioso, para ensamblarlo a un proceso evolutivo de menor data, relativizando la originalidad de su proceso civilizatorio cuyas representaciones iconográficas aparecerían como meras coincidencias en el entorno regional. La posible arbitrariedad en la orientación astronómica de las edificaciones con respecto a los solsticios y equinoccios, se arguye para refutar el estudio de A. Posnansky, quién a partir del análisis del complejo arquitectónico de Kalasasaya determino que estaba matemáticamente orientado con su frente en un ángulo de 90° con la línea descrita por el sol desde su nacimiento hasta el ocaso en la fecha de los equinoccios. Al medir la distancia y los ángulos entre los dos puntos solsticiales, cuyos ejes coincidían con la dirección de las paredes norte y sur del complejo, se dio cuenta de que la inclinación de la Tierra con respecto al Sol, en la cual se basaban los aspectos astronómicos del Kalasasaya, no se conformaba a los 23° 27’ de nuestra era actual. Descubrió que la inclinación de la eclíptica1, que es el término científico, para la orientación de las líneas de visión astronómicas del Kalasasaya era de 23° 8’ 4’’; los cambios en la inclinación de la eclíptica vienen como consecuencia del casi imperceptible balanceo de la Tierra, como el balanceo de un barco, que hace subir y bajar el horizonte. Este cambio en el ángulo de inclinación de la Tierra con respecto al Sol puede ser de un grado cada 7.000 años. 1No hay que confundir la inclinación de la eclíptica con el fenómeno de la precesión. Este último cambia el fondo estelar (las constelaciones de estrellas) contra el cual el Sol asciende y actúa en un momento determinado, como el del equinoccio de primavera; el cambio, aunque pequeño, supone un grado cada 72 años, y 30° (todo un signo zodiacal, si el zodiaco es de 12 figuras) cada 2.160 años. La abertura del angulo de la oblicuidad de la eclíptica varia muy lentamente de 21° 58’ 36’’ a un máximo de 24° 35’ 58’’ cumpliendo todo el ciclo en un periodo de 25.920 años. Actualmente el valor del angulo es de 23° 35’ 42’’ y desde tiempo inmemorial los valores están en disminución progresiva. De acuerdo con las fórmulas determinadas por los astrónomos de la Conferencia Internacional de Efemérides en París (1911), que tiene en cuenta la posición geográfica y la elevación del lugar, significaba que el descubrimiento realizado en el Kalasasaya2 determinaba que este complejo se había construido aproximadamente hace 10.000-14000 años a.C. Este descubrimiento no ha sido aceptado por la comunidad científica americanista que basándose en otras teorías (M. Uhle. 1892; y otros) sostiene que Tiwanaku fue construida, como máximo 500 años a.C., fecha sobre la cual edifican una moderna cronología que no se compadece con los relatos mítico-simbólicos. En estas circunstancias, al margen de la moderna cronología, se plantean dos escenarios; primero, si las edificaciones que se encuentran en ruinas fueron construidas antes del cataclismo que tuvo al diluvio como una de sus manifestaciones, producto de la reversión del eje de polaridad fenómeno que ocurre a mitad del ciclo precesional (12.960 años), lo cual podría determinarse a través de métodos arqueo astronómicos para la comprobación del ángulo inter solsticial, como hizo A. Posnansky para el observatorio de Kalasasaya, o si las edificaciones fueron construidas en épocas posteriores al mencionado cataclismo. En este escenario, las edificaciones, luego del cataclismo, al bajar el nivel de las aguas, evidentemente habrían quedado totalmente destruidas, como se muestran actualmente, habiendo la posibilidad que durante el período postdiluvial, algunas edificaciones fueron reconstruidas. Es decir habría una ciudad que se reconstruye luego del diluvio, teniendo el cuidado de incluir dentro de la nueva delimitación de la ciudad las antiquísimas edificaciones, y si tenemos en consideración lo que dicen los relatos míticos, esta ciudad o asiento se configuraría como la morada de Illa Titi Viracocha, la figura celeste inmanente que se erige como el hacedor de la nueva humanidad y por ello se adopta en su trazado la imagen de la constelación del felino, así como el propio nombre que al parecer cambia del antiquísimo Chuquiua, a Taypikala, y luego a Ti(ti)huanacu, en períodos más recientes, aunque todos mantendrían un significado común. El segundo escenario se configura especulando que no había tal ciudad, y en el supuesto que hubiera existido no quedo rastros de ella, procediéndose conforme se registra en las fuentes míticas a edificar una ciudad “ex novo”, donde se levantarían las edificaciones que ahora vemos en ruinas, que debido a un cataclismo