Víctor Osorio Reyes

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Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana

Padre Felipe Gómez de Vidaurre (56-2) 787 77 50 Nº 1488, , Metro La Moneda [email protected] Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión www.editorial.utem.cl www.utem.cl www.v!e.utem.cl

Por las grandes Alamedas. Notas y crónicas políticas de Anibal Palma

1ra Edición, mayo de 2018 500 ejemplares © Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana ISBN: 978-956-9677-26-7

Editor y Compilador: © Víctor Osorio Reyes

Colaboradora: Paulina Padilla Cerda

Coordinadora y encargada de edición: Nicole Fuentes Soto

Diseño, diagramación, portada y corrección de estilo: Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión

Fotografía página 204 extraída del libro “ Presidente de Chile. Discursos Escogidos 1970-1973”

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su recopilación en un sistema informático y su transmisión en cualquier forma o medida (ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia, registro o por otros medios) sin el previo permiso y por escrito de los titulares del copyright.

Impresión: Imprex Santiago de Chile, mayo 2018 POR LAS GRANDES ALAMEDAS Reflexiones de Aníbal Palma Fourcade

Víctor Osorio Reyes Editor y compilador Víctor Osorio Reyes

ÍNDICE

Presentación / 7 10. Nuevas farsas de la dictadura en Chile / 81 Prólogo / 9 11. No debe haber impunidad Introducción / 12 para los violadores de los Derechos Humano / 85

12. Carta al diario 1.Discurso frente a la La Tercera sobre dichos de Asamblea de la Organización Julio Durán / 90 de Estados Americanos / 22 13. De la Unidad Popular a la 2. Saludo del Ministro de lucha por el socialismo / 96 Educacion en el Día del Maestro / 33 14. Pedro Aguirre Cerda: no sólo un recuerdo 3. Declaración del Ministro de histórico / 104 Educación por cadena nacional de radio y televisión / 35 15. La lucha del pueblo chileno y las experiencias de 4. Fascismo en el Cono Sur de restauración democrática / América Latina / 42 118

5. ¿Qué haría si ocurriera 16. Una visita a Europa del en su país lo que ocurre en Canciller de la dictadura / 121 Chile? / 47 17. Democracia en América 6. Chile: genocidio de Latina: condicionamientos 67 un pueblo / estructurales e ideológicos / 127 7. Primeros inmigrantes alemanes a Chile / 69 18. Reflexiones sobre el Poder Judicial y las Fuerzas 8. La desastrosa gestión Armadas / 133 económica de Pinochet / 75 19. Laurita Allende: murió 9. El campo de concentración pensando en Chile y en su de Mauthaussen / 78 pueblo / 139

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20. Palabras en conferencia 31. Homenaje al 50° de periodistas chilenos en Aniversario del triunfo del Europa / 143 Frente Popular / 211

21. Chile: radiografía de un 32. Salvador Allende y la fracaso / 147 juventud / 218

22. Una Navidad en 33. La Vía Chilena al el exilio / 151 Socialismo / 225

23. La política internacional 34. Homenaje a Clodomiro del Gobierno de Allende / 154 Almeyda: síntesis de pensamiento y acción / 237 24. “Primero la democracia, después veremos” / 158 35. Terrorismo: acción y reacción / 244 25. El Partido Radical debe estar junto al Bloque 36. Treinta años del Golpe de Socialista / 163 Estado en Chile / 248

26. “Quienes creemos en la 37. Allende: trascendencia a democracia no podemos seguir una época y anticipación al dando un espectáculo de futuro / 256 divisiones” / 171 38. Último adiós a Luis 27. Ardiente Paciencia de Corvalán / 259 Skarmeta y Aire Humano de Neruda / 176 40. El golpe a la Docencia / 269 28. “Tengo miedo al fracaso”: entrevista de la periodista 39. La educación durante Mónica González / 185 el Gobierno del Presidente Allende / 261 29. Socialismo y democracia: una sola meta histórica / 193 40. El golpe a la Docencia / 30. El renacer de la 269 Izquierda / 205

Fotografías / 274

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Presentación

Luis Pinto Faverio Rector Universidad Tecnológica Metropolitana

omo se sabe, la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) es una institución académica del Estado chileno, e integra el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) y del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECH). En coherencia con su misión institucional, se define como institución laica, Chumanista, pluralista, democrática, tecnológica y comprometida con el desarrollo del país. En ese contexto, el fortalecimiento de las universidades del Estado y la recuperación del carácter predominantemente público del sistema nacional de educación, es una materia de especial y prioritaria preocupación para nuestra comunidad universitaria. Lo que se vincula con el desafo más general de profundizar la democratización de la institucionalidad pública, abriendo paso en forma acompasada a su modernización y su perfeccionamiento. Nos interesa contribuir a esos desafos como institución académica, en la producción de conocimiento y en la elaboración de proposiciones, puestas a disposición del país y sus actores políticos, sociales, económicos e intelectuales. También queremos aportar con la formación de nuevas y nuevos profesionales comprometidos en forma profunda con Chile, con vocación de servicio público. Esto no es nuevo. Ya en 1930 Ortega y Gasset en su ensayo “Misión de la Universidad”, enfatizó la introducción de nuevas ideas y la promoción del espíritu crítico basado en el conocimiento como dos de las funciones que las universidades tienen que asumir para participar en el proceso de modernización de las sociedades. En esta perspectiva se inscribe la publicación del presente libro, que recoge reflexiones y proposiciones de Aníbal Palma Fourcade. Son textos de muy diversa naturaleza, desde documentos académicos, pasando por discursos y entrevistas periodísticas. Pero tienen en común que fueron elaborados en el decurso de la muy notable trayectoria de servicio público, compromiso social y opción republicana del ex Ministro del Presidente Salvador Allende. Su compromiso con el carácter público de la educación chilena, su opción por construir un Estado dotado de la capacidad de ser garante de derechos, su preocupación por el sentido público y social del ejercicio profesional, se reflejan en profundidad en estos documentos. No tenemos dudas de que su divulgación será de enorme beneficio para acometer con éxito el desafo de construir un país inclusivo y democrático.

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Prólogo

Osvaldo Puccio Huidobro

omo se sabe, la Stefan Zweig en su notable biografa de Magallanes decía que “un hecho histórico no halla su cumplimiento en la ejecución inmediata sino en la circunstancia de ser transmitida al porvenir” Es lo que Aníbal Palma hace en esta selección extraordinaria y bien pensada de Ctextos que dan testimonio de su vida política consistente con sus principios, consecuente con sus compromisos y de una inconmovible lealtad con los avatares de Chile y sus mayorías en un periodo en que se conjugaron la creación y los sueños, los dolores y la fuerza de la dignidad y la flexibilidad y creatividad de la reconstrucción que sería, como el mismo Palma lo señala en su discurso en Estocolmo a treinta años del golpe en este mismo libro, uno de los de mayores avances para el país. Los textos reunidos en este tomo dan testimonio de originales y fundadas perspectivas sobre tópicos que en las fuerzas progresistas, en la izquierda son recurrentes, desafos siempre presentes, tareas por cumplir mas allá de las formas en que se presentan y porqué no sueños por realizar. Ellos son además escritos de singular valor histórico y testimonial de tiempos, conductas, acciones, omisiones, reflexiones, inquietudes, ideas de y para la polis; política con ideas -que la hubo-, con pasado y sobre todo con futuro tan lejanas a la izquierda que busca su utopía en las nostalgias o aquella que cual Adan cree ser el inicio de todo, pero con wifi. Y ahí reside el inmenso aporte de este libro que da una visión sólida y con documentos del tiempo de un protagonista privilegiado de las décadas probablemente mas intensas de la historia de Chile y ello en un hoy en que probablemente una de las mas notorias carencias de las nuevas camadas en la política sea una enciclopédica ignorancia de la propia historia y las circunstancias en que se desenvolvieron los hechos en donde la visión de las cosas por tanto se hace tributaria de un provincianismo vulgar de la consigna y la autoreferencia reflejada en una manera de comunicar tan narcisista como miope. Es en este sentido que viene a cuento la afirmación de Zweig, en lo que Anibal Palma en sus textos transmite al porvenir, con textos de naturaleza, pretensión y planos distintos, desde aportes teóricos sólidos como los referidos a las relaciones internacionales o al ca- rácter socialista de su organización o visiones personalísimas y sensibles como la referida a Laurita Allende o su correligionario Gastón Lobos o de gran calidad histórica como el escrito sobre Pedro Aguirre Cerda. Es el ser humano excepcional que transmite al porvenir porque lo suyo es la responsabilidad de transformar el presente para apuntar al futuro. El amigo inteligente, sensible, valiente, culto, reflexivo no obstante hiperkinético con el que me hermané en la Moneda el 11, en prisión en Dawson, Las Melosas y Ritoque, en el exilio y la militancia siempre por y a través de la democracia.

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11 INTRODUCCIÓN

Un joven ministro en tiempos de temporal Víctor Osorio Reyes

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l martes 11 de septiembre de 1973, Aníbal Francisco Palma Fourcade fue uno de los pocos que pudo llegar hasta el Palacio de La Moneda para acompañar al Presidente Salvador Allende en el postrer testimonio de la defensa de la libertad en Chile. Fue uno de los que estuvo presente cuando el Mandatario hizo su último discurso, ese que hablaba de las Grandes Alamedas. EAún no cumplía los 35 años, su cumpleaños lo pasaría como prisionero político el 31 de octubre, y había sido un cercano colaborador del Mandatario socialista. Por ello, la prensa lo había bautizado “El Pibe”. En verdad, un poco por ese detalle de su juventud pero también porque su madre era argentina. Su padre, chileno, partió de este mundo cuando Aníbal tenía cuatro años. Palma fue hijo de dos establecimientos emblemáticos de la educación pública chilena: el INBA (el Internado Nacional Barros Arana) y la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, titulándose de abogado con distinción en 1959. Ingresó a las filas del Partido Radical (PR) en su etapa de estudiante secundario, cuando tenía 17 años, y en la Casa de Bello perfiló pronto un liderazgo social, llegando a ser secretario general de la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile) en 1957. Compitió por la presidencia de la entidad con Patricio Rojas, de la JDC, y Enrique París, de la Juventud Comunista. El primero de ellos llegó a ser Ministro de los Presidentes Eduardo Frei Montalva y , enfrentando recientemente una controversia con la familia Frei por su participación en los hechos INTRODUCCIÓN que rodearon su muerte en tiempos de la dictadura militar. París desapareció en 1973 desde La Moneda, cuando era asesor de Educación Superior de la Presidencia de la República y miembro del Consejo Superior de la Universidad de Chile. En las aulas de la Casa de Bello, Palma fue compañero de estudios y también de militancia en el Grupo Universitario Radical (GUR) con figuras que con el paso del tiempo adquirirán gran notoriedad en la política, como Jorge Arrate, Julio Stuardo y Ricardo Lagos Escobar. Con ellos vivió la enorme movilización estudiantil, popular y ciudadana de abril de 1957, que hizo tambalear el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. Fue la primera oportunidad en la que Palma debió intentar conducir a una muchedumbre que reclamaba demandas sociales y que fue violentamente reprimida1. Lagos rememoró, años después, uno de sus primeros emprendimientos políticos y profesionales: contó que “el año 56 o 57, junto a Julio Stuardo y Aníbal Palma, creamos algo que pomposamente se llamó Ornaju (Organización Social Jurídica), que funcionó en Bandera 172, segundo piso. Era un antiguo edificio que logramos arrendar gracias al padre de Julio, que declaró conocernos, dando fe de que éramos gente muy seria”2. En verdad, alcanzaron a arrendar sólo una pieza de ese lugar y el significado de la sigla era “Organización Nacional Jurídica”. Arrate, Stuardo y otros jóvenes radicales renunciaron al PR en el momento en que se incorporó al Gobierno del empresario de derecha Jorge Alessandri. Palma perseveró en el radicalismo y a comienzos de los 70 fue elegido miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Radical. En el partido había sido un firme partidario de la política de un entendimiento con comunistas, socialistas y cristianos progresistas, que dio origen a la coalición llamada Unidad Popular, y había enfrentado internamente al sector de derecha que terminó emigrando a la candidatura de Alessandri, creando una fracción llamada “Democracia Radical”. El principal articulador de este grupo fue Julio Durán Neumann, abanderado radical a la Presidencia de la República en 1964 y más tarde firme partidario de la dictadura.

1 Pedro Milos: “Historia y memoria: 2 de abril de 1957”, LOM Ediciones, Santiago, 2007. 2 Ricardo Lagos: “Mi Vida. De la infancia hasta la lucha contra la dictadura”, DEBATE, Santiago, 2013.

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Una vez que Allende fue asumido como candidato único de la UP, Palma fue uno de los más activos impulsores de la cuarta campaña presidencial del médico socialista. Ya en La Moneda, el Presidente Allende lo nombró Subsecretario de Relaciones Exteriores, cargo que desempeñó entre noviembre de 1970 y el 17 de junio de 1972. Le correspondió el relevante papel de representar la posición de Chile en la Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en 1972 en Washington DC. Era, en efecto, una tarea de una enorme relevancia en circunstancias que la experiencia socialista chilera, en plena “Guerra Fría”, era mirada con sospecha por la Casa Blanca, por su política exterior independiente y “tercermundista”, la que incluía estrechas relaciones con Cuba y acciones como la nacionalización del cobre, hasta entonces bajo control de empresas transnacionales de origen estadounidense. Respecto a la intervención norteamericana, el tema más controversial era la revelación de los archivos secretos de la International Telephone and Telegraph Corporation (ITT), hechos públicos en la prensa de Estados Unidos por el periodista norteamericano Jack Anderson y que mostraban las operaciones confidenciales de la transnacional para intervenir en la situación política interna de Chile e intentar impedir el triunfo de Salvador Allende3. Palma hizo un vibrante discurso, en cuya preparación participó el brillante intelectual del socialismo, Medina4, quien era el Canciller de Allende pero no pudo participar en la cumbre de la OEA por coincidir con la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo (Unctad III) que se realizaba en Santiago. Al terminar sus palabras, Palma golpeó la mesa y exclamó: “¡Chile exige respeto a su soberanía!”. Se produjo una fuerte ovación. A su retorno de la capital de los Estados Unidos, continúo en su cargo de Subsecretario de Relaciones Exteriores. Más adelante, Allende resolvió designarlo nuevo Ministro de Educación, en reemplazo de Alejandro Ríos Valdivia, un antiguo radical y destacado profesor, quien sostenía una visión más bien conservadora de la problemática educacional, incluyendo su firme oposición a que los estudiantes varones ocuparan pelo largo y las mujeres usaran minifalda. En el perfil de Palma en Wikipedia, es posible leer que, durante su gestión, se “llevó a cabo el fallido proyecto de la Escuela Nacional Unificada, concitando gran rechazo por parte de la Iglesia Católica y los partidos de oposición a la UP”5. Por cierto, esta información no es exacta, pero se ha repetido una y otra vez.

3 En Chile, los documentos fueron entregados a la opinión pública por la Secretaría General de Gobierno el 29 de marzo de 1972 a través de un libro publicado por la Editora Nacional Quimantú, propiedad del Estado (h!p:// www.memoriachilena.cl/602/w3-article-8793.html). 4 El abogado Clodomiro Almeyda Medina fue una de las figuras históricas del Partido Socialista de Chile. Ejerció como Ministro de Relaciones Exteriores durante la casi totalidad del Gobierno del Presidente Salvador Allende. En los tiempos de la dictadura, fue el Secretario General de una de las dos principales fracciones del PS, que adscribía a una concepción marxista y se manifestaba partidaria de la unidad de la izquierda (Nota del Editor). 5 h!ps://es.wikipedia.org/wiki/An%C3%ADbal_Palma (revisada por última vez el 10 de enero de 2018).

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En el diario “El Mercurio” se consignó lo siguiente en agosto de 2003: “En marzo de ese año (1973), la Superintendencia de Educación dio a conocer el proyecto de Escuela Nacional Unificada (ENU), que planteó como objetivo una educación ‘nacional, pluralista y popular’ para transformar a cada chileno en actor de su destino y de los cambios hacia un ‘sistema socialista de vida’. Uno de los que participaron en ese proyecto fue el ex Ministro de Educación, Aníbal Palma. Sin embargo, confiesa que su aporte fue marginal y que hasta hoy no entiende por qué se le sigue ubicando como ícono de la ENU. Explica que el proyecto estaba incluido en el Programa de Gobierno y que él sólo estuvo en una etapa evaluativa cuando fue ministro por unos meses de esa cartera en 1972”6. Sin embargo, unos pocos años después el vespertino “La Segunda”, parte de la cadena de “El Mercurio”, insistía que Palma “se convirtió en la cara de la resistida ‘ENU’ (el proyecto de Escuela Nacional Unificada) en tiempos de la Unidad Popular”7. Tras dejar la cartera, el 2 de noviembre de 1972, fue candidato a senador por la Provincia de Santiago en 1973, sin resultar electo. En la etapa final de la campaña parlamentaria fue cuando reventó la controversia por la ENU. “Se mitificó mucho el asunto de la ENU. Lo que pasa es que en la introducción había dos líneas complicadas, que no tenían que ver con el contenido del proyecto, que afectaron todo. En ellas se decía algo así como que la ENU tenía por objeto formar al hombre nuevo en la sociedad socialista... ¡Esa frase lo incendió todo y hasta ahí nomás llegó la discusión! Además, sirvió de base para que la oposición afirmara que lo único que se quería era concientizar a los jóvenes y que iban a salir puros marxistas. Pero era un buen proyecto. No era la panacea pero estaba basado en las recomendaciones de la UNESCO”, recordó8. En tiempos que ya se percibía un clima de agitación estudiantil provocado por la oposición de centro y derecha a la Unidad Popular, el nombramiento de Palma fue recibido con gran beneplácito por los estudiantes, las comunidades escolares y la opinión pública. En este cargo se transformó en una figura popular o “mediática”. Por su sonrisa cálida y por su tono suave y conciliador, en tiempos de creciente polarización. Por su tendencia al trabajo en terreno y su cercanía. Por su juventud y su disposición de acogida a las inquietudes juveniles (en su primera conferencia de prensa se manifestó abierto al uso de pelo largo y minifalda). “En una ocasión le tocó ir a un liceo y debió cruzar todo el patio frente a unas 800 alumnas que le gritaban ‘mijito rico’, ‘mi amor’, y cosas así. Era el lado dulce del cargo”9. Pronto vendría la parte amarga. “Con el nuevo ministro Aníbal Palma, quien asumió a mediados de junio de 1972, se respiró un breve clima de diálogo, pero las tomas y las marchas no cesaron”, señala el investigador Jorge Rojas.

6 “El Mercurio”, 15 de agosto de 2003. 7 “La Segunda”, 11 de abril de 2014. 8 “El Mercurio”, 15 de agosto de 2003. 9 “La Segunda”, 11 de abril de 2014.

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Indica que “la etapa más crítica en las movilizaciones se vivió a partir de agosto”, en que hubo una sucesión de tomas y retomas de liceo, marchas por el centro de Santiago y llamados a paralización por parte de la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES), cuya directiva era controlada por la Juventud Demócrata Cristiana. El argumento: el procedimiento para la designación de los directores, en el que los estudiantes opositores exigían tener participación. “El martes 29 de agosto, la FESES organizó una marcha por el centro de Santiago que terminó en incidentes frente al Ministerio (de Educación), cuando una lluvia de piedras quebró los vidrios del edificio (…) La envergadura de los incidentes llevó a que esa noche el Ministro hablara por cadena radial”, anota Rojas. Y continúa: “El mayor incidente estalló el viernes 1 de septiembre, con ocasión de una nueva marcha convocada por la FESES. La organización había llamado a un paro de 48 horas, que continuaría el lunes, con posibilidades de prorrogarse (…) Durante la tarde, los incidentes alcanzaron mayor dimensión y el centro se transformó en un gran ‘campo de batalla’, pero sin la presencia de escolares, sino de jóvenes mayores y adultos pertenecientes a grupos más radicalizados, así como delincuentes y ‘lumpen’, según lo denunció el propio Gobierno (…) Tras la violenta jornada, la FESES acordó mantener el llamado a paro para el día lunes 4, pero sin asistir a clases”. Poco después terminaba una “larga y emblemática toma”, en el Liceo 12 de Niñas. “La ‘retoma’ del liceo provocó gran conmoción, porque cerca de 300 muchachos comunistas se trenzaron en una refriega con los ocupantes en la madrugada del 23 de septiembre. El liceo fue desalojado y entregado a Carabineros. El incidente dejó numerosos heridos y provocó una guerrilla de acusaciones y réplicas en la prensa. Los diarios de oposición calificaron la toma como ‘masacre’ y ‘sanguinario asalto’ e incluso afirmaron que la mascota de los ocupantes, bautizada ‘Palmita’, había sido degollada por la ‘barbarie marxista’. Las alumnas partidarias de la UP lo mostraron vivo a la prensa (…) La UP mostró las armas y las bombas que guardaban los ocupantes”. “Las críticas arreciaron en contra del ministro Palma, quien se hizo presente en el lugar esa misma noche. La oposición pidió su renuncia. Ante el ambiente que se creó (incluso un parlamentario lo tildó de ‘mequetrefe’), Palma presentó su renuncia al Presidente, pero este lo confirmó. En protesta por los hechos, la FESES organizó un paro el 27 de septiembre, en conjunto con la FEUC y los estudiantes particulares. El acto central se realizó en el Estadio Chile, con unos 5 mil estudiantes. Por su parte, los secundarios partidarios de la Unidad Popular (que calificaron de fracasado el paro) marcharon por el centro en apoyo al Ministro Palma”, consignó Rojas10. En una entrevista con el diario electrónico “El Mostrador”, Palma argumentó que los problemas principales que vivía la educación en 1972 “no eran ni el lucro ni la calidad de la enseñanza”, sino “el acceso a la educación. Los establecimientos no daban abasto para resolver la demanda de matrícula. Ése era el tema fundamental y a eso fue a lo primero que se dedicó el gobierno con éxito, porque en dos años se había resuelto el

10 Jorge Rojas Flores: “Los Estudiantes Secundarios durante la Unidad Popular. 1970–1973”, Historia Nº 42, Volumen 2, julio–diciembre de 2009, Instituto de Historia – Pontificia Universidad Católica de Chile.

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problema. Éste era un problema de arrastre. Era difcil. No se podían construir escuelas de la noche a la mañana para recibir 100 mil estudiantes ¿Cómo se resolvió? Se tuvo que ampliar la jornada, con dos jornadas e incluso con tres jornadas. Se duplicaron y hasta se triplicaron las jornadas estudiantiles en algunos liceos y esto no afectó la calidad de la enseñanza; y se sextuplicó en menos de tres años el número de alumnos adultos y universitarios que no habían completados sus estudios o no habían podido acceder a la educación”.

Y el tema universitario, ¿estaba así de resuelto también? No, claro que no. La universidad es un tema complejo. Pensar en un sistema universitario para todos es un tema que ningún país del mundo ha llegado a solucionar. Pero sí hubo más democratización en su acceso. Allende citaba con mucha frecuencia una encuesta que se había hecho al sistema educacional universitario entre los alumnos de la Universidad de Chile, que era el principal plantel de educación superior. Esta encuesta indicaba que el 98% del estudiantado provenía de sectores de altos ingresos, que sólo el 2% eran hijos de obreros y no había ningún hijo de campesino cursando estudios en la U. de Chile. Se puso acento en eso y en menos de tres años se duplicó la capacidad de matrícula en las universidades principales. No digo que estos esfuerzos hayan terminado con el problema, pero sí ayudó. Una de las experiencias más destacadas data de 1973, cuando casi el 42% del alumnado de la Universidad de Concepción provenía de sectores de escasos recursos de la zona.

¿Cómo se vivía en los colegios bajo esta idea de la revolución socialista? En este tiempo en los establecimientos educacionales se vivía en un absoluto régimen democrático. En las universidades se elegían sus cuerpos directivos, en los que participaban no sólo los académicos sino que también los estudiantes y los trabajadores de la educación. Nunca un estudiante fue expulsado o sancionado por participar en algún tipo de manifestación en contra del gobierno. Me tocó dictar el decreto de Democratización de la Enseñanza, que era una cosa muy simple: significaba que los presidentes de los centros de alumnos tenían derecho a participar en las reuniones de los consejos de profesores, no para fines académicos, pero sí para plantear sus inquietudes, sus dudas y tener conocimiento de lo que se estaba haciendo11.

Inmediatamente después de las elecciones parlamentarias de 1973, Allende lo designó Ministro Secretario General de Gobierno, cargo que ocupó entre el 27 de marzo y el 9 de agosto de ese año. Su momento más complejo fue el “tancazo” o “tanquetazo” del 29 de junio, como se conoció a la sublevación del Regimiento Blindados Nº 2 de Santiago, en la que estaba comprometida la dirigencia civil del Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL), que había resuelto trabajar por el derrocamiento violento del orden constitucional.

11 “El Mostrador”, 9 de septiembre de 2013.

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Rememoró Palma que ese día en la mañana se reunió con el Presidente Allende en su casa de Tomás Moro, quien mientras escribía en un papel le instruyó: “Diríjase a la Escuela de Carabineros y entregue este mensaje al general . ¡Ah!, y manténgase junto a él, porque me interesa saber qué hace”. Esa instrucción le llamó la atención: “Parece que el Presidente ya tenía algunas sospechas respecto de él”. El mensaje ordenaba a Mendoza que se dirigiera con su gente a La Moneda. Palma notó que el general estaba nervioso y que no le resultaba cómodo que estuviera en su despacho. Mendoza le planteó que no tenía buses a su disposición. Le señaló que podía requisarlos, pues estaban ante una situación de emergencia. “No actuaba con diligencia”, contó el entonces Ministro. El tiempo comenzó a transcurrir sin que hubiera movimiento. Al rato, el general le informó que la demora obedecía a que no pasaban vehículos por calle Bilbao. Sólo cuando ya se habían ido los tanques de La Moneda, llegaron unos buses y en ellos partieron a La Moneda. El Presidente Allende ya estaba allí. “Y cuando le expliqué las razones del atraso, optó por no decir nada”12. En los finales días del Gobierno de la UP, fue Ministro de Vivienda y Urbanismo por un muy breve lapso: entre el 9 y el 28 de agosto de 1973. Tras el Golpe de Estado, fue detenido e internado en Isla Dawson, Tres Álamos y otras prisiones. Permaneció privado de libertad hasta junio de 1976. Salió al exilio a Bremmen, en la República Federal de Alemania, donde permaneció entre julio de 1976 y agosto de 1984. Allí se desempeñó como académico e investigador de la Universidad de Bremen, aparte de continuar su participación en el Partido Radical y profundizar sus vínculos con la Internacional Socialista. Desde el exilio, dedicó la casi totalidad de sus esfuerzos a denunciar los atropellos a los derechos humanos y a reivindicar el legado del Gobierno de Salvador Allende. Como parte del Consejo del Instituto para el Nuevo Chile participó también en las reflexiones y en los debates sobre la renovación del pensamiento socialista. Regresó al país en 1985, con el objetivo de incorporarse a la resistencia a la dictadura militar, que por entonces se tambaleaba en medio de una fuerte embestida ciudadana. Por cierto, su primera opción fue retomar su puesto en el Partido Radical, el mismo que había formado parte de la Unidad Popular hasta el final de esta coalición y en el cual había continuado militando desde el destierro. Sin embargo, un par de años antes, bajo la presidencia partidaria del abogado Enrique Silva Cimma13, quien hasta entonces nunca había jugado un rol preponderante en el radicalismo, el partido había dado un giro hacia el centro y devenido en el principal aliado del Partido Demócrata Cristiano. Ambas colectividades levantaron a mediados

12 “El Mercurio”, 15 de agosto de 2003. 13 Silva Cimma sumó el Partido Radical a la Alianza Democrática, que también integraba el sector renovado del Partido Socialista y otros grupos como la Socialdemocracia Chilena (continuidad de la fracción del PR que antes del golpe de Estado se denominó PIR, Partido de Izquierda Radical), la Unión Socialista Popular (USOPO) y la Derecha Republicana. Aníbal Palma fue crítico de la conducción de Silva Cimma, que empujó de facto al radicalismo a una política de alianzas privilegiada con el centro político, en circunstancias de que la colectividad formó parte de la Unidad Popular hasta su disolución de hecho a comienzos de los años 80. Luego del fin de la dictadura, en el Gobierno de Patricio Aylwin, Silva Cimma fue designado Canciller (Nota del Editor).

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de 1983 una coalición denominada Alianza Democrática, que excluía expresamente al Partido Comunista y empujaba un diseño de oposición a la dictadura basado en la “movilización pacífica”, en la presión social para forzar una negociación con las Fuerzas Armadas. Palma y otros dirigentes radicales hicieron tenaces esfuerzos para la “recuperación del PR para la izquierda”, hasta que decidieron separarse del sector dirigido por Silva Cimma y formaron el Partido Radical Socialista Democrático (PRSD) a comienzos de 1987. Palma fue su segundo presidente y al año siguiente le correspondió asumir la presidencia de la Izquierda Unida, coalición integrada por el Partido Comunista, el MAPU, el sector del PS que lideraba Clodomiro Almeyda, el sector político del MIR y la Izquierda Cristiana. Este espacio de convergencia intentó infructuosamente colocar elementos de ruptura democrática a un proceso cada vez más irreversible hacia una salida negociada y de carácter intrasistema. Palma coincidió allí con una figura emergente de la dirigencia política socialista, Camilo Escalona Medina, a quien había conocido en 1972 cuando era estudiante del Liceo 6 de San Miguel y líder de los liceanos de la Unidad Popular en la FESES. También en la Izquierda Unida compartió con Jécar Neghme, vocero del MIR que fue asesinado el 4 de septiembre de 1989 en pleno centro de Santiago, en la calle Bulnes, en uno de los últimos crímenes perpetrados por la dictadura. A finales de ese año, volvió a ser candidato al Senado, ahora por la Región de Tarapacá, como independiente de la Concertación por la Democracia. En 1990 se incorporó a las filas del Partido Socialista, en el contexto de su proceso de reunificación. Sus últimas responsabilidades políticas fueron durante la Presidencia de Eduardo Frei Ruiz–Tagle, como embajador en Costa Rica (1995–1997) y Colombia (1997–2000). Sabía de su trayectoria y su testimonio desde los tiempos en que me correspondió participar de la conducción del movimiento estudiantil secundario en los años 80. Para la preparación de este libro nos encontramos por primera vez a comienzos de 2017. Yo había concluido un poco tiempo antes mi desempeño como Ministro del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, y era un desafo apasionante iniciar este trabajo con un ex Ministro del Presidente Salvador Allende. “¡Colega!”, fue su primera palabra, que colocó la primera pizca de emoción y orgullo a este empeño. Tras el abrazo, ahí estaba la misma sonrisa cálida del Pibe que acompañó hasta el final al hombre de las Grandes Alamedas.

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1. Discurso frente a la Asamblea de la Organización de Estados Americanos

Intervención del Subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, Aníbal Palma, en el Segundo Período de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos.

Washington, 14 de Abril de 1972.

aludamos complacidos la designación unánime como Presidente de esta Asamblea del Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, señor José A. Mora, y nos congratulamos especialmente en cuanto a ello significa un homenaje a la hermana República del Uruguay, con la cual nuestro país mantiene y desea seguir Smanteniendo las más cordiales relaciones y, a la vez, constituye un reconocimiento a las relevantes condiciones personales que le han permitido realizar una vasta labor en los organismos internacionales. Chile concurre a este Segundo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA, animado del propósito de contribuir a una necesaria definición de los términos en que se desenvuelve la relación múltiple entre nuestros pueblos y gobiernos y del papel y las responsabilidades que en ello cabe a esta Organización Regional. Chile está regido hoy día por un Gobierno popular, democrático y revolucionario, que está iniciando la construcción del socialismo. Este Gobierno, elegido en forma democrática y de índole esencialmente pluralista, recoge y hace suyos los anhelos libertarios y de progreso de toda una larga tradición chilena, en la que destacan muchos decenios de lucha de su clase trabajadora. Por ser fiel intérprete de una necesidad histórica y de la idiosincrasia chilena, nuestro proceso es profundamente nacional, no pretende servir de ejemplo para nadie y constituye legítimamente una auténtica vía chilena al socialismo. Pero las revoluciones no se dan en abstracto. Los intereses heridos por las transformaciones sociales se defienden y fuerzas tanto externas como internas obstaculizan la marcha del pueblo chileno hacia el socialismo. Pese a estas dificultades y con plena confianza en la madurez, conciencia y organización de nuestro pueblo y en la capacidad creadora del espíritu chileno, el Gobierno de la Unidad Popular realiza inexorablemente su programa, estimulado por los éxitos alcanzados en sus empeños por reactivar nuestra economía, aumentar la producción, redistribuir el ingreso y crear las bases de la propiedad socialista en la industria, la minería y la agricultura.

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La magna tarea revolucionaria surgida del compromiso del Gobierno de mi país con nuestro pueblo, cuyas características fundamentales precisamos el años pasado en San José de Costa Rica y reiteramos ahora, se proyecta necesariamente en la política exterior chilena, enriqueciéndola con nuevos elementos, los que, insertados en los principios cardinales de esa política, le dan su vigor y su dinámica presentes y le abren sus perspectivas futuras. Esos principios, orientadores de nuestra política internacional, están fundamentalmente recogidos en la Carta de las Naciones Unidas y su vigencia permanente es reconocida por la comunidad internacional. Ellos se refieren al deber de no intervención de los Estados en los asuntos internos de los otros, al derecho de autodeterminación de los pueblos, al respeto de los tratados libremente concertados, así como de la soberanía nacional y la integridad territorial. La política exterior chilena, materializando estos objetivos, promueve la coexistencia pacífica de los Estados, independientemente de la posición ideológica de sus gobiernos o de su régimen político económico, afirma el compromiso indivisible que corresponde a todos en la cooperación para el desarrollo económico y social de sus pueblos y la responsabilidad que cabe a cada Estado para la mantención de la paz y de la seguridad, tanto en nuestro ámbito regional como en el mundo. Es sobre la base de esos principios y postulados, que reclamamos la real observancia de la igualdad jurídica de los Estados y rechazamos toda pretensión de liderazgo en el Continente Americano. Del mismo modo, reconocemos el derecho inalienable de los Estados ribereños para preservar y disponer de sus recursos dentro de una zona de jurisdicción marítima hasta una distancia de 200 millas, con respecto de la libertad de navegación y de sobrevuelo. En esta materia se ha manifestado en lo esencial una coincidencia de intereses entre nuestro Estados, dentro de un marco latinoamericano. Desde que el Gobierno del Perú tuvo la iniciativa de convocar a una reunión de todos los Estados de América Latina para tratar esas materias, la Declaración de Lima de 1970 ha servido de inspiración a no pocos países latinoamericanos. Es así como en los debates que se están produciendo en el seno de las Naciones Unidas, su consideración resulta ineludible. Conforme a su aspiración de que los Estados latinoamericanos afrontemos unidos la próxima Conferencia Mundial sobre el Derecho del Mar, Chile está dispuesto a hacer los esfuerzos que sean necesarios para lograr una común posición. Si bien lo fundamental es ese propósito, no podemos menos que celebrar el paso dado por el Gobierno de Costa Rica al incorporar en su legislación una fórmula que ya no pocos Estados adelantan como posible solución equitativa en la próxima Conferencia del Derecho del Mar. Obedientes a nuestra tradicional vocación de paz y de colaboración internacional, nos esforzamos en estrechar una vinculación constructiva, en primer término, con los pueblos hermanos de América Latina. Este propósito se ha visto concretado en los encuentros que ha sostenido el Presidente Salvador Allende con los Mandatarios de Argentina, Colombia, Ecuador y Perú, que han derivado en un afianzamiento de los lazos tradicionales de amistad y cooperación y en una comprensión fraternal y respetuosa de los pueblos de esos países hacia nuestra tarea revolucionaria, destinada a superar el subdesarrollo y la dependencia económica.

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Con la vecina República Argentina, acabamos de concretar un Tratado de Solución Judicial de Controversias, por el cual nuestro países reconocen la jurisdicción de la más alta judicatura internacional representada por la Corte de la Haya. En un mundo que todavía se desgarra en enfrentamientos bélicos, en tensiones y amenazas, la conducta de Chile y Argentina constituye sin duda alguna una experiencia ejemplarizadora. Asimismo, en los próximos días recibiremos en nuestro país la ilustre visita del Presidente de México, Licenciado señor Luis Echeverría que, a no dudarlo, contribuirá al fortalecimiento de los tradicionales lazos de amistad y cooperación que unen a nuestros pueblos. Más allá del ámbito continental, Chile otorga un especial interés a sus relaciones tradicionales con los países de Europa Occidental y procura establecer con ellos las bases de una cooperación futura constructiva y libre de las trabas que pueden haberse originado en el pasado. Con idéntico propósito, hemos iniciado una colaboración fraterna y solidaria con los países socialistas, en la que todas las partes están perfectamente conscientes de sus particularismos y de la necesidad de colocar en primer término los intereses de sus pueblos, en aras de una vinculación constructiva, respetuosa de la soberanía nacional. Con esta inspiración universalista, y sobre todo con miras a la liberación política y económica de los pueblos que permanecen todavía sometidos a la influencia o al dominio directo del imperialismo, nuestro país se incorporó en septiembre del año pasado al grupo de los países no alineados, cuya población de mil seiscientos millones representa más de un tercio de la humanidad. En estos mismos días, comienza en Santiago de Chile la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo1. Atribuimos especial significación al hecho de que nuestro país sea escenario de este encuentro mundial entre las naciones que luchan por romper las condiciones de subdesarrollo y dependencia, y aquellas que han alcanzado un alto grado de industrialización y de tecnología. Pensamos que Chile, cuyo pueblo está recorriendo una experiencia inédita de forja de una nueva sociedad, ha de ofrecer a los delegados a la referida Conferencia un testimonio directo y concreto de su realidad, ajeno a toda distorsión interesada. Este testimonio será nuestra mejor arma para derrotar la campaña concertada de descrédito y de imputaciones falsas que se dirige en contra de nuestro proceso revolucionario desde vastos sectores del aparato publicitario adepto a los intereses perjudicados por él.

1 La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) fue creada en Ginebra, donde también tiene su sede, el 30 de diciembre de 1964 por la resolución de la Asamblea General de la ONU, con el objetivo de analizar e intentar resolver los problemas relativos al comercio internacional de los países subde- sarrollados. En el marco de su realización en Santiago de Chile se construyó el actual Edificio Gabriela Mistral (GAM), como sede del evento internacional (Nota del Editor).

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En el plano latinoamericano, desarrollamos también esfuerzos mancomunados con países hermanos para darle cada vez mayor importancia al Pacto Andino, cuyos avances saludamos con optimismo, y cuyo éxito está ligado al logro de nuestros comunes propósitos de desenvolvimiento económico, dentro del marco del ALALC2. Continuemos promoviendo el desarrollo del CECLA, único foro latinoamericano a nivel gubernamental, en que es posible diseñar una estrategia conjunta de nuestros países, y que ya en la práctica ha demostrado su eficacia3. Creemos en la medida en que todas estas realidades que surgen de nuestro medio, sean acogidas y promovidas por la OEA, nuestra organización adquirirá una justificación más plena, al posibilitar que el diálogo del subcontinente con las grandes potencias signifique una América Latina más cohesionada, en una real conciencia de sus comunes intereses. Hemos afirmado que la universalidad rige nuestra política externa como uno de sus postulados esenciales. Ella ha sido sustentada por Chile tanto en el ejercicio de sus relaciones bilaterales como en el de las multilaterales. Por lo tanto, reiteramos aquí nuestro rechazo a toda política discriminatoria respecto de determinados países por consideraciones ideológicas. En el continente americano, deseamos reafirmar nuestra condenación a toda injerencia foránea o imperialista en nuestras decisiones soberanas, y reclamamos el reconocimiento del derecho inalienable de nuestros pueblos para mantener relaciones normales entre sí. Por ello, valoramos y estamos dispuestos a apoyar todas las iniciativas destinadas a favorecer el restablecimiento de las relaciones de los países americanos con la República de Cuba, de acuerdo a la soberana voluntad de cada uno de ellos. En esta posición, recogemos en todo su alcance las expresiones pronunciadas por el Secretario General de la Organización, don Galo Plaza, en la Sesión Inaugural acerca de que, “el aislamiento no es el camino hacia la comprensión y la paz”. Nuestra política exterior, pluralista y universalista, se manifiesta también con entera con entera consecuencia en las Naciones Unidas, donde Chile sostiene el imperativo de que la Organización Mundial alcance una efectiva representatividad, mediante la inclusión en ella de todos los Estados hasta ahora ausentes, tanto en sus instancias fundamentales, como son la Asamblea General y los Consejos, como en los Organismos Especializados. Por ello, contribuimos con decisión a la incorporación de la República Popular China a la Organización, la que significó un trascendente paso en la dirección aludida. Preocupación principal del Gobierno de Chile la constituye el desenvolvimiento de nuestro proceso de liberación económica y de plena independencia política e irrestricto ejercicio de los derechos soberanos del pueblo. Por ello, en estos días, en que enfrentamos intentos de asedio y de presión política y económica, invocamos no

2 La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) fue un organismo regional latinoamericano existente entre 1960 y 1980. Fue reemplazado por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) en agosto de 1980 (Nota del Editor). 3 Se refiere a la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (Nota del Editor).

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sólo los principios y normas que rigen una convivencia internacional justa, abonados por el Derecho Internacional, sino el compromiso específico de los Estados soberanos, manifestado en la propia Carta Fundamental de la OEA y en resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Carta Constitucional de esta Organización regional establece en su artículo 19 que “ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza”. Esta estipulación obliga a todos y a cada uno de los Estados miembros de la OEA aquí presentes, y su infracción impone a Chile el deber de denunciarla ante esta comunidad de Estados. Como se sabe, el Gobierno de Chile, con el fin de superar su dependencia económica, inició un proceso de recuperación de aquellos recursos naturales que son básicos para el desarrollo de la economía nacional. En virtud de ello se nacionalizó la gran minería del cobre, dentro de una estricta observancia al orden jurídico interno. En efecto, la voluntad nacional unánime expresada a través de un pronunciamiento constitucional del Parlamento reunido en pleno, ratificó la nacionalización de la industria cuprera, principal fuente de recursos de nuestro país, mediante una reforma de nuestra Carta Fundamental. La resolución 1514 (XV) sobre la “Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales”, como la resolución 1803 (XVll) que proclama el derecho de los Estados a explotar libremente sus riquezas y recursos naturales, adoptadas por las Naciones Unidas, representan el reconocimiento solemne y explícito de nuestro derecho a rescatar para el pueblo el dominio de los bienes naturales fundamentales de nuestro territorio, en su propio beneficio y en aras de su liberación económica. El Gobierno de Chile se encuentra firmemente convencido de la plena conformidad que guarda esta actitud con las prescripciones del Derecho Internacional. Con posterioridad a la citada resolución 1803 (XVll) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el derecho a nacionalizar no puede ser controvertido a la luz de los principios y normas jurídicas vigentes. La misma resolución 1803 (XVll) establece que la indemnización a los propietarios debe determinarse conforme al derecho interno del Estado que efectúa la nacionalización y de acuerdo al Derecho Internacional el que, obviamente, no precisa los montos o las modalidades de las compensaciones. Sólo ha logrado cristalizar al respecto, el principio de la no discriminación entre nacionales y extranjeros, principio que en el caso chileno no se ha vulnerado en manera alguna. La conducta de nuestro país en esta materia ha sido objetada por los Estados Unidos como contraria al Derecho Internacional, ya que, según calificación unilateral del gobierno de ese país, las compensaciones por las nacionalizaciones, deben ser pagadas en forma “adecuada”, “oportuna” y “efectiva”, a fin de que tengan validez internacional. No es la primera vez que en Estados Unidos una simple norma de la práctica política de ese país, es elevada a la categoría de principio internacional. ¿En virtud de qué fuente del Derecho Internacional los Estados Unidos infieren que el Gobierno de Chile debe compensar, en los términos planteados por ese país, a las compañías norteamericanas nacionalizadas? ¿Existe algún tratado, costumbre internacional o principio general de Derecho que haya sido desconocido por Chile?

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Chile y los Estados Unidos no son parte de ningún tratado válido jurídicamente que regule las indemnizaciones en caso de expropiación de bienes particulares. Si bien ambos suscribieron el Convenio Económico de Bogotá de 1948, ninguno de ellos lo ha ratificado. Por otra parte, las circunstancias de no haberlo tampoco hecho la gran mayoría de los Estados americanos, las numerosas reservas formuladas a la disposición que alude a las indemnizaciones, las que se refieren precisamente a que dicho concepto debía quedar subordinado a las normas constitucionales de cada país, le restan al mencionado tratado en esta materia incluso su valor doctrinario. No existe ningún otro precedente multilateral que pueda ser invocado en favor de la tesis norteamericana. Los antecedentes a ese respecto, demuestran que la tendencia generalizada es que el Derecho Internacional entrega a los correspondientes ordenamientos jurídicos internos la regulación de las compensaciones. Así, por ejemplo, fue resuelto por el Comité Jurídico Consultivo Afro–asiático y así lo ha entendido la práctica internacional en múltiples acuerdos globales de compensación y en numerosas leyes sobre nacionalización dictadas después de la Segunda Guerra Mundial, incluso en Estados en que rige la libre empresa, como Francia y Gran Bretaña. Por otra parte, tampoco podría inferirse en abono de la tesis norteamericana la proyección internacional del respeto a los derechos adquiridos o a la propiedad privada. Hace más de 30 años, el Ministerio de Relaciones Exteriores de México, señor Eduardo Hay, sentó doctrina en la materia en su histórica polémica con Estados Unidos, a raíz de la nacionalización del petróleo, cuando sostuvo que “el derecho de propiedad con sus modalidades, no es un principio de Derecho Internacional, sino que su validez es derivada del Derecho interno”. Diremos, por último, que la decisión final en materia de indemnizaciones, no está entregada al Gobierno de Chile, sino al Tribunal establecido en la citada Reforma Constitucional, al que las mismas empresas afectadas por la nacionalización han recurrido. Aunque podríamos abundar aún en mayores razones, las que hemos señalado nos parecen suficientemente demostrativas de que la nacionalización de las compañías norteamericanas de la gran minería del cobre en Chile, se ha conformado plenamente al Derecho Internacional y que todo el proceso de estatización de nuestros recursos básicos, así como la constitución de las áreas social, mixta y privada en el sector productivo, se ha llevado a efecto en nuestro país en el marco de la más estricta legalidad. Por este camino democrático, respetuoso de la juridicidad propia de la tradición cívica nacional, estamos luchando por nuestra emancipación económica. Habida consideración a estas razones, Chile rechaza la acusación que, directa o veladamente, se le ha formulado por el Gobierno de los Estados Unidos de que su política en materia de nacionalizaciones vulnera el Derecho Internacional, y reitera que ha actuado y actuará en el futuro en plena juricidad, condición que desgraciadamente no pueden exhibir quienes cuestionan nuestra política. En efecto, la presión política o económica ejercida contra un Estado soberano para inducirlo a seguir determinada conducta, atenta grave y directamente al respeto del principio de la no intervención, fundamento esencial de la convivencia internacional.

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La declaración de política exterior formulada por el gobierno norteamericano recientemente, está significando que la influencia que ese país tiene en los organismos financieros internacionales, (tales como el Banco Mundial y el BID) será ejercida para obstaculizar y bloquear el otorgamiento de créditos a aquellos países que en materia de indemnización por nacionalizaciones, no se conduzcan según el criterio interesado que los Estados Unidos tienen en esta materia. La actitud norteamericana en este asunto es tanto más objetable, cuanto que dichos bancos no son propiedad de los Estados Unidos, y la circunstancia de que sea este país el mayor contribuyente a la formación de su capital, no lo habilita para querer convertir a entidades nacidas en beneficio de la comunidad internacional o americana, en instrumentos de su propia política. Esta actitud no sólo vulnera abiertamente el principio de multilateralidad a que deben responder los institutos crediticios internacionales, sino que, en la práctica, altera unilateralmente los términos de los convenios constitutivos del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, los que tienen valor de ley en los distintos países miembros de esas instituciones. Esta política, por otra parte, vulnera también el espíritu y el texto de la Carta de la OEA, fundamentalmente el artículo 19 ya citado. Los países del hemisferio, entre ellos Estados Unidos, hemos sostenido repetidas veces que es indispensable afianzar el instrumento financiero multilateral por excelencia de la región –el Banco Interamericano de Desarrollo – organismo que con el esfuerzo de todos hemos sido capaces de crear, expandir y consolidar. Creemos que la política del Gobierno de los Estados Unidos antes aludida, constituye un grave error histórico, ya que si públicamente declaramos que somos multilateralistas, es responsabilidad de todos preservar las instituciones de este carácter y no socavar las bases mismas que han dado lugar a su constitución. Este no es un problema de Chile ni de Estados Unidos, es un problema del sistema interamericano y por eso estimamos indispensable plantearlo aquí para que cada uno de nosotros meditemos acerca de los graves peligros que entraña el destruir aquellas instituciones que con tantos sacrificios hemos podido edificar. Señor Presidente: debemos referirnos específicamente a un episodio que, no obstante este carácter, ha puesto en tensión a vastos sectores de la opinión pública mundial y particularmente de nuestro Continente. Estamos conscientes de que existe expectación por nuestra reacción ante la intervención manifiesta en el proceso político interno de Chile de intereses privados extranjeros, representados esta vez por la “International Telegraph and Telephone” (ITT)4.

4 En marzo de 1972 el periodista estadounidense Jack Anderson develó en el diario “New York Times” un cúmulo de comunicaciones secretas de la ITT (International Telephone and Telegraph), en que aparecía impulsando los intentos de golpe de Estado contra Salvador Allende luego de su elección en las urnas el 4 de septiembre de 1970. El Gobierno de Salvador Allende puso a disposición del país los documentos en un libro publicado por Editorial Quimantú y titulado “Documentos Secretos de la ITT” (Nota del Editor).

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Los hechos son conocidos y según antecedentes no refutados hasta ahora, los manejos de la ITT destinados a quebrar la normalidad institucional en nuestro país aparecen contando, por decir lo menos, con la tolerancia de personeros gubernamentales de los Estados Unidos. Chile denuncia estos hechos y eleva su protesta ante la comunidad internacional y, al hacerlo, reafirma la determinación de su pueblo y su Gobierno en proseguir su tarea revolucionaria y liberadora. Con esta referencia a la intervención del consorcio norteamericano ITT en nuestro proceso político interno, no pretendemos agotar nuestro alegato histórico frente al imperialismo, y seguiremos defendiendo ardorosamente el derecho inalienable de cada pueblo a elegir su propio camino. Ya hemos dicho que esa intervención tiene un carácter episódico, aunque se inserta en una estrategia que sabemos mantiene su plena vigencia. Es por ello que recibimos con un sentimiento profundamente fraternal las expresiones solidarias con que el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, General de Brigada Miguel de la Flor Valle, ha aludido a las maniobras intervencionistas de grupos de poder foráneos en nuestros países. Con la misma fuerza con que Chile en su oportunidad respaldó y respalda al Ecuador, frente a las sanciones con que el Gobierno de los Estados Unidos quiere presionarlo para abdicar de un derecho soberano, ahora levantamos nuestra voz para expresar nuestro rechazo a las presiones de que somos objeto para alterar nuestra política. Frente a las gestiones que se realiza en nuestro país para refinanciar su deuda exterior nos ha sido también posible advertir la interferencia norteamericana con el fin de introducir las cuestiones bilaterales provenientes de la nacionalización del cobre en el seno del llamado Club de París5. Ello envuelve no sólo una evidente violación del artículo 19 de la Carta de la OEA, sino también de lo dispuesto textualmente en su artículo 34, cuando expresa que “los Estados Miembros deben hacer todo esfuerzo para evitar políticas, acciones o medidas que tengan serios efectos adversos sobre el desarrollo económico o social de otro Estado miembro”. No cabe duda que el intento de dificultar los aludidos esfuerzos para reestructurar los servicios de nuestra deuda externa infringe directamente estas disposiciones fundamentales. Nos es grato, a la inversa, dejar constancia, en esta ocasión, del apoyo y estímulo que esta tan importante gestión chilena ha recibido de parte de los Gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, mediante comunicaciones de sus cancilleres, como asimismo de la República Argentina, según consta en la Declaración Conjunta de los Ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, suscrita recientemente en Buenos Aires. Esta actitud encuentra su fundamento moral en la solidaridad latinoamericana, y jurídico en lo dispuesto en los artículos 32, 33, y 34 de la Carta de la Organización, que establecen y norman los principios de la cooperación económica del continente.

5 El Club de París es un foro informal de acreedores oficiales y países deudores, para coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de los países e instituciones de préstamo (Nota del Editor).

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Señor Presidente, luego de referirnos a manifestaciones fundamentales y concretas de nuestra política exterior y nuestra política interna, desde esta tribuna deseamos reafirmar nuestra posición frente a los problemas substanciales que enfrenta esta organización regional. En anteriores oportunidades, particularmente en la Asamblea General de Costa Rica el años pasado, aludimos a la crisis que, a nuestro juicio, sufre el denominado “sistema interamericano”. Hemos dicho reiteradamente que las razones de esa crisis profunda, más que en la Carta o en la estructura de la Organización, hay que buscarla en la filosofa que la sigue orientando en los hechos. Por ello, aunque entendemos la positiva disposición manifestada por las palabras del Secretario General, la nueva OEA surgirá por este camino más que como fruto de su Carta Constitucional recientemente reformada. La pretendida igualdad de los Estados latinoamericanos con Estados Unidos de América y la presunta comunidad de intereses y propósitos de todas las naciones que integran el llamado sistema interamericano, no son realidades, sino ficciones. De este modo, sigue siendo la OEA una estructura jurídico–política en la que cristalizan relaciones de poder subyacentes en todo el ámbito americano, y que favorecen la subordinación y dependencia económica, política e ideológica de los países latinoamericanos a la gran potencia del Norte. En estas condiciones, la OEA no puede sino seguir siendo factor de reproducción y consolidación de esas relaciones de poder. Reiteramos nuestra convicción de que las relaciones interamericanas, específicamente las de América Latina con los Estados Unidos, deben ser consideradas a la luz de estas realidades. Sólo a partir de ellas podrán construirse las nuevas estructuras que faciliten un diálogo abierto, franco e igualitario entre ese país y los nuestros, en el marco de una organización regional complementaria e incorporada al sistema de las Naciones Unidas. De no lograrse estos cambios fundamentales, la OEA seguirá al margen de los esfuerzos e intereses reales de los países latinoamericanos para canalizar sus aspiraciones y objetivos comunes de naciones en desarrollo. Todo esto no significa que nuestro Gobierno deje de valorizar en su justa medida los esfuerzos realizados en los últimos años para convertir a la Organización en un instrumento más eficaz y fiel a sus declarados propósitos. En este sentido, el protocolo de Buenos Aires de 1967, al incorporar nuevas normas económicas y sociales, así como las concernientes a la educación, la ciencia y la cultura, ha redundado en estructuras más ágiles que las que contemplaba la Carta de Bogotá, lo que puede registrarse como un avance relativo. Con todo, la organización permanece rezagada frente a la dinámica internacional del presente, aferrada en lo substancial a las motivaciones de tiempos ya superados de la guerra fría y de la confrontación ideológica. Así, por ejemplo, persisten en su seno órganos como la “Comisión Especial de Consulta sobre Seguridad contra la Acción Subversiva del Comunismo Internacional”6, de precaria o ninguna fundamentación

6 Su constitución había sido el resultado de la ofensiva de Estados Unidos contra Cuba al interior de la OEA, en el contexto de la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Punta del Este en enero de 1962 (Nota del Editor).

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institucional, y cuyo inaceptable carácter antidemocrático y represivo violenta los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, a los cuales la OEA, que proclama su calidad de entidad regional del sistema de la organización mundial, se encuentra supeditada. En dicho órgano de consulta sobre seguridad vemos un mecanismo ilegal de ideologización, que niega el pluralismo ideológico y político, expresión que creemos debe informar las relaciones interamericanas. Al mismo tiempo, mecanismos semejantes atentan en contra de los principios de no intervención y de autodeterminación subyacentes a las relaciones de nuestros pueblos y gobiernos. En el año que va transcurrido desde la Asamblea de Costa Rica, hemos estado atentos, observando la posibilidad de que en el seno del Consejo Permanente se hiciera conciencia de la necesidad de ir a la disolución de este organismo, establecido sin fundamentos legales y cuyo funcionamiento ha sido aún más ilegal. Hoy esta espera no puede prolongarse más y en la primera oportunidad nuestra delegación presentará un proyecto de resolución al Consejo para que se ponga término a sus actividades. Señor Presidente, sobre cada uno de los puntos de la agenda, la delegación de Chile formulará a las comisiones respectivas las observaciones y los comentarios que le merezcan. No obstante, deseamos adelantar que nos sentimos defraudados con la mayoría de los temas incluidos en la agenda de esta Asamblea General, cuya consideración no justifica el esfuerzo de reunirnos anualmente. Un somero examen de dicha agenda nos hace concluir que muchos de los puntos contemplados tienen un marcado carácter administrativo, cuya consideración por el órgano supremo de la Organización no nos parece adecuado, que algunos ya se encuentran resueltos, sin que existan razones que justifiquen su revisión, y que otros, por su propia naturaleza, deben ser tratados dentro del marco de Naciones Unidas, con lo cual se evita además una innecesaria duplicidad de esfuerzos. Ello no obstante, queremos dejar constancia de que en razón de nuestra voluntad de contribuir a la paz y seguridad internacionales en esta región, apoyaremos la consideración del punto relativo al Capítulo VI de la Declaración de los Presidentes de América de Punta del Este, promovida en la Asamblea de San José por la Delegación colombiana, aunque estimamos que no es este el foro adecuado para tratar materias relacionadas con la limitación de armamentos. Por otra parte, nos complace poner de manifiesto el decidido respaldo chileno a algunas iniciativas que consideramos eficaces y oportunas. Por ejemplo, la proposición del Perú en orden a establecer un Instituto Interamericano de Ciencias Pesqueras, merece nuestro entusiasta apoyo. Son precisamente proyectos de esta naturaleza los que permiten a la OEA desarrollar una acción en materia científica y tecnológica que puede ser de gran utilidad. La iniciativa uruguaya para considerar, a la luz de nuevos acontecimientos, la vigencia de los principios de autodeterminación y no intervención, resulta especialmente oportuna. En las declaraciones generales de esta exposición hemos aludido a los graves peligros que encierra para la convivencia internacional americana, la intervención y las presiones en la política interna de nuestros países, de fuerzas foráneas que intentan torcer, como en el caso chileno, la voluntad popular y la vigencia de nuestra democracia representativa.

31 Víctor Osorio Reyes

Señor presidente y señores delegados:

La representación chilena ha venido a esta Asamblea, con la plena conciencia de que nuestro país ha desplegado en este último año sus máximos esfuerzos por hacer realidad en América Latina y en nuestras relaciones con todos los países del mundo, los principios que inspiran a Naciones Unidas, que apoyaremos sin reservas y que quisiéramos fueran observados rigurosamente en el Continente. Seguimos confiando en las nuevas condiciones que se van abriendo paso en el mundo y que están destinadas a favorecer progresivamente la paz y el acceso de los pueblos en desarrollo a los frutos del progreso, encontrarán también un eco cada vez más profundo en este hemisferio, haciendo posible la reconstrucción del sistema interamericano sobre bases que respondan a las exigencias y aspiraciones de los pueblos de América Latina.

32 Por las grandes Alamedas

2. Saludo del Ministro de Educación en el Día del Maestro

Agosto de 1972

o quisiera decir en este día en que se rinde homenaje al maestro un discurso más. No quiero traer a ustedes, en estos momentos trascendentes que vive Chile, una colección de palabras de buena educación, rindiendo un homenaje más a la labor de los maestros. NQuisiera, en cambio, poder entregarles la inquietud, los anhelos y la esperanza de este Gobierno Popular y de miles y miles de chilenos. En la nueva patria que aspiramos construir, en el nuevo Chile por el que trabajamos, en la nueva sociedad de la fe y la exigencia que el pueblo nos impone, la labor de ustedes, maestros, es fundamental; y más que fundamental, perdónenme el uso de una palabra que puede parecer exagerada, la labor del maestro es “sagrada”. Ninguna caja fuerte del más poderoso banco del mundo, ningún Gobierno de la tierra, alberga un tesoro más importante que el alma de los jóvenes; y en nuestro país, que en estos momentos ha trabado el gigantesco combate para vencer el subdesarrollo en Chile, que lucha en todos los frentes de una guerra silenciosa pero cruel en contra de poderosos enemigos. Son ustedes, maestros, pilares fundamentales del futuro de nuestra patria, porque en las manos de ustedes, está la formación de los ciudadanos del mañana, de los que heredarán para ellos y para los hijos de sus hijos el amanecer de una patria distinta, hecha con más justicia, con más posibilidades para todos, con más seguridad de vivir en una independencia digna que costará conquistar, pero que lograremos alcanzar. Crean, maestros y maestras de nuestra patria, en la sinceridad de mis palabras. Crean, por encima de cualquier diferencia ideológica que en este momento separe a algunos de ustedes del Ministro que habla. Crean, les repito, en la intención sana, sin dobleces de mis pensamientos. Reitero que no quiero decir un discurso, porque más que como representante del Gobierno, más que como político, más que como Ministro, quiero hablarles como padre de familia; como uno más de los millones de padres que hay en este país y que les entregan a ustedes, durante horas cada día, no solo el cuerpo de sus hijos, sino también su intelecto, su mente, su alma.

Vivimos horas difciles en nuestra patria.

33 Víctor Osorio Reyes

Nosotros, miembros de un gobierno revolucionario, siempre hemos estado consientes que a nuestra revolución tendría que oponerse necesariamente una contrarrevolución. Estamos dispuestos a hacerle frente con serenidad, con firmeza, con la Ley y la razón en nuestras manos; y es en estos instantes en que el papel de ustedes, maestros y maestras, es de vital importancia. Por eso les traigo una petición, casi una súplica. No dejen que el odio, la mentira, la ceguera, manche el alma de nuestros niños, se anide en el corazón de nuestros adolescentes. No hagan jamás de ellos ciudadanos educados en el resentimiento, hombres o mujeres formados en el rencor. En estos días, en que se miente y se calumnia con facilidad, en que se practica aquello del “Mentid, mentid que algo queda”. En estos días en que muchos olvidan hasta el respeto más elemental, no sólo a los cargos, sino también a las instituciones, pónganse ustedes al frente de nuestros niños y jóvenes para contener esa marea. No les pido que les oculten una realidad, no les pido que les escamoteen mañosamente la verdad, ni tan siquiera les pido, porque hacerlo sería torpe de mi parte, que renuncien ustedes a sus legítimas ideas, a sus verdaderas y honestas creencias. Yo las respeto. No les estoy pidiendo que marginen a sus alumnos del Chile de hoy, del mundo nuestro actual. Pero les digo que les hablen siempre con la verdad, que destierren de sus mentes jóvenes las ideas erradas que germinan en odios. Los maestros, que viven junto a los niños y jóvenes, tantas o más horas que sus propios padres. Tienen, como lo han tenido siempre, esta gran y noble tarea por cumplir. Se los repito una vez más, no es el Ministro del Gobierno quien se los pide, sino un padre chileno que deposita su confianza en ustedes. Les hablo también con la confianza que me merecen los maestros jóvenes y con el respeto y veneración que siento por aquellos profesores que han envejecido con un libro o una tiza en la mano, de pie frente a tantas generaciones que han pasado frente a ellos. Sé que todos ustedes, mujeres y hombres, dedicados a la enseñanza a lo largo de todo Chile, sabrán cumplir con la gran tarea histórica de este momento. No en vano la enseñanza chilena es pionera y líder en nuestro continente, y es que la riqueza humana de nuestros maestros ha sido siempre la mejor. Les traigo el saludo cordial y respetuoso del Gobierno Popular. De un Gobierno que está junto a ustedes en la batalla por desterrar el analfabetismo y por formar mejores ciudadanos. Podemos afirmar con orgullo que nunca antes ha existido más respeto por la profesión del maestro, una mayor comprensión hacia su problema humano y económico, un deseo más consciente de ayudarlos en sus sacrificadas funciones. Un espíritu más decidido por respetar en los maestros su capacidad, sus méritos, su carrera funcionaria. Junto a este saludo les entrego también el agradecimiento de nosotros, padres chilenos, por lo que han hecho, lo que hacen y lo que harán de nuestros jóvenes: ciudadanos dignos y libres del mañana.

34 Por las grandes Alamedas

3. Declaración del Ministro de Educación por Cadena Nacional de Radio y Televisión

Santiago, 24 de septiembre de 1972

n la madrugada del día de ayer, se produjo un grave incidente en el Liceo de Niñas Número 12 de Santiago1, a raíz del enfrentamiento entre sectores estudiantiles de tendencias opuestas. Por una parte, el sector adicto a la fracción mayoritaria de la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago E(FESES), la que se había tomado ese establecimiento; y por la otra, un sector contrario a esa fracción, que se tomó ese establecimiento desalojando a quienes lo ocupaban. Esta situación era perfectamente previsible y había sido prevista por el Gobierno y el Ministro de Educación, procurando evitar este enfrentamiento y la opinión pública está consciente de esta realidad. Hoy, ese enfrentamiento se produjo con un lamentable saldo y ha motivado una orquestada campaña de publicidad en radioemisoras, diarios y televisión, en que, como nunca en la historia de este país, se distorsionan los hechos, se falta a la verdad y se llega a la truculencia. Pero antes de analizar lo ocurrido, es conveniente que la opinión pública conozca los orígenes y trayectoria del conflicto que involucra al citado Liceo N°12, el que tiene su origen el 9 de septiembre, con motivo del nombramiento que el Ministro de Educación realizó, designando al Director titular de ese establecimiento. El nuevo Director se eligió dentro de la terna sometida a su consideración, en la que figuraban también otros dos profesores de dilatada trayectoria gremial, docente y directiva. El Ministro designó a uno de ellos, pero un sector del profesorado, padres y apoderados del liceo 12, estimó esta designación arbitraria e injusta y se tomaron el establecimiento, exigiendo al Ministro la revisión de los antecedentes. El Ministro accedió a lo que se le solicitaba. En entrevista sostenida el 11 de septiembre, de la cual hay constancia grabada en cinta magnetofónica, se procedió a la revisión de todos los antecedentes solicitados por una comisión compuesta por representantes de los estudiantes, de los padres y apoderados y del profesorado, haciéndose pública sus conclusiones. Todo lo que se pidió en aquella ocasión se concedió, sin embargo, cuando el Ministro planteó el desalojo del

1 El Liceo Nº 12 de Santiago se encontraba ubicado en la comuna de Conchalí (hoy es el Polivalente Abdón Cifuentes). Allí había estudiado el presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES), Guillermo Yunge, quien era militante de la Juventud Demócrata Cristiana y empujó la entidad al enfrentamiento con el Gobierno de la Unidad Popular (Nota del Editor).

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local, para que posteriormente se pudieran reanudar las clases en forma normal, se dijo que la respuesta se daría al día siguiente, porque no era una toma la que existía sino un resguardo para prevenir que otros sectores se tomaran el colegio. Al día siguiente nadie concurrió a dar respuesta, motivo por el cual invité nuevamente a mi despacho a los representantes de los padres y apoderados, profesorado y directiva estudiantil del Liceo 12, a los cuales se les planteó una vez más la fórmula de solución que era la única que podía darse, que contó con la aceptación de padres y apoderados y de profesores y porque todos se manifestaban contrarios a la toma. Todos se mostraban partidarios del normal desarrollo de las clases, porque para revisar los antecedentes era menester una apelación y esa apelación fue presentada, porque nadie tenía el derecho moral de exigir un determinado nombramiento cuando se iba a decidir por méritos y antecedentes; y cuando la opinión pública iba a conocer los antecedentes y méritos de cada candidato, porque de una vez por todas, es conveniente decir que jamás en la historia del Ministerio de Educación se habían cuestionado los nombramientos hechos por un Ministro. La Ley faculta al Ministro para nombrar a los Directores de los establecimientos de educación, bastando para ello que cumplan con el requisito mínimo de tener 15 años de servicio y un título. Eso es lo que se hizo en gobiernos anteriores. Ha sido este Gobierno, ha sido el Ministro que habla, los que han proclamado el principio de respetar los méritos y la carrera funcionaria y eso es lo que se está haciendo. Cuando es por mérito y carrera funcionaria, no pueden exigirse con tomas, amenazas de violencia y de pretender forzar nombramientos a favor de determinada persona. Las mayores garantías que se pueden dar, es hacer públicos los antecedentes, cosa que tampoco nunca en la historia del Ministerio se había hecho. Sin embargo, se insistió en aquella ocasión en que no se entregaría el establecimiento educacional. Se seguía diciendo que era un resguardo. El Ministro de Educación ofreció el resguardo de la fuerza policial, garantizando con un documento que firmarían el Ministro del Interior, el Intendente de la Provincia de Santiago y el propio Ministro de Educación. Carabineros se haría cargo de resguardar el local y cualquiera que fuera el sector que pretendiera tomar ese colegio, sería desalojado y se seguiría en su contra una querella por asalto y daños cualquiera que fuera el sector, de cualquier parte que proviniera, de oposición o de Gobierno. Esta fórmula fue aceptada por padres y apoderados y por profesores. Sin embargo, la directiva estudiantil, luego de consultar con el sector mayoritario de la FESES, rechazó esta proposición y habló de que mantendrían el resguardo. Paralelamente, la FESES, a través de declaraciones de su Presidente, por radio, prensa y televisión, y en declaraciones oficiales de ese organismo, proclamaba que seguirían tomados los Liceos 12 y 13 hasta las últimas consecuencias. ¿Cuáles eran las últimas consecuencias? Si eran las que se produjeron el sábado pueden estar satisfechos. Se llegó a las últimas consecuencias con los resultados que se conocen. No obstante el Ministro esperó y ocurrió lo que tenía que ocurrir. El 20 de septiembre, al reanudarse las clases, eso ya no era resguardo. Era toma y hasta ahora nadie ha podido explicar cuál era el motivo de esa toma, porque la solución se había dado. Resulta irónico, es la misma solución que hoy se acepta. La misma solución que hoy se acepta para el Liceo 12, fue la que se planteó el mismo día de la toma de ese establecimiento, porque

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al parecer, lo que se deseaba era que se produjera una situación de fuerza, el desalojo por la fuerza pública, a lo cual desafiaban todos los días al Ministro, o una situación de enfrentamiento y lucha entre sectores adversos para sacar dividendos políticos. Obtuvieron su resultado. Lamentable resultado, porque reitero una vez más, el mismo día de la toma di la solución que hoy se acepta, porque accedí a todo lo que se me podía exigir; porque el día 21 de septiembre en asamblea realizada en el auditorio de la Biblioteca Nacional, llegué a plantear que se hiciera un plebiscito en que participaran todo el alumnado y todos los padres y apoderados y profesores, para que decidieran libre y soberanamente si estaban por seguir con la toma o estaban por reanudar las clases; porque esa toma se hizo sin respaldo del sector estudiantil, sin respaldo del profesorado, sin respaldo de padres y apoderados y esto habría quedado demostrado en un plebiscito. Pero se rechazó también el plebiscito y se planteó otro plebiscito: que el plebiscito fuera para decidir la elección entre dos candidatas cuyos méritos tenía que acreditar el Ministro. Se sabía que este plebiscito y esta exigencia no podían aceptarse porque era ilegal, porque las leyes entregan al Ministro la responsabilidad y la obligación de decidir el nombramiento del Director en un establecimiento educacional y esta responsabilidad no puede delegarla ni puede compartirla, porque es contraria a la Ley, pero se hizo, porque lo que se quería no era encontrar soluciones. Era alargar y agravar un conflicto. Se agravó lo suficiente. El sector estudiantil mantuvo permanentemente una actitud de absoluta intransigencia. Rechazó todo y de eso hay constancia en declaraciones públicas. La opinión pública tiene que haber conocido esas declaraciones, en que se hablaba de la lucha hasta las últimas consecuencias, de que esperaban el desalojo de carabineros, de que desafiaban al Ministro, de que desafiaban al Gobierno. Eso era lo que se quería, no soluciones, porque la solución que hoy se acepta es la misma que se dio 15 días atrás. Padres, apoderados y profesores comprometen la gratitud del Ministro, porque tuvieron una actitud consecuente. Me consta que procuraron disuadir al alumnado de seguir en la toma. Lamentablemente, ni ellos ni el Ministro tuvieron éxito y no podían tenerlo, porque éste no ha sido un conflicto gremial. Este ha sido un conflicto político porque el problema gremial estaba resuelto. Porque aquí se presentan situaciones difciles de comprender. Los mismos órganos de expresión que cuando se produce una toma de un sector estudiantil de oposición la resaltan, la hacen aparecer como una cosa de héroes; porque quienes dirigen esas tomas son objeto de entrevistas por radio, prensa y televisión, se difunden sus actividades, merecen todos los halagos, esos mismos órganos de expresión que respaldan, halagan, impulsan e incitan a una situación de fuerza y de violencia como es la toma, tienen el descaro y la desvergüenza de condenar y de atacar la acción violenta de una retoma. Para el Gobierno y para el Ministro de Educación, tan condenable es la toma como la retoma, porque ambas son situaciones de ilegalidad. Ambas son actuaciones de fuerza y de violencia. Si hubiera un mínimo de honestidad en esos medios de expresión, también debían condenar ambas actitudes. No destacar, impulsar y poner como héroes en entrevistas a quienes participan en una acción violenta, ilegal y de fuerza como es la toma de un establecimiento educacional y condenar después a los que hacen la retoma. Hoy se quejan de la violencia, pero ¿no han considerado que ellos mismos dieron lugar a ella? ¿Es que acaso pueden negar que la toma de un establecimiento educacional

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es una situación de violencia y que toda violencia lleva implícita también una respuesta de violencia? ¿Es que no se considera que toda toma de un establecimiento educacional conlleva la provocación a una retoma? Tal como toda acción provoca una reacción, toda violencia puede generar una respuesta también violenta. Sin embargo, la violencia de unos merece halagos y la violencia de otros rechazo. Lo honesto es rechazar ambas actitudes violentas y es lo que ha procurado hacer el Gobierno y lo que ha procurado hacer el Ministro de Educación que, durante un mes, ha hecho llamados a la cordura, ha hecho llamados al diálogo, ha hecho llamados a asumir responsabilidades. La respuesta ha sido permanentemente de intransigencia. La intransigencia, la insolencia, la grosería, el ataque. No he contestado esos ataques. No lo voy a hacer ahora, porque creo que la mejor respuesta la dará el juicio de la opinión pública. Aquí se presentan situaciones paradojales. Se hace un acto cívico en un Liceo tomado, en un local estudiantil que fue ocupado por la violencia, al margen de la Ley y a ese acto cívico, concurren profesores, concurren parlamentarios, concurren regidores; y a ese acto cívico se le da amplia difusión en los medios de expresión opositores, se televisa, se comunica por radio, se destaca en los diarios y se le da el mayor realce. Y es un acto cívico que se realiza en un lugar ocupado por la fuerza y parlamentarios, regidores y profesores avalan con su actitud una situación de fuerza y de violencia. Pero después son los mismos que reclaman en contra de la violencia y de la fuerza que se desata a raíz de una retoma. ¿En qué quedamos? Porque resulta también paradojal, que una de las críticas es que no hubo suficiente resguardo policial en el Liceo 12 para pedir su desalojo, cuando algunos parlamentarios habían pedido este resguardo policial. ¿Es que se les olvida que estaban pidiendo resguardo policial para una situación de ilegalidad? ¿Es que pretenden que la fuerza pública ampare la ilegalidad y la violencia? No obstante eso, hubo resguardo policial, no el suficiente, pero existió. Pero, medite la opinión pública: ¿es posible que parlamentarios reclamen porque no hay resguardo policial para una toma cuando ellos mismos condenan la tomas en otros sectores? Esto es difcil de entender. Se pide resguardo para la ilegalidad, para la violencia, para el uso de la fuerza. La actitud del Ministro de Educación se ha prestado también para todo tipo de tergiversaciones. Fui avisado en la madrugada del día sábado, aproximadamente a las 4 de la mañana que se había producido un enfrentamiento en el Liceo 12. Hubiera podido permanecer en mi hogar y lavarme las manos. Hubiera sido una actitud cobarde que nunca he tenido. Me levanté y concurrí al establecimiento. Allí conversé con profesores, padres y apoderados, con parlamentarios y dirigentes de un Partido Político que allí estaban con la fuerza pública. Con ellos y con quienes ocuparon el establecimiento se llegó a una solución, mediante la cual se comprometían a entregar el establecimiento educacional a la fuerza pública. Efectivamente se entregó el local, se hizo cargo la fuerza pública y el Ministro de Educación delegó su representación en quien era Directora Interina de ese Liceo, la profesora Sara Bernal, quien era además apoyada por quienes habían propiciado la toma. Pero hice confianza en ella, porque era la Directora Interina y ella quedó a cargo del establecimiento. Sin embargo, a raíz de los hechos que allí se produjeron, se ha desatado, como dije al comienzo, una orquestada campaña publicitaria como jamás se había visto en Chile. Nunca se ha mentido tanto, nunca se ha faltado tanto a la verdad, nunca se ha llegado a

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la truculencia y a los detalles macabros inventados por mentes enfermizas como en esa oportunidad. Se hablaba de 40 heridos graves y una estudiante con la columna vertebral rota; de que se habría baleado a una ambulancia; de que era el Intendente el que había llegado acaudillando sectores de pobladores; de que el Ministro había tenido una actitud de complicidad; que los destrozos eran cuantiosos. ¿Y cuál es la verdad? La verdad: 17 heridos, 15 leves, 2 menos graves, todos en sus domicilios, ningún hospitalizado, ninguna ambulancia baleada. Los partes de carabineros dan constancia de que se hubiera efectuado ningún disparo. Da constancia y fe de que el Ministro de Educación y el Intendente llegaron aproximadamente con minutos de diferencia entre ellos, a las 4:30 de la mañana, cuando los incidentes se habían producido aproximadamente a las 3. Y toda la acción del Ministro se hizo en conjunto con parlamentarios, dirigentes políticos, padres y apoderados, representantes del profesorado, procurando en todo momento evitar un enfrentamiento, evitar situaciones de violencia. Sin embargo, se miente una y otra vez. Pero hay un detalle que refleja la inmoralidad y la bajeza a que se ha llegado. En todos los órganos de expresión, de diarios y de prensa, en todas las radios y en televisión, se hablaba de que se había descuartizado y degollado un perrito que era la mascota de quienes habían efectuado la toma del Liceo, que se llamaba “Palmita” y que su cabeza ensangrentada se había colocado encima del escritorio de la Directora. ¿Cómo es posible que se llegue a este extremo? Si eso jamás existió y hoy el perrito aparece vivo y ha sido reconocido por todos. ¡Cómo es posible que se llegue a esos extremos! Si yo comprendo el impacto emocional que eso significa. Lo viví en mi propio hogar, lo viví con mis hijos, que cuando escucharon esta noticia y leyeron los diarios, me preguntaron si era cierto que se habían degollado a un perrito. Tuve que prometerles que se los llevaría a la casa para que lo vieran, porque yo comprendo que cuando se dan esos detalles macabros, el impacto emocional que se causa es inmenso y eso lo sabían los que inventaron esto, porque eso no existió jamás. Porque esto no se pone en boca de nadie. Esto es una noticia que se da, pero se da en todos los diarios, en todas las radios y en la televisión. Este sólo detalle refleja la actitud con que se está actuando, la truculencia, la vehemencia, el odio, lo que yo diría es la degeneración mental de quienes inventan estas cosas. Y eso puede dar la pauta justa de la verdad de lo que escribo. Si mienten, si inventan, si dan estos detalles macabros producto sólo de su inventiva, puede la opinión pública juzgar la veracidad que merecen sus otras afirmaciones. Pero ésta ha servido para algo importante: para que los verdaderos responsables, los que han estado detrás del movimiento estudiantil, saquen la cara y aparezcan ante la opinión pública. Hoy es un Senador, Vicepresidente de un partido político de oposición el que califica al Ministro de Educación de petimetre irresponsable e incapaz; por si fuera poco, afirma que la fórmula de solución aceptada por todos, podría haberla elaborado un principiante. Olvida que esa fórmula de solución se planteó 15 días atrás por el Ministro y que si no tuvo éxito fue porque sectores estudiantiles de su propio Partido la rechazaron. Pero él habla de incapacidad y de irresponsabilidad, lo que resulta curioso: los dirigentes estudiantiles que han dirigido este movimiento y que con su intransigencia

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han provocado este enfrentamiento pertenecen al mismo Partido y los parlamentarios que concurrieron a un acto cívico en el establecimiento tomado, pertenecen a ese mismo Partido; y los parlamentarios y dirigentes políticos que estaban en la madrugada en que se produjo el enfrentamiento, dialogando con el Ministro y llegando a un acuerdo con éste y con el Intendente; y resulta que después, son los mismos que hacen declaraciones tergiversando los hechos, son todos de ese mismo Partido. Y los dirigentes juveniles que respaldan esas actitudes son también de ese mismo Partido; y los profesores que van al acto cívico en el Liceo tomado, protestan y atacan al Ministro de Educación y solidarizan con los dirigentes estudiantiles que efectuaron la toma, son también del mismo Partido: la Democracia Cristiana. Entonces, ¿esto es un conflicto gremial o un conflicto político? Yo nunca he calificado a nadie. Mientras se me atacaba por dirigentes estudiantiles he guardado silencio, pero cuando es un Senador y es un Vicepresidente de un Partido quien se atreve a calificar a un Ministro del Gobierno Popular en los términos que lo han hecho, cuando son parlamentarios y dirigentes de ese Partido Político los que atacan a este Ministro de Educación y califican su persona y su conducta, yo también tengo derecho a calificarlos. Su actitud merece la calificación de hipócritas, porque han ocultado un conflicto político con un disfraz gremial; porque su actitud me parece cobarde, porque no han dado la cara y se han escudado en un movimiento de alumnas de liceos femeninos, porque su actitud me parece miserable. Sé que estas palabras se van a prestar para desatar los más enconados ataques en mi contra, pero resulta que un Ministro también es un ser humano y si puede guardar silencio llega el momento en que tiene que decir su verdad, porque ellos, que se dicen cristianos, bien merecen el calificativo bíblico de sepulcros blanqueados: blancos por fuera, podridos por dentro. Pero no es lo más importante el conflicto entre el Ministro de Educación y el citado Partido Político. Lo importante es encontrar soluciones y hay que dar soluciones en el campo gremial y en el campo político. En el campo gremial la solución se ha dado, porque es fácil dar solución a los problemas gremiales. Lo difcil es solucionar los problemas políticos y en este movimiento se ha entrometido la política desde un comienzo; y el problema político, es que la directiva estudiantil de la FESES, necesita una salida política. No puede ser totalmente derrotada porque tiene elecciones en octubre. Les doy también su salida política. He resuelto renunciar a mi cargo de Ministro de Educación. Esta es una actitud entera y exclusivamente personal. Tienen pues, los dirigentes estudiantiles y tienen, pues, los dirigentes del Partido Demócrata Cristiano, el triunfo político que buscaban. Provocaron la renuncia de un Ministro de Educación. Porque lo que a mí me interesa no es mi persona. Si mi renuncia sirve para calmar los ánimos, para que vuelva la cordura, para que se eviten nuevos enfrentamientos, estoy tranquilo y ojalá que así sea. Me voy con mi conciencia muy tranquila. No sé cómo la tendrán los que han provocado esta situación. Tengo plena confianza en que la opinión pública no contaminada por el odio político, que los padres y apoderados que han conocido mi actuación, en que el estudiantado honesto, en que el profesorado, que sabe que me he jugado entero por

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defender su carrera funcionaria, me comprenden y tengo su apoyo. A quienes me han respaldado y me han colaborado, mi más emocionado agradecimiento. A los otros, mejor no los califico, los calificará la opinión pública

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4. Fascismo en el Cono Sur de América Latina

Marzo de 1976

l tema sobre el cual nos corresponde hacer una exposición, supera con creces, por su amplitud y complejidad, los límites de tiempo fijado. Por esta razón, procuraré hacer una breve síntesis señalando alguno de los aspectos más significativos y deteniéndome en particular sobre la experiencia que más Econozco que es la de Chile. El panorama que hoy presenta el Cono Sur de América Latina, obliga a reflexionar. En el curso de pocos años se ha generado una violenta transformación y países que exhibían con orgullo formas democráticas de gobierno, están ahora sometidos a dictaduras que en mayor o menor grado exteriorizan manifestaciones fascistas. En 1971 y con la abierta intervención de la dictadura brasilera, se pone término al régimen del General Juan José Torres en Bolivia, quien había iniciado un incipiente proceso de transformaciones democráticas con participación popular. En 1972, el Presidente José María Bordaberry de Uruguay, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, provoca un autogolpe terminando con la democracia uruguaya. El 11 de septiembre de 1973, se produce en Chile el Golpe Militar más bestial que registra la historia de América Latina y se ahoga en sangre la experiencia de la Vía Chilena al Socialismo, iniciada por la Unidad Popular y su Presidente Salvador Allende. Este mismo año, un pronunciamiento de las Fuerzas Armadas argentinas destituye al Gobierno de María Estela Martínez de Perón, esfumando las esperanzas de estabilidad democrática luego de 18 años de gobiernos militares. Los cambios señalados, se suman a la subsistencia de la dictadura del General Alfredo Stroerner en Paraguay, con lo cual se completa el desolador panorama de esta sufrida región de América Latina. La síntesis expuesta lleva a formularse una fundamental interrogante. Este vuelco violento que trastoca en pocos años una realidad: ¿es casual? ¿Se han producido sucesivas coincidencias? ¿No hay un nexo que relacione estos acontecimientos? Las respuestas a estas preguntas debe surgir de un análisis objetivo; y éste conduce a una necesaria y forzosa conclusión. Lo ocurrido en el Cono Sur de América Latina no es producto de la casualidad, sino el resultado de la aplicación de una estrategia gestada por el Imperialismo en defensa de sus intereses. Abandonada la política de la “Alianza para el Progreso”, a través de la cual el asesinado Presidente de Estados Unidos, John Kennedy, quiso encausar un proceso de reformas democráticas que modificara las arcaicas estructuras vigentes en América Latina, se

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retornó a la antigua práctica de buscar aliados instalando dictadores. Esto no como un capricho, sino como respuesta al giro que los distintos procesos de transformación habían tomado. En efecto, en todos los gobiernos democráticos se manifestaba, con mayor o menor vigor, un espíritu nacionalista que, acogiendo el clamor de sus pueblos, los impulsaba en resguardo de su soberanía a nacionalizar sus riquezas básicas, afectando entonces los intereses de las empresas multinacionales que las explotaban. Este mismo espíritu originaba una política exterior de mayor independencia, que exigía un auténtico respeto por los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, que hasta entonces no habían pasado de ser lugares comunes en pomposas declaraciones. En lo social, se asistía al despertar de una masa adormecida por una secular explotación, que cobraba conciencia de sus derechos y de las posibilidades que un proceso de transformaciones les brindaba. Los grupos oligárquicos, que en estrecha alianza con el capital internacional habían usufructuado del poder, asistían con pavor a esta toma de conciencia que impulsaba reformas que amenazaban sus privilegios. No puede extrañar a nadie que se produjera la alianza entre los que explotaban desde fuera con los que se vendían desde dentro para terminar con tan audaces iniciativas. Así como las causas de fondo que generan la actual realidad son comunes, también los pretextos esgrimidos y las características principales que asumen las dictaduras en el Cono Sur presentan rasgos similares. Las justificaciones son las mismas, poner orden, terminar con la anarquía, erradicar la deshonestidad, salvar la democracia del peligro marxista, reafirmar los valores de la civilización cristiana occidental, son consignas que se repiten con mayor o menor estridencia. El instrumento es siempre el mismo, el compartimento estanco que, aislado del resto de la comunidad, constituyen las Fuerzas Armadas latinoamericanas. Las consecuencias son iguales, con más desenfreno o crueldad en unos países que en otros, constatamos la disolución o el receso de los Partidos Políticos, la clausura de los Parlamentos, la intervención de las Universidades, la existencia de innumerables presos políticos en cárceles y campos de concentración, el deambular de exiliados obligados a abandonar su Patria, la práctica institucionalizada de la tortura, el asesinato como método de represión, la restricción en distintos grados de la libertad de expresión, el desconocimiento de las conquistas sociales de los trabajadores, la supresión del derecho a huelga, la intervención de los Sindicatos y podríamos señalar muchos otros rasgos que la frialdad de los teletipos nos recuerda diariamente a través de distintos medios de difusión. Mención especial nos merece el patriotismo verbalista que pregonan los dictadores de turno. Mientras insisten una y otra vez en su carácter nacionalista, han reabierto las puertas a la voracidad de las compañías transnacionales. El ejemplo de Chile es sintomático. En fecha reciente, se ha retirado del Pacto Andino que lo unía a Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Colombia. La discrepancia surge en torno al régimen que regula las inversiones del capital extranjero. El auto proclamado Presidente de Chile y símbolo del espíritu nacionalista de su régimen, quiere terminar con las restricciones y resguardos que en el mencionado Pacto se contenían para evitar los abusos de las empresas multinacionales; y ello cuando el resto del mundo se estremece con las

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revelaciones en torno al carácter y procedimientos de estas empresas. Mientras esto se consuma, se asiste a diario a ceremonias cívico–militares en que se rindan honores a la bandera, se destacan los héroes nacionales, se resaltan los valores de la raza, se organizan desfiles de antorchas y se pronuncian las más encendidas arengas. No es el único caso en que Chile resulta ser un ejemplo típico. A mediados de la década del 60, se inicia en este país, un tímido proceso de reformas impulsadas por la Democracia Cristiana, que desata una revolución en las expectativas de las masas populares. Chile es un ejemplo notable de desarrollo político y de madurez ideológica de su clase trabajadora. En 1969, se forja la Unidad Popular que responde a los requerimientos unitarios de los sectores desposeídos que vislumbran la posibilidad de cambios reales y profundos. Su programa señalaba un camino nuevo, inserto en la realidad chilena y que no se ajustaba a esquemas tradicionales. En septiembre de 1970 el candidato de la Unidad Popular triunfa en las elecciones. Luego de superar numerosos intentos golpistas y maniobras de todo orden para desconocerle el triunfo, el Presidente Allende asume el Gobierno. El cumplimiento inflexible de su programa, lesionó los intereses de los grupos privilegiados en el interior y afectó la explotación que de las riquezas básicas del país hacían algunas compañías extranjeras. En efecto, la profundización de la Reforma Agraria que puso término al latifundio, la estatización de la banca y de los seguros, la constitución del área de propiedad social que pasó al control del Estado las industrias y actividades monopólicas, concitaron la resistencia y el odio de la oligarquía chilena, mientras que la nacionalización de las industrias extractivas del cobre y del hierro provocó la reacción de las empresas multinacionales que las operaban. En el orden internacional, Chile proclama como principio rector de su política el pluralismo ideológico, que respetando estrictamente los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos y sin romper sus vínculos con ninguna nación, lo lleva a establecer relaciones diplomáticas y comerciales con el mundo socialista y numerosos países del Tercer Mundo. Se incorpora al bloque de los no alineados y levanta su voz en los foros internacionales reclamando la adopción de políticas que contribuyan a disminuir la abismal diferencia entre las naciones desarrolladas y el conjunto de pueblos que se debaten en el subdesarrollo. En el plano regional, Chile denuncia las ficciones en que se basa la Organización de Estados Americanos (OEA). Ficciones que hacen suponer que se trata de un conjunto de países iguales unidos por comunes intereses. En realidad, no puede existir igualdad entre la mayor potencia del mundo y el resto de Latinoamérica, no pueden existir intereses comunes entre países productores de materias primas, con la nación que las explota, les fija precios y las compra. En el orden social, la Central Única de Trabajadores de Chile (CUT), suscribe convenios con el Gobierno y las Universidades en resguardo de los derechos y posibilidades de perfeccionamiento de sus afiliados. Se inicia la experiencia de la cogestión en las empresas, que permite a los trabajadores incorporarse a las tareas directivas. Se echan las bases de un poder popular que se expresa a través de los cordones industriales, las

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Juntas de Abastecimiento, los Tribunales Vecinales, las Juntas de Vecinos, los Centros de Madres y otras organizaciones. En suma, el reformismo inicial abrió los causes a un proceso de transformaciones revolucionarias. La reacción no se dejó esperar, pero el imperialismo aprendió su lección. Después de fracasar en sus intentos de frustrar por la vía violenta la Revolución Cubana, gracias a la resistencia heroica de su pueblo y a la firmeza de sus líderes, recurre a métodos más sutiles. Chile fue el primer ensayo de lo que se ha llamado el método de la desestabilización que hoy se vive en Jamaica, Panamá y Guyana. Los resultados de la investigación practicada por el Senado de los Estados Unidos, revelan en toda su magnitud los métodos utilizados. Sería largo enumerar todo lo que se hizo, los millones de dólares invertidos, los sobornos, la restricción de créditos, la negativa a suministrar materias primas y repuestos indispensables. En el informe del Senado de Estados Unidos, se contienen dos referencias que ahorran un mayor comentario. Con fecha 15 de septiembre de 1970, antes que asumiera Salvador Allende, el Ex Presidente de los EE.UU., Richard Nixon, imparte la siguiente instrucción a Richard Helms, Director de la CIA: “Hagan crujir la economía”. Una semana más tarde, el embajador de Estados Unidos en Santiago, informó diciéndole al Presidente Eduardo Frei: “Ni una tuerca o tornillo le serán suministrados a Chile bajo el Gobierno de Allende”1. Esta política se cumplió rigurosamente, con la complicidad consciente de los sectores de la oligarquía y el apoyo ingenuo de otros que pensaban ser los sucesores, culminando con el Golpe del 11 de septiembre de 1973. Los protagonistas fueron los altos mandos de las Fuerzas Armadas, quienes durante muchos años habían sido objeto de una cuidadosa penetración planificada desde el Pentágono. Esto también fue motivo de las investigaciones del Senado de los EE.UU. y el periodista Jack Anderson lo denunció en sucesivos artículos publicados en la prensa norteamericana. El resultado se conoce. Las consecuencias se prolongan hasta hoy. De acuerdo a las cifras de la Cruz Roja Internacional y a los cálculos hechos por las diversas comisiones investigadoras, designadas por Organismos Internacionales como las Naciones Unidas (NU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y otras, podemos consignar una macabra estadística. Más de 30.000 muertos, 200.000 exiliados, alrededor de 100.000 presos políticos en tres años, los más atroces métodos de tortura, secuestros y asesinatos, la perdida de toda libertad, un 20% de cesantes, una inflación de 380% anual, una baja del Producto

1 Se refiere al Informe de la Comisión Church, formalmente “Comité Selecto del Senado de los Estados Unidos para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales Respecto a las Actividades de Inteligencia”. Fue un comité del Senado de los Estados Unidos que investigó las operaciones encubiertas de los servicios de inteligencia y de seguridad en Chile. Una traducción del documento final puede obtenerse en h!p://www.derechos.org/nizkor/ chile/doc/encubierta.html (Nota del Editor).

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Nacional Bruto del 15%, la intervención de los Sindicatos y Universidades. No son cifras y datos antojadizos, emanan de las estadísticas de la Junta Militar y están consignados en los informes condenatorios de la totalidad de los organismos internacionales que se han preocupado por la tragedia de este país pequeño, que quiso ser soberano y de su pueblo que pretendió ser dueño de su destino. Comprobamos que las causas de fondo, los métodos, el instrumento y los resultados que se constatan en Chile, son los mismos que en el resto de los países del Cono Sur de América Latina. La experiencia chilena se repite con diferencias de intensidad o grado en Bolivia, Uruguay, Argentina y Paraguay. El fascismo que en Chile se manifiesta en su más repulsiva expresión, asoma también sus tentáculos en estos países al amparo de la bota militar. Esta realidad, que ha sido objeto de nuestra exposición, nos permite concluir que así como los ejércitos constituyen la reserva armada de las clases dominantes, el fascismo es la respuesta del sistema capitalista cuando ve amenazadas sus estructuras de poder y esta respuesta es más o menos violenta, según la intensidad del peligro a que se ha visto enfrentado. La historia lo confirma, pero también la historia nos enseña que el fascismo es efmero y que la unidad de sus víctimas y la solidaridad de los demócratas son más fuertes y terminan por imponerse. Es por esto que al terminar nuestra exposición, lo hacemos repitiendo una consigna que es expresión de fe y de lucha.

CON LA FUERZA DE LA RESITENCIA Y EL APOYO DE LA SOLIDARIDAD

¡¡¡VENCEREMOS!!!

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5. ¿Qué haría si ocurriera en su país lo que hoy ocurre en Chile?

Bremen. República Federal de Alemania

Abril de 1977.

Una breve explicación

Me asiste la convicción de que al exponer una visión sucinta de la situación que vive Chile a partir del Golpe Militar de septiembre de 1973, ustedes se asomarán a un paisaje que recuerda los modelos fascistas previos y coincidentes con la Segunda Guerra Mundial en Europa. Chile va a cumplir cuatro años en la condición de un país ocupado por su propio ejército. Las escuelas, las universidades, los medios de difusión y los centros de cultura, han constituido hitos particularmente odiosos para la mentalidad fascista de las Fuerzas Armadas que usurpan el poder en Chile. Como ha escrito García Cantú, “la ocupación militar de la Universidad es la ocupación de la conciencia del país”1. Ese es el caso de Chile y podrán tener una idea aproximada de lo que allí ocurre, a través de esta visión general del panorama que hemos examinado para el conocimiento de los académicos, catedráticos, investigadores, científicos, profesores y estudiantes de las Universidades de Holanda. Aspiramos a concertar algunas acciones que nos ayuden en la solidaridad con los miles de chilenos actualmente desaparecidos y acerca de cuyo paradero, la Junta Militar Fascista de Chile nunca ha dado información alguna, no obstante el clamor mundial en torno de este grave y dramático problema. No podemos referirnos a todos los que han sido víctimas de estas atrocidades, por lo que, nos limitaremos a los casos más emblemáticos.

1 Gastón García Cantú fue un intelectual, historiador, académico y periodista mexicano, destacándose como Director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Director del Instituto Nacional de Antropología y Historia. En su libro “Conversaciones” aborda el Movimiento Estudiantil de 1968 (Nota del Editor).

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Fernando Ortiz Letelier

Edad: 54 años, casado, tres hijos, Profesor de Historia Social y Económica y de Historia Contemporánea en la Universidad de Chile, la más importante del país. Ex Consejero del Consejo Normativo Superior de la citada Universidad, designado por elección de la Comunidad Universitaria, hasta el 11 de septiembre de 1973. Ex presidente de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), organización estudiantil de más extensa y combativa ejecutoria gremial, de fuerte gravitación en el destino democrático del pueblo de Chile. Expulsado de su cargo académico por la Junta Militar de Pinochet. Siguió viviendo en Chile, bajo vigilancia de los servicios de seguridad de la Junta Militar Fascista, hasta el 15 de diciembre de 1976, día en que a las siete de la tarde salió de su casa para dirigirse al centro de la ciudad. Nunca más se supo de él. Desapareció sin dejar rastro. Sus familiares indagaron por su paradero en todos los sitios de detención, pero nadie sabía nada de Ortiz Letelier.

El Drama de una Familia:

Cinco días de después de su desaparecimiento el 20 de diciembre, sus familiares presentan un recurso de amparo (Hábeas Corpus) a la Corte de Apelaciones de Santiago, en la que se establece “que fue detenido por los Servicios de Seguridad del Gobierno… que era constantemente requerido por dichos servicios”. Un día después, el 21 de diciembre, los familiares de Ortiz Letelier y sus abogados se entrevistan con el Presidente de la Corte Suprema, el más alto funcionario del principal Tribunal de la República. Ante la gravedad del hecho, el Presidente de la Corte Suprema asume la insólita actitud de llamar directa y personalmente por teléfono en presencia de los familiares de Ortiz Letelier, al Jefe de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), Coronel de Ejército Sepúlveda. La respuesta del siniestro personaje: “Fernando Ortiz no está detenido”. Ocho días después de su desaparecimiento, el 23 de diciembre, el Ministro del Interior, General Raúl Benavides, responde al requerimiento de la Corte de Apelaciones de Santiago: “No se encuentra detenido por orden de este Ministerio Fernando Ortiz Letelier. No se ha dictado decreto o resolución alguna que afecte a dicho ciudadano”. La DINA no responde de sus actos a nadie. El Gobierno dice no saber, ni tampoco asume responsabilidad alguna. El Poder Judicial carece de autoridad. El profesor Ortiz Letelier ha pasado a ser un desaparecido. Sus familiares deambulan por un mundo sordo, ciego y mudo. Nadie sabe nada. Nadie responde. La esposa y los hijos de Ortiz recurren a diversas personalidades representativas de la cultura chilena. Estos se dirigen al poder público exigiendo alguna respuesta. No pasa nada.

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¿Qué puedo hacer Yo?

Los hijos del profesor desaparecido dirigen una carta al Presidente del Consejo de Estado, señor Jorge Alessandri Rodríguez, ex Presidente de la República y principal asesor letrado del Gobierno de la Junta Militar. El señor Alessandri contesta con fecha 28 de diciembre de 1976. Dirige su respuesta a Pablo, María Estela y María Luisa hijos de su padre desaparecido. El texto de su respuesta es la siguiente:

“De mi consideración:

He recibido la atenta nota del 21 del mes en curso que ustedes me han hecho llegar, en la que solicitan mi ayuda para obtener noticias de su padre, don Fernando Ortiz Letelier, que fue detenido el 15 del presente mes por efectivos de los Servicios de Seguridad, según ustedes manifiestan. Al respecto debo expresarles que si, como me hacen presente en su carta, ha intervenido en el caso que los afecta el Presidente de la Corte Suprema –que tiene facultades legales para hacerlo– y no ha tenido éxito en sus gestiones, por lo que, es un absurdo suponer que yo pueda hacer algo en el mismo sentido. En diversas oportunidades he efectuado gestiones semejantes a las que ustedes me piden y siempre se me ha informado que no existen antecedentes que permitan establecer que las personas que señalo están detenidas. Como no tengo ninguna clase de influencia en este Gobierno, hace tiempo que me abstengo de hacer gestiones parecidas, que resultan inútiles y que se traducen en una desesperanza para los afectados. Lamentando muy de veras la situación que los aflige, les ruego que comprendan las circunstancias que he expuesto.

Los saluda muy atentamente.

Jorge Alessandri Rodríguez”.

Si el Presidente del Consejo de Estado de la Nación, que ha sido designado para el cargo por la propia Junta Fascista, declara que ha sido reiteradamente engañado en ocasiones anteriores, se ha de comprender que Chile está a merced del arbitrio de una banda de pistoleros y facinerosos, torturadores y secuestradores que no se sienten obligados a responder ante nadie de sus actos. Han transcurrido seis meses desde el desaparecimiento del profesor Ortiz Letelier. No se sabe absolutamente nada de él, a pesar de que su caso ha originado una fuerte conmoción en todos los círculos nacionales e internacionales, que han tenido especial preocupación por averiguar cuál ha sido su destino en manos de los Servicios de Seguridad de la Junta Militar Fascista en Chile.

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En el mismo caso del profesor Ortiz Letelier están otros dos mil quinientos chilenos y chilenas, que han desaparecido en la misma forma2.

No más presos: ahora sólo desaparecidos.

Los profesores, estudiantes y empleados de la educación chilena han vivido, desde el 11 de septiembre de 1973, muy diversas alternativas políticas, personales y profesionales, desde la detención, la tortura y el asesinato hasta la exoneración, la expulsión del país y ahora el desaparecimiento. En el mismo caso del profesor Ortiz Letelier, hay infinidad de otros maestros primarios, secundarios y universitarios. La misma suerte han enfrentado los estudiantes. Desaparecidos están también Be#y Núñez, estudiante de Pedagogía en la Universidad Técnica del Estado (UTE); Ricardo Lagos, estudiante de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile; Carlos Lorca Tobar, médico; Carolina Wiff, asistente social3; Juan Gianelli, profesor y dirigente nacional del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE); Iván Insunza, médico; Marcelo Concha, Ingeniero Agrónomo; Carlos Contreras Maluje, químico farmacéutico; Mariano Turiel, ingeniero eléctrico; Alejandro Rodríguez, arquitecto; Carlos Godoy, médico; Horacio Cepeda, constructor civil; Jorge Muñoz Poutays, ingeniero4; Antonio Elizondo, ingeniero5 y muchos otros profesores y profesionales relevantes, aparte de dirigentes obreros, campesinos y empleados. En ninguno de los dos mil quinientos casos de desaparecidos, el Gobierno Militar ha dado respuesta alguna, sea ésta razonable o simplemente satisfactoria. La DINA sólo responde ante Pinochet. “La inviolabilidad es el principio básico de su trabajo”, respondió el Gobierno de la Junta al Cuarto Juzgado del Crimen de San Miguel, cuando este Tribunal requirió antecedentes en la investigación de las circunstancias del secuestro y asesinato del profesor de historia, Jaime Ossa, quien fuera encontrado muerto en la vía pública, después de ser detenido por los Servicios de Seguridad.

2 Ortiz, miembro del Comité Central del Partido Comunista, había sido dirigente de la Asociación de Profesores y Empleados de la Universidad de Chile (APEUCH) y miembro del Consejo Superior Normativo de la Casa de Bello. Permanece desaparecido desde diciembre de 1976. 3 Ricardo Lagos Salinas fue detenido por la DINA en junio de 1975, cuando tenía 24 años. Era parte de la dirección clandestina del Partido Socialista, junto al doctor Carlos Lorca, mencionado más adelante por Palma. Lagos ha- bría sido detenido con la joven socialista Michelle Peña, embarazada de ocho meses. Lorca es, además, uno de los dos diputados en ejercicio al momento del golpe de Estado que hasta hoy permanece detenido–desaparecido. Carolina Wiff fue detenida en el contexto de la misma embestida contra el PS. Todos permanecen desaparecidos (Nota del Editor). 4 Gianelli, Insunza (director del Servicio Nacional de Salud de Empleados, SERMENA), Concha (Gerente General de la Empresa Nacional Avícola de la CORFO), Contreras Maluje (regidor de Concepción), Turiel, Rodríguez (ex presidente del Colegio de Ingenieros), Godoy, Cepeda, y Muñoz Poutays, esposo de Gladys Marín, eran destaca- dos cuadros del Partido Comunista. Todos permanecen desaparecidos desde 1976 (Nota del Editor). 5 Antonio Elizondo Ormaechea y Elizabeth Rekas Urra, embarazada, ambos militantes del MAPU, fueron deteni- dos por la DINA el 26 de mayo de 1976. Permanecen desaparecidos (Nota del Editor).

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Desde el 11 de septiembre de 1973, fecha del asalto al poder por las fuerzas militares, las universidades y establecimientos educacionales, así como sus diversos estamentos, han vivido en medio de la arbitrariedad, la persecución, la inseguridad y el caos.

De frente march

El mismo día del Golpe militar, se iniciaron las acciones punitivas de las nuevas autoridades contra las universidades. La Universidad de Concepción, la más grande entre las universidades particulares en Chile, aquel mismo día recibió el trato que se le otorgaría a cada una de ellas, por cada uno de sus dictadores. Su Rector, adherente entusiasta de la Junta, tomó las siguientes medidas. Cerró la Universidad y canceló la matrícula a todos sus estudiantes anunciando una nueva matrícula en fecha próxima. Dejó en calidad de interino a todo el personal de la Universidad (docentes, administrativos y auxiliares). Eliminó a todos los Directores de las Unidades Académicas: Escuelas, Institutos y Centros. Suprimió los coordinadores de áreas. Suprimió la representación estudiantil. Suprimió el Consejo Superior de la Universidad. Nombró un Consejo ad–hoc integrado, por militantes del Partido Nacional y miembros de la Organización Terrorista Patria y Libertad. Nombró como Directores de las Unidades Académicas a elementos de su misma orientación ideológica. Cerró la Escuela de Periodismo y el Instituto de Sociología. Suprimió el Teatro Universitario, los Consejos de Difusión y Asuntos Estudiantiles. Admitió la ocupación militar del Campus y de la Casa Central de la Universidad. No hizo ni el más leve intento de defensa para los cientos de estudiantes, no docentes y docentes detenidos, torturados y dejados. Inició la confección de listas que contenían los nombres de los estudiantes, los funcionarios y los profesores que serían expulsados. Permitió la incautación de todos los medios de movilización de la Universidad, por las Fuerzas Armadas y Policiales. Dispuso que la Radio Universidad se convirtiera en la emisora de las Fuerzas Armadas. Trece días después del Golpe, el 24 de septiembre, la Junta Militar convocó al Consejo de Rectores de las Universidades chilenas. Los Generales (Ejército), (Aviación), César Mendoza (Carabineros) y Almirante José Toribio Merino (Armada) comunicaron que habían decidido reorganizar las Universidades y que se había cursado un decreto nombrando Rectores–Delegados. Todos los Rectores de las Universidades chilenas, excepto dos, eran miembros de la Democracia Cristiana y el Consejo de Rectores estaba presidido por el Rector de la Universidad de Chile, Edgardo Boeninger, demócrata–cristiano6, que asumió la defensa de la autonomía universitaria y de la necesidad de que los Institutos de Enseñanza Superior permanecieran en manos de la comunidad universitaria. Nadie se hizo eco de sus planteamientos y su Rectoría duró muy pocos días.

6 Luego del fin de la dictadura, en el Gobierno del Presidente Patricio Aylwin, fue designado Ministro Secretario General de la Presidencia. Se le considera uno de los principales autores intelectuales de la estrategia de la “tran- sición pactada” (Nota del Editor).

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Rectores Militares

Cuatro días después de la primera reunión, el 28 de septiembre, la Junta convocó de nuevo al Consejo de Rectores y les informó que todos estaban despedidos. Por Decreto Ley N° 50, de fecha 2 de octubre de 1973, se establece en su artículo único lo siguiente: “La Junta de Gobierno designará en su representación, Rectores Delegados en cada una de las Universidades del país. Estos Rectores Delegados cumplirán las funciones y ejercerán todas las atribuciones que corresponden a los Rectores de las Universidades, de conformidad con las normas legales vigentes y demás acuerdos o resoluciones universitarias dictadas en su virtud”. La disposición anterior se dictaba con el objeto de “facilitar la unificación de criterio en la dirección de la enseñanza superior”. Se agregaba en los considerandos que “la Universidad debe estar al servicio de los militares”. El Ministro de Educación anuncia al país el comienzo del “proceso de depuración y reestructuración”. Y el Rector Delegado de la Universidad de Chile, General del Aire Cesar Ruiz Danyau7, en uso de sus atribuciones elimina, con el poder de un solo decreto, los siguientes organismos universitarios: Consejo Nacional Superior, Comité Directivo Superior, Consejo Normativo y Consejo Directivo de Sedes, Consejos de Facultades y Consejos de Departamentos. Cabe señalar que el Estatuto Orgánico de la Universidad de Chile, establecía el carácter democrático de la comunidad universitaria en los siguientes términos: “La Universidad de Chile es democrática. Participan en su Gobierno todos los miembros de la comunidad universitaria” (Artículo 3°). A mayor abundamiento, el Artículo 4° del Estatuto Orgánico dice: “La Universidad de Chile garantiza a todos sus miembros dentro de cada una de sus estructuras y organismos y a cualquiera dentro de su ámbito, la libre expresión y coexistencia de las diversas ideologías y corrientes de pensamiento, sin otra limitación que su ejercicio se sujete a normas de respeto mutuo”. Algo más. El Artículo 5° establece que “la Universidad de Chile es un establecimiento público, autónomo, independiente de la administración central del Estado”. La Junta Militar por Decreto Ley 111, de fecha 8 de noviembre de 1973, estableció un nuevo Estatuto Orgánico para la Universidad de Chile. El Artículo 1° dice: “Se entregan al Rector Delegado todas las funciones y atribuciones que la legislación orgánica de la Universidad de Chile y demás leyes, reglamentos y decretos de cualquier naturaleza aplicable a ella, se entregan a los claustros universitarios, a las autoridades colegiadas y unipersonales de la corporación y a sus jefaturas de servicios”. El Rector Delegado asume todos los poderes. Es un sátrapa. La ley le entrega “la facultad de resolver sobre todas las cuestiones relativas a la situación del personal de la Universidad de Chile y de su Corporación de Televisión, sobre sus deberes y derechos y la de ejercer sobre este personal amplia potestad disciplinaria; las atribuciones de declarar que determinados cargos y funciones son de su exclusiva confianza”…

7 Cesar Ruiz Danyau había sido comandante en jefe de la Fuerza Aérea entre el 9 y el 18 de agosto de 1973 (Nota del Editor).

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Ocupación Militar

La nueva “legalidad” establece la ocupación militar de la Universidad. La comunidad universitaria desaparece. Todos los problemas se resuelven por la autoridad militar. Este estilo de nueva “legalidad” universitaria, se extendió a todos los Institutos de Enseñanza Superior del país. La opinión crítica del mundo civilizado se hacía eco de la nueva situación. En agosto de 1974, la revista inglesa “Nature” establecía que “en la Universidad de Concepción, de 16.000 estudiantes, 6.000 fueron expulsados; un Campus de la Universidad de Chile fue cerrado y expulsados sus 8.000 estudiantes, mientras que otros 4.500 estudiantes y 100 académicos de las escuelas de arte, arquitectura y música fueron suspendidos; la Universidad Técnica del Estado ha sido convertida en un Tecnológico Militar y sus 20.000 miembros han sido expulsados”. El Consejo de la Asociación Internacional de Ciencias de la Educación, al dirigirse al Director General de la UNESCO, en diciembre de 1974 señala: “El Consejo ha tomado conocimiento con profunda sorpresa y pena que un gran número de profesores de educación en las universidades chilenas han sido objeto de expulsión, prisión y de torturas”. Para despedir a los docentes no se observó ninguna norma relativa a procedimientos legales habituales en Chile. “Las resoluciones estaban basadas en listas negras y los académicos y estudiantes recibían las comunicaciones en un formulario standard sin cargos específicos”. Un caso bastante ilustrativo sobre los procedimientos de eliminación de personal universitario, bajo mandato militar es este virtual edicto del Vicerrector Delegado de la Universidad de Chile de Valparaíso, de fecha 13 de noviembre de 1973. Dice así: “Se avisa a los académicos y funcionarios no académicos de esta sede, a quienes no se hubieren pagado sus remuneraciones correspondientes al mes de noviembre en curso hasta las 17 horas de ayer lunes 12 de noviembre, que deben considerarse en la lista de eliminación de personal”. Todo el proceso de eliminación de profesores, funcionarios y alumnos, durante esta primera etapa significó la expulsión del 30 al 35% del personal docente, del 15 al 20 por ciento del personal no docente y del 18 al 25% de estudiantes.

Un Nuevo Modelo

Como lo ha señalado la revista católica chilena “Mensaje” (N° 241, agosto de 1975): “El Golpe de Estado en las universidades ha tenido como consecuencia inmediata la instalación de un poder autoritario subordinado al Gobierno de las Fuerzas Armadas y a una depuración masiva de los diversos estamentos de la institucionalidad académica y estudiantil. Estos dos efectos tienen un doble sentido: a) Eliminar los principios y valores de la Universidad Reformada y b) Construir y desarrollar un nuevo modelo de Universidad”. Las autoridades del nuevo Gobierno de facto no sólo pretendían controlar la educación superior sino que todos los niveles. Con fecha 12 de agosto de 1974, el Comandante de los Institutos Militares, General de Brigada Nilo Floody Buxton,

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impartía instrucciones mediante una circular dirigida a todos los colegios de la zona del Gran Santiago y notificaba que ponía bajo su comando el conjunto de las actividades educacionales. El carácter perentorio y militar de las disposiciones del General Floody Buxton queda claramente expuesto en esta circular que dirigiera al Rector de un colegio, a los padres y apoderados de sus educandos. El texto de la citada circular se transcribe: “Agosto 29 de 1974. Señor (a) Apoderado (a): Por orden del COMANDANTE DE INSTITUTOS MILITARES, General de Brigada don Nilo Floody Buxton, el Rector del Colegio Santa Rita cita a todos los apoderados a una reunión que se efectuará el día martes 3 de septiembre a las 20 horas en punto, en el salón de actos del colegio, Avenida Larraín N° 7437. El no cumplimiento de la presente citación será causal más que suficiente para proceder a su inmediata detención. Pbro. Ulises Vergara Leclerc, Rector del Colegio Santa Rita. P.S. No se aceptarán excusas verbales ni telefónicas. Deberá presentar sus excusas por escrito antes de la reunión del martes 3 de septiembre, para ser entregada al Comando de Institutos Militares. Sírvase devolver firmada el lunes 2 la presente circular”.

Un Comandante para cada Colegio:

La circular del Comando de Institutos Militares, “para regular el funcionamiento de los establecimientos educacionales del Gran Santiago” establece: “Cada área educacional se ha dividido en Sectores Educacionales Comunales, bajo el mando de Oficiales de las Escuelas que, como Comandantes de dichos sectores, tienen la misión de controlar, atender y coordinar las actividades y problemas de diferentes colegios ubicados en su Comuna, debiendo mantener el contacto con los Directores y Jefes de Sectores de Educación o similares que correspondan a sus comunas”. En cuanto a las “atribuciones de la autoridad militar en los colegios”, se dispone: “Los miembros del Ejército dependientes del Comandante de Institutos Militares, los que tienen bajo su responsabilidad el control del área Educacional del Gran Santiago, tienen las siguientes atribuciones, en relación a los establecimientos educacionales: visitar el Colegio o Escuela a cualquier hora; pedir los horarios de clases y controlar su cumplimiento; citar al Director a la Escuela Militar a la que pertenece; citar a uno o a todos los profesores de un colegio al lugar y la hora que estime más conveniente; proponer al Comando de Institutos Militares suspender a un Director de Colegio si se comprueba que ha obrado con tibieza o abandono de sus obligaciones; proponer al Comando de Institutos Militares suspender a un profesor, auxiliar o administrativo mientras se efectúa investigación; pedir a la superioridad del Ministerio de Educación, la separación del cargo o caducación de contratos de todo aquel personal que sea encontrado culpable de las faltas reseñadas en letra E de la presente circular; verificar la materialización de designaciones, exoneraciones, traslados y otras medidas de tipo administrativa, disciplinaria o docente, haciendo pesar la responsabilidad sobre los ejecutores de tal medida; asistir sin previo aviso a las reuniones de Centros de Padres o reuniones de carácter docente, pudiendo llegar a suspenderlas si en ellas no se han observado los aspectos de forma y fondo establecidos para este tipo de reuniones;

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controlar imprevisiblemente las disposiciones que han emanado de la Superioridad Militar, en relación con el izamiento de la bandera nacional los días lunes de cada semana; al mismo tiempo, hacer efectivas las responsabilidades que hubieran por incumplimiento, distorsión o mala ejecución de los detalles”. La grotesca circular del Comando de Institutos Militares aclara que: “El Oficial es un colaborador y contralor de la sana impartición de la enseñanza conforme a los cánones vigentes, pero son los Directores de Establecimientos Educacionales los responsables directos de que estas normas se cumplan a cabalidad.

La Seguridad Nacional

La militarización no sólo consiste en las medidas de control, soplonaje y permanente amenaza sino que además contempla aspectos estrictamente escolares, tales como la enseñanza y divulgación de las materias propias de la Seguridad Nacional, que es uno de los fundamentos de toda la educación que se imparte en Chile en la actualidad. Las cátedras sobre la “Seguridad Nacional” y los horarios sobre este tema abarcan vastos espacios en los planes educacionales. Un detalle de incalculable valor para mensurar la gravedad de los problemas militares que agobian a la educación chilena, lo puede dar el siguiente texto de un “Convenio suscrito entre el Ministerio de Defensa Nacional y la Universidad Católica de Chile sobre Seguridad y Defensa Nacional”: “En Santiago, a doce días del mes de septiembre de 1974, el Sr. Ministro de Defensa y el Sr. Rector de la Universidad Católica de Chile, en representación de sus respectivas instituciones, considerando:

1.- La necesidad de formar conciencia en los futuros profesionales de las múltiples amenazas que afectan la vida del Estado.

2.- Que la responsabilidad de la Seguridad Nacional no es de las Fuerzas Armadas exclusivamente, sino de toda la ciudadanía, luego en especial de las instituciones de Educación, entre ellas la Universidad.

3.- La necesidad de dar a conocer el factor militar como elemento del poder nacional, encargado de velar y resguardar “el interés nacional”.

4.- La necesidad de propender a la formación de una “Conciencia de Seguridad Nacional”.

5.- El deseo de la Universidad Católica de Chile de responder a la formación general de sus educandos y advertida de la importancia de la “Conciencia de Seguridad Nacional” en la formación de los futuros profesionales y

6.- El deseo de la Honorable Junta de Gobierno de impulsar en todas las actividades y niveles nacionales el conocimiento de materias que sobre Seguridad y Defensa Nacional deben tener todos los chilenos, acuerda:

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a) El Ministerio de Defensa Nacional y la Universidad Católica de Chile, efectuarán un Plan Piloto de la Cátedra de Seguridad y Defensa Nacional.

b) El Ministerio de Defensa Nacional elaborará y materializará un currículum tendiente a satisfacer la mencionada Cátedra.

c) El Ministerio de Defensa Nacional seleccionará y proporcionará los Oficiales en Servicio Activo para su desempeño como profesores en la citada Cátedra.

d) La Universidad Católica de Chile dispondrá en todos los programas académicos conducentes a títulos o grados que seleccionen la inclusión de la Cátedra de Seguridad y Defensa Nacional.

e) La Universidad Católica de Chile considerará en su programación la realización de la Cátedra de Seguridad y Defensa Nacional y en consecuencia se responsabiliza de todos los aspectos docentes y administrativos.

f) Ambas partes, de común acuerdo, seleccionarán las áreas en que se dictará la Cátedra, así como el número de sesiones que resulten aconsejables de realizar. Los acuerdos a que se refiere este artículo se entenderán parte del presente convenio y para tal efecto las partes nombrarán apoderados, comunicándolo oficialmente a la otra.

Serán materia de mutuo acuerdo: a) Los detalles pertinentes para llevar a la práctica la Cátedra; b) Resolver otros asuntos relacionados con estas materias. g) El presente Convenio tendrá una duración de dos años a contar de la fecha de firma, la que será prorrogada automáticamente por lapsos iguales si no ha finalizado el Plan Piloto.

Firman las partes en tres ejemplares: Oscar Bonilla Bradanovic, General de División8, Ministro de Defensa Nacional. Jorge Swee# Madge, Vicealmirante (R), Rector de la Universidad Católica de Chile”.

En el marco de una vasta Represión

Esos han sido los fundamentos de la política educacional de la Junta Militar Fascista de Gobierno en Chile, durante los comienzos de su gestión, materializados en el marco de un vasto plan de represión política que ha asumido caracteres criminales y que se ha

8 Bonilla fue el primer Ministro del Interior de la dictadura y previo al golpe fue uno de los principales impulsores de la conjura al interior del Ejército en contra del Gobierno constitucional. Perdió la vida en extrañas circunstan- cias (Nota del Editor).

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extendido a través de casi cuatro años en procedimientos terroristas de difcil parangón con casos y niveles anteriores registrados en otros países del mundo. Tales circunstancias de presión terrorista y arbitrariedad en los mandos militares en la educación y la cultura han conducido a una virtual parálisis de la actividad científica en el país. Siempre con referencia a la primera época de este fenómeno, habría que señalar que el éxodo de los profesionales e investigadores es calificado por los propios funcionarios de la Junta Militar como grave. La revista “Mensaje” (septiembre de 1975, N°242) en un artículo titulado: “El éxodo de científicos y técnicos”, se recoge un informe de CONICYT (1973–1974) que señala que “según un muestreo estadístico de CONICYT, publicado a fines de 1974, entre el 1° de diciembre de 1973 y el 11 de octubre de 1974 habrían abandonado sus cargos de investigadores:

a) Área de Ingeniería y Tecnología en 42%. b) Área de ciencias exactas y Matemáticas el 15,1% (habría que agregar en este rubro el 8,72% que se encuentran ausentes sin goce de sueldos). c) Área de ciencias médicas en 12,8% d) Área de ciencias agropecuarias el 21,6% (8,75% de ausentes sin goce de sueldos). e) Área de ciencias sociales el 28,6%. Esto significa que seis científicos por mes estaban abandonando el país, en el periodo a que se refiere el informe, es decir 643 investigadores. f) Como señalara el Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y Presidente de la Academia de Ciencias del Instituto Chile, Osvaldo Cori: “Se encuentran fuera del país cerca del 30% de los miembros de la reputada Sociedad Biológica de Chile, 29 de los 40 miembros del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, el 72% de los matemáticos de la Universidad Católica”.

Según el mismo estudio de CONICYT, el grado del éxodo ha sido creciente: “El 14,4% lo hizo en el periodo de diciembre de 1973 a febrero de 1974, el 37,6% en el periodo marzo a junio de 1974 y el 47,5% de junio a septiembre de 1974”.

Rápida fuga de talentos

La sub–comisión de Ciencias Básicas del Consejo de Rectores, en una publicación de “El Mercurio” (junio de 1974) en que se refería a la gravedad del éxodo de investigadores y científicos señalaba: “El número de investigadores chilenos es muy reducido. Es difcil hacer una estimación, pero en todo caso haciéndola deben ser menos de dos mil personas. Un ejemplo claro es el de las matemáticas. En este momento, hay menos de 12 investigadores con publicaciones originales recientes. En 1973 y lo que va de 1974 se han ido por lo menos 7. Una proporción similar es válida también para las otras ciencias básicas”.

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La formación de cada uno de estos profesionales de la investigación, según el profesor norteamericano Cliston O’Chichester, cuesta un cuarto de millón de dólares9. La sub– comisión del Consejo de Rectores se refiere así a este aspecto: “Si tomamos en cuenta el tiempo y la inversión que representa la formación de un investigador, la pérdida resulta enorme. El máximo para formar uno, son ocho años de estudios universitarios, siendo el promedio entre diez y doce años. Tomemos la cifra de diez años. Si contamos 228, tenemos 2280 años de estudio, esto es casi 23 siglos de cultura”. Añade: “Hay áreas importantes de la ciencia que han quedado totalmente huérfanas de personal” No menos de 500 médicos han abandonado el país. De un total de 10.000 ingenieros, 3.000 han salido de Chile, es decir el 30%. De los 414 miembros de la Sociedad Chilena de Biología, el 28% ha hecho abandono del país. En la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, de los 123 miembros académicos de los Departamentos de Matemáticas, Física, Química y Biología, 60 se han ido de Chile, según ha manifestado el Dr. Izquierdo en carta dirigida a la revista “Nature” (enero 1975). Hay que dejar establecido que en Chile más del 85% de la actividad de investigación científica estaba entregada a las Universidades. En la actualidad, se han rebajado todas las asignaciones fiscales para los centros de estudios superiores. Ha disminuido la cuota de recursos para la actividad científica y docente, pero se han formulado anuncios en el sentido de que la investigación de estos rubros, será también entregada a las empresas particulares y específicamente a las empresas transnacionales de los Estados Unidos de Norteamérica.

Las Multinacionales

A finales de 1974, el Ministro de Coordinación Económica, Raúl Sáez, anunciaba que las indemnizaciones que se pagarían a la ITT (International Telephone and Co.) serían en parte reinvertidas por esta empresa en Chile, mediante la creación de un Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas en los campos de la nutrición y la electrónica. El Gobierno de la Junta Militar ha definido todo un estilo con su entrega total a las empresas multinacionales norteamericanas. Pagó, como se sabe, a las empresas del cobre que habían sido nacionalizadas por el Gobierno del Presidente Salvador Allende y también a la ITT que fue acusada públicamente tanto en los EE.UU como en Chile, con amplia documentación probatoria, de haber participado directamente en el proceso de desestabilización del Gobierno Constitucional del Presidente Allende, que condujo finalmente a su muerte y al Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973. El Gobierno Militar ha dicho que las Universidades chilenas deberán autofinanciarse. La perspectiva general a la que se asoma Chile en cuanto a la educación, la cultura y la ciencia es desoladora, según todos los testimonios de observadores nacionales e internacionales.

9 La referencia está tomada de “El Mercurio”, 13 de mayo de 1975 (Nota del Editor).

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El Grupo de Trabajo ad–hoc de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en su informe a la Asamblea General de las NN.UU en octubre de 1975, señalaba: “La expresión cultural se halla controlada por las autoridades en Chile y ese control ha reducido o inhibido tal expresión. Los libros y obras de arte considerados indeseables han sido retirados de las Bibliotecas o de las Exposiciones. Incluso han sido destruidos. Un ejemplo reciente que se citó fue el de una escultura de Guillermo Núñez que representaba una jaula de pájaros con el título. “Mete la cabeza y verás cómo se ve el mundo desde una jaula de pájaros”. Esa escultura fue retirada por las autoridades de una exposición de obras de Núñez en el Instituto Chileno–Francés de Cultura y el autor fue detenido”. En cuanto a los niveles de la información, inmediatamente después del Golpe fueron clausurados todos los diarios que sustentaban posiciones de respaldo al Gobierno destituido o simplemente de posiciones independientes, sus periodistas detenidos, torturados y mantenidos en prisión arbitrariamente, sin siquiera someterlos a proceso. Fueron clausurados los matutinos “La Nación”, “El Siglo”, ”Clarín”, “Puro Chile” y el vespertino “Última Hora”; las revistas “Chile Hoy”, “Punto Final” y otras. Más aún, todas las emisoras independientes fueron incautadas por el poder militar. Quedaron en funcionamiento los diarios “El Mercurio” y “La Tercera”, participantes activos en el Golpe, y “La Prensa”, órgano informativo de la Democracia Cristiana que un tiempo después desapareció también de circulación.

El problema informativo

La circulación de diarios de tirada nacional era en Chile bajo el Gobierno del Presidente Allende del orden de los 700.000 ejemplares. En estos momentos la tirada nacional es del orden de los 150.000 ejemplares. A pesar de haber clausurado, perseguido y encarcelado a todos los diarios y periodistas democráticos, la Junta Militar impuso severas restricciones adicionales a todos los impresos informativos mediante un Decreto Ley (N° 1.281, de fecha 10 de diciembre de 1975) en que se establece: “Teniendo presente que es conveniente por razones de seguridad jurídica, dotar expresamente al Jefe Militar de la Zona de Estado de Emergencia de la Facultad de impedir la publicación o emisión de noticias destinadas a menoscabar el espíritu de sacrificio de la población en beneficio del porvenir de la Patria, lo mismo que de aquellas que deforman la verdadera dimensión de los hechos o simplemente los falsean. Que esa atribución debe ir aparejada con la facultad de aplicar, por la vía administrativa, sanciones condignas con esas conductas, sin perjuicio de las acciones penales que competan. Que el ejercicio de esta facultad, por las mismas razones de seguridad jurídica antes invocadas, debe ser susceptible de un recurso jurisdiccional, la Junta de Gobierno ha acordado y dicta el siguiente Decreto Ley: Artículo único.- Introdúcese a la Ley 12.927, de 6 de agosto de 1958, sobre seguridad del Estado, las siguientes modificaciones: a) eliminase del artículo 31, inciso 2.0 la frase “por una sola vez y” b) agregase al artículo 34, la siguiente letra:

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n) suspender la impresión, distribución y venta, hasta por seis ediciones de diarios, revistas, folletos e impresos en general y las transmisiones, hasta por seis días, de las radiodifusoras, canales de televisión o de cualquier otro medio análogo de información que emitan opiniones, noticias o comunicaciones tendientes a crear alarma o disgusto en la población, desfiguren la verdadera dimensión de los hechos, sean falsas manifiestamente o contravengan las instrucciones que se les impartieren por razones de orden interno, de conformidad a la letra precedente. En caso de reiteración podrá disponer la intervención y censura de los respectivos medios de comunicación, de sus talleres e instalaciones. Por cualquiera de estas medidas podrá reclamarse por el afectado, dentro del término de 48 horas desde la notificación de la medida ante la Corte Marcial o Naval respectiva, la que se pronunciará en cuenta sobre el reclamo y resolverá en conciencia. La interposición del reclamo no suspenderá el cumplimiento de la medida dispuesta, salvo lo que se resuelva en definitiva”.

Las organizaciones patronales de editores de periódicos y revistas protestaron por el Decreto. También lo hizo el Colegio de Periodistas de Chile, que es la organización profesional de esos trabajadores. La Asociación de Radiodifusoras estampó su reclamo. Pero el Decreto entró en vigencia y permitió rápidamente clausurar Radio Balmaceda, vehículo de expresión de la Democracia Cristiana, la revista ideológica cultural y política del mismo partido “Política y Espíritu”, secuestrar libros en impresión, como ocurrió en el caso de un escrito del Diputado y periodista Claudio Orrego Vicuña, el secuestro y clausura de la revista “Ercilla”, también de acento demócrata cristiano, etc.

Todos Protestan

En relación con la requisición de la revista “Ercilla”, el Consejo Nacional del Colegio de Periodistas de Chile, emitió una declaración que es bastante explicita sobre lo que ocurre con los medios informativos en el Chile de la Junta Militar: “Hacer presente una vez más, que la aplicación de las disposiciones contenidas en el Decreto Ley N° 1.281 sobre Seguridad del Estado vulnera las garantías constitucionales sobre libertad de expresión”. Agregó: “Este Decreto Ley ha sido rechazado por este Consejo Nacional y las observaciones jurídicas presentadas oportunamente a las autoridades no han merecido respuesta hasta el momento.” Es decir, los militares en el Poder no hicieron caso a nadie e impusieron la verticalidad del mando también en las cuestiones propias de la información. Radio Balmaceda fue clausurada y su Director–Gerente, Belisario Velasco, fue detenido y relegado a la localidad de Putre, a más de tres mil metros de altura en la cordillera de Los Andes, en un lugar perdido de la zona norte del país10. La situación que enfrenta el pueblo de Chile bajo la ocupación militar asume caracteres dramáticos. Se han atropellado todos los derechos y además se ha destruido

10 Belisario Velasco, luego del fin de la dictadura, ejerció como Subsecretario y Ministro del Interior en los Go- biernos de la Concertación (Nota del Editor).

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toda la institucionalidad creada en largas jornadas históricas de esfuerzo de ese pueblo. El documento episcopal “Evangelio y Paz” de 1975 señala: “Una de las riquezas del pueblo chileno es su disposición a participar, que lo ha llevado a crear pacientemente a través de un siglo de esfuerzos y luchas una red de organizaciones de base, en que se han formado sus dirigentes y que ha servido al bienestar, al progreso y a la cultura de la comunidad”. Esa disposición y esa práctica de la participación, fueron la sustancia del desarrollo democrático y pluralista que alcanzó el país hasta 1973 y eso es lo que la Junta Militar fascista espera destruir. La política de la Junta, consiste en procurar la destrucción del patrimonio creado en largos años de trabajo colectivo. El uso que la Junta Militar intenta dar a los aparatos educacionales, culturales y de la información, se orienta estrechar la mentalidad de las generaciones jóvenes, para liquidar la riqueza material y espiritual del país.

Una crisis docente

Las Universidades han reducido el cupo de ingreso de alumnos y además resulta sumamente oneroso el pago de las matrículas y otras exigencias. El siguiente cuadro expone lo que ocurría en el ingreso a las Universidades chilenas en 1975:

UNIVERSIDAD N° de postulantes Vacantes De Chile 95.079 15.748 Católica de Chile 83.398 4.226 De Concepción 47.268 5.155 Católica de Valparaíso 36.838 2.815 Técnica Fed. Sta. María 16.357 600 Técnica del Estado 78.559 9.311 Austral de Chile 33.698 1.405 Univ. Del Norte 35.148 1.966

Esto significa que el número total de alumnos ingresados en 1975 fue de 40.596 sobre un total de 426.345 postulantes. Más de 385.000 postulantes no pudieron ingresar a las Universidades. En 1970, al comenzar el Gobierno del Presidente Salvador Allende, los alumnos de las universidades chilenas eran 79.000 y según las proyecciones de matrícula universitaria de la Oficina Regional de la UNESCO, en 1975 los alumnos deberían haber alcanzado la cifra de 203.000 y en el año siguiente, es decir 1976, deberían haber sido 240.000. En los otros rubros de la educación: Primaria y Secundaria, han bajado las tasas de escolaridad, de asistencialidad y deserción, debido fundamentalmente a la desastrosa situación económica de las familias chilenas de recursos modestos. Recientes informaciones de procedencia oficial desde el interior de Chile, establecen que “el presupuesto fiscal anual para las universidades, era en 1974 de un 43,34% del

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total destinado a la educación en el país. Declinó a 38,06% en 1975 y a 32,92% en el año 1976” (despacho informativo de International Press Service, fechado en Santiago en abril de 1977). Las cifras se incluyen en un estudio de la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN). Otro despacho informativo, también de abril de 1977, dice que “un alto índice de deserción en la educación de adultos, principalmente en los niveles básicos, se está registrando en la Octava Región que comprende las Provincias de Ñuble, Concepción y Arauco al sur del país. De un total de 13.943 alumnos mayores de 16 años se registra una deserción de 41,6%, mientras que el fracaso estudiantil asciende a un 17%”.

Todo seguirá igual

“Las Universidades del país continuarán bajo la dirección de Rectores–Delegados Militares, porque la situación actual no permite modificar este régimen de dirección”, ha declarado en marzo de 1977 el Contraalmirante Luis Niemann Núñez, Ministro de Educación. Niemann formuló la declaración en la ceremonia de asunción del nuevo Presidente del Instituto de Chile, Amador Neghme, quien dijo que: “El Instituto no puede permanecer indiferente a los problemas que afectan a las Universidades Nacionales. La emigración fuera y dentro del país de docentes e investigadores, ocasiona la decadencia de la calidad en la educación superior, situación que se agrava por la falta de incentivos adecuados para la creación científica e intelectual, de las cuales no es la menos importante las bajas remuneraciones, la insuficiencia y dispersión de los recursos y la pobreza impresionante de laboratorios y bibliotecas universitarias”. Refiriéndose a las autoridades militares en la Universidad, Neghme señaló: “Sin dejar de reconocer las causas que motivaron al Supremo Gobierno a designar autoridades delegadas en las Universidades, en mi opinión, esta situación a todas luces transitoria, no podrá continuar indefinidamente. Todavía más, pienso que es urgente restablecer la dignidad y autoridad de los profesores en las Universidades y que éstas vuelvan a ser regidas por genuinos y auténticos valores universitarios escogidos entre la “Elite” por sus pares, valorizando celosamente la calidad de su producción intelectual y científica, su ejecutoria docente y los servicios prestados a la Educación Superior, sin sujeción a cualquier otro criterio”. El “Instituto de Chile” es una corporación de derecho público formada durante la administración del Presidente de derecha, Jorge Alessandri Rodríguez, el 13 de octubre de 1964, y está constituido por seis academias: Chile, de la Historia, de Ciencias, de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, de Medicina y de Bellas Artes. (El despacho noticioso está fechado en Santiago de Chile por “International News Service”, con fecha 18 de marzo de 1977). Las voces de protesta de los sectores cultos y responsables del país, sólo alcanzan leves menciones en los medios de difusión, pero en ningún caso constituyen el punto de partida para algún debate público de amplio alcance masivo. Mucho menos después de la publicación del bando N° 107 de la Jefatura Militar de la Zona Metropolitana en Estado de Emergencia que regula y limita la publicación de diarios, revistas y folletos en general.

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Un Bando Liberticida

El Bando N° 107 de fecha del 11 de marzo del año 1977 dispuso que “a partir de esta fecha, la fundación, edición, publicación, circulación, distribución y comercialización de cualquier forma de diarios, revistas, periódicos e impresos en general, deberán contar con autorización oficial”. El Colegio de Periodistas ha hecho pública su protesta. Dice que lo expuesto no se concilia con las garantías constitucionales que expresamente se establecieron en el Artículo Primero, N° 12 del Acta Constitucional N° 3 del 13 de septiembre de 1976, aún vigente. Asimismo se indica que la dictación de este bando “no se compadece con nuestro ordenamiento jurídico al sustraer del conocimiento y juzgamiento de los Tribunales de Justicia las eventuales infracciones y delitos que pudieran cometerse en el ejercicio de estas libertades. Además la naturaleza del bando 107 impide hacer uso de recursos judiciales cuando su aplicación merezca dudas respecto a la correcta interpretación y ejecución del texto constitucional. La Junta Militar Fascista ha dictado recientemente otro bando por el cual se prohíbe importar libros de determinados autores extranjeros “por criticar a la Junta Militar”. Hasta el Diario Oficial del fascismo en Chile, “El Mercurio”, ha elevado su protesta, señalando que es “un contrasentido que se pueda importar whisky, cigarrillos, foie– gras y muchos otros similares, pero que no se pueden traer libros”. Agrega que “el sólo hecho de que haya instancias calificadoras de las lecturas lícitas o ilícitas comporta un angostamiento cultural, un encogimiento en las posibilidades de reflexión, de crítica e investigación a que tienen derecho los chilenos”. El Diario Oficial de la Junta agrega que “la prohibición para la importación de libros e impresos, ha sido establecida por disposiciones reservadas de la Dirección Nacional de Comunicación Social” y que los autores mencionados entre las prohibiciones son el argentino Julio Cortázar, el colombiano Gabriel García Márquez y el peruano Mario Vargas Llosa.

Fuego contra la cultura

No se permite en la actualidad ni una sola expresión artística o intelectual que pudiera significar la manifestación de un punto de vista libre. Recientemente, a comienzos de marzo de 1977, fue incendiada en horas del toque de queda la carpa–teatro La Feria, instalada en el llamado barrio alto de Santiago, sector residencial de la alta burguesía de la capital de Chile, por el hecho de que allí se estaba representando la obra teatral “Hojas de Parra” escrito por uno de los más famosos poetas chilenos vivos, Nicanor Parra, que entrañaba una reivindicación de valores culturales proscritos por la Junta. Después que los verdugos de la Junta Militar Fascista incendiaron las instalaciones del teatro – carpa, se emitió un mando por medio del cual, se prohibía la representación de la obra “Hojas de Parra” pues “hubo protestas del vecindario por las alusiones ofensivas que se hacen en la obra a las autoridades del Gobierno” y agregaba que la decisión se adoptaba “por posibles contramanifestaciones a realizarse dentro de la carpa, con peligro de derivar en un enfrentamiento que pudiera tener consecuencias lamentables, lo que la autoridad está en la obligación de precaver”.

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Estas son las circunstancias en que se debaten los derechos humanos en los campos de la educación, la ciencia y la cultura en Chile, bajo la Junta Militar Fascista. Los chilenos han vivido un dramático proceso desde las primeras etapas de la prisión, la persecución, la tortura y el asesinato hasta la etapa que viven hoy los intelectuales, los profesores, los artistas, los periodistas, los científicos y tantos otros, que consiste en el desaparecimiento o la muerte tras los muros de los campos de exterminio de la Junta. En los primeros días del Golpe Fascista el periodista norteamericano Richard Pierson escribía en la revista “Ramparts” (junio de 1974) que un Oficial chileno del Ejército le había dicho que “en los primeros días matamos a unos veinte mil. Ahora empieza la fase de la matanza selectiva”. Hoy los procedimientos terroristas y criminales de la Junta se han perfeccionado. Ahora no quiere tener presos políticos. Por eso los hace desaparecer. Ha sido la protesta del mundo civilizado lo que ha impedido que la Junta cumpliera los objetivos que se planteara el General Gustavo Leigh ante sus propios oficiales cuando les dijera a comienzos de esta pesadilla: “Sería necesario masacrar a un tercio de los diez millones de chilenos para acabar con el marxismo. No nos mueve espíritu de venganza, pero queremos eliminar el marxismo para siempre. Y es imposible alcanzar ese objetivo si no se elimina a todos los adeptos al régimen pasado”. La Junta Militar ha tratado, por todos los medios a su alcance, de engañar al mundo. No hace sino unos cuantos días, después que Pinochet y sus cómplices pusieron fuera de la ley a todos los Partidos Políticos chilenos, incluyendo a la Democracia Cristiana y otros grupos políticos de centro, el Jefe de la banda pronunció un discurso que alcanzó la cúspide de la desvergüenza y el cinismo. Dijo: “Reafirmo el irrestricto respeto del Gobierno que presido hacia la independencia del Poder Judicial y el pleno imperio de todas sus resoluciones, lo que es clave en un estado de derecho” (discurso del viernes 18 de marzo de 1977).

No hay respuesta para la Iglesia

La Iglesia Católica, en su declaración del episcopado sobre “Nuestra Convivencia Nacional”, recogió esas palabras del Dictador para decir: “Adherimos a tan solemne reafirmación de un principio cuya aplicación hemos incesantemente urgido para que nunca poderes oficiales o grupos espontáneos, pretendan arrogarse atribuciones indebidas y disponer de la libertad, la propiedad, la honra y la vida de los ciudadanos, al margen de toda ordenación y protección jurídica. Aprovechamos la oportunidad para pedir respetuosamente al Señor Presidente de la República, que disponga que el Gobierno preste a los Tribunales de Justicia toda la cooperación necesaria para que se esclarezca de una vez y para siempre, el destino de cada uno de los presuntos desaparecidos desde el 11 de septiembre de 1973 hasta la fecha, sin lo cual no habrá tranquilidad para sus familias, ni verdadera paz en el país, ni quedará limpia la imagen de Chile en el exterior”. En esta oportunidad, como en todas las anteriores, la Iglesia Chilena no ha tenido respuesta a sus esfuerzos humanitarios por plantear los problemas de la convivencia nacional en un plano de buena fe con las autoridades fascistas del Gobierno Militar. Por eso es que nosotros, chilenos exiliados, liberados de las prisiones y los campos de concentración, por la solidaridad de los hombres libres del mundo, pedimos la

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reiteración de los actos de solidaridad y de ayuda con los perseguidos de nuestro pueblo y con nuestros compañeros desaparecidos.

Ayúdennos amigos

Les pedimos a los científicos, a los catedráticos, maestros y estudiantes de las Universidades de Europa que nos presten su colaboración en acciones como las que pasamos a sugerir:

- Solicitar visas para los exiliados. - Extender contratos de trabajo para ellos en las Universidades. - Denunciar estos hechos a la UNESCO, a las Naciones Unidas y a todos los organismos culturales que mantengan relaciones internacionales. - Exigir el cese de los convenios culturales que pudieran existir con el Gobierno Militar en Chile. - Emitir declaraciones en defensa de la autonomía universitaria, la libertad académica y en defensa del pluralismo ideológico. - Manifestar la protesta de las organizaciones docentes y estudiantiles frente a las representaciones diplomáticas de la Junta Militar. - Difundir los hechos denunciados en nuestra exposición. - Escribir cartas, telegramas, hacer llamados telefónicos inquiriendo noticias sobre el paradero de los desaparecidos. Contribuir de alguna forma en que no sean victimados por los sayones de la DINA.

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6. Chile: genocidio de un pueblo

16 de Junio de 1977.

os cables recientes revelan la dramática realidad del Chile de hoy. Su publicación simultánea pone de relieve el contraste entre la miseria de muchos y los privilegios de unos pocos. El primero, daba a conocer la urgente hospitalización de una familia modesta intoxicados por comer Ddesperdicios recogidos en un basural. El otro, hacía públicas las cifras que señalan el aumento vertiginoso en la importación de automóviles. Mientras muchos, acuciados por el hambre, se ven obligados a comer desperdicios, otros pocos se permiten importar automóviles de lujo. Son hechos que estremecen la conciencia de quienes son sensibles al sufrimiento ajeno, pero también hay cifras para convencer a los que sólo se guían por las estadísticas. El seminario chileno “Que Pasa”, incondicional adherente a la Junta Militar, publicó en su edición del 16 de junio una crónica bajo el título: “Los hombres que manejan millones”. En ella, los ejecutivos de empresas consultadas por la revista, confiesan recibir remuneraciones del orden de los US$ 1.500 a US$ 2.500 mensuales. Este es un aspecto de la realidad que hoy se vive en Chile. Informaciones oficiales señalan que el salario mensual de un obrero del empleo mínimo (10% de la población activa), es de US$ 37 al mes1. El salario promedio asciende a unos US$ 60 mensuales para los obreros en general. El promedio de sueldo de un empleado es de US$ 100 a US$ 150 al mes y a la última cifra sólo alcanzan los más calificados. Este es el otro aspecto de esa misma realidad. El primero, refleja la situación de un pequeño grupo beneficiado por la política económica impuesta por la Junta Militar. Son ellos los que pueden importar automóviles, consumir caviar, beber licores importados y todo tipo de artículos suntuarios de libre importación que repletan las vitrinas del comercio en los barrios elegantes. Los otros, la inmensa mayoría, viven día a día el drama de poder comer para subsistir. Qué puede extrañar entonces que, de acuerdo a las informaciones proporcionadas por la iglesia en Chile, más de un 10% de la población del país, 1.100.000 chilenos,

1 El Programa de Empleo Mínimo (PEM) fue creado por el régimen militar en marzo de 1975. Era una forma de subempleo institucionalizado, mediante programas especiales de absorción de mano de obra. El sueldo perci- bido por los trabajadores era aproximadamente un tercio del salario mínimo. Se estima que a la altura de 1983, cuando se iniciaron las Jornadas de Protesta Nacional, el PEM tenía alrededor de 500 mil personas empleadas (Nota del Editor).

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obligados o voluntariamente, hayan emigrado. Quién se puede espantar entonces por la cesantía que supera el 20%. Cómo ignorar los índices de desnutrición y mortalidad infantil o el número de débiles mentales que colocan a Chile entre las naciones que encabezan estas macabras estadísticas. Este resultado, que las cifras revelan sin posibilidad de desmentido, es la consecuencia inevitable de una política económica fríamente planificada y ejecutada y ella tiene un nombre: “GENOCIDIO”. Los que la aplican no se guían por consideraciones humanas, persiguen objetivos muy precisos y los han alcanzado. Ningún país en el mundo ofrece el grado de concentración de la riqueza que se da en Chile. No importa el hambre de un pueblo. Mantener a la masa en niveles de sub–consumo o al borde de la inanición facilita la política represiva del régimen. Sólo la aplicación brutal de la fuerza con su secuela de tortura, cárcel, asesinatos, desapariciones, exilio, permite la mantención de un régimen repulsivo que ofende la conciencia de la opinión pública internacional. Muchos se preguntan qué hacer para poner término a este drama. Los chilenos sabemos lo que hay que hacer. Forjar la unidad combatiente para vigorizar la resistencia interna. Reclamar que la solidaridad amplia y generosa que se nos brinda en el exterior, se traduzca en medidas concretas. No bastan la denuncia y la condena, no son suficientes los anatemas morales. El fascismo no conoce ninguna moral. Es inconsecuente concurrir a la adopción de acuerdos en Foros y Organismos Internacionales, que reprueban a la Junta Militar, si al mismo tiempo se le sigue brindando asistencia técnica, ayuda económica y realizando inversiones en el país. Es inconsecuente porque significa lamentar los resultados mientras se contribuye a mantener la causa que lo genera. La consecuencia que reclamamos se refleja en una consigna: “NADA DE LA JUNTA – NADA PARA LA JUNTA”. No faltarán los cautos que aleguen que con ello se acrecentarán de sufrimientos del pueblo chileno. Nada más ajeno a la realidad. El sufrimiento de un pueblo oprimido por un régimen fascista, sólo termina cuando se extirpa ese cáncer. La experiencia de otros pueblos así lo demuestra. Septiembre es para los chilenos un mes que obliga al recuerdo y al homenaje. Recuerdo de los miles que fueron asesinados por defender su derecho a pensar, de los cientos de miles que en el exilio se ven privados del más elemental de los derechos, que es el de vivir en su Patria, de los miles y miles que conocieron la cárcel y la tortura, de los que permanecen en prisión, de los 2.500 desaparecidos cuyas familias claman por conocer su suerte, de los millones que se debaten en la miseria en el interior de esa gran cárcel en que el fascismo ha convertido a Chile. A todos ellos nuestro recuerdo y homenaje, pero no basta con recordar y rendir homenajes. Seremos dignos de la confianza que el Presidente Salvador Allende depositó en su pueblo, reafirmando nuestra unidad y decisión de lucha para hacer realidad su pensamiento y “más temprano que tarde”, podamos abrir esas “anchas Alamedas” que evocara en su último discurso, por donde marcha el hombre libre a la conquista de una sociedad mejor.

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7. Primeros inmigrantes alemanes a Chile

Discurso por 125° Aniversario de la llegada a Chile de los primeros inmigrantes. Bonn, Alemania Federal.

25 de noviembre de 1977.

os encontramos reunidos con ocasión de celebrarse del 125 aniversario de la llegada a Chile de los primeros inmigrantes alemanes.Lo hacemos con el propósito de rendir tributo al esfuerzo, a la tenaz laboriosidad y al sacrificio de esos contingentes humanos que permitieron incorporar extensas zonas Nde nuestro Sur inexplorado a la civilización y al progreso. Pero también lo hacemos con el objeto de contribuir al restablecimiento de la verdad histórica que el actual Gobierno Militar Fascista de Chile pretende distorsionar, con finalidad de utilización propagandística. Para nadie constituye un misterio que en las actuales circunstancias la Junta Militar Chilena se debate en una situación de completo aislamiento político internacional, causa por la cual recurre a burdos expedientes, cualquiera que estos sean, con la finalidad de intentar vías de salida, sin omitir por cierto la comisión de virtuales fechorías en que se toman por asalto episodios de nuestra historia y se falsifican tanto para el consumo interno como para su distribución a nivel internacional. Los primeros contingentes significativos de ciudadanos alemanes que llegaron a Chile, lo hicieron en los años siguientes a 1848, obligados por la represión que se desata en Europa y particularmente en Alemania, después de fracasada la revolución de 1848. La primera Ley de Colonización se dictó en Chile en 1845, bajo la Presidencia de Manuel Bulnes, pero no se consiguió en absoluto la llegada de colones europeos. El Gobierno de Chile en esa época se vio obligado a designar un agente en Europa con el objetivo de reclutar postulantes. Esta agente colonizador fue el ciudadano alemán Bernardo Philippi quien vio facilitada su tarea por los trastornos políticos y económicos originados por la Revolución del 48. Así entonces, aquellos primeros contingentes de colones alemanes están compuestos principalmente por sectores de la burguesía alemana que participaban de los principios democrático–liberales y a quienes la reacción prusiana perseguía y reprimía. Los integran también campesinos cuya mano de obra reclamaban las fábricas que surgen del proceso de industrialización y que se resisten a la explotación inhumana de que son objeto en ellas. Son estos los inmigrantes que se radican en las Provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue.

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Fruto del trabajo de esos inmigrantes alemanes es el nacimiento de algunas industrias como la fábrica de zapatos “Rudlof” y la fábrica de cervezas “Adwanter”, precisamente en Valdivia, en los años 1850 y 1851 respectivamente. La fundación de Puerto Mon# en febrero de 1853, inició la etapa de colonización propiamente tal con el reparto de hijuelas y chacras a orillas del Lago Llanquihue y también en Osorno, Puerto Octay, Puerto Varas, Frutillar, La Unión y Río Bueno. Como lo registra nuestra historia, entre 1851 y 1860 se radicaron unas 3.000 familias alemanas entre Valdivia y Llanquihue. Una segunda corriente migratoria se produce entre 1883 y 1900, una vez consumada la llamada “pacificación de la Araucanía” en Chile, la que permitiría colonizar tierras en toda la zona sur del país. Las causas europeas de esta segunda corriente migratoria, específicamente alemanas, están relacionadas con la represión que se desata en este país con ocasión de la aplicación de las Leyes de Bismark contra los socialistas. Componen este segundo grupo migratorio sectores del proletariado de las principales ciudades de Alemania, víctimas de estas leyes represivas. Una tercera corriente migratoria se inicia con motivo de la crisis mundial de la economía capitalista en 1929 y está compuesta principalmente por sectores modestos de trabajadores que son los más golpeados por las consecuencias de esta crisis. Y por último, constatamos la llegada de numerosos ciudadanos alemanes perseguidos por el Nazismo, que buscan un segundo lugar en Chile, a raíz de haber perdido el suyo durante o inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Podemos entonces, concluir al cabo de este breve recuento histórico que la emigración alemana a Chile, en sus orígenes, está compuestas por hombres y mujeres de pensamiento progresista y libertario. La persecución a sus ideas o la explotación económica de que son víctimas, los ha impulsado a hacer abandono de su Patria y a buscar en la nuestra un nuevo destino. Un ejemplo que pone de manifiesto este espíritu que animaba a esos primeros inmigrantes lo proporciona el caso de Eduardo Bushman, industrial y burgomaestre de una pequeña ciudad de Turingia, quien en el año 1851, en un discurso pronunciado en su Ayuntamiento, expresa: “Los príncipes no merecen una corona sino que la cuerda”. La inmediata reacción del Gran Duque Ernesto de Sajonia obliga a Bushman a dejar Alemania y a exiliarse en Chile. Esa es la verdad histórica. No se nos escapa el episodio de que también, a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se refugian subrepticiamente en Chile, con la ayuda de sectores reaccionarios nativos, elementos fugitivos del nazismo alemán que han constituido bases operativas del fascismo militar que tiene sometido al pueblo de Chile a una sangrienta dictadura y que son precisamente estos grupos los que se han prestado para instrumentalizar, con la Junta Militar, el 125° Aniversario de la llegada de los primeros inmigrantes alemanes a nuestro país, con viciosas finalidades de apoyo político al fascismo chileno. Tampoco podemos soslayar que el desarrollo económico transformó a algunos descendientes de los primeros colonos en latifundistas y grandes empresarios. Su apoyo irrestricto a la Junta Militar se explica por la defensa de intereses y privilegios. No es un problema de nacionalidad. Su actitud no se diferencia de la que tienen los chilenos que integran la reducida oligarquía beneficiada por la Política Económica que ha sido impuesta por el Fascismo.

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El Gobierno de la Junta Militar ha pretendido utilizar este aniversario haciendo de él un aprovechamiento ilegítimo. Ha invitado a una numerosa delegación de ciudadanos alemanes y entre ellos a reconocidas figuras políticas. Todo ello, en el marco de un nutrido programa de viajes y festejos. Una orquestada publicidad se ha esforzado por presentar estos actos como muestra de unidad entre los pueblos de Alemania y Chile. Se pretende asociar el recuerdo y la contribución laboriosa de los emigrantes y colonos alemanes, con la gestión espuria del Gobierno de la Junta Militar. Todo ha sido cuidadosamente planeado y los invitados se seleccionaron con acierto. Ante estos hechos, los chilenos refugiados en la República Federal de Alemania, que nos encontramos privados del derecho elemental a vivir en nuestra propia tierra, expresamos nuestra protesta y el más enérgico rechazo a esta maniobra escandalosa. El Fascismo Chileno no tiene ni el derecho ni la autoridad moral para apropiarse de la significación histórica de este aniversario. Ofende con su maniobra el recuerdo de esos miles de ciudadanos alemanes que llegaron a nuestro país en busca de la libertad. Este hecho constituye un insulto a su pensamiento, por cuya expresión se vieron sometidos a represión en su época. Corresponde a los chilenos que son perseguidos, a los que se han visto obligados a emigrar y residir en Alemania, restablecer la verdad histórica y rescatar el derecho de referirnos a ese aniversario en el contexto de nuestra verdadera realidad nacional. Nos sentimos en la obligación de hacerlo, porque si hace 125 años encontraron esos inmigrantes alemanes un refugio en nuestra Patria, hoy somos nosotros los que hemos recibido asilo en su país de origen cuando hemos enfrentado la persecución por nuestras convicciones libertarias. Nos impulsa también a hacerlo la obligación de reivindicar el auténtico aporte de los inmigrantes alemanes al desarrollo no sólo de determinados aspectos materiales de nuestra vida nacional, sino que su contribución substancial en el ámbito de la cultura, en sus niveles humanísticos, artísticos, técnicos y científicos, la que ha dejado honda huella en el desarrollo democrático de nuestro país. No podemos omitir que el Instituto Pedagógico de Chile, donde se han educado nuestros profesores de la Enseñanza Media, fue estructurado por profesores alemanes como Lenz, Hanssen, Steffen, Johow, Schneider y otros, desde su fundación en 1889. Generaciones de alemanes descendientes de aquellos inmigrantes de los años 50 del siglo pasado, han participado democráticamente en la vida nacional de Chile. Han sido y son ciudadanos de nuestro país. Muchos han sufrido la misma suerte que nosotros los perseguidos por la Junta Militar. Podríamos citar decenas y cientos de casos, pero nos bastará señalar que uno de ellos, el abogado y Senador Eric Schnacke Silva, ha sido uno de las más sañudamente perseguidos por la Junta Militar. Schnacke está todavía preso en la Cárcel Pública de Santiago, condenado a 25 años de presidio, por el delito de ser militante de un Partido de la Unidad Popular. Schnacke, descendiente de alemanes, es uno de los prisioneros políticos a quienes se ha negado el derecho legal a optar por el extrañamiento, es decir, a cambiar la prisión por el exilio, no obstante que el Estado de Bremen le tiene otorgada Visa desde hace ya dos años. Estas eran las motivaciones de este acto. Hubiéramos podido extendernos en las materias a que nos hemos referido y proporcionar numerosos otros antecedentes históricos que avalan lo que hemos expuesto. Sin embargo, acontecimientos recientes de los que se ocupan los medios de comunicación de masas de Alemania, nos obligan a considerar otras materias.

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Constatamos un hecho: hay quienes se han prestado voluntariamente a las maniobras del Fascismo chileno. Superando las expectativas puestas en ellos, se han apresurado a erigirse en defensores del sistema fascista de Chile y a ofrecerse como propagandistas del mismo. No negamos a nadie el derecho a emitir su opinión, con mayor razón a quienes han sido invitados y profusamente agasajados por ese Gobierno, pero con igual derecho y mayores títulos podemos nosotros decir nuestra verdad. No nos extrañan las declaraciones que han sido formuladas, de las que se ocupan la prensa, la radio y la televisión de la República Federal de Alemania. Proviene de los mismos que ayer respaldaron la dictadura de los Coroneles en Grecia o que prestaron su pública adhesión a las dictaduras de Salazar y de Franco, en Portugal y en España. Son los mismos que hoy defienden a los regímenes racistas de Sudáfrica y Rodhesia. Que puede extrañarnos entonces que al dirigir sus pasos hacia América Latina, se sientan identificados con Pinochet y su siniestro régimen fascista. No les vamos a responder ni tampoco los vamos a desmentir.

Les responden las sucesivas resoluciones de Naciones Unidas que por cuatro años consecutivos han condenado al Gobierno Militar de Chile por amplísimo margen de votación, por reiteradas violaciones a todos los derechos humanos, sociales, políticos, culturales, sindicales, jurídicos y morales.

Los desmiente la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la Organización para la Educación y la Cultura (UNESCO), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Concilio Mundial de Iglesias, y las entidades culturales, universitarias, científicas de todo el mundo, oficiales o privadas.

Les responde Amnistía Internacional y todos aquellos organismos que han investigado en profundidad lo ocurrido en Chile y que han omitido públicamente sus conclusiones. Los desmienten las voces chilenas no acalladas, las cuales han elevado sus denuncias a nombre propio y en representación de miles de asesinados.

Les responden los testimonios de más de 100.000 chilenos que conocieron la tortura, la cárcel y los campos de concentración.

Los desmiente la protesta mundial por más de 2.500 secuestrados por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), que son hoy prisioneros desaparecidos de los cuales no se sabe su destino.

Les responde la Iglesia Chilena, cuya defensa de los que no tienen voz, le ha valido vejámenes, insultos e incluso la prisión y muerte de sacerdotes y los allanamientos de conventos y monasterios.

Los desmiente la dramática realidad en que viven 1.100.000 chilenos y chilenas, más del 10% de la población del país, que se han visto obligados a emigrar de su Patria.

Los desmiente el hecho de que la prensa, la radio y la televisión funcionan bajo la censura de las autoridades militares.

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Les responde el hecho que, a contar de la fecha en que los militares fascistas asaltaron el poder, el país vive bajo el Estado de Sitio y el Toque de Queda, y sus ciudadanos están a merced de las arbitrariedades de los Servicios de Seguridad.

Los desmiente el hecho de que el Poder Judicial obedece órdenes de los militares y que los ciudadanos no pueden defenderse por las detenciones arbitrarias ante ningún Tribunal de Justicia. Les responde el hecho que siguen vigentes la tortura y otros tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes.

Los desmiente el hecho de que se prive de su nacionalidad a un chileno por el sólo hecho de discrepar ideológica o políticamente de la Junta Militar de Gobierno o de que se expulse del país a cualquier chileno por causas de orden político.

Les responde el hecho de que la educación tiene tarifa hoy en Chile, por lo que sólo pueden estudiar los hijos de ricos; que los trabajadores han perdido más del 50% de su poder adquisitivo y la mayor parte de sus conquistas sociales; que el derecho de huelga está suprimido como también el derecho de reunión; que no hay atención para los enfermos, puesto que la inversión fiscal en el área de la salud que era de 459 millones de dólares en 1971, bajo el Gobierno de la Unidad Popular, mientras que en la actualidad, en 1977, es de sólo 145 millones de dólares; que las cifras de mortalidad y desnutrición infantil coloquen a Chile encabezando las estadísticas mundiales; que más de la mitad de la población del país, no está en situación de afrontar los gastos de subsistencia mínima para el grupo familiar.

Los desmiente acontecimientos simultáneos ocurridos en Chile, por los mismos días en que se emitían las declaraciones de que nos ocupamos: allanamiento de un Convento de Monjas, asesinato de un ciudadano español en Valparaíso por las Fuerzas de Seguridad, relegación a lugares inhóspitos de la Alta Cordillera de cinco dirigentes sindicales por el sólo hecho de defender los derechos de los trabajadores.

Les responde y los desmiente los ocurrido con tres mujeres, esposas de prisioneros políticos desaparecidos, que no hace muchos meses, en junio de este año, junto a un grupo de familiares de desaparecidos realizaron una huelga de hambre en el Edificio de las Naciones Unidas en Santiago. Ellas suspendieron aquella huelga ante la garantía de que Pinochet respondería al Secretario General de las Naciones Unidas, el Señor Kurt Waldhein sobre el paradero de esos ciudadanos secuestrados por la DINA.

Recientemente esas tres señoras, en representación de cientos y miles de mujeres y hombres que están en la misma situación, viajaron a las Naciones Unidas para conocer la respuesta prometida por Pinochet al Secretario General de la ONU, Kurt Waldhein, que les dio inmediata audiencia. ¿Cuál fue esa respuesta? Fue muy simple y clara. Que no sabía absolutamente nada de donde pudieran estar esos desaparecidos. Las tres mujeres que llegaron a la sede de las Naciones Unidas, no imaginaron el tenor de esa respuesta y resolvieron regresar a Chile para dar cuenta de lo ocurrido. Se les aconsejó no regresar, pues corrían el riesgo de tener el mismo destino y se les prometió ayuda y protección por parte de Naciones Unidas y de diversas representaciones diplomáticas. Efectivamente,

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el día que regresaron las esperaban en el Aeropuerto de Pudahuel, en Santiago de Chile, los Embajadores de Estados Unidos, Holanda, Noruega y Dinamarca, familiares, amigos, personeros de la Vicaría de la Solidaridad. Sin embargo, estas señoras no pudieron tomar contacto con nadie, puesto que ni siquiera se les permitió que bajaran del avión. Allí mismo se les notificó que estaban expulsadas del país y fueron obligadas a seguir el vuelo hasta Buenos Aires, donde debieron ser tomadas bajo la protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados. Todos estos hechos, ocurridos recientemente en Chile, durante los mismos días en que se hacían estas declaraciones en relación a supuestos progresos democráticos de la Junta Militar Fascista que nunca se conocieron.

Conclusión: no les desmentimos ni les respondemos nosotros. Los desmiente la realidad y les responde la verdad.

Compañeras y Compañeros:

Nos hemos reunido para recordar un aniversario y lo hemos hecho. Las circunstancias nos han obligado a referirnos a la realidad actual de Chile y lo hemos hecho. Nos queda, sin embargo, una obligación que cumplir, una obligación con esas tres mujeres, compatriotas nuestras, a cuyo justo reclamo se responde con la expulsión de su Patria. A ellas no les rendiremos un homenaje. No lo necesitan ni es lo que esperan de nosotros. A Ana González de Recabarren, a Gabriela Bravo de Lorca y Ulda Ortiz de Baeza, así como miles de otras mujeres que viven la misma situación, nuestra promesa de luchar sin desmayos porque más temprano que tarde, puedan volver a un Chile en que se haga la justicia que reclaman. Por nuestros mártires, torturados, encarcelados y desaparecidos. Por los que desde fuera añoran su Patria y ayudan a la lucha que libran los que están adentro por verla liberada, seguiremos incansables en la brecha.

Por Chile, por nuestro pueblo y por su destino libre y democrático.

¡¡¡VENCEREMOS!!!

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8. La desastrosa gestión económica de Pinochet

Enero de 1978.

egún el economista y parlamentario demócrata cristiano alemán Horst Schroeder: “La experiencia económica de la Junta Militar del Gobierno de Chile constituye un éxito notable”. Esta declaración de Schroeder fue recibida con aplausos por sus anfitriones, los grupos financieros de ultra–derecha conocidos Scomo “Los Pirañas”1 y la Fundación Adolfo Ibáñez, que fueron los que invitaron al economista alemán a Chile. Schroeder agregó que “el costo social que ha debido pagar el país no es consecuencia del actual modelo de desarrollo, sino del estado en que se encontraba la economía de Chile en 1973”. Declaraciones y auxilios ideológicos como estos, son los que envalentonan a Augusto Pinochet para acometer audaces piruetas demagógicas, como la que ensayó el 11 de septiembre pasado al afirmar en un mensaje que “en algunos círculos internacionales se habla ya del milagro económico chileno”. Las referencias entusiastas de Pinochet a “su milagro económico” son, por cierto, antojadizas. Pinochet manipula algunas cifras de indicadores económicos recientes como los de las tasas de inflación, decrecimiento, de aumento de las reservas, etc., pero en relación a las mismas tasas de los años 1975 y 1976, las “que corresponden al peor período por el cual haya pasado la historia económica de Chile, después de la gran depresión mundial de los años 30”, como sostiene el economista y presidente del Partido Demócrata Cristiano chileno, Andrés Zaldívar. Uno no acierta a entender qué es lo que economistas, como Schroeder, aplauden a Pinochet. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas) en su Estudio Económico para 1977, prueba con cifras que los chilenos hoy, después de cinco años de Gobierno Militar, disponen de un ingreso inferior al que tenían en el pasado. Según la CEPAL, en 1970 el ingreso promedio per cápita en América Latina fue de US$ 574 y en 1977 de US$ 731. En Chile, este ingreso per cápita fue en 1970 de US$ 908 y en 1977 de US$ 810. Es decir, bajo el régimen de Pinochet, Chile bajó su ingreso por

1 El Grupo Económico conocido como “Los Pirañas” fue integrado por los empresarios Ricardo Claro, Javier Vial y Fernando Larraín. Recibieron esa denominación por su tendencia depredadora respecto de empresas que perte- necieron a otros conglomerados económicos (Nota del Editor).

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persona, mientras que los demás países lo subieron. Además queda establecido que en 1970, disfrutaba de un 58,3 por ciento más de ingreso por persona que el promedio latinoamericano. Bajo Pinochet, en 1977, ese mayor porcentaje era sólo un 10,8 más alto. Siempre a la luz de los antecedentes proporcionados por el informe de la CEPAL, el descenso del ingreso en Chile es un caso particular de responsabilidad de la Junta Militar, por cuanto otros países han crecido económicamente. Bolivia aumentó su ingreso en un 28,8%; Brasil en un 58,7%; Colombia en un 33,4%, mientras que Chile lo ha disminuido. Puede ser que lo que impresiona tan gratamente a algunos, sea el hecho de que el modelo económico impuesto por la Junta Militar, radica en concentrar la riqueza en una minoría oligárquica bajo el supuesto de que es esa minoría la que invierte y por lo tanto, la que dinamiza la economía. Hacia 1970, los sectores sociales que viven de sueldos y salarios percibían un 44,3% del ingreso, mientras que en 1977 esos mismos sectores sólo percibían el 34,7%. El modelo económico de la Junta Militar, intenta lo que se ha denominado “desarrollo hacia afuera”, activando las exportaciones no tradicionales, cosa que ha logrado, pero solamente mediante la caída del consumo de la población nacional. Además, estas exportaciones siguen siendo de productos primarios o de muy escasa elaboración. Paralelamente, la actividad económica en Chile ha descendido verticalmente. La industria de la construcción trabaja a niveles de 1969. Otro detalle significativo, es que la importación de maquinaria y de equipo que era de 20,8% en 1970, ha descendido al 14,2% en 1977. Este modelo económico acusa gravísimas consecuencias en los niveles sociales. Según el Instituto de Economía de la Universidad de Chile, la desocupación de la fuerza de trabajo en la zona del Gran Santiago es del 13 por ciento, mientras que en 1972, bajo el Gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende, la cesantía era sólo del 3 por ciento. La desocupación es todavía más grave en algunas otras regiones del país. En Talca y Mulchén es del 22,9%, mientras que en la zona industrializada del Biobío es del 17,8%. Garantizar la acumulación capitalista en manos de unos pocos, supone un grave daño para los sectores desposeídos de la sociedad chilena. El mensuario “Comercio Exterior” de México, cita el informe de una Comisión de Pediatras Franceses que estuvo en Chile en los meses de marzo y abril de 1976, periodo en el que se establece que el 63% de los niños de la zona norte de Santiago estaba afectado de desnutrición, mientras que entre el 70 al 80% de la zona sur presentaba un cuadro similar. Ese modelo económico de la oligarquía chilena, aliada a las empresas multinacionales del imperialismo, con el objetivo de reducir la inflación ha recortado la totalidad de los presupuestos de asistencia social, con las consecuencias que resultan previsibles. En materia de salud pública, el gasto per cápita en 1970 era de US$ 38, mientras que bajo el Gobierno de Allende en 1971 era de US$48. Estas cifras disminuyeron durante el Gobierno de la Junta Militar a US$ 22 en 1976 y a US$ 13 en 1977. No puede extrañar, entonces, que sumadas la desocupación, la miseria y el hambre, haya aumentado la prostitución infantil a que se ven impulsadas niñas de 10 a 12 años y que los índices de enfermedades venéreas hayan aumentado verticalmente. “Comercio Exterior”, el mensuario mexicano, citando cifras del Servicio Nacional de Salud de

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Chile señala que entre 1974 y 1976 los casos notificados de sífilis primaria y secundaria aumentaron un 86,8%. Podemos agregar otros datos sobre los supuestos éxitos del modelo económico de la Junta Militar. El diario “El Mercurio”, principal apoyo de la Junta, señala que “en 1977 la policía recogió a 30.653 niños vagos en las calles de Santiago”. En su edición del 22 de enero de 1978 el mismo diario “El Mercurio” informa que: “el 40% de los niños sufren de anormalidades psíquicas que les impiden continuar sus estudios más allá del tercero o cuarto año del ciclo básico”. El modelo económico que aplica la Junta Militar garantiza sus negocios a la oligarquía y a las empresas transnacionales del imperialismo, pero con la condición de someter a la población del país a una progresiva pauperización. En este momento sólo 100 empresas controlan en Chile el 64% de las ventas y para lograr esto es necesario suprimir todos los derechos democráticos y proscribir el funcionamiento de todas las organizaciones gremiales y sindicales. Podríamos agregar otros antecedentes tanto o más graves, pero con lo expuesto queda en evidencia irrefutable el fracaso de la política económica del régimen militar y sus graves consecuencias en los sectores más desposeídos.

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9. El campo de concentración de Mauthaussen

Mauthaussen1. Marzo de 1978.

e afirma que la historia nunca se repite o que los dramas de la historia cuando se repiten asumen, en las segundas partes, el tono y la expresión de las caricaturas. Pero esa observación no vale para las guerras. La guerra que sigue siempre ha sido, es y será peor que la anterior. El mundo entero lo sabe muy bien, puesto que es Suna lección que ha aprendido en el dolor, la angustia y el horror de su propia experiencia. Estamos aquí recordando el fin aleccionador de una ignominia. Mauthaussen para nosotros, chilenos, iberoamericanos, gentes del nuevo mundo, del mundo joven, constituye una experiencia histórica teórica, a la que nos asomamos por el espanto de las visiones de segunda mano. Mauthaussen, para las nuevas generaciones de los pueblos de la América Latina, como Ravensbruck, Holeischen, Limmer, Buchenwald, Neuergamme, S#uthoi, Auschwitz, Dachau y otros títulos de la barbarie, era aquello que nunca más podría repetirse. Vías de transito de la historia, definitivamente clausuradas. Mauthaussen era el símbolo espantable de los hacinamientos de huesos y esqueletos machacados por adiestrados y metódicos verdugos, aplicados a la tarea de ensombrecer el horizonte del hombre levantando montañas de muertos que se señalizaran el fin de un destino y el nacimiento letal del Nuevo Orden. Mauthaussen, símbolo del espanto que en cada instante de este tiempo nos lleva a la meditación y a la renovación de nuestros más fervientes votos por la paz. No hace aún dos meses, Mauthaussen nos trajo un mensaje para el escalofrío. Un Monarca, un Rey que visitó Austria, depositó aquí una ofrenda floral a más de siete mil compatriotas suyos que terminaron sus días en este Matadero humano. Estos siete mil ciudadanos correspondían a un país que no estuvo involucrado en la Segunda Guerra Mundial, pero todos ellos eran hombres y mujeres libres, diseminados por ese entonces en todo el mapa de Europa y que terminaron aquí el itinerario de sus vidas truncadas por su profesión de fe antifascista y libertaria.

1 El campo de concentración de Mauthaussen fue un grupo de campos de concentración nazis situados en torno a la pequeña localidad de Mauthaussen en Austria. Fue uno de los complejos más grandes de la zona bajo dominio nazi en Europa. Sus prisioneros fueron usados como esclavos en fábricas de munición, minas, fábricas de armamen- to y plantas de ensamblaje del avión Me 262. Se estima que, a la altura de enero de 1945, se encontraban recluidas unas 85.000 personas y se considera que las víctimas oscilan entre 122 mil y 320.000 en todo el complejo (Nota del Editor).

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Para que Mauthaussen no se repitiera nunca más, el mundo entero concertó la alianza de todas las voluntades democráticas para derrotar, extirpar y expulsar de la vecindad del hombre la peste del totalitarismo. Nosotros chilenos, iberoamericanos, entregamos en la oportunidad requerida nuestra cuota de esfuerzo y sacrificio para que el hombre hiciera prevalecer los valores de la convivencia humana, social y política en el marco de la democracia, por la vía de la solidaridad. Podemos recordar hoy, la multitudinaria movilización de las masas populares de nuestro lejano país en las jornadas de la lucha mundial contra el fascismo bajo las banderas de la “Unión para la Victoria”, la organización nacional chilena de ayuda, solidaridad y combate en apoyo de los pueblos y las naciones que luchan en Europa, Asia y África contra los enemigos de la humanidad civilizada. Chile, un país de antigua, extensa y profunda experiencia y convicción democrática vivida y materializada, en el seno de una sociedad civilizada de limpia y ejecutoria política, reclama hoy el derecho de elevar su voz en el concierto de las naciones democráticas del mundo, para exponer los términos de un drama histórico que renueva los síntomas de una recaída en la misma enfermedad mortal que los pueblos del mundo creyeron haber extirpado con el fin de la Segunda Guerra Mundial. En el ámbito propio de una Nación de sólo diez millones de habitantes, en un territorio geográfico alejado de los grandes centros de atención del mundo contemporáneo, Mauthaussen, Buchenwald, Dachau y otros hitos fatídicos de iguales resonancias, tienen su réplica y su transcripción en nuestro idioma. Dawson, en el fin del mundo, Chacabuco, Puchuncaví, Tres Álamos, Ritoque, Colonia Dignidad, son los nuevos títulos con que el fascismo desde Chile, notifica al mundo que aún sobrevive y que está en situación de vencer su desafo a la comunidad democrática mundial. Más de cien mil hombres, mujeres y jóvenes detenidos, miles de asesinados, decenas de miles de compatriotas sometidos a torturas y tratos inhumanos, miles de presos secuestrados y desaparecidos, son algunas de las cifras que puede ostentar el record de cuatro años de Dictadura Militar Fascista en nuestro país. Mauthaussen, tenemos que recordarlo, no fue tan sólo un templo demoníaco de la ferocidad y vesania para los oficiantes de la liturgia de todos los errores, también fue un gran negocio que alimentó la guerra. La política concentracionaria del nazi–fascismo, explotó económicamente a los cautivos hasta el último aliento de vida de esos seres humanos a los que sometió a sus designios. Aquí en Mauthaussen, se fabricaron aviones, piezas de repuesto y funcionaron talleres industriales de diversas empresas, que conseguían producir en condiciones altamente rentables y ventajosas. Esa política concentracionaria del Nazi–Fascismo aplicada a la explotación de carácter económico, pudo imponerse a los pueblos de Europa sólo por la fuerza, suprimiendo todos los derechos humanos, sociales, políticos, jurídicos y culturales. Esa misma política del Nazi–Fascismo es la que se aplica hoy en Chile. Una política de salarios mínimos, previa la acción terrorista de conculcar todos los derechos ciudadanos.

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Mauthaussen y todos los demás campos de concentración en Europa, no sólo fueron centros de tortura y de muerte; no sólo cementerios sino que factorías industriales utilizadas como factores integrantes de milagros económico–financieros. Esa lección histórica del Nazi–Fascismo, es la que han recogido como herencia ideológica y política los Neo–Fascistas del Cono Sur de América. Chile es hoy un inmenso territorio geográfico convertido en campo de concentración para la tortura, la explotación económica–social y la muerte, según los cánones establecidos ya en Europa hace más de treinta años por los maestros de estos Neo– Fascistas. También en Chile, el asalto al Poder democrático, no sólo constituyó un genocidio, sino que, además constituyó un gran negocio para la camarilla militar fascista y para los grupos económico–sociales de la oligarquía nacional y los consorcios multinacionales del imperialismo. La democracia, para todos los pueblos del mundo, asegura la posibilidad de supervivencia en condiciones compatibles con un sentido de la dignidad social e individual. La democracia es una conquista y un patrimonio de los pueblos, pero hay que luchar porque prevalezca especialmente en las áreas del Tercer Mundo, donde pudieran ser más rentables regímenes voluntaristas que faciliten el imperio de intereses supranacionales. Por eso, para los chilenos, el compromiso antifascista y la lucha por la democracia se inscriben en el marco de los combates de todos los pueblos del mundo contra el imperialismo y el Neo–Colonialismo. Nuestra lucha por la libertad y la democracia, es la misma lucha de los pueblos de Asia, África y América Latina contra el poderío insaciable y avasallador de los grandes consorcios multinacionales. Queremos agradecer fraternal y calurosamente la invitación que nos ha permitido, sumarnos a la reflexión política de este instante y al homenaje que se rinde a los combatientes por la libertad y la democracia que entregaron sus vidas por hacer prevalecer los valores espirituales, morales y políticos del hombre libre. Somos tributarios de los grandes combates pretéritos, presentes y futuros por la libertad y la democracia. Mauthaussen fue es y será un llamamiento vivo y permanente a la unidad de los hombres, las mujeres y los jóvenes del mundo, por la unidad para la paz, la democracia y la libertad extendida a todos los confines del planeta. Nosotros, chilenos, por nuestra propia lucha, con la ayuda, la solidaridad y el apoyo del mundo democrático derrotaremos también al fascismo.

JUNTOS VENCEREMOS

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10. Nuevas farsas de la dictadura en Chile

Bremen, 30 de Abril de 1978.

Compañeros y Compañeras:

Agradezco al Partido Social Demócrata de Bremen y a sus jóvenes la oportunidad que nos brindan para dirigirnos a ustedes. Queremos esta noche levantar nuestra voz para formular una denuncia y destacar un problema que no es sólo nuestro sino que también de ustedes. Denunciamos una nueva farsa de la dictadura fascista en Chile que repite anteriores experiencias. Una y otra vez la dictadura hace anuncios espectaculares, que la realidad no tarda en desmentir. En este caso, anuncia un proceso de institucionalización y hay quienes se apresuran a expresar su complacencia, pero la realidad indica que en el mejor de los casos dicho proceso permitiría elecciones en diez años más y que en esas elecciones no podrían participar los partidos políticos. Proclama además la disolución de la DINA, la Gestapo chilena, y son muchos los que creen que eso significaría el término de la represión. Pero la realidad una vez más demuestra que la DINA es reemplazada por la “Central Nacional de Informaciones” a la que se otorgaría iguales poderes y que la represión continúa. Exhibe los resultados de un plebiscito como prueba fehaciente del respaldo que tiene su régimen y logra impresionar en algunos sectores. Una vez más, la realidad hace que aún entre sus propios miembros surjan críticas y se cuestionen la validez de una maniobra que todos los observadores imparciales califican de grotesca farsa. Promete dar respuesta satisfactoria a los requerimientos de las Naciones Unidas sobre el paradero de miles de desaparecidos y no faltan los que confan en esa promesa. La realidad obliga a las propias Naciones Unidas a rechazar las explicaciones que recibe y a expresar que sus requerimientos no han sido satisfechos. Pinochet jura reiteradamente que ninguna persona vinculada a su Gobierno tuvo participación en el asesinato de , ex Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Salvador Allende. No faltan los que hacen fe de estos juramentos. La realidad es que la propia justicia norteamericana demuestra en forma fehaciente la complicidad y participación de agentes de la DINA, directamente vinculados a Pinochet en ese asesinato.

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Pone término al Estado de Sitio y levanta el Toque de Queda haciendo pensar a unos pocos que comienza un proceso de liberalización. La realidad es que las facultades que otorgaba el Estado de Sitio, han sido incorporadas a otros textos legales y que el Toque de Queda es reemplazado por un sistema de restricción al tráfico nocturno. Como éstos podríamos citar numerosos ejemplos, pero nos limitaremos al último protagonizado en estos días y al que los medios de difusión dieron amplia publicidad. El nuevo Ministro del Interior de la dictadura, anunció una amplia Amnistía para todos los Presos Políticos y para los procesados o condenados por los Tribunales Militares. Esta Amnistía se extendería a los expulsados del país, a los asilados y a los que por cualquier motivo se han visto obligados a hacer abandono de su patria. Este anuncio como ningún otro, provocó un impresionante despliegue publicitario y como siempre, no faltan quienes creen en ellos.

¿Cuál es la realidad?

La realidad es que para unos nada ha cambiado y para otros los cambios son mínimos. La Amnistía a los procesados o condenados por Tribunales Militares beneficia a menos de un centenar, pues el resto había sido previamente expulsado del país y no se les autoriza su retorno. Siguen en las cárceles los condenados o procesados por los Tribunales Ordinarios de Justicia. Estos Tribunales Civiles aplican una nueva legislación, que transforma en delito común la realización de toda actividad política o manifestación de oposición al Gobierno. Hoy en Chile son delincuentes comunes y no políticos los que realicen cualquier forma de propaganda contra el régimen o participen en actos públicos de protesta. Igual condición tienen los que asisten a reuniones políticas, difunden ideas de cualquier Partido o movimiento, impulsen o participen de una huelga. A ninguno de ellos alcanza la Amnistía. Con la nueva legislación impuesta por el Fascismo no es necesario recurrir a los Tribunales Militares. Es suficiente con la actuación de un Poder Judicial Civil dócil y complaciente. En cuanto a los expulsados, asilados y demás chilenos privados del derecho elemental a vivir en su patria, la Amnistía no altera su situación. Se anuncia que pueden regresar, pero se agrega que para ello deben cumplir con lo dispuesto en los Decretos Leyes 81 y 604. En virtud del primero, se debe hacer una solicitud y firmar un compromiso de no realizar actividades políticas, mientras que el Gobierno Militar se reserva el derecho de aceptar o rechazar las solicitudes que se presenten. De conformidad con el segundo, la dictadura puede prohibir el ingreso a Chile de toda persona nacional o extranjera que profese ideas distintas a las que propugna el régimen militar. Los verdaderos beneficiados por la tan publicitada Amnistía son los cómplices de la dictadura. Los asesinos, torturadores y todos aquellos que han cometido violaciones a los Derechos Humanos, quedarían liberados de toda culpa. Los responsables del

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secuestro y desaparición de miles de chilenos, no tendrían que responder por sus actos. Las expropiaciones ilegítimas, los hurtos y robos de bienes de Partidos y Movimientos Políticos, de Sindicatos y ciudadanos particulares quedarían impunes. Frente a una farsa de esta magnitud cabe preguntarse: ¿Hasta cuándo? Nuestra respuesta es categórica: hasta que derribemos la dictadura y extirpemos el Fascismo en Chile. La democracia y el derecho a retornar a nuestra Patria no lo obtendremos por dádivas del Fascismo, tendremos que conquistarlos con nuestra lucha y vuestro apoyo. Un primer paso será responder el desafo fascista manifestando nuestra decisión de retornar a Chile. La lucha principal se dará en el interior y en ella debemos ocupar nuestro lugar. Quienes nos brindan solidaridad deben exigir garantías para los que retornen y denunciar los verdaderos objetivos de la dictadura. Expresamos al comienzo de nuestra intervención, que deseábamos formular una denuncia y destacar un problema. La denuncia la hemos hecho. Corresponde ahora referirnos al problema. Para muchos, en Alemania y en otros países, el drama de Chile les resulta ajeno. Hay quienes permanecen indiferentes mientras que otros adoptan una actitud compasiva.

Ni lo uno ni lo otro.

No es un problema exclusivo de los chilenos, sino que afecta a todos los demócratas del mundo. No esperemos despertar compasión, sino hacer conciencia de que la lucha antifascista es un compromiso para todo demócrata. Este problema y esta lucha no son ajenos a ustedes. Hoy vemos desplegados en las calles de Bremen carteles que exhiben la consigna “Libertad o Socialismo”. Desde hace un tiempo se pretende que ambos conceptos son antagónicos. En Chile también se levantó esa consigna en el Gobierno de la Unidad Popular y terminamos en el Fascismo. Para nosotros los conceptos de libertad y socialismo no son antagónicos. Pensamos que una verdadera libertad sólo es posible en el socialismo, pues sólo el socialismo libera al hombre de su explotación por otros hombres. Esos mismos carteles anuncian la visita del dirigente de un Partido cuyo máximo líder estuvo no hace mucho en nuestra Patria y se manifestó complacido por su forma de Gobierno. Es el mismo líder que en un pasado reciente brindó apoyo a las dictaduras de Franco en España, de Salazar en Portugal y de los militares en Grecia. El mismo que no oculta su simpatía por los regímenes racistas de Sudáfrica y Rodesia. Ante estos hechos, surge una legítima inquietud. ¿Es la libertad la que tenía España con Franco, Portugal con Salazar o Grecia con los Coroneles la pretenden reivindicar? ¿Es la libertad que ofrecen los regímenes racistas de Sudáfrica y Rodesia, la que desean oponer al socialismo? Existe otra interrogante que surge no sólo en la República Federal de Alemania, sino también en otros países afectados por la demencia terrorista.

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Hay quienes, con el pretexto legítimo y justo de combatir el terrorismo, pretenden imponer legislaciones que coartan las libertades individuales y hacen peligrar la democracia. En Chile, la necesidad de combatir un terrorismo que nunca existió, ha sido el pretexto más socorrido para justificar la dictadura. El terrorismo no ha sido nunca un arma de lucha de la izquierda chilena. La izquierda chilena confa en la movilización de las masas y no en acciones de grupos o individuos desvinculados de ellas. Es este nuestro pensamiento público y reiterado de hoy y de siempre. Pensamos que una democracia no puede permanecer inerme y debe defenderse del ataque terrorista, pero no creemos que para ello tenga que negarse a sí misma. De aquí deriva otra inquietud también legítima. ¿Es imprescindible que una democracia para defenderse, tenga que utilizar métodos propios de las dictaduras? La respuesta a ésta y a las previas interrogantes vincula nuestro problema al vuestro. Un famoso escritor dijo: “Sólo son dignos de la libertad los que luchan por obtenerla”. Nosotros podríamos agregar que no basta con luchar por obtener la libertad, es necesario también luchar por mantenerla. Nosotros la perdimos y nuestra lucha es por recuperarla. Ustedes la tienen y deben luchar por conservarla. Son etapas distintas que se insertan en un mismo proceso que nos compromete a todos. A vuestra lucha aportamos nuestra experiencia. En la nuestra les pedimos vuestra solidaridad.

Es esta la justificación del compromiso que anhelamos.

Unidad en la lucha antifascista.

Unidad en los demócratas chilenos.

Unidad en los demócratas alemanes.

Unidad entre los demócratas chilenos y alemanes.

Termino expresando mi convicción de que esa unidad nos dará la victoria.

Compañeros y Compañeras: Unidos Venceremos!!!

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11. No debe haber impunidad para los violadores de los Derechos Humanos

Entrevista realizada por la Agencia Inter Press Service (IPS). Bonn, Alemania Federal.

Junio de 1978.

Se ha sentado un precedente muy importante: no hay ni habrá impunidad para quienes incurran en hechos como los que protagonizara el Coronel Ackerknecht”, señaló en una entrevista exclusiva a Inter Press Service (IPS) el ex Ministro de Educación del Presidente Salvador Allende, Aníbal Palma, dirigente del Partido “Radical de Chile, quien fue detenido el 11 de septiembre de 1973 por los militares golpistas, permaneciendo hasta mayo de 1976 en diversos campos de concentración del régimen de Augusto Pinochet. Vive en la actualidad en Alemania Federal, país que le brindó asilo político. Palma fue uno de los principales denunciantes de la presencia de Christian Ackerknecht como agregado militar de la Embajada de Chile en Bonn. Una intensa campaña de prensa y el pronunciamiento de diversas organizaciones y personalidades alemanas lograron finalmente que el Gobierno Militar chileno retirara al citado funcionario diplomático, acusado de participación directa en la tortura de prisioneros políticos1. En la entrevista con Inter Press, Palma se refiere también a la situación política de su país, a las perspectivas de acuerdo entre las distintas organizaciones de la oposición y a las concepciones programáticas de la Unidad Popular, alianza de partidos de izquierda que apoyó al Gobierno de Allende.

1 Durante el Gobierno de Salvador Allende, en mayo de 1973, Cristián Ackerknecht San Martín fue removido como Jefe de Plaza de la Provincia de O’Higgins por ordenar el allanamiento de la sede del Partido Socialista en Rancagua. Tras el golpe de Estado, fue designado Jefe de la provincia de O’Higgins, mientras cumplía la labor de Comandante del Regimiento de Infantería de Montaña “Membrillar”, que fue usado como centro de detención de presos políticos, una parte de los cuales denunció que fueron víctimas de torturas aplicadas por el mismo Ackerknecht, como es el caso del ex alcaide de la cárcel de Rancagua, Carlos Lira. Más tarde, fue designado en cargos diplomáticos en Alemania y los Estados Unidos. Falleció en julio de 1989 (Nota del Editor).

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–El “caso Ackerknecht” ha finalizado con el retiro del agregado militar de la Embajada chilena y su traslado “a otras funciones”. ¿Cuáles son a su juicio las consecuencias de este caso único en las relaciones diplomáticas entre Alemania Federal y Chile?

–Fue la actitud del Gobierno de la República Federal, la que obligó a la Embajada de Chile anunciar el retiro de Ackerknecht luego de las denuncias formuladas en distintos medios de difusión, las que daban a conocer su participación directa en la tortura de prisioneros políticos. Esto ha sido una manifestación de consecuencia con la actitud de condena del Gobierno Federal ante la violación de los Derechos Humanos en Chile. Sienta un precedente muy importante: no hay ni habrá impunidad para quienes incurran en hechos como los que protagonizara el Coronel Ackerknecht. Es una demostración de la fuerza del movimiento de solidaridad con la causa de los demócratas chilenos. Fueron numerosos los sectores y personalidades que en las distintas esferas de la República Federal exigieron su expulsión, por considerar que su presencia ofendía la democracia alemana.

–Sin embargo, en el último tiempo se ha informado sobre la concesión de importantes préstamos por parte de bancos alemanes al Gobierno de Chile. ¿Qué piensa a este respecto?

–En el campo de la ayuda económica y la asistencia técnica, falta consecuencia con la actitud política que se tiene ante la violación de los Derechos Humanos en Chile. No es consecuente lamentar y condenar resultados de un régimen militar y al mismo tiempo ayudar a la mantención del mismo. En el caso preciso de su pregunta, se trata de préstamos otorgados por instituciones privadas, pero no es menos cierto que hay casos en que se presenta esta paradoja: por una parte, se lamentan y condenan los resultados y, por otra, se ayuda a mantener la causa que lo genera. El problema chileno surge de la existencia de un régimen fascista. La violación de los Derechos Humanos es propia de esos regímenes. Mientras exista fascismo en Chile, existirá violación de los Derechos Humanos. En consecuencia, la lucha es por terminar con el régimen fascista y a ello no contribuye el otorgamiento de créditos o la ayuda económica.

–El cable ha informado sobre un acuerdo, supuestamente logrado en Washington entre dirigentes del Partido Demócrata Cristiano y de la Unidad Popular sobre la formación de un Gobierno provisional encabezado por Eduardo Frei, en el caso de una eventual caída del régimen de Pinochet. El Secretario Ejecutivo de la Unidad Popular, Clodomiro Almeyda, desmintió estas informaciones. ¿Qué nos puede agregar usted al respecto?

–Ignoro qué antecedentes puede haber tenido quien especuló con una noticia de esta naturaleza, pero es incuestionable que la lucha antifascista requiere la unidad de todos los sectores democráticos. Las fórmulas pueden ser muchas, lo importante es que exista el ánimo y la decisión de llegar a un acuerdo. El Partido Radical y la Unidad Popular

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reiteradamente han planteado la restitución de la democracia en Chile, la sanción a los culpables de atropellos y violaciones a los Derechos Humanos, la elaboración de un programa de recuperación económica y la adopción de medidas que impidan el rebrote del fascismo.

–¿Una fórmula como la anteriormente planteada, sería entonces aceptable?

–Cualquier fórmula que contemple los puntos que he señalado, sería aceptable para mi Partido y para la Unidad Popular. En cualquier fórmula es requisito que todos los partidos y movimientos políticos renuncien a pretensiones hegemónicas y se aboquen a la tarea de buscar un consenso, pero no se puede especular con noticias o fórmulas cuyo fundamento desconozco y que ha sido desmentida por el Secretario Ejecutivo de la Unidad Popular, compañero Clodomiro Almeyda.

–El señor Almeyda fue recibido por el Subsecretario norteamericano Cristopher, lo que constituye un acontecimiento inusitado para la diplomacia norteamericana. ¿Conoce usted el contenido de esta conversación y cómo juzga la aparente variación de la política de la administración norteamericana hacia el régimen militar chileno?

–No conozco el detalle de lo que pudiera haber conversado el compañero Clodomiro Almeyda en su visita a Estados Unidos. Su viaje cumple un acuerdo de la Unidad Popular y sus planteamientos tienen que haber sido concordantes con lo que públicamente se ha planteado. Si bien la solución del problema de Chile corresponde fundamentalmente a los chilenos, no es menos cierto que una actitud del Gobierno de Estados Unidos, que ponga término a la ayuda y respaldo que ha tenido la Junta y que termine con las prácticas del pasado, ayudaría a una más pronta solución. Al respecto, quisiera recordar la respuesta que diera el General Pinochet a un periodista que lo interrogaba sobre las consecuencias negativas que podría tener para su Gobierno la elección del Presidente James Carter en los Estados Unidos. Pinochet respondió que eso no le preocupaba, pues los candidatos decían muchas cosas y una vez elegidos hacían otras. Personalmente prefiero pensar que el Presidente Cárter será consecuente con lo que planteó como candidato.

–Los partidos de la Unidad Popular se encuentran prohibidos por el régimen militar. ¿Cuál es su estado y existencia real?

–La Unidad Popular tiene existencia real en Chile y en el exterior, no obstante la represión de que ha sido objeto. Todos los Partidos que la componen han podido reestructurarse y mantener viva la resistencia en el interior. No se explica de otra manera que se mantenga el régimen de excepción y la represión aumente día a día. En el exterior, la solidaridad no disminuye, sino que cada día cobra mayor fuerza y ello demuestra la existencia y la actividad que desarrolla la Unidad Popular. Los partidos que componen esta combinación política mantienen su unidad en torno a una plataforma común que es reflejo de un consenso entre las distintas posiciones. Lo importante en una democracia

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o en una combinación política, no es que todos piensen o digan lo mismo, sino que todos puedan expresarse y alcanzar acuerdos.

–En una entrevista concedida hace poco a “Inter Press”, el Secretario General del Partido Comunista chileno, Luis Corvalán, afirmó que “sobre la base de la unidad de la clase obrera, del entendimiento socialista–comunista y de la mayor cohesión de todos los Partidos de la Unidad Popular” debe buscarse una unidad de todas las fuerzas antifascistas, incluyendo al Partido Demócrata Cristiano. ¿Está su partido de acuerdo con este planteamiento estratégico del señor Corvalán?

–El Partido Radical ha manifestado reiteradamente que está por la formación de una unidad amplia que agrupe a todos los sectores antifascistas, pero rechaza en forma categórica que esta unidad amplia se haga en torno a ejes o alianzas prioritarias. Insistir en la unidad socialista–comunista como base esencial de un acuerdo más amplio, es olvidar las lecciones del pasado. El desacuerdo permanente entre los dos partidos en torno a materias fundamentales, fue causa de graves problemas durante el Gobierno de la Unidad Popular y postergó por mucho tiempo el reagrupamiento de la Unidad Popular después del Golpe. No es pues una buena experiencia la que se tiene sobre el funcionamiento de este supuesto eje, que hoy se pretende revivir unilateralmente. Creemos que una real unidad sólo podrá gestarse cuando se abandone por algunos el complejo vanguardista y por otros toda pretensión hegemónica. El Partido Radical está por la unidad amplia con iguales derechos para todos. Será el pueblo el que una vez restaurada la democracia en Chile, determinará el rol que corresponde a cada uno2.

–También el Secretario General del Partido Comunista chileno ha declarado que la etapa de dictadura del proletariado no es un problema inmediato para Chile, pero que forzosamente en el camino hacia el socialismo se planteará. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

–Pienso que la declaración del compañero Corvalán, incide más bien en la polémica que sacude al movimiento comunista internacional, que en la problemática chilena. El programa de la Unidad Popular y lo que se llamó la “Vía Chilena al Socialismo”, no contemplaban cumplir una etapa de dictadura del proletariado. Se trataba de construir el socialismo en democracia, pluralismo y libertad. La plataforma unitaria que hoy exhibe la Unidad Popular tampoco la contempla. Nuestro Partido la rechaza en forma terminante. Es por esto que reitero que este es un tema que preocupa más al movimiento comunista europeo que a la resistencia chilena. Por lo demás, este planteamiento es extraño a la práctica histórica del Partido Comunista chileno y al afán unitario que hoy los anima.

2 El Partido Comunista consideró históricamente que el establecimiento de un “eje socialista–comunista” era clave para el entendimiento más amplio de la izquierda chilena (Nota del Editor).

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–Usted ha manifestado su desacuerdo con algunos planteamientos de Luís Corvalán. Él ha expresado una opinión sobre el problema de los disidentes en los países socialistas, descalificándolos como un grupo sin importancia. ¿Cuál es su opinión sobre estos planteamientos?

–Considero que el derecho a disentir no se mide en números, lo importante es que exista tal derecho sin consideración a cuántos puedan hacer usos de él. Así entiende mi Partido el sistema democrático. Es por esto que no comparto los planteamientos del compañero Luis Corvalán.

–Su Partido ha sido tradicionalmente laico y, en algunas etapas de su desarrollo histórico, incluso anticlericalista. ¿Cómo juzga la actitud de la Iglesia Católica chilena ante la actual situación política?

–El anticlericalismo que caracterizó durante algún tiempo el accionar del Partido Radical es cosa del pasado3. Basta recordar que durante el Gobierno del primer Presidente de nuestro Partido, Pedro Aguirre Cerda, se realizó en Chile un congreso eucarístico de especial relevancia. La Iglesia Católica chilena, especialmente en los últimos años, se ha unido a la lucha de los desposeídos, su posición de hoy es consecuente con esa tradición. Es por esto que valoramos especialmente la actitud digna y valerosa asumida por la Iglesia en Chile.

–Ya han transcurrido casi cuatro años, desde el derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular. ¿Ha logrado a su juicio, estabilizarse el régimen militar de Pinochet?

–Pienso que la Dictadura ha tocado fondo. La crisis económica y social no tiene solución. Su aislamiento internacional es casi total. La falta de apoyo popular es evidente. Se ha llegado al punto en que las ratas abandonan el barco que se hunde, no de otra manera podemos considerar las actitudes asumidas por personas como León Vilarín, líder del gremio de camioneros y otros. El problema reside en que los países no quiebran, pues cualquiera que sean los resultados de la crisis económica que provoque un gobierno, el hambre del pueblo y la falta absoluta de libertad le permiten mantenerse. El régimen de la Junta Militar ha tocado fondo, pero no caerá solo: se requiere el esfuerzo conjunto de todos los sectores democráticos para provocar su caída y elaborar una fórmula de reemplazo.

3 “Desde un principio, los radicales se caracterizaron por su fuerte anticlericalismo y la gran influencia que sobre ellos ejerció la masonería. Su lucha en contra de la intervención eclesiástica en la vida pública del país, no sólo los llevó a protagonizar una dura oposición al Partido Conservador, considerado por los radicales como los representantes políticos del clero, sino que los llevaron a emprender una larga serie de batallas políticas y legislativas a favor de la libertad de pensamiento, de conciencia y de cultos. Tras la promulgación de las llamadas Leyes laicas en 1883, el Partido Radical anotó su primer triunfo en su larga cruzada por secularizar a la sociedad chilena” (htp://www.memoriachilena.cl/602/w3-artcle-96621.html).

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12. Carta al diario “La Tercera” sobre dichos de Julio Durán

Bremen, República Federal de Alemania, Agosto de 1978

Señor Director del Diario “La Tercera” Santiago de Chile.

Señor Director:

De una entrevista publicada en la edición de su diario del 25 de junio pasado, trascribo el siguiente párrafo: “…Hoy vino a mi oficina una mujercita de Temuco que anda con su marido desaparecido, un señor Lobos, me parece. Bueno, el señor Lobos fue detenido en Temuco, lo pelaron ‘a guata’ y después lo dejaron en libertad, desde entonces está desaparecido. Yo no sé si se habrá ido con una ‘peuca’ o está escondido, o desapareció efectivamente”… He transcrito ese párrafo porque es la causa específica y directa, aunque no la única, por la que le dirijo esta carta. “Ese señor Lobos” es el Diputado del Partido Radical, don Gastón Lobos, electo por la Provincia de Cautín, en las elecciones generales parlamentarias de marzo de 1973. Se trata de un antiguo y distinguido miembro del Partido Radical, por cuyos méritos personales el Presidente Constitucional de la República, Salvador Allende, lo designara Intendente de la Provincia de Cautín. A “ese señor Lobos” le correspondió patrióticamente asumir la ímproba tarea política de dirigir la aplicación de la Reforma Agraria en aquella Provincia, con lo que se granjeó el reconocimiento y la adhesión de campesinos y trabajadores que lo ungieron luego Diputado en representación de nuestro Partido. El señor Lobos, por su leal y abnegada entrega y por su limpia ejecutoria política al servicio de sus conciudadanos pobres, alcanzó también, ¿cómo no?, el riesgoso honor de ser uno de los hombres más odiados por la oligarquía terrateniente de esa zona. Mi amigo y correligionario Gastón Lobos fue detenido en Temuco, por los militares sublevados el 11 de septiembre de 1973. Fue salvajemente torturado y sus aprehensores lo pasearon desnudo por las calles, con una metralleta entre las manos, por cierto sin municiones y con la cabeza afeitada. Esa es la última vez que se le haya visto. Nunca más se supo de él. A su esposa le dijeron que su marido había sido puesto en libertad.

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Nadie, sin embargo, lo ha visto jamás. Lobos está desaparecido como otros miles de campesinos, trabajadores y profesionales de nuestro castigado país1. Y “esa mujercita, que anda con su marido desaparecido”, la esposa o quizás la viuda del Diputado Gastón Lobos, es también una antigua militante del Partido Radical, a quien don Julio Durán2, responsable de la arteras declaraciones a las que me refiero, la conoce, puesto que ambos eran miembros de la misma Asamblea Radical: la de Temuco. “Ese señor Lobos”, a quien Durán se refiere en términos tan crueles, abyectos e inhumanos, fue elegido Diputado en su Provincia, por los mismos ciudadanos que se negaron a sufragar por el candidato a Senador de la derecha, Julio Durán Neumann, quien no consiguió ser elegido. El destino político de esas dos personas, nos remite a una reflexión muy simple. Aquel que fuera elegido democráticamente por su pueblo está desaparecido o está muerto. No se sabe. El otro, que fuera desahuciado por la democracia y proscrito de la adhesión de su pueblo, “colabora como Independiente”, según sus propias palabras, con un régimen que se instaló por la fuerza, victimando a nuestra democracia. Respecto de las “colaboraciones independientes” de Durán, los radicales las conocen muy bien. Él fue el que proclamó la independencia de nuestro Partido Radical frente al Gobierno de Alessandri en 1958, para terminar acomodado con un equipo ministerial completo en ese Gobierno de la derecha. Resulta lamentable, por decirlo menos y no entrar al área tentadora de los calificativos, el espectáculo político que ofrece un hombre al que, alguna vez, nosotros consideramos un miembro de la familia radical. Siempre tuvimos los radicales la razón de principios de admitir discrepancias, posiciones diferentes y puntos de vista contradictorios, sin que a nadie se le haya ocurrido jamás que hubiera que suprimir, eliminar o matar a quien pensara distinto, que es lo que sostiene Durán, según estas palabras textuales que el periodista le ha escuchado y que le recuerda: “Personalmente le escuché decir, afirma el periodista, en marzo de este año 1978, en la sede de los camioneros, cuando se formó el Frente Cívico, que algunos de los problemas políticos de este Gobierno se debían a que aquí no se mató a todos los marxistas que era necesario matar el 11 de Septiembre”… Aún en el caso que Julio Durán, de acuerdo a los niveles de cultura que se le conocen, crea que los “marzistas” son todos aquellos ciudadanos nacidos en el mes de marzo: ¿qué derecho particular le asiste a él o a nadie, para llamar a degüello contra aquellos de sus conciudadanos que no piensan como él o como ellos?

1 Luis Gastón Lobos Barrientos es uno de los dos parlamentarios en ejercicio al 11 de septiembre de 1973 que fueron detenidos y hechos desaparecer por la dictadura, junto al socialista Carlos Lorca. Militante del Partido Radical de Chile, había sido electo diputado en marzo de 1973 en Temuco. Fue Intendente de Cautín entre el 18 de noviembre de 1970 y el 8 de noviembre de 1972 (Nota del Editor). 2 Julio Durán Neumann, luego de ejercer como diputado y senador del Partido Radical entre 1945 y 1957, fue elec- to senador por Biobío, Malleco y Cautín. En 1964, fue candidato a la Presidencia de la República, con la frustrada pretensión de agrupar a la derecha en torno al radicalismo. En 1969 fue uno de los principales impulsores de la fracción de derecha de esta colectividad, denominada Democracia Radical. Fue un duro opositor del Gobierno de Salvador Allende y respaldó el golpe de Estado de 1973, cuando aún ejercía como senador. Falleció en 1990, poco después del fin de la dictadura que respaldó hasta el final (Nota del Editor).

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En el caso personal del Diputado Gastón Lobos, éste no sólo no era marxista sino que, además para que lo sepa el señor Durán, tampoco era “marzista”, puesto que no había nacido en marzo. Para nosotros los radicales el sistema democrático, aún después de todo lo que ha ocurrido en nuestro país, sigue siendo el mejor régimen de convivencia político–social y luchamos por restablecerlo, con plenos derechos ciudadanos para todos aquellos que no piensan como nosotros. No queremos matar a nadie, ni al señor Durán ni a los que piensan como él. La democracia, conforme a las leyes vigentes, castigará a los delincuentes y a los responsables de los crímenes contra la sociedad y someterá a proceso judicial a los autores de las depredaciones que han sufrido, tanto el país como sus habitantes. La democracia, además, en su dinámica opera la selección de sus valores y elimina muy simplemente: por sufragio universal, de la vida política activa a los inadaptados, a los no dotados, a toda esa ralea de los matones forzudos y también a los profetas de la violencia, que terminan invariablemente, según enseña la experiencia de nuestro propio pueblo, en el basurero de la historia, revueltos con la fetidez de todos los desperdicios. Al señor Durán le parece una “carajada” el problema de los desaparecidos, pero la “carajada”, según su docta expresión, sería la de los familiares de aquellos ciudadanos secuestrados por la DINA, que exigen saber de su destino y no sería de los delincuentes responsables de esos actos de bandidaje que han causado estupor e indignación mundiales. Pero según las desnudas expresiones de conciencia de Julio Durán, frente a su entrevistador, los chilenos tendrían que estar agradecidos de lo que ocurrió en Chile en Septiembre del ’73, puesto que se libraron de algo peor: del señor Durán. El periodista le ha planteado el episodio en que Julio Durán, era el candidato del Frente Democrático que aglutinaba a la extrema derecha, a la Presidencia de la República en 1970 y pregunta: “¿Qué le habría pasado a este país si usted hubiese resultado electo?”. Durán contesta: “Habría sido más grave”. Es de imaginar entonces lo que hubiera sido aquello, después de haber vivido los acontecimientos que se desencadenaron a contar del fatídico 11 de septiembre de 1973. El periodista pregunta por qué retiró su candidatura en aquella ocasión y el personaje de esta astracanada responde: “¿Iba yo a seguir de candidato después de la traición de mi Partido? Habían traidores infiltrados que levantaron mi candidatura, pero que la levantaron a patadas”. La inconsecuencia o fallas de la memoria perturban al señor Durán. El debería tener alguna consideración cuidadosa con su pasado político, que pende sobre su cabeza como “la espada de Pericles”, como diría él, o “de Damocles”, como diría cualquier otro cristiano. En 1946, el Partido el Radical, del que formaba parte Julio Durán, postuló a su propio candidato a la Presidencia de la República y él no sólo no apoyó la candidatura de su correligionario radical, sino que prestó su colaboración y dio su voto al candidato adversario, al de la otra barricada, es decir al de la derecha, don Fernando Alessandri.

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Esto a propósito de su alusión a supuestos traidores. La historia pone en su verdadero lugar a los hombres y a las colectividades políticas. Los radicales que hemos sido consecuentes y fieles con el ideario democrático y socialista de nuestro programa, seguimos luchando por lo mismo, por lo que fue siempre la esencia ideológica del radicalismo, establecida en la declaración de principios del año 1931:

1°) Que el actual régimen capitalista en que se apoyan fundamentalmente el individualismo y la propiedad privada de los medios de producción ha hecho crisis.

2°) Que este régimen capitalista debe ser reemplazado por otro en que los medios de producción sean patrimonio de la colectividad y el principio individualista sea reemplazado por el de la solidaridad social.

3°) Que como medio para llegar a este cambio de régimen social, el Partido Radical preconiza el proceso evolutivo, debiendo comenzar Chile por la expropiación, a justo precio, de los grandes medios de producción hasta obtener que todos sean patrimonio de la colectividad.

Sería del caso entonces, preguntar quiénes serían los traidores: ¿Los que profitaron pendularmente o perdulariamente de la política, en un lado o en el otro, tanto aquí como allá, de acuerdo a la filosofa del péndulo, es decir cazando oportunidades en el itinerario pendular–perdulario de esta política que no pierde nunca o podrían ser acusados de traidores los que mantuvieron siempre las posiciones auténticas y propias del partido Radical junto a los trabajadores? Su entrevistado dice que al término del Gobierno del Presidente Gabriel González Videla (1946 - 1952) y a comienzos del segundo Gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958) “él formuló un llamado a los comunistas para combatir a Carlos Ibáñez porque iba implementar una segunda dictadura, tan dura como la primera y para evitar eso teníamos que unirnos todos”. ¡Caramba! o ¡Por el gran Péndulo! Piensa uno. ¿Cómo se entiende que un día formule un llamado a los comunistas para preservar la democracia y evitar el entronizamiento de una dictadura y que otro día proclame la necesidad de matar a todos los comunistas para afianzar una dictadura fascista? ¿Sería del caso impetrar una respuesta al reverendo Péndulo, para tener alguna explicación o sólo sería necesario invocar las luces del Vicario de este gran perdulario en la política chilena? Por último, el señor Durán, en su entrevista nos ofrece otra payasada pendular para la risa. Dice que la Junta Militar le ofreció dos cargos diplomáticos: uno de Embajador en México y el otro de Embajador en España, cargos que él rechazó según afirma. ¡Pero señor Duran! Antes, por lo menos usted poseía la cachativa, la diablura y la pillería para darse cuenta por donde iba el juego ¡Don Julio Durán Diplomático! Seguramente los militares lo imaginaron de mero macho en México y de académico de la lengua en España y el señor Durán, en vez de enojarse simplemente contestó que no.

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Desearía señor Director, que publicara esta carta, si ello le fuera posible. Su retraso se debe a razones obvias: Carezco de acceso oportuno a los diarios de nuestro país y la brillante entrevista hecha al señor Durán sólo la pude leer hace algunos días.

Atentamente

Aníbal Palma Fourcade

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13. De la Unidad Popular a la lucha por el socialismo

Entrevista de “Chile Informativo”, La Habana, Cuba

Octubre de 1978.

No tenemos otros compromisos ni otros contactos políticos que los que se llevan a través de la Unidad Popular (UP). No han habido llamados ni gestiones particulares del Partido Radical (PR) ni ninguna declaración, actitud o hecho, en que hayamos aparecido en una alianza preferente con la Democracia Cristiana “(DC), abandonando a otros sectores de la izquierda”. Así lo declaró el dirigente del Partido Radical Aníbal Palma, en entrevista exclusiva concedida a “Chile Informativo”1. El Ex Subsecretario de Relaciones Exteriores, Ex Ministro de Educación y Ex Ministro Secretario General de Gobierno durante la Unidad Popular, visitó la Habana a comienzos de octubre accediendo a una invitación especial del Partido Comunista de Cuba. En sus declaraciones vertidas en la capital cubana, afirmó: “Si el fascismo no hizo ningún distingo en la represión, es absurdo que los antifascistas hagan distingos entre ellos en la etapa de la lucha antifascista. La unidad debe buscarse con todos aquellos sectores que están contra el fascismo y por un retorno al sistema democrático en Chile”. Con sólo 42 años, el currículum de Aníbal Palma incluye una relevante actuación como dirigente estudiantil de su Partido, comenzado en 1953. Y también varios años de cautiverio iniciados el mismo 11 de septiembre de 1973, cuando fue capturado por los militares en el Palacio de la Moneda, donde permaneció junto al Presidente Allende, otros ministros y funcionarios y militantes de los Partidos que lo apoyaban.

Nuestro entrevistado no eludió ninguna pregunta.

1 “Chile Informativo” era el nombre del boletín que publicaba en La Habana desde 1974 el “Comité Chileno de Solidaridad con la Resistencia Antifascista”, que agrupaba a los exiliados chilenos en Cuba, divulgando amplia información sobre la situación del país (Nota del Editor).

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¿Cuál es, a su juicio, el más relevante hecho en la actual situación chilena?

No se puede hablar de un sólo hecho sino de un conjunto de situaciones que se resumen especialmente en cuatro puntos: el claro desgaste del fascismo, la mayor resistencia y coordinación de los sectores opositores que superan la barrera del miedo, la sostenida presión internacional y la crisis que se agudiza al interior de las Fuerzas Armadas. El desgaste de la Junta ha tocado fondo, los sectores que aún se mantienen a su lado surgieron y van a morir con ella. Allí se ubican, por ejemplo, la oligarquía beneficiada por la política económica impuesta por los militares y sectores de las Fuerzas Armadas que no quieren abandonar el rol protagónico que se autoasignaron en 1973, pero también existe un sector muy heterogéneo de población que, como en cualquier país del mundo, es proclive a sentirse identificado por las formas autoritarias de tipo racista. Así lo vemos en naciones europeas donde constatamos la existencia de un sector social que puede ser insignificante, a veces mínimo, donde las formulas fascistas encuentran expresión. Todo este conglomerado va a mantener su apoyo a la Junta, pero tiene un peso diría que no superior a un 15% o a un 16% de la población. El aumento de la resistencia interior, por otra parte, se expresa en la multiplicación de las movilizaciones de masas y en un mayor grado de coordinación y organización de las acciones conjuntas. Una dictadura se mantiene por la represión directa y del efecto multiplicador de la misma, de la sensación de miedo que impacta a algunos sectores y crea una especie de estancamiento. En la medida en que se vence la barrera del temor, se inicia un proceso de avance con perspectivas hacia el futuro que no admite retroceso y que, en la situación de nuestro país, se palpa cada día con mayor claridad. Hoy son públicas las manifestaciones que en un comienzo fueron subterráneas y ahora se sale a la calle y diversos personeros divulgan declaraciones que firman con nombre y apellido. Por otra parte, la actividad sindical cobra fuerza y sentido crítico. Al contrario de lo que muchos imaginaron a cinco años del Golpe, permanece una presión internacional y una preocupación solidaria considerable con Chile. Así lo demuestran reuniones recientes como la realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Comisión de Derechos Humanos y los previsibles resultados de la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), elementos muy importantes a tener en cuenta, pero es igualmente importante la crisis desencadenada al interior de las Fuerzas Armadas. Esto no significa necesariamente que hayan cobrado mayor fuerza los sectores democráticos que se mueven en su seno. Diría más bien que hay pugnas por el poder y, fundamentalmente, que preocupa un espectro puramente profesional que afecta al conjunto de las Fuerzas Armadas: la seguridad Nacional. Oficiales de mediana y alta graduación, observan con preocupación la situación de aislamiento interno y externo que enfrenta el país y consideran que Chile atraviesa la más delicada crisis limítrofe que ha tenido en mucho tiempo, especialmente en relación con Argentina2.

2 El llamado “Conflicto del Beagle” fue la pugna entre la República Argentina y la República de Chile sobre la determinación de la traza de la boca oriental del canal Beagle, que afectaba la soberanía de islas que se ubican

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Estos sectores aspiran a buscar un cambio que permita mejorar la imagen del régimen militar, obtener un mayor respaldo internacional y una mejor cohesión interna.

¿Estarían los radicales dispuestos a sacrificar la presencia de algún Partido de la izquierda a condición de desplazar a la dictadura?

No contesto directamente sobre la exclusión de un determinado partido político porque no es ese el problema. Los radicales nunca hemos estado por marginar a ningún sector que esté contra la dictadura. La experiencia histórica de otros pueblos señala que su derrota exige una gran unidad de todos los sectores antifascistas. El mismo fascismo en Chile nos dio una lección. Antes, durante y después del Gobierno de la Unidad Popular se discutió mucho sobre las diferentes etiquetas que unos y otros nos poníamos. Había que ver quiénes eran más o menos revolucionarios, más o menos reformistas; eso dividió por mucho tiempo a los sectores progresistas en Chile. El fascismo tras el Golpe Militar, no hizo ningún distingo en la represión. Todos los partidos de la izquierda chilena tienen una cuota de muertos, torturados, exiliados y de prisioneros desaparecidos. Esta es la lección que debemos recoger. Queremos precisar también otro concepto. La unidad amplia que preconizamos no significa que el Partido Radical olvide su compromiso con la causa del socialismo.

¿Reconoce la existencia de presiones destinadas a conformar un tipo de alianza distinta al planteado por los partidos de izquierda?

Habría que ser ciego para no detectar presiones destinadas a buscar otro tipo de fórmulas, pero yo no circunscribiría el problema al Partido Radical. No hay ningún Partido que no haya sido objeto de insinuaciones o víctima de maniobras en este sentido, pero creo que más que preocuparse de las maniobras del adversario, tenemos que preocuparnos de nuestra propia capacidad de responder a este tipo de acciones. Más que entrar en la suspicacia o la sospecha interna, debemos enfrentar el problema forjando realmente nuestra unidad. El enemigo nunca va a estar a favor de nuestras formulas. Somos nosotros quienes debemos realizarlas.

dentro y al sur del canal, y al este del meridiano del Cabo de Hornos y sus espacios marítimos adyacentes. Un laudo arbitral pronunciado en 1977 otorgó aguas navegables en el canal Beagle a ambos países y la mayor parte de las islas y de los derechos oceánicos generados por ellas a Chile. La dictadura militar argentina rechazó el fallo declarándolo “insanablemente nulo” y reactivó sus reclamaciones hasta el cabo de Hornos. El conflicto llegó a su punto culminante el 22 de diciembre de 1978 cuando las Fuerzas Armadas de Argentina se dispusieron a ocupar las islas en disputa. La intervención del Papa Juan Pablo II evitó la guerra y condujo una mediación que llevó a la firma del Tratado de Paz y Amistad en 1984 (Nota del Editor).

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Sin embargo, se dice que hay fuerzas que no controla Partido Radical, pero que se expresan pretendiendo ser sus voceros, que aceptarían la exclusión del Partido Comunista.

Creo que la línea de los partidos políticos debe medirse por sus documentos más que por comentarios y no hay ningún documento del Partido Radical que dé siquiera pie a especular en torno de esa eventualidad. Desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante, los documentos y declaraciones de los personeros oficiales y representativos del Partido Radical indican una sola posición que es la anunciada anteriormente. En nuestra última reunión de la Dirección Única, en donde participaron representantes del interior y del exterior, se aprobó un documento político en que esto está claramente expuesto.

¿Qué avances y retrocesos se han experimentado en la izquierda luego de la reciente reunión realizada por la Unidad Popular en Chile?

Quiero ser muy franco. No es como para llenarnos de felicidad que, a cinco años del Golpe, se haya reconstituido en Chile la UP y esto no ha sido responsabilidad de nuestro Partido. En Chile y en el exterior, hemos hecho también llamados amplios y unitarios a la lucha antifascista.

A su juicio, el Partido Radical chileno, ¿está a la izquierda de la socialdemocracia?

No existe una socialdemocracia internacional. Lo que existe es una “Internacional Socialista” que agrupa a partidos que expresan distintas tendencias y posiciones. Dentro de ella, existe una vertiente socialdemócrata, en que ubicaríamos a la socialdemocracia alemana, austriaca y de los países nórdicos con distintos matices diferenciadores. También existe una corriente laborista, expresada fundamentalmente por el Partido Laborista Inglés, y una vertiente socialista en la que se incluye el Partido Socialista francés, el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Socialista italiano y el portugués, también con diversos matices internos. Pero no quiero eludir la pregunta. Dentro de estas corrientes o tendencias que legítimamente se dan, con su propia personalidad, dentro de la Internacional Socialista, nosotros nos sentimos más identificados con la corriente socialista. Es algo que hemos dicho en forma clara y permanente. Planteamos que la Internacional Socialista debe acentuar la lucha antiimperialista y anticolonialista, con impulsos propios de carácter socialista y no para desarrollar proyectos alternativos o reformadores dentro del sistema capitalista. Su acción y la de los partidos afiliados, debe ser de una absoluta coherencia entre los principios, las declaraciones y los hechos concretos. En cuanto a su acción en América Latina, ésta debe considerar las realidades económicas y geopolíticas específicas del continente.

¿Se han realizado avances en los llamados emitidos por la Unidad Popular a la Democracia Cristiana?

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Si consideramos el tiempo transcurrido desde el 11 de septiembre de 1973 a la fecha, indiscutiblemente es mayor la unidad y el entendimiento con la DC que el que teníamos anteriormente. Pero creemos que la DC en su conjunto, no está aún a la altura de su responsabilidad histórica que no ha respondido a los llamados con la prontitud que la realidad chilena exige. Creemos que en esta etapa de la lucha la Democracia Cristiana tiene que entender que la unidad entre todos los sectores es fundamental, que no hay que soñar con alternativas individuales o fórmulas restringidas que sólo contribuyen a perpetuar a Pinochet. La realidad objetiva indica que no es la Unidad Popular la actual alternativa, pero que tampoco lo es la Democracia Cristiana. La única alternativa viable hoy, que no significa dejar de tener proyectos históricos distintos, es la de una unidad amplia. Nuestro proyecto histórico es el socialismo. La DC tiene su propio proyecto histórico, que nosotros o ellos puedan realizarlo exige, como condición previa, la erradicación del fascismo en Chile y esto, a su vez, la unidad de todos los sectores antifascistas. Creemos que la unidad con la DC se gesta, no sólo mediante un llamado persistente y obsecuente, se gesta en torno a un llamado que exige la propia realidad chilena, sin silenciar las opiniones críticas con respecto a determinadas actitudes de la Democracia Cristiana.

¿Existe algún acuerdo explícito o al menos establecido en algún nivel, entre el Partido Radical y la Democracia Cristiana?

No tenemos otros compromisos ni otros contactos que los que se llevan a través de la Unidad Popular. No ha habido llamadas ni gestiones particulares del Partido Radical ni ninguna declaración, actitud o hecho, en que hayamos aparecido en alianza preferente con la Democracia Cristiana, abandonando a otros sectores de la izquierda. El que no hayamos llegado a un acuerdo, ni siquiera parcial con la DC, no es caprichoso. Tiene que entenderse que nuestra presencia en la Unidad Popular no es producto de una alianza electoral sino que obedece a nuestra posición de partido de clase, con definición socialista. No estamos en un movimiento pendular3 dentro de la Unidad Popular, integramos una combinación de partidos políticos que expresan nuestra posición de clase, al margen de la cual no podríamos buscar otras alianzas.

Se habla mucho de un proyecto socialdemócrata para chile y para otros países latinoamericanos. ¿Qué sabe el Partido Radical de la posición de la socialdemocracia europea y latinoamericana frente a la situación chilena?

No se puede negar el aporte que en la lucha antifascista han hecho los partidos de la llamada socialdemocracia, que en términos más precisos serían los que integran

3 El senador Julio Durán, “exponente destacado del ala derecha del radicalismo”, sostendría que en la política chi- lena el Partido Radical debía regirse por la “ley del péndulo” (Eduardo Labarca Goddard: “Chile al Rojo. Reportaje a una Revolución que Nace”, Ediciones Universidad Técnica del Estado, Santiago, 1971).

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la Internacional Socialista. Yo no diría que existe un acuerdo concreto, específico, que busque determinadas combinaciones de Gobierno, sino que una inquietud por encontrar formas democráticas que erradiquen las dictaduras militares de tipo fascista en América Latina. Yo desempeño el cargo de coordinador del Partido Radical en Europa y en los contactos que mantengo, prima siempre el respeto a la soberanía de cada país para darse un Gobierno y soluciones propias. Además, ningún Partido en Chile apela a fórmulas enviadas desde el exterior. Por el contario, buscamos fórmulas que surjan de la propia realidad chilena.

¿Cómo se ve la lucha contra la institucionalización del fascismo y cuál sería la alternativa de la izquierda con respecto al proyecto constitucional recién publicitado por la Junta?

Este proyecto de Constitución es un intento de institucionalizar el fascismo y nos obliga a levantar alternativas. A eso obedece la preocupación por conformar en Chile una Comisión Constituyente que abarque todo el espectro de las fuerzas opositoras y que está encargada de preparar un proyecto alternativo. Sería prestarse a una farsa sostener además la idea de someter a un Plebiscito organizado por la Junta su proyecto y el nuestro. Lo que planteamos es que exista una alternativa de proyecto que se discuta en una Asamblea Constituyente elegida democráticamente. Una Constitución no puede aprobarse como un paquete, tiene que ser producto de una amplia discusión y elaboración con el concurso de todos los sectores y las corrientes. El único mecanismo valido para ello es una Asamblea Constituyente elegida en elecciones libres. Esto requiere previamente, que se constituyan los Registros Electorales y que, a lo menos, se brinde plena libertad de expresión.

¿Y qué avances se han realizado en torno a esta alternativa?

La Unidad Popular iniciará pronto una reunión consultiva para estudiar los trabajos que se han estado preparando por distintas comisiones. En Chile, distintos personeros, que expresan a una amplia gama de sectores, integran una comisión encargada de preparar un texto constitucional. Pero debemos aclarar que el problema fundamental, en esta etapa, no es discutir el punto y la coma de una nueva Constitución, sino luchar porque ese proyecto se someta a la discusión de una Asamblea Constituyente elegida de forma democrática.

Al parecer, la DC mira con optimismo los efectos desestabilizadores que la investigación del caso Letelier producirá en Chile. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Periódicamente la DC se ha llenado de optimismo frente a determinadas coyunturas en Chile. Yo diría que, desde hace cinco años la DC atraviesa por sucesivos períodos de optimismo unos y de depresión otros. En estos últimos se acentúan sus acercamientos a la UP. Ahora bien, la DC comete un grave error si confunde el posible cambio de Pinochet con un cambio del sistema. Es efectivo que la investigación del asesinato de Letelier integra el cuadro de la crisis actual que podría conducir a la caída de Pinochet.

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Pero esto no significa el cambio del sistema a corto plazo. Somos más realistas y creemos que esto no es tan inmediato. Requiere de un largo proceso de maduración y de lucha. Pero no desconocemos que la caída del Dictador posibilitaría mejores condiciones en la búsqueda de una verdadera solución. Nuestro Partido ha puesto el acento en que la lucha debe dirigirse a combatir el sistema y no centrarse en la persona de Pinochet.

A su juicio, ¿hasta dónde llegará Estados Unidos en la investigación del asesinato del Orlado Letelier?

Estados Unidos ejerce lo que llamaría una política de presiones controladas. Sería injusto sostener que en el caso Letelier ha existido sólo una investigación judicial en que el Gobierno Norteamericano ha permanecido indiferente. A través de diferentes actitudes se evidencia una presión política controlada que busca producir un cambio sin afectar fundamentalmente el sistema. Si los EE.UU dieran a conocer todos los antecedentes disponibles en este asesinato y en del General Prat, como también en torno al atentado contra Bernardo Leighton, la crisis podría precipitarse. Es por esto que sin desconocer la importancia que ha tomado la investigación judicial en USA y el respaldo político graduado que ha obtenido, pensamos que son muchos más los antecedentes que el gobierno norteamericano podría revelar4. Hay otro elemento importante que debemos considerar. El problema chileno en el pueblo de los Estados Unidos, particularmente sensibilizado por el asesinato de Orlando Letelier, se ha transformado de un problema político, en un problema de opinión pública y de ahí su importancia. Se podrá ser muy crítico del sistema norteamericano pero debemos reconocer que su opinión pública tiene un peso muy grande. Sin ir más lejos, recordemos los ejemplos de Vietnam y Watergate. Chile es, en estos momentos, un caso de opinión pública que el gobierno norteamericano tiene que entender y esto lo ha llevado a sustentar posiciones cada vez más duras.

¿Cuál es el papel que han asumido los radicales en los diferentes frentes de lucha?

En el plano sindical, por ejemplo, se expresa en una política de frente amplio, de unidad con todos los sectores sindicales en las luchas por sus reivindicaciones como trabajadores y por el retorno a la democracia. Se expresó además en la Comisión Constituyente, donde no hay una formulación política que constituya en sí un frente amplio, pero que en la práctica, en los hechos, constituye un consenso extenso de todos los sectores que están por la lucha antifascista. Estas acciones demuestran que la política de unidad amplia que ha preconizado la UP, se da en la realidad concreta.

4 Se refiere a tres acciones extraterritoriales emprendidas por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) en el marco de la “Operación Cóndor”: el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército, general , y su esposa Sofa Cuthbert, en Buenos Aires, en septiembre de 1974; la muerte del ex Ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Defensa Orlando Letelier, en Washington, en septiembre de 1976; y el atentado contra el ex Vicepresidente de la República, Bernardo Leighton, y su esposa Anita Fresno, en Roma, en octubre de 1975 (Nota del Editor).

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¿Cuál es su opinión acerca del conflicto limítrofe con Argentina?

La situación de debilidad, de desprestigio, de aislamiento a que la Junta ha conducido al país, ha facilitado que Argentina desarrolle una actitud agresiva que no se compadece con la legitimidad de los derechos que en este conflicto asisten a nuestro país. Tradicionalmente, cuando han existido problemas limítrofes, éstas se constituían en un factor de movilización pública en Chile en contraste con la indiferencia que se registraba en Argentina. Llama la atención y lamentamos constatar que la situación se da hoy en condiciones diferentes. En Argentina el problema con Chile es un factor de movilización y aglutinante de opinión pública que el Gobierno Militar de ese país instrumentaliza. La dictadura Chilena, producto de su aislamiento interno y su desprestigio internacional, está en una posición más débil.

¿Existe realmente peligro de guerra?

Racionalmente es una locura pensarlo. No quisiera creerlo, pero hay elementos objetivos que indican que el peligro existe. La experiencia enseña que en una dictadura de tipo fascista, cualquier locura es posible.

Finalmente, ¿qué nos puede decir de la situación del Partido Radical en Chile?

No existe un Partido Radical en el exterior y otro en Chile, sino un sólo Partido que funciona y trabaja en el país. Además, hay militantes que, impedidos de actuar en Chile, cumplen tareas en el exterior que emanan de su Dirección Única. El Partido Radical ha superado la etapa de crisis que afectó a todos los partidos políticos de la Izquierda chilena, se ha reorganizado y existe orgánicamente en todas las provincias. Su presencia se constata tanto en el plano sindical como en el juvenil y de la mujer, así como en las diferentes acciones de profesionales y técnicos. Puede decirse que no hay una sola movilización en Chile donde no esté presente nuestro Partido. Si antes algunos pensaron que podría haber soluciones que excluyeran al PR, hoy no hay solución sin su presencia. Éste es un hecho que tiene que tomarse en consideración. Valoramos esto, no en un sentido de chauvinismo partidario sino en función del conjunto de las fuerzas progresistas en Chile. Nuestra lucha, nuestra presencia y mejoría orgánica en lo cualitativo y cuantitativo, benefician al conjunto de la izquierda.

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14. Pedro Aguirre Cerda: no sólo un recuerdo histórico

Centenario del Nacimiento del Presidente Pedro Aguirre Cerda. Febrero de 1979.

e voy a valer de algunos apuntes sobre la vida y la gestión política del Presidente Pedro Aguirre Cerda, tratando de que este diálogo asuma el carácter de un coloquio, para no incurrir en la debilidad del discurso ni mucho menos en el exceso de la arenga. MCreo que para nosotros, este es un tiempo no sólo de grandes luchas sino que una etapa para la serenidad de la reflexión y para el ejercicio del estudio crítico de nuestra realidad histórica. Siempre se habla, históricamente, de los grandes hombres como si éstos fueran un fenómeno ausente o ajeno de su tema y de su circunstancia, vale decir de su realidad. De don Pedro Aguirre Cerda, la historia tradicional del país habla de “el gran maestro”, de “el gran Presidente”, de “el amigo de los pobres” y otras frases por ese estilo, que constituye en esencia el afán político–filosófico de la singularización y de la separación o aislamiento del hombre como individuo, de lo que conforma la pluralidad histórico– social de su tiempo y de su entorno. Los historiadores de la oligarquía chilena, han llegado a decir de Pedro Aguirre Cerda que hubiera podido ser un gran Presidente del país, si no hubiera sido elegido por las fuerzas de la izquierda. Y precisamente por haber sido el primer Presidente de las fuerzas de la izquierda de Chile, fue el que bajo su gobierno se establecieron las bases estructurales del desarrollo de nuestra economía, de nuestras fuerzas sociales, de nuestra cultura, de nuestra educación y se forjó, además, en los hechos concretos de la más vasta y profunda democratización de los hábitos políticos de la Nación. Los historiógrafos de la burguesía, sin embargo, prefieren hablar de las personas para bien o para mal, pero aislados de lo que han representado en cuanto a factores políticos de las fuerzas sociales en pugna. Los grandes hombres, en los niveles políticos, son la suma o la multiplicación de los valores que encarnan, en cuanto a representación de amplias categorías sociales. Constituyen esos hombres un factor de proyección de un cuerpo de ideas, sentimientos, aspiración y también, por cierto, una individualización concreta de todos

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esos valores. Sin embargo, la historiografa burguesa, profundamente individualista, incide siempre en las diferencias entre el personaje de la historia y los hechos que lo han engendrado, lo han proyectado y que por último, lo han realizado. En el caso de Pedro Aguirre Cerda, los ideólogos de la burguesía chilena no tienen más remedio que reconocer algunos de sus atributos humanos, culturales y políticos. Pero en ningún caso están dispuestos a reconocer en él lo que realmente fue: el líder del Frente Popular, es decir, de la combinación de las fuerzas de la izquierda y el primer Presidente de la República elegido en abierto combate contra las fuerzas de la reacción. Hemos heredado de Pedro Aguirre Cerda, a través de la historia, una imagen personal suya bastante unilateral y limitada: un hombre sonriente, bondadoso, quitado de bulla, distinguido y afable. ¿Pero qué hay de la entereza, el coraje y el espíritu de lucha de un hombre que hizo una campaña electoral por todo el país luchando en contra de la oligarquía, pueblo por pueblo, aldea por aldea, caleta por caleta, feudo por feudo? ¿Qué nos dice esa historia, de la que hemos venido hablando, del hombre que asume la Presidencia de la República fiel a su programa y leal a sus amigos y compañeros de lucha? La imagen que los grandes hombres suelen proyectar a la posteridad no corresponden muchas veces, la mayoría de las veces, a lo que esos hombres fueron en vida. Un poeta francés, Paul Verlaine, decía que la desgracia de los grandes hombres era que la posteridad siempre los conocía en la versión de sus últimos años, cuando se hacían conocidos o famosos y no en la plenitud de su energía, de su juventud, de su ascenso vital. Verlaine lo decía a propósito de otro gran poeta: Edgard Allan Poe, cuya imagen conocida por la posteridad era la de un hombre sumamente castigado por la vida. De Pedro Aguirre Cerda, como de muchos otros de nuestros grandes hombres, nos han entregado una imagen que corresponde sólo en parte a su vida y a su carácter. Forjémonos entonces, una imagen realista de don Pedro Aguirre Cerda, para lo cual atengámonos a algunos hechos concretos de su vida. Nació en el pueblecito rural de Pocuro, cerca de Los Andes. Asistió de niño a la misma escuela pública que había dirigido en el pasado don Domingo Faustino Sarmiento, el gran maestro argentino fundador en Chile de la Escuela Nacional de Preceptores y que sería con los años Presidente de su país. Pedro Aguirre Cerda, seguirá después sus estudios en otra escuela pública, la de Calle Larga, que es otro pueblecito rural que quedará bastante lejos de su casa. Tendrá que hacer diariamente el trayecto a pie, por las huellas campesinas o bien a la grupa de alguna “carreta chancha” que lo recogiera en la huella y que hiciera el mismo recorrido. Cursará Humanidades en el Liceo de San Felipe, para continuar luego en Santiago, porque se ha propuesto estudiar en la Universidad de Chile, para titularse de Profesor de Filosofa y Castellano. En 1900 ya es profesor de Filosofa y Castellano, como se lo había propuesto, pero ha resuelto además estudiar Leyes. Como ya es un profesional, está en condiciones de financiar los gastos que le demanda la nueva carrera que ha iniciado. En el ejercicio de su profesión de maestro, se enfrentará a la realidad social de su país. Como profesor de Filosofa, se dirigirá un día a sus alumnos con estas palabras:

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“Me extraña que muchachos de grandes familias y fortunas, se esfuercen tan poco por estudiar y aprender. Yo que soy un hombre modesto, hago clases para ganarme la vida y seguir una nueva profesión”. Estos hechos nos van dando la imagen de un hombre trabajador, estudioso, tenazmente esforzado y con una voluntad de hierro. Su dedicación a las tareas profesionales como maestro y como estudiante de leyes, no le impide preocuparse por los problemas de su época. Ya es miembro del Partido Radical y dedica todo su tiempo libre a las tareas políticas y al estudio de estos temas. Forja su bagaje cultural filosófico y pedagógico en las vertientes de la cultura universal y en el horizonte de su propio país, distingue a uno de sus grandes maestros: don Valentín Letelier, el hombre que en la Convención de 1906, impuso democráticamente una definición socialista al programa de nuestro Partido, el Partido Radical. En 1910, las autoridades del Gobierno lo distinguirán para que estudie Hacienda y Pedagogía en el Colegio de Francia y en la Universidad de La Sorbone. Cuatro años después, en 1914, de regreso en Chile será elegido Presidente de la Sociedad Nacional de Profesores y se transformará en uno de los más notorios promotores y agitadores públicos del proyecto de Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. En 1935 fundará la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile, llamada a imponer rumbos en la actividad económico–financiera del país. Estamos ya, entonces, en situación de forjarnos nuestra propia imagen de Pedro Aguirre Cerda. Un hombre modesto, un hijo del pueblo, un estudiante esforzado, un maestro lúcido, un creador de hechos nuevos en la historia de su país, un renovador de ideas y un militante social y político del progreso de Chile. Un miembro del Partido Radical. Un militante que se ha forjado en íntima relación con los trabajadores, la realidad y los problemas de su tiempo. Después será Diputado electo por el Partido Radical en representación de San Felipe, Putaendo y Los Andes, sus tierras de origen. Nuestro país, después de la Guerra Civil del 91, había caído en manos de la plutocracia nacional que se dedicaría durante más de 30 años a los negocios fáciles de exportar minerales, productos agrícolas y administrar intereses del imperialismo. El país estaba escindido entre un pequeño grupo de enriquecidos de todo signo y una inmensa masa de trabajadores manuales e intelectuales que se pauperizaban progresivamente. El país solo producía materias primas de bajo costo, debido a los inicuos procedimientos de la más abyecta explotación de los trabajadores. La década de los años 20 dará así origen a grandes luchas sociales y políticas que acercará a los Partidos de izquierda y los hará ir madurando las condiciones para la unidad política y social que los conduzca a un enfrentamiento democrático con la plutocracia. Sobrevendrá la gran crisis financiera mundial del capitalismo en 1929, con gravísimas consecuencias económicas y sociales para un país dependiente como el nuestro. La suspensión de las exportaciones mineras y agropecuarias, conducen a una paralización de la actividad económica del país, con desoladoras consecuencias en el horizonte social: hambre, desocupación, miseria y graves epidemias que acosan a la población. La plutocracia en el poder, responsable de tan graves consecuencias políticas, económicas y sociales, no está en situación de ofrecer soluciones a estos problemas, en

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razón de que la defensa de sus intereses económicos y de clase, están en contra de los intereses de la gran masa de la población, la que exige una nueva política para una nueva situación que ha superado todos los esquemas de la plutocracia. En tales circunstancias, a la caída en 1931 del dictador militar, Carlos Ibáñez del Campo, los sectores de la oligarquía agraria forman un bloque de derechas con conservadores y liberales para apoyar a Juan Esteban Montero, que resultará electo y que será derrocado un año después. Como dice el ensayista chileno René León Echaiz en su libro “Evolución Histórica de los Partidos Políticos”, por “una situación extraña y momentánea, el Partido Radical, cuyos programas escritos habían consignado desde años atrás tendencias socialistas, se coloca en esta oportunidad de parte de la candidatura de derecha”. La Junta Centra Radical, controlada por los hacendados trigueros y ganaderos de la zona sur del país, no sólo embarcaron al radicalismo en una combinación de derechas, sino que también lo llevaron a un apoyo inicial al Gobierno de Arturo Alessandri, elegido en 1932 por los Partidos Liberal y Conservador. La lucha interna de los sectores socialistas del radicalismo, obligaron a su Junta Central a hacer abandono del Gobierno de Arturo Alessandri y a facilitar los contactos con las fuerzas populares para, finalmente, incorporar al Partido Radical en la alianza del Frente Popular, el año 1936. ¿Por qué y para qué el Frente Popular? La derecha chilena sostuvo siempre que se trataba de una maniobra del comunismo internacional. Sin embargo, como ha resultado tradicional en los dichos de la derecha chilena, eso no era efectivo. Recojamos de los “Cuadernos de Investigación Histórico–Social de América Latina” de la Universidad de Frankfurt, estas expresiones del ensayista Fernando Mires:

“La burguesía chilena a través de sus publicistas, ha tejido la ficción de que el Frente Popular, que llegó al Gobierno a Pedro Aguirre Cerda, fue exclusivamente organizado por los comunistas. Si bien es cierto que la arremetida fascista tuvo la particularidad de aglutinar frentes pluriclasistas de resistencia, el Frente Popular chileno no se encuentra estrictamente determinado por esa estrategia general. Más bien lo vemos como el resultado de una serie de condiciones sociales, económicas y políticas que venían madurando, tanto en el nivel nacional como en el internacional, pero los procesos políticos hay que juzgarlos por su contenido interno y luego por las formas particulares que ellos adquieren”.

“Vemos en la crisis económica mundial de 1929 y en su repercusión en Chile, el detonante que va a liberar un conjunto de fuerzas sociales comprimidas por un estatus de preeminencia oligárquica. Su apariencia visible nos es representada por la trayectoria ascendente de los sectores medios y de la pequeña burguesía, pero su dinamismo interno se explica por la movilidad orgánica, sindical y política del proletariado chileno. De tal modo que antes de que estas diversas fuerzas, de nítida proyección antioligárquica puedan llegar a un nivel elevado de interrelación política, ya conformaban una plataforma antagónica a ese estatus. Su misma incapacidad de fusión inicial, favoreció el establecimiento de gobiernos de corte

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militar y civilista, cuya política se caracterizó en general, por un entreguismo con concesiones y por la represión sin cuartel hacia las clases populares. Gobiernos como el del General Ibáñez o el segundo de Jorge Alessandri, es decir, el del 32 al 38, carecían de toda capacidad para captar o asimilar a los sectores opositores, lo que va a facilitar el aglutinamiento pluriclasista del anti–oligarquismo”.

Hasta ahí lo que dice Fernando Mires en su ensayo para la Universidad de Frankfurt.

Es decir, el Frente Popular de 1936, triunfante en las elecciones presidenciales de 1938 con Pedro Aguirre Cerda, era una proyección política–social de la realidad chilena de ese instante. Se trataba de enfrentar, derrotar y desalojar del poder a la oligarquía y echar andar un programa de realizaciones económico–sociales de beneficio nacional y popular. Pedro Aguirre Cerda, abanderado del Partido Radical, será ungido candidato del Frente Popular en la Convención de Izquierdas celebrada el 15 de Abril de 1938. Aguirre Cerda agradecerá su designación y manifestará que “proclama los derechos políticos, económicos y sociales de esta gran masa del pueblo que ha vivido en la ignorancia, en la miseria y en la desigualdad social”. Agrega que “el Programa del Frente Popular es un reflejo de las aspiraciones de su propia vida, de sus ideas de libertad impulsadas en la cátedra, en sus libros y por la prensa”. Pedro Aguirre Cerda asumirá el Poder bajo el fuego graneado de la derecha que le cerrarán todos los accesos legales y parlamentarios para el ejercicio de su mandato, no obstante que él ha dicho: “subimos al Gobierno sin ningún espíritu de venganza”. Menos de un año después de esas palabras, pronunciadas en el saludo de Navidad de 1938, la derecha chilena golpeará las puertas de los cuarteles militares y precipitará un golpe de fuerza, conocido como “El Ariostazo”, que será conjurado por una colosal movilización de masas en defensa del Gobierno Popular. Había que señalar que, por esa época, no existía el “Pacto Militar Interamericano de Defensa”, lo cual significaba que el Pentágono aún no manejaba como propias a las Fuerzas Armadas de nuestros países como ocurriría a partir de 1946, con el “Pacto Militar de Río de Janeiro” en pleno funcionamiento.

¿Qué pasaba entre tanto al interior del radicalismo?

La derecha radical pondría toda clase de dificultades al Presidente Aguirre Cerda. Durante su mandato de sólo dos años, 10 meses y 28 días, fue acorralado por la derecha radical tanto como por la derecha adversaria de los Partidos Liberal y Conservador: “Al recorrer la historia de Chile, dice un historiador chileno, no se encuentra una oposición más irreductible que al Gobierno de Pedro Aguirre Cerda”…. La Junta Central Radical, dominada por su sector derechista, a comienzos de 1940, retirará su apoyo político al Gobierno y Pedro Aguirre Cerda llegará a redactar la renuncia a su alto cargo. El Presidente, no obstante las presiones de que fuera objeto, fue leal con los Partidos que habían constituido la combinación política que hiciera posible su Gobierno. Consecuente con los principios y las ideas que había prometido respetar e impulsar, cuando la mayoría derechista, que controlaba el Congreso, aprobó un Proyecto de

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Ley que ilegalizaba al Partido Comunista, no vaciló un instante, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, en vetar dicho proyecto, impidiendo así que se transformara en Ley de la República. El Presidente Pedro Aguirre Cerda, que era autor de dos libros de gran significación política y económica, “El Problema Agrario” y “El Problema Industrial”, había planteado con sentido visionario soluciones para ambos problemas que, a despecho de haber sido escritos en la década del ’20, seguían siendo actuales y perfectamente aplicables en la segunda mitad de la década del ’30. De conformidad a las ideas expuestas en ellos, impulsó desde el Gobierno un plan de desarrollo industrial, creando la Corporación de Fomento de la Producción, que se constituiría en la espina dorsal de todo el proceso de desarrollo económico de Chile durante 35 años, desde 1939 hasta su interrupción brutal por el Golpe Militar de 1973. El Proyecto de Ley de creación de la CORFO sería aprobado con la mayoría simple de un solo voto de diferencia, en medio de la más cerrada y virulenta oposición de la derecha. La CORFO y todas sus filiales (ENAP, ENDESA, IANSA y muchas otras), crearían en nuestro país toda la infraestructura industrial y promoverían un notable y sustantivo proceso de desarrollo del transporte, de la construcción, de la energía y combustibles, de la minería, del comercio, con el consiguiente desarrollo social y cultural.

El plan sexenal de alfabetización incorporaría 385.000 niños a la educación primaria.

“Propiciamos una escuela nueva, diría en su mensaje Presidencial de Mayo de 1939, que ponga el acento en las capacidades vocacionales y en la fuerza de realización de nuestros niños. En las ciudades reemplazaremos las salas de clases, donde se oye sólo la voz del maestro, por talleres donde se oiga el ruido del trabajo y donde los niños ejecuten sus capacidades creadoras. En los campos, reemplazaremos la escuela semialfabetizadora por otra que tienda al mejoramiento de las condiciones de vida”. Claude Bowers, Embajador de Estados Unidos en Chile por esos años, a quien no se podría acusar de partidario del Frente Popular, decía en un escrito sobre Pedro Aguirre Cerda: “Fue un educador en el verdadero sentido, con impulsos constructivos de Estadista. Gobernar es educar. Esta es la clave de su filosofa política”. Y para aquellos que les gusta “llenarse la boca”, como dice nuestro pueblo, con la soberanía nacional y con el sentido retórico y sonoro de la patria, habría que informarles que fue el Presidente Aguirre Cerda el que, recogiendo los conceptos visionarios de O’Higgins, fijó los límites del territorio antártico chileno, por Decreto Nº 7.747 del 5 de noviembre de 1940. Pedro Aguirre Cerda, hacia el término de su breve período de gobernante, diría que “el Gobierno ha orientado su acción a lo que ha estimado básico en el progreso nacional, ya en lo espiritual o en lo material y las responsabilidades que de ello puedan derivarse, pesan sobre mí y las asumo plenamente”. Nunca abrigaría temores sobre el veredicto de la historia. “En todo momento, diría, se ha tratado de justificar la unión de la familia chilena y de proporcionar nuevas situaciones y posibilidades para que el hombre modesto eleve constantemente su

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bienestar social y económico. He aquí, agregaría, un pueblo libre, dueño de su destino y en acción reformadora”. Y con referencia a una de sus más importantes obras manifestaría: “La Corporación de Fomento es una de las grandes empresas que el país sabrá agradecernos.” En relación con don Pedro Aguirre Cerda, no son sólo sus grandes iniciativas y creaciones como político y estadista, las que lo singularizan, sino también aquellas que ponen de relieve sus condiciones humanas y el alto sentido de su responsabilidad social frente a sus conciudadanos. Él ha sido el que ha incorporado al quehacer social y político a la mujer chilena, hasta ese momento marginada, postergada u olvidada. Un hecho ejemplar lo constituye el caso personal de su propia esposa, Misia Juanita Aguirre Luco de Aguirre Cerda, que emprendiera bajo el Gobierno del Frente Popular una tarea social que contó con todo el apoyo, el estímulo y la dedicación del Jefe de Estado. Hasta la presidencia de don Pedro Aguirre Cerda en el Gobierno del Frente Popular, las señoras de los Presidentes de la República, desarrollaban actividades sociales sólo en su importante condición de anfitrionas de los grandes y elegantes salones. Bajo el régimen popular del año ’38, la señora del Jefe de Estado inaugura la obra social de “La Pascua de los Niños Pobres”, que suponía en ese entonces, una vasta movilización de servicio y asistencia a través de todo el año hacia la niñez más desamparada. La Pascua de los Niños Pobres, institución social creada y puesta en marcha por Misia Juanita Aguirre, proyectó en Chile la imagen de un matrimonio ejemplar en el servicio al país; y desde un punto de vista moral significó una fuerte implantación de los lazos familiares en los sectores de la gran masa popular. La esposa del Presidente Pedro Aguirre Cerda y la empresa social a la que dio impulso, representan la incorporación histórica de la mujer a las grandes tareas sociales que la Nación esperaba de ellas y particularmente de aquellas mujeres que asumían funciones de alta relevancia por su vinculación tan directas a las esferas del Poder. La esposa del Presidente es la primera entre las Primeras Damas de la República que da un ejemplo de generosa entrega a las demandas de atención social que el Gobierno tiene el deber de proporcionar a todos sus compatriotas. Ella ha sido la que virtualmente abriera la puerta de la historia al ingreso masivo de la mujer al quehacer social y político y a una más directa e inmediata participación en los problemas de la Nación. Este hombre al que recordamos en el centenario de su nacimiento, fue sometido a una incansable campaña de vejámenes y calumnias por la oligarquía chilena. Y como en materia de lenguaje la derecha nunca ha conocido freno, se le llegó a señalar como un enemigo de la Patria. Se le difamó hasta la ignominia, no obstante haber sido el hombre que le puso la firma al acta del proceso de desarrollo de nuestro país. Recién instalado el Gobierno del Frente Popular, mientras la derecha vociferaba su odio y su resentimiento, sosteniendo que el Gobierno abriría el camino a una tiranía revolucionaria, que atentaría contra la religión, que arrasaría con las Iglesias y los conventos; y que sometería a toda clase de vejámenes y malos tratos a las monjas y a los sacerdotes. No obstante la campaña del terror impulsada por los sectores de derecha, se celebró en pleno centro de Santiago un congreso eucarístico internacional que levantó un altar monumental en la Alameda, frente al Palacio de Gobierno, hecho que nunca antes

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había ocurrido en Chile, como manifestación de la fe religiosa de las masas populares. No hubo ningún incidente, por el contrario, absoluto respeto para aquella manifestación de fe religiosa y así lo reconoció el Cardenal Arzobispo de Santiago y Jefe de la Iglesia Chilena, Monseñor José María Caro Rodríguez. Mayor demostración de respeto y tolerancia por la libertad religiosa y por el ejercicio de los derechos consagrados en la Constitución Política, no se había registrado con anterioridad en la historia de Chile. Pedro Aguirre Cerda es propia y auténticamente un hombre comprometido con su Partido Radical y el Frente Popular del que éste formaba parte. Su lema de Gobierno, “Gobernar es educar”, lo había tomado de uno de sus grandes maestros, Valentín Letelier, uno de los más importantes líderes del radicalismo. Aguirre Cerda representa para su época, los valores de un político avanzado, progresista, profundamente patriota, con una ejemplarizadora objetividad en relación a las necesidades de su tiempo histórico, de una certera visión de futuro y compromiso con sus postulados sociales y económicos. El Movimiento Político del 38, que encabezara el Partido Radical y el Frente Popular, cuya dirección asumiera personalmente Pedro Aguirre Cerda, no llegó a materializar ni todos sus proyectos ni todos sus propósitos. Se trataba de una alianza política joven, reciente, inmadura, que debió enfrentarse a situaciones sumamente complejas, pero que dejó grandes, positivas e irrenunciables experiencias. Fueron los sectores doctrinarios del radicalismo, fieles al ideario socialista de la convención del año 1906, los que impulsaron al Partido Radical a la formación del Frente Popular. Fueron aquellos sectores reaccionarios los que constituyeron en 1931 el Frente de derechas, los que se opusieron a la gestión de Aguirre Cerda, los que lo llevaron a redactar su renuncia a la Presidencia de la República y los que se aliaron luego a la derecha política y económica para culminar su gestión con la traición de Gabriel González Videla en 1948.

Hoy estamos enfrentados a nuevas situaciones, acerca de las cuales debemos meditar en voz alta.

Todos los caminos de solución a los problemas históricos, sociales, económicos y políticos, han sido aplicados, ensayados y probados en Chile. La derecha económica y política, habiendo dispuesto de todo el poder, nunca solucionó ningún problema de la Nación, incluso después del experimento populista del General Ibáñez del Campo del 52 al 58. La derecha ofreció al país un Gobierno de Gerentes, de expertos en economía y finanzas, con un super–gerente al mando del Presidente Jorge Alessandri Rodríguez. El fracaso todavía vive en la carne y en el espíritu de recientes generaciones de chilenos. Como episodios sucesivos, la Democracia Cristiana ofreció una vía de solución reformista que condujo a otro sonado fracaso. El capitalismo no ha sido solución para que Chile alcance los niveles de desarrollo económico–social y cultural. El Gobierno de la Unidad Popular, que aplicaba un programa de inspiración socialista fue salvajemente desalojado del poder antes de cumplir sus primeros tres años de ejercicio.

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Son recientes las cifras estadísticas y los hechos concretos realizados por el Gobierno de la Unidad Popular, como para insistir en ellos en esta oportunidad. Lo que corresponde señalar y exponer es que el capitalismo en Chile, como fórmula de Gobierno no ha tenido en última instancia otra vía que la del fascismo, es decir, el agostamiento de la democracia, su proscripción y su muerte. Los resultados de un quinquenio de ejercicio de la más brutal dictadura fascista sobre moldes de desarrollo capitalista, están a la vista y los testimonios sociales y personales de las víctimas los conoce el mundo entero. Está claro en la historia reciente del país, que los grandes saltos hacia el progreso se han operado mediante la unidad de las fuerzas del trabajo y sus expresiones político – partidarias. Esto ocurrió con el Frente Popular en 1938 y la Unidad Popular en 1970–73. En cuanto al Partido Radical, que asumió una posición hegemónica en el proceso histórico iniciado en 1938, no sería difcil imaginar lo que hubiera sido el curso de su historia, de haberse mantenido el radicalismo en las posiciones socialistas asumidas en la Convención de 1906. Una política de principios basada en el programa socialista del año 1906, sostenida a través de los años sin claudicaciones, hubiera anticipado el proceso de desarrollo histórico de las fuerzas de izquierda; y el Partido Radical habría estado en condiciones de cerrar los accesos históricos a las fuerzas demagógicamente reformistas, que comenzaron a insinuarse en la década de los años 40. La política de las coyunturas, la política de parches, esa política de cajón de sastre de los sectores reaccionarios del Partido Radical, que ponía a sus fuerzas políticas a disposición de cualquier necesidad de urgencia de la derecha, nos condujo al oportunismo, al arribismo y a proyectar en las esferas de su dirección a elementos descalificados. Este es un problema que hoy debe resolver el Partido Radical. ¿Es un factor coyuntural en la política chilena? ¿Es un añadido, un parche o qué para ser utilizado por la derecha o representa auténticamente a fuerzas sociales que necesitan una expresión definida en el espacio del socialismo nacional y latinoamericano? Las soluciones políticas coyunturales que los sectores reaccionarios del radicalismo han ofrecido a través de los años, han facilitado el aventurerismo y el accionar de estos círculos remanentes de la derecha para utilizarlos como valores transables en las alzas y bajas de la bolsa política nacional. Frente a este tipo de problemas, el Partido Radical tendrá que definirse por una política de principios, de acuerdo a su programa socialista, o por la vía coyuntural que es la que lo ha llevado durante algunas etapas de su desarrollo a convertirse en el carro de cola del convoy de la derecha oligárquica chilena. Las urgencias por estar presentes en todas las oportunidades, son las que han desfigurado la verdadera imagen socialista del Partido Radical. No es ningún misterio que la derecha chilena ha comprendido siempre la importancia de los contingentes sociales del radicalismo en el seno del movimiento popular. Es por eso que su gestión política ha estado permanentemente orientada a dividir los radicales, a restarles potencialidad y gravitación en el seno de la izquierda chilena y a operar la infiltración de sus hábitos, de sus costumbres y de su ideología en su interior.

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Tampoco pueden constituir ninguna sorpresa, los esfuerzos planificados de la CIA, de los Servicios de Inteligencia del Imperialismo y de sus distintos agentes para neutralizar a nuestro Partido en los grandes procesos de lucha que se han librado en Chile. Son hechos conocidos por el mundo y particularmente por los chilenos, los documentos revelados por la “Comisión Church del Senado de los Estados Unidos”, en la que, entre otras denuncias, se señalan operaciones específicas dirigidas a dividir o a neutralizar al Partido Radical.

¿Por qué? ¿Debido a qué se crearon esta clase de problemas al interior del Partido Radical?

Esto se explica porque el imperialismo a través de sus servicios de inteligencia y mediante su sistema de encuestas de opinión, conoce la gravitación del pensamiento radical en el seno de los sectores sociales medios y de los trabajadores en general. En una de sus partes, el “Informe Church” sobre acciones encubiertas del Gobierno de los Estados Unidos en Chile1 expresa: “El financiamiento de Partidos Políticos en gran escala en 1970–1973, no fue sin embargo algo sin precedentes. En 1962 el ‘Grupo Especia’”, predecesor del Comité de los 40, autorizó varios cientos de miles de dólares en un esfuerzo por levantar al Partido Demócrata Cristiano con anticipación a las elecciones de 1964. Se dieron también pequeñas autorizaciones en 1963 y en 1967, para apoyar a elementos moderados dentro del Partido Radical”. En las elecciones presidenciales 1964, según el “Informe Church”, la CIA aportó poco más de la mitad del costo total de la campaña Demócrata Cristiana, pero además dice que el “Grupo Especial” asignó fondos al Partido Radical. Como es lógico, los aportes fueron a grupos internos que pretendían dividir el Partido. No es simple coincidencia entonces que en 1964, el Partido Radical, cuya dirección estaba controlada por su sector más reaccionario, mantuviera su candidato Julio Durán para restar votos a Allende en la elección presidencial de ese año. Para mayor claridad el “Informe Church” agrega: “Se dio apoyo en 1964 a miembros anticomunistas del Partido Radical, que se esforzaban por alcanzar posiciones de influencia en la jerarquía del Partido e impedir que éste otorgara su apoyo a Salvador Allende”. En otro párrafo del mismo Informe se expresa: “El Comité 303 aprobó también US$30.000 en 1967, para fortalecer el ala derecha del Partido Radical”. No debemos olvidar que dos años más tarde, en 1969, se constituyó la Democracia Radical que, bajo la dirección de Julio Durán, apoyó la candidatura presidencial de Jorge Alessandri. Las maniobras continuaron durante el Gobierno de la Unidad Popular. El “Informe Church”, tantas veces citado, dice que: “Desde 1971 hasta 1973, “El Comité de los 40 autorizó casi 4 millones de dólares para Partidos Políticos de oposición en Chile”.

1 Así se conoce al Informe del Comité Selecto del Senado de los Estados Unidos para el Estudio de las Operacio- nes Gubernamentales respecto a Actividades de Inteligencia (Nota del Editor).

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Parte de ese dinero se invirtió en “un esfuerzo para romper la coalición de la Unidad Popular, por medio de la inducción a elementos que formaban parte de ella a que la abandonaran”. Fue precisamente el año 1971, que el Partido de Izquierda Radical (PIR) de reciente formación abandonó el Gobierno y se sumó a la oposición. Estas historias no son episodios del pasado y no ha sido el Partido Radical el único que las ha vivido. Hoy de nuevo se intentan maniobras para alejar al Partido Radical de sus posiciones de izquierda, para llevarlo a soluciones de coyuntura, que desvirtuarían el sentido de su línea política e ideológica socialista. Tampoco es el radicalismo el único Partido de la izquierda que las resiste. Los antecedentes expuestos demuestran la importancia que ha tenido y que tiene para la derecha y para los agentes del imperialismo dividir al Partido Radical y alejarlo de sus posiciones de izquierda. Por nuestra parte, estamos convencidos que Chile necesita un Partido Radical férreamente unido al pueblo trabajador y sólidamente integrado a los postulados del socialismo.

Ese Partido existe y existirá en la medida en que seamos consecuentes con nuestra auténtica trayectoria socialista.

¿Qué significan en estas circunstancias las voces que llaman a la “Unidad de la Familia Radical”?

¿Unidades con quiénes y para qué?

¿Unida con la Democracia Radical, que agrupa a los elementos más cavernarios que alguna vez militaron en el radicalismo?

¡NO!

¿Unidad en torno de objetivos que saneen las condiciones para una nueva embestida de las fórmulas fracasadas del capitalismo en nuestro país?

¡NO!

¿Unidad en torno de algunas “novedosas” fórmulas del imperialismo, que buscan mantener su sistema de dominación?

¡TAMPOCO!

El Partido Radical somos nosotros. Los que estuvimos a las duras y a las maduras con el Gobierno de la Unidad Popular, los que del primer momento se sumaron a la lucha antifascista en Chile, los que hemos estado en la misma posición durante los años del exilio, los mismos radicales que somos socialistas desde la Convención de 1906.

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¿Unidad en torno de nuestro Partido? ¡SI!

¿Unidad en torno de su programa socialista? ¡TAMBIÉN!

Y no negamos a nadie el derecho a reconocer filas, pero sobre la base de una clara definición de principios.

Si revisamos la historia de Chile de este siglo, “a partir de la Convención del año 1906”, llegaremos a la conclusión irrefutable que la presencia y la ejecutoria del Partido Radical, no sólo está en los escritos y los hechos de sus grandes figuras, sino que en todo el cuerpo social del país. ¿No se dijo siempre en Chile que en todos los pueblos había una Parroquia y un Club Radical? La realidad histórico–social y política de nuestro país, la de hoy, indica, señala y expone que el espacio propio de nuestra ideología socialista, permanece, está ahí, pero tenemos que asumirlo con responsabilidad, con gran seriedad y sentido ético del respeto hacia las masas trabajadoras que reconocen en nuestra colectividad su vocación de futuro. Para asumir este rol histórico que le corresponde a nuestro Partido, tenemos que proceder con serenidad, pero con firmeza y con claridad, sin contemplaciones. Si hay que ampliar la máxima severidad de control al interior del Partido, no debe haber vacilaciones en el enjuiciamiento y sanción hacia aquellos elementos que se presten a subvertir nuestra disciplina, a dividir o a salir por el atajo, cuando el radicalismo ya tiene resueltos sus objetivos socialistas y su política de alianzas. Decía al comienzo de esta intervención, que uno de nuestros deberes fundamentales de este instante, era la de dedicar parte de nuestras tareas al estudio y a la reflexión. Esta es una tarea que no podemos soslayar ni postergar. Nuestra reflexión debe estar dirigida al diálogo con los sectores medios y con las grandes masas de trabajadores hoy, mañana y todos los días. Debe constituir una obligación personal de cada uno de nosotros hacer llegar nuestro pensamiento a todos los sectores y personas. Debe constituir también el comienzo de nuestros métodos de trabajo, de lucha, de divulgación de nuestro pensamiento y sobre todo, un intento de establecer contacto con la juventud, con las nuevas generaciones del país que han de conocer el resultado de nuestra reflexión ideológica, histórica, política y cultural. Así estaremos en condiciones para desempeñar el rol histórico de impulsar la acción política en pos del socialismo. Así tendremos una fuerte y significativa gravitación en los hechos de nuestro tiempo que vive Chile y su gente. No nos encontramos hoy, ni tampoco nos encontraremos en el futuro inmediato, en condiciones fáciles para una acción política abierta en el sentido en que lo hemos venido planteando, porque el fascismo no otorga ninguna clase de facilidades. Es por eso que, para desalojarlo del poder, estamos por la integración de un amplio Frente Político Antifascista, pero esto no significa que estuviéramos dispuestos para abandonar nuestras posiciones de principios, por situaciones oportunistas o que

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pudiéramos estar dispuestos para facilitar soluciones de parche, en que uno de los parches pudiéramos ser nosotros mismos.

¡NO!

Un Frente Antifascista con todas las fuerzas democráticas, que abran el espectro político a la lucha de masas, por la conquista de un auténtico Gobierno democrático.

¡Si!

Pero ninguna concesión a los oportunistas que hablan de la supuesta reunión de “la Familia Radical”, para usufructuar de ayudas materiales o políticas o para manejar influencias.

¿Qué unidad política seria puede existir entre nuestro “Partido Radical” y la llamada “Democracia Radical” que ha asesorado al régimen de la dictadura en contra de todos los Partidos democráticos y de todos los demócratas?

¿O se justificaría una unidad política en nombre de la llamada familia radical, que no es otra que radicales al servicio de la dictadura y asumiendo posiciones en contra de la Unidad Popular bajo el Gobierno del Presidente Allende?

¡NO!

Nunca más le daremos una oportunidad al enemigo para que ponga sus pies dentro de nuestra casa, para intentar dividirla o para transarla por piezas en el mercado de valores de la política burguesa. Nuestro Partido Radical, de clara inspiración y programa socialista, sabe cuál es su lugar en la lucha: junto al pueblo trabajador, junto a los Partidos que han constituido el Frente Popular y que llegaron a ganar una parte del Poder con Allende en 1970. Unidad Radical, ¡Sí!, pero en torno de nuestros principios, de nuestro programa y de nuestro Partido. Unidad Programática, ¡Sí!, pero con todas las fuerzas que estén por la construcción de un Gobierno Socialista. Unidad Amplia, ¡Sí!, pero sobre bases inequívocas de fuerzas antifascistas que estén realmente por restablecer el funcionamiento de una verdadera democracia en el país. Es necesario en esta etapa que todos los sectores asuman su responsabilidad y que las tareas políticas del Frente Antifascista no se limiten a simples llamados sin respuesta, sino que concurran a la movilización de la base social que permita sobrepasar vacilaciones, oportunismo y/o discriminaciones. En el centenario del nacimiento del Presidente Pedro Aguirre Cerda, los radicales junto con rendirle un homenaje, hemos querido reafirmar nuestra posición y referirnos a situaciones del pasado y del presente que nos afectan. Lo hemos hecho con descarnada

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franqueza y diáfana claridad, porque tenemos confianza en la fortaleza ideológica y política de nuestros militantes y con el derecho que nos asiste, por el respeto que los radicales nos hemos ganado, por nuestras acciones y nuestra conducta en el seno de nuestro pueblo. En este aniversario, reafirmamos nuestro derecho, que emana de nuestra ejecutoria y de nuestros servicios al país, para ocupar el lugar que nos corresponde en la lucha por un futuro socialista y democrático.

Inspirados en el recuerdo de Pedro Aguirre Cerda

Motivados por el sacrificio heroico de Salvador Allende

Con Unidad y Lucha

VENCEREMOS!!!

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15. La lucha del pueblo chileno y las experiencias de restauración democrática

Ponencia en Seminario organizado por el Instituto por el Nuevo Chile. Ro"erdam, Holanda, 1979.

Sobre las características del fascismo chileno

Quisiera destacar algunas características del régimen militar chileno respecto de otras dictaduras en América Latina. El asunto se vincula a algunos puntos suscitados por las reflexiones de Lelio Basso y Clodomiro Almeyda1. Si se analiza la historia de los distintos países de América Latina, con algunas excepciones entre las cuales se encuentra Chile, nos encontramos con una sucesión de golpes militares que se alternan con gobiernos civiles. Pero las dictaduras más recientes, en particular en la última década, tienen una diferencia fundamental con las intervenciones militares del pasado. En mayor o menor grado, desarrollan proyectos que les dan cierta permanencia, particularmente en lo que respecta al papel que se reservan para el futuro, en la modificación de los sistemas políticos imperantes en los respectivos países. No se trata ya de la intervención militar que supera una crisis política sino que también llena un vacío del poder. Los militares vuelven a los cuarteles y el sistema de juego de partidos democráticos y el sistema político mismo prosigue más o menos igual, por un período prolongado, para dar paso a una nueva intervención militar. Ahora se trata de dictaduras que elaboran proyectos históricos para cambiar el sistema. El caso de Chile es muy representativo. En el aspecto ideológico, se ha planteado una posición muy clara en el ámbito económico, no se trata ya tan sólo de combatir las tendencias revolucionarias que buscan la sustitución del régimen capitalista, sino también de combatir las tendencias reformistas, que pretenden atenuar los efectos de injusticia social que genera el sistema capitalista, puesto que se persigue la exacerbación de la explotación capitalista.

1 La intervención se realizó en el marco de un intercambio entre chilenos y protagonistas de diversas experiencias europeas, organizado por el Instituto para el Nuevo Chile: Lelio Basso, Max Diamant, Eduard Groenveld, Alfonso Guerra, Daniel Meyer et. al., “La Lucha del Pueblo Chileno y las Experiencias de Unidad Antifascista y Restaura- ción Democrática en Europa”, Institute for the New Chile, Ro!erdam, 1979.

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En el campo sindical se declara superada y caduca la huelga como un instrumento de lucha de los trabajadores. En el terreno político declaran que la democracia pluralista y representativa está en crisis, pertenece al pasado y que lo moderno es buscar nuevas formas de expresión política, incompatibles con el pluralismo. Se trata de aniquilar el sistema tradicional y sustituirlo por otro. Esto se expresa no solamente en lo interno, sino también en el plano internacional, porque sostiene que la democracia occidental y la civilización cristiana occidental están en crisis por su debilidad frente al enemigo marxista–leninista. Se trata pues, de un proyecto que trasciende las fronteras nacionales para impugnar el hecho mismo de la distención. Todo esto sobre la base de una concepción de tipo mesiánico, con una pretensión de monopolio de la verdad, que se impondría con el tiempo, cualquieras que sean las críticas que hoy se le formulen. Pero en la medida en que enfrentamos a una dictadura que ha elaborado un proyecto distinto, ello nos conduce también a una problemática distinta, porque no se trata de sustituir una dictadura por un régimen civil, sino que se trata de erradicar un sistema, un modelo, que ha avanzado en la destrucción del régimen tradicionalmente imperante en Chile y que ha tratado de modificar los diversos aspectos en que se expresaba la gestación de nuestra democracia, lo que habíamos conseguido crear y ello nos conduce en profundidad al problema de las alianzas.

Unidad en la lucha antifascista y en la transición

Clodomiro Almeyda ha precisado con exactitud que la Unidad Popular no es una simple alianza electoral. Es el resultado de un proceso histórico en que los distintos partidos que la componen, a través del análisis, de la experiencia, de la decantación ideológica, han llegado a la conclusión de que sus respectivas aspiraciones filosóficas, en el plano democrático, en lo institucional, en lo económico, en lo social, no pueden realizarse sino en una sociedad socialista y esto justifica el por qué, a pesar de la derrota, esta alianza permanece. No significa que no existan diferencias, las hay y muchas, porque es una alianza de partidos que en el plano filosófico discrepan y en las aspiraciones programáticas también suelen existir diferencias. Pero no es negativo que exista esa diversidad, como existe en la izquierda europea, como existe también en el seno de los diversos Partidos Socialistas en Europa. También sucede ello entre nosotros, pero como aquí se ha dicho: “es más los que nos une que lo que nos divide”. Lo que nos unió en el pasado, lo que nos une hoy y nos va a unir mañana. Es por ello, que esta alianza es válida y útil, no sólo en la etapa de la lucha antifascista, sino que es también válida y útil en la etapa post fascista. Pero no basta con esta alianza. Hay otros sectores democráticos en Chile que tenemos que considerar. Hablo de la Democracia Cristiana en particular, que tiene un proyecto histórico diferente al nuestro. De manera que pensar que la alianza con la Democracia Cristiana tiene que hacerse en torno a su proyecto histórico, nos conduce a un problema insoluble. A no ser que pretendamos que la Democracia Cristiana se sume a nuestro proyecto o nosotros al de ellos. Pero hay un aspecto fundamental, la posibilidad de

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que la Unidad Popular reinicie el camino para la construcción de su proyecto y que la Democracia Cristiana tenga la posibilidad de desarrollar el suyo. La condición previa para esto, es la erradicación del sistema fascista. Mientras tengamos fascismo en Chile, ni la izquierda ni la Democracia Cristiana tendrán posibilidades de llevar adelante sus proyectos históricos, ya que se trata de proyectos a largo plazo. La alianza no debe ser buscada solamente en lo puntual del derribamiento de la dictadura fascista. Hay un proceso posterior que también va a requerir grados de acuerdo, porque ha sido tal la destrucción causada a Chile por el fascismo, tales los traumas para usar la expresión utilizada por Max Diamant2, con su secuela de muerte y persecución, a la vez que de demolición de nuestra economía, que será requerida una unidad amplia, en la etapa posterior, para reconstituir una democracia pluralista que permita superar la crisis. Si no lo logramos, no habría alternativa viable para nadie. En caso contrario, emergería el riesgo de la involución que aquí se ha evocado. Son muchos los campos en que se requiere colaboración: ¿Qué deberá hacerse en los que respecta al Poder Judicial? ¿Cuál será la nueva institucionalidad? ¿Cómo superamos la destrucción económica? ¿Cómo reconstruimos la convivencia democrática? En todos estos planos y en otros, se precisa la alianza y el entendimiento. Esto no se limitará a la etapa inmediata de la lucha contra el fascismo, ni siquiera solamente a la etapa posterior inmediata a su caída, sino a un proceso más o menos largo, que no significa necesariamente una acción de gobierno permanente.

Habrá que buscar las fórmulas.

2 Fue un joven trabajador alemán comprometido en la lucha contra el nacionalsocialismo en Alemania. Debió exiliarse a México durante el régimen hitleriano. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial regresó a la zona oeste de Alemania, donde se desempeñó en el potente sindicato del metal, encargado de los trabajadores extranjeros en la República Federal Alemana. Fue una importante figura de la Internacional Socialista (Nota del Editor).

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16. Una visita a Europa del Canciller de la dictadura

Discurso en Alemania Federal, el 17 de septiembre de 1979, en protesta por la visita de Hernán Cubillos, Ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura.

urante septiembre se ha cumplido el sexto aniversario del Golpe Militar en Chile. En el discurrir de estos seis años, el curso de la historia no se ha detenido. Esta manifestación solidaria con nuestro pueblo, como otras decenas o miles que se efectúan en el mundo entero en septiembre, se inscribeD en el marco de los grandes combates de este tiempo contra el colonialismo y el neocolonialismo, en contra del imperialismo, el racismo y el militarismo, y por la independencia, la libertad y la democracia para los pueblos de Asia, África y América Latina. Durante estos seis años, la Guerra en Vietnam terminó con la derrota de las fuerzas militares del imperialismo y ha ocurrido también en Irán con el triunfo de una revolución nacionalista1. Durante este tiempo se han desarrollado victoriosamente las luchas antiimperialistas y anticolonialistas en Asia y África, y se han consolidado regímenes independientes en Angola, Etiopía y Mozambique. También durante este período se ha consolidado un régimen democrático en España, después de cuarenta años de la dictadura de Francisco Franco. Lo mismo ha sucedido en Grecia y Portugal. En cuanto a nuestro entorno geográfico, en América Latina los pueblos de Bolivia, Ecuador y Perú han presionado los acontecimientos políticos hasta conducirlos a una etapa de retorno a las prácticas democráticas. Durante este período se puso término a la guerrilla en Nicaragua, con el derrocamiento de una dictadura terrorista, sostenida por cuarenta años por Anastasio Somoza con el apoyo del imperialismo2.

1 El 30 de abril de 1975, luego de más de 19 años, concluyó la “Guerra de Vietnam”, con la más profunda derrota política y bélica de la historia de Estados Unidos (Nota del Editor). 2 Poco antes de este discurso, el 19 de julio de 1979, había obtenido la victoria el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) en Nicaragua, derrotando la dictadura de Somoza (Nota del Editor).

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En Argentina y Uruguay, la resistencia a las dictaduras cobra cada día mayor fuerza. En Brasil, monumental escenario del primer ensayo de una nueva política de dominación imperialista para América Latina, los acontecimientos se orientan hacia una apertura democrática que posibilite una salida política pluralista después de 15 años de dictadura. Otras dictaduras latinoamericanas tambalean bajo la presión de grandes luchas populares, como en El Salvador y Guatemala. Pero es el caso de Nicaragua el que cobra especial relieve, porque en ese país hermano el imperialismo sufrió una doble derrota. Fue derrotado en la persona y en el régimen prototipo de las dictaduras bananeras impuestas por éste en Centroamérica y el Caribe y fracasó además en la operación política del recambio, puesto que el pueblo nicaragüense, en armas contra la tiranía, impuso un régimen democrático y pluralista generado por ellos mismos y no según los dictados del imperialismo. En Chile, durante estos seis años la dictadura terrorista de Pinochet ha conseguido mantenerse en el poder, mediante el auxilio de los más inicuos métodos represivos, pero no ha logrado consolidarse. Lo único que ha conseguido es sumar enemigos tanto al interior del país como en la esfera de las relaciones internacionales. Pinochet está atrincherado en la soledad y el aislamiento. Los textos de la historia inmediata de este tiempo, nos señalan que se si hace seis años, el Golpe Militar en Chile estaba inserto en un período de auge de la ofensiva imperialista, hoy asistimos a un proceso de crisis y degradación de esa política, mientras que se vive una etapa de avance y consolidación de los movimientos populares. En el contexto histórico mundial de la ampliación y profundización de las luchas populares, la dictadura militar de Pinochet no tiene por qué constituir ninguna excepción en cuanto al destino común que espera a todos esos gobiernos impuestos por la fuerza. Acontecimientos recientes ocurridos en nuestro país señalan que, progresivamente, los niveles de la lucha de masas en contra del régimen militar, amplían y profundizan su gravitación e influencia en los más amplios sectores sociales. El movimiento sindical, sometido a estrecha vigilancia y a una represión implacable, ha constituido y se ha procurado estructuras orgánicas adecuadas a la dura etapa en que se moviliza. Y a estas alturas las luchas de nuestra clase trabajadora, no se orientan sólo en el sentido de las reivindicaciones materiales, sino que expresan con toda claridad su repudio a la dictadura y su demanda de un inmediato retorno a la democracia. Las acciones sostenidas inclaudicablemente por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), han conmovido la conciencia internacional y se han constituido en un factor movilizador de las más amplias fuerzas sociales. Durante los días 4 y 11 de septiembre, las principales ciudades del país fueron escenario de considerables manifestaciones de protesta. La Iglesia Católica mantiene y endurece implacablemente su posición crítica a la acción represiva de la dictadura. La Democracia Cristiana parece evolucionar en un sentido que sugiere la idea de que, también para ellos, la unidad antifascista se hace necesaria. Prácticamente todos los días, las agencias informativas difunden nuevos y más resueltos actos de lucha y de protesta.

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Todos estos hechos han generado un recrudecimiento de la represión que ha afinado sus procedimientos más bestiales. Resultan extrañas entonces, declaraciones formuladas en este país por algunos dirigentes políticos que han sostenido que Chile avanza en un proceso de apertura democrática. Resulta inaceptable que se atribuya a un régimen dictatorial, la posibilidad de ofrecer una perspectiva democrática. Los hechos de la historia, prueban que el desarrollo del fascismo conduce inevitablemente a la destrucción de la democracia. La experiencia histórica vivida en Alemania y otras naciones muestra que las posibilidades democráticas pasan por la erradicación del fascismo. De acuerdo a esas experiencias, para erradicarlo se requiere la concurrencia de dos factores fundamentales: la unidad de todos los sectores que se le opongan y el desarrollo de la fuerza necesaria para obligar a una solución alternativa. LA PRIMERA CONDICIÓN exige el respeto hacia todos los movimientos y los partidos que concurran a la unidad y hace necesario abandonar afanes hegemónicos o pretensiones de utilizar algunas fuerzas en provecho de otras. Sobre esta materia, estimo conveniente formular algunas observaciones acerca de nuestra realidad política de hoy. A seis años del Golpe Militar, nos encontramos, por lo menos en el exilio, con un grado de unidad disminuida en relación a la que teníamos antes. Creo que las dificultades para nuestra unidad, no son sólo consecuencias de crisis o de problemas que se den al interior de uno o de otro partido, sino que obedecen a causas más profundas que debemos enfrentar y analizar. El problema general, que nos afecta a todos, es que durante estos seis años no hemos logrado elaborar una alternativa viable, táctica y estratégica, que abra reales y efectivas posibilidades. Creo que si hubiéramos tenido esa alternativa o alcanzado un acuerdo para gestarla, nuestra unidad no se hubiera resentido. Es por esto que pensamos que los problemas que afectan a ciertos partidos, son crisis superpuestas a la que enfrenta la izquierda chilena en general3. Hemos sostenido por mucho tiempo que la lucha antifascista pasa por la estructuración de un frente amplio en que tengan su lugar todas las fuerzas que están contra la dictadura y por el retorno de un sistema democrático. El planteamiento del Frente Amplio Antifascista es correcto, pero no podemos omitir el hecho de que no ha experimentado una materialización en la realidad4. Podríamos señalar algunas responsabilidades específicas por el retardo o escasa respuesta a este planteamiento, como podría ser el caso del Partido Demócrata Cristiano,

3 Aníbal Palma se refiere, sin mencionarlo, a la “gran división” del Partido Socialista de Chile producida poco antes en el llamado “Pleno de Argel”, efectuado en Berlín Oriental, en que resultaron dos sectores con dife- rentes concepciones y orientaciones políticas, liderados por y Clodomiro Almeyda, lo que entre otras cosas provocó el fin de la Unidad Popular como coalición política de la izquierda (Nota del Editor). 4 La política de un “frente antifascista”, basado en una convergencia de la Unidad Popular y la Democracia Cristiana como la clave para la derrota de la dictadura, había sido impulsada con entusiasmo por el Partido Co- munista, y formalmente por toda la Unidad Popular (aunque con niveles desiguales de convicción). Por cierto, nunca llegaría a concretarse (Nota del Editor).

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pero antes de entrar en el juego de las acusaciones tendríamos que buscar la forma de superar este tipo de problemas. Para alcanzar el objetivo de la unidad no podemos limitarnos a proponerla o pedirla. Debemos también crear las circunstancias concretas que las impongan. Para lograrlo, debemos primero reconstituir nuestra propia unidad y esto exige reestudiar una táctica y una estrategia y dotarnos de estructuras orgánicas capaces de aplicarlas. LA SEGUNDA CONDICIÓN exige un desarrollo ideológico y político de nuestras fuerzas y la capacidad de iniciar acciones que permitan imponer una solución alternativa. En esto debemos ser muy claros, aunque lográramos la unidad y la respectiva formula política de reemplazo, ello no bastaría para derrotar a una dictadura poderosamente armada. La experiencia reciente en Nicaragua, demuestra que aún cuando exista una alternativa política que concite el mayor respaldo, tanto interno como externo, una dictadura de las características de la de Somoza o de la de Pinochet no ceden ni abandonan el campo sino cuando ven que la correlación de fuerzas está en situación de derrotarlos. Una salida democrática no puede negociarse con el fascismo y la dictadura, y no debería darse al margen de nuestra propia capacidad para imponerla. Una transición negociada significaría que tendríamos que aceptar la sobrevivencia de los factores de defensa de los intereses del propio fascismo. En tal caso tendríamos que aceptar, por ejemplo, la impunidad absoluta de todos los crímenes que se han cometido. Sería absurdo pensar que quienes han cometido estos crímenes, que los que han sido cómplices de los mismos vayan a facilitar una salida que posibilite su procesamiento judicial. Si esperamos una salida política negociada, lo primero que exigirán los criminales será la impunidad y nosotros tendríamos que estar en situación de exigir justicia. Una salida negociada significaría aceptar una formula de recambio que otorgue garantías y mantenga la estructura de dominación imperialista, en circunstancias que nosotros deberíamos estar en condiciones de reiniciar el camino al socialismo. Si no estamos dispuestos a pagar ese precio, tenemos que desarrollar nuestras propias fuerzas, cosa que yo definiría como nuestra capacidad para transformar en hechos lo que hemos dicho muchas veces: que la lucha antifascista no puede descartar a priori ninguna forma de lucha. Hasta ahora, nos hemos dado estructuras para buscar el acuerdo político, pero no hemos generado estructuras capaces de precipitar actos de lucha en todos los frentes. En consecuencia nuestra tarea es doble: por una parte, gestar la unidad y elaborar una alternativa política viable; y por la otra, desarrollar la fuerza propia capaz de imponerla. Estas son tareas para nosotros los chilenos, pero la experiencia histórica internacional deja muy en claro que contra un régimen fascista armado no basta el esfuerzo aislado del pueblo que lo sufre. Es necesaria la concurrencia de factores externos de apoyo y en nuestro caso ese factor externo está en la solidaridad de todos los pueblos. En esta nueva etapa es necesario un mayor esfuerzo para hacer consecuente esa solidaridad y dotarla de contenido político. Hacer consecuente la solidaridad, significa comprender que no bastan las condenas morales sino que deben adoptarse medidas

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reales y efectivas. El boicot acordado por las principales organizaciones sindicales del mundo es una forma concreta de consecuencia entre lo que se dice condenar y lo que se hace por materializar el apoyo y la ayuda para abrir paso a una real solución. Dotar de contenido político a la solidaridad internacional significa hacer conciencia de que el problema chileno no es un asunto puramente humanitario. Es fundamentalmente un problema político y esto exige un mayor respaldo y ayuda efectiva a las organizaciones, movimientos y partidos capaces de impulsar una solución. Estas son tareas que corresponden desarrollar principalmente a quienes nos brindan su solidaridad. Una solidaridad internacional adecuada a esos criterios, compartirá nuestra protesta por la visita a este país de un personaje repugnante que oficia de Ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura chilena5. Sin apartarnos de la realidad en cuanto a que se trata de un simple amanuense de Pinochet, creemos necesario caracterizar brevemente a este sujeto. La Comisión Especial del Senado de los Estados Unidos que investigó la intervención de su gobierno y de la CIA en el Golpe fascista en Chile, estableció, según actas hechas públicas, que este señor Cubillos, desde su cargo de Gerente General de la Empresa “El Mercurio”, asumió las funciones de canalizar los millones de dólares que la CIA invirtió en Chile para “desestabilizar” al Gobierno Popular, “desestabilización” que culminó en el cruento Golpe del 11 de septiembre de 1973. Pero eso no es todo. En un proceso judicial contra la I.T.T. en los Estados Unidos, un alto ejecutivo de esa empresa transnacional, afirmó que uno de sus enlaces en Chile era el mismo Hernán Cubillos al que señaló como agente de la CIA. Este somero perfil de la catadura moral de este sujeto, permite calibrar su desvergüenza, pues en los mismos momentos en que el régimen militar es reo de nuevos crímenes, él se presenta ante autoridades europeas a decir que en Chile se camina hacia la democracia. La opinión pública mundial está informada de los recientes asesinatos de dos activos opositores, Daniel Acuña y Federico Álvarez, cometidos por agentes de la DINA y CNI; y conoce de múltiples denuncias por detenciones arbitrarias y torturas6. Cubillos no se da por enterado, así como tampoco acepta responder las preguntas de los periodistas sobre la burla macabra de que han sido objeto familiares de presos políticos desaparecidos, quienes depusieron su última huelga de hambre ante una resolución de la Corte Marcial que ordenaba les fueran entregados los cadáveres de 15 de sus deudos encontrados al interior de una mina en el sector de Lonquén7.

5 Hernán Cubillos Sallato fue Ministro de Relaciones Exteriores entre 1978 y 1980, siendo el primer civil en ocupar ese cargo durante la dictadura militar. Luego de un paso por la Armada, desde 1970 había sido uno de los principales ejecutivos de la empresa “El Mercurio”, de la cual asumió la presidencia en 1973. Es considerado uno de los artífices civiles del golpe de Estado (Nota del Editor). 6 Se refiere a Daniel Acuña Sepúlveda y Federico Álvarez Santibáñez, asesinados por la Central Nacional de Informaciones (CNI) durante 1979 (Nota del Editor). 7 Se refiere a los hornos de Lonquén, donde se encontraron el 30 de noviembre de 1978 los restos de 15 campe- sinos detenidos desaparecidos, hecho que provocó un enorme impacto y derribó los alegatos de la dictadura que pretendían negar la existencia de la desaparición forzada (Nota del Editor).

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El régimen chileno desconoció ese fallo y al amparo de la noche, arrasando con todo vestigio de su propia legalidad, sustrajo los cadáveres y procedió a arrojarlos en una fosa común cuya ubicación exacta se ignora. Como dijera con toda razón el Cardenal Raúl Silva Henríquez: este acto inconcebible y cruel se suma a las innumerables humillaciones sufridas por estos familiares. El señor Cubillos representa así, no sólo una banda de asesinos, como muy bien definiera a la Junta chilena un distinguido político de este país, sino que ahora representa además a una banda de ladrones de cadáveres. En estas condiciones, su visita constituye un insulto a la democracia alemana y una burla a la conciencia de todo demócrata. Las circunstancias en que chilenos y alemanes nos reunimos, resultan auspiciosas en el contexto internacional de vigorosos combates por la libertad y la democracia. En cuanto a nosotros mismos, tanto en el interior del país como en el exterior, conmemoramos un nuevo aniversario del triunfo democrático de la Unidad Popular y de su candidato Salvador Allende. El Gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el Presidente Allende, aplicó medidas que pusieron en peligro las estructuras de poder de la oligarquía nacional y los fuertes intereses implantados por el imperialismo en nuestra economía. Hemos aprendido rigurosamente que la respuesta del capitalismo cuando se siente seriamente amenazado es brutal y sangrienta. La intensidad de su respuesta está siempre en relación al peligro que haya debido enfrentar. La dura y aleccionadora experiencia que hemos vivido todos los demócratas chilenos, deja muy en claro que cuando los postulados de la democracia han de ser materializados en los hechos concretos, con lo primero que hay que contar es con fuerzas propias, capaces de garantizar y defender esas medidas. Al recordar en septiembre a nuestro heroico Presidente Allende, queremos rendir en su persona un homenaje a todos aquellos que han dado y siguen dando su vida por la causa del socialismo y la libertad. Hemos dicho que las circunstancias en Chile y en América Latina son auspiciosas. Nuestra responsabilidad es enorme y es urgente nuestra aplicación a las tareas que debemos abordar. Responsabilidad y tareas que podemos resumir en dos palabras:

UNIDAD Y LUCHA

VENCEREMOS!!!

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17. Democracia en América Latina: condicionamientos estructurales e ideológicos

Intervención en Mesa Redonda Seminario de la Universidad Menéndez Pelayo, Santander, España.

Del 9 al 12 de septiembre de 19801.

esulta particularmente difcil ser el último expositor en esta Mesa Redonda, cuando quienes me han antecedido, han abordado con brillo y versación distintos aspectos de la problemática latinoamericana. Esto nos enfrenta al desafo de intentar un análisis desde una perspectiva diferente y de aportar Rnuevos antecedentes al debate. Soy militante de uno de los partidos más antiguos de América Latina, el Partido Radical de Chile, que este año cumplirá 117 años de vida. Un partido nacido en la segunda mitad del siglo pasado, que en los primeros años del presente define su vocación socialista. Quisiera comenzar mi intervención, refiriéndome a una imagen mítica que se acostumbra proyectar sobre Chile y que lo ha hecho conocido en el mundo como un país ancestralmente democrático. Esta idea ha sido elevada a la categoría de signo clave al invocar su nombre en el Concierto Mundial de las Naciones. Este hecho singular y bastante antojadizo, ha proyectado una imagen prestigiosa y estable acerca de la tradicional democracia chilena, lo que podría inducir a pensar que la vida social en chile ha discurrido en términos armoniosos y casi familiares. Esto no es por cierto así. No lo fue en el pasado remoto, ni en el pasado reciente, ni mucho menos en la actualidad. La democracia en Chile ha sido en el pasado y lo será en el futuro el resultado de diversos procesos de lucha en todos los niveles de la vida cotidiana. Ha sido una meta en permanente demanda de conquista por parte de sus hijos más esclarecidos y de sus amplias masas de trabajadores. Nunca ha sido ni un presente, ni un legado, ni una concesión graciosa del pasado.

1 Aparte de Aníbal Palma, participaron en la Mesa Redonda: Radomiro Tomic, candidato presidencial de la De- mocracia Cristiana en las elecciones de 1970; el secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano; y el connotado político argentino Hipólito Solari Yrigoyen (Nota del Editor).

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La oligarquía chilena, que detentó el poder por más de un siglo, se ha encargado de difundir esta imagen mítica que no se compadece con la realidad histórica. El concepto oligárquico de democracia, aparece definido en la Constitución Política de 1833, que concedía derecho a sufragio a los mayores de 25 años si eran solteros, y de 21 años si eran casados, que supieran leer y escribir y que poseyeran un Bien Raíz o un capital en giro, cuyo monto determinaría la Ley. Esa clase de democracia, permitía en el siglo pasado, elegir a un Presidente de la República, con el 0.4% de la población, como es el caso de Manuel Bulnes, elegido en 1841 por 4.200 ciudadanos que representaban dicho porcentaje. Pero no es necesario retroceder a un pasado remoto. En el presente siglo, en las elecciones presidenciales de 1920, a pesar de las reformas introducidas a la Constitución de 1833, sólo participó el 7,48% de la población. Esta democracia, en la que sólo podía ejercer sus derechos una minoría privilegiada, es la que exalta la oligarquía en Chile. La participación de las grandes masas ciudadanas, que otorga un sello de autenticidad a la democracia en Chile, es producto de la lucha de sus trabajadores y se logra no hace muchos años tras duros combates. Cuando el proceso democrático había alcanzado en nuestro país su grado más alto de desarrollo, es brutalmente interrumpido por el Golpe Militar del 11 de Septiembre de 1973, dando paso a un régimen fascista que ha suprimido por las fuerzas de las armas todo atisbo de democracia. Lo ocurrido en Chile no es un caso aislado, ni es la consecuencia de una problemática estrictamente nacional. Está inserto en un proceso vertiginoso, que en el curso de pocos años cambia violentamente el panorama político de América Latina. Sucesivas asonadas militares, ponen término a las experiencias democráticas que se daban en Brasil, Bolivia, Uruguay, Chile y Argentina. Este proceso, que produce como resultado inmediato la instalación de dictaduras militares que expresan en mayor o menor grado connotaciones fascistas, tiene su origen en un cambio estratégico que se ve obligado a imponer el Imperialismo para preservar su esquema de dominación. Esto explica los numerosos rasgos comunes que presentan estos regímenes, tanto en su origen como en las políticas que implementan. Desde un punto de vista ideológico, se sostiene que los países son gobernados por consenso o por coacción y esto es también válido en los métodos con que se ejerce el dominio imperialista. Se preferirá siempre utilizar el consenso y sólo en periodos de crisis se recurrirá a la coacción. Desde esta perspectiva y en el marco de América Latina, podríamos citar la Alianza para el Progreso, que impulsa el Presidente John Kennedy, en la primera mitad de la década de los 60, como un proyecto para ejercer la dominación consensual, mientras que la Doctrina de la Seguridad Nacional, que se gesta en similar período por el Pentágono, cumple el rol de instrumento para hacer efectiva la coacción. Traducido a la jerga política de los Estados Unidos, es la utilización del método de la “Zanahoria y el Palo”, en que la primera estaría representada por los créditos de la Alianza, mientras que el segundo encuentra expresión en la Doctrina de la Seguridad

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Nacional. El éxito de esta estrategia, exige disponer de los dos instrumentos utilizando uno y manteniendo en reserva el otro. La Alianza para el Progreso procura desarrollar procesos de reforma tendientes a modificar algunas de las arcaicas estructuras vigentes en América Latina. Se perseguía con esto, evitar que las tensiones sociales que ellas generaban pudieran alcanzar un estado crítico. Fue concebida como una respuesta a la Revolución Cubana, cuyo ejemplo producía un profundo impacto. El objetivo último y principal, era resguardar el sistema de dominación. Sin embargo, las consecuencias que se producen son muy diversas a las previstas. En muchos países sus recomendaciones no encuentran ninguna acogida, como ocurre en Paraguay. En otros, se realiza una farsa reformista y así sucede en Nicaragua. Lo que es más grave, en algunas naciones en que se inician procesos de reforma, se generan situaciones que amenazan el sistema de dominación imperialista que se procuraba preservar. El caso de Chile es significativo en este sentido. Nuestro país fue elegido como modelo para la aplicación de los postulados de la Alianza. El Gobierno Demócrata Cristiano del Presidente Eduardo Frei, recibió el mayor porcentaje de ayuda crediticia. Sin embargo, al término de su mandato, se produce el triunfo de la Unidad Popular y la elección de Salvador Allende que pasó a constituir el mayor desafo que enfrenta Estados Unidos en América Latina después de la Revolución Cubana. En cualquier caso, los resultados son negativos. En unos, porque los cambios que se buscaban no se producen y en otros, porque las expectativas que se desatan posibilitan el surgimiento de alternativas revolucionarias. No es de extrañar entonces, que la Alianza para el Progreso sea abandonada y se recurra a la Doctrina de la Seguridad Nacional. El consenso es reemplazado por la coacción. El palo toma el lugar de la zanahoria. Las consecuencias se conocen. América Latina se transforma en un inmenso cuartel. En un determinado período, sólo Colombia, Venezuela, México y Costa Rica exhiben gobiernos civiles generados en elecciones. Pero el curso de la historia no se detiene a pesar de las voces de mando de los generales y de los deseos del Pentágono. Los pueblos de Ecuador y Perú, han presionado los acontecimientos políticos hasta conducirlos a una etapa de retorno a las prácticas democráticas. En Brasil, monumental escenario del primer ensayo de la nueva política de dominación imperialista para América Latina, se inicia un proceso gradual de apertura después de 15 años de dictadura. En República Dominicana, el tirano de turno es derrotado en elecciones cuyo resultado se ve obligado a respetar por la presión internacional y por la fortaleza del movimiento opositor. Otras dictaduras latinoamericanas tambalean bajo presión de grandes luchas populares, como las de El Salvador y Guatemala. En Bolivia, un sangriento golpe militar interrumpe el proceso democrático impulsado por los sectores populares. El repudio exterior y la resistencia interna, parecen señalar que la interrupción será transitoria.

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En Argentina y Uruguay la resistencia cobra cada día mayor fuerza. En Chile Augusto Pinochet se mantiene, pero no ha logrado consolidarse. Lo único que ha conseguido en estos años es sumar enemigos. Pero es el caso de Nicaragua el que cobra especial relieve, porque en ese país el imperialismo sufre una doble derrota. Fue derrotado en sus intentos por mantener el régimen de Somoza y fracasa después en la operación política del recambio. El pueblo nicaragüense, en armas contra la tiranía, impuso un régimen democrático y pluralista generado por ellos mismos y no según los dictados modélicos de otras naciones. No se nos escapa que el propio imperialismo impulsa algunos procesos de democratización, ya sea por estimar que la dictadura de turno ha cumplido su misión o para frenar los procesos revolucionarios que las combaten con posibilidades de éxito. Lo hace cuando se siente seguro o cuando enfrenta una grave amenaza. Así se explica su actitud ante el intento de desconocer los resultados electorales en República Dominicana, su respaldo al proceso democratizador que se consolida en Perú y Ecuador y avanza gradualmente en Brasil, su rechazo al golpe militar en Bolivia, sus maniobras en Centro América o su distanciamiento crítico de las dictaduras del Cono Sur. Las fórmulas de recambio no siempre tienen éxito. Dictaduras Militares que deben su instalación al imperialismo y a las que éste presta apoyo mientras le son útiles, desarrollan a veces sus propias fuerzas de sustentación que hacen fracasar los intentos por sustituirlas. Es así como presenciamos el espectáculo de un Pinochet o un Jorge Rafael Videla asumiendo actitudes desafiantes frente al Gobierno de Estados Unidos. La lucha por la democratización de América Latina, que se desarrolla en casi todos los frentes nacionales de nuestro continente, impone a la Izquierda Latinoamericana una tarea inmediata y la enfrenta a una responsabilidad histórica. La tarea inmediata es la de asumir la conducción de los procesos de liberación en condiciones de asegurar su éxito y su responsabilidad histórica es la de plantear una alternativa que supere la coyuntura y se proyecte al futuro. Para abordar esa tarea es condición previa que la izquierda supere la crisis de unidad que le afecta en mayor o menor grado en cada uno de los países sometidos a dictaduras. Una experiencia histórica reiterada nos enseña que la unidad es el primer requisito para que un proceso de liberación pueda tener éxito. Sin embargo, la realidad nos muestra que este objetivo no es fácil de alcanzar. Par gestar una auténtica unidad se deben superar algunos vicios tradicionales como el dogmatismo y el subjetivismo. La verdadera unidad, exige el respeto hacia todos los movimientos y los partidos que concurran a ella y hace necesario abandonar afanes hegemónicos o pretensiones de utilizar algunas fuerzas en provecho de otras. Es menester además, que algunos sectores renuncien a sus afanes vanguardistas desvinculados de las masas. La unidad no significa que tengamos que superar todas nuestras diferencias ideológicas ni renunciar a nuestras particulares reivindicaciones programáticas. La existencia de tales diferencias es legítima y propia de quienes han vivido en una democracia o aspiran a hacerlo. Lo que no es legítimo, es la incapacidad para obtener un consenso mínimo que permita desarrollar la lucha con posibilidades de éxito.

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En las condiciones en que se debaten los pueblos sometidos a dictaduras, son más los factores de unidad que los elementos de división. Por esta razón, pensamos que se debe poner el acento en la búsqueda de lo que une y no insistir en aquello que divide. Si somos capaces de hacerlo y sabemos aplicar lo que hemos dicho tantas veces y practicado pocas, distinguir al enemigo principal, dejando de combatirnos entre nosotros mismos, estamos ciertos que la unidad dejará de ser una utopía para transformarse en realidad. Pero no basta con la unidad para que un proceso de liberación tenga éxito. Es necesario además contar con la capacidad de iniciar acciones que permitan imponer una solución alternativa. La experiencia de Nicaragua demuestra que aún cuando exista unidad y se disponga de una alternativa política que concite el mayor respaldo, tanto interno como externo, una dictadura de las características de la de Somoza no cede ni abandona el campo sino cuando ve que la correlación de fuerzas está en condiciones de aplastarla. Esta situación puede repetirse en otros países, especialmente en los del Cono Sur de América Latina. Una salida democrática no debería darse al margen de la capacidad de las fuerzas de izquierda para imponerla, aún en aquellos casos en que las fórmulas de recambio que propicie el imperialismo presenten posibilidades de éxito o sea factible una transición negociada con la dictadura. Esto, por cuanto la fórmula de recambio imperialista o la transición negociada significará siempre la mantención del esquema de dominación y la sobrevivencia de los intereses cuya defensa asumió la dictadura. Para vencer la resistencia en un caso o para no tener que pagar un precio elevado en el otro, es necesario que la izquierda desarrolle su propia fuerza y haga realidad lo que ha proclamado tantas veces: que el enfrentamiento contra una dictadura no puede descartar ninguna forma de lucha. Podríamos resumir en dos palabras las obligaciones que impone a la izquierda latinoamericana la tarea de asumir la conducción de los procesos de liberación: Unidad y Lucha. Pero dijimos que además de una tarea inmediata, la izquierda en América Latina enfrenta una responsabilidad histórica, cual es la de plantear una alternativa de futuro. Pensamos que en los países del tercer mundo y particularmente en nuestro continente, existe una demanda por el socialismo, que se expresa en algunos por su militancia en determinados partidos, en otros por un compromiso de tipo ideológico, pero también es frecuente que se exprese por una forma de intuición de masas sin una acabada concepción intelectual ni preferencias partidarias. Frente a esta demanda socialista tenemos el deber de formular una oferta que abra perspectivas de participación a todos los sectores antes señalados. Este es el gran desafo histórico. Ser capaces de elaborar una alternativa socialista que se adapte a la realidad latinoamericana, que contenga una concepción propia y no sea un intento más de trasladar experiencias ajenas. Las líneas estructurales de esta oferta ideológica y política no podremos formularla en la dispersión y en la anarquía. Sólo podremos hacerlo en la unidad y en la subsecuente convergencia.

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Estamos enfrentados a la urgencia de la Historia, cuyo ritmo de marcha, en estos instantes, resulta vertiginosa. Nos corresponde entender que si en el pasado podíamos suponer que el tiempo y la situación internacional jugaban a nuestro favor, hoy debemos meditar en el riesgo de que ello se transforme en un factor negativo.

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18. Reflexiones sobre el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas

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udiera parecer una audacia pretender establecer semejanzas entre dos instituciones aparentemente tan disímiles. Sin embargo, la realidad de América Latina y experiencias anteriores nos demuestran que el Poder Judicial armoniza y colabora desde el primer instante con los gobiernos de facto Psurgidos de asonadas militares. Aquellas partes del aparato institucional que por su propia composición, como el Parlamento, o por su propia finalidad como los Partido Políticos, van a estar en posición conflictiva con los que detentan el poder, por lo que son extirpados por no ser funcionales a un régimen de facto. El Poder Judicial en cambio pareciera serlo, pues sobrevive a la generalidad de los golpes de Estado y continúa ejerciendo sus funciones con aparente independencia. Surge aquí una gran contradicción: ¿cómo se explica que siendo el Poder Judicial una Institución fundamental en un Estado de Derecho, se preste a colaborar con quienes por medio de la fuerza ponen término a la legalidad en que se sustenta ese Estado? Se nos presenta otra interrogante: ¿qué explicación tiene, que habiéndose generado en el esquema político liberal de las democracias occidentales, el Poder Judicial avale a quienes reniegan públicamente de ese sistema? Esta situación es más desconcertante aún, cuando se presenta en un país como Chile que hasta el 11 de Septiembre de 1973, era considerado como una excepción dentro del panorama latinoamericano por la continuidad de su desarrollo democrático liberal y la estabilidad de sus instituciones jurídicas y de Gobierno. Este contrasentido no es fácil de explicar. Parte de la respuesta, podríamos encontrarla en la necesidad de legitimación que tienen los gobiernos de facto. Es curioso, pero es

1 Aparte de Aníbal Palma, participaron en la Mesa Redonda: Radomiro Tomic, candidato presidencial de la De- mocracia Cristiana en las elecciones de 1970; el secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano; y el connotado político argentino Hipólito Solari Yrigoyen (Nota del Editor).

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un hecho cierto que este tipo de regímenes surgidos de la fuerza, que hacen tabla rasa de la legalidad, se empeñan en buscar algún fundamento a partir del cual justificar su existencia y sus actos. No se legitiman en la voluntad popular ni por un acuerdo del Parlamento. No pueden apoyarse en la Constitución ni en las leyes de un sistema jurídico que han arrasado. En estas condiciones, tienen que buscar alguna pared en la cual afirmarse. Este rol de pared, lo suele jugar con mucha facilidad el Poder Judicial que reconoce la situación de hecho creada por un grupo armado, que altera los procedimientos regulares, pero que se compromete a imponer orden, garantizar tranquilidad pública, respetar la propiedad privada, reconocer la independencia del Poder Judicial y acatar las decisiones de sus Tribunales. Reconocimiento a su independencia y promesa de acatar sus fallos, es suficiente para que el Poder Judicial acepte una situación de hecho surgida de la fuerza. El procedimiento es casi siempre el mismo. El régimen declara su voluntad de respetar la independencia del Poder Judicial y obtiene como automática respuesta una declaración formal que legitima su existencia. Ambos se benefician mutuamente. El gobierno de facto obtiene un reconocimiento a su legalidad, mientras los integrantes del Poder Judicial conservan sus posiciones y sin disminuir su estatus. Lo expuesto puede explicar la conducta de los gobiernos de facto hacia el Poder Judicial, pero no es suficiente para entender la actitud que este último adopta. ¿Cómo puede explicarse esta disposición del Poder Judicial al legitimar un régimen que rompe la estructura jurídica del sistema del cual forma parte? Una explicación puede estar en el hecho de que en definitiva, los jueces son burócratas que dependen del Estado. Existe entonces un evidente temor a oponerse al poder político de turno, especialmente si es de facto y procede amparado en la fuerza y la violencia y no en la aplicación de la norma jurídica. Otra explicación podría hallarse en la facilidad con que el Poder Judicial encuentra una excusa a su proceder, refugiándose en una actitud positivista a ultranza. De conformidad a este criterio, el deber de los jueces sería aplicar la Ley, cualquiera que sea su origen o contenido. Sería suficiente para ellos, la existencia de un poder que esté dictando la Ley. Más aún, cuando ese poder ha sido legitimado por esos mismos. El positivismo jurídico así entendido, genera una actitud profesionalizante y tecnocrática que lleva al Poder Judicial a ponerse a disposición del que manda. Encontramos aquí una primera similitud con las Fuerzas Armadas, las que también se declaran profesionales y dispuestas a servir al gobierno de turno. No es necesario insistir en lo precario que resulta esta definición. Los ejemplos son demasiado abundantes y de permanente actualidad en América Latina y otros continentes. En el caso del Poder Judicial, el positivismo no pasa de ser una excusa y su propio comportamiento lo pone en evidencia. Durante el Gobierno de la Unidad Popular en Chile, los Tribunales abandonaron ese positivismo del que hoy hacen gala y pasaron a jugar un rol eminentemente activo y de clara connotación política. Bastaría con señalar un sólo ejemplo entre muchos. Mientras la Corte Suprema no había hecho mayor cuestión de la facultad del Ejecutivo para

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intervenir industrias, de conformidad a las disposiciones de un Decreto Ley del año 1932 que recibió aplicación en gobiernos anteriores. En cambio sí estuvo dispuesta a frenar el ejercicio de esa facultad, cuando dejó de tener una aplicación meramente policial y se utilizó al servicio de un programa de reformas estructurales. En otras palabras, el caso de Chile demuestra que el positivismo y la pasividad del Poder Judicial, son abandonados cuando un proceso de cambio amenaza el orden vigente. Encontramos una segunda similitud con las Fuerzas Armadas. Su condición profesional, su carácter apolítico, su compromiso de obediencia y subordinación al Poder Civil, pierden toda vigencia cuando ese mismo orden es cuestionado. De esta segunda similitud, surge otra explicación plausible del comportamiento del Poder Judicial frente a los Gobiernos de facto, en la medida que no se cuestiona por éstos el orden vigente. Por el contrario, la mayoría de las veces, este tipo de Gobiernos es producto de una reacción de las Fuerzas Armadas cuando ese orden es amenazado. En la práctica, lo que se produce es un cambio de gobierno o de personas en el gobierno, sin que se afecte la estructura que sustenta el sistema. Desde esta perspectiva, tanto el Poder Judicial como las Fuerzas Armadas aparecen identificadas con un determinado orden, el que emana del sistema capitalista y defiende los intereses de sectores privilegiados. Esto es más evidente cuando constatamos que para ambos el respeto al régimen de propiedad privada se transforma en fundamental. Es cuestión de revisar la proclamas que emiten las Fuerzas Armadas después de un golpe y encontraremos como lugar común el compromiso de respetar y defender ese régimen. Es cuestión de revisar las sentencias de los Tribunales y veremos que, por lo general, se aplica o interpreta la Ley en un sentido favorable a los propietarios. En el caso de la Corte Suprema de Chile, la constatación resulta escandalosa. De conformidad a lo dispuesto en el Artículo 86 de la Constitución de 1925, corresponde a este alto Tribunal declarar inaplicables en un determinado juicio, cualquier precepto legal contrario a ella. Pues bien, en el período comprendido entre los años 1925 y 1971, la Corte Suprema acogió 24 recursos de inaplicabilidad deducidos por particulares reclamando la inconstitucionalidad de una Ley. De esos 24 recursos acogidos, 19 incidían en situaciones que afectaban el derecho de propiedad y fueron fallados en favor de los propietarios. Encontramos pues otra similitud en el carácter conservador y reaccionario que manifiestan las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial, lo que aparece con mayor nitidez en períodos de emergencia. Desde el momento en que ambas instituciones se identifican con el orden de un determinado sistema socio–económico, reaccionan forzosamente contra los sectores que pretenden alterar este orden pasando a jugar un rol activo y a ser protagonistas en la lucha política que se produce. Esto último no puede extrañarnos. El pretendido apoliticismo que proclaman las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial no resiste el menor análisis. Ni el uno ni las otras son apolíticas, ni independientes, ni neutrales. Están comprometidos con un determinado sistema y asumen la defensa del orden que éste impone.

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Existe una abundante literatura que ha puesto en evidencia la condición reaccionaria y el carácter conservador de las Fuerzas Armadas en América Latina. Especial atención merece, el contenido político de la Doctrina de la Seguridad Nacional y la formación ideológica que reciben en los cursos de perfeccionamiento que siguen en escuelas dependientes del Pentágono. Su protagonismo en la lucha política es público y evidente. No ocurre lo mismo en cambio, con el Poder Judicial. Su función política en un sistema democrático, es menos aparente, pero no por eso menos efectiva. No se divisa sino a través de estudios de largo plazo respecto de las decisiones adoptadas en un período determinado por los jueces. En esta forma, es fácil percatarse que uno de los principios cuya defensa asumen con mayor rigor, bajo cualquier tipo de gobierno, es el de la intangibilidad de la propiedad privada, mientras que, por regla general hacen una interpretación restrictiva y mediatizadora de las normas del Derecho del Trabajo que protegen a los sectores asalariados. Un análisis retrospectivo demuestra que más que defender la Ley, la judicatura en América Latina estuvo siempre dispuesta a defender la propiedad privada, más que defender la justicia estuvo siempre dispuesta a defender el orden. Otras funciones propias de los Tribunales tienen un claro contenido político y son susceptibles de utilizarse políticamente. En principio, la misión esencial de los Tribunales consistiría en resolver las contiendas entre partes. Para desempeñar adecuadamente esa función, se supone que el Poder Judicial es neutral, que actúa con imparcialidad. La decisión que adopta un Tribunal, pasa a legitimar la pretensión o demanda de alguna de las partes, en desmedro de la que ha formulado la otra que es considerada ilegítima. Este rol legitimante, adquiere una proyección política cuando es un acto del gobierno o más concretamente del Poder Ejecutivo, el que es impugnado por un particular o por el contrario, cuando es un particular el demandado por estimar el Poder Ejecutivo que éste ha incurrido en una acción desviada o criminal. En este caso, una actuación del gobierno, pasa a tener valor o a perder eficacia según lo que el Poder Judicial resuelva. Es fácil comprender la aplicación política que puede tener esta facultad legitimadora de los Tribunales respecto de determinados actos del Poder Ejecutivo. Esto fue lo que ocurrió en Chile, cuando la Corte Suprema tomó partido en contra del Gobierno de la Unidad Popular, ayudando con sus resoluciones e incluso con declaraciones y actuaciones públicas para preparar el clima propicio para el Golpe. En muchos países se entrega a los Tribunales de Justicia la facultad de juzgar sobre la constitucionalidad de las Leyes. Esta atribución exclusiva adquiere, como ya lo hemos visto, una clara connotación política cuando es ejercida con un criterio conservador. La función política queda por último de manifiesto, cuando los Tribunales invaden el campo legislativo estableciendo la norma cuando ésta falta o dando a las leyes mediante una interpretación extensiva, un alcance que no estaba en el propósito del legislador ni en la letra de la Ley. Creemos que lo precedentemente expuesto es suficiente para demostrar que, al menos en América Latina, el apoliticismo y la neutralidad que proclaman las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial, no pasa de ser un mito.

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No se agotan las semejanzas entre ambas instituciones. Si atendemos a su composición social, comprobaremos que los miembros del Poder Judicial y la oficialidad de las Fuerzas Armadas, provienen abrumadoramente de las llamadas clases medias. Sus carreras siguen un curso paralelo que se inicia en alejados lugares de provincia y que los va acercando a las grandes ciudades a medida que ascienden. En este prolongado deambular por el territorio de un país, sus contactos son siempre con sectores de la burguesía. Es poca o nula su vinculación con los sectores populares. Es inconcebible que el Señor Juez o el Señor Oficial visiten una población o alternen en un bar de trabajadores. En cambio, el respectivo club social en provincias les abrirá sus puertas y una vez en la capital, los salones de la burguesía les ofrecen fácil acceso. Su presencia en estos sitios no es mal vista. Por el contrario, en muchos casos es incentivada por sus superiores y les ayuda en su carrera. Las consecuencias de esta vinculación son obvias. El juez y el militar se sienten parte de esta sociedad que es la que conocen y con la cual alternan, cuyos valores han asimilado y se unirán a ella cuando se la afecta en sus intereses. Para todos ellos, la mantención del orden vigente es lo esencial. Nos encontramos, por otra parte, con que el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas son las únicas instituciones que están facultadas para juzgar la conducta y sancionar las faltas en que incurran sus miembros. En el caso del Poder Judicial, a través de la potestad disciplinaria de los Tribunales Superiores y en el caso de las Fuerzas Armadas por medio de su propia Justicia Militar. Esta facultad es susceptible también de una utilización política y los ejemplos al respecto son innumerables. Los mecanismos de ingreso y requisitos para ascender, son también regulados por el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas en forma autónoma. De esta manera, son ellas quienes deciden y determinan los cánones para la selección de los jueces o de los aspirantes a ingresar a los institutos armados y más tarde, las condiciones para ser merecedores a un ascenso. Si a lo anterior agregamos que se trata de instituciones jerarquizadas en que se valora altamente la disciplina, resulta fácil comprender que el Tribunal Superior o el cuerpo de generales un su caso, están en condiciones de exigir de sus subordinados una actuación que se conforme a sus criterios. Por regla general, el Poder Judicial se ha mantenido al margen de los procesos de democratización desarrollados en América Latina, una de cuyas características ha sido la emergencia de los sectores medios y populares que acceden a los órganos de decisión. Esta nueva situación se refleja en el Poder Ejecutivo y en el Legislativo que se generan en elecciones, pero el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas permanecen inalterables. Se aprecia una contradicción manifiesta. Mientras por una parte, se declara que la soberanía reside en la Nación, los Jueces son designados sin participación directa ni indirecta del pueblo, no obstante que se les faculta para ejercer una parte de la soberanía como es la de juzgar las causas civiles y criminales. Las Fuerzas Armadas, a su vez, se cuidan de no contaminarse con las nuevas ideas que entran en contradicción con sus valores tradicionales.

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En esta forma, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas pasan a constituir verdaderos compartimentos estancos, aislados del resto de la comunidad. Cultivan un espíritu de cuerpo que aumenta su aislamiento. Observan con desconfianza las contingencias políticas y se ubican por encima de ellas, atribuyéndose una función superior. Encontramos aquí otro paralelo notable entre el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas. Ambos se colocan por sobre la Constitución, por sobre los Gobiernos, por sobre la voluntad popular, en la medida que se sienten llamados a cautelar valores permanentes. En este contexto, los conceptos de Patria, Seguridad, Orden, Justicia, adquieren un significado especial que sólo ellos están en condiciones de precisar. El Poder Judicial y las Fuerzas Armadas, se reservan el derecho exclusivo a determinar cuándo y por quienes esos grandes valores están comprometidos y si esto ocurre su función cambia de naturaleza y se hace manifiesta y desenfadadamente política. A manera de conclusión y luego de lo que hasta aquí expuesto, cabe formularse una interrogante: ¿el sistema democrático es o no es compatible con un Poder Judicial y unas Fuerzas Armadas con las características antes señaladas? La respuesta pareciera ser, que son compatibles en la medida que el sistema democrático no entre en pugna con el régimen capitalista. Si esto último ocurre, aún cuando se produzca a través de un proceso de reformas que respete el marco jurídico vigente, la experiencia indica que las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial, actuarán coordinados para poner término a tal proceso aún cuando ello signifique destruir el sistema democrático. Uno de los desafos que se nos presenta para que en América Latina la democracia pueda ser viable, es abordar la tarea de democratizar las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial. No hacerlo significará entonces que seguiremos con democracias a medias o no tendremos ninguna democracia.

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19. Laurita Allende: murió pensando en Chile y en su pueblo

Mayo de 1981

Los que son jóvenes tienen la seguridad de volver, pero para mí existe la urgencia de llegar. Salí enferma de Chile, nunca me he recuperado. No puedo esperar. Y, sobre todo: estoy en mi derecho; legalmente no pueden impedirme vivir y morir en Chile”. “Quien expresó estas frases, con voz débil y embargada por la tristeza fue Gossens, hermana del ex Presidente Constitucional de Chile, Salvador Allende, pocos días antes de poner fin a sus días el 23 de Mayo de 1981, en La Habana, Cuba, donde vivía exiliada. A Laura Allende la Dictadura de Augusto Pinochet le negó el derecho a reingresar a su tierra y la obligó a morir lejos de ella. El suicidio de “Laurita”, como la llamaban sus amigos, sus compañeros y millares de chilenos a los que siempre estuvo pronta a servir, deja al desnudo dos largos sufrimientos: un cruel cáncer que comenzó a acosarla cuando tenía 32 años y el exilio que día a día la fue minando en su increíble resistencia fsica, en el espíritu maravilloso de lucha que le conocimos desde que apareció en el escenario político chileno. Laura Allende llegó a la horrible conclusión que los dos problemas que enfrentaba no tenían solución. El Gobierno de facto chileno había reiterado que no permitiría su ingreso al país por considerarla “un peligro para la Seguridad del Estado” y un nuevo empeoramiento de su enfermedad acabaría con ella postrada en un hospital. Siempre fue vital, luchadora, fuerte. Eso mismo hizo que meditara paso a paso su trágica resolución. En una carta que escribiera horas antes de terminar con sus días, señaló a Fidel Castro: “Le escribo con dificultad por mi muy mal estado fsico que cada vez va impidiéndome efectuar alguna actividad. Quiero expresarle mi agradecimiento profundo por el cariño y la gran solidaridad que hemos encontrado los chilenos en el pueblo de Cuba, en su gobierno y especialmente en usted, que siempre le ha dado solución a nuestros problemas”. “Esta carta es de despedida, enviada no sólo con afecto, es rogándole también me perdone por tomar tan trágica determinación en este país tan querido para mí, pero no tengo posibilidades de trasladarme a otro, como podría ser Estados Unidos, lugar y cuna

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en donde se ideó y siguen manteniendo una Junta de Gobierno que favorece su afán de imperialismo y su ambición de hegemonía en nuestro Tercer Mundo”. En otra parte de su nota indicó: “Fidel, nuevamente perdóneme, amo a Cuba pero necesito mi patria, no puedo seguir esperando. Ya el degenerado y sanguinario Pinochet ha establecido que no entraré a Chile. Este vaso de amargura no puedo seguir cada día aceptándolo. Además mi estado fsico me impide la clandestinidad. Veo con profundo dolor que no podré mirar por última vez a mis compañeros pobladores con los que tanto trabajé, que no me podré reunir con mis compañeros obreros ni hacer un cariño a tanto niño chileno. Ojalá algún día comprendan que no podía esperar más. Lo único que quisiera, es que algunas veces allá en la patria digan Laura Allende Presente. Mi corazón ya no soporta más la crueldad de este lacayo del imperialismo. Pinochet, nuestro pueblo te hará pagar tanto sufrimiento”. Laura Allende salió expulsada de Chile en 1975, luego de permanecer detenida en manos de los esbirros de Pinochet. De inmediato y a pesar de su enfermedad, comenzó a trabajar por mostrar al mundo la barbarie que se había perpetrado en Chile y la urgencia de que en éste volviera a establecerse la libertad y la democracia. Lamentablemente su estado de salud fue empeorando y debió ser hospitalizada. Primero en la Habana y luego a comienzos de 1980 en Berlín. El tratamiento fue intenso y los médicos lograron compensarla. Sin embargo su debilidad no impidió que tomara la bandera de lucha exigiendo que el tirano respetara el derecho de los chilenos a vivir en su país. Hizo gestiones donde pudo. Escribió al Secretario General de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim; planteó el problema al Canciller de la República Federal Alemana Helmut Schmidt; escribió a mandatarios, organizaciones sociales y de solidaridad. Finalmente se dirigió en marzo del año último al Papa Juan Pablo II, exponiendo su situación y la de sus compatriotas y solicitándole que éste interviniera ante los militares chilenos para que le autorizaran su retorno. Las mediaciones no surtieron efecto. Nada conmueve al tirano y su camarilla de lacayos. Fue el propio Cardenal chileno, Raúl Silva Henríquez, quien se dirigió a Laurita en nota fechada en marzo de 1980, para decirle que había intercedido ante la Junta Militar con resultados negativos, añadiéndole que en un país donde sólo impera la fuerza y la violencia, era imposible por ahora seguir insistiendo. En febrero de 1981, Laura Allende debió volar desde la Habana a Berlín. Había empeorado. Nuevamente intensos tratamientos: sueros, exámenes, transfusiones, calmantes, radiografas, fisioterapias y muchos otros. Su entereza y deseos de continuar la lucha ayudaron a superar la baja experimentada. En abril volvió a recuperar algo de sus “fuerzas” y volvió a proyectar el trabajo que trataría de efectuar en pro de la causa de los chilenos demócratas. Pese a lo anterior, se le notaba decepcionada y como que veía que los caminos se le habían cerrado. No quería soportar una nueva crisis de su terrible enfermedad y el Gobierno de Pinochet reiteraba, a través de sus vasallos de la Corte Suprema de “Justicia”, que “la decisión de las autoridades de impedir su reingreso al país no es ilegal y arbitraria, toda vez que ha sido dictada por autoridad que tiene facultad para disponerlo, tomando esta medida con antecedentes que la justifican”. Es más, según el Ministro del Interior del

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régimen fascista, la Ex diputada del Partido Socialista de Chile “ha desarrollado en el extranjero una intensa campaña en contra de los superiores intereses de la patria”. Laurita partió de Berlín el 14 de Mayo al despedirse de quienes la fuimos a visitar, lo hizo con tristeza, como sabiendo que no nos volveríamos a ver. Reiteró una y cien veces la necesidad de unión de todos los antifascistas chilenos para rescatar a Chile de la larga noche de horror y brutalidad que lo acosa. Pensó en sus hijos e hijas. Mostró orgullosa una pequeña cadenita con un corazón azul, que desde la clandestinidad en Chile le hiciera llegar su hijo Andrés Pascal y emocionada expresó: “Me da tanta pena dejarlos. Los quiero tanto. Pero en Cuba me esperan. No creo que nos volvamos a ver. Parece que definitivamente los caminos se cerraron para mí”. Laura Allende Gossens, a los 69 años de edad, trató en un postrer esfuerzo, en un último acto de lucha, denunciar al mundo el horror y la bestialidad de un Régimen que muestra su debilidad y teme, incluso a hombres y mujeres enfermos que lo único que aspiran al término de la existencia, es vivir sus últimos momentos en el país que los vio nacer.

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20. Palabras en conferencia de periodistas chilenos en Europa

Discurso en el acto inaugural de la Primera Conferencia de Periodistas Chilenos en Europa, realizado en Frankfurt, Alemania Federal.

30 de Enero de 1982.

Todo Gobierno que hace del exilio un instrumento de su política de Estado, lesiona valores fundamentales y se convierte en enemigo de la humanidad”. Esta afirmación se contiene en un documento que, con la firma de exiliados de diversos países de América Latina, formula un llamado a impulsar una campaña “para que la ONU establezca el Año Internacional del Exiliado Político. Se pretende en esta forma, llamar la atención sobre un drama que afecta a millones de latinoamericanos y que se repite en otras áreas del mundo. La presencia en esta jornada de un grupo numeroso y representativo de periodistas chilenos que, privados del derecho a vivir en su Patria han encontrado refugio en Europa, constituye una muestra más de este drama. Pertenecen a un sector, que junto al de los que laboran en el amplio campo de la ciencia y la cultura, ha sido duramente golpeado. Sería demasiado extenso referirnos a todos aquellos que en Chile fueron asesinados, a los que conocieron la cárcel y la tortura o se ven obligados a vivir un exilio que cada día se torna más angustioso, a los que la muerte a llegado en tierra extraña o a tantos que en el interior del país enfrentan la represión más despiadada. Es importante denunciarlo una y otra vez, pero también es necesario detenernos a reflexionar sobre el origen de este drama y él se resume en una palabra: FASCISMO. En Chile, país tradicionalmente democrático, eran muy pocos los que consideraban la posibilidad de la entronización de un régimen fascista. En Chile, según la mayoría de nuestros propios compatriotas, resultaba imposible plantearse siquiera la perspectiva de un hecho como ese. A todos los que pensaban de este modo, no les faltaban argumentos para negar esa alternativa. Se trataba al fin y al cabo, de una nación que podía exhibir el hecho histórico de una democracia estable a través de decenas de años. La democracia chilena contaba con un Parlamento que había funcionado ininterrumpidamente por más de un siglo. Era motivo de orgullo para los chilenos, comprobar que pocos parlamentos en el mundo podían exhibir un record semejante.

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Se trataba de un pueblo con hábitos democráticos ancestrales que habían presidido sus actos individuales y sociales a través de la historia. Y es precisamente allí, en nuestro país, donde hoy funciona un régimen fascista que revive los procedimientos represivos de la barbarie que asolara a Europa en un pasado reciente. La lección que todos debemos aprender es que ninguna nación, ningún pueblo, está libre de la amenaza del fascismo porque éste constituye un fenómeno potencialmente latente en la infraestructura económica, social y política de todas las naciones. Si comprendemos esto, comprenderemos también por qué la lucha antifascista es una obligación de todo demócrata. Que nadie puede permanecer indiferente, porque la extirpación del fascismo hoy en cualquier lugar del mundo en que aflore, es una garantía de que no lo sufrirán otros pueblos mañana. Es menester hacer conciencia de que se trata de una lucha en la que somos tributarios de los grandes combates pretéritos, presentes y futuros por la libertad y la democracia. En Chile, el fascismo no ha conseguido consolidar un régimen que la inmensa mayoría del país repudia. Para sostenerse en el poder, Pinochet ha debido gobernar con leyes de excepción que han proscrito todos los derechos individuales en los niveles políticos, sociales, sindicales y culturales durante más de 8 años. Una nación como la chilena, que vivió en la democracia desde los albores de su independencia, no puede aceptar el terror, la arbitrariedad y los hábitos de un régimen cuartelero. Esto explica la creciente resistencia que se expresa en todos los planos y explica también que los procedimientos represivos no sólo se mantienen sino que se perfeccionan. Una de las características más acusadas del régimen, es que no está en situación de mantenerse en el poder si no es por la fuerza de las armas. Su único apoyo lo encuentra en los grupos financieros nacionales y extranjeros que saquean nuestra economía a través de una política económica que efectivamente hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Pinochet no es un dictador militar más. Su régimen constituye un gran experimento socio–político para dar validez a un fascismo protector de los grandes intereses imperialistas. Por eso es que el modelo político–económico impuesto ha sido coherente, porque fue instalado como un prototipo. Lo que se pretende es implantar un modelo permanente que permita superar las limitaciones que la democracia presenta a la expoliación económica. Ahora se puede apreciar en toda su significación y magnitud, las rápidas decisiones de los militares chilenos por controlar la educación y la cultura, su empeño en eliminar o someter a férrea censura a los medios de difusión, su persistencia en impulsar una política económica sin reparar en los costos sociales. En este proyecto, los Derechos Humanos no tienen importancia. Lo que importa es el resultado económico que permita funcionar a un país de acuerdo a las necesidades de desarrollo y crecimiento de los grandes monopolios multinacionales.

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Por esto es que resulta peligroso el fenómeno del fascismo en Chile y ninguna nación debería sentirse inmune a un posible contagio. Los mil años que pretendía el Tercer Reich murieron bajo las ruinas de una guerra que los pueblos de Europa y de todo el mundo democrático libraron por la democracia y la libertad. Debemos ahondar en aquella experiencia histórica y comprender la necesidad de practicar una solidaridad consecuente con los pueblos de aquellos países en que se combate por evitar la institucionalización del fascismo como modelo de sociedad. Hablamos de solidaridad consecuente, porque en Chile apreciamos una grave contradicción. El eco de las luchas de nuestro pueblo por la justicia, la libertad y la democracia, se ha dejado escuchar en los foros más importantes de los Cinco Continentes, alcanzando los más altos niveles de solidaridad internacional al que haya llegado movimiento alguno en el pasado. No obstante lo expuesto, la dictadura continúa recibiendo ayuda económica y asistencia militar. La contradicción resulta evidente. Constatamos por una parte, que el régimen ha sido condenado por todos los organismos internacionales que han conocido los resultados de su gestión, que es difcil encontrar gobiernos o instituciones que no hayan formulado sus propias críticas y condenas. Pero por otra parte, las estadísticas nos muestran que el nivel de las inversiones extranjeras en Chile es el más alto que se registra en su historia, que nuestro país es uno de los más endeudados del mundo con una deuda externa que supera los 15.000 millones de dólares y que éste endeudamiento continua acrecentándose a costa del hambre de los trabajadores. Lo expuesto nos está demostrando que una gran parte de las condenas se expresa más en los niveles morales y declarativos que en los hechos concretos y esto debemos denunciarlo, porque no existe consecuencia entre la condena a un régimen y la ayuda que se le brinda para que se mantenga. Si no lo hacemos y exigimos que se ponga término a toda inconsecuencia, corremos riesgo de que las declaraciones democráticas y antifascistas se transformen en un ejercicio académico o en un torneo de palabras grandilocuentes. En la implementación de estas tareas, los periodistas chilenos y los periodistas demócratas que nos brindan su solidaridad, están llamados a cumplir un rol relevante. Es por esto, que no quisiera terminar mis palabras sin agradecer de un modo muy significativo a quienes han hecho posible la realización de esta conferencia, en que un grupo de compatriotas nuestros que laboran en el área de los medios de comunicación tienen la oportunidad de reunirse para intercambiar experiencias y abocarse al estudio de un temario de particular interés y relevante actualidad. Estamos ciertos que el resultado de sus deliberaciones y las instancias orgánicas que se generen para el cumplimiento de los acuerdos que se adopten, constituirán un importante apoyo a la lucha de nuestro pueblo. Acontecimientos recientes en Chile otorgan una dramática urgencia a estas tareas. En el pasado mes de diciembre, fueron detenidos en Santiago por personal de la CNI, los periodistas Juan Ibáñez, ex Director de la OIR durante el Gobierno Constitucional del Presidente Allende, y Edgardo Reyes de Radio Cooperativa. Ambos fueron dejados posteriormente en libertad después de un exhaustivo interrogatorio, sin que en ningún

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momento se les informara sobre las causas de su detención ni se les exhibiera ninguna orden legal de arresto. En la segunda semana del mes de enero en curso, personal civil armado que no acreditó su identidad, detuvo en horas de la madrugada a los periodistas José Eduardo Díaz, Carlos Caucamán y Rómulo Alfredo Fuentes, los que actualmente se encuentran sometidos a proceso, acusados de infringir la Ley de Seguridad del Estado. Otro periodista, Rolando Fernández, permanece arrestado desde comienzos de este mes en la cárcel de Concepción, acusado de transgredir disposiciones sobre control de armas y explosivos. Debe también tenerse presente a Ulises Gómez Navarro1 y a otros que cumplen elevadas condenas en diversos penales. Todo esto en el marco de un recrudecimiento violento de la represión que ha retornado al uso de sus procedimientos más bestiales. Arrestos, desapariciones, atentados, amenazas, caracterizan la actual situación en Chile. Compañeras y Compañeros: vuestros colegas enfrentan la represión en Chile, nuestro pueblo combate y paga un elevado tributo en nuevos mártires. Su ejemplo y su lucha merecen una solidaridad activa y consecuente.

Solidaridad y lucha que nos darán la victoria.

VENCEREMOS

1 El periodista Ulises Gómez Navarro era uno de los encargados de la elaboración del periódico “El Rebelde en la Clandestinidad”, órgano oficial del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Era también uno de los hermanos del abogado José Antonio Gómez, Ministro de Justicia y Defensa en los Gobiernos de los Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet (Nota del Editor).

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21. Chile: radiografía de un fracaso

Bremen, Alemania Federal, Octubre, 1982

o hace mucho tiempo que Pinochet se ufanaba afirmando que “en algunos círculos internacionales se habla del milagro económico chileno”. En aquella época la suya no era una opinión aislada. Se apreciaba una marea de opiniones favorables en la gran prensa que sirve de vocero a las Nempresas transnacionales. El “Walt Street Journal” de Nueva York, llegó a publicar en 1980 una nota editorial titulada “Bienvenido Chile” en la que se decía: “Cuando Washington ponga fin a los sermones políticos, quizás a cambio de las relaciones amistosas, Chile nos prestará su equipo económico. Los economistas que simultáneamente pueden reducir la inflación, las tarifas arancelarias y el desempleo serían bienvenidos en Washington.” Estos recuerdos podrían ser utilizados para un sarcástico comentario, al tenor de lo que ocurre hoy en nuestro país, pero la situación es demasiado grave para desviar la tensión del profundo drama que vive Chile y su pueblo. Los economistas del régimen, aceptaron con absoluta ortodoxia, las tesis del economista norteamericano Milton Friedman de la Escuela de Chicago1. Inspirados en estas ideas, impulsaron una política de apertura de la autonomía al exterior, que culminó en 1979 con la disminución a un 10% de las tasas de aranceles de aduana para las importaciones. Esto provocó una masiva importación de toda clase de productos, la que se vio también facilitada por la mantención artificial del precio del dólar. Significó además, la ruina de la industria nacional y una drástica disminución de las exportaciones.

1 Milton Friedman fue un economista e intelectual estadounidense que se desempeñó como académico de la Universidad de Chicago. Fue uno de los principales impulsores del denominado “neoliberalismo”, con contribu- ciones en macroeconomía, microeconomía, historia económica y teoría monetaria. Ejerció particular influencia sobre los economistas que se hicieron cargo del equipo económico de la dictadura en Chile. En 1976, Friedman fue galardonado con el Premio Nobel de Economía (Nota del Editor).

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Según cifras del Banco Central, entre 1977 y 1981 Chile exportó por un valor de 17.090,3 millones de dólares y gastó en importaciones 21.833,3 millones con un déficit de la balanza comercial de 4.734 millones de dólares. Entre los gastos figuran importaciones, sólo en el año 1981, por 372 millones en automóviles, 16,9 millones en Whisky, 26,3 millones en cigarrillos y tabacos finos, 25,7 millones en perfumes. Entre los productos más exóticos importados durante estos últimos años figuran pieles de cocodrilo, huevos de tortuga y nidos de golondrinas. Para financiar el déficit, se recurrió a la Banca Internacional aumentando la deuda externa del país de 3.500 millones de dólares en 1973 a 15.000 millones en 1981 y se calcula que en este año sobrepasará los 17.000 millones de dólares. Para comprender lo enorme de este endeudamiento, bastaría con señalar que los ingresos que proporcionan las exportaciones de cobre, que representan la principal fuente de divisas del país, no alcanzan actualmente para el pago de los intereses de la Deuda Externa. Así lo ha denunciado hace pocos días en Chile el Obispo de Linares Carlos Camus. La magnitud del fracaso del modelo económico aparece de manifiesto en todos los indicadores. La devaluación y el consiguiente reajuste del dólar, que había permanecido fijo por más de tres años, fue el detonante más espectacular de una crisis que no se podía seguir ocultando. A partir de este momento, se produce un incremento masivo de los precios, especialmente de los artículos de primera necesidad, que hace recaer el mayor peso de la crisis en los sectores más desposeídos. Los precios del azúcar, pan, aceite, harina, te, productos del agro y otros, han registrado aumentos que superan en algunos casos el 50 por ciento, mientras los sueldos y salarios, permanecen congelados. No son estas las únicas cifras. Según un informe del Banco Central de Chile, el volumen total del Comercio Exterior registró una caída del 24% en el período de enero a julio de este año, respecto a similar período en 1981, mientras que las reservas internacionales descendieron de Enero a Septiembre de 1982 en 850 millones de dólares. Esta misma institución, el Banco Central, tuvo que hacerse cargo de las carteras vencidas de los bancos y de las demás organizaciones financieras del país para evitar la quiebra del sistema. Hasta el 31 de mayo, la cartera vencida o en otros términos el volumen de préstamos impagos, representaba más del 50% del capital de la Banca Comercial, lo que configuraba una clara situación de quiebra. La medida salva transitoriamente la situación, pero una vez más, serán todos los chilenos los que deberán absorber las pérdidas de los grupos financieros. El nuevo Ministro de Economía y Hacienda, Rolf Luders, se ha visto obligado a reconocer la gravedad de la crisis y anticipó en un discurso de fecha 15 de octubre, difundido por red nacional de radio y televisión, que en 1982 el producto nacional bruto caerá “por lo menos” en un 13%. Este anuncio hace innecesario seguir consignando otras cifras. El desastre económico afecta a los más amplios sectores. Resulta ilustrativo a este respecto citar algunos ejemplos: El 12 de agosto, La Cámara Chilena de la Construcción dio a conocer el texto de una carta enviada al Ministro de Hacienda, en la que se denunciaba que la deuda de sus

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afiliados ascendía aproximadamente a mil millones de dólares. Estas deudas habían sido pactadas al dólar fijo de 39 pesos por unidad, por lo que la devaluación y consiguiente alza de esa divisa la hacía crecer en un 50%. La verdad es que la construcción se encuentra prácticamente paralizada. Recientemente el Colegio de Ingenieros de Chile reveló que por falta de poder comprador, sólo en Santiago existía un total de 7 mil viviendas sin vender, en circunstancias que el déficit habitacional del país es superior a las 700.000 y aumenta año en año. Por su parte, el presidente de la Confederación de Trabajadores de la Construcción, Héctor Cuevas, denunció a fines de septiembre que el 70% de los trabajadores del sector están sin trabajo2. La cesantía afecta también a los profesionales vinculados a esta actividad. Según declaraciones formuladas en octubre por los Presidentes de los Colegios de Ingenieros y Arquitectos, más del 50% de estos profesionales están cesantes. Dirigentes de la Asociación de Comerciantes declaraban el 19 de agosto, que las ventas del comercio en la capital, habían caído un 60% en los últimos meses. En los primeros días de octubre, el presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Luís Correa Prieto, informó que las deudas del sector ascendían a 3.500 millones de dólares. El 20 de agosto, el Rector de la Universidad de Chile, General Alejandro Medina Lois, reconocía oficialmente que más de la mitad de los alumnos se encontraban en mora en el pago de sus matrículas y otras obligaciones. Un informe de la Sociedad de Fomento Fabril, difundido el 2 de octubre, reveló que la producción industrial declinó un 17,3% en los primeros 8 meses de 1982 en relación al mismo lapso en 1981. Un ejemplo ilustrativo de lo que ocurre lo ofrece la Industria Textil. En una declaración formulada en septiembre, el Presidente del Instituto Textil de Chile, que agrupa a los representantes del sector, denunció que “las telas y prendas de vestir importadas, cubren hoy entre el 40 y el 50% del mercado interno, lo que se ha traducido entre otras consecuencias, en la pérdida de 26.000 puestos de trabajo, sólo en el lapso comprendido entre mayo de 1979 y mayo de 1982”. El Presidente de la Confederación Nacional de Dueños de Camiones, León Vilarín3, afirma en conferencia de prensa que la desocupación afecta al 50% del gremio.

2 El primer paro obrero de larga duración en la dictadura fue realizado en 1982 por los trabajadores de la cons- trucción de Colbún Machicura. Cuevas estuvo a la cabeza del movimiento. También era uno de los principales articuladores de la Coordinadora Nacional Sindical, que presidía Manuel Bustos. Luego de una convocatoria a un acto en la Plaza de Artesanos en diciembre de 1982, ambos fueron expulsados del país. En República Democrática Alemana los médicos descubrieron que padecía de cáncer irremediable. Regresó a Chile en 1985 y falleció poco tiempo después (Nota del Editor). 3 En el Gobierno de la Unidad Popular, Vilarín fue el presidente de la Confederación Nacional de Dueños de Ca- miones y encabezó las paralizaciones del sector en octubre–noviembre de 1972 y luego en agosto–septiembre de 1973 que crearon las condiciones para el golpe de Estado. Durante la dictadura, transitó de un entusiasta apoyo al régimen militar en su primer período, a un breve período de opositor (en que fue parte de los primeros intentos de coordinación antidictatorial que promovió Jorge Lavanderos), para terminar respaldando nuevamente a Au- gusto Pinochet en 1988 (Nota del Editor).

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Por su parte, la Confederación de Transporte de Pasajeros, informó que dicho sector empresarial adeuda más de 600 millones de dólares y que la liberación del mercado cambiario ha empeorado su situación. Los Empresarios Agrícolas califican de “equivocadas” la conducción económica y afirman que la situación que vive el país es muy difcil. Es lo menos que podían decir, cuando las cifras indican que mientras en 1975 se sembraban 1.300.000 hectáreas, ahora las siembras no superan las 900.000. No es para sorprenderse si se considera que el modelo económico hacía que resultara más barato importar trigo que sembrarlo o traer leche del exterior en lugar de incentivar la industria lechera nacional. En los primeros ocho meses de este año, han quebrado 533 firmas y empresas de la más diversa índole. La situación tiende a agravarse, pues de acuerdo a un informe de la Sindicatura General de Quiebras de fecha 30 de septiembre, hay otras 1.000 solicitudes de quiebra en trámite. Es irónico recordar, a la luz de estos antecedentes, el papel que los gremios de empresarios que hoy son unánimes en sus lamentaciones, participaron en la gestación del Golpe Militar de septiembre de 1973 y el entusiasta apoyo que brindaron durante los primeros años al nuevo régimen. El panorama es desolador, pero la situación más dramática afecta a los trabajadores. Con fecha 10 de octubre el Director del Instituto Nacional de Estadísticas, informó que “en el trimestre julio–septiembre, la desocupación aumentó al 23,9%”. Esta es la cifra oficial, pero si sumamos a los inscritos en el Programa de Empleo Mínimo, que reciben una remuneración de aproximadamente 40 dólares mensuales, esto es menos de 100 marcos alemanes al mes y a otros sectores que omiten las estadísticas como vendedores ambulantes y artesanos independientes, la cesantía real es muy superior al 30%. Al menos uno de cada 3 chilenos que componen la población activa, está sin trabajo y ser cesante en Chile es muy distinto a serlo en Alemania Federal o en otro país desarrollado, en que los subsidios permiten al desocupado y a su familia vivir con cierta seguridad. En Chile, como en la mayor parte de los países del Tercer Mundo, quien pierde su trabajo es lanzado a la miseria y a la desesperación, porque los subsidios son limitados o inexistentes y la Seguridad Social brinda muy escasos o ningún beneficio. Lo hasta aquí expuesto constituye sólo una muestra de la catástrofe en que ha desembocado el modelo económico impuesto en Chile. Su inspirador, Milton Friedman, se lava las manos. Sus ejecutores se excusan con la crisis económica mundial. La responsabilidad es de unos pocos pero las consecuencias las sufre todo un pueblo.

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22. Una Navidad en el exilio

Discurso en la Fiesta de Navidad organizada por el Comité de Chilenos de Bremen, Alemania Federal

Diciembre 1982.

l Comité de Chilenos me ha encomendado la tarea de decir algunas palabras para explicarles el significado y objetivos de esta Fiesta de Navidad, a la que han sido invitadas todas las familias chilenas exiliadas y residentes en Bremen. En más de algunos de nosotros anidó la duda de si era conveniente Ecelebrar una Fiesta de Navidad, cuando en nuestra patria son tantas las familias que están imposibilitadas de hacerlo. Fomentar un clima de alegría cuando la tristeza invade el hogar de tantos compatriotas podría parecer inconsecuente, pero primó en nosotros otro criterio, el de que nuestros niños no tenían por qué dejar de ser niños, que nuestros jóvenes no tenían por qué privarse de actividades propias de su edad, que nosotros los adultos no teníamos por qué dejar pasar la oportunidad de alternar y compartir en un ambiente de fraternidad como ha sido nuestra tradición. Hemos querido que nuestros hijos tengan una Fiesta de Navidad y reciban un regalo por modesto que sea, que los niños jueguen y se diviertan, que los jóvenes puedan comportarse como tales, que los adultos profundicemos en problemas que nos son comunes y discutamos la palpitante actualidad chilena. Todo esto, en un ambiente de unidad y camaradería en que no estén ausentes las canciones de nuestra tierra ni el famoso “cola de mono” que nos acompañó en tantas jornadas similares. La dictadura y el exilio que nos han impuesto no pueden privarnos de todo aquello que hemos recordado, pero tampoco hacernos olvidar lo que ocurre hoy en Chile. Nuestra tarea es vincular estas dos realidades: Que nuestros niños tengan presente que en ese país que les parece tan lejano, hay otros niños que no tienen la oportunidad de estar alegres, que los jóvenes no olviden que otros jóvenes luchan y arriesgan su vida por abrirse un futuro que la Dictadura les niega, que nosotros los adultos reiteremos nuestro compromiso de brindar la máxima ayuda a quienes ocupan los puestos de vanguardia en la lucha por la Democracia y el Socialismo.

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Para cumplir en alguna medida con estos objetivos, hemos pensado que nuestros niños envíen un saludo a los niños que viven esta Navidad en Chile, a través de una tarjeta que ellos dibujen y firmen, que los jóvenes hagan llegar un mensaje de aliento a los jóvenes del interior, que los adultos expresemos nuestra decisión de unirnos para hacer más efectiva la solidaridad. Nos asiste el convencimiento de que estos objetivos son compartidos por todos ustedes. Y que como éstas, serían muchas las oportunidades en el futuro que nos permitan proyectar estas tareas. El Comité de Chilenos de Bremen se ha propuesto realizar en enero una reunión a la que serán invitados todos nuestros compatriotas exiliados en esta ciudad para informar y analizar la situación política, económica y social en el país. No podemos permanecer indiferentes ante lo que ocurre en Chile, cuando día a día nos llegan noticias de que la represión recrudece, detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, torturas en cárceles y campos de concentración, expulsión del país de varios opositores, destierro o confinamiento de otros, asesinato de combatientes de la resistencia, cancelación de matrícula en las Universidades y establecimientos educacionales a quienes se rebelan contra un sistema de educación cuartelero, nuevos casos de desaparecidos, cesantía, hambre y miseria, son rasgos que caracterizan la represión en nuestra patria. En medio de este clima de extrema violencia se ha montado una nueva farsa en torno al problema del exilio, despertando falsas esperanzas de un pronto retorno. Todo esto debe ser motivo de nuestra discusión y análisis. Esperamos hacerlo en esa reunión y alcanzar acuerdos que posibiliten un trabajo unitario y permanente. Estas tareas cobran una dramática urgencia, cuando en estos mismos días las principales ciudades de nuestro país son escenario de una creciente movilización social. El ambiente navideño y la proximidad de un nuevo año, no han atemperado el fervor combativo de nuestro pueblo que sale a las calles a expresar su repudio a la Dictadura y se enfrenta a las fuerzas represivas. Hay síntomas claros de que la protesta tiende a generalizarse y se traduce en nuevos y más resueltos actos de lucha. En estas circunstancias, no podemos olvidar que una de las consignas que moviliza a las masas es la exigencia de que se respete el derecho de todo chileno a regresar y vivir en su patria en condiciones de dignidad. Si otros luchan en Chile por un derecho que nosotros estamos llamados a ejercer, lo menos que nos corresponde es permanecer atentos al desarrollo de los acontecimientos y prontos a movilizarnos si las circunstancias lo requieren. También hemos proyectado realizar una jornada dedicada a los jóvenes en las que a través de charlas, conferencias, mesas redondas, grupos de discusión, podemos abordar diversos aspectos de la realidad histórica, social y cultural de nuestro país. Nos preocupa muy especialmente la situación de nuestros hijos porque en ellos el exilio se ensaña. Viven dos mundos, el de sus padres que los vincula a Chile y el de su entorno que lo sumerge en otras realidades. Compartir plenamente el primero los aísla del ambiente en que se desenvuelven, incorporarse al segundo los aleja de su hogar. Es un dramático dilema que debemos ayudarles a superar.

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En fin, son muchas las tareas que nos hemos propuesto. Su éxito depende de la colaboración de todos y por ello les hacemos un fervoroso llamado a incorporarse para impulsarlas unidos. Compañeros y Compañeras, es otra Navidad y otro Año Nuevo que pasamos en lo ajeno alejados de lo propio. Creo interpretar el sentimiento de todos, al terminar formulando votos porque las próximas festividades las celebremos en un Chile liberado.

Gracias.

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23. La política internacional del Gobierno de Allende

“Plural”, Revista del Instituto para el Nuevo Chile Nº 2.

Rotterdam, 1983

alvador Allende entendió siempre que la dimensión internacional de una política juega un rol decisivo en el mundo moderno. Esto tenía particular importancia en el caso del Gobierno de la Unidad Popular en que se iniciaba la experiencia inédita de introducir reformas profundas a las estructuras capitalistas dentro Sdel marco que presentaba la legalidad vigente y en que la aplicación del Programa de Gobierno tendría que lesionar necesariamente los intereses de los sectores dominantes en el país y del imperialismo. Allende tenía conciencia de que en estas circunstancias el desarrollo de la política internacional cobraba una importancia fundamental. Sobre la base de principios que habían orientado permanentemente la política exterior de Chile, se incorporó una nueva dinámica en las relaciones internacionales. La plena vigencia de los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos y el respeto a los tratados y acuerdos libremente convenidos, hacen posible la coexistencia pacífica de los Estados sin consideración a la naturaleza de su régimen económico social. De acuerdo a este criterio, el Gobierno de Allende practicó en sus relaciones internacionales el pluralismo ideológico, ampliando el número de países socialistas con que las mantenía, e incorporando a otras naciones de Asia y África y manteniendo las existentes. Se prestó una especial atención a las relaciones con las repúblicas de América Latina. El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba se entendió como un acto de reparación ante una injusticia histórica. Este paso dado por el Gobierno de Allende fue más tarde seguido por otras naciones. Se dio estricto cumplimiento a los compromisos contraídos con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y se impulsó decididamente el desarrollo de la subregión andina, que promovía la progresiva complementación e integración económica de los países signatarios del Pacto Andino (Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, y más tarde Venezuela). Allende se preocupó de establecer una vinculación especial con los Gobiernos de los países limítrofes, llegando a entablar una estrecha amistad personal con el Presidente Juan Velasco Alvarado del Perú y manteniendo con el Presidente Alejandro Lanusse de Argentina una relación de mutuo respeto y cordialidad. Fue un rasgo característico de Allende su facilidad para entablar relaciones personales con otros mandatarios lo que le permitía, a veces, resolver problemas que parecían difciles a través de un contacto directo.

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En el Gobierno de Allende, Chile no tuvo conflicto con ningún país latinoamericano. Es significativo que las relaciones con los países fronterizos nunca fueron mejores que durante su mandato. Su preocupación permanente por los problemas de América Latina, lo impulsó a buscar los mecanismos que permitieran transformar la Organización de Estados Americanos (OEA) adecuándola a la realidad regional. Se planteó abiertamente la necesidad imperiosa de superar dos ficciones fundamentales en que se fundaba la OEA y que impedían que a través de ella se pudiera sustentar un diálogo constructivo con los Estados Unidos. En primer lugar, la ficción que consiste en suponer que en su seno se reunían 23 Estados iguales y, en segundo término, la ficción de considerar la existencia de una gran homogeneidad entre esos Estados en base a presuntos intereses, objetivos e ideales comunes. Allende señaló que era tan enorme la diferencia de poder entre los Estados Unidos y cada uno de los países latinoamericanos, considerados aisladamente, que resultaba imposible cimentar una relación y un trabajo eficiente, veraz y constructivo sobre el artificio de suponerlos iguales. Era tan evidente la oposición de intereses que se planteaban en diversos aspectos de la vida económica y del acontecer político, que resultaba imposible, ocultando tan imponente realidad, pretender edificar nada sólido y duradero. Este lenguaje franco y directo encontraba acogida en numerosos Gobiernos latinoamericanos que brindaron permanente respaldo a Chile ante las agresiones de que era objeto. El común interés de los pueblos de América Latina por superar el subdesarrollo y la dependencia, los ubican en el mundo junto a otros pueblos que en Asia y África enfrentan desafos semejantes. Consciente de esta realidad, Allende tomó la decisión de incorporar a Chile al Grupo de los No Alineados, muchos de cuyos postulados coincidían con los enunciados de su política exterior. Se buscaba fortalecer la unidad de todo el mundo en vías de desarrollo, por sobre las diferencias que separaban a algunos países de otros, animados de la firme convicción de que sólo en la búsqueda de lo que los une y no de lo que los divide se podría llegar a conformar un conglomerado progresista que enfrentara dinámicamente los desafos y agresiones de los países más industrializados. La preocupación de Allende por los problemas del Tercer Mundo, se veía justificada por el panorama internacional de esa época que mostraba un aumento cada vez mayor en la distancia que separaba a los países más avanzados de los países en desarrollo de África, Asia y América Latina. La participación de estos últimos en los intercambios mundiales era cada vez menos equitativa. La orientación de la asistencia financiera había convertido a las naciones del Tercer Mundo en deudores netos. La transferencia de tecnología era mínima y onerosa y sus recursos y riquezas naturales eran víctimas de una explotación incontrolada. Estas circunstancias fueron expuestas reiteradamente por Allende en diversas intervenciones. El panorama internacional de hoy no ha variado y por ello se busca a través del denominado diálogo Norte–Sur, hasta ahora estéril, buscar soluciones realistas a este problema que amenaza con hacerse insoluble. Allende trató siempre de evitar la confrontación, insistiendo en recurrir a los mecanismos jurídicos que permiten la solución pacífica de los conflictos. Fue su política

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frente a los Estados Unidos, a cuyo Gobierno propuso reiteradamente aplicar el tratado bilateral de 1914 aún vigente y al tenor del cual se hubiera podido llevar el conflicto provocado por la nacionalización de las minas de cobre a un arbitraje internacional o al Tribunal de La Haya. Estas proposiciones fueron rechazadas insistiéndose en el camino de las presiones. Allende estaba absolutamente convencido de haber procedido con estricto apego a la legislación chilena y al Derecho Internacional y por ello no vaciló en denunciar en su discurso ante la Asamblea General de la ONU la agresión y las maniobras de que su país era víctima. En aquella ocasión (diciembre 1972) expresó: “Desde el momento mismo en que triunfamos electoralmente el 4 de setiembre de 1970, estamos afectados por el desarrollo de presiones externas de gran envergadura que pretendió impedir la instalación de un Gobierno libremente elegido por el pueblo y derrocarlo desde entonces. Que ha querido aislarnos del mundo, estrangular la economía, paralizar el comercio del principal producto de exportación que es el cobre y privarnos del acceso a las fuentes de financiamiento internacional”. “Estamos conscientes, agregó, de que cuando denunciamos el bloqueo financiero– económico con que se nos agrede, tal situación parece difcil de ser comprendida con facilidad por la opinión pública internacional y aún por algunos de nuestros compatriotas. Porque no se trata de una agresión abierta, que haya sido declarada sin embozo ante la faz del mundo. Por el contrario, es un ataque siempre oblicuo, subterráneo, sinuoso, pero no por eso menos lesivo para Chile”. “Nos encontramos frente a fuerzas que operan en la penumbra sin bandera, con armas poderosas, apostadas en los más variados lugares de influencia”, concluyó. Más adelante detalló con gran cúmulo de antecedentes como se llevaba a efecto esta agresión. Las investigaciones posteriores realizadas por el Senado de los Estados Unidos han confirmado todas y cada una de las denuncias que Allende planteó en esa ocasión. Allende tenía confianza en el rol que podía jugar la ONU. Pensaba que los principios de su Carta conservaban vigencia y correspondían a las aspiraciones de los pueblos, pero también reclamaba que se tradujeran en acciones positivas. La ONU, de acuerdo a su criterio, debía constituirse en instrumento para facilitar la solución de los problemas y contribuir al afianzamiento pleno de las soberanías de los estados impulsando el progreso económico social de los países en vías de desarrollo. La política internacional de Chile no pretendía ningún liderazgo. Allende fue enfático a este respecto. En su intervención en el Congreso de Colombia, en agosto de 1971, declaró: “Nosotros no exportamos Unidad Popular”. Se trataba, sobre la base del respeto mutuo y de la plena aplicación de los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, sin reclamar ni buscar liderazgo de ninguna especie, de contribuir a la lucha por hacer imperar la justicia y la paz en las relaciones internacionales. El realismo y sobriedad de la política exterior impulsada por Allende, hace que sus postulados mantengan actualidad y vigencia.

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24. “Primero la democracia, después veremos”

Entrevista a Revista Análisis. 5 de septiembre de 1984.

espués de ocho años de exilio, el ex Ministro de Educación del Gobierno de Salvador Allende, define su posición dentro del Partido Radical y se pronuncia sobre el momento político nacional. “Movilización social – señala– es el gran instrumento”. DApenas supo de la “autorización” para volver a su Patria, Aníbal Palma (“El Pibe”), abogado, Ex Ministro del Gobierno de Salvador Allende, inició raudo los preparativos para el retorno. Ni por un segundo lo detuvo el saber que debería enfrentar un juicio por malversación de caudales públicos por el cual estaba además, declarado reo desde 1978… cuando se hallaba impedido de volver a su país. A su llegada, junto a jubilosos correligionarios de su Partido –el Radical– lo esperaban severos guardianes, quienes lo trasladaron de inmediato a un lugar de reclusión. Sus abogados, sin embargo, demostraron su inocencia. Ya en libertad, “El Pibe” Palma señaló su firme propósito de incorporarse a “la lucha por la democracia en Chile”… y despejar y aclarar más de alguna duda y confusión existente en el Partido Radical.

–Señor Palma, ¿qué pasa efectivamente con los radicales?

–Lo que ocurre en todos los partidos políticos. Hay naturales discrepancias frente a la línea estratégica, frente a la política de alianzas, frente a todo un proceso de ebullición. En resumen, son discrepancias naturales que se dan en un Partido esencialmente democrático. Por lo demás, el Partido Radical ha tenido siempre diferencias en su interior, que se ventilan democráticamente en sus asambleas y convenciones. Hay discrepancias hoy que se refieren, fundamentalmente, a la fusión con la Social Democracia1, a la

1 El Partido Socialdemocracia Chilena tiene su origen en una fracción del Partido Radical escindida en 1971 y que se denominó Partido de Izquierda Radical (PIR). Inicialmente continuó integrando la Unidad Popular, pero posteriormente abandonó la coalición y el Gobierno de Salvador Allende, para sumarse a la oposición de centro–derecha y derecha agrupada en la llamada Confederación Democrática (CODE). Entre el 20 y el 22 de julio de 1973 se realizó en Santiago la primera Convención Ordinaria del PIR, en la cual se acordó cambiar el nombre de la colectividad a Partido Social Democracia de Chile. Para el golpe de Estado, su postura oficial fue de respaldo al levantamiento castrense que puso fin a la democracia. Con el transcurso del tiempo, devinieron en opositores al régimen de Augusto Pinochet. No obstante, para el plebiscito del 5 de octubre de 1988, el

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política de alianzas y en la actitud frente al Partido Comunista. Efectivamente son problemas muy de fondo y que merecen un tratamiento serio y una discusión profunda.

–En otros tiempos esas discrepancias al interior de los partidos eran parte del juego democrático normal y no tenían mayor gravitación en el quehacer nacional pero, ¿hasta qué punto hoy esas discrepancias contribuyen a retardar el proceso de retorno a la democracia?

–Creo que aquí hay un gran problema de responsabilidad de los propios dirigentes políticos de la oposición. En la medida en que estas diferencias tengan su cauce normal para resolverse y expresarse no le facilitaran el juego a la dictadura. Pero, en la medida en que se comienzan a copiar ciertos métodos que han pasado a ser “normales” hoy en día, y se pretende acallar una diferencia interna, o se confunde al contradictor en el debate con un antagonista, ya se crea otro tipo de fricciones que pueden causar mucho daño.

–¿Y eso está pasando en el Partido Radical?

–Diría que aún no se ha llegado a eso, pero efectivamente hay ciertos atisbos de confundir una mera discrepancia con un antagonismo que no es tal. Es natural – reitero– que existan posiciones diversas, pero creo que este tipo de problemas –y así lo he señalado– deben resolverse dentro del marco interno del Partido, en la medida en que lo que claramente persigue la dictadura es crear elementos de división al interior de cada uno de los partidos de la oposición. Lamentablemente, hay sectores de ella que han caído en este juego.

–Usted ha esbozado algunas de las diferencias que existirían al interior de su Partido. Concretamente, ¿cuáles son las posiciones que juegan frente a cada una de esas diferencias?

–Por ejemplo, frente a la fusión con la Social Democracia, hay un sector que plantea que las diferencias entre socialismo democrático, que es lo que postula el Partido Radical, y una formulación social democrática, no es sólo una discusión de índole semántica2. Son problemas de fondo en el orden ideológico y que se han expresado a través de muchos años. Hay un sector importante del Partido que se ha planteado con gran fuerza en contra de la fusión con la Social Democracia chilena, sin entrar a descalificar su posición pero enfatizando en que son dos concepciones distintas en el plano ideológico y doctrinario. Se señala que se trata de una simple suma de Partidos. Y eso es algo que hay que discutirlo y despejarlo. Lo anterior no implica que rechacemos la incorporación

Consejo General decidió apoyar la opción “SI”, favorable a la dictadura, la que fue defendida por su presidente Arturo Venegas. Otro sector, presidido por Eugenio Velasco, tomó partido por el NO. En 1994 se fusionó con el Partido Radical de Chile (Nota del Editor). 2 El Partido Socialdemocracia Chilena sostenía que las concepciones ideológicas socialdemócratas no tienen relación alguna con el pensamiento de Carlos Marx o el marxismo, lo que ciertamente no tiene asidero en términos históricos y conceptuales (Nota del Editor).

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al Partido de todos aquellos que asumen su tradición histórica y su definición socialista democrática.

–¿Cuáles son entonces las diferencias concretas con la Social Democracia?

–Para empezar a despejar, no podemos olvidar –sería iluso no decirlo– que la Social Democracia está básicamente integrada por ex miembros del PIR (Partido de Izquierda Radical) el cual formó parte del gobierno de la Unidad Popular sumándose después a la Oposición. En los días posteriores al golpe de Estado muchos de sus dirigentes respaldaron al nuevo régimen. Claro que esto no significa que vivamos anclados al pasado y seamos incapaces de superar esos problemas. Por el contrario, insisto, las puertas del Partido están abiertas para todos aquellos que, sin haber sido cómplices de la dictadura, estén dispuestos a incorporarse a nuestra tarea: reconquistar la democracia.

–¿Significa eso que eso que la inclusión del PR en la Alianza Democrática es un error político o sería otra desviación de su Partido?

–No. Estamos de acuerdo en que el Partido esté dentro de la AD en la medida en que ésta expresa un consenso de fuerzas muy importantes que están por la Democracia. Pero eso no implica que el PR, al interior de la Alianza, no propicie un consenso aún más amplio donde tenga cabida un gran movimiento social que se exprese en las bases y que trascienda la realidad meramente partidista. También hay que ser precisos frente a otro asunto que se plantea y que incide en el carácter no marxista del PR. Estamos de acuerdo. El PR no es marxista, pero un proyecto socialista radical indiscutiblemente tiene, entre otros referentes algunos elementos ideológicos del marxismo.

–¿Y qué hay de algunas discrepancias respecto de la AD de la cual ustedes forman parte?

–Respecto a la línea de la AD, también hay un sector gravitante que señala que se ha implementado una política de alianza que habría alejado al PR de su cauce de izquierda en el área socialista chilena privilegiando, en cambio, las relaciones con sectores de centro y con la SD. Ahora bien, hay que distinguir: nosotros somos férreos partidarios –y allí sí que no hay discrepancias– de que para enfrentar a la Dictadura y para retornar pronto a la democracia se requiere del consenso más amplio donde no hayan exclusiones. Pero nos preocupa que se marquen tanto las diferencias con respecto a las fuerzas y movimientos que se mueven en torno al área socialista y no exista la misma preocupación respecto a otros campos. Nuestro planteamiento es que no se enfaticen diferencias tajantes frente a ningún sector que esté por construir una auténtica democracia. Lo que sí he sostenido –y lo seguiré haciendo– es que el socialismo se hace con las fuerzas socialistas. En una perspectiva a largo plazo el socialismo no se construye con la DC ni con la Derecha Republicana… ni con la Social Democracia. Pero estoy de acuerdo que para recuperar a corto plazo la Democracia no se puede exacerbar esas diferencias.

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–Se afirma que el sector más de izquierda de su Partido necesitaba de un líder como usted para que los proyecte más en la vida nacional y que le “hiciera el peso” a otros sectores del radicalismo. ¿Es usted en realidad ese líder?

–Yo no diría que en el PR hay izquierdas y derechas. Sí, hay posiciones diferentes. En segundo lugar, si de algo me han “servido” tres años de cárcel y ocho de exilio, es para ser más modesto y entender que la política no puede ni debe ser una carrera por ocupar cargos y puestos. Me siento formando parte de un sector significativo del PR con el cual coincido en sus formulaciones de orden político e ideológico. En función de este proyecto que interpreta a un gran ámbito del Partido, estoy dispuesto a asumir toda clase de responsabilidades.

–Extendiéndonos algo más, ¿cuál es su percepción del Chile actual, cómo se observa desde el exilio el desarrollo o retroceso de los partidos políticos chilenos?

–Hay una grave preocupación. Pero quiero ser muy franco. Creo que estas crisis son, en buena parte, un producto casi lógico de una dictadura; en la medida en que no hay una efectiva y real canalización de la opinión pública nacional es muy fácil dividir, fraccionar. Además los regímenes dictatoriales como el de Chile, crean todas las condiciones para impulsar este tipo de problemas en la justa medida que le es funcional a sus intereses. No obstante esta óptica realista –natural dentro de una dictadura– es preocupante lo que ocurre en los partidos políticos chilenos.

Cuando allá en el exilio a uno le piden un “organigrama” sobre el mapa político chileno, el resultado a que se llega es lamentable y más que preocupante. Visto desde fuera, uno llega a la triste pero serena conclusión, de que si no se superan los fraccionamientos, las divisiones, las confusiones, el proceso de retorno a la democracia se alarga y se alarga. Chile exige de su clase política el esfuerzo por buscar los puntos de coincidencia, que son muchos y no la agotadora persistencia en encontrar qué nos divide.

En el aspecto personal, insisto en que soy un radical que se siente intérprete de un gran sector del PR, que desea mantener al Partido en su tradición socialista democrática pero, además, haciéndolo participar en el área de un socialismo renovado, que incorpore nuevas inquietudes e ideas. Que se adapte a nuestra realidad, a nuestras características. Que se proyecte en nuestra idiosincrasia.

–En general usted no es muy optimista frente a la actividad realizada por los partidos políticos de oposición…

–No he dicho eso. He señalado aprehensiones. He contado realidades. He propuesto cosas como es el no seguir cayendo en el jueguito del régimen en el cual, desgraciadamente, caen algunos sectores cuando es la dictadura la que parece fijar las reglas del juego al demandar que se termine con las protestas, en llamar a un dialogo sin objetivos claros ni plazos concretos. En Chile se vive algo de política–ficción. Por ejemplo, hablamos de un Pacto Constitucional –con lo cual estoy de acuerdo– pero, ¿qué sacamos con colocarnos

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de acuerdo sobre textos más “perfeccionados” si no creamos las bases que nos permitan la gran movilización social que posibilite que ese Pacto sea realidad en un breve plazo?3

Las protestas, los paros, las huelgas, son los grandes factores de movilización del pueblo. Lo que nos divide sólo debe resolverse una vez que hayamos recuperado la democracia y así no permitir que el Régimen nos desmovilice: nadie puede negar que es a partir de la primera Protesta Nacional cuando comienza a abrirse espacios en el país. La movilización social que a partir de ella se ha producido no puede detenerse. Todo lo contrario, debe ampliarse para arribar a otro tipo de resultados más definitivos y definitorios.

3 Uno de los primeros pasos orientados a una salida pactada e intrasistema a la dictadura, fue la propuesta formulada por Patricio Aylwin a mediados de los 80 en el sentido de renunciar deliberadamente a la disputa por la legitimidad del régimen y su Constitución, estableciendo un “pacto constitucional” a partir de la Carta de 1980, intentando un texto constitucional definitivo que fuera aceptado por opositores y oficialistas (“Una Salida Político–Constitucional Para Chile”, Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, Santiago, 1986)

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25. El Partido Radical debe estar junto al Bloque Socialista

Entrevista del diario “La Tercera”, periodistas Daniel Galleguillos1 y Carlos Ibarra.

23 de septiembre de 19842.

níbal Palma pudo volver a Chile sin problemas, pues en marzo del próximo año prescribía el delito del que le acusan: malversación de caudales públicos. Pero eso significaba, paradojalmente, quedar libre pero sin poder defenderse y demostrar su inocencia. También significaba introducir dudas enA la opinión pública, insistiendo reiteradamente: “Quiero que mi inocencia quede plenamente acreditada”. Consecuente con lo antes expuesto, volvió a Chile para ingresar directamente a la Cárcel Capuchinos, ubicada en la calle del mismo nombre. Me ofrece una declaración escrita donde reitera su inocencia. Le explico que si volvió por su propia voluntad, sabiendo que le esperaba una celda, debo suponer que es inocente y no masoquista. Que no me interesa el asunto de los 50 mil dólares. La casa en que estamos pertenece a la madre de su mujer, porque dice sonriendo, estamos empezando como muchas otras parejas “viviendo en la casa de la suegra”. El Ex Subsecretario de Relaciones Exteriores y Ex Ministro de Educación de la Unidad Popular está 11 años más viejo, claro. Pero jugó por el equipo de baby–futbol que se clasificó campeón en Capuchinos. Total en Bremen, Alemania Occidental, compartió su tiempo de profesor universitario con la práctica del karate. Dos llamadas telefónicas desde Alemania interrumpieron la entrevista. Una de un amigo de la Universidad y otra de una amiga que le anunciaba que ese mismo día, 18 de septiembre, le embarcaba sus pertenencias rumbo a Chile. Comenta: justo cuando aquí subieron los aranceles.

1 Daniel Galleguillos fue uno de los más connotados periodistas que contribuyeron a la desestabilización del Gobierno de Salvador Allende y uno de los más perseverantes partidarios de la dictadura. Era esposo de Silvia Pinto, una reconocida periodista de derecha. 2 En el contexto de la irrupción de las Jornadas de Protesta Nacional en contra de la dictadura militar y la rearticulación del tejido político–social, Aníbal Palma retorna al país y en esta entrevista se pronuncia sobre el estado de situación de los alineamientos de la oposición.

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Al final, nos acompañó hasta la vereda. Está con la visión del Chile del 73 dividido en dos bandos irreconciliables, así que está asombrado de la acogida. Grupos de estudiantes, niños el 73, que le visitaron en la cárcel, la prensa que en general, “me ha tratado con la mayor objetividad posible”. Habla del exilio y señala que es extraño vivir en lugares sin cerros ni montañas.

LA VUELTA

Le voy a hacer una pregunta simple, para empezar: ¿Por qué volvió a Chile?

La respuesta no es complicada. Ocho años de exilio me enseñaron a querer más a Chile. Me cuesta expresar emociones, pero en el avión cuando cruzaba la cordillera, me costó mucho retener las lágrimas. Tenía un doble compromiso. En lo personal, responder y enfrentar una acusación injusta. En el plano político, sumarme a la lucha por recuperar la democracia.

Señor Palma, ¿Por qué volvió a Chile?

¿Eh? Vuelvo a la respuesta anterior.

¿Y la nostalgia por los cargos, señor Palma? ¿Usted viene a quitarle el puesto de Presidente del Partido Radical a Enrique Silva Cimma, no?

El exilio enseña a ser modesto y a entender que la política no es una carrera por ocupar cargos ni por ser candidato a nada. No aspiro a ningún cargo ni a desbancar a nadie. Soy militante de un Partido inserto en la lucha por volver a la democracia.

¿Está renunciando públicamente a ser Presidente del Partido Radical, señor Palma?

Mire: eso no depende de lo que yo decida. Es un problema de decisión interna de mi Partido. Desempeñaré cualquier cargo para el cual, democráticamente mi Partido me elija. Pero anteponiendo la lucha por la democracia a cualquier aspiración de orden personal.

Bueno. Viene a luchar por la democracia. Tomando en cuenta que está en libertad bajo fianza, ¿le parece bien que no le pregunte nada sobre el Presidente Pinochet? Porque entiendo que no se puede estar en libertad bajo fianza en dos procesos.

El problema es si respondo con sinceridad o no. Y quiero ser sincero. Una respuesta sobre Pinochet podría acarrear los riesgos que usted señala.

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Entonces hablemos sobre el problema en general. ¿Usted propone unidad política amplia contra el Gobierno?

Yo diría la unidad más amplia, no sólo de los Partidos y movimientos sociales que están por el retorno a la democracia. Unidad sin exclusión en el campo político y unidad que permita la participación de organizaciones que representen la base social: poblaciones, sindicatos, jóvenes, centros de madres, juntas de vecinos y otros similares.

Entonces, vamos aclarando. En lo político ¿la Alianza Democrática, el Movimiento Democrático Popular3 y el ADENA4?

No hago exclusión de aquellos Partidos que están por una auténtica democracia. Y eso significa devolver la soberanía al pueblo para elegir entre las distintas opciones, significa el más amplio pluralismo. Pero hay algunos sectores que hablan de la democracia, pero no la entienden. Se refiere a una con apellidos o con exclusiones. De manera que no soy yo el que las enjuicio. Son ellos mismos que se autoexcluyen al no plantearse por el retorno a una autentica y verdadera democracia.

Bueno. Supongo que esto se puede hablar sin riesgos de un segundo juicio. Nombre y apellido de quiénes se autoexcluyen en el ADENA.

Creo que el ADENA responde exactamente a la caracterización que hice de aquellos sectores que se autoexcluyen. Son conocidas las declaraciones de sus dirigentes en torno a buscar una democracia con apellidos o la declaración tajante que hacen referente a excluir algunas formas de expresión del pensamiento político de la futura democracia. La democracia es pluralismo y quienes no aceptan eso, no pueden estar en la lucha por retornar a la democracia.

En el MDP, ¿quiénes se autoexcluyen?

No conozco a ningún sector del MDP que se haya planteado por una democracia con exclusiones. Si alguno se planteara así y buscara fórmulas distintas a las que he planteado, también caería en la autoexclusión que señalé.

3 El Movimiento Democrático Popular fue una coalición constituida también en 1983, que integraban el Par- tido Comunista, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el sector marxista–leninista del PS, cuyo secretario general era Clodomiro Almeyda (Nota del Editor). 4 El Acuerdo Democrático Nacional (ADENA) fue una coalición, formada en 1984, por los partidos que respaldaban la dictadura militar y que tuvo una corta existencia. Sus integrantes eran el Movimiento de Acción Nacional (MAN), el Movimiento de Unión Nacional, el Movimiento Social Cristiano, la Unión Demócrata Independiente (UDI), el Partido Democrático Nacional (PADENA), el Partido Nacional, y dos grupos de origen en el radicalismo: la Democracia Radical y los Talleres Socialistas Democráticos (Nota del Editor).

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Tomando en cuenta que estuvo ocho años en el exilio, le quiero recordar que en el MDP están el Partido Comunista, el MIR y sectores marxistas leninistas del Partido Socialista, MAPU, Izquierda Cristiana5. ¿Estima que son pluralistas y son aceptables en una democracia?

No he escuchado por parte de ellos ninguna definición tajante en contra de la democracia. Pero si las he escuchado de parte de dirigentes que integran partidos del Acuerdo Democrático Nacional.

¿Entonces la unidad política debe hacerse entre la Alianza Democrática y el MDP?

No me cabe ninguna duda que la Alianza está integrada por Partidos y movimientos que están por un retorno a la democracia. Lo mismo respecto a sectores de la derecha política. En el MDP no he escuchado declaraciones que desvirtúen la democracia que ellos pretenden. Ahora, si en el largo plazo su concepción de democracia es distinta a la de mi Partido u otras fuerzas socialistas, será nuestro pueblo el que determinará cuál es el rumbo que más responde a sus intereses.

FAMILIA RADICAL

Hablemos ahora de la unidad del radicalismo. Parece obvio que a ella no deben integrarse el Partido Democracia Radical, del ADENA, por lo que me dice.

¿Unir al radicalismo? Hay un solo partido Radical, el PR que participó en el Gobierno de la Unidad Popular. Existe una Democracia Radical que nada tiene que ver con el pensamiento socialista del Partido y la mejor demostración es que hoy sirve como fuerza de sustentación a un régimen de fuerza, como el que actualmente sufre el país. Y existe una Social Democracia, a la cual se ha integrado el ex PIR (Partido de Izquierda Radical), que propicia fórmulas que no se avienen a la definición socialista democrática del Partido, como lo señala nuestra Declaración de Principios. Es otra formulación. Puede ser tan respetable como la nuestra y creo que nadie es poseedor de la verdad absoluta. Yo respeto todas las ideas y todos los pensamientos. Pero Partido Radical hay uno solo y ese es el nuestro.

Influye en esa apreciación suya el hecho que el Partido de Izquierda Radical (PIR, hoy Partido Social Demócrata), estuviera al final contra la Unidad Popular, supongo.

5 La aseveración de los periodistas constituye un evidente error: al momento de la entrevista, el MAPU y la Izquierda Cristiana formaban parte de una coalición opositora llamada Bloque Socialista. También lo integraban el sector “renovado” del Partido Socialista de Chile; el MAPU Obrero y Campesino, también llamado MOC; el Grupo por la Convergencia Socialista y la Convergencia Socialista Universitaria (Nota del Editor).

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Todos tienen el derecho a reconocer errores, incluidos nosotros. Pero hay hechos de la historia que no pueden soslayarse. El PR participó en la UP. También el PIR en un comienzo para apartarse después y contribuir a crear las condiciones que hicieron posible el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973. Hubo declaraciones de dirigentes que luego apoyaron al Gobierno Militar. Pueden haberse equivocado. Pero el problema es otro. Saber quién fue consecuente con la tradición socialista del PR. Con todos los errores el PR fue consecuente al estar en la UP. Esto no significa volver al pasado. Todos aquellos que reconozcan sus errores tienen las puertas abiertas del Partido.

El Partido Radical era grande y la UP lo dividió, señor Palma.

No fue la UP quien lo dividió. La crisis se arrastraba desde hacía muchos años. Desde que se recuperó el Partido después de Gabriel González Videla, que es una mancha negra en el Partido Radical. El PR colaboró con el Gobierno de Alessandri, lo que motivó contradicciones internas. Siguieron durante el Gobierno de la DC y luego un grupo formó la Democracia Radical. Veamos donde están hoy el señor Durán, el señor Tormo y entenderemos por qué esa gente no puede ser radical. Durante la UP el PIR se vio enfrentado a su idea intelectual del socialismo y la realidad de iniciar un proceso de socialismo. Pero, repito, se pueden rectificar los errores.

En su concepto, ¿el Partido Radical está entonces más cerca del Bloque Socialista?

Creo que el proyecto político del PR está más cerca del que inspira a los sectores de izquierda que se mueven dentro del Bloque Socialista. Esto no quiere decir introducir un factor de división dentro de la izquierda.

¿Usted piensa que el PR debe estar en el Bloque Socialista?

No diría dónde debe estar el PR. El problema es la política de alianzas que se debe implementar. Si nos definimos como socialistas debemos implementar una política que nos vincule a los sectores que también se mueven dentro del área socialista. Y dentro de esa área, tendrá que haber mayor afinidad con aquellos que están más cercanos al Partido. El Bloque está más cercano a nuestro proyecto y creo que debemos privilegiar la relación con sus componentes. No se trata de asumir el proyecto político que anima a ciertos sectores del Bloque. Ocurre que tiene mayor afinidad con nuestro ideario radical socialista y democrático.

El Bloque es el ligamento, digamos que une a los socialistas de Briones con los socialistas de Mandujano. Es decir, ustedes están cerca de ellos y alejados del Partido Socialista de Almeyda que es marxista leninista.

En esto quiero ser muy claro y preciso. Ni yo ni mi Partido somos marxistas leninistas ni marxistas. El marxismo constituye un referente ideológico importante en el desarrollo del pensamiento socialista, pero no a ese punto. La mayor riqueza del socialismo es,

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justamente, su capacidad de renovación, su receptividad al aporte de las nuevas ideas que se emplean en el campo ideológico e intelectual. Tienden aquí a encasillar a la gente en marxistas o no marxistas desde un punto de vista dogmático. Desde aquellos que enjuician al marxismo desde un ataque despiadado e ignorante, tanto aquellos que elevan el marxismo a la calidad de un dogma al que atribuyen valor absoluto. Ni lo uno ni lo otro. El PR es el primer partido en Chile que se definió como socialista sin ser marxista. Entonces, apreciamos el marxismo desde una perspectiva más amplia, reconocemos y valoramos su aporte al desarrollo del pensamiento socialista, utilizamos las herramientas que entregan para el análisis de la realidad, para el estudio de la historia. Pero también enriquecemos nuestro pensamiento con el aporte del cristianismo en América Latina y con el aporte del pensamiento laico.

¿QUÉ PASARÍA SI…?

Señor Palma, le propongo un juego de política ficción. Supongamos que se acabó el Gobierno Militar y que están en el poder los actuales opositores. Vamos a lo práctico. ¿Qué propondría el Partido Radical en educación? ¿La Escuela Nacional Unificada, es decir, la ENU?

Mire, a la ENU se le analiza políticamente y se descuidan sus aspectos técnicos y educacionales que eran excelentes. Era un buen proyecto desde el punto de vista técnico, con una presentación muy desafortunada, entregada en un momento muy poco propicio.

Sí, porque a Andrés Allamand le hablan de la ENU y vuelve a pegar los mismos brincos que deba cuando era dirigente estudiantil.

La ENU tuvo una presentación desafortunada, porque en la discusión jamás se pasó de la introducción al proyecto. Nunca se discutieron sus postulados. Se discute hasta hoy, porque allí en la presentación se hablaba de la formación del hombre nuevo de la sociedad socialista. Pero no era tal. El articulado del proyecto no responde a esa definición ideologizante que se quiso hacer en la introducción. Hace poco, se me atacó en un matutino y resulta que todos los párrafos que cita corresponden a la introducción del proyecto. No hablo de revivirlo, porque cada proyecto corresponde a un momento determinado. Apareció en un momento de gran polarización política y así se estaba a favor o en contra de la ENU. Pero se olvidan de que no necesitaba de una Ley. Bastaba con un simple decreto.

¿Y en economía, señor Palma? La UP ofreció estatizar 94 empresas. ¿Recuerda? Una a una caerán las 94. Poco antes del Golpe Militar, el Ministro Hernán Del Canto afirmó públicamente que sí había un intento golpista, las 48 mil empresas del área social lo atajarían. Hay diferencias entre 94 y 48 mil.

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Nunca conocí esa cifra. Creo que Hernán Del Canto estaba equivocado. Pero quiero señalar que este gobierno ha sido mucho más estatizante que el Gobierno de la UP. Vemos lo ocurrido con la banca, con el sistema financiero, con las empresas de este país. Están quebradas o bajo la influencia estatal.

Es decir, Pinochet resultó socialista. La novedad del año.

No sé si es socialista o no, estoy señalando un hecho. Hablemos de lo que se estima catástrofe económica de la UP. Es cierto que hubo empresas mal administradas, ineficientes, pero prefiero empresas mal administradas a desaparecidas. Reconozco que no fueron 94 empresas las estatizadas sino muchas más. Fue un error. El socialismo no es enemigo de la empresa privada. Hacer socialismo no es estatizar a tontas y a locas.

Y en relación a los culpables, ¿qué hacer con quienes han violado los Derechos Humanos o producido un desastre económico?

Eso se responde con una frase muy simple: creo que debe evitarse por todos los medios la venganza. Pero no puede dejarse de hacer justicia a quienes sean responsables. No se trata de tender un manto de olvido, diciendo que aquí no ha pasado nada. Porque ha pasado mucho. Hay torturados, hay desaparecidos, hay viudas, hay hambre y hay miseria, hay violación persistente de los Derechos Humanos. Alguien tendrá que responder por eso. Pero a través de procedimientos que garanticen su derecho a defensa. Que se respeten todos los derechos que ellos no fueron capaces de respetar. Si exigimos respetar los Derechos Humanos, el día de mañana debemos ser capaces de respetar también a quienes los han conculcado y darles la oportunidad de un juicio justo, pero juicio. Mediante los Tribunales ordinarios.

LOS TRIBUNALES

¿Y qué pasará con los Tribunales de Justicia, señor Palma? Durante años la oposición se ha quejado de que no se acogían los recursos de amparo y que la justicia fue, o lo sigue siendo, injusta ¿También hay que juzgar a los Magistrados?

Yo creo que tendrán que crearse mecanismos por el propio Poder Judicial, que entren a calificar sus propias actuaciones. Porque, indiscutiblemente, como todas las Instituciones de este país, tienen un grado de responsabilidad. Y no puede ser el único sector o la institución que no esté afectado por la crítica o la autocrítica, por los mecanismos de calificación de las actuaciones que ha tenido.

¿Qué papel le ve usted a las Fuerzas Armadas en un futuro Gobierno?

El que siempre han tenido y del cual nunca debieron haberse apartado: ser garantes de la seguridad nacional, de la soberanía del país. Para eso deben estar integradas a la

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sociedad civil. No pueden seguir siendo el compartimento estanco que han sido en Chile. Deben seguir teniendo el monopolio de las armas, pero sin olvidar que esas armas se las entregó la sociedad civil para estar al servicio de la sociedad, no para ser instrumento de la represión. Éste fue un error enorme de la UP. No integrarlas a la civilidad. No basta con nombrar a altos oficiales en cambios importantes. El problema es de formación, es de valores, es de real integración.

Y en cuanto a la violencia, ¿también sirve para lograr la democracia o conservarla?

El problema es más complejo. Reside en cómo evitar el tener que llegar a la utilización de las armas. Esa es la gran responsabilidad. No se trata entonces de definirse en contra o a favor de la violencia.

Pero, ¿es partidario de utilizar la violencia, llegado el caso?

No, porque creo que es llevar la lucha justamente al terreno que más favorece al adversario. Las Fuerzas Armadas son profesionales de la fuerza. Y hay muestras reiteradas de la eficiencia que demuestran para su utilización y la extensión que puede alcanzar la aplicación de ella. La lucha debe plantearse en el terreno de la movilización social más amplia. Lo cual no significa tampoco negar el derecho a legítima defensa, que tiene el que se ve acosado todos los días.

¿Esto lo entiende el Partido Comunista que está por la vía pacífica y por la violencia al mismo tiempo?

No se puede ocultar que sobre el punto hay discrepancias en el interior de la izquierda. Creo que en el PC se aprecia una cierta voluntad de recapacitar en algunos planteamientos. Creo que algunas declaraciones del PC han sido mal interpretadas, porque no es tan clara su definición absoluta por el uso de la violencia. Yo soy partidario de la más amplia movilización social, soy categórico en condenar el terrorismo que, por lo demás, nunca ha sido un arma de lucha de la izquierda en Chile. La izquierda tradicional confa más en la movilización de las masas.

A propósito de movilización social. Existe la impresión de que hay un divorcio entre los políticos y las bases, especialmente las poblacionales. ¿Tiene esa misma impresión?

Creo que, efectivamente, existe una brecha entre el movimiento social y los Partidos Políticos que no se ha superado. Es necesario crear pronto el mecanismo que permita superar esa brecha. El Gobierno hace una caricatura de los Partidos que se dividen, que discuten entre ellos, y los políticos a veces actúan de tal manera que la caricatura se asemeja a la realidad. La política no es un esquema de cúpulas. No es el monopolio de los Partidos, sino la posibilidad de estar al servicio de todos y todos deben tener la posibilidad de participar.

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26. “Quienes creemos en la democracia no podemos seguir dando un espectáculo de divisiones”

Entrevista del Periodista Jorge Andrés Richards. Revista “APSI”, 1 de octubre de 1984.

cho años en el exilio, en “el sufrimiento de vivir lo ajeno”, como el mismo lo describe, han terminado por alterar la imagen que tenía durante el Gobierno de la Unidad Popular cuando en la arena política, por su juvenil apariencia, era conocido como “El Pibe”. OEntonces era el Ministro más joven del Gabinete de Salvador Allende, ocupando la cartera de Educación. Antes había sido Subsecretario de Relaciones Exteriores y después Ministro Secretario General de Gobierno.

Volvió al país en agosto y por un juicio pendiente, pasó desde Pudahuel a la Cárcel Pública. Abogado, radical desde siempre, ahora, luego de ser dejado en libertad bajo fianza, Aníbal Palma se apresta a reiniciar la actividad política.

–¿Cree usted que la Unidad Popular tiene vigencia hoy en Chile?

–Yo diría que las alianzas políticas obedecen a circunstancias históricas y la UP, a mi juicio, tuvo plena vigencia a finales de la década de los 60. Respondió a una coyuntura histórica determinada desde el punto de vista del movimiento popular. Fue una respuesta correcta a las necesidades del Chile de esa época y marcó el punto más alto de unidad del movimiento popular desde 1938. Había una democracia estable de muchísimos años: en consecuencia, las condiciones eran propicias para iniciar un proceso de transformaciones en la sociedad chilena. Sin embargo, hoy las circunstancias son absolutamente distintas.

–¿Por qué?

–Porque este país ha vivido durante 11 años bajo una férrea dictadura. Por tanto, no están dadas las condiciones para iniciar programas de transformaciones. Hoy la prioridad es la recuperación de la democracia y terminar con un régimen de fuerza. Y para recuperar

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la democracia no se puede pensar en alianzas parciales: de lo que se trata es buscar la más amplia unidad de los sectores, fuerzas y movimientos que postulen valores democráticos.

Una vez que afiancemos la democracia, recién podremos pensar en reiniciar un camino de transformaciones sociales que nos encaminen al socialismo. Pero para eso queda mucho camino por recorrer.

–Hablando del presente, se dice que entre usted y Enrique Silva Cimma, presidente de su Partido, habría grandes diferencias y ambos representarían distintas corrientes al interior del PR.

–Aquí no se trata de personificar diferencias entre Silva Cimma y yo, con el cual tengo muy buenas relaciones en el orden personal. Lo que ocurre es que al interior del Partido, se dan distintos enfoques y existen diferentes sectores, situación propia de una organización profundamente democrática como la nuestra.

–¿Y cuáles son esas discrepancias?

Una de las materias de discrepancia dice relación con el proyecto de fusión con la Socialdemocracia. Hay quienes son decididos y abiertos partidarios de llevar adelante y a la brevedad ese proceso de unificación y otros que estimamos que entre el PR y la Socialdemocracia hay problemas de fondo que no están resueltos. Y éste no es un problema semántico solamente. La declaración de principios del PR es muy clara y categórica al establecer la diferencia entre socialdemocracia y socialismo democrático. Otra de las diferencias es el trato que se le da a la política de alianzas y, finalmente, algunas formulaciones que inciden en el campo ideológico.

–Cuando se refiere al tipo de alianzas, ¿se refiere, entre otras cosas, al tratamiento que la directiva actual le da a sus relaciones con el PC y con otros sectores de izquierda? Porque ha reiterado numerosas veces que con el PC no habría ningún tipo de pacto político.

–Si, efectivamente, es otro tema de discusión al interior del Partido. En todo caso, quiero señalar que el PR ha sido gobierno en cuatro oportunidades y en esas cuatro ocasiones ha gobernado con el PC. Entonces, hoy me parece absurdo que nos neguemos a incorporar al Partido Comunista en un gran acuerdo nacional para recuperar la democracia. Por otra parte, el anticomunismo que se aprecia en algunos sectores del Partido, no sólo me parece inconveniente sino también contradictorio con lo que el Partido ha representado hasta hace muy poco.

–Usted es enfático en señalar que los radicales son socialistas democráticos. ¿Por qué entonces, el PR no participa en el Bloque Socialista?

–Precisamente al interior del Partido hemos planteado que una correcta política de alianzas, tendría que privilegiar sus vínculos con aquellos sectores que están más cerca

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de nuestro proyecto histórico: socialismo y democracia. A mi juicio, estos sectores hoy día se encuentran al interior del BS. En este sentido, el Bloque Socialista en sus planteamientos ha recogido la síntesis de lo que fue el pensamiento de Allende: las ideas socialistas para ser aplicadas en un sistema democrático y pluralista. Ideas que reflejan plenamente el proyecto histórico de mi Partido.

–¿Esto que usted plantea significa que el PR debería abandonar la Alianza Democrática, por ejemplo?

–En ningún caso. No creo que una cosa impugne a la otra. Por lo demás, hay sectores dentro de la Alianza Democrática que también participan en el Bloque Socialista y hay otros sectores de esa agrupación que no están en la Alianza. Yo soy partidario de que el Partido Radical participe en cualquier alianza que concite el mayor consenso. Y en esta perspectiva, creo que es positivo que el PR participe en la Alianza. Pero también creo que la Alianza debería posibilitar la incorporación en su interior de todos los sectores que están por recuperar la democracia y crear un gran consenso nacional. Porque es absurdo plantear, por una parte, que queremos democracia y por otra, excluir a algunos sectores.

–En todo caso, la realidad hoy en Chile es que, por lo menos en el terreno político, existen tres referentes: la Alianza Democrática, el Bloque Socialista y el MDP…

–Lamentablemente esa es la realidad. Sin embargo, creo que éstas deberían conformar un solo movimiento nacional, cuyo único objetivo sea recuperar la democracia.

–¿Eso significa formar un nuevo referente?

–Yo diría que habría que dar origen a un pacto entre estas fuerzas. Pero voy más allá. En Chile existe un movimiento social que traspasa a los partidos políticos. Por tanto, el gran frente de unidad nacional, no sólo debe contemplar a los partidos sino también debe incorporar a la base social, vale decir a las organizaciones sindicales, a los centros de madres, a las juntas de vecinos, a las federaciones juveniles, las agrupaciones de mujeres, los campesinos. Si somos capaces de nuclear a todos esos sectores en un pacto nacional, creo que mucho más luego que tarde podremos terminar con la dictadura e iniciar el tránsito democrático.

–¿Pero usted cree que esto es posible en la hora actual?

–Yo creo que las condiciones objetivas existen. ¿Alguien me puede explicar por ejemplo, por qué es posible concertar a todos estos sectores para una jornada de protesta y no concertarlos para recuperar la democracia?

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–Está pendiente el problema de las vías. Las discusiones sobre las formas de lucha han entrampado los acercamientos1.

–Vamos por parte. En primer lugar debemos convencernos de que lo primero que se requiere es buscar un gran acuerdo donde esté representada toda la base social. Esto, por cierto, exige encontrar acuerdos en lo estratégico. Exige ponerse de acuerdo también en las formas de lucha. Con todo, yo creo que hemos llegado a una situación en que es posible lograr grandes consensos. El gran esfuerzo que debemos hacer los que creemos en la democracia, es encontrar la unidad y no seguir dando un espectáculo de divisiones. Hay que insistir en lo que nos une, que es mucho más que lo que nos divide.

–¿Y en cuanto a las formas de lucha?

–Yo definitivamente me pronuncio en favor de la más amplia movilización social. En todo caso el problema de la violencia es más de fondo. El problema es cómo se genera la violencia y no me voy a referir al derecho a rebelión contra el tirano, sobre Santo Tomás de Aquino o la Carta de Naciones Unidas que ya se conocen suficientemente2. El problema no es estar a favor o en contra de la violencia; el problema es cómo evitarla. Y eso no depende de la voluntad de los grupos o individuos. La violencia está siempre presente en las luchas por la liberación. En todo proceso de lucha contra las dictaduras. Pero la forma que adquiere y la intensidad que puede llegar a tener, depende fundamentalmente de quienes, para mantenerse en el poder, se apoyan en la violencia y no de quienes son sus víctimas. Y aquí en Chile la cosa está muy clara. En esa perspectiva creo que plantear la opción de la vía armada en el caso chileno, es llevar la lucha precisamente al terreno que más favorece al adversario, que en este caso es el régimen, que se apoya en la fuerza y que ha demostrado a los largo de estos años la eficiencia que tiene para usar la violencia y la gran intensidad con que puede aplicarla. En definitiva, por estas razones, creo que el pueblo se sacudirá de este régimen de fuerza a través de la más completa movilización social que contemple a los más vastos sectores de la sociedad.

–De acuerdo a lo que usted me ha planteado, el Partido Radical debería ubicarse en la izquierda del espectro político nacional. Por otra parte se dice que ustedes son una tendencia marxista dentro del PR. ¿Qué nos puede decir al respecto?

–Quiero ser muy enfático. Ni yo soy marxista, ni el Partido Radical es marxista, ni ningún sector del Partido lo es. El marxismo constituye un referente ideológico que ha sido y es importante en la formulación del pasamiento socialista. No es el único referente histórico,

1 La Política de Rebelión Popular de Masas planteada desde 1980 por el Partido Comunista, que incluía el uso de “todas las formas de lucha” contra la dictadura, generó un gran debate al interior de la oposición, en particular por el cuestionamiento de la Democracia Cristiana y de la oposición de centro al uso de métodos violentos de acción (Nota del Editor). 2 Se refiere a los planteamientos teológicos de Santo Tomás de Aquino y al contenido del preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se expresan favorablemente al derecho a rebelión contra una tiranía (Nota del Editor).

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porque la mayor riqueza del socialismo es su capacidad de renovación: su receptividad al aporte de las nuevas ideas que se plantean en el campo teórico, intelectual e ideológico. Además, el socialismo es influido por las características propias de las distintas regiones y países. Concretamente, en Chile es importante la influencia que ha tenido el pensamiento laico en el socialismo. Por otra parte, en América Latina es significativa la influencia del pensamiento cristiano. Vale decir, la mayor riqueza del socialismo está en su capacidad de renovación, en su capacidad de recepción. El socialismo en definitiva no es estático, es dinámico, se renueva y no rechaza el aporte y las nuevas expresiones del pensamiento. Por todo esto es capaz de plantearse muchos desafos.

–¿Usted comparte entonces la idea de que en Chile hay dos izquierdas?

–Evidente, y yo creo que la existencia dentro de la izquierda de dos grandes vertientes (el MDP y el Bloque Socialista), cada una con su propio proyecto y características diferentes en muchos aspectos, no es un hecho negativo. Por el contrario, esta realidad va a permitir una unidad de la izquierda a un nivel superior, porque están delimitados los proyectos y, en consecuencia, el pueblo podrá determinar cuál de esas propuestas será la hegemónica. Y en este sentido, no me cabe duda alguna de que el proyecto renovador del socialismo que expresa el Partido Radical y que se expresa en el Bloque Socialista tiene un espacio enorme y está destinado a ser el que canalice y concite mayor grado de respaldo.

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27. Ardiente Paciencia de Skarmeta y Aire Humano de Neruda

Participación en serie de reuniones en las que se evocan la figura y pensamiento de Pablo Neruda.

Santiago, 11 de septiembre de 1986.

e ha tenido la deferencia y se me ha hecho el honor de invitarme a participar en esta serie de reuniones en las que, a propósito del libro “Ardiente Paciencia” de Antonio Skarmeta, se evoca la figura, el pensamiento, el aire humano de Pablo Neruda. No es extraño que se lo describa en la citada obra como una especie de Scasamentero pueblerino, si recordamos cuando escribiera:

“Yo soy el buen poeta casamentero –tengo novias para todos los hombres– todos los días veo mujeres solitarias que por ti me preguntan”.

Así escribió el poeta y a partir de esos versos, tal vez pudiera Skarmeta haber creado su obra, pero como ustedes muy bien supondrán no vengo a hablar precisamente de esta magnífica creación teatral. He aceptado este verdadero regalo que se me ha hecho al invitarme, porque el sólo intento de asomarme con respeto humilde a tan grande personalidad. Ello constituye para mí un honor. Ustedes pueden ver que traigo escritos mis pensamientos, traigo anotadas mis ideas, mis recuerdos, mis escasos conocimientos, porque no puedo improvisar a propósito de algo tan importante, tan inmensamente vasto, tan difcil incluso, como es el poeta nuestro. Quiero hacerles a todos ustedes una advertencia previa: no crean encontrar en mis palabras revelaciones o acontecimientos secretos, anécdotas o sucesos ignorados o situaciones inéditas. No las tengo. Simplemente mi exposición será un relato de inquietudes personales que trataré de transmitir a ustedes y de una pequeña sucesión de hechos históricos que tal vez estén algo olvidados. Para ello utilizaré un trabajo muy corto de la vida de Pablo Neruda. No más de tres años, desde el final de 1969 hasta los finales de septiembre de 1973.

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En la existencia normal de todos nosotros, la verdad es que tres años es muy poco, pero cuando ese hombre se ha llamado Pablo Neruda hay tal cantidad de acontecimientos que cuesta señalarlos y es prolongado detenerse en los detalles de todos ellos. No sólo por su cantidad, sino también por la riqueza de su contenido. Miro el calendario hoy y en el veo ese 11 de septiembre señalado con color rojo. Es un color que le corresponde sin duda, pero yo siento en esta fecha más que nunca mi obligación de hacer evocaciones, de rendir homenajes y de colocar, aunque sea de pasada, en su justo ámbito a algunos personajes de gran estatura que tuve la honra de conocer. Gentes cuyos nombres la historia en el mundo ya ha recogido y les ha rendido homenaje y aquí en Chile no me cabe duda que llegará el tiempo en que también se hará lo mismo para orgullo y conocimiento de todos. Hombres, mujeres y niños de hoy y también de mañana. Esos tres años de Neruda tal vez podrían sintetizarse en un breve esquema de palabras. Renuncia del poeta a su precandidatura presidencial, proclamación de la del amigo y camarada, viaje a París como Embajador, obtención del Premio Nobel, regreso a Isla Negra, últimos días en Chile y muerte en septiembre de 1973. Pero detrás de ese resumen hay muchas otras cosas que creo que debemos recordar y eso intentaré hacer. Antes que nada permítanme ustedes reclamar para nuestro país, retrotraer para Chile la propiedad de nuestro poeta. El nombre de Neruda se ha hecho universal. Ha pasado a ser patrimonio del planeta tierra. Pertenece a todo el mundo. Las innumerables traducciones de sus obras a los más diversos idiomas, le han colocado un barniz que ha ido cubriendo su nacionalidad. Lo ha llevado a ser el Neruda del mundo. Y, primero que nada, yo quiero reclamarlo para nosotros, para nuestro querido y sufrido Chile, para este país que él mismo cantara en sus versos describiéndonos desde el cielo, las nieves, las montañas, hasta nuestros tomates, nuestro criollo caldillo de congrio, las cebollas, los pájaros, nuestros héroes. ¡Es tan larga la lista, tan infinita y tan chilena! Y porque estimo que hoy más que nunca lo necesitamos, porque nos hacen falta sus versos, porque necesitamos su voz, porque ojalá pudiéramos aprender sus palabras como las tablas de multiplicar para repetirlas de manera mentalmente cognoscitiva, por eso yo quiero recuperar al Neruda de Chile. Quiero, con la modesta pala de mis palabras, quitarle la tierra universal que tiene para que salgan a relucir sus raíces a flor de esta tierra. Quiero dejar en claro la manera como el poeta fue y es nuestro. Nació, vivió, luchó y murió en esta tierra. Trabajó por sus convicciones en este suelo. Fue parte de este pueblo. Fue un poeta, pero también fue un luchador. Y en ambos aspectos, como político y luchador, fue parlamentario, diplomático y negociador económico en los momentos más duros de nuestra patria que él representaba en Francia. Aunque no se ha ido, esta noche el primero de mis pensamientos es para rescatarlo de manera consciente para nosotros, como ya lo dije, porque lo necesitamos. Quiero sentirlo como Neruda de Chile. Parece una frase sacada de un saludo familiar, gritada de calle a calle, palmoteada en espaldas amigas. Neruda de Chile, a mí me suena como más auténtica que Neruda del mundo. Aunque en estos monumentos aquí, en su patria, no tenga una plaza, una calle, un pasaje, una estatua dedicada a él.

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Tuve la honra de conocerlo de manera personal, no voy a tener el atrevimiento de señalar que fui su amigo, pero si lo conocí. Siento aquí, en la profundidad de mi mente, la fuerza de esta fecha. Y estoy hablando de Pablo Neruda y debo referirme a tres años de su existencia. Una tarea clara y definida, pero al hablar de ese lapso no puedo dejar de nombrar a otro hombre cuya figura rememoro en este instante, en este día 11 de septiembre. Debo hacerlo porque entre Neruda y en él hay toda una inquietud de luchas e ideales políticos. Encontramos incluso entre ambos una unidad de muerte en este mismo mes. Hablar de esos tres años de Neruda, es también recordar el nombre de Salvador Allende. Hace trece años, en estos mismos instantes, no se cumplían aún las primeras 10 horas en que había dejado este mundo legándonos su mensaje de fe y esperanza y el ejemplo de su heroico sacrificio. Doce días después, su amigo poeta, su compañero político de mil batallas también moría. Los dos en el mismo año trágico de 1973. Y hay más. El último Presidente Constitucional de Chile, fue enterrado de forma anónima en el Cementerio de Santa Inés en Valparaíso, sin que hasta el día de hoy sea posible colocar su nombre en la lápida que cubre su sepultura. Su compañera, su esposa, fue su solitaria compañía en los instantes supremos en que el cuerpo se sumerge en la humedad de la tierra o en el frío silencio de un mausoleo. Días después, aquí en Santiago, en medio del dolor de sus padecimientos fsicos por un lado y de sus padecimientos del alma por otro, al ver el derrumbe de su patria y la muerte de su camarada político, moría este Neruda de Chile. Su cuerpo era llevado al Cementerio General 24 horas después, en una caravana formada por los pocos que habían podido eludir la brutal represión. Era un cortejo reducido, rodeado por un impresionante despliegue militar, como si existiera el temor de que su cuerpo resucitara y apareciera entre su pueblo, predicando la verdad de siempre. Y lo dejaron allí en un modesto nicho, cubierto por una sencilla lápida, disimulada entre otras. Ahí está Neruda de Chile. Bajo su nombre, el de la familia Salinas Requena y sobre él, el de doña Margarita Valdez. Y más encima, una lápida más arriba, el de su compañera Matilde Urrutia, fallecida en enero del año pasado, 1985.

“Compañeros, enterradme en Isla Negra frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras y de olas que mis ojos perdidos no volverán a ver”.

Así había escrito el poeta. Hasta hoy no se ha cumplió su diáfano pedido de versos, pero ustedes y yo sabemos muy bien que llegará el día… ¡Y cumpliremos lo pedido! Las coincidencias entre ambos también se marcan en lo ocurrido en sus casas. Las de Neruda y la de Allende fueron saqueadas. Se suscribieron falsedades sobre la de Allende y vándalos de manos sacrílegas arrasaron con la “Chascona”. La casa de Neruda en Santiago y su residencia en Isla Negra fue objeto de registros y saqueo. Quiero insistir ante ustedes en la razón de este aparente desvío del tema central sobre los tres últimos años de Neruda y mi entrada hacia la memoria del extinto mandatario Salvador Allende. Mencionar al Poeta y nombrar al Presidente es inevitable. Ambos fueron amigos. Una amistad surgida en el correr de muchas campañas. Hay incontables

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anécdotas entre ambos. En su libro “Confieso que he vivido”, el poeta habla de sus famosos mascarones marinos que coleccionaba en su casa de la costa. Y ahí relata y leeré textualmente estas pocas líneas que sirven para ilustrar la amistad entre ambos:

“Yo tengo mascarones y mascaronas. La más pequeña y deliciosa que muchas veces Salvador Allende me ha tratado de arrebatar, se llama María Celeste”.

Hasta ahí la cita. La he leído para que sirva como una pequeña señal de amistad que unió a estos dos notables hombres. A fines del año 1969, Neruda era Precandidato Presidencial en la Unidad Popular. De a poco el resto de los postulantes fueron quedando a un lado ante la vigorosa personalidad de Allende. Pablo Neruda también con gusto, le cedió el paso y el propio artista, en un gesto generoso surgido de su amistad, habló para anunciar su desistimiento de la postulación y luego escribiría en su verbo inagotable.

“Ante una inmensa y alegre multitud, hablé yo para renunciar y Allende para postularse. El gran mitin era en un parque. La gente llenaba todo el espacio visible y también los árboles. De los ramajes sobresalían piernas y cabezas. No hay nada como estos chilenos aguerridos”.

Así lo relató el poeta. Y quiero aclararles por si alguna duda les cabe, que eso sucedía aquí en Chile.

Y sigue diciendo Neruda y vuelvo a leerlo a la letra: “Conocía al candidato. Lo había acompañado tres veces anteriormente, echando versos y discursos por todo el brusco e interminable territorio de Chile, tres veces consecutivas, cada seis años, había sido aspirante presidencial mi porfiadísimo compañero. Esta sería la cuarta y la vencida”.

En aquellos días memorables de 1970, el poeta trabajó codo a codo por el triunfo de Allende. Recorrió Chile junto al candidato Presidencial y los dos celebraron gozosos una victoria obtenida gracias al aporte de muchos luchadores anónimos. Lo celebraron junto a los “Olegario Sepúlveda, Cristóbal Miranda, Maestro Huerta, Los Brito”. Personajes cantados por Neruda en sus poemas que, que en más de una oportunidad, cobraron vida propia en la pampa, en el mar, en la montaña y aquí mismo en la ciudad. Al triunfar Allende y convertirse en Presidente Constitucional de Chile se vio la necesidad de contar con Pablo Neruda como Embajador del naciente Gobierno de Francia. Ya herido en el fondo, aunque sin saberlo, por su cruel enfermedad, Neruda aceptó esa misión. Su nombramiento de Embajador no fue, como pudiera creerse por quienes denostan constantemente a los políticos, un premio o un acto arbitrario. La verdad es que conocemos mucho al Neruda poeta, al Neruda escritor, incluso al Neruda autor teatral, al

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Neruda Senador, pero muy poco al Neruda diplomático. Aunque retroceda en el tiempo y vaya más allá del período que me corresponde abarcar en esta conversación, recordemos que ya en 1934 fue Cónsul en Barcelona y al año siguiente lo fue en Madrid y en 1939 fue designado Cónsul para la migración española con sede en París. Durante tres meses de ese año, trabajó intensamente en favor de los refugiados españoles, logrando embarcar a centenares de ellos en el histórico barco “WINNIPEG”, refugiados que huyeron de la barbarie fascista que durante años implantó su garra feroz en nuestra Madre Patria. Diez años más tarde, en 1949, el propio Neruda sería un exiliado teniendo que abandonar su país atravesando a lomo de mula la Cordillera de Los Andes. Así revivía en Chile la experiencia de tantos españoles a los que había ayudado. Pero volvamos al Neruda diplomático en un breve recorrido por su pasado. En el año 1928 había sido Cónsul Ad Honorem en Birmania y ese mismo año lo fue en Ceilán. En 1930 Cónsul en Java y un año después en Singapur. En consecuencia las actividades diplomáticas no le eran desconocidas. Su nombramiento como Embajador en el Gobierno Popular no era una recompensa de su gran compañero Presidente. No era la gratificación ni tampoco el “cuoteo” del que ha solido hablarse. Más que premiarlo a él, se premiaba a Chile al contar con un Embajador de su envergadura mundial. Se honraba al país cuando se reconocían los méritos de un intelectual, cuando se elevaba a un artista al rango de Embajador. Así, contando con la comprensiva paciencia de ustedes, llegamos desde el Neruda Pre–Candidato al Neruda Embajador en Francia. Justamente en el año 1970. Una vez más, leamos lo que nos dice el propio poeta: “Cuando llegué a hacerme cargo de nuestra Embajada en París, me di cuenta que tenía que pagar un pesado tributo a mi vanidad”.

“Quizás en el fondo de lo que me cautivaba más, era entrar con una nueva dignidad a la casa de la Embajada Chilena, en la que me tragué humillaciones cuando organicé la inmigración de los republicanos españoles hacia mi país”.

He hablado al inicio de esta reunión de las raíces de nuestro poeta. De su autenticidad. De su acción consecuente con su origen proletario. El hombre que alcanzó las cumbres más impresionantes, que recibió el homenaje de los reyes y la admiración de sus pares, siempre siguió siendo “el Ne%alí Reyes” de Temuco, hijo de un modesto trabajador ferroviario y cuenta el mismo que en la Embajada de París su antecesor tenía las paredes tapizadas con las fotografas de quienes habían desempeñado anteriormente ese cargo. Estaban todos incluyendo por cierto el retrato de ese último Embajador. Neruda los hizo quitar sustituyéndolos “por cinco efigies grabadas de los héroes que dieron bandera, nacionalidad e independencia a Chile y tres fotografas contemporáneas: la de Pedro Aguirre Cerda, progresista Presidente de la República, la de Luis Emilio Recabarren líder de los trabajadores y la de Salvador Allende”. Las raíces sociales, culturales, políticas y chilenas, muy chilenas de Neruda, afloran de Neruda en cada uno de sus gestos. A esas alturas de su vida era un hombre que había recibido numerosos honores en su patria y en el extranjero. Estaba en el umbral

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de su consagración universal, a punto de recibir el Premio Nobel de Literatura, ya se había producido en su persona lo que había mencionado hace poco, era el “Neruda del mundo”. Sin embargo, en la anécdota del cambio de los retratos en la Embajada de Chile en París, revela su origen de luchador, se ubica justo en el sector que siempre sintió muy hondo y que nunca jamás, nada lo hizo olvidar. Por eso cambia los retratos y pone en su lugar a dos Presidentes chilenos comprometidos con la causa popular y a un luchador social de origen proletario. En el año 1972, el gran cerco sobre Chile comienza a apretarse y Francia es escenario de una dura batalla. El Embajador Pablo Neruda debe apelar a todas sus ya menguadas energías fsicas para enfrentar la situación creada en el llamado Club de París en que se reúnen los acreedores del Tercer Mundo. Había viajado a Moscú donde estuvo internado en una clínica y había regresado a la capital francesa aliviado y optimista, pero esos sentimientos poco le habían durado. Tenía que presidir la delegación chilena a la reunión de acreedores y enfrentar otros graves problemas. Quiero recordarles a ustedes que Chile, merced a un gesto histórico del Presidente Allende, había nacionalizado el cobre, principal riqueza del país, pero las compañías norteamericanas reclamaban indemnizaciones que no correspondían. El Gobierno norteamericano presionaba en todos los planos. No quiero aburrirlos en un inútil afán de hacer historia, pero me parece importante hablar, aunque sea someramente, de la gestión de Neruda como Embajador en esos difciles momentos. El caso chileno se vio en el Tribunal de gran instancia en París, donde la Compañía Kenneco#1 había obtenido el embargo de una partida de nuestro nacionalizado cobre que viajaba con destino al Havre2. Pablo Neruda, ya aquejado gravemente por su fatal enfermedad, acudió a la audiencia del Tribunal Francés, pero no fue capaz de resistir la prolongación de los alegatos y tuvo que retirarse. Luego sufrió una operación quirúrgica y no pudo asistir a una citación de las partes en la audiencia privada. Vivió todos y cada uno de los pasos de la dura batalla que se libraba por esos días. No llegó al final porque ya el mal irreversible hacía imposible su permanencia en el cargo de Embajador. No fue el hombre cómodo que llegó a París a descansar en su prestigio, a vivir en el “París dorado” al que tenía acceso por su talento y su fama, acrecentada aún más cuando se le concediera el Premio Nobel. Y habrán notado ustedes que en el transcurrir de mis palabras sólo me he referido circunstancialmente a este importante galardón. Lo obtuvo, bien lo sabemos en 1971, cuando era embajador. Me ha parecido lógico y natural no referirme en detalle a este premio que enorgullece a Chile, porque en Pablo Neruda, éste y otro premios obtenidos en sus 71 años de vida carecieron de importancia en la

1 Kenneco! Copper Corporation fue una compañía cuprífera estadounidense, que entre 1915 y 1967 fue propie- taria de la mina de cobre chilena El Teniente. Para 1952, la empresa había llegado a ser el productor más grande de los Estados Unidos en explotación de cobre, petróleo, oro y otros minerales. Kenneco! y Anaconda Copper Company fueron las principales empresas de origen estadounidense que controlaban el cobre chileno, hasta la nacionalización emprendida durante el Gobierno de Salvador Allende (Nota del Editor). 2 El Havre es una ciudad del noroeste de Francia, en la región Normandía (Nota del Editor).

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comparación de su condición humana, de sus virtudes sociales, de su acervo de trabajo y defensa de Chile que volcó en todas partes y que pusiera de relieve en los acontecimientos que acabo de relatar en forma por demás breve de su gestión de Embajador. La palabra viva de Neruda ha permanecido a través de los últimos años. Está ahí, brillante, limpio, inmortal. Tal vez no justamente en sus creaciones identificatorias de su lucha constante por el pueblo, pero Neruda está ahí y en esos como en otros instantes se convierte en el ejemplo del hombre cuya palabra ha construido vallas perdurables frente al odio y la mentira. La historia nos cuenta de innumerables ejemplos de aquellos que fracasaron tratando de imponer la fuerza sobre las ideas. Tenemos aún en nuestros recuerdos los campos de concentración alemanes y las barbaridades que se cometieron en ellos, entre otras, en las que quemando libros, creían quemar ideas. Famosa es la historia de Miguel de Unamuno, Rector de la Universidad de Salamanca, cuando celebrando un Día de la Raza, se enfrenta verbalmente con el General franquista Millán–Astray, quien, ante la fuerza del intelecto superior de Unamuno, el General responde con impotente furor “¡muera la inteligencia!”3. No tenía nada más para esgrimir frente a las verdades que se alzaban ante él. Neruda es eso: la contrapartida del grito de Millán–Astray, que se repite en muchos ejemplos en nuestro país. De París a Isla Negra. De Francia a Chile, al reencuentro con los suyos. Aunque ese reencuentro fuera el capítulo final para él y su camarada de tantas luchas, Salvador Allende. En noviembre de 1972 regresa a nuestro país. Un gran acto de masas en el Estadio Nacional de Santiago le da la bienvenida, pero todavía hay tareas para realizar. Quebrantado en su salud inicia su colaboración política en las elecciones parlamentarias de marzo 1973. Se viven instancias cruciales en Chile. Esas elecciones adquieren un carácter y una polarización en la que está en juego la propia permanencia del Gobierno de la Unidad Popular. Neruda lanza a la circulación un libro titulado “Incitación al Nixonicidio y alabanza de la Revolución Chilena”. Al presentar su libro afirma, entre otros conceptos: “No tengo remedio: contra los enemigos de mi pueblo mi canción es ofensiva y dura como piedra araucana”. En uno de los poemas de este libro, el poeta, otra vez en la lucha por el triunfo de sus ideales, nos dice: “Perdone el ciudadano esperanzado, mi recuento de acciones miserables que levantan los hombres del pasado. Yo predico un amor inexorable y no me importa perro ni persona, sólo el pueblo es en mi considerable, sólo la patria a mí me condiciona, pueblo y patria manejan mi cuidado, patria y pueblo destinan mis deberes y si logran matar lo levantado, por el pueblo, es mi patria la que muere, es ese mi temor y mi agonía, por eso en el combate nadie espere, que se quede sin voz mi poesía”. En este libro, en el poema 32 titulado 4 de septiembre de 1970, hay un directo homenaje a su camarada Salvador Allende, en una nueva demostración de la amistad que los unía.

3 José Millán–Astray y Terreros fue un militar español, amigo personal de Francisco Franco, quien participó en la sublevación contra la República y luego jefe de Prensa y Propaganda de la dictadura (Nota del Editor).

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En Isla Negra, Neruda comienza a vivir los últimos meses de su vida en una mezcla de preocupación y disfrute de los suyos. En el capítulo titulado “Epílogo Parisino” de la obra “Persona Non Grata” del escritor Jorge Edwards se recogen aspectos importantes, sombríos o alegres de esos días nerudianos. Anecdóticos como los referidos en una carta que el poeta, recién llegado a Chile y a Isla Negra, dirige a Edwards a París y en la que le relata en tono festivo un almuerzo en la hostería de Isla Negra afirmando en una de sus líneas, al señalar el postre “Very happy Chirimoyas”. Pero su gran alma de poeta no se resiste y al final de la carta dice: “Aparte de esto, está todo florido, incluyendo el mar. El cielo completamente azul, salvo a la puesta de sol que se tiñe de sesenta colores…” Luego la muerte. Han pasado los años. Pocos para la historia de un pueblo que la escribe a diario en cada hora, en cada minuto a través de su lucha. Es mucho tiempo, tal vez, para quienes vivimos la impaciencia de la hora actual. Aquí, en este teatro, durante muchas semanas hemos tenido la dicha de asistir a un encuentro con el poeta, a través de la recreación de magníficos actores y actrices. Un encuentro insertado en una obra imaginativa que relata, justamente, el contemplar de la vida de un poeta frente a la dicha naciente de unos seres puros, transparentes, diáfanos. Ahí está un Pablo Neruda siempre vigente, imaginado por Antonio Skarmeta en la obra de teatro, pero vigentes en su amor por los seres de su país. Un Neruda ausente pero siempre presente. Yo digo presente hoy más acentuadamente, más perdurable y… ¡¡Sí, creo rotundamente que sí!!... Más necesario para todos nosotros. Al revisar somera y hasta diría temerariamente por mi parte, tratándose de quien se trata, los tres últimos años de su vida, no pude evitar el ligar su existencia a la de quien fue su compañero de luchas, de ideales, su compañero de viaje al infinito. Todo se unió para ello: las circunstancias del mismo mes, las de su muerte, las de su sepultación casi anónima en ambos. Esta noche he querido presentar un reclamo: Ya lo dije. No en un afán egoísta de privar al mundo de algo que tiene, sino más bien en un intento de recuperación mental para nosotros del nombre, de la esperanza que es Pablo Neruda. Neruda de Chile. Lo necesitamos, no podemos dejar que se nos escape. Aunque el mundo lo quiera y lo reclame para sí, debemos sentir que es nuestro, que siempre lo fue. Que siempre lo será y no he podido, como se ha señalado, narrar su existencia de tres años finales sin ligarla a la de quien fue su grande y leal compañero que partiera apenas 12 días antes. Cuando hace trece años la muerte avanzaba sobre el poeta, escuchó la voz del camarada de luchas, que viviendo sus últimas horas de vida y no me cabe duda que sabiendo que esos eran sus instantes supremos, tuvo la grandeza y serenidad de alma para entregar una esperanza profética.

“Mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Muchos años antes, Neruda de Chile escribió unos versos que se enlazan en la misma profética esperanza y de los cuales leo dos líneas:

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“Sube a nacer conmigo hermano, dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado.”

Palabras de uno y de otro que son una esperanza que será una realidad en el mañana.

Muchas gracias.

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28. “Tengo miedo al fracaso”: entrevista de la periodista Mónica González

Revista “Análisis”, Semana del 27 de Enero al 2 de Febrero de 1987.

onserva la sonrisa insolente de los años 70, la figura delgada y ese aire juvenil, además de los gestos decididos que lo convirtieron en blanco predilecto de la oposición en los tiempos de la Unidad Popular. Se diría a simple vista que el “Pibe Palma” no ha cambiado. Pero eso es sólo la apariencia. Las arrugas Calrededor de sus ojos no son las causantes del cambio y tampoco su pelo encanecido. Son ojos que delatan los 50 años recién cumplidos de nuestro entrevistado, pero también reflejaron en varias oportunidades sufrimiento, tristeza y hasta frustración. Ya no tiene la mirada triunfalista que lo caracterizó en otro tiempo, cuando –como el mismo lo afirma– “me sentía y actuaba como el jovencito de la película”. Atrás quedó definitivamente sepultado el tiempo feliz de la Universidad de Chile, cuando junto a Ricardo Lagos (su mejor amigo), Arsenio Poupin y Jorge Arrate, animaban la actividad política de la Escuela de Derecho polemizando con Pablo Rodríguez y Andrés Zaldívar. Ocho meses en la Isla Dawson, dos años en la cárcel y ocho de exilio le comieron paulatinamente la alegría. Un día tomó el avión y regresó antes que prescribiera la pena por malversación de fondos públicos, acusación que le hiciera el régimen. La semana pasada fue absuelto definitivamente porque el delito nunca existió. Pero en 1984 debió pasar directamente desde Pudahuel a Capuchinos. Muchos habían dicho que había llegado un torbellino político y auguraron fuertes dolores de cabeza al Presidente del Partido Radical. Se equivocaron porque independientemente de lo que haya hecho mal o bien, lo cierto es que Aníbal Palma se maneja con mucha cautela, la misma que empleara para ocultar con gran despliegue de energías la extrema sensibilidad que le provocaba la herida abierta dejada por sus amigos desaparecidos y otras cosas de las que se negó a hablar. Sí, el “Pibe Palma” ya no es el mismo. Quizás en algún momento se libere de culpas y pasares y pueda nuevamente entregar toda su energía y capacidad para seguir el ejemplo de esos hombres que con tanto dolor recuerda.

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“¿ELECCIONES?: PROMERO SACAR LA DICTADURA”

–Después de ocho meses de reclusión en Isla Dawson, dos años de prisión, ocho años de exilio y dos años y medio de participación en los medios políticos opositores en Chile, ¿se siente pre–candidato a Presidente de la República?

–¡NO! Considero que es una falta de respeto plantearse ese tipo de aspiraciones mientras en Chile exista una dictadura que ha expresado claramente su voluntad de perpetuarse.

–Que la carrera presidencial comenzó es más evidente a pesar de que aún no se sabe de nadie que haya dicho “yo soy candidato”. ¿Sería sólo un problema de falsa modestia de nuestros políticos? ¿No padece usted ese mal?

–Tener aspiraciones políticas es algo serio y honesto, pero el problema es otro; lo que es ilegítimo es no entender que primero hay que crear las condiciones para que se produzcan las elecciones libres. Pensar en candidaturas presidenciales o en elecciones libres antes de terminar con la dictadura es poner a los bueyes detrás de la carretera.

–¿Rechaza entonces toda idea de participar en este inicio de campaña electoral y de inscripción de partidos políticos?

–Por supuesto. Chile no es un país normal. Vivimos hoy día bajo un régimen dictatorial. Soy partidario en consecuencia de un movimiento por las elecciones libres pero precisando claramente que éstas no existen bajo un régimen dictatorial. Elecciones libres significa tener Registros Electorales que den garantías, la no exclusión de ningún partido político, el derecho a reunión, a expresión, etc.

–¿Significa eso que mientras no se den todas esas condiciones no debiera haber inscripción de los partidos políticos opositores?

–Frente a esta gran maniobra del régimen o hay inscripción de un solo partido de la oposición que permite no hacer exclusiones y señalar un camino muy claro de unidad y movilización, o no hay inscripción de ninguno. Lo contrario es pervertir la aspiración democrática.

–¿Cree usted que la oposición será capaz de enfrentar esa estrategia del régimen de una manera clara y definida?

–Yo apuesto a que la oposición va a ser capaz de superar el desafo del régimen.

–¿Por arte de magia?

–¡NO!, lo que pasa es que la trampa es demasiado obvia.

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–Si es así, ¿por qué los partidos no reaccionaron antes? La Ley de Partidos Políticos se conocía con bastante antelación, ¿no es cierto?

–Una vez más la clase política ha dado muestras de su imprevisión. El problema es que si caemos en este juego hay que olvidarse de una alternativa opositora para 1989. Podrán algunos soñar con negociar una candidatura con los integrantes de la Junta de Gobierno. Pero ¿para qué? ¿Para encabezar un gobierno de transición con exclusiones? ¿Qué estabilidad política se puede garantizar en esas condiciones?

–Posiblemente haya sectores políticos al interior de la oposición interesados en que se logre una salida de este tipo…

–Sí, claro que sí. Hay sectores que trabajan claramente por esos intereses. Buscan incluso las elecciones directas pero consolidando la exclusión, negociando con la dictadura. No hemos sido capaces de superar los factores que nos dividen.

–¿No cree usted que la gente está cansada de escuchar esa misma letanía? ¿Por qué no explica más eso de los factores?

–Hay una tendencia al escapismo. No hemos sido capaces de superar un problema real que separa a las fuerzas opositoras: la discrepancia sobre las formas y métodos de lucha para enfrentar a la dictadura. ¿Puede pensar alguien en forma honesta que esas diferencias se van a subsanar planteando una campaña por elecciones libres o las Bases de Sustentación del Régimen Democrático1? ¡Jamás! Mientras haya dictadura no habrá elecciones libres, ni transición, ni Constitución democrática. Por eso lo primero es ponernos de acuerdo en cómo terminar con la dictadura.

–¿Piensa que aún es posible llegar a ese acuerdo?

–Por supuesto. Para eso hay una sola fórmula: la unidad más amplia y no excluyente y la movilización creciente y sostenida que obligue al régimen a negociar desde posiciones de debilidad.

1 Las “Bases de Sustentación del Régimen Democrático” fue un documento suscrito el 8 de septiembre de 1986 por colectividades de la oposición de centro y centro–izquierda a la dictadura, lideradas por el Partido Demó- crata Cristiano, y fuerzas de derecha como el Partido Nacional. En el fondo, propugnaba una salida negociada a la dictadura, siguiendo el camino trazado el año previo por el “Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia” (Nota del Editor).

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–Pareciera que hoy día casi nadie se acuerda de la movilización social, en cambio la violencia continúa siendo un tema recurrente.

–La posibilidad de llegar a una unidad real, operativa, viable, exige acuerdos tanto en las metas como en los métodos para alcanzar esas metas. Si la mayoría coincide en la movilización como método y algunas fuerzas se reservan, ante sí y para sí, el derecho a utilizar otras formas de lucha, comprometen con su actitud al conjunto de las fuerzas que son parte del consenso unitario. Así de claro.

–¿Por qué entonces no promueve un emplazamiento público a esas fuerzas para que renuncien a las formas de lucha en pro de la unidad para derrocar a la dictadura?

–Llegamos al verdadero problema de fondo. Para algunos sectores esa divergencia se puede superar en el diálogo, llegando a acuerdos; pero para otros…

¿Por qué no precisa más acerca de la identidad de esos “otros”?

–Hay una carta firmada por Luis Corvalán, Clodomiro Almeyda y Luis Maira2 en la que manifiestan su disposición a conversar para encontrar una “salida política” al régimen y llegar a acuerdo sobre las formas y métodos de lucha. Lo que corresponde frente a eso es iniciar las conversaciones pero, en cambio, se produce un rechazo sobre la base de “no creer” en la postura expresada por los partidos. En el caso de Alejandro Foxley3, talentoso hombre DC quien en una reciente entrevista dijo que aún cuando el PC rechazara la violencia no podría aceptar hacer frente común con ellos. La misma situación se repite con algunos miembros del Partido Socialista de Ricardo Núñez4. La discrepancia pereciera que va por otro lado.

–Pero mientras usted y algunos sectores insisten en forma casi majadera en la necesidad de unidad, sigue avanzando con sus propios proyectos políticos…

–Yo no veo cuál sea el avance de esas fuerzas.

2 Luis Corvalán era el secretario general del Partido Comunista de Chile. Almeyda ocupaba similar cargo en el sector del Partido Socialista que encabezaba desde fines de los 70 y que se había mantenido aliado del PC. Luis Maira encabezaba la Izquierda Cristiana de Chile (Nota del Editor). 3 Alejandro Foxley, economista, fue Ministro de Hacienda durante el Gobierno de Patricio Aylwin (Nota del Edi- tor). 4 Ricardo Núñez lideraba el sector “renovado” del Partido Socialista, que desde 1983 se había integrado a la Alian- za Democrática y privilegiaba el entendimiento con la Democracia Cristiana y el centro político (Nota del Editor).

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–¿Le parece poco la actual división e inoperancia de la oposición?

–Ese es exactamente el resultado de una política difusa, antiunitaria, que divaga entre la movilización social y la negociación.

–Algunos dicen que el problema reside en que los actuales dirigentes de la oposición son casi los mismos que participaron del fracaso de la democracia en 1973. ¿Comparte usted esta opinión?

–En las nuevas generaciones tampoco se ven cambios muy notables. Eso es trágico. En el mundo universitario, por ejemplo, en un momento fueron capaces de percibir la necesidad del camino unitario, fueron asediados por el mensaje divisionista y terminan por absorberlo.

–Debe haber una explicación a esa situación.

–No se logra romper la costra hermética en que se encierra la clase política imbuida en los mismos hábitos de antaño. No son hombres fracasados, lo que sucede es que están aferrados a una forma de hacer política de un pasado que ya no existe y ellos no se dan cuenta. Esa es la gran ventaja del régimen: cambiaron al país, hacen política de acuerdo al nuevo Chile pero se enfrentan a una oposición que trabaja al más puro estilo tradicional, como si aún viviéramos en democracia…

–Pero usted es optimista. ¿Vislumbra entones usted en un futuro cercano a un Gabriel Valdés o Enrique Silva Cimma al frente de la movilización social?

–No quiero entrar en un nivel de comparaciones que puede resultar injusto y duro. Los dos hombres que usted me menciona han demostrado, en su estilo, gran valor y entereza, pero están en una política equivocada. Han enfrentado represión en la Plaza de Armas y creen que es una necesidad coyuntural hacerlo. Se equivocan, lo que se requiere es una movilización permanente y creciente, la que sólo se logra con una amplitud de fuerzas que la impulse. Una vez más se equivocan cuando le ponen obstáculos a la unidad.

MIEDO AL FRACASO

–¿No se siente cansado de repetir el mismo discurso desde hace tantos años sin que haya resultados concretos?

–No. Es cierto que no he tenido mucho éxito pero, cuando analizo la realidad, sigo más convencido que antes que mi planteamiento sigue siendo válido.

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–¿No le da susto que un día se mire al espejo y constate que perdió su sonrisa juvenil, tenga el pelo encanecido y aún esté con el mismo discurso añejo y fracasado?

–El día en que me mire al espejo con la caracterización que usted hace y me sienta fracasado, el problema de este país será muchísimo más grave que mi simple y personal fracaso.

–¿A qué le tiene miedo en la actualidad?

–Al fracaso frente al desafo que usted señaló.

–¿Duda de su capacidad? –Me siento frustrado, muchas veces me invade una gran amargura.

–¿En qué se diferencia el Aníbal Palma de hoy día del joven activo, alegre, coqueto y derrochando vida que conocimos durante la Unidad Popular?

–No soy el joven de aquella época. Llevo la experiencia traumática de todos los chilenos. En lo particular quizás me he resentido más que otros pero no puedo enfrentar la actividad política de la misma forma que antes, en el juego de la democracia. Hoy en día no puedo olvidar ni sacarme de la cabeza a mis amigos muertos, a los que torturaron.

–¿Qué cosa no volvería a repetir del tiempo de la Unidad Popular?

–La intransigencia, el llegar a un grado de polarización en que no nos escuchábamos unos a otros. Me hago una fuerte autocrítica: yo también caí en esa intransigencia y creí que la razón estaba sólo de un lado y no en otro.

–¿No se arrepiente de haber sido tan civilizado con Onofre Jarpa5 cuando éste lo trató de “quiltro” en un foro público de televisión?

–Reconozco hidalgamente que es una de las cosas que hubiera querido hacer de otra manera. Honestamente daría cualquier cosa porque esa escena se volviera a repetir. Pero en ese momento estábamos enfrascados en una campaña en que la Derecha nos acusaba todos los días de violentistas y uno pasa la responsabilidad gubernamental que tiene encima. Me preparé para no dejarme provocar porque sabía que lo que buscaban era precisamente eso. Nunca he hecho un esfuerzo tan grande en mi vida para controlarme y no pararme y abofetearlo.

5 Se refiere a Sergio Onofre Jarpa Reyes, presidente del Partido Nacional, principal colectividad política de la derecha hasta el golpe de Estado.

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–El hombre que ayer lo insultó, propició un golpe de Estado, fue miembro importante de este régimen y hoy se apresta a iniciar una campaña electoral como un demócrata más. ¿Qué siente usted ante esta situación?

–Un profundo desprecio por ese personaje. Creo que la escena que se produjo en el incidente aquel lo retrata de cuerpo entero. Cada cual ubica el nivel del debate donde más le acomoda. Pareciera que a él le gusta el nivel de los animales. Reflejó además su espíritu profundamente clasista al usar la palabra de quiltro en forma despectiva. Ese es un animal absolutamente popular, incorporado a la vida familiar en las poblaciones. Jarpa tiene desprecio por todo aquello que tenga una ligera connotación popular.

–¿Qué dejó en la Isla Dawson? ¿Qué parte suya quedó en ese trozo de Chile?

–Lo que usted señaló antes y que aún me da vueltas: mi alegría de hombre joven y libre.

–¿Le gustaría volver allí?

–Me lo he preguntado muchas veces… mi respuesta es sí… (su voz es casi un murmullo y sus ojos están empañados en lágrimas que trata de ocultar. En los músculos de su cuello se delata el gran esfuerzo que hace por contener la emoción) Creo que podría resistirlo… tendría que rendirle un homenaje a mis compañeros, a mis hermanos que hoy día no están. A José Tohá, a Daniel Vergara6…

–¿Qué le dejaron ellos atesorado en la Isla?

–No quiero seguir respondiendo.

–¿Por qué? ¿Es malo decir a nuestros lectores que el político Aníbal Palma llora cuando recuerda a sus amigos muertos? ¿Es malo que usted tenga aún la herida abierta?

–Pepe Tohá para mí es casi como Allende. Es el símbolo de Chile que ya no vuelve. No sólo era un Quijote de apariencia, lo era de alma. La crisis que lo llevó a salir de Dawson

6 José Tohá González fue un reconocido miembro del Comité Central del Partido Socialista, director del diario “Noticias de Última Hora” por una década, que fue Ministro del Interior y Defensa del Gobierno de Salvador Allende. Falleció tras el golpe de Estado, luego de ser recluido en Isla Dawson y torturado. Su muerte fue presen- tada por los militares como un suicidio, pero las investigaciones judiciales han acreditado que fue asesinado por estrangulamiento. Daniel Vergara Bustos fue un abogado, ex regidor de La Reina e integrante del Comité Central del Partido Comunista, designado Subsecretario del Interior por Allende, permaneciendo en ese cargo durante todo su Gobierno. También permaneció detenido en Isla Dawson, donde fue herido a bala en una mano. Fue una de las últimas altas autoridades del Gobierno de Allende liberadas y expulsado de Chile a inicios de 1977. Falleció en Berlín, capital de la República Democrática Alemana el 12 de febrero del año siguiente (Nota del Editor).

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con casi 50 kilos, fue precisamente causada por el quiebre de sus valores. El valor de la honorabilidad, de la palabra empeñada, esa enorme capacidad de creer en la gente más allá de sus postulados políticos, se le vinieron abajo, se rompieron porque muchos de los que dieron el Golpe y mataban a sus compañeros de toda la vida habían sido incluso sus amigos, lo habían visitado en su casa, habían tomado un trago juntos y hasta lo habían abrazado con cariño.

–¿Siente usted mucho odio hacia los que provocaron esa situación?

–Honestamente no, pero atención: pido justicia.

–¿Cuál es la cuenta personal que usted ha acumulado por cobrar? –Ínfima. No me siento con derecho a pedir nada. Me pesan muchas cosas. Siempre me pregunto, ¿por qué estoy vivo si murió tanta gente con menos responsabilidades que las que yo tuve?, ¿por qué estoy vivo y gente tan valiosa fue asesinada?

–¿Se siente culpable de estar vivo?

–Culpable no, pero es que hay tanta injusticia en todo esto. El 11 de septiembre de 1973 estuve en la Moneda junto a muchos de mis amigos. Algunos de ellos murieron exclusivamente por el capricho de los usurpadores del poder.

–¿Se siente con más autoridad moral que otros políticos por sus tres años en la cárcel?

–No, pero es cierto que ello me da una absoluta tranquilidad de conciencia. Siempre he dado la cara. El 11 de septiembre sin tener ninguna obligación estuve junto al Presidente en la Moneda. Ese día hubo un hecho que me marcó para el resto de la vida. Al llegar a la Moneda, Allende terminaba de dirigir su último discurso por teléfono de emergencia. Estaba en su despacho, entraba y salía gente, se escuchaban disparos; entre los presentes armamos una especie de semicírculo a su alrededor. Cuando Allende finalizó en medio de una honda emoción, comenzó a saludar de mano a cada uno de nosotros. Al llegar mi turno traté como era mi costumbre y por estar muy tenso de hacer una broma. Acaba de dejar el Ministerio de la Vivienda y no tenía cargo y le dije: Presidente, como usted ha dicho cada uno a su puesto de trabajo y yo estoy cesante, le vengo a pedir que me dé un lugar. Allende no se sonrió, me miró muy serio y al estrecharme la mano me dijo: “Aníbal, yo sé que usted iba a estar”… y aquí estoy…

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29. Socialismo y democracia: una sola meta histórica

Discurso, 15 de julio de 1988.

n primer término, agradezco la participación en este acto de los máximos dirigentes de los Partidos y Movimientos que integran la Izquierda Unida1. Su presencia esta noche, contribuye a dar mayor realce a un encuentro que para los radicales tiene especial significación, puesto que coincide con hechos Erelevantes que se producen en el orden partidario, en la Izquierda Unida y en el plano nacional.

INSCRIPCIÓN DEL PARTIDO RADICAL SOCIALISTA

Este día se da inicio oficial a la campaña de inscripción del Partido, proceso ya iniciado en otras zonas y particularmente avanzado en las Regiones Norte y Sur. No es una tarea fácil para una colectividad de izquierda que no cuenta con los medios publicitarios y recursos económicos de que otros disponen en abundancia. No obstante estas dificultades, nos asiste la plena seguridad de alcanzar la meta que nos hemos propuesto. Las razones y los antecedentes que justifican esta decisión, son suficientemente conocidas y fueron explicadas oportuna y ampliamente a nuestros aliados. No es el caso, en consecuencia, reiterarlos esta noche, pero creemos necesario precisar algunos hechos. Este trabajo por la inscripción partidaria, no va a restar presencia radical a la campaña por el NO y al proceso de movilización social; por el contrario, incentivará esta participación por cuanto son procesos indisolublemente ligados. Tampoco debilita ni desvirtúa nuestra política de alianzas. Reiteramos esta noche nuestro compromiso y lealtad con la Izquierda Unida, a la cual atribuimos un carácter estratégico que está íntimamente vinculado con la utopía

1 La Izquierda Unida (IU) fue una coalición formada en junio de 1987 por el Partido Comunista, el sector político del MIR, el sector del PS que lideraba Clodomiro Almeyda, un grupo socialista conocido como PS Histórico, el MAPU, la Izquierda Cristiana y la fracción de izquierda del radicalismo llamada PR Socialista Democrático, al cual adscribían personalidades como Anselmo Sule y el mismo Palma (que, por esos días, asumía como presidente de la colectividad y además de la Izquierda Unida).

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socialista y democrática que nos anima. Por último, debemos precisar que la legitimidad del nombre RADICAL, que la herencia de 125 años de historia, que el legado de nuestros patriarcas, no se resuelve en este proceso de inscripción, ni está resuelto por el fallo de autoridades cuya existencia se da tan efmera como la Dictadura a la cual sirve. La legitimidad radical será resuelta por nuestro pueblo cuando, una vez recuperada su soberanía, pueda optar entre las distintas proposiciones del radicalismo que se le presenten: será éste el llamado a decidir qué propuesta radical le interpreta; qué radicalismo recoge fielmente esa herencia histórica socialista y democrática que ha constituido el factor fundamental de nuestra existencia y de nuestro accionar. Nos asiste la plena seguridad que será nuestra colectividad la consagrada como legítima heredera de estas tradiciones, de esta concepción ideológica, de ese compromiso de clase que nosotros hemos asumido.

SOLIDARIDAD

En segundo lugar, este acto está destinado a reiterar nuestra solidaridad con nuestros compañeros exiliados: Anselmo Sule, Hugo Vigorena y Edgardo Enríquez2 con los cuales la dictadura se ha ensañado al extremo de privar de su nacionalidad a los dos primeros. Están presentes junto a nosotros. Terminar con el drama que les aflige, constituye uno de los objetivos de nuestra lucha. En sus personas, hacemos extensivas esta solidaridad y afecto a los miles de chilenos que se encuentran en la misma situación, privados del derecho elemental de ingresar y permanecer en su Patria, condenados a vivir en lo ajeno, añorando lo propio. Pueden tener todos ellos la plena y absoluta seguridad que no descansaremos hasta terminar con esta lacra del exilio que avergüenza a Chile, que nos avergüenza a todos. Finalmente, nos convoca esta noche en el marco interno, el relevo en la conducción del Partido. Cumpliendo los acuerdos de la última Convención Nacional, me corresponde asumir la Presidencia en un momento particularmente difcil y no puedo menos que dejar constancia del reconocimiento a la labor realizada por mi antecesor Luis Fernando Luengo. Espero poder continuar esa tarea y ser digno de la confianza depositada en mí, de responder lo que se espera que podamos realizar. Creo que más allá de las palabras, será nuestro trabajo, será nuestro aporte, lo que nos permita ser merecedores a la distinción de que hemos sido objeto y de estar a la altura de las responsabilidades que asumimos.

2 Los tres eran destacados militantes radicales. Anselmo Sule fue senador en el período 1969–1973, y ejerció como vicepresidente de la Internacional Socialista entre 1976 y 1986. Vigorena, diplomático de carrera, fue Emba- jador de Allende en México. Tras el golpe de Estado, ambos permanecieron en el exilio y la dictadura les arrebató la nacionalidad chilena. Edgardo Enríquez fue un médico y educador chileno, rector de la Universidad de Con- cepción entre 1969 y 1972, director del Hospital Naval de Talcahuano y Ministro de Educación en el gobierno de Allende. También fue padre del secretario general del MIR, Miguel Enríquez. Tras el fin de la dictadura, Sule volvió a ser electo senador. En 1996, la UTEM le otorgó a Enríquez el grado de Doctor Honoris Causa (Nota del Editor).

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ROL DE LA IZQUIERDA UNIDA

En el plano de la Izquierda Unida, tendríamos que empezar por reconocer, con absoluta franqueza, que ésta ha adolecido en el último tiempo de una falta de presencia que ha restado fuerza en el acontecer político nacional. Su gravitación no guarda relación con la importancia real que tiene en la base social de nuestro país. Discrepancias sobre determinadas coyunturas explican, aunque no justifican esta situación. La explican, porque es natural que en un referente en que participan distintos Partidos y Movimientos que coinciden en lo fundamental, pero con distintos enfoques sobre un proyecto socialista para Chile, se produzcan diferencias y surjan discrepancias. Pero no la justifican porque hay razones superiores que nos obligan a resolver con altura de miras esas diferencias y no transformarlas en obstáculos que nos paralicen o que resten la presencia que Chile requiere de nosotros. Esta situación se ha ido superando. La próxima semana la Izquierda Unida se planteará frente al país con fuerza unitaria y asumirá una posición común frente al Plebiscito3. No me corresponde anticipar ahora, los detalles de la propuesta que formularemos, pero sí puedo adelantar que se equivocan los que pensaron en una división de la izquierda; se equivocan porque no entienden que nuestra alianza tiene un carácter estratégico y está comprometida con un proyecto histórico socialista; y con una alianza estratégica comprometida con un proyecto histórico no entra en crisis, no se paraliza ni termina por diferencias coyunturales y necesariamente transitorias. En estas circunstancias, debo asumir la Presidencia de la Izquierda Unida, subrogando a Clodomiro Almeyda Medina, encarcelado arbitrariamente por defender su derecho a permanecer en Chile y a pensar como chileno. No es una tarea fácil reemplazar a un hombre de la capacidad y condiciones de Clodomiro Almeyda. No es tampoco fácil la tarea que nos espera, pero con el apoyo, respaldo y solidaridad de todos y cada uno de los que integran este referente político, en el que tantas esperanzas hemos cifrado, espero salir adelante. Agradezco a nombre del Partido Radical Socialista, los elogiosos conceptos vertidos por los representantes de todos los Partidos y Movimientos que integran la Izquierda Unida (IU), sobre la gestión que correspondió realizar a Luis Fernando Luengo durante el tiempo que encabezó este conglomerado. Si en el orden partidario y en la izquierda se viven momentos de particular relevancia, en el plano nacional nos enfrentamos al desafo más grave y trascendente planteado por la Dictadura. Me refiero al Plebiscito al que en cualquier momento serán convocados los chilenos y que ha sido diseñado para la perpetuación del régimen que nos afecta.

3 En el momento de formularse estas declaraciones, en plena campaña para el plebiscito de 1988, el PC y el MIR aún no se pronunciaban por llamar a votar por el NO, a diferencia de las otras colectividades que integraban la Izquierda Unida (Nota del Editor).

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OPOSICIÓN Y PLEBISCITO

En este contexto, debemos asumir una responsabilidad, no sólo nuestra sino de toda la oposición democrática, porque el vernos obligados a participar en un plebiscito al no haber sido capaces de conquistar el derecho a tener elecciones libres, constituye un éxito de la Dictadura y un fracaso de la oposición. Es el régimen el que ha impuesto su escenario. Tenemos que jugar en la cancha que ellos han rayado. Serían muchas las razones que explican esta situación, pero a nuestro juicio hay una fundamental: la incapacidad de concretar la unidad amplia y no excluyente de todas las fuerzas opositoras. Esta falta de unidad se tradujo necesariamente en una menor capacidad de movilización. No es éste el momento de entrar a determinar responsabilidades, culpando a unos o a otros, pero debemos señalar que la responsabilidad principal no recae en los sectores de izquierda que en forma permanente, insistente, reiterada, han estado planeando la necesidad de la unidad de todos para terminar con la tiranía. No hemos sido capaces de aprender la lección que éste régimen nos ha enseñado; ellos no han hecho distingos en la represión de los opositores. En mayor o menor medida todos y cada uno de los Partidos, Movimientos, sectores y organizaciones que integran la oposición democrática han pagado una cuota en mártires, desaparecidos, torturados, exiliados, cesantes, en hambre, miseria, persecución y angustia. Si el régimen no ha hecho distingos en la represión de los opositores, ¿cómo es posible que nosotros entremos a establecer diferencias que facilitan su permanencia, su acción represiva y sus planes de perpetuación? Pero esta situación ha cambiado. ¡Está cambiando! Hay un proceso unitario que avanza y se consolida en forma irreversible. Proceso unitario que no está agotado, que está abierto a todos los que comparten el compromiso por superar la Dictadura y avanzar hacia una plena y auténtica democracia. ¿Esta es una expresión de buenos deseos o una afirmación voluntarista? Es una realidad, la Concertación de 16 Partidos por el NO la pone en evidencia4. La propuesta que la Izquierda Unida formulará al país la próxima semana contribuirá a consolidarla. La unidad que planteamos es una unidad en la diversidad, porque existen diferencias entre nosotros y no las ocultamos. Nos animan distintas utopías ideológicas, impulsamos diversas propuestas programáticas y nos atacan por eso. Nos atacan, precisamente, los que no entienden lo que es una democracia, porque la característica fundamental de una democracia, no es que todos piensen igual. Eso no es democracia. Su característica esencial es el derecho a pensar diferente y el respeto a ese derecho. Nos anima la común convicción de que nuestras legítimas diferencias no serán resueltas en la Dictadura. Sólo podrán ser resueltas, cuando el pueblo en el ejercicio de su poder

4 El 2 de febrero de 1988 se conformó la “Concertación de Partidos por el No”, que aglutinó a los principales partidos de la oposición al régimen militar con la exclusión del Partido Comunista y el MIR, con el objeto de derrotar a Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de 1988. Posteriormente, pasó a denominarse “Concertación de Partidos por la Democracia” y permaneció durante cuatro períodos en el gobierno, logrando triunfar en todas las elecciones desde 1989 hasta los comicios municipales de 2008 (Nota del Editor).

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soberano, pueda ejercer su derecho a optar libremente. Nuestra tarea de hoy, es insistir en lo que nos une y no persistir en lo que nos divide, que es de menor trascendencia. Lo que nos une permitirá acortar los plazos de una pesadilla que se prolonga demasiado. Lo que nos divide favorece los planes de perpetuación de la Dictadura.

DESVARÍOS DE LA TIRANÍA

Frente al desafo del plebiscito, cabe formularse dos preguntas: ¿por qué el régimen convoca a un plebiscito? Y ¿por qué la oposición y particularmente la Izquierda resuelven participar? Respecto a la primera pregunta, hay que señalar que no es una inesperada vocación democrática la que lleva a convocarlo. Este Plebiscito no es un mecanismo democrático, porque no hay alternativas, salvo la que la Dictadura plantea. La explicación es otra. Tarde o temprano, inexorablemente las dictaduras se ven obligadas a buscar mecanismos de legitimación que vayan más allá del uso simple y directo de la fuerza. No le bastan las bayonetas. Se ven compelidas a montar la farsa de un apoyo popular. Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España, Oliveira Salazar en Portugal, los Coroneles griegos recurrían regularmente al mecanismo plebiscitario para aparentar un apoyo nacional del que carecían. Otros recurren a farsas electorales, a simulacros de elección. Stroessner en Paraguay hace elecciones cada cinco años y gana siempre esas elecciones con un supuesto 90 o 95% de apoyo popular. Lo mismo hacía Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba y otros dictadores5. Transformaban el mecanismo básico de las democracias, que es la elección, en un sainete que no merecía ningún respeto, que no tenía ninguna credibilidad. La Dictadura chilena no ha escapado a ese imperativo histórico. Ya no le bastaba con los argumentos con los cuales pretendió justificar el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973. No podía seguir insistiendo en el peligro del caos, del desorden, porque se trataría del caos y del desorden que ellos provocan, después de casi 15 años en el ejercicio del poder. No pueden hablar que la seguridad nacional está amenazada, pues es la seguridad nacional que ellos tienen que proteger. No pueden seguir planteando el peligro comunista, porque significaría reconocer su fracaso para terminar con ese peligro. No podrían seguir culpando a los “señores rusos” que están muy lejos, que tienen otros problemas. En estas circunstancias buscan otros mecanismos y encuentran que el más idóneo, el que más facilita sus planes es precisamente el del Plebiscito. Tuvieron en cuenta para este efecto un precedente histórico. Nunca antes una Dictadura, ha sido derrotada en un Plebiscito. Estos les habían permitido siempre, ratificar sus proyectos con un falso mandato popular. Es por eso que históricamente han sido el instrumento preferido de los regímenes de fuerza.

5 Se refiere a los dictadores Alfredo Stroessner (Paraguay), Anastasio Somoza (Nicaragua) y Fulgencio Batista de Cuba (Nota del Editor).

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Tomaron además, numerosas precauciones para asegurar su victoria, para evitar una eventual derrota. En primer término, confiaron en la incapacidad de la oposición para unirse y recurrieron a distintos mecanismos para fomentar su división, profundizarla y mantenerla. Una y otra vez introducían en el debate, temas que forzosamente dividían a los opositores. Una y otra vez abrían la esperanza de que un diálogo, una negociación, podrían permitir avanzar hacia la democracia, sin pagar el alto costo del enfrentamiento a la Dictadura. Logrado su objetivo, esa posibilidad se esfumaba. Lo lamentable es que hubo sectores y Partidos de la oposición que caían en ese juego, facilitando los planes del régimen. Pero además, se preocuparon de crear los mecanismos para imponer un marco electoral restringido. Pensaron en una participación que en ningún caso superaría los cinco millones de electores. Para estos efectos, al contrario de lo que hicieran en los fraudes plebiscitarios de 1978 y 19806, establecieron ahora la obligación de inscribirse en un Registro Especial para poder votar. Más aún, para inscribirse en esos registros impusieron además la obligación de obtener Cédula de Identidad nueva, lo que obligaba a un desembolso económico y a invertir horas hábiles de trabajo en el trámite de su obtención y en los de inscripción posterior. Todo esto, en un país con millones que se debaten en la extrema pobreza, con una tasa de cesantía y una inestabilidad laboral nunca antes conocidas. Confiaban en el práctico monopolio que ejercían sobre los medios de difusión y particularmente en la televisión. Pensaban que los recursos acumulados y los mayores ingresos provenientes del alza del precio del cobre, les permitirían realizar una política populista destinada a comprar conciencias. Tenían confianza en su capacidad de engañar, de desinformar, de intoxicar a la opinión pública mediante una campaña publicitaria en que han invertido cuantiosos recursos fiscales. Por último, no hay que olvidar que esta jornada plebiscitaria se realiza bajo Estado de Emergencia. Encontrándose en pleno vigor un conjunto de disposiciones que consagran un marco que restringe los derechos a expresión, a reunión, que limitan al máximo las posibilidades de participar con un mínimo de garantías en un evento electoral. Durante esta campaña, el régimen ha ejercido la represión como en sus mejores tiempos: asesinatos, desapariciones, detenciones arbitrarias, amenazas. Han utilizado a fondo el conjunto de instrumentos ideados durante estos años para atemorizar, para amedrentar. Confiaban que con este conjunto de medidas, en este cuadro represivo, con el uso de estas disposiciones legales, que entre otras consecuencias tiene a 26 periodistas procesados ante los Tribunales Militares. El temor iba a restar participación, que serían menos los sectores decididos a enfrentarlos en este desafo. Por esta razón y con estos objetivos, teniendo en cuenta los precedentes citados y con las precauciones señaladas, es que la Dictadura convoca al Plebiscito, no para avanzar a la democracia sino para consagrar su perpetuación. Mantienen en reserva la posibilidad,

6 La “Consulta Nacional” realizada en enero de 1978 fue convocada por la dictadura para intentar generar una “legitimidad” frente a la condena de la comunidad internacional a las violaciones de los derechos humanos. El plebiscito de septiembre de 1980, permitió la imposición de la nueva Constitución Política.

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no descartable, de un fraude que falsee la expresión ciudadana como se ha demostrado que hicieron en 1978 y 1980.

POR QUÉ LA IZQUIERDA PARTICIPA

Pero nos queda responder a la segunda interrogante: ¿Por qué en estas condiciones la oposición y particularmente la Izquierda, deciden participar en el Plebiscito? Las razones son varias y simples. Planteamos oportunamente, que frente a esta farsa montada por el régimen la respuesta correcta era que ningún sector democrático participara. Con eso se legitimaba dicho mecanismo y se hacía fracasar el diseño de la Dictadura. Sin embargo, es un hecho y hay que asumirlo que sectores de la oposición democrática decidieron concurrir no obstante las adversas condiciones. En estas circunstancias, la no participación de la izquierda la hacía responsable de un eventual triunfo del régimen. En segundo lugar, porque la lucha contra una Dictadura hay que darla en todos los terrenos, incluso en su propio terreno. No se le puede ceder ningún espacio y de no participar le regalábamos un triunfo. Porque aún, sin descartar la posibilidad de un fraude, la única forma para demostrarlo, de ponerlo en evidencia, era participando. Si no participábamos podían ganar sin necesidad de recurrir a mecanismos dolosos. Participamos, porque estamos convencidos de que en su propio escenario podremos derrotarlos, porque estamos convencidos de que vamos a ganar. Esta no es tampoco una afirmación caprichosa o basada sólo en un afán voluntarista. Hay razones objetivas que justifican nuestro optimismo. Uruguay rompió ese precedente histórico de la imbatibilidad de las dictaduras en los plebiscitos. El pueblo uruguayo con su unidad y movilización, derrotó a la Dictadura Militar en la jornada plebiscitaria a que fue convocado, abriendo paso a un proceso de recuperación democrática. Porque en Filipinas, se demostró que el fraude no basta para la mantención de un régimen que recurre a él para perpetuarse, sino que, por el contrario, acelera su descomposición cuando se enfrenta a un pueblo movilizado y decidido a no dejarse engañar. Porque su apuesta a la división opositora es respondida con un proceso irreversible de unidad que avanza y se consolida. Que no está agotado, que está abierto a todos los Partidos, Movimientos y sectores que comparten el común objetivo de terminar con el actual régimen y recuperar una plena democracia. Porque no obstante todas las medidas adoptadas para imponer un marco electoral restringido, a la fecha son casi 7 millones de chilenos que están en condiciones de ejercer su derecho a voto. Porque se ha logrado romper, aunque sea parcialmente, el monopolio que sobre los medios de difusión ha ejercido el gobierno, incluso en la televisión. Porque a pesar de los enormes recursos empleados, la política populista destinada, como dijimos antes, a comprar conciencias ha fracasado. Ha fracasado porque nuestro pueblo no se ha dejado engañar y cuando hoy se le ofrecen bicicletas, recuerdan que no hace mucho se les ofrecían automóviles. Porque en el diseño de su campaña publicitaria han cometido graves errores. Una propaganda intensa y reiterativa produce efectos en el corto plazo, pero cuando se prolonga demasiado satura y provoca una reacción contraria, que es lo

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que está ocurriendo. Es tan intensa, tan concentrada la publicidad, tan repetidos los slogans y consignas del régimen, que despiertan resistencia y producen efecto adverso. Nuestro pueblo está saturado y también ha tenido tiempo para meditar y reflexionar. Esa meditación y reflexión, lo ha llevado a comprobar la falsedad en que se basa la campaña que lo agobia. Podríamos señalar a título de ejemplo, que no hace mucho, la ofensiva de propaganda se centraba en un lema “somos millones”. Nos querían hacer creer que éramos millones los chilenos que estábamos mejor, que teníamos un mayor poder de consumo, que habíamos alcanzado una situación de bienestar, que estábamos abriéndonos un futuro esplendoroso. Sin embargo, dirigentes y técnicos de la oposición demuestran con cifras y estadísticas oficiales que son más los millones de chilenos empobrecidos por la política económica del gobierno, que se encuentran cesantes, que sobreviven en la miseria y la inseguridad. En consecuencia, en lugar de ser millones los que estaban mejor, eran millones los que se habían empobrecido. Ante esta evidencia no les quedó otro recurso que terminar con la campaña basada en ese slogan. Por último, lo más importante, porque se ha perdido el miedo. Yo vengo llegando de Antofagasta y en la primera concentración pública que se realiza en las calles de esa ciudad, miles y miles de antofagastinos concurrieron a proclamar su rechazo al régimen, su voluntad de avanzar a la democracia, su decisión de votar “NO”. Fue una jornada pacifica, alegre, entusiasta, porque cuando se tiene seguridad en el triunfo. Ese triunfo se anticipa en la alegría y eso se vivió en Antofagasta. Fue una fiesta de la democracia en que insisto, miles y miles de antofagastinos le dijeron al régimen que se equivoca, que en esa ciudad, que en el Norte, como en todo el país, nuestro pueblo no se dejará manipular, que iniciará el proceso de recuperación democrática votando masivamente “NO” en el plebiscito. Estas razones son las que avalan nuestra confianza. Porque además, no les será fácil recurrir al fraude, porque la oposición está en condiciones de controlar la votación en las 22.000 mesas receptoras de sufragios. Porque además concurrirán observadores internacionales. Es posible que no se les permita acceso a los centros electorales, pero allí estarán y habrá periodistas de los más diversos países y los ojos de los sectores democráticos del mundo, estarán puestos en lo que ocurre en Chile. Reitero, no les será fácil el fraude y nuestro pueblo no les va a permitir hacerlo. No basta el triunfo del “NO”, ni siquiera es suficiente que se reconozca ese triunfo. Mientras se mantenga una institucionalidad impuesta para prolongar la Dictadura, no resolveremos el problema fundamental de terminar con este régimen y abrir paso a un proceso de recuperación democrática. Eso, sólo será posible acumulando las fuerzas suficientes para superar esa institucionalidad y para lograrlo, se requiere de un proceso de movilización social antes, durante y después del Plebiscito. Antes, para conquistar garantías mínimas que justifiquen nuestra participación; durante, para que no se falsee la voluntad popular; después, para fortalecer y ampliar la movilización social en términos que le permitan superar la institucionalidad vigente, terminar con la dictadura y volver al más breve plazo a tener un Chile en democracia.

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Estamos ciertos, que el resultado del Plebiscito se transformará en un elemento que fortalezca y amplíe la movilización social, dotándola de la fuerza suficiente para el logro de los objetivos que hemos señalado. No hay que olvidar que ésta es una dictadura militar y la mentalidad militar incorpora, como elemento central para el análisis de cualquier situación, la correlación de fuerzas. Una dictadura militar no cede cuando esa correlación le resulta favorable. Sólo cede cuando se le torna desfavorable, cuando arriesga una derrota, como ocurrió por ejemplo en Brasil, Uruguay y Argentina. En consecuencia, hay que acumular fuerzas y eso se logra con unidad y movilización. Sólo desde posiciones de fuerza se podrá negociar, para arrancar reales concesiones que conduzcan a una auténtica democracia. Plantearse una negociación antes de cumplir con esas etapas de unidad y movilización, llevaría a negociar desde posiciones débiles y quien pretenda hacerlo, no va a poder imponer condiciones a un régimen militar, que no está dispuesto a ceder, que lo que pretende es perpetuarse o a lo más, ofrecer una caricatura de democracia. La dictadura presiente su derrota, está asustada y en intento desesperado por evitarla, recurre como siempre a su arsenal inagotable de mentiras, cinismo e hipocresía. Han desatado una campaña de terror como pocas veces se ha conocido y en Chile tenemos experiencia en esta materia. Sostiene que el triunfo del “NO”, traería caos y anarquía. ¡Mentira! La Concertación opositora, las propuestas unitarias de la izquierda, garantizan paz, orden, tranquilidad, que es lo que los chilenos desean y que sólo podrán tener una vez recuperada la democracia. Lo que jamás se dará, mientras se mantenga el actual sistema. En un alarde de cinismo, que realmente desconcierta, pretenden dar lecciones de Democracia a la oposición y formulan emplazamientos. Se atreven incluso a distinguir entre quienes serían demócratas y quienes no lo serían.

LA VIOLENCIA CONDENADA POR LOS VIOLENTOS

¿Qué autoridad moral tienen para dar lecciones de democracia, aquellos que arrasaron a sangre y fuego con una democracia más que centenaria, de la que todos nos sentíamos orgullosos y que era respetada por todas las naciones? ¿Qué autoridad moral tienen para formular emplazamientos y pretender hacer distingos entre los opositores? ¡No tienen ninguna autoridad moral! Porque no son demócratas, porque no entienden ni saben qué es una democracia, porque terminaron con la que teníamos y quieren impedir que la recuperemos. En el colmo de la hipocresía, han pretendido últimamente responsabilizar a la oposición de generar violencia. Aún más, se atreven a condenarla. ¿Pero qué autoridad moral tienen ellos para condenar la violencia o responsabilizar a la oposición, cuando se adueñaron del poder mediante la violencia más brutal que estremeció a Chile y al mundo democrático? Cuando se ha mantenido por la violencia y la represión, con las consecuencias que conocemos y que han merecido la condena de todos los foros y organismos que se preocupan de la Defensa de los Derechos Humanos.

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¡No tienen ninguna autoridad moral! Nuestro pueblo no quiere la violencia, la rechaza, quiere terminar con ella, en especial en los sectores populares que constituyen su víctima principal. Pero, ésta no desaparece porque se la condene o se la excluya en un discurso político. Sólo podrá terminar cuando se eliminen las causas que la generan y en Chile, la causa general que genera violencia, es una Dictadura que surgió y se mantiene por la violencia. En consecuencia, terminará la violencia en Chile, cuando termine la Dictadura en Chile. Pero en materia de hipocresía, cinismo y mentiras, demuestran una capacidad de superación digna de mejor causa. Denuncian amenazas de que habrían sido objeto, por parte de dirigentes opositores, a los que se imputan afirmaciones que nunca han hecho. ¡Pero a qué extremos pueden llegar! Hablan ellos que son amenazados, en circunstancias que no hace mucho tiempo, un funcionario público amenazaba con fusilar a los opositores. Cuando un alto oficial de las Fuerzas Armadas, habla de desenvainar los corbos. Es decir, amenaza con una nueva degollina de chilenos. Cuando hace pocos días, el Capitán General y candidato anunciaba que borraría del mapa a los opositores y hay motivos fundados para preocuparse de estas amenazas, porque en Chile se ha fusilado y a muchos, porque en Chile se ha degollado y a varios, porque en Chile, como ha dicho un dirigente de la oposición, son demasiados los que han sido borrados del mapa de la vida y lo que es más grave, todos estos crímenes han quedado impunes. PERO NO NOS ASUSTAN. Este pueblo perdió el miedo y no se dejará amedrentar. Decíamos antes que su arsenal de recursos ilícitos es inagotable. Pretenden también atemorizar reviviendo problemas reales del pasado. Anuncian una y otra vez, que el triunfo del “NO” significaría volver a una situación de crisis, con una secuela de colas y desabastecimiento. No es esta la oportunidad de entrar a analizar las causas que generaron esos problemas, pero lo que sí podemos afirmar, es que el desabastecimiento y las colas tenían y tienen solución. Lo que no tiene solución, son las consecuencias más graves de esta Dictadura: porque los asesinados, los desaparecidos, los torturados y otros, no tienen solución; porque el exilio, los presos políticos, la explotación, la cesantía, el hambre y la miseria de millones, no tienen solución bajo este régimen. Ello lo demuestra una reflexión muy simple: ¿Dónde podemos hacer una cola que nos permita encontrar al menos, los cuerpos de los desaparecidos, de Gastón Lobos, Diputado; de Enrique Paris y Arsenio Poupin, con los cuales estuve el 11 de septiembre de 1973 en La Moneda; de Bautista van Schouwen y de tantos otros? ¿Dónde hacer una cola que nos permita recuperar con vida a los asesinados como Orlando Letelier y el general Carlos Prats, leal al Presidente Allende y con quienes compartí tareas de gobierno? ¿A Tucapel Jiménez, Santiago Na#ino, Mario Fernández y tantos otros que suman decenas de miles? ¿Dónde hacer una cola que nos permita encontrar con vida al último Presidente Democrático y Constitucional en Chile, al que serví como Ministro y por el que siento profundo respeto y admiración: Me refiero a Salvador Allende?

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¿Dónde hacer una cola que permita reencontrarnos con tantos compatriotas exiliados, con Anselmo Sule, Hugo Vigorena, Hugo Miranda, Edgardo Enríquez, Hortensia Bussi de Allende y su familia? ¿Dónde está la cola que conduzca a los presos políticos a la libertad? ¿Dónde está la cola que permita a los torturados superar las secuelas psíquicas y físicas de los tratos inhumanos a que fueron sometidos? ¿Dónde está la cola que brinde a los enfermos la oportunidad de recibir una atención humanitaria en Hospitales y Postas; a los cesantes la posibilidad de encontrar un trabajo digno; a los jóvenes una ocupación remunerada o proseguir sus estudios? ¿Dónde pueden hacer colas las madres de modestos recursos para obtener el alimento que evite la desnutrición de sus hijos? ¿Dónde está la cola que nos reinserte en ese Chile libre y democrático en el que vivimos en el pasado? No existen esas colas. Es un sueño imposible pretender encontrarlas. Pero si hay una cola que se puede hacer. La que nos lleve a votar “NO” en el Plebiscito, dando inicio a un proceso de término de la Dictadura y recuperación de la democracia.

Esa cola va existir. La dictadura va a terminar. La democracia va a ser recuperada. Este no es un sueño imposible. Será realidad. Más temprano que tarde será realidad. Con la unidad y la movilización de todos, será realidad. PORQUE LA DEMOCRACIA ES MÁS FUERTE ¡CHILE VENCERÁ!

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30. El renacer de la Izquierda

Discurso en concentración masiva de la coalición Izquierda Unida, realizada en el Parque La Bandera.

Santiago, 10 de septiembre de 19881.

Compañeras y Compañeros:

Aquí estamos: Aquí está la izquierda chilena. Aquí está nuestra presencia y unidad, nuestros gritos y consignas, que se repiten a lo largo de todo el país y que tienen un profundo significado que excede los marcos de éste y otros actos. Porque pertenecemos a esa franja social que la insania de algunos se propuso extirpar de raíz, porque pertenecemos a ese sector de chilenos que pagó con miles de desaparecidos, asesinados, con cárcel, exilio, explotación y miseria, su derecho a pensar diferente, tener su gobierno, impulsar sus propias propuestas programáticas. Quisieron eliminarnos, pero nuestra presencia y unidad aquí y en todo el país, pone en evidencia su fracaso porque no se pueden hacer desaparecer las ideas, no se puede asesinar la esperanza y la izquierda es idea y el socialismo es esperanza, idea y esperanza que encarnó Salvador Allende y de las que hoy es legítima depositaria nuestra Izquierda Unida. Pero no sólo existimos, también tenemos fuerza. Esta no es una afirmación voluntarista ni una expresión de buenos deseos; las elecciones estudiantiles, sindicales y de organizaciones sociales así lo demuestra; nuestra presencia en este acto así lo demuestra; nuestra presencia mayoritaria en los actos de la oposición así lo demuestra. Esta es una realidad, realidad que disgusta aún y que incomoda a otros, pero que pone de relieve una verdad indiscutible; aunque les disguste a unos, existimos, aunque le incomode a otros, somos fuertes. Sin nosotros no es posible imaginar un triunfo en el Plebiscito; sin nosotros no es posible poner término a la dictadura y recuperar la democracia; sin nosotros no es posible darle estabilidad a fórmulas alternativas. Esta existencia y fuerza demuestran el irrealismo de algunos, que adoptan respecto a la izquierda una actitud de perdonavidas, que actúan convencidos de que debemos estarles permanentemente agradecidos por conservar la vida.

1 Este discurso de Aníbal Palma fue realizado en su calidad de presidente de la Izquierda Unida (IU). La concen- tración en el Parque La Bandera de este conglomerado contó con la participación del reconocido grupo “Los Prisioneros” (Nota del Editor).

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Se equivocan. No les debemos nuestra existencia a ellos. Se la debemos a los millones de chilenos que creen en nosotros, que comparten nuestro proyecto socialista y democrático. Es cierto que son muchos los que no pueden estar aquí esta tarde y que no podrán compartir otras jornadas en el futuro, porque figuran en las gloriosas nóminas de nuestros mártires. Es posible que muchos de los que hoy nos reunimos no podamos hacerlo mañana. Pero así como nosotros ocupamos el lugar de aquellos, otros ocuparán el nuestro. Seguiremos existiendo, porque somos pueblo, porque formamos parte inseparable de su pasado, porque estamos insertos en su presente de lucha y nos anima una vocación irrevocable de futuro. Pero no estamos solos, nos acompañan esta tarde dirigentes y militantes de otros Partidos y movimientos democráticos. Saludamos su presencia porque destacan la unidad en que hoy nos empeñamos, la unidad sin exclusiones de todas las fuerzas democráticas. La tarea que nos hemos propuesto es insistir en lo que nos une y no persistir en lo que nos separa. Esta unidad recoge una experiencia histórica, porque la historia nos enseña que el principal aliado de las dictaduras es la división de sus víctimas. Por eso su empeño en provocarla, mantenerla y profundizarla. Esta unidad recoge además nuestra propia experiencia, porque los espacios de libertad que hemos conquistado, la oportunidad que hoy tenemos de reunirnos en esta gigantesca concentración, no han sido concesiones de la dictadura, han sido conquistas arrancadas con la unidad y la movilización de los demócratas. Cuando la dictadura diseñó el mecanismo del plebiscito, pretendiendo legitimar su proyecto de perpetuación, apostó también a nuestra división. Sin embargo esta vez se equivocaron, esa apuesta ha sido respondida con un proceso de unidad que avanza y se consolida. Que no está agotado, que está abierto a todos los movimientos y organizaciones sociales que comparten nuestro anhelo libertario y hacen suya nuestra consigna NO MÁS DICTADURA – DEMOCRACIA AHORA. La nuestra es la unidad en la diversidad. Porque nos animan distintas convicciones ideológicas, porque impulsamos diversas propuestas programáticas. Pero nos anima la común convicción que estas legítimas diferencias entre fuerzas democráticas, no encontrarán jamás solución en dictadura, sólo podrán encontrar solución cuando recuperada la democracia, en ejercicio pleno de su poder soberano, el pueblo pueda optar entre las distintas propuestas que se le formulen. Esta diversidad encuentra una bella expresión en el arcoíris que ha pasado a ser uno de los símbolos de la Campaña por el NO. Está compuesto por diversos colores, que pueden representar nuestros distintos pensamientos, pero forman en conjunto un todo armónico que sucede al temporal y anuncia el buen tiempo. Estos colores conforman además un arco gigantesco que evoca esas anchas alamedas de la que nos hablara el Presidente Allende en su último discurso. Queremos ser dignos de su ejemplo y de la confianza depositada en nosotros y marchar por esas anchas alamedas a conquistar la sociedad mejor con que él soñara. Nos atacan por esa diversidad y nos atacan justamente los que no entienden de democracia, porque la característica fundamental de una democracia no es que todos piensen igual. Eso no es democracia, porque la característica fundamental de este

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sistema es el pluralismo, es el derecho a pensar diferente y que se respete ese derecho. La fuerza de la unidad amplia y no excluyente de los demócratas nos permite enfrentar con confianza el plebiscito que debe realizarse el 5 de octubre. El 30 de agosto el país asistió al desenlace de una farsa grotesca. En un show de dudoso gusto, que avergüenza a los chilenos y es motivo de burla para la opinión pública internacional. Pinochet fue nominado candidato para sucederse a sí mismo. Esta designación no sorprendió a nadie, ni altera en absoluto la estrategia ni los objetivos de la oposición, cuales eran, son y seguirán siendo la recuperación de una plena democracia. Lo único novedoso es la transformación que ha sufrido el Presidente y candidato a Presidente. El país lo vio asistir a su dominación luciendo uniforme militar, con el ceño fiero y el gesto adusto del guerrero pronunciando un discurso que en la práctica fue una reiteración de su declaración de guerra a la mayoría democrática del país y particularmente a la izquierda. Pero los días siguientes, en todas sus apariciones públicas, lo vemos disfrazado de civil, con los gestos y apariencias de un abuelo cariñoso, utilizando los recursos de la más baja politiquería y prometiendo solución a todos los problemas. Sus esfuerzos son en vano. Nuestro pueblo no se dejará engañar por las promesas electoreras de un político en campaña ni se dejará atemorizar por las amenazas del guerrero. La dictadura será derrotada. El triunfo del NO ya ha quedado consagrado en la jornada del 30 de agosto, en la concentración del ACUSO2, en ésta de hoy día y en todos los actos que se realizan a lo largo del país. El próximo 5 de octubre será la formalización de un triunfo que ya hemos conquistado. La dictadura presiente que está derrotada y en su desesperación recurre, como siempre, a su arsenal de mentiras, cinismo, calumnias e hipocresía. Pretende hacer creer que el triunfo del NO provocará caos y anarquía. FALSO. La concentración opositora, la unidad de la izquierda, garantizan la paz, bienestar, orden y tranquilidad que nuestro pueblo desea y que no se logrará jamás en dictadura. Se ha pretendido descalificar a la izquierda como una fuerza de permanente alteración del orden. FALSO. Precisamente nuestro proyecto socialista, que combina libertades políticas con justicia social, permite eliminar los factores de conflicto al interior de la sociedad. Pero las mentiras de la dictadura no se agotan aquí. En una muestra de cinismo que desconcierta, pretende darnos lecciones de democracia. Frente a esto cabe preguntarse de qué democracia nos hablan, porque la democracia es pluralismo y éste permite que todas las vertientes del pensamiento ideológico puedan expresarse en las mismas condiciones, que puedan postular sus proyectos con los mismos derechos, sujetos a las mismas obligaciones mientras que, la Constitución del 80 y sus leyes complementarias niegan precisamente ese pluralismo y al hacerlo desvirtúan y pervierten la Democracia.

2 Es la sigla del Acuerdo Social por el NO, una especie de multigremial constituida en torno al llamado a votar NO a la continuidad de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988 (Nota del Editor).

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¿De qué democracia hablarán? Cuando democracia es alternancia en el poder y ellos los que pretenden es perpetuarse. Cuando Democracia es respeto a los Derechos Humanos y ellos los han atropellado en forma sistemática. Cuando la democracia también es la vigencia del derecho al trabajo, a la Salud, a la Educación, a la Justicia y en Chile hace 15 años que no existen esos derechos. En otro alarde de cinismo e hipocresía, el gobierno pretende responsabilizar a la oposición de la violencia. ¿Con qué autoridad moral pretenden condenar la violencia los que surgieron de la violencia y se mantienen en el poder por la violencia y la represión?

NO TIENEN AUTORIDAD MORAL.

Nuestro pueblo no quiere la violencia, le gustaría terminar con ella, pero ésta no desaparece porque se le excluya del discurso político o porque se le condene verbalmente. Sólo desaparece cuando se elimine las causas que la generan y la causa principal de la violencia es una dictadura que ha violentado a los chilenos durante 15 años. En consecuencia, terminará la violencia cuando termine la dictadura. Pretenden atemorizarnos con amenazas y atentados. Pero no lo lograrán, porque el pueblo ya perdió el miedo, porque ustedes han perdido el miedo, porque todos hemos perdido el miedo. Se atribuyen supuestos logros en la economía, quieren convencernos de que vivimos mejor, que marchamos hacia un futuro de bienestar. No dicen que el crecimiento del Producto Geográfico Bruto, experimentado en los últimos años, apenas compensa la caída que registrara en los años 82 y 83. Nos hablan de aumento de las exportaciones, pero no dicen que se deben en gran medida a la dramática disminución del consumo interno, como efecto de la drástica caída en las remuneraciones de los trabajadores. Dicen que estamos exportando más fruta, pero no aclaran que eso también se debe a nuevas demandas en el mercado internacional, a nuevas técnicas que se incorporan a la producción, en definitiva a factores que nada tienen que ver con un sistema dictatorial. El aumento de las exportaciones, no tiene como condición una dictadura, pero la repartición entre todos los chilenos de los frutos de ese aumento, tiene como condición la democracia. El famoso milagro económico que proclaman, se traduce en mayores beneficios para algunos, y más explotación y miseria para la mayoría de nuestro pueblo. Son dos los que existen: el de la abundancia de unos pocos y el de la pobreza de millones. Han pretendido disfrazar su dictadura, levantando Estados de Emergencia y aboliendo el exilio. Nosotros decimos que todavía persisten los presos políticos, los procesados injustamente, los atropellos, los asesinatos impunes, el hambre, la cesantía, la miseria. Nosotros decimos que no queremos un paréntesis de democracia: por eso vamos a conquistar una democracia permanente, donde nuestros derechos y libertades no estén sujetos a los caprichos de un dictador, sino que se encuentren garantizados por la vigencia de un Estado de Derecho. Quieren hacer creer que el NO significa la vuelta al pasado, que también caracterizan en términos siniestros y dramáticos y que radican fundamentalmente en el gobierno

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del que formamos parte. MIENTEN. La democracia y la libertad jamás estuvieron amenazadas durante el Gobierno de la Unidad Popular. Lo único que estuvo amenazado fue el sistema de dominación imperialista y fue el monopolio del poder que por tantos años ejercieron los dueños de la riqueza. Durante el Gobierno del Presidente Salvador Allende, no se cerró el Parlamento como lo hizo la dictadura; existió una Contraloría que ejerció su labor fiscalizadora, no como ahora en que sus dictámenes son ignorados; funcionó un Poder Judicial con plena autonomía mientras que hoy se ha subordinado al régimen; no existieron los presos políticos, los desaparecidos o los asesinados; no se limitó la libertad de expresión ni se encarceló a nadie por decir la verdad. Hay una prueba irrefutable de lo que afirmamos. Después del Golpe Militar, los principales dirigentes de los Partidos que formaban la Unidad Popular y los más importantes funcionarios del gobierno depuesto, permanecieron privados de libertad por largo tiempo en diversos campos de concentración y cárceles. Durante ese lapso, fuimos objeto de una investigación en nuestra vida pública y privada sin que ninguno fuera acusado ni mucho menos procesado por crímenes o atropellos a los Derechos Humanos o enriquecimiento ilícito. Podemos decir con legítimo orgullo que tenemos las manos y la conciencia limpia de crímenes y peculados. Veremos si podrán decir los mismo los que hoy nos denigran cuando les llegue el turno de ser los investigados. Es oportuno reiterar a este respecto, que no estamos por la venganza pero que jamás renunciaremos a la justicia. No estamos dispuestos a pagar el precio de la impunidad de los criminales. Compartimos el llamado a la reconciliación formulado por los Obispos, pero al igual que ellos y millones de chilenos, estamos convencidos que así como no podrá haber reconciliación con venganza, tampoco podrá haberla sin justicia. El triunfo del NO, no significa volver al pasado. La historia no vuelve atrás, porque los pueblos avanzan y porque la izquierda asumiendo con orgullo su pasado con la dosis correspondiente de autocrítica, se proyecta hacia el futuro. Pero hay un pasado al que sí vamos a volver con el triunfo del NO: al pasado democrático de Chile en el que nos sentíamos orgullosos de ser chilenos y en el que el pueblo era el que decidía los destinos del país. La dictadura va a terminar, la democracia va a ser recuperada. Esa es una realidad que haremos posible con la unidad y la movilización; y el triunfo del NO es la primera tarea para el logro de ese objetivo a la democracia. Por eso el nuestro es un NO HASTA VENCER. Pero hay que decirlo: no basta con el triunfo del NO por amplio que sea, ni siquiera basta con que ese triunfo sea reconocido. Mientras se mantenga una institucionalidad diseñada para la perpetuación de la dictadura, no avanzaremos hacia una auténtica democracia y lo que la Izquierda Unida plantea es la recuperación de una democracia verdadera y para todos. Para ello llamamos a mantener y fortalecer desde ya nuestra unidad y capacidad de movilización, antes, durante y después del Plebiscito; antes para exigir las garantías que todavía no existen, durante para impedir un fraude y defender el triunfo; y después para conducir el proceso de movilización social que haga posible la ruptura con la

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institucionalidad vigente y el logro de los objetivos que nos hemos propuesto: terminar con la dictadura y recuperar la democracia. Esta es nuestra tarea, pero también es la tarea y responsabilidad del conjunto de las fuerzas opositoras. Por eso reiteramos el llamado a mantener, fortalecer y proyectar nuestra unidad, movilización y capacidad de lucha. Queremos terminar rindiéndole homenaje al compañero Salvador Allende, último Presidente democrático y constitucional de Chile y, en su persona, a los miles y miles que sacrificaron su vida en defensa de ideales que compartimos. Sobre Allende se puede decir que fue un demócrata, un socialista y un revolucionario consecuente; él es también un símbolo de la unidad de la izquierda, unidad que hoy encarna la Izquierda Unida. No hace mucho, leí escrito en los muros de una Universidad en Valparaíso, una frase que resume nuestros sentimientos: “El sueño es posible, Allende vive”. Eso es verdad, porque el sueño del socialismo, de una sociedad sin clases, donde todos se vean liberados de la explotación por otros, es un sueño que permanece y mientras ese sueño permanezca, Allende seguirá viviendo.

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31. Homenaje al 50° Aniversario del triunfo del Frente Popular

Discurso pronunciado en representación de la coalición Izquierda Unida, el 23 de octubre de 1988.

Compañeras y Compañeros:

El de hoy, es un día de simbolismo histórico. El de hoy, es también un día de reencuentro con el pasado, lejano pero cercano, que nos debe servir a todos para extraer lecciones útiles que podamos aplicar a nuestro presente. He pensado mucho las palabras iniciales con las que debiera dirigirme a ustedes, asumiendo la representación de la Izquierda Unida. Hay tanto que decir. Estoy seguro, sin embargo, que lo más importante de este instante es comenzar con una palabra muy sencilla: Gracias. Gracias por estar aquí y por permitirme dirigirme a ustedes. Gracias por haber llegado a estas esquinas santiaguinas para decirnos, con su presencia serena y tranquila, que otra vez, como siempre, aquí está la izquierda de Chile y aquí estamos nosotros, el pueblo. Por encima de aquellos que han pretendido barrernos con la mentira, humillarnos con la fuerza, doblegarnos con el dolor, terminar con la vida de los nuestros; por encima de todos aquellos, una vez más la izquierda está aquí y la izquierda son ustedes, trabajadores de mi Patria. La izquierda son ustedes, mujeres valientes y abnegadas, madres e hijas de este Chile nuestro y son ustedes jóvenes, dueños potenciales del futuro. Por todo eso y mucho más, que no es posible resumir en un discurso: Gracias, compañeras y compañeros. Miro sus banderas, diviso sus rostros, escucho sus consignas y sus cantos y me laten en el corazón los nombres de un Recabarren, de un Neruda, el nombre de Pedro Aguirre Cerda y de un líder como Salvador Allende. ¿Creían que podían terminar con nosotros? No pudieron, no podrán y se los demostramos hace pocas semanas, cuando en comunas humildes en su grandeza, ricas en su pobreza como Conchalí, Renca, Quinta Normal, Cerro Navia, Lo Prado, San Ramón, La Florida, San Miguel, La Cisterna y las poblaciones heroicas de La Legua, La Pintana, Lo Hermida, La Victoria y tantas otras en Santiago y en el resto del país, gritamos nuestra rebeldía a la dictadura con un rotundo y abrumador ¡NO!

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Y ese NO, que asombró y entusiasmó al mundo, también se los debemos agradecer a ustedes, porque pudieron sobreponerse al miedo, la represión, los intentos de comprar sus conciencias, la presión publicitaria; porque superaron esas y otras maniobras y provocaciones de la dictadura, para hacer posible el histórico triunfo del 5 de octubre. Se los he dicho: el de hoy es un día pleno de simbolismo. Por eso he querido iniciar esta intervención, con la más simple y significativa de las palabras. Gracias. Quiero saludar ahora, a un hombre que constituye todo un símbolo que ha hecho de su vida una lucha constante por la democracia y el socialismo. Un hombre, que expulsado de nuestras fronteras, combatió, desafiándolo todo para volver a su Patria, porque sabía, como todos ustedes, como todos los chilenos, que somos dueños de este país y que nadie tiene derecho prohibirnos a vivir en su tierra. Él lo sabía y por eso, desafiando agrestes y peligrosos pasos cordilleranos regresó a Chile, vino a buscar sus raíces, se presentó y dijo: “Aquí estoy. Díganme de qué me acusan. Publiquen qué crímenes cometí. Condénenme si he robado. Si he matado. Si he dañado a alguien. Si he violado los Derechos Humanos de mis compatriotas”. Como no pudieron encontrar de qué acusarlo, le inventaron un delito muy grave, un delito terrible: “Pensar como hombre libre, pensar como su pueblo”. La dictadura lo encarceló por eso, pero hoy está libre. Su libertad no es producto de un gesto generoso del gobierno. Ni de un fallo judicial que haya revocado una condena aberrante. Su libertad, producto de la solidaridad internacional y de la lucha democrática de nuestro pueblo, constituye una nueva derrota del régimen. No lograron menoscabarlo. Venció la prisión con su fortaleza y su prestigio y hoy está presente con nosotros y quiero rendirle el homenaje de mis palabras en el aplauso de ustedes, en el aplauso para el Presidente de la Izquierda Unida, a quien me honraron representar, compañero Clodomiro Almeyda1. Sé muy bien que esta es la primera vez, después de 15 años, que usted tiene la oportunidad de estar aquí, junto a miles de hombres, mujeres y jóvenes que conforman la gran izquierda chilena. Sé muy bien que usted soñó fuera de nuestras fronteras y durante meses en la cárcel, que llegaría a un instante como este, en que la emoción domina al corazón y asoma a los ojos. Usted sabe, como lo sabemos todos, que hoy como ayer se siente que la izquierda está aquí, siempre presente. He dicho antes, que la de hoy es una tarde de simbolismos históricos. Hace 50 años, por vez primera, la Izquierda Unida conquistaba el poder y eso significaba que por primera vez el pueblo era gobierno. Porque hace 50 años el Frente Popular ganaba la Presidencia de Chile con Pedro Aguirre Cerda. Era el primer abanderado de la izquierda que llegaba a La Moneda. Pasarían 32 años, antes que reviviéramos ese triunfo en 1970, entonces con la Unidad Popular y el compañero Salvador Allende.

1 Clodomiro Almeyda regresó a Chile en marzo de 1987 clandestinamente, atravesando la Cordillera de los Andes a lomos de mula. Fue encarcelado por la dictadura y fue la única persona declarada “inconstitucional” por el Tribunal Constitucional de Chile, en base al Artículo 8º de la Constitución, que proscribía a los partidos políticos y personas naturales que propagasen una concepción ideológica de izquierda (Nota del Editor).

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Hace 50 años, el Frente Popular vencía a una derecha que por primera vez utilizaba la campaña del terror, la misma de siempre, la que desató en 1964, la que lanzó en 1970. La misma con que trató de ganar el Plebiscito ahora. Nunca han aprendido a conocer el valor de los chilenos. Al terror, a la mentira y al fusil, el pueblo siempre ha sabido responder con su firme organización, con su movilización y con su unidad. Por eso en 1938 eligió a su Presidente, por eso repitió su triunfo en 1970, por eso venció el pasado 5 de octubre y por eso vencerá a la dictadura. En su primera campaña del terror, la poderosa derecha económica hizo correr las más terribles mentiras. El pueblo escuchó y meditó y después supo elegir lo que quería. En 1970, 32 años más tarde, volvimos a enfrentar la misma campaña. ¿Se acuerdan de los tanques soviéticos que llegarían a Chile? ¿Se acuerdan de los hijos que les serían arrebatados? Otra vez el pueblo supo contestarles2. Ahora, ahora, nos levantaron un nuevo muro de mentiras y ustedes, una vez más, dieron su respuesta. ¿Qué nos enseña todo esto? Nos enseña que debemos estar preparados para enfrentarlos siempre de la misma manera, como en 1938 y en 1970, como el 5 de octubre de 1988. También nos enseña que debemos aprovechar todos los espacios, utilizar todos los terrenos para derrotar a nuestros adversarios, para terminar con la dictadura, para recuperar la democracia y avanzar hacia el socialismo. No son éstas las únicas lecciones que nos brinda el triunfo del Frente Popular y la gestión de gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Durante 15 años, nos han querido convencer que sólo la iniciativa privada puede hacer crecer el país y mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo. Que el Estado carece de capacidad creativa, que no tiene iniciativas, que no es capaz de trabajar por el pueblo. Frente a tanta falsedad cabe plantearse, entre otras, nuestras preguntas: ¿quién fue el creador de la Corporación de Fomento de la Producción, herramienta fundamental del desarrollo nacional? ¿Fue algún empresario privado? ¡NO! La CORFO fue ideada, estudiada y puesta en marcha por el Estado, cuando gobernaba la izquierda, cuando era Presidente Pedro Aguirre Cerda. Es imprescindible que ustedes sepan que de la CORFO, nació la ENDESA para electrificar el país, nació la ENAP para buscar petróleo, nació la CAP para desarrollar la industria del acero, nació la IANSA y muchas otras empresas e instituciones fiscales que pusieron ruedas al desarrollo industrial del país. Fue durante ese gobierno, que se iniciaron en Chile los desayunos escolares gratuitos, que se comenzó la construcción masiva de hospitales. ¿Y saben, compañeras y compañeros, quién era el Ministro de Salud en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda? El Ministro que creó un plan de fomento lechero, el Ministro que entre otras realizaciones organizó un sistema de salud para los trabajadores, sin preguntarles cuánto dinero tenían ni a qué ISAPRE pertenecían. Ese Ministro de Salud era SALVADOR ALLENDE GOSSENS.

2 Véase: Marcelo Casals Araya: “La Creación de la Amenaza Roja”, LOM Ediciones, Santago, 2016.

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Hoy, mientras los hijos de los trabajadores se ven obligados a interrumpir sus estudios por falta de recursos, mientras muchas de nuestras niñas enfrentan un futuro obligado de prostitución, hoy cuando se puede estudiar no según la capacidad de sus hijos sino según la capacidad de su bolsillo, miramos hacia atrás y recordamos que la Educación Primaria en Chile con el gobierno de Pedro Aguirre Cerda creció en un 500%. Se construyeron más establecimientos educacionales en los tres años de su gobierno que durante los 25 años anteriores. Que además se fundó la Universidad Técnica del Estado, cuya importancia y desarrollo es de todos conocido. Todo eso y más lo hiso el Gobierno del Frente Popular, con un hombre de pensamiento de izquierda, y Chile creció y creció en libertad. El Estado fue motor de ese crecimiento. Caminábamos hacia adelante, había un futuro, existía una esperanza. Pedro Aguirre Cerda tuvo una recesión internacional, que tanto ha servido estos años para explicar desaciertos, amparar negociados y salvar de la quiebra a muchos señores empresarios. Y su gobierno tuvo que hacer frente al terremoto de Chillán de 1939, el que más daños y víctimas ha ocasionado. También tuvo que sufrir las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue el período de mayor progreso y realizaciones de nuestra historia. En ocasiones como ésta es importante que recordemos el pasado, que aprendamos del ayer, que saquemos las lecciones que éste nos ofrece para aplicarlas a la realidad del presente y a los desafos del futuro. La realidad de hoy está marcada por los resultados de la jornada plebiscitaria del 5 de octubre. Dijimos que íbamos a vencer y vencimos. Pero también dijimos que no bastaba con el triunfo del NO, no bastaba con que la dictadura se viera obligada a reconocer ese triunfo, como ocurrió en definitiva. Desde los inicios de la campaña, las fuerzas de izquierda y la oposición en su conjunto plantearon que su NO, era un NO al candidato, su régimen y su proyecto de perpetuación. No existieron entonces ni existen ahora diferencias a éste respecto, porque no se puede avanzar a la democracia con la institucionalidad de una dictadura, porque no existe democracia sin pluralismo, porque no existe democracia con exclusión ideológica y la Constitución del 80, que seguimos considerando ilegítima en su origen y contenido, que niega el pluralismo y consagra la exclusión. Porque no puede funcionar una democracia cuando las Fuerzas Armadas se atribuyen un rol tutelar, que limita sustancialmente el poder soberano del pueblo, y el Consejo de Seguridad Nacional, que contempla el texto constitucional, otorga a los Institutos Armados una participación mayoritaria y facultades incompatibles con el funcionamiento de un sistema democrático. Dijimos por eso que era indispensable superar esa institucionalidad a través de un proceso de ruptura democrática, capaz de generar los mecanismos jurídicos que hicieron posible una transición pacífica, acogiendo el anhelo de la inmensa mayoría de los chilenos que desean reencontrarse con su dignidad de pueblo libre. Planteamos oportunamente que Pinochet constituía el principal obstáculo para el logro de los objetivos democráticos. No nos equivocamos. Su reacción, después de la derrota, ha sido la que anticipamos. Aplicando una vez más una lógica de guerra, se

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atrinchera en su institucionalidad y plantea desafiante que no cambiará una coma de la Constitución ni variará en nada su itinerario. Pinochet sabe que al asumir esta actitud, hace imposible el avance hacia la democracia. Con su lógica, no habría existido transición en España, Argentina, Uruguay, Brasil, ni en ningún otro país que haya sufrido la pesadilla de una dictadura. En todos ellos fue una condición previa superar la legalidad impuesta por sus respectivos regímenes de fuerza. Esto es lo que nos enseña la historia de esos países. Es lo que nos enseña la experiencia de estos 15 años de dictadura en Chile. Pinochet continúa en guerra, pero va a perder esa guerra como perdió el Plebiscito, como perdieron otros dictadores que antes de él se aferraron al poder contra la voluntad de sus pueblos. Pinochet será derrotado una vez más, no en las batallas o combates bélicos con que nos amenazan sus incondicionales. Será derrotado por la movilización política y social de un pueblo que ha perdido el miedo y no se dejará arrebatar su victoria. Ante el desafo brutal que plantea Pinochet, ante su abierto desconocimiento al mandato contenido en el triunfo del NO, ante su evidente desprecio por la voluntad popular, surge un clamor nacional que exige su renuncia. Este clamor nacional lo acoge la Izquierda Unida y lo coloca en el primer lugar de sus reivindicaciones: QUE RENUNCIE PINOCHET. Su permanencia en el poder y la continuidad en el desempeño de los cargos que detenta, constituyen una amenaza al orden, paz y tranquilidad que anhela nuestro pueblo. Es una provocación que puede desembocar en situaciones de imprevisibles consecuencias. No se nos puede acusar de asumir una posición maximalista o de querer provocar una crisis institucional. Existe pleno acuerdo en la oposición en cuanto a que Pinochet constituye el obstáculo principal para avanzar a la democracia y terminar con el clima de violencia que sufre el país. La izquierda comparte este criterio, pero señala además la solución más lógica: QUE RENUNCIE PINOCHET. La propia Constitución de 1980 contempla esta posibilidad y señala los mecanismos de sucesión. De manera que no es maximalismo el nuestro, ni estamos arrastrando al país a un vacío institucional. En estas horas cruciales para la Patria, reiteramos nuestro llamado a las Fuerzas Armadas, para que no se dejen arrastrar a una aventura. Ellas tienen la oportunidad histórica de reencontrarse con su pueblo, aceptando el reclamo de la inmensa mayoría de los chilenos, que exige una actitud receptiva de su parte para hacer posible una transición a la democracia. La oposición ha formulado propuestas concretas para el logro de este objetivo. La Concertación ha señalado con precisión los cambios mínimos que deben introducirse al texto constitucional. La Izquierda Unida ha valorado positivamente estos requerimientos y ha planteado al país un conjunto de demandas democráticas que se resumen en una plataforma de nueve puntos hecha pública del viernes 21 del mes de octubre en curso. Las fuerzas opositoras coinciden en la necesidad de convocar al más breve plazo a elecciones directas de Presidente de la República y de un Congreso o Asamblea con facultades constituyentes. Para nosotros, es ésta una exigencia irrenunciable. Hemos asumido una actitud responsable y ofrecido caminos de solución sin recibir hasta la fecha una respuesta positiva. Por el contrario, en la noche del último viernes, con motivo de un nuevo cambio de Gabinete, Pinochet reiteró en su discurso, ahora en

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términos más duros y agresivos, los conceptos emitidos el día siguiente de su derrota. Ya no lo vemos vestido de civil y con gestos de abuelo bondadoso. Luce ahora uniforme y entorchados y se expresa con voz y ademanes propios de la vida de cuartel. El cambio de algunos Ministros carece de todo significado y trascendencia, y no solucionará ni facilita nada. Lo relevante es la posición que asume Pinochet. No acepta ningún cambio a la Constitución, ni está dispuesto a variar su itinerario. Aún más, se permite en tono destemplado emplazar a la oposición para que defina si mantiene su voluntad rupturista y de cambio. Nuestra respuesta es muy simple: sí, mantenemos esta decisión y el primer cambio que exigimos es SU RENUNCIA. La situación que se plantea después de su último discurso, reviste extrema gravedad. La oposición no puede permanecer pasiva esperando una respuesta alentadora. Es urgente y necesario romper el inmovilismo y eso sólo es posible impulsando un proceso de movilización social creciente y sostenido, capaz de vencer la resistencia del régimen y apresurar una decisión constructiva de las Fuerzas Armadas. Para lograrlo es indispensable mantener, ampliar, fortalecer y perfeccionar nuestra unidad, en términos que hagan posible transformar el triunfo plebiscitario en victoria democrática. Planteamos para ello, un gran ACUERDO NACIONAL DEMOCRÁTICO, al que concurran todos los actores políticos y sociales. NO ES SUFICIENTE LA CONCERTACIÓN POLÍTICA. Es indispensable ampliarla al campo social. Sólo esta unidad amplia y no excluyente, puede ejercer la presión indispensable para superar el impasse en que nos coloca la obcecación de la dictadura. Este ACUERDO NACIONAL DEMOCRÁTICO ha empezado a gestarse desde la base. Se expresó ya antes en la constitución de los Comandos Unitarios por el NO, que hoy comienzan a transformarse en Comandos por la Democracia. Es un proceso en marcha que no requiere de acuerdos cupulares previos. Por el contrario, la unidad desde la base es el camino más idóneo para vencer la resistencia de los que insisten en políticas excluyentes. A este objetivo apunta nuestro llamado a impulsar la democratización en todas las esferas de la vida social. EL ACUERDO NACIONAL DEMOCRÁTICO que postulamos no es un llamado más a la unidad que puede agotarse por falta de respuesta. Es una realidad que se vive y desarrolla en la base y que terminará por imponerse. El triunfo del NO tiene además de un contenido político un contenido social. Fue también el rechazo a un modelo económico neoliberal que no trajo nada bueno para el país. Las estadísticas disponibles muestran que el consumo por habitante es más bajo que antes de la dictadura, lo mismo que la tasa de inversiones; que la canasta de bienes y servicios disponibles por habitante, es anterior a la del año 1972; que las remuneraciones del trabajo han disminuido lo mismo que la tasa de empleo; que se han reducido los gastos en educación, salud y vivienda, mientras han aumentado los privilegios de unos pocos y acrecentado la desnacionalización de la economía. Existe una intensa demanda social postergada. El pueblo chileno quiere mejorar su nivel nutricional, su vivienda, tener empleo estable y seguridad social, lograr acceso a la educación y a los servicios de salud. La vuelta a la democracia tendrá éxito en la medida que se diseñen políticas destinadas a responder a esa demanda social acumulada. Es por esto que la Izquierda Unida vincula indisolublemente a sus demandas políticas, las reivindicaciones sociales de amplios sectores.

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La dictadura está en crisis, no ha logrado superar los efectos de su derrota. Dos renuncias de gabinete en menos de 15 días, destacan la gravedad de esa crisis. Pinochet hace alarde de una fuerza más aparente que real. Su base de sustentación social se ha debilitado en forma notable, incluso algunos de sus más fieles seguidores lo abandonan. Es la consecuencia lógica de su fracaso como político. Sectores de sus Fuerzas Armadas marcan distancia. Es el resultado inevitable de su derrota como militar. La oposición debe movilizarse ahora, aprovechando las posiciones de fuerza que le conceden su victoria. No hay que dar tiempo a que Pinochet y su régimen se recuperen. Las experiencias del pasado no deben olvidarse. En más de una oportunidad, la unidad y movilización opositoras pusieron a la dictadura al borde de la crisis. Sin embargo, el debilitamiento de su unidad, con la consiguiente disminución de capacidad movilizadora, permitió a ésta recuperar la iniciativa, superar la crisis y pasar a la ofensiva. Esta situación no puede repetirse y para evitarlo llamamos a movilizarse ahora para tener DEMOCRACIA AHORA. La dictadura no se resigna a su derrota. Intentó y seguirá intentando distintas maniobras para seguir con su proyecto de perpetuación. El peligro de un proceso involutivo permanece. Por ahora, desahoga su frustración en un revanchismo irracional, que se ha traducido en miles y miles de despidos arbitrarios, en la suspensión de programas de ayuda social, en la interrupción del proyecto de mejora en poblaciones y sectores populares. La represión se acrecienta y cobra nuevas víctimas. El Obispo Fernando Ariztía ha denunciado recientemente las atroces torturas de que han sido víctimas opositores en su Diócesis. Frente a estos hechos, es válido reiterar nuestra irrevocable decisión de hacer justicia, de que los crímenes y atropellos a los Derechos Humanos no queden impunes. Nuestra victoria definitiva ya viene y con ella la alegría que cantamos en la campaña plebiscitaria. Volveremos a tener un país en el que nos sintamos orgullosos de ser chilenos, en que nos respetamos y en que nos respeten. Hoy, cuando hemos vinculado un pasado de realizaciones a un presente de esperanza, es imperativo recordar la figura de un hombre que, perteneciendo al pasado, anticipó este presente. Hoy, próximos a un 4 de noviembre, en que se cumplen 18 años de la fecha en que Salvador Allende asumió la Presidencia de Chile, cumplió con un deber de conciencia al recordar las palabras con que pusiera término a su discurso final: “Estas son mis últimas palabras, tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que por lo menos habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”. Pues bien, Presidente Allende, su sacrificio no fue en vano. Sus proféticas palabras se están cumpliendo. Más de cuatro millones de hombres y mujeres aplicaron el 5 de octubre esa sanción moral, castigando la felonía, la cobardía y la traición. Hoy, cuando empezamos a transitar por las anchas alamedas de las cuales usted nos hablara, reiteramos nuestro compromiso de ser dignos de su ejemplo. Conquistaremos la sociedad mejor con la que la que usted soñara y, en ella, su legado seguirá viviendo con nosotros. ¡VENCEREMOS!

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32. Salvador Allende y la juventud

Conferencia en el “Centro de Investigación y Extensión Amaranto”, al cumplirse un nuevo Aniversario del Natalicio del Presidente Salvador Allende1.

Santiago, Junio 26 de 1989.

ada más grato para mí que tener la oportunidad de dirigirme a un Auditorio formado mayoritariamente por gente joven. Esta sensación gratificante no se detiene aquí. Es un sentimiento de alegría compuesto porN una serie de diferentes condiciones. Ellas, por cierto, tal vez sean muy personales. Pero la gente joven, aquellos que recién se están asomando a la dureza de la existencia, aquellos que como ustedes, todavía están en ese mundo compuesto por una parte de idealismo y por otra de optimismo, estoy seguro que son los más receptivos. Ustedes, herederos de ese joven anónimo que una vez escribió en una muralla universitaria de París, “exigimos lo imposible”, pueden hacer verdad esa especie de cláusula tan propia de la juventud. Sin duda tienen ustedes la sensibilidad necesaria para entender mi grado de emoción controlada, por tener la oportunidad de dirigirles la palabra para evocar, tratar de hacer un intento por evocar la figura señera, ilustre, maestra y mártir de quien fuera el último Presidente democrático y constitucional de Chile, Salvador Allende Gossens. ¿Qué edad tenían ustedes hace 16 años? Algunos 4. Otros no más de 6. Tal vez 11 años. A lo mejor ya había un muchacho de 17. Gente joven de hoy, adolescentes de ayer. Niños de hace casi dos décadas. Siempre rehúyo hablar de algunas circunstancias que rodearon mi vida. Pero deben saber que tuve el honor de compartir momentos de gloria en la lucha por la libertad que dio el Presidente Allende. Evoco ahora y créanme que no exagero si recuerdo de mis años de estudiante, el relato de la heroica anécdota del bravo Leonidas, defendiendo el paso de las Termopilas al frente de sus espartanos y que siendo conminado a rendirse por fuerzas muy superiores al rechazar la rendición, dijo a sus oficiales y soldados: “Esta noche cenaremos con Plutón”, en una clara referencia a que morirían todos pero no se rendirían.

1 El Centro de Investigación y Extensión Amaranto era un proyecto de las Juventudes Comunistas de Chile (Nota del Editor).

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Con más sencillez, otras palabras, el Presidente Allende hacen 16 años en las Termopilas de la Moneda, bastión constitucional de la Nación, tampoco se rindió y no puedo menos que decirles a ustedes, mis jóvenes amigos, que yo estuve ahí esa mañana. Y tampoco quiero dejar de recordar que fui Ministro de Educación del Gobierno de la Unidad Popular y se los cuento de esta manera casi de prólogo para que entiendan mi muy legítima emoción, por intentar al menos hablarles sobre “Salvador Allende y la juventud”, que fue el tema que se me asignó. El Presidente Allende tenía 65 años cuando la reacción, la oligarquía, los intereses extranjeros, los traidores ya reconocidos como tales por la historia, dieron el golpe que terminó con su vida. Para el común de los hombres es tal vez mucha edad y a ustedes veinteañeros así les debe parecer. Sin embargo, nuestro Presidente era un joven de 65 años y por eso comprendía y trabajó con la juventud de nuestro país. Vital, lleno de energía, conocedor de los problemas y ¡y vaya si había problemas en Chile! En esos momentos y los hubo durante muchos años anteriores. Revisemos en vuelo rasante la juventud del primer mandatario. Nació un 26 de junio de 1908 en Valparaíso. Su abuelo fue el médico Ramón Allende Padín, quien pertenecía al Partido Radical y era llamado el rojo Allende. ¿Por qué me refiero a estos aspectos que parecen ser tan baladíes? Simplemente porque ese abuelo paterno fue, entre otras cosas, fundador de la primera escuela laica en Chile: “Escuela Blás Cuevas”. Y porque la recia personalidad de este médico influyó poderosamente en el muchacho. La posición claramente progresista de Allende Padín contribuyó a su formación social, creó la inquietud y despertó la vocación socialista del entonces muchacho Allende Gossens. También el padre del Presidente chileno, el abogado Salvador Allende Castro, fue un hombre de ideas progresistas que contribuyeron a la formación de quien sería años más tarde el último Presidente Constitucional. El Presidente Allende vivió con su familia en diferentes ciudades: Iquique, Santiago, Valdivia, Valparaíso. En este peregrinar geográfico, el niño primero, el muchacho después, fue conociendo a su pueblo. Tal vez su memoria fue guardando, cuando apenas tenía 8 años, lo que vio en Iquique. Y cuando tenía 10 años lo que sucedía en Santiago. Chile era un país de grandes injusticias sociales. De grandes diferencias económicas. En 1920 el joven Salvador Allende de tan sólo 12 años, ingresaba al Colegio “Eduardo de la Barra” en Valparaíso y por esos años conoció a un zapatero remendón (Juan Demarchi) de ideas anarquistas con el cual pasó escuchando largas historias de lucha proletaria. Cito estos datos que adquieren casi el carácter de anécdotas, para que ustedes comiencen a comprender como en la postura política y social de quien fuera Diputado, Senador, Ministro de Estado y Presidente de la República, nunca hubo renuncios en sus ideales. ¿Podía un hombre como él, hecho desde niño en el ejemplo de un abuelo y un padre, formado en las inquietudes sociales de gente del pueblo con la que conversaba, hacer otra cosa que la que hizo un 11 de septiembre en el Palacio de la Moneda? Allende fue consecuente con su pensamiento socialista y con su promesa: “Soy el Presidente de Chile y sólo muerto me sacarán de la Moneda”. Mi conversación debe abarcar varios aspectos que es posible que sean desconocidos para muchos de ustedes. Para otros conocedores de la biografa de Allende, porque la

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gran obra sobre él, sobre su Gobierno, sobre sus realizaciones está a la espera que la historia la despierte. Mi conversación con ustedes debe señalarles algunos aspectos muy breves sobre el joven Allende, el universitario con inquietudes políticas y sociales. El Allende estudiante, el Allende joven e idealista como ustedes. Tenía tan sólo 17 años cuando fue elegido Presidente del Centro de Alumnos de la Facultad de Medicina en Santiago. En Chile gobernaba una dictadura, la del General Carlos Ibáñez del Campo. El joven estudiante de medicina lucha por todos los medios en su contra. Busca el regreso de la democracia a Chile. No puedo menos que pensar en la injuria que se le hizo y aún le siguen haciendo, cuando lo acusan de haber intentado implantar un Estado Dictatorial en Chile. Resulta absurda esta acusación, cuando él luchó contra una dictadura de la cual también fue víctima. Vertiginosamente revisamos más aún de su juventud. Tiene 22 años y es designado “Vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Chile”. En 1930 es tomado preso y relegado al Norte Chico. Al igual que durante este régimen como muchos estudiantes universitarios luchadores inclaudicables contra la opresión. Allende fue expulsado también de la Universidad. Meses después logró regresar, reincorporándose y recibir su título de médico. Hizo su práctica en el hospicio de Santiago donde Allende continuó recibiendo las enseñanzas de su Chile, al advertir la miseria, el abandono, la falta de recursos para atender a los enfermos pobres. Una lección que se grabaría en su mente y que jamás olvidaría. Nuevamente, cuando hablamos del año 1931, cuando recordamos al ahora Doctor Allende enfrentado a la miseria y a la falta de atención de los enfermos, no podemos menos que pensar, casi por ironía, que 56 años más tarde, en 1989, en los albores del Siglo XXI, el abandono, la falta de asistencia, la ausencia de los más mínimos materiales en Postas y Hospitales es más grave y angustiosa en esos años. Yo debo pedirles perdón a ustedes, queridos amigos, porque de pronto recordando aspectos biográficos de la vida de quien fuera líder indiscutible de nuestro pueblo, debo ubicarlos en los años 30 y trazar un paralelo con este Chile que, al decir de la propaganda oficialista ha crecido, se ha desarrollado, ha avanzado y hasta el día 5 de octubre del pasado año pasado, era denominado por el oficialismo “un país ganador”. Ganador ¿de qué? De más miseria, de más dolor, de más carencias básicas, de haber ganado para ustedes un Chile de juventud abatida, desposeída, sin futuro, sin esperanzas, sumidos en la drogadicción y, disculpen la crudeza de mis palabras, en la prostitución juvenil e infantil. He recordado al Allende relegado del año 1930. Pero no fue la única relegación que sufrió. También lo fue en 1935 siendo confinado a Caldera. En esta última, ejerciendo su profesión de médico, comparte con pescadores y mineros. De todas esas experiencias, proviene el profundo conocimiento que siempre tuvo de los problemas de su Patria. Porque fue un luchador joven, que se inició en las luchas sociales siendo dirigente estudiantil universitario. Es que Allende supo comprender a la juventud de su Patria. Los supo comprender a todos ustedes. Es curiosa y anecdótica la vida del compañero Allende. Fue luchador incansable en los comités que pedían el rompimiento de relaciones con la Alemania de Hitler

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y la Italia fascista de Mussolini y no puedo menos que contar esta increíble historia. Cuando en el año 1948 se crea el Campo de Concentración de Pisagua a través de la llamada Ley de la Defensa de la Democracia en el Gobierno de Gabriel González Videla, llamada después la “Ley Maldita”. Salvador Allende viajó hasta Pisagua para visitar a los allí detenidos y tuvo un duro entredicho con el Teniente a cargo de ese Campo de Concentración, terminando por imponerse sobre ese oficial que pretendía impedir su ingreso. Curiosamente, permítanme recordar que ese Teniente se llamaba Augusto Pinochet Ugarte. Su vocación carcelera data de esos entonces. Quién podría imaginar que muchas décadas después, ambos iban a sostener otro crucial encuentro en el que otros valores, tales como la libertad y la opresión, la vida y la muerte, iban a estar de por medio. El Presidente Allende se hizo político y luchador en su vida universitaria. Por esa razón nunca dejó de comprender a los jóvenes. Una vez en la Universidad de Guadalajara dijo: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción casi biológica”. Y agregó: “Pero lo importante es mantener la condición de revolucionario cuando ya no se es joven”. Y no cabe duda que él supo mantenerla. Hombre de 62 años, asume la Presidencia de Chile y entonces inicia una gigantesca tarea verdaderamente revolucionaria para beneficio de la juventud de su país. Durante su gobierno, a la educación se le dio un trato de verdadero privilegio. Porque no confundamos conceptos: no identifiquemos al revolucionario, sólo aquel que con el fusil en la mano lucha por la liberación de su pueblo. También lo es aquel que combate por romper esquemas, superar barreras y elevar el nivel de vida de su pueblo. Por eso, ya Presidente y con 62 años de edad, Salvador Allende siguió siendo un revolucionario, porque trabajó y luchó arduamente por elevar el nivel educacional de la juventud de su Patria. Yo les puedo decir con responsabilidad y conocimiento, que durante los tres años de su mandato, el Ministerio de Educación tuvo el porcentaje más alto del Presupuesto Nacional, alcanzando un promedio del 20%. El gasto per cápita en el rubro educacional durante el mandato de Allende subió a 54,08 dólares, el más alto en la historia de Chile. Se aseguró además matrícula para el ciento por ciento de los niños en la educación primaria, y recordemos que en dichas escuelas los alumnos recibían atención médica, medio litro de leche diaria, desayuno y almuerzo escolar gratuitos. En cuanto a la educación secundaria o media en el año 1973, el 52% de los jóvenes asistía a liceos, escuelas técnicas o institutos comerciales. No fue sólo eso: en 1970 había 126.000 alumnos no universitarios, ésta cifra llegó en 1973 a 593.000. De 79.000 alumnos universitarios que había al iniciarse el Gobierno del Presidente Allende en 1973, la cifra alcanzaba los 158.000 y la oficina de la UNESCO calculó a través de una proyección, que esa cifra en 1975 pudo haber subido a 208.000 y en 1976 habría estado nada menos que en 240.000. Siempre la educación universitaria en Chile tuvo un marcado carácter clasista y elitista. Hijos de obreros y campesinos podían tener las condiciones naturales para estudiar en las universidades, pero no poseían los medios para hacerlo. Así en 1962, el 98% de los estudiantes de la Universidad de Chile provenía de las clases altas y sólo un 2% de las familias obreras y no existía ningún hijo de campesinos cursando estudios en nuestro principal plantel de enseñanza superior. Esta situación, cambió durante

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el Gobierno de Salvador Allende y así por ejemplo, en la Universidad de Concepción en 1973, el 48% de los alumnos provenía de familias de escasos recursos. Estimados jóvenes: les pido que tomen nota de esta cifra: en agosto de 1973 el 37% de la población chilena, estaba estudiando o perfeccionando conocimientos. Allende era un revolucionario. Y por eso, con esfuerzo y talento, sin escuelas de Chicago, sin exigir autofinanciamiento, sin entrar al “mercadeo de la enseñanza”, hizo la revolución de la educación chilena. Digno de destacarse es que durante los tres años de administración de la Unidad Popular, nunca hubo una huelga de maestros, cosa que era habitual en el pasado. En las escuelas y universidades había una clara democracia. En la Enseñanza Media los estudiantes podían elegir libremente sus autoridades y los directivos de los distintos establecimientos los reconocían y recibían en su calidad de dirigentes. ¡En fin! ¿Vale la pena que los siga abrumando con cifras y ejemplos? Todo cuanto se les ha dicho es indesmentible. Sólo la obcecación política de la época y aún de ahora puede negar estos logros. Permítanme tan sólo decirles que el nivel cultural de un pueblo nace en la escuela. Esa es la base de la pirámide. De ahí crece y se desarrolla. Y además, crea ejemplos, siembra frutos, escapa del margen rígido del cuadrado y aún aquellos que, por edad, por trabajo, por cualquier causa, no logran entrar en la base de la pirámide, reciben también sus beneficios. Por eso en Chile floreció la actividad artística. Se fomentó la cinematografa, el ballet, el teatro, la música popular, ayudaron a cultivar nuestra propia identidad, a rescatar nuestra raíz latinoamericana, nuestra semilla chilena. Creció el interés por la lectura. Podemos recordar como en 1971, la Editorial Quimantú, fundada por el Gobierno de Allende, en dos años y medio publicó doce millones de volúmenes de 247 diferentes títulos, los que se vendían a precios populares y de esos 12 millones a la fecha del Golpe se habían vendido más 11 millones de libros, lo que es difcil superar. Esto resulta evidente cuando nuestra población escasamente excedía de los 10 millones de habitantes. Es decir, esa división supera la población del país. Pero si recordamos el pasado cultural de Chile durante el Gobierno del Presidente Allende, no podemos menos que echar una mirada somera a nuestra realidad actual. En la Educación Básica o Primaria, mientras en el gobierno de Allende el ciento por ciento tenía matrícula, hoy en día la mitad de los niños que se inician en esa etapa no la terminan. De ahí viene la miseria, la mendicidad, las drogas, la delincuencia. En cuanto a la Educación Media, decenas de miles no cursan este ciclo y de ahí nacen los que se dedican al llamado “comercio informal”. Los vendedores de Súper 8, los comerciantes del Paseo Ahumada, los que suben y bajan de las micros ofreciendo toda clase de productos. Comercio Informal. Comercio de miseria lo podríamos llamar. En cuanto a la Educación Universitaria, hagan ustedes mismos una comprobación. Vayan una mañana a la hora de clases, a observar las puertas de una de las tantas Universidades Privadas que han proliferado durante el actual régimen, muchas de ellas conducidas por ex integrantes y representantes de este gobierno. Vean el nivel de los alumnos: provienen de familias del sector socioeconómico alto. Pregunten cuánto cuesta en cualquiera de estos centros de enseñanza comercial privada una matrícula y cuánto hay que desembolsar mes a mes para la “carrera”.

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Todo esto es el resultado de la política de autofinanciamiento. No quiero aburrirlos ni abrumarlos con datos y cifras. Ya ni siquiera vale la pena referirse a lo que ha significado para el nivel educacional chileno la emigración a otros países de educadores y científicos obligados a salir del país, a dejar a nuestra juventud, para asegurarse mejores horizontes. Mejores no sólo en lo económico, sino también en el constante perfeccionamiento profesional que se obtiene en el intercambio con colegas, intercambio que no es posible hacer dado el aislamiento en que se encuentra nuestro país. Hace pocos días, una información señalaba que en una encuesta efectuada en París, el personaje mundial más desagradable para los franceses era nuestro Capitán General, Mayoral, Piloto de Guerra Honorario, etcétera, etcétera, etcétera2. Hace pocos días el Presidente de la Comisión de Profesores Exonerados, José Galaz, declaró que la cifra de profesores que han sido expulsados de sus labores desde 1973 hasta la fecha alcanza los 25.000. En Chile, bajo la conducción del Presidente Allende hubo una verdadera revolución educacional. Se lograron cifras nunca entes alcanzadas en nuestro país. En brutal contraste y a partir del 11 de septiembre de 1973, se efectuó la Contrarrevolución que pretendió terminar con todos esos avances. Ahí están todavía los rectores delegados en las Universidades. Ahí está la supresión de asignaturas como Filosofa y Ciencias Sociales. En cambio se ha puesto énfasis en inculcar en nuestros estudiantes ideologías de tipo individualistas y nacionalistas. Se ha pretendido terminar con el espíritu de la solidaridad, característico en los jóvenes, para intentar inducirlos al consumismo más desenfrenado. La competencia que se les plantea hoy, no es de cuánto sabes o cuánto puedes llegar a saber, sino cuánto dinero tienes para pertenecer al grupo de los privilegiados que pueden estudiar. La nuestra fue una política educacional moderna y abierta, democrática y respetuosa de las ideas de todos, porque durante los tres años del Gobierno de Salvador Allende no hubo un solo alumno de un Colegio o de una Universidad sometido a proceso o expulsado de su casa de estudios por sus ideas o militancia política. El Presidente Allende solía decir que “la revolución hay que iniciarla en las personas y luego en las cosas”. Es cierto, primero en las personas que tienen que buscar y encontrar su camino. Eso hizo el Gobierno Popular, porque primero, en el enorme contingente de la juventud, se fortaleció la solidaridad para los demás. La revolución caló hondo en los jóvenes y luego se aplicó en las cosas. Y por primera vez un gobierno tomó en sus manos el impulso, dio el apoyo, entregó los medios, para que se ampliaran los trabajos voluntarios, porque Allende no les ofreció a los jóvenes un presente dorado. No los quiso hacer creer en una falsa nación de prosperidad, ocultando la miseria y el desamparo de millones de compatriotas. Les pidió sacrificios, esfuerzo, voluntad de cambios y la juventud respondió a esos requerimientos. Por eso, los trabajos voluntarios de esa época son todo un símbolo de los discípulos de aquellos que exigían lo imposible. Aquí mismo, en Santiago, en el Edificio de la UNCTAD, el actual Diego Portales, funcionaba

2 Es una referencia sarcástca a los numerosos ttulos que ostentaba el dictador (Nota del Editor).

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un bullanguero y alegre Casino donde la juventud incluso de otros países, se daba cita para almorzar, intercambiar ideas, crear amistad, practicar la solidaridad. Todo eso, toda esa época, compárenla hoy con el ambiente al interior de nuestras Universidades. Estimados amigos. Debo agradecerles la oportunidad que me han dado para dirigirme a ustedes en estas jornadas del “Centro de Investigación y Extensión Amaranto”. Reiterarles mi gratitud por el tema que me encomendaron. Espero haberles entregado una visión, aunque somera, sobre como el Presidente Allende supo acercarse, trabajar e intentar lo mejor para la juventud de su Patria. Por eso les reitero que los 65 años del Presidente Allende no lo alejaron de la gente joven. Una vez dijo una frase que recuerdo más en su contenido que en su cita textual: “Ser revolucionario y mal estudiante es fácil, lo difcil, pero lo importante es destacar en ambas actividades”. Y agregó: “Porque no hay mal estudiante y buen revolucionario, no hay mal estudiante y buen luchador, mal estudiante y buen dirigente. Ambos van unidos, lo uno crea la obligación de lo otro”. Estimados amigos: El 11 de septiembre de 1973, el Presidente Allende, hablando en condiciones muy precarias a través de un teléfono con una emisora leal, la Radio Magallanes”, entregó sus palabras que él sabía que eran de despedida y que se han transformado, con el correr de los años, en un verdadero testamento político y profético. En ese último llamado predijo el porvenir. Una rueda de sus colaboradores, entre los que tuve el honor de encontrarme, formando un semicírculo frente a su escritorio presidencial de trabajo, lo escuchamos con admiración y con respeto. Con emoción que nos hacía difcil contener las lágrimas de impotencia desde el corazón: Allende, en el momento de su heroico final, anticipó lo que sucedería en el país. Y agregó: “Tienen la Fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza”. Allende no olvidó a los jóvenes en su último discurso. En su saludo postrero que la historia recogió, demostrando que siempre creyó y tuvo presente a los jóvenes, tuvo el tiempo para recordarlos a todos y a agradecerles al decir: “Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y espíritu de lucha”. Hoy su palabra está vigente, su pensamiento está vivo, sus promesas y vaticinios felizmente para Chile se están cumpliendo. Hace tan sólo 9 meses en el plebiscito del 5 de octubre, comenzó a cumplirse una de sus predicciones. Aquella cuando dijo: “Mucho más temprano que tarde se abrirán las anchas Alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Esas alamedas empezaron a abrirse ese 5 de octubre y las ampliaremos más cuando unidos todos, los que creemos en la democracia, los que practicamos la solidaridad, los que conocemos de la miseria y el oprobio a que ha sido sometido nuestro pueblo, derrotemos a cualquiera que nos enfrente en las elecciones del 14 de diciembre próximo llevando el pesado fardo de presentar con o sin mascaras esta dictadura. Ustedes ayudan ahora y ayudaran en los meses que faltan a que así sea. Y ustedes jóvenes de mi Patria, “construyendo una sociedad mejor, serán los que transitarán por esas anchas y abiertas alamedas”.

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33. La Vía Chilena al Socialismo

Intervención en la Novena Versión Bianual de la Cátedra Eugenio Fonseca Tortos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica sobre el tema MOVIMIENTOS SOCIALES DE VIBRACION MUNDIAL.

San José, 14 de Octubre de 1998.

l tema que nos convoca y sobre el cual se nos ha invitado a compartir nuestra experiencia, hace imperativo referirse a la Unidad Popular, alianza política que a fines de la década de los 60 plantea la llamada “Vía Chilena al Socialismo”, a su experiencia de gobierno entre los años 1970 y 1973 y a su máximo líder, el EPresidente Salvador Allende, del que hace poco más de un mes recordamos el vigésimo aniversario de su muerte. La variedad temática y su extensión obligan necesariamente a un audaz intento de síntesis.

LA UNIDAD POPULAR

La Unidad Popular no es un invento político ni una alianza coyuntural para alcanzar el poder, sino resultado de numerosas luchas de amplios sectores de la sociedad chilena por profundizar la democracia y alcanzar mejores niveles de justicia social. Aglutina las fuerzas de izquierda de la época, socialistas, comunistas, radicales y núcleos provenientes del humanismo cristiano y del racionalismo laico. Todos ellos, animados del firme propósito de impulsar un proceso de transformaciones estructurales profundas que abriera paso a una nueva sociedad. Su programa de gobierno recogía los anhelos de cambio que sacudían América Latina y a otras áreas del mundo. Los años sesenta constituyen el período de mayor influencia de Ia revolución cubana en nuestro continente. Es un tiempo en que proliferan las guerrillas que se plantean la toma del poder y surgen numerosos movimientos que expresan su descontento con la sociedad en que viven. Son los años de la Teología de la Liberación y de una fuerte ideologización, particularmente de las generaciones jóvenes. Pero este fenómeno no se limita a Latinoamérica, afecta también otras naciones del tercer mundo y repercute en distintos países de Europa, especialmente en Francia y Alemania.

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Es la época de los movimientos de Mayo en París, cuya influencia se extiende a otros países de ese continente, en que ser realista era pedir lo imposible, en que se clamaba por la imaginación al poder, consignas y reclamos que expresaban rebeldía frente a un presente que no respondía a las inquietudes de amplios sectores sociales y en especial de los jóvenes. No era la primera vez que las fuerzas de izquierda en Chile se hacían eco y daban expresión orgánica y programática a reclamos y proyectos que trascendían sus propias fronteras. Cuarenta años antes, en 1938, se materializó en nuestro país un Frente Popular que repite la experiencia de otras naciones, donde se constituyen alianzas políticas de carácter pluriclasista para enfrentar la amenaza del nazismo. Cabe señalar que de los numerosos frentes populares que se forman en el mundo, sólo se registra su triunfo en tres naciones, Francia, España y Chile, en que es electo Presidente de la República su candidato Pedro Aguirre Cerda en las elecciones de 1939. Señalo este hecho, y podría agregar otros, para que se tenga presente que la Unidad Popular de 1969, tenía legítimos precedentes históricos como alternativa política democrática y de cambio. Estos antecedentes y contexto histórico, explican la caracterización y propuestas que se contienen en su programa básico de gobierno. “Chile –decía ese programa– vive una crisis profunda que se manifiesta en el estancamiento económico y social, en la pobreza generalizada y en las postergaciones de todo orden que sufren los obreros, campesinos y demás capas explotadas, así como en las crecientes dificultades que enfrentan empleados, profesionales, empresarios pequeños y medianos en las mínimas oportunidades de que disponen la mujer y la juventud”. “Los problemas de Chile se pueden resolver –agregaba–. El país cuenta con grandes riquezas como el cobre y otros minerales, un gran potencial hidroeléctrico, vastas extensiones de bosques, un largo litoral rico en especies marítimas, una superficie agrícola más que suficiente. Cuenta además con la voluntad de trabajo y progreso de los chilenos, junto con su capacidad técnica y profesional. ¿Qué es entonces lo que ha fallado en Chile?”. “Lo que ha fracasado en Chile –señala– es un sistema que no corresponde a las necesidades de nuestro tiempo... En Chile las recetas ‘reformistas’ y ‘desarrollistas’ no han logrado alterar nada importante”. Recogiendo un clamor generalizado de la época, el programa formula un fuerte ataque al “imperialismo norteamericano” denunciando sus abusos y su explotación. “Para muestra un solo dato –se decía–. Desde 1952 hasta hoy (es decir, hasta 1969) los norteamericanos invirtieron en América Latina siete mil cuatrocientos setenta y tres millones de dólares y se llevaron dieciséis mil millones. De Chile, el imperialismo ha arrancado cuantiosos recursos equivalentes al doble del capital instalado en nuestro país, capital formado a lo largo de toda su historia”. Esta introducción terminaba señalando que “la única alternativa verdaderamente popular y, por lo tanto, la tarea fundamental que el gobierno del pueblo tiene ante sí, es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e iniciar la construcción del socialismo en Chile”. Consecuente con esta caracterización y diagnóstico, el programa de la Unidad Popular proponía la creación de tres áreas de la economía: social, mixta y privada. Se

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establecía con toda claridad que “el proceso de transformación de nuestra economía se inicia con una política destinada a constituir un área estatal dominante, formada por las empresas que actualmente posee el Estado más las empresas que se expropien”… Estas últimas, un total de 90, eran aquellas que condicionaban el desarrollo económico y social del país y se establecía una indemnización para quienes resultaran afectados. Se trataba, indudablemente, de un conjunto de propuestas que amenazaba el sistema de dominación vigente y los privilegios de los grupos dominantes, como también los intereses de empresas extranjeras que operaban en Chile obteniendo cuantiosas utilidades. Más grave aún, señalaba un camino que podía repetirse en otros países, que al igual que el nuestro, se debatían en el subdesarrollo y la dependencia. Desde la perspectiva que nos brinda el transcurso del tiempo, esas propuestas pueden parecer exageradas, ajenas a la realidad e incluso ingenuas, pero en su momento expresaban, como se ha dicho, un clamor muy extendido en América Latina y en otras regiones y ampliamente mayoritario en Chile. Esto último, no es una afirmación antojadiza. Entre el programa de la Unidad Popular de Salvador Allende y el de la Democracia Cristiana de Radomiro Tomic, no existían grandes diferencias. Coincidían en la necesidad de introducir reformas profundas en las estructuras socio–económicas. Mientras Allende hablaba de la “Vía Chilena al Socialismo”, Tomic proclamaba la “Vía No Capitalista de Desarrollo”. En las elecciones de septiembre de 1970, estos candidatos sumaron más de los dos tercios de los votos emitidos, lo que hace evidente la identificación, ampliamente mayoritaria, con las propuestas de transformación y cambio de ambos candidatos. Podríamos agregar que la estatización de los bancos que planteaba el programa de la Unidad Popular y que hoy podría considerarse una herejía, había sido ya realizada en Francia por un gobierno conservador presidido por el General Charles De Gaulle. Pero lo realmente novedoso no era el programa. Lo que centró la mayor atención internacional, fue el camino escogido para hacer realidad los cambios propuestos. Con imaginación y audacia, se pretendía dar respuesta a un debate no resuelto y en pleno desarrollo al interior del mundo progresista, en el que se discutía la viabilidad de un proceso de transformaciones estructurales en el marco de una institucionalidad vigente. Es decir, se pretendía resolver el viejo dilema sobre la factibilidad de la vía electoral o la inevitabilidad del uso de la fuerza para el logro de esos fines. Salvador Allende definió su proyecto como la “Vía Chilena al Socialismo”. Repetía una y otra vez que el proceso que impulsaba tenía “sabor a empanada y vino tinto”. En esta forma, destacaba su carácter autóctono. “El nuestro es un combate permanente por la instauración de las libertades sociales, de la democracia económica, mediante el pleno ejercicio de las libertades políticas”, dijo en su intervención en las Naciones Unidas. Ante el Congreso de Colombia afirmó: “Vamos hacia el socialismo, en democracia, pluralismo y libertad”. Se trataba de una experiencia inédita que se observaba con expectación y era objeto de análisis y controversia, pues su éxito o fracaso fortalecería una u otra de las tesis en debate. No se pretendía tampoco dar lecciones a nadie, sino reivindicar el derecho

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de cada pueblo a ser protagonista de su propio destino, de acuerdo a su realidad y a su historia. Esta concepción y su incidencia en el plano ideológico, constituía una amenaza tanto o más grave que las propuestas del programa. Así lo entendió desde el primer momento, el gobierno del Presidente Richard Nixon de los Estados Unidos, que pretendió por todos los medios evitar primero el triunfo electoral de Salvador Allende y al fracasar en ese intento, impedir que asumiera como Presidente. Los resultados de la investigación practicada por una comisión del Senado de Estados Unidos, presidida por el Senador Frank Church; las memorias de Henry Kissinger; y el reconocimiento de otros responsables, entre ellos Edward Korry, el Embajador de Estados Unidos en Chile al momento de la victoria de Allende, y los documentos de la CIA que se han desclasificado y hecho públicos, revelan la intervención del Gobierno de ese país en la campaña electoral de 1970 y los intentos por provocar una intervención de las Fuerzas Armadas para impedir que Allende asumiera el mando de la nación. Frente al fracaso de estas maniobras, Nixon impartió expresas instrucciones para la preparación de un programa de desestabilización que hiciera fracasar la gestión de gobierno de Ia Unidad Popular y provocara su colapso. “Hay que hacer crujir la economía”, dijo a sus asesores, a los que otorgó amplias atribuciones y autorizó el uso de los recursos financieros que fueran necesarios. Esta verdad histórica desmiente rotundamente Ia afirmación que algunos hacen para justificar el golpe militar de septiembre de 1973, alegando que éste obedeció a causas estrictamente internas, originadas por errores y abusos del gobierno.

GESTION DE GOBIERNO

Salvador Allende y la Unidad Popular superaron una amarga experiencia que ofrecía la historia de Chile y de América Latina, en que los programas electorales constituían promesas que el ejercicio del gobierno olvidaba. Por primera vez, lo que un Presidente prometió como candidato lo realizó en el ejercicio de su cargo. En poco menos de tres años, en el marco institucional que regía al país, en democracia y en libertad, se cumplieron los puntos básicos del programa. Es imposible resumir en pocas líneas una labor de casi tres años. Nos limitaremos, en consecuencia, a los aspectos más relevantes o que tuvieron una mayor incidencia en el desenlace que todos conocemos: Nacionalización del Cobre: La nacionalización del cobre, por su gravitación fundamental en la economía nacional y por los cuantiosos intereses de compañías multinacionales de los Estados Unidos comprometidos en ella, provocó un fuerte impacto en el país y en el extranjero. Los antecedentes que justifican esta medida, eran de tal envergadura que el respectivo proyecto de Ley fue aprobado por la unanimidad del Parlamento, en que la oposición tenía mayoría. Las empresas norteamericanas que explotaban los principales yacimientos cupríferos en Chile, habían retirado en los últimos 40 años más de 4.000 millones de dólares por concepto de utilidades, en circunstancias que su inversión inicial no subió de

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30 millones. Las tasas de utilidad anual, resultaban escandalosas si se las comparaba con las que esas mismas compañías obtenían en otros países. Así por ejemplo, la “Anaconda Company” obtuvo entre 1955 y 1970 una utilidad promedio del 21,5% anual, mientras que en otros países sus utilidades anuales, alcanzaban solo a un 3.6%. La “Kenneco# Copper Corporation”, en el mismo período, registró una utilidad promedio del 52% anual, llegando en algunos casos a utilidades tan increíbles como el 106% en 1967, eI 11,3% en 1968 y más del 205% en 1969. EI promedio de las utilidades de Kenneco# en otros países, en el mismo lapso, no superaban el 10% anual. Los datos y las cifras que se reseñan, explican no sólo la aprobación unánime en el Congreso, sino también que el régimen militar hiciera una notoria excepción con el cobre en su implacable política de privatizaciones.

Formación del Área Social de la Economía:

De acuerdo al programa de la Unidad Popular, se procedió a estatizar los bancos, las compañías de seguro y las grandes empresas monopólicas, las que, junto a las que desde antes estaban bajo control del gobierno, formaron el área social de la economía. No se trató de una confiscación pues se procedió con apego a la legislación vigente, fijándose en Ia mayoría de los casos una indemnización de común acuerdo con los afectados. A finales de 1971, el sector estatal producía cerca del 50% del producto nacional bruto.

Redistribución del Ingreso:

La participación de los asalariados en el total del ingreso nacional, aumentó de un 51% en 1970 a más del 60% en 1972.

Disminución de la cesantía:

Al comenzar el gobierno del Presidente Salvador Allende, la cesantía alcanzaba al 8,5%. Esta tasa disminuyó al 3,8% en 1973, que es el índice más bajo que registra la historia del país. Pocas naciones en el mundo pueden mostrar un porcentaje semejante.

Salud:

Un solo dato revela el enorme esfuerzo que se hizo. El gasto per cápita en salud pública que era de 38 dólares en 1970, aumentó a 48 dólares en 1971. No es posible dimensionar en cifras el impacto que en la salud de los niños significó la entrega gratuita de medio litro de leche diario, desayuno y almuerzo escolar.

Vivienda:

A pesar de todos los problemas de boicot y desabastecimiento, la construcción de viviendas tuvo un aumento considerable. En efecto, durante el gobierno de derecha de Jorge Alessandri (1958–1964) se construyeron como promedio 30.000 viviendas anuales.

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En el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei Montalva (1964–1970) fue de 40.000, mientras que en los casi tres años del Gobierno del Presidente Salvador Allende se construyeron como promedio anual 54.600 viviendas.

Reforma Agraria:

Utilizando la misma ley aprobada durante el gobierno del Presidente Frei Montalva, se expropiaron durante el primer año de gestión del Presidente Allende 3 millones de hectáreas correspondientes a predios con una cabida superior a 80 hectáreas básicas. Este proceso culminó en 1972 en que se erradicó la lacra del latifundio. La tierra era entregada a los campesinos para su explotación en cooperativas que recibían ayuda económica y asesoría técnica de instituciones de gobierno.

Educación:

El Ministerio de Educación tuvo el porcentaje más alto del presupuesto nacional. En el Gobierno del Presidente Allende, se asignó en promedio a este Ministerio un 20% del presupuesto. Medido en dólares del mismo valor, el gasto per cápita en educación subió de US$ 33,17 durante el Gobierno de Frei, a US$ 54,08% en el de Allende. Esto adquiere mayor relevancia, si consideramos que en esa Administración se incrementó significativamente ese gasto.

Los resultados obtenidos muestran que esa preocupación preferente por la educación tuvo un éxito notable. En las escuelas de educación básica, se aseguró matrícula para el 100% de los niños en la edad correspondiente, los que recibían diariamente atención médica, medio litro de leche, desayuno y almuerzo escolar, en forma gratuita En la educación media, se dio satisfacción a la demanda de ingreso en términos que, en proporción a la población del país, nunca se había registrado un mayor número de jóvenes cursando estudios en esta rama de la enseñanza. Se incentivó el funcionamiento de cursos de alfabetización y perfeccionamiento de adultos. El número de alumnos adultos no universitarios subió de 126.176 en 1970 a 593.698 en 1973. Es decir, en menos de tres años se sextuplicó su número. En Ia educación superior, se amplió considerablemente la capacidad de matrícula en las universidades. En 1970, el número total de alumnos universitarios era de 79.000 y en 1973 se aumentó a 158.347. Es decir, se duplicó esa cifra. Pero lo más importante fue que se hizo un gran esfuerzo por cambiar la condición esencialmente elitista y clasista que caracterizaba Ia educación universitaria en Chile. Una encuesta de 1962, que Allende citó en varias ocasiones, mostraba que el 98% de los alumnos de la Universidad de Chile, principal plantel de enseñanza superior, pertenecía a las clases altas, solamente el 2% eran hijos de obreros y no se registraba ningún hijo de campesinos. Para revertir esta situación, se adoptaron diversas medidas, entre otras, un fuerte aumento en las becas y subvenciones. Un gran aporte en este sentido, fueron los convenios celebrados entre la Central Única de Trabajadores (CUT) y algunas universidades, especialmente con

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la Universidad Técnica del Estado, como también los cursos vespertinos y nocturnos preuniversitarios dictados en centros industriales y mineros. Producto de este esfuerzo, la situación comenzó a cambiar. En 1973, por ejemplo, eI 48% de los alumnos de la Universidad de Concepción provenía de familias de escasos recursos económicos. La educación se desarrollaba en un ambiente de plena democracia. En la enseñanza media, los estudiantes elegían libremente sus Centros de Alumnos, y a partir de la dictación del Decreto de Democratización de la Enseñanza, el que me correspondió implementar como Ministro, los presidentes podían participar en las reuniones de los Consejos de Profesores y de los Centros de Padres y Apoderados. Las diversas federaciones estudiantiles tenían acceso directo al Ministerio para plantear sus puntos de vista, algunos discrepantes de las políticas de Gobierno, pero a todos se escuchaba, respetando sus opiniones y explicándoles la posición del Ejecutivo. Las federaciones de estudiantes universitarios, gravitaban fuertemente al interior de sus planteles y en el quehacer nacional. Las autoridades unipersonales y colegiadas de las universidades se elegían en elecciones en las cuales participaban los académicos, los estudiantes y los trabajadores. La ponderación del voto era diferente para cada estamento, pero todos tenían derecho a participar y a tener representación en los organismos colegiados de dirección. En relación al Magisterio, no es necesario extenderse. Es suficiente con señalar, que en los casi tres años de Gobierno de la Unidad Popular no se registró ninguna huelga de Profesores. Un hecho inédito en nuestra historia y que sigue siendo inédito. Sus reivindicaciones gremiales, encontraban solución a través de un diálogo directo con un Gobierno y un Ministerio siempre dispuestos a escuchados. Por último, no es asunto menor recordar que en esa época la enseñanza básica, media y superior impartida en planteles fiscales era gratuita, y los colegios y universidades particulares recibían una importante subvención del Estado, que permitía que sus matrículas fueran más accesibles. Pero este no es un logro del Gobierno de la época, sino el legado de un pasado motivo de legítimo orgullo para todos los chilenos. En Chile, la gratuidad de la enseñanza fiscal se mantuvo durante gobiernos de derecha, de centro y de izquierda y se suprimió por la dictadura militar.

Política Internacional:

La política exterior del Gobierno del Presidente Salvador Allende está indisolublemente asociada a quien fuera su canciller, Clodomiro Almeyda, cuya gestión contribuyó decisivamente a su exitosa implementación. Allende entendió siempre que en el mundo moderno la dimensión internacional de una política juega un rol decisivo. Más aún en el caso de Chile, cuando se iniciaba la experiencia inédita de introducir reformas profundas a las estructuras capitalistas, dentro del marco de la legalidad vigente y en que la aplicación del programa de gobierno tendría que lesionar necesariamente los intereses de los sectores dominantes en el país y los de poderosas empresas externas que explotaban nuestras riquezas básicas. Allende

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tenía conciencia de que en estas circunstancias el desarrollo de la política internacional cobraba una importancia fundamental. Sobre la base de principios que habían orientado permanentemente la política exterior de Chile, se incorporó una nueva dinámica en las relaciones internacionales. La plena vigencia de los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, y el respeto a los tratados y los acuerdos libremente convenidos, hacen posible la coexistencia pacífica de los estados sin consideración a la naturaleza de su régimen económico y social. De acuerdo a este criterio, el Gobierno de Allende practicó en sus relaciones internacionales el pluralismo ideológico, en contraposición al concepto de fronteras ideológicas que planteaban otros gobiernos imbuidos del maniqueísmo propio de la guerra fría. Se prestó una especial atención a las relaciones con las repúblicas de América Latina. El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, se entendió como un acto de reparación ante una injusticia histórica. Este paso, fue más tarde seguido por otras naciones. Se dio estricto cumplimiento a los compromisos contraídos con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y se impulsó decididamente el desarrollo de la subregión andina, que promovía la progresiva complementación e integración económica de los países signatarios del Pacto Andino (Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y más tarde Venezuela). En el Gobierno de Allende, Chile no tuvo conflicto con ningún país latinoamericano. Las relaciones con las naciones fronterizas nunca fueron mejores que durante su mandato. Es del caso recordar que el tratado que puso término a los conflictos que se extendían por más de un siglo con Argentina, tuvo su origen y fundamento en el acuerdo de arbitraje suscrito por los Presidentes de ambos países Allende y Lanusse en 19721. Su preocupación permanente por los problemas de América Latina, lo impulsó a buscar los mecanismos que permitieran transformar la Organización de Estados Americanos (OEA) adecuándola a la realidad regional. Se planteó abiertamente la necesidad de superar dos ficciones fundamentales en las que se basaba la OEA y que persisten hasta hoy, impidiendo que a través de ella se pueda sustentar un diálogo constructivo con los Estados Unidos. En primer lugar, la ficción que consiste en suponer que en su seno se reúnen 23 Estados iguales y, en segundo lugar, la ficción de considerar la existencia de una gran homogeneidad entre esos Estados, en base a presuntos intereses, objetivos e ideales comunes. Allende señaló que era tan enorme Ia diferencia de poder y de riqueza entre Estados Unidos y cada uno de los países latinoamericanos considerados aisladamente, que resultaba imposible cimentar una relación y un trabajo eficiente veraz y constructivo sobre el artificio de suponerlos iguales. Era tan evidente la oposición de intereses que se planteaba en diversos aspectos de la vida económica y del acontecer político, que no era posible, ocultando tan imponente realidad, pretender edificar nada sólido y duradero.

1 El general del Ejército argentino Alejandro Agustín Lanusse fue designado presidente de facto entre marzo de 1971 y mayo de 1973. El canciller argentino Luis María de Pablo Pardo y su colega chileno Almeyda firmaron en Buenos Aires, el 5 de abril de 1972, el “Tratado General sobre Solución Judicial de Controversias” (Nota del Editor).

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Este lenguaje franco y directo encontraba acogida en numerosos gobiernos de la región, que brindaron permanente respaldo a Chile ante las agresiones de que era objeto. El común interés de los pueblos de América Latina por superar eI subdesarrollo y la dependencia, los ubican en el mundo junto a otros pueblos que en Asia y África enfrentan desafos semejantes. Consciente de esta realidad, Allende tomó la decisión de incorporar a Chile al Grupo de los No Alineados, muchos de cuyos postulados coincidían con los enunciados de su política exterior. Se buscaba fortalecer la unidad de todo el mundo en vías de desarrollo, por sobre las diferencias, circunstanciales o no, que separaban a unos de otros, animados de la firme convicción de que sólo en la búsqueda de lo que los unía y no de lo que los divide, se podría llegar a conformar un conglomerado progresista que enfrentara dinámicamente los desafos y agresiones de los países más desarrollados. Allende estaba absolutamente convencido de haber procedido con estricto apego a la legislación chilena y al Derecho Internacional. Por ello no vaciló en denunciar en su discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la agresión y las maniobras de que su país fue víctima. En aquella ocasión, diciembre de 1972, expresó: “Desde el momento en que triunfamos electoralmente el 4 de septiembre de 1970, estamos afectados por el desarrollo de presiones externas de gran envergadura, que pretendieron impedir Ia instalación de un gobierno libremente elegido por el pueblo y derrocado desde entonces. Que ha querido aislarnos del mundo, estrangular la economía, paralizar eI comercio del principal producto de exportación que es el cobre y privarnos del acceso a las fuentes de financiamiento internacional”. Y dijo el Presidente Allende: “Estamos conscientes de que cuando denunciamos el bloqueo financiero y económico con que se nos agrede, tal situación parece difcil de ser comprendida con facilidad por la opinión pública internacional y aún por algunos de nuestros compatriotas. Porque no se trata de una agresión abierta, que haya sido declarada sin embozo ante Ia faz del mundo. Por el contrario, es un ataque siempre oblicuo, subterráneo, sinuoso, pero no por eso menos lesivo para Chile”. “Nos encontramos frente a fuerzas que operan en la penumbra, sin bandera, con armas poderosas, apostadas en los más variados lugares de influencia”, denunció. Más adelante detalló, con gran cúmulo de antecedentes, como se llevaba a efecto esta agresión. Los resultados de las investigaciones realizadas posteriormente y que hoy se conocen, los libros y los documentos publicados y las confesiones de participantes, han confirmado todas y cada una de estas denuncias. La política internacional de Chile no pretendía ningún liderazgo. Se trataba, sobre la base del respeto mutuo y de la plena aplicación de los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, sin reclamar ni buscar protagonismos de ninguna especie, de contribuir a la lucha por hacer imperar la justicia y la paz en las relaciones internacionales. El realismo y la sobriedad de la política exterior impulsada por el Presidente Allende, hacen que sus postulados mantengan actualidad y vigencia. Fue, además, un factor importante en la solidaridad que recibimos durante la dictadura militar y en los homenajes de que ha sido y sigue siendo objeto más allá de nuestras fronteras. No todos fueron éxitos, se cometieron errores y el programa fue sobrepasado en materias de alta sensibilidad, como la formación del área social de la economía y

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la profundización de la reforma agraria. Eran solamente 90 las empresas susceptibles de expropiación, pero a través de tomas y huelgas este número se amplió en forma considerable afectando a pequeños y medianos empresarios cuyas actividades no incidían mayormente en la economía. Similar situación se presentó en la agricultura. Mientras el objetivo principal era terminar con el latifundio, limitando expropiaciones a los predios con una cabida superior a 80 hectáreas básicas, medidas de presión o acciones de fuerza sobrepasaron ese límite perjudicando a pequeños y medianos agricultores. El resultado fue que en ambos casos los afectados restaron su apoyo o endurecieron su rechazo al gobierno. Lo expuesto en el párrafo precedente constituyó un grave error, pues la profundidad y amplitud de los cambios requería para su éxito del apoyo de una mayoría sustancial y esos excesos redujeron las posibilidades de alcanzarla, fortaleciendo por el contrario a la oposición. En relación al programa de gobierno de la Unidad Popular, quisiera destacar por ultimo un hecho que sus enemigos ocultan o tergiversan. El proceso acelerado de reformas que el cumplimiento de ese Programa desata, no obstante la fuerte reacción que genera de parte de los sectores afectados, no significó un desgaste para las fuerzas que constituían la base de sustentación del gobierno. Allende obtuvo en la elección presidencial de septiembre de 1970, la primera mayoría relativa con poco más del 36% de la votación. Menos de tres años después, en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, la Unidad Popular alcanzaba el 44.3%, lo cual indicaba un crecimiento y un desarrollo importante de las fuerzas sociales que apoyaban el proceso. Por primera vez en la historia de Chile, una combinación de gobierno acrecentaba su fuerza y no la disminuía promediando su mandato, como era tradicional en nuestro país. Lo anterior, cobra mayor importancia por el hecho de realizarse esas elecciones en circunstancias particularmente adversas, en medio de huelgas y desórdenes promovidos por la oposición, desabastecimiento de bienes, presión internacional y crisis económica.

SALVADOR ALLENDE: UN LIDER CONSECUENTE…

Es imperativo al recordar la elección del Presidente Salvador Allende y destacar los principales logros de su gestión de gobierno, referirse a ciertos rasgos característicos de su personalidad. En primer lugar, su condición de auténtico demócrata que lo acompaña a lo largo de toda su trayectoria política y gestión de gobierno. Fue diputado y senador durante 36 años, cuatro veces candidato a la Presidencia de la República, en cada oportunidad en que enfrentó el veredicto popular respetó siempre sus resultados. En 1958, en su segunda candidatura presidencial, fue derrotado por escasos 30.000 votos por Jorge Alessandri, candidato de los partidos de derecha. A pesar de lo estrecho de ese resultado, Allende reconoció de inmediato el triunfo de su contendor y llamó a sus partidarios a seguir su ejemplo y mantener la calma, para garantizar el normal desarrollo de la vida democrática del país.

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Muy distinta fue, sin embargo, la actitud que asume el mismo Alessandri cuando en 1970, en una nueva competencia electoral entre ambos, el resultado se invierte y es Allende el que triunfa superándolo por algo más de 40.000 sufragios. En esa ocasión, con abierta complicidad del derrotado, a quien la derecha presentaba como paradigma de un demócrata, se intentaron todo tipo de maniobras, entre ellas el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, para desconocer la legítima victoria del candidato de la izquierda. Los mismos que entonces pusieron en grave peligro la democracia, pretendieron después justificar el golpe militar del 11 de Septiembre de 1973, como único recurso para salvarla. Pero la realidad es más fuerte que la calumnia y la mentira. La historia de Chile nos enseña que no han sido los sectores progresistas de izquierda los que han puesto en peligro la democracia. Los intentos por desestabilizarla, han provenido siempre de los sectores conservadores de derecha. Los mismos que promovieron la guerra civil de 1891, que condujo el suicidio al Presidente José Manuel Balmaceda, quien intentó nacionalizar la explotación del salitre en manos de capitales ingleses; que derrocaron al Presidente Arturo Alessandri Palma en 1925, que se había comprometido con un programa de reformas sociales; que golpearon las puertas de los cuarteles buscando la intervención militar para poner término al gobierno del Frente Popular, presidido por Pedro Aguirre Cerda a comienzos de los años cuarenta. En consecuencia, no puede extrañarnos, la actitud que esos sectores asumen frente al gobierno de la Unidad Popular. Un análisis objetivo de como operó el régimen democrático durante el Gobierno del Presidente Allende, confirma lo que hemos afirmado. Una democracia se mide por el funcionamiento de sus instituciones, por el respeto a los derechos y garantías que brinda y en Chile, durante su Gobierno, esas instituciones funcionaron normalmente y esos derechos y garantías se respetaron. El Poder Judicial mantuvo su independencia y sus fallos, en la mayoría de los casos, eran adversos al Gobierno cuando éste era parte litigante. Aún más, la Corte Suprema en diversas ocasiones, apartándose de su rol constitucional, emitió pronunciamientos fuertemente críticos y a veces descalificatorios hacia el Poder Ejecutivo y a sus representantes. El Congreso dispuso de una mayoría opositora al gobierno, que le permitía bloquear o rechazar los proyectos de ley que éste presentaba o que impulsaban sus partidarios; y aprobar acuerdos o resoluciones de condena en su contra. La Contraloría ejercía su función fiscalizadora con rigor y acuciosidad, gozando de plenas garantías. Las elecciones municipales de marzo de 1971 y las parlamentarias del mismo mes de 1973, se realizaron normalmente y sus resultados no merecieron reparos ni dudas. Existió la más amplia libertad de prensa. Ningún medio de difusión fue expropiado, clausurado o sometido a censura. Eran más y de mayor circulación los diarios y revistas de oposición. Eran más y de mayor sintonía las radios opositaras y el Canal Trece de Televisión, fuertemente crítico del gobierno, competía en audiencia y cobertura con el canal estatal.

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En lo que respecta a la vigencia y el respeto de los derechos humanos, no es necesario extenderse. No se registra ningún preso político, nadie fue exonerado de la administración pública por su militancia o ideología. Ningún chileno fue expulsado del país o condenado al exilio. No se registran desaparecidos ni existieron arrestos ilegales. Nadie fue torturado y a ningún detenido se le desconocieron sus derechos a un juicio justo y a una debida defensa. Después del golpe y a pesar de las rigurosas investigaciones realizadas, ningún funcionario de gobierno pudo ser condenado por violación a los derechos humanos, peculado o enriquecimiento ilícito. En suma, existió y se vivió en democracia. Esta es la verdad y contra ella se estrellan los intentos de falsear la historia. Sus muchos otros los atributos del Presidente Allende que pueden destacarse. Su tenacidad, su sentido del humor, su cortesía y caballerosidad, su confianza en el pueblo, su firmeza ideológica, su honorabilidad, su espíritu unitario, entre otros, pero sería demasiado extenso profundizar en cada uno de ellos. No puedo sin embargo, dejar de destacar al rasgo más sobresaliente de su personalidad y que se expresa en todos los actos de su vida: la consecuencia. Allende era un hombre de hechos más que de palabras. Su trayectoria muestra una absoluta consecuencia entre el decir y el hacer, entre lo que se promete y se es capaz de dar. Su muerte es el ejemplo más sublime de este rasgo. En un discurso pronunciado en el Estadio Nacional, en diciembre de 1971, con ocasión de la visita a Chile del Jefe de Gobierno de Cuba, Comandante Fidel Castro, expresó: “Defenderé esta revolución chilena y defenderé el gobierno popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa, sólo acribillándome a balazos podrán impedir mi voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo”. En la última reunión del Consejo Superior de la Defensa Nacional, celebrada en La Moneda en agosto de 1973, a la que asistían los principales jefes militares que después aparecieron promoviendo el golpe, Allende señaló: “Creo señores, que esta es la última vez que se reúne este organismo, pero sepan ustedes que yo no voy a renunciar al mandato que el pueblo me entregó, que voy a morir en mi puesto de combate y que de aquí, de La Moneda, yo no saldré vivo. Saldrá mi cadáver”. Si se comparan estas expresiones con sus últimas palabras pronunciadas el 11 de septiembre de 1973, se podrá apreciar su total consecuencia: “Yo no voy a renunciar. Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”.

Su muerte da fe de que no eran sólo palabras.

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34. Homenaje a Clodomiro Almeyda: síntesis de pensamiento y acción

Discurso con motivo de cumplirse el tercer Aniversario de su fallecimiento.

Santiago, 25 de agosto de 2000.

onstituye por lo general un lugar común, cuando se habla de una figura relevante que ha incursionado en distintos campos, atribuirle una personalidad multifacética. La mayoría de las veces resulta una exageración, pero decirlo en el caso de Clodomiro Almeyda no es más que una Caproximación a la realidad. Abogado, sociólogo, profesor y académico, periodista, escritor, ideólogo, dirigente político, parlamentario, hombre de Estado. En todas estas actividades destaca con brillo propio y es motivo de general reconocimiento. No me voy a referir a todas las facetas que presenta la vida y obra de Clodomiro Almeyda, ni tampoco me extenderé en un análisis exhaustivo y profundo de alguna de ellas. La más lograda síntesis, excedería el tiempo que la prudencia aconseja. Seguiré en consecuencia, la recomendación de los organizadores de este homenaje, de referirme en especial a las tareas, actividades y experiencias que tuvimos la ocasión de compartir y que me permiten brindar un testimonio personal. Mi primer contacto con Clodomiro Almeyda se remonta a comienzos del año 1964, cuando un grupo de parlamentarios, dirigentes y militantes del Partido Radical, del que yo formaba parte, formalizó su apoyo al Senador Salvador Allende en su tercer intento de alcanzar la Presidencia de la República incorporándose activamente a su campaña. Tenía por cierto, referencias anteriores de su actuación pública. Había escuchado alguno de sus discursos en la Cámara de Diputados y leído artículos suyos en el “Diario Última Hora”. La imagen que los medios de difusión proyectaban era la de un político duro o la de un intelectual frío y distante. Conocí en cambio a una persona cálida, amistosa, abierta al diálogo, de aguda inteligencia, con sentido del humor y de amplia cultura, genuinamente interesado en establecer una relación de amistad y avanzar en un mayor conocimiento con quienes como yo, representábamos una corriente que por muchos años se había distanciado de las otras fuerzas de izquierda, con las cuales se habían producido duros desencuentros.

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Más tarde, aprendí que esa no era una actitud producto de una contingencia política. Obedecía a un firme convencimiento de la necesidad de ampliar la unidad de las fuerzas progresistas para abrir reales posibilidades a un proyecto socialista. La búsqueda permanente de acuerdos y un espíritu unitario a toda prueba, son rasgos inseparables de su personalidad. No olvido haberlo escuchado muchas veces, sostener la necesidad de insistir en la búsqueda de lo que unía y no permanecer aferrados a las divergencias. Esta convicción y este esfuerzo constante, forman parte de su acerbo ideológico y constituyen uno de los puntos de mayor identificación con el Presidente Salvador Allende. El mismo lo destaca en su libro autobiográfico: “Reencuentro con mi Vida”1: “Personalmente, dentro de las múltiples facetas que se pueden destacar en el legado de Allende, lo que más me conmovió siempre fue su mensaje y su conducta unitaria. Y creo que es también ese legado unitario, junto con su lealtad, con sus promesas y sus compromisos, la mejor lección que entrega su vida al pueblo de Chile para que le sirva de ejemplo y de inspiración”. No está de más recordar que la unidad del Partido Socialista, la formación de la Unidad Popular, la Izquierda Unida y la Concertación, tiene el sello de ese espíritu y esfuerzo. Mi relación personal con Clodomiro Almeyda no sólo se mantuvo, sino que se profundizó en los años siguientes a esa campaña. Compartimos durante un tiempo prolongado una tertulia semanal en la que participaban junto conmigo, entre otros, el actual Presidente Ricardo Lagos, Enrique París, Víctor Barberis, Raúl Iriarte, Julio Stuardo y en la que, por cierto, el personaje principal era Clodomiro Almeyda. Ese ambiente más íntimo y amistoso era el que mejor le acomodaba. Daba rienda suelta a su humor, que mezclaba un análisis de la actualidad política y disquisiciones ideológicas de profundo contenido. Era un grupo como tantos otros, en que alternaban independientes y militantes de distintos partidos, con ideas muchas veces contrapuestas, pero unidos por una misma esperanza de futuro que se vio fortalecida con el triunfo de Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970. Los tres años siguientes, apasionantes, convulsionados y con el trágico desenlace que conocemos, me permitieron compartir con Clodomiro Almeyda tareas de gobierno, primero como su Subsecretario de Relaciones Exteriores y después como Ministro. Tuve oportunidad de profundizar mi conocimiento del hombre y se me reveló el estadista y por ambos guardo el más profundo respeto. Clodomiro Almeyda tenía absoluta claridad que la dimensión internacional de una política juega un rol decisivo. Más aún, en el caso de Chile en que se iniciaba la experiencia inédita de introducir reformas profundas a las estructuras capitalistas, dentro del marco de la legalidad vigente y en que la aplicación del programa de gobierno, tendría que lesionar necesariamente los intereses de los sectores dominantes en el país y de poderosas empresas extranjeras.

1 Clodomiro Almeyda: “Reencuentro con mi Vida”, Ediciones del Ornitorrinco, Santiago, 1987.

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Animados de esta convicción, se incorporó una nueva dinámica en las relaciones internacionales. Los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos que habían orientado permanentemente la política exterior de Chile y que formalmente eran asumidos por todas las naciones, dejaron de ser una cita rutinaria en discursos y conferencias para proyectarse al “pluralismo ideológico”, con el que se salía al paso del concepto de “fronteras ideológicas”, esgrimido por los sectores más reaccionarios con el objeto de legitimar una política de aislamiento y de eventual agresión hacia aquellas naciones que optaron por un camino propio desafiando el sistema de dominación vigente. Se prestó especial atención a las relaciones con los países de América Latina y el resultado no pudo ser más favorable. La mejor demostración del éxito de esta política, la encontramos en que durante ese periodo, Chile no tuvo conflicto alguno con ningún país de la región y las relaciones con las Repúblicas limítrofes fueron las mejores que registra nuestra historia. A nivel continental, el Canciller chileno se esforzó por buscar mecanismos que permitieran transformar la Organización de Estados Americanos (OEA) para hacer de ella un instrumento eficaz en un diálogo constructivo con los EE.UU, que resguardara los intereses de las naciones de menor desarrollo. Consecuente con esta política, Chile se incorporó al “Grupo de los No Alineados” (NOAL), buscando fortalecer la unidad de todos los países que conformaban el mundo en vía de desarrollo, por sobre las diferencias, circunstanciales o no, que separaban a unos de otros, animados de la firme convicción de que sólo en la búsqueda de lo que los unía y no de lo que los dividía, se podría llegar a conformar un conglomerado progresista que enfrentara dinámicamente los desafos y agresiones de las naciones más industrializadas. En la exitosa implementación y logros de esta política, jugó un rol no menor la facilidad de Clodomiro Almeyda para entablar relaciones personales con dirigentes y mandatarios de otros países, por distintas que fueran sus posiciones políticas o concepciones ideológicas, lo que le permitía a veces, resolver problemas que parecían difciles a través de un contacto directo. Este rasgo que lo caracteriza, se puso especialmente de manifiesto en su trato con los Ministros de Relaciones Exteriores de Colombia Alfredo Vázquez Carrizosa, de Perú General Edgardo Mercado Jarrín y de Argentina Luis María de Pablo Pardo. En relación a este último, no está demás recordar que los acuerdos que permitieron avanzar en las negociaciones que culminaron con la solución casi total de los litigios pendientes con Argentina por más de un siglo, fueron alcanzados precisamente en el periodo en que Almeyda y De Pablo Pardo eran Cancilleres en sus respectivos países. Con motivo de mi abandono de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, para sumir el Ministerio de Educación en abril de 1972, el contacto con Almeyda se hace esporádico, pero no menos intenso. Conocí de su breve tránsito por el Ministerio de Defensa, en el período más difcil y traumático de las relaciones del gobierno con las Fuerzas Armadas. Su empeño por abrir un diálogo que permitiera acercar posiciones y evitar un desenlace ya predecible, se estrelló con un muro de incomprensión y odiosidad apenas disimulada.

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En sus memorias, Almeyda narra varios episodios que le tocó vivir con altos mandos militares, para concluir señalando que “después de éstas y otras experiencias similares, se confirmó mi convicción de que con las Fuerzas Armadas chilenas no había nada que hacer. No tenían remedio”. Compartí la alegría por su designación como Ministro del Interior, lo que le permitió asumir como Vicepresidente de la República con ocasión de un viaje del Presidente Allende a la República Argentina. Era un justo reconocimiento a su inestimable colaboración y lealtad a toda prueba. El 11 de septiembre de 1973, nos encontramos en el Palacio de La Moneda. Clodomiro Almeyda había anticipado su regreso de la Conferencia de los No Alineados que se realizaba en Argel en esos días. Alarmado por las noticias recibidas y cumpliendo con el dictado de su conciencia, quiso compartir ese trance con el Presidente Allende y sus amigos y compañeros. Junto a otros, entre ellos, José y Jaime Tohá, Carlos Briones, Arturo Jirón, Fernando Flores, Osvaldo Puccio, fuimos detenidos y trasladados al Ministerio de Defensa, luego a la Escuela Militar y finalmente a la Isla Dawson. Comienza así, una nueva etapa en nuestra relación. Primero como prisioneros de guerra y después como presos políticos, en diversos campos de concentración y cárceles. En estas condiciones, Clodomiro Almeyda fue un ejemplo de entereza y dignidad. Se ensañaron con él y lo sometieron a un trato cruel y degradante, pero fracasaron. Y de la cárcel salió fortalecido en sus convicciones y con bríos renovados para incorporarse a la lucha por recuperar los valores arrebatados por la insania de algunos que pretendieron extirpar las ideas de raíz, en lo que también fracasaron. Hemos citado el sentido del humor de Don Cloro. No es difcil tenerlo en la vida social o en trato fraterno. Lo difcil es mantenerlo en la adversidad y no es fácil encontrar condiciones más adversas que el marco que brindaba el campo de concentración de Isla Dawson. Sin embargo, Don Cloro lo mantuvo contribuyendo a elevar el ánimo de sus compañeros de prisión. Entre otros episodios y anécdotas, recuerdo su Conferencia en un sitio de charlas que organizamos para mantenernos activos en el plano intelectual, ya que en el otro, la actividad era más que suficiente. Su intervención versaba sobre la teoría del conocimiento de Carlos Marx que resumió en forma magistral. Conocedor de que era escuchado, no sólo por nosotros sino también por nuestros guardianes y no le era posible citar al autor, se refirió varias veces al “barbón de marras”, lo que como es lógico despertaba la hilaridad de los oyentes y entre ellos de nuestros custodios, que pensaban posiblemente que se trataba de un personaje muy gracioso. La prisión en todo caso, le abrió a Don Cloro un mundo para él ignorado. Lector empedernido, desconocía sin embargo el género de los “Best Sellers”, que era y con muchas limitaciones, la única lectura que se nos permitía. En esas circunstancias leyó “Papillón” y la experiencia le resultó fascinante, al punto que por varios días sus comentarios giraban en torno a las desventuras y peripecias de éste preso confinado en una colonia penal francesa, al que elevaba a la categoría de un personaje inspirador por sus reiterados intentos de fuga, que asimilaba a un espíritu libertario indomable que nosotros no estábamos en situación de imitar.

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Dawson fue la primera etapa de un largo cautiverio, que en el caso de Almeyda culmina con su expulsión del país en enero de 1975. El exilio nos reúne nuevamente en Alemania y el contacto se mantiene. Es conocida la lucha incansable en el exterior para incentivar, mantener y acrecentar la solidaridad con los demócratas chilenos y la cooperación con quienes en el interior luchaban por recuperar el derecho a ser protagonistas de su propia historia. Es también conocido su regreso al país, desafiando la prohibición que lo afectaba para presentarse a los Tribunales a responder de una grotesca acusación de malversación de fondos reservados del Ministerio de Relaciones Exteriores, en la que también se me involucraba como Subsecretario de esa cartera. Era tan absurdo ese proceso que fue de inmediato sobreseído. Pero no alcanzó a gozar de libertad. Detenido nuevamente, fue relegado al extremo Sur de Chile y procesado después en virtud del Artículo 8° de la Constitución que proscribía el derecho a pensar libremente2. Como era lógico esperar, fue condenado, mantenido en prisión y privado de su calidad de ciudadano, pero su defensa condenó a su vez esa disposición que no resistió la fuerza legal y ética de sus argumentos. Más que una defensa, la de Clodomiro Almeyda fue una acusación al régimen y a quienes pretendían juzgarlo: “Encaro esta respuesta como una defensa del derecho de todo hombre a pensar libremente y a comportarse en la vida conforme a los valores del que se reconoce tributario ese pensamiento, que no son otros que los que los de la justicia y de la libertad, los que proyectados al plano político constituyen la esencia de la democracia”. Continuó diciendo: “Termino esta respuesta, haciendo presente que el requerimiento constitucional a que se me ha sometido, ligado a la acusación por ingreso ilegal al país y a otra por una presunta apología del terrorismo, desnudan prístina y nítidamente la real naturaleza del ilegítimo régimen militar chileno y de su institucionalidad, su carácter antidemocrático y liberticida, así como el rol inquisitorial de Tribunales como éste”. Y concluyó: “No soy yo el totalitario, violentista y apologista de la lucha de clases. Lo son precisamente mis acusadores. Difcil se podría aplicar mejor aquello del ladrón detrás del juez.” Pero no voy a extenderme en el pasado, porque Clodomiro Almeyda es también presente y futuro.

2 En lo fundamental, el Artículo 8º de la Constitución de 1980 señalaba: “Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito y contrario al ordena- miento institucional de la República. Las organizaciones y los movimientos o partidos políticos que por sus fines o por la actividad de sus adherentes tiendan a esos objetivos, son inconstitucionales”. Añadía que, sin perjuicio de otras sanciones “establecidas en la Constitución o en la ley”, las personas “que incurran o hayan incurrido en las contravenciones señaladas precedentemente no podrán optar a funciones o cargos públicos, sean o no de elección popular, por el término de diez años (…) Tampoco podrán ser rectores o directores de establecimientos de educación ni ejercer en ellos funciones de enseñanza, ni explotar un medio de comunicación social o ser di- rectores o administradores del mismo, ni desempeñar en él funciones relacionadas con la emisión o difusión de opiniones o informaciones; ni podrán ser dirigentes de organizaciones políticas o relacionadas con la educación o de carácter vecinal, profesional, empresarial, sindical, estudiantil o gremial en general en dicho plazo”. La dura- ción de esas inhabilidades “se elevará al doble en caso de reincidencia” (Nota del Editor).

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Cuando recordamos su regreso clandestino a Chile, arriesgando su vida para enfrentar a los Tribunales de la dictadura, no podemos menos que comparar su actitud con la de quienes hoy recurren a todo tipo de subterfugios, incluso los más abyectos para rehuir la acción de la justicia. Cuando se nos desafa a repasar la historia y se pretende justificar el golpe militar como único recurso para salvar la democracia amenazada durante el Gobierno del Presidente Allende y de la Unidad Popular, repasemos los escritos de Clodomiro Almeyda, que nos recuerdan que no ha sido nunca la izquierda en Chile la que ha puesto en peligro la democracia. Los intentos de desestabilización han provenido siempre de los sectores de derecha, los mismos que promovieron la Guerra Civil de 1891, que condujo al suicidio del Presidente José Manuel Balmaceda, que golpearon las puertas de los cuarteles buscando la intervención militar para poner término al Gobierno del Presidente Pedro Aguirre Cerda a comienzos de los años 40. No puede extrañarnos en consecuencia la actitud que asumen frente al Gobierno de la Unidad Popular. Pero analicemos con objetividad cómo operó el régimen democrático durante el Gobierno del Presidente Allende. Una democracia se mide por el funcionamiento de sus instituciones, por el respeto a los derechos y garantías que brinda en esa época, esas instituciones funcionaron normalmente y esos derechos y garantías se respetaron. El Poder Judicial mantuvo su independencia y sus fallos, en la inmensa mayoría de los casos, eran adversos al gobierno cuando éste figuraba como parte litigante. Aún más, la Corte Suprema en diversas oportunidades emitió pronunciamientos fuertemente críticos y descalificatorios hacia el Poder Ejecutivo. El Congreso contó siempre con mayoría opositora, lo que le permitía bloquear o rechazar los proyectos de Ley del gobierno y aprobar acuerdos y resoluciones de condena en su contra. La Contraloría ejercía su función fiscalizadora con rigor y acuciosidad. Las elecciones municipales de marzo de 1971 y las parlamentarias del mismo mes de 1973, se realizaron normalmente y sus resultados no merecieron ningún reparo. Existió la más amplia libertad de prensa. Ningún medio de difusión fue expropiado, clausurado o sometido a censura. Eran más y de mayor circulación los diarios y revistas de oposición. Eran más y de mayor sintonía las radios opositoras y el Canal 13 de Televisión, fuertemente crítico del Gobierno, competía en audiencia y cobertura con el canal estatal. En lo que respecta a la vigencia y respeto de los Derechos Humanos no es necesario extenderse. No se registra ningún preso político, nadie fue exonerado de la administración pública por su militancia o ideología. Ningún chileno fue expulsado del país o condenado al exilio. No existieron desaparecidos ni arrestos ilegales. Nadie fue torturado y a ningún detenido se le desconocieron sus derechos a un juicio justo y debida defensa. Después del golpe de Estado y a pesar de las rigurosas investigaciones realizadas, ningún funcionario del gobierno pudo ser condenado por algún atropello a los Derechos Humanos o enriquecimiento ilícito. El contraste con lo ocurrido durante el régimen militar es demasiado brutal y ahorra comentarios. Esta es la verdad y contra ellas se estrellan los intentos de falsear la historia. Cuando se pretende emplazarnos a que asumamos responsabilidades por hechos y posiciones del pasado, buscando una especie de compensación de culpas, recorremos nuevamente la vida de Clodomiro Almeyda, leamos otra vez sus escritos. Encontraremos

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en ellos una franca y descarnada autocrítica, pero separando la paja del trigo, distinguiendo lo principal de lo accesorio. Hemos cometido errores, tal vez muchos, pero no se puede comparar con el prontuario de persecución, crímenes y atropellos que acumula la derecha a lo largo de su historia. No hay compensación posible. Que mejor epílogo para concluir un homenaje a Clodomiro Almeyda que reiterar, asumiendo su legado de pensamiento y acción, que asumimos con orgullo nuestro pasado porque tenemos la conciencia y las manos limpias de crímenes y peculados, lo que no pueden decir nuestros detractores.

COMPAÑERO CLODOMIRO ALMEYDA: EN EL RECUERDO Y EN LA LUCHA, PRESENTE SIEMPRE.

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35. Terrorismo: acción y reacción

Exposición en Ampliado de mujeres del Regional Metropolitano del Partido Socialista de Chile

Santiago, 4 de octubre de 2001

is primeras palabras para agradecer la invitación que me permite compartir la discusión sobre un tema que conmociona a la opinión pública mundial y provoca justificada preocupación sobre sus proyecciones futuras. Me refiero a los ataques terroristas ejecutados Men New York, Washington y otros puntos de los Estados Unidos, con las trágicas consecuencias por todos conocidas. Cabe preguntarse, como introducción al tema, ¿qué es terrorismo? La pregunta parece simple, tratándose de un fenómeno que ha estado siempre presente a lo largo de la historia y ha sido materia de permanente análisis y controversia. Sin embargo, para un tema de tan larga data y extensa discusión, la definición que nos ofrece el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es sorprendentemente breve y concisa: “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir temor”. Esta definición, si bien fija un marco que permite ubicar las acciones merecedoras del calificativo de terroristas, no abarca la compleja gama de factores que lo generan y las múltiples formas que puede asumir. Es evidente que los atentados ejecutados en los Estados Unidos se enmarcan en esa definición, como también se identifica en ella el Terrorismo de Estado que los chilenos padecimos durante los 17 años de dictadura militar, y cuya expresión más nítida fue la planificada y permanente violación de los Derechos Humanos. Una primera reflexión sería señalar que si condenamos lo sucedido en Chile, no podemos dejar de condenar lo ocurrido hace unos días en territorio norteamericano. Cualquiera que sea el juicio que nos merezcan algunas de las políticas seguidas y acciones realizadas por distintos gobiernos de los Estados Unidos respecto de otras naciones y pueblos, nada puede justificar el terrorismo de que ha sido objeto esa nación y mucho menos el trágico balance de víctimas inocentes. Pero no es un problema estadístico, ni mucho menos corresponde entrar al terreno

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de las comparaciones. Lo señalado tiene como único y exclusivo objeto graficar con más fuerza la gravedad de estos hechos. El tema, en todo caso, amerita otras reflexiones. Entre ellas, y ciñéndonos a la citada definición de terrorismo del Diccionario de la Real Academia, surge otra interrogante: ¿qué objetivo se persigue al procurar “infundir temor” con esa “sucesión de actos de violencia”? En el caso del Terrorismo de Estado, la respuesta se conoce: facilitar el sistema de dominación impuesto por un régimen de fuerza y hacer posible su perpetuación. En otros, se utiliza como una alternativa más para alcanzar objetivos políticos, pero en el caso de los actos terroristas que hemos conocido recientemente, la explicación es más compleja. Se trata de un terrorismo que se usa como forma de lucha y que se justifica en un integrismo religioso que encarna en este caso y de acuerdo a los antecedentes que se conocen, en Osama Bin Laden y el régimen Talibán de Afganistán, pero que también se presenta en otras naciones con distintos sistemas de gobierno y diferentes líderes y movimientos, afectando no sólo a regímenes autocráticos o autoritarios, sino también de corte progresista, como sería el caso de Argelia. No es, por lo demás, la primera vez que esto ocurre en la historia y no es tampoco monopolio del islamismo, bastaría con recordar, a título de ejemplo, los excesos de la Inquisición, la extrema violencia de la colonización española en América Latina o la crueldad y la intolerancia de las luchas religiosas en naciones de Europa. El fanatismo a lo largo de la historia conlleva el peligro de desembocar en una simplificación valórica, en una visión maniqueísta que reduce los problemas de una sociedad o del mundo, a una lucha entre el bien y el mal. En este caso, el bien representado por Osama Bin Laden y sus seguidores y el mal por los Estados Unidos y todo lo que ese país representa. Esta simplificación extrema, este maniqueísmo de nuevo cuño, marca un punto de inflexión preocupante, al abrir paso a un proceso de regresión conservadora que afecta a unos y a otros. A los agresores y a sus víctimas. Para los primeros, todo se justifica por su condición de combatientes contra el mal, llegando al extremo de sacrificar su propia vida. Para los segundos, valores como democracia, pluralismo, tolerancia, libertad, respeto a la diversidad, ceden lugar a reacciones más primarias de temor, de sentirse amenazados, encontrarse en peligro, necesidad de protección, a la exigencia de acciones de castigo o represalia que restablezcan el orden que se pretende alterar sin importar sus consecuencias. En definitiva, en forma inconsciente, las victimas también se incorporan a una espiral simplificadora que las lleva a asumir una visión igualmente maniquea, en que el bien son ellos y el mal sus opositores. Por distintos caminos y a partir de situaciones diametralmente diferentes, confluyen en un comportamiento similar. No es necesario extenderse, para que se comprenda la gravedad y las dramáticas repercusiones que tiene y puede provocar un escenario como éste, como también el peligro de involucrar y afectar a otros países, regímenes o sociedades que no han sido protagonistas ni tienen responsabilidad alguna en los hechos que lo generan. Esto último explica las reacciones de Yasser Arafat y de Fidel Castro que condenaron de inmediato, en forma clara y categórica, sin vacilaciones, sin dudas ni matices, los atentados terroristas en territorio norteamericano. Aún más, expresaron su solidaridad

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con las víctimas y mientras el primero donaba sangre, el segundo ofrecía ayuda médica y tratamientos de rehabilitación en los hospitales cubanos. Ambos entendieron perfectamente, que de generarse un escenario como el descrito, el pueblo palestino y cubano podrían ser las próximas víctimas, estigmatizándolos como terroristas y acusándolos, sino de autores directos, como gestores intelectuales, cómplices o encubridores. Las acusaciones encontrarían fértil campo de cultivo en el clima de intolerancia y fanatismo que podrían generar las acciones terroristas y sus trágicas consecuencias. La historia nos enseña que el terrorismo no lo provocan ni lo utilizan como forma de lucha o mecanismo de defensa, los países democráticos y las fuerzas comprometidas con la paz o los movimientos contra la violencia. Por el contrario, ha sido instrumento predilecto de las dictaduras, producto de la intolerancia, del fanatismo o del odio. En el caso que analizamos el régimen talibán no es precisamente un ejemplo de democracia, de tolerancia ni de respeto a los Derechos Humanos y de ello pueden dar testimonio las mujeres y disidentes afganos. La historia también enseña que el terrorismo no favorece la causa de los movimientos progresistas, de los partidos de la paz, de los enemigos de la violencia. Por el contario, sirve de pretexto a sus adversarios para desvirtuar sus fines, impidiendo que alcancen los objetivos que se proponen. Es útil recordar a este respecto, la fuerza que los sectores liberales alcanzaron en los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, logrando generar un movimiento de opinión pública que fue determinante para obligar a su gobierno, a cambiar el escenario de la guerra, por una negociación que en definitiva impuso el retiro de sus Fuerzas Armadas y el triunfo de la paz. Si en esa época hubieran ocurrido actos terroristas como los que hace unos días asolaron a New York y Washington, es probable que no se hubiera logrado conformar ese movimiento ni alcanzado los resultados que antes recordamos. Lo más probable, es que se hubiera registrado una reacción similar a la que hoy apreciamos en los Estados Unidos, en que más del 90% de su población apoya las declaraciones y posiciones más duras de su gobierno y autoridades. No es necesario especular en relación a otras naciones. Podemos también reflexionar sobre nuestra propia experiencia. Si actos de terrorismo como los que nos ocupan, se hubieran registrado en Chile durante la lucha contra la dictadura, no cabe duda que el desenlace se habría dilatado con un costo mucho mayor. Otro aspecto que cabe destacar, aunque el tiempo nos impide extendernos, es lo que algunos señalan, en cuanto a que los atentados terroristas en los Estados Unidos, confirman un cambio en la naturaleza de los conflictos en un mundo globalizado, que ha dejado de ser bipolar. En su libro, “La anarquía que viene”, su autor anuncia el reemplazo de las pugnas de carácter ideológico por otras de orden cultural, étnico, religioso o de afirmación de identidades1. En la misma dirección apunta el sociólogo Samuel Huntington en una tesis, hoy reactualizada que se contiene en su obra “El choque de civilizaciones”, en

1 El periodista norteamericano Robert D. Kaplan publicó en 1994 el libro “La anarquía que viene”, que contiene un catálogo de los desajustes del mundo después del colapso del bloque soviético (Nota del Editor).

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la que señala que la fuente dominante de los nuevos conflictos no sería la rivalidad ideológica o económica, sino las rivalidades culturales. Estas y otras consideraciones, que sería demasiado largo abordar en esta oportunidad, explican y justifican la posición asumida por el Partido Socialista y el Gobierno de Chile frente a los actos de terrorismo antes referidos. Fue una reacción consecuente, oportuna y necesaria. Consecuente, porque el socialismo y las fuerzas auténticamente democráticas han condenado siempre el terrorismo. Necesaria porque en episodios tan dramáticos hay que definirse sin ambigüedades. Oportuna, porque se reaccionó de inmediato sin esperar lo que hicieran otros para acomodar una posición. En este contexto, debe destacarse la actitud del presidente del Partido Socialista, compañero Camilo Escalona, en su discurso pronunciado en la Plaza de la Constitución frente al monumento del Presidente Allende, en los momentos mismos en los que ocurrían los actos terroristas que nos preocupan. En esa oportunidad, sin conocer aún su alcance y consecuencias, los condenó de inmediato expresando solidaridad con las víctimas. No faltaron quienes insultaron y pifiaron en una reacción que los hechos posteriores demostraron ser producto de la inmadurez y del no agotado “infantilismo revolucionario de unos pocos”. Igualmente es justo valorar la actitud y gestiones realizadas por el Presidente de la República, Ricardo Lagos, que en su carácter de Presidente del Grupo de Río, coordinó y logró una reacción unitaria de los países latinoamericanos, transformándose en uno de sus principales voceros ante los Estados Unidos y la comunidad internacional. No fue una tarea fácil. Debe recordarse, que en pasados episodios de ataques terroristas, de menor envergadura y gravedad que los de ahora, la actitud de algunas naciones del continente fue otra, ofreciendo colaboración militar, enviando contingentes de sus Fuerzas Armadas a los lugares de conflicto, sumándose a las acciones de represalia, sin mostrar mayor preocupación porque sus consecuencias afectaran a la población civil. En esta ocasión, se condenó y se expresó solidaridad, pero al mismo tiempo se solicitó mesura y reflexión para reaccionar. Se entendió que una cosa es condenar y mostrarse solidario y otra muy distinta, impulsar o permitir hechos que merecen el repudio de todos y conduzcan a reacciones descontroladas que, con el pretexto de ubicar y castigar a los responsables, desaten ataques desproporcionados en que la inmensa mayoría de las víctimas sean inocentes. En consecuencia, podemos concluir que estuvo acertado el Partido Socialista y el Gobierno, al requerir calma y ponderación y negarse a la participación de las Fuerzas Armadas en una eventual operación militar. No se entregó un cheque en blanco por Chile ni por la comunidad latinoamericana. Para terminar y abrir paso a una discusión con participación de todos, quisiera enfatizar nuestro total acuerdo con lo expresado por el Presidente de la República, en su discurso en el Parque Forestal, en cuanto a que los problemas de la democracia, se superan con más democracia. Nos permitimos agregar que no podríamos decir lo mismo del terrorismo, el que no puede combatirse con más terrorismo, ni tampoco con acciones que puedan provocar daños y víctimas.

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36. Treinta años del Golpe de Estado en Chile

Estocolmo, 5 de septiembre de 2003

l 11 de septiembre próximo, se cumplirán 30 años del Golpe Militar en Chile que, como se sabe, arrasó a sangre y fuego una democracia de la que todos los chilenos se sentían orgullosos y por la que eran respetados desde otras naciones. EEn la dimensión del tiempo, 30 años son tan sólo un destello, pero en nuestro caso, son suficientes para que la historia ponga a los protagonistas y a los hechos en su justo lugar. Es difcil encontrar hoy una ciudad importante en el mundo en que una plaza, calle, biblioteca, un hospital, una escuela, no lleve el nombre de Salvador Allende, mientras sus detractores concitan general desprecio. En Chile, en Santiago, en la Plaza de la Constitución ubicada frente a la Moneda, en la que el Presidente Allende inmoló su vida en defensa de los principios y valores que lo inspiraban, se levanta un monumento en su memoria que es objeto de permanente homenaje, mientras su principal victimario se refugia en una demencia simulada para eludir la acción de la justicia y el castigo por sus crímenes. Cuando recordamos esta realidad, aquellos que tienen motivos más que suficientes para avergonzarse de su pasado, nos recriminan exigiendo clavar la mirada en el futuro, sin considerar que “no hay mañana sin ayer”, como digiera recientemente el Presidente Ricardo Lagos. Pretenden ignorar que “los pueblos que olvidan su historia se condenan a repetirla”, y que ningún chileno con vocación democrática quiere volver a las tinieblas de la dictadura. Nosotros no tenemos de qué avergonzarnos. Podemos asumir nuestro pasado con legítimo orgullo, por sus luces y sombras, aciertos y equivocaciones, éxitos y fracasos, dolores y alegrías. En una sana autocrítica reconocemos errores, pero no somos responsables de los crímenes, violaciones a los Derechos Humanos y abusos de todo orden que comprometen a los que nos recriminan. Asumimos el legado de Salvador Allende y de nuestros mártires y defenderemos con sólido fundamento la gestión de su gobierno. En poco menos de tres años, respetando el marco institucional que regía al país, en democracia y en libertad, se cumplieron los puntos básicos del programa prometido. Nacionalizamos el cobre, principal riqueza del país, que era explotada abusivamente por compañías multinacionales de los Estados Unidos, obteniendo utilidades cuantiosas.

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Eran tan sólidos los fundamentos de esta medida, que ni siquiera el régimen militar se atrevió a dejarla sin efecto. La participación de los asalariados en el total del ingreso nacional, aumentó de un 51% en 1970 al 60% en 1972. La cesantía, que en 1970 alcanzaba al 8,5%, disminuyó al 3,8% en 1973, que es el índice más bajo que registra la historia del país y que muy pocas naciones pueden exhibir. Se aumentó el gasto per cápita en Salud de 38 dólares en 1970, a 48 dólares en 1971. El promedio anual de construcción de viviendas, que en el Gobierno de Jorge Alessandri (1958 – 64) fue de 30.000 y en el Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964 – 70) de 40.000 subió a 56.600 durante la gestión del Presidente Allende (1970 – 73). Se asignó al Ministerio de Educación el porcentaje más alto del presupuesto nacional. Nunca el monto del gasto en la educación ha sido mayor que en su gobierno y los resultados muestran que ese esfuerzo tuvo un éxito notable. En la Enseñanza Básica, se aseguró matrícula al 100% de los niños en la edad pertinente, los que recibían gratuitamente atención médica, desayuno, almuerzo escolar y medio litro de leche diaria. En la Educación Media, se dio también satisfacción a la demanda de ingreso. El número de alumnos Adultos no universitarios que cursaban cursos de alfabetización o perfeccionamiento, subió de 126.776 en 1970 a 593.698 en 1973, con lo cual el analfabetismo dejó de ser un problema. Se duplicó el número de alumnos universitarios de 79.200 en 1970 a 158.347 en 1973. Pero lo más importante es que se hizo un gran esfuerzo por cambiar el carácter elitista que presentaba la Educación Universitaria. Para ello se adoptaron diversas medidas, aumento en las becas y subvenciones, convenios entre organizaciones sindicales y algunas Universidades, cursos vespertinos y nocturnos preuniversitarios dictados en centros industriales y mineros. Se daba así oportunidad de acceder a niveles superiores de educación, a sectores sociales que nunca la habían tenido. Por último y para no extendernos, no está de más recordar que en esa época la Enseñanza Básica, Media y Superior, impartida en planteles fiscales, era gratuita y que los Colegios y Universidades Particulares recibían una importante subvención del Estado que hacía más accesibles sus costos. La cultura tuvo un auge sin precedentes. Se fomentó la cinematografa, el ballet y el teatro. La música popular alcanzó una dimensión internacional que nunca había tenido. La Editorial Quimantú, de propiedad del Estado, agotó en menos de tres años ediciones cercanas a 12 millones de volúmenes de la literatura universal1. Debe tomarse en consideración, que la población del país no alcanzaba entonces a los 10 millones de habitantes.

1 La Empresa Editora Nacional Quimantú fue creada por el Gobierno de la Unidad Popular, luego de que el Estado compró el 12 de febrero de 1971 el cuarenta por ciento de los activos de la Editorial Zig-Zag . “Quimantú” en ma- pudungun significa “sol del saber”. Sus libros y publicaciones, con tiradas enormes y sin precedentes, se vendían a muy bajo precio en librerías y quioscos, contribuyendo a hacer accesible la cultura al pueblo. Fue cerrada luego del golpe de Estado (Nota del Editor).

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La profundización de la Reforma Agraria terminó con la lacra del latifundio y la estatización de la banca, democratizó el crédito al que hasta entonces tenían acceso privilegiados los grupos económicos más poderosos. Lo expuesto constituye un audaz intento de síntesis, pero es suficiente para apreciar los logros de una gestión de gobierno que benefició a la mayoría de los chilenos. Decíamos al comienzo, que la historia pone las cosas en su lugar y la verdad desmiente a los que pretenden tergiversarla. Es falso que el Golpe Militar obedeciera a causas internas sin injerencias foráneas. La desclasificación de documentos de la CIA, las investigaciones del Congreso de los Estados Unidos, las memorias de Kissinger y de otros protagonistas, ponen de manifiesto en toda su crudeza la intervención del Gobierno de Richard Nixon en el desarrollo y la ejecución del Golpe Militar. Es falso que el país se encaminara en una dictadura y que el Gobierno de Allende se hubiera puesto al margen de la legalidad. Un análisis objetivo de cómo operó el régimen democrático durante su mandato, confirma lo que hemos afirmado. Una democracia se mide por el funcionamiento de sus instituciones, por el respeto a los derechos y garantías que brinda y en Chile, durante el Gobierno de Allende, esas instituciones funcionaron normalmente y esos derechos y garantías se respetaron. El Poder Judicial mantuvo su independencia y sus fallos, en la mayoría de los casos, eran adversos al Gobierno cuando éste era parte litigante. Aún más, la Corte Suprema en diversas oportunidades y apartándose de su rol constitucional, emitió fuertes pronunciamientos críticos y a veces descalificatorios hacia el Poder Ejecutivo. El Congreso dispuso de una mayoría opositora, que le permitía bloquear o rechazar los proyectos de Ley que presentaba el Gobierno o que impulsaban sus partidarios y aprobar acuerdos o resoluciones de condena en su contra. La Contraloría ejercía su función fiscalizadora con rigor y acuciosidad gozando de plenas garantías. Las elecciones municipales de marzo de 1971 y las parlamentarias del mismo mes de 1973, se realizaron normalmente y sus resultados no merecieron reparos. Existió la más amplia libertad de prensa. Ningún medio de difusión fue expropiado, clausurado o sometido a censura. Eran más y de mayor circulación los diarios y revistas de oposición. Eran más y de mayor sintonía las radios opositoras y el Canal 13 de Televisión, fuertemente crítico del Gobierno, competía en audiencia y cobertura con el Canal estatal. En lo que respecta a la vigencia y respeto de los Derechos Humanos, no es necesario tampoco extenderse. No se registra ningún preso político. Nadie fue exonerado de la administración pública por su militancia o ideología. Ningún chileno fue expulsado del país o condenado al exilio. No se registran desaparecidos ni existieron arrestos ilegales. Nadie fue torturado ni a ningún detenido se le desconocieron sus derechos a un juicio justo y a una debida defensa. Después del Golpe y a pesar de las rigurosas investigaciones realizadas, ningún funcionario de Gobierno, NINGUNO, pudo ser condenado por peculado o enriquecimiento ilícito. Podemos proclamar entonces, que tenemos las manos y la conciencia limpia. Lo que no pueden sostener los partidarios de la dictadura Militar.

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En suma, existió y se vivió en democracia. Hemos recordado el pasado, pero constituye un imperativo referirse también al presente y a su proyección futura. Nuestra tarea no se agota con el término de la dictadura ni en los tres Gobiernos de la Concertación. Hemos hecho mucho, pero queda mucho por hacer. Iniciamos un proceso de recuperación de la democracia, pero subsisten amarras heredadas del régimen militar que la limitan y condicionan. Entre ellas, un sistema electoral que pervierte una real expresión de la voluntad popular, marginando sectores políticos que en un sistema proporcional, como es el que existía antes en Chile, estarían representados en el Parlamento y en las Municipalidades. A esto se suma la institución de los Senadores Designados, con lo cual se impide al Gobierno disponer en el Congreso de las mayorías para aprobar sus proyectos y llevar a cabo las reformas que se requieren para eliminar las amarras del pasado, perfeccionar la democracia y permitir que ésta se exprese en plenitud. Se ha disminuido notablemente la pobreza, que al término del régimen militar alcanzaba al 44% de la población y que hoy no supera el 20%, pero no podemos sentirnos satisfechos mientras no eliminemos totalmente este flagelo. El poder adquisitivo de los sectores de menores ingresos registra un importante aumento y han mejorado su calidad de vida, pero la distribución del ingreso nacional sigue siendo uno de los más regresivos del mundo. Superar esta situación y lograr una redistribución más justa constituye una tarea pendiente. A pesar de los problemas, que por causas externas han afectado la economía del país en los últimos años, el gasto social aumentó y representa hoy el 40% del presupuesto nacional. El mayor aumento se registra en las áreas de Salud y Educación, favoreciendo en especial a los más desposeídos. Debemos reconocer que en estas áreas, no obstante la atención preferente que han tenido, persisten insuficiencias que obligan a un mayor esfuerzo. No es tarea fácil, por la magnitud de los recursos que se requieren y por la dura resistencia de intereses corporativos. La construcción de viviendas muestra un crecimiento sostenido y se espera que al término del periodo del actual gobierno se supere el déficit habitacional que ha sido una constante del pasado. Se han dictado tres Leyes a favor de los exonerados de la Administración Pública por razones políticas durante la dictadura militar. La última otorga un nuevo plazo de un año, a contar del pasado mes de mayo, para acogerse a sus beneficios. Se ha legislado también a favor de los exiliados que han retornado al país. Hubiéramos querido que los beneficios otorgados fueran mayores, pero debemos reiterar lo que antes se ha señalado: el Gobierno no cuenta con las mayorías para que los proyectos de Ley que envía al Congreso sean aprobados en su texto original y ellos son objeto de indicaciones y modificaciones, que en unos casos los desvirtúan y en otros los limitan. No han sido tampoco olvidados nuestros compatriotas que por diversas razones permanecen en el exilio, obligados a vivir en lo ajeno añorando lo propio. El Proyecto de Ley que les permite acceder a una doble nacionalidad, la del país de residencia y la chilena, fue aprobado recientemente en el Senado y cuenta con una sólida mayoría para su aprobación en la Cámara de Diputados.

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Debemos lamentar que otro que otorgaba la nacionalidad a los hijos de padre o madre chilenos nacidos en el exterior, sin necesidad de tener que optar y avecindarse en Chile, no pudo continuar su tramitación legislativa por falta de quórum al ser votado, pero el gobierno se ha comprometido a reponerlo. Se envió al Congreso el Proyecto de Ley otorgando derecho a sufragio a los chilenos residentes en el exterior, pero no se ha puesto en votación por no contar hasta ahora con mayoría para aprobarlo. La razón se conoce, la derecha teme que esos votos les sean adversos. En el campo de los Derechos Humanos, se ha avanzado en la verdad y en la justicia, más en lo primero que en lo segundo, pero nadie puede negar la preocupación del gobierno en esta materia. No se conoce toda la verdad ni han sido identificados y castigados todos los responsables de los crímenes y atropellos cometidos. Pero son muchos los que han sido sometidos a proceso y condenados, entre ellos el General Manuel Contreras, Jefe de la DINA y una de las expresiones más repugnantes de la dictadura militar, y otros se encuentran encarcelados o involucrados en juicios en actual tramitación. El Informe de la Comisión Re#ig, constituida durante el Gobierno del Presidente Patricio Aylwin, las conclusiones de la Mesa de Diálogo convocada en la Administración del Presidente Eduardo Frei y la propuesta reciente del Presidente Ricardo Lagos, son pruebas fehacientes de esa preocupación y compromiso. Es imposible pretender satisfacer a todos y es natural que surjan discrepancias, críticas y rechazos, pero en relación a la propuesta del Presidente Lagos se han hecho afirmaciones que no se ajustan a la realidad ni a la intención del gobierno. No es cierto que se pretenda consagrar la impunidad. No se acogió el reclamo de la derecha y de las Fuerzas Armadas de poner término a los juicios que involucran a militares. Por el contrario, se propone un conjunto de medidas para agilizar los procesos y facilitar la obtención de información que permita conocer más de la verdad y hacer posible el castigo de los culpables. Más aún, el Gobierno ha expresado su disposición a incorporar indicaciones al proyecto que disipen cualquier duda al respecto. Algunos Partidos de la Concertación han anunciado que sus Parlamentarios presentarán en el Congreso indicaciones en este sentido. Se critica también que no se presente un proyecto para derogar la Ley de Amnistía de 19782. Este reclamo desconoce una realidad evidente. Los Gobiernos de la Concertación no han tenido nunca una mayoría asegurada en el Congreso para aprobar una Ley de esta naturaleza. El Presidente Lagos lo ha señalado y reiterado en diversas ocasiones. Por otra parte, es dudoso que la derogación de esa Ley pueda producir los resultados deseados, por la no retroactividad de la Ley Penal y por el principio recogido en convenios internacionales que permiten al reo acogerse a la Ley que más le favorezca, todo lo cual sería objeto de un arduo debate jurídico de incierta solución. Por último,

2 La Ley de Amnistía, o Decreto Ley nº 2191, fue dictada por la Junta Militar el 18 de abril de 1978. A través de esta norma se concedió amnistía a todas las personas implicadas en actos delictivos –en calidad de autores, cómpli- ces o encubridores– cometidos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978, sin hacer una distinción entre delitos comunes y aquellos cometidos con motivación política (Nota del Editor).

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tampoco sería estrictamente necesario derogar la Ley de Amnistía para avanzar en los procesos judiciales, pues los delitos de lesa humanidad, además de imprescriptibles no son amnistiables y así lo han resuelto diversos fallos de nuestros Tribunales. Un eventual rechazo por el Congreso de un proyecto para derogar la Ley de Amnistía, podría debilitar esa tesis y facilitar una interpretación diferente. Aunque pueda resultar contradictorio, también es una señal de que en esta materia se han logrado avances importantes. El hecho que hoy nadie se atreve a negar en Chile, como se hacía hasta no hace mucho, que la dictadura militar es responsable por crímenes y atropellos a los Derechos Humanos, que la existencia de miles de desaparecidos es un hecho real y cierto, que es verdad la prisión, la tortura y el asesinato de opositores al régimen y que se sumen a este reconocimiento altos personeros de la dictadura y los mandos de las Fuerzas Armadas. No se nos escapa que esta nueva actitud, pueda obedecer en algunos a una dosis mayor o menor hipocresía y oportunismo, pero en muchos otros es producto de conocer más de la verdad y de un sincero arrepentimiento. En los cambios y avances que constatamos en los últimos años en el campo de los Derechos Humanos, tuvo una decisiva influencia la detención de Pinochet en Londres y el juicio al que fue sometido. Quedó en evidencia que no era intocable. Produjo un impacto traumático en los Tribunales chilenos, enfrentados al hecho de que en otros países se podía hacer la justicia que ellos habían sido incapaces de realizar. La masiva movilización de nuestros compatriotas en el extranjero, cuya expresión más publicitada fue el Piquete de Londres y la solidaridad espontánea y generosa, que una vez más se nos brindó en diversos países y continentes, conmovió a nuestros compatriotas en Chile que también se movilizaron. La difusión de las denuncias que se formularon ante la justicia de Inglaterra y el veredicto de sus jueces, aisló a los partidarios del Dictador, incapacitados de negar tanta evidencia. Nunca más han vuelto a tener la influencia que les permitía paralizar la justicia y tergiversar la verdad. En fin, podemos concluir reiterando que se ha hecho mucho, pero queda mucho por hacer y agregar que el cumplimiento de las tareas del futuro requiere de una mayor unidad y esfuerzo para impedir un eventual retorno de la derecha, lo que nos haría retroceder a etapas que pensamos superadas. La tarea no es fácil pero no imposible. La arrogancia de quienes se sentían seguros de volver al gobierno en las próximas elecciones presidenciales, se ha transformado en incertidumbre y preocupación. Las últimas encuestas, muestran un apoyo al Presidente Lagos y a su gobierno cercano al 54%, un fuerte repunte de la Concertación y un aumento en las preferencias por sus eventuales candidatos, entre los cuales la Ministra de Defensa, Michelle Bachelet, aparece en un primer lugar. Crece la confianza y el optimismo en el futuro y se constata una sostenida reactivación económica. Todo esto, mientras la oposición de derecha ve disminuido su respaldo y su candidato, Joaquín Lavín, registra una baja en las preferencias, desconfianza en su liderazgo y un desgaste en su estilo de hacer política. En este contexto, reviste fundamental importancia la próxima elección municipal de octubre de 2004. Sus resultados serán determinantes para medir la correlación de fuerzas y esto, a su vez, puede anticipar la definición en relación a los candidatos presidenciales. Tendrá además una fuerte influencia en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005.

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Compañeras y Compañeros: Nuestras primeras palabras fueron para recordar que el próximo 11 de septiembre se cumplen 30 años del Golpe Militar y del sacrificio del Presidente Salvador Allende. Con motivo de este aniversario, se han preparado en Chile y el extranjero innumerables actos, multitudinarios unos, reducidos otros, pero todos de un profundo significado. El Estadio Nacional en Santiago, transformado en centro de detención, tortura y exterminio después del Golpe, fue declarado Monumento Nacional, para que permanezca en el tiempo recordando el dolor de tantos que sufrieron o fueron asesinados en sus dependencias. En ese mismo estadio, en una muestra más de la solidaridad internacional, artistas de las más diversas nacionalidades brindarán hoy y mañana un concierto en recuerdo y homenaje al Presidente mártir y a todas las víctimas de la dictadura. El gobierno se ha involucrado directamente y ha preparado un programa oficial que contempla, entre otros actos y ceremonias, la colocación de una placa en el Salón Independencia de La Moneda, donde murió el Presidente Salvador Allende y la reapertura de la puerta de Morandé 80, por donde saliera su cadáver. En estos actos y ceremonias participarán el Presidente de la República Ricardo Lagos, parlamentarios, autoridades, dirigentes políticos y numerosos invitados, mientras en las plazas y calles de Santiago y a lo largo del país se manifestará un pueblo que no olvida y sigue soñando. Como era de esperar, han surgido voces de protesta y mientras unos restan su participación otros pretenden condicionarla. No nos sorprenden estas actitudes, pero lo que si resulta extraño es que la mayor estridencia y odiosidad haya provenido de algunos dirigentes y militantes de la Democracia Cristiana, Partido de Gobierno que también integra la Concertación. Justifican su actitud en el hecho de haber sido opositores al Gobierno del Presidente Allende. Esta excusa no resiste el menor análisis. Si ella fuera válida, no existiría Concertación, con las consecuencias que son de imaginar y no sería tampoco posible la reconciliación, que por afán a veces excesivo proclaman y defienden. Preferimos no ahondar en este lamentable episodio que empequeñece a sus protagonistas. La ausencia de unos pocos resulta irrelevante ante la movilización de millones en Chile y en el mundo. No necesitamos “reescribir la historia”, como denuncian algunos que por décadas se empeñaron en falsearla. Es la “verdad histórica” la que hoy resplandece y explica los homenajes y reconocimientos. Lo más significativo para nuestro mundo es sin duda la reapertura de la puerta de Morandé 80, que ha estado y siempre estará asociada al Presidente Allende. Cuando el actual Primer Mandatario, Ricardo Lagos, acceda por esa puerta a la Moneda el próximo 11 de septiembre, sentiremos que ingresa también el Compañero Presidente, aquel que se definiera como “Interprete de grandes anhelos de justicia”. Pensaremos en él y le rendiremos el mejor homenaje, renovar nuestro compromiso de seguir luchando, porque más temprano que tarde sus sueños y esperanzas se concreten. Esta es la realidad de hoy, pero como decía Luis Emilio Recabarren: “Ninguna realidad existiría hoy, si no hubiera existido primero el sueño de una ilusión.” Hace 30 años este mundo nuestro vivió el sueño de una ilusión y ese sueño sigue vivo y con él vive Salvador Allende.

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Seamos dignos de la confianza que Allende depositó en nosotros, cuando en su último discurso dijera que “la semilla que entregamos a la conciencia limpia de millones de chilenos no se ha sembrado en vano.” Las “anchas Alamedas” que evocara en ese discurso permanecen abiertas para marchar todos juntos a la conquista de la sociedad mejor con la que Allende soñara.

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37. Allende: trascendencia a una época y anticipación al futuro

Actividad de la Fundación Salvador Allende con motivo del Centenario de su nacimiento (2008).

onstituye un honor para mí hacer uso de la palabra en una ocasión tan solemne como esta, al cumplirse cien años del nacimiento del Presidente Salvador Allende. Con frecuencia se sostiene que la trayectoria de los seres humanos, está Ccondicionada por su entorno y la época en que se desarrolla. Puede ser cierto, pero hay excepciones y una de ellas es precisamente la del Presidente Allende, cuya vida y pobra trascienden su época y entorno, anticipando el futuro y manteniendo plena vigencia en el presente. Una demostración evidente es la multiplicidad de actos y homenajes realizados en diversos países y continentes al conmemorarse el centenario de su nacimiento. Lo pude comprobar personalmente, al participar en los actos organizados por la Universidad Central de Venezuela y por la Universidad Autónoma Metropolitana de México, con el auspicio y participación de las respectivas Embajadas de Chile. En ambas ocasiones, las personalidades y organizaciones participantes, vinculaban su pensamiento y su obra al presente y lo proyectaban al futuro. No era sólo un recuerdo de ayer, sino también un aporte para construir un mañana mejor, en el que la plena vigencia de una democracia fuera acompañada de una autentica justicia social. A veces, las circunstancias heroicas de su muerte, relegan en cierta forma esta capacidad de trascender al pasado y seguir vigente en el presente y proyectarse al futuro. Con imaginación y audacia, Allende irrumpe en un debate no resuelto al interior del mundo progresista de su época, en el que se planteaba la viabilidad de un proceso de transformaciones estructurales en el marco de la institucionalidad o la inevitabilidad de uso de la fuerza para el logro de sus fines. No está de más recordar, que al interior de las fuerzas de izquierda de América Latina y en su propio partido, era predominante la segunda de estas opciones. Salvador Allende se mantuvo inquebrantable en su tesis de respetar el derecho de cada pueblo a elegir el camino para hacer realidad sus propuestas de cambio, de acuerdo a su propia realidad y a su historia. Con esta convicción planteaba que en Chile

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era posible abrir paso a un proceso de transformaciones profundas en el marco de su institucionalidad y que lo mismo podría ser válido en otras naciones. El transcurrir del tiempo le ha dado la razón. Hoy como nunca en su historia, América Latina ofrece el ejemplo de numerosos gobiernos democráticamente elegidos y comprometidos con programas de transformación y cambio, cuya implementación es apoyada por la mayoría de sus pueblos. Se puede discrepar de algunas de las medidas aplicadas, pero nadie podría deslegitimar el origen democrático de esos gobiernos y el apoyo mayoritario con el que cuentan. En el caso de Chile, durante el Gobierno del Presidente Allende, se cumplieron en poco menos de tres años los puntos básicos de su programa, superado una experiencia amarga que ofrecía la historia de América Latina, en que los programas electorales no se cumplían y el gobierno de turno olvidaba. No fueron cambios menores: la nacionalización del cobre, la estatización de bancos e instituciones financieras, la profundización de la reforma agraria, la incorporación al área social de la economía de empresas monopólicas y otras que condicionaban el desarrollo económico del país, la mayor participación de los sectores de menores recursos en la distribución del ingreso, la construcción de viviendas que superó ampliamente el promedio de otros gobiernos, la mayor inversión en salud y educación, el apoyo al desarrollo cultural, la drástica disminución de la cesantía, la implementación de una política internacional soberana y exitosa, que le granjeó el apoyo de numerosos gobiernos de distintos signo ideológico, constituyen, entre otros una prueba evidente de la cuantía y magnitud del proceso de cambios que se vivió durante su Gobierno. El transcurrir del tiempo termina por hacer justicia a los que han sido protagonistas en episodios que marcan la historia. Hoy en Chile Salvador Allende tiene un monumento en la Plaza de la Constitución, frente al lugar de su sacrificio, un mausoleo en la avenida principal del Cementerio General de Santiago y distintas expresiones de recuerdo y homenaje a lo largo y ancho de su larga y angosta geografa. Más allá de nuestras fronteras, es difcil encontrar una ciudad importante en el mundo en que una calle, una plaza, hospital o biblioteca, escuelas o poblaciones no lleven el nombre de Salvador Allende o se le rinda tributo en otra forma. Es otro ejemplo, vivo y permanente de su vigencia y trascendencia. Podríamos extendernos en muchas otras consideraciones de respeto y afecto, pero sería abusar del tiempo que la prudencia aconseja. No puedo sin embargo, dejar de recordar a su esposa y compañera, Hortensia Bussi de Allende, que hoy lo acompaña en su eterno reposo. Es difcil encontrar otra mujer con tantos atributos y merecedora de los homenajes que se le brindaron con motivo de su reciente fallecimiento. Reunía condiciones que pocas veces se dan simultáneamente. La dulzura y ternura que simboliza la feminidad, con la fortaleza y convicción de luchadora social comprometida con los más débiles. Sus ojos reflejaban ambos atributos, cálidos y acogedores algunas veces, firmes y duros en otras. Era también un ejemplo de dignidad y entereza, cualidades que se manifiestan en todos los actos de su vida. Qué mejor demostración de ello que su comportamiento, cuando en la soledad del Cementerio Santa Inés de Viña del Mar, presenció solitaria el

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entierro clandestino de su esposo y compañero. Su dolor era inmenso, sin embargo, no derramó ninguna sola lágrima que pudría complacer a sus verdugos. Pero tuvo fuerzas para levantar su voz y denunciar las condiciones en que se enterraba al Presidente de Chile. Permítanme un recuerdo personal. Tuve mayor cercanía con ella durante los meses en que desempeñé el cargo de Ministro Secretario General de Gobierno, cuya oficina se comunicaba con un estrecho corredor anterior con el despacho de la Primera Dama. Tencha, como la llamaban sus amistades, en muchas ocasiones utilizaba esa vía para trasladarse a la Presidencia, y cuando me encontraba solo, se detenía a conversar conmigo. No eran fáciles para mí esos momentos, pues su conversación se centraba en materias relacionadas con la gestión del Gobierno y la situación del país, preguntándome sobre diversos temas publicados en la prensa o requiriendo mi opinión sobre algún discurso o documento emitido por el Presidente. La primera Dama era parca en sus elogios, pero clara y precisa en sus planteamientos. La verdad es que en más de una oportunidad, no había tenido tiempo de profundizar los temas por ella planeados y aunque trataba de improvisar debía reconocer lo insuficiente de algunas respuestas. No me lo reprochaba, pero su mirada era crítica y me afectaba más que un reproche, por lo que me esforcé por analizar y leer cuidadosamente todo lo relacionado con los temas que sabía de su interés. Mi esfuerzo fue recompensado, no con palabras, pero si con algo más valioso, poder apreciar que su mirada volvía a ser nuevamente afectuosa. Resulta simbólico que su fallecimiento coincidiera con el término de las actividades realizadas por la Fundación, con motivo del centenario del nacimiento del Presidente Salvador Allende. Juntos todos una vida y juntos otra vez en su muerte.

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38. Último adiós a Luis Corvalán

En representación de quienes compartieron la Prisión en Isla Dawson.

21 de julio de 2010.

Consttuye por lo general, una especie de ritual agradecer la oportunidad de hacer uso de la palabra en una ocasión tan solemne como ésta, en la que despedimos los restos de Luis Corvalán. Pero no es ni puede ser un simple formalismo, agradezco sinceramente y con profunda emoción, el que se me haya horrando para hablar a nombre de quienes compartieron con él la prisión en Isla Dawson. Muchos de ellos nos acompañan en este día. Otros no han podido y se han excusado. Algunos no están ni podrán nunca hacerlo, por encontrarse para siempre ausentes. Entre estos últimos, no puedo dejar de mencionar a José Tohá, con su figura y alma de quijote; a Clodomiro Almeyda, un maestro en la acepción más amplia y profunda del concepto; a Daniel Vergara, digno entre los dignos; a Edgardo Enríquez, resumen de humanidad y sentimiento; Orlando Letelier, prisionero y mártir; a Anselmo Sule, amigo de una vida. En cualquier momento y ocasión, rendir homenaje a Luis Corvalán se justifica plenamente. Por su vida y su obra. Por lo que representa y ha entregado. Pocos como él pueden ser señalados como ejemplo de consecuencia y lealtad. Consecuencia entre el decir y el hacer. Entre lo que se promete y se es capaz de dar. Lealtad con su Patria, con su Partido, con su gente, con ideas y principios que no conocen fronteras. Esposo y padre ejemplar, destaca con brillo propio como periodista y escritor, líder político y parlamentario. En fin, sería tarea superior a mis fuerzas intentar resumir todos sus méritos y actuaciones. Pero es oportuno señalar que, entre tantas imágenes y recuerdos, destaca con especial relieve para quienes compartieron con él esa experiencia, su conducta como preso político en Isla Dawson. He sabido que en las condiciones adversas es cuando se prueba el temple y fortaleza de los verdaderos líderes y las condiciones en ese inhóspito y remoto lugar de nuestra geografa no podían ser más adversas. Se ensañaron con él. No podían comprender ni mucho menos aceptar, que un hombre de apariencia frágil, que se acercaba a la tercera edad, no se atemorizara ante el despliegue brutal de la fuerza, las amenazas y el maltrato. Que en las peores

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circunstancias mantuviera su dignidad y entereza y más aún, que se diera tiempo para prestar apoyo y brindar aliento a sus compañeros. Luis Corvalán fue un ejemplo de preso político y de compromiso solidario. Cabe también destacar, su sentido del humor que nunca lo abandonaba. El chascarro, la anécdota o la broma oportuna, con ese acento popular que lo caracterizaba, surgía en los momentos más inesperados, ayudando a sobrellevar las angustias y las tensiones de la prisión. Pero no vamos a quedarnos en el pasado. Luis Corvalán es también es futuro. Quisiera por esto, antes de terminar, compartir con ustedes una breve reflexión y un recuerdo. Pertenecemos todos los que hoy nos reunimos, a un sector social que la insanía de algunos quiso extirpar de raíz. Sin embargo, aquí estamos, con nuestros gritos y consignas, himnos y canciones, recuerdos y esperanzas, enarbolando las banderas de siempre y con los mismos anhelos de justicia social y el compromiso de no claudicar en la lucha por una sociedad mejor. No es necesario preguntarse dónde están los verdugos de ayer ni el lugar en que la historia los coloca. Los presos de Isla Dawson y pienso que también los de otros campos de concentración y cárceles, aprendimos una lección que tiene plena vigencia. Éramos un grupo de hombres de origen y condición diversa. Militábamos en diferentes organizaciones y Partidos. Adheríamos a distintas ideologías y creencias. Teníamos juicios y propuestas encontradas para explicar lo ocurrido y enfrentar el futuro. Discutíamos mucho sobre ello, a veces con acritud y apasionamiento, hasta que a poco andar llegamos a una conclusión muy simple, estábamos todos presos y sometidos al mismo trato. Aprendimos entonces que, si el enemigo no hacía distingos para reprimirnos, era absurdo que sus víctimas lo hiciéramos facilitándoles la tarea. No es necesario extenderse, para explicar la vigencia que esta lección tiene en la realidad de hoy en Chile y sobre el peligro de no extraer oportunamente las conclusiones correctas. Compañeras y Compañeros, termino reiterando mi agradecimiento, por el honor de haber hablado en representación de tan distinguidos y estimados amigos, en un momento tan doloroso para todos. En este último adiós a Luis Corvalán, los llamo a reiterar el compromiso de luchar sin desmayos por los sueños y esperanzas compartidas. En esta forma, seremos dignos de su ejemplo.

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39. La educación durante el Gobierno del Presidente Allende

Conferencia organizada por el Directorio del

Colegio de Profesores de Chile A. G., Región del Biobío.

Concepción 2 de Abril del 2012.

l Gobierno del Presidente Salvador Allende tuvo una preocupación preferente por la educación y la cultura; y así lo demuestran las cifras que dan cuenta de su labor y sus realizaciones.

EDurante su gestión, el Ministerio de Educación tuvo el porcentaje más alto del Presupuesto Nacional, lo que no había ocurrido nunca en la historia del país ni se ha repetido después. Se asignó en promedio al Ministerio un 20% de dicho presupuesto. Medido en dólares del mismo valor, el gasto per cápita en educación subió de US$ 33,17 durante el Gobierno de Eduardo Frei, a US$ 54,08 en el de Allende. Esto tiene mayor relevancia si consideramos que en el Gobierno de Frei se había incrementado significativamente ese gasto.

ENSEÑANZA BÁSICA Y MEDIA

En los niveles de enseñanza básica y media se aseguró matrícula para todos los que demandaban su ingreso. En las escuelas de enseñanza básica los niños recibían, sin costo para ellos, desayuno, almuerzo escolar y medio litro de leche diaria. No era un tema menor, pues el problema principal que enfrentaba la educación básica y media en Chile en esa época, era la insuficiencia de establecimientos educacionales para responder a los requerimientos de matrícula, dejando entonces al margen del sistema educacional a decenas de miles de postulantes. La solución al déficit no fue fácil. Sin embargo, al cabo de un año ningún postulante quedó sin matrícula. La solución fue simple: mientras se aceleraba la construcción de nuevos establecimientos, los existentes se utilizaron en doble jornada y en algunos casos hasta en tres jornadas. No era lo óptimo, pero el ritmo de construcción de nuevas escuelas y colegios, garantizaba que a corto plazo esto también tendría rápida solución.

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No era un problema, como lo es hoy en Chile, la calidad de la enseñanza, puesto que los establecimientos fiscales dependientes del Ministerio de Educación competían e incluso superaban en la mayoría de los casos a los colegios particulares. En cuanto al desayuno y almuerzo escolar y el medio litro de leche que diariamente se distribuía entre los niños de enseñanza básica, les aseguraba un mejor rendimiento escolar, pues nadie ignora la íntima relación existente entre adecuada alimentación en la niñez y desarrollo intelectual. Paralelamente, se incentivó el funcionamiento de cursos de alfabetización y perfeccionamiento de adultos. El número de alumnos adultos no universitarios subió de 126.776 en 1970, a 593.698 en 1973. Es decir, en menos de tres años, se cuadruplicó su número. Esto permitió elevar el nivel intelectual y la preparación de sectores sociales que antes no habían tenido acceso a la educación o no pudieron profundizarla. Contribuyó además, a reducir drásticamente el analfabetismo a niveles no significativos.

EDUCACIÓN SUPERIOR

En la Educación Superior, se duplicó la capacidad de matrícula en las universidades. En 1970, el número total de alumnos universitarios era de 79.000. En 1973 aumentó a 158.347. Pero lo más importante, se hizo un gran esfuerzo por cambiar la condición esencialmente elitista y clasista que caracterizaba la educación universitaria en Chile. Una encuesta de 1962, que Allende acostumbraba citar, mostraba que el 98% del alumnado de la Universidad de Chile, principal plantel de enseñanza superior en el país, pertenecía a las clases de mayores ingresos, solamente el 2 por ciento eran hijos de obreros y no se registraba entre sus estudiantes ningún hijo de campesinos. Para revertir esta situación, se adoptaron diversas medidas, entre otras, un fuerte aumento en las becas y subvenciones. Un gran aporte en este sentido, fueron también los convenios celebrados entre organizaciones sindicales y algunas universidades, entre los cuales el de mayor impacto fue el suscrito entre la Central Única de Trabajadores (CUT) y la Universidad Técnica del Estado (UTE), como también los cursos vespertinos y nocturnos preuniversitarios dictados en centros industriales y mineros. Producto de este esfuerzo, la situación comenzó a cambiar. En 1973 por ejemplo, el 46 por ciento de los alumnos de la Universidad de Concepción provenía de familias de escasos recursos económicos. No es casual que fuera precisamente esa universidad, un objetivo principal de la intervención militar en los establecimientos de Educación Superior, así como de liceos emblemáticos como el Manuel de Salas en Santiago, que se tradujo en la expulsión de miles de estudiantes y académicos y en la prisión y el asesinato de muchos.

DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN

La educación se desarrollaba en plena democracia, en el conjunto de sus niveles. En la enseñanza media, los estudiantes elegían libremente sus Centros de Alumnos, y a partir de la dictación del Decreto de Democratización de la Enseñanza, los Presidentes de esos Centros podían participar en las reuniones de los Consejos de Profesores y en las

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reuniones de los Centros de Padres y Apoderados, para hacer presente sus inquietudes y formular sus propuestas. Las federaciones de estudiantes universitarios, gravitaban fuertemente al interior de sus planteles y en el quehacer nacional. Las autoridades unipersonales y colegiadas de las Universidades, surgían de elecciones en que participaban académicos, estudiantes y trabajadores. La ponderación del voto era diferente para cada estamento, pero todos tenían derecho a participar y a tener representación en los organismos colegiados de dirección. Lo anterior no significa que no existieran conflictos, especialmente por la utilización política de sectores del estudiantado a fin de contribuir a generar y extender un clima de agitación que facilitara la acción de los grupos opositores más duros y violentos. No es casual, que las movilizaciones más amplias de estudiantes de oposición se realizaran en los meses previos al Paro de Octubre de 1972, que fue el primer intento para desestabilizar al gobierno, y en los meses que preceden al golpe militar de septiembre de 1973. Esas movilizaciones contaron siempre con amplia cobertura de los medios de difusión adversos al gobierno y el apoyo incondicional de los partidos de oposición. Sin embargo, las autoridades de la época mantuvieron la calma y no se dejaron arrastrar al enfrentamiento que algunos buscaban. Ningún estudiante fue sancionado por sus ideas, por su militancia partidaria, o por participar en movilizaciones, aun cuando se registraban graves daños a la propiedad pública y privada. Ningún colegio fue desalojado por la fuerza pública, no obstante que abundaron las tomas. Se privilegió siempre el camino del dialogo o se buscaron otras alternativas que evitaran la violencia. Los Centros de Padres y Apoderados tuvieron acceso directo a todas las autoridades y participaban en activamente en el quehacer de los establecimientos de enseñanza básica y media. Se les brindó igualmente la posibilidad de participar en la discusión y el diseño de las políticas educacionales. No existieron problemas con la educación particular subvencionada, que recibió en forma íntegra y oportuna las subvenciones contempladas en la Ley. En relación al Magisterio, es suficiente con señalar que en durante los casi tres años de Gobierno, no se registró ninguna huelga de profesores. Un hecho inédito en nuestra historia y que lamentablemente sigue siendo inédito. Sus reivindicaciones gremiales, encontraban solución a través de un diálogo directo con un Gobierno y un Ministerio de Educación siempre dispuestos a escucharlos. En suma, la democracia y la participación no fueron una expresión retórica, sino una realidad.

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GRATUIDAD EN LA ENSEÑANZA

Por último, no es un asunto menor recordar que en esa época la enseñanza básica, media y superior impartida en planteles fiscales era gratuita, y que los colegios y las universidades particulares recibían importante subvención del Estado, lo que permitía que sus matrículas fueran más accesibles. Pero no es un logro exclusivo del gobierno de la época, sino el legado de un pasado motivo de legítimo orgullo para todos los chilenos. En Chile, la gratuidad de la enseñanza fiscal, se mantuvo durante gobiernos de derecha, de centro y de izquierda y se suprimió solamente con la dictadura militar, sin volver a reponerse. Frente al panorama que presenta hoy la educación en nuestro país, que acrecienta Ia desigualdad de oportunidades y afecta gravemente la calidad de la enseñanza, resulta urgente y necesario recuperar ese legado del pasado y hacer que la educación sea real y efectivamente un derecho al alcance de todos y no un privilegio de los que puedan pagarla. Las últimas movilizaciones de estudiantes de todos los niveles, de la educación pública y privada, de padres y apoderados, y de una inmensa mayoría de hombres y mujeres que solidarizaban con sus reivindicaciones, no admite más demoras para una solución que es tarea de hoy y de todos.

El hecho real y cierto que se ha señalado, en orden a que la educación fiscal fue gratuita desde comienzos del siglo XX hasta mediados de la década de los setenta, demuestra que puede financiarse sin afectar el desarrollo económico del país. ¿Por qué no podemos recuperar ese legado del pasado, si lo hacen otros países de menor desarrollo que el nuestro? Si no lo hacen los Gobiernos, será impuesto “más temprano que tarde” por la presión social.

CULTURA

El Ministerio de Educación cumplió un rol importante en este plano. En el Gobierno del Presidente Allende, se registró un auge cultural sin precedentes en la historia del país y que no ha vuelto a repetirse. Surgieron decenas de colectividades artísticas. Se fomentó la cinematografa, el ballet y el teatro. La música popular alcanzó una dimensión internacional que hasta hoy perdura. La labor de nuestros escritores, pintores, escultores, poetas y de otros exponentes culturales, se desenvolvía en un marco de respeto y amplía difusión. Existen pruebas evidentes del mayor interés por saber y cultivarse que se registró en esa época. Un ejemplo significativo lo ofrece la Editorial Quimantú, fundada por el Gobierno en 1971. Esta editorial, en dos años y medio, publicó 12.093.000 volúmenes de 247 títulos diferentes de la literatura nacional y universal de los cuales, a la fecha del Golpe Militar, se habían vendido a precios populares 11.164.000. Es decir, prácticamente se habían agotado las ediciones. Este logro no es menor, si se considera que la población total de Chile en esos años no superaba los 10.000.000 de habitantes. El apagón cultural que caracterizó los 17 años de la dictadura militar, que no se

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supera del todo hasta hoy, así como la crisis del libro de la que tanto se habla y que refleja un menor interés por la lectura, realzan aún más la política cultural del Gobierno del Presidente Salvador Allende. La síntesis que hemos intentado y los antecedentes y cifras de que ella da cuenta, hacen innecesario extendernos o entrar en el terreno de las comparaciones. Creo, no obstante, oportuno referirme brevemente al proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU), que los detractores del Gobierno del Presidente Allende han caracterizado y lo siguen haciendo, como un intento de manipulación ideológica.

ESCUELA NACIONAL UNIFICADA

El proyecto de la ENU no fue un invento de la Unidad Popular ni capricho del Gobierno. Recogía antiguas aspiraciones del Magisterio y se ajustaba a las recomendaciones de la UNESCO, el organismo de Naciones Unidas para el desarrollo de la ciencia y la cultura. Es más, sistemas similares se encontraban en aplicación o en fase de estudio en otros países. Formaba parte del programa presidencial de la Unidad Popular, y sus bases fundamentales se discutieron y aprobaron en el marco del Primer Congreso Nacional de Educación, realizado a comienzos de 1971, en el que participaron representantes del Magisterio, de los estudiantes y los Centros de Padres y Apoderados, elegidos democráticamente por sus respectivas organizaciones. El proyecto de la ENU pretendía solucionar graves problemas que afectaban al sistema educacional y que no eran atribuibles a un determinado Gobierno, sino que se venían acumulando por más de 100 años. En sus orígenes, en el siglo XIX, el sistema de educación chileno, se concibió para dar respuesta a los requerimientos de un país con una economía eminentemente agrícola y de escasa población, en el cual las demandas de acceso a la educación provenían de un sector muy minoritario y de altos ingresos. En su nivel superior, se optaba preferentemente por las carreras liberales clásicas (medicina, leyes, ingeniería) y era costumbre que las familias más pudientes enviaran a sus hijos a estudiar o a perfeccionar conocimientos a Europa. Los nuevos requerimientos que surgieron del desarrollo económico y social del país, pusieron de manifiesto las insuficiencias del sistema. Pero en lugar de modificarlo para responder a estas nuevas exigencias, se optó por generar otros sistemas que se fueron acumulando a los existentes. Por ejemplo, la Ley de Enseñanza Primaria Obligatoria incorporó a un contingente numeroso de niños, lo que a su vez demandaba más profesores. Surgen entonces las Escuelas Normales donde se preparan los docentes de enseñanza básica. El auge del comercio exigió disponer de peritos mercantiles y de contadores. Se crean entonces los Institutos Superiores de Comercio. El desarrollo de la industria requirió técnicos medios, tales como torneros, matriceros, mecánicos, electricistas. Aparecen entonces las Escuelas Técnicas e Industriales. La ampliación de nuevos cultivos y la mecanización de la agricultura, requirió no sólo de ingenieros agrónomos, sino también de técnicos intermedios. Esto dio origen a las Escuelas de Prácticos Agrícolas. Esta acumulación de sistemas permitió dar respuesta, con mayor o menor éxito a los nuevos requerimientos, pero generó un problema mayor al no brindar las mismas

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oportunidades a los que accedían a ellos. Aquel que ingresaba a una Escuela Normal, podía aspirar a ser profesor de enseñanza básica, pero no más. Solamente en forma excepcional y siguiendo otros estudios, podría titularse de profesor de Enseñanza Media. Quien entraba a una Escuela Técnica Industrial, podía alcanzar un título de tornero, mecánico, matricero u otros similares, pero salvo muy contadas excepciones no podía aspirar a ser Ingeniero Mecánico o Electrónico. Y podemos abundar en otros ejemplos, quien estudiaba en una Escuela de Prácticos Agrícolas, recibiría ese título, pero no el de Ingeniero Agrónomo, o aquel que se matriculó en un Instituto Comercial podía titularse de contador o auditor, pero no de Ingeniero Comercial. En síntesis, se presentaba una situación extraordinariamente injusta y antidemocrática al negar la igualdad de oportunidades, brindando a unos más posibilidades que a otros. Más injusto aún, en gran medida, era el acceso a niveles superiores de la educación, que no dependía sólo de la capacidad, de la aptitud o del rendimiento del estudiante, sino del sistema educacional al cual fue incorporado, muchas veces a una edad en que no podía decidir por sí mismo ni conocerse su real vocación. Por otra parte, el sistema en su globalidad, impedía un mejor aprovechamiento de los recursos humanos del país, ya que el acceso a determinadas carreras no dependía, como se ha dicho, de las aptitudes del alumno sino de las posibilidades que le ofrecía el sistema en el que había cursado sus estudios. Podía ocurrir por ejemplo, y sucedía con frecuencia, que un alumno matriculado en un Instituto Comercial, tenía mejores condiciones para ser un excelente médico, o que el estudiante de una Escuela Técnica tenía mayores condiciones para ser buen abogado. Estos eran los problemas que el proyecto de la ENU trataba de resolver, mediante un sistema de enseñanza básica y media unificado, igual para todos, entregando el mismo caudal de conocimientos, combinando las materias de carácter científico–técnico con las humanísticas. En estas condiciones, el acceso a las carreras superiores dependería única y exclusivamente de la capacidad y el rendimiento del alumno y no estaría condicionado por el sistema educacional al que estuvo adscrito previamente. Esto se complementaba con la creación de los institutos Superiores de Educación, que ofrecerían una amplia variedad de carreras cortas. En las condiciones expuestas, se pretendía además, que después de cursar ocho años de enseñanza básica y cuatro de enseñanza media, el alumno quedara capacitado para incorporarse con eficiencia al área productiva, evitando el destino incierto que le aguardaba y el consiguiente drama familiar, si no había podido acceder a la Universidad o a un Instituto Superior de Educación. Para estos efectos, el proyecto ofrecía, además de la combinación de estudios científico–técnicos y humanísticos, la posibilidad de hacer prácticas de trabajo en industrias y empresas públicas o privadas. Debemos reconocer, que no obstante su aporte en el plano pedagógico y a la voluntad de superar problemas que afectaban no solamente a la comunidad educacional, sino al conjunto de la sociedad chilena, el proyecto tuvo una presentación desafortunada y se trató de implementar en un momento inoportuno. En efecto, en su primer párrafo, en las tres primeras líneas, se decía que el proyecto “procura formar al hombre nuevo en la sociedad socialista”. Esta frase concentró la

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discusión impidiendo un análisis objetivo de su contenido. Daba además argumentos a quienes lo calificaban como anticonstitucional, pues la Constitución vigente declaraba que la educación era una función preferente del Estado y en tal carácter, era lógico sostener que no podía identificarse con una determinada ideología. En la Iglesia Católica fortaleció a quienes lo consideraban en pugna con los valores cristianos, mientras que en los sectores más duros de las Fuerzas Armadas el proyecto fue visto como una amenaza institucional. Esas circunstancias revestían particular gravedad en el proceso de polarización aguda que se vivía en Chile a comienzos de 1973. En el caso de la Iglesia Católica, ésta fue la única ocasión en que entró en un abierto conflicto con el Gobierno, con el que había mantenido una excelente relación y jugado un rol moderador en el enfrentamiento político que vivía el país. Respecto a las Fuerzas Armadas, la resistencia en su interior acentuó la orientación sediciosa en muchos de sus integrantes y colocó en una difcil situación a los mandos afectos al Gobierno. Se argumentaba que la ENU cumpliría un rol concientizador amenazando la cohesión interna de las FF.AA. Ponían como ejemplo, que a mediano o corto plazo ingresarían al Servicio Militar, jóvenes formados en la ideología marxista– leninista, que terminarían por copar las respectivas instituciones. Por absurdas que parezcan hoy esas acusaciones, en el clima enrarecido que se vivía en Chile en esa época contribuyeron a polarizar más la situación y al fortalecimiento de los grupos más radicalizados, que no veían otra solución que el enfrentamiento armado unos o el golpe militar otros. A la luz de lo expuesto, es legítimo preguntarse por qué se introdujo la citada frase en la presentación del proyecto. La respuesta podría estar en que, como nos enseña la historia, es frecuente que en los procesos que generan polarización y enfrentamiento, las posiciones ideológizantes tienden a predominar, atribuyendo incluso un carácter ideológico a iniciativas o materias que no lo tienen. Decíamos también que el proyecto de la ENU se trató de implementar en un momento inoportuno, en el que la extrema polarización, la violencia y la incomunicación entre adversarios y partidarios del Gobierno, hacían imposible un debate serio y objetivo, centrado en los aspectos técnicos y docentes del proyecto. Quienes estaban a favor del Gobierno apoyaban la ENU, aunque no tuvieran un adecuado conocimiento de su contenido y finalidad. Y quienes se identificaban con la oposición, se manifestaban contra la ENU, aunque no tuvieran la menor idea de sus objetivos y fundamentos. En otro clima, hubiera podido demostrarse lo absurdo de pretender visualizar la ENU como instrumento de manipulación ideológica. Si éste hubiese sido el objetivo del Gobierno, no era necesario un proyecto como éste, precedido de un intenso período de discusión y análisis. La solución era fácil y expedita: cambiar los textos de estudio incorporando a ellos un mensaje ideológico, que fue precisamente lo que hizo luego la dictadura. Para esto no se requería de una Ley ni de un Decreto, bastaba una simple resolución administrativa. Por último y para no abusar de la paciencia de ustedes, conviene recordar que el Presidente Allende, al constatar el grado de resistencia generado por el proyecto,

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suspendió su aplicación para facilitar un debate amplio y democrático, que hiciera de la reforma educacional un punto de encuentro y no un nuevo factor de división. Hubiera podido imponerlo, pues no requería de una ley, era suficiente la dictación de un Decreto, pero el Presidente, consecuente con su vocación democrática, una vez más buscó el consenso y se esforzó por evitar el enfrentamiento en un área que, en su concepto, debía ser factor de unidad y no el de división.

LA EDUCACIÓN

No es esta la oportunidad para extendernos sobre los problemas que afectan hoy a nuestro sistema educacional. Las movilizaciones a que antes nos hemos referido, la preocupación del Gobierno que se debate en sus propias contradicciones, el reclamo de sindicatos, partidos políticos y organizaciones de diversa índole y de amplios sectores sociales, ponen de manifiesto que los problemas que afectan actualmente a nuestro sistema educacional, son más graves y de mayor impacto que en el pasado, pues no sólo comprometen el futuro del país, sino que además pervierten su sistema democrático. Existe vinculación permanente entre educación, cultura y democracia, como también entre educación, cultura y cambio. A mejor educación y mayor cultura, serán más y más amplias las posibilidades de apreciar las ventajas que un sistema democrático ofrece y garantiza y de fortalecer el compromiso por defenderlo. Mayores serán también las oportunidades de constatar sus insuficiencias y limitaciones, haciendo más fuerte el anhelo por impulsar transformaciones y cambios que permitan superarlas. Esto explica que mientras la educación y la cultura son funcionales a una democracia, una dictadura encuentra en ella un obstáculo insalvable para perpetuarse. En síntesis, nuestra tarea es impulsar una reforma educacional que recuperando logros de ayer, permita resolver los problemas de hoy y asumir los desafos del mañana.

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40. El golpe a la Docencia

Seminario organizado por la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales. Santiago,

11 de Octubre de 2013.

gradezco la invitación a participar en este Seminario, el cual considero de especial relevancia por los temas que se plantean. En nuestro caso, la idea de los organizadores es centrarnos en el impacto del golpe militar en elA personal docente. Existe una vinculación permanente entre educación, cultura y democracia, como entre educación, cultura y cambio. A mejor educación y mayor cultura, serán más y más amplias las posibilidades de apreciar las ventajas que un sistema democrático ofrece y de fortalecer el compromiso por defenderlo. Mayores serán también las oportunidades de constatar sus insuficiencias y sus limitaciones, haciendo más fuerte el anhelo por impulsar transformaciones y cambios que permitan superar esas deficiencias. Esto explica que mientras la educación y la cultura son funcionales a una democracia, las dictaduras encuentran en ellas poderoso obstáculo a su pretensión de perpetuarse. En Chile, las consecuencias del golpe militar en el sistema educacional y en la actividad docente es un dramático ejemplo de lo que hemos señalado.

OCUPACIÓN MILITAR DE UNIVERSIDADES Y COLEGIOS

El área educacional fue uno de los objetivos prioritarios de la dictadura militar. El 28 de Septiembre de 1973, diecisiete días después del golpe, la Junta convocó al Consejo de Rectores de las universidades y les comunicó que estaban todos despedidos. No era sólo una amenaza. El Decreto Ley N° 50, de fecha 2 de octubre de ese año, estableció en su artículo único: “La Junta de Gobierno designará en su representación, Rectores Delegados en cada una de las Universidades del país”. Agrega que “estos Rectores Delegados cumplirán las funciones y ejercerán todas las atribuciones que correspondan a los Rectores de las Universidades”.

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Por su parte, el Ministro de Educación designado por la Junta Militar, anunció al país “el comienzo de un proceso de depuración y reestructuración” en virtud del cual se eliminaron, también por decreto, los organismos colegiados de dirección y las organizaciones gremiales, concentrando todo el poder en los Rectores Delegados. En la educación superior, la nueva legalidad procedió a la ocupación militar de las Universidades. La comunidad universitaria desaparece. Todos los problemas se resuelven por la autoridad militar. Se procedió de inmediato al despido arbitrario y masivo de docentes, estudiantes y trabajadores. Un caso bastante ilustrativo sobre los procedimientos de eliminación del personal universitario, lo encontramos en un virtual Edicto del Vicerrector de la Universidad de Chile de Valparaíso, de fecha 13 de Noviembre de 1973, que a la letra establece: “Se avisa a los académicos y funcionarios no académicos de esta sede, a quienes no se hubieren pagado sus remuneraciones correspondiente al mes de noviembre en curso hasta las 17 horas de ayer lunes 12 de noviembre, que deben considerarse en la lista de eliminación de personal”. El despido de profesores, funcionarios y alumnos, durante esta primera etapa, significó la expulsión del 30 al 35% del personal docente, del 15 al 20% del personal no docente y del 18 al 25% de estudiantes. Las autoridades del nuevo régimen militar, no sólo pretendían controlar la Educación Superior, sino que todos sus niveles, para lo cual se procedió con la misma arbitrariedad. Un ejemplo lo encontramos en una circular emitida el 12 de agosto de 1974, por el General de Brigada Nilo Floody Buxton, a cargo del Comando de Institutos Militares, dirigida a todos los colegios del Gran Santiago, notificándoles que, a contar de esa fecha, quedaban subordinados y bajo el control de ese comando. La citada circular, establecía: “Cada área educacional, se ha dividido en Sectores Educacionales Comunales, bajo el mando de Oficiales de las escuelas que, como Comandantes de dichos sectores, tienen la misión de controlar, atender y coordinar las actividades y problemas de los diferentes colegios ubicados en la comuna, debiendo mantener el contacto con los Directores y Jefes de Sectores de Educación o similares que correspondan a sus comunas”. La ocupación militar no se limitó a las Universidades sino a todo el sistema educacional, lo que equivale a ocupar la conciencia de un país. No es necesario extenderse en calificaciones, pero no puedo menos que señalar que no existe ningún precedente en Chile ni en ningún otro país de mundo, de una actuación tan grotesca y brutal. Pero no se trata sólo del control de los establecimientos educacionales y de la expulsión de docentes, trabajadores y estudiantes, sino también de la desaparición, asesinato, prisión, tortura y/o exilio de miles de ellos, materia sobre la cual existen antecedentes más que suficientes.

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LA DEUDA HISTORICA

Los profesores de enseñanza básica y media de los colegios y escuelas dependientes del Ministerio de Educación, fueron gravemente afectados por una drástica disminución de sus remuneraciones. Basta un solo dato para comprender la cuantía de ese deterioro. De cada $100 que ganaba un profesor el año 1972, esa cifra se había reducido a $28 el año 1981. A esto se agrega, que durante este período (1974–1981), se les rebajó el reajuste trienal y se eliminó la asignación profesional de un 25% sobre su sueldo base. En estas circunstancias, el DL N° 3.551, publicado en el Diario Oficial de fecha 2 de Enero de 1981, trató de compensar, aunque en mínima parte, este grave deterioro mediante una asignación no imponible contenida en su artículo 40, que representaba un aumento aproximado de un 30%. Esta asignación debía pagarse entre los años 1981 y 1984, en los plazos y porcentajes previstos en sus artículos 37 y 40. Posteriormente, la Ley 18.641 de 1985 amplió estos plazos hasta el año 1988. La dictación del citado DL Nº 3.351, se produce en el marco del proceso de traspaso del personal docente de la educación pública a las municipalidades, que se desarrolló en los años 1981 y 1982, concluyendo en 1986. Este traspaso no fue una opción para los docentes afectados, sino que una imposición a la que no podían oponerse y sin que existiera una instancia para apelar o reclamar. La denominada “Cartilla Informativa para el personal que se traspasa a la administración municipal”, es clara y categórica al respecto. En ella se establecía que si el docente se negaba a firmar la notificación de su traspaso, bastaba la declaración de dos testigos para que se diera por aceptado, “produciendo los mismos efectos legales que si se hubiera firmado, es decir, la declaración de vacancia del cargo”. Todo esto, en medio de una grave crisis económica y de alta cesantía. Es decir, los maestros se encontraban en la más completa indefensión. Al momento de producirse los traspasos, la condición legal del personal docente era la propia de los funcionarios públicos, regulada por el Estatuto Administrativo contenido en el DFL 338 de 1960, y su carrera funcionaria se regía por el DL 2.327 de 1978 y por el DS. 1.191 del mismo año. En materia de remuneraciones y en cumplimiento a lo de dispuesto en el artículo 2° transitorio de la Ley Nº 18.096, las municipalidades mantuvieron el régimen que los docentes tenían como funcionarios públicos, pero no se les reconoció el derecho a percibir la asignación del DL 3.551 por haber perdido esa calidad, desconociendo que dicho beneficio se había incorporado a su patrimonio. Más aún, los docentes traspasados fueron víctimas de una injusta discriminación, puesto que los que siguieron prestando servicios en el Ministerio de Educación, en tareas administrativas, continuaron recibiendo la mencionada asignación. Los docentes afectados serían 93.089, según los cálculos del Colegio de Profesores y 84.548, según la estimación de la Comisión de la Cámara de Diputados que se abocó al estudio de las deudas históricas de distintos estamentos de la sociedad chilena.

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Los montos involucrados son cuantiosos y ascenderían a US$ 14.000.000.000, según cálculos del Colegio de Profesores, y a US$ 11.637.000.000, de acuerdo a lo señalado por la citada Comisión. Posteriormente, a partir de algunos ajustes y de considerar las estimaciones del Colegio de Profesores, Municipalidades y Ministerio de Educación, se concluye que el número de docentes afectados, alcanzaría a 84.002 y el monto total de la deuda sería de 5,2 billones de pesos, equivalentes a US$ 9.133 millones. El Colegio de Profesores y los docentes afectados, comprenden la dificultad de que se paguen íntegramente los montos adeudados, cualquiera que sea el cálculo que se aplique; y han estado siempre abiertos a una negociación para buscar fórmulas que permitan compensar, aunque sea en parte, el daño patrimonial causado. Es del caso recordar, que existen dos pronunciamientos unánimes del Senado de la Republica y un informe amplio y detallado de la Cámara de Diputados, que reconocen la justicia de este reclamo y han ofrecido colaborar para encontrar una solución equitativa, lo que tampoco se ha considerado. Cabe agregar, por último, el fracaso del traslado del personal docente de los establecimientos fiscales a las municipalidades, que restó al Ministerio de Educación funciones que le son propias, con grave perjuicio de docentes y alumnos y que debilitó, además, el necesario control de colegios y escuelas subvencionadas, lo que facilita el lucro y permite la proliferación de Institutos que ofrecen carreras y otorgan títulos que ilusionan a sus egresados que después no encuentran trabajo. No es necesario extenderse para concluir, de conformidad a lo antes expuesto, que el personal docente y administrativo de nuestro sistema educacional, ha sido uno de los sectores más afectados por el golpe militar y víctima del despojo más cuantioso que ha sufrido un sector importante de los trabajadores de nuestro país. Termino, reiterando mi agradecimiento por invitarme a participar en este Seminario; y estoy cierto que su desarrollo contribuirá a fortalecer la voluntad de todos, para que nunca más, situaciones como las que se han planteado se repitan y obliguen a realizar otro Seminario como éste.

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