Los Jesuitas
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LOS JESUITAS «saa(B<B3©a asa ¡ros^&ssasrgQs aiss&aas ©ME E53 i?ATOíJ ©E2. !HE8TA!SLS©!I¡¡a32¡i7<| DELA E1T LA / jtfBanp OPÚSCULO ESCRITO POR EL LIC. TRANQUILLO DE LA TECA, MÉZZGO. I«PBIST.\ DE LUIS ABADI1XD T TALSÍfe CALLE DE SANTO DOMINGO NUMERO TóSíK CANDO el escritor presenta á la censura pública cualquie ra obra que haya trabajado, regularmente pone á su frente un prefacio que habla de la excelencia de la materia de que trata, procurando demostrar su superioridad respecto de las demás. Seguramente se ha hecho en extremo vulgar seme jante método, que huele á rutina, y nosotros, al redactar el presente prólogo, queiemos apartarnos absolutamente de esa costumbre rk.íeula, y de ese camino tan trillado y tan fasti dioso. Hemos escrito un discurso que tiende ciertamente á la deleusa de la Sagrada Compañía de Jesús; pero sin embargo, nos hallamos bien distantes de ocuparnos exclusivamente de su b uidad: nos repugna, hablando con sinceridad, dar á co nocer el, mérito de la institución que hemos defendido, porque «a notoriamente coliocido, y por consecuencia, n» seria una «área que al hágase por su novedad á los lectores; así es que, solo nos hamos propuesto destruir ciertas preocupaciones que han criado profundas raices, y que paiece que van perpetuán dose, en razón de que no hny una mano poderosa que las destruya con firmeza y energía. Somos francos, por natura leza por convenciimento y por gusto; bajo este concepto, no nos acornó la cubrir de una infame hipocresía el deseo que tenemos de escribir y de dar á conocer al público nuestrai producciones. Muchos escritores suelen decir, que componen una obra, porque no han podido resistir á las instancias de in« numerables amigos, que los han comprometido para empeñar* •na — ir se en un trabajo literario []]. JJosptigs podemos augurar con toda verdad, que jamás Rabiamos pensado en escribir sobre el instituto de la Compañía de Jesús, ni en hacer la apele¡na.da ese cuerpo' re lidioso, representante en todas épocas tlel (jatoli- cismo, porque confesamos >in ruborizarnos que nos eia absu- luiamente desconocido este asunto, y aborrecíamos á los Je suítas, >in fundamento, y sol., porque habíamos oido hablar muy mal de ello.; de suerte que también por nuestra parte ha sido condenada, ultrajada, diezmada, pero jamás juzgada, sin tener motivo alguno que robusteciera nuestra opinión, que no hubiéramos podido sostener, en ningún tiempo, porque nun- (1) Fn este defecto incurrí-, entre otros, el cardenal T.nis Lambrnschmí, obispo de Sabina, que escribió un» disertación polémica, titulada: DE LA IMIV- CUIAOA CPUCEPCIOI- i" ll.ru, |,ii<- ni la dedicatoria que uirigió al h mincntisi- nio y Reverendísimo CardfcdalSauliago Felrpe t-'ransorii, hablando di- lus moti vos que le indujeron á formarVsc opúsculo,--dice: "\ be aquí porque habiendo ,,30 meditado ya hace tiempo, y llevado hoy á t< rminn, un trabajo teológico ,.sobre la Inmaculada Concepción de nuestra excelsa Iteina, he creído muy „oportui o dedicarlo á V. K., (pie profesa s bre el particular la misma doctrina ,,<|lie yo defiendo, y que por olí a parle se digno' mas de ii"n t'cr tici'uftnt é ,.'conipo"er!t>,.y; con:¡mulo que fin se, o darlo a luz." JVunca podremos de plorar culi eficacia esa inania de los sabios, que nos parece só-periiosa. porque (a crec;m .s inieio>iniil, reconociendo en ella el objeto do ncullar la vcid>id y ( dar iinpnrl ancia á un escrito, tíljií autor quiere demostrar que condescendió ron unas instancias que nunca existieron, y que solo formó el "-güilo. Pare ce que lo mejor es, obrar siempre con franqueza, y explicar (pie ei origen de Una o mas producciones, no fui' piro sino el gusto que se tiene de cultivai ul in genio, p de manifestar y transmitir la instrucción qiie se Ira adquirido; pero no & (le'címiplacer Ins intenciones de los amigos, que no siempre son lari exigen»- tes, y tan decididos prolccloris de las ciencias y de Ja justicia. Jiueno es tener moderación, mas no afectarla, sopeña de caer en ridiculo. Conocemos peí fec- tamenle la naturaleza de' esa» mentirillas é intrigas, los que apreciamos hacer ensayos de nuestra capacidad, y de procurarnos un nomine que adquiera esti mación y elogios. Ks verdad que á veces somos invitados a escribir; pero enlre cien autores, uno lo será indudablemente, y ¡M» noventa y nueve resientes, C Ce derán sin ilispiita á los impulsos de su coraron,, y á la ansia que los conduce ¿ buscar la inmortalidad y la admiración. Si todos los literatos esei ibiesen por compromiso, y por hacer una demu..iracion de amistad, esevidenlemente cierto que la HepúrTica de las letras no se halla-ia tan enriqu-cida como lo está hoy, y entonces careceríamos de los grandes descubrimientos con que se han peí fee- ciouado las ciencias, y mejorado nuestra condición. Ks preciso desengañarse: el placer que experimenta el hombre instruido en hacer ostentación de sus co nocimientos, en manifestarlos, y en ejercitarse en ellos, es la iiiijci causa que guia -11 pluma y el deseo que tiene de liuscr y lijar ese fantasma tan si ductor que llamamos gloria, es el que lo interesa para empellarse en inqnolios traba jos, y para arumeler empresas, que mueha • Veces le causan grandes pepas, y le Crian necesidades y sinsabores de que so arrepiente, prefiriendo mejor di prono- cerlas, cuando la experiencia le hace gustar su amargura. I-lenitivo de las cicn-r cias y de la literatura, es muy agradable; peio tambi.'n demasiado doro v pe noso.- forma pa-iones indomables, y el hombre llega á Ser frecuentemente victi ma suya. Nosotros, pues, tenemos esc mismo agrado, y sm cOJ^argo,. quero» mu» obrar eu ti con suma prudencia. ca la habríamos fundado, como que carecíamos de todos |o« documentos que hubieran fijado en nosotros un juicio ilustra do, justo 6 imparcial. Oíamos hablar mal de estos ftéligVos'óS, y nos dejábamos arrastrar del furor de los ataques que les eran dirigidos, sin lomarnos siquiera el trabajo | leer una ( e sola obra, que los defendiera ó combatios. : en suma, río po díamos entrar en una comparación que nos sirviese dé palan ca, digámoslo así. para inclinarnos en su favor ó en su con tra; antes bien, éramos arrastrados del torbellino | | , ( e as lia9 desenfrenadas pasiones; y cu indo solíamos oír hablar bien de los Jesuítas, por parte de hombres que suponían instruidas en el asunto á aquellas personas Con quienes hablaban, sentíamos disgu-'o y hastio. En este estado'nos hallábamos ciertamente, cuando á fi nes del año de 184-9, fuimos invitados por un sugeto respeta ble para escribir un discurso sobie Jesuítas, en el cual su tra tase de que su restablecimiento en nuestra Kepúbüca no pug naba con la carta fundamental que la rige, y entonces fuimos instruidos di la ruidosa cuestión que se suscitó con este mo tivo en el Estado de Querétaro. Deseando buscar la verdad, y fijar con acierto nuestra opinión, consultamos inmediatamen te todos los materiales que desde luego habían sido puestos á nuestra disposición, y por eso emprendimos una tarea que era absolutamente nueva para nosotros. Comprendimos que era fácil, y entonces consideramos que era accequible, que la ju risprudencia contribuyera por su parte á aclarar la verdad y' la iuoeeneia de los Jesuítas, que jamás han sido una quimera. Concebimos nuestro plan sin pérdida de tiempo, y creimos que á primera vista estaba del todo explicado en el titulo que lleva este opúsculo de: Los JEKUITAS y LA CONSTITUCIóN, ó SEA COLECCION DE LOS FUNDAMENTOS LEGALES Q.l!E OBHAN ESI FAVOII DEL RESTA BLEClMHNTO DE LA COMPAÑIA DE JBSL'8 1 S LA REPúBLICA MEXICANA; p< ro que entrando en el análisis do la cuestión, debíamos establecer ciertas proposiciones que des de luego demostrasen nuestras ideas en el desarrollo de étfaV; y por eso juzgamos oportuno probar los seis temas que hemos establecido y defendido, procurando substraer nuestro trabajo del influjo pernicioso de los partidos, porque somos indepen dientes de todos y ríe cada uno de ellos afortunadamente. Grande ha sido sin duda alguna el esfuerzo que he mos hecho para principiar, continuar y concluir el presenta escrito, porque repelimos, que como era nuevo este tratado para nosotros, tuvimos que estudiarlo, y hacer simultáncámeu- — IV te uso dej caudal que adquiríamos; y ni aun contábamos con, el tiempo rigorosamente necesario para corregir lo que escri bíamos; de suerte es que les lectores encontrarán muchas ve. ees una pésima redacción, que no hemos podido evitar, pues deseábamos publicar este folíelo oportunamente, para que el Congreso de la Union conociera el estado de la cuestión, cuan do usara del derecho que le concede el artículo 22'de la ac ta de reformas, para declarar nula toda ley de los estados que ataque la constitución ó las leyes generales, y para que ob servase de qué manera puede sostenerse la constitucionalidad del decreto que expidió la legislatura del Estado de Querétn- rb, bajo el núm. 8 y que se promulgó en 18 de Diciembre de lb49, porque se han suscitado acaloradas controversias so bre este punto. Hemos deseado vivamente dar á la cuestión todo el desarrollo de que es susceptible en nuestro concepto, y prevenir hasta la mas insignificante objeción que pudiera ha cerse eu contta de ella, p'ará que un asunto tan delicado co mo este, no se despachase en el Congreso con ligereza ó con precipitación, sino por el contrario, con la solidéz y circun.-pec- cion necesarias. Tenemos la grata confianza de haber .dicho líiucho acerca de cada proposición, y de haber expuesto los principales fundamentos en que descuma, aunque advertimos que todavía falta también mucho que decir;