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La Cuarta Taifa – J. J. Merelo La Cuarta Taifa J. J. Merelo [email protected] This work is licensed under the Creative Commons Attribution License. To view a copy of this license, visit http://creativecommons.org/licenses/by/1.0 or send a letter to Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Este trabajo está licenciado bajo la licencia Creative Commons de Atribución. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by/1.0 o envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbot Way, Stanford, California 94305, USA 1 La Cuarta Taifa – J. J. Merelo ¢¡¤£¦¥¨§ © ¦¤ ©¡ ¨© !"¡¦!$#%¡ &#'§()* #+-,& . 0/1/32546#' '7 ¡*¦§86¤9* :/1/<; = “Igual que todo el mundo recuerda dónde estaba y qué hacía cuando el primer hombre puso el pié en Marte, os sugiero que miréis a vuestro alrededor, porque querréis recordar lo mismo cuando escuchéis lo que voy a deciros.” Evaristo Serrano miró a su alrededor. Eran las siete y cinco de la mañana, y él estaba desayunando una tostada de aceite en el comedor de su casa y mirando el televisor. Se acababa de levantar, se había duchado, mirado al espejo. Tenía unas pocas más canas en la barba, y la superficie sin pelo de su frente iba avanzando inexorablemente hacia la coronilla. Un poco como siempre, pero quizá el quedarse hasta las tantas la noche anterior viendo los resultados de las elecciones granadinas no había ayudado. Cuando se acostó, el PZI, Partío Zirí por la Independencia, aventajaba al PLAO, Partido Liberal de Andalucía Oriental, por casi 4 puntos. Así que, como estaba ya todo el pescado vendío, se acostó. Seis horas más tarde, se encontró con esto. En la tele, Conrado Templeton le miraba desde sus gafas redondas de concha, con las manos apoyadas en la baranda del balcón de la sede de su partido, que estaba en la calle San Antón, aunque el balcón propiamente dicho se abría sobre la calle Agustina de Aragón, justo encima de la placeta que dejaba el principio de la Acequia Gorda. La imagen cambió brevemente para enfocar la placeta, llena de gente, banderas rojas y verdes, confettis, serpentinas, matasuegras, tambores pancartas “Conrado, te queremos”, “Granada, una, grande y libre”, “Pan para todos”, “El Granada, campeón”. Un poco como durante las campanadas de fin de año, pero sin campanadas, sin Plaza del Carmen, y sin fin de año, porque la fecha era el 8 de marzo, o mejor dicho, la noche entre el 8 y el 9 de marzo del 2026. Evaristo siguió mirando el salón de su casa, que no era rectangular, sino con forma de L; lo sería si no estuviera el espacio correspondiente al baño justamente a su derecha. El arquitecto nunca lo reconocería, pero se le había olvidado poner cuartos de baño en todos los “B” del bloque; hasta que el aparejador se lo hizo notar, no se había dado cuenta, y entonces sólo se pudo poner un baño quitándole espacio a una de las habitaciones y al salón. Evaristo sólo sabía que eso le dejaba un entrante entre la pared trasera del aseo y el balcón, donde o se ponía una maceta con un poto, una armadura o una librería. Su mujer y él habían optado por la librería, que estaba ahora ocupada por libros médicos de Vanessa y tomos encuadernados de Policía Profesional de Evaristo. A su izquierda había también, enmarcada, una foto de la boda; Vanessa, guapísima, con un largo velo de tul, y un traje de seda de shantung, él con su uniforme de gala, que había adquirido unos días antes, y su niño, Alan, que había estado quieto el tiempo suficiente para hacerle la foto. Un tanto más alejado de donde se encontraba Evaristo había una foto de Vanessa con su hermano, Jerónimo, el día que éste se graduó en telecos en la Politécnica de Madrid, hacía siete años de aquello; Jero todavía tenía pelo; y Vanessa estaba tan guapa como ahora. El mobiliario incluía una mesita baja de formica, un sofá de tapicería inédita, porque estaba cubierto por una jarapa de la Alpujarra, y un 2 La Cuarta Taifa – J. J. Merelo sillón primo hermano de aquél. Evaristo estaba en ese preciso instante sentado en el sillón. Poco más había en la habitación: en la mesa baja unas cuantas revistas mostraban sus páginas interiores, en la pared compartida con el cuarto de baño, un almanaque de la Caja de Ahorros del año 2026 donde Vanessa había marcado en rojo una fecha cada mes, un bloque televisor/reproductor de video y unos cuantos CDs de video fuera de sus cajas, y cajas desprovistas de sus CDs. Evaristo volvió la cabeza a la televisión otra vez, convencido de que recordaría que estaba en el salón de su casa, si alguien le preguntara, más adelante. Conrado Templeton, que vestía una camisa de seda cruda sin cuello, y un pantalón y una chaqueta de color crema, siguió, señalando al cielo con un dedo: “Porque todo el mundo recordará, que, efectivo al día de hoy, Granada y su vega, que lo escuche Europa, el mundo y el Universo entero”, hizo una pequeña pausa, para aumentar el efecto de lo que iba a decir, “¡se declara independiente!”. Los turiferarios que lo acompañaban en el balcón de la sede del Partido prorrumpieron en aplausos. La placeta de la Acequia entera prorrumpió también. Sonaron tambores, volaron bengalas, estallaron cohetes. Se besaron parejas, niños de corta edad y ancianos. Se declararon amores y odios eternos. La luna brilló con más intensidad, los perros ladraron. Evaristo se puso la gorra, con sus galones de cabo de la Policía Municipal, y llamó a su mujer, que estaba todavía en la cama. “Vanessaaaa” gritó en voz baja. “Grita todo lo que quieras, tu hijo todavía no ha venido a dormir.” Le contestó, socarronamente, su mujer. “¿Otra vez? Oye, que acaban de decir en la tele que, al final, somos indepedientes.” Le dijo, mientras se dirigía hacia la puerta. “¿Y qué?” Le contestó. “Nada, pues que igual llego hoy un poco más tarde a comer, ¿vale?” Le dijo, intuyendo follones, molestias y papeleos diversos. La campaña no había estado nada mal, para lo que solían ser las campañas en el tercer decenio del siglo XXI, habiendo alcanzado en Granada casi un 15% de share, con picos del 22% el día de la inauguración. Había empezado con la tradicional puesta en línea de las páginas web correspondientes, pzi-municipales-2026.com, plao-munipales-2033.net (los administradores de sistemas del PLAO llegaron un poco tarde, y se encontraron con todos los nombres posibles pillados, pero lo solucionaron con un poco de imaginación). Continuó, como también era tradicional, con la inauguración de las páginas web satíricas correspondientes, conrado-boabdil.com y melasoplao.com, que, invariablemente, tenían más visitas que las originales . Por eso, en realidad, las páginas satíricas las habían realizado los propios miembros de la campaña de Conrado Templeton, y de su rival, Pepa Fernández-Fígares, pero claro, la gente se había acabado enterando y alguien hizo una página que satirizaba las página satírica, erexiones-grana-2026.com (todas las combinaciones de erecciones, Granada y cualquier año desde el 1492 estaba ya también comprada). Finalmente todos, candidatos, y parodistas de los mismos, optaron por poner páginas de tías en 3 La Cuarta Taifa – J. J. Merelo cueros, que, al fin y al cabo, era lo que daba dineros, en vez de tanto programa electoral y tanta gaita. Hasta tal punto que cualquier búsqueda de los nombres de los candidatos en los buscadores arrojaba sólo enlaces a páginas de fetichismo y otros tipos de porno con diferentes grados de dureza. Además, de todas formas los sitios web oficiales eran atacados sistemáticamente por demoledores profesionales de sitios web, por lo que mientras que un día mostraban a Conrado besando a un niño y a Pepa abrazando a un anciano, el día siguiente mostraban una vaca y un enlace al sitio del Partido de las Vacas Locas, y una vez más, señoras o señoritas ligeritas de ropa. Durante época de elecciones, todos los entendidos del género sabían que la forma más fácil de encontrar porno gratuito era buscar o ir directamente al sitito web de alguno de los partidos en liza. Tras el fracaso de la propaganda en Internet, los publicistas de la campaña tuvieron que recurrir a un invento denominado “paneles inteligentes”. Un técnico de Singapur había llegado, poco antes de las elecciones, ofreciéndoselos a las oficina de las campañas de los dos partidos. Consistía en un panel flexible como el papel, pero de un material, similar al de las pantallas planas de ordenadores y la ropa inteligente, que permitía presentar cualquier tipo de información, es decir, como cualquier periódico de los que se vendían en el momento, sólo que tenían además un sistema de posicionamiento global GPS y una pequeña pantallita que les indicaba lo lejos que estaban de los otros carteles, y una cara sonriente que indicaba que el cartel estaba en el sitio correcto. Cada cartel sabía dónde estaban todos los demás carteles, y ellos mismos decidían dónde ponerse de forma que su distancia fuera óptima y alcanzaran a la mayor parte de la población. Podían presentar todos la misma información, o presentarla en secuencia, es decir, cada mensaje podía moverse de cada uno al siguiente. Todo ello, por supuessto, accesible y controlable desde un ordenador de muñeca, que a través de radio los controlaba todos. El técnico de Singapur consiguió convencerlo de que en las últimas elecciones en la Marca del Sobrarbe, había tenido tanto éxito que los niños de corta edad, jubilados, y demás colectivos de desocupados, jugaban a seguir un mensaje en concreto por toda la ciudad.