La Literatura Infantil, Los Niños Y Los Jóvenes
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Escritos La literatura infantil, los niños y los jóvenes Walter Benjamin Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1989. Colección Diagonal dirigida por Aníbal V. Giacone. Traducido por Juan J. Thomas. Título original: Über Kinder, Jugend und Erziehung. Suhrkamp Verlag, Frankfurt, 1969. El estudio preliminar de Giulio Schiavoni (“Avanzi di un mondo di sogno. Walter Benjamin e l'enciclopedia magica dell' infan- zia”), así como el artículo de W. Benjamin “Abecedarios de hace cien años” (“Abbecedari di cent'anni fa”) fueron publicados en Walter Benjamin. Orbis Pictus. Scritti sulla letteratura infantile. A cura di Giulio Schiavoni. Milano, Emme Edizioni, 1981, y traducidos por Luciana Daelli. La paginación se corresponde con la edición impresa. Se han eliminado las páginas en blanco PRESENTACIÓN El presente volumen ofrece una selección de los escritos que Ben- jamin dedica a los temas indicados en el título. Contiene algunos ejemplos de los trabajos de su primer período, cuando pertenecía a la Freideutsche Jugendbewegung (Movimiento de la Juventud Li- bre). Se incluyen íntegramente los textos del período maduro del autor que se refieren a educación infantil, libros infantiles y jugue- tes, salvo algunas excepciones sin importancia. El Programa de un teatro infantil proletario, reproducido de acuerdo con el manuscrito, fue escrito por Benjamin para Asja La- cis, que en 1918, en tiempos del comunismo de guerra, había fun- dado y dirigido un teatro infantil en Orel. En 1928 trató de reanu- dar el experimento en la casa Liebknecht de Berlín. Cuarenta años más tarde, Asja Lacis escribía: “Conversé muy detenidamente so- bre ese tema con Benjamin. Me había pedido que elaborara un pro- grama. Walter Benjamin dijo que él lo escribiría y daría un funda- mento teórico a mi labor de Orel. Realmente lo escribió, pero en la primera versión expuso mis tesis de una manera sumamente com- plicada. En la casa Liebknecht lo leyeron y comentaron riendo: ‘Es- to te lo escribió Benjamin.’ Le devolví el programa pidiéndole que lo escribiera en forma más comprensible.” El Programa de un tea- tro infantil proletario que se ha conservado es la segunda versión. La que ofrecemos es la única que se encontró entre las obras pós- tumas de Benjamin. 7 Las ilustraciones del libro se tomaron de las primeras ediciones y es probable que el mismo Benjamin las haya elegido. Al menos, pertenecen en parte a su colección de libros infantiles. ADVERTENCIA DEL EDITOR Se reproducen aquí los escritos de Walter Benjamin recopilados en 1969 por la Suhrkamp Verlag de Frankfurt am Main con el título de Über Kinder, Jugend und Erziehung a los que se alude en la “Pre- sentación” y publicados por Ediciones Nueva Visión en 1974 (Re- flexiones sobre niños, juguetes, libros infantiles, jóvenes y educa- ción), a los que se han agregado el estudio de Giulio Schiavoni “Frente a un mundo de sueño. Walter Benjamin y la enciclopedia mágica de la infancia”, así como el artículo “Abecedarios de hace cien años” del propio Benjamin, publicados en: Walter Benjamin. Orbis pictus. Scritti sulla letteratura infantile, Milano, Emma Edi- zioni, 1981. 8 FRENTE A UN MUNDO DE SUEÑO. WALTER BENJAMÍN Y LA ENCICLOPEDIA MÁGICA DE LA INFANCIA Giulio Schiavoni Sólo puede descubrir este campo de colección —el libro para niños— quien no ha repudiado el júbilo infantil por él. Walter Benjamin 1. “HISTORIAS AMENAS Y FIGURAS BURLESCAS...” La surreal aventura de Pedrito el Desgreñado de Heinrich Hof- fmann, aparecida en Frankfurt en 1845, tenia como subtítulo: His- torias amenas y figuras burlescas [Lustige Geschichten und drolli- ge Bilder]. La promesa de alegres gratificaciones para la mente y para los ojos anunciada por ese conocido libro para niños acababa sin embargo sofocada y contradicha por el humillante repliegue que asume el relato: al niño que se chupa los pulgares se los cortan al fin con las tijeras del sastre; al niño que le divierte salir a la calle du- rante los temporales un buen día se lo lleva el viento como castigo. Frente a las desmentidas que ese programa optimista de carcajadas y notas de color recibía por obra de las crueles moralejas y las tre- mendas amenazas esparcidas a manos llenas en el texto, es lícito preguntarse: ¿qué pretenden los “grandes” cuando eligen una lectu- ra para los niños? ¿asegurar un lugar de libre efusión de la creati- vidad y la fantasía infantil, “lugar de todos los posibles”, sin excluir la prefiguración de “un mundo diferente y mejor” que se crearía luego viviendo?, como afirmaba Gianni Rodari en la presentación de su antología de fábulas de Andersen?1 ¿O bien propinarles, de manera más o menos consciente, “educadores ocultos” —como se 1 Andersen, H.C., Fiabe, Einaudi, Torino, 1970, pp. XIX–XX 9 los ha querido definir2—, es decir, instrumentos capaces de guiar, entre líneas, a comportamientos hechos a la medida de los adultos, que han olvidado el espíritu “burlón” y la “alegría” que tal vez co- nocieron en la infancia? El dilema, sobre el que todavía parece demorarse el debate de cuantos aman y sirven la literatura infantil, encuentra sus razones profundas no sólo en el inevitable dualismo existente entre la pers- pectiva de los adultos (padres y educadores) que eligen los libros para la infancia, y la de los niños, que los leen o los miran, sino tam- bién en el paisaje no poco accidentado de la propia tradición de pensamiento que esos libros cargan sobre sus espaldas.3 En efecto, en ella parecen cruzarse o alternarse continuamente adultos que re- verencian la fantasía y la espontaneidad infantiles (como el gramá- tico bohemio Comenius, autor del primer libro ilustrado de texto, el Universo figurado de las cosas sensibles —Nuremberg, 1654— o como el romántico Jean Paul) y otros que, con moralismos más o menos bien estructurados, nada tienen en su corazón salvo el de- seo de someter esa fantasía y esa ingenuidad a la ética filistea de un útil de clase, ética que se refleja a menudo en la literatura para la in- fancia introduciendo la obligación de la “moral” conclusiva, para la que los “niños buenos” siempre deban “estar limpios”, los “ni- ños buenos” nunca deban “contestar” y así sucesivamente. 2 Esta es la tesis central de una seria contribución histórico–crítica sobre el te- ma aparecida hace algunos años en Alemania Occidental con el título Die heim- lichen Erzieher. Kinderbücher und politisches Lernen, a cargo de Dieter Richter y Jochen Vogt, Rowohlt Verlag, Reinbeck, Hamburg, 1974, p. 21 3 Entre los intentos de reconstrucción histórica de las diferentes tendencias que operan en la literatura infantil de los dos últimos siglos con particular atención al área específicamente alemana, véanse especialmente: Kónneker, M.L. (dir.), Kin- derschaukel Ein Lesebuch zur Geschichte der kindheit in Deutschland, 2 vol (I = 1745-1860; II = 1860-1930), Luchterhand Verlag, Darmstadt–Neuwied, 1976 (1979); Hürlimann, B., Europaïsche Kinderbücher in drei Jahrhunderten, Zurich–Frei- burg, 1963 (1967); Müller, K., Müller, H., Das Bilderbuch. Geschichte und Ent- wicklung des Bilderbuchs in Deutschland von den Anfängen bis zur Gegenwart, Weinheim, 1973; Maier, K.E. (dir.), Historische Aspekte zur Jugendliteratur, Stuttgart, 1974. En italiano se dispone, entre otras, de las obras de Marchetti, I., Pe- trini E., Buonincontro. Guida storico–critica e antologica della letteratura per ra- gazzi italiana e straniera, Le Monnier, Firenze, 1963; Hazard, P., Uomini, ragaz- zi e libri, Armando, Roma, 1970; Faeti, A., Letteratura per l’infanzia, La Nuova Italia, Firenze, 1977; Tutto é fiaba. Atti del Convegno Inlernazionale di studio su- lla fiaba, Emme Edizioni, Milano, 1980. 10 2. EL LIBRO RESTITUIDO A LA VIDA A ese universo móvil, polícromo e incodificable de la infancia y del libro para niños se abrió, a fines de los años veinte, con una contri- bución teórica y práctica poco común —por fragmentaria— el ber- linés Walter Benjamin, nacido en 1892 y futura víctima del nazis- mo en 1940, pensador incómodo, objeto —aún hoy— de una ver- dadera cinchada entre quienes quieren hacer de él un puro y simple exponente del misticismo hebreo y quienes tratan en cambio de ubi- carlo en una dimensión a menudo demasiado rígidamente marxis- ta. Precursor y luego miembro de la Escuela de Frankfurt, conoci- do por el gran público sobre todo por su actividad de crítico de arte y ensayista refinado y rebelde a los fetiches de una “cultura” domi- nante orientada sólo en sentido afirmativo, este escritor hebreo, ex- cluido entre los años 1926 y 1927 de la carrera académica y que a continuación vivió de artículos y traducciones, que se abrió en los años de su madurez a las solicitudes del pensamiento marxista–re- volucionario, asumió también la infancia como alegoría de un pro- yecto de destrucción de la subjetividad y de la realidad burguesas, de las cuales él fue un finísimo intérprete y en cuyos paños, no obs- tante, no se resignó a quedar limitado. Su “felicidad” al arrimarse al potencial de la infancia en su vertiente incontaminada para sal- varla de los “colonizadores” sin escrúpulos había obtenido creden- ciales más que considerables en la magistral recordación que nos dejara en 1950 su admirador y amigo Theodor Wiesengrund Ador- no, titulada Perfil de Walter Benjamin: “Lo que Benjamin decía y escribía sonaba como si el pensamiento hiciera suyas las premisas de los libros de fábulas para la infancia —en lugar de rechazarlas con la ignominiosa madurez del adulto— y tan literalmente que hasta el cumplimiento de lo real entra en los horizontes del cono- cimiento. La resignación estaba radicalmente erradicada de su to- pografía filosófica. Quien entraba en consonancia con él se sentía como un niño que descubre a través de las rendijas de la puerta ce- rrada la luz del árbol de Navidad”.4 Al esbozar una suerte de fragmentaria antropología materialis- ta de la infancia, cuyos sostenes ocasionales fueron algunos artícu- los publicados en el término de un decenio en diversos periódicos 4 Reunido en: Adorno, T.W., Prismi.